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Análisis motivacional de la
aceptación y rechazo
de las normas
ANGEL RODRIGUEZ KAUTH"
Una pregunta que cabría hacerse es sobre porque la gente acepta y cumple
con las normas que su grupo o la cultura ha pautado como correcto y
digno de ser tenido en cuenta. En primer lugar debemos dejar claro
que no hay una respuesta ni muchas respuestas, sino que la solución a
la pregunta está en la integración de las respuestas que se ofrezcan.
Para poder responder a esta cuestión creemos necesario introducirnos
en el campo de las motivaciones individuales; es decir, en el terreno de
los épor qué? y épara qué? de las conductas. En general los motivos son
concebidos como un proceso que hace surgir conductas en una dirección
a la par que sostener actividades. EI motivo es un proceso que mueve a
la actividad, aún cu ando el motivo original de una conducta puede ser
desplazado y reemplazado por otro como en la "teoría funcional" de
Allport. Creemos oportuno distinguir con Parsons la diferencia entre
"drives" y motivos. "Drives" son mecanismos fisiológicos que impel'en
a la conducta en una búsqueda de equilibrio homeostático. Parsons los
.. FacuItad de Pedagogia y Psicologia Universidad Nacional de Cuyo, Argentina.
Arq. bras. Psic. apl.
Rio de Janeiro
24
(2): 75-83
abr.fjun. 1972
define como energia orgánica que acompafia a la motivación (el quantum
de energia de un motivo) y que pertenece aI nivel orgánico. El motivo
es mas complejo ya que implica objetos específicos y tiende a restabelecer
el equilibrio de la personalidad.
Aqui queremos dejar sentado que disentimos con la afirmación de
Hartung (1) de que en psicologia social sólo son motivos las verbalizaciones que un indivíduo hace acerca de su conducta en una situación
dada. Essas verbalizaciones pueden coincidir en algunos casos - sobre todo
de conductas conformistas - con los motivos de la conducta, pero en otros
casos sólo serán racionalizaciones o barreras que el individuo levanta
ante su yo para evitar enfrentarse con un motivo que le resulta traumático
por lo desagradable. Para Hartung la racionalización que verbaliza el
individuo es su motivo. A través de esta postura racionalista niega la
noción psiquiátrica deI concepto de racionalización hasta el punto que
nega a decir que esa noción desconoce el razonamiento que precede aI
acto y que hasta llega a negar que haya ocurrido. Evidentemente que
este tipo de posturas racionalistas evaden racionalmente la posibilidad
de enfrentarse con el mundo de lo afectivo que no responde a lógica
alguna y que termina por romper las mejores elaboraciones lógicas y
los mejores modelos metodológicos a que están tan acostumbrados a
trabajar los científicos sociales de la escuela americana.
En nuestro análisis, las motivaciones en cuanto dirección de la
conducta, y extrapolando el nivel deI análisis conductal aI motivacional,
puede ser conformistas o desviadas.
Para el análisis de la interrelación entre motivos y conductas tomaremos la tabla de doble entrada elaborada por Blake y Davis (2).
Conductas
Conformistas
Desviadas
Conformistas
++
+-
Desviados
-+
-
Motivos
Esta tabla aI decir de los autores citados esquematiza las consecuencias
conductales de motivaciones que pueden ser conformistas o desviadas.
Las celdas 1 y 4 no ofrecen mayor problema de estudio: ante mo tivaciones conformistas, conductas conformistas y ante motivaciones
desviadas, conductas desviadas .
. En la celda 2 los autores quieren ver cómo motivos conformistas
llevan o conducen a conductas desviadas, ellos no creen que esto pueda
ser simplesmente una posibilidad lógica sino que de hecho es una posibilidad fáctica. Esta posibilidad como "fuente de inintencionalidad de
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la conducta desviada" aparece en situaciones en que el sujeto no tiene
control sobre su conducta. Dicen "que hay condiciones ambientales y
físicas que provocan falta de habilidad en el sujeto para satisfacer las
demandas normativas". Pero bien sabemos que el producto de tal falta
de habilidades en situaciones "trágicas" no da como resultado una conducta desviada, ya que como el mismo concepto de conducta desviada
es relativo culturalmente, también es relativo en cuanto a las situaciones
en que ha de juzgar la conducta desviada cada uno de los grupos a que
ésta se refiera. Es decir, por más rígidos y férreos que sean los sistemas
normativos, en todos los grupos se ofrecen eximentes para conductas
que teóricamente serían desviadas, per o que considerando la situación
y las condiciones bajo las cuales fueron actuadas esas conductas las mismas
dejan de ser desviadas. El ejemplo que ofrecen acerca de una gTave
enfermedad que resulta impedimento para satisfacer una demanda de
desalojo judicial resulta ser un ejemplo poco feliz, ya que de ninguna
manera ese hecho configura una conducta desviada. Además si quisiéramos
profundizar un poco más el episodio tno sería oportuno preguntarse
sobre el por qué aparece esa grave enfermedad de un dia para el otro
previamente a una ordem de desalojo judicial? La respuesta indudablemente la encontraremos en la unidad biopsicosocial humana. Para muchas
personalidades es preferible evitar las ansiedades que ocasiona la pérdida
de la vivienda convirtiéndolas en un síntoma somático como una parálisis
histérica o 42 grados de temperatura.
Una segunda forma-de abordar el problema es a través deI conflicto
de roles, por ejemplo: un individuo o grupo ocupando simultáneamente
dos posiciones distintas frente a las cu ales se especta de sus actores conductas contradictorias. Vale decir, para los ocupantes de una posición
se espera la conducta de tipo A Y para los de la otra posición se espera
una conducta de tipo no A que puede ser diferente u opuesta a la de
tipo A. En general las conductas que se esperan para un mismo ocupante
de dos o más status son diferentes en cuanto manifestación externa de
la conducta, aunque no necesariamente han de ser opuestas en cuanto
contenidos de esas conductas, dado que la organización social en que
nos movemos intenta mantener la armonía de los status a la par que
reducir las ansiedades de sus ocupantes. Pero la organización social total
no es perfecta, y se plantean si tu aciones en que los indivíduos se encuentran frente a un conflicto de roles. Es decir, las demandas institucionales
para un mismo ocupante de dos o más posiciones se oponen no sólo a
la conducta manifiesta, sino también en cuanto aI cu adro de valores que
cada una de ellas lleva implícito en su formulación. Estos conflictos
de roles para que puedan dar lugar a una conducta desviada no intencional, a nuestro juicio, deben presentar tres características: a) aparecer
ante lo que ]aspers (3) llama "situaciones límites"; b) los términos deI
conflicto deben ser equipotentes y c) el conflicto debe ser persistente (4).
No creemos que todas las situaciones que a diario se nos presentan como
de espectativas encontradas frente a las demandas institucionales representa "situaciones límites" en el sentido que le pretende dar ]aspers,
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solo la muerte en sua expresión fisiológica puede ser una situación
límite. Pero sí, en cambio, pensamos que hay algunas demandas o espectativas de conducta que no solo cognitivamente incogruentes en
cuanto hacen tambalear el sistema de creencias en que cómodamente nos
hemos ubicado durante nuestra vida (5), sino que también afectan la
resonancia afectiva de los valores y creencias. En eI adulto psicológicamente maduro estas situaciones generan ansiedad, pero la misma pIas ticidad de la conducta permite salvar el escollo sin necesidad de producir
una conducta desviada. Pongamos eI caso de aquel indivíduo que durante
un parto de su mujer y ante las dificultades que éste presenta se vé
urgido por el cirujano a optar por la vida de la criatura que tiene que
nacer o la de su mujer, ya que las dificultades del parto solo admiten
la vida de uno de los dos. Si el indivíduo elige la vida de su mujer
satisface las espedativas que se tienen acerca de su rol de marido y se
desvía de las espectativas deI rol de padre. Si eIige la vida de la criatura
la sÍtuación planteada se invierte. Pero debemos recordar que cualquiera
de las dos alternativas elegidas, el indivíduo siempre se desvía teóricamente de alguna de las dos espectativas en juego. En la práctica, en la
vida real, y aI margen de las eIucubraciones teóricas, ~quién se animaría
a acusarIo de homicidio o instigación aI homicidio? Nadie. Salvo que se
conozcan motivaciones -inferibles de conductas anteriores- de sus deseos
de deshacerse de su mujer o de no tener la criatura. En este caso tampoco
habrá una acusación formal, pero se puede interpretar su conducta como
una desviación motivacional aún cuando racionalmente no pudo haber
otra salida aI problema planteado.
Cuando el conflicto entre los roles no es tan trágico como el presentado, y el indivíduo eIige una alternativa en desmedro de la otra
provocando de este modo una conducta desviada -por acción· u omisiónentonces estamos instrumentados por la psicología profunda para interpretar esa conducta como motivada por alguna necessidad a satisfacer. EI
trabajo que nos ocupa de Blake y Davis parece ignorar los in teres antes y
reveladores hallazgos de la psicología profunda; en todo caso se mantienen
aI nivel de la motivación consciente, pero eI psiquismo humano se destaca por ser más complejo de lo que a sim pIe vista aparece. AI principio
de este trabajo sefialamos que entendemos -y la clínica nos lo corroboraque no hay conductas erráticas, todas tienen un por qué y un para
qué, todas tienen una causa y un efecto, aunque muchas veces no se
pueda distinguir en una conducta molar si la causa no es efecto de y
si el efecto no es causa de. Por consiguiente toda elección -y como lo
dijo Sartre, es morir un poco- en favor de satisfacer ciertas espectativas
de rol en detrimento de otras espectativas hacia otro rol, implican siempre
algún motivo en la dirección de la conducta elegida. Que ese motivo
sea consciente o inconsciente es otra cosa, pero no debemos ignorar a
estos últimos en la interpretación de una conducta.
Por otra parte, dijimos que los términos deI conflicto deben ser
equipotentes y esto significa que la fuerza deI motivo A que me llevaría
a satisfacer las demandas deI rol A es igual a la fuerza deI motivo no A
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que me Ilevaría a satisfacer las demandas deI rol no A. En física mecánica
esto no es mas que el choque entre dos fuerzas iguales y puede ser
representado así:
A
no A
objeto
En psicologia esto es un conflicto que llena de ansiedad ai sujeto
actor de la situación. Cu ando el conflicto no persiste y es solucionado
dándole más fuerza aI motivo A o ai no A entonces podemos tener una
conducta desviada, pero que no es fortuita sino que simplemente se la
prefiere a otra conducta desviada. Pongamos por caso que el indivíduo
ha preferido dar más fuerza aI motivo no A; en tal caso ha preferido,
cognitiva y afectivamente, transgredir las normas a que apunta el motivo
A. Las causas pueden ser múltiples, entre las causas objetivas de esta
elección tenemos: menor importancia deI bien violado, menor sanción
pública, menores demandas sociales sobre ese rol; entre las subjetivas
podemos hallar: menor sentimiento de culpa, mayor satisfacción inconsciente por ese dano, menor deseo de seguir ocupando el rol correspondiente a Ia posición fracturada. Un ejemplo -tomado de Blake y Davisque puede ser más comprensible acerca de lo que venimos exponiendo
y que no resulta tan trágico como el de sala de partos, es aquel en que
un individuo ocupa Ias posiciones de jefe de família y a la vez de productor. Para los autores que venimos criticando entre las demandas de
estas dos posiciones puede haber un severo conflicto. Pero nosotros volvemos a insistir que habrá 5610 conflicto cuando los términos de Ias
dos posiciones sean equipo tentes. En tanto el indivíduo satisfaga Ias
espectativas de uno de los dos roles y esto no lo cargue subjetivamente
de culpas, entonces no hay conflicto de roles y por consiguiente Ia condUcta desviada es intencionada. Supongamos que nuestro sujeto elige
por el rol de productor y ai abandonar por mas horas diarias que las
permitidas a sua familia se convierte en un sujeto desviado para con
Ias espectativas que se tienen de sua posición familiar. EI indivíduo podrá
racionalizar Ia situación y aparentar quedar "bien" ante la opinión pública diciendoque él toma esa forma de vida porque quiere que su
família tenga una buena vida. Si esto es cierto no es conducta desviada,
pero lo más probable será que lo que nuestro sujeto desea es estar el
mayor tiempo deI día fuera de sua casa ya sea porque sus motivaciones
con de evitación con respecto a su mujer e hijos o bien porque tiene
fuertes motivaciones de logro que lo impulsan a la carrera competitiva
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de posesiones simbólicas en desmedro de las atenciones afectivas que
debieran ligarIo a su núcleo familiar. De cualquier manera la conducta
desviada de nuestro sujeto es intencional, ya sea consciente o inconscientemente.
Otra fuente de inintencionalidad de la conducta desviada de que
se ocupan nuestros autores es la que surge de las demandas conflictivas
o competitivas a causa de la interacción dei yo con su status particular
(recordar la teoría dei rol-set de Merton, situación en la cu ai los individuos se encuentran presionados por distintas demandas de rol de
acuerdo a la posición de aquellos que están vinculados con la posición
dei sujeto y que de alguna manera esperan conductas diferenciales con
respecto a la posición que ocupa el sujeto en cuestión). De acuerdo
con Rommetveit (6) pensamos que el desempeno de um rol implica
el conocimiento por parte dei actor de las espectativas perceptuales que
los otros tengan acerca deI desempeno de ese rol. Pero las hipótesis
perceptuales de los otros no responden a un común denominador, sino
que por lo general los otros tienen hipótesis perceptuales encontradas
entre si, aún cuando sus posiciones estén intervinculadas com respecto
a la posición dei sujeto motivo de nuestro análisis. Blake y Davis ofrecen
el ejemplo de las espectativas que se tendrán de un capataz observadas
desde el punto de vista de sus obreros o dei punto de vista de su patrón.
Estimamos que ante una situación conflictiva el capataz deI ejemplo
tiene por lo menos -y en lo que interesa para nuestro an ..lisis- tres
alternativas de demandas para optar: a) las espectativas dei grupo de
capataces surgidas en acuerdo normativo de los pares; b) las espectativas
de los obreros surgidas dei sistema normativo que responde a los valores
que a estos interesan y c) las espectativas de su patrón que surgen
de las lealtades que éste estima exigible a su capataz. Obviamente ponemos el caso de una situación conflictiva en que las demands de rol
no coinciden en los tres grupos. Ningún capataz, ni cualquier hombre,
elige erráticamente una alternativa de las propuestas. La eIección se
efectúa fundamentalmente sobre la base dei grupo donde nuestro capataz
ubique sus lealtades grupales o bien sobre la base de sus motivaciones personales de interés ya demagógico, ya económico.
Ignorar esto es ignorar la relatividad de la conducta desviada, y es
lo que hacen en última instancia Blake y Davis. A pesar de que ellos
afirman explicitamente que el concepto de conducta desviada es un concepto relativo, sin embargo, ignoran esa relatividad aI juzgar las opciones
de conducta de los indivíduos como intencionales.
Una última fuente de inintencionalidad de la conducta desviada
la encuentran en las incompatibilidades temporales entre status. Es el
caso dei adolescente de las modernas sociedades industriales quien con
muy buen criterio ha sido descripto como un indivíduo demasiado grande
como para hacer cosas de ninos y demasiado chico como para hacer
cosas de adulto. AI adolescente se le exigen ciertas responsabilidades y
se le niega otras. Lamentablemente el cu adro de conductas prescriptas
y prohibidas para el joven es confuso y ambiguo, ya que las responsa80
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bilidades exigidas y negadas varían de acuerdo a los interesses y estados
de ánimo de quienes ofrecen las alternativas, es decir, padres, educadores,
y la sociedad en general. Por un lado los padres se jactan ante sus amigos
de que su muchacho ya hace cosas de hombre y se porta como tal, y por
otro lado le prohiben fumar o les niegan la llave de la casa. <Pero es
que los hombres no fuman o no tienen la llave de su casa? Por otra
parte se le exije de un día para otro un repertorio de conductas para
las cuales no se encuentra ni técnica ni psicológicamente preparado.
Esta desorientación hace que el muchacho aI optar no reconozca el valor
relativo de cada proposición y su eIección si bien no se hace erráticamente,
ésta se produce de acuerdo a sus motivaciones más profundas que intentan
darle una suerte de sentido a la dirección de conducta empenada. En
estas situaciones de incompatibilidad de status o de poca claridad deI
status, la conducta desviada puede surgir como un producto de la ignorancia respecto de las obligaciones a cumplir, y sin un propósito firme
de fracturar las normas. El mismo fenómeno puede ocurrirle aI indivíduo que está entrenado para ocupar una posición y que de buenas
a primeras las espectativas perceptuales y normativas respecto a esa
posición varían radicalmente. En tal caso el individuo como actor deI
rol no satisface las espectativas depositadas en él y fractura las mismas
por incapacidad técnica e instrumental. La persona define la situación
de acuerdo a las viejas normas y se desvia con respecto a las nuevas
aI utilizar los instrumentos viejos en su definición perceptual y normatiyo
deI status que está ocupando.
Vale decir que solo en estos dos últimos casos presentados podemos
encontrarnos con conductas desviadas no intencionales, no motivadas a
la desviación, lo cual no quiere decir -y volvemos a insistir en esto- que
la elección de la pauta de conducta a seguir haya sido errática o azarosa.
Ahora bien, visto ya el problema y las dificultades teórico-prácticas
que provoca eI reconocimiento de conductas desviadas con una base
motivacional conformista, nos encontramos habilitados para bucear en
las incógnitas de las motivaciones desviadas. <Cuál es el origen de las
motivaciones desviadas? Pensamos que la respuesta es sim pIe, las fuentes
de la motivación que rematan en conducta desviada son las mismas
que las que conc1uyen en conductas conformistas; tanto la conducta conformista como la no conformista son producto de un mismo proceso
psicosocial, pero que estamos acostumbrados a diferenciarlos en eI vocabulafio por las implicaciones axiológicas que poseen, ya que las valoraciones las estamos realizando desde el punto de vista de observadores
comprometidos -como científicos sociales- con el statu-quo que regula
la legislación v el sistema normativo vigentes que nos aportan el marco
de referencia perceptual deI problema. Es decir, el objetivo de toda
motivación es orientar la conducta para satisfacer necesidades y puede
tener un tri pIe origen a los fines analíticos: biológico, sociológico e psicológico. Toda conducta, ya sea desviada o conformista, intenta cubrir
esta variada gama de necesidades. Dejado este punto en claro ya podemos
dedicamos a observar como operan los tres niveles de análisis en la conA nálisis motivacional
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ducta desviada. Con respecto aI nivel mas primitivo y sencillo de análisis
que es de acuerdo con Bleger (7) e! nivel biológico nos encontramos
con que ciertos cu adros de la patologia social presentan simultáneamente
una patologia orgánica individual. Sin caer en los extremismos biologistas deI siglo pasado que llegaron a pretender una explicación de la
conducta desviada por disfunciones glandulares, viscerales e histológicas
y óseas en general a más de trastornos neuronales, sin embargo pensamos
que estos trastornos ya orgánicos, ya fisicoquímicos, pueden operar sobre
las motivaciones de los individuos orientando su conducta hacia e! logro
de metas ilícitas o bien instrumentalizarse para e! logro de metas lícitas
con medi os ilícitos. De tal manera como la muestra la farmacología
experimental moderna con respecto a la alcoholomanía no se confirma
que la necessidad de alcochol dependa "de un mecanismo alérgico" (8).
También aquellos que han intentado la explicación bioquímica de la
adición alcohólica a través deI supuesto hipofuncionamiento de la corteza
suprarrenal chocan frente a "la dificultad de atribuir un papel a las
alteraciones suprarrenales que también podrían ser secundarias a la
intoxicación" (9).
Si bien es cierto aún no se han logrado comprobaciones experimen.
tales que justifiquen e! supuesto de alteraciones bioquímicas que predisponga aI uso de drogas, sin embargo podemos pensar que en muchos
casos de enfermedades o lesiones traumáticas la adición a las drogas
heróicas surge como una consecuencia iatrogénica deI tratamiento
específico.
Sin embargo estas condiciones o situaciones biológicas no operan
necesariamente como agentes de futuras conductas desviadas, en cambio
si pueden actuar como facilitadores de ese tipo de respuestas a las ex igencias deI organismo. Pero aquí se nos presenta una duda ~es que
todos los indivíduos que padecen una situación orgánica similar son
actores de conductas desviadas? ~no es acaso que muchos indivíduos en
esa misma condición fisiológica resue!ven sus necesidades en e! campo
de las conductas permitidas?
En este momento es cu ando podemos entrar aI segundo nivel de
análisis propuesto: el nivel sociológico. Decíamos en eI nivel anterior
que alteraciones biológicas o fisicoquímicas pueden actuar como facilitadores de conductas no conformistas, pero para que esto suceda se debe
contar con un mínimo de apoyo de la estructura social en que se actúe.
Por ejemplo, si las necesidades de! individuo pueden ser satisfechas con
e! uso de drogas, para que el indivíduo se convierta en un consumidor
o drogadicto es necesario un suporte social que le garantice la entrega
periódica de la droga en cuestión. EI proceso es un tanto largo. Para
que nuestro sujeto sepa que las drogas heróicas recuperan su equilíbrio
fisicoquímico es necesario que en primer lugar se ponga en contacto
con grupos drogadictos. Es decir, inicia su asociación diferencial con
este tipo de grupos sin saber en un principio que elloSl tienen un
recurso biológico que satisfará sus necesidades orgánicas. EI principio de
asociación responde a otros móviles de tipo psicosociaI como ser la
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búsqueda de apoyo en grupos desviados porque encuentra en ellos una
ideologia (10) que responde a valores, objetivos y normas de conducta
que se ajustan mejor a su propia ideología que las de los grupos convencionales. Ingresado aI grupo e iniciado en el consumo habitual de
drogas tal como lo describe Becker (11), el indivíduo recién encuentra
la sal ida biológica a sus necesidades orgánicas. Pero todo esto supone,
en nuestra sociedad industrial, la puesta en marcha de un mercado
comercial de drogas, lo que a su vez supone toda una organización que
vá desde los que adquieren el producto bruto, pasando por elaboradores,
distribuidores, vendedores y revendedores para llegar recién aI consumidor.
Pero en este momento nos encontramos ante una dificultad frente
ai determinismo biologista; como ya dijimos no todos los pacientes de
ese equilibrio físico-químico se hacen drogadictos, como así tampoco no
todos los drogadictos son pacientes de esa alteración metabólica. En
sínt«,:sis, para ser drogadicto se necesita algo más que una predisposición
biológica; y podríamos agregar que también se necesita algo más que
la influencia social que facilite la adicción, y ese algo más puede estar
dado en "la disposición neurótica subyacente" (12). Vale decir el nível
biológico como explicatorio de una condición, más el nivel de análisis
sociológico como explicatorio de una situación solo operan como facilitadores de conductas desviadas cuando encuentran una resonancia psicológica adecuada. Es decir, la explicación solo podrá ser psicosocial como
nivel de integración de las otras tres abstracciones.
En síntesis, ni tendencias, ni instintos, ni alteraciones biológicos o
bioquímicas, ni si tu aciones sociales, ni condiciones psicológicas, pueden
dar lugar aisladamente a motivos de carácter desviados, ya que ninguna
de esas variables es específica de la desviación, sino que son compartidas
con el conformismo. Por lo tanto la respuesta a estos motivos desviados
será encontrada en la interacción de algunas de estas variables a un
nivel psicosocial.
Referências bibliográficas
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Delinquency, crime and social processo New York, Ed. Harper & Row, 1969.
2. Blake y Davis. Norms, values and sanctions. In: Faris. Handbook of modem
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Argentina, 1964.
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6. Rommetveit. Normas y roles. Buenos Aires, Ed. Paidós, 1966.
7. Bleger, José: Psicologia de la conducta. Buenos Aires, Centro Editor de América
Latina, Buenos Aires, 1969.
8. Ey, Henry. Tratado de psiquiatria. Barcelona, Espaiía, Ed. Toray, 1969.
9. - - o op. cito en 8.
10. Krech, Crutchfield y Ballachey. Psicologia social. Madrid, Ed. Biblioteca Nueva,
1965.
lI. Becker. Como llegué a ser fumador de marihuana. Buenos Aires, Ed. Paidós. 1968.
12. Ey, Henry. op. cito en 8.
A nálisis motivacional
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