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Índice
I. Saussure: precursor de la semiología y el estructuralismo.
p. 2-5
II. Bricoleur en Lévi-Strauss: reciclaje estructural en el
pensamiento mítico-religioso.
p. 6-7
III. Hacia nuevas formas de pensar: “El orden del discurso”.
p. 8-15
.
1
Saussure: precursor de la semiología y el Estructuralismo.
Tratándose de un texto sobre Saussure, podría comenzar hablando de su biografía, su
vida, sus estudios, sus ensayos… Sin embargo, considero que lo más pertinente a la hora de
tratar un autor, más aún siendo éste Saussure, es intentar dar una respuesta a la pregunta:
¿qué significó?
Para entender el significado que Saussure tuvo en lo que pudiera denominarse
pensamiento francés contemporáneo debemos atender tanto a su pensamiento como a la
influencia que éste tuvo sobre otras áreas de conocimiento. Por ello, en el presente trabajo
presentaré las ideas de Saussure, en el campo de la lingüística y la semiología, que fueron
más relevantes para el desarrollo de lo que más tarde se definiría como estructuralismo, el
cual penetraría en diferentes disciplinas1. Esta influencia que las ideas de Saussure tuvieron
en los pensadores estructuralistas no es una interpretación que el lector deba realizar al leer
los textos de estos autores, sino que ellos mismos afirman, como veremos a continuación,
que el origen de su pensamiento se encuentra en el método de la lingüística inaugurado por
Saussure en el “Curso de lingüística General”.
Saussure entendía la lengua como un sistema funcional y convencional formado por
una serie de signos que constituyen una estructura destinada a la comunicación. Esta
estructura se configura gracias a la disposición de los signos en relaciones de oposición y
dependencia mutua. Para Saussure no es posible considerar los elementos del sistema de
manera aislada e individual, sino que estos sólo tienen significado en tanto que se oponen a
otros y por tanto, para comprenderlos, debemos atender al sistema en su totalidad. En
relación a esto podemos leer en uno de los capítulos del Curso: “…en la lengua no hay más
que diferencias. Todavía más: una diferencia supone, en general, términos positivos entre los
cuales se establece; pero en la lengua sólo hay diferencias sin términos positivos”2.
El objetivo del lingüista no debe ser el de estudiar el hecho lingüístico individual, sino
el de atender a la totalidad del sistema para penetrar en la estructura constituida a partir de la
1
Es importante señalar que los estudios de Saussure en lingüística son, indudablemente, mucho más extensos de
lo que aquí me dispongo a mostrar, puesto que el objetivo principal será atender a los aspectos metodológicos
más importantes que fueron los que marcaron el pensamiento de los autores estructuralistas.
2
Saussure. F, “Curso de lingüística general”, Ed: Alianza Editorial, Madrid: 1917/1990. pp 150-151.
2
oposición de signos. Esto es lo que fundamenta que se pueda hablar de un método estructural
en lingüística.
El método estructuralista presente en el Curso de Saussure está así íntimamente
relacionado con la semiología, ciencia de los signos. La lengua es entendida como un sistema
de signos que expresan ideas, sin embargo, no es el único. Saussure señala que existen otros
tipos de sistemas de signos, como los ritos, las formas de cortesía, el alfabeto de los
sordomudos... y es por ello por lo que podríamos considerar “una ciencia que estudie la vida
de los signos en el seno de la vida social”3, esto es, la semiología. Saussure apunta así a la
correspondencia entre la lingüística y las ciencias sociales, y ello será lo que penetrará
fuertemente en el pensamiento estructuralista posterior.
La aplicación del método de la lingüística a las ciencias sociales llevará a la idea de
que los fenómenos sociales son signos y que éstos forman una estructura a partir de las
relaciones de oposición que existen entre ellos. Estas relaciones de oposición son las que
permiten que el hecho social adquiera un significado. De esta manera, el Estructuralismo se
basa en la idea de que los hechos culturales son signos que tienen un significado que viene
determinado por un sistema completo de reglas constitutivas.
Podríamos considerar este método inaugurado por Saussure como un método
interdisciplinar en tanto que éste fue adoptado por diferentes disciplinas. En cuanto a su
aplicación en antropología cabe destacar la figura de Lévi-Strauss. Este antropólogo francés
consideraba que el etnólogo debía tratar de desvelar las relaciones entre los distintos
elementos de la cultura que formaban una red de signos constitutivos de la estructura social.
En este sentido, la antropología sería una rama de la semiología que anunciaba Saussure,
puesto que debía estudiar los fenómenos sociales como signos dotados de un significado.
La relación entre el método lingüístico de Saussure y el método estructural en
antropología es algo que el propio Lévi-Strauss señala en “Antropología estructural”: “¿Qué
es, pues, la antropología social? Nadie, a mi parecer, ha estado más cerca de definirla[…] que
Ferdinand de Saussure cuando, al presentar la lingüística como una parte de una ciencia
todavía por nacer, reserva para ésta el nombre de semiología y le atribuye por objeto de
3
Ib p.32
3
estudio la vida de los signos en el seno de lo social”4. De esta manera, lingüística y
antropología serían dos ramas de esa ciencia denominada semiología.
No fue Lévi-Strauss el único que apuntó la estrecha conexión entre el estructuralismo
y la lingüística. Siguiendo a Jonathan Culler, Roland Barthes señaló el estructuralismo como
un método para el estudio de artefactos culturales que se origina en los métodos de la
lingüística contemporánea5.
Podemos encontrar en los diferentes capítulos de la obra “Mitologías” de Barthes un
análisis de los fenómenos culturales entendidos como signos. Para ilustrar el uso que hace
este autor del método estructuralista podemos destacar algunas de las frases que encontramos
en un capítulo de sus “Mitologías” titulado “El mundo del catch” en el que analiza el
fenómeno cultural del catch como un entramado de signos. Así podemos leer en él: “El físico
de los luchadores de catch[…] instituye un signo de base que contiene en germen todo el
combate”; “Se trata, pues, de una verdadera Comedia Humana, donde los matices más
sociales de la pasión […] encuentran siempre, felizmente, el signo más claro que pueda
encarnarlo, expresarlos…”; “Mazaud siempre alegra a la sala con el rigor matemático de sus
transcripciones cuando lleva el dibujo de sus gestos al extremo de su significación”6 etc. De
esta manera, podríamos considerar la obra de Barthes como parte de esa ciencia denominada
semiología.
Podríamos señalar muchos otros autores en cuyos textos se puede apreciar la
influencia del método estructuralista inaugurado por Saussure. Entre ellos se encontrarían
autores como Baudrillard, con el análisis semiológico del terrorismo que lleva a cabo en el
artículo “El espíritu del terrorismo” elaborado a propósito de los atentados terroristas del 11M; Foucault, al intentar sacar a la luz los “códigos fundamentales de una cultura” que definen
los objetos de conocimiento de una época; entre otros. Sin embargo, considero que la
respuesta a la pregunta que planteábamos al principio ha quedado resuelta a pesar de que
tanto lo que Saussure significó como las influencias de su pensamiento exceden los límites de
este trabajo.
4
Lévi-Strauss, “Antropología estructural”, Ed: Siglo XXI, Madrid: 1973/1997. p 14.
5
Jonathan Culler, “Introducción al estructuralismo”, Ed: Alianza, Madrid: 1976. p 38.
6
Barthes, R. “El mundo del catch” en“Mitologías” Ed: Siglo XXI, Madrid: 1957/1980.
4
Como conclusión podríamos obtener, por tanto, la idea de que Saussure, gracias al
método lingüístico estructural expuesto en su “Curso de lingüística general” y al anuncio de
la posibilidad de establecer una ciencia de los signos en el campo de lo social (la cual
denominaría semiología), preparó el terreno para los posteriores análisis semióticos que
definirían el Estructuralismo como corriente.
5
Bricoleur en Lévi-Strauss: reciclaje estructural en el
pensamiento mítico-religioso.
El concepto de bricoleur aparece en “El pensamiento salvaje”, obra de Levi-Strauss,
a propósito de las estrategias epistemológicas complementarias que se dan en las distintas
culturas. Levi-Strauss considera que no existe una diferencia estructural entre la mente de los
individuos de las culturas primitivas y las culturas occidentales, sino que existen estrategias
epistemológicas que suceden en paralelo y de manera gradual en una y otra cultura. Estas
estrategias se corresponden con el pensamiento mítico-religioso, el arte y el pensamiento
científico. No se trata de etapas distintas en la evolución del conocimiento, sino de estrategias
que permanecen más o menos fuertes en una u otra cultura y que tienen por objetivo conocer
la naturaleza siendo válidas por igual. No obstante, en las culturas primitivas predominará el
pensamiento mítico-religioso, y en las occidentales el pensamiento científico, a pesar de que
ambas se den en mayor o menos grado en una y en otra cultura.
Lo propio del pensamiento mítico-religioso es el deseo esencial de obtener una
taxonomía total en la que quepa todo vínculo o relación, de manera que ningún hecho quede
sin explicar. Prefiere una taxonomía completa aunque pueda resultar inexacta, puesto que lo
“sucio”, esto es, aquello que no se deja clasificar, es intolerable bajo este pensamiento.
En este contexto encontramos el concepto de bricoleur. Se trata de una estrategia
epistemológica destinada a estructurar de manera ordenada lo caótica que puede resultar la
naturaleza. No se trata de elaborar estructuras a partir de hecho brutos, sino de partir de
fragmentos de estructuras preexistentes que respondían a un mundo en el que ya no nos
encontramos y que sin embargo, son utilizados para crear taxonomías nuevas. El hombre, al
encontrarse ante la naturaleza, intenta estructurarla partiendo así de los restos de una
estructura anterior. De esta manera, los elementos estructurales nunca se desechan, sino que
“se conservan en razón del principio de que “de algo habrán de servir” ”7.
Ahora bien, ¿dónde sobreviven estos restos? Lévi-Strauss considera que “los mitos y
los ritos ofrecen como su valor principal el preservar nuestra época, en forma residual, modos
7
Lévi-Strauss, “El pensamiento salvaje”, Ed: Fondo de cultura Económica México: 1962/1992. p 37
6
de observación y reflexión”8. Así, mito y rito perpetúan estructuras a las cuales deben
adecuarse los acontecimientos. En este sentido, existe un deseo conservador de la estructura,
de manera que ninguna es completamente inadecuada, sino que, aunque ésta cambie, siempre
se conservaran elementos a partir de los cuales se podrán renovar las taxonomías.
En contraste con el pensamiento mítico-religioso se encuentra, como estrategia
epistemológica, el pensamiento científico. Éste no se dirige a elaborar una taxonomía
completa de la naturaleza, sino que sacrifica su completitud en pos de su exactitud. Lo propio
del pensamiento científico es que permite vivir en un mundo en el que no esté todo
completamente explicado. De esta manera, el bricoleur no se da en el pensamiento científico,
puesto que éste no tiene la necesidad de adaptar los acontecimientos a las estructuras
anteriores para poder explicar la totalidad de la naturaleza, no existe esa necesidad
conservadora de la estructura. El pensamiento científico no progresa de manera lineal
insertando los acontecimientos en las estructuras (como sucede con el bricoleur), sino que en
él se produce un cúmulo de pequeños acontecimientos, o acontecimientos límites, que
provocan un salto en el que la estructura cambia por completo y se crea una nueva sin
elaborar esa suerte de reciclaje que lleva a caso el pensamiento mítico-religioso9. De esta
manera, acontecimiento y estructura tienen funciones inversas en el pensamiento míticoreligioso y en el científico.
Por tanto, partiendo de una lectura de “El pensamiento salvaje” de Levi-Strauss,
podemos concluir con la idea fundamental del concepto de bricoleur: se trata de una
estrategia epistemológica propia del pensamiento mítico-religioso que, en contraste con el
pensamiento científico, crea taxonomías que permiten explicar por completo la naturaleza a
partir del reciclaje de fragmentos de estructuras preexistentes que se conservan en el mito y
en el rito.
8
Ib p.35.
9
Sobre los acontecimientos límites que haces estallar la estructura podemos encontrar una referencia
significativa en “La estructura de las revoluciones científicas” Kuhn, T.S , 1962
7
Hacia nuevas formas de pensar: “El orden del discurso”
El pensamiento francés contemporáneo parte de una relectura crítica de las “filosofías
de la sospecha” cuyos representantes, Marx, Nietzsche y Freud, proporcionan el utillaje
teórico que utiliza esta lista heterogénea de autores para combatir el pensamiento de Hegel
(entendido como sistema) a pesar de que, como el propio Foucault manifestará, “escapar de
verdad a Hegel […] supone saber lo que es todavía hegelgiano en aquello que nos permite
pensar contra él10”. Estos pensadores tratan de analizar las modalidades de conocimiento
dominantes para ir no sólo contra lo que se manifiesta como lo único y lo verdadero sino
también contra lo que impide que surjan otras nuevas formas de pensar. Se trata, por tanto, de
pensar de otra manera poniendo en cuestión aquello que se acepta como verdadero en el seno
de lo social, así como de crear las condiciones de posibilidad para que surjan discursos
alternativos11.
En este contexto encontramos el discurso que Foucault dio en 1970 en el Collége de
France a propósito de la inauguración del curso y tras suceder a Jean Hyppolite en la cátedra
de historia de los sistemas de pensamiento. Este discurso está recogido bajo el título “El
orden del discurso”. En él encontramos un análisis de cómo, mediante una serie de
procedimientos de exclusión y limitación de los discursos, se ha impuesto en la cultura
occidental un concepto de verdad que ha sido dominado por el poder y constituido como la
única forma de razón y conocimiento.
Al inicio de su conferencia, Foucault señala que la producción del discurso en la
sociedad está controlada por una serie de mecanismos destinados a excluir y limitar de
manera que se evite la aparición de discursos aleatorios que no obedezcan al orden impuesto.
Según señala, son las instituciones las que tienen el control del discurso, esto es, si un
discurso tiene algún poder será porque lo haya obtenido de la institución.
A continuación da paso a un análisis de los procedimientos de exclusión de los
discursos. Éstos son ejercidos desde el exterior y están destinados a limitar su poder. El
10
Foucault, M., “El orden del discurso”, Ed: Fabula Tusquets. Barcelona: 1970/2008. p 70.
Cfr. Gabilondo, A., “El discurso en acción. Foucault y una ontología del presente”, Ed: Anthropos.
Barcelona: 1990, pp 18-24
11
8
primero de estos procedimientos es el de lo prohibido. Foucault señala tres tipos de
prohibiciones que hacen que los individuos no tengan derecho a decir lo que quieran bajo
cualquier circunstancia: el tabú del objeto, el ritual de la circunstancia y el derecho exclusivo
o privilegiado del sujeto que habla. En la época que le ha tocado vivir, lo prohibido se
relaciona con la sexualidad12 y la política, temas que no tienen cabida en el discurso
ordinario.
El segundo de los procedimientos de exclusión es la oposición establecida entre razón
y locura13. Esta distinción ha llevado durante siglos a considerar las palabras del loco como
carentes de valor, como si de ninguna manera pudiesen acercarse a esa “verdad” que la razón
revela. Con el nacimiento de la psiquiatría, las palabras del loco quedan restringidas al
ámbito de lo clínico y apartadas del discurso que envuelve a la sociedad, de manera que este
tipo de instituciones médicas ejercen una censura que evita que las palabras del loco sean
libres y escuchadas por la sociedad.
El tercero de los mecanismos de exclusión es la distinción entre lo verdadero y lo
falso. Esta oposición está conectada con la “voluntad de verdad” que ha marcado el
conocimiento a lo largo de la historia. Esta “voluntad de verdad” ha hecho que ciertos
discursos sean tomados como “verdades absolutas” de manera que aquellos que no se
adecuasen a éstos quedaban excluidos y relegados al ámbito de lo falso, de aquello que no
merece ser la pena escuchado si queremos saber y conocer. Foucault señala que los dos
primeros sistemas de exclusión expuestos, el de lo prohibido y el de la oposición razónlocura, han derivado hacia este último pues el establecimiento de una “verdad universal”
conduce a justificar lo prohibido y definir la locura como aquello que se distingue de la razón
que es la portadora de esta “verdad absoluta”.
De este concepto de verdad se sirve el poder y las instituciones para excluir los
discursos que se salgan del orden que el poder mismo ha establecido. En realidad, considera
Foucault, lo que existe es una “voluntad de verdad apoyada en una base y una distribución
institucional que tiende a ejercer sobre los otros discursos […] una especie de presión y de
Foucault se ocupará de analizar “arqueológicamente” cómo ha sido concebida la sexualidad a lo largo de la
historia en “Historia de la sexualidad” publicada en París en 1976.
12
De la oposición razón-locura se ocupó en “Historia de la locura en la época clásica” publicada en 1964
donde analiza como se ha producido esa escisión históricamente.
13
9
poder de coacción14”. Para reforzar este concepto de verdad las instituciones ponen a su
servicio una serie de prácticas pedagógicas, un sistema de libros, la edición, los
laboratorios… De esta manera, “no aparece ante nuestros ojos más que una verdad que sería
riqueza, fecundidad, fuerza suave e insidiosamente universal. E ignoramos por el contrario la
voluntad de verdad, como prodigiosa maquinaria destinada a excluir”15.
En lo referente al concepto de verdad cabe señalar el carácter relativista del
pensamiento de Foucault. En “Las palabras y las cosas” advierte que existe un conjunto de
suposiciones, prejuicios y mentalidades en cada época que estructuran y limitan el
pensamiento. A este conjunto, Foucault lo denomina “episteme” la cual marca el ámbito del
conocimiento, los límites de la experiencia y el concepto de verdad. Una episteme particular
hace que surja una forma particular de conocimiento, que será lo que denominará “discurso”.
Este discurso estará dominado desde el poder y las instituciones.
El concepto de episteme de Foucault guarda una estrecha relación con el de
“paradigma” elaborado por Kuhn en esta misma época. La diferencia entre ambos estriba en
que el primero tiene su aplicación en el ámbito de las ciencias humanas y sociales y el
segundo en la historia de la ciencia. Sin embargo, ambos hacen referencia a la idea de que no
podemos atrapar esa verdad absoluta, sino que lo que existen son aproximaciones más o
menos cercanas a la realidad que van variando a lo largo de la historia, pero lo que la realidad
es en sí misma no podremos determinarlo puesto que nuestro aparato perceptivo no está en
absoluta concordancia con lo que en la realidad sucede16.
Por tanto, en el terreno social, las instituciones pretenden, mediante esa “voluntad de
verdad”, hacer ver que el discurso que han establecido se corresponde con la realidad, que
no cabe pensar más verdad que la que ellos manejan. Ligando su discurso a la verdad
excluyen al resto y evitan la aparición de discursos alternativos. El poder aparece ligado así
al conocimiento y al saber. Además, Foucault insiste en la relación del discurso y el poder
con el deseo puesto que el discurso mismo es objeto de deseo ya que proporciona poder. El
discurso es “aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere
14
Foucault, M., “El orden del discurso”, Ed: Fabula Tusquets. Barcelona: 1970/2008. p 22.
15
Ib p 24.
16
Cfr. Strathern, P. “Foucault en 90 minutos”, Ed: Siglo XXI, Madrid: 2002, pp 53-54.
10
uno adueñarse”17. Así, el discurso no solo es un medio para manifestar el deseo, sino que él
mismo es objeto de deseo.
Son los procedimientos de exclusión los que manifiestan esa relación entre el poder y
el deseo. Sin embargo, Foucault señala que existen otro tipo de procedimientos de carácter
interno relacionados con la clasificación, la ordenación y la distribución que se ocupan de
establecer una serie de restricciones que evitan el azar y la multiplicidad de discursos. Estos
procedimientos son el comentario, el principio de autor y la disciplina. Éstos suelen ser vistos
como elementos que favorecen la creación del discurso, sin embargo, no podemos atender a
su carácter positivo si no tenemos en cuenta su función coactiva.
El primer lugar, el comentario. A pesar de que el comentario parezca reactualizar el
contenido del texto y revelar su carácter oculto, en realidad su fuerza reside en su carácter
limitador, puesto que anula la multiplicidad de ideas, la posibilidad de decir algo nuevo. “El
comentario limita el azar del discurso por medio del juego de una identidad que tiene la
forma de repetición y de lo mismo”18.
En segundo lugar, el autor. La literatura exige saber quién ha escrito qué, así el autor
se ve coaccionado interiormente por su propia condición de autor. Se ve obligado a
identificarse con lo antes dicho para reafirmar su personalidad de manera que se limita su
capacidad creativa e innovadora en la producción de su discurso. “El principio de autor limita
el azar del discurso por el juego de una identidad que tiene la forma de la individualidad y del
yo”19.
En tercer lugar, la disciplina. Este principio permite construir e innovar pero
limitando esta creación a un campo previamente establecido y delimitado. Un discurso, para
poder ser verdadero, tiene que serlo en el campo de una disciplina previamente categorizada,
debe adecuarse a una serie de objetos, métodos, reglas, técnicas, instrumentos… En este caso
no existe una identidad que deba ser repetida, sin embargo, si existen una serie de normas
17
Foucault, M., “El orden del discurso”, Ed: Fabula Tusquets. Barcelona: 1970/2008. p 15.
18
Ib p 32.
19
Ib p 32.
11
que marcan el “modo de decir verdadero”. “No se está en la verdad más que obedeciendo a
las reglas de una “policía” discursiva que se debe reactivar en cada uno de sus discursos”20.
Se suele atender a los comentarios, los autores y las disciplinas como elementos que
favorecen la creación del discurso, sin embargo, en palabras de Foucault: “no se puede dar
cuenta de su papel positivo y multiplicador, si no se toma en consideración su función
restrictiva y coactiva”.
Unidos a los procedimientos de exclusión y a los de limitación interna, Foucault
señala que existen procedimientos que determinan una serie de reglas que los sujetos deben
cumplir para poder entrar en el orden del discurso. Se trata de una selección de quien puede y
no puede ser escuchado mediante el establecimiento de unas características a las que los
individuos se deben adecuar.
Entre ellos señala el “ritual” entendido como gestos,
circunstancias, comportamientos que deben acompañar al individuo; las “sociedades de
discursos” que hacen circular una serie de discursos por espacios cerrados a los que no pueda
acceder todo el mundo, como el acto de escribir, discurso científico, económico, político...
etc.; las doctrinas, que someten a los individuos a una serie de valores y normas al mismo
tiempo que les prohíben la adopción de otros; finalmente señala la educación como un
método de adecuación social del discurso impuesto políticamente.
Un aspecto en el que insiste Foucault a lo largo de este opúsculo es que todos estos
mecanismos de exclusión, limitación y control de los discursos no son inmutables, sino que
adoptan diferentes formas a lo largo de la historia y están siempre sometidos a cambios. Son
principios móviles y relativos que no se dan siempre por igual en tanto que sus contenidos no
son idénticos, sin embargo, lo que si se mantiene es el modo de proceder y su fuerte relación
con las instituciones y el poder.
Frente a todo esto: ¿Qué papel ha jugado la filosofía y qué papel debe jugar? Según
Foucault, la filosofía ha sido cómplice de estos sistemas de exclusión, “primero
proporcionando una verdad ideal como ley del discurso”21 y segundo, porque ha ignorado la
realidad material del discurso haciendo que se entienda como un mero espacio de
20
21
Ib p 38.
Ib p 46.
12
comunicación. La filosofía ha hecho que se considere el discurso como el medio de
transmisión de esas verdades entendidas como el fiel reflejo de la realidad como si existiese
una verdad absoluta que el lenguaje nos permitiese revelar. Si esto se ha producido, considera
Foucault, es porque en nuestra cultura existe un profundo temor contra la aparición del
discurso como acontecimiento, “contra lo que puede haber allí de violento, de discontinuo, de
batallador, y también de desorden y de peligro”22. Existe un miedo instintivo por los
discursos que se salen de los límites de la “razón” y la “verdad absoluta”.
Lo que ahora debemos hacer es analizar las condiciones, el juego y los efectos de este
temor que envuelve a la sociedad. Para ello debemos tomar tres decisiones que consisten en
replantearnos nuestra voluntad de verdad, darle al discurso un carácter de acontecimiento y
eliminar la concepción del lenguaje como fiel espejo de la realidad.
Estos objetivos los conseguiremos
atendiendo a estos
cuatro principios:
trastocamiento, discontinuidad, especificidad y exterioridad. El principio de trastocamiento
estaría destinado a dar cuenta de los mecanismos que se han llevado a cabo para excluir y
delimitar una serie de discursos que han quedado enrarecidos. El principio de discontinuidad
debería dar cuenta de que los discursos son discontinuos, que en ocasiones se yuxtaponen,
pero que también se diferencian y se excluyen. En tercer lugar, el de especificidad estaría
destinado a dar cuenta de que el discurso no es el medio por el cual nos llega la realidad del
mundo, sino que éste tiene una realidad material, es una “violencia que se ejerce sobre las
cosas”. Finalmente, el principio de exterioridad tendría por objetivo dar cuenta de las
condiciones externas de posibilidad del discurso, de porqué surge, a qué responde y cuáles
son sus intereses.
Atendiendo a estos principios, la tarea que Foucault se propone desarrollar se llevaría
a cabo en dos conjuntos: el crítico y el genealógico. En primer lugar, el conjunto crítico,
apoyado en el principio de trastocamiento, estaría destinado a dar cuenta de las formas de
exclusión, de limitación y de enrarecimiento de los discursos que se han dado a lo largo de la
historia. Así Foucault plantea algunos de los proyectos a los que obedecería este conjunto
crítico, como por ejemplo, mostrar cómo se produjo la separación entre razón y locura en la
época clásica, cómo se ha fraguado la distinción entre lo verdadero y lo falso, cómo se ha
22
Ib p 51.
13
llevado a cabo el procedimiento de prohibición de los discursos que tratan sobre la
sexualidad desde el siglo XVI al XIX…etc. Ante esta tarea crítica, la genealogía, apoyándose
en los tres principios restantes, daría cuenta de cómo se ha formado el discurso ordinario (el
cual se muestra como verdadero) con el apoyo de los sistemas de rarefacción, limitación y
coacción de los restantes discursos. Estos dos conjuntos no pueden actuar de manera
independiente, sino que deben ser complementarios. La acción de ambos permite “sacar a
relucir el juego de la rareza impuesta con un poder fundamental de afirmación”23.
El discurso de Foucault pretende mostrar como se silencian los diferentes discursos,
analizando los procedimientos de exclusión, limitación y control ligados al ejercicio del
poder que permiten la formación de una “verdad absoluta” que se apoya en la idea de razón.
Así, podemos enmarcar este texto en esa corriente del pensamiento francés contemporáneo
que pretende acabar con el logocentrismo hegelgiano, dando paso a nuevas formas de pensar,
decir y ser: “… y todo lo que he intentado decir anteriormente a propósito del discurso es
bastante infiel al logos hegelgiano”24.
A modo de conclusión personal, podría decirse que una de las características que
aporta a este discurso el valor extraordinario que posee es la invitación que nos hace a
reflexionar sobre aquello que se nos presenta como lo verdadero, de ahí la señalada relación
con las “filosofías de la sospecha”. No estaría de más trasladar este discurso a nuestros días,
emitirlo por televisión, publicarlo en los periódicos, con el objetivo de hacerlo llegar a cada
resquicio de la sociedad a fin de conseguir por unos momentos sembrar esa suerte de
sospecha que transmite. Sería un buen ejercicio para comenzar a difundir la necesidad de
poner en cuestión esa apariencia teñida de verdad que desde los medios de comunicación nos
llega. Es por ello que, si consiguiésemos realizar este hipotético ejercicio estaríamos jugando
con las propias herramientas del sistema, los medios de comunicación, que elevan el discurso
logocéntrico al pedestal de la verdad y desde él fundamentan la imposición de un modelo que
enrarece a todo aquel que se halle fuera de sus límites. No queda sitio en nuestros tiempos
para el discurso alternativo sino el de lo “raro” y lo “radical”, y solo podremos encontrar la
posibilidad de romper con esta idea si comenzamos con esa tarea definida como “pensar de
otra manera”, repensar.
23
Ib p 68.
24
Ib p 70.
14
Bibliografía
I. Saussure: precursor de la semiología y el estructuralismo.
- Saussure. F, “Curso de lingüística general”, Ed: Alianza Editorial, Madrid:
1917/1990.
- Lévi-Strauss, “Antropología estructural”, Ed: Siglo XXI, Madrid: 1973/1997.
- Jonathan Culler, “Introducción al estructuralismo”, Ed: Alianza, Madrid: 1976.
- Barthes, R. “Mitologías” Ed: Siglo XXI, Madrid: 1957/1980.
II. Bricoleur en Lévi-Strauss: reciclaje estructural en el pensamiento mítico-religioso.
- Lévi-Strauss, “El pensamiento salvaje”, Ed: Fondo de cultura Económica México:
1962/1992.
III. Hacia nuevas formas de pensar: “El orden del discurso”.
- Gabilondo, A. “El discurso en acción. Foucault y una ontología del presente”, Ed:
Anthropos, Barcelona: 1990.
- Strathern, P “Foucault en 90 minutos”, Ed: Siglo XXI, Madrid: 2002.
- Foucault, M “El orden del discurso”, Ed: Fabula Tusquets, Barcelona: 1970/2008.
- Foucault, M “Las palabras y las cosas”, Ed: Siglo XXI Argentina: 1966/1968.
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