Download GEOINGENIERIA-No hay planeta B

Document related concepts

Geoingeniería wikipedia , lookup

Economía del calentamiento global wikipedia , lookup

Mitigación del cambio climático wikipedia , lookup

Calentamiento global wikipedia , lookup

Economía baja en carbono wikipedia , lookup

Transcript
No hay planeta B
Silvia Ribeiro
Un variopinto sector, que
abarca algunos científicos,
grandes inversores, poderosos
gobiernos y algún ambientalista
despistado, convergen en
impulsar la geoingeniería o
manipulación del clima,
alegando que “no se puede”
cambiar las causas de la crisis
climática. Proponen entonces
un “plan B”: técnicas para
manipular grandes trozos del
planeta, desde oceános a la
estratósfera, para contrarrestar
los efectos del calentamiento
global. Saben que implica
enormes riesgos y por eso
afirman que es solamente para
“casos de emergencia” –que
ellos mismos definirán cuándo
ocurre.
El lobby del carbón (cabilderos
de las industrias de petróleo,
energía y transportes), que por
décadas negó que había
cambio climático, cambió el
discurso. Ahora lo aceptan, pero
son grandes entusiastas de la
geoingeniería. Para estas
poderosas industrias (y los
gobiernos que les sirven), es
excelente la perspectiva de no
tener que cambiar nada:
proponen enfriar el planeta con
tecnologías de alto riesgo,
mientras siguen calentándolo
sin parar. Así mantienen el lucro
que obtienen con las sucias
actividades que provocan el
cambio climático y consiguen
ganancias adicionales con
nuevos megaproyectos de
geoingeniería.
El pésimo resultado de las
negociaciones sobre el clima en
Copenhague el pasado
diciembre, alentó más a estos
piratas globales, que cuentan
con un reducido pero influyente
sector científico que les teje el
discurso de justificación. La
geoingeniería, que era vista
como un absurdo, ahora ocupa
lugares en publicaciones
científicas y grandes medios.
Instituciones como la Sociedad
Real del Reino Unido, la
Academia de Ciencias de
Estados Unidos y otras, han
organizado reportes y
seminarios que concluyen que
se debe invertir recursos
públicos, además de privados,
en la investigación y
experimentación de
geoingeniería. Son informes
parcializados, con participación
de geoingenieros y ninguna o
escasa apreciación crítica e
independiente, pero son la base
para la acción de algunos
gobiernos.
En febrero 2010 los comités de
ciencia y tecnología de Estados
Unidos y Reino Unido
convocaron audiencias con
participación casi exclusiva de
promotores de la geoingeniería.
Luego anunciaron que están
elaborando legislación para
financiar y permitir estos
experimentos. Esto es muy
grave, porque lo que se haga
para manipular el clima –que es
un sistema global e
interdependiente– no es ni
nunca será, competencia de
unos o de pocos países, es
problema de todos. Hablar de
“legislación nacional” es
simplemente una coartada para
jusitficar experimentos que
seguramente tendrán impactos
dramáticos en otros países,
incluso muy lejos de donde se
inicien.
Para atajar la crítica, los
impulsores de la geoingeniería
convocan ahora a una reunión
en Asilomar, California, en
marzo 2010, para crear
“códigos de conducta
voluntarios”. Se reúnen allí,
intentado imitar la reunión que
en el mismo lugar hicieron
biotecnológos en 1975,
justamente para evitar que se
desarrollara regulación y
supervisión independiente.
Una de las propuestas de
geoingeniería que más se
impulsan actualmente, es la
inyección de nanopartículas
azufradas en la estratósfera,
para crear sombrillas gigantes
que tapen los rayos solares.
David Keith, un entusiasta de la
geoingeniería, consiguió
recientemente que se le
publicara un artículo
pretendidamente serio sobre el
tema, en la revista Nature
(28/1/2010). Este tipo de
ingeniería se inspira en la
erupción del volcán Pinatubo en
1991 en Filipinas, cuya nube
volcánica bajó la temperatura
global 0.5 grados mientras se
mantuvo. Claro que cualquiera
que haya estado en el área de
alcance de una nube volcánica,
sabe que su descenso tiene
impactos: la ceniza tóxica daña
cultivos, flora, fauna y seres
humanos. Provoca acidificación
de mares y bosques.
Los que propugnan este método
–hecho público por el premio
Nobel Paul Crutzen en 2006 –
saben que las partículas
inyectadas caerán
posteriormente, causando
daños similares en mar y tierra,
además de muerte prematura
de cientos de miles de personas
(medio millón según
estimaciones). Crutzen contestó
a estas advertencias que
también el cambio climático
amenaza la vida de la gente.
Irónicamente, también se
agravará el agujero en la capa
de ozono, que ya tiene impactos
serios en varios países del
mundo: aumento notable de
cáncer de piel en humanos y
ceguera en ganado
comprobados.
Alan Robock, un eminente
climatólogo, analizó la
propuesta de crear estos
parasoles azufrados. Además
de confirmar varios de los
impactos aquí mencionados,
indicó que aunque los
experimentos se hicieran en el
Ártico (con la idea de “enfriar”
los países del Norte, que es el
objetivo de sus promotores, lo
que suceda en el Sur no les
importa) tendrían impactos en
los patrones de precipitación y
vientos globales, alterando los
monzones en Asia y
aumentando la sequía en Africa.
Robock señala que esto pondría
directamente en riesgo las
fuentes de agua y alimentos de
unos 2000 millones de personas
(Science, 29/1/2010). Explica
también que para saber que
sucedería con la inyección de
azufres, habría que hacerlos a
una escala de tal magnitud que
no serían “experimentos”, sería
directamente despliegue de
geoingenería, con efectos
irreversibles, porque una vez
colocadas en la estratósfera, las
partículas no se pueden retirar a
voluntad.
Esta es solo una de las técnicas
de geoingeniería que se están
impulsando. Se suma a otras
como las de fertilización
oceánica (que fueron detenidas
por una moratoria global de
Naciones Unidas en 2008, pero
que los geoingenieros trabajan
para revertir).
La geoingeniería es un plan de
los mismos gobiernos y
empresas que provocaron el
cambio climático, para
convencernos que podrán
resolver el desastre con un
“plan B” que traerá más y
nuevos riesgos que lo anterior,
pero les permitirá mantener sus
privilegios.
Ellos habrán diseñado su plan
B, pero no existe un planeta B.
Es imperativo cambiar las
causas, no los síntomas, del
cambio climático. La única
regulación necesaria sobre
geoingeniería es una
prohibición global de cualquier
experimento o despliegue en el
mundo real.
- Silvia Ribeiro es
investigadora del Grupo ETC
más información en
www.etcgroup.org
-“El problema no es la
desobediencia civil, sino la
obediencia civil”.
Howard Zinn