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Arte, Cultura, Psicoanálisis y Trama social
Sobre la transformación del servicio de internación 31ª de larga estadía del
Hospital José T. Borda.
Para contextuar la experiencia de transformación y descronificación del
servicio 31ª de larga estadía del hospital Borda, considero fundamental situar la misma en el
marco de la subjetividad de la época, así como de los conceptos en que se sustenta dicha
práctica.
Tiempo mediatizado y tecnologizado, que se globaliza desde un discurso universalizante,
segregativo y funcional a los intereses del capitalismo, con el planteamiento del fin de los
llamados grandes relatos, como el marxismo o el psicoanálisis (Lyotard), el fin de la historia y
la victoria del capitalismo , como plantea Fukuyama, o la búsqueda del bienestar con supresión
del síntoma, a partir de la objetivación científica de la medicina biológica vinculada a los
intereses de los laboratorios farmacéuticos, con exclusión del deseo y la sexualidad en su
relación con el inconciente.
Ante el surgimiento de un mundo en que la presencia de la ciencia incluye a todos en sus
efectos, (Lacan,“Psicoanálisis y medicina”), resulta necesario estar advertidos de los
problemas éticos que surgen en el campo de la llamada Salud Mental, por ejemplo, a partir del
afán de controlar y estandarizar las conductas del hombre como trastornos del comportamiento,
tipificación vinculada a la homogeneización de los tratamientos y a la supresión de los síntomas
vía medicalización, desconociendo tanto la dimensión pulsional en la que se sostiene el síntoma
del ser hablante, como el vínculo fundamentado en el amor de transferencia que nos involucra
en la dirección de un tratamiento posible.
Efectos de una lógica que conduce a la negación del conflicto y de la experiencia trágica de la
vida, a la indiferencia ante el sufrimiento humano, con la consecuente ruptura de redes y lazos
afectivos que otorgan consistencia a lo corporal en su relación a lo mental.
El aislamiento, la marginación, la segregación, se potencian como nuevos síntomas sociales,
producto de un orden social que
intenta taponar o acallar lo que no funciona, desde un
inalcanzable ideal de bienestar y seguridad, inherente a una cultura de lo efímero, en la que se
promueve la constitución de anhelos y lazos libidinales rápidamente descartables, con las
exigencias que todo ello conlleva para el sujeto. La manipulación que el sistema practica a
través de las ofertas del mercado y la publicidad que ofrecen los mass media, proporcionan
modelos identificatorios exhaltadores de la felicidad supuestamente alcanzada con el consumo
y la rápida sustitución de objetos de goce, que promueve la exigencia de competencias,
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eficacia y eficiencia, a verificar en mediciones que excluyen la cuestión del sujeto, donde todo
vale, en vías del éxito que se juega en el dominio de unos cuerpos que encarnan la ley sobre
otros
cuerpos, versus su propio estallido, con los consecuentes efectos de exclusión y
desgarramiento de la trama social.
Resulta fundamental en nuestra práctica estar advertidos de los efectos del discurso capitalista,
en tanto éste implica la ruptura con las cosas del amor, con el consecuente desconocimiento del
dolor, la pena, el sufrimiento, y sus efectos de devastación subjetiva.
A partir de este marco consideramos la exclusión de quienes, por no poder inscribirse como
uno entre otros, al no responder a las normas sociales determinadas por el discurso social
imperante, se encuentran fuera del sistema de producción, desde una lógica que en vías de la
una política centrada en la seguridad, conduce a criminalizar la pobreza y la indigencia,
cuestiones cuyo debate debiera instalarse en la sociedad, dada la incidencia de dicha lógica
discursiva en las subjetividades y en los criterios y políticas de la llamada Salud Mental.
Premisas para la desinstitucionalización
A fin de referirnos a la desinstitucionalización de pacientes de larga estadía de internación,
debemos considerar que dicho discurso totalizante, en la conjunción psiquiátrico- jurídica,
plantea la necesidad de aislar a todo aquel considerado peligroso, lo cual conlleva el riesgo de
caer en una psiquiatrización policial de la locura o en la penalización del enfermo mental en
situación de pobreza o indigencia, generalmente expuesto a una mayor situación de desamparo
social y afectivo, quedando asociada a la criminalidad, la peligrosidad atribuida a la locura.
Cuestión que conduce a preguntarnos si resulta posible determinar objetivamente el grado de
“peligrosidad” de un sujeto, sin considerar qué es lo que lo lleva a cometer un acto de locura,
atentando contra su vida o contra la de los demás, en un pasaje al acto agresivo, si dicha
peligrosidad latente amerita la larga internación a partir de un diagnóstico, o si la categoría de
inimputable no atenta contra la responsabilidad subjetiva.
A fin de abordar
la problemática del considerado “enfermo mental crónico”, nos hemos
interrogado en cada caso, acerca de las condiciones que han llevado a que muchos sujetos
pasen años internados sin otros objetivos terapéuticos que el de mantenerlos allí en función de
un diagnóstico, habiendo ya dejado de padecer el síntoma que motivó la ruptura de sus lazos
familiares y laborales, resultando la institución el soporte y su lugar en el mundo.
¿Qué factores intervienen en la institucionalización de un paciente?, ¿qué lo conduce a
cobijarse tras los muros imaginarios de un hospital de puertas abiertas como es el hospital
Borda?
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En cada caso se trata de una cuestión de sujeto, vinculada por un lado a su estructura psíquica y
a su singular modalidad de goce y respuesta al Otro, en una suerte de exilio que encuentra
satisfacción allí donde se produce la institucionalización desubjetivante, y por otro, como
hemos constatado en muchos casos, con la ruptura de vínculos en tanto fenómenos de exclusión
social, como la desocupación, el desamparo social, el abandono familiar, así como la falta de
decisiones políticas y programas con presupuesto, que propongan abordajes más dignos de las
problemáticas que potencian el sufrimiento y las pasiones tristes de las que hablaba Spinoza.
Implementación del proyecto
Con la puesta en acto del proyecto de transformación del servicio 31ª de pacientes de larga
internación, más que una tarea dirigida a la llamada rehabilitación social de los pacientes
internados desde un ideal impuesto, nos propusimos propiciar su habilitación como sujetos, en
función de lo que denominamos una “neoinserción” social, a partir de introducir el concepto de
lazo social en articulación con el de transferencia, sin dejar de considerar que siempre hay un
punto de imposibilidad que no entra en el lazo con los otros. Punto fundante de toda narrativa
vinculada a la potencia de los cuerpos.
Si como señala Freud en El malestar en la cultura, Eros en tanto pulsión de vida puede
transformar la violencia destructiva al imponer la renuncia pulsional y el empuje creador,
posibilitando por ejemplo, como muestra la historia de la civilización, la reconstrucción de las
ciudades arrasadas por las guerras por obra del hombre, -aunque se considere que Thánatos es
quien obtiene finalmente la victoria-, si por ejemplo, la brecha que profundiza la generación de
pobreza e indigencia propia del capitalismo, con sus consecuentes efectos de exclusión social,
paradojalmente ha hecho surgir nuevas redes e intentos creativos de solución que permiten a
algunos sujetos no quedar petrificados en el sufrimiento, constituyendo
lazos muchas veces
efímeros, que se establecen entre los miembros de un grupo con comunidad de intereses, como
sucedió con el trueque; nos hemos preguntado: ¿por qué no apostar a constituir un dispositivo
dirigido a la transformación de un servicio de larga estadía, que priorice el lugar del sujeto y el
lazo social, desde una ética del “bien decir” que sostenga la función de la escucha, en el marco
de la defensa inalienable de sus derechos, para que un cambio de discurso resulte posible en
relación al abordaje del llamado enfermo mental,
teniendo en cuenta al sujeto en su
singularidad y al contexto institucional y comunitario en el que se halla?.
¿Resulta posible propiciar un cambio de discurso, a partir de una praxis cuyas herramientas sean
proporcionadas por el discurso que propone el psicoanálisis?
Considerando que para Freud la salud está dada por la capacidad de amar y trabajar y
que la llamada Salud Mental remite a una concepción del sujeto de derecho surgida en el curso
del orden social y político europeo después de la segunda guerra mundial, planteamos que la
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mentalidad es aquello que posibilita la consistencia narcisista imaginaria para vivir en el mundo
estableciendo vínculos sociales, singular manera de soportar la condición de ser hablante, en su
anudamiento con lo simbólico del lenguaje y con lo real imposible que escapa a la
representación y afecta al cuerpo.
Dicha mentalidad se constituye a partir del gesto, la mirada y la palabra de amor, que instituyen
marcas en
el cuerpo del niño, libidinizándolo y transformando su necesidad biológica,
vinculada al goce del cuerpo real orgánico y vivente, en demanda pulsional, por la que el grito
se torna en llamada, posibilitando el surgimiento del deseo articulado a las modalidades de
goce.
Desde esta perspectiva, lo mental remite al anudamiento estructural del psiquismo articulado a
un cuerpo que posibilita la elaboración del malestar en el que la cultura lo expone.
En el campo de la llamada asistencia hospitalaria en salud mental, nos hallamos confrontados
con las resonancias en el cuerpo del sufrimiento del sujeto, en tanto afectos que surgen en su
relación a la lengua, que muchas veces lo conducen al aislamiento, al pasaje al acto, a la ruptura
con el cuerpo de lo social, en el intento de sofrenar su dolor, así como a situaciones de
internaciones que se prolongan.
La devastación subjetiva y la institución anudante.
. El psicoanálisis nos enseña sobre la devastación subjetiva en su relación a la mortífera
relación especular narcisista, que conduce al sometimiento del ser a los “dioses oscuros’, a la
pérdida del sentimiento de sí, a la violencia del pasaje al acto, a las insondables decisiones del
ser ante situaciones en las que el contexto socio cultural articulado al particular vínculo con un
semejante potencia el sentimiento de desamparo.
En la tensión del goce que irrumpe en lo corporal como resonancias de cosas vistas y oídas, una
nada que afecta su destino , puede dejar al sujeto suspendido en un fuera de discurso, con la
pérdida del soporte de la imagen corporal, en el desfallecimiento de la consistencia yoica de lo
imaginario, surgiendo un vacío de significación insoportable, ante el cual surge el síntoma
neurótico, o, como sucede en las psicosis, lo excluído, por no haber podido inscribirse en el
inconciente, retorna en el delirio o en la alucinación de las voces que se imponen, injurian u
ordenan, al no haberse perdido.
Allí, en el blanco del vacío de significación, ante la imposibilidad de encontrar un sentido a ese
goce de lo real que afecta al cuerpo en la tensión de sus órganos, el surgimiento de la angustia,
como
destino pulsional en transferencia, será la brújula que oriente la dirección de un
tratamiento posible, a fin que el dolor de existir se metaforice en un despertar. Para que ese
penar de más, en un cuerpo invadido por la presentificación del goce de un Otro absoluto que se
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impone, pueda cifrarse en la lengua, en un acto de lenguaje que permita contornear una ausencia
irremediable, abordando por lo simbólico ese real que escapa a la representación.
En el mejor de los casos, a partir del
nuevo vínculo que sostiene un tratamiento en
transferencia, el sujeto podrá advenir en un decir como sujeto de la enunciación.
El que ocupe dicho lugar en la transferencia en el tratamiento de las psicosis, ofreciéndose como
secretario y destinatario de la palabra desde una posición de escucha, puede posibilitar un
alojamiento simbólico que permita nombrar el goce incomunicable, a fin de componer un lugar,
una envoltura para el cuerpo, advertido que debe correrse de encarnar la posición de la
impostura paterna de un Otro absoluto
en que el sujeto psicótico suele colocarnos. El
semblante de un semejante tomado como propio, puede permitir soportar la ilusión de tener un
cuerpo.
Sin desconocer que resulta necesario considerar la tendencia unificante de la dinámica
institucional, apostamos al trazado de una singular gramática pulsional que propicie algo del
orden de un artificio, que otorgue consistencia a la imagen corporal y existencia al sujeto,
descompletando a ese Otro absoluto al que se ofrece el sujeto psicótico “institucionalizado”.
Considerando que “la clínica psicoanalítica empieza ahí, en las manifestaciones de la
transferencia, en el sitio donde se detiene la clínica médica” ( Clavreul, “El orden médico”,
1978), nos planteamos que la implementación del proyecto debía sustentarse en el hacerse oreja
y secretario del loco, a fin de alojar el testimonio de quien sufre la singular experiencia de su
locura
ofreciendo su cuerpo a esos enigmáticos dioses oscuros, muchas veces hasta la
automutilación o la muerte, otras encadenado mortíferamente a las voces que le retornan de un
real exterior, o a la perplejidad que lo sume en un doloroso mutismo ante la catastrófica
vivencia de un desorden del mundo que le concierne y lo corroe. Que conduce a algunos a un
movimiento que por momentos los agita y no les da tregua en su irrupción lenguajera, y a otros
a una silenciosa ajenidad hasta la casi inerme catatonia de un cuerpo desposeido.
Nuestra tesis es que muchos de estos fenómenos intrusivos, dan cuenta de la pérdida de la
consistencia corporal de un cuerpo imaginario que siente amenazada su unidad, en tanto la
trama simbólica se ve afectada y desgarrada por ese Otro estragante, que impide a la estructura
del lenguaje operar como barrera al real del goce. La catástrofe imaginaria por la que la locura
se manifiesta en un intento de afirmación del cuerpo, - en tanto superficie ligada al yo por la
cual el ser hablante siente que posee un cuerpo - , suele encontrar un sentido en la institución
que lo provee de una consistencia corporal, por lo que muchas veces allí encuentra su lugar en el
mundo.
La propuesta era generar un lugar instituyente transformador que quiebre la escena aletargada,
poblada de seres ofrecidos pasivamente, a fin de hacer surgir alguna demanda que separe el
cuerpo de la necesidad, y convierta la voz en acto de habla y las palabras en anclaje de la deriva
pulsional.
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Cuestión que consideramos propiciatoria de la construcción de un espacio otro que el de la
infinitud habitada por el objeto que no puede perderse, que posibilite otra forma de
anudamiento, por la vía de un deseo no anónimo, es decir, que se ate a un nombre. A otro
nombre que “Borda”, a fin de subjetivar un proyecto otro de vida que el de ser objeto en el
asilo. Que permita salir del letargo, alcanzando alguna luz fuera de las amenazantes sombras de
la caverna.
. Nos planteamos entonces, ¿cómo posibilitar el trabajo de la psicosis, a fin de hacer consistir la
mentalidad en un imaginario articulado a lo real por lo simbólico, que acote la deriva pulsional
en su especial relación con la voz y la palabra?
¿Cómo actuar y ocuparse del loco dentro de los muros del hospital, en un proceso de
desinstitucionalización y subjetivación, es decir, de ruptura con cierta cultura universalizante
jurídico-psiquiátrica tutelar, en el marco de la resistida ley de Salud Mental de la ciudad, siendo
un engranaje más de la institución?
¿Cómo horadar el discurso totalizante y producir intersticios, en un devenir que se sustraiga a
los tiempos institucionales?
Proyecto: Arte, cultura, psicoanálisis y trama social
A partir de haber accedido por concurso en octubre del 2000, a la jefatura del servicio 31A
del Departamento de Internación Nro. 4 del actualmente denominado Hospital Psicoasistencial
Interdisciplinario José T. Borda, en cuyo llamdo se plantea como objetivo la transformación de
un servicio de larga estadía (con una población de treinta y ocho pacientes considerados
“crónicos”), en un servicio de Rehabilitación Psicosocial con Externaciones Programadas y
Asistidas, nos propusimos generar un proceso de “descronificación” teniendo en cuenta el
replanteo de la cultura institucional instituida en relación a pacientes de larga internación, así
como de la llamada rehabilitación en salud mental.
Consideramos así, que en el marco de la categoría de lo Universal, es decir del para todos, de
las diferentes prácticas que apuntan a la Rehabilitación Psicosocial, se desprende y recorta, la
categoría de lo Particular, a través de dispositivos que responden a un proyecto sustentado un
marco teórico que apunta a lo Singular del sujeto, a fin de ofrecer un alojamiento simbólico en
la situación transferencial a construir.
Así pusimos en marcha el proyecto “ Arte, Cultura, Psicoanálisis y Trama Social”, en el marco
de un proceso de reconversión hospitalaria en consonancia con la Ley de Salud Mental de la
Ciudad de Bs As Nro. 448, sancionada el 27 de julio del 2000, la cual considera a la salud
mental un derecho, así como un proceso determinado histórica y culturalmente en la sociedad,
inescindible de la salud integral, y establece el abordaje interdisciplinario y personalizado del
enfermo mental en el respeto de sus derechos establecidos.
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Con la oferta de espacios individuales y colectivos, en los que se pone en juego la función de la
escucha, tanto para pacientes internados en el servicio 31 A, como abiertos a los otros servicios
del
Departamento 4 de Internación Psiquiátrica, y a los pacientes que concurren a sus
tratamientos en forma ambulatoria, desde diferentes estrategias clínicas y socio culturales, nos
propusimos un entramado que promueva la expresividad y la invención como uno de los
caminos en Salud Mental para la desinstitucionalización, desde una perspectiva comunitaria con
orientación psicoanalítica, entre otras experiencias que históricamente se han llevado a cabo en
este hospital. Para producir una ruptura con lo instituido nos propusimos armar un nuevo
entramado, con cortes y secuencias témporo espaciales de articulación cultural, tanto en
relación a lo institucional, como al caso por caso.
Propusimos así una convocatoria a la creación y a la invención en el proceso de rehabilitarhabilitar, donde la palabra, así como el trazo, la pincelada, la escritura, la lectura de poemas, la
narrativa, se constituyan en recursos para la reconstrucción y construcción de la realidad,
testimoniando y tomando del arte la forma de organizar el agujero, en un juego con la
extranjeridad de La Cosa ( Das Ding), a través de un hacer que no necesariamente es arte.
La apuesta era sostenernos en una posición que apunte a propiciar el pasaje de un fuera de
discurso del sujeto psicótico a la posibilidad de una inscripción social, a través de la práctica de
estrategias clínicas, sustentadas en una ética de la escucha y la palabra, que tome el relato al pie
de la letra, con el fin de posibilitar el surgimiento de un decir articulado a alguna demanda, por
la que el sujeto, alojado en un lugar de exclusión en tanto fuera de los mecanismos de
producción, pudiera salir de su posición de objeto de goce del Otro. Y, en el mejor de los casos,
acompañarlo en la invención de una nueva manera de estar en el mundo, propiciando así
también el surgimiento de espacios que descompleten la idea de institución total.
Promovimos la creación de una Biblioteca del Servicio con la colaboración de estudiantes
voluntarios, que actualmente cuenta con más de tres mil quinientos volúmenes donados, desde
la que se pusieron en marcha diferentes dispositivos: de alfabetización, de lectura, de narrativa y
escritura, Poesía al Borda, Tiempo de Tango, musicoterapia, Espacio de Experimentación
Creativa, Taller de Cuidados, Asambleas Clínicas, dos programas de intercambio con la
comunidad en tanto Emprendimientos Socio Productivos: el de Cultivo de Hierbas Aromáticas
-con la coordinación de una socióloga y el asesoramiento de una ingeniera agrónoma del
programa del Inti- y
el de Elaboración de Jabones Artesanales, denominado por los
intervinientes “Jabones Creativos”, en convenio con el Programa de Empleo Comunitario del
Ministerio de Trabajo de Nación.
Considerando que existen otras experiencias de desinstitucionalización del hospital vinculadas
al arte y la creatividad, basadas en promover la salida del producto artístico hacia la comunidad,
pensamos como
eje propiciador de corte con
las estructuras culturales rígidas
institucionalizadas en un sector periférico al ala central, la promoción en el mismo servicio, así
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como en el teatro del hospital de actividades y encuentros culturales. Así surgieron la
Biblioteca, el espacio “Poesía al Borda”, con la convocatoria mensual a diferentes poetas y a la
comunidad, donde se leen poemas y se realiza su análisis , en convenio establecido con la Casa
de la Poesía y con la Dirección del Libro de la Ciudad de Buenos Aires, y el espacio quincenal
“Tiempo de Tango”, también dirigido a la comunidad.
.
La implementación de los diferentes dispositivos encaminados a propiciar modos de regulación
simbólica, priorizando la escucha analítica, con supervisiones y espacios de reflexión sobre la
práctica, nos permitió ir poniendo entre paréntesis los diagnósticos, asi como la supuesta
cronicidad, atentos al caso por caso.
Una cuestión sobre la que trabajamos en equipo, es la de considerar que los procesos de
externación implicarían un fuerte impacto, tanto para aquellos que allí encontraban su soporte,
es decir, su lugar en el mundo, como en relación a la propia cultura asilar de cuidados
institucionales.
Planteamos como hipótesis que los pacientes de larga estadía que vivían en el Borda, lograron
en la misma un efecto de nominación anudante posibilitador de una consistencia corporal, por
lo que
resultaba necesario brindar otros soportes para acompañar el proceso de
desinstitucionalización, a fin de propiciar el armado de una nueva trama, ante el abismo en que
puede quedar el sujeto psicótico si no se le ofrecen recursos para sostener ese trayecto.
Al comienzo de esta experiencia, el enunciado respecto a que sólo desde la ética de la escucha y
el lenguaje se puede hacer responsable al sujeto, en el sentido que responda de la singularidad
de sus actos con su palabra, para no quedar petrificado en la mortificación, parecía un imposible
en la clínica con dicha población de internados.
Gestión y deseo
Pensamos que la intersección que se produce entre:
- la gestión, en tanto vector de funciones inherentes a las competencias para el cargo de
jefatura, como la coordinación, la organización, planificación y responsabilidad por ejemplo del
mantenimiento del estado de la sala,así como la articulación para que los pacientes sean
asistidos desde las diferentes disciplinas, y la constitución de un equipo de trabajo en formación
continua,
-y
la posición subjetiva
atravesada por el psicoanálisis, posibilitadora de sostener el
movimiento deseante para llevar a cabo el proyecto, advertida
de la disarmonía entre lo
esperado y lo obtenido, así como de la ex sistencia de un punto de imposibilidad y soledad en
tanto no hay un Otro garante,
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deja un resto posibilitador de efectos estructurantes, como condición para la creación de una
trama que pueda poner a trabajar a la psicosis en su relación a la lengua.
La población de pacientes con la que nos encontramos en octubre del 2000, en su mayor parte
con diagnósticos de esquizofrenia, alcoholismo crónico, demencia y debilidad mental, habitaban
un ala del hospital periférica al edificio central, que presentaba un cuadro cuasi medieval de
abandono edilicio y marginalidad.
Desde las funciones
inherente a las competencias de la
jefatura
de servicio, para la
organización, ejecución y funcionamiento del proyecto en tanto Programa para efectivizar
Externaciones Asistidas, se realizaron un cúmulo de tareas administrativas, dada la falta de
recursos humanos,-por ej. la falta de profesionales rentados o secretaria-, en una dinámica en la
que participaron los integrantes de un equipo de trabajo, que desde las diferentes incumbencias
profesionales y criterios de abordaje,,
hicieron causa común. Contamos primero con una
médica psiquiatra con concurrencia dos días a la semana, y al año siguiente con un médico
clínico que se incluyó al equipo, junto al aporte invalorable ad honorem de un médico psiquiatra
y de varios psicólogos concurrentes y pasantes, asi como de
enfermeros designados para su
función en este servicio.. Así logramos poner en marcha un entretejido de actividades
asistenciales, terapéuticas, culturales y artísticas, generadoras de un clima propiciatorio al
vínculo social, al tiempo de cansadoras gestiones, notas, solicitudes, en función de la
responsabilidad de la gestión, para lograr la transformación de la estética del lugar y ofrecer un
ámbito más cálido y digno. Hicimos
partícipes de dicha transformación a personal de
mantenimiento, de cocina, de limpieza, que muchas veces participaron en las asambleas. Nos
topamos con múltiples resistencias institucionales y corporativistas que no lograron apagar
nuestro deseo decidido de propiciar otra lógica posible sosteniendo el proyecto.
Incorporamos en nuestras reuniones de equipo la voz del personal de enfermería, junto a la los
psicólogos en formación, la del médico a cargo de la evaluación psquiátrica, diagnóstico,
prescripción y seguimiento de los tratamientos psicofarmacólogicos y clínico médica, la de una
trabajadora social que, a partir del trabajo en equipo, realizaba infinidad de gestiones
extrahospitalarias para la protección y reinserción social del paciente, como la de gestionar
documentación, beneficios o pensiones no contributivas, subsidios habitacionales, etc, en un
accionar interdisciplinario y de acompañamiento del paciente como sujeto en su proceso de
externación.
Así se abrió el servicio dirigido a la formación con orientación psicoanalítica de concurrentes,
con actividades de supervisión, cursos, seminarios, y prácticas profesionales, planificadas en un
programa de docencia e investigación ligado a la práctica profesional, con la concurrencia de
pasantes de la carrera de Psicologia de la UBA y de psicólogos concurrentes del Programa de
Capacitación del Ministerio de Salud del Gobierno de la Ciudad
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A pesar de la falta de profesionales de planta rentados, de recursos materiales, de las
dificultades institucionales y los prejuicios respecto a la posibilidad de un proyecto diferente
dirigido a aquellos sujetos considerados “crónicos”, sustentado en una posición concernida por
el psicoanálisis y en el marco de una ley cuestionada, se fueron produciendo transformaciones
en la dinámica de funcionamiento, propiciadoras de la estructuración
de un tiempo de
producción subjetiva, que posibilitó en cada sujeto internado el establecimiento en transferencia
de un nuevo lazo social.
Este proyecto, que conlleva la defensa de los derechos inalienables a la protección de la salud
y apuesta a promover en los enfermos una posición de responsabilidad subjetiva, fue
poniéndose en marcha no sin obstáculos:
- la falta de recursos humanos, tanto de profesionales, técnicos o administrativos de la planta
hospitalaria,como materiales, a pesar de las notas solicitando la inclusión de otros recursos para
llevar a cabo este programa,
- los prejuicios respecto a la llamada ¨descronificación¨y “desmanicomialización’’,
- la supuesta “invasión de incumbencias¨’,
- las dificultades para modificar los esquemas de funcionamiento hospitalario en la integración
de enfermería al programa y al equipo de trabajo,
-los tiempos institucionales herederos de la estructura asilar,
- las dificultades para preservar y mejorar el mantenimiento del lugar, ( ascensores que no
funcionan, puertas de baños que no se colocan por falta de bizagras, cañerías que no terminan de
arreglarse, falta de línea telefónica que agilizaría las gestiones de nuestro programa de
externación asistida),etc
- así como nuestros propios límites.
Resulta necesario considerar que en la clínica de la internación en función de la
¨descronificación¨ son fundamentales aquellas acciones para la resolución de problemas, que
quizá sean consideradas burocráticas, como los asuntos judiciales, las notas a los juzgados, el
seguimiento de expedientes, la tramitación de documentos o beneficios sociales, de acuerdo al
caso por caso y en función del establecimiento de redes, entendiendo que hacen a la restitución
de una historia, y que deben ser pensadas como estrategias clínicas.
.
Cambio del perfil del servicio
En abril del 2002, con las externaciones dadas, se habían reducido a veinte los pacientes
internados . A pesar de la disconformidad manifestada por algunos sectores, continuamos con
los objetivos de
“descronificación” dirigidos a los cuatro servicios del
departamento 4,
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ofertando los espacios de nuestro programa a los apcientes de todo el departamento. Así
también establecimos las normas de funcionamiento del servicio.
A partir de las externaciones posteriores que fueron produciéndose en la implementación de la
Externación Programada y Asistida, fue cambiando el perfil de pacientes internados,
atendiendo nuevas demandas de internación breve con dispositivos de escucha.Se abrió el área
de Consultorios Externos del Servicio, con tratamientos ambulatorios junto a la promoción de
actividades culturales, atentos al caso por caso, surgiendo el programa Uno por Uno, con
actividades de capacitación, formación, docencia e investigación permanentes.
Comenzamos a internar, derivados por el servicio de Admisión del Hospital, pacientes
psicóticos en situaciones de crisis,
en ocasiones potenciadas por consumo de sustancias
psicoactivas, en un programa centrado en su habilitación como sujetos a fin de promover el
tratamiento ambulatorioen la externación asistida..
La hipótesis que la peligrosidad de un sujeto se vincula al pasaje al acto como corte al
sufrimiento real, asociado con la falta de mediación simbólica por la palabra ante el sentimiento
amenazante especular respecto a un semejante, es uno de los ejes considerados en la formación
e investigación continua del equipo asistencial, abierto a las discusiones y al establecimiento de
acuerdos en las estrategias de tratamiento, con la promoción de la disposición a la escucha y
del trato digno y respetuoso acorde a los derechos establecidos en el articulo 3 de la ley 448.
Esta modalidad de trabajo, nos permitió apreciar aprés coup, efectos favorables y
comprobables en tanto no se producían situaciones de violencia, generalmente comunes en la
convivencia de pacientes internados.
Esta experiencia de “descronificación” de sujetos de larga estadía de internación, ha sido
sostenida como discurso, considerando que las llamadas externaciones programadas y asistidas
se sostienen en relación con la invención posible de otra forma de anudamiento, que el que hace
del significante Borda su sostén en el mundo, anudamiento a considerar en el Uno por Uno.
Uno por Uno.La externación asistida
Uno de los objetivos del Programa respecto al área de Consultorios Externos creada en el
servicio 31A, apuesta a sostener tratamientos ambulatorios
ofreciendo un lugar siempre
dispuesto a alojar la palabra, en forma intensiva, con dispositivos de tratamiento y seguimiento
individuales y colectivos que tienen en cuenta el caso por caso para evitar internaciones en
situaciones de crisis.
Con tal propósito, hemos puesto en marcha el programa “Uno por Uno”, en función de
intervenir en la emergencia ante momentos de crisis psicóticas a través de tratamientos diarios
diurnos, pudiendo el paciente concurrir de 8 a 16, en un programa que se establece para cada
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uno en función de la particularidad de la situación, como dispositivo, en tanto posibilitador de
significaciones compartidas, para propiciar y sostener el lazo social comunitario.
Otro paso del proyecto que aún no se ha podido efectivizar, es la creación de una “Casa de
Convivencia Transitoria” y una “Unidad habitacional a Mediano Plazo para la Externación
Asistida”, para cuatro a seis pacientes, con actividades culturales y microemprendimientos, en
función de un tratamiento que procure sostener en cada sujeto, desde los diferentes espacios,
aquellos recursos que propicien su consistencia corporal y la subjetivación de su sufrimiento.
Proyecto que esperamos poder llevar cabo como continuación del programa de transformación y
descronificación, para el cual se requeriría contar con un presupuesto que el Estado estaría
obligado a garantizar a partir de los objetivos contemplados por la Ley 448.
Quiero destacar que esta experiencia no hubiera podido llevarse a cabo sin el apoyo y el
estímulo de quienes confiaron en nuestro proyecto para la transformación de un servicio de
larga estadía, ni sin el aporte entusiasta de quienes ejercen en el servicio su práctica ad honorem
en formación continua, así como de artistas y profesionales que colaboraron en diferentes
momentos, para quienes va mi profundo agradecimiento.
Lic. Cristina Gartland. Febrero 2004
* Escrito para el encuentro organizado por APPAL en el Hospital Psiquiátrico de La Habana-Cuba los días 11,12
y 13 de febrero del 2004, en el que participé como invitada.