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Tema 53
Educación Secundaria
magister
GEOGRAFÍA E HISTORIA
LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL
Y PRIMEROS INTENTOS DEMOCRATIZADORES EN LA ESPAÑA
DEL SIGLO XIX
53.1 La crisis del Antiguo Régimen y el reinado de Fernando VII.
53.2 La formación del Estado liberal. La minoría de edad de Isabel II.
53.3 El reinado efectivo de Isabel II.
53.4 El sexenio revolucionario.
53.5 Transformaciones económicas y cambio social.
ORIENTACIONES PARA EL ESTUDIO DEL TEMA
0. INTRODUCCIÓN
1. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y EL REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833)
(1808-1833)
1.1. La crisis del Antiguo Régimen (1789-1814)
1.1.1. Causas
1.1.2. La guerra de Independencia (1808-1814)
1.1.3. Las Juntas
1.1.4. La constitución de 1812. El primer estado liberal español
1.2. El reinado de Fernando VII (1814-1833)
1.2.1. La restauración fernandina (1814-1820)
1.2.2. El Trienio Liberal (1820-1823): El segundo estado liberal español.
1.2.3. La Década Ominosa (1823-1833)
2. LA FORMACIÓN DEL ESTADO LIBERAL. LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II
(1833-1843)
2.1. La I Guerra Carlista (1833-1840): El fracaso del proyecto absolutista
2.2. El régimen del Estatuto Real (1834-1835): El fracaso del proyecto “Templado”
2.3. El proyecto progresista (1836-1843)
3. EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II (1843-1868)
3.1. La Década Moderada (1843-1854)
3.2. El Bienio Progresista (1854-1856)
3.3. Moderados y unionistas (1854-1865)
3.4. La caída de la Monarquía (1865-1868)
4. EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)
4.1. La revolución del 68
4.2. El Gobierno Provisional y la constitución de 1869
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4.3. El Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)
4.4. La I República
4.5. La República de 1874. El golpe de Estado de Martínez Campo
5. TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y CAMBIO SOCIAL
5.1. Transformaciones económicas
5.2. Cambio social
5.2.1. Los grupos de poder: la nobleza, el clero y la burguesía.
5.2.2. Las clases medias
5.2.3. Las clases populares
. BIBLIOGRAFÍA COMENTADA
. WEBGRAFÍA.
. GLOSARIO
. ESQUEMA / RESUMEN
. CUESTIONES BÁSICAS
. ORIENTACIONES PARA LA REDACCIÓN DEL TEMA
ORIENTACIONES PARA LA LECTURA DEL TEMA
APLICACIÓN DE ESTE TEMA EN LOS PRÁCTICOS
RESUMEN (EJEMPLO PARA LA REDACCIÓN DEL TEMA EN LA OPOSICIÓN)
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ORIENTACIONES PARA EL ESTUDIO
El propósito de este tema, como se identifica en su epígrafe, consiste en conocer los rasgos
esenciales que marcan la transformación política de España en el siglo XIX.
En el estudio de este tema fíjate en primer lugar en el índice del tema, para hacerte una idea de su
estructura, y lee la introducción que te explica claramente el sentido del tema y sus componentes
esenciales. Podrás advertir que es un tema configurado por la respuesta a tres contenidos: la
construcción del estado liberal en España, los primeros intentos democratizadores y las
transformaciones políticas y económicas de este periodo. Junto con la lectura y subrayado de los
distintos epígrafes del tema presta especial atención a las orientaciones recogidas en los cuadros
titulados recuerda que aparecen tras la información del epígrafe del tema, te ayudarán a discriminar el
contenido esencial del tema, del mismo modo los párrafos marcados con la nota de importante dirigen
tu estudio a los elementos que debes atender fundamentalmente.
Comienza la memorización y resumen del tema respondiendo a los interrogantes: ¿qué es el
estado liberal? Debes responder a esta pregunta muy brevemente en la introducción. A
continuación debes comenzar el tema analizando el proceso de construcción del estado liberal,
dividiéndolo en tres grandes etapas: la crisis del Antiguo Régimen (1789-1814), haciendo
especial hincapié en la construcción del primer estado liberal, el de Cádiz; a continuación hay que
explicar el reinado de Fernando VII (1814-1833), poniendo especial atención en la construcción
del segundo estado liberal, el del Trienio (1820-1823), y finalmente, debes analizar lo ocurrido
durante el reinado de Isabel II, explicando la década moderada, donde se construye el estado
liberal español, y más brevemente el bienio progresista, el periodo de unionistas y moderados, y
finalmente el final del reinado, y la gran conspiración de Prim.
En el estudio del segundo componente del tema vinculado a los primeros intentos
democratizadores, que se vincula con el sexenio revolucionario, donde debes centrarte en la
revolución de 1868, el periodo del gobierno provisional, la monarquía de amadeo I, la I
República, la república conservadora de Serrano y la gran conspiración alfonsina de Canovas del
Castillo, que culmina con el golpe de Estado de Martínez Campos, que supone el inicio de la
Restauración.
Finalmente debes explicar el tercer componente del tema vinculado a la modernización
económica y a los cambios sociales. Termina el tema con una conclusión y una bibliografía.
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0. INTRODUCCIÓN
El paso a la época contemporánea en España fue el resultado de dos cambios, independiente entre
sí. El paso de la monarquía absoluta a la constitucional, de la sociedad estamental a la clasista, y
de la economía dirigida al mercado —revolución liberal—, por un lado, y el de la manufactura a
la fábrica —revolución industrial—, por otro, son los acontecimientos inaugurales de la época
contemporánea en España. Sin embargo, en nuestro país, fue un proceso lento, traumático, e
incompleto, y por tanto fracasado. Fracaso que explica en parte la gran crisis del siglo XX que
culminó con la Guerra Civil de 1936.
Este tema se centra en el aspecto político de este proceso. Para desarrollarlo, lo dividiremos de
acuerdo con un criterio cronológico. En primer lugar, analizaremos la crisis del Antiguo
Régimen, dando especial importancia a la guerra de Independencia (1808-1814), y a la redacción
de la primera constitución española, la de 1812. A continuación, estudiaremos el reinado de
Fernando VII (1814-1833), prestando especial atención a los cambios políticos que tuvieron lugar
en el mismo. En tercer lugar, analizaremos la monarquía de Isabel II (1834-1868), donde
estudiaremos las luchas entre moderados y progresistas, y las guerras carlistas. El cuarto bloque,
corresponderá al Sexenio Revolucionario (1868-1874), que constituye el primer intento
democratizador en España. Y el quinto, en la modernización económica y social de España.
1. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y EL REINADO DE FERNANDO VII
1.1. La crisis del Antiguo Régimen (1789-1814)
ENLACE: La crisis del Antiguo Régimen en España tiene tres grandes manifestaciones:
Unas causas, un conflicto bélico, la guerra de Independencia, y una manifestación política, el
primer estado liberal español, creado por las cortes de Cádiz.
1.1.1. Causas
ENLACE: La muerte, en diciembre de 1788, de Carlos III, unida a la revolución que
estalló en Francia el 14 de julio de 1789, definen de manera clara el inicio de la crisis del
Antiguo Régimen en nuestro país, que se corresponde cronológicamente con el reinado de
Carlos IV (1788-1808).
Esta crisis tiene las siguientes causas, según Luis Roura.
1ª. Las causas ideológicas: En 1808, España y Europa reciben las nuevas ideas revolucionarias
que parten de Francia (Montesquieu, Rousseau, Voltaire...), capaces de alterar el orden
establecido. Hasta 1808 hubo una férrea censura de las ideas revolucionarias, es decir, censura de
prensa, de folletos, de los medios de comunicación, etc.
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2ª. Las causas económicas, que se vincula con el crecimiento de la población y las malas cosechas
que caracterizan el final del siglo XVIII. La explosión demográfica implica roturar nuevas tierras
para dar de comer a las gentes. España depende de la tierra —como el resto de Europa—, pero
dicha tierra está en manos de la iglesia, señoríos y municipios. Esto supone que son tierras
amortizadas, enajenadas. No son mercancía. Se trata de una traba que impide el crecimiento y
será también otro elemento de crisis del Antiguo Régimen. Por su parte, la crisis agraria a finales
del siglo XVIII y principios del XIX, provoca hambre y epidemias. Es el caso de los años 1804 y
1805 que coincidirá con una grave crisis económica. Además, implicará una contestación popular
cada vez mayor: motines, revueltas, descontento popular, que también supuso un motivo de crisis
del Antiguo Régimen.
3ª. La causa financiera: España entra en guerra con Francia en 1793, pero tras ser derrotada, se
une a ella en 1795, contra Gran Bretaña. Estos conflictos no sólo sumen en una grave crisis
financiera al país, sino que provocan la interrupción del comercio americano en 1796, y llevan al
gobierno a plantear un proceso de desamortización y venta de las tierras eclesiásticas para paliar
la deuda del Estado. Son los primeros síntomas de que el estado absoluto se estaba acabando.
4ª. La causa política, que se manifiesta en el enfrentamiento entre Carlos IV, y su valido, Manuel
de Godoy, contra su hijo, el príncipe de Asturias Fernando. En el año 1808, en el mes de marzo,
se produce el Motín de Aranjuez: revuelta de notables, con cierto apoyo popular, en oposición a la
política de Godoy y Carlos IV. Como consecuencia, el Rey abdicó en nombre de su hijo Fernando
VII, que tiene que dirigirse a Bayona donde será obligado a ceder la Corona a Napoleón, que a su
vez la cederá a su hermano José Bonaparte que se convertirá en José I, rey de España.
1.1.2. La guerra de Independencia
ENLACE: Poco después estallaba la guerra de Independencia
Este conflicto, fruto del levantamiento del 2 de mayo en Madrid, será largo y cruento (18081814), pero, sobre todo, será un conflicto nacional. La nación española luchará contra
Napoleón y sus tropas. Y esta nación, que poseía un ejército débil y desorganizado, que a pesar
de su valor, será casi siempre vencido por los franceses a campo abierto, combate siguiendo
una táctica de guerrillas que, alcanzará una dimensión mítica, que servirá para incorporar
este vocablo español a numerosos idiomas extranjeros.
1.1.3. Las Juntas
ENLACE: La guerra de Independencia no fue sólo un acontecimiento con un único
componente militar, sino que, junto a éste, pronto surgió una auténtica revolución política,
narrada por primera vez por el conde de Toreno, en lo que llamó la revolución española,
siendo el origen del primer estado liberal español, cuya expresión más tangible serían,
inicialmente, las Juntas, y, posteriormente, la constitución de 1812.
Esta revolución pretendía conseguir tres objetivos fundamentales:
- La reasunción de la soberanía por el pueblo
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La búsqueda de mecanismos políticos que rompiesen con el absolutismo del Antiguo
Régimen.
Llevar a cabo los cambios jurídicos que modernizasen los fundamentos socioeconómicos
del Estado.
Las juntas surgieron de la misma forma espontánea en que también tuvo lugar el levantamiento
popular. Al lado de las locales —las primeras— se constituyeron Juntas provinciales que fueron,
en su origen, una especie de gobierno provisional que actuaba como representante de la voluntad
popular. Pues, desde el primer momento, fueron soberanas, y, por eso, colisionaron con las
instituciones representativas del Antiguo Régimen, acabando prácticamente con ellas.
La primera junta aparecida fue la de Asturias —mayo— que declaró la guerra a Napoleón y envió
comisionados a Londres. Mas tarde surgieron otras —León, Santiago, Segovia, Sevilla, etc.—
hasta llegar a las dieciocho Juntas provinciales que hubo. En un principio, por la falta de
coordinación y por el espíritu que las animaba, tienen un aire <<provincialista>>. Ante la
desconexión, incluso desorganización, existente, la Junta de Murcia propuso la constitución de
una Junta Central, integrada por representantes de las provinciales. Así se hizo, y el 25 de
septiembres, en Aranjuez, se formó la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino que se
mantuvo hasta el 31 de enero de 1810.
La gestión de esta institución tuvo dos ejes. Por un lado, gobernar, lo que en aquellos momentos
significaba atender, en lo posible, a las necesidades de la guerra. Por otro lado, promover
iniciativas revolucionarias al convocar Cortes y disponer que se consultase a la opinión pública
acerca de las reformas que la nación y la época exigían. El 31 de enero de 1810 la Junta Central
resignó sus poderes en manos de una Regencia de cinco miembros. Ésta se dedicó a la dirección
de la guerra, despreocupándose de la convocatoria de Cortes. Pero el 24 de septiembre, erigidas
las Cortes en la plenitud de facultades que les concedían unos poderes ilimitados, comenzaron los
choques entre éstos y la Regencia, que culminaron el 28 de octubre, fecha en que tuvo lugar la
transmisión de poderes al regente Agar al suplente Puig. A partir de este momento y hasta su fin
en 1814, la Regencia estuvo sometida a las Cortes, transformada en un poder ejecutivo
prácticamente sin fuerza alguna. Sus atribuciones fueron reguladas por el Reglamento del Poder
Ejecutivo —aprobado por las Cortes el 6 de enero de 1811— y fue constante su oposición a las
innovaciones legisladas por las Cortes.
El proceso que llevó a las Cortes de Cádiz se inició en el seno de la Junta Central en virtud de una
iniciativa de Calvo de Rozas, que apuntaba la necesidad de dar al país una Constitución, así como
de realizar reformas en su organización social. El 22 de mayo de 1809 la Junta acordó anunciar la
reunión de Cortes y realizar una consulta al país acerca de los remedios más eficaces para
combatir los males de la patria. Aquí comenzó el camino que culminaría el 24 de septiembre de
1810, fecha en que gentes diversas se congregaron en el teatro de la Isla de León.
1.1.4. La constitución de 1812. El primer estado liberal español
ENLACE: Los diputados reunidos en Cádiz, iban a culminar la revolución, creando el
primer estado liberal español
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Orgánicamente pertenecían a los tres estamentos en que se dividían las Cortes del Antiguo
Régimen. Un tercio eran eclesiásticos, aunque de distinta procedencia y opiniones; otro tercio
eran nobles, igualmente diferentes en grado e ideas; por último, había una representación del
Tercer Estado, minoritaria en todo caso, pero con mayor uniformidad profesional e ideológica.
En lo que se refiere a sus planteamientos políticos, se les clasificaba en liberales y serviles,
aunque la separación no puede ser tajante, ya que si hubo hombres claramente alienadas en
estas dos posiciones, hubo otro cuyas posturas fueron oscilantes en cada caso y cuyo programa
no puede ser totalmente identificado con ninguna de esas dos alternativas.
La obra de las Cortes de Cádiz respondió, en líneas generales, a dos objetivos básicos: constituir
un nuevo régimen y transformar la sociedad. De hecho, como muy señaló en su día Jover Zamora,
consistió en liquidar los fundamentos económicos y jurídicos sobre los que se asentaba la
sociedad estamental y, en su lugar, estructurar una nueva sociedad. A este respecto se pueden
señalar cuatro grandes aspectos:
-
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-
La extinción del régimen señorial a través del decreto de 6 de agosto de 1811 que abolía las
supervivencias de dicho régimen en el campo, incorporando al Estado los señoríos
jurisdiccionales y suprimiendo todo privilegio exclusivo, privativo o prohibitivo.
La regulación del derecho de propiedad y régimen de contratos, mediante el decreto del 8 de
junio de 1813.
La legislación sobre mayorazgos, desamortización, propios y baldíos, en donde cabe destacar:
la ley de 1813 suprimiendo los mayorazgos inferiores a 3000 ducados de renta anual,
reglamentando para el futuro los límites económicos de las vinculaciones; el decreto de 17 de
junio de 1812 que inicia tímidamente el proceso de desamortización eclesiástica al disponer la
enajenación de los bienes de las comunidades religiosas extinguidas o reformadas por el
gobierno de José I; el decreto de 4 de enero de 1813 que disponía la parcelación y reducción a
propiedad individual de los terrenos de propios, realengos y baldíos, con excepción de los
ejidos de los pueblos.
La extinción del régimen gremial mediante el decreto de 8 de junio de 1813 que establece la
libertad de trabajo.
Además de estas medidas de naturaleza socioeconómica, los diputados de Cádiz tomaron dos
medidas políticas de gran alcance: La elaboración de un código penal, y la aprobación de la
constitución de 1812.
La puesta en marcha el proyecto de elaboración de un código penal fue una empresa de gran
importancia, ya que esta norma es la más importante de un Estado tras la Constitución, porque
limita los derechos y libertades, y es donde se refleja la igualdad jurídica de todos los ciudadanos.
Sin embargo, no pudo culminarse
Por su parte, la constitución de 1812, definida como la verdadera <<carta magna>> del
liberalismo español, presenta tres principios básicos, según Tomás Villarroya y Arcenegui:
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El principio de soberanía nacional, convertido en el valor político por excelencia, y que tiene
su plasmación en el artículo 3º.
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El principio de la división de poderes, interpretado con mucho rigor, por lo que esta división
quedaba convertida, de hecho, en una separación que los dejaba aislados, sin puentes de
comunicación entre ellos, lo que constituye uno de los mayores defectos del texto.
El principio de nueva representación, al abandonarse la vieja representación estamental, pues,
a partir de ese momento, los diputados representan <<a la nación en su totalidad>>.
El principio de sufragio universal masculino indirecto.
En relación con los poderes, todos quedaban regulados. El poder legislativo era atribuido a las Cortes.
Se fijaba su organización —unicameral—, las formas de elección (sufragio universal masculino
indirecto), los periodos de reunión y el conjunto de funciones a desempeñar. El poder ejecutivo, por el
artículo 16, se atribuía al rey, aunque su condición y competencias quedaban profundamente
modificadas; se concretaba su participación en la función legislativa —la iniciativa y la sanción—, así
como los límites de su potestad ejecutiva; también, aunque de manera parca, se regulaba la condición
de los ministros. Por último, el poder judicial se contemplaba en diversos artículos buscando, sobre
todo, dos principios fundamentales: el deseo de disfrutar de una justicia limpia, competente e
imparcial, y la preferencia de la justicia sobre la equidad.
En definitiva, como escribió Jover Zamora: "La Constitución de 1812 era, tal vez, técnicamente
perfecta para una comunidad de ciudadanos preparados, económica y culturalmente, para el
ejercicio de su ciudadanía; pero resultaba evidentemente inadecuada a las condiciones reales
del pueblo español a comienzos del siglo XIX"
Pero, además, tampoco la situación europea posterior a la caída de Napoleón, no favorecían la
posibilidad de que un régimen liberal se asentase en España.
1.2. El reinado de Fernando VII (1814-1833)
ENLACE: La caída del Imperio napoleónico significa la puesta en marcha de la
Restauración, con su punto de partida en el Congreso de Viena (1815). Los Estados europeos
intentaron restaurar el viejo orden, pero muy pronto se manifestó una dialéctica liberalismoabsolutismo, que se plasmaría en las revoluciones de 1820, 1830 y 1848. España no fue ajena
a este proceso, que se manifestó en las tres etapas en las que se divide el reinado de Fernando
VII: La restauración fernandina (1814-1820); el Trienio Liberal (1820-1823), y la Década
Ominosa (1823-1833).
1.2.1. La restauración fernandina
ENLACE: La primera etapa se desarrolla entre 1814 y 1820, y se conoce como
restauración fernandina.
En 1814, concluida la guerra de la Independencia, Fernando VII regresa al trono español y
restaura el absolutismo, debido no solo a su propia fuerza sino al apoyo de la nobleza, que
consideraba que la Constitución de Cádiz fue una medida de emergencia hasta la vuelta del rey a
España. Fernando VII volvió en marzo de 1814 y supuso la imposición del sistema absolutista de
gobierno. Son 6 años de reacción absolutista mucho más radicales que en cualquier otra época,
sin posibilidad alguna de reforma.
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Para lograr estos objetivos, el rey contó con el apoyo de distintos sectores: grupos absolutistas
antirrevolucionarios; la nobleza; el clero; parte del Ejército y un grupo de diputados de
naturaleza absolutista que se encargó de redactar el Manifiesto de los Persas y que fue
presentado al rey.
El 4 de mayo de 1814, el rey firma un decreto por el que se deroga la Constitución de 1812. Por
este motivo es por lo que se habla de que esa acción fue el primer golpe de estado de la edad
contemporánea. A su vez, la pasividad de los grupos liberales fue notable, no existiendo una
oposición férrea que frenase esta acción.
A pesar de todo, la sociedad del Antiguo Régimen estaba en crisis, debido a la imposibilidad del
desarrollo económico.
Suprimidas las Cortes de Cádiz comenzó una feroz represión contra los liberales que se desarrolló
en tres frentes: prohibición de reuniones, exilio y represión física (ejecuciones). Los exiliados
entraron en contacto con Europa. El fenómeno del liberalismo va a entrar en un período de
clandestinidad y de reuniones secretas, clubs, tramas conspirativas relacionadas con la masonería,
etc.
En esta época se hizo efectivo el sistema de los pronunciamientos que fueron numerosos a lo
largo de los años 1814 a 1820, como los de Porlier, Espoz y Mina, etc.
La crisis del Antiguo Régimen puede contemplarse en la importancia de las instituciones y en
la gran crisis fiscal. Junto a estos problemas vinieron a añadirse los derivados del proceso de
independencia de las colonias americanas, que supuso una pérdida de naturaleza tanto
económica como política.
1.2.2. El trienio liberal. El segundo estado liberal español
ENLACE: En esta situación de crisis se produce la revolución de 1820 en toda Europa,
que abre el camino a la segunda etapa del reinado de Fernando VII, el trienio Liberal (18201823), durante la cual se construye el segundo estado liberal español.
La revolución liberal de 1820, que da paso al trienio, fue fruto de la dialéctica revolución/reacción
impuesta, a escala europea, desde el Congreso de Viena, y a escala española, desde el decreto de 4
de mayo de 1814. La revolución venía a restaurar el sistema liberal; ello significaba poner
nuevamente en vigencia la legislación gaditana, tanto socio-económica como política.
Junto a este hecho, también destacó la división en el campo liberal. Por un lado, están los
moderados o doceañistas, que serán el futuro Partido Moderado; se trataba de un grupo de
políticos cuyo objetivo era poner en marcha toda la obra legislativa de la Constitución de
Cádiz, pero sin una revolución radical, de ahí que quisieran pactar con las fuerzas del Antiguo
Régimen; se habla de un pactismo entre nobleza y clero. A la larga, será el grupo que triunfe,
formando parte de él los burgueses y algunas fuerzas del Antiguo Régimen. Port otro lado,
están los exaltados o radicales, que serán el futuro Partido Progresista. Su estrategia no era la
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de colaborar con las fuerzas del Antiguo Régimen sino con las masa populares urbanas y
campesinas. Será la vía frustrada de posteriores revoluciones.
Los moderados gobernaron hasta julio de 1822, siendo sus principales figuras Pérez de Castro y
Martínez de la Rosa. Los exaltados gobernarán a partir de julio de 1822, destacando Evaristo San
Miguel.
Dentro de este contexto, se observa una oposición a los grupos liberales, por parte de los
absolutistas, que utilizaron distintos medios: desde los legales, representados por la oposición de
Fernando VII, hasta los armados, que se manifestaron en la sublevación de la Guardia Real, en
julio de 1822, en Madrid, que trajo como consecuencia la llegada de los exaltados al poder, o las
partidas realistas de la Regencia de Urgel, gobierno realista en el exilio (en las montañas
catalanas), ganadas a los liberales.
No obstante, quien realmente acabó con este segundo estado liberal español fue la intervención de
una potencia extranjera: Francia. La razón de este hecho se encuentra en que, tras el Congreso de
Verona (1822), las potencias de la Santa Alianza aprueban acabar con el régimen español,
encargando la tarea a Francia, que, con el consentimiento de Fernando VII, envía en 1823, los
llamados <<Cien mil hijos de San Luis>>. El pueblo español apenas si se opuso a la invasión.
Este hecho fue consecuencia de que no existía una coherencia social suficientemente fuerte en
España como para apoyar al sistema liberal. En consecuencia, se vuelve al fenómeno reacción—
revolución.
Respecto a la obra del Trienio, los gobiernos liberales desarrollan el programa inconcluso de
las Cortes de Cádiz. Así:
-
-
-
Se desvinculan todo tipo de propiedades, por ley.
Se abole el régimen señorial. Los gobiernos liberales obligan a demostrar a los nobles que
eran propietarios de las tierras. Pero esta medida quedó sin efecto debido a la intervención
extranjera en España.
Proceso desamortizador. Se pone en marcha por primera vez de forma general y
sistemática un proceso contra el clero y se hace efectiva la desamortización. La
desamortización afecta a todos los grupos desamortizados durante la guerra —Inquisición,
órdenes militares, jesuitas, conventos destruidos, etc—, y además, al clero regular, al que
atacan directamente. Al clero secular todavía no se le había intervenido. Este proceso es
un elemento significativo ya que no solo es un cambio cualitativo sino que también es una
reforma de la Iglesia, un problema de deuda pública, y un interés social como era crear
una familia de propietarios favorable al nuevo régimen.
Nueva organización administrativa. Se hacen nuevos proyectos a nivel de estado. La
culminación será la nueva división territorial hecha por Javier de Burgos años después.
Puesta en marcha del Código Penal a nivel de todo el estado en 1822.
1.2.3. La década ominosa
ENLACE: Tras el trienio, se vuelve a reimplantar el absolutismo, dando lugar a un
período conocido como la Década Ominosa (1923-1833), cuya aspectos más característicos
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son: La reimplantación del absolutismo que, represivo en principio, derivara hacía posiciones
reformistas, haciendo surgir un grupo radical que se irá agrupando en torno a don Carlos. La
actuación de estos realistas puros y los orígenes del carlismo, a través, especialmente del
Manifiesto de 1826 y la guerra de los Agraviados de 1827. En íntima conexión con el punto
anterior, la cuestión sucesoria.
Esta etapa comienza con el manifiesto del 1 de octubre de 1823. Fernando VII, tras atacar
duramente la etapa recién terminada, declaraba que, por haber carecido de libertad, eran nulos
todos los actos del gobierno constitucional. Se retrocedía a la situación de marzo de 1820, y se
ponía en marcha una violenta represión. La crueldad de la misma movió a Inglaterra, Francia y
Rusia a presionar sobre Fernando VII quien, ante ello, dio un poco generoso indulto, tan lleno de
restricciones y limitaciones que, de hecho, aumentó el número de emigrados.
Este cambio fue acompañado de una política levemente reformista, que provocó, a partir de 1824,
las conspiraciones ultrarrealistas que culminan en la insurrección de Boissières (agosto de 1825),
y en el Manifiesto de la Federación de Realistas Puros (1826) que, suponen, para Julio Aróstegui,
la aparición de un grupo de realistas-exaltados —los futuros carlistas—. Esta oposición alcanzará
su punto más grave con la revuelta de los agraviados de Cataluña, en 1827, que llegarían a ocupar
algunas ciudades y a instalar una Junta Provisional de gobierno, antes de ser vencidos y
aniquilados por las tropas del rey.
Estas sublevaciones no acabaron con los tímidos intentos reformistas de los gobiernos de
Fernando VII, que tenían una doble naturaleza:
- Política: Se sustituye el Consejo de Castilla y se crea una asamblea del tipo francés de
1814, con representación de los distintos estamentos.
- Económica: El gobierno de López Ballesteros, sin romper los moldes del Antiguo
Régimen, trató de elaborar un presupuesto anual para todo el estado para así arreglar la
deuda de estado y verificar la fiscalidad. Además se redacta el Código de Comercio y se
crea la bolsa de valores, para negociar la deuda pública
Sin embargo, una coyuntura económica negativa, y la presión de los ultras, provocaron la caída de
López Ballesteros, alma de las reformas, y su sustitución por un gabinete netamente reaccionario,
encabezado por el conde de Alcudia.
Por último, debemos hacer mención la cuestión sucesoria. En marzo de 1830, tras su matrimonio
con María Cristina de Nápoles, Fernando VII, ante la posibilidad de una descendencia femenina,
promulgó la Pragmática Sanción de 1789, anulando la Ley Sálica de Felipe V. Esta Pragmática,
tras el nacimiento de la princesa Isabel (1830), privaba de sus derechos al infante Carlos María
Isidro. Surgía así la cuestión sucesoria.
En septiembre de 1832 tendrían lugar los llamados <<Sucesos de La Granja>>, estudiados por
Federico Suárez. Agonizando Fernando VII, una serie de intrigas forzaron al monarca a derogar la
Pragmática Sanción. La inesperada recuperación del rey dio lugar a un brusco cambio político,
mal conocido en sus detalles, cuyas manifestaciones inmediatas fueron:
-
Promulgar, de nuevo, la Pragmática.
Sustituir al gabinete Alcudia, por un nuevo gobierno presidido por Cea Bermúdez.
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Desmantelamiento de las instituciones que se habían descubierto favorables a don Carlos,
especialmente, los voluntarios realistas.
Acercamiento a los liberales —excluidos desde 1823 del sistema político—, con objeto de
ganarlos para la causa de la princesa Isabel.
Pese a todas estas medidas, a finales del reinado de Fernando VII, el carlismo se aglutinaba y
cohesionaba en torno a la figura de don Carlos, contando con el apoyo del clero, de los
sectores más reaccionarios de la aristocracia, de los voluntarios realistas y del campesinado.
Mientras esto ocurría, Cea desarrollaba una política moderada. Así, se publica una recortada
amnistía (octubre de 1832) y se continuaba la aproximación a los liberales. Fernando VII
moría el 29 de septiembre de 1833, dejando una situación completamente inestable.
RECUERDA
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La crisis del Antiguo Régimen tiene numerosas causas: Ideológicas, económicas, financieras
y políticas.
La primera manifestación de esta crisis es la guerra de Independencia, conflicto provocado
por la invasión francesa de España, y que se prolongó entre 1808 y 1814. El resultado fue la
victoria española, gracias al empleo de una táctica de guerrillas y al apoyo del ejército
británico.
La segunda manifestación de esta crisis fue la construcción del primer estado liberal español,
que tuvo su primer paso en la aparición de un organismo popular, las Juntas. Fueron estas
juntas, unificada en una única, la Junta Suprema y Gubernativa del Reino, las que se
encargaron de gobernar el país en ausencia del monarca y dirigir la guerra contra los
franceses..
La Junta Suprema también convocó cortes de acuerdo con el sistema del Antiguo Régimen, y
estas cortes, reunidas en Cádiz, realizaron las reformas legislativas necesarias para el
establecimiento del liberalismo.
Las reformas de las Cortes de Cádiz tuvieron dos campos. El primero fue el socio-económico,
con la desvinculación de los mayorazgos, la abolición de señoríos y gremios, y la
desamortización de las tierras de la Iglesia Católica.
El segundo fue el político, con el proyecto de elaboración de un código penal, y sobre todo
con la aprobación de la constitución de 1812, carta magna del liberalismo español.
El reinado de Fernando VII se divide en tres etapas: La Restauración fernandina (1814-1820),
el Trienio Liberal (1820-1823) y la Década Ominosa (1823-1833).
La Restauración fernandina se caracteriza por la vuelta completa a los principios absolutistas,
la persecución de los liberales, la oposición de ciertos círculos militares al gobierno de
Fernando VII y la crisis financiera del Estado, una de cuyas causas es la independencia de
América.
El Trienio Liberal se caracteriza por la construcción del segundo estado liberal español, y esta
marcado por dos notas características: la división del partido liberal en dos facciones, los
futuros moderados y progresistas, y la fuerte oposición al liberalismo, que culmina con la
invasión francesa de los Cien mil Hijos de San Luis.
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La Década Ominosa está marcada por tres grandes hechos: La vuelta al absolutismo, la
aparición de un grupo de realistas, contrarios a la política tímidamente reformista de
Fernando VII, que serán los futuros carlistas, y la cuestión sucesoria, como consecuencia del
nacimiento de una hija de Fernando VII, la futura Isabel II.
A la muerte de Fernando VII, la situación era muy inestable, con los absolutistas
organizándose entorno a la figura de Don Carlos, y los liberales pactando con la reina Maria
Cristina, para apoyar a su hija Isabel II.
2. LA FORMACIÓN DEL ESTADO LIBERAL. LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL II
ENLACE: A la muerte de Fernando VII se plantean cuatro proyectos políticos para
España. El primero es el mantenimiento del Antiguo Régimen, defendido por Carlos María
Isidro y sus partidarios carlistas. El segundo es el régimen templado, que defiende la regente
María Cristina, la aristocracia, el alto clero y los liberales más moderados. El tercer proyecto
es el liberalismo puro, que es defendido por el partido progresista. El cuarto proyecto es el
liberalismo doctrinario, que defiende el partido moderado. En esta década se desarrollan los
tres primeros proyectos.
2.1. La I Guerra Carlista (1833-1840): El fracaso del proyecto absolutista
ENLACE: El primer modelo que fracasa es el absolutista, como consecuencia de su
derrota en la Primera Guerra Carlista (1833-1840).
Hoy es claramente aceptado por la historiografía que la guerra civil que se prolongó entre 1833 y
1840 fue, más que un pleito dinástico, un conflicto ideológico. Básicamente, el carlismo
representaba el tradicionalismo absolutista y el antiguo régimen social, pero no exclusivamente.
Hay que evitar esa simplificación. De hecho, como afirma Seco Serrano, don Carlos fue, ante
todo, una bandera que aglutinó a cuantos se oponían al liberalismo, tal como se había manifestado
en la experiencia del trienio; pero, a partir de este eje común, surge una heterogeneidad social e
ideológica.
Geográficamente, tuvo su implantación mayor en Navarra, Vascongadas y las tierras montañosas
al sur del bajo Ebro (Maestrazgo). Sociológicamente, contó con el apoyo del clero, ciertos
sectores de la aristocracia, y el campesinado, aunándose, en todos estos grupos, motivaciones
sociales, económicas, religiosas y forales.
La guerra estalla el 1 de octubre de 1833 y se extenderá hasta julio de 1840. No obstante, El
convenio fue ratificado en Vergara, el 31 de agosto de 1839. En julio de 1840, el general
Ramón Cabrera, contrario al acuerdo, pasaba la frontera francesa. La guerra había
terminado con el triunfo de los liberales. El proyecto de mantener la monarquía absolutista
había quebrado definitivamente.
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2.2. El régimen del Estatuto Real (1834-1835): El fracaso del proyecto Templado
ENLACE: Paralelamente al desencadenamiento de la I Guerra carlista, María Cristina,
como regente, quiso establecer un nuevo régimen en España, de carácter Templado, que
pasamos a estudiar.
La primera formulación de este modelo fue el Manifiesto de la gobernadora al país (4 de octubre
de 1833); el documento —que pretendía ser un programa de gobierno— tenía dos partes:
- Una defensa de la religión y la monarquía, que constituía su programa de gobierno.
- Un intento de modernización del Estado, con objeto de atraerse a los liberales, y que
constituía el programa administrativo.
El sistema de Despotismo Ilustrado como dice Jover Zamora, o de régimen Templado de
Gobierno que el documento configuraba —totalmente anacrónico—, disgusto a los liberales,
que forzaron la caída de Cea Bermúdez y su sustitución por Martínez de la Rosa.
El programa del nuevo Jefe de Gobierno era claro: constitución y cortes. En efecto, en enero de
1834, comenzó la preparación de un texto constitucional que cristalizó finalmente en el Estatuto
Real de 1834. Con respecto al mismo, Villarrolla y Arcenegui afirma que se trata de una
constitución otorgada similar a la de Luis XVIII. De la misma opinión es Díez del Corral, aunque,
según este autor, va más allá de lo que lo hizo el monarca francés.
El texto —el más breve de la historia constitucional española, con sólo 50 artículos— se
fundamenta en los siguientes principios:
-
Soberanía compartida entre rey y cortes.
Bicameralismo. Se creaba el Estamento de Próceres —reunión de todas las aristocracias
sociales del país, con unos miembros natos y hereditarios, y otros de nombramiento real y
vitalicios—, y el Estamento de Procuradores, como Cámara electiva.
- La constitucionalización del Consejo de ministros y de la figura del presidente.
Las mayores faltas de este texto eran la ausencia de la soberanía nacional, como ya hemos dicho,
y la omisión de los derechos individuales, ambas cuestiones claves de la ideología liberal. Esto
trajo consigo que sólo los liberales más moderados la aceptasen. Por el contrario, los liberales
exaltados —que ya empiezan a denominarse progresistas— lucharan por otro texto, más acorde
con su ideología, y cuyo ideal era el de 1812.
Esta situación desencadenará la Revolución de 1835, burguesa y urbana, que supondrá la subida
al poder de Juan Álvarez de Mendizábal, y culminará con el Pronunciamiento de La Granja
(agosto de 1836) —inspirado por el propio Mendizábal—, que supondrá el fin definitivo de un
régimen Templado en España.
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2.3. El proyecto progresista (1836-1843): El nacimiento de los “espadones”
ENLACE: Los progresistas habrían de ser los protagonistas del tercer Estado liberal
español, y representaban el tercer proyecto político en discordia, el del liberalismo puro, que
pasamos a explicar.
Pero antes de explicar el proyecto liberal de los progresistas, que es el tercero en discordia, se
hace necesario analizar una característica que es particular del liberalismo español: la fuerte
presencia del ejército en la vida política.
Para Pabón, existen tres causas que posibilitan este hecho:
1ª. La bélica, por el prestigio que la guerra proporciona a los militares.
2ª. La histórica, por la constante presencia de la guerra en la vida política española desde 1808 a
1839
3ª. La política, por el sentimiento liberal, constitucional, de los generales del siglo XIX.
Por su parte, Cardona y Puell afirma que fue el mal funcionamiento del Parlamento, y la
incapacidad de la clase política y de la sociedad española para crear un sistema pacífico de
alternancia en el poder. Esta situación obligó a los partidos liberales a recurrir al ejército para que,
mediante una intervención militar, denominada pronunciamiento, pudiesen llegar al gobierno.
Finalmente, Seco Serrano insiste en la importancia de la macrocefalia –elevado número de
oficiales en el Ejército-, que hacía que las carreras militares fueran anodinas, largas y poco
brillantes, situación que podía cambiar mediante la participación en el pronunciamiento. Esta
macrocefalia del Ejército español sólo se resolvió tras la muerte del general Franco en 1975.
El resultado fue la aparición del espadón, es decir, el jefe militar que era a su vez jefe político
de un grupo liberal. En este período hubo cinco grandes espadones: Ramón María Narváez,
jefe moderado; Baldomero Espartero, jefe progresista; Leopoldo O’Donnell, jefe de un partido
centrista, la Unión Liberal; Francisco Serrano, sustituto de O’Donnell en la Unión Liberal y,
finalmente, Juan Prim, sustituto de Espartero al frente de los progresistas y el general con
mayor talento político del siglo XIX.
Precisamente, como ya sabemos, había sido un pronunciamiento militar, el de los sargentos en La
Granja (1836), el que llevó a los progresistas, encabezados por Espartero y Juan Álvarez de
Mendizábal, al poder, en el que se mantendrían de forma casi ininterrumpida hasta 1843, donde
plantearon su proyecto político. Según Jorge Vilches, su mejor conocedor, este proyecto
presentaba las siguientes características.
En el ámbito político, los progresistas se caracterizaban por:
- La defensa de la soberanía nacional.
- El Estado laico.
- Derechos y libertades muy amplios, incluyendo la libertad de prensa.
- Defensa de los ayuntamientos democráticos.
- Defensa de la milicia nacional, cuerpo de ciudadanos voluntarios, como organismo para el
mantenimiento del orden público.
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La mayor parte de estas ideas estaban recogidas en la Constitución de 1812. De ahí que, poco
después de llegar al poder, la restablecieran. Sin embargo, su vigencia será corta. Los progresistas,
de la mano de Calatrava (jefe de Gobierno desde el 16 de agosto de 1836 al 17 de agosto de
1837), consideraron la constitución de 1812 anacrónica, y plantearon la alternativa de redactar
otra, más acorde con los tiempos. El 21 de agosto de 1836, convocaron unas Cortes
extraordinarias. Las mismas habían de redactar la constitución de 1837, sancionada el 18 de junio
del año siguiente.
La nueva constitución era, en cuanto a su naturaleza, de origen popular, más precisa, condensada
y sistemática que la de 1812 (13 títulos, con 77 artículos). Sus principios doctrinales eran:
-
Soberanía nacional
División de poderes
Afirmación de los derechos individuales, aunque de forma más matizada que en 1812.
En la configuración de los órganos constitucionales, se desviaba mucho de la de 1812,
estableciendo:
-
El bicameralismo. El Senado sería mixto —elección Real y elección popular— mientras que
el Congreso de los Diputados sería de elección enteramente popular.
Se robustecían los poderes del monarca.
Se formalizaba la existencia del gobierno como órgano colegiado de decisión política.
Se cambiaba el sistema electoral establecido en 1812.
Todos estos cambios supusieron que, aunque formalmente se dijo que era una revisión de la
constitución gaditana, se creaba una nueva constitución, lo suficientemente templada como para
servir a progresistas y moderados.
En el orden económico, los progresistas también tenían ideas propias, que se vinculaban con
el liberalismo puro, aunque en sus postulados más izquierdistas. Entre ellas, destacaban:
- Librecambismo.
- Desamortización de las tierras de la Iglesia y de los Ayuntamientos.
- Predominio de los impuestos directos frente a los indirectos para favorecer a los más
humildes.
En el ámbito social, eran apoyados por la pequeña burguesía y los profesionales liberales,
teniendo ciertas simpatías en el pueblo. Sin embargo, aunque estuvieron siete años en el poder,
tres de ellos con Espartero como regente (1840-1843), tras forzar la salida de María Cristina, su
proyecto político fracasó. Vilches establece dos causas para explicar este fracaso.
-
La primera es de índole interno, y se vincula con la carencia de un programa político
articulado y de un liderazgo sólido, más allá del símbolo de Espartero.
La segunda causa es externa, y tiene que ver con la gran oposición que tuvieron, ya que contra
los progresistas se tuvieron que enfrentar con la realeza, la aristocracia, la Iglesia, la burguesía
terrateniente e industrial, partidaria del proteccionismo, y las clases medias conservadoras,
además de con un sector del ejército.
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Esta fuerte oposición causó su ruina. En octubre de 1841, los militares moderados provocaron un
levantamiento que acabó en fracaso y causó el fusilamiento, entre otros, del general Diego de
León. En noviembre de 1842, en Barcelona, se produjo un heterogéneo movimiento popular, a
raíz de determinadas medidas de Espartero, y ante el temor de un tratado comercial librecambista
con Gran Bretaña que podía ser perjudicial para la industria textil catalana. El bombardeo de
Barcelona acabó con la insurrección y la Junta revolucionaria huyó. Siguió una dura represión, lo
que agudizó la oposición al Regente.
Finalmente el 23 de mayo, se inició en Málaga un nuevo movimiento contra Espartero, y, desde
allí, se extendió por la nación, con sus centros de gravedad en Cataluña y Valencia. Había llegado
la hora de Narváez y los moderados. Ante su triunfo frente a Seoane en Torrejón de Ardoz,
Espartero se exilió en Londres. Se precipitó entonces la declaración de mayoría de edad de Isabel
II. Poco después, Narváez ocupaba el poder. Comenzaba la etapa moderada.
RECUERDA
-
A la muerte de Fernando VII se planteaban cuatro posibles proyectos políticos para el futuro
de España: La continuación del absolutismo, un régimen de carta otorgada, el liberalismo
puro y el liberalismo doctrinario.
- La continuación del absolutismo, defendida por los seguidores de don Carlos, se hizo
imposible tras su derrota en la Primera Guerra carlista (1833-1840).
- El régimen de carta otorgada, era el preferido, por la regente María Cristina, la aristocracia y
el Alto Clero, y se plasmó en el Estatuto real de 1834. Su fracaso fue debido al nulo apoyo de
los liberales.
- El fracaso del régimen de carta otorgada abrió el camino al liberalismo español, que iba a
caracterizarse por el fuerte intervencionismo militar, producido por la incapacidad para crear
un sistema de acceso pacífico al poder.
- El primer modelo liberal que se aplicó fue el liberalismo puro, liderado por el partido
progresista, y que se plasmó en la constitución de 1837, que suponía una reforma moderada
de los principios de la de 1812.
El proyecto progresista fracasó por la ausencia de liderazgo y de programa y por la oposición de
las élites sociales.
3. EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II
ENLACE: Durante estos veinticinco años se construyó definitivamente el Estado liberal
en España. Sus grandes protagonistas fueron los moderados, que gobernaron durante todo
este período salvo en tres ocasiones: 1854-1856 (gobierno progresista), 1858-1863 y 1865-1866
(gobierno de O’Donnell). Este largo período de permanencia en el poder les permitió
desarrollar su proyecto político, que era el del liberalismo doctrinario, ideología creada en
Francia por Royer Collard, y que consideraba al rey el cuarto poder.
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3.1. La Década Moderada (1843-1854) y el proyecto de Donoso Cortés
ENLACE: La década moderada (1843-1854) se caracterizó por la creación del estado
liberal español y por el intento de construcción de un régimen civil por Bravo Murillo.
El régimen moderado parte de unos supuestos sociales y articula un sistema político. En
principio, dentro del partido moderado caben varios grupos, no siempre bien avenidos. En tanto
que organización política son, realmente, agrupaciones de notables, vinculados a las élites del
poder y en los que se da una conjunción de intereses. Comellas ha señalado que su objetivo era
armonizar el orden con la libertad, como fundamento del progreso económico, y que en este
empeño desarrollaron una actuación caracterizada por el pragmatismo. De hecho, los moderados
buscaran dos objetivos básicos: el orden y la centralización.
En el orden político, y siguiendo a Comellas, sus características políticas más sobresalientes
eran las siguientes:
-
Soberanía compartida rey-Cortes.
Amplios poderes para el monarca
Estado confesional católico.
Senado de notables, a semejanza de la Cámara de los Lores.
Sufragio censitario restringido.
Libertades y derechos individuales limitados.
Centralismo administrativo, con alcaldes elegidos el Gobierno.
Orden público en manos de un cuerpo profesional de policía.
Para hacer realidad estas ideas, los moderados tomaron tres importantes decisiones:
1ª. Elaboración de una nueva constitución, la de 1845, base jurídica del régimen moderado, y que
fue presentada como una reforma de la de 1837, donde quedó plasmado su concepto de soberanía,
monarquía y senado, así como la limitación de los derechos y libertades fundamentales,
especialmente restringiendo el derecho de sufragio.
2ª. Creación de la Guardia Civil en 1844. El duque de Ahumada fue el hombre encargado de dar
solidez, coherencia y forma definitiva al Cuerpo. Su finalidad era sustituir a las anteriores fuerzas de
seguridad y orden público, especialmente a la Milicia Nacional. Su organización era centralizada, con
la sede en Madrid, dependiendo de dos ministerios, el de Gobernación y el de Guerra, porque si bien
sus funciones eran, única y exclusivamente, interiores; el fuero de sus miembros era militar. La
Guardia Civil fue poco a poco extendiéndose por todo el territorio nacional, convirtiéndose en un
elemento de orden y un factor de centralización que llevó la presencia de la autoridad y el poder del
Estado hasta los más apartados rincones del territorio nacional. De nuevo, el orden y la centralización,
las dos connotaciones más acusadas del régimen moderado.
3ª. Aprobación del Código Penal de 1848, que se caracterizaba por su extremada dureza, ya que
se penaba con la muerte numerosos delitos, aunque no fueran de sangre, lo que reflejaba el
concepto del orden público de los moderados.
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Junto a estos puntos esenciales, hubo otros de menor importancia: se suprimió la milicia nacional,
por su carácter progresista; se modificaron las competencias de los ayuntamientos; se recortaron
ciertas libertades, etc.
En el orden económico, según Comellas, los moderados destacaban por las siguientes ideas:
-
El capitalismo puro.
El proteccionismo.
La reforma de la Hacienda Pública, y el establecimiento de un sistema impositivo
moderno, con un mayor peso de los indirectos sobre los directos. Esta reforma fue realizada
en 1845, por el ministro de Hacienda, Alejandro Mon, apoyado por una comisión, presidida
por Ramón de Santillán. Esta reforma trajo consigo el paso de un sistema de impuestos
múltiples e incoherentes, propios del Antiguo Régimen, a uno más sencillo y de carácter más
científico, que tuvo en cuenta las transformaciones experimentadas por la economía española.
La reforma impuso el sistema francés de contribuciones sobre productos y comprendía:
1º. Contribuciones sobre bienes inmuebles, cultivo y ganadería.
2º. El subsidio industrial y de comercio.
3º. El impuesto sobre el consumo de especies determinadas.
4º. La contribución sobre inquilinatos
5º. El derecho de hipoteca.
Finalmente, en el orden social contaron con el apoyo de la reina Isabel II, de la aristocracia,
de la Iglesia, especialmente tras el Concordato con la Santa Sede (1851), de la burguesía tanto
terrateniente como industrial, y de las clases medias conservadoras, que en la España del siglo
XIX se denominaban gentes de orden.
Fue este importante apoyo social, unido a su mayor articulación ideológica, lo que permitió a los
moderados triunfar allí donde habían fracasado los progresistas. Sin embargo, esto no quiere decir
que sus logros fueran perfectos y definitivos, ya que el proyecto moderado tenía tres puntos
débiles:
1ª. La falta de unidad en el partido, que culminó con el intento de reforma constitucional de Bravo
Murillo (1852). Este personaje —jefe de Gobierno entre enero de 1851 y diciembre de 1852—
representaba a un sector de la sociedad civil cansado del predominio de los militares. Su
preocupación central era el progreso material, y de ahí que se haya caracterizado como un
gobierno de técnicos —un antecedente de los tecnócratas del Opus Dei, durante el Franquismo—.
Para ello, pretendió llevar a cabo una reforma constitucional que suponía una radical
transformación de los fundamentos del régimen liberal español. Comellas afirma que este
proyecto partía de dos presupuestos: de un lado, la necesidad de acometer a fondo reformas
administrativas; de otro, los principios ideológicos de Bravo Murillo, que quería moderar el
liberalismo de su tiempo. El proyecto, que se publicó en la Gaceta el 3 de diciembre de 1852, y
debía ser discutido por las Cortes para rechazarlo o aprobarlo en bloque, fue calificado de
reaccionario, aunque contaba con el apoyo de Isabel II. Esta oposición, si bien obligó a Bravo
Murillo a dimitir el 13 de diciembre, dejó muy debilitado al partido
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2ª. La corrupción, especialmente como consecuencia de la Ley de ferrocarriles de 1844, proceso
en el que destacó el marqués de Salamanca, y que fue otra de las causas de la disgregación del
régimen moderado
3ª. La incapacidad para crear un sistema que permitiese la alternancia en el poder, lo que provocó
la oposición frontal de los progresistas. Así, el general Domingo Dulce, con el apoyo de
O`Donnell, se pronuncia en junio, y el día 30 se da el indeciso encuentro de Vicálvaro (Madrid).
Ante la inhibición popular, el 6 de julio se hace público el Manifiesto de Manzanares (redactado
por Antonio Cánovas del Castillo), donde se promete: la ampliación de la ley electoral, la puesta
en marcha de la ley de imprenta, cierta descentralización administrativa, convocatoria de Cortes
generales y reorganización de la milicia nacional. El movimiento se generaliza por toda la nación:
Barcelona, Valladolid, Valencia, etc. En la capital de España se constituye una Junta de
Salvación, presidida por Evaristo San Miguel, que buscaba combatir el régimen y encauzar el
movimiento popular. La Reina hace dimitir al moderado conde de San Luis, presidente del
Consejo de Ministros y, acto seguido, entrega el gobierno al duque de Rivas, que lo abandona
enseguida, y tiene que llamar al poder a Espartero, quien reclama a su lado a O`Donnell. Los
progresistas han vuelto al poder.
3.2. El bienio progresista (1854-1856)
Los progresistas estuvieron dos años en el poder (1854-1856), y su proyecto político se centró
en dos aspectos: Una nueva constitución y la consolidación de las reformas, y, en particular, la
desamortización.
Respecto al primero de estos aspectos, las elecciones a Cortes mostraron cuál era el espectro
político del país. A la derecha, el carlismo, con un esbozo de programa político en busca de los
moderados más radicales; luego, los moderados; más a la izquierda, la incipiente Unión Liberal,
heterogéneo grupo; a su izquierda, los progresistas, liderados por Olózaga; por último, la posición
más radical, que corresponde a los demócratas, de ideología republicana. Las Cortes se reunieron
en noviembre de 1854. Su objetivo fue configurar un nuevo régimen sobre la base de la
conservación de la monarquía isabelina. El mecanismo fue la redacción de una nueva constitución
—la Constitución nonata de 1856— que recogía los principios fundamentales de la ideología
progresista:
1º. Soberanía nacional
2º. Regulación de los derechos individuales y, en lo religioso, consagración de la libertad de
conciencia.
3º. Limitación de las facultades del rey
4º. Mantenimiento del sistema bicameral, pero reforzando la organización y autonomía de las
Cortes y pasando el Senado a ser un cuerpo completamente electivo.
5º. Restablecimiento de la Milicia Nacional.
Esta constitución no pudo promulgarse, pero la declaración de libertad religiosa movió a todas las
fuerzas confesionales contra el gobierno, desde los carlistas, que se levantaron en Aragón, hasta la
jerarquía católica, que elevó representaciones a las Cortes y organizó campañas en defensa de la
unidad católica.
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Respecto al segundo aspecto, el bienio volvió a reemprender la obra desamortizadora.
Manteniendo la desvinculación de patrimonios, la Ley de Desamortización General de 1 de mayo
de 1855 afecto —en lo civil— a los bienes de propios y tierra comunales, así como a los bienes
eclesiásticos. En lo referente a la desamortización civil, fue una operación financiera que significó
un enorme despojo, afianzo el neolatifundismo y desheredó definitivamente al campesinado
pobre. Fue un desastre social, pues arrebató a una población marginal su medio de vida. Como
positivo, hay que apuntar que favoreció la modernización y la eficiencia agrícola. Con respecto a
la desamortización eclesiástica, pese a la corta vigencia de la Ley (poco más de un año), hubo
numerosas transferencias y, otra vez, fueron las clases poderosas, aristócratas y capitalistas
burgueses, quienes se beneficiaron.
Como había ocurrido anteriormente, el proyecto progresista no pudo culminarse. En julio de
1856, Isabel II, ante un conflicto surgido en el gabinete, apoyó a O`Donnell contra Espartero,
lo que provocó la caída de éste. A partir de ese momento, O`Donnell se impuso a los
progresistas en las Cortes y en la calle. Se adueñó de la situación, formó un nuevo gobierno,
disolvió las Cortes y abandonó la Constitución que éstas habían elaborado. De esta manera,
daba fin al bienio progresista.
3.3. Moderados y Unionistas (1856-1865)
ENLACE: El triunfo de O`Donnell abrió la última etapa del reinado de Isabel II,
protagonizada por moderados y unionistas.
Inicialmente, y hasta la llegada de la Unión Liberal (1858), se ha hablado de un bienio moderado
(1856-1858). El gobierno de O`Donnell duró sólo hasta octubre de 1856. Tuvo apenas tiempo de
doblegar a los progresistas y restablecer la Constitución de 1845, a la que añadió el Acta adicional
(15 de septiembre), de dudosa legalidad, en la que se recogían algunos principios de la
Constitución de 1856. El gabinete Narváez, que sucedió a O`Donnell, dejo sin efecto el Acta y
unió a la Constitución de 1845 una reforma (Ley constitucional de 17 de julio de 1857) que
afectaba especialmente al Senado, en la línea de lo propuesto por Bravo Murillo en 1852.
Narváez desarrolló una política profundamente conservadora, en la que, no obstante tomó dos
importantes decisiones:
1ª. La aprobación de la Ley Moyano (1857), que organizaba la instrucción pública, con objeto
de proporcionar operarios adecuados a la industria y los servicios del país. Una idea muy en la
línea de las ideas moderadas
2ª. La ley del censo de 1857, que iniciaba la época estadística.
La caída de los moderados en 1858, como consecuencia de una importante crisis económica,
abrió las puertas del gobierno a la Unión Liberal, que gobernará en dos etapas: 1858-1863 y 18651866.
La Unión Liberal era un conglomerado político que intentaba de aglutinar a la izquierda
moderada y a los progresistas templados; es decir, crear un centro. Su aspecto más destacado fue
sin duda su política exterior, donde no pueden dejar de citarse la Guerra de África (1859-1860),
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con el triunfo de Prim en la batalla de los Castillejos, y concluida con la Paz de Wad-Ras (abril de
1860), que supuso ventajas económicas y concesiones territoriales para la nación española, y la
Expedición a Méjico (1861-1862), dirigida por Prim, y que se llevó a cabo conjuntamente con
Gran Bretaña y Francia. El general español, de forma muy inteligente, se retiró a tiempo, junto a
los británicos, evitándose el fiasco que supuso el reinado de Maximiliano de Habsburgo como
emperador (1864-1867).
En 1863 cayó O`Donnell, acabando así la primera etapa unionista, y volvieron los moderados al
poder. De 1863 a 1865 se sucedieron distintos gabinetes moderados. Mientras esto ocurría, los
progresistas, retirado Espartero, se agrupaban en torno a Juan Prim y conspiraban. En 1865, se
produce el regreso de O`Donnell al gobierno.
3.4. La caída de la Monarquía (1865-1868)
Entre 1865 y 1868, gobiernan los unionistas y los moderados. A la segunda etapa de la Unión
Liberal de O`Donnell (1865-1866), que trató en vano de atraerse a los progresistas, sucedió
Narváez. El general se mantuvo en el poder hasta su muerte (abril de 1868), desarrollando una
política extremadamente conservadora. Sin embargo, como afirma Jover Zamora, el régimen
estaba llegando a su fin, como consecuencia del agotamiento de unos hombres y de un sistema, lo
que provocó la aparición de una fuerte oposición. La burguesía progresista se radicalizó; los
demócratas, por su parte, dirigían su acción contra la monarquía. En enero de 1866 tiene lugar el
pronunciamiento de Villarejo de Salvanés (Madrid), dirigido por Prim. Fracasado el intento, el
general debió huir. Pero las conspiraciones prosiguen, y en junio se produce un nuevo
pronunciamiento, el de los sargentos de artillería del cuartel de San Gil (Madrid), sofocado
rápidamente y seguido de una dura represión. El ambiente es ya claramente revolucionario.
Militares, burgueses y clases populares están en las conspiraciones. Progresistas y demócratas
firman el Pacto de Ostende (agosto de 1866), en donde se bosquejan las bases de un programa
político que preveía el destronamiento de Isabel II, y la convocatoria de una Asamblea
constituyente que había de decidir el futuro de la nación. A la muerte de O`Donnell (17867), los
unionistas, dirigidos por el general Serrano, se unieron al Pacto, con lo que la monarquía quedaba
sólo con el apoyo de los moderados. Se habían sentado así las bases sobre las que aparecerá la
revolución de septiembre de 1868 que pone fin al reinado de Isabel II.
RECUERDA
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-
-
El reinado de Isabel II se desarrolla durante veinticinco años (1843-1868), y se divide en tres
etapas: La Década Moderada (1843-1854), el Bienio Progresista (1854-1856) y la alternancia
entre moderados y unionistas (1856-1868).
Durante la década moderada, se crea el régimen liberal español, basado en el liberalismo
doctrinario, y que tuvo sus puntales en la constitución de 1845, la creación de la Guardia
Civil, la reforma de la Hacienda de Mon-Santillán, y el código penal de 1848.
Durante el bienio progresista se desarrolló la política desamortizadora y se quiso aprobar otra
constitución, de carácter progresista, en 1856, pero no se pudo hacer, porque Isabel II provocó
la caída de espartero y su sustitución por O`Donnell.
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En el periodo entre 1856 y 1865, se sucedieron en el poder moderados y unionistas,
perfeccionando el estado liberal, con la Ley de instrucción Pública y la Ley del censo.
Entre 1865 y 1868, Prim, líder del progresismo, puso en marcha una gran conspiración con
demócratas y unionistas, cuyo objetivo era derribar a Isabel II y crear un nuevo régimen.
4. EL SEXENIO REVOLUCIONARIO
ENLACE: Seco Serrano afirmó que el período comprendido entre 1868 y 1874 supone la
culminación del ciclo revolucionario liberal, en su dimensión maximalista democrática; por
otra, y gracias al despliegue de las libertades individuales —expresión, prensa, asociación—.
4.1. La revolución del 68
ENLACE: La primera manifestación de este periodo es la revolución de 1868.
Se ha considerado el 68 como el equivalente español del 48 europeo. En efecto, así lo parece.
Estamos ante un hecho decisivo en el conjunto de la revolución liberal del XIX, que, además, dio
entrada a las clases populares en la acción política. El frente revolucionario que impulsó el
movimiento era amplio, e integraba a obreros y campesinos, pequeña burguesía y grupos
burgueses urbanos, teniendo como cabeza a los militares, que a pesar del destierro de algunos,
lideraban la conspiración en marcha. Prim, en el exilio, aglutinó las posiciones encontradas de
unionistas y progresistas en torno a la idea de Cortes Constituyentes. Entre el 16 y el 18 de
septiembres, se reúnen las conspiradores en Cádiz, en donde la escuadra del almirante Topete, el
17, se pronuncia. El 19 se publica el Manifiesto que, firmado por todos los generales, expone las
causas y fines del movimiento revolucionario. En él se precisa lo siguientes aspectos:
1º. No deponer las armas hasta que se establezca la soberanía nacional.
2º. Formar un gobierno provisional que asegure el orden, “en tanto que el sufragio universal echa
los cimientos de nuestra regeneración social y política”.
3º. Se cuenta, para todo ello, con el concurso de todos “los liberales, las clases acomodadas, los
amantes del orden, los ardientes partidarios de las libertades individuales, los ministros del
altar, el pueblo todo y, por último, la aprobación... de la Europa entera”.
El Gobierno encargó al marqués de Novaliches, jefe del ejército de Andalucía, buscar una batalla
decisiva contra los pronunciados. El encuentro tuvo lugar en Alcolea (Córdoba), en donde se
enfrentaron Novaliches y Serrano. Tras una escaramuza, las tropas se retiraron hacía El Carpio
(28 de septiembre) y luego se concertó una honrosa capitulación. Significaba el éxito del
pronunciamiento. El Gobierno dimitió. Al mismo tiempo, la familia real, que estaba en San
Sebastián, el 30 de septiembre atravesaba la frontera y pasaba a Francia.
La acción de los militares marginó a los demás participantes en la revolución. El 68 vino a
consolidar el liberalismo.
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4.2. El Gobierno Provisional y la constitución de 1869
ENLACE: En octubre de 1868 se constituyó el gobierno provisional —que significa una
moderación en el proceso revolucionario—, cuyas principales figuras eran Serrano
(presidente), Prim (ministro de la Guerra) y Sagasta (ministro de Gobernación). Lo formaban
unionistas y progresistas, quedando excluidos los demócratas, lo que ocasionó tensiones en el
seno de este partido.
El nuevo gobierno, por decreto de 6 de diciembre de 1868, convocó elecciones a Cortes
Constituyentes por sufragio universal de todos los españoles varones mayores de veinticinco
años. Estas tuvieron lugar entre el 15 y el 18 de enero de 1869, y la apertura de las Cortes se
produjo el 11 de febrero. En las elecciones no hubo arbitrariedades, sobre todo, pensando que
fueron el primer acceso de las masas al voto. El censo electoral pasó de unos cuatrocientos mil, en
1865, a unos cuatro millones, y voto el 70% del mismo. El número de diputados a elegir era de
trescientos ochenta y uno, y el triunfo correspondió, claramente, a los partidos monárquicos
gubernamentales. Hubo también unos veinte diputados carlistas y, sobre todo, una importante
minoría republicana —ochenta y cinco diputados—.
Las nuevas Cortes redactaron un texto que aprobaron el 1 de junio por 214 votos contra 55,
promulgándose el 6 de junio. Los debates más intensos se centraron en el artículo 21, sobre la
libertad religiosa y las relaciones Iglesia-Estado, y en el 33, sobre la cuestión del régimen a
adoptar, en donde se enfrentaron duramente monárquicos y republicanos. En los dos casos,
finalmente, prevalecieron las tesis gubernamentales: libertad religiosa y régimen monárquico.
Los presupuestos de la nueva constitución eran:
o Soberanía nacional.
o División de poderes.
o Especial atención a los derechos individuales que, además, regula: libertad de cultos,
sufragio universal, derechos de reunión y asociación.
Con respecto a los órganos constitucionales —Cortes, rey y gobierno—, ofrece las siguientes
características:
-
Crea unas Cortes bicamerales: un Senado por su origen y naturaleza, tiene cierta dimensión
federal, y un Congreso de diputados de elección universal, con los mismos requisitos para ser
elector que para ser elegido.
- Con relación al rey, dejaba planteado el problema de la elección del nuevo monarca, que
tendría facultades similares a las fijadas en las constituciones progresistas anteriores, pero
configurando ahora una monarquía democrática.
- En lo referente al gobierno, se le consideraba el órgano colegiado encargado de la dirección
política y administrativa del país, que ejerce el poder ejecutivo y cuyas responsabilidades
políticas se formalizan.
Como final a toda construcción de un nuevo sistema político, los autores marxistas afirman que
las Constituyentes del 69 elevaban los presupuestos ideológicos y sociopolíticos básicos de la
burguesía liberal dominante en ese momento, a voluntad general de la nación. Por otra parte, esta
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constitución apenas si tuvo un momento de auténtica efectividad en los cinco años que duró su
vigencia teórica.
Las Constituyentes, el 15 de junio de 1869, designaron regente del reino, hasta la elección del rey,
a Serrano, hasta entonces presidente del poder ejecutivo. Este encargó la formación de gobierno a
Prim, que pasaba a ser, hasta su muerte, el personaje político clave de la Regencia.
4.3. El reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)
ENLACE: Tras la aprobación de la Constitución, el problema esencial era entonces la
elección de un rey.
Los candidatos más calificados eran el duque de Montpensier, don Fernando de Coburgo,
Leopoldo de Hohenzollern-Sigmaringen y Amadeo de Saboya. La cuestión era muy compleja, ya
que se mezclaban intereses nacionales y factores internacionales. De ahí la actividad diplomática
que se desplegó en torno al tema, y de la que había de derivarse, de forma directa, la guerra
franco-prusiana. El elegido, finalmente, fue el último, hijo del rey Víctor Manuel I de Italia.
Presentada la propuesta a las Cortes el 3 de noviembre de 1870, y aprobada el día 16. El 24 de
noviembre salía de Madrid la comisión de diputados encargada de acompañar al nuevo monarca.
Un mes más tarde, su gran valedor, el general Prim moría, el 27 de diciembre, en la madrileña
calle del Turco. El nuevo rey entraba en Madrid el 2 de enero de 1871 y, tras visitar el cadáver de
Prim en la basílica de Atocha, juraba en las Cortes fidelidad a la Constitución y a las leyes y era
proclamado rey de España.
La gran contradicción de fondo de la monarquía de Amadeo I (2 de enero de 1871-10 de febrero
de 1873) es que debía ser encarnación de la inexistente unidad de los partidos monárquicos. Pero
no fue así. El asesinato de Prim le quitó al hombre capaz de mantener el equilibrio y de hacer
posible el reinado. Desaparecido su líder, el progresismo se fraccionó en las dos tendencias que
pugnaban en su seno: los constitucionales de Sagasta, y los radicales de Ruiz Zorrilla -ambos,
sucesivamente, jefes de la masonería española-, que serán rivales irreconciliables desde entonces.
Por su parte, los unionistas, dirigidos por Serrano, apoyaban a otro pretendiente al trono, el duque
de Montpensier, cuñado de Isabel II, a lo que se unió la radicalización de los republicanos, más la
acción carlista. Cuando las posiciones se tornaron irreconciliables, se hizo inviable la monarquía
y vino la República.
La cuestión artillera (enero de 1873) vino a ser el detonante final de esta crisis. El origen del
incidente está en el plante de los oficiales de este Arma ante el nombramiento, para la Capitanía
General de Cataluña, de Hidalgo, comprometido en el pronunciamiento de San Gil, y para los
artilleros, responsable de la muerte de varios Jefes y Oficiales. Ante el hecho, el Gobierno decidió
disolver el Real Cuerpo, negándose el monarca a hacerlo. Sin embargo, una maniobra del
republicano Rivero le forzó a ello. La consecuencia fue la abdicación de Amadeo el 11 de febrero.
Las dos cámaras, reunidas en Asamblea Nacional, la aceptaron, y proclamaron la República.
Se daba la paradoja de que unas cortes monárquicas traían el régimen republicano.
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4.4. La I República
ENLACE: Este régimen fue implantado, como ya hemos dicho, por monárquicos y
moderados y, al final, desbaratado por los propios republicanos.
Los gobernantes republicanos tuvieron conciencia de la necesidad de afrontar ciertas reformas,
pero no pudieron, por una serie de razones, ponerlas en práctica. Además, estuvieron agobiados
por los problemas financieros y desbordados por los conflictos interiores, con lo cual su tarea se
halló, siempre, entorpecida.
Los problemas internos que jalonan la historia de la I república, en síntesis, son:
1º. Las divisiones existentes dentro del campo republicano y que llevaron el maximalismo
federalista hacía las revueltas cantonales, que comenzaron el 12 de julio en Cartagena, y que
pronto se extendieron por toda la nación.
2º. La Tercera Guerra Carlista. En 1868, a la caída de Isabel II, un carlismo renovado había
levantado bandera contra la revolución. Su nuevo jefe era el pretendiente Carlos VII, y el partido
sirvió de núcleo de atracción para muchos elementos católico y conservadores, al grito de "O don
Carlos o el petróleo". El enfrentamiento entre las dos corrientes de su seno —la
<<parlamentaria>>, de Ramón Nocedal, y la <<militar>> de Díaz de Rada— concluyó, en 1872,
con el triunfo de la segunda. Y así, tras los intentos fallidos de abril, en 1873, comienza el
conflicto que se mantendrá hasta 1876. La guerra, geográficamente, se fijará en dos ámbitos: la
región vasconavarra y la zona del Maeztrazgo-Cataluña.
3º. La constante oposición monárquica al régimen y su articulación en conspiraciones.
Durante el Gobierno de los cuatro presidentes –Estanislao Figueras, Francisco Pí y Margall,
Nicolás Salmerón y Emilio Castelar- que se sucedieron en menos de un año, se logró solucionar
el problema cantonal –sólo quedó el caso de Cartagena-, pero no se pudo acabar con el carlismo,
ni poner fin a las conspiraciones monárquicas. No obstante, el mayor problema para el régimen es
que había perdido el apoyo de las clases medias y las élites del país, aunque no del Ejército, que
apoyó la política enérgica de Emilio Castelar, presidente desde el 6 de septiembre. Sin embargo,
las Cortes criticaron su gestión el 2 de enero de 1874, y perdió la votación de confianza —100 a
favor; 120 en contra—. En la madrugada del 3 de enero se preparaba la elección como nuevo
presidente del doctor Palanca, un cantonalista.
Sin embargo, la votación no pudo concluirse. El general José Pavía, Capitán General de
Madrid, con el apoyo del resto del Ejército, y haciendo entrar a la Guardia Civil en las Cortes,
expulsó a los diputados. Fue el primer golpe de Estado del Ejército como institución de la
historia de España, iniciando una nueva etapa en la historia de nuestro país, y supuso el fin de
la I República.
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4.5. La República de 1874. El golpe de Estado de Martínez Campos.
ENLACE: Tras el golpe de Estado, Pavía, llamó a Serrano, como general más antiguo, y
hubo una reunión de notables —militares y políticos— de la que salió el nombramiento del
“general bonito” como jefe del Poder Ejecutivo.
Se formó luego un gobierno, que presidirían, sucesivamente, el general Zabala y, después,
Sagasta, y se puso en marcha la República conservadora de 1874. Los militares se habían
convertido en los árbitros de la situación. Tres fueron los problemas internos a los que tuvo que
hacer frente el nuevo gobierno:
1º. La revuelta cantonalista, que concluyó con la entrada del general López Domínguez (13 de
enero de 1874) en Cartagena.
2º. Las revueltas republicanas federales.
3º. La guerra carlista
Paralelamente se desarrollan conspiraciones monárquicas en las que también participaban
militares (Arsenio Martínez Campos, el conde de Cheste, Caballero de Rodas); éstos, frente a los
planteamientos de Antonio Canovas del Castillo, jefe del partido alfonsino desde 1873, que
necesitaba tiempo para ampliar la base social y política del partido, y temía que todo se
desmoronase por causa de un impulsivo apresuramiento, decidieron pronunciarse. El 29 de
diciembre, Martínez Campos, al frente de la brigada Dabán, lo hace, aclamando a Alfonso XII
como rey de España. En Madrid, aunque es detenido Cánovas del Castillo, el gobierno no puede
disponer de tropas, pues Joaquín Jovellar, jefe del Ejército del Centro, y Fernando Primo de
Rivera, Capitán General de Madrid, se unen al pronunciamiento. Serrano, que está en el norte,
pasa a Francia, y el 31 de diciembre, Canovas del Castillo constituye el Ministerio-Regencia. De
esta forma, se cerraba el ciclo histórico que abrió la revolución de septiembre de 1868, y se
iniciaba una nueva época: La Restauración alfonsina.
RECUERDA
-
-
-
La revolución de 1868 fue un proceso cívico-militar que supone la culminación de la
revolución liberal española.
Su triunfo supone la caída de Isabel II y la creación de un gobierno provisional, liderado por
el general Serrano y con el general Prim como hombre fuerte, que convocó cortes
constituyentes por sufragio universal masculino.
La constitución de 1969, de carácter monárquico, se englobaba en el liberalismo más
progresista, ya que si bien reconoce la libertad religiosa y el sufragio universal masculino,
para ser elegido diputado se exigía ser propietario.
Amadeo I de Saboya fue elegido rey de España entre distintos candidatos, pero el asesinato de
Prim le privó de su principal apoyo.
La monarquía de Amadeo I (1871-1873), fracasó por la falta de apoyo de los revolucionarios
de 1868.
La I República fracasó por los problemas internos entre los republicanos (cantonalismo), y
por la acometida carlista.
La republica conservadora era un régimen transitorio que abrió el camino a la restauración
alfonsina.
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5 TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y CAMBIO SOCIAL
ENLACE: El proceso de construcción del estado liberal fue acompañado de un conjunto
de transformaciones económicas y sociales.
1.1. Transformaciones económicas
ENLACE: Durante el siglo XIX se desarrolla en la mayor parte de Europa la revolución
industrial, que supone un cambio radical en el sistema productivo y en el ámbito de los
transportes.
La época de Isabel II es el gran momento de la modernización de la economía española,
coincidiendo con la implantación del estado liberal. Esta modernización se manifiesta en tres
ámbitos: Crecimiento demográfico, agricultura e industria.
a) Crecimiento demográfico: Tras un crecimiento poblacional notable durante el siglo XVIII, a
finales del siglo cedió el impulso demográfico debido a una serie de factores: la guerra
contra la Francia revolucionaria (1793-1795), las luchas contra Inglaterra (1796-1807), una
serie de hambrunas y de epidemias durante el reinado de Carlos IV (destacando la de 18031804), y, especialmente, las guerras que se sucedieron a partir de entonces: la de
Independencia (1808-1814), y la I Guerra Carlista (1833-1840). Aún así, el avance
demográfico español durante la primera mitad del siglo XIX fue casi igual al avance medio
europeo del periodo. Entre otras razones porque la emigración en este periodo fueron
reducida: la emancipación de la mayor parte de las colonias españolas frenó esta corriente
de salida, que sí se daba de forma considerable en Gran Bretaña y Alemania. La emigración
a gran escala comenzaría, sin embargo, a partir de los años 1850.
Durante la segunda mitad de la centuria, el crecimiento de la población española fue
netamente inferior al de Europa Occidental. La población de España creció en este periodo
en un 24%, frente a un 65% de los Países Bajos, un 51% de las Islas Británicas o un 42% de
Italia. La primera razón es que a pesar de haber disminuido notablemente, la mortalidad
española era, tanto en 1850 como en 1900, más elevada que en los países vecinos. En 1900,
la mortalidad en España era del 29‰, frente al 18‰ de Europa Occidental. La razón hay
que buscarla en las guerras, la enfermedades infecciosas agravadas por la falta de higiene y
las carencias sanitarias y las crisis de subsistencia producidas por las malas cosechas.
Otro factor del relativamente débil crecimiento demográfico de la segunda mitad del siglo
XIX fue la emigración que tuvo dos salidas principales: hacia la colonia francesa de Argelia
(principalmente desde el sureste del país) y, sobre todo, hacia América. En la emigración
hacia América destacaron, como países receptores, Argentina y Brasil; como regiones de
emigración, principalmente Galicia, y, en menor medida, Canarias, Asturias y Cantabria.
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El resultado fue que la población española paso de 10.541.221 millones de personas en
1800 a 16.622.175 de personas en 1877.
b) Cambios en la agricultura: La desamortización movilizó la propiedad rural, especialmente
la de Madoz de 1855, abriendo el camino a la modernización agraria. A partir de 1860,
hubo un importante reajuste en la producción agraria que esquemáticamente se caracterizó
por un mejor aprovechamiento de la superficie cultivada: Retroceso de los cereales ante
otro tipo de cultivos más cualificados (vid, olivo, y frutales), comienzo del empleo de útiles
mecánicos y abonos nitrogenados y, por último, la expansión del ferrocarril, que dio origen
a una cierta especialización, con lo que se definieron las grandes regiones agrícolas
españolas.
c) La Industria: Durante el periodo comprendido entre 1800 y 1876, se fue organizando la
precaria industrialización española centrada, en esta etapa, en Cataluña y Andalucía, y en el
textil y la siderurgia, respectivamente. En la década siguiente, se constituirá la industria
siderúrgica vasca.
Un papel importante en todo este proceso de desarrollo industrial lo jugó el tendido
ferroviario que buscó articular el sistema de transporte, así como la formación de un
mercado nacional; se movilizaron capitales, dando lugar al despliegue del capitalismo
financiero, apareciendo también la especulación; y se desarrollo también la bolsa.
1.2. Cambio social
ENLACE: El segundo aspecto a tratar es el cambio social que se produjo en este
periodo.
La nueva sociedad que se crea con la construcción del Estado Liberal es una sociedad de clases,
basada en la riqueza, en contraposición con la antigua sociedad estamental basada en el
nacimiento. Por tanto, en ella existía la movilidad y ascenso social, al menos en teoría. Sin
embargo, en la práctica, las desigualdades entre los distintos grupos eran cada vez mayores y se
distanciaron las clases sociales altas de la mayoría de la sociedad que sobrevivía en condiciones
muy duras
1.2.1. Los grupos de poder: la nobleza, el clero y la burguesía.
ENLACE: La élite de la sociedad estaba integrada por la nobleza y la burguesía.
Al siglo XIX se le conoce como el siglo de la burguesía, ya que consiguió el ascenso social, y
acabó con la exención fiscal de la sociedad estamental, pero esto no significó que fuera el único
grupo de poder, ya que la nobleza y el clero mantuvieron su posición de poder.
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a) La Nobleza: Durante el siglo XIX, mantuvo su enorme prestigio social y poder
económico, y ni siquiera perdió su poder político, ya que no sólo mantuvo su presencia
en la Corte, sino que controló el Senado, donde todos los Grandes de España eran
miembros natos, la diplomacia y tuvo una fuerte presencia en el Ejército. Su forma de
vida era el modelo a imitar en todos los países de Europa, no sólo España. Pero dentro
de la misma, hubo importantes diferencias. La alta nobleza se adaptó a los nuevos
tiempos, admitiendo a la alta burguesía en sus círculos sociales mediante matrimonios
ventajosos desde el punto de vista económico (el noble arruinado aportaba el título y el
burgués el dinero para pagar las deudas de la familia). Respecto a su base económica,
solían ser, mayoritariamente, rentistas y absentistas, sin aprecio alguno por la
modernización de las actividades agrícolas. En este ámbito, su dominio era absoluto.
Así se explica que de los 53 mayores constribuyentes por propiedades rústicas, 43
fueran títulos nobiliarios. Los beneficios obtenidos de las tierras se transferían, en
algunos casos, a los negocios, de carácter industrial, financiero o especulativo (compra
de solares urbanos). Además, aumentaron sus propiedades rurales con la
desamortización. Por otro lado, surgió una nueva nobleza formada por las elites
militares, financieras y políticas que se fueron integrando en la vida del país, aunque no
obtuvieron títulos nobiliarios en su totalidad, pero si muchos de ellos. Un ejemplo
fueron los Ybarra, los Ussía o los Urquijo. Finalmente, los hidalgos desaparecieron ya
que sus privilegios como la exención fiscal y la prioridad en los cargos públicos,
desaparecieron con el liberalismo. De ahí, su apoyo a los carlistas.
b) El clero: Los liberales quisieron reducir, y redujeron el poder del clero durante este
periodo histórico, gracias sobre todo a las desamortizaciones, y a la reducción de la
capacidad jurisdiccional a lo estrictamente religioso –la beneficiencia paso a depender
del Estado-. Numericamente, el clero disminuyó a lo largo de este periodo,
estabilizándose en torno a las 45.000 personas -30.000 del clero secular y 15.000 del
regular. Desde el punto de vista social, mantuvo su enorme prestigio entre las clases
populares, especialmente los campesinos, pero perdió su posición entre los
intelectuales.
c) La Burguesía: La burguesía se convirtió sin duda en la nueva clase dominante en este
periodo. Estaba constituida por: Los terratenientes que habían formado sus propiedades
con la desamortización. Los hombres de negocios dueños de fábricas, armadores,
banqueros, financieros e “indianos” que se habían enriquecido en Cuba y Puerto Rico, e
invirtieron su capital luego en España. Y finalmente los especuladores en Bolsa y
agente enriquecidos por la compra de solares de los “ensanches” urbanos, etc. Cabe
destacar las diferencias entre la burguesía catalana, de origen industrial, y con centro en
Barcelona frente a la burguesía terrateniente y financiera con base en Madrid.
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Estas tres clases sociales fueron la base, junto a algunas capas de clases medias, del
Liberalismo más conservador, partidarios del orden y de reprimir cualquier intento de
protesta social. Fueron la bases del Partido Moderado.
5.2.1. Las clases medias
ENLACE: El segundo grupo en importancia estaba integrado por las llamadas clases
medias.
Se trataba de un grupo muy heterogéneo y reducido ya que incluía a un 2,67% de la población
en 1865, con 418.271 personas. Su máxima aspiración era el ascenso social e imitaba las
formas de vida de la burguesía. Estaba formado por:
•
•
•
•
Funcionarios de la administración
Profesionales liberales (abogados, ingenieros, boticarios, médicos, etc)
Comerciantes de tipo medio y fabricantes modestos.
Dueños de pequeños talleres semiartesanales y propietarios rurales, que disponían de cierta
capacidad de ahorro.
ENLACE: En general este grupo se vinculo con el Partido Moderado, especialmente
las llamadas “Gentes de Orden”, pero pequeñas minorías del mismo, como profesores y
periodistas, formaron parte del Partido Progresista y del Demócrata.
5.2.3. Las clases populares
ENLACE: El grupo más numeroso era el integrado por las clases populares.
Era un grupo muy heterogéneo y numeroso (80%), que apenas poseían bienes y su situación fue
deteriorándose progresivamente. Habría que distinguir las urbanas de los campesinos.
a) Las clases populares urbanas: Este grupo estaba integrado por: Los sirvientes de los
servicios domésticos: cocheros, criados, nodrizas, lavanderas, etc. Alcanzaban la cifra de
unas 800.000 personas, generalmente mujeres, sin horario ni descanso reglamentado y
pagadas normalmente en especie (comida y alojamiento). También había que incluir a los
artesanos que van camino de la proletarización: eran los antiguos oficiales y aprendices en
los gremios, pero estas corporaciones habían desaparecido. Finalmente, había que incluir al
proletariado industrial (150.000 personas en 1860, que agrupaban al 4% de la población).
Se trataba de los obreros de las fábricas que sobrevivían con salarios muy bajos y en
condiciones deplorables, en barrios sin ninguna planificación y con horarios de 10 a 12
horas. En estas clases la mortalidad era altísima. Durante todo el siglo, lucharán para
conseguir el derecho de libre asociación, siendo el punto de partida del movimiento obrero
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en nuestro país, que conllevará el desarrollo de los sindicatos, vinculados a las
Internacionales Obreras, especialmente a partir de 1868, radicalizándose sus posiciones, y
rechazando el sistema liberal burgués.
b) Los campesinos eran sin duda el grupo social más numeroso (62% de la población).
Mantuvieron sus formas de vida tradicionales y fueron muy conservadores de ideología,
rechazando tanto las ideas liberales como el socialismo. Dentro de ellos había diferentes
situaciones: La primera era la de los propietarios minifundistas del Norte de España. Sus
rentas eran tan pequeñas que se veían obligados a trabajar como asalariados para los
grandes terratenientes. La segunda era la de los arrendatarios y aparceros. Los contratos se
hacían a corto plazo, por lo que las rentas que pagaban estaban sujetas a los deseos de
terratenientes. La tercera era la de los jornaleros, también llamados proletariado agrícola.
Era un sector cada vez más numeroso, como consecuencia, entre otras causas, de las
desamortizaciones. Su forma de vida estaba supeditada a las condiciones impuestas por la
meteorología, ya que sólo cobraban si trabajaban (no superaban los doscientos días al año).
En las zonas latifundistas como Andalucía o Extremadura, los enormes contrastes sociales
entre terratenientes enriquecidos y la miseria de los jornaleros dará lugar a continuas
revueltas sociales que alcanzarán tintes muy duros en la 2ª mitad del siglo XIX y enlazarán
con los movimientos anarquistas.
No debemos olvidar tampoco la existencia de los llamados Pobres de solemnidad: centenares
de miles de mendigos y vagabundos que vivían de la mendicidad, acosados por el Estado con
leyes que penaban la pobreza. Además estaban las prostitutas, numerosísimas en esta
centuría.
RECUERDA:
•
•
•
•
•
•
•
•
La modernización económica de España se manifiesta en el crecimiento de la población, la
agricultura y la industria.
Durante el siglo XIX se crea una sociedad de clases.
La élite de esta sociedad era la nobleza y la burguesía.
Las clases medias no sumaban más del 10% de la población, y era de mentalidad muy
conservadora.
Las clases populares sumaban más del 80% de la población.
Las clases populares urbanas, integradas por empleados del hogar, obreros y empleados de
talleres, vivía en condiciones muy miserables, lo que explica que su tasa de mortalidad
fuera muy elevada.
Las clases populares rurales, integradas por los campesinos, fueron creciendo a lo largo del
siglo XIX, especialmente los jornaleros, como consecuencia de la desamortización.
Los pobres de solemnidad eran aquellos que no poseían nada, y sumaban cerca del 10% de
la población. Eran muy importantes las prostitutas.
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CONCLUSIÓN
ENLACE; Señalar, por último, ...
A modo de conclusión, podemos decir que en el último cuarto del siglo XIX, se había logrado la
construcción del Estado liberal en España, aunque en el plano político las bases eran muy débiles.
La razón de este hecho ha quedado patente a lo largo de las páginas anteriores: los liberales
españoles, que se habían mostrado capaces de acabar con el peligro que suponía no tanto el
Antiguo Régimen, en crisis desde las postrimerías de la centuria anterior, como si de sus
partidarios, los carlistas, habían mostrado una incapacidad manifiesta para regular un sistema que
permitiese el acceso al poder a todos los grupos políticos. El resultado había sido la conversión
del Ejército en árbitro del juego político, pues a disponer de la Fuerza militar, era el único que
podía desalojar del Gobierno a un grupo e imponer a otro. Este sistema había provocado la crisis
y destronamiento de Isabel II. El Sexenio Revolucionario que le siguió, esperanzador por su
carácter democrático, terminó en un sonoro fracaso, tanto en su forma monárquica como
republicana, abriendo el camino al régimen de la restauración. Por último, hemos explicado las
transformaciones económicas y el cambio social que tuvo lugar en este periodo.
BIBLIOGRAFIA
ARCENEGUI, J. J. de. Síntesis histórica del constitucionalismo español, Madrid: Beramar, 2004
Excelente síntesis de las constituciones españolas, con una estructura muy clara y sencilla,
insistiendo siempre en los aspectos básicos de cada una de ellas.
BELTRÁN, M.: Burguesía y liberalismo en la España del siglo XIX: sociología de una
dominación de clase, Granada: Universidad de Granada, 2010
Una obra muy reciente que, desde una perspectiva marxista, analiza la creación del estado
liberal en España, y la función que en la misma cumple la burguesía.
CARDONA, Gabriel: A golpes de sable, Madrid: Ariel, 2008
Probablemente la mejor obra sobre los principales militares de la historia de España. Merece
mucho la pena para conocer los principales espadones del siglo XIX y las causas que produjeron
el auge del militarismo en España.
COMELLAS, José Luis: Isabel II: una reina y un reinado, Barcelona: Ariel, 2004
Probablemente la mejor obra sobre este periodo histórico desde un punto de vista historiográfico
conservador. Permite conocer muy bien los principales acontecimientos de este periodo así como
la persona de la reina.
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FONTANA, José. La crisis del Antiguo Régimen, 1808-1833, Barcelona: Crítica, 2002
Visión marxista de este periodo. Muy buena para conocer los problemas de la hacienda española
y para entender la imposibilidad económica del mantenimiento del Antiguo Régimen.
JOVER ZAMORA, José María (dir.). La era isabelina y el sexenio revolucionario (1834-1874),
Madrid: Espasa-Calpe, 1981
Obra clásica para conocer el periodo central de la historia de España del siglo XX. Sigue siendo
la mejor para conocer los principales acontecimientos de este periodo.
SECO SERRANO, Carlos. Militarismo y civilismo en la España contemporánea, Madrid:
Instituto de Estudios Económicos, 1984
Obra clásica para conocer el papel del ejército en la España contemporánea. Muy buena para
conocer la ideología de los principales espadones del siglo XIX.
TOMÁS VILLARROYA, Joaquín. Breve historia del constitucionalismo español, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1997
Probablemente la mejor obra para conocer las constituciones de la historia de España.
Excelente el análisis histórico de las mismas y muy preciso el jurídico.
VILCHES, Jorge: Isabel II. Imágenes de una reina, Madrid: Síntesis, 2007.
La obra más moderna sobre este periodo, y probablemente la mejor para conocer el proyecto
político progresista.
VV. AA.: España, 1868-1874. Nuevos enfoques sobre el Sexenio Democrático, Valladolid: Junta
de Castilla y León, 2002
Obra muy completa para conocer este interesante periodo histórico. Excelente para conocer la I
República y sobre todo el periodo de Serrano.
. WEBGRAFIA
- http://www.cervantesvirtual.com/seccion/historia/
Página web que incluye interesantes artículos académicos, recursos de todo tipo y bibliografía
de distintos periodos históricos.
- www.artehistoria.jcyl.es/
Página web donde destacan los excelentes artículos de historia que contiene
- www.historiasiglo20.org/
Página web de carácter científico dedicada a la historia moderna y contemporánea. Destaca por
sus artículos y textos vinculados con España
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- http://www.ucm.es/info/hcontemp/leoc/historia%20spain.htm
Excelente página del profesor Luis Enrique Otero Carvajal, que abarca toda la historia de
nuestro país, tanto por su contenido teórico como por los textos que recoge.
-
http://bib.cervantesvirtual.com/portal/constituciones/pais.formato?pais=Espanya&indice=con
stituciones
Página web donde se recogen todos los textos constitucionales de nuestra historia.
GLOSARIO
AFRANCESADOS: Españoles que apoyaron a José I Bonaparte como rey de España, ya que
consideraban que era el monarca idóneo para hacer las reformas que el país necesitaba. Artola los
vinculo con los partidarios del despotismo ilustrado formados durante el reinado de Carlos III.
AGRAVIADOOS: Partidarios del absolutista radical que entre marzo de 1827 y septiembre de
1827, desencadenaron una guerra en Cataluña y, en menor medida, en Valencia, Aragón, País
Vasco y Andalucía contra lo que se consideraban medidas desacertadas del gobierno de
Fernando VII, como por ejemplo el no restablecimiento de la Inquisición. Fueron duramente
reprimidos por el conde de España, siguiendo órdenes de Fernando VII
DEMÓCRATAS CIMBRIOS: Sector del partido demócrata que, tras la revolución de 1868,
acepto el régimen monárquico y formo gobierno con unionistas y progresistas. El resto del
partido, tomo el nombre de republicano, bajo la dirección de Pi y Margall.
MILICIA NACIONAL: Fue una organización de ciudadanos armados, distinta del Ejército o
los cuerpos de policía, y similar a las que con los nombres de guardia nacional, milicia urbana
o guardia cívica tuvieron protagonismo en las grandes revoluciones liberales europeas y
americanas. En España se creo con la constitución de 1812, y fue disuelta definitivamente por
Canovas del Castillo en 1876.
PARTIDO CONSTITUCIONALISTA: Formación política que constituía el ala derecha del
partido Progresista, creado durante el reinado de Amadeo I a partir de restos de los unionistas y
progresistas más conservadores. Su líder era Práxedes Mateo Sagasta, y su intención era
turnarse en el gobierno con el partido radical para asegurar el trono.
PARTIDO RADICAL: Formación política que constituía el ala izquierda del partido
Progresista, creado durante el reinado de Amadeo I, de cimbrios y progresistas más
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izquierdistas. Su líder era Ruíz Zorrilla, y su intención era turnarse en el gobierno con el
partido constitucional para asegurar el trono.
CUESTIONES PARA EL REPASO
1. ENUMERAR LAS PRINCIPALES CAUSAS DE LA CRISIS Y CAÍDA DEL
ANTIGUO RÉGIMEN
2. SEÑALAR LAS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTITUCIÓN DE
CÁDIZ DE 1812
3. ¿POR QUÉ TIENE TANTA IMPORTANCIA EL LLAMADO TRIENIO LIBERAL?
4. ¿QUÉ CONSTITUCIONES SE HICIERON DURANTE LA ÉPOCA ISABELINA?
5. ¿QUÉ SUPUSO PARA ESPAÑA LA I REPÚBLICA?
6. ¿QUÉ CAUSAS PROVOCAN LA INTERVENCIÓN DEL EJÉRCITO EN LA VIDA
POLÍTICA?
7. ¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DEL LIBERALISMO PROGRESISTA?
8. ¿QUÉ FUE LA III GUERRA CARLISTA?
9. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE LA CONSTITUCIÓN DE 1869?
10. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE LA DÉCADA OMINOSA?
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֠ PROPUESTAS DE SOLUCIÓN
1. ENUMERAR LAS PRINCIPALES CAUSAS DE LA CRISIS Y CAÍDA DEL
ANTIGUO RÉGIMEN
Las principales causas de la crisis del Antiguo Régimen en España fueron las siguientes:
• En 1808, España y Europa reciben las nuevas ideas revolucionarias que parten de Francia
(Montesquieu, Rousseau, Voltaire, etc.), capaces de alterar el orden establecido. Hasta 1808,
hubo una férrea censura de las ideas revolucionarias, es decir, censura de prensa, de folletos,
de los medios de comunicación, etc.
• La España de Carlos Iv estaba abocada a la guerra, sobre todo, la de la revolución. Se
empezaba a quebrar financieramente el estado absolutista. Grandes crisis hacendísticas que
serán una de las grandes causas o fisuras que hace que se quiebre el estado absolutista.
• Al necesitar recursos la hacienda española se echó mano de medidas hasta ahora
impensables, es decir, del clero, y parte del estamento eclesiástico fue nacionalizado, se
desamortizaron los bienes eclesiásticos. se trata de las desamortizaciones de Carlos IV; son
los primeros síntomas de que el estado absolutista se estaba acabando.
• La explosión demográfica también llega a España. esto implica roturar nuevas tierras para
dar de comer a las gentes. España depende de la tierra, pero dicha tierra está en manos de la
iglesia, señoríos y municipios. Esto supone que son tierras amortizadas, enajenadas. No son
mercancías. Se trata de una traba que impide el crecimiento y será también otro elemento de
crisis del Antiguo Régimen.
• La profunda crisis agraria a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Esto implica malas
cosechas y en consecuencia, hambre y epidemias. Es el caso de los años 1804 y 1805 que
coincidirá con una grave crisis económica. Además, implicará una contestación popular cada
vez mayor: motines, revueltas, descontento popular, que también supuso un motivo de crisis
del Antiguo Régimen.
• En el año 1808, en el mes de marzo, se produce el Motín de Aranjuez: revuelta de notables,
con cierto apoyo popular, en oposición a la política de Godoy y Carlos IV. Como
consecuencia, el Rey abdicó en su hijo Fernando VII, que tiene que dirigirse a Bayona donde
será obligado a ceder la Corona a Napoleón, que a su vez la cederá a su hermano José
Bonaparte, que se convertirá en José I, rey de España.
De esta forma, todo estará dispuesto para la crisis final del Antiguo Régimen. La guerra no hace
más que precipitar el proceso revolucionario que ya se había ido manifestando poco a poco a
través de los años anteriores.
2. SEÑALAR LAS PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA CONSTITUCIÓN DE
CÁDIZ DE 1812.
La Constitución de 1812 estableció el modelo del liberalismo español de todo el siglo XIX,
además de ser la primera constitución española de la historia. Dicha constitución regulaba y
articulaba la organización de los poderes, la nueva organización financiera, militar, administrativa
y educativa de la nación:
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Soberanía nacional, y defensa de la libertad, la igualdad y la propiedad. Igualdad ante la
ley.
División de poderes. De esta forma, se acabaría con el confusionismo típico del Antiguo
Régimen. Los tres poderes son: el legislativo (hace las leyes y reside en las Cortes), el
ejecutivo (ejecuta las leyes, y reside en el Rey y sus ministros) y el poder judicial (aplica
las leyes, y reside en los tribunales de justicia, independientes de los otros dos poderes, y
con potestad para juzgar a toda la población, con independencia de la clase a la que
pertenezcan).
Mecanismos de participación de la ciudadanía. Plasmados en una ley electoral que regula
el sufragio y las elecciones. Tendrá bastantes altibajos debido a que había muchas
limitaciones. Se establece el sufragio censitario y los electores tenían que ser varones
mayores de 25 años.
La religión oficial de la nación será la católica.
Organización militar. Se crea un cuerpo específico que será sostén armado que defienda la
revolución. Se crea la Milicia Nacional, organización armada de la revolución liberal
burguesa durante todo el siglo XIX.
3. ¿POR QUÉ TIENE TANTA IMPORTANCIA EL LLAMADO TRIENIO LIBERAL?
Los años 1820-1823 (años del llamado Trienio Liberal) significaron el restablecimiento de toda la
obra legislativa de las Cortes de Cádiz. Además supuso la puesta en práctica de todos los
principios dados en la Constitución de 1812. A pesar de que el pronunciamiento de Riego triunfó,
las fuerzas de la burguesía no tenían la fuerza suficiente como para mantenerse en esa privilegiada
posición durante mucho tiempo, aunque ya no volverían a apoyar al Antiguo Régimen.
Aún así, las posiciones no son homogéneas, y los grupos políticos no tienen coherencia. Dentro
del liberalismo se van perfilando dos corrientes de opinión, dos "partidos" que, aunque partidarios
de la obra legislativa de la Constitución de 1812 tenían distinta concepción de la misma, no en el
fondo, sino en la estrategia a seguir con el resto de los grupos políticos. Por un lado, están los
"moderados" o "doceañistas", que serán el futuro Partido Moderado; se trataba de un grupo de
políticos cuyo objetivo era poner en marcha toda la obra legislativa de la Constitución de Cádiz,
pero sin una revolución radical, de ahí que quisieran pactar con las fuerzas del Antiguo Régimen;
se habla de un pactismo entre nobleza y clero. A la larga será el grupo que triunfe, formando parte
de él los burgueses y algunas fuerzas del Antiguo Régimen. Por otro lado, están los "exaltados" o
"radicales", que serán el futuro Partido Progresista; su estrategia no era la de colaborar con las
fuerzas del Antiguo Régimen sino con las masas populares urbanas y campesinas. Será la vía
frustrada de posteriores revoluciones.
4. ¿QUÉ CONSTITUCIONES SE HICIERON DURANTE LA ÉPOCA ISABELINA?
Las Constituciones que se realizaron durante la época isabelina son las siguientes:
- Constitución de 1837. Este texto sanciona la soberanía nacional, la división de poderes,
algunas libertades individuales y algunas conquistas básicas del progresismo como fueron
los ayuntamientos democráticos y la milicia nacional.
- Constitución de 1845. Este texto tiene una base doctrinal diferente a la de 1837. Mientras
para la Constitución de 1837, la base era la soberanía nacional, para la moderada de 1845
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la base son la monarquía y las Cortes, como instituciones que regulan la concordancia
entre los antiguos fueros y las libertades y necesidades de la época. Las Cortes fueron
organizadas en dos cámaras: el Congreso de los Diputados y el Senado.- El Congreso
pierde autonomía frente al monarca y al prolongarse su mandato durante cinco años se
debilita el contacto con los electores. En cuanto al Senado, se vincula fuertemente a la
Corona, ya que puede haber un número ilimitado de senadores de nombramiento real. En
muchas ocasiones, Isabel II utilizó el Senado para apoyar gobiernos de su confianza, en
los períodos en que el Congreso estaba cerrado o pendiente de una elección. Las
elecciones tienen un matiz muy restringido, a causa del carácter censitario.
Constitución de 1856. Este texto no fue promulgado, teniendo un carácter marcadamente
liberal.
5. ¿QUÉ SUPUSO PARA ESPAÑA LA I REPÚBLICA?
La I República fue el segundo momento para la democratización de la vida política española. Con
la ventaja, a su favor, de haber incorporado al ejercicio del poder y a los textos legales el gran
problema de la diversidad regional y el de la consiguiente estructuración política del estado,
problema que, hasta entonces, y en un sentido bastante diferente, sólo había sido abordado por el
carlismo. En efecto, los dos primeros presidentes republicanos, Figueras y Pi y Margall,
emprenden decididamente el camino del federalismo, deslumbrados por dos grandes modelos,
que, por otra parte, fueron casi los únicos países que asumieron el régimen republicano: Estados
Unidos y Suiza. Pero hubo numerosos errores al establecer los Estados Federados y sobre todo el
problema del cantonalismo (entendido como establecimiento frente al poder central y de forma
violenta, de gobiernos locales autónomos o cantones).
Frente a este cúmulo de circunstancias adversas y con un apoyo efectivo realmente escaso (el
desorden va inclinando a las clases medias hacia una política de autoridad y pacificación, y de ahí
su adhesión a la creciente causa alfonsina), hay que reconocer a la I república y a sus presidentes,
no sólo su integridad moral personal, sino también su escrupulosa fidelidad a los principios
políticos que profesaban, en el terreno de las decisiones de gobierno. El respeto a los derechos de
la persona es para aquellos republicanos, mucho más que una declaración teórica.
La Constitución Federal, que empezó a discutirse en 1873 y que no llegó a ser votada, mantenía
en general los principios progresistas de la del 69, pero añadía a ellos la novedad de la
estructuración federal en 17 estados y el establecimiento de un cuarto poder, aparte de los tres
poderes ya tradicionales: el llamado poder de relación, o presidencial, ejercido por el Presidente
de la República Federal (elegido por cuatro años). Además, preveía la diferente entidad de los
poderes públicos y la organización económica de los Estados Regionales y de los municipios.
6. ¿QUÉ CAUSAS PROVOCAN LA INTERVENCIÓN DEL EJÉRCITO EN LA VIDA
POLÍTICA?
El liberalismo español presenta una característica única en Europa: La fuerte presencia del
ejército en la vida política. Para Pabón, existen tres causas que explican este hecho:
1. La bélica, por el prestigio que la guerra proporciona a los militares.
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2. La histórica, por la constante presencia de la guerra en la vida política española desde 1808
a 1839
3. La política, por el sentimiento liberal, constitucional, de los generales del siglo XIX.
Por su parte, Cardona y Puell afirma que fue el mal funcionamiento del Parlamento, y la
incapacidad de la clase política y de la sociedad española para crear un sistema pacífico de
alternancia en el poder. Esta situación obligó a los partidos liberales a recurrir al ejército para
que, mediante una intervención militar, denominada pronunciamiento, pudiesen llegar al
gobierno.
Finalmente, Seco Serrano insiste en la importancia de la macrocefalia –elevado número de
oficiales en el Ejército-, que hacía que las carreras militares fueran anodinas, largas y poco
brillantes, situación que podía cambiar mediante la participación en el pronunciamiento. Esta
macrocefalia del Ejército español sólo se resolvió tras la muerte del general Franco en 1975.
El resultado de esta intervención del ejército en el campo de la política fue la aparición del
espadón, es decir, el jefe militar que era a su vez jefe político de un grupo liberal. En este
período hubo cinco grandes espadones: Ramón María Narváez, jefe moderado; Baldomero
Espartero, jefe progresista; Leopoldo O’Donnell, jefe de un partido centrista, la Unión Liberal;
Francisco Serrano, sustituto de O’Donnell en la Unión Liberal y, finalmente, Juan Prim,
sustituto de Espartero al frente de los progresistas y el general con mayor talento político del
siglo XIX.
7. ¿CUÁLES SON LAS CARACTERÍSTICAS DEL LIBERALISMO PROGRESISTA?
Según Jorge Vilches, su mejor conocedor, el proyecto progresista presentaba las siguientes
características. En el ámbito político, los progresistas se caracterizaban por: La defensa de la
soberanía nacional, el Estado laico, derechos y libertades muy amplios, incluyendo la libertad
de prensa, defensa de los ayuntamientos democráticos, y defensa de la milicia nacional, cuerpo
de ciudadanos voluntarios, como organismo para el mantenimiento del orden público.
La mayor parte de estas ideas estaban recogidas en la Constitución de 1812. De ahí que, poco
después de llegar al poder, la restablecieran. Sin embargo, su vigencia será corta. Los
progresistas, de la mano de Calatrava (jefe de Gobierno desde el 16 de agosto de 1836 al 17 de
agosto de 1837), consideraron la constitución de 1812 anacrónica, y plantearon la alternativa de
redactar otra, más acorde con los tiempos. El 21 de agosto de 1836, convocaron unas Cortes
extraordinarias. Las mismas habían de redactar la constitución de 1837, sancionada el 18 de
junio del año siguiente.
La nueva constitución era, en cuanto a su naturaleza, de origen popular, más precisa,
condensada y sistemática que la de 1812 (13 títulos, con 77 artículos). Sus principios
doctrinales eran: Soberanía nacional, división de poderes y afirmación de los derechos
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individuales, aunque de forma más matizada que en 1812, además del establecimiento del
Bicameralismo. Estos cambios supusieron que, aunque formalmente se dijo que era una
revisión de la constitución gaditana, se creaba una nueva constitución, lo suficientemente
templada como para servir a progresistas y moderados.
En el orden económico, los progresistas también tenían ideas propias, que se vinculaban con el
liberalismo puro, aunque en sus postulados más izquierdistas. Entre ellas, destacaban:
Librecambismo, desamortización de las tierras de la Iglesia y de los Ayuntamientos y
predominio de los impuestos directos frente a los indirectos para favorecer a los más humildes.
En el ámbito social, eran apoyados por la pequeña burguesía y los profesionales liberales,
teniendo ciertas simpatías en el pueblo.
8. ¿QUÉ FUE LA III GUERRA CARLISTA?
En 1868, a la caída de Isabel II, un carlismo renovado había levantado bandera contra la
revolución. Su nuevo jefe era el pretendiente Carlos VII, y el partido sirvió de núcleo de
atracción para muchos elementos católico y conservadores, al grito de "O don Carlos o el
petróleo". El enfrentamiento entre las dos corrientes de su seno —la <<parlamentaria>>, de
Ramón Nocedal, y la <<militar>> de Díaz de Rada— concluyó, en 1872, con el triunfo de la
segunda. Y así, tras los intentos fallidos de abril, en 1873, comienza el conflicto que se
mantendrá hasta 1876. La guerra, geográficamente, se fijará en dos ámbitos: la región
vasconavarra y la zona del Maeztrazgo-Cataluña. Este conflicto significó el fin de los
privilegios vascos, salvo el concierto económico.
9. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE LA CONSTITUCIÓN DE 1869?
Los presupuestos de esta constitución eran: Soberanía nacional. División de poderes. Especial
atención a los derechos individuales que, además, regula: libertad de cultos, sufragio universal,
derechos de reunión y asociación. Con respecto a los órganos constitucionales —Cortes, rey y
gobierno—, ofrece las siguientes características: Crea unas Cortes bicamerales: un Senado por
su origen y naturaleza, tiene cierta dimensión federal, y un Congreso de diputados de elección
universal, con los mismos requisitos para ser elector que para ser elegido. Con relación al rey,
dejaba planteado el problema de la elección del nuevo monarca, que tendría facultades
similares a las fijadas en las constituciones progresistas anteriores, pero configurando ahora
una monarquía democrática. En lo referente al gobierno, se le consideraba el órgano colegiado
encargado de la dirección política y administrativa del país, que ejerce el poder ejecutivo y
cuyas responsabilidades políticas se formalizan.
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10. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE LA DÉCADA OMINOSA?
Tras el trienio, se vuelve a reimplantar el absolutismo, dando lugar a un período conocido
como la Década Ominosa (1923-1833), cuya aspectos más característicos son: La
reimplantación del absolutismo que, represivo en principio, derivara hacía posiciones
reformistas, haciendo surgir un grupo radical que se irá agrupando en torno a don Carlos. La
actuación de estos realistas puros y los orígenes del carlismo, a través, especialmente del
Manifiesto de 1826 y la guerra de los Agraviados de 1827. En íntima conexión con el punto
anterior, la cuestión sucesoria.
Esta etapa comienza con el manifiesto del 1 de octubre de 1823. Fernando VII, tras atacar
duramente la etapa recién terminada, declaraba que, por haber carecido de libertad, eran nulos
todos los actos del gobierno constitucional. Se retrocedía a la situación de marzo de 1820, y se
ponía en marcha una violenta represión.
Este cambio fue acompañado de una política levemente reformista, que provocó, a partir de
1824, las conspiraciones ultrarrealistas que culminan en la insurrección de Boissières (agosto
de 1825), y en el Manifiesto de la Federación de Realistas Puros (1826). Esta oposición
alcanzará su punto más grave con la revuelta de los agraviados de Cataluña, en 1827. Estas
sublevaciones no acabaron con los tímidos intentos reformistas de los gobiernos de Fernando
VII, en el campo político (sustitución del Consejo de Castilla y creación de una asamblea del
tipo francés de 1814) y económico, ya que López Ballestereos intento equilibrar el presupuesto.
Por último, debemos hacer mención la cuestión sucesoria. En marzo de 1830, tras su
matrimonio con María Cristina de Nápoles, Fernando VII, ante la posibilidad de una
descendencia femenina, promulgó la Pragmática Sanción de 1789, anulando la Ley Sálica de
Felipe V. Esta Pragmática, tras el nacimiento de la princesa Isabel (1830), privaba de sus
derechos al infante Carlos María Isidro. En septiembre de 1832 tendrían lugar los llamados
<<Sucesos de La Granja>>. Agonizando Fernando VII, una serie de intrigas forzaron al
monarca a derogar la Pragmática Sanción. La inesperada recuperación del rey dio lugar a un
brusco cambio político cuyas manifestaciones inmediatas fueron: Promulgar, de nuevo, la
Pragmática; sustituir al gabinete Alcudia, y acercarse a los liberales —excluidos desde 1823 del
sistema político—, con objeto de ganarlos para la causa de la princesa Isabel. Mientras, el
carlismo se aglutinaba y cohesionaba en torno a la figura de don Carlos, contando con el apoyo
del clero, de los sectores más reaccionarios de la aristocracia, de los voluntarios realistas y del
campesinado. Fernando VII moría el 29 de septiembre de 1833, dejando una situación
completamente inestable.
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ESQUEMA/RESUMEN
LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL Y PRIMEROS
DEMOCRATIZADORES EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
a. La crisis del Antiguo Régimen y el reinado de Fernando VII
INTENTOS
b. La formación del Estado liberal. La minoría de edad de Isabel II
c. El reinado efectivo de Isabel II
d. El sexenio revolucionario
e. Transformaciones económicas y cambio social
1. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN Y EL REINADO DE FERNANDO VII (18141833)
•
Las causas que provocaron esta crisis básicamente son de cuatro tipos:
1. Ideológicas. La llegada de los postulados revolucionarios procedentes de Francia ponen en
tela de juicio los fundamentos ideológicos del Antiguo Régimen.
2. Económicas. La crisis agraria unida a la hacendística muestran las limitaciones del estado
para obtener recursos.
3. Dinásticas. Las tensiones y problemas internos de la Familia Real española debilitan la
capacidad exterior española y crean una gran inestabilidad interna.
4. Políticas. El expansionismo de Napoleón unido a la crisis dinástica española hacen que
nuestra nación caiga en la esfera francesa, preparando con ello, la posterior invasión.
•
Esta invasión daría lugar a la guerra de la Independencia que fue un auténtico conflicto
guerrillero, en el que participó la nación española como tal.
•
Consecuencia de la guerra de la Independencia son la Juntas que constituyen el verdadero
gobierno de España. Primero son locales, luego provinciales, y finalmente, en 1810, surge la
Junta Central Suprema.
•
Posteriormente, se conocen, en 1811, Cortes. Los asistentes a las mismas se dividieron en dos
grupos: liberales y serviles —partidarios del absolutismo—.
•
El resultado de los debates fue un texto constitucional, el primero en la historia de España,
cuyas características son: popular, extensa, rígida y con un sistema de división de poderes
estricto.
•
Su contenido normativo no se correspondía con la realidad socioeconómica de España.
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•
La vuelta del absolutismo, de la mano de Fernando VII, fue posible por el apoyo de la
nobleza, el clero, parte del Ejército, grupos absolutistas y un sector de las cortes, que redacto
el llamado Manifiesto de los Persas.
•
Pero, esta restauración estuvo lastrada siempre por los graves problemas económicos que
afectaban a la nación, y los intentos de restaurar el liberalismo, que culminaron en 1820, con
el comienzo del Trienio Liberal
Este período surgió como consecuencia de la revolución que tuvo lugar en Cádiz, en 1820. El
objetivo de la misma era la restauración del régimen liberal. Fracasó por la intervención
francesa —Los Cien Mil Hijos de San Luis—, y la indiferencia popular.
•
•
La restauración del absolutismo fue seguida de una fuerte represión contra los liberales. Sin
embargo, muy pronto, comenzó a vislumbrarse una nueva oposición, procedente del campo
absolutista, y que serían el germen del carlismo. Esta nueva situación trajo consigo un
escoramiento del gobierno hacía la izquierda, comenzando una etapa de reformas.
•
Por último, en los años finales del reinado de Fernando VII surgió la cuestión sucesoria. El
rey no tuvo hijos varones. En teoría, y según la legislación vigente —Ley Sálica, introducida
por Felipe V—, el trono correspondía a su hermano Carlos María Isidro, que era apoyado por
los sectores más reaccionarios del régimen. Sin embargo, el rey logró la derogación de dicha
ley, y que su hija Isabel fuera jurada como heredera. Esta situación, cambiante en varios
momentos, iba a ser la causa legitimadora de las futuras guerras carlistas, y el comienzo de un
progresivo acercamiento de los partidarios de Isabel a los liberales más moderados.
2. LA FORMACIÓN DEL ESTADO LIBERAL. LA MINORÍA DE EDAD DE ISABEL
II (1833-1843)
•
La revolución liberal concluye, al menos en su primera etapa, en el período comprendido
entre 1833 y 1843, etapa en la que se desmorona el Antiguo Régimen. Tres acontecimientos
complementarios —más un cuarto de carácter económico, la desamortización— constituyen
partes distintas de este proceso histórico.
•
En primer lugar, el complejo y aún debatido fenómeno del carlismo, y de la primera guerra
civil. Aunque no es válido simplificar la ideología y la sociología carlista, si puede afirmarse
que la derrota de los partidarios de don Carlos terminó con la posibilidad de reimplantar el
Antiguo Régimen.
•
En segundo lugar, el fracaso del régimen templado plasmado en el Estatuto Real de 1834.
•
En tercer lugar, la construcción del Estado Liberal como forma política de implantación de la
sociedad burguesa, fracasando en este periodo el proyecto progresista.
•
En cuarto lugar, la aparición del Ejército como elemento decisivo en el devenir político de la
nación. Es el comienzo de la <<etapa de los espadones>>, que dominará el panorama político
español en la época isabelina.
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3. EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II (1843-1868)
•
En la España isabelina se configura definitivamente el régimen liberal mediante la conjunción
de un sistema político —conjunto de participantes que intervienen en la formulación de las
decisiones y las normas políticas— y de un sistema de poder —conjunto de instituciones
encargadas de imponer a la sociedad las decisiones políticas—. Este régimen tiene dos
manifestaciones distintas:
o El liberalismo doctrinario o sistema moderado, fundado en la teoría de la doble
representación, según la cual, la Corona y las Cortes son los órganos que detentan la
soberanía y participan en el proceso político.
o El modelo progresista, basado en la teoría de la soberanía nacional, según la cual no hay
más representación que la electiva de las Cortes, aunque reconoce un amplio margen de
acción a la Corona, así como la más amplia defensa de los derechos individuales.
•
En esta dialéctica, desempeña un importante papel los militares —Narvaez, Espartero,
O`Donnell, Serrano, Prim, etc.), que serán la cabeza visible de los partidos, los hombres
fuertes del régimen y los elementos catalizadores del devenir político de la España isabelina.
De hecho, ellos también serán los que provoquen la caída de la monarquía.
4. EL SEXENIO REVOLUCIONARIO
•
Seco Serrano afirmó que el período comprendido entre 1868 y 1874 tiene un doble
significado: por una parte, supone la culminación del ciclo revolucionario liberal, en su
dimensión maximalista democrática; por otra, y gracias al despliegue de las libertades
individuales —expresión, prensa, asociación— se inicia un nuevo ciclo revolucionario: el que
protagoniza el <<cuarto estado>>, a través de la Asociación Nacional de los Trabajadores.
•
En este sentido, por tanto, la revolución del 68 no es una auténtica revolución. No se produce
una modificación de las estructuras sociales, sino, simplemente de las políticas. Esto nos lleva
a situar el 68 en el contexto amplio de la revolución liberal española. Así queda patente en los
distintos regímenes políticos que se suceden: el gobierno provisional, la monarquía
democrática, la república federal y la república conservadora, ninguno de los cuales trata de
llevar a cabo reformas radicales que modifiquen las bases económicas y sociales de la nación.
5. TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y CAMBIO SOCIAL
•
•
•
•
•
La modernización económica de España se manifiesta en el crecimiento de la población, la
agricultura y la industria.
Durante el siglo XIX se crea una sociedad de clases.
La élite de esta sociedad era la nobleza y la burguesía.
Las clases medias no sumaban más del 10% de la población, y era de mentalidad muy
conservadora.
Las clases populares sumaban más del 80% de la población.
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•
•
•
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Las clases populares urbanas, integradas por empleados del hogar, obreros y empleados de
talleres, vivía en condiciones muy miserables, lo que explica que su tasa de mortalidad
fuera muy elevada.
Las clases populares rurales, integradas por los campesinos, fueron creciendo a lo largo del
siglo XIX, especialmente los jornaleros, como consecuencia de la desamortización.
Los pobres de solemnidad eran aquellos que no poseían nada, y sumaban cerca del 10% de
la población. Eran muy importantes las prostitutas.
ORIENTACIONES PARA LA REDACCIÓN DEL TEMA
La redacción del tema tiene que responder con equilibrio a los elementos del epígrafe del tema. El
documento tiene que ser redactado en plural de cortesía, con un vocabulario adecuado, frases
directas, claras y concisas, puedes formular interrogantes que después contestas para que el
discurso sea más ameno y atractivo. Sigue las siguientes pautas para garantizar que la información
recogida por el opositor sea completa y pueda ser valorada por el tribunal:
o En primer lugar debes recoger una introducción, formada por dos párrafos.
o En el primer párrafo identifica una idea general, un principio básico relacionado con el
contenido del tema, el paso de España a la edad contemporánea desde el punto de
vista político, que puedes toma de algún historiador. Puedes parafrasear y sintetizar el
modelo que se te ofrece al comienzo del tema.
o En el segundo párrafo tienes que identificar el esquema de desarrollo que vas a seguir
a lo largo del tema, pero en un discurso, tal y como hace el segundo párrafo del
modelo que te ofrece este documento. Se trata de que el tribunal conozca de antemano
que aspectos vas a tratar y en qué orden.
o En segundo lugar comienza a redactar los tres componentes del tema: La construcción del
Estado liberal, los primeros intentos democratizadores en España y las transformaciones
económicas y sociales.
o Utiliza los enlaces entre cada punto.
o Define de forma clara los conceptos vinculados con cada epígrafe, siguiendo los
cuadros de Recuerda, y los párrafos señalados con IMPORTANTE
o Apóyate en todo momento en los ejemplos de nexo que se ofrecen en el documento y
las orientaciones del recuerda.
o Cierra el tema con una conclusión que recapitule los aspectos fundamentales expuestos en el
tema o en la que destaques la idea fundamental de su desarrollo, para su redacción puedes
sintetizar o reconfigurar la conclusión que se ofrece en el tema.
o Por último, selecciona cuatro o cinco textos de la bibliografía, destaca los de los autores que
has citado a lo largo de su desarrollo, y destaca dos o tres páginas web de las que se ha
recogido información para el desarrollo del tema.
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En su redacción utiliza mayúsculas, subrayados, que te permitan distinguir cada uno de los
componentes del tema, destaca las definiciones, los términos esenciales con el propósito de poder
discriminar con una lectura rápida al final que han sido respondidos todos los componentes del
epígrafe del tema.
ORIENTACIONES PARA LA LECTURA DEL TEMA
Primero, debemos recordar que la lectura es el único medio de cumplir con el objetivo de
informar sobre el tema, y de que el tribunal nos evalúe. No olvides que debes leer literalmente el
discurso que has elaborado, y que el tribunal no lo ha leído previamente. Por tanto, entrena la
lectura, graba y escucha la lectura que desarrollas, comprueba que permite acceder a la
información que quieres transmitir, muestra siempre confianza y seguridad en ti mismo.
Otros criterios que debes considerar son:
o Facilitar siempre la comprensión del Tribunal, con una lectura expresiva oral, adecuada
a nuestra situación de opositores y a las características del texto expositivo específico.
Debes partir de la consideración de que el Tribunal no conoce la estructura, ni los
contenidos específicos del discurso que vas a leer, esto implica que debes enfatizar,
subrayar con el tono de voz, con la velocidad lectora la presentación, los enlaces que
estableces entre los elementos del discurso de este tema. Tu discurso debe resultar próximo
al de un periodista en un informativo, la información tiene que ser compresiva para el
tribunal. Evita en este tema el abuso del termino “Liberalismo”, utilizando sinónimos
como “sistema liberal” o “régimen liberal”, recuerda que la complejidad de algunos de sus
contenidos exige que realices una lectura pausada, no aceleres la lectura en la
identificación de recursos, o instituciones relacionados con el tema.
o El Tribunal sólo puede escuchar una vez nuestro texto, al ritmo de nuestra lectura: ni
demasiado rápido ni demasiado lentamente, pero debes ajustarlo a los contenidos del
tema, en aquellos contenidos en los que conviene detenerse la lectura debe ser más
pausada, esto ocurre cuando lees el paso de un elemento a otro (los enlaces), o la
introducción y la conclusión, cuando defines qué se entiende por liberalismo y democracia.
o Articular bien cada palabra, con variedad, con claridad y tono adecuado, entusiasta,
dinámico; ni monótono ni exaltado. Si has formulado interrogantes en el discurso que
elaboras sube la intensidad del tono, haz una pequeña pausa antes y después de formular el
interrogante.
o Enfatizar mediante la pronunciación, la mirada, el gesto y el tono: títulos de cada
apartado, ideas y conceptos importantes. El gesto, la mirada debe ser consecuente con el
énfasis que se le ofrece al contenido que se está leyendo.
o No enfrascarse en la lectura, inclinándose sobre el texto, olvidándose del receptor: da
sensación de inseguridad. Debemos levantar la vista y dirigirla a los distintos miembros del
tribunal para mantener su atención pero sin perder el hilo conductor en la lectura del tema.
Utiliza el paso de un elemento a otro del tema para levantar la mirada, los interrogantes
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que te has formulado. Intenta establecer el contacto visual cuando pasas de la introducción
al desarrollo del tema, o cuando vas a leer un enlace, y antes y después de la conclusión.
Controlar siempre la respiración: un ritmo adecuado, el respeto de pausas (punto seguido,
punto aparte, apartados) nos evitará ahogos, pérdida de voz, etc. Si es necesario, puedes hacer una
breve pausa para beber agua (es frecuente que los tribunales dispongan de agua en la mesa en la
que el opositor realiza la lectura). No ocurre nada, si te equivocas en una palabra vuelve sobre su
lectura con espontaneidad.
APLICACIÓN DE ESTE TEMA A LOS PRÁCTICOS
De acuerdo con lo ocurrido en pasados procesos de oposición, la historia de España del siglo XIX
ha sido uno de las etapas preferidas para seleccionar tanto textos como mapas, especialmente los
primeros. Por tanto, recomendamos su estudio en detalle, ya que puede ser decisivo de cara a la
oposición en el ámbito de Historia.
Igualmente, el tema es de gran utilidad si se trata de una lámina de arte vinculada al arte del siglo
XIX español, ya sea romanticismo o realismo, ya que en el mismo encontramos el contexto
histórico necesario para abordarlo, complementando así a los temas específicos de historia del
Arte.
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RESUMEN (Ejemplo de Redacción del Tema en la Oposición)
LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL Y PRIMEROS
DEMOCRATIZADORES EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX
INTENTOS
INTRODUCCIÓN
El paso a la época contemporánea en España fue el resultado de dos cambios, independiente entre
sí. El paso de la monarquía absoluta a la constitucional, de la sociedad estamental a la clasista, y
de la economía dirigida al mercado —revolución liberal—, por un lado, y el de la manufactura a
la fábrica —revolución industrial—, por otro, son los acontecimientos inaugurales de la época
contemporánea en España. Sin embargo, en nuestro país, fue un proceso lento, traumático, e
incompleto, y por tanto fracasado. Fracaso que explica en parte la gran crisis del siglo XX que
culminó con la Guerra Civil de 1936.
Este tema se centra en el aspecto político de este proceso. Para desarrollarlo, lo dividiremos de
acuerdo con un criterio cronológico. En primer lugar, analizaremos la crisis del Antiguo
Régimen, dando especial importancia a la guerra de Independencia (1808-1814), y a la redacción
de la primera constitución española, la de 1812, y el reinado de Fernando VII (1814-1833),
prestando especial atención a los cambios políticos que tuvieron lugar en el mismo. En segundo
lugar, analizaremos el periodo comprendido entre 1833 y 1843. A continuación, la monarquía de
Isabel II (1844-1868), donde estudiaremos las luchas entre moderados y progresistas, y las guerras
carlistas. El cuarto, corresponderá al Sexenio Revolucionario (1868-1874), que constituye el
primer intento democratizador en España. Y el quinto, a las transformaciones económicas y
sociales de este periodo.
El primer punto se corresponde con LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1789-1814),
y el REINADO DE FERNANDO VII (1814-1833).
La muerte, en diciembre de 1788, de Carlos III, unida a la revolución que estalló en Francia el 14
de julio de 1789, definen de manera clara el inicio de la crisis del Antiguo Régimen en nuestro
país, que se corresponde cronológicamente con el reinado de Carlos IV (1788-1808). Esta crisis
tiene las siguientes vertientes, según Luis Roura. La primera es la vertiente ideológica,
provocada por la propaganda liberal francesa que llega hasta España. La segunda es la vertiente
económica, que se vincula con el crecimiento de la población y las malas cosechas que
caracterizan el final del siglo XVIII. La tercera es la vertiente financiera, cuyo origen está en la
interrupción del comercio americano en 1796, y que lleva al gobierno a plantear un proceso de
desamortización y venta de las tierras eclesiásticas para paliar la deuda del Estado.
La cuarta es la vertiente política, que se manifiesta en el enfrentamiento entre Carlos IV y su
hijo, el príncipe Fernando, que tiene su culminación con la intervención de Napoleón en los
asuntos españoles forzando a ambos monarcas a abdicar en su hermano José I, lo que da inicio a
la Guerra de Independencia (1808-1814). Este conflicto tradicionalmente se ha estudiado desde el
punto de vista militar, especialmente por la importancia que tuvo la guerrilla en su desarrollo,
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aunque en la expulsión de los franceses también jugaron un papel importante las tropas inglesas
de Wellington. Sin embargo, para el tema interesa más el proceso político que acompañó a este
conflicto militar, y que fue narrado por primera vez por el conde de Toreno, en lo que llamó la
revolución española, siendo el origen del primer estado liberal español.
Este proceso político se articuló sobre tres ideas claves y dos instituciones. La primera idea
básica, vinculada con la neoescolástica de Salamanca, fue la reasunción de la soberanía por
parte del pueblo, tras haber desaparecido la figura del rey. La segunda idea fue la
transformación del estado del Antiguo Régimen en un estado liberal, y la tercera idea de esta
revolución fue la transformación socio-económica de España.
Las dos instituciones que llevaron a cabo este proceso fueron las Juntas y las Cortes. Las Juntas
nacieron de acuerdo a la tradición neoescolástica del propio pueblo, nada más comenzar la Guerra
de Independencia, el 2 de mayo de 1808, aunque en este mismo año todas las juntas se agrupan en
una Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, que tendrá dos funciones hasta 1810,
cuando cede sus poderes a una regencia. La primera función será gestionar la guerra contra los
franceses, y la segunda función, convocar Cortes para establecer una nueva organización del
Estado tras la marcha de Fernando VII.
Las Cortes, organizadas por la Junta, se reunieron en 1810 en la isla de León (Cádiz), y estaban
estructuradas de acuerdo al sistema del Antiguo Régimen: nobleza, clero y tercer estado, aunque
muy rápidamente sus diputados se agruparon en función de la ideología, surgiendo tres grandes
grupos como dice Jover Zamora: los partidarios del Absolutismo, los liberales, palabra de origen
español que se ha extendido por todos los países del mundo, y los diputados indefinidos o
neutros, que tenían aspectos ideológicos de ambos grupos anteriores. A estos diputados les
corresponde haber creado el primer proyecto de Estado liberal español, proyecto que según Jover
Zamora tuvo dos vectores claramente identificados.
El primero fue socio-económico, que tenía por objeto desmontar las estructuras en este ámbito
del Antiguo Régimen. Entre las normas jurídicas que se aprobaron en este campo destacan la
abolición de los señoríos (1811), la supresión de los gremios (1813), la desaparición de los
mayorazgos (1813), o la definición de la propiedad como libre, absoluta e individual (1813).
También podría incluirse el intento fallido de redactar un código civil, proyecto que sólo se
culminará en 1888.
El segundo vector es el ámbito político, donde destacan dos hechos. El primero es la aprobación de la
Constitución de 1812, la primera de nuestra Historia, que presenta cinco características claves. La
primera es su matiz religioso. Así, se reconoce a la religión católica como la oficial del Estado. La
segunda, su estructura racionalista, que aunque sea la más larga de la historia española, es técnicamente
perfecta. La tercera característica es su amplia difusión internacional, pues será imitada en Italia o en
Portugal. La cuarta característica es que establece una rígida división de poderes, siguiendo el espíritu
de Montesquieu y el modelo americano, que es el de Locke. Así, el poder ejecutivo estaba en manos
del rey y sus ministros. El poder legislativo estaba en manos de una sola cámara (unicameral). El poder
judicial estaba en manos de los tribunales, que eran independientes, y los jueces, inamovibles. La
quinta característica es su amplio reconocimiento de derechos y libertades fundamentales, donde el
más destacado es el sufragio universal masculino indirecto.
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El problema de esta Constitución, como indica Jover Zamora, no estaba en su articulado, sino en
el hecho de que había sido redactada para un país inexistente, ya que no se correspondía con la
estructura socio-económica de España. El segundo aspecto fundamental fue el proyecto de
elaboración de un código penal, ya que esta norma es la más importante de un Estado tras la
Constitución, porque limita los derechos y libertades, y es donde se refleja la igualdad jurídica de
todos los ciudadanos. Este proyecto que acabamos de explicar tendría una corta vida, ya que tras
la derrota de Napoleón y la vuelta a España de Fernando VII se impuso de nuevo el absolutismo,
algo común en toda Europa, como ha explicado Bertier de Sauvigny, vuelta que se liga con el
fenómeno de la Restauración y el Congreso de Viena.
Como demostró Artola, la vuelta de Fernando VII supuso el fin del primer estado liberal
español, proceso que se debió al apoyo que recibió el rey en 1814 para volver de nuevo al
Absolutismo. Este apoyo provino fundamentalmente de la nobleza, el clero, un grupo de
diputados conocidos como los persas y un sector importante del ejército encabezado por Elio.
Gracias a ese sostén, el rey pudo restablecer en España los principios del Antiguo Régimen
iniciando su reinado, que Artola divide en tres etapas.
La primera va de 1814 a 1820 (sexenio absolutista) y se caracteriza por una vuelta al sistema
absolutista más puro, a pesar de que desde el punto de vista financiero, y perdidas de facto las
colonias americanas, no era viable. Esta vuelta al Absolutismo vino acompañada de una gran
represión contra los liberales, que, muy activos en el seno del ejército, lograron sublevarse en
1820 en Cádiz, encabezados por el coronel Rafael Riego.
El pronunciamiento de Riego terminó en un gran éxito, obligando al rey a restablecer la
constitución de 1812, lo que dio inicio al segundo proyecto de Estado liberal español, que se
prolongó desde 1820 hasta 1823 (trienio liberal), que constituye la segunda etapa del reinado de
Fernando VII. De acuerdo con Artola, el trienio supuso una vuelta a toda la legislación de Cádiz,
tanto socio-económica como política. Es más, durante el trienio liberal se aprobó el primer código
penal español en 1822, culminando, por tanto, la obra anterior. No obstante, el aspecto más
importante de este segundo proyecto de estado liberal es, sin duda, la división que se dio en las
filas de los partidarios de esta ideología.
El primer grupo es el de los doceañistas o futuro partido moderado, un grupo que se
caracteriza por haber llegado a la conclusión de que la construcción del Estado liberal es
imposible en España porque los liberales no tienen la fuerza suficiente. Por tanto, si se quiere
construir será preciso un pacto con la nobleza y la Iglesia. El segundo grupo es el de los
exaltados o futuro partido progresista, que ha llegado a la misma conclusión, pero promueven
el pacto con las clases populares. Esta idea la llevará a sus últimas consecuencias el general
Juan Prim.
Esta división de los liberales, unida a su escaso prestigio entre las clases populares y a la
oposición del rey, los absolutistas y las naciones europeas, provocará la ruina de este segundo
Estado liberal. Así, en 1823, un ejército francés denominado “Los 100.000 hijos de San Luis”
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invade España y restablece a Fernando VII en todos sus poderes iniciando la tercera etapa de su
reinado.
La tercera etapa del reinado de Fernando VII se denomina la década ominosa (1823-1833), y en
ella destacan dos hechos. El primero es la aparición de un grupo de absolutistas integristas que se
oponen a la política relativamente moderada de Fernando VII. Este grupo, a partir de 1826, se
denomina realistas puros por un manifiesto que realizan, y comienzan a agruparse en torno a la
figura del infante Carlos María Isidro, hermano del monarca y en esos momentos, heredero de la
Corona. El segundo hecho fundamental, estudiado por Suárez, es la cuestión sucesoria. En 1830
nace el primer hijo de Fernando VII, la princesa Isabel. El rey, para asegurarle la sucesión,
suprime la ley Sálica y desplaza a su hermano Carlos María. Éste, sin embargo, no acepta esta
política del rey, y empieza a crear un partido en el que se van a agrupar la mayoría de los antiguos
partidarios de su hermano. Ante esta tesitura, Fernando VII autoriza a su esposa, María Cristina,
que empieza a negociar con los liberales más moderados para que apoyen a su hija. En estas
negociaciones interviene también la aristocracia y el alto clero, como indica Artola, convencidos
ya de la imposibilidad de mantener el Antiguo Régimen. En esta situación de incertidumbre,
muere Fernando VII en 1833.
El segundo punto del tema se centra en LA FORMACIÓN DEL ESTADO LIBERAL
(1833-1843)
A la muerte de Fernando VII se plantean cuatro proyectos políticos para España. El primero
es el mantenimiento del Antiguo Régimen, defendido por Carlos María Isidro y sus partidarios
carlistas. El segundo es el régimen templado, que defiende la regente María Cristina, la
aristocracia, el alto clero y los liberales más moderados. El tercer proyecto es el liberalismo
puro, que es defendido por el partido progresista. El cuarto proyecto es el liberalismo
doctrinario, que defiende el partido moderado. En esta década se desarrollan los tres primeros
proyectos.
El primer proyecto, de mantenimiento del Antiguo Régimen sólo existió en las zonas dominadas
por los carlistas, y quebró definitivamente con su derrota en la I Guerra Carlista (1833-1839),
conflicto que finalizó con el célebre Abrazo de Vergara (1839), entre el general isabelino
Baldomero Espartero y el carlista Rafael Maroto. Este hecho fue acompañado de dos acuerdos de
gran importancia posterior. El primero supuso el respeto de los fueros vasco-navarros, región
donde se concentraban los carlistas, por el Estado isabelino, y el segundo trajo consigo la
incorporación al ejército isabelino de los oficiales carlistas, aumentando la macrocefalia, gran
número de oficiales, que caracterizaba a éste desde la Guerra de Independencia, lo que tendrá
graves consecuencias.
El segundo proyecto, el régimen templado, se desarrolló entre 1834 y 1835, y se caracterizaba
por entremezclar aspectos del Antiguo Régimen, como la unidad de poder en la persona del
monarca, con otros que se vinculaban con el liberalismo, como la igualdad jurídica. También se
conoce como régimen de carta otorgada, documento que lo definía y en el cual el monarca se
limitaba graciosamente su poder. El modelo fue la carta otorgada dada por Luis XVIII en 1815,
pero en España la carta otorgada fue el Estatuto Real de María Cristina (1834), elaborado por dos
liberales muy moderados, Martínez de la Rosa y Javier de Burgos. El problema de esta carta es
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que no satisfizo a nadie. A los carlistas, porque la consideraban muy liberal y, por tanto, no pudo
atraérselos; a los liberales, porque la consideraban insuficiente, lo que provocó el fracaso de este
régimen. En estas circunstancias, María Cristina se vio obligada a abrir las puertas al liberalismo,
ya que el retorno al Antiguo Régimen era imposible, pues era la ideología de sus enemigos
carlistas.
Pero antes de explicar el proyecto liberal de los progresistas, que es el tercero en discordia, se
hace necesario analizar una característica que es particular del liberalismo español: la fuerte
presencia del ejército en la vida política. Esta presencia ha sido explicada por Cardona, Puell de la
Villa y Seco Serrano, que aportan dos causas para explicarla:
La primera es la incapacidad de la clase política y de la sociedad española para crear un sistema
pacífico de alternancia en el poder. Esta situación obligó a los partidos liberales a recurrir al
ejército para que, mediante una intervención militar, denominada pronunciamiento, pudiesen
llegar al gobierno. El resultado fue la aparición del espadón, es decir, el jefe militar que era a su
vez jefe político de un grupo liberal. En este período hubo cinco grandes espadones: Ramón
María Narváez, jefe moderado; Baldomero Espartero, jefe progresista; Leopoldo O’Donnell, jefe
de un partido centrista, la Unión Liberal; Francisco Serrano, sustituto de O’Donnell en la Unión
Liberal y, finalmente, Juan Prim, sustituto de Espartero al frente de los progresistas y el general
con mayor talento político del siglo XIX.
La segunda causa de la intervención del ejército fue la macrocefalia, que hacía que las carreras
militares fueran anodinas, largas y poco brillantes, situación que podía cambiar mediante la
participación en el pronunciamiento. Precisamente sería un pronunciamiento militar, el de los
sargentos en La Granja (1836), el que llevó a los progresistas, encabezados por Espartero y Juan
Álvarez de Mendizábal, al poder, en el que se mantendrían de forma casi ininterrumpida hasta
1843.
Los progresistas habrían de ser los protagonistas del tercer Estado liberal español, y
representaban el tercer proyecto político en discordia, el del liberalismo puro. Según Jorge
Vilches, su mejor conocedor, este proyecto presentaba las siguientes características. En el
ámbito político, los progresistas se caracterizaban por: La defensa de la soberanía nacional. El
Estado laico. Dos cámaras legislativas, Congreso y Senado, elegidas por sufragio censitario
amplio (todos los propietarios son electores). Derechos y libertades muy amplios, incluyendo la
libertad de prensa. Defensa de los ayuntamientos democráticos. Defensa de la milicia
nacional, cuerpo de ciudadanos voluntarios, como organismo para el mantenimiento del
orden público.
Estas ideas fueron reflejadas en la Constitución de 1837. En el orden económico, los
progresistas se caracterizaban por: Librecambismo. Desamortización de las tierras de la
Iglesia y de los Ayuntamientos. Y predominio de los impuestos directos frente a los indirectos
para favorecer a los más humildes.
En el ámbito social, eran apoyados por la pequeña burguesía y los profesionales liberales,
teniendo ciertas simpatías en el pueblo. Sin embargo, aunque estuvieron siete años en el poder, su
proyecto político fracasó. Vilches establece dos causas para explicar este fracaso. La primera es
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Geografía e Historia. Tema 53
de índole interno, y se vincula con la carencia de un programa político articulado y de un
liderazgo sólido, más allá del símbolo de Espartero. La segunda causa es externa, y tiene que ver
con la gran oposición que tuvieron, ya que contra los progresistas se tuvieron que enfrentar con la
realeza, la aristocracia, la Iglesia, la burguesía terrateniente e industrial, partidaria del
proteccionismo, y las clases medias conservadoras, además de con un sector del ejército. Esta
fuerte oposición causó su ruina. En 1843 el general Narváez se pronunció con el apoyo de
O’Donnell y Serrano, acabando con el gobierno progresista e inaugurando el reinado personal de
Isabel II.
El tercer punto del tema aborda EL REINADO EFECTIVO DE ISABEL II (1843-1868).
Durante estos veinticinco años se construyó definitivamente el Estado liberal en España. Sus
grandes protagonistas fueron los moderados, que gobernaron durante todo este período salvo en
tres ocasiones: 1854-1856 (gobierno progresista), 1858-1863 y 1865-1866 (gobierno de
O’Donnell). Este largo período de permanencia en el poder les permitió desarrollar su proyecto
político, que era el del liberalismo doctrinario, ideología creada en Francia por Royer Collard, y
que consideraba al rey el cuarto poder.
Según Comellas, en el caso español el proyecto de los moderados presentó las siguientes
características: Soberanía compartida rey-Cortes. Estado confesional católico. Senado de
notables, a semejanza de la Cámara de los Lores. Sufragio censitario restringido. Libertades y
derechos individuales limitados. Centralismo administrativo, con alcaldes elegidos el
Gobierno. Y orden público en manos de un cuerpo profesional de policía.
Todas estas ideas quedaron plasmadas en la Constitución moderada de 1845, piedra angular del
régimen moderado.
En el orden económico, según Comellas, los moderados son partidarios de: El capitalismo
puro. El proteccionismo. Y los impuestos indirectos frente a los directos.
Finalmente, en el orden social contaron con el apoyo de la reina Isabel II, de la aristocracia, de la
Iglesia, especialmente tras el Concordato con la Santa Sede (1851), de la burguesía tanto
terrateniente como industrial, y de las clases medias conservadoras, que en la España del siglo
XIX se denominaban gentes de orden. Estas características, además de plasmarse en la
Constitución de 1845, se recogieron en cinco grandes medidas:
La primera fue la creación de la Guardia Civil en 1844, por el duque de Ahumada, cuerpo
militarizado, centralizado y profesional que a partir de este momento se encargó de la defensa del
orden público.
La segunda es la reforma de Mon y Santillán, que estableció un sistema tributario moderno en
España, siendo una de las bases del desarrollo económico de este período, algo de mucha
trascendencia para los moderados, ya que eran capitalistas puros.
La tercera es el Código Penal de 1848, que se caracterizaba por su extremada dureza, ya que se
penaba con la muerte numerosos delitos, aunque no fueran de sangre, lo que reflejaba el concepto
del orden público de los moderados.
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La cuarta es la Ley de Instrucción Pública (1857), obra del ministro Claudio Moyano, cuyo
objetivo era crear operarios eficaces para la industria y los servicios.
La quinta es la Ley del Censo (1858), que introdujo la estadística moderna en España y que
permitió controlar a la población desde el punto de vista demográfico y económico.
No obstante, los moderados dejaron incompleto el sistema liberal, ya que no establecieron ningún
sistema pacífico para la alternancia en el poder, tal vez por el apoyo que tenían por parte de Isabel
II. Así se explica que en 1866 el general Prim firmara en Ostende (Bélgica) un pacto con los
demócratas, partido creado en 1848, y con los republicanos, con un doble objetivo: expulsar a los
moderados y a Isabel II del poder y establecer un régimen político basado en la voluntad popular y
cuya forma sería la que el pueblo decidiese (república o monarquía), comprometiéndose todos a
respetarla. Al año siguiente, en 1867, se incorporó a este pacto la Unión Liberal, dirigida ya por
Serrano, y en 1868 los conjurados desencadenaron la Gloriosa Revolución que expulsó del trono
a Isabel II y a los moderados del poder, inaugurando el Sexenio Revolucionario.
El cuarto punto del tema aborda EL SEXENIO REVOLUCIONARIO (1868-1874)
Según Seco Serrano, este período está marcado por el gran proyecto de Prim, es decir, culminar el
Estado liberal bajo forma democrática, depositando en el pueblo español la capacidad para
cambiar gobiernos, lo que daría gran estabilidad al sistema político. Este proyecto quedó
articulado sobre dos pilares.
El primero fue la Constitución de 1869, que presentaba cuatro grandes características: Era
monárquica. Reconocía la soberanía nacional. Establecía por primera vez en nuestra historia
un Senado territorial, casi idéntico al actual. Y reconocía amplios derechos y libertades, entre
ellos el sufragio universal masculino y la libertad religiosa por primera vez en nuestra historia.
Este proyecto terminó en un rotundo fracaso tanto bajo su forma monárquica, con Amadeo I, rey
elegido con Prim (1871-1873), como en su forma republicana (I República, 1873-1874). Las
causas de este fracaso, como dice Seco Serrano, hay que buscarlas en la estructura socioeconómica española, pero también en una serie de acontecimientos que tuvieron lugar en este
período:
El primero fue el asesinato de Prim en diciembre de 1870, lo que privó al régimen del único
hombre capaz de sostenerlo.
El segundo fue la división entre los firmantes de Ostende.
El tercero fue la nueva acometida carlista, que se denominó III Guerra Carlista (1873-1876), y la
cuarta fue la revolución cantonalista en Murcia y Cartagena durante la I República.
Este último hecho creó una gran anarquía en España, lo que permitió a un político, Antonio
Canovas del Castillo, atraer a su proyecto a la aristocracia, la Iglesia, la burguesía, las clases
medias y el ejército. Este proyecto era la restauración monárquica en la persona de Alfonso
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XII, hijo de Isabel II, proyecto que se convirtió en una realidad el 29 de diciembre de 1874,
cuando el general Arsenio Martínez Campos se pronunció en Sagunto a favor de Alfonso XII,
siendo seguido por todo el ejército.
El quinto punto se refiere a las TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y AL CAMBIO
SOCIAL QUE TUVO LUGAR EN ESTE PERIODO.
Durante el siglo XIX se desarrolla en la mayor parte de Europa la revolución industrial, que
supone un cambio radical en el sistema productivo y en el ámbito de los transportes.
La época de Isabel II es el gran momento de la modernización de la economía española,
coincidiendo con la implantación del estado liberal. Esta modernización se manifiesta en tres
ámbitos: Crecimiento demográfico, agricultura e industria. Crecimiento demográfico lleva a que
la población española pase de 10.541.221 millones de personas en 1800 a 16.622.175 de
personas en 1877.
Los cambios en la agricultura hacen que a partir 1860, haya un mejor aprovechamiento de la
superficie cultivada: Retroceso de los cereales ante otro tipo de cultivos más cualificados (vid,
olivo, y frutales), comienzo del empleo de útiles mecánicos y abonos nitrogenados y, por
último, la expansión del ferrocarril, que dio origen a una cierta especialización, con lo que se
definieron las grandes regiones agrícolas españolas.
Finalmente, durante el periodo comprendido entre 1800 y 1876, se fue organizando la precaria
industrialización española centrada, en esta etapa, en Cataluña y Andalucía, y en el textil y la
siderurgia, respectivamente. En la década siguiente, se constituirá la industria siderúrgica
vasca. Además, el ferrocarril ayudó a configurar un mercado nacional.
El segundo aspecto a tratar es el cambio social que se produjo en este periodo.
La nueva sociedad que se crea con la construcción del Estado Liberal es una sociedad de clases,
basada en la riqueza, en contraposición con la antigua sociedad estamental basada en el
nacimiento. Por tanto, en ella existía la movilidad y ascenso social, al menos en teoría. Sin
embargo, en la práctica, las desigualdades entre los distintos grupos eran cada vez mayores y se
distanciaron las clases sociales altas de la mayoría de la sociedad que sobrevivía en condiciones
muy duras
La élite de la sociedad estaba integrada por la nobleza y la burguesía. Al siglo XIX se le
conoce como el siglo de la burguesía, ya que consiguió el ascenso social, y acabó con la
exención fiscal de la sociedad estamental, pero esto no significó que fuera el único grupo de
poder, ya que la nobleza mantuvo su posición de poder y su enorme prestigio social y poder
económico y político, a través del control del senado, la diplomacia y el ejército, y su presencia
en la Corte. Su forma de vida era el modelo a imitar en todos los países de Europa, no sólo
España. Pero dentro de la misma, hubo importantes diferencias. La alta nobleza se adaptó a los
nuevos tiempos, admitiendo a la alta burguesía en sus círculos sociales mediante matrimonios
ventajosos desde el punto de vista económico Respecto a su base económica, solían ser,
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mayoritariamente, rentistas y absentistas, sin aprecio alguno por la modernización de las
actividades agrícolas. Por otro lado, surgió una nueva nobleza formada por las elites militares,
financieras y políticas que se fueron integrando en la vida del país, aunque no obtuvieron
títulos nobiliarios en su totalidad, pero si muchos de ellos. Finalmente, los hidalgos
desaparecieron ya que sus privilegios como la exención fiscal y la prioridad en los cargos
públicos, desaparecieron con el liberalismo. De ahí, su apoyo a los carlistas.
Por su parte, la burguesía se convirtió sin duda en la nueva clase dominante en este periodo.
Estaba constituida por: Los terratenientes que habían formado sus propiedades con la
desamortización. Los hombres de negocios dueños de fábricas, armadores, banqueros,
financieros e “indianos” que se habían enriquecido en Cuba y Puerto Rico, e invirtieron su
capital luego en España. Y finalmente los especuladores en Bolsa y agente enriquecidos por la
compra de solares de los “ensanches” urbanos, etc. Había que distinguir la burguesía de
Barcelona, de carácter industrial, de la de Madrid, formada por terratenientes y banqueros.
Estas dos clases sociales fueron la base, junto a algunas capas de clases medias, del
Liberalismo más conservador, partidarios del orden y de reprimir cualquier intento de
protesta social. Fueron la bases del Partido Moderado.
El segundo grupo en importancia estaba integrado por las llamadas clases medias. Se
trataba de un grupo muy heterogéneo y reducido ya que incluía a un 2,61% de la población.
Su máxima aspiración era el ascenso social e imitaba las formas de vida de la burguesía.
Estaba formado por: Funcionarios de la administración. Profesionales liberales (abogados,
ingenieros, boticarios, médicos, etc). Comerciantes de tipo medio y fabricantes modestos. Y
dueños de pequeños talleres semiartesanales y propietarios rurales, que disponían de cierta
capacidad de ahorro.
En general este grupo se vinculo con el Partido Moderado, especialmente las llamadas
“Gentes de Orden”, pero pequeñas minorías del mismo, como profesores y periodistas,
formaron parte del Partido Progresista y del Demócrata.
El grupo más numeroso era el integrado por las clases populares. Era un grupo muy
heterogéneo y numeroso (80%), que apenas poseían bienes y su situación fue deteriorándose
progresivamente. Habría que distinguir las urbanas de los campesinos.
Las clases populares urbanas estaban integrado por: Los sirvientes de los servicios domésticos:
cocheros, criados, nodrizas, lavanderas, etc. También había que incluir a los artesanos que van
camino de la proletarización: eran los antiguos oficiales y aprendices en los gremios, pero estas
corporaciones habían desaparecido. Finalmente, había que incluir al proletariado industrial. En
estas clases la mortalidad era altísima. Durante todo el siglo, lucharán para conseguir el
derecho de libre asociación, siendo el punto de partida del movimiento obrero en nuestro país.
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Los campesinos eran sin duda el grupo social más numeroso (62% de la población).
Mantuvieron sus formas de vida tradicionales y fueron muy conservadores de ideología,
rechazando tanto las ideas liberales como el socialismo. Dentro de ellos había diferentes
situaciones: La primera era la de los propietarios minifundistas del Norte de España. La
segunda era la de los arrendatarios y aparceros. La tercera era la de los jornaleros, también
llamados proletariado agrícola. Era un sector cada vez más numeroso, como consecuencia,
entre otras causas, de las desamortizaciones. En las zonas latifundistas como Andalucía o
Extremadura, los enormes contrastes sociales entre terratenientes enriquecidos y la miseria de
los jornaleros dará lugar a continuas revueltas sociales que alcanzarán tintes muy duros en la 2ª
mitad del siglo XIX y enlazarán con los movimientos anarquistas.
A modo de conclusión, podemos decir que en el último cuarto del siglo XIX, se había logrado la
construcción del Estado liberal en España, aunque en el plano político las bases eran muy débiles.
La razón de este hecho ha quedado patente a lo largo de las páginas anteriores: los liberales
españoles, que se habían mostrado capaces de acabar con el peligro que suponía no tanto el
Antiguo Régimen, en crisis desde las postrimerías de la centuria anterior, como si de sus
partidarios, los carlistas, habían mostrado una incapacidad manifiesta para regular un sistema que
permitiese el acceso al poder a todos los grupos políticos. El resultado había sido la conversión
del Ejército en árbitro del juego político, pues a disponer de la Fuerza militar, era el único que
podía desalojar del Gobierno a un grupo e imponer a otro. Este sistema había provocado la crisis
y destronamiento de Isabel II. El Sexenio Revolucionario que le siguió, esperanzador por su
carácter democrático, terminó en un sonoro fracaso, tanto en su forma monárquica como
republicana, abriendo el camino al régimen de la restauración. Por último, hemos explicado las
transformaciones económicas y sociales.
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