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SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2013 VOLUMEN 12, NÚM 5, VOLUMEN 12, NÚM. 5, SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2013 ISSN: 1665-9201 ARTEMISA • LILACS • IMBIOMED• PERIODICA-UNAM EDITORIAL Oncología Intervencionista: el cuarto pilar en el tratamiento del cáncer ARTÍCULOS ORIGINALES Biopsia pulmonar percutánea con Tru-cut®: resultados en 200 casos Evaluación de la respuesta en pacientes con tumores pulmonares tratados con ablación percutánea GACETA MEXICANA DE ONCOLOGÍA Embolización blanda vs. quimioembolización para tratamiento de carcinoma hepatocelular Cambios en la atenuación posterior a la ablación. Relación con la recurrencia local en el carcinoma hepatocelular Utilidad de la biopsia renal guiada por tomografía en pacientes con neoplasia maligna conocida y masa renal asociada Patrones de la primera progresión después de terapias locorregionales en pacientes con carcinoma hepatocelular ARTÍCULOS DE REVISIÓN Carcinoma hepatocelular: diagnóstico y tratamiento Radiología Intervencionista Oncológica en metástasis hepáticas Ablación por radiofrecuencia percutánea de metástasis pulmonares CASOS CLÍNICOS Terapia puente en hepatocarcinoma y quimioembolización intraarterial selectiva de arteria parasitaria Cierre percutáneo de fístula biliobronquial persistente con Histoacryl® SOCIEDAD MEXICANA DE ONCOLOGÍA, A.C. Arterias colaterales extrahepáticas que irrigan el carcinoma hepatocelular. Presentación de un caso y revisión de la literatura www.smeo.org.mx PERIODICA–UNAM • IMBIOMED • ARTEMISA • LILACS www.elsevier.es Mesa directiva 2012 - 2013 Dr. Jorge Martínez Cedillo Presidente Dra. Laura Torrecillas Torres Vicepresidente Dr. Gregorio Quintero Beuló Secretario Dra. Araceli Castellanos Toledo Tesorera Vocales Dr. Samuel Rivera Rivera Dr. Fernando Aldaco Sarvide Dr. Adrián Cravioto Villanueva Dra. María Isabel Enríquez Aceves Dra. Michelle Villavicencio Queijeiro Coordinador de capítulos Dr. Martín Granados García Consejeros Dr. Rogelio Martínez Macías Dr. Pedro M. Escudero de los Ríos Asistentes editoriales Edith Carrasco Barranco Guadalupe Palacios Viveros Sociedad Mexicana de Oncología, A.C. Tuxpan 59 PH, Col. Roma, México, D.F., C.P. 06760 Tel. 55 74 14 54 / Fax 55 84 12 73 [email protected] www.smeo.org.mx Dirigida a: Especialistas en oncología y miembros de la Sociedad Mexicana de Oncología La SMeO no garantiza, ni directa ni indirectamente, la calidad ni eficacia de ninguno de los productos o servicios descritos en los anuncios u otro material de carácter comercial contenido en este número. Editado por: Masson Doyma México, S.A. Av. Insurgentes Sur 1388 Piso 8, Col. Actipan, C.P. 03230, Del. Benito Juárez, México D.F. Tels. 55 24 10 69, 55 24 49 20 Director General: Pedro Turbay Garrido Publicación Oficial de la Sociedad Mexicana de Oncología Editor en Jefe Dr. Francisco Javier Ochoa Carrillo Coeditora Dra. Guadalupe Cervantes Sánchez Coeditor Dr. Gregorio Quintero Beuló Editores asociados DRA. AURA A. ERAZO VALLE SOLÍS Jefe de División de Padecimientos Neoplásicos y Proliferativos CMN “20 de Noviembre” ISSSTE DR. PEDRO M. ESCUDERO DE LOS RÍOS Director del Hospital de Oncología, CMN “Siglo xxi”, IMSS DR. ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR Jefe del Servicio de Oncología, Hospital de Pediatría, CMN “Siglo xxi”, IMSS DR. ÉDGAR ROMÁN BASSAURE Jefe del Servicio de Oncología, Hospital General de México, OD DRA. AURORA MEDINA SANSÓN Jefe de la Unidad de Oncología, Hospital Infantil de México “Federico Gómez” DRA. ROCÍO CÁRDENAS CARDOS Jefe de la Unidad de Oncología, Instituto Nacional de Pediatría DR. ABELARDO ANTELMO MENESES GARCÍA Director General del Instituto Nacional de Cancerología DR. EUCARIO LEÓN RODRÍGUEZ Coordinador del departamento de Hematología y Oncología, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” DR. FRANCISCO MARIO GARCÍA RODRÍGUEZ Jefe de la Unidad de Oncología, Hospital Juárez de México DR. JOSÉ ANTONIO OCEGUERA VILLANUEVA Profesor Titular del Curso de Cirugía Oncológica, Hospital Civil de Guadalajara Comité editorial DRA. MARICRUZ PÉREZ AMADOR DEL CUETO Bioética DR. JAIME BERUMEN CAMPOS Biología Molecular DR. KUAUHYAMA LUNA ORTIZ Cabeza y Cuello DR. DAVID FRANCISCO CANTÚ DE LEON Casos clínicos Hemato-Oncológicos DR. RAFAEL GUTIÉRREZ VEGA Casos de Arbitraje Médico DR. ERICK SANTAMARIA LINARES Cirugía reconstructiva y oncológica DR. PEDRO LUNA PÉREZ Colon, recto y ano DR. CARLOS EDUARDO ARANDA FLORES Colposcopia DR. ARMANDO FERNANDEZ OROZCO Coordinador Cientifico DRA. MARIA ISABEL ENRIQUEZ ACEVES Editor Boletín DR. GREGORIO QUINTERO BEULÓ Editor Revista AIO DRA. PEDRO RIZO RÍOS Epidemología DRA. DOLORES GALLARDO RINCÓN Fármaco-economía DR. FELIX QUIJANO CASTRO Ginecología DR. MICHELLE VILLAVICENCIO QUEIJEIRO Innovacion tecnológica DR. ALEJANDRO BRAVO CUELLAR Inmunología DR. PEDRO DE JESÚS SOBREVILLA CALVO Linfomas DR. HORACIO ASTUDILLO DE LA VEGA Marcadores moleculares DRA. YOLANDA VILLASEÑOR NAVARRO Mastografía DR. ENRIQUE ESTRADA LOBATO Medicina Nuclear DR. LUIS OÑATE OCAÑA Metodología y Estadística DR. SAMUEL RIVERA RIVERA Oncología Médica DRA. ROCÍO CÁRDENAS CARDOS Oncología Pediátrica DR. FERNANDO ALDACO SARDIVE Página Web DRA. ISABEL ALVARADO CABRERO Patología DR. HÉCTOR MARTÍNEZ SAID Piel y melanoma DR. HÉCTOR PADILLA MÉNDEZ Prótesis Maxilofacial PSIC. ONCOL. SALVADOR ALVARADO AGUILAR Psico-Oncología DRA. GUADALUPE GUERRERO AVEDAÑO Radiología Intervencionista DR. JUAN MANUEL GUZMÁN GONZÁLEZ Rehabilitación DR. JOSE LUIS CRIALES CORTES Resonancia Magnética DR. MARIO CUELLAR HUBBE Sarcomas y partes blandas y óseas DR. OSCAR QUIROZ CASTRO Tomografía Computarizada DR. JOSE FRANCISCO CORONA CRUZ Tórax y mediastino DR. ADRIAN CRAVIOTO VILLANUEVA Tubo digestivo alto y hepato-bilio pancreático DR. GREGORIO QUINTERO BEULÓ Tumores mamarios DR. RAFAEL MEDRANO GUZMÁN Tumores neuroendocrinos DR. HUGO ARTURO MANZANILLA GARCÍA Tumores urológicos Septiembre - Octubre 2013, Vol. 12, Núm. 5 La Gaceta Mexicana de Oncología Volumen 12, Núm. 5 2013, es una publicación bimestral editada por Elsevier Masson Doyma. Insurgentes Sur 1388 Piso 8 Col. Actipan, Delegación Benito Juárez, C.P. 03230, Tel. 5224 4920, www.elsevier.es. Editor responsable: Francisco Javier Ochoa Carrillo. Reserva de Título No. 04-2003-090317145700-102 de la Dirección General del Derecho de Autor (SEP), Certificado de Licitud de Título No. 13235, Certificado de Licitud de Contenido No. 10808 ambos otorgados por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación.. Autorizada por SEPOMEX como publicación periódica bimestral, Registro IM09-0547. Impresa por Editorial de Impresos y Revistas S. A. de C. V. Emilio Carranza No. 100 Col. Zacahuizco C.P. 03550. Delegación Benito Juárez, México D.F. Este número se terminó de imprimir el 31 de octubre de 2013 con un tiraje de 1,000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del derecho de Autor. Suscripción anual en México $1,350.00. Para otros países US $105.00. Todas las solicitudes y otras comunicaciones relacionadas con la suscripción deben dirigirse a: Sociedad Mexicana de Oncología, Tuxpan No. 59-PH. Col. Roma Sur, 06760 México, D.F. Tels. 5574-1454 y 5574-0706, fax: 5584-1273. Índices en los que aparece esta revista: ARTEMISA (Artículos Editados en México sobre información en Salud) y LILACS (Base de datos sobre Literatura Latinoamericana en Ciencias de la Salud. En Internet, compilada en el Índice Mexicano de Revistas Biomédicas (IMBIOMED) y Periódica-Unam. Contents Contenido EDITORIAL EDITORIAL Interventional Oncology: the fourth pillar of cancer care Adrián José González-Aguirre, et al. 209 Oncología Intervencionista: el cuarto pilar en el tratamiento del cáncer Adrián José González-Aguirre, et al. 299 ORIGINAL ARTICLES ARTÍCULOS ORIGINALES Percutaneous lung Tru-cut®- biopsy: results in 302 200 cases Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. Biopsia pulmonar percutánea con Tru-cut®: 302 resultados en 200 casos Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. Evaluation of lung tumor response in patients 309 treated with percutaneous radiofrequency ablation Jorge Guerrero-Ixtláhuac, et al. Evaluación de la respuesta en pacientes con 309 tumores pulmonares tratados con ablación percutánea Jorge Guerrero-Ixtláhuac, et al. Bland embolization vs. chemoembolization in 313 hepatocellular carcinoma Enrique Miguel-Cruz, et al. Embolización blanda vs. quimioembolización 313 para tratamiento de carcinoma hepatocelular Enrique Miguel-Cruz, et al. Changes in atenuation after radiofrequency 318 ablation. Relationship with local recurrence in hepatocellular carcinoma Ivan Eliud Casanova-Sánchez, et al. Cambios en la atenuación posterior a la abla- 318 ción. Relación con la recurrencia local en el carcinoma hepatocelular Ivan Eliud Casanova-Sánchez, et al. Utility of tomography-guided renal biopsy in 323 patients with known malignant neoplasia and associated renal mass Eunice Alejandra Lara-García, et al. Utilidad de la biopsia renal guiada por tomo- 323 grafía en pacientes con neoplasia maligna conocida y masa renal asociada Eunice Alejandra Lara-García, et al. Patterns of disease progression after locore- 329 gional therapies in hepatocellular carcinoma Liliana Mercedes Correa-Herrera, et al. Patrones de la primera progresión después 329 de terapias locorregionales en pacientes con carcinoma hepatocelular Liliana Mercedes Correa-Herrera, et al. GAMO Vol. 12 Núm. 5, septiembre – octubre 2013 Contents Contenido REVIEW ARTICLES ARTÍCULOS DE REVISIÓN Hepatocellular carcinoma: diagnosis and treatment Adrián José González-Aguirre, et al. 335 Carcinoma hepatocelular: diagnóstico y trata- 335 miento Adrián José González-Aguirre, et al. Oncological Interventional Radiology in liver metastases Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. 345 Radiología Intervencionista Oncológica en 345 metástasis hepáticas Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. Percutaneous radiofrequency ablation of lung metastases Eunice Alejandra Lara-García, et al. 355 Ablación por radiofrecuencia percutánea de 355 metástasis pulmonares Eunice Alejandra Lara-García, et al. CLINICAL CASES CASOS CLÍNICOS Extra hepatic arterial supply to a hepatocellular carcinoma. Case presentation and literature review Bernabé Carrillo-Ayuso, et al. 362 Arterias colaterales extrahepáticas que irri- 362 gan el carcinoma hepatocelular. Presentación de un caso y revisión de la literatura Bernabé Carrillo-Ayuso, et al. Bridging therapy in hepatocellular carcinoma and selective intraarterial chemoembolization of parasitic artery Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. 368 Terapia puente en hepatocarcinoma y quimio- 368 embolización intraarterial selectiva de arteria parasitaria Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. Biliary bronchial fistula: percutaneous closure with Histoacryl® Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. 374 Cierre percutáneo de fístula biliobronquial 374 persistente con Histoacryl® Carlos Enrique Rojas-Marín, et al. GAMO Vol. 12 Núm. 5, septiembre – octubre 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):299-301 www.elsevier.es Editorial Oncología Intervencionista: el cuarto pilar en el tratamiento del cáncer Interventional Oncology: the fourth pillar of cancer care Actualmente, la Oncología Intervencionista provee de servicios médicos fundamentales a los pacientes con cáncer. La expansión de esta disciplina se ha llevado a cabo durante los últimos 50 años. Esta Editorial resume el pasado, presente y futuro de los tratamientos mínimamente invasivos para el cáncer guiados por imagen. Origen y evolución de la Oncología Intervencionista Los tratamientos mínimamente invasivos guiados por imagen en cáncer, se remontan al nacimiento de la Radiología Intervencionista en los años 60´s del siglo pasado. En esta década se realizaron las primeras embolizaciones arteriales de tumores renales y hepáticos. El objetivo de estas embolizaciones era paliar síntomas asociados a hormonas, detener hemorragias y disminuir el dolor. También en los años 60´s, se realizaron los primeros estudios de infusión de quimioterapia intraarterial como opción de tratamiento para enfermedades metastásicas en el hígado1. La utilización de medicamentos con altos niveles de extracción hepática de primer paso, como el 5-FU y FUDR, generaban concentraciones hepáticas 15-20 veces mayores que la administración endovenosa, disminuyendo a la vez la exposición sistémica. Las tasas de respuestas era hasta del 60%, mucho mayores que las alcanzadas por la quimioterapia sistémica de aquellos años. Durante el tercer cuarto de siglo, la quimioterapia intraarterial a través de catéteres implantados de forma quirúrgica o percutánea se volvió el estándar de tratamiento para las metástasis hepáticas, sin embargo los resultados de múltiples estudios aleatorizados nunca demostraron beneficios en la sobrevida. Otros de los factores que limitaron la obtención de buenos resultados era la toxicidad no blanco, ya que la infusión de la quimioterapia intraarterial no era exclusiva a la arteria hepática y se presentaban efectos adversos en la vía biliar y en intestino. En Japón al inicio de los años 80´s, la infusión de quimioterapia intraarterial y la embolización se combinaron en una nueva técnica llamada quimioembolización2. Esta técnica fue empleada para el tratamiento del carcinoma hepatocelular no resecable. En esta técnica, agentes quimioterapéuticos liofilizados se disolvían en pequeñas cantidades de medio de contraste convencional y se emulsificaban con lipiodol, un medio de contraste oleoso que es absorbido y retenido de forma selectiva por el carcinoma hepatocelular (CHC). Una vez que el tumor ha sido saturado con lipiodol, la embolización se completaba con gelatina de esponja para prevenir el lavado de la emulsificación de quimioterapia y lipiodol, además de maximizar la isquemia tumoral. Esta técnica ofrecía varias ventajas. La embolización causaba muerte celular por hipoxia, mientras incrementaba la retención del medicamento en el hígado de 20 a 200 * Autor para correspondencia: Departamento de Oncología Intervencionista, Abramson Cancer Center. 3400 Spruce St, C.P. 19104, Filadelfia, EUA. Teléfono: 215-662-6839. Correo electrónico: [email protected] (Michael Christopher Soulen). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 300 veces, disminuyendo la exposición sistémica. El daño subletal producido por la hipoxia mejoraba la absorción y retención de la quimioterapia al inactivar las bombas en las membranas celulares, que se encargan de remover estos medicamentos del citoplasma. La quimioembolización pronto se diseminó en todo el mundo, como una forma de tratamiento para el cáncer primario y las metástasis hepáticas. Al igual que con la infusión intraarterial de quimioterapia, tomó casi 2 décadas antes de la aparición de estudios aleatorizados, pero esta vez estudios orientales y de Europa fueron positivos y establecieron la quimioembolización dentro de las guías de tratamiento en todo el mundo. Además de ser una opción en el tratamiento del CHC, la quimioembolización es frecuentemente utilizada en pacientes con colangiocarcinoma intrahepático3, metástasis de tumores neuroendocrinos4 y metástasis hepáticas de cáncer de colon5. Existen reportes en pacientes con melanoma metastásico, cáncer de mama, sarcomas y otros tumores que presentan enfermedad hepática dominante. Mientras la quimioembolización intraarterial (QEIA) crecía alrededor del mundo, un abordaje completamente diferente para el tratamiento de tumores pequeños empezó a evolucionar en los años 90´s. Bajo guía ultrasonográfica o por tomografía, pequeñas agujas eran colocadas en tumores hepáticos, a través de éstas se inyectaban esclerosantes químicos como etanol o ácido acético al 50%. Esta técnica probó ser efectiva y poco costosa para el tratamiento de CHC en hígados cirróticos. Al presentar un riesgo similar a una biopsia, este procedimiento podía ser realizado como paciente externo a una fracción del costo de la embolización. Por la necesidad de contacto del agente esclerosante con la lesión, esta técnica requería de múltiples inyecciones para lograr una respuesta completa. La inyección percutánea no funcionaba bien en metástasis, donde la resistencia a la difusión del líquido en el tumor sólido era mayor que en hígado adyacente, caso concreto de hígados sanos. La inyección percutánea de etanol ha demostrado ser una técnica efectiva en CHC menores de 2 cm de diámetro. Esta técnica se ha utilizado en tumores de hasta 5 cm con menor éxito. Entre los años 1990 y 2000, la tecnología ablativa avanzó con la introducción de la ablación con radiofrecuencia (ARF)6. Estas agujas, modificadas de un electrocauterio administran corriente eléctrica alternante al tejido, generando temperaturas de 60-110°C causando muerte térmica inmediata. La ARF demostró ser más eficiente que la inyección percutánea de agentes esclerosantes. Una sola sesión de ablación suplantó la necesidad de múltiples inyecciones. Además, la ARF podía ser utilizada tanto en tumores primarios como en tumores metastásicos sin importar el tipo de irrigación sanguínea, variable determinante para la realización de embolizaciones arteriales. A pesar de ser mucho más costosa que la IPA, por la necesidad de agujas especializadas y la necesidad de un generador, la ARF sustituyó a la IPA en los sistemas de salud occidentales. El tamaño del tumor probó ser la variable limitante del éxito terapéutico. La ablación completa de tumores de 3 cm de diámetro se logra en el 80% de los casos, pero el éxito es mucho menor en tumores con diámetro mayor a los 3 cm. Los resultados a 5 y 10 años muestran resultados comparables entre la ARF y la cirugía. Esto con menos morbilidad, costo e impactos negativos en la calidad de vida. Adrián José González-Aguirre, Michael Christopher Soulen La ARF puede ser combinada con QEIA para tumores de tamaño mediano de hasta 5 cm o incluso mayores con resultados excelentes de control local. Expansión de la Oncología Intervencionista afuera del hígado Las técnicas originalmente utilizadas para el hígado, pronto fueron aplicadas en otros órganos. La ARF demostró resultados alentadores en masas renales pequeñas, obviando la necesidad de cirugía en tumores T1a. Esto es particularmente valioso en pacientes ancianos y debilitados con riesgo quirúrgico elevado, población en que los tumores T1 son más prevalentes. Datos de 5 y 10 años disponibles, demuestran que la ARF provee desenlaces a largo plazo iguales a la resección para cáncer renal T1a y actualmente, la ablación se encuentra dentro de las guías de tratamiento7. El cáncer de células renales de mayor tamaño puede ser embolizado con lipiodol y etanol, como una terapia neoadyuvante para ayudar en el procedimiento quirúrgico o de forma paliativa con tumores primarios irresecables. La ablación percutánea ha probado ser de gran utilidad para tumores pulmonares pequeños, tanto primarios como metastásicos. Al igual que en el carcinoma de células renales, los pacientes con cáncer de pulmón T1 con riesgo quirúrgico elevado se pueden beneficiar de estas técnicas. La ablación en pacientes con cáncer de pulmón puede ser realizada como paciente externo, sin embargo hasta 50% presentan neumotórax, y 25% requieren la utilización de tubo pleural. La otra aplicación de la ablación es la paliación del dolor en metástasis óseas. La radioterapia es la primera línea de tratamiento para metástasis óseas sintomáticas, sin embargo falla en resolver completamente los síntomas, llega a tomar semanas para alcanzar sus efectos máximos y un buen número de pacientes presentan nuevos síntomas en pocos meses. Cuando una sola metástasis puede ser identificada como causante del dolor, la ablación percutánea provee alivio rápido y durable del dolor, muchas veces por el resto de la vida del paciente8. Tratamientos paliativos guiados por imagen Los oncólogos intervencionistas proveen múltiples servicios para manejar síntomas en pacientes oncológicos paliativos. Los pacientes con enfermedades malignas en pelvis o en territorios profundos del abdomen, muchas veces presentan dolor por el involucro de nervios viscerales. El plexo celíaco, el plexo hipogástrico y el ganglio caudal pueden ser sometidos a neurolisis por tomografía o fluoroscopia brindando alivio del dolor durable. La presencia de ascitis o derrame pleural malignos se asocian a pérdida de líquidos, electrolitos y proteínas que disminuyen de forma rápida y progresiva la calidad de vida. La colocación de catéteres de drenaje tunelizados y derivaciones, evita múltiples hospitalizaciones y mitigan los efectos de la pérdida de líquidos, proteínas y electrolitos. Una de las causas más frecuentes de muerte en pacientes con cáncer es la infección por oclusión tumoral de diversos sistemas. Los drenajes percutáneos y colocación de stents mejoran los síntomas en pulmón, vía biliar y en tractos digestivos y urinarios. Oncología Intervencionista: el cuarto pilar en el tratamiento del cáncer Los accesos venosos crónicos a través de catéteres tunelizados y puertos implantables, al igual que accesos enterales como la gastrostomía y gastroyeyunostomía percutánea, pueden ser realizados de forma segura y eficiente en salas dedicadas de imagen. La evolución continúa de la Oncología Intervencionista Actualmente, existen múltiples tecnologías que se encuentran bajo investigación y que prometen revolucionar las terapias guiadas por imagen. Las microesferas embolizantes que pueden ser precargadas con quimioterapia, liberan estos medicamentos en el lecho tumoral. Esta nueva tecnología ha mejorado la farmacocinética al compararla con la utilización de medios oleosos. Con esta técnica se obtiene una mejor retención de los medicamentes en el hígado. La pregunta referente a si esta tecnología mejora los resultados en pacientes con CHC, sigue sin ser contestada. Su aplicación más prometedora es la administración de nuevos quimioterapéuticos en pacientes con enfermedad metastásica. Un estudio aleatorizado reciente ha demostrado que el uso de estas microesferas precargadas con irinotecan, mejoran la progresión libre de enfermedad y la sobrevida total en pacientes con metástasis de cáncer de colon en segunda línea de tratamiento, esto al comparar con un grupo de quimioterapia sola9. Las microesferas con itrio 90 son capaces de administrar dosis altas de radiación, a través de la vasculatura del tumor. Aunque la radioembolización es más compleja en su planeación y administración, esta técnica ha demostrado ser menos tóxica que la quimioembolización. La radioembolización puede ser realizada de forma ambulatoria y tiene resultados similares en pacientes con CHC10 y cáncer de colon metastásico11. Nuevas tecnologías para la ablación incluyen la crioablación con argón-helio, la utilización de microondas y la electroporación irreversible. Cada una de estas tecnologías compite por mejorar los resultados de la ARF, al crear mayores volúmenes de necrosis tisular y consumiendo menos tiempo. A pesar de todo esto, el avance más reciente y valioso en Oncología Intervencionista no es técnico sino clínico. Los oncólogos intervencionistas en todo el mundo han tomado su lugar en las sesiones multidisciplinarias, integrando estos procedimientos, mínimamente invasivos y guiados por imagen, al plan de tratamiento de los pacientes con tumores sólidos. Al aprender el lenguaje de la Oncología, los intervencionistas proveen cuidados oncológicos a través de sus prácticas clínicas y hospitales. Junto con la Oncología Médica, la Oncología Quirúrgica, la Radio-oncología, la Oncología Intervencionista, se ha convertido en el cuarto pilar del tratamiento del cáncer. 301 Adrián José González-Aguirrea y Michael Christopher Soulenb,* a Radiología Intervencionista, Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México b Radiología y Cirugía, Dirección de Oncología Intervencionista, Abramson Cancer Center, University of Pennsylvania, Filadelfia, EUA Referencias 1. Clarkson B, Young C, Dieriek W, et al. Effects of continuous hepatic artery infusion of antimetabolites on primary and metastatic cancer of the liver. Cancer 1962;15:472. 2. Hidaka H, Kobayashi H, Ohyama M, et al. Transarterial chemoembolization therapy of hepatocellular carcinoma using anticancer agents (mitomycin C and/or adriamycin) suspended in lipiodol. Nihon Igaku Hoshasen Gakkai Zasshi 1985;45(11):14301440. 3. Kiefer MV, Albert M, McNally M, et al. Chemoembolization of intrahepatic cholangiocarcinoma with cisplatinum, doxorubicin, mitomycin C, ethiodol, and polyvinyl alcohol: a 2-center study. Cancer 2011;117(7):1498-1505. 4. Ruutiainen AT, Soulen MC, Tuite CM, et al. Chemoembolization and bland embolization of neuroendocrine tumor metastases to the liver. J Vasc Interv Radiol 2007;18(7):847-855. 5. Albert M, Kiefer MV, Sun W, et al. Chemoembolization of colorectal liver metastases with cisplatin, doxorubicin, mitomycin C, ethiodol, and polyvinyl alcohol. Cancer 2011;117(2):343352. 6. Rossi S, Di Stasi M, Buscarini E, et al. Percutaneous radiofrequency interstitial thermal ablation in the treatment of small hepatocellular carcinoma. Cancer J Sci Am 1995;1(1):73-81. 7. NCCN Practice Guidelines. USA: Kidney Cancer Version 1; 2013 8. Dupuy DE, Liu D, Hartfeil D, et al. Percutaneous radiofrequency ablation of painful osseous metastases: a multicenter American College of Radiology Imaging Network trial. Cancer 2010;116(4):989-997. 9. Fiorentini G, Aliberti C, Tilli M, et al. Intra-arterial infusion of irinotecan-loaded drug-eluting beads (DEBIRI) versus intravenous therapy (FOLFIRI) for hepatic metastases from colorectal cancer: final results of a phase III study. Anticancer Res 2012;32(4):1387-1395. 10. Salem R, Lewandowski RJ, Mulcahy MF, et al. Radioembolization for hepatocellular carcinoma using Yttrium-90 microspheres: a comprehensive report of long-term outcomes. Gastroenterology 2010;138(1):52-64. 11. Mulcahy MF, Lewandowski RJ, Ibrahim SM, et al. Radioembolization of colorectal hepatic metastases using yttrium-90 microspheres. Cancer 2009;115(9):1849-1858. Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):302-307 www.elsevier.es Artículo original Biopsia pulmonar percutánea con Tru-cut®: resultados en 200 casos Carlos Enrique Rojas-Marína, Eunice Alejandra Lara-Garcíaa, Franco González-Salasb y Luis Alfonso Rodríguez-Palomaresa Departamento de Radiodiagnóstico, Área de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México b Residencia del Curso de Alta Especialidad de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México a PALABRAS CLAVE Biopsia percutánea; Pulmón; Tomografía computada; Sistema coaxial; Aguja; Trucut®; México. Resumen Introducción: La biopsia percutánea pulmonar con aguja de corte tipo Tru-cut® (BPAC) y sistema coaxial, guiada por tomografía computada (CT), es una técnica útil para el estudio histológico y citológico de lesiones focales o difusas. Material y métodos: Se realizó un análisis retrospectivo de biopsias percutáneas guiadas por tomografía de pulmón, realizadas entre agosto del 2011 y febrero del 2013. Los datos recolectados incluyeron los aspectos demográficos del paciente, el número total de biopsias, la técnica utilizada, el número de muestras suficientes e insuficientes, el reporte histopatológico y las complicaciones. Se realizaron 200 biopsias pulmonares, en 195 pacientes utilizando la técnica coaxial. Resultados: En 7 casos no se obtuvo material concluyente para diagnóstico (3.5%), en el resto de los 193 casos se obtuvo material suficiente para diagnóstico (96.5%). En cuanto a las complicaciones, se produjeron 43 casos de neumotórax (21.5%) de los cuales 37 pacientes (18.5%) se manejaron de forma conservadora, solamente 4 pacientes (2%) requirieron aspiración simple con AngiocathTM 16G, sin recidiva del mismo y en 2 pacientes (1%) fue necesaria la colocación de set de neumotórax. Se encontraron 17 pacientes (8.5%) con neumonitis perilesional, de los cuales en 14 pacientes (7%) fue autolimitada, y en los 3 pacientes (1.5%) restantes se requirió la instilación de GELFOAM® a través del sistema coaxial. Conclusiones: La biopsia percutánea con aguja Tru-cut® guiada por tomografía en el diagnóstico de lesiones pulmonares, es un método seguro y preciso de hacer un diagnóstico histopatológico, estudios de inmunohistoquímica y estudio de biología molecular. * Autor para correspondencia: Instituto Nacional de Cancerología. Av. San Fernando N° 22, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14080, México D.F., México. Teléfono: (55) 5628 0400. (55) 5655 4766. Correo electrónico: [email protected] (Carlos Enrique Rojas-Marín). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. Biopsia pulmonar percutánea con Tru-cut®: resultados en 200 casos Keywords Percutanous biopsy; Lung; Computed tomography; Coaxial system; Needle; Trucut®; Mexico. 303 Percutaneous lung Tru-cut®- biopsy: results in 200 cases Abstract Introduction: Percutanous Computed Tomography (CT) guided lung biopsy with tru-cut® biopsy needle and coaxial system is a useful technique for the histological and cytological evaluation of focal and diffuse lung disease. Material and methods: A retrospective analysis of percutaneous CT-guided lung biopsies done between August 2011 and February 2013 was performed. The data collection was done with respect to demography, number of biopsies, biopsy technique used, and number of diagnostic and non diagnostic sample, histopathological diagnosis and complications. 200 lung biopsies in 195 patients were made. Results: In 7 cases the biopsy sample was non-diagnostic (3.5%) in the 193 left the sample was adequate for diagnostic (96.5%). 43 cases developed pneumothorax (21.5%) 37 of these were treated conservatively, only 4 patients (2%) needed pneumothorax aspiration with a 16G AngiocathTM without recurrence of the pneumothorax and 2 needed reexpansion with a pneumokit set. Seventeen patients (8.5%) had perilesional ground glass opacity, 14 of these (7%) were selflimited and only three required trasn-coaxial system injection of GELFOAM® (1.5%). Conclusions: Percutanous CT-guided biopsy with tru-cut® biopsy needle for pulmonary lesions diagnostic is a safe and effective technique for histopathological, inmunohisto and molecular biology evaluations. Introducción La biopsia percutánea pulmonar con aguja de corte Tru-cut® (BPAC) y sistema coaxial, guiada por tomografía computada (TC), es una técnica útil en la práctica médica diaria, para el estudio histológico y citológico de lesiones focales o difusas pulmonares de muy distinta localización. Mediante otras técnicas como la biopsia por aspiración con aguja fina (BAAF), habitualmente se requiere más de un pase para obtener el material citológico e histológico adecuado. La BPAC es un método seguro y rápido; utilizado para lograr un diagnóstico definitivo en la gran mayoría de las lesiones pulmonares. La enfermedad parenquimatosa difusa y las lesiones nodulares solitarias son igualmente accesibles. La mayor parte de los procedimientos se lleva a cabo de forma ambulatoria con anestesia local, con o sin sedación consciente. Prácticamente cualquier lesión en el parénquima pulmonar puede ser biopsiada de forma segura por medio de BPAC. Estudios recientes informados por Klein et al.1 sobre BPAC guiada por TC, reportan que es una técnica segura y precisa en el diagnóstico patológico de sarcoidosis, especialmente cuando las muestras son obtenidas por aguja de corte tipo Tru-cut®. Los autores estudiaron los registros de 41 biopsias en 41 pacientes (1997-2007), de ganglios linfáticos sospechosos de sarcoidosis. La implementación de biopsia con aguja de corte tipo Tru-cut®, demostró tener un rendimiento diagnóstico significativamente mayor que la citología por aspiración con aguja fina (96% vs. 78%). Kallenberg et al. encontraron que BPAC es un procedimiento diagnóstico seguro, en pacientes con neoplasias hematológicas y tiene el potencial de hacer diagnósticos específicos con mínima morbilidad. En 53 pacientes con neoplasias hematológicas sometidos a BPAC-CT durante 1999-2007, diagnosticaron en mayor porcentaje linfoma no Hodgkin (20 pacientes). La BPAC-CT estableció diagnósticos específicos en 22 pacientes (tumores malignos en 12, infección en los 10 restantes). Las complicaciones incluyeron hemoptisis autolimitada en un paciente y neumotórax en 8 pacientes, uno de los cuales requirió la colocación de tubo endopleural2. Los resultados de BPAC-CT condujeron a cambios en el manejo terapéutico de 8 de los 22 pacientes con diagnósticos específicos (tabla 1). Según distintos autores, las lesiones malignas se diferencian de las lesiones benignas mediante el uso de BPAC-CT en hasta el 90% de todos los casos. Se ha demostrado que la BPAC-CT altera o cambia el curso de la terapia en los pacientes biopsiados, determinando adecuadamente las causas benignas más comunes, tales como enfermedad granulomatosa, inflamatoria o enfermedad fúngica7. Con el advenimiento de PET-CT, un nuevo grupo de lesiones se están examinando con BPAC-CT8. Las imágenes de PET se utilizan para orientar la ubicación exacta de la biopsia dirigida hacia el sitio de actividad metabólica, especialmente en las recidivas sospechosos, neoplasias tratadas o lesiones grandes con necrosis8,9. Las lesiones que son morfológicamente muy pequeñas o en un principio se creen que son benignas, pero que tienen una actividad metabólica importante, pueden ser evaluadas satisfactoriamente mediante biopsia y el uso de imágenes de PET solapadas para obtener una guía tomográfica correcta10. Exponemos nuestra experiencia en la BPAC con sistema coaxial, en la cual se puede obtener material citológico e histológico con un sólo pase a la pleura y obteniendo hasta 8 o más cilindros de muestra efectiva de tejido, reduciendo de esta manera, la incidencia de complicaciones. 304 Tabla 1 Indicaciones establecidas para biopsia pulmonar — Para documentar enfermedad neoplásica metastásica inoperable o recurrente, o para obtener material para cultivo en pacientes quienes se sospecha infección. — Sospecha clínica y radiológica de tumor broncogénico, la biopsia es necesaria para determinar el tipo histológico, antes de planificar el curso de tratamiento. Esto es particularmente cierto en los carcinomas de células pequeñas, en los que la cirugía no es el tratamiento primario. — Cuando la cirugía está contraindicada (mala función pulmonar, enfisema pulmonar extenso, neumonectomía previa). La quimioterapia y/o radioterapia no se puede iniciar hasta que se establece por medio de una biopsia el diagnóstico de malignidad. — Cuando existe sospecha de lesión metastásica pulmonar o en aquellos pacientes que en los que se tiene sospecha de encontrar un segundo tumor maligno primario. —Cuando los resultados de la tomografía por emisión de positrones (PET) o estudios de seguimiento no son concluyentes o cuando los médicos quieren evitar la intervención quirúrgica innecesaria, la biopsia se puede ofrecer como una alternativa con un riesgo relativamente bajo. En tales casos, el rendimiento diagnóstico para la enfermedad benigna debe maximizarse mediante la técnica y la aguja apropiada. La utilización de BPAC guiada por TC mediante técnica coaxial, permite obtener mayor cantidad de tejido representativo a estudiar, no solamente existe beneficio para el estudio histopatológico ya que al enviar mayor cantidad de muestra y de mejor calidad, les permite con mayor facilidad la realización adicional de estudios de inmunohistoquímica; los cuales son indispensables para determinar por ejemplo, la estirpe específica de un cáncer pulmonar, y de esta forma brindar un tratamiento dirigido y específico, además permite realizar, si se requiere, estudios moleculares y detectar la presencia de mutaciones, lo cual permite también la utilización de otras medidas terapéuticas. Las ventajas de utilizar un sistema coaxial son: la disminución de las posibilidades de complicaciones, de las molestias para el paciente, acortar el tiempo de realización de la biopsia y disminuir las posibilidades de error de ubicación especialmente en lesiones profundas o difíciles de abordar. Material y métodos Se realizó un análisis retrospectivo de biopsias percutáneas guiadas por tomografía de pulmón, realizadas en entre agosto del 2011 y febrero del 2013. Los datos recolectados incluyeron los aspectos demográficos del paciente, el número total de biopsias, la técnica utilizada, el número de muestras suficientes e insuficientes, el reporte histopatológico y las complicaciones. C.E. Rojas-Marín et al Población Se realizaron 200 biopsias pulmonares en 195 pacientes utilizando la técnica coaxial, guiadas por tomografía. Se realizaron en 82 hombres y 118 mujeres, comprendidos entre 18 y 94 años, siendo el promedio de edad de 57.8 años. Características del tumor Se incluyeron todas las lesiones pulmonares que nos fueron referidas, independientemente de su localización, en su mayoría > 10 mm. Técnica de biopsia Todas las biopsias se realizaron en un tomógrafo Definition Flash de SiemensTM. Todos los pacientes referidos para el procedimiento firmaron consentimiento informado previamente. Se corroboró que todos los pacientes tuvieran perfil de tiempos de coagulación, biometría hemática y creatinina en rangos normales antes del procedimiento. También se corroboró que ninguna estuviera bajo tratamiento antiagregante o anticoagulante al momento del procedimiento, o que lo hubieran suspendido correctamente según fuera el caso. La cuenta plaquetaria > 50,000 e INR < de 1.5 fueron requisitos indispensables para llevar a cabo la biopsia. Ante la posibilidad de la necesidad de inyectar medio de contraste durante o posterior al procedimiento, los pacientes debían tener un ayuno de al menos 5 horas y nivel de creatinina < 1.3 mg/dL. Se realizó tomografía simple o contrastada, a partir de la cual se planeó el abordaje. Una vez elegido el corte tomográfico del sitio de entrada, este fue marcado con un objeto metálico; se repitieron cortes tomográficos con cierre del campo de visión sólo para corroborar la adecuada localización del marcador. Ya corroborado se retiró el marcador y se realizó limpieza de la región. El abordaje varió según el sitio de la lesión, pudiendo ser: prono, supino, oblicuo anterior derecho o izquierdo o lateral. Los procedimientos se realizaron bajo anestesia local y en algunos casos aislados bajo sedación consciente. Se usaron agujas tipo Tru-cut® en todos los procedimientos con calibre de 18G y sistema coaxial de 17G, de la marca AngiotechTM. La longitud de las agujas osciló entre los 15-20 cm. respectivamente. En 5 de los casos, la biopsia con Trucut® se complementó con aspiración. Se realizaron cortes tomográficos por cada avance o recolocación de la aguja. El objetivo fue avanzar el coaxial hasta penetrar, al menos 5 mm de la parte posterior de la lesión, para asegurar la aguja y evitar que se saliera durante la toma de muestra. Una vez logrado esto se avanza la aguja de corte Tru-cut® a través del sistema coaxial y se realizan al menos 5 tomas de muestra, el número de disparos puede variar dependiendo del material obtenido en cada uno. La ventaja del sistema coaxial es evitar entrar al parénquima pulmonar repetidas veces, tantas como tantas muestras se ocupen. De tal forma se disminuye el tiempo del procedimiento, el daño a estructuras importantes, así como el riesgo de hemorragia y neumotórax. En aquellos casos en que existió sangrado a través del coaxial, se inyectó una mezcla de gelfoam con medio de contraste hidrosoluble y agua (una esponja hemostática de 5 x Biopsia pulmonar percutánea con Tru-cut®: resultados en 200 casos 305 Figura 2 Masculino de 55 años. Nódulo pulmonar en lóbulo inferior izquierdo, para aórtico. Abordaje posterior. Figura 1 Masculino de 78 años. Abordaje transesternal, prevascular, para alcanzar lesión pulmonar sospechosa de malignidad. Figura 3 Masculino de 25 años. Múltiples lesiones metastásicas de distribución bilateral y difusa. Abordaje medio anterior derecho. Figura 4 Masculino de 65 años. Abordaje para esternal izquierdo. 7 x 1 cm + 3 cc de contraste + 3 cc de solución salina o agua inyectable). Al final de cada procedimiento se realizó una tomografía de tórax completa de control, para checar la presencia o no de complicaciones (figs. 1-4). aspiración simple con AngiocathTM 16G, sin recidiva del mismo y en 2 pacientes (1%) fue necesaria la colocación de set de neumotórax (fig. 5). Se encontraron 17 pacientes (8.5%) con neumonitis perilesional, de los cuales en 14 pacientes (7%) fue autolimitada, y en los 3 pacientes (1.5%) restantes se requirió la instilación de gelfoam a través del sistema coaxial. Se produjeron 3 casos de hemoptisis autolimitadas. Resultados De las 200 biopsias pulmonares realizadas, con la muestra obtenida para histología, en 7 casos no se obtuvo material concluyente para diagnóstico (3.5%), en el resto de los 193 casos se obtuvo material suficiente para diagnóstico (96.5%) (tablas 2-5). En cuanto a las complicaciones, en las 200 biopsias pulmonares, se produjeron 43 casos de neumotórax (21.5%), de los cuales 37 pacientes (18.5%) se manejaron de forma conservadora, solamente en 4 pacientes (2%) se requirió Discusión La biopsia percutánea de lesiones pulmonares guiada por tomografía es una técnica implementada en la práctica médica diaria, que ha hecho casi desaparecer la biopsia quirúrgica. En los inicios de la técnica se utilizaron agujas finas y un número limitado de pases, para estudios citológicos, 306 C.E. Rojas-Marín et al Tabla 2 Reportes de histopatología en 200 biopsias pulmonares Casos primarios de pulmón Casos metastásicos a pulmón Otros diagnósticos Infección Diagnóstico no concluyente 68 88 19 18 7 Tabla 4 Casos metastásicos a pulmón Tabla 3 Casos primarios de pulmón Diagnóstico histopatológico Número de casos Adenocarcinoma 49 Células pequeñas 6 Epidermoide 5 Adenoescamoso 3 Blastoma pulmonar 1 Total 68 Tabla 5 Casos infecciosos en pulmón Tipo de infección Número de casos Sitio de origen Número de casos Cervicouterino 16 Mama 14 Linfoma tipo B 11 Tracto Digestivo 9 Sarcoma 7 Ovario 4 Neuroendocrino 4 Mesotelioma 3 Riñón 2 Páncreas 2 Germinal 2 Testículo 2 Tuberculosis 8 Carcinoide 2 Cocos 7 Tiroides 2 Hongos 3 Otros 8 Total 18 TOTAL 88 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0 Complicación Neumotórax Neumonitis Hemoptisis Figura 5 Complicaciones de las 200 biopsias pulmonares. argumentando las posibles complicaciones, lo que llevaba a una tasa de material insuficiente muy elevada. La primera biopsia guiada por medios radiológicos recogida en la bibliografía fue realizada en 1939 por John Blady, en el Memorial Hospital de New York por medio de radioscopia. Desde entonces grandes progresos se han realizado para mejorar los resultados y disminuir las complicaciones1. Estas mejoras han derivado de la implantación de nuevas técnicas de imagen para dirigir el extremo de la aguja a la lesión a biopsiar, el desarrollo de nuevas agujas y dispositivos automáticos de biopsia, que permiten la obtención de cilindros para estudios histológicos sin aumentar prácticamente las complicaciones, así como el refinamiento de las técnicas citológicas e inmunohistoquímicas que ha permitido llegar a diagnósticos correctos y completos con mínimas cantidades de tejido3-5. En las biopsias torácicas las complicaciones más frecuentes son el neumotórax y la hemoptisis. Los factores que afectan la frecuencia con que se producen complicaciones son controvertidos. Parece claro que los trastornos de la coagulación aumentan el número de hemorragias. La técnica coaxial para biopsias pulmonares, es un método relativamente difundido que permite la realización de múltiples tomas de biopsia con una sola punción, disminuyendo, por tanto, el potencial de complicaciones y las Biopsia pulmonar percutánea con Tru-cut®: resultados en 200 casos molestias del paciente. Esta técnica obliga a la colocación en la lesión u órgano a biopsiar, una aguja de tamaño adecuado, para que pase por su interior otra más fina para realizar múltiples cortes, y ha sido propuesta para su utilización en múltiples órganos incluyendo pulmón. Con el objetivo de disminuir el número de complicaciones, especialmente el neumotórax, empleamos la técnica coaxial para la realización de todas nuestras biopsias. Nuestra tasa de neumotórax fue del 21.5% que contrasta con la mayoría de las series, lo que ilustra la utilidad de este método para disminuir el número de neumotórax, al reducir a uno el número de transgresiones de la pleura, sin afectar al número de casos con material adecuado para el diagnóstico. Nosotros hemos empleado este método, para la obtención de material histológico el cual pueda ser sometido a estudios de inmunohistoquímica, pruebas genómicas y para el estudio de diversos factores de crecimiento tumoral, en donde la cantidad de la muestra obtenida es de suma importancia. La combinación de citología e histología en las biopsias percutáneas según diversos autores, tanto de la literatura radiológica como citológica, aumenta la tasa de material adecuado para el diagnóstico. Con las técnicas habituales (BAAF) el conseguir material histológico y citológico lleva implícito la realización de más de un pase y por tanto, mayor tiempo del procedimiento, mayor probabilidad de complicaciones y molestias para el paciente; así como la imposibilidad para la realización de estudios especiales de inmunohistoquímica y pruebas genómicas, por lo que en nuestro protocolo de biopsias, esta técnica es totalmente obsoleta. Conclusiones En conclusión, este estudio demuestra el valor de la biopsia percutánea con aguja de corte guiada por tomografía en el diagnóstico de lesiones pulmonares. Sugiriendo ser un método seguro y preciso de hacer un diagnóstico del tejido, estudios de inmunohistoquímica y estudio de la biología molecular; que permitiría al paciente ser tratado 307 efectivamente y de un modo más preciso por los oncólogos y cirujanos, así como en el seguimiento de estos pacientes. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. Hopper KD. Percutaneous radiographically guided biopsy: a history. Radiology 1995;196:329-333. 2. Kallenberg MH, Gill RR, Factor RE, et al. Diagnostic efficacy and safety of computed tomography-guided transthoracic needle biopsy in patients with hematologic malignancies. Acad Radiol 2009;16:1408-1415. 3. Lee WR, Hall-Craggs M, Manhire A. Five years experience of fine needle aspiration biopsy: 454 consecutive cases. Clin Radiol 1985;36:517-520. 4. Smith EH. The hazars of fine needle aspiration biopsy. Ultrasound Med Biol 1984;10:629-634. 5. Perlmuntt LM, Johnston WW, Dunnick NR. Percutaneous transthoracic needleaspiration: a review. AJR 1989;152:451455. 6. Moore E, Leblanc J, Montesi F: Effects of patient positioning after needle aspiration lung biopsy. Radiology 1991; 181: 385387. 7. Diethelm L, Klein JS, Xu H. Interventional procedures in the thorax. CastañedaZúñiga. Interventional Radiology. 3rd Ed. Baltimore: Williams &Wilkins; 1997. p. 1785-1810. 8. Wittich GR, Noewls KW, Korn RL, et al. Coaxial transthoracic fine-needle biopsy in patiens with a history of malignant lymphoma.Radiology 1992;183:175-178. 9. Moulton JS, Moore PT. Coaxial percutaneous biopsy technique with automateddevices: value in improving accuracy and negative value. Radiology 1993;186: 515-522. 10. Tsang P, Greenebaum E, Starr G, et al. Image-directed percutaneous biopsy with large-core needle. Comparation of citologic and histologic findings. Acta Cytol 1995;39:753-758. Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):309-312 www.elsevier.es Artículo original Evaluación de la respuesta en pacientes con tumores pulmonares tratados con ablación percutánea Jorge Guerrero-Ixtláhuaca, Adrián José González-Aguirrea, Óscar Gerardo ArrietaRodríguezb y Carlos Enrique Rojas-Marína,* a b Departamento de Radiología e Imagen, Fundación Clínica Médica Sur, México D.F., México Departamento de Oncología Médica, Fundación Clínica Médica Sur, México D.F., México PALABRAS CLAVE Cáncer pulmonar; Metástasis pulmonares; Ablación por radiofrecuencia; Respuesta al tratamiento; México. Resumen Objetivos: Evaluar la respuesta en pacientes sometidos a ablación por radiofrecuencia (ARF) de pulmón, mediante las guías Response Evaluation Criteria in Solid Tumors (RECIST 1.1) y tomografía por emisión de positrones (PET-CT). Material y métodos: Estudio retrospectivo de pacientes con lesiones pulmonares que fueron tratados con ARF, bajo seguimiento con PET-CT y RECIST 1.1 del 07 de 2009 al 12 de 2011. Se incluyeron un total de 9 pacientes (6 hombres, 3 mujeres), con 20 lesiones. Estos tumores ya contaban con diagnóstico patológico. Se realizó PET-CT en 16 lesiones, a los 10 meses promedio post-ARF. Edad promedio 74.6 años al diagnóstico. El diámetro medio fue de 15.4 mm. Éxito técnico del 100%. La media de seguimiento fue de 307 días post-ARF. El día de tratamiento las lesiones presentaban una media pre-ARF de 15 mm, en el control inmediato su diámetro fue de 22.7 mm (p=0.003). Al seguimiento la media fue de 22.7 mm en su eje mayor. Previo a la ARF las lesiones presentaban una atenuación de 10 UH, el control inmediato de 5.25 UH (p=0.189). El seguimiento con una media de -1.2 UH en fase simple y de 1.3 UH en fase contrastada. El seguimiento con PET-CT presentó un valor de captación (SUV) medio de 3.8 inicial, a los 10 meses post-ARF el SUV medio fue de 1.4 (p<0.001). Conclusión: En los pacientes tratados con ARF en pulmón, el RECIST 1.1 no debe ser utilizado para definir las respuestas al tratamiento, mientras que el PET-CT demostró que puede definir adecuadamente la respuesta a los tratamientos locorregionales de pulmón. puesta al tratamiento; México. * Autor para correspondencia: Departamento de Radiología e Imagen, Fundación Clínica Médica Sur. Puente de Piedra Nº 150, Colonia Toriello Guerra, Delegación Tlalpan, C.P. 14050, México D.F., México. Teléfono: 5424 7200, ext. 3037. Correo electrónico: enriquerojasmd@ hotmail.com (Carlos Enrique Rojas-Marín). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 310 Keywords Lung cancer; Lung metastasis; Radiofrequency ablation; Response criteria; Mexico. J. Guerrero-Ixtláhuac et al Evaluation of lung tumor response in patients treated with percutaneous radiofrequency ablation Abstract Objective: To evaluate the response of lung tumors in patients treated with radiofrequency ablation using RECIST 1.1 and PET-CT. Material and methods: Retrospective study in patients with lung lesions that were treated with RFA and had follow up with PET-CT. RECIST 1.1 was calculated for these patients. From July 2009 to December 2011, 9 patients (6 men, 3 women) with 20 lesions were treated with RFA. All tumors had pathologic confirmation. PET-CT was performed in 16 lesions with an average of 10 months after RFA. Patient mean age was 74.6 years at time of diagnosis. The average diameter was 15.4 mm. Technically success was 100%. The mean time of follow up was 307 days after RFA. The tumors had an average diameter pre RFA of 15mm and post-RFA and on follow up of 22.7 mm (p=0.003). Before RFA the lesions had an attenuation of 10 HU and 5.25 HU (p=0.189) immediately after the procedure. In follow up they had an average of -1.2HU on non contrast CT and of 1.3 HU on contrast CT. The average SUV was 3.8 initially, and 1.4 (p<0.001) 10 months after RFA. Conclusion: In patients treated with RFA for lung lesions, RECIST 1.1 should not be used to determine treatment response. PET-CT proved useful to determine adequate treatment response. Introducción El cáncer de pulmón es la principal causa de muerte por cáncer en todo el mundo. Es más común en los varones con 37.5 frente a 10.8 casos nuevos por año en las mujeres, por 100,000 habitantes. En la actualidad, la ablación por radiofrecuencia (ARF) de pulmón está indicada en pacientes con tumor primario o secundario de este, que son considerados inoperables o con localización desfavorable1-4. Los pacientes en etapa I, que no reciben tratamiento tienen una supervivencia a los 5 años del 6% con una media de 9 meses. La zona ablación se caracteriza por un aumento de tamaño, en comparación con el diámetro inicial del tumor. La zona de ablación por lo general disminuye lentamente en tamaño, tardando hasta 6 meses en disminuir su diámetro comparado con el tamaño inicial5,6. Esto representa un problema al momento de medir la respuesta y actualmente, se ha considerado la utilización de tomografía por emisión de positrones (PET-CT) como una opción para medir la respuesta posterior a la ablación percutánea. El objetivo de este trabajo es evaluar la respuesta en pacientes sometidos a ARF mediante las guías Response Evaluation Criteria in Solid Tumors (RECIST 1.1) y PET-CT7. Material y métodos Durante el periodo de julio del 2009 a diciembre del 2011, se realizó ablación de tumor pulmonar a 9 pacientes (6 hombres, 3 mujeres) que sumaban un total de 20 lesiones. Estos tumores ya contaban con diagnóstico patológico (4 adenocarcinomas de pulmón, uno epidermoide de pulmón, 2 metástasis de colon y una metástasis de tiroides). La ARF de pulmón se realizó con una técnica estándar en sala de tomografía y bajo sedación consciente. Se realizó un acceso percutáneo con una aguja mono electrodo para ablación (Cool-TipTM RF Ablation System COVIDIEN). Una vez colocada la aguja en el tumor, se realizó una sesión de ablación con control automático por impedancia. Se planeó un margen de seguridad de 5 mm como mínimo. Posterior a la ablación se realizaron controles a los 15, 45 y 60 minutos para identificar complicaciones. Se realizó PET-CT en 16 lesiones a los 10 meses post-ARF. Este estudio fue realizado en equipo Siemens Biograph® 16 y se administró 15 mcU de FDG 18 (fluorodesoxiglucosa 18). Se utilizó t de Student para variables paramétricas. Resultados Se incluyeron un total de 20 lesiones en 9 pacientes, 6 hombres y 3 mujeres, con la media de edad al diagnóstico de 74.6 años. Todos las lesiones fueron tratadas con ARF percutánea. El diámetro medio de las lesiones fue de 15.4 mm. El éxito técnico inicial fue del 100% (20/20). La media de seguimiento de nuestros pacientes fue de 307 días post-ARF (rango 139-927). En la tabla 1 se muestran las variables evaluadas. Las lesiones tratadas presentaban una media de 15 mm de diámetro antes del tratamiento con ARF, inmediatamente posterior al tratamiento la media fue de 22.7 mm (p=0.003). Al seguimiento, las lesiones tenían una media de 22.7 mm (p=0.018) vs. 15 mm pre-ARF en su eje mayor. Previo a la ARF, las lesiones presentaban una atenuación de 10 HU. En el control inmediato post-ARF, la media de atenuación en UH fue de 5.25 (+ 36.8) (p=0.189). En los seguimientos, la media de atenuación de UH en la fase simple fue de -1.2 y tras la administración de medio de contraste resultó una media de 1.3 HU. En los pacientes que se evaluaron con PET-CT administrando FDG-18, presentaron un valor de captación (SUV) medio de 3.8 en su valoración inicial. En el seguimiento post-ARF a los 10 meses, el SUV medio fue de 1.4 (p<0.001) (figs. 1 y 2). No se presentó ninguna complicación que cambiara el tratamiento, se presentaron 5 neumotórax que no necesitaron tratamiento adicional. Evaluación de la respuesta en pacientes con tumores pulmonares tratados con ablación percutánea A B A B C D C D E F E F 311 Figura 1 Paciente masculino de 71 años de edad, con diagnóstico de adenocarcinoma de pulmon. Se muestra PET-CT antes y despues de ARF. A), B) y C) Son cortes y recontruciones de PETCT con una imagen hipermetabólica en el lóbulo medio del pulmón derecho, en la cual presenta un SUV de 5.5. D), E) y F) Son imágenes de PET-CT 18.8 meses posteriores a la ARF, en la cual se observa derrame pleural derecho, la lesión aumentó en sus dimensiones y es hipometabólica con sun SUV de 1.5. Figura 2 Paciente femenino de 75 años con Adenocarcinoma de pulmón. A), B) y C) se muestra una imagen hipermetabolica en múltiples planos en el lóbulo superior izquierdo con un eje mayor de 40mm y un SUV de 9.5. D), E) y F) Imágenes multiplanares de PET CT 6 meses post ARF en la cual se observa que la masa se a transformado en una zona bullosa de 38mm en su eje mayor y presenta un SUV de 1.4 en relación a cambios fibrosos post ARF. Discusión Los resultados del aumento de volumen de las lesiones tratadas también se relacionan con el margen de seguridad previsto post-ARF por cambios en la periferia, edematosos y hemorrágicos. La zona de ablación por lo general disminuye lentamente en tamaño. En 3 meses todavía es ligeramente mayor que la lesión basal, y a los 6 meses presenta el mismo tamaño o llega a ser menor que antes de la ablación con RF5, además en los resultados de nuestra población las lesiones no disminuyeron de tamaño en seguimiento como se reporta en la literatura, a pesar que nuestros seguimientos son a 6 y 14 meses. Sólo 2 lesiones desaparecieron postratamiento y 3 lesiones se cavitaron, la literatura reporta un 30% de cavitaciones de las lesiones, estos 2 tipos de cambios en la TC son traducido como una ARF exitosa2. Debido al incremento en las lesiones post-ARF, la utilización de los criterios de RECIST son limitados para valorar la En los resultados se presentó un aumento en el eje mayor de la lesión, con un media pre-ARF de 16.6 mm y posterior a la ARF 22.7 mm, lo que nos da un aumento del 36.7%. En la literatura, la tomografía computada (TC) inmediata y a un mes presenta un aumento de volumen de hasta un 20%, en relación a la lesión tumoral nativa previa al tratamiento1. Es por este incremento en el tamaño, posterior a la terapia regional que la utilización de RECIST es cuestionado. Por histología este aumento se describe en 4 zonas, una zona de hemorragia en el límite de la ARF, acompañada con una congestión vascular y esto rodeado por un edema intersticial y alveolar. La fragmentación del ADN y los cuerpos apoptóticos indican muerte celular, por lo cual la zona I y II son consideradas como ablación completa y, las zonas III y IV son inseguras5. 312 J. Guerrero-Ixtláhuac et al Tabla 1 Evaluación de la respuesta en pacientes con tumores pulmonares tratados con ablación percutánea Variable Nº Mínimo Máximo Media HUFS 1 19 -90 32 -7.05 EM 1 19 4.00 35 15.4 HU IV 1 9 -80 39 6.2 SUV 1 16 1.90 9.5 3.8 HUFS-PRE-ARF 20 -37 48 10.1 EM PRE ARF 20 4.00 39 16.6 HUFS-POST-ARF 20 -60 55 5.25 EM-POST-ARF 20 6 44 22.7 EM-SEG 18 0 48 22.7 HUFS SEG 18 -84 40 -1.2 HUIV SEG 18 -75 36 1.3 SUV SEG 16 3 2.6 1.4 HUFS1: unidades Hounsfield fase simple diagnóstico; EM1: eje máximo pre-ARF diagnóstico; HUIV 1: unidades Hounsfield fase simple diagnóstico; SUV 1: valor de captación estándar en diagnóstico; HUFS-PRE-ARF: unidades Hounsfield pre-ARF; EMPRE-ARF: eje mayor pre-ARF; HUFS-POST-ARF: unidades Hounsfield post-ARF; EM-POST-ARF: eje mayor post-ARF; EMSEG: eje mayor seguimiento; HUFS SEG: unidades Hounsfield fase simple seguimiento; HUIV SEG: unidades Hounsfield contrastada seguimiento; SUV SEG: valor de captación estándar de seguimiento. No se presentó ninguna complicación que necesitara algún tratamiento adicional, sólo neumotórax leves y zonas de neumonitis con leve hemorragia peri-ARF. Aunque algunos autores describen el neumotórax y las zonas de hemorragia peri-ARF no como un complicación, sino como parte implícita del procedimiento pulmonar1. Conclusiones El tamaño del tumor en nuestros pacientes con ablación se incrementó posterior a la ARF, sin embargo en el seguimiento no se encontraron cambios significativos en el tamaño (media de seguimiento de 307 días). Esto confirma que en los pacientes tratados con ARF en pulmón, el RECIST 1.1 no debe ser utilizado para definir las respuestas al tratamiento. También observamos que la evaluación de la atenuación en las lesiones, antes y después de la ablación no muestra cambios significativos. En nuestra serie de pacientes, el PET-CT demostró diferencias significativas en la captación del radiofármaco. El PET-CT puede definir adecuadamente la respuesta a los tratamientos locorregionales en el pulmón. Estos resultados se encuentran limitados por el número de pacientes incluidos, sin embargo las diferencias en los valores de captación estandarizada en PET-CT, pueden representar la mejor opción en la evaluación de los pacientes posterior al tratamiento locorregional en el pulmón. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. respuesta al tratamiento locorregional. Esto fue corroborado en nuestra población. Actualmente, existen grupos que proponen el seguimiento con PET-CT que además de tamaño, evalúa el tumor viable residual durante el seguimiento3. Los cambios en la media de atenuación medidos por UH no mostraron ser significativos estadísticamente. Los valores de las medias de UH pre-ARF fueron de 10 HU y post-ARF en fase simple de 5.25 HU. En nuestro conocimiento, en la literatura no existen estudios que midan el cambio en la atenuación. En artículos publicados que evalúan las ARF de pulmón con PET-CT, fijan un SUV > 2.5 para considerar recaída o falla de tratamiento6. Algunas de nuestras lesiones no siguen esa regla, ya que hay 3 que un presentan un SUV < 2.5 desde antes de la ARF, y fueron diagnosticados por patología como metástasis. En la evaluación de los SUV pre-ARF con los SUV post-ARF, el valor pre-ablación fue de 3.8 y en el seguimiento la media de SUV fue de 1.4 (p<0.001), esta disminución del SUV se traduce como necrosis y control de la enfermedad. En nuestros pacientes sólo un paciente presentó un SUV > 2.5 durante el seguimiento y se catalogó como recurrencia local. Este paciente fue sometido a una nueva ARF y en este momento se encuentra sin lesión activa. Referencias 1. Hess A, Palussière J, Goyers JF, et al. Ablation in Patients with a Single Lung: Feasibility, Efficacy, and Tolerance. Radiology 2011258(2). 2. Gillams A. Tumour ablation: current role in the kidney, lung and bone, Imaging Department, University College Hospital, 235 Euston Road, London, NW1 2BU, UK, 2009 International Cancer Imaging Society. 3. Mozley PD, Bendtsen C, Zhao B, et al. Measurement of Tumor Volumes Improves RECIST-Based Response Assessments in Advanced Lung Cancer. Transl Oncol 2012;5(1):19-25. 4. Thanos L, Mylona S, Ptohis N, et al. Percutaneous radiofrequency thermal ablation in the management of lung tumors: presentation of clinical experience on a series of 35 patients. Diagn Interv Radiol 2009;15:290–296. 5. Krober SM, Kosan B, Aebert H, et al. Pathomorphologic Evaluation of Pulmonary Radiofrequency Ablation Proof of Cell Death Is Characterized by DNA Fragmentation and Apoptotic Bodies. CANCER 2008;113(11). 6. Deandreis D, Leboulleux S, Dromain C, et al. Role of FDG PET/ CT and Chest CT in the Follow-up of Lung Lesions Treated with Radiofrequency Ablation. 7. RECIST 1.1 “Response Evaluation Criterial in Solid Tumors” 2009. Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):313-317 www.elsevier.es Artículo original Embolización blanda vs. quimioembolización para tratamiento de carcinoma hepatocelular Enrique Miguel-Cruza, Alejandro Hernández-Martínezb, Liliana Mercedes CorreaHerrerac, Fidel David Huitzil-Meléndezd, Jorge Vázquez-Lamadride y Adrián José González-Aguirref,* Residencia de segundo año, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médica “Salvador Zubirán”, México D.F., México b División de Imagen Digital, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médica “Salvador Zubirán”, México D.F., México c Residencia de cuarto año, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médica “Salvador Zubirán”, México D.F., México d División de Tumores Gastrointestinales, Departamento de Hematología y Oncología, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médica “Salvador Zubirán”, México D.F., México e Jefatura de Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médica “Salvador Zubirán”, México D.F., México f División de Radiología Intervencionista, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médica “Salvador Zubirán”, México D.F., México a PALABRAS CLAVE Hepatocarcinoma; Embolización blanda; Quimioembolización intraarterial; México. Resumen Introducción: El propósito de este estudio fue comparar el tipo de respuesta al tratamiento y el tiempo libre de progresión en pacientes tratados con quimioembolización intraarterial (QEIA) vs. pacientes tratados con embolización blanda (EIA). Existen pocos estudios de este tipo en la literatura, con resultados discrepantes entre estos. Para el estadio B de la Clínica de Barcelona el tratamiento es QEIA, sin embargo durante algunos meses de 2011 no se contó con lipiodol en México, indispensable para la entrega del agente quimioterapéutico. Material y métodos: Este es un estudio retrospectivo, se incluyeron 18 pacientes, 9 para cada grupo, ambos presentaban características clínicas y demográficas similares (test de Fisher, p=1; prueba de Mann-Whitney, p=0.93), los cuales tenían como primer tratamiento QEIA o EIA. Resultados: No se encontraron diferencias significas en términos de respuesta (p=1) y tiempo libre de progresión (p=0.1639). Respuesta al tratamiento según criterios del mRECIST para EIA: * Autor para correspondencia: Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Vasco de Quiroga N° 15, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14000, México D.F., México. Teléfono: 5487 0900, ext. 2157. Celular: (55) 3955 0999. Correo electrónico: [email protected] (Adrián José González-Aguirre). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 314 E. Miguel-Cruz et al 33.3% presentaron respuesta completa (RC), 33.3% enfermedad estable (EE), 11.1% respuesta parcial (RP), así como 22.2% con progresión (PE) al momento de la evaluación. Respuesta al tratamiento QEIA: 22.2% se presentaron con RC, EE en el 22.2%, 33.3% con RP y 22.2% con PE; ElTLP fue de 6.88 meses para EIA y de 10.55 meses para QEIA (p=0.1639). Conclusiones: En nuestra población ambos métodos resultaron ser igual de eficaces para el control de la enfermedad, sin embargo se advierte una tendencia a un mayor tiempo libre de progresión en pacientes tratados con QEIA, sin ser estadísticamente significativo en este estudio. Keywords Hepatocellular carcinoma; Bland embolization; Transarterial chemoembolization; Mexico. Bland embolization vs. chemoembolization in hepatocellular carcinoma Abstract Introduction: The main purpose of this study was to compare treatment response and time to progression in patients with hepatocelluar carcinoma treated with bland embolization (BE) vs. chemoembolization (TACE). There are just few studies in the literature that compare these 2 treatments, and some are findings are inconsistent. For patients in Barcelona B classification the first line treatment is TACE, nevertheless in our country there was a shortage of lipidol during some months of 2011. Material and methods: This is a retrospective study, 18 patients were included, 9 for each group, both has similar clinical and demographic characteristics (Fisher’s exact test p=1; MannWhitney p=0.93) who had received TACE or BE as first treatment. Results: There was no statistical difference in terms of type of response (p=1) and time to progression (p=0.1639). Treatment response according to mRECISTin the BE group was: 33.3% had complete response (CR), 33.3% with stable disease (SD), 11.1% showed partial response (PR), in 22.2% had DP at the first follow up, for TACE: 22.2% with CR, ED in 22.2%, 33.3% had PR and DP in 22.2%. Medium time to progression in BE was 6.88 months and for TACE was 10.55 months (p=0.1639). Conclusion: TACE and BE showed the same efficacy in terms of treatment response and time to progression, nevertheless TACE show short advantage in terms of median time to progression without statistical significance in our population. Introducción El carcinoma hepatocelular (CHC) es la 6° causa de cáncer y la 3° causa de muerte directamente relacionada con cáncer, es diagnosticado en más de medio millón de personas alrededor del mundo cada año1-4. Con un pronóstico desalentador, usualmente es diagnosticado en estadios avanzados5, actualmente existen diversos tratamientos para el CHC, los cuales podemos dividir en curativos y paliativos. Estos tratamientos son elegidos en base a las características del tumor, estado funcional del paciente, reserva funcional del hígado (clasificación de Child-Pugh), disponibilidad de recursos y nivel de experiencia de los tratantes1-8. Existen diversos sistemas de clasificación para el manejo de pacientes con CHC, en los últimos años la clasificación de Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC), es la más utilizada ya que es la única que relaciona el estadio de la enfermedad y las opciones terapéuticas (tabla 1), además de estar validada en Estados Unidos y Europa1,3,4,7. Para el estadio B de la BCLC, el tratamiento propuesto es la quimioembolización intraarterial (QEIA), la cual tiene el propósito de inducir isquemia tisular, lo que lleva a hipoxia y muerte celular en el tumor3,4,7,9,10. La vena porta lleva el 75% del flujo sanguíneo hepático, la arteria hepática aporta el otro 25%. En cambio, las neoplasias malignas hepáticas reciben el 95% de su flujo sanguíneo de la arteria hepática3,10,11. Este es el principio por el cual la embolización hepática induce necrosis isquémica selectiva en las neoplasias hepáticas, mientras que el tejido hepático normal sobrevive por el aporte sanguíneo de la vena porta. Tanto la QEIA como la EIA, inducen necrosis extensa del tumor en más del 16% al 55% de los pacientes10. La evaluación de la respuesta al tratamiento debe tomar en cuenta las áreas de necrosis y no sólo la reducción del tamaño tumoral12-14. La embolización, ya sea con quimioterapéutico o blanda (EIA), es ampliamente utilizada hoy en día, sin embargo no existe un consenso o estandarización del protocolo empleado, existiendo diferencias en cuanto a dosis, tipo de fármaco quimioterapéutico, así como el uso de diferentes tipos de materiales embolizantes10-14. Los criterios del mRECIST clasifican la respuesta según las áreas que presentan realce en tomografía computada (TC) trifásica o resonancia magnética (RM) contrastada. La respuesta completa (RC) se define como la ausencia de cualquier realce arterial intratumoral en las lesiones blanco. La respuesta parcial (RP) se define como la disminución al menos del 30% en la suma del diámetro mayor de la porción viable, en 2 lesiones blanco. Progresión de la enfermedad (PE) es un incremento de 20% o más en la suma del diámetro Embolización blanda vs. quimioembolización para tratamiento de carcinoma hepatocelular Tabla 1 Clasificación de pacientes de acuerdo a la BCLC para estadiaje de CHC 315 Tabla 2 Comparación demográfica entre los que recibieron QEIA y EIA EIA (n=9) QEIA (n=9) p Edad (rango) 68.1 (59 – 84) años 68.5 (58 – 85) años 0.93 EF 0, Child-Pugh A - B, CHC único o 3 nódulos < 3 cm Sexo F/M (%) 6 (66.7) /3 (33.3) 1 Intermedio (B) 7 (77.8)/ 2 (22.2) EF 0, Child-Pugh A - B, CHC multinodular Estado de la cirrosis Avanzado (C) EF 1-2, Child-Pugh A - B, invasión neoplásica a la porta, metástasis nodulares o a distancia 5 (55.6) 4(44.4) 0 (0) 3 (33.3) 6 (66.7) 0 (0) 0.9 Terminal (D) EF > 2, Child–Pugh C 1 (11.1%) 8 (88.9%) 1(11.1) 8 (88.9) 1 5 (55.6) 2 (22.2) 1 (11.1) 1 (11.1) 1 Estadio Descripción Muy inicial (0) EF 0, Child-Pugh A, CHC único < 2 cm Inicial (A) EF: estadio funcional; CHC: carcinoma hepatocelular. Child-Pugh A (%) Child-Pugh B (%) Child-Pugh C (%) Estadio (BCLC) A B Causa de la cirrosis (%) mayor en 2 lesiones blanco. La enfermedad estable (EE) son todos los casos que no cumplen criterios para RC, RP o PE14. Algunos autores consideran que la embolización blanda puede ser igual de efectiva que la QEIA para el tratamiento paliativo de CHC12,14,15. Sin embargo, en algunas series se ha sugerido mejor respuesta del tumor al tratamiento con QEIA al compararlo con EIA, estos estudios son difíciles de confrontar debido a que existe gran diferencia entre poblaciones, características clínicas, protocolos de QEIA, número de intervenciones, seguimiento o criterios de evaluación14-16. Existen datos que demuestran que los hepatocarcinomas secretan factores de crecimiento angiogénicos como respuesta a la embolización14, siendo este un justificante para el uso de quimioterapéutico, el cual tendría efecto citotóxico sobre las células desprovistas de vasculatura, impidiendo así su crecimiento, a pesar de ello existen pocos estudios que comparan el tipo de respuesta al tratamiento entre estas 2 modalidades14,17,18. El objetivo de estudio es comparar la respuesta y el tiempo libre de progresión en pacientes tratados con QEIA y EIA en nuestro Instituto. Material y métodos Durante los meses de marzo a septiembre de 2011 no se contó en nuestro país con lipiodol, medio de contraste oleoso indispensable para la entrega del agente quimioterapéutico durante la QEIA, por lo cual los pacientes que requirieron tratamiento locorregional para CHC fueron sometidos a embolización blanda. En la base de datos de Radiología Intervencionista del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” (INCMNSZ), se identificaron a los pacientes que durante estas fechas recibieron embolización blanda como primer tratamiento de CHC y se compararon con pacientes cuyo primer tratamiento fue QEIA, entre los años 2010 y 2011. El diagnóstico se realizó mediante TC trifásica de hígado o RM contrastada, en pacientes cirróticos previamente conocidos y que mostraban el comportamiento típico de CHC o mediante biopsia percutánea, en pacientes no cirróticos o con comportamiento atípico. VHC Alcohol Criptogénica NASH 5 (55.6) 2 (22.2) 2 (22.2) 0 (0) QEIA: quimioembolización intraarterial; EIA: embolización intraarterial; F: femenino; M: masculino; BCLC: clasificación de Barcelona Clinic Liver Cancer: VHC: virus de hepatitis C; NASH: esteatohepatitis no alcohólica. El tratamiento se realizó en la Sala de Hemodinamia del INCMNSZ, por parte de médicos de la División de Radiología Intervencionista. La EIA se llevó a cabo con partículas de PVA de 255 a 500 micras, con una técnica estándar. La QEIA se realizó con 50 mg de cisplatino liofilizado, el cual se mezcló con 10 mL de lipiodol y posteriormente, se embolizó con partículas de PVA de 255 a 500 micras. Los pacientes tratados con QEIA o EIA son evaluados de forma rutinaria al cumplir 3 meses después de su tratamiento. Estos pacientes se evalúan con TC trifásica o RM contrastada, según los criterios del mRECIST. Los pacientes con EE, RP o PE fueron sometidos a nuevos tratamientos, de acuerdo al estadio de la enfermedad al momento de la evaluación. Fueron comparadas el tipo de respuestas entre los pacientes que recibieron embolización blanda vs. los que recibieron QEIA, además de contrastar la sobrevida libre de enfermedad y el tiempo libre de progresión. Las características clínicas y demográficas de los pacientes en ambos grupos, se compararon utilizando diversas pruebas estadísticas. La prueba U de Mann-Whitney fue utilizada para analizar variables paramétricas, la prueba exacta de Fisher fue usada para la medición de variables no paramétricas. Resultados La tabla 2 resume las características clínicas y demográficas de los pacientes en ambos grupos. La edad fue analizada con la prueba U de Mann-Whitney, sin encontrar diferencia E. Miguel-Cruz et al 3.5 3.0 2.5 2.0 1.5 1.0 0.5 0.0 Número de pacientes Número de pacientes 316 Estable Progreso Completa Tipo de respuesta Parcial Figura 1 Tipo de respuesta en pacientes tratados con QEIA. significativa (p=0.93). El género, estado de la cirrosis y estadio de BCLC se analizaron con prueba exacta de Fisher, sin encontrar diferencias significativas entre los 2 grupos. Tampoco se encontraron diferencias significativas en el tamaño de la lesión inicial, el número de lesiones y localización de las mismas: Respuesta al tratamiento EIA (3 meses después de este): Tres pacientes (33.3%) presentaron RC, 3 pacientes (33.3%) presentaron EE, un paciente (11.1) presentó RP y 2 pacientes (22.2%) progresaron al momento de la evaluación (fig. 1). Respuesta al tratamiento QEIA (3 meses después de este): Dos pacientes (22.2%) se presentaron con RC, 2 pacientes con EE (22.2%), 3 pacientes con RP (33.3%) y 2 pacientes más con PE (22.2%) (fig. 2). Al dividir los grupos en respondedores (RP, RC) y no respondedores (EE, PE) y tras el análisis con la prueba exacta de Fisher, no se encontraron diferencias significativas entre el grupo de EIA vs. QEIA (p=1) (tabla 3). El tiempo libre de progresión para el grupo de embolización blanda en promedio fue de 6.88 meses y para el de QEIA de 10.55 meses, sin encontrar una diferencia estadísticamente significativa (Mann-Whitney, p=0.1639) entre el tiempo libre de progresión de ambos grupos. Al comparar los pacientes que recibieron EIA vs. los que recibieron QEIA como tratamiento inicial de CHC localmente avanzado, no se encontraron diferencias significativas en cuanto al tipo de respuesta según mRECIST, así como tampoco se encontró diferencia en el tiempo libre de progresión, sin embargo existe una tendencia a mayor tiempo libre de progresión en el grupo de QEIA. Discusión En este estudio comparamos la respuesta al tratamiento en los pacientes que recibieron EIA vs. QEIA, en la literatura médica existen pocos estudios que realicen esta comparación, además hay resultados discrepantes entre estos estudios14. Es importante recalcar que algunos autores han dado un discreto beneficio al uso de quimioterapéutico, debido a la posibilidad de que la embolización blanda induzca la angiogénesis como han sugerido los trabajos de Liao et al. y Kobayashi et al.14, no obstante la mayoría de estos estudios realizan la valoración únicamente de la sobrevida, sin considerar la respuesta al tratamiento, que en el caso de nuestro trabajo no demostró diferencia estadística entre ambos 4.0 3.5 3.0 2.5 2.0 1.5 1.0 0.0 Estable Progreso Completa Tipo de respuesta Parcial Figura 2 Tipo de respuesta en pacientes tratados con EIA. Tabla 3 Comparación entre los tipos de respuesta de los pacientes que recibieron QEIA y EIA EIA (n=9) QEIA (n=9) p RC 3 2 0.6494 RP 1 3 0.2980 EE 3 2 0.6494 PE 2 2 1 QEIA: quimioembolización intraarterial; EIA: embolización intraarterial; RC: respuesta completa; RP: respuesta parcial; EE: enfermedad estable; PE: progresión de la enfermedad. grupos; otro aspecto importante es el hecho de que la población presentaba características clínicas similares. Una limitante en el estudio es la falta de medición del tiempo de sobrevida, debido a que algunos de los pacientes recibieron diversos tratamientos posteriores a la realización de TACE o TAE, incluyendo quimioembolizaciones subsecuentes en el grupo de pacientes tratados con embolización blanda, imposibilitando la comparación entre ambos grupos a largo plazo. Al ser un estudio observacional y descriptivo existen otras limitantes como la falta de aleatorización de los pacientes, sin embargo nuestros resultados son similares a los observados por Malagari et al.14. En este estudio, se obtuvo RC en el 26.8% de los pacientes tratados con QEIA, 14% en el grupo de embolización blanda, la RP fue alcanzada en un 46.3% (QEIA) y 41.9% (EIA), con tasa de recurrencia de 8 y 12 meses para el grupo de QEIA y EIA, respectivamente, con diferencia estadísticamente significativa. En nuestro caso, la falta de diferencia estadística entre el tiempo libre de progresión entre uno y otro grupo muy probablemente se deba al tamaño de la muestra, ya que ambas medias son diferentes y existe tendencia a un tiempo libre de progresión mayor en el grupo de QEIA (fig. 3). Conclusiones En nuestra población no existieron diferencias significativas en términos de respuesta. Ambas técnicas son eficaces en el control de enfermedad. Llama la atención que a pesar de no ser significativamente diferentes, el tiempo libre de Embolización blanda vs. quimioembolización para tratamiento de carcinoma hepatocelular 25 20 15 10 5 0 QEIA EIA Figura 3 Diagrama de caja brazo mostrando el tiempo libre de progresión en meses, de los pacientes tratados con quimioembolización intraarterial (QEIA) y embolización blanda (EIA), con una media de 10.55 y 6.88 meses, respectivamente (Mann-Whitney p= 0.1639). En el diagrama destaca la tendencia a un mayor tiempo libre de progresión en el grupo tratado con QEIA. progresión es diferente entre ambos grupos, lo que podría significar un discreto beneficio de la QEIA. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. El-Serag HB. Hepatocellular Carcinoma. N Engl J Med 2011;365:1118-1127. 317 2. Kalva E, Thabet A, Stephan W. Recent Advances in Transarterial Therapy of Primary and Secondary Liver Malignancies. Radio Graphycs 2008;28(1). 3. Vilana R, Forner A, García Á, et al. Carcinoma hepatocelular: diagnóstico, estatificación y estrategia terapéutica. Radiología 2010;52(5):385–398. 4. Lencioni R, Crocetti L. Local-Regional Treatment of Hepatocellular Carcinoma. Radiology 2012;262(1). 5. Clark HP, Carson W, Kavanagh PV, et al Staging and Current Treatment of Hepatocellular Carcinoma. RadioGraphics 2005;25:S3–S23. 6. Takayasu K. Chemoembolization for Unresectable Hepatocellular Carcinoma in Japan. Oncology 2010;78(suppl 1):135–141. 7. Real MI, Bianchi L, Vilana R, et al Tratamiento percutáneo intraarterial del carcinoma hepatocelular. Radiología 2010;52(5):399–413. 8. Gonsalves CF, Brown DB. Chemoembolization of hepatic malignancy. Abdom Imaging 2009;34:557–565. 9. Dodd GD, Soulen MC, Kane RA, et al. Minimally invasive treatment of malignant hepatic tumors: at the threshold of a major breakthrough. 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Relación con la recurrencia local en el carcinoma hepatocelular Ivan Eliud Casanova-Sáncheza,*, Sandra Huicochea-Castellanosb, Jorge VázquezLamadridc, Graciela Castro-Narrod, Mario Vilatobá-Chapae y Adrián José GonzálezAguirrea División de Radiología Intervencionista, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México b División de Imagen Digital, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México c Jefatura de Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México d Departamento de Gastroenterología, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México e Jefatura de Departamento de Trasplantes, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México a PALABRAS CLAVE Carcinoma hepatocelular; Ablación por radiofrecuencia; Atenuación; México. Resumen Objetivo: Conocer si los cambios en atenuación previa y posterior al procedimiento de ablación por radiofrecuencia (ARF) son diferentes en sujetos con recurrencia local y los que presentan respuesta completa mantenida, durante los primeros 6 meses posteriores al procedimiento. Materiales y métodos: Estudio retrospectivo en un periodo comprendido de marzo de 2008 a septiembre de 2009. Se incluyeron pacientes con estadio A de la Clínica de Barcelona para el Cáncer de Hígado (BCLC-A). Fueron excluidos los pacientes en los cuales la ARF fue guiada por ultrasonido, así como pacientes que no contaron con estudio de tomografía previo y posterior al procedimiento realizado en el mismo día. Las unidades Hounsfield (UH) fueron medidas previo e inmediatamente después a la ARF y se calculó una delta. La recurrencia local en el seguimiento a los 6 meses fue evaluada con base en los criterios de imagen para la respuesta tumoral. Una recurrencia local se definió como una lesión activa en * Autor para correspondencia: Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Vasco de Quiroga N° 15, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P 14000, México D.F., México. Teléfono: 5487 0900, ext. 2157. Celular: 55 4377 1664. Correo electrónico: [email protected] (Ivan Eliud Casanova-Sánchez). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. Cambios en la atenuación posterior a la ablación. Relación con la recurrencia local en el carcinoma hepatocelular 319 una región previamente tratada. Una lesión activa debía mostrar reforzamiento arterial y lavado. Para el análisis estadístico se utilizó la prueba t de Student para comparar el cambio de atenuación entre pacientes con recurrencia local, y aquellos que mantenían una respuesta completa. Resultados: Veinte procedimientos de ablación en 20 pacientes fueron incluidos. Siete pacientes presentaron recurrencia local a los 6 meses (35%). En este grupo, la delta media fue de 3.86 UH. En el grupo de pacientes que mantuvieron respuesta completa (65%; n=13), la media en el cambio de atenuación fue de 15.18 UH (p=0.02). Conclusión: La diferencia en atenuación (delta) previa y posterior a la ARF, medida el mismo día del procedimiento, es diferente entre pacientes con recurrencia local a los 6 meses y aquellos que continuaron con respuesta completa durante el seguimiento. Estos resultados son aplicables en pacientes con carcinoma hepatocelular en estadio temprano. Keywords Hepatocellular carcinoma; Radiofrequency ablation; Attenuation; Mexico. Changes in atenuation after radiofrequency ablation. Relationship with local recurrence in hepatocellular carcinoma Abstract Objective: Know if differences in attenuation before and after radiofrequency ablation (RFA) are different in subjects with local recurrence and those that maintain complete response during the first 6 months. Methods and materials: Retrospective study from March 2008 to September 2009. All patients with Hepatocellular carcinoma Stage A of Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC) that were treated with RFA were included. Patients in which RFA was guided by ultrasound were excluded; also patients that did not have pre and post ablation CT taken on the same day were not included. Hounsfield units (HU) were measured pre and post-RFA and a delta was calculated. At 6 month follow up local recurrence was evaluated based on imaging criteria for tumor response (mRECIST). A local recurrence was defined as an active lesion in a previously treated region. An active lesion must have arterial enhancement and washout. Student´s t was used to compare the attenuation change between patients with local recurrence and those that maintained complete response. Results: Twenty ablation procedures in twenty patients were included. Seven patients had local recurrence at 6 months (35%). In this group, mean delta was 3.86 HU. In the group of patients that maintained complete response (65%; n=13) the mean change in attenuation was 15.18 HU (p=0.02). Conclusion: The difference in attenuation (delta) pre and post-RFA, measured the same day of ablation, is different between patients with local recurrence at 6 month and those that continue with complete response during follow up. These results are applicable to patients with early hepatocellular carcinoma. Introducción El carcinoma hepatocelular es la 5° causa de cáncer más común en el mundo y la 3° causa de muerte relacionada al cáncer. La resección quirúrgica y el trasplante hepático son las únicas opciones curativas disponibles, con unas tasas de sobrevida a 5 años de 36%-70% y 60%-70%, respectivamente, sin embargo sólo 10%-20% de estos pacientes presentan enfermedad resecable1. En la actualidad, el diagnóstico y tratamiento del carcinoma hepatocelular es realizado por un equipo multidisciplinario conformado por Oncología Médica, Patología, Hepatología, Cirugía de Trasplantes y Radiología Intervencionista. El algoritmo para llevar a cabo las opciones terapéuticas de esta patología en sus diferentes estadios, se basa en el propuesto por la Clínica de Barcelona para el Cáncer de Hígado (BCLC)2. El estadio temprano del carcinoma hepatocelular (BCLCA) requiere como primera opción terapéutica la resección quirúrgica; sin embargo si ésta o el trasplante no son posibles, los tratamientos percutáneos mínimamente invasivos son considerados las mejores opciones de tratamiento para esta etapa de la enfermedad, en pacientes con Child-Pugh A, buen estado funcional (PST) y un solo nódulo < 5 cm o hasta 3 nódulos ≤ 3 cm3. Existen múltiples terapias ablativas que han surgido durante las pasadas 2 décadas dentro de las que se encuentran la crioterapia, inyección percutánea de alcohol, inyección percutánea de ácido acético, terapia térmica inducida por láser, ablación por microondas y ablación por radiofrecuencia 320I. E. Casanova-Sánchez et al (ARF). Dentro de éstas, la ARF ha sido la más ampliamente investigada como opción terapéutica4. La ARF es considerada en la actualidad como el método de ablación más seguro para tratamiento percutáneo. Las tasas de respuesta completa alcanzan más del 80% en pacientes con tumores < 3 cm, sólo el 50% en pacientes con tumores de 3-5 cm y 25% en tumores > 5 cm (Tx2). La ARF es asociada con una sobrevida de 76% a 5 años, porcentaje comparable a los rangos de sobrevida alcanzados con la resección quirúrgica5. Existe escasa información acerca de un método que permita predecir recurrencia en el tratamiento no quirúrgico del carcinoma hepatocelular, particularmente en el caso de la ARF. Material y métodos Se realizó un estudio retrospectivo de marzo de 2008 a septiembre de 2009, en el que se incluyeron pacientes con carcinoma hepatocelular en estadio BCLC-A, que fueron tratados con ARF. Pacientes Veinte pacientes (14 mujeres y 6 hombres) con edad entre 34-83 años, con diagnóstico de carcinoma hepatocelular, en estadio BCLC-A con presencia de un nódulo único fueron seleccionados. De estos pacientes, 12 con enfermedad hepática crónica con Child-Pugh A y 8 con Child-Pugh B. Los criterios de inclusión fueron los siguientes: pacientes que les fue realizada ARF por medio de tomografía computada (TC), que contaran con una fase de TC pre y postratamiento, realizada en el mismo día. Los criterios de exclusión fueron los siguientes: pacientes con ARF realizada por ultrasonido o que no contaran con tomografía simple previa al procedimiento, o que la TC post-ablación hubiese sido realizada en otro momento y no el mismo día del procedimiento. Procedimiento de ARF El procedimiento fue realizado en sala de tomografía, con un abordaje combinado con guía sonográfica y tomográfica, realizando el protocolo habitual, con previa información y consentimiento aprobado por el paciente y apoyo por un anestesiólogo para sedación consciente, que estuvo presente durante todo el procedimiento, con monitoreo continuo de signos vitales en todas las fases del procedimiento. Se utilizó anestesia local con lidocaína al 2% y se introdujo aguja para radiofrecuencia 18G de monoelectrodo, con enfriamiento interno con radio de 30 mm para nódulos ≤ 30 mm y de 50 mm para mayores. Análisis de la imagen A todos los pacientes se les realizó una tomografía en fase simple del abdomen superior previo al procedimiento, como parte del plan de abordaje, y una posterior como control. En ambas, la medición de las unidades Hounsfield (UH) se obtuvo con una región de interés (ROI) localizada en el centro de la lesión, abarcando la mayor parte de la lesión; fue realizada por 2 radiólogos intervencionistas y registrados en una base de datos, así como la diferencia entre ambas denominada como delta (∆). Otras características que fueron valoradas: la distancia del margen del nódulo a alguna estructura vascular adyacente, la distancia entre el eje de la aguja y los bordes del nódulo, el diámetro máximo del nódulo. En el seguimiento a los 6 meses, la recurrencia local fue evaluada basándose en los criterios de imagen para respuesta tumoral (mRECIST). La recurrencia local fue definida como una lesión activa en una región previamente tratada. Una lesión activa debía tener reforzamiento arterial y lavado temprano. Para la comparación de los cambios de atenuación entre pacientes con recurrencia local y aquellos que mantenían respuesta completa, se utilizó la prueba estadística t de Student. Resultados En el periodo revisado se incluyeron 20 pacientes que cumplían los criterios para ser evaluados, y en el análisis de imagen se encontraron varios datos de interés. El tamaño de los nódulos variaba entre 17 y 40 mm, con una media de 27 mm para los pacientes sin recurrencia, y de 26 mm para los que mostraron recurrencia. El valor de delta que se definió como la diferencia entre la densidad pre y posterior al procedimiento, se encontró una media de 13.1 UH para los pacientes sin recurrencia y de 5.3 UH en aquellos que recurrieron (fig. 1), con valores máximos y mínimos de delta de 30.9 y 3.3, respectivamente. Otros resultados arrojados en este estudio, fueron si se encontraban los nódulos cercanos a una estructura vascular y la distancia al borde hepático. De estos valores, en 6 pacientes, el nódulo se encontró cercano a una estructura vascular y guardó relación con aquellos que mostraron recurrencia con valor estadísticamente significativo (p=0.008). En tanto, que la distancia al borde hepático, en 9 pacientes el nódulo se encontró cercano a la cápsula, con distancias entre 9 y 39.5 mm, sin embargo no representa un resultado estadísticamente significativo (p=0.7) (tabla 1). Discusión La ARF ha sido establecida como un método efectivo de control en el estadio temprano del carcinoma hepatocelular, principalmente en lesiones ≤ 3 cm, demostrándose que la tasa de sobrevida total es similar a la resección quirúrgica6. A pesar de las ventajas de la ARF, la progresión local del tumor la cual es definida como recurrencia en el margen o dentro de la zona de ablación tratada, ocurre en el 2.4% al 12% de los casos6. En esos casos una investigación de factores que afectan la progresión local del tumor sería de mucha utilidad, tal como la diferencia en densidad previa y posterior al tratamiento ablativo. Nuestros resultados mostraron que existe una relación significativa entre la mayor diferencia en UH y la ausencia de recurrencia entre los pacientes tratados, pudiendo servir de pronóstico para la enfermedad. Un ejemplo se muestra en la figura 2. Existe muy escasa información con respecto a este apartado, sin embargo se encuentran algunos estudios que coinciden de alguna forma. Cambios en la atenuación posterior a la ablación. Relación con la recurrencia local en el carcinoma hepatocelular 321 30.00 Delta 20.00 A B 10 * 10.00 0.00 0 Rec 1 C Figura 1 Se muestran medias y cuartiles para el cambio de atenuación entre los grupos sin recurrencia local (0) y aquellos con recurrencia local (1) (p=0.02). Park analiza en su estudio retrospectivo las diferencias en reforzamiento arterial posterior a la ARF, demostrando que un alto grado de reforzamiento es un factor de riesgo significativo para progresión local del tumor. Este estudio toma en cuenta el comportamiento del carcinoma hepatocelular a la administración de contraste intravenoso, basado en la correlación significativa entre el reforzamiento y el grado histológico, que se ha demostrado por los diferentes niveles de vascularización en el carcinoma hepatocelular, es decir que estos bien diferenciados tienen una vascularidad intranodular normal, en contraste con los poco diferenciados que muestran una disminución en el aporte vascular normal y al mismo tiempo un aumento en arterias impares o en la neogénesis. Otro aspecto diferente en el estudio fue el diámetro del nódulo en los criterios de inclusión, excluyendo los carcinomas hepatocelulares menores de 2 cm6. En nuestro estudio, se incluyeron algunos nódulos menores de 2 cm (n=4), que estrictamente corresponderían al estadio 0 de la BCLC. Filippone en el estudio donde analiza los diferentes hallazgos en el seguimiento de pacientes con carcinoma D E Figura 2 Cambios en la atenuación posterior a la Ablación. A) y B) Secuencias contrastadas de resonancia magnética con lesión nodular en segmento 4 con características de Carcinoma hepatocelular (Reforzamiento arterial y lavado temprano). C) Aguja del procedimiento de Ablación por radiofrecuencia. D) Densidad medida previo al procedimiento (43 UH) y E) Densidad posterior a la ablación (13.3 UH). hepatocelular tratados con ARF, incluye las características morfológicas de la lesión, lesiones tratadas con y sin éxito, así como el comportamiento a las 48 horas y al mes de seguimiento. Dentro de las variables que analiza, incluye también la atenuación de la lesión en TC sin material de contraste intravenoso, realizada inmediatamente posterior al tratamiento ablativo y al mes de seguimiento, sin encontrar diferencias significativas en la atenuación de lesiones tratadas exitosamente de las que no7. Tabla 1 Características del nódulo n Mínimo Máximo Media p Diámetro 20 17.6 40.0 27.1 0.6 UH pre 20 20.5 84.0 43 UH post 20 13.2 65.2 32.6 Delta (d) 20 3.3 30.9 10.4 Dist. borde 20 9 39.5 Estructura vascular* 6 0.016 0.7 0.008 UH: unidades Hounsfield; Dist. borde: distancia al borde hepático en milímetros. *Estructura vascular: presencia de estructura vascular a menos de 5 mm. 322I. E. Casanova-Sánchez et al En nuestro estudio, sí encontramos diferencias en la atenuación posterior a la ARF, mismas que arrojaron información significativa en el seguimiento a 6 meses, ya que se demostró que aquellas lesiones en que la diferencia de atenuación fue mayor, no existió recurrencia contrariamente de las que la diferencia fue mínima. Este hallazgo puede deberse a mayores zonas de necrosis en los pacientes con deltas mayores. Otro estudio relacionado es el de Kawamura, en el cual se analizan varios tipos de reforzamiento arterial en los nódulos de carcinoma hepatocelular y su relación con la recurrencia tumoral posterior al tratamiento ablativo. En este estudio también retrospectivo, se categorizan 4 tipos de reforzamiento, siendo uno el más homogéneo y 4 un reforzamiento heterogéneo con patrón irregular seudoanular, que a su vez guarda relación con la diferenciación celular. De tal forma que un patrón de reforzamiento tipo 4 en la TC, podría potencialmente ser utilizado para predecir recurrencia posterior al tratamiento8. Dentro de las limitantes de nuestro estudio se encuentra el número pequeño de pacientes, sin embargo la mayoría de ellos (n=16) se hallaron en diámetros en los cuales la recurrencia ha demostrado ser mayor al utilizar esta herramienta terapéutica. Los resultados prometen ser útiles para la predicción de recurrencia local. Otra limitante es el constituir un estudio retrospectivo, pero de ser correlacionados estos resultados en un estudio con mayor número de pacientes y con una extensión a un horizonte prospectivo, podría ofrecer un método útil y accesible en el control de esta enfermedad. De igual forma, la combinación de los factores encontrados en los estudios mencionados junto con los resultados de nuestro estudio, podría brindar información muy valiosa para la predicción de recurrencia de la enfermedad. Conclusión La diferencia en la atenuación posterior a la ablación del carcinoma hepatocelular puede ayudar a identificar a los pacientes con riesgo de recurrencia. Esta diferencia también puede ser contemplada como una herramienta adyuvante durante la terapia, para tomar decisiones sobre el éxito inicial del tratamiento ablativo. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. Shiina S. Radiofrequency Ablation for Hepatocellular Carcinoma: 10-Year Outcome and Prognostic Factors. Am J Gastroenterol 2012;107:569-577. 2. Colombo M, Raoul JL, Lencioni R, et al. Multidisciplinary strategies to improve treatment outcomes in hepatocellular carcinoma: a European perspective. Eur J Gastroenterol Hepatol 2013;25:639-651. 3. Genco C, Cabibbo G, Maida M, et al. Treatment of Hepatocellular carcinoma: present and future. Expert Rev Anticancer Ther 2013;13(4):469-479. 4. Tiong L, Maddern GJ. Systematic review and meta-analysis of survival and disease recurrence alter radiofrequency ablation for hepatocellular carcinoma. British Journal of Surgery 2011;98:1210-1224. 5. Seinstra BA, van Delden OM, van Erpecum KJ, et al. Minimally invasive image-guided therapy for inoperable hepatocellular carcinoma: What is the evidence today? Insights Imaging 2010;1:167-181. 6. Park Y. Arterial Enhancement of Hepatocellular Carcinoma Before Radiofrequency Ablation as a Predictor of Postablation Local Tumor Progression. American Journal of Roentgenology 2009;193:757-763. 7. Filippone A. Multidetector-Row Computed Tomography of Focal Liver Lesions Treated by Radiofrequency Ablation: Spectrum of Findings at Long-term Follow-up. J Comput Assist Tomogr 2007;31:42-52. 8. Kawamura Y. Heterogeneus Type 4 Enhancement of Hepatocellular Carcinoma on Dynamic CT Is Associated With Tumor Recurrence After Radiofrequency Ablation. American Journal of Roentgenology 2011;197:W665-W673. Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):323-328 www.elsevier.es Artículo original Utilidad de la biopsia renal guiada por tomografía en pacientes con neoplasia maligna conocida y masa renal asociada Eunice Alejandra Lara-Garcíaa,*, Carlos Rojas-Marína, Edgar Javier Rosero-Garcíab y Luis Rodríguez-Palomaresa Departamento de Radiodiagnóstico, Área de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México b Residencia del Curso de Alta Especialidad de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México a PALABRAS CLAVE Biopsia renal; Cáncer renal; Masa renal; Metástasis renal; México. Resumen Introducción: El objeto de este estudio es determinar el valor diagnóstico y la seguridad de la biopsia renal guiada por tomografía computada (TC), en pacientes con neoplasia primaria conocida asociada a masa renal. Material y métodos: Se examinaron los expedientes clínicos y radiológicos de 19 pacientes entre marzo de 2011 y septiembre de 2012, a quienes se realizó biopsia renal al ingreso o durante su seguimiento en la Institución. Se evaluaron las características por imagen de la lesión antes del procedimiento, los resultados de la biopsia y la presencia de morbilidad posprocedimiento. Resultados: Se encontraron lesiones metastásicas en 7 pacientes, neoplasia primaria renal en 11 pacientes y un proceso inflamatorio. De los pacientes reportados como segundo primario renal, el 54% fue carcinoma renal de células claras, 18% carcinoma renal de células cromófobas, 9% neoplasia renal oncocítica y 9% carcinoma renal de células transicionales, de los pacientes que fueron diagnosticados con lesión metastásica, el 28% correspondió a tumores primarios de pulmón, el 28% secundarios a linfoma y los tumores de cabeza y cuello al 14%. No se reportaron complicaciones mayores durante ni después del procedimiento. Conclusión: La biopsia renal es un medio preciso y seguro con bajo índice de complicaciones, que permite diferenciar claramente una metástasis de un segundo primario renal, a fin de ofrecer el tratamiento más adecuado. * Autor para correspondencia: Av. San Fernando N° 22, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14080, México D.F., México. Teléfono: (55) 5628 0400, (55) 5655 4766. Celular: 55 9193 7471. Correo electrónico: [email protected] (Eunice Alejandra Lara-García). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 324 Keywords Renal biopsy; Renal cancer; Renal mass; Renal metastases; Mexico. E. A. Lara-García et al Utility of tomography-guided renal biopsy in patients with known malignant neoplasia and associated renal mass Abstract Introduction: The aim of this study is to determine the diagnostic value and safety of CT-guided renal biopsy in patients with known primary malignancy associated with renal mass. Material and methods: We examined the clinical and radiological records of 19 patients between March 2011 and September 2012 who underwent renal biopsy at admission or during follow-up in the institution. We evaluated the imaging characteristics of the lesion before the procedure, the results of the biopsy and the presence of post-procedural morbidity. Results: Metastatic lesions were found in 7 patients; renal primary neoplasm in 11 patients and in one the diagnosis was not obtained. Of the patients reported as second primary renal, 54% were clear cell renal carcinoma, 18% chromophobe renal cell carcinoma, 9% oncocytic renal neoplasm and 9% transitional cell carcinoma, patients who were diagnosed with metastatic lesion, 28% were primary lung tumors, 28% secondary to lymphoma and head and neck tumors in 14%. No major complications were reported during or after the procedure. Conclusion: Renal biopsy is an accurate and safety techique with a low complication rate, which clearly differentiates a second primary metastatic renal to provide the most appropriate treatment. Introducción El uso de la biopsia guiada por imagen en el diagnóstico de las masas renales se ha visto incrementado en los últimos años, pero aún no ha conseguido una aceptación generalizada. Sin embargo, debido al importante avance en los métodos diagnósticos radiológicos y al incremento en la utilización de pruebas de imagen como la tomografía computada y la resonancia magnética, el número de tumores renales asintomáticos, menores de 3 cm, ha aumentado considerablemente en los últimos años; asimismo la ampliación de las opciones de manejo para masas renales pequeñas, como las técnicas de ablación térmica o la observación, han contribuido al aumento del interés por este procedimiento1. Los radiólogos basándose en criterios bien establecidos, son capaces en la mayor parte de los casos de clasificar dichos tumores como benignos o malignos. Sin embargo algunos de ellos, aún no pueden ser definidos con suficiente certeza a pesar de utilizar las técnicas radiológicas más modernas. En estas circunstancias, la biopsia con guía por imagen es una alternativa válida, económica, fiable y segura que ha demostrado su eficiencia. En contraposición, los urólogos en general han considerado hasta hace poco tiempo, candidatas a cirugía, todas las lesiones sólidas renales. Sin embargo, recientes estudios que han revisado los resultados histopatológicos de piezas de nefrectomía parcial por tumores de pequeño tamaño han demostrado que la mayoría de las lesiones renales de este tipo, presentan bajo grado histológico o características de escasa agresividad y por tanto, podrían manejarse en determinados casos sin necesidad de cirugía1,2. Igualmente en la actualidad, existen nuevos tratamientos dirigidos específicamente hacia dianas moleculares implicadas en el desarrollo de determinados subtipos histológicos de cáncer renal. Por tanto, el conocimiento de estos subtipos es ahora imperativo a la hora de planear el tratamiento adecuado cuando el tumor se presenta incluso en estadio avanzado o diseminado. En un segundo enfoque del tema, aunque las metástasis hacia el riñón, según reportes de autopsia ocurren en un 7%20% de los pacientes con cáncer2, el diagnóstico de las mismas en pacientes con evidencia de neoplasia maligna diseminada no renal es poco frecuente. No obstante, este hecho se ha comportado de igual manera que el diagnóstico de las masas renales incidentales, tal y como lo mencionamos en el párrafo inicial; igualmente debido al amplio uso de estudios con imágenes seccionales, solicitados durante la estadificación del tumor o de rutina por vigilancia. Según la literatura revisada, los tumores que con mayor frecuencia dan metástasis a riñón son el linfoma y los carcinomas de pulmón, mama, estómago, páncreas y colon3,4. En contraste, a lo previamente mencionado, existen informes de estudios que revelan morbilidad asociada a la biopsia renal, secundaria a siembras en el trayecto de punción y una alta posibilidad de falsos negativos cercana al 15%5; razones por las cuales, la realización de biopsia percutánea de tumores renales sólidos, no se recomienda rutinariamente. Pero igualmente se hacen excepciones generalmente para pacientes, en quienes el diagnóstico preciso de una masa renal podría tener un significativo impacto en el manejo clínico. En nuestra Institución aún no contamos con guías que establezcan directrices para la realización del procedimiento en pacientes con historia de neoplasia maligna no renal conocida, por lo cual el presente estudio pretende dar a conocer la experiencia en el Servicio a fin de determinar la eficacia y seguridad de la toma de biopsia renal guiada por tomografía en este tipo de pacientes. Materiales y método Se realizó un estudio retrospectivo de carácter descriptivo que incluyó la revisión de los expedientes médicos de 19 pacientes consecutivos, que fueron diagnosticados con neoplasia primaria no renal y masa renal asociada, tanto al ingreso a la Institución como durante su seguimiento. Dichos Utilidad de la biopsia renal guiada por tomografía en pacientes con neoplasia maligna conocida y masa renal asociada 325 Tabla 1 Características de la población Edad Género Diagnóstico A B Tamaño Localización C Promedio 62.8 años Rango 49 – 89 años Hombres 68% (13) Mujeres 32% (6) Sincrónico 42% (8) Metacrónico 58% (11) Promedio 4.9 cm Rango 3.1 – 12 cm Riñón derecho 53% (10) Riñón izquierdo 42% (8) Ambos 5% (1) D E Figura 1 Paciente masculino de 71 años, con carcinoma renal de células claras. A) Imagen sin contraste. B) Imagen contrastada en fase arterial en la que se hace evidente una lesión nodular en el polo renal superior izquierdo, que refuerza intensamente. C) y D) Corte axial y reconstrucción sagital en la que se observa la punta y el trayecto de la aguja de biopsia. Se realizó un abordaje caudo-craneal a fin de evitar puncionar la pleura. E) Control posprocedimiento, en la que se observa material de embolización en sitio de punción, sin evidencia de complicaciones. pacientes fueron seleccionados a partir una base de datos elaborada en la sección de Radiología Intervencionista, de la cual se tomaron todos los pacientes que se sometieron a biopsia renal por sospecha de segundo primario vs. metástasis de primario conocido en el Instituto Nacional de Cancerología de México D.F., entre marzo de 2011 y septiembre de 2012. Se excluyeron aquellos pacientes con lesión renal difusa o lesión focal no sólida. Todos los pacientes contaban con historia clínica y examen físico completos, así como expediente radiológico que incluía al menos tomografía computarizada o resonancia magnética toracoabdominal simple y contrastada, en las que se estudió el comportamiento de la masa renal tras la administración del medio de contraste. Todos los pacientes firmaron un formato de consentimiento informado antes de realizar el procedimiento; se les realizó biopsia renal percutánea previa infiltración del sitio de punción con lidocaína simple al 2% y bajo guía tomográfica en un equipo de energía dual de 256 canales (Somatom Definition Flash, SiemensMR, Alemania); se obtuvieron entre 4 y 6 cilindros de tejido en cada caso, dependiendo de la accesibilidad de la lesión y la colaboración del paciente utilizando una aguja de biopsia tipo Tru-cut® de 18G x 15 cm con sistema coaxial (AngiotechMR, EUA) (fig. 1). Los fragmentos de tejido se colocaron inmediatamente en formol y se remitieron al Servicio de Anatomía Patológica, para su análisis histológico e inmunohistoquímico. Al finalizar el procedimiento, se realizó control por imagen y los pacientes fueron observados durante un mínimo de 4 horas, tiempo durante el cual se controlaron periódicamente sus signos vitales y se vigiló el sitio de punción en busca de sangrado activo, dolor, edema o hematoma. Resultados La media de edad del grupo de estudio fue de 62.8 años, con rangos entre 43 y 89 años. El 68% de los pacientes pertenecieron al género masculino. El tamaño medio de la masa renal fue de 4.9 cm, cuyos rangos se encontraron entre 3.1 y 12 cm. En 42% de los pacientes, la presentación de la masa renal fue sincrónica con el diagnóstico y la estadificación de la neoplasia no renal. La masa renal a puncionar se encontró en el riñón derecho en el 53% de los casos, el riñón izquierdo en el 42% y en ambos riñones en el 5% (tabla 1). Los reportes de patología fueron metástasis en 7 pacientes, neoplasia primaria renal en 11 pacientes y un proceso inflamatorio. De los 11 pacientes en quienes se informó como segundo primario de riñón, el 54% se concluyó como diagnóstico carcinoma renal de células claras, 18% correspondieron a carcinoma renal de células cromófobas, 9% neoplasia renal oncocítica, 9% carcinoma renal de células transicionales y 9% angiomiolipoma. En cuanto a los pacientes que fueron diagnosticados como metástasis de primario conocido, la mayor proporción de metástasis en el riñón incluyó aquellos con tumores primarios de pulmón (28%), el linfoma aporta el 28% de los casos, los tumores de cabeza y cuello un 14%. Los tumores primarios de mama presentaron metástasis renales en un 14%, y los de colon en 14% de casos (tabla 2). 326 E. A. Lara-García et al Tabla 2. Diagnósticos histopatológicos Tabla 3. Características por imagen (tomografía computada o resonancia magnética) Segundo primario renal Lesión metastásica de primario conocido CRCC 54% (6) Pulmón 28% (2) CRCCr 18% (2) Linfoma 28% (2) NRO 9% (1) CyC 14% (1) CR* 91% MPC 28% CRCT 9% (1) Mama 14% (1) AML 9% (1) Colon 14% (1) CRCC: carcinoma renal de células claras; CRCCr: carcinoma renal de células cromófobas; NRO: neoplasia renal oncocítica; CRCT: carcinoma renal de células transicionales; AML: angiomiolipoma. La ausencia de realce de la masa renal tras la aplicación de medio de contraste en las exploraciones de TC o RM fue también asociada con metástasis, reportando la presencia de realce de la masa renal en la fase contrastada presente en sólo el 28% de los pacientes. En tanto que masas renales concordantes con tumores renales primarios, mostraron realce importante en más del 91% de ellos. Finalmente, del total de pacientes con segundo primario a nivel de riñón (cáncer renal), el 91% fueron tumores sólidos y el resto fueron tumores sólidos con componente quístico, mientras que el total de las lesiones metastásicas presentaron morfología sólida (tabla 3). No se reportaron complicaciones mayores posbiopsia, entre las que se consideraron: la formación de hematoma, la necesidad de transfusión de componentes sanguíneos, la presencia de fístula al tracto urinario o infección cutánea. Por otra parte, no se identificaron datos que sugieran siembra tumoral tanto en las muestras de patología quirúrgica, ni en estudios de imagen de seguimiento. Discusión En el presente, las avanzadas técnicas de procesamiento de imagen en manos de observadores experimentados tienen una alta precisión en el diagnóstico preoperatorio a fin de establecer la naturaleza de las masas renales; sin embargo, un número pequeño, aproximadamente 5%, de las masas renales permanecen indeterminadas6; por ende es fácil comprender que surjan mayores dudas al evaluar una masa renal en el contexto de un paciente con una neoplasia primaria conocida; es así como la biopsia percutánea de una masa renal se indica en pacientes con cáncer primario conocido extrarenal, con el fin de ayudar a diferenciar un carcinoma de células renales quirúrgicamente resecable de una metástasis. Un diagnóstico pretratamiento es necesario porque prácticamente la gran mayoría de las metástasis son manejadas médicamente, en contraposición al carcinoma de células renales que requiere tratamiento quirúrgico. Según reportes preliminares la biopsia percutánea guiada por tomografía se ha informado con valores de sensibilidad alrededor del 94% para la detección de tumores malignos7-9; en nuestro caso, en este grupo de pacientes, dichos valores se comportan de una manera bastante similar. Realce con contraste Presente Ausente Morfología Sólido Sólido quístico 9% 91% 9% 72% 100% 0% CR*: cáncer renal/segundo primario; MPC: metástasis de primario conocido. La importancia de un diagnóstico histológico preciso pretratamiento en estos pacientes se enfatiza aún más en pacientes con linfoma y cáncer de pulmón, 2 neoplasias que generalmente se diseminan al riñón; a pesar del potencial metastásico de estos tumores, algunas series han reportado que la biopsia renal ha demostrado que hasta el 50% de pacientes con estas neoplasias y masa renal9, esta última correspondía a carcinoma de células renales. Según nuestros resultados, dicho porcentaje se presenta en el 56% de los casos, un valor para nada despreciable. En este grupo, el seguimiento reveló que más de la tercera parte de ellos habían muerto dentro de los 6 meses posteriores a la toma de la biopsia, sin embargo se constató que se trató de pacientes en etapas avanzadas de su enfermedad primaria, con diseminación múltiple a quienes se había establecido un diagnóstico de una manera relativamente no invasiva y precisa, el cual permitió formular un plan de tratamiento adecuado, logrando una mejor calidad de vida en su etapa terminal. De igual forma, en cuanto al comportamiento por imagen de las masas renales, sus características radiológicas, no pueden ser utilizadas como única herramienta para definir un cáncer primario renal vs. una metástasis de otro primario conocido, teniendo en cuenta los resultados reportados, el 9% de las lesiones renales primarias no tienen un comportamiento clásico, de igual forma la tercera parte de las lesiones metastásicas. Por ende , resulta claro que ante tan altos porcentajes de error se debe considerar usar un medio más seguro a fin de establecer un diagnóstico de certeza. Sin embargo, según nuestros resultados, la morfología de la lesión en pacientes en quienes la masa renal presenta morfología sólido-quística, una metástasis de neoplasia primaria extra-renal, es poco probable. Por lo tanto, cuando se detecta una masa renal en un paciente con una neoplasia primaria extra-renal, la masa no debe presumirse que represente una metástasis. Como se comentó al principio del texto, la tendencia actual es el tratamiento con terapias de ablación de invasión mínima, que incluyen el uso de radiofrecuencia, crioablación, microondas y otras aún en estudio10-18; nuestro grupo de pacientes no es la excepción, encontrando casos seleccionados en quienes se indicarían dichas técnicas; pensamos que es prudente obtener un diagnóstico de tejido antes de la ablación, dado que el procedimiento no está exento de riesgos o posibles complicaciones, teniendo en cuenta que la decisión sobre qué tumores necesitan ser tratados, se Utilidad de la biopsia renal guiada por tomografía en pacientes con neoplasia maligna conocida y masa renal asociada 327 A B A B Figura 2 Paciente femenina de 63 años, presenta una masa dependiente del polo renal inferior izquierdo, lesión circunscrita A), que refuerza moderada y homogéneamente tras la aplicación de contraste; B) el reporte histopatológico confirmó carcinoma renal de células cromófobas. Figura 3 Femenino de 59 años, con historia de carcinoma ductal invasor de mama derecha; actualmente presenta lesiones múltiples irregulares poco definidas en ambos riñones A), las cuales no muestran realce tras la aplicación de medio de contraste; B) el reporte histopatológico fue compatible con metástasis de primario conocido. ve afectada por varios factores entre los que se incluyen la edad, presencia de comorbilidades, la esperanza de vida, el tamaño del tumor y el subtipo nuclear o grado de Fuhrman11-15, este último que sólo se determina con una muestra de tejido y predice de cierta manera la respuesta del tumor a la ablación (fig. 2). En cuanto al tema de seguridad, las complicaciones mayores informadas asociadas a la toma de biopsia renal percutánea incluyen la hemorragia masiva y la siembra tumoral en el trayecto de punción. La hemorragia después del procedimiento es común, reportando frecuencias de hasta el 91% de las biopsias renales13-17. En nuestro caso, solamente uno de 19 de pacientes, presentó un pequeño hematoma perirrenal el cual no fue clínicamente significativo. Igualmente, ninguno de los pacientes de nuestra población de estudio mostró compromiso hemodinámico durante o después del procedimiento. La siembra tumoral es un riesgo potencial con cualquier procedimiento percutáneo, describiéndose en la literatura médica porcentajes inferiores al 0.05%13,14, que inclusive puede ser menor al realizar el procedimiento con técnica coaxial, como lo es en nuestro caso. En los estudios de seguimiento que se realizaron al grupo en estudio no se observó ningún caso, en el que se sugiera siembra tumoral. Para finalizar, es importante aceptar que nuestro estudio tiene algunas limitaciones, en primer lugar, el tipo de estudio y el tiempo de observación retrospectiva, condicionan de forma importante su valor estadístico. En segundo lugar, la pobre definición de un estándar a comparar; dado que muchas de nuestras biopsias no tenían confirmación quirúrgica o un seguimiento clínico estandarizado. El seguimiento clínico o la necesidad de cirugía variaban dependiendo del resultado de la biopsia, los hallazgos en imagen, el escenario clínico con el que debutaba el paciente e incluso las preferencias particulares de cada médico tratante. Y en tercer lugar, la población, nuestro estudio incluyó un pequeño grupo de sujetos (19 pacientes) que fueron evaluados en un centro académico de III nivel con todas las condiciones necesarias y recursos tanto técnicos como profesionales, por lo cual la reproducibilidad de los resultados en una muestra con una población más grande en las manos de personal con menos experiencia puede ser diferente (fig. 3). Conclusiones En conclusión, este estudio demuestra la importancia de la biopsia percutánea con aguja de corte en el diagnóstico de masas renales en pacientes con un primario conocido y sospecha de segundo primario o metástasis, sobre todo cuando la imagen por sí sola no es suficiente para descartar o distinguir entre estas 2 posibilidades diagnósticas. Sugiriendo ser un medio seguro y preciso para la obtención de diagnóstico histopatológico, lo que permitiría al paciente ser estadificado o reestadificado y establecer el tratamiento adecuado en cada caso. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. Schmidbauer, J. Diagnostic Accuracy of Computed Tomography-Guided Percutaneous Biopsy Of Renal Masses. European Urology 2008; 53: 1003-1012. Lebret, T. Percutaneous Core Biopsy for Renal Masses: Indications, Accuracy And Results. 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Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):329-334 www.elsevier.es Artículo original Patrones de la primera progresión después de terapias locorregionales en pacientes con carcinoma hepatocelular Liliana Mercedes Correa-Herreraa, Sandra Huicochea-Castellanosb, Jorge VázquezLamadridc, Mario Vilatoba-Chapad y Adrián José González-Aguirree,* Residencia de cuarto año, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”, México D.F., México b División de Imagen Digital, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”, México D.F., México c Jefatura de Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”, México D.F., México d Jefatura de Departamento de Trasplantes, Dirección de Cirugía, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”, México D.F., México e División de Radiología Intervencionista, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”, México D.F., México a PALABRAS CLAVE Carcinoma hepatocelular; Tratamientos locorregionales; Progresión de la enfermedad; México. Resumen Objetivos: Evaluar el patrón de la primera progresión (PPP) después del tratamiento con terapias locorregionales (TLR) en pacientes con carcinoma hepatocelular (CHC), e identificar si la clasificación de Child-Pugh (CP), el estadio de Cáncer Hepático de la Clínica de Barcelona (BCLC) y el tipo de tratamiento influenciaron en el PPP. Material y métodos: Estudio restrospectivo de pacientes con CHC, que recibieron TLR como primer tratamiento del 02 de 2006 a 12 de 2012 con BCLC-0, A y B, y tuvieron progresión de la enfermedad (PE) durante su seguimiento. Los pacientes fueron divididos en 4 grupos según PPP: grupo 1 (G1), recurrencia local; grupo 2 (G2), mismo segmento; grupo 3 (G3), mismo lóbulo, diferente segmento; grupo 4 (G4), lóbulo contralateral. Se realizó ji cuadrada para hacer las comparaciones entre las frecuencias de progresión. Resultados: Ciento sesenta y cinco pacientes fueron tratados con TLR, 98 tuvieron PE durante el seguimiento, 14 fueron excluidos. Cuarenta y cuatro fueron mujeres, 62 con CP A y 22 con CP B. Tres pacientes fueron BCLC-0, 41 BCLC-A y 40 BCLC-B. El tratamiento inicial fue con ablación * Autor para correspondencia: Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Vasco de Quiroga N° 15, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14000, México D.F., México. Teléfono: 5487 0900, ext. 2157. Celular: 55 3955 0999. Correo electrónico: [email protected] (Adrián José González-Aguirre). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 330L. M. Correa-Herrera et al por radiofrecuencia (ARF) para 28 pacientes, quimioembolización intraarterial (QEIA) para 37, embolización blanda 5, alcohol 4 y 10 pacientes recibieron tratamiento combinado. El tiempo promedio de progresión fue de 5.86 meses (3-61). Cincuenta y seis pacientes (66.7%) estaban en el G1, sólo 7 pacientes (8.3%) en G4. No hubo asociación significativa entre el tipo de TLR, BCLC, CP y PPP. Conclusión: EL PPP más frecuente fue recurrencia local, sin encontrar relación con la clasificación de CP, estadio BCLC o tipo de TLR. Keywords Hepatocellular carcinoma; Locoregional therapies; Disease progression; Mexico. Patterns of disease progression after locoregional therapies in hepatocellular carcinoma Abstract Objective: Evaluate the pattern of first progression (PFP) after locoregional therapies (LRT) in patients with hepatocellular carcinoma (HCC) and identify whether Child-Pugh classification (CP), Barcelona Classification (BCLC) and type of treatment (TT) influence pattern of first progression (PFP). Materials and methods: Restrospective study. Patients with HCC who underwent LRT as first treatment between 02/2006 to 12/2012. HCC BCLC 0, A and B with progression during follow up were included. Patients were divided in 4 groups according to the PFP: group 1 (G1), local recurrence; group 2 (G2), same segment; group 3 (G3), same lobe, different segment; group 4 (G4), contralateral lobe. x2 test was performed to make comparisons between frequencies of progression. Results: A total of 165 patients were treated with LRT, 98 had disease progression during follow up, and 14 were excluded. Eighty-four patients were included in the final analysis. Forty-four were female, 62 were CP A and 22 were CP B. Three patients were BCLC 0, 41 were BCLC-A and 40 were BCLC-B. Initial treatment was RFA for 28 patients, TACE for 37, embolization of 5, alcohol 4, and 10 patients received combined treatment. Mean time to progression was 5.86 months (range 3-61). Overall, 56 patients (66.7%) of 84 had local progression, and only 7 patients (8.3%) had progression in the contralateral lobe. Conclusion: In our population, once patients are treated the most common PFP is local recurrence. There was no significant relationship between PFP and CP, BCLC and type of LRT. Introducción El carcinoma hepatocelular (CHC) es el 5° cáncer más común en hombres, el 7° más común en mujeres, y la 3° causa de muerte relacionada con cáncer en el mundo1. La resección hepática es considerada el tratamiento de primera línea más apropiado para pacientes con CHC solitario, que no son cirróticos o que son cirróticos sin hipertensión portal2-4, con tasas de sobrevida a 5 años de 55%-71%5,6. Cerca del 70% de los pacientes tienen recurrencia dentro de los primeros 5 años7,8, la mayoría de estos pacientes desarrollan recurrencias hepáticas9. Cuando el trasplante hepático o la resección quirúrgica no son factibles, se puede optar por terapias de ablación percutánea, como la inyección de etanol y la ablación por radiofrecuencia (ARF). La ARF es la forma preferida de ablación percutánea, debido a su mayor eficacia en términos de curación local en comparación con la inyección con etanol10-13. Los tratamientos curativos son posibles sólo en un porcentaje pequeño de pacientes, debido a factores limitantes como el daño hepático, el tamaño, número y distribución de los tumores. En pacientes con CHC en los que no es posible realizar trasplante hepático, resección quirúrgica o ARF, la quimioembolización intraarterial (QEIA) es una terapia esencial para mejorar el pronóstico14,15. El hepatocarcinoma es una enfermedad que por naturaleza recurre después del primer tratamiento, y sigue siendo el principal problema después de la resección hepática, ablación percutánea o QEIA3,14,16. Se supone que la resección hepática tiene ventaja sobre la ARF en que es una intervención efectiva porque remueve de manera sistemática el segmento hepático que contiene el tumor, y generalmente se observan en el espécimen resecado nódulos satélites no detectados por exámenes radiológicos realizados previos a la cirugía17-19. Sin embargo, las lesiones microscópicas no necesariamente están confinadas en el segmento resecado, lo que explica la tasa de recurrencia de hasta el 70% después de 5 años de resección quirúrgica7,8. El objetivo primario de este estudio es evaluar el tipo de primera progresión (recurrencia local, mismo segmento, mismo lóbulo otro segmento, lóbulo contralateral) después de terapias locorregionales (TLR) (ARF, inyección de etanol, QEIA) en pacientes con CHC. El objetivo secundario de este estudio es identificar si la clasificación de Child-Pugh (CP), el estadio de Cáncer Hepático de la Clínica de Barcelona Patrones de la primera progresión después de terapias locorregionales en pacientes con carcinoma hepatocelular Patrón de progresión ESTUDIO DE IMAGEN Diagnóstico Progresión I II Tabla 1 Características de los 84 pacientes evaluados Edad – años promedio 60.98 (19-85) Hombres – N° (%) 40 (47.6) Tiempo para progresión – meses Progresión 5.86 (1-61) Child-Pugh A – N° (%) 62 (73.8) Child-Pugh B – N° (%) 22 (26.19) BCLC 0 – N° (%) III 331 BCLC A – N° (%) BCLC B - N° (%) 3 (3.57) 41 (48.8) 40 (47.61) IV Figura 1 Estudio de imagen. Análisis estadístico (BCLC) y el tipo de tratamiento tienen influencia en el tipo de primera progresión. Todos los datos se presentaron como promedios con una desviación estándar, mediana o frecuencias. Se utilizó t de Student para variables continuas y ji cuadrada para variables no paramétricas. Todos los análisis estadísticos fueron realizados usando el software SPSS versión 17.0 (SPSS, Chicago, IL, USA). Un valor de p menor a 0.05 fue considerado estadísticamente significativo. Material y métodos De forma retrospectiva se revisaron los expedientes de los pacientes con CHC tratados entre febrero del 2006 a diciembre de 2012. El CHC fue diagnosticado histológicamente o mediante los criterios no invasivos de la American Association for the Study for Liver Diseases (AASLD). De forma estandarizada los pacientes con clasificación Child-Turcotte-Pugh C son excluidos de los TLR. En este análisis se incluyeron los pacientes con estadio BCLC-0, A y B que fueron sometidos a TLR como primer tratamiento. Los pacientes con resección quirúrgica y trasplante hepático no fueron incluidos en el estudio. Después del primer TLR, los pacientes fueron evaluados a los 3 meses con resonancia magnética (RM) con medio de contraste, siempre y cuando el primer tratamiento haya sido definido por el radiólogo intervencionista como exitoso. Se definió la progresión de la enfermedad según los criterios del mRECIST20. Los pacientes fueron divididos en 4 grupos de acuerdo al patrón de la primera progresión. Grupo 1 (G1), recurrencia local; grupo 2 (G2), mismo segmento; grupo 3 (G3), mismo lóbulo, diferente segmento; grupo 4 (G4), lóbulo contralateral (fig. 1). Todas las imágenes fueron evaluadas en consenso por 2 radiólogos (A.G.A y L.C.), ciegos a los detalles clínicos, de laboratorio y a la evolución de los pacientes, el patrón de progresión fue clasificado de acuerdo a los 4 grupos diseñados. El tiempo de recurrencia fue medido de la fecha del primer TLR, al tiempo de progresión del CHC. Resultados Un total de 165 pacientes fueron tratados con TRL de febrero 2006 a diciembre 2012. De estos pacientes, 98 presentaron progresión de la enfermedad durante el seguimiento, 14 fueron excluidos. Ochenta y cuatro pacientes fueron incluidos en el análisis final (fig. 2). Las características de los pacientes en este estudio se muestran en la tabla 1. En 28 pacientes el tratamiento inicial fue ARF, 37 recibieron QEIA, 5 recibieron embolización blanda, 4 pacientes fueron tratados con inyección de alcohol, y 10 pacientes tenían tratamiento combinado, el patrón de progresión se muestra en la tabla 2. El tiempo promedio para progresión fue 5.85 meses (3-61 meses). Discusión Las TLR para el tratamiento del CHC han mostrado beneficio en la sobrevida21,22, sin embargo la recurrencia es común, la cual tiene un impacto negativo en el pronóstico de estos pacientes23. En el presente estudio la tasa de recurrencia fue de 58%, en estudios anteriores la tasa de recurrencia reportada postratamiento locorregionales ha sido reportada de hasta 84%7,23-25. Diferentes estudios han mostrado que la localización de la recurrencia está frecuentemente relacionada al 332L. M. Correa-Herrera et al 165 pacientes - Tratamiento previo fuera del instituto: 3 Progresión de la enfermedad - Tratamiento previo en fecha en el primer seguimiento : 98 desconocida: 1 - Tratamiento con resección quirúrgica/hepatectomía previa: 4 - Carcinoma urotelial concomiAnálisis final: 84 pacientes (44 mujeres, 40 hombres) Excluidos: 14 tante: 1 - ARF en cirugía previa: 2 - Embolización blanda por sangrado como primer Child-Pugh A: 62 BCLC 0: 3 tratamiento: 1 - Progresión hepática y metástasis pulmonares: 1 Child-Pugh B: 22 BCLC A: 41 - Recibió trasplante posterior al primer tratamiento: 1 BCLC C: 40 Figura 2 Resultado. tumor1,7,23,24, en el presente estudio el 66.7% se presentó como recurrencia local y sólo el 8.3% de los pacientes tuvieron progresión en el lóbulo contralateral. La recurrencia del CHC se ha explicado por diferentes mecanismos: crecimiento de tumores residuales y carcinogénesis de novo26. Se han asociado diferentes variables al tipo de recurrencia, la multinodularidad y el valor de la α-fetoproteína como factores predictivos de recurrencia temprana que puede ser principalmente por tumores residuales no detectados, siendo la recurrencia local la más frecuente y los factores asociados a carcinogénesis de novo, como la cirrosis, y la pobre reserva hepática, como predictores de progresión tardía7. En el estudio de Tateishi, los factores de riesgo (FR) fueron similares entre el tipo de recurrencia, a excepción de que la edad mayor fue un FR sólo para recurrencia extrasubsegmentaria después del tratamiento con ARF1. Sin embargo, el patrón de recurrencia no ha demostrado tener un impacto en la sobrevida1,7. La mayor tasa de recurrencia local se puede deber a que la necrosis tumoral es incompleta y a las limitaciones de los métodos de imagen para detectar tumores residuales pequeños. El conocer los patrones de recurrencia ayudaría en la detección y manejo posterior al TLR. Las limitaciones de este estudio, incluyen su naturaleza retrospectiva y un número pequeño de pacientes en algunos grupos de tratamiento. La mayoría de los pacientes después de terapias locorregionales presentó la primera recurrencia de forma local, lo que podría estar en relación a la presencia de tumores residuales y no a carcinogénesis de novo. Sin embargo, no se encontró relación del patrón de progresión con la clasificación de CP o el estadio de BCLC, ni con el tipo de tratamiento. La presencia de progresión en lóbulo contralateral fue baja (8.4%), lo que podría sugerir que una vez que los pacientes con CHC son tratados la probabilidad de presentar enfermedad bilobar es baja. Patrones de la primera progresión después de terapias locorregionales en pacientes con carcinoma hepatocelular 333 Tabla 2 Patrón de progresión Patrón de progresión 0 BCLC 1 2 3 4 Total 1 (33.3%) 1 (33.3%) 0 (0%) 1 (33.3%) 3 A 28(68.3%) 5(12.2%) 5(12.2%) 3 (7.3%) 41 B 27 (67.5%) 4 (10%) 6 (15%) 3(7.5%) 40 C 0 0 0 0 Total 0 84 p 0.587 Child-Pugh A 40 (64.5%) 8 (12.9%) 8 (12.9%) 6 (9.7%) 62 B 16 (72.7%) 2 (9.1%) 3 (13.6%) 1 (4.5%) 22 C 0 0 0 0 0 84 Total p 0.830 ARF 19 (67.9%) 2 (7.1%) 4 (14.3%) 3 (10.7%) 28 QEIA 26 (70.3%) 4 (10.8%) 5 (13.5%) 2 (5.4%) 37 Tratamiento OH 3 (75%) 0 (0%) 1 (25%) 0 (0%) 4 Combinado 7 (70%) 2 (20%) 0 (0%) 1 (10%) 10 EMB 1 (20%) 2 (40%) 1 (20%) 1 (20%) Total 5 84 p 0.581 Conclusión En este grupo de pacientes tratados con TLR, la gran mayoría de los casos de progresión fue recurrencia local. La progresión en otro segmento o lóbulo fue rara. Este hallazgo debe motivar la búsqueda intencionada de evidencia de progresión, en los sitios con TLR previos. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. Jemal A, Bray F, Cebter MM, et al. Global cancer statistics. CA Cancer J Clin 2011;61(2):69-90. 2. El-Serag HB. Hepatocelular carcinoma. N Eng J Med 2011;365(12):1118-1127. 3. Consultado en septiembre de 2013. http://dx.doi. org/10.1016/j.suron.2013.02.009 4. Bruix J, Sherman M. Management of hepatocellular carcinoma. Hepatology 2005;42:1208-1236. 5. Fan ST, Lo CM, Poon RT, et al. Continuous improvement of survival outcomes od resection of hepatocellular carcinoma: a 20 year experience. Ann Surg 2011;253(4):745-758. 6. Shimada M, Takenaka K, Gion T, et al. Prognosis of recurrent hepatocellular carcinoma: a 10 year surgical ecperience in Japan. Gastroenterology 1996;111(3):720-726. 7. El-Serag HB. Hepatocelular carcinoma. N Eng J Med 2011;365(12):1118-1127. 8. Corner A, Llovet JM, Bruix J. 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Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):335-344 www.elsevier.es Artículo de revisión Carcinoma hepatocelular: diagnóstico y tratamiento Adrián José González-Aguirrea,*, Iván Eliud Casanova-Sáncheza, Mario Vilatobá-Chapab, Alan Contreras-Saldivarc, Graciela Castro-Narrod, Ignacio García-Juárezd y Fidel David Huitzil-Meléndeze División de Radiología Intervencionista, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México b Jefatura del Departamento de Trasplantes, Dirección de Cirugía, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México c Departamento de Trasplantes, Dirección de Cirugía, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México d División de Hepatología, Departamento de Gastroenterología, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México e División de Tumores Gastrointestinales, Departamento de Hematología y Oncología, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México Grupo de Estudio para el Carcinoma Hepatocelular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México a PALABRAS CLAVE Carcinoma hepatocelular; Ablación percutánea; Quimioembolización; Hepatectomía; México. Resumen El carcinoma hepatocelular (CHC) es un problema de salud en todo el mundo. Representa la 3° causa de muerte por cáncer y el 6° cáncer más frecuente. La presencia de cirrosis hepática en la mayoría de los pacientes con CHC, hace del tratamiento de esta enfermedad un verdadero reto. Por esto la formación de grupos multidisciplinarios es esencial para la obtención de buenos resultados. En los últimos años se han publicado diversas guías para el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad. Esta revisión describe los aspectos más importantes en el diagnóstico y tratamiento del carcinoma hepatocelular. * Autor para correspondencia: Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Vasco de Quiroga N° 15, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14000, México D.F., México. Teléfono: 5487 0900, ext. 2157. Celular: 55 3955 0999. Correo electrónico: [email protected] (Adrián José González-Aguirre). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 336 Keywords Hepatocellular carcinoma; Percutaneous ablation; Chemoebolization; Hepatectomy; Mexico. A. J. González-Aguirre et al Hepatocellular carcinoma: diagnosis and treatment Abstract Hepatocellular carcinoma represents a health problem around the world. It is the third leading cause of death related to cancer and it’s the sixth most frequent cancer. The coexistence of liver disease, most commonly cirrhosis, in patients with hepatocellular carcinoma makes treatment of this disease a real challenge. That is why multidisciplinary groups should be made in order to get appropriate outcomes for these patients. Recently multiple guidelines for diagnosis and treatment of hepatocellular carcinoma have been published. This review describes the most important aspects of diagnosis and treatment for hepatocellular carcinoma. Introducción El carcinoma hepatocelular (CHC) es un problema de salud pública por su frecuencia y mortalidad, por lo que ha surgido la necesidad de contar con métodos eficaces para la detección temprana, diagnóstico, estadiaje y tratamiento, así como para la adecuada evaluación de la respuesta a las medidas terapéuticas. En los últimos años han sido publicadas diferentes guías por diversas organizaciones para estandarizar el tamizaje, diagnóstico y tratamiento del CHC. Esta revisión describe los principales aspectos del CHC y los diferentes métodos y técnicas de imagen utilizados, y las opciones terapéuticas para el manejo integral de este tumor. Epidemiología El CHC representa el tumor maligno más frecuente del hígado, siendo el 5° cáncer más frecuente en hombres y el 7° en mujeres a nivel mundial, es la 3° causa de muerte por cáncer en el mundo1,2. En la mayoría de los casos se presenta como complicación de una enfermedad hepática crónica (70%-90%)3. La cirrosis es un importante factor de riesgo para el CHC, entre las diferentes causas se encuentran la hepatitis viral crónica, el alcohol, el hígado graso no alcohólico, y las enfermedades metabólicas hereditarias4. En México, las principales causas de cirrosis son el alcohol y el virus de hepatitis C5. El riesgo de desarrollar CHC es mayor en los pacientes con hepatitis viral, a nivel mundial el virus de hepatitis B es el principal factor de riesgo, representa al menos el 50% de los casos de CHC2. Diagnóstico Detección temprana y tamizaje A fin de diagnosticar el tumor en estadios tempranos, la población en riesgo debe ser sometida a un programa de vigilancia, se ha aceptado que la vigilancia es costo-efectiva cuando el riesgo CHC es mayor al 1.5% al año6. La detección precoz del CHC busca reducir la mortalidad asociada a la enfermedad. Existe un estudio aleatorizado que comparó ultrasonido (US) y α-fetoproteína (AFP) cada 6 meses contra no tamizaje, a pesar de la pobre adherencia al programa de tamizaje (menor al 60%), se redujo la mortalidad en 37% en los pacientes que se sometieron al tamizaje7. Para el tamizaje los estudios que se han propuesto por las diversas guías son la AFP y el US6,8-12. El método preferido para tamizaje es el US ya que es un estudio no invasivo, bien tolerado, ampliamente disponible, y con un costo relativamente moderado, con una eficacia diagnóstica aceptable (sensibilidad de 58%-94% y especificidad mayor al 90%)13,14. La AFP muestra un menor rendimiento diagnóstico y muchas veces puede representar sólo una exacerbación de la enfermedad hepática. Cuando se combina el US y la AFP se detecta de forma adicional 6% a 8% casos no identificados previamente por US, sin embargo incrementan los resultados falsos positivos aumentando el costo en 80% por cada CHC detectado12. En base al tiempo promedio de duplicación en el volumen del CHC y a que la sensibilidad es mejor en programa de vigilancia cada 6 meses comparado al de 12 meses, el intervalo de 6 meses representa una opción razonable12,14. Las guías clínicas de la American Association for the Study of Liver Disease (AASLD) recomiendan incluir en los programas de vigilancia con US cada 6 meses, a todos aquellos pacientes con cirrosis que tengan posibilidades de ser tratados, si es que se les diagnostica CHC y aquellos pacientes con infección por virus de hepatitis B sin cirrosis que su incidencia anual de CHC sea mayor al 0.2%6. Otros marcadores tumorales como la des-γ carboxiprotrombina o fracciones de AFP no han mostrado un desempeño mejor3. Los nódulos encontrados por US de tamizaje menores a 1 cm debe ser seguidos por US cada 3 a 6 meses, si no hay crecimiento en 2 años se puede regresar a la vigilancia habitual, ya que la mayoría de ellos rara vez representa CHC y aquellos nódulos mayores a 1 cm deben de investigarse con tomografía multidetector cuatrifásica o RM dinámica contrastada6. Diagnóstico Los criterios para el diagnóstico de CHC han evolucionado en los últimos años. Hasta el año 2000 el diagnóstico se basaba en la confirmación histopatológica. La biopsia conlleva algunas limitaciones como el riesgo de complicaciones, sangrado o la siembra tumoral en el trayecto, reportado en el 2.7%, y que la exactitud diagnóstica entre los nódulos displásicos de alto grado y el CHC temprano es complejo15. Carcinoma hepatocelular: diagnóstico y tratamiento A B 337 radiotrazadores como el 11 acetato, ha mejorado la sensibilidad y especificidad22. Diagnóstico patológico C D Figura 1 Carcinoma hepatocelular (CHC) diagnosticado por tomografía multifásica. A) Fase simple con imagen hipodensa en segmento VII. B) Realce del tumor durante la fase arterial, C) presencia de realce durante la fase portal y D) lavado durante la fase tardía. El estudio histopatológico se recomienda para todos los nódulos que no muestren las características por imagen típicas o que se presenten en pacientes con hígado no cirrótico. Si el resultado de la biopsia es negativo la lesión debe ser seguida cada 3-6 meses hasta que el nódulo desaparezca, crezca o muestre criterios diagnósticos para CHC. Si la lesión crece se debe repetir la biospia6. Una vez confirmado el diagnóstico de CHC se recomienda realizar tomografía de tórax, a fin de descartar enfermedad extrahepática y gammagrafía ósea si clínicamente se sospecha de metástasis óseas17. Diversos estudios han mostrado que el PET-CT con 18-FDG muestra una mayor sensibilidad en la detección de metástasis que en detección de tumores primarios, sin embargo su uso se encuentra limitado por la alta tasa de falsos positivos22. Tratamiento Para minimizar el uso de la biopsia, diversos grupos han adoptado criterios de imagen diagnósticos que predicen cáncer con una exactitud aceptable6,8-12,16-18. Diagnóstico no invasivo En 2001 un panel de expertos en CHC publicó las guías de la EASL y presentó por primera vez criterios diagnósticos no invasivos para CHC. Estos criterios se han ido modificando y a partir del 2010, sólo los hallazgos por tomografía computada (TC) y RM son válidos para realizar diagnóstico de CHC. Actualmente, sólo un estudio de imagen seccional es suficiente para el diagnóstico de CHC en lesiones mayores a 1 cm que muestren las características típicas de realce arterial y lavado en la fase venosa o tardía por imagen (fig. 1)6. Estos criterios de imagen son válidos únicamente en pacientes con cirrosis o infección crónica por VHB, ya que la probabilidad pre-prueba de CHC es alta 6. El valor de estos criterios no invasivos para CHC en pacientes con cirrosis ha sido confirmado prospectivamente19-21. En 2011, el American College of Radiology (ACR) publicó un sistema para el reporte de TC y RM hepáticas en pacientes con cirrosis u otros factores de riesgo para CHC, el LIRADS (Liver Imaging Reporting and Data System), en 2013 se publicó una actualización. Los objetivos de este sistema incluyen el reducir la variabilidad en la interpretación de la lesión, mejorar la comunicación con los clínicos, estandarizar el contenido del reporte y la estructura facilitando el monitoreo del resultado, así como asegurar la calidad. Los hallazgos por imagen se asignan a una de las 5 categorías que van de LR1 (definitivamente benigno) a LR5 (definitivamente CHC), con recomendaciones en el manejo según la categoría16. La tomografía por emisión de positrones (PET-CT) con 18F fluorodeoxiglucosa (FDG) es limitada, debido a diferentes grados de acumulación de FDG en los CHC. Actualmente no se recomienda para el diagnóstico. El uso de nuevos El desarrollo de opciones terapéuticas para el manejo del CHC, es un gran reto que requiere del abordaje de un equipo multidisciplinario conformado por Oncología Médica, Hepatología, Cirugía de Hígado - Trasplantes y Radiología Intervencionista23. Los abordajes terapéuticos están convencionalmente clasificados como curativos y paliativos24. Dentro de estos tratamientos se incluyen cirugía radical (resección o trasplante); terapias locorregionales (TLR) que incluyen ablación por radiofrecuencia (ARF), inyección percutánea de alcohol (IPA), quimioembolización intraarterial (QEIA), tratamientos combinados y terapia sistémica (sorafenib)25. La estrategia de tratamiento para un paciente con CHC es elegida en base al estadio oncológico, estado funcional (PST) y enfermedades hepáticas subyacentes25. Estas variables son integradas dentro de la Clasificación de Cáncer Hepático de la Clínica de Barcelona (BCLC) (fig. 2), que han sido endosadas por múltiples asociaciones. Resección Hígado sano Los pacientes con hígado sano pueden ser candidatos a resección cuando presenten CHC sin enfermedad extrahepática. El estadiaje debe ser realizado con TC toracoabdominal y gammagrama óseo. En este escenario, el volumen hepático remanente (VHR) debe ser ≥ 30%. Es indispensable realizar volumetría hepática cuando se sospeche un VHR menor26. En los casos donde el VHR sea < 30% es recomendable realizar embolización portal (EP) para incrementar el VHR27. Es poco común que el CHC se presente en un hígado completamente sano (<5%), y es por lo tanto importante considerar la presencia de fibrosis, esteatosis o estatohepatitis al considerar una resección amplia. Por lo tanto, en los casos donde exista duda de la presencia de alguna alteración hepática (fibrosis, esteatosis o esteatohepatitis) es 338 A. J. González-Aguirre et al HCC Estadio 0 Estadio A-C Estadio D PST 0 Child-Pugh A PST 0-2 Child-Pugh A-B PST >2 Child-Pugh C Estadio muy temprano (0) Estadio temprano (A) Único < 2 cm, Carcinoma in situ Estadio Intermedio (B) Único o 3 nódulos ≤ 3 cm PST 0 Multinodular, PST 0 Estadio avanzado (C) Estadio terminal (D) Invasión portal N1,M1, PS 1-2 3 nódulos ≤ 3 cm Único Presión portal/Bilirrubina Enfermedades asociadas Incrementada Normal NO SI Resección Trasplante hepático ARF/IPA Tratamiento curativo (30 – 40%) Mediana de sobrevida >60 meses; sobrevida a 5 años 40 – 70% QEIA Sorafenib Medidas de Soporte Objetivo: 20% SV: 20 meses (45 – 14) Objetivo: 40% SV: 11 meses (6 – 14) Objetivo: 10% SV: < 3 meses Abordaje actualizado del sistema de estadiaje y tratamiento de la Clínica de Barcelona para el Cáncer de Hígado (BCLC).HCC, Carcinoma hepatocelular; PST, Estado funcional; SV, Sobrevida; ARF, Ablación por radiofrecuencia; IPA, Inyección percutánea de Alcohol; QEIA, Quimioembolización intraarterial. European Association for the Study of the Liver, European Organisation for Research and Treatment of Cancer. Figura 2 Abordaje actualizado del sistema de estadiaje y tratamiento de la Clínica Barcelona para el cáncer de hígado (BCLC). conveniente realizar biopsia del hígado remanente previo al procedimiento28. La EP se puede realizar tanto de forma quirúrgica o percutánea. Seis a 8 semanas después de la embolización, se debe realizar una nueva tomografía trifásica con nueva volumetría para calcular el nuevo VHR. De no conseguirse el mínimo deseado, no debe ser considerado un buen candidato a una resección hepática29-31. siempre y cuando exista una bilirrubina total ≤ 1 mg/dL y una depuración de VI adecuado34 (fig. 3). Desafortunadamente, en nuestro país por el momento no se cuenta con VI. El estándar actual para resecar tumores en un paciente cirrótico son: mortalidad < 3%, transfusiones < 10% y una sobrevida de por lo menos 50% a 5 años, de no ser así será conveniente referir al paciente a algún centro con experiencia en esta área35. Hígado cirrótico Trasplante hepático Son candidatos a resección quirúrgica los pacientes con función hepática en Child-Pugh A, sin HTP clínicamente significativa (< 10 mmHg) y VHR > 50%32. En el caso de una resección mayor al 50% es necesario realizar un estudio de función metabólica. El más utilizado de estos es la inyección intravenosa de verde de indiocianina (VI 0.5 mg/Kg), que se excreta exclusivamente por la bilis. En los pacientes con retención de VI < 10% a los 15 minutos, pueden ser sometidos a una hepatectomía amplia. Los pacientes con retención > 20% sólo pueden considerarse para una resección pequeña33. Algunos autores recomiendan la resección aún en la presencia de HTP, Se consideran candidatos a trasplante hepático los pacientes en Child-Pugh A con HTP (> 10 mmHg), Child-Pugh B o C, que se encuentren dentro de los criterios de Milán o UCSF36,37, sin que exista enfermedad extrahepática con estadiaje con TC toracoabdominal y gammagrama óseo. Los únicos criterios validados por radiología (preoperatorio) y por patología (postoperatorio) para considerar un paciente para trasplante hepático son los criterios de Milán y los criterios de UCSF (tabla 1). Para la asignación de órganos, los pacientes con CHC deben de recibir puntos extras en la clasificación de MELD. Carcinoma hepatocelular: diagnóstico y tratamiento Tabla 1 Criterios utilizados para la selección de pacientes con CHC candidatos a trasplante hepático Criterios de Milán Criterios de UCSF 1 Tumor < de 5 cm 3 Tumores, ninguno > a 3 cm 1 Tumor < 6.5 cm 2-3 Tumores, ninguno > 4.5 cm con diámetro total < 8 cm Estos pacientes pueden presentar MELD bajo que no les permite competir en la asignación de órganos contra pacientes, que presentan enfermedad hepática más avanzada. Los casos de CHC recibirán 22 puntos al ingreso a la lista de espera (cada 3 meses con un incremento del 10% en el riesgo de mortalidad), cuando el CHC mide más de 2 cm. En los pacientes con CHC y lesiones menores de 2 cm no se otorgan puntos extras. En los pacientes con CHC que estarán más de 6 meses en la lista de espera, la utilización de ARF o QEIA es una buena opción como tratamiento puente, si la función hepática lo permite (Child-Pugh A o B)38. En algunos casos la disminución del estadiaje está permitida siempre y cuando se cumpla con los criterios de disminución del estadiaje de la USFC39. En los pacientes donde se haya realizado resección hepática de primera intención y posteriormente se presenten recidiva del CHC, se podrá considerar para THO de salvamento40. El trasplante hepático de donador vivo puede ser una buena opción en el caso de CHC. Se deben de seguir exactamente las mismas guías que para donador cadavérico y el donador debe conocer claramente los riesgos y posibles complicaciones41. Si la resección quirúrgica o el trasplante no son posibles, los TLR son considerados la mejor opción de tratamiento para pacientes con CHC. Tratamientos locorregionales Estadio muy temprano (BCLC-0) Este estadio incluye pacientes con un CHC único < 2 cm de diámetro. Estos pacientes tienen enfermedad hepática bien compensada (Child-Pugh A), sin signos de HTP y niveles de bilirrubina normales (< 1 mg/dL). En estos pacientes la resección quirúrgica es la primera elección y cuando la selección de pacientes es bien realizada, la mortalidad perioperatoria es menor del 3% y una sobrevida a 5 años de aproximadamente 50%; sin embargo el pronóstico permanece afectado por tasas de recurrencia que alcanzan 50% a 3 años y 70% a 5 años42. Estadio temprano (BCLC-A) Los pacientes con Child-Pugh A, buen estado funcional (PST) y un solo CHC < 5 cm o hasta 3 CHC ≤ 3 cm. Actualmente, los métodos ablativos más ampliamente utilizados son la IPA y la ARF. La IPA consiste en la inyección de alcohol absoluto directamente dentro del CHC a través de una aguja. Este 339 método fue el primer tratamiento estándar de ablación antes de la aparición de la ARF42. La capacidad curativa de la IPA en tumores mayores de 2 cm es limitada y requiere múltiples inyecciones y múltiples sesiones43. La IPA alcanza necrosis completa del tumor en 70% de los nódulos < 3 cm y en aproximadamente 100% en nódulos < 2 cm. La ARF es considerada en la actualidad como el método de ablación más seguro, y que brinda mejores resultados en los pacientes BCLC-A42,44. Las tasas de respuesta completa alcanzan el 80% en pacientes con tumores < 3 cm, 50% en pacientes con tumores de 3-5 cm y 25% en tumores > 5 cm. La ARF es asociada con una sobrevida de 76% a 5 años42. La información disponible es suficiente para concluir que la ARF mejora significativamente la sobrevida y reduce la recurrencia local comparada con la IPA. La inyección percutánea de alcohol debe ser reservada sólo cuando la ARF no está disponible o no es técnicamente posible43. Estadio intermedio (BCLC-B) Este grupo incluye hepatocarcinomas grandes (> 5 cm) o multinodulares sin invasión macrovascular, en pacientes con buen estado funcional y hepatopatía en etapas A y B de Child-Pugh42. La QEIA es el principal tratamiento utilizado para CHC no resecable43. Este procedimiento requiere del avance endovascular de un catéter hasta la arteria hepática y navegar con el uso de un microcatéter hacia las ramas segmentarias, hasta un punto que maximice la exposición del tumor a la administración de agentes quimioterapéuticos (fig. 3). Los agentes de quimioterapia mayormente utilizados son cisplatino y doxorrubicina mezclados en una emulsión con lipiodol, un material de contraste oleoso que es retenido dentro del tumor y magnifica la exposición de las células neoplásicas a la quimioterapia. Esta emulsión es distribuida entre los segmentos o lóbulos afectados y selectivamente infundida hacia el tumor43. La QEIA alcanza respuestas parciales en 15%-55% de los pacientes, con retraso en la progresión tumoral e invasión vascular. Las tasas de sobrevida son de 82%, 47% y 26% a 1, 3 y 5 años, respectivamente. Induce necrosis en 30%-50% de pacientes, sin embargo, raramente alcanza respuesta completa, especialmente después de una sola sesión de tratamiento42. Los agentes embolizantes son administrados posterior a la emulsión de quimioterapia durante el mismo procedimiento. Los más utilizados son: gelfoam, micropartículas de polivinil alcohol o microesferas de gelatina de tris-acril. La obstrucción vascular disminuye el lavado del agente de quimioterapia42. Embolización blanda: esta técnica es muy similar a la QEIA, sin la administración de la emulsión de quimioterapia con lipiodol. Posterior a la angiografía diagnóstica se inyectan partículas embolizantes directamente desde la arteria aferente al tumor, con el fin de causar isquemia y necrosis tumoral. Esta técnica es particularmente útil en pacientes que presentan carga tumoral significativa y la futura progresión puede llevarlos a estado de intratabilidad. También se han detectado menos efectos adversos45. 340 A. J. González-Aguirre et al A B C D E F Figura 3 Quimiembolización intraarterial. A-D) Administración de lipiodol y cisplatino a lesión irrigada por arteria hepática derecha anterior. E) Control angiográfico postembolización sin realce de la lesión tratada. F) Tomografía en fase simple posterior a la embolización, donde se observa captación del fármaco y lipiodol en CHC del segmento VII. La mayoría de las ventajas de la embolización blanda son compartidas con la QEIA y actualmente continúa el debate entre cuál técnica brinda mejores beneficios. Dentro de los pocos ensayos controlados comparando QEIA/embolización blanda vs. manejo conservador, se demostró beneficio en la sobrevida a 1 y 2 años para la quimioembolización con 82% y 63% contra 75% y 50% para la embolización blanda, y 63% y 27% para el manejo conservador22,43. En este número, Miguel et al. comparó los resultados obtenidos en nuestra Institución con estas 2 técnicas. En principio la tasa de respuesta es similar entre ambos grupos, sin embargo los pacientes tratados con QEIA tuvieron un tiempo libre de progresión 3 meses mayor que los pacientes con embolización blanda, esto sin ser estadísticamente significativo. En la actualidad la técnica estándar más utilizada es la quimioembolización. Las contraindicaciones más importantes para realizar la QEIA son: la ausencia de flujo portal al hígado debido a trombosis, flujo hepatofugo o anastomosis portosistémicas. Pacientes con hepatopatías en Child-Pugh C y algunos en B con puntaje alto asociado a otras comorbilidades, estadio terminal de la BCLC-D, y síntomas oncológicos de etapa terminal. Estos deben ser minuciosamente analizados y en su caso excluidos de los TLR, debido a que el insulto isquémico puede llevarlos a eventos adversos severos o fatales43. Otra aplicación de la QEIA es en pacientes dentro de estadio temprano, en los cuales el tratamiento ablativo no puede ser llevado a cabo debido a la localización del tumor (cercanía a la vesícula biliar, conductos biliares principales o ramas principales de la vena porta) u otras contraindicaciones. Tratamiento combinado La combinación de quimioembolización con ARF se ha convertido en una técnica prometedora para mejorar el control tumoral en las lesiones de 3-5 cm. Dentro de las ventajas del tratamiento combinado es que la agresión hipóxica por la embolización junto con el efecto del agente quimioterapéutico es sinérgica, disminuyendo el aporte sanguíneo y decreciendo la impedancia del tumor. Además, que una disrupción en los septos intratumorales posterior a la quimoembolización puede facilitar la distribución del calor dentro del tumor y disminuir el enfriamiento tisular mediado por la perfusión, teniendo como resultado una zona mayor de ablación. El protocolo sugerido es la realización primero de la quimioembolización selectiva de los nódulos, seguida de la ARF dentro de los 14 días posteriores a la QEIA46. Se ha demostrado incremento en la sobrevida para el tratamiento combinado contra solo la ARF, con tasas de 92%, 66% y 61% vs. 85%, 59% y 45% a los 1, 3 y 4 años, respectivamente. De igual manera la sobrevida libre de recurrencia con tasas de 79%, 60% y 54% vs. 66%, 44% y 38% en los mismos periodos47. Tratamiento sistémico Estadio avanzado (BCLC-C) Este grupo incluye pacientes con invasión portal y enfermedad extrahepática. También se consideran en etapa avanzada aquellos pacientes con volumen tumoral mayor al 50% del Carcinoma hepatocelular: diagnóstico y tratamiento 341 Tabla 2 Resultados Llovet JM et al 2008 Cheng AL et al 2009 Respuesta objetiva (%) Tiempo a la progresión radiológica (meses) Sobrevida (meses) Sorafenib (n 229) 2 5.5 10.7 Placebo (n 303) 1 2.8 7.9 p<0.001 RR=0.69 IC 95%=0.55 – 0.87 p<0.001 Sorafenib (n 150) 3.3 2.8 6.5 Placebo (n 76) 1.3 1.4 4.2 p=0.001 RR=0.68 IC 95%=0.5-0.93 p<0.014 RR: razón de riesgo; IC: intervalo de confianza. volumen hepático, y aquellos con síntomas específicos de enfermedad avanzada. Estos pacientes no son candidatos a tratamiento quirúrgico ni a las TLR descritas previamente. En ellos, el tratamiento de primera línea es la terapia sistémica con sorafenib. El sorafenib es una molécula de bajo peso molecular que bloquea la proliferación celular y la angiogénesis a través de un mecanismo de acción doble, que involucra la inhibición de la cinasa BRAF y el bloqueo del receptor del factor de crecimiento del endotelio vascular. Su utilidad en el tratamiento del carcinoma hepatocelular quedó demostrada en 2 ensayos clínicos controlados, en los cuales pacientes con enfermedad tumoral irresecable o metastásica y con función hepática conservada, fueron aleatorizados a recibir sorafenib 800 mg/día o placebo. Los resultados se resumen en la tabla 248,49. Los eventos adversos más frecuentemente observados en los pacientes tratados con sorafenib incluyen diarrea, pérdida de peso, síndrome de mano-pie e hipofosfatemia. Los eventos adversos graves (grado 3 y 4) ocurren en menos del 12% de los pacientes48,49. Si bien, los resultados son sólidos en términos de disminución de casi el 40% en el riesgo de muerte, se hace evidente que el pronóstico global de estos pacientes es aún pobre y resalta la necesidad de nuevos tratamientos. También resalta el hecho de que el beneficio de sorafenib no se logra a través de respuesta tumoral, la cual es mínima, sino a través de estabilidad de la enfermedad. Recientemente, se publicaron los resultados del análisis de subgrupos del primer estudio aleatorio. El sorafenib tuvo un efecto favorable en sobrevida en todos los subgrupos analizados independientemente de la etiología de la enfermedad, la carga tumoral, el estado de desempeño físico, la etapa del tumor y la terapéutica previa. El tiempo a la progresión no fue mejor en el subgrupo de pacientes con hepatitis B50. Por último, se debe enfatizar que el uso de sorafenib está restringido a pacientes con enfermedad avanzada y función hepática conservada (categoría A de la clasificación de Child-Pugh). Los estudios aleatorios no sustentan el uso de sorafenib en pacientes con Child-Pugh B o C. Para mejorar el pronóstico de los pacientes con hepatocarcinoma avanzado, actualmente se desarrollan nuevos fármacos que bloquean diferentes vías de señalización (como ejemplo prometedor se encuentran los inhibidores de MET) o bien, se investigan combinaciones de sorafenib con otras terapias dirigidas o agentes de quimioterapia (como ejemplo prometedor resalta la combinación de doxorrubicina con sorafenib)51. Los pacientes con clasificación C en la escala de ChildPugh o con un estado funcional deteriorado, entran en el grupo D de la BCLC. A estos pacientes se les ofrece tratamiento de soporte y es considerada la etapa terminal de la enfermedad. Evaluación de la respuesta terapéutica Los objetivos de evaluar la respuesta al tratamiento son la detección temprana de enfermedad residual o recurrencia tumoral, así como identificar la progresión de la enfermedad, para lo cual la TC y RM dinámica han mostrado gran exactitud. La densidad alta del lipiodol representa una limitación para la evaluación de la respuesta mediante TC debido a que puede enmascarar el realce, la RM no muestra este problema ya que no existen artefactos asociados, por lo que se prefiere este método de imagen15. Diversos criterios han sido desarrollados para evaluar la respuesta al tratamiento, en el año 2000 el National Institute of Cancer con el propósito de unificar criterios publicó sus guías Response Evaluation Criteria in Solid Tumors (RECIST), en las cuales se evalúa únicamente el tamaño, sin embargo muchos tratamientos para CHC actúan mediante la 342 A A. J. González-Aguirre et al B Figura 4 Ejemplo de RECIST 1.1 vs. mRECIST. A) CHC al momento de diagnóstico en estadio A de la BCLC. B) Seguimiento posterior a la QEIA, se observa respuesta parcial (70%), sin disminución en el tamaño global del tumor. Al utilizar RECIST 1.1 este paciente sería considerado como enfermedad estable, ya que no existe disminución del tamaño total del tumor. Sin embargo, la zona que realza es menor al 30% del volumen total, de acuerdo a mRECIST este paciente presenta respuesta parcial a la QEIA. inducción de necrosis tumoral o disminuyendo la vascularidad del tumor que no siempre se acompaña de una disminución en el tamaño de la lesión, por lo que estos criterios infravaloran la respuesta al tratamiento (fig. 4). En el año 2008, la AASLD junto con el Journal of the National Cancer Institute (JNCI) publicó una modificación de estos criterios, conocida como mRECIST, tomando en cuenta la viabilidad del tumor (tabla 1). Diferentes estudios han mostrado su utilidad en la evaluación de la respuesta al tratamiento52-54. Los estudios de imagen funcional están obteniendo resultados prometedores para la monitorización de la respuesta terapéutica, no obstante se requieren más estudios de investigación para validar su utilidad clínica en la toma de decisiones. La difusión y perfusión por RM han dado resultados prometedores en el diagnóstico y seguimiento del tratamiento del CHC, sin embargo estas técnicas de imagen funcional no han sido estandarizadas lo que impide su uso sistemático en la evaluación en la respuesta al tratamiento55. Seguimiento No hay un consenso uniforme acerca del esquema de seguimiento más apropiado, se sugiere realizar TC contrastada o RM dinámica cada 3-6 meses8,15,17. En nuestro Instituto el seguimiento se realiza cada 3 meses. Conclusiones La coexistencia de cirrosis hepática con enfermedad tumoral hace de esta enfermedad un reto para el tratamiento. Los mejores resultados son obtenidos por grupos multidisciplinarios que tienen como objetivo establecer sistemas de tamizaje, diagnósticos oportunos y tratamientos adecuados para una enfermedad que por su naturaleza es difícil de tratar. El conocimiento de las opciones terapéuticas para cada grupo de pacientes y sus contraindicaciones son esenciales, para asegurar buenos desenlaces para los pacientes con CHC. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. Ferlay J, Shin HR, Bray F, et al. Estimates of worldwide burden of cancer in 2008: GLOBOCAN 2008. Int J Cancer 2010;127:2893– 2917. 2. Mittal S, El Serag HB. Epidemiology of Hepatocellular Carcinoma Consider the Population. J Clin Gastroenterol 2013. [Epub ahead of print] 3. Forner A, Llovet JM, Bruix J. Hepatocellular carcinoma. Lancet 2012;379:1245-1255. 4. 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Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):345-354 www.elsevier.es Artículo de revisión Radiología Intervencionista Oncológica en metástasis hepáticas Carlos Enrique Rojas-Marína,*, Eunice Alejandra Laraa, Janin Sebastián-Huertab, Esteban Ramírezb, Jorge Guerreroc y Adrián José González-Aguirred Servicio de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México Residencia en Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México c Residencia en Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México d División de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”, México D.F., México a b PALABRAS CLAVE Metástasis hepáticas; Ablación percutánea; Quimioembolización; Radioembolización; Embolización de la vena porta; México. Resumen La enfermedad metastásica hepática, es la causa más común de muerte en pacientes con cáncer. La resección quirúrgica completa se considera actualmente el tratamiento curativo, sin embargo sólo el 25% de los pacientes son candidatos en el momento del diagnóstico. Mostramos las distintas técnicas de Radiología Intervencionista Oncológica, que se han desarrollado para el tratamiento de metástasis hepáticas. El objetivo de estos procedimientos es permitir a los pacientes opciones de tratamiento curativo o paliativo, y en aquellos que no son candidatos a cirugía, convertirlos en candidatos a cirugía e incluso mejorar la supervivencia. Entre los procedimientos más realizados están: la ablación percutánea, quimioembolización intraarterial, radioembolización y embolización de la vena porta (EVP). Esta revisión describe las indicaciones y técnicas para la aplicación de los procedimientos mencionados. * Autor para correspondencia: Departamento de Radiodiagnóstico, Servicio de Radiología Intervencionistas, Instituto Nacional de Cancerología. Av. San Fernando Nº 22, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14080, México D.F., México. Teléfono: 3002 3507. Celular: 55 5454 9215. Correo electrónico: [email protected] (Carlos Enrique Rojas-Marín). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 346C. E. Rojas-Marín et al Keywords Liver metastasis; Percutaneous ablation; Chemoembolization; Radioembolization and portal vein embolization; Mexico. Oncological Interventional Radiology in liver metastases Abstract Hepatic metastatic disease is the most common cause of death in cancer patients. Complete surgical resection is currently considered curative treatment, however only 25% of patients are candidates at the time of diagnosis. Show the different techniques oncologic interventional radiology has been developed for the treatment of hepatic metastases. The purpose of these procedures is to allow patients options curative or palliative treatment and those who are not candidates for surgery, making them candidates for surgery and even improve survival. Among the most commonly performed procedures are: percutaneous ablation, intra-arterial chemoembolization, radioembolization and embolization of the portal vein. This review describes the indications and techniques for implementing those procedures. Introducción La enfermedad metastásica hepática es una de las causas comunes de muerte en los paciente con cáncer; en las metástasis hepáticas de cáncer de colon y recto fallecen 2 terceras partes de los pacientes. La resección quirúrgica completa ofrece la mejor supervivencia a largo plazo con tasas de supervivencia a 5 años de alrededor del 50%1,2, sin embargo sólo el 25% de los pacientes son susceptibles a cirugía en el momento del diagnóstico, mientras que los regímenes actuales de quimioterapia proporcionan una supervivencia de 22 meses1,3. La Radiología Intervencionista ha buscado diferentes métodos para aumentar el número de candidatos a cirugía, ofrecer opciones de tratamiento curativo y en aquellos que no son candidatos a cirugía, mejorar la supervivencia y calidad de vida. Aunque inicialmente el enfoque de estos tratamientos estuvo orientado principalmente a metástasis de colon y recto, actualmente se ha demostrado su uso en metástasis de cáncer de mama, neuroendocrinos y melanoma uveal1,5. Procedimientos percutáneos como la ablación térmica y dentro de éstas, la ablación por radiofrecuencia (ARF) es la técnica más comúnmente utilizada. De los procedimientos vasculares, la quimioembolización intraarterial y embolización de la vena porta (EVP), son las que han ofrecido mejores resultados, otras técnicas como la radioembolizacíon de microesferas con Itrio90 han demostrado buenos resultados1. Procedimientos percutáneos La ablación percutánea con alcohol para el tratamiento del carcinoma hepatocelular fue reportada inicialmente con resultados favorables, sin embargo fue menos eficaz para el tratamiento de las metástasis hepáticas al igual que la inyección de quimioterapéuticos directos5-7. La ablación con láser fue una de las primeras técnicas descritas de ablación hipertérmica, la ARF es actualmente el método más utilizado y con mayores números de reportes en la literatura, ya que ofrece la posibilidad de realizar una zona de ablación predecible con resultados similares a los obtenidos en el tratamiento del hepatocarcinoma. Recientemente otras técnicas como ablación por microondas y crioablación están disponibles para este mismo fin, cuyo objetivo es lograr un mayor tamaño de ablación7, sin embargo estos método no han demostrado ser superiores a la ARF y en la técnica de crioablación se han publicado mayor número de complicaciones que con la ARF1,8,9. La electroporación irreversible tiene la ventaja sobre las demás técnicas de destruir la lesión, sin afectar estructuras como los conductos biliares10. La ablación hipertérmica destruye los tumores mediante calentamiento de las células a más de 50°C a 60ºC, para lograr la muerte celular irreversible11. La ablación con crioterapia se logra al exponer el tejido tumoral a temperaturas idealmente de -50ºC, aunque con temperaturas de -20 a -40ºC se llegan a obtener buenos resultados12. El principio por el cual funciona la ablación es la producción de calor o frío por el equipo, el cual es trasmitido por la aguja hacia el tejido, esto se propaga por el tejido condicionando la muerte celular; el contacto con estructuras vasculares disipa el calor o el frío, lo cual disminuye el efecto ablativo de estos procedimientos7,13,14. Se han realizado múltiples estudios en donde se combinan tratamientos para obtener resultados más óptimos como ARF o microondas más quimioterapia intraarterial selectiva15. Ablación por radiofrecuencia Es una corriente sinusoidal en frecuencia de KHz que calientan los tejidos por medio de fricción condicionada por la agitación iónica, es necesario la colocación de placas de conducción puestas en el paciente, las cuales van conectadas al equipo para cerrar el circuito; existen varios tipos de agujas (rectas y cuervas) algunas con sistemas de enfriamiento cuyo objetivo es lograr mayores áreas de ablación, evitando la carbonización del tejido adyacente a la aguja, y varios tipos de equipos que modulan la frecuencia de KHz, así como el tiempo de aplicación de la energía para obtener el mismo objetivo; también equipos que permiten la colocación de varias agujas simultáneas las cuales son de tipo bipolar1. Radiología Intervencionista Oncológica en metástasis hepáticas 347 B A C Figura 1 Paciente femenino de 43 años con metástasis de cáncer de mama en el segmento V. A) Aguja de radiofrecuencia curva en adecuada posición, visualizada en reconstrucción topográfica en máxima intensidad de proyección (MIP) y en B) reconstrucción tridimensional. C) Control por ARF con adecuada área de necrosis postratamiento. Ablación por microondas La diferencia con al ARF es que en la ablación por microondas (MWA, por sus siglas en inglés), no es necesaria la utilización de placas de conducción. En este método se excitan dipolos eléctricos de las moléculas de agua del área a tratar, lo cual condiciona calentamiento por fricción determinando calentamiento, carbonización y vaporización en la porción adyacente a la aguja16. Este método alcanza temperaturas más altas (160ºC180ºC) en la punta de la aguja electrodo y en menor tiempo que la ARF, lo cual ha demostrado en estudios en modelos animales que tiene un menor efecto de disipación del calor en la proximidad de grandes vasos sanguíneos16, sin embargo la reducción de recurrencia local en la proximidad de vasos sanguíneos aún no se ha demostrado en la práctica clínica. Una ventaja técnica es que se pueden colocar hasta 6 agujas electrodo al mismo tiempo, alcanzando así áreas de ablación de mayor tamaño17. Indicaciones y resultado de la ablación en enfermedad metastásica hepática Inicialmente estos métodos fueron utilizados para metástasis hepáticas de pacientes que no eran candidatos a cirugía, sin embargo actualmente y debido a las ventajas que ofrece como mínimamente invasivo, menor morbimortalidad, tratar múltiples segmentos en pacientes con resecciones quirúrgicas previas y estancia hospitalaria más corta, así como disminución en los costos18, ha evolucionado al punto de utilizarse en simultáneo a las resecciones quirúrgicas; desafortunadamente no existen estudios clínicos aleatorizados prospectivos, únicamente retrospectivos en donde se demuestra que la cirugía es ligeramente superior a la ARF19, sin embargo en aquellos pacientes los cuales ya fueron sometidos a resecciones quirúrgicas previas, la ARF a demostrado ser el mejor método de tratamiento, lo cual se ve reflejado tanto en la sobrevida como en la calidad de vida de los pacientes20. Los criterios utilizados para la realización de estos métodos en la mayor parte de los centros, se limitan a menos de 5 lesiones que midan menos de 3 cm de diámetro. Hay datos limitados disponibles en la literatura sobre la utilidad de microondas, crioablación y láser en enfermedad metastásica hepática1. La supervivencia general a 5 años de paciente tratados con ARF menores a 3 cm, igualó a los resultados obtenidos con cirugía21, en cuanto al abordaje percutáneo vs. el intraoperatorio, las últimas publicaciones demuestran supervivencias similares, con menor morbilidad y costo en el abordaje percutáneo15,21. Otros factores como la experiencia del operador y localización, así como proximidad a vasos sanguíneos afectaron el resultado. Una mayor tasa de recurrencia local está asociada en forma importante cuando el tratamiento fue 348C. E. Rojas-Marín et al A B C D Figura 2 Paciente masculino de 56 años con cáncer de colon y recto. A) Aguja recta de radiofrecuencia visualizada en TC axial. B) Metástasis única en el segmento VIII del hígado de 16 mm de diámetro. C) TC con reconstrucción coronal donde se visualiza la vía de abordaje, con una aguja de radiofrecuencia de 30 mm de exposición en adecuada posición. D) Control post-ablación por radiofrecuencia, en donde se observa un adecuado resultado del tratamiento. adyacente a vasos sanguíneos del 48% vs. 7% cuando no se encontraban adyacentes1,14. La supervivencia global se ha visto afectada cuando existe enfermedad extrahepática22; aunque no hay datos disponibles suficientes del tratamiento combinado de ARF con quimioterapia, parece ser beneficioso en comparación con la ARF sola23, al igual que el uso de la ARF en primera línea vs. después de la segunda línea. Estudios recientes muestran resultados similares de ARF vs. microondas y resección1,24. Los pacientes con cáncer de mama presentan metástasis confinadas al hígado en el 5% y el pronóstico es pobre, la supervivencia global con tratamiento sistémico es de 25 meses1. El uso de ARF y láser han demostrado supervivencias medias que van de 30 a 60 meses, lo cual es comparable con la cirugía25,26. Los pacientes con metástasis hepáticas de neuroendocrinos rara vez son candidatos a cirugía como método curativo, la cirugía citorreductora ha demostrado mejorar la calidad de vida, por lo cual el control sintomático es necesario27. El uso de la crioablación en estos pacientes se publicó hace más de 15 años, sin embargo este método fue rápidamente reemplazado por la ARF. El objetivo del tratamiento en estos tumores no es la erradicación completa de las lesiones, sino mejorar la calidad de vida y la supervivencia, la cual con ARF oscila entre 29 y 72 meses; además se logró alivio parcial o completo de los síntomas hasta en el 90%1,28,29 (figs. 1 y 2). Procedimientos vasculares La enfermedad metastásica se logra controlar o disminuir e incluso curar con la administración de quimioterapia sistémica; la administración intravenosa de oxaliplatino e irinotecan es uno de los pilares del tratamiento del cáncer colorrectal metastásico1; recientemente el uso de terapias blanco dirigidas a vías moleculares implicadas en el crecimiento tumoral o angiogénesis están siendo utilizadas30. La administración a través de la arteria hepática de algunos agentes citotóxicos proporciona mayores tasas de respuesta, que las administradas por vía intravenosa1,31. Debido a que las metástasis tienen un irrigación de casi el 100% arterial, esto proporciona mayor concentración del fármaco en las metástasis, así como el factor embolizante del procedimiento, lo cual disminuye toxicidad sistémica. La quimioembolización y la radioembolización intraarterial hepática son 2 técnicas comúnmente utilizadas para el tratamiento de las metástasis hepáticas de diferentes tumores primarios, este último procedimiento aún no está disponible en México. La quimioembolización combina 2 mecanismos de acción: quimioterapia local e isquemia local; la radioembolización intenta destruir el tumor por medio de altas dosis de radiación local administrada por vía arterial hepática1. Radiología Intervencionista Oncológica en metástasis hepáticas 349 A B C D Figura 3 Paciente femenino de 68 años con cáncer de colon y recto con múltiples metástasis hepáticas, en tercera línea de tratamiento con progresión de la enfermedad. A) y B) Resonancia magnética pre y postratamiento con quimioembolización intraarterial selectiva con emboesferas cargadas con irinotecan, en donde se visualiza, en el control, disminución en el tamaño y número de metástasis. C) y D) TC contrastada en fase portal en donde se identifican disminución en número, tamaño y densidad de las metástasis hepáticas. Indicaciones Quimioembolización: consideraciones técnicas Los pacientes con carcinoma hepatocelular y enfermedad metastásica hepática son candidatos a estas 2 técnicas de tratamiento, aunque ambas tienen mecanismos de acción diferentes, aún no se ha establecido cuando elegir uno u otro método. Los candidatos ideales para quimioembolización son aquellos que no son candidatos a cirugía y tienen pruebas de función hepática adecuada y sin trombosis de la vena porta contralateral al lóbulo a tratar; los candidatos deben tener una expectativa de por lo menos 3 o más meses, idealmente con estado del Eastern Cooperative Oncology Group de 2 o superior y una suficiente reserva funcional de hígado. No hay ningún acuerdo formal en lo que se considera suficiente función del hígado, pero un nivel de bilirrubina superior a 3 mg/dL (> 51.31 μmol/L), un nivel de menos de 3 g/dL de albúmina (< 30 g/L), son a menudo considerados como contraindicaciones para la quimioembolización o radioembolización1. La dilatación de la vía biliar o insuficienca del esfinter de Oddi deben de ser tratadas, corregidas o en su caso administrar antibioticoterapia para evitar complicaciones como necrosis biliar o formación de abscesos1. La quimioembolización se utiliza actualmente como terapia neoadyuvante antes de la cirugía o ablación local, o como tratamiento paliativo32,33 en pacientes con tumores neuroendocrinos, en donde puede aliviar los síntomas del síndrome carcinoide. Todos los pacientes deben recibir premedicación, incluyendo hidratación y administración de antieméticos; en tumores grandes se recomienda administarción adicional de esteroides intravenosos. En pacientes con anomalías biliares (dilatación o anastomosis biliodigestivas), se debe administrar antibióticos previo al procedimiento y posterior al mismo, para evitar complicaciones1. En pacientes con tumores neuroendocrinos se recomienda administrar tratamiento previo con octreótido, para evitar crisis carcinoide postembolización. Se debe realizar angiografía diagnóstica de las arterias celíacas y mesentéricas en todos los casos para evualuar la vascularidad del tumor e identificar variantes anatómicas, fístulas arteriovenosas o arterioportales; en el caso de fístulas o variantes anatómicas que condicionen emboliaciones no blanco deben ser embolizadas previo al tratamiento; tanto la embolización como la quimioterapia que se administrará no está estandarizada. El lipiodol es un medio de contraste oleoso que puede condicionar embolización y actúa como un portador de la quimioterapia, su potencial embólico es limitado, por lo cual se recomiendan utilizar agentes embolizantes adicionales como partículas de polivinil alcohol (PVA), microesferas o partículas de esponja hemostática34. Los agentes quimioterapéutico más usados son la doxorrubicina, cisplatino y mitomicina C; se han introducido nuevos 350C. E. Rojas-Marín et al Figura 4 Imágenes de angiografía con sustracción digital del mismo paciente en la arteria hepática derecha, previa al tratamiento donde se visualizan múltiples lesiones metastásicas hipervasculares. fármacos como el irinotecán en emboesferas de liberación que permiten una administración de dosis más fija, controlada y durante mayor tiempo1,26. Resultados clínicos de la quimioembolización Actualmente, se utiliza como tratamiento paliativo en pacientes refractarios a la quimioterapia sistémica de segunda o tercera línea, aunque existen trabajos publicados desde los años 90´s, estudios actuales (Martin et al.35) han demostrado que las microesferas cargadas con irinotecan reportaron una supervivencia global media de 19 meses; Fiorentini et al.36 reportó una sobrevida media de 22 meses que fue superior a la terapia sistémica actual, la cual reporta sobrevidas de 15 meses; por lo cual esta terapia puede convertirse en una alternativa viable en pacientes con metástasis colorrectales refractarias a tratamiento sistémico1. La quimioembolización intraarterial se utiliza también en metástasis de tumores neuroendocrinos, cáncer de mama y melanoma uveal. Para pacientes con melanoma uveal no existe ningún tratamiento sistémico eficaz37; ya que la quimioembolización da una sobrevida de 19.5 meses, debe considerase como tratamiento de los melanomas uveales metastásicos29. En tumores neuroendocrinos ha demostrado ser una técnica muy potente para el control de los síntomas del síndrome carcinoide, con tasas de respuesta parcial y completa que van del 68% al 100%1. Dos terceras partes de los pacientes pueden desarrollar síndrome postembolización, algún grado de náusea, fatiga, fiebre, leucocitosis y niveles elevados de enzimas hepáticas. Complicaciones mayores como absceso hepático, insuficiencia hepática son menos comunes y embolizaciones no blanco en menos del 1%; las lesiones biliares son más frecuentes debido a que dependen de irrigación arterial, por lo cual se puede encontrar hasta en un 11.3%1 (figs. 3 y 4). Radioembolización: consideraciones técnicas La radioterapia externa en pacientes con enfermedad metastásica hepática no está indicada, esto debido a que la tolerancia del tejido hepático normal es de 30Gy y la dosis necesaria para destruir un tumor sólido es de 70Gy38, por lo cual surgió la idea de administrar por vía intraarterial radiación en forma selectiva: yodo 131–lipiodol, renio 188-4-hexadecil 1-2, 9, 9-tetrametil-4, 7-diaza-1,10-decanetiol (HDD)-lipiodol y diferentes microesferas con itrio90 (90Y); las microesferas de 90Y son actualmente la base de radioembolización1. Actualmente, hay 2 tipos de microesferas radioactivas (resina o vidrio) aún no disponibles en México, ambas se basan en 90Y, su vida media es de 64.2 horas y decae a zirconio estable 90. La penetración al tejido es de 2.5 mm39. Al igual que en los pacientes de quimioembolización intraarterial, se les realiza un angiografía celíaca y mesentérica previa, se tiene que asegurar que no exista flujo hepatofuga y se realiza embolización de arterias como la gastroduodenal, gástricas derechas y falciformes, así como ramas pancreatoduodenales40. Otro punto importante es determinar la Radiología Intervencionista Oncológica en metástasis hepáticas A 351 B Figura 5 Paciente femenino de 57 años con cáncer de colon y recto con metástasis en ambos lóbulos hepáticos, en segunda línea de tratamiento con adecuada respuesta a la quimioterapia y lesiones residuales en lóbulo derecho. A) Volumetría previa a la hepatectomía derecha, en donde se identifica un lóbulo hepático remanente del 24%. B) Volumetría 6 semanas después del la embolización de la vena porta derecha donde se puede identificar crecimiento el lóbulo izquierdo, con un remanente hepático del 44%, la paciente fue llevada a cirugía con éxito y sin complicaciones posquirúrgicas. derivación arteriovenosa, puesto que la dosis máxima tolerada por el pulmón en una sola aplicación es de 30Gy; por este motivo es necesaria la realización de estudios de medicina nuclear como el SPEC/CT para determinar posibles acumulaciones extrahepáticas1. Resultados clínicos de la radioembolización Los estudios realizados actualmente están enfocados a las microesferas de resina, esto debido a su aprobación para uso por la Food Drug Administration (FDA), estos estudios están enfocados en metástasis de tumores neuroendocrinos, cáncer de mama y melanoma uveal, los datos son heterogéneos y la mayor parte de los estudios son tratamientos combinados entre quimioterapia sola, radioembolización sola, y la combinación de ambos e incluso con bombas de infusión de quimioterapia arterial; los mejores resultados se han obtenido de la combinación de los métodos. En el 2001, Gray et al. compararon la infusión de quimioterapia con la bomba de infusión arterial con y sin radioembolización, demostrando un periodo libre de progresión mucho mayor cuando el tratamiento fue combinado (9.7 vs. 15.9 meses)1. Estudios actuales y meta-análisis han demostrado resultados similares, sobre todo si se utiliza como neoadyuvante41. Hasta el 90% de los pacientes desarrollan síndrome postembolización, náusea, fatiga, fiebre y niveles elevados de enzimas hepáticas, este puede durar hasta 2 semanas; existen menos complicaciones que las reportadas en la quimioembolización. Existen otras complicaciones descritas en la radioembolización, como son: neumonitis, úlceras gastrointestinales, pancreatitis, hipertensión portal, falla hepática, colecistitis y lesiones de la vía biliar1. Embolización de la vena porta Menos del 25% de los pacientes con enfermedad metastásica hepática de colon y recto son o serán candidatos a cirugía1; la quimioterapia aumenta sólo en un 15% el número de los pacientes que podrán ser llevados a cirugías óptimas. La EVP pretende volver a los pacientes que inicialmente no eran quirúrgicos por el volumen hepático residual reducido en candidatos a cirugía, esto mediante la embolización de las ramas de la vena porta que alimentan el hígado que va a ser resecado. Este método se ha utilizado desde hace más de 20 años y se ha convertido en un estándar de atención para los candidatos no quirúrgicos por hígado residual limítrofe o menos al deseado1,42. Unos de los límites para resección hepática es un volumen pequeño del hígado remanente futuro, que llevaría a una insuficiencia hepática mortal. La EVP condiciona hipertrofia del remanente hepático, lo que hace factible la hepatectomía en estos pacientes. Desde 1920 se ha recurrido a este mecanismo de hipertrofia con la ligadura de la vena porta en cirugía, lo que produjo reducción del tamaño del lóbulo afectado por la ligadura con la hipertrofia del contralateral1. Embolización de la vena porta: consideraciones técnicas Se debe realizar un tomografía tridimensional del hígado antes de decidir el procedimiento, esto con la finalidad de calcular el volumen del remanente hepático en caso de la hepatectomía; 4 a 6 semanas después de haber realizado la posterior a la EVP se debe de efectuar otra nueva tomografía para realizar una volumetría y valorar los cambios post-EVP; el volumen pre y post-EVP se realiza con los programas que cuentan los equipos de tomografía al delinear el 352C. E. Rojas-Marín et al A B C D Figura 6 Misma paciente del caso anterior. A) Portografía con abordaje percutáneo contralateral. B) Imagen por sustracción digital de embolización de una de las ramas de la porta derecha con cianoacrilato y Lipiodol® C) Imagen radiológica de embolización parcial de las ramas de la vena porta derecha D) Control con sustracción digital al finalizar el procedimiento de EVP derecha, se identifica adecuada permeabilidad de la vena porta izquierda. contorno hepático deseado, excluyendo las lesiones hepáticas1. El abordaje de la vena porta debe hacerse guiado por ultrasonido; existe controversia si se debe abordar el lóbulo que se va a resecar o hacer un abordaje por el lóbulo remanente; también no hay guías definidas del material de embolización que se debe utilizar1. El abordaje ipsilateral tiene la ventaja de que se aborda el hígado que va a ser retirado, por lo cual no se condiciona trauma del parénquima remanente, sin embargo técnicamente la embolización se torna más compleja debido a que se tienen que utilizar catéteres curvos o microcatéteres. La desventaja de un abordaje contralateral es el probable daño del hígado remanente, este último abordaje facilita la embolización por el trayecto del flujo sanguíneo1. Se ha utilizado una gran variedad de materiales embolitos, tanto temporales como permanentes, sin embargo la mayor cantidad de publicaciones y experiencia en este método está descrita con cianoacrilato con lipiodol®; materiales temporales como esponja hemostática, trombina o fibrina deben evitarse, ya que producen menos hipertrofia del lóbulo remanente. Microesferas de gelatina han demostrado una embolización más distal y completa, y por lo tanto, un mayor grado de hipertrofia43. Resultados clínico de la embolización de la vena porta En un hígado no cirrótico o que no ha recibido tratamiento con quimioterapia, se considera un volumen remanente de parénquima hepático adecuado el 25%; sin embargo en un hígado con enfermedad crónica o que el paciente ha sido sometido a quimioterapia, se debe de considerar un hígado remanente del 40% 1 . La hipertrofia del hígado sucede rápidamente después de la EVP, y se debe realizar una volumetría entre 4 y 6 semanas después del procedimiento; el hígado no embolicado seguirá creciendo durante un año1. La cantidad de hipertrofia es inversamente proporcional al tamaño del hígado remanente, por lo cual incluso en hígados remanentes muy pequeños está indicado. Las quimioterapias Radiología Intervencionista Oncológica en metástasis hepáticas con platino y bevacizumab reducen la cantidad de hipertrofia del hígado remanente44,45. La EVP más quimioembolización aumentan la hipertrofia del hígado remanente, éstas deben realizarse por separado y con un periodo entre una y otra de 3 a 6 semanas5. La tasa de complicaciones está descrita en un 6% y éstas abarcan obstrucción parcial o completa de la vena porta, hemoperitoneo o hemobilia transitoria. En caso de existir lesiones metastásicas en el hígado remanente, éstas deben ser tratadas previas a la embolización, ya sea con radiofrecuencia o resección quirúrgica, ya que se ha demostrado crecimiento de las mismas post-EVP1 (figs. 5 y 6). Conclusiones Los pacientes oncológicos necesitan un abordaje multidisciplinario para su diagnóstico y tratamiento; dentro de este equipo de manejo de los pacientes es fundamental el uso de los procedimientos de Radiología Intervencionista Oncológica que han demostrado ser técnicas seguras y eficientes en el tratamiento de la enfermedad metastásica hepática que tienen por objetivo mejorar la sobrevida de los pacientes, así como su calidad de vida y en algunos casos llevar a resección quirúrgica aquellos que inicialmente no eran candidatos a cirugía. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. Mahnken AH, Pereira PL, de Baère T. Interventional Oncologic Approaches to Liver Metastases1. Radiology 2013;266(2):407430. 2. Wei AC, Greig PD, Grant D, et al. Survival after hepatic resection for colorectal metastases: a 10-year experience. 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Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):355-361 www.elsevier.es Artículo de revisión Ablación por radiofrecuencia percutánea de metástasis pulmonares Eunice Alejandra Lara-Garcíaa,*, Carlos Enrique Rojas-Marína, Luis Alfonso RodríguezPalomaresa, Adrián José González-Aguirreb, Esteban Ramírez-Centenoc y Janin Sebastián-HuertaC Departamento de Radiodiagnóstico, Área de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Área de Radiología intervencionista, Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”, México D.F., México c Residencia del Curso de Alta Especialidad en Radiología intervencionista, Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Área de Radiología intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México a b PALABRAS CLAVE Ablación por radiofrecuencia; Metástasis; Aguja; Electrodo; Pulmón; Tumor; México. Keywords Radiofrequency ablation; Metastases; Probe; Electrode; Lung; Tumor; Mexico. Resumen La ablación por radiofrecuencia (ARF) es una alternativa efectiva al tratamiento quirúrgico en pacientes con metástasis pulmonares. La tasa media de ablación completa reportada ha sido del 90% para tumores de 2.2 cm; la sobrevida media de 8.6-33 meses y la sobrevida global del 15%-46% a 3 años. Percutaneous radiofrequency ablation of lung metastases Abstract Radiofrequency ablation (RFA) of lung metastases is an effective alternative to surgical resection. The reported median rate of complete ablation is 90% for tumor size of 2.2 cm. The median survival ranged 8.6-33 months and the overall 3-year survival rate ranged 15%-46%. * Autor para correspondencia: Av. San Fernando N° 22, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14080, México D.F., México. Teléfono: (55) 5628 0400, (55) 5655 4766. Celular: 55 9193 7471. Correo electrónico: [email protected] (Eunice Alejandra Lara-García). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. 356E. A. Lara-García et al Introducción Después del sistema linfático, los pulmones son el segundo órgano más comúnmente afectado por metástasis de tumores sólidos1. Se estima que éstas ocurren hasta en el 30% de los pacientes con adenocarcinomas primarios metastásicos. Los tumores que presentan afinidad por la invasión pulmonar incluyen: osteosarcoma, cáncer de colon, cáncer de mama, melanoma y aquellos de cabeza y cuello2. La mayoría de estos pacientes, además, tienen múltiples lesiones pulmonares y/o enfermedad diseminada a otros sitios3. La metastasectomía ha mostrado mejorar la sobrevida libre de enfermedad, en pacientes cuidadosamente seleccionados1. El Registro Internacional de Metástasis Pulmonares (IRLM, por sus siglas en inglés), un estudio clínico, multicéntrico, reportó el resultado de 5,206 pacientes con metástasis pulmonares tratados con cirugía, en el cual los tumores epiteliales y los sarcomas representaban la mayoría de los casos (43% y 41%, respectivamente), 46% de los pacientes presentaban lesiones únicas y la sobrevida global alcanzada fue de 20%-40% a 5 años4. Los criterios de selección para cirugía incluyen: el control completo del tumor primario, ausencia de enfermedad extratorácica, intervalo largo libre de enfermedad y un número limitado de metástasis pulmonares5. De acuerdo con los resultados del IRLM, los factores de mejor pronóstico para la sobrevida en los pacientes que se someten a metastasectomía son: la resección completa, un intervalo libre de enfermedad > 36 meses (del tumor primario a la presentación de las metástasis), una sola metástasis e histología de célula germinal5. Sin embargo, la cirugía requiere que el paciente cuente con suficiente reserva cardiopulmonar y además se asocia a riesgo de morbilidad y recaída6. En pacientes no candidatos a cirugía existen muy pocas opciones terapéuticas. Algunos de ellos son manejados con quimioterapia, siendo la sobrevida a largo plazo no muy alentadora5,6. La ablación percutánea por radiofrecuencia (ARF) es una modalidad de tratamiento local, mínimamente invasiva, guiada por imagen (en el caso de pulmón, por tomografía), que consiste en la aplicación de energía, en forma de calor (térmica), a través de una aguja (electrodo), la cual se introduce a la lesión blanco y provoca agitación celular con la consecuente desnaturalización y muerte celular. Esta técnica se utiliza para tratar lesiones pulmonares tanto primarias como metastásicas. Además, es una alternativa para aquellos con enfermedad metastásica recidivante, donde una reintervención quirúrgica implica alto riesgo y para quienes no aceptan la cirugía1,5. Aspectos técnicos Principios elementales La técnica de ablación térmica en el pulmón usando RF fue descrita por primera vez en un pulmón animal en 1995, y reportada en pacientes en el 20007. En la ARF se emplea una corriente alterna de 460-480 Hz. Se aplica una potencia de salida de 10-200W a un electrodo, el cual forma un circuito eléctrico junto con 2-4 parches que se colocan en ambos muslos del paciente. La aplicación de esta radiofrecuencia (RF), agita los iones del tejido circundante al electrodo provocando que estos fluctúen a altas velocidades, dependiendo de la dirección de la corriente alternante. La fluctuación de los iones es proporcional a la intensidad del campo eléctrico; el campo eléctrico es exponencialmente atenuado dependiendo de la distancia del electrodo. La fluctuación de los iones a alta velocidad genera calor por fricción, y el calor generado da lugar a coagulación tisular8-11. Los tejidos biológicos calentados a 50°C o más, por más de 5 minutos sufren necrosis coagulativa. Los tejidos calentados a > 105°C-115°C son carbonizados y generan gas. Es por ello que en la ARF, la temperatura tisular debe oscilar entre 60°C-105°C, idealmente menor de 100°C. El área de coagulación depende de la forma del electrodo (aguja), de la fuerza de la energía de RF, de la corriente que fluye en determinado tiempo y de la composición de los tejidos adyacentes7-9. La energía de la RF en el pulmón se deposita de forma eficiente, ya que el aire circundante actúa como un aislador (concentrando la energía dentro del tumor), y el alto flujo vascular y el intercambio de aire actúan como una especie de “sifón” lo que llaman heat skin, disipando el calor dentro del parénquima normal7. Sin embargo, este efecto de “sifón” a la par de ese efecto “protector” del parénquima, también limita el tamaño del margen terapéutico de ablación que rodeará al tumor, margen necesario para prevenir la recurrencia local. El tamaño del volumen de ablación también se encuentra limitado en el pulmón, debido al ambiente de alta impedancia creado por el tejido aireado y pequeñas cantidades de agua por unidad de volumen tisular, si se compara con aquellas de los órganos sólidos. La infusión de solución salina y el uso de diseños de múltiples electrodos activos, ayudan a sortear esta limitante y además promueven la disminución de la alta impedancia y suscitan la conducción de la energía eléctrica7,10,11. Un sistema cualquiera de RF consiste en un generador de RF, electrodos y almohadillas de tierra (o parches). Existen en el mercado mexicano 3 sistemas de este tipo, sin existir hasta ahora, una ventaja significativa de un dispositivo sobre otro. Este equipo se utiliza tanto para RF de hígado como para pulmón (tabla 1). Él o los electrodos de la sonda de RF son liberados dentro del tumor para permitir la máxima distribución de la energía. Para controlar el volumen de ablación y limitar el daño a las estructuras circundantes, los 3 sistemas tienen un mecanismo automático de retroalimentación o feedback que determinará cuándo terminar el procedimiento. La mayoría de los algoritmos ya vienen elaborados de fábrica. El sistema de Boston y el de ValleyLab® están basados en la impedancia, donde el término del tratamiento se encuentra marcado por un incremento específico de ésta. El sistema de RITA se basa en elevación de la temperatura hasta que la temperatura del tumor, alcanza un nivel específico durante un periodo determinado de tiempo2,8-10. Indicaciones Las indicaciones para ARF de metástasis pulmonares son similares a aquellas para metastasectomía, sin embargo, la RF habitualmente se reserva para pacientes con alto riesgo quirúrgico. Se considera entonces candidato a RF pulmonar a12,13: Ablación por radiofrecuencia percutánea de metástasis pulmonares 357 Tabla 1 Sistemas de radiofrecuencia disponibles en México Elemento Sistemas disponibles /Fabricante RITA Medical systems (Mountain View, CA, USA) Boston scientific (Watertown, MA, USA) Valley lab (Boulder, CO, USA) Generador RITA 1500X RF 3000 Cooltip RF system CCI Salida 0-150 W 0-200 W 0-200 W Radiofrecuencia 460 KHz 460 KHz 480 KHz Parche a tierra 2 4 2o4 Parámetros Impedancia, potencia, tiempo y temperatura Impedancia, potencia y tiempo Impedancia, corriente, potencia, tiempo y temperatura Electrodo Pieza de liberación manual LeVeen Cooltip Diámetro 14 gauge, 15 gauge (g) 15 -17 g 17-g Tipo Expandible (7-9 veces) Expandible (8,10 o 12 veces) Única o cluster Tamaño Diámetro expandido: 3 cm, 5 cm Diámetro expandido: 2, 3, 3.5 y 4 cm Longitud expuesta: Única: 1,2 y 3 cm Cluster: 2.5 cm Los más empleados en nuestra Institución para pulmón son: RITA y Cool-TipTM. • Pacientes no candidatos a cirugía o aquellos que la rechazan. • Cuando todas las lesiones son de tamaño pequeño. • Las lesiones no abuting estructuras mediastinales. • El tumor primario está controlado o es controlable. • Número limitado de metástasis. Independientemente de lo anterior, la decisión de tratar a un paciente con RF se debe tomar de manera multidisciplinaria (cirugía de tórax, oncólogo de tórax, radioterapeuta, neumólogo, anestesiólogo y el radiólogo intervencionista). La evaluación preprocedimiento debe incluir (al igual que en la cirugía), las condiciones cardiopulmonares del paciente y el riesgo de sangrado. Las pruebas de función respiratoria se recomiendan en pacientes con antecedente de cirugía pulmonar o patología pulmonar7,14. Los parámetros de laboratorio deben incluir los tiempos de coagulación, cuenta plaquetaria e INR. Los medicamentos anticoagulantes y antiagregantes plaquetarios deben descontinuarse antes del procedimiento según sea el caso, de 5 hasta 10 días antes. Pacientes con ECOG > 2 no son candidatos al procedimiento. En pacientes con marcapasos se debe considerar el uso de otras alternativas ablativas como la crioablación o microondas. La tomografía de tórax es el estudio clave para la evaluación pretratamiento de la o las lesiones a tratar, su tamaño, localización y su relación con los vasos y bronquios. Nos permite la planeación del procedimiento y la evaluación inmediata de la respuesta al tratamiento15. Se debe contar también, idealmente, con un estudio de estadificación, lo más factible es una tomografía de abdomen y pelvis. La biopsia se recomienda antes del tratamiento, cuando la presentación de las metástasis es atípica. En base a los estudios publicados, la RFA para metástasis pulmonares se realiza principalmente en: cáncer de colon y recto, cáncer pulmonar, de células renales, melanoma, carcinoma hepatocelular y sarcoma16-21. El número máximo de metástasis que pueden ser tratadas aún no se encuentra bien definido. La mayoría de los estudios realizan el tratamiento en pacientes con 5 lesiones o menos7 (tabla 2). La combinación de ARF y cirugía para el tratamiento de mayor número de lesiones en tumores bilaterales, puede ser una opción útil para incrementar la posibilidad de limitación de una enfermedad invasiva21. También, por ejemplo, otros proponen la combinación de ARF con quimioterapia sistémica en pacientes con metástasis irresecables de colon y recto22. Sin embargo, las terapias combinadas aún requieren de estudios posteriores para su validación. Técnica del procedimiento La ARF debe ser un procedimiento no doloroso, por lo cual es realizado usualmente con anestesia local más sedación consciente o, en algunos casos, con anestesia general. La ventaja de esta última radica en que permite un mejor control de la vía aérea, así como la obtención de apneas cuando se requiere durante el procedimiento, sobre todo durante la colocación de la aguja dentro de la lesión. Sin embargo, tiene la desventaja de incrementar el costo y la duración del procedimiento, así como la exacerbación del neumotórax con ventilación con presión positiva. La modalidad de imagen guía habitualmente empleada para la ARF es la tomografía por razones ya conocidas (disponibilidad, nos muestra la localización exacta de la lesión y la relación de ésta con nuestro electrodo, se pueden tomar medidas y realizar movimientos de la aguja adecuadamente orientados, etc.). Su limitante es carecer en algunos 358E. A. Lara-García et al Tabla 2 Criterios de selección de pacientes para ARF de metástasis pulmonares Características de las lesiones Criterio Número < 5 o 6 por hemitórax. Se sugiere no tratar tumores bilaterales en la misma sesión, porque incrementa el riesgo de neumotórax. Tamaño < 5 cm Localización A > 1 cm de los grandes vasos, bronquios principales, hilio, tráquea, esófago. Evitar aquellas en contacto directo con un vaso > 3 mm o del miocardio.* Características de la enfermedad Control del tumor primario Debe ser completo. Enfermedad extratorácica Debe haber sido tratada o controlada. Características del paciente No candidato a cirugía Pobre función pulmonar predictora de una FEVI postoperatorioa < 40%. Alto riesgo cardiaco u otras comorbilidades. No acepta cirugía. Tratamientos previos No candidato o han fallado. Trastornos irreversibles de la coagulación Se sugiere sean evitados, incluyendo aquellos con indicación vital de anticoagulación. Condición clínica inadecuada Donde el tratamiento ponga en riesgo la vida del paciente, no debe considerarse su realización. *Se ha reportado como factor predictivo negativo para coagulación completa de la lesión23,24. casos de tiempo real, pero cuando se cuenta con la modalidad de fluoroscopia, tanto el médico radiólogo como el paciente, deben estar de acuerdo en aceptar la exposición a mayor dosis de radiación. Esta modalidad en tiempo real facilita la colocación del electrodo dentro de la lesión. Ya en el tomógrafo, la posición del paciente dependerá de la localización de la lesión y del abordaje que permita obtener la distancia más corta a ella desde la pared torácica. Se deberán colocar uno o 2 parches en cada pierna (dependiendo del sistema de RF a emplear), para permitir la puesta a tierra. Es preciso cerciorarse de la buena adhesión de los parches a la piel, ya que si esto no sucede, la corriente de energía se concentrará en los márgenes de los parches y esto puede ocasionar quemaduras25. En nuestra Institución, el sitio de entrada en la piel se marca con un objeto metálico pequeño (por ejemplo, clip) y se realizan cortes para corroborar la situación. En base al clip, se decide si la aguja entrará en su borde medial, lateral, superior, inferior o punto medio. Se infiltra con lidocaína al 2% en piel y en plano muscular hasta antes de tocar la pleura. Se realiza una pequeña incisión con hoja de bisturí en la piel, para que la aguja electrodo no tenga dificultad para entrar. La aguja se avanza en dirección a la lesión y su situación se corrobora realizando cortes de tomografía con el FOV cerrado, que incluya los márgenes de la lesión. Una vez corroborada la localización de la aguja dentro del tumor en al menos 2 planos (reconstrucción multiplanar, MPR), se aplica la energía recomendada por el algoritmo de ablación de tejido pulmonar. El objetivo técnico de la ARF es alcanzar la necrosis coagulativa del tumor y dejar un anillo de 0.5-1 cm de “margen quirúrgico”. Complicaciones La ARF se considera un procedimiento relativamente seguro, con una morbilidad global, relacionada al procedimiento en el rango del 15.2%-55.6% (media de 35.7%) y un rango de mortalidad entre 0%-5.6%26. Las complicaciones que se presenten dentro de los primeros 30 días posteriores al procedimiento, aún pueden estar relacionadas con él27. Algunos pacientes pueden presentar dolor leve a moderado e incluso elevación de la temperatura (como resultado de liberación de citocinas y mediadores de respuesta inflamatoria), durante o inmediatamente después del procedimiento. El neumotórax y el derrame pleural son las complicaciones más frecuentes durante la RF, presentándose en cerca del 40% de los casos y en algunos de ellos necesitarán la colocación de tubo pleural (hasta en el 30%)1,8,27. La aspiración manual del neumotórax, durante la ablación puede ser de utilidad principalmente para aquellos neumotórax moderados para evitar la coagulación excesiva del parénquima atelectásico durante la aplicación de energía. Es posible que el neumotórax se vuelva a formar posteriormente. Un neumotórax tardío o persistente puede indicar la presencia de fístula broncopleural a lo largo del trayecto coagulado de salida, producido con el mismo electrodo. Por ello, algunos recomiendan realizar una zona de ablación en la vía de acceso, pero ésta debe limitarse a 2-3 cm por fuera del tejido ablatido, lo cual no sólo minimizaría el riesgo de Ablación por radiofrecuencia percutánea de metástasis pulmonares fístula broncopleural sino también el de sangrado y de siembra8,28. La hemorragia pulmonar ocurre alrededor del 7%-8% de los casos, asociándose en la minoría de los casos a hemoptisis. Si ésta se presenta durante el procedimiento, siempre que el paciente permanezca estable, no es indicación para suspenderlo. Otras complicaciones pueden ser: neumonía, absceso pulmonar y exacerbación de enfermedad pulmonar obstructiva crónica1,8,26-28. Hay que recordar que todas aquellas complicaciones que resulten en incapacidad permanente del paciente, hospitalización prolongada y muerte deben ser consideradas mayores. Resultados y efectividad La tasa media de ablación completa reportada es del 90% para tumores de 2.2 cm con una alta variabilidad, desde 38%-97% tanto para lesiones primarias como metastásicas. La sobrevida media va de 8.6-33 meses y la sobrevida global del 15%-46% a 3 años 26,29. Se ha demostrado que lesiones > 3 cm se asocian de forma independiente con disminución de la sobrevida global (p<0.003)30. Uno de los reportes iniciales de sobrevida a largo plazo fue el de Simon et al., quienes evaluaron una cohorte mixta de 153 pacientes con metástasis pulmonar de cáncer colorrectal y carcinoma de células no pequeñas. La sobrevida global a 1, 2, 3, 4 y 5 años para aquellos con cáncer primario (n=75) fue 78%, 57%, 36%, 27% y 27%, respectivamente, y para aquellos con metástasis fueron 87%, 78%, 57 %, 57% y 57%. La sobrevida fue mayor para tumores menores de 3 cm (p<0.002)31. El estudio RAPTURE (por sus siglas en inglés), sobre la evaluación de la respuesta de tumores pulmonares posterior a ARF fue un estudio prospectivo, de un solo brazo, con intención a tratar, multicéntrico, que involucró a 7 países de Europa, Estados Unidos y Australia, dirigido por Leoinci et al.32, en el cual se incluyeron a 106 pacientes con 183 tumores, no candidatos a cirugía o no aptos para quimioterapia ni radioterapia. Del total de lesiones, 33 fueron carcinoma de células no pequeñas (CCNP), 55 metástasis de colon y recto y 20 metástasis de otros primarios. Se confirmó respuesta completa a un año en 75 de los pacientes (88%). La tasa de sobrevida para aquellos con CCNP a 1 y 2 años fueron 70% (CI=51%-83%) y 48% (CI=30%-65%), respectivamente. Para aquellos con metástasis de cáncer colorrectal, la tasa de sobrevida a 1 y 2 años fue del 89% (76%-95%) y 66% (CI=53%-79%), respectivamente. También se ha propuesto un efecto sinérgico de la ARF a la radioterapia convencional de rayo externo; ello basado en el principio de que, si la radioterapia con rayo externo reduce el número de células cancerígenas, altera la cinética del ciclo celular y cambia el microambiente del tumor, entonces esta puede potencializar los efectos de la ARF. Existen estudios de la combinación de estos 2 tratamientos que demuestran beneficio en la sobrevida cuando se compara con el tratamiento solo con radioterapia, tanto en CCNP como en metástasis de colon y recto30,33-35. 359 Seguimiento posprocedimiento y evaluación de la respuesta por imagen Es importante conocer los hallazgos esperados posteriores a la ARF a través del tiempo, porque de eso depende nuestra conducta a seguir con respecto al paciente disminuyendo también la cantidad de estudios innecesarios (en tiempo) para su valoración. Hay que subrayar la importancia de hacer un estudio de tomografía, simple o contrastada inmediata e idealmente un mes posterior al procedimiento, la cual será nuestro nuevo estudio basal a partir del cual se compararán los estudios posteriores (tabla 3). La tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) si se realiza de forma inmediata posterior a la ARF puede mostrar un anillo de actividad hipermetabólica, que no deberá confundirse con actividad tumoral. La inflamación post-ablación, puede oscurecer focos residuales de tumor; por ello el PET no se recomienda antes de los 2 meses post-ARF. Posterior a este tiempo cualquier incremento en la actividad metabólica con patrón central en la zona de ablación o nodular es sugestivo de recurrencia. Cualquier crecimiento de la lesión posterior a los 3 meses debe considerarse sospechoso de recurrencia, así como cualquier reforzamiento nodular > de 10 mm o central > 15 UH o cualquiera mayor al tumor original, así como crecimientos ganglionares regionales o a distancia y la aparición de nuevas lesiones intra o extratorácicas36-37,39. El criterio de evaluación de respuesta en tumores sólidos, RECIST (por sus siglas en inglés), es un sistema obsoleto para la correcta evaluación de tumores post-ablación, sobre todo tratándose del periodo inmediato y mediato después de la misma, ya que en este lapso todas las zonas sometidas a ARF deben verse más grandes que el tumor original. Ello ha resultado en una modificación del RECIST40 basado en la densidad y el tamaño de la lesión, así como en su actividad metabólica en estudio de PET. De tal manera que la respuesta completa, respuesta parcial, enfermedad estable y la progresión de la enfermedad se basarán en la ausencia o presencia de una o 2 de las características propuestas tanto por tomografía computada (tamaño y densidad), como por PET (captación < 2.5). Conclusión La ARF ha demostrado ser un tratamiento alternativo (no sustitutivo) a la cirugía, en pacientes con tumores pulmonares tanto primarios como metastásicos, con tasas de respuesta y efectividad que impactan en lo sobrevida de los pacientes. El conocimiento de la técnica y sobre todo la adecuada elección de los pacientes, son las piezas clave para lograr los mejores resultados. Es necesario que tanto radiólogos intervencionistas, como oncólogos clínicos y cirujanos estén familiarizados con la misma (en todos sus aspectos), ya que la elección, el tratamiento y seguimiento de los pacientes deberán ser multidisciplinarios. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. 360E. A. Lara-García et al Tabla 3 Hallazgos por tomografía esperados posterior a ARF de pulmón Tiempo de evolución posterior a la radiofrecuencia Inmediato o < 1 semana 1 y 2 meses > 2 meses Anillo en vidrio despulido que representa zona de hiperemia que puede envolver de forma total o parcial la lesión36,37 El anillo de vidrio despulido involuciona. Cavitación (24%-31%). Engrosamiento pleural < 7 mm adyacente al sitio de entrada del electrodo. Persistencia de neumotórax, lo cual puede representar fístula bronco pleural38. Involución de la zona de ablación. Aunque pueden verse zonas focales de mayor densidad. Disminución del tamaño y del grosor de la pared de las cavitaciones previas hasta que desaparecen, dejando una cicatriz. Resolución del engrosamiento pleural o neumotórax, si es que aún los tenía36-39. Mayor tamaño que la lesión original Continúa de mayor tamaño que el tumor original, pero menor que en el control inmediato post-ARF. La lesión deberá ser del mismo tamaño o mayor que el tumor original hasta los 3 y 6 meses deberá ser del mismo tamaño o menor. Puede verse reforzamiento periférico, de margen definido, en anillo, < de 5 mm de grosor36 Continúa el reforzamiento periférico, en anillo. El reforzamiento periférico puede persistir hasta los 6 meses, sin embargo nunca deberá ser nodular o central, ya que esto es sospechoso de recurrencia. Posterior a los 6 meses ya no deberá existir reforzamiento y si lo hay no debe ser mayor al visto a los 3 meses38,39. El tiempo para realizar el primer control por imagen varía de acuerdo al protocolo de cada institución, sin embargo, se recomienda se realice al mes posterior al procedimiento (tomografía simple/contrastada) y a los 3 meses en el caso del PET-CT36. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. Casal, RF, Tam AL, Eapen GA. Radioquency Ablation of Lung Tumors. Clin Chest Med 2010;31:151–163. Zheng Y, Hiran CF. Surgical and Nonresectional Therapies for Pulmonary Metastases. Surg Clin N Am 2010;90:1041–1051. Chua TC, Sarkar A, Saxena A, et al. Long Term Outcome of Image-Guided Percutaneous Radiofrequency Ablation of Lung Metastases: An Open Labeled Prospective Trial of 148 Patients. Annals of Oncology 2010; -6. Pastorino U. The Development of an International Register. Journal of Thoracic Oncology 2010;5(2 suppl):S196-197. Pennathur A, Abbas G, Qureshi I, et al. Radiofrequency Ablation for the Treatment of Pulmonary Metastases. Ann Thorac Surg 2009;87:1030–1039. Von Meyenfeldt Erik, Prevoo W, Peyrot D, et al. Local Progression After Radiofrequency Ablation for Pulmonary Metastases. Cancer 2011;117:3781–3787. Dupuy D. 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Keywords Hepatocellular carcinoma; Collateral arterial supply; Transarterial chemoembolization; Mexico. Resumen Se presenta el caso de un paciente con una lesión con comportamiento típico de carcinoma hepatocelular (CHC), por criterios de imagen. Ésta fue sometida a tratamiento de quimioembolización y al seguimiento presentó respuesta parcial, se interrogó las arterias abdominales, encontrando aporte del tumor por medio de la frénica derecha. Se presenta una revisión de la literatura de las arterias extrahepáticas, que pueden irrigar estos tumores. Extra hepatic arterial supply to a hepatocellular carcinoma. Case presentation and literature review Abstract We present a patient with a hepatocellular carcinoma by imaging criteria. This patient underwent transarterial chemoembolization with partial response at follow up. Upon exploration of abdominal arteries, irrigation from the phrenic artery was encountered. A brief revision of collateral extra hepatic arterial supply to these tumors is presented. * Autor para correspondencia: Departamento de Radiología e Imagen Molecular, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Vasco de Quiroga N° 15, Colonia Sección XVI, Delegación Tlalpan, C.P. 14000, México D.F., México. Teléfono: 5487 0900, ext. 2157. Celular: 55 3955 0999. Correo electrónico: [email protected] (Bernabé Carrillo-Ayuso). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. Arterias colaterales extrahepáticas que irrigan el carcinoma hepatocelular. Presentación de un caso y revisión 363 Figura 1 Tumor en segmento VII del hígado de 6 cm de diámetro. En TC contrastada presenta comportamiento típico de CHC por criterios de imagen. Figura 2 Angiografía y QEIA a través de la arteria hepática derecha desde el tronco celíaco. Se observa captación del lipiodol y cisplatino por parte del tumor. Se identifica un defecto en la porción superior y lateral de la lesión. Introducción En la actualidad, la quimioembolización intraarterial (QEIA) es el tratamiento estándar para los pacientes con carcinoma hepatocelular (CHC) en estadio intermedio y función hepática conservada (Child-Pugh A y B). El conocimiento de las variantes anatómicas que pueden irrigar estos tumores, es esencial para obtener buenos resultados en estos pacientes. Se presenta el caso de un paciente con circulación extrahepática, con irrigación a un CHC en estadio intermedio. Presentación del caso Paciente masculino de 42 años de edad, previamente santo. Debutó en septiembre del 2010 con melena, sin tratamiento. En enero del 2011 presenta un cuadro de hematemesis, se inicia estudio documentando várices esofágicas en endoscopia superior. Se realizó ultrasonido donde se encuentran datos sugerentes de hipertensión portal. El 22 de abril del mismo año, se documenta infección por virus de hepatitis C. Se inicia seguimiento por imagen y en junio del 2011 se documenta lesión en tomografía con comportamiento típico de hepatocarcinoma en el segmento VII, de 6 cm de diámetro (fig. 1). El paciente se encontraba en clasificación B de la Clínica de Barcelona. En agosto 2011, se realiza quimioembolización presentando respuesta parcial en el estudio de seguimiento a 3 meses. Se realizó QEIA nuevamente en diciembre 2011 (fig. 2). En seguimiento, se observa zona de captación en la periferia del tumor, en territorio subdiafragmático (fig. 3); en marzo del 2012 se decide realizar nueva QEIA. Por la localización de la zona con actividad, se realiza angiografía selectiva de probables ramas accesorias. En angiografía previa a la embolización, se identifica irrigación de la zona de actividad por parte de la arteria frénica derecha (fig. 4). Se realiza embolización blanda y ablación por radiofrecuencia (ARF). Última resonancia magnética dinámica de abril 2013, sin evidencia de activad tumoral (fig. 5). Discusión El CHC es la neoplasia maligna primaria más común de hígado, y representa el 5° cáncer más común en el mundo. Sin tratamiento, el promedio de supervivencia de los pacientes 364 B. Carrillo-Ayuso et al * Figura 3 RM de control. Se observa una zona de actividad periférica en segmento VII, que muestra restricción de la difusión (flecha) y realce arterial y lavado (cabeza de flechas) durante la fase dinámica. La zona hipodensa (*) corresponde a la zona de necrosis posterior a la QEIA. Figura 4 Angiografía previa a la embolización de la enfermedad residual. Se observa ausencia de irrigación por parte de la arteria hepática, e irrigación del tumor por parte de la arteria frénica derecha. con CHC es de 8 semanas a partir de la presentación sintomática. La QEIA se utiliza ampliamente para tratar los tumores irresecables. La quimioembolización se puede realizar debido a que el parénquima hepático normal recibe un suministro de sangre dual de la arteria hepática y la vena porta, mientras que los CHC se suministran exclusivamente por la arteria hepática. Sin embargo, como en el caso de nuestro paciente cuando un tumor es grande o se localiza cerca de la cápsula del hígado, puede recibir los suministros de los vasos distintos de arterias hepáticas, siendo el más común la arteria frénica inferior1. Hay situaciones en el cual el CHC es irrigado por arterias colaterales extrahepáticas, incluso cuando la arteria hepática es patente y esto interfiere con el control eficaz del tumor con QEIA2. Por ende, es importante que radiólogos intervencionistas estén familiarizados con la gama de colaterales extrahepáticas que pueden existir (fig. 6), y los factores que conducen a su formación, y su apariencia en la tomografía computarizada (TC) y angiografía convencional, para poder dar un tratamiento óptimo y prevenir complicaciones. Se han hecho investigaciones sobre la QEIA selectiva a través de la arteria frénica inferior, demostrándose buena respuesta de los tumores3. Las arterias colaterales más comúnmente involucradas son la frénica inferior como en el caso de nuestro paciente, las arterias mamarias e intercostales internas. Otras son la rama omental, la arteria suprarrenal, la arteria cística, la arteria renal y la renal capsular, la arteria gástrica y lumbar, y ramas de la mesentérica superior. El contacto directo o invasión en otros órganos, incluyendo estómago, colon, Arterias colaterales extrahepáticas que irrigan el carcinoma hepatocelular. Presentación de un caso y revisión 365 Figura 5 RM de control, donde se muestra difusión y fase contrastada dinámica. No hay evidencia de realce que sugiera actividad tumoral. glándula suprarrenal y riñón, pueden crear suministro de sangre al tumor a partir de estos órganos4. Se sospecha de vasos colaterales extrahepáticos cuando (a) un tumor creció exofíticamente o ha invadido órganos adyacentes, (b) un tumor está en contacto con los ligamentos y área desnuda del hígado, (c) se observa un vaso colateral extrahepático dilatado en una TAC, (d) un defecto periférico de aceite yodado dentro de un tumor durante la QEIA o en una TAC de seguimiento, (e) cuando una recurrencia local se desarrolló en la parte periférica del tumor tratado durante el seguimiento, o (f) una elevación sérica sostenida de α-fetoproteína a pesar de adecuada embolización de la arteria hepática5. Como se había mencionado, la arteria frénica inferior derecha es el vaso colateral extrahepático más común que irriga el CHC. La arteria frénica inferior irriga la mayor parte del diafragma, incluyendo el área en contacto con el área desnuda del hígado, y anastomosis con las arterias adyacentes, incluyendo las arterias mamarias, intercostales, y suprarrenal internos4. Las arterias frénicas inferiores derecha e izquierda generalmente se originan en el tronco celíaco, o directamente de la aorta como un tronco común o independiente. Con menor frecuencia, surgen de las arterias renales o más raramente, de la gástrica izquierda o arterias hepáticas. En las tomografías en la fase arterial en la mayoría de los casos se puede observar su origen. Cuando el tumor se encuentra en el segmento VII y está en contacto con el hemidiafragma derecho, la angiografía selectiva de la arteria frénica inferior derecha es obligatoria. Cuando el tumor se encuentra en los segmentos 2 o 3, y está en contacto con el hemidiafragma izquierdo, debe revisarse la arteria frénica inferior izquierda. Los pacientes suelen quejarse de dolor en el hombro u opresión en el pecho durante la embolización de la arteria frénica inferior6. La arteria mamaria interna surge de la parte proximal de la arteria subclavia, opuesto al origen de la arteria vertebral. Irriga la porción más anterior del diafragma y da ramas intercostales anteriores, la arteria pericardiofrénica, arterias mediastínicas anteriores, ramas pericárdicas y ramas esternales. La arteria pericardiofrénica típicamente se une con la arteria frénica inferior. A nivel del 6° espacio intercostal, la arteria mamaria interna se divide en la arteria músculo-frénica y la arteria epigástrica superior. La arteria músculo-frénica pasa 366 B. Carrillo-Ayuso et al 1 2 3 4 7 10 5 11 6 9 8 12 Figura 6 Arterias suplementarias potenciales según la localización del tumor. 1: mamaria interna, 2: pericardiofrénica, 3: músculo frénica, 4: frénica inferior, 5: adrenal superior, 6: capsular inferior, 7: capsular superior, 8: omental, 9: cólica, 10: intercostal, 11: gástrica izquierda, 12: gastroepiplóica. oblicuamente hacia abajo y lateralmente, detrás del 7°, 8° y 9° cartílago costal. Perfora el diafragma cerca del 9° cartílago costal y termina frente al último espacio intercostal. Emite 2 ramas intercostales anteriores a cada uno del 7°, 8° y 9° espacios intercostales, y se anastomosa con la arteria frénica inferior. La arteria epigástrica superior emite algunas ramas para el diafragma, que se extienden en el ligamento falciforme del hígado y se anastomosan con la arteria hepática. Independientemente de la permeabilidad de la arteria hepática, cuando un CHC se encuentra en las zonas ventrales hepáticas, se apoya en el diafragma y la pared anterior del abdomen, las arterias mamarias internas pueden irrigar estos tumores. Los CHC ubicados en los segmentos VIII o IV se alimentan de la arteria mamaria interna derecha, mientras que los que están ubicados en el segmento lateral izquierdo son alimentados por la arteria mamaria interna izquierda. Hay 9 pares de arterias intercostales posteriores que se originan en la cara dorsal de la aorta torácica. Se anastomosan con las ramas intercostales anteriores de la arteria mamaria interna después de dar la rama dorsal, la rama intercostal colateral y la rama muscular. Las arterias intercostales inferiores posteriores se anastomosan con la arteria frénica inferior en el sitio de inserción del diafragma. Una arteria intercostal hipertrofiada puede ser observada como una estructura lineal puntiforme, justo por debajo de las costillas en las CT en fase arterial. El CHC en contacto con la porción inferolateral del diafragma, se suministran con frecuencia por las arterias intercostales posteriores. Los CHC que invaden la pared abdominal se irrigan por las arterias intercostales inferiores, subcostales o lumbares. La arteria intercostal, siempre atraviesa el sitio de inserción del diafragma para suministrar el CHC, y hace un giro agudo hacia arriba cerca de la unión costocondral. Un microcatéter debe ser avanzado más allá de la inserción diafragmática hasta la caja torácica, donde se observa un giro agudo vertical, para evitar posibles complicaciones como necrosis de la piel y el infarto espinal. Los niveles comunes de las arterias intercostales que irrigan el CHC son T10, T9 y T11, en orden de frecuencia. En ocasiones, los CHC que están en contacto con la porción posteroinferior del diafragma pueden ser irrigados por las arterias subcostales y lumbares7. La rama omental de la arteria gastroepiploica o en casos raros de la arteria dorsal del páncreas, es la segunda más común de los vasos colaterales. Mientras que la mayoría de los otros vasos colaterales extrahepáticos entran en el hígado a través del ligamento suspensorio o área desnuda del hígado, la rama omental suministra el tumor por adhesión directa al epiplón. Las ramas del epiplón por lo general son pequeñas, y provienen en un ángulo agudo de la arteria gastroepiploica. Existen varias ramas epiploicas en pacientes sanos, pero es difícil identificarlas en angiografías. Sin embargo, cuando una rama omental irriga un CHC, se convierte lo suficientemente dilatada para ser reconocible por angiografía del tronco celíaco. Por lo tanto, una cuidadosa revisión de la angiografía celíaca es un primer paso para la detección de la rama omental que suministra un CHC. En pacientes con un CHC roto, la hemostasia puede lograrse con QEIA a través de la rama omental. Debido a que el epiplón mayor es notablemente móvil, la rama omental puede suministrar un tumor en cualquier región intraperitoneal del hígado. En los pacientes con cirrosis hepática, el volumen hepático se reduce tan marcadamente que un tumor exofítico en la cúpula del hígado puede ser irrigado por una rama de epiplón con un trayecto largo8. Si un tumor se extiende inferomedial, las arterias suprarrenales pueden irrigar el tumor. La glándula suprarrenal tiene 3 fuentes de suministro arterial: una arteria suprarrenal superior que surge de la arteria frénica inferior, una arteria suprarrenal media que surge de la cara lateral de la aorta en un nivel entre las arterias renales y celíacas, y una arteria suprarrenal inferior que surge de la cara superior de la arteria renal ipsilateral. El realce normal de la glándula suprarrenal es triangular. En angiografías frénicas inferiores, se observa generalmente la arteria suprarrenal superior y la glándula adrenal normal. Por lo tanto, el realce de la glándula adrenal normal no debe ser confundido con un tumor en angiografías de la arteria frénica. Si un tumor se extiende posteroinferior, puede ser que esté alimentado por las arterias renales capsulares y renales. La arteria capsular superior, por lo general se proviene juntamente con la arteria suprarrenal inferior desde la arteria renal y sigue un camino tortuoso característico sobre el polo superior del riñón. Las arterias capsulares perforantes surgen de las arterias arqueadas e interlobares, que son ramas de la arteria renal. En casos avanzados de CHC, múltiples arterias irrigan el tumor, y puede ser difícil de diferenciar de la arteria renal capsular, la arteria renal y la arteria suprarrenal inferior. Debido al crecimiento exofítico y la infiltración extracapsular, un CHC puede tener contacto directo con los órganos intraabdominales, tales como el colon y el estómago. Cuando un tumor exofítico se encuentra en la punta inferior del Arterias colaterales extrahepáticas que irrigan el carcinoma hepatocelular. Presentación de un caso y revisión lóbulo hepático derecho, el ángulo hepático del colon puede estar en estrecho contacto con el tumor. Una rama de la arteria mesentérica superior, en particular la rama cólica, puede irrigar el tumor. Cuando el CHC tiene un contacto amplio con el estómago, la arteria gástrica puede irrigar el tumor. La arteria gástrica izquierda nace generalmente desde el tronco celíaco y rara vez a partir de la aorta supracelíaca. La arteria gástrica derecha suele nacer de la hepática propia y arteria hepática izquierda, e infrecuentemente de la arteria hepática común y gastroduodenal. El realce del estómago normal a menudo puede imitar un tumor. Para evitar la embolización accidental del estómago, se debe intentar la cateterización selectiva, pero esta técnica no se puede lograr en muchos casos. La arteria cística es la primera rama de la arteria hepática derecha y por lo general, irriga el parénquima hepático cerca de la vesícula. Cuando el tumor protruye a la fosa vesicular, que puede ser irrigado por la arteria cística, a pesar de una arteria hepática intacta. Cuando las arterias hepáticas son atenuadas debido a QEIA repetida, un tumor localizado a cierta distancia de la fosa vesicular puede ser alimentado por la arteria cística. La embolización de la arteria cística puede causar colecistitis o infarto de vesícula biliar, pero la QEIA después de la cateterización selectiva de la rama que alimenta el tumor, es generalmente seguro9. Cuando se realiza QEIA de vasos colaterales, existe el riesgo de embolización de ramas no blanco, que puede conducir a una variedad de complicaciones, dependiendo de la ubicación. Pueden surgir problemas cutáneos, tales como picor, eritema y necrosis, cuando se emboliza la arteria mamaria, intercostales o lumbares internas. La erosión gastrointestinal, ulceración o perforación pueden ser causadas por embolización de la arteria gástrica, epiploica y rama cólica. La paraplejia puede resultar de la embolización accidental de las ramas espinales que surgen de los vasos colaterales intercostales o lumbares, y embolización de la arteria cística puede causar colecistitis o infarto de la vesícula biliar. La quimioembolización de la arteria frénica inferior puede dar lugar a dolor en el hombro, derrame pleural o atelectasia basal. Para evitar estas complicaciones, la cateterización selectiva debería lograrse mediante la colocación de la punta del catéter lo más cerca posible a la rama o ramas, que suministran una neoplasia específica. En segundo lugar, los materiales embólicos deben ser infundidos lentamente para evitar reflujo de dicho material en una rama no-objetivo. En tercer lugar, los coils y las partículas de esponja de gelatina se pueden utilizar para ocluir y proteger el territorio de las ramas distales normales antes de la quimioembolización. Para reducir el dolor en el hombro, se recomienda que una 367 pequeña cantidad de lidocaína al 1%, se inyecte por vía intraarterial durante la embolización de la arteria frénica inferior10. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. Cheng LF, Ma KF, Fan WC, et al. Hepatocellular carcinoma with extrahepatic collateral arterial supply. J Med Imaging Radiat Oncol 2010;54(1):26-34. 2. Kim JH, Chung JW, Han JK, et al. Transcatheter arterial embolization of the internal mammary artery in hepatocellularcarcinoma. J Vasc Interv Radiol 1995;6:71-74. 3. Hyo-Cheol Kim, Jin Wook Chung, Won Hwa Kim, et al. Chemoembolization of the left inferior phrenic artery in patients with hepatocellular carcinoma: 9 year single center experience. AJR 2010;194:1124-1130. 4. Michels NA. Blood supply and anatomy of the upper abdominal organs. Philadelphia, Pa: Lippincott; 1955. 5. Hyo-Cheol Kim, Jin Wook Chung, Whal Lee, et al. Recognizing extrahepatic collateral vessels that supply hepatocellular carcinomas to avoid complications of Transcatether arterial chemoembolization. Radio Graphics 2005;25:S25-S39. 6. So YH, Chung JW, Yin Y, et al. 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Gaceta Mexicana de Oncología. 2013;12(5):368-373 www.elsevier.es Caso clínico Terapia puente en hepatocarcinoma y quimioembolización intraarterial selectiva de arteria parasitaria Carlos Enrique Rojas-Marína, Esteban Ramírez-Centenoa,*, Eunice Alejandra Lara-Garcíaa, Luis Alfonso Rodríguez-Palomaresa, Janin Sebastián-Huertaa y Alejandro Eduardo PadillaRoscianob Departamento de Radiología e Imagen, División de Radiología Intervencionista, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México b Departamento de Cirugía de Tubo Digestivo y Tumores Hepato-pancreato-biliares, Instituto Nacional de Cancerología, México D.F., México a PALABRAS CLAVE Hepatocarcinoma; Quimioembolización; Tratamiento neoadyuvante; Resección quirúrgica; Respuesta al tratamiento; Cateterización; México. Resumen El carcinoma hepatocelular es la 3° causa de muerte en el mundo, siendo la 5° en el hombre y la 7° en mujeres, provocando aproximadamente 696,000 muertes en el 20081, por lo que su manejo ha cobrado especial importancia. Los factores de riesgo más comúnmente asociados son: la infección con virus de la hepatitis B o C (VHB, VHC) -esto principalmente en países en vías de desarrollo-, la presencia de cirrosis y la exposición a aflatoxinas; siendo las más comúnmente encontradas la cirrosis y serología positiva para VHC y VHB como factor de riesgo, con un pico en su incidencia hacia la 5° década de la vida2. El tratamiento de elección es la resección quirúrgica, sin embargo sólo un 20%-30% de los hepatocarcinomas al momento de su diagnóstico pueden ser llevados a resección quirúrgica, dejando un 70%-80% de los tumores en etapas donde su manejo es por métodos intervencionistas, quimioterapia o paliativos. Presentamos un caso que cobra relevancia al presentarse en una paciente femenino de 24 años de edad, con un hígado sano y serologías negativas para VHB y VHC, co tumor irresecable al diagnóstico por su tamaño, por lo que se decide quimioembolización intraarterial (QEIA) neoadyuvante, como terapia puente para resección posterior a ésta; es importante mencionar que durante las sesiones de QEIA, el tumor desarrolló aporte nutricio por rama colateral de la arteria mesentérica superior con alta dificultad técnica para su canalización, por presentar un ángulo de 45° en dirección cefálica inmediatamente después de su emergencia. * Autor para correspondencia: Av. San Fernando N° 22, Colonia Sección XVI Delegación Tlalpan, C.P. 14080, México D.F., México. Teléfono: 5628 0400/5655 1055. Celular: 442 28 12 536. Fax: 5573 4651. Correo electrónico: [email protected] (Esteban Ramírez-Centeno). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. Terapia puente en hepatocarcinoma y quimioembolización intraarterial selectiva de arteria parasitaria Keywords Hepatocellular carcinoma; Chemoembolization; Neoadyuvant treatment; Surgical resection; Treatment Response; Catheterization; Mexico. 369 Bridging therapy in hepatocellular carcinoma and selective intraarterial chemoembolization of parasitic artery Abstract Hepatocellular carcinoma is the third leading cause of death worldwide, being the fifth in men and the seventh in women, causing about 696,000 deaths in the 2008, so their treatment has become especially important. The risk factors more commonly associated with infection are hepatitis B or C virus (HBV, HCV), this mainly in developing countries, the presence of cirrhosis and exposure to aflatoxin, being the most commonly encountered cirrhosis and positive serology for HCV and HBV as a risk factor, with a peak in incidence into the 5th decade of life. The treatment of choice is surgical resection, however only 20%-30% of hepatocellular carcinomas at the time of diagnosis can be leaded to surgical resection, leaving a 70%-80% of tumors in phases where treatment is by interventional methods, chemotherapy or palliative. In this context we present a case of a 24-years-old female patient, with a large hepatocellular carcinoma, with non-cirrhotic liver and negative HBV and HVC serology, no candidate to surgery, who was treated with trans-arterial chemoembolization. It is important to mention that during the TACE sessions the tumor developed nutritional contribution by a collateral branch of the superior mesenteric artery with high technical difficulty approach because of a cephalic direction angle of 45° immediately after its origin. Introducción El hepatocarcinoma es una de las neoplasias más comunes a nivel mundial, presentándose como la 5° causa de cáncer más frecuente en hombres y la 7° en mujeres, convirtiéndolo en la 3° causa de muerte a nivel mundial1. El subtipo histológico más común es el carcinoma hepatocelular con un 70% a 80% de todos los casos reportados2; en México en el registro del 2008, se reportaron 1,396 muertes por tumor primario de hígado, según el perfil epidemiológico de los tumores malignos en México del 20113, siendo el dolor abdominal el síntoma más frecuente, el cual se presenta hasta en el 74% de los pacientes. La α-fetoproteína (AFP) en el carcinoma hepatocelular suele tener cifras mayores de 20 ng/dL, aunque actualmente la elevación de este marcador no se considera diagnóstico, se debe tomar en cuenta cuando tiene cifras mayores a 200 ng/dL; es importante tener en cuenta que el 20% de los hepatocarcinomas no presenta elevación de ésta y en el 66% de los menores de 4 cm presentan cifras inferiores a 20 ng/dL4. Existe cierto predominio por el lado izquierdo del hígado, con un tamaño promedio a la presentación entre 3 y 27 cm. Por imagen, el estudio de elección debe ser multifásico/ dinámico (tomografía computada TC o resonancia magnética RM), en donde lo podemos observar: focal, nodular o difuso, el cual va a tener un refuerzo predominante en la fase arterial con un lavado rápido; en lesiones pequeñas puede ser un refuerzo homogéneo y en las de mayor tamaño presenta un refuerzo en patrón de mosaico. Hay que recordar que es importante tener el estudio multifásico para su correcta caracterización, ya que se podría confundir con otras lesiones5. El tratamiento de elección es la cirugía, por lo que la resecabilidad con obtención de márgenes libres es un factor pronóstico predominante, teniendo una tasa de resecabilidad del 37% al momento de su diagnóstico6. En pacientes con resección quirúrgica completa, la sobrevida a 5 años es de 37%-56%, a diferencia de los que no son resecables con una sobrevida a 5 años del 0% y una sobrevida media de 12 meses7. Existen pocos estudios de tratamientos con quimioterapia y radioterapia con resultados no concluyentes, sin demostrar respuestas significativas al tratamiento6,7. Para pacientes irresecables tratados con trasplante hepático refieren sobrevidas a uno, 5 y 10 años de 63%, 38% y 25%, respectivamente8. Está bien demostrada la utilización de la escala de Barcelona para manejo y estadificación del hepatocarcinoma, donde se le da un papel fundamental al manejo por radiología intervencionista desde el estadio inicial A al estadio intermedio B, los cuales son manejados mediante ablación por radiofrecuencia (ARF) y quimioembolización intraarterial selectiva (QEIA), respectivamente, demostrando una sobrevida del 50%-70% a 5 años para el primer método y de 20%-40% a 3 años para el segundo8. También estas terapias tienen un papel en los candidatos a trasplante hepático, ya que el 30% de los pacientes en lista de espera suelen progresar antes del trasplante y en ellos se ha recomendado ARF o QEIA para mantenerlos dentro de criterios9 o bien, en otros casos, permite llevar a pacientes a criterios de trasplante (Milán o San Francisco), a lo que se conoce con el nombre de “terapia puente”. Presentación del caso Femenino de 24 años de edad, la cual inicia su padecimiento un año 7 meses antes del ingreso al Instituto, con malestar abdominal y reflujo esofagogástrico, realizándose ultrasonido (fuera de nuestro Hospital) el 22/11/2011, el cual reporta masa hepática, por esto el 29 de noviembre se somete a biopsia con tru-cut, encontrándose un reporte histopatológico de hepatocarcinoma con cifras de AFP de 3,489 ng/dL, por lo que es referida a esta Institución para tratamiento. Es importante mencionar que la paciente era previamente sana, sin antecedentes de alcoholismo y serología positiva 370 C. E. Rojas-Marín et al Figura 1 Tomografía computada en fase arterial, corte axial y reconstrucción multiplanar coronal, donde se observa tumor que abarca casi la totalidad del lóbulo hepático izquierdo, con importante aporte vascular dependiente de la arteria. para VHB/VHC, sin antecedentes de colangitis esclerosante o cirrosis biliar primaria, lo cual incrementa la importancia de reportar este caso por tratarse de un carcinoma hepatocelular sobre un hígado sano en paciente joven (fig. 1). El día 12/01/2012 es valorada en sesión interdepartamental por la Unidad Funcional de Gastroenterología, donde se decide tratamiento con QEIA por el Servicio de Radiología Intervencionista de esta Institución, como tratamiento neoadyuvante para búsqueda de reducción del tamaño tumoral y en un segundo tiempo llevar acabo la resección quirúrgica. El manejo realizado por el Servicio de Radiología Intervencionista fue con 8 sesiones de QEIA, ejecutadas de 18/01/12 al 08/06/13. Las 5 primeras llevadas a cabo con un lapso entre cada una de 2 meses, la 6° a los 5 meses, la 7° a los 3 meses y la 8° al mes de la sesión previa. En las 4 primeras sólo se inyectó mezcla de doxorrubicina con contraste hidrosoluble no iónico (porque no había lipiodol en el país), en las subsecuentes se utilizó mezcla de doxorrubicina con lipiodol a concentraciones de 1:1; desde la 6° sesión se identifica rama parasitaria dependiente de la arteria mesentérica superior, la cual tiene un ángulo aproximado de 45° posterior a su emergencia, lo cual hace difícil en el aspecto técnico, su canalización súper selectiva, lográndose finalmente hasta el 8° intento mediante la técnica de tándem; la evolución de la paciente y técnica se describe a continuación. El 18/01/2012 se realiza la primera sesión de QEIA, se hace con apoyo de anestesiología, bajo sedación consciente. Con AngiocathTM 16G se punciona arteria femoral común, con técnica de Seldinger, a través del cual se avanza guía hidrofílica 0.035” de 150 cm, para colocación de introductor 5Fr; se avanza catéter Cobra C2 de 4Fr y se canula tronco celíaco, donde se realiza disparo angiográfico de control observando la arteria esplénica, la hepática común y propia, así como sus ramas derecha e izquierda. El catéter se avanza para canular la arteria hepática derecha, desde donde se realiza otro disparo angiográfico de control y se encuentra trifurcación de la arteria, 2 de estos vasos van hacia los segmentos superiores y uno hacia los inferiores, observando zonas de reforzamiento arterial nodular en prácticamente todo el lóbulo hepático derecho, por lo que se decide embolizar desde este sitio. Se realiza mezcla de doxorrubicina liofilizado 50 mg con 10 mL de material de contraste hidrosoluble, no iónico y se inyecta bajo control fluoroscópico para valorar reflujo; posteriormente se preparan micropartículas de alcohol polivinílico de 350-500 micras, mezcladas con medio de contraste hidrosoluble no iónico y se inyecta bajo control fluoroscópico para valorar reflujo; se administran 2 frascos de partículas hasta que se evidencia flujo lento a través de los vasos más proximales a la arteria hepática derecha, y presencia de reflujo a través del catéter. Se realiza disparo de control y se observa permeable la arteria hepática derecha y la porción más proximal de los 3 vasos que emergen de la misma, sin observar tinción tumoral en este momento. En el control desde el eje celíaco se corrobora la permeabilidad de la hepática izquierda, gástrica y esplénica, dando por terminado el procedimiento (figs. 2 y 3). El 28/02/2012 en estudio de control se observa una reducción inferior al 20% del tamaño tumoral, con hipertrofia del lóbulo hepático izquierdo. Por lo cual se vuelve a valorar por la Unidad Funcional de Gastroenterología de la Institución, considerando a la paciente candidata a otra QEIA, la cual se realiza después de 5 semanas utilizando la misma técnica antes descrita. Se realiza tomografía de control a los 2 meses del tratamiento, donde se observa disminución en su diámetro máximo de un 35% aproximadamente, así como incremento en las zonas de necrosis intralesionales en relación a respuesta parcial al tratamiento; por lo que se realiza el mismo procedimiento 2 veces más hasta completar 4 sesiones de QEIA, logrando una disminución del 30% del volumen tumoral con zona de necrosis central de predominio hacia lóbulos superiores; mostrando enfermedad estable en el estudio de control de la segunda quimioembolización, en la cual a su vez se encontró rama parasitaria dependiente de la arteria mesentérica inferior, la cual no se había identificado en los estudios previos y que no fue posible canular por su angulación en ese momento. Se planteó la posibilidad de intento Terapia puente en hepatocarcinoma y quimioembolización intraarterial selectiva de arteria parasitaria Figura 2 Sustracción digital con canalización selectiva de ramas de la arteria hepática derecha, la cual muestra importante reforzamiento tumoral. de resección quirúrgica y/o ligadura de arteria nutricia parasitaria, la cual es llevada a cabo a los 30 días; sin embargo durante el intento de resección quirúrgica el tejido hepático se muestra friable con facilidad al sangrado, por lo que se suspende cirugía y se decide manejo en un segundo tiempo por intervención (fig. 4). A los 5 meses de la última sesión de QEIA se realizan 2 más, espaciadas por 3 meses, donde se observó nuevo aporte vascular tumoral dependiente de la arteria hepática izquierda la cual fue embolizada en ese momento, además de identificar arteria parasitaria dependiente de la mesentérica superior, a la cual no se logra su canalización en ninguna de estas sesiones por presentar un ángulo de 45° en dirección cefálica a su emergencia; se decide canalización súper selectiva en un segundo tiempo, utilizando técnica coaxial con cateterización selectiva de su ostium con catéter Cobra C2 4Fr, para posterior avance de microcatéter 2Fr, con lo que se logra su canalización súper selectiva para la inyección de doxorrubicina mezclada con lipiodol ® a concentración de 1:1 para su embolización, seguido de micropartículas de alcohol polivinílico de 350-500 micras. Actualmente, la paciente se encuentra en espera de valorar respuesta a tratamiento para un segundo intento de resección quirúrgica; en estudios de control con respuesta al tratamiento y sin evidencia de actividad tumoral a distancia, con una sobrevida de 20 meses a la fecha, encontrándose la paciente asintomática, con un ECOG de 0 y pruebas de función hepáticas normales; cabe mencionar la disminución de la AFP, esto en relación a datos de buen pronóstico (figs. 5 y 6). Discusión Como hemos mencionado, el hepatocarcinoma es la 3° causa de muerte a nivel mundial, siendo la 5° neoplasia más común en hombres y la 8° en mujeres1, usándose como tratamiento de elección la resección quirúrgica, sin embargo 371 Figura 3 Sustracción digital, con disparo de control tras la primera sesión de QEIA, donde se observa canalización selectiva de ramas arteriales dependientes de la arteria hepática derecha con oclusión de las ramas arteriales tumorales principales. Figura 4 Tomografía computada en corte axial obtenida en una fase portal, donde se observa respuesta al tratamiento tras la segunda sesión de QEIA. solamente el 20% al 30% de éstos, es resecable al momento de su diagnóstico. La paciente reportada por las características clínicas y del tumor, se clasificó como una etapa B de Barcelona (no candidata a cirugía), por lo que se decidió el manejo por QEIA, demostrando respuesta parcial al tratamiento, durante un lapso de 17 meses; actualmente asintomática. La importancia de este caso radica no sólo en las características del paciente: joven, previamente sana, sin antecedentes de importancia, sino también en las características del tumor: carcinoma hepatocelular (no fibrolamelar) y en el hecho de 372 C. E. Rojas-Marín et al Figura 5 Secuencia de imágenes donde, de izquierda a derecha, se observa canalización selectiva de mesentérica superior, observándose rama parasitaria hacia el tumor, la cual irriga la parte inferior de éste; la segunda es una canalización súper selectiva con avance de microcatéter de la rama parasitaria con inyección de lipiodol mezclado con doxorrubicina; la última imagen es un disparo de control donde no se observa flujo en rama parasitaria. que, aunque inicialmente no fue candidata a cirugía (por las características ya mencionadas con anterioridad del tumor), el plan de conseguir reducir el tamaño tumoral y hacerlo resecable no se ha desechado. Al respecto a lo anterior, en el 2002 Chung-Mau Lo12 en su revisión, demuestra que la utilización de la QEIA previa a la resección quirúrgica, disminuye la tasa de recurrencia del 47.6% contra 63.6% en pacientes que sólo se les practicó resección quirúrgica, con periodo libre de enfermedad de 47.6% contra un 27.3% a 10 años. Por ello, era imperativo lograr canular selectivamente esa rama colateral que se encontraba ahora irrigando de forma dominante al tumor. Lo que se pretende ilustrar con esto, no es sólo la colateralidad ya conocida que pueden tener los tumores de este tipo, sino además la necesidad de lograr embolizarlas para lograr mejorar la respuesta al tratamiento y quizá (como en este caso), convertir a la paciente en candidata a cirugía. El hepatocarcinoma presentado es un tumor gigante el cual ocupa la totalidad del lóbulo hepático derecho, donde en este tipo de tumores, adyacentes a estructuras vecinas está reportada la presencia de ramas parasitarias dependientes de arterias contiguas como pueden ser las frénicas, gástricas, renales o mesentéricas, esto es de relevancia ya que el aporte vascular del tumor por una de estas ramas, compromete la respuesta al tratamiento al ofrecer un aporte vascular alterno al tumor. Las arterias parasitarias deben ser sospechadas tras la aplicación de contraste intraarterial sin observar la tinción tumoral competa, o tras la falta de respuesta al tratamiento10. Una opción a la angiografía es la utilización de angiotomografía con reconstrucciones multiplanares y la utilización de la herramienta de imágenes en máxima intensidad de proyección (MIP), las cuales ayudan al seguimiento de estructuras vasculares, una vez identificadas deben de ser embolizadas11,12. En el caso presentado es importante remarcar la dificultad técnica a la embolización de la rama parasitaria dependiente de la arteria mesentérica, por presentar un ángulo aproximado de 45° en dirección cefálica después de su emergencia; recordando que la dirección de la arteria mesentérica superior es caudal formando un ángulo agudo con respecto a la aorta, lo cual hace Figura 6 Reconstrucción multiplanar con máxima intensidad de proyección, de tomografía computada en fase arterial, donde se observa rama arterial parasitaria dependiente de la arteria mesentérica superior. técnicamente difícil su cateterización, por lo que utilizamos un catéter Cobra C2 de 4Fr para la canalización del ostium, para el posterior avance de una microguía a través de este, previamente montada en un microcatéter 2Fr, con lo que logramos la canalización súper selectiva de la arteria parasitaria para la inyección de la doxorrubicina con lipiodol y la inyección de micropartículas ya descritas; técnica que puede ser realizada en casos similares. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Terapia puente en hepatocarcinoma y quimioembolización intraarterial selectiva de arteria parasitaria Referencias 1. 2. 3. 4. 5. 6. Consultado el 15 de junio de 2013. http://globocan.iarc.fr/ factsheets/cancer/liver.asp Perz JF, Armstrong GL, Farrington LA, et al. The contribution of hepatitis B virus and hepatitis C virus infections to cirrosis and primary liver cancer worldwide. J Hepatol 2009;35:147154. Consultado el 15 de junio de 2013.http://www.dgepi.salud. gob.mx/2010/PDFS/PUBLICACIONES/MONOGRAFIAS/PEPID_ TUMORES_MALIGNOS_MEX_2010.pdf. Yukiyosi Kimura F, Lopera J. Quimioembolizacion Hepatica. En: Gimenez M, Guimaraes M, Oleaga J, et al (eds). Manual De Tecnicas Intervencionistas Guiadas Por Imagenenes. Buenos Aires: Journal; 2011. p. 59-69. OliverJH 3rd, Baron RL. 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Keywords Fistula; Bile ducts; Biliary bronchial fistula; Therapeutic blockade; Mexico. Resumen Una fístula biliobronquial es una comunicación anormal entre el árbol biliar y la vía aérea, que puede ocasionar abundante bilioptisis. Se presenta un caso de fístula biliobronquial posterior a hepatectomía, tratada con inyección percutánea de Histoacryl®. Biliary bronchial fistula: percutaneous closure with Histoacryl® Abstract A biliary bronchial fistula is an abnormal communication between the biliary tree and the airway that can result in profuse bilioptysis. The autors present a case of biliary bronchial fistula after hepatectomy. The fistula was sealed with percutaneous injection of Histoacryl®. * Autor para correspondencia: Av. San Fernando N° 22, Belisario Domínguez Sección 16, Delegación Tlalpan, C.P. 14080, México D.F., México. Teléfono: (55) 5628 0400, (55) 5655 4766. Correo electrónico: [email protected] (Carlos Enrique Rojas-Marín). 1665-9201/$ – see front matter © 2013 Gaceta Mexicana de Oncología. Publicado por Masson Doyma México S.A. Todos los derechos reservados. Cierre percutáneo de fístula biliobronquial persistente con Histoacryl® 375 A Figura 1 Tomografía abdominal contrastada posterior a 2° sesión de quimioembolización. Se aprecia necrosis tumoral extensa en lóbulo hepático derecho. B Introducción Una fístula biliobronquial es una comunicación anormal entre el árbol biliar y la vía aérea, que puede ocasionar abundante bilioptisis o esputo teñido con bilis1. Es una condición poco común, usualmente vista en regiones endémicas como una complicación de enfermedad amebiana o hidatídica del hígado2,3. En la sociedad occidental, el traumatismo, la cirugía previa y la obstrucción biliar son los factores causales más frecuentes4,5. Aunque grandes series en la literatura enfatizan el tratamiento quirúrgico de la enfermedad, dicho tratamiento engloba alta morbilidad y mortalidad6,7. Una alternativa de tratamiento es la oclusión del trayecto fistuloso con Histoacryl ®, reportada por primera vez en 20028. Nosotros presentamos un caso de fístula biliobronquial persistente en un paciente sometido a resección hepática derecha por hepatocarcinoma, tratado en nuestro servicio con Histoacryl®. Presentación del caso Hombre de 58 años de edad, conocido en nuestra Institución desde septiembre del 2011, con diagnóstico de carcinoma hepatocelular poco diferenciado Child-Pugh A. En tomografía abdominal multifásica se describe masa heterogénea localizada en lóbulo hepático derecho, dimensiones aproximadas de 20 x 11 cm, con realce intenso heterogéneo en fase arterial temprana, y lavado del contraste en fase venosa portal y fase tardía. Sin trombosis portal o metástasis regionales, ni a distancia. Figura 2 Estudios de imagen realizados una semana posterior a resección hepática derecha. A) Radiografía simple de tórax con opacificación de base pulmonar derecha. B) Tomografía simple mostrando líquido libre en base pulmonar derecha y colección subdiafragmática. Se sospecha de fístula biliobronquial. En etapa B de Barcelona fue sometido a 3 sesiones de quimioembolización, las primeras realizadas en septiembre y noviembre del 2011. Dos meses despúes en estudio tomográfico de control encontramos necrosis tumoral extensa, indicativa de terapia intraarterial exitosa (fig. 1). En marzo del 2012 posterior a tercera sesión de quimioembolización, se realiza hepatectomía derecha y colecistectomía reportando tumor de 20 x 18 x 15 cm, que involucra segmentos 5, 6, 7 y 8. Durante el periodo postoperatorio presenta disnea, dolor torácico y tos con expectoración de aspecto biliar. Radiografías seriadas simples de tórax muestran opacificación progresiva de base pulmonar derecha (fig. 2), por lo 376 C. E. Rojas-Marín et al 4Fr, sin embargo por la presencia de la endoprótesis plástica cuyo extremo se encontraba adyacente al sitio de fuga, no fue posible canular el trayecto, por lo cual se decide la colocación de catéter biliar interno-externo 8Fr (fig. 3) y se solicita a endoscopia el retiro de la prótesis plástica. Posterior al retiro de ésta, bajo guía fluoroscópica se avanza guía hidrofílica 0.035’’ a través del catéter de derivación con posterior retiro del mismo, se introduce catéter guía 4Fr y se identifica sitio de fístula. A través del catéter guía se introduce microguía y microcatéter de 2.7Fr hasta llegar al sitio de fuga; posteriormente, se inyecta material de contraste y se corrobora adecuada posición dentro del trayecto fistuloso. Se prepara mezcla de lipiodol con Histoacryl® en relación 1:1. Previo lavado del microcatéter con solución dextrosa al 5%, se inyecta la mezcla de Histoacryl® mediante control fluoroscópico. En proyecciones de control se confirma la oclusión de fístula biliobronquial (fig. 4). Para concluir el procedimiento se introduce nuevo catéter de derivación interno-externo de protección. El dolor torácico y la bilioptisis se resuelven favorablemente. El paciente fallece un mes despúes por factores ajenos al procedimiento. Discusión Figura 3 A través del catéter de derivación biliar se realiza colangiografía diagnóstica, demostrando fístula biliobronquial con origen en muñón derecho. que ingresa a quirófano para toracotomía posterolateral, con decorticación, lavado y drenaje. Con la sospecha de fístula biliobronquial se programa para colangiografía retrógrada endoscópica, reportando fuga importante del material de contraste hacia el espacio hepático derecho y cavidad torácica derecha, confirmando el diagnóstico de fístula; se termina el procedimiento con la colocación de endoprótesis plástica. Durante los meses siguientes, el paciente continúa con malestar torácico y abdominal. En febrero del presente año acude en malas condiciones generales, con dolor torácico, fiebre y bilioptisis. Se realiza nueva colangiografía endoscópica, encontrando fístula biliobronquial y colección subdiafragmática derecha. Por la persistencia de fístula se interconsulta a nuestro Servicio. Decidimos realizar colangiografía percutánea con intento de sellar la fístula. El procedimiento se lleva a cabo bajo sedación consciente e infiltración con anestesia local. Bajo guía sonográfica se canaliza ducto biliar periférico izquierdo con aguja Chiba 22 G, se administra material de contraste observando opacificación de vía biliar izquierda, así como trayecto fístuloso con origen en muñón derecho. Se intenta canular el trayecto fistuloso con catéter cobra La fístula biliobronquial es una condición clínica específica, en la que una fuga biliar penetra el diafragma alcanzado el árbol bronquial (usualmente derecho). Aunque primero descrita como una complicación de enfermedad hidatídica del hígado9, siendo más frecuente con enfermedad parasitaria 10, en la sociedad occidental, el traumatismo, la cirugía previa y la obstrucción biliar son los agentes causales más comúnes. Hallazgos clínicos en el cuadro de fístula biliobronquial incluyen neumonitis, fiebre, dolor torácico, dolor abdominal superior derecho y tos productiva o esputo teñido con bilis, conocido como bilioptisis. La presencia de bilis en el esputo es diagnóstica de fístula biliobronquial11. La colangiopancreatografía retrógrada endoscópica es generalmente reconocida como el procedimiento diagnóstico de elección, aunque la colangiografía transhepática percutánea también demostrará adecuadamente una fístula biliobronquial12. Tradicionalmente, el tratamiento definitivo conlleva una cirugía extensa con aproximación transtorácica o transabdominal, con escisión del tracto fistuloso, reparación del defecto diafragmático, resección pulmonar o hepática si es apropiada e interposición de tejido sano entre pulmón e hígado13. El procedimiento quirúrgico expone alta morbilidad y mortalidad, por lo que se reserva para aquellos pacientes en quienes falla el tratamiento conservador14. El drenaje biliar endoscópico o transhepático ha sido usado exitosamente como tratamientos conservadores, evitando la exploración quirúrgica15. La técnica conservadora más frecuente reportada incluye esfinterotomía endoscópica con retiro de lito o barro biliar, seguido por la colocación de stent plástico. El objetivo es reducir la presión biliar distal, drenando preferencialmente la bilis hacia el duodeno más que hacia el defecto, permitiendo el cierre de la fístula. Hasta 10% de las fugas, pueden Cierre percutáneo de fístula biliobronquial persistente con Histoacryl® 377 B A Figura 4 Oclusión percutánea con Histoacryl®. A) Imagen fluoroscópica, proyección anteroposterior que muestra el momento de aplicación de Histoacryl® a través de microcatéter en trayecto fistuloso. B) Imagen de control. Confirma el cierre de fístula biliobronquial. El medio de contraste sigue un trayecto normal hacia segunda porción de duodeno. no responder a la terapia endoscópica inicial, particularmente si la lesión involucra un ducto principal13. Una alternativa es la oclusión del defecto fistuloso con inyección de Histoacryl® (cianoacrilato), reportado por primera vez en 2002. Desde su descubrimiento en 1942 en el laboratorio Eastman Kodak®, los polímeros de cianoacrilato han sido ampliamente estudiados y aplicados clínicamente como adhesivos tisulares. Los cianoacrilatos son una clase de pegamentos sintéticos aplicados como monómeros, los cuales polimerizan en una reacción exotérmica cuando entran en contacto con una base débil como la sangre8. Estos procedimientos alternativos han sido usados en casos de fístula biliar persistente que no responden al drenaje biliar apropiado. En los casos revisados, la edad promedio de presentación fue entre los 40 y 60 años, pacientes con antecedente de cirugía hepática previa por etiología diversa (hepatocarcinoma, metástasis única, enfermedad hidatídica) con periodo variable entre cirugía y sintomatología (desde uno hasta 12 meses). La aplicación de Histoacryl® se reporta con abordajes percutáneos, endobronquiales y endoscópicos, solos o en combinación con coils. Todos los casos reportados fueron exitosos a excepción de uno. En similitud con los casos encontrados, nuestro paciente padeció de la enfermedad en la 5° década de su vida, posterior a hepatectomía derecha, sin embargo su presentación fue en el periodo postoperatorio inmediato. Tratado por vía endoscópica con malos resultados. Un año posterior a la cirugía con evolución tórpida, se interconsulta a nuestro Servicio. Como primer esfuerzo por cerrar la fístula se coloca un catéter de derivación biliar interno-externo. Los resultados no fueron los esperados. En un 2° tiempo a través del trayecto del catéter, canulando con guía y posterior canalización selectiva de la fístula se inyecta Histoacryl® con cierre exitoso de la misma. La sintomatología dependiente de la fístula desapareció, sin embargo por las condiciones generales del paciente, su enfermedad base y tratamientos quirúrgicos previos fallece un mes despúes. Conclusión El drenaje biliar vía endoscópica o transhepática percutánea es la primera opción de tratamiento de una fístula biliobronquial, porque disminuye la presión biliar hacia la fístula permitiendo su cierre y curación. Tratamientos alternativos son el uso de agentes embolizantes como coils y pegamentos. El tratamiento quirúrgico debería considerarse como último recurso. En nuestro caso presentamos el cierre de fístula biliobronquial dependiente de conducto biliar intrahepático derecho, mediante aplicación percutánea de Histoacryl ® obteniendo resultados favorables. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Financiamiento Los autores no recibieron patrocinio para llevar a cabo este artículo. Referencias 1. Yedida Goldman S, Craig R, Setton A, et al. Bronchobiliary Fistula Succesfully treated with n – Butyl Cyanoacrylate via a Bronchial Approach. J Vasc Interv Radiol 2007;18:151-155. 378 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. C. E. 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