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TEMA 1
Mª del Carmen Castiñeira Pérez; Carmen Costa Ribas; Tamara García Mur
¿D e
I
Dolor agudo
qué habl amos?
El dolor se define como una sensación desagradable, subjetiva y asociada a un componente emocional que en ocasiones
no se correlaciona con el daño objetivo. Su descripción dependerá de la localización, intensidad, impacto en la calidad
de vida o de su significado en relación con el contexto cultural, psicosocial o económico.
El dolor agudo es breve, aunque a veces puede prolongarse hasta que no se resuelve la enfermedad que lo origina
(ICSI, 2009).
Esta GPC se refiere únicamente al manejo diagnóstico y terapéutico del dolor agudo, y no tiene en cuenta las patologías
específicas que lo originan, ni tampoco aborda el control del dolor en pacientes con cáncer o neuropatías (Fisterrae Manejo del dolor oncológico / Fisterrae - Neuropatía diabética) que por definición sería un dolor crónico, aunque muchas
de las recomendaciones de la misma podrían aplicarse también en estos grupos de pacientes.
¿C ómo
podemos cl asificarlo?
En función del mecanismo que determina el origen del dolor, podemos clasificarlo en (ISCI, 2009; Prodigy, 2009; IASP,
2010):
nDolor somático: por el daño tisular al activarse los receptores nociceptivos localizados en el tejido muscular, piel,
pleura y membranas peritoneales. Es típicamente de comienzo reciente y se describe como agudo y punzante.
Generalmente es un dolor bien localizado y su causa suele ser evidente (Ej: Laceraciones, fracturas, esguinces).
nDolor visceral: se genera por la estimulación que provoca una inflamación, compresión o destrucción de los
receptores nociceptivos de las vísceras. El dolor se localiza de forma difusa e imprecisa y frecuentemente es referido a distancia de donde se origina. La causa del dolor visceral puede incluir la isquemia, necrosis, inflamación,
espasmos de la musculatura lisa o distensión de la cápsula de un órgano.
nDolor neuropático: se desencadena por un daño a nivel de las fibras nerviosas centrales o periféricas, generan-
do sensaciones de dolor que los pacientes describen de forma intensa y prolongada, no comparables a ninguna
experiencia de dolor previa. A menudo lo describen como quemazón, ardor, corriente eléctrica, hormigueo o
lancinante. Con frecuencia es un dolor constante, crónico, pero a veces se intensifica de forma paroxística. A la
exploración pueden presentar alodinia (dolor frente a estímulos que normalmente no lo desencadenan), hipoestesia, hiperestesia (disminución o aumento de la sensibilidad en respuesta a estímulos normalmente dolorosos)
o hiperpatía (respuesta anormal frente a un estímulo doloroso, con aumento del umbral).
En un mismo paciente pueden coexistir varios tipos de dolor. Siempre se debe tener en cuenta esta posibilidad, ya que
identificar el mecanismo que lo provoca, mejora su manejo terapéutico al seleccionar la intervención más apropiada
(ISCI, 2009).
¿C ómo
se diagnostica?
El dolor agudo no es un diagnóstico, es un síntoma. En muchas ocasiones, su causa es obvia (cirugía, traumatismos…)
en otras, sin embargo, la etiología no es tan clara por lo que será preciso realizar una correcta anamnesis con el objeto
de encontrar la causa que lo origina. Si el paciente se expresa con dificultad debemos entrevistar también a su cuidador.
La intervención del clínico deberá hacerse en los siguientes pasos (ISCI, 2009; CKS, 2009):
Historia clínica general:
n Historia del dolor: inicio, duración, localización, intensidad, irradiación, características para determinar si se trata
de dolor somático, visceral o neuropático, factores que lo favorecen o lo alivian y asociación con otros síntomas.
n Valoración del dolor: el relato del paciente es el indicador más fiable. Sin embargo existen situaciones en las
que no es posible obtener este dato de la propia fuente o resulta complicado, como ocurre en el caso de los
pacientes con deterioro cognitivo, visual, con dificultades para la expresión o problemas idiomáticos. En estos
casos habrá que evaluarlo a través del cuidador o acompañante.
1
Manejo del dolor La herramienta ideal para la valoración del dolor identificará la presencia del mismo y su evolución, además de ser válida
para su uso a lo largo del tiempo. Para ello, se han desarrollado diferentes escalas (Catananti C, 2009):
n Unidimensionales: evalúan un único aspecto del dolor, habitualmente su intensidad.
Escala verbal simple: consiste en una serie de descriptores que representan el dolor de forma progresiva
en intensidad: “no dolor, suave, moderado, mucho, insoportable” (Modelo de Keele). Hay diferentes
modelos, con distintos descriptores. Son escalas simples y comúnmente utilizadas, en la que el paciente
escoge el descriptor que más se ajuste a su dolor.
Escalas numéricas visuales: miden la intensidad mediante reglas de 10 centímetros, en las que los ex-
tremos están delimitados como: “sin dolor” y “el peor dolor imaginable”. El paciente tiene que señalar
el lugar de la línea que se corresponda con la intensidad de su dolor. La más conocida y aplicada es la
Escala Visual Analógica (EVA): el paciente debe indicar con un marcador vertical, sobre una línea sin
marcas intermedias, el punto correspondiente a su dolor. La severidad de éste se mide en cm o mm
entre el cero y ese punto.
Escala numérica verbal: mide el dolor del “0” al “10”, siendo el primer valor la ausencia del mismo y el
último su expresión máxima. Un valor de “4” indicaría la necesidad de tratar.
Estas herramientas son útiles para realizar el seguimiento de la intensidad del dolor en un mismo paciente,
aunque tienen el inconveniente de que no interpretan la complejidad de la experiencia de dolor, y su fiabilidad
disminuye en determinados casos (edad avanzada, deterioro visual y del lenguaje).
Escala de expresión facial: aunque en su origen fue diseñada para utilizarse en niños (escala de expresión
de Bieri), actualmente ha sido adaptada para aplicarse en adultos (escala de expresión de Wong-Baker).
Consiste en un dibujo lineal de seis caras que expresan dolor progresivamente. Tiene la ventaja de no
estar influenciada por el sexo, raza o diferencias culturales. Es útil en pacientes con deterioro cognitivo.
n Multidimensionales: permiten evaluar otros múltiples aspectos de la experiencia del dolor, como localización,
naturaleza, y en algunos casos el impacto que éste ejerce en la vida diaria o en el estado de ánimo.
Cuestionario de dolor de McGill (Melzack R, 1983; Catananti, 2009): es el más conocido aunque por
el momento no está validado en castellano. En su forma original se necesitan de 20 a 30 minutos para
cumplimentarlo, mientras que su forma reducida, solamente precisa de 2 a 3. El paciente tiene que
elegir entre 20 grupos de palabras descriptivas para realizar una caracterización sensorial, afectiva y
evaluativa del dolor. Además incluye una escala de intensidad de dolor, otra de analgesia y una figura
humana sobre la que el paciente señalará la localización de su dolor.
Escala inventario breve de dolor (Dault R.L, 1982; Catananti, 2009): utilizado fundamentalmente en
pacientes con cáncer, también se ha validado para pacientes no oncológicos. Permite determinar de
una manera rápida la interferencia del dolor en siete aspectos básicos de la vida del paciente.
Exploración física general: en los niños, pacientes con dificultades en el lenguaje o con deterioro cognitivo deberá
enfocarse también a buscar signos indirectos del dolor, como cambios en la expresión facial, en el pulso, de presión
arterial o en la frecuencia respiratoria.
Los estudios de imagen estarán indicados en función de los hallazgos de la anamnesis y la exploración física.
¿C ómo
tr atarlo?
Hay que tener en cuenta la sintomatología que presenta el paciente, el mecanismo que lo provoca (contando con la
posible coexistencia de distintos tipos de dolor en un mismo paciente) y su intensidad. En función de estas características
se puede esperar una respuesta más eficaz a distintas medidas terapéuticas. Siempre se debe implicar al paciente en el
régimen de tratamiento escogido, ya que algo tan simple como la vía de administración, puede afectar la cumplimentación terapéutica y las dosis requeridas (ISCI, 2009) (Algoritmo 1).
2
Dolor agudo Las medidas terapéuticas disponibles para el tratamiento del dolor agudo son las siguientes:
n Tratamiento farmacológico:
Fármacos no opioides.
Fármacos opioides.
n Medidas adyuvantes:
Farmacológicas.
Psicológicas.
Físicas.
Acupuntura.
n Procedimientos invasivos:
Bloqueos paravertebrales, neuroaxiales o simpáticos.
A la hora de seleccionar cada una de ellas es necesario tener en cuenta, además del mecanismo e intensidad del dolor, la
eficacia de los diferentes fármacos. Para ello se utiliza el Número Necesario a Tratar (NNT) que es el número de pacientes
que necesitan recibir un fármaco para que tengan un alivio del dolor del 50% durante un periodo de 6 horas comparado
con placebo. Los medicamentos más eficaces tienen el NNT más bajo. Los que tienen un NNT discretamente superior a
2 son los de mayor utilidad (Bandolier, 2007).
Tratamiento farmacológico:
a. Fármacos analgésicos no opioides: Paracetamol, antiinflamatorios no esteroideos (AINES) y combinaciones
(Tabla 1) (McQuay HJ, 1998; ISCI, 2009):
n Deben ser considerados como la opción inicial de tratamiento.
n Son útiles en el dolor agudo leve–moderado y, en el caso del Ketorolaco, moderado-severo.
n Tienen una capacidad significativa para reducir la dosis requerida de analgésicos opioides en el trata-
miento del dolor agudo moderado-severo.
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Manejo del dolor n Salvo que la situación clínica del paciente lo indique, no hay evidencias de que la vía rectal o parenteral
superen en eficacia a la vía oral.
n El efecto secundario más importante de los AINEs es el sangrado gastrointestinal, que ocurre con
mayor frecuencia en pacientes mayores de 60 años, con antecedentes de sangrados previos o que usan
de forma concomitante corticoides.
n También pueden provocar Insuficiencia Renal Aguda en pacientes con antecedentes de enfermedad
renal que utilizan diuréticos de asa o que han tenido una pérdida sanguínea superior al 10%.
n En los pacientes con enfermedad cardiovascular conocida o con factores de riesgo se recomienda
limitar el uso de inhibidores de la Cox-2 a aquellas situaciones en las que no existan otras opciones
terapéuticas. Si fuera preciso utilizarlos se hará en la dosis más baja y el menor tiempo posible. De
todos ellos, el más efectivo y con menos efectos secundarios parece ser el Etoricoxib (Bennett JS, 2005;
Derry, 2008; Roy, 2008; Clarke, 2009; Barden, 2009; Lloyd, 2009).
n Los AINES tópicos son efectivos para tratar lesiones músculo-esqueléticas. Los más eficaces son el
Diclofenaco, Ibuprofeno, Ketoprofeno y Piroxicam, sin que se puedan establecer diferencias entre ellos.
Las reacciones locales y sistémicas son raras y los niveles plasmáticos del fármaco son inferiores en la
vía oral, por lo que el sangrado gastrointestinal es menos frecuente. No hay datos suficientes para
comparar la efectividad individual de cada AINE tópico con los otros del grupo, o con el mismo vía oral
(Moore RA, 1998; Massey T, 2010).
Tabla 2. Tratamiento farmacológico: Analgésicos no opioides.
Fármaco
Dosis
NNT (Bandolier,
2007)
Observaciones
500
650
1.000
3,5
4,6
3,6
Analgésico con pocos efectos secundarios, leves y
transitorios.
No efecto dosis respuesta.
Barden J, 2008
Paracetamol +
Codeína
650/60
1.000/60
3,9
2,2
La codeína añade efecto analgésico, pero aumenta
los efectos secundarios.
Moore A, 2008
Ácido acetilsalicílico
600/ 650
1.000
4,4
4
Efecto dosis-respuesta analgésica.
Tan efectiva como 1.000 mg de Paracetamol pero
con más efectos secundarios.
Edwards JE, 2008
Ibuprofeno
400
600
800
2,5
2,7
1,6
Efecto dosis-respuesta analgésica.
Efectos secundarios leves y transitorios.
No hay diferencia analgésica con diclofenaco 50
mg, en la dosis intermedia.
Derry C, 2009
Diclofenaco
50
100
2,7
2,3
No relación dosis-respuesta.
Diferencias significativas a favor de la formulación
potásica.
Derry P, 2009
Naproxeno
200
400
500
3,4
2,7
2,7
En dosis única, baja tasa de efectos adversos. En
uso prolongado no se especifican.
Derry C, 2009
Dosis de 500mg equivale a 400 mg de ibuprofeno y
es superior a 1gr de paracetamol.
Paracetamol
Indometacina
50
10 VO
20 VO
10 IM
30 IM
60 IM
Ketorolaco
Celecoxib
Ketoprofeno
Etoricoxib
4
No consta en los
estudios
No hay diferencia
con placebo
2,6)
1,8)
Analgésico con más efectos secundarios que
5,7
el resto del grupo: náuseas, vómitos, mareo,
3,4
somnolencia, boca seca.
1,8
Mason L, 2008
Massey T, 2010
Smith LA, 2000
200
400
4,2
2,5
Dosis de 400 mg proporcionan una duración de
alivio del dolor mayor que otros AINE tradicionales.
Derry S, 2008
50
3,3
Bien tolerado en dosis única.
Escasos efectos secundarios.
Barden J, 2009
Moore R, 1998
60
120
2,2
1,9
Mejor que otros Inh. de la Cox-2 y que ibuprofeno
400.
Pocos efectos adversos en uso recortado.
Clarke R, 2009
Dolor agudo b. Analgésicos opioides (Tabla 2) (ISCI, 2009; Bates, 1995):
n Son útiles para el control del dolor de intensidad moderada-severa. También se utilizan en asociación
con analgésicos no opioides cuando éstos no consiguen un buen control.
n En pacientes con contraindicaciones absolutas para la prescripción de AINES, los opioides débiles deben ser considerados como opción de tratamiento para el dolor leve-moderado.
n La Morfina es el fármaco de referencia.
n Las formulaciones de liberación retardada, tanto orales como transdérmicas no deben emplearse para
el control del dolor agudo.
n Los efectos secundarios incluyen náuseas, vómitos, estreñimiento, prurito, retención urinaria, sedación
y depresión respiratoria.
n La Morfina y la Codeína tienen un metabolito activo con mayor toxicidad renal que otros fármacos de
este grupo. Deben evitarse los esquemas terapéuticos de dosis fijas cuando la función renal esté alterada.
n El médico debe estar familiarizado con su manejo y sus efectos secundarios. Si se utilizan de forma
adecuada es infrecuente el desarrollo de dependencia o tolerancia en el transcurso del tratamiento del
dolor agudo.
Tabla 2. Analgésicos opioides.
Fármaco
Dosis
Tramadol
100
150
Codeína
60
Dihidrocodeina 30
NNT (Bandolier,
2007)
Observaciones
Opioide débil, efectivo para el dolor post operatorio.
4,8
En estudios para extracciones dentarias presenta mayor
2,9
incidencia de náuseas, vómitos, somnolencia y cefalea.
McQuay HJ,
1998; Moore
RA, 1997
16,7 Opioide débil.
No consta en
los estudios
Morfina
10 SC
2,9
Oxicodona
15
4,6
Moore A, 2008
Opioide débil poco útil en el manejo del dolor agudo.
McQuay HJ,
Dosis de 30 mg no producen analgesia efectiva.
1998
Dosis de 60 mg es menos efectiva que 400 mg de Ibuprofeno.
Opioide mayor a utilizar cuando está contraindicada la vía
oral.
McQuay HJ,
1999
Gaskell H, 2009
Medidas adyuvantes
Incluyen fármacos y medidas terapéuticas con el objetivo de reducir la dosis de analgésicos opioides o no opioides que
precisa un paciente.
a. Tratamientos farmacológicos: pueden tener efecto analgésico propio o potenciar la acción analgésica de
otros grupos farmacológicos. No hay evidencias que apoyen su uso en monoterapia en el tratamiento del dolor
agudo (ISCI, 2009). Se incluyen:
n Antidepresivos tricíclicos: tienen poder analgésico propio. Indicados en el control del dolor neuropático.
La Amitriptilina es el fármaco más estudiado aunque sus efectos secundarios limitan su uso en pacientes
ancianos. Precisa dosis inferiores a las antidepresivas para conseguir el efecto analgésico (25-150 mg/día).
n Anticonvulsivantes: la Gabapentina, Carbamacepina y Pregabalina están indicados en el tratamiento del
dolor neuropático. La Gabapentina y la Carbamacepina tienen la misma eficacia analgésica (Wiffen PJ,
2008). La Gabapentina a dosis de 2400-3600 mg/día es tan eficaz como los antidepresivos tricíclicos. La
Pregabalina ha probado su eficacia en el tratamiento del dolor crónico neuropático, pero actualmente
no hay ninguna evidencia que apoye su uso en el contexto del dolor agudo (Moore RA, 2009)
n Benzodiacepinas: útiles en el control del dolor agudo asociado a contractura muscular en pacientes con
ansiedad antes de añadir fármacos opioides, aunque esta asociación está limitada porque se potencian
sus efectos secundarios.
n Esteroides: son útiles como adyuvantes en el tratamiento de ciertos procesos inflamatorios agudos,
aunque siempre valorando el riesgo-beneficio, debido a sus efectos secundarios. Con respecto a su
utilidad en el tratamiento de la ciática y el dolor lumbar agudo, no hay revisiones sistemáticas que
apoyen sus ventajas en administración oral ni epidural (Korb K, 2010; Holve RL, 2008; Sethee J, 2009).
n Capsaicina: es un alcaloide que se extrae de las semillas de ciertos pimientos. No es un narcótico y
actúa periféricamente, sobre las fibras C no mielinizadas. No tiene efectos sobre la temperatura ni
sobre la sensibilidad. Puede usarse por vía tópica y también como inyectable. Se emplea en procesos
como la artritis, el dolor músculoesquelético y también en ciertos casos de dolor neuropático. La
5
Manejo del dolor única contraindicación absoluta es la hipersensibilidad del paciente, y las relativas son la utilización
concomitante de fármacos inhibidores de la ECA o la alteración de las pruebas funcionales hepáticas,
por lo que parece un fármaco seguro para su uso. Se puede emplear como adyuvante en la terapia con
opioides, en pacientes ancianos con riesgo de depresión respiratoria (Vadivelu N, 2010).
n Antihistamínicos: Controlan ciertos efectos secundarios (prurito, insomnio, etc.) provocados por algu-
nos fármacos manejados en el control del dolor agudo. Carecen de efecto analgésico propio.
b. Medidas psicológicas: se han utilizado técnicas psicoeducativas, de relajación, hipnosis y desensibilización
entre otras, con el objeto de mejorar o aliviar el dolor de los pacientes, principalmente en edad pediátrica. Se
han observado mejorías en el control del dolor y disminución de la estancia hospitalaria (Devine EC, 1992; Good
M, 1996; Seers K, 1998; Kleiber C, 1999).
c. Medidas físicas: el frío, el calor y los masajes están solamente indicados para el control del dolor crónico.
Con respecto al TENS (estimulación nerviosa eléctrica transcutánea) no se han podido establecer conclusiones
definitivas acerca de su efectividad como tratamiento aislado en el dolor agudo (Carrol D, 2008; Burlan AD,
2008; So Pui Shan, 2008; Walsh DM, 2009).
d. Acupuntura: actualmente hay evidencias que sugieren que el uso de acupuntura en el momento perioperatorio
puede ser un buen coadyuvante, disminuyendo los requerimientos de analgesia postoperatoria. En cuanto a su
uso como terapia aislada en el tratamiento del dolor agudo, las evidencias siguen siendo escasas (Sun Y, 2008;
Fleckenstein J, 2009).
Procedimientos invasivos
Se han realizado estudios con bloqueos regionales, neuroaxiales y simpáticos, en algunos de los cuales se ha podido
probar la eficacia clínica de los mismos para el control del dolor agudo.
Este tipo de intervenciones se realizan tanto para el diagnóstico como para el tratamiento del dolor agudo, y han de ser
aplicadas por médicos experimentados o, en su defecto, especialistas en este campo (ICSI, 2009)
n Bloqueo paravertebral: Es una de las técnicas más sencillas y efectivas para producir analgesia, inyectando anes-
tésicos locales en el espacio inmediatamente lateral al punto por el que el nervio emerge del espacio foraminal.
El bloqueo paravertebral y la analgesia epidural proporcionan un alivio del dolor comparable, pero el bloqueo
tiene un mejor perfil en cuanto a los efectos secundarios (Genlin J, 2009).
n Anestésicos tópicos: La aplicación tópica de anestésicos es útil solo en pacientes seleccionados. Los parches
de Lidocaína tópica se han aprobado en EEUU para el tratamiento de la neuralgia postherpética, y la lidocaína
tópica en gotas se ha empleado con éxito en el tratamiento del dolor asociado a la otitis media aguda infantil
(Bolt P, 2008; ICSI, 2009).
Tabla 3. Intervenciones en el Dolor Agudo.
Terapia farmacológica
Fármacos i.v.
Antiepilépticos
AINES
Opioides
Ketamina
Fármacos orales
Agentes tópicos
Antiepilépticos
AINES
Opioides
Ketamina
Tramadol
Opioides
Antihistamínicos
Corticoides
Ansiolíticos
Hipnóticos
Anestésicos locales
Capsaicina
Frío
Calor
Lidocaína
Anestésicos locales
Agentes subcutáneos
Dolor somático
Anestésicos locales
Opioides
Dolor visceral
Intervenciones/Procedimientos invasivos
Los especialistas en dolor pueden ofrecer terapias específicas, cuando éste no se controla
con los procedimientos habituales o es derivado de intervenciones quirúrgicas.
Dolor somático,
visceral y neuropático
Medidas adyuvantes no farmacológicas
nFrío/Calor
nRelajación
nHipnosis
nAcupuntura
6
nTENS (estimulación eléctrica transcutánea)
nMasaje
nEjercicio
Dolor neuropático
A nalgesia
Dolor agudo en condiciones especiales
Analgesia controlada por el paciente (PCA: Patient Controlled analgesia) (Viscusi ER, 2008; ICSI, 2009):
Se trata del método en el que el paciente se autoadministra la analgesia, de acuerdo a las instrucciones del clínico,
para controlar su propio dolor. Habitualmente se usa en el ámbito hospitalario, para el manejo del dolor postoperatorio
agudo. Los opioides son los fármacos que se emplean habitualmente.
La PCA puede consistir en una dosis a demanda controlada por el paciente (bolus) que se administra por una bomba a
una frecuencia determinada, y/o algún tipo de infusión continuada de opioides (por lo general expresada en mg/hora),
junto con un intervalo “de bloqueo”. Este intervalo se refiere al tiempo entre bolus, en el que la bomba no permite la
administración de nuevas dosis.
Las características clave para un sistema óptimo de PCA son:
n Proporcionar un alivio adecuado del dolor, de acuerdo a las necesidades individuales.
n Perfil aceptable de seguridad y tolerabilidad.
n Ofrecer altos niveles de satisfacción a los pacientes.
n Mínimas complicaciones tecnológicas.
Las modalidades más conocidas son: PCA intravenosa (IV PCA), PCA epidural (PCEA) y PCA regional con anestésicos
locales (PCRA). Existen otras en desarrollo: PCA con fentanilo intranasal (PCINA) y la Fentanyl ITS (Iontophoretic transdermal system), que no requieren acceso venoso.
Analgesia preventiva (ICSI, 2009)
Consiste en la administración de ciertos analgésicos, antes de que se produzca el estímulo doloroso, para bloquear
la transmisión de su impulso. Suele utilizarse para reducir la severidad del dolor postquirúrgico. Para ser considerada
“preventiva”, la intervención debe realizarse antes del procedimiento (ej.: incisión quirúrgica). Habitualmente se requiere
el bloqueo de un tronco nervioso, bien mediante infiltración de anestésicos locales en la zona donde se realizará el
procedimiento, o bien mediante bloqueo neuroaxial en el espacio epidural o intratecal, también con anestésicos locales.
El empleo de opioides y antagonistas NDMA también puede ser útil. De todas formas, los resultados de los estudios que
han evaluado la eficacia y efectos de esta modalidad, no han demostrado beneficios definitivos.
Analgesia en el paciente con Dolor Abdominal Agudo (Manterola C, 2008)
Durante décadas, se suspendió la analgesia para los pacientes con dolor abdominal agudo hasta establecer un diagnóstico definitivo, por temor a que ocultara los síntomas, alterase los hallazgos físicos o en última instancia, retardase el
diagnóstico y el tratamiento de una afección quirúrgica.
En una reciente revisión sistemática, las evidencias han demostrado, que el uso de analgésicos opioides en la evaluación
inicial de estos pacientes, reduce de forma significativa el dolor, sin afectar la exactitud del diagnóstico. Se aportan
además pruebas que apoyan la noción de que la analgesia es útil en cuanto a que aumenta la comodidad del paciente y
no retrasa las decisiones sobre la administración de un tratamiento (incluida la cirugía) ni oculta hallazgos clínicos.
¿C uándo
debe retir arse ?
Una vez indicado el plan terapéutico, es necesario una reevaluación periódica del mismo: cada 30 minutos para medicación parenteral, 60 para la oral y cada 30-60 minutos para los procedimientos no farmacológicos, con el fin de valorar
el efecto sobre el control del dolor y la aparición de efectos secundarios (ISCI, 2009).
De la misma forma que ocurre para la prescripción, es importante indicar al paciente como debe proceder al descenso y
retirada de los fármacos o procedimientos indicados.
¿C ómo
prevenirlo?
No sólo es importante tratar de forma correcta el episodio de dolor agudo sino también prevenirlo. Para ello deben
tenerse en cuenta las siguientes medidas (ISCI, 2009):
1. Individualizar la información que recibe el paciente, explicando las características generales de su dolor y cómo
se espera que evolucione.
2. Indicar la necesidad de “adelantarse a la aparición del dolor” para administrar el fármaco seleccionado.
3. Discutir cuáles son las bases del manejo terapéutico para conseguir una rápida recuperación y evitar complicaciones, adaptando las pautas posológicas a las características de cada paciente.
4. En la población infantil puede ser útil el uso de técnicas psicológicas: relajación, musicoterapia, utilización de
juegos o medios audiovisuales.
7
Manejo del dolor B ibliogr afía
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