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GRUPO: Teoría Sociológica
AUTORAS: Teresa Sordé y Esther Oliver
TÍTULO: Contribuciones del Parsons desconocido a la teoría sociológica actual
Europa vive un incremento del racismo y del voto de extrema derecha, ambos
focalizados en contra de la inmigración a la que acusan de ser la causa de todos los
problemas de la sociedad europea. Es en este contexto que la Unión a Europea se
enfrenta a grandes retos que hacen muy difícil su consolidación y ampliación. El
concepto de Comunidad Societal de Parsons ayuda entender las dificultades de
consolidar unos Estados Unidos en Europa. Al analizar ambas sociedades desde una
perspectiva histórica, la comparación que establece Parsons entre ellas refleja el
importante papel del sistema integrador. Así, concluye que el proceso de construcción
de la sociedad estadounidense consiguió crear unas normas suficientemente abstractas
para abarcar la gran diversidad que caracterizaba a aquellas personas y grupos de tan
diferentes orígenes. Parsons consideraba que en Norteamérica la Comunidad Societal
estaba más desarrollada que en Europa, un análisis que explicaría las dificultades de
consolidación de un proyecto europeo que, bajo una ciudadanía y constitución comunes,
supere las fronteras nacionales. Grandes autores como Habermas (1989) han intentado
avanzar en esta cuestión aunque sin éxito, probablemente por no incorporar las últimas
contribuciones de Parsons (1978) que incluyen elementos clave para entender el
funcionamiento de las estructuras sociales. Esta comunicación profundiza en las
aportaciones de Parsons para incluir la idea de agencia humana dentro del concepto de
Comunidad Societal. Por un lado, los análisis más recientes de Parsons sobre la
Comunidad Societal, la revolución expresiva y el vínculo entre ambas, deja cierto
margen para incorporar la idea de agencia y capacidad de transformación social de los
sujetos en su teoría; a su vez, éste análisis puede conectarse con el concepto de mundo
de la vida de Habermas (1987). Desde esta perspectiva es necesario profundizar en la
posibilidad de creación de normas que consigan unir las lealtades de poblaciones muy
diversas, lo que llevaría a la transformación de estructuras sociales a partir del diálogo y
el consenso entre sujetos con capacidad de acción.
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Contribuciones del Parsons desconocido a la teoría sociológica actual. La inclusión
de las voces en la construcción Europea
Introducción
Europa vive un incremento del racismo y del voto de extrema derecha, ambos
focalizados en contra de la inmigración a la que acusan de ser la causa de todos los
problemas de la sociedad europea. En este contexto la Unión a Europea se enfrenta a
grandes retos que hacen muy difícil la consolidación de unos Estados Unidos en
Europa. Para entender el porqué de algunas de las dificultades encontradas deviene
particularmente útil el concepto de Comunidad Societal de Parsons. Al analizar ambas
sociedades desde una perspectiva histórica, la comparación que establece el autor entre
ellas refleja el importante papel del por él definido sistema integrador. Para el autor el
proceso de construcción de la sociedad estadounidense de desarrollo de tal forma que
conseguía crear unas normas lo suficientemente abstractas como para abarcar la gran
diversidad que caracterizaba a aquellas personas y grupos de tan diferentes orígenes.
Desde el siglo XVI construyeron Norteamérica como territorios compartidos, obligados
a buscar un nivel de abstracción superior en las normas que regirían sus vidas, ya que
debían incorporar identidades particulares.
Parsons consideraba que en Norteamérica la Comunidad Societal estaba más
desarrollada que en Europa, un análisis que explicaría las dificultades de consolidación
de un proyecto europeo que, bajo una ciudadanía y constitución comunes, supere las
fronteras nacionales. Ante las resistencias de algunas instituciones, este debate permite
abordar un elemento clave de la integración social, la inclusión de todas las voces en la
elaboración de las normas. La presente comunicación profundizará en esta perspectiva
así como en la relevancia de retomar el análisis de Parsons y su idea de lealtad generada a través del desarrollo de la comunidad societal-, ante los esfuerzos para
alcanzar la cohesión social en la Europa multicultural actual.
Por otra parte, ahondaremos también en los posibles motivos por los que grandes
autores como Habermas (1987) han fracasado en sus intentos de avanzar en esta
cuestión, debido probablemente al hecho de no haber sabido incorporar las últimas
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contribuciones de Parsons (1978) que incluyen elementos clave para entender el
funcionamiento de las estructuras sociales. Finalmente esta comunicación contribuirá el
análisis de las aportaciones desarrolladas por Parsons para incluir la idea de agencia
humana dentro del concepto de Comunidad Societal. Por un lado, los análisis más
recientes de Parsons sobre la Comunidad Societal, la revolución expresiva y el vínculo
entre ambas, deja cierto margen para incorporar la idea de agencia y capacidad de
transformación social de los sujetos en su teoría; a su vez, éste análisis puede conectarse
con el concepto de mundo de la vida de Habermas (1987).
Desde esta perspectiva, abundando en la necesidad de la inclusión de la diversidad de
voces presente en la sociedad, es necesario profundizar en la posibilidad de creación de
normas que consigan unir las lealtades de poblaciones muy diversas, lo que llevaría a la
transformación de estructuras sociales a partir del diálogo y el consenso entre sujetos
con capacidad de acción.
El análisis sistémico de la sociedad de Talcott Parsons
Talcott Parsons (1969, 1978) con su división del sistema social en cuatro subsistemas
(economía, política, cultura y comunidad societaria) y su análisis sistémico de la
sociedad contribuyó a la sociología una teoría explicativa de los hechos sociales: el
funcionalismo sistémico. Esta perspectiva supera las críticas que se le hacían al
funcionalismo estructural planteando una teoría más abierta que tiene en cuenta las
relaciones bilaterales entre el sistema y su entorno así como las interacciones:
Los sectores de la motivación del individuo, que se ven afectados por su
motivación hacia una conducta desviada, son resultado de sus procesos de
interacción social en el pasado, y, por consiguiente, es preciso abordar todo el
problema sobre la base de la interacción social (Parsons, 1999: 239).
La teoría funcionalista que planteó Parsons (1964, 1969, 1977a, 1977b, 1978) consigue
superar tres grandes críticas a las que el anterior funcionalismo, el estructural, no pudo
hacer frente. La primera era el conservadurismo de la teoría funcionalista según la cual
todo hecho y acción sociales son funcionales al sistema, lo mantienen y lo perfeccionan
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pero no lo cambian. Una segunda crítica se centra en el hecho que en esta teoría no cabe
la posibilidad de falsación, no podemos encontrar hechos empíricos que contradigan
esta teoría porque, como todo es funcional al sistema, solamente se puede asumir lo que
pasa. Finalmente, la tercera crítica que supera el funcionalismo de Parsons es la de
dependencia de las ciencias naturales. Es decir, que el primer funcionalismo no
incorporaba los avances metodológicos de Durkheim (2001) y Weber (2002) sobre la
consideración de la sociedad y de la sociología como realidad y ciencia autónoma, y
tomaba como referente la biología comparando a la sociedad con el cuerpo humano y
sus órganos, definiéndola como sistema de subsistemas donde todo está determinado y
donde los sujetos no juegan ningún papel. El funcionalismo estructural no puede
explicar el cambio.
Para superar estas críticas, Parsons elaboró un modelo de análisis de la sociedad de
mayor poder explicativo de los hechos sociales. En él tiene en cuenta por ejemplo, que
las relaciones entre estructuras y entornos son bilaterales de manera que hace falta
estudiar estas relaciones, cuando en el anterior funcionalismo estas relaciones se
concebían como unidireccionales. Este autor planteaba, así, que las estructuras
mantienen los sistemas, pero también los procesos. Aportaciones como ésta, son las que
dan una mayor capacidad explicativa al funcionalismo sistémico de Parsons. Así como
en el funcionalismo estructural, una práctica social o una institución se estudiaba sobre
la base de sus funciones y de su contribución al mantenimiento del sistema, la
perspectiva que desarrolla Parsons supone romper con la idea conservadora de que
“todo es funcional al sistema”, dando así a la teoría un mayor poder explicativo de los
hechos sociales.
En la perspectiva sistémica es el sistema el que condiciona, determina y crea los
factores necesarios para que los individuos actúen de una forma u otra. Las
motivaciones hacia la conformidad con las expectativas de un sistema compartido de
pautas normativas las crea el sistema interactivo, y cualquier reacción de las personas
hacia éstas (ya sea en contra o a favor) forma parte del mismo círculo, es decir, como si
se tratara de un repertorio de situaciones que el sistema ya ha previsto.
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La teoría de sistemas de Parsons (1978) acaba absorbiendo la teoría de la acción, dos
teorías que Habermas (1987) incluye en su aportación para la elaboración de una teoría
de la sociedad:
Pero junto a un modelo de entendimiento, que no solamente presupone, además
de llevar a cabo una integración de la teoría de sistemas y teoría de la acción –
integración que, si no queremos que acabe, como acaece en Parsons, en una
absorción de la teoría de la acción por la teoría de sistemas, sólo será posible si
se logra distinguir con claridad entre racionalización del mundo de la vida y
racionalización de los subsistemas sociales–. En el primer caso la
racionalización es resultado de la diferenciación estructural del mundo de la
vida, en el segundo del aumento de complejidad de los subsistemas de acción
(Habermas, 1987:438).
Parsons teorizó sobre aspectos de las sociedades modernas que hoy podemos utilizar
para investigar sobre la sociedad actual, sus instituciones y funcionamiento. Su
concepto de comunidad societal lo utilizaremos para realizar el análisis del impacto de
las migraciones en la estructura de las sociedades actuales, adaptándolo a la nueva
realidad social. Según este autor las sociedades modernas están formadas por estructuras
sociales o subsistemas que han sido separados entre ellos por las transformaciones que
se han producido en las sociedades modernas, como la revolución industrial, la
democrática y la educativa. Este es el contexto de la comunidad societal que, como
sistema integrador de la sociedad, tiene el papel de articular e interrelacionar los demás
subsistemas (económico, político y cultural) y para ello se basa en normas colectivas
que garantizan la cohesión del sistema social. Pero en esta estructuración, es el
compromiso y lealtad de los miembros de una sociedad entre sí, hacia la comunidad
societal, la base que mantiene la integración social (Parsons, 1969).
(…) el centro de una sociedad como sistema social es el subsistema integrador.
Ya que generalmente tratamos el sistema social como integrador para los
sistemas de acción, tenemos que prestar especial atención a las formas cómo
éste consigue –o no consigue– diversos tipos y niveles de integración.
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Llamaremos comunidad societaria al subsistema integrador de la sociedad
(Parsons, 1969: 40) 1.
El nuevo marco social es el de unas sociedades que son multiculturales, en las que se
hacen necesarias opciones políticas, económicas y sociales que mejoren la situación de
vida de todas las personas y, concretamente, de las inmigrantes que sufren exclusión
social. El análisis de Parsons y las aportaciones que realizó a la teoría de sistemas
permite repensar el concepto de comunidad societaria en las sociedades actuales, en la
línea de las teorías dialógicas donde la solidaridad, el diálogo igualitario y la igualdad
de diferencias (Flecha, 1997) constituyen pilares fundamentales.
Dos revoluciones moldearon el primer modernismo: la Industrial, que diferenció
la economía y la política entre sí y desarrolló nuevos lazos entre ellos, y la
Democrática, que implicó cambios análogos entre las comunidades política y
societaria. Sugerimos que la Revolución Educativa representa el clímax de los
cambios similares entre la comunidad societaria y el sistema de mantenimiento
de patrones –y por medio de él, el sistema cultural (Parsons, 1974: 129).
Parsons (1977, 1974) analizó la evolución del sistema de las sociedades modernas y
para ello definió los sistemas de acción a partir de cuatro funciones que responden a
cuatro subsistemas primarios. A continuación presentamos su análisis y explicamos
cómo los hemos utilizado para estudiar, en la actualidad, el impacto de las migraciones
en la estructura social. Parsons (1969, 1974) explicó el proceso por el cual en las
sociedades modernas los tres subsistemas se han desprendido de la comunidad
societaria, y que va ligado a las tres grandes revoluciones de la modernidad: industrial,
democrática y educativa. Con la revolución industrial, la economía queda modificada y
alejada de los patrones previos al sistema de mercados propio de la era industrial. Por
un lado surge un sistema de mercado autónomo, una estructura ocupacional por otro, y a
nivel global se crean mercados diferenciados y empleos separados del hogar. En el
aspecto técnico y organizativo también se producen otros cambios importantes como la
división del trabajo, el incremento del comercio, los avances en la agricultura, la
Traducción propia del original: (…) the core of a society as a social system is its integrative subsystem.
Since we treat the social system as integrative for action systems generally, we must pay special attention
to the ways in which it achieves – or fails to achieve – various kinds and levels of integration itself. We
will call the integrative subsystem of a society the societal community.
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desaparición de las figuras de terrateniente y campesino y de las relaciones entre ellas.
Así aparecen nuevas figuras como la de los patronos industriales que jugarán un
importante papel en el sistema económico. Con la revolución educativa es el subsistema
cultural el que se desvincula del resto, rompiendo la globalidad y la interrelación que
existía entre los cuatro subsistemas. La formalización de la cultura a través de la
constitución de un sistema educativo que incluya a toda la población extiende el
principio de igualdad de oportunidades, de gran relevancia para las sociedades actuales.
Con las revoluciones democráticas en Estados Unidos y Francia, la estructura política
también se ve modificada. Se crea una estructura administrativa para gestionar la
relación entre los sujetos y la política. Por un lado, se supera la idea de una voluntad
divina que decide sobre las personas, ya que ahora es la razón la base de la creación de
esta nueva estructura política que toma la forma de partidos políticos, elecciones, voto,
etc.
En comparación incluso con el siglo XIX se han generado cambios importantes
en la comunidad societaria moderna, especialmente en los ajustes mutuos ante
los efectos de la Revolución Industrial y la Democrática. En época mucho más
reciente, el efecto de la Revolución Educativa ha logrado su mayor
significación. Es probable que los problemas más agudos se presenten en dos
campos. En primer lugar, el del desarrollo del sistema cultural como tal, en
relación a la sociedad. Podemos representarlo enfocado en ciertos problemas
de “racionalidad”, o bien, en lo que Weber denominó “proceso de
racionalización”. En segundo, aparece el problema de las bases de motivación
de la solidaridad social, dentro de una sociedad amplia en gran escala, que se
haya desarrollado para presentar una estructura sumamente pluralista
(Parsons, 1974: 180-181).
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Comunidad societal, Parsons y Habermas
Afirma Parsons (1977b: 182-214) que la integración de la comunidad societal es el
problema central de las sociedades modernas.
El componente inclusivo en su propuesta es la tolerancia universal, creando una fluida
estructura política que se centra en los intereses de los grupos, más que en cuestiones
específicas (religión, etnia, etc.). Parsons explica esta idea de forma muy concreta con la
situación de los Estados Unidos de América (EUA) y su pluralidad religiosa. En un país
con una gran tradición inmigrante donde conviven muy diversos colectivos religiosos,
la pluralidad podría provocar mucha conflictividad y generar menor consenso moral.
Pero la realidad es otra:
Una de las consecuencias posibles de la pluralización religiosa es la
destrucción del consenso moral (…). La generalización de los valores fue
mucho más importante: persistió el consenso moral básico; pero se define en la
actualidad a un nivel más elevado de generalidad en que las sociedades
europeas que han institucionalizado la uniformidad religiosa interna. (Parsons
1977b, 193)2.
Los países europeos soportan más dificultades para lograr un consenso moral que
incluya a todos los colectivos que viven en ellos. EUA, en cambio, ha conseguido
articular mejor este conflicto porque la pluralidad religiosa ha sido respetada con la
creación de un consenso moral más generalista; de esta manera, se ha situado con unos
valores que están por encima de las identidades concretas integrándolas a todas. Gracias
a este posicionamiento se crean las condiciones necesarias para mantener la solidaridad
como principio integrador de la comunidad societal, posibilitando que todos los
miembros de los diferentes colectivos participen en situaciones de igualdad en los
diferentes subsistemas. A la vez, se tienen en cuenta en los indicadores expuestos en el
One possible consequence of the pluralization of religion is reduce moral consensus […].
Value generalization has been much more important: the underlying moral consensus has
persisted, but is defined at a higher level of generality than in the European societies that have
institutionalized internal religious uniformity.
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eje horizontal del cuadro de análisis (clase social, etnia, género, nivel educativo y edad),
buscando esta igualdad dentro de los cuatro subsistemas.
En este contexto, una de las aportaciones que valoramos de la Teoría de la Acción
Comunicativa es lo que Habermas (1987) denomina visión dual de la sociedad, que
incluye las aportaciones de Parsons en el análisis de las estructuras y las de Schütz
(1993) en los mundos de la vida. Hemos aprendido mucho de esa síntesis, aunque no
compartimos algunos aspectos de su forma de trabajarla.
En nuestra posición y valoración, ir a los hombros de los gigantes en este tema supone
trabajar a fondo las aportaciones de Parsons e incorporar aquellas que vemos necesarias
para nuestras investigaciones, pero no desde una perspectiva parsoniana. Es a partir de
esta forma de trabajo que se desarrolló el análisis del trabajo de investigación del
proyecto Workaló. También significa tener muy en cuenta la apropiación de Parsons por
parte de Habermas, pero no para sujetarnos ortodoxamente a ella, sino para aprender
elementos que también están enriqueciendo nuestras investigaciones. Si fuera necesario
ser parsonianos para tener en cuenta las obras de Parsons, no existiría en nuestra
disciplina el pluralismo cognoscitivo y metodológico o, al menos, cada posición de ese
pluralismo no se estaría enriqueciendo con las aportaciones del resto.
Habermas afirma en la Teoría de la Acción Comunicativa (1987, II: 406):
En ocasiones Parsons parece entender también las tres revoluciones como
procesos durante los cuales un subsistema se separa simultáneamente de todos
los restantes subsistemas. Si en este sentido se hacen corresponder las tres
mencionadas revoluciones al sistema político, al sistema económico y al sistema
cultural, habría que esperar otra revolución para el sistema integrativo, quizá la
transformación que Parsons denomina “revolución expresiva”; cfr. “Religión in
Postindustrial America”.
Pero en el libro de Parsons La evolución de las sociedades3 (1977b) queda claro que las
tres revoluciones, industrial, política y educativa, no apartan a cada sistema de todos los
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The Evolution of Societies.
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demás; lo que hacen es separar los sistemas económico, político y cultural de la
comunidad societal. Por lo tanto, no hay que esperar ninguna cuarta revolución para
desprender la comunidad societal, porque ella es la base a partir de la cual se separan los
demás. Parsons habla muy poco de esa cuarta revolución (la expresiva), pero en ningún
momento la relaciona con esa pretendida separación. En realidad, el propio Parsons dice
que la revolución expresiva se producirá cuando la comunidad societal haya logrado
interpenetrar los tres subsistemas (Parsons 1978, 320-322).
La comunidad societal en la sociedad multicultural.
La comunidad societal juega en Parsons un papel paralelo al mundo de la vida que
Habermas toma de Schütz, salvando las debidas distancias de sus respectivos enfoques
funcionalista y comunicativo. La comunidad societal es el “origen” societario del
sistema social del que se desprenden los demás subsistemas. Habermas reconvierte el
mundo de la vida de Schütz haciéndolo dialógico, enfrentando su origen en la tradición
cultural con otras tradiciones y culturas, transformándolo de “lo que se da por
descontado” en “problemático y reflexivo”. En nuestra valoración, Habermas podría
haber realizado una transformación similar con el concepto de comunidad societal
parsoniano. Incluso el mismo Parsons inicia ese cambio, cuando considera que la
integración y la comunidad societal son el problema central de unas sociedades
modernas cruzadas por las migraciones y la ciudadanía plena de “los negros” (Parsons
and Clark 1969).
En relación con la comunidad gitana, es importante que este mundo de la vida se
convierta en dialógico. El hecho de que muchas de sus prácticas culturales, al igual que
las de la mayoría de colectivos étnicos que se integran en la Unión Europea, no se
correspondan con el modelo cultural establecido, provoca conflictos que se resolverían
si este mundo de la vida estuviera conformado por todos los colectivos.
Las normas de una sociedad han de tener una legitimación cultural, de forma que las
colectividades integrantes se sientan representadas. Este camino lleva a su
institucionalización y hace que esas normas puedan tomar una posición superior con
respecto al resto. Como sistema de valores institucionalizado, se asume una parte de
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comunidad cultural y otra de comunidad societal, en el sentido de la asunción de los
diferentes colectivos, de sus relaciones entre sí, y de unos valores universales aceptados.
Esa es la forma en que utilizamos la comunidad societal en nuestras investigaciones y
también en las actuaciones profesionales de las personas que contribuimos a formar. La
inmigración y los pueblos nativos y afroamericanos (o el pueblo gitano) no son algo
aparte de la economía, la política y la cultura, ni tampoco de la comunidad societal. De
hecho, están contribuyendo a transformar nuestra comunidad societal europea (y sus
propias comunidades) así como también la economía, la política y la cultura. Sin una
comunidad societal europea transformada se resentirán sensiblemente los otros tres
subsistemas de nuestro sistema social. A su vez, los indicadores de clase social, etnia,
género, nivel educativo y edad están influyendo en esta transformación (como vemos en
el caso que nos ocupa) a través de la incorporación de personas de diferentes etnias a las
sociedades modernas.
El sistema social se constituye en elemento integrador del sistema general de la acción.
Esta capacidad es la dimensión que Parsons atribuye al subsistema “comunidad
societal”, cuya importancia le lleva a analizar en detalle su organización interna
(Parsons 1977b). La comunidad societal se fundamenta en un sistema de normas
colectivas de las que depende la cohesión social. Siguiendo a Weber, Parsons considera
que este aspecto conforma un sistema de orden legítimo4, un sistema normativo que es
requerido por todo orden societal que se pretenda integrado. La máxima preocupación
del autor será, en este punto, definir cómo es posible la integración social que dependerá
de la coherencia normativa y la coordinación societal.
La comunidad societal confiere a la acción un carácter comunitario, social y colectivo.
Parsons vincula la estabilidad y la integración de la comunidad societal a las relaciones
entre las lealtades de los diferentes subgrupos e individuos que la conforman. Por ello,
dichos colectivos deben sentirse miembros, junto con otros grupos de personas, de una
colectividad dada más amplia. Igualmente, su teoría nos aproxima a las dimensiones
que las identidades desarrollan en las sociedades modernas, donde no constituyen
entidades estancas, estando sujetas a múltiples intercambios y solapamientos. Esta
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System of legitimate order.
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evolución del pensamiento de Parsons es tremendamente útil para definir la acción
social en las sociedades actuales, donde la pertenencia a un colectivo no se opone a la
confluencia (y simultaneidad) con los intereses de otros colectivos.
Es por ello que el caso de la comunidad gitana supone una referencia básica a la hora de
avanzar en el estudio de la configuración de una comunidad societal integradora, en la
que colectivos y personas no renuncien a sus identidades y donde el territorio no
suponga trabas en esta configuración.
De esta forma, se concibe la comunidad societal como una red de colectividades
interpenetradas, como un conjunto de lealtades colectivas, en muchas ocasiones
simultáneas. La vinculación de lealtad y solidaridad se logra porque como dice Almaraz
(1981:500) en su obra La teoría sociológica de Talcott Parsons:
El sistema fiduciario proporciona a la comunidad societaria criterios generales
universalistas de solidaridad colectiva (solidaridad mecánica) en orden a la
aceptación interna realista de ciertas condiciones de la acción colectiva. Tales
criterios están especificados en torno a las formas relevantes de asociación,
como factores que amplían la capacidad de solidaridad en combinación con
otros actores. Por su parte, la comunidad societal proporciona al sistema
fiduciario normas (justificaciones) que regulan la responsabilidad individual en
su lealtad a las distintas colectividades de que se es miembro en una sociedad
diferenciada (solidaridad orgánica).
Existe una jerarquía de lealtades donde el lugar preeminente está ocupado por la
legitimación cultural del orden normativo de la sociedad. Las implicaciones que se
extraen de esta idea son de capital interés para el análisis del interculturalismo y del
multiculturalismo, y para el debate de las identidades en las sociedades modernas o de
los términos en los que se desarrollan los conflictos entre lealtades e identidades.
Nuestra propuesta apunta hacia situaciones dialógicas específicas de las sociedades
modernas, al implementar la denominada “igualdad de diferencias” sobre la base de la
lealtad a un sistema normativo que hará posible que coexistan, simultáneamente,
diferentes lealtades.
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Conclusión
Profundizar en los procesos que posibiliten la creación de una base de entendimiento
normativo entre diferentes culturas y tradiciones es una tarea clave de la comunidad
científica. De esta forma se contribuye a la definición de nuevas fórmulas sociales
capaces de promover su cumplimiento para todas las personas.
Los trabajos teóricos de gigantes como Parsons o Habermas son de gran relevancia para
funcionar como sólidos cimientos de nuestras construcciones futuras. Además, la
investigación científica es tarea clave para desarrollar y mejorar las teorías existentes, a
partir de las evidencias y las contribuciones de las y los actores sociales.
En el caso de la construcción de la identidad europea, conceptos clave de estos y otros
autores han servido para facilitar el análisis de la problemática y para dibujar posibles
soluciones que superen el actual statu quo. Para la construcción de esta identidad, será
necesario -además de partir de las contribuciones teóricas más relevantes-, incluir las
voces de los diferentes grupos culturales presentes en Europa, la agencia humana para
construir alternativas. De esta forma, será posible conformar una suerte de comunidad
societal más inclusiva y fuerte, en la que las diferentes identidades se puedan ver
reconocidas, para poder definir normas capaces de fomentar lealtades muy diversas,
tanto como las diferentes identidades presentes en Europa.
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Bibliografia
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