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Procesos de urbanización en la economía global. Ejercicio de análisis teórico para acercarse al estudio de los procesos de urbanización Antonieta Zárate Toledo Introducción Este ensayo tiene como objeto argumentar la naturaleza de la cuidad como espacio socialmente construido donde se expresa territorialmente la lucha de clases. Contextualizamos nuestro análisis en los procesos de internacionalización económica que marcan las pautas de las transformaciones económicas que ya sea en mayor o menor medida, se viven en las ciudades latinoamericanas, tales transformaciones se derivan también de la difusión y adopción de nuevas tecnologías información y comunicación, como partes constitutivas del fenómeno de la globalización. Este análisis se construye también sobre la base del planteamiento de que el territorio se construye a partir de la interacción sociedad-naturaleza, desde mi punto de vista, y siguiendo distintas propuestas de la geografía contemporánea, considero imposible concebir el territorio como unidad independiente de la sociedad, en ese sentido, la identidad cultural está estrechamente ligada al territorio. De ahí que los estudios sociales se refieran comúnmente al estudio de fenómenos sociales en un espacio o región determinados. 1. LOS PROCESOS DE URBANIZACIÓN EN UN MUNDO GLOBALIZADO. CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO URBANO EN EL NEOLIBERALISMO Y LA GLOBALIZACIÓN Uno de los rasgos característicos del sistema dominante es la forma urbana, las ciudades como producto de la división social del trabajo y la especialización. La urbanización es sin duda un fenómeno deseable y simboliza el progreso de una sociedad. Garnier apunta que “… en los países capitalistas la urbanización va unida a la polarización espacial: la población y las actividades tienden a concentrarse en ciertas ciudades o regiones, dando como resultado la disparidad entre diferentes porciones del territorio…” lo que es equivalente a la especialización económica. No obstante, la polarización a la que este proceso conlleva, se considera tan inevitable como la propia urbanización y sus efectos son igualmente presentados como "positivos". Se la concibe 1 así como inherente al desarrollo económico y a la vez como un factor del desarrollo de la cultura1. En ese sentido el fenómeno urbano es una construcción social estrechamente ligada al modo de producción dominante y por ende, su estructura y dinámica obedecen a las leyes que rigen dicha forma de producción --si bien la ciudad se nos revela como un todo caótico y desarticulado. En efecto, el espacio urbano entraña profundas contradicciones en la medida en que su producción misma se encuentra ligada íntimamente a los procesos de acumulación de riqueza, en una lógica de mercado, competencia y explotación del trabajo, sin que ello sea percibido como un problema en sí mismo para el capitalismo, no obstante, cuando el proceso se escapa del control, esto es, cuando adquiere un carácter anárquico, es visto como un fenómeno negativo, que debe superarse a través de la planeación , lo cual desde mi punto de vista, no se escapa del paradigma del desarrollo2. El desarrollo urbano entonces alcanza dimensiones particulares en los países subdesarrollados respecto a los países desarrollados, en estos últimos el proceso de construcción de espacios urbanos se basa en el modelo de la ciudad compacta mientras que en los primeros la ciudad crece en extensión. Lo cual es comprensible en la medida en que, como señalábamos anteriormente, las ciudades son la expresión territorial de la esencia misma de la acumulación y por ende de las contradicciones que ella entraña, es decir, el crecimiento urbano se encuentra más bien articulado a los avatares de este proceso, atrayendo y repeliendo población, al tiempo en que produce fragmentación social. En ese sentido considero que la estructura de las ciudades obedece más bien a una lógica de jerarquización de espacios vinculada a la lucha de clases, Garnier, al igual que otros geógrafos y urbanistas críticos, se refiere a ella como segregación, la cual afirma, se nos revela desde el primer momento del acto de observación. La cuestión que subyace en el discurso desarrollista y planificador de las ciudades es que desvirtúa en todo caso el problema de fondo, de tal forma que las soluciones que plantea no cuestionan en absoluto la estructura social predominante. Garnier, Jean Pierre, 1976, “Planeación urbana y neocapitalismo”, en Geocrítica. Cuadernos críticos de geografía Humana, Año I. Número: 6, Universidad de Barcelona, http://www.ub.es/geocrit/cienbil.htm 2 Garnier, Op. cit. 1 2 2. SALDOS DE LA ESQUIZOFRENIA DESARROLLISTA: LAS MEGACIUDADES En la medida que los procesos de urbanización se ligan con la noción de desarrollo, éstos generalmente son asociados a la industria, a la aparición de la fábrica como elemento integrador de ciudades y productor de especialidades —esta noción no debe perderse de vista en el contexto como en el que vivimos donde pareciera que el sector financiero fuese el centro de la producción. Resulta del mismo modo fundamental que, industrialización y urbanización en tanto procesos sociales interdependientes, se mueven también en función de las dinámicas propias de la sociedad donde están asentados3. La urbanización sin embargo, no es privativa de la industrialización, tampoco es un fenómeno homogéneo y neutral, determinado únicamente por factores naturales o técnicos. En muchos casos llega a ser un fenómeno artificial, una cuestión estrategias desarrollistas que incluye la a la industria como a la agricultura, pero que dependen de unas relaciones de producción determinadas, de una estructura social definida4. Desde esta perspectiva, el modo de organización de la producción y de reproducción de la estructura de clases es un factor que configura especialidades, la cual se nos revela en forma caótica. Este aparente desorden que caracteriza a los procesos de urbanización en el capitalismo, es en gran medida el reflejo de la acumulación y de los procesos de apropiación del espacio, la segregación socio-espacial, la congestión del centro de las ciudades, el aislamiento de ciertos barrios periféricos, la insalubridad, el sub-equipamiento de zonas de hábitat reservadas a los obreros5. La indiferencia del capital hacia estos aspectos ha sido una constante, no obstante se advierte que ello paulatinamente se convierte en una amenaza contra su propio orden, en la medida en que la segregación espacial produce descontento social y movilizaciones bajo la demanda de acceso a servicios urbanos. Esta situación obedece en gran medida a la misma gestión de las políticas de urbanización, donde es fundamental la intervención del Estado como mediador entre los actores involucrados: empresas y sociedad. Surge de esta manera la necesidad de planificar los procesos Ibíd. Ibíd. 5 Ibíd. 3 4 3 urbanos. La planeación urbana se erige como una disciplina enfocada a garantizar el control de los procesos urbanizadores a fin de hacer prevalecer el equilibrio social, aunque con ello no ha solucionado los problemas de fondo, ha dejado en último plano la cuestión de los determinantes sociales de la urbanización. La planificación urbana toma forma entonces de ideología y su tarea es más que generar estrategias encaminadas a superar los problemas urbanos, sino también a ocultar de alguna manera la dimensión política de dichos problemas limitándolos al ámbito puramente espacial. Intentando a toda costa paliar las contradicciones sociales a través de transformaciones espaciales y no al revés. Como es de suponerse, la planificación urbana esta en estrecha vinculación con las políticas de desarrollo económico y social, por tanto obedecen en un sentido estricto al modelo de desarrollo dominante. Esto puede verse muy claramente en los países de América Latina donde a partir de la Segunda Guerra Mundial se adoptaron medidas de desarrollo encaminadas a la industrialización, toda esta estrategia se expresó espacialmente mediante la creación de nuevos centros urbanos, lo que inició un importante proceso de transformación de la población, que hasta ese momento era predominante mente rural, hacia los años setenta se observa la existencia de un porcentaje importante de población urbana en la región y por supuesto comienza a hablarse de explosión demográfica, cinturones de miseria, pobreza urbana; problemas a los que se pretendió dar solución mediante descentralización industrial y la creación de polos de desarrollo. La crisis económica de los años ochenta, significó en muchos sentidos un viraje en la dinámica urbana, sin significar por ello, que los problemas urbanos se hayan superado, sino todo lo contrario. La extensión que caracteriza a las ciudades latinoamericanas no debe ser asumida como una actitud antiurbana, sino como el resultado de la política de industrialización forzada adoptada en estos países y que condujo en muchos casos al crecimiento desproporcionado de las ciudades, siendo uno de los rasgos mas relevantes de este proceso de expansión, el que estos espacios se convirtieran en ciudades de propietarios pobres. Esto pudo ocurrir gracias a las políticas estatales de abaratamiento de créditos junto a la parcelación económica, que permitieron el acceso masivo a la propiedad en los suburbios, lo mismo que la ocupación ilegal de tierras negociada al interior de un sistema clientelistas que hizo posible su incorporación a las zonas metropolitanas. Las 4 ciudades latinoamericanas como las de muchos otros espacios del Tercer Mundo, se convierten de esta forma, en extraordinarios espacios de promoción social al menos durante los tiempos del populismo, desde la década de 1940 hasta fines de la de 19606, tendencia que pierde sentido a partir de los años ochenta con la crisis económica y la disminución del intervencionismo estatal en la economía. Prevôt-Schapyra (2000) afirma que la crisis económica, el aumento de la pobreza y la violencia, la aparición de nuevas formas de segregación favorecidas por la búsqueda de seguridad apuntan hacia la idea de que las ciudades del sur están siguiendo hoy el camino de las ciudades norteamericanas, es decir, la desintegración. En efecto, la desintegración social que se vive hoy en las ciudades latinoamericanas por la crisis económica de las últimas décadas, ha sido también producto de la erosión del pacto social populista entre Estado y sociedad, lo cual de alguna manera había equilibrado las desigualdades sociales en las ciudades. De esta forma, afirma Prêvot-Schapyra, surge un nuevo modelo más disperso, menos jerárquico que sustituye al de la ciudad orgánica o compacta: la ciudad fragmentada7. La fragmentación, continúa la autora, se debe a la desaparición del funcionamiento global en beneficio de las pequeñas unidades, de la disolución de los vínculos orgánicos entre fragmentos urbanos, del empobrecimiento del contínum espacial y de la repetición de desigualdades en las distintas escalas infraurbanas, con islotes de pobreza junto a reductos de riqueza en el interior de los espacios urbanos. Esta jerarquización de espacios derivada de las relaciones de producción en el ámbito local, se suma a aquella jerarquización derivada por la geopolítica y la geoeconomía planetarias que define los espacios prioritarios en relación a su posicionamiento en los flujos de capital y fuerza de trabajo a escala planetaria. En la medida en que las llamadas ciudades globales funcionan como centros de comando de la economía global. Hacia fines de la década de los ochenta del siglo pasado se observa el fin del modelo desarrollista, al menos bajo la dirección del Estado, lo cual significó en cierta medida la polarización de la sociedad. Si bien algunos autores consideran la globalización como paradigma explicativo de un proceso de fragmentación de la estructura social y Prevôt-Schapyra, Marie France, 2000, “América Latina: La ciudad Fragmentada” en: Revista de Occidente Viejas/Nuevas Ciudades, Europa y América Latina No. 230-231, Fundación Ortega y Gasset, Madrid. 7 Prevôt-Schapyra, Marie France, Op cit. 6 5 espacial de las grandes ciudades, que resulta de la separación de los beneficiarios de la explosión de aquellos que quedan excluidos del proceso. En efecto, la expansión de la economía a través de los procesos de internacionalización y todo el proceso de localización industrial que éste implica, ha llevado a muchos a formular el planteamiento acerca de la obsolescencia de las ciudades dentro de este contexto económico. Si bien este planteamiento parece ser coherente, tiene sus debilidades en la medida en que se observa la declinación de ciertos centros industriales, frente al aumento de la concentración del poder económico en otros 8. Es decir, en las tres últimas décadas ha ocurrido una especie de transición en la cual se ha observado la declinación de los centros industriales tradicionales frente al el surgimiento de importantes ciudades de servicios. En América Latina este proceso se ha vivido como el avance de las actividades terciarias en detrimento de las industriales, que se traduce en el dinamismo del sector inmobiliario ante la urbanización creciente, y a su vez en la transformación de la ciudad bajo la lógica privada, reproduciendo un tipo de paisaje, por ejemplo, la conformación de nuevos barrios de negocios. La reconversión productiva por la que atraviesan dichas economías en el contexto de la globalización mantiene como eje la incorporación competitiva de estos espacios al espacio global metropolitano. Este argumento es trabajado extensamente por Castells (1996). Para Sassen la ciudad global, significa la ampliación de su papel a partir del surgimiento de dos procesos fundamentales: el gran crecimiento de la globalización económica que incrementa los flujos económicos mundiales, complejizándolos, mientras que por otro lado, se vio el crecimiento de la intensidad de los servicios en la organización de la economía. La demanda creciente de servicios por parte de las empresas de todos los ramos industriales. La preponderancia de los servicios en la organización económica general y las condiciones específicas de producción que requieren los servicios corporativos avanzados, se combinan para hacer de las ciudades un sitio clave de producción. Existe una red de ciudades principales tanto en el norte como en el sur que funcionan como centros para la coordinación, el servicio de del Sassen, Saskia, 1998, “Ciudades en la economía global: enfoques teóricos y metodológicos”, en: EURE (Santiago) mar. 1998, vol.24, no.71, pp.5-25. Versión electrónica: <http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S025071611998007100001&lng=pt&nrm=iso> 8 6 capital global9. Esto se complementa con la idea de Castells en torno a la ciudad global, que afirma se erigen gracias a la combinación producción/servicios avanzados, la emergencia de una economía informacional que gira en torno a centros de mando y de control capaces de innovar, coordinar y gestionar las actividades entrecruzadas de las redes empresariales, esto es posible gracias a la cada vez más marcada interdependencia que existe entre las grandes metrópolis y ciudades intermedias, lo que indica que la ciudad global no se reduce a unos cuantos núcleos urbanos, sino implica a los servicios avanzados, los centros de producción y los mercados de una red global10. En el mismo sentido, Castells argumenta que la relación ciudad-región va perdiendo importancia con respecto a la importancia que adquieren las relaciones que interconectan varias ciudades de diferentes regiones y países y ello hace más profundo el abismo entre el las ciudades y sus respectivos entornos. Esto se traduce en la tendencia masiva hacia la dispersión espacial de las actividades económicas en los niveles metropolitano, nacional y global asociados a la globalización que se expresan con la demanda por nuevas formas de centralización territorial de la gestión de alto nivel y de control de las operaciones ya que esta dispersión ocurre en condiciones de concentración del control de la propiedad y de la asignación de utilidades. Ello ocurre ya que tanto mercados globales como nacionales requieren de lugares centrales donde el trabajo de la globalización pueda realizarse. Las industrias de información requieren de una vasta infraestructura física que contenga nodos estratégicos para la concentración de servicios, lo que lleva a que los procesos de trabajo se concentren en determinadas regiones. Pero también la globalización implica la movilidad de la producción no en cuanto circulación de mercancías, sino al proceso productivo mismo, esta práctica se ha venido realizando desde los años sesenta, la industria maquiladora constituye uno de los primeros signos de la aparición de la fábrica global. Esta modalidad introduce una forma de competencia entre las economías menos desarrolladas, con el afán de atraer en la medida de lo posible, la mayor cantidad de cadenas productivas relacionadas con esta modalidad de producción, por supuesto que esta entraña una nueva forma de jerarquización espacial y de organización territorial. Sassen, Op cit. Castells, Manuel, 1996, The Rise of the Networks Society, Blackwell Publishers, Cambridge, Massachusetts. 9 10 7 Control global se refiere al trabajo de producir y reproducir la organización y gestión de un sistema de producción global y un mercado global financiero, ambos bajo condiciones de concentración económica. Sassen (1998) identifica las formas de organización espaciales como mercados emergentes globales para servicios financieros y especializados, ligados al crecimiento de la inversión como forma principal de transacción internacional han contribuido a la expansión de las funciones de comando y a la demanda por servicios especializados para las empresas. Sin embargo, la expansión del mercado ocurre de manera irregular, ello entraña una la jerquización de los espacios en relación al rol que desempeñan en la economía global, lo cual no significa que la ciudad pierda su importancia como centro de gravedad para las transacciones económicas. El punto de partida de la internacionalización económica como una red de expansión industrial y de servicios es sin duda la aglomeración, la existencia de un núcleo urbano enlazado a su hinterland es la base de este proceso, el desarrollo tecnológico actual le ha permitido saltar la barrera de lo local a lo global. De esta forma, ha sido posible encontrar que “en la sociedad global no hay lugares remotos, con los circuitos instantáneos, nada es remoto en el tiempo o el espacio11”. Ese sentido Castells considera que la aglomeración en un emplazamiento, lejos de constituir una alternativa a la dispersión espacial, se convierte en la base principal para la participación den una red global de economías regionales12. Ello se traduce en la transformación de la forma urbana, lo cual ocurre tanto los países metropolitanos como en las periferias, pues básicamente los modelos neoliberales adoptados de manera generalizada en el mundo plantean la cuestión de la competitividad global y eso aplica también para los espacios urbanos. Castells plantea la ciudad informacional como forma urbana propia de la era informacional donde la sociedad está basada en el conocimiento, organizada en torno a redes y compuesta en parte por flujos, la ciudad informacional no es propiamente una forma, sino un proceso caracterizado por el predominio de la estructura del espacio de flujos13. En efecto, en América Latina podemos observar, des pues de un largo tiempo de reestructuración económica, la permanencia de núcleos urbanos tradicionales cuyo Marshall McLuhan, 1965, citado por Fernández-Maldonado, Ana María, 2005, ¿Concentración o dispersión? TIC y forma urbana en los Países Bajos, ponencia presentada en el III Seminario RIDEAL, Toulouse Francia, 1 y 2 de diciembre de 2005. 12 Castells, Op cit. 13 Ibíd. 11 8 crecimiento va en aumento, dinámica que se conecta con un esquema de desarrollo de pequeñas ciudades intermedias, que se especializan en una actividad ligada al mercado global, que funcionan como nodos de la sociedad red. En un punto intermedio entre ambas figuras espaciales, se encuentran los espacios peri-urbanos de las grandes ciudades y los espacios rurales interconectados con redes de comunicación. Este modo de organización del espacio, se nos revela como un mosaico de lugares especializados e interconectados a una red global, nos muestra también los distintos niveles en que se da la interconexión del espacio de flujos descrito por Castells. El modelo de ciudad fragmentada se enlaza a sí con una propuesta que trasciende el ámbito de la aglomeración. Transformando de esta forma el viejo papel que asignado a los grandes conglomerados poblacionales, es decir, superar el espacio con el tiempo, facilitando la comunicación, minimizando las barreras espaciales para superar las temporales. El modelo de dispersión urbana propone superar el tiempo con el espacio, facilita la comunicación, minimizando las barreras temporales para superar las espaciales. Uno de los principales puntos a considerarse en el proceso de urbanización en las últimas décadas ha sido la transición de la ciudad compacta a la ciudad dispersa, en la medida en que el desarrollo tecnológico ha nulificado la distancia. Hasta la década de 1970 se observa la tendencia hacia la concentración urbana derivado del alto crecimiento urbano, el resultado fue la suburbanización de los espacios urbanos. Con la desaceleración económica de fines de los años setenta del siglo pasado se transita hacia un nuevo esquema urbano, permanece el núcleo urbano central y este se articula a una serie de nodos y corredores urbanos que se interconectan alrededor de un anillo urbano central, de tal forma que se logre alcanzar más eficiencia en tiempo de viaje. Todo este proceso está estrechamente vinculado con los procesos de conformación de nuevas territorialidades en los ámbitos rurales, los cuales están dejando de ser espacios aislados de las dinámicas globales. 3. LA NUEVA LÓGICA URBANIZADORA: DE LA RURALIZACIÓN DE LAS CIUDADES A LA URBANIZACIÓN DEL CAMPO Durante los años setenta se observa la declinación de los centros industriales tradicionales, mientras que en los años ochenta se observa el surgimiento de importantes ciudades de servicios. En el ámbito rural se observa de igual manera importantes cambios derivados de los procesos de reestructuración económica. 9 La crisis agrícola como primer fenómeno a analizar en este proceso, el evidente fracaso de las políticas agrarias en particular para América Latina se pueden leer como transformaciones concretas del espacio rural, pero también la crisis agrícola ha significado en gran medida una reestructuración de las estrategias de reproducción campesinas. La transición de una sociedad agraria tradicional organizada en torno a la actividad primaria, hacia una sociedad rural más diversificada. Esta transformación pasa también por el replanteamiento de la relación campo-ciudad que supera el planteamiento del intercambio desigual. En ese sentido, autores como Grammont (2004), plantean que la vida rural, comúnmente asociada a la actividad agrícola, abriga a hora una diversidad de actividades y relaciones sociales que vinculan estrechamente las aldeas campesinas con los centros urbanos y la actividad industrial14. Los fenómenos que dicho autor menciona están involucrados en la discusión acerca de la nueva ruralidad son: 1) la desaparición de dos grandes campos geográficos diferenciados económica y socialmente; 2) la urbanización del campo por el incremento de las ocupaciones no agrícolas en éste, los medios masivos de comunicación, la migración que posibilita el establecimiento de redes sociales translocales y que en los espacios urbanos se expresa como la extensión del espacio rural al interior de las ciudades; 3) la revolución técnica que pernea tanto el ámbito urbano como el rural, con la presencia de empresas trasnacionales que marcan la pauta del desarrollo del campo a través del control de las cadenas productivas agrícola a contrato; 4) la población rural no agrícola adquiere mayor importancia y conforma unidades familiares plurifuncionales que se reproducen a partir de la combinación de las diferentes actividades económicas de sus miembros, debido a la crisis agrícola adquieren mayor importancia los ingresos no agrícolas; 5) la desigualdad social, la pobreza y la marginación como fenómenos que sustituyen la idea del desarrollo y de la integración nacional; 6) la conservación del medio ambiente como una exigencia que empuja a algunas instituciones internacionales a buscar definir nuevas estrategias de políticas públicas15. Grammont, Hubert, 2004, “La nueva ruralidad en América Latina”, en: Revista Mexicana de Sociología, Año 66, Número especial, México, UNAM, pp. 279. 15 Grammont, Hubert, Op cit, p. 281. 14 10 Todos estos aspectos transforman de manera decisiva la configuración del ámbito rural, tendiendo a borrar las diferencias entre los espacios rurales y urbanos de América Latina debido la exacerbación de la pobreza en ambos polos, lo que hace que los núcleos urbanos receptores de grandes contingentes de personas procedentes del campo, se vean imposibilitadas a absorberlas, se habla entonces, de la ruralización de las ciudades, por la carencia de infraestructuras y servicios, pero sobre todo por la fragmentación espacial que se presenta como el ensanchamiento de los cinturones de miseria pero también por las prácticas culturales, formas de apropiación del territorio que la población migrante reproduce en ellas. Conclusiones A través de este análisis intentamos esclarecer la línea que nos conduce a la comprensión de los procesos actuales de urbanización en América Latina. Hoy en día se nos revela de manera clara la incidencia de los procesos globales en las escalas locales. La imagen de caos bajo la cual suelen presentársenos los procesos de urbanización no son más que formas mistificadas de lo que realmente acontece en las formas de apropiación del espacio en un entorno urbano. El modo de acumulación o sistema-mundo expresa sus contradicciones en el ámbito territorial, de tal forma, superexplotación y lucha de clases se expresan claramente en la jerarquización y estructura de los espacios. Este fenómeno da luces para el estudio de experiencias de lucha, movimientos autogestivos en ámbitos urbanos en busca de una mayor equidad en el acceso a los espacios y servicios en las ciudades. Bibliografía 1. Barkin, David. 1998. Riqueza, pobreza y desarrollo sustentable. 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