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Desde el embrión al bebé.
En este capítulo podremos conocer la increíble transformación de un conjunto
de células sin forma aparente en un pequeño ser humano. En menos de nueve
meses, el nuevo bebé habrá sorteado un enorme número de peligros y
amenazas, al punto de que su eventual nacimiento es un auténtico milagro.
Cabe destacar que existen dos formas de referirse a la duración del embarazo.
La primera, considera que el embarazo inicia en el instante en que ocurre la
fertilización. Considerado de esta manera, el embarazo tiene una duración de
treinta y ocho semanas. La segunda, es el producto de una convención entre
los médicos y considera la duración del embarazo como el número de semanas
que van desde la última menstruación hasta el nacimiento del nuevo ser.
Considerado de esta forma, si la mujer ovuló el día catorce de su ciclo, el
embarazo tendrá una duración de cuarenta semanas. La primera de estas
convenciones es la adoptada a lo largo de este título.
Es importante señalar que el embarazo puede durar entre 38 y 42 semanas,
siendo 40 semanas la duración considerada habitualmente normal.
Semanas tercera y cuarta.
Entre las semanas tercera y cuarta, desde la fertilización, la masa de célula
internas del blastocisto, seguirá multiplicándose hasta formar el embrión. Las
tres capas germinales del embrión(ectodermo, mesodermo y endodermo)
generarán todos los tejidos y órganos del nuevo ser humano.
La capa externa conocida como ectodermo dará origen al sistema nervioso
central y al denominado sistema nervioso autonómico donde se encuentran los
órganos de los sentidos siendo el principal el cerebro, la epidermis y otros
tejidos anexos incluyendo uñas, pelo, glándulas mamarias e hipófisis.
Del mesodermo o capa intermedia se derivan los huesos, cartílagos, músculos,
corazón, sistema vascular, sangre, riñones, testículos y ovarios, bazo y corteza
suprarrenal.
Del endodermo o capa interna derivan el hígado, páncreas, la mucosa interna
del sistema gastrointestinal y respiratorio, vejiga, parte de la uretra y tímpanos.
Con la ayuda de equipos de ultrasonido, el huevo puede ser visualizado
apareciendo como una pequeña sombra blanca en el interior de un saco lleno
de líquido llamado saco gestacional.
Una observación directa y aumentada del embrión permitiría comprobar que
en esta etapa las capas germinales se han diferenciado y develan la forma
característica de un futuro cuerpo.
En la cuarta semana el embrión adopta una forma recta, observándose el tubo
neural y hacia los lados los denominados somitas, que darán origen al
esqueleto y a la musculatura. Comienza a formarse la cara y el cuello, el
corazón se hace prominente.
Al crecer la cabeza, el embrión se encorva. Puede reconocerse el origen de las
extremidades superiores, las fosas auditivas y, algo más tarde en esta misma
semana, el brote de las extremidades inferiores.
Uno de los elementos más relevantes y conmovedores para los padres, es el
hecho de que ya a estas alturas el embrión tiene en su interior un brillo que se
enciende y apaga cuando se observa por ultrasonido. Es el corazón, que no
dejará de latir por el resto de su vida. Al final de esta semana, el embrión crece
de 2 a 5 mm. El saco vitelino mide entre tres y cuatro milímetros.
Semanas quinta y sexta.
El cerebro crece rápidamente, haciendo que la cabeza se convierta en una
parte importante del embrión. La cabeza se flecta. La cara hace contacto con la
prominencia del corazón. Aparecen las fosas olfativas y comienza el
desarrollo del oído externo. Las extremidades superiores se diferencian en
brazo, antebrazo y la placa que dará origen a las manos.
Por primera vez el latido del corazón puede ser escuchado mediante un
examen de ultrasonido. Esta etapa del desarrollo de la gestación es también de
enorme significado para los padres, ya que les permite relacionarse con su
futuro hijo a través de una experiencia visual y auditiva. Cada vez más, esta
pequeñísima criatura, comienza a expresarse como un ser completo.
Entrando en la sexta semana es posible distinguir la parte externa del oído, los
ojos son más evidentes al aparecer el pigmento de la retina. En las
extremidades superiores se reconocen los codos, las muñecas y las estructuras
que se transformarán en los dedos. Los brotes de las extremidades inferiores
ya permiten diferenciar muslo, pierna y pie.
Al comienzo de la quinta semana el embrión mide entre seis y once
milímetros; al final de la sexta semana habrá alcanzado entre catorce y
veintiún milímetros.
Semanas séptima y octava.
Hacia la séptima semana, la cara ha alcanzado el aspecto de la especie
humana. La nariz aparece desarrollada, los labios superior e inferior están
completos; las mejillas, párpados y oídos externos son ya claramente
reconocibles. El intestino comienza a desplazarse hacia su ubicación definitiva
y parte se ubica en el cordón umbilical.
La octava semana es la última del período embrionario. Durante estas
primeras semanas, es el ovario quien ha sustentado el incipiente embarazo a
través de la producción de hormonas. De ahora en adelante, el embrión y la
placenta se independizarán del ovario, haciéndose cargo de la producción
hormonal necesaria para mantener el desarrollo del feto.
En cuanto a la anatomía embrionaria, los dedos de las manos aún son cortos y
están unidos por membranas. También se forman los rayos que darán origen a
los dedos de los pies. Es perceptible una pequeña cola de unos 3 milímetros de
longitud. Los párpados y oídos externos son más visibles y el cordón
umbilical ha reducido su tamaño relativo.
Hacia el fin de la octava semana, los dedos de las manos y los pies están bien
definidos y la cola habrá desaparecido casi completamente. En esta etapa la
cabeza corresponde a casi la mitad del tamaño total del embrión y es posible
registrar actividad eléctrica en su cerebro. Aunque es posible distinguir
diferencias en los genitales externos, es aún muy difícil distinguir con un
examen ecográfico el sexo del futuro bebé. Al final de la octava semana se ha
completado el período embrionario y se han estructurado los órganos y
sistemas. Si ha estas alturas del desarrollo no se han registrado
malformaciones serias, lo más probable es que ellas ya no sucederán. En
directa relación con esto, el peligro de un aborto disminuye de forma
importante.
Hacia el final de la octava semana el embrión mide entre 27 y 31 milímetros.
El desarrollo alcanzado hasta aquí, permite reconocer incuestionablemente un
nuevo ser humano. Los cambios han sido graduales. A partir de este momento
se dará un rápido crecimiento del cuerpo y los tejidos y órganos se
diferenciarán, dándose inicio al período fetal.
Tercer mes.
El tercer mes, marca el final del desarrollo del embrión y el comienzo del
desarrollo del feto. La principal característica es un crecimiento progresivo del
cuerpo y el desarrollo funcional del cerebro y de los órganos de los sentidos.
Al final del tercer mes, el feto se relaciona con la madre a través de la
placenta. A este órgano le corresponde una doble función. Por un lado, lleva
nutrientes desde la madre hacia el feto y, por otro lado, permite la eliminación
de desechos desde el feto hacia la madre. El feto se oxigena y respira a través
de la placenta, la cual se haya unida al feto a través del cordón umbilical.
La placenta consta de dos partes: una porción fetal y una materna. Esta última,
que es más pequeña, se deriva del endometrio.
El feto esta inmerso en un fluido denominado líquido amniótico, el cual esta
contenido por las membranas ovulares que revisten el útero. Este líquido
protege al feto de traumatismos, lo ayuda a mantener la temperatura uniforme
y constituye un espacio de intercambio entre la madre y el feto.
Durante este período se destacan los rasgos de la cara y aparecen las primeras
zonas de calcificación en el esqueleto. El intestino se ubica dentro del
abdomen y se reconocen claramente los genitales externos. Un especialista ya
esta en condiciones de reconocer el sexo del bebé, siendo especialmente
confiable la determinación del sexo masculino.
El feto incrementa la producción de glóbulos rojos, primeo en el hígado y
luego en el bazo. También comienza la producción de orina, que contribuye a
la formación de líquido amniótico, parte del cual será deglutido por el feto.
Durante el tercer mes, el feto duplica su tamaño desde unos 50 a 100 mm,
mientras que su peso aumenta de 8 a 45 gramos.
Cuarto mes.
El feto continúa creciendo aceleradamente. La proporción entre cabeza y
cuerpo se acerca más a la de un bebé. En cara, los ojos se desplazan a una
posición más anterior. Las orejas alcanzan su posición definitiva.
El proceso de osificación del esqueleto se acelera. El feto muestra gran
movilidad que puede ser apreciada en ultrasonido. Ocasionalmente, la madre
puede sentir los movimientos del feto, particularmente las mujeres que han
tenido hijos previamente.
En los ovarios del feto femenino, ya se observan los folículos primarios con
las estructuras preliminares de los óvulos, llamados oogonios. Algunas de
estas células continuarán su desarrollo al iniciarse la pubertad.
Hacia la semana 16 ya mide unos 14 cm desde la cabeza hasta la región de las
nalgas y pesa unos 200 gramos.
Quinto mes.
El feto ya ha adquirido las proporciones que exhibirá al nacer, incluyendo las
extremidades. A estas alturas, la madre percibe con nitidez, los movimientos
fetales. La piel del feto se ha cubierto de una sustancia protectora conocida
como vernix caseosa; este material grasoso es una mezcla de secreciones de
las glándulas sebáceas y células muertas de la piel. El feto presenta una
vellosidad fina llamada lanugo, y las cejas, pestañas y cabello comienzan a
hacerse visibles en forma de finos pelos blancos.
El feto genera tejido graso en diversas zonas de su cuerpo. El metabolismo de
éstos ácidos grasos genera calor que lo ayudará a regular su temperatura
corporal.
En el feto femenino se ha terminado de formar el útero y comienza la
canalización de la vagina. En el feto masculino, los genitales también se
encuentran desarrollados, pero los testículos permanecen en el interior del
abdomen.
De producirse el nacimiento, el feto no tiene la capacidad de sobrevivir, ya
que el sistema respiratorio no ha alcanzado su desarrollo completo.
Desde la cabeza a las nalgas mide unos 19 cm y aproximadamente 23 cm de la
cabeza a los pies.
Hacia las 20 semanas (desde su concepción) o 22 semanas (desde el último
período menstrual), ya pesa unos 460 gramos.
Sexto mes.
En el sexto mes, la piel se encuentra arrugada y es rosa a rojiza. Es un tejido
delgado y brilloso, desprovisto de grasa. Las uñas de las manos y las huellas
digitales de los pies y de las manos ya son visibles. Los ojos están
parcialmente abiertos.
Durante este período se producen cambios muy importantes en el pulmón. Se
desarrollan las estructuras finas terminales, en donde se produce el
intercambio gaseoso que permitirá el paso de O2 desde los alvéolos a la sangre
del feto. Los pulmones se expanden en un proceso favorecido por la
producción de una sustancia tensoactiva que evita el colapso de los alvéolos al
momento de nacer.
De nacer en esta etapa, el feto tiene posibilidades de sobrevivir, siempre y
cuando reciba los cuidados intensivos adecuados en una unidad de recién
nacido.
Los movimientos de la pared torácica y del diafragma pueden ser observados
por ultrasonido y se consideran símbolo de bienestar fetal.
En el sexto mes, el feto duplica su peso de 500g a 1kg. De la cabeza a los pies
mide aproximadamente 33cm.
Séptimo mes.
Al final de este período, el feto tiende a adoptar una posición longitudinal en
relación con la madre y su cabeza apunta, en la mayoría de los casos, hacia
abajo. La mitad del volumen uterino la constituye el líquido amniótico, lo que
permite la percepción de los movimientos fetales claramente por la madre y
otros observadores.
El sistema nervioso más maduro ya controla los movimientos de la pared
torácica, el ritmo cardíaco y la termorregulación del feto. Cuando el feto
recibe estímulos auditivos o se estimulan sus movimientos corporales,
responde acelerando su ritmo cardíaco.
El pelo de la cabeza y el lanugo están bien desarrollados. Los ojos están
abiertos y aparecen las uñas de los pies. Han aumentado los depósitos de grasa
bajo la piel en el tejido subcutáneo.
Hasta aquí, el hígado y luego el bazo han cumplido la función de producción
de glóbulos rojos. De aquí en adelante, la producción de glóbulos rojos la
tomará progresivamente la médula ósea.
Al final de este período mide unos 38cm entre la cabeza y los pies y ha
alcanzado un peso de alrededor de 1500g.
Octavo mes.
La piel del feto es ya rosada y lisa, y las extremidades han acumulado
suficiente tejido graso como para adquirir un aspecto acolchado.
En caso de sospecha de alguna anomalía, es posible conocer algunos aspectos
del desarrollo funcional del feto a través de una muestra de líquido amniótico
que se extrae mediante una punción de la pared del abdomen de la madre. El
líquido amniótico permite evaluar la presencia de algunas moléculas que se
relacionan con la madurez del sistema respiratorio, la función renal y el
funcionamiento del hígado o sistema hepático.
Durante el octavo mes, es posible obtener registros de los movimientos
oculares del sueño y ondas eléctricas coincidentes con las del sueño y la
vigilia. Durante este mes el feto aumenta su masa corporal y continúa el
desarrollo de sus órganos. En caso de nacer, con cuidados médicos
relativamente menores, el bebé tiene una alta probabilidad de sobrevivir.
El feto mide entre 43 y 44cm y su peso promedio alcanza los 2500g.
Noveno mes.
Durante el noveno mes, el feto aumenta su peso de 200 a 300g por semana,
observándose que en promedio los fetos masculinos alcanzan un peso algo
mayor que los femeninos. Estamos ya en la fase culminante de un proceso de
9 meses. El parto es inminente.
En el parto se distinguen tres etapas: dilatación, salida del feto y
alumbramiento.
El día del parto las contracciones uterinas tienen lugar en intervalos regulares
y son progresivamente más dolorosas.
Durante la primera etapa, el cuello del útero comienza un proceso de
dilatación hasta alcanzar unos 10cm en los momentos previos al parto.
El feto, aún dentro del útero, adopta la posición más favorable para su salida.
El mentón se apoya sobre el pecho. Las extremidades superiores e inferiores
se flectan y permanecen pegadas al cuerpo.
Durante el parto, la cabeza del feto se va acomodando en la pelvis materna y a
medida que las contracciones del útero lo presionan hacia abajo comienza a
rotar hasta que la cara queda mirando hacia el dorso de la madre y los
hombros se orientan hacia los costados de ella. Al pasar por la vagina, la
cabeza gira y queda mirando hacia un lado y los hombros se acomodan de
manera que queda uno hacia adelante y el otro dirigido hacia el dorso materno.
Cuando los hombros han pasado, el resto del cuerpo lo hará fácilmente.
Concluye con ello la etapa de salida del feto.
Tras su expulsión, el recién nacido permanece unido a la madre a través del
cordón umbilical. Diversos estímulos sensoriales y variaciones en la presión
de O2 y CO2, harán que el bebé comience a llorar y a moverse vigorosamente.
Tras cortar el cordón umbilical, el bebé es, desde un punto de vista biológico,
completamente independiente de su madre y comienza un nuevo período de
desarrollo en su vida.
Luego del nacimiento, ayudada por contracciones del útero, la placenta y los
anexos ovulares son expulsados, completándose la última etapa del parto, el
alumbramiento.