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Participación social y gestión del riesgo. Aportes para la construcción de sistemas de alerta temprano.
Murgida, Ana María, Mariana Gasparotto y Claudia E. Natenzon.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
Congreso de Antropología Rural
Tilcara, Jujuy
3, 4 y 5 marzo 2004
Grupo temático. G.3. Organizaciones Rurales: Corporaciones, asociaciones, ongs. La
comunidad rural y la política lugareña.
Participación social y gestión del riesgo.
Aportes para la construcción de sistemas de alerta temprano.
AUTORES: Lic. Ana Murgida <[email protected]. >, Lic. Mariana Gasparotto
<[email protected]>, Dra. Claudia E. Natenzon <[email protected]>
PIRNA - Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Instituto de
Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. Puán 480 - 4º piso, 1406 Buenos Aires,
Argentina; (54 11) 4432-0121; (54 11) 4432-0606 - int.169.
Resumen
En el marco del Programa de Manejo Integrado de la Cuenca del Río Iruya (Proyecto PEA Nº
58 Código PNUMA 2209, Programa Estratégico de Acción para la Cuenca Binacional del Río
Bermejo) se elaboró el diagnóstico y la evaluación del riesgo ambiental del pueblo de Iruya,
Provincia de Salta, República Argentina, a partir de los cuales se definieron las bases de un
sistema participativo de alerta temprana (SPAT).
En esta oportunidad se reflexionará sobre aspectos de la percepción del riesgo de los
habitantes y la gestión del mismo llevada adelante por agentes externos a la sociedad local.
Para ello se presenta la modalidad de trabajo llevada adelante por el equipo PIRNA - Programa
de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente-.
El trabajo de campo fue central durante el proceso de construcción de conocimiento. Se realizó
una permanente interconsulta entre los investigadores y los diferentes actores de Iruya,
Participación social y gestión del riesgo. Aportes para la construcción de sistemas de alerta temprano.
Murgida, Ana María, Mariana Gasparotto y Claudia E. Natenzon.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
aplicando metodologías participativas en talleres, y utilizando múltiples técnicas cualicuantitativas: entrevistas, mapas mentales, elaboración de cartografía temática, observación
directa, relevamiento de estadísticas locales. Se logró caracterizar la peligrosidad percibida por
los habitantes de Iruya, la distribución de bienes y personas expuestos al peligro
geohidrológico; la vulnerabilidad y los aspectos socioeconómicos y culturales de la sociedad a
través de una reflexión colectiva que permitió sentar las bases del SPAT.
Palabras clave
participación - percepción del riesgo – alerta temprano –
Participación social y gestión del riesgo. Aportes para la construcción de sistemas de alerta temprano.
Murgida, Ana María, Mariana Gasparotto y Claudia E. Natenzon.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
Introducción
Entre los meses de diciembre de 2002 y julio de 2003 trabajamos para elaborar un diagnóstico
socio-territorial que sirva de base para el diseño de un sistema participativo de alerta temprana
(SPAT) en el marco de un proceso de gestión del riesgo en el pueblo de Iruya y de desarrollo
sostenible en cuencas hídricas desde el Programa de Manejo Integrado del Río Iruya.
Inicialmente adelantaremos que el enfoque escogido es el antropológico y que la reflexión
estuvo presente en todo el proceso. En el diagnóstico
confluyen los saberes específicos
disciplinares de la geografía y la antropología con el saber de la sociedad local en torno de un
proceso de gestión del riesgo.
Este trabajo está construido sobre la noción de riesgo. Ciertamente cuando se lo refiere se está
introduciendo la idea de calculabilidad, y planteando la posibilidad de quedar expuesto a algún
tipo de suceso catastrófico1 (crisis sociales, eventos naturales, accidentes tecnológicos, etc.).
La noción de riesgo es una construcción social, en la que confluyen múltiples dimensiones
asociadas a las formas de conocimiento particulares: por un lado aquellas correspondientes a
las lógicas de las sociedades locales y aquellas vinculadas a paradigmas científico - técnicos
formales.
Los distintos eventos naturales y sociales son clasificados y jerarquizados colectivamente de
diferentes formas de acuerdo con el contexto socio-histórico particular. Por ello al indagar en
las representaciones y prácticas sociales se puede interpretar la lógica local de construcción de
lo peligroso, la significación que posee; las conductas para afrontarlo y las medidas de
mitigación tradicionales (Turner, 1967, 1974; Maskrey, 1994).
En el ámbito de la gestión, el problema de su reconocimiento y su puesta en discusión implica
el entrecruzamiento de distintos campos sociales, culturales, políticos y económicos. En
cualquier escala y fase implica trabajar con problemas complejos, que requieren una respuesta
urgente desde el ámbito político, en los que intervienen múltiples actores con diferentes lógicas,
intereses y conflictos (Funtowicz y Ravetz, 1993).
1
La catástrofe es el riesgo hecho acto, el fenómeno que pone en acción el potencial peligroso inherente a toda
sociedad (Lavell, 1996; Natenzon et. al., 2003).
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Por lo general el debate sobre los niveles aceptables de riesgo suele abrirse posteriormente a
situaciones catastróficas, como una necesidad de resolver el problema luego de la fase de
rehabilitación (recomposición de los daños ocasionados por la ocurrencia del fenómeno). Se
trabaja sobre la historia reciente proyectando hacia un futuro pero, la mayoría de las veces, los
intervalos de recurrencia del fenómeno -cuya duración puede ser imprevisible- contribuyen a
relegar el tema frente a nuevas coyunturas de la más diversa índole.
De lo anterior se desprende que la gestión del riesgo suele concentrarse en la emergencia y
rehabilitación frente a las catástrofes, quedando así relegada una fase crucial: la prevención.
En el desarrollo de ésta última, se apunta a evitar que el peligro se materialice y se diseñan las
bases de la acción a ejecutar durante la emergencia y rehabilitación en caso de ocurrencia de
una catástrofe. La prevención concebida participativamente tendrá efectos directos en
una atenuación de los impactos que genere el fenómeno peligroso.
En el caso del diagnóstico llevado adelante en Iruya, trabajamos en la fase de prevención a
partir de las dimensiones básicas del riesgo: la vulnerabilidad social (cultural, institucional,
socioeconómica), la peligrosidad (fenómenos que causan daños), la exposición de bienes y
personas, y la incertidumbre emergente de los aspectos desconocidos del problema (Natenzon,
1995).
Iruya: breve descripción
El pueblo de Iruya es la capital de Municipio de Iruya, en el Departamento del mismo nombre,
Provincia de Salta, República Argentina. Se encuentra emplazado en el ámbito de la Cordillera
Oriental y las Sierras Subandinas en el Noroeste Argentino y pertenece a la cuenca alta del Río
Bermejo. Está asentada sobre un abanico aluvial, entre paredes casi verticales del relieve
circundante y los cauces de los ríos Colanzulí y el Milmahuasi, con una superficie de
aproximadamente 300 por 800 metros.
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En la actualidad Iruya tiene 1.4542 habitantes, cifra que muestra un incremento significativo en
contraste con años anteriores: 199 habitantes en 1980; 585 en 19913. Este aumento de
población originó un consecuente proceso de expansión urbana, visible en el gran aumento de
viviendas y comercios producido en los últimos 10 años, y en el rápido desarrollo de un
asentamiento nuevo en el abanico aluvial ubicado frente al pueblo, cruzando el río Colanzulí.
Según lo relevado por agentes sanitarios, en 1991 existían 272 viviendas (45% habitadas), y,
hoy en día alcanzan las 374, de las cuales está habitado el 65% (236 viviendas y 272
familias)4.
¿Qué es el Programa de Manejo Integrado del Río Iruya?
El Programa de Manejo Integrado de la Cuenca del Río Iruya (Promi Iruya) forma parte del
Programa Estratégico de Acción para la Cuenca Binacional del Río Bermejo (PEA). El PEA
cuenta con la asistencia financiera del Fondo Mundial para el Medio Ambiente, siendo el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente la agencia de implementación y la
Organización de los Estados Americanos y la Comisión Binacional para el Desarrollo de la Alta
Cuenca del Río Bermejo y el Río Grande de Tarija las agencias de ejecución regional y
binacional respectivamente. El PEA es una de los tantas experiencias que se están llevando
adelante en distintas partes del mundo a fin de evaluar la forma en que el manejo sustentable
de cuencas aporta a una mejora en el medio ambiente global.
El Promi Iruya tiene varias componentes que trabajan sobre distintos aspectos: conservación
de recursos naturales (producción), educación ambiental (gestión de residuos y forestación),
ordenamiento territorial, control de la erosión. Todas las componentes se encuentran
relacionadas con la aspiración de que los resultados de cada una constituyan insumos para las
restantes.
Las diversas componentes constituyeron así un mapa de múltiples voces y disciplinas
(ingenieros civiles, agrónomos y en recursos naturales; geógrafos, antropólogos; historiadores;
docentes; geólogos; miembros de las instituciones locales). Dicha combinación de especialistas
portadores de saberes e intereses (a veces diferentes) resultó en un difícil pero interesante
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Información del Programa de Atención Primaria de Salud de Iruya, 2003
Censos nacionales de población (Indec, 1980 y 1991).
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debate acerca de los objetivos y las metodologías de acción en campo las reuniones de
discusión.
En este marco, la actividad desarrollada por nuestro equipo formó parte de la componente de
ordenamiento territorial y consistió en la realización de un diagnóstico socio-territorial del riesgo
ambiental del Pueblo de Iruya. El principal objetivo fue la realización del diagnóstico y el diseño
de las bases para un Sistema Participativo de Alerta Temprana (SPAT) como elementos
constitutivos del proceso de gestión del riesgo.
Modalidad de trabajo. Participación
Con la modalidad de trabajo desarrollada para el diagnóstico socio-territorial de Iruya
intentamos fusionar los modos de conocimiento científicos y técnicos con los saberes
tradicionales de la población local. Más allá de los objetivos específicos de la actividad que nos
fue asignada nos motivó la posibilidad de operar sobre la realidad, de hacer algún aporte
concreto aún cuando nos encontrabamos en la etapa de diagnóstico. Al trabajar desde la
reflexividad logramos generar una interacción que permitió re-jerarquizar valores locales,
pensar e instalar el tema del riesgo desde los patrones y las preocupaciones locales.
Nuestro trabajo se caracterizó por una constante interconsulta y la constitución de espacios
participativos, en los cuales se explicitaron los objetivos y los alcances
a fin de no alentar
falsas expectativas.
Para establecer la interconsulta se aplicaron técnicas de trabajo de campo de corte
antropológico, propendiendo a la interpretación de los principios y patrones culturales de
sociabilidad e interacción dentro de la sociedad local en la cual se busca desarrollar programas
de prevención de desastres. La idea ha sido comprender las normas de sociabilidad y las
modalidades de comunicación locales en función del diseño de las bases para el SPAT Sistema Participativo de Alerta Temprana.
En este sentido, las entrevistas en profundidad, la observación y la participación han permitido
desarrollar el trabajo reflexivo entre quienes intervienen en el acto de comunicación. Su
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Información del Programa de Atención Primaria de Salud de Iruya, 2003.
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complemento fue la aplicación de técnicas de discusión colectivas y grupales, acerca de los
peligros existentes y las maneras de mitigar los efectos no deseados derivados de las prácticas
locales.
La construcción de mapas mentales fue realizada a través de diversas actividades. En uno de
los talleres se conjugó la interacción entre los diversos actores sociales involucrados y se
hicieron representaciones gráficas de lugares identificados con peligrosidad derivada de
procesos naturales y de actividades humanas. Luego, se interpretó conjuntamente con los
autores el material tendiendo a la comprensión de la percepción local de la peligrosidad y del
riesgo.
Las estadías prolongadas en terreno favorecieron interacciones directas con los actores
sociales locales. La fluidez que implica el contacto cotidiano permitió ajustar la comprensión
mutua. Paulatinamente se hicieron evidentes las representaciones y prácticas sobre las que los
actores sociales involucrados construyen los conceptos de riesgo, peligrosidad y prevención.
La gestión de riesgo requiere en definitiva de una participación real de la sociedad local en
cuestión. Todo el saber de los expertos no puede en modo alguno suplir aquel que corresponde
a la población local, ni tampoco una receta externa bajada desde un escritorio puede garantizar
el compromiso de quienes luego deberán llevarla a la práctica. En este sentido es que una de
las nociones centrales a toda gestión que tenga intervención en la vida pública requiere de la
construcción de espacios participativos.
La constitución de instancias participativas cobra relevancia a la hora de influir en la confección
de la agenda pública, esto es, lograr que las necesidades de la sociedad local tengan la
atención de las autoridades gubernamentales. Por ello, ante la decisión de implementar planes
para la prevención de desastres, viables y sostenibles; uno de los objetivos deberá ser
potenciar y ampliar el control de los actores sociales sobre las decisiones que afectan sus
propias vidas.
Es posible identificar distintas formas en las que un proyecto de desarrollo o investigación
establece vinculaciones con los actores sociales externos a su producción. En muchos casos
se los toma como meros informantes o mano de obra barata (por ejemplo, albañiles para
construcción de obras o maestros como difusores de información), perdiendo la posibilidad de
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establecer una interacción reflexiva con ellos en tanto actores sociales involucrados portadores
de un saber legítimo. El amplio espectro de acciones “participativas” pueden ir desde la
información al público hasta el dirigismo y/o clientelismo para imponer ideas dentro de las
comunidades en lugar de generar procesos endógenos de “empoderamiento” de la sociedad
local.
En este sentido, recuperamos la participación como una de las formas de construir nuevos
conocimientos y de producción del espacio público. En ella confluyen diferentes actores
sociales que intercambian discursos y saberes, populares y expertos, en torno de
preocupaciones locales. En su ejercicio se incluye la participación de expertos (científicos y
técnicos) pertenecientes a dicha población y externos a ella, quienes deben comprender la
lógica local y adecuarse a ella al momento de operativizar planes de acción.
Por supuesto que este trabajo implica un proceso comunicativo particular en el cual, tanto los
portadores del saber experto como aquellos del saber popular son al mismo tiempo emisores y
receptores que ajustan su discurso con cada reunión de trabajo, retroalimentando sus saberes
y experiencias
Para que un sistema participativo de alerta temprana sea viable es necesario articular
diferentes elementos dentro del ciclo que compone una situación de desastre. El ciclo de
desastre incluye diferentes fases o momentos que atraviesa una población radicada en un zona
de riesgo: prevención; asistencia (emergencia) y rehabilitación; rehabilitación y reconstrucción.
Una vez que los riesgos son reconocidos y que la población sufre impactos -de cualquier tenorsobre sus vidas o sus bienes materiales, queda impuesta una dinámica diferente en la
concepción espacio-temporal local. Su impronta va quedando lentamente inscripta en las
prácticas y representaciones. Las experiencias colectivas, la memoria de los acontecimientos
peligrosos pasados, ayudan a otorgar sentido a la tarea en la que se les propone involucrarse.
Percepción del riesgo e identificación de peligros
Hablar de riesgo implica su definición y jerarquización valorativa. De este modo, la valoración
de situaciones como riesgosas es el nexo entre la percepción y la acción que se manifiesta en
el sentido otorgado a las consecuencias dañinas que puede tener un suceso, actividad o
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elemento material (peligro). Esto responde no sólo a la probabilidad percibida de fatalidad, sino
que también depende de las creencias y acciones de los agentes implicados; y,
complementariamente, todo riesgo percibido es un riesgo real por sus consecuencias (Shrader
– Frechette, 1997).
Tener en cuenta la percepción social local en los procesos de gestión del riesgo tiene
relevancia porque establece directamente un vínculo entre las necesidades surgidas de los
procesos sociales particulares y las políticas a ejecutar para mitigarlos. Si bien el trabajo
específico que realizamos se focalizaba sobre un peligro en particular (el hidrogeológico), al
preguntar a la gente sobre la percepción del riesgo en general ella colocó el énfasis en otras
cuestiones y peligrosidades consideradas problemáticas. De esta manera, desde el principio
del trabajo de campo encontramos diferencias entre quienes solicitaron el trabajo y las
necesidades o preocupaciones locales. (Renn 1992, Douglas: 1985:154, Graham y Wiener:
1995)
En el caso sobre el que estamos reflexionando encontramos que uno de los fenómenos
peligrosos reconocido por las autoridades provinciales, las del Promi Iruya y la sociedad local,
es el de los torrentes de lodo y piedras -denominados localmente como "volcanes"5característicos del comportamiento estacional de los ríos que rodean al pueblo. Con
anterioridad al trabajo de campo en el pueblo de Iruya habíamos recabado información entre
científicos y técnicos del Promi Iruya que habían estado en el lugar. La interpretación que
transmitieron era que los habitantes no estaban preocupados por la situación de riesgo que
ellos como expertos sí podían detectar.
Una vez en el terreno, al preguntar por qué es peligroso el volcán, recibimos en general la
misma respuesta: “Porque la erosión se lleva muchas partes del pueblo y cada vez se hace
más chiquito y hay mucho peligro con la gente que está en la orilla.” (Varón, 15 años). De esta
forma comprobamos que los volcanes también son reconocidos como peligrosos por la
población de Iruya. Los habitantes nos han comentado y mostrado los efectos destructivos del
volcán: derrumbes de terrenos cercanos al cauce de los ríos con las consecuentes pérdidas
materiales y de vidas humanas. La propietaria de un hospedaje nos invitó a su casa y nos hizo
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La denominación volcanes alude al sonido estruendoso y a las vibraciones del terreno cuando las rocas y el lodo
bajan por el cauce de los ríos.
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notar que las marcas irregulares del borde del jardín obedecían los derrumbes que provocó el
golpe del río.
La atribución de peligrosidad queda expuesta a través de las prácticas y representaciones
sociales. Los indicadores aparecen en referencias que los habitantes hacen en sus relatos
sobre accidentes asociados a los torrentes de barro y a los derrumbes que marcan hitos en la
configuración del pueblo: terrenos con viviendas o destinados a la producción agropecuaria que
se han caído (lo que se evidencia notablemente al comparar fotos de la década del ’70 y la
situación actual), accidentes de personas que se las ha “llevado” el volcán, personas
sepultadas por derrumbes, etc.
En una oportunidad “El volcán arruinó el camino y la acequia, y el intendente nunca la arregló.”
(Mujer, 30 años). El camino que se menciona es el único existente para acceder al pueblo y en
varias oportunidades quedó inutilizado. En una de ellas el problema fue sentido como más
grave porque se produjo en la entrada del pueblo. Este acontecimiento fue señalado en
reiteradas ocasiones, es un hito que quedó en la memoria del pueblo porque agudizó la
situación de aislamiento que normalmente experimentan los pueblos de la zona. Pero la escasa
comunicación en este tipo de situaciones críticas se transforma en incomunicación y en una
mayor sensación de indefensión. En las distintas entrevistas se advierte que la población
percibe los riesgos y reclama al municipio por su falta de actuación con respecto al problema.
En el caso del Barrio Villa El Campo (enfrente de Iruya) el volcán impide el cruce del río
Colanzulí: “En el verano cuando llueve mucho es problema, no se puede entrar ni salir. El
volcán cava mucho el río.” (Mujer, 56 años, Barrio Villa El Campo). Este riesgo pasa a ser parte
de la vida cotidiana por cuanto el tráfico peatonal a través del río es intenso. La zona central de
Iruya es el foco de actividades sociales, comerciales y administrativas tanto para los adultos
como para los niños.
Si bien no hay registros oficiales las prácticas de relato de historias orales y los registros
audiovisuales demuestran que se trata de un suceso relevante en la vida de los iruyanos. No
sólo se mantiene esta memoria de eventos catastróficos de carácter natural como una simple
narración de acontecimientos extraordinarios, sino que forman parte de las experiencias y del
sentido práctico desde el cual afrontan este fenómeno peligroso. Esto constituye una validación
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constante del saber local y forma parte de los relatos para “impresionar” a los forasteros. Estos
acontecimientos se mantienen vivos en la memoria de la sociedad local.
Los habitantes que disponen de los medios audiovisuales necesarios han registrado el
fenómeno. En general la filmación responde solamente al registro del evento extraordinario,
pero algunos autores de videos caseros filman con el objetivo de registrar y analizar el
comportamiento del volcán. A partir de la observación directa de los volcanes ocurridos y
grabados6 pueden describir su dinámica. Tener en cuenta estas fuentes de información sería
crucial para el diseño de las obras de ingeniería para el control de la erosión, que constituyen
una de las componentes del Promi Iruya. Los habitantes utilizaron estos videos para validar su
posición crítica de las obras realizadas delante de la coordinadora del Promi Iruya. De este
modo intentaron (infructuosamente) abrir la discusión local a los “expertos”. Algunos pobladores
sostienen que en cuanto llueva (hace dos años que hay sequía) las obras colapsarán como las
anteriores. A finales de la década del noventa, comentaba un poblador, el volcán “...levantó las
defensas desde abajo, luego las arrastró y las rompió; ven?: en la playa quedan los resto ...”.
No sólo en Iruya sino en general, las obras de ingeniería se realizan para impedir o controlar
ciertos fenómenos y son diseñadas para soportar como máximo un nuevo evento cuya
probabilidad de ocurrencia se considera lo suficientemente baja. Esto no quita que la
ocurrencia fuera de lo previsto exceda la capacidad de mitigación o contención de la obra. El
diseño de este tipo de obras debería incluir evaluaciones de impacto ambiental que tengan en
cuenta el conocimiento local sobre los fenómenos sobre los que se pretende actuar y sobre las
formas conocidas para mitigarlos.
En Iruya los ingenieros reconocen que en el futuro se encontrarán con el problema del
mantenimiento de las obras una vez que el programa finalice (2005). Si la población local duda
sobre su eficiencia, debido a que no fueron hechas en función de una interacción con la
población, no son sentidas como propias y, por lo tanto, será poco probable que exista un
interés en mantenerlas.
6
En un video casero de febrero de 1999 se registró uno de los volcanes más importantes en el río Colanzulí. El
volcán tuvo una altura de hasta 3 m. de barro y piedras y el autor del video enfocó especialmente los remolinos que
hacían profundos “pozos” que cavaron y destrozaron las defensas existentes. De acuerdo con los relatos de los
habitantes del pueblo ese año las lluvias fueron más intensas.
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Por otra parte el trabajo de campo permitió detectar prácticas sociales que, junto a la creciente
expansión urbana, aumentan el riesgo. Entre estas se puede señalar el emplazamiento y
expansión del pueblo sobre material inestable, el impacto del escurrimiento superficial de agua
pluvial, del agua que infiltra de manera casi ininterrumpida por los desperfectos en la red de
agua subterránea, el desagote cloacal que desembocaba en una barranca al río Colanzulí y
ocasionó derrumbes, la existencia de pozos ciegos sin rellenar, estacionamiento y tránsito de
grandes camiones y los sistemas de riego.
Entre otras prácticas reconocidas por la población encontramos que el alcoholismo incide en
las formas de “muerte” accidental (“accidentes de tránsito, despeñado”) y en las condiciones de
vida (“violencia, peleas, enfermedades, adicción”7).
Los ríos, con sus torrentes de barro y piedra incluidos, forman parte de los medios de
producción y consumo locales. De ellos obtienen el agua que consumen, sus lechos
constituyen -en algunos tramos y en determinados momentos- los únicos caminos para llegar a
Iruya y el resto de la Provincia, y para circular entre distintos barrios y poblados del interior; los
sedimentos del volcán también son útiles, empleados como material de construcción. (Los
habitantes de Iruya señalaron durante los talleres la necesidad de que se efectivice el sistema
de alerta y que éste tome en cuenta a quienes circulan por los ríos.)
En cuanto a la dinámica de uso del espacio que se pone en práctica ante la inminencia de la
llegada del volcán, hemos detectado que algunas personas dejan sus viviendas en los barrios
más expuestos para ubicarse en lugares más seguros.
Cuando llega el volcán es todo un acontecimiento; los habitantes del pueblo se reúnen para
verlo pasar, lo fotografían y lo filman. Es objeto de una suerte de juegos “rituales”, desde la
playa niños y jóvenes lo desafían jugando delante del torrente de lodo y piedra, calculando el
momento para alejarse del cauce.
7
Esta información fue resultado del trabajo en el aula con alumnos de polimodal del Colegio Secundario Senador
Emilio Correa (Mayo 2003).
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Gestión del riesgo: Sistema Participativo de Alerta Temprana (SPAT) y política local
“El volcán baja cuando truena fuerte y hay nubes negras o si amanece negro bien cargado y
entonces caen chaparrones fuertes y baja el volcán.” (Mujer, 30 años).
De acuerdo con las interpretaciones de varios técnicos consultados y con la expresión de
diferentes actores sociales, se puede decir que la principal causa de este fenómeno es la lluvia.
Que llueva en Iruya no es condición para que baje un volcán. En cambio es posible que
mientras que allí esta soleado, llueva en las nacientes de los ríos Colanzulí o Milmahuasi y baje
el volcán.
Dentro del saber local existen formas de pronóstico que anticipan la ocurrencia del fenómeno.
Los pobladores reconocen algunos signos que les permiten pronosticar el estado del tiempo y
anticipar el fenómeno: los colores del cielo y de las nubes, la proximidad de una lluvia, la
presencia de nubosidad en las cabeceras de los ríos, la interrupción del curso de agua, olor a
barro, sonido del volcán. A la noche la oscuridad incrementaría el riesgo por la dificultad de
reconocer algunos de estos signos y por la falta de monitoreo.
Estos elementos de juicio nos permiten afirmar que estamos frente a un fenómeno natural que
pese a las posibilidades actuales de anticipación conlleva un elevado grado de incertidumbre.
Los entrevistados manifiestan su inquietud ante la existencia de una variabilidad climática. Los
mayores contaban que hasta hace unos años podían pronosticar con mucha certeza que
pasaría con el tiempo, pero en la actualidad no se animan a especular sobre ello: “-el clima está
cambiando” (entrevistas), tomando esto último como causa de incertidumbre. Es allí, en esta
interfase entre el saber local que duda, y el saber experto que no conoce la realidad local, en
donde se encuentra la riqueza para construir un nuevo conocimiento útil para la prevención.
Este es el fundamento de nuestra propuesta para la construcción participativa de un sistema de
alerta temprano.
La puesta en marcha de un SPAT implica la instrumentación de redes de vigilancia y monitoreo
que permitan la detección de fenómenos, en función del tiempo que sus efectos tardan en ser
sentidos en un sitio. Es ese período de tiempo el que da la oportunidad de declarar estados de
alerta y/o alarma para la protección o evacuación de la población.
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Los conceptos de riesgo y de alerta son complementarios en el plano de la gestión y de la
convivencia con situaciones de peligro (probable, potencial). Por alerta se entiende el estado
de advertencia ante situaciones de riesgo, cualquiera sea su magnitud previsible. Su
declaración pública previene acerca de un peligro, apelando a los actores sociales involucrados
para intervenir activando todas las medidas de seguridad y los procedimientos preestablecidos.
Para ello es imprescindible que un SPAT surja de un proceso participativo de prevención como
se señaló al inicio del trabajo, que genere el involucramiento de las instituciones existentes,
que deberán ser quienes lo pongan y mantengan en funcionamiento.
Con la comunidad de Iruya existen posibilidades de desarrollar un sistema participativo de
alerta temprana, pues ya hay formas locales construidas en ese sentido, junto con
conocimientos empíricos que facilitarán la tarea. Se han detectado una serie de instituciones
vinculadas al tema que pueden participar del SPAT, mientras que aquellas que deben
proporcionar información científico técnica de calidad todavía están ausentes en el área.
En el nivel local detectamos las siguientes instituciones: Junta Municipal de Defensa Civil,
Comisaría de Iruya, Hospital Dr. Ramón Carrillo de Iruya, Club Deportivo Iruya, las
congregaciones religiosas, las asociaciones de base étnica, las escuelas y gremios. A su vez
hay vínculos establecidos con el nivel provincial: Defensa Civil de Salta, Ministerio de Salud
Pública y Jefatura de Policía de Salta.
Pese a estas posibilidades el pueblo de Iruya no cuenta con ninguna política municipal de
prevención explícita y vigente que las aglutine y ponga en acción. Este sería un rol a
desempeñar por la Junta Municipal de Defensa Civil, en la actualidad, una entidad virtual y
meramente nominal. Debería ser el nodo que articule y coordine acciones entre los niveles
gubernamentales -Nacional, Provincial, Municipal- y la ciudadanía, rol que hoy no está
cumpliendo.
La Policía local se encarga de la seguridad del Municipio y es el único organismo que realiza
tareas de asistencia y rescate en casos de emergencia y desastre -no hay bomberos-. Cuando
sus acciones requieren del soporte externo deben subordinarse a las decisiones de la Jefatura
Provincial. La policía de la provincia de Salta tiene entre sus objetivos "Defender las personas y
la propiedad de éstas ante peligros inminentes (incendios, inundaciones, y otros estragos)", por
lo cual debería atender los peligros locales. Esta y otras instituciones de Iruya cuentan con
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medios de movilidad y de comunicación que estarían disponibles para asistencia y rescate. El
personal disponible consiste en el cuerpo de policías y la guardia del hospital; ambas
instituciones sin preparación para casos de catástrofe, pero con conocimientos de la zona por
ser oriundos de la misma, y operar situaciones “normales” de la seguridad y la salud local
Frente a casos de emergencia la intervención inmediata es realizada por la policía, la
municipalidad y el hospital, quienes se conectan entre sí y con los vecinos que se ofrezcan
para colaborar en el rescate. El personal del Hospital acude en caso de que exista cualquier
tipo de víctima. Una institución que suele intervenir en caso de emergencias es el Club
Deportivo Iruya -ubicado en el Barrio Villa El Campo o La Banda brindando la cancha de fútbol
como pista de aterrizaje para el helicóptero, o mediante el voluntarismo de algunos de sus
miembros en el caso de acudir en socorro de alguna persona accidentada. En caso de
emergencia grave el Municipio solicita ayuda a Defensa Civil de Salta, que envía su personal
provincial. La coordinación de la emergencia y el pedido de asistencia debería hacerlo la
inexistente Junta Municipal de Defensa Civil.
Dadas las condiciones mencionadas, la capacitación de las instituciones existentes y la
provisión de elementos operativos y medios para la comunicación en situaciones de
emergencia aparecen como una plataforma viable y de fácil implementación en el corto plazo.
De hecho, los habitantes de Iruya reconocen el peligro, están preocupados y se mostraron
interesados en desarrollar las actividades necesarias para intentar mitigarlo y contar con el
SPAT.
La construcción de un sistema de estas características requiere de un poder local
representativo y consolidado, reconocido por la población, que tenga en claro estrategias de
desarrollo para la sociedad en su conjunto, con buena llegada a las fuentes de financiamiento,
creatividad para obtención de fondos genuinos y cierto nivel de efectividad en la administración
de la cosa pública. Sin embargo, en el pueblo de Iruya nos encontramos con un sistema político
-el Consejo Deliberante y la Municipalidad- caracterizado por su debilidad ejecutiva Que se
apoya en la existencia de una red de distribución del poder entre algunos miembros de la
sociedad local, inserta en y articulada con otra más amplia de políticos de orden provincial.
Según los entrevistados, los temas que reciben apoyo provincial son el de transitabilidad de las
calles y caminos, a raíz de la importancia que se le está otorgando desde el gobierno provincial
al turismo. Una muestra de ello es la construcción de la Hostería provincial en el año 1998.
Participación social y gestión del riesgo. Aportes para la construcción de sistemas de alerta temprano.
Murgida, Ana María, Mariana Gasparotto y Claudia E. Natenzon.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
Evidentemente, la relación que vincula a gobernantes y gobernados se funda en el sistema
burocrático que reproduce la lógica existente en los niveles nacional y provincial. A nivel local la
legitimidad se expresa en un reconocimiento formal de las instituciones como nexo con otros
poderes extra-locales, en los cuales depositan la idea de autoridad.
Conclusiones
Para que se instale y ponga en marcha en Iruya un Sistema Participativo de Alerta Temprana
cobra relevancia la gestión social del riesgo. Es importante considerar la multiplicidad de
escalas que se dan cita en este lugar: municipio, provincia, nación, organismos internacionales;
cada una a su vez con una multiplicidad de actores que necesitan reforzar su coordinación, o
que presentan lógicas de actuación que responden a objetivos diversos, discordantes, o por
momentos, enfrentados.
La gestión social de Iruya, pese a que está focalizada en el Municipio, tiene una dependencia
directa a la escala provincial (de tipo clientelar), la cual brinda recursos económicos propios y
canaliza gran parte de los disponibles a otras escalas. En este sentido, consideramos que la
gestión constituye un proceso a través del cual se busca articular y regular diversos intereses
de los diferentes actores sociales que confluyen en la toma de decisión. Como resultado, se
ponen en práctica los instrumentos de gestión que permiten la intervención sobre la realidad y
la modificación de la configuración del espacio social (González, 1999). La dependencia
económico funcional de Iruya respecto a factores externos, en particular su interacción política
con la escala provincial, hace necesario considerarlos de manera explícita, en sus alcances y
limitaciones.
La gestión social del SPAT, entonces, presupone la articulación de estos intereses en juego. Y
sería ingenuo pensar que esta articulación puede realizarse a distancia, o con presencias
esporádicas de los profesionales involucrados. Esta distancia se refiere no sólo a lo geográfico
o a las condiciones de comunicación física. También, a las pautas culturales de intercambio, y
a las formas en que se ejerce el poder y se pone en práctica la democracia. En este sentido lo
participativo alcanza su máxima significación. El SPAT no podrá implementarse aisladamente y
con reglas de juego diferentes a las formas vigentes del ejercicio democrático en Iruya. Sin
Participación social y gestión del riesgo. Aportes para la construcción de sistemas de alerta temprano.
Murgida, Ana María, Mariana Gasparotto y Claudia E. Natenzon.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
embargo, la necesidad efectiva de que el mismo se lleve a cabo de manera participativa y con
el involucramiento de la población en riesgo, puede ser un ejercicio específico y acotado que
devele formas alternativas de gestión social.
Participación social y gestión del riesgo. Aportes para la construcción de sistemas de alerta temprano.
Murgida, Ana María, Mariana Gasparotto y Claudia E. Natenzon.
PIRNA-Programa de Investigaciones en Recursos Naturales y Ambiente, Facultad de Filosofía y Letras-UBA.
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