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DRA. MSc. MAGALIS MARTÍNEZ HURTADO
EDITORIAL ORIENTE, Santiago de Cuba, 2005
EDICIÓN: Zeila Robert Lora
DISEÑO: Luis Antonio Casanella Cué
COMPOSICIÓN: Virginia Pacheco Lien
© Alejandra Magalis Martínez Hurtado, 2005
© Sobre la presente edición
Editorial Oriente, 2005
ISBN 959-11-0481-2
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
EDITORIAL ORIENTE
J. Castillo Duany No. 356 e/ Pío Rosado y Hartmann
Santiago de Cuba
E-mail: [email protected]
www.cubaliteraria.com
Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de
una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás.
Dalai Lama
A la memoria de mi padre.
AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer al profesor Ricardo González Menéndez por realizar el prólogo de esta obra, a mis
colegas que me han apoyado desarrollando un trabajo con abnegación y sacrificio. Al señor Pedro
Durán, porque me ha brindado muchos de sus conocimientos para el proceso editorial, a la señora
Onelia Cruz, que me han ayudado en la organización de este cuaderno y al señor Rafael López
Viera que ha realizado gestiones muy valiosas hasta alcanzar esta publicación. A mi familia va
dedicado el más sentido de todos mis agradecimientos, porque me dan fuerza y hacen que mis
ideas fluyan mejor: Rafael-Rodney-Abdel.
PRÓLOGO
Una realidad estadística de alto significado humano, socioeconómico, sanitarista y
médico legal, es la expectativa de que el 10 % de los nacidos al principio del presente
milenio presentarán una adicción a sustancias que afectan la conducta; que un 15 %
sufrirá trágicas consecuencias por la figura epidemiológica de las conductas bajo la
influencia de drogas en sujetos no adictos; y que un 20 % integrará el nefasto grupo de lo
que en nuestro medio hemos dado en llamar, siguiendo el paradigma descrito en el
tabaco, drogadictos pasivos.
En términos globales, por tanto, la tercera parte de la humanidad padecerá en la
presente centuria, las devastadoras consecuencias
del uso, mal uso,
abuso y
dependencia de sustancias psicoactivas capaces de modificar el comportamiento, y a
esta espeluznante cifra se suman los cinco millones de seres humanos que cada año serán
precozmente conducidos a la muerte por el tabaco y en menor grado por el café, cuyo
efecto nocivo más relevante es la determinación de cuadros ansiosos de diferente grado
de severidad y las perturbaciones del sueño, aspectos relacionados con el 20 % del
consumo mundial de tranquilizantes e hipnóticos.
Por razones obvias, en Cuba, donde la salud
es un derecho del pueblo y
responsabilidad fundamental del Estado, las problemáticas vinculadas a patrones
inadecuados de consumo de bebidas alcohólicas y en grado inicial al consumo de
sustancias ilegales, alcanzan especial significación por ser el nuestro un sistema social
sustentado en la dignidad y espiritualidad de su pueblo.
La autora, profesora de la Universidad Médica de La Habana, jefa del Servicio de
Psiquiatría del Hospital Clínico Quirúrgico Dr. Joaquín Albarrán de la propia capital y
miembro del Comité Académico para la capacitación en la atención a las adicciones,
integra el grupo de profesionales de la salud cubana especialmente sensibilizados ante
esta catástrofe individual, familiar y social acusada a nivel mundial, y muchos de sus
esfuerzos asistenciales, docentes e investigativos se han orientado a contribuir al
desarrollo exitoso del programa nacional de prevención del uso inadecuado de
sustancias psicoactivas y la atención a las adicciones.
La presente obra, redactada con lenguaje asequible al médico de familia, estudiantes
de medicina y psicología así como a otros miembros de equipos de salud mental en su
etapa de pre y postgrado, constituye un valioso aporte al propósito de evitar a tiempo
que este flagelo mundial prolifere en nuestro medio.
DR. RICARDO GONZÁLEZ MENÉNDEZ
PREFACIO
Durante el proceso de realización de esta pequeña obra muchas ideas han venido a mi
mente, generalmente relacionadas con la atención a los pacientes y en otras ocasiones,
asociadas al estado emocional con que sus familiares han llegado a mí. Sin embargo,
aun sabiendo que es muy amplia la literatura que en todo el mundo se ha escrito
relacionada con estas entidades, he mantenido la decisión de escribir estas líneas, las
que constituirán un sencillo aporte a la formación de los médicos, de otros profesionales
interesados en estos temas y sobre todo, a nuestro pueblo.
Las adicciones constituyen un trastorno que permite identificar la diferencia existente
entre la salud y la enfermedad, que vemos con la llegada del paciente en una intensa
crisis en la que predomina una gran desorganización psíquica, física y social, para
modificarse con la acción médica en la recuperación de la salud mental y transformarse
en un nuevo ser con potencialidades para emprender una nueva vida social.
El gran reto es asumir la postura adecuada, que no se pierda entre la rigidez extrema y
la flexibilidad absurda; brindar la confianza suficiente al necesitado de ayuda y
comprensión, y poder realizar la individualización, para aplicar el tratamiento requerido en
cada caso.
Múltiples son las posibilidades de intervención terapéutica que tenemos, neurolépticos
clásicos y atípicos, antidepresivos convencionales y de nuevas generaciones, sustancias
ansiolíticas, antiobsesivas y antipánico, eutimizantes como el carbonato de litio y la
carbamazepina, y sustancias antídotos especiales como la naloxona y naltrexona,
constituyen parte del arsenal con que enfrentaremos la sintomatología aguda.
Otros recursos terapéuticos pueden ser utilizados para elaborar los programas de
rehabilitación, la intervención psicológica consistirá en terapias individuales, familiares y
de grupo y se emplearán todas las modalidades psicoterapéuticas recomendadas en la
literatura internacional; el uso de la milenaria medicina natural y tradicional, el desarrollo
de los grupos de autoayuda y el entrenamiento en las actividades sociales
complementarán su recuperación.
Que en estas páginas cada padre pueda encontrar una gota de saber, que los jóvenes
tengan la posibilidad de conocer y de reflexionar a partir de estos conocimientos y no a
través de la experimentación con el consumo de drogas, con gusto he depositado mis
ideas y la experiencia acumulada en estos años de trabajo, dedicados a la atención de
estos pacientes y a la formación y educación de jóvenes profesionales interesados en esta
temática. A todos ellos están dedicadas estas líneas.
LA AUTORA
ÍNDICE
Introducción/ 19
Conceptos básicos/ 20
CAPÍTULO 1. Clasificación/ 23
Clasificación según su categoría como sustancias/ 23
Clasificación según efectos de las sustancias tóxicas/ 24
Clasificación clínica/ 24
Clasificación según tipo de sustancia/ 25
Trastornos derivados del uso indebido de drogas (DSM-IV)/ 26
Trastornos mentales y del comportamiento debido al consumo de sustancias
psicotropas (CIE-10)/ 28
Notas/ 29
CAPÍTULO 2. Significado social de las adicciones/ 30
Desarrollo de la adolescencia/ 30
Adolescencia y adicciones/ 31
Factores de riesgo/ 32
Epidemiología/ 34
Consumo social/ 35
Notas/ 36
CAPÍTULO 3. Antecedentes históricos y características generales de las drogas/ 38
Anfetaminas/ 39
Benzodiazepinas (Bdz)/ 40
Cannabis (Cáñamo trexil-hashis)/ 42
Cocaína (nieve o coca)/ 45
Alucinógenos/ 48
Opiáceos/ 49
Drogas de diseño o de síntesis/ 52
Disolventes o inhalables/ 53
Drogas de abuso detectables en la orina/ 55
Notas/ 55
CAPÍTULO 4. Alcoholismo, hombre y sociedad/ 57
Epidemiología/ 59
Comorbilidad/ 60
Etiopatogenia/ 62
Factores de riesgo/ 64
Complicaciones/ 66
Urgencia médica/ 67
Abordaje terapéutico/ 68
Notas/ 69
CAPÍTULO 5. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad y vulnerabilidad en el
desarrollo de las adicciones/ 71
Desarrollo histórico/ 71
Características clínicas del TDAH en la infancia/ 72
Características clínicas del TDAH en la adolescencia/ 75
Correlación entre TDAH y adicciones/ 75
Estudios retrospectivos en adultos con adicciones/ 77
Notas/ 78
CAPÍTULO 6. Alcoholismo femenino: una problemática social/ 80
Etiopatogenia/ 81
Pronóstico/ 81
Características clínicas/ 83
Estudios psicológicos/84
Complicaciones/ 86
Notas/87
CAPÍTULO 7. La urgencia psiquiátrica en el paciente drogodependiente/ 89
Anfetaminas/ 89
Barbitúricos/ 90
Benzodiazepinas/ 92
Cannabis/ 93
Cocaína/ 94
Alucinógenos/ 97
Inhalables/ 98
Opiáceos y derivados morfínicos/ 99
Tratamientos/ 100
Manejo general/ 100
Terapéutica de desintoxicación/ 103
Programas de rehabilitación/ 105
Recursos para el tratamiento/ 106
Notas/107
INTRODUCCIÓN
El consumo de drogas es una enfermedad crónica, que se manifiesta por la búsqueda de
estas sustancias, uso compulsivo y frecuentes recaídas, y está relacionada con una
predisposición biológica, por los efectos prolongados de su acción sobre el cerebro y por
graves afectaciones en el entorno social del consumidor.
Si entendemos que la peligrosidad de cada droga no depende solamente de sus
efectos fisiológicos, sino también de su repercusión sobre los aspectos económicos,
políticos e ideológicos, de la expansión masiva sobre el uso que haya tenido y de las crisis
sociales y familiares ocurridas como resultado de su consumo, entenderemos la magnitud
de los estragos que este fenómeno está ocasionando en la sociedad.
Debemos tener en cuenta además, que algunos de sus efectos tardarán décadas en
manifestarse, entre los que se incluyen las consecuencias sobre el desarrollo físico,
psicológico e intelectual de los hijos de los consumidores y otras expresiones de daño
social.
Vale destacar que este hecho forma parte de la historia misma, ya que existen
documentos que describen detalladamente el efecto tóxico de muchas sustancias, en la
Biblia aparecen descripciones sobre el efecto del alcohol, en el Código de Hammurabi
aparecen legislaciones para el control de conductas inadecuadas ocasionadas por el
consumo de sustancias embriagantes. Otros documentos hacen referencia al consumo
de opio por los egipcios y al de derivados del Cannabis y la adormidera en el Oriente.
El consumo adictivo de las drogas conduce a importantes afectaciones de la salud
general, como la malnutrición y otras enfermedades ocasionadas por las dietas
inapropiadas y la falta de higiene personal; su uso intranasal puede provocar erosión del
tabique nasal; las sustancias estimulantes, alteraciones cardiovasculares como arritmias e
infartos; las jeringuillas contaminadas precipitan cuadros de hepatitis, tétanos, sepsis
generalizadas, SIDA y más complicaciones.
Otra de las consecuencias derivadas del uso de estas sustancias es que pueden
producir síntomas neuropsiquiátricos, caracterizados por desórdenes mentales cuya
sintomatología es prácticamente indistinguible de los presentados en el curso de la
esquizofrenia y de los trastornos afectivos. Algunos autores señalan las probabilidades que
relacionan el uso de las drogas con el debut de estas enfermedades.
La comorbilidad entre el uso de drogas y enfermedades psiquiátricas como la
esquizofrenia se acompaña generalmente de serias complicaciones, entre ellas el primer
episodio psicótico, el incremento de la violencia y el suicidio, mayores tasas de recaídas y
de hospitalización, el abandono del tratamiento y pobre respuesta a los fármacos
antipsicóticos habituales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha propuesto denominar dependencia de
sustancias a la entidad que se presenta como dependencia conductual o como
dependencia física. La primera hace énfasis en las actividades de búsqueda de la sustancia asociada a patrones de consumo patológicos, mientras que la dependencia física
subraya los efectos fisiológicos para cada episodio en el que se consume la sustancia.
Las drogas actúan a nivel del sistema nervioso central (SNC) ocasionando diferentes
acciones: el alcohol, los ansiolíticos y los hipnóticos tienen un efecto depresor, mientras
que la cocaína, las anfetaminas y los alucinógenos tienen acción estimulante. La urgencia
médica psiquiátrica mostrará cuadros de intoxicación por sobredosis, manifestaciones de
abstinencia por supresión brusca de su uso, síntomas afectivos depresivos o manías,
recurrencias alucinatorias (flashback) y psicosis.
Conceptos básicos
Droga. La Organización Mundial de la Salud la define como toda sustancia que
introducida en el organismo puede modificar la conducta del sujeto y provocar un
impulso irreprimible a tomarla de manera continuada o periódica, a fin de obtener sus
efectos y a veces, de evitar el malestar de su falta.
Abuso. Este término está concebido para el uso no médico de medicamentos y otras
sustancias, en general, autoadministradas con uno o varios de los siguientes propósitos:
cambiar el estado de ánimo del consumidor, alterar la percepción de sí mismo y la del
mundo que le rodea, experimentar nuevas sensaciones y aumentar la capacidad
funcional ante diferentes situaciones sociales.
Dependencia. Esta palabra se refiere a la necesidad del enfermo de consumir la
sustancia tóxica, ya sea para sentir sus efectos o por las molestias que ocasiona su
ausencia, ante el hecho de que esta se ha incorporado a los procesos metabólicos del
organismo.
Dependencia física. Esta expresión es frecuentemente utilizada como sinónima de
adicción; es un estado de adaptación a la droga que se manifiesta en sí mismo por
trastornos físicos intensos cuando se suspende la administración de esta.
Dependencia psíquica. Es común su empleo como sinónimo de hábito; es una
condición en la que un medicamento u otra sustancia produce cierta sensación de
satisfacción y una tendencia psíquica a su uso periódico o continuo para obtener ese
placer o evitar malestar.
Tolerancia. Es un estado de adaptación biológica caracterizado por unas respuestas
disminuidas a la administración de la misma cantidad de una droga, por lo que para
lograr los efectos esperados el consumidor debe aumentar la dosis cada vez más.
Síndrome de abstinencia.
Tras la no administración de la droga a un sujeto
dependiente de ella, aparecen un conjunto de síntomas y signos que son comunes para
un grupo de sustancias, estos síntomas son físicos o psíquicos: los primeros pueden ser
vómitos, diarreas, fiebre, dolores, temblores, hipertensión, etc.; los síntomas psíquicos
consisten en ansiedad, tristeza, irritabilidad y fluctuaciones en el estado del humor.
Comorbilidad. Esta implica la presencia de un diagnóstico psiquiátrico adicional en
una persona con historia de consumo adictivo.
CAPÍTULO 1. CLASIFICACIÓN
Desde que Lewin en 1924 hiciera la primera clasificación clínica de las drogas, han surgido
múltiples contradicciones:1* para algunos las dificultades técnicas aparecen en ocasiones
porque las clasificaciones resultan parciales e insuficientes; otras son de tipo lingüístico
relacionadas con la inserción de términos ingleses en nuestro vocabulario, o las que se
derivan de las frecuentes redefiniciones de los conceptos a partir de los nuevos aportes
científicos. A pesar de todo, hay consenso sobre la necesidad de clasificaciones que
utilicen un lenguaje común en todo sentido.
Se han elaborado clasificaciones relacionadas con el origen de la droga propiamente
dicha, otras a partir de su estructura química o por su acción farmacológica; en ciertos
casos, por las manifestaciones que su administración produce en la conducta, por su
peligrosidad para la salud y por su condición sociológica.2
Clasificación según su categoría como sustancias
Pueden clasificarse según su categoría como sustancias3 en:
• Drogas legales: tabaco, café y alcohol.
• Drogas ilegales: marihuana, cocaína, heroína, LSD, drogas de síntesis como el
éxtasis y el ice.
• Drogas de prescripción médica: medicamentos hipnóticos, ansiolíticos,
antiparkinsonianos y antianoréxicos.
Clasificación según efectos de las sustancias tóxicas
En la clasificación de Lewin4 el problema de las drogas es la sustancia tóxica por sí misma
por lo que se identifica según las características individuales de cada una con el propósito
de llegar a la comprensión de las toxicomanías.
Se refiere así a:
a) Drogas de acción euphórica, donde incluye el opio, la morfina y la cocaína, las
cuales suspenden la emotividad y la percepción poniendo al sujeto en un estado
de bienestar físico y psíquico.
b) Están las de acción phantásticas, como la mescalina y el Cannabis donde señala
que... son los agentes de las ilusiones, los que deforman las sensaciones.
c) Incorpora un tercer grupo que denomina Inebrantia, donde se encuentran el éter,
el cloroformo y el alcohol, son sustancias embriagantes, las que después de una
primera fase de excitación cerebral dan lugar a una depresión.
d) Al siguiente grupo los llamó Hypnótica, incluye los barbitúricos, bromuros y cloral, se
caracterizan porque producen sueño.
e) En el último grupo, denominado Excitantia, incluye a la cafeína, nuez de cola,
cacao, té y tabaco, de las que señala... sin alterar la conciencia procuran un
estado de estimulación cerebral subjetiva.
Clasificación clínica
La clasificación clínica es quizás la más utilizada en la práctica y está basada en las
manifestaciones que las drogas producen en la conducta. La descrita por Chacoult en
1971 es la más conocida,5 en ella se describen tres grandes grupos:
a) El primero incluye los depresores de la actividad del sistema nervioso central:6
alcohol, hipnóticos, ansiolíticos, analgésicos, antipsicóticos, morfina, heroína,
meperidina, metadona, inhalantes y otros.
b) En el segundo grupo se encuentran los estimulantes de la actividad del SNC:7
anfetaminas, cafeína, cola, cacao, té, cocaína, antidepresivos tricíclicos e
inhibidores de la monoaminooxidasa.
c) En el tercer grupo están los perturbadores de la actividad del SNC,8 entre ellos se
señalan los alucinógenos, disolventes volátiles, antiparkinsonianos, derivados del
cannabis, alcaloides derivados de la belladona y algunos otros.
Clasificación según tipo de sustancia
En 1975 se elaboró la clasificación de Kramer y Cameron,9 la cual fue aceptada por la
OMS y se caracteriza por identificar las sustancias, según tipo, en nueve categorías:
• Tipo del alcohol: bebidas alcohólicas de cualquier clase.
• Tipo de la anfetamina: anfetamina, dexanfetamina, metanfetamina, metilfenidato
y fenmetracina.
• Tipo de los barbitúricos: barbitúricos y algunos otros fármacos de efectos sedantes,
como el hidrato de cloral, meprobamato y metaqualona.
• Tipo de la Cannabis: preparaciones de Cannabis sativa como marihuana y hashis.
• Tipo de la cocaína: cocaína y hojas de coca.
• Tipo de los alucinógenos: dimetiltriptamina (DMT), lisérgida (LSD), mescalina, peyote
y psilocibina.
• Tipo del Khat: preparaciones de Catha Edulis Forsk.
• Tipo de los opiáceos: opio, morfina, heroína, codeína y productos sintéticos con
efectos morfínicos como la metadona y la petidina.
• Tipo de solventes volátiles: tolueno, acetona, gasolina, tetracloruro de carbono y
ciertos agentes anestésicos como éter, cloroformo y óxido nitroso.
Trastornos derivados del uso indebido
de drogas (DSM-IV)
Las clasificaciones más utilizadas en la actualidad corresponden a los criterios
diagnósticos de la cuarta edición del Diagnostic Statistical Manual of Mental Disorders10
(DSM-IV) y la Clasificación Internacional de Enfermedades en su décima revisión11 (CIE10).
El DSM-IV los identifica como: Trastornos derivados del uso indebido de drogas.
Se dividen en dos grupos: el de los trastornos ocasionados por el consumo de
sustancias tóxicas, que los identifica como dependencia y abuso; y el de los trastornos
que induce el tóxico propiamente e incluyen la intoxicación, la abstinencia, el delirium ya
sea por intoxicación como por abstinencia, también la demencia y el trastorno amnésico.
Los trastornos psicóticos los separa en aquellos con ideas delirantes y los que tienen
alucinaciones. Finalmente describe los trastornos del estado del ánimo, de ansiedad,
sexuales, del sueño, y concluye con los no especificados.
El siguiente cuadro muestra los trastornos más comunes asociados al uso de las
diferentes drogas en las categorías: dependencia, abuso, intoxicación y abstinencia, e
incluye las sustancias que las provocan.
DIAGNÓSTICOS ASOCIADOS A LA CLASE DE SUSTANCIAS
Fuente: DSM-IV Breviario Criterios Diagnósticos, Editorial Masson S.A., España, 1995.
* X indica que la categoría es reconocida en el DSM-IV.
Trastornos mentales y del comportamiento debido al consumo de sustancias
psicotropas (CIE-10)
Según la OMS, la Clasificación Internacional de Enfermedades, en su décima revisión,
describe los problemas relacionados con el consumo de drogas como trastornos mentales
y del comportamiento debidos al consumo de sustancias psicotropas; los integra desde la
categoría F10 hasta la F19, donde incluye las sustancias adictivas más utilizadas, tales
como alcohol, cannabinoles, estimulantes, alucinógenos, opioides, sedantes o hipnóticos,
cocaína, tabaco, disolventes volátiles y consumos múltiples.
El cuadro aquí reflejado describe las diferentes formas de presentación de los estados
patológicos, desde los consumos más esporádicos hasta la intoxicación aguda y el
consumo perjudicial, incorpora posteriormente los cuadros de consumo crónico
ejemplificado en el síndrome de dependencia y el de abstinencia para describir
finalmente los estados complicados donde se incluyen el delirium, y otros trastornos
psicóticos.
Notas
1.
LLORCA RAMÓN, G.: “Alcoholismo”, Cuadernos de Psiquiatría, Ed. Europharma, Universidad de Salamanca,
Madrid, 1995.
2. GONZÁLEZ MENÉNDEZ, R.: “El enfoque sistémico en los programas antidrogas”, rev. Sinopsis, 11(3) 37-40 ,
Asociación de Psiquiatras Argentinos, 1993.
3. FRANKLIN, J. Y FRANCES, R.: “Trastornos por consumo de alcohol y de otras sustancias psicoactivas”, en R. Hales y
S. Yudovsky, Tratado de psiquiatría, 3 ed., Ed. Masson, Madrid, 2000.
4. OLCINA RODRÍGUEZ, J. Y COL.: Manual de intervención médica en drogodependencias, Generalitat Valenciana,
Ed. Artes Gráficas Soler, Valencia, España, 1994.
5. AIZPIRI, J. Y J. F. MARCOS: “Cannabis y alucinógenos”, ACIPAIS, V (I) 27-30, Málaga, España, 1995.
6. ARRIETA, T. Y COL.: Prevención integral de las drogas, San José, Costa Rica, 1997.
7. HERZKA, H.: La nueva infancia, Ed. Talleres Gráficos de Marzo, San Luis, Argentina, 1995.
8. GONZÁLEZ MENÉNDEZ, R.: Cómo enfrentar el peligro de las drogas, ICL, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2000.
9. AZANZA, J.: Guía práctica de psicofármacos, opiáceos y drogas de abuso, Ed. Roche, Madrid, España, 1994.
10. DSM-IV Breviario. Criterios Diagnóstico, Ed. Masson S.A., España, 1995.
11. WORLD HEALTH ORGANIZATION: The ICD-10 Clasification of mental and behavioral disorders: Clinical descriptions
and diagnostic guidelines, Meditor, Madrid, España, 1992.
CAPÍTULO 2. SIGNIFICADO SOCIAL DE LAS ADICCIONES
Desarrollo de la adolescencia
La adolescencia es uno de los períodos más importantes de la vida humana; está
caracterizada por rápidos cambios que se manifiestan en los niveles de integración
biológica, psicológica y social, etapa donde se hace necesario un conjunto de ajustes en
el individuo para funcionar con respecto a sí mismo y a su medio social.
Esta época de la vida tiene una duración variable, irregular y sin límites exactos. Está
entre la infancia y la adultez, íntimamente relacionada con ambos períodos, en la que los
adolescentes necesitan desarrollar una autoestima adecuada, saber lo que sus padres
piensan de ellos y la aceptación que le profesan; presentan tendencia a la ambivalencia
de manera que unas veces actúan como niños y en otros momentos como adultos, pero
son incapaces de escuchar consejos ni orientaciones, por lo que suelen cometer errores
en ocasiones muy importantes.1
Las características y comportamientos de esta etapa están dadas por la búsqueda de
sí mismo y de su identidad, afirmación de su personalidad, necesidad de independencia,
desarrollo sexual y capacidad reproductiva, tendencia grupal, desarrollo espiritual,
concreción de los proyectos de vida y una actitud social reivindicativa con elaboración
de una escala de valores en correspondencia con su imagen del mundo.2
Es un período con importantes e inquietantes contradicciones humanas, entre las que
se destacan la contradicción entre las necesidades y las aspiraciones personales, entre la
propia realización y las expectativas y exigencias con las que se encuentra en su medio y
en los sistemas sociales a los que debe responder para desarrollarse también como
miembro de la comunidad social y ser aceptado.3
DESARROLLO DE LA ADOLESCENCIA
• Adaptación a los cambios de la pubertad.
• Progresiva desvinculación de la familia.
• Establecimiento de una identidad individual.
• Utilización de mayor competencia intelectual.
• Desarrollo de potencialidades ocupacionales y recreativas con mayor compromiso
individuo–comunidad.
El comienzo de las relaciones sexuales también marca un momento importante en sus
vidas, pero muchas veces las inician sin la preparación adecuada,4 y trae como
resultados la aparición de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados
con una maternidad y paternidad tempranas, frustraciones y conductas de evasión
siempre negativas.
A estas preocupaciones pueden sumarse los comportamientos inadecuados, la
deserción escolar y la falta de ideología, que los hace más frágiles y vulnerables, al
quedar expuestos a la acción de grupos no comprometidos con los mismos valores
sociales.
Sin lugar a dudas la adolescencia es una etapa de la vida extremadamente sensible,
para algunos jóvenes es generadora de crisis, conflictos y contradicciones, que pueden
agravarse ante el consumo del alcohol y las drogas, mientras que para otros es un período
de tránsito factible para alcanzar la adultez sin grandes problemas.5
Por ello debemos tener en cuenta cómo actúan los elementos que son facilitadores de
las adicciones entre los jóvenes, cómo es la influencia familiar, la socio-cultural derivada
de su entorno y amigos, y aquellas que son propias de sus características individuales.6
Adolescencia y adicciones
A partir de estas ideas se evidencia que el proceso de adicción en los jóvenes responde a
numerosas causas, entre ellas, características de personalidad con un alto nivel de
independencia, logros académicos pobres, alta tolerancia para la desviación y baja
religiosidad, relaciones con el entorno predominantemente con el apoyo de compañeros
y amigos que anulan el control familiar,7 y otros comportamientos problemáticos como
consumo excesivo de alcohol y drogas, agresividad y conflictividad social.
En otros casos, situaciones psicológicas relacionadas con su autoestima, conflictos en su
rol sexual, sentimientos de depresión, conductas rebeldes e infractoras, impulsividad, y
problemas de salud mental, pudieran actuar como señales de alerta para la
identificación temprana de las actitudes ejemplificadas como favorecedoras de la
iniciación del consumo, que se agrava mientras más precoz aparezca.
A lo que se añade que el uso inicial de las drogas es difícil de reconocer e incluso
puede pasar inadvertido, pues los signos que permitirán su identificación no se evidencian
tempranamente y el consumo de estas sustancias puede desarrollarse como una práctica
común y ensombrecer el pronóstico.8
Estos elementos favorecen el desarrollo de las secuencias de etapas,9 de tal forma que
cada droga consumida actuará como entrada potencial a la próxima etapa, el
adolescente progresa desde lo legal a lo ilegal y de las drogas menores a las mayores,
inicia el consumo de bebidas ligeras, cigarrillos, luego bebidas destiladas y en un período
posterior comienza a experimentar con otras drogas, en particular marihuana,
anfetaminas y psicofármacos para en un segundo momento utilizar cocaína (crack),
alucinógenos, etc.
Factores de riesgo10
• Ritmo de consumo: frecuentemente el fin de semana.
• Trastornos psicológicos: aparece pérdida de control, consumo de bebida a escondidas,
•
•
•
•
búsqueda de embriaguez e intentos de abandono del hábito.
Dificultades sociales: se produce ausentismo escolar / laboral, separación del puesto de
trabajo, pérdida de amistades y accidentes de tránsito.
Problemas médicos: asociados a síntomas por intoxicación o abstinencia, como son
temblores, alucinaciones, crisis convulsivas y amnesia.
Situaciones legales: en el caso de menores, por tenencia de alcohol, conducir ebrio,
ocasionar accidentes, escándalos o riñas en la vía pública y otras violaciones de la
legalidad.
Conflictos psicológicos: Relacionados con su autoestima, patrones de conducta y su rol
sexual.11
Estos factores de riesgo incrementan la adicción11 - 12 - en niños y adolescentes, como
por ejemplo los que han sido víctimas de abuso físico, sexual o psicológico; los que
abandonan los estudios por fracasos escolares; las jóvenes embarazadas muy
tempranamente; los integrantes de grupos de delincuencia juvenil; los jóvenes con
discapacidad física que son discriminados; aquellos otros que tienen posibilidades de
disponer de recursos económicos elevados; los que presentan problemas de salud mental
tales como trastornos de personalidad disocial, retraso mental,13 algunas formas de psicosis
y trastornos por déficit atentivo.
En la actualidad, la sociedad está experimentando cambios que han influido en el
incremento del uso indebido de las drogas en todos los rincones del mundo,14 los que son
el resultado de las crisis económicas, la violencia social, el cambio de valores que
experimenta la sociedad, la desintegración de la unidad familiar, la disponibilidad y
promoción de las drogas lícitas y el tráfico de drogas ilícitas.
El alcohol y la marihuana son las más utilizadas, el uso de la cocaína aumenta cada día
y se abusa de las anfetaminas, sedantes, barbitúricos y tranquilizantes consumidos solos o
asociados al alcohol u otras drogas, por otra parte la inhalación de disolventes volátiles de
algunos pegamentos y diluyentes de pintura constituye un problema entre los niños pobres
de muchos países de América Latina.15
Epidemiología
Diversas organizaciones y países que han adquirido conciencia de la magnitud que
pueden alcanzar las drogas, a partir de la capacidad de estas para modificar el
comportamiento humano, por su influencia sobre la conciencia y por los efectos
transitorios y permanentes ocasionados sobre la personalidad,16 luchan por evitar su
propagación.
Según informes de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el consumo y tráfico de
drogas afecta a más de cien millones de personas en el mundo, fenómeno que además
es el responsable de más del 50 % de la delincuencia mundial, alrededor de ciento
cuarenta millones de personas fuman marihuana, trece millones consumen cocaína, ocho
millones heroína y treinta millones son adictos a las anfetaminas en todo el orbe.
Es necesario señalar que, asociado al consumo de estas sustancias, se producen más
de la mitad de los arrestos policíacos y de los accidentes del tránsito, igual cifra de
homicidios, 30 % de suicidios, 70 % de los casos de violencia intrafamiliar, 60 % de los
divorcios.17 Además, este grupo es el causante del desencadenamiento de la mayoría de
las enfermedades mentales severas en personas predispuestas que no resisten la agresión
encefálica de dichos tóxicos.
Cada año se reportan infinidad de casos de madres solteras, en su mayoría
adolescentes desamparadas, que corren gran riesgo de convertirse en adictas al alcohol
y otras drogas en algún momento, y por ende, nacerán más de trescientos cincuenta mil
niños hijos de mujeres adictas.18
Es conocido que estos niños presentarán graves secuelas, como es el síndrome
alcohólico-fetal si nacen de las consumidoras de alcohol y cuadros de glaucoma
congénito, que ocasionan ceguera total en los hijos de las que utilizan cocaína. El resto de
los niños de madres drogadictas padecerán grados variables de retraso mental y otro
gran número desarrollará importantes desajustes en su conducta caracterizados por un
temperamento proclive a la explosividad, agresividad, impulsividad, trastornos en la
atención y notable tendencia a la violencia.19
Por otra parte se plantea que no es sólo la madre quien afecta a la descendencia en
forma directa con el consumo de drogas, sino también el padre, por el efecto que estas
producen sobre sus células reproductoras donde se pueden generar serias anomalías,20
por lo que se recomienda como medida de precaución, no consumir drogas durante el
embarazo en el caso de la madre, ni en los períodos previos a su concepción para
ambos.
Consumo social
Ante la idea existente entre los jóvenes acerca del consumo social de las drogas de
manera similar a como ocurre con el alcohol, la comunidad científica internacional ha
alertado que no existe el consumo social,21 por la potencialidad de adicción que estas
desencadenan en períodos muy breves de tiempo. Así, por cada diez personas iniciadas
en el consumo de drogas ilegales, entre cinco y ocho se convertirán rápidamente en
drogadictos, por lo que la prevención es sin duda alguna el recurso más poderoso para
enfrentar esta tragedia que hoy se expande mundialmente.
Recordemos que el consumo de drogas representa una forma de conducta del
hombre en la sociedad, cuando este ha perdido el deseo de crecer y se implica en un
proceder autodestructivo, necesita valores sociales, sentimientos, creencias y
motivaciones como elementos básicos para su recuperación; y sólo lo logrará con el
apoyo de la familia, de la escuela y de la sociedad en su conjunto.22
Notas
1.
GUTIÉRREZ BARÓ, E.: “Adolescencia y Juventud”, Toxicomanía y
adolescencia, realidades y consecuencias, Formato Electrónico,
Infomed, 1: 1-8, 1999.
2. PINEDA PÉREZ, S. Y M. ALIÑO SANTIAGO: “El concepto de adolescencia”,
Manual de prácticas clínicas para la atención integral a la salud en la
adolescencia, 2 ed., MINSAP, UNICEF, 2002.
3. HERZKA, H.: “La situación contradictoria de la pubertad”, La nueva
infancia, Ed. Gráficos de Marzo S. A., 1: 105-109, Argentina, 1995.
4. MARTÍNEZ GÓMEZ, C.: “La familia y las necesidades psicológicas del niño”,
Rev. Cubana Med. Gen. Integral, 9 (1): 67-78, 1993.
5. CASCO, M. Y G. NÁTERA: “Comparación de las características
psicosociales entre un grupo de mujeres y hombres alcohólicos”, La
psicología social en México, 3: 95-199, 1990.
6. NÚÑEZ, L.: “Cannabis y psicosis. Relaciones etiopatológicas”, Adicciones,
9 (1) 129–146, 1997.
7. MARTÍNEZ HURTADO, A.: “Alcoholismo femenino problemática social”,
Revista La Ventana, 16: 78-95, Universidad de Guadalajara, Ed. Gráfica
Nueva, 2000.
8. ORGANIZACIÓN PANAMERICANA DE LA SALUD: La salud de los
adolescentes y jóvenes en las Américas, Washington, OPS/OMS, 1996.
9. BANDERA ROSELL, A.: “Toxicomanía”, Toxicomanía y adolescencia.
Realidades y consecuencias, Formato Electrónico, Infomed, 3: 9-20,
1999.
10. GALIANO RAMÍREZ, M.C.: “Aspectos psicológicos y psiquiátricos del
adolescente toxicómano”, Toxicomanía y adolescencia, realidades y
consecuencias, Formato Electrónico, 4: 29-46, Infomed, 1999.
11- FONDO DE NACIONES UNIDAS PARA LA INFANCIA: Informe Anual, 1998,
New York, 1998.
12. NAVARRO, R.: Cocaína, aspectos clínicos, tratamiento y rehabilitación,
Ed. Libro Amigo, Lima, 1992.
13. PAEZ, F. Y S. VIVES: “ Intervenciones farmacológicas”, PsicofármacosDrugs, 27: 171-182, 1993.
14. PELLEGRINI, J. L.: “Alcoholismo y G.I.A”, Ed. de San Luis, Argentina, 1997.
15. MINSAP: Atención a las adicciones en la comunidad, Dirección
Nacional de Asistencia Social, Comisión Nacional de Salud Mental,
Ciudad de La Habana, Cuba, 2002.
16. KAPLAN, HAROLD Y J. SADOCK: Manual de farmacoterapia en psiquiatría,
Waverly Hispánica S. A., Ed. Médica Hispanoaméricana, 1993.
17. GENERALITAT DE CATALUNYA: La atención primaria de salud y las
drogodependencias, Department de Sanitat i Seguretat Social, 1992.
18. Torres Castro, C.: “Factores de riesgo en adolescentes embarazadas”,
Revista La Ventana, pp. 96-129, Ed. Gráfica Nueva, Universidad de
Guadalajara, México, 2002.
19. WOMEN’S MENTAL HEALTH: An Evidence Based Review. Department of
Mental Health and Substance Dependence, Ginebra, 2000.
20. GONZÁLEZ MENÉNDEZ, R.: Clínica y terapéutica de las adicciones, Ed. San
Luis, Gob. De la Prov. San Luis, Argentina, 1998.
21. KALINA, E.: Temas de drogadicción, Colección Villa Guadalupe, Nueva
Visión, Buenos Aires, Argentina, 1997.
22. PÉREZ LÓPEZ, M.: “Percepción en una comunidad sobre el consumo de
drogas”, Tesis de Maestría en Psiquiatría Social, La Habana, 2001.
CAPÍTULO 3. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y
CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS DROGAS
El origen de las relaciones entre el hombre, el alcohol y la sociedad forma parte de las
páginas amarillas del tiempo: obtenido de manera casual por el hombre primitivo como
resultado de la fermentación de frutas y cereales, desarrollado su consumo a partir de la
imaginación del hombre-alfarero al crear con sus propias manos los recipientes
contenedores, y como expresión de la inteligencia, mediante procesos alquímicos
descubrió la destilación y con ella la obtención de sustancias con altas concentraciones
de alcohol.1
Al consumo inicial asociado a mitos religiosos le siguió el uso colectivo en las
festividades para finalmente alcanzar una nueva proyección que lo hace dependiente
de una decisión personal e identifica a los que beben y cumplen con las normas sociales
establecidas y aquellos que no lo logran y alcanzan una potencialidad dañina muy
elevada.
Esta tragedia se ha incrementado ante el desarrollo mundial de las drogadicciones,
teniendo en cuenta el impacto de las toxicomanías en el ser humano, que en su curso
voraz destruye a las familias, se asocia a la violencia, al crimen y a la corrupción. Para la
OMS la definición de droga es: toda sustancia que introducida en el organismo puede
modificar la conducta del sujeto y provocar un impulso irreprimible a tomar la sustancia
de forma continuada o periódica, a fin de obtener sus efectos y a veces de evitar el
malestar de su falta.2
Estas sustancias por su origen pueden ser naturales o sintetizadas por el hombre, de
prescripción médica o no y de carácter legal o ilegal y los efectos psíquicos que
producen sobre el sistema nervioso central son de tipo estimulante, depresor o
distorsionante, repercutiendo negativamente sobre el hombre en sus expresiones
biológicas, psicológicas y sociales.
El uso de las drogas y su potencialidad adictiva están relacionados con el contexto
cultural-social y económico, su posibilidad de adquisición, formas de presentación, vías de
administración, frecuencia de su uso y el estilo de vida.
Anfetaminas
Las anfetaminas son drogas sintéticas poderosamente excitantes del sistema nervioso
central, que ocasionan una marcada dependencia psicológica y emocional.
El sulfato de anfetamina fue sintetizado por primera vez en Alemania en 1887 e
introducido en la práctica clínica en 1932 como inhalador para el tratamiento de la
congestión nasal y el asma.3 En 1937 se utilizó, además, en la narcolepsia, el parkinsonismo
post-encefálico, la depresión y la letargia.
Se han desarrollado tres grupos principales:
a) Las anfetaminas, que incluyen el sulfato de anfetamina (speed), el sulfato de
dexanfetamina (dexedrina y dexaktedrón) y las metanfetaminas (ice).
b) Los anorexígenos de estructura anfetamínica (fenmetrazina).
c) Los psicoestimulantes (metilfenidato).
La producción y uso legal de las anfetaminas se incrementó hasta la década del
sesenta en que diversos organismos sociales comenzaron a difundir su carácter
extremadamente adictivo y recomendaron la limitación de su uso.4
Son de fácil adquisición mediante prescripciones médicas, se reporta su consumo en
todos los grupos socioeconómicos y particularmente entre los profesionales, quienes la
utilizan para mejorar el rendimiento intelectual y físico. También se emplean como
anorexígenos y para inducir sensaciones de euforia, aumento del deseo sexual y del
estado anímico en general, los principales consumidores de estas sustancias son los
estudiantes, atletas, amas de casa y choferes de largas distancias.
En la actualidad solamente están indicados con finalidad médica en el trastorno por
déficit atentivo, la narcolepsia y algunos trastornos depresivos.5
Cuando son consumidas en dosis bajas producen euforia, insomnio e inapetencia, lo
que lleva al adelgazamiento y rápido deterioro físico. Cuando es consumida por tiempo
prolongado ocasiona irritabilidad, pérdida de la atención, desorganización del
pensamiento e ideas delirantes paranoides. Su consumo en grandes cantidades provoca
cuadros de excitación, alucinaciones visuales y auditivas, psicosis tóxicas, convulsiones,
coma y muerte.6
La psicosis anfetamínica puede aparecer en personas sanas, y causa en los momentos
iniciales estado de inquietud e irritabilidad creciente, hipersensibilidad perceptiva hasta
darle paso a las manifestaciones alucinatorias que suelen ser auditivas y sobre todo,
visuales.7 Aunque se señala que en estos pacientes existe claridad de conciencia,
conservación de la orientación y trastornos del pensamiento modificables, se hace muy
difícil poder diferenciarla de la esquizofrenia paranoide.
Cuando se suprime la droga después de un consumo prolongado, aparecen síntomas
de depresión, con gravedad máxima en las primeras 48-72 horas porque puede inducir al
suicidio.8
Tiene otros efectos sistémicos, como dilatación bronquial, aceleración del ritmo
respiratorio, taquicardia, hipertensión arterial, arritmias cardíacas, disminución de la
salivación, estimulación de las contracciones intestinales, diarreas, disminución de la
producción de orina, inhibición de la eyaculación y aumento de la probabilidad de
aborto.
Benzodiazepinas (Bzd)
Los primeros compuestos benzodiazepínicos fueron descubiertos por el químico polaco
Sterbach en 1933, en 1958 los Laboratorios Hoffman–La Roche obtuvieron el
clorodiazepoxido y en 1963 el diazepam.
Los principales efectos de las benzodiazepinas son ansiolíticos, hipnóticos,
antiepilépticos y anestésicos; actúan sobre el sistema nervioso central especialmente en el
sistema límbico y en el sistema reticular, bloqueando los estímulos emocionales.9
La proporción de consumo mujer-hombre es de 3-1; cuando se administran en dosis
bajas actúan como sedantes, disminuyendo la actividad diaria y moderando la
excitación; si se administran en dosis moderadas son ansiolíticas, por lo que reducen la
ansiedad patológica, y el efecto hipnótico se hace evidente cuando se consumen en
dosis más elevadas, provocando somnolencia y facilitando la conciliación del sueño.
Puede ser una adicción única, pero también son utilizadas asociadas a otras, para
reducir los síntomas de abstinencia en la adicción a la cocaína, o para potencializar los
efectos euforizantes en los consumidores de opiáceos.10
Existen numerosas benzodiazepinas, se clasifican según acciones farmacológicas en:
Bzd hipnóticas: Temazepam, Trazolam y Estazolam.
Bzd ansiolíticas: Clorodiazepoxido, Diazepam, Ozaxepam y Lorazepam.
Bzd anestésicas: Diazepam y Midazolam.
Bzd anticonvulsivantes: Diazepam, Clorazepato, Clonazepam y Lorazepam.
En general, las benzodiazepinas se indican para la ansiedad, el insomnio, los síndromes
de abstinencia y las contracturas musculares. Se absorben por vía oral y se fijan a las
proteínas plasmáticas, al atravesar la barrera hemato-encefálica y la barrera placentaria.
Los efectos adversos más frecuentes que las benzodiazepinas producen son la
somnolencia y la sedación, en menor frecuencia pueden ocasionar cefaleas, estado de
confusión mental, disartria, ansiedad paradójica, pesadillas y déficit cognitivo. Más
raramente fotosensibilidad, urticaria, erupciones vesiculosas de la piel, leucopenia y
hepatotoxicidad. Su uso prolongado facilita la aparición de tolerancia y dependencia y
cuando son suprimidas bruscamente desencadenan síntomas de abstinencia en grados
variables.11
La intoxicación puede ir asociada a una desinhibición conductual que ocasiona
conductas agresivas, más evidentes cuando se combinan con el alcohol. Están
contraindicadas en la miastenia gravis, el glaucoma, el embarazo y la lactancia.12
Cannabis (Cáñamo trexil – Hashis)
Cannabis es el nombre abreviado de la planta del cáñamo Cannabis sativa, es una
planta originaria de Asia que fue inicialmente utilizada como fibra textil, y sus semillas para
alimentación de las aves.
Las primeras referencias sobre ella aparecen en un herbolario chino del año 2737 (a.c.),
y su uso medicinal como analgésico, anticonvulsivo e hipnótico es conocido desde finales
del siglo XIX y principios del XX.13
Sus formas de presentación más frecuentes son la marihuana, el hashis; el aceite de
hashis y las vías de administración utilizadas son fumada en cigarrillos o consumida por vía
oral. Cuando es fumada el inicio de los efectos comienza a los pocos minutos, el pico
máximo llega a los treinta minutos aproximadamente y estos duran entre dos y tres horas.
Por vía oral, su acción aparece un poco más tardíamente, alrededor de los treinta
minutos, el pico máximo se alcanza a las tres horas y sus efectos pueden durar hasta siete
horas.
La absorción es más rápida inhalada que ingerida; se metaboliza a nivel hepático y la
excreción comienza muy pronto, la mitad se elimina a las veinticuatro horas por bilis,
heces y orina, continuando la excreción de metabolitos durante ocho días
aproximadamente, aunque los metabolitos derivados del tetrahidrocannabinol (THC), que
es su principal componente psicoactivo, permanecen por períodos más prolongados,
pueden detectarse hasta treinta días después de su consumo.14
La marihuana es el resultado de convertir en picadura las flores y hojas secas del
cannabis, tiene una potencia adictiva media y una concentración entre el 1 % y el 14 %
de THC. El hashis se obtiene de la resina segregada por las hojas y las flores, su
concentración de THC es de 10 % - 20 % y por tanto, un poder adictivo mayor.15
Fuente: Olcina Rodríguez: Manual de intervención médica en drogodependencia, Ed. Artes
Gráficas, España, 1994.
El aceite de hashis se obtiene mediante la destilación de la planta en disolventes
orgánicos; tiene un efecto adictivo alto, su concentración promedio en THC es entre 15 %
– 30 %, y puede llegar hasta el 65 %.16
Sus efectos euforizantes han sido identificados desde hace miles de años, es relajante;
en dosis alta es alucinógeno, tiene una amplia capacidad adictiva y su fama de ser una
droga blanda actualmente es discutible.
El consumo produce sensación de euforia y de bienestar corporal, la comunicación es
más fácil y progresivamente se producen alteraciones perceptuales en relación con el
tiempo y el espacio y manifestaciones alucinatorias visuales y auditivas.
Si es prolongado su consumo puede provocar apatía, falta de afecto, lentificación
mental, vacío afectivo, dificultad en las relaciones sociales, empobrecimiento del
lenguaje y del aprendizaje, agrupación de síntomas a la que se ha llamado síndrome
amotivacional.17 En algunas personas puede provocar cuadros de flashback, sobre todo
cuando hay antecedentes de haber consumido previamente algún tipo de alucinógeno.
La psicosis cannábica se presenta de manera aguda por la acción de la sustancia
tóxica (THC) en el sistema nervioso central,18 se caracteriza por inquietud, desorientación,
trastornos del pensamiento, miedo, desorganización de la conducta y alucinaciones.
Los síntomas físicos se manifiestan por sequedad de la boca, taquicardia, hipertensión
arterial, enrojecimiento conjuntival, sedación y somnolencia. El uso continuo ocasiona
enfisema, bronquitis crónica y favorece la aparición de cáncer de pulmón. Además,
produce reducción del nivel inmunológico, disminución de hormonas masculinas en
sangre y deformación e inmovilidad de los espermatozoides.19
Se plantea que entre el 7 % – 10 % de la población mundial consume marihuana
regularmente y es la droga ilícita más utilizada en la Unión Europea,20 en particular en
España, donde un 22 % de adultos y un 32 % de jóvenes la utilizan.
En la actualidad hay importantes polémicas: desde un potente movimiento pro-cultural
del cannabis cuyos mensajes se relacionan con la inocuidad de su uso, su utilidad como
droga recreativa que no causa problemas y es poseedora de un don terapéutico
especial, hasta la lucha por la modificación de su tratamiento legal actual.
Ante esta valoración es necesario tener en cuenta que el cannabis actúa como puerta
de entrada a otras drogas, está probada su capacidad adictiva y su potencialidad de
provocar manifestaciones de abstinencia, el desarrollo del síndrome amotivacional, su
papel en la precipitación o exacerbación de episodios psicóticos y su influencia sobre el
aparato respiratorio.
A pesar de la alerta de la OMS sobre la peligrosidad de esta sustancia, aún existen
defensores de sus cualidades medicinales, otorgándole propiedades, antieméticas de
utilidad para el tratamiento de las náuseas secundarias a la quimioterapia; con acción
estimulante sobre el apetito de pacientes con SIDA,21 se refieren de igual modo a la
acción relajante muscular para pacientes con esclerosis múltiple, hipotensora de la
tensión ocular, neuroprotectora, antiasmática y anticonvulsivante, sin tener en cuenta que
estas acciones supuestamente beneficiosas quedarán opacadas ante las secuelas
resultantes de la adicción.
En nuestra apreciación, coincidente con la comunidad médica internacional, existe
gran inquietud ante este auge por su legalización y la incógnita si de esta forma
desaparecerá el mercado negro o si por el contrario se incrementarán los consumidores.
Cocaína (nieve o coca)
La cocaína también conocida como nieve o coca, es un alcaloide derivado del arbusto
Erythroxylon coca, proveniente de Sudamérica. Es una planta encontrada muy
frecuentemente en Bolivia, Perú, Brasil y Colombia, donde por siglos se ha visto a los
indígenas masticar sus hojas para obtener efectos estimulantes durante las ceremonias
religiosas y para mitigar el cansancio y el hambre ocasionados por las largas horas de
duro trabajo.
A. Niemn y F. Wolter la aislaron por primera vez en 1860, ellos publicaron el hallazgo de
un nuevo alcaloide de las hojas de la coca y se distribuyó como vino medicinal y como
base del French Wine of Coca - Ideal Tonic entre 1885 y 1909.
En 1880, Sigmund Freud estudió sus efectos farmacológicos generales; entre 1880 y 1890
se prescribió ampliamente para tratar muchas enfermedades; se utilizó como anestésico
local, en especial para la cirugía ocular, nasal y de garganta por sus efectos
vasoconstrictores.
Sin embargo, en 1914 se clasificó dentro del grupo de los narcóticos junto con la
heroína y la morfina, debido a su potencial adictivo y a sus efectos nocivos.
En la década de los años sesenta comenzó a utilizarse en los EE.UU. como droga
recreacional y en menos de veinte años se convirtió en el demonio con cara de ángel por
considerarse como una de las sustancias más mortíferas y esclavizantes.
Sus presentaciones frecuentes son las propias hojas, la pasta de coca (sulfato), la forma
de nieve (clorhidrato) y la base libre (llamada crack).
Las hojas de coca son utilizadas en infusión o son masticadas, la pasta se fuma
mezclada con tabaco o con marihuana; la nieve es administrada por vía nasal (esnifar) o
inyecciones subcutáneas o endovenosas y la base libre (crack) se fuma después de un
proceso de calentamiento para su secado, esta forma es la que presenta mayor
tendencia adictiva asociada a un efecto compulsivo.22
Estas múltiples vías de administración facilitan sus grandes peligros y aunque sus efectos
mortales pueden producirse en cualquiera de ellas son frecuentes cuando la vía es
endovenosa.
Aunque el consumo de la cocaína es alto entre las personas desempleadas de los
países ricos, también lo es entre personas de nivel socioeconómico elevado.
Los patrones de consumo más conocidos son: experimental (frecuente entre los
jóvenes, sin que esté limitado a una droga en particular); recreativo (relacionado con
actividades sociales), circunstancial (responde a hechos o situaciones particulares);
intensificado (aparece en quienes la utilizan a diario y añaden otra vía de consumo); y el
compulsivo23 (el individuo pierde el control e incrementa la cantidad, frecuencia, duración
del uso de la droga y los gastos relacionados con esta).
Provoca trastornos psicopatológicos múltiples sobre el sistema nervioso central; sus
principales efectos en los momentos iniciales de su uso son de tipo estimulante, con
sensación de intenso bienestar, euforia, aumento de la energía, hiperactividad
psicomotora; disminución del apetito, del cansancio y de las necesidades de sueño.
Además, puede desencadenar cuadros de ansiedad y excitación marcada, con
tendencia a la agresividad y la destrucción.
La psicosis puede aparecer en personas sanas e incluso con consumo moderado, los
síntomas son en lo fundamental de tipo paranoide y las manifestaciones alucinatorias son
predominantemente visuales. Asociada a ella se ha descrito el llamado síndrome de
Mangan o microzoopsias,25 considerado específico de la cocaína, por efecto directo de
esta sustancia sobre el sistema nervioso periférico.
Esta psicosis se caracteriza por presentar alucinaciones táctiles: el paciente siente en la
piel de las manos y a veces a lo largo del cuerpo, pequeños animales, como hormigas,
piojos y lombrices; estas alucinaciones no sólo son sentidas sino que a veces también son
percibidas visualmente, y alcanzan tal nivel de realidad que el enfermo puede pincharse
y lacerarse la piel para tratar de extraerlos y sacarlos de su cuerpo.
La cocaína también causa otros trastornos, en particular de tipo cardiovascular y
ocasiona una estimulación potencialmente mortal, caracterizada por taquicardia con un
incremento violento de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial. El consumo crónico
puede dar lugar a una lesión cardiaca permanente, asociada a arritmias, infarto del
miocardio, hipertensión severa transitoria, accidentes vasculares encefálicos por
hemorragias, trombosis e infarto cerebral y convulsiones epilépticas.
El consumo de cocaína durante el embarazo tiende a provocar abortos espontáneos,
como resultado de su característica de poseer bajo peso molecular y alta solubilidad
tanto en agua como en lípidos, lo que permite el paso de la droga a través de la
placenta y su acumulación en el feto.24
El retiro de la droga después de un consumo prolongado suele producir
manifestaciones de intensa depresión, con gravedad máxima en las primeras 48 – 72
horas, esta puede extenderse durante varias semanas y repercutir gravemente porque en
algunas personas puede inducir al suicidio.
Fuente: DSM–V: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, Masson S. A., Barcelona,
1995.
El síndrome de abstinencia está condicionado a tres etapas o fases, la primera llamada
crash, dura entre nueve horas y cuatro días, inicialmente aparece agitación, anorexia y
craving o deseo intenso de consumo, posteriormente fatiga, depresión, insomnio y el
craving tiende a disminuir.
La segunda fase es la llamada abstinencia y se extiende desde una a diez semanas; al
inicio el estado anímico es normal, al igual que el sueño y el craving es escaso.
Tardíamente aparece ansiedad, anergia y el craving es de nuevo intenso. La última fase
se caracteriza por la presencia de un craving condicionado a las situaciones medio
ambientales.
El crack es un tipo de cocaína sintética muy adictiva; surgió en la década del ochenta
y se presenta en forma de pequeñas piedras, que son fumadas y producen efectos
similares a los de la cocaína, con rápida tendencia a la adicción; es mayormente
consumido por personas jóvenes entre dieciocho y veinticinco años a quienes favorece
en especial su bajo precio.
Su uso frecuente produce pérdida de peso, trastornos respiratorios graves, trastornos
cardiovasculares y afectaciones psíquicas importantes; la sobredosis puede ocasionar la
muerte.
Alucinógenos
Los alucinógenos son drogas capaces de provocar alteraciones en las percepciones
sensoriales, asociadas a perturbaciones relacionadas con el pensamiento y la afectividad.
Existen más de cien alucinógenos naturales y sintéticos que se han venido utilizando
durante mucho tiempo. Los naturales clásicos son la psilocibina, que se extrae de algunos
hongos; la mezcalina, proveniente del cactus del peyote; también la harmina, la Datura
arbórea conocida como campana, la ibogaina, la dimetiltriptamina y otras.
La dietilamida del ácido lisérgico (LSD) es el alucinógeno más conocido, fue sintetizada
por Albert Hoffman en 1938, que ingirió accidentalmente una pequeña cantidad y
experimentó el primer episodio alucinatorio inducido por esta sustancia.25 Se obtiene a
partir del extracto de cornezuelo de centeno, y sus efectos tóxicos y medicinales eran
conocidos desde la edad media porque las comadronas lo utilizaban para provocar
contracciones uterinas y facilitar el trabajo de parto.
En la actualidad es una droga producida en laboratorios, es incolora, inodora e insípida
como el agua común. Es frecuente su consumo por vía oral; se presenta en forma de
papel secante, terrones de azúcar y copas de gelatina, también en tabletas, cápsulas y
polvos de diferentes colores.
Tras su administración inmediata, produce tensión interior y euforia, dos o tres horas
después aparecen los síntomas psicodélicos. Las percepciones se producen por estímulos
de los receptores visuales, auditivos, gustativos, olfativos y táctiles; disminuye la capacidad
de concentración y la memoria para hechos recientes, y de la alegría inicial se pasa a la
ansiedad y al miedo. Aparecen otras manifestaciones sintomáticas, dadas por midriasis,
taquicardia, hipertensión arterial, vómitos, fiebre, temblores, incoordinación motora y
ataxia.
La intoxicación aguda es conocida como mal viaje.26 Ocasiona sensaciones
extremadamente desagradables con reacciones de ansiedad o pánico y síntomas
psicóticos con desorientación y desorganización de la conducta. Este cuadro
generalmente remite espontáneamente en un período de 8-12 horas. La intoxicación
crónica está relacionada con el tiempo de evolución de la adicción y se caracteriza por
depresión, síntomas amotivacionales y trastornos del pensamiento; este cuadro puede
durar varias semanas e incluso meses.
La mezcalina procede del cactus del peyote; originario de México, es utilizado por los
indios mexicanos en sus rituales religiosos, masticado o en infusión. Las manifestaciones
alucinatorias son similares a las ocasionadas por el LSD. Se acompaña de hipertensión,
hipertermia, sudoración profusa, temblores y contracciones uterinas. La sobredosis
ocasiona hipertermia grave, hemorragia, coma y muerte.
La psilocibina se obtiene de los hongos Psilocybe mexicana y cubensis; y su consumo es
por vía oral. Ingerido en pequeñas concentraciones produce excitación, euforia y
distorsiones alucinatorias de formas y colores en movimiento, su efecto es similar al LSD,
aunque de menor intensidad.
La Datura arbórea o campana es una planta originaria de América del Sur, común en
patios y jardines de los pueblos de campo en Puerto Rico, Cuba y Antillas Menores.
Ocasiona parálisis de los músculos estriados y excitación de la musculatura lisa por su
acción sobre el simpático, además produce dilatación pupilar, delirios, alucinaciones
visuales y cuadros convulsivos.
Opiáceos
El opio, conocido desde hace más de seis mil años —se reportan descripciones sobre su
obtención desde el año 380 (a.c.)— es el producto natural del Papaver somniferum,
planta herbácea que llega a alcanzar hasta dos metros de altura, con flores grandes,
hermafroditas, de cuatro pétalos, que pueden ser de color blanco, rosado o violáceo.
Poseen un ovario dividido en tabiques incompletos, que se transforma en una cápsula;
en la fase inmadura de dicha cápsula se obtiene látex, que cuajado se denomina opio.
Este es un producto completo que contiene aproximadamente veinte alcaloides y
numerosos ácidos; de ellos se obtienen los derivados del núcleo fenantreno, como la
morfina,27 codeína y pseudomorfina y los derivados del grupo isoqueniloina como la
narcotina y la papaverina.
En 1830, F. Serturner logró aislar la morfina, dándole ese nombre en honor a Morfeo, dios
del sueño. Está considerada como el primer gran fármaco del siglo XIX y fue ampliamente
utilizada durante la guerra civil norteaméricana y en la franco-prusiana de 1870 para
aliviar el dolor de los heridos de guerra.
Al intentar perfeccionarla como medicamento contra el dolor fue descubierta la
heroína en 1874 por Dreser, químico de la empresa alemana Bayer, la cual fue promovida
inicialmente para el tratamiento de los morfinómanos y los tuberculosos, e inundó en
venta libre los mercados europeos y norteaméricanos, hasta 1904 en que fue aceptado el
gran riesgo de adicción que provoca.
Se han clasificado en tres grandes grupos: los opiáceos, que son definidos como
sustancias naturales derivadas del opio; los opioides, identificados como sustancias
sintéticas que actúan como un opiáceo sin ser derivadas del opio; y los antagonistas de
los opioides, utilizados para tratar la sobredosis y la dependencia.
Entre los opiáceos de origen natural se encuentra la morfina, entre los semi-sintéticos
que se obtienen a partir de las sustancias naturales está la heroína, y se ha elaborado un
gran número de narcóticos sintéticos como la miperidina, la metadona, el propoxifeno, la
codeína, la papaverina y la hidromorfona. La metadona es en la actualidad el elemento
esencial para el tratamiento de la dependencia de opiáceos. También se han sintetizado
antagonistas de los opioides para tratar las sobredosis y la dependencia; entre ellas se
encuentran la naloxona, naltrexona, nalorfina y apomorfina.28
El opio es analgésico y narcótico, la morfina hipno-analgésica, al igual que la heroína;
la codeína es antitusígeno; la papaverina es espasmolítica de la musculatura lisa y la
narcotina es un espasmolítico menos potente que la papaverina, pero de acción
antitusígena similar a la codeína.
En la actualidad el consumo del opio ocurre principalmente en los países orientales
(Asia y Medio Oriente), donde se bebe como infusión o se fuma en pipas especiales. Es
uno de los estupefacientes más fuertes que existe, el cual estimula las glándulas
suprarrenales para incrementar la secreción de adrenalina, actúa sobre el sistema
nervioso central, la piel, la musculatura lisa de las vísceras abdominales y deprime el
centro respiratorio a nivel del tallo cerebral.
Las que más adicción producen son la morfina y la heroína; esta última el doble de
potente que la morfina. Son usadas preferentemente por vía parenteral, aunque como
consecuencia del SIDA está disminuyendo su uso endovenoso, incrementándose el
consumo esnifado y fumado. Sus manifestaciones iniciales son placenteras y estimulan su
uso repetido; ocasiona una gran adicción en períodos cortos de tiempo.
El uso agudo o crónico de estas sustancias se asocia a la pérdida de secreciones que
producen sequedad de la boca, disminución de la actividad gastrointestinal y
constipación, daños visuales por los cambios frecuentes de la función pupilar así como
dificultades sexuales.
Los efectos fisiológicos sobre el sistema nervioso central son: depresión generalizada,
disminución de la respuesta hipotalámica, euforia y contracción pupilar. En el aparato
digestivo se produce disminución de las secreciones y de los procesos digestivos, afecta la
función genito-urinaria con disminución del flujo de orina y reducción de la testosterona.
En las mujeres inhibe la ovulación y la menstruación.
La ausencia de su consumo produce importantes manifestaciones de abstinencia,
síntomas que son ligeros en sus inicios, con ansiedad y craving; entre las ocho y quince
horas de abstinencia aparece inquietud, irritabilidad, lagrimeo, bostezos y estornudos
incontrolables; progresivamente entre las dieciséis y veinticuatro horas ocurren dilatación
pupilar, elevación de la frecuencia cardiaca y respiratoria, calambres y dolores articulares
con espasmos musculares, que pueden llegar a ser muy intensos, y requieren atención
médica especializada; que de no recibirla, ocasionan la muerte.29
Otras complicaciones suelen surgir por mal control higiénico, sobre todo cuando se
utiliza la vía parenteral, con el uso de jeringuillas sucias o intercambiadas entre varios
adictos; mezcla de la droga con aguas sucias o contaminadas, etc., lo que causa
cuadros de tromboflebitis, úlceras, abscesos y otros cuadros sépticos de mayor gravedad.
Son, además, muy propensos a presentar otras complicaciones, como son: hepatitis,
miocarditis, tuberculosis, SIDA, etc.
Drogas de diseño o de síntesis
Estas drogas surgieron en la década de los años sesenta, a partir de distintas sustancias
sintetizadas, sobre las que se realizan cambios en su estructura molecular. No se trata de la
síntesis original de nuevos productos, sino de reelaboraciones en laboratorios clandestinos,
de sustancias que no estaban disponibles para su comercialización.
Se han clasificado como: opiáceos de síntesis (derivados del fentanil y la meperidina);
los arilciclohexilaminas (fenciclidina); derivados de la metaqualona y las feniletilaminas
(éxtasis). En el argot popular son conocidas como China White, Polvo de ángel, Speed,
Crystal, Ice, Droga del amor, Monase y Éxtasis.30
Fenciclidina
Es más conocida como PCP y Polvo de ángel; fue desarrollada y clasificada como un
anestésico, pero no ha sido utilizada en personas porque en ellas se ha asociado a
cuadros de desorientación, agitación, delirium y alucinaciones desagradables al
despertar; sólo algunos países lo utilizan en veterinaria.
Como droga ilegal fue utilizada por primera vez en San Francisco, EE.UU. a finales de la
década del sesenta. Desde entonces se han sintetizado treinta análogos clínicos, que
están disponibles en las calles de las principales ciudades de ese país.
Sus efectos son similares a alucinógenos como el LSD: estado hipnótico, distorsiones en
las percepciones corporales con sensación de falta de peso y separación del cuerpo.31
Las vías de consumo más frecuentes son oral e inhalada; algunos la asocian a alcohol y
a otras drogas para aumentar sus efectos. Utilizada en pequeñas cantidades —entre 2 mg
a 5 mg— produce depresión leve; concentraciones entre 10 mg a 15 mg provocan
cuadros de intoxicación, caracterizados por somnolencia, apatía, desorganización del
pensamiento y la conducta, sudoración, afectación de la marcha y trastornos
perceptuales, como son las alteraciones en la imagen corporal. Mayores niveles de
intoxicación incrementan los desórdenes del comportamiento con conductas
extravagantes y hostiles para dar paso a los síntomas psicóticos con manifestaciones
violentas muy desorganizadas. Se puede acompañar de convulsiones tónicas, depresión
respiratoria y coma.
Éxtasis (Metilendioximetanfetamina o MDMA)
Su síntesis se produjo en 1912 en los laboratorios alemanes E. Merck & Cía., y se patentizó
en 1914 como supresor del apetito; no fue comercializada y en la actualidad no tiene
indicación médica, sin embargo, a partir de 1968 se detectó su consumo con fines
adictivos en EE.UU. y en la década del ochenta en varios países europeos.32
El consumo de esta sustancia es predominantemente por vía oral; la aparición de
síntomas ocurre cuando se consume entre 75 mg – 150 mg y provoca ansiedad,
hipertensión arterial y bruxismo; después, relajación y euforia ligera. Hay además
dilatación pupilar y sequedad de la boca por deshidratación, en caso de no ingerir
suficiente cantidad de agua durante su empleo.
Los adictos a esta sustancia señalan que desaparecen las inhibiciones, aumenta la
comunicación interpersonal y hay mejoría en la autoestima; se le atribuyen efectos
afrodisíacos, pero en realidad sus consecuencias principales son las conductas
destructivas y agresivas de alta peligrosidad contra sus semejantes. También puede
desencadenar crisis de pánico, cuadros de depresión mayor y trastornos paranoides.
Crea una fuerte dependencia psíquica
Disolventes o inhalables
Los disolventes o inhalables son sustancias gaseosas o líquidas, muy volátiles, de olor
agradable e inflamables, elaboradas para uso casero, comercial e industrial. Su
clasificación es muy difícil, pues se trata de compuestos orgánicos que en ocasiones
corresponden a fórmulas no conocidas, las cuales por la capacidad que presentan para
provocar estados de embriaguez, alteraciones en la conciencia y conductas adictivas
son catalogadas como drogas.33
Se plantea que el uso de estas sustancias se inició en los EE.UU. en la década del
cincuenta con fines afrodisíacos. Se popularizó entre los rockeros del sesenta y a partir de
los años ochenta se extendió su uso entre los gays, quienes lo consumen mediante la
aspiración de bocanadas pequeñas a través de inhaladores especiales; el efecto
deseado es de desinhibición, y su mayor peligro radica en la posibilidad de provocar
accidentes vasculares encefálicos.34 Desde la década del setenta son utilizados
frecuentemente por niños con edades comprendidas entre ocho y quince años, sobre
todo en la población pobre de los países subdesarrollados .
Tienen una acción depresora sobre el sistema nervioso central, de instalación rápida
que ocasiona mareos, visión borrosa y estado de embriaguez, euforia, inestabilidad en la
marcha y tendencia a la agresividad. Las intoxicaciones severas producen sueño y
pérdida de conciencia, acompañada de temblores, trastornos respiratorios y
cardiovasculares, convulsiones, coma e incluso pueden provocar la muerte.
Las sustancias volátiles más usadas en la actualidad con fines adictivos son: los
adhesivos, cementos plásticos, thinner (tintes para cueros y zapatos), productos
domésticos de limpieza y sus disolventes, líquidos para automotores y encendedores
como gasolina, nafta y otros derivados del petróleo; aerosoles tipo sprays-ambientadores,
pinturas y sus diluyentes, desodorantes, pulimentos, insecticidas y otros. Están además los
disolventes de barnices y esmaltes, éter, líquido para corregir errores tipográficos,
pegamentos, colas de secado rápido, laca para el cabello, acetona, sustancias
anticongelantes, extintores de incendios, alcohol medicinal, betún, detergentes,
limpiadores de metal35 y otras.
Sus breves efectos hacen que se repita su aspiración con gran frecuencia,
produciéndose así un rápido proceso de adicción. Ocasionan daños a órganos tan
importantes como el cerebro, el hígado, el corazón y los pulmones. El uso continuado
desencadena crisis epilépticas y hay riesgo de muerte cuando son utilizadas con otras
sustancias depresoras.
Drogas de abuso detectables en la orina
Estas drogas pueden ser detectadas en la orina muchas horas después de su consumo, lo
que resulta de gran validez para confirmar el diagnóstico clínico presumible.36
El alcohol puede ser medible transcurridas 7 – 12 horas; las anfetaminas, cuarenta y
ocho horas después, las benzodiazepinas hasta tres días, la cocaína entre 6 – 8 horas (sus
metabolitos 2 – 4 días); la codeína hasta cuarenta y ocho horas, la heroína entre 36 – 72
horas, la marihuana desde tres días hasta cuatro semanas, la metadona hasta tres días, la
metaqualona siete días, el propoxifeno entre 6 – 48 horas, la fenciclidina (PCP) hasta ocho
días y la morfina entre 48 – 72 horas.
Notas
1. BEASLEY, M. Y D. JOSEPH: “Diagnóstico y tratamiento de la drogadicción”, J. Clin. Psychiatry, 12: 52-96, 1992.
2. ALARCÓN PALACIOS, C.: “Aspectos farmacológicos de las sustancias productoras de dependencia y adicción”,
JANO, 2: 21-34, 1998.
3. GOSSOP, J. R. AND J. STRANG: “Comparation of the whitdrawal response of heroin and methadone addicts during
desintoxication”, Br. J. Psychiatry, 2: 158-206, 1991.
4. ARRIETA, T. Y V. BARAHONA: Prevención integral de las drogas, San José, Costa Rica, 1997.
5. AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION: Benzodiazepine: Dependence, toxicity and abuse, 1990.
6. CASTRO, M. E.: Modelo de prevención de riesgo psicosocial en la adolescencia, Oficina Regional para México
y Centroamérica, Ciudad México, 1998.
7. LADER, M. AND S. MORTON: “Benzodiazepine withdrawal syndrom”, Br. J. Psychiatry, 158: 435; 1991.
8. Franklin, J. y R. Frances: “Trastornos por consumo de alcohol y de otras sustancias psicoactivas”, en Hales R. y
S. Yudovsky: Tratado de Psiquiatría, 3 ed., Ed. Masson, Madrid, 2000.
9. AIZPIRI, J. Y J. F. MARCOS: Cannabis y alucinógenos, Ed. ACIPAIS, 1: 27-30, Málaga, España, 1995.
10. NAVARRO, R.: Cocaína, aspectos clínicos, tratamiento y rehabilitación, Ed. Libro Amigo, Lima, 1992.
11. ABOOD, M. E. AND B. R. MARTIN: “Neurobiology of marijuana abuse”, Trends Pharmacol. Sci, 13:201, 1992.
12. GREENSPOON, L. AND J. BACALAR: Marihuana The Forbiden Medicinal, Yale University Press, 1993.
13. NUÑEZ, L.: “Cannabis y psicosis. Relaciones etiopatológicas”, Adicciones, 9 (1) 129 – 143, 1997.
14. BALCELIS, M.: “Toxicología del Cannabis”, Rev. Adicciones, 12: supl. 2, 2000.
15. KAPLAN, H., B. SADOCK Y M. D. Grebb: Sinopsis de Psiquiatría. Trastornos relacionados con el alcohol, Ed. Médica
Panamericana S.A., 12: 409 – 423, 1996.
16. HIGGINS, S. T. AND A. J. BUDNEY : “Achieving cocaine abstinence with a behavioral approach”, Am. J. Psychiatry,
150:763 – 765, 1993.
17. ARIAS FERNÁNDEZ, F.: ”Las drogadicciones: Tragedia y esclavitud”, Cuba contra el narcotráfico – de víctimas a
centinelas, pp. 200 – 209, Ed. Política, La Habana, 2001.
18. WOOLVERTON, W. L. AND K. M. JOHNSON: “Neurobiology of cocaine abus”, Trends. Pharmacol. Sci., 13: 193 – 199,
1992.
19. STRANG, J., A. JOHNS AND W. CAAN: “Cocaine in the UK – 1991”, Br. J. Psychiatry, 1: 162 – 164, 1993.
20. MANDIBIL, B. Y J. EIZMENDI: “Antecedentes familiares en pacientes alcohólicas ingresadas”, XVIII Congreso
Sociedad Española Psiquiátrica, junio, 1990.
21. ULRICH, R. F. AND B. M. PATTEN: “The rise, decline, and of LSD”, Perspect Biol. Med., 34:561- 563, 1991.
22. AMAYA, D.: “ La drogadicción como enfermedad ”, Rev. Dominicana de Psiquiatría, 18 (1): 326 – 329, 1996.
23. ROPERT, R. MASSE: “Alcoholismo y Urgencia”, Psicopatología, 1:(3) 267 – 274, 1991.
24. FERNÁNDEZ, C. Y J. LORENTE: “Depresión y actividad cognitiva: Un estudio en comunidades terapéuticas para
toxicómanos”, Rev. Adicciones, 9(1): 61 – 78, 1997.
25. GRINSPOON, L. AND J. BAKALAR: “Alcohol abuse and dependence”, Mental Health Review, The Harvard Medical
School, 2:1 – 20, 1990.
26. CARBONELL MARÍN, C.: Familia, adolescencia y drogas, Simposium Regional de la Asociación Mundial de Psiq.
Social, Psicopatología, 10 (4) : 195 – 197, 1999
27. KOOB, G. F. AND L. MALDONADO: “Neural substrates of opiate withdrawal”, Trends Neurosci, 15:186 - 188, 1992.
28. LADEWIG, D. A.: “Opiate Maintinence and Abstinence: attitudes, treatment modalities and outcomes”, Drugs
Alcohol Dependence, 25: 245 - 248, 1990.
29. DI CHIARA, G. AND R. A. NORTH: “Neurobiology, pharmacology, and policy”, J. Psychoactive Drugs, 23:123 – 125,
1991.
30. MADDUX, J. F. AND D. P. DESMOND: “Metadone Maintinence and recovery from opioid dependence”, Am. Drugs.
Alcohol Abuse, 18: 63 – 66, 1992.
31. AZANZA, J.: Guía práctica de Psicofármacos, Opiáceos y Drogas de abuso, Ed. Roche, Madrid, España, 1994.
32. NAKAS, G. AND C. LATOUR: “The human toxicity of marijuana”, Med. J. Aust., 156:495 – 496, 1992.
33. LOBELOY, F. H. Y C. LINDEN: Intoxicación aguda y sobredosis medicamentosa, Mc Graw-Hill, 1991.
34. KAPLAN, H. Y B. SADOCK: Manual de Farmacoterapia en psiquiatría, Waverly Hispánica, S.A., Ed. Médica
Hispanoaméricana, 1993.
35. HURBULT, K. M.: “Induce Psychosis”, Emerg. Med. Clin. North Am., 9: 31 – 52, 1991.
36. CALAFAT, A.: “La representación social de las drogas de diseño en Europa”, XXIV Jornadas Nacionales
Socidrogalcohol, Libro de Actas, pp. 39-61, Valencia, España.
CAPÍTULO 4 . ALCOHOLISMO, HOMBRE Y SOCIEDAD
En la actualidad, el alcoholismo es considerado como un fenómeno universal que
constituye uno de los primeros problemas de la salud pública en la mayoría de los países
del mundo, y está catalogado como el tercer problema sanitario de gravedad,
precedido solamente por las enfermedades neoplásicas y los procesos cardiovasculares.
Como es conocido, es la drogodependencia más expandida en el mundo, con la
característica de ser la única sustancia adictiva institucionalizada, que la sociedad
maneja con toda libertad. El alcohol reduce en aproximadamente diez años la
expectativa de vida y produce más fallecimientos que el abuso de cualquier otra
sustancia. Reportan cada año más de doscientos mil decesos vinculados con su uso,1 las
principales causas son el suicidio, los homicidios, el cáncer, las enfermedades cardíacas,
las hepáticas y más de la mitad de los accidentes del tránsito clasificados como graves.
En países de África y Asia se han perdido gran parte de los antiguos controles sociales o
religiosos que existían décadas atrás, mientras que en los países occidentales se ha
desarrollado un estilo de vida caracterizado por un consumo exagerado, lo que ha dado
como resultado que cerca del 70 % de la población mundial ingiera bebidas en diferentes
proporciones y que de ellas el 10 % aproximadamente pasarán a convertirse en
alcohólicos en el curso de sus vidas.
Según cálculos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el alcoholismo en
América Latina afecta a unos treinta y ocho millones de personas, lo que representa casi
el 10 % de la población adulta en una proporción de 10,4 hombres por cada mujer,
mientras que la Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Programa de AlcoholDrogas-Tabaco señala que Europa está considerada como el continente con más alto
consumo, producción y exportación de alcohol a nivel mundial, donde cada año
fallecen más de cincuenta y cinco mil jóvenes por el abuso de dicho tóxico.2
En México, la magnitud del problema se pone de manifiesto en algunas estimaciones
que señalan que cerca del 6 % de la población adulta es alcohólica, lo que representa
una cifra cercana a los dos millones de personas, las cirrosis alcohólicas están entre las
diez primeras causas de muerte y más del 35 % de los accidentes de tránsito son causados
por el alcohol. En Argentina existen más de dos millones y medio de alcohólicos; el 30 % de
los ingresos en los hospitales generales y el 50 % de los ingresos en las instituciones
psiquiátricas son por alcoholismo.
En los Estados Unidos este trastorno ocupa el tercer lugar en la lista de los problemas de
salud, allí se cuantifican más de veinte millones de personas alcohólicas, de las cuales
cerca de cinco millones son mujeres. En esta nación los costos sociales, tanto directos
como indirectos, se han estimado en más de ciento cincuenta billones de dólares,
valorados fundamentalmente en pérdidas en la producción, cuidados de la salud,
accidentes y delitos.3 Entre el 30 % y el 40 % de los adultos han presentado, por lo menos
una vez en sus vidas, algún problema derivado del consumo de alcohol, como son los
episodios de amnesia o blackout tras una intoxicación, conducción de vehículos en
estado de embriaguez y ausentismo escolar o laboral debido a la intoxicación etílica.
Existe una afectación considerable en su sistema de salud, pues cerca del 10 % de los
adultos que reciben atención médica privada son alcohólicos y entre el 15 % y el 40 % de
los ingresos en los hospitales estatales se deben a problemas relacionados con este tóxico.
Más hombres que mujeres consumen alcohol en la mayoría de los países, aunque estas
cifras se han estado igualando durante los últimos años, en tal proporción que en algunas
partes del mundo llega a ser en la actualidad de tres hombres por una mujer, lo que
refleja un incremento evidente de sus cifras.
En los varones el alcoholismo es más intenso entre los 18 y 20 años, disminuye en la
tercera década y se incrementa por segunda vez hacia los cuarenta. En las mujeres el
comportamiento es diferente; el pico más elevado se produce más tardíamente, entre los
25 y los 29 años, disminuye un poco en la cuarta década, para incrementarse de nuevo a
principios de la quinta.
Epidemiología
El consumo de alcohol varía notablemente según las áreas geográficas, es más común en
las zonas urbanas que en las rurales; aparece entre personas de cualquier nivel
socioeconómico con prevalencia muy elevada entre personas de clase social alta.
Internacionalmente se señala que más del 50 % de los alcohólicos tiene edades que
oscilan entre los 15 - 28 años y más del 65 % de ellos están en edad productiva; la
conducta de estos enfermos afecta emocionalmente a cinco personas como promedio,
entre los que se incluyen a los padres, hermanos, cónyuges e hijos, y el 80 % de los
divorcios tienen su origen en el alcoholismo.4 El 75 % de los estudiantes de nivel superior
consumen bebidas alcohólicas y más de setenta y cinco mil adolescentes se agregan
anualmente a las primeras etapas de la enfermedad.
De igual manera se señala la existencia de un riesgo suicida alto, de forma tal que
cerca del 54 % de los suicidios y el 77 % de las tentativas que ocurren en el mundo se
relacionan con el alcoholismo.
Los cuadros clínicos más frecuentes están relacionados con el abuso o la dependencia
del alcohol, al efecto carencial del tóxico, a la aparición de síntomas psicóticos y a la
presencia de trastornos psico-sociales derivados de la conducta adictiva. Los trastornos
ocasionados por el abuso o la dependencia del alcohol son de carácter agudo y se
expresan como cuadros de intoxicación o síntomas de abstinencia.
Los trastornos por efectos tóxico-carenciales se presentan por acción del alcohol sobre
el sistema nervioso central, fundamentalmente por déficit de tiamina y vitamina B12,
estados reversibles en las primeras etapas, en cuya etiología se consideran los factores de
malnutrición y avitaminosis.
En cuanto a la presencia de síntomas psicóticos relacionados con el consumo del
alcohol se mantiene la discusión de si en realidad lo que produce la sustancia es
simplemente el desencadenamiento de un trastorno subyacente y larvado.5
Por otra parte, el amplio espectro de repercusiones psico-sociales incorpora
circunstancias tanto familiares como laborales. En el entorno familiar los conflictos van
acompañados de escándalos, denuncias, agresividad verbal y física, con gran
afectación a la pareja por una vivencia llena de desajustes y degradación que llevan
comúnmente al divorcio. Gran cantidad de alcohólicos tienen antecedentes de esta
enfermedad en sus familiares de primer grado, es decir, los hijos de los alcohólicos
padecen con mayor frecuencia de alcoholismo, señalándose en ellos características
diferenciales como el inicio más precoz, la mayor severidad clínica y peor evolución,
elementos que han sido denominados alcoholismo familiar.6
Laboralmente el problema más corriente es el ausentismo, la incapacidad laboral
transitoria o permanente, como consecuencia de los numerosos trastornos físicos por los
accidentes que ocasiona esta adicción.
También son comunes las conductas antisociales, con mayor o menor degradación en
la personalidad, así como la propensión a cometer actos delictivos, afectación del orden
social, violencia doméstica, conducir en estado de embriaguez y otros delitos, los que se
producen con mayor frecuencia entre adolescentes y adultos jóvenes, que entre adultos
de edades más avanzadas.
Comorbilidad
La comorbilidad implica la presencia de un diagnóstico psiquiátrico adicional en una
persona con historia de alcoholismo; los cuadros más comúnmente asociados son el
trastorno antisocial de la personalidad y los trastornos afectivos por ansiedad, depresión y
fobias. En las mujeres predomina la llamada personalidad bordeline7 caracterizada por
marcada irritabilidad, pobre control de sus impulsos y deficiente autoestima. Por otro lado,
también es frecuente encontrar en ellas la codependencia con otras drogas, entre las
que predomina el uso de tranquilizantes, anfetaminas e hipnóticos.
La historia familiar positiva de depresión previa al alcoholismo o a la adicción a otras
sustancias, así como una historia de depresión mayor durante los períodos de sobriedad,
nos orientan al uso de la terapéutica antidepresiva, la cual podrá iniciarse incluso antes
del tratamiento antialcohólico.
Estudios daneses sobre adopción demostraron que el 30 % de las hijas de alcohólicos
que no fueron criadas por sus padres biológicos recibieron tratamientos por depresión.
Otros estudios han demostrado que aquellos pacientes consumidores excesivos diarios e
historia familiar de alcoholismo, tienen un riesgo suicida muy alto, de forma tal que cerca
del 77 % de las tentativas de suicidio y el 54 % de los suicidios consumados están
estrechamente relacionados con el alcoholismo, lo que se incrementa con otros factores
como la presencia de un episodio depresivo profundo, sistemas de apoyo psico-social
muy poco consistentes, la existencia de una enfermedad médica importante, el
desempleo y la vida solitaria.8
Tratar de aliviar la ansiedad con alcohol es una costumbre muy arraigada en la
población por lo que es punto de referencia frecuente en la literatura médica. Muchas
personas pueden presentar síntomas de ansiedad asociados a manifestaciones fóbicas y
es común que utilicen el alcohol para reducir dicha ansiedad y controlar sus miedos, pero
no tienen en cuenta que esto progresivamente convertirá al alcohol en un reforzador
negativo capaz de potencializar los mecanismos de la adicción.
Los pacientes que presentan un trastorno bipolar tipo I tienen un riesgo muy elevado
para desarrollar una dependencia alcohólica, pues frecuentemente pueden utilizar el
alcohol en sus episodios maníacos.
La tasa de morbilidad entre los alcohólicos es muy alta, se reporta que cerca del 25 %
de los ingresados en los hospitales generales son por complicaciones derivadas del
alcoholismo,9 la tasa de mortalidad es 2,5 veces superior a la tasa normal, la muerte por
accidente es siete veces más alta que en la población general y la tasa de suicidio es
también 2,5 veces mayor que en el resto de la población. Existe una estrecha relación
entre el proceso de alcoholización con diferentes manifestaciones de crisis reflejados en
los casos de muertes violentas, suicidios, accidentes de tránsito, accidentes laborales,
violencia hogareña y asociación a otras drogadicciones.
Etiopatogenia
Los mecanismos etiopatogénicos, en la instalación del alcoholismo, se formulan a partir de
la obtención de datos genéticos, neurofisiológicos y bioquímicos. En los estudios realizados
por Goodwin con hijos adoptados cuyos padres biológicos eran alcohólicos, encontró
niveles de alcoholismo cinco veces más frecuentes que en aquellos cuyos padres
biológicos no lo eran. Pollock señala que la tasa de alcoholismo en las hijas de mujeres
alcohólicas es superior a la de los hijos varones, mientras que Winokkour plantea una alta
incidencia de alcoholismo en hijos varones de madres con trastornos afectivos, y en
mujeres con trastornos afectivos hijas de padres alcohólicos.10 A partir de estos análisis se
ha formulado la hipótesis de que en algunas familias el alcoholismo puede representar
una variedad del llamado espectro depresivo ligado al sexo.
Entre los hallazgos neurofisiológicos está el que en muchos pacientes alcohólicos
aparece un patrón electroencefalográfico caracterizado por la presencia de ondas
α lentas y ondas β rápidas, que se modifican con discretas dosis de alcohol, estas se
repiten con relativa frecuencia entre sus hijos. Los estudios experimentales han identificado
en las pruebas de potenciales evocados, en niños con historia de trastornos por déficit de
atención y alteraciones neurocognitivas, menor amplitud en la onda P300; este hecho se
ha asociado a un aumento del riesgo de convertirse en adultos cuyos trastornos están
relacionados con el alcohol.11
Se señalan como los aspectos psicosociales determinantes o causales del alcoholismo
las características de personalidad, los conflictos emocionales, factores de aprendizaje y
otros relacionados con el medio social.
En el proceso de uso-abuso-adicción al alcohol se ponen de manifiesto algunos
factores que facilitan, o disminuyen, la magnitud de su consumo, los que se han
identificado como factores de riesgo y de protección, y pueden actuar como
mediadores en el grado de vulnerabilidad del sujeto.
La literatura médica de finales de la década del setenta hace referencia a la
vulnerabilidad psicosocial12 vinculando los elementos de rasgos de personalidad,
conflictos intra-psíquicos, distintos tipos de aprendizaje y otros factores familiares,
culturales, ocupacionales y económicos, como factores de riesgo en la etiología de
numerosas afecciones, tanto orgánicas como psicológicas, las cuales asociadas a
elementos propios de la vulnerabilidad biológica como son las condiciones
constitucionales, genéticas, edad, sexo y otros, favorecerían el desarrollo del alcoholismo.
En relación con los factores sociales, se da gran importancia a los que son
dependientes del medio donde se desenvuelve el sujeto, las tensiones que surgen como
resultado de sus conflictos sociales, el desempleo, la carencia de educación, la falta de
atención médica, la delincuencia y la violencia.
Las actitudes ante el alcohol como factores socioculturales preestablecidos, son
expresiones identificadas de acuerdo con las diferentes culturas: existen las culturas
abstinentes, las permisivas condicionales y las permisivas incondicionales.13 Las primeras
son conservadoras y generalmente están asociadas a patrones religiosos muy profundos,
las permisivas presentan patrones culturales más liberales en cuanto a la tolerancia del
consumo de alcohol, las condicionales rechazan la embriaguez, y las incondicionales
toleran la embriaguez y no critican los momentos desagradables y las situaciones
peligrosas que esta desencadena.
Otros aspectos que deben ser analizados están relacionados con el desarrollo de la
industria licorera y la categoría vitivinícola de un país y que constituye un renglón básico
en su economía.
La educación popular podrá permitir la selectividad del consumo de sustancias
alcohólicas con diferentes gradaciones, como es la elección entre cervezas y vinos,
sustancias de menor gradación, y el consumo de los diferentes tipos de bebidas
destiladas, que son las de mayor alcance.
La accesibilidad a la población para adquirir estas sustancias, relacionadas con los
lugares de ventas, precios, prohibición de venta a menores, así como otros factores
asociados al empleo del tiempo libre y las recreaciones desvinculadas con el consumo
del alcohol y la tradición en la utilización de bebidas sustitutivas como refrescos, jugos,
café, té, mate u otras ajenas al alcohol.
La disminución del nivel de propaganda para la promoción y venta de licores, la
proporción de trabajadores en labores que implican riesgo alcohólico, y la calidad de los
servicios médicos para la atención adecuada del paciente alcohólico, también deben
ser tenidas en cuenta como estrategias básicas.14
Factores de riesgo
El alcoholismo en la población de riesgo es un aspecto importante que debe ser
analizado; se identifican como los más proclives a padecerlo las mujeres y los niñosadolescentes.
Según los criterios de la OMS, el consumo de alcohol en adolescentes se inicia a los 11,7
años,15 su desarrollo en varios países se reporta de la siguiente manera: en Canadá, el 40 %
de los adolescentes comienza a beber a los 12 años; en Inglaterra, los varones se inician
en el consumo de alcohol a los 13 años; en Suiza, los jóvenes comienzan a consumirlo a los
12 años; en Colombia el 76 % de ellos beben a los 17 años; en la India, el 47 % de los
estudiantes universitarios beben una vez por semana; en EE.UU. el 42 % de los varones y el
15 % de las hembras desde los 17 años también beben una vez por semana.
Datos del US Department of Health, Education and Welfare16 señalan que cerca del 75
% de las muertes de los jóvenes en EE.UU., se deben a accidentes, homicidios y suicidios,
los que están estrechamente relacionados con conductas antisociales, consumo
exagerado de bebidas alcohólicas y estados de embriaguez frecuentes, asociación de
bebidas alcohólicas con sustancias psicotropas y consumo de diferentes drogas.
Otro grupo considerado de riesgo es el que corresponde al adulto mayor por los
muchos factores de diversa índole facilitadores del alcoholismo, como son: el deterioro del
juicio, y del pensamiento abstracto, falta de control de los impulsos, empobrecimiento del
lenguaje y de la habilidad para la expresión verbal, así como cambios en la personalidad
que se expresan con apatía, irritabilidad y agresividad.17
El alcoholismo en estas personas de la tercera edad acelera el proceso de
envejecimiento y precipita complicaciones médicas graves, sobre todo cuando se asocia
a depresión, insomnio y ansiedad. Todo lo anterior incrementa el peligro de suicidio.
Se han señalado algunos elementos clínicos como específicos del alcoholismo en los
ancianos, entre ellos se destacan los síntomas de intoxicación por impregnación tóxica o
por déficit en la abstinencia, las ingestas a escondidas, los comportamientos inadecuados
y otros síntomas inespecíficos como abandono personal, incontinencia emocional,
confusión mental con deterioro y tendencia a la demencia, desconfianza paranoide,
caídas y otros accidentes.18
Complicaciones
Debemos recordar que el consumo de alcohol conduce a la aparición de otras
patologías pertenecientes al grupo de los trastornos neuropsiquiátricos, que pueden ser
agudas —como la intoxicación alcohólica y el delirium tremens— o de evolución crónica,
según se observa en la celotipia y en la psicosis de Korsakoff.
También se presentan trastornos orgánicos —ya sea por hepatopatías y afecciones
pancreáticas agudas y crónicas— como por las neuropatías por déficit del complejo B, y
las neoplasias en el trayecto del aparato digestivo.
Urgencia médica
Otro aspecto importante que se debe valorar es la urgencia en el alcoholismo, y
destacarse en ella las diferencias entre la urgencia médica y la intervención de urgencia.
La urgencia médica puede responder a varias situaciones: desde las causas puramente
somáticas secundarias al consumo o a la abstinencia del alcohol, hasta otras
complicaciones ocasionadas por caídas, actos suicidas y lesiones por accidentes
laborales o de tránsito, las que con frecuencia permiten iniciar un tratamiento contra el
consumo de esta sustancia que hasta entonces el paciente había eludido.
El síndrome de abstinencia es quizás el trastorno más común en la urgencia, y es el que
mantiene atado al individuo a su condición de alcohólico: aparece tras una privación de
consumo de alcohol entre uno y cinco días, y sus síntomas pueden ser orgánicos,
neurovegetativos y psíquicos, los más frecuentes son la ansiedad, sudoración, temblores,
desorientación, trastornos de la percepción con ilusiones y alucinaciones visuales —de
inicio nocturnas y luego diurnas—, trastornos de la memoria predominantemente
lacunares, insomnio de conciliación o despertar precoz y déficit de conciencia con
episodios nocturnos aislados en los primeros momentos hasta incrementarse con
manifestaciones notorias constantes y persistentes.
Por otra parte, la intervención de urgencia está relacionada con situaciones conflictivas
acompañadas de una alta carga dramática en las demandas familiares,19 como son
actos de violencia hogareña, maltrato físico, carencia de atención a menores, u otras,
que necesitan un manejo psicoterapéutico en el cual quedará involucrada la familia.
La mayoría de las veces el paciente alcohólico llega a una urgencia después de
muchos años con esta enfermedad, cuando está seriamente complicado, además de la
urgencia médica, con un problema legal o un grave conflicto familiar, porque no siempre
resulta fácil lograr que sea el propio enfermo quien reclame atención profesional para
eliminar su adicción.
Abordaje terapéutico
Prochaska, Di Clemente y Norcross20 describieron, en 1992, sus observaciones sobre las
personas sometidas a tratamiento por alguna adicción, y señalaron que en su fase inicial,
denominada fase precontemplativa, quien primero desconoce lo que está ocurriendo es
el paciente, cuando se percata —después de mucho tiempo— de su propia situación
pasa a la fase contemplativa, que lo prepara para establecer la conciencia de la
existencia de un problema que debe superar.
Posteriormente aparece la fase preparatoria, en esta sus reflexiones establecen una
ambivalencia hacia el tóxico al sentirse en conflicto de intereses entre dos sentimientos
contrapuestos —ejemplo tomar- no tomar—. Al superarla entra en la fase de acción, en la
cual junto a la abstinencia aparecerán cambios en el estilo de vida, para finalmente
lograr la fase de prevención de recaídas, donde alcanza el pleno conocimiento de que
podrá recaer si reinicia el consumo de la sustancia.
Según el criterio del profesor Ricardo González21, para lograr efectividad en el
tratamiento al paciente alcohólico, este debe pasar por las etapas siguientes:
•
•
•
•
Fase de convenio o alianza entre el enfermo y el terapeuta.
Fase de desintoxicación.
Fase de deshabituación.
Fase de desarrollo del nuevo estilo de vida.
El convenio o alianza es fundamental para iniciar el tratamiento, en este se hace
evidente que dicha persona tiene necesidad de salir adelante ya que siente al alcohol
como un enemigo y no como un aliado; solo así tendrá éxito y no cuando lo haga movido
por presiones ajenas a su propio deseo de curarse. En la fase de desintoxicación vence la
dependencia biológica y mejora el estado físico de los daños producidos por el tóxico.
Durante la deshabituación se utilizarán los recursos necesarios para romper la
costumbre del consumo alcohólico y podrán emplearse diferentes técnicas alternativas.
Ya en las modificaciones del estilo de vida es necesario reactivar sus intereses familiares,
laborales, recreativos, culturales, deportivos y sociales en general, experiencias asociadas
a alto significado emocional que actuarán como reforzadores positivos de la conducta.22
Notas
1. ROY, A. AND J. DE JONG: “Depression among alcoholic. Relationship to clinical and cerebrospinal fluid
variables”, Arch. Gen. Psychiatry, 48: 428 – 429, 1991.
2. Substance Abuse. Let’s Talk Facts About... Alcohol abuse, APA, Joint Commission on Public Affairs and the
Division, 1994.
3. VAGLUM, S., P. VAGLUM: “Phases on the way to alcoholism in female psychiatric patients”, Acta Psychiat. Scand,
76: 183-192, 1997.
4. VELAZCO, R.: Las adicciones, impactos y perspectivas, Secretaría de Salud, México D.F., 1994.
5. MICHAEL, G., M. MADIANOS: “Adolescent drinking and alcohol-related problems in a Nationwide General
Population”, The internat.Journal of the Addictions, 29:12 1581-1599, 1994.
6. MURPHY, G. E., R. D. WETZEL: “Multiple risk factors predict suicide in alcoholism”, Arch. Gen. Psychiatry, 49: 459 –
460, 1992.
7. VALBUENA-BRIONES, A.: Avances en toxicomanías y alcoholismo, Servicio de Publicaciones, Universidad de
Alcalá, 1996.
8. GARCÍA-ROLDAN, J. L., A. RUBIO PÉREZ: “Criterios de clasificación de los adolescentes que consumen alcohol”,
Rev. Esp. Drogodependencia, 16:2 135-149, 1991.
9. MONTANER, A., C. BRAVO: “Repercusión del alcoholismo en la vida laboral”, Rev. Esp. de Drogodependencia,
18:1 33-38, 1993.
10. GOODWIN, D. W.: “Genetic component of Alcoholism”, Ann. Rev. Medicin, 32:93 – 99, 1991.
11. WETTERLING, T., C. VELTRUP: “Anticraving drugs, a new therapeutic strategy for the relapse prevention of
alcoholics”, Neurol. Psychiat., 11:(1) 5-31, 1997.
12. GOLDMAN, H.: “Trastornos por el uso de substancias psicoactivas: alcohol”, Psiquiatría General, 302-314, Ed.
Manual Moderno S. A., 1989.
13. GONZÁLEZ, R.: “La epidemiología del alcoholismo. Sus objetivos y obstáculos”, Revista H.P.H., 27 (2): 177-190,
1996.
14. __________: “Tratamiento del alcoholismo ”, Rev. Esp. Drogodependencia, 15 (3): 150-167, 1990.
15. LLORCA RAMÓN, G.: “Alcoholismo”, Cuadernos de Psiquiatría, Universidad de Salamanca, Ed. Europharma,
España, 1995.
16. WHOQOL Groupe: “Study protocol for the Word Health Organization proyect to develop a Quality of Live
Assessment”, Instrumentec quality of the life Res, 2:2 153-159, 1993.
17. GONZÁLEZ, R., A. MATEO: “Repercusión neuropsíquica del consumo abusivo del alcohol”, Revista Dominicana de
Psiquiatría, 4:1 9 – 16, 1991.
18. RAWSON, R.: “Is Psychoterapy effective for substance abusers”, Psychotherapy and substance abuse, Ed.
Washton a the Guilford Press, New York, 1995.
19. ALONSO, C., R. RODRÍGUEZ: “Efectividad de la campaña ¿Qué tomas? de prevención de consumo de bebidas
alcohólicas”, Adicciones, 8:(4) 501-512, 1996.
20. PROCHASKA, J., C. DI CLEMENTE AND J. NORCROSS: “In search of how people change: Aplications to addictive
behaviorus”, American Psychologist, 47:11 1102-1114, 1992.
21. ALONSO FERNÁNDEZ, F.: Alcoholdependencia. Personalidad del alcohólico, 3 ed., Ed. Masson, Salvat, Madrid.
1992.
22. ESPINOSA, A.: “El proyecto global de Cienfuegos: Una estrategia de intervención comunitaria”, Rev. Cub. de
Medicina General Integral, 9:(3) 258-264, 1993.
CAPÍTULO 5. TRASTORNO
POR DÉFICIT DE ATENCIÓN E HIPERACTIVIDAD Y
VULNERABILIDAD EN EL DESARROLLO DE LAS ADICCIONES
Desarrollo histórico
El Trastorno por Déficit Atentivo con Hiperkinesia (TDAH) en niños es un síndrome
neuropsiquiátrico reportado internacionalmente con una elevada frecuencia, que
apareció descrito por primera vez en la literatura médica en el siglo XVII, con el nombre del
médico alemán que lo describió: Síndrome de Krankheit.
No se encontraron otros reportes sobre niños con estas particularidades hasta el siglo XX,
cuando Still sistematizó por primera vez el cuadro clínico en 1902, describiendo a niños con
actividad motora excesiva y pobre control de impulsos.1 Wender lo denominó daño
cerebral mínimo en los años treinta de dicho siglo, y recibió desde entonces diferentes
nombres, hasta la actualidad en que se debate entre dos nomenclaturas: Trastorno por
Déficit Atentivo con Hiperkinesia (TDAH) y Trastorno hiperquinético,2 según las dos grandes
clasificaciones contemporáneas, el DSM-IV y la CIE-10, respectivamente.
Bradley, en 1937, realizó el primer reporte del uso de psicoestimulantes en el tratamiento
de este cuadro,3 y consideró paradójico el efecto favorable obtenido con dichos
fármacos.
El metilfenidato se descubrió en 1955 y comenzó a usarse en el tratamiento de los
afectados, se reportaron resultados satisfactorios en diferentes estudios.4 Rapaport en la
década del setenta del pasado siglo, describió el mecanismo de acción de dicho
fármaco y señaló que entre el 70 % - 80 % de los sujetos que lo padecen responden
favorablemente a su uso.5 Wender, en 1971, valoró la hipótesis etiológica relacionada con
alteraciones en el metabolismo dopaminérgico.
El desarrollo logrado en la denominada década de cerebro, señala la presencia de
alteraciones morfológicas y funcionales en diferentes estudios imagenológicos y
neurofisiológicos, tales como la electroencefalografía, resonancia magnética nuclear,
tomografía por emisión de positrones, potenciales evocados y otros, que abordan su
etiología como un trastorno neuropsiquiátrico6 relacionándola con un déficit en la
transmisión de dopamina y noradrenalina entre los ganglios basales y la corteza
prefrontal.
Características clínicas del TDAH en la infancia
• Prevalencia de 3 % – 10 % en la población escolar.
• Predominio de varones, proporción 4 / 1.
• Hiperactividad – hiperkinesia.
• Falla en el control de la atención, de los impulsos y de la agresividad.
• Labilidad emocional y baja tolerancia a las frustraciones.
• Irritabilidad y trastornos en el sueño desde el primer año de vida.
• Son caprichosos y presentan conductas disruptivas.
• Retraso en habilidades cognitivas.
• Torpeza motora, trastornos de memorización y problemas en el rendimiento escolar.
• Dificultades en las relaciones interpersonales.
• Respuestas paradójicas con la ingestión
antihistamínicos.
de
barbitúricos,
benzodiazepinas
y
De acuerdo con la sintomatología predominante se dividen en tres subtipos:
a)
b)
c)
Predominantemente hiperactivo impulsivo.
Predomina la desatención.
Combinado.
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) aparece generalmente
durante la infancia temprana y afectan a un grupo importante de niños, en una
proporción que oscila entre el 5 % y el 20 % de la población infantil mundial.7
Investigaciones realizadas en los últimos años han mostrado que este no es un desorden
exclusivo de la niñez, ya que una gran cantidad de las personas a las que se les
diagnosticó este trastorno durante la infancia siguen presentando síntomas a lo largo de
sus vidas. La remisión de estos cuadros ocurre habitualmente entre los 12 y 20 años de
edad, y pueden tener una adolescencia sana, con relaciones interpersonales gratificantes
y escasas secuelas, pero en otros casos la remisión es parcial, con algunas modificaciones
en el cuadro sintomatológico.8
En muchos de estos adolescentes ocurre una transformación desconcertante, el alto
nivel de actividad física de la niñez tiende a desaparecer, dándole paso a otros
comportamientos inadecuados que provocan irritación, enfado y conflictos
interpersonales; hay impulsividad, desorganización, dificultad para alcanzar buenos
resultados académicos, limitaciones en el manejo de las actividades hogareñas, pobreza
en sus relaciones, escasa habilidad para el trabajo y frecuentes cambios de lugar, lo que
dificulta su desarrollo en los negocios y más aún para alcanzar sus metas.9
Estos jóvenes son más movidos e infatigables que otros adolescentes, aunque en
ocasiones este estado puede ser más bien subjetivo sin que sea observable externamente,
pero estas manifestaciones asociadas al déficit de atención traen secundariamente
importantes retrasos en el aprendizaje, en particular, los de naturaleza cognitiva.10
Otro trastorno común está en las dificultades que estos jóvenes tienen para ejercer
control sobre la intensidad de sus reacciones emocionales ante los acontecimientos de su
vida, suelen ser limitados en el control fino de sus movimientos, a lo que se añade la
dificultad para encontrar motivaciones en tareas sin recompensa inmediata o que no les
resultan atractivas, todos estos elementos le dan una imagen de inmadurez e infantilismo.
Es también característico de estos jóvenes mostrar una variabilidad considerable en su
rendimiento, en cuanto a calidad, cantidad e incluso rapidez en su trabajo, y fracasan a
la hora de mantener un determinado patrón de productividad, además, el déficit de
atención explica las deficiencias de memoria que pueden aparecer.11
Cuando se combinan los efectos del déficit atencional y de la hiperkinesia, dificultades
cognitivas, problemas para memorizar, déficit de regulación de las emociones y torpeza
motriz, dan como resultado aprendizajes incompletos o incorrectos de habilidades básicas
para un buen rendimiento académico, aumenta el riesgo de no conseguir aprender al
ritmo de sus compañeros y acumular retrasos progresivos, que pueden llegar a constituir
un verdadero fracaso escolar.
Según el Profesor Rothe12 la evolución en los adolescentes sigue tres rutas posibles:
• Retardo en el desarrollo. Aproximadamente en el 30 % de los casos los síntomas
desaparecerán completamente después de la adolescencia.
• Exposición continua. Este grupo lo integran entre el 30 % y 40 % de los casos y en
ellos persistirán los síntomas en la edad adulta, predominantemente los del tipo de
distracción.
• Decadencia en el desarrollo. También constituyen el 30 % aproximado de la
población con TDAH, los cuales continuarán desarrollando trastornos
psicopatológicos serios en la adultez, tales como depresión, uso abusivo de
sustancias y trastornos de conducta.
En la adolescencia se producen no sólo los cambios físicos de la pubertad, sino también
el establecimiento de una identidad individual, la progresiva desvinculación de la familia,
la utilización de mayor competencia intelectual y el desarrollo de potencialidades
ocupacionales y recreativas. Estos factores se consideran como variables bio-sociales
facilitadoras del desarrollo de la vulnerabilidad biológica y psicosocial,13 que incluye las
condiciones constitucionales-genéticas, edad, sexo, desarrollo de la personalidad,
conflictos intra-psíquicos y distintos tipos de aprendizajes, que transcurren
satisfactoriamente en el adolescente sano, pero que podrán desempeñarse como
factores de riesgo en el joven con comportamientos problemáticos, cuya conducta
tiende a la impulsividad, agresividad, rebeldía —con énfasis en la independencia
personal— y tendencia a actividades peligrosas relacionadas con los accidentes,
promiscuidad y otras expresiones de daño en la salud mental.14
Características clínicas
del TDAH en la adolescencia
• Dificultad de concentración durante el aprendizaje.
• Problemas para utilizar adecuadamente el tiempo.
• Dificultad para realizar tareas que requieren atención periódica.
• Escasas motivaciones en actividades sin recompensa inmediata.
• Estilo de vida desorganizada.
• Pobres relaciones interpersonales.
• Pobre habilidad para el trabajo, escaso desarrollo y frecuentes cambios.
• Las niñas presentan limitaciones en el manejo de las actividades hogareñas.
• Dificultad en el control de sus reacciones emocionales.
• La combinación de déficit atencional, dificultades cognitivas, alteraciones en la
regulación de las emociones, trastornos de memoria y torpeza motriz, aumentan los
riesgos de fracaso escolar.
Correlación entre TDAH y adicciones
En los últimos años se han venido acumulando datos sobre una importante asociación
entre el trastorno por déficit de atención e hiperactividad con el desarrollo de las
adicciones en los adolescentes, dado que ambos trastornos comparten aspectos clínicos
y marcadores biológicos similares, identificándose alteraciones en los mismos sistemas
cerebrales.15
Las adicciones y el TDAH comparten ciertas características:
• Los dos trastornos son más frecuentes en varones.
• Presentan una elevada comorbilidad con trastornos de ansiedad, depresión y,
sobre todo, con el trastorno antisocial de la personalidad.16
• Los trastornos comorbidos radican en expresiones variadas en el estado de ánimo,
donde la depresión aparece como el cuadro más común.
• Existe una similitud fenomenológica entre la impulsividad esencial del TDAH,
caracterizada por la dificultad para inhibir una respuesta conductual y la vivencia
de incapacidad para controlar el impulso de consumir una sustancia, que
caracteriza la pérdida de control en los adictos.
Se ha observado una elevada prevalencia de TDAH durante la infancia en adultos que
presentan adicciones, independientemente de la persistencia o no de estos síntomas; en
estudios realizados en adictos a la cocaína y opioides se reportan antecedentes de TDAH
en porcentajes variables que fluctúan entre el 17 % y el 45 %. En otros estudios sobre
alcohólicos se encontró hasta un 33 % de pacientes con cuadros de TDAH en la infancia.17
Otros elementos que señalan puntos comunes son las investigaciones neurofisiológicas,
así, en los adolescentes consumidores de alcohol, el efecto depende de factores
individuales y del tiempo de consumo de esta sustancia, es por ello que los resultados del
EEG pueden ser variados, desde una aparente normalidad o con modificaciones en la
actividad de base, paroxismo o actividad lenta, con disminución de la frecuencia de la
banda alfa, así como aumento de la cantidad de ondas theta y delta.18
Entre los consumidores de droga se muestran alteraciones tanto durante la fase de
consumo como en el período de abstinencia, con aparición de actividad theta rítmica no
reactiva y andanadas rítmicas de ondas delta. El EEG cuantitativo de adolescentes con
TDAH también revela cambios con la aparición de ondas beta y theta y un incremento en
la actividad de ondas lentas en áreas medio frontales, con disminución de la actividad
beta.
Los estudios experimentales en niños con historia de trastornos por déficit de atención y
alteraciones neuro-cognitivas, han identificado en las pruebas de potenciales evocados
menor amplitud en la onda P300.19 El hallazgo más frecuente en pacientes alcohólicos se
caracteriza por una disminución de la amplitud y aumento de la latencia de dicha onda
lo que se hace más notable a medida que la dosis ingerida y el tiempo transcurrido son
mayores, sobre todo, con potenciales evocados visuales; algunos investigadores señalan
que se han encontrado también en niños y adultos jóvenes sanos con antecedentes
familiares de alcoholismo.
Las investigaciones de imágenes cerebrales que apoyan el diagnóstico de TDAH
aportan los siguientes elementos: en la resonancia magnética se observa disminución del
volumen del núcleo caudado en el lóbulo derecho. La tomografía por emisión de
positrones presenta una disminución del metabolismo de la glucosa en los ganglios
basales, en las áreas que regulan los movimientos corporales y las conductas.20 En algunos
casos hay disminución de la actividad de la corteza frontal, lo cual puede explicar sus
dificultades para la planificación, juicios y tiempo de percepción.
Aunque aún no existen pruebas diagnósticas válidas, progresivamente se van
acumulando datos que corroboran la presencia de alteraciones neuro-estructurales y
fisiopatológicas en estos pacientes explicativas de sus características y funcionamiento.
Estudios retrospectivos
en adultos con adicciones
El reconocimiento cada vez mayor de la importancia de las consecuencias de padecer
un TDAH en la infancia ha llevado al estudio en adultos de elementos que pudieran
apoyar el diagnóstico retrospectivo de TDAH.
Sobre los factores de vulnerabilidad al alcoholismo y sobre la etiopatogenia y
fisiopatología del TDAH, se ha propuesto la existencia de una disfunción fronto-estriatal21
de origen diverso (genético o adquirido) como responsable de la existencia clínica de
TDAH durante la infancia y de una mayor vulnerabilidad a las adicciones en la vida
adulta.22 Dicho trastorno daría lugar a un síndrome clínico observable en un subgrupo de
pacientes alcohólicos, los que a su vez tendrían:
• Manifestaciones clínicas de TDAH durante la infancia con posible persistencia
sintomática en la vida adulta.
• Alcoholismo con un curso y características clínicas particulares, dadas por inicio
precoz, mayor severidad, marcada pérdida de control, propensión a la
comorbilidad con otras adicciones, y rasgos de personalidad antisocial.
• Marcadores biológicos específicos, en particular con alteraciones en la onda P300,
alteraciones en pruebas de imagen y neuropsicológicas.
Tengamos en cuenta que la presencia de ambos trastornos representa un elemento
que hace que el pronóstico sea más delicado, que no elaborar el diagnóstico de TDAH en
la niñez traerá aparejado una adolescencia problemática y este será otro factor de riesgo
para el desarrollo de la drogadicción en el adolescente.
Notas
1. “Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder: An Update”, South Med. J., 957: 743-749, 2002.
2. BRETÓN, J.J., J. P. BORGERÓN-VALLE, C. BERTHIAUME, N. GAUDET, J. LAMBERT et al: “Québec Child mental health survey
prevalence of DSM-III mental health disorders”, J. Child Psychol. Psychiatry, 333:162-8, 1999.
3. “Attention-Deficit and Disruptive Behavior Disorders”, Diagnostic Criteria from DSM – IV, American Psychiatric
Association, pp. 63-69, 1994.
4. POPPER, C. W.: “Pharmacologic alternatives to psychostimulants for the treatment of attentiondeficit/hyperactivity disorders”, Child Adolesc. Psychiatry Clin. N. Am., 9: 605-646, 2000.
5. KING, V. L., R. K. BROONER, M. S. KIDORT, K. B. STOLLER, A. F. MIRSKY: “Attention deficit hyperactivity disorder and
treatment outcome in opioid abuser entering treatment”, J. Nerv. Ment. Dis., 187;487-95, 1999.
6. FRISTAD, M. A., E. B. WELLER, R. A. WELLER: “The Mania Rating Scale: can it be used in children? A preliminary
report”, J. Am. Acad. Child Adlesc. Psychiatry, 31: 252 – 257, 1992.
7. GÓMEZ, R., J. HARVEY, C. QUICK, L. SCHARER, G. HARRIS: “DSM – IV AD/HD: confirmatory factor models prevalence
and age differences based on parent and teacher rating of Australian primary school children”, J. Clin.
Psychol. Psychiat., 40:265-74, 1999.
8. FERGUSON J. H.: “National Institutes of Health consensus development conference statement: diagnosis and
treatment of attention-deficit/hyperactivity disorders (ADHD)”, J. Am. Acad. Child. Adolesc. Psychiatr. Clin. N.
Am., 9: 605-646, 2000.
9. RHODE, L. A., J. BIEDEMEN, E. A. BUSNELIO, H. ZIMMERMANN, S. SCHMITZ MARTINS: “Tramontina S. ADHD in school sample
of Brazilian adolescent: a study of prevalence comorbid conditions and impairments”, J. Am. Aced. Child.
Adolesc. Psychiatry, 38: 716-22, 1999.
10. CARLSON, G. A.: “Juvenile mania versus ADHD”, J. Am. Acad. Child. Adolesc. Psychiatry, 38: 468-476, 1999.
11. BABINSKI, L. M., C.S. HARTEOUGH, N. M. LAMBERT: “Childhood Conduct Problems. Hyperactivity, impulsivity and
inattention of adult criminal activity”, J. Child. Psychol. Psychiatry, 40;347-55, 1999.
12. ROTHE, E.: “Diagnóstico diferencial entre el TDAH, trastornos del humor y trastornos de conducta en la
población infanto-juvenil. Programa de Asesoría Escolar”, Rev. Psicofarmacología, Jackson Memorial
Hospital, 2003.
13. SAÍZ RUIZ, L., A. IBAÑEZ CUADRADO, M. DÍAZ MARSA: “El trastorno por déficit de atención a hiperactividad en el
adulto”, Actas Luso-Esp. Neurol. Psiquiatr. Cienc. Afines, 24:135-40, 1996.
14. BIEDERMAN, J., S. V. FARONE, T. SPENCER, et al: “Patterns of psychiatric comorbidity and psychosocial functioning in
adults with attention deficit hyperactivity disorders”, Am. J. Psychiatry, 150:1792-1798, 1993.
15. KIM, E. Y D. MIKLOWITZ: “Manía infanto-juvenil, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y trastorno de
conducta: una revisión crítica de dilemas diagnósticos”, Bipolar Disorders. Ars Medica, 1:2 85-94, 2003.
16. KAPLAN, H. I., B. J. SADOCK: “Attention deficit disorders”, Synopsis of Psychiatry, 8 ed., pp. 1193-1200, Baltimore,
Williams & Wilkins Co., 1998.
17. HUNT, R. D.: “Nosology, neurobiology and clinical patterns of ADHD in adults”, Psychiatr. Ann., 27:572-581, 1997.
18. WOOD, D., P. H. WENDER: “The prevalence of Attention Deficit Disorder: residual type of Minimal Brain
Dysfunction in a population of male alcoholic patients”, Am. J. Psychiatry, 140: 35-38, 1983.
19. TEJEIRO, R.: “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en adultos. Diagnóstico y
tratamiento”, Psiquiatría.com Interpsiquis, 2003.
20. GELLER, B., K. WARNER, M. WILLIANS: “Pre-pubertal and young adolescent bipolarity versus ADHD, assessment and
validity using the WASH-U”, J. Affect. Disord., 51: 93-100, 1998.
21. PONCE, R., C. RODRÍGUEZ, R. PÉREZ: “Trastorno por déficit de atención y vulnerabilidad al desarrollo del
alcoholismo: empleo de la Wender-Utah Rating Scale para el diagnóstico retrospectivo de TDAH en la
infancia de pacientes alcohólicos”, Actas Españolas de Psiquiatría, 28: 357-366, 2000.
22. Lubar, J. F., J. O. Lubar: “Neurofeedback assessment and treatment for attention deficit/hyperactivity
disorders. Introduction to Quantitative EEG and Neurofeedback”, Academic Press, pp. 103-142, Evans JR,
Arbaranel A (ed.) San Diego, 1999.
CAPÍTULO 6. ALCOHOLISMO FEMENINO: UNA
PROBLEMÁTICA SOCIAL
Las últimas décadas han sido testigos de importantes cambios en la vida social de la
mujer; en la familia se escenificaron las primeras modificaciones del rol femenino cuando
millones de ellas se vincularon al mercado de trabajo y pasaron del interior de sus hogares
a vivir de un modo muy intenso puertas afuera.
Entonces comenzaron a debatir temas que durante siglos habían sido celosamente
silenciados: la maternidad, el sexo, su lugar en la pareja, su rol en la familia, etc., de tal
manera que aquellos papeles asignados desde la antigüedad fueron rápidamente
modificados por la acción de los factores sociales.1
Los medios publicitarios han desempeñado un papel importante en la difusión del uso y
abuso del alcohol, empleando como táctica principal dejar de resaltar su carácter
virilizante, para ganarse las voluntades femeninas, haciendo énfasis en su carácter
relacional con festejos, reencuentros familiares, eventos y otras actividades sociales, de
ese modo la propaganda comercial influyó en que la sociedad comenzara a aceptar
con agrado que la mujer consumiera bebidas en reuniones y en establecimientos
públicos.2
Hay, además, una amplia proliferación de ocupaciones femeninas capaces de crear
un riesgo elevado de adquirir este hábito tóxico: el periodismo, el arte, la publicidad, el
trabajo de representación y los cargos de responsabilidad directiva y administrativa que
van asociados a un fuerte nivel de estrés, y todas aquellas actividades propias de la
producción, manipulación y expendio de bebidas alcohólicas, que son fuentes
importantes de numerosas plazas laborales para la mujer.3
Etiopatogenia
Existen múltiples mecanismos psicológicos facilitadores del proceso de alcoholización, los
que presentan formas de instalación diferentes y pronósticos variados.4 Las reacciones
ante determinados acontecimientos vitales, el estrés que condiciona la vida moderna y
los desajustes de su propia imagen, son algunos de los factores que en muchas ocasiones
llevan a la mujer a consumir alcohol, entre ellos la pérdida de la fertilidad en el período
climatérico, la separación de los hijos, que crecen y abandonan el hogar; la ruptura de la
pareja por divorcio o separación, son situaciones emotivas potencializadoras de este
fenómeno.5
Para investigadores como Brown, Blume y Nadeau,6 el consumo del alcohol puede
relacionarse con acontecimientos vitales relevantes sufridos por los pacientes; las mujeres,
en particular, relacionan su alcoholismo con factores ambientales con más frecuencia
que los hombres, eventos que generalmente están asociados a conflictos en la esfera
conyugal y familiar.
De igual modo las tensiones vividas en sus roles de madre-esposa-ama de casa y los
sentimientos de inadaptación a estos, se unen con la insatisfacción de las expectativas
personales, tanto en el hogar como en el trabajo, considerándose que estos elementos
están íntimamente asociados con su proceso de alcoholización.
Durante períodos prolongados la mujer bebe en solitario, por esta razón es breve el
lapso que media entre los aparentes primeros problemas con el alcohol7 y las graves
manifestaciones de dependencia física que se hacen evidentes. Se acentúan también
otros problemas derivados de esa conducta, tales como los accidentes caseros, las
detenciones por conducir en estado de embriaguez, los severos daños de la salud y los
graves conflictos en el seno del hogar.
Pronóstico
En el alcoholismo de la mujer aparecen, con más frecuencia que en el hombre,
antecedentes de acontecimientos psicológicos traumatizantes o situaciones de estrés
específicas, rapidez en el desarrollo hacia el alcoholismo crónico y mayor tendencia al
suicidio.8
El pronóstico es variable; en caso de elaborar un diagnóstico temprano y comenzar la
terapéutica en los períodos iniciales de la enfermedad, se inclina el proceso hacia un
mejor pronóstico. Si por lo contrario, presenta una historia personal llena de sucesos
traumáticos derivados de la ingesta frecuente del alcohol, así como fracasos, pérdidas,
abandonos y tiempo prolongado de contacto con el tóxico, el pronóstico se hace más
sombrío.9
En estudios realizados por algunos investigadores, se ha encontrado una alta
prevalencia de alcoholismo paterno que puede alcanzar hasta el 60 %10 y en relación con
ello se señala que aquellos casos en los que existen antecedentes familiares de
alcoholismo, se produce un inicio más temprano de abuso del alcohol; evolucionan mal,
con un peor pronóstico y presentan mayor asociación con otros trastornos psiquiátricos. A
partir de estos elementos se considera que los mecanismos genéticos y los patrones
familiares de interacción, reforzarían mutuamente la transmisión intergeneracional del
alcoholismo.
Características clínicas
La ingestión precoz se caracteriza por los siguientes elementos:11
• Inicio temprano con abuso entre los quince y los veinticinco años.
• El consumo no se relaciona con crisis personales.
• Describen los aspectos agradables del consumo, sin sentimientos de culpa.
• La vida privada es desordenada.
• Tienen malas relaciones con los hijos.
• La proyección profesional no es exitosa.
• Pueden presentar un deficiente estado de salud física.
Las características de la ingestión tardía son las siguientes:
• Incrementa el consumo del alcohol pasados los veinticinco años de edad.
• El aumento del consumo se produce a partir de crisis vitales que no puede superar.
• El consumo de alcohol se acompaña de grandes sentimientos de culpa.
• La vida privada es desordenada.
• En general las relaciones con los hijos son óptimas.
• Ha alcanzado éxitos en su trabajo profesional.
• Presenta frecuentemente molestias psicosomáticas antes de la dependencia al
alcohol.
Es conocido que la personalidad depende de múltiples factores, que por supuesto, no
pueden reducirse solamente al estilo de comportamiento porque estaríamos negando la
importancia de otros aspectos psicológicos que influyen en la vulnerabilidad o resistencia
a enfermar. En relación con ello algunos autores destacan el papel de las motivaciones, el
control de afrontamientos, la autoevaluación, la autoestima, la afectividad, los
conocimientos, las aptitudes, la fortaleza personal, el estilo de vida y las habilidades
personales como recursos del individuo, que facilitan la manipulación de situaciones
potencialmente favorecedoras o resistentes y que son tenidas en cuenta al analizar la
problemática del alcoholismo en la mujer.
Estudios psicológicos
Los estudios psicológicos realizados en distintas latitudes a mujeres alcohólicas reflejan la
existencia de un grado significativamente alto de depresión, pobreza en su autoestima,
afectación en su autocontrol con sentimientos y actos agresivos, así como tendencia al
pensamiento paranoide. Se habla además de la llamada herencia psicológica para hijos
de padres alcohólicos,12 que en el caso de las mujeres se evidencia al producir imitación o
rechazo de los patrones paternos, y favorecer así su propio alcoholismo, el casamiento
con una pareja alcohólica o una conducta de total abstinencia.
En la caracterización de las mujeres alcohólicas se hacen evidentes algunos elementos
relacionados con el inicio del alcoholismo, la rapidez de su desarrollo, la comorbilidad, la
selectividad de parejas con problemas de alcoholismo y la aparición temprana de graves
complicaciones.
Por otra parte, Vanglus y colaboradores describen a las madres de estas mujeres como
duras y distantes, con padres insuficientes y ausentes, con inestabilidad familiar, estrés
patológico, económico y una marcada falta de afecto infantil,13 generalmente asociada
a la pérdida de un progenitor, ya sea por divorcio, separación o muerte.
Debemos tener en cuenta las manifestaciones de ansiedad evidentes en las mujeres
alcohólicas a partir de dos elementos fundamentales:
a) Integrando el concepto de ansiedad con la polisintomatología que puedan
presentar.
b) Evaluando la presencia de ansiedad en sus períodos críticos.
Para integrar la ansiedad con el cuadro polisintomático conque se manifiesta el
alcoholismo en estas mujeres, la identificamos como la expresión en su forma típica, forma
atípica y comorbilidad.
La ansiedad típica se expresa a partir de los síntomas subjetivos habituales, los de
excitación motora, los componentes somáticos de la ansiedad y por la presencia del
binomio ansiedad-depresión, y en su forma atípica aparece asociada a manifestaciones
fóbicas.
Con gran frecuencia encontramos que el alcohol es utilizado en función de
medicamento para reducir la ansiedad y controlar dichos síntomas, aunque con este
mecanismo el alcohol progresivamente se convertirá en un reforzador negativo capaz de
potencializar los mecanismos de la adicción.
En relación con la comorbilidad, los cuadros más comúnmente asociados son los
trastornos de personalidad, los trastornos afectivos bipolares y la codependencia.
Generalmente, bajo el alcoholismo se ocultan trastornos de personalidad muy graves,
con una amplia gama de perfiles, como son las personalidades histéricas, pasivodependientes, disociales y predominantemente la llamada personalidad bordeline
caracterizada por marcada irritabilidad, pobre control de los impulsos y deficiente
autoestima la que se acompaña, además, de una vida sexual desorganizada, y la
tendencia a realizar numerosos intentos de suicidio.
En relación con los trastornos bipolares no es raro ver asociado el consumo de alcohol a
períodos de manía, y la codependencia de otras drogas como los tranquilizantes,
anfetaminas e hipnóticos.
Los períodos más críticos para la mujer están relacionados con componentes biológicos
y sociales, por lo que aparecen asociados a la tensión premenstrual, al embarazo normal
y no deseado, al aborto y a la menopausia; es frecuente que a partir de alguno de ellos,
se inicie el ciclo de consumo de alcohol o se abuse de él.
Complicaciones
El alcohol es no sólo una de las drogas más utilizadas, sino uno de los agentes teratógenos
más frecuentes, por lo que durante el embarazo la mujer alcohólica tiene un riesgo
elevado de presentar importantes complicaciones obstétricas,14 como son: la insuficiencia
placentaria, el retardo en el crecimiento intrauterino, el desprendimiento precoz de la
placenta, los abortos espontáneos, la muerte intra útero y el parto prematuro. Además, la
posibilidad de alumbrar hijos gravemente enfermos; es muy común el síndrome alcohólico
fetal caracterizado por malformaciones embrio-fetales, disminución del crecimiento
intrauterino, retraso mental y otras alteraciones del SNC con disfunción motora, hipotonía,
hiperactividad e irritabilidad; dismorfias craneofaciales con frente hundida, maxilar con
prognatismo, ojos con hendiduras palpebrales cortas, epicanto, ptosis parpebral,
estrabismo, nariz corta con surco subnasal hipoplásico, labio superior delgado y a veces
leporino, hendidura palatina y orejas de implantación baja.15
Ocurren malformaciones externas e internas: cardíacas, con defectos de tabicación,
conducto arterioso, soplos y tetralogía de Fallot. Urogenitales, que ocasionan hidronefrosis.
Cutáneas: hirsutismo y hemangiomas. Esqueléticas: con pliegues anómalos de las manos y
pectus excavatum.
Otros elementos destacables son los trastornos psiquiátricos y del comportamiento,
entre ellos: el ocasionado por déficit atentivo con hiperkinesia,16 los del lenguaje y del
sueño, las estereotipias, la enuresis, los de la alimentación y los emocionales por ansiedad
y depresión.
La mujer alcohólica en el contexto de la familia causa graves dificultades; todos
conocen de su necesaria atención al niño, en particular para perfeccionar su identidad y
personalidad, sin embargo, los hogares en que la mujer está afectada por esta adicción,
por lo general carecen de estímulos, en ellos hay descuidos en garantizar las necesidades
de alimentación, ropa y atención escolar; las frecuentes discusiones entre los padres son
presenciadas por los hijos, lo que constituye un factor psicopatológico importante en el
desarrollo del menor,17 tanto a nivel cognitivo como afectivo, en el proceso de
socialización y de otras funciones relacionadas con el aprendizaje.
Existen situaciones violentas, que llevan frecuentemente al maltrato físico; el temor y el
rechazo constituyen las actitudes más comunes desarrolladas hacia la madre alcohólica.
Los hijos adolescentes se apresuran a convertirse en adultos, algunos asumen temprano el
rol de la madre, con el cuidado de los más pequeños y otros, con posturas similares a las
de ella, como patrones de aprendizaje.18
El estudio del alcoholismo femenino interesa por varias razones: por la evidencia de su
incremento en estas últimas décadas, por la mayor vulnerabilidad biológica, psicológica y
social que presenta la mujer y por la magnitud de los problemas que giran a su alrededor.
¡Esta es una llamada de alerta!
Notas
1. Alcohol abuse and women. A guide to getting help. National Institute on alcohol abuse and alcoholism, U.S.
Deparment of Health, Education and welfare.
2. BARCIA, D., L. MORCILLO, P. POZO: “Aspectos socioculturales en el alcoholismo femenino”, Psicopatología, 10: 2,
Abril-Junio, pp. 91-100, 1990.
3. CARBONELL MARÍN, C.: “Familia, adolescencia y drogas”, Psicopatología, 10 (4): 195-197, Simposium Regional de
la Asociación Mundial de Psiq. Social, 1999.
4. AMAYA, D.: “ La drogadicción como enfermedad ”, Rev. Dominicana de Psiquiatría, 18 (1): 326 – 329, 1996.
5. GARCÍA-ROLDAN, J. L., A. RUBIO PÉREZ: “Criterios de clasificación de los adolescentes que consumen alcohol”,
Rev. Esp. Drogodependencia, 16 (2): 135-149, 1991.
6. GONZÁLEZ, R.: El alcoholismo y sus atenciones específicas, Ed. Ciencias Médicas, La Habana, 1992.
7. BACH LLUIS, A.: “Alcoholismo, mujeres y familia”, Rev. Esp. de Drogodependencia, 122 (4): 257 – 261, 1997.
8. BOHEN, J., M. P. GONZÁLEZ:. “Calidad de vida y psiquiatría”, Rev. Medicina Universidad de Navarra, 21: 44 – 48,
España, 1996.
9. LAVAVI, J., C. LIMA: “Salud mental para todos en América Latina y el Caribe. Bases epidemiológicas para la
acción”, Boletín OPS V, 105 (3): 196-219, 1989.
10. CORRIGAN, E. M.: Alcoholism women in treatment, New York Oxford Univers, Press, 1990.
11. BORGES, G., G. NÁTERA: “Consumo de bebidas alcohólicas y conductas violentas en N. de Juárez”, Rev. ABPAPAL, 14 (4) :128-136, 1992.
12. CASTRO, P., R. GONZÁLEZ: “ Prevalencia oculta y manifiesta del alcoholismo. Estudio en la población de ambos
sexos en un Consultorio del Médico de la Familia”, Rev. H.P.H., 49 (1): 27 – 28, 2000.
13. GRINSPOON, L., J. BAKALAR: “Alcohol abuse and dependence”, Mental Health Review, The Harvard Medical
School, 2:1-20, 1990.
14. CHOMACK, S., S. COLLINS: “Relationships between sex-role behaviour and alcohol comsuption in undergraduate
men and women”, J. Stud.Alcohol, 48: 194-201, 1997.
15. DAHLGREN, L.: “Female Alcoholics . Marital situation and husbands”, Act. Psychiat. Scand, 59: 59-61, 1999.
16. GOODWIN, D. W.: “Genetic component of Alcoholism”, Ann. Rev. Medicin., 32: 93– 99, 1991.
17. JIMÉNEZ ESPUCH , P., J. A. LACOSTE MARÍN, M. RAMÍREZ CANCA: “Alcoholismo y embarazo. Resultados perinatales”,
Adicciones, 2 (1): 21-33, 1996.
18. HARRISON, P., C. BELILLE: “Women in treatment: Beyond the stereotype”, J. Stud. Alcohol, 48: 574-578, 1992.
CAPÍTULO 7. LA URGENCIA PSIQUIÁTRICA EN EL PACIENTE
DROGODEPENDIENTE
Los cuadros de urgencia psiquiátrica más frecuentemente observados en los pacientes
con adicción a drogas son los estados de intoxicación aguda, el delirium, los trastornos del
estado de ánimo, los cuadros de pánico, las psicosis, los trastornos alucinatorios por
flashback y los trastornos por abstinencia.
Anfetaminas
En la actualidad, las anfetaminas están indicadas únicamente para tratar los trastornos
por déficit atentivo, la narcolepsia y algunos trastornos depresivos, pero son utilizadas sin
prescripción médica para mejorar el rendimiento e inducir sensaciones de euforia,
disminuir la fatiga y aumentar el umbral del dolor.
Las anfetaminas estimulan todos los niveles centrales cuyos neurotransmisores son la
dopamina y la noradrenalina, favoreciendo la liberación de estos.1 Consumidas en
pequeñas dosis pueden provocar excitación e hipertensión, alucinaciones visuales y
auditivas, seguido de estado depresivo e hipotensión. En dosis elevadas o frecuentes
producen psicosis tóxica, excitación mantenida seguida de postración; induce síntomas
similares a los que se observan en los trastornos obsesivo compulsivo, por angustia y
fóbicos.
Las urgencias están dadas por cuadros de intoxicación, abstinencia, delirium y psicosis
tóxica.
Intoxicación. Se produce debido a la ingestión reciente de la droga que alcanza niveles
séricos elevados, y puede ocasionar gran peligro para la vida del paciente. Se desarrolla
en el curso de minutos u horas, posteriores al consumo masivo de la droga o de su uso
repetido.2 Está caracterizada por cambios psicológicos y de la conducta, trastornos de
orientación, conciencia y pensamiento, trastornos perceptivos y del lenguaje, euforia o
embotamiento afectivo, ansiedad, cólera, movimientos estereotipados, deterioro de la
capacidad de juicio y de la actividad social y laboral.
Abstinencia. Es el estado que aparece tras la suspensión o disminución brusca de la
droga, provoca una serie de trastornos físicos y psicológicos que pueden ser leves o
severos, en dependencia de su consumo; incluye síntomas como ansiedad, temblor,
disforia; alcanza su pico máximo en el intervalo de dos a cuatro días. El retiro de la droga
tras su consumo prolongado, tiende a producir cuadros de depresión reactiva, de
máxima gravedad en las primeras 48 -72 horas, que duran hasta varias semanas y su
gravedad está dada por la tendencia a inducir al suicidio a algunas personas.3
Delirium. Este cuadro suele ser el resultado del consumo de dosis altas de estas
sustancias o de su uso continuado y aparece en particular en personas con una
afectación cerebral preexistente.
Psicosis anfetamínica. Se puede producir en personas completamente normales; se
caracteriza por inquietud, irritabilidad creciente e hipersensibilidad perceptiva, con
alucinaciones auditivas y visuales, hiperactividad, disgregación del pensamiento y
desorganización de la conducta, con características similares a los síntomas positivos de la
esquizofrenia. La desaparición de los síntomas en pocos días y los resultados positivos del
análisis de orina orientan hacia el diagnóstico correcto.
Barbitúricos
Los barbitúricos son sustancias derivadas del ácido barbitúrico, el cual fue descubierto en
1864 y sintetizado como compuesto de uso hipnótico en 1903; son utilizados por sus
acciones como inductor del sueño y ansiolítico, para incrementar los efectos de otros
depresores del sistema nervioso central como el alcohol o los opiáceos o para controlar la
excitación y los efectos ansiogénicos de estimulantes como la cocaína y las anfetaminas.4
Estas sustancias alteran de forma especial las neuronas del sistema nervioso central,
principalmente la transmisión sináptica al interferir la liberación del neurotransmisor; esta
acción es profunda y afecta a todas las estructuras cerebrales, tanto de la corteza como
del sistema límbico y de núcleos de la base.
La duración de su actividad depende de la velocidad con que cada derivado
barbitúrico se destruye en el hígado; así, cuando el metabolismo es rápido, como ocurre
por ejemplo con el tiopental, la acción es ultracorta; si es lento, la acción será larga,
como es el caso del fenobarbital, mientras que otros, como el pentobarbital, poseen
acción de duración intermedia.
Los patrones de consumo son: el oral ocasional y regular y el endovenoso; el primero
está encaminado a alcanzar algunos efectos, pero sólo en momentos específicos, ocurre
sobre todo en jóvenes interesados en tener un estado afectivo eufórico durante algún
período de tiempo, para relajarse o para intensificar su actividad sexual. El consumo
regular permite alcanzar una intoxicación ligera y constante, principalmente en personas
de mediana edad que la utilizan con la finalidad de atenuar la ansiedad o controlar los
trastornos del sueño. La evidencia de este consumo solamente se manifiesta a lo largo del
tiempo, cuando ya hay signos de abuso y de dependencia.
Estas sustancias también pueden ser administradas por vía endovenosa, es una forma
más agresiva que la empleada por vía oral, la utilizan, sobre todo, adultos jóvenes que
están generalmente implicados con el uso de otras sustancias ilegales, y estas son de
menor costo. Este consumo se relaciona con un alto grado de tolerancia y ocasiona
síntomas de abstinencia muy graves.
Las manifestaciones de urgencia están dadas por cuadros de intoxicación, abstinencia,
delirium, trastornos psicóticos y sobredosis.
Los síntomas de intoxicación pueden persistir entre 12–24 horas, en dependencia de la
vida media de la sustancia consumida. Las manifestaciones que predominan son la falta
de coordinación, lentificación para la comprensión y el lenguaje, desinhibición de los
impulsos sexuales, tendencia a la hostilidad y actos agresivos; de manera ocasional
presentan ideas suicidas o delirios paranoides. Pueden estar presentes algunas
manifestaciones neurológicas como nistagmus, diplopia, hipotonía y signo de Romberg
positivo.
En relación con los síntomas de abstinencia que aparecen al suprimir su consumo, son
variados y dependerán, sobre todo, de la dosis habitual empleada; generalmente
aparecen a partir del tercer día de abstinencia y en ocasiones se acompaña de un
cuadro psicótico que se mantiene durante dos o tres semanas.
Ante un consumo aproximado de 400 mg diarios se presentan síntomas ligeros de
ansiedad, debilidad física, sudoración e insomnio. Cuando el consumo es de 800 mg por
día aparecen signos más graves, dados por hipotensión ortostática, debilidad muscular,
temblores y gran ansiedad. El consumo superior a los 800 mg diarios, produce
alucinaciones visuales, crisis de excitación repetida y delirium, también puede
acompañarse de colapso cardiovascular y ocasionar la muerte.5
El delirium puede aparecer, tanto en el curso de una intoxicación como por
abstinencia, y sus manifestaciones son similares a las presentadas en el delirium tremens
del alcohólico.
Los trastornos psicóticos durante la abstinencia de barbitúricos se caracterizan por
agitación, ideas delirantes y alucinaciones visuales predominantemente, pues en
ocasiones estas pueden ser táctiles y auditivas.
La sobredosis de barbitúricos por lo general es letal; ocasiona estado de coma, paro
respiratorio, fallo cardíaco y muerte.
Benzodiazepinas
La actividad principal de las benzodiazepinas es ansiolítica y relajante, secundariamente
hipnótica; producen adicción cuando se utilizan en forma repetida para calmar la
ansiedad y conciliar el sueño.
Actúan sobre el sistema nervioso central, en especial en los sistemas límbico y reticular,
donde bloquean los estímulos emocionales, mejoran los estados de ansiedad y
secundariamente favorecen el sueño y la relajación muscular.6
Se eliminan con lentitud debido a la formación de metabolitos activos que continúan
actuando durante varios días, se detectan en orina hasta seis o siete días después de su
consumo. Su escasa incidencia sobre los centros neurovegetativos reduce el riesgo de
sobredosis.
La urgencia médica por consumo de benzodiazepinas es por intoxicación y
abstinencia. La primera ocasiona síntomas de desinhibición conductual, agravados
cuando estas sustancias se mezclan con alcohol, y puede desencadenar conductas
agresivas muy serias. Los síntomas de abstinencia aparecen dos o tres días después de la
disminución o supresión del consumo y la gravedad de estos depende de las dosis y el
tiempo que se ha estado consumiendo. El cuadro clínico principal está dado por síntomas
de hiperactividad autonómica como es la sudoración profusa y la taquicardia, suele
ocasionar además náuseas, vómitos, temblor en las manos, mareos y desencadenar crisis
epilépticas gran mal; es frecuente la presencia de ansiedad que se incrementa
progresivamente, agitación psicomotora, ilusiones y alucinaciones visuales, táctiles y
auditivas transitorias.
La sobredosis en estos casos tiene menor letalidad que con los barbitúricos y otras
drogas, porque el margen de seguridad entre la dosis efectiva y la letal es más amplio.
Consumidas en dosis altas, generalmente con fines suicidas, producen somnolencia,
ataxia, confusión y disminución de los signos vitales, pero cuando son asociadas a otras
drogas o al alcohol manifiestan efectos más graves e incluso la muerte.
Cannabis
Por su mecanismo de acción es euforizante, relajante y en grandes dosis, alucinógeno. El
individuo que lo consume por primera vez suele experimentar muy pocos efectos, o
ninguno, y en todo caso efectos depresores o sedantes. Cuando el organismo lo recibe
repetidas veces, aprende a metabolizarlo para obtener el hidroxiderivado del delta 9 –
tetrahidro cannabinol, que es el producto estimulante y euforizante.7
Los cannabinoles inhiben la síntesis de ADN, ARN y proteínas y crean alteraciones en el
metabolismo de la glucosa, lo que explica los trastornos de consolidación de la memoria,
y en parte, la relajación y la apatía. Su uso prolongado se asocia a atrofia cortical, mayor
susceptibilidad a las crisis comiciales, daños cromosómicos y alteraciones de la
reactividad inmunológica.
Los cuadros de urgencia que se pueden presentar son la intoxicación, el delirium, el
estado amotivacional, los flashback y las psicosis.
Intoxicación. Se caracteriza por euforia e incluso hipomanía, despersonalización, afectación de las habilidades motoras y aumento de la sensibilidad a los estímulos externos.
Delirium. Se producen alteraciones cognitivas, perceptuales y de la atención, así como
un estado confusional de la conciencia.
Síndrome amotivacional. Este síndrome se ha asociado al consumo prolongado de dosis
altas y se caracteriza por desganas para hacer cualquier cosa, apatía, falta de afectos y
proyectos de vida, enlentecimiento mental, falta de interés y de ilusiones, vacío afectivo,
confusión, letargia, dificultades de relación social y empobrecimiento del lenguaje.8 Como
consecuencia directa aparece falta total de voluntad propia (estado abúlico) y como
consecuencia indirecta hay disminución en el rendimiento escolar o laboral y deterioro de
las habilidades comunicativas en la lectura y conversaciones, entre otros.
Recurrencias espontáneas (flashback). Son episodios que duran breves segundos, son
vivencias desagradables, con distorsión visual, despersonalización, síntomas físicos y
ansiedad intensa. En algunos sujetos se pueden reproducir, bajo los efectos del
tetrahidrocannabinol, alucinaciones similares a las experimentadas por el consumo de
alucinógenos.
Psicosis cannábica. Es un estado agudo ocasionado por la presencia de sustancias
tóxicas en el sistema nervioso central,9 capaz de interferir las funciones psicológicas
normales, cuando el tóxico desaparece la psicosis tiende a desaparecer también. Los
síntomas que la caracterizan son: obnubilación, inquietud, confusión, aturdimiento,
desorientación, pensamiento onírico, aprensión, miedo, alucinaciones e importantes
trastornos del pensamiento. El cannabis puede precipitar trastornos psicóticos
prolongados y crónicos en sujetos predispuestos.
Los síntomas de abstinencia se limitan a leves incrementos de la irritabilidad, inquietud,
insomnio y anorexia; sólo aparecen cuando se suspende bruscamente el consumo de
altas dosis de la sustancia.
Cocaína
Es una de las sustancias adictivas de las que más se abusa y una de las más peligrosas,
asociada no sólo a trastornos de conducta muy importantes, sino también a problemas
médicos graves.10 La forma habitual de su consumo es inhalar el polvo de cocaína
(esnifar), fumar o en inyecciones subcutáneas o endovenosas.
La cocaína tiene propiedades adictivas muy poderosas. La dependencia psicológica
puede aparecer a partir de una dosis única, debido a su potencia como reforzador
positivo de la conducta. La depensido a su potencia como reforzador positivo de la
conducta. El crack es una forma de base libre de cocaína, extremadamente potente y
adictiva, de tal manera que una o dos experiencias son capaces de ocasionar un intenso
craving (deseo de consumo). Con la utilización repetida aparece la tolerancia y la
sensibilidad a diferentes efectos de la sustancia, aunque el desarrollo de estos fenómenos
parecen deberse a múltiples factores y es de difícil predicción.
Esta droga bloquea la reabsorción de noradrenalina y de serotonina en la sinapsis, por
lo que posee una acción adrenérgica, actuando sobre los centros hipotalámicos que
excitan el sistema nervioso simpático. Esta acción simpaticomimética se manifiesta en la
vasoconstricción, hipertensión, estimulación cardiaca, excitación simpática seguida de
depresión y crisis epileptoides.
Los efectos fisiológicos de la cocaína sobre los sistemas de los neurotransmisores se
ponen de manifiesto en síntomas psicológicos y de conducta, que ocasionan aumento
de la energía y del estado de alerta, dando lugar a la irritabilidad, agresividad, juicio
social alterado y un consumo cada vez más patológico de la droga.
Los cuadros de urgencia más frecuentes que ocurren son la intoxicación, el delirium, los
síntomas de abstinencia, la psicosis y los trastornos del estado de ánimo.
Intoxicación. Caracterizada por irritabilidad, agitación, conducta sexual impulsiva y potencialmente peligrosa, agresividad y aumento de la actividad psicomotora de tipo maniforme.
Delirium. Este trastorno es más común cuando se consumen dosis altas o en períodos
cortos de tiempo, lo que produce rápidamente un aumento de la concentración en
sangre, también puede aparecer cuando se mezcla con otras sustancias psicoactivas
como las anfetaminas, el alcohol, los opioides17 u otros.
Síndrome de abstinencia. Este síndrome fue descrito por Gawin y Cléber en 1986, se
caracteriza porque consta de tres fases y toma como punto de partida un período de tres
meses después de un consumo excesivo.11
Fase 1. Abstinencia aguda
Fase 2. Abstinencia retardada
Fase 3. Extinción indefinida
• Fase 1. Llamada crash, se inicia a partir de las primeras nueve horas de abstinencia con
una duración de cuatro días. Es una etapa de abstinencia aguda, de hundimiento
psíquico y físico, con reducción progresiva del deseo de la droga. Durante la fase más
temprana hay agitación, depresión, anorexia e intenso craving; en la fase media y tardía
aparece fatiga, depresión, insomnio y el craving tiende a desaparecer.
• Fase 2. La abstinencia retardada tiene una duración entre una y diez semanas; puede
reaparecer el deseo de la droga. En la fase más temprana el sueño es normal, el ánimo,
eutímico y el craving, bajo. En las fases media y tardía hay anhedonia, anergia, ansiedad
e intenso craving, que puede precipitar la recaída.
• Fase 3. Llamada de extinción indefinida, se caracteriza por crisis esporádicas del deseo
de la droga. Existen situaciones ambientales (lugares de consumo, propuestas de
obtención de la droga, etc.) que incrementan el peligro de recaídas. Respuesta
hedónica normal, eutimia y craving condicionado.
Psicosis cocaínica. Las ideas delirantes paranoides y las alucinaciones pueden aparecer
en el 50 % de los consumidores. La presencia de este síntoma depende de la dosis, de la
duración del consumo y de la sensibilidad individual a la sustancia.12 Es más común entre
las personas que utilizan crack o cocaína endovenosa; se manifiesta por inquietud,
irritabilidad creciente e hipersensibilidad perceptiva, con alucinaciones auditivas y
visuales, difícil de diferenciar de la esquizofrenia paranoide. Este cuadro puede ir
asociado, además, a conductas sexuales inapropiadas y a conductas homicidas y/o
violentas, relacionadas con el contenido de las alucinaciones e ideas delirantes.
Microzoopsias (síndrome de Mangan). Se trata de un cuadro alucinatorio táctil, casi
específico de la psicosis cocaínica, el cual se ha relacionado con el efecto de esta droga
en el sistema nervioso periférico y se caracteriza porque el paciente siente pequeños
animales como lombrices, hormigas, piojos, etc., en la piel de las manos y sobre todo el
cuerpo. Las alucinaciones son sentidas y también percibidas visualmente, con tan
aparente nivel de realidad, que el paciente se provoca laceraciones en la piel para tratar
de extraer los cuerpos extraños que cree tener.
Trastornos del estado de ánimo. Pueden iniciarse durante la intoxicación o durante la
abstinencia. Los síntomas asociados a la intoxicación son de naturaleza maniforme, los
asociados a la abstinencia son de tipo depresivo. Aparecen al retirar la droga tras consumo prolongado, con gravedad máxima en las primeras 48 - 72 horas. Los cuadros de-
presivos duran hasta varias semanas e incrementan su gravedad porque pueden inducir
al suicidio en algunas personas.
Alucinógenos
Los alucinógenos también son llamados sustancias psicodislépticas, porque, además de
inducir alucinaciones, causan pérdida de contacto con la realidad y sensación de
expansión de la mente, esto favorece que tengan un enorme potencial de abuso.13
La mayoría de los alucinógenos se absorben por vía oral, algunos se inhalan, se fuman o
se usan por vía endovenosa. La tolerancia se desarrolla muy rápidamente y así también
desaparece; no producen dependencia física ni síntomas de abstinencia, aunque
pueden desarrollar una dependencia psicológica de las vivencias internas que se experimentan. Los síntomas más comunes que producen son: vértigos, debilidad, náuseas, parestesias, risa o llanto, ilusiones visuales, cambios del humor, desconfianza y retraimiento.
Las urgencias están dadas por cuadros de intoxicación, flashback, estados de ansiedad
o pánico, trastornos psicóticos y del estado de ánimo.
Intoxicación. Se caracteriza por cambios desadaptivos en la percepción y en la conducta; el diagnóstico diferencial debe realizarse con la intoxicación por anfetaminas o por
anticolinérgicos y con la abstinencia alcohólica. La intoxicación aguda por LSD produce
vértigos, desorientación, ataxia, hipertermia, midriasis, palpitaciones, dolores torácicos,
fatigas y temblores, náuseas y vómitos, hipotensión, piloerección, hiperglicemia,
taquicardia, alucinaciones, euforia, manía y psicosis tóxica.
La psilocibina provoca una excitación caracterizada por taquicardia, midriasis y salivación. Las alucinaciones son generalmente visuales y de naturaleza cinética con imágenes
en movimiento; mientras duran estas sensaciones el individuo se siente eufórico, pero al
desaparecer, el estado es de ansiedad y angustia. El peligro de su uso puede consistir en
la ejecución de actos como saltar por una ventana por creer que su cuerpo no pesa o
herirse por considerarse invulnerable.14
Flashback (trastornos perceptivos por alucinaciones).Es experimentado por el 15 % al 20
% de los consumidores, puede aparecer a partir de un estrés emocional, por deprivación
sensorial, como es la conducción monótona o por el uso de otras sustancias psicoactivas.
Este trastorno se presenta de forma espontánea y recurrente, como episodios de distorsión visual, alucinaciones geométricas, alucinaciones de sonidos o voces, falsas percepciones de movimientos en los campos periféricos, flashes de color, rastros de imágenes tras
el movimiento de objetos, post imágenes o halos, macropsias, micropsias, lentificación del
tiempo, síntomas físicos o emociones muy intensas; estos síntomas pueden durar desde
unos segundos hasta algunos minutos.
Reacciones de ansiedad / pánico. Consiste en una reacción de ansiedad aguda que
con frecuencia puede parecer un episodio esquizofrénico, aunque con una duración de
cuatro a doce horas, pero conduce a una reacción prolongada de varios días e incluso
de meses, debido a que la mayor parte de los alucinógenos son liposolubles y se
almacenan en los depósitos de grasa del organismo, durante mucho tiempo después de
su ingestión.
Trastorno psicótico (reacciones psicóticas agudas). Los efectos adversos más comunes
son los malos viajes que se asemejan a las reacciones agudas de pánico del cannabis. El
mal viaje puede producir verdaderas manifestaciones psicóticas, a veces difíciles de
distinguir del cuadro psicótico funcional. Sólo en ocasiones el cuadro se prolonga,
aparece más comúnmente en personas con un trastorno esquizoide de la personalidad,
en personalidades pre – psicóticas, en sujetos con un yo inestable o en individuos con
grandes niveles de ansiedad.
Trastorno del estado de ánimo. Sus síntomas son muy variables; pueden ser de tipo
maniformes con ideas megalomaníacas, suelen aparecer sentimientos de tipo depresivo o
ambos a la vez, los que desaparecen una vez que la sustancia ha sido eliminada del
organismo.
Inhalables
El término inhalable comprende tanto gases como líquidos muy volátiles, de olor agradable e inflamables,15 entre ellos, los más frecuentemente utilizados son los productos de
limpieza, aerosoles, sprays, ambientadores, desodorantes, pulimentos, insecticidas,
barnices, esmaltes, diluyentes de pintura, éter, y otros.
En dosis iniciales pequeñas pueden tener un efecto desinhibidor capaz de producir
sentimientos de euforia, excitación y sensaciones agradables de estar como “volando”.
Otros síntomas cuando las dosis son altas incluyen temores, ilusiones, alucinaciones
auditivas, visuales y distorsiones de la imagen corporal. Sus efectos a corto plazo
producen: pérdida de la coordinación, lenguaje ininteligible, visión doble, náuseas y
vómitos, principalmente.
La presencia de trastornos de conducta o trastornos antisociales de la personalidad
asociados, incitan al clínico a tratar la situación con profundidad, debido a la alta
probabilidad de que el adolescente se involucre con el uso de otras sustancias, pues
normalmente el consumo de inhalables ocupa sólo un período corto de tiempo en la vida
de las personas, porque dejan de tomarlo o pasan a consumir otras sustancias diferentes.
Las complicaciones determinantes de la urgencia médica son los cuadros de
intoxicación y las demencias; la intoxicación está dada por apatía, empeoramiento del
funcionamiento social y conductas impulsivas y agresivas; las demencias aparecen
debido a los efectos neurotóxicos de estas sustancias,16 así como a los largos y frecuentes
períodos de hipoxia.
Opiáceos y derivados morfínicos
Estas sustancias se dividen en tres grupos: los opiáceos, que son definidos como sustancias
naturales derivadas del opio; los opioides, identificados como sustancias sintéticas que
actúan como un opiáceo sin ser derivadas del opio; y los antagonistas de los opioides,
utilizados para tratar las sobredosis y la dependencia. Entre estos últimos se encuentran la
naloxona, la naltrexona y la apomorfina.
Entre los opiáceos de origen natural se encuentra la morfina, entre los semisintéticos que
se obtienen a partir de las sustancias naturales está la heroína, y se ha elaborado un gran
número de narcóticos sintéticos como la miperidina, la metadona, el propoxifeno, la
codeína, la papaverina y la hidromorfona.
Los más usados son la morfina y la heroína; esta última es la más potente. Pueden
consumirse oralmente, inhalados por la nariz o en inyección subcutánea o endovenosa. El
uso agudo o crónico de los opiáceos se asocia a una pérdida de secreciones que
ocasiona sequedad en la boca, disminución de la actividad gastrointestinal y
constipación, daños visuales por los cambios frecuentes de la función pupilar, y
dificultades sexuales.
Sus complicaciones comunes son las manifestaciones de abstinencia, el delirium por
intoxicación, los trastornos del estado de ánimo y los síntomas psicóticos.
Síndrome de abstinencia. Aparece en las primeras horas posteriores al último consumo;
presenta un intenso craving, ansiedad y búsqueda de la droga. De ocho a quince horas
después comienza el lagrimeo y la sudoración, ya en las siguientes dieciséis a veinticuatro
horas se hace evidente la midriasis, calambres musculares, algias difusas, irritabilidad
marcada, y por último, insomnio, febrícula, enlentecimiento motor, náuseas, vómitos e
hipertensión arterial.17
Delirium por intoxicación. Este cuadro suele comenzar cuando los opioides y los
opiáceos se consumen en dosis altas; también cuando se mezclan con otros compuestos
psicoactivos y cuando son utilizados por una persona con lesiones cerebrales preexistentes
o con algún trastorno del sistema nervioso central.
Trastornos del estado de ánimo. Los síntomas pueden ser de naturaleza maníaca,
depresiva o mixta, asociados a irritabilidad, expansividad y depresión; durante esta última
se suele presentar tendencia al suicidio, que se estima tres veces superior que en la
población normal.
Síntomas psicóticos. Por las características del cuadro es necesario descartar si se trata
de un episodio esquizofrénico, un trastorno delirante orgánico o un trastorno psicótico
inducido por drogas psicoestimulantes. Es preciso tener en cuenta que en ocasiones estas
sustancias se consumen asociadas a otras drogas, y en otros momentos pueden ser
adulteradas y provocar tardíamente cuadros de flashback.
Tratamientos
Manejo general
Por lo general el diagnóstico se obtiene mediante el propio paciente, por los familiares o
por las personas acompañantes, los que hacen referencia a las sustancias que fueron
utilizadas; cuando no es obtenida esta información es necesario guiarse por los síntomas
clínicos detectados, estos deben relacionarse con los tóxicos que más frecuentemente los
producen.
Las medidas generales consistirán en el mantenimiento permeable de la vía aérea y la
posición en decúbito lateral para prevenir las aspiraciones. El vaciado gástrico permite la
eliminación del tóxico en caso de que hayan transcurrido menos de dos horas de su
ingestión, se puede inducir el vómito con jarabe de ipecacuana; si ha transcurrido mayor
tiempo se utilizará el lavado gástrico, especialmente en adultos, o si aparecen trastornos
neurológicos que favorezcan la aspiración o en caso de disminución del nivel de
conciencia.18
Si no es posible adoptar estas medidas, podrá disminuirse la absorción del tóxico con la
administración de carbón activado en las primeras 2-4 horas, en una dosis de 40 g a 50 g
diluidos en 200 cc de agua.
Si se produce la absorción, se emplearán técnicas depurativas que permitan la
extracción del tóxico una vez absorbido por la circulación general; para ello se utilizarán
técnicas de depuración renal y de depuración extra-renal.19 Las primeras permiten
aumentar el aclaramiento fisiológico renal del tóxico por elevación de la volemia, con
aumento del filtrado glomerular o por disminución de la reabsorción tubular y
modificación del pH urinario. La depuración extra-renal sólo está indicada en
intoxicaciones muy graves con marcado deterioro clínico, y son útiles la hemodiálisis y la
hemoperfusión.
El tratamiento de elección para los síntomas psiquiátricos agudos asociados a la
intoxicación depende del grado de agitación que presente el paciente, que puede
oscilar desde una simple inquietud psicomotora hasta una intensa agitación, por lo que se
utilizarán, desde medidas muy conservadoras como es la de mantener la presencia de
acompañantes que provoque mediante la conversación un efecto estabilizador en el
paciente o se emplearán medidas de contención mecánicas si está experimentando
sensaciones y vivencias intensamente desagradables, con manifestaciones de agitación
marcada, estado que requiere proporcionarle protección y seguridad.
Pueden ser necesarios algunos fármacos: para la agitación leve se emplearán
benzodiazepinas como el diazepam; para la agitación de mayor intensidad pueden ser
utilizados los neurolépticos como el haloperidol, clorpromacina, levomepromacina y en
casos extremos, puede emplearse el diazepam endovenoso.
Pasada la urgencia se aplicarán programas generales de tratamiento, los que podrán
variar en función de la calidad de las drogas, de su pauta de consumo, de la
disponibilidad de sistemas de apoyo psicosocial que pueda tener el consumidor y de las
características individuales de cada paciente.20
El tratamiento inicial se lleva a cabo ambulatoriamente o en régimen de
hospitalización; por supuesto, el tratamiento ambulatorio es más natural en el sentido de
que no aísla al sujeto de la vida cotidiana, aunque existen “tentaciones“ que pueden
obstaculizar la evolución y propiciar las recaídas.
El tratamiento hospitalario está indicado en aquellos casos en que existen patologías
médicas o psiquiátricas graves, antecedentes de fracasos con diversos tratamientos
ambulatorios, una desestructuración de los sistemas de apoyo psicosocial o una historia
de abuso particularmente grave. Después de concluir un período inicial de
desintoxicación, el paciente debe pasar a un programa de rehabilitación.
La desintoxicación debe estar orientada a que el paciente deje de consumir la droga
sin presentar manifestaciones de abstinencia aguda, pues estos síntomas aparecen como
expresión de la dependencia física, la cual puede ser superada por medios
farmacológicos o con medidas paliativas de otro tipo como ejercicios físicos, el soporte
psicoterapéutico u otros. Es necesario tener en cuenta que el fenómeno clave de la
drogodependencia no es la dependencia física, sino la dependencia psicológica21 por
eso el proceso más importante y complejo es la deshabituación.
La deshabituación está orientada a que el paciente se enfrente al problema con esperanzas de éxito; se trata de un proceso multidimensional en el que se ponen en juego
medidas farmacológicas, higiénicas, psicoterapéuticas y socioterapéuticas.
Durante el tratamiento suelen ser de gran utilidad las terapias individuales, familiares y
de grupos, donde se incorporan las personas del entorno más próximo como son los
padres, hermanos, otros familiares e incluso los amigos, pues en general están muy
afectados, e involucrados psicológicamente en todo el comportamiento desarrollado por
el adicto.22 La educación sobre el abuso de sustancias y el refuerzo de los pequeños logros
son aspectos fundamentales en el tratamiento.
Terapéutica de desintoxicación
Anfetaminas y otros simpaticomiméticos
• El tratamiento de elección para el trastorno psicótico inducido por las anfetaminas es el
uso durante un corto período de tiempo de agonistas de los receptores dopaminérgicos
como el haloperidol en dosis de 5 mg cada seis a ocho horas (no más de setenta y dos
horas).
• Para la agitación: se utiliza de 5 mg - 10 mg de diazepam (vía intramuscular u oral) cada
tres horas.
• Para las arritmias: se emplea de 10 mg - 20 mg de propanolol (vía oral) cada cuatro
horas más 0,5 g de vitamina C (vía oral) cuatro veces al día.
El tratamiento de los trastornos relacionados con anfetaminas es difícil por la dificultad
que presenta el paciente para mantenerse abstinente, porque estas son sustancias que
poseen efectos reforzantes muy potentes y producen intenso craving que inducen a su
búsqueda. La hospitalización y el uso de múltiples abordajes terapéuticos (terapia
individual, familiar y de grupo) son necesarios para lograr la abstinencia del paciente.23
Cannabis
El tratamiento de esta droga sigue las mismas directrices que el tratamiento del abuso de
cualquier otra sustancia: la abstinencia y el apoyo. La abstinencia puede seguirse a través
de actuaciones directas, como la hospitalización, junto a un control muy detallado
mediante análisis de orina, en los que se puede detectar cannabis, hasta tres y cuatro
semanas después de la última toma.
El apoyo se proporciona en forma de psicoterapia individual, familiar y grupal. La
educación debe ser la piedra de toque de la abstinencia y de los programas de apoyo,
pues el paciente que no entiende las razones por las cuales aparecen problemas de
abuso, tiene una baja motivación para cesar el consumo.
Para algunos pacientes es de utilidad el uso de ansiolíticos durante un período de
tiempo corto, para aliviar los síntomas de abstinencia. En otros sujetos el consumo está
relacionado con un trastorno depresivo subyacente que puede responder bien al
tratamiento con antidepresivos.
Cocaína
La mayor dificultad en el tratamiento de este trastorno es el intenso craving que produce
la sustancia. Para tratar la abstinencia debe recurrirse a la hospitalización completa o
parcial, y el programa terapéutico será dependiente de la patología psíquica asociada y
de la dosis de consumo habitual, por lo que se recomiendan los agonistas sustitutivos
como el metilfenidato, los agonistas dopaminérgicos como la bromocriptina, el litio y
antidepresivos como la imipramina e inhibidores de la recaptación de serotonina.
En relación con las patologías psíquicas asociadas, en presencia de alteraciones
cognitivo conductuales, con un consumo de cocaína menor de un gramo, se empleará la
bromocriptina para la desintoxicación, con dosis ascendentes progresivas hasta cuatro
comprimidos (2,5 mg) por día, para obtener la disminución del craving,24 luego decrecer
hasta su supresión completa. Esta terapéutica puede extenderse durante un período de
30 a 60 días, para pasar posteriormente a un tratamiento complementario con
benzodiazepinas y antidepresivos.
En caso de que el consumo sea superior a un gramo, se recomienda el empleo del
metilfenidato solamente durante 15-20 días por el riesgo de dependencia, en dosis de 4-5
comprimidos; si el consumo es superior a los dos gramos, la dosis será de 6-7 comprimidos,
la que se mantendrá durante 3-5 días, con reducción de un comprimido cada 2-3 días
hasta su supresión completa. En el programa de seguimiento se emplearán los
antidepresivos.
Si la patología asociada es el trastorno afectivo bipolar, se utilizará el litio; para la
depresión mayor, los antidepresivos, y para el trastorno por déficit atentivo, el
metilfenidato; la carbamazepina también se ha utilizado en estos pacientes y resulta útil
para reducir el craving.
Opiáceos y opioides ( opio, morfina, heroína, meperidina y metadona)
Para la elección del programa terapéutico deben tenerse en cuenta las patologías
asociadas y las dosis de consumo; se propone el uso de la clonidina, la naltrexona, el
dextropropoxifeno y la metadona, asociados a los tratamientos sintomáticos.25 La dosis
inicial de metadona dependerá de: si es ambulatoria, a una toma por día; si hospitalaria,
varias tomas al día.
Para un consumo de heroína menor de un gramo se utilizarán de 20 mg - 50 mg de
metadona; si el consumo es mayor de un gramo, se emplearán de 50 mg - 60 mg durante
3-7 días. Después decrece la dosis hasta ser suprimida totalmente y se emplearán
tratamientos complementarios con benzodiazepinas. La levo-alfa-acetilmetadol se
administra en dosis de 30 mg a 80 mg tres veces por semana. Para la sobredosis se
recomiendan tres dosis de 0,4 mg de naloxona intra muscular, una cada 20 minutos.
Alucinógenos (LSD, psilocibina y mescalina)
Es importante hablarle al paciente y mantener el apoyo emocional; en los casos que
presenten una agitación leve pueden usarse cuatro dosis de 10 mg de diazepam (vía
oral), una cada 12 horas, y en caso de que la agitación se incremente debe administrarse
el diazepam por vía intramuscular aplicándose 10 mg cada dos horas, si es necesario.
Para la agitación más intensa se emplearán 1,5 mg de haloperidol, intramuscular cada
seis horas; puede continuarse con 1 mg - 2 mg (v.o.) durante siete días, para prevenir los
cuadros de flashback. Las fenotiazinas pueden utilizarse únicamente con el LSD porque
suelen tener efectos fatales, si se mezclan con otros alucinógenos.26
Depresores del SNC ( barbitúricos y benzodiazepinas)
El programa más utilizado para la desintoxicación de los depresores del sistema nervioso
central son las dosis decrecientes de diazepam y fenobarbital.
a) Para las benzodiazepinas: Se debe sustituir la benzodiazepina causante de la
dependencia por la dosis equivalente de diazepam y reducir 5 mg cada 3 – 5 días.
b) Para los barbitúricos: Se debe sustituir cada 100 mg del barbitúrico que se ha tomado
por 30 mg de fenobarbital líquido, administrarlo en cuatro dosis, una cada seis horas.
Después, reducir en 20 % la dosis cada uno de los días siguientes. También puede
sustituirse por diazepam, 10 mg cada 2 - 4 horas, durante 24 horas, y después reducir la
dosis.
Programas de rehabilitación
Los programas de rehabilitación emplean todas las modalidades psicoterapéuticas, tales
como la Terapia conductual, la Terapia cognitivo - conductual, la Terapia de familia, los
Grupos de apoyo y el Entrenamiento en las actividades sociales.27
La intervención psicológica puede consistir en terapias individuales, familiares y de
grupo. La terapia individual es más efectiva si se centra en las razones que llevan al
consumo, de la percepción de los efectos negativos del mismo y en cómo estos objetivos
pueden obtenerse por vías diferentes. La terapia de grupo y los grupos de apoyo incluyen
a menudo charlas con otros consumidores, en las que se comparten experiencias pasadas y métodos efectivos para hacer frente al problema.
La terapia de familia es un componente esencial del tratamiento; las cuestiones que se
tratan son, entre otras, cómo la conducta del paciente ha afectado a la dinámica
familiar; además, otras familias pueden explicar cómo hicieron frente a similares
problemas. No obstante, los objetivos deben centrarse en el futuro y en cómo ciertos
cambios en las familias pueden ayudar al consumidor a mantenerse abstinente.
Recursos para el tratamiento
Recursos asistenciales
Las unidades asistenciales para desintoxicación son unidades hospitalarias cuya estructura
ha sido creada específicamente para tal fin, o simplemente pueden ser utilizadas camas
incluidas en otros servicios como es Psiquiatría, Medicina Interna, etc., donde los pacientes
estarán internados a tiempo completo.28 Este recurso terapéutico será de utilidad en caso
de los adictos que acuden para iniciar un proceso de desintoxicación y carecen de
apoyo socio-familiar, conviven con otras personas que también presentan problemas
relacionados con las drogas o han sido atendidos ambulatoriamente sin obtener una
respuesta satisfactoria.
También existen los hospitales de día, los cuales están destinados al tratamiento en
régimen intermedio, es decir, la persona duerme en su casa, pero pasa varias horas del
día en el centro; de esta manera se le proporciona al paciente una atención intensiva y
frecuente, de media jornada o jornada completa y asistencia diaria, sin que se produzcan
los inconvenientes de la separación total del medio socio-familiar, con una orientación
terapéutica adecuada y con estrategias y programas preelaborados.
Prevención y tratamiento en atención primaria de salud
La atención primaria de salud consiste en una forma de atención especial que es accesible a todos los individuos y familias, está inserta dentro de la comunidad y es el nivel asistencial con el que contacta la población en primera instancia.
Estos pacientes acuden con relativa frecuencia solicitando ayuda a los equipos de
atención primaria, por tanto los médicos de familia van a ser, en la mayoría de los casos,
los primeros en contactar con ellos, que pueden llegar con propósitos diversos, por lo que
debe brindársele toda la orientación necesaria respecto a las posibilidades de
tratamiento de su enfermedad.29
Es importante que el médico de familia pueda realizar la detección precoz de la
drogodependencia, bien directamente o a través de los familiares del paciente,
escucharlo a él y a su familia, reducir la ansiedad con la que acuden, dar una
información fiable de los medios y recursos disponibles para su atención, informarles de los
riesgos de su patología y de la importancia de ponerse en tratamiento, valorar su estado
somático, diagnosticarle las patologías asociadas y sus complicaciones.
La atención comunitaria cuenta además con los Centros Comunitarios de Salud Mental
cuyos equipos se dedican a la atención de drogodependientes de manera ambulatoria,
mediante tareas de orientación, evaluación, desintoxicación, deshabituación y además
cooperan en la reincorporación social de los pacientes.30
Notas
1. LORENZO, P., J. LADERO, M. LEZA: Drogodependencias, pp. 21 – 46 Ed. Médica S.A., España, 1999.
2. GONZÁLEZ MENÉNDEZ, R.: Clínica y Terapéutica de las adicciones para el Médico General, Ed. de San Luis,
Dirección Provincial de Salud Mental, San Luis, Argentina, 1999.
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