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Teatro anterior al 39
EL TEATRO ESPAÑOL ANTERIOR A 1939.
VALLE - INCLÁN Y GARCÍA LORCA
1. VISIÓN DE CONJUNTO DEL TEATRO ESPAÑOL DE LA ÉPOCA
Como espectáculo, el teatro tenía unos condicionamientos comerciales, como el predominio de locales
privados cuyos empresarios tenían que tener en cuenta los gustos del público, en su mayoría burgués. Ello trae
consecuencias en lo ideológico, ya que son pocas las posibilidades de éxito de un teatro que fuera más allá del
puro divertimento y que tuviera intención crítica respecto del injusto sistema social que precisamente sostenía los
privilegios de quienes se podían costear la entrada al teatro; y en lo estético, ya que los autores que se salgan de
las formas tradicionales se verán ante el dilema de decidir entre rebelarse o resignarse a que sus obras solo sean
leídas por una minoría. Por ello, el teatro del primer tercio de siglo se reparte en dos frentes:
El teatro que triunfa, continuador del teatro decimonónico. Abarca tres corrientes dramáticas: La comedia
burguesa con Benavente y sus seguidores, el teatro cómico, vinculado al costumbrismo y al sainete y el teatro en
verso de herencia romántica y con influencia modernista.
El teatro innovador, que aporta nuevas técnicas y enfoques. Los primeros intentos de renovación teatral
fueron llevados a cabo, entre otros dramaturgos, por Jacinto Grau, que ensayó diversas vías y que fue
mayormente reconocido en el extranjero; por Unamuno, con su teatro desnudo, vehículo idóneo para el desarrollo
dramático de los problemas filosóficos que lo preocupaban; y por Azorín, con su pretendido antirrealismo y la
sensación de exceso de artificio para poco logro escenográfico.
En cualquier caso, el teatro español de las primeras décadas del siglo XX alcanzó la cima con la obra de
Ramón María del Valle-Inclán y de Federico García Lorca. Ellos son los que mejor lograron una calidad indudable
en la renovación teatral que muchos habían pretendido. Sus obras, además de influir decisivamente en el teatro
posterior, siguen representándose aún hoy en todo el mundo.
También los autores del Novecentismo, como Ramón Gómez de la Serna, y, después, la generación del
27 aportaran nuevos enfoques ideológicos y nuevas formas de expresión estética: si bien los del 27 (exceptuando
Lorca) desarrollarán buena parte de su obra en el exilio.
2. EL TEATRO QUE TRIUNFA
La comedia benaventina
Jacinto Benavente (Madrid. 1866-1954) es la figura más representativa del momento. Tuvo un comienzo audaz
con "El nido ajeno" (1894) que trata sobre la situación opresiva de la mujer en la sociedad burguesa. Los jóvenes
inquietos elogian su crítica y lo saludan como el renovador del lenguaje teatral. Pero la comedia fue un fracaso.
Benavente decidió entonces aceptar los limites impuestos por el público, adopta un tono menos crítico y así es
cada vez más aplaudido.
Sus obras se mantienen en la línea de la llamada "comedia de salón" excepto su obra maestra, Los intereses
creados, que encierra una descarada visión de los ideales burgueses.
También intentó el drama rural (Señora ama, de 1908 y La Malquerida, de 1913) pero no acertó a encontrar un
lenguaje rural y a la vez poético, de modo que no se consolida como antecedente de los dramas rurales de Lorca.
En la segunda década de siglo Benavente ya está consolidado. En 1912 entra en la Real Academia. En 1922 le
dan el Premio Nobel; aunque es acusado de conservador y de ñoño, el éxito le sigue acompañando.
Su aportación al teatro español fue su habilidad escénica, su ingenio y la fluidez en sus diálogos.
El teatro en verso.
Una vertiente será el llamado teatro de ensueño, en la que destacará Valle-Inclán, y que si entra dentro del
Modernismo, no cabe encuadrarlo dentro del teatro triunfador. Lo que a principios de siglo se llamaba "Teatro
poético" combinaba restos posrománticos con rasgos de estilo modernista. Todo ello asociado a una ideología
tradicionalista que exalta los grandes hechos del pasado. Hay voluntad de emular el teatro del Siglo de Oro. De
los cultivadores de esta línea señalamos a:
Eduardo Marquina (1879-1946). Alternó lírica y teatro. Cosechó éxitos con dramas históricos como "Las hijas del
Cid", "Teresa de Jesús" y su obra más famosa: "En Flandes se ha puesto el sol".
Francisco Villaespesa (1877-1936). Autor de poemarios con modernismo fácil y superficial. Basta citar títulos
como "El alcázar de las perlas", "Doña María de Padilla".
Dentro del teatro en verso hay que destacar las obras de los hermanos Machado, su obra más estimable es "La
Lola se va a los puertos".
El teatro cómico.
En las primeras décadas del siglo XX, predomina el género cómico que, con frecuencia, aparece acompañado de
elementos "líricos" (música, canto y baile). La finalidad básica de este teatro, que logró un significativo éxito de
taquilla, era el entretenimiento del público. Dentro de este tipo de teatro, nos referiremos a dos géneros: la
comedia costumbrista y el sainete; el teatro cómico prolongará la línea de los tipos y ambientes castizos que
habían inspirado los sainetes de Don Ramón de la Cruz en el siglo XVIII, por un lado; y, por otro, el género chico
del XIX.
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Teatro anterior al 39
Los hermanos Álvarez Quintero, Serafín y Joaquín. Nacidos en Utrera, llevan a escena una Andalucía
tópica y sin más problemas que los sentimentales. Cabe destacar los sainetes y ciertas comedias que vienen a
ser sainetes en tres actos. Ligereza y diálogo intranscendente son los rasgos de obras como El patio, El genio
alegre, Las de Caín.
Carlos Arniches presenta sainetes de ambiente madrileño, interesantes por su habla castiza, y de los que
cabe destacar El santo de la Isidra, y Don Quintín el amargao. Arniches trató también de introducir un nuevo
género, la tragedia grotesca; un tipo de obra en la que se funde lo cómico y lo emotivo, con una visión de las
costumbres más profunda y una actitud crítica ante las injusticias. Ejemplo de ello es La señorita de Trevélez.
Pedro Muñoz Seca creó el astracán, género cómico basado en los despropósitos, los equívocos, los
ripios y los disparates, en busca de la pura carcajada del espectador. Acertó a crear una obra de notable
comicidad en La venganza de don Mendo, 1918; graciosa parodia de los dramas históricos en verso del teatro
romántico.
TENTATIVAS RENOVADORAS
Unamuno cultivó el teatro como una vía más para presentar los conflictos humanos que le obsesionaban.
El suyo es un teatro de ideas con escasa acción dramática y un denso diálogo en el que lo importante es el drama
interior de los personajes. Destaquemos Fedra (1910) y El otro (1926).
Azorín hizo tardíamente unos experimentos teatrales, es un teatro alejado del realismo, basado en la
palabra y en la desnudez escenográfica. Destacan Angelita (1930) sobre su obsesión por el tiempo y
Lo invisible, su obra más interesante, que refleja su angustia ante la muerte.
Jacinto Grau es un caso aparte. Se dedicó sólo al teatro, un teatro distinto, denso, culto... que fracasó en
España pero fue apreciado en Europa. Su obra se interesa por los grandes mitos o temas literarios, como es el
caso del personaje del romancero medieval que revitaliza en su Conde Alarcos. Trata el tema de un don Juan
rural y patético en Don Juan de Carillana y una recreación personal del mito en El Burlador que no se burla.
Asimismo, interpreta de forma personal la parábola evangélica en El hijo pródigo. Su obra maestra es El señor de
Pigmalión (1921), recreación modernista del mito clásico, en este caso, los muñecos que Pigmalión ha creado a
semejanza del hombre terminarán rebelándose contra su dueño y acabarán matándolo.
En la segunda generación de este siglo destacamos a: Ramón Gómez de la Serna, que escribió obras
diferentes a las que se podían ver en las tablas, la mayoría no se representaron. Era, como él mismo dijo, un
teatro escrito para "el que no quiere ir al teatro". Por ejemplo: Los medios seres, de 1929.
3. EL TEATRO DE VALLE- INCLÁN (1866-1936)
Nació en Villanueva de Arosa (Pontevedra). Estudió derecho en Santiago de Compostela. En 1891,
terminados sus estudios, se trasladó a Madrid, donde colaboró en El Globo. Al año siguiente realizó el primer viaje
a América. Trabajó en periódicos mejicanos, en los que publicó narraciones breves. A su regreso a España se
asentó en Pontevedra. En 1896 regresó a Madrid, donde conoció en diversas tertulias a Azorín, los hermanos
Baroja, Villaespesa y Benavente, y se hizo célebre por sus extravagancias. Volvió a Méjico en 1921, invitado por
el presidente Álvaro Obregón. A su vuelta, protestó contra la dictadura de Primo de Rivera. Establecido de nuevo
en Madrid, fue nombrado conservador del Patrimonio Artístico Nacional, pero dimitió ante la desidia existente. Fue
elegido presidente del Ateneo, y en 1933, director de la Escuela de Bellas Artes de Roma. En 1935, volvió a
Santiago de Compostela, donde murió.
La obra de Ramón María del Valle Inclán (1866-1936) evoluciona desde un modernismo nostálgico y
densamente lírico a un tipo de literatura, llamada por él mismo "esperpento", basada en la visión aparentemente
deformada de la realidad y del lenguaje, a través de la cual ofrece una crítica demoledora de la realidad porque la
muestra con detalle y directamente, más allá de la frialdad engañosa del puro realismo.
Para clasificar el teatro de Valle-Inclán, se puede hablar de varias etapas o, más bien, de ciclos, pues no
se trata de una simple sucesión cronológica, sino de estilos y temas que frecuentó en diversos momentos de su
producción dramática.
Ciclo decadentista: Con estas obras, Valle introdujo el Modernismo aplicado al drama que la estética simbolista
había cristalizado en el denominado teatro poético, con una tendencia decadente que lo aleja completamente de
los derroteros que tomará el teatro poético en España. Se incorpora al llamado Teatro de ensueño con dos obras
en prosa: Tragedia de ensueño (1903) y Comedia de ensueño (1905). Destacan también en esta etapa El Yermo
de las almas (1908) y El Marqués de Bradomín (1906), adaptación parcial de su Sonata de Otoño.
Ciclo del primitivismo: Partiendo de su Galicia natal, Valle crea un mundo mítico e intemporal, mediante el cual
Valle ensaya un nuevo camino propio del Modernismo: el llamado primitivismo. La violencia, la crueldad, la
barbarie, la destrucción, la brutalidad, las pasiones desatadas, y el conjunto de atavismos, supersticiones, mitos,
ritos mágicos del mundo rural, son los rasgos comunes a este conjunto de dramas en los que se va desarrollando
el estilo personal del autor, que hace una particular y extensa labor en prosa con las acotaciones de las obras,
que cobran una importancia inusual. Se suelen encuadrar en este ciclo la trilogía "Comedias bárbaras" -formada
por "Águila de Blasón"(1907), "Romance de Lobos"(1908) y "Cara de Plata" (publicada mucho más tarde, en
1922, y ya mucho más cercana a la sensibilidad esperpéntica)- y "Divinas palabras"(1920), que se suele también
invocar como ejemplo primerizo de esperpento. En estas obras la anticipación del clima esperpéntico se hace
patente en la aparición de personajes y ambientes degradados.
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Ciclo del distanciamiento artificioso (las farsas): Lo constituyen, principalmente, La marquesa Rosalinda
(1912), Farsa infantil de la cabeza del dragón (1909), Farsa italiana de la enamorada del rey (1920) y Farsa y
licencia de la reina castiza (1920). Todas estas obras fueron escritas en verso salvo la segunda. Las tres últimas
fueron publicadas juntas en 1926 con el título de Tablado de marionetas para educación de príncipes. Estas obras
presentan un continuo contraste entre lo sentimental y lo grotesco, y sus personajes, marionetas de feria,
anuncian la llegada del esperpento. Mención especial merece El embrujado (1913), una tragedia situada de nuevo
en la Galicia rural que recogerá en 1927, junto con otras cuatro obras muy posteriores y de carácter bastante
experimental por la alternancia de técnicas de expresión teatral innovadoras y refinadas con los motivos grotescos
y atroces del teatro de Valle, en el Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte.
Ciclo del esperpento: el mismo Valle denominó así a cuatro de sus obras: "Luces de Bohemia" (1920, 1924);
"Los cuernos de don Friolera"(1921), "Las Galas del difunto"(1926) y "La hija del capitán"(1927); estas tres últimas
publicas juntas bajo el título de "Martes de Carnaval". El esperpento, definido en "Luces de bohemia" en el
conocido episodio de los espejos deformantes del Callejón del Gato de Madrid, muestra en profundidad la
realidad mostrando sus aspectos más grotescos y brutales. El esperpento deforma determinados aspectos del
personaje y de las situaciones, produciendo una visión caricaturizada, alternativamente cómica y macabra. De
este modo, se destruye de forma sistemática la realidad, transformando por completo su imagen aparente y
revelándola tal y como es. El esperpento funciona así como un instrumento de desenmascaramiento. Entendiendo
que la realidad siempre supera al arte, Valle intenta presentar una experiencia de lo real que, más allá de la
corteza realista, transmita mucho mejor las intimidades de un mundo plagado de desgracias e injusticias. Es ya un
Valle-Inclán comprometido con la transformación social que se vale de esta nueva estética para centrarse en su
momento histórico, ante el cual manifiesta un profundo desprecio.
A modo de conclusión, digamos que Valle-Inclán es una de las más importantes figuras de la literatura española
de todos los tiempos. Compartió el Modernismo con autores como Rubén Darío y debido a un fácil manejo del
lenguaje es considerado uno de los grandes creadores literarios españoles. Durante décadas se pensó que
muchas de la obras de Valle no eran verdadero teatro, pero en los últimos años y gracias a las nuevas
concepciones teatrales muchas de sus obras se han podido representar. Siempre se consideró partidario de un
teatro con muchos escenarios y hasta de un teatro que siga el modelo del cine actual. Debido a esto nos
preguntamos si sería Valle un genio que se adelantó a sus tiempos…
4. EL TEATRO EN LA GENERACIÓN DEL 27
Si bien el teatro comercial sigue poco más o menos en los mismos parámetros que a comienzos de siglo,
en los tiempos de la II República española se producen algunos hechos relevantes que vienen a alterar la escena.
Entre los años 1930 y 1935, la compañía de Margarita Xirgu se hace cargo del Teatro Español de Madrid, que
servirá de plataforma para el éxito de García Lorca en su tiempo. Desde los años 20 se viene produciendo,
asimismo, un cierto movimiento de compañías independientes, al margen de lo comercial, que se complementa
con la iniciativa del Gobierno republicano de acercar la cultura al pueblo llano a través de las Misiones
Pedagógicas y del Teatro del pueblo, dirigido por Alejandro Casona. Hubo también otras iniciativas procedentes
de las universidades con la misma idea divulgativa. Los optimistas estudiantes republicanos confiaban en que en
la sensibilidad incontaminada del pueblo español estaba el depósito profundo del teatro clásico español, lo cual
explica que el repertorio de estas iniciativas fuera principalmente de autores como Cervantes, Lope o Calderón.
Entre estos intentos, destacan El búho (1935-1936), dirigida por Max Aub, y, sobre todo, La Barraca (1932-1936),
impulsada por García Lorca, el autor teatral principal del momento.
Otros autores importantes son:
- Max Aub. Su producción más importante es del exilio. Es vanguardista, cercano al proceder de los
expresionistas, que emplean tanto figuras que resaltan los ángulos más agudos de la realidad en la escena, como
un lenguaje simbolista y una tendencia a la abstracción... todo ello muy lejos del realismo ramplón del teatro que
triunfa en la escena comercial. De su producción anterior a 1939 destacan Narciso y las farsas Espejo de avaricia
y Jácara del avaro.
- Alejandro Casona. Fue muy conocido en los años de la República. Se consagró con La sirena varada, una obra
lírica y simbolista que desarrolla el conflicto entre realidad y fantasía. Triunfó con Nuestra Natacha, escrita contra
la pedagogía autoritaria y llena de los valores de comprensión, respeto, confianza, libertad, característicos del
ideario cultural republicano. En el exilio siguió escribiendo mucho teatro.
- Enrique Jardiel Poncela destaca por su condición de autor del género humorístico que sabe integrar algunos
elementos propios de las vanguardias para obtener efectos dramáticos altamente sorprendentes en un entorno
fantástico e inverosímil. Destacan obras como Angelina o el honor de un brigadier y, sobre todo, Cuatro
corazones con freno y marcha atrás.
5. EL TEATRO DE GARCÍA LORCA
La dramaturgia de Federico García Lorca (1998 -1936) representa, junto a la de Valle, la gran aportación
de las letras españolas al teatro universal contemporáneo; lo cual entraña un mérito excepcional, teniendo en
cuenta la mediocridad que imperaba en la escena nacional en las décadas anteriores a la guerra civil española.
Lorca experimentó con diferentes formas de creación teatral y se consolidó en lo dramático en dos
sentidos: con un teatro experimental que mantiene hoy en día toda su fuerza vanguardista, y con un teatro trágico
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más convencional en las formas en el que, centrado en un desarrollo extraordinario de la personalidad y los
problemas de personajes siempre femeninos, aparecen elementos como el drama rural, el neopopularismo
característico del momento, la crítica social (dirigida más bien hacia lo atávico y universal), temas eternos como la
tensión entre el amor y las determinaciones culturales, la frustración vital de las mujeres o la presencia del poder
en la vida privada.
Este es un resumen de su trayectoria teatral:
Primeras experiencias de los años 20:
Se estrena con un fracaso: El maleficio de la mariposa. Es una obra encuadrable en el teatro simbolista,
que habla de lo misterioso e inalcanzable. Los personajes son cucarachas. El amor del “curiamto” poeta no se
puede corresponder con la mariposa porque ella pertenece otro mundo.
Escribe varias piezas breves inspiradas en el guiñol que encuadra en Los títeres de Cachiporra, y sólo las
conocen los más íntimos del autor. Contienen elementos infantiles, reveladores de una nostalgia de la inocencia
perdida.
Su primer éxito llega con Mariana Pineda: María borda una bandera liberal para su mando. La llegada de
Pedrosa, representante del gobierno, hace huir a los reunidos. Este está enamorado de Mariana y la fuerza a
acceder a sus requerimientos amorosos. Ella se niega y es condenada y ajusticiada en Granada.
Una pequeña obra maestra es La zapatera prodigiosa, que trata la insatisfacción amorosa.
El amor de don Perliplín y Belisa en su jardín representa la burla del matrimonio forzado.
El retablillo de don Cristóbal, es una farsa para guiñol.
La experiencia vanguardista:
Su estancia en Nueva York (1929-1930) es testigo de una doble crisis: por una lado por su homosexualidad, por
otro ciertas críticas que le hacen replantearse buscar un nuevo lenguaje... le afectan sobre todo las opiniones de
sus amigos Dalí y Buñuel, lanzados por entonces a la aventura surrealista.
Todo ello da lugar en teatro a lo que él llamó "comedias imposibles", si bien no serán surrealistas absolutamente,
pues albergan una descifrable coherencia.
El público: Es una especie de auto sacramental sin Dios, cuyos personajes encaman las obsesiones y
conflictos secretos del poeta: acusa a la sociedad (el público) que condena la homosexualidad.
Así que pasen cinco años: Presenta a un joven partido entre dos amores, animado por un ansia de
paternidad imposible.
Comedia sin título: Plantea la necesidad de un teatro revolucionario.
Época de plenitud:
Tras los pasos por el camino del teatro imposible, Lorca da un giro decisivo cuya importancia radica en hermanar
rigor estético y alcance popular. Son los años de La Barraca. Defiende sobre todo a las personas marginadas,
como las mujeres, los niños, los negros, los gitanos.... A esta etapa corresponden:
Bodas de sangre: Desarrolla la tragedia de una pasión irrefrenable, donde se desatan el amor, el odio y la muerte.
El novio va a casarse con la antigua pretendiente de su primo Leonardo, el cual fue rechazado por el padre de la
novia. Después de la ceremonia nupcial, la novia y Leonardo huyen a caballo. El novio los persigue, se produce el
encuentro y el duelo, que acaba con la vida de los dos rivales.
Yerma: Es el drama de una mujer rural que se enfrenta al problema de la esterilidad. El marido, celoso de la
posible infidelidad de la esposa, lleva a casa a sus dos hermanas para que la vigilen de cerca. Juan confiesa que
jamás "deseó tener descendencia”. Yerma enloquece y estrangula a su marido.
La casa de Bernarda Alba: En el día del funeral del segundo mando de Bernarda, anuncia a sus hijos que el luto
durará ocho anos y que permanecerán encerradas en casa. Angustias, la hija del primer matrimonio es rondada
por Pepe el Romano, que va en busca de su dinero. Pronto empiezan las rivalidades y envidias entre las
hermanas. Adela, la pequeña, y Pepe se dan cita en el pajar. Martirio, que también está enamorada de él, las
descubre y grita. Llega Bernarda con la escopeta y hiere al joven. Adela se suicida. Esta es la cumbre del teatro
trágico de Lorca, y tiene la extraordinaria característica de estar íntegramente protagonizada por mujeres, los
hombres apenas aparecen a través de la palabra. Los personajes femeninos tienen cada uno sus rasgos, su
fuerte verismo, su riqueza personal, en una composición que reivindica a la mujer como ser pleno y libre.
Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores: Es un drama urbano –se sale de los parámetros del drama ruralque trata de señoritas de provincias condenadas a esperar inútilmente el amor en un medio burgués mediocre
que ahoga sus deseos de felicidad.
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