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CURSO DE FORMACIÓN DE TERAPEUTAS GESTALT Material de Consulta del Taller: FUNDAMENTOS DE PROGRAMACIÓN NEUROLINGÜÍSTICA (PNL) Autor: Manuel Ramos Psicólogo cínico/ Terapeuta Gestalt Miembro del Equipo Docente y Terapéutico del ITG Director fundador del ITG Valencia Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia L A IMPLICACIÓN EMOCIONAL DEL TERAPEUTA Si ejerciera (como psicoterapeuta)-me decía-, me gustaría tratar con imaginación la imaginación, con inteligencia la inteligencia, con ternura la ternura, con ironía, cariño, terror, sensibilidad, sus correspondientes. Temería desafinar el extremadamente delicado instrumento de la mente. Angela Mallen Justificación En el quehacer de un terapeuta la vivencia de estar en contacto con un paciente supone una experiencia que toca lo más profundo de la humanidad de cada una de las que intervienen. Benedetti (1966) nos aporta una perspectiva que impregna de sentido esta forma de entender la psicoterapia cuando escribe: “La psicoterapia continúa siendo una experiencia límite, en el confín de la impotencia, un estar-unidos-con-el-otro en la frontera misma del mutuo extrañamiento, un comprender limítrofe con lo incomprensible, un "simpatético1" caminar junto al otro a lo largo de la frontera infranqueable que nos separa de él. 1 En el diccionario de la Real academia se entiende como: “Inclinación afectiva entre personas, generalmente espontánea y mutua.” (Indica participación indirecta en la acción del sujeto u objeto de la acción) Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 2 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Lo que desde el punto de vista de la psicopatología captamos en nuestros pacientes no es tan sólo lo anómalo en sí, sino aquello que existe "entre nosotros", el fracaso de las relaciones con el prójimo, la respuesta del enfermo a la sociedad en la que está incluido, que, también responsable del surgir de la neurosis, se halla involucrada en la psicopatología.” En un marco como el de la sesión terapéutica, si no hay una implicación emocional la relación entre terapeuta y paciente va a quedar como un tanto trivializada. Por otra parte si hay excesiva implicación emocional por cualquiera de las dos partes la distorsión del significado de la relación va a resultar inevitable. Esa sucesión de puntos de equilibrio sutil y prácticamente indefinible, puesto que es un proceso, es lo que convierte a cada momento del proceso terapéutico en algo único y co-creado entre terapeuta y paciente. Vemos que, como señala Erskine, la implicación emocional evoluciona partiendo de la indagación respetuosa del terapeuta sobre la experiencia del paciente y se desarrolla a través de la sintonía del terapeuta con el afecto y ritmo del paciente y con la validación de sus necesidades. La implicación incluye estar totalmente presente con y para la persona en un modo que sea apropiado para el paciente según el funcionamiento de su nivel de desarrollo y su necesidad actual de relación. Incluye un interés genuino en el mundo intrapsíquico e interpersonal del paciente y una comunicación de ese interés a través de la atención, la indagación y la paciencia. Esto supone que, como dirían Maturana y cols. (1992), se produce una presencia plena lo que significa que la mente, en efecto, está presente en la experiencia corporal cotidiana. La implicación emocional del terapeuta en la sesión terapéutica se mantiene por la vigilancia constante del terapeuta para proporcionar un ambiente y una relación de seguridad y certidumbre. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 3 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia La implicación del terapeuta desde el plano emocional enfatiza el reconocimiento, la validación, la normalización, y la presencia disminuye el proceso defensivo interior por parte del paciente. Objetivos generales: En este taller proponemos dos objetivos generales: 1) Investigar el impacto que en el transcurso del proceso terapéutico tiene la implicación emocional del terapeuta. Entendiendo la implicación emocional en un doble sentido: ● La movilización que se produce a nivel de experiencia interna del mundo emocional del terapeuta y cómo afecta a su desenvolvimiento durante el proceso terapéutico. ● La percepción del paciente de una sensación de que el terapeuta está plenamente en contacto y se implica de verdad en el bienestar del paciente. 2) Vivir lo más cercanamente posible la experiencia de finalizar un proceso terapéutico. Objetivos específicos En lo referente al primer objetivo general los objetivos específicos se concretan en: Detectar las motivaciones que cada participante tiene para ser terapeuta. Tomar conciencia de la relación entre las motivaciones y la implicación emocional en los temas que el paciente trae a sesión. Reconocer las enseñanzas que se pueden extraer de la toma de conciencia y señalar qué aspectos emocionales y/o relacionales necesita elaborar para que la implicación emocional sea un proceso integrado en el bagaje de recursos del terapeuta y resulte útil para el paciente en su terapia. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 4 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia En cuanto al segundo objetivo general los específicos se concretan en: Descubrir la importancia e impacto de los vínculos que se han creado durante el proceso terapéutico. Desarrollar la capacidad para finalizar el proceso terapéutico considerando las perspectivas del terapeuta y del paciente. Utilizar el cierre de la formación como una metáfora que instruya a los participantes en la vivencia de una despedida al finalizar un proceso terapéutico. Estrategia Metodológica a utilizar en el desarrollo del taller: La estructura del curso va a consistir en diferentes momentos del proceso terapéutico, reproduciendo un proceso de terapia abreviado que suponga una muestra de alguna de las situaciones a lo largo de dicho proceso. La forma de trabajo va a ser, en la medida de lo posible, por parejas en la que cada una de ellas va a realizar la labor de terapeuta y paciente de forma alternativa en cada uno de los ejercicios. Introducción El universo de la sesión terapéutica está construido por el contacto, la relación y el intercambio mutuo entre paciente y terapeuta. Son dos seres humanos que, uno frente a otro, van a crear un entorno protector en el que el autodescubrimiento y la autorevelación van a dar como fruto el cambio en el modo de estar en el mundo de ambos. Lo que cada cual adquiera de esa experiencia va a ser lo que convierta en valioso la experiencia de arriesgarse a ir un paso más allá de lo que cada cual creía conocer, inicialmente, de su modo vivir. El terapeuta, que va a resonar con el discurso y la presencia del paciente, va a mostrar y experimentar toda una movilización emocional que entrará a formar parte de esa Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 5 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia relación que se constituye en el laboratorio en el que se crean nuevos significados y nuevas experiencias que enriquecerán a los participantes de ahí en adelante. En ese marco de contacto y encuentro, la implicación emocional del terapeuta sirve como soporte para que el reconocimiento de las sensaciones físicas, las necesidades relacionales, y los afectos ayuden al paciente a afirmar su propia experiencia fenomenológica. El grado de implicación y movilización emocional del paciente y el terapeuta van a determinar la calidad y la utilidad del proceso que se desarrolla. En palabras de Binswnger (1961): “Una intervención psicoterapéutica solo puede tener eficacia, si están con el enfermo en manifiesta, o, mejor tácita relación existencial de comunicación y confianza, en la que el enfermo les dispensa su confianza, cuando ustedes, en su ser y en su acción, se sienten “llevados” por la confianza del enfermo. Esta confianza es el regalo que el enfermo hace al médico con condición indispensable de cada acto psicoterapéutico.” Este texto nos confirma en cómo se convierte la implicación emocional del terapeuta, percibida y valorada por el paciente, en una piedra angular del proceso terapéutico. Como señala Gaetano (1963): “Psicoterapia es la permanencia del médico, como partícipe a la par que como investigador, en la red de relaciones interhumanas. (…) El psicoterapeuta se ve involucrado humanamente por el modo de su abordaje terapéutico.” (Pag. 15) En la Terapia Gestalt, algo que resulta característico, la calidez y el estar del terapeuta es de una intensidad destacable. Son, precisamente, la figura del paciente, por una parte, y la del terapeuta, por otra, con su presencia, las que en la relación construyen lo terapéutico de la sesión. La terapia, según Greenberg y cols. (1993), “es el proceso de activar y facilitar la reorganización de estos esquemas emocionales2. Hay dos rasgos clave del método 2 Por esquemas emocionales entendemos las estructuras cognitivo/afectivas subyacentes relevantes para el sí mismo. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 6 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia terapéutico para cambiar esquemas emocionales: a) la armonización empática del terapeuta con la experiencia emocional del cliente en cada momento y b) la facilitación de tipos particulares de procesamiento vivencial en momentos particulares para promover la activación y reorganización de los esquemas emocionales.” (pág. 24) Esa armonización empática que señalan Greenberg y cols. (1993) recoge una buena parte de lo que en este material entendemos como implicación emocional. Sólo con la implicación emocional genuina que da lugar a una auténtica presencia va a crearse la energía necesaria para que en el transcurso de la sesión aparezcan vivencias lo suficientemente intensas para que tengan un efecto terapéutico. La presencia se proporciona a través de respuestas sintonizadas continuas del psicoterapeuta tanto a las expresiones verbales como a las no-verbales del paciente. Ocurre cuando la conducta y la comunicación del psicoterapeuta en todo momento respetan y refuerzan la integridad del paciente. La presencia incluye la receptividad del terapeuta hacia el afecto del paciente, a ser impactado por sus emociones; a conmoverse y aun así permanecer sensible al impacto de las emociones del paciente y no ponerse ansioso, deprimido, o enfadado. La presencia es una expresión del contacto pleno interior y exterior del psicoterapeuta. La presencia implica que el terapeuta está proporcionando una conexión interpersonal segura. La presencia se refuerza cuando el terapeuta se descentra de sus propias necesidades, sentimientos, fantasías o esperanzas y se centra en cambio en el proceso de relación con el paciente. La presencia también incluye lo contrario de descentrarse; es decir, el terapeuta que está totalmente en contacto pleno con su propio proceso interior y sus reacciones. La historia del terapeuta, sus necesidades relacionales, sensibilidades, teorías, su experiencia profesional, su propia psicoterapia, y lecturas que le interesan todo conforma las reacciones únicas del terapeuta hacia el paciente. La presencia también incluye permitirse a sí mismo ser manipulado y conformado en cierto modo por el paciente de manera que eso mantenga la autoexpresión del paciente. Como psicoterapeutas eficaces nosotros somos usados para representar con Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 7 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia el paciente y auténticamente llegamos a ser la arcilla que se amolda y se da forma para encajar en la expresión por el paciente de su mundo intrapsíquico hacia la creación de un nuevo sentido del sujeto y del sí-mismo-en-relación (Winnicott, 1965). La Presencia ha sido descrita como uno de los regalos más terapéuticos que un terapeuta puede ofrecer a un paciente. Estar plenamente presente y ser plenamente humano con otra persona ha sido visto como una curación en sí misma. (Geller & Greenberg) La presencia terapéutica se define como poner todo el ser del terapeuta a la disposición del cliente y estar completamente en el momento con y para el cliente. La singularidad de cada relación terapéutica surge de la sintonía y de la implicación del terapeuta que es sensible al conjunto de las necesidades relacionales del paciente, una terapia de contacto-en-relación. La imposibilidad de que dos sesiones sean iguales, la particularidad de cada una de las experiencias en el marco de la sesión supone un riesgo y un desafío añadidos en el que el terapeuta muestra su mundo emocional de forma individualizada y específica a la realidad del encuentro con el paciente. Como afirma Watchel (1993) “los sentimientos que evoca el paciente en nosotros (los terapeutas) están en función tanto de nuestra historia personal como de nuestra predisposición a acercarnos al paciente y a la actividad terapéutica." (Pag.28) De ahí que el análisis y el conocimiento de los referentes, motivaciones y expectativas que cada cual tiene a la hora de elegir esta profesión sea muy recomendable. Para disipar las dudas que respecto de la importancia de la implicación emocional del terapeuta en el desarrollo del proceso terapéutico son muy adecuadas las palabras de Binswanger (1961) cuando escribía: “La psicoterapia sólo trata de aislar, concentrar y dirigir las “fuerzas” creadoras que se hallan en el cosmos del ser prójimo, del “ser con y para otro” de los hombres. (…) La posibilidad de la psicoterapia no descansa, pues, en misterio ni secreto alguno, como ustedes han oído, ni siquiera en algo nuevo ni extraordinario, sino en un rasgo fundamental de la estructura del ser humano como el “ser-en-el-mundo” (Heidegger) y precisamente el “ser con otro y para otro”. (…) Las Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 8 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia exigencias de la situación psicoterápica pueden ser más fuertes que las indicaciones teóricas del maestro. En esos casos ha de prevalecer siempre la audacia y el deseo de triunfo de ustedes, y no la teoría.” Podemos entonces asumir que la persona del psicoterapeuta, con todo su mundo emocional, va a estar en la base del proceso terapéutico. La relación entre marco teórico y experiencia en el transcurso del proceso terapéutico se articula a través de la vivencia que el terapeuta en su totalidad tiene de su encuentro con el paciente. La emocionalidad del terapeuta permite un apoyo al paciente en esa carencia que señala Lersch (1955) cuando escribe: “Se ha apoderado del hombre occidental la conciencia de que la vida interior se ha ido empobreciendo cada vez más en valores espirituales y en sentimiento.” (Pag. 8) La oportunidad que para el paciente supone el encontrarse, en el marco de la sesión, con el terapeuta como ser humano es también una oportunidad de enriquecer su proceso terapéutico. Como apuntan Walsh y Vaughan (1980): “La actitud de apertura del terapeuta y su disposición para utilizar el proceso terapéutico para llevar al máximo su propio crecimiento y su compromiso de servir se considera como el mejor de los modelos que se puede ofrecer al paciente.” Origen de la elección de la profesión La historia personal del terapeuta como marco en el que se incardinan los precedentes en los que se basa la decisión de ejercer la profesión de psicoterapeuta. En lo que hace referencia al modo en que cada cual toma la decisión de ejercer la profesión de psicoterapeuta, Fromm (1991) señala que: “Muchos se hacen psicoanalistas porque se sienten muy inhibidos para establecer comunicación con otros, para relacionarse con otros, y se siente protegidos en el papel de psicoterapeuta.” (Pág. 103) Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 9 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia También alude este autor a la sensibilidad necesaria cuando escribe: “una condición que podríamos llamar humanista, es la de no haber nada humano que nos sea ajeno.” Una referencia imprescindible para poder entender la complejidad inherente al impacto y la implicación emocional que supone para el terapeuta el desempeño de su labor es el conocimiento de las motivaciones, satisfacciones y riesgos que supone el ejercer esta profesión. Una obra muy completa sobre esta cuestión es la de James D. Guy (1987) La vida personal del psicoterapeuta. En ella encontramos un compendio de las motivaciones funcionales y disfuncionales en la elección de la profesión de psicoterapeuta. Conviene resaltar que hay una profunda unión entre motivaciones y capacidades que resulta muy ilustrativa de la estrecha relación, que se plasma en la figura del psicoterapeuta, entre características personales, antecedentes de la historia personal y enfoque psicoterapéutico al que se adscribe el profesional. La relación entre el mundo personal del terapeuta, su enfoque de trabajo y las emociones que van a influirle en diferentes niveles es un entramado en el que se hace realidad que “el todo es más que la suma de las partes”. Como señala Wachtel (1993): “Hay tantas teorías que ofrecen modos justificados de concebir la actividad terapéutica y los fundamentos psicológicos de los problemas de nuestros pacientes, que aquella que elegimos es la que, al menos en parte, encaja con nuestra personalidad y nuestra forma de vida.” (Pag.29). La particularidad de cada proceso y la de cada situación terapéutica constituyen de por sí un drama irrepetible lo cual exige del terapeuta una entrega literalmente singular, una movilización de recursos personales y terapéuticos que provoca la sensación de estar creando, junto con el paciente, algo único en cada momento. (Cencillo, 1974) En la línea de poder enriquecer la experiencia y la posición del terapeuta consideramos que hay que atender a aquellos aspectos en los que se fundamenta la implicación emocional en el ejercicio de esta profesión. Tal y como señala Mindell (2006): “percibir y procesar las experiencias y emociones que surgen cuando estamos trabajando con Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 10 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia un paciente es esencial, especialmente en aquellos puntos en los que nos sentimos tocados más intensamente.” Es por todo esto que una descripción más detallada de los aspectos y motivaciones personales que nos han conducido a elegir esta profesión resulta imprescindible. Tendremos pues la oportunidad de conocer qué aspectos de cada uno de nosotros habrá de ser tenido en cuenta en el caso de que suponga una interferencia o distorsión en el desempeño de nuestra labor como psicoterapeutas para poder abordarlo en nuestra terapia personal y/o en las sesiones de supervisión. Dentro de lo que Guy (1987) considera “factores personales que llevan a una persona a convertirse en psicoterapeuta” establece como: ● Motivaciones funcionales ► La curiosidad y carácter inquisitivo como reflejo de un interés natural por la gente. Ha de existir en el terapeuta una atracción por lo personal y por la gente, acompañada de una tendencia a la investigación y el descubrimiento de las dinámicas personales y las emociones y las motivaciones humanas. Cencillo (1974) señala que cuando el terapeuta no se entrega singularmente al caso en particular, a la relación con cada paciente específicamente, y sólo aplica, automáticamente de forma impersonal, recetas aprendidas, sin la creatividad e implicación propias no hay una evolución adecuada del proceso terapéutico. Se producen entonces abandonos y/o una excesiva duración de la terapia. Una de las formas más frecuentes con las que podemos interferir en la evolución del proceso terapéutico es la de adoptar una posición y una actitud de repetición y rutina que son la polaridad del interés por lo específico y particular que cada paciente muestra en la sesión. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 11 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia ►Capacidad de escuchar como muestra de una actitud de escucha y de interés por el discurso del otro. Según Fromm-Reichmann (1960), la capacidad de escuchar es el instrumento curativo fundamental del terapeuta.3 ►Capacidad de conversar. Ya desde los griegos se decía que conversar es terapéutico. El propio Freud, a lo largo de toda su obra, hablaba de la “cura por la palabra”. No existe psicoterapia sin comunicación verbal entre los participantes y ese interés ha de estar presente en el bagaje del psicoterapeuta. Como muy acertadamente señala Lévy-Valensi (1962): “El diálogo es un esfuerzo perpetuo. El arte del diálogo es explicación. (…) El diálogo es en todos los niveles apertura. El diálogo es esto, negación de las murallas. En él, la distancia queda abolida y se aclara una doble perspectiva: la del punto de vista de cada uno, la del objeto hacia el cual tiende la búsqueda común.” (Pag. 35) También Benedetti nos señala las bondades de la conversación cuando escribe: “Mediante el diálogo psicoterapéutico el paciente pasa de hablar “acerca de sí mismo” a confrontar algo que se le oculta y que no comprende por medio de “considerarse a sí mismo” viviendo la experiencia física, pudiendo darle y percatarse del significado simbólico que le atribuye.” ►Empatía y comprensión. Son dos aspectos de una tendencia que el terapeuta muestra ante la presencia del paciente. En ellas reside el impulso para que el paciente se arriesgue en el proceso de autoconocimiento que comporta una psicoterapia efectiva. Contiene en su médula la capacidad de iluminar la significación y la 3 En su obra Principios de psicoterapia intensiva (1960) señala como metas terapéuticas aliviar las dificultades emocionales de los pacientes en su cotidianeidad, como la supresión de sus síntomas psíquicos, juzgando clave para ello acceder al insight de los factores históricos‐dinámicos que, desconocidos por aquéllos, son causa de la alteración mental objeto de tratamiento. En ello será crucial la capacidad de escucha del analista, que velará por mejorar el respeto del sujeto por sí mismo, considerando, al contrario que el análisis clásico, y más en los psicóticos, innecesario que no se dé contacto visual durante la terapia, pues, requilibrando la falta de orientación en el mundo externo de éstos, estará la realidad visible‐audible representada por el otro. Igualmente, insta a que el analista esté alerta frente a la posible interferencia de temáticas/conflictos personales en el proceso terapéutico, justificando así el uso del término sullivaniano parataxia, con el que éste en lugar de referirse a fenómenos transferenciales‐contratransferenciales presentes en el análisis, recalca las distorsiones que todo ser humano vivencia en sus relaciones interpersonales. (Balbuena, 2011) Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 12 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia motivación de la conducta, los pensamientos y los sentimientos en sí mismos y en los demás. Se da un entendimiento empático del cliente Rogers (1972) indicó que el terapeuta debe estar implicado de manera sensible con las experiencias del paciente y ser capaz de comunicar efectivamente que se ha comprendido sus experiencias. En cualquier caso, el terapeuta no deberá incurrir en cólera, confusión, miedo u otras emociones que pudiera sentir el paciente. Es esencial percibir con precisión y compartir las experiencias del cliente, pero el terapeuta debe permanecer suficientemente desvinculado del impacto emocional para conservar clara su perspectiva. De esta manera se le puede ayudar al cliente a obtener enfoques más claros. Rogers creía que cuando era más empático, podía aclarar no sólo los significados aparentes, sino también los que se encontraban justo por debajo del nivel de conciencia del cliente ►Comprensión emocional. El estar familiarizado y sentirse cómodo ante una amplia gama de emociones humanas, tanto las propias como también las de los demás. Estar familiarizado y sentirse cómodo con los propios sentimientos promueve una naturalidad, una legitimidad que, según se ha demostrado, a su vez propicia el desarrollo y la curación psicoterapéutica de los demás (Rogers, 1972). Como dice Borja (1995): “La diferencia entre el terapeuta y el paciente es que el primero reconoce su enfermedad, seguirá siendo enfermo y no se opondrá a este continuo caminar.” (Pag. 22) Esta capacidad de poder vivir en y con las turbulencias es algo que hay que valorar dado que no es algo que se pueda estudiar. Se trata de haber vivido y sobre todo integrado lo vivido, volviendo otra vez a Borja (1995) leemos: “El terapeuta es como un viejo que ya recorrió el camino y esa es una actitud que no se puede transmitir en palabras. La presencia misma son las arrugas que tiene, las heridas cuyas cicatrices son visibles para el paciente”. (Pag. 39). También Erich Fromm (1991) nos da un buen ejemplo de la conveniencia que para el psicoterapeuta tiene esta capacidad cuando escribe: “No hay nada en el paciente que yo no tenga en mí. Y sólo en la medida en que yo pueda modelar dentro de mí las experiencias de las que el paciente me habla explícita o implícitamente, sólo si Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 13 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia despiertan y resuenan dentro de mí, podré saber de lo que el paciente me está hablando y podré restituirle lo que dice en realidad. Entonces, ocurrirá una cosa extraña: el paciente no tendrá la sensación cd que yo estoy hablando del asunto, ni de le que le estoy aleccionando a él, sino que sentirá que hablo de algo que ambos compartimos.”(Pág. 103) ► Introspección. Muchas personas que deciden convertirse en terapeutas parecen poseer una tendencia natural a ser introspectivas. Tenemos un reto ante cada uno de nosotros como persona. Poder viajar a nuestro interior con la valentía suficiente como para no detenernos ante el vértigo de vernos sin filtros es una capacidad que va a facilitar nuestra labor profesional. Nuevamente Borja (1995) nos proporciona un buen ejemplo cuando escribe: “La solución está en la experiencia misma, en jugar al riesgo de profundizar en uno mismo. El pensamiento no resuelve, porque el problema no se originó con el pensamiento, sino con la experiencia, con una vivencia, con una palabra o con el impacto de una presencia que nos marcó.” (Pág. 61). ►Capacidad de autonegación. Los individuos que tienen capacidad de autonegación y de rehusar la gratificación personal están bien dotados para la práctica de la psicoterapia. El terapeuta está inmerso en relaciones unilaterales en las que se estimula al paciente a autoexhibirse, mientras que el terapeuta sólo lo hace de manera mínima, si es que llega a hacerlo (Greben, 1975). El narcisismo del terapeuta siempre va a ser una amenaza que va a estar presente. Como indica Borja (1995): “El terapeuta debe tener muy trabajada la posesividad, los celos, la inseguridad y el saber compartir, para poder permitir no ser el único.” (Pag. 70) La posibilidad de actuar y/o mostrarse de forma reactiva ante los comportamientos y mensajes del paciente siempre es un reto que pone a prueba la capacidad del terapeuta de no “engancharse” en/con los modos de relación que el paciente propone. La reflexión que plantea Bendetti (1964) es muy interesante y en ella leemos: “La labor del terapeuta no consiste únicamente su propio ser, sino en manifestarlo de un modo depurado por la reflexión y el autocontrol.” (Pag. 67). Todavía podemos reafirmar este punto de vista que tan importante resulta a la hora de desarrollar un proceso Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 14 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia terapéutico provechoso si atendemos a lo que nos muestran Greenberg y cols. (1993) quienes plantean: “El terapeuta es facilitador y estimulador de la nueva experiencia y de su exploración y reorganización. El producto o contenido de la reorganización así como la nueva construcción provienen del cliente.” (pág. 24) ► Tolerancia de la ambigüedad. Relacionada con la capacidad de autonegación está la de tolerar la ambigüedad y resistirse a llegar a conclusiones prematuras. El terapeuta debe sentirse cómodo viviendo con lo desconocido, las respuestas parciales y las explicaciones incompletas. El proceso de la terapia es a menudo lento y laborioso, y requiere que el terapeuta pueda sentirse satisfecho con resultados limitados, que sólo se obtienen tras no pocos penosos esfuerzos. La ausencia de seguridad y de concreción en muchos momentos del proceso terapéutico es un constante reto para el terapeuta. Como muy acertadamente señalan Greenberg y cols (1993): “En esta concepción de la terapia, el terapeuta es muy sensible a la naturaleza cambiante, momento a momento, de los estados y procesos del cliente. El terapeuta se implica de un modo continuo en un tipo de “diagnóstico del proceso”… el diagnóstico del proceso se basa en la valoración del estado actual del cliente, tal como se muestra a través de su forma y estilo momentáneos de expresión. (pág. 32) (…) el terapeuta adopta una actitud indagadora, de “no saber”… el terapeuta se compromete con los clientes a no construir el significado por ellos… Por el contrario, el terapeuta guía o estimula al cliente para que se implique en ciertas actividades de procesamiento de información.” (pág. 35) Tal vez en este punto hemos de incidir de una forma más intensa porque como señala Knoepfel (1961): “Por causa de la formación científico-natural nos sentimos fracasados cuando no hacemos algo, cuando no realizamos una curación en el sentido técnico. Nos falta valor para la inacción terapéutica, porque hemos olvidado que precisamente esa actitud aparentemente pasiva de escuchar es extraordinariamente curativa.” Este ámbito tan sutil comporta una actitud de permanente atención a los cambios que en la relación terapéutica van apareciendo, aunque no podamos tener plena seguridad lo que significan para cada una de las personas implicadas. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 15 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia ►Capacidad de calor humano y atención Las personas dotadas para ejercer la psicoterapia son capaces de albergar un calor humano y una atención excepcionales. Más que de una preocupación ensayada y artificial, se trata de una actitud legítima y sincera. Toda psicoterapia bien entendida es la reconciliación del hombre consigo mismo y por ende con el mundo; es la transformación de la enemistad para consigo mismo en amistad para consigo mismo y por ende con el mundo. (Binswanger, 1961) Como correspondencia a una necesidad muy presente en los seres humanos, esta capacidad permite que el terapeuta pueda estar en disposición de acompañar al pacienrte en su satisfacción. Hycner y Jacobs (1995) apuntan en esta dirección cuando escriben: “Cada uno de nosotros secreta y desesperadamente ansía ser "encontrado"(ser reconocido en nuestra unicidad, nuestra plenitud, y nuestra vulnerabilidad). Ansiamos ser genuinamente valorados por otros como quién nosotros somos, incluso que nosotros somos. El ser de cada uno de nosotros necesita ser venerado (por nosotros mismos, pero también por otros). Sin eso, no estamos realizados (no somos completamente nosotros mismos).” ► Tolerancia de la intimidad El deseo de intimidad, contacto y proximidad, una cualidad que motiva a muchas personas a dedicarse a la práctica de la psicoterapia (Marston, 1984). Es asumir el riesgo de estar disponible para el paciente, sin el recurso a escondernos tras la técnica. En palabras de Hycner y Jacobs (1995): “Una actitud y a un darse cuenta y a una apertura hacia la otra única persona y nuestra conexión con esa persona. Me estoy refiriendo a una actitud de genuinamente sentir/percibir/experienciar a las otras personas como una persona (no como un objeto, no como parte e un objeto), y una buena voluntad de "oir" profundamente la experiencia de la otra persona sin prejuicio. Mucho más, es la buena voluntad de "oir" lo que no es hablado, y "ver" lo que no es visible. Es la presencia del misterio de nuestra interexistencia.” Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 16 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia El terapeuta es alguien de carne y hueso que usa el ponerse de manifiesto como persona y, por lo tanto, como alguien limitado. Es alguien que siente dolor, angustia y que se da “subidones” narcisistas como todo hijo de vecino. Poner de manifiesto lo propio del terapeuta aporta experiencia real que permite el seguimiento de qué le pasa al paciente con ello. Aporta realidad y ello implica vivencia, que en la sesión terapéutica puede ser explorada. Explorada y saboreada en el sentido del saber que le aporta al paciente de sí. Por una parte, le permite atender y reconocer la experiencia como suya y, por lo tanto, adueñarse de la misma y no sólo especular. Por otra, que el terapeuta se transparente tiene un efecto de contagio. Facilita al paciente también carnificarse y reconocerse como limitado. (C. Nadal, 2006) ► Comodidad frente al poder Como señala Guggenbuhl-Craig (1979), es casi indudable que a veces los terapeutas disponen de una situación de gran influencia y poder en la vida de sus pacientes. El terapeuta debe aprender a sentirse cómodo al advertir que normalmente se verá en esta situación, sin que intervengan su orientación teórica ni el problema que se le presente. Van a ser muchas las ocasiones en las que, el terapeuta, a lo largo del proceso terapéutico se vea retado no sólo en lo profesional sino también en lo personal. Como señalan Perls, Hefferline y Goodman (1951): “La supervivencia del neurótico (incluso aunque pueda parecer estúpido desde fuera) exige que se ponga tenso, que se censure, que gane al analista, etc. Es su necesidad dominante, pero como ha olvidado cómo lo hace, se ha convertido en una rutina.” Con su acierto habitual, Benedetti (1966) nos indica: “El terapeuta, sin menoscabo de su firmeza profesional, ha de mostrar un margen de tolerancia con respecto a todo género de manifestaciones agresivas de sus pacientes, y no por debilidad de carácter, sino más bien por fortaleza, ya que sabe que detrás de aquello que pacientemente tolera se mueve algo que, en último término, después de cada crisis de furor que ponen a prueba nuestra capacidad de resistencia, presentará un aspecto distinto.” (Pag. 33) Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 17 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Mientras el psicoterapeuta no reconozca la importancia de aceptar y acoger sus propios límites y sólo haga lo que le toca con su mejor esfuerzo, realmente no acompañará a su paciente, tratará de hacer lo que al otro le toca creando dependencia y dejará su tarea, aquella por la que están solicitando sus servicios profesionales, sin resolver. (Soto, sin fecha) La emergencia del poder supone la existencia de la interacción y no así la presencia de ciertos atributos personales de los actores involucrados; de hecho el poder existe sólo cuando es puesto en acción. Así visto, el poder es la expresión de una relación de influencia interpersonal que crea una jerarquía; en ella, las personas en la posición de acatamiento delegan algunas de sus prerrogativas para decidir, a la persona en la posición decisoria. No nos cabe la menor duda que esto supone la presencia del “poder” en el proceso terapéutico. Va a depender de la actitud del terapeuta el peso que la sensación de poder tenga en el proceso terapéutico. Desde nuestra perspectiva hacer recaer el peso del proceso terapéutico en el poder, habla de la necesidad de un referente externo a la relación terapéutica en la que el terapeuta va a tener que apoyarse ante la dificultad para vivir el contacto con el paciente de forma genuina y humana. El poder visible se expresa en la asimetría de la relación, en el marco de la sesión, y corresponde a una cuota de influencia que uno cede al otro. Es decir, una relación de poder se define como un modo de acción que se ejerce, no sobre otros en sí, sino sobre sus acciones; es una acción sobre otra acción ya existente, o que puede surgir en el presente o en el futuro, tal como ocurre con el cambio generado en la terapia. Que el terapeuta recibe por parte del paciente el “poder de experto”4 es indiscutible, sin embargo aquí nos referimos al uso que hace el terapeuta de esa delegación. Los 4 Influencia que se tiene como resultado de la experiencia, habilidades especiales o conocimientos. Conforme los trabajos se hacen más especializados, somos más dependientes de los expertos para lograr las metas. El poder experto es el que deriva de las habilidades o pericia de algunas personas y de las necesidades que la organización o la sociedad tienen de estas habilidades. Al contrario de las otras categorías, este tipo de poder es usualmente muy específico y limitado al área particular en la cual el experto está cualificado. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 18 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia consultantes delegan en el terapeuta la decisión de organizar el contexto terapéutico y las condiciones necesarias para que ellos recuperen el bienestar perdido. La Psicoterapia, como las demás relaciones de poder, es asimétrica, dado que el consultante le entrega al terapeuta el permiso de ejercer influencia sobre sus modos de actuar en el presente o en el futuro. Esto es posible porque el consultante es reconocido por el terapeuta como una persona que puede actuar dentro de un variado campo de competencias, respuestas, invenciones y posibilidades. Concebir la terapia como la acción de estructurar el posible campo de acción de los otros permite comprender que, paradójicamente, el uso del poder en la terapia le ayuda al consultante a recuperar su condición de sujeto. Por tanto, saber hacer uso del poder que en el marco de la sesión ostenta el terapeuta será una cualidad muy recomendable en el bagaje de recursos del terapeuta. ► Capacidad de reír Es posible que consideren cómodo el rol del psicoterapeuta los que tienen sentido del humor y disfrutan riendo con los demás. El humor también tiene cierto aspecto curativo, cuando se expresa en el momento oportuno y de modo igualmente oportuno, que puede ser compartido por el terapeuta y el paciente de forma muy especial. Es improbable que la persona que carezca de este sentido del humor y goce de la vida se sienta atraída por la intimidad y la comunicación inherentes al rol terapéutico. Creemos que el empleo sensato del humor en la psicoterapia presta un buen servicio a esta disciplina. También creemos que los psicoterapeutas y otros profesionales de la salud y de las relaciones humanas pueden mejorar el valor profesional que ofrecen a sus clientes al considerar el humor como un complemento deseable de su trabajo, extendiendo y enseñando el conocimiento que poseen sobre su valor. (Fry, 1987) Llegados a este punto vamos a dar un giro a este recorrido por los aspectos personales del psicoterapeuta que van a condicionar su implicación emocional en el proceso terapéutico. Siguiendo al mismo autor, Guy (1987), vamos a abordar lo que sería los aspectos más disfuncionales y/o problemáticos que pueden estar subyaciendo a la hora de elegir la Psicoterapia como profesión. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 19 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Es evidente que no siempre en el fondo de una elección humana se encuentra unas motivaciones o planteamientos que respondan a aspectos positivos y/o saludables de la persona y de su modo de estar en el mundo. Es por ello por lo que ahora vamos a abordar las Motivaciones disfuncionales. En la exposición que a continuación mostramos y siguiendo las rúbricas que Guy (1987) propone, iremos enriqueciendo los puntos con aportaciones de otros autores que abundan en cada uno de los apartados. ► Perturbación emocional Henry y otros investigadores (1971, 1973) (Citados por Guy, 1987) comprobaron que un número significativo de psicoterapeutas decidieron abrazar esta profesión por el deseo subyacente de obtener una autocomprensión más profunda. Holt y Luborsky (1958) (Citados por Guy, 1987) sostienen que el campo de la psicoterapia generalmente atrae a gente que intenta resolver sus propios problemas. El deseo de "autocuración" puede ser una poderosa motivación para estudiar psicoterapia. El terapeuta puede - inconsciente o aun intencionalmente-, explotar la relación terapéutica en un intento de salir al encuentro de sus propias necesidades emocionales en detrimento del paciente. Somos muchos los que hemos abrazado esta profesión, buscando de alguna manera exorcizar nuestras propias sombras y fantasmas. El psicoterapeuta, nuestro chamán contemporáneo, a menudo es visto como alguien que padece una aflicción emocional de tipo y gravedad diversos. En el mismo sentido nos plantea Kopp (1971):”El chamán ha sido caracterizado de la siguiente manera: 1) Demuestra una rara y nerviosa irritabilidad a edad temprana; Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 20 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia 2) A menudo parece estar “poseído” por espíritus (por lo general descritos de modo que sugieren alucinaciones, trances, fobias y ataques; 3) Se retira a la soledad de los bosques o la tundra a ayunar y meditar; 4) “muere” y su alma viaja al submundo de la tierra de los espíritus; 5) finalmente, retorna renacido a la tierra de los vivos. (Pag. 47) La comprensión obtenida de los pacientes, como también la satisfacción derivada de la intimidad con ellos, promueven al parecer el cambio y un desarrollo emocional significativo en el terapeuta durante el curso del ejercicio de la psicoterapia. Como decía Winnicott (1965): “Nunca daré bastante las gracias a aquellos que me enseñaron por aprender.” La experiencia personal sigue siendo uno de los mejores maestros de la vida, dando origen no sólo a la sabiduría, sino también a la empatía. Nuevamente Kopp (1971) nos sirve de ejemplo para asumir que en esta profesión el aprendizaje y la cualidad en el desempeño van a situarse mucho más allá de la mera participación en un programa de entrenamiento y/o formación. Este autor escribe: “Los aspectos más importantes del desarrollo de un psicoterapeuta tienen lugar fuera del contexto de su entrenamiento académico profesional, teniendo más que ver con sus sufrimientos personales, placeres, riesgos y aventuras personales. En la soledad, y más tarde en la compañía de alguien que ya es gurú, debe luchar contra sus propios demonios e intentar librarse de ellos. (Pag. 31). Creo que una buena referencia para un psicoterapeuta es haber vivido una vida rica y sobre todo con la que esté conforme. En ese sentido no le será necesario suplir las carencias de forma vicaria a través de sus pacientes. ► Enfrentamiento indirecto Bugental (1964) dice que algunos profesionales se especializan en el campo de la psicoterapia como medio de afrontar indirectamente las contingencias y las realidades de la vida. La persona angustiada por tener que afrontar los problemas Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 21 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia desconocidos de la vida, elige la profesión de ayudar a los demás a afrontar problemas que provocan ansiedad al mismo terapeuta. Tratar de resolver problemas que nos aquejan a cada uno de nosotros a través de los esfuerzos y procesos de nuestros pacientes es algo que siempre puede estar al acecho en nuestro desempeño profesional. Aquel refrán de: “Consejos vendo que para mí no tengo”, es un claro ejemplo de los peligros que, en muchas ocasiones, refugiarnos en nuestro rol como una forma de eludir el riesgo y la tensión que implican vivir pueden conllevar. Tanto la psicoterapia que previamente y durante el desempeño de nuestra labor nos conviene realizar, así como a la supervisión que a lo largo de nuestra andadura profesional conviene que nos sometamos, son la mejor forma de prevenir la aparición de esta motivación disfuncional. ► Soledad y aislamiento Los psicoterapeutas se sienten motivados a elegir esta profesión en el intento de superar una soledad muy profunda y un grave aislamiento social. Se ha observado que los psicoterapeutas, más que otros especialistas, "padecen en exceso un sentimiento de soledad, inferioridad y rechazo". El terapeuta afronta la más dura de las soledades. Y con razón, si tenemos en cuenta la pregunta… ¿y a mí, quién me escucha? De ahí que la sensación de no disponer un apoyo en sus momentos de crisis, así como la creencia de muchos pacientes de que el terapeuta no tiene problemas, contribuyen a una especie de exigencia que al ser confrontada en solitario conducen a estados cercanos a la depresión y el desánimo. Con esta motivación, como en muchas otras, hemos de tomar conciencia del impacto que tienen en el trabajo del psicoterapeuta. Confundir o hacer confluir las necesidades personas con la labor psicoterapéutica va a suponer una fuente de distorsiones y bloqueos en el proceso terapéutico. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 22 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Ir buscando en la profesión lo que no somos capaces de encontrar en nuestra propia vida es uno de los peores favores que podemos hacer a nuestros pacientes. Ser psicólogo, implica pasar horas de escucha frente al sufrimiento de quienes consultan y conectarse con lo más profundo del ser humano. Siendo capaces de vislumbrar más allá de lo evidente y a menudo sentir impotencia al no poder lograr la toma de conciencia de nuestros pacientes. Los que emprenden la carrera psicoterapéutica a causa de la necesidad de una mayor intimidad interpersonal suelen comprobar que en la realidad esta motivación entorpece su capacidad de participar eficazmente tanto en sus relaciones profesionales como personales. Como acertadamente señala Yalom: “La psicoterapia es una vocación muy exigente y todo terapeuta exitoso debe poder tolerar el aislamiento, la ansiedad y la frustración inevitables en este trabajo, las sesiones con una sola persona están impregnadas de intimidad, pero es una clase de intimidad que como apoyo en la vida resulta insuficiente, una intimidad que no provee el alimento y la renovación que emanan de las profundas relaciones de amor con los amigos y la familia. Una cosa es ser para el otro y otra muy distinta es ser en una relación que es igual para ambas partes.” ► Deseo de poder La práctica de la psicoterapia brinda al terapeuta el sentimiento del poder personal. Si el terapeuta acepta que en su trabajo ejerce influencia inevitablemente sobre el consultante, es lógico que organice la terapia para lograr que esa influencia sea pertinente y efectiva según las necesidades de éste. Pero la práctica de la psicoterapia también puede resultar atractiva para los que se sienten atemorizados e impotentes en su propia vida, por la oportunidad de ejercer considerable control e influencia sobre la vida de los pacientes. La idealización que hace el paciente del poder del terapeuta fácilmente puede dar a éste una sensación de omnisciencia y omnipotencia. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 23 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Las actitudes que traen a la consulta el consultante y el terapeuta, a partir de su participación en sus respectivas redes sociales, son casi opuestas: mientras el consultante espera que el terapeuta lo cambie, el terapeuta se cuida de hacerlo; y mientras el consultante espera que el terapeuta actúe de forma impersonal, es con su ser como individuo particular que éste actúa. (Hernández, 2007) Esto crea una situación sumamente arriesgada para el terapeuta, tanto en términos profesionales como personales. Relacionado con el deseo de poder, está el deseo o la necesidad de influir o "convertir". No obstante, una vez más va a ser el uso y el impacto del poder Como dicen Minuchin, Lee & Simon (Citados por Hernández, 2007), aceptar que el poder es parte de la relación terapéutica (en este caso en el marco de la terfapia familiar) permite: ↘ Aprovechar la observación de los diálogos entremiembros de la familia y sus efectos sobre las pauta interpersonales como foco del trabajo terapéutico. ↘ Estimular las actuaciones espontáneas o inducidas que transforman la sesión en un escenario vivo, con transacciones entre los miembros de la familia que multiplican sus voces y hacen más versátiles sus interacciones. ↘ Reconocer que el conocimiento del terapeuta es una fuerza positiva para el cambio. ↘ Reconocer que la participación del terapeuta en el proceso familiar ofrece una conexión experiencial con la familia y permite la participación del self como testigo, colaborador y enriquecedor de la experiencia. ↘ Aceptar y reconocer que es imposible que el terapeuta opere sin aportar un sesgo personal a la situación si esa realidad permanece invisible, distorsionará inevitablemente la relación entre consultante y terapeuta. El grado, el nivel y el tipo de intervenciones que el terapeuta realice van a ser una muestra, entre otras cosas, de las relaciones de poder que se han establecido en el marco del proceso terapéutico. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 24 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Por tanto, si el terapeuta anda buscando una satisfacción personal a sus problemas con el poder a través de de sus intervenciones terapéuticas va a estar dificultando que en el proceso pueda desarrollarse un clima de respeto y de integración saludable de la experiencia de sentirse poderoso. ► Necesidad de amor Los que sienten la necesidad de expresar ternura y amor pueden sentirse atraídos por esta profesión. Bugental (1964) la describe como "una oportunidad de brindar ternura, compasión y amor… sin despertar nuestras propias ansiedades". Esta sensación de vocación puede empezar a adquirir una cualidad mesiánica que, si se desarrolla al máximo, puede sabotear tanto las relaciones profesionales como las personales del psicoterapeuta. Por lo tanto, si la terapia debe constituir una experiencia emocional correctiva para el paciente, esa segunda oportunidad de convertirse en un ser humano total y maduro, es imprescindible que se sienta apoyado por un afecto sin condiciones, total y absoluto, respetuoso de la totalidad de su forma de ser y de comportarse. Ese afecto debe darlo el terapeuta con la suficiente intensidad y habilidad como para que el paciente pueda experimentar una vivencia en la que no hay ningún tipo de entresijo y pueda recibirlo de forma totalmente natural y sin ninguna fantasía o preocupación. En el caso que el deseo de manifestar afecto hacia el paciente sea excesivo por parte del terapeuta y no fuera correspondido y/o valorado por el paciente, no sería de extrañar que se establecieran relaciones como las que se muestran en el triángulo de Karpman5. 5 De acuerdo con el rol ó papel que desempeña la persona al jugarlos, el Psicólogo Steve Karpman diseñó un esquema para representar los Juegos, llamado Triángulo Dramático: Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 25 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia ► Rebelión indirecta Según Bugental (1964), las prerrogativas de la posición social permiten al terapeuta atacar a la autoridad y la tradición. Aquí nuevamente el peligro de que el terapeuta convierta cada sesión en una oportunidad para resarcirse de sus frustraciones en la vida diaria es patente. Adoptar posturas de adoctrinamiento y/o de modelado del paciente desde la perspectiva unilateral de psicoterapeuta puede ser una de las consecuencias del conjunto de motivaciones disfuncionales que hemos visto hasta aquí. Para poder acompañar a un paciente en su proceso terapéutico en la línea de lo que Rousseau dijo: "El hombre más educado entre vosotros es el que puede soportar las alegrías y penas de la vida", el psicoterapeuta ha de ser consciente del pesos y la calidad de las motivaciones que le impulsan a ejercer su procesión y el impacto que tienen sobre la relación terapéutica. Steve Karpman señala que quienes participan en Juegos Psicológicos con frecuencia intercambian sus papeles. Por ejemplo, una persona que ha desempeñado el papel de Víctima, se puede cansar de ser humillada y convertirse en Perseguidor repentinamente. De igual forma, alguien que comienza como Salvador puede descubrir que es una Víctima. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 26 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Pasemos ahora a considerar los factores relacionados con la familia de origen y su incidencia en el desempeño de la labor del psicoterapeuta y el proceso terapéutico. Además de los factores personales, la familia de origen y las primeras experiencias familiares pueden predisponer a algunos a seguir esta vocación. Estamos refiriéndonos a un conjunto de detalles que van a condicionar el cómo vive el terapeuta el conjunto de situaciones que se dan en el marco de la terapia. Cuando hablamos de implicación emocional hablamos de cómo el terapeuta se ve arrastrado más allá de lo que desearía al quedarse atrapado en sentimientos y/o recuerdos de su propia existencia que le impiden llevar a cabo un acompañamiento fluido y nutritivo para el paciente. ► Experiencias emocionales tempranas Hay una serie de carencias infantiles pueden considerarse como el "sello" de los terapeutas, tales como: ↘ Haber nacido en grupos sociales, socioeconómicos o religiosos marginales, que acrecentaban su sentimiento de "separación". ↘ Acontecimientos traumáticos en la primera infancia, relacionados con la vida familiar. ↘ Haberse sentido aislados de otros miembros de la familia a causa de conflictos y discordias. ↘ Necesidades emocionales tempranas insatisfechas, relacionadas con la vida familiar, Esto podría explicar, en parte, el por qué algunas personas se motivan a seguir una carrera psicoterapéutica, en un intento de conseguir lo que, según sienten, falta en la propia vida (Holt y Luborsky, 1958). Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 27 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Es muy recomendable la psicoterapia de los terapeutas antes y durante el ejercicio de su profesión para prevenir los riesgos a que las carencias, que antes mencionábamos, pudieran dar lugar. ► Características de los padres Uno de los rasgos que se ha podido constatar es la movilidad social ascendente entre los psicoterapeutas, con la obtención de mayores ingresos y una clase social superior respecto de la familia paterna. Este ascenso en muchas ocasiones puede condicionar la relación con los pacientes dado que el terapeuta puede considerarse como alguien que ha tenido éxito en la vida y tener dificultades para aceptar el que los pacientes no sean capaces de hacer frente a los obstáculos que se encuentran en su existencia. Las madres, por lo general, constituyen la figura central del hogar. A menudo las madres de los psicoterapeutas presentan diversos grados de perturbaciones emocionales. La familia gira en torno a complacer a la madre, y en satisfacer sus necesidades emocionales. Se ha sugerido que la relación entre el futuro psicoterapeuta y su madre constituyen un factor fundamental para la elección de esta profesión. Quizá sea útil a modo de prevención, y de cierta provocación, recordar lo que escribe Harris (1994) respecto de la masculinidad y el impacto de la figura materna: “El hombre maternal hacia su esposa parece maternal porque la apoya, la dirige, la nutre y la envuelve como si fuera una madre súper-protectora; sin embargo, paradójicamente, a menudo también se muestra patriarcal y protector. Es un ejemplo de cómo el matriarcado apoya al patriarcado, es la clase de hombre que quiere mantener el control y al mismo tiempo intenta hacer lo que debe hacer, lo que se espera de él. También tiene mucho miedo a la furia femenina.” Las investigaciones describen a los padres de los psicoterapeutas como hombres en general pasivos, que no interactúan y apenas contribuyen a la fortaleza emocional de la familia o del futuro terapeuta. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 28 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia La idea de tomar en cuenta las figuras parentales es muy apropiada para entender algunos de los sentimientos adquiridos por l@s terapeutas. En el caso de los terapeuta masculinos observar el hecho de que el complejo materno cultural es el resultado de adoptar actitudes y comportamientos socialmente aceptados, si durante los primeros doce a quince años de su vida los muchachos son criados fundamentalmente por mujeres que les enseñan a agradar y a obedecer a las mujeres, ¿cómo pueden evitar el complejo materno? Los padres parecen ocupar un lugar secundario durante el primer desarrollo del futuro psicoterapeuta, según los datos proporcionados por ellos mismos. A continuación reproducimos unas reflexiones de Harris (1994) para permitir que nos hagamos una idea de la profundidad de las vivencias infantiles y su impacto en el posterior desempeño de la labor psicoterapéutica. En este caso, insistimos, para los terapeutas masculinos. Todos los complejos maternos pueden ser negativos o positivos. Los primeros son el resultado del miedo y los segundos son hijos de la necesidad. El complejo materno negativo está formado por una imagen que el hombre arrastra de la madre crítica, por mucho que intente servirle y complacerle, él nunca es suficiente para ella y, cuando logra el éxito, en el fondo de sí mismo se siente como un impostor, es la imagen materna devoradora y castrante. El hombre poseído por estas emociones a menudo también se siente culpable e indigno de amor, le cuesta relacionarse con las mujeres porque las teme, teme que todas se conviertan en madres negativas. El hombre que tiene un complejo materno positivo es el más capaz de desarrollar una relación íntima con una mujer, al menos potencialmente, durante el proceso de crecimiento del muchacho, su desarrollo emocional y espiritual se verán profundamente afectados por la relación con su madre. Las ideas más profundas de qué es lo más deseable en una mujer procederán de su madre. La forma que tenga una madre de relacionarse con su propia masculinidad afectará a la hombría de su hijo. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 29 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Puede decirse, sin ánimo de exagerar, que en muchas ocasiones, la elección de una carrera psicoterapéutica puede ser el resultado de una carencia infantil, un esfuerzo por procurarse la intimidad ausente en la relación mantenida por el niño con sus padres. ► Características conyugales de los padres El futuro terapeuta solía desempeñar un rol fundamental en las relaciones matrimoniales de sus padres. Desde muy temprana edad, al niño se le asignaba o asumía el rol de "terapeuta" de la relación matrimonial de sus padres. No es descabellado pensar que, el hecho de que entre los padres pudiera haber cierto nivel de conflicto unido a la angustia que ello pudiera generar en el futuro terapeuta, haya contribuido a que apareciera un nivel elevado de sensibilidad respecto de los conflictos y la necesidad de resolverlos. Es frecuente escuchar entre l@s participantes en los cursos de formación que alguno de los padres los tomaba como confidentes de los problemas que estaba viviendo la pareja. Ante la aparición de problemas cabe pensar que se haya afianzado una actitud de distanciamiento y deseo de resolver la situación. Nuevamente Harris (1994) nos sirve de referencia cuando afirma: “nada atemoriza tanto a un niño como los adultos frustrados y enfadados, un último peligro que plantea el padre ausente es la posibilidad de que la madre se convierta en la pareja de su hijo.” Cualidades como la de saber escuchar, guardar secretos, contemporizar y comprender, entre otras, son las que de alguna manera han decantado a la persona a elegir la psicoterapia como profesión. Algunas de las cualidades y motivaciones que antes hemos mencionado serían necesarias para alguien que en su infancia está rodeado por situaciones problemáticas y/o de conflicto frente a las cuales tiene que dar una respuesta que no le enemiste con ninguna de las personas involucradas. Esto en el desempeño de la labor terapéutica va a ser de gran utilidad. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 30 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia ► Relaciones familiares Al parecer se había asignado al futuro psicoterapeuta (o había adoptado) el papel de terapeuta familiar. Eran los que procuraban atención paternal, nutrición y cuidados a los miembros de la familia que experimentaban diverso grado de incapacitación física o emocional, ya se tratara de uno de los padres o de los hermanos. Evidentemente, consistía en una buena preparación para el papel posterior de psicoterapeuta profesional. Quizás el niño empiece a ayudar a los demás con la esperanza de que ellos, a su vez, por gratitud, le dieran amor y atención. Tal vez por eso un mecanismo de interrupción que aparece bastante frecuente en el desempeño de su labor en l@s terapeutas es el de la Proflexión6. A lo largo de los años como didacta en diferentes curso de formación, la oportunidad de escuchar a much@s alumn@s refiriéndose a su infancia como marcada por el encargo, más o menos explícito, de tomar las riendas de las dificultades familiares, he podido comprobar la frecuencia de esta situación y corrobora lo que muchos estudios apuntan en esa dirección. Es como una espada de doble filo, la familia potencia al futro psicoterapeuta para que haga de solucionador de problemas, y el futuro psicoterapeuta toma la responsabilidad y el reto de llevar a cabo esa labor con el objetivo de sentirse querido y útil para su familia. Es muy probable que el futuro terapeuta sea capaz de desempeñar a la perfección lo que Virginia Satir (1998) definiría como “Apaciguador”7 6 Por Proflexión entendemos elk mecanismo por medio del cual la persona hace al mundo (entorno y personas que le rodean) lo que le gustaría recibir de ellos y no tiene el valor y/o la capacidad de pasar a la acción para conseguirlo. APACIGUADOR (aplacador).‐ Su rol es pacificar, suavizar las diferencias, ser simpático, protector, 7 defender tiernamente a otros, encubrir, disimular: “Oh, no es tan malo realmente”, “Estamos básicamente de acuerdo”.El aplacador habla con tono de voz congraciador, trata de agradar, se disculpa y nunca se muestra en desacuerdo, sin importar la situación. Es el "hombre sí" que habla como si nada Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 31 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Algunos investigadores señalan que este proceso de interiorización del papel de cuidador ha sido un primer paso importante en la elección de la profesión de psicoterapeuta. Vamos a pasar, finalmente, a las actitudes y aptitudes que puede mostrar el terapeuta a la hora de ejercer su labor y que pueden suponer una muestra del impacto de su implicación emocional en el proceso terapéutico. ► Falta de aptitud y de interés No importa cuál sea la naturaleza de las reacciones personales de las personas que, debido a una idealización excesiva o totalmente desvalorizante consideran el papel del psicoterapeuta completamente ajeno e indeseable. Esta gente no es adecuada a la práctica de la psicoterapia ni se interesa por ejercer la profesión. Cualquiera que sea la profesión, el vivirla como un castigo o una condena va a suponer un serio impedimento para ejercerla con el nivel de energía y valoración necesario para considerarla como algo valioso. ► Presencia de aptitud y falta de interés Normalmente, este grupo de personas no idealiza en exceso ni menosprecia demasiado el papel del psicoterapeuta. Aunque se interesan por los aspectos psicológicos del comportamiento y la experiencia humana, no sienten atracción neurótica por la lectura de libros psicológicos, ni son "adictos" a las películas de pudiera hacer por él mismo; siempre tiene que recurrir a la aprobación de los demás. "lo que quieras me parecerá bien. Sólo sirvo para hacerte feliz". Para un buen papel apaciguador, es muy útil que quien lo interpreta piense que nada vale; que tiene suerte de que le permitan comer; que debe gratitud a todos, y que es responsable de todo lo que salga mal; sabe que podría hacer cualquier cosa si utilizara el cerebro, pero reconoce que no lo tiene. Quien interprete este papel debe adoptar una actitud melosa, de mártir y humilde... "Soy un desvalido" ‐ reflejado en la postura de víctima. "Siento que soy nada; sin ti no vivo. No tengo valor alguno" Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 32 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia orientación psicológica. Existe en ellos una mayor comprensión intuitiva y una menor fascinación. Tal vez una de las características que se demandan en la actitud para el ejercicio de la Psicoterapia es la de estar interesado por el ser humano. No basta, al menos desde mi punto de vista, el que el terapeuta tenga capacidades que puedan ser útiles en el transcurso del proceso terapéutico. La importancia que le factor relacional desempeña en el proceso terapéutico hace impensable que una terapia de calidad pueda llevarse a cabo cuando hay una ausencia de interés genuino por parte del terapeuta. En terapeutas que manifiestan las características de este epígrafe es muy extraño que pueda suceder lo que apunta Greenberg (1993): “El terapeuta, por lo tanto, participa del mundo fenomenológico del cliente, entra en su marco de referencia, siente cómo es ser el paciente en ese momento y luego interviene en formas particulares para orientar el procesamiento de información en una dirección constructiva.” (pág. 37) No parece posible un encuentro entre personas cuando una de las dos no está interesada. ► Falta de aptitud y presencia de interés Un estudio reciente ha demostrado que casi la mitad de los psicólogos que ejercen desde hace más de diez años, no volverían a elegir esta profesión. El deseo de encontrar alivio para los propios problemas, el aislamiento y la soledad, el deseo de poder o de amor, y una vida indirecta parecen ser motivos para que la gente escoja esta profesión. Más que acrecentar sus capacidades como terapeutas, estas características sabotean las relaciones profesionales y personales. No todas las personas valemos para todas las profesiones y/o actividades. Tomar conciencia de cómo se siente alguien que quiere ejercer como terapeuta es un paso previo imprescindible para que luego no sea una tortura el ejercicio profesional. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 33 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Tener el valor de confrontar cuáles son las limitaciones que el aspirante o el futuro psicoterapeuta tiene en el ámbito de lo personal (cognitivo, emocional, intelectual, …) es un paso inevitable para poder seguir adelante o no en el proceso de llegar a ser un profesional de calidad y garantía. Aunque no sea éste siempre el caso, los que no son aptos para la profesión, pero que deciden no obstante volverse psicoterapeutas, se arriesgan, a sí mismos y a sus pacientes, a sufrir desilusiones, fracasos y aún una tragedia. ► Presencia de aptitud y de interés Este epígrafe es el que corresponde a aquellas personas que podemos asumir que están preparadas para desempeñar de forma adecuada la profesión de psicoterapeutas. Desde nuestro punto de vista hay cualidades que pueden ser adquiridas mediante el entrenamiento y el estudio, otras que pueden adquirirse a través de la psicoterapia propia y la supervisión. Ahora bien, no conviene descartar el que también una cierta predisposición caracterológica va a ser un ingrediente que enriquecerá las virtudes del futuro terapeuta. Intuitivamente experimentan la "facilidad de la aptitud" que les permite desenvolverse cómoda y espontáneamente en el papel de terapeuta. Su capacidad intuitiva para la terapia los hace parecer a menudo más competentes que los maduros veteranos menos aptos para esta profesión. Mantienen un cierto frescor, vitalidad y optimismo que son evidentes a la vez para sus pacientes y sus colegas. Aunque no son invulnerables a los avatares inherentes a la práctica de la psicoterapia, es mucho menos probable que sean influidos negativamente por ellos que los menos adecuados a la profesión. Son sinceros cuando afirman que disfrutan con su trabajo y las pruebas disponibles indican que su vida personal se enriquece con las horas que consagran a la práctica psicoterapéutica. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 34 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Una alternativa que siempre tiene presente es que saben que pueden abandonar la profesión cuando deje de resultar gratificante. La naturaleza de sus características de personalidad, sus motivaciones y necesidades, su experiencia previa y sus expectativas determinarán en gran parte el peso de la práctica psicoterapéutica sobre su vida y su funcionamiento interpersonal. El impacto de la práctica psicoterapéutica sobre las relaciones personales. Llegados a este punto sólo quisiera hacer una reflexión muy general, dejando para aquell@s que lo deseen la referencia de la obra de Guy (1994), referida al impacto que tanto el proceso vital del terapeuta, así como las circunstancias y experiencias vividas a lo largo de su vida van a incidir sobre el nivel de implicación emocional en su labor terapéutica. Las consecuencias que sobre cada quien tiene la elección de una profesión como la nuestra son de muy diversa índole. A continuación enumero algunas de forma sucinta separadas por facetas del vivir del terapeuta: ► Relaciones familiares La investigación reciente indica que la práctica psicoterapéutica puede ejercer tanto un impacto positivo como negativo sobre la vida y las relaciones familiares. Como bien señala Yalom(): “Es muy común que los terapeutas descuidemos nuestras relaciones personales. Nuestro trabajo se vuelve nuestra vida. Al final del día, habiendo dado tanto de nosotros mismos, sentimos que se agotó nuestro deseo de relacionarnos. Además, los pacientes son tan agradecidos, nos adoran y nos idealizan tanto, que los terapeutas corremos el riesgo de volvernos menos apreciativos de los miembros de la familia y de los amigos, que no reconocen nuestra omnisciencia y excelencia en todas las cuestiones.” ↘ Relaciones con el cónyuge u otra persona significativa. ▪ Consecuencias positivas para la relación matrimonial. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 35 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Aunque decepcionante, el hecho de que los psicoterapeutas padezcan desavenencias conyugales y se divorcien en un índice similar al de la población en general no deja de resultar irónico que la capacidad de ayudar a los demás en sus problemas matrimoniales no los convierta en menos vulnerables a dificultades semejantes en su propio matrimonio. Los psicoterapeutas experimentan la discordia y el fracaso matrimonial en parte como un resultado de la práctica psicoterapéutica sobre su funcionamiento interpersonal. ▪ Consecuencias negativas para la relación matrimonial. Los psicoterapeutas señalan que su trabajo es extremadamente agotador y emocionalmente extenuante. Es posible que algunos deseen acercarse a su cónyuge en busca de apoyo, estímulo, atención, y comprensión. En vez de iniciar una interacción de apoyo recíproco estos individuos experimentan la necesidad de ser unilateralmente satisfechos por su cónyuge. En muchas ocasiones cuando el psicoterapeuta vuelve a casa con su familia, el experto oyente ya no está de humor para escuchar las historias de su entorno. En cambio, le gustaría charlar. Ha estado reprimiendo la conversación durante todo el día. Tiene la sensibilidad embotada y saturada. Un factor que puede influir negativamente es su creciente tendencia a la reserva y el aislamiento. Puede aparecer la tendencia a encerrarse en un capullo de aislamiento, con el objeto de volver a llenar las fuentes personales (Henry y otros autores, 1973). La mentalidad cada vez más inclinada hacia lo psicológico tiene la capacidad potencial de ir en detrimento del buen entendimiento matrimonial. Hay, la constante, casi obsesiva, necesidad de buscar significados y motivos ocultas, causas subyacentes y procesos inconscientes. Muchos psicoterapeutas confiesan su incapacidad para dejar de lado este rol terapéutico interpretativo cuando interactúan con el cónyuge, la familia y los amigos. Puede aparecer la tendencia a utilizar esta capacidad para controlar o dominar al cónyuge. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 36 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Los terapeutas que son incapaces de abandonar su rol a veces parecen perder el sentido de sí mismos. Se convierten más en observadores que en participantes, aun de sus propios matrimonios. La relación matrimonial adopta la cualidad de "como si " de los encuentros terapéuticos. Es posible que resulte frustrante y molesto descubrir que las opiniones y las expectativas personales no son recibidas por el cónyuge con el mismo grado de respeto y reverencia (Cray y Cray, 1977). Los psicoterapeutas suelen pensar mejor de sí mismos, cuando consideran su conducta y actitudes en las interacciones terapéuticas, que el hacerlo en sus relaciones matrimoniales. Puede parecer más fácil vivir a través de las experiencias de los pacientes, y no correr el riesgo que implica un genuino encuentro con un cónyuge. Las necesidades del marido o la mujer resultan a veces secundarias en relación con las de los pacientes. ▪ Beneficios. El desarrollo emocional y personal que muchos psicoterapeutas experimentan, como resultado de la formación profesional y las experiencias terapéuticas, sirve a menudo como catalizador para el mismo desarrollo en la vida del cónyuge. Los cambios y el desarrollo de la pareja terapeuta sirven como poderosa motivación para el desarrollo personal y la madurez emocional. ▪ Desventajas. Algunos cónyuges tienen gran dificultad en comprender y aceptar el vacío emocional de su pareja terapeuta. Suelen sentirse ofendidos y resentidos cuando detectan escasa motivación para escuchar con empatía al cabo de un largo día de realizar terapias. Realistas o no, la mayoría espera recibir, de su pareja, tanta, si no más, empatía y apoyo emocional, como reciben los pacientes. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 37 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Suele ser difícil vivir con alguien que se ve a sí mismo como "experto" en el comportamiento humano, y considera a todos los demás sus "pacientes". La tendencia a "ir más allá del cumplimiento del deber" deja de causar admiración, y empieza a ser una fuente de resentimiento si el cónyuge se siente descuidado por su pareja terapeuta. La mayoría de los cónyuges, aunque sientan curiosidad, prefieren no encontrarse a sabiendas con ex pacientes de su pareja terapeuta. Es importante que el terapeuta se dé cuenta de que la intensidad emocional que sienta cuando dirige una sesión terapéutica constituye una experiencia muy personal, que no tiene por qué ser compartida con el cónyuge. Los psicoterapeutas tienen verdaderos problemas para tolerar la apatía o el desinterés de su pareja por una profesión muy grata y estimulante. Quizás uno de los aspectos más perturbadores de estar casado con un terapeuta es afrontar los profundos cambios de personalidad que se producen con frecuencia durante los años de formación. Estos cambios pueden provocar que no quede gran cosa en común para construir los cimientos necesarios para la intimidad. ↘ La relación con los niños ▪ Beneficios: Las aptitudes necesarias para ejercer la psicoterapia son extremadamente similares a las requeridas para ser un buen progenitor. ▪ Desventajas: Tras un día lleno de sesiones de terapia difíciles, el terapeuta puede quedar incapacitado para atender las necesidades de sus hijos. Los niños pueden empezar a sentirse indeseados o no amados. Los sentimientos consiguientes de rechazo y enfado pueden ser intensos. La neutralidad terapéutica no constituye siempre un estilo útil cuando se está en casa con los niños. Un niño puede confundir fácilmente la neutralidad con apatía y desinterés. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 38 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Es casi como si el progenitor se convirtiera en el "yo observador", incapacitando al niño para explorar plenamente sus propios sentimientos o procesos interiores. Algunos terapeutas tienden a compensar sus fracasos como progenitor invirtiendo más energía "paternal " en la relación con sus pacientes. ↘ Relaciones con la familia de origen. Es destacable la ambivalencia de las opiniones respecto del impacto de la profesión de psicoterapeuta sobre la familia de origen. ▪ Influencia positiva sobre las relaciones con la familia de origen. El aumento de la sensibilidad, la paciencia, la confianza, la propia conciencia y la automanifestación pesan positivamente sobre las relaciones que mantienen con su familia de origen. ▪ Influencia negativa sobre las relaciones con la familia de origen. Las tendencias al vacío emocional, la reserva, las preocupaciones exclusivamente psicológicas, la pérdida de la identidad, el sentimiento de superioridad, el autoritarismo, el secreto y la preocupación emocional suelen tener un impacto que va en detrimento de las relaciones con los hermanos, los padres y también otros parientes más lejanos. El terapeuta se encuentra con reacciones en exceso positivas o negativas, comprueba que el rol que se le ha asignado de experto de la familia resulta muy restrictivo y agotador, pues le impide la espontaneidad y un intercambio verdadero. A menos que se establezcan claramente los límites, y se respeten, esta tendencia puede minar todavía más la intimidad y la comunicación dentro de la familia. Para finalizar esta primer parte del material quisiera llamar la atención sobre la estrecha relación que existe entre las características personales, la historia de la familia de procedencia y el nivel de implicación emocional del terapeuta en el proceso terapéutico. Este conjunto nos da una idea de la complejidad y los riesgos, además de los beneficios de esta profesión. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 39 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia No quiero dejar pasar la oportunidad de resaltar la conveniencia de “cuidarnos” como personas para poder seguir ejerciendo como psicoterapeutas. Baste aquí una reflexión sobre el tema de los riesgos la profesión que nos propone García (2007): “Si analizamos más detenidamente el riesgo al que estamos sometidos, debo concluir que la psicoterapia es claramente un lugar peligroso. Un tipo de actividad en la que continuamente se ponen en cuestión los límites de nuestra capacidad de entender el mundo, de entender a los otros y de entendernos a nosotros mismos. Las dificultades a las que nos vemos sometidos por la propia idiosincrasia de nuestra profesión se centran en que la posibilidad de desviarnos de nuestro rol central de proporcionar ayuda efectiva es bastante grande. Así que, salvo un entrenamiento adecuado en cómo hacer frente a los problemas la posibilidad de tener que resolver el dilema central de la culpa de no haber ayudado a otro (y de resolver de modo operativo qué significa exactamente esto) y las manifestaciones de vergüenza (conciencia pública de esa desviación) y de amenaza (percepción de que voy a ser incapaz de ayudar) pueden ser bastante comunes.” Quede claro pues que la implicación emocional del terapeuta en el proceso psicoterapéutico es un arma de doble filo puede ser de utilidad en la relación terapéutica y, ala vez, puede conllevar peligros y deterioros en la persona del terapeuta. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 40 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Bibliografía • Balbuena Rivera, Francisco (2011) F. Fromm-Reichmann: una vida consagrada al tratamiento de la persona con esquizofrenia. 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Como una continuación lógica de lo expuesto en la primera parte de este material, el nivel de implicación del terapeuta en el proceso, así como el tipo y la clase de relación terapéutica que terapeuta y paciente hayan creado, el final de la terapia tendrá unas características específicas y particulares en cada caso. Afortunadamente la psicoterapia se ha ido convirtiendo en un hecho habitual. Esto supone que cada vez más las personas inician una psicoterapia buscando ayuda en su vida sentimental, ayuda en su carrera, ayuda con sus cónyuges y sus hijos. Al hablar de psicoterapia nos estamos refiriendo a un proceso que está cargado de fuertes significados y experiencias emocionales, esto hace que cuando llega el momento de la separación o 'terminación' es difícil debido al vínculo singular que surge entre el terapeuta y el paciente. En psicoterapia, se desarrolla una 'transferencia', un estado psicológico en el cual el paciente transfiere personas y problemas de su 'vida real' a la figura neutral, profesional del terapeuta. Como en muchas otras ocasiones a lo largo del proceso terapéutico, en las que aparecen recuerdos o experiencias de los pacientes procedentes de su vida y externos al proceso, el cese de la terapia lleva asociadas imágenes de todas las otras despedidas, tanto para el paciente como para el terapeuta. No sólo es una cuestión técnica de tener que finalizar el proceso, está además el hecho de la pérdida. Paciente y terapeuta han desarrollado durante el proceso una estima como personas y la separación conlleva un costo emocional. A lo largo de este material estaremos refiriéndonos a ambas partes, terapeuta y paciente, aunque dado el objetivo didáctico de este material será la figura del terapeuta la que más a menudo nos servirá de referencia. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 45 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Para que una terapia valga la pena, para que podamos decir que ha sido una experiencia enriquecedora y profunda el vínculo de confianza entre quienes participan es imprescindible. (Johnson, 1990) El paciente tiene que confiar en su terapeuta y apreciarlo para revelarse en terapia. Así cuando encara la disyuntiva de dejar la terapia, se encara la disyuntiva de la pérdida. Dejar la terapia significa decir adiós. En cuanto al terapeuta, la terminación puede ser una experiencia ardua también. Los terapeutas sufren la pérdida, y tienen que afrontar el significado de la finalización de la terapia. Dependiendo del modo en que se finalice la terapia puede tener un significado u otro para el terapeuta. Desde la posibilidad de que el irse el paciente indique una crítica implícita a la labor del terapeuta, como también el que el trabajo terapéutico no hay sido valorado o entendido por parte del paciente. Van a ser muchos los pensamientos que pasan por la mente del terapeuta de modo espontáneo cuando es el paciente quién toma la decisión de terminar, no él. La autoestima y la sensación de valía profesional van a verse cuestionadas cuando es el paciente el que considera finalizado el proceso, o aún más, cuando de forma unilateral deja de acudir a las citas. Otro de los planos que se van a ver afectados por la interrupción y/o finalización de la terapia es la cuestión sumamente 'cargada de significado' del dinero. Salvo que disfrute de una larga lista de espera, no puede sino registrar, aunque sea en el plano inconsciente; el hecho de que disminuirán sus ingresos. Todo esto conduce a una situación en la cual hay una cantidad potencialmente abrumadora de fuerzas sutiles y no tan sutiles incidiendo, aunque sea de forma inconsciente, en contra de la terminación de la terapia desde la perspectiva del terapeuta. Cuando el irse es enteramente idea del paciente, como lo es con frecuencia, puede ser que el terapeuta bloquee el camino. Este si va a ser un punto que el terapeuta, si se da cuenta, ha de abordar en su supervisión. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 46 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia El hecho de que en terapia la verdad está siempre abierta a la interpretación, vuelve más confusa la cuestión para todos aquellos a quienes incumbe, el hecho de que la profesión psicoterapéutica no ofrece criterios nítidos para establecer cuando la terapia está terminada. (Johnson, 1990) Quizás, entre otras razones, el hecho de establecer una meta u objetivo terapéutico, o bien pactar un número determinado de secesiones tras las cuales se reconsiderará el futuro del proceso terapéutico sea muy recomendable. La terapia funciona mejor cuando es algo finito. Una buena terapia tiene principio, parte intermedia y final, y si el terapeuta se demora eternamente en la parte intermedia, pierde la toma de conciencia y la fuerza que trae consigo una terminación exitosa. Una de las cosas curiosas en cuanto a la terminación de la terapia, como en tantas otras facetas de la vida en las que el final es algo previsible y/o inevitable, es que es la única forma de despedida de la cual nadie habla en realidad. Terminar la terapia es una experiencia enteramente privada, personal e intransferible, aunque conviene que sea compartida entre terapeuta y paciente como la oportunidad final de crecimiento. Tanto terapeuta como paciente hace frente a lo que acaso sea una pérdida fundamental, desde su más íntima individualidad. No podemos obviar que tanto la implicación emocional como las experiencias vividas por ambos, una vez más van condicionar los detalles del momento y/o proceso de la despedida y cierre del proceso. La dificultad para determinar cuándo es el momento de finalizar el proceso terapéutico está estrechamente unida al criterio a los detalles que indicarán que se han alcanzado los objetivos propuestos y/o pactado en el contrato terapéutico8. 8 El contrato terapéutico, es un trato de palabra. Es una explicitación de cómo los contratantes (pacientes) y contratados (terapeutas) deberán comportarse en el futuro. Es un hito al cual puede recurrirse, cuando se produce una alteración de las normas impuestas por múltiples causas (alteraciones en el pago, imposibilidad de cumplir el horario pactado, ausencias sin aviso, etc.). Puede considerarse un pacto entre comunicantes, pacto que señala metas a alcanzar y los medios Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 47 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Las posibilidades que se pueden dar de cara a la finalización de la terapia van desde el total a cuerdo entre terapeuta y paciente hasta la más profunda disconformidad entre ambos. Cuando terapeuta y paciente están de acuerdo y ambos asumen que el paciente ha logrado avances reales de cualquier clase, se puede resolver dejar la terapia sin peligro. Esta sería la situación ideal que hemos de reconocer que sucede tan a menudo como a los terapeutas nos gustaría. Tal vez convenga detenernos un poco en las situaciones donde hay diferencia de opiniones acerca de si finalizar o no la terapia. Con frecuencia los pacientes dejan "temprano" la terapia porque necesitan sentirse sanos; el sentirse mentalmente sólidos es una forma de confianza en sí mismos. El dejar la terapia demasiado pronto pocas veces parece ser perjudicial, mientras que el dejar la terapia demasiado tarde puede serlo. Un cambio "superficial" es un cambio verdadero, y es probable que un cambio superficial positivo se extienda al resto de su vida. Al evaluar si ha logrado un cambio estructural o no, pregúntese si ha modificado su manera En la psicoterapia se produce una curiosa paradoja, cuanto más fluido sea el inicio, más arduo será el final. Algo que nos permite entender esta paradoja es la aparición y consolidación de una buena alianza terapéutica. La calidad de ésta es el predictor más poderoso del éxito del tratamiento. detallados para llegar a ellas. Por esta razón, su estructura debe introducirse con claridad ya que: Cuanta más vaga y abstracta sea su formulación, tanto mayor será la posibilidad de malentendidos y de confusión en el curso de la terapia: la vaguedad de las metas será justamente lo que dificultará alcanzarlas. Además, cuánto más claro sea el objetivo terapéutico, tanto mejor podrá el terapeuta evaluar a distancia el éxito o el fracaso de la intervención. [M. Andolfi.1977]. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 48 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Esta alianza constituye la disponibilidad del paciente, para llevar a cabo procedimientos analíticos, para identificarse con las actitudes analíticas y los métodos de trabajo y aceptarlos. La alianza se puede decir que es: el ego razonable del paciente y el ego analizante del analista. La alianza permite al paciente trascender un ego irracional, subjetivo, sufriente, con objeto de evaluar la reacciones emocionales con un ego analista, observador, razonable. Con un psicoterapeuta, su competencia, su capacidad para ayudar dependen directamente de la actitud del paciente hacia él. De hecho, durante el proceso terapéutico la actitud del paciente va a determinar la calidad del vínculo y por tanto la intensidad y significado de la etapa de finalización y la clausura de la terapia. A lo largo de este material, dedicado a la conclusión de la psicoterapia y de la relación con el psicoterapeuta, vamos a abordar aspectos que habrán ido apareciendo y fraguándose durante la relación entre ambos. Unos harán referencia a aspectos que fueron abordados en el material del taller de Metodología, otros en la primera parte de este material y otros detalles se podrán encontrar en algún otro texto que daba soporte a otros talleres. Sirva pues como un resumen o epílogo a lo que durante la formación se ha ido abordando. En cierto modo este último taller tiene la doble vertiente de formar y a la vez concluir un programa de formación al que sólo le resta la supervisión, tan imprescindible para poder hablar de una formación completa. Una de las cuestiones que se forjan y aparecen, además de que hay que cuidarla es la confianza entre paciente y terapeuta, ya que es un aspecto esencial en el caso de la terapia de toma de conciencia. La terapia de insight depende de que el paciente se ponga 'en contacto' con sentimientos y percepciones ocultos; el paciente se pone cara a cara con lo que siente que no sabe que siente. Y esto lo hace frente a una persona que con su actitud, conocimientos y modo de relacionarse va a suponer un soporte o un impedimento para que el paciente se atreva a correr los riesgos que comporta el proceso terapéutico. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 49 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia En esta dirección apunta Yalom cuando escribe: “Los terapeutas deben aprender a envolver sus comentarios de un modo tal que resulten afectuosos y aceptables para sus pacientes, en otras palabras, hable de cómo se siente usted, no de lo que hace el paciente. Todo lo que sucede en “aquí y ahora” es útil para la terapia, los pacientes no lloran o exhiben sus sentimientos en el vacío; lo hacen en su presencia, y es la exploración del aquí y ahora lo que permite a uno captar el significado total de la expresión de los sentimientos, una terapia efectiva consiste en una secuencia alternada de evocación y experiencia de afecto seguida por el análisis y la integración del afecto, en terapia ocurren muchos acontecimientos o reacciones inesperadas, si las manejo adecuadamente, las puedo volver útiles para el trabajo terapéutico, es particularmente importante comenzar a poner normas en los primeros encuentros.” Contribuir a crear ese ambiente es, a la vez, una forma de consolidar una relación que cuando finalice va a conllevar todo un esfuerzo emocional. Sabemos que es precisamente la relación terapéutica la base en la que reside el poder curativo de la psicoterapia. Como nos señala Schiffman (en prensa): “Los investigadores han estudiado comparativamente los éxitos y los fracasos de diferentes escuelas de psicoterapia: Freudiana, Adleriana, Junguiana, Sullivaniana, Rogeriana, Conductista, etc., y descubrieron que todas son más o menos similares. Perece que las teorías del terapeuta sobre el origen de la neurosis no son significativas en términos de su habilidad para ayudar a las personas. Hay algo más que es decisivo en la obtención de resultados. Los investigadores concluyeron que la relación entre el terapeuta y el paciente es el factor terapéutico”. Como ya hemos señalado anteriormente una buena alianza terapéutica es decisiva para hacer contacto con los propios pensamientos, sueños y temores ocultos. Una alianza terapéutica eficaz hace que usted constantemente vuelva en todo sentido, a arrostrar verdades dolorosas cuando de otra manera usted se replegaría, lo cual garantiza su continua asistencia física a terapia, así como su presencia emocional. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 50 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Para empezar, una buena alianza terapéutica supone una enorme confianza. La alianza terapéutica es más fuerte cuando el paciente cree que el terapeuta está siempre y para siempre 'de su lado'. La relación terapéutica se aproxima al amor incondicional, o al menos al 'estar ahí' incondicional, que relacionamos con la paternidad o la maternidad. Esto hace de veras poderosa la alianza terapéutica. Como escribe Schiffman (en prensa): “La persona que ayuda, el buen terapeuta, es quien provee de la atmósfera terapéutica donde ustedes se pueden arriesgar a dar el salto desde lo conocido a lo desconocido, desde los sentimientos aparentes (conscientes) a los ocultos (inconscientes)”. En el final del proceso terapéutico encontramos en cómo ha cristalizado el incondicional "estar ahí" del terapeuta que ha dado lugar a un aspecto de la relación terapéutica que habrá resultado de gran importancia para el que el paciente sienta el apoyo del psicoterapeuta. Esa relación entraña también un placer más sutil: el placer de la constancia. No hay incertidumbre respecto del otro. Como bien se puede ver desde una perspectiva rogeriana. La relación de ayuda se da porque el paciente necesita comprensión, un ambiente facilitador del crecimiento, información, vínculos reparadores, etc. Las necesidades principales son las del cliente, las de consejero pasan a un segundo plano. La persona que ayuda es accesible y se muestra segura: reconoce para sí sus límites, y aunque no tenga toda su vida solucionada no mezcla sus problemas con los del cliente ni lo usa para sentirse bien consigo mismo. Se muestra cordial y dispuesto a escuchar. (Rogers, 1986) Es muy posible que los terapeutas, debido al tiempo limitado y las circunstancias controladas en que ven a sus pacientes, sean las personas más predecibles del mundo. Esa predictibilidad que el paciente encuentra en su terapeuta va a ser muy difícil de abandonar al ir llegando al final del proceso. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 51 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia En el plano emocional, la absoluta uniformidad del terapeuta realimenta su fiabilidad. En palabras de Schiffman (en prensa): “Un terapeuta con talento, detrás de estos rasgos, tiene una gran capacidad de amar y respetar a los demás sin hacer caso de sus pautas neuróticas.” El iniciar la psicoterapia se desarrolla la intimidad con increíble rapidez. En la terapia, entonces, la confianza, la constancia y la intimidad inmediata conforman un fuerte vínculo. Todo esto va a incidir en el periodo final y habrá de ser elaborado para que no sea constitutivo de otro “asunto inconcluso”. Las personas inician una terapia con la plena expectativa de hallar un terapeuta que será receptivo y constante en cada sesión, por lo que salvo que durante el proceso se trunque esa expectativa, su impacto volverá a aparecer al finalizar la terapia. Las personas depositan la confianza que anteriormente inspiraban los buenos progenitores y los buenos cónyuges en los psicoterapeutas. Y eso hace que aumente su confianza en los terapeutas y se acerquen a ellos con una dosis de fe. Las personas creen en la psicoterapia, y creer en la psicoterapia puede hacer difícil el dejarla. Poner fin a la terapia sería ya bastante difícil aunque sólo hubiera que lidiar solamente con el fuerte apego al terapeuta. El paciente se encuentra con otro gran obstáculo: su situación con respecto a su terapeuta. Puede ser muy arduo tomar una decisión fundamental en la vida desde una posición de 'inferioridad'. Si el paciente cree que únicamente el criterio del terapeuta es el válido puede estar obstaculizando darse cuenta de sus posibilidades de vivir autónomo. El tener un terapeuta que evidencia preocupación e interés incesantes por usted, aunque pueda ser tranquilizador, tiene el efecto paradójico de confirmar el hecho de que usted necesita preocupación e interés. Ni aún el terapeuta más perceptivo puede hacer que un nuevo paciente se sienta igual simplemente tratándolo como un igual. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 52 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia En la terapia se presupone que gran parte de lo que dice el paciente significa otra cosa, mientras que lo que dice el terapeuta significa exactamente lo que éste dice que significa Cuando usted comienza una psicoterapia no sólo recibe terapia. Inevitablemente adopta además, un nuevo papel: pasa a ser un paciente. Si bien gran parte de lo que ocurre dentro de la terapia puede apuntalar la autoestima, el simple hecho de ser un paciente tiende a socavarla. Y dado que la autoestima es fundamental para la toma de decisiones, la decisión referente a cuándo dejar la terapia puede tornarse tanto más difícil que la decisión de iniciarla. El proceso terapéutico supone una situación paradójica pues acudimos a que alguien nos ayude a valernos por nosotros mismos. Ese proceso al que Perls aludía como el transitar de la heterodependencia al autoapoyo. Puede suceder entonces que tras el esfuerzo por llegar a ser un paciente esto vaya a hacer difícil el llegar a ser un ex paciente. Todos los terapeutas creen en alguna versión de la transferencia9. La transferencia es el lado oscuro de la alianza terapéutica. Mientras que la alianza es idealmente la relación racional, adulta con el terapeuta, la transferencia es el vínculo menos racional, más pueril. Esta actitud, que estará presente de manera más o menos ostensible durante todo el proceso terapéutico, también va a condicionar su conclusión. Durante todo el transcurso de la psicoterapia vamos a encontrar las huellas de cómo ha sido la búsqueda del crecimiento y de la mejora, terapeuta y paciente implicados en Vaya aquí el ejemplo que nos brinda Schiffman (en prensa): “A menudo cuando ustedes piensan 9 que alguien les esta haciendo lo mismo que les fue hecho en el pasado, ustedes empiezan a tratarlo en la misma manera sin darse cuenta de ello. Ustedes le hacen a él lo mismo que ustedes le acusan a él de hacerles. Están obsesionados por la persona que les frustró en el pasado: A) Ustedes le "ven" en otros, donde él no existe; B) él actúa a través de ustedes como a través de un medium. Sea lo que sea que odien en otros es algo que ustedes se hacen a sí mismos, o que les gustaría hacerles a otros.” Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 53 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia el proceso. Podemos generalizar diciendo que los psicoterapeutas están convencidos de que todos los pacientes, inevitablemente, se resistirán a la terapia. Los pacientes eligen la psicoterapia, pero después la combaten. La combaten porque tienen al terapeuta enredado en figuras plagadas de conflictos que pertenecen al resto de sus vidas... y ahora están librando de nuevo, con su terapeuta, las mismas viejas batallas de familia/vida amorosa. También combaten la terapia porque la verdad duele. Nuevamente Schiffman (en prensa) nos sirve de referencia cuando apunta: “La naturaleza de la relación terapéutica, su dependencia de la persona que les ayuda, hace inevitable la transferencia. Ustedes pueden esperar que reaccionarán excesivamente a muchas de sus palabras, expresiones faciales, movimientos corporales. Estén preparados a sentir intensas emociones acerca del terapeuta --odio, amor, miedo, celos,-- las cuales su Adulto sospecha como inapropiadas, irracionales.” El grueso de la psicoterapia se dedica a una recuperación de las capacidades alienadas, olvidadas o no desarrolladas en el paciente para poder hacer uso de ellas en cada situación, en cada momento. Dado que la rabia y la furia pueden convertirse en una piedra angular de la psicoterapia, durante el proceso se van a atravesar periodos que una vez superados marcarán a terapeuta y paciente como “compañeros de expedición”, aumentado su solidaridad y complicidad, lo que hará difícil asumir el final. En cualquier caso elaborar un problema supondrá inevitablemente ira, que los terapeutas tienden a considerar una emoción curativa. Su razonamiento es así; casi todos los pacientes han sido decepcionados por sus relaciones anteriores más importantes, ya sea con progenitores, amantes o amigos. En la vida adulta, muchos de nosotros, habiendo aprendido que la ira es una emoción peligrosa, arrostramos esta sensación sólo indirectamente. Como resultado, quizás no sepamos que estamos furiosos... y cuando lo sepamos, quizás no advirtamos exactamente con respecto a qué. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 54 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Es aquí donde entra el terapeuta. Este cree que, cualquiera que sea su problema, tiene algo que ver con necesidades insatisfechas acerca de las cuales usted alberga una ira que data de largo. El foco de su ira ayuda, a usted y a su terapeuta, a entender la índole de sus problemas. Toda relación con intensidad emocional presente fortalece el vínculo si se supera. Cada paciente se enfurece con su terapeuta por una razón que se relaciona específicamente con sus propias pautas de vida. El paciente descubre puede enojarse sin que su terapeuta desaparezca. La teoría subyacente es que, a medida que el paciente se siente más seguro de su terapeuta, empiece a no aferrarse tanto a sus pautas habituales y poder así dar lugar a nuevos “ajustes creativos”. Como todo en la terapia se vincula con el tacto y la oportunidad y el terapeuta no formula un análisis directo y calibra la disposición del paciente para considerar una interpretación, la sensación de ser tratado de forma respetuosa y cuidadosa hace que el paciente valore más, a cada paso la relación terapéutica. A mayor valoración mayor dificultad para el cierre. Con tacto y sutileza, el buen terapeuta ayuda al paciente a lograr su propia comprensión, orientándolo continuamente a examinar los paralelos entre la terapia y la vida. Este proceso conlleva, por una parte mayor sensación de autonomía por parte del paciente y también la conciencia de mayor cercanía del final. Los sellos característicos de la psicoterapia --receptividad, constancia y demás—evocan en el paciente su experiencia de progenitores, familia, amantes, amigos, por lo que la forma de participar y elaborar la relación con el terapeuta va a ser una clave de la intensidad del significado de la terapia. Hemos de tener en cuenta que los pacientes viven a sus terapeutas en una cantidad de registros que muchas veces van a ir más allá de lo razonable y de lo imaginable. Esa relación tan cargada de significados polivalentes va a dar lugar a una intensidad y complejidad que terminarla de un modo satisfactorio puede llegar a convertirse en un auténtico reto tanto para terapeuta como para paciente. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 55 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Desde nuestro punto de vista la conveniencia de terminar una terapia parece que es aconsejable que parta de la propuesta del terapeuta y, en todo caso, suponiendo que el paciente no esté de acuerdo lo haga manifiesto. Una buena cantidad de lo que aparenta ser transferencia es, en realidad, percepción. Y es por esto por lo que la terapia puede causar una terrible confusión; lo que el paciente piensa de su terapeuta (y su terapia) ¿es cierto o transferido? Cuando llega el momento de irse, esta es la disyuntiva fundamental, porque en justicia el paciente no debe dejar la terapia hasta que se haya resulto su transferencia. Desde esa perspectiva la confusión en cuanto a qué es real y que es transferencia puede obstruir irremediablemente una terminación de terapia. Y aquí la responsabilidad del terapeuta es mucha. Hacer frente a las dudas del paciente y también a los restos de actitudes neuróticas que bloquean la conciencia de haber recuperado la capacidad de vivir autónomamente es una de las misiones que están incluidas en las responsabilidades del terapeuta. Devolver criterios de confianza a los planteamientos automáticos y rutinarios del paciente es algo que forma parte del ejercicio de la labor del terapeuta. Una vez más Johnson (1990) nos muestra una perspectiva útil cuando plantea: “Muchas veces la sensación de que su terapia se ha estancado es simplemente la confirmación de que el paciente ya ha acabado.” Y aquí es importante que el terapeuta esté atento a sus apreciaciones como a la fenomenología y discurso del paciente. Saber distinguir si esta inmovilidad es indicativa de que el proceso ha llegado a su fin o es una forma de resistencia será una forma de poner a prueba la correcta apreciación del ritmo y la marcha del proceso terapéutico tanto por parte del paciente como del terapeuta. Como para la mayoría de las personas, el peor aspecto de la terapia es tener que arrostrar que ellas han contribuido a sus problemas... un proceso doloroso, en especial considerando cuán a menudo nuestros problemas parecen sernos infligidos por otros, el acompañamiento del terapeuta se convierte en una especie de exposición sin Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 56 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia subterfugios ni defensas que dan lugar a una sensación de vulnerabilidad que, en la medida en que es respetada y valorada por el terapeuta deja paso a una sensación de autenticidad indescriptible. Pero el descubrir lo que el paciente, según su esquema neurótico, 'hace mal' es parte ineludible de una buena terapia, y si el paciente la deja antes de haberlo descubierto, la habrá dejado demasiado pronto. Aquí vuelve a ser responsabilidad del terapeuta dejar claro cuál es su criterio, respetando siempre el derecho del paciente de abandonar la terapia en cualquier momento10. En la hora final del proceso suele ocurrir que muchas de nuestras 'debilidades' también son nuestras fortalezas. Descubrir que la mejor cualidad de alguien ha contribuido a su ruina no es descubrimiento agradable, sin embargo es una de las claves en las que la Terapia Gestalt se apoya para entender la validez de sus planteamientos como enfoque existencial11. Cuando la terapia cuestiona riesgos de personalidad tales como el optimismo y el paternalismo, puede parecer un ataque contra características muy esenciales de uno. Tengamos en cuenta que la cuestionar el modo de funcionamiento de nuestros pacientes nos convertimos a, a la vez, en alguien que promueve y apoya el cambio y 10 Desde nuestro punto de vista, sólo en el caso de que el abandono del proceso terapéutico pueda suponer un riesgo para la vida del paciente o una situación de manifiesto peligro para su desempeño habitual en su entorno, se cuestionará la finalización de la terapia. Si se finaliza pudiendo derivar al paciente a otro terapeuta no hay inconveniente. 11 La teoría paradójica del cambio ‐uno de los principios orientadores de la terapia gestáltica‐ indica que mientras más se intenta cambiar una conducta, pensamiento o emoción, menos probable es que dicho cambio suceda. Desde este enfoque se plantea que el cambio terapéutico sólo es posible cuando el paciente acepta su estado actual, sin intentar modificarlo. Esta paradoja –“mientras más acepto lo que me pasa, más probable es que cambie”‐ se explica teniendo en cuenta el hecho de que los seres humanos vivimos en un estado de constante cambio y transformación interna, y que es cuando este flujo de transformaciones se ve entorpecido o bloqueado cuando aparece el malestar. Y este bloqueo del cambio constante se puede dar de muchas formas, como por ejemplo (en los más de los casos) tratando de manipular, disociar o reprimir nuestras emociones y sentimientos dolorosos (pena, rabia, miedo, etc.). Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 57 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia en alguien que amenaza la “seguridad” que a todos los neuróticos nos proporciona nuestro modo de vivir empobrecido y estrecho. Esas experiencias en el marco de la sesión conllevan aprendizajes que nos hacen convertir el encuentro terapéutico en algo valioso y mágico, lo que hará difícil el que podamos darlo por terminado. Una de las principales actividades que emprenden los terapeutas y sus pacientes, y una de las causas por las cuales muchos pacientes se atascan, es volver a escribir la historia del paciente. A la hora de abandonar hábitos y actitudes neuróticas y rígidas, una de las amenazas más terroríficas para el paciente es la de poder asumir que tal y como ha estado viviendo era la mejor forma posible, sin embargo ya no le es útil en el presente. Ese salto en el vacío de poder ver las cosas de otro modo, sin tener la seguridad que nos darán una satisfacción plena, lo vive el paciente como una fuente de angustia enorme. Si lo atraviesa, se sentirá fuerte y con poder, por lo que sin darse cuenta, tenderá a querer perpetuar el estar con el terapeuta que tan nutritivo le resulta. Otro motivo más para que el terminar la terapia sea angustioso. Los hechos, por supuesto, siguen siendo los mismos, pero sus creencias acerca del pasado, sus percepciones, se alteran. Nuestras historias privadas son una parte importante de quienes somos... nuestros pasados son nuestros yoes, nuestras identidades, en un grado importante. El terapeuta nos acompaña en nuestro cuestionamiento sin descalificarlos. ¡Qué difícil asumir que en adelante les haremos frente solos! Cuando algunos terapeutas cometen errores decisivos de criterio, de tacto, de oportunidad que detienen el avance de sus pacientes, suelen estar tratando de resolver ellos lo que, en última instancia, es responsabilidad del paciente. Si no se atreven a ver cómo el paciente duda y zozobra en el momento de retomar el timón de su existencia, sería conveniente que recurrieran a la supervisión y/o a su propia terapia para abordar el tema del respeto y de la confianza en la persona. Cuando un terapeuta da voz a los peores miedos de un paciente, sin a la vez despertar las fortalezas y recursos que todo paciente lleva en su interior, le obliga a levantar la guardia. Cada mecanismo defensivo que dispone el paciente suma fuerzas con su resistencia natural. Una forma en la que la resistencia del paciente, generalmente, Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 58 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia como diría Goodman (Perls y cols. 1951), por temor a la excitación, se manifiesta en forma de interrumpir y/o boicotear el proceso terapéutico es la de distorsionar y/o sabotear las formas de darse cuenta de los progresos y de las fortalezas adquiridas y descubiertas. Cuando el terapeuta está ahí, con su aceptación incondicional, los pacientes nos arriesgamos y estamos haciendo posible el crecimiento. Al desarrollar nuestro apoyo empezamos a elegirnos a nosotros mismos como seres en situación de relación. Cuando una persona logra desarrollar ese centro de autoapoyo en sí misma, entonces podemos decir que el proceso terapéutico ha concluido. Y ahí el apoyo del terapeuta es imprescindible. Es posible también que los terapeutas cometan errores más sutiles en su manejo de los pacientes, debido principalmente a su falta de flexibilidad. Si su terapeuta es completamente inflexible e insiste en interpretaciones que usted no puede aceptar en absoluto, su terapia está en aprietos. Peor aún; su terapia puede estar en aprietos aun cuando su terapeuta 'tenga razón', pero su sentido de la oportunidad esté equivocado. Si su terapeuta se mueve con demasiada rapidez, puede que usted termine atascado aun cuando sus análisis sean correctos. Dese la perspectiva de quien esto escribe, cuando la valoración del terapeuta y del paciente no coincide sería conveniente que el terapeuta revisara y dudara de sus posiciones. Que recuperara su flexibilidad y reconsiderara qué es lo que puede no estar percibiendo. Así poder llegar a la conclusión de que hay que finalizar la terapia puede ser una ocasión de que el terapeuta ponga a pruebas sus certezas. Continuando con aquellos aspectos que puedan condicionar y/o dificultar un cierre exitoso del proceso terapéutico conviene que tengamos en cuenta cómo los valores, criterios y actitudes de los terapeutas son puestos en cuestión y, en este punto, no es de extrañar observar cómo los terapeutas se rebelan frente al material más cercano a sus propias dificultades. Los terapeutas son también personas, y tienen áreas vulnerables, áreas que no encaran bien, en la terapia de sus pacientes. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 59 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia En muchas ocasiones el terapeuta ha de estar atento al intento del paciente de protegerle y de ocultarle los aspectos más problemáticos de su experiencia durante el proceso terapéutico. Cada vez que el paciente se sienta persistentemente protector hacia su terapeuta, debe preguntarse qué ocurre. Si durante la relación hay un exceso de responsabilidad para alguno de los participantes, esto supone un llamada de atención para reconsiderar si cada quién está haciéndose cargo de lo que le corresponde. Si esto sucede se está bloqueando la posibilidad de llegar a un final productivo de la terapia. Conviene recordar que la protección excesiva por alguna de las partes implicadas hacia la otra impide toda expresión de ira. No es extraño comprobar que paciente y terapeuta se confabulan para evitar la turbulenta parte intermedia de la terapia con sus iras y sus dolores concomitantes, como una forma de buscar una solución “light” que haga posible una solución “como si”12 fuera real y válida para nuestra existencia. Paciente y terapeuta han llegado a un acuerdo inconsciente para evitar el explorar los sentimientos adversos hacia el terapeuta. Evitar entrar en este terreno puede conllevar un cierre en falso del proceso terapéutico, pues el paciente no habrá llegado a explorar sus dificultades de relación con aquellas personas que le resultan conflictivas de su entorno. Como en tantas facetas del proceso terapéutico, el eludir la confrontación, el transitar únicamente por parcelas menos conflictivas va a empobrecer la intensidad de los aprendizajes del paciente y del terapeuta. Hay estudios que indican que los terapeutas prefieren a los pacientes que les hacen sentirse buenos terapeutas. (Johnson, 1990) Emitir críticas es difícil en cualquier situación. Pero hay obstáculos adicionales estructurados en el encuadre terapéutico. El tiempo limitado que el paciente pasa en terapia actúa contra el libre flujo de la crítica. Favorecer que el paciente se exprese 12 Vaihinger (1913) planteaba que: “los seres humanos nunca pueden saber realmente la realidad subyacente del mundo, y que como resultado construimos sistemas de pensamiento y entonces asumimos que estos encajan con la realidad: nos comportamos "como si" el mundo encajara en nuestros modelos.” Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 60 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia libremente durante el transcurso de la sesión, sobre todo en lo que a sus discrepancias y disensiones con lo que está experimentando y viviendo junto con el terapeuta es un paso importante para que también plantearse como una alternativa existencialmente válida el finalizar el proceso terapéutico. El no poder descifrar una respuesta de su terapeuta puede hacer demasiado intimidatoria la perspectiva de emitir críticas y luego imaginar lo que él siente. Las respuestas claras y genuinas del terapeuta, sobre todo en la parte final del proceso suponen un permiso implícito para que el paciente vaya haciéndose cargo de su derecho a decidir poner sobre la mesa la sensación de que la terapia toca a su fin. Un buen terapeuta interrogará a sus pacientes acerca de cualquier sentimiento adverso que puedan tener hacia él, como una forma de hacer que la relación suponga una investigación, comprobación y experiencia de que no se produce ninguna catástrofe cuando la persona expone sus sensaciones con el nivel adecuado de respeto, honestidad y responsabilidad. Así ninguna de las dos partes implicadas se verá coartada en su decisión de plantear finalizar la terapia. Es de vital importancia para no prolongar la terapia innecesariamente que el terapeuta preste atención a todo lo que se corresponde con la fenomenología y la parte analógica de la comunicación del paciente. Este sabe, en muchas ocasiones, antes de llegar a verbalizarlo, que la terapia ya no va a dar más de sí, puesto que de alguna manera se han alcanzado los objetivos que se había planteado. De ahí que sea recomendable que el terapeuta sea muy hábil para captar lo no dicho. Cuando en una buena terapia el terapeuta favorece la expresión de un sentimiento negativo y recompensa esa expresión con empatía, comprensión y una inmediata disposición a reconocer cualquier responsabilidad que él mismo hubiese tenido en provocar tal sentimiento. El buen terapeuta utiliza momentos como estos para impulsar hacia adelante la terapia, para favorecer avances del paciente en el terreno de tomar en cuenta sus criterios y opiniones en lo que a dirigir su terapia se refiere. De cara que la finalización de la terapia sea vivida con naturalidad, resulta útil que el terapeuta posea la capacidad de infundir la esperanza de que las cosas, el paciente, pueden cambiar. Así cuando se vayan observando los cambios no se caerá en la Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 61 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia tentación de restarles importancia, más bien al contrario se considerarán como peldaños que permiten el ascenso en la escalera del desarrollo y del crecimiento y maduración personal. En muchas ocasiones los pacientes evitan abordar aspectos agradables, placenteros o valiosos de sus existencias pues consideran que en el marco de sesión sólo tienen cabida los problemas y/o sufrimientos. Convendría prestar atención a este tipo de interacciones que pueden retrasar e/o impedir el avance de la terapia. Para infundir esperanza, un terapeuta debe tener cuidado de no concentrarse demasiado exclusivamente en lo negativo; una tarea delicadísima, teniendo en cuenta que el mandato de la terapia es dirigirse a las dificultades del paciente. Una regla tácita de la terapia es que el paciente hable de sus problemas y… de otros temas también. Como bien demostró el psicoanálisis el l inconsciente consiste enteramente en sentimientos, imágenes y deseos reprimidos... reprimidos porque amenazan al yo consciente. Los sentimientos, imágenes y deseos halagüeños, no amenazadores, no necesitan represión y por eso se los puede expresar conscientemente. Es por ello por lo que nos resulta más problemático abordar lo desagradable y doloroso. No obstante conviene que tengamos en cuenta que no todo aquello que nos cuesta abordar es de carácter negativo. Pocas ideas de Freud han sido más cabalmente asimiladas en el pensamiento popular que el principio de que el inconsciente es esencialmente negativo. Y muchas veces esto se toma como una verdad indiscutible. El paciente, en muchas ocasiones, va a descalificar y/o devaluar las observaciones del terapeuta que van en el sentido de valorar sus capacidades y recursos. En la misma línea, el un error muy importante que puede cometer hasta el más idóneo de los terapeutas, es simplemente no advertir un buen resultado de terapia cuando lo ve. Dada su capacidad para percibir y conceptualizar lo patológico el terapeuta corre el riesgo de no tomar en consideración las señales que el paciente lanza que son indicativas de que el proceso ha tocado a su fin. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 62 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia De acuerdo con Joseph y Wallerstein (1982) señalan que: “mientras que los terapeutas han desarrollado un sofisticado conjunto de criterios para identificar y caracterizar la enfermedad mental, no poseen un conjunto de criterios adecuados ni para identificar la 'salud mental ideal' o para medir el grado de avance que ha logrado un paciente. Los terapeutas tienen poca preparación cuando se trata de saber qué aspecto tiene la mejoría de un paciente.” Cuando un terapeuta está convencido de que la normalidad no existe (salvo como una ficción tranquilizadora), buscará automáticamente el "lado oscuro" y conflictos ocultos en cualquiera que parezca ser normal. Esto puede paliarse al considerar la sintomatología como la forma que cada paciente tiene de hacer frente a su modo de estar en el mundo. En cierto modo la Psicoterapia Humanista es una firme defensora de la tendencia a la autoactialización y la regulación organísmica del ser humano. Esto permitirá que al llegar a finalizar la terapia no se tome como único requisito el haber alcanzado la “perfección”. Si alguna vez se encuentra no diciendo a su terapeuta cosas que usted cree lo lastimarán, lo ofenderán o no serán atendidas, este es un signo de peligro... en especial si usted ya se ha aventurado antes, en estas áreas, sin éxito. El principio que hay que recordar es que la terapia marcha bien cuando marcha, cuando usted percibe un avance, cuando se siente estimulado a decir lo que piensa. Siendo pues el criterio para dejarla por finalizada, la sensación de que en mis manos está el ir haciéndome cargo de mi vida y de las dificultas que a lo largo de ella me encuentre. La vinculación que terapeuta y paciente construyen a lo largo del proceso terapéutico es de una intensidad, riqueza y complejidad que no es fácil encontrar otro tipo de relaciones humanas con las que podamos compararla. La relación de un paciente con su terapeuta es más intensa que la mayoría de las amistades. Esto es a la vez que una ventaja para su efectividad, una dificultad añadida para su cierre. El peligro real de atarse demasiado a un terapeuta: la terapia puede convertirse simplemente en una fuga de las duras realidades, en vez de ser el medio para hacerles frente. Hay que considerar hasta qué punto la terapia es utilizada por el paciente como Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 63 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia un sustitutivo de otras relaciones y cómo esto hace que se tienda a prolongar el proceso evitando el que este llegue a su fin. Es preciso confrontar qué es lo que el paciente está tratando de evitar cuando intentar seguir en terapia más allá de lo necesario. No será extraño que aparezcan conflictos y/o problemas más o menos ficticios, los cuales habrán de ser confrontados por el terapeuta. Al terapeuta incumbe contrarrestar esta tendencia incorporada hacia lo negativo, interviniendo activamente en el flujo asociativo de su paciente. Como ya hemos dicho es el paciente, no el terapeuta quien fija las metas de su terapia. Por tanto la decisión de seguir con su terapeuta o irse debe basarse en sus avances... tanto dentro como fuera de la terapia. Contribuir a que el mundo exterior a la terapia sea interesante es caminar hacia un final fructífero de la terapia. Algo que también dificulta el final de la terapia es que el paciente la utilice, con el conocimiento o no del terapeuta, como una forma de protegerse en relaciones externas en las que por sí mismo no se atrevería amostrarse. Cuando sucede el terapeuta ha de clarificar el alcance de su rol de experto. Devolver al paciente la responsabilidad sobre su vida es darle plazos y claves para finalizar la terapia. En la parte final, como señal y como característica la relación entre terapeuta y paciente se torna más igualitaria. Aquí el terapeuta va apareciendo cada vez más como un ser humano y no como alguien detrás de un rol. Los estudios confirman el hecho de que, en un nivel personal, la autorrevelación unilateral -exactamente lo que ocurre en la terapia- acrecienta la autoridad de quien escucha, mientras reduce la jerarquía de quien habla. Lo más importante del proceso en este periodo ya no es que la tarea del terapeuta es discernir lo que pasa dentro de los pacientes, para luego ayudarlos a hacer estos descubrimientos por sí solos, sino que estos descubrimientos ya forma parte del bagaje del paciente que va comprobando su capacidad para desenvolverse sólo. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 64 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Aquí comprobamos que el terapeuta flexible responde a las preguntas de sus pacientes dando información suficiente para satisfacer, pero no tanta como para inquietar. El tema de los honorarios, y más en tiempos de crisis incide el desenlace y la duración de la terapia. La figura del terapeuta se ve cuestionada al cobrar por su labor. Desde un punto de vista estrictamente emocional, cuando un terapeuta cobra honorarios por sus servicios, arriesga su posición como alguien que se interesa. La psicoterapia es una de las relaciones humanas más paradójicas: un terapeuta parece estar por encima de usted, cuando es, en realidad, su empleado. Cualquier problema particular que el paciente esté elaborando en terapia tenderá a reflejarse en sus sentimientos hacia los honorarios del terapeuta, cada paciente tenderá a tener una actitud y una conducta propias cuando se trata de pagar la cuenta. Y esto incidirá en cuánto debe durar la terapia. La sensación de incapacidad y dependencia que para muchos pacientes representa el acudir a terapia explica el hecho de que muchos de ellos dejen la terapia en transiciones de vida fundamentales, como casarse, comprar una casa y tener hijos, implica que, para ellos, poner fin a la terapia se vincula psicológicamente con dejar la inmadurez... sea cual fuere su edad cronológica en el momento. Como criterio general para que podamos considerar que una terapia ha finalizado vamos a dar algunos rasgos, dando por sentado la relatividad de los mismos ↘ El sentido de la psicoterapia, no es erradicar conflictos, sino domar los instintos que los producían en primer lugar. ↘ La verdadera meta de la psicoterapia no es desalojar para siempre el conflicto, sino lograr que pierda su acerbidad. ↘ Llegar al punto en que los pesares y los dolores pasados ya no le impiden a uno seguir adelante. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 65 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia La distinción tradicional entre el cambio estructural logrado mediante el análisis de conflictos, y el cambio de comportamiento logrado mediante el apoyo y el estímulo del terapeuta, es falso. El cambio de comportamiento es un cambio real y dura lo mismo. Además, el cambio de comportamiento parece incluir también cambio estructural. Cuando el paciente está convencido de que la única norma correcta para terminar es el cambio estructural, acaso piense que el mejor juez es su terapeuta. En fin de cuentas, cuando se toma la decisión de terminar una terapia, es mejor atenerse a las normas de cambio en el comportamiento. Algunos terapeutas sostienen que todo cambio en un sueño recurrente es un indicio de cambio estructural. (Johnson, 1990) La terapia ayuda a tantas personas que si con un paciente no funciona, es posible que esté emparejado con el terapeuta equivocado. De un modo general, la terminación, incluso una "buena" terminación, duele. Por consiguiente, una buena terminación se maneja con delicadeza. Típicamente el paciente, no el terapeuta, ha suscitado la cuestión de poner fin a la terapia. Aunque convendría que fuera el terapeuta, en la medida que más vale que falte una sesión a que sobre media. Responder al deseo expreso de un paciente de dejar la terapia es un asunto difícil para los terapeutas porque muchos pacientes, acaso todos los pacientes en uno u otro momento, hablan de dejar la terapia cuando en realidad no quieren hacerlo. Para terminar la terapia hay dos enfoques habituales, pero el consenso general dentro de la profesión está en contra del 'destete' y en favor de fijar una fecha. El destete significa que el paciente cesa poco a poco, reduciendo la cantidad y frecuencia de las sesiones. Fijar una fecha para la última sesión poco después de iniciarse la fase de terminación la vuelve real. Y muchos terapeutas han comprobado que parte de la tarea más productiva de terapia tiene lugar durante una terminación, bajo la presión de un final inminente. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 66 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia Cuando se termina se pone en claro que el terapeuta seguirá estando allí. Ofrecer esta confirmación es, en sí mismo, un acto de generosidad por parte del terapeuta. La puerta abierta no hace menos real la pérdida al dejar la terapia; solamente menos calamitosa. La última sesión es importante en la medida en que supone el puente entre ser paciente y no ser paciente. Una acción importante que puede efectuar el terapeuta es abstenerse de tratar como síntomas las actitudes finales de su paciente. Hay algunos ejemplos de acciones y actitudes que se producen al ir llegando al final de la terapia: ↘ La última sesión de terapia es, de hecho, una puesta en libertad para volver a la vida real. ↘ Dar consejos es una reacción habitual a la terminación entre los terapeutas. ↘ Al dejar la terapia, ciertas sensaciones son universales: congoja y ansiedad, además de entusiasmo por el cambio próximo con todas sus posibilidades. ↘Otra respuesta habitual a la terminación es devaluar toda su experiencia terapéutica. ↘ Devaluar la terapia es una manera hábil de disminuir el dolor de la separación: de todos modos, su terapia (y su terapeuta) nunca han servido para nada, ¿por qué entonces le va a importar que termine? En el caso de la terapia de grupo hay algunas particularidades: ↘ Dejar la terapia grupal se sitúa en una categoría propia. La terapia grupal satisface más necesidades sociales que la terapia individual, y es, en consecuencia, más complejo dejarla. El formato de la terapia individual es mucho más insular; la situación grupal ofrece una enorme gama de gratificaciones. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 67 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia ↘ En términos de transferencia, el grupo sustituye a una familia, repleta de todas las relaciones comunes: progenitores, hermanos, rivalidades fraternas. ↘ La cohesión y la estabilidad de un grupo son esenciales para su éxito, y cuando un integrante se va, esto sacude al grupo. ↘ Cuando se deja un grupo la sensación de pérdida es absoluta. Cuando es el terapeuta el que propone la finalización de la terapia porque percibe que ya es tiempo de que el paciente se vaya se plantean las disyuntivas más complejas. Está claro que para que una terminación propuesta por un terapeuta funcione el paciente debe finalmente quedar 'activamente implicado' en la decisión. No sirve para mucho la imposición de una decisión unilateral. En el caso que el finalizar la terapia se corresponda con una incapacidad o imposibilidad del terapeuta, ha de quedar claro que no es que el paciente sea incurable y por tanto es muy aconsejable derivarle a otro colega o facilitarle algunos nombres de profesionales que puedan atenderle. Si esto no se hace los resultados pueden ser devastadores. Para que sea una experiencia constructiva, la terminación de la terapia debe conceder al paciente tiempo de sobra para preparar la inminente separación y enfrentarse a ella. Una terminación formal es parte de la terapia, de modo que si se pospone indefinidamente, se priva al paciente de una parte de la experiencia global de la terapia. Las sesiones dedicadas a abordar minuciosamente la terminación propuesta deberían ayudar al paciente también a librarse de la sensación de ser movido pasivamente de un lado a otro por un terapeuta todopoderoso. Se trata de que al finalizar el proceso el paciente experimente una sensación de autonomía, para que esto sucede es conveniente una actitud apropiada por parte del terapeuta. Fijar la fecha es especialmente útil en este proceso, que sea el paciente, aun a sugerencia del terapeuta es lo más recomendable. Cuando es el paciente el que Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 68 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia concreta la fecha precisa de su sesión final, actúa, y la capacidad de actuar es una de las metas universales de una psicoterapia eficaz. Una dificultad que puede surgir cuando el paciente no está preparado en absoluto para irse pero la terapia se termina es que pueden aparecer todo el espectro de emociones desdichadas: ira, tristeza, sentimientos de rechazo y abandono, furia. La responsabilidad del terapeuta si es que todavía está en relación con el paciente es facilitarle el tránsito a otro profesional. Conviene resaltar, para ir finalizando alguna de las situaciones problemáticas en el finalizar la terapia. Cuando un terapeuta que no quiere soltar a su paciente se verá tentado a emplear tácticas sutiles (y a veces no tan sutiles) para retenerlo a usted en su lugar, y en algunos casos cederá a la tentación. Y esto convendría que el terapeuta en su obligación ética con el paciente lo abordara en su supervisión. El abuso de poder, que esto supone, tendrá lugar en el plano del gesto simbólico, el comentario ambiguo, la amenaza velada... tácticas que pueden ser inconscientemente desplegadas por un terapeuta que, por lo demás, es profesional y solícito. En cambio, un buen terapeuta estimulará al paciente a hacerse responsable por su vida, a comprender su propia responsabilidad en causar o mantener sus propios problemas, y a ver que errores ha cometido sin saber que los cometía. Otra táctica o actitud que pueden adoptar los terapeutas es la evitación, o eludir simplemente la cuestión de la terminación. Una vez más la supervisión y el cuestionamiento del desempeño profesional pueden contribuir a que el final de la terapia resulte enriquecedor para el paciente y también para el terapeuta. En el caso de una discrepancia entre terapeuta y paciente conviene que sea la opinión del paciente la que resulte la de mayor peso y sea la más valorada. No tiene sentido continuar un proceso terapéutico en el que alguna de las partes no desea permanecer. Del mismo modo forzar el fin de una terapia sin que el paciente esté convencido en alguna medida de que es capaz de vivir de forma autónoma no parece recomendable. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 69 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia También puede interferir en llegar al final de la terapia abordar temas o cuestiones que en principio no estaban incluidas en el contrato o proyecto terapéutico. Esto puede provenir tanto por parte del paciente como del terapeuta. En el caso que sea el paciente el que lo incorpora a la terapia conviene clarificarlo para así decidir si se continua más allá o si se finaliza el proceso, pero siempre con el conocimiento de ambas partes. Cuando es el terapeuta el que amplía el ámbito de su intervención conviene que lo aborde en su supervisión y sobre todo que se haga manifiesto en la sesión terapéutica para que el paciente sea consciente y exprese su opinión. Con frecuencia un terapeuta que interpreta el deseo de su paciente de irse como típico de algún problema mayor que este tiene en la vida puede estar ejerciendo un exceso de análisis. Muchos pacientes que han dejado la terapia contra el consejo de su terapeuta informan que uno de los principales obstáculos para hacerlo es que necesitan su aprobación. (Johnson, 1990) Como casi todos los pacientes quieren que se les considere "buenos pacientes", el irse contra los deseos de su terapeuta puede equivaler emocionalmente a perder la indulgencia terapéutica. Esto corresponde al terapeuta plantearlo para facilitar una salida lo más saludable posible. La psicoterapia puede ser tan poderosa, tan abarcadora, que salirse de ella se siente como aventurarse en un terreno ignoto. El primer descubrimiento del paciente en las semanas y en los meses posteriores a la terapia es que usted puede, en realidad, funcionar muy bien sin terapia. Eso significa que se ha finalizado adecuadamente el proceso terapéutico. También puede suceder que en los primeros días posteriores a la terapia, algunos pacientes se sientan peor, sí. No es inusitado pasar por una especie de duelo, y los ex Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 70 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia pacientes desarrollan diversas maneras de abordarlo. Entra dentro de lo coherente con una despedida. Una buena terminación requiere la cooperación del terapeuta. A juzgar por el avance que muchos pacientes efectúan únicamente al dejar la terapia, estas semanas y meses merecen verse como una parte específica e importante de la terapia... como la etapa final concreta de una terapia bien hecha. Las personas necesitan un periodo post terapéutico para asimilar todo lo que ha pasado en terapia: para hacer propio este material, aparte de la sesión terapéutica y la esfera de influencia del terapeuta, para incorporarlo en sus vidas cotidianas normales. (Johnson, 1990) Lo que ocurre en el periodo posterapéutico es un proceso cognitivo de reordenamiento. Este periodo permite que tenga lugar un 'olvido' crucial. Durante este periodo se esfuman las ideas y percepciones menores, mientras que permanecen las tomas de conciencia verdaderamente profundas. Que su terapeuta lo estimule, como parte de una terapia en marcha, para que se sostenga solo, no es finalmente lo mismo que simplemente sostenerse solo. Intrínsecamente, el encuadre terapéutico sitúa al terapeuta en una posición parental. Y lo sitúa a usted, el paciente, en la posición del niño. Acaso llegue usted a ser un niño muy sabio y adulto, pero un niño adulto es una clase diferente de adulto puro y simple. Y esa es la meta al dejar la terapia: llegar a ser un adulto puro y simple. Llegar a ser un adulto significa hacer las paces con los adultos a quienes usted ha conocido y amado, o a quienes ha odiado y contra quienes se ha rebelado; hacer las paces, o al menos ajustar las cuentas, con sus verdaderos padres. Una terapia 'consumada' puede ayudar a lograr esa paz. Como final y de una forma metafórica me gustaría citar a Leonardo Boff (1998) quien afirma: “Los maestros referenciales despiertan en nosotros virtudes latentes. Nos ayudan a evitar engaños y errores. Sustentan la esperanza de vale la pena seguir Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 71 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia luchando. Impiden que el desánimo tome cuenta de nuestra vida. Alimentan permanentemente con el óleo de la confianza, de la solidaridad, del perdón y del enternecimiento la lamparilla sagrada que arde en nosotros. Así siempre habrá luz en nuestro camino.” Si nuestros pacientes cuando finalizan su terapia llegan a experimentar algo parecido a lo que nos sugiere Boff, podremos decir que ha valido la pena el proceso terapéutico tanto para nuestro paciente como para nosotros mismos como terapeutas. Bibliografía ▪ Andolfi, Maurizio. “La terapia con la famiglia”. Astrolabio Ubaldini editore. Roma. 1977. Versión cast. “Terapia familiar”. Paidós. Bs. As. 1994. Boff, L. (1998). El águila y la gallina. Una metáfora de la condición human: Editorial Trotta. Madrid. ▪ Johnson, Catherine (1990) Cuándo terminar con el terapeuta. Javier Vergara Editor. Buenos Aires, 199O. ▪Joseph E.D. et Wallerstein R.S. (1982) (collectif): Psychotherapy: impact on psychoanalytic training. The influence of the practice and theory of psychotherapy on Education in psychoanalysis (International Psycho-Analytical Association. Monograph series, number 1). New York, International Universities Press, p. 174. ▪ Perls, F., Hefferline, R. y Goodman, P. (1951). Gestalt Therapy. Excitement and Growth in The Human Personality. Traducción al castellano por: Vázquez, C., bajo el título: Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento de la Personalidad Humana. Ediciones Impresiones de Galicia S.L., Oleiros. Los Libros del CTP. Madrid. 2001. ▪ Rogers, Carl R. (1986) Psicoterapia centrada en el cliente: práctica, implicaciones y teoría. Ediciones Paidós Ibérica, S.A. Madrid. 2011. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 72 de 73 Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. Implicación emocional y cómo terminar el proceso de terapia ▪ Vaihinger, Hans. (1913) Die philosophie des als ob. Scentia verlag Aalen. Darmstadt.1986. ▪ Yalom, I (). El don de la terapia. Ediciones emecé. Buenos Aires. Revisión Nº: 1. Febrero de 2013 Manuel Ramos Página 73 de 73