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Publicación trimestral – precio de cada ejemplar 0,05 E ERC 101052
BEATOS
FRANCISCO Y JACINTA MARTO
BOLETÍN DE LOS PASTORCITOS (199) – OCTUBRE - DICIEMBRE 2010 (Anno 48)
JACINTA MARTO
Y EL SENTIR CON
LA IGLESIA
P. Virgílio do Nascimento Antunes
Rector del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Fátima
1. Jacinta, una Niña
Jacinta era la más pequeñas de los tres Pastorcitos.
Era, por lo tanto, una niña en todos los sentidos:
en edad, en sabiduría y en gracia, tal como el
Evangelio indica acerca de Jesús, que crecía ante
Dios y los hombres.
En edad, estaba alcanzando el uso de razón. Tenía
capacidad para ver, para conocer y para decidir.
Podía dejarse marcar por sentimientos y actitudes,
dentro del contexto cultural y religioso propios de la
familia y del tiempo en que vivía. Tenía capacidades
para decir lo que podía y debía, como también para
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En sabiduría se mostró una niña inicialmente
como todas las demás, por su manera de ser y
su comportamiento; después, una vez tocada
por el amor de Dios, se mostró capaz de asumir
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insensatez ante los ojos del mundo, pero que
es capaz de confundir a los que se tienen por
sabios. Su sabiduría trasciende la de las ciencias
y conocimientos, para centrarse en lo esencial: en
un saber vivir a la luz de la fe y de las llamadas de
Dios, dirigidos a su mente infantil y a su voluntad
determinada por la voz del corazón.
Y la gracia de Dios, al actuar sobre su naturaleza,
la transforma plenamente, al punto de poder repetir
Primera Misa Campal
como Pablo: ya no soy yo que vivo, es Cristo
que vive en mí. De hecho, lo que era antiguo,
para ella pasó, y nuevas motivaciones la animan
completamente después del encuentro fuerte con
la gracia de Dios.
El Antiguo Testamento siempre enaltecía a los
pobres, los simples, los más pequeños – los pobres
de IHWEH. Ella era uno de ellos, puesto que lo
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en todo con su voluntad y con su querer. Encarna
la actitud del pequeño Samuel que responde a Elí:
“Heme aquí, Señor, porque me llamaste”.
El Nuevo Testamento, por boca de Jesús, enaltece
también a los pequeñitos: Jesús tomó un niño, le
colocó en medio de ellos y dijo: “si no os hacéis
como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”.
y Madre de la Iglesia, aquella a quien todas las
generaciones llamarán Bienaventurada. No sabía
ser cristiana sin rezar el Rosario de Nuestro Señora,
la “Madrecita del Cielo”, como cariñosamente la
llamaban en su casa y en la aldea. Además, Jacinta
vivía, pensaba y sentía en ese encuadramiento
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personas que se reúnen semanalmente para la
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El rostro visible de la Iglesia que conoce es el
de la Parroquia, cuya vida gira alrededor de la fe
heredada de los antepasados. Finalmente, tiene
una perspectiva clara sobre la universalidad de la
Iglesia, en sus referencias al Santo Padre, Vicario
de Cristo, Sucesor de Pedro, Jefe de la Iglesia.
3. El Inmaculado Corazón de Maria
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este episodio de la vida de Jesús en la pequeña
Jacinta, en medio del pueblo de Cova de Iria, en la
cárcel de Ourém entre los prisioneros y entre los
enfermos en el hospital. Ella es aquella niña que
Jesús enaltece y eleva ante todos los demás. Son
estas personas, con espíritu de niño, las que mejor
encarnan la verdadera identidad del Pueblo de
Israel. Y ellas son al mismo tiempo, las que mejor
encarnan la verdadera identidad del nuevo Pueblo
de Dios, la Iglesia de Jesucristo, sacramento de
salvación universal.
Jacinta Marto es terreno fértil para que Dios cultive
en ella su gracia, es disponibilidad ante su palabra,
es corazón abierto al llamado de Dios.
2. Jacinta Marto y la Catolicidad
Jacinta, aún sin tener plena conciencia de la fe
de la Iglesia Católica, asume sus principales
dimensiones.
En primer lugar se dejó tomar por el amor a Dios
Santísima Trinidad, que le fue dado a conocer
en las apariciones del Ángel. Puede encontrarle
en la intimidad de la oración, sentirle como
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deseó ardientemente el encuentro con Jesús en la
Eucaristía. Jesús, cuya historia de pasión gustaba
tanto de escuchar, había venido a su encuentro en
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el encuentro con Nuestra Señora, Madre de Jesús
2
Jacinta no conocería el texto de Juan 19, en el cual
Jesús dio a María por Madre a Juan y a Juan por
hijo a María. Este es el grande misterio de María
como Madre de todos los discípulos y de toda la
Iglesia, como discípula de Jesús, el único Maestro.
Sin embargo, la niña entiende que María posee un
tipo de relación con la Iglesia que es propio de la
relación de una madre para con sus hijos.
El Corazón Inmaculado de María se alegra con
el bien, la alegría y la felicidad de sus hijos. A su
vez, sufre con el pecado de los hombres, porque el
mismo es un rechazo al amor de Dios y un cerrarse
a la salvación que Él ofrece.
Jacinta se alegra con el Inmaculado de María, en
una solidaridad extrema con la Madre de la Iglesia,
que exulta en Dios su Salvador. Jacinta se entristece
y llora por los espinos clavados en el Corazón de
María, que no son otra cosa sino ingratitudes de
los hombres al amor de Dios, manifestado de esta
forma por la Madre de la Iglesia.
Tampoco conocería el texto de Apocalipsis 12,
según el cual la Mujer es Madre e Imagen de la
Iglesia, sufriendo los dolores necesarios para dar
a Cristo al mundo. Sin embargo, asume una plena
solidaridad con la Mujer y Madre, disponible para
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representada en María, sea salvada por Cristo.
4. Jacinta, Oración por los Pecadores
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de los pecadores, Jacinta viven una especie de
“obsesión”: la conversión de éstos. Es preciso rezar
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a la solidaridad para con los pecadores: Oh
Jesús, es por Tu amor, y por la conversión de los
pecadores.
Al asumir la oración por los pecadores, ella se
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Nunca encontramos a Jacinta rezando por ella
misma, ni pidiendo por sus propias necesidades.
Su oración es siempre oración por los demás, de
quienes se siente cercana, como si formaran parte
de su propio cuerpo, como si cargase sobre sus
hombros todo lo que a ellos respecta.
Jacinta tiene una forma de rezar que expresa la
comunión profunda que la une a sus hermanos,
sobre todo a los más pobres de entre los pobres
– aquellos que por el pecado se encuentran lejos de
Dios y cerca de la perdición.
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Podemos decir que Jacinta fue un alma que
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sufrimientos y en la muerte, aceptándolos como
un camino de redención para muchos, para los
pecadores. Ella que no tenía pecado, aceptó cargar
con el pecado de los demás para restituirlos a Dios.
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rezar, dar la merienda a los pobres y a las ovejas,
hacer la voluntad de los padres, guardar secreto,
la cuerda – hasta los mayores, como aceptar el
sufrimiento y la soledad, e inclusive aceptar la
muerte, son formas de manifestar su solidaridad y
su amor para con la humanidad.
Nunca encontramos a Jacinta buscando los
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como una manifestación de amor, en primer lugar
a Dios, después hacia Nuestra Señora y siempre
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siente con la Iglesia, Cuerpo de Cristo, que tiene
a María por Madre y es señal de salvación de los
pecadores.
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“Oh Jesús, es por Tu amor,
y por la conversión de los pecadores”
plurales de su vida fueron la manifestación de una
única entrega a Dios: estaba dispuesta a morir de
una vez por todas para aliviar los sufrimientos de
los corazones de Jesús y de María, para que no se
perdiese ninguno de los que el Padre creó.
Jacinta estaba dispuesta a llevar la cruz de la
humanidad y la cruz de la Iglesia.
6. Jacinta y el Santo Padre
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tuvo junto al pozo: “He visto al Santo Padre en
una casa muy grande, de rodillas, delante de una
mesa, llorando con las manos en la cara. Fuera de
la casa había mucha gente, unos le tiraban piedras,
otros le maldecían y decían muchas palabras feas.
¡Pobrecito el Santo Padre! Tenemos que rezar
mucho por Él.”
Esta experiencia interior revela una fuerte
devoción, y aún sin conocer los detalles de la
teología acerca de la Iglesia y del lugar que en
ella ocupa la persona del Papa, Jacinta interiorizó
sus elementos fundamentales. En ella se percibe
un vínculo personal y marcante, que sobrepasa
cualquier relación de tipo institucional. Ella siente
como suyo el sufrimiento del Santo Padre, en una
actitud de solidaridad y comunión.
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María, refugio para todos.
7. ¿Quereis ofreceros a Dios?
Visita del Papa Pablo VI
Podemos pensar que la “casa grande” en la que se
encuentra el Santo Padre, es la Iglesia. Allí, como
aquél que se encuentra al frente en su misión de
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con Cristo, el cordero inmolado a favor de muchos.
“Con las manos en la cara, llorando”, el Papa
asume los sufrimientos de la Iglesia, violentada y
perseguida en muchas partes del mundo.
Seguidamente señala que “fuera de la casa había
mucha gente, unos le tiraban piedras, otros le
maldecían y decían muchas palabras feas”. El siglo
XX constituyó el periodo de la enorme brecha entre
creyentes y no creyentes, el siglo del ateísmo, y en
muchos casos, el siglo de la gran oposición – más
abierta o más escondida- hacia la Iglesia Católica.
Puede pensarse, por tanto, en el “fuera de casa”
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a la Iglesia.
Otro texto que se atribuye a Jacinta denota su
pasión por la Iglesia, por un lado, y por otro, por
los que se encuentran lejos de ella: “No ves muchas
carreteras, muchos caminos y campos llenos de
gente que lloran de hambre por no tener nada para
comer? ¿Y el Santo Padre en una iglesia, rezando
delante del Inmaculado Corazón de María? ¿Y
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simplemente al hambre de alimentos, sino también
y sobretodo al ansia y necesidad de Dios que
afecta a tantos y que recorre las carreteras, los
caminos y campos de este mundo. Precisamente
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BEATOS FRANCISCO Y JACINTA MARTO
Publicación trimestral - Precio de 1 ejemplar 0,05 e - ERC Nº 101052 - ISSN 1645-1317
Directora: Hna Angela de Fátima Coelho,asm
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Editor y Propietário: Postulação de Francisco e Jacinta Marto
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4
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la respectiva respuesta de los Pastorcitos, revelan
de modo global que están dispuestos a asumir la
actitud fundamental de los discípulos de Cristo y
miembros de la Iglesia: la oferta de sí mismos a
Dios, con Cristo, por Cristo y en Cristo.
¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los
sufrimientos que Él desee enviaros, en acto de
reparación por los pecados con que Él es ofendido
y de súplica por la conversión de los pecadores?”.
“Sí, queremos”, fue la respuesta.
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obediente al Padre, a favor de los hombres; la
Iglesia continúa ofreciéndose al Padre, con Jesús,
por la salvación de los hombres; todos los que
sienten con la Iglesia se ofrecen con Jesús al Padre.
Jacinta es aquella que asume esta actitud de una
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en la enfermedad y en el sufrimiento, en la soledad
y en la muerte. Su vida fue una ofrenda a Dios,
consecuencia de su sentir con la Iglesia.
La Postulación
de Francisco y Jacinta
desea a todos sus amigos
y benefactores
una Santa y Feliz Navidad
y un año 2011
lleno de las bendiciones de Dios.
Agradecemos todas las donaciones que nos fueron enviadas para
auxiliar en los gastos de la Causa de los Pastorcitos. Quien desee
continuar a ayudarnos puede enviar su contribución a:
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Contactos:
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