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PROTOCOLO DE ACCIDENTE CEREBROVASCULAR SOCIEDAD BOLIVIANA DE NEUROLOGIA Presidente Dr. Mario Camargo Vicepresidente Dr. Alejandro Peralta Tesorero Dr. Walter Arias Secretario Dr. Carlos Mercado Vocales Dra. Yanet Laguna Dr. Jose Cuellar Comisión de Redacción Dr. Mario Camargo Dr. Alejandro Peralta Dr. Walter Arias Dr. Carlos Mercado Dra. Yanet Laguna Dr. Jose Cuellar Dr. Carlos Laforcada Dr. Gunter Paz Dr. Juan Carlos Duran Dr. Marcelo Aramayo Dr. Federico Fortún Dr. Henry Nuñez INDICE • • • • • • • • • Protocolo Diagnóstico del Accidente Cerebrovascular Isquémico. Criterios de Ingreso del paciente con Accidente Cerebrovascular Agudo en la Unidad de Cuidados Intensivos. Protocolo Terapéutico del Accidente Cerebrovascular Isquémico en fase Aguda. Protocolo de Prevención Secundaria del Accidente Cerebrovascular Isquémico. Protocolo Diagnostico del Accidente Cerebrovascular Hemorrágico. Protocolo Terapéutico del Accidente Cerebrovascular Agudo Hemorrágico. Indicaciones de la Arteriografía Cerebral y Medular. Indicaciones de la Angiografía por Resonancia Magnética y angio-TC. Indicaciones de la Tomografía Computarizada Craneal y de la Resonancia Magnética Cerebral. Indicaciones de Pruebas Complementarias Analíticas en la Patología Vascular Cerebral. 1 PROTOCOLO DIAGNOSTICO DEL ACCIDENTE CEREBROVASCULAR ISQUEMICO Los objetivos generales del diagnóstico en el accidente cerebrovascular agudo (ACVA) isquémico son dos: poder tratar al enfermo precozmente, para evitar o minimizar el daño cerebral irreversible, y lograr el conocimiento necesario para instaurar un plan de prevención secundaria que resulte eficaz. El tiempo es esencial en la fase aguda del ictus isquémico; las medidas terapéuticas orientadas a la repermeabilización del vaso ocluido (trombólisis) y a incrementar la resistencia del cerebro frente a la isquemia (neuroprotección) sólo serán eficaces si se aplican durante las primeras 3 (o a lo sumo 6) horas desde el inicio de los síntomas. Por ello es necesario acortar lo más posible la duración del proceso diagnóstico inicial, hasta reducirla a 1 hora como máximo. Por otro lado, hay que lograr que los pacientes lleguen precozmente al hospital, educando a la población y a los servicios médicos de emergencia para que sepan reconocer los síntomas de un ictus (tabla 1). TABLA 1 Síntomas que deben hacer sospechar de ictus Si usted observa uno o más de los siguientes síntomas de ictus o “ataque cerebral” no espere, necesita atención médica urgente y debe acudir al hospital de inmediato. Entumecimiento repentino, debilidad o parálisis de la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un solo lado del cuerpo Confusión repentina, dificultad para hablar o entender Perdida repentina de la vista en uno o ambos ojos o visión doble Dolor de cabeza fuerte, repentino y sin causa conocida, especialmente si se asocia a nauseas o vómitos Dificultad repentina para caminar, pérdida de equilibrio o coordinación Aun cuando los síntomas duren solo un momento y luego desaparezcan, indican un problema de salud grave que requiere atención médica urgente El proceso diagnóstico del ictus isquémico comprende los siguientes pasos : 1. Diferenciar entre ictus y otros procesos con clínica neurológica similar, descartando hipoglucemia, síncope, vértigo periférico, intoxicación por drogas, crisis epiléptica, crisis hipertensiva, encefalopatía hipertensiva, migraña con aura, brote de esclerosis múltiple, hematoma subdural, parálisis de Bell, hiperventilación, encefalitis focal, tumor o traumatismo craneal, especialmente en los enfermos en estado comatoso. 2. Diferenciar entre ictus hemorrágico e isquémico (para ello es necesario realizar tomografía computarizada [TC]). 3. Averiguar el tipo etiopatogénico del ictus isquémico y la localización topográfica de la lesión arterial, así como establecer su probable pronóstico. 4. Valorar la posible existencia de factores sistémicos asociados y de complicaciones inmediatas. Valoración de las complicaciones y de la gravedad de la lesión cerebral. La presencia en la TC precoz de signos de infarto (hipodensidad, datos de 2 expansividad o hidrocefalia) o del signo de la arteria hiperdensa, indica un mal pronóstico y una transformación hemorrágica más frecuente. Protocolo diagnóstico Para este proceso diagnóstico nos valemos de los siguientes procedimientos: Déficit neurológico focal Sospecha de ictus Aviso a Emergencias Servicio médico de emergencias Confirmación sospecha ACVA. Escala canadiense Evaluación cardiovascular y respiratoria Glucemia (tira reactiva) Aviso al hospital (“Código Ictus”) Urgencias Hospital Neurólogo Historia y exploración Confirmar diagnóstico ACVA Escalas (canadiense, NIHS, Glasgow) Diagnóstico topográfico Diagnóstico etiológico Hemograma Coagulación Sat O2/Gasometría Urea, creatinina, iones, CK TC Craneal Lesión hiperdensa Normal o signos precoces de infarto Hematoma Cerebral ACVA isquémico Figura 2 Fig. 1. Algoritmo diagnóstico del accidente cerebrovascular isquémico. ACVA: accidente cerebrovascular agudo; CK: creatincinasa; ECG: electrocardiog rama. 3 ACVA isquémico Rx tórax Ingreso hospitalario Bioquímica sérica completa Analítica de orina ECG Historia y exploración Escalas Canadiense y NIHS Eco – doppler TSA Doppler TSA y TC Repetir TC o RM Sospecha Cardioembolismo Ictus VB Ictus lacunar Sospecha TVC Estenocis IC Estenocis / oclusión EC Ecocardiograma TT Ecocardiograma TE ECG – Holter DTC (prueba microburbujas) RM Cerebral Angiografía Angio – RM Angio – TC Valorar angiografía Fig.2. Continuación del algoritmo diagnóstico del accidente cerebrovascular isquémico. Rx: radiografía; TSA: troncos supraaórticos; TC: transcraneal; TVC: trombosis venosa cerebral; IC: intracraneal; EC: extracraneal; TT: transtorácico; TE: transesofágico. Historia clínica y exploración física Se hará un revisión de la clínica neurológica incluyendo la historia médica del paciente, lo que hacía en el momento del inicio, el curso y desarrollo de los síntomas, el interrogatorio sobre episodios previos y la presencia o no de déficits como paraplejía, disartria, cefalea, vómitos, crisis, ataxia, déficit sensitivo, hemiparesia, afasia, desviación oculocefálica, alteraciones visuales y oculares o pérdida de conciencia. Basándose exclusivamente en los datos clínicos del paciente sólo puede diagnosticarse con seguridad el 43% de los infartos no hemorrágicos, ya que no existen características clínicas específicas que permitan diferenciar el ictus isquémico del hemorrágico. Es necesario que en el mismo servicio de Urgencias se aplique a cada paciente una escala de valoración clínica del ictus (como la Canadiense o la del NIH) y, si existe alteración de la conciencia, también la Escala de coma de Glasgow. Clínicamente se ha observado un peor pronóstico asociado a disminución del nivel de conciencia, parálisis de la mirada conjugada (desviación oculocefálica), alteraciones pupilares y signos de importante disfunción de tronco. 4 Pruebas complementarias La realización de determinadas pruebas complementarias permite conocer la localización, el tipo y la gravedad de la lesión cerebral, así como saber si existe o no problema cardiovascular asociado y su importancia: Estudios de laboratorio De realización inmediata. 1. Hemograma con plaquetas. 2. Estudio de coagulación (tiempo de protrombina e INR, tiempo parcial de tromboplastina, fibrinógeno). 3. Bioquímica sérica (glucosa, iones, urea, creatinina, creatincinasa). 4. Saturación de O2 por pulsioximetría y gasometría en sangre arterial en caso de hipoxemia o sospecha de acidosis. De realización diferida. 1. Velocidad de sedimentación globular (VSG). 2. Serología lúes. 3. Orina elemental y sedimento. 4. Bioquímica sérica (incluyendo colesterol, c-HDL y triglicéridos, enzimas hepáticas, proteinograma). 5. Analítica específica: homocisteína, ácido láctico, inmunológica (ANA, complemento, factor reumatoide, factor LE, proteína C reactiva, anticuerpos anticardiolipina, crioglobulinas), hematológica (estudio de hipercoagulabilidad con anticoagulante lúpico, proteínas C y S, antitrombina III, resistencia a la proteína C activada, plasminógeno), bacteriológica, drogas en orina. 6. Punción lumbar (sólo si no hay hipertensión intracraneal y de alteración de la coagulación): sospecha de hemorragia subaracnoidea o de infección, inflamación o neoplasia meníngea. 7. Estudio genético: mutación notch3 en cromosoma 19p13 en caso de sospecha de CADASIL (arteriopatía cerebral autosómica dominante con infartos lacunares y leucoencefalopatía); análisis del polimorfismo del factor V y de la protrombina. 8. Estudios histológicos: biopsia de la arteria temporal (sospecha de arteritis de células gigantes), de músculo y nervio periférico (sospecha de MELAS [encefalopatía mitocondrial asociada a acidosis láctica e ictus-like] o de vasculitis sistémica), biopsia cerebromeníngea (sospecha de vasculitis aislada del sistema nervioso central [SNC]), de piel (sospecha de CADASIL o de enfermedad de Fabry) y de arteria interdigital (sospecha de síndrome de Sneddon). Electrocardiograma Detecta los trastornos del ritmo (que a veces son paroxísticos) y la existencia de isquemia o infarto de miocardio. Radiografía simple de tórax Para valorar silueta cardíaca, aorta torácica y parénquima pulmonar. Tomografía computarizada craneal sin contraste Debe solicitarse al llegar el paciente al servicio de Urgencias, realizándose lo antes posible. Permite descartar el tumor cerebral, el hematoma subdural, la hemorragia subaracnoidea y el hematoma intracerebral, aunque generalmente no muestra la lesión parenquimatosa isquémica durante las 4-6 primeras horas. La presencia de 5 hipodensidad, a veces sólo manifiesta como una menor densidad comparativa de los ganglios basales o como atenuación de la diferencia de densidad entre sustancia gris y blanca, los signos de expansividad (borramiento de surcos o cisternas, compresión ventricular) o la hidrocefalia indican un mal pronóstico y una transformación hemorrágica del infarto más frecuente. La existencia del signo de la arteria hiperdensa, por coágulo en su interior en más de un 85% de los casos, suele orientar hacia un origen embólico; puede verse en el tronco horizontal o en ramas primarias de la arteria cerebral media (ACM), en las arterias cerebral posterior y basilar, y en la carótida intracraneal. Se observa en el 27% de todos los pacientes y en el 41% de los infartos en territorio de la ACM; en este territorio se asocia a menudo a hipodensidad precoz, indicando ambos signos un peor pronóstico y una mayor probabilidad de desarrollo de un infarto hemorrágico. El infarto hemorrágico es muy raro en las primeras horas del ictus; si se observa, hay que pensar también en la posibilidad de que sea secundario a trombosis venosa cerebral. La TC craneal puede mostrarnos también la presencia de infartos antiguos cuya localización y tamaño orientan hacia la etiología de la enfermedad cerebrovascular. Deberá repetirse la TC craneal en caso de deterioro neurológico progresivo, antes de anticoagular a un paciente y a los 3 o 5 días si su resultado inicial fue normal. Técnicas de ultrasonografía doppler Eco-doppler de troncos supraórticos (TSA) y doppler de TSA y transcraneal (TC). Ambas técnicas son complementarias y en el caso que sea posible, deben realizarse de rutina en todos los pacientes con ACVA isquémico, preferiblemente durante las primeras 24 horas de evolución. Nos permiten identificar los casos con : 1. Oclusión de la carótida interna (ACI) extracraneal, valorando también su repercusión hemodinámica y las suplencias intracraneales. 2. Estenosis significativa de la carótida extracraneal. 3. Estenosis arterial intracraneal proximal. 4. Oclusión de la ACM (en su porción M1) y su posible recanalización espontánea o con trombólisis. En pacientes con oclusión de arteria cerebral, el doppler TC permite también la valoración de la suplencia leptomeníngea que se haya podido establecer, lo cual posee importante valor pronóstico. 5. Microangiopatía cerebral (se observa un aumento generalizado de las resistencias periféricas). 6. Presencia de microémbolos en ACM en casos de cardiopatía embolígena y/o estenosis ateromatosa de ACI extracraneal. 7. Foramen oval permeable, mediante la detección de microburbujas de aire en la ACM, tras inyectar por vía intravenosa suero salino previamente agitado con aire y realizar el paciente un Valsalva. Resonancia magnética craneal La resonancia magnética (RM) cerebral muestra el infarto primero, incluso al cabo de 1 o 2 horas, sobre todo si se emplean secuencias FLAIR (fluid attenuated inversion recovery), y es superior a la TC en sensibilidad, especialmente en los ictus vertebrobasilares y en los lacunares. Debe practicarse también ante sospecha de trombosis venosa cerebral y de síndrome de moyamoya. Por último, las técnicas de RM de difusión y perfusión nos permiten valorar la existencia de tejido cerebral en penumbra isquémica, información que resulta esencial cuando se plantea tratamiento trombolítico o neuroprotector. 6 Angiografía por RM (angio-RM) o angiografía por TC helicoidal (angio-TC) Ambas técnicas nos permiten el diagnóstico de aneurismas o malformaciones arteriovenosas (MAV) intracraneales, disección carotídea o vertebral (para considerar tratamiento anticoagulante), estenosis arterial cerebral, trombosis venosa cerebral y estenosis carotídeas extracraneales. Para la enfermedad oclusiva carotídea, la angio-TC ofrece mayor sensibilidad que la angio-RM. Arteriografía La arteriografía convencional mediante sustracción digital continúa estando indicada en casos de estenosis carotídea extracraneal tratable mediante endarterectomía o angioplastia, en algunos pacientes con sospecha de disección arterial no valorada adecuadamente con la angio-RM o angio-TC, ante la sospecha de vasculitis y cuando se plantee tratamiento trombolítico intra-arterial en embolias de ACM o casos de oclusión aguda de la arteria basilar. Ecografía La valoración ecocardiográfica está indicada en todo paciente en el que se sospeche embolismo de origen cardíaco, así como en los ictus en paciente joven y en los infartos sin una clara etiología aterotrombótica o lacunar. Aunque debe realizarse lo antes posible, raras veces es necesario practicarla de urgencia, salvo si se sospecha endocarditis. Se inicia con un estudio transtorácico (TT), que nos informa sobre la presencia de acinesias ventriculares, valvulopatías, crecimiento auricular izquierdo, tamaño y función del ventrículo izquierdo y trombos o tumores intra cardíacos. El ecocardiograma transesofágico (TE) está indicado cuando se sospeche ateroma del arco aórtico, aneurisma del tabique interauricular, vegetaciones valvulares o sospecha de trombo intraauricular. Electrocardiograma-Holter El registro electrocardiográfico continuo durante 24 horas está indicado en casos de sospecha de arritmias paroxísticas embolígenas (fibrilación auricular, enfermedad del seno). Electroencefalograma Debe practicarse a los pacientes que presenten crisis epilépticas y cuando se plantee el diagnóstico diferencial entre epilepsia (con parálisis postcrítica de Todd) y ACVA. Referencias Bibliográficas: 1. Langhorne P. Organisation of acute stroke care. Br Med Bull 2000;56:436-43. [Medline] 2. Grupo de Estudio de las Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Manejo del paciente con enfermedad vascular cerebral aguda. Recomendaciones 2001. Barcelona: Prous Science; 2001. 3. Alexandrov AV, Demchuk AM, Wein TH, Grotta JC. Yield of transcranial Doppler in acute cerebral ischemia. Stroke 1999;30:1604-9. [Medline]. 7 CRITERIOS DE INGRESO HOSPITALARIO DEL PACIENTE CON ACCIDENTE CEREBROVASCULAR La mayor parte de los pacientes con accidente cerebrovascular precisan ingreso hospitalario, sin tener en cuenta la edad, la intensidad del déficit neurológico, el tipo de enfermedad cerebrovascular aguda o la localización y el tamaño de la lesión identificada por técnicas de neuroimagen . Las circunstancias en las que razonablemente no está indicado el ingreso hospitalario, siempre tras la adecuada evaluación diagnóstica y prescripción del tratamiento conveniente, son: 1. Pacientes que estén ingresados en instituciones y que tengan un déficit previo irreversible importante, como demencia intratable e incapacitante, enfermedad sistémica avanzada (por ejemplo, neoplasias) o cualquier otra situación de deterioro neurológico grave e incurable. 2. Pacientes no institucionalizados que presenten los estados mencionados en el punto anterior y que puedan recibir en su domicilio los cuidados generales que su situación requiera. 3. Enfermos que manifiesten su deseo expreso de no ser ingresados o que, estando en coma o con incapacidad para comunicarse adecuadamente, hayan dejado constancia legal de este deseo. 4. Pacientes con accidente isquémico transitorio (AIT) o con déficits neurológicos leves en los que pueda finalizarse el estudio y tratamiento adecuados de forma ambulatoria en pocos días, siempre que sea factible su control médico diario y que no requieran estudios invasivos, cirugía o anticoagulación. Los AIT de menos de 48 horas de evolución y de duración mayor de 30 minutos, los recurrentes (más de uno al día o de 3 por semana), los secundarios a estenosis carotídea del 70% o mayor y los de localización vertebrobasilar, deben ser ingresados. 5. Pacientes con déficits neurológicos leves que presenten un síndrome lacunar, con tomografía computarizada (TC) craneal normal o que muestra sólo infartos lacunares antiguos, en los que el resto del estudio complementario de urgencia haya descartado otros tipos de accidente cerebrovascular agudo (ACVA) y no exista patología extraneurológica asociada significativa. Por otro lado, está suficientemente demostrado que el ingreso de los pacientes con ictus agudo en unidades especializadas (Unidades de Ictus), coordinadas por el servicio de Neurología, disminuye la morbimortalidad y mejora las secuelas. Actualmente no se discute que la atención precoz del paciente con accidente cerebrovascular debe ser realizada por el especialista en neurología, ya que ello mejora el pronóstico del paciente e influye en la efectividad del tratamiento. Es conveniente, por tanto, que en los hospitales de referencia existan Unidades de Ictus agudo o al menos "equipos de ictus" coordinados por un neurólogo experto en enfermedades cerebrovasculares (tabla 1). Si el hospital no dispusiera de estos medios, se debería disponer de medidas protocolizadas de diagnóstico y tratamiento, e incluso en ciertos casos trasladar al enfermo a otro centro próximo dotado de ellos. Aunque existen varios modelos de Unidades de Ictus, las que han demostrado mejores resultados y una relación costo/beneficio más óptima son las Unidades de Ictus agudos, en las que los pacientes son ingresados directamente desde el servicio de Urgencias y donde permanecen escasos días, habitualmente entre 2 y 6, pasando luego a planta ordinaria de neurología o siendo dados de alta hospitalaria, según su situación. 8 Los criterios de ingreso en la Unidad aparecen en la tabla 2. TABLA I Características de las Unidades y Equipo de ictus Unidad de ictus Camas especificas dentro del servicio de neurología Medidas de diagnostico y tratamiento protocolizadas Monitorización neurológica y cardiovascular Personal medico, de enfermería y fisioterapia entrenados Tomografía computarizada craneal disponible las 24 hrs. Neurorradióloga y neurocirujano disponibles Coordinada por neurólogo experto en ictus Neurólogo de guardia Equipo de Ictus Organización sin ubicación hospitalaria propia Colaboran diferentes especialistas Coordinación por neurólogo experto en ictus El paciente puede estar en cualquier sala del hospital TABLA 2 Criterios de ingreso en una Unidad de Ictus Pacientes con ictus en fase aguda (de menos de 48 horas de evolución). Los Ictus lacunares, una vez diagnosticados, se benefician poco o nada de la estancia en la Unidad, por lo que pueden ser trasladados a planta ordinaria de Neurología. Déficit neurológico leve o moderado Accidente isquémico trastorno Sin límite de edad Son criterios de exclusión el daño cerebral irreversible, la demencia o dependencia previa, las enfermedades concurrentes graves o mortales, el trauma craneal agudo del paciente en una Unidad de Cuidados Intensivos. Referencias Bibliográficas 1. Lanska DJ and the Task Force on Hospital Utilization for Stroke of the American Academy of Neurology. Review criteria for hospital utilization for patients with cerebrovascular disease. Neurology 1994;44:1531-2. [Medline] 2. Stroke Unit Trialists' Collaboration. How do stroke units improve patient outcomes? A Collaborative Systematic Review of the Randomised Trials. Stroke 1997;28:213944.[Medline] 3. Dávalos A, Castillo J, Martínez-Vila E. Delay in neurological attention and stroke outcome. Stroke 1995;26:2233-7. [Medline] 4. Castillo J, Chamorro A, Dávalos A, Díez-Tejedor E, Galbán C, Matías-Guiu J, et al. Atención multidisciplinaria del ictus cerebral agudo. Med Clin (Barc) 2000; 114:101-6. [Medline] [Artículo] 9 CRITERIOS DE INGRESO DEL PACIENTE CON ACCIDENTE CEREBROVASCULAR AGUDO EN LA UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS Consideraciones generales Aunque por su bajo índice costo/eficacia en la actualidad no se recomienda la existencia de Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de Ictus (a semejanza de las Unidades Coronarias), en determinadas ocasiones la situación crítica de un paciente hace necesaria una vigilancia y tratamiento intensivos. Otras veces es conveniente someter al enfermo a una monitorización más intensiva para detectar precozmente situaciones que pongan en peligro su vida, como las alteraciones del ritmo cardíaco. Así, se ha calculado que aproximadamente el 10% de los pacientes hospitalizados por un ictus podrían beneficiarse de su estancia en una UCI. Especialmente, estaría indicada tal medida en los casos de oclusión de la arteria basilar, infarto expansivo cerebeloso y en territorio de la arteria cerebral media, algunas hemorragias intracerebrales como el hematoma cerebeloso, y en las hemorragias subaracnoideas. También estaría justificado el ingreso en estas unidades en casos en los que se administraran tratamientos agresivos, por otro lado de eficacia no claramente demostrada, como la hipotermia, la cirugía descompresiva, el drenaje ventricular o la trombólisis intra-arterial sola o combinada con la intravenosa. Los posibles criterios para el traslado del enfermo con un accidente cerebrovascular agudo (ACVA) a una UCI pueden clasificarse en dos grandes grupos, los de origen neurológico y los de causa sistémica (tablas 1 y 2). Tabla 1 Indicaciones neurológicas de ingreso en UCI Estados de agitación que requieran sedación Hipertensión intracraneal (edema, expansividad de un hematoma, hidrocefalia obstructiva) Presencia de crisis epilépticas repetidas Transformación hemorrágicas del infarto Infartos extensos en territorio vertebrobasilar Ictus progresivo y accidente isquémico transitorio “in crescendo” Infarto cerebral hemodinámica con clínica fluctuante (en el que hay que controlar cuidadosamente la presión arterial) Algunos pacientes sometidos a tratamiento trombolítico, hipervolémico o a anticoagulación precoz. Indicaciones neurológicas de ingreso en UCI • Confusión-agitación Muchos pacientes con ictus agudo presentan confusión y agitación que hacen imposible la realización de las pruebas complementarias necesarias, como la tomografía computarizada (TC) craneal o la resonancia magnética (RM). En estos casos es necesario sedarles bajo vigilancia intensiva (monitorización electro cardiográfica y pulsioximetría) con diazepam (5-10 mg iv) o midazolam (1-5 mg). 10 • Hipertensión intracraneal En casos con aumento de la presión intracraneal debido a edema o a la expansividad de un hematoma cerebral, es conveniente monitorizar la presión intracraneal y la situación neurológica del paciente, vigilando la aparición de signos de herniación o de compresión del tronco cerebral4 . A veces es necesario colocar un drenaje del líquido cefalorraquídeo (LCR) en casos de hidrocefalia obstructiva, y en otras ocasiones estará indicado practicar una craniectomía descompresiva, como en el hematoma e infarto cerebelosos expansivos. • Tratamiento de las crisis epilépticas Rara vez ocurre un estatus epiléptico durante la fase aguda del ictus; si sucede, hay que tratarlo en la UCI, con la mayor urgencia posible. • Presencia de transformación hemorrágica del infarto, con deterioro clínico Constituye a veces una complicación del tratamiento trombolítico o anticoagulante y obliga a corregir rápidamente el trastorno de la coagulación y a vigilar la expansividad de la hemorragia. • Otras Otras posibles indicaciones son el infarto extenso en territorio vertebrobasilar, el ictus con deterioro neurológico progresivo, el accidente isquémico transitorio (AIT) llamado "in crescendo" (episodios repetidos, cada vez más frecuentes y duraderos, especialmente si afectan al territorio vertebrobasilar), el infarto cerebral hemodinámico con clínica fluctuante (habitualmente debida a pequeños descensos de la presión arterial), y algunos pacientes sometidos a trombólisis, anticoagulación precoz o terapia hipervolémica-hipertensiva. TABLA 2 Indicaciones sistémicas de ingreso en UCI Coexistencia de infarto agudo de miocardio Marcada hipotensión arterial Crisis hipertensiva Importante arritmia cardiaca con repercusión hemodinámica Insuficiencia cardiaca congestiva Insuficiencia respiratoria aguda Insuficiencia renal aguda Crisis endocrina Deshidratación grave Sepsis Endocarditis séptica Trastorno electrolítico importante Embolisismos sistémicos múltiples Indicaciones sistémicas de ingreso en UCI • Trastornos cardíacos Los trastornos cardíacos se asocian a un aumento de la mortalidad en los ictus y pueden ser causa de muerte súbita. Por una parte, el ictus se asocia a veces al infarto agudo de miocardio (por lo que además del ECG, debe realizarse de rutina la 11 determinación de la CK-MB) o a insuficiencia cardíaca y, por otra, el propio ictus puede provocar arritmias cardíacas, especialmente cuando se lesiona el área del córtex insular. • Hipertensión arterial marcada En ocasiones existe una gran hipertensión arterial que no responde al tratamiento habitual, y que hace necesario su control cuidadoso en una Unidad de Vigilancia Intensiva. • Otras indicaciones Como la existencia de insuficiencia respiratoria aguda (PO2 menor de 50-60 mmHg y/o PCO2 mayor de 50-60 mmHg), sepsis, insuficiencia renal aguda, etc. como se recoge en la tabla 2. Referencias Bibliográficas 1. The European Ad Hoc Consensus Group. Optimizing intensive care in stroke: a European perspective. Cerebrovasc Dis 1997;7:113-28. 2. Dávalos A, Suñer R. Monitorización y manejo del ictus en fase aguda. Rev Neurol 1999;29:622-7.[Medline]. 3. Krieger D, Hacke W. The Intensive Care of the Stroke Patient. En : Barnett HJM, Mohr JP, Stein BM, Yatsu FM, et al, editores. Stroke: Pathophysiology, Diagnosis and Management. 3rd ed. Philadelphia: Saunders; 1998. p. 1133-54. 4. Steiner T, Ringleb P, Hacke W. Treatment options for large hemispheric stroke. Neurology 2001;57 Suppl 2:S61-S68. 12 PROTOCOLO TERAPÉUTICO DEL ACCIDENTE CEREBRO VASCULAR ISQUÉMICO EN FASE AGUDA El tratamiento del accidente cerebrovascular (ACV) isquémico en fase aguda busca mantener en las mejores condiciones posibles la perfusión y el metabolismo cerebrales para preservar el tejido que aún permanece en penumbra isquémica, prevenir y tratar las posibles complicaciones e intentar la restauración precoz del flujo sanguíneo cerebral en el área afectada por la isquemia . Para ello nos valemos de unas medidas generales y de ciertos tratamientos específicos (figs. 1 a 3). ACVA isquémico Medidas generales Reposo en cama Cambios postulares Vía con SSF Control función cardíaca Equilibrio hidroelectrolítico Control hiperglucemia Tratar dolor y agitación Prevención TVP SaO2 < 95% O2 a 2-4 1/min Cama a 30º Valorar intubación Control PA Si temperatura > 37.5º C Antitérmicos Sin Crisis Si edema cerebral o HIC Fenitoína Valproato Manitol iv 20% SS hipertónico Hiperventilación Ventriculostomía Craniectomía descomprensiva Fig. 1. Algoritmo del tratamiento del accidente cerebrovascular isquémico en fase aguda. SSF: suero salino fisiológico; PA: presión arterial; TVP: trombosis venosa profunda; HIC: hipertensión intracraneal. 13 Algoritmo del manejo de la hipertensión arterial en el ictus isquémico agudo. Ictus Isquémico Presión Arterial PAD > 140 mmHg PAS > 185 mmHg PAD >105 mmHg PAS>220 mmHg PAD > 120 mmHg Tratar Tratar Nitroprusiato Labetalol Enalapril Captopril Trombólisis Anticoagulación Disección aórtica IAM Insuficiencia Cardíaca Tratar Fig. 2. PAS: presión arterial sistólica; PAD: presión arterial diastólica; IAM: infarto agudo de miocardio. Medidas terapéuticas generales 1. El paciente debe mantenerse en reposo en cama, con la cabecera incorporada 30º si existe insuficiencia respiratoria, alteración de la deglución, deterioro del nivel de conciencia o hipertensión intracraneal. Se realizarán cambios posturales y movilización pasiva cada 4 h . 2. Mantener la nutrición e hidratación adecuadas. Se cogerá una vía venosa periférica, administrando 1.000 ml/24 h de suero salino fisiológico (SSF); evitar los sueros glucosados durante las primeras 72 h salvo en pacientes diabéticos tratados con insulina. En caso de glucemia superior a 150 mg/dl se administrará insulina por vía subcutánea (sc) o intravenosa (iv) . Se corregirá la deshidratación y la hiper o hiponatremia si existen. Si se objetiva disfagia o alteración de la conciencia, mantener dieta absoluta las primeras 24 h; y se colocará sonda nasogástrica (SNG) para dieta por sonda transcurrido este tiempo. En caso de vómitos, la SNG se conectará a aspiración. 14 3. Mantener una adecuada oxigenación. Se vigilará la saturación de O2 (SaO2) cada 4 a 8 h mediante pulsioximetría, debiendo mantenerla entre 95% y 100%. Si es menor de 95% se sacará gasometría en sangre arterial y se administrará oxígeno por gafas nasales a 2-4 l/min. Considerar la necesidad de intubación endotraqueal y ventilación mecánica en casos de insuficiencia respiratoria grave. 4. Mantener la función cardíaca, tratando la insuficiencia cardíaca congestiva si existe y descartando el infarto agudo de miocardio ya que su presencia obligará al traslado del paciente a la Unidad de Cuidados Coronarios. 5. Control de la presión arterial (fig. 2). Como norma general no debe tratarse la hipertensión salvo en los siguientes casos, realizando siempre dos mediciones separadas 10 minutos: a. Presencia de presión arterial sistólica (PAS) mayor de 220 mmHg y/o presión arterial diastólica (PAD) superior a 120 mmHg. b. Si PAS mayor de 185 mmHg y/o PAD superior a 105 mmHg, en pacientes candidatos a tratamiento trombolítico o a anticoagulación precoz, o presencia de disección aórtica, infarto agudo de miocardio (IAM) e insuficiencia ventricular izquierda. c. Para el tratamiento se empleará labetalol iv (10-20 mg en bolo durante 2 min cada 20 a 30 min hasta lograr el control), enalapril iv (bolos de 1 mg/6 h, hasta 5 a 20 mg/día) o por vía oral captopril (12,5 mg) o enalapril (5-20 mg/día). El labetalol se evitará si existe fallo cardíaco, arrítmias, asma o diabetes. d. En caso de PAD superior a 140 mmHg, se empleará preferentemente nitroprusiato sódico iv (0,5 a 10 µ g/kg/min). En caso de hipotensión hay que descartar la existencia de IAM, embolismo pulmonar, disección aórtica, hemorragia digestiva y sepsis. Se tratará con expansores de volumen como la albúmina al 5% y administrando dopamina o norepinefrina si es necesario. 6. Tratar la hipertermia. Si la temperatura axilar es mayor de 37,5º C deben administrarse antitérmicos como el paracetamol (500-1.000 mg/6 h) o el metamizol (1-2 g en 100 ml de SSF a pasar en 15 min cada 8 h) . 7. Prevención de la trombosis venosa profunda y del embolismo pulmonar. Se conseguirá con compresión intermitente de miembros inferiores, movilización del paciente en cuanto sea posible y administración sc de heparinas de bajo peso molecular a dosis profiláctica. 8. Tratamiento de crisis epilépticas. Aunque no hay indicación de empleo profiláctico de anticomiciales, la existencia de una crisis obliga a instaurar fenitoina iv (bolo inicial de 15 mg/kg a pasar en 30-60 min, seguido de 100 mg/8 h), monitorizando electrocardiográficamente por el peligro de arritmias, o bien valproato sódico iv (bolo de 15 mg/kg seguido a los 30 min de perfusión continua de 1 mg/ kg/hora). En caso de estatus administrar diazepam (5-10 mg iv) o clonazepam (1 mg iv) y trasladar al paciente a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) . 9. Manejo del edema cerebral. La causa más frecuente del deterioro neurológico progresivo en el ictus isquémico es el edema cerebral. Si se comprueba su existencia por clínica y neuroimagen, debe intentar reducirse el aumento de la presión intracraneal. Para ello se dispone de las siguientes medidas : a. Elevar 30º la cabecera de la cama. b. Restricción ligera de líquidos, evitando la administración de soluciones hipoosmolares. c. Diuréticos osmóticos: manitol al 20% iv (125 ml/6 h) o suero salino hipertónico, al 10%, vigilando la osmolaridad plasmática. d. Hiperventilación. 15 e. Técnicas quirúrgicas como la ventriculostomía para drenaje del líquido cefalorraquídeo (LCR) y la craniectomía descompresiva, indicadas en casos de infarto cerebeloso expansivo y de infarto maligno de la arteria cerebral media (ACM) en pacientes jóvenes. Ictus Isquémico Lacunar Aterotrombótico Cardioembólico > 3 horas considerar rtPA iv < 3 horas rtPA iv > 3 h considerar AIT si trombosis basilar Entre 3 y 6 h: considerar AIT si oclusión ACM o basilar >6h Ictus menor Heparina iv >6h AAS + HBPM sc Ictus mayor AAS + HBPM sc Oclusión o ictus mayor Estenosis intensa + ictus menor AAS + HBPM sc Heparina iv Fig. 3. Algoritmo del tratamiento específico en el infarto cerebral agudo. TIA: trombólisis intraarterial. AAS: ácido acetilsalicílico; HBPM: heparinas de bajo peso molecular; sc: subcutánea; iv: intravenosa; ACM: arteria cerebral media. Tratamientos específicos según el tipo de ictus Tratamiento antitrombótico Su finalidad teórica es evitar la progresión de un coágulo o la formación de microtrombosis en el área de penumbra isquémica y prevenir la recurencia de los ictus por cardioembolismo. Se emplean las siguientes medidas : 1. Ácido acetilsalicílico (AAS) oral (300 mg/día) después de las 6 primeras horas de evolución. 16 2. La administración de heparina sódica iv en perfusión continua (para mantener el tiempo de tromboplastina [TTP] entre 1,5 y 2 del valor control) estaría indicada en pacientes con accidente isquémico transitorio (AIT) "in crescendo" o ictus progresivo en territorio vertebrobasilar, estenosis crítica de la carótida interna cervical antes de la endarterectomía, disección carotídea o vertebral, ictus progresivos por estenosis arterial intracraneal, trombosis venosa cerebral, y prevención de la recurrencia de embolias de origen cardíaco. En este último caso, anticoagular sólo si el ictus es menor; en pacientes con infartos extensos o clínica neurológica importante, demorar la anticoagulación 7-14 días, según cada caso. 3. El ancrod iv en pacientes con menos de 3 horas de evolución, durante 5 días, ha demostrado eficacia, aunque su empleo es complicado por la necesidad de monitorizar con frecuencia el fibrinógeno plasmático3 . Tratamiento trombolítico El tratamiento con rtPA iv (0,9 mg/kg) está indicado en pacientes con ictus isquémico de menos de 3 horas de evolución que reúnan los criterios de inclusión exigidos. En centros debidamente acreditados puede emplearse también la trombólisis intra-arterial (con prourocinasa) en pacientes con oclusión completa de la ACM o de la arteria basilar dentro de las primeras 6 horas de evolución3 . Tratamiento neuroprotector Hasta el momento, no existe indicación para el empleo de agentes neuroprotectores durante la fase aguda del infarto cerebral. Posiblemente la citicolina (500 o 2.000 mg/día vía oral durante 6 semanas) . Referencias Bibliográficas 1. Castillo J, Chamorro A, Dávalos A, Díez-Tejedor E, Galbán C, Matías-Guiu J, et al. Atención multidisciplinaria del ictus cerebral agudo. Med Clin (Barc) 2000;114:1016.[Medline] [Artículo] 2. Grupo de Estudio de las Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Manejo del paciente con enfermedad vascular cerebral aguda. Recomendaciones 2001. Barcelona: Prous Science; 2001. European Stroke Initiative. European Stroke Initiative Recommendations for Stroke Management. Cerebrovasc Dis 2000;10:335-51. [Medline] 3. Bath PM. Optimising homeostasis. Br Med Bull 2000;56: 422-35. [Medline] 4. Pereira AC, Brown MM. Aspirin or heparin in acute stroke. Br Med Bull 2000;56:413-21. [Medline]. 17 PROTOCOLO DE PREVENCIÓN SECUNDARIA DEL ACCIDENTE CEREBROVASCULAR ISQUÉMICO El ictus recurrente constituye aproximadamente un tercio de todos los ictus que se producen. La posibilidad de sufrir un segundo accidente cerebrovascular agudo (ACVA) se ha estimado en un 5% durante el primer año y en un 3% durante los 4 años siguientes, lo que supone casi un 20% durante los 5 años posteriores a un primer ictus. Por otro lado, los pacientes que han tenido un ictus presentan también un elevado riesgo de infarto de miocardio. Por tanto, la prevención de las posteriores manifestaciones de la enfermedad constituye un importante objetivo terapéutico. Diversas estrategias médicas y quirúrgicas han demostrado su eficacia en la prevención secundaria del accidente cerebrovascular isquémico. Control de los factores de riesgo modificables La hipertensión arterial es el más prevalente y modificable factor de riesgo de ictus. Su control hasta alcanzar cifras normales de presión arterial (por debajo de 140/85 mmHg) reduce significativamente el riesgo de coronariopatía e ictus, siendo esta reducción proporcional al grado de descenso de las cifras tensionales. Parece que los fármacos inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina, resultan especialmente beneficiosos. Durante los últimos años se ha comprobado que la reducción de los niveles séricos de colesterol mediante el empleo de estatinas (pravastatina o simvastatina) disminuye el riesgo tanto de enfermedad coronaria sintomática como de ictus isquémico. Además, se considera que estos fármacos poseen además un efecto neuroprotector. El abandono del hábito de fumar logra también disminuir significativamente el riesgo de infarto agudo de miocardio (IAM) y de ACVA. Aunque el consumo moderado de alcohol no es contraproducente en los pacientes que han tenido un ictus, su ingesta importante aumenta el riesgo de su recurrencia, tanto de tipo isquémico como hemorrágico. Por último, también resulta beneficiosa la práctica diaria de ejercicio físico. Antiagregación plaquetaria Se ha demostrado de manera evidente que el tratamiento con fármacos antiagregantes plaquetarios reduce significativamente (un 25%) el riesgo de recurencia del ictus isquémico. Tanto el ácido acetilsalicílico (AAS) solo (a dosis de 100-300 mg/día) o asociado a clopidogrel, están indicados en los pacientes que han sufrido un ictus isquémico y no permanezcan anticoagulados. La elección de uno u otro agente va a depender de la tolerancia al AAS y de la magnitud del riesgo de la recurencia, ya que se considera que el clopidogrel es algo más eficaces que el ácido acetilsalicílico (el clopidogrel logra una reducción del riesgo del 8,7% en comparación con el AAS) . Anticoagulación En los pacientes con arritmia cardíaca por fibrilación auricular (que es la causa más frecuente de embolias cerebrales) la anticoagulación con dicumarínicos manteniendo un INR (International Normalized Ratio) entre 2,0 y 3,0, reduce el riesgo de recurencia de un 12% a un 5% por año, lo que significa que evita un nuevo ictus por cada 18 pacientes tratados. La anticoagulación oral está también indicada en otras cardiopatías embolígenas como las valvulopatías reumáticas, las prótesis valvulares metálicas, la acinesia o el aneurisma ventricular postinfarto de miocardio, la 18 miocardiopatía dilatada, etc. (tabla 1). En los pacientes con prótesis mecánica, la anticoagulación ha de ser más intensa que en las restantes causas, manteniéndose un INR entre 3,0 y 4,0 . TABLA 1 Indicaciones de la anticoagulación en la prevención secundaria del ictus isquémico Cardiopatías embolígenas Fibrilación auricular no valvular Esteriosis mitral Prótesis valvulares metálicas Enfermedad del seno Miocardiopatía dilatada Infarto de miocardio reciente (<4 semanas) Infarto de miocardio con aneurisma, acinesia segmentaria oTrombo mural asociado Mixoma auricular Aneurisma del tabique interauricular y foramen oval permeable Estados hipercoagulables Déficit de proteínas C y S de antitrobina III Muración del factor V de Leyden Otras indicaciones Ateroma aórtico con trombo mural Disección carotídea o vertebral Estenosis arterial intracraneal Por otro lado, en pacientes con ictus de causa no cardioembólica la anticoagulación oral (a dosis ajustadas para mantener un INR entre 1,4 y 2,8) ha resultado tan eficaz como el AAS (325 mg/día) en la prevención de recurrencias . Endarterectomía carotídea En los pacientes con estenosis sintomática del 70% o mayor la endarterectomía carotídea disminuye el riesgo de ictus homolateral, siempre que la tasa de morbimortalidad perioperatoria del equipo quirúrgico sea inferior al 6%. Aunque las cifras varían según los estudios, se considera que sólo el 8% del total de los ictus se beneficia con este tratamiento . La angioplastia carotídea con stent está indicada en casos de reestenosis tras endarterectomía, en estenosis postradioterapia, en pacientes con elevado riesgo quirúrgico, o cuando la localización de la estenosis es difícilmente accesible a la cirugía. Sus resultados son similares a la endarterectomía . 19 Referencias Bibliográficas 1. European Stroke Initiative. European Stroke Initiative Recommendations for Stroke Management. Cerebrovasc Dis 2000;10:335-51. [Medline] 2. Grupo de Estudio de las Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Manejo del paciente con enfermedad vascular cerebral aguda. Recomendaciones 2001. Barcelona: Prous Science; 2001. 3. Mohr JP, Thompson JLP, Lazar RM, Levin B, Sacco RL, Furie KL, et al. A Comparison of Warfarin and Aspirin for the Prevention of Recurrent Ischemic Stroke. N Engl J Med 2001;345:1444-51. [Medline] 4. Biller J, Feinberg WM, Castaldo JE, Whittemore AD, Harbaugh RE, Dempsey RJ, et al. Guidelines for Carotid Endarterectomy. A Statement for Healthcare Professionals From a Special Writing Group of the Stroke Council, American Heart Association. Stroke 1998;29:554-62. [Medline] 5. Golledge J, Mitchell A, Greenhalgh RM, Davies AH. Systematic Comparison of the Early Outcome of Angioplasty and Endarterectomy for Symptomatic Carotid Artery Disease. Stroke 2000;31:1439-43. [Medline] 20 PROTOCOLO DIAGNÓSTICO DEL ACCIDENTE CEREBROVASCULAR HEMORRÁGICO El accidente cerebrovascular hemorrágico se divide en hemorragia intracerebral y hemorragia subaracnoidea (HSA). El diagnóstico de ambos procesos se tratará por separado. Proceso diagnóstico de la hemorragia intracerebral Los síntomas y signos de la hemorragia cerebral (HC), que dependen de la localización del sangrado y del tamaño del hematoma, pueden ser idénticos a los del ictus isquémico, por lo que el diagnóstico se basa en la demostración de la presencia de sangre dentro del cerebro por medio de técnicas de neuroimagen. Antes de realizarse estos estudios, la clínica nos puede hacer sospechar un ictus hemorrágico en algunos casos, ya que hay ciertos signos y síntomas que se asocian más frecuentemente a la HC, como son los vómitos, la cefalea, las crisis, una mayor hipertensión arterial (HTA) y el deterioro precoz del nivel de conciencia, incluyendo el coma agudo1,2 . Además del diagnóstico de HC, es necesario conocer la causa del sangrado y la situación clínica general del paciente, ya que de ello va a depender el pronóstico y el tratamiento que debemos establecer (fig. 1). Historia y exploración clínica Además de los signos y síntomas neurológicos, resulta esencial averiguar los antecedentes del paciente. La mayoría de las HC ocurre en individuos entre 50 y 70 años con historia de HTA mal controlada y de larga evolución. En las personas ancianas, especialmente si existen signos de afectación cortical, se pensará en la posibilidad de la angiopatía amiloide cerebral. En pacientes jóvenes menores de 50 años, sobre todo si no son hipertensos, debe considerarse la posibilidad de una malformación vascular o de un tumor que haya sangrado. La historia nos revelará también otros datos esenciales como la existencia de un tratamiento anticoagulante previo, de una cardiopatía embolígena (con la posibilidad de la transformación hemorrágica de un infarto), o del antecedente de uso de drogas1 . Tomografía computarizada craneal La tomografía computarizada (TC) craneal de urgencia es obligada para el diagnóstico de HC, constituyendo la mejor prueba para identificar el sangrado intracraneal, incluyendo la HSA. En general, es más sensible que la resonancia magnética (RM) para la detección de la sangre, debiendo practicarse sin contraste. Además de identificar la hemorragia, la TC craneal permite conocer su localización y tamaño, si existe invasión ventricular y/o subaracnoidea y si hay hidrocefalia o desplazamiento de estructuras (efecto de masa); todos estos datos tienen una gran importancia pronóstica y también nos ayudan en el diagnóstico etiológico1 . 21 Déficit neurológico focal Historia y exploración Estudio coagulación Hemograma con plaquetas Glucosa, iones, urea y creatinina en suero ECG y Rx de tórax TC craneal sin contraste Ausencia de sangrado HC Ver localización Valorar hidrocefalia Sospechar patología vascular isquémica Localización lobar Sangre subaracnoidea, datos atípicos Valorar estudio angiográfico y RM Fig. 1. Algoritmo diagnóstico de la hemorragia intracerebral. ECG: electrocardiograma; Rx: radiografía; TC: tomografía computarizada; HC: hemorragia cerebral; RM: resonancia magnética. La Hemorragia Cerebral se presenta como una lesión muy hiperdensa (en pacientes con intensa anemia es sólo moderadamente hiperdensa o incluso isodensa), rodeada de una zona hipodensa debida al edema y a la isquemia que origina el sangrado. A partir de la segunda semana de evolución comienza a desaparecer progresivamente esta lesión, quedando finalmente una zona hipodensa con atrofia del tejido cerebral circundante. Cuando el paciente es joven no hipertenso o bien la hemorragia es lobar, de densidad irregular, o muestra imágenes de calcio o de vasos en su interior, se debe practicar una TC craneal con contraste o una RM2 . La medición del volumen del hematoma se realiza aplicando la fórmula (A x B x C) dividido entre 2, en la que A es el diámetro máximo de la hemorragia, B el diámetro máximo perpendicular a A, y C el número de cortes de la TC en los que se ve el hematoma multiplicado por el grosor de 22 los cortes. En las hemorragias supratentoriales, el pronóstico es bueno cuando el volumen es menor de 30 ml, y malo cuando supera los 60 ml2 . Pruebas analíticas A todos los pacientes se les realizará estudio de coagulación, hemograma con plaquetas, bioquímica que incluya iones, glucosa, urea y creatinina y pruebas de función hepática2 . Electrocardiograma y radiografía de tórax Se deben practicar de rutina. Resonancia magnética Aunque no se ha establecido con exactitud la sensibilidad de esta técnica, se realiza generalmente en pacientes jóvenes no hipertensos, en hematomas lobares y ante la sospecha de tumor o de malformación vascular, empleando inyección de contraste paramagnético (gadolinio)2 . En RM, la imagen del hematoma se modifica con el tiempo por los cambios que sufre la hemoglobina, lo que nos sirve para conocer su antigüedad1 . Durante las primeras horas, la lesión aparece como isointensa o ligeramente hipointensa en T2, y en la primera semana es hipointensa en T2 pero presenta un anillo periférico hiperintenso, siendo isointensa o hipointensa en T1. En la fase subaguda (de la segunda a la cuarta semana), en la que ya se empieza a formar metahemoglobina en la periferia del hematoma, la imagen es hiperintensa tanto en T1 (sobre todo en la periferia) como en T2. Por último, en la fase crónica la señal del hematoma es isotensa o hipointensa en T1 y marcadamente hipointensa en T2. Arteriografía cerebral La angiografía cerebral convencional, la angio-RM o la angio-TC se indicarán para descartar malformación vascular subyacente en casos de localización o patrón atípicos para un hematoma hipertensivo (sobre todo en pacientes menores de 55 años), hemorragia subaracnoidea focal asociada o cuando sospeche vasculitis1,3 . Proceso diagnóstico de la hemorragia subaracnoidea Historia clínica y exploración Además del cuadro clínico característico de cefalea brusca e intensa, con fotofobia, náuseas, vómitos, presencia de signos meníngeos y disminución del nivel de conciencia, no hay que olvidar que hasta el 70% de los pacientes han tenido en las horas o días previos episodios de pequeños sangrados ("hemorragias centinelas"), manifestados habitualmente por cefalea súbita. La existencia previa de dolor retroorbitario o de neuropatía del III par, con afectación pupilar, sugiere el diagnóstico de aneurisma de la arteria comunicante posterior. En un 45% de los casos la clínica se inicia por una pérdida de conciencia brusca, y los dos tercios de todos los pacientes con HSA llegan al hospital con alteración del nivel de conciencia. Las hemorragias retinianas o preretinianas (hemorragia subhialoidea), observables por el examen del fondo de ojo, están presentes en el 25% de los casos; sin embargo, la afectación de pares craneales III o VI (este último como falso signo localizador) sólo ocurre en el 13% de los pacientes. El nivel de conciencia a la llegada al hospital es el factor pronóstico más importante4 , como se observa en la escala de Hunt y Hess (tabla 1). 23 Tomografía computarizada craneal El primer estudio indicado es la TC craneal sin contraste (fig. 2), capaz de detectar la HSA durante las primeras 24 horas en el 92% de los casos. La localización preferente de la sangre nos orienta sobre el punto donde se ha producido la hemorragia; así, por ejemplo, la sangre de localización pretruncal (hemorragia perimesencefálica), que corresponda al 10% de los casos, casi siempre indica la ausencia de aneurisma y un buen pronóstico. La cantidad de sangre visualizada en la TC también se correlaciona con la incidencia de vasoespasmo y con el pronóstico, habiéndose desarrollado la escala de Fisher (tabla 2) para cuantificarla4 . Punción lumbar y análisis del líquido cefalorraquídeo Ante un paciente con sospecha clínica de HSA, si la TC craneal no la ha detectado es necesario practicar una punción lumbar para confirmar la presencia de xantocromía o sangre en el líquido cefalorraquídeo (LCR). Analítica y electrocardiograma Analítica y electrocardiograma En la analítica de rutina suele observarse leucocitosis e hiperglucemia, y el electrocardiograma (ECG) puede mostrar alteraciones del ritmo y de la repolarización, QT alargado y PR corto. Angiografía cerebral La angiografía sigue siendo la prueba necesaria para determinar la causa de la HSA, debiendo realizarse lo antes que sea posible, tras haber estabilizado al paciente. Alternativamente, la angio-TC y la angio-RM también se emplean para el diagnóstico del aneurisma, aunque la sensibilidad de estas técnicas depende de su tamaño. TABLA 1 Escala de Hunt y Hess para la hemorragia subaracnoideal (HSA) Grados Grado 0 Grado I Grado II Grado III Grado IV Grado V Hallazgos Mortalidad No HSA: aneurisma incidental Sin síntomas o leve cefalea: ligera rigidez de nuca 11% Cefalea moderada-grave, rigidez de nuca, posible neuropatía craneal 26% Confusión, letargia, déficit focal leve 37% Estupor, hemiparesia grave o moderada, rigidez precoz de descerebración 71% Coma profundo, rigidez de descerebración 100% 24 Sospecha de HSA Historia y exploración Analítica TC craneal sin contraste intravenoso Positivo Negativo Realización punción lumbar LCR xantocrómico o hemático Diagnóstico de HSA Negativa DTC basal Valorar RM si persiste sospecha clínica alta Angiografía cerebral completa Negativa Positiva Decidir tratamiento Repetir angiografía a las 3-4 semanas Fig.2. Algoritmo diagnóstico de la hemorragia subaracnoidea (HSA), TC: tomografía computarizada; LCR: líquido cefalorraquídeo; DTC: Doppler transcraneal; RM: Resonancia magnética. Grado I Grado II Grado III Grado IV TABLA 2 Escala de Fisher para los hallazgos de tomografía Computarizada craneal en la hemorragia subaracnoidea No se observa sangre Sangre subaracnoidea difusa, sin acumulación o < 1 mm Acumulación de sangre en espacio subaracnoideo de más de 1 mm de grosor Sangre intraventricular o intracerebral con o sin sangre subaracnoidea difusa, pero no en cisternas basilares 25 En un 19% de los casos existen aneurismas múltiples, por lo que el estudio angiográfico ha de hacerse de toda la circulación cerebral, y en el 10%-30% la angiografía inicial no muestra presencia de aneurisma, debiéndose entonces repetir el estudio a las dos semanas. Doppler transcraneal Es una técnica no invasiva que permite el diagnóstico y el seguimiento del vasoespasmo, especialmente cuando afecta a la porción inicial de la arteria cerebral media. Referencias Bibliográficas: 1. Kase C. Diagnóstico y tratamiento de la hemorragia intracerebral. Rev Neurol 1999; 29:1330-7. [Medline] 2. Qureshi AI, Tuhrim S, Broderick JP, Batjer H, Hondo H, Hanley DF. Spontaneous Intracerebral Hemorrhage. N Engl J Med 2001; 344: 1450-60. [Medline] 3. Zhu XL, Chan MSY, Poon WS. Spontaneous intracranial hemorrhage: which patients need diagnostic cerebral angiography? A prospective study of 206 cases and review of the literature. Stroke 1997; 28: 1406-9. [Medline] 4. Botia E, Vivancos J, León T, Segura T, Fernández-García C, López-López F. Factores predictores de mortalidad y de desarrollo de complicaciones neurológicas en la hemorragia subaracnoidea no traumática. Rev Neurol 1996; 24: 193-8. [Medline] 5. Rinkel GJ, Djibuti M, van Gijn J. Prevalence and risk of rupture of intracranial aneurysms: a systematic review. Stroke 1998; 29: 251-6. [Medline] 26 PROTOCOLO TERAPÉUTICO DEL ACCIDENTE CEREBROVASCULAR AGUDO HEMORRÁGICO Se considerará por separado el tratamiento del hematoma cerebral (HC) y de la hemorragia subaracnoidea (HSA). Tratamiento de la hemorragia intraparenquimatosa Monitorización La mayoría de los pacientes con HC deberán ser controlados en una unidad de cuidados intensivos o de ictus, donde puedan ser monitorizados adecuadamente (fig.1). Control función respiratoria Si existe hipoxia confirmada mediante gasometría arterial se administrará oxígeno, manteniendo la saturación de O2 por encima del 95%. En caso de afectación de tronco, depresión importante del nivel de conciencia o puntuación menor de 9 en la escala de coma de Glasgow, se valorará la intubación del paciente con conexión a respirador, manteniendo una pCO2 entre 35 y 45 mmHg1 . Reposo en cama Se mantendrá reposo absoluto en cama, con la cabecera incorporada 30° para favorecer el drenaje venoso cerebral y prevenir la broncoaspiración. Prevención de broncoaspiración Si hay vómitos, se colocará sonda nasogástrica con aspiración. Sueroterapia. Control glucémico Se evitará la administración de sueros glucosados y se administrará insulina si la glucemia es mayor de 170 mg/dl. Equilibrio hidroelectrolítico Si existe hiponatremia, se restringirán los fluidos y se administrará solución salina hipertónica por vía intravenosa1 . Control de la temperatura Se tratará con antitérmicos, según protocolo, la temperatura axilar mayor de 37°C. Trastornos de coagulación Si existen alteraciones de la coagulación deben corregirse adecuadamente administrando plasma fresco, vitamina K, plaquetas o protamina, según el tipo de alteración. Control de la presión arterial Deberá tratarse la hipertensión arterial, según el protocolo establecido, cuando las cifras superen los 190 mmHg de sistólica, los 110 mmHg de diastólica o la presión arterial (PA) media sea igual o mayor de 130 mmHg, procurando siempre mantener una presión de perfusión cerebral por encima de los 70 mmHg. Para ello se utilizará el labetalol o el enalapril, con la misma pauta que en el infarto cerebral. 27 Diagnóstico de HC Monitorizar al paciente en Unidad De Ictus o de Cuidados Intensivos Si ECG < 9 sat O2 < 92% o afectación de tronco Si PA > 190/110 O PAM >= 130 mmHg Si HIC Si Hidrocefalia Intubación y ventilación mecánica Labetalol, Enalapril Mantener PPC > 70 mmHg Fenitoína Valproato Ventriculostomía Tratar crisis, temperaturas > 37oC, glucemia > 170 etc. Si hematoma cerebeloso >3 cm o supratentorial >30 ml, con ECG > 4 y buena calidad de vida posible Evacuación quirúrgica Fig.1. Algoritmo del tratamiento de la hemorragia intracerebral (HC). ECG: escala de coma de Glagow; PAM: presión arterial media ; PPC: presión de perfusión cerebral; HIC: hipertensión intracraneal. Crisis epiléptica En caso de crisis epiléptica, más frecuente en los hematomas lobares, tratar de inmediato con fenitoína por vía intravenosa. Control de la presión intracraneal Deberá controlarse la hipertensión intracraneal con agentes osmóticos (manitol al 20% o suero salino hipertónico intravenoso, furosemida intravenosa) y/o con hiperventilación en caso necesario, especialmente en los casos en que existan signos de herniación cerebral en la tomografía computarizada (TC) craneal2 . Hidrocefalia En caso de observarse hidrocefalia obstructiva en la TC craneal, especialmente frecuente en los hematomas cerebelosos, se valorará la ventriculostomía3 . 28 Drenaje quirúrgico No existen criterios claros para el drenaje quirúrgico de los hematomas, aunque la cirugía deberá plantearse en las hemorragias cerebelosas con hidrocefalia o empeoramiento de la clínica (tras TC de control) y en los hematomas lobares con deterioro neurológico progresivo1,2 . Tratamiento de la hemorragia subaracnoidea El objetivo primordial del tratamiento médico de las HSA es mantener al paciente en situación estable y prevenir las complicaciones generales y neurológicas (fig. 2). Las más frecuentes entre estas últimas son el vasoespasmo, el resangrado, la hidrocefalia, el edema cerebral y las crisis epilépticas4 . Reposo Se mantendrá reposo absoluto durante la primera semana, con la cabecera de la cama incorporada 30°. Prevención de enfermedad tromboembólica venosa No se administrará heparina sc de bajo peso molecular para la prevención de la trombosis venosa profunda y del embolismo pulmonar; en su lugar se colocarán medias compresivas. Evitar estreñimiento Se facilitará la defecación con laxantes o enemas, evitando que el paciente realice maniobras Valsalva. Analgesia Se instaurará tratamiento analgésico según el protocolo establecido para el dolor. Prevención de isquemia por vasoespasmo Se iniciará tratamiento preventivo del vasoespasmo, que es sintomático en el 30% de los pacientes y suele aparecer entre el tercer y quinto día de evolución, alcanzando su máxima intensidad entre el quinto y décimo cuarto día. Su aparición y su evolución deben monitorizarse con Doppler transcraneal cada 48 horas. El fármaco más empleado es el nimodipino, utilizándose la siguiente pauta: 1. Dosis inicial de 25 mg/24 horas por vía intravenosa con bomba de infusión continua, preferiblemente por una vía central y protegiendo el frasco de la luz.. 2. A las 24 horas, si no ha existido hipotensión (caída de la PA sistólica mayor del 20%) se aumentará la dosis a 50 mg/24 horas por vía intravenosa; en caso de hipotensión arterial se ajustarán las dosis. 3. El nimodipino por vía intravenosa se mantiene 14 días, pasando entonces a administrarlo por vía oral a dosis de 60 mg cada 6 horas durante 7 días más. La llamada terapia triple H (hipertensión, hipervolemia, hemodilución) es eficaz para tratar el vasoespasmo, pero sólo puede aplicarse en la unidad de cuidados intensivos y cuando ya ha sido tratado quirúrgicamente el aneurisma, ya que provoca un mayor riesgo de resangrado. 29 Diagnóstico de HSA Tratamiento en Unidad de Cuidados Intensivos Estabilizar al paciente Prevenir complicaciones Estudio angiográfico Ausencia de aneurisma Presencia de aneurisma Valorar tratamiento precoz quirúrgico o intravascular Tratamiento médico Prevención y tratamiento del vasoespasmo Controlar hidrocefalia Fig. 2 Algoritmo de tratamiento de la hemorragia subaracnoidea (HSA). Tratamiento del aneurisma Parece que la mejor manera de evitar el resangrado es el tratamiento precoz del aneurisma, bien mediante cirugía (clipaje) o por vía intravascular (introduciendo en el aneurisma coils de platino para que se trombosen, a pesar de que con ello aumenta el riesgo de vasoespasmo. La decisión a tomar ha de ser individualizada, teniendo en cuenta la experiencia de cada centro. Hidrocefalia La presencia de hidrocefalia obliga a monitorizar estrechamente el estado neurológico del paciente y a realizar TC periódicas; en algunos casos será necesario el drenaje ventricular o la implantación de una válvula de derivación. 30 Referencias Bibliográficas: 1. Broderick JP, Adams HP Jr, Barsan W, Feinberg W, Feldmann E, Grotta J, et al. Guidelines for the Management of Spontaneous Intracerebral Hemorrhage. A Statement for Healthcare Professionals From a Special Writing Group of the Stroke Council, American Heart Association. Stroke 1999;30:905-15. [Medline] 2. Kase C. Diagnóstico y tratamiento de la hemorragia intracerebral. Rev Neurol 1999;29:1330-7. [Medline] 3. Adams RE, Diringer MN. Response to external ventricular drainage in spontaneous Intracerebral hemorrhage with hydrocephalus. Neurology 1998;50:519-23. [Medline] 4. Mayberg MR, Batjer HH, Dacey R, Diringer M, Haley EC, Heros RC, et al. Guidelines for the Management of Aneurysmal Subarachnoid Hemorrhage. A Statement for Healthcare Professionals From a Special Writing Group of the Stroke Council, American Heart Association. Stroke 1994;25:2315-28. [Medline] 31 INDICACIONES DE LA ARTERIOGRAFÍA CEREBRAL Y MEDULAR. INDICACIONES DE LA ANGIOGRAFÍA POR RESONANCIA MAGNÉTICA Y ANGIO-TC Consideraciones generales En un paciente con enfermedad cerebrovascular aguda, tras la realización de técnicas de neuroimagen como la tomografía computarizada (TC) craneal o la resonancia magnética (RM) cerebral, a menudo se hace necesario ver el estado de los vasos extra o intracraneales mediante angiografía. Con las técnicas angiográficas se puede identificar la posible existencia de una estenosis u oclusión arterial, conocer su localización y extensión, determinar muchas veces la naturaleza de la lesión (aterosclerótica, disección, displasia fibromuscular, síndrome de moyamoya, etc.) y diagnosticar otras alteraciones vasculares como la trombosis venosa cerebral, las malformaciones arteriovenosas o los aneurismas1 . Las técnicas que permiten visualizar los vasos cervicales e intracraneales pueden clasificarse en invasivas (en las que es necesario inyectar material de contraste intraarterialmente), semiinvasivas (cuando el contraste es inyectado por vía intravenosa) y no invasivas (en las que no es necesaria la inyección de un agente de contraste)2. La arteriografía de troncos supraórticos (TSA) y cerebral por substracción digital es una técnica invasiva, la angio-TC con contraste es una prueba semiinvasiva, y la angio-RM y las técnicas ultrasonográficas son no invasivas. Comentaremos brevemente cada uno de estos métodos angiográficos, analizando su utilidad e indicaciones en el manejo del paciente con enfermedad cerebrovascular. El eco-Doppler de TSA y el Doppler de TSA y transcraneal no se tratarán aquí; ya se ha mencionado que son técnicas complementarias que deben realizarse de rutina en todo paciente con enfermedad cerebrovascular isquémica. Angiografía por sustracción digital En la mayoría de los hospitales se emplea la técnica de sustracción digital en lugar de la convencional, ya que permite obtener imágenes del árbol vascular más nítidas, en diversas proyecciones y con inyección de mucha menor cantidad de contraste. Precisa la cateterización a través generalmente de una arteria femoral, introduciendo el extremo del catéter hasta el arco aórtico primero, donde se realiza la primera inyección del material de contraste, con el fin de visualizar los troncos supraórticos. Posteriormente, se cateteriza selectivamente la arteria o arterias que deben ser estudiadas específicamente1-3 . Esta técnica posee una tasa de morbimortalidad entre el 0,5% y el 1%, pero constituye todavía el método de referencia para el diagnóstico de la gran mayoría de las lesiones vasculares cerebrales2 . Sus indicaciones son (tabla 1): Estenosis carotídeas Identificar las estenosis carotídeas susceptibles de ser tratadas quirúrgicamente, mediante endarterectomía. Tanto el estudio NASCET (North American Symptomatic Carotid Endarterectomy Trial) como el ECST (European Carotid Surgery Trial) se basan en el empleo de esta técnica angiográfica, recomendando cirugía si la estenosis carotídea es igual o mayor del 70%. El método para calcular el grado de estenosis varía 32 un poco entre ambos estudios. En el NASCET, se emplea como referencia el diámetro de la carótida interna normal por encima de la lesión y del bulbo, en un punto donde las paredes de la arteria son paralelos; así, el porcentaje de estenosis resulta de aplicar la fórmula (1 A/B) * 100, en la que A es el diámetro mínimo de la estenosis y B el de la carótida normal. En el ECST, en cambio, la referencia B es el diámetro teórico estimado del bulbo carotídeo normal. TABLA 1 Indicaciones de la arteriografía en el ictus Cuantificación de esterosis carotídea para indicación de en darterectomía Tratamiento intravascular Angioplatía con stent Coilis en aneurismas Embolización de MAV Trombólisis intraarterial Diagnóstico de disección arterial Diagnóstico de displasia fibromuscular Diagnóstico de síndrome de moyamoya Sospecha de vasculitis Diagnóstico de estenosis intracraneales Diagnóstico de trombosis venosa cerebral Estudio de hemorragias subaracnoideas Estudio de hemorragia lobar en edad < 65 años Disección arterial Pacientes con sospecha de disección arterial en el sistema carotídeo o vertebrobasilar, para confirmar el diagnóstico y valorar la posible indicación de tratamiento anticoagulante. Hemorragia subaracnoidea Estudio de las arterias cerebrales en pacientes con hemorragia subaracnoidea. En estos casos, la angiografía debe realizarse lo antes posible, ya que en la actualidad se prefiere tratar precozmente los aneurismas que han sangrado. Cuando este estudio inicial es negativo, debe realizarse otra arteriografía pasados 10 a 14 días, ya que a veces existe un espasmo arterial focal que impide visualizar el aneurisma. El examen ha de hacerse de los 4 grandes vasos (ambas carótidas y vertebrales) porque con cierta frecuencia existen aneurismas múltiples. El diagnóstico de aneurismas micóticos, complicación de una endocarditis infecciosa, sólo puede hacerse con seguridad mediante esta técnica angiográfica. Malformación arteriovenosa Sospecha de malformación arteriovenosa intracraneal, por ejemplo, en enfermos con hematomas lobares, para confirmar el diagnóstico. En general, la angiografía por substracción digital es el método preferido para la evaluación de pacientes con hemorragia intracraneal que no sean típicos hematomas intracerebrales hipertensivos. 33 Previa realización de angioplastia y colocación de stent Tanto en estenosis carotídeas o vertebrales como intracraneales. Tratamiento endovascular de aneurismas Mediante la introducción de coils en su interior (para facilitar su trombosis), y de otras malformaciones vasculares que puedan ser embolizables, con lo que se logra reducir su tamaño o incluso excluirlas de la circulación. Administración por vía intraarterial de agentes trombolíticos Como la prouroquinasa, la uroquinasa o el rtPA, en pacientes con oclusión de la porción horizontal de la arteria cerebral media o de la arteria basilar. Angio-TC Constituye un método alternativo a la angiografía por RM en el estudio de la bifurcación carotídea y de las arterias del polígono de Willis, aunque obliga a la introducción por vía intravenosa de un agente de contraste2 . Permite identificar lesiones arteriales estenóticas u oclusivas, con el patrón y la intensidad de la circulación de suplencia colateral existente, así como aneurismas, malformaciones arteriovenosas o la existencia de trombosis venosa cerebral3 . Angio-RM Esta técnica tiende a supravalorar las estenosis de alto grado, especialmente en la carótida interna cervical, por lo que a veces dan como ocluida una arteria que en realidad presenta una estenosis crítica4 . La inyección intravenosa de contraste permite mejorar la visualización de las paredes arteriales. En casos de hemorragia subaracnoidea, identifica aneurismas grandes, pero no los que tienen un diámetro menor de 1,5 mm4 . Es la prueba de elección para el diagnóstico de las flebotrombosis intracraneales3. Referencias Bibliográficas: 1. Gil Peralta A, Sánchez Huelva AM. Angiografía. En: Castillo J, Álvarez-Sabín J, Martí-Vilalta JL, Martínez-Vila E, Matías-Guiu J, editores. Manual de enfermedades vasculares cerebrales. 2ª ed. Barcelona: Prous Science; 1999.p.283-91. 2. Culebras A, Kase CS, Masdeu JC, Fox AJ, Bryan RN, Grossman CB, et al. Practice Guidelines for the Use of Imaging in Transient Ischemic Attacks and Acute Stroke. A Report of the Stroke Council, American Heart Association. Stroke 1997;28:148097. [Medline] 3. Alonso de Leciñana M, Egido JA. La circulación cerebral en el ictus. De la ultrasonografía a la angiografía invasiva y no invasiva. Parte II: la arteriografía convencional por rayos X, la arteriografía por resonancia magnética y por tomografía computarizada. Neurología 2001; 16 (Suppl 3): 33-45. 4. Clifton AG. MR angiography. Br Med Bull 2000;56:367-77. [Medline] 34 INDICACIONES DE LA TOMOGRAFÍA COMPUTARIZADA CRANEAL Y DE LA RESONANCIA MAGNÉTICA CEREBRAL Tomografía computarizada craneal La tomografía computarizada (TC) craneal es la técnica de neuroimagen más importante en el estudio del paciente con enfermedad cerebrovascular aguda. Su realización es obligada en todos los enfermos con accidente isquémico transitorio (AIT) o ictus, debiendo practicarse lo antes posible, en el servicio de urgencias del hospital1 . Este primer estudio de TC ha de ser sin contraste, empleando una ventana que nos permita diferenciar bien entre la sustancia gris (corteza y ganglios basales) y la sustancia blanca2 . Si existe antecedente próximo de traumatismo craneal debemos usar también una ventana ósea para poder identificar la posible existencia de fracturas de cráneo. Para valorar la fosa posterior, los cortes tomográficos han de ser de menos de 5 mm, mientras que para la visualización de las estructuras supratentoriales sirven cortes de 8 mm2 . En general, la TC craneal inicial nos permite establecer aspectos diagnósticos que son esenciales en la elección adecuada del tratamiento, siendo una técnica imprescindible para poder plantearse la administración de agentes trombolíticos en pacientes con ictus isquémico de menos de tres horas de evolución1,2 . Su utilidad puede resumirse en los siguientes puntos2 . Descartar lesiones cerebrales no vasculares Descarta otras lesiones no vasculares que pueden simular clínicamente un ictus, como son tumores o procesos supurativos focales. Identificar las hemorragias intracraneales Sean hematomas intracerebrales, subdurales o hemorragias subaracnoideas. Su sensibilidad para la detección de hemorragias intracerebrales es de casi el 100%, permitiendo también diagnosticar la presencia de sangre subaracnoidea en el 90% de los casos. En este último caso, hay que valorar detenidamente las cisternas basales, las fisuras silvianas y la cisura interhemisférica, y comprobar si la sangre está localizada o se extiende difusamente, ya que estos datos permiten a veces presumir la localización de un posible aneurisma y poseen también valor pronóstico. Detectar signos precoces de infarto cerebral Durante las primeras horas de evolución, permite observar la presencia de signos precoces de infarto, asociados habitualmente a un peor pronóstico (tabla 1). El edema cerebral focal puede detectarse ya en las tres primeras horas del ictus cuando la isquemia es grave. Se manifiesta por una hipodensidad de la sustancia gris, sea cortical o de ganglios basales, perdiéndose su diferenciación con la sustancia blanca. El signo de la arteria cerebral media hiperdensa se encuentra en el 40%-60% de los pacientes en los que se demuestra una oclusión de dicha arteria, e indica la existencia de un gran infarto con mayor probabilidad de transformación hemorrágica; debe diferenciarse de la calcificación de la pared arterial. Localización topográfica de la lesión Identifica la localización topográfica de la lesión y la posible existencia de lesiones asociadas como infartos antiguos o leucoaraiosis, que nos pueden ayudar en el 35 diagnóstico etiopatogénico del proceso vascular actual. Así, la presencia de infartos cerebrales múltiples localizados en ambos hemisferios y en diversos territorios vasculares nos orientan hacia una etiología cardioembólica del ictus, mientras que la existencia de infartos lacunares previos, sobre todo si el paciente es hipertenso, suele indicar también enfermedad de arteria perforante. Los infartos localizados en regiones de "última pradera" (como las zonas limítrofes entre territorios arteriales superficiales y profundos o de arterias cerebrales media y anterior o posterior), suelen indicar que su mecanismo es hemodinámico, secundario a estenosis crítica u obstrucción de la carótida interna. TABLA 1 Signos precoces de infarto en la tomografía Computarizada craneal Presencia de área hipodensa focal Pérdida de la diferenciación entre sustancia gris y blanca Hipodensidad del córtex insultar y de ganglios basales Signos de expansividad local Colapso de surcos corticales o del surco silviano Comprensión ventricular o de cisternas Hiperdensidad de la arteria cerebral apropiada Signo de la arteria cerebral media hiperdensa Orientación sobre el origen arterial o venoso de un infarto Según sea su localización y características. Durante las primeras 6 horas de evolución, la TC craneal detecta la lesión isquémica con una sensibilidad del 65% y una especificidad del 90%, siendo normal en menos del 50% de los pacientes con un ictus isquémico. Los infartos cerebrales que se visualizan peor son los lacunares (visibles sólo en el 40% de los casos) y los corticales pequeños. El área cerebral afectada por el infarto se observa como una zona hipodensa localizada en un territorio vascular determinado, asociada con frecuencia a signos de expansividad focal cuando es extensa. A veces, el infarto cerebral se vuelve isodenso durante un breve período de tiempo, entre los 10 días y las 3 semanas de evolución, apareciendo de nuevo como una lesión progresivamente hipodensa con posterioridad. En un enfermo con ictus isquémico cuya TC craneal inicial haya sido normal, debe repetirse la exploración a los 5 ó 7 días de evolución. Los infartos localizados en fosa posterior, especialmente en tronco cerebral, se identifican peor debido a la presencia de artefactos provocados por las estructuras óseas adyacentes, como los peñascos. Por ello, en estos casos está indicada la realización de un estudio de Resonancia Magnética (RM), más sensible. Detección de complicaciones La TC craneal, además de su utilidad en la fase aguda de la enfermedad cerebrovascular, resulta imprescindible para la valoración evolutiva de la lesión cerebrovascular y para diagnosticar sus posibles complicaciones. Así, es la prueba de elección ante un ictus con deterioro neurológico progresivo ya que permite identificar complicaciones como la expansividad por el edema, la hidrocefalia obstructiva o la transformación hemorrágica del infarto1 . 36 Resonancia magnética cerebral Es una prueba de neuroimagen más sensible que la TC craneal en la detección de lesiones isquémicas pequeñas, particularmente en fosa posterior, por lo que está indicada en los siguientes casos3-5 (tabla 2): La RM tiene la desventaja de que exige la colaboración del enfermo para que se mantenga inmóvil, por lo que no puede realizarse en casos de agitación ni en pacientes que precisan vigilancia o tratamiento de cuidados intensivos; tampoco puede hacerse si es portador de marcapasos o de prótesis metálicas. Recientemente se está reconociendo cada vez más el papel de la RM en la evaluación urgente del paciente con ictus isquémico. Además de la secuencia T2, se deben emplear las secuencias FLAIR (fluid attenuated inversión recovery) y DWI (difusión weighted imaging) así como un estudio de perfusión4 . En el FLAIR y DWI, la lesión isquémica aparece precozmente con un aspecto hiperintenso (motivado por el edema) que, aunque a veces puede resolverse o disminuir de tamaño si se produce una revascularización precoz, indica la existencia de tejido cerebral ya infartado. Con la técnica de perfusión, se identifica la zona cerebral sometida a disminución de flujo sanguíneo, por lo que un cociente difusión/perfusión que sea menor de 1 indica que existe tejido cerebral con déficit de flujo pero sin lesión irreversible5 , es decir, zona en penumbra isquémica susceptible de salvarse si se instaura de inmediato un tratamiento trombolítico que logre la revascularización (tabla 3). Las técnicas de espectroscopia por RM sólo se emplean aquí con fines de investigación. En áreas con infarto, se objetiva un aumento del pico lactato y sobre todo una disminución del pico del N-acetil aspartato (NAA)4 . TABLA 2 Indicaciones de resonancia magnética craneal Sospecha clínica lacunar con tomografía computarizada normal Sospecha de ictus de tronco cerebral Hemorragia intracraneal con sospecha de malformación arteriovenosa o tumor subyacente Sospecha clínica de trombosis venosa cerebral Disecciones arteriales Casos atípicos o de difícil precisión con otras técnicas de imagen TABLA 3 Cociente difusión/perfusión en fase aguda Difusión normal en área de hipoperfusión Tejido en penumbra isquémica Valorar indicación de trombólisis Área de lesión en difusión menor que hipoperfusión (cociente menor de 1) Existencia de tejido salvataje Valorar trombólisis Área de lesión en difusión igual que déficit de perfusión (cociente igual a 1) Infarto establecido No indicación de trombólisis 37 Referencias Bibliográficas: 1. Gallego J, Martínez-Vila E. Tomografía computarizada. En: Castillo J, ÁlvarezSabín J, Martí-Vilalta JL, Martínez-Vila E, Matías-Guiu J, editores. Manual de enfermedades vasculares cerebrales. 2ª ed. Barcelona: Prous Science, 1999. p. 26171. 2. Culebras A, Kase CS, Masdeu JC, Fox AJ, Bryan RN, Grossman CB, et al. Practice Guidelines for the Use of Imaging in Transient Ischemic Attacks and Acute Stroke. A Report of the Stroke Council, American Heart Association. Stroke 1997; 28: 148097. [Medline] 3. Zubieta JL, Martínez-Vila E. Resonancia magnética En: Castillo J, Álvarez-Sabín J, Martí-Vilalta JL, Martínez-Vila E, Matías-Guiu J, editores. Manual de enfermedades vasculares cerebrales. 2ª ed, Barcelona: Prous Science, 1999. p. 273-81. 4. Rovira A, Álvarez-Sabín J. TC y RM en la fase aguda del ictus. ¿Cuál aplicar en la práctica y en la investigación clínica? Neurología 2001; 16 (Suppl 3): 2-15. 5. Jäger HR. Diagnosis of stroke with advanced CT and MR imaging. Br Med Bull 2000; 56: 318-33. [Medline] 38 INDICACIONES DE PRUEBAS COMPLEMENTARIAS ANALÍTICAS EN LA PATOLOGIA VASCULAR CEREBRAL En el paciente con un ictus, las pruebas complementarias analíticas tienen como objetivo el aportar información que nos permita conocer la causa de la enfermedad vascular, la posible presencia de factores de riesgo específicos y la existencia de complicaciones agudas del propio ictus o de otros procesos concomitantes que puedan influir en la elección del tratamiento1 . Existen una serie de exploraciones analíticas básicas que deben realizarse a todo paciente que ha sufrido una enfermedad cerebrovascular aguda (tabla 1), y otras pruebas que sólo se practicarán en función de los datos aportados por la historia y exploración clínicas y por el examen de tomografía computarizada (TC) craneal, es decir, de forma individualizada1 . Pruebas hematológicas básicas Aproximadamente el 8% de todos los ictus son originados por trastornos hematológicos2 . La determinación del hemograma completo, incluyendo el recuento plaquetario, nos puede objetivar alteraciones como: 1. Poliglobulia primaria o secundaria. 2. Poliglobulia relativa, secundaria a deshidratación. 3. Leucocitosis, asociada bien a embolia séptica por endocarditis bacteriana, bien a otros cuadros infecciosos o simplemente a hemorragia intracraneal. 4. Trombocitemia esencial (por síndrome mieloproliferativo). 5. Trombocitosis reactiva. 6. Trombocitopenia asociada a clínica trombótica como la inducida por heparina, la púrpura trombótica trombocitopénica y la hemoglobinuria paroxística nocturna. 7. Plaquetopenia menor de 40.000/mm3 . 8. Anemia. 9. Formas hemáticas anormales (drepanocitosis). El aumento de la velocidad de sedimentación globular (VSG) nos hará sospechar un cuadro inflamatorio (vasculitis, colagenosis), infeccioso (endocarditis) o neoplásico, y el estudio de la viscosidad plasmática nos permitirá descartar los síndromes de hiperviscosidad. Pruebas bioquímicas Incluyen la determinación en suero de glucosa, iones, urea, creatinina, pruebas de función hepática, ácido úrico, colesterol total y colesterol HDL, triglicéridos y proteinograma, así como la analítica de orina, elemental y sedimento. Sus resultados nos permitirán corregir las cifras de glucemia en la fase aguda del ictus, detectar hipernatremia o hiponatremia, diagnosticar una insuficiencia renal o una hepatopatía, descubrir una paraproteinemia, etc. Por otra parte, la hipercolesterolemia, si existe, debe ser corregida dentro de las medidas de prevención secundaria de la enfermedad vascular. El estudio de la orina nos permite identificar la existencia de infección urinaria, hematuria, deshidratación, nefropatía. 39 Estudios de coagulación Las alteraciones de la coagulación que puedan originar hemorragia intracraneal incluyen el uso de anticoagulantes (sean dicumarínicos o heparina), las hepatopatías con déficit importante de protrombina, u otros trastornos de los factores de la coagulación2 . En pacientes jóvenes sin una causa obvia del ictus o con historia personal o familiar de trastornos que sugieran estado protrombótico (como tromboembolismo recurrente arterial o venoso, livedo reticularis o clínica de lupus eritematoso sistémico [LES]), deberá solicitarse un estudio de hipercoagulabilidad (tabla 2). La mayoría de las alteraciones mencionadas en dicha tabla originan accidente isquémico transitorio (AIT) o ictus isquémico sólo en muy raras ocasiones; lo frecuente es que provoquen trombosis venosas3 . TABLA 1 Pruebas complementarias analítica básicas Hematología Hemograma completo Concentración de Hb, Hto, VCM Recuento plaquetario VSG Estudio de coagulación Tiempo de protrombina o INR TTPa Fibrinógeno Bioquímica sérica Glucemia Urea, creatinina Icones (Na, k) Función hepática (GOT, GPT, gamma-GT) Lípidos Proteinograma Analítica de orna elemental y sedimento Examen de LCR Indicado sólo si se sospecha HSA con TC normal Estudio serológico y microbiológico Indicado si se sospecha vasculitis infecciosa (sífilis, tuberculosis y neurobrucelosis, sobre todo). La serología de lúes debe realizarse prácticamente de rutina. Ante sospecha de vasculitis, también debe determinarse la serología de los virus de las hepatitis B y C y Mycoplasma. Pruebas inmunológicas No está justificada la determinación rutinaria de estudios inmunológicos, como los anticuerpos antinucleares (ANA), los anticuerpos anticitoplasmáticos de los neutrófilos y monocitos (ANCA), las crioglobulinas, etc. Sólo deben realizarse ante sospecha de LES, disproteinemias, vasculitis y en pacientes jóvenes (de edad igual o menor de 55 años) con ictus de origen indeterminado. Entre estas pruebas está también la determinación de los anticuerpos anticardiolipina, presentes en el síndrome antifosfolípido primario y en el LES. 40 TABLA 2 Estudios de hipercoagulabilidad Anticuerpos antifosfolípido Anticoagulante lúpico Anticuerpos anticardiolipina Plasminógeno Antitrombina III Proteínas C y S Resistencia a la proteína C activada (factor V Leiden) Análisis molecular del factor V Análisis molecular del la protrombina Homocisteína en sangre Referencias Bibliográficas: 1. Martínez-Vila E, Noé E. Exploraciones complementarias generales en el paciente con ictus. En: Castillo J, Álvarez-Sabín J, Martí-Vilalta JL, Martínez-Vila E, MatíasGuiu J, editores. Manual de enfermedades vasculares cerebrales. 2ª ed. Barcelona: Prous Science; 1999.p.243-52. 2. Markus HS, Hambley H. Neurology and the blood: haematological abnormalities in ischemic stroke. J Neurol Neurosurg Psychiatry 1998;64:150-9. [Medline] 3. Bushnell CD, Goldstein LB. Diagnostic Testing for Coagulopathies in Patients With Ischemic Stroke. Stroke 2000; 31:3067-78. [Medline] 4. Edlow JA, Caplan LR. Avoiding pitfalls in the diagnosis of subarachnoid hemorrhage. N Engl J Med 2000;342:29-36. [Medline] 41