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PROYECTO DE LEY
La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sanciona con fuerza de
Ley
Artículo 1° - Denomínase JUAN PABLO II a la actual Avenida Santa Fe, en toda su
extensión.Art. 2°.- Comuníquese, etc.
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Juan Pablo II, cuyo nombre real fue Karol Wojtyła, fue el 264º Papa de la
Iglesia Católica y monarca soberano de la Ciudad del Vaticano de 1978 a 2005.
Anteriormente, había sido Obispo auxiliar (desde 1958) y Arzobispo de Cracovia, (desde
1962). Fue el primer papa polaco en la historia, y uno de los pocos en los últimos siglos
que no nacieron en Italia. Su pontificado de 26 años ha sido el tercero más largo en la
historia de la Iglesia Católica, después del de San Pedro (se cree que entre 34 y 37 años)
y el de Pío IX (31 años).El 16 de octubre de 1978, tras dos días de deliberaciones del cónclave,
Wojtyła fue elegido, adoptando el nombre de Juan Pablo II, y convirtiéndose, con 58
años, en el Papa más joven del siglo XX y en el primero no italiano desde 1522.
El 5 de noviembre de 1978 inició el primero de sus 144 viajes por Italia.
El 25 de enero de 1979 comenzó el primero de sus 104 viajes fuera de
Italia, el último de los cuales fue el 14 de agosto de 2004 a Francia.Último cambio: 09/08/2017 1:49:00 - Cantidad de caracteres: 13887 - Cantidad de palabras: 2922
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Debido a sus múltiples viajes al extranjero fue conocido entre los medios
de comunicación, en particular en América Latina, como «el atleta de Dios», «el
caminante del Evangelio», el «Papa viajero» o el «Papa peregrino».
Durante su prolongado mandato, Juan Pablo II superó numerosas marcas:
no sólo fue el pontífice más viajero hasta el momento, sino también el que proclamó más
santos y beatos durante su pontificado (el número de santos y beatos elevados a los
altares por él equivale al llevado a cabo en los cuatrocientos años anteriores).En 1978, al inicio de su pontificado, medió en el Conflicto limítrofe del
Beagle entre Argentina y Chile, cuando ambos países se encontraban al borde de un
enfrentamiento bélico que Juan Pablo II logró evitar. A tal efecto, envió como su
representante al Cardenal Antonio Samoré quien, luego de arduas negociaciones,
felizmente logró un acuerdo de paz entre ambos países el 6 de Enero de 1979.
Desde el atentado contra su vida sufrido el 13 de mayo de 1981, mientras
saludaba a los fieles en la Plaza de San Pedro, a manos de Mehmet Ali Agca (lo cual
motivara la construcción de un vehículo especial con cristales blindados diseñado
especialmente para este tipo de actos y que fue popularmente bautizado como
Papamóvil), comenzó a sufrir diversos problemas de salud: además de las dificultades
que tuvo para recuperarse de las heridas de bala que sufrió en el estómago y en una
mano, padeció luego un cáncer de intestino, la fractura del fémur y de un hombro y,
desde los años 1990, tuvo que sobrellevar la enfermedad de Parkinson, de origen
genético.
Esto no impidió que, a fines de los años 80, su actuación en Polonia y su
influencia en los acontecimientos que se producían en el entonces bloque comunista
contribuyeran de modo considerable a la caída de los regímenes de Europa del Este,
según coinciden numerosos historiadores.
Pese a su implacable deterioro físico, en marzo de 2003 Juan Pablo II se
opuso con todas sus fuerzas y autoridad a la invasión estadounidense de Irak.
Entre los principales episodios de su pontificado está la primera visita de
un Papa a una iglesia luterana (Roma, 1983), la primera a una sinagoga (Roma, 1986), la
Jornada Mundial de Oración por la Paz (Asís, 1986), visitó un país ortodoxo, Grecia, y
entró en una mezquita, la de Damasco (Siria), siendo la primera vez que un Pontífice
católico pisaba una mezquita y oraba en su interior.
Asimismo, figuran el primer encuentro de un Papa con una comunidad
musulmana (Casablanca, 1985), el Año Santo de 1983, a partir del cual creó las Jornadas
Mundiales de la Juventud.
También se destaca el encuentro con el último presidente de la URSS,
Mijaíl Gorbachov, en diciembre de 1989, la normalización de la Iglesia Católica en los
países europeos hasta entonces comunistas, y la visita realizada en enero de 1998 a
Cuba, donde fue recibido con todos los honores por Fidel Castro.
Juan Pablo II, fue el primero en reconocer en 1986 los derechos
nacionales del pueblo palestino y entablar relaciones diplomáticas plenas con Israel en
1994.
Su gran deseo, que materializó, fue llegar al año 2000, abrir la Puerta
Santa de la Basílica de San Pedro e introducir a la Iglesia en el tercer milenio con el
Jubileo del 2000 .En la primavera de 2000 pudo por fin pisar Tierra Santa.
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Juan Pablo II ha sido aclamado como uno de los líderes más influyentes
del siglo XX, y jugó un papel decisivo para poner fin al comunismo en su Polonia natal
y, finalmente, a todos los de Europa, así como para la mejora significativa de las
relaciones de la Iglesia Católica con el judaísmo, el islam, la Iglesia Ortodoxa Oriental, y
la Comunión Anglicana.
Fue uno de los líderes mundiales más viajeros de la historia, visitando 129
países durante su pontificado, hablando además los idiomas siguientes: italiano, francés,
alemán, inglés, español, portugués, ucraniano, ruso, croata, el esperanto, griego antiguo
y latín, así como su natal polaco. Como parte de su especial énfasis en la llamada
universal a la santidad, beatificó a 1.340 personas y canonizó a 483 santos, más que la
cifra combinada de sus predecesores en los últimos cinco siglos.
Tras una fractura en el cuello del fémur, su salud empezó a ser objeto de
numerosas especulaciones debido al deterioro físico sufrido y a su avanzada edad, que
irán a más hasta 2005. En aquel año tuvo que ser hospitalizado por un síndrome de
dificultad respiratoria. Se le realizó una traqueotomía a mediados de marzo.
Hacia finales del mismo mes su estado se agravó y entre el 31 de marzo y
el 1 de abril sufrió una septicemia por complicación de una infección de vías urinarias.
En sus últimos días, cuando ya no podía hablar a la gente, un obispo
argentino, monseñor Leonardo Sandri, hoy cardenal, se convirtió en la voz del Papa.
Su muerte se produjo el 2 de abril de 2005 a las 21:37 hora de Italia,
debido a una septicemia y a un colapso cardiopulmonar irreversible, agravado por su
enfermedad de Parkinson. Tenía 84 años. En su agonía, le dictó a su secretario,
Stanisław Dziwisz, una carta en la que decía:"Soy feliz, séanlo también ustedes. No
quiero lágrimas. Recemos juntos con satisfacción. A la Virgen confío todo felizmente".
El portavoz del Papa, Joaquín Navarro Valls afirmó también que el pontífice, en sus
últimos momentos, dedicó unas palabras a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro,
sobre todo gente joven: “Yo los he buscado y ahora ellos vienen a buscarme, les doy las
gracias”, y realizó el gesto de la bendición hacia la ventana de sus aposentos, hacia los
fieles apostados en la Plaza de San Pedro.
Sus últimas palabras fueron "Déjenme ir a la casa de mi Padre".
El 13 de mayo de 2005, el Cardenal Camillo Ruini, Vicario para la ciudad
de Roma, dio formalmente por iniciado el proceso de beatificación de Juan Pablo II;
para ello, Benedicto XVI concedió el 28 de abril dispensa del plazo de cinco años de
espera después de la muerte requerido por el derecho canónico para iniciar el proceso de
beatificación, de modo similar a como hizo el mismo Juan Pablo II con el proceso de
beatificación de la Madre Teresa de Calcuta.
El 2 de abril de 2007, dos años después de su muerte, concluyó la fase
diocesana del proceso de beatificación, reuniéndose todos los testimonios sobre su vida
y los presuntos milagros.
Finalizada la primera fase de su proceso de canonización, le fue
concedido el título de Siervo de Dios.
El 19 de diciembre de 2009 fue declarado Venerable por Benedicto XVI.
Un milagro atribuido a su intercesión fue analizado y considerado inexplicable según la
ciencia, por lo que tras diversas reuniones el Papa Benedicto XVI autorizó la
beatificación de Juan Pablo II en enero de 2011. La solemne ceremonia de beatificación
se realizará en el Vaticano el domingo 1 de mayo de 2011.
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Este proceso de beatificación ha sido catalogado como el más corto de la
historia de la Iglesia Católica moderna, ya que duró seis años y 30 días, superando en un
mes el proceso de beatificación de Teresa de Calcuta. Durante el mismo se analizó de
manera minuciosa, con completos estudios médicos, el milagro de la curación de Sor
Marie Simon así como al resto de su vida. El decreto de Benedicto XVI declara a Juan
Pablo II como “digno de veneración” por un sacerdocio limpio e intachable y una vida
ejemplar y digna de admiración cristiana. Proseguirá dicho proceso hasta, si se cree
oportuno, la canonización de quien fuera en vida Juan Pablo II.Juan Pablo II en nuestra patria
A toda esta larga enumeración de virtudes personales, de viajes realizados
a centenares de países y de miles de documentos y proyectos realizados en su
prolongado y prolífico mandato, debemos resaltar con orgullo argentino, las dos
oportunidades en que Juan Pablo II visitó nuestra patria.
Primera visita: Acontecida los días 11 y 12 de junio de 1982, en pleno conflicto bélico
entre la Argentina e Inglaterra.En efecto, el 2 de abril de 1982 la Argentina recupera las Islas Malvinas,
lo que desencadena la reacción británica y sobreviene la guerra entre la Argentina y el
Reino Unido. En esos días se conoce la noticia de que el 28 de mayo el Papa haría una
visita apostólica a Gran Bretaña, largamente preparada. Es entonces cuando Juan Pablo
II, con paternal delicadeza, decide efectuar fuera de todo programa y sin preparación
alguna, una visita fugaz a la Argentina. Inmediatamente escribe una carta a los
argentinos fechada el 25 de mayo, que comenzaba diciendo: «A los queridos hijos e
hijas de la Nación Argentina: Os escribo por mi propia mano porque siento que debo
repetir el gesto paternal del Apóstol Pablo hacia sus hijos, abrazándolos en la fe». El
Sumo Pontífice expresó que su viaje a la Argentina era eminentemente pastoral. «Mi
viaje a la capital argentina –dijo– es un viaje de amor, de esperanza y de buena voluntad,
de un Padre que va al encuentro de los hijos que sufren».
Esa visita constituyó, un «acontecimiento nunca visto en el país» y «tal
vez la mayor concentración de gente que haya recibido el Papa en las trece visitas que,
hasta el presente, había realizado a otros países del mundo».
Arribó a nuestra patria y besó nuestro suelo el día 11 de junio de 1982.
Durante los 40 kilómetros de su viaje desde el aeropuerto de Ezeiza hacia la Catedral de
Buenos Aires por las autopistas Ricchieri y 25 de Mayo, miles de personas, a pesar del
crudo tiempo invernal, saludaban con desbordante entusiasmo al Santo Padre, que
respondía visiblemente emocionado a los saludos de la multitud.
Ese mismo día, el Santo Padre también viaja a Luján. En la Basílica
Nacional, ante la imagen de la Patrona de la Argentina, Juan Pablo II oró por la paz y
luego le ofreció a la histórica imagen de la Virgen María la «Rosa de Oro» que le había
traído desde Roma. Concelebró la Misa con los cardenales, obispos y sacerdotes
presentes, ante una multitud calculada en una cifra cercana a las 700.000 personas. Juan
Pablo II pronunció una homilía en la que exhortó a imitar a Cristo, pidió por los muertos
en la guerra con Gran Bretaña y por la rápida terminación del conflicto.
Al día siguiente, y luego de saludar a la multitud desde los balcones de la
Curia Arzobispal en Plaza de Mayo, se dirigió en «papamóvil» hasta Palermo, donde se
había levantado un gigantesco altar junto al Monumento de los Españoles, en el que se
concelebró la Santa Misa ante una inmensa multitud. Durante su homilía se refirió a la
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celebración del Corpus Christi, les habló con especial énfasis a los jóvenes argentinos,
pidió por la paz y recordó a los muertos y heridos en la guerra de las Malvinas.
Finalizada la Santa Misa, nuevamente se sucede la repetición de un
mismo espectáculo: abigarradas y entusiastas multitudes aplaudieron y vitorearon el
paso del Papa por las calles de Buenos y por las autopistas que lo condujeron al
Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Allí el Pontífice pronunció su discurso de despedida
que concluyó con un «¡Hasta la vista!».La segunda visita del Sumo Pontífice a nuestro País, aconteció durante la
semana del 6 al 12 de abril de 1987, coincidiendo ello con la conmemoración del inicio
de la Semana Santa.
Esta vez la Argentina vivió uno de los acontecimientos más
trascendentales de su historia religiosa: la segunda visita del Santo Padre Juan Pablo II
que, como maestro de la fe, efectuó un recorrido por el país que abarcó 10 ciudades:
Buenos Aires, Bahía Blanca, Viedma, Mendoza, Córdoba, Tucumán, Salta, Corrientes,
Paraná y Rosario.
En el aeroparque Jorge Newbery, el Papa dijo que sentía una «profunda
alegría y una gran emoción al pisar por segunda vez esta bendita tierra de la Argentina”.
Desde el aeropuerto se trasladó en papamóvil hasta la catedral
metropolitana, y de allí a la vecina Casa de Gobierno.
El presidente Raúl Alfonsín, en un gesto excepcional, recibió al Papa al
pie de la escalinata que da a la calle Rivadavia.
Terminado el encuentro, Juan Pablo II se asomó al balcón de la Casa
Rosada para saludar a la gran multitud que se había congregado en la Plaza de Mayo
para vitorearlo.
El viernes 10 de abril de 1987, se trasladó desde la Nunciatura Apostólica
al estadio del club Vélez Sársfield, donde celebró la Santa Misa dedicada a las personas
consagradas y a los agentes de pastoral, ante un estadio totalmente colmado.
Esa misma tarde, se trasladó hacia el Mercado Central de Buenos Aires,
donde les habló a más de 300.000 trabajadores, quienes lo saludaron con gran
entusiasmo.
El sábado 11 de abril de 1987, por la noche, la comitiva papal se dirigió
en papamóvil a la avenida 9 de Julio, para tener su encuentro con jóvenes de todo el
mundo, presentes en Buenos Aires con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud,
que se realizaba por primera vez en la historia, fuera de la Ciudad del Vaticano. Una
impresionante multitud de jóvenes, recibió a Juan Pablo II con luces de colores y los
sonidos luminosos y festivos de los fuegos artificiales y por el ondear de miles de
pañuelos y banderas.
El domingo 12 de abril de 1987, el Papa celebró en la avenida 9 de Julio
la Solemne Misa del Domingo de Ramos, con la que se clausuraba la Jornada Mundial
de la Juventud y se daba inicio a la Semana Santa. Era la primera vez, en la historia
moderna del papado, que el Santo Padre no celebraba la fiesta de Ramos en Roma. Se
calcula que se reunieron más de 1.500.000 de personas, la mayor concentración en la
historia de la Argentina. Los testimonios gráficos reflejados en los principales diarios del
país, mostraban una impresionante multitud que, apretujada pero feliz y en calma,
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colmaba íntegramente la Avda. 9 de Julio, desde Cerrito hasta Carlos Pellegrini y desde
la Avda. Santa Fe -donde estaba emplazado el Altar- hasta la Avda. de Mayo.
Estuvieron presentes el presidente de la República doctor Raúl Alfonsín y
las más altas autoridades del país de todos los ámbitos. En el altar se había colocado la
auténtica imagen de la Virgen de Luján, que el día anterior había sido traída
procesionalmente por los jóvenes.
Juan Pablo II se dirigió a la imagen de la Virgen de Luján y pronunció el
acto de consagración a Nuestra Señora. Terminada la celebración, el Papa rezó el
«Angelus» ante la imagen de la Virgen de Luján.
Desde la avenida 9 de Julio, Juan Pablo II se trasladó en papamóvil a la
sede de la Conferencia Episcopal Argentina que bendijo e inauguró.
Después de este acto se trasladó al Teatro Colón para tener un encuentro
con el mundo de la cultura argentina.
Del Teatro Colón el Papa salió rumbo al aeropuerto de Ezeiza donde
pronunció un discurso de despedida.
La segunda visita de Juan Pablo II al país había finalizado, dejando en
todos los argentinos una profunda emoción.
Por todo ello, entiende este legislador que el nombrado debe tener en
nuestra ciudad un homenaje digno de tales antecedentes.En mérito a ello, es que se propone el cambio de nombre de una de las
calles representativas de la Ciudad Autónoma, como tributo merecido a la vida y obra de
uno de los papas más reconocidos en la historia.Se ha elegido, a tales fines a la Avenida Santa Fe, en toda su extensión,
para rendir tal homenaje.Tal elección no ha sido realizada al azar, ni caprichosamente; antes bien,
y de acuerdo a los hechos expuestos en la presente fundamentación, fue en dicha avenida
en la cual fuera emplazado el altar desde el cual, en el domingo pascual de fecha 12 de
abril de 1987, Juan Pablo II, celebró la Solemne Misa del Domingo de Ramos, con la
que se clausuraba la Jornada Mundial de la Juventud y se daba inicio a la Semana Santa,
ante más de 1.500.000 personas.Por ello, pido a los señores diputados acompañen el presente proyecto de
ley.-
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