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RETIRO de ADVIENTO
Tiempo de los que tienen sed (Is 55, 1-13)
Chus Sanz
1. INTRODUCCIÓN
Hay momentos en la vida en que parece que EL TIEMPO se NOS
CONCENTRA: Unos como posibilidad, otros vienen “a cámara lenta” y
tardan en pasar de largo, otros como sorpresa inesperada, otros como
aguijón o como reposo abandonado en otro ritmo. ¿Qué experiencia de
Tiempo estás viviendo? ¿De qué está siendo Tiempo en tu vida?
Unos momentos nos “centrifugan” el tiempo por la rebeldía que
encierran, y otros lo “extienden” por la ternura que añaden. Algunos
abocan la existencia al más hondo mutismo y
otros la precipitan a un tipo nuevo de
lucidez.
Hemos vivido mucho... EL TIEMPO no
son las horas del reloj o los días del
calendario, no es un año, no es de nuevo
“otro adviento”: el TIEMPO trae consigo la
densidad del corazón y es lo hondo del
Misterio. ¿De qué es tiempo en tu corazón en
este momento? ¿Qué tiempo es recordado y
qué tiempo viene con sordina? ¿Qué tiempo se te ha resbalado de las
manos y qué tiempo te ha provocado algún parto doloroso? Hay un
Tiempo “según la carne”, otro “según el Espíritu” pero... no acontecen
por separado.
Toda la sabiduría que ha entrañado cada persona, todo conflicto
vivido o malvivido, cada fracaso, cada perdón dado, recibido o
pendiente, cada iniciativa que afecta a los derechos humanos con
nombres y apellidos, todas las energías volcadas con pasión en añadir un
gramo de humanidad alrededor, cada vez que visitamos algún tipo de
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cárcel, cada vez que nos paramos cuando podríamos pasar de largo,
cada vez que nos ponemos de parte del que no tiene credibilidad, o
sustituimos el juicio por la mirada bondadosa o guardamos en el
corazón una confianza humilde y oscura... esa es la medida del Tiempo
que le importa a Dios. Él ACONTECE en ese Tiempo y nos lo abre a otro
significado inaudito, se hace así Historia en medio de su Pueblo. Alguien
viene a desvelar el significado profundo del presente.
El TIEMPO es eso que nos va a contar este texto de Isaías: sed,
jornal, preguntas, oídos, pan, promesas, gritos,
búsquedas, paciencia, desconciertos, lluvia,
tierra, semillas, muerte, misión, ortigas y alegría.
Ese es el TIEMPO nuestro y el de Dios. Tiempo
como experiencia tan humana, de todos los días,
y ahí mismo Acontecimiento, Manifestación,
Revelación de Alguien.
Haz memoria de tu tiempo, el vivido. De tu
Historia. La compartida desde el último
“adviento” -no tiene porqué ser “cronológico”-.
Ahí, en lo real, en lo acontecido, ABRE EL OÍDO Y
ESCUCHA. VUÉLVETE.
Tienes TIEMPO para orar. Entra con la lentitud de quien quiere
hincar raíces muy abajo. También con la misma determinación. Entra en
este día con la conciencia de lo que está en juego, entra en compañía,
entra más bien dejándote llevar suavemente pero sin darle largas ni
enredarte por el camino... ¡¡ya sabes que se nos da de miedo!!
2. EL SÍMBOLO
Te invito a que coloques durante este día en tu lugar de oración los
elementos que simbolizan la fuerza del Misterio del texto con el que
vamos a orar: AGUA, TIERRA, PAN, SEMILLAS. Y en el centro, LA PALABRA
ABIERTA. Si tienes un reloj también puede expresar toda la fuerza
histórica y la densidad de una vida y de un momento, el tuyo, el nuestro,
que vuelve a ser invitación, acontecimiento, promesa. Somos tiempo,
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vivimos o escapamos del tiempo, nos agobia, nos obliga, nos envejece,
nos lleva, nos posibilita, nos endurece, nos abre a la eternidad, nos
somete, nos compromete, nos humaniza, nos desconcierta, nos
preocupa o nos absorbe... en medio, Dios acontece en el tiempo. A
destiempo, a veces a contrarreloj. Y a veces... “se nos va el santo al cielo”
y ¡¡ni nos enteramos!!
3. LECTURA DEL TEXTO Y ECO INTERIOR
“¡Oh, todos los sedientos, id por agua, y los que no tenéis plata, venid,
comprad y comed, sin plata y sin pagar, vino y leche! ¿Por qué gastar plata
en lo que no es pan y vuestro jornal en lo que no sacia? Hacedme caso y
comed cosa buena y disfrutaréis con algo sustancioso. Aplicad el oído y
acudid a mí, oíd y vivirá vuestra alma. Pues voy a firmar con vosotros una
alianza eterna. Las amorosas y fieles
promesas hechas a David. Mira que por
testigo de las naciones le he puesto,
caudillo y legislador de las naciones.
Mira que a un pueblo que no conocías
has de convocar, y un pueblo que no te
conocía, a ti correrá por amor de
Yahvé tu Dios y por el Santo de Israel
porque te ha honrado.
Buscad a Yahvé mientras se deja encontrar, llamadle mientras está
cercano. Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos y
vuélvase a Yahvé, que tendrá compasión de Él, a nuestro Dios que será
grande en perdonar. Porque no son mis pensamientos vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos -Oráculo de Yahvéporque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a
los vuestros y mis pensamientos a los vuestros. Como descienden la lluvia y
la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la
fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan
para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a
mí de vacío sin que haya realizado lo que me plugo y haya, cumplido
aquello a que la envié. Sí, con alegría saldréis y en paz seréis traídos. Los
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montes y las colinas romperán ante vosotros en gritos de júbilo y todos los
árboles del campo batirán palmas. En lugar del espino crecerá el ciprés, en
lugar de la ortiga crecerá el mirto. Será para renombre de Yahvé, por señal
eterna que no será borrada” (Is 55, 1-13).
A) ¿Eres de los sedientos?
La sed ya es un Don. Tenerla, reconocerla, otro. Permitir que ella
misma “nos alumbre para alcanzar la Fuente”, otro. Puedes sentir la sed
si eres de los que han corrido mucho, también si llevas tiempo bebiendo
a sorbos insuficientes, si estás muy derrotado de trabajo o de existencia
“sudorosa”, si vas descubriendo cada vez más lo que significa ser “polvo
sobre polvo”, pobre pero único, si has sido
como Job “curandero de quimeras” (Job 13), si
“te han hervido las entrañas sin descanso” (Job
30) o si te preguntas con él si has hecho del
oro tu confianza y has dicho al oro fino tú, mi
seguridad (Job 31, 14). Puedes sentir la sed que
es también pasión de amor por dar a conocer
la Fuente de agua viva, o esa otra, la de un
crucificado que se te hace el único maestro.
Sed de Palabra de Dios hecha carne. Puedes
sentir la sed del Espíritu que fortalezca, guíe,
actúe en la realidad obstinada. Puedes sentir
la sed al reconocerte humano, simplemente
hermano de toda una historia que está
pasando mucha sed y vaga “como oveja sin
pastor” o a quien se despide “hambrienta”. La sed es como la Historia
de Salvación, nada tan personal, tan intransferible, y a la vez nada que
nos hermane tanto a todos. La sed, como la salvación “BROTA DE TU
TIERRA”. Su presencia anuncia ya una Pertenencia. Ahora pregúntate...
¿eres de los sedientos? ¿De qué tienes sed? ¿Qué haces con tu sed cuando te
despierta “la garganta”? Parafraseando a Job cuando afirma “Él salva al
pobre por su misma pobreza” decimos “El salva al sediento por su misma
sed”.
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B) El vigor apasionado de los imperativos del Abbá
¿Has leído el texto como si se te estuviese dirigiendo literalmente a
ti, en este Tiempo tuyo? Estremece sentirnos llamados así por Dios. Uno
se reconoce... y ¡¡no se lo cree!! “¿Ah, pero es a mí?” Y miramos para otro
sitio con cara pasmada. Y Él sonríe y tiembla sin apartar la mirada.
A los sedientos, a los que trabajan pero no quedan saciados, a los
que ve cansados en la esperanza o pobres en la fe, a los que... sobre
todo se dirige como siempre “a los que no tienen plata”, a los que no
tienen la seguridad de poder mantenerse vivos por sí mismos; se dirige a
los que buscan y esperan aprender a recibir, a los que ya saben por
experiencia que de eso depende todo porque su esfuerzo, sus luchas a
brazo partido, sus peleas sin tregua sólo les ha convertido, al final, en
unos pobres sedientos y les ha revelado la oquedad de sus fuerzas. A
esos, sobre todo a los pobres... a los que van haciendo experiencia de lo
simple en medio del desengaño, el laberinto y la ambigüedad de la vida.
Sólo ahí hay cuenco para el agradecimiento y para el silencio.
Entonces a Dios se le conmueven las entrañas y sólo acierta a
precipitar el corazón: ¡Id!, ¡Venid!, ¡Comed!, ¡Hacedme caso!, ¡Aplicad el
oído!, ¡Acudid a mí!, ¡Buscadme!, ¡Llamadme!, ¡Seréis traídos! ¿De verdad
que has recibido alguna vez este texto escuchando por detrás de las
palabras el corazón absolutamente descoyuntado y abierto de este
Padre?
No es el imperativo del que manda, ni del que obliga, ni del que
reclama. ¿Te das cuenta, verdad? Es el imperativo del Abbá que sabe
dónde y cómo estamos, que viene a provocar nuestra libertad y a
concentrar nuestra vida donde Él está. Es un imperativo que arde al
escucharlo y uno está tentado a defenderse con lo que sabe: ¿Por qué
tanta prisa? ¿Por qué tanto interés? ¿No me han dicho otras veces?...
Pero se acumula LA BONDAD de Dios como si de eso dependiese
todo, como si el tiempo fuera deprisa y no nos diésemos cuenta. Se hace
impaciente de Amor. Y va dando pasos hacia nosotros... En el texto se
va acercando, podemos escuchar sus pasos, olfatear su Presencia. Cada
vez que dice “¡Id!”, escuchamos cómo viene y se vuelca, se nos planta en
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medio de nuestra existencia abierta. ¿No nos llama como la madre al hijo
de sus entrañas? ¿No nos suplica como el Dios celoso de su Pueblo? Cada
vez que dice “¡Oíd!” es su misma Palabra la que ya está saliendo por
todos los poros de su piel; cada vez que dice “¡Buscadme!” es como el
que está ya delante de ti, tan cerca, tan desprotegido y tan deseoso de
querer ser encontrado... Como si sólo le hiciese falta eso. Así de
necesitado empieza a desvelarse nuestro Dios, así de mendigo y
humillado de amor, así de vulnerable al pan que no nos sacia así de
desprovisto y de entregado... “¡mis entrañas, mis entrañas! ¡Me duelen las
telas del corazón, se me salta el corazón del pecho!” (Jer 4, 19) ¿El corazón
de un Padre?...Es el corazón que anuncia un niño, un HIJO.
C) Tan simple y tan desconcertante como una imagen
Tan solo la advertencia a una tentación: Nuestra pretensión de
enjuiciar por adelantado cómo actúa su Providencia, qué caminos elige
el Amor o la transformación de la Historia. Sus caminos no son los
nuestros, sus pensamientos no son los nuestros, su Promesa supera
nuestra “torpe lógica” que se alimenta de nuestras experiencias previas.
Si pretendemos llegar al Misterio -de Dios, de la realidad, de mi corazón
o del de los demás- desde la interpretación es como si pretendiésemos
deshilvanar la luz y hacer una madeja con ella.
Sus caminos se atreven a
pasar
por
paradojas,
desengaños, oscuridades y
absurdos que rozan nuestra
incredulidad. Lo suyo no es lo
nuestro.
Nuestros pensamientos
no son los suyos. ¡¡Tan a
menudo!! ¡¡Tan a menudo!! Lo
nuestro sería la retribución y el derecho, lo suyo, que al final de nuestra
vida entendamos algo, tal vez, de su Compasión. Ya está. Acaba de
dejamos otra vez desnudos y con cara “de pasmo”. Sólo así... en
silencio, desconcertados, desarmados, confundidos, pequeños... sólo así
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nos hacemos tierra simple, grieta abierta: recibir el agua, calamos sin
defensas, impotentes, empapamos de lo que Él nos quiere dar, permitir
la oscuridad de la semilla, permitir la paciencia, permitir nutrir las raíces,
permitir que la misión se cumpla por donde no hemos deseado, ni por el
camino que hemos recorrido con esfuerzo. Y a todo nos educa en la vida
real y cotidiana, en el tiempo, en los sucesos más o menos duros o
rutinarios que vivimos. Y nos pregunta si a través de nuestra historia
concreta notamos más la sed, somos más sensibles a sus imperativos,
abandonamos todo juicio, tenemos más grietas en nuestro suelo o... o
QUÉ.
Deja resonar los ecos del texto, sin pretender conclusiones o
reflexiones, te conduce hasta la adoración. No cabe nada más. El juicio
no es posible, ni la arrogancia. Sólo hay una sabiduría: el ABANDONO
que espera aprender a RECIBIR, a pesar de todo, a dejarse querer hasta
poder fecundar su Palabra.
Es la fuerza de una imagen...
sólo eso: como la lluvia mansa,
como la tierra que se deja calar...
A veces buscamos la lluvia a
torrentes... deja baldío el terreno;
a veces pretendemos colocar
aspersores en cuanto tememos la
sequía; a veces la vida nos ha
asfaltado el terreno y el agua
rebota; a veces hemos ido
colocando invernaderos con plásticos impermeables; a veces hemos
puesto a producir tanto la tierra antes de tiempo que la lluvia la
encuentra agotada y marchita; a veces hacemos de terratenientes y nos
hacemos dueños hasta del agua que embalsamos... A pesar de todo...
esa tierra es ocasión para Dios. Sólo pide creer en su COMPASIÓN y
dejarnos empapar por su MISERICORDIA. Volvemos a Él. Es así,
Increíble... hace del desierto espacio de intimidad y del valle de Alcor,
valle de infidelidad, puerta de esperanza. Cada uno puede evocar ese
valle con el nombre que tenga históricamente en sus entrañas... -valle de
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tibieza, valle de saciedad, valle de letargo, valle de injusticia, valle de
violencia sin defensor, valle de indignación, valle de impotencia, valle de
ambigüedad...- Al final, PUERTA DE ESPERANZA. Esa es la Buena Noticia.
Anuncia ya que “no ha venido a llamar a justos sino a pecadores” y que
“no necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Hasta el mal es ocasión
de fecundidad. De Salvación. Es el “encargo” que lleva consigo la gracia,
la lluvia. Es su ORIGINAL fecundidad...
4. PROPUESTA ORANTE: BEBER, OÍR, ACOGER, AGRADECER
Lo importante hoy es orar, entrar en Relación con este Dios que se
“abalanza” en medio de la Historia para sacudir nuestra inercia y nuestra
insensatez. Elige una de estas posibilidades si te ayudan para ello.
A. Contemplar el acontecimiento
¿Te has fijado alguna vez en
cómo desciende la lluvia y la nieve de
los cielos? ¿Te has quedado
contemplando cómo empapa la
tierra? ¿Y cómo se esponja la tierra y
se pone de color brillante y el olor
que desprende? No tiene vuelta.
Permite que el Espíritu y la
Palabra suave sean ahora en ti como
lluvia mansa. El Don es Don. La lluvia cae y no vuelve... y lo hace en
silencio. Tiene una Misión que es puro amor gratuito y volcado. Pero
algo sucede en la tierra aunque no lo veamos... si hay grietas, si está
blanda, si tiene sed, si hay semillas ocultas, pacientemente abonadas,
oscuras, quietas, no secas sino tiernas...Lo que brota es pan para comer.
Su Palabra actúa así. Su definitiva Palabra, Jesús. Está empapando la
tierra, está dando fruto -tal vez no según nuestros caminos-, ya está
siendo Pan para que comas ¡¡el que tenga hambre!! Deja que así sea... O
tal vez necesites adorar, o pedir sed, o volver el corazón, o estirar tus
propias grietas por dónde dejar que el agua cale. ¿Huele a tierra mojada?
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Permite, recibe, escucha sus imperativos en medio de tu Tiempo y de
esta Historia Habitada. Contempla el símbolo, su Tiempo, su Palabra, su
fuerza real. No te olvides de que hay Alguien en medio de tu historia,
con ansia compasiva, que te atrae.
B. El gesto: súplica creyente y obediencia
Puedes coger la Palabra con tus
manos, orar con ella abierta. No te
deja indiferente, algo serio acontece
cuando la dejas decirte a ti, en
primera persona.
Haces memoria del texto y de la
historia personal que estás viviendo
ahora, en la que esta Palabra cobra
un vigor nuevo.
¿Por qué esa revelación de un Dios Compasivo, pura misericordia,
gratuidad sin medida, se te regala justo ahora?
¿Por qué ese espejo en el que te reconoces con la existencia
mendiga, insatisfecha y sin la lucidez suficiente como para ir a la raíz de
lo que vives?
¿Por qué ahora precisamente esta Palabra viene a hablarte de que
tus caminos y tus pensamientos son bultos ciegos y verdades
maniatadas que te alejan más que te guían y que sólo el abandono a su
sabiduría es “Luz de luz”?
¿Por qué ese aguijón íntimo al reconocer que son sus imperativos
los que te han descolocado por dentro?
¿A qué ha venido esa intuición suave de que lo que tú rechazas,
grietas endurecidas de mucha sequía y miedos apelmazados, es justo
por donde Él demanda mansedumbre y Salvación?
¿Por qué este movimiento interno que te conduce a las raíces con
simplicidad y te lleva a entender en un momento lo que se te regala en
Jesús, donde reposa la Misión, por donde avanzan en el corazón de la
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Historia los caminos de la Obediencia?...
Con la Palabra en tus manos, deja que el eco de alguna de estas
preguntas, tus resonancias y tus movimientos suaves te conduzcan a la
Relación con el que te dice “¡Oíd!”.
Después, si quieres, sin palabras, deja que un gesto lo diga todo.
Estrecha la Palabra junto a tu corazón. Escucha tus propios latidos y la
verdad que se te Revela como Camino. Repite simplemente: “Que el Don
que me regalas no vuelva a Ti vacío, que viva la Misión y la fecundidad que
Tú quieres.” Te acercas de puntillas a la experiencia del Adviento.
C. Las evocaciones del símbolo anuncian a Jesús
Estás delante del símbolo que colocamos al principio: Todo anuncia y
evoca la Palabra que Dios nos trae, Buena Noticia en el Tiempo que
vivimos. La persona de Jesús. Cada símbolo te puede conducir a Él, te
anuncia “la razón de tu esperanza”. Puedes elegir uno de esos símbolos
para orar, mirar, hacer SILENCIO y creer:
EL AGUA... Mira, contempla. Evoca tu sed, porque eres de los
sedientos. El agua que deja “mullida” la existencia en su complejidad.
Pero hay más... acoges ya el anuncio de “un Bautismo”, y “las aguas de la
piscina que curan toda parálisis...” y “el vino de las bodas” cuando el agua
se hace confianza y escucha. El Agua te introduce en el Misterio del
Adviento, Jesús, no para pensar, sino para beber.
EL PAN... la vida te está
regalando trigo a manos llenas y
comida, como al sembrador. A la vez
resuena hoy esta palabra “¡Comed!”
Agradeces mirando este símbolo
que Dios se acerque tanto a su
pueblo que le prometa comida y te
haces hermano de las multitudes
hambrientas -conoces nombres
concretos, situaciones que claman al cielo, seguro que cerca de tu portal
y tu mesa de trabajo- y te gozas de que el Reino se haga Pan y se
construya haciéndose uno mismo Pan y escuchas de fondo la fuerza del
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Adviento... “Yo soy el Pan de Vida, el que venga a mí nunca más tendrá
hambre”, No para “proponerte” nada sino para “abrirte en canal” y
dejarte alimentar, porque la vida te viene de Otro y la justicia que
reclama nuestro mundo es Compasión.
TIERRA... Así te sientes al iniciar este Tiempo, como tierra: reseca,
en barbecho, con abrojos, pantanosa... pero tierra. Todo te lleva a una
conciencia mayor de ti mismo y de la tierra de los demás, pero a veces
eso mismo te encierra en lo posible” y “lo
real”. Al mirar esa tierra... te llega al
corazón el recuerdo de esa otra Tierra
que también es revelación de Amor
Misericordia: la del barro untado con la
saliva de Jesús, la de la arena en la que se
dio de bruces la adúltera, la que limpió
María de los pies del Maestro, la del
costado abierto y embarrado en la cruz, la
del hijo que volvía todo desarrapado
después de “haber hecho su vida”... Es la
misma tierra, Jesús, que sólo viene a
reconciliar, que es “rico en misericordia”.
No para que “rindas cuentas” sino para DARSE, para que antes de nada
te dejes querer de tal manera que de verdad tus raíces queden
empapadas de ternura.
LAS SEMILLAS... Las que están ya sembradas, las que han ido
cayendo entre espinos, las que otros te han confiado. Puedes mirarlas y
reconocer toda tu vida oculta cuajándose por debajo. Pero ¡¡qué
oscuridad!! ¡Qué larga es la espera! ¡Qué lento todo! Parecía que... pero
ya han pasado “tres días” y no aparece ningún fruto. Esas semillas del
Adviento de Isaías te llevan a un significado más profundo que te
adentran en sus caminos, en sus pensamientos aquella semilla que
muere, aquella semilla que espera la siega después de crecer de noche
sin saber cómo, la semilla que se ha sentido triturada y asfixiada bajo
tierra... El Adviento revela ya el único camino, Jesús. No para idealizar la
espera, sino para creer contra toda esperanza.
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5. CLAVES
PARA VIVIR ESTE ADVIENTO COMO TIERRA POROSA QUE
FECUNDA LA PALABRA
1. Activos pero no dispersos. El Adviento más que un Tiempo es
UNA PERSONA.
2. Beber, comer, celebrar, participar... pero hacer sitio para
reconocer en todo LA SED.
3. No correr de semana en semana hasta la Navidad, sino olfatear
los reductos de misericordia y desatascar un poco la capacidad
de COMPASIÓN día a día.
4. Agradecer que no sabemos vivir este tiempo “como conviene”...
así seremos llevados, atraídos y RECIBIREMOS. Que de eso se
trata.
5. Celebrar los valles de desesperación histórica que vivamos como
pozos para entender los caminos de LA ESPERANZA... desde
Otro.
6. Hacer un “repaso diario” a LA HUMILDAD: que allí donde hay
pretensión de verdad, juicio “verosímil” sobre los problemas de
la realidad sin caer en la cuenta de las personas concretas que
los sufren, palabras que sentencian sutilmente al hermano,
sistemas de vida seguros que nos hacen creer “seguidores”,
sentimientos que nos enfrían la humana vulnerabilidad,
sensación “probada con obras” de que el otro es quien debe
rectificar, ideas demasiado grandes que impiden la valoración de
lo más pequeño y escondido, visiones que dividen el mundo en
bandos, prisa por interpretar y sentenciar “lo mejor”, ... ahí
puede que se cumpla eso de que “sus caminos distan de los
nuestros como la tierra del cielo” ¿Qué tal si aprendemos a callar
y miramos cómo cae la lluvia “sobre justos e injustos”?
7. La mirada... afinar LA MIRADA: Podemos asomamos a la realidad
y a las relaciones cotidianas con mirada de saciados o de
sedientos; con mirada del que “está lleno de plata” o con la del
que conoce los “agujeros de sus propios bolsillos”, con la mirada
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del que “se deja encontrar” por el que no esperaba o con la del
que no tiene tiempo para detenerse en lo que no interesa; con
mirada del que está “buscando a Alguien” o con la del que
disfruta siendo celebrado y reconocido; con mirada agrietada
por donde puede “colarse” la necesidad del otro o con mirada
de haber sido perdonado poco; con mirada lenta que a la vez
“aplica el oído” o con la mirada del que “se sabe ya lo que ve”. ¡La
mirada tiene tanto poder para desvelar dignidad y rescatarla
donde se ha hundido!
8. HUMANIZAR a la medida de Jesús y dejarnos humanizar por lo
que nos escandalice, lo que nos dé al traste con nuestras ideas
de “dónde y de parte de quién” está Dios y por lo que desarme
nuestras ideas de éxito y gloria. Recordar la bienaventuranza de
Jesús “¡Dichoso el que no se escandalizare de Mí!” y confesar en
esas situaciones con el profeta, “Tú estás aquí, y yo no lo sabía”.
9. EL SILENCIO, recuperar
no sólo los espacios,
sino sobre todo los
ritmos y los modos.
Todo lo importante se
cuaja
ahí.
Silencio
cuando caminas justo de
tiempo
al
trabajo,
cuando
vives
los
problemas cotidianos, cuando te abruma el enredo de tus
elucubraciones, cuando escuchas hasta lo menos oportuno.
10. LA MISIÓN pasa por la experiencia de recibir y dejarnos fecundar
por Alguien en nuestro interior. La forma que tenga esa vida
concreta es la añadidura del Reino.
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CELEBRACIÓN PARA ACABAR EL RETIRO (o para otro
momento de Adviento)
1. Motivación
Podemos empezar nuestra celebración tomando conciencia del Tiempo
que “nos visita” y del tiempo “que nos domina”. Compartamos desde el
agradecimiento ¿De qué es Tiempo en mi vida? ¿Cómo estoy viviendo el
Tiempo? ¿De qué me llega el Tiempo?
2. Salmo 85 (84)
Se puede recitar a dos coros o dar un tiempo para que cada uno lo lea y
luego el que quiera vaya recitando algunos versículos en primera
persona y recreándolos con libertad desde su experiencia.
3. Los imperativos de la misericordia
La Fidelidad de Dios es así, apasionada. Nos ha salido al encuentro y ha
brotado. Podemos compartir ese imperativo que ha golpeado el
corazón desde dentro durante este día como si fuera la lluvia que nos
sigue regalando a la Comunidad: Tal vez ha sido “¡Oíd!” o “¡Volveos!” o
“¡Dejaos atraer!” o “Buscadme...” Como un eco firme, podemos
repetirlo en voz alta y notar cómo su Palabra se cumple. (Intercalar una
antífona).
4. La palabra nos hace blandos al Amor: Escuchamos la Palabra, que
está en el centro de nuestra celebración. Nos dejamos calar por ella. La
contemplamos silenciosamente.
“El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe
la lluvia temprana y tardía. Tened también vosotros paciencia; fortaleced
vuestros corazones porque la venida del Señor está cerca” (Sant 5, 7-9).
“Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre. No por las obras de
justicia que hayamos hecho nosotros sino según su propia misericordia nos
ha salvado” (Tit 3, 4-5).
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5. Compartimos nuestra oración y con ella las preguntas abiertas, el
silencio agradecido, las claves que iluminan este TIEMPO, la sed
removida, el eco de su Compasión.
6. El gesto
Tomar la Palabra, estrecharla junto al propio corazón y pasarla después
a la hermana que está al lado. Acojo no sólo la Palabra, sino la escucha
de ella que vamos haciendo juntas y su poder para “volver nuestra vida
compartida” hacia Él.
7. Oración final
Proclamación del Benedictus. En pie, postrados o con los brazos alzados
a la “entrañable misericordia”... como haría Zacarías. Que el cuerpo
entero se haga Tiempo, existencia visitada que aprende a RECIBIR la
bendición de Dios en Jesús.
2. REUNIÓN COMUNITARIA
LA PRESENCIA DE MARÍA INMACULADA
EN NUESTRA VOCACIÓN
1- EN EL PENSAMIENTO DE NUESTROS FUNDADORES
Para Marcelo Spínola y Celia Méndez la presencia de María bajo el
misterio de su Inmaculada Concepción marcará la espiritualidad de la
naciente Congregación.
Es conocida por todas la transformación que a lo largo de los años
tuvo el nombre de la misma y cómo, a pesar de las dificultades
encontradas, la presencia de la Virgen Inmaculada quedó recogida en el
“Ecce Ancilla Domini. Fiat” de María.
Celia Méndez lo clarifica: con el término Concepcionistas se quiso
significar no ya sólo que las Esclavas son devotísimas de este misterio...
sino que hacen de la Virgen sin mancha su modelo en servir al Corazón
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de Jesús y su apoyo más firme para conseguirlo; o de otro modo, que el
nombre de Concepcionistas da carácter a la Esclavitud que se imponen
voluntariamente los miembros de la Congregación, pues tienen por
cierto que el primer pensamiento de la Virgen Madre al ser concebida
fue el que expresó más tarde al ángel de la Anunciación, diciéndole: Ecce
Ancilla Domini. (cf. R. F. T I pg 416)
Esclava, al estilo de María Inmaculada, quien a su vez se identifica
con la actitud de Siervo que toma Jesucristo en el misterio de la
Encarnación, han de ser las Esclavas del Divino Corazón.
Para Marcelo Spínola los fundamentos en que la Congregación se
apoya son el Corazón de Jesús y la Virgen Inmaculada (P II, 497).
Establece un paralelo entre el Misterio de la Inmaculada y el de la
Encarnación: “Sin la Encarnación no se concibe a Cristo, no se explica la
Redención, ni comprendemos la Iglesia... El
Misterio de María Inmaculada es la base del
edificio de su incomparable santidad; el origen o
condición de su maternidad divina...” (L. Esclava
p. II Cap. IV).
La Virgen Inmaculada es la primera Esclava
del Corazón de Jesús y así lo expresa en una
carta dirigida a la comunidad de Sevilla: “La vida
toda de María es comentario de esta palabra:
Esclava del Corazón de Jesús” (5 septiembre
1899).
Por su parte, Celia Méndez, se comunica con sus religiosas,
diciéndoles: “Mirando a la Esclava del Señor aprenderemos a ser Esclavas
del Divino Corazón. Ella es nuestra Maestra, el verdadero tipo de Esclava,
nuestro ejemplar y modelo en cómo debemos servir al Corazón de Cristo”.
Y Marcelo Spínola nos recuerda el deber que por su profesión tiene
la Esclava:
“...está obligada a enseñar, ensalzar, engrandecer, propagar y hacer
amar esa maravilla de gracia: María Inmaculada... y está llamada a cumplir
este apostolado, siendo el modo que ha de emplear el ejemplo, la palabra,
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el consejo,... ya con sus hermanas, ya con sus educandas, ya con el mundo
entero en general” (L. Esclava. p. II Cap. IV).
Y a lo largo de la historia, las Esclavas no sólo hemos aprendido a
serlo mirándola a Ella, sino que hemos contagiado a miles de
generaciones el amor a la Virgen. Basta recordar en nuestros colegios la
presencia de las Hijas de María, Congregación Mariana, celebraciones en
torno a María..., adecuadas todas ellas a los tiempos cambiantes, para
confirmar que María Inmaculada está en nuestra vida como esencia del
carisma recibido por Marcelo y Celia.
2- EN NUESTRAS CONSTITUCIONES
La presencia de María recorre, como hilo conductor, los diferentes
capítulos que conforman nuestra vida. No vamos a detenernos en todos
ellos pues en parte quedan incluidos en el comentario ya hecho. Más
bien se trata de que nuestra mirada a María se convierta en mirar
fijamente con ella en la misma dirección, mirando a Dios; viendo con sus
ojos la Iglesia, el mundo, la humanidad... Esta manera de mirar nos
implicará en ver la realidad como María y actuar como Ella.
Desde el comienzo se nos dice: “Nuestra entrega ha de ser total y
absoluta, al estilo de María” (C. pg. 19).
“Por la esclavitud vivimos, personal y comunitariamente, las actitudes
de MARIA, la mujer que vivió en plenitud el amor de Cristo desde una
postura interior de Esclava: la humildad y sencillez, el gozo, el amor a la
voluntad de Dios y la entrega a todos en un servicio generoso” (C. 5).
Esta postura interior ya la explicita nuestro Padre cuando escribe el
espíritu que ha de vivificar la Congregación: “quien dice esclavitud... dice
humildad” y detalla que ésta ha de ser no sólo de afectos sino de obras y
hechos, es decir ha de transformar a la Esclava en una mujer humilde
hasta el punto de que pueda repetir con María “porque miró la
humillación de su esclava”. Esclavitud significa también rendimiento,
obediencia. El esclavo no tiene más querer que la voluntad de su amo y
como María, la Esclava del Divino Corazón estará abierta para aceptar la
voluntad de Dios manifestada directamente o a través de las
17
mediaciones humanas hasta poder repetir con Ella “He aquí la Esclava...
Hágase”. La Esclava vivirá desprendida de todas las cosas hasta
identificarse con María que se vacía de todo para hacer de Dios su única
riqueza. La Esclava, como María, será una mujer sencilla que gastará su
vida en un servicio gratuito y generoso; llena de celo por su santificación
y por la gloria del Divino Corazón de Jesús, su Amo.
Podríamos introducir nuestra historia de
fe en la estructura del pasaje de la
Anunciación (Lc 1, 26-38), pasaje en el que
todas nos encontramos reflejadas. Tal vez el
hacer desde él un paralelo con nuestra propia
vocación nos ayude a una mayor y mejor
comprensión del mismo.
El diálogo se inicia con la intervención de
Dios y termina con la palabra de María. El
esquema de comunicación es dialogal,
paralelo en intervenciones y progresivo en la
claridad del mensaje, en el acercamiento
interpersonal y en la implicación de ambos interlocutores. Dios empieza
con su palabra de iniciativa; María termina con su palabra decisiva. El
comienzo de Dios cierra un ciclo de intervenciones en la historia; es
Palabra que concluye una etapa y abre una posibilidad. El final de María,
cierra ese momento único, íntimo e irrepetible entre Dios y ella. Y abre
no ya la posibilidad, sino el periodo de realización de la Palabra.
María se sorprende al descubrir que la mirada de Dios se había
posado sobre ella. Él lo había hecho antes sobre Abraham, Moisés,
David…. ahora era distinto.
Hasta entonces María oraba volviendo su mirada hacia Dios, de
pronto experimenta cómo la mirada de Dios se posa sobre ella con una
intensidad de amor y ternura apenas imaginable. Ya no se trataba de
amar a Dios, sino de ser humilde y dejarse amar por Él.
En la Anunciación, María descubre con estupor, que era amada
infinitamente por el Dios de la zarza ardiendo.
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Si ponemos nuestra atención en el diálogo podremos observar que
no hay silencios inútiles, cada cual lo guarda como forma de recibir la
palabra del otro. Es un verdadero mensaje compartido porque cada uno
tiene el suyo y puede ofrecerlo al otro. La plena comprensión de este
diálogo no le llegaría a María hasta Pentecostés. Entonces
“comprendió” todo lo que “había conservado en su corazón” mediante
la fe.
“María es figura de nuestra vida y realización de nuestra Esclavitud”
(C 5).
María no es modelo para ser contemplado pasivamente. Es
ofrecimiento dinámico para ser y para hacerse.
Que Ella nos acompañe en este camino que vamos haciendo en el
día a día y en nuestro último encuentro con Dios podamos repetir: ¡Aquí
está tu Esclava, Señor!
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL Y EL DIÁLOGO
-
Haz una lectura serena del tema confrontándote con las
actitudes de María que en el mismo aparecen.
-
Desde las Constituciones, destaca las actitudes de María que hoy
nos urge potenciar para ser “comunidades significativas”.
PISTAS PARA EL ENCUENTRO COMUNITARIO
1.- Motivación inicial
Se comienza con una breve oración que la que conduce la reunión
ha buscado con anticipación y una vez leída motiva a la escucha y a la
participación.
2.- Diálogo y comunicación sobre el tema.
Pueden ayudar las preguntas que hay al final.
3.- ¿Cuáles son los sentimientos y luces que voy teniendo a lo largo
19
de este tiempo de Adviento y Navidad que estamos viviendo?
La animadora debe ir guiando la reunión de manera que la
participación y puesta en común ayude a la comunidad para motivarse y
edificarse mutuamente.
3. PELÍCULA: SOUL SOURFER (Alma de Surfista)
TÍTULO ORIGINAL: Soul Surfer
AÑO: 2011
DURACIÓN: 106 min
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Sean McNamara
GUIÓN: Sean McNamara
MÚSICA: Marco Beltrami
FOTOGRAFÍA: John R. Leonetti
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REPARTO: Anna Sophia Robb, Dennis Quaid, Helen Hunt, Carrie
Underwood, Ross Thomas, Lorraine Nicholson, Kevin Sorbo, Sonya
Balmores
VALORES: Afán de superación, fe, fortaleza, generosidad, jóvenes,
lealtad, libertad, respeto, solidaridad, unidad familiar.
SINOPSIS:
Bethany Hamilton, una joven y famosa surfista norteamericana, ha
vivido desde niña casi dentro del agua, sin separarse del mar, de su tabla
y de su mejor amiga Alana. Un día, un tiburón le arrebata un brazo, pero
Bethany es una joven muy fuerte, y lo que pudo ser un terrible drama se
convierte en una historia de superación, pues, desde entonces, el único
objetivo de Bethany será prepararse cuanto antes para volver a
practicar el surf.
Utilizando una tabla especial que le facilitaba nadar con un solo brazo,
Bethany ganó el campeonato nacional de surf de los EEUU en 2005. En
2007 entró en el circuito mundial profesional, conquistando el tercer
puesto en el ranking general de 2008, frente a las mejores competidoras
del planeta.
De acuerdo a noticias referentes a la vida personal de Bethany, “ella
siempre ha confesado que fue su fe en Jesucristo la que le hizo soportar
el sufrimiento desde el primer momento, para hacer posible que salvara
la vida y, sobre todo, para superar el trauma, hasta el extremo de volver
a surfear un mes después de la tragedia”.
Preguntas para el diálogo:
1.
¿Qué mensaje central nos transmite la película?
2. ¿Cómo define la protagonista la vida? ¿Con qué la compara?
3. ¿Qué crees que le ayuda a Bethany Hamilton a superar las
dificultades con las que se encuentra en la vida?
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4. Tras las secuencias del ataque del tiburón resalta la lucha
contrarreloj para salvar su vida. A partir de aquí, la segunda parte se
centra en la crisis y reconstrucción de su vida y cómo el accidente le
ayuda a madurar como persona y como creyente. ¿Qué valores se
ponen en marcha en la vida de la protagonista y de las personas que
le acompañan?
5. ¿Qué mensaje nos da para nuestra vida personal y comunitaria?
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5. PARA PROFUNDIZAR
ANEXO I: Al Cristo Crucificado (Anónimo atribuido a San Juan de Ávila)
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor de tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
ANEXO II: ¿Quién es Jesús? (Teresa de Calcuta)
Para mí, Jesús es:
El Verbo hecho carne.
El Pan de la vida.
La Víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados.
El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo y por
los míos propios.
La Palabra, para ser dicha.
La Verdad, para ser proclamada.
El Camino, para ser recorrido.
La luz, para ser encendida.
La Vida, para ser vivida.
El Amor, para ser amado.
La Alegría, para ser compartida.
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El Sacrificio, para ser dado a otros.
El Pan de Vida, para que sea mi sustento.
El Hambriento, para ser alimentado.
El Sediento, para ser saciado.
El Desnudo, para ser vestido.
El Desamparado, para ser recogido.
El Enfermo, para ser curado.
El Solitario, para ser amado.
El Indeseado, para ser querido.
El Leproso, para lavar sus heridas.
El Mendigo, para darle una sonrisa.
El Alcoholizado, para escucharlo.
El Deficiente Mental, para protegerlo.
El Pequeñín, para abrazarlo.
El Ciego, para guiarlo.
El Mudo, para hablar por él.
El Tullido, para caminar con él.
El Drogadicto, para ser comprendido en amistad.
La Prostituta, para alejarla del peligro y ser su amiga.
El Preso, para ser visitado.
El Anciano, para ser atendido.
Para mí, Jesús es mi Dios.
Jesús es mi Esposo.
Jesús es mi Vida.
Jesús es mi único amor.
Jesús es mi todo.
ANEXO III: Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir (San Juan
Crisóstomo)
Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos
amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque
permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no
romperá esta roca; aunque se levanten las olas, nada podrán contra la
barca de Jesús. Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mí la
vida es Cristo, y una ganancia el morir. ¿El destierro? Del Señor es la
tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes? Sin nada vinimos
al mundo, y sin nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es
24
temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las
riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual.
Por eso, os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la
confianza.
¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres están reunidos
en mi nombre, allí estoy yo en medio ellos? Y, allí donde un pueblo
numeroso esté reunido por los lazos de la caridad, ¿no estará presente el
Señor? Me ha garantizado su protección, no me apoyo en mis fuerzas.
Tengo en mis manos su palabra escrita. Éste es mi báculo, ésta es mi
seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero,
yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y
mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice?: Yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo.
Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas
del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de
araña. Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese
esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: Señor,
hágase tu voluntad: no lo que quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres
que haga. Éste es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi
báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. Si quiere
que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande,
le doy gracias también.
Además, donde yo esté estaréis también vosotros, donde estéis vosotros
estaré también yo: formamos todos un solo cuerpo, y el cuerpo no puede
separarse de la cabeza, ni la cabeza del cuerpo. Aunque estemos
separados en cuanto al lugar, permanecemos unidos por la caridad, y ni
la misma muerte será capaz de desunirnos. Porque, aunque muera mi
cuerpo, mi espíritu vivirá y no echará en olvido a su pueblo. Vosotros sois
mis conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis miembros,
mi cuerpo y mi luz, una luz más agradable que esta luz material. Porque,
para mí, ninguna luz es mejor que la de vuestra caridad. La luz material
me es útil en la vida presente, pero vuestra caridad es la que va preparando mi corona para el futuro.
ANEXO IV: Él se hizo uno de nosotros (Pedro Casaldáliga)
En la oquedad de nuestro barro breve
el mar sin nombre de Su luz no cabe.
Ninguna lengua a Su verdad se atreve.
Nadie lo ha visto a Dios. Nadie lo sabe.
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Mayor que todo Dios, nuestra sed busca,
se hace menor que el libro y la utopía,
y, cuando el Templo en su esplendor lo ofusca,
rompe, infantil, del vientre de María.
El Unigénito venido a menos traspone la distancia
en un vagido; calla la gloria y el amor explana;
Sus manos y Sus pies de tierra llenos,
rostro de carne y sol del Escondido,
¡Versión de Dios en pequeñez humana!
ANEXO V: Y el Verbo se hizo carne (Pedro Casaldáliga)
Decir el pan, la lucha, el gozo, el llanto,
el monótono sol, la noche ciega.
Verter la vida en libación de canto,
vino en la paz y sangre en la refriega.
Desnuda al viento mi palabra os llega.
Sobre la plaza de la fiesta canto.
Pido que todos entren en la siega.
Vengo a espantar las fieras del espanto.
Mediterráneamente luminosa,
escancio en mi palabra cada cosa,
vaso de luz y agua de verdad.
Si el Verbo se hace carne verdadera,
no creo en la palabra que adultera.
Yo hago profesión de claridad.
ANEXO VI: La historia del convertido (Tony de Mello)
-
¿De modo que te has convertido a Cristo?
Sí.
Entonces sabrás mucho sobre él. Dime: ¿en qué país nació?
No lo sé.
26
-
¿A qué edad murió?
Tampoco lo sé.
¿Sabrás al menos cuántos sermones pronunció?
Pues no... No lo sé.
La verdad es que sabes muy poco, para ser un hombre que afirma
haberse convertido a Cristo.
Tienes toda la razón. Y yo mismo estoy avergonzado de lo poco que
sé acerca de Él. Pero sí que sé algo: Hace tres años, yo era un
borracho. Estaba cargado de deudas. Mi familia se deshacía en
pedazos. Mi mujer y mis hijos temían como un nublado mi vuelta a
casa cada noche. Pero ahora he dejado la bebida; no tenemos
deudas; nuestro hogar es un hogar feliz; mis hijos esperan
ansiosamente mi vuelta a casa cada noche. Todo esto es lo que ha
hecho Cristo por mí. ¡Y esto es lo que yo sé de Cristo!
Conocer realmente. Es decir, ser transformado por lo que uno conoce.
ANEXO VII: Ante un cuadro de la Navidad
Entramos a visitar un Museo de pintura y nos situamos frente a un
cuadro del Nacimiento de Jesús
Debajo encontramos una invitación: “Contemplad y quedaréis radiantes”.
Es la invitación a entrar directamente en él para comenzar a descubrir
con qué nos encontramos.
En principio, un único cuadro que, en sí mismo, ya resulta llamativo por
sus grandes dimensiones, pues ocupa toda la pared del panel, ¡y tiene
unos cuantos metros, tanto de alto como de ancho! Unos pocos y
pequeños pero cómodos asientos situados enfrente del cuadro iluminado
con una luz especial, mientras el entorno permanece muy a la penumbra,
y sin ningún texto, palabra o título en donde fijar la mirada, salvo una
suave música que levemente entona el espacio pero sin querer romper lo
diferente del momento y del lugar, invitan realmente a sentarse, y
dedicarle tiempo, espacio, sosiego, aunque sea un rato, y a quedarse
mirando, y preguntarse por qué un cuadro tan grande, para dejarse
envolver por la grandeza, la belleza, la calidad... de la obra. Además,
cada cierto tiempo, de forma muy pausada y espaciada, pero sin perder
ritmo, y como queden desayudar a adentrarse más en ese gran cuadro,
una voz en “off” nos va relatando tres pasajes del evangelio que tienen
relación directa con el origen de esta obra de arte: Mt 1, 1-25; Lc 2, 120; Jn 1, 1-18.
27
Se nos invita a quedarnos así: con los ojos fijos en el cuadro, mientras
el oído va recogiendo el mensaje para llevarlo hasta el corazón y
dejarlo reposar allí, para poder contemplar y después irradiar; tal y
como se nos decía a la entrada. Por cierto ¿no es esta también la
actitud de María, en su asombro, y la de José en su aturdimiento?
Es un cuadro, ciertamente, muy especial, porque aunque está acabado y
es completo, resulta, al mismo tiempo, un cuadro abierto… para que la
persona que se sitúe ante él vaya recogiendo y dejando pinceladas
propias, aunque los retoques no queden plasmados a la vista de todos.
Sí, resulta un cuadro interactivo; como gusta llamar ahora.
La escena principal, aparece en el primer plano, y recoge la escena
familiar, llena de misterio, como es la acogida de un Niño que nace. Tres
personas, tres momentos, tres mensajes: Jesús, María, José. Los tres envueltos y acogidos en el Misterio. Una nueva Creación, por Amor. Criatura que ha sido regalada por Dios a la Creación del principio, y con el
deseo de ordenar definitivamente y de manera plena el orden comenzado
a establecer en el inicio de todo, tal y como nos relata el libro del Génesis
en sus dos primeros capítulos. En el cuadro, ese inicio de orden queda
reflejado, en la explosión de luz y color que se aprecia perfectamente en
el fondo del mismo. Y el orden definitivo y pleno queda reflejado, por su
parte, en el Recién Nacido que nos muestra el cuadro; en un Niño que no
sabe ni puede pronunciar una palabra, porque acaba de nacer, pero que
sin embargo es y va a resultar la Palabra definitiva y plena. ¡Paradojas de
Dios, una vez más! ¿Cómo entenderlo? ¿Cómo adentramos en el Misterio? Quizás no resulte fácil entenderlo, ni lo entendamos nunca del
todo, porque su dimensión es muy superior a nosotros, aunque ese
Misterio haya sido puesto y dejado en nuestras manos. Pero lo que sí se
nos permite es adentrarnos.
Ahí nos ha dejado la invitación al comienzo del panel: ¡Contemplad y
quedaréis radiantes! Porque el Misterio ¿es para entenderlo o
contemplarlo? Y la irradiación ¿de dónde procede: del entendimiento o de
la contemplación?
Podemos seguir contemplando el cuadro, la escena y las escenas. Sí,
porque la dimensión que tiene esta obra permite acoger otras escenas,
además de la principal, que nos deja diversos y distintos personajes y
lugares y, por lo tanto, un mensaje amplio: pastores, ángel, Herodes,
Simeón, Ana, magos de Oriente, distintos y diversos animales, el
bautismo de Jesús por parte de Juan, el edificio del templo, una cruz y
sepulcro en un lugar destacado... Realmente, en el mismo cuadro se
percibe que este Niño es una nueva Creación, porque todo confluye hacia
Él y se percibe, también, que todo es emanado de Él. En el silencio y
28
desde el silencio, el que es Palabra pero sin pronunciar palabra alguna
¡cuánta nueva y buena Noticia! Y, sin salir del cuadro, ello se puede
recoger también adentrándose en cada personaje, en cada escena o
lugar que aparece plasmado en la obra, porque a través de ellos es como
hacer un recorrido por todo el Evangelio. ¡Contempladlo y quedaréis
radiantes!
Quien contempla no queda indiferente, porque acoge la luz y es llevado a
irradiarlo... Así que si, en verdad, contemplamos sin prisas, sin miedo, no
podemos levantamos sin sentirnos implicados. En verdad, ¡el verdadero
Autor de esta singular Exposición es un gran Pedagogo y Maestro de
Vida!
ANEXO VIII: Sobre María Inmaculada (Marcelo Spínola - Pláticas III, pág. 409)
Me ha parecido conveniente hablaros de las relaciones que entre el
Corazón de Jesús y la Concepción Inmaculada existen.
María es la obra más perfecta y más pura que ha salido del Corazón de
Jesús. Pero no es sólo esto lo que hallamos en la Concepción de María;
sino que además esta Concepción nos dice lo que el Corazón de Jesús es.
Todo hombre deja ver lo que es por sus acciones, y por sus palabras
hace el retrato de su propia alma y se deja ver claramente. El que es
escritor, deja ver lo que es en aquello que escribe, y el que es pintor,
dibuja en el lienzo lo que es, y en sus cuadros se retrata él mismo; y lo
que sucede al pintor y al escritor, sucede también al orador, porque éste
en sus discursos, se da a conocer. La Concepción de María nos revela el
poder sin límites del Corazón de Jesús, porque María en su Concepción
fue preservada del contagio universal.
María es santa, y desde el momento de su Concepción fue adornada y
enriquecida con los tesoros de gracia y virtud con que la adornó el que
más tarde había de ser su Hijo; y como el Corazón de Jesús es santo,
María santa fue también desde su primer momento, porque el Corazón de
Jesús le comunicó su humildad, su paciencia, su caridad, su obediencia,
su piedad, en una palabra, todas las virtudes; y María, en aquel
momento, adoró al Corazón divino, del que había de ser su Hijo, y se
hizo su Esclava; y más tarde, cuando el Ángel llegó a la humilde morada
de Nazaret y saludó a María con aquellas palabras: Dios te salve, llena de
gracia, el Señor es contigo”, María, después de haber aprendido de boca
del mismo Ángel, lo que Dios de ella exigía, pronunció aquellas palabras
que regocijaron la tierra y el cielo, y que las generaciones todas repiten:
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“Aquí está la Esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Y María
proclama ante la tierra y el cielo, que es la Esclava del Señor, la Esclava
del Corazón divino; María es, pues, imagen del Corazón de Jesús, y la
Concepción de María, nos dice perfectamente lo que es el Corazón de
Jesús.
Y María, en su Inmaculada Concepción, parece que nos dice a todos:
“Fijaos en mí, y aprenderéis a conocer al Corazón de Jesús; acercaos a
Él, nos dice, y no temáis nada; si sois pobre, Él tiene tesoros inmensos
de riquezas; si sois impotentes, Él es todopoderoso; si os halláis
cansados y fatigados, Él os dará descanso, y os dará paz, y os dará todo
cuanto necesitéis”. Esto es lo que nos dice la Concepción de María; nos
enseña a conocer lo que es el Corazón de Jesús, y nos convida a
consagrarnos a Él.
ANEXO IX: Sobre Adviento (Marcelo Spínola)
“…En una palabra, el espíritu del Adviento es una mezcla de tristeza y de
alegría, de temores y esperanzas, de inquietudes y deseos, bien que
predomina en él la nota del gozo, sirviendo el recuerdo de nuestras
miserias para hacernos sentir el mal y desear el remedio, y para
movernos a salir a al encuentro y recibir jubilosos al que se apresta a
darnos su paz y su bienandanza”.
Cartas a las comunidades
“Y ¿Cómo es el espíritu del Adviento? Tiene algo de la noche; pero de la
noche cuando se va, de la noche cuando se acerca el día, de la noche
cuando las estrellas empiezan a palidecer, y una claridad indecisa se
percibe a lo lejos, en los confines del horizonte, dando al firmamento un
tinte indefinible. Es triste como la oscuridad, pero con una tristeza
templada por la esperanza. Es época de llanto, más no de llanto sin
consuelo”.
Pastorales de Adviento Tomo I pg.15
“Todos los sentimientos y todos los afectos tienen su lenguaje propio, es
decir, un modo peculiar de expresarse… cada afecto usa un idioma
propio… Así el deseo y la esperanza hablan de la lengua de la oración. De
donde se deduce, que si deseamos a Cristo y en Cristo esperamos,
pediremos también a Cristo, es decir, clamaremos por que Cristo a
nosotros venga.
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Brota naturalmente por lo que se ve, la oración, del deseo y de la
esperanza; y en tal manera que al no orar, afirmarlo podemos, señal
segura de que no tenemos ni esperanza ni deseo, siendo por lo mismo la
oración la oración tan necesaria como aquélla y éste, para dignamente
celebrar el Adviento.
Siempre fue el Adviento tiempo de oración. Cierto que orar constituyó en
todas las épocas del año la ocupación predilecta del Cristiano… pero hubo
especiales periodos de oración en la vida, que fueron de oración por
antonomasia, y en este número debe contarse el Adviento”.
Pastorales de Adviento T.I pg.11
ANEXO X: Sobre la estrella de los Magos (Marcelo Spínola-Pláticas II, pág. 832)
¿No es verdad que la historia de la estrella es interesante? Aparece
primero; y queda en el firmamento, esperando a los Magos; les da lugar
a que se comuniquen entre sí, el designio que tenían entre sí de seguir a
aquel nuevo astro; después le acompaña, y les consuela durante el
camino; llega un momento en que su ministerio no se hace necesario, y
se esconde, porque no quiere ejercer papel inútil; cuando es otra vez
necesaria su luz, aparece de nuevo, y les conduce hasta Cristo.
Pero, hermanos míos, la historia de la estrella es la historia de la gracia;
la gracia hace con nosotros lo que la estrella hizo con los Magos. Aparece
una luz en nuestro horizonte, en nuestro corazón, y está luciendo,
brillando, esperando que nosotros despertemos de nuestro letargo, del
sueño de nuestra indiferencia, hasta que al fin nos fijamos en esa luz, y
nos decidimos a seguirla. Comenzamos nuestro camino, y la luz de la
gracia no nos abandona; el sendero es difícil, está sembrado de espinas,
pero la gracia nos consuela. “No temáis, nos dice, yo os acompaño, estoy
con vosotros, no os dejo nunca, seguid, seguid adelante, y aun cuando
vengan a vosotros bandidos para robaros, aun cuando os azote el
huracán de las tentaciones, no os asustéis, aquí estoy yo siempre con
vosotros; siempre, siempre dispuesto a daros la mano y defenderos
contra cualquier peligro que pudierais encontrar”.
Llega un momento en que hemos crecido, nos hemos hecho fuertes, y la
gracia sensible desaparece; no nos abandona, no; pero se hace invisible,
y entonces parece que nos quedamos a oscuras, y tornamos la vista, y
buscamos, y levantamos al cielo el corazón, y a veces, a veces, estamos
a punto de desistir de nuestra empresa; pero he aquí que la gracia
sensible vuelve a mostrarse, su luz se deja ver de nosotros y nos
consuela. “Yo estaba, nos dice, con vosotros, estaba escondida, pero os
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sostenía, os defendía, y aunque parecía que me había ido, permanecía
siempre a vuestro lado”.
Entonces, tomamos aliento, cobramos nuevos bríos, y merced a la luz
divina, a la luz de la gracia, llegamos hasta Cristo, y le ofrecemos el oro
de nuestro corazón, el incienso de nuestras oraciones, la mirra de
nuestros sacrificios, y permanecemos con Cristo y hablamos con Él, y
Cristo nos habla y acepta nuestros presentes.
ANEXO XI: Bienaventuranzas de la Epifanía (Miguel Ángel Mesa)
Felices quienes contemplan en las noches serenas
alguna estrella diferente que dé sentido a su vida
y lo apuestan todo por seguirla.
Felices quienes se enfrentan en el desierto de la vida
a lo desconocido, a las fieras que intentan devorarles,
a los propios miedos, al deseo de volver atrás.
Felices quienes llevan bien aferrado en su corazón
el mayor regalo que piensan gozar y ofrecer cuando,
en el momento oportuno, lleguen a su preciado destino.
Felices quienes miran más allá de las dificultades,
de los sufrimientos y de las alegrías, y prosiguen,
desde lo concreto, paso a paso, su propio camino.
Felices quienes no creen en apariciones
ni escuchan voces de lo alto,
sino que descubren la epifanía profunda del Misterio
en las personas y en los hechos diarios de la vida.
Felices quienes llegan al destino de su viaje
para adorar a Dios en la sencillez, solidaridad y pobreza
de los más vulnerables de la historia.
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Felices aquellos a quienes Dios les revela,
en los detalles más nimios de la existencia,
los mayores misterios que les conducirán
a su más profunda humanidad.
Felices quienes declaran festivos los días
en los que reciben las manifestaciones de la presencia de Dios
cuando hay signos de paz, de liberación, de justicia,
de solidaridad y amor.
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