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C A P Í T U L O 6 Carcinoma hepatocelular M. Reig, A. Darnell y J. Bruix Resumen El carcinoma hepatocelular (CHC) es la primera causa de muerte en cirróticos y una neoplasia altamente prevalente. Representa el quinto tumor a nivel mundial y su incidencia varía según las áreas geográficas, siendo más elevada en los países asiáticos y africanos, y moderada en Europa y Latinoamérica. Un mejor conocimiento de la historia natural del tumor y el desarrollo de sistemas de estratificación de los pacientes de acuerdo con las características del tumor, la enfermedad hepática y el estado general como el sistema BCLC (Barcelona Clinic Liver Cancer) ha llevado a mejorar la estadificación y el tratamiento de los pacientes. Los pacientes diagnosticados en estadios tempranos tienen opción de recibir tratamientos curativos (resección, trasplante, ablación). Sin embargo, los pacientes diagnosticados en estadios intermedios (CHC multinodular, PS0, buena función hepática) o avanzados (CHC con invasión vascular y/o metástasis, PS ≤ 2 y buena función hepática) son candidatos a tratamientos paliativos (aumentan la supervivencia pero no curan el tumor). Los pacientes con CHC en etapa intermedia se benefician de tratamiento con quimioembolización y los diagnosticados en fase avanzada de Sor, un inhibidor multiquinasa con efectos antiangiogénicos y antiproliferativos. Palabras clave: carcinoma hepatocelular, sorafenib, manejo clínico, tratamiento. INTRODUCCIÓN El carcinoma hepatocelular (CHC) es la primera causa de muerte en pacientes con hepatopatía crónica en fase de cirrosis, el quinto cáncer más común en los hombres (523.000 casos, 7,9% del total), el séptimo en mujeres (226.000 casos, el 6,5% del total) y la tercera causa de muerte por cáncer1. Asimismo, es el tumor maligno primario más común del hígado y su incidencia varía según el área geográfica. Los pacientes con hepatopatía crónica en fase de cirrosis, independientemente de la etiología, presentan un riesgo elevado de desarrollar CHC, y se ha demostrado que la hipertensión portal clínicamente significativa [HTPCS, gradiente de presión portal © 2015. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos ≥ 10 mmHg] se asocia a este aumento de riesgo de desarrollar CHC2. Por tanto, todas las sociedades científicas recomiendan efectuar cribado de CHC en pacientes cirróticos, con objeto de detectar un posible CHC en fase inicial (≤ 2 cm), cuando la tasa de curación es muy elevada3-5. Esta recomendación se aplica a aquellos pacientes potencialmente tratables en caso de ser diagnosticados. La estrategia de detección de nódulos hepáticos se basa en efectuar una ecografía abdominal cada 6 meses3-5. Si se detecta un nódulo ≥ 10 mm, se deben iniciar las exploraciones para establecer el diagnóstico y decidir el tratamiento más adecuado3-5. El diagnóstico en pacientes cirróticos se puede establecer mediante criterios no invasivos de CHC. Estos se definen como la presencia de un patrón vascular específico: hipercaptación de contraste en fase arterial seguida de lavado del contraste en fase venosa en 87 88 Cáncer digestivo: patogenia, diagnóstico, tratamiento y prevención FIGURA 6-1. Carcinoma hepatocelular. Resonancia magnética (RM). Nódulo de 25 mm hiperintenso respecto al hígado en la secuencia de RM potenciada en T1 sin contraste (A), con captación difusa del contraste endovenoso en fase arterial (B) y con lavado del contraste y seudocápsula en fase portal (C). una tomografía o resonancia magnética con contraste (fig. 6-1). Si no se registra este patrón o se trata de un paciente no cirrótico, el diagnóstico solo se puede establecer por medio de una biopsia3-5. No se recomienda el uso de marcadores tumorales para el cribado ni diagnóstico de CHC, debido a que hasta la fecha todos los marcadores evaluados presentan inadecuadas sensibilidad y especificidad para el cribado y/o diagnóstico4-6. CLASIFICACIÓN CLÍNICA La clasificación de BCLC6 posee capacidad pronóstica, guía la indicación del tratamiento y se halla ampliamente validada. Divide a los pacientes en cinco categorías, basándose en las características clínicas (estado general [performance status, PS], grado de insuficiencia hepática [Child-Pugh score] y características radiológicas del CHC [número, tamaño y extensión tumoral]). El sistema BCLC únicamente clasifica a los pacientes con CHC y no es una clasificación para definir si los pacientes con deterioro de la función hepática son o no candidatos a trasplante hepático (TH). En los pacientes con deterioro de la función hepática e indicación de TH7, el CHC solo puede condicionar una contraindicación para el mismo. El BCLC vincula cada una de sus categorías con la opción de tratamiento que aumenta la supervivencia (SV) en cada grupo de pacientes. Estratifica los pacientes con CHC en cinco estadios (BCLC 0: muy temprano, BCLC A: temprano, BCLC B: intermedio, BCLC C: avanzado, y BCLC D: terminal)6 (fig. 6-2): • Los pacientes en estadio BCLC 0 (CHC unifocal ≤ 2 cm, Child-Pugh A y asintomáticos [PS 0]) tienen una baja probabilidad de diseminación microscópica. Por lo tanto, las terapias radicales pueden erradicar por completo el tumor. Los pacientes en estadio BCLC A (nódu• los únicos > 2 cm o hasta tres nódulos ≤ 3 cm con función hepática conservada [Child-Pugh A-B] y asintomáticos) deben ser evaluados para cirugía, trasplante de hígado o ablación. La mediana de SV sin tratamiento no supera los 3 años. El CHC disemina a través de las venas subsegmentarias, y la tasa de invasión microvascular aumenta proporcionalmente con el tamaño del tumor. Sin embargo, algunos tumores pueden alcanzar gran tamaño y a pesar de ello no detectarse invasión vascular mediante técnicas de imagen. Por tanto, si después de una estadificación adecuada el CHC es unifocal, sin invasión vascular ni criterios de HTPCS, Capítulo 6 Carcinoma hepatocelular 89 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. FIGURA 6-2. Clasificación pronóstica y de estadificación Barcelona Clinic Liver Cancer (BCLC) de 2012. Divide a los pacientes en cinco categorías, basándose en las características clínicas (estado general [PS, performance status], grado de insuficiencia hepática [Child-Pugh score] y características radiológicas del CHC [número, tamaño y extensión tumoral]). CHC, carcinoma hepatocelular; TS, tratamiento de soporte. (Tomado de Forner A, Llovet JM, Bruix J. Hepatocellular carcinoma. Lancet 2012; 379: 1245-55 y Rodríguez-Lope C, Tremosini S, Forner A, Reig M, Bruix J. J Hepatol 2012; 56[Suppl. 1]: S75-87.) la opción de tratamiento es la cirugía. No existe un límite de tamaño para la indicación de cirugía. En • los pacientes en estadio BCLC B (tumores multifocales sin invasión macrovascular o diseminación extrahepática, sin síntomas secundarios al cáncer y función hepática conservada), la quimioembolización transarterial (TACE) es la primera opción de tratamiento8,9, y actualmente la SV mediana de este grupo de pacientes es de 3 a 4 años10,11. • En los pacientes en estadio BCLC C (afectación extrahepática [invasión macrovascular y/o metástasis] y/o síntomas cons- titucionales poco intensos [PS ≤ 2]), el único tratamiento que ha demostrado aumentar la SV es sorafenib12. La mediana de la SV esperada sin tratamiento es de 8 meses, y el sorafenib disminuye el riesgo de muerte en un 31%12. Por último, en los pacientes en estadio • BCLC D (función hepática deteriorada y/o una importante alteración del estado general, independientemente de la extensión del tumor)13, se recomienda tratamiento sintomático. La mediana de SV en este grupo de pacientes es de menos de 3 meses y no existe ningún tratamiento específico para el CHC. 90 Cáncer digestivo: patogenia, diagnóstico, tratamiento y prevención En los pacientes con función hepática deteriorada (Child-Pugh C/MELD ≥ 15) debe considerarse la indicación de TH, y dentro de esta evaluación, la detección de un CHC solo puede constituir una contraindicación. Por tal motivo, frente a un paciente con función hepática deteriorada, la primera pregunta que hay que responder es: ¿el paciente es un candidato a TH por deterioro de la función hepática y pobre expectativa de SV? Si no es candidato a TH, se clasifica como BCLC-D, porque no tiene opción de tratamiento específico para su enfermedad de base y presenta mal pronóstico. Si es un candidato a TH, la segunda pregunta será: ¿se contraindica el TH por extensión tumoral? Si no existe contraindicación, el paciente continuará la evaluación para TH. Sin embargo, si durante esta evaluación se detecta que la carga tumoral excede los criterios de CHC para TH o se constata una comorbilidad que contraindica el TH, el paciente se clasificará como BCLC-D. Es importante tener en cuenta que el algorit mo del BCLC no es rígido y cada paciente de be ser considerado individualmente teniendo en cuenta la existencia de comorbilidades o aspectos específicos que pueden desaconsejar o incluso contraindicar el tratamiento aparentemente óptimo («primera línea»). En estos casos se debe recomendar la opción que correspondería al estadio siguiente o de segunda línea. Esto se define como migración de tratamiento6. TRATAMIENTO DEL CARCINOMA HEPATOCELULAR Tratamiento quirúrgico La resección y el TH logran excelentes resultados en pacientes en estadio BCLC 0/A y pueden considerarse tratamientos curativos con SV libre de enfermedad a largo plazo. La resección es el tratamiento de elección en pacientes sin cirrosis. Sin embargo, el deterioro de la función hepática limita la viabilidad de la resección en pacientes con cirrosis, cuyo objetivo es una mínima morbilidad y mortalidad3-5. Resección quirúrgica En la actualidad, la tasa de mortalidad del procedimiento debe ser inferior al 1% en indicaciones convencionales y la tasa de transfusión sanguínea debe ser inferior al 10%3. La mejora en los resultados de la cirugía se atribuye a la mejor evaluación de los pacientes, mejoría en las técnicas quirúrgicas y también en los cuidados postoperatorios, todo lo cual ha reducido la tasa de complicaciones. La selección de los candidatos a cirugía mediante la clasificación Child-Pugh puede subestimar el grado de deterioro de la función hepática, incluso si los pacientes corresponden a estadio Child-Pugh A14. La presencia de HTPCS predice una peor SV y, por ello, los mejores candidatos son los pacientes ChildPugh A sin HTPCS (GPVH ≤ 10 mmHg)15,16. La SV supera el 70% a los 5 años en pacientes sin HTPCS, mientras que disminuye al 50-60% en pacientes con HTPCS o CHC multifocal17. La multinodularidad se correlaciona con recurrencia y peor SV17. En la práctica clínica se puede evaluar la presencia de HTPCS por medio de: del gradiente de hipertensión • Medición portal18. • Criterios indirectos: presencia de varices esofágicas, ascitis o un recuento de plaquetas < 100.000/mm3 asociado a esplenomegalia. Sin embargo, la ausencia de estos signos no garantiza un GPVH < 10 mmHg17,19-21. • Elastografía hepática. El punto de corte que obtiene la mejor especificidad para definir la presencia de HTPCS es 21 kPa (91%)22. Los pacientes con elastografía entre 13,6 y 21 kPa corresponden a una «zona gris» donde no es posible determinar de forma no invasiva la presencia de HTPCS, y en ellos debe determinarse el gradiente de presión en vena suprahepática < 10 mmHg16. El uso de la embolización de la vena porta (aislada o después de una quimioembolización arterial) con la intención de causar una hipertrofia contralateral compensatoria no se puede recomendar en los pacientes 91 Capítulo 6 Carcinoma hepatocelular con cirrosis, ya que la hipertensión portal puede agravarse, la regeneración hepática en la cirrosis no es tan significativa como en los pacientes con hígado normal23, y el estímulo prorregenerativo puede estimular la progresión tumoral24. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Recurrencia posterior a la cirugía El tamaño tumoral, la multinodularidad, la invasión vascular y la elevación de AFP son las variables más consistentes para la evaluación del riesgo de recidiva. El grado histológico también se correlaciona con la invasión microvascular25-27, pero la heterogeneidad de los tumores impide un uso fiable de este parámetro, y lo mismo cabe aplicar a marcadores tisulares o firmas moleculares. La resección anatómica puede reducir la tasa de recurrencia y mejorar la SV28,29, aunque no hay consenso para un margen de resección mínimo. La recurrencia después de la resección se produce hasta en el 80% de los pacientes a los 5 años28. Alrededor de dos tercios aparecen en los primeros 2 años después del tratamiento (recurrencia temprana), asumiendo que se trata de una recurrencia debida a diseminación. El resto de las recidivas se producen después de 2 años y pueden corresponder a tumores de novo en el hígado cirrótico oncogénico o a una recurrencia por diseminación, pero de evolución más lenta. Actualmente no existe ningún tratamiento que reduzca el riesgo de recidiva. Algunos estudios sugieren que el interferón podría ser de utilidad, pero la calidad de ellos es baja, no siendo, por tanto, útiles para proporcionar una recomendación sólida. Trasplante hepático El TH podría ser preferible a la resección quirúrgica en pacientes cirróticos, ya que puede eliminar todos los focos tumorales intrahepáticos y también el hígado cirrótico oncogénico. El TH en pacientes bien seleccionados con carga tumoral limitada ofrece una SV similar a la obtenida para otras indicaciones, con una baja tasa de recurrencia30-32. Los mejores resultados en el TH se obtienen aplicando los llamados criterios de Milán33 (tumor único ≤ 5 cm o hasta un máximo de tres nódulos ≤ 3 cm, sin invasión macrovascular o diseminación extrahepática). En los pacientes que cumplen estos criterios, la SV a los 5 años es superior al 70%, con una tasa de recurrencia inferior al 15%33-35. Algunos autores han sugerido que los criterios de Milán son demasiado restrictivos, y que una ligera expansión de los mismos puede beneficiar a algunos pacientes que están actualmente excluidos35-41. Sin embargo, dada la escasez de donantes, es controvertido proponer una expansión más allá de los criterios de Milán, ya que esto puede beneficiar a algunos pacientes, pero perjudicará a otros42. La escasez de donantes induce un tiempo de espera durante el cual el CHC puede progresar y llevar a exclusión del procedimiento. Esto afecta al análisis de acuerdo con la intención de tratamiento, y solo se puede contrarrestar mediante el aumento de donantes tanto de cadáver como de vivo. Esta última es una técnica compleja que requiere cirujanos altamente cualificados, y los resultados están influenciados por la curva de aprendizaje. Su aplicabilidad es baja y debe siempre considerarse el riesgo para el donante: mortalidad del 0,5-1%. Efectuar tratamiento mediante ablación o TACE mientras los pacientes se hallan en lista de espera es una práctica común, aunque no hay datos que apoyen su efectividad. Tratamiento locorregional Ablación percutánea Esta opción de tratamiento también tiene intención curativa. Se basa en la inyección de sustancias (etanol, ácido acético) o en la inducción de cambios de temperatura (ablación por radiofrecuencia, microondas, láser, crioterapia) llevadas a cabo con el apoyo de una técnica de imagen, habitualmente ecografía. La radiofrecuencia (RFA) es la técnica de primera elección, aunque la inyección de alcohol (PEI, percutaneous etanol injection) sigue siendo útil en determinados casos, y las microondas se hallan en evaluación43. Tanto la RFA como la PEI tienen excelentes resultados en tumores ≤ 2 cm (del 90 al 100% 92 Cáncer digestivo: patogenia, diagnóstico, tratamiento y prevención de necrosis completa), pero en tumores más grandes la probabilidad de lograr una necrosis completa es mayor con la RFA. Existen metaanálisis que sugieren que la RFA obtiene una mejor SV en CHC precoz, especialmente para tumores > 2 cm44. La SV a 5 años oscila entre el 40 y 80%, en función de la extensión tumoral y la función hepática. La tasa de recidiva después de los tratamientos percutáneos es tan alta como para la resección quirúrgica, y puede alcanzar el 80% a los 5 años3. En tumores muy precoces (BCLC 0, único ≤ 2 cm), cuya probabilidad de diseminación es muy baja y en el que la probabilidad de respuesta completa con un margen de seguridad adecuado es alta (90-100%) con la RFA, es probable que la resección y la RFA sean similares43. La única ventaja de la resección quirúrgica sería la oportunidad de evaluar el riesgo de recurrencia precoz (invasión microvascular o microsatélites)45,46. Si se detecta alto riesgo, se podría considerar la indicación de TH47. Si un paciente no es candidato a TH, el pronóstico del paciente no cambiará por la estrategia de tratamiento. Dado que la cirugía de resección no ofrece mejor SV que la ablación en BCLC 0, la RFA se convierte en la primera opción, dejando la cirugía para los pacientes con fracaso del tratamiento6. Quimioembolización transarterial La TACE es un tratamiento paliativo y se basa en el hecho de que el CHC es un tumor vascularizado, al que se puede tener acceso por vía arterial, permitiendo con ello la instilación de quimioterapia intratumoral y en un segundo tiempo la embolización de la arteria que irriga el CHC. La administración de quimioterapia seguida por la oclusión de las arterias que alimentan el tumor causa necrosis tumoral y retrasa la progresión del tumor48. Es actualmente la primera opción de tratamiento para pacientes BCLC B con función hepática conservada6. Se han usado distintos agentes quimioterapéuticos para la TACE, pero la doxorrubicina y el cisplatino son los más habituales. Las partículas embolizantes más usadas son los fragmentos de gelatina y, en los últimos años, se han desarrollado partículas calibradas que ocluyen las arterias tumorales y al mismo tiempo liberan lentamente la quimioterapia. Esto permite que una dosis de fármaco muy alta en el tumor, pero con una concentración muy baja en la circulación sistémica, minimice el síndrome de postembolización (fiebre, astenia, náuseas, vómitos dentro de los 7-14 días post-TACE)49,50. La SV en candidatos adecuados supera el 50% a los 3 años10,11,51. La aplicación de TACE en pacientes con hepatopatía descompensada o con invasión vascular, aunque sea segmentaria, aumenta el riesgo de efectos adversos y disminuye la SV. De este modo, está formalmente contraindicada en ausencia de un flujo portal adecuado o con invasión vascular. No existe consenso en cuanto al esquema de tratamiento (número de tratamientos necesarios por pacientes, ni frecuencias entre la primera TACE y la/las siguiente/s). Sin embargo, el concepto de progresión intratable52 permite definir el grupo de pacientes en los que, pese a recibir TACE, no se logra controlar el CHC y son candidatos a tratamiento sistémico. Otros tratamientos locorregionales La radioembolización (RE) se basa en la administración intraarterial de dispositivos radiactivos. Se han utilizado yodo-131, renio-188 y, el más extendido, itrio-90 (Y90), que es un emisor b puro, con una actividad de corto alcance (2,5 mm). No existen ensayos aleatorios que evalúen el beneficio de RE en comparación con el mejor tratamiento de soporte o con otros tratamientos, pero los resultados comunicados en los pacientes tratados con RE son alentadores en términos de seguridad y respuesta radiológica53. Actualmente, la RE forma parte de los tratamientos en fase de investigación. Tratamiento sistémico Sorafenib (Sor) Es un tratamiento paliativo, y es el único tratamiento sistémico aprobado para el CHC. 93 © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Capítulo 6 Carcinoma hepatocelular Sor, un inhibidor multiquinasa con efectos an tiangiogénicos y antiproliferativos de administración oral, ha demostrado que mejora la SV de pacientes con CHC avanzado y constituye el estándar en el CHC avanzado12. En el estudio SHARP12, el aumento en la SV (grupo placebo 7,9 meses y grupo Sor 10,7 meses [hazard ratio (HR) (Sor/placebo): 0,69 (IC 95%: 0,55-0,88)]) se obtuvo sin una respuesta radiológica significativa, pero con una diferencia significativa en el tiempo hasta la progresión (TTP) entre los grupos placebo (2,8 meses) y Sor (5,5 meses) (HR [Sor/placebo]: 0,58 [IC 95%: 0,45-0,74]). Por esta razón, la ausencia de respuesta radiológica medida por criterios RECIST no significa fracaso al tratamiento. El subanálisis del estudio SHARP54 demostró que el beneficio de Sor se mantiene independientemente del grupo de pacientes que se seleccione. Sin embargo, no se cuenta con ningún biomarcador en sangre periférica que permita predecir la respuesta al Sor55. La introducción de un tratamiento sistémico en pacientes cirróticos con CHC ha determinado la necesidad de explorar y generar nuevos factores que influyen en la SV de estos pacientes, como el perfil de tolerancia al fármaco56, el patrón de progresión radiológico, el impacto del tratamiento sobre la modificación de la función hepática o la influencia que ejercen los cambios de dosis durante el tratamiento57. Todos estos factores podrían explicar la heterogeneidad comunicada en la SV de los pacientes tratado con Sor (tabla 6-1). La correlación entre el TTP y la SV es ampliamente utilizada en oncología médica, pero en pacientes con CHC no se había demostrado hasta la publicación de Reig et al. en 201357. Ese trabajo demostró que, si bien el TTP se correlaciona bien con la SV, la capacidad de predecir la evolución de los pacientes es más precisa cuando se complementa con el patrón de progresión radiológico medido por el crecimiento de lesiones previamente conocidas, la aparición de nuevos nódulos intrahepáticos o extrahepáticos, y/o la invasión vascular. Así, la detección de progresión por aumento ≥ 20% de las lesiones existentes (dentro o fuera del hígado) en el momento de iniciar Sor o la aparición de nuevas lesiones intrahepáticas no influyen en la SV, mientras que la progresión definida por aparición de nuevas lesiones extrahepáticas o por invasión vascular (NEH) impacta de forma negativa en la SV global y en la SV posterior a la progresión radiológica (SPP)57. Es importante resaltar que en los ensayos con Sor se mantuvo el tratamiento hasta la progresión sintomática 12. Por tanto, en la práctica clínica, el tratamiento podría mantenerse hasta la progresión sintomática o la progresión por NEH. Los efectos adversos asociados al tratamiento han sido tradicionalmente considerados como un aspecto negativo del tratamiento. Sin embargo, en nuestro estudio prospectivo56 se demostró que los pacientes que desarrollaron efectos adversos dermatológicos dentro de los 60 días desde el inicio del Sor (EAD60) presentaban mejor SV que aquellos que no presentaron esta complicación. A la luz de TABLA 6-1. Estudios prospectivos de pacientes tratados con sorafenib SOFIA 2012 Gideon 2013* BCLC 2013 Total de pacientes (n) 299 BCLC B/C (%) 18/82 Supervivencia en la rama sorafenib SHARP 2008 296 25/75 1.968 22/57 147 52/48 Mediana (meses) IC 95% P33-P66 10,5 13,6 12,8-14,7 12,7 10,3-15,2 8,2-16,1 10,7 9,4-13,3 BCLC, Clasificación de Barcelona Clinic Liver Cancer; P33-P66, percentil 33-66%. *Solo Child-Pugh A. Referencias de los estudios: SHARP12, SOFIA70, Gideon71, BCLC72. 94 Cáncer digestivo: patogenia, diagnóstico, tratamiento y prevención TABLA 6-2. Estudios de fase III en pacientes con carcinoma hepatocelular avanzado en primera y segunda línea Estudio Primera línea Año Fármaco n SV(me) Valor de p Johnson et al. 2012 577/578 9,5 frente a 9,9 Cainap et al. 2012 514/521 9,1 frente a 9,8 Zhu et al. 2012 362/358 9,5 frente a 8,5 0,20 Cheng et al. 2013 529/544 7,9 frente a 10,2 0,99 Cheng et al. 2009 150/76 6,5 frente a 4,2 0,01 Llovet et al. 2008 Brivanib frente a sorafenib Linifanib frente a sorafenib Sorafenib + erlotinib frente a sorafenib + placebo Sunitinib frente a sorafenib Sorafenib frente a placebo Sorafenib frente a placebo 299/303 10,7 frente a 7,9 362/184 7,6 frente a 7,3 0,67 263/132 9,4 frente a 8,2 0,33 0,31 < 0,01 Hazard ratio 1,07 ([IC 95%] 0,94-1,23) 1,04 ([IC 95%] 0,89-1,20) 0,92 ([IC 95%] 0,78-1,11) 1,30 ([IC 95%] 1,13-1,50) 0,68 ([IC 95%] 0,50-0,93) 0,69 ([IC 95%] 0,55-0,87) Segunda línea Zhu et al. 2014 Llovet et al. 2012 Everolimus frente a placebo Brivanib frente a placebo 1,05 ([IC 95%] 0,86-1,27) 0,89 ([IC 95%] 0,69-1,15) me, meses; SV, supervivencia. estos datos, la aparición de EAD60 no debería considerarse como una razón para suspender el tratamiento, sino como un evento que obliga a ajustar la dosis hasta conseguir la que resulte más idónea para cada paciente. Otros tratamientos sistémicos Otros tratamientos sistémicos (quimioterapia o agentes como antiandrógenos, antiestrógenos o interferón) no han demostrado ningún beneficio en términos de SV. Asimismo, todos los ensayos de fase III en primera línea y segunda línea evaluados hasta la fecha no han demostrado un aumento en la SV de pacientes con CHC (tabla 6-2). EVALUACIÓN DE LA RESPUESTA RADIOLÓGICA A LOS TRATAMIENTOS La evaluación de la respuesta al tratamiento depende del tratamiento aplicado y, por tal motivo, no hay un criterio único ni una frecuencia de evaluación común para todos los pacientes tratados. La evaluación de la respuesta radiológica tras una resección se basa en demostrar la ausencia de enfermedad residual posteriormente a la cirugía. En lo que respecta a otros tratamientos, en oncología médica, los criterios internacionalmente utilizados son los criterios RECIST58,59. La versión RECIST v1.159 clasifica los pacientes según la suma total del diámetro mayor de los nódulos tratados (en un total de cinco nódulos por paciente y dos por órgano), pero no tienen en cuenta el grado de vascularización del tumor. En el CHC se ha demostrado que estos criterios no tienen la capacidad para poder discriminar correctamente si hay respuesta al tratamiento, ya que en el tratamiento locorregional el objetivo es inducir necrosis. A tal efecto se definieron los criterios EASL60, que tienen en cuenta el grado de necrosis del tumor y la longitud del diámetro, mayor y menor de los nódulos. Este sistema permite clasificar a los pacientes en cuatro categorías: respuesta completa (RC) (ausencia de tumor viable); respuesta parcial (RP) (reducción > 50% del tumor viable); enfermedad estable (EE) (no tiene progresión ni respuesta parcial); progresión (PR) (aumento > 25% del tumor viable o aparición de nuevas lesiones). De acuerdo con este concepto, se considera que un paciente 95 Capítulo 6 Carcinoma hepatocelular FIGURA 6-3. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. Carcinoma hepatocelular tratado con ablación por radiofrecuencia (RFA). RM pretratamiento: hepatocarcinoma de 18 mm hipointenso respecto al hígado en la secuencia potenciada en T1 sin contraste (A), con captación difusa del contraste endovenoso en fase arterial (B) y con lavado del mismo en fase portal (C). RM 6 meses después del tratamiento: área ovalada de 3 cm hiperintensa en la secuencia potenciada en T1 sin contraste (D), sin captación de contraste endovenoso en fase arterial (E) e hipointensa respecto al resto del hígado en fase portal (F), que corresponde a respuesta completa de la lesión según los criterios EASL. presenta respuesta objetiva cuando exhibe una respuesta completa o parcial. Estos criterios fueron diseñados cuando no se disponía de tratamientos sistémicos para el CHC y se utilizan en la práctica clínica como criterios de respuesta en pacientes tratados con tratamiento percutáneo (fig. 6-3) o TACE (fig. 6-4). En relación con la valoración de la respuesta a un tratamiento sistémico, hay que destacar que el mecanismo de acción de Sor modifica la vascularización del CHC y del tejido no tumoral, por lo que los criterios RECIST v1.159 no permiten realizar un valoración fiable. En el ensayo SHARP12 se introdujeron modificaciones complementarias a los criterios RECIST v1.1 con el fin de minimizar la sobre- o subestimación de la respuesta (tabla 6-3). Posteriormente, se definieron los criterios RECIST modificados (mRECIST)61. Estos criterios tomaron como base los criterios EASL para la definición de respuesta objetiva/enfermedad estable y las modificaciones realizadas en el estudio SHARP para la definición de progresión. Los criterios mRECIST61 no son una reproducción idéntica ni de los criterios EASL ni de las modificaciones del estudio SHARP, y su valoración requiere s eguimiento sin tratamiento a pesar de alta sospecha de recidiva y hace difícil su aplicación en el ámbito asistencial. Por otro lado, al ser una propuesta teórica, debe esperarse una validación prospectiva de los mismos para poder utilizarse en la práctica clínica. 96 Cáncer digestivo: patogenia, diagnóstico, tratamiento y prevención FIGURA 6-4. Carcinoma hepatocelular tratado con quimioembolización. A. Tomografía computarizada (TC) en fase arterial: masa hipervascular de 7 cm en la cúpula del segmento VIII. B. Arteriografía que muestra la masa hipervascularizada en la cúpula del segmento VIII. C. Arteriografía al final de la quimioembolización que demuestra la desvascularización completa de la masa tumoral. D. TC en fase arterial 1 mes después de la quimioembolización donde se ve la lesión tratada sin captación de contraste endovenoso. Respuesta completa según los criterios EASL. TABLA 6-3. Diferencias entre los criterios RECIST v1.1 y las modificaciones aplicadas al estudio SHARP RECIST v1.1 Modificaciones del SHARP Presencia de ascitis o derrame pleural Progresión concluyente Presencia de ascitis o derrame pleural confirmado histológicamente Lesiones no diana: • Doble del tamaño de la mejor respuesta en lesiones basales < 2 cm • Aumento del 30% en lesiones basales > 2 cm Aparición de nuevas lesiones ≥ 1 cm hipercaptantes en fase arterial Aparición de dilatación en la vía biliar Aparición de nuevas lesiones FIGURA 6-5. Carcinoma hepatocelular tratado con sorafenib. A. Tomografía computarizada (TC) en fase arterial pretratamiento: masa heterogénea en el caudado y varios nódulos hipercaptantes en el lóbulo hepático derecho. B. TC en fase arterial 2 meses después del tratamiento: se observan nódulos que no presentan cambios respecto a la TC pretratamiento (flechas continuas), nódulos que no presentan captación del contraste endovenoso (flecha discontinua) y la masa del caudado, que presenta aumento de las áreas hipocaptantes (asterisco). Capítulo 6 Carcinoma hepatocelular Si bien los criterios mRECIST 61 serían aplicables a tratamientos curativos, como RFA y PEI, o locorregionales, como TACE, el impacto de estos criterios en la evaluación de respuesta a los tratamientos sistémicos es aún incierto, ya que el Sor es un antiangiogénico y condiciona una reducción de la vascularización del tumor (hipoperfusión tumoral) sin ser necesariamente necrosis (fig. 6-5). Independientemente del criterio utilizado (mRECIST61 y RECIST v1.159), el patrón de progresión radiológico determinado por la aparición NEH57 es un parámetro objetivo y fácil de identificar en las pruebas de imagen, y se demostró que es un factor predictivo de peor SV. © Elsevier. Fotocopiar sin autorización es un delito. BIBLIOGRAFÍA 1. Ferlay J, Shin HR, Bray F, Forman D, Mathers C, Parkin DM. Estimates of worldwide burden of cancer in 2008: GLOBOCAN 2008. Int J Cancer 2010;127:2893-917. 2. Ripoll C, Groszmann RJ, Garcia-Tsao G, Bosch J, Grace N, Burroughs A, et al. Hepatic venous pressure gradient predicts development of hepatocellular carcinoma independently of severity of cirrhosis. J Hepatol 2009;50:923-8. 3. Bruix J, Sherman M. Management of hepatocellular carcinoma: an update. Hepatology 2011;53:1020-2. 4. EASL-EORTC clinical practice guidelines. Management of hepatocellular carcinoma. J Hepatol 2012;56:908-43. 5. Verslype C, Rosmorduc O, Rougier P. 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