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La verdadera Historia de Cataluña
Corona de Aragón
Corona de Aragón
1164 — 1707
Bandera
Escudo
Capital
Zaragoza
Idioma oficial
Catalán-valenciano, aragonés, castellano,
napolitano, latín, siciliano, occitano y griego
Religión
Católica
Gobierno
Rey
• 1164 - 1196
• 1700 - 1746
Monarquía
Alfonso II
Felipe IV (V de Castilla)
Historia
• Establecido
• Disolución
1164
1707
Superficie
• 1443
250.000 km2
Población
• 1443 est.
Densidad
300.000
1,2/km²
La Corona de Aragón englobaba al conjunto de territorios que estuvieron sometidos a
la jurisdicción del rey de Aragón, de 1164 a 1707. El nombre se aplica históricamente a
partir de la unión dinástica entre el Reino de Aragón y el Condado de Barcelona y sus
territorios asociados. El 13 de noviembre de 1137, Ramiro II el Monje, rey de Aragón,
depositó en su yerno el reino (aunque no la dignidad de rey), firmando este en
adelante como Conde de Barcelona y Príncipe de Aragón. Más tarde, en 1162, Alfonso
II de Aragón heredaría el patrimonio conjunto y más tarde, por conquistas de nuevos
territorios y matrimonio, esta unión de reino y condado en una sola corona, ampliaría
sus territorios del Aragón y Cataluña históricas hasta incluir otros dominios:
fundamentalmente los reinos de Mallorca, Valencia, Sicilia, Córcega, Cerdeña,
Nápoles, así como, durante breve tiempo, los ducados de Atenas y Neopatria.
En las Cortes de Monzón de 1289, el conjunto de los territorios era designado con
nombres como "Corona Real", "Patrimonio Real" o "Corona de Aragón y de Cataluña".
A partir del siglo XIV se simplificó a "Corona de Aragón", "Reinos de Aragón" o
simplemente "Aragón". Petronila tomó el título de "Reina de Aragón" y Ramón
Berenguer tomó el nombre de príncipe y dominador de Aragón al hacerse el
matrimonio bajo la forma de Matrimonio en Casa (esto supone que, al no haber
heredero varón, el esposo cumple la función de gobierno, pero no la de cabeza de la
casa, que solo se otorgará al heredero).
La numeración de los monarcas varía, en función del territorio al que se hace
referencia. De ahí que algunos historiadores actuales prefieran hacer uso de los alias
para hacer referencia a ellos: Pedro el Católico (Pedro II de Aragón), Pedro el
Ceremonioso (Pedro IV), Alfonso el Magnánimo (Alfonso V). Sin embargo, el ordinal
remite al título real principal, que era el de Aragón, como declara incluso el citado
Pedro IV:
...y como quiera que los reyes de Aragón están obligados a recibir la unción en la
ciudad de Zaragoza, que es la cabeza del Reino de Aragón, el cual reino es nuestra
principal designación, [—esto es, apellido— (N. del A.)] y título, consideramos
conveniente y razonable que, del mismo modo, en ella reciban los reyes de Aragón el
honor de la coronación y las demás insignias reales, igual que vimos a los
emperadores recibir la corona en la ciudad de Roma, cabeza de su imperio.
Apud Domingo J. Buesa Conde, El rey de Aragón, Zaragoza, CAI, 2000, págs. 57-59.
ISBN 84-95306-44-1.
Por otra parte, existe un sector de la historiografía que considera la estructura
territorial de la Corona de Aragón equivalente a la de una confederación actual.1 Sin
embargo, esta concepción que aplica conceptos políticos actuales a estructuras
políticas del pasado está discutida. También se debate sobre si es correcto referirse a
la Corona de Aragón como corona catalano-aragonesa,2 puesto que esta
denominación surge a partir de la obra de la renaixença, y fue establecida en el siglo
XIX en obras como la monografía de Antonio de Bofarull y Broca, La confederación
catalano-aragonesa (Barcelona, Luis Tasso, 1872).3
La formación de la Corona de Aragón
La formación de la Corona tiene su origen en la unión dinástica entre el reino de
Aragón y el condado de Barcelona.
Anales de la Corona de Aragón, de Jerónimo Zurita
Tras la muerte sin descendencia de Alfonso el Batallador el año 1134, durante el sitio
de Fraga, su testamento cedía sus reinos a las órdenes militares del Santo Sepulcro,
del Hospital de Jerusalén y del Temple. Ante este hecho insólito, los habitantes de
Navarra, que en aquel momento formaba parte de las posesiones del rey de Aragón,
proclamaron rey a García V Ramírez y se separaron definitivamente de Aragón. En
este contexto, los nobles aragoneses tampoco aceptaron el testamento y nombraron
nuevo rey a Ramiro II el Monje, que era entonces obispo de Roda-Barbastro. Ante esta
situación, Alfonso VII de Castilla aprovechó para reclamar derechos sucesorios sobre
el trono de Aragón, mientras que García V manifestaba sus aspiraciones y el Papa
exigía el cumplimiento del testamento.
Las pretensiones de Castilla creaban un problema para el conde de Barcelona, Ramón
Berenguer IV, pues coincidían con la rivalidad entre el condado y el reino de Aragón
por la conquista de las tierras musulmanas de la taifa de Lérida. El rey de Castilla
Alfonso VII dejó claras sus intenciones cuando en diciembre de 1134 penetró con una
audaz expedición en Zaragoza e hizo huir a Ramiro. Sin embargo, esos hechos no
acabaron siendo favorables a las aspiraciones del rey castellano, quien finalmente
habría de renunciar a sus pretensiones sobre el reino aragonés. Por su parte, Ramiro
II, a pesar de su condición de eclesiástico, obtuvo una dispensa y se casó con Inés de
Poitiers, matrimonio del que tuvieron una hija, Petronila, en 1136. Ello obligaba a
planear el futuro matrimonio de la niña, lo que suponía elegir entre la dinastía
castellana o la barcelonesa.
El condado de Barcelona, en aquella época, estaba en manos de Ramón Berenguer
IV. Anteriormente, ya había consolidado su supremacía sobre otros condados
catalanes como Pallars, Cerdaña, Besalú, Peralada, etc. Al mismo tiempo, se había
puesto de manifiesto la potencialidad de la flota catalana, con hechos como la
conquista momentánea de Mallorca (1114) o las expediciones llevadas a cabo por los
condes barceloneses en tierras moras de Valencia, siendo frustradas sus intenciones
por la intervención de Castilla, personificada por Alfonso VI y el Cid (derrota de
Berenguer Ramón el Fraticida en Tevar). Al mismo tiempo, se iniciaba una política de
alianzas ultrapirenaicas que culminarían en la unión de Barcelona y Provenza por el
casamiento de Ramón Berenguer III con Dulce de Provenza.
Alfonso VII presentó la candidatura de su hijo Sancho, futuro Sancho III de Castilla,
pero la nobleza aragonesa acabó eligiendo a la Casa de Barcelona, con la que se
negociaron detalladamente los términos del acuerdo, por los cuales Ramón Berenguer
IV recibiría el título de "príncipe" y "dominador" de Aragón. Se especificaba que si
muriese la reina Petronila antes que Berenguer, el reino no quedaría en manos del
conde hasta después de la muerte de Ramiro. Además, el Reino sí iría a manos de
Berenguer si Petronila moría sin descendencia, o tenía sólo hijas, o hijos varones pero
estos morían sin descendencia.
Ramón Berenguer pacta con el rey aragonés Ramiro Y yo el rey Ramiro sea rey, señor
y padre en mi reino de Aragón y en todos tus condados mientras me plazca,
entregando a la Corona de Aragón todos sus dominios como "dominador" o "princeps"
para ejercer la «potestas» real, pero no cedió ni el título de Rey ni la dignidad ni el
apellido o linaje. En 1162, el hijo de Ramón Berenguer y Petronila, Alfonso II de
Aragón se convertiría el primer rey de la Corona y tanto él, como sus sucesores,
heredarían los títulos de "rey de Aragón" y de "conde de Barcelona". Ramiro expresó
por escrito que los títulos debían estar en ese orden.
La entidad resultante fue una mera unión dinástica, pues ambos territorios
mantuvieron sin modificaciones sus propias instituciones políticas. Del mismo modo,
los territorios anexionados posteriormente por la política expansionista de la Corona,
crearían y mantendrían separadas sus propias instituciones. Sin embargo, con el paso
del tiempo sería cada vez conocido como "Corona de Aragón", no porque ello
obedeciera a una hegemonía de un territorio sobre el otro, sino por el orden jerárquico
de los títulos nobiliarios, según el cual el de "rey" precede al de "conde", y ese orden
favorecería la forma final de su denominación. A pesar de la incorporación de nuevos
reinos, el título de "rey de Aragón" siempre ocuparía el primer lugar.
Los territorios de la nueva Corona
Los territorios que pasaron a formar parte de la Corona de Aragón fueron los
siguientes:
El Reino de Aragón (Jaca, Roda de Isábena, Huesca, Barbastro, Tarazona,
Zaragoza y Calatayud).
Condados catalanes:
Condado de Barcelona (Cornellá, Besalú, Berga, Vic, Gerona, Manresa,
Barcelona y Tarragona).
Herencia provenzal de la casa de Barcelona, de soberanía directa:
Provenza (Arles, Niza, Aix-en-Provence, Marsella), Carladès (Carlat), Gavaldá
(Mende) y Millau (Millau).
Los territorios feudatarios y vasallos de la casa de Barcelona: Béarn
(Pau), Bigorra (Tarbes), Cominges (Saint Bertrand), Pallars Sobirá (Sort),
Pallars Jussá (Tremp), Urgel (Castelciutat, Balaguer), Carcasona (Carcasona),
Rasés, Rosellón (Castellrosselló) y Condado de Ampurias (Castelló de
Ampurias).
Las conquistas de Ramón Berenguer IV: Daroca, Monreal del Campo,
Montalbán, Caspe, Fraga, Lérida y Tortosa.
Indicando que Bigorre y Cominges si eran vasallos de alguien, lo eran de la corona
inglesa; por lo que los únicos homenajes dados al rey de Aragón se debían a los
señoríos que poseían en territorio de las Provincias de España. Así mismo el Pallars
también ofreció homenaje a la corona de Navarra, según su conveniencia. El
vizcondado de Carcassonne era vasallo del condado de Toulouse. El condado de
Razés desapareció a mediados del siglo XI, siendo repartido entre dos ramas de la
misma familia: los Couserans y los Foix. El condado de Foix buscó la protección del
rey de Aragón frente a la alianza de los condes de Cominges y Urgel, por lo que sí se
puede afirmar que en cierta medida era feudatario de la Corona.
En el único momento en que los señores del Medidodía Frances fueron vasallos del
rey de Aragón fue precisamente cuando fueron excomulgados y desposeidos de sus
Estados. Buscaron protección con Pedro II ofreciéndole homenaje en enero de 1213 a
cambio de su protección. tras la Batalla de Muret el 13 de septiembre del mismo año,
la situación volvió a ser la misma: Béarn y Bigorre bajo la soberanía del monarca
inglés, mientras que Cominges y Foix vasallos de la corona francesa.
La expansión de la Corona de Aragón
Armas de Aragón y Sicilia
Durante el gobierno de Ramón Berenguer IV y Petronila, fueron conquistadas las
ciudades de Tortosa, Lérida, Fraga, Mequinenza, además de la sierra de Prades,
Siurana, Miravet... Más tarde, bajo el reinado de Alfonso II de Aragón, fueron
conquistadas más tierras hacia el sur llegando hasta Teruel, y con los tratados de
Tudilén (1151) y Cazorla (1179), la Corona fijaba su línea de expansión peninsular
sobre los reinos musulmanes de Valencia y Denia.
Durante el reinado de Jaime I, tuvo lugar la conquista de Mallorca y del reino de
Valencia, a lo largo de la primera mitad del siglo XIII. Culminada la conquista del
antiguo reino de Denia hasta Biar, límite acordado en el tratado de Cazorla, las tierras
levantinas no fueron incorporadas a Cataluña o Aragón, sino que constituyeron un
nuevo reino, el de Valencia, que adquiriría Cortes propias, fuero propio (los Fueros de
Valencia) y mantendría una dualidad lingüística entre los territorios más cercanos a la
costa (habla catalana en su variante valenciana) y los del interior (habla aragonesa en
su variante valenciana). Asimismo, tras la muerte del Conquistador, su testamento
daría lugar al reino de Mallorca, que heredaba su hijo Jaime y que incluía las islas
Baleares, los condados de Rosellón y Cerdaña y el señorío de Montpellier. Este reino
de Mallorca resultaría políticamente muy inestable y seria finalmente anexionado
nueva y definitivamente a la Corona por Pedro el Ceremonioso.
Desde finales del siglo XIII se inicia también la expansión de la Corona sobre el
Mediterráneo. Jaime II retuvo el dominio conseguido por Pedro III de Aragón de la
corona de Sicilia, aunque hasta el siglo XV se mantendría bajo el dominio de una rama
secundaria de la dinastía. También Jaime II recibió la investidura de Cerdeña, que
conquistaría en 1324 y supondría un duro esfuerzo de dominio a lo largo de los años
siguientes. Asimismo, prolongó hacia el sur los límites del reino de Valencia, que
mediante la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304) alcanzarían los límites definitivos.
Se crea el Llibre del Consolat de Mar, un código de costumbres marítimas. Además,
se fundan diversas compañías marítimas, como las grandes compañías catalanoaragonesas (Magnas Societas Cathalanorum), gracias a las cuales, en 1380 se
conquistarían territorios como los ducados de Atenas y Neopatria, que quedarían bajo
la soberanía de Pedro el Ceremonioso durante cierto tiempo.
Del cambio de dinastía a la unión dinástica con
Castilla
Tras la muerte de Martín el Humano, la Corona se vio abocada a un periodo de
interregno, pues falleció sin haber nombrado sucesor. En ese contexto aparecieron
cuatro candidatos al trono: el infante Federico, Luís de Anjou, Jaime de Urgel y
Fernando de Antequera. La dificultad de las instancias dirigentes de Aragón, Cataluña
y Valencia para ponerse de acuerdo evidenció una grave división en el seno de la
Corona, que evolucionaría de manera favorable a Fernando de Antequera,
representante de la dinastía castellana de los Trastámara, casado con "la rica hembra"
lo que le permitió tener una gran renta con la que comprar el voto de los
compromisarios de Caspe. Ayudaron a ello la riqueza del candidato, su habilidad
política y la actuación del papa Benedicto XIII, que en pleno Cisma de Occidente optó
por promover al candidato castellano para asegurarse el apoyo de la Corona de
Aragón y de Castilla. De este modo, mediante el Compromiso de Caspe de 1412,
Fernando fue nombrado monarca de la Corona. La nueva dinastía persistiría en la
política expansionista, de manera que su sucesor, Alfonso V, conquistaría el reino de
Nápoles en 1443.
La boda entre Fernando el Católico e Isabel la Católica, celebrada en 1469, en
Valladolid, y la alianza consiguiente permitió que los castellanos apoyasen la política
expansionista de Aragón en el Mediterráneo, al tener una política exterior común. El
duque de Alba anexó el reino de Navarra a la corona de Aragón en 1512. Sin embargo
en 1515 Navarra fue cedida a Castilla.
A pesar del matrimonio de los Reyes Católicos de 1469, ambos reinos conservaron
sus instituciones políticas y se mantuvieron las cortes, las leyes, las administraciones
públicas y la moneda, aunque unificaron la política exterior, la hacienda real y el
ejército. Reservaron para la Corona los temas políticos, y actuaron conjuntamente en
política interior. La unión efectiva de los reinos de Castilla, Aragón y Navarra se hizo
bajo el reinado de Carlos I, que fue el primero en adoptar, junto a su madre Juana. el
título abreviado de Rey de las Españas y de las Indias.
Los territorios de la Corona de Aragón en la Edad
Moderna
La integración de los territorios de la Corona en la nueva monarquía estuvo marcada
por el poder hegemónico de Castilla en el interior de la Corona. Su articulación tuvo
lugar fundamentalmente a través de dos instituciones: el Consejo de Aragón y el
virrey. El Consejo Supremo de Aragón era un órgano consultivo de la corona creado
en 1494, a raíz de una reforma en la Cancillería Real realizada por Fernando el
Católico, que desde 1522 estaría integrada por un vicecanciller y seis regentes, dos
para el reino de Aragón, dos para el reino de Valencia y dos para el Principado de
Cataluña, Mallorca y Cerdeña. Por su parte, los virreyes asumieron funciones militares,
administrativas, judiciales y financieras.
Los conflictos se sucedieron a lo largo de los siglos modernos, hasta la Guerra de
Sucesión. En 1521 tenían lugar las Germanías, un movimiento surgido en Valencia
entre la incipiente burguesía, que se extendió hasta 1523. En Mallorca tuvo lugar en
los mismo años otro movimiento similar, dirigido por Joanot Colom. La derrota final de
los agermanados supuso una fuerte represión y la reafirmación del dominio señorial.
Ya durante el reinado de Felipe II, tuvo lugar la prohibición a los súbditos de la Corona
de Aragón de estudiar en el extranjero, frente al riesgo de contagio calvinista (1568).
Asimismo, en 1569, todos los diputados de la Generalidad de Cataluña eran
encarcelados bajo la acusación de herejía, en el marco de la disputa por el pago del
impuesto del excusado. En 1591, tuvieron lugar las "turbaciones de Aragón",
generadas cuando el ex secretario del rey, Antonio Pérez, condenado por la muerte
del secretario de don Juan de Austria, se refugió en Aragón y el monarca transgredió
todas los privilegios aragoneses para apresarlo e incluso hizo ejecutar al Justicia
Mayor de Aragón.
Durante el siglo XVII, las tensiones fueron bastante mayores. Las necesidades
financieras de los monarcas les condujeron a intentar aumentar por todos los medios
la presión fiscal sobre los territorios de la Corona de Aragón, cuyas constituciones
garantizaban importantes protecciones frente a ellas. Tras entrar en guerra la corona
con Francia en 1635, el despliegue de los tercios sobre Cataluña generó graves
conflictos que desencadenaron en la Guerra de los Segadores en 1640. Así, la
Generalidad de Cataluña, planteando primero la formación de una República catalana,
acabó por reconocer a Luis XIII de Francia como conde de Barcelona. El conflicto fue
finalmente superado con la Paz de los Pirineos (1659), por la cual el condado del
Rosellón y la mitad norte del condado de la Cerdaña pasaban para siempre a dominio
francés y Francia devuelve a España el condado de Barcelona. A finales del siglo, en
1693 estallaría también en Valencia la Segunda Germanía, un alzamiento campesino y
antiseñorial, en torno a la partición de las cosechas.
La extinción de la Corona de Aragón: la guerra de
Sucesión
Real Cédula de Carlos III (1768)
A pesar de la gravedad del conflicto de los Segadores, Cataluña y el resto de
territorios de la Corona preservaron sus fueros, instituciones propias, y autonomía
política. Sin embargo, los sucesos posteriores a la proclamación de Felipe V como
heredero de Carlos II marcarían el final del modelo institucional que los había
caracterizado desde el siglo XII.
Cuando Carlos II murió y dejó finalmente como heredero a Felipe de Anjou, Felipe V,
se formó en Europa la Gran Alianza de la Haya, entre Inglaterra, las Provincias Unidas
y Austria, que no aceptaba la instauración de la monarquía borbónica en España y
apoyaron las aspiraciones de otro aspirante, el archiduque Carlos de Austria. Jurado
inicialmente como rey por las cortes catalanas (1701-1702) y aragonesas, en 1705, la
fuerza de los partidarios del archiduque y los conflictos con el virrey Fernández de
Velasco supusieron un nuevo alzamiento en armas de los catalanes, que apoyados
por una flota inglesa, permitieron la entrada triunfal de aquel en Valencia y Barcelona.
El año siguiente, el 1706, Carlos era proclamado rey en Zaragoza y en el reino de
Mallorca. Sin embargo, los aliados no se vieron apoyados en su avances sobre
Castilla, que les llevó a retirarse al reino de Valencia. La reacción bélica de Felipe V en
el año siguiente supuso la conquista del reino de Valencia, tras la batalla de Almansa
(24 de abril de 1707). Lo mismo sucedió con Zaragoza y el reino de Aragón, que
fueron tomadas rápidamente. Tras ello, Felipe de Anjou firmó los Decretos de Nueva
Planta con los que suprime los fueros, el derecho civil, y las fronteras arancelarias de
dichos reinos. Una nueva penetración de los aliados en Castilla en 1710, a pesar de su
entrada en Zaragoza y Madrid, no le sirvió tampoco para consolidar sus posiciones y
les obligó a abandonar Aragón. En septiembre el archiduque se marchó de Barcelona
y mediante el tratado de Utrecht de 1713, las tropas aliadas dejaron progresivamente
Cataluña. El 11 de septiembre de 1714 fue tomada Barcelona y en 1715 la isla de
Mallorca.
El triunfo borbónico fue seguido de una radical remodelación del sistema político de los
reinos de la corona, asimilándolos al régimen de Castilla mediante los Decretos de
Nueva Planta. Se situó al frente del territorio a un capitán general, un sucesor del
antigo virrey que ya no se sometería a las leyes propias. Los intendentes pasaron a
controlar el sistema finaciero y hacendistico, donde se aglutinaron los tradicionales
ingresos de la Corona, los antiguos impuestos de las diputaciones del general y los
nuevos impuestos aplicados para equiparar la carga fiscal de los territorios
conquistados a la de los castellanos. La Nueva Planta trajo también la supresión de las
autonomías municipales, de todo tipo de asamblea municipal, la designación de todos
los cargos por autoridad real y la sustitución de las unidades administrativas por
corregimientos. El castellano pasó a ser el único idioma oficial de todo el reino,
resultando ser un importante perjuicio para el catalán, ya que hasta entonces era
oficial en Valencia, Cataluña, y Mallorca. Todo este conjunto de reformas suponía la
homogenización de Castilla y Aragón en el marco de un nuevo estado absoluto casi
centralizado (sólo el Valle de Arán, las provincias vascongadas y Navarra, partidarios
de Felipe de Anjou, mantendrían sus particularidades).
Los reyes de la casa de Borbón siguen empleando en sus títulos, entre muchos otros,
los de rey de Aragón, de Valencia, de Mallorca, Conde de Barcelona, Señor de Molina,
etc. y, al igual que los Austrias, la forma abreviada de Rey de las Españas y de las
Indias.
*****