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 ECLESIOLOGÍA DEL CARISMA PAULINO Hemos oído hablar de “Iglesia y comunicación” que se concretiza en un binomio más completo que es “comunicación y evangelización”. De hecho, la Iglesia continúa una misión recibida de Cristo y de la tradición cristiana de dos mil años de historia. Pero sabemos que la Iglesia, entendida como personas y estructuras, tiene necesidad de estar en constante actitud de “conversión” para evaluar si está cumpliendo bien con su misión de “apóstol” y si se aleja del constante peligro de volverse “propietario” del Evangelio. La historia de la vida cristiana se caracteriza por estar compuesta de santas y santos y realizar grandes obras de bien, pero también de caer en la intolerancia, la violencia y buscar el poder. El fenómeno de la comunicación actual es una oportunidad que invita a la Iglesia a la “conversión”. 1.
Para aplicar a nosotros paulinos este análisis, ante todo debemos recordar nuestra identidad en la Iglesia. El carisma paulino no consiste en una simple utilización de tecnologías comunicativas para evangelizar, sino que es un proyecto integral eclesiológico. El P. Alberione no fue el primero que pensó en utilizar la prensa y los sucesivos medios de comunicación al servicio del Evangelio; los Paulinos de hoy no temen reconocer que en la comunidad eclesial hay iniciativas de comunicación para la evangelización mejores que las nuestras. Hay una característica que distingue al P. Alberione de cuantos lo han precedido y es que él no se limita a utilizar la prensa para ayudar a la predicación de la parroquia, sino que elabora una forma completa de “nueva evangelización” con la prensa. No es un instrumento, sino una nueva mentalidad y un nuevo método de evangelizar. Es una característica de los Paulinos y de las Hijas de San Pablo, ser las únicas dos Congregaciones totalmente dedicadas a la evangelización con la comunicación; otras Instituciones en la Iglesia realizan esta obra como una parte de su carisma, como iniciativa de un grupo o de una persona, o como una excepción al carisma ordinario. Debemos entender qué es lo que constituye nuestro “carisma”, es decir, el don particular que llevamos a la comunidad eclesial de modo que se enriquezca con tantos “talentos” promovidos por el Espíritu para el bien común. Existen responsables de Iglesia, estudiosos, religiosos, religiosas, laicos y laicas que, observando la actividad editorial paulina, tienen la impresión de que somos una simple “editorial católica” como las demás. A esta imagen contribuye también la masiva presencia de laicos y la convicción de que la Congregación se está quedando sin religiosos para convertirse en una empresa de “laicos”. Muchos conocen nuestros “productos apostólicos”, pero ignoran quién los realiza. Nos conocen como “editores”, pero nos ignoran como “religiosos”. También la imagen que resulta de nuestros “productos” editoriales a veces puede conducir a una visión “mercantil” o a la percepción de una “identidad confusa”. Esto sucede cuando existen contradicciones de opción al interno de nuestra estrategia editorial, productiva y difusiva. También nosotros, a veces, contribuimos a que haya una comprensión parcial o distorsionada de nuestro carisma con nuestra editorial. Y sobre la idea de poder realizar una “verdadera” evangelización con la comunicación, existen también estudiosos de ciencias eclesiásticas que son escépticos o contrarios a ella. 2.
Se ha dicho que el carisma paulino no es un compromiso solamente “pastoral”, sino es un “proyecto pastoral eclesiológico”. Esto significa que todos los principales elementos de la evangelización son ideados en sintonía con el carisma paulino: la experiencia y el conocimiento de los contenidos de la fe, los apóstoles que predican, los medios utilizados, el público que hay que evangelizar. Nuestra novedad consiste en que todos los elementos tienen una finalidad que se motiva con razones teológicas, pero que se lleva a cabo con una estrategia comunicativa. El proyecto de evangelización paulino inicia costando la realidad de los destinatarios que merecen la propuesta del evangelio; de su fisonomía se pasa a la comunicación que permite llegar a todos y en el modo más adecuado; según la naturaleza de los medios de comunicación que se utilicen, se eligen los contenidos que se van a transmitir con la preocupación no solamente de ser “ortodoxos” en la doctrina, sino también de ser “comprensibles” en los lenguajes; desde una formulación renovada de los contenidos (de fe y humanos) se preparan los apóstoles capacitados para esta misión (búsqueda vocacional, etapas de formación, integración de los laicos y colaboraciones con otros); para motivar al apóstol es necesario que éste sea preparado desde un punto de vista “profesional”, pero sobre todo que sea un “discípulo” enamorado de Cristo, como San Pablo. Este itinerario de “estrategia comunicativa” se integra con la característica espiritual y misionera esencial de nuestro carisma “paulino”, es decir que no se trata solamente de tener un modelo, sino de “ser san Pablo vivo hoy”. En la variedad de las tradiciones espirituales y apostólicas de la comunidad eclesial, nosotros somos, sin exclusividad, los continuadores de San Pablo. Así como Pablo fue enviado a los gentiles con su experiencia de Cristo, así también los Paulinos, con la experiencia de Cristo y de Pablo, son enviados a la “comunicación”. Para simplificar: la totalidad del carisma paulino está compuesta por la evangelización en la comunicación y por el “Evangelio” de San Pablo; no somos originales porque utilizamos “medios particulares” en la evangelización, sino porque nos servimos de estos medios con la experiencia de fe y el estilo apostólico de San Pablo. El carisma paulino se renueva a través de dos fuentes que confluyen: los cambios permanentes en la comunicación y la continua profundización de los estudios sobre San Pablo. No somos ni simples “profesionales de la comunicación”, ni simples “exégetas, teólogos o imitadores espirituales” de San Pablo. Queremos ser San Pablo vivo hoy como nos ha definido el beato Santiago Alberione. La unidad entre la comunicación y San Pablo para el carisma paulino tiene un solo intérprete del cual todos debemos adquirir la metodología: el beato Santiago Alberione.