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EL PARTO DESHUMANIZADO
Javier López Bárcena *
Resumen
El acto de parir es un proceso fisiológico con el cual termina el embarazo en
una mujer.
Este hecho también concierne a las personas que rodean a la mujer
embarazada como son la familia, los médicos y la sociedad.
En la actualidad, con el sistema de salud que impone la medicina socializada,
el enfoque del acto de dar a luz (parto) ha perdido el respeto al ser humano y a
la futura persona ya que (éstos) pasan a segundo término debido a que la
medicina utilitarista adopta la dualidad cartesiana, brindando así una medicina
despersonalizada.
Palabras clave: parto, humanismo, acto humano, persona, medicina
utilitarista, ser humano.
*
Alumno de la Maestría en Bioética. Universidad Anáhuac México Norte Revista Etbio Año 4- Núm. 6- 2014
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Abstract
The act of delivery is a physiological condition that terminates the pregnancy
in a woman.
This act also involves the people around the pregnant woman as the family,
physicians and the society.
At present, the focus from the act of giving birth (childbirth) with the current
socialized medicine health system, has lost respect for the human person and
the person to be, because (they) come to a second place because the utilitarian
medicine adopts the Cartesian duality, providing a depersonalized medicine.
Key Words: childbirth, humanism, human act, person, utilitarian medicine, a
human being.
Se entiende por parto:
 El proceso fisiológico con el que la mujer finaliza su gestación
desde los 6 meses de embarazo, en el que están implicados
factores psicológicos y socioculturales e implican el apoyo
integral y respetuoso del mismo.
 La expulsión de uno o más fetos y sus anexos desde la cavidad
uterina al exterior.
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El Humanismo: “Un concepto definido desde la filosofía. Se trata de una
actitud que intenta poner especial énfasis en la dignidad y el valor de la
persona humana. Considerándola como un ser racional capaz de practicar el
bien y encontrar la verdad”.
Acto Humano: Se designa el obrar propio del hombre que en cuanto tal, puede
convertirse en objeto de valoración moral. Esta definición tiene su origen en la
distinción, ya presente en la teología medieval, que se realiza entre “actus
hominis” y “actus humanus”.
El primero es un acto puesto por el hombre, que sin embargo, no depende (al
menos inmediatamente) de su voluntad deliberada. Pertenecen a esta
categoría, los diversos procesos fisiológicos y el conjunto de las acciones
provocadas por dinamismos biopsíquicos no controlables. El segundo por el
contrario, es un acto que brota directamente de las facultades superiores del
hombre (la inteligencia y la voluntad) y del que él es, por consiguiente,
responsable. La teología moral se interesa evidentemente sólo por esta última
tipología de actos, en cuanto que en ellos se implica la libertad del hombre.
(www.mercaba.org/DicTM/TM acto humano.Htm).
El valor en los actos, adquiere valor moral solamente si es realizado con buena
voluntad, que en ningún caso es puritana ni cobarde, pero siempre bella y
estética; es decir, hay buena voluntad si existe una razón moralmente válida
que justifique la acción. (www.greenteacher.com/articles/La Ética.doc).
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A través de la historia de la humanidad se le ha dado una importancia
significativa al “acto de parir”, ya sea desde el punto de vista mítico,
filosófico, fisiológico o sociológico, ya que por ser un proceso
preponderantemente fisiológico es universal; es decir toda la especie humana
es partícipe directa o indirectamente de dicho acto, aún cuando no sea
privativa de ella, sino de cuanto mamífero exista en la naturaleza.
Este es un acto en la vida de las personas que rodean a la mujer embarazada
que se encuentra en este estado y en forma individual, ya que cada parto es
diferente y cada mujer es distinta.
Las definiciones que se citan en líneas anteriores tienen una importancia
significativa, ya que yo creo que la mujer en la actualidad, ante este evento,
conjuga el “actus hominis” con el “actus humanus”, ya que aun cuando es un
evento fisiológico la mujer es capaz, a través de su voluntad, de inducir el
parto.
Incluso, cuando la mujer pudiera parir en forma autónoma, siempre ha sido
asistida por otra(s) persona(s), que de alguna manera tenía(n) experiencia y
algo de conocimiento en este arte, que en muchas ocasiones se le imponía a la
mujer o se presentaba en forma fortuita.
Con el paso de los siglos, surgió el médico o la profesión médica, en forma y
apegado a lo científico. Por lo que al acudir la mujer con el médico se
establecía la relación médico-paciente; con lo que se estableció una compleja
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relación entre dos seres humanos… dos personas en las que el humanismo no
puede quedar exclusivamente en el discurso, sino que debe ir a la actitud y a la
conducta. Nace entonces el modelo de medicina paternalista en la que el
médico cuidaba a su paciente, con conocimiento y atención personal, en donde
se englobaba la relación científico-personal.
Con el pasar del tiempo aparece el dualismo cartesiano que separa el alma del
cuerpo y hace que la medicina se centre sólo en el cuerpo; señalando que los
problemas del alma no le competían, con lo que se inicia el proceso de
deshumanización, al negar la unión psíquica corporal, la que siempre se
consideraba en el tratamiento del paciente.
A mediados del siglo XIX aparece el positivismo que consideraba al hecho
observable empírico y reproducible en el laboratorio, como la única forma de
conocer y explorar la realidad, que es cuando la ciencia médica tiene
importantísimos avance pero se separa de la conducta humanística. A partir
del siglo XX y ya en el XXI el avance tecnocientífico ha evolucionado lo que
no hizo en 19 siglos; sin embargo, esto ha acentuado la separación entre
cuerpo y psique.
Ya Emmanuel Mounier había señalado que el hombre así como es espíritu es
también un cuerpo “totalmente cuerpo y totalmente espíritu”. Del mismo
modo, Gabriel Marcel dice: “Lo que es propio de mi cuerpo es el no existir
por sí solo, el no poder existir por sí solo. Somos cuerpo, no tenemos un
cuerpo. Se puede decir yo soy mi cuerpo, pero no sólo somos cuerpo, somos
cuerpo y espíritu en unidad. Yo existo subjetivamente, yo existo
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corporalmente son una sola y misma experiencia. Somos persona, entendido
como ser subsistente, consciente, libre y responsable”.
En la actualidad y con una medicina socializada, se lleva a cabo una práctica
de medicina utilitarista, en la que los resultados importan más que las personas
que constantemente se quejan no solamente de los médicos, sino del sistema
de salud, ya que tomando en cuenta que hay que ser productivos se olvida que
los pacientes son personas y no un número más.
La forma en que son tratadas las mujeres que van a parir o están pariendo es,
en muchas ocasiones, un tanto denigrante para la persona, con frecuencia
escuchamos en las salas de labor “ya no te quejes no eres la primera mujer
que va a parir”; “mamacita”; ”reinita”; “la de la cama 4”; “¿otra vez
aquí?”; ¿qué no te enseñaron a cuidarte?”; “¿qué no sirves para otra
cosa que abrir las piernas?”, entre otras.
Momentos tan importantes que está viviendo la mujer, que evidentemente
conllevan un dolor que no es medible o interpretable, además del temor para
muchas ante lo desconocido, y para todas el ver el bienestar de su bebé, son
ignorados por los médicos y por el personal de salud. Es aquí cuando el
médico debería de ejercer una medicina comprensiva, compasiva y respetuosa
de la dignidad humana, no siendo un ser despersonalizado. Es decir, no existe
relación médico-paciente.
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Actualmente en diversas sociedades perciben a los médicos con un alto nivel
de competencia técnica, pero que carecen de calor humano e interés por el
paciente como persona. La deshumanización del médico y del personal de
salud es muy notoria.
La moral nos enseña que la salud es la justa jerarquía de la persona. Y el
hombre como persona posee en proyecto existencial con una conciencia
creadora que no está referida únicamente al mundo biológico, sino también al
mundo moral que él mismo puede entrever en las experiencias de su vida. Se
espera que el médico se ocupe del hombre en su totalidad, porque se
encuentra, de hecho, frente a una persona, no ante un cuerpo, ni ante una
psique abstracta.
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