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1 | Facultad de Filosofía y Letras – Universidad Nacional de Cuyo – Carrera de Historia – Antropología
Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
“LOS DUEÑOS DE LA TIERRA”
Las luchas del pueblo Huarpe
GRUPO:
-AGUILERA, ANDREA (Nº de Reg. 20.284)
-QUIROGA, VANINA (Nº de Reg. 20.180)
-RAIANO, NATALIA (Nº de Reg. 20.141)
-SEVILLA, JORGE ARIEL (Nº de Reg. 20.140)
2 | Facultad de Filosofía y Letras – Universidad Nacional de Cuyo – Carrera de Historia – Antropología
Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
INTRODUCCIÓN:
El tema elegido para este Trabajo Final de Integración es Etnías, naciones y sujetos
sociales; que se ubica en el punto Nº 1 de la Unidad Nº 3 del programa de la materia
Antropología, bajo el título: “Relaciones interétnicas en América Latina: Pasado y presente”.
El caso de análisis es el pueblo Huarpe de Lavalle, Mendoza. La elección del tema
responde a una necesidad personal de cada uno de los miembros del grupo por conocer la
historia, cultura y presente de ese pueblo originario.
En ese marco, los objetivos de este trabajo son:
 Exponer a grandes rasgos los antecedentes históricos y culturales del pueblo
Huarpe en Mendoza, de los tiempos precolombinos y posteriores a la conquista
española.
 Repasar algunas de las problemáticas actuales que afectan a las 11 comunidades
Huarpes de Mendoza que viven en Lavalle: el reclamo por el reconocimiento legítimo;
la escasez de agua potable1 y la marginación general en que viven2.
 Presentar la serie de cuadros “Los dueños de la tierra”, de la pintora local María
Celina Dell’Isola, como vehículo de denuncia de la situación marginal, rescate cultural,
evidencia histórica y herramienta etnográfica que da cuentas de ese pueblo.
 Y, finalmente, ofrecer un somero panorama del grado de conocimiento sobre el
pasado y el presente de los Huarpes en diversos actores sociales de Mendoza.
Creemos que el tema elegido se vincula con otros tópicos de la materia: “La construcción
y deconstrucción de América”; “Las políticas públicas y los derechos de los pueblos
originarios”; “Identidades y resistencias”; “Las culturas, las sociedades y las instituciones;
valores y prácticas; herencia y cambio”; “Antropología e Historia, convergencias y
diferencias” y “Patrimonio, significado y tipos; características”.
Para desarrollar este trabajo, se recurrió a diversas fuentes escritas: libros, artículos de
prensa y revistas, páginas web que informan sobre el tema elegido y textos específicos de la
cátedra de Antropología. Además, se entrevistó a la artista plástica en su estudio, para
conocer qué la motivó a realizar una serie que rescata parte de las costumbres de varios
pueblos originarios de América Latina, en particular los Huarpes. Y, por último, se realizó un
sondeo aleatorio a personas de distintos niveles socioeconómicos y distintas profesiones,
oficios y actividades laborales para tener una referencia sobre el impacto de la “visibilización”
del pueblo Huarpe en la sociedad mendocina.
Esta monografía se divide en tres partes. La PRIMERA hace un breve recorrido histórico
y cultural del pueblo Huarpe, desde el siglo XV hasta después de la Conquista, para luego
exponer la actual situación de las 11 comunidades de Lavalle. La SEGUNDA presenta la
trayectoria de María Dell’Isola y su serie de cuadros “Los dueños de la tierra”, con especial
atención a la obra “La deuda interna”, que representa una manifestación realizada por los
Huarpes en reclamo al reconocimiento de la propiedad de sus tierras; también, aborda su
1
Pese a la reciente instalación de una planta potabilizadora que aún no funciona, por lo cual consumen agua
contaminada.
2
Entre otras causas podemos citar: la ausencia de políticas públicas y de apoyo por parte del resto de la sociedad
provincial los ha subsumido en una “invisibilización”. Proceso –que daría la impresión, se está revirtiendo como
consecuencia de la lucha que estos grupos iniciaron hace casi una década en reclamo a sus derechos.
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
trabajo como medio de denuncia social y de rescate cultural, documento visual y testimonio
antropológico. La TERCERA, a partir de la pregunta: “¿Qué sabe usted sobre los Huarpes?”,
pone en evidencia el grado de conocimiento sobre el pasado y el presente de ese pueblo que
existe en diversos actores sociales de Mendoza. Además, se añade un anexo con mapas, leyes,
fotografías, los cuadros de la serie y otros antecedentes sobre pintura antropológica en la
provincia.
Consideramos que en el trabajo se ponen en juego los siguientes “conceptos teóricos”:
-ALTERIDAD: “…no es sinónimo de una simple diferenciación. O sea, no se trata de la
contrastación de todo ser humano es un individuo único y que siempre se pueden encontrar
algunas diferencias en comparación con otro ser humano…”; “…significa un tipo de
diferenciación. Tiene que ver con lo extraño. Sensación que puede referirse a paisajes y clima,
plantas y animales, formas y colores, olores y sonidos, etc. pero solo la confrontación con las
desconocidas singularidades de otro grupo humano –lengua, costumbres, fiestas, ceremonias,
etc.- proporciona la experiencia de lo extraño propiamente dicho…”; “…no se refiere de
modo general y mucho menos abstracto a algo diferente, sino siempre a otros…”; “…un ser
humano descrito como otro no es considerado respecto a sus particularidades altamente
individuales y mucho menos con respecto a sus propiedades naturales como tal, sino como
miembro de una sociedad, como portador de una cultura, heredero de una tradición,
representante de una colectividad, nudo de una estructura comunicativa de larga duración,
iniciado en un universo simbólico, introducido a una forma de vida diferente de otras;
resultado de un proceso histórico en el cual ha sido partícipe…” (Krotz, 2006)i.
-IDENTIDAD: “La Antropología Social define a la identidad como un proceso donde no hay un
núcleo inmutable y permanente, sino que es un resultado variable y efímero de la dialéctica
experimentada por la totalidad sociocultural. Se define a la autoconciencia étnica como indicador
de la existencia de una identidad. Esta autoconciencia es el resultado de las contradicciones y
conflictos que se generan y se define por los niveles de representación que cada individuo tiene
acerca de su grupo” (Bustos, 2003)ii.
-MARGINALIDAD: “…una ruptura de las pertenencia a las categorías sociales a las que
cada individuo se integra. La globalización tiende a en alguna medida a profundizar estas
desigualdades que se articulan con otras que no surgen de ella, sino del impulso
emancipatorio del modelo de Estado de bienestar, tales como desigualdades generacionales,
de sexos y de las prestaciones sociales y asignaciones locales, etc. que atentan contra el tejido
social desgarrándolo: estas desigualdades acompañadas por desarrollos tecnológicos tienen un
efecto residuo que, paradójicamente, favorecen la incomunicación y el refugio en la propia
individualidad. El sentimiento de no pertenecer a un grupo social claramente definido o la
mera posibilidad de perder tal pertenencia, genera un conflicto identitario: “el retroceso del
sentido de la solidaridad y el tiempo de repliegue sobre si mismo” (Vázquez, 2000)iii.
-CULTURA: “Conjunto de conductas aprendidas, creencias, actitudes, valores e ideales, que
caracterizan a una sociedad o población, y debe ser generalmente compartida por algunos
grupos de población o por grupo de individuos” (Ember y Peregrine, 2004)iv.
-INDIO/INDÍGENA: “Son los descendientes de los habitantes nativos de América, que
conservan características de sus antepasados, en virtud de las cuales se hallan situados
económicamente y socialmente en un plano de inferioridad frente al resto de la población y se
distinguen por hablar las lenguas de sus antepasados3. El término indio nace cuando Colón
toma posesión de las islas Hispaniolas, a nombre de los Reyes Católicos. En el orden colonial,
el indio es el vencido, el colonizado, el dominado (Bonfil Batalla, s/a)v.
Sobre el tema de la lengua ver en la página 7, el apartado “La visibilidad y el autoreconocimiento de los
orígenes”.
3
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
“…Estrictamente no los hay en la Argentina ni en América, porque el término hace
referencia indiscutible al habitante de Las Indias, en Asia y posteriormente, como error
primero y estrategia después, a un ser extraño, despreciable, de inferior categoría, en una
arbitraria escala antropológica. Sin embargo, cuando se los emplea, al menos en el cono sur,
creemos saber a que nos estamos refiriendo, es decir, a los habitantes que viven en culturas
pre-conquistas, si bien el contenido que proyectamos de dicha palabra casi nunca es adecuado.
(…)Los diccionarios europeos y de América consagran el error sin advertir al lector el origen
distorsionado del término cuando se aplica a los habitantes de América de cualquier época.
Les cuesta reconocer que es un error grave de concepto y de aplicación que tuvo y tiene
consecuencias lamentables. Ellos dicen que “es relativo a las poblaciones autóctonas de
América y a sus actuales descendientes, a los individuos de estas poblaciones”. Craso error y
contumaz ignorancia aunque la Real Academia Española diga lo contrario. Indio tiene
significados ajenos a la antropología a no se cuando se refiere a los habitantes de La India.
Desde hace alrededor de 40.000 años las personas que viven en “este” continente son
HABITANTES, ni siquiera de América, sino de “aquí”, de este continente. “América” se la
llama desde hace apenas 500 años y debió llamarse de otra manera: con un concepto,
descripción o nombre propio de estas tierras…” (Rossi, 1998)vi.
-ABORIGEN: “… es el término mas difundido en literatura, congresos, seminarios e
investigaciones históricas y antropológicas, si bien algunos representantes de instituciones
indias nacionales e internacionales prefieren autollamarse “indios como herramienta de su
reivindicación socio-cultural. Significa en latín desde el origen, en el principio o al comienzo
de. En tal sentido se atribuye a los habitantes de quienes se quiere hablar un término neutro y
aplicable a todo indistintamente: mineral, vegetal o animal. En el idioma castellano se refiere
específicamente a todo el habitante Homo Sapiens de cualquier continente” (Rossi, 1998)vii.
-ETNÍAS: “…sociedades aborígenes…”, “…su conformación es muy variada…”,
“…agrupaciones a lo largo de territorios…”, “…yo prefiero llamarlas naciones, en las que
perviven verdaderas autonomías, con una tradición preconquista centenaria o milenaria, cada
una con su idioma o dialecto” (Rossi, 1998)viii.
-COLONIALISMO: “…es la dominación impuesta por una minoría extranjera racial y
culturalmente diferente, actúa en nombre de una superioridad racial o étnica y cultural,
afirmada dogmáticamente. Dicha minoría se impone a una población autóctona que constituye
una minoría numérica, pero que es inferior al grupo dominante desde el punto de vista
material. Esta dominación vincula la relación entre civilizaciones radicalmente diferentes: una
sociedad industrializada, mecanizada, de intenso desarrollo y de origen cristiano, se impone a
una sociedad no industrializada, de economía atrasada y simple, cuya tradición religiosa no es
cristiana y por ende, esta se impone. La situación colonial surge de la conquista (…) la
explotación supone el pasaje de una economía de subsistencia, a una basada en la producción
de excedente para el mercado monopolista” (…) la apropiación supone: considerar lo
descubierto como si no perteneciera a nadie, invocar causas legales cuyos derechos son
creados por y para la legislación europea y por último, legitimar los hechos de apropiación
por la superioridad intrínseca de europeos y la incapacidad de pueblos no europeos…”
(Lischetti, 2007)ix.
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
PRIMERA PARTE:
PASADO Y PRESENTE
Antecedentes históricos y situación actual
del pueblo Huarpe en Mendoza
-Los descendientes de Hunuc Huarx
El pueblo Huarpe que habitó el territorio de la Región de Cuyo (Cuyum o País de la Arena)
hasta la llegada de los españoles, en el siglo XVI, estaba divididos en tres zonas: Norte (San
Juan): Huarpes Allentiac; Sur (Mendoza): Huarpes Milcayac; y Este (San Luis). Es
considerada la octava cultura originaria de la Argentina (Ver ANEXOS págs. 1 y 2).
Según el relato de los conquistadores españoles y registros arqueológicos, los Huarpes eran
de piel oscura, delgados y relativamente altos. Fueron sometidos primero por los Incas en el
siglo XV (máxima expansión del imperio Inca bajo el gobierno del Inca Pachacutec). La
influencia Inca se hizo notar en muchas de sus costumbres, tales como la vestimenta, en los
cultivos de maíz y quinoa. Y en la transformación de las lenguas Huarpe (Milcayac y
Allentiac) que coexistieron con el quechua (lengua mas rica, evolucionada y completa).
Respecto al término “Huarpe”, según parece la raíz “huar” está íntimamente ligada con el
nombre propio de la divinidad principal de este pueblo que es “Hunuc Huar.”. La partícula
“pe” se halla presente en muchas palabras relacionadas con situaciones de parentesco por
consanguinidad o pertenencia. Se podría entonces traducir el término “Huarpe” como “familia
de Huar”. O sea que ellos se consideraban descendientes directos de la deidad Huar. Ésta era
la divinidad máxima que, según ellos, moraba en los cerros y al cual le ofrendaban maíz,
chicha y plumas de ñandú. De los Incas adoptaron otras deidades como Inti, la Luna, los Apus
y el Lucero de la Mañana. Practicaron la magia por medio de "machi", que curaba las
enfermedades e intercedía para pedir protección a los muertos en su viaje a la montaña de
Hunuc Huar. Los muertos se inhumaban muy probablemente en posición alargada. Junto al
cadáver se depositaba, además de lo que en vida fueran sus objetos personales, alimentos y
bebidas que sirvieran para el viaje hacia el más allá. El sepelio de un difunto respondía a un
acto social. Se llevaba a cabo con danzas al compás de un tambor e ingerían hasta la
embriaguez una bebida alcohólica que fabricaban con la chaucha del algarrobo a la que
llamaban "aloja". La creencia era que el muerto emprendía un viaje al más allá, donde
habitaría las montañas en compañía de Hunuc Huar.
Los Huarpes conocieron la institución del cacicazgo: se subdividían en grupos menores,
que estaban a cargo de un principal. La calidad de cacique era hereditaria en la línea
masculina. La ocupación de los territorios se llevaba a cabo sobre la base del dominio que
poseía esta autoridad. Así, era el Cacique quien impartía las normas sobre las actividades
económicas, la cacería, los cultivos y el pastoreo de los animales.
La organización familiar era del tipo patriarcal y monogámica. Practicaban el "levirato": al
morir el esposo, la viuda y sus hijos eran heredados por el hermano del fallecido; y el
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
"sororato": al casarse el varón adquiere el derecho a casarse también con las hermanas de su
mujer, generalmente a la muerte de ésta y a manera de compensación por la pérdida.
Los núcleos poblacionales no constituían una aldea sino especies de caserío (la distancia
entre los caseríos estaba dada por la fertilidad de las tierras). Las casas eran construidas de
ramas con barro fijadas con ataduras formando esteras, los techos eran de ramas, pasto y
barro. En la zona de las Lagunas las casas se levantaban sobre un pozo poco profundo.
Eran agricultores, sembraban maíz, quínoa y calabaza. Aprovechaban para cultivar el agua
de deshielo de los ríos de montaña. El algarrobo4 era el árbol que les proporcionaba el
alimento más importante de su dieta. Con sus semillas molidas hacían harina para fabricar el
patay y también una bebida alcohólica: la "aloja". También fueron buenos cazadores, para ello
utilizaban arcos y la flecha, tallaban punta de proyectiles con piedras que enlazaban a largas
lanzas de madera, con la que daban caza a guanacos, liebres y choiques. En las lagunas de
Huanacache pescaban y cazaban patos. Para cazar las aves acuáticas, en las lagunas dejaban
calabazas vacías flotando en el agua. Los pájaros acuáticos grandes tales como flamencos
crecían acostumbrados al flotar de las calabazas en las lagunas. Luego, un aborigen se
sumergía en el agua hasta el cuello y ponía su cabeza en una calabaza ahuecada nadando lenta
pero seguramente hacia su presa, hasta que estaba bastante cercano como para agarrarla
repentinamente por las piernas y ahogarlas.
Eran tejedores de fibras vegetales (totora) con la que confeccionaban cestos o canastas de
diferentes formas y tamaños, especialmente para uso doméstico que eran adornados con lanas
de diversos colores. Trabajaban también la cerámica fina y fabricaban vasijas y cacharros,
adornados con figuras geométricas.
-Españoles en Tierras Huarpes
Tras el arribo del español Francisco de Villagra al actual territorio mendocino en 1551,
los Huarpes y sus tierras fueron repartidos entre encomenderos y "encomiendas". Proceso que
se profundiza a partir de 1561 cuando Pedro del Castillo funda la Ciudad de Mendoza en el
Valle de Güentota.
Las encomiendas permitieron al español sembrar y plantar lo necesario para su sustento y
el de sus familiares con la obligación de evangelizar y proteger a los Huarpes. Según las
Leyes de Indias, el aborigen era considerado "vasallo del rey" y como tal debía ser tratado.
Pero en la práctica esto no fue respetado, ya que muchos españoles encomenderos abusaron
del trabajo aborigen y los sometieron a explotaciones inhumanas. Esta fue una de las causas
que provocaron la dispersión y el deceso de muchos Huarpes en la región.
En 1563 las reducciones eran "institucionales", por la cual los aborígenes quedaban al
cargo del conquistador español. Esto les permitía seguir habitando sus tierras según los
designios de la Corona y el Cabildo; pero siempre bajo las órdenes del encomendero, quien a
su vez les daba un trato más seguro a los indígenas a través del cacique de la comarca.
Por dos siglos y tres generaciones, así convivieron españoles y Huarpes. Los Huarpes
comenzaron a disminuir en número por distintas causas: enfermedades traídas por los
europeos (como la viruela, las pulmonares y otras) para las cuales el aborigen carecía de
inmunidad; el trato inhumano en el trabajo; el aguardiente; el hecho de que muchos varones
4
Ceratonia Siliqua L, Entre 1890 y 1940 casi la totalidad de los algarrobales terminó como alimento para las
locomotoras, o combustible barato en las ciudades, en ausencia del carbón mineral que Europa retuvo durante las
dos guerras mundiales. Sólo se salvaron los ubicados en sitios inaccesibles o muy difíciles de explotar. La
expansión de las zonas agrícolas y los incendios forestales hicieron el resto.
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eran desarraigados y llevados a trabajar por los encomenderos en las minas de La Serena
(Chile).
-La visibilidad y el autorreconocimiento de los orígenes
Actualmente, muchos son los relatos que avalan la “desaparición” del pueblo Huarpe y que
el único vestigio existente son la memoria escrita y oral de sus costumbres. Sin embargo, la
Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas del Censo 2001 del INDECxi, que en Cuyo la
población que se reconoce perteneciente o descendiente en primera generación del pueblo
aborigen Huarpe asciende a 12.704.
En Mendoza hay 11.725 hogares donde viven al menos un descendiente de estos primeros
pobladores de la región. Las comunidades habitan principalmente la zona del Departamento
Lavalle y el noroeste del Departamento Santa Rosa, con asentamientos pequeños dispersos
principalmente en el amplio secano lavallino. Allí, se hallan 11 comunidades jurídicamente
reconocidas, como: José Andrés Díaz (San Miguel), Asunción, Güentota, El Retamo, El
Puerto, El Cavadito, Lagunas del Rosario5, entre otras. Se cree que en conjunto nuclean a
unas 4.000 personas. Estas comunidades han adoptado diferentes formas de trabajo como
medio de subsistencia: la recolección del junquillo que es vendido en la ciudad a los
fabricante de escobas en por paquetes que no pagan más de cinco centavos cada uno; quizás
los más rentable y productivo se la crianza de animales, principalmente el chivo, para el
consumo propio y para la venta, y el trabajo temporal en la cosecha en marzo y abril como
mano de obra asalariada. Además, se encuentra la venta de artesanías, canastos y trabajos en
cuero de la región.
Además, el relevamiento puso de manifiesto que en Cuyo: la mayoría de los descendientes
son jóvenes de entre 5 a 29 años; de los 12.000 sólo 2.610 viven en comunidad; ninguno de
los pequeños y adolescentes recibe sus clases en el lenguaje madre de esta cultura; los
ancianos -o la población de la tercera edad- se encuentran abandonados puesto que el 54% no
recibe jubilación ni pensión; el 56% no está cubierto por obra social o plan de salud privado o
mutual y el 73% se hace atender por un médico sólo en un hospital público. A la par, el
INDEC demostró que el 18% de los hogares donde habitan descendientes de los Huarpes
tienen necesidades básicas insatisfechas. Media que es mayor a la que se presenta en los
hogares donde no habita un descendiente de aborigen. También, el 23% de los hogares son
rurales y en ellos no hay desagües ni red pública ni pozo ciego. Finalmente, se suma que el
8,4% de las viviendas tiene pisos de tierra o ladrillo suelto y que el 6,1% en sus cocinas usa
leña o carbón como combustible.
Por otro lado, la Encuesta reveló que muchos de los descendientes de los Huarpes no se
reconocen como tales. Así, en Cuyo, de los 12.704 consultados, hay 3.092 personas que
Las Lagunas de Huanacache (término inca que significa “gente que admira el agua que baja”) se encuentran a
unos 110 km de la ciudad de Mendoza. Hace unos cien años la zona era un área cubierta de albercas que se
formaban por las desembocaduras de los ríos Mendoza y San Juan. En esos tiempos, la actividad económica
principal en Huanacache era la pesca; de esta zona se traía el pescado para el consumo de la población de los
habitantes de Mendoza. Era común la caza de patos y aves acuáticas, también se cazaban liebres y perdices.
Además, se recolectaban raíces de junquillo y totora con las que se confeccionaban las canoas y canastos. Hoy,
con el crecimiento demográfico de la ciudad y el aumento de la utilización del agua del río para consumo e
irrigación, el río Mendoza en esa zona se ha secado y las lagunas no existen más. De modo que la única fuente
de agua la constituyen "los pozos”, con agua de mala calidad debido a la salinidad de los suelos allí existentes.
Las Lagunas de Huanacache o "Lagunas del Rosario" constituye el centro de reunión de todas las comunidades.
5
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tienen ese linaje pero que no se sienten Huarpes. En este sentido, el antropólogo Diego
Escolar6 afirma que este silencio está atravesado por varios factores:
En efecto, durante generaciones se mantuvieron memorias de huarpes; muchas
familias tenían conciencia de su pasado pero lo mantenían en secreto debido a la
discriminación social que existía. Con la crisis del Estado en los años '90 el
prejuicio comenzó a romperse. Lo cierto es que también hubo un proceso histórico
donde hubo luchas indígenas hasta el siglo XIX y principios del XX, que es parte
del tema en el que trabajo. Estos conflictos habían sido ocultados, tapados por la
historiografía oficial. Una de las razones era la toma de posición sobre qué cosas
eran importantes y cuáles no lo eran. A la Historia la escriben los que gananxii.
El antropólogo -autor del libro "Los dones étnicos de la Nación. Identidades Huarpe y
modos de producción de soberanía en la Argentina"xiii- agrega que en la actualidad algunas
costumbres quedaron atrás. Como la del lenguaje, que domina sólo el 4% del total de los
descendientes que viven en Cuyo. “Es que los Huarpes que conocieron los españoles en la
época de la Conquista estaban asentados en la parte occidental y periférica andina del país, en
San Juan, San Luis y Mendoza –añade-. Hoy, gran parte de los descendientes está literalmente
fuera del sistema. Sin embargo, hay un dato muy importante que asombra a los especialistas:
el 69% de los descendientes vive en zonas urbanas”xiv. Y continúa analizando sobre la
radicación urbana de los mismos: “La sociedad está más dispuesta a aceptar que el aborigen
esté en el campo pero no a que se encuentre en la casa de al lado –subraya-. Este dato es
importante porque la sociedad proyecta los descendientes de los aborígenes lo más lejos
posible. Y respecto de la supuesta desaparición de los Huarpes, el antropólogo remarca que
"en el siglo XVII se decía que se habían extinguido, pero perduraron en forma semioculta y
en ciertos momentos resurgieron, como ahora”.
Un hecho que se produjo durante décadas, provocado por la discriminación que han sido
víctimas es el cambio de apellidos que muchos integrantes de las comunidades adoptaron con
el propósito de no ser discriminados. Sin embargo, hoy muchos jóvenes Huarpes han vuelto a
sus raíces y han vuelto a adoptar sus apellidos. En las lagunas aún puede encontrase con el
“viejo Guayama” uno de los Huarpe que han conservado el apellido Milcallac en Lagunas, y
quien es a su vez, descendiente del gran caudillo “Santos Guayama”xv.
-La lucha por la tierra y la cultura
En la actualidad, los asentamientos de Mendoza se encuentran en una lucha constante para
la obtención de la titularidad de la propiedad de las tierras -unas 750.000 ha- y por la
recuperación de la gramática de la lengua Milcallac. La problemática sobre el reclamo de
tierras se viene realizando desde hace varios años, tierras que ancestralmente les pertenecen y
que sin embargo son ocupadas por algunas grandes empresas locales como Pescarmona,
Cartellone y Tecnicagua, con la mirada permisiva del gobierno de la provincia.
En 1999, las 11 comunidades Huarpes reconocidas con personería jurídica, se unieron y
comenzaron una cruzada legislativa para exigir los títulos de propiedad de esos terrenos.
Presentaron un proyecto con el apoyo del Equipo Diocesano de Pastoral Aborigen Mendoza
(de la que forman parte los sacerdotes Benito Sellito y Jorge Contreras), el entonces
intendente de Lavalle: Sebastián Brizuela, y diversos funcionarios, profesionales,
investigadores de la provincia. Fue aprobado en año 2001 y convertido en la Ley Provincial
6
Investigador del Cricyt/Conicet y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo.
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6.920. La Comunidad solicita también que le reconozcan sus derechos expuestos en la
Constitución Nacional, que los reconoce como etnia preexistente en el artículo 75, inciso 17
(Ver ANEXOS págs. 4 y 5). Esta problemática concierne a los 4.000 descendientes de
Huarpes que pretenden recuperar las tierras que heredaron de sus ancestros en Lavalle.
El 19 de abril pasado, en el acto por el Día Internacional del Aborigen Americano,
realizado durante la mañana en el Espacio Contemporáneo de Arte7, el abogado Fidel Bustelo
-apoderado de estas comunidades- explicó que por la reforma a la Carta Magna se dio rango
constitucional a los derechos indígenas. En Mendoza, por esta norma se reconocen la
posesión de los campos a favor de los Huarpes. Sin embargo, a esta ley se opuso con una
acción de inconstitucionalidad el Fiscal de Estado, Pedro Sin, quien sostiene que son “muchas
tierras para tan poca gente”. La causa se encuentra en estado de alegatos.
-El derecho al agua potable
A la lucha por la restitución de las tierras, en el último año se sumó otra problemática: el
agua potable. Según un artículo publicado por Diario Los Andesxvi, el 19 de abril de 2007 se
inauguró en San Miguel una planta potabilizadora con fondos del Instituto Nacional de
Asuntos Indígenas (INAI). A través de una cañería se extrae agua del río San Juan y se lleva a
unos tanques de 50.000 litros para luego purificarla con un gran filtro de arena. El sistema se
completa con una red de 12 km que llega hasta Lagunitas. En total abastece a 20 familias de
San Miguel, 15 de Lagunitas y, a través de un camión-tanque, a 60 de El Retamo, Forzudo y
Tres Cruces.
La obra costó $650.000 pero no cumple con su función básica: no potabiliza. Una planta
potabilizadora que produce 200.000 litros de agua diaria "no apta para el consumo humano",
según informes municipales, del Epas y de la Comisión de Energía Atómica. "Desde el
principio el agua tenía como olor a gamexane, a barro podrido", relató a Los Andes Patricia
Valot, directora de la escuela de la zona. En octubre del año pasado, la doctora Stella Maris
Osach del centro de salud, comenzó a ver algunos niños con problemas y sospechó del agua.
Un grupo de médicos comunitarios llevó muestras para que las analizara la Comisión de
Energía Atómica. Resultado: había presencia de metales pesados, especialmente arsénico y
boro, y turbiedad. El 2 de noviembre, la Municipalidad de Lavalle notificó a la escuela y a los
presidentes de las comunidades Huarpes que "el agua de la red no es apta para el consumo,
prohibiéndose el uso para el consumo humano pero no para higiene y servicio".
Con esta novedad, en la escuela se comenzó a consumir agua envasada que envía la
Dirección General de Escuelas y la suministrada por un camión-tanque para la comunidad.
Sin embargo, las muestras que analizó la Comisión de Energía Atómica también fueron
tomadas de este camión y resultaron "no aptas" (dieron altas concentraciones de arsénico,
boro, manganeso y otros tóxicos inorgánicos). De este modo, en la práctica, si bien los niños
no toman agua de la planta en la escuela en sus casas es difícil controlarlos. En cuanto a los
mayores, algunos consideran que el agua no puede ser más mala de la que tomaban antes
En la oportunidad, se presentó el libro “Telteguina Ep Nem” (que significa "Conocer el camino"), que reúne
toda la legislación que ampara al pueblo huarpe en cuanto a las 740.000 hectáreas de tierra que reclama. Tal
como lo indica su título, la obra, publicada por el Equipo Diocesano de Pastoral Aborigen Mendoza (Edipam) y
el Equipo Nacional Diocesano del Episcopado de Pastoral Aborigen (Endepa), tiene como objetivo que las
aproximadamente 700 familias huarpes conozcan las leyes que las favorecen. Por eso, los primeros destinatarios
de los libros –en cuya portada aparece la foto de una de las tantas manifestaciones que los huarpes realizaron en
la Ciudad – fueron los integrantes de las 11 comunidades, que poseen personería jurídica otorgada por el Inadi y
nuclean a unas 4.000 personas.
7
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
directamente del río. No obstante, se sospecha de ese curso de agua, ya que los niveles de
estas sustancias nocivas podrían estar asociados a las actividades mineras que se desarrollan
río arriba, en la montaña, en San Juan. Estas sospechas se encuentran apuntadas en un
expediente judicial. Existe una investigación en la Justicia Federal que arrancó en noviembre
de 2007. Ahora estarían a la espera de que dos ingenieros de la UNCuyo entreguen los
resultados de muestras que tomaron en diciembre para su análisis.
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
SEGUNDA PARTE:
LA DEUDA INTERNA
La emergencia de las comunidades huarpes
en la pintura de María Celina Dell’Isolla
-Pintura con una razón de ser
“Muchas veces me han preguntado qué soy, y yo contesto que muchas cosas: soy mujer y
soy pintora. También soy madre y abuela. Y soy jubilada, ¿clase pasiva? Hasta no hace
mucho tenía alguna actividad comercial y me decían empresaria, aunque me quedaba grande
el rótulo. También soy ama de casa, amiga, viajera y no sé cuántas cosas más. Soy todo eso y
sólo una. Soy yo misma”.
Esta es la carta de presentación de la artista plástica María Celina Fernández Dell’Isola,
nacida en Junín (Buenos Aires), el 21 de agosto de 1942, pero radicada en la provincia desde
1980, por lo cual insiste en autocalificarse “pintora mendocina” (Ver ANEXOS, pág. 15).
Maestra normal y profesora de inglés y francés de profesión, rememora que comenzó a
pintar cuando era adolescente con Juan Comuni y Raúl Podestá (en Buenos Aires), pero luego
relegó la plástica durante 20 años. En 1978, retomó la actividad y siguió su formación con
diversos maestros: Gabriel Cantilo y María Laura San Martín (en Buenos Aires), Anny Zitti
(en Neuquén) y Marina Puebla, Antonio Sarelli, Carlos Ércoli y –fundamentalmente- Angel
Gil (en Mendoza).
Ha participado de 115 exposiciones grupales y colectivas, 53 salones y 48 muestras
individuales, de las cuales considera a 30 como “importantes”. La última, se inauguró el 5 de
junio pasado en la Bolsa de Comercio de Mendoza.
Varios museos poseen obras de su pincel: Eduardo Sívori (Buenos Aires), Municipal de
Arte Angel María de la Rosa (Junín, Buenos Aires), Provincial del Bellas Artes Emiliano
Guiñazú-Casa de Fader (Mendoza), Regional de Zonas Áridas (Lagunas del Rosario, Lavalle,
Mendoza), y de diversas ciudades de la Argentina, Francia, España, Inglaterra, Israel, Estados
Unidos, Canadá Brasil y Chile.
“Sin ánimo de ser peyorativa, como todo principiante, empecé con florcitas, naturalezas
muertas y, con timidez, con alguno que otro paisaje -apunta Dell’Isola, quien fue entrevistada
por el grupo en su taller de Dorrego, Guaymallén-. De repente incursioné en la figura con
modelo vivo y me entusiasmé. Pero aun así, no me interesa la pintura por la pintura misma.
Me interesa que tenga una significación profunda, una razón de ser”. Y fue en ese momento y
a raíz de los festejos del 500° Aniversario del “Descubrimiento de América”, cuando
surgieron dos de sus series vinculadas a la problemática de la identidad, la multiculturidad
latinoamericana y el indigenismo: “Los dueños de la tierra… 500 años después” y “Fiestas
patronales”. Actualmente trabaja en una serie titulada “La segunda conquista del desierto”,
acerca de la problemática con la venta de tierras y el desalojo de pueblos originarios en la
Patagonia Argentina.
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
-Reflejos de un eterno reclamo
Dell’Isola comenzó a desarrollar la serie de cuadros “Los dueños de la tierra… 500 años
después” a partir de mediados de la década de 1990. Reúne una veintena de obras, pero según
manifiesta la artista “todavía sigue abierta porque cada tanto aparecen cosas que pinto”.
Los óleos representan actividades culturales –fieles a las herencias ancestrales o
sincréticas- y retratan los rostros de miembros contemporáneos de pueblos originarios de
Mendoza, Bolivia, Perú y Guatemala (Ver ANEXOS, págs. 16 a 31). “Fundamentalmente,
aprendí que existen, que están vivos. Por eso, me interesó rescatar, conocer, la vida que
tienen, cómo viven, qué hacen”, señala la pintora, quien asume que antes de producir la serie
desconocía esas etnías.
De esta forma, logró óleos que muestran en forma figurativa, colmados de colorido y con
un estilo realista casi fotográfico, la cultura material, la molienda, la vestimenta, la comida,
los gestos, los ademanes, las posturas, el medio ambiente, pero principalmente las
consecuencias de la marginalidad de los pueblos que visitó y fotografió para luego pasarlos al
óleo en su taller8.
En efecto, más allá de lo visible, en esencia las obras son –al decir de la artista- reflejo “del
eterno reclamo de los aborígenes por su derecho legítimo a la propiedad de las tierras que
habitan”.
En ese sentido, uno de los cuadros de la serie representa la manifestación que realizaron las
11 comunidades Huarpes en abril de 2003, en el centro de la Ciudad de Mendoza. La
movilización fue en reclamo a la aprobación definitiva de la Ley Provincial 6.920, que le
reconoce a ese pueblo originario la titularidad de unas 700.000 ha de tierras en Lavalle y que,
pese a tener sanción legislativa desde 2001, hasta hoy se encuentra frenada en la Fiscalía de
Estado.
El cuadro se titula “La deuda interna”, que por su gran tamaño ha sido varias veces
rechazada en salones provinciales, pero fue expuesta en una muestra homónima que se realizó
en diciembre de 2006 en el Centro Cultural Espacio Contemporáneo de Arte, de la Secretaría
de Cultura de Mendoza (Ver ANEXOS, págs. 16).
Es un óleo de 200 x 200 cm, en la cual aparecen unos 40 personajes, la mayoría hombres,
mujeres y niños de las 11 comunidades, que portan carteles con los nombres de las distintas
agrupaciones, pancartas con la inscripción de su reclamo y banderas argentinas. Entre los que
encabezan la marcha, se distingue a los sacerdotes Benito Sellito (misionero a cargo de la
Capilla de las Lagunas del Rosario) y Jorge Contreras, ambos del Equipo Diocesano de la
Pastoral Aborigen Mendoza, que acompañan la lucha del pueblo Huarpe.
Además, la misma Dell’Isola se incluyó en el grupo de retratados porque “participé de la
manifestación que se hizo el día del aborigen” –relata- pero aclara que, si bien la protesta se
realizó en Ciudad, optó por pintar la situación en un escenario que remite al secano lavallino.
“Es que es eso lo que ellos reclaman”, justifica.
8
El crítico de arte mendocino Andrés Cáceres expresó respecto a “Los dueños de la tierra… 500 años después”:
“El realismo de María Celina Dell´lsola es un realismo pudoroso. Observa con piedad y hasta se percibe un dejo
de admiración en su obra, referida a los integrantes de esas comunidades a las que reconoce como los dueños de
la tierra. Ellos, los que no tienen voz, los marginados en su propia casa, ahora perduran en el arte de Mendoza,
en el impecable espatulado y la matización sutil de María Celina Dell 'lsola, cuya notable habilidad para
componer el espacio virtual de la tela ha llevado su nombre más allá de las fronteras del país. Donde hay
pobreza, pone belleza, No elude el testimonio y merced a su talento nos hace sentir que estas criaturas vibran,
respiran, y están ahí, muy cerca, esperando que1as veamos por dentro, como ella los ha pintado, como realmente
son”.
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
“Me impresionó mucho y decidí trabajar sobre el tema. Me llevó más de un año de estar
componiendo y pintando –describe-. Tiene muchos personajes y traté de que cada uno de
ellos se viera digno, real. Todos, aunque a la mayoría no la conozca más que de vista, son
personas reales, sacadas de fotos que yo misma tomé, de diarios y de revistas. Son caras del
desierto”.
“Lo que esa gente necesita es muchísimo. Por eso yo hablo de lo que esa gente merece y se
le niega, de su reivindicación, de sus derechos. Y pintarlos es lo único que yo puedo hacer.
Así siento que los apoyo. No encuentro otra manera”, acota la pintora, quien tiene claro que
cuadros como los de esta serie no generan interés en los compradores, aunque ella –por el
momento y sin una explicación que la conforme- no está dispuesta a desprenderse de “La
deuda interna” ni siquiera en calidad de donación.
Finalmente, Dell’Isola opina sobre el presente las comunidades Huarpes.”En los últimos
años ha habido un renacimiento, como una especie de recupero de la identidad, de la etnía.
Durante mucho tiempo han tenido vergüenza de ser indígenas y lo han tapado, se han
mimetizado. Pero, ahora, muchos han recuperado el orgullo: se reconocen y se muestran
como tales”, resume.
-Hacia una pintura antropológica
En cierta oportunidad, el pintor Pablo Ruiz Picasso manifestó: “¿Qué creen que es un
artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos para pintar si es pintor, que sólo tiene oídos si es
músico, que sólo tiene una lira para expresar todos sus sentimientos si es poeta o que sólo
tiene músculos si es campesino? Ni muchísimo menos. El artista es un ser político que vive
pendiente y consciente de todos los acontecimientos –desoladores, de actualidad o
placenteros- que ocurren en el mundo y reacciona ante ellos. ¿Cómo es posible no interesarse
por otras personas, subir a una torre de marfil y aislarse de una vida que aporta tantas cosas
buenas? No, la pintura no existe sólo para decorar las paredes de las casas. Es un arma que
sirve para atacar al enemigo y para defenderse de él”xvii.
Si bien la pintora María Celina Dell’Isola aclara que carece de conocimientos teóricos
sobre la función social del arte, asevera que está totalmente de acuerdo con las expresiones de
Picasso. Y señala que es consciente que su serie de cuadros “Los dueños de la tierra”, además
de poseer una finalidad estética, resulta un vehículo de denuncia potencialmente
transformador, un medio de rescate cultural, un documento visual acerca del presente, un
testimonio hacia el futuro o -como la definió el crítico de arte Osvaldo Mastromauro- “una
pintura antropológica”xviii. En suma, una posibilidad concreta de visibilización, en general de
los pueblos originarios de una parte de Latinoamérica y, en particular, de los Huarpes de
Lavalle.
Con respecto a la función social del arte, de la que Dell’Isola se autoproclama partidaria,
caben las preguntas: ¿Es el arte transformador?, ¿la expresión artística es también una forma
de lucha por mejorar la situación social?, ¿la política constriñe, limita o condiciona la
creación? Luis Antonio Alarcón, Luis Miguel Ortego, Jesús Cuartero y Antonio Tausiet
ofrecen algunas respuestas:
El arte puede ser todo lo que uno quiera; aunque el mensaje político social resta
libertad de creación, la creación en sí misma es reivindicación. No es un tinte, es o
no es: “Arma cargada de futuro”. En ese razonamiento hay una trampa. La política
es todo. La ficción es ficción, y moralmente no tiene límites. Sin embargo, la
ficción lleva ideas, mensajes... Una cosa es que la política, entendida como
actividad profesional, se defienda de la creación, y otra cosa es que el mensaje
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
político, en el sentido de “asuntos de la Polis”, de intereses colectivos, pueda
constreñir la creación. Por otro lado, si bien es cierto que la imaginación, la
creatividad, no tienen límites, el producto cultural llamado obra de arte nunca es
neutro. Toda creación tiene ideología, pero no por ello su fin ha de ser imponerla.
No hablamos de imposición, sino de reflejo de la sociedad y voluntad de
transformación. No es lo mismo manifestar la ideología a través del arte que hacer
proselitismo. Un reportaje sobre el nazismo es bien distinto que una película pro
nazi de Riefenstahl. Para transformar no es necesario mostrar la ideología en
bruto: con tener voluntad de hacer arte para mejorar y no para empeorar, es
suficiente. Aunque a algunos espectadores no les interesa la transformación
consciente en la ficción, de todos modos se la inculcan. En algunas ocasiones la
transformación se produce incluso sin que el autor la busque. En cualquier caso, la
ficción manifestada es una transformación personal de la realidad. Una mirada, un
punto de vista, si se quiere. Aunque ello no ha de conllevar querer imponerla. No
ha de confundirse exposición con proselitismo. Lo creativo y progresista es
mostrar para que luego se opine, compartiendo o no, para producir discusión.
Algo más que el mero consumismo de entretenimiento, el cual está más
ideologizado que el arte que se manifiesta abiertamente con una intención
transformadoraxix.
En este marco, cuando a Dell’Isola se le pregunta el porqué y el para qué de las pinturas de
la serie “Los dueños de la Tierra”, insiste en que todo surgió a partir de un “click” que se
produjo con los festejos del 500° Aniversario del “Descubrimiento de América” (1492-1992).
“En realidad, algo hizo ‘crack’ en mi interior: ¿Qué estábamos festejando? –relata-. Yo soy
víctima. En todo caso, victimario involuntario, porque pertenezco al bando de los que
vinieron de afuera, los usurpadores, ¡bah! No voy a hacer un racconto histórico ni volver
sobre lo que todos conocemos, pero lo cierto es que el tema me estuvo rondando bastante
tiempo, hasta que de pronto apareció en la forma de ‘Los dueños de la tierra… 500 años
después’, una serie de pinturas que hace alusión a la situación actual de marginación y
desprotección del aborigen”.
La artista, es consciente de ser un actor social, de la alteridad y de las diferencias. “Carezco
absolutamente de poder: ¿Qué podría cambiar? –expresa-. Me limito entonces al lenguaje que
mejor manejo y que es el de las imágenes, muchas veces más elocuentes que mis palabras.
Muchos de estos personajes son personas reales, con nombre y apellido, con los que he
podido conversar y a los cuales me siento profundamente ligada, a pesar de la aparente
ausencia de lazos reales. Estas personas luchan por su supervivencia en un medio deteriorado
por el progreso de los otros (nosotros), pauperizados, acorralados, empujados al borde de la
extinción, mendigos en su propia tierra, esperando una justicia que nunca es justa con los que
no tienen fuerza para pedir”. Y acota: “¿Servirán mis pinturas para algo?”.
Como respuesta a esa pregunta filosófica, Mastromauro asevera que la obra de Dell’Isola
marcha hacia una “antropología de la imagen”, sobre la que en Mendoza hay apenas un par de
antecedentes previos. Uno de ellos, es la serie “Vestigios Huarpes” desarrollada por Fidel
Roig Matóns. Pintor que se erige como rara avis ya que, mientras otros de su época
representaban el paisaje regional, se abocó a retratar en óleos y dibujos los tipos, costumbres
y ambientes de las Lagunas de Guanacache entre 1931 y 1949 (Ver ANEXOS, págs. 32 a 36).
Y el otro exponente son las carbonillas que ejecutó Ramón Subirats -entre 1937 y 1943- con
el afán de retratar los rostros de las distintas etnías de América Latina (Ver ANEXOS, págs.
37 a 39).
Mastromauro, al opinar sobre las distintas representaciones captadas por la pintora en “Los
dueños de la tierra”, empieza por considerar:
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
Los paisanos e indígenas caben en la imagen como el guante a la mano: nada hay
en ellos de afectado, se prestan a su reproducción con la misma callada calma con
que sus antepasados resignaron sus dioses por los más sangrientos de la conquista.
Acceden a que su imagen se reproduzca con idéntica resignación a la que
asistieron impasibles: ver destronar y pisotear sus creencias y ritos. El indígena,
más de una vez corrido por el blanco –el europeo- adopta una actitud que en
algunos sitios es sincrética, readaptando sus dioses y costumbres, encapsulándolos
en creencias impuestas que, aún con dudosa buena fe, arrancan al indígena de la
unión primordial con su tierra, su cielo abierto, su sangre y su luzxx.
Luego, refiere a la labor de testimonialista y de “etnología pictórica” de Dell’Isola:
(…) más allá de su realismo documental, recoge una profunda temática
relacionada con el indio y su entorno, los Huarpes y otras tribus que, en su sitio de
afianzamiento, desarrollan actividades entroncadas con la propia historia:
molienda de granos, confección de hilados y vestimentas, cuencos y vasijas para
el agua y las vituallas, ofrendas religiosas para la renovación de vínculos entre el
cielo y la tierra (…) Las anexiones de una temática variada bajo ese cielo azul sin
una mancha permiten al artista ejercer su indagación indirecta, una comprometida
antropología de campo que disimulan pinceles y espátulas. No hay en su pintura
por cierto estilización o algo que se parezca a una estética superficial, sino la
captación y trasvasamiento directo del imaginario aborigen y mestizo (…) El
pensamiento etnológico clásico separa lo culto de lo popular, jamás junto a
Homero o Galilei con los toruk de África: sin embargo, su raíz común es la
humanidad, y Dell’Isola los reúne en la diafanidad de sus rostros o la humanidad
de sus ajetreos, superando con creces la provecta distinción entre civilización y
barbarie sarmientina, y proyectando una verdadera antropología de campo (…)
Altamente significativa es la relación que establece entre el arte y las costumbres,
entre lo esencial y su representación, entre el oficio de pintar y la responsabilidad
de ser un testigo históricoxxi.
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
TERCERA PARTE:
“¿UNOS INDIECITOS QUE
VIVÍAN EN MENDOZA, NO?”
Los Huarpes en la representación de diversos actores sociales
Como parte del trabajo de campo para elaborar este trabajo, el grupo realizó un sondeo
aleatorio entre diversos actores sociales: jubilados, docentes, profesionales de la historia,
estudiantes, trabajadores de distintos ámbitos laborales, de diferentes grupos etáreos y niveles
socioeconómicos y educativos. La pregunta fue simple y amplia: “¿Qué sabe usted sobre los
Huarpes?”, con la intención de que la respuesta fuera en lo posible espontánea, ingenua y sin
restricciones en cuanto a la temporalidad histórica.
Estas son, literalmente, las respuestas obtenidas:
1. Juanita Castillo (75) Jubilada y ama de casa.
“¿Eran unos indiecitos que vivían en Mendoza, no?
2. Dora E. Montaldo (56) Directora de la Escuela Nº 1-588 "Escuadrón de Infantería
Manuel Belgrano” los Álamos, Fray Luis Beltrán (Maipú).
“Lo que sé de los Huarpes es lo que he aprendido a lo largo de mis estudios y que luego he
transmitido a mis alumnos: primitivos habitantes de nuestro territorio, cazadores, pacíficos,
nos enseñaron cómo aprovechar el agua en este semidesierto. Esto y otras cosas más se
podrían agregar por lo que los libros nos han enseñado. Pero está la otra enseñanza: la que se
obtiene al observar la vida de los otros. Y cuando uno se detiene y focaliza un sector, llega el
enojo, la rebeldía. Nunca nos enseñaron que se los exterminó por "salvajes" cuando de ellos
aprendimos muchas de las cosas que hicieron que hoy Mendoza es lo que es. Se les quitaron
las tierras porque eran del hombre blanco que las colonizaba. Y nunca, a lo largo de la historia
de nuestra provincia como tal, hubo un reconocimiento para los Huarpes que fuera más allá de
los discursos demagógicos preeleccionarios. Jamás político alguno los escuchó ni hizo algo
para devolverles la tierra de sus ancestros. Ni qué pensar en el idioma: cuando comenzaron a
tener acceso a la educación pública y formal (fueron las últimas escuelas creadas para
atenderlos) se les exigió que hablaran un "correcto español". La ciudad fue tentando a sus
descendientes en pos de algún reconocimiento y se fueron perdiendo las tradiciones
transmitidas oralmente. Hoy, son muy pocas las personas (ni siquiera digo instituciones) que
desean rescatar la multiculturalidad como fuente de enriquecimiento mutuo. Pasamos la
modernidad y estamos en la posmodernidad y la sociedad sigue pensando que los indios son
una cosa de película. Pocos se preocupan por saber cómo sobreviven los pocos huarpes que
mayoritariamente habitan en el desierto lavallino”.
3. Roberto Figueroa (59), jubilado.
“Eran unos aborígenes autóctonos de acá, que vivían de la caza y la pesca. Vivian desnudos
porque no tenían vestimentas. Entre los diaguitas y huarpes, éstos eran los más avanzados en
agricultura y cultura”.
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
4. Maximiliano Pintos (23) Estudiante universitario de arquitectura.
“No, no se nada. Solamente me acuerdo que una vez visité una capilla”.
5. María de los Ángeles Orozco (13) Estudiante de 8º de EGB, en el Departamento de
Aplicación Docente (UNCuyo).
“Eran indios que habitaban acá en Mendoza. Eran nómades o sedentarios, no me acuerdo muy
bien”.
6. Adriana Micale (44) Profesora de Historia en una escuela secundaria de Guaymallén
y en la Universidad de Congreso.
“Tengo más conocimiento de los Huarpes históricos (ubicación geográfcia, momentos de
desarrollo, cultura, diferencias idiomáticas con los Huarpes comechingones de San Juan,
economía, religión, organización social, su problemática con la encomienda y la mita, el
despoblamiento y sus causas y consecuencias, el contacto con las órdenes religiosas y
españoles, y con los incas); que sobre los Huarpes actuales. Sobre los descendientes que
quedan, y sus reclamos, tengo conocimiento a partir de la prensa pero no de textos nuevos, no
porque no me interesen -porque es un tema que me interesa- sino porque tengo otras
prioridades. Pero tengo la experiencia vivencial de haber dado 2 años clases en la villa
Tulumaya, y haber estado en contacto con chicos que tienen rostros y aspecto aindiado -lo
cual indica que genéticamente desciende de uno- y apellidos como Neculqueo, Huaquinchay y
otros que no recuerdo. Lo que sí recuerdo es haber hablado con ellos de sus orígenes raciales
y ellos haberme contestado que nada saben porque mucho no les interesa o porque desde sus
casas consideran que se "han perdido las costumbres".
7. Julián Longo (35) Carpintero
“Hasta este año no sabía nada de la existencia de los pueblos Huarpes. Pero por los medios
me enteré de la lucha actual por sus tierras. Además, asistí a una conferencia en el Museo del
Área Fundacional”.
8. Carlos Marín (38) Analista de Sistemas y empleado de Área Recursos Humanos de
Diario UNO.
"Los Huarpes se instalaron en las cercanías del rio Mendoza y lagunas. Se caracterizaron por
ser cazadores, recolectores y agricultores, con algunos conocimientos de tejido, hilado y
cerámica. Luego recibieron mucha influencia de la cultura inca, por el vínculo que se
produjo a través del camino del Inca (Cordillera de Los Andes) incorporando nuevas
costumbres y mejorando técnicas; como por ejemplo sistema de riego. Desconozco la
actualidad de los descendiente Huarpes."
9. Raúl Contreras (44) Empleado municipal.
“Sé que fueron incas de Mendoza. Estaban desde antes que llegaran los españoles a América
y que vivían en Lavalle”.
10. María Funes (62) Jubilada y ama de casa.
“Eran indios de Lavalle y que actualmente están reclamando sus tierras”
11. Luis César Caballero (55) Investigador genealógico.
“Del origen temporal y espacial de los Huarpes, no existe una constancia documental
exacta como una fecha, año preciso o lugar, en la línea del tiempo. Sí es público y notorio por
bibliografía, documentos, crónicas, etc., que a la llegada de los españoles tanto de Villagra
aproximadamente en el año 1551 y en la primera fundación de la Ciudad de Mendoza por
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
Pedro de Castillo en el año 1561, los Huarpes ya estaban en la zona de Cuyo, como pueblo
que fue dominado por el imperio incaico. También se sabe que fueron siendo desplazados
desde sus asentamientos originales y hasta trasplantados a Chile para mano de obra. Se estima
que varios se refugiaron en el complejo lacustre llamado las Lagunas de Huanacache; que
también se produjo un largo proceso de mixtura o mestizaje con indígenas foráneos
(procedentes del Perú, Tucumán, Chile, Paraguay, La Rioja, Córdoba, Santiago del Estero,
contando hasta más o menos el año 1625, primer cuarto del siglo XVII), con negros, mulatos
y españoles. Dentro de Cuyo, se mezclaron también los indígenas de las jurisdicciones de
Mendoza (ejemplos: del valle de Jaurúa, valle del Diamante), San Juan de la Frontera, San
Luis de Loyola. Actualmente, hay entre nosotros apellidos de neto origen Huarpe, como:
Peleitay (con sus distintas variantes de escritura), Allayme (ídem), Talquenca, etc. Y otros
apellidos españoles, como: Carmona, Jofré, etc. impuestos a indígenas. En cuanto a la lucha
de las comunidades Huarpes de Lavalle por la devolución de sus territorios, sé que existen dos
tomos titulados “El Pueblo Huarpe de las Lagunas de Huanacache en un Estado de Derecho”,
año 2000; y: “Federación Comunidades Huarpes Millcayac”, Lagunas de Huanacache,
Mendoza, Segundo Encuentro en San José, Lavalle, Mendoza, 17-18 de Diciembre de 1999.
Elaboró esos tomos el padre Benito Sellitto, misionero redentorista”.
12. Patricia Irrazabal (50) Ama de Casa (originaria de San Juan)
“Los indios Huarpes habitaron en San Juan. Sus chozas eran de cuero de animales que
cazaban. Usaban boleadoras y flechas para cazar. Eso es lo único que recuerdo que aprendí en
el colegio”.
13. Graciela Cuenca (26) Profesora de Pintura y a punto de recibirse de Licenciada en
Filosofía.
“Sobre los Huarpes se que su aspecto físico era importante, que eran altos, musculosos,
posiblemente por sus mismas tareas, ya que se asentaban cerca de los ríos, eran agricultores,
producían tejidos de totora, y eran alfareros. También cazaban y pescaban, sé que para ello
fabricaban "herramientas" o "armas", pero no sé cuales. Actualmente hay comunidades
Huarpes mestizadas en Lavalle, pero no tengo certeza si también hay pequeñas comunidades
en otras provincias, como San Juan o San Luis. Por último, puedo decirte que eran politeístas,
aunque mayormente veneraban a Hunuc Huar -Esto lo leí en Osep-“.
14. Eduardo Malossi (33) Electricista.
“Son indígenas, fueron indios, que inventaban sus herramientas, conocían el cultivo y sabían
diferenciar las regiones. Dicen que eran los que tenían más sabiduría sobre otras tribus. Los
estudié en 5º de la primaria y, como tengo un hijo, me entero un poco más cuando lo ayudo a
hacer las tareas”.
15. Alejandro Cobo (40) Profesor de Lengua y Literatura en la escuela “René Favaloro”,
de Perdriel, Luján de Cuyo; Licenciado en Gestión Educativa y Responsable del
Programa Medios en la Educación Diario Los Andes.
“Desconozco que, actualmente, exista en la provincia algún movimiento reivindicatorio o de
descendientes que, masivamente, haya difundido algún tipo de información acerca de la
defensa de los derechos Huarpes. Tampoco, a nivel educativo, hay algún tipo de documento
que se haya difundido en instituciones sobre algún tipo de concientización respecto de algún
tipo de presencia institucionalizada”.
16. Martín Elgueta (36), Licenciado en Ciencias de la Educación y profesor de
Investigación y Práctica Educativo en el Ciclo de Profesorados de la Facultad de
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Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
Ciencias Políticas y Sociales (UNCuyo) y el Instituto de Educación Superior “Toribio de
Luzuriaga” (Tunuyán)
“Son la nación a quien le quitamos la tierra que hoy pisamos. Son la nación que por mucho
tiempo ha intentado pasar desapercibida huyendo de la mita, del conchabaje, del servilismo de
los mayores y la de sus hijas e hijos... huyendo o evitando el clientelismo, luchando por su
tierra... Sé que es un pueblo que ha quedado esparcido por territorio sanjanino, mendocino y
puntano... Sé que es un pueblo que ha perdido su lenguaje: el Allentiac y el Milcayac... Sé que
es un pueblo obligado a pasar por gaucho o por criollo para evitar el menosprecio o ser tenido
por menos. Sé que es un pueblo que puede pasar totalmente desapercibido en la calle, del
mismo modo que pasaría desapercibido que mi pertenencia étnica vasca (entre otras). Pero
que sin embargo a ese pueblo se le exigen un "pureza de sangre" que casi ningún
argentino podría ofrecer como garantía de su ascendencia étnica. Sé que muchos de sus
descendientes se congregan en la lucha pero también como docente me he encontrado con
muchos otros que reconocen tener algún abuelo o abuela de esa nación y no reconocerse a sí
mismo Huarpes; y que la posibilidad de compartir su ascendencia surgió en una instancia de
valoración de dicha cultura. Sé que están luchando por sus tierras en Lavalle, pero también sé
que están dispersos y no mancomunados en el Valle de Uco donde trabajo. Sé que se hace
alusiones a ellos de modo fantasmático y confuso durante la Fiesta de la Vendimia, tal vez
como expresión del modo en que los mendocinos los miramos. Sé que son altos y longuiliños.
Sé que sería una estupidez pretender hoy verlos como en el momento de la expansión de la
conquista por estas tierras, y que muchos no los reconocen porque pretenden ver gente con
plumas y taparrabos (desconociendo totalmente las costumbres de este pueblo). Pero sin
embargo, es mucho más lo que no sé de los Huarpes y que tal vez estamos en un momento
histórico donde parece que han conseguido adquirir legalidad jurídica para aparecer. Pero
también sé que su desafío es configurarse hoy "nuevamente como pueblo" resignificando su
historia, reescribiendo sus costumbres, reencontrándose con sus propios rostros luego de
demasiado tiempo de exilio de su propia cultura. Me parece que estos tiempos son muy
interesantes y que tendremos que estar muy atentos a los tiempos que se vienen”.
17. Jonathan Capdevila (17) Estudiante del 3º de Polimodal en la Escuela San Miguel
(Las Heras)
“Los Huarpes son indios que habitaban en Mendoza. Vivían en chozas. Su forma cultural era
monoteísta. Y disfrutaban de la caza de animales para ritual y también para alimentarse.
Luego, la mayoría fue asesinado, raptado y enviados a Europa como esclavos, y otros se
salvaron, pero quedaron como esclavos y fueron desterrados de sus propias tierras en forma
fraudulenta”.
18. Juan Retamales (23) Cocinero.
“La verdad es que no sé nada. Todos los años vamos con unos amigos a dejarles juguetes a
los niños pobres de Lavalle, pero así como indios nunca he visto”.
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CONCLUSIONES:
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Los libros de historia de Mendoza consultados para este trabajo, abordan a los Huarpes
desde sus diversas dimensiones, pero los posicionan como un pueblo que “existió”, no
establecen un vínculo de continuidad y permanencia en el tiempo hasta el presente.
El pueblo Huarpe ha sido invisibilizado por las instituciones, pero también existió una
autoinvisibilización para evitar la continuidad de la violencia a la que fueron
sometidos desde los inicios de la Conquista.
El estancamiento de la Ley Provincial 6.920, como asimismo la ausencia de agua
potable en el territorio que ocupan los Huarpes, podría interpretarse como un elemento
que contribuye a perpetuar la marginalidad en que ha vivido ese pueblo.
La visibilización de los Huarpes se debe a la lucha conjunta de las 11 comunidades de
Lavalle, emprendida en 1999 en reclamo a la legítima restitución de sus tierras.
En general, los medios gráficos locales cubren las instancias de la lucha Huarpe por
sus tierras, pero no es un tema de constante tratamiento.
La encuesta realizada por el INDEC refleja el alto grado de pobreza en que viven los
Huarpes, lo que se traduce en exclusión, marginación social y abandono de sus
comunidades originarias.
La artista plástica María Celina Dell’Isola es un ejemplo claro de las diversas formas
en que se puede acompañar la lucha por la reivindicación de los derechos de los
pueblos originarios.
Los cuadros de su serie “Los dueños de la tierra”, más allá de sus características
estéticas, reflejan la situación de marginación y pobreza de los Huarpes.
Si bien pintores locales anteriores, como Fidel Roig Matóns y Ramón Subirats,
abordaron la temática de los pueblos originarios, su interés era más antropológico que
de denuncia social, a diferencia de lo que se evidencia en las obras de Dell’Isola.
Los cuadros de la serie “Los dueños de la tierra”, además de poseer una finalidad
estética, resultan un vehículo de denuncia social, un medio de rescate de la cultura
Huarpe, un documento visual acerca del presente de esa cultura teñida por el
sincretismo, un patrimonio material que refleja un patrimonio intangible y –a futurouna evidencia histórica.
Independientemente del nivel socioeconómico y educativo de los actores sociales
consultados, no existe un acabado conocimiento del pasado y el presente del pueblo
Huarpe. Además, se impone la idea de que “eran” o “fueron”, que están extinguidos, en
sintonía con los libros de historia de Mendoza. Y se aprecia que existe la
conceptualización peyorativa del indio.
KROTZ, Esteban, en “Alteridad y Pregunta Antropológica”, en BOIVIN, Mauricio, ROSATO, Ana y
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21 | Facultad de Filosofía y Letras – Universidad Nacional de Cuyo – Carrera de Historia – Antropología
Trabajo Final de Integración: “Los dueños de la tierra”
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iv
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