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Experiencia vital con una mujer en la antesala de la muerte Arenas Gallero, Raúl; Luna Galveño, Soledad; Sel Escalante María del Carmen. Enfermeros asistenciales del Hospital Regional Universitario de Málaga. Unidad de Cuidados Intensivos y Urgencias. Palabras Clave: muerte, sedación, espiritual. Resumen Esta narración se centra en una experiencia profesional y vital que ha marcado la atención que presto a los pacientes en situaciones irremediablemente terminales a corto plazo y cuyo objetivo es hacer reflexionar al lector acerca del mismo y que abra la mente a otras opciones y posibilidades a las que la ciencia no puede dar respuesta. Desde mi inocencia profesional, me entusiasmaba con cada técnica, procedimiento y protocolo nuevo que no conocía. Pero una de las cosas más importantes que aprendí y que nunca olvidaré fue el trato humano de una compañera hacia una paciente moribunda. Comenzaba el turno de tarde en la Unidad de Cuidados… Prevención, promoción y educación para la salud. Estilos de vida Experiencia vital con una mujer en la antesala de la muerte Con este relato quisiera enfatizar en el hecho de la muerte y de la necesidad de normalizarla. Para ello insto a los profesionales de atención primaria para que lo aborden con tiempo y con naturalidad en las consultas de enfermería para que, llegado el momento, los pacientes hayan podido hablar con los familiares sobre ello y puedan elegir, en cierto sentido, la forma de morir, cuando ellos no pueden decidir. Este relato se centra en una experiencia profesional y vital que ha marcado la atención que presto a los pacientes en situaciones irremediablemente terminales a corto plazo y cuyo objetivo es hacer reflexionar al lector acerca del mismo y que abra la mente. Experiencia vital con una mujer en la antesala de la muerte Por aquel entonces yo era un enfermero asistencial que llevaba trabajando poco tiempo. Tuve la gran suerte y la oportunidad de trabajar en la unidad de cuidados intensivos de un hospital nuevo, pudiendo coincidir con unos profesionales jóvenes muy preparados técnica y humanamente hablando. Durante los meses de contrato, desde mi inocencia profesional, me entusiasmaba con cada técnica, procedimiento y protocolo nuevo que no conocía. Pero una de las cosas más importantes que aprendí y que nunca olvidaré fue el trato humano de una compañera hacia una paciente en la antesala de la muerte. Comenzaba el turno de tarde en la Unidad de cuidados intensivos del Hospital Son Llatzer de Palma de Mallorca. Tras un breve saludo recibo el relevo de los pacientes ingresados. Se procede a un reparto de pacientes en grupos de dos pacientes por enfermero según cargas de trabajo. Tras la asignación de los pacientes realizo una primera valoración completa, revisión y preparación de tratamientos médicos, pruebas complementarias, cuidados de enfermería necesarios… Experiencia vital con una mujer en la antesala de la muerte Llega el momento de un descanso para merendar. Una de mis compañeras lleva más de quince minutos sentada en un taburete en la cabecera de su paciente: una señora de 89 años de edad que ha sufrido una hemorragia cerebral masiva no operable junto con un cáncer de páncreas categoría M1 (el cáncer se ha propagado a diferentes órganos y a ganglios linfáticos). Una paciente intubada y sedoanalgesiada durante mas de dos días con Cloruro Mórfico a dosis suficientes para mantenerla adaptada al respirador y sin dolor. La familia estaba informada del pronostico infausto. Aún en esta situación, la paciente mantiene las constantes vitales dentro cierta normalidad aunque ya ha dejado de orinar. Me quedo extrañado mirando a mi compañera en la cama 12 acercar su rostro al oído derecho de la señora y viéndola susurrar palabras durante un buen rato, gesticulando, a veces, como si realmente mantuviera una conversación. Me invade una sensación de escepticismo al tiempo que de respeto hacia su labor…cuantas veces pienso que debí observar la escena más atentamente. Experiencia vital con una mujer en la antesala de la muerte De pronto, la frecuencia cardiaca de la paciente de Marta cae en picado. La paciente se hipotensa bruscamente y la frecuencia baja a 42, 34, 22…asistolia. Marta, en esos momentos, estaba a su lado sujetando su mano. Dada mi relativa poca experiencia laboral en aquellos momentos, no termino de entender cómo, sin aparente motivo y con unas constantes vitales conservadas, de repente haya una bradicardia extrema y finalmente una asistolia permanente. Le pregunto a Marta: ¿qué has estado hablando tanto tempo con la paciente antes de que me fuera a merendar? ¿Le han pautado alguna medicación o algo? ¿Qué le has hecho, pero si estaba bien y de repente… “se va”? – Marta me miraba con una sutil sonrisa sin interrumpir mi incesante verborrea. Experiencia vital con una mujer en la antesala de la muerte Raúl- me dice- he estado explicándole la unidad- ¿QUÉ? ¿Explicándole la unidad? ¡Venga dime qué es lo que ha pasado!, ¿Qué le has hecho?- replico yo. “-Mira, a veces las personas no encuentran la salida. Lamentablemente las plantas y las unidades de cuidados intensivos a menudo tienen pocas ventanas o éstas están selladas, o las puertas no llevan a ningún sitio. Para salir de aquí a la calle, quizá haya que preguntar por donde. Las personas moribundas tienen miedo y no saben cómo marcharse, algunas están esperando a alguna persona antes de marchar, o puede que estén preocupados por la continuidad de sus negocios, familia… y luchan hasta que su cuerpo no puede más y fallecen. Yo lo único que he hecho ha sido tranquilizarla, comentándole que sus familiares la quieren mucho y han estado a su lado y que estaban todos informados de su situación y que la aceptaban. Le he dicho el camino inverso del que hace la familia para venir aquí. Simplemente eso: “le he enseñado la salida” En ese momento siento que es a mí a quien se le baja la tensión al contemplar la posible veracidad de la situación, me quedo atónito y agradecido. Gracias, Marta por darme otra posibilidad ante la muerte Experiencia vital con una mujer en la antesala de la muerte Habitualmente, los acompañantes de pacientes sedados me preguntan si les pueden hablar. Yo, sin dudarlo, les incito a que lo hagan y que les digan cosas positivas, que el paciente sepa que no está solo en el proceso. Porque por muy sedado que esté, es posible que la persona reconozca sonidos, voces cercanas. Gracias a esta experiencia, me acerco a los pacientes de otra forma. Los cuido, los trato como a cualquier otro paciente, siempre con respeto procurando su mayor confort y una situación ambiental lo más tranquila y cercana de su familiar, si éste lo desea. Los profesionales que solemos tratar a los pacientes moribundos no tenemos en cuenta que, posiblemente, en sus subconscientes estén todavía atrapados por esta cárcel corpórea que resulta, en ocasiones, nuestro cuerpo. ¿Por qué tendemos a centrarnos sólo en la parte física de las personas y no contemplar su parte espiritual? Abramos la mente, Cuidemos sin final