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Ingeniería Ambiental y Saneamiento
Infecciones Intrahospitalarias: su vigilancia y prevención.
Actividad Práctica N° 2-Complementos2
INGENIERIA AMBIENTAL Y SANEAMIENTO
Anexo Actividad Práctica N° 2: Noticias de periódicos sobre Infecciones
Intrahospitalarias.
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Infecciones intra-hospitalarias .......................................................................................................................................... 1
A propósito de la infección nosocomial.............................................................................................................................. 3
La incidencia de las infecciones fúngicas en pacientes ingresados en UCI se eleva hasta el 15% .......................................... 4
Las principales sociedades científicas implicadas en el estudio de las infecciones hospitalarias elaboran un documento de
consenso para homogeneizar el abordaje de las infecciones por catéter. .................................................................................... 4
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Infecciones por hongos contraídas en hospitales alcanzan cifras récord según estudios. ....................................................... 5
Una nueva mutación del estafilococo está logrando resistencia al mejor antibiótico de norma. ............................................... 6
Infecciones intrahospitalarias: de bacteria común a supergermen, y sólo por genes. ............................................................. 7
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Infecciones intra-hospitalarias
Si bien no existen cifras oficiales, en la Argentina adquiere infecciones nosocomiales un elevado número de pacientes. El
problema incrementa días de internación, eleva costos y mortalidad. Una de las medidas más importantes para combatirlo
es que el personal de salud lave sus manos antes de tocar a cada enfermo
Según cifras internacionales que pueden extrapolarse a nuestro país, entre el 5 y el 7 por ciento de quienes se internan
en un centro asistencial por más de 72 horas sufre alguna infección hospitalaria. De esta manera, se convierten en la
complicación más frecuente asociada con las internaciones.
"Los gérmenes están en el paciente y en la institución, que es el reservorio -explica el doctor Víctor Rosenthal,
especialista en Epidemiología Hospitalaria y secretario de la Comisión de Infección Hospitalaria de la Sociedad
Argentina de Infectología. Así pasan a las manos del personal, que queda colonizado y en condiciones de colonizar a
otros pacientes al asistirlos. Hay infección cuando, a través de algún procedimiento invasivo, el germen ingresa en el
organismo. Las cuatro infecciones hospitalarias más frecuentes son las urinarias, asociadas con el uso de sondas
vesicales; las bacteriemias, vinculadas con los catéteres venosos y arteriales; las neumonías, derivadas de la utilización
de los respiradores, y las infecciones de heridas quirúrgicas."
El doctor Rosenthal, que junto a un importante grupo de representantes de la Sociedad Argentina de Infectología fue
redactor de las Normas Nacionales de Control de Infecciones para el Programa de Garantía de Calidad del Ministerio de
Salud y Acción Social, indica que en nuestro país no existe un sistema nacional de vigilancia epidemiológica ni una
institución oficial que se ocupe de acreditar centros de salud públicos y privados que implementen programas de control
de infecciones. "Lo exigen algunas obras sociales y prepagas -comenta el especialista- para asegurar a su beneficiario
o cliente que tiene menos riesgo de infectarse en esos centros asistenciales."
Por otra parte, no existen datos oficiales acerca del problema, pero Víctor Rosenthal afirma que la cifra de infectados
durante una internación es superior en la Argentina no sólo respecto de los países desarrollados, sino también de
vecinos, como Chile y Brasil. El especialista cita al respecto el Estudio Nacional Multicéntrico dado a conocer en 1989.
Allí se da cuenta de que en una de cada cinco cirugías se adquiere una infección, ya que la tasa promedio de
infecciones quirúrgicas citada allí es del 19 por ciento, mientras que en Chile es del 0,9 al 3,3 por ciento (1997) y del 0,2
al 6,3 por ciento en Brasil (1993-1996).
En ocasión del IX Congreso Internacional de Enfermedades Infecciosas, en Buenos Aires, el infectólogo Horacio López,
ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, dijo que "la mayoría de los hospitales de nuestro país no
conoce su nivel endémico de infecciones. También carecemos de una línea de base como para que las acciones que se
tomen nos permitan evaluar su eficacia".
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Infecciones Intrahospitalarias: su vigilancia y prevención.
Actividad Práctica N° 2-Complementos2
El infectólogo agregó que "deberíamos implementar políticas que generalicen en los centros de salud las acciones de
higiene, desinfección, esterilización y capacitación del personal de todas las áreas, desde el quirófano hasta la cocina o
la lavandería con el objetivo de prevenir infecciones hospitalarias".
Aun en los centros de salud más avanzados del mundo existe una cifra inevitable de infecciones. Las medidas para
controlarlas son menos complicadas y costosas de lo que se cree: el lavado de manos entre paciente y paciente, y el
baño de quien será sometido a una cirugía antes de la intervención han mostrado que pueden disminuir sensiblemente
las cifras.
Complicación no facturable
El doctor Víctor Rosenthal relaciona el vigoroso interés actual en controlar las infecciones hospitalarias con el profundo
cambio operado en el sistema de salud. "Antes -dice-, cualquier prestación, medicación o complicación incluido en el
día cama eran facturables. Ahora, las instituciones deben hacerse cargo de los costos de las complicaciones y para eso
hay que evitar las infecciones hospitalarias."
El especialista, que es coordinador del Comité de Infecciones del hospital Ramón Carrillo, indica que en las áreas de
cuidados intensivos las internaciones se prolongan un promedio de 18 días en hospitales públicos y 12 en centros
privados ante una infección. En procedimientos quirúrgicos ortopédicos y cardiovasculares, las infecciones hospitalarias
extienden la internación de 20 a 60 días. Y en otras cirugías, los pacientes permanecen 15 en lugar de 7 días
internados.
"El costo de un día-cama es variable -explica Rosenthal-. Pero oscila entre $ 200 y 1000 por día. Esto significa que el
tratamiento de una infección cuesta entre 1.400 y 60.000 pesos".
Y todavía hay más: costos extras como la reinternación y la reintervención quirúrgica (algunas infecciones, que
implican, por ejemplo drenaje de pus, suponen volver a operar), accesorios descartables y, con frecuencia, antibióticos
de última generación (y de elevado precio) para tratar el problema, que se asocia habitualmente al fenómeno de
resistencia bacteriana.
Además, las infecciones hospitalarias tienen otro costo: elevan la mortalidad. "En neumonías, alcanza al 40 o 50 por
ciento -dice Rosenthal-. Un 30 por ciento en bacteriemias y alrededor del 10 por ciento en infecciones urinarias. Son
datos de Estados Unidos, y en nuestro país seguramente son aún más altos."
Proyecto Vigía
El doctor Marcelo Bortman, coordinador del proyecto Vigía, un emprendimiento conjunto del Ministerio de Salud y del
Banco Mundial, explica que alrededor del uno por ciento de la población local requiere anualmente una internación de
mediana o alta complejidad como, por ejemplo, la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) o la Unidad Coronaria (UCO), que
son los ámbitos donde mayor riesgo existe de contraer una infección hospitalaria porque allí los pacientes están más
expuestos a procedimientos invasivos.
"Es verdad que en la Argentina no está medido cuántas personas se infectan -admite Bortman-. Pero responde al
promedio mundial para países en vías de desarrollo."
¿Qué se proyecta en la Argentina? "El mes próximo-responde el funcionario-, comienza el proyecto Vigía, que buscará
la información de base en cuanto a mortalidad y morbilidad en el país. En ese marco se iniciará un programa de
desarrollo de cien unidades centinela en hospitales públicos y privados que cuenten con UTI, Comité de Infecciones y
más de 50 camas de internación. Se organizará un sistema de capacitación para el personal según las Normas
Nacionales para el Control de Infecciones, cuya redacción está casi terminada, y se distribuirán en todos los
establecimientos sanitarios del país. Además, estamos organizando un protocolo de vigilancia para conocer cifras
reales de infecciones hospitalarias. El objetivo a cuatro años es reducirlas en un 15 por ciento como mínimo."
La fuerza de la resistencia
La doctora Rosa Bologna, presidenta de la Sociedad Argentina de Infectología y jefa de Infectología del Hospital
Garrahan, explica que las infecciones hospitalarias están estrechamente unidas al preocupante fenómeno de la
resistencia bacteriana.
"Para que ocurra- explica la especialista- debe haber, simultáneamente, proliferación de microorganismos y presión de
antibióticos. Para disminuirla, hay que evitar que las infecciones pasen de paciente en paciente a través de medidas
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adecuadas y, por otro lado, disminuir el uso de antibióticos. Pero el problema es que si hay incremento de infecciones
hospitalarias hay que utilizar más antibióticos y esto provocará mayor número de microorganismos resistentes."
Entre los gérmenes que más preocupan en el nivel hospitalario están los bacilos gram negativos multiresistentes, el
estafilococo aureus, resistente a la meticilina, y el enterococo resistente a la vancomicina, vinculados con infecciones de
heridas y bacteriemias. "Y esto puede llevar -advierte la doctora Bologna- a que en algún momento nos enfrentemos
con una infección producida por un microorganismo para el cual no tengamos tratamiento conocido".
Por Gabriela Navarra
De la Redacción de La Nación 09-06-2000
2
A propósito de la infección nosocomial.
(Revista Jano de España feb/2000)
Recientemente se ha detectado un brote epidémico por Aspergillus en un hospital de Galicia (Véase "Al Día" de este
mismo número). Habiendo surgido en las salas de quirófanos, dicha infección ha ocasionado 4 fallecimientos y ha
sembrado la lógica inquietud en la opinión pública, debido principalmente a que se han puesto en entredicho las
medidas higiénicas adoptadas por el centro hospitalario. Es conveniente, más que nunca, comentar la situación en
nuestro país respecto a los diferentes aspectos relacionados con las infecciones intrahospitalarias.
Las enfermedades infecciosas constituyen un tercio de las consultas en atención primaria y uno de los principales
motivos de ingreso en el hospital. Evidentemente, la inmensa mayoría se adquieren en la comunidad, y los
microorganismos responsables, salvo en casos muy puntuales, son asimismo bien conocidos. Pero un grupo de
pacientes presenta infecciones en el medio hospitalario, ocasionando una patología que, por sus especiales
características, se parece poco a la de las infecciones anteriormente mencionadas.
El medio hospitalario dispone de una serie de condiciones que facilitan la presentación de procesos infecciosos graves
y, no raramente, mortales. En primer lugar, hay los denominados factores de riesgo intrínsecos, es decir, las
enfermedades de base de los pacientes susceptibles de ser sometidos a exploraciones y tratamientos, que son
difícilmente modificables y que facilitan el desarrollo de infecciones. En segundo lugar, los factores de riesgo
extrínsecos, formados por un conjunto de maniobras diagnósticas invasivas (fundamentalmente endoscópicas) y
terapéuticas. Entre éstas los tratamientos quirúrgicos (caso de la implantación de prótesis) y médicos (que pueden
ocasionar inmunodepresión), así como las técnicas de monitorización invasivas (sondajes, intubaciones, venoclisis),
que en ocasiones pueden modificarse en aras de un menor número de complicaciones iatrógenas. En tercer lugar,
posibles fallos de diseño e instalaciones, así como la contaminación ambiental, especialmente en los circuitos de agua y
aire acondicionado, que pueden afectar a los enfermos más debilitados. A consecuencia de ello, en todo el mundo se
han tenido que lamentar epidemias por Legionella pneumophila. Por último, se debe añadir el inadecuado uso de
antimicrobianos, que ha dado lugar a la selección de microorganismos oportunistas con una elevada tasa de
resistencias a potentes y costosos antibióticos, de modo que se presentan epidemias hospitalarias por gérmenes que
antaño eran poco habituales tales como Acinetobacter sp., o por otros muy frecuentes pero que han mutado, caso de S.
aureus resistentes a meticilina y que, hoy por hoy, son sumamente difíciles de erradicar.
La importante morbilidad y mortalidad asociadas a dichos procesos, así como el enorme gasto sanitario ocasionado por
los mismos obligó, ya en la década de los sesenta, a una cuantificación real del problema. Pocos años después, las
experiencias llevadas a cabo en los grandes hospitales de Estados Unidos (proyecto SENIC), con la formación de
equipos especializados para la vigilancia y control de la infección nosocomial, demostraron la eficacia de una serie de
medidas que consiguieron una disminución significativa de la tasa de incidencia de las mismas, próxima al 30%. De
forma progresiva fueron instaurándose en nuestro país equipos de médicos especialistas en enfermedades infecciosas
y en medicina preventiva junto a enfermeras especializadas en epidemiología hospitalaria para la aplicación de medidas
siguiendo el modelo americano. Se adoptaron y se siguen adoptando procedimientos que han logrado disminuir las
tasas de infección urinaria, de infección respiratoria en salas de cuidados intensivos y, con la aplicación de estrictas
medidas de asepsia, circuitos de paso, controles de la contaminación ambiental en salas de quirófanos, adecuadas
técnicas quirúrgicas y administración profiláctica de antimicrobianos en el preoperatorio, las de herida quirúrgica. Un
estudio de prevalencia de infección nosocomial realizado anualmente en nuestro país desde 1990, conocido como
proyecto EPINE, ha demostrado un descenso global de la misma del 9,87% en 1990 al 8,08 en 1997, más acusado en
los hospitales de menos de 400 camas, probablemente por contar con tecnología menos compleja.
En el caso que nos ocupa, la infección por un germen poco habitual pero particularmente agresivo, por afectar a
pacientes inmunodeprimidos, la importancia del tema es además, y más que nunca, cualitativa, debido a las nefastas
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consecuencias de su presentación. No basta, por tanto, contar con apreciaciones numéricas, que pueden esconder
lagunas importantes del sistema de control. Si se confirmara que el nivel de higiene exigido en el Hospital de Meixoeiro
ha sido insuficiente, evidentemente el control de calidad ha fallado y será necesario revisar a fondo el que se aplica en
la actualidad.
No se puede afirmar, en absoluto, que a pesar de que en algún punto de nuestro país se presenten hechos como el
comentado exista un riesgo de infecciones nosocomiales superior al de otros con una sanidad teóricamente más
desarrollada. De hecho, en hospitales de Estados Unidos se han producido recientemente epidemias hospitalarias por
enfermedad tuberculosa, y se han adoptado medidas de aislamiento que en España se aplican desde hace tiempo.
Es necesario mantener un riguroso nivel de vigilancia y control de las potenciales complicaciones infecciosas que se
presentan en el hospital. Para ello se precisan recursos, con un número suficiente de médicos y enfermeras
especializadas en el tema, y a la par concienciación acerca del problema, no sólo por parte de los profesionales de la
salud, evitando maniobras iatrógenas innecesarias, sino también por parte de la Administración sanitaria, para que
aquellos recursos, si faltan, se hagan realidad y sean permanentes. No hay mayor eficacia ni, posiblemente, mejor
control de calidad sanitario, que la de evitar tanto las complicaciones banales, pero muy frecuentes, como las mortales,
aunque sean muy raras.
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La incidencia de las infecciones fúngicas en pacientes ingresados en UCI se eleva hasta el 15%
La incidencia de las infecciones fúngicas -grupo de enfermedades infecciosas producidas por microorganismos del
grupo de los hongos- ha venido incrementándose entre los pacientes ingresados en las unidades de cuidados
intensivos y unidades de Hematología y Trasplante, según informó a Europa Press el experto del Hospital Virgen del
Rocío, José Miguel Cisneros.
Según el experto, "en la medida en que aumenta el número de pacientes ingresados en estos servicios con problemas
en su sistema inmunológico, se produce un incremento de este tipo de infecciones". De esta forma, tal y como señaló
Cisneros, aunque la incidencia varía según el tipo de UCI, estas infecciones pueden afectar hasta a un 15 por ciento de
pacientes.
Este incremento será uno de los aspectos analizados en la reunión científica, que se celebra hoy en Sevilla con el
patrocinio de Pfizer. Tal y como señaló Cisneros, la mayoría de infecciones se producen por dos tipos de hongos - candida y aspergillus- "aunque cada vez se ve con mayor frecuencia otro tipo de hongos menos conocidos hasta ahora,
fundamentalmente micosis emergentes". Igualmente, en el encuentro, se analizará la sensibilidad de este tipo de
hongos a los antibióticos actuales para determinar el tipo de recursos con los que se cuenta.
A este respecto, Cisneros destacó los beneficios con un nuevo tipo de fármaco -voriconazol, comercializado por Pfizer
como Vfend-.
Según el experto, "destaca como principal novedad los resultados en el tratamiento de aspergilosis -la infección fúngica
con mayor mortalidad y para la que existen menos recursos terapéuticos-, además tiene actividad frente a otro tipo de
hongos como candidiasis".
Tal y como señaló Cisneros, "aunque la epidemiología de estas infecciones no es del todo conocida, ya que no son de
declaración obligatoria y se producen fundamentalmente en hospitales, puede determinarse que, de los pacientes con
infecciones fúngicas, las infecciones por candida pueden suponer entre un 70 y un 80 por ciento, mientras que las
infecciones por aspergillus alcanzan entre el 10 y el 15 por ciento y la micosis emergente menos del 5 por ciento".
(Mundo Salud)
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Las principales sociedades científicas implicadas en el estudio de las infecciones hospitalarias
elaboran un documento de consenso para homogeneizar el abordaje de las infecciones por catéter.
A pesar de que las infecciones por catéter aparecen frecuentemente en los centros hospitalarios y de que se asocian
con una elevada morbimortalidad, a la fecha existían como única referencia una serie de directrices norteamericanas
que contenían pautas sobre cómo abordar este tipo de problemas.
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Ahora en España, se ha dado a conocer un amplio y práctico documento de consenso, cuyo punto de partida es una
reunión que se celebró el pasado año en Toledo, y que congregó a intensivistas, infectólogos, microbiólogos y personal
de enfermería (es decir, a los principales profesionales sanitarios implicados en el manejo de este tipo de infecciones);,
señala el Dr. Javier Ariza, coordinador del proyecto por parte de la SEIMC y que trabaja en el Hospital Universitari de
Bellvitge (Hospitalet de Llobregat).
Partiendo de la exposición de varias ponencias, que luego fueron discutidas en reducidos grupos de trabajo, se llegó a
una serie de conclusiones, que tras ser discutidas de nuevo, han dado lugar a un documento de consenso que ofrece
una aproximación clínica práctica común a un problema de primer orden; en definitiva, se unifican criterios, se concretan
definiciones, se determinan medios diagnósticos y se ofrecen soluciones terapéuticas adaptadas a nuestro medio;,
subraya el Dr. Ariza.
Entre las infecciones nosocomiales (aquellas que se adquieren dentro del hospital), las que se derivan de la instalación
de un catéter son especialmente preocupantes, debido a su frecuencia y a que se asocian con un importante
incremento de la morbilidad y de la mortalidad. Según apunta el Dr. Ariza, las infecciones relacionadas con dispositivos
intravasculares constituyen una de las complicaciones infecciosas más frecuentes en los hospitales, dado el elevado
(pero, por otra parte, necesario e imprescindible) uso que se hace de estos dispositivos.
Más de la mitad de las bacteriemias y candidemias que se adquieren a nivel hospitalario pueden ser consecuencia del
uso de catéteres en este medio. Esto, a juicio del Dr. Cristóbal León, debe hacernos reflexionar sobre dos hechos
fundamentales: en primer lugar, que la mortalidad de las bacteriemias relacionadas con el uso de catéter está alrededor
de un 10%; y en segundo lugar, que el coste económico de la atención de estos pacientes se dispara, al prolongarse
una media de 6-7 días la estancia hospitalaria cuando aparece este tipo de infección.
Básicamente son dos los tipos de pacientes que tienen más riesgo de sufrir infecciones relacionadas con el uso de
estos dispositivos. Según explica el Dr. León, por un lado, están los pacientes de planta, que necesitan la
administración parenteral de fluidos durante más de una semana (con nutrición parenteral, por ejemplo); por otro, se
hallan los pacientes que están en la Unidad de Cuidados Intensivos. (ANIS)
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Infecciones por hongos contraídas en hospitales alcanzan cifras récord según estudios.
Cuando un paciente ingresa en una unidad de terapia intensiva, sus familiares confían en que --cuando menos-- estará
resguardado de los microorganismos que coexisten en el resto del planeta. Sin embargo, las estadísticas demuestran
que el número de muertes derivadas de infecciones por hongos contraídas en salas de cuidados especiales alcanza
hoy cifras récord.
Las micosis --debido a Cándida y otros hongos-- contraídas en el interior de un hospital representan un problema cada
vez mayor. Cándida es actualmente el cuarto patógeno sanguíneo más frecuente en los centros de salud. El aumento
de la incidencia de candidemia (presencia de Cándida en la sangre) está acompañada de un cambio importante en las
especies de Cándida que causan infección. La proporción de infecciones por Cándida no-albicans está aumentando
considerablemente y en Latinoamérica estas especies representan cerca del 60 por ciento.
"Las infecciones por cándida son uno de los agentes más frecuentes, está dentro de las primeras cinco causas de
mortalidad en los hospitales. La aspergilosis es la segunda causa más frecuente de hongos. Es una de las infecciones
más severas y posiblemente una de las más agresivas y tiene una tasa de mortalidad bastante alta", afirmó el doctor
Alvaro Villanueva, vicepresidente de la Sociedad de Infectología de Colombia y Director de Infectología de la Clínica
General del Norte.
La candidemia y la candidiasis diseminada son habituales en aquellos pacientes con hospitalizaciones prolongadas. La
infección en esos casos está asociada con politraumatismos o intervenciones quirúrgicas, ciclos múltiples de
antibióticos de amplio espectro y el empleo de sondas intravasculares para alimentación.
Los científicos han conseguido identificar a más de 200.000 especies de hongos. Sin embargo, se conocen menos de
200 especies que pueden producir infecciones en el ser humano y el 90 por ciento de las micosis pueden ser atribuidas
a sólo una docena.
En el caso de los hongos oportunistas --representados por especies como Cándida y Aspergillus-- no suelen causar
enfermedades por invasión en personas sanas. Pero estas variedades fúngicas pueden causar infecciones, a menudo
letales, en pacientes con el sistema inmune debilitado o comprometido.
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Pacientes en unidades de cuidados intensivos, diabéticos, pacientes con enfermedades pulmonares como el enfisema o
con leucemia, infectados de SIDA o aquellos con cáncer sometidos a tratamiento de quimioterapia figuran entre la
población propensa a contraer este tipo de patologías.
La probabilidad de muerte es aterradoramente alta. En el caso de Cándida, responsable de 8 de cada 10 infecciones
fúngicas, la tasa de mortalidad es de más del 30 por ciento. Por su parte, el Aspergillus es menos frecuente pero aún
más letal, con un promedio de fallecimientos que llega a casi el 90 por ciento.
Difícil de diagnosticar
Cuando se trata de micosis superficiales que afectan a la piel y las membranas mucosas, el diagnóstico suele ser claro
e irrefutable. En el caso de las infecciones profundas, los signos y síntomas clínicos son borrosos y difíciles de
diferenciar de los observados en las enfermedades bacterianas.
Estas dificultades hacen que a menudo el diagnóstico en las patologías sistémicas recién llegue en las fases avanzadas
de la infección o en la autopsia.
Con la vida del paciente en juego, muchas veces la decisión de los médicos de iniciar un tratamiento antifúngico está
simplemente basada en la experiencia y la sospecha clínica. Una resolución que tiene en cuenta el estado del enfermo,
el fracaso del tratamiento con antibióticos y la presencia de factores predisponentes conocidos. Una decisión que es
sumamente difícil por las limitaciones de los antifúngicos tradicionales y su alta toxicidad.
La compañía farmacéutica Merck Sharp & Dohme recientemente ha desarrollado el medicamento Cancidas, un potente
antifúngico contra infecciones producidas por hongos como el Aspergillus o la Cándida. Según varios estudios
científicos, su eficacia y seguridad han sido demostradas aún en casos de no tolerancia a los tratamientos antifúngicos
tradicionales.
Cancidas es el primer fármaco de una nueva clase de antimicóticos llamados equinocandinas. Posee un innovador y
selectivo mecanismo de acción al inhibir, en forma rápida e irreversible, la síntesis de un componente de la pared
celular presente únicamente de los hongos y no en las células humanas. (CNN)
6
Una nueva mutación del estafilococo está logrando resistencia al mejor antibiótico de norma.
Primero fue una falla renal y una diabetes. Luego, la diabetes llevó a una mujer de 40 años, de Michigan (USA), a sufrir
úlceras en un pie y un gangrena, obligando a amputar un dedo, y luego otro.
Lo peor en todo caso estaba por venir: El médico de la mujer sabía como hacer frente a la gangrena, y también como
mantenerla en diálisis, pero no pudo mantener al Staphylococcus aureus lejos de contaminar el cateter usado por la
mujer en la diálisis, probando dicho microorganismo ser resistente no sólo a la penicilina, sino a las variantes de
meticilina. Por ello los doctores recomendaron la droga estandar y de último recurso, vancomicina. Pero la pesadilla que
los médicos venían soñando desde hace un tiempo se hizo realidad: la vancomicina fue completamente ineficaz, la
infeccion no cedió, pasó al torrente sanguíneo, generó una falla multisistémica y, causó finalmente la muerte a la
paciente.
Para muchos doctores, el caso referido (que apareció en un boletín de julio del Centers for Disease Control and
Prevention de USA) era probablemente lo que pensaban que ocurriría en el futuro, cuando los antibióticos no funcionen,
en algo muy parecido a lo que ocurría en la época pre-penicilina, en la cual el S. Aureus, reinaba ampliamente. Pero
hoy, el caso de la paciente de Michigan más otros de reciente ocurrencia lo han vuelto al sitial, permaneciendo como
uno de los más agresivos y letales, y entre los que más rápidamente desarrollan resistencia a cada nuevo antibiótico.
Lo cierto es que S. Aureus, circula ampliamente y en forma libre por los hospitales, trasmitiendose al contacto de las
manos de un doctor o una enfermera, en un estetoscopio, etc. Mientras más resistente, mayor la amenaza, por lo cual
la higiene estricta y el manejo y control de las enfermedades en forma más adecuada es una necesidad urgente;
aunque un estudio publicado en el Chicago Tribune concluyó, a este respecto, que más de la mitad de los médicos no
cumplen adecuadamente con tales normas.
Muchos hospitales aún consideran la causa de muerte dentro de conceptos generales como “complicaciones de una
cirugía”, a lo que en la mayoría de los casos parece ser una infección por S. Aureus por ejemplo. El CDC ha señalado
que de 10 millones de pacientes que ingresarán a un establecimiento en US, al menos 40.000 morirán durante su
estadía a causa de infecciones intrahospitalarias, constituyéndose en la quinta causa de muerte en EE.UU.
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Con la resistencia del estafilococo a la vancomicina, el peligro puede ser mayor, y las farmaceúticas no disponen de
nuevos fármacos de amplia eficacia como la vancomicina.
Para muchos médicos y enfermeras el estafilococo aureo puede parecer un enemigo endemoniado, que puede vivir en
nuestra piel o nuestra nariz, pero que una vez que alcanza el torrente sanguíneo, por ejemplo de un paciente
inmunosuprimido, infecta un órgano tras otro.
Por ello, la necesidad de un control adecuado de las infecciones causadas por S. Aureus y la prevención, mediante
estrictas normas de higiene y control, son una necesidad permanente.
Causas de Muerte
De acuerdo al CDC, en 1999 de 10 millones de pacientes ingresados en EE.UU., 2 millones contrajeron una infección
bacterial o viral, y 90.000 fallecieron por esta causa. Cerca de la mitad, se debió a S. aureus.
Causas
1. Infarto
2. Cáncer
3. Shock ACV
4. Enfermedades crónicas respiratorias
5. Errores médicos
6. Infecciones intrahospitalarias
7.Diabetes
8.Influenza y neumonía
9. Enfermedad de Alzheimer
10. Nefritis
11. Septicemia
Muertes
724.621
549,761
167,261
124,141
96,909
90,000
68,394
63,408
44,536
35,359
30,397
Fuente: Center for Disease Control (CDC).
7
Infecciones intrahospitalarias: de bacteria común a supergermen, y sólo por genes.
Un grupo de genes puede convertir a una bacteria común en un supergermen resistente a antibióticos, dijeron
científicos. El hallazgo podría ayudar a salvar millones de vidas y ahorrar miles de millones de dólares en costos de
atención a la salud.
Las infecciones que los pacientes contraen en el hospital mientras se les trata por otros padecimientos son un
importante problema de salud y una causa relevante de muerte.
En Estados Unidos solamente, alrededor de dos millones de pacientes al año contraen estas infecciones en hospitales y
centros de atención médica, y casi 88.000 mueren por esta causa, según los Centros para el Control y Prevención de
Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en Atlanta, Estados Unidos.
Las infecciones también añaden miles de millones de dólares a los costos de atención a la salud debido a las
prolongadas estancias en hospitales y tratamientos adicionales.
Científicos de la Universidad de Oklahoma identificaron un islote de 129 genes que transforman a la Enterococcus
faecalis, una bacteria presente en el intestino de todas las personas, en un microorganismo muy resistente a la
vancomicina, uno de los antibióticos más poderosos en la actualidad.
"Cuando adquiere estos elementos genéticos, entonces tiende a causar enfermedades", dijo en una entrevista Nathan
Shankar, microbiólogo en la universidad.
De fácil contagio
En lugar de unos pocos genes virulentos en posición aleatoria, los científicos hallaron que todos los genes se
congregaban en un área llamada islote de patogenicidad.
Los nuevos genes y las proteínas que producen permiten a la bacteria, que de otra manera sería inocua, transformarse
en una infección grave y refractaria al tratamiento antibiótico.
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Shankar y su equipo, cuya investigación se encuentra publicada en la revista científica Nature, sospechan que el
conglomerado de genes se puede transferir entre las diferentes cepas de bacterias y podría ser el responsable de las
letales características de otras superbacterias.
"Esto nos explica por qué estas superbacterias son diferentes de otras que no causan enfermedades", comentó
Shankar.
"Las bacterias que no causan males no poseen estos genes, lo cual nos puede ayudar a desarrollar nuevos antibióticos
aprendiendo sobre algunas de las funciones de estos genes que forman este islote de patogenicidad", añadió.
Estos cúmulos de genes también podrían ayudar a los médicos a identificar rápidamente a los pacientes infectados con
cepas virulentas a fin de poder comenzar a administrar el tratamiento en etapas tempranas y establecer controles para
detener la infección.
"Es un microorganismo muy ubicuo y muy resistente. Si porta algunos de estos genes virulentos puede causar una
infección grave", agregó Shankar.
Las superbacterias han proliferado debido al uso excesivo y erróneo de los antibióticos y al fracaso de los científicos
para darse cuenta de cuán dinámicas son las bacterias.
Los pacientes hospitalizados se pueden infectar con bacterias mediante catéteres, estetoscopios o por otros pacientes.
Los investigadores descubrieron el conglomerado de genes al comparar los genes de una cepa bacteriana que causó
una infección en una sala hospitalaria a mediados de la década de 1980 con otras cepas que resultaron sensibles o
resistentes a la vancomicina.
(Reuters)
-8-