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Universidad Don Bosco Introducción a la Teología P. Rafael Sánchez Tema 4 — U1: La Tradición y el Magisterio 1. El principio de la Tradición y las tradiciones apostólicas 2. Datos relativos al Magisterio 3. Los dogmas en la Iglesia 4. El teólogo en la Iglesia y ante el Magisterio 1. EL PRINCIPIO DE LA TRADICIÓN Y LAS TRADICIONES APOSTÓLICAS1 1.1 Nuestra época y las sociedades socialmente configuradoras. - Nuestra época está marcada por una superficial nostalgia de las tradiciones. Aunque es difícil la implantación profunda de una tradición que dé arraigo y que dé identidad. - Ciertamente se valoriza la función de la tradición, como enlace entre las generaciones y como signo de identidad cultural abierta a nuevas asimilaciones. - Un ejemplo clave de una sociedad configurada por la tradición: En el pueblo hebreo, como en todos los pueblos, la tradición está ligada al recuerdo. A la anamnesis. A esa operación mediante la cual los pueblos se remontan a sus antepasados; apuntan a matrices míticas o históricas que explican, a través de una etiología sagrada, sus modos de ser y de hacer. Este es el sentido del memorial en los pueblos orientales, y en particular en el pueblo hebreo, en el cual creer equivale a recordar la acción de Dios desde los antepasados y fundadores del pueblo: desde el principio. Creer, recordar, confesar. He aquí lo que hace el israelita que, ante el altar del Señor desgrana una historia, es decir, confiesa una tradición: «Mi padre era un arameo errante…» 1.2 La tradición en el AT - El pueblo de Israel se consideró sostenido y traspasado por un mensaje revelado (oral y escrito) importantísimo para la identidad del pueblo, es decir, para que ese pueblo permanezca unido y fiel a su ser y a su misión. - Los elementos esenciales de una tradición, que se destacan en el AT: El mensaje revelado como un cuerpo de doctrina y de práctica (Torah). Ese mensaje se refiere siempre a un bereshit (a un principio), es decir a los (primeros) padres que recibieron las promesas de Dios; Su función configuradora, puesto que confiere la identidad al pueblo; La existencia de un aparato transmisor (sacerdotes, sacerdotes escribas, doctores); 1 J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 129-243; Cfr. H.J. POTTMEYER, «Tradición», en en LATOURELLE R.- FISICHELLA R., Diccionario de Teología Fundamental, Madrid: San Pablo, 1992, pp. 1560-1568. 1 El culto, elemento importante de la trasmisión del mensaje convertido en memorial que se puede celebrar; El carácter doctrinal o edificante (hagadda) y moral o jurídico del mensaje, tiene una doble dimensión: teórica y práctica; La forma escrita de la tradición no anula la forma oral, que envuelve a la escrita como una interpretación, lo que mantiene el mensaje en permanente actualización; El carácter fiel, repetitivo, de la transmisión; Su compilación en una confesión de fe que se remonta a un pasado en el que germinan las promesas. Esta confesión de fe no es necesario que tome la forma de un cuerpo doctrinal, ya que puede tomar la forma de la narración (Cfr. Dt 26,5). 1.3 Origen de la tradición cristiana - En el paso del AT al NT debemos hacer referencia a la plenitud cristológica: es decir, el Señor convive entre los hombres para autocomunicarse a través de esta convivencia. - En este sentido, el principio de la Tradición no será tanto la transmisión de unas verdades, o la transmisión de los segmentos de verdad contenidos en las tradiciones apostólicas, cuanto el acto originario de la traditio Christi Ecclesiae (la entrega de Cristo a su Iglesia), es decir, la comunicación de la Palabra viva de Dios recibida por la Iglesia en la luz y en la intelección del Espíritu Santo. - La “traditio Christi” es el hecho primordial y básico del que fluye toda ulterior transmisión oral o escrita. Porque la transmisión de Cristo a la Iglesia da lugar a la recepción apostólica del misterio de Cristo. Tradición y recepción son las dos caras de la misma moneda: la transmisión del don gratuito de Dios. - La recepción del misterio de Cristo por parte de los Apóstoles da lugar, a su vez, a la traditio apostolica, que primero se expresa como predicación oral y, luego, en forma de “regla de fe” escrita, implantada en la tradición e interpretada por la conciencia viva de la Iglesia. - La Escritura nace de la primera Tradición apostólica de la fe. Ambas manan de la misma fuente original: Cristo totalmente entregado a los suyos. - El principio objetivo de la Tradición es la autoentrega de Cristo. Esta entrega marca la conciencia viva de la Iglesia. La conciencia, que bien podemos identificarla con la fe la Iglesia, es el organismo vivo, subjetivo, que queda marcado por la entrega del Señor, desde el principio hasta el fin. - La Palabra dicha por el Padre se ha expresado en la humanidad de Jesús de Nazareth. Esto no puede entenderse como una legitimación de todas las tradiciones. Quiere decir que, desde el principio hasta la Iglesia actual, dondequiera que esté la Palabra, junto con sus mediaciones –Escritura, tradiciones, magisterio, etc.– allí está subyacente la Tradición, que es precisamente transmisión de la Palabra y, por consiguiente, la transmisión de la única fe de la Iglesia, como acto eclesial de recepción creyente de esa Palabra. 1.4 La predicación apostólica, cauce visible de la Tradición - La Iglesia, en el NT, por su naturaleza, será una comunidad transmisora e intérprete de la Palabra de Cristo. Por ejemplo, San Pablo es consciente de estar predicando una palabra que proviene de Dios y que engendra la fe de quienes la escuchan: “La palabra de la fe que predicamos” (Rm 10,8). 2 - La Palabra que estaba en el principio, pide ser predicada, y la predicación se convierte en una transmisión o tradición de esa Palabra que se hará carne en la historia. 1.5 El contenido y las formas - El contenido se identifica con el acontecer de la fe y éste es la entrega de Cristo, donador del Espíritu a los hombres. - “Una cosa es el depósito mismo de la fe, es decir las verdades que contiene nuestra venerada doctrina, y otra la manera como se expresa” (Juan XXIII, en la apertura del Vaticano II). - Para discernir al hereje que muta la tradición, hay algunos criterios, según Vicente de Lérins: lo que daña la continuidad de la tradición es la novedad que aumenta, cercena o muta esencialmente del depósito de la tradición. Ejemplo: Marción con su lectura literal del AT, propone un Dios desconocido y espiritual - Una diferencia entre tradiciones apostólicas y tradiciones particulares: hay que enfatizar, según Trento, el principio original (la autoentrega de Cristo a su Iglesia) y decir que las tradiciones apostólicas son tradición viva de los Apóstoles de Cristo, y aquellas tradiciones que no pueden apelar a un origen de revelación divina son particulares y humanas. 1.6 La Tradición como interpretación cierta y auténtica - La Tradición es algo más que pura transmisión de un mensaje. No es cuestión sólo jurídica, que se puede hacer al margen de la confesión de fe. - El acto mismo de la transmisión de la fe ha de ser un hecho religioso y, concretamente, una confesión de esa misma fe recibida. Ejemplo: la Eucaristía y la Resurrección (1Cor 11,23; 15,3), que San Pablo ha recibido por Tradición y, por eso mismo, las ha transmitido, continuando la traditio Evangelii. - En efecto, el hecho de definir la fe, precisando sus contenidos y sus límites, podría, a primera vista, parecer un acto principalmente jurídico. Pero, en realidad, ha de ser ante todo un acto religioso, consistente en que los pastores del Pueblo de Dios, como portavoces dotados de autoridad, confiesan la fe de la Iglesia. Asimismo, toda explicitación e interpretación de la fe se realiza principalmente por medio de la confesión creyente: y, de esta manera, se transmite. 1.7 La Tradición y conciencia viva de la Iglesia - En sentido subjetivo, la transmisión está profundamente ligada a la conciencia de los discípulos y a la conciencia del conjunto de la comunidad creyente: - «La conciencia del discípulo, se tornará después memoria de todo lo que Jesús había enseñado y de todo lo que había pasado a su alrededor, y se desarrollará y se precisará en la comprensión de quién era El y de qué había sido Maestro y Autor» (Pablo VI)2. - «El nacimiento de la Iglesia y el desvelarse de su conciencia profética son los dos hechos característicos de Pentecostés y progresarán juntos». 2 Cfr. PABLO VI, Encíclica Ecclesiam Suam, n. 15-17. 3 - Por tanto, el nexo entre Fe, Tradición y Conciencia de la Iglesia como «congregatio fidelium» es evidente: la fe de la Iglesia se transmite en la continuidad de la conciencia que cree. - Lumen Gentium, n. 12, habla de un sentido de la fe de todo el pueblo de Dios: «El pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio, sobre todo por la vida de fe y de caridad, ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el fruto de los labios que bendicen su nombre (cf. Hb. 13,15). La universalidad de los fieles que tiene la unción del Santo (cf. 1Jn., 2,2017) no puede fallar en su creencia, y ejerce ésta su peculiar propiedad mediante el sentimiento sobrenatural de la fe de todo el pueblo, cuando "desde el Obispo hasta los últimos fieles seglares" manifiestan el asentimiento universal en las cosas de fe y de costumbres. Con ese sentido de la fe que el Espíritu Santo mueve y sostiene, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del magisterio, al que sigue fidelísimamente, recibe no ya la palabra de los hombres, sino la verdadera palabra de Dios (cf. 1Tes., 2,13), se adhiere indefectiblemente a la fe dada de una vez para siempre a los santos (cf. Jds., 3), penetra profundamente con rectitud de juicio y la aplica más íntegramente en la vida». 1.8 Las mediaciones de la Tradición - La predicación oral - La Escritura - La Celebración litúrgica - Las profesiones de fe - Las costumbres atribuidas a la Iglesia apostólica - La serie de los Concilios Ecuménicos - La serie de los Padres griegos y latinos… - La fe del pueblo de Dios. Aunque ninguno de estos elementos puede pretender ser el principio de la Tradición, todos derivan sin embargo de él: todos son eco multiforme de Cristo único transmitido y recibido por la vida de fe de la Iglesia. Más aún: sin tales mediaciones, la Iglesia católica de Oriente y Occidente carecerían de la vitalidad y de la riqueza que no sólo le es precisa para interpretar la Escritura o para conservar la doctrina, sino simplemente para ser y para vivir en la enseñanza y en la vida de Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. 4 2. DATOS RELATIVOS AL MAGISTERIO3 2.1 El Magisterio surge en la Iglesia porque existe la Tradición - El Magisterio no es algo independiente del acto de fe de toda la Iglesia y del acto de la confesión de la fe: «Yo he rezado por ti para que tu fe no desfallezca, y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos» (Lc 22,32). - Hay una continuidad entre esta promesa de Jesús, según la cual Pedro, una vez convertido a la fe, la guardaría fielmente y confirmaría en ella a sus hermanos, y el Magisterio de la Iglesia, que debe estar totalmente en función de la Revelación y de la fe. - LG 25: «Cuando el Romano Pontífice o con él el Cuerpo Episcopal definen una doctrina lo hacen siempre de acuerdo con la Revelación, a la cual, o por escrito, o por transmisión de la sucesión legítima de los Obispos, y sobre todo por cuidado del mismo Pontífice Romano, se nos transmite íntegra y en la Iglesia se conserva y expone con religiosa fidelidad, gracias a la luz del Espíritu de la verdad. El Romano Pontífice y los Obispos, como lo requiere su cargo y la importancia del asunto, celosamente trabajan con los medios adecuados, a fin de que se estudie como debe esta Revelación y se la proponga apropiadamente y no aceptan ninguna nueva revelación pública dentro del divino depósito de la fe». - ¿Cuáles son los órganos autorizados para expresar la Tradición de la Iglesia?: El Papa El Concilio Ecuménico El conjunto de los Obispos El conjunto del Pueblo de Dios que posee el sensus fidelium. 2.2 Magisterio extraordinario del Concilio Ecuménico y del Papa a) El Concilio Ecuménico: - Reunión del Papa y los Obispos: forma más normal para ejercer el Magisterio extraordinario. - Sujeto normal de las definiciones del Magisterio extraordinario, por su constitución colegial, sinodal y comunional. - Cuando se reúne para expresar la fe de la Iglesia, es decir, para confesar su fe, goza de la prerrogativa de la infalibilidad. - Según J. Alfaro: En el ejercicio de su función, el Magisterio eclesial sólo puede definir verdades mediante un verdadero acto de fe, que expresa la fe de la Iglesia, con un alcance mucho más religioso que jurídico: no se trata de que la Iglesia docente “impone” una fe a la Iglesia discente, desde el exterior; ambas son la Iglesia creyente. b) El Papa: - También el Papa, por sí mismo, como supremo Pastor de la Iglesia, es sujeto del Magisterio extraordinario. 3 Cfr. J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 257-269; Cfr. F.A. SULLIVAN, «Magisterio», en en LATOURELLE R.- FISICHELLA R., Diccionario de Teología Fundamental, Madrid: San Pablo, 1992, pp. 841-849. 5 - Cuando habla ex cathedra (desde la cátedra, desde el puesto del maestro, con autoridad) y sobre alguna materia de fe y de costumbres (Cfr. LG 25)4. 2.3 Magisterio ordinario a) El Papa: - El Papa es sujeto también del magisterio ordinario, siempre que su enseñanza no tenga las formalidades de la enseñanza ex cathedra, propia del magisterio extraordinario. - El magisterio ordinario de los Papas se ejerce sobre todo a través de las Encíclicas o Documentos de rango parecido, pero también a través de la predicación ordinaria de la doctrina católica. - Un acto del magisterio ordinario y definitivo, aunque no infalible, lo constituiría una decisión práctica o disciplinar del Romano Pontífice que tuviera como objeto mantener la comunión eclesial alrededor de una verdad disputada cuyo acceso común es muy difícil. Ej: La Iglesia carece de facultad para conferir el ministerio sacerdotal a las mujeres5. - LG 25,1: «Esta religiosa sumisión de la voluntad y del entendimiento de modo particular se debe al magisterio auténtico del Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se adhiera al parecer expresado por él según el deseo que haya manifestado él mismo, como puede descubrirse ya sea por la índole del documento, ya sea por la insistencia con que repite una misma doctrina, ya sea también por las fórmulas empleadas». b) Los obispos: - Unidos al Papa con sujeto del Magisterio extraordinario. - Pero también de Magisterio ordinario, con estas condiciones: Estar en comunión con el Romano Pontífice Coincidir universalmente en su enseñanza a través del tiempo y del espacio. - LG 25,1: «Entre los oficios principales de los Obispos se destaca la predicación del Evangelio. Porque los Obispos son los pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para Cristo y son los maestros auténticos, es decir, herederos de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de creerse y ha de aplicarse a la vida, la ilustran con la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro de la Revelación las cosas nuevas y las cosas viejas (cf. Mt., 13,52), la hacen fructificar y con vigilancia apartan de la grey los errores que la amenazan (cf. 2Tim., 4,1-4). Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte tienen obligación de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu al parecer de su Obispo en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en nombre de Cristo». 4 CONCILIO VATICANO I, Const. Pastor aeternus, 18/07/1970: « El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son irreformables en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia». (DS 3074). 5 Cfr. JUAN PABLO II, Carta Apostólica Ordinatio Sacerdotalis, 22 de mayo de 1994. 6 2.4 Magisterio ordinario infalible Las seis condiciones que presenta LG 25,2: «Aunque cada uno de los prelados por sí no posea la prerrogativa de la infalibilidad, sin embargo, - si todos ellos, - aun estando dispersos por el mundo, - pero manteniendo el vínculo de comunión entre sí y con el Sucesor de Pedro, - convienen en un mismo parecer como maestros auténticos que exponen - como definitiva una doctrina - en las cosas de fe y de costumbres, en ese caso anuncian infaliblemente la doctrina de Cristo. La Iglesia universal, y sus definiciones de fe deben aceptarse con sumisión. Esta infalibilidad que el Divino Redentor quiso que tuviera su Iglesia cuando define la doctrina de fe y de costumbres, se extiende a todo cuanto abarca el depósito de la divina Revelación entregado para la fiel custodia y exposición». Vale la pena recordar aquí también, lo que dice DV 10,2: «…el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer». 7 3. LOS DOGMAS EN LA IGLESIA6 3.1 Definición de un dogma de fe «Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que está contenido en la Palabra de Dios, escrita o transmitida por Tradición, y que la Iglesia propone para creer como divinamente revelada, ya sea por un juicio solemne, ya sea a través de su Magisterio ordinario y universal» (Conc. Vat. I). Esta definición supone dos cosas: - La revelación divina - La presentación por la Iglesia. Dos características más, que son muy importantes: - Irreformabilidad: Los dogmas son «enunciados de verdades reveladas […] que es necesario mantener siempre en el sentido determinado de una vez por todas por nuestra madre la Iglesia» (Y. Congar). - Perfectibilidad: Se puede prolongar hacia adelante su sentido; esta perfectibilidad es posible por dos razones: a) Porque en las fórmulas dogmáticas no puede ni es deseable erradicar del todo la envoltura cultural propia del tiempo en que el dogma se formuló. b) La fe, lejos de ser “dogmatista”, está dotada de un dinamismo abierto hacia la Verdad primera. Se trata, pues, de lograr el equilibrio entre la fidelidad a la referencia dogmática y la atracción de la Verdad primera; obediencia (el doble acto de escuchar y de dejarse atraer) y libertad (autodeterminación y riesgo en la elección del camino apropiado). «De ordinario, “dogma” se refiere a un declaración dogmática, a una proposición que expresa alguna parte del contenido de la revelación divina y que es públicamente propuesta como tal por la Iglesia y, por lo tanto, a la que se ha de asentir por la fe. Esta declaración se hace, bien a través del magisterio ordinario y universal de la Iglesia, bien del magisterio extraordinario e infalible. Por eso los artículos de los credos, así como los cánones de los concilios ecuménicos, deben ser reconocidos como expresión de los dogmas» (G.F. Mansini). 6 Cfr. J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 269-274; G.F. MANSINI, «Dogma», en AA. VV., Teología y Magisterio, Salamanca: Sígueme, 1987, pp. 338-349. 8 3.2 Calificaciones teológicas 1. Dogmas de fe: contenido explícita o implícitamente en las Herejía formal: Escrituras y definición eclesial. El dogma no puede ser negado sino que ha de ser entendido en el mismo sentido de las palabras con las que lo definió la Iglesia, pero puede ser explicado, completado, perfeccionado… Dogma formal 2. Verdades de fe: no hace falta que hayan sido definidas por la Herejía manifiesta Iglesia. Basta que consten en los testimonios de la revelación, Escritura y Tradición. Ej: la proposición «Dios existe». Dogma material 3. Doctrina católica: es la Enseñanza de los Concilios o de las Herejía Encíclicas del Papa, que no contiene definiciones dogmáticas propiamente dichas. Verdad revelada, enseñada 4. Enseñanza de un Obispo: a la cual, según el Vaticano II, se ha Próxima de prestar «religiosa sumisión del espíritu» (LG 25). herejía Próxima a la fe a la UR 11: «Los teólogos católicos […] al comparar las doctrinas, han de recordar que existe un orden o “jerarquía” de las verdades de la doctrina católica, puesto que es diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana». Las CDF, en la Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo, n. 23: «Cuando el Magisterio de la Iglesia se pronuncia de modo infalible declarando solemnemente que una doctrina está contenida en la Revelación, la adhesión que se pide es la de la fe teologal. Esta adhesión se extiende a la enseñanza del magisterio ordinario y universal cuando propone para creer una doctrina de fe como de revelación divina. Cuando propone “de modo definitivo” unas verdades referentes a la fe y a las costumbres, que, aun no siendo de revelación divina, sin embargo están estrecha e íntimamente ligadas con la Revelación, deben ser firmemente aceptadas y mantenidas. Cuando el Magisterio aunque sin la intención de establecer un acto “definitivo”, enseña una doctrina para ayudar a una comprensión más profunda de la Revelación y de lo que explícita su contenido, o bien para llamar la atención sobre la conformidad de una doctrina con las verdades de fe, o en fin para prevenir contra concepciones incompatibles con esas verdades, se exige un religioso asentimiento de la voluntad y de la inteligencia. Este último 9 no puede ser puramente exterior y disciplinar, sino que debe colocarse en la lógica y bajo el impulso de la obediencia de la fe». 3.3 Evolución del dogma Originalmente, la posibilidad de afirmaciones dogmáticas reside en: - La enseñanza de Jesús mismo, es decir, en la palabra escatológica de Dios hablada en las palabras humanas de Jesús; - La afirmación, al menos implícita, sobre la persona y significación de Jesús hecha por Jesús, cuya pretensión se hace ya explícita en el NT mediante afirmaciones sobre Jesús; - La confirmación de su enseñanza y pretensión en el acontecimiento de su resurrección, que es ella misma una palabra para ser dicha. La palabra escatológica ha sido pronunciada en un tiempo determinado, pero esa palabra debe seguir siendo interpretada para que siga teniendo significado para todos los tiempos. El producto de la interpretación de la palabra escatológica de Cristo expresada en otro tiempo es “dogma”. En Nicea se expresa de modo claro el dogma de la fe, como regla de fe, con una enseñanza expresada como una proposición, propuesta por la autoridad de la Iglesia: homoousios. La evolución del dogma se da propiamente de la siguiente manera: a) Sagrada Escritura, Tradición, Magisterio: Si se entiende la escritura como el testimonio inspirado, materialmente suficiente, de la comunidad apostólica sobre la palabra de Dios encarnada, Cristo, y por tanto como norma non normata de la fe; y si la tradición, cuyo principio es el mismo Espíritu que inspiró las Escrituras y cuyo sujeto global es la Iglesia, es el contexto formalmente necesario en el que leer e interpretar correctamente la Escritura, puesto que incluye la experiencia de las auténticas realidades de las que la Escritura habla (DV 8), entonces una declaración dogmática deberá relacionarse con la Escritura y con expresiones previas de la tradición como interpretación normativa suya, y papel del magisterio en la elaboración de esta interpretación será simplemente el de un reconocimiento infalible, en virtud del don del Espíritu Santo que se le ha dado, de que tal interpretación es realmente exacta (DV 10). b) Cuatro teorías de la evolución del dogma: - Evolución como reafirmación o afirmación más clara de lo que ya se posee y conoce conceptualmente. - Evolución como la actividad lógica de sacar conclusiones a partir de premisas reveladas. - Evolución como la transformación material de la expresión didáctica de la fe según el pensamiento científico y filosófico de la época. 10 - Evolución como contemplación propiamente teológica de la realidad revelada por una razón necesariamente condicionada por la historia e iluminada por la fe. De estas cuatro teorías parece que la cuarta es la más apropiada para entender que se da la evolución en un contexto de fe. c) Interpretación del dogma: Normalmente debe ser interpretado según las mismas normas con que se interpretan las Escrituras: - La objetividad histórico-crítica - Dentro del horizonte de la fe y la tradición. La “irreformabilidad” de las declaraciones dogmáticas (DS 3074) no significa que no requieran interpretación e incluso reformulación; significa que, en el sentido en que fueron entendidas en la época y el contexto de su definición, deben ser afirmadas como verdaderas. 3.4 Negación del dogma - Herejía: negación de la doctrina. Ya en el NT hay algunos ejemplos (1Cor 1,10.12; Hch 4,14; 23,7), pero el más claro es: 2Pe 2,1 - Con la elaboración nicena del dogma es posible una noción correlativamente exacta de herejía como la negación de una declaración dogmática. 3.5 Problemas y perspectivas a) Presupuestos antropológicos: El presupuesto fundamental es: que existe un deseo natural humano de la visión de Dios (Santo Tomás). El deseo es subordinado a la naturaleza de la mente humana: La mente humana es realmente capaz de comprender algo sobre Dios o, más exactamente, de lo que no es Dios, y las palabras humanas pueden hablar de las cosas divinas (Analogía). b) Problemas modernos: - La reforma: el dogma es insuficiente para participar de la autoridad de la revelación misma, sólo es una “confesión”. - La ilustración: el dogma contradice la libertad del hombre, contradice el espíritu de la libertad de investigación, se opone a la apertura del método científico. - La índole divisoria del dogma: que no se supera sólo por el simple reconocimiento de la jerarquía de verdades. c) Propuestas modernas: - La noción experiencial-expresivista de dogma: Los dogmas son mal entendidos si los tomamos como portadores de información sobre alguna realidad que trascienda a nuestra experiencia ordinaria; más bien, los dogmas son expresiones y evocaciones de un tipo de experiencia única, la experiencia de «dependencia absoluta», nuestra «consciencia de Dios». 11 - Pragmatismo, modernismo: El significado de cualquier afirmación es sólo la expectación de la experiencia que implica y la acción que impone. El progreso libre de la ciencia y de la filosofía puede pedir una reformulación del dogma. Su verdad radica, no en una correspondencia presente con la realidad, sino en la capacidad de mantenernos en el camino de una orientación hacia una verdad que no podemos poseer ahora por medio del lenguaje, sino de la que nuestro lenguaje puede expresar sólo la esperanza. - Antifundamentalismo, constructivismo: Se siguen dos líneas: a) Se considera que los dogmas son afirmaciones hechas dentro de unas estructuras capaces de la verdad sólo dentro de ellas y presuponiédolas. b) Los dogmas son las meta-afirmaciones que constituyen las estructuras. Las afirmaciones dogmáticas son ejemplos de una delimitación de aquello que es importante. El dogma mismo es verdadero, no en el sentido de corresponder, sino según que las categorías (unidad divina, distinción real, máxima importancia de Jesús) estén adecuadas al propósito del discurso cristiano como un todo, que está para ayudarnos a entrar en la relación adecuada con la realidad esencial. El dogma no solamente no se opone a la libertad del evangelio y a la libertad del cristiano, sino que positivamente la sirve, manteniendo la presencia de la palabra del evangelio en el tiempo; y que la heteronomía del dogma, como de la revelación misma, es el instrumento de una libertad humana más grande que la que el hombre puede imaginar o alcanzar por sí mismo. 12 4. EL TEÓLOGO EN LA IGLESIA Y ANTE EL MAGISTERIO7 4.1 El teólogo en la Iglesia El punto de partida: El objetivo deseado es la comunión intelectiva y afectiva entre Pastores y Teólogos. Se trata de poner en claro el estado de la cuestión sin pretender agotar el tema. a) Sobre la eclesialidad y la cientificidad de la fe: - Eclesialidad: el teólogo debe sentirse atraído por la fe y trabajar en función de la fe que le precede y le ilumina. Lo que existe es el advenimiento de la fe: la donación de Dios (el Padre) por Cristo en el Espíritu. Este acontecimiento real y objetivo (aunque no se puede objetivar porque es divino) trasciende a los Obispos y teólogos y nos sitúa a todos en el nivel de la adhesión de la fe y de la confesión. - Cientificidad: el teólogo debe tener la capacidad analítica y objetiva del científico, ya que simultáneamente a su dimensión creyente y eclesial, la teología es «ciencia», es decir, está relacionada con el análisis objetivo, racional e histórico, que tiende a la evidencia. Análisis objetivo: descubrir o desvelar la realidad verdadera escondida en la letra de la Escritura, en la historia de la Tradición, en definitiva en el misterio cristológico. Análisis racional: tendencia a expresarse en conceptos, proposiciones y razonamientos, de forma que puedan ser comprendidos universalmente. Análisis histórico-hermenéutico: La teología es la investigación cuya finalidad es la de llegar a entender una Palabra que nosotros no hemos generado sino que nos precede. El teólogo es el hombre que, en la fe de la Iglesia, intenta entender el Logos que habla y se comunica. b) Función del teólogo en la Iglesia de la Comunión: - La Iglesia es una comunión con vocación universal. La unidad de la Iglesia no es uniformidad, consistente en que todos deban hacer lo mismo, sino la unidad según la cual la Iglesia puede asumir como propias y legítimas las opciones y actitudes diversas que toman sus miembros. Esta es la unidad de la pluriformidad eclesial. - Tres niveles de la comunión: Sensus fidelium: lo que creen todos sus miembros; A nivel del pensamiento existe lo que se llama consensus theologorum, como instancia doctrinal que en su unanimidad no puede dejar de expresar la fides Ecclesiae; 7 Cfr. J. M. ROVIRA BELLOSO, «El Magisterio y la libertad del teólogo», en AA. VV., Teología y Magisterio, Salamanca: Sígueme, 1987, pp. 205-226; Idem., Introducción a la Teología, Madrid: BAC, 1996, pp. 274-287; CDF, Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo, 1990. 13 Fides Ecclesiae: la instancia de los pastores, expresada en el magisterio ordinario y extraordinario. - El teólogo ante la infalibilidad pontificia: El teólogo católico acepta cordialmente la infalibilidad pontificia y está tranquilo y en paz ante ella. La infalibilidad pontificia está supremamente regida por dos grandes principios: el de la encarnación y el de la soberana iniciativa de Dios. 4.2 El teólogo ante el Magisterio a) La libertad del sujeto - En la modernidad se ha llegado a una verdadera percepción refleja del hombre: constituirse en sujeto de conocimiento, en sujeto ético y en sujeto con capacidad de iniciativa libre. - Al hombre moderno hemos de pensarlo y de valorarlo con esa su cualidad típica: su curiosidad por ver el revés de la trama, su deseo de comprender la comprensión. - Imperativo kantiano: sapere aude, atrévete a dar el primer paso, atrévete a saber por ti mismo, mediante tu libertad. - El hombre moderno hace una larga marcha de la libertad hacia adelante. - En nuestro mundo no podemos dejar de reconocer la necesidad de construir el sujeto: cada hombre que viene a este mundo está llamado a constituirse en sujeto y ése es, evidentemente, un proceso de libertad. - Debe reconocerse también que el hombre actual desarrolla su existencia en múltiples condicionamientos: cada hombre es hijo de su tiempo. b) La libertad de la fe La libertad de la revelación: la revelación es un acto libre de Dios mismo. Dios es Amor expansivo y libremente se da a conocer porque quiere y «tanto como puede». Las Escrituras son vestigios de ese Amor, son «cifras» codificadas del que nos amó hasta el fin, que esperan ser descodificadas por los ojos del hombre interior. La libertad de la fe: es respuesta libre a la revelación. Es un caminar libre, una búsqueda incesante hasta situarse en sintonía con el auténtico modo de ser y de amar de Jesús (Käsemann). Un caminar libre que muchas veces se hace por donde no hay camino previamente trazado. La fe es experiencia viva de Dios, mucho más que un acto de pura obediencia jurídica exterior. Ella es saber y gustar lo que Dios hace y es. San Juan de la Cruz, al hablar como la fe nos «da» a Dios, nos dice: «Porque es tanta la semejanza que hay entre ella y Dios que no hay otra diferencia sino ser visto Dios o creído. Porque así como Dios es infinito, así ella nos lo propone infinito; y así como es trino y uno nos propone ella (la fe) trino y uno; y así como Dios es tiniebla para nuestro entendimiento, así ella también ciega y deslumbra nuestro entendimiento. Y así, poe 14 este sólo medio, se manifiesta Dios al alma en divina luz, que excede todo entendimiento. Y, por tanto, cuanta más fe el alma tiene, más unida está con Dios»8. - La libertad fiel y creativa precisamente de aquellos caminos que han de llevar al encuentro ya la comunión. - La fe es una aventura: que debe enfrentar frecuentemente la problemática de la teología fundamental. c) La libertad del creyente - La Escolástica habló de la fe como un conocer que tiende a la evidencia, esto hace entrar en el doble ámbito de la lucidez y la libertad: la luz de la evidencia y la libre búsqueda del camino riguroso de una certeza a la que Dios mismo nos quiere atraer. - Los dogmas son una expresión de la fe. Es más importante el contenido y el horizonte de la fe que su propio enunciado. - Resumen: 1) Atracción que la veritas prima ejerce sobre el corazón (libre) del creyente; 2) Lumen activo en el entendimiento, en cuya iluminación, la «inteligencia de la fe» tiende a la «evidencia». - Por tanto el creyente hace un peregrinaje libre hacia la luz verdadera que ilumina y libera a todo hombre que viene a este mundo. d) La libertad del teólogo La teología católica después del Vaticano II ha aprendido algunas cosas básicas que le confieren modestia, realismo y libertad. Cuatro líneas que se afianzan en el trabajo de los teólogos de hoy: La larga marcha hacia el realismo: incluye el respeto hacia la conflictividad del ser; el respeto a los «agudos conflictos sociales». Se necesita un método riguroso para estar con Dios y con los pobres. Ser libres y creativos para actualizar la fe: la teología, como ciencia teórica y práctica, ha de mostrar en qué condiciones la fe permanece viva, presente y activa, en el pueblo de Dios, con toda su carga, capaz de cambiar la vida del hombre en el seguimiento de Jesús y en la identificación con su forma de vida. Ha de buscarse una alternativa al inmanentismo radical: enfatizando la trascendencia de Dios, la realidad sacramental de Jesucristo y la densidad creyente del pueblo de Dios. Dos buenos aliados: el método histórico y el lenguaje del símbolo (incluso la filosofía). El valor del contexto social: el contexto social del teólogo y el de toda la Iglesia en su conjunto. La comunión vertical con Dios exige intrínsecamente la comunión horizontal con los «privados-de-bienes», ya que la koinonia del Reino incluye como una esfera todos los radios de la comunión. e) La libertad para recibir el Magisterio 8 SAN JUAN DE LA CRUZ, Sudida al Monte Carmelo, Lib. II, Cap. 9, 1. 15 El Magisterio se identifica con el órgano eclesial capaz de realizar autorizada y genuinamente el acto de la fides Ecclesiae. Ejemplo concreto es el Símbolo Niceo Constantinopolitano. Así el Magisterio se enmarca dentro del la Tradición autorizada. En la historia, el acto magisterial se llega a cristalizar en «dogmas», cuya función es la de descartar herejías. Pero el Magisterio también intenta salvaguardar (por vía de la autoridad) el contenido genuino de la fe, así como la unidad de esa misma fe, en relación con las oleadas ideológicas que, sucesivamente, impregnan a la sociedad. La teología también intenta mantener el contenido genuino, el vigor y la unidad de la fe, pero no por vía de la autoridad, sino por la de una peculiar experiencia intelectual: aquella experiencia que sabe captar el realismo, la racionalidad y el significado de los contenidos de la fe. Por tanto: - Ya que existe diálogo entre la fe y las culturas, se necesita la acción intelectual de los teólogos. - La teología no tiene una simple función repetitiva del Magisterio. - La teología es un servicio desde la comunidad creyente a esa misma comunidad creyente. f) Condiciones para el diálogo entre la teología y el Magisterio - El teólogo intérprete: Interpretar no quiere decir tergiversar. Quiere decir situar los textos del Magisterio, analizarlos partir de claves de intelección correctas: hasta que aparezca en ellas el sentido de la tradición de la fe. Cuando se logra situar un texto en el conjunto de la Tradición, aparece entonces en él la orientación recta de la fe y, al mismo tiempo, las peculiaridades culturales que acompañan al texto: el ethos y el pathos de la época. - El teólogo, hombre de síntesis: El teólogo tiende a una labor de síntesis que le ha de permitir llegar al «intellectus fidei»: a entender la fe de alguna manera. Tiene que hallar la síntesis entre la positividad bíblica y la conceptualización de la realidad que se vive. Además debe contrastar sus investigaciones y sus resultados con los datos del Magisterio. - La crítica: La «crítica» es también un acto teológico que busca cuál debe ser la «figura» (el modo de ser y de actuar) del Pueblo de Dios en una sociedad determinada. g) El perfil del teólogo católico: Las indicaciones de CDF El teólogo: 16 o Tiene la función especial de lograr, en comunión con el Magisterio, una comprensión cada vez más profunda de la Palabra de Dios contenida en la Escritura inspirada y transmitida por la tradición viva de la iglesia (n.6; cfr. n. 12). o Puesto que el objeto de la teología es la Verdad, el Dios vivo y su designio de salvación revelado en Jesucristo, el teólogo está llamado a intensificar su vida de fe y a unir siempre la investigación científica y la oración (n. 8). o A lo largo de los siglos la teología se ha constituido progresivamente en un verdadero y propio saber científico. Por consiguiente es necesario que el teólogo esté atento a las exigencias epistemológicas de su disciplina, a los requisitos de rigor crítico y, por lo tanto, al control racional de cada una de las etapas de su investigación (n. 9). o El teólogo, sin olvidar jamás que también es un miembro del pueblo de Dios, debe respetarlo y comprometerse a darle una enseñanza que no lesione en lo más mínimo la doctrina de la fe (n.11). o Los teólogos, en virtud del propio carisma, también les corresponde participar en la edificación del Cuerpo de Cristo en la unidad y en la verdad y su colaboración es más necesaria que nunca para una evangelización a escala mundial, que requiere los esfuerzos de todo el pueblo de Dios (n. 40). o La recta conciencia del teólogo católico supone consecuentemente la fe en la Palabra de Dios cuyas riquezas debe penetrar, pero también el amor a la Iglesia de la que ha recibido su misión y el respeto al Magisterio asistido por Dios (n. 39). 17