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Transcript
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CONTEXTUALIZACIÓN DE KANT.
Inmanuel Kant (1724-1804), de quien dijo el poeta alemán
Heinrich Heine, en 1835, que “no tuvo vida ni historia”, no
sólo es, junto con Hume, el más importante filósofo del siglo
XVIII, y, por tanto, un filósofo ilustrado, sino quien abrió
nuevos caminos al pensamiento y determinó toda la filosofía
posterior. Toda su vida estuvo dedicada a la reflexión y en él
vida y filosofía son casi la misma cosa. Sin embargo, se
apasionó por la política de su tiempo: era entusiasta de
Federico II el Grande, un déspota ilustrado, de la
independencia de Estados Unidos y de la Revolución
francesa. La amplitud de sus conocimientos, mucho más allá
de la filosofía, fue asombrosa. Para Kant toda la filosofía no
es sino una actividad dedicada a contestar a estas cuatro
preguntas:
¿Qué puedo saber?
¿Qué debo hacer?
¿Qué puedo esperar?
¿Qué es el hombre?
Cada una de ellas la contesta así: A la primera - ¿Qué
puedo saber? – contesta en la KRV; a la segunda - ¿Qué
debo hacer? – contesta en su obra Crítica de la Razón
Práctica; a la tercera - ¿Qué puedo esperar? – contesta en
su Crítica del Juicio; y, por último, a ¿Qué es el hombre?,
contesta en su Antropología.
La parte de la obra kantiana que a nosotros nos interesa
es la Crítica de la Razón Pura, objeto de nuestro comentario,
que es no sólo una de las obras más importantes de Kant,
sino una de las más relevantes de la historia del
pensamiento. El problema central que aborda, y que aparece
bosquejado en el texto, constituye por su temática y
contenido una de las preocupaciones centrales de todo ser
humano: encontrar un fundamento sólido a aquellos temas
que constituyen el objeto, según Kant, de la indagación
metafísica: Dios, la libertad y la inmortalidad del alma. En
efecto, el pensamiento de nuestro autor gira casi por
completo en buscar una respuesta a este interrogante, tal
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como puede apreciarse en algunas de sus obras de madurez
que, junto con la que aquí se comenta, tratan de completar la
investigación del problema: la Crítica de la Razón Práctica, la
Crítica del Juicio, la Fundamentación de la Metafísica de las
Costumbres o los Prolegómenos a toda metafísica futura, por
citar sólo algunas de las más relevantes.
Sin embargo, la forma en que nuestro autor aborda el
problema tiene claros antecedentes en la historia de las ideas.
En efecto, la incuestionabilidad de las ciencias que Kant
menciona en el texto, considerándolas no ya sólo como un
conjunto de conocimientos sino, sobre todo, como un camino
para llegar a la verdad, forma parte, en primer lugar, de la
gran revolución científica y filosófica que se opera en el
Renacimiento. Por una parte, las contribuciones de
Copérnico, Kepler, Galileo y, sobre todo, Newton, constituyen
uno de sus principales focos de influencia; su formación
universitaria en la filosofía de Christian Wolff es desechada
por nuestro autor tras el conocimiento directo de las obras de
Leibniz y, sobre todo, de Hume. Más tarde, su maestro M.
Knutzen le empuja al estudio de la física de Newton, de la
cual no dudará nunca y la colocará como el punto
determinante del planteamiento metodológico que aquí se
comenta.
Además, a la hora de abordar el reto filosófico que
plantea el texto, Kant lleva hasta sus últimas consecuencias
el planteamiento que había iniciado Descartes y que Hume
comparte: situar la indagación sobre el conocimiento como
punto de partida de la reflexión filosófica. Por ello, nuestro
autor, como se ha visto en el análisis o comentario
precedente, arranca de un planteamiento de neto corte
epistemológico (sobre el conocimiento), a diferencia de los
enfoques de los clásicos griegos y medievales que sitúan el
comienzo de su filosofar en una indagación ontológica (sobre
el ser). Contrasta así el planteamiento de Platón y Aristóteles,
que conceden la primacía a lo dado frente a la propensión, de
honda raigambre kantiana, de la primacía de lo construido.
Esto hace que la doctrina de Kant haya sido incluida entre
los idealismos, que inaugurara Descartes, con la nota
específica de “trascendental”, término éste que caracteriza
plenamente el pensamiento kantiano.
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Por otra parte, el conflicto que le precede entre
Racionalismo y Empirismo, es decir, entre dogmatismo y
escepticismo propician respectivamente el ambiente de
afirmación y negación de la Metafísica con que se abre la
Ilustración, de la que nuestro autor es representante legítimo,
pues comparte con la época su tesón a la hora de compendiar
de modo esquemático los problemas planteados, aceptando la
posibilidad de que la razón pueda constituirse en tribunal de
sí misma, tal como lo indica en otros párrafos del prólogo de
la KRV que ahora se comenta. Por último, señalemos que
Kant no sólo representa el punto culminante de las corrientes
iniciadas en el Renacimiento, sino que constituye el germen
de muchos planteamientos filosóficos, muchas veces críticos
respecto a la obra kantiana, del siglo XIX.
Digamos, finalmente, algo sobre la influencia de Kant en
la filosofía posterior. Ya en vida de Kant sus obras levantaron
polémica. Él contestó en la medida de sus posibilidades a
dichas críticas, al tiempo que continuaba la edificación de su
sistema filosófico. El influjo de su pensamiento es
incalculable. De modo breve sintetizamos sus hitos más
importantes:
 Toda la filosofía alemana posterior toma a Kant como punto
de referencia. El idealismo alemán, con Fichte, Schelling
y Hegel a la cabeza, se constituye en torno a sus
principales tesis: la razón, el yo, la dialéctica, la naturaleza,
la historia, etc.
 Posteriormente, en el siglo XIX, Marx, Schopenhauer y
Nietzsche lo toman como punto de referencia crítica. En la
segunda mitad del siglo XIX se produce un retorno a Kant,
tras el predominio de Hegel por un lado y el del
Positivismo por otro. Esta vuelta a Kant da origen al
movimiento filosófico llamado Neokantismo, primero con
la Escuela de Magburgo, que ve en Kant, sobre todo, al
teórico del conocimiento, y, posteriormente, con la Escuela
de Baden.
 Ya en el siglo XX, la Fenomenología de Husserl se inspira
en Kant y Descartes. Del mismo modo Heidegger, al
escribir su obra Ser y tiempo, parte de una reflexión sobre
la metafísica kantiana, en la que es central el concepto de
tiempo. El Marxismo del siglo XX critica a Kant como
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pensador burgués, aunque toma de él aspectos de su
filosofía práctica.
 En Francia, Italia y Gran Bretaña, el kantismo penetra de
la mano de los principales pensadores nacionales. En
España, Ortega y Gasset confesaba haber vivido durante
años en la atmósfera kantiana y lo consideraba
imprescindible para pensar a la altura de nuestro tiempo.
 En los últimos años es notable la actualidad que ha
adquirido Kant, sobre todo en el campo de la Ética, la
Estética y la Filosofía de la Historia, sin olvidar la enorme
influencia ejercida sobre los juristas de nuestro siglo, que
se mantiene aún viva.
NOCIONES Y TEMAS DE KANT
1. Experiencia y conocimiento a priori
Kant parte de su convicción de que la validez de las matemáticas
y la física (o ciencias naturales, como dice el texto) es incuestionable, y
su planteamiento se dirige por tanto, en primer lugar, a indagar qué
hace que estas ciencias constituyan un conocimiento válido, para
tratar, posteriormente, el tema de si la Metafísica puede o no seguir este
camino. Su indagación acerca del modo como son posibles las ciencias
le lleva directamente a una serie de planteamientos epistemológicos en
los que se advierte su concepción del conocimiento. Así, Kant distingue
dos elementos en el conocimiento: el elemento empírico o juicio sintético
como él le llama, y el a priori. En efecto, cuando afirma que todo
nuestro conocimiento, en el orden temporal, comienza con la
experiencia, es decir, con las impresiones sensibles que constituyen la
materia de nuestro conocimiento, nos está diciendo que la experiencia
es necesaria en el proceso cognitivo, pero que no es suficiente, o sea,
que en nuestro conocimiento no todo se reduce a lo empírico, ya que al
ser recibidas dichas impresiones por el sujeto son informadas por su
propia facultad cognoscitiva. Tanto el elemento empírico como el a priori
constituyen para nuestro autor los requisitos imprescindibles del
conocimiento científico, a saber, ampliar nuestro conocimiento de la
realidad (elemento empírico) y darle al mismo ese valor universal y
necesario (elemento a priori) propio de la ciencia. Íntimamente
relacionado con este elemento a priori del conocimiento se encuentra
uno de los temas más recurrentes de la KRV, que no es otro que lo que
Kant llama “revolución copernicana”, y que consiste en afirmar que la
necesidad y universalidad del conocimiento viene del lado de nuestra
facultad cognoscitiva, es decir, que no es el objeto quien conforma o rige
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al sujeto sino al revés. Por tanto, el acto de conocer no será ya la
“adaequatio intellectus ad rem” (adecuación de la inteligencia a la cosa)
de la escolástica, ni tampoco la fe ciega en las ideas innatas, como
preconizaba el racionalismo, sino que todo conocimiento tendrá que
partir siempre de estos dos supuestos: el dato empírico y el dato a
priori, o sea, de los juicios sintéticos a priori, por decirlo con la
terminología kantiana. De aquí que tanto la experiencia como las
formas a priori se constituyan como los elementos imprescindibles para
la elaboración del conocimiento o ciencia.
2. Metafísica y ciencia.
La posibilidad de las ciencias la traduce Kant, en términos
epistemológicos, al hecho de que en su interior se encuentren lo que
Kant llama juicios sintéticos a priori. Estos juicios se distinguen de los
analíticos y de los sintéticos, pues en los analíticos, el predicado se
incluye en el sujeto, no aumentan conocimiento y tienen un carácter
netamente apriórico; en los sintéticos, el predicado sí añade
conocimiento al sujeto, son a posteriori y sí amplían nuestro
conocimiento. En los juicios sintéticos a priori, nueva clase de juicios
que Kant distingue, por ejemplo, “Todo lo que sucede tiene una causa”,
el predicado causa no está incluido en la noción de sujeto, sino que
añade algo nuevo a éste, y, en este sentido, son sintéticos; pero el
predicado causa no está tomado de la experiencia, por lo que le añade
al sujeto universalidad y necesidad, caracteres que la experiencia no
puede proporcionar. Al admitir este tipo de juicios, Kant descubre el
funcionamiento gnoseológico de las matemáticas y la física, pues en
ellos se verifican los dos elementos que, tal como se ha visto, Kant exige
al conocimiento: el empírico y el a priori.
Sentadas las bases que constituyen el origen del conocimiento,
según Kant, la deducción sobre el carácter no científico de la Metafísica
es obvia. Esta no trabaja con datos empíricos, sino con datos a priori.
Por tanto, para Kant la Metafísica no será nunca ciencia, si partimos de
los supuestos epistemológicos kantianos. Por eso Kant llamará a esta
parte de su KRV Dialéctica trascendental [o lógica de la apariencia o
ilusión] y en ella criticará a la Metafísica por su pretensión de ofrecer
conocimiento de objetos extraempíricos. Ahora bien, la crítica de Kant a
la Metafísica no conlleva una negación de la libertad, la inmortalidad
del alma o la idea de Dios, que son el objeto de estudio de la misma; su
investigación se dirige a mostrar que dichas ideas no son susceptibles
de conocimiento científico. Kant llegará a esas verdades por otro
camino, el que se abre a partir de sus obras Crítica de la Razón Práctica
y Fundamentación de la Metafísica de las costumbres. La razón, aunque
limitada en su uso teórico, queda abierta a otros campos en los que sí
es posible su elucidación. Deja pues Kant, para las Ideas de la Razón
Pura, un uso regulativo como útiles y necesarias para la investigación
científica, tomadas como ideales inalcanzables por la razón teórica que
se convierten en acicates para la investigación.
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TEMAS
TEMA 1º. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO DE KANT.
INTRODUCCIÓN.
1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE LA KRV.
La teoría del conocimiento de Kant se encuentra en la respuesta
que él da a la pregunta: ¿Qué puedo conocer? Pregunta contestada en
su obra Crítica de la razón pura (en adelante KRV).
Para que haya conocimiento, dice Kant, es necesario que se den
dos condiciones: a) Que las proposiciones posean un valor universal y
necesario. b) Que el contenido de las proposiciones provenga de la
intuición empírica.
De aquí que la finalidad de la KRV sea doble: a) Fundamentar la
validez del conocimiento e intentar así superar el escepticismo de
Hume, que desembocaba en el escepticismo. b) Demostrar la
imposibilidad de la metafísica dogmática, ya que sus principios no
son experimentables, sino que son principios de la razón aplicados a
objetos suprasensibles.
Para llevar a cabo esta tarea es necesario efectuar un examen
previo de las capacidades de la razón humana: una crítica de la razón
que consistirá en un análisis crítico de las capacidades cognoscitivas en
los distintos niveles en que puede operar y que será trascendental:
búsqueda a priori de las condiciones del conocimiento. Kant parte de
que ciencias como la matemática o la física presentan conocimientos
fiables y rigurosos. De lo que se trata es entonces de fundamentar tales
conocimientos, es decir, de responder a las siguientes preguntas: ¿cómo
es posible la matemática? ¿Cómo es posible la física?; en suma, ¿cómo
es posible la ciencia? Para ello, dice Kant, es necesario que se den dos
condiciones: a) Que las proposiciones tengan un valor universal y
necesario. b) Que el contenido de las proposiciones provenga de la
intuición empírica.
Y la respuesta la encuentra Kant tras analizar los distintos tipos
de juicios. Estos son de cuatro clases:
1. Juicios analíticos: Son aquellos en los que el predicado está
contenido en el sujeto. Estos juicios son explicativos, es decir, no
amplían el conocimiento al no añadir nada al sujeto. Vgr. hierba verde,
nieve blanca, cielo azul.
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2. Juicios sintéticos: Son aquellos cuyo predicado no está
contenido en el sujeto. Estos juicios son extensivos o ampliativos, es
decir, añaden algo al sujeto o amplían su significado. Vgr. El niño es
alto, educado, deportista, etc.
3. Juicios a priori: Son aquellos que no nacen de la
experiencia. Vgr. Honrarás a tu padre y a tu madre, Haz el bien y no
mires a quién, Amarás a Dios sobre todas las cosas, etc. Son juicios
con valor universal y necesarios.
4. Juicios a posteriori: Los que brotan de la experiencia. Vgr.
Hoy ha llovido, Esta mañana me levanté a las 6.30, etc. Los juicios
creadores de ciencia, según Kant, son los sintéticos y los a priori.
Luego los juicios que pueden fundamentar la ciencia son los juicios
sintéticos a priori.
Pero Kant, no contento con esta respuesta, se vuelve a preguntar:
¿cómo son posibles tales juicios? Y responde Kant que sólo la crítica
de la razón nos puede conducir a dicho objetivo. Y aquí empieza de
nuevo Kant otro planteamiento: ¿Cómo conoce nuestra razón? ¿Por qué
vías o medios llega la razón a conocer? Y él responde diciendo que la
teoría del conocimiento se basa en dos fuentes o facultades: la
sensibilidad y el entendimiento. Por medio de la sensibilidad
recibimos el dato empírico, y por medio del entendimiento los objetos de
la experiencia quedan revestidos de las determinaciones universales y
necesarias requeridas por el saber científico. La razón pura queda al
margen de la constitución del objeto científico, los conceptos (ideas) de
la razón no se aplican a los fenómenos, dado que las ideas sólo
producen síntesis metaempíricas.
2. PARTES DE LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA
Kant divide la Crítica de la Razón Pura en tres partes:
1. Estética transcendental (Sensibilidad), 2. Analítica
transcendental (Entendimiento) y 3. Dialéctica transcendental
(Razón), que se corresponden respectivamente con las facultades
señaladas entre paréntesis.
La Estética transcendental estudia las condiciones espacio temporales
del conocimiento que, como intuiciones puras, producen la primera
síntesis de carácter sensible.
La Analítica transcendental tiene por objeto el estudio de los
conceptos puros del entendimiento o categorías, condición necesaria
para que lo dado en la sensibilidad adquiera el carácter de objeto
pensado.
La Dialéctica transcendental se ocupa del problema de la posibilidad
de la Metafísica como ciencia.
Los postulados básicos de los que parte la Crítica de la Razón
Pura son tres:
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1. No hay conocimiento objetivo sin datos empíricos, como tampoco es
posible objetividad alguna sin aprioridad.
2. Las facultades designan distintos niveles de aprioridad del sujeto
transcendental.
3. Cada una de las facultades, mediante las formas a priori, reduce a
unidad una diversidad de contenidos.
Desde estos supuestos epistemológicos, Kant aborda en la
primera parte de la KRV, la Estética Trascendental, cómo se da la
síntesis entre lo empírico y lo a priori a nivel de la sensibilidad,
mostrando las formas a priori de la sensibilidad que no son otras que el
espacio y el tiempo, que se constituyen como condiciones de posibilidad
de toda experiencia. El resultado de nuestro conocimiento a nivel de la
sensibilidad, por medio de la intuición, ¡que en Kant siempre es
sensible!, es lo que él llama fenómeno, concepto éste muy importante
para dilucidar los contenidos de la Dialéctica Trascendental que más
tarde abordaremos. En esta parte de la KRV, Kant demuestra la
aprioridad del espacio, lo que hace posible los juicios sintéticos a priori
en la Geometría, y la aprioridad del tiempo, que hace posibles los juicios
sintéticos a priori en la Aritmética, mostrando así cómo es posible la
Matemática como ciencia.
En la segunda parte de la KRV, la Analítica Trascendental,
Kant trata fundamentalmente el tema de la cooperación entre la
sensibilidad y el entendimiento, de cómo englobar lo particular en lo
general, en orden al conocimiento, tema clave de su enfoque
gnoseológico. Así, nuestro autor analiza pormenorizadamente los
conceptos puros del entendimiento o categorías. Con esto completa
Kant su visión sobre el conocimiento de los objetos: se produce cuando
el entendimiento refiere o encaja los datos múltiples de la sensibilidad
en sus categorías. Es preciso tener en cuenta que, para Kant, el
conocimiento resulta de la cooperación de la sensibilidad y el
entendimiento y que ambos son igualmente importantes. Son los
conceptos puros del entendimiento o categorías las formas
fundamentales de toda la síntesis intelectual que se aplican a las
intuiciones puras, y dan lugar a los principios que sustentan la Física,
la hacen un conocimiento exacto y científico y, a la vez, real y
verdadero.
En la tercera parte de la KRV, la Dialéctica Trascendental, Kant
vuelve sobre el problema de la Metafísica planteado en el texto. Llama
Dialéctica (lógica de la apariencia o ilusión) a su investigación por
considerarla una crítica de la metafísica en su pretensión de ofrecer
conocimiento de objetos extraempíricos. Ahora bien, la crítica de Kant a
la Metafísica no conlleva una negación de la libertad, la inmortalidad
del alma o la idea de Dios: su investigación se dirige a mostrar que
dichas ideas no son susceptibles de conocimiento científico. Kant
llegará a esas verdades por otro camino, el que se abre a partir de sus
obras Crítica de la Razón Práctica y Fundamentación de la
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Metafísica de las costumbres. La razón, aunque limitada en su uso
teórico, queda abierta a otros campos en los que sí es posible su
elucidación. Deja pues Kant, para las Ideas de la Razón Pura, un uso
regulativo como útiles y necesarias para la investigación científica,
tomadas como ideales inalcanzables por la razón teórica que se
convierten en acicates para la investigación.
TEMA 2º. LA CRÍTICA A LA METAFÍSICA.
El término Metafísica es tan frecuente en la filosofía kantiana que
resulta obligatorio distinguir los diferentes sentidos con que Kant los
aplica.
1º. En primer lugar, hay que entenderlo como la Metafísica
tradicional heredada de las tradiciones filosóficas anteriores,
especialmente del Racionalismo, y sistematizada en la obra del filósofo
alemán Christian Wolff. Por tradición que se remonta hasta Platón, la
Metafísica es la parte de la Filosofía que se ocupa de conocer aquellas
realidades que están más allá de la experiencia sensible. Se puede decir
que es un conocimiento exclusivamente a priori.
Christian Wolff, en cuyo pensamiento se había formado Kant,
distinguía una Metafísica General, de contenido ontológico (el ser en
general), de una Metafísica Especial, a la que se le había encargado la
misión de ocuparse del alma (Psicología), del Mundo (Cosmología) y de
Dios (Teodicea), de un modo racional. A los filósofos defensores de este
buen hacer y de la validez de la Metafísica los llamará Kant “filósofos
dogmáticos”, y “escépticos” a quienes la atacan.
2º. En segundo lugar, Kant entiende también por Metafísica la
existencia de una tendencia natural de los hombres que les lleva a
preguntarse sobre las cosas, y, a través de esas preguntas y respuestas,
creer que han alcanzado el conocimiento absoluto. A causa de esta
disposición natural es por lo que surge en la reflexión, el pensamiento,
el conocimiento, la ciencia y la filosofía. Esa tendencia natural es
inevitable en los hombres, pero tiene que estar sometida a la crítica y
tribunales y no vagar a sus anchas sin control alguno.
3º. También llama Kant Metafísica a la totalidad de su sistema
filosófico, incluyendo la crítica que él mismo hace a los sistemas
doctrinarios de metafísica o metafísicas tradicionales. En este sentido,
Metafísica es su propia investigación (la de Kant), porque en todo
momento se aboga por la existencia de determinados elementos del
conocimiento, aunque no los únicos y exclusivos, que son totalmente
independientes de la experiencia y sin los cuales aquel no podría darse
(nos referimos a los juicios a priori). Es, si se quiere, una Metafísica
crítica, porque es la propia racionalidad humana la que critica las
ansias desmedidas de la razón, pero aceptando que debe existir un
tribunal al que someterse.
Por tanto, en esta tercera interpretación es donde cabe la crítica
de Kant a la Metafísica, crítica que es una crítica epistemológica, es
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decir, una crítica a las pretensiones de la metafísica tradicional de
conocer lo que está más allá de la experiencia y darle a ello un valor
científico. Kant dice que estas pretensiones son ilusorias, ya que la
Metafísica no se apoya en fenómenos (elementos empíricos) sino en
noúmenos (elementos no empíricos). La Metafísica, presa de sus
ilusiones, ha trascendido sin rigor los límites de la ciencia (recuérdese
que CIENCIA = JUICIOS SINTÉTICOS + JUCIOS A PRIORI) y ha
pretendido instalar como conocimientos objetivos lo que son sólo meras
especulaciones. La razón humana, motivada por ciertas analogías con
las matemáticas y fascinada por el poder de abstracción que
naturalmente posee, se cree capaz de poder alcanzar la condición de
todas las condiciones, es decir, lo absoluto e incondicionado, si bien es
sólo una ilusión.
Es en la Dialéctica trascendental, tercera parte de la KRV, donde
Kant intenta establecer los porqués de esas transgresiones de la razón y
analizar las que han sido las principales ideas de la metafísica
dogmática (también llamada tradicional o racionalista). Sabiendo cuales
son los límites de la ciencia y del conocimiento válido (experiencia +
datos a priori: espacio y tiempo en la Sensibilidad, y categorías en el
Entendimiento), Kant pasa a examinar las posibilidades de la Metafísica
tradicional, especialmente la cultivada por la Escolástica y el
Racionalismo, dentro del marco general del conocimiento.
Imitando de manera muy cercana el estilo de David Hume, Kant
nos viene a decir que por apoyarse en noúmenos y no en fenómenos,
que son la condición primera para formar juicios científicos, la razón
cae en la trampa de la ilusión metafísica al pretender un conocimiento
más allá de lo posible.
De este modo pasa sucesivamente revista a los temas que han
constituido el objeto esencial de la Metafísica tradicional: Alma o “yo”,
Mundo o “cosas” y Dios como síntesis de todos los objetos del
pensamiento y fundamento de las otras dos ideas anteriores, señalando
los errores cometidos en la construcción de cada una de estas ideas,
que enumeramos a continuación: Los paralogismos (falsos
razonamientos) de la psicología racional, las antinomias
(contradicciones) de la razón pura y el ideal (falso) de la razón pura.
Concluye Kant diciendo que todo intento futuro de convertir a la
Metafísica en una ciencia está condenado al fracaso. Pero en ningún
caso tiene esto significa que la Metafísica vaya a desaparecer. El propio
Kant luchará por justificar un campo nuevo para la continuidad
filosófica: la ética, aunque habiéndole eliminado las cargas de su
dependencia de la Metafísica dogmática y con un tratamiento distinto
tanto al seguido hasta ahora como al que tiene el conocimiento
científico o verdadero. Ese nuevo proceder no será el del conocimiento
teórico o ciencia, sino el de la praxis; mejor dicho, Kant colocará como
postulados de la Crítica de la Razón Práctica los temas de la indagación
metafísica: Dios, alma, libertad, mundo, etc. Pero este asunto es un
tema de estudio que se sale de los límites del nuestro.
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