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Transcript
Una comunidad siempre
en Camino
( que recuerda el pasado, vive el presente y se proyecta al futuro)
1962 - 2012
1
Una comunidad siempre
en Camino
( que recuerda el pasado, vive el presente y se proyecta al futuro)
Parroquia “Cristo Crucificado”
“Agradezco a cada uno de nuestros hermanos que formamos esta comunidad
parroquial, por aquellos que a pesar de muchas dificultades siguen con fuerza y
valentía su fe y su compromiso cristiano. También por los rostros de hombres,
mujeres y niños que se unirán a esta hermosa comunidad para seguir construyendo el
Reino de Dios”
Pbro. Fabián Velásquez Oyarzo
2
PRESENTACION
Después de siete meses de trabajo, con buena participación y comunión eclesial,
finalmente ve la luz nuestra “recopilación histórica” que trata de recoger parte del
hermoso camino de fe vivido y celebrado en estos cincuenta años de vida.
Corría el año 1962 cuando Monseñor Rencoret, primer Arzobispo de Puerto Montt,
fundó la parroquia bajo el título de “Cristo Crucificado”. Primera parroquia del sector
alto de la ciudad - llamada tercera terraza- terreno que sólo comienza a ocuparse
después del terremoto del año 60.
Mirar la historia es asumir la historia y descubrir la inmensa riqueza que hay en ella, es
descubrir el paso de Dios en cada uno de los acontecimientos y de las personas. Por
ello hemos querido trazar estas líneas para escribir y reflexionar sobre el camino
recorrido en comunidad, el lugar físico en donde hacemos vida el Evangelio y le
entregamos al Señor todas nuestras alegrías y tristezas.
Queremos recoger en estas páginas las propias experiencias de vida en comunidad, y
recordar a los sacerdotes y fieles laicos que han pasado sembrando esperanza en
nuestras vidas y que nos han formado como cristianos, que pasaron entregando lo
mejor de sí mismos por la causa del Reino de Dios y su justicia.
Gratitud a Dios, en primer lugar, que nos ha ido conduciendo, y gratitud también a
tantos hermanos nuestros que han colaborado en las diversas etapas de la elaboración de
este texto, bajo la guía de la señora Betty y don Manuel.
Con esperanza, entregamos pues, este libro para su publicación. Para que pueda cautivar
con mayor fuerza a todos los agentes pastorales de nuestra Comunidad a seguir
trabajando por el amor a Cristo y a la Iglesia. Todo ello nos ayudará a fortalecer la
comunión parroquial y nos impulsará a la vasta misión evangelizadora de Cristo.
Ponemos este libro en manos de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de la
Inmaculada Concepción.
Que por su pasión y cruz lleguemos a la gloria de su resurrección.
Pbro. Fabián Velásquez Oyarzo
Párroco
Puerto Montt, 11 de Octubre de 2012
Inicio del Año de la Fe
(Memoria del Beato Juan XXIII)
3
INDICE
PRIMERA PARTE
Contexto ………….………………………………………………………………..
6
Capítulo 1
Cimientos en tierra fecunda………………………………….…………………….
El pionero: un joven sacerdote………………………………………………….…
Obispo y Arzobispo……………………………………..………………………….
El precursor: un cura obrero ………………………………………………………
Movimiento europeo………………………………………………………………
Bases sólidas ………………………………………………………………………
Otras agrupaciones…………………………………………………………………
En la línea del Concilio Vaticano Segundo………………………………...............
“Nos conocía a todos”. Testimonio………………………………………..............
Legión de María………………………………………………………....................
Luchadora incansable. Testimonio ……………………………………………….
Una vida al servicio de Dios. Testimonio…………… …………………………..
Llega un joven diácono………………………………… ………………………...
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Capítulo 2
Un pueblo dividido en dos………………………………………………………..
Cardenal Raúl Silva Henríquez: un pastor junto a su rebaño
Un “curita especial”………………………………………………………………
Una historia de amor.
Obispo promotor de la paz y la justicia…………….……………………………..
Un pastor por trece años………………………………………………………….
Un religioso múltiple……………………………………………………………...
Regreso del padre Nelson…………………………………………………………
Los pobres fueron sus amigos. Testimonio……………………………………….
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Capítulo 3
Década con una visita santa………………………………………………………...
Un párroco multifacético……………………………………………………..…..
Un apostolado sin claudicar……………………………………………………….
Testimonio de entrega absoluta. …………..………………………………………
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Capítulo 4
Retorno a la democracia…………………………………………………………..
Los doce años del padre Clementino……………………………………………..
De Aysén llega el nuevo Arzobispo……………………………….. ……………
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Capítulo 5
La década tecnológica y un nuevo santo………………………………………….
Primer Cónclave del Siglo XXI …………………………………………………..
Qué haría Cristo en mi lugar……………………………………… ……………..
Siniestrado
inicio
de
década…………………………………………...
……………
Llega el Arzobispo Cristian Caro…………………………………………………
Un cura para la reconstrucción……………………………………………………
Su mirada en los pobres……………………………………………………………
Nuevos diáconos………………………………………………………....................
Un testimonio de vida. …………………………………………………………….
Llega un carismático……………………………………………..............................
A la espera de un nuevo párroco………………………….......................................
Un joven para una parroquia cincuentenaria………………………………………
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72
Capítulo 6
Trabajo diaconal…………………………………………………………………
Vivencias hermosas de diácono. Testimonio Diácono Jorge Barría………………
Confirmado por Monseñor Rencoret. Testimonio Diácono Antonio Alcázar
Querido por todos. Testimonio Diácono Ananías Uribe…………………………
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SEGUNDA PARTE
Renovación Eclesial. La renovación parroquial a la luz de Aparecida….. ……… .
La renovación de la parroquia……………………………………………………
Comunidad viva……………………………………………………… ………….
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CONTEXTO HISTORICO
TERREMOTO 1960
Convulsionada por conflictos y acontecimientos sociales, políticos,
religiosos, económicos y de toda índole, y a su vez marcada por el
terremoto más destructivo del que se tenga memoria en los registros de la
Humanidad, la década del sesenta en Chile, y especialmente en la zona sur
(Concepción a Puerto Montt) ha quedado grabada en la memoria colectiva
como una época dolorosa porque para muchos la vida ya no volvió a ser la
misma. Es que un movimiento del planeta de 9,5 grados Richter era algo
impensado, nunca visto ni imaginado, ni menos para comenzar de esta
forma la década. Una Naturaleza bravía se ensañaba con poblados, caletas,
ciudades dejando una estela de muertos con un maremoto que cruzó los
océanos asolando a Filipinas, Japón y Australia también con muertos,
heridos y destrozos.
En el ámbito local (provincia de Llanquihue) las víctimas fatales
fueron centenares. Desaparecía el molo de la costanera y el ochenta por
ciento de las casas estaba en el suelo. El plano de la ciudad fue el que
recibió el impacto más potente. Muchos de sus habitantes, despavoridos
huyeron hacia la parte alta a buscar refugio. Desde los campos también
huían hacia la urbe. Quienes vivían cerca del mar arrancaron dejando las
ruinas de sus moradas para cobijarse donde ni siquiera había trazado de
calles. Matas de murra, chacayales, pampas, terrenos baldíos y húmedos,
una que otra vivienda en pie, ruinas y árboles en el suelo era el triste
panorama que les daba la bienvenida a los puñados de hombres y mujeres
que buscaban protección para ellos y sus crías. Pero estaban a salvo en lo
alto del cerro en las llamadas “poblaciones callampas” que comenzaban a
surgir por doquier, sin servicios básicos como el agua y la luz.
Fue exactamente el 22 de Mayo de 1960 en que el sismo sacudió a
las provincias del sur trayendo desolación, impotencia y pavor ante las
fuerzas naturales que modificaron el paisaje. Ese aciago día, a las 15 horas
se sintió un movimiento telúrico que inquietó a los puertomontinos sin
causar mayor alarma. Pero diez minutos más tarde ocurrió lo que nadie
pudo imaginarse y que quedará grabado a fuego en la memoria colectiva: el
terremoto de mayor intensidad en la historia mundial. Por su parte, el
maremoto que a continuación irrumpió arrasó con las caletas del sur y con
nuestro puerto. La ciudad de Valdivia atravesada por el río Calle Calle era
amenazada con su desaparición total. Una operación de ingeniería nunca
vista en el Lago Riñihue, la salvó de haber sucumbido bajo el agua. El 22
de Mayo puede describirse como una tarde de domingo otoñal. Al
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mediodía el tren había partido desde la estación de Puerto Montt con
destino a Santiago. Llevaba entre sus pasajeros a un matrimonio que debió
caminar desde Puerto Varas horas y días de regreso en medio del desastre
natural para lograr reunirse con sus tres pequeños retoños. Todos cuentan
sus historias y entregan testimonios dolorosos. El panorama de destrucción
casi fue total en población Modelo populoso sector del plano. El barrio
entero se hundió por el derrumbe del Cerro La Virgen arrastran do con su
avalancha las casas con sus moradores en el interior. Bomberos – que
trabajaron arduamente en el desastre – cuentan historias pavorosas de lo
que fue el rescate de las víctimas. También en el centro se incendió el
edificio de la Caja Nacional de Ahorros frente a la plaza de armas, y el
hospital quedó a punto de derrumbarse. Con parte de su estructura
clausurada, se debió habilitar un hospital de emergencia donado por
Estados Unidos. Desembarcó en El Tepual una semana más tarde los
Globemaster norteamericanos. Estos gigantescos aviones de transporte
militar sobrevolaban la ciudad provocando asombro. Fue la expresión de
una ayuda internacional nunca antes vista. Una hilera de camiones militares
de USA trasladaban las piezas del hospital de campaña con capacidad de
400 camas y una planta eléctrica propia hasta el regimiento. Poco después
se instaló definitivamente en terrenos colindantes a población Lago Chapo
y Manuel Montt, muy cerca de nuestra parroquia y otra parte se habilitó en
la cancha de Deportivo Lintz en el sector del mismo nombre. Se estima que
en Puerto Montt fallecieron unas 500 personas, y los desaparecidos fueron
más de tres mil. En la provincia esa cifra subió a 15 mil. En Carelmapu el
mar se llevó a tantos, en Maullín ocurrió algo similar. Quienes
sobrevivieron a la devastación no serían nunca más los mismos.
Conocieron en carne viva la fragilidad del ser humano frente a la
implacable naturaleza. Los relatos de los abuelos han pasado de boca en
boca, de generación en generación, y el ulular de las sirenas de los
bomberos del salvataje cada año trae a la mente aquel penoso recuerdo.
Con este mega sismo comienza a tejerse la historia de las nuevas
poblaciones, parroquias y capillas en los cerros, Pichi Pelluco, Mirasol,
Antonio Varas, Manuel Montt, Chiloé. En esta última, con sangre se
escribió otro trozo de la historia puertomontina de la década de los sesenta
que trascendió fronteras y que hizo volver al tapete noticioso nacional e
internacional a este aporreado Puerto Montt. La masacre de Pampa Irigoin.
Era el año 1969 y la ciudad tenía unos 80 mil habitantes. Muchos no
contaban con un techo donde vivir porque el Estado no era capaz de
satisfacer tanta demanda, ni la ayuda internacional daba abasto para las
sentidas necesidades post terremoto. Había ocupaciones de terrenos fiscales
y particulares. Situado a un costado de la carretera panamericana, existía un
predio baldío no apto para labores agrícolas, de propiedad de Rociel Irigoin
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Oyarzún, comerciante y agricultor. Era un sitio eriazo hasta donde
acudieron a levantar sus mediaguas obreros y campesinos que habían
emigrado a la ciudad. Un centenar protagonizó la toma pacífica. No había
orden de desalojo. Su dueño sólo había dado cuenta del hecho a la policía
sin pedir intervención ni desalojo. Era un conocido vecino que esperaba
vender el sitio en algún momento. Sin embargo, sin previo aviso, cayó la
represión en forma brutal y sorpresiva el domingo 9 de marzo de 1969 a las
7 horas. Diez muertos, entre ellos un recién nacido. Nadie sabe por qué se
actuó con tan inusitada violencia Sólo se sabe quién dio la orden. El
ministro del Interior de la época que años más tarde caería acribillado.
Pero no todo es desgracia. También la década del sesenta trae
recuerdos gratos como el Mundial del 62. Pocos imaginaron después del
terremoto pensar que Chile seguiría siendo sede de este magno encuentro.
Y lo fue, gracias a un arduo trabajo de reconstrucción y de levantar estadios
y de reacondicionarlos para cumplir con las duras exigencias de los
organizadores. Y se cumplió. Chile se coronaba tercero. Y con el Mundial
también debutaba la televisión. En algunas tiendas mostraban imágenes de
estos primeros aparatos. Algo nunca visto. Un acontecimiento que
sobrecogía. Se pudo ver la llegada del hombre a la Luna. Un 20 de julio de
1969, los astronautas Amstrong y Oldrin a bordo del Apolo 11 alunizaban
en el Mar de la Tranquilidad. Un hito sin precedentes retransmitido a todo
el orbe. La modernidad daba sus primeros pasos para seguir más tarde con
la más alta y sofisticada tecnología de la década actual. No en vano han
pasado cincuenta años, y pareciera que ya nada puede asombrarnos.
Justicia social, clamaban los obreros en los sesenta. Se observaba las
primeras ollas comunes y se vivía un ambiente agitado en los campos con
la incipiente Reforma Agraria, mientras los campamentos urbanos recibían
a cientos de obreros agrícolas en busca de oportunidades para enfrentar la
vida con dignidad. Seguían creciendo en la periferia los cordones de
pobreza. En el país, corrientes políticas antagónicas mostraban una
beligerancia nunca vista, y la división se agudizaba. Era una espiral de
violencia acentuada al extremo. Nadie se imaginó ni remotamente en lo que
desembocaría, una dictadura que se prolongó durante dos décadas (70 y
80). La Iglesia Católica cumpliendo con su misión estuvo junto a los más
débiles. Más tarde llegaría la democracia para quedarse hasta hoy. En
1987, cuando aún se vivían momentos duros, la presencia del Papa Juan
Pablo II en Chile, y en concreto en Puerto Montt en un caluroso día de
abril, fue una bendición, un bálsamo, un remanso en estos convulsionados
50 años.
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Esto no es más que una rápida pincelada de la historia de estas cinco
décadas para contextualizar los inicios de un cura soñador y de unos
cuantos fieles que en el sector alto de Puerto Montt se abocaron a la tarea
de despeje de ramas y arbustos para construir un modesto galpón a un
costado del lugar que hoy ocupa la familia Quintana. Fue escenario de las
primeras misas de lo que más tarde sería la Parroquia “Cristo Crucificado”
de población Antonio Varas que hoy festeja sus cincuenta años. En forma
paralela y aprovechando el material de construcción se levantaba la
parroquia hermana, de Fátima, en población Libertad.
IGLESIA COMPROMETIDA
En la década del sesenta se inicia un nuevo proceso en el seno de la
Iglesia Católica. Sin duda un gran acontecimiento que llegó de la mano del
Papa Juan XXIII y que traería profundos cambios y provocaría grandes
reformas. Para muchos, fueron dos las figuras cruciales de la evolución del
pensamiento social católico. El Papa Juan XXIII (1958 - 1962) y el Papa
Juan Pablo Segundo (1978-2005) personajes determinantes en la imagen
del catolicismo moderno. Juan XXIII sentó las bases de una nueva
orientación eclesial, una comprensión en que la Iglesia tiene de si misma y
de su forma de relacionarse con el mundo. Se abre en forma decidida en la
preocupación por los pobres y por los no católicos. Esto queda de
manifiesto en las encíclicas de carácter social publicadas por Juan XXIII
“Mater et Magistra” (1961) y Pacem in Terris (1963). Es una invitación a
los cristianos a construir un mundo más humano. Surge luego el Concilio
Vaticano Segundo a partir de los conceptos “dignidad” y “derechos
humanos” que pasan a ser la piedra angular del catolicismo al mundo. De
a poco los cristianos comienzan a entender cuál será su tarea en esta nueva
visión de la Iglesia. Para unos fue difícil aceptar el cambio. Otros lo
acogieron en su integridad. En su esencia, el hombre es el centro de la
Evangelización “íntegramente” con sus angustias, alegrías, frustraciones y
aspiraciones.
A continuación sacamos un extracto con los fundamentos de la
Pastoral Social de la Iglesia donde destacan la dignidad de la persona
humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad.
“El primer principio específico es el de la dignidad de la persona
humana que proporciona el fundamento para los derechos humanos. Para
pensar correctamente sobre la sociedad, la política, la economía y la cultura
uno debe primero entender qué es el ser humano y cuál es su verdadero
bien. Cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios, tiene una
dignidad inalienable y, por tanto, debe ser tratada siempre como un fin y no
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sólo como un medio. Cuando Jesús, usando la imagen del buen pastor,
hablaba de la oveja perdida, nos enseñaba lo que Dios piensa del valor de la
persona humana individual. El pastor deja a las 99 en el aprisco para buscar
a la perdida. Dios no piensa en los seres humanos en masa, o en
porcentajes, sino como individuos. Cada uno es precioso para él,
irreemplazable.
En su carta encíclica Centessimus Annus, el Papa Juan Pablo II
subrayaba la centralidad de este principio: "... toda la doctrina social de la
Iglesia, es la correcta concepción de la persona humana y de su valor
único, porque el hombre… en la tierra es la sola criatura que Dios ha
querido por sí misma. En él ha impreso su imagen y semejanza,
confiriéndole una dignidad incomparable" ( Centessimus Annus, No. 11 ).
De ahí que la Iglesia no piense primero en términos de naciones,
partidos políticos, tribus o grupos étnicos, sino más bien en la persona
individual. La Iglesia, como Cristo, defiende la dignidad de cada individuo.
Comprende la importancia del estado y de la sociedad en términos de
servicio a las personas y a las familias, en vez de en sentido contrario. El
estado, en particular, tiene el deber de proteger los derechos de las
personas, derechos que no son concedidos por el estado mismo sino por el
Creador”.
Una invitación
Esta es la historia de una comunidad viva. No aspira a ser más que el
testimonio de la cotidianeidad de una parroquia de barrio con relatos
anónimos y otros con nombres y apellidos. Hubiera sido hermoso recoger
todas las historias personales porque sabemos que hay muchas, pero el
tiempo y el espacio conspiran. Son cincuenta años transcurridos en un
templo que guarda y desborda tristezas y alegrías por doquier. Muchos en
este recinto tuvieron su primer encuentro con Cristo. “Allí me casé, bautice
a mis hijos, hicieron la primera comunión, los confirmé, celebré mis bodas
de plata, despedí a mi mamá, conocí a mi esposo” son frases dichas con
emoción por los entrevistados. Y ellos hacen la historia de los cincuenta
años que estamos cumpliendo. Aquí hay extractos que los compartimos con
ustedes.
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Capítulo 1
(1960 -1970)
Cimientos en tierra fecunda (1962)
No fue necesario recurrir a los archivos para conocer la partida de
nacimiento de la parroquia “Cristo Crucificado” fundada hace cincuenta
años - el 7 de enero de 1962 - y que creció y se formó junto a las
poblaciones que la rodean, post terremoto: Antonio Varas, Manuel Montt,
Chiloé, Anef, y otras. Contamos con valiosos testimonios de católicos que,
junto a los curitas de la época, tomaron la pala y la picota para empezar su
construcción con esperanza, fe y la imperiosa necesidad espiritual de
reunirse bajo un techo para encontrarse con Dios. Se vivían tiempos muy
difíciles. La vida no era la misma tras el terremoto del sesenta. Hambre,
miseria, devastación, desesperanza, sueños trizados y constante peregrinaje
del campo a la ciudad o lo que quedaba de ella. (El ochenta por ciento de
las casas de Puerto Montt sucumbieron tras la catástrofe natural de una
magnitud nunca registrada en la historia del mundo). En lo que corresponde
a nuestro entorno, aquí estamos hablando de la periferia, de una tierra de
nadie donde había mucho por hacer para después construir. Primero,
barracones colectivos de emergencia, chacayales, riachuelos y acequias,
pozos negros. Desmalezar era la consigna.
Los testimonios que
entregamos los ofrecemos de herencia a las nuevas generaciones. Es
historia viva, narrada en forma sencilla, y es ejemplo de tenacidad, sudor y
lágrimas frente a la adversidad. Eran aquellos tiempos en que todo se
estrellaba contra los molinos de viento, hasta los anhelos e ilusiones más
simples, como el disponer de un techo donde capear el frío y sentirse
seguros, luego de tanta desgracia dejada por el sismo. * Las calles apenas
estaban trazadas; era un campo de nadie, como el terreno dinamitado
después de una batalla. Las * vertientes*, los desniveles, arbustos y
montículos hacían más difícil la tarea. En la noche, oscuridad total, agua de
pozo. No había plata, sólo entusiasmo, y los fondos estatales permitían
construir cobertizos y tinglados para grupos de familias. Se vivía una
emergencia. La gente sentía una imperiosa necesidad espiritual, lo que
significaba levantar con mucho esfuerzo un pequeño recinto para
encontrarse con Dios. Por ello no fue una novedad construir lo que se
llamaría la casa parroquial: dos piezas de madera de 4 por 4 metros, dotada
de agua y pozo negro. * Un gran adelanto para aquel tiempo en que las
demás construcciones eran barracones con pozo negro común. A la
entrada* un galponcito multiuso, justo a un costado del lugar donde hoy se
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emplaza la casa * de la familia Quintana Olavarría. Fue algo así como la
primera piedra hace cincuenta años de lo que hoy es nuestra Parroquia
“Cristo Crucificado”, la madre de todas las iglesias de la tercera terraza. De
aquí nacerían * Fátima en * Libertad; el Buen Pastor, en La Colina; Santa
Teresa de Los Andes, en Antihual, Nuestra Señora de Guadalupe,* en La
Paloma y Nuestra Señora de la Candelaria, en Alerce. De una tercera se
pasó a una cuarta terraza, y la ciudad * sigue creciendo * con el correr de
las décadas.
El pionero: un joven sacerdote (1962- 1965)
En el reducido lugar ya descrito fueron las primeras misas del padre
Bernardino Ojeda Barría, sacerdote recién salido del seminario y nombrado
administrador parroquial. Su entusiasmo juvenil contagió a otros feligreses
que lo ayudaron a levantar este pequeño refugio de Dios, sitio de encuentro
y de unión de las familias los domingos, de tertulias, de charlas y de
pequeñas alegrías. Era como la casa de todos. Si hasta el Mundial de
Fútbol del 62 fue celebrado allí. Se instaló una radio a todo volumen y se
aplaudían los goles. Eran las pequeñas alegrías de la gente entre tanta pena
y destrucción.
Frente a la adversidad, la vida seguía y había que fundar piedra
sobre piedra, despejar, desmalezar, afirmar ese modesto galponcito que era
el templo, la casa del Señor. En los registros figura la primera partida de
bautismo. Correspondió a Segundo Mardones Anguita, el 13 de enero de
1962. La primera bautizada fue Juana Eliana Casas, y el primer
matrimonio compuesto por Juan Gutiérrez y María Ernestina Barría
Chávez también se celebró el 13 de enero del mismo año.
El Padre Bernardino comenzó a relacionarse con sus primeros
colaboradores, (algunos ya fallecidos) Odilio Saldívar que más tarde sería
diácono al igual que Miguel Ramírez Gatica; Juan Bautista Chávez, Juan
Osvaldo Rain Gallardo. Este último había llegado de Temuco en 1963. Con
anterior formación cristiana en su juventud (Los Siervos de María en
Aysén) así relata aquel inicio. Actualmente vive en población Chiloé. “Nos
tomó a su cargo el P. Bernardino Ojeda. Trabajamos muy duro. Fuimos
los primeros marianos. El nos formó, y después continuamos con Cursillos
de Cristiandad. Formamos a los primeros catequistas hombres, y luego a
las mujeres. Partió la Escuela de Diáconos, y se ordenaron dos de la
población: Ananías Uribe y Guillermo López. Integramos un coro que
cantaba en las catedrales de Valdivia y Osorno. Yo tocaba guitarra y
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cantaba. Evangelizábamos con la música. Provenía de la Acción
Católica y formamos la Legión de María de hombres, con otras personas
de la Población Libertad y éramos como ocho con la dirección espiritual
del P. Ojeda. Después las mujeres formaron la Legión de María”.
Se creó entonces una cooperativa en el seno de la parroquia, surgida
tanto por necesidades económicas como para afianzar los lazos de unión de
los nuevos pobladores. En las dificultades siempre se intenta vivir en
comunidad, es como si * estar reunidos se soportaran mejor las vicisitudes,
en este caso las réplicas del sismo que por años persistieron en distintas
magnitudes en todo el sur. La cooperativa partió con la entrega de
modestos cinco paquetes de vela, (no existía luz eléctrica); cinco kilos de
azúcar y paquetes de fideos. Cuando creció - según relatan nuestros
testigos - la formación cristiana deficiente de quienes componían este
grupo, echó abajo el proyecto. “Si teníamos de ahorro mil pesos, la gente
llevaba dos mil pesos en mercadería, y luego simplemente no pagaba. Por
eso tuvimos muchos problemas. Pero sí puedo decir que en ese galpón
donde se celebraban las misas había mucha unidad, sobre todo los
domingos. Recuerdo a la gente reunida, conversando, echando la talla”,
relata Raín.
En terrenos de los alrededores continuaba la construcción de fosas. A
la población Antonio Varas le seguían otras como Manuel Montt, Anef y
Chiloé y un sector que se levantaba mediante la autoconstrucción. Las
necesidades de techo eran enormes. Visionario fue en ese entonces,
monseñor Alberto Rencoret Donoso (el segundo obispo de la Diócesis) en
su afán por crear este templo en medio de construcciones que surgían para
atender las necesidades espirituales de la nueva feligresía. No había
ninguna edificación. Ni consultorio, sede social, nada. Muchos años más
tarde llegarían * desde otros sectores de la ciudad, la Escuela 3 Melipulli
que es centenaria. Se ubicaba en calle Lota, entre JJ Mira y Urmeneta, en
tanto la Tercera Compañía de Bomberos tenía su cuartel en calle OHiggins,
casi al lado del cerro, a media cuadra de calle Benavente.
Fue así como “Cristo Crucificado” pasó a ser la parroquia madre de
la tercera terraza, creándose luego la capilla de Fátima, la de Alerce y más
tarde la parroquia El Buen Pastor en Antuhue. En nuestro humilde templo,
se aglutinaban los primeros grupos parroquiales, se organizaban, y ocurrió
algo que no estaba previsto ni programado, y que fue un bálsamo para la
comunidad. La visita del Cardenal Raúl Silva Henríquez. Este hecho
marcó un hito en los inicios del templo. Es lo primero que relatan nuestros
entrevistados. El Cardenal celebró misa en este humilde recinto engalanado
en su pobreza para la ocasión. Según relató, “lo importante no es la
13
construcción hermosa de un templo, sino la hermosura del alma de las
personas”. Cuentan que quienes allí estaban querían comulgar con él, y se
apresuraron a ubicarse en un primer lugar, pero ninguno pudo porque el
sacerdote entregó la comunión. Revisando la historia, la visita al sur del
país de altos dignatarios de la Iglesia Católica como el Cardenal Silva
Henríquez y otros obispos en ese tiempo, tuvo como objetivo constatar el
desastre de daños que dejó el mega terremoto en las parroquias, capillas,
santuarios y colegios católicos de la zona sur y que ascendieron a los 20
millones de dólares. Sin embargo, en la retina de quienes vivieron esos
momentos está nítida la imagen del Cardenal y del recogimiento que
produjo debido a su alta investidura. El máximo dignatario de la Iglesia
Católica oficiando misa en uno de los puntos más pobres de Puerto Montt.
Más tarde, en la década del 80 se le vio de pasada en una visita no oficial
viajando desde Chiloé a Santiago. Sólo estuvo pocas horas en espera de
cambio de vuelo, ocasión en que entregó su bendición a los católicos
puertomontinos a través de un medio local.
Siguiendo con el memorial de nuestra parroquia, en el año 1966 el
padre Bernardino renuncia al ministerio sacerdotal. Irenia Ortega, feligresa
desde aquella época y hoy activa integrante de Acción Social, así recuerda
su adiós. “Me acuerdo que era un curita joven. En ese tiempo los
sacerdotes eran de una transparencia tal que compartían con nosotros
hasta sus decisiones más personales. En una ocasión, al término de la
misa, sin rodeos anunció su partida. Habló de los seres humanos, de sus
imperfecciones, y de sus debilidades. Fue así como contó que dejaba a una
gran familia que era nuestra comunidad para formar su propia familia, y
todo se tomó con la mayor naturalidad, sin mayores comentarios. Se fue a
vivir al sur”.
OBISPO Y ARZOBISPO
( 1958- 1963 ) ( 1963-1969 )
A principio de los sesenta cuando comenzaba la construcción de
nuestra parroquia, el obispo de la Diócesis era Monseñor Alberto Rencoret
Donoso, nombrado por el Papa Pío XII el 21 de marzo de 1958.
Posteriormente, el 10 de mayo de 1963 el Papa Juan XXIII eleva a Puerto
Montt a la dignidad de Arzobispado, quedando Monseñor Rencoret como
primer Arzobispo. Oriundo de Talca, ordenó en este periodo a diez
sacerdotes para la Diócesis, y debido al crecimiento de la población post
terremoto, estableció nuevas parroquias en los barrios de la ciudad como en
el nuestro, San Alberto de Crucero, Bellavista, Alerce y Puerto Chico.
Durante su periodo fundó el Hogar Nuestra Casa para niños en situación
irregular, y el Hogar “Dr. Adolfo Rencoret” para niñas, además, una casa
de acogida para asesoras del hogar. Más tarde presenta su renuncia por
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enfermedad, la que es aceptada por el Papa en mayo de 1970. Falleció en
1978. Hay que consignar que previo a él, el primer Obispo de la Diócesis
de Puerto Montt fue Monseñor Ramón Munita Eyzaguirre, nombrado el 1
de abril de 1940. Llegó procedente de Ancud donde ostentaba igual cargo.
Hoy, la principal avenida de la cuarta terraza lleva su nombre.
El precursor, un cura obrero (1965- 1967)
Según los testimonios, el artífice central del actual templo “Cristo
Crucificado” fue el padre belga formado en Francia, Valerio de Zutter,
nombrado vicario cooperador. Llegó a acompañar al Padre Bernardino en
su ministerio y permaneció hasta 1967. Este cura galo que fue más tarde
administrador parroquial trabajó también en la construcción de la Capilla
de Fátima en población Libertad. En 1991 se inauguró allí la nueva
parroquia. Junto con otros sacerdotes franceses como el padre Eugenio
Bodet y Andrés Mutlet, además de religiosos de España y Alemania
llegaron invitados por monseñor Rencoret a trabajar en esta jurisdicción.
Todos recuerdan de él su capacidad de organización para la ejecución de la
obra y su participación directa, ya que era un obrero más en este empeño.
El arribo del Padre Valerio constituyó un cambio radical en la vida
de la parroquia. “Llegó y nos preguntó qué sabíamos hacer. Le contestamos
lo que sabíamos de construcción. Se interesó mucho y nos dijo, yo los voy a
contratar. Preguntó cuánto ganábamos, y él nos contrató por el mismo
sueldo. Así se armó el equipo y yo tuve la suerte de estar a cargo de los
obreros, como jefe de obras. El otro, el maestro Millachine, se encargó de
las maderas. El Padre Valerio trabajaba con nosotros codo a codo y no
aceptaba donaciones. Pagaba todo, y al enfrentar el problema de los
cimientos de la construcción y las bases, los cálculos no dieron para
levantar la capilla de Fátima, por lo que sacó un poco de aquí y un poco
de allá para que alcanzara para los dos templos, lo que hallé hermoso”,
cuenta Raín, el flamante jefe de obras.
Movimiento europeo
Al mencionar al padre Valerio de Zutter (llegado a Chile a fines de
1964) muchos se preguntarán por qué un cura belga llega a una comunidad
tan remota en el sur del mundo, y de tanta pobreza, donde no había nada
hecho, ni siquiera los cimientos, y todo estaba en ruinas. Porque es él
quien figura en los registros como el iniciador de esta obra. Revisando un
15
poco la historia del catolicismo en Europa, se puede consignar que fue en
Francia en la década de los 40 en que nació un movimiento eclesial de “los
curas obreros”, extendiéndose esta corriente a España en los 50. Si bien
fue rechazado en un comienzo por sectores muy conservadores, después
esta corriente alcanzó pleno auge rehabilitándose en los años 60 tras el
Concilio Vaticano Segundo promovido por el Papa Juan XIII. (Entre los
curas obreros franceses destacó Abate Pierre, fundador de los Traperos de
Emaús). De esta forma muchos sacerdotes y monjas provenientes de
congregaciones como la de los jesuitas, los salesianos y otras llegaron a
Chile de Italia, Francia, España y Alemania. En los sesenta había una
fuerte corriente de la Iglesia en Francia interesada en cooperar material y
espiritualmente con los países tercermundistas, acorde con el Concilio
Vaticano Segundo. Se crean las ONG
(organizaciones no
gubernamentales) de ayuda a los países del Tercer Mundo. * (1)
Bases sólidas
Volviendo a nuestra parroquia, su estructura quedó con bases sólidas
y muros de madera, así como el techo. El encamisado no permite que se
deteriore, pero en cambio en la parte inferior todo el contorno, a juicio de
Raín, ha bajado varios centímetros porque se hunde por el cemento y la
madera juntos, lo que produce un desgaste. “La iglesia se ladeó al
principio, a un costado de la parte más débil. La enderezó el diácono
Guillermo López que también fue jefe de obras. Con los arreglos
practicados se logró que el templo no siguiera inclinándose”. Sin
embargo los años han seguido desgastando la construcción.
Cuentan que el actual templo, cuando corría el año 1966, se hizo en
cuatro meses de arduo trabajo. En ese entonces mucho se hablaba de dónde
saldrían los fondos porque todo se hacía de la nada. “Según supimos por el
padre Bernardino, el financiamiento al menos para los materiales que se
requerían, provenía de organismos internacionales contactados por el
padre Valerio. En forma paralela al templo, se levantaba al fondo la casa
de dos pisos, también con dineros que proveía el sacerdote”,
probablemente de alguna ONG francesa que lo respaldaba. Otra
institución extranjera que llegó a ser muy potente en la década de los
sesenta fue Cáritas, también de la Iglesia Católica.
(1)
Expresión para designar al conjunto de países subdesarrollados, dependientes de las grandes potencias.
16
Alivió el hambre de miles de familias del sur de Chile. Llegaban
toneladas de alimentos, aceite, polenta, harina, leche en polvo y otros no
perecibles, además de fardos de ropa. Todo se repartía en las poblaciones
y campamentos donde vivían las familias más vulnerables. Se recuerda al
padre Valerio y a Sor Estanislá distribuyendo la ayuda internacional.
(Hasta hoy esta institución apoya a los países menos desarrollados)”, nos
señalan.
Otras agrupaciones
Siguiendo con el quehacer del templo, han tenido presencia en los
inicios de la parroquia, la Asociación Nacional de Empleadas de Casa
Particular, Anecap que tuvo su sede en una casita de construcción liviana
de cinco piezas situada donde hoy está la casa parroquial. Más adelante, los
scouts hicieron su arribo de la mano del Padre Nelson Aguilar. “Estos
jovencitos llegaron a revolucionar todo. En el lugar donde hoy se emplaza
la cruz hicieron una ruca y luego tres pequeñas piezas donde guardaban
sus símbolos. Se les antojó hacer cemento y me pidieron ayuda. Yo les
cobré tres quintales de harina y les hice el trabajo”, recuerda Raín.
También en los inicios (estamos hablando en la década del 60) hay
que mencionar el funcionamiento los sábados y domingos de la Escuela de
Diáconos donde acudían unos cuarenta laicos. Sólo quince aprobaron. De
la población del sector rindieron satisfactoriamente Ananías Uribe,
Guillermo López, y Washington Chávez. El diácono Miguel Ramírez fue
anterior puesto que su nombramiento lo hizo el obispo.
En línea con el Concilio Vaticano Segundo
Como ya hemos señalado, la llegada del Padre Valerio a mediados de
los 60 fue determinante para la construcción de la obra. El trabajo
agobiaba. El sabía muy bien cuál era su misión como cristiano. Estaba en la
línea del Concilio Vaticano Segundo y conocía la tarea de la Iglesia en el
mundo. Inserto en la comunidad, se interioriza de la vida cotidiana de cada
familia. En forma periódica llega a sus precarias viviendas, conversa,
comparte y dialoga, conoce sus inquietudes y solidariza con sus muchas
penurias y esperanzas. Pronto organiza los Trabajos Comunitarios. En
concreto, consistía en urbanizar terrenos para construir otras poblaciones y
barrios. Se abre caminos, huellas, se construye pozos negros, comienza a
delinearse calles y aceras. Hay ayuda de Cáritas y se afianza el espíritu
cristiano llevando a cabo la tarea con empeño, alegría y fe. La juventud se
hace presente, y con ellos el Padre Valerio organiza “La Juventud Obrero
Católica” (J.O.C) movimiento juvenil de trabajadores, educativo y
17
evangelizador que, con un método de “revisión de vida” forma militantes
para vivir radicalmente una experiencia obrera y cristiana. También este
sacerdote promueve la Pastoral Familiar, y es el primero en trabajar con la
Catequesis Familiar cimentando las Comunidades Eclesiales de Base
(CEB) para construir una nueva sociedad. Con él como director espiritual y
Sor Estanilá Candia, de a poco las mujeres se van integrando a la Legión de
María, profundizando una gran labor en la Iglesia.
Padre Valerio de Zutter
El siguiente texto fue extraído de
una carta enviada por el sacerdote
Valerio de Zutter (en la imagen) a
un obispo en Francia, avisándole de
su enfermedad y de su regreso a
Francia. “Si el Señor me llama,
estoy listo casi dichosamente
entregado. La voluntad de Dios se
haga. Ofrezco todo en adelante para
el bien de la Iglesia, para que el
Padre sea más conocido y servido
en el mundo.
“Nos conocía a todos”
“Como el pastor conoce a sus ovejas, así él nos conocía. Tenía un
mapa y sabía dónde vivía cada vecino de población Antonio Varas, con
nombre y apellido. Después se crearon otros sectores de Antonio Varas.
Esto era sólo un proyecto. Visitaba las calles que se iban abriendo. De
repente decía, hoy visitaré a todos los del pasaje Mechuque, y a la gente le
ayudaba en sus trámites, y las orientaba. No solamente nos preparó en la
parroquia como catequistas, se ocupaba de todo”. Son recuerdos que han
quedado guardados en su memoria. Ella es María Elena Sánchez, una
activa colaboradora de la parroquia desde su génesis hasta hoy, madre de
tres hijos, y viuda hace ocho años. Llegó a vivir al sector luego del
terremoto. Cuenta que en ese entonces había tres sectores definidos de la
población. “Nosotros vivíamos en la parte tradicional. Disponíamos de luz
eléctrica hasta las 12 de la noche porque nos abastecía un generador”. En
18
ella ha quedado grabado un día especial de 1964. Entraba vestida de novia
a la Parroquia junto a su flamante esposo hace exactamente 48 años para
prometerse una existencia juntos en la felicidad y en la adversidad para
toda la vida. Y así fue, hasta que la muerte los separó. El celebrante fue el
padre Valerio, y ella guarda esos momentos como un tesoro y ahora los
comparte con la comunidad.
Se aprecian las construcciones antiguas del recinto parroquial, y el mal
estado en que se encuentra el terreno donde hoy se ubica el estacionamiento.
En primer plano, un joven scout de los primeros grupos.
La Legión de María
El año 1951 la Legión de María llegó a Chile con la autorización del
Cardenal José María Caro a petición del Obispo Manuel Larraín. En la
actualidad está presente en todo el mundo, y sus oraciones se rezan en 125
lenguas. En Puerto Montt la fundó el Padre Alvaro Oyarzún en 1960.
Nuestro primer párroco Bernardino reclutó a los primeros legionarios entre
los ocho laicos que se presentaron a trabajar en el naciente templo. Luego,
con la llegada del Padre Valerio de Zutter y de Sor Estanislá Candia se
inició el trabajo legionario con las damas. Asesorada por Sor Estanislá, una
de las precursoras fue nuestra querida hermana Gricelda Castro, fallecida el
19
2007. Ambas dejaron una huella fecunda hasta hoy. Con el nombre de
“Nuestra Señora de los Dolores” y siendo su lema “A Jesús por María”, las
legionarias están presentes en todas las actividades parroquiales,
atendiendo con espíritu cristiano a quienes necesitan ayuda y consuelo
sobre todo en la enfermedad, y en el momento de partir hacia la Casa de
Dios. Cada 25 de marzo es la renovación de la promesa legionaria y al
mismo tiempo se celebra el aniversario del grupo parroquial y mundial de
la organización. Hoy son diecisiete las damas que componen la Legión de
María en nuestra parroquia, siendo su presidenta Luzmila Avila.
Luchadora incansable
Entrevistarla, es regresar a los años 60 porque recuerda con detalle
los inicios de esta gran obra. Dejamos establecido que esta conversación
con la hermana Gricelda Castro Provoste quedó registrada poco antes de
que ella partiera a la Casa del Señor el 8 de septiembre de 2007, día de la
Natividad. Nos cuenta que llegó al sector arrancando del terremoto.
Jovencita, con tres hijos (luego se sumarían otros siete) un marido casi
siempre ausente por su oficio de carpintero, Gricelda nos entregó su
testimonio antes de partir. “Se vivía la pobreza dura. Fui golpeada por la
vida porque a veces no tenía cómo dar el sustento a mis hijos, pero logré
salir adelante y ahora la tarea está cumplida, gracias a Dios. Para el
terremoto sentía cómo tremendos aviones extranjeros volaban y rugían
sobre mi casa. Era algo nunca visto. Traían ayuda. Todos la esperábamos.
Yo siempre fui muy allegada a la Iglesia por mis padres. Mi marido se
ausentaba por meses, llegaba de repente con algunas chauchas y luego
partía, pero saqué adelante a mis hijos. Primero está El y después lo
material, fue lo que a ellos les enseñé”. Gricelda trabajó de la mano del
padre Bernardino. “Con Miguel Ramírez que era el catequista mayor,
salíamos a visitar a la gente, teníamos que guiarnos unos a otros, colocar
vigas para pasar por las acequias, hacer huellas para llegar a las
barracas, abarcamos nuestras visitas hasta lo que hoy es la población
Libertad”. Aún no existían esos barrios, tampoco Antihual, La Paloma o
Antuhue. Hasta allá llegaba Gricelda a catequizar. Trabajó con casi todos
los sacerdotes en estas décadas. “Nunca hice distinción por ninguno. Sí es
cierto que tuve más cercanía con el padre Mauricio. Lo quería como a un
hijo, como a un hermano, tenía un carácter como mi papá, era algo
especial, pero a todos los he querido por igual”. Le costó iniciarse en la
Catequesis por su modestia y temor a no saber cómo hacerse entender. Se
aprendía los rezos de memoria para luego enseñarlos. Su guía y escuela fue
Sor Estanislá y con ella salía a evangelizar por las casas y pabellones de
emergencia. Después se integró de lleno a la Legión de María siendo su
líder por muchos años. “Siempre traté a mis viejitas como a niñas chicas,
20
no podía haber un mal comportamiento. Con nuestras actitudes debíamos
ser ejemplo de María. Las retaba cuando había razones, me inquietaba
cuando alguna se ausentaba y empezaba a buscarla. Allí hice mi
apostolado”. Para Gricelda, todos los problemas que se presentan en la
vida se superan, se puede salir adelante con la ayuda de Dios. Rescata la
oración como lo más importante, y pedir mucha fuerza al Espíritu Santo.
Nos confiesa que tuvo una revelación. “En un momento de mucho dolor y
sufrimiento que viví en una etapa de mi vida, puedo afirmar que una noche
la Virgen se me presentó y también sentí la presencia de Cristo, y me dije,
¡Dios mío¡ Jesús está en mi casa”. Aconseja no soltarse nunca de la mano
de Dios, y permanecer siempre aferrada a El. Gricelda, mujer de fe,
sencilla y humilde, hizo votos de pobreza. Ayudó como un obrero más a
construir las bancas del templo, barrió los pasillos por años y adornó el
altar para que siempre luciera hermoso. Después de una vida fecunda nos
dejó, y hoy su descendencia continúa la obra, entre ellos sus hijos Luis
Garrido, ministro de comunión, y Marlene, del coro Quilapulli. Esta última
nos cuenta que su madre, poco antes de partir, le confidenció que ella
tocaba la puerta de Jesús pero no le abría. Marlene le respondió que
todavía no era su hora. El día de su muerte le dijo: Me espera la Santísima
Trinidad, y se fue feliz y en paz.
Otra foto histórica que hemos recopilado. Agentes pastorales posan junto al
Padre Héctor Pericó y al Obispo Jorge Hourton (al centro). Entre ellas
vemos a la señora Gricelda (de abrigo blanco).
21
Una vida al servicio de Dios
“Mi vida ha sido siempre muy plena porque en todos mis actos he
sentido la presencia de Dios”, así nos relata nuestra querida hermana en la
fe, Nora Elena Carmona Paredes, quien junto a su esposo ya fallecido hace
16 años (Miguel Ramírez Gatica, diacono) forma parte de la historia del
templo. Sus recuerdos la llevan a la época del terremoto del 60. Con la
sencillez y humildad que la caracterizan cuenta que con su grupo familiar
vivían la emergencia en población Modelo debajo de un árbol y un techo
cubierto de latas, en condiciones muy precarias. Se vivían duros momentos
y ellos esperaban la entrega de su nueva casa Corvi en población Antonio
Varas que aún no se urbanizaba. Su profunda religiosidad la heredó de la
formación que recibió de sus padres. Su esposo Miguel Ramírez Gatica,
marino de profesión, y con quien estuvo casada durante 47 años, fue
legionario de los Jesuitas y uno de los primeros diáconos de Chile. Ejerció
su servicio por 27 años, siempre respaldado por su familia. De ese hogar
nacieron cinco hijos, todos de Iglesia hasta hoy y el gran orgullo de la
madre. Uno fue fundador del movimiento Palestra, y la menor perteneció
al movimiento Levítico de nuestra parroquia. Muchos años junto a su
esposo trabajaron en La Paloma colaborando en la construcción de una
capilla cercana a la vía férrea. Con orgullo dice que fueron 15 años que se
dedicó a sembrar allí la palabra de Dios. Luego su servicio lo prolongó en
nuestra parroquia que ya estaba tomando cuerpo. Ha pertenecido a la
comunidad eclesial de base, es cursillista y ha estado en diferentes
comunidades, Encuentro Matrimonial, Catequesis, Ministro de Comunión,
siempre lista y dispuesta a colaborar en todo lo que se le pida. Hoy integra
el grupo parroquial “Amistad” de adultos mayores. En ella no hay excusas
ni sabe de sacrificios. “En todos estos años nuestra parroquia ha sido muy
bendecida, el Señor ha sido muy misericordioso en darnos tantos regalos”.
La señora Norita habla del triste panorama que se vivía en los 60. “Se
catequizaba en las casas porque no había espacio físico en el pequeño
recinto parroquial. Así me inicié yo, porque debí prepararme para dar
catequesis a mi hija que hoy tiene 51 años”. Alrededor, sólo barracas y
pobreza. Sus primeras palabras son para el padre Valerio, el artífice del
actual templo. “Era francés, hablaba como extranjero pero se le entendía
bien, tenía unos grandes ojos azules y era dueño de una bondad infinita.
Siempre se le vio muy allegado a la gente humilde. Se amarraba la sotana
en la cintura y se arremangaba para remover la tierra y ser un obrero más,
codo a codo con el resto. Trataba de llevar alivio a la gente más pobre y
desesperanzada. Pagaba el trabajo de quienes construían el templo. Con
22
una pesa iba cancelando el salario con harina, manteca, leche. Había
mucha ayuda de Cáritas. Junto a sor Estanislá visitaba los barrios y
repartía alimentos. El padre Valerio no hacía vida social, los pobres eran
sus preferidos y con ellos compartía. Recuerdo que había un armonio que
nadie sabía tocar, estaba como adorno, pero se veía bonito en ese humilde
templo”.
Comenta que en los primeros años siempre el trato de los párrocos
fue de mucha cercanía con la comunidad. Era habitual verlos en sus casas,
comiendo sopaipillas, saboreando un tecito con pan amasado o un simple
mate. No causaba extrañeza, y era parte de la cotidianeidad de ese
entonces. “En mi hogar siempre hubo visita de curas. El padre Nelson
Aguilar que llegó en 1967, era un hombre sencillo. Mi casa era su casa. Se
vestía informalmente, y siempre se le veía trabajar. Confiaba mucho en mi
esposo que lo secundaba en las labores pastorales. Me mandó por años a
la capilla de Alerce”. También tiene recuerdos hermosos del padre Héctor
Pericó. “Fue un sacerdote de alma muy grande. Ibamos a las mingas
(donde se levantaban casas) a cantar con mi marido, y él tocaba la
guitarra. Siempre nos visitaba y se caracterizaba por su sencillez.
Recuerdo un gran acontecimiento. La visita del Cardenal Silva Henríquez.
No lo voy a olvidar. En esos tiempos estaba monseñor Jorge Hourton. Era
el obispo.
Llegaba a mi casa preguntándome, ¿me hiciste sopaipillas?. Así era
de sencillo y cercano. Fue un hombre muy misericordioso y le tocaron
años duros, pero su férrea defensa fue para los más débiles. Nadie hablaba
de los derechos humanos, pero él fue un defensor de esa causa”. Por
último su memoria la lleva al período de otros dos sacerdotes que dejaron
su huella en nuestra parroquia. El padre Marcos Parra. “Era joven, tocaba
la guitarra, se movilizaba en bicicleta y era muy directo para decir las
cosas. El padre Guillermo en tanto, fue también muy apreciado, y me hizo
una propuesta, ser ministro de comunión. Me dijo, piénsalo y después me
respondes. Yo le dije, no hay nada que pensar”.
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Esta fotografía del recuerdo muestra al centro al obispo Jorge Hourton
(1970-1974) en una de sus tantas visitas a nuestra parroquia. Era habitual
verlo visitando las casas de los miembros de la comunidad, con quienes
compartía y mantenía mucha cercanía. También al lado izquierdo se halla el
padre Héctor Pericó.
Llega un joven diácono (1967 1970)
Desde el Seminario San José de la Mariquina llega el joven diácono
Nelson Aguilar España a colaborar con el padre Valerio. Este último no
daba abasto para cumplir con el quehacer parroquial y comunitario. Aquí se
conjugaron la voluntad de Dios y el conocimiento de los hombres porque
se juntaron dos personalidades con espíritu luchador, sensibilidad y justicia
social, vocación de servicio. Ambos emprendedores, con ganas de servir al
prójimo. Por ello, siguieron en la tarea de trabajar para dignificar a los
hombres y mujeres del sector alto de Puerto Montt que estaban creando sus
poblaciones. El año 1967 es ordenado el padre Aguilar, y comienza su
apostolado en nuestra parroquia como vicario cooperador. El padre Valerio
en tanto permaneció aquí hasta 1969, momento en que viaja enfermo a
Francia. Por la gravedad de su salud (padecía de cáncer) el 3 de agosto de
1969 fallece, rodeado del cariño de los suyos. Así desaparece el gran
constructor de nuestra parroquia. Con el padre Nelson continúa muy activo
el movimiento de la Juventud Obrero Católica. Surgen los scouts, la
Juventud Parroquial Católica JUPAC, la JEC. Catequesis Familiar,
Legionarias de María, Movimiento Cursillos de Cristiandad, se forma la
Anecap. Entre fines del 69 y comienzos del 70 se inicia la formación de
diáconos permanentes, dirigidos por monseñor Jorge Hourton nombrado
Administrador Apostólico de la Diócesis el 18 de mayo de 1970. Han
acompañado a la comunidad, las religiosas sor Matilde, con catequesis; sor
Añese, sor Aloisa y sor Estanislá que hacen su apostolado desde la génesis
24
de la comunidad. El padre Nelson Aguilar se mantuvo de párroco hasta
1970 para regresar años después. Destaca su sencillez, su trato y cercanía
con la gente. Fue muy querido, y muchos hasta hoy lo recuerdan con
emoción. Los testimonios recogidos de su paso por la parroquia nos hablan
de un hombre santo. Provenía de una familia campesina de la provincia, y
siendo apenas un adolescente de 14 años sintió el llamado de Dios. Ingresó
a esa edad al seminario donde se formó por siete años. Lo ordenó sacerdote
el 22 de julio de 1967, monseñor Alberto Rencoret Donoso. Después se le
destinó a la parroquia “San Pedro” de Los Muermos para retornar a “Cristo
Crucificado” entre 1977 y 1982. Fue por muchos años asesor espiritual de
los seminaristas en San José de la Mariquina y párroco de Angelmó. En la
actualidad una calle de población Padre Hurtado lo recuerda. Su última
destinación fue la parroquia de Los Muermos. Falleció tras una breve y
dolorosa enfermedad en el Hospital de Puerto Varas el 29 de marzo de
1993, cuando se empinaba en los 58 años de edad. La Escuela de Laicos
del Arzobispado lleva su nombre.
Hay numerosos testimonios de su caridad cristiana. Muchos
recuerdan episodios vividos con él. Eliana Oyarzún, de larga trayectoria, y
con innumerables historias por contar. Ella, hoy de nuevo es una activa
catequista y está vinculada por más de una década al trabajo social. De esta
forma comparte una anécdota vivida con el padre Nelson que muestra su
carácter y espíritu caritativo. “Junto con Gricelda Castro - que era la
encargada de Catequesis - preparamos una convivencia con motivo del
cierre de las actividades de fin de año. Era una sorpresa para el padre. La
mesa lucía rebosante de kuchenes, berlines, tortas, canapés y otras
exquisiteces. Nosotras como organizadoras estábamos felices y orgullosas.
De pronto aparece el padre Nelson y enmudece. Y nos dice ¿qué han
hecho? Le explicamos de qué se trataba. Y muy molesto nos responde:
¿acaso no saben que afuera la gente se muere de hambre? Yo debería
tomar el mantel y tirarlo para que caiga todo y después obligarlas a
recoger los alimentos y entregárselos a los pobres. Nosotras quedamos
para adentro”. Eliana también recuerda que siempre para su cumpleaños o
aniversario sacerdotal le regalaban zapatos. Al día siguiente ya tenían
distinto dueño. Su generosidad no tenía límites. Todo lo regalaba y
compartía con los más humildes. Primero eran los otros, después era él.
Otro testimonio lo recogimos de Manuel Arancibia, hoy jubilado. En ese
tiempo era funcionario * meteorólogo de la Dirección de Aeronáutica.
Ahora es un activo miembro de la comunidad parroquial desde el 2006 *, y
encargado de Comunicaciones. “Conocí mucho al padre Nelson Aguilar,
muy trabajador, lo aprendió del padre Valerio. Era un hombre que se
caracterizaba por su extremada sencillez. Tanto en invierno como en
verano, con frío o con calor, siempre andaba con sus sandalias haciendo
25
realidad sus votos de pobreza. Era acogedor, pero muy estricto con su
filosofía de vida. Si algo no le parecía bien, lo decía en plena misa, sin
rodeos y en forma directa. En una oportunidad debía hacer su primera
comunión la hija de un alto militar y su familia quiso pasar por alto las
charlas de formación. Muy molesto, el padre Nelson en la prédica del
domingo dijo, “aquí todos por igual hacen el curso, y la hija del coronel
también”.
A la derecha nuestra hermana Norita, junto a un grupo de señoras que
asistían a la Catequesis en la década del 70.
26
Capítulo 2
(1970 – 1980)
Un pueblo dividido en dos
La década del setenta está marcada en Chile por la interrupción
abrupta del sistema democrático, y la irrupción de la dictadura militar el
año 1973. Al inicio de la década el país estaba polarizado. Se vivía un
clima de inseguridad, con paros, protestas, desabastecimiento, movimientos
sindicales politizados. El caos se presentía dando paso al miedo, al temor.
Es en ese panorama donde se produce el golpe militar y el Presidente
democráticamente elegido es derrocado. Los medios de comunicación son
silenciados, sólo una radio oficial transmite bandos y marchas militares. Se
vive en Estado de Sitio. *Todo el pueblo está bajo control, censurado. A
mediados de la década la economía cae al suelo y la cesantía crece.
Aparecen los * poco dignos planes de absorción de mano de obra del Pem
y POJH para la clase obrera. La justicia *se subordina al poder político. No
hay Parlamento. * El gobierno militar afirma que está en guerra, pero el
enemigo es indeterminado. No hay duda. Chile está convulsionado y la
década que en su nacimiento tenía dividido al país en dos, con el correr de
los años exhibe ante el mundo una imagen de atropello sistemático a los
derechos esenciales del hombre. Se vive como en un largo silencio*. El
tiempo * juzgarán esta parte de la historia. Ante este desolador cuadro, la
Iglesia actúa. Sale en defensa de los más débiles y habla por un pueblo
callado, arriesgando muchos sacerdotes su propia integridad física. El
martirio lo vivió un sacerdote francés de 33 años en población La Victoria
en Santiago. Un obispo de Puerto Montt también sufrió la persecución por
defender a los más débiles.
Cardenal Silva Henríquez: un pastor junto a su rebaño
Pero qué sucedía en ese entonces con la conducción de la Iglesia
Católica en Chile? Retrocediendo una década en la línea del tiempo, ante
el asombro de muchos - que no lo consideraban como el elegido para
reemplazar a José María Caro - en mayo de 1961 el Papa Juan XXIII
nombra arzobispo de Santiago al obispo de Valparaíso, Raúl Silva
Henríquez (sacerdote salesiano y abogado). En febrero de 1962 es
nombrado Cardenal. Durante 20 años se vio enfrentado a una de las épocas
27
más radicales de nuestra historia, marcada por numerosas demandas
sociales y por la aguda polarización política que terminó con el quiebre
democrático y la instauración de la dictadura. En este contexto, el Cardenal
Silva, cuyo pensamiento se fundamentó en su gran fe y amor a la patria, y
siendo fiel a su labor de pastor, pasó a ser la voz de los sin voz, de los
desamparados. En su fecunda obra social promovió la creación de
instituciones en favor de la extrema pobreza y de defensa de los derechos
humanos. Esto se refleja en su obra “Mi sueño de Chile” “Quiero que en
mi país todos vivan con dignidad. La lucha contra la miseria es una tarea
de la cual nadie puede sentirse excluido. Quiero que en Chile no haya más
miseria para los pobres. Que cada niño tenga una escuela donde estudiar.
Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada jefe de
hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia”. Se
hace alusión a este extracto del texto porque - transcurridas las décadas sus anhelos siguen vigentes.
El 10 de junio de 1983, al cumplir 75 años de edad, dejó la
Arquidiócesis de Santiago sucediéndole Monseñor Juan Francisco Fresno
Larraín. En su despedida final, en abril de 1999 recibió por su obra social,
un espontáneo testimonio de cariño de miles de chilenos. “Raúl, amigo, el
pueblo está contigo”. Su sello y huella indelebles están en el Comité Pro
Paz y la Vicaría de la Solidaridad.
Un “curita especial” (1970- 1973)
Volvamos a la historia de nuestra parroquia y a los convulsionados
años de la década. Con la ida del padre Nelson Aguilar a Los Muermos,
llega a la Parroquia el padre Héctor Pericó González, ordenado presbítero
por el Obispo Alberto Rencoret Donoso el año 1966. Había nacido en
Santiago el 4 de septiembre de 1924. Desde el primer momento se observa
que seguirá la misma línea de sus antecesores. Gran importancia brinda a la
Catequesis y a la Legión de María. Los grupos juveniles siguen su tarea
con renovado entusiasmo. A los existentes se agregan el MOANI
(Movimiento Apostólico de Adolescentes y Niños), corriente nacida en
Francia el año 1929, presente en Chile desde 1955 y traído a “Cristo
Crucificado” por el Padre Pericó. Da protagonismo a los niños y
adolescentes para prevenir el abuso infantil y seguir a Jesús y transformar
su vida y su ambiente. Surge el Movimiento Juvenil PALESTRA que
promueve la formación de líderes y dirigentes para buscar la liberación de
la humanidad basado en la Biblia, la Mística de San Pablo y el espíritu
28
creador de la juventud. Asimismo el Padre Pericó funda el grupo Levíticos,
hoy Acólitos. Eran agrupaciones mixtas con gran mística litúrgica.
Participaban en retiros, jornadas formativas y tenían una revista que
circulaba en la diócesis. Los scouts recibieron una fuerte formación
cristiana y se les alentó a construir un refugio, en ese tiempo, un lugar
inhóspito en población Libertad. El Espíritu del Señor se hacía presente en
él y cultivaba la amistad con jóvenes y niños, a los que les enseñaba a
practicar la fraternidad, la humildad y el amor. Su estilo de vida era
sencillo y su espiritualidad acusaba un llamado a la pobreza y a la
invitación que hace Jesús de Nazareth.
Era un “curita especial”, No le
importaba las clases sociales y
atendía a todos por igual, de día, de
noche, de madrugada, sin descanso.
En su período el presidente del
comité de trabajo fue Armando
Andrade. El año 1971 bajo la guía
de Monseñor Jorge Hourton se
ordenan algunos diáconos, entre
ellos Miguel Ramírez, primer laico
que se integra al ministerio del
diaconado en “Cristo Crucificado”,
y también uno de los primeros de
Chile. Fue un valioso *estímulo
para uno de los hombres que luchó
desde el principio por su
comunidad. Antes de abandonar la
Parroquia en 1973, el Padre Pericó
crea el Comité de Trabajo. Ocupó
otros cargos en el Arzobispado. Esta foto corresponde a la
Falleció en Santiago el año 2000. ordenación sacerdotal del padre
Lo sucedió el padre Marcos Parra.
Héctor Pericó
por parte del
obispo Alberto Rencoret.
29
La imagen es de la década del 70. Se trata de una jornada de formación en la
Casa Nazareth. Allí aparece nuestro hermano Manuel Quintana (fallecido el
2006) quien fue vecino de toda una vida de nuestra parroquia.
Una historia de amor
Por dos años, estando el padre Valerio aún en la parroquia, Rosa
Ester Olavarría Oyarzún era una jovencita que junto a otra secretaria
atendían la sede de Anecap, situada donde hoy está la casa parroquial. Eran
cuatro pequeñas piezas. Hasta ese lugar llegaban las trabajadoras de casa
particular. Estaban muy bien organizadas al alero de la Iglesia. Se les
tramitaban sus imposiciones para las jubilaciones y estas humildes piezas
eran su casa de acogida. Manuel Quintana en tanto, era un joven que en ese
entonces acolitaba y vivía con los curitas. Estamos hablando de comienzos
del 70. Rosa se inició en el catecismo. “El Padre Pericó fue mi jefe
espiritual, y gracias a la formación de tres años que nos brindó, yo pude
ser mamá guía, e íbamos a las casas a hacer catequesis en tiempos en que
no había locomoción colectiva. Se caminaba mucho, dábamos charlas de
bautizo, de matrimonio, y allí nos conocimos con Manuel. Los dos
trabajábamos dentro del recinto parroquial. En 1974 nos casamos”. Y fue
un matrimonio hasta que la muerte los separó. Manuel dejó de existir el
año 2006, quedando una descendencia de tres hijos, Soraya, de 33 años,
asistente social, Miguel Antonio y Oscar Rolando, kinesiólogo. Cuenta la
señora Rosa que el Obispo Hourton fue como su segundo padre. “Estamos
viviendo en este lugar por él (a un costado del recinto parroquial), ya que
30
nos dejó una autorización por escrito para levantar aquí nuestro hogar.
Claro que en ese tiempo esto era un cunquillal, un gualve. Empezamos de
cero, había que arreglar el terreno. Croaban las ranas, se debía
emparejar, hacer cunetas hasta poder levantar los cimientos de nuestra
casa. No hubo problemas mientras estuvieron los obispos Vicuña y
Cazzaro. Con el correr de los años hubo malos entendidos que nos
mantuvieron por un tiempo alejados del templo, pero nunca de Dios.
Siempre quisimos comprar el terreno para sanear, pero no se podía, y fue
un dolor que se llevó mi marido al morir, y se lo dijo al padre Darío
Nicolás con quien era muy amigo. En el período del padre José Cornejo
por fin pudimos sanear, ya que él actuó de intermediario ante al comité
económico del Arzobispado que accedió a vender, y gracias a eso ahora
tengo mi título de propiedad, pero fue una odisea que se arrastró por
décadas”. Rosa no siente rencor, lo acepta como cosas que pasan en la
vida. Muestra una fotografía del día de la ordenación sacerdotal del Padre
Pericó. La dedicatoria reza: “Por ti, Manuel, y muchos hermanos, seguí el
sacerdocio, a fin de entregarles el amor. Tu amigo, Héctor Pericó”.
El 22 de febrero de 1974 el padre Héctor Pericó impartía el sacramento del
matrimonio a Manuel Quintana y Rosa Olavarría, miembros de nuestra
comunidad.
31
Obispo promotor de la paz y la justicia (1970- 1974)
A monseñor Jorge Hourton Poisson - que dirigió la Arquidiócesis de
Puerto Montt en calidad de Administrador Apostólico desde 1970 a 1974 se le debe asignar un rol de importancia. Originario de Francia, le tocó vivir
la época más dura de nuestra historia recién pasada, irguiéndose como
defensor de los Derechos Humanos y vocero de familiares de presos
políticos y fusilados en nuestra zona. Puso la cara y el pecho no sólo por
sus sacerdotes perseguidos, sino por todos aquellos que sufrieron el dolor
en su máxima expresión. No vaciló en viajar hasta Santiago para defender a
uno de los suyos, el párroco de Puerto Chico que fue un perseguido
político y debió marcharse a otra ciudad. Sabía que se enfrentaba con el
arma de su fe en Cristo a un enemigo casi imbatible. Esto le valió ser
tildado de “obispo rojo” y estar en la mira de quienes ostentaban el poder.
Si hasta fue silenciada la misa que se transmitía a diario por la Radio
Cooperativa Vitalicia aquí en Puerto Montt, y que hoy continúa a través de
Radio Nueva Belén. Se temía que el “cura comunista” pasara su avisito
durante el sermón. Dos meses más tarde – es decir, el 1 de noviembre de
1973 - se logró reponer la transmisión quedando de garante, Luis Ditzel
Marín, (encargado de radio del Arzobispado, un connotado vecino y
ferviente católico). Estuvo preso diez días cuando los militares
consideraron que el cura se extralimitaba en su prédica. Estas historias las
consigna el propio obispo en sus memorias.*(2)
En tanto, en una revista de la época se califica a monseñor Hourton
como un peregrino del mundo desde el momento en que a los 7 años salió
de Francia y comenzó su itinerario. Los avatares de su vida son un
bálsamo que se debiera conocer, reporta el escrito. Escribió sus memorias
que son un aporte al futuro de Chile porque, a partir de su testimonio se
puede construir una Patria donde el centro de la belleza esté en su gente.
Tuvo una atención especial por los desvalidos y los que estaban al borde
del camino. Su lema episcopal fue “Para evangelizar a los pobres”, lo que
hizo carne en esos difíciles años.
En su libro testimonial y luego de terminar sus cinco años de labor
pastoral como obispo de Puerto Montt viaja a Roma siendo recibido por el
Santo Padre, en ese entonces, el Papa Paulo Sexto. Así lo recuerda en su
libro “Clava sobre mí su mirada y casi con solemnidad me dice:
(2) Memorias de un obispo sobreviviente: Episcopado y Dictadura (Monseñor Jorge Hourton)
32
En nombre de Cristo le agradezco todo lo que usted ha hecho en Puerto
Montt durante estos cinco años”. Casi me saltan las lágrimas. “No se
desaliente con los problemas políticos, ya pasarán. Base toda su acción
pastoral en su unión con Cristo, y lo demás vendrá por añadidura”. Está
muy bien informado, hasta el detalle, pues esos consejos son generosos, y
para relativizar lo que es relativo y no lo esencial. Como para explicarme,
atino a decir: “Santo Padre, hemos tratado de estar muy cerca de los
pobres porque es mucha la gente que sufre hoy en Chile, hay torturas y
muertes injustas”. Percibo una sombra de tristeza en su cara y me
responde que a él también le han dolido mucho las cosas que ha sabido y
que le ha dicho el Cardenal Silva cuando lo visitó hace poco”.
Cuando era obispo, Jorge Hourton visitó en forma permanente
nuestra parroquia y compartió con los feligreses, e incluso visitaba los
hogares de los catequistas de población Antonio Varas y compartía la tacita
de té con ellos, y las sopaipillas como con la señora Norita, entre muchas
otras familias. Hay testimonios y recuerdos que hablan de esas vivencias.
Recorría las capillas del Seno del Reloncaví participando en primeras
comuniones y confirmaciones en el campo. Vivió la verdad del Evangelio
al lado de la justicia, la sabiduría, la prudencia y el profundo amor, señaló
una autoridad al momento de su partida final el 5 de diciembre del 2011.
Monseñor Hourton ordenó a dos sacerdotes diocesanos y los primeros
cuatro diáconos permanentes de la Arquidiócesis. Tras su ida y por unos
meses, se desempeñó como administrador apostólico el Obispo de Osorno,
Monseñor Francisco Valdés Subercaseaux. En tanto monseñor Hourton fue
designado Obispo Auxiliar del Cardenal Raúl Silva Henríquez.
Un pastor por trece años
(1974- 1987)
El 16 de julio de 1974 se nombra al segundo Arzobispo de Puerto
Montt. El era hasta entonces Obispo de Chillán. Se trata de Monseñor
Eladio Vicuña Aránguiz que toma posesión en agosto de ese año. Proviene
de una familia de profunda religiosidad, y fue ordenado sacerdote en
Santiago en 1934. Participó en cuatro sesiones del Concilio Vaticano
Segundo. Fue un pastor que se caracterizó por construir numerosas obras.
A modo de ejemplo reparó por tercera vez la Catedral. De igual forma en
su periodo construye la casa habitación de los arzobispos en terrenos donde
hoy se emplaza el Colegio Arriarán Barros. Se inaugura la Casa Nazareth.
También es obra de Monseñor Vicuña la Gruta de Lourdes. Se crean las
parroquias de Pichi Pelluco, Mirasol y El Buen Pastor. Ordenó a siete
sacerdotes diocesanos y seis diáconos permanentes e incardina a un
33
diácono más*(3). Supo mantener una relación cordial con el gobierno de la
época, por lo que su larga permanencia de trece años en el sur estuvo
exenta de conflictos con el Ejecutivo. Le correspondió jugar un papel
sobresaliente en su calidad de anfitrión durante la visita del Papa Juan
Pablo Segundo a Puerto Montt. Un mes más tarde, el 13 de mayo de ese
mismo año, por razones de edad, Su Santidad acepta su renuncia. Queda
como administrador apostólico el Presbítero Leandro Serna Serna.
El Arzobispo Vicuña falleció en Santiago el 29 de julio del 2008 a la
edad de 97 años, y sus restos permanecen en la Cripta de la Catedral de
Chillán. En su Misa Exequial lo despidió Monseñor Bernardino Piñera. En
un sentido homenaje, el prelado se inspiró en palabras del Papa Paulo VI
dichas en sus últimos años. “Los hombres de hoy no quieren maestros,
quieren testigos, y solamente escuchan al maestro cuando es también
testigo”. Quiero hablarles del sacerdocio, pero no perderé la oportunidad
de hablarles del testigo, porque Eladio Vicuña fue uno de los mejores
testigos que yo haya conocido en mi vida de lo que es ser un sacerdote
católico. Según el Antiguo Testamento, el sacerdote se define por tres
rasgos: es profeta, es liturgo y es pastor. El profeta no es tanto el que
anuncia el porvenir, es el que habla en nombre de Dios, a quien conoce, y
que comunica lo que él vive de Dios a los demás. El liturgo es el que
conecta a Dios con los hombres y a éstos con Dios, y el pastor es el que
conduce a las ovejas donde hay pasto abundante y agua fresca para que
puedan crecer y desarrollarse. En el Nuevo Testamento la imagen cambia,
se purifica, se sublima: la imagen del sacerdote es Cristo. Cristo que
predica el Evangelio, que celebra la Eucaristía en el cenáculo, que padece
en la cruz para redimir a los hombres. El sacerdote es un discípulo de
Cristo, un hombre que trata de ser como Él, y sigue realizando algo de las
tres misiones del sacerdote del Antiguo Testamento. Eladio fue totalmente
y solamente sacerdote. No le conocí ninguna afición, ningún interés que no
estuviera directamente relacionado con su misión de sacerdote”.
Un religioso múltiple *(1973 – 1976)
Seguimos con nuestra historia local. Religioso asuncionista y
ordenado el 17 de diciembre de 1967 se hace cargo de nuestra parroquia el
año 1973 el padre Marcos Parra, quien la dirigió hasta 1976. Su
designación se hizo en Santiago a petición de él mismo.
(3)Datos obtenidos de “Pioneros de Cristo” (Monseñor Leandro Serna).
34
Deseaba vivir la experiencia sacerdotal en una parroquia de barrio fuera de
la vida en comunidad. Desde el punto de vista apostólico, se le reconoce su
excelencia como sacerdote muy celoso de su investidura y muy trabajador.
Alguien recuerda que hizo desmantelar el altar y sacar todas las imágenes
del templo, lo que por cierto no fue bien visto por algunos de sus feligreses.
Era muy jovial, tocaba la guitarra y se movilizaba en bicicleta. Se
trasformó en lo que él quiso ser, un cura de barrio que vivió su experiencia
sacerdotal en momentos muy duros, de mucha pobreza, y donde impregnó
a la feligresía la fuerza y el coraje para salir adelante con toda la fortaleza y
vitalidad, y teniendo siempre como guía a Cristo. Trabajó intensamente en
las comunidades rurales. La Paloma, La Vara, Alerce, y otros lugares
aledaños conocieron de su incesante labor. Atendía la población La Colina
celebrando la eucaristía en la sede social. Su quehacer fue múltiple, ya que
impulsó la creación de otros movimientos juveniles, no necesariamente en
el marco parroquial sino de cualquier índole, ya sea de acción social,
recreativo o deportivo. De esta manera, un grupo de jóvenes motivados por
este llamado formó el centro juvenil “Alborada” que mantenía una línea
social, de ayuda a los necesitados. Dio máxima importancia al comité de
trabajo iniciado por el Padre Pericó. En estos años colabora en la
catequesis Sor Maria Oliva. Se echan las bases de un voluntariado de
adultos mayores. En síntesis, el padre Marcos demostró ser un gran aporte
a la pastoral de la Diócesis, sobre todo en el campo juvenil y escolar, y un
puntal de acero para su comunidad parroquial.
Rodeado de un grupo de niñitas y
niños en el día de su Primera
Comunión, se observa en la
imagen destacada al padre
Dionisio Muñoz, recién ordenado
sacerdote.
35
Regreso del padre Nelson
(1976- 1982)
Fue en abril de 1976 en que regresó a “Cristo Crucificado” el padre Nelson
Aguilar España. A su llegada constata con satisfacción que la comunidad
que dejó en marcha se halla mucho más sólida. Funcionan dos grupos de
scouts, al que se agrega el grupo “Jorge Hourton” de población Libertad.
El 29 de diciembre de 1979 sucede un gran acontecimiento parroquial. El
arzobispo Vicuña ordena a tres diáconos permanentes para nuestro templo.
Guillermo López, Ananías Uribe y Washington Chávez. Este último es
destinado a la capilla “Nuestra Señora de Fátima” de población Libertad.
Ellos aliviarán el trabajo pastoral del párroco debido al notorio crecimiento
de la comunidad. Poblaciones como Chiloé, La Colina, Libertad y otras se
suman a las legendarias Antonio Varas y Manuel Montt. Los grupos
parroquiales existentes eran scouts (dos tropas) Juventud Fraterna, Jufra,
Pastoral Juvenil, Catequistas, Mamás guías, Legión de María adulta y
juvenil, Cursillos de Cristiandad. Además renace el centro juvenil
“Alborada” después de un tiempo en receso. Trabajan en la catequesis Sor
Aloisia, Sor Daría, Sor Amelle. Esta última da vida a la Jufra, (Juventud
Franciscana). También debemos recordar a las damas presentes en la vida
parroquial, señoras Ana, Gricelda, Filomena, Nora, Irma y muchas más
que de una u otra forma hicieron historia junto a la parroquia. Algunas de
ellas han entregado su testimonio.
En 1981 nace “El Buen Pastor” en La Colina, creación que era muy
necesaria por el crecimiento habitacional. Fue atendida por el padre
Dionisio, ordenado ese mismo año. El 8 de septiembre de 1982 es
declarada parroquia abarcando gran parte del sector alto. El padre Nelson
acompaña a nuestra comunidad hasta 1982.
El padre Nelson Aguilar España dejó huellas profundas en la
comunidad de “Cristo Crucificado”. Se destaca de él su humildad y
sencillez, su espíritu de servicio y entrega sin límites.
36
Los pobres fueron sus amigos
En la década del 80, Irma Cárcamo Ruiz era catequista, legionaria, ministro
de Comunión y colaboradora directa del padre Nelson. Nos recibe en su
casa para esta entrevista. Está delicada de salud, lo que le impide participar
en la vida comunitaria de Iglesia. Cada domingo recibe a Comunión en su
hogar de población Chiloé. En su sala de estar, figuran – aparte de un altar los retratos del Padre Nelson y del padre Juan Espinoza. Habla con la
agitación y el deseo de poder transmitirnos cómo el padre Nelson hizo
carne la palabra de Jesús. Nos cuenta que fue humilde hasta el extremo,
caritativo, vivió y compartió la pobreza dura. Era incapaz de comer si sabía
que a su lado alguien padecía hambre. Se sacaba el pan de la boca para
dárselo. “Nunca pidió un peso a la gente, y hasta con la plata de la colecta
juntaba para pagar la boleta de la luz. Solía decirme, “a mí no me interesa
el dinero, y mira cómo la gente más humilde da en la misa cinco pesos con
esfuerzo porque no tiene más, y lo entrega con amor, como la viuda que se
desprendió de las únicas monedas que tenía”. Llegaba gente a pedir
alimentos. Yo le decía. Padre sólo quedan fideos para prepararle a usted
un plato de comida, y me respondía, entrégalo. El no comía. Ese era el
padre Nelson, hombre de corazón enorme. Los pobres fueron sus amigos y
su preocupación constante. Sólo accedió a apadrinar a mi hijo porque mi
esposo siempre estaba fuera del hogar por ser marino mercante. Lo formó
y lo guió como un verdadero papá, y en su lecho, cuando ya estaba
enfermo y sabía que su fin se acercaba, se lo encargó a su hermano
Teobaldo”. Irma es una mujer agradecida de Dios por haber servido a la
Iglesia en aquellos años y conocer a personas de esa nobleza y estatura.
“En una ocasión terminábamos con Gricelda de asear el templo, porque
en aquellos años no se pagaba ese servicio y los grupos eran los que
barrían. Vimos que no había flores, sólo ramas y plantas. No poníamos
flores plásticas porque al padre no le gustaban, tampoco había plata para
comprar. Llegó el cura y me preguntó por los scouts que yo dirigía, y
partió con ellos. A nosotros nos causó mucha risa cuando llegamos a misa
al día siguiente y vimos todo el altar amarillo. Se había ido a buscar
chacay con los scouts y hermoseó todo con esas flores. A modo de
explicación nos dijo, son flores de Dios, la Naturaleza la dio. Así era él.
También en verano se perfeccionaban las catequistas en el Colegio María
Auxiliadora, y el padre me entregaba una bolsa de plata de las colectas y
me decía “úsala para los pasajes de la gente. No quiero que gasten un
peso, y si alcanza compra un pancito para cada uno. Nunca ocupamos
plata nuestra”. Irma recuerda que el sacerdote iba a catequizar a La
Paloma que en ese entonces eran campamentos. Preguntaba puerta a puerta
qué necesitaban. Era un trabajo silencioso, callado. Luego, con orgullo nos
cuenta que también el padre Nelson fue el promotor del Vía Crucis del
37
Viernes Santo desde Puerto Montt a Puerto Varas, idea que concretó
cuando estaba en nuestra parroquia, y después se sumó el resto de la
Diócesis. Esta feligresa con mucha añoranza y nostalgia se emociona al
recordar a otro sacerdote. El es el padre Juan Espinoza, otro apóstol de
Cristo. “Se recibió de curita el 6 de febrero de 1969 y la primera misa de
difunto que celebró fue la de mi madre en San Alberto de Crucero. Vivía
allí con su mamá. Ella le dejó de herencia un campo porque era de Los
Muermos. Le dio la plata a su hijo y él no halló mejor idea que comprar un
terreno en Lagunitas para construir un hogar de menores. Reunió madera
hasta que pudo construirlo y empezó con la atención de un niño, ahora son
treinta. Su hermana, la Kenita (María de los Angeles) está a cargo de esta
hermosa obra. Fue un padre caritativo. Recorría la feria pidiendo frutas
muy maduras o verduras, y a quienes podían dar más, les pedía un saco de
papas, así alimentaba a sus hijos, los niños del hogar”. Irma tiene mucho
más que contar pero el tiempo y el espacio apremian. Queda pactada una
segunda conversación.
38
Capítulo 3
1980 – 1990
Década con una visita santa
La década de los 80 llega con profundos cambios sociales y económicos.
Se instaura en Chile un modelo de economía de libre mercado. La clase
obrera sufre los embates del neoliberalismo. Es la década del Plebiscito del
No que marca el comienzo de la recuperación de la democracia. Se vive
pobreza. El 13 de mayo de 1981 el mundo cristiano enmudece. Una
noticia estremecedora recorre todos los continentes. Un extremista turco en
la plaza de San Pedro en Roma atenta contra la vida del Papa Juan Pablo
Segundo. Queda herido de gravedad pero logra recuperarse. Esta década
también trajo aires de guerra, de conflictos bélicos como el de Argentina
con Inglaterra por Las Malvinas. En tanto 1987 es un año que se recordará
con alegría y mucha paz interior por varias generaciones. Llega a Chile el
Santo Padre, el Papa Juan Pablo Segundo, y también recorre la bahía de
Puerto Montt. Algo nunca imaginado. Nadie que haya vivido ese momento,
con el Papa Juan Pablo Segundo saludando desde una embarcación
engalanada en un día de abril primaveral – con un cielo azul intenso y los
volcanes luciendo una blancura casi antinatural - olvidará las emociones y
sensaciones que permanecerán atesoradas en las páginas más bellas de la
historia
de
Puerto
Montt.
También en esta década, el 3 de septiembre de 1988, el Papa Juan Pablo
segundo proclama beata a Laura Vicuña. En aquella homilía el Santo Padre
manifiesta que “la beata Laura Vicuña, Gloria Purísima de Argentina y
Chile, despierta un renovado compromiso espiritual en estas dos naciones”.
¿Quién era Laura Vicuña? Nacida en Santiago en 1981 en un hogar
acomodado, era hija de un alto militar que murió cuando ella era muy
pequeña. La familia debió huir a Argentina por la revolución que se vivía y
que derroca al gobierno de la época. Más tarde, viviendo el exilio, su madre
mantiene una unión libre con un hacendado en Junín de Los Andes.
Internada en el Colegio de las Religiosas María Auxiliadora, Laura se
percata de que el ser a quien ella más ama, vive en pecado mortal. Decidida
a salvar su alma, ofrece su vida a Dios para reparar las ofensas. A los 10
años contrae una gravísima enfermedad que la lleva a la muerte.
39
Un párroco multifacético
(1983-1985)
El 12 de abril de 1983 llega a dirigir
*la parroquia el Presbítero Juan
Manuel Espinoza, de quien tan
gratos
recuerdos
tiene
Irma
(testimonio anterior).
Por su
excesiva carga de trabajo, se le
asigna como Vicario Cooperador al
Padre Albino Tampier, sacerdote
muy tranquilo y carismático,
cercano a las personas. Era radio
aficionado y mantenía un modesto
equipo de radio, con el que también
servía a la comunidad.
El padre Juan Espinoza entregó su
vida por los más desvalidos.
El Padre Juan, además de su labor
de párroco, tenía la responsabilidad
de la Pastoral del Hospital y era
capellán del presidio de Chin Chin.
Es en este último lugar donde vivió momentos difíciles en su labor de
apoyo espiritual. No se trataba sólo de atender a los reos comunes. Atendía
espiritualmente - y en esos años allí centró su labor - a los presos políticos
sin contacto con el exterior, menos con sus familias. Este cura era el
consuelo y la voz de aliento. Estaba junto a los que sufrían, a los
perseguidos. Su trabajo de apoyo cristiano le valió más de alguna acusación
de quienes ostentaban el poder. Incluso se le acusó de “extremista”. Sin
embargo pudo salir airoso de esta situación. Lo consigna en sus memorias
el Obispo Hourton. Con todo, este sacerdote además se daba tiempo para
llevar a cabo un hermoso proyecto: habilitar un lugar para acoger a niños
desamparados, conocido luego como el “Hogar de Niños Juan Pablo I” en
Lagunitas. En estas actividades era acompañado por voluntarias de nuestra
parroquia. Una de ellas, Juana Fuentes, hoy de Acción Social, cuenta que
en esos años formaba parte de un grupo de amigas que ayudaban al padre
Juan, y apadrinaron el hogar. “Organizamos beneficios, tuvimos un kiosco
para la semana puertomontina para ayudarlo en su obra. Era un hombre
muy bueno con la gente, muy caritativo, le ayudaba su hermana en este
afán”. En el año 1984 *se creó el Grupo “Sagrado Corazón de Jesús”,
integrado por unas doce mamitas que preparaban a sus hijos para la
Primera Comunión. En el año 1985 con la asesoría de Sor Emelina Toledo
40
se organizan y eligen como presidenta a Florentina García. Después la
coordinación pasó a manos de la religiosa Francisca Acalodo y la
presidenta fue Mercedes Vera. Hoy esta comunidad la dirige Adriana
Mansilla. Finalmente el 12 de marzo de 1985 el Padre Juan renuncia al
cargo de párroco por motivos de salud. Este buen hombre falleció en Puerto
Montt el 2 de julio de 1994 en un accidente automovilístico. Miles de
personas le dieron su último adiós en la Catedral.
Un apostolado sin claudicar
Hablar con ella es empaparse de energía, de alegría de vivir, de entusiasmo.
Doña Emelina Alvarez derrocha todas esas cosas y mucha salud. La
entrevistamos mientras atiende el comedor de los niños, lo que viene
haciendo por más de dos décadas todos los fines de semana, con viento,
lluvia o temporal. Para ella no hay frío ni enfermedades ni tampoco decae
la fuerza. Se ve una mujer joven. El sábado de la entrevista en el salón
parroquial es un día muy especial. Es primera vez que el Colegio San
Francisco Javier patrocina el comedor. Los primeros seis meses del 2012
fueron duros y muy pobres porque no hubo ninguna institución que lo
apadrinara. “Siempre digo que así como empezamos hace 23 años
estábamos ahora, porque era mucha la pobreza. Con los jóvenes, había
que recolectar alimentos por las casas. Gracias a Dios ahora contamos
con el respaldo del Colegio San Javier”. Nos relata que sus inicios en
nuestra parroquia están en la comunidad del Sagrado Corazón que creó el
padre Juan Espinoza una vez que finalizó la catequesis de sus hijos. “Nos
preguntó ¿qué van a hacer ahora? Le dijimos, nos vamos a organizar,
padre. Ya está, pero falta el nombre. Yo propuse Damas Colaboradoras de
la parroquia, y el padre Juan dijo no, ustedes serán el grupo del “Sagrado
Corazón de Jesús”. Esto fue en 1983, y hasta hoy continúo, claro que
hasta el 2005 fuimos sólo dos hasta que llegó Sor Estanislá”. Emelina es
viuda y madre de cinco hijos. Uno de ellos, Cristian Pulgar, en ese entonces
de 17 años, la motivó. Corría el año 89 y vivían en población Anef. El era
del grupo juvenil “Cristo Amigo Siempre”, y con sus amigos se percataron
de la miseria que se vivía en los alrededores. “Las familias habitaban unas
piezas muy precarias, y se tapaban con puros trapitos y no había nada
para comer. Los niños eran los que más sufrían el hambre. Los jóvenes se
sensibilizaron y empezaron a recolectar alimentos. Por dos meses
atendimos a veinte niños en mi casa, pero era muy pequeña. Después hablé
con el padre Clementino para entusiasmarlo y formar el comedor. No
había nada, ni siquiera una olla o una taza. Empezamos de cero. Eso fue
hasta el año 1991. El padre era capellán del Colegio Inmaculada
41
Concepción y habló con las monjitas, y ellas se hicieron cargo de la obra
hasta el 2009 en que se atendía todos los sábados y domingos. Me
acompañan en esta labor jóvenes voluntarios. Después del 2009 al 2011
nos colaboró el Colegio American School sólo los domingos”. En este
comedor se ha atendido con almuerzo a generaciones. Los niños de ayer
ahora son padres que van de la mano con sus hijos. Luego serán los hijos
de los hijos porque cuesta cortar el cordón de la pobreza. Cuando están
enfermos se les envía la comida en una ollita. Cuando la necesidad lo
amerita, se atiende a algunas mamás con un plato de comida caliente.
Emelina con decisión afirma que seguirá con su trabajo voluntario que se
extiende por 23 años, sin descanso, y sin vacaciones. “Estaré aquí hasta
que el Señor lo diga, y El sabe que nunca he fallado ni han flaqueado mis
fuerzas. Sólo El me sacará de este lugar porque yo no pido nada”.
Testimonio de entrega absoluta
Dueño de una voz privilegiada, del don de la palabra y facilidad de la
expresión, con sensibilidad artística, mucha agudeza, gran capacidad de
discernimiento y de ver la vida con los ojos del corazón, Héctor Pérez no
necesita mayor presentación. Este hombre de radio (actualmente labora en
Radio Nueva Belén) fue por muchos años junto a su esposa Norma,
miembro activo de la comunidad de “Cristo Crucificado”, y ha visto pasar
gran parte de su historia en estos cincuenta años. (Hoy está radicado en otro
sector poblacional). Padre de tres hijos, Néstor Iván, Héctor Eduardo y
Norma Cecilia (ex ministra de Estado) ha podido captar en los decenios
situaciones que para el resto han pasado inadvertidas. Es que lo esencial es
invisible a los ojos, como nos enseña El Principito, y ahí está la mayor
virtud del relato de nuestro entrevistado. Retrocediendo a la década del 80
nos cuenta que participó en Encuentro Matrimonial junto a su compañera
donde colaboró por muchos años. Y aquí nos narra el testimonio de vida
del padre Juan Espinoza. Un día cualquiera, este sacerdote les pide ayuda.
Se trata de formar la Catequesis para preparar a los novios. Allí estuvieron
entregando orientación cristiana nada menos que por veinte años. Ello les
permitió conocer a fondo al padre Juan. “Era un verdadero padre de
familia, cariñoso con todos. Amaba mucho a los niños. Vivía en una
pobreza que no he visto en otros sacerdotes, salvo en el padre José
Fernández. Tuvo una niñez desgarradora. No conoció a su padre. Vivía
con su madre a la que atendía con esmero, también una hermana. Llegó
como capellán de la parroquia San Alberto de Crucero, después fue
capellán de la cárcel, del hospital, y atendía el hogar de niños
abandonados “Juan Pablo Primero” que él mismo creó. También tuvo sus
pequeños dolores, como cuando preparó a los pequeños y engalanó su
42
hogar, con la esperanza de que la caravana que traía al Santo Padre desde
el Aeropuerto El Tepual a Puerto Montt se detuviera unos instantes para
saludar a sus niños que lo esperaban con banderitas. Fue un gesto que le
dolió mucho. El estaba ilusionado y los niños también. Un día cualquiera,
haciendo misa en la cárcel, ya lo había hecho en la parroquia y se dirigía
a la capellanía en el hospital, un camión lo embistió. Fue consecuente toda
su vida y murió dando precisamente la vida por los niños huérfanos, por
los enfermos, por los presos. Vivió imitando a Jesús pobre, sencillo y
humilde. Después derramó su sangre en la cruz. Su martirio lo vivió en el
pavimento. Fue muy amigo del padre Darío Nicolás”.
Nuestro hermano Héctor Pérez de igual forma participó por años junto al
padre Clementino Ruiz, a quien también lo tiene en sus mejores recuerdos.
Nos regala este testimonio.”Era amigo personal y “yunta” del padre
Leandro Serna. Ambos, cuando tenían un tiempo libre, se iban a la
Cordillera, a Aguas Calientes. Lo defino como un hombre ascético porque
en la práctica buscaba la perfección espiritual y vivía con mucha
sobriedad y en forma modesta. Su misión aquí en Chile y entre nosotros fue
de una fuerza increíble, y pudo dar vida así a otras cuatro parroquias del
sector alto que en su periodo se levantaron. Tenía un carisma muy
especial. Fue jefe de grupo de Cursillos de Cristiandad *(4) en Puerto
Montt, el que hicimos con n uestra señora. Este movimiento nació en la
épopca de la post guerra civil española y es el intento de un encuentro
personal con Dios. Pero en mi caso, lo que me hizo acercar a Dios fue mi
ceguera. Han pasado los años, esto lo he superado y ahora vivo feliz.
Puedo decir, después de 30 años, que ha sido una bendición, porque ahora
veo mejor algunas cosas que antes no veía. Me he acercado más al Señor y
lo siento haciendo música. Siempre he tenido una sensibilidad musical
especial, y a veces una canción, un tema, me hace llorar. Lo mío fue una
lección de humildad”. Héctor tuvo un grave accidente a nueve meses de
haberse casado el año 1962. Era un joven enfermero de la Fach y una
explosión de oxígeno lo dejó ciego al reventar la manguera.
Se acuerda Héctor que el padre Clementino con su simpatía y dialecto
español cantaba “Olas que vienen y van”. “Parece que lo estoy sintiendo.
Era muy carismático. Me saludaba diciendo: “Pues, dichosos mis ojos que
te ven. Y yo le respondía, pues dichosos mis ojos que no lo ven”. Nos
comenzamos a preocupar porque llegó un período en que se quedaba en
silencio en medio de la prédica. Nos mirábamos asustados.
*(4) Hoy en día, Cursillo funciona en más de 60 países y un promedio de 1500 diócesis del mundo.
43
Era el inicio del Alzheimer que
más tarde terminó con su vida. Su
última destinación fue Puerto
Varas. Recuerdo que ahí tuvimos
una conversación personal. El no
se hallaba cómodo en esa
parroquia. La gente era de un
estatus más elevado y más fría,
arrogante. El se sentía como un
servidor personal. Desde ese
lugar partió a España con los
suyos”.
Héctor comenta que a veces en
una comunidad parroquial se dan
situaciones de liderazgo y de
lucha de poder, lo que es triste,
porque en la Casa de Dios, todos
somos sus hijos e iguales.
El Arzobispo Cazzaro despide al
párroco Clementino Ruiz (a su lado).
En primer plano, monseñor Leandro
Serna.
44
Capítulo 4
1990-2000
Retorno a la democracia
La década trae consigo el retorno a la democracia en Chile. Se viven
cambios radicales en la conducción del país. Es un período de transición.
Sale a la luz la verdad en materia de Derechos Humanos. Por Decreto
Supremo, el 25 de abril de 1990 se crea la Comisión Nacional de Verdad y
Reconciliación conocida como Comisión Rettig para esclarecer la verdad
de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas entre el 11 de
septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1989. Muchos se resisten a creer,
pero la historia es quien juzga. En tanto esta década para la Iglesia Católica
Chilena es de gran significado. Tiene su primera santa. En efecto, el 21 de
marzo de 1993 una joven religiosa (Juana Fernández Solar) nacida en los
albores del 1900 y de muy corta vida, fue canonizada y declarada primera
santa del país con el nombre de Santa Teresa de Los Andes. De ella, se
puede decir que desde pequeña mostró su profunda religiosidad, siempre
influida en su vocación por santa teresa de Jesús. Un año antes de morir,
ingresó a las Carmelitas Descalzas de Los Andes. En 1920 su delicada
salud se resiente, falleciendo a los 19 años. En un artículo de muerte recibe
los hábitos como Sor Teresa de Jesús. Su proceso de beatificación se inició
40 años antes, y el Papa Juan Pablo Segundo en su visita a Chile en 1987,
en medio de una convulsionada celebración eucarística en el Parque
Ohiggins, la proclamaba beata. El Santo Padre la definió como “La luz de
Cristo y el faro luminoso que debe guiar a los chilenos”. Seis años más
tarde, en 1993 fue canonizada por el mismo pontífice en la Basílica de San
Pedro en Roma. Se le venera como Santa Teresa de Los Andes. Hoy el
santuario de Auco – donde descansan sus restos – constituye uno de los
lugares más masivos de peregrinación.
Pero volvamos a nuestra jurisdicción. Se observa cambios profundos y de
todo orden. A modo de ejemplo, Alerce, una villa de unos 2 mil 500
habitantes, comienza a crecer y más tarde se transforma en ciudad satélite
con más de 50 mil pobladores. Hoy se construye una segunda parroquia en
el lugar. Este polo urbano surgió en 1998 y refleja el explosivo
crecimiento que ha tenido Puerto Montt en las últimas décadas. Se duplican
los permisos de edificación, se construye en altura, aparecen dos nuevas
terrazas y se levantan numerosas escuelas. Se instala más de un centenar de
empresas en esta década en la capital regional, un moderno barrio
45
industrial. Se perfila la nueva Ruta 5 Concesionada con su doble calzada y
se observa muchos otros adelantos.
Los 12 años del Padre Clementino (1985-1997)
El 29 de marzo de 1985 asume como párroco el Presbítero
Clementino Ruiz Santos. Se prolongó su estadía hasta el 5 de enero de
1997. En efecto, estuvo casi doce años al frente del templo. Fue el periodo
más extenso de todos los sacerdotes de la historia de “Cristo Crucificado”.
En su biografía, podemos señalar que este querido sacerdote que llegó de
España a servir a Dios nació en Perazancas de Ojeda, Palencia, el 12 de
noviembre de 1928. Estudió en el Seminario Conciliar de Palencia. Su
Ordenación Sacerdotal se hizo en un estadio de Barcelona, el año 1952.
Coincidiendo con un Congreso Eucarístico, se ordenaron 600 sacerdotes de
una sola vez, constituyéndose en un gran acontecimiento. Después de
varios años de párroco en España llega a Chile acogiendo el llamado del
Papa Pío XII a evangelizar esta parte del planeta, e invitado por Monseñor
Munita. La travesía la hizo en barco y arribó a Buenos Aires en 1958 para
seguir viaje a nuestro país. Lo anecdótico fue que en su corta permanencia
en Santiago, al Padre Clementino lo destinaron a un reemplazo en la
Parroquia El Buen Pastor donde ejercía en ese tiempo como párroco, el que
fuera después Arzobispo, Monseñor Eladio Vicuña Aránguiz. Este último
mencionaba el hecho de haber estado en la ordenación del Padre
Clementino sin conocerlo, ni menos saber que después sería su
reemplazante. En El Buen Pastor de la capital estuvo 15 días para ser
llamado luego por monseñor Munita a misionar en el sur. En febrero de
1958 se traslada a Llanquihue y el año 1960 a Los Muermos donde vivió la
experiencia del terremoto. En un viaje realizado a España por encargo de
Monseñor Hourton participó en los Cursillos de Cristiandad. A su regreso a
Chile, se constituye en el asesor del movimiento Cursillos de Cristiandad
hasta 1990. Fue vicario de Llanquihue, ecónomo de Tegualda, vicario
cooperador de Los Muermos, párroco de Frutillar. Desde allí es destinado a
esta humilde parroquia de barrio y a una modesta casa de cura que no tenía
más de cuatro piezas construidas de material ligero. Su última destinación
en Chile fue la de párroco de Puerto Varas (1997-2000). Su filosofía de
vida fue su llamado constante a la unidad de todos, unidad con Dios, con la
Iglesia y con el párroco para entregar todos juntos un testimonio de fe, de
espiritualidad y de caridad. Siempre llamó a conocer mejor la doctrina de
Cristo para evangelizar de la mejor manera en todos los ambientes de la
sociedad.
46
En nuestro templo supo granjearse muy rápido el cariño de la
feligresía. El mismo atendía pues nunca tuvo secretaria. Muy dedicado al
trabajo parroquial, mantuvo siempre mucho apego con la juventud. Fue un
hombre reservado. Nuestra hermana Adriana Mansilla, del Sagrado
Corazón, recuerda que desde España recibía una cantidad modesta de
dinero. La destinaba a comprar recetas médicas a los enfermos de su
comunidad en detrimento de sus propias necesidades. Era austero y estaba
muy alejado de la vida social. Se le describe como recto, formal, cercano a
la gente, y con una voz privilegiada. En algunas contadas convivencias
entonaba con nostalgia canciones de su amada España, como esta de María
Dolores Pradera. “A la orilla de un palmar/ yo vi de una joven bella/ su
boquita de coral/ sus ojitos dos estrellas/. Al pasar le pregunté/ que quién
estaba con ella/ y me respondió llorando/ sola vivo en el palmar…” Otra
canción predilecta que entonaba con emoción era “De colores”. “De
colores se visten los campos en primavera/ y por eso los grandes amores
de muchos colores me gustan a mí”. Así lo recuerda Mercedes Sánchez,
activa dirigente pastoral y por largo tiempo secretaria parroquial en el
período del padre Mauricio González. “Cantaba hermoso con un vozarrón
de barítono y con ese acento característico de los españoles. Se notaba en
su voz la añoranza por la tierra amada. Cuando se fue a España, con su
salud ya quebrantada, hubo despedidas en la parroquia, y yo me escapé
junto a otras feligresas y llegamos hasta el mismo aeropuerto a dejarlo.
Me abrazó y me dijo: Mercedes, nos vemos en el cielo. Yo le dije, así será
padre porque es difícil que yo vaya a España”.
En su dilatado trabajo destacan hechos relevantes. A modo de
ejemplo, en agosto de 1987 se trae la imagen de Cristo Crucificado que
adorna el templo hasta hoy, desde el taller del artesano religioso Edgardo
Oyarzo, de Frutillar. Reemplazó a la que estaba desde los inicios. En un
día de temporal, el dirigente laico Manuel Arancibia conduce en la parrilla
de su vehículo, la imagen muy bien protegida con frazadas y fundas de
nylon para no dañarla.
47
También hubo momentos de entretención en el período del Padre
Clementino, a quien se aprecia al centro junto a un grupo de agentes
pastorales al comenzar un paseo.
Comité de trabajo activo
El comité de trabajo - cuyo presidente era Manuel Montoya y más
tarde lo sería Miguel Miranda - no cejó en su empeño. Gracias al esfuerzo
comunitario fue posible materializar numerosos adelantos, como la
construcción de un salón aprovechando el terreno existente detrás de la
casa de reuniones. Se fabricó con material sólido y techo metálico. El
problema fue que por estar bajo nivel sufría continuas inundaciones.
Quedaba inservible por el agua apozada y la humedad en invierno. El resto
del tiempo se ocupaba en variadas actividades.
Un adelanto trascendental lo constituyó la construcción de la actual
casa parroquial. El Padre Clementino había postulado a la obtención de un
vehículo para atender el extenso territorio parroquial. Fue visitado por la
delegación de una fundación alemana que, al percatarse de la precariedad
de la casa que él ocupaba, concedió con prioridad la construcción de la
actual casa parroquial. Al retirarse, le comunicaron que también lo dotarían
de un vehículo. Corría el año 1991.
Años antes, el 4 de septiembre de 1988, en lo que fue un gran
acontecimiento, se inauguró la Cruz Metálica en una eucaristía presidida
48
por el arzobispo. Fue necesario eliminar la cabaña en forma de ruca que por
largos años acompañó a los scouts.
Hay que consignar que durante el
periodo del padre Clementino
surgen nuevos templos en los
alrededores. El 10 de mayo de
1996 se erige como parroquia
“Nuestra Señora de Fátima” de
población Libertad, siendo su
primer párroco el Padre Roberto
Icarte Encina. Se mantiene allí
hasta su deceso el 24 de julio de
2004. En tanto el 22 de mayo del
mismo año es declarada parroquia
la capilla “Nuestra Señora de El padre Clementino junto al
Guadalupe”. Se nombra párroco diácono Ananías impartiendo el
al Padre Eugenio Céspedes.
sacramento
de
la
Primera
Comunión.
También el 3 de julio de igual año se funda el Comité de Trabajo
“Antonio Varas” reemplazando al anterior y adquiriendo personería
jurídica, lo que le permite postular a proyectos de concursos públicos. El 21
de marzo de 1997 se declara parroquia a la capilla “Santa Teresa de Los
Andes”, y se nombra Administrador Parroquial al Padre Juan Carlos
Hernández Mansilla.
Durante tres años funciona el conjunto juvenil folklórico “Millaray”
de gran calidad vocal y escénica. Asimismo, acompañan el quehacer
parroquial del padre Clementino, el diácono Ananías Uribe, Sor Emelina,
Sor María y sor Estanislá.
Décadas cantando
Fue también durante el periodo del padre Clementino en que Karina
comenzó su apostolado. Cantar a Dios acompañada por su potente voz y su
guitarra. Era una niña en los 80, y hoy sigue en un grupo coral, ahora
acompañada por su hijo Luis Eduardo, también guitarrista. Karina Soto así
rememora los inicios. “Empezamos sólo dos niñas a cantar y tocar
guitarra por un buen tiempo en el período del padre Clementino. Eso era
todo el coro. En la actualidad son varios. Recuerdo que se organizó el
49
festival “Una canción para Jesús” y llegó hasta un grupo folklórico del
norte con una representación de la Virgen de la Tirana. Fue muy bonito.
No estuve en el periodo del padre Guillermo. Retorné con el padre
Mauricio que fue un formador. El es músico. Cuando alguien desafinaba
en las misas, nos entendíamos con gestos y señas hasta que nos indicaba
cuál era el desafinado. Fue un muy buen maestro y aprendimos mucho de
él”. Karina piensa seguir cantando sin importar los años que pasen. Su voz
de contralto se mantiene igual.
De Aysén llega el tercer arzobispo
(1988- 2001)
Desde el Vicariato de Aysén llega el tercer Arzobispo de Puerto
Montt. El 10 de abril de 1988 toma posesión del cargo Monseñor Bernardo
Cazzaro Bertollo. Acostumbrado a evangelizar a través de las ondas
radiales en una zona aislada geográficamente, a su arribo se esfuerza para
poner en marcha un proyecto de evangelización radial para cubrir el área
rural de la jurisdicción. Así nacen las Radios Belén AM y Aurora FM,
disponiendo de un equipo de prensa. Con el correr de los años, ambas
emisoras se han mantenido hasta hoy, evangelizando. Durante su periodo, y
dado el explosivo crecimiento poblacional, crea nueve parroquias. Ellas
son: Nuestra Señora de Fátima, en población Libertad (1991); Madre del
Pueblo de Dios, en Villa Artesanía (1996); San José Obrero, en Villa
Cordillera (1996); Santa Teresa de Los Andes, en población Antihual
(1997); San Peregrino Laziosi, en Pelluco (1996); Nuestra Señora de
Guadalupe, en Vila La Paloma (1996); Nuestra Señora de La Candelaria,
en Carelmapu (2000); Parroquia de La Sagrada Familia, en la nueva
comuna de Hornopirén (1991), y en Alerce reactivó la parroquia que se
había suprimido el año 2000. Fue el Arzobispo que más sacerdotes ordenó
para la Arquidiócesis: 21 presbíteros, y ocho diáconos. El 2000 instala el
primer monasterio de la Arquidiócesis en Colegual donde están las
religiosas de la Orden Monjas Adoratrices Perpetuas del Santísimo
Sacramento, venidas de Cotija, México. Monseñor Cazzaro de igual forma
consiguió los terrenos para el monasterio de Las Carmelitas. El Santo
Padre hizo efectiva su renuncia dos años después de haber sido presentada
la solicitud en 1999, tras cumplir la edad requerida. Fue el 27 de febrero
del 2001 en que nombran a su sucesor, Monseñor Cristian Caro Cordero.
Quedó como administrador apostólico el vicario general, Daniel Acuña
hasta el 31 de marzo del mismo año. Monseñor Cazzaro había nacido en
Italia en 1924, ordenándose sacerdote en 1949 en Roma. Radicado en
Chile, obtuvo la nacionalización en 1970. Pertenecía a la Orden de Los
Siervos de María.
50
Al centro se observa al Arzobispo Monseñor Bernardo Cazzaro junto al
padre Dionisio Muñoz (a la izquierda), al sacerdote Tomás Palma, y al
recordado párroco de nuestra parroquia, Héctor Pericó, en un oficio
religioso.
51
Capítulo 5
2000-2010
La década tecnológica y un nuevo santo
Primer Cónclave del Siglo XXI
La década del 2000 marca la era tecnológica. Si bien en los 90 el
Internet hace su aparición, es en este tiempo en que comienza la
masificación de la nueva tecnología y con ello se desata la carrera de las
redes sociales. Estamos viviendo la cultura de la globalización. Nada es
lejano y todo está al alcance de la mano, adquiriendo las comunicaciones
un rol preponderante. Es la década vivida entre dos siglos y dos milenios y
que fue declarada por la ONU como el Decenio Internacional de una
Cultura de Paz y No Violencia para los Niños del Mundo. En otro orden,
Estados Unidos sufre el mayor atentado terrorista en la historia tras los
ataques a las torres gemelas y el Pentágono que dejaron más de tres mil
víctimas. Fueron los años de la guerra contra el terrorismo mundial.
En el ámbito religioso, en octubre del 2003 fue beatificada por el
Papa Juan Pablo Segundo, Sor Teresa de Calcuta, fallecida en septiembre
de 1977. Fue una de las más grandes misioneras del siglo XX, como lo
señaló el Santo Padre en su beatificación. Fundó la congregación
Misioneras de la Caridad en la India, obra que se extendió al resto del
mundo. Hoy cuenta con miles de integrantes que sirven en orfanatos,
hospicios, centros de salud para enfermos de Sida y otros males. Fue una
“madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un
testigo viviente de la sed de amor de Dios. Por más de 45 años se dedicó a
atender a los pobres, enfermos, huérfanos y moribundos. El 2 de abril del
2005 el mundo católico se entristece por la muerte del Papa Juan Pablo
Segundo. Su funeral en la Plaza de San Pedro ha sido el más concurrido de
la historia de la Humanidad. Trece días más tarde – el 15 de abril – en el
primer Cónclave del siglo XXI, el Cardenal Joseph Ratzinger (78 años) es
elegido Papa de la Iglesia Católica con el nombre de Benedicto XVI,
ocupando el lugar 265. Nació en Alemania. Profesor de Teología y
Dogmática, se ordenó sacerdote en 1951 y en 1977 Cardenal. Fue un
estrecho colaborador del Papa Juan Pablo Segundo. Eligió ese nombre,
según explicó a los peregrinos en la Plaza de San Pedro, para relacionarse
idealmente al venerado Pontífice Benedicto XV “que ha guiado a la
Iglesia en un periodo atormentado por el primer conflicto mundial. Fue
valiente y auténtico profeta de paz y actuó con extrema valentía desde el
52
inicio para evitar el drama de la guerra y después al limitar las nefastas
consecuencias”. Benedicto XVI manifestó su deseo de poner su ministerio
al servicio de la reconciliación y de la armonía entre los hombres y los
pueblos “profundamente convencido que el gran bien de la paz es sobre
todo don de Dios, don frágil y precioso que debe ser invocado, tutelado y
construido día tras día con el aporte de todos”.
¿Qué haría Cristo en mi lugar?
Pocos meses más tarde – el 23 de octubre de 2005 – el Vaticano reconocía
oficialmente la santidad de un chileno, el sacerdote jesuita Alberto Hurtado
Cruchaga. Fue la ocasión en que miles de compatriotas, junto a las
máximas autoridades de Estado, se congregaron en la Plaza de San Pedro
para celebrar este acontecimiento de un significado histórico para la Iglesia
Católica y de todo un pueblo. En la figura del santo están los rostros de los
excluidos de la sociedad, los marginados, los del borde del camino, los que
no tienen dónde cobijarse, los enfermos, los abandonados. Ese día ellos
fueron los protagonistas. El Presidente de la República de ese entonces,
Ricardo Lagos Escobar lo definió como “un Padre de la Patria del siglo
XX, un padre que nos pertenece a todos”.
El 18 de agosto del 2001 al conmemorarse el Día de la Solidaridad en su
memoria, el arzobispo de Santiago, Monseñor Ricardo Ezzati expresó en su
homilía. “¿Dónde encontrar la motivación más auténtica de la vida
apasionada e inquieta del Padre Hurtado? Una expresión suya lo explica
todo: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?, se preguntaba a menudo. Y esta
era también la pregunta que proponía a sus colaboradores invitándolos a
compartir el riesgo de sus iniciativas. Se hizo discípulo del Maestro e
invitó a muchos, especialmente a los jóvenes a compartir su compañía. De
Él aprendió a darse sin reserva, haciendo de su vida una misa prolongada.
Se puede decir que el proyecto de Jesús de Nazareth se transformó en su
propio proyecto; en él invirtió toda su inteligencia y creatividad; su
profesionalidad de educador y sensibilidad social, y especialmente, la
fecundidad de su vida santa”. En la parte final, expresó: “Los santos son
fecundos y su fecundidad perdura en la historia multiplicándose, casi al
infinito. Son fecundos porque vitalmente injertados en la vida de Cristo,
porque por sus venas, por su inteligencia, creatividad y corazón, corre la
misma caridad de Dios, que es Amor, y que quiere vida abundante para
todos sus hijos. El Padre Alberto Hurtado nos ha dejado este rico
patrimonio. A lo largo de Chile, en cada Hogar de Cristo, allí donde se
educa y se aprende un oficio para ganarse honradamente la vida, en cada
techo levantado para superar la extrema pobreza y en cada gesto de
53
solidaridad, el patrimonio que él legara al país, se multiplica haciendo
brotar vida nueva. Allí va creciendo también la profecía de una patria más
acogedora y más integradora, donde crece el gozo del pan compartido,
alrededor de la gran mesa de la fraternidad”.
Sigamos con la historia del tiempo. En otros ámbitos y en esta misma
década ¿qué sucedía en el resto del mundo? En Chile, el 2006 una mujer
por primera vez ocupa la presidencia en La Moneda, y el 2008 el afro
americano Barack Obama llega a la Casa Blanca rompiendo la barrera
racial. Surgen los temas valóricos en la agenda nacional.
Siniestrado inicio de década (1997-2000)
Fue el 12 de enero de 1997 en que el padre Guillermo Arturo López
González llega como párroco y su período se extendió hasta diciembre del
2000. En este tiempo se granjeó el aprecio de sus feligreses. Era un hombre
joven, de carácter fuerte, estricto, casi autoritario. Así y todo, se ganó la
simpatía de muchos. Esto quedó de manifiesto cuatro años más tarde, al
momento de conocerse la noticia de su alejamiento y de su nueva
destinación en Puerto Varas. Se señala en el discurso leído en su despedida
que los fieles están consternados con su partida, dolidos, pero resignados.
Ya el alejamiento del padre Clementino había calado muy hondo. No en
vano fueron doce años que vivió junto a su feligresía, creándose fuertes
lazos de afecto. Con todo, el padre Guillermo con temple y temperamento
absorbentes, demostró su preocupación por la casa de Dios en lo espiritual
y material. Se desempeñó en su periodo como secretaria parroquial,
Elizabeth Peña.
En el mes de mayo de 1997 fueron nombrados ministros
extraordinarios de la Eucaristía, seis feligreses de la comunidad, William
Becerra, Jorge Pavez, Antonio Alcázar, Manuel Arancibia ,Manuel Muñoz
y Manuel Ladrón de Guevara. Así se investía al primer grupo de Ministros
Extraordinarios de la Comunión de la Parroquia Cristo Crucificado, bajo la
administración del Párroco Guillermo López González.
Fueron seis varones respetables de esta comunidad que ejercieron el
servicio por dos años, aunque muchos de ellos siguieron en esta labor hasta
el año 2002, como William Becerra y Antonio Alcázar, este último siguió
más adelante en su carrera de laico comprometido y se consagró Diácono el
año 2007.
Gina Ruiz, activa agente pastoral de Encuentro Matrimonial y de
dilatada trayectoria en la parroquia junto a su esposo Willy e hijos, así lo
54
relata: “El Padre Guillermo López abrió el camino para que esta
comunidad siempre fuera una de las más entusiastas, y que aportara un
buen número de fieles dedicados a este hermoso servicio de compañía y
atención a los enfermos que permanece hasta los días de hoy”.
Fue necesario hacer una reparación a fondo debajo del presbiterio. Se
cambiaron las bases para afirmar el piso. También se reformó la fachada
del templo, reemplazando la antigua puerta por la actual de 3 metros. Hubo
un cambio radical en la amplificación, electrificación e iluminación del
recinto, financiado todo por la comunidad. De igual forma se rellenó el piso
del salón quedando sobre nivel, y se levantó el techo para dejarlo apto, de
forma tal que permitiera ser ocupado todo el año.
Los archivos indican que, gracias a la colaboración del matrimonio
Oscar Fajardo, Cecilia Caro y sus hijos, que trabajaron largas jornadas, fue
posible pintar el templo en su interior. Por su parte, el club de ancianos “La
Amistad” construyó una sala de reuniones situada en la antigua cabaña de
los scouts, gracias a un proyecto presentado a la municipalidad.
Devastador incendio
A raíz de la presencia de movimientos juveniles (Grupo Sin
Fronteras, coros y otros) se levantaron nuevas edificaciones a continuación
de los salones de reuniones donde se celebraban actividades pastorales. Sin
embargo, toda esta nueva construcción no alcanzó a inaugurarse. El 5 de
abril del 2000
se declaró un incendio que destruyó las nuevas
edificaciones, más la recién inaugurada sala de “La Amistad” y la antigua
casa de reuniones que quedó seriamente dañada, al igual que el salón
recién remodelado. El siniestro que se declaró en la noche, caló hondo. Se
estableció que, desconocidos que entraban a pernoctar, encendieron una
fogata que no pudieron controlar. La noticia la consignó en sus páginas
principales el diario local. Daba cuenta de la destrucción de gran parte de
las edificaciones y la casa donde 70 niños almorzaban los fines de semana.
En un principio lo perdido se avaluó en 5 millones de pesos, después la
cifra se elevó a 20 millones de pesos. Ante este panorama, nadie se
amilanó. La gente se puso de pie. Era una comunidad viva, y como tal,
cada grupo aportó con lo suyo para sortear la contingencia.
Tras la consternación inicial, la consigna fue “manos a la obra”. Se
rehabilitó la antigua casa parroquial reparando el techo. Se construyó un
radier, se mejoró la cocina para el funcionamiento del comedor de niños y
también allí poder efectuar las catequesis. En este trabajo se recibió la
inestimable cooperación de la Obra Kolping. En distintas etapas de
55
construcción de infraestructura del recinto se ha contado con la
colaboración de instituciones como la Fundación Alemana, Adveniat,
Municipalidad de Puerto Montt y el notable aporte de la comunidad.
Lo primero fue reconstruir lo perdido, pero antes se levantó un muro
divisorio para proteger el entorno del recinto en los costados norte y oeste.
Para lograrlo, se organizó un beneficio. Fue una gran velada de la “Noche
de San Juan”. La Escuela Melipulli facilitó el gimnasio, Inacap puso a
disposición el área de Cocina para la preparación de los platos. En la
entretención se contó con la participación del Conjunto “San Pedro de
Angelmó”, Folklore “Cuatro Colinas”, “Reminiscencia” y muchos otros.
En la animación estuvo Willy Becerra y su esposa Gina. Este matrimonio
hasta hoy ocupa ese lugar y son los animadores oficiales de cada beneficio
y evento que realiza la parroquia. Ambos son activos miembros de
Encuentro Matrimonial. Esa vez fue una fiesta en grande. Todos querían
colaborar. Igual se organizó una ramada para el 17 de septiembre. Con lo
recaudado y otros aportes, se construyó el muro divisorio de setenta metros
de largo y tres de altura, protegiéndose así el recinto de incursiones
nocturnas. Quedó como obra del padre Guillermo, y pendiente el resto de
la reconstrucción
Sin duda que la partida a Puerto Varas del padre Guillermo fue
traumática, sobre todo para un grupo de los fieles. De esta forma lo grafica
don Manuel Arancibia. “Aquí, en esta parroquia se ha dado una situación
muy particular, y es que cada sacerdote que llega está obligado a formar
su propio equipo. Ello, porque muchos agentes pastorales se alejan cuando
nombran a un nuevo cura y no resisten el cambio. Se me viene a la
memoria por ejemplo, la ida del padre Guillermo López. Cuando se fue de
párroco a Puerto Varas se llevó prácticamente a todo su equipo
parroquial. Muchas veces la gente endiosa a los sacerdotes, y el cariño y
apego es tal que algunos se van a las nuevas destinaciones para seguir con
el mismo curita, como en este caso. No debería ocurrir porque uno va por
Dios a la Iglesia y no por los hombres”.
Durante su periodo siguieron activos los grupos Legión de María,
Sagrado Corazón, Club de Ancianos La Amistad, Catequesis de Acólitos,
Mamás de Acólitos, Jóvenes sin Fronteras, Infancia Misionera, Comedor
Infantil, Coro, Cali, Encuentros Matrimoniales, Ministros de Eucaristía y
Damas Pontificias.
56
Junto con sus labores
parroquiales, el padre Guillermo fue
asesor de la Pastoral Familiar
Arquidiocesana. Cuando asumió la
administración de nuestra parroquia
manifestó su deseo de que la
comunidad se sintiera acogida por
él, “pues nadie sobra. Al contrario
faltan manos y voluntad para seguir
construyendo el Reino de Dios. Primeros Ministros de Comunión.
Para conseguirlo, debemos caminar
juntos con mucho amor. Quiera
Dios que Cristo desde lo alto de la Cruz - Patrono de esta Parroquia - nos
abrace a todos, nos acoja y nos ayude a caminar juntos por el tiempo que
Dios lo permita”. Hay que señalar que un lugar importante dio a los niños
en el altar, donde les hablaba, y a través de ellos a los adultos con
homilías sencillas que no dejaban a nadie indiferente.
Años más tarde, cuando se hallaba por más de una década en la
parroquia lacustre - el 4 de enero del 2011- el padre López se aleja de
Chile. Así lo consigna el diario local de la época. Es despedido en El
Tepual por sus fieles de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Puerto
Varas para iniciar su formación sacramentina en Brasil. Se emociona por
los 17 años vividos en Puerto Montt y Puerto Varas, especialmente en la
ciudad lacustre, donde asegura que algún día retornará porque allí se
ordenó. “Podría irme a la iglesia mas linda del mundo, pero ninguna como
Puerto Varas”, dice al momento de su adiós. Lo sucedió el padre Tomas
Palma, que también dejó llorando a su comunidad en Pichi Pelluco.
Llega el arzobispo Cristian Caro
( 2001 a la fecha)
Con gran solemnidad, el 31 de
marzo del 2001 asume como cuarto
Arzobispo de Puerto Montt,
Monseñor Cristian Caro Cordero.
En su biografía se señala que nació
en el seno de un hogar muy católico
el 16 de febrero de 1943.
Monseñor Caro en visita a la parroquia
junto a feligreses.
57
Se recuerda que cuando estudiaba cuarto año de Medicina en la
Universidad Católica surgió con fuerza el llamado de Dios que venía
sintiendo desde su niñez. En 1965, año de término del Concilio Vaticano
Segundo, ingresó al Seminario Pontificio Mayor de Santiago. Fue ordenado
sacerdote por el Cardenal Raúl Silva Henríquez, el 23 de diciembre de
1973 en Puente Alto. En 1991 fue nombrado Obispo Titular de Arcavica y
Obispo Auxiliar del Arzobispado de Santiago. El lema elegido para su
escudo episcopal fue “La primacía de Cristo en todo”. Ese mismo año fue
elegido Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile. Mientras
acompañaba a Monseñor Francisco Javier Errázuriz al Consistorio en que
el Santo Padre lo ordenó Cardenal, conoció la noticia de su nombramiento
como Arzobispo de Puerto Montt. En su trabajo pastoral en nuestra
Diócesis, se preocupó de organizar la Pastoral Diocesana con la realización
de asambleas y jornadas, publicando las Orientaciones Pastorales y el
Directorio de Pastoral Sacramental. Del mismo modo reinicia la Escuela
de Aspirantes al Diaconado Permanente y la Escuela de Laicos “Padre
Nelson Aguilar”. Ha impulsado la educación católica. En su periodo ha
logrado construir un edificio destinado a acoger a los candidatos al
Seminario Menor para su debida preparación. Con el apoyo de todos, se
logró restaurar la Catedral entre el 2002 y 2006. Para ello fue preciso llevar
a cabo una campaña masiva de recolección de fondos que dio sus frutos. El
año 2008, antes de realizar la Visita “Ad Limina” recorrió todas las
parroquias de la Arquidiócesis. El 2007 crea la parroquia San Alberto
Hurtado en el sector poblacional del mismo nombre. También el
Monasterio de Nuestra Señora del Monte Carmelo, lo que permite a la
Arquidiócesis contar con dos monasterios contemplativos. Son numerosas
sus obras. Monseñor Caro es un pastor querido y respetado por sus
fieles.(5)
Un cura para la reconstrucción
(2001-2007)
Con la partida del padre Guillermo y sus seguidores, el presbítero Juan
Carlos Hernández Mansilla asume la administración por un mes, del 4 de
enero al 4 de febrero del 2001. En ese lapso nombran *Párroco al
presbítero Mauricio Ramón González Minvielle ejerciendo hasta el 24 de
marzo del 2007. Coincide con el nombramiento como nuevo pastor de la
Arquidiócesis de Puerto Montt de Monseñor Cristian Caro Cordero, el 31
de marzo del 2001. En este período la comunidad trabaja con firmeza y
empeño, anhelando reponer lo destruido en el incendio.
(5) Datos obtenidos de “Pioneros de Cristo” (Monseñor Leandro Serna)
58
Es un inicio duro porque el camino por delante es la reconstrucción. Tanto
las catequesis como grupos y movimientos continúan su labor habitual
ocupando hasta el último rincón. No hay quejas por falta de espacio. La
secretaría parroquial funciona en la misma casa habitación del sacerdote, y
respalda al padre Mauricio, como secretaria, Mercedes Sánchez, conocida y
querida por varias generaciones. La “tía Meche”.
Al llegar a la parroquia, el Padre Mauricio se encontró con un sector
poblacional conformado por familias de condición muy modesta, y en
muchos casos con personas que no tenían lo mínimo para subsistir. En ese
tiempo, además de las poblaciones actuales, había campamentos en el
sector Antonio Varas, al costado del estadio, donde hoy en día se ubica la
Escuela Alemania. Estos reductos albergaban a muchas familias que vivían
en mediaguas construidas en terrenos bajos, llenos de agua, cuyos techos se
llovían, y muchas veces tenían una sola pieza para un grupo numeroso.
Familias de muy bajos ingresos y alta vulnerabilidad social recurrían a
diario a la casa parroquial a pedir alimentos pues no tenían para comer.
Ante tanta necesidad y el constante llamado a la puerta, nuestro Señor
Jesús, a través del Padre Mauricio, manifestó la necesidad de contar con un
grupo de ayuda en la parroquia, orientado a compartir con las familias
alimento y ropa de abrigo. Este llamado fue acogido por un pequeño grupo
de agentes pastorales. Se elaboró un sencillo proyecto para conformar una
comunidad de acción social. Se constituyó en agosto del 2001 trabajando
en precarias condiciones con los medios que había disponibles en la
parroquia, y con la enorme ayuda de la comunidad que generosamente
llevaba alimentos y ropa para entregar a las familias necesitadas. Así lo
recuerda Andrea Cárdenas, guía, artífice y primera presidenta de este
grupo. “Después de una reunión de catequistas en la casa parroquial, nos
despedíamos cuando en el pasillo el padre Mauricio me dijo con una
enorme profundidad en su mirada, como si el que hablara no fuera él sino
Jesús. “Hay tanta necesidad que podrías hacer un pequeño proyecto para
tener un grupo de ayuda”. Yo sentí que era la voluntad de Dios que eso se
haga. Preparé un par de hojas con los objetivos y forma de trabajo, se lo
mostré al padre y comenzamos a buscar gente que quisiera acompañar este
proyecto. Catequistas y otras personas se fueron uniendo a esta pequeña
comunidad de ayuda, y hoy son quince quienes integran Acción Social
“San Alberto Hurtado”. Por mi propia vivencia puedo decir que “el Señor
siempre provee” que muchas veces se realiza el milagro “de la
multiplicación de los panes” que “dando a otro el que más recibe es uno
mismo” y que “la oración mueve montañas”, pues si hay algo que sea la
voluntad del Señor, el Espíritu Santo es el que sopla para que las cosas
resulten de la manera que El quiere, sólo basta confiar en Dios. El Padre
Mauricio tiene una enorme capacidad de ver la necesidad y el corazón de
59
la persona. Se interesa en ella, verdaderamente, como Cristo lo hacía. Es
muy cercano y respetuoso a la persona, de sus tiempos para el crecimiento
espiritual, y está siempre disponible como sacerdote”.
Andreíta, con su sabiduría y entrega incondicional a Dios, reflexiona
y dice luego. “Del Padre Mauricio valoro y agradezco su enseñanza para
orar siempre, cada vez que nos reuníamos, los silencios después de la
comunión en misa, la alabanza y agradecimiento a Dios, su perseverancia
para enseñar el evangelio, su interés para enseñar canciones para la
liturgia, su esmero por sacar lo mejor de las voces para el canto, aún sin
tener condiciones naturales para ello, su capacidad para motivar el
examen de conciencia, su delicadeza en el trato con las personas”.
La “casa chica”
Volviendo al grupo de Acción Social, era de tal envergadura la
carencia de espacio en aquel tiempo que la “casa chica” donde este grupo
se reunía tenía piso pero con tablas saltadas. Había trechos de pura tierra.
Era de una precariedad absoluta y no había dónde dejar los alimentos, por
lo que se guardaban en una maleta grande tipo baúl, vieja, de madera, con
llave. En cada reunión, la esmirriada maleta viajaba desde la casa chica a la
bodega a guardarse. Al ver tanta necesidad el Padre Mauricio cedió un
rincón de su garaje para almacenar la ropa y los alimentos. Los colgadores
con la ropa regalada había que sacarlos rápido cuando el padre entraba el
auto o había que apilar la leña. Así de grande era la escasez de una sala.
Después allí, quitando parte de la leñera se construyeron en forma muy
modesta dos piezas, y hoy en ese mismo lugar existe una casa completa,
muy bien habilitada y equipada, orgullo de “las señoras de azul” y fue obra
de este recordado sacerdote.
Un trovador
Muchos definen al padre Mauricio como un hombre carismático.
Sólo le bastaba tomar su guitarra y cantar de lo humano y lo divino en las
misas y convivencias para saber que se estaba frente a un músico de
verdad. “Cambia, todo cambia/ que yo cambie no es extraño”. Era un
trovador. Los coristas lo sabían, y en la misa ante cualquier desafinación,
pegaba la mirada hacia ellos. Hubo grupos corales potentes durante su
permanencia porque exigía calidad.
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Con juicio, con juicio
Carmen Vera, hermana de nuestra comunidad y miembro del Coro
Quilapulli nos regala este testimonio del padre Mauricio. Como grupo coral
nacieron y crecieron con él. “¡Respire, respire¡ vamos. Está rasgando la
nota; apriete las cuerdas. Con juicio, y tantas otras expresiones que
utilizaba nuestro querido padre Mauricio González, quien luchaba a
diario para desarrollar nuestras escasas habilidades musicales. Con tesón
y constancia nos fue dando forma, recordándonos siempre que no
debíamos perder el objetivo de la tarea, que era alabar a nuestro Padre
Dios. A través de la oración permanente, clases de música y mucha
paciencia de su parte, fuimos adquiriendo confianza y comenzamos a
participar y colaborar en las misas de la parroquia. Todavía lo sentimos
como nuestro director musical, y tenemos presente sus sugerencias y
correcciones no sólo en lo musical sino en lo personal. Fue nuestro guía
espiritual, acompañándonos con mucha delicadeza en nuestras alegrías y
momentos de dolor. En lo personal, siempre tengo presente sus palabras
esperanzadoras que me regaló cuando enfrentaba momentos difíciles.
“Ten paciencia”. “¿Qué tendrá reservado el Señor para ti?”, “¿Qué
momentos de felicidad?”. “Cuando todo pase y mires hacia atrás podrás
entender”. Y sí curita, tenías razón, el Padre Dios me tenía reservado
muchas alegrías”. Nuestra hermana da gracias a Dios por haber tenido la
ocasión de conocer y compartir con un sacerdote tan especial, carismático
“que nos acercó a la oración permanente y que estará en el corazón de
Quilapulli y de nosotros para siempre”.
Un formador
Siempre fue cercano a los jóvenes y a los niños. Un testimonio de
gratitud nos regala Olivia Hernández, mamá de Hugo que comenzó a los 8
años a acolitar con el padre Mauricio. “Estuvo hasta los 16 años con él.
Fue un gran apoyo en su adolescencia y en su formación. Con el padre
aprendió a misionar, a orar, hasta a cocinar. Yo en un principio tenía
temor de dejarlo ir a misionar. Es hijo único y muy apegado a mí. El padre
un día me dijo. “Déjalo ir, un día te vas a acordar de mí. Le va a servir
mucho”. Realmente el padre Mauricio fue el pilar de mi hogar, y doy
gracias a Dios porque lo guió y apoyó. Ahora mi hijo tiene 25 años,
trabaja y estudia, y es un hombre de bien. Sigue en la parroquia apoyando
a los jóvenes. Recuerdo que lo aconsejó hasta cuando tuvo su primera
polola. Le hablaba golpeado en temas que, para uno como mamá, es
difícil hablar con ellos”.
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Viajes a Carelmapu
Como había que reconstruir los salones parroquiales destruidos por
el incendio, se requería dinero. De igual forma era preciso implementar un
salón velatorio, reparar el templo, la casa parroquial, la “casa chica”. Eran
obras materiales pero que incidían con fuerza en el trabajo pastoral. Con el
padre Mauricio como guía y motor y la comunidad cumpliendo con sus
tareas, se hizo el trabajo. Beneficios, bingos, rifas, fiesta dieciochera,
Noche de San Juan, si hasta a Carelmapu se llegó con el afán de hacer
posible el sueño de un salón parroquial digno, amplio y cómodo. Se
participó con alegría cristiana, obviando las incomodidades con
compañerismo. Había que conseguir fondos. La iniciativa de Carelmapu
surgió de pronto. Durante tres años la comunidad participó de la Fiesta de
la Virgen de la Candelaria en Carelmapu que se celebra el 2 de febrero.
Con camas y petacas (y hasta una cocina), a la usanza gitana y con el padre
a la cabeza, casi medio a la aventura, jóvenes, dueñas de casa y adultos
mayores se trasladaban a esa caleta repleta de gente en estos días de fiesta
y gran fervor religioso para instalar un puesto de cocinería con venta de
empanadas y bebidas. Se diferenciaba esta ramada del resto porque no
vendía alcohol. Las señoras más experimentadas – en su mayoría de la
Legión de María - no levantaban cabeza preparando la masa y friendo sin
descanso día y noche en un galpón. Lo que más sobraba era entusiasmo. El
permiso lo otorgaba gratis el alcalde de Maullín, Juan Cárcamo, quien en
su juventud había sido miembro activo de la parroquia. Dicen que hasta una
vaquilla quedó ofrecida por el edil para un bingo. Aparte de reunir buena
plata de los peregrinos, estos viajes contribuyeron a la amistad y la unidad.
En otro ámbito, tras consultas a distinto nivel (civil, de gobierno y
religioso) se concreta el arriendo de un retazo del terreno parroquial para
instalar una antena repetidora, lo que significó un importante aporte a las
finanzas parroquiales. Con fondos reunidos por la comunidad y con la
ayuda de la Fundación Alemana para el Desarrollo y la Fundación San José
de la Dehesa fue posible levantar el nuevo salón parroquial de material
sólido, tal como fue la instrucción precisa del obispo. Cuenta con 230
metros cuadrados. Se dividen en un salón parroquial de 152 metros
cuadrados, dos amplias salas de reuniones y una cocina. Su inauguración
fue el 14 de diciembre del 2005 con una eucaristía presidida por el
Arzobispo Cristian Caro concelebrada por el padre Mauricio, y con
asistencia del diácono Ananías y toda la comunidad. En esa ocasión hace su
debut el grupo folklórico de la parroquia.
Entre sus logros figuran la reconstrucción de toda la secretaría
parroquial, la habilitación de un velatorio en la contra sacristía, la
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construcción de los baños. De la misma manera se recuperaron también las
salas del Adulto Mayor. En síntesis, fue un cura luchador y hacedor, en
cuyo periodo se materializaron importantes obras. Afortunadamente el
Padre Mauricio alcanzó a contemplar el fruto del trabajo, y sentir la
satisfacción del deber cumplido con creces en seis años que pasaron como
un suspiro. Sin embargo no alcanzó a ocupar la secretaría parroquial
porque se entregó justo cuando partía a estudiar a Santiago.
En su periodo funcionaban los siguientes grupos: Acólitos y mamás,
Acción Social, Amigos con Cristo, CALI, Catequesis, Club de Ancianos La
Amistad, Comedor de Niños, Coro, EJE, Encuentros Matrimoniales,
Legión de María, Misioneros, Renovación en el Espíritu Santo, Sagrado
Corazón de Jesús.
En forma habitual era visitado por su madre, (la señora “Reinita”) de
avanzada edad, además de sus hermanos, cuñados y sobrinos que
compartían con la comunidad. Mercedes Sánchez, secretaria del padre
Mauricio, tiene lindos recuerdos de su mamá. “Era muy cariñosa con todos
y de mucha cercanía con la comunidad. Una mujer de piel. Se entretenía
jugando a las cartas con los acólitos. Pero sí tenía su genio. Era estricta y
muy apegada a las reglas y normas. Había un horario para desayunar,
almorzar y tomar onces, y a veces esto complicaba al padre que, por su
trabajo pastoral, no tenía horario. La señora Reinita amaba a su hijo y
cuando debía regresar a su ciudad, siempre lo encargaba para que lo
cuidáramos. Ella además era concertista en piano y dirigía una radio.
Nosotros la quisimos mucho”.
El
padre
Mauricio
González, imparte el
sacramento
del
bautismo,
como
se
observa en la fotografía.
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Su mirada en los pobres (2007-2008)
Enlazado con lo anterior, la despedida del padre Mauricio coincidió
con la inauguración y bendición de la nueva oficina de la parroquia en la
reconstruida “casa chica” que fue la primera casa parroquial en 1962. Ese
mismo día - el 24 de marzo del 2007 – mientras el padre Mauricio se
alejaba, tomaba posesión como administrador parroquial el padre José
Vicente Cornejo Díaz, procedente de Santiago. Muy delgado, con su metro
98 de estatura que casi tocaba el cielo, voz modulada, y muy afable, se
acerca a las personas y las escucha con atención. Siente una especial
cercanía por los más humildes. Destaca en el padre José el orden y la
prolijidad, su programación y planificación pastoral, pero por sobre todo,
su especial interés por las personas pobres. Su trabajo fue hermoso, y dejó
tras él una estela de cariño. Muy organizado, supo dirigir a la comunidad de
forma armoniosa, generando una grata atmósfera de tarea conjunta.
Encaraba los problemas con realismo, y consultaba la opinión de otros para
resolver de manera acertada.
Recuerdos y añoranzas
Claudia
Garrido,
agente
pastoral, miembro del coro
Quilapulli aporta formación y
sabiduría. Es dueña de una
prolija formación cristiana por
ser lectora habitual de
material bíblico. Así recuerda
al Padre José. “Como se nos
iba un sacerdote tan querido
(Padre Mauricio) los inicios
del padre Pepe como le
decíamos de cariño fueron un poco difíciles, hasta que lo comenzamos a
conocer y a querer con sus propios carismas. Lo recuerdo como uno de los
sacerdotes más altos que hemos tenido, tanto, que a su lado todos
parecíamos más pequeños de lo que éramos en realidad. Era un hombre
sencillo aunque por su estampa de artista de cine, no lo pareciera. Por lo
mismo, guardaba una sana distancia con la comunidad en general, y
dejaba bastante tiempo para su oración personal y preparación de charlas
y catequesis. También procuraba que sus espacios de vivienda fueran más
bien privados, al revés de lo que se acostumbraba en esa época. Lo
recuerdo especialmente delicado con las cosas sagradas. Le gustaban las
lecturas bien preparadas, el altar muy limpio, generalmente brillaba, lo
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mismo su salita de oración en la casa parroquial, las imágenes, las flores,
todo debía estar perfectamente dispuesto para la celebración de la
eucaristía y para la oración. Sus misas, bien preparadas, sobrias y con
mucho recogimiento. En sus reuniones siempre todo ordenado y
esquematizado para no perder tiempo y discutir sólo lo esencial”.
Más adelante nos señala que era un sacerdote de muchas amistades y
contactos, y todo lo conseguía con una sonrisa y muy poco dinero, y por
supuesto trabajando con la comunidad. “La imagen restaurada de la Virgen
María se la debemos a las Hermanas Carmelitas de Puerto Montt, la
pintura de todo el templo a unos contactos de Santiago que siempre
apoyaban a la comunidad, por su intermedio. En ese tiempo también se
reparó el piso completo del altar. Se continuaba trabajando en el
mejoramiento del salón parroquial, del sonido, y se trajeron las imágenes
del Vía Crucis. Un trabajo similar se realizó para el nuevo Sagrario.
Conseguía para la comunidad los mejores lugares disponibles para
realizar jornadas con sus catequistas, y todas eran facilidades para los
suyos. No puedo olvidar que de igual forma era muy delicado en los temas
económicos, y a veces nos daba un poco de risa que llegara con las
bolsitas de la colecta cuando lo acompañábamos a algún funeral fuera de
casa. Hombre sano, pero alegre, que podía compartir una cena o un té si
lo invitaban, un partido de fútbol, una película del Padre Hurtado con los
jóvenes de Confirmación un día cualquiera en su casa”.
Pero el Padre Pepe le guardaba a Claudia una sorpresa. Algo que ella
no se lo imaginó y que hoy atesora en su memoria como algo hermoso y
que lo comparte con todos. “Mis últimos recuerdos de él datan de junio de
2008 cuando en mi última misa me despedía de la comunidad para asumir
un nuevo trabajo en Santiago. Fue una misa especial y delicada que el
padre José quiso que me llevara a mi nuevo lugar, el regalo de ser
Ministro Extraordinario de Comunión para continuar mi trabajo pastoral,
una vez que fuera autorizada en Santiago. Estuve muy emocionada porque
además pidió a la comunidad que me impusiera las manos y que orara por
mí como un envío invocando la presencia del Espíritu Santo. Recuerdo ese
momento con mucho cariño y agradecimiento hacia él y hacia toda mi
comunidad. En ese momento recordé que ya habíamos hablado mucha
veces del Espíritu Santo, de lo juguetón que era, de su alegría, de lo simple
y niño que era en sus manifestaciones y planes, y cuán cerca sentíamos su
presencia cuando se hacían oraciones de alabanza en la comunidad. Al
mirar hacia atrás me doy cuenta que el mismo Espíritu nos ha seguido
acompañando. A cada uno en su propia historia y verdadera vocación, en
su propio lugar de felicidad y desarrollo, en las alegrías y fracasos de
65
nuestra comunidad, y todo ha estado siempre en sus manos para mayor
gloria del Padre”.
La foto corresponde a
la m isa de despedida
del padre Mauricio
González y a la toma
de posesión del nuevo
administrador
parroquial,
padre
José Cornejo. Junto a
ellos,
Monseñor
Cristian
Caro
Cordero.
Más anécdotas
Continuando con la administración del Padre José, y como una
anécdota más para recordar, resultó llamativo para todos que usara una
motocicleta para desplazarse, la que pronto tuvo que guardar por no ser
apta para el clima. Después se le vio en un auto. Trabajó promoviendo
ideas modernas y organizando la vida parroquial en forma dinámica y
modernizando el templo. Computadores, data show y nueva tecnología
trajo este curita. Salen los carteles y afiches pegados en el interior del
templo con los avisos de la semana y las antífonas. El piso brilla y el altar
luce más reluciente, como tan bien lo recuerda Claudia. Se refrescan las
ceremonias y los ritos dando un nuevo sentido al quehacer parroquial. Se
moderniza el recinto instalando alarmas en todo el perímetro para una
mayor seguridad. Se pinta el templo, techo y muros. Le da importancia a
los grupos juveniles y a la formación religiosa llevando a cabo numerosos
retiros.
Otro episodio. El padre José se hizo famoso en Puerto Montt y en los
canales de TV de Santiago, luego de que el juez del Segundo Juzgado de
Policía Local de Puerto Montt, en una inédita sentencia, lo hiciera pagar
una multa rezando salmos (los salterios) durante tres meses. Esto, por dejar
estacionado su auto en un sector destinado a furgones escolares frente al
66
colegio de donde era capellán. Al alegar no tener el dinero para el pago de
la multa de 1,5 UTM (casi 50 mil pesos) el juez accedió a cambiarle el
parte por los rezos diarios. Una feligresa debía vigilar el cumplimiento de
la condena.
Nuevos diáconos
El 21 de abril del 2007 tiene lugar la ceremonia de ordenación de los
diáconos permanentes, Antonio Alcázar Soto y Jorge Barría Elgueta,
quienes se desempeñarán junto a Ananías Uribe en nuestra parroquia. Es un
alto honor contar con tres diáconos permanentes, y un motivo de gran
regocijo de la comunidad. Antonio Alcázar sería destinado años más tarde
a la Parroquia “Madre del Pueblo de Dios”, de Villa Artesanía, y Jorge
Barría se trasladaría a Santiago junto a su familia. Ese día, con alegría
cristiana se les brindó la bienvenida, recordando que fue el 29 de diciembre
de 1979, exactamente hace 27 años, en que fueron ordenados diáconos
permanentes Ananías Uribe, Guillermo López y Washington Chávez.*. Los
diáconos secundan al sacerdote pasando a ser nuevos servidores para
atender a una población que, en el caso de nuestra parroquia, es de unas
diez mil personas. Ambos estudiaron seis años para llegar a ordenarse, lo
que les significó sin duda abandonar actividades familiares y ratos de
descanso, sacrificio compartido por sus familias. El servicio al Señor está
primero por esta nueva responsabilidad. Por vocación, ellos fueron
llamados por Dios a ser discípulos y misioneros de Cristo.
Siguiendo con la cronología, el 9 de septiembre del 2007 se inaugura
la ampliación de la Casa de Acción Social, agregándose dos salas más para
atención de público y otra para bodega, optimizando el trabajo social. La
bendición estuvo a cargo del padre José, acompañado por los diáconos
Ananías, Antonio y Jorge. Este último pasó a ser el asesor espiritual de este
grupo. Un poco más tarde, el 7 de octubre del mismo año se inaugura y
bendice el pórtico de entrada de la sacristía, en homenaje a Gricelda Castro,
quien en vida siempre abogó por la protección de este acceso, dado las
inclemencias del tiempo. También en el período del padre José se contrató
a las personas que trabajaban en la parroquia, regularizando las relaciones
contractuales. Lo acompaña como secretaria, Leyla Dib. En enero del 2008
el Padre José organiza un paseo parroquial por el día a Panitao. Le daba
mucha importancia a la recreación de su comunidad. En otro orden, se
gestiona la regularización de la casa habitación ubicada en el retazo oeste
del recinto parroquial con calle Chacabuco. Este sitio había sido cedido al
matrimonio Quintana- Olavarría el año 1971 por el padre Pericó, previa
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consulta al Obispado. Durante todo el tiempo transcurrido (cuatro décadas)
no hubo acuerdo para el traspaso hasta que, por mediación del padre José,
se llega a un acuerdo, y finalmente el comité económico del Arzobispado
accede a vender ese espacio a los ocupantes, como se consigna en otra
parte de esta historia, con el testimonio de Rosa Olavarría de Quintana.
Más tarde, el 26 de abril del 2008, en una eucaristía presidida por el
Arzobispo Caro, concelebrada por el padre José, se bendice el nuevo
sagrario y estaciones del Vía Crucis, obra del artesano religioso Edgardo
Oyarzo. En junio del 2008 durante tres días el Arzobispo lleva a cabo la
visita pastoral entrevistándose con la comunidad, y visitando a los
enfermos del sector en compañía de Acción Social. Además de los grupos
parroquiales se visita las escuelas de los alrededores, Inacap. Conapran,
ULA, Bomberos, Hogar de Niñas, y se efectúa una completa revisión de la
organización y finanzas parroquiales. La visita tuvo una calificación
óptima. El encuentro con el consejo parroquial ampliado contó con la
asistencia de los grupos Catequesis, Pre Matrimonial, Pre Bautismal,
Familiar, de Primera Comunión en colegios, Pre Juvenil, de Confirmación,
de Adultos, Grupo Acción Social “San Alberto Hurtado” , Club “La
Amistad” de Adulto Mayor, Comedor Abierto, Liturgia, Comité
Económico, Comité de Trabajo Antonio Varas, Coros, Quilapulli, Acólitos,
Ministros de la Comunión, movimientos Eje, Cristo Crucificado, Legión
de María, Encuentros Matrimoniales, Sagrado Corazón y Renovación en el
Espíritu Santo.
En su despedida - que fue masiva y muy sentida - él estuvo
acompañado de su señora madre y de otros familiares. Hubo numerosas
muestras de afecto de su comunidad. Regresó a Santiago y más tarde se
retiró del sacerdocio.
Un testimonio de vida
Los últimos serán los primeros. Es la forma de vida cotidiana de
nuestra hermana en Cristo, Nelly Haro, esposa y madre ejemplar. No hace
alarde ni ostenta nada. Siempre está en el último lugar, y la preferencia la
tienen quienes la rodean o su entorno, pero no ella. Una sencillez la adorna
y la hace más hermosa de lo que es. Nelly es una mujer de silencios, de
mucha reflexión y oración, una ferviente mariana que tiene un testimonio
de vida que entregar. Su misma conducta silenciosa la repite en el templo,
y siempre ocupa el último puesto para pasar inadvertida. También es la
primera en abandonar la Iglesia al término de la misa.
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Hace unos años, Nelly de repente se enfermó, y comenzaron las
dificultades para desplazarse. Una artrosis empezó a minar su salud, y ella
entregó ese dolor y sufrimiento a la Virgen. Nos cuenta que desde la
década del sesenta que participa en la Iglesia, asistiendo a la misa los
domingos, pero hace unos años trabaja en comunidades de la parroquia. En
un principio fue Acción Social. Más tarde con el padre Mauricio se integró
al trabajo de Voluntariado del Hospital Base. También en Liturgia. Aún
cuando hay periodos en que le es difícil caminar, ella visita a los enfermos
y les lleva la Comunión. Su trabajo se acrecentó con el Padre José, y
comenzó de lleno a abocarse al Mes de María Misionero. No importaba las
caminatas, y las visitas casa por casa. Sus malestares y dolor físico se los
ofrecía al Señor. Hace tres años está a cargo del Mes de María en el templo,
y eso la hace feliz. Su enfermedad no ha avanzado, y por el contrario
siente una notoria mejoría. Hoy luce casi sana. “La Virgen me tiene así, y
yo suelo decirle que mis pies le pertenecen y que quiero seguir caminando
para continuar mi labor en la Iglesia porque hay mucho por hacer. Ahora
le he pedido a las hermanas de la Legión de María que me reciban en su
comunidad, quiero integrarme a ellas, ya me acogieron, y eso me hace
feliz”. La fe mueve montañas y Nelly lo sabe. “Hay que buscar a Cristo a
través de María y tener mucha fe. Con esfuerzo pero con la fortaleza que la
Virgen me da, he llegado al Monasterio de Santa Teresa de Los Andes. Es
sobrecogedor y sé que Dios y la Virgen están ahí, cuidándome”. Asimismo
recuerda con afecto el paso del Padre Juan Braulio por nuestra parroquia.
Con él trabajó en la Pastoral del Hospital Base. “Me dejó muchas
enseñanzas, evangelizaba dejando lecciones de fe. Visitaba a los enfermos,
una vez lo hizo con mi padre, y se lo voy a agradecer siempre”.
Llega un carismático
(2009-2011)
El 8 de febrero del 2009 asume la administración parroquial el padre Juan
Braulio Cornejo Grez. Se queda hasta el 5 de mayo de 2011. Procedente de
Chiloé, pero oriundo de Santiago, fue un religioso que continuó en la línea
del anterior. Muy carismático y evangelizador, centró su trabajo en los
jóvenes y también en la formación religiosa. Para ello, organizaba
periódicas jornadas de formación, Temas valóricos y de contingencia
incluía en sus talleres. Era seguido por mucha gente, sobre todo de
Renovación en el Espíritu Santo, movimiento del cual era asesor. Llegaban
de todas las parroquias a participar en estas jornadas y en las misas de
sanación cada mes.
Durante su periodo, se imprime y distribuye gratis un boletín
parroquial el 2009 “El Arado”. Para la juventud, organiza misas juveniles
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con instrumentos rockeros que tienen gran éxito; además brinda espacio a
expresiones del arte como la danza, el teatro, las batucadas, entre otras.
Siempre se destacó por su prédica, su capacidad para relacionar
pasajes de la Biblia, su energía para las homilías, y también su gran
entusiasmo para programar y realizar actividades pastorales, su interés y
dedicación para la formación de los agentes pastorales, el uso de diversas
técnicas actuales para motivar el aprendizaje, la incorporación de diversos
profesionales para ayuda de la comunidad.
Un día especial
El 29 de diciembre de 2009 es un día muy especial para “Cristo
Crucificado”. En una concurrida eucaristía se rinde un homenaje muy
sentido a don Ananías Uribe al conmemorarse treinta años de su
diaconado. Recibe el cariño de los fieles que lo sienten como parte de su
familia. Don Nano se ha ganado el corazón de la comunidad por su bondad,
sencillez, bonhomía y por su buena disposición al acudir con prisa donde se
le llama y se le necesita para apoyo espiritual.
Obras materiales
En obras materiales, el 10 de abril del 2011 se inauguran nuevas
salas de reuniones que servirán para dar un mejor servicio a los grupos
parroquiales. Se esparce gravilla en el extenso patio para una mejor
presentación y seguridad. Muchas feligresas, en su mayoría de la
comunidad de Adulto Mayor habían sufrido feas caídas en el ripio. Llegar a
la secretaría parroquial sorteando las piedras sueltas era una odisea.
También se levanta una pasarela desde la puerta de la contra sacristía en
dirección a la oficina parroquial que brinda más comodidad. Se construye
una vereda pavimentada desde el portón hasta las salas de reuniones. Esto,
gracias a la campaña del sobre. Se concursa a programas participativos de
la municipalidad, y se logra ganar el proyecto que permite dotar de cielo
falso al salón de reuniones, y obtener instrumentos musicales para el coro
Quilapulli. El Padre Juan Braulio lleva a cabo la campaña del banco,
logrando cambiar los antiguos asientos de madera sin respaldo por unos
modernos que se ubican en cada costado del templo. Se organiza y se lleva
a efecto el proyecto Cevas, atendido por los jóvenes. En su período
funcionan los siguientes grupos y movimientos En Area Catequesis;
Catequesis Familiar, Confirmación, Pre Bautismal, Pre Matrimonial,
Catequesis de Adultos, Catequesis de Colegios. Area Niños: Catequesis de
Niños, Scouts, Infancia Misionera, Taller de Guitarra. Area Juvenil.
Confirmación, EJE (Encuentro de Jóvenes en el Espíritu) JDM (Juventud
70
Diocesana Misionera), Scouts, CEVAS. Area Liturgia, Acólitos, Ministros
de Eucaristía, Coros (Oseas, Quilapulli, Panderos del Señor, Boaneger,
Retro, Adonais y Jóvenes de Renovación en el Espíritu Santo. Area Social.
Acción Social grupo “San Alberto Hurtado”, y Comedor de Niños, Misión
Fraterna, constituida por un grupo de jóvenes que en las noches recorren
diversos sectores llevando compañía y café a la gente de calle. Area
Comunidades: Legión de María, Sagrado Corazón de Jesús, Renovación en
el Espíritu Santo, Encuentros Matrimoniales, Cali, Club Adulto Mayor La
Amistad, Papás de Acólitos, Comité de Trabajo Antonio Varas, Grupo
Escaladores de la Fe, grupo Con María en el Corazón de Jesús. También
existe un grupo de batucada que ameniza actividades religiosas y
comunitarias, talleres de teatro, danza y hip hop. Se crea un servicio de
ayuda a la comunidad consistente en atención médica y psicológica, apoyo
pedagógico con clases de reforzamiento de enseñanza media y
universitaria; clases de Inglés, taller de ajedrez para niños y deportes, entre
otros.
Entusiasta y “buena onda”
Cuando se hizo cargo de la parroquia, se desempeñaba como
secretaria Leyla Dib, quien continuó en sus funciones administrativas.
Conoció de cerca su trabajo y lo recuerda como un hombre entusiasta y
“buena onda”, con mucha llegada a los jóvenes por su forma de reaccionar,
lo que a veces descolocaba a los adultos. “Era como yo decía, un niño
hiperactivo, y una de sus frases más clásicas se traducía en “yo lo soñé, lo
siento en mi mente y en mi corazón”. Cuenta que realizó muchas campañas
con la comunidad, como la Misión Parroquial, la bendición de mascotas
para San Francisco, motivó a los jóvenes para llevar a cabo la “Fiesta de la
luz” todos los 31 de octubre. Junto con ellos, repartía dulces a los niños del
sector parroquial. Dentro de su labor pastoral, Leyla menciona las mismas
juveniles una vez al mes, las formaciones para agentes pastorales, las misas
carismáticas parroquiales donde se motivaba la participación de los papás
de Catequesis Familiar. También promovió el servicio gratuito de
profesionales para la gente del sector. “Llegamos a tener un médico, dos
psicólogos, una asistente social y dos profesores que ayudaban a los niños
y jóvenes a nivelar sus materias. Aún continúa uno de ellos brindando sus
servicios”.
Dentro de las campañas que impulsó, Leyla enumera la Campaña del
Sobre, Una Banca para tu parroquia, la del Cemento, la de gravilla para el
patio. Se construyó la vereda desde la entrada hasta la oficina parroquial,
una pasarela para unir la vereda con el velatorio, como ya se mencionara
antes. En lo social, consiguió ayuda para el comedor infantil y para Acción
71
Social en su campaña de Navidad. “Pero lo que más destacaba de él, eran
sus prédicas que lograban remecer a las personas al escucharlas. Hombre
carismático, el motor de su tiempo fue siempre el Espíritu Santo”.
El padre Juan Braulio termina su administración mediante su
renuncia al sacerdocio presentada después de un largo proceso de
meditación, evaluación y discernimiento.
A la espera de un nuevo párroco
( 2011-2012 )
Con la inesperada partida del padre Juan Braulio llega como
administrador reemplazante hasta la nominación oficial del nuevo párroco,
al Padre Eugenio Céspedes Alarcón, párroco de la Parroquia “Nuestra
Señora de Guadalupe” de La Paloma. Se mantuvo al frente de la dirección
de “Cristo Crucificado” hasta el 4 de marzo del 2012. Hubo otros religiosos
que lo secundaron en su labor, como los sacerdotes Dionisio Muñoz, Guido
Márquez y Rigoberto García. El padre Céspedes, además de su parroquia,
tenía a cargo otras comunidades sin poder dedicarle muchos días a nuestro
templo. Sin embargo, en su corto período, se llevan a cabo algunas
iniciativas. Una de ellas es plantear la idea de trabajar con la intención de
construir un nuevo templo y reemplazar el actual que cumplirá cincuenta
años.
Como preparación de los 50 años de fundación de la parroquia, se
organiza a fines del 2011 la semana aniversario, con variadas actividades,
concursos, carros alegóricos, recolección de alimentos, y se lleva a cabo
por segunda vez el Cevas, consiguiendo el apoyo de la Junaeb para la
alimentación de los niños.
Un joven para una parroquia cincuentenaria
(2012- hasta hoy)
El 4 de marzo del 2012 es nombrado Párroco de “Cristo Crucificado”
el padre Ramón Fabián Velásquez Oyarzo, oriundo de Correntoso, siendo
este su primer nombramiento de párroco. Con sus 35 años, es uno de los
más jóvenes sacerdotes de la Diócesis y le ha correspondido por seis años
servir a partir de ahora en esta comunidad cincuentenaria. La Eucaristía en
que toma posesión de la parroquia la preside el Arzobispo Cristian Caro y
concelebran varios sacerdotes y diáconos. El nuevo párroco se dará un año
de plazo para conocer a su comunidad. Mientras tanto prosiguen las
actividades de recolección de fondos para reemplazar el templo, que es la
gran tarea y desafío que viene por delante.
72
En los pocos meses al frente de la comunidad, la feligresía ya lo
siente como su pastor, y lo ha acogido con cariño. Su trato para todos es
por igual En él no hay favoritos. Todos somos sus hijos. Lo dejó muy en
claro desde el principio. Es un hombre sencillo, creativo, de mucha
agudeza y de un corazón noble. Para el tercer aniversario de su Ordenación
Sacerdotal, celebrada en una eucaristía, dijo ya haber recibido su primer
regalo. El haber podido juntar a los miembros de los cuatro coros de la
parroquia que ese día terminaron sus cánticos con el Cumpleaños Feliz. El
ya asumió que es el padre de nuestra comunidad y que tiene la gran tarea de
conducir por buen camino a su rebaño, y de lograr una meta: la necesaria
construcción de un nuevo templo para enfrentar los próximos cincuenta
años. Diseñar, implementar y desarrollar un plan pastoral acorde a los
tiempos y realidad del sector parroquial, para encarnar el proyecto de Jesús,
con las virtudes heroicas de amor –y sobre todo – perdonar.
73
Capítulo 6
Trabajo diaconal
En la historia de nuestra parroquia, los diáconos han tenido una
presencia preponderante en su trabajo en las décadas transcurridas. Es así
como en los años sesenta se destaca el trabajo de Miguel Ramírez Gatica,
uno de los primeros diáconos de Chile y que sirvió en nuestra jurisdicción
por 27 años. Era el esposo de nuestra hermana Norita, y su labor fue
fecunda y reconocida por los sacerdotes de esa época. Años más tarde y
luego de participar en los Cursillos de Cristiandad se ordenan diáconos
Ananías Uribe, Guillermo López y Washington Chávez, este último
destinado a la parroquia de Fátima en población Libertad. Ellos cumplieron
en ese entonces, una labor destacada porque se vivía otro tiempo, las
dificultades eran inmensas, grandes eran las distancias, había mucho por
hacer.
Otros dos diáconos
Como se consignaba, el 21 de abril
del 2007, fueron ordenados dos
nuevos diáconos para
nuestra
jurisdicción. Ellos son Antonio
Alcázar Soto y Jorge Barría Elgueta.
Ambos se integraron de lleno a la
atención de los feligreses y del
servicio en el templo, con liturgias y
sacramentos. Ahora son servidores
de la caridad porque han de ser
caritativos, servir al trabajo de
todos, celebrar la liturgia, proclamar
la palabra, ser misioneros y
catequizar sin descanso. Han
recibido del obispo por imposición
de las manos el sacramento del
Diaconado,
así
como
antes
recibieron el Sacramento del
Matrimonio concedido por la En abril del 2007 la Arquidiócesis
celebró la incorporación a la Iglesia
Iglesia.
de 12 nuevos Diáconos.
74
Ahora por vocación, han sido llamados por Dios a ser discípulos y
misioneros de Cristo.
Los dos ya no están en nuestra parroquia. Jorge Barría se trasladó
junto a su familia a Santiago, y Antonio Alcázar presta servicios en otra
parroquia de nuestra ciudad. Ambos pertenecían a la comunidad de
Encuentro Matrimonial de “Cristo Crucificado” junto a sus esposas,
Elízabeth y Betty. Ellas siempre los han acompañado en su trabajo pastoral,
y hoy lo continúan haciendo en distintos lugares.
Vivencias hermosas
El diácono Jorge Barría
Elgueta
–
actualmente
radicado en Santiago junto a
su familia – nos entrega su
testimonio con alegría y
satisfacción, porque con ello
siente que nuestra comunidad
– a la que sirvió por algunos
años y de la que guarda gratos
recuerdos – no lo ha olvidado.
“Llegamos como familia a las
celebraciones dominicales el
año 1996 y comenzamos a
asistir al Curso de Laicos que
sólo pudo continuar mi
esposa Ely, ya que por mi
trabajo no pude seguir.
En forma paralela, con el padre Clementino iniciamos un curso
bíblico con una concurrencia de diez personas, Luego, en octubre del
mismo año, fuimos invitados a vivir en Encuentro Matrimonial, movimiento
que integramos a la fecha. Al año siguiente (1997) vivimos Cursillo (de
colores) y como anécdota, fuimos Willy Becerra y yo como canje por dos
matrimonios que no fueron a Encuentro Matrimonial”. Prosigue su relato
declarando que con estas vivencias hermosas, la comunidad, junto al
párroco de ese entonces, padre Guillermo López, comienzan a dirigir su
mirada hacia ellos. Algo que lo marcó para siempre y que hoy recuerda con
emoción. “Aquí va mi primera sorpresa que me estremece totalmente. Pues
un domingo equis del mismo año, el sacerdote se halla sin ministro para la
comunión, y como no me ubicaba por mi nombre, comenzó a llamarme por
el que se le ocurriera, dirigiendo su mirada hacia donde estábamos, hasta
que dice: el esposo de Elízabeth, pase adelante. Yo intuía para qué era, y a
75
la vez me decía, no puede ser. Mis piernas me temblaban mientras me
dirigía hacia adelante. Apenas subí a ese inalcanzable altar, el padre dice,
tranquilo Jorge, yo te daré la bendición. Y lo hace sobre mis impuras
manos, y posterior instrucción sobre cómo portarla, y es así como
posteriormente fui propuesto como Ministro de la Comunión. Mientras
tanto, por invitación de Willy Becerra junto a Gina, y preparados por ellos,
nos comprometimos a la catequesis pre bautismal, lo que hicimos por
espacio de unos catorce años”.
Cuenta más adelante que desde el año 1997 al 2011 junto y por obra
de Cristo logran llevar dieciocho matrimonios a Encuentro Matrimonial, “y
muchos dieron frutos, como por ejemplo por nombrar a uno y que fueron
los primeros, me refiero a Carlos González y Carmen Gloria”. Recuerda
que en esos mismos años su esposa es invitada a realizar el curso de
catequista universitaria, reconociéndole el año y medio del curso de laico
que aprobó con éxito, por lo cual fue invitada a continuar sus estudios para
recibirse de profesora básica con mención en Religión. Se recibió en
diciembre del 2001.
Luego prosigue: “parecía que ya nos mantendríamos en casa, que
con lo experimentado y crecido podríamos con la ayuda de Dios ser
buenos catequistas y mejor aún buenos cristianos. Pero había algo más. En
el periodo y recién llegado el padre Mauricio González, soy propuesto
como candidato a la Escuela del Diaconado (2002-2006), cinco años con
diferentes matices de bendiciones y grandes pruebas, en especial nuestro
último retiro. Solos, sin esposas, donde decidíamos el Sí definitivo a Dios,
a ser servidores para nuestros hermanos y a recibir nuestro séptimo
sacramento “el Orden Sagrado”. Cuando Monseñor Cristian Caro me
ordena junto a mis once hermanos, nuestra parroquia estaba encabezada
por el Padre José Cornejo, y un tiempo después recibimos al carismático
padre Juan Braulio, con el cual se me abre un mundo lleno de Gracia,
pues me hace ver cómo podemos dejarnos utilizar por El Señor, y El hará
maravillas con cada uno de nosotros”.
Confirmado por Monseñor Rencoret
Por muchos años su vida ha estado dedicada al trabajo pastoral. Por
un tiempo prolongado lo hizo en nuestra parroquia. El es el diácono
Antonio Alcázar Soto, quien se bautizó en 1957 y ese mismo año hizo su
primera comunión en la parroquia de Angelmó. Sin embargo, el
sacramento de la Confirmación, lo recibió de manos de Monseñor Alberto
Rencoret Donoso en nuestra parroquia en 1968. Cuenta que en 1980 recibió
el sacramento del matrimonio junto a su esposa Betty Meza, de la cual
76
nacieron sus tres hijos, Luis, Daniel y Francisco. Con mucho orgullo
nombra a sus cuatro nietos que son la alegría de su vida.
La imagen es del
Congreso Eucarístico
del 8 de Diciembre del
2000. Representó a
nuestra parroquia en
el ofertorio la familia
Alcázar-Meza.
Se
observa
al
padre
Eugenio Céspedes y al
seminarista en aquel
entonces,
Ramón
Alvarez.
Para el diácono Alcázar, el llamado de servicio al hermano y de
seguir a Cristo comenzó con el trabajo en la Pastoral del Colegio Arriarán
Barros junto a las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús.
“Ahí comencé a conocer y a seguir el camino del Señor. Además como
ministro fui elegido para realizar el sacramento en bautizos, exequias,
matrimonios, liturgias. Y también por falta de sacerdotes, en algunas
comunidades y en los campos”.
Fue precisamente en sus años de ministro de comunión cuando le
tocó conocer de cerca a un matrimonio cuyo testimonio de vida lo impactó.
Ello, por la fidelidad a toda prueba y en toda circunstancia que ambos se
profesaban, aún cargando una pesada cruz. “Llevaban sesenta años de
casados, y él se hallaba postrado por quince años. La relación era de un
amor incondicional entre ellos, y el amor que le profesaban a Cristo
Sacramentado era muy grande. A pesar de la enfermedad y la
discapacidad del marido, jamás renegaron contra Dios”.
Revela de igual forma que el deseo de ser diácono surgió cuando era
coordinador de la Pastoral de Padres y Apoderados del Colegio Arriarán
Barros con las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús. “Fue en el año
1977 que llegué a la parroquia “Cristo Crucificado” estando la
conducción a cargo del padre Guillermo López González. Desempeñé
diversos cargos, presidente del Consejo Parroquial, Ministro
Extraordinario de Comunión, etc. A la vez laboré en la coordinación de la
Pastoral Familiar Arquidiocesana. Junto con mi esposa Betty hemos
77
trabajado en cada desafío que Dios nos ha puesto por delante, como
también en las obras pontificias y en los movimientos pastorales”.
Animado por el Espíritu, en 1999 entró a estudiar al Hogar
Catequístico Universitario. Pero la llamada correcta sería un año más tarde
para la Primera Escuela de Diaconado Permanente. Tras su coordinación y
estructuración en el mundo eclesial, estuvo cinco años preparándose para el
Ministerio Diaconal. Llegó a su cúlmine el 21 de abril del 2007, cuando
recibió el Diaconado una mañana en la Capilla del Colegio Inmaculada
Concepción. “Si bien inicié mi ministerio en la parroquia “Cristo
Crucificado”, la desarrollé de manera íntegra en la parroquia “San
Pedro” de Los Muermos. Estuve laborando en cada una de las hermosas
capillas separadas por kilómetros de campo. Luego fui destinado a la
parroquia “Madre del Pueblo de Dios” donde trabajé primero con el
padre Daniel Acuña y el Padre Tránsito. Hoy continúo con el padre Héctor
Añiñir y con el Diácono Cristian”.
Querido por todos
Ya bordea los 80 años nuestro querido diácono, Ananías Uribe,
esposo de la señora Rosa Triviño y padre de tres hijos. En diciembre del
2009 nuestro apreciado don Nano fue festejado en grande por la comunidad
al cumplir 30 años de diaconado. Querido y admirado por todos, ha sido un
pilar en la parroquia, y ha visto pasar uno tras uno a los sacerdotes con sus
distintas miradas y formas de llevar su ministerio, pero jamás de su boca ha
salido una queja. Conocido por todos, ha casado, bautizado y catequizado y
asistido espiritualmente a muchos pobladores del sector, los que pueden dar
fe de sus cualidades. Se le describe como reservado, prudente, amable, de
buen genio, paciente, humilde, servicial, siempre atento a correr a la
parroquia en cualquier circunstancia e imprevisto en que el sacerdote no
alcanzó a llegar. Frente a esto, la solución es la llamada a don Nano para
seguir adelante con el servicio. Su esposa y sus hijos han sabido compartir
al jefe de hogar con el gran hogar que es la Iglesia. Ellos saben que el
servicio a Dios a veces es exigente y está primero. Lo comprenden y
apoyan en todo momento.
Don Nano entró a la Iglesia a través de un Cursillo de Cristiandad,
movimiento de Iglesia que ha sido clave en la vida de muchas personas que
deben su conversión a los tres días que dura el curso. A su término, él no
pudo sustraerse al llamado al Curso Diaconal convocado por Monseñor
Eladio Vicuña. Es así como el 29 de diciembre de 1979 es ordenado
78
diácono permanente y asignado a la parroquia Cristo Crucificado donde ha
estado desde entonces junto a tantos párrocos.
El 29 de diciembre de 1979 es ordenado diácono don Ananías Uribe. Aquí lo
vemos entrando al templo junto a su esposa Rosa Triviño, el día en que
cumplió sus Bodas de Oro, el 27 de enero de 2012, rodeado del cariño de sus
hijos, familiares y miembros de la Iglesia.
De terrenos eriazos a una comunidad
Conversar con él es como hacerlo
como un hombre santo. Retrocede a
través de los años y escudriña el
pasado. Recuerda que los terrenos
donde hoy se emplaza la parroquia
no eran más que un sitio baldío y
donde algunos se arrogaban ser sus
dueños. “Lo que recuerdo es que en
estos terrenos los militares del
regimiento Sangra hacían sus
ejercicios de guerra. También se
utilizaba para talaje de los animales
vacunos que traían desde Aysén.
En 1960 nos azotó el terremoto que
destruyó gran parte de la ciudad. El
Serviu se encargó de tomar
Nuestro querido don Nano durante
posesión de este retazo y comenzó a la Primera Comunión de una
poblar algunos lugares. Es en esos pequeña.
79
momentos en que la comunidad católica comienza a pedir un lugar para
construir el templo, con el visto bueno del obispo de entonces”. Don Nano
continúa relatando que esos fueron los inicios de “Cristo Crucificado”.
“Algunos hombres y mujeres de buena voluntad comienzan a trabajar para
levantar el templo que partió con una caseta para que el cura llegara a
servir en esta comunidad”.
Don Nano retrocede en el tiempo y nos cuenta luego que él residía en
población Modelo, y fue allí donde lo sorprendió el terremoto. En Modelo
se le cayó su casa, “Yo me quedé a cargo de mi madre y la acompañé en
todo. Nuestras primeras habitaciones fueron los barracones y ahí viví por
un tiempo. Estaban estos barracones en lo que ahora es la población Anef.
Recuerdo que en esos tiempos llegó el padre Valerio el que comenzó de
buena fe a construir esta parroquia. Llegaba mucha mercadería de ayuda,
y el padre Valerio pagaba a los obreros con mercadería. La madera era
donada por algunos campesinos. Después, este padre enfermó y se fue a
su país, quedó el templo techado y tinglado. Más tarde fue declarada
parroquia Cristo Crucificado, y esos terrenos abiertos y baldíos son hoy
nuestra comunidad”.
¿Qué motivó a don Ananías a ser diácono? Es la pregunta que le
formulamos. Y nos responde con la sencillez y humildad que lo
caracterizan. “Tengo que recordar mi niñez. Viví en el mundo de la pobreza
y siempre quise ser más. Tenía muy buena cabeza para estudiar, pero por
falta de dinero no pude hacerlo. Aprendí a leer y a escribir en una escuela
de campo. Me gustaba mucho la música. Quedé huérfano de padre a los 12
años. A esa edad llegó a mis manos la Historia Sagrada. Me gustó leer los
episodios del Antiguo Testamento. ¡Cómo me hubiese gustado estudiar
para sacerdote¡ ”. Más adelante nos narra otros pasajes de su vida. “A los
33 años me casé, y le doy gracias al Señor por haber conocido a Rosa, mi
mujer, una buena mujer, buena madre para sus hijos. Con el tiempo
comprendí que el Señor me amó desde pequeño. Siempre me cuidó y
protegió de todo mal; me libró de tantos peligros en mi vida. Conocí al
Señor en un Retiro Espiritual en los días de Semana Santa. Fueron
inolvidables, y luego el llamado a estudiar en la Escuela de Diáconos. Allí
le dije, Sí a mi Señor. El me llamó y me consagró diácono permanente. Soy
un agradecido de mi Señor y me he comprometido a servir en mi
comunidad hasta los últimos días de mi vida.”. Termina *cerrando esta
nota con estas palabras: “Hermanos, los amo mucho”.
80
Segunda Parte
Renovación Eclesial
La renovación parroquial a la luz de Aparecida
(Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del
Caribe, inaugurada por el Papa Benedicto XVI el 13 de mayo de 2007 en el
santuario de Aparecida, Brasil).
La Conferencia del Episcopado Latinoamericano supuso una amplia
consulta a las comunidades eclesiales de nuestro continente. El documento
preparatoria a esta, como nunca, recogió las inquietudes y anhelos de los
fieles cristianos del continente.
La invitación más imperiosa que surge desde Aparecida la
encontramos en el número 11: “La Iglesia está llamada a repensar
profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las
nuevas circunstancias. No puede replegarse frente a quienes sólo ven
confusión, peligros y amenazas. Se trata de renovar la novedad del
Evangelio arraigada a nuestra historia, desde un encuentro personal y
comunitario. Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras,
sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y
novedad”.
La mayor amenaza de la Iglesia es “una fe católica reducida a
bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de
devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las
verdades de la fe, a una participación ocasional de algunos sacramentos,
a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o
crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor
amenaza es el gris pragmático de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual
aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va
desgastando y degenerando en mezquindad.
A todos nos toca
recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se puede ser cristiano por
una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona que da un horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva”. (DA.12)
81
ASUMIR la tarea de abandonar las estructuras caducas que no favorecen la
transmisión de la fe es uno de los PROPOSITOS.
LA RENOVACION de la Parroquia no consiste solamente en cambiar una
estructura sino que en una renovación del corazón o más bien de una
conversión de este. Es necesario seguir un itinerario pastoral marcado por
la búsqueda de la conversión personal y comunitaria en lo que son las
cuatro dimensiones permanentes de la pastoral.
1.- Es el KERIGMA, ello implica todo lo que hacemos para anunciar al
Señor y así puede ser conocido y asumido como camino, verdad y vida.
Nos referimos al primer anuncio. A las diferentes tareas de evangelización:
la catequesis, la predicación, la práctica de la lectura orante, los retiros.
2.- La LITURGIA, en especial en la Eucaristía, pero a la vez en las
diversas celebraciones, a las fiestas, a los encuentros de oración, a las
múltiples formas de piedad popular, en tanto todas ellas favorezcan al
encuentro personal y comunitario con Jesús y su Evangelio.
3.- La KOINONIA, la necesidad de profundizar en la espiritualidad de la
comunión y en la praxis comunitaria. La vida comunitaria está llamada a
ser una manifestación distintiva de los discípulos de Jesús, ya sea al
interior de las propias comunidades, ya sea como realidad buscada y
promovida en el conjunto de la sociedad.
4.- La DIACONIA, mantener actitudes permanentes de servicio. Todo lo
que hacemos y promovemos en servicio del ser humano, en especial de los
sufrientes, postergados o excluidos.
Estas cuatro dimensiones que estructuran nuestra acción pastoral
nacen de Jesucristo, de su vida y de su misión. Es sobre todo el Buen
Samaritano que no deja tendido a nadie en la orilla del camino. Asumir
estas dimensiones ayuda a que en nuestras vidas y en la acción pastoral ser
vaya impregnando la vida nueva de Jesús. Para hablar de renovación
pastoral es necesario comenzar por abrazar la vida nueva que nos viene de
Jesucristo, en otras palabras, iniciar la propia conversión personal.
82
LA RENOVACION
La renovación en la Iglesia es parte de su ser. De alguna u otra
manera está inscrita en su ADN y ¡cómo no¡ si fue el señor Jesucristo quien
hizo nueva todas las cosas. Hablar de renovación en la Iglesia es actitud de
fidelidad al Señor de la historia, ese Señor que asume nuestra condición y
que entra en nuestra historia para hacerse historia y rescatarnos.
La renovación es una firme decisión misionera y responde a la
vocación de fidelidad a Dios. “Esta firme decisión misionera debe
impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de
parroquias y movimientos” (DA.365
LOS CRITERIOS DE LA RENOVACION
La conversión personal: que nace del encuentro con Jesucristo. Esta
actitud nos lleva a poner todas nuestras vidas al servicio del Reino.
Estamos llamados a asumir una actitud de permanente conversión pastoral,
que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está
diciendo a la Iglesia” (Ap 2,29) a través de los “signos de los tiempos en
los que Dios se manifiesta” (DA.366)
El contexto histórico: toda acción pastoral debe tener en cuenta el
lugar, la naturaleza y las circunstancias que nos toca vivir y experimentar.
Por eso debe integrarlas también nuestra planificación que es la que
permite aprender de los logros y de las dificultades que se encuentran en
los procesos pastorales. Tenerlos en cuenta y reconocerlos, no solamente
nos hace adecuados en la acción pastoral sino que también son una actitud
de fidelidad a Dios en cuanto saber reconocer los signos de los tiempos.
“La pastoral de la Iglesia no puede prescindir del contexto
histórico donde viven sus miembros. De allí nace la necesidad de una
renovación eclesial, que implica reformas espirituales, pastorales y
también institucionales”. (DA.367).
El modelo de la renovación: lo haremos al estilo de la primera
comunidad cristiana (Hch 2,46-47) DA 175. La Renovación de las distintas
estructuras pastorales y eclesiales pasa por la palabra y la eucaristía, la vida
comunitaria y la práctica de la caridad.
83
La conversión Pastoral: tiene un solo objetivo “revitalizar nuestro
modo de ser católico y nuestras opciones personales por el Señor para
que la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las
personas”. (DA 13).
Un paso necesario para la conversión pastoral es vivir la
espiritualidad de la comunión, que es el alma de nuestra querida Iglesia,
porque es a través de ella que el espíritu de Dios hace su obra. La
espiritualidad de la comunión es paso necesario para la conversión
pastoral, es comunión con el Señor y entre nosotros, y nos fortalece para
salir al encuentro de nuestros hermanos que se encuentran lejos (DA 368).
La conversión pastoral es una actitud que surge del corazón de quien
está enamorado de Cristo y se urge para anunciar a este Señor que nos ha
redimido. Este amor nos urge, nos guía y conduce para “que se pase de
una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente
misionera. Así será posible que el único programa del Evangelio siga
introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial” (DA 370).
El proyecto pastoral de una Parroquia camino de pastoral orgánica –
proyectos que hacen presente de manera pedagógica la voluntad solidaria
de Jesucristo – debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las
exigencias del mundo de hoy, con indicaciones programáticas concretas,
objetivos y métodos de trabajo, de formación y valoración de los agentes y
la búsqueda de los medios necesarios, que permitan que el anuncio de
Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida
profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la
sociedad y en la cultura.
Los laicos deben participar del discernimiento, la toma de decisiones,
la planificación y la ejecución. Este proyecto exige un seguimiento
constante por parte del sacerdote y los agentes pastorales, con una actitud
flexible que les permita mantenerse atentos a los reclamos de la realidad
siempre cambiante (DA 371).
LA RENOVACION DE LA PARROQUIA
Es un anhelo muy sentido en la Iglesia desde ya hace algún tiempo y
de no pocos sectores (DA. 172). La renovación de las Parroquias pasa por
abandonar una pastoral de mantenimiento y asumir una pastoral que sale al
encuentro de las necesidades de las personas. Una pastoral que no supone
la fe sino que tiene como punto de partida el anuncio de Jesucristo como
Señor y salvador. Las parroquias tienen que ser espacios de la iniciación
84
cristiana, de la educación y la celebración de la fe, abiertas a la diversidad
de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y
responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes,
atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos
pastorales y a las realidades circundantes (DA. 170).
La renovación de las parroquias, al inicio del tercer milenio, exige
reformular sus estructuras, para que sea una red de comunidades y
grupos, capaces de articularse logrando que sus miembros se sientan y
sean realmente discípulos y misioneros de Jesucristo en comunión. Desde
las parroquias, hay que anunciar lo que Jesucristo hizo y enseñó (Hch
1,1). Su propia renovación exige que se deje iluminar siempre de nuevo
por la palabra viva y eficaz” (DA. 172).
La Renovación de la Parroquia necesita de “Presbíteros Discípulos
con una profunda experiencia de Dios” (cf DA.199).
“La Renovación de la parroquia exige actitudes nuevas en los
párrocos y en los sacerdotes que están al servicio de ella. La primera
exigencia es que el párroco sea un auténtico discípulo de Jesucristo,
porque sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una
parroquia. Debe ser un ardoroso misionero que vive el constante anhelo
de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración”
(DA 201).
La parroquia renovada es ante todo, una comunidad de comunidades
que son corresponsables de la vida comunitaria, la formación y la Misión.
“No basta la entrega generosa del sacerdote. Se requiere que todos los
laicos se sientan corresponsables en la formación de los discípulos y en la
misión. Esto supone que los párrocos sean promotores y animadores de
la diversidad misionera y que dediquen tiempo generosamente al
sacramento de la reconciliación. Una parroquia renovada multiplica las
personas que prestan servicios y acrecientan los ministerios. Igualmente,
en este campo se requiere imaginación para encontrar respuesta a los
muchos y siempre cambiantes desafíos que plantea la realidad, exigiendo
nuevos servicios y ministerios. La integración de todos ellos en la unidad
de un único proyecto evangelizador es esencial para asegurar una
comunión misionera” (DA. 202)
Asumir Aparecida y sus desafíos de profunda conversión misionera
debe ser el espíritu que anime las Líneas Pastorales de la Iglesia y de
nuestra comunidad. Es una responsabilidad y un trabajo constante para que
esto sea realidad.
85
COMUNIDAD VIVA
A continuación se entrega una breve reseña con un archivo fotográfico de
las numerosas comunidades que integran la Parroquia “Cristo Crucificado”
año 2012. Será un registro de este cincuentenario que permanecerá vivo en
la memoria de las nuevas generaciones que vendrán y ocuparán un nuevo
templo que reemplazará el actual. Porque es el gran desafío hoy día.
Comunidades de la Parroquia “Cristo Crucificado” año 2012
Club de Adulto Mayor La Amistad: lleva treinta y cinco años de vida sin
interrupción al servicio de los adultos mayores de la comunidad. Se fundó
en 1977, siendo párroco el Padre Nelson Aguilar. Sus actividades incluyen
actos de devoción, como el rezo del Santo Rosario, lecturas bíblicas, mucha
oración y actividades recreativas. La directiva la conforman: Julia Urra
(presidenta); Adela Bustos (secretaria) y Oritia Vera (tesorera). Participan
como organización en el Departamento Diocesano del Adulto Mayor. En la
foto, parte del numeroso grupo junto al párroco Fabián Velásquez.
86
Legión de María: fue fundada el 30 de agosto de 1962 por el padre
Valerio de Zutter, ayudado por sor Estanislá Candia, con el nombre de
“Nuestra señora de los Dolores” . Su lema es “A Jesús por María”. Su
apostolado, aparte de reuniones y trabajo semanal, es visitar la cárcel,
hospital, asilos de ancianos, dando énfasis a la visita a hogares de enfermos
para prepararlos para los sacramentos. Las legionarias han estado presentes
en todas las actividades parroquiales prestando una valiosa y efectiva
ayuda, atendiendo con espíritu cristiano a quien necesite ayuda y consuelo,
sobre todo en momentos de enfermedad y de la partida a la Casa del Padre.
Una vez al año, el 25 de marzo, se reúnen en una ceremonia llamada
ACIES donde renuevan su promesa de servir a Dios y a la Iglesia por
medio de la Virgen María.
De izquierda a derecha aparecen Ana Corina Oyarzún, Ariela Gutiérrez,
Irene Vargas, Luzmila Avila, Padre Fabián Velásquez, Irma Robarte, Marta
Vilches, Marianela Haro, Celia Santana, Elena Ainol y Carmen Almonacid.
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Sagrado Corazón de Jesús: se formó en 1982 por un grupo de madres que
terminaban la preparación de sus hijos de Primera Comunión y que
anhelaban seguir formando parte activa de la comunidad parroquial.
Párroco en ese entonces era el padre Juan Espinoza, quien las motivó a
buscar apoyo en la hermana Emelina Toledo que por 27 años ha sido
asesora del grupo, y a pesar de hallarse hoy delicada de salud, las sigue
respaldando para sacar adelante el trabajo de este grupo apostólico.
Integran esta comunidad, Adriana Mansilla, Julia García, Leda Oyarzún,
Leticia Aguila, Marta Hernández, Nora Vargas, Blanca Cerpa, Emelina
Alvarez, Hilda Gutiérrez, Ariela Gutiérrez, María Inés Fuentes, Alicia
Torres, María Angélica Maldonado, Marlene Tello, María Zaida Mansilla,
Edith Díaz.
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Ministros de Comunión: la Comunidad de Ministros Extraordinarios de
Comunión se inició con el padre Guillermo López. Fue él quien abrió el
camino para realizar el servicio de compañía y atención a los enfermos,
llevando a Jesús Sacramentado hasta los hogares de los feligreses que, por
razones de salud, no pueden participar en la misa. Los ministros son
nombrados por el Arzobispo por un periodo de dos años, pudiendo
extender su servicio hasta por tres períodos. Actualmente son ocho los
ministros extraordinarios en nuestra comunidad.
De izquierda a derecha, primera fila, María de Jesús Faúndez, Yolanda
Hernández, Marianela Haro, Andrea Cárdenas. Segunda fila, Víctor
Manuel Andrade, Luis Garrido, Patricia Vega y Luis Maturana.
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Coro Quilapulli: este coro nació el 4 de septiembre del 2002 cuando un
grupo de catequistas de niños (ACN) se reunió para aprender a tocar
guitarra y a cantar, motivados por la necesidad de contar con un coro que
anime y acompañe algunas de las celebraciones litúrgicas parroquiales.
Cuenta con catorce integrantes. El objetivo general es servir al Señor a
través de la música. En sus inicios sde lññamaba “Coro de las 10”. El guía
espiritual y profesor fue el padre Mauricio González, quien con gran
paciencia y carño les enseñó a tocar guitarra, y a tomar conciencia a que el
canto debe ayudar a la alabanza y oración de los fuieles, y la elección de
los mismos debe realizarse a la luz de los textos bíblicos y tiempo litúrgico
correspondiente.
En la foto aparecen sus integrantes, siendo presidenta y representante legal,
Marlene Garrido Castro, y directora, Andrea Cárdenas Huentelicán.
Además Carmen Vera Rogel, Liz Jessica Triviño Garrido, Claudia Garrido
Poblete, Luis Garrido Castro, Marcelo Ojeda Soto, Consuelo Mansilla
Barrientos, Martina Garrido Aguila, Natacha Garrido Aguila, Rodrigo
Moreno Escalona, Gabriela Jiménez Meza, Javier Navarro Gómez, Marcelo
González y Manuel Pérez.
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CALI, Contribución a la Iglesia: es mandamiento de la Iglesia que pide a
los fieles contribuir con el 1% de sus ingresos para financiar los gastos de
la Iglesia, tanto consumos básicos, agua, luz, teléfono, manutención del
sacerdote, formación de seminaristas, obras de apostolado, ayuda a los
necesitados, y otros. Se encuentra en la parroquia desde su fundación. Sus
integrantes se reúnen en forma mensual para entregar lo recaudado y
mantener estrecho contacto con el sacerdote. Son la voz y corazón de la
Iglesia que acude a los hogares recaudando el 1%, a la vez que actúan
como misioneros y son presencia viva de la comunidad en la Iglesia.
La coordinadora parroquial es Mercedes Sánchez, acompañada por Blanca
Bahamonde, Adriana Mansilla, Orfelia Mansilla, Ema Valerio, Luisa Raín,
Eugenia Vargas, Gladys Loncomilla y Manuel Arancibia.
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Catequesis Primer y Segundo Año: estos grupos lo conforman jóvenes
comprometidos con la parroquia que dedican gran parte de su tiempo a
preparar a los niños para sus sacramentos. Los catequistas de primer año
son Gabriel González, Manuel Andrade y Fernando Marín; y de segundo
año, María José Pincheira y Loreto Cárdenas.
92
Confirmación: los catequistas que preparan a jóvenes para recibir el
Sagrado Sacramento de la Confirmación son Patricio González y Richard
Paredes. Los integrantes de este año 2012 que reciben su preparación son
Yovany Almonacid, Brenda Villarroel, Fabián Navarro, Fernando Leyton,
Yovana Almonacid.
93
Papás de Catequesis de Primer Año: junto a su catequista Nolvia Alvarez
aparecen los papás de Catequesis.
Papás de Catequesis Segundo Año: el otro grupo de padres de Catequesis
junto a las catequistas Patricia Vega y Rosa Santana.
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Catequistas de Adultos: Los catequistas Eliana Oyarzún y Jorge Ramírez
preparan a quienes recibirán el Sagrado Sacramento de la Confirmación.
Ellos son: Rosa González, Freddy Vera, Vanessa Saldivia, Cynthia Dersis,
Paola Langenbach.
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Acción Social “San Alberto Hurtado”: nació el 2001. Su objetivo es
apoyar con alimentos, ropa y sustento espiritual a las familias más
necesitadas del sector. También agasajan a los niños para Navidad, y a los
adultos con canastas navideñas. En forma anual se realiza la Cena de Cristo
Pobre. Toda la ayuda lograda es gracias a la generosidad de la comunidad
parroquial. Otra actividad importante es el rezo del Santo Rosario los
miércoles, pidiendo por la salud de los enfermos.
Integran el grupo: Irenia Ortega, Mirta Legue, Marcia Mombert, Juana
Fuentes, Marta Pinto, Marcia Davis, Olivia Hernández, Eliana Oyarzún,
Nolvia Alvarado, Yolanda Hernández, Lily Muñoz, Betty Rivera,
Mercedes Sánchez, Uberlinda Soto, Norma Pérez, Jessica Bahamonde,
Maribel Rubio, Ema Vera, Ilse Fernandoy.
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Renovación Carismática: comenzó a funcionar en 1985 cuando era
párroco el padre Clementino Ruiz. Esta comunidad nace por la necesidad
de participar en grupos de oración de aquellas personas que se identifican
con esta corriente de gracia, siendo un don gratuito del Espíritu Santo
derramado sobre la Humanidad como en Pentecostés. Hoy son 19
integrantes, donde se refleja el amor, la unión y la solidaridad.
Integran el grupo: Marlys Gebahuer, Celeste Arratia, Carlos Barría, María
Castro, Ruth Oelckers, Rodrigo Moreno, Judith Uribe, Lauro Melián,
Marta Monje, María de Jesús Faúndez, Juan Uribe, Traudy Leiva, Gabriela
Jiménez, Luzmira Araneda, Nancy Ochoa, Irene Alvarado, Héctor Díaz,
Elsa Uribe, Ana María Bahamonde.
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Coro Boanerges: nació junto a la capilla San Juan Diego de América, de la
cuarta terraza. Tiene más de siete años de servicios y su misión es hacer de
las misas una celebración de alegría. Se ha incorporado instrumentos
adicionales a las guitarras, como batería, quena, bongó, panderos, etc. Sus
integrantes han trabajado con esmero para generar recursos y lograr nuevos
elementos para mejorar la técnica y el desarrollo musical. Participan en las
misas de la capilla San Juan Diego de América, parroquia “Nuestra Señora
de Guadalupe” y parroquia “Cristo Crucificado”. Se denominan
“Boanerges”, Hijos del Trueno, así como Jesús nombró a Santiago y Juan,
por su ímpetu y carácter.
Los integrantes son, en el orden desde el ángulo superior izquierdo en
sentido de las manijas del reloj: Romina Brito, Loreto Cárdenas, Jorge
Barrientos, Arturo Brito, Natalie y Marcos, Boris Fuentes, Camila García,
Constanza Leyton, Olivia y Carlos, Luis Brito.
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Coro SOS: es otro de los coros con que cuenta nuestra parroquia. Fueron
captados en el mes de septiembre en una “Misa a la Chilena”. Sus
integrantes son Karina Soto (directora); Felipe Pineda, Rodrigo Arancibia,
Juan Valderas, Andrea Mansilla, Avian Valderas, Angela Valderas,
Gonzalo Guerrero, Camila Galindo, Luis Eduardo Chaura.
99
Comedor Infantil: por décadas atiende en nuestra parroquia el Comedor
Infantil, siempre dirigido por Emelina Alvarez. Los fines de semana acuden
niños de familias muy modestas del sector a almorzar. Emelina tiene como
voluntarios a María Teresa Chávez, Angel Fernando Cancino, Guillermo
Chávez, Francisco González, Boris Gallardo, Marcelo Marin, Irene
Bahamondez. En la foto aparece Emelina con dos de sus ayudantes en
plena preparación del almuerzo.
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Cristóvenes: jóvenes de la parroquia integran esta comunidad. De
izquierda a derecha se observa a María Belén Uribe, Hugo Barría, Carola
Mañao, Daniela Uribe, Esteban Uribe, Gabriel González (detrás de
Esteban); Héctor Mardones, Víctor Andrade, María Teresa Chávez, Jovita
Uribe, Elsa Torres y Franco Leal.
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Coro Oseas: en espíritu y Alabanzas nació el 9 de enero del 2009. Ya el
año pasado lanzaron su primer CD que lleva por nombre “Necesito de ti” y
están próximos a lanzar otro, con la ayuda del Señor. Cantan con gran
entusiasmo alabando a Dios.
Integrantes: Claudia Fernandoi, Gabriela Hernández, Beatriz Subiabre,
Lesly Ferrada, Olaya Molina, Freddy Mayorga, Víctor Arriagada, Andrés
Mansilla, Albino Arriagada y Francisco Alcázar.
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Acólitos: una hermosa misión cumplen los acólitos. Están siempre
dispuestos a ayudar a los sacerdotes en las misas y en las actividades
religiosas. Algunos de ellos se observa en la fotografía. De izquierda a
derecha Héctor Mardones, Zulema Pincheira, Daniel Pérez y Sebastián
Sepúlveda, Faltan Roberto y Benjamín Pincheira.
}
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Encuentro Matrimonial: es una comunidad muy activa y trabajadora,
siempre dispuesta a servir a la parroquia. Desde hace años constituyen uno
de los grupos más numerosas. Se trata de matrimonios que en forma
periódica se reúnen.
En la imagen ser observa a parte de sus integrantes, entre ellos a Enrique
Gómez, Carmen Gloria Bolbarán, Carlos González, Gina Ruiz, Willy
Becerra, Beatriz Subiabre y Albino Arriagada.
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Bodas de Oro: El 12 de abril del 2008 fue un día especial, sobre todo para
cuatro hermanos de nuestra parroquia. Se trata de los matrimonios
conformados por Alvaro Villegas y Adriana Mancilla, y Manuel Arancibia
y Luzmira Avila. Ese día y a la misma hora ambas parejas cumplieron sus
Bodas de Oro, renovando su compromiso ante el altar en una Eucaristía
presidida por el administrador parroquial de ese entonces, José Cornejo.
Hay que indicar que Manuel Arancibia es presidente del comité de trabajo
y además encargado de Comunicaciones de nuestra parroquia.
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Agradecimientos:
A la Ilustre Municipalidad de Puerto Montt.
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