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L a Hacienda de los Morales es en la actualidad uno de los restaurantes más exclusivos y de mayor tradición en la ciudad de México, su historia se remonta a mediados del siglo XVI, cuando en parte de estas tierras, se sembraron las primeras moreras para la crianza del gusano de seda, razón por la cual se le dio el nombre a la hacienda, el cual ha perdurado durante más de cuatro siglos, Los Morales. La historia de la Hacienda de los Morales es tan antigua y rica como las propias costumbres mexicanas y forma parte de la historia de la ciudad de México: En mayo de 1539 tres vecinos de Tacuba, auxiliados por un intérprete, vendieron al español Francisco Gudiel Barbero un pedazo de tierra con una extensión de 120 brazos de ancho y 170 de largo, casi seis hectáreas, por el rumbo de Ximilpa. Por concepto de dicha operación se pagaron 20 pesos de oro, una cantidad equivalente hoy día a un centenario más o menos. Los vendedores, Juan, Sancho y Francisco (sus nombres al cristianizarse), eran indios principales y gobernadores, sin embargo, estaban sujetos a la voluntad de su encomendadora doña Isabel de Moctezuma —quien fue la agraciada primogénita de Moctezuma (antepenúltimo señor mexica). Isabel, cuyo nombre antes de ser bautizada por los españoles fue Tecuichpo en náhuatl, fue desposada desde niña por sus tíos Cuitláhuac y Cuauhtémoc, los dos últimos gobernantes de Tenochtitlan, y en 1526 contrajo su tercer matrimonio con el español Alonso de Grado, a quien se le dio el cargo de “visitador de los indios”. Como dote, el conquistador Hernán Cortés concedió a la novia la encomienda de Tacuba, en cuyos términos se fundaría la Hacienda de los Morales. Tiempo después, al vender Isabel Moctezuma su propiedad a Francisco Gudiel Barbero, dicha operación se registró como el antecedente más remoto en la formación de la Hacienda de los Morales. Hacienda de los Morales, testigo del crecimiento urbano desde la colonia Cúmulo de propiedades Históricamente se sabe que Gudiel era agente de un funcionario real a quien posteriormente traspasó esta y otras propiedades, el oidor Lorenzo de Tejada, quien por su parte pagó a dos copropietarios 60 pesos de oro de minas a cambio de una caballería cuya superficie equivalía a más de 42 hectáreas; asimismo, se arregló con otros cuatro indígenas para adquirir tres parcelas más de distintos tamaños. Tejada continuó acumulando propiedades por aquel paraje de Ximilpa, mediante compraventa, trueque y despojo. Finalmente, vendió todas las propiedades en 1548 a un www.protocolo.com.mx hombre de nombre Pedro Sandoval. La escritura demuestra cuánto se había trabajado por incrementar el valor de la propiedad. En el escrito se menciona una casa grande, caballerizas, huerto, viñedo, jagüey y los derechos sobre cuatro ojos de agua los cuales brotaban por Cuajimalpa. Estos bienes se tasaron con un valor de tres mil pesos de oro. Una relación de bienes adicionales elevó el precio total hasta 40 mil pesos, entre ellos se mencionan dos arroyos, la tierra irrigada, más los derechos por el abasto de agua para el riego, 31 yuntas de bueyes, 500 cabezas de ganado lanar, tres caballos, tres molinos, una instalación fabril en la cual se producían paños de lana y una relación de 50 esclavos, todos mencionados por sus nombres. San Juan de Dios de los Morales De las propiedades adquiridas por Sandoval surgió la hacienda de San Juan de Dios de los Morales. El nombre prehispánico cayó en el olvido, Ximilpa subsiste sólo como nombre de un callejón en la periferia del barrio de Tacuba.