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Programa de Diplomado en Salud Publica y Salud Familiar
Sebastián Díaz P.
Denisse Villalobos C.
Alicia Villar V.
M ódulo I: Tendencias en Salud Pública: Salud
Familiar y Comunitaria y Promoción, Osorno abril del 2005
INTRODUCCIÓN
Nos interesa discutir un aspecto que va en directa relación con la Salud Pública y
la Salud Familiar particularmente, cual es, la conducta saludable o no saludable que tienen
algunos funcionarios del sector salud. Como parte de su quehacer, estos funcionarios
recomiendan, sugieren, educan, promueven y a veces exigen conductas y comportamientos
saludables a la población que atienden. Sin embargo, los mismos no ponen en práctica
aquello que recomiendan, es decir, muestran en muchos casos, conductas, comportamientos
y estilos de vida distintos a los que intentan modificar en las personas a las cuales dirigen
sus acciones, a pesar de que poseen los conocimientos respecto de los daños que provocan
las conductas no saludables. En términos generales es habitual observar actitudes de estilos
de vida no saludable en médicos, enfermeras, matronas, nutricionistas, asistentes sociales,
auxiliares paramédicos, y otros funcionarios de salud, los cuales se reconocen a sí mismos
como consumidores excesivos de tabaco, y asumiendo además estar en condiciones de
sobrepeso y con hipertensión arterial a consecuencia de estilos de vida sedentarios y/o
alimentación desequilibrada.
A modo de ejemplo, en estudio de prevalencia de tabaquismo realizado por el
Ministerio de Salud en funcionarios de salud en el año 2001, y sobre un universo de 20.848
personas, se estableció una prevalencia del consumo de tabaco de un 40,7%. En el mismo
estudio y para la provincia de Osorno se estableció una prevalencia del 42,6 %, similar a la
prevalencia de población general que es de un 42%.
Por otra parte, podemos mencionar que en cuanto a consumo indebido de drogas
lícitas de uso médico (benzodiazepinas, analgésicos, sedantes, etc.), en población laboral
del sector salud la tasa de consumo indebido es de 11% contra un 4,13% de otros sectores
laborales (1).
Al discutir estos estudios podemos apreciar que los funcionarios de salud
muestran prevalencias similares o mayores que las del resto de la población, en cuanto a su
comportamiento negativo frente a su propia salud y estilo de vida, a pesar de tener la
formación profesional, la capacitación y la información sobre los factores de riesgo y/o
condicionantes que conllevan a contraer a mediano o largo plazo alguna enfermedad o daño.
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Modulo I: Tendencias en Salud Pública: Salud Familiar y Comunitaria y Promoción
Osorno, marzo - abril del 2005
Además, consideramos de particular importancia el revisar las variables y sus
perspectivas teóricas que puedan estar relacionadas con el comportamiento y conductas en
salud para lograr una mejor comprensión de esta temática. Entre estas variables y de
acuerdo con Albert Bandura (1978) la conducta humana se debe a un determinismo
recíproco que implica factores conductuales, cognoscitivos y ambientales. Los tres factores
operan como “determinantes entrelazados” entre sí.
Nos interesa además comentar las motivaciones de los funcionarios de salud que
expliquen su adopción de conductas saludables o no saludables considerando variables
afectivas y culturales. Al respecto, la literatura señala que las motivaciones han sido
estudiadas y descritas por psicólogos y fisiólogos, definiéndose como "el proceso de
tendencia conductual del individuo de aproximación o evitación hacia un objeto para sentir
satisfacción" (Todt 1991).
DEFINICIÓN DEL PROBLEMA
Los funcionarios de salud y sus conductas no saludables no ejercen influencia
positiva en las actitudes y conductas de las personas a las cuales deben brindar atención de
salud. Como consecuencia de esto, el desarrollo de la Salud Familiar y sus objetivos pueden
verse interferidos por este factor, que junto a otros, determinan la conducta relacionada con
la salud de las personas en su entorno familiar.
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DISCUSIÓN
Queremos iniciar señalando que el componente de promoción de la salud derivado
del compromiso de los países miembros de la OMS en 1977: salud para todos en el año
2000 -específicamente de la estrategia de atención primaria- quedó planteado en la Carta de
Ottawa, elaborada por los países miembros de la OPS, así: "consiste en proporcionar a los
pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la
misma"; "para alcanzar un estado de completo bienestar físico, mental y social un individuo,
o un grupo, debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus
necesidades, y de cambiar o adaptarse al medio ambiente" Y fue definida como "la suma de
las acciones de la población, los servicios de salud, las autoridades sanitarias y otros
sectores sociales y productivos, encaminados al desarrollo de mejores condiciones de salud
individuales y colectivas".
En la Carta de Ottawa se proponen cinco mecanismos de acción: la promoción de
políticas públicas saludables, la creación de entornos favorables, la reorientación de los
servicios de salud, la potenciación de la acción comunitaria y el desarrollo de habilidades
personales (2).
En nuestro país se plantea hoy la Promoción de la Salud como “una estrategia
válida y eficaz, que tiene un enfoque positivo de bienestar social orientado a mantener al
individuo. Esta estrategia actúa sobre los condicionantes de la salud, y sobre los factores de
riesgo
que llevan indefectiblemente a la enfermedad y al daño social” El Acta de
Huechuraba (3) que fue suscrita el 25 de agosto de 1999, en Santiago se adquirió el
compromiso intersectorial en realizar el máximo es fuerzo en:
1. Reconocer con acciones concretas, que las personas, familias y comunidades
constituyen la principal fuente de salud.
2. Apoyar y fortalecer las capacidades locales y regionales a favor de la Promoción de la
Salud.
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3. Integrar una red social amplia que refuerce las responsabilidades individuales y
colectivas en salud y que nos ponga en movimiento hacia la creación de una cultura de
bienestar orientada hacia la calidad de vida.
4. Intervenir en las políticas económico-sociales y abogar a favor de la creación de una
nueva política pública para hacer de Chile un país saludable.
El perfil de morbilidad y mortalidad en Chile, al igual que en el resto de países en
vías de desarrollo, se presenta dentro de una polarización epidemiológica, porque presenta
aun enfermedades infectocontagiosas que corresponden a la primera revolución
epidemiológica, y controladas ya en los países desarrollados; pero también pres enta
enfermedades crónicas y relacionadas con accidentes y traumatismos, las cuales
corresponden a la segunda revolución epidemiológica, determinadas, en su mayoría, por los
estilos de vida. En Chile se encuentran, de este grupo de enfermedades, las
cardiovasculares, el cáncer, accidentes de tránsito y violencia, y las respiratorias en primer
plano. En los países desarrollados a partir de 1950 se logran notables conquistas sobre el
primer grupo de enfermedades, lo cual se logra con cambios sustanciales en la salud pública
y al aplicar diversas teorías sobre la promoción de la salud (4).
Para ampliar el concepto de estilos de vida, aunque no se cuenta con una definición
que satisfaga todas las interpretaciones, se puede expresar la siguiente como punto de
entendimiento: los estilos de vida implican la manera como la gente piensa, siente y actúa, lo
cual va más allá del conocimiento individual que se tenga sobre lo dañino o lo saludable, y
refleja valores y tradiciones, así como transformaciones, a través de la educación recibida.
Para algunos, son el conjunto de hábitos, consumos y costumbres insertos en la vida
cotidiana, que permanecen en el tiempo y que se manifiestan en lo individual y en lo
colectivo, en los diferentes grupos socioculturales. Esto nos dice que para comprender las
conductas no saludables de los funcionarios de salud se requiere tener en cuenta la cultura a
la que pertenecen, entendiendo sus actitudes, deseos y necesidades desde la concepción
que ellos tengan sobre qué es estar sano, qué es la salud y los medios para mantenerla, las
formas de lograr el bienestar, etc (4). Otra característica, a la vez que se transmiten
históricamente, es que son susceptibles de ser cambiados por intervenciones, bien sean
positivas o negativas, por medio de la educación y la comunicación social (5).
4
En la adopción de estilos de vida saludables entra en juego un concepto muy
importante, el de la educación en salud. La OMS la define como un proceso que informa,
motiva y ayuda a la población a adoptar y mantener prácticas de estilos de vida saludables;
que propugna por los cambios ambientales necesarios para lograr sus objetivos; y que dirige
la formación profesional y la investigación hacia éstos.
Las actitudes se pueden definir como disposiciones permanentes de ánimo,
formadas por un conjunto de convicciones y sentimientos que llevan al sujeto a actuar y
expresarse. Comprenden tres factores: uno ideológico, formado por ideas y convicciones
determinadas; otro sentimental que genera simpatía o antipatía hacia cosas o personas; y un
tercero reactivo que impulsa a pensar y obrar en las distintas situaciones sociales en
consonancia con las convicciones y sentimientos profesados.
Los agentes de educación en salud han sido tradicionalmente los funcionarios de
los servicios de salud, constituyéndose en agentes importantes de contribución de
conocimientos, actitudes y comportamientos en la población; estos funcionarios han tenido
un papel social y han ejercido influencia tanto formal, con el cuidado directo de los pacientes,
como informal, que aunque no es intencionada sí ha sido importante para la sociedad, pues
sus palabras, hábitos y gestos se convierten en roles ejemplares para ésta.
Sobre cuál es el perfil del personal de salud para desempeñarse en labores de
promoción de la salud, se puede decir que aún está por desarrollarse un plan de estudios
que realmente logre una formación integral, que además de la formación en el modelo
biológico, el abordaje de la enfermedad se amplíe hacia el autocuidado, la prevención del
daño y la promoción de estilos de vida sano.
En nuestro país, la formación del personal de salud ha sido orientada hacia la
asistencialidad, subestimando el beneficio de acciones educativas, promocionales
preventivas, sociales, políticas comunitarias y de salud familiar. No existe suficiente personal
formado en el área de promoción y prevención; durante muchos años se ha desempeñado
en este campo matronas, enfermeras, nutricionistas y asistentes sociales entre otros, sólo
con el ímpetu de querer educar. Del personal médico se puede decir que no está preparado
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para estas labores ni las han desempeñado por razones de toda índole, entre ellas su
preparación académica.
Teniendo en cuenta la responsabilidad del sector salud, y específicamente el
personal médico, paramédicos y técnicos, en el logro de las nuevas políticas planteadas en
la reforma de la seguridad social en salud y concretamente en materia de promoción de la
salud, debiera interesar conocer si el personal de este sector tiene estilos de vida saludables,
si el hecho de poseer conocimientos sobre sus beneficios ha logrado impactar en sus
propias actitudes y comportamientos; sería interesante aún más conocer cuál es la actitud
del personal de salud frente a la promoción de la salud, ya que ésta se refleja en su
quehacer y subyace, invariablemente, determinando sus acciones cotidianas con las
comunidades usuarias de los servicios de salud.
La literatura que aborda la problemática planteada más arriba es escasa, sin
embargo podemos mencionar que psicólogos contemporáneos como Albert Bandura,
Eberhard Todt, Icek Ajzan, J.O. Prochaska, I.M.Rosentock, entre otros, asumen desde un
enfoque teórico modelos que predicen la conducta relacionada con la salud, distinguiendo
algunas de sus características, entre ellas que son inestables, que son autónomas, con
escasa o nula relación entre las diferentes conductas de una misma persona. Por ejemplo,
una persona que lleva una alimentación y vida muy sana y en un determinado momento
abusa del tabaco y viceversa.
Una persona para poner en marcha una conducta de salud, debe percibir una
amenaza porque siempre implica un esfuerzo la conducta de salud, en esa amenaza está la
susceptibilidad y gravedad percibida. La amenaza puede relacionarse con variables
demográficas psicosociales y beneficios de poner la conducta en funcionamiento y el costo.
En la amenaza se basan las campañas de medios de comunicación, enfermedades cercanas
al individuo e información masiva. Los costos y beneficios se relacionan con esas variables
demográficas y psicosociales.
Las actitudes se pueden definir como disposiciones permanentes de ánimo,
formadas por un conjunto de convicciones y sentimientos que llevan al sujeto a actuar y
expresarse. Comprenden tres factores: uno ideológico, formado por ideas y convicciones
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determinadas; otro sentimental que genera simpatía o antipatía hacia cosas o personas; y un
tercero reactivo que impulsa a pensar y obrar en las distintas situaciones sociales en
consonancia con las convicciones y sentimientos profesados. (6)
En el concepto del determinismo recíproco de Bandura, aunque los estímulos
ambientales influyen en la conducta, los factores personales individuales tales como las
creencias y las expectativas también influyen en la manera en que nos comportamos.
Además, los resultados de nuestra conducta sirven para cambiar el ambiente.
Aunque las acciones son reguladas por sus consecuencias, los estímulos externos
afectan a la conducta a través de la intervención de procesos cognoscitivos. Aunque estén
realizando las personas algún comportamiento, también piensan en lo que están haciendo.
Sus pensamientos influyen en el modo en que su conducta es afectada por el ambiente. Los
procesos cognoscitivos determinan cuáles estímulos se reconocerán, cómo se percibirán y
cómo se actuará ante éstos. Los procesos cognoscitivos también permiten usar símbolos y
realizar el tipo de pensamiento que permite anticipar cursos de acción diferentes y sus
consecuencias. Debido a que actuamos en forma reflexiva en lugar de automática, somos
capaces de cambiar nuestro ambiente inmediato. Al hacerlo, preparamos reforzamientos
para nosotros mismos e influimos en nuestra propia conducta.
Con relación a los tres factores mencionados por Bandura (7) (conductuales,
cognoscitivos y ambientales) se puede señalar que la influencia relativa de ellos, varía en
diferentes individuos y situaciones. En un proceso de interacción recíproca, un suceso puede
ser al mismo tiempo un estímulo, una respuesta o un reforzador ambiental (por ejemplo los
fumadores sociales), dependiendo del lugar de la secuencia en que se comience el análisis.
Por tanto, es inútil buscar una causa ambiental esencial de la conducta. De hecho, los
encuentros azarosos con frecuencia desempeñan un papel en el moldeamiento del curso de
una vida humana. En un encuentro al azar, cada cadena separada de acontecimientos surge
en forma fortuita. La ciencia de la Psicología no puede predecir la probabilidad de los
encuentros azarosos, pero puede aclarar los factores que influyen en su impacto.
Finalmente, otros estudios (8) han descrito las motivaciones, y una de sus
clasificaciones de mayor uso corresponde a las motivaciones intrínsecas y extrínsecas. Las
7
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primeras se refieren a las fuerzas que comandan las conductas de las personas desde su
control interno de la salud, autoeficacia, persistencia, y las segundas se basan en el
condicionamiento clásico y operante respondiendo a fuerzas externas como la recompensa,
el castigo y el incentivo. La gran mayoría de los seres humanos se mueve entre las
motivaciones de una completa autodeterminación (intrínsecas) hasta la completa
determinación ambiental (extrínsecas), sin ser estas motivaciones excluyentes. Como entes
racionales deciden cómo responder a las fuentes de motivación externas (ambientales) o
internas (propias del sujeto), que constituyen el proceso mediador que orienta sus
respuestas. Basado en lo anterior interesa identificar las motivaciones intrínsecas y
extrínsecas que permiten al funcionario de la salud mantener su conducta saludable o no
saludable.
Al revisar los factores más arriba señalados y que explican las motivaciones que
influyen en las conductas de los funcionarios de salud, son diversos e interrelacionados pero
identificables claramente en cualquier contexto socio-cultural: pautas culturales, valores,
moda, tabúes, costumbres, actitudes, grupos de presión, opinión pública, publicidad y
motivación. Todas ejercen en distintos grados y niveles una influencia que guía las
decisiones que en materia de conducta relacionada con la salud tienen los funcionarios,
independiente de su rol.
8
CONCLUSIONES
Los funcionarios de salud presentan conductas inestables, incongruentes,
autónomas y con escasa relación entre una conducta y otra en un mismo funcionario, a
pesar de tener los conocimientos. Para tener conductas saludables deben percibir una
amenaza, la cual se relaciona con variables psicosociales, demográficas y la que en
definitiva va a estar de acuerdo a los beneficios y costos que impliquen ponerla en
funcionamiento. Mientras más costos y menos beneficios será más fácil adoptar un cambio
de conducta.
Las motivaciones que influyen en las conductas saludables o no saludables en los
funcionarios son diversas y dependerá del contexto sociocultural y laboral en que se
desenvuelven.
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Osorno, marzo - abril del 2005
RECOMENDACIONES
?
Realizar un diagnóstico que permita establecer el nivel de estilo de vida analizando
factores de riesgo y factores protectores en los funcionarios de salud y en base a ello,
implementar los cambios necesarios para mejorar aquellos hábitos y conductas negativas
para la salud.
?
Que las instituciones formadoras de recursos humanos en salud tanto profesional como
no profesional lleven a cabo reformas curriculares tendientes a producir mayores
cambios en la formación académica aplicando un enfoque promocional en todas las
áreas y a su vez lograr conductas saludables en los egresados.
?
Adecuar espacios y crear programas o estructuras de apoyo institucionales que faciliten
el cambio y mejoramiento de actitudes hacia estilos de vida más saludables en los
funcionarios del sector salud.
?
Crear sistemas de reconocimiento a los funcionarios que mantengan hábitos y
comportamientos saludables que de algún modo ejerzan influencia positiva tanto en la
salud de la población como en el ambiente laboral.
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BIBLIOGRAFIA
1. Estudio Consumo Indebido Drogas de Uso médico, CONACE, junio 2003.
2. Organización Panamericana de la Salud. Las Condiciones de Salud en las Américas.
Edición de 1994. Washington DC: OPS, 1994: 336-338.
3. Acta de Huechuraba "Por un país más saludable". I Congreso de Promoción de la Salud,
24-27 de agosto de 1999, Santiago, Chile.
4. Marjorie Kagawa Singer, University of California, 2003
5. La Epidemiología y las Políticas Públicas Saludables. Revista Facultad de Salud Pública
1955; vol 12 (2):37.
6. Good W. Métodos de Investigación Social. México, editorial Trillos; 1972
7. Bandura, Albert. Principios de modificación de conducta, editorial Sígueme, España,
1983.
8. Todt, E. (1991). La motivación. Ed. Herder. Barcelona. Biblioteca Psicología 788, España.
9. Ministerio de Salud. Encuesta de Calidad de Vida y Salud. Chile 2000. Santiago, Chile:
MINSAL; 2001
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