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Unidad Nº 2: Motivación de la Conducta.
Textos extraídos de la siguiente bibliografía:
-Myers “Psicología”. Ed. Médica Panamericana Bs. As.
-Whittaker “Psicología”.Interamericana. México.
- Abraham Maslow “La personalidad creadora”. Kairos Troquel.
MOTIVACIÓN
En la conversación diaria, decir “¿Qué les pudo motivar para hacer lo que
hicieron?” equivale a “¿Qué causa los incitó a hacer tal cosa?”, “Por que actuaron de
ese modo?”. Para el psicólogo –cuya disciplina en su totalidad aspira a revelar las
causas de la conducta- el vocablo motivación tiene un significado más específico.
Motivar es dar energía a la conducta (literalmente: moverla) y dirigirla hacia una
meta. Así como sucede con la inteligencia, la motivación es un concepto hipotético
que inferimos de conductas tan dispares como las que citamos a continuación.
CONCEPTOS ACERCA DE LA MOTIVACIÓN
A medida que iba cobrando difusión la teoría darviniana de la evolución, se
comenzó a mirar la conducta humana menos como el producto de una elección
racional y más como el producto de fuerzas biológicas. Sigmund Freíd teorizó
diciendo que los impulsos sexuales y agresivos, enraizadas en lo biológico,
motivaban una extensa gama de conductas. Otros teóricos se concentraron sobre la
conducta instintiva de los animales y se preguntaron si, de modo similar, los
humanos podían ser gobernados por instintos biológicos. Para recibir el calificativo
de instinto, una determinada conducta debe ser rígida en su forma y ser
característica de toda la especie, ocurrir en organismos criados aisladamente y
desarrollarse sin haber sido practicada (Timbergen, 1951). Así pues, para que se la
considerara instintiva una determinada conducta humana tendría que darse en todas
las personas, cualesquiera fueren las distintas culturas y las distintas oportunidades
de aprendizaje. Aparte de conductas simples como el respirar, pocas son las
conductas humanas que resultan ser lo suficientemente automáticas como para
cumplir con esas condiciones.
No obstante –a comienzos de nuestro siglo- se puso de moda el clasificar toda
clase de conductas e instintos. Si Fulano hacía autocrítica, se debía a su “instinto de
autoarrepentimiento”: si Mengano se mostraba ostentoso, era por su “instinto de
autovaloración” ¡Cierto sociólogo llegó a compilar una lista de 5.759 supuestos
instintos humanos! No pasó mucho antes de que la chifladura por descubrir y
nombrar instintos se viniese abajo: lo que hacían los teóricos de lo instintivo no era
explicar conductas humanas sino darles nombre.
Podemos sacar una lección importante de lo dicho; lo que hicieron los teóricos de
lo instintivo es lo mismo que –a veces- nos sigue tentando: creer que se explica una
conducta por el hecho de darle un nombre. “¿Por qué los humanos gastamos 2 mil
millones de dólares por día en armamentos y ejércitos, cuando hay centenares de
millones de personas que tienen que sobrevivir sin contar con la suficiente comida ni
un techo decente?” “Ah… es que se debe a nuestro instinto de agresión.” “¿Y…
cómo sabe Ud. que tenemos instinto de agresión?” “Pues, hombre: mire un poco
como el mundo gasta fortunas en prepararse para la guerra… ¡Mas de cien dólares
por año de cada habitante del mundo, sabiendo que millones de personas nunca
cobrarán cien dólares en un año!”. Si bien podemos estar de acuerdo en que los
gastos mundiales son trágicos, explicarlos de este modo circular no los explica para
nada. Es como “explicar” las malas notas que se saca un chico –por lo demás, de
inteligencia brillante- al decir que “no se preocupa por destacarse”. Los títulos o
nombres descriptivos son parte esencial de toda creencia, pero darle nombre a una
conducta (supuestamente, por considerar que es un instinto, por diagnosticarla) no
es explicar tal conducta.
Pulsiones: los móviles internos
Cuando se derrumbó la teoría de los instintos, fue reemplazada por la idea de
que una necesidad biológica crea un estado de despertar y éste, a su vez, conduce
al organismo a satisfacer esa necesidad. Para el psicólogo, la necesidad es una
privación: por ejemplo: la necesidad fisiológica de alimento de agua. La privación de
alimento o de agua despertará en el organismo la necesidad de “reponer las
existencias”. Este estado de despertar o activación recibe el nombre de pulsión, el
que incita al organismo a reducir prontamente esa pulsión (en este caso mediante el
comer o el beber). Ya que se presumía que el propósito de toda conducta motivada
era la reducción de las pulsiones, esa teoría fue llamada, teoría de la reducción de
las pulsiones.
En
general,
hay
sincronización
entre
nuestras
necesidades
biológicas
subyacentes y las pulsiones resultantes. Si se incrementa una necesidad, su
consecuencia psicológica –la pulsión- normalmente se incrementa. Pero no siempre.
Cinco horas después del almuerzo, la pulsión del hambre puede hacerse sentir. Si
pasan mas horas, la necesidad de comer seguirá creciendo, pero puede ser que el
hambre, en si misma, no crezca. De modo que necesidades y pulsiones están a
menudo vinculadas, pero no siempre.
La meta fisiológica destinada a reducir la pulsión es la homeostasis –lo que,
literalmente, significa “quedar tal y como es”- o sea, mantener un estado corporal
interno equilibrado o constante (homeostático). Un buen ejemplo es el sistema
regulador de la temperatura corporal: trabaja de modo muy parecido al del
termostato que mantiene la temperatura constante de una pieza. Ambos sistemas
operan con “bucles” de retroalimentación y se ajustan mediante informaciones que,
sin cesar, recibe el sistema (o, como se diría en informática, “con que se alimenta el
sistema”). Los sensores detectan la temperatura de la pieza (o del cuerpo) y pasan
esa información a un dispositivo de control (lo “alimentan” con esos datos): el
dispositivo toma nota de toda desviación del estado deseado y envía instrucciones
que contribuyen a ajustar la temperatura. Si la pieza es demasiado fría, se prende la
caldera. Si se enfría la temperatura corporal, se constriñen los vasos sanguíneos
para conservar el calor y sentimos la necesidad de ponernos más ropa o buscar un
ámbito más calentito. Del mismo modo, si baja nuestro nivel celular de agua, lo
detectan los sensores y la sed nos impulsará a beber
Incentivos: los llamados externos.
A medida que iba ganando preponderancia el enfoque cognoscitivo, los
psicólogos comenzaron a pensar que no solamente nos empujan nuestras
necesidades, sino también que acusamos los incentivos provenientes del entorno o
medio. El incentivo es toda cosa que se percibe como factor positivo o negativo,
capaz de motivar una conducta. El buen tufillo de una comida, la presencia del
amado o amada y el temor al castigo, estas son cosas que motivan conductas. La
conducta es activada y regida tanto por esos incentivos externos como por nuestras
necesidades internas. Cuando se dan a la vez necesidad e incentivo, puede ser
fuerte la pulsión que se sufre. Toda persona privada de comida que huela un
churrasco crepitando en la plancha se siente famélica.
Ciertas motivaciones son más susceptibles de ser desatadas por incentivos que
por alguna necesidad biológica definida. La pulsión sexual reconoce ciertos
componentes biológicos pero, por lo regular, son los estímulos sexuales los que la
activan. La “necesidad” de logro no es, básicamente, una necesidad biológica: es
más bien, la pulsión de lograr algún incentivo. Así pues, el punto hasta dónde la
conducta es motivada por el empuje de nuestras necesidades biológicas o por el
tirón de los incentivos externos, varía según sea el motivo.
CARACTERÍSTICAS DE LA MOTIVACIÓN
Motivación es un término amplio utilizado en psicología para comprender las
condiciones o estados que activan o dan energía al organismo, que llevan a una
conducta dirigida hacia determinados objetivos. Los motivos o impulsos, como se les
llama con frecuencia, pueden ser innatos en su naturaleza, o aprendidos; pero
cualquiera que sea su origen, cuando son despertados, inician una actividad dirigida
hacia determinadas finalidades o incentivos, que han sido relacionadas con los
motivos particulares comprendidos a través del aprendizaje. El término “incentivo” en
algunas ocasiones puede referirse a los objetivos que son empleados para controlar
o dirigir la conducta motivada.
¿Qué podemos decir, en general de la conducta motivada?
La conducta motivada tiene tres características que la diferencian de la conducta
que no es motivada:
1. La conducta motivada es cíclica. Primero se despierta un motivo o un
impulso. Los motivos en algunas ocasiones nacen de necesidades
fisiológicas como la de alimentos o de agua, mientras que en otros casos,
los motivos nacen de necesidades psicológicas como por ejemplo, la de
compañía o de adquisición de algo. Segundo, se presenta una serie de
actos de conducta durante los cuales el organismo busca un medio de
satisfacer o reducir el impulso. Y finalmente, se llega a algún objetivo por
el cual el impulso se reduce o termina.
2. La conducta motivada es selectiva. En un motivo opera para nacer tanto
la conducta como la experiencia selectiva en el organismo. Un animal que
ha sido privado de agua, pero no de alimento, durante cierto tiempo,
ejercerá un esfuerzo mayor por obtener el agua que el alimento o que
cualesquiera otros objetivos no relacionados con el motivo despertado.
3. La conducta motivada es relativamente activa y persistente. Por
ejemplo los experimentos realizados con animales privados de alimento
han demostrado que el grado de actividad tiende a aumentar hasta cierto
punto en proporción con la duración del período de privación. Además, el
animal motivado no abandona su empresa fácilmente. En general,
podemos decir que mientras más fuerte sea el motivo, mayor será la
actividad y la persistencia del organismo hacia los fines relacionados con
ese motivo. Pero, aunque un hombre puede hacerse cada vez más
persistente en la búsqueda del alimento a medida que se pone más
hambriento disminuye la actividad y la persistencia. El punto importante
que debemos señalar aquí es que existe una distinción entre las
necesidades fisiológicas del organismo y los impulsos o motivos. En cierto
grado los dos son paralelos y a medida que uno aumenta en su fuerza el
otro también aumenta; pero también podemos ver que los dos no son
exactamente paralelos. Además, ciertas necesidades fisiológicas no dan
lugar a impulsos. Por ejemplo, la intoxicación por monóxido de carbono
muestra que una necesidad corporal (en este caso la que se refiere al
oxígeno) no por fuerza servirá como conducta energizante.
4. La conducta motivada es homeostática. El fisiólogo Cannon (1932)
escribió: “el ser vivo es un agente de tal naturaleza que cada influencia
que lo perturba produce por sí misma el llamamiento de una actividad
compensadora para neutralizar o reparar esta perturbación”. Se refería al
hecho bien establecido en fisiología de que ciertos mecanismos son
generados dentro del organismo, cuando tienden a preservar un equilibrio
fisiológico constante. Este proceso entonces de mantener el equilibrio
fisiológico interno es conocido con el nombre de “homeostasia”.
¿Por qué es tan importante la homeostasia?
Los psicólogos han encontrado que el concepto de homeostasis es valioso para
comprender la motivación. Por ejemplo, cuando la necesidad de alimento sigue sin
ser satisfecha, la tensión producida dentro del organismo lo impulsa a buscar l
alimento y, por tanto, a aliviar dicha tensión. La acumulación de los productos de
desecho dentro del organismo produce actividades que eliminan esta presión. La
concentración de ácido láctico en el tejido muscular produce la sensación de fatiga, y
conduce al organismo a reducir su actividad. Por tanto, toda conducta puede ser, por
lo menos parcialmente, considerada como de naturaleza homeostática.
Algunos psicólogos distinguen entre homeostasis fisiológica y homeostasis de la
conducta o psicológica; sin embargo, debe señalarse aquí que “no ha habido
acuerdo universal, aún ente los teóricos de la homeostasis, con respecto a la
amplitud de la personalidad y de la conducta” (Cofer y Appley, 1964). Sin embargo,
hay gran cantidad de pruebas que sugieren la idea de procesos de equilibración de
la conducta. En consecuencia, según hemos empleado aquí este término,
suponemos que el concepto de homeostasis por lo general es útil para comprender
las motivaciones, independientemente del tipo de motivo de que se trate.
Donde y cómo se originan los motivos
Muchos psicólogos distinguen entre dos tipos o clases de motivos: los biosociales o
psicosociales. Los motivos biosociales se originan en las necesidades biológicas y
los procesos de autorregulación del organismo. Son innatos, es decir, que están
presentes en el momento del nacimiento, aunque muchos son modificados por
influencias sociales al desarrollarse el individuo (de ahí el término “biosocial”). Por
otra parte, muchos motivos biosociales son adquiridos e el curso del desarrollo de
una cultura determinada. Se forman con respecto a relaciones interpersonales, los
valores sociales ya establecidos, las normas o las instituciones. Un punto que debe
recordarse a este propósito es que una vez despertado, un motivo influye sobre
la conducta de la misma manera, independientemente de su origen. Es decir,
hace que la conducta sea direccional, u orientada hacia una meta.
Jerarquía de los motivos.
Antes de leer este libro, Ud. ya sabía que ciertas necesidades priman sobre
otras. En este preciso instante es muy posible que sus necesidades de aire y agua
estén satisfechas, de modo que otros motivos –por ejemplo, su necesidad de cumplir
con sus metas- puedan estar vigorizando y rigiendo su conducta. Si no ha sido
satisfecha su necesidad de agua, la sed se le convertirá en una preocupación.
Prívese de aire y verá como, temporariamente, se olvida de la sed.
Como lo señalan estos ejemplos, las necesidades particulares que no han sido
satisfechas, y entre ellas, de las mas fundamentales. Abraham Maslow (1970) ha
propuesto una jerarquía de las necesidades, en cuya base figuran nuestras
necesidades fisiológica, comida, agua y techo. Si, y solo si, estas necesidades están
satisfechas, nos vemos urgidos a satisfacer las necesidades inherentes a la
salvaguarda física. Recién después nos preocuparemos por satisfacer las
necesidades típicamente humanas, como ser dar y recibir amor, gozar de la
autoestima y realizar el potencial a pleno.
La jerarquía de Masiow está abierta a la crítica: es algo arbitraria y el orden de
los motivos no es universal, pues hay gente que ha hecho huelga de hambre para
reforzar una declaración política. De todos modos, no deja de ser interesante la idea
de que ciertos motivos, hasta tanto no se lo haya satisfecho, son más coercitivos
que otros. Consideremos ahora tres motivaciones representativas. Comenzando por
la más básica de las tres.
Maslow ha sorprendido al mundillo psicológico con una teoría sobre la motivación
humana que establece una jerarquía de necesidades y que diferencia, en estas, las
básicas de “superiores”.
1. Las necesidades más elementales, compartidas con el resto de la
urdimbre viva del planeta, son las fisiológicas –hambre, sed, sueño,
etcétera. Este tipo de necesidad es prepotente, esto es, subordina a su
imperio a la totalidad del organismo y del psiquismo, acallando el clamor de
cualquier otro tipo de demanda interna. La necesidad fisiológica no admite
gran demora para su gratificación, y no podemos, impunemente, acallarla:
tarde o temprano se adueña incluso de los planos perceptivos e ideacionales,
haciéndonos percibir solamente aquello que la satisface y pensar solo en
alternativas para esa gratificación. Cuando las necesidades fisiológicas han
sido colmadas, irrumpe en el psiquismo el orden de exigencias que “le sigue”,
pues toda satisfacción de una necesidad genera la emergencia de otra de tipo
superior.
2. Lo que sigue a lo fisiológico es un intenso deseo de seguridad, de estar
protegido, cuidado y a salvo de todo. La búsqueda de seguridad, si bien no
plantea la alternativa de vivir o morir, es también muy prepotente; su
ontogénesis puede bucearse en el niño, donde es muy patente, y su
hipertrofia en el neurótico obsesivo, quien con sus rituales no procura más
que reaseguros y evitación de riesgos.
3. Cuando el plano fisiológico está satisfecho y también lo está el anhelo
de seguridad, emerge el ansia de afecto, amor o posesión, gobernando
nuestra percepción y nuestras ideas. Necesitamos “amigos, novia, esposa o
hijos” casi con la misma imperiosidad que necesitamos comer, dormir o estar
a resguardo. La psicopatología debe hurgar sus casuísticas en la frustración
crónica de esta napa del deseo, pues para Maslow, como para Nuttin,
enfermamos toda vez que estamos deprivados de intercambios afectivos.
4. Saciados estos, asoma su rostro una cuarta necesidad: la de
autoafirmación y autoestima. Cargado de reminiscencias adlerianas y
rogerianas reconocidas como tales, este peldaño del gradiente debe ser
cumplidamente atendido so riesgo también, de ocasionar perturbaciones.
Necesitamos querernos a nosotros mismos y, a la vez, experimentar en los
otros el impacto de nuestra presencia e influencia, la certeza de nuestra
sustancialidad ontológica.
5. Por último, y como apoteosis de este ascenso en el escalafón del deseo,
necesitamos auto-actualizarnos: “después que estas necesidades sean
satisfechas, muchas veces, aunque no siempre, se desarrollará un nuevo
descontento y desasosiego, a menos que el individuo se entregue a una tarea
que se adapte a su modo de ser. Un músico tiene que hacer música, un
artista tiene que pintar, un poeta tiene que escribir, si quieren estar en paz
con sus respectivas personalidades. Un hombre tiene que ser lo que puede
ser. Podemos llamar a esta necesidad auto-actualización. Este término,
inventado por Kart Goldstein, se utiliza en este libro en una acepción más
específica y limitada. Se refiere a la necesidad de ejecución total, es decir, la
tendencia de llegar a hacer actuales todas sus potencias o posibilidades. Esta
tendencia podría ser definida como el deseo de llegar a ser, cada vez más, lo
que uno es”.
Este es el territorio de la autorrealización: el hombre tiene una naturaleza interna,
innata, a la que debe liberar para que se expanda según sus propios rumbo y estilo.
Si antes se han sacrificado las demandas fisiológicas, de seguridad, de amor y de
estima, será inevitable el arribo de estas tendencias a la auto-expansión, tan
conocidas ya por el lector. Lo “dado” de Allport, el autodesarrollo de Nuttin, la
tendencia actualizante de Rogers toman en Maslow esta forma de coronación de
una estructura previa y escalafonada. Una semilla de avena tiene por destino
devenir una planta de avena enteramente desarrollada, pero antes exige resguardo,
humedad, tibieza, luz. Las necesidades constituyen un sistema de instancias que se
telescopian
una
en
otra,
sucediéndose
jerárquicamente
pero
también
interpenetrándose. Desagregar este sistema en sus partes es inconcebible.
Maslow se ha sentido obligado a brindar más precisiones sobre esta escalera
que avanza desde lo biológico a lo “cultural”, de lo inferior a lo superior, de lo simple
a lo complejo. Señala, previniendo lecturas estereotipadas o esquemáticas de su
propuesta, que esta jerarquía no es un orden fijo, aunque la mayoría de los sujetos
por él estudiados lo cumplían penitentemente. El parámetro para evaluar
objetivamente el ordenamiento no es otro que la ponderación de la prepotencia por
la privación: cuando un sujeto esté entre el Caribdis de una necesidad y el Escila de
otra, y en ausencia de gratificación para ambas, optará por la más básica. Sin
embargo, debe adelantarse que todo comportamiento está multimotivado, ya que es
movido por varias o incluso por todas las necesidades a la vez. Esta multimotivación
es posible que eluda los factores epocales o regionales: casi seguramente las
necesidades básicas –nos explica Maslow, recordándonos a Nuttin- son universales,
patrones sine qua non de adecuación al medio. El modo de operar de los cinco
grupos de de necesidades básicas es mucho más inconsciente que consciente,
siendo lo inconsciente, en todos los procesos psíquicos, mas importante que lo
consciente.
Cuando cualquiera de estos deseos basales sea crónicamente desatendido
sobrevendrá la enfermedad, aunque la susceptibilidad para enfermar es mayor,
como sabemos, en lo tocante al afecto y a la autoestima. Como postulado general,
Maslow sugiere que a mayor cantidad de necesidades básicas cubiertas, mayor
equilibrio psíquico; con respecto a las superiores –las últimas en la escala- sostiene
que, aunque carecen de la imperiosidad de las otras, sus tenues reclamos deben ser
atendidos si se aspira al verdadero equilibrio psíquico, al bienestar e incluso a la
longevidad. Las necesidades superiores son filogenéticamente e exclusivas –propias
tan solo del hombre- y ontogenéticamente posteriores. Tomando explícitamente de
Allport la idea de autonomía funcional. Maslow nos dice que si bien las “meta
necesidades” nacen al amor de la satisfacción de los deseos basales, una vez
establecidas se autonomizan de ellos y se auto sustentan. El hombre que ya se ha
autorrealizado es capaz de resistir mejor la presión del hambre o la soledad: una vez
que llegó “allá arriba”, eclosionan en él recursos que le dan fortaleza para soportar
mejor aquellos deseos que otrora dominaron excluyentemente su psiquismo.
Maslow ha calificado de necesidad básica, también, el ansia de conocer,
comprender, explicarse el mundo y deleitarse estéticamente. Aunque ha vacilado al
pensar el lugar de esta necesidad en la jerarquía, la ha dado –como Nuttin, pero
acaso por primera vez en la historia de la psicología- fuero propio y fines propios.
Nos detendremos en esto un instante.
5. Necesidad de Autorrealización.
4. Necesidad de Autoestima.
3. Necesidad de Amor y Pertenencia.
2. Necesidad de Seguridad y Conservación.
2. Necesidades Básicas o Fisiológicas.
TEORIAS DEL APRENDIZAJE
Textos extraídos de la siguiente bibliografía:
-Myers “Psicología”. Ed. Médica Panamericana Bs. As.
-Whittaker “Psicología”.Interamericana. México.
Cuando un salmón chinook (oncorhynchus tshawytscho) emerge de su huevo en
el lecho de un arroyo, posee potencialmente dentro de sus genes y de su sistema
nervioso en desarrollo todas las instrucciones sobre el comportamiento que necesita
para vivir, instintivamente sabe nadar, navegar, que debe comer o rechazar como
alimento, como protegerse de los depredadores. Siguiendo este plan integrado a su
sistema de vida, el joven salmón pronto comienza a emigrar hacia el mar. Después
de aproximadamente 4 años en el océano, el salmón maduro emprende un regreso
genéticamente predeterminado hacia su lugar de origen. Ya que conoce el olor de su
arroyo materno, navega cientos de millas hacia la desembocadura, y luego
emprende un aventurado viaje río arriba que lo conducirá de nuevo al
correspondiente territorio de desove de sus antepasados. Una vez allí, busca las
condiciones exactas de temperatura, pedregosidad del suelo y caudal de agua para
procurar la mejor cría, y luego lleva a cabo las funciones reproductoras establecidas.
A diferencia del salmón no nacemos con un esquema predeterminado para vivir.
Debemos aprender casi todo y es allí donde radica el sentido de nuestra unicidad.
Porque, aun debiendo luchar por adquirir conductas de vida que en el salmón son
innatas, el aprendizaje nos otorga una flexibilidad muchísimo mayor. Podemos
aprender como construir iglúes, bahías o cámaras de aire subacuaticas y, de este
modo nos adaptamos a casi cualquier ambiente. Por cierto que el obsequio mas
importante que nos ofrece la naturaleza bien puede ser el que seamos capaces de
recibir educación, de aprender conductas que nos permiten manejar las situaciones
que se van presentando.
El tema que mas gira en torno de la psicología es el aprendizaje, el cambio que
se produce en un organismo debido a la experiencia, y que puede modificar su
conducta (Hintzman, 1978). Veremos como el aprendizaje modela nuestros
pensamientos
y
lenguajes,
nuestras
motivaciones
y
emociones,
nuestras
personalidades y actitudes. Lo importante de aprender en tantos “dominios” fomenta
la esperanza. Todo cuanto se puede aprender puede en potencia ser enseñado,
suposición esta que alimenta entrenadores de animales, técnicos deportivos padres
y educadores. Lo que se ha aprendido puede en potencia ser reemplazado por un
nuevo aprendizaje, suposición esta fundamental en materia de asesoramiento,
psicoterapia y entrenamiento en rehabilitación.
Por ello es que quienes ejercen
profesiones así como los psicólogos de toda tendencia ansían instruirse acerca del
aprendizaje.
Los animales comunes pueden aprender asociaciones simples. Cierto músculo
marino, la tesis o Aplysia contraerá las branquias, a modo de protección, si se la
molesta con un chorro de agua. Si este procedimiento se produce repetidas veces,
como sucede naturalmente en mar picado, la respuesta diminuye. Pero si a una
Aplysia, repetidamente, se le aplica una descarga eléctrica justo después de haberla
hecho espurrear la respuesta de evadir solo el chorro de agua se incrementa. De
alguna manera el animal ha aprendido a asociar la chorreteada con la descarga
eléctrica inminente. Los animales más complejos pueden aprender asociaciones
mas complicadas, en especial aquellas que traen consecuencias favorables. Los
lobos de mar de un acuario repetirán comportamientos como ser aplaudir y gañir,
para que el público les arroje comida. Animales más complejos aun, como los
chimpancés, pueden aprender comportamientos con solo observar como los realizan
los otros. Los humanos podemos aprender todas esas formas, y por medio del
lenguaje podemos aprender cosas que nunca hemos experimentado ni observado.
Esta variedad de aprendizaje nos permite adaptarnos a nuestro medio ambiente.
Como lo explicara este capitulo, aprendemos a anticiparnos y prepararnos para
hechos importantes, tales como la obtención de alimentos o la anulación del dolor,
clase elemental de aprendizaje estudiado por los experimentos sobre el
condicionamiento clásico. Tendemos también a repetir actos que producen
buenos resultados y a evitar los que traen resultados desfavorables, clase de
aprendizaje estudiado por los experimentos sobre el condicionamiento operante.
Asimismo al observar a los demás recibimos información valiosa acerca de nuestro
medio ambiente, fenómeno estudiado en la investigación sobre aprendizaje por
medio de la observación.
El estudio de cómo aprendemos ha revelado muchos hechos. También ha
provocado varias polémicas que aun siguen en pie: en primer lugar, ¿cuan distintas
son estas tres clases de aprendizaje? En segundo termino, y haciendo caso omiso
de primates y seres humanos, ¿poseen los animales capacidades cognoscitivas
(pensamiento)? Por ejemplo, ¿los ratones aprenden a esperar hechos predecibles?
¿Recuerdan sus experiencias y la disposición del medio ambiente? En tercer lugar,
¿una determinada serie de principios de aprendizaje se aplica universalmente a
todas las especies? De ser así, el estudio de cualquier empresa nos tendría que
informar acerca de las otras, así como el estudio del sistema nervioso de una
especie ha revelado principios de funcionamiento del sistema nervioso comunes a
todas las especies, la nuestra inclusive.
Para poder considerar estos temas, pasemos primero revista a algunos
descubrimientos claves logrados por las investigaciones del siglo XX sobre
aprendizaje.
EL CONDICIONAMIENTO CLASICO
Durante los siglos XVII y XVIII, filósofos británicos como John Locke y
David Hume argumentaron que la asociación era un ingrediente clave en el
aprendizaje: nuestro entendimiento natural asume que los sucesos que se producen
en secuencia están conectados: los asociamos. Si, después de ver y oler pan recién
horneado, comemos un poco y nos sentimos gratificados, la próxima vez que
volvamos a ver y sentir el aroma de una hogaza, nuestra experiencia previa nos
llevará a suponer que la acción de comer un trozo de ese pan será igual de
gratificante. En forma similar, si experimentamos ciertos sonidos juntamente con
experiencias terroríficas, podemos a posteriori temer esos sonidos por sí mismos.
Así es como un niño de 4 años comentó después de observar a un personaje de
televisión ser asaltado por medios violentos, “si hubiera oído esa música, hubiese
escapado”.
Si bien el concepto de los filósofos acerca de un aprendizaje por medio de la
asociación generó varios debates, no fue sino hasta el siglo XX que fue captado en
una de las investigaciones más famosas de la psicología. Muchas personas
identifican el nombre de Ivan Pavlov con el sonido de una campanilla. Sus
experimentos son ahora clásicos; razón por la cual el fenómeno que investigó se
llama en la actualidad condicionamiento clásico (o de Pavlov).
Los experimentos de Pavlov
Después de graduarse de medico, a los 33 años, Pavlov, impulsado por su
pasión por la investigación, pasó las siguientes dos décadas estudiando el sistema
digestivo; tarea que lo convirtió, en 1904, en el primer Premio Nóbel de Rusia. Pero
fue en los siguientes treinta años de labor, hasta su muerte acaecida a los 86, que el
gran Pavlov ganó su lugar en la historia científica.
El nuevo rumbo que tomó Pavlov se produjo cuando su mente creativa se
apoderó de su episodio casual. Investigando la secreción de la saliva en los perros,
Pavlov descubrió que cuando se colocaba comida en la boca de un perro, el animal
secretaba saliva a modo de reflejo. Asimismo, observó que cuando utilizaba al perro
repetidas veces, el animal salivaba frente a un numero de estímulos que habían
llegado a ser asociados con su comida: el solo hecho de ver el alimento, el plato de
comida, reconocer a la persona que habitualmente la traía, e inclusive el sonido de
los pasos de la persona al acercarse. Ya que estas “secreciones físicas” interferían
con sus experimentos sobre la digestión, las consideró como una molestia, hasta
que observó que representaban una forma simple aunque importante de
aprendizaje. A partir de ese momento, Pavlov dedicó todos sus esfuerzos al estudio
del aprendizaje, con la esperanza de que le facilitaran comprender mejor el
funcionamiento del encéfalo.
La premisa fundamental del trabajo de Pavlov sobre aprendizaje surgió a partir
de la diferenciación inicial que estableció entre la salivación en respuesta al tener el
alimento en la boca y producida en respuesta a estímulos asociados con la comida,
respuesta incondicionadas(RI), debido a que su aparición no dependía de la
experiencia previa del perro: automáticamente provocaba en el animal el reflejo de
salivación: Por otro lado la salivación producida en respuesta a un estimulo
asociado con la comida no se efectuaba automáticamente: su aparición dependía
de la conexión que el perro iba desarrollando entre el contacto con la comida, y , por
ejemplo, el verla. Por lo tanto se define esta respuesta aprendida como respuesta
condicionada (RC).
En forma similar, Pavlov hizo una distinción entre los estímulos que causaban
estas dos clases de respuestas. Al estimulo (en este caso la comida en la boca) que
causaba respuesta incondicionada Pavlov lo definió como estimulo incondicionado
(EI). El estimulo (en este caso ver la comida) asociado con el EI, y por medio del
cual se podían diferenciar las respuestas condicionadas, fue definido por Pavlov
como el estimulo condicionado (EC). (Para poder distinguir mejor entre estas dos
clases de estímulos y respuestas, será válido recordar que incondicionados quiere
decir no aprendido, en tanto que condicionado significa aprendido).
Recuerde:
EI = Estimulo Incondicionado
RI =Repuesta Incondicionada
EC =Estimulo condicionado
RC=Respuesta Condicionada
Pavlov y sus asistentes trataron de imaginar que era lo que el perro estaba
pensando y sintiendo cuando comenzaba a salivar al anticipar la aparición de la
comida. Esto solo los condujo a debates infructuosos. Entonces, para atacar este
fenómeno en forma mas objetiva, Pavlov decidió experimentar presentando a la par
distintos estímulos junto con la comida en la boca para ver si (y hasta en que grado)
los perros terminarían salivando ante los estímulos neutros solamente. A fin de
eliminar la posible influencia de los estímulos externos, aisló al perro en una
habitación pequeña, bien atado con un arnés y le coloco un dispositivo que conducía
su saliva a un medidor. Desde una sala contigua, Pavlov le presentaba comida,
primeramente deslizando un recipiente con el alimento; posteriormente, soplando
carne en polvo en la boca del perro en un momento preciso (Gormezano y Kehoe,
1975). Si un estimulo neutro (algo que el perro podía ver u oír) habitualmente
indicaba la presentación de comida, ¿comenzaría el perro, por consiguiente, a
salivar ante solo el estimulo neutro?
La respuesta resultó ser afirmativa, y condujo hacia el procedimiento famoso de
Pavlov sobre el condicionamiento. Justo antes de colocar comida (el EI) en la boca
del perro para producir salivación (la RI), Pavlov haría sonar una campanilla (e.
neutro)). Después de aparejar el campanillero y el alimento varias veces el mero
sonido de la campanilla (el EC) terminó produciendo salivación.
Obsérvese que la respuesta condicionada es similar a la incondicionada, excepto
en que se produce como reacción al estimulo condicionado. Si el chirrido de una
fritura de panceta “le hace agua la boca”, es entonces que ese sonido se ha
convertido en un estimulo condicionado; al asociar el sabor de la panceta (EI), el
chirrido provoca una respuesta condicionada. Utilizando el mismo procedimiento,
Pavlov pudo condicionar a un perro para que salivara ante un timbrazo, una luz, un
golpecito en la pata. En cada uno de los casos, la RC era la misma que la RI,
excepto que, de alguna manera, era menos intensa.
Si el experimento era tan simple, ¿a que se dedicó Pavlov durante los siguientes
treinta años? Investigó los determinantes y consecuencias del condicionamiento
clásico. En el curso de su estudio destacó cuatro procesos principales de
condicionamiento: adquisición, extinción, generalización y discriminación.
ADQUISICION
Con respecto a la adquisición, o aprendizaje de la respuesta, existía en primer
lugar una cuestión de tiempo: ¿Cuánto tiempo transcurrirá entre la presentación del
estimulo condicionado (campanilla, luz, golpecito o cualquier otro) y el estimulo
incondicionado? No demasiado. El trabajo posterior con variedad de especies y
procedimientos reveló que el lapso de aproximadamente ½ segundo es
habitualmente el óptimo. Si se presenta el EC al mismo tiempo que el EI o aun
después, ¿cree Ud. que se produce algún condicionamiento? Normalmente ninguno.
Si, por ejemplo, se expone el organismo a un EI, tal como una descarga eléctrica,
posteriormente se lo expone a un EC, como ser el sonido de una campanilla, no
habrá respuesta condicionada ante este sonido. Pero si la descarga se aplica
después del sonido de la campanilla, el animal evidenciara una respuesta de temor
condicionada por el sonido. Este descubrimiento concuerda con la suposición de que
el condicionamiento clásico es biológicamente adaptativo al ayudar a los organismos
a prepararse para los acontecimientos buenos y malos con que se van a enfrentar.
Ya que no hay que prepararse para acontecimientos que ya pasaron. Cuando el EC
se presenta primero, señalando que algo significativo va a suceder (por ej. cuando
un tono de voz de cariño –o de enojo- precede repetidas veces a una actitud de
recompensa
–o
de
aflicción-
comenzamos
a
responder
emocionalmente,
preparándonos para lo que normalmente sigue.
EXTINCIÓN
Que acontece si después de haberse producido el condicionamiento, el estimulo
no se presenta más? En otras palabras ¿continuará el EC provocando la RC, incluso
en ausencia del EI? La respuesta se debilitará. Pavlov definió como extinción este
debilitamiento de la respuesta condicionada ante la ausencia de un EC. La extinción,
como Pavlov pronto descubrió, es en realidad la inhibición de la RC más que su
eliminación. Si hacía transcurrir varias horas antes de volver a tocar la campanilla, la
respuesta condicionada al sonido reaparecería. Pavlov llamó a esta reaparición de la
respuesta después de una pauta de descanso recuperación espontánea.
GENERALIZACION
Pavlov Advirtió que después de haberse condicionado un perro al sonido de
ciertas campanillas, también respondería al sonido de otra que emitiera un tono
diferente, o incluso un timbrazo. Pavlov definió como generalización esta tendencia
de responder a estímulos que guardaban relación estrecha de semejanza con el EC.
La generalización puede adaptarse a otras situaciones: si al niño que recién gatea
se le inculca temor a los autos que circulan frente a su casa, luego, responderá en
forma similar cuando vea otros coches.
DISCRIMINACION
Los perros pueden también aprender a no responder a otros estímulos, como al
sonido de una campanilla diferente. Esta capacidad adquirida para distinguir entre
los estímulos condicionados y aquellos similares pero no relevantes los definió como
discriminación. Lo mismo que la capacidad de generalizar, la capacidad de
discriminación involucra también el sentido de supervivencia. Con frecuencia,
estímulos diferentes van seguidos de consecuencias diferentes. Poder reconocer
estas diferencias seria netamente adaptativo. Así es como los niños aprenden a
cruzar la calle con un mínimo de miedo cuando el semáforo esta en rojo.
Se ha utilizado la práctica de la diferenciación como medio para determinar que
es capaz de percibir un organismo desprovisto de habla. ¿Puede un perro distinguir
entre formas diferentes? ¿Puede un bebe distinguir entre sonidos diferentes? Si se
los puede condicionar a responder a estimulo y no a otro, obviamente son capaces
de hacerlo.
¿Por qué motivo se le ha adjudicado a esto tanta importancia? Si Pavlov solo nos
hablara de que al perro viejo se le pueden enseñar tucos nuevos, sus experimentos
ya hubiesen sido olvidados. ¿A quien le interesa que se pueda condicionar a un
perro a secretar saliva ante el sonido de una campanilla, un golpecito en la pata, o la
vista de un círculo? La importancia radica en que muchas otras respuestas a
muchos otros estímulos han sido condicionados clásicamente en muchos otros
organismos, de hecho en todas las especies con las que se ha experimentado,
desde gusanos a peces, perros, monos, seres humanos. Por ejemplo, Gregory
Razran, psicólogo que ayudó a traducir al ingles los escritos de Pavlov, descubrió
que cuando un eslogan político (un EC) iba asociado a la acción de comer (EI),
lograba una mejor aceptación. Cuando los eslóganes estaban asociados a olores
pútridos infiltrados en la habitación donde se llevaban a cabo los experimentos, la
gente se mostraba más renuente.
Asimismo, el trabajo de Pavlov cobró confianza al testimoniar que un proceso
interno y significativo como es el aprendizaje podía estudiarse en forma objetiva.
Pavlov se sentía orgulloso de que su método no implicaba virtualmente ningún juicio
o conjeturas subjetivos acerca de los procesos mentales de los perros. La respuesta
de salvación era un comportamiento evidente que podía calcularse mecánicamente,
por medio de gotas o centímetros cúbicos de saliva. Por lo tanto, el éxito de Pavlov
propuso el modelo que podía seguir esa disciplina joven que entonces era la
psicología, al aislar las bases fundamentales de los comportamientos complejos y
analizándolas mediante procedimientos objetivos de laboratorio.
EL CONDUCTISMO
El trabajo de Pavlov dió mas impulso a los razonamientos del psicólogo
estadounidense John B Watson, quien en 1913 comenzó a insistir en que la
psicología debía descartar toda referencia a pensamientos, sentimientos y motivos
ocultos, y en su lugar, convertirse en la ciencia de la conducta. Debía concentrarse
en las respuestas del organismo a su medio ambiente. Olvidemos la mente, decía
Watson; el objetivo de la psicología es poder, ante el estimulo, predecir la
respuesta”.
Como hemos observado en el capitulo 8. “Estados de conciencia”, la posición de
Watson, llamada conductismo, prevaleció en la psicología durante la primera mitad
de este siglo. Ejerció particular influencia al promover la idea de que podía
comprenderse la conducta humana mediante respuestas condicionadas. En un
famoso estudio, Watson y Rosalie Rayner demostraron de qué manera temores
específicos podían ser condicionados en los humanos. Su sujeto, una criatura de 11
meses, Albert, le temía a los ruidos fuertes, pero no a las ratas blancas. Entonces,
se le mostró una rata blanca, y cuando se acercó a acariciarla golpearon con un
martillo una barra de acero justo detrás de la cabeza del niñito. Después de repetir 7
veces el procedimiento de ver la rata y escuchar el ruido para él terrorífico, Albert se
ponía a sollozar ante la sola vista de la rata. Lo que es mas, 5 días después, Albert
evidenció una generalización de la respuesta condicionada, ya que reaccionó con
cierto temor cuando se le presentó un conejo, un perro y un abrigo de foca. Si bien
algunos psicólogos tuvieron dificultades en repetir estos descubrimientos con otros
niños, el trabajo de Watson con Albert resultó de mucha ayuda a muchos psicólogos,
muchos de los cuales preguntan si cada uno de nosotros no es museo ambulante de
emociones condicionadas. En forma similar, se preguntan si nuestras emociones
mas estériles podrían controlarse, aplicar procedimientos de extinción, o
condicionando nuevas respuestas a los estímulos que provocan esas emociones. En
el capitulo 17, “Terapia”, hablaremos acerca de los procedimientos para tratar los
trastornos emocionales.
Pregunta: En el experimento de Watson. ¿Cual fue el EI, el EC, y la RC?
Reconsideración sobre el conductismo
El uso de la metodología científica abogado por los conductistas continua en la
actualidad en toda las áreas de la investigación psicológica. Mas, el menosprecio de
los conductistas por los conceptos mentales, como la conciencia, ha cedido el paso
al sentimiento creciente de que: 1) los procesos cognoscitivos (pensamiento,
percepciones, expectativas) ocupan un lugar importante en el crecimiento de la
psicología, y que 2) la capacidad de condicionamientos esta limitada por las
predisposiciones biológicas del organismo a ser condicionado.
EL CONDICIONAMIENTO OPERANTE
Vimos que el condicionamiento clásico vincula respuestas simples e involuntarias
con estímulos neutros. ¿Cómo, entonces, aprendemos conductas volitivas de mayor
complejidad? Una cosa es tener que enseñar a un animal a salivar o angustiarse
como respuesta a un estimulo nuevo .y otra adiestrar una paloma a caminar
“haciendo eses”, enseñar aritmética a un chico o lograr que un adulto trastornado
modifique
su
conducta.
Los
conductistas
replicarían
que
otro
tipo
de
condicionamiento –lo que B. F. Skinner llamaba condicionamiento operantepuede implicar esas conductas y permitir impartirlas.
Superficialmente, al menos, es fácil distinguir entre condicionamiento clásico y el
operante. Se da el condicionamiento clásico con lo que Skinner llama conducta
respondiente, o sea, aquella conducta que constituye la respuesta automática a
determinado estimulo. La conducta operante es más volitiva y es más influida por
sus consecuencias: la conducta operante opera sobre el medio ambiente para
conseguir un premio y evitar un castigo. Por lo regular, podemos distinguir el
condicionamiento clásico del operante preguntándonos simplemente si la conducta
que se está condicionando es involuntaria (como ser una “respuesta” de salivación o
temor manifiesto) o si se trata de un esfuerzo voluntario para producir una
consecuencia deseable (como cuando un animal resuelve la triquiñuela que le
permitirá obtener comida).
Como todos sabemos, la conducta premiada tiene todo el aspecto de volver a
darse. Recurriendo a esta sencilla constatación como punto de partida, Skinner
desarrolló una “tecnología conductual” que le permitió enseñar a palomas ciertas
conductas absolutamente desconocidas entre los colombiformes , como ser caminar
haciendo eses, jugar al ping pong y hasta mantener de un “misil teleguiado” al
picotear un blanco móvil visible en una pantalla.
LOS EXPERIMENTOS DE SKINNER
B. F. Skinner, graduado en literatura, era un escritor que, al desanimarse por su
falta de éxito ingresó en la carrera de Psicología y llegó a convertirse en el principal
representante del conductismo moderno. Para llevar a cabo sus estudios pioneros
con ratones, y luego, con palomas, Skinner usó la ahora famosa caja Skinner. Esta
cámara consiste en una cámara con paredes de vidrio sostenidas por parentes
metálicos: contiene una palanca o llave que se puede manipular para ofrecer una
recompensa, consistente en comida o agua, e incluye dispositivos que registran
electrónicamente cuantas veces el animal presiona la palanca o picotea la llave.
MODELACION (SHAPING)
En sus experimentos, Skinner utilizó un procedimiento llamado modelación
(shaping) mediante el cual –recompensas mediante- la conducta natural de un
animal se va guiando paulatinamente hacia la conducta deseada.
Digamos que Skinner quería condicionar un ratón para que pulsara una palanca.
Luego de observar como se comportara el animal, naturalmente antes de cualquier
entrenamiento, Skinner comenzaba a trabajar sobre las conductas ya existentes en
el animal: por ejemplo: gratificando al animal con alimento cada vez que se acercara
a la palanca. Una vez que un ratón ya tenía la costumbre hecha, Skinner lo obligó a
acercarse más y más, cada vez mas, a la palanca –para, finalmente, llegar a tocarlaantes de recibir su recompensa. Este método de aproximaciones sucesivas
recompensa aquellas respuestas que significan jalones hacia la meta apetecida y
deja de lado las demás respuestas. De esta forma el investigador, o entrenador de
animales, va modelando gradualmente conductas complejas. Del mismo modo, un
padre puede valerse de recompensas para modelar la conducta deseada: gratificara,
por ejemplo, lo que se pida con gentileza y no hará caso de lo que se pida con
descortesía.
El procedimiento parece simple. Pero comparemos sus características
esenciales con lo que suele suceder en casa, en el colegio o en el trabajo. En el
procedimiento de condicionamiento operante, el entrenador trabaja sobre las
conductas ya existentes en el individuo, gratificando de inmediato todo pequeño
adelanto que se da en el sentido deseado. En la vida cotidiana, dice Skinner,
estamos en continuo recompensando y modelando la conducta de los demás, a
veces sin quererlo. Hasta llegamos a gratificar conductas que nos resultan
desagradables. Los padres de Pepito, por ejemplo, están molestos y ofuscados por
el escandaloso modo que tiene el nene de andar a los gritos, sin darse cuenta de
que en realidad, son ellos que fomentan la situación:
Pepito: ¿Podés atarme los cordones?
Papa: Sigue leyendo el diario
Pepito: Papá, ¡no puedo con los zapatos sin atar!
Papa: Bueno, si, espera un minuto.
Pepito: ¡PAAAAAAAAAPI!! ¡ ATAME LOS CORDONES!!
Papa: ¿cuantas veces tengo que decirte que no chilles? ¿y ahora que zapatito
ataremos primero?
Comparemos ahora como los psicólogos del aprendizaje modelan la conducta (al
premiar de continuo los primeros adelantos) con el modelo de recompensas que se
da en ciertos colegios. En la planilla, el maestro pone una marca especial (en los
EEUU una estrella) después del nombre de quienes han logrado el mas alto puntaje,
La prueba es la misma para todos los alumnos. Como se puede comprobar
entonces, algunos chicos son “estrellas académicas” y otros no, por más que lo
intenten.
Por importante que sea el principio de modelación mediante aproximaciones
sucesivas, los experimentos de Skinner y de otros investigadores en materia del
conductismo operante hicieron mucho más que enseñarnos a crearles hábito a un
ratón: han logrado explorar las condiciones precisas que fomentan un aprendizaje
eficiente y duradero
Principios de los refuerzos
El concepto de refuerzo. Hasta el momento nos hemos referido al “poder” de las
recompensas bastante a la ligera. Este tema adquiere un significado mas preciso en
el concepto que Skinner llamo de refuerzo: Se trata de toda circunstancia capaz
de aumentar la posibilidad de una respuesta dada a continuación. Algunos
estímulos, como la comida, son habitualmente reforzadores positivos: ofrecerlos
después de una respuesta la intensificará. Para mucha gente la atención que se le
presta, la aprobación y el dinero son reforzadores positivos: contribuirán a reforzar
aquellas conductas que provocan la “aparición” de tal reforzador. Otros estímulos,
como el electrochoque, crean reforzadores negativos: eliminarlos después de una
respuesta la reforzará. Cuando el niño fue “mandado al rincón” se le permite
abandonar la silla ahora que se ha calmado, se lo refuerza negativamente.
(Recordemos: así daba su efecto al entregar algo positivo o al quitar algo negativo,
el reforzador robustece la conducta.)
Observe que “positivo” significa presentar un estimulo y “negativo” quiere
decir eliminarlo. Ya que los reforzadores siempre gratifican, el apartarse de un
estimulo desagradable (como un choque eléctrico) es un reforzador negativo.
Para mayor discriminación, se puede diferenciar los reforzadores entre primarios
(innatos) o secundarios (condicionados). Los reforzadores primarios –tales como
ofrecer comida o suspender el electrochoque- no se aprenden. Es automático el
poder que tienen de intensificar la conducta. Los reforzadores primarios, por su
parte, cobran su esencial poder al asociarse con los reforzadores secundarios.
Nuestra vida está llena de reforzadores secundarios: dinero, buenas calificaciones,
un tono de voz, un elogio, una promesa, todos los cuales ya se han “vinculado” con
consecuencias placenteras. Estos y otros reforzadores secundarios realzan en gran
medida nuestra capacidad por alimentarlos mutuamente.
CASTIGO
El castigo es lo opuesto del refuerzo. Es la consecuencia repulsiva
(desagradable) que tienen de hacer disminuir la repetición de las conductas que
la precedieron. Es indudable: el castigo puede convertirse en poderoso instrumento
para restringir la conducta indeseable, por lo menos en aquellas condiciones que
convierten al refuerzo en efectivo. Revisten particular importancia la intensidad, el
momento y la coherencia del castigo. Consecuencias fuertes, inmediatas y
coherentes afectan más rápidamente la conducta que las consecuencias débiles,
demoradas y no coherentes. El ratón que recibe una descarga después de haber
tocado el objeto prohibido y el chico al que se reta por haber cruzado la calle,
aprenderán más rápido a evitar la repetición de tales conductas si los castigos
aplicados son rápidos y firmes.
Nota: El castigo es la entrega de un estimulo desagradable. El refuerzo
negativo es el apartarse de un estimulo desagradable.
Por más poderoso que pueda resultar el castigo (como “arma”), mucho se discute
si es un medio desagradable para alterar la conducta. En primer lugar, no se olvida
la conducta objeto del castigo, solo se la sofoca. La supresión temporaria de la
conducta “mala” puede reforzar (incitarnos) a recurrir al castigo. Pero si se suspende
el castigo –o si se lo evita- la conducta “castigada es susceptible a reaparecer. El
chico que aprende –a fuerza de que le den una zurra- a no soltar palabrotas en
casa…soltara todas las que conoce en otra parte. El conductor estadounidense al
que ya le hicieron dos boletas por exceso de velocidad, va y compra ese aparatito
electrónico llamado “fuzz búster” que produce interferencias al radar de la policía
caminera, y circulara a toda velocidad cuando no haya patrullas a la vista. Los
adolescentes que han sido castigado por decir la verdad sobre sus andanzas, tal ves
ahora comiencen a mentir. Skinner dice que, a menudo, el castigo enseña a evitar
castigos.
En segundo lugar, los estímulos “castigadores” pueden crear miedo. Imaginemos
el siguiente procedimiento experimental: se coloca un perro en una caja dividida en
dos por una valla baja. Poco después de haberse encendido una luz, una descarga
poderosa aplicada por medio del piso electrificado envía al “perro” volando por
encima de la barra al otro compartimiento. Ya que este no esta electrificado, se
refuerza la conducta de escape. (Como era de prever, aprender a escapar de un
estimulo desagradable se llama “aprendizaje de escape”.) En las pruebas
sucesivas se le aplica nuevamente la descarga al perro, después de haberse
encendido la luz a menos que el aprenda a saltar rápidamente la valla y se sienta
“reforzado” al evitar, al mismo tiempo, la temida descarga (lo que se llama
“aprendizaje
de
evitación”).
Nótese
que,
de
estos
modos,
tanto
el
condicionamiento clásico como el operante pueden darse la misma situación de
aprendizaje. Se condiciona clásicamente al perro a temer la descarga una vez que
se ha prendido la luz, y se lo condiciona en forma operante a evitar la descarga al
“reforzarlo” para que salte hacia la mitad “segura” de la caja.
Resumiendo, el castigo es, a veces, efectivo y en ocasiones, puede ser menos
doloroso que la conducta que reprime. La conducta fue objetivo de castigo, sin
embargo, puede aparecer si se logra evitar la amenaza de castigo. El castigo puede
tener también efectos colaterales indeseables – tanto como miedo y hostilidad- y, a
menudo, falla en enseñar como actuar de manera positiva. Razones por las que la
mayoría de los psicólogos suelen hacen suya la opinión de Skinner al favorecer el
refuerzo positivo en contra del castigo: mas vale “pescar” a alguien haciendo una
cosa bien y brindarle respaldo. Si nos detenemos a pensarlo un poco, muchas de
nuestras amenazas de castigo resultarían así de contundentes-y tendrían quizá mas
efecto- si se reformularan de modo positivo:”Juancito, si no limpias tu pieza, no
podrás salir a jugar” podría convertirse en, “Juancito, cuando termines de limpiar tu
pieza podes salir a jugar”.”Maria, sino terminas tus deberes, no habrá televisión”,
podría convertirse en:”…”-
Aprendizaje por medio de la observación.
Hemos aprendido mucho sobre los procesos básicos de aprendizaje, el salivar de
los perros, el correr de los ratones y el picotear de las palomas. Sin embargo, esos
animales no nos han contado toda la historia del aprendizaje. Entre los animales
superiores –nosotros, los humanos, en particular- el aprendizaje se produce no solo
mediante la experiencia directa, sino también por la observación. Al observar e imitar
a otros, aprendemos los papeles genéricos, la estrategias que nos permiten resolver
los problemas, las habilidades deportivas.
Asimismo aprendemos conductas sociales específicas. Imaginemos una escena
perteneciente al celebre experimento ideado por el investigador Albert Bandura,
pionero del aprendizaje por medio de la observación.
“Un niño de edad escolar esta trabajando en una interesante tarea de
manualidades. En otro lugar de la habitación se encuentra un adulto trabajando con
unos juegos de armar, tipo “mecano”. De repente se levanta el adulto y, durante
unos 10 minutos, se pone a pegar, patear y tirar por los aires un gran muñeco
inflable, mientras no deja de chillar amenidades del tipo:”¡Encájale una trompada en
la nariz¡ ¡ Bájalo de una patada¡ ¡ Patéalo¡”.
Una vez que el niño ha observado semejante ex abrupto, se lo lleva a otra pieza
donde se encuentran muchos juguetes atractivos. Pero, muy pronto, la investigadora
interrumpe el juego del niño y le explica que ha decidido guardar los mejores
juguetes “para los demás niños”. La frustrada criatura es conducida a un cuarto
contiguo, repleto de gran variedad de juguetes, entre los cuales se encuentra un
muñeco inflable similar al anterior. Apenas se lo deja solo ¿Qué hace el niño? si se
lo compara con otros niños no expuestos al “modelo” adulto. El niño que ha podido
observar el estallido de agresividad será muchísimo mas propenso a atacar con
agresividad al muñeco. Aparentemente, su nivel de inhibición ha descendido de puro
haber observado como el modelo adulto la emprendía contra el muñeco. Pero
también sucede algo más que el descenso de la inhibición, por cual el niño imita los
mismísimos actos del adulto, usa sus mismísimas palabras, es decir, todo cuanto
pudo observar antes. En otras palabras, su aprendizaje latente se ha puesto de
manifiesto.
De tales estudios surge algo muy triste y es que los modelos antisociales – en la
familia, en los vecindarios, en los programas de TV favoritos, pueden tener efectos
antisociales. Mas aún esto nos ayuda a comprender por que los padres que
maltratan a sus hijos suelen tener hijos agresivos, y si los maridos le pegan a la
mujer, a veces se trata de que su propio padre hacia lo mismo con su madre.
Surge también algo reconfortante: Los modelos pro sociales (positivos,
solidarios) pueden tener efectos pro sociales. En esta vida – tanto dentro como fuera
del gabinete psicológico- quienes dan el ejemplo de una conducta solidaria y
enemiga de la violencia pueden favorecer la eclosión de una conducta similar en el
prójimo. Tanto Ghandi como Martín Luther King se apoyaron y capitalizaron sobre el
poder de la no violencia como medio de acción. Diversos estudios sobre cristianos
europeos que arriesgaron la vida por rescatar a judíos de los nazis y estudios sobre
los activistas de derechos civiles, en los estados unidos de fines de los años 50, han
revelado que este tipo e persona suele haber tenido una estrecha relación con, por
lo menos, uno de sus progenitores quien modeló en esa persona una moral fuerte o
preocupaciones humanitarias.
“El imitar a nuestros antepasados nos hace adquirir las pasiones de nuestros
padres, aun cuando envenenen nuestras vidas” Stendhal, Love, 1822.
Algunas veces, el modelo predica algo y hace otra cosa. En realidad, muchos
son los padres que parecen manejarse de acuerdo de “haz lo que digo y no lo que
hago”. Pero los experimentos indican que los niños…aprenden ambas cosas. Si
están en contacto con hipócritas, luego atenderán a imitar su hipocresía al hacer
cuanto hizo el modelo, y decir cuanto dijo el modelo.
“los niños necesitan modelos en lugar de críticos” Joseph Joubert, Pensees,
1842.
¿De donde vendrá esta tendencia a imitar modelos? Es de opinión que refuerzos
y castigos – tanto los que recibió el modelo como el imitador- contribuyen a
determinar si tal persona actuará de conformidad con una conducta que haya
observado. Miramos y aprendemos. Al mirar, aprendemos (cognitivamente) a
anticipar cuales pueden ser las consecuencias de determinada conducta. Cuando,
por ejemplo, miramos cierto programas de televisión, podemos “aprender” que la
intimidación física es un buen medio de controlar a los demás: que la promiscuidad
sexual ofrece placer sin culpa y que esta muy bien que el hombre haga y diga ciertas
cosas y de que la mujer haga y diga ciertas cosas.
“En realidad, más de nuestra mitad esta hecha de imitaciones. La clave es elegir
modelos buenos y estudiarlos con sumo cuidado”. Lord Chesterfield. –Letters,
(cartas), 18 de enero de 1750.
Si bien nuestro conocimiento de los principios del aprendizaje esta basado sobre
la labor de miles de investigadores, este capitulo se ha concentrado en los criterios
de unos cuantos pioneros, como fueron Pavlov, Watson, Skinner y Bandura. En
parte, se hizo así para ilustrar el impacto que pueden resultar de la devoción ciega
por unos pocos problemas e ideas bien definidas. Bandura –y, en especial, Pavlov,
Watson y Skinner- eran tal vez propensos a mostrar exceso de entusiasmo para con
el poder de sus ideas. Pero a ellos les corresponde haber definido los problemas en
danza y habernos inculcado la importancia que revisten los fenómenos del
aprendizaje. Como lo demuestra su legado a menudo la historia intelectual la
escriben hombres que, por riesgo de parecer repetitivos, persiguen una idea hasta
sus últimas consecuencias.