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INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
XVIII Jornadas de estadística de las Comunidades Autónomas
Oviedo, 3 de julio de 2014
Es una satisfacción personal poder dirigirme a ustedes y que Asturias sea por primera vez el
lugar elegido para la celebración de las Jornadas Estadísticas de las Comunidades Autónomas.
Una satisfacción por doble partida. Primero por contar durante estos días con la presencia de
un colectivo de acreditado prestigio profesional y científico, cuyos estudios e informes aportan
luz sobre el momento que vivimos y el futuro que nos aguarda; segundo, porque representa
también un reconocimiento a la labor que desde 1966 viene realizando la Sociedad Asturiana
de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), organizadora de este encuentro.
Permítanme que les diga que, para mí, Sadei es algo más que un instituto de estudios
sociológicos y estadísticos. Sadei es una seña de identidad de Asturias que nos ha permitido
durante este casi medio siglo conocernos mejor, saber cuáles eran nuestras fortalezas y dónde
residían nuestras debilidades. Y lo ha hecho rehuyendo las patologías egocéntricas con
solvencia técnica, ecuanimidad profesional y vocación de servicio. No sólo para las
administraciones públicas sino, y sobre todo, para el conjunto de la sociedad asturiana,
necesitada de información y conocimiento sobre sus propias realidades.
En febrero de 2016 se celebrará medio siglo de la creación de Sadei. Quiero adelantarme a esa
fecha y felicitar a Ramiro Lomba, su director, y a todos los profesionales que han formado o
forman parte de ella. Sin su esfuerzo y exigencia profesional, Asturias carecería de un relato
cierto y preciso de lo que fue en estos últimos 50 años. Confío en que los asturianos, pero
también todos los profesionales de la ciencia estadística y de la sociología, sabremos reconocer
su labor como se merece.
Académicamente, la estadística es la disciplina que aborda el recuento, la ordenación y la
clasificación de los datos para poder hacer comparaciones y sacar conclusiones.
Pero para un responsable público como es mi caso, es algo más que una herramienta
matemática. Se trata de un instrumento fundamental para la toma de decisiones. La política
económica, la política social, la estrategia demográfica, la salud pública… todas se nutren de
indicadores estadísticos.
Decía el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti que la ‘literatura es mentir bien la verdad’. La
estadística no es ‘mentir bien la verdad’. Pero se corre el riesgo de caer en el síndrome del
talmudista: tantas opiniones, como tratadistas. No se me interprete mal. No invoco una verdad
absoluta, pero sí reclamo la objetividad y la neutralidad en la elaboración de los estudios
estadísticos y, sin duda alguna, la transparencia en su difusión.
Una de las tentaciones más perversamente antidemocráticas de nuestro tiempo es el control de
la información. Pero lo es más la negación de esa información, la que ejercen aquellos que
arrebatan a la difusión y al uso público los conocimientos que permiten diagnosticarnos y
comprendernos mejor como sociedad.
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El apagón estadístico tal vez sea una de las formas más groseras de cercenar la fortaleza
científica de esta disciplina social y de enajenar valores esenciales de la democracia, como son
el tránsito de conocimientos y la misma libertad de expresión.
Si los diagnósticos sociales son siempre necesarios, sin duda alguna lo son más en tiempos de
tribulación como los que vivimos. La crisis económica y social y las decisiones adoptadas en
los últimos años han difuminado las fotografías que teníamos de nuestra sociedad hace poco
más de seis años.
Renunciar a las herramientas estadísticas y, más grave aún, ocultar sus resultados porque
alteran el relato político que se quiera escribir, representa una erosión de la legitimidad
democrática y ahonda los espacios entre gobernantes y ciudadanos.
¿Qué efectos concretos está suponiendo la reforma laboral? ¿Y las nuevas tasas judiciales?
¿Cómo afectan a los pensionistas los pagos sanitarios? Son algunas preguntas que se realizan
muchos sociólogos, economistas o politólogos. Bien, pues muchos de esos datos no existen o
duermen en el recóndito archivo de algún limbo burocrático.
Ciertamente, son muchas las voces de los especialistas que se oyen en los últimos meses
reclamando información necesaria, precisa y rigurosa para conocer, por ejemplo, el alcance de
los cambios introducidos en la reforma laboral.
Los profesores Samuel Bentolila y Marcel Jansen, de la Fundación de Estudios de Economía
Aplicada, han denunciado que no se estaban publicando datos imprescindibles sobre las
novedades introducidas por la reforma laboral, lo que impedía su evaluación. Florentino
Felgueroso, profesor de la Universidad de Oviedo y miembro también de Fedea, ha lamentado
que la Encuesta de Coyuntura Laboral desapareciera a finales de 2012, cuando cumplía 16
años, como también dejó de realizarse en 2010 la Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo.
¿Hay mayor preocupación en estos momentos entre los españoles que el desempleo, la
evolución de los salarios y de las pensiones o las condiciones que soportan muchos
trabajadores? Al 84% de los españoles, yo entre ellos, es lo que más nos preocupa.
Fíjense, se aborda una reforma tributaria, un asunto siempre crucial porque quizás hablamos
del más ideológico entre los económicos tras la reforma laboral, pero desde 2011 el Instituto de
Estudios Fiscales dejó de publicar el barómetro fiscal. Por cierto, en esa publicación, en 2007,
un 49% de los encuestados justificaba en cierta medida, en bastante medida, el fraude fiscal.
Lo señalo porque esa información por sí sola ya nos revela que si hay un país que debería
incorporar a su acervo cultural y emocional que el cumplimiento tributario es una obligación
ciudadana, ése es este país.
Lo cierto es que ustedes, los estadísticos que durante estos dos días van a trabajar en Oviedo,
tienen una responsabilidad: elaborar estudios exhaustivos y de la máxima calidad que ofrezcan
diagnósticos fiables de nuestra salud socioeconómica.
Los responsables de las instituciones públicas estamos obligados a proporcionar esa
información a la sociedad para que los expertos y todos los ciudadanos tengan la opción de
realizar juicios de valor objetivos.
Ustedes son responsables de realizar un trabajo neutral, objetivo y riguroso; otros tenemos un
mandato moral: dar luz a ese corpus de conocimiento y ponerlo al servicio de los ciudadanos,
que son sus verdaderos propietarios.
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Éste es un rasgo de identidad de las sociedades abiertas y avanzadas. Renunciar a él sería optar
por la inseguridad jurídica propia de una democracia cojitranca, que prefiere ocultar las graves
heridas provocadas por una situación concreta –en este caso la crisis económica y social más
grave conocida en las últimas ocho décadas— bien para tranquilizar, bien para narcotizar la
inquietud social.
La información exhaustiva y de calidad no debe estar confinada en ningún búnker estadístico;
todo lo contrario, tiene que ver la luz y airearse. Contar con cifras y datos científicamente
fiables es la manera de saber si las cosas van mejor o peor, no sólo en los grandes números,
sino en los más detallados y precisos, que son los que retratan las condiciones reales de la vida
de los ciudadanos.
Y si es saludablemente útil dar luz pública a las estadísticas, más lo es para los que tenemos
responsabilidad de gobierno. De los errores siempre se aprende, salvo los necios, y conocer las
consecuencias de unas decisiones adoptadas en su momento permite corregir a tiempo efectos
nocivos y potenciar aquellas medidas que más beneficios supongan.
Examinando con detalle el programa de estas XVIII Jornadas Estadísticas veo que estas
amenazas de las que hablaba están despejadas. Las ponencias y debates que abordarán estos
días conectan con las preocupaciones de la ciudadanía y también, como es nuestro caso, con la
de las instituciones públicas.
Por todo ello les deseo que tengan unas buenas jornadas: productivas en lo profesional, óptimas
en los aspectos organizativos y ricas en conclusiones que sirvan para que la ciudadanía pueda
beneficiarse de su trabajo.
Sin más, les dejo con el profesor Luis Garrido Medina, cuya conferencia inaugural, ‘Población,
inmigración y mercado laboral’, es muestra de la acertada sintonía de los profesionales de la
estadística y la sociología con los problemas reales de la gente.
Les deseo una feliz estancia en Asturias y que, entre ponencia y ponencia, encuentren hueco
para disfrutar de esta tierra.
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