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Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones El valor de la filosofía Lila Blanca Archideo* Quisiera comenzar haciendo presente la problemática contemporánea en relación a los valores que se manifiesta fundamentalmente con dos coordenadas que, por una parte, se encuentran, y por otra, pretenden casi oponerse y autorealizarse dentro de los límites de sus respectivas “visiones del mundo”. Me refiero al relativismo de la verdad con sus múltiples presentaciones y al relativismo ético no exentos de una gama de dimensiones. A su vez la explícita o implícita llamada de uno al otro que nos ubica con mayor “claridad” -si así podemos expresarnos- en la difícil madeja del pensar filosófico de hoy. Sin duda que forma parte de esta complejidad un “problema crucial” que según varios autores, se debate hoy tanto en la “filosofía analítica”, como en la hermenéutica. Se entrecruzan aquí el tema de la objetividad y subjetividad de los valores. La primera propuesta por Scheler -para nombrar un autor fundante-, la segunda de origen heideggeriano. Se le suele oponer a Scheler fundamentalmente la falta de historicidad, la visión del hombre y la valoración en su contexto y significado del mundo vivido. Gadamer -otro contemporáneobusca el modo de evitar el relativismo cultural aunque se cuida mucho de entrar en una metafísica para lograr objetividad. Para Gadamer se conocen las cosas “en su circunstancias”. Esta problemática filosófica se extiende a todos los campos del saber: al campo socio-político, donde J. Rawls -como * Doctora en Filosofía. Actualmente profesora de Antropología Filosófica en la Maestría en Enseñanza Superior de Física o Matemática e Informática de la Universidad de Verona. Directora del CIAFIC. El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 11 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones sabemos- afirma que toda noción de objetividad debe responder a cinco exigencias: debe ser recognoscible a través de la normal racionalidad; debe tener un concepto definido de "juicio correcto”; debe tener la posibilidad de especificar razones que provengan de sus principios y asignarlas a agentes capaces de guiar su actuar; debe distinguir los criterios objetivos de los subjetivos; y debe explicar cómo es posible el acuerdo para juzgar entre agentes racionales. La problemática de la subjetividad no está en ellos a la vez exenta de la influencia kantiana que intenta excluir la racionalidad de la subjetividad en el uso del conocimiento práctico, pero a la vez la lingüística, en buena parte, aparece como un elemento necesario para la determinación de los valores y hoy está muy presente. Aquí el liberalismo epistemológico como el político buscan un acuerdo con “creencias razonables”, como diría Rawls. Más que la verdad se busca la “convivencia” y la “comunicación” de concepciones distintas. Es evidente que los cinco requisitos para la objetividad de Rawls no son suficientes para asegurar la verdad práctica en el uso de las elecciones personales. Y el tema de la valoración requiere, por una parte, que se tenga en cuenta el valor en sí y el valor para mí. O sea, no puedo dejar de lado la subjetividad y con ello entender que logro la objetividad. Y esto en razón de que toda elección es una elección de valores. La filosofía realista dice su palabra sobre el relativismo del valor y del actuar humanos. Ante todo el realismo presenta el valor de su noción metafísica de ser. Toda la historia del pensar filosófico se desarrolló en torno al ser. El hombre común parte de ese ente que tiene delante, percibe su presencia. Y la filosofía analiza la El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 12 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones percepción: se encuentra frente a un ente contingente relacionado “con” otros entes igualmente contingentes. El filósofo explicita la experiencia y descubre la noción de ser. Así advierte que el ente que conoce por la experiencia externa es “con otro”, es “extenso”, es “durante”. No todos los filósofos obviamente piensan igual. Pero hay una filosofía que valora el ser como un aporte básico a la cultura y aporta acerca de su conocimiento, y otra que lo asimila a la cultura en general. Apenas tomaré algunos de los valores de la filosofía. Uno de los valores de la filosofía está en que aspira a conocer todo lo real y la forma suprema de realidad. Por ese motivo, reflexiona también, sobre las otras ciencias. Aristóteles había ideado un esquema que regulaba las relaciones entre las ciencias. En la terminología escolástica esta relación se expresa con los términos “subalternante” y “subalternada”. En el capítulo XIII, del Libro I, de los Segundos Analíticos, Aristóteles menciona tres ejemplos de subalternación, a saber: la Optica, con respecto a la Geometría; la Mecánica, con respecto a la Estereometría y la Armónica, con respecto a la Aritmética. Nada nos dice de las relaciones de la Filosofía Primera con las ciencias particulares. Si esa relación es válida, fue motivo de discusión entre los representantes de la Escolástica tardía. La ciencia subalternante conoce propter quid, universalmente, sin descender a los casos particulares. Por ejemplo, la metafísica conoce la causalidad universalmente, pero el que una fuerza acelere un movimiento es explicado sólo por la física que conoce su causa. La metafísica no se ocupa de ello. En los Principios de Filosofía Descartes sostiene: “Toda la Filosofía es como un árbol, del cual las raíces son la Metafísica, el tronco es la Física y las ramas que salen de este tronco se reducen a tres principales: Medicina, Mecánica y Moral. El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 13 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones Como vemos, el modelo cartesiano difiere, indudablemente del aristotélico. Pero aquí lo importante es que la metafísica proporciona el fundamento. Por lo tanto, si una corriente filosófica admite la metafísica, ésta debe ser, indudablemente, la ciencia fundante. Para Aristóteles, la Filosofía Primera se ocupa del Motor Inmóvil y de todo ente que no tiene materia. Esa caracterización de la Metafísica, debió compatibilizarse con la que aparece en el Libro Cuarto de Metafísica, donde es definida como: “la ciencia del ente en cuanto ente, y todo lo que por sí le corresponde”. Compatibilizar estas dos definiciones no fue tarea fácil, durante siglos. Esta problemática, que coloca a la filosofía como fundamento, está avalada por los valores fundamentales que la filosofía en cuanto tal hace presente al orden de la sabiduría. Esa ubicación, que en primer lugar es de conocimiento, lleva a la filosofía a plantear el fundamento del conocer en cuanto tal; luego vendrán las distinciones del conocer estrictamente filosófico, de tales o cuales ciencias y de la teología. Esto implica no sólo el comienzo del conocer, sino su procedimiento. Cabe tener en cuenta que junto al conocer hay en el hombre un proceso del querer o desear lo que conoce. Y este es un acto eminentemente volitivo por parte del hombre, y la filosofía se interesa por el querer, como el querer libre y la libertad de ese querer se constituyen en un valor esencial que la filosofía fundamenta. No quiere decir que otras ciencias no se ocupen de este tema, pero a la filosofía le interesa el fundamento de la libertad: por qué el hombre quiere y libremente Para Heidegger la libertad es la libertad del ser “en – situación”, del ser “en el tiempo”: libertad finita, de allí su dejar de lado definitivamente el concepto clásico de "libertad como plenitud e infinitud del acto del pensar y del querer" y el develar la perspectiva plenificante del "Das-sein" como "arrojado" en el El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 14 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones mundo1. Y de allí el llegar al "abismo", o sea, a "la nada del ser" que constituye lo propio de la conciencia del pensamiento moderno y que en Heidegger queda al descubierto con claridad. Algunas filosofías entienden por libertad una pura apertura al mundo, como "dejarse ser" del hombre, como "permisividad radical", libertad que no es sino devenir de la conciencia, un simple "estar viendo el acaecer del mundo". De allí que lo que prevalece es la nada aunque de hecho prevalece el "siente" dentro del cual está “arrojado” el ser del hombre. Pero a la filosofía le interesa conocer con certeza lo que se le presenta. Por ello la noción de verdad es otro valor fundamental de la filosofía. Junto al conocer, el hombre común se advierte queriendo eso que conoce y ese acto volitivo es en el hombre libre – entendiendo por libertad que el hombre es conciente de lo que conoce- lo que inclina a la búsqueda de eso que conoce en cuanto le “conviene” porque lo satisface, o sea, la noción de valor es también propia de la filosofía en su fundamento. En Heidegger hay una coherencia interna en su pensamiento y esa coherencia hizo confundir a más de un estudioso de la antropología filosófica que buscó en Heidegger el ser del hombre, queriéndolo distinguir de la filosofía inmanentista que deja al hombre librado a su voluntad de querer lo que es el mundo y lo que es él mismo. Por eso la pregunta sobre el fundamento del ser del hombre en el mundo que quiere basarse en esos principios heideggerianos termina sin poder fundamentarse en el ser dentro de la concepción de inmanencia del hombre en el mundo. Cuando Heidegger hace del hombre un Da-sein (este ser ahí), llega a romper la relación entre el Ser, que implica el 1 C.FABRO, Partecipazione e causalità, Introduzione, II, SEI, Torino, 1961. El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 15 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones modelo creacionista para los biólogos y la síntesis del ser de conciencia para los filósofos, interpretando la relación primera del ser al ente como "espontaneidad creativa" de un sujeto activo impersonal. Ahora bien, el conocimiento del ser del devenir y de la multiplicidad no puede ser sino sintética2, como la filosofía occidental realista lo mostró desde Parménides hasta la contemporaneidad porque ella se da y se manifiesta en la libre salida de la creación divina cuyo secreto permanece escondido en Dios mismo. Tal sinteticidad intrínseca de ser es el fundamento del devenir y de la multiplicidad o bien de "la verdad de ser", expresada por la causalidad -otra noción cuyo fundamento aporta el filosofar-. Y ya Aristóteles nos brindó la noción de causa aunque no llegó a la totalidad de las causas. Con respecto al ser de la realidad, una de las primeras advertencias es el movimiento del entorno del hombre y en ese movimiento se advierte la causalidad. Y aparece la causalidad primera por la cual no sólo se da en la realidad aquello que el hombre va conociendo sino él mismo y la pregunta sobre cuál es su origen y su fin y cuál es la causa primera y qué efecto tiene sobre lo causado. Nos encontramos con una noción fundamental de la filosofía que nos presenta un Ser que es por sí. Dicho en términos metafísicos: un Ser inparticipado que participa su ser a todos los demás entes. La causalidad metafísica –valor que aporta la filosofía– produce el acto que se es y la primera distinción es darlo según la primera diferencia metafísica que es la participación3. De aquí la distinción, producto del salto infinito del que es por esencia (la Causa, Dios) a lo que es por participación (el efecto). 2 Cfr. C. FABRO, La Nozione Metafisica di partecipazione; Partecipazione e causalità y Percezione e Pensiero, Morcelliana, Brescia, 2da.ed.,1962. 3 Cfr. STO. TOMÁS, C.G., II, 15. El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 16 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones Hay una similitud del efecto respecto a la causa en cuanto a la formalidad de ser, pero es distinto el efecto respecto de la causa en cuanto al modo de tener esa formalidad que es justamente de un modo participado. Pero no hay una razón de participación sólo en la relación Ser – ente, sino entre los entes (causalidad horizontal). A la filosofía le interesa no sólo el hombre como un ente por participación sino fulano de tal que es hombre por participación y no es toda la humanidad, y es este hombre que tiene tales o cuales perfecciones humanas o dimensiones perfectibles y no otras; se trata de un individuo de la naturaleza humana que como todos y cada uno de los individuos de esa naturaleza logran de un modo limitado y distinto la plenitud ontológica de la naturaleza humana4. La noción básica de naturaleza – también proporcionada por la filosofía- nos muestra los distintos elementos que distinguen al hombre de todo otro ser y a los distintos modos de ser. Por su parte si fulano de tal genera un hijo, este individuo generado no es toda la humanidad sino “esta humanidad concreta”. Esta causalidad predicamental es la fundamental en su ámbito, pero a la vez es la más limitada5. En el orden de la naturaleza humana la acción de los hombres -entes naturales finitos-, ese actuar está especificado intrínsecamente por los principios esenciales de su naturaleza. Esta causalidad (entre los entes) se une a la trascendental (del Ser al ente)6 y gracias al distinto modo de participar de una y otra causalidad, en cada una constituye el fundamento metafísico de los respectivos grados de perfección. Pero la metafísica no queda encerrada en la inmanencia de los entes finitos ni de un tipo de entes finitos; así la 4 De Pot., VII. 5 S.Th., I IIae., c.61; De Pot.,III,5. 6 S'Th. I, c.3 a 6. C.G., II, 23. El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 17 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones participación no muere en los individuos ni estos están en el mundo librados a su suerte sino que hay una exigencia absoluta de ser. Y gracias a la trascendentalidad del ente humano este no se confunde con la nada sino que se plenifica gracias a su trascendencia hacia lo Absoluto Dios7. Ese Ser Absoluto y a la vez primero es quien participa su ser a los entes, gracias a lo cual los entes son: participación trascendental. La participación que todos los seres tienen del Ser Absoluto nos permite conocer los entes y es por ello fundamento de la analogía8 -valor esencial cuyo fundamento aporta la Metafísica con su noción de participación-. La analogía primera es de atribución intrínseca y denota en cada creatura el ser participado y la presencia inmanente de Dios, en ese ente, como sustentador. Muestra la similitud trascendental, respecto de la creatura -se entiende-, no del Creador, en razón del emerger del acto de ser en cada ente. Aquí se presenta la dialéctica de la analogía en su fundamento mismo: el símil-disímil frente a la realidad de la participación y la causalidad, que por un lado, acerca el efecto a su Causa y por otro, anota la caída ontológica entre el Ser Absoluto Imparticipado y los seres participados. Dialéctica salvada por la participación trascendental, ya que una similitud sin dependencia causal trascendental llevaría al panteísmo, lo mismo que la similitud intrínseca sin causalidad. La analogía de atribución intrínseca toca la estructura del ser como participante del acto de ser de cada ente y la analogía de proporcionalidad dependiente de la de atribución, se da como un pasaje de la esfera matemática a la metafísica para expresar un resultado de la causalidad, y queda como analogía formal y secundaria. La prioridad de la analogía de atribución responde a la prioridad del acto de ser sobre cualquier otra actualidad. Ambas analogías, de hecho, son indivisibles porque 7 De Pot.III a.16. 8 La analogía nos permite descubrir lo que el ente manifiesta. El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 18 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones la segunda, de proporcionalidad, pretende expresar la distancia entre Dios y las creaturas en el punto de contacto entre ambos. Si trasladamos al orden predicamental ambas analogías nos encontramos que en la relación substancia-accidente hay una predicación análoga de proporcionalidad porque también la hay antes de atribución, ya que la relación metafísica de perfección respecto de un más y un menos -magis et minus- dice relación a un Ser perfecto. Pero en el plano de los entes detectamos la proporcionalidad analógica en los entes concretos respecto de sus compañeros de especie, lo mismo la de la especie actuada respecto del género. La dialéctica del más y menos en última instancia lleva a una gradación ontológica cuyo principio es el Ser que subsiste por sí. La similitud-disimilitud está en la base de la dialéctica de la analogía, que en el campo metafísico es principio de comprensión de aquel prius et posterius, magis et minus pues lleva a la dependencia originaria de los entes al ser, relación trascendental de participación. En la analogía trascendental uno de los términos trasciende al otro y se relaciona con él como principio y fundamento. En la analogía predicamental, hay dos términos en un mismo plano y ambos se relacionan a un tercero que los trasciende y es el fundamento intrínseco de la relación entre ambos. Fundamento intrínseco dado por la atribución que es producida por "la caída ontológica" del Ser Absoluto al ente, cuyo efecto primero es la proporcionalidad. Claro está que en el orden lógico-gnoseológico lo primero en presentársenos es la proporcionalidad, pero de ella, a través del magis et minus, prius et posterius, llegamos por reflexión lógico-metafísica a la atribución. Atribución que no puede ser formal sino real, en el orden del ser, no en el de la forma. Esa participación primera que trasciende todo otro modo de participación permite, a su vez, dar el fundamento de las otras participaciones; de allí que la llamemos trascendental respecto de las otras que las llamamos filosóficamente predicamentales. El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 19 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones Un ejemplo es el ser que da el padre al hijo y todo otro acto de generación o evolución. A su vez, esta noción que configura la dinámica de toda la filosofía nos permite advertir de qué manera se relacionan entre sí todos los seres y ellos con el Ser en sí. Nos damos cuenta que se trata de una participación similar la del Ser en sí con respecto a todos los otros seres, como una analogía obviamente trascendental de proporcionalidad. Mientras que hay otra analogía cualitativa que es la analogía de atribución –como dijimos- producto ambas de las respectivas participaciones. Este es el fundamento de todo conocimiento filosófico y a la vez la base que la filosofía brinda para el conocimiento de las ciencias y aún de la teología especulativa. La verdad, tanto de la realidad en sí -o sea del Ser absolutocomo acerca de las realidades por participación, requiere un proceso lógico y ontológico en el cual la ciencia -no solamente la experiencia- puede brindar al hacernos presentes los distintos modos de ser. La filosofía busca la verdad objetiva, mientras que las ciencias dan un primer paso de universalización con la intersubjetividad, pero es también interés de ellas llegar a conocer la realidad. Los criterios de verdad son en primer lugar un valor que la filosofía presenta a todo tipo de conocimiento y va desde la evidencia al proceso lógico, inducción o deducción, y en definitiva nos brinda el significado. El conocimiento filosófico muestra a las ciencias cómo se da el conocimiento, también en formas de intuición en las que se pone en movimiento no sólo el intelecto sino otras capacidades humanas que el sentido común advierte. Si bien la situación actual del mundo del conocimiento lleva a más de uno a preguntarse si tiene sentido buscar el sentido, la filosofía seguirá brindando a las ciencias el sentido del ser y conocer y las ciencias a la filosofía los valores que le son El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 20 Epistemología de las Ciencias. El valor de las ciencias, la filosofía y la teología (2005) CIAFIC Ediciones propios, siempre quedando a la Ciencia Teológica el sentido de la fundamentación última por el Ser de lo Absoluto conocido ya por lo que Él mismo reveló de Sí. Porque las realidades terrenas tienen sus normas propias, pero no pueden excluir su referencia a un fundamento que va más allá. Una visión integral del mundo y del hombre con su sentido eterno está íntimamente ligada a las realidades terrenas y esas realidades temporales –sin quitar autonomía a las ciencias que las estudian- están íntima y armónicamente ligadas a lo Absoluto, a lo Divino, y por ende a la Ciencia Teológica9. © 2005 CIAFIC Ediciones Centro de Investigaciones en Antropología Filosófica y Cultural Federico Lacroze 2100 - (1426) Buenos Aires e-mail: [email protected] Dirección: Lila Blanca Archideo ISBN 950-9010-43-X 9 Cfr. L.M. ETCHEVERRY BONEO, Lo eterno y lo temporal El valor de la filosofía, Dra. Lila Blanca Archideo, pp.11-21 21