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REFLEXIÓN SOBRE LA NECESIDAD DE UN
CONSENTIMIENTO INFORMADO EFECTIVO EN CASOS DE
ENFERMOS EN ETAPA TERMINAL
Ana Ofelia Buerba Villanueva
Licenciada en Filosofía por la
Universidad La Salle de México
Asesora en temas de Bioética en casos de
Enfermos Terminales
Conferencista panelista y autora de artículos
en temas de Bioética
[email protected]
RESUMEN
Existen diferentes condiciones, circunstancias, factores internos y externos en el caso de las
enfermedades terminales.El Consentimiento Informado en estos casos, más que un instrumento
de comunicación, debería considerarse como medio de acercamiento humano en el que el
especialista se diera la oportunidad de conocer a fondo sobre la personalidad, sensibilidad,
sentimientos, espiritualidad y expectativas de cada paciente con el objeto de poder acercarle la
información necesaria con el debido, respeto, profesionalismo, responsabilidad, acompañamiento
y cariño como para que él o sus familiares tengan la oportunidad de tomar decisiones libres que
le permitan sentirse respetado en sus derechos y dignidad.
Palabras clave: Consentimiento Informado, Enfermedad Terminal, Factores Psicológicos,
Relación Médico-Paciente, Dignidad.
ABSTRACT
There are different conditions, circumstances, internal and external factors in case of the
terminal illnesses. The Assent Informed in these cases, more than an instrument of
communication, should be considered to be a way of human approximation in which the
specialist should give himself the opportunity to know thoroughly the personality, sensitivity,
feelings, spirituality and expectations of every patient; in order to be able to bring the necessary
information over with respect, professionalism, responsibility, accompaniment and fondness in
order that he or his relatives have the opportunity to make free decisions that allow him to feel
respected in his rights and dignity.
Key words:Informed Consent, Terminal Illness, Psychological Factor,Physician-Patient
Relationship, Dignity.
Revista Etbio Año1- Núm. 1- 2011
2
I.
INTRODUCCIÓN
Así como la salud, la enfermedad es parte natural de la condición humana,
sin embargo, la actitud ante el estado de enfermedad está marcada por múltiples
combinaciones de personalidad, valores adquiridos, situaciones vivenciales y
estados de conciencia que traen en consecuencia la definición de las decisiones que
los pacientes o familiares de estos, determinan tanto para los procesos terapéuticos
como también para la finalización de los mismos.
Incluso, se ha dicho que la eutanasia revela paradójicamente el poder y la
impotencia del hombre. El poder de disponer de la vida ante su impotencia ante la
muerte; el poder de dar la muerte ante la impotencia de superar el dolor, la soledad
y la angustia. Un poder que procede de su impotencia. Un poder que revela
profunda debilidad, incapacidad y contingencia del ser humano. Un poder, al fin de
cuentas, pobre y aniquilante.
El hombre de nuestros días, con más tranquilidad elige la muerte para los
demás o se siente más inclinado a justificarla.
Este tipo de pensamiento nos plantea la pregunta más candente para el
hombre de hoy: la pregunta por el sentido. El sentido de la vida y de la muerte, el
sentido del dolor y el sufrimiento, el sentido de la autonomía y la libertad humana.
Lo peor que le pueda pasar a una sociedad es que pierda la finalidad y el sentido
de la existencia. Una vida carente de sentido conduce a la droga, al escapismo, a la
violencia, al suicidio y a la eutanasia. La muerte dulce y rodeada de “comodidad”
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es una amenaza para la humanidad. Podríamos preguntarnos si no estamos lejos de
que el “matar por piedad” no se convierta en matar sin piedad.
Así pues, este tema se impone como un reto que impone al descubierto las
actitudes de la persona y de la sociedad ante la vida, la enfermedad y la muerte. Es
así que el personal médico, actor esencial también del tema en cuestión, simboliza
y en ocasiones protagoniza el desenlace de la historia de un paciente. La manera
con la que el médico acompaña, asiste, cura e informa a su
paciente de la
enfermedad que lo aqueja marca, sin duda, la diferencia en la toma de decisiones de
la que se habla en los renglones anteriores.
Se incluye para el análisis el caso de los enfermos menores y de la atención a
estos casos en el sistema público con la finalidad de considerar que un gran
porcentaje de casos de enfermedad terminal, en ocasiones se excluyen de los
beneficios que pudieran obtener de procedimientos y documentos institucionales
generalizados.
Frente a este tema crucial, la bioética aspira a ofrecer al médico un sistema
de normas morales que le permitan orientar su juicio y sus acciones para proteger y
preservar la dignidad de pacientes cuya autonomía se ve impedida.
II. Factores psicológicos que intervienen en la toma de
decisiones en estado de enfermedad terminal
La personalidad está determinada por factores biológicos, sociales, históricos
y culturales que intervienen simultáneamente, pero todos ellos son mediatizados
por el determinante psicológico, dado por la propia capacidad de autodeterminación
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del sujeto, el cual con sus propios recursos personológicos organiza, dirige,
controla y regula su comportamiento.
Cada uno tiene rasgos personales de percepción y patrones característicos de
conducta y de relación con otras personas y situaciones. Dicho de otro modo, toda
la gente, de acuerdo a su personalidad, tiende a enfrentarse a las situaciones con un
estilo individual pero repetitivo. Algunas personas tienden a responder siempre a
una situación problemática buscando la ayuda de otros. Otras siempre asumen que
pueden manejar los problemas por sí mismas. Algunas personas minimizan los
problemas, otras los exageran.1
Ahora bien, aunque la gente tiende a responder siempre del mismo modo a
una situación difícil o problemática, la mayoría es propensa a intentar otro camino,
recurriendo a diferentes recursos, si la primera respuesta es ineficaz. Sin embargo,
las situaciones estresantes, como es el caso de una enfermedad terminal, aún en
personas que han alcanzado una función mental relativamente adecuada, pueden
desencadenarse episodios de desequilibrio psicológico.
Existen diversos momentos de la vida que exigen de nosotros
comportamientos seguros, tolerantes, disciplinados y optimistas, pero no todas las
personas contamos con los mismos recursos personológicos para enfrentarlos de la
misma manera. Mientras que un paciente que ha sufrido un accidente o enfermedad
que le ha dado un gran vuelco a su vida, continúa hacia delante y lo enfrenta con
gran valor, decisión y coraje, puede haber otro, con el mismo problema,
atravesando gran ansiedad y depresión, incluso, sin deseos de vivir.
1
TIBERIO, A. (2001) La muerte en la cultura occidental. Aproximación al trabajo de morir. Editorial Universidad
De Antioquia. http://www.iatreia.udea.edu.co/index.php/iatreia/article/viewFile/379/301.
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En el caso de los enfermos terminales, la posibilidad de dedicar sus últimos
días serenamente a poner en orden sus asuntos, de lamentarse y llorar o de
renunciar a lo que le queda de vida, es un aspecto que la personalidad y formación
del paciente determinan.
Los mecanismos que emplea el paciente para resolver un problema
corresponden a la personalidad del individuo que los sufre, pero ante las situaciones
extremadamente difíciles, la conducta puede ser afectada seriamente con reacciones
inadecuadas. En consecuencia, muy a menudo las principales manifestaciones
incluyen angustia, depresión grave y una exageración de los mecanismos que el
paciente emplea comúnmente para resolver el estrés. La personalidad mental sufre
una serie de reacciones nerviosas muchas veces silenciosas, suscitadas por el
ambiente que lo rodea y aunque el cuadro clínico puede ser diverso, se caracteriza
por dolores intensos de cabeza, sueño alterado, pérdida de interés y una voluntad
exageradamente débil que lo incapacita para la toma de decisiones importantes ya
que sus pensamientos están dominados por ideas negativas y autodestructivas que
se acompañan de dudas, vacilaciones e indecisiones constantes. Por lo tanto, no se
puede esperar de ellas autocontrol, positivismo, tolerancia, coherencia o asertividad
en la toma de decisiones importantes.2
III.
2
El caso de los niños enfermos en etapa terminal
TIBERIO, A. (2001) La muerte en la cultura occidental. Aproximación al trabajo de morir. Editorial Universidad
De Antioquia. http://www.iatreia.udea.edu.co/index.php/iatreia/article/viewFile/379/301.
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Lo que sucede con los menores de edad enfermos de cáncer es diferente y se
agrava cuando los pacientes son atendidos en un hospital público.
En la mayoría de estos nosocomios las condiciones de los pacientes son las
siguientes:

. Toda la información es comunicada a los familiares y ellos son
quienes se responsabilizan de las decisiones en cuanto a los tratamientos
sugeridos.

El nivel socio económico y cultural de los pacientes y sus
familias es bajo, por lo que las explicaciones que se les otorgan no siempre
son entendidas en su totalidad.

Acuden de sitios lejanos con todo lo que ello implica: gastos de
pasaje, incomodidades en la estancia, etc.

La estancia para los familiares es cansada; pasan largas horas de
espera tanto para será atendidos como durante los tratamientos de sus
familiares en sillas en las que a veces duermen y en ocasiones los periodos se
alargan hasta semanas o meses.

La alimentación que reciben los pacientes es la mínima básica y
los familiares carecen de oportunidad de este beneficio dentro del hospital.

Sólo una persona puede acompañar al paciente y en muchas
ocasiones sin relevo a veces por periodos de meses.

De alguna manera acceden a todo tratamiento sugerido porque
es el único medio de ayuda al que tienen oportunidad.

Aprenden con exactitud y de memoria toda la nomenclatura de
los medicamentos sin saber exactamente el pronóstico real y definitivamente
no pueden acceder a una segunda o tercera opinión porque serían excluidos
del programa de atención.
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
Los niños se “acostumbran” a llorar pero sin moverse, a
soportar largos periodos recibiendo los tratamientos de quimioterapia, a
esperar horas para su turno y con el riesgo de que en el caso de padecer
algún cuadro gripal o gastrointestinal, la sesión es suspendida.

No todos los tipos de cáncer son atendidos en un hospital
público, por lo que tiene que investigar a qué asociación o patronato deben
dirigirse para ser sometidos a un estudio en el que podrían ser seleccionados
para recibir atención a su problema particular.

No cuentan con personal que les brinde los “cuidados
paliativos” que todo enfermo en etapa terminal, por humanidad deberían
recibir.

En ocasiones, el diagnóstico e información tiene largos periodos
de atraso y la angustia crece cada momento y cada día. No pueden solicitar
citas, ni reuniones con médicos; tienen que esperar a que se les llame o avise
cuál será el paso a seguir.

En ocasiones el personal que atiende a los niños enfermos en
hospital público es de sólo uno o dos médicos, un hematólogo y un psicólogo
y en la mayoría de los hospitales con estas características la atención a niños
es de casi 150, ya que acuden de todos los municipios al hospital estatal
especializado.
Es así que la reflexión en cuanto al efecto directo del Consentimiento
Informado plantea algunos interrogantes. Y la inquietud principal consiste en poder
estar seguros de que, no es sólo un formato que se “debe” llenar, sino que es un
medio que el médico utiliza para comunicarse con su paciente con la finalidad de
ilustrarlo, apoyarlo, acompañarlo y de responsabilizarse y asegurarse de que entre
esa relación se buscará y trabajará sobre los mejores medios posibles de curarle o
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de proporcionarle el acompañamiento caritativo y humano que por dignidad todo
enfermo merece.
IV.
El Consentimiento Informado
La importancia de Consentimiento Informado (CI) implica una cultura en el
desarrollo de la relación clínica, en la que se exige un mayor respeto a las personas.
El CI debe ser una garantía de autonomía moral del paciente y no un documento
que se formaliza para eximir responsabilidades jurídicas.3
Mediante el consentimiento informado el personal de salud le informa al
paciente competente, en calidad y en cantidad suficientes, sobre la naturaleza de la
enfermedad y del procedimiento diagnóstico o terapéutico que se propone utilizar,
los riesgos y beneficios que éste conlleva y las posibles alternativas. El documento
escrito sólo es el resguardo de que el personal médico ha informado y de que el
paciente ha comprendido la información. Por lo tanto, el consentimiento informado
es la manifestación de la actitud responsable y bioética del personal médico o de
investigación en salud, que eleva la calidad de los servicios y que garantiza el
respeto a la dignidad y a la autonomía de las personas.
Existen
pronunciamientos
claros
acerca
de
la
obligatoriedad
del
consentimiento informado en: Ley General de Salud, Reglamento de la Ley
General de Salud, Leyes Estatales de Salud, Reglamento de Servicios Médicos del
IMSS, Normas Oficiales Mexicanas, Comisión Nacional de Certificación de
3
R.SALAS. Autonomía y Consentimiento Informado. Modelos de relación entre médico y enfermo mental. Medicina
y ética 1994; 4: 387-413.
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Establecimientos de Salud y Cartas de los Derechos de los Pacientes
(CONAMED).4
Analicemos por ejemplo, dos de las principales características del CI:
El consentimiento informado consta de dos partes:
a. Derecho a la información: la información brindada al paciente debe ser
clara, veraz, suficiente, oportuna y objetiva acerca de todo lo relativo al proceso
de atención, principalmente el diagnóstico, tratamiento y pronóstico del
padecimiento. De la misma manera es importante dar a conocer los riesgos, los
beneficios físicos o emocionales, la duración y las alternativas, si las hubiera.
El proceso incluye comprobar si el paciente ha entendido la información,
propiciar que realice preguntas, dar respuesta a éstas y asesorar en caso de que
sea solicitado.5
Si es un hecho que el paciente con cáncer atraviesa por un estado emocional
crítico, los médicos responsables deberían tener suficientes conocimientos sobre los
factores psicológicos que caracterizan a estos pacientes y atender cada caso de
manera particular.
En el caso de la atención en hospitales públicos, sería menester contar con un
equipo de profesionistas en diferentes áreas para trabajar hombro con hombro con
los enfermos y familiares, en el entendido de hacerles comprender con paciencia,
claridad y veracidad sobre todos los detalles de la enfermedad.
4.Guía Nacional para la Integración y el Funcionamiento de los Comités de Hospitalarios de Bioética. Comisión
Nacional de Bioética. Secretaria de Salud, 2010. 60, págs.
5,6Guía Nacional para la Integración y el Funcionamiento de los Comités de Hospitalarios de Bioética. Comisión
Nacional de Bioética. Secretaria de Salud, 2010. 60, págs.
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Incluso, apoyarles en caso de requerir alguna otra alternativa fuera de las
posibilidades presupuestales del hospital.
Los datos deben darse a personas competentes en términos legales, edad y
capacidad mental. En el caso de personas incompetentespor limitaciones en la
conciencia, raciocinio o inteligencia; es necesario conseguir la autorización de un
representante legal. Sin embargo, siempre que sea posible, esdeseable tener el
asentimiento del paciente.6
En ocasiones la idiosincrasia, la religión, el lenguaje y hasta el idioma es
diferente con algunos enfermos o familiares. Se carece de contar con personal
entrenado para atender este tipo de situaciones.
En el caso de los niños, la situación para los que ya están en edad de entender
qué les sucede, cambia radicalmente cuando alguien les explica de manera sencilla,
pero clara cómo es que su enfermedad se desarrolló, qué ocurre en su cuerpo, qué
es lo que sentirán, qué medicamentos y tratamientos son los que les aplicarán, etc.
Incluso hay asociaciones o grupos de voluntarios que han desarrollado pláticas
didácticas dirigidas en especial a este renglón. Sin embargo, quienes están
realmente preparados para conformar toda esta información son los especialistas,
en especial los oncólogos pediatras o el personal de enfermería del área, que con un
poco de profundización, creatividad y deseo, pudieran atender esta necesidad tan
importante.
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b. Libertad de elección: después de haber sido informado adecuadamente, el
paciente tiene la posibilidad de otorgar o no el consentimiento, para que se lleven
a cabo los procedimientos. Es importante privilegiar la autonomía y establecer las
condiciones necesarias para que se ejerza el derecho a decidir.7
En este caso valdría la pena atender a la situación psicológica y emocional de
un enfermo en etapa terminal y determinar cuánto tiempo se le otorga al paciente
para qué decida, buscar el mejor momento anímico y cerciorarse de que el médico
atiende las necesidades particulares del enfermo, dado que, como se menciona, la
manera de reaccionar y “tomar decisiones” varía entre persona y persona en ese
estado de salud. Valdría la pena añadir que el primer paso antes de esperar la
decisión, fuera el de asegurarse que el paciente la eligió en el “mejor momento”;
avalado por su médico quien de quien se debe suponer
lo conoce y le ha
acompañado hasta el momento difícil de la elección final.
Si el Consentimiento Informado opera por igual para todo tipo de
enfermedades, y en todas las circunstancias, cabría la pregunta en saber si para los
hospitales públicos sería necesaria una enmienda o corrección. La situación con la
mayoría de las personas que ahí acuden no tienen alternativas, incluso se les
advierte de seguir en tratamiento al pie de la letra para no perder su derecho de
atención.
Como podemos observar, aún siguiendo rigurosamente
las principales
especificaciones del CI del que tenemos conocimiento, las particularidades a las
7
Guía Nacional para la Integración y el Funcionamiento de los Comités de Hospitalarios de Bioética. Comisión
Nacional de Bioética. Secretaria de Salud, 2010. 60, págs.
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que debe ceñirse son múltiples y tan delicadas que merecen especial atención, sobre
todo en los casos de enfermedad terminal.
El continuo aumento del poder de la medicina moderna y el complejo
contexto sociológico en el cual se practica, llevan consigo nuevos interrogantes
acerca de lo que es justo, lo que es bueno y lo que es correcto en el comportamiento
de los médicos, los pacientes y la sociedad. Los derechos básicos de una persona se
establecen sobre la base del reconocimiento de su condición humana, la
inviolabilidad de su vida y el hecho de que el ser humano nació libre y siempre lo
será.
La relación médico-paciente (RMP) ahora requiere de evitar una excesiva
generalización, porque la diversidad es mucho mayor y cada cual reclama una
atención cuidadosa a su propia manera de construir y defender su autorrealización.
Así uno querrá, saber muchos detalles de antemano, incluyendo alternativas no
habituales; otro pedirá más cautela y tiempo para aceptar las cosas; y un tercero
puede preferir no conocer demasiado y delegar en parte las decisiones a tomar.
Por tanto, los profesionales, ahora más que antes, deben acostumbrarse a
detectar necesidades y a aumentar su sensibilidad para adaptarse a ellas.
Es serio pensar que la decisión de un paciente en relación con la intervención
médica se basa en gran parte en la información que ha recibido de su médico y el
éste, no puede sólo conformarse con comunicar al paciente de acuerdo a las
especificaciones del CI, ya que por lo que se ha expuesto, el no tomar en cuenta la
condición personal, junto con todos los factores psicológicos que dominan al
paciente y en especial, las condiciones particulares de las enfermedades terminales,
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equivaldría a actuar de manera irresponsable pero más que eso, con gran carencia
de humanidad y respeto a su paciente.
V.
Conclusiones
1. Para que un enfermo o su tutor tengan la oportunidad de tomar decisiones
libres y autónomas con respecto al cuidado, alternativas en el tratamiento o
suspensión de todo proceso terapéutico, es menester que en principio, se
encuentre bien informado de la situación real en la que se encuentra.
“Decidir”, implica necesariamente “conocer”.
Es un principio lógico argumentado desde la base en la que supone un sujeto
en relación a un objeto, un hecho o una causa que forma el soporte del juicio
humano que se desenlaza en el raciocinio y finalmente en la conclusión, de la
que necesariamente, y en este caso forman la decisión final de un paciente.
2. Los enfermos terminales, en particular, atraviesan por estados psicológicos
particulares que merecen atención de manera especial, dado que su estado se
ve afectado por la incertidumbre entre la vida y la muerte; y es así que la
comprensión de las circunstancias requiere de un mayor acompañamiento de
tipo humano además de la impecable competencia del personal médico que
esté a su cuidado.
3. Existe en nuestro país un gran porcentaje de enfermos terminales que no
cuentan con los medios necesarios para atenderse en hospitales privados y
por razones institucionales, sociales o políticas debidas a la falta de
presupuesto asignado tanto para la capacitación, como para la atención, se
ven doblemente afectados en su persona; ya que por una parte, están
sometidos a un programa específico con pocas alternativas de decisión o
porque las condiciones en su estancia no son las idóneas como para
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conducirse con la suficiente fuerza física o mental para tener la oportunidad
de
tomar “libre” y “voluntariamente” decisiones importantes sobre su
enfermedad o la de sus familiares.
4. El Consentimiento Informado significa un medio de comunicación esencial
entre la RMP, debe entenderse como fruto de la relación clínica, siempre
basada en los pilares de la confianza y el proceso de información más o
menos complejo.
El CI es sobre todo materia ética. La información tiene que ser veraz , la
mentira no es justificable. El CI no es un simple acto, un formato o un
documento. Es un proceso de diálogo y de acercamiento humano. El enfermo
terminal, necesita a menudo tiempo para poder aceptar una información
desagradable con menor dolor, para asimilarla y expresar dudas, reticencia o
formular preguntas.
El CI debe considerar en primera instancia la decisión libre, sin coacción. Es
un hecho que muchos enfermos reclaman ayuda en la decisión, pero es
necesario distinguir entre persuasión y coacción.
Por todo ello, es menester esforzarse para que el diálogo de la comunicación
sea el que marque la forma, la cantidad y los límites del CI.
5. Como ha podido observarse, la valoración psicológica de la personalidad
de un enfermo terminal, es fundamental. La psicoterapia permite conocer
y comprender algunos de los acontecimientos, de la vida pasada de los
individuos. Este conocimiento sobre la influencia que los factores
biológicos, sociales, históricos y culturales han tenido sobre la
personalidad del paciente. En consecuencia, el personal médico a cargo
tiene la responsabilidad de contar con la capacitación especializada en el
área oncológica y psicológica para poder realmente responder a tales
necesidades.
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6. El enfermo terminal sabe que sus días están contados, no sabe el día ni la
hora en que par partirá de esta vida y sabe que tiene que estar preparado.
Por lo tanto, la falta de conciencia, por tiempo, preparación o falta de
caridad ante este hecho, provocan que el CIno cumpla con los principios
de libertad y autonomía esenciales en esta relación y se conviertan
desafortunadamente, en lo que en principio se menciona: un documento.
7. El médico debe contar con la preparación necesaria, médica y humana,
para enfrentar la situación. Por muy elevada que sea su calificación
científico-técnica, si el médico no cuenta con la preparación y sensibilidad
necesarias para ayudar al paciente y a sus familiares, para acompañarlos
en el vía crucis que les espera, será difícil lograr una relación armónica.
Debe estar preparado para ayudar y orientar correctamente al paciente en
esta difícil travesía, asumiendo el papel de bastón psicológico y moral,
detectando las actitudes sombrías que pueden afectar al paciente y
ayudando a que su tránsito final se realice de la forma menos difícil.
8. El médico juega un papel predominante en la atención a un paciente en
estado terminal, pero para ello debe ser capaz de acercarse al mismo con
tal integridad de conducta que debe ser todo un paradigma de moralidad,
requisito indispensable para apoyar y ayudar psicológica y moralmente a
un paciente especialmente sensible que sabe que se enfrenta a la muerte en
un plazo relativamente breve.
El propósito general de la medicina ha sido siempre ayudar al paciente:
ayudar a vivir y acompañar a morir. Sin embargo, durante las últimas
décadas, quizás debido a su propia perplejidad ante los avances técnicos,
la medicina se ha centrado exclusivamente en tratar enfermedades con la
esperanza de curarlas, dejando en el abandono y la marginación a los
enfermos desahuciados, considerados como un fracaso de la todopoderosa
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medicina moderna. Esto en general, lleva a 2 tipos de conductas: el
abandono o el encarnizamiento terapéutico.
Atender en forma integral a un paciente significa considerarlo como un
todo : tratar los síntomas físicos como el dolor, la dificultad respiratoria o
la depresión; atender emocionalmente a la familia que también sufre el
proceso terminal ayudándole a manejar sus sentimientos, permitirles
expresar sus dudas y sus temores; facilitar el mejor entorno social posible,
con sensibilidad hacia las necesidades espirituales y la trascendencia del
proceso de morir, sin juzgar, sin prejuicios y sin intentar imponer nuestros
valores.
9. Más que la muerte a muchos enfermos les preocupa el sufrimiento del
proceso terminal durante los últimos meses o semanas de su vida,
especialmente si han tenido experiencias de familiares o conocidos que
hayan muerto de cáncer con mucho dolor o con experiencias físicas
desagradables. Otra cosa muy temida es el abandono por parte del equipo
tratante. Y en la medida que pueda garantizarse que se hará todo lo posible
por evitarles sufrimiento, y que se permanecerá a su lado hasta el final, se
logrará disminuir gran parte de sus preocupaciones, especialmente si se
logra consensuar con el paciente y su grupo familiar los objetivos y las
metas: control de síntomas, apoyo emocional y espiritual, es decir, el
morir en paz, concretando este ideal de acuerdo con los valores y la
dignidad de cada persona.
10.Proponer una re ingeniería del CI para los casos de enfermedad terminal,
equivale a responder de manera responsable ante los retos que plantea esta
delicada enfermedad. Requiere de la convicción en la necesidad de una
preparación especial para tratar con el enfermo. Requiere de la aceptación
de un trabajo interdisciplinario para la atención, tratamiento y
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comunicación con el paciente y su familia. Requiere de tener
conocimiento pleno de los cuidados paliativos que por humanidad deben
ofrecerse al enfermo terminal; apostar por los cuidados paliativos no es
desear la muerte del enfermo. No aceleran la muerte ni prolongan la vida.
Asisten y acompañan hasta que la muerte ocurre, como un proceso
natural, por el propio devenir de la enfermedad, en un marco de alivio y
contención.
11.Finalmente, considerar, un CI especializado en la atención a enfermos
terminales considerando todas las particularidades de este tipo de
enfermedades, equivale a completar una verdadera y humana relación
médico paciente. Equivale a permitirse ser guiados por los principios que
la Bioética fundamenta y a encarar, una verdadera defensa de la dignidad
y de la vida humana.
Bibliografía
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México D.F. 1989; 137.
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3. Gala León, F.J., Lupiani, M., Raja, R., Guillén, C., González, J.M., Villaverde,
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Revista Etbio Año1- Núm. 1- 2011
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6. Salas R. Autonomía y Consentimiento Informado. Modelos de relación entre
médico y enfermo mental. Medicina y ética 1994; 4: 387-413.
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de la Salud 1994; 157, 536, 560, 566, 571-72, 578-79.
8. Tiberio, A. (2001) La muerte en la cultura occidental. Aproximación al trabajo
Editorial
Universidad
De
Antioquia.
de
morir.
http://www.iatreia.udea.edu.co/index.php/iatreia/article/viewFile/379/301.
Revista Etbio Año1- Núm. 1- 2011