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Carlos Pellegrini: La articulación necesaria entre campo e industria.
Resumen
El presente trabajo profundiza en el pensamiento de Carlos Pellegrini analizando la
situación política y económica actual del país desde una perspectiva cercana a sus enseñanzas..
El objetivo de la monografía es proponer medidas concretas para afrontar algunos de los
problemas actuales de la Argentina y marcar los pasos a seguir para alcanzar el nivel de
industrialización que Pellegrini buscó durante su Presidencia.
1. Introducción
Carlos Pellegrini tuvo una excelente educación que le permitió ocupar cargos de
importancia en diferentes instancias de la política del siglo XIX. Primero como diputado
nacional en 1873, luego como Ministro de Guerra de Avellaneda en 1879 y finalmente como
Presidente de la Nación en 1890 tras la renuncia de Miguel Juárez Celman1. Ha sido un hombre
que acumuló experiencia durante toda su vida y dirigió el país con ideas muy claras y una visión
muy profunda y ambiciosa sobre el futuro que quería otorgar a la Argentina. Tanto en su época
de ministro como en los años posteriores a su Presidencia recorrió el mundo contagiándose de
las ideas más innovadoras y pensando cómo aplicarlas en nuestro país. Observó detenidamente
las mejores costumbres de Estados Unidos y Europa2, sin olvidar que los orígenes de nuestros
pueblos eran diferentes de los de las tierras nórdicas, por lo que para reproducirlas era necesario
un fuerte trabajo de adaptación y selección de modelos económicos, políticos y sociales.
2. Proyecto de país de Carlos Pellegrini
2.1 Su admiración por Estados Unidos
Las Cartas Norteamericanas fueron escritas entre 1904 y 1905, en sus últimos años de
vida. Su principal admiración apuntaba al espíritu de permanente progreso del pueblo
norteamericano, a ese“febricitante anhelo de progreso, una necesidad vital de ascender, una
aspiración constante a sobrepujar, a dominar, a eclipsar todo esfuerzo anterior”3 similar a la
que manifiesta Max Weber en La ética protestante y el espíritu del capitalismo sobre la religión
protestante en la cultura anglosajona. Pellegrini brinda especial atención a la naturalización que
reciben los inmigrantes, lo cual fortalece el sentimiento nacional y el afianzamiento del Estado
como Nación que fue tan importante durante fines del siglo XIX para terminar con la situación
de incertidumbre que se había vivido durante los comienzos de ese siglo.
Dentro de este marco de Nación es que replantea la situación electoral en la Argentina al
notar que al dar voto a los obreros se obliga a los partidos políticos a tenerlos en cuenta y por
ende mejorar su situación y hacerlos sentir parte del país que necesita la colaboración colectiva
para crecer.4 De este modo se incentiva el apoyo a lo nacional que es fundamental para que la
industria local sea fuerte y se deje de valorar en exceso aquello que se produce en el exterior por
sobre lo que puede producirse dentro del territorio.
Resalta al comercio americano como “importador por excepción y sólo para suplir las
deficiencias de la producción nacional”5 a contraposición de nuestro mercado nacional que
1
2
Cfr. la semblanza biográfica del Dr. Pellegrini escrita por el Prof. Enrique Herz en www.fundacionpellegrini.org.ar.
Cfr. Pellegrini, Carlos, Cartas norteamericanas, Segunda carta, en www.fundacionpellegrini.org.ar.
3
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Segunda carta, en www.fundacionpellegrini.org.ar.
4
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Tercera carta, en www.fundacionpellegrini.org.ar.
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Quinta carta, en www.fundacionpellegrini.org.ar
5
permanentemente se dedicaba al intercambio de productos agropecuarios locales por
manufacturas extranjeras.6
2.2 La educación y el rol de los políticos
Para lograr una Nación fuerte era necesario un compromiso colectivo pero principalmente
encabezado por una clase dirigente instruida en cuestiones de Estado, con planes a largo plazo y
poseedores de una profunda honestidad.
Ha descrito a los gobernantes de nuestro país como “el cacique que el cristianismo
convirtió en caudillo, y el caudillo que la instrucción ha transformado en autócrata”7, mientras
que en los países desarrollados poseen mecanismos de elección considerablemente más
democráticos que dejan en manos de los trabajadores la elección de quién les brindará mejores
condiciones de vida y votan conscientes de aquello, lo que obliga a los gobernantes a gestionar
buenos mandatos porque saben que en caso contrario no permanecerán en el poder otro período.
Es, entonces, fundamental que los políticos piensen en el bien común y dejen de lado los
intereses personales y sectoriales, ya que de otro modo se desarrolla un grupo a costas de otro y
la sociedad crece de forma desproporcional lo cual deriva en conflictos entre diferentes clases,
atentando contra el proyecto de país unificado y fuerte que se necesita para ser un país
desarrollado.
Para que el sistema de voto funcione es imprescindible que la población tenga un nivel
adecuado de educación que le permita, en principio, la lectura y escritura de los nombres de los
candidatos y en el mejor de los casos el discernimiento entre las propuestas de uno y otro. Esta
idea que considera Carlos Pellegrini va en contra de los mecanismos que su generación venía
llevando a cabo durante décadas y reconoce que es necesaria una democracia real para el
desarrollo del país, en lugar de la “democracia” restringida con la que habían asumido los
presidentes anteriores.
Pero no se queda solo con la educación electoral: insiste en que los ciudadanos que deseen
dedicarse al comercio deben tener una educación secundaria que abarque diferentes disciplinas
de conocimiento, y aquellos que deseen profundizar en artes o ciencias deben tener no solo
facultades de primer nivel, sino también espacios públicos donde desarrollar sus profesiones
tales como museos, conservatorios de música y academias.8 En cuanto al progreso industrialista,
declara indispensable el aumento en la cantidad de colegios de formación técnica, con egresados
expertos en oficios y cuestiones de producción mecánica para emplear en las industrias.9 Al
mismo tiempo, insiste en la educación de oficios a sectores más desprotegidos como alternativa
para escapar de su situación marginal:
Es preciso, pues, contener, ahogar este germen de anarquía, fundando
escuelas de artes y oficios, donde regenerados por la atmósfera saludable del
trabajo, se conviertan en ciudadanos honrados y laboriosos, útiles a la patria
y a sí mismos.10
Sobre la importancia del estudio de las ciencias exactas sostiene:
¿Queréis proclamar, entusiasmar al pueblo? Encontraréis oradores
en todos los rincones de la República. ¿Queréis cantar las glorias de la
patria? Conocida es la abundancia de poetas en este país. Pero, ¿queréis
6
Cfr. Pigna, Felipe, Historia, La Argentina Contemporánea, A-Z Editores, 2003.
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Sexta carta, en www.fundacionpellegrini.org.ar.
8
Cfr. Pellegrini, C., Sobre Instrucción Pública en www.fundacionpellegrini.org.ar.
9
Ídem.
10
Ídem.
7
explotar los inmensos tesoros que la naturaleza con manos pródigas ha
sembrado en todo el territorio argentino? y apenas hallaréis en todo este
territorio un solo argentino capaz de hacerlo.11
Es llamativo este fragmento considerando que en la actualidad la cantidad de inscriptos a
las carreras de ciencias exactas o ingenierías de la Universidad de Buenos Aires, la principal del
país, está en descenso mientras aumenta la matrícula de carreras como Comunicación Social,
Psicología o Abogacía. Pellegrini, a pesar de haber estudiado esta última disciplina, no estaría
satisfecho con estas estadísticas.12
3. Proyecto industrialista de Carlos Pellegrini
Ya fueron expuestos algunos de los pilares para debatir sobre la industria. Un modelo
industrial es más complejo que la economía agraria que llevó a cabo el mundo durante casi toda
su historia, por lo que requiere de una base educativa de la población y de un marco político
dispuesto a tomar las medidas necesarias.
Desde la época del colonialismo, los países de América son proveedores de materia prima
a Europa (especialmente Inglaterra) y compradores de manufacturas a los mismos países a los
que les venden.13 El paradigma reinante sostenía que los países desarrollados debían dedicarse a
la producción industrial y los subdesarrollados a la agrícola-ganadera, acentuando así la división
internacional del trabajo. El problema que surgía con este modelo, como lo entendió David
Ricardo,14 es que la producción agrícola genera pocos puestos de trabajo, de mala calidad, su
producción se ve afectada por cuestiones impredecibles como el clima y los precios
internacionales de sus productos varían permanentemente. En cambio, la producción industrial
emplea trabajadores calificados, les permite vivir en grandes ciudades, el producto final es
mayor y también los salarios.15
Cuando Pellegrini llega a la Presidencia, la Argentina se encontraba en el apogeo del
modelo agroexportador vendiéndole a Gran Bretaña y comprándole a ésta y a EE.UU.16 y no se
pensaba en un modelo industrial. Pellegrini pretendía asemejar a nuestro país con los EE.UU.
dedicados al campo pero también desarrollando su industria paralelamente, importando solo lo
que fuera estrictamente imposible de producir en el país. El concepto clave que resalta Pellegrini
es que campo e industria no son opuestos, como sostenía el paradigma vigente, sino que por lo
contrario son complementarios. El desarrollo de uno trae aparejado necesariamente el desarrollo
del otro:
Es indiscutible, hoy, que no puede haber Nación de alguna importancia que
no sea industrial, pues aunque la agricultura y ganadería son, y han sido siempre,
las grandes industrias madres (…), llega un momento en que necesitan algo más
que este régimen lácteo, y la industria manufacturera se hace entonces necesaria
para su natural y vigoroso crecimiento.17
11
Ídem
Censos de estudiantes 1988-2004 en http://www.uba.ar/institucional/uba/datos.php
13
Bory de Spinetto, Magdalena, Manual de Historia Económica 1era Parte, Ediciones Macchi, 1981.
12
Pasinetti, Luigi, On the Ricardian theory of value: A note’, en The Review of Economic Studies, 48, 1981, p.
673-675.
14
15
Vázquez Presedo, Vicente, Principios de Economía, Ediciones Macchi, 1983.
Cfr. Pigna, F.,op. citada.
17
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Quinta carta en www.fundacionpellegrini.org.ar.
16
Los grandes exportadores agropecuarios mundiales son también grandes productores
industriales, interactuando ambas actividades y contribuyendo al crecimiento global. El
excedente económico generado por las exportaciones agropecuarias debe ser invertido en el
proceso de creación y sostén de nuevas industrias, que a su vez aumentarán la demanda de
materias primas producidas en el país, acrecentando aún más los mercados de demanda de
productos agrícola-ganaderos.
Se deben instrumentar políticas que logren un mercado interno homogéneamente
industrializado y la creación de industrias de bienes intermedios y de capital tales como
maquinarias hasta lograr que cada componente de la cadena productiva sea de producción
nacional. Respecto de este tema, reconoce que deben importarse productos de las más altas
tecnologías para el equipamiento de la industria que permitan aumentar de su eficiencia y
multiplicar la producción.
La industria, a diferencia del agro, posee un gran elemento multiplicador ya que para la
fabricación de cualquier producto se recurre a materias primas locales provenientes de diversos
sectores económicos, por lo que una industria nueva repercutirá en distintas áreas aumentando
no sólo la producción industrial sino también la demanda agrícola.
Carlos Pellegrini sostenía la necesidad de implementar derechos protectores para el
desarrollo industrial.
No hay en el mundo, hoy día, un solo estadista serio que sea librecambista, en el sentido en que aquí entienden esta teoría. Hoy, todas las
Naciones son proteccionistas, y diré algo más, siempre lo han sido y tienen
fatalmente que serlo para mantener su importancia económica y política.18
En una época donde reinaba el librecambio supo notar que los países desarrollados
recomendaban esta receta ya que sus industrias habían crecido lo suficiente durante períodos de
proteccionismo, por lo que aprovechando sus fortalezas ahora sí podían lanzarse a competir
abiertamente en el mundo. Eso no ocurría en la Argentina, donde las industrias eran incipientes y
no estaban en condición de competir con Europa, por lo que sus productos fracasarían en
cualquier comparación, llevándolas automáticamente a la quiebra. El librecambio solo era justo
si todos los países involucrados tenían tasas similares de productividad. Por eso Pellegrini
propone un modelo proteccionista para proteger a la industria en sus primeros años y luego
competir en condiciones parejas, apoyándose en una devaluación de la moneda local que
favorezca en el tipo de cambio a las exportaciones (de materias primas y productos
manufacturados) a la vez que obstaculiza las importaciones.19
Como todo lo que nace y crece, nace débil y desvalido e incapaz de
defenderse contra poderosos competidores, surge entonces la protección, y,
bajo su égida salvadora, las nuevas industrias se desarrollan, y, encontrando
medio favorable, adquieren esa colosal importancia que hoy hace la fuerza y
el orgullo de los Estados Unidos.20
El plan proteccionista consistía en aumentar los impuestos aduaneros a los productos
provenientes de los demás países, que eran en su mayoría manufacturas que se vendían a precios
más bajos que las locales, logrando así aumentar los precios con los que éstas entran al mercado
18
Cfr. Pellegrini, C., Carta al Dr. Ángel Floro Costa en www.fundacionpellegrini.org.ar
Frondizi, Arturo, Carlos Pellegrini industrialista, Conferencia pronunciada el 27 de noviembre de 1984 en
www.fundacionpellegrini.com.ar.
20
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Quinta carta en www.fundacionpellegrini.org.ar.
19
para que no convenga al consumidor comprarlas, o directamente prohibirlas.21 El debate se
centró en que si la Aduana era un ente recaudador de impuestos o, además, una herramienta para
proteger al capital y al trabajo nacional. El proteccionismo le otorga esta característica
protectora, más allá de la recaudación impositiva.
Pero Pellegrini no sólo observaba la situación exterior sino también la interior. La industria
debe estar protegida de la competencia externa y además debe garantizarse libertad de empresa
plena en el ámbito interno. El funcionamiento y transparencia de la competencia, actuando sobre
la acción de los monopolios estatales o privados permite que las industrias generen tasas de
rentabilidad sostenidas y en expansión. Surge aquí el rol que debe cumplir el Estado: garante de
que las relaciones capitalistas se den en completa normalidad y sin alterar la libertad de mercado
y su tendencia natural a equilibrar cantidades producidas y precios. El Estado debe defender a la
producción local de la externa y mantener la igualdad de condiciones dentro del mercado local
para que crezcan todas de manera constante hasta alcanzar la fuerza que necesitan.
En cuanto a la localización geográfica de las fábricas, es vital la federalización del proceso
de creación de industrias, así cada provincia podría aprovechar industrialmente los productos
naturales de sus condiciones geográficas (minería, cultivos, pesca) creando industrias que los
utilicen como base de sus productos manufacturados, desarrollando tanto el sector agrícola como
el sector industrial complementándolos mutuamente. De este modo, las economías provinciales
menos desarrolladas pueden crecer y expandirse, mejorando su sistema social, sin necesidad de
concentrar todas las industrias en Buenos Aires. “Todo el territorio nacional debe ser un único
mercado de producción y consumo, interrelacionado por una estructura de comunicaciones y
transportes” sostenía Frondizi releyendo a Pellegrini.22 Para que esto sea posible es fundamental
ampliar la estructura ferroviaria del país, extendiendo vías que conecten los principales puntos
de producción entre ellos y con los puertos para obtener una más fácil salida al mundo y con las
grandes ciudades para transportar los productos hasta sus consumidores. Tanto en esa época
como ahora, el tren sigue siendo el medio de transporte más eficiente y Pellegrini lo sabía23.
Por último, el otro pilar de la Argentina industrial es que los pequeños productores cuenten
con un Banco Nacional que otorgue préstamos para crear nuevas industrias con bajas tasas de
interés y largos plazos de devolución del capital para dar tiempo al empresario de asentarse. Con
este objetivo durante su presidencia creó el Banco de la Nación Argentina con sedes en todo el
país destinado a devolver el crédito a los productores y reactivar la producción. Este Banco no
está destinado a obtener grandes tasas de ganancias como los bancos privados sino simplemente
a incentivar el desarrollo de pequeñas empresas industriales asegurándoles un capital con el cual
comenzar a operar. El costo para el Estado de prestar dinero a tasas tan bajas luego es devuelto a
través de los impuestos que pagan estas empresas una vez asentadas y mediante al aporte que
hacen a la sociedad aumentando la demanda laboral y producción nacional.
4. Situación política y económica actual
La Argentina en la actualidad se encuentra en un momento especial. Durante la década de
1990 un tipo de cambio que emparejó peso y dólar inundó los comercios locales de productos
importados, destruyendo la industria nacional y disparando la tasa de desempleo. A partir de la
devaluación de 2002 el país vive tasas de crecimiento anuales récord y tanto las tasas de
desempleo como pobreza han bajado, aunque las decisiones políticas tomadas por los gobiernos
actuales en nada se parecen a la política que habría aplicado Carlos Pellegrini, quien es
denominado “piloto de tormentas”24 por la intensa recesión de la que logró sacar al país en 1892.
21
Frondizi, A., op. citada.
Ídem.
23
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Segunda carta en www.fundacionpellegrini.org.ar.
24
Por el historiador Paul Groussac (1848-1929)
22
Tras la crisis de 2001 la primera medida que se tomó fue devaluar la moneda para frenar
importaciones y volver a exportar. No fue sencillo ya que el sistema bancario estaba colapsado y
no había fondos en los bancos para sacar créditos.25 El Estado debió hacerse cargo, como en
189026, de la deuda de los bancos privados e indemnizar tanto a acreedores como a deudores en
moneda extranjera, lo cual implicó un gasto enorme, pero era necesario de devolverle actividad
al sistema bancario. Una vez vuelto el crédito, lentamente comenzaron a aumentar las
inversiones, generando más oferta y más empleo. Los precios internacionales de los commodities
contribuyeron en gran medida pues subieron los productos que más produce la Argentina en la
actualidad (trigo, soja), favoreciendo al sector agrícola. El Estado aprovechó esta situación para
aumentar las retenciones a las exportaciones a tasas considerablemente altas acrecentando así la
recaudación fiscal a costa del campo. Algunos años después las tasas de crecimiento siguen
siendo elevadas27, por lo que se requieren cada vez más inversiones privadas para aumentar la
oferta de bienes y servicios y lograr satisfacer la demanda en expansión. Esto se torna cada vez
más difícil pues el país tiene marcos jurídicos muy poco claros y eso ahuyenta a los inversores
extranjeros a invertir su capital en la Argentina. Esta falta de inversión como consecuencia de las
medidas autoritarias y corruptas del gobierno genera una espiral inflacionaria28 entre aumentos
de salarios y de precios, que deriva en que el nivel de vida no sea tan bueno como debería
gracias a la situación internacional y que por lo contrario la población vea disminuido su poder
adquisitivo con cada aumento de precios. A la vez genera diferencias sociales ya que solo los
gremios asociados al gobierno obtienen los aumentos salariales necesarios para contrarrestar la
inflación, aumentando el costo de vida de los demás trabajadores y jubilados.
5. El pensamiento de Pellegrini aplicado a la Argentina actual
La primera consideración para evaluar es qué tan probable sería que un político con las
ideas, proyectos, formas de actuar y valores de Carlos Pellegrini llegue al poder en la actualidad.
Si Carlos Pellegrini viviera hoy no estaría estrictamente de acuerdo con ningún partido político
existente, por lo que probablemente impulsaría una nueva corriente política a la que no le sería
sencillo obtener votos ya que sus propuestas son a largo plazo y su modo de actuar siempre
alejado del clientelismo político. Únicamente los sectores más instruidos de la sociedad
apoyarían un proyecto de país tan complejo y con perspectivas como el que tendría Pellegrini.
En cuanto a la política, vivió en épocas aún más turbias que las actuales y fue quien
impulsó los cambios que abrieron la democracia a partir de la Ley Sáenz Peña en 1912 y el
triunfo de la Unión Cívica Radical en 1916, por lo que llevaría a cabo una gestión tan
transparente como eficiente, rindiendo cuentas precisas sobre cada centavo que gastó el Estado y
los motivos de cada erogación como hizo en los discursos ante el Congreso de 1891 y 1892, a
diferencia de la gran mayoría de los gobiernos subsiguientes. Esta misma transparencia la
aplicaría en los organismos de información del Estado, como el INDEC, utilizándolos como
herramientas y no para disimular crisis vigentes. En los discursos ante el Congreso de la
Nación29 muestra cómo no tiene inconveniente en aceptar la crisis y marcar los caminos que
piensa tomar, abriendo el debate con la oposición respecto a los puntos en los cuales surja
discrepancia. Una actitud definitivamente opuesta a la política actual.
25
Frenkel, Roberto-Rapetti, Martín, Monetary and Exchange Rate Policies in Argentina after the Convertibility
Regime Collapse, Cedes, Buenos Aires 2006.
26
27
Cfr. Pellegrini, C., Sobre el proyecto de unificación de la deuda de la Nación, en www.fundacionpellegrini.org.ar.
INDEC, en http://www.indec.mecon.ar/nuevaweb/cuadros/17/esti_eco_04_08.pdf
Frenkel, Julia, El impacto inflacionario de la depreciación cambiaria de 2002 en Argentina, Cedes, Buenos
Aires 2006.
29
Cfr. Pellegrini, C., Sobre el proyecto de unificación de la deuda de la Nación, en www.fundacionpellegrini.org.ar.
28
Desde lo económico, aprovecharía el tipo de cambio a nuestro favor para incentivar la
industria nacional, pero no sin antes extender la estructura de ferrocarriles que fue destruida en la
década de 1990 y nunca fue recuperada, generando dependencia para los transportes en los
camioneros, que poseen uno de los gremios más fuertes del país y ejercen la presión política para
mantener el monopolio de los transportes gracias a la falta de trenes. Pellegrini eliminaría este
clientelismo y favoritismo a cambio de votos con determinados gremios y tomaría la mejor
decisión para el país en su conjunto: devolver los trenes a la Argentina. El tendido de nuevas
vías y la puesta en funcionamiento de las anteriores sería una inmensa inversión del Estado que
debería ser financiada con el superávit fiscal y préstamos del exterior. Deben mantenerse las
relaciones con los organismos de crédito internacionales y renegociar cada nuevo vencimiento,
evitando por todos los medios la caída en default. Las nuevas vías férreas traerían consigo el
resurgimiento de pequeños pueblos del interior que existían en base a su conexión por ferrocarril
con grandes ciudades, frenando el fenómeno de concentración demográfica en grandes centros
urbanos que se da en la actualidad. El gobierno actual planea la construcción de un tren de
pasajeros de alta velocidad uniendo Buenos Aires con Córdoba, con uno costo de U$S 4.000
millones y cuyo pasaje será aún mayor que el mismo tramo en avión. Estas obras faraónicas no
son parte del pensamiento de Pellegrini ya que si bien siempre admiró a Estados Unidos y su
tecnología, era consciente de las enormes diferencias entre ambos países y de la necesidad de
adaptar los inventos a nuestras necesidades. La Argentina no necesita un tren tan costoso que
solo podrá ser utilizado por los sectores más acaudalados de la sociedad sino una red completa
de trenes comunes para abrir las puertas a la integración regional entre las provincias y recién ahí
debatir sobre un tren tan tecnológico y caro.
Queda por ser definido si el funcionamiento de los trenes debe ser controlado por empresas
privadas o por el Estado. La experiencia histórica argentina posterior a Pellegrini ha demostrado
una gran ineficiencia por parte del Estado para controlar empresas de servicios públicos y
Pellegrini no se ha manifestado expresamente a favor de un Estado controlador de servicios sino
que lo concibe como simple articulación entre sectores de la sociedad, por lo que se concluye
que el manejo de trenes debe quedar en mano de empresas privadas y el Estado debe controlar
que cumplan los servicios como corresponde, defendiendo así a los usuarios. Si bien Pellegrini
estatizó Obras Sanitarias que había sido privatizada por su antecesor Juárez Celman, no puede
decirse por ello que haya sido defensor de un Estado empresario sino más bien que era un
estadista pragmático. Defendía férreamente corrientes de pensamiento a la vez que buscaba las
soluciones más prácticas y convenientes en cada caso sin dejarse enceguecer por cuestiones
ortodoxas. Retomando el asunto de los trenes, deben otorgarse subsidios únicamente en los casos
que sean indispensables ya que el objetivo es que las empresas de transporte al igual que las
fábricas logren en el largo plazo ser independientes del Estado. Lo mismo ocurre con el
transporte de urbano pasajeros: se debe garantizar la transparencia en su funcionamiento y
llamar a licitación cada determinado período para asegurar que la empresa que proponga mejores
servicios sea la encargada de administrar el transporte.
Una vez habilitadas las vías para facilitar el transporte de ganado, materias primas y
manufacturas se deben facilitar los créditos para crear industrias. El Banco Nación sería el
primer encargado de este proyecto. Nuevamente, si los fondos no fueran suficientes (aunque en
la Argentina actual sí lo son) se recurriría a préstamos internacionales.
Los impuestos aduaneros para la importación de productos que pueden fabricarse en el
país deben ser altos, mientras que aquellos productos que no se produzcan localmente deben
ingresar sin restricciones siempre que no generen competencia directa a ningún producto local.
En el largo plazo debería convocarse a los capitales internacionales y grandes empresas
productoras de tecnología avanzada a radicar sus plantas productoras o centros de investigación
en la Argentina para producir aquí esos productos.
Para que grandes multinacionales inviertan en la Argentina es necesaria una serie de
condiciones:
1.
Una fuerte formación en todas las etapas de educación que brinde suficientes
profesionales para cumplir la demanda de las empresas
2.
Un marco jurídico serio que les asegure reglas de juego y reglas de mercado limpias así
como libertad de empresa y un compromiso por parte del Estado de no abusar en su condición
de recaudador fiscal
3.
La posibilidad de comerciar desde Argentina fácilmente con el resto de América del Sur
mediante al MERCOSUR ampliando así los mercados de los productos locales
4.
La garantía de un proyecto nacional a largo plazo en el cual sus intereses sean
respetados.
En materia de educación debe coexistir la pública con la privada, buscando la excelencia
de ambas. Se debe incentivar a los jóvenes a seguir carreras técnicas y científicas y que sus
salarios sean acordes a sus niveles de estudio. Para esto debe ser fuerte el presupuesto dedicado a
investigación y desarrollo de nuevas tecnologías articulando las empresas con la Universidad
pública, ya que las primeras poseen las necesidades y la segunda el capital humano y el
conocimiento para satisfacerlas. En la actualidad el país padece la escasez de colegios de
formación técnica de calidad, lo que dificulta a las pequeñas empresas industriales la labor de
buscar trabajadores especializados. Como medida inmediata se deben crear nuevos colegios
técnicos públicos y fomentar que la educación privada recupere las orientaciones técnicas que
fueron reemplazadas por diferentes bachilleratos en los últimos años. El adolescente que estudie
en un colegio técnico debería tener la seguridad de que tendrá un trabajo acorde a su formación
cuando egrese, ya que de lo contrario preferirá anotarse en colegios con orientación en áreas de
mayor demanda laboral como las ciencias económicas, que no son las que requiere en primer
lugar la industria, contribuyendo a la carencia de recursos humanos de ésta.
Una vez comenzado el proceso productivo, que puede demorar varios años para dar tiempo
a la formación de profesionales y mejora de la estructura transportista, con pequeñas y medianas
empresas introduciendo en el mercado sus productos, es fundamental bloquear el ingreso de
manufacturas en la Aduana que sean competencia potencial para los productos locales. Pero no
se debe ser arbitrario con estas medidas, ya que es un recurso muy fuerte el manejo de la Aduana
que puede ser perjudicial si es utilizado de modo incorrecto. Si el producto local es de muy baja
calidad o posee algún inconveniente, es un daño contra todos los consumidores impedirles
comprar el producto importado ya que se ven obligados a comprar un producto que no cumple
con sus expectativas. Por esto es que deben requerirse ciertos niveles mínimos de calidad de
producción a las PyMEs, y una vez alcanzados, imponer las medidas proteccionistas que hagan
falta.
La Aduana como ente proteccionista es un recurso muy poderoso y, como todo organismo
público, debe ser extremadamente transparente. El proteccionismo es criticado por los
librecambistas por defender la producción ineficiente perjudicando al consumidor. Y si no es
controlado rigurosamente, esto puede ocurrir. El hecho de que se frene la importación de la
competencia es un hecho meramente temporal hasta que la industria nacional cobre fuerza y
pueda competir en igualdad de condiciones. En palabras de Pellegrini, “es también indudable
que la protección es sólo un medio para llegar al completo desarrollo, y no un fin que deba
perseguirse permanentemente”.30 Jamás debe mantenerse como política permanente el freno a
las importaciones ya que deja el camino libre a la industria nacional a nunca perfeccionarse con
la tranquilidad de que tendrán el proteccionismo por siempre. El objetivo es quitar gradualmente
las trabas a la importación siempre y cuando la industria nacional pueda sostenerse y, ahora sí,
30
Cfr. Pellegrini, C., Cartas norteamericanas, Quinta carta en www.fundacionpellegrini.org.ar.
vender en el exterior. Es cierto que las industrias de los demás países también están en un
proceso de perfeccionamiento permanente, producen a gran escala o pagan poco a sus
trabajadores, por lo que posiblemente nunca se alcancen sus niveles de productividad, derivando
en que los productos importados siempre sean más económicos o mejores, y nada hay que la
industria nacional pueda hacer contra ello, por lo que jamás debería desaparecer por completo el
proteccionismo. En el largo plazo el objetivo es mantener aranceles bajos, pero nunca quitarlos
por completo como propone el librecambio. Arturo Frondizi sostuvo que
la diferencia principal entre proteccionistas y librecambistas radica en que los
primeros entienden, de acuerdo con su visión histórica y conocimientos teóricos,
que en ninguna época la espontaneidad social condujo a la construcción de una
economía capaz de satisfacer todas las necesidades de trabajo y de consumo que se
les plantea a las comunidades nacionales31
diferenciando al proteccionismo como historicista por ser la conclusión de siglos de historia
mundial y al librecambio como el abstracto modelo matemático de un equilibrio que no
necesariamente es el mejor para todos.
En la actualidad argentina no puede hablarse de un modelo ni del otro, ya que por un lado
el país vive gracias a las crecientes exportaciones agrícolas que pagan cifras multimillonarias en
concepto de impuestos, financiado así toda la economía, y por el otro lado la devaluación del
peso frenó la importación de productos alimenticios de países limítrofes e impulsó el desarrollo
de la industria local y principalmente servicios de tercerización de atención telefónica de países
de todo el mundo. Pero el modelo peligra por la inflación que se estima para este año 2008
superior al 30% anual32 depreciando los salarios y jubilaciones, con un dólar fijo que hace que
todo esté año a año más caro aún en dólares. Si el dólar cuesta el triple que en 2001 pero los
costos para el productor también se triplicaron, estará ofreciendo sus productos al mismo precio
en dólares que antes, por lo que perderá competitividad frente a grandes países como China. De
a poco se observa cómo los productos importados vuelven a ser vendidos en el país mientras que
tras 6 años de devaluación aún se producen manufacturas de escasa tecnología por lo que las
importaciones de tecnología siguen en aumento. Además, las exportaciones que se realizan son
de materias primas (soja, trigo) y no poseen ningún tipo de valor agregado (aceites, harinas) por
lo que generan ingresos enormes pero muy poco empleo.
El campo y la industria siguen siendo vistos como antinomias y los dirigentes de la Unión
Industrial Argentina y la Sociedad Rural cruzan acusaciones permanentemente. Este
enfrentamiento perjudica a toda la sociedad y es promovido desde el propio Estado con sus
medidas autoritarias hacia ambos sectores. Es fundamental quebrar este paradigma y articular
campo e industria, destruyendo la idea de que debe castigarse a uno para beneficiar al otro. El
campo debe proveer a la industria de las materias primas necesarias para la producción a precios
bajos (limitando sus ganancias extraordinarias al excedente destinado a la exportación) para
bajar los costos de la industria permitiéndole producir a precios competitivos para vender tanto
en el mercado interno como externo. A su vez, la misma industrialización permitirá dar al agro el
necesario respaldo de insumos y tecnología que multiplique su productividad. La industria
nacional producirá maquinaria que permita mejorar la producción agrícola sin necesidad de
depender de las máquinas traídas del exterior. De este modo, el campo le compra a la industria
local y ésta a su vez le compra al campo, generando una interdependencia entre ambos que
promueve que el desarrollo de un sector traiga aparejado el desarrollo del otro. Este es el
concepto clave que, como expone Frondizi, entendió Pellegrini mientras sus colegas se debatían
entre un modelo y otro, como si fueran cosas completamente diferentes.
31
32
Frondizi, A., conferencia citada en www.fundacionpellegrini.com.ar.
FIEL, La economía argentina: escenario y proyecciones 2008 en http://www.infobae.com.
Únicamente el desarrollo industrial puede permitir, en el mundo de hoy, un
agro expansivo y de alta productividad y competitividad: confirmando las
predicciones de Pellegrini respecto de la evolución de la economía mundial y
en especial de la norteamericana, los grandes exportadores agropecuarios son
hoy aquellos países que, al mismo tiempo, son los grandes productores
industriales del mundo. Tales naciones son las que han alcanzado los más
elevados niveles de industrialización (…). No hay, pues, antinomia alguna
entre campo e industria. Nuestro futuro desarrollo agropecuario exige un
mercado interno expansivo, con gran poder adquisitivo, capaz de pagar altos
precios por bienes de origen agropecuario; esto sólo puede generarse a partir
de la industrialización. La misma industrialización permitirá dar al agro el
necesario respaldo de insumos y tecnología que multiplique su
productividad.33
Es una lástima que la lucidez con la que comprendió esta necesidad de articulación no
haya tenido repercusiones en la historia económica posterior argentina y aún hoy 100 años
después los conflictos sean los mismos.
Para mantener la competitividad de las empresas locales deben garantizarse sus costos
bajos y un dólar lo suficientemente alto para frenar la importación y poder exportar. Como
principal medida debe congelarse la inflación para congelar los costos y que el BCRA aumente
el precio del dólar. La inflación se detiene con inversiones externas para aumentar la oferta, lo
cual no es fácil ante el panorama de incertidumbre y manejo político poco claro del país. Se
observa que, como sostenía Carlos Pellegrini hace más de 100 años 34, una administración estatal
transparente y una buena relación con los organismos de crédito internacional son los pilares de
un modelo productivo acertado.
6. Conclusión
Carlos Pellegrini abarcó desde su pensamiento diversas áreas de la política pública, ya sea
respecto de la educación, la economía, la libertad de pensamiento o la transparencia de la
función de gobierno y elección del mismo por parte del pueblo. Sus ideas respecto de la
modernización y transparencia del sufragio, necesarios para obtener un buen gobierno que
beneficie al país, aparecen como antecedentes sobre los que se sustentará la futura reforma
electoral.
El hacerse cargo de la Presidencia en un momento de honda crisis económica,
instrumentando reformas y medidas cuyos efectos revertieron en corto plazo la grave situación
del país, demuestran la solvencia y dinamismo de sus ideas de las cuales deberían aprender los
gobernantes actuales.
Sus textos contagian entusiasmo por la claridad de los conceptos y la amplia perspectiva
futura de sus planes. Son ideas sencillas que esconden detrás años de análisis y reflexiones. Es
sorprendente cómo a pesar del paso del paso del tiempo sus ideas y explicaciones mantienen una
fuerte vigencia, demostrando por un lado que tras un siglo de promesas permanentes de cambio
los problemas centrales siguen siendo los mismos, y por otro lado que los temas sobre los cuales
reflexiona no son superficiales ni detalles irrelevantes de la época, sino verdaderas cuestiones de
fondo de todo sistema económico que siguen discutiéndose hoy en día. Es difícil comprender un
proceso mientras ocurre, ya que es complicado distinguir qué aspectos son meramente
transitorios y cuáles tendrán consecuencias importantes en el futuro. Pellegrini supo interpretar
33
34
Frondizi, A., conferencia citada, en www.fundacionpellegrini.com.ar.
Pellegrini, C., Mensaje al inaugurar el período legislativo de 1892, en www.fundacionpellegrini.org.ar.
el momento histórico que vivía con la misma claridad con la que podría hacerlo hoy cualquier
historiador conociendo la situación mundial de la época y los cien años siguientes de historia.
Mantuvo firmemente sus ideales y no dudó en separarse de Roca cuando sus diferencias se
acentuaron. Esa es una gran virtud que Pellegrini enseña en sus acciones y que es ejemplo para
toda persona que quiera triunfar tanto en el ámbito público como privado, sin dejarse corromper
y siguiendo fielmente sus ideales.
Lamentablemente fue un estadista no suficientemente reconocido durante el siglo XX.
Algunos historiadores lo reconocen como uno de los mejores políticos de su época35 pero no ha
alcanzado la aclamación popular que consiguieron otros. Posiblemente hoy no sea tan
reconocido porque su mandato fue hace más de un siglo o por el hecho de no haber vivido un
momento de apogeo, sino por lo contrario haber salvado a la Argentina de una de sus mayores
crisis. Su pensamiento con respecto a los problemas nacionales no fue ampliamente difundido
durante el siglo XX, pero debería ser retomado en este siglo XXI ya que su vigencia es absoluta.
Fue un adelantado a su época, pues la dicotomía campo-industria que buscaba superar
continúa planteándose cien años después como uno de los mayores problemas del país. Llevó a
cabo una verdadera dialéctica hegeliana36 al demostrar que dos opuestos, tesis y antítesis, se
resuelven en una forma superior o síntesis, resumida en el concepto clave de este trabajo: la
complementación entre agro e industria.
Su proyecto industrialista no buscó jamás descuidar la producción agropecuaria sino que
buscaba desarrollar en paralelo la estructura industrial necesaria para establecer una economía
sustentable y competitiva a nivel internacional.
En cuanto a la situación actual argentina, se saca como conclusión que aún estamos a
tiempo de formar el país que Pellegrini quería, aprovechando la excelente situación internacional
actual, a pesar de la gran competencia que significa la creciente industria china. Pero son
necesarias actitudes de gobierno completamente diferentes a las actuales, modificando las bases
sobre las que está desarrollado el modelo actual, fomentando la transparencia del Estado, la
educación, la especialización técnica, la creación de nuevas vías de transporte, la protección
aduanera, los créditos blandos a pequeñas y medianas empresas, marcos jurídicos coherentes y
estables, libertad de empresa y comercio, la integración regional y el desarrollo de nuevas
tecnologías dentro del país.
La Argentina industrial ya no es una opción como era a fines del siglo XIX. Ahora es una
necesidad. No hay país del mundo desarrollado que no haya basado su economía en una
industria fuerte. Y nuestra situación es más beneficiosa aún, ya que tenemos las condiciones
geográficas necesarias para abastecernos de las materias primas necesarias para este desarrollo
industrial.
Sólo es necesario ahora que la lucidez de Carlos Pellegrini contagie de entusiasmo a las
nuevas generaciones y lleven adelante las medidas que el país tanto necesita.
Federico Tassara
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36
Sáenz Quesada, María, El hombre que hizo, cinco crónicas sobre Carlos Pellegrini, Sudamericana, Bs. As. 2006.
Bréhier, Emile. Historia de la filosofía (2 vols.) Tecnos, Madrid 1988.