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Introducción al Nuevo Testamento
Rev. Oscar Toledo
Nov-2008
CUARTO TEMA: La Inspiración del Nuevo Testamento
Posturas: ES, CONTIENE, LLEGA A SER
Típicamente la mayoría de los cristianos se desenvuelven consciente o inconscientemente bajo
tres perspectivas acerca de la Biblia: ES la Palabra de Dios, CONTIENE la Palabra de Dios y
LLEGA A SER la Palabra de Dios. Estas perspectivas tienen que ver con nuestro concepto de la
inspiración de la Biblia. Limitémonos al Nuevo Testamento.
Dios utilizo a hombres para registrar su revelación. Esa manera en que los utilizo se conoce
como inspiración. Pero qué es y cómo ocurrió la inspiración, y qué es lo inspirado: el autor, el
escrito, el mensaje o todos. Algunas explicaciones de la inspiración son los siguientes
conceptos:
1. Inspiración como Dictado?: Algunos la llaman “mecánica” e incluso “verbal”, y
piensan que los escritores escucharon una voz que les dictó cada palabra, letra y punto.
Que los autores simplemente fueron secretarios del Espíritu Santo.
2. Inspiración Plenaria?: Hay quienes la nombran como “éxtasis”, y piensan que los
autores fueron poseídos por el Espíritu Santo y escribieron bajo el control absoluto de
éste, de tal manera que la Biblia está totalmente libre de errores.
3. Inspiración como Intuición?: Otros creen que, al igual que un poeta, los autores se
sintieron motivados por las circunstancias a escribir lo que les parecía conveniente a sus
propósitos. Se sintieron inspirado para escribir como lo sucede a un poeta. Se habla aquí
de un proceso netamente humano.
4.
Inspiración Parcial?: Sostiene que la Biblia contiene la revelación de Dios pero no es la
Palabra de Dios, por lo que hay verdades divinas mezcladas con errores humanos.
Usted debe profundizar este tema porque de ello depende todo el edificio teológico y autoritativo
del N.T. y el A.T. que usted construya para su vida cristiana personal como para su ministerio a
los creyentes. Su visión sobre la inspiración afectará positiva o negativamente a usted y a los
suyos.
A. Revelación, Inspiración e Iluminación
En la teología existen tres términos importantes para comprender la Biblia:
a. Revelación: Es todo lo que Dios ha mostrado a los hombres acerca de Sí mismo y su
obra.
b. Inspiración: Es la manera en que Dios ha utilizado a seres humanos para registrar o
poner por escrito Su revelación.
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Rev. Oscar Toledo
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c. Iluminación: Es la manera como el Espíritu Santo actúa sobre los creyentes para que
lleguen a comprender la revelación escrita de Dios.
B. Los pasajes argumentativos: 2 Timoteo 3:16, 2 Pedro 1:(10-11),21, 2 Pedro
3:15-16
En la más grande honestidad debemos reconocer que estos pasajes no enseñan la inspiración del
Nuevo Testamento. Primero porque fueron escritos cuando aun no existía el Nuevo Testamento
como libro. Segundo, porque su enfoque era el Antiguo Testamento, conocido como las
Escrituras. Por último, ni Pablo, ni Pedro, ni ningún escritor del N.T. pensó de sí mismo como
escribiendo un libro que sería llamado N.T. y seria calificado como Palabra inspirada de Dios.
Al contrario, todos los autores del N.T. estaban a la expectativa de la pronta venida del Señor, y
ni consciente estaban de que escribían para nosotros.
Pero, ¿qué paso entonces con estos hombres? Ellos escribieron con la certeza de que el
contenido de las Escrituras señalaba a Jesús como el Mesías. Su certeza era pues mayor cuando
podían afirmar que las Escrituras que señalaban a Jesús como Mesías eran inspiradas por Dios.
Ese es el contexto original de las palabras de Pablo y Pedro respectivamente. La Iglesia
primitiva no tenía Biblia sino Escrituras. Por tanto, los apóstoles estaban demostrando cómo sus
experiencias junto al Cristo eran profetizadas y descritas en las Escrituras. Esta era parte de la
intención al escribir sus evangelios y epístolas y así llegar geográficamente a muchos más
cristianos de la época.
Con aquel trasfondo Pablo y Pedro dicen que “Toda la Escritura es inspirada por Dios” y que
“los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados por el Espíritu Santo.”. De tal
modo que nuestra fe descansa en Dios y no en los hombres. Pero la palabra inspiración no es
sencilla de traducir. En Timoteo es la palabra griega theopneustos (θεόπνευστος que se traduciría
literalmente como “Soplada por/de Dios”), y en Pedro es el verbo ferómenoi (ἀλλὰ ὑπὸ
πνεύματος ἁγίου φερόμενοι ἐλάλησαν ἀπὸ θεοῦ ἄνθρωποι que traducido literalmente diría “sino
bajo Espíritu Santo siendo llevados hablaron de (parte de) Dios los hombres”). Ambos pasajes
simplemente afirman el origen divino de las Escrituras y de lo dicho o escrito por los hombres de
Dios.
Adicionalmente, además de toda aquella realidad de fe, nos toca agregar lo dicho por Jesús a sus
discípulos acerca del ministerio del Espíritu Santo: Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el
Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que yo os
he dicho. (Juan 14:26). "Todavía tengo que deciros muchas cosas, pero ahora no las podéis
sobrellevar. Y cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; pues no
hablará por sí solo, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que han de
venir” (Juan 16:12-13). Estos pasajes nos hablan de la razón básica por la cual podemos confiar
en los autores del N.T.: el ministerio del Espíritu Santo.
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Rev. Oscar Toledo
Nov-2008
Si agregamos otros pasajes neotestamentarios como 1 Corintios 2:10 (“Pero a nosotros Dios nos
las reveló por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las cosas profundas de
Dios”); y Efesios 3:5 (“En otras generaciones, no se dio a conocer este misterio a los hijos de los
hombres, como ha sido revelado ahora a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu”), e
incluso Hebreos 1:1-2, podemos confirmar el ministerio del Espíritu Santo más la actividad
imperceptible pero segura de la providencia y la soberanía de Dios sobre el texto del Nuevo
Testamento y su desarrollo como determinación.
En lo que se refiere a 2 Pedro 3:15-16 simplemente podemos afirmar: (1) Que las cartas de
Pablo ya estaban recorriendo una buena parte de la Iglesia; (2) Que Pablo había escrito
definitivamente con una sabiduría dada por Dios (Espíritu Santo?); (3) Que las cartas (epístolas)
de Pablo también eran tergiversadas como pasaba con las otras Escrituras (grafás). De manera
abierta Pedro no equipara los escritos de Pablo con las Escrituras sino solamente equipara el
actuar de los ignorantes. No obstante, la revelación de Pedro acerca de Pablo será importante
para la Iglesia.
C. El Concilio de Cartago (397 D.C.)
A través de los siglos posteriores a los apóstoles, se ubican pocas referencias en relación al tema
del canon bíblico. Después del reto que significó Marción (144 d.C.), no hay ninguna otra lucha
grave que preocupara a la iglesia acerca del N.T. Sin embargo, no existía todavía un canon del
N.T. establecido para la Iglesia. Los escritos apostólicos están recorriendo las iglesias a la par de
otros escritos considerados en los cultos y catequesis cristianos. Unas poquísimas citaciones se
van dando en el transcurso de aquellos siglos. Se cita el Fragmento Muratori, como una
evidencia escrita y temprana de lo que se aproximaría a un canon. Este fragmento es una
traducción latina que contiene los 4 Evangelios, Hechos, 1 y 2 Corintios, 13 epístolas paulinas, 1
y 2 Juan, Judas y Apocalipsis además del Apocalipsis de Pedro y la Sabiduría de Salomón. Se
omite Santiago, 2 Pedro, 3 Juan y Hebreos.
Pero es con el obispo Eusebio de Cesarea (270-340 d.C.), en su Historia Eclesiástica (ca. 315
a.C.), que por primera vez se menciona y se tiene lo que sería el futuro canon que la Iglesia
establecería para el N.T. Eusebio escribió (III, 25,1-4):
«En primer lugar hay que poner la tétrada santa de los Evangelios, a los que sigue el escrito de
Hechos de los Apóstoles.
»Y después de este hay que poner en lista las Cartas de Pablo. Luego se ha de dar por cierta la
llamada 1 de Juan, también la de Pedro. Después de estas, si parece bien, puede colocarse el
Apocalipsis de Juan, acerca del cual expondremos oportunamente lo que de él se piensa.
»Estos son los que están entre los admitidos [griego: homolo- goumena]. De los libros discutidos
[antilegomena], en cambio, y que, sin embargo, son conocidos de la gran mayoría, tenemos la Carta
llamada de Santiago, la de Judas y la 2 de Pedro, así como las que se dicen ser 2 y 3 de Juan, ya sean
del evangelista, ya de otro del mismo nombre.
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Rev. Oscar Toledo
Nov-2008
»Entre los espurios [noza] colóquense […] aun, como dije, si parece, el Apocalipsis de Juan: algunos,
como dije, lo rechazan, mientras otros lo cuentan entre los libros admitidos». 24 1
La influencia de Eusebio con este canon fue determinante cuando el emperador Constantino le
ordeno realizar 50 copias de las Escrituras Divinas. Esta obra afecto el lado oriental del Imperio,
mientras que por el lado occidental sería influenciado con Jerónimo y la redacción de su Vulgata
y San Agustín apoyando dicha versión de la Biblia.
Luego con el obispo Atanasio de Alejandría (296-373) en su 390 Carta Festiva para la pascua
del año 367, tratando de acabar con el tema de los libros discutidos y estableciendo
prácticamente un canon, cito los 27 libros de nuestro N.T. y amonesto escribiendo “Que nadie le
agregue a esto; que nada sea quitado.” Esto se constituyo en el escrito más antiguo citando
autoritativamente el canon actual del N.T. (El origen de la Biblia, Comfort y Serrano, 76).
Es así como se llega al Tercer Concilio de Cartago (397 d.C.) en el Norte de África donde se
decretó que nada “aparte de las Escrituras canónicas nada se debe leer en la Iglesia bajo el
nombre de Escrituras Divinas”
La canonización del N.T. contó con tres principios básicos: “(a) la paternidad o autenticación
apostólica, (b) el contenido doctrinal que da honra a Cristo, de acuerdo con las enseñanzas
conocidas de otros apóstoles, y (c) el reconocimiento continuo y el uso espiritualmente fructífero
de los libros en la iglesia desde la edad apostólica en adelante” (Nuevo Diccionario de Teología
por Ferguson, Wright y Packer, 342). Algunos agregan como un cuarto principio el concepto de
la Inspiración el cual se demuestra con la unidad intrínseca que une a todos los escritos.
D. La Inspiración y la Tradición católico-romanas
El proceso histórico descrito hasta el momento nos permite un conocimiento humano de cómo
se llegó al canon actual de N.T., y en lo que la casi totalidad de la iglesia ha dado como un tema
cerrado y superado. Pero es esa parte humana de la historia del canon la que también ha dado
pie a la postura de equiparar al magisterio eclesiástico (tradición) con las Sagradas Escrituras.
Esta postura defiende la realidad de que fueron líderes y concilios los que ayudaron y guiaron a
la determinación del canon de las Sagradas Escrituras. Por tanto, se mira con mucho valor
decisivo la voz que pueda tener el magisterio sobre cualquier asunto de fe y mucho más de
naturaleza bíblica. Esto exalta aun mucho más el papel de la Iglesia representada en el liderazgo.
Citaba un padre apostólico que “donde estaba el obispo allí estaba la iglesia.” Una de las
defensa católicas ha sido decir que el Nuevo Testamento escrito es producto de la Iglesia y no
que la Iglesia es producto del Nuevo Testamento.
1 24
Eusebio, Historia eclesiástica. El grupo de los espurios (noza) está formado por libros que también son discutidos, como
«Hechos de Pablo, el llamado Pastor y el Apocalipsis de Pedro», entre otros. Eusebio menciona, además, otros libros que «han
propalado los herejes»; y añade: «Jamás uno solo entre los escritores ortodoxos juzgó digno de hacer mención de estos libros en
sus escritos». De esos mismos libros dice que son «engendros de herejes» (haireticon andron anaplasmata) y «absurdos e
impíos» (atopa kai dyssebe) (III, 25,4 y 6–7).
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Rev. Oscar Toledo
Nov-2008
E. La Reforma Protestante - modernismo
La Reforma Protestante es un despertar de Dios a los corazones de hombres que sintieron la
responsabilidad ante Dios de leer, estudiar y enseñar las Sagradas Escrituras o Biblia. Este no
fue un período crucial para las Escrituras pero sí hubo eventos vitales en relación a ellas. Lo
primero que ocurrió tras la reforma fue el rechazo al canon Alejandrino (Septuaginta) y la
adopción del canon Palestinense.
Los reformadores expresaron dudas sobre los libros que hacían diferencia entre los dos cánones.
Luego, les incomodaba el sostenimiento de la doctrina del Purgatorio contenida en ellos. No los
rechazaron del todo pero no los daban como inspirados. Lutero hizo una sección entre en A.T. y
el N.T., en su traducción de 1534, donde coloco estos libros con una nota que los calificaba
como apócrifos pero donde también decía “que aunque su lectura es útil y buena, no se igualan a
la Sagrada Escritura” (SBU, Descubre la Biblia, 166). Asimismo la Iglesia Anglicana expresa un
parecer similar en su documento de fe llamado Los 39 Artículos de la Religión Cristiana:
Por las Sagradas Escrituras entendemos aquellos libros canónicos del Antiguo y Nuevo
Testamento, de cuya autoridad nunca hubo duda alguna en la Iglesia. . . . . .
Los otros Libros (como dice San Jerónimo), los lee la Iglesia para ejemplo de vida e instrucción
de buenas costumbres, mas ella, no obstante, no los aplica para establecer doctrina alguna; y
tales son los siguientes:
El Libro 3° de Esdras
El resto del Libro de Ester
El Libro 4° de Esdras
El Libro de Sabiduría
El Libro de Tobit
Jesús el Hijo de Sirac
El Libro de Judit
Baruc el Profeta
El Cántico de los Tres Mancebos
La Oración de Manasés
La Historia de Susana
El Libro 1° de los Macabeos
De Bel y el Dragón
El Libro 2° de los Macabeos
Así todas las traducciones protestantes comenzaron a establecer notas, a colocar los apócrifos
entre los dos Testamentos (como hizo la King James de 1611), o a eliminar éstos de las
traducciones bíblicas. Esto fue otro elemento para convocar el Concilio de Trento (1545) donde
se declararía como canónicos aquellos libros apócrifos pero se les otorgaría el título de
Deuterocanonicos. En cuanto a San Jerónimo y su apoyo o no a los deuterocanonicos en su
versión Vulgata se dice:
Sorprendentemente San Jerónimo, cuya Vulgata latina se convirtió en la traducción oficial de la
Iglesia Católica, no quería incluir los Libros Deuterocanonicos en la traducción. Jerónimo vivía
en Palestina y estaba al tanto del canon hebreo que se había desarrollado. Su contemporáneo
San Agustín argumentando a partir de la tradición, quería incluirlos en la nueva traducción de la
vulgata. Tras conferenciar con el Papa Dámaso y dándose cuenta de que la mayor parte de la
gente estaba del lado de Agustín, Jerónimo incluyo los Libros Deuterocanonicos en su
traducción. (Es importante señalar que muchos en Roma se oponían a cualquier cosa que
Jerónimo hiciese -- no era muy querido en la antigua capital.) http://www.infpage.com/concordancia/dtbooks.htm
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Rev. Oscar Toledo
Nov-2008
F. El Postmodernismo
La reforma protestante fue marcada e impuso el uso del intelecto en la fe. Hasta entonces el
obscurantismo medieval había provocado el no pensar, el no cuestionar, el no preguntar. La
reforma siente aquel influjo imperceptible y se hace bandera de la necesidad del uso de la mente,
ya que la nueva manera de concebir la fe no sería dictada por la Iglesia sino por el Sacerdocio del
Creyente, quien auxiliado por el Espíritu Santo conocería la verdad. A ello se uniría el aspecto
de la libertad de conciencia. Bajo aquella sombrilla las universidades de los países protestantes
dejarían de ser exclusivamente “seminarios teológicos” y comenzarían una expansión y apertura
hacia otras esferas del conocimiento humano.
Aquello desarrollo el modernismo del blanco o negro pero nunca gris. Por otra parte, mientras
más se aumentaba el conocimiento humano más se demostraba que el blanco y el negro no eran
lo único existente en la vida. Aquella postura del blanco y negro mas la individualidad
distorsionada del sacerdocio del creyente y su libertad de conciencia desembocaron en las mil y
un divisiones de la iglesia. Aquel pensar, cuestionar y preguntar abrió tantas puertas que
trascendió el campo de la religión e influyó a todas las esferas de la sociedad. Hoy estamos
cosechando la máxima expresión de aquella cosmovisión bajo el nombre de postmodernismo.
Inventamos un arma para estudiar nuestro libro de fe, y este se ha convertido en nuestro mayor
peligro contra la fe: la crítica del Nuevo Testamento.