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IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura EL TEATRO ESPAÑOL ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL Durante el primer tercio del siglo XX el teatro español resume su desarrollo en una doble vertiente: por un lado, un teatro comercial que triunfa porque goza del favor de un público burgués y de los empresarios (teatro de Benavente, teatro poético, teatro cómico...) y por otro, un teatro innovador y rupturista que generalmente se estrella contra los límites y gustos establecidos. Este último propone un nuevo arte dramático que no se olvida de los problemas existenciales y sociales tan presentes en las inquietudes literarias e intelectuales de la época, y que pretende, de paso, sacudir las conciencias de ese público burgués y conformista, así como llegar hasta otro público más desatendido (intentos de llevar el teatro a las clases menos pudientes, preocupación de la Institución Libre de Enseñanza, de las Misiones Pedagógicas durante la República, etc.). Valle-Inclán y García Lorca representarán esta última tendencia y son ejemplo del mejor teatro de la época. A) Sobre el teatro comercial El teatro, por su categoría de espectáculo de masas, está sometido a condicionamientos comerciales que en la época se traducen en el absoluto predominio de locales privados regentados por empresarios que dan al público burgués que asiste lo que éste pide. Por eso resulta un teatro limitado ideológica y estéticamente. Triunfa un teatro que defiende claramente los ideales conservadores y si hace alguna crítica siempre es desde los límites establecidos. En el terreno estético, será un teatro conservador, poco dado a aceptar las innovaciones que se aprecian en otros géneros, especialmente en la poesía. Es seguidor, con cierta evolución técnica, del teatro de la 2ª mitad del XIX (drama posromántico de Echegaray, “alta comedia”, teatro costumbrista...). En esta línea se sitúan: Una comedia burguesa, con obras de Benavente y sus seguidores, con algunos tolerables atisbos de crítica social. Un teatro en verso, neorromántico, con algunos rasgos formales modernistas, de orientación ideológica marcadamente tradicionalista. Un teatro cómico, donde predomina un costumbrismo tradicional (emparentado con el “género chico”, teatro musical, hermano menor de la zarzuela). La comedia benaventina 1 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura Jacinto Benavente (1866-1957) es la figura más representativa de este teatro de principios de siglo XX. Aunque sus inicios fueron prometedores como ejemplo de teatro innovador con su obra El nido ajeno (1894), el estrepitoso fracaso de la obra le llevó a claudicar en sus intentos y a apuntarse a un teatro más del gusto del público.1 Desde entonces se adapta a los límites impuestos por el “respetable” y su crítica se vuelve más suave. En sus obras siguientes Gente conocida (1896), Lo cursi (1901), Rosas de otoño (1905), etc. sigue retratando las clases altas, sus hipocresías y convencionalismos pero sin traspasar lo tolerable, con lo que paulatinamente va siendo más aplaudido. Es un teatro que podríamos llamar “comedia de salón”. Destacable es su considerada mejor obra Los intereses creados (1907), deliciosa farsa que utiliza el ambiente y los personajes de la vieja commedia dell’arte, pero que encierran una cínica visión de los ideales burgueses. Cultivó también el llamado “drama rural” con obras como Señora ama (1908) y La Malquerida (1913), sobre una terrible pasión incestuosa. Aunque Benavente no acierta en el lenguaje utilizado (no es ni convincentemente rural ni poético), ambas obtuvieron un gran éxito. Su fama se fue consolidando. En 1912 fue elegido miembro de la RAE, se le otorgaron numerosos honores oficiales e incluso en el extranjero sus obras se representaban con gran éxito. En 1922 se le concedió el Premio Nobel de Literatura. Sin embargo, por estas fechas la crítica joven le es ya hostil: lo acusa de conservador y de ñoño. Y a pesar de que no aportará ya nada nuevo a la escena, sus obras seguirán manteniéndose en cartel, incluso después de la Guerra Civil. Fue el rey del teatro comercial con una producción abundante y variada: La culpa es tuya (1942), Al amor hay que mandarlo al colegio (1950), etc. Su aportación y éxito se comprenden en el contexto ya mencionado. Supo terminar con el drama posromántico y transformarlo en un tipo de “alta comedia” sin grandilocuencia ni excesos, presentando ambientes cotidianos con elegancia, con diálogos fluidos e ingeniosos, y donde subyace una filosofía de desengaño superficial. Es en definitiva, un teatro anclado en su tiempo con un fuerte lastre ideológico y estético. Continuadores de este teatro serán también Gregorio Martínez Sierra (paradójicamente descubridor del talento de jóvenes como García Lorca), Juan Ignacio Luca de Tena, Joaquín Calvo Sotelo, etc. La obra trata la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa de la época. Los jóvenes modernistas ven en él a un renovador estético y aplauden su pulcritud formal, su elegancia y su discreción diametralmente opuesta a la dramaturgia grandilocuente de Echegaray. Azorín lo llega a incluir en el Grupo del 98, porque ve en él su espíritu de crítica social acorde con los miembros del grupo. Pero la obra tuvo que retirarse inmediatamente del cartel ante la indignación del público. 1 2 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura El teatro en verso El teatro poético de principios de siglo supone una curiosa pervivencia del teatro modernista. Recoge por un lado la larga tradición de declamar textos en verso, que gozaba de gran prestigio y aplauso entre el público, y una buena introducción en escena del arte verbal modernista, con su verso sonoro, sus efectos coloristas, etc. Pero a este teatro se asocia una ideología marcadamente tradicionalista que, ante la crisis espiritual de la época, responde con la exaltación de las glorias del pasado (los ideales nobiliarios, las gestas medievales o las glorias del Imperio), exaltando personajes y momentos históricos. De esta tendencia apenas merecen el recuerdo autores como Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina. Ambos alternaron la producción lírica con la teatral. Tendrá que llegar el genio de García Lorca para renovar y dar nuevas dimensiones a este teatro poético con una obra como Mariana Pineda. Dentro del teatro en verso, pero con diferente enfoque, se sitúan las obras escritas en colaboración por los hermanos Manuel y Antonio Machado. También se inspiraron en personajes históricos, como Juan de Mañara (1927), famoso personaje sevillano del s.XVII que pasó de seductor disoluto a riguroso asceta. Otras son más modernas, como La Lola se va a los puertos (1929), donde la protagonista, que representa el alma popular andaluza, desprecia a los señoritos que la cortejan y otorga su amor a Heredia, un guitarrista que simboliza el pueblo. El teatro cómico Alcanzó gran éxito de público la comedia costumbrista y el sainete, así como un género llamado “astracán”. En este teatro abundan los tipos y ambientes castizos, herederos de una larga tradición2. Destacan los hermanos Álvarez Quintero y Carlos Arniches. Joaquín y Serafín Álvarez Quintero llevan a la escena una Andalucía superficial, tópica e incluso falsa a fuerza de eliminar cualquier referencia a los problemas sociales y concretos de aquella tierra. Prefieren mostrar ambientes acomodados (aristocráticos o burgueses), en los que sólo aparecen problemas sentimentales. Para ellos todo está bien, todo el mundo es bueno y el salero andaluz reina por doquier. Su producción es extensa y Los sainetes de Ramón de la Cruz (s. XVIII), los cuadros de costumbres de la época romántica, el “género chico” de finales del XIX. 2 3 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura sobresalen los sainetes y “juguetes cómicos en un acto” o “sainetes en tres actos”, donde predomina la ligereza, el ingenio, el diálogo intrascendente: El patio (1900), El genio alegre (1906), Las de Caín (1908), etc. Carlos Arniches ha merecido mayor interés de la crítica por su obra de madurez. Tiene dos vertientes en su producción dramática: los sainetes, de ambiente madrileño, continuadores del “género chico”, donde refleja el habla popular de Madrid y crea un tipo de expresión castiza que el pueblo acabaría por imitar. Es hábil en el diálogo cómico, apoyándose en el juego de palabras, en hipérboles grotescas, etc. Los ambientes y tipos (chulapos y chulapas) son convencionales y populacheros. Sus obras son El Santo de la Isidra (1898), Los milagros del jornal (1924), etc. Su otra vertiente la inicia en 1916 y es la llamada “tragedia grotesca”, tímido pero interesante ensayo de un género nuevo. Son obras en las que la peripecia cómica envuelve y zarandea a seres desgraciados e insignificantes, y en las que se funden lo risible y lo conmovedor. La observación de costumbres es más profunda y se aprecia una actitud crítica ante las injusticias. Destaca La señorita de Trevélez (1916), sobre una sangrante broma de unos señoritos provincianos. Otras obras son Los caciques (1920), ¡Que viene mi marido!, etc. Este tipo de teatro influirá en dramaturgos posteriores de los 50-60 (Lauro Olmo con La camisa) e incluso cineastas. Pese a su gran éxito, la calidad es menor en el género llamado “astracán” (o “astracanada”) inventado por Pedro Muñoz Seca. Son comedias descabelladas, llenas de chistes, sin pretensión alguna de calidad. Su único objetivo es arrancar la carcajada. Muestran una visión más que reaccionaria de la realidad. Un ejemplo es La venganza de Don Mendo (1918), una parodia de los dramas neorrománticos que rechaza el teatro en verso de aquellos años. B) Sobre el teatro renovador En líneas generales, las experiencias interesantes e innovadoras en materia teatral se vieron abocadas al fracaso. Las tentativas de Unamuno, Azorín e incluso de Ramón Gómez de la Serna fueron un intento vano por cambiar el gusto del público. A Unamuno le atrajo el teatro como vehículo para presentar los conflictos humanos que le obsesionaban. Eran dramas repletos de ideas, con diálogos muy densos, donde los personajes viven y hablan en continua exasperación. Además, el autor no tuvo especial interés por otros aspectos técnicos ni escénicos. Le importaba exclusivamente el texto. De ahí que no triunfara. Destacan dramas como Fedra (1911), sobre la 4 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura persona que busca completarse a través del amor; Soledad y Raquel (1921), sobre el deseo frustrado de maternidad, y en especial El otro (1927), que plantea el problema de la personalidad. Azorín intentó un teatro irreal y simbólico, al margen de las fórmulas dramáticas (1928), constituida por un prólogo y tres actos independientes (La arañita en el espejo, El segador y Doctor Death, de 3 a 5). En todas ellas aparece la angustia ante la muerte. La particular concepción teatral de Ramón Gómez de la Serna le lleva a componer un teatro de difícil representación (“teatro muerto, teatro para leer en la tumba fría”, dirá el propio autor, escrito para “el que no quiere ir al teatro”). Nos recordará al teatro del absurdo o antiteatro que triunfará posteriormente en Europa. Destacan obras como El laberinto, Teatro en soledad, compuestas entre 1909 y 1912. En 1929 estrenó Los medios seres, cuyos personajes aparecen con la mitad del cuerpo totalmente negra, porque poseen una personalidad incompleta, medio realizada y medio frustrada. La Generación del 27 también cultivó el teatro, especialmente Lorca, pero otros autores del grupo y otros escritores coetáneos formaron parte de este nuevo teatro en ciernes. Tres facetas debemos destacar en su creación dramática: la depuración del “teatro poético”; la incorporación de las formas vanguardistas y el propósito de acercar el teatro al pueblo3. Pedro Salinas compone teatro especialmente en su etapa de exilio: La cabeza de Medusa, La estratosfera, Ella y sus fuentes, etc. Rafael Alberti se inicia como autor de vanguardia con El hombre deshabitado (1930), un “auto sacramental sin sacramento”, dirá el autor. Es una obra alegórica, con ecos surrealistas, testimonio de la crisis que inspiró Sobre los ángeles. Presenta al hombre frente a un Dios absurdo. Luego compondrá obras políticas durante la guerra De un momento a otro (1939). En el exilio compone su obra El adefesio (1944), farsa esperpéntica y agria que recuerda la obra lorquiana de La casa de Bernarda Alba. Miguel Hernández escribe en su período católico un excelente auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras (1934); luego pasa a cultivar un teatro social con ecos de Lope de Vega, como El labrador de más aire (1937). Durante la guerra opta por un teatro de combate para ser representado en el propio frente de batalla. Dentro de este tipo de teatro también hay que destacar otras dos figuras: Compañías como “La Barraca” de Lorca o “Teatro del pueblo” de Alejandro Casona llevan por tierras de España un repertorio variado, en el que figuran títulos clásicos y también de un teatro estéticamente nuevo. 3 5 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura Alejandro Casona (1903-65), por su perfección constructiva y el buen hacer para combinar la realidad y la fantasía y el humor y el lirismo. Pero su diálogo adolece de cierto amaneramiento literario y sus personajes suelen ser bastante convencionales. En el contexto teatral del momento su teatro adquiere mayor valor, pero hoy en día resulta algo envejecido. Destacan obras como La sirena varada (1934), Nuestra Natacha (1935). En el exilio compone Prohibido suicidarse en primavera (1937), La dama del alba, quizá su obra maestra. Max Aub compone teatro sobre la guerra y el destierro. Entre 1923 y 1935 compone escribe “comedias de vanguardia” según él, impropias en un contexto dominado por las comedias de Benavente o el humor de Muñoz Seca. Su temática gira en torno a la incapacidad del hombre para comprenderse a sí mismo, para comunicarse y para entrar en contacto con la realidad (Crimen, Espejo de la avaricia, etc.). Su obra de exilio es más interesante, con dramas sobre el nazismo, la guerra mundial y sus secuelas: San Juan, sobre la persecución de los judíos; Morir por cerrar los ojos, sobre la ocupación alemana de Francia, etc. Teatro noble, fuerte, renovador, de testimonio y calidad estética, olvidado injustamente por las circunstancias. EL TEATRO DE VALLE-INCLÁN A pesar de sus inicios modernistas, pronto fraguó un “arte de ruptura”, libre en el más hondo sentido, abriendo caminos que sólo más tarde habrían de ser seguidos. Pero lo fundamental es su trascendencia en la historia del teatro contemporáneo. Valle fue mucho más allá de lo que permitían las convenciones estéticas de su tiempo. Frente al teatro “de camilla casera” que él mismo denomina, se declaró partidario de un teatro de “numerosos escenarios” y hasta de un teatro que “siga el ejemplo del cine actual”4. No se doblegó a los prejuicios estéticos o sociales de público y empresarios y continuó orgullosamente su obra aunque su obra se limitara a un “teatro para leer”. Así se explican sus “acotaciones” tan literarias, al igual que el propio diálogo, y otros detalles irrepresentables. En definitiva, Valle-Inclán creó un “teatro en libertad”. En Europa y América no tardaron en producirse experiencias renovadoras en las artes escénicas, especialmente inspiradas en el cine, por lo que Valle será entonces considerado un autor adelantado a su tiempo, un dramaturgo vanguardista que anticipó las nuevas tendencias del teatro mundial. Sobre “Luces de bohemia” Durante mucho tiempo sus obras eran irrepresentables y se consideraban más bien novelas dialogadas, pero las nuevas técnicas teatrales han permitido en las últimas décadas su representación. 4 6 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura Aunque la deformación esperpéntica está ya presente en sus obras, Luces de bohemia (1920) es la primera que denomina con el nombre de esperpento5 (definición que encontramos en la escena XII de la citada obra) y crea así un nuevo género. Valle comenta: “Nuestra tragedia no es una tragedia. España es una deformación grotesca de la eso] el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con civilización europea. [Por una estética sistemáticamente deformada” Así, de la imposibilidad de la tragedia surge el esperpento. Valle-Inclán ilustra esta estética con la teoría de los espejos cóncavos que decoraban la fachada de un comercio de la calle del Gato, en Madrid: “Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato (...) que reflejados en los cóncavos dan el Esperpento. (...) Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las espejo que nos deforma las caras y espejos son absurdas. (...) Mi estética normas clásicas. Deformemos la expresión en el mismo toda la vida miserable de España”. El dramaturgo Buero Vallejo matiza estas opiniones del autor y dice que el esperpento valleinclanesco “no es absoluto”. Dice que “las máscaras deformadoras caen a menudo y descubren rostros de hermanos nuestros que lloran”. En medio de lo esperpéntico puede aparecer “una mirada súbitamente fraterna” que supone “un contrapunto trágico que adensa sus grotescas sátiras”. Luces de bohemia (publicada en su versión definitiva en libro en 1924) cuenta la última noche de Max Estrella, poeta miserable y ciego, inspirado en la figura y muerte real del novelista Alejandro Sawa (autor de vida bohemia, frecuentador de los círculos modernistas, amigo de Rubén Darío y del propio Valle, que murió miserable, ciego y loco en 1909, dejando su mejor obra inédita, Iluminaciones en la sombra). Pero a partir de esa figura real, la obra cobra dimensiones que trascienden ampliamente la anécdota del fracaso y muerte de un escritor mediocre. La obra se convierte en la parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España deforme, injusta, opresiva, absurda; una España donde, según él, no encuentran sitio ni la pureza, la honestidad o el arte noble. El peregrinaje nocturno de Max Estrella por los tugurios del Madrid es un “viaje al fondo de la noche” y casi un “descenso a los infiernos” (como si fuera una parodia de la Divina Comedia de Dante), acompañado de su “lazarillo” Don Latino de Híspalis. Max desciende a los abismos de la ignominia, de la injusticia, de las 5 “Persona o cosa extravagante, destinada o absurda”. 7 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura miserias de toda índole. Y no sabemos si finalmente lo mata el frío, el hambre, el alcohol, o su corazón cansado, o el dolor por el espectáculo que tiene en torno. En cuanto a su estructura, prescinde de los actos y se compone de 15 escenas que se suceden en ambientes muy diversos que pueden crear una falsa idea de desconexión. Los elementos que dan unidad a la obra son: el protagonista, la presencia de la muerte en la escena I que anticipa el final de la obra; el billete de lotería (última esperanza de Max de salir de la penuria y que saldrá premiado –supremo sarcasmo- una vez muerto). La estructura está bien meditada: un preludio – un cuerpo central o peregrinación de Max que tiene como punto de inflexión su estancia en la cárcel – final de la peregrinación (en ella transcurre la escena XII ya aludida- y un epílogo (paralelismo entre la escena I y la XV y última). Otro rasgo de la estructura es la maestría con la que alterna violentos contrastes entre escenas trágicas y grotescas, que van “in crescendo” hasta crear una progresión agobiante. En la obra aparecen más de 50 personajes, una fauna humana y variopinta. Dirá Valle: “Son enanos o patizambos que juegan una tragedia”. Son fantoches vistos “desde arriba” (según el punto de vista del esperpento), aunque algunos no son simples peleles, sino que cobran considerable talla humana: el obrero catalán, la madre del niño muerto y el propio Max Estrella. Max Estrella es un personaje complejo y espléndido; no es un tipo noble pero alcanza momentos de grandeza. Se mezclan en él el humor y la queja, la dignidad y la indignidad. Es orgulloso, pero a la vez es consciente de su mediocridad. Su resentimiento de fracasado es a veces ridículo, a veces patético. Es mordaz y a la vez lúcido. Destaca su creciente furia contra la sociedad y a la vez un creciente sentimiento fraternal hacia los oprimidos o se muestra tierno con la muchacha prostituida. Don Latino de Híspalis, en cambio, es un gran fantoche. Es el “perro” que acompaña a su amo, su contrafigura, una caricatura de la bohemia. Un tipo miserable por su deslealtad y su encallanamiento, como se ve especialmente al final de la obra. Los demás fantoches del esperpento forman diversos grupos. Destaca la caricatura mordaz que hace de los burgueses (el librero Zaratustra, el tabernero Pica Lagartos, algunos defensores del orden, etc.), o de los policías (el capitán Pitito, Serafín el Bonito, los “guindillas”...) y especialmente la del Ministro. También quedan ridiculizados los pedantes, como Don Gay, el periodista Filiberto, Basilio Soulinake, etc., pero especialmente los modernistas trasnochados que aparecen en escena. Esperpentizados quedan también personajes populares, como la Pisa-Bien, el “Rey de Portugal”, la portera, las prostitutas o los sepultureros (parodiando a los de 8 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura Hamlet). Especiales son las apariciones de Rubén Darío y del Marqués de Bradomín, ejemplo de vida y literatura (escritor uno, personaje de Valle-Inclán, el otro). La técnica de caracterización se basa en su habla y en la acotaciones de la obra (Valle con pinceladas rápidas dibuja a los personajes o comenta sus actitudes). El arte y el lenguaje esperpénticos se basan en: - La deformación y distorsión de la realidad: por ejemplo, los policías a caballo se les presenta con un “trote épico”, como “soldados romanos”. - La degradación de los personajes - Se emplea el contraste: la escena cumbre es el velatorio de Max Estrella. - El humor es mordaz, la risa es agria. - El lenguaje es rico, ingenioso y con gran variedad de registros, al servicio de la parodia o de la intención crítica. - El arte del diálogo: se suceden a un ritmo vertiginoso las réplicas de diverso tono y registro, lo que hace que el diálogo sea rápido, vivo. - El arte de las acotaciones. En definitiva, los esperpentos suponen una áspera crítica y honda disconformidad con la realidad española imperante. Se hace referencia a la pérdida de las colonias españolas de América (1898), a la Semana Trágica de Barcelona (1909), a la revolución rusa (1917) como hechos coetáneos, utilizando el recurso del anacronismo de tal forma que Valle nos ofrece una visión de los conflictos que tejen la vida de esa España. Tal visión arremete también contra políticos de la época y de diverso signo: Castelar, Romanones, Antonio Maura, el rey Alfonso XIII. Se ataca el mal gobierno, la corrupción imperante, se fustiga el capitalismo y el conformismo burgués. Y en contraste se presenta el hambre, las miserias del pueblo, pero sin idealizarlo, sino mostrando también su embrutecimiento, su ignorancia, su degradación moral. Especial fuerza adquiere la protesta ante la represión policial (se ridiculiza a la policía y a sus “colaboradores”) que adquiere grito de furia ante la muerte del obrero catalán al que se le aplica la “ley de fugas”, o la muerte de un niño a consecuencia de la represión callejera. Se critica también la religiosidad tradicional y vacía, y las figuras y escuelas o instituciones literarias (burlas a la RAE, al Modernismo tardío y vacuo y las pullas a Galdós, -Don Benito el Garbancero- Villaespesa o los hermanos Álvarez Quintero, etc. 9 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura Durante mucho tiempo Luces de bohemia no pudo representarse. Hasta 1963 en que el director francés Jean Vilar la estrena en París. En España se verá en la temporada teatral de 1969-70. Pero su vigencia y su carga crítica están de plena actualidad y nunca han dejado ni dejan indiferente al espectador. EL TEATRO DE GARCÍA LORCA La obra dramática de García Lorca es de similar calidad a la de su obra poética y constituye una de las cumbres del teatro moderno, universalmente admirado. Su teatro discurrirá en cierto modo paralelo a su poesía, si bien los últimos años de su vida dará mayor relieve a la producción teatral, que comienza con un ensayo juvenil El maleficio de la mariposa (1919), algunas piezas breves o el guiñolesco Títeres de cachiporra. Pero su primer triunfo fue Mariana Pineda (1925), drama de la heroína que murió ajusticiada en Granada en 1831 por bordar una bandera liberal. Escrita en verso, presenta algún parentesco formal con el teatro poético de Marquina (a quien Lorca, curiosamente, admiraba). Entre 1930 y 1936 compone sus principales obras, cuya temática profunda asombra por su unidad y que no difiere de la que encontramos en su poesía: el mito del deseo imposible, el conflicto entre la realidad y el deseo. Lorca lleva a escena amores condenados a la soledad o a la muerte, casi siempre encarnados en mujeres (a veces con el añadido de las ansias insatisfechas de maternidad). Pero no es un teatro feminista, sino que aborda la tragedia de la persona condenada a una vida estéril, a la frustración vital. A veces el elemento frustrante se halla en el terreno metafísico (el Tiempo, la Muerte), pero otras es un factor meramente social (los prejuicios de casta o de clase, los convencionalismos sociales). A través de estos temas, Lorca revitaliza los grandes mitos trágicos (su compañero de generación, Manuel Altolaguirre, habla de él como “un Esquilo moderno”). Desde el punto de vista formal, Lorca escoge para plasmar estos temas la “farsa violenta”, el drama surrealista, la tragedia de ambiente rural... Lorca califica de “farsa violenta” La zapatera prodigiosa (1930); de “aleluya erótica” su Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín (1931). Trágica es su pieza surrealista Así que pasen cinco años (1931), por su obsesión por la infancia perdida y por el tratamiento de los temas del amor y la muerte. Doña Rosita la soltera (1935), “poema granadino del novecientos”, sobre la espera inútil del amor. 10 IES La Azucarera Dpto. Lengua castellana y Literatura Literatura La cima de su teatro la constituyen sus últimas obras: tres tragedias de ambiente rural, que son Bodas de sangre (1933), Yerma (1934) y La casa de Bernarda Alba (1936). En la primera la pasión desborda las normas sociales y morales, pero desemboca en la muerte. Está escrita en verso y sus personajes tienen ese componente mítico y genérico (el novio, la novia). La segunda es el drama de la esterilidad forzosa, donde la protagonista, Yerma, no se resigna a no cumplir su papel social y biológico predeterminado, que acaba siendo una obsesión, un deseo frustrado y de solución trágica. La casa de Bernarda Alba se considera la obra cumbre del teatro lorquiano, “drama de mujeres en los pueblos de España”, que condensa las grandes obsesiones del autor. El marco cerrado, sofocante, el luto impuesto y la prohibición de salir a la calle acentúan el erotismo trágico y esa invencible fatalidad que tiene raíces sociales concretas: el orgullo de casta y la moral del honor, representados por Bernarda. Frente a ella sus hijas, que van desde actitudes como la sumisión (Magdalena), a la rebeldía (Adela). Pero la muerte acabará de nuevo con cualquier esperanza de transgresión. Su evolución dramática es ejemplar. Pronto encontró el camino de la pura expresión dramática, donde el verso y la prosa se combinarán en sus obras. Pero poco a poco el verso se reducirá a momentos de especial intensidad o se reservará para canciones de tipo popular que crean un denso clima dramático. Paralelamente los conflictos y ambientes se van haciendo más hondos y más enraizados en la realidad española. En su teatro, como en su poesía, Lorca se va abriendo progresivamente a los problemas colectivos. Como él mismo dirá: “En nuestra época, el poeta ha de abrirse las venas para los demás; el artista debe reír y llorar con su pueblo”. En 1934 se declara “ardiente apasionado del teatro de acción social”, y añade: “El teatro es una escuela de llanto y de risa, y una tribuna libre donde los hombres pueden evidencia morales viejas o equívocas, y explicar con ejemplos vivos normas poner en eternas del corazón y del sentimiento del hombre”. Su labor en la Compañía “La Barraca” es un claro ejemplo de la dimensión artística y social de este género. 11