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1 PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA Y PAZ» La política, forma exigente de caridad SEMINARIO INTERNACIONAL 20-21 de junio de 2008 POLÍTICA, ECOLOGÍA HUMANA Y NATURAL: EL CASO DE LAS BIOTECNOLOGÍAS (Mª del Carmen Romero Paredes) Durante las últimas décadas, se han multiplicado los descubrimientos científicos y el desarrollo de nuevas técnicas en el campo de la Biología, que han tenido una enorme repercusión en la salud y la vida humanas. Pensemos en los nuevos descubrimientos genéticos, las técnicas de reproducción artificial, los métodos anticonceptivos, los avances respecto a los transplantes de órganos y tejidos, etc. El desarrollo de estas disciplinas ha sido espectacular durante el siglo XX y especialmente, durante sus últimas décadas, desde que en 1969 se descubriera una enzima (la endonucleasa de restricción) capaz de “cortar” el ADN en puntos determinados. También existen otras enzimas (llamadas ligasas) que pueden unir los trozos de ADN que han sido cortados. De esta forma, surgió la ingeniería genética, que ha permitido, entre otras cosas, poder fabricar en el laboratorio sustancias muy importantes para el hombre, como la insulina, el interferón, las vacunas antigripales y antihepatitis A y B. La ingeniería genética se ha aplicado a los vegetales y a los animales, introduciendo nuevos genes en su genoma, de forma que se obtengan mejoras en ellos, como por ejemplo, plantas resistentes a productos tóxicos o a insectos, animales de mayor tamaño o que en su leche contengan productos de interés farmacológico. En los primeros momentos, se levantaron voces que alertaban sobre los posibles peligros de todas estas investigaciones aunque, al ir aplicándose las técnicas, se han ido disipando los temores y se considera que la ingeniería genética ofrece grandes expectativas para resolver algunos problemas graves de la humanidad. Es indudable que los mayores riesgos que se derivan de estas técnicas es la de hacer un mal uso de ellas, como por ejemplo, la fabricación de armas biológicas. 2 Sin embargo, la aplicación de las nuevas técnicas al ser humano, provoca una gran incertidumbre sobre si se puede considerar éticamente correcta o no. La ciencia va incorporando a una velocidad vertiginosa, nuevos descubrimientos que permiten la intervención del hombre sobre la vida. El hombre se ha hecho capaz de hacer brotar vida humana en el laboratorio e incluso de variar el patrimonio genético de su propia especie, hasta llegarse incluso a hablar de un nuevo darwinismo, en el que el científico podría provocar una evolución de la especie humana, introduciendo nuevas mutaciones en el sentido que quisiera.1 Se plantea el dilema de si todo lo que es técnicamente posible, es éticamente correcto. Ante esta cuestión, han surgido actitudes muy diferentes, incluso contrapuestas, siendo el origen de esta diversidad de criterios el concepto que se tiene del hombre y de su dignidad en cada una de las corrientes de pensamiento y también, de modo particular, la pregunta sobre si el embrión humano en sus primeras fases de desarrollo es realmente un individuo de la especie humana y, por ello, sujeto de los mismos derechos que los demás individuos de nuestra especie. Estos puntos resultan fundamentales, pues de cómo se considere al hombre y de que se reconozca al embrión como un individuo humano o no, dependerá el que se puedan considerar éticamente aceptables o no ciertas actuaciones científicas o técnicas sobre el hombre en cualquiera de las etapas de su vida, desde la simple aplicación de un determinado tratamiento médico, hasta la clonación, la congelación de embriones, la eutanasia o las diversas formas de experimentación con seres humanos. Yo seguiré en mi exposición el modelo llamado personalista, porque creo que es el que mejor se corresponde con la realidad acerca de lo que es el ser humano. En este modelo, se considera que todo hombre es persona, constituida por un cuerpo animado por un espíritu y dotado de una dignidad única entre todos los seres de la creación. Cada individuo de la especie humana es un ser único, originalísimo e irrepetible, que vale por lo que es y no por las acciones que puede llevar a cabo. Desde el momento de su concepción hasta el de su muerte y en cualquier situación de sufrimiento, enfermedad, salud o bienestar, la persona humana es la medida de lo lícito y lo ilícito. 1 Cf. Sgreccia, E., Manual de Bioética. Ed. Diana, México 1999, p.212. 3 Cada individuo de la especie humana vale por lo que es, como hemos dicho; es decir, vale precisamente por el hecho de ser un individuo de la especie humana. La persona designa siempre lo singular, lo individual. Las demás cosas de la creación pueden ser también individuales, pero en un sentido muy diferente; interesan en cuanto a sus propiedades y a las operaciones específicas de sus naturalezas. Todos los individuos de una misma especie son intercambiables entre sí (por ejemplo, una vaca por otra vaca de características similares en cuanto a cantidad y calidad de producción de leche en una granja). Por el contrario, la persona humana es un individuo único, irrepetible e insustituible. Cada persona es única, irrepetible e insustituible. Kierkegaard afirma: “En todo el género animal, la especie es la cosa más alta, es la idealidad; el individuo, en cambio, es una realidad precaria que de continuo surge y desaparece. Sólo en el género humano, la situación […] se invierte y el individuo es más alto que el género”.2 Por tanto, la persona humana se identifica con el individuo en la especie humana; el estatuto de persona se aplica a cada individuo de la especie humana. La naturaleza humana es racional. El adjetivo “racional” indica las facultades de inteligencia y voluntad propias del ser humano. Esto supone, lógicamente, que primero tiene que haber un ser que secundariamente se manifieste en un actuar.3 Precisamente, el hecho de que una persona pueda escoger realizar, mediante su voluntad en un determinado momento, una acción u otra, permite calificar dicha acción como moralmente buena o mala. Es muy importante recordar aquí que la inteligencia y la voluntad no existen por sí solas, sino que lo que existe es una persona concreta que piensa y quiere. Aquéllas son solamente manifestaciones de la persona, son su modo de ser, pero no son su ser. Van unidos a ella y resaltan su dignidad, pero no se la confieren. Si no fuese así, sólo serían personas los que dieran muestras evidentes de ser racionales y sólo durante los momentos en que actuaran racionalmente. Por tanto, la naturaleza humana no es el ejercicio puntual de actos inteligentes, libres, espirituales, Kierkegaard, S., Diario, 1854, XI, A. 485. Citado por Juan Luis Lorda en Antropología cristiana. Ediciones Palabra, Madrid 2004, p. 28. 3 Aristóteles, Metafísica, 1018b. 2 4 sino una capacidad radical de toda la persona, independientemente del grado en que la desarrolle y del uso concreto que pueda o quiera darle. De esta forma, un hombre que está dormido o en coma, un niño que aún no ha alcanzado el uso de razón o un deficiente psíquico no pueden actuar de acuerdo con esa naturaleza suya, pero son personas porque son individuos humanos. El concepto de dignidad humana se basa también en lo que la persona es, no en lo que tiene. “La palabra dignidad significa […] preeminencia, excelencia. El hombre supera en valor a todo lo no racional, sea animal, vegetal o mineral. Los bienes de la tierra, cualquiera que sea su cualidad o cantidad, son siempre inferiores al bien que es la persona. El ser persona es el bien más estimable que posee el hombre, y el que le confiere la máxima dignidad”.4 Por eso, la persona es fin en sí misma y posee una dignidad personal que la hace sujeto de derechos fundamentales, que son inalienables. La dignidad personal es independiente de los actos de la persona, de todas sus manifestaciones y va unida sólo a su carácter más íntimo, más original: a la individualidad de su ser. Es decir, lo que confiere la dignidad es el hecho mismo de ser individuo personal, el acto de ser. El ser es anterior a la acción, y, por tanto, la persona es anterior y más fundamental que el valor de la acción. Y es que, a menudo, se comete el error de considerar que la dignidad va unida a la naturaleza (modo de ser) y aún más a la racionalidad, entendida como ejercicio de inteligencia o de libertad. BIOLOGÍA CELULAR Todos los seres vivos están formados por una o varias células que constituyen la unidad anatómica y funcional de los mismos. También son las unidades genéticas o de perpetuación, ya que toda célula procede de otra anterior. La célula se considera como la unidad vital. Los seres vivos pueden estar constituidos por una célula (seres unicelulares) o por agregados de muchas células (seres pluricelulares, entre los que se encuentra la especie humana). En los organismos superiores, las células se especializan en cumplir funciones concretas, organizándose en sistemas o tejidos. Por ejemplo, el tejido epitelial está formado por láminas de células y cumple la función de recubrir las 4 Pardo Sáenz, J.M. Bioética práctica al alcance de todos. Ed. RIALP, S.A. Madrid, 2004, p. 21. 5 superficies internas y externas del organismo y, de la misma manera, el tejido muscular se compone de células capaces de contraerse produciendo fuerza mecánica. La célula está constituida por una serie de elementos: - Membrana externa: formada por proteínas y lípidos; separa la célula del medio externo y de otras células; permite el paso selectivo de sustancias. - Citoplasma: es una solución acuosa salada, que contiene moléculas disueltas 5 (proteínas, hidratos de carbono, grasas, etc.) y una serie de orgánulos, envueltos en membranas, que son los responsables de las distintas funciones celulares6: Ribosomas: responsables de la síntesis de proteínas. Retículo endoplásmico liso, relacionado con la síntesis, almacenamiento y transporte de lípidos. Retículo endoplásmico rugoso, con gran cantidad de ribosomas adosados a sus membranas, está relacionado con la síntesis de proteínas que tiene lugar en los ribosomas. Aparato de Golgi, donde se modifican algunas de esas proteínas, uniéndose a glúcidos (glucoproteínas) Mitocondrias: obtienen la energía que necesita la célula, a partir de nutrientes. Vesículas que distribuyen las proteínas activas hasta las partes de la célula donde van a efectuar su misión. Lisosomas: vacuolas que recogen productos de deshecho para su degradación. Citoesqueleto y estructuras de adhesión al sustrato y a otras células: es una red compleja de fibras de naturaleza proteica que se extiende por todo el citoplasma; se encargan del mantenimiento de la forma y comunicación celular. - Núcleo celular: tiene forma más o menos esférica; está rodeado de una membrana porosa. En su interior contiene los cromosomas, constituidos por largas moléculas de ADN formando una doble hélice. LOS CROMOSOMAS Se localizan en el núcleo celular. 5 6 Alberts, B. et al., The Molecular Biology of the Cell. Garland Publishing. New York 1994, p. 3. Cf. Lodish, H. et.al., Molecular Cell Biology. W.H. Freeman and Company. New York 2000, p. 7. 6 Están constituidos por largas moléculas de ADN formando una doble hélice, que se asocian a proteínas básicas (histonas) y a otras acídicas (no histonas), enrollándose a su alrededor y dando lugar a estructuras muy compactas. A lo largo del ciclo celular, se producen enrollamientos sucesivos, originando fibras de cromatina y especialmente durante la división de la célula, hasta que se forman las características figuras en “X”, con dos brazos o cromátidas de ADN de cadena doble, unidas por una zona más o menos central que se llama centrómero (y que está constituido por ADN de cadena sencilla). El número de cromosomas es característico de cada especie. Las células humanas tienen 46, distribuidos en 23 pares. De ellos, 22 son parejas de cromosomas homólogos llamados autosomas y los dos cromosomas restantes, son cromosomas sexuales, que en el caso de las mujeres son también homólogos (XX) y en el de los varones, no (XY). Cada una de las células del cuerpo humano o células somáticas contiene el mismo número de cromosomas (46). Sin embargo, las células germinales o gametos (ovocito y espermatozoide), sólo contienen la mitad de cromosomas y así, cuando se fusionen en el proceso de la fecundación, darán lugar a un cigoto cuyas células somáticas tendrán 46 cromosomas. Los gametos femeninos poseen 22 autosomas y un cromosoma sexual X; los espermatozoides también poseen 22 autosomas y un cromosoma sexual, que puede ser X (que al unirse con el ovocito determinará que el sexo del cigoto sea de sexo femenino) o Y (en cuyo caso, al fusionarse con el ovocito, dará lugar a un embrión de sexo masculino). EL ADN (ácido desoxirribonucleico, DNA o desoxirribonucleic acid en inglés) Cada cromosoma está formado por largas moléculas de ADN que tienen forma de doble hélice. Cada cadena de ADN está constituida por: - una sucesión lineal de moléculas de un azúcar llamado desoxirribosa - unidas por grupos fosfato 7 - unida a cada desoxirribosa, hay una base nitrogenada; las bases nitrogenadas son de dos tipos: pirimidinas: Citosina (C) y Timina (T) púricas: Adenina (A) y Guanina (G) Las dos cadenas de ADN se unen entre sí por medio de las bases nitrogenadas, que establecen uniones mediante puentes de hidrógeno, siguiendo las reglas de Watson y Crick, de forma que la Adenina se unirá siempre a Timina y la Guanina a Citosina. La información genética está codificada por la secuencia de bases nitrogenadas. Esta información son las “instrucciones” que recibe la célula para llevar a cabo una determinada función, concretamente, para sintetizar una proteína específica. En la mitocondria hay también una pequeña molécula de ADN, de forma circular, de cadena doble. Supone el 0.5 % de todo el ADN celular. Codifica para las proteínas implicadas en la función de la mitocondria. Se hereda siempre de la madre. El contenido total de ADN de una célula o de una especie, se denomina genoma.7 LAS PROTEÍNAS Las proteínas son el grupo de biomoléculas que tiene una gama más amplia de funciones en los seres vivos, algunas de ellas imprescindibles para el mantenimiento de la vida. Tienen una gran importancia biológica, tanto por su abundancia (suponen el 50% del peso celular), como por la diversidad de tipos que existen y la variedad de funciones que realizan. El proceso de síntesis de proteínas que se lleva a cabo en cada célula, sigue unas reglas que están contenidas en el ADN, concretamente en la secuencia de bases nitrogenadas. Estas reglas constituyen el código genético. LOS GENES Se considera que un gen es una secuencia o fragmento del ADN que forma los cromosomas y codifican la secuencia de aminoácidos de una proteína. Por tanto, los genes residen en los cromosomas que están localizados en el núcleo de las células y son los transportadores de la herencia. Cada una de las aproximadamente diez a cien 7 Muñoz, A. Cáncer. Genes y Nuevas Terapias. Ed. Hélice. Madrid, 1997, p. 50. 8 billones de células del cuerpo humano contiene el mismo número de cromosomas (46) y, por tanto, de genes (entre 70.000 y 100.000).8 Aunque resulte sorprendente, sólo una pequeña parte del genoma humano (2-3%) tiene capacidad codificante. 9 También resulta llamativo que un elevado porcentaje de ADN (incluso codificante) está constituido por secuencias repetidas de bases nitrogenadas. Entre ellas, hay que mencionar las secuencias “Alu”, formadas por centenares de pares de bases repetidas de modo disperso por el genoma y que son específicas y exclusivas de la especie humana. 10 Así pues, el genoma de todas las células somáticas que configuran los diversos órganos y tejidos de un ser humano, es exactamente idéntico; una célula de la piel posee los mismos genes que una célula cardiaca, aunque no todos los genes que configuran el genoma se expresan en cada célula, sino sólo aquéllos que son necesarios para que esta célula lleve a cabo su función; los demás genes quedan silenciados. EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA En la especie humana, mediante la relación sexual completa, se produce la introducción de los espermatozoides en el aparato sexual femenino. Son depositados en la vagina y desde ahí, ascienden por el cuello y el cuerpo del útero y llegan hasta el tercio externo de las trompas de Falopio, donde se encuentran con el ovocito (si se ha producido una ovulación), en cuestión de horas. De ellos, solamente uno conseguirá fecundar al ovocito. La cabeza de este espermatozoide consigue penetrar la zona pelúcida que rodea al ovocito y la membrana del ovocito. En la cabeza es donde el espermatozoide lleva su carga genética nuclear; ésta se fundirá con la del ovocito, dando lugar al cigoto. En unas 12-17 horas, tanto el óvulo como el espermatozoide reorganizan su material genético y forman los denominados pronúcleos femenino Muñoz, A. Cáncer. Genes y Nuevas Terapias. Ed. Hélice. Madrid, 1997, p. 50. Íbid., p. 56. 7 Íbid., p. 133. 8 9 y masculino, 9 respectivamente. Ambos migran hacia el centro del óvulo y se unen para formar el genoma del nuevo organismo.11 En 30 horas aproximadamente, se produce la primera división celular del cigoto y pasa al estadio de dos células, que se denominan “blastómeros”; continúa dividiéndose en los días siguientes, mientras avanza por la trompa. Durante este tiempo, se nutre de las reservas citoplasmáticas que existían en el ovocito. Cuando hay de 12 a 15 blastómeros (tres días después de la fecundación), penetra en el útero. Hacia el día 5º se inicia la anidación. Aproximadamente a los seis días de la fecundación, el embrión se fija en la superficie endometrial y va introduciéndose en la mucosa del endometrio. La implantación termina durante la segunda semana del desarrollo embrionario, alrededor del día 14.12 “Tras la unión de los gametos en el tercio externo de la trompa, comienza el desarrollo del nuevo ser”.13 El cigoto es propiamente un nuevo ser, con material genético propio, distinto del de sus progenitores y organizado en un número y tipo de cromosomas característico de la especie (humana en este caso). Recibe de su padre el 50% del material genético del núcleo y de su madre el otro 50% más todo el contenido citoplasmático. El sexo cromosómico del embrión queda determinado, en el momento de la fecundación, por el tipo de espermatozoide (X o Y) que fecunda al óvulo. A partir del momento en que se produce la recombinación del material genético del espermatozoide con el del ovocito, se establece un nuevo genoma, que acompañará al nuevo individuo hasta el final de sus días y que le confiere su identidad genética. Esta dotación genómica será la responsable, en gran parte, de la dirección del desarrollo del embrión, le conferirá la capacidad de llevar a cabo los diferentes procesos de diferenciación celular y la de poder elaborar sus propias proteínas, distintas de las proteínas de la madre, a lo largo de todo el desarrollo embrionario. 11 Cf. Alberts, B. et al., o.c., p. 1030. Zatti, M., La prospettiva del biólogo (Statuto biológico dell’embrione), en AA.VV., Procreazione artificiale e intervento nella genetica umana, Cedam, Padua 1987, pp. 180-193. Citado por Sgreccia, E., Manual de Bioética. Ed. Diana, México 1999, p.345. 13 Usandizaga, J.A.- de la Fuente, P., Tratado de obstetricia y ginecología. Vol. I. MacGraw-Hill Interamericana de España, S.A. Madrid 1997, p.105. 12 10 El cuerpo humano adulto posee unos tres trillones de células, que se derivan de una única célula, el cigoto, resultante de la fusión de un espermatozoide y un ovocito.14 La Biología Celular considera la célula como unidad de vida. El cigoto es una célula y, por tanto, en él hay vida. En el núcleo del cigoto se encuentra su genoma, que será el mismo durante todo su desarrollo embrionario y, posteriormente, en su vida fuera del útero materno durante las distintas fases de su desarrollo (niño, adulto, anciano) hasta su muerte. Mediante el análisis del genoma de un individuo humano en las diversas etapas de su vida, podemos determinar que genéticamente siempre se trata del mismo individuo. Por otra parte, sabemos que el resultado de toda generación es de la misma especie del principio generador; así, el cigoto es humano, porque humanos son el padre y la madre.15 Si, además, estudiamos el genoma presente en el cigoto, comprobaremos que en él se encuentran las secuencias Alu que, como se ha dicho anteriormente, son específicas y exclusivas de la especie humana. Así pues, vemos que en el cigoto hay vida, porque es una célula y que esta vida es humana, pues procede de padres humanos y posee en su genoma las secuencias propias de la especie humana. Es indudable, desde el punto de vista de la ciencia, que el fruto de la fecundación de un ovocito humano por un espermatozoide humano es un individuo de la misma especie que, desde el primer momento de su existencia, inicia un proceso de desarrollo continuo, de acuerdo con la programación biológica presente en su genoma. 16 Como consecuencia de los datos procedentes de la ciencia, hay que admitir que el embrión es un ser humano individual y concreto, real, que está en el primer estadio de su existencia, pero en el que no hay saltos cualitativos que lo conviertan en un ser distinto a partir de algún momento de su desarrollo, sino que es uno y es el mismo a lo largo de todo el proceso de su existencia. 14 Cf. Lodish, H. et. al., o.c., p. 12. Cf. Blázquez, N. Bioética. La nueva ciencia de la vida. BAC, Madrid 2000, p. 129. 16 Moore, K.L.-Persaud, T.V.N, Embriología clínica. MacGraw-Hill Interamericana. México 1999, p. 2. 15 11 Diversas organizaciones médicas nacionales e internacionales se han pronunciado en el sentido de considerar al embrión como un individuo de la especie humana desde el mismo momento de la fecundación. Entre ellas, cabe destacar: - La Sociedad Anatómica Española declara, en 1983, que “no existe ningún acontecimiento biológico durante el desarrollo de un nuevo ser, previo al del nacimiento, en que pueda hallarse la frontera entre lo prehumano y lo humano”. - El Informe Médico-Científico de la Real Academia de Doctores de Madrid, de 1983 afirma que “el aceptar que con la fecundación un nuevo ser viene a la existencia, no es ya cuestión de criterio ni opinión, sino un hecho incontrovertible”. - El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España afirma, también en 1983, que “el principio de la vida humana se sitúa en el mismo instante de la fecundación”. - La Real Academia de Medicina de España declara: “Esta Academia reconoce que la vida humana da comienzo en el momento mismo de la fecundación”. - La Academia de Ciencias Morales y Políticas afirma que “la índole humana del ser en gestación, desde que es concebido, se encuentra asegurada por el correspondiente código y mensaje genético”. - La Asociación Médica Mundial, en su Resolución de Ginebra de 1948, afirma que existe vida desde el momento de la fecundación. - La Asociación Médica Americana afirma lo mismo en su código ético de 1980. - La misma conclusión se estableció también en el Congreso Suizo de Bioética de 1986. - El Counseil for International Organization of Medical Sciences, de la OMS, en 1981 afirma que desde la fecundación existe vida humana. - El Código Internacional de Ética médica, adoptado en 1949 y enmendado posteriormente en 1968 y en 1983 contempla el respetar la vida humana desde el momento de la concepción17. En marzo de 2002, la Real Academia de Medicina de España pronunció de nuevo, afirmando que “no es admisible el término preembrión”, así como que “hace falta una legislación internacional que proteja al embrión”.18 En 2003, también en España, el Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Tecnológica emitió un informe en el que reconoce que “ningún científico duda [...] López Barahona, M. y Antuñano Alea, S., La clonación humana. Ed. Ariel S.A. Barcelona, 2002, pp. 20 y 21. 18 Diario Médico, 5 de marzo de 2002. 17 12 que la vida humana empieza en el momento de la fecundación” y declara que “la vida humana desde la etapa del embrión [...] merece un especial respeto, que no merecen otros organismos vivos”.19 CONSIDERACIONES ÉTICAS A partir de la visión del hombre y del origen de su dignidad que hemos estudiado hasta aquí, se pueden establecer algunos principios de orientación ética ante cualquier intervención de tipo biomédico sobre el hombre, que son fundamentalmente: 1. El respeto a la vida y a la integridad física de todo individuo humano. El respeto a la vida, su defensa y su promoción representan el primer imperativo ético del hombre para consigo mismo y para con los demás. La vida física es el valor fundamental sobre el que se asientan todos los demás valores humanos. Según este principio, no es éticamente aceptable la supresión directa y deliberada de la vida de alguien a favor de la vida ajena o de mejores condiciones político-sociales de otros, porque la persona es una totalidad de valor y no una mera parte de la sociedad. 2. El principio terapéutico. Establece que es lícito efectuar una intervención, incluso invasiva, siempre que sea en beneficio del sujeto sobre el que se realiza, para prevenir o curar una enfermedad y que no pueda llevarse a cabo de otra forma. En este caso, no es tanto la vida lo que está en juego, sino más bien la integridad física. Exige unas condiciones, que son: - que se trate de una intervención sobre la parte enferma o la que es causa directa del mal para salvar al organismo sano - que no exista otra forma de tratar la enfermedad - que haya una posibilidad razonable de éxito - que el paciente dé su consentimiento Con este principio se vincula una norma que se define como de la “proporcionalidad de las terapias”. Implica que, al aplicar una terapia, ésta se evalúe en el contexto de la totalidad de la persona, lo que exige una proporcionalidad entre los riesgos que supone y los beneficios que comporta. Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Técnica, Informe Investigación sobre células troncales, IV.1 y IV.4. Marzo 2003. 19 13 Igualmente, se relaciona con este principio, el criterio de justificación del “voluntario indirecto” o también la “acción de doble efecto”, uno positivo y otro negativo. Para que su aplicación sea correcta desde la perspectiva ética, se requiere también una serie de condiciones: - que la intención del agente se dirija hacia la finalidad positiva - que el efecto directo de la intervención sea el positivo - que el efecto positivo sea proporcionalmente superior o al menos equivalente al efecto negativo - que la acción no pueda ser sustituida por otra que no tenga los efectos negativos. Un ejemplo de este tipo de acción es el de la administración de morfina a un enfermo de cáncer para aliviar su dolor, que puede tener como efecto secundario una habituación, así como un posible acortamiento de la vida y la disminución de la resistencia física del sujeto. 3. La autonomía del paciente. Resulta imprescindible hoy en día para considerar éticamente correcta una determinada actuación médica, contar con el consentimiento del paciente después de haber sido convenientemente informado. En el caso de las personas incapaces de otorgar su consentimiento, habrá de obtenerse el de sus familiares más cercanos (padres o tutores legales en el caso de los menores), para una intervención de carácter terapéutico, quedando excluidos de toda investigación puramente experimental. NORMATIVA INTERNACIONAL Actualmente, existe una normativa internacional muy clara en relación a la defensa del respeto a la vida humana y a su dignidad. Entre estas normas, podemos destacar: 1. RESPETO A LA VIDA DE TODO INDIVIDUO HUMANO: - Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (1948) en su preámbulo y art. 2. 14 - Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de la UNESCO (1997) en sus art. 2 y 11. - Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005): preámbulo, art. 3. - Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo de Europa (1997-2000): en su art. 18 habla de garantizar una adecuada protección al embrión en los casos de experimentación con embriones in vitro. 2. PRINCIPIO TERAPÉUTICO: - Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de la UNESCO (1997) en su art. 5a. - Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos de la UNESCO (2003) en su art. 8d. - Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005) en sus art. 3b. - Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo de Europa (Oviedo 1997-2000) en sus art. 2 y 16. - Protocolo Adicional al Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina, sobre la investigación biomédica (2004) en su art. 3, 6 y 15. 3. AUTONOMÍA DEL PACIENTE: - Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de la UNESCO (1997) en su art. 5b y e. - Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos de la UNESCO (2003) en su art. 6d. - Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO (2005) en su art. 6a. - Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo de Europa (Convenio de Oviedo,1997-2000) en sus art. 5 y 16. - Protocolo Adicional al Convenio de Oviedo, sobre la investigación biomédica (2004) en sus art. 13 y 15. 15 INCUMPLIMIENTO A pesar de todos estos principios éticos y legales, recogidos por las diversas normativas, la realidad es que no se cumplen en multitud de ocasiones, concretamente en lo que se refiere a la vida humana en sus primeros estadios. Podemos mencionar, entre otros, los siguientes ejemplos en los que se violan los derechos fundamentales de la persona humana, comenzando por el derecho a la vida: - Interrupción voluntaria del embarazo. - FIV con crioconservación de embriones sobrantes. - Experimentación con estos embriones. - Clonación humana. - Manipulación genética. - Selección preimplantacional de embriones, mediante diagnóstico genético. Vamos a detenernos a analizar este último caso, en qué consiste, con qué finalidades se emplea y cuáles son sus implicaciones éticas. EL DIAGNÓSTICO GENÉTICO PREIMPLANTACIONAL Consiste en estudiar el perfil genético de los embriones obtenidos mediante una fertilización in vitro. Actualmente, la técnica permite tomar solamente una célula y, de esta forma, no se daña el futuro desarrollo del embrión. El desarrollo de esta técnica ofrece buenas expectativas para aquellos casos en los que se hará posible detectar y tratar enfermedades de origen genético en fases tempranas. La finalidad del diagnóstico genético preimplantacional puede ser, a su vez, doble: a) Por una parte, para seleccionar aquellos embriones sanos, que no son portadores de un gen concreto, por ejemplo en el caso de padres portadores de alguna alteración genética causante de enfermedades graves, como puede ser por ejemplo, la corea de Huntington. En diversas publicaciones, tanto científicas como de divulgación, han tenido gran repercusión, noticias a este respecto, presentándolas como verdaderos logros de la ciencia. Por ejemplo, el caso que aquí presento en el que aparece como titular: “La FIV libera a un niño de la corea de Huntington”. Al leer la noticia con detalle, nos encontramos con que lo 16 que hicieron estos científicos fue fabricar 10 embriones in vitro, de los que solamente pudieron estudiar 9; de éstos, 7 poseían el gen defectuoso, por lo que fueron “desestimados”. Según el equipo médico: “El único fin para el que los podemos emplear es para confirmar el diagnóstico y profundizar en el conocimiento de la enfermedad”. Los dos embriones sanos fueron implantados en el útero materno y, finalmente, se logró una gestación única. Afirman, además, que el diagnóstico preimplantacional se dirige hacia la consecución de hijos sanos en parejas con alguna enfermedad importante y que, “desde esta perspectiva, es terapéutica”. b) Por otra parte, se lleva a cabo la selección de embriones en los casos en que la pareja ha tenido un hijo que padece alguna grave enfermedad de origen genético y la única terapia eficaz es el transplante de médula ósea de algún donante compatible. En este caso, se someten a fecundación in vitro y, de los embriones resultantes, se seleccionan aquéllos que cumplan las dos condiciones: no ser portadores del mismo gen causante de la enfermedad y, además, ser compatible con el hermano enfermo. Son los llamados “niños-medicamento” o “a la carta” o “de diseño”. De este caso, también se han publicado varios ejemplos en los últimos años. Uno de los que tuvieron mayor repercusión fue el de Adam Nash. Una pareja estadounidense tenían una hija de seis años, enferma de anemia de Fanconi. Se sometieron a FIV, mediante la cual se obtuvieron 15 embriones. De ellos, sólo dos cumplían las dos condiciones: estar libres de la enfermedad y ser compatibles con la niña. Decidieron implantar uno de ellos en el útero materno, que se desarrolló normalmente y, tras su nacimiento, donó células de su cordón umbilical a su hermana, para su curación. El niño se llamaba Adam. Los otros embriones fueron eliminados. Entre ellos, había algunos que portaban el gen de la enfermedad y otros eran perfectamente sanos aunque incompatibles con su hermana. En ambos casos, los embriones seleccionados se transfieren al útero de la madre y se permite su desarrollo. Los embriones que no se implantan se congelan o se eliminan. Como hemos visto, incluso en algún caso, se admite abiertamente que el único fin para el que se pueden 17 emplear es para el de investigar en ellos acerca de las alteraciones genéticas que portan o que fueron eliminados. Consideraciones éticas respecto a estos casos: Volviendo a lo que hemos visto acerca del embrión humano, sabemos que es una vida humana desde el primer estadio de su desarrollo, el de cigoto y, por tanto, digno de respeto y sujeto de todos los derechos propios del ser humano. Entre ellos, el derecho a la vida y el derecho a no ser discriminado en razón de su raza, sexo o, en este caso, genes. Por otra parte, la presencia de una enfermedad no hace que ese individuo humano pierda su realidad ontológica ni la dignidad inherente a ella. Incluso es digno de una mayor atención y dedicación tanto por parte de sus familiares más cercanos, como de las autoridades. Por tanto, en este caso, resulta evidente que se está dando más valor a unas vidas humanas que a otras a las que no se les está reconociendo su dignidad de ser humanos ni respetando sus vidas ni su integridad física. Se hace una selección, salvando los sujetos sanos y eliminando los enfermos, lo que sin duda es un claro caso de eugenesia. Por último, el ser humano es un fin en sí mismo y no un medio para conseguir otra cosa, aunque en el caso de los niños de diseño, sea una cosa buena en principio, como es salvar otra vida humana. Tener un hijo para salvar a otro, es cosificar a un ser humano, buscando exclusivamente un fin utilitarista y esto atenta contra la dignidad de la persona. ALTERNATIVAS A LOS NIÑOS-MEDICAMENTO - CÉLULAS MADRE DE CORDÓN UMBILICAL - CÉLULAS MADRE ADULTAS: compatibilidad inmunológica - XENOTRANSPLANTES: órganos y tejidos de animales - CÉLULAS iPS (Pluripotenciales Inducidas): en investigación 18 CONCLUSIONES Como conclusión del análisis que hemos realizado, se puede decir que la ciencia nos muestra, sin lugar a dudas, que el inicio de la vida humana tiene lugar en el momento de la fecundación de un ovocito femenino por un espermatozoide masculino y que, a partir de ese momento, el desarrollo del nuevo ser se producirá de un modo continuo durante las diversas etapas de su vida (niño, adulto, anciano) hasta su muerte. En este sentido se han pronunciado las mayores autoridades científicas del mundo y se puede decir que existe un consenso generalizado. Sin embargo, el problema que se plantea y que da origen a las discusiones de tipo ético, es el de si consideramos al individuo humano en sus primeras fases de desarrollo como una ser humano y, por tanto, sujeto de los mismos derechos que todos los demás seres humanos o no. Tras el análisis de los datos que nos ofrece la ciencia, hay que admitir que el embrión es un individuo de la especie humana. El embrión es un ser humano individual y concreto, real, que está en el primer estadio de su existencia, pero en el que no hay saltos cualitativos que lo conviertan en un ser distinto a partir de algún momento de su desarrollo, sino que es uno y el mismo a lo largo de todo el proceso de su existencia. Igualmente, podemos establecer que la vida física representa el fundamento primero e indispensable de todos los demás valores personales, por lo que la supresión de la vida física de cualquier persona humana supone la supresión total de todos los valores temporales que se fundamentan en ella. Por otra parte, la sociedad tiene su origen y su fundamento en las personas. Es, por consiguiente, de la persona y para la persona. Por esta razón, quien autoriza el dar muerte directamente a una persona inocente lesiona el valor en que se funda toda la sociedad. En relación a los nuevos descubrimientos científicos y aplicaciones tecnológicas en el campo de la biomedicina, quiero volver a la idea esperanzadora de las grandes expectativas que para un futuro confío en que no muy lejano, ofrecen las biotecnologías, una vez que se hayan logrado superar las dificultades técnicas y siempre que se apliquen de forma adecuada, para ayudar al hombre, a cada hombre. La ciencia debe estar al servicio del ser humano y no al revés. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su vigésimo primera edición, “Política” es, entre otras definiciones, la “actividad de los que rigen 19 o aspiran a regir los asuntos públicos” pero también la “actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto o de cualquier otro modo”. Así pues, para concluir, quiero hacer una petición a todos aquellos que tienen alguna responsabilidad en la sociedad, particularmente aquellos que pueden intervenir e influir en los asuntos públicos con su opinión, ya sean políticos, profesores, médicos, juristas, filósofos, periodistas o padres de familia, para que hagan el esfuerzo de acercarse a estas cuestiones, con espíritu abierto y sin miedo al compromiso, porque no podemos dejar pasar más tiempo sin hacer algo para evitar que cada día seres humanos indefensos sean eliminados o utilizados. Es importante que nos esforcemos por conocer y profundizar más en estos temas, que tanto están afectando a muchas personas en nuestra sociedad, sin que podamos determinar el alcance de sus consecuencias en el futuro. Tenemos el deber moral de promover y defender el verdadero valor de la vida humana, de cada vida humana. De esta forma contribuiremos, sin duda de forma muy considerable, a construir un mundo más justo y más humano. 20 ANEXO: Argumentos de discusión En 1984 fue publicado en Londres un informe del gobierno británico titulado Report of the Committee of Inquiry into Human Fertilisation and Embryology,20 conocido como el Informe Warnock, por haber sido redactado bajo la dirección de la profesora Mary Warnock. La elaboración de este informe fue motivada por el nacimiento, en 1978, de Louise Brown, el primer ser humano generado mediante las técnicas de fecundación in vitro, y por la rapidez con que se extendieron después estas técnicas, lo cual abrió un amplio campo de investigación en embriología. El Informe Warnock fue un documento pionero y ha tenido una gran importancia posteriormente, ya que en él se ha inspirado la mayoría de las normativas existentes en materia de Bioética. En dicho informe se reconoce que la vida embrionaria comienza en el momento de la fecundación del ovocito por el espermatozoide y que el embrión humano debe ser protegido de alguna manera, pero tal protección queda condicionada a los sentimientos de los demás, sin llegar al reconocimiento del derecho fundamental a su propia vida como individuo humano. De hecho, le es negada la categoría de humanidad. El Informe Warnock reconoce la realidad unitaria del cigoto pero, al mismo tiempo, introduce el término pre-embrión para designar al embrión antes de los 14 días de existencia, límite en el que algunos consideran que todavía no es un ser humano; este término, que es artificial, fue acuñado por la Dra. MacLaren “por influjo de cierta presión ajena a la comunidad científica”, según escribió ella misma después. 21 Empleando dicho término, se buscaba atenuar la reacción de la opinión pública, previsiblemente contraria a la utilización indiscriminada de los embriones hasta los 14 días, por parte de los investigadores. Se han utilizado diversos argumentos para tratar de contradecir la afirmación de que el cigoto o el embrión en sus primeros estadios de desarrollo sea un individuo humano; entre estos argumentos, cabe destacar: 20 Dame Mary Warnock DBE (Chairman), Report of the Committee Of Into Human Fertilisation and Embryology (Londres, 1984). Citado en Blázquez, N., o.c., pp. 12 ss. 21 A. McLaren, “Prelude to embryogenesis”, en The CIBA Foundation (ed.), Human embryo research: yes or no? . Tavistok publication, Londres, 1986, 5-23. Citado en López Barahona, M. y Antuñano Alea, S., o.c., p. 30. 21 1) En primer lugar, se ha pretendido demostrar que existe discontinuidad en el cigoto durante los 14 días a partir del momento de la fecundación, hasta que se origina el disco embrionario o la estría primitiva; así, la fecundación pondría en marcha un proceso de división celular y nada más, dando lugar a un puñado amorfo de células, precursor del embrión.22 Como ya hemos visto, a partir de la fecundación, se origina una unidad orgánica, con un genoma propio y único, diferente del de sus padres e incluso al de los gametos separados, que coordina todos los procesos que van dando lugar a las sucesivas divisiones y al desarrollo del embrión. En respuesta a esta objeción, Angelo Serra recuerda que: “ésta [la línea primitiva] no representa sino el punto de llegada de un proceso ordenado secuencialmente, sin soluciones de continuidad, que se inicia desde el momento en que se formó el cigoto.”23 Este mismo hecho se puede comprobar mediante las técnicas de fecundación in vitro que se realizan en los laboratorios por las que se generan embriones que se implantan en el útero de una mujer, en el convencimiento de que lo que se obtendrá será un individuo humano. El doctor Lejeune hizo la siguiente afirmación a este respecto: “... cada individuo tiene un origen exacto: el momento de la fecundación. La fecundación artificial lo demuestra. De ahí que el doctor Edwards y el doctor Steptoe, cuando volvieron a situar el embrión de Luise Brown – primera niña probeta del mundo – en el seno de la madre, estuvieran perfectamente seguros de que ese embrión no era ni un tumor, ni un animal sino un ser humano en su extrema juventud. Después de más de mil casos de fecundación extracorpórea realizados en el mundo, una doble evidencia se impone: el embrión humano se desarrolla completamente por sí solo, por su propia virtud y está dotado de una increíble vitalidad”.24 2) Otros han alegado que no se da una unidad orgánica en el producto inmediato de la fecundación, porque muchas veces la división inicial del cigoto no termina en embrión; unas veces porque no alcanza el estadio de implantación o no anida 22 Ford, N.M., When did I begin? Conception of the human individual in history, philosophy and science. Cambridge, University Press, 1988, pp. 139, 148 y 159. Traducción tomada de Angelo Serra en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), El inicio de la vida. BAC, Madrid 1999, p. 41. Serra, A., Embrione umano, scienza e medicina – In margine al recente documento vaticano, “La Civiltà Católica”, 1987, II, 247-261. Citado en Sgreccia, E., Manual de Bioética. Ed. Diana, México 1999, p. 346. 24 Lejeune, J., ¿Qué es el embrión humano? Rialp, Madrid 1993. 23 22 adecuadamente en la pared uterina. Sin embargo, estos fallos no contradicen la unidad orgánica del cigoto, sino que son debidos a circunstancias adversas ajenas a la naturaleza intrínseca del mismo. Son meros accidentes que imposibilitan el desarrollo del programa biológico que se halla impreso en el genoma. Las causas externas pueden interrumpir el desarrollo del embrión, pero de esto no se puede deducir que el embrión no sea capaz de un desarrollo autónomo si se le deja vivir en condiciones normales. El momento de la implantación del embrión en la pared uterina es muy importante pero, en realidad, sólo supone un cambio en la fuente de alimentación, mediante la cual, la reserva alimenticia que se contenía en el óvulo es sustituida por la sangre materna que llega a través de la anidación en el útero.25 Efectivamente, si no se produce la implantación el embrión morirá, pero depende de la madre sólo de forma extrínseca; la madre lo nutre y no podría vivir sin ella, pero de igual modo el recién nacido tampoco puede prescindir de ella. El embrión posee una autonomía que es análoga a la del resto de los individuos humanos, incluso adultos, en cuanto al alimento o al aire que respiramos; por ejemplo, si no alimentamos a un bebé tampoco sobrevivirá; y lo mismo ocurrirá si un adulto trata de permanecer una hora bajo el agua sin recibir aporte de aire. Por tanto, que el embrión necesite implantarse en la pared del útero para sobrevivir, no niega la unidad y viabilidad intrínseca del individuo, en este caso del embrión, sino que pone de manifiesto la necesidad de que cuente en cada momento de su desarrollo, con el ambiente adecuado. No es la anidación lo que hace que el embrión sea embrión, de igual manera que no es la leche materna la que hace que el bebé sea bebé. Otra prueba de la autonomía del embrión es que toma lo necesario para sobrevivir del medio en que se encuentra, que es el organismo de la madre, pero el nuevo organismo se forma bajo el dictado autodeterminativo de sus genes, que se van manifestando, sin duda al contacto e interacción con el exterior pero que, básicamente, se expresan de acuerdo con un plan establecido y autónomamente.26 Cf. Monge, F., El Estatuto del embrión humano en base a los datos biológicos: Cuadernos de Bioética 21/1 (1995) 12. 26 Abellán Salort, J.C. en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), El inicio de la vida. BAC, Madrid 1999, p. 241. 25 23 La autonomía del embrión se demuestra, asimismo, mediante la existencia de la fertilización in vitro, que reproduce en el laboratorio el inicio y desarrollo de las primeras fases de la vida del embrión, que tiene lugar normalmente en el cuerpo de la madre. Por otra parte, existen numerosos casos de desarrollo de embriones y fetos animales totalmente fuera del útero materno hasta estadios muy avanzados,27 lo cual indica que la coexistencia con la madre es una “solución conveniente” sabiamente dispuesta y “crucial para el buen desarrollo”,28 pero no absolutamente necesaria. Y, en todo caso, no es lo que da origen a la vida. Finalmente, parece poco razonable que la implantación sea indispensable para que un ser humano se constituya en su esencia de ser humano y pueda pertenecer a la comunidad humana.29 3) Se argumenta también contra la unidad intrínseca del cigoto aduciendo al fenómeno de la gemelación, que se puede producir en las primeras fases del desarrollo embrionario. 30 Sin embargo, una célula no carece de individualidad propia por el hecho de que pueda dar lugar a otra semejante a ella. Cada cigoto humano tiene existencia propia y distinta de la de cualquier otro y, en este sentido, individualidad. Después, inicia su desarrollo actuando su propia potencialidad, pudiendo dar lugar a uno o varios embriones. Todo lo que acontece desde el momento de la fecundación, depende de la programación orgánica grabada en el genoma del cigoto que se constituye en el momento de la fecundación. Además, si tenemos en cuenta que el 99% de los cigotos que se desarrollan dan lugar a un solo organismo, lo lógico es concluir que el cigoto está determinado por sí mismo a desarrollarse en un único sujeto. 27 Billington, W.D.-Graham, C.F.-McLaren, A., Extrauterine development of mouse blastocysts cultured “in vitro” from early cleavage stages, en Journal of Embriology and Experimental Morphology 20 (1968), 391-399; New, D.A.T.-Mizell, M., Opposum fetuses grown in culture: Science 175 (1972), 533536; Hsu, Y.C., Differentiation “in vitro” of mouse embryos to the stage of early somite: Development Biology 33 (1973) 403-408; Rogers, P.A.- Mac Pherson, A.M.- Beaton, L.A., Embryo implantation in the anterior chamber of the eye: Annales N.Y. Acad. Sciences 451 (1988) 455-464. Citado por Angelo Serra en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), o.c., p. 43. 28 Heyner, S., Growth factors in preimplantation development: role of insulin and insulin-like growth factors: Early Pregnancy 3 (1997) 153-163. Citado en Angelo Serra en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), o.c., p. 43. 29 Angelo Serra en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), o.c., p. 43. 30 Íbid., p. 42. 24 El análisis de los mecanismos que llevan a la formación de los gemelos monocigóticos permite concluir que, cualquiera que sea su origen, se trata posiblemente de un error genético o ambiental inducido que, en oportunas situaciones, lleva a la formación y separación de un nuevo embrión. Esta afirmación sugiere que existe un “primer” individuo que prosigue su camino y un “segundo” individuo que se origina del primero y continúa independientemente su curso.31 No es que un individuo se convierta en dos, sino que de un individuo se origina otro; un individuo da origen a otro, sin perder la propia individualidad originaria. Había un sistema biológico unitario, un individuo humano del cual “se separa” una parte compuesta por una o más células que, siendo todavía totipotentes, pueden continuar el desarrollo como un nuevo organismo individual desde el momento de la separación; el primer sistema “no incluía” el segundo, pero este último “ha tenido origen” en el primero. No hay un individuo que sea al mismo tiempo dos individuos distintos, sino que hay un individuo que da origen a otro individuo. 4) Otros han ido más lejos, negando la condición de sujeto humano al embrión antes de las ocho semanas de vida, basándose en que no hay actividad cerebral hasta ese momento; según esto, mantienen que no hay individuo humano hasta que no está suficientemente desarrollado el sistema nervioso central, especialmente el cerebro, así como las funciones coordinadas por ellos.32 Este argumento supone reducir al hombre a su capacidad intelectual mientras que, como hemos visto más arriba, sabemos que el ser humano es digno precisamente por ser persona y no por sus manifestaciones intelectuales. Además, el desarrollo embrionario es un proceso unitario de todas las partes que se van formando, sin saltos cualitativos, sino como expresión de las potencialidades inscritas en el genoma del cigoto. Después de la fecundación, no existe cambio “sustancial” alguno en el embrión. El cigoto es el mismo ser individual antes y después de las primeras divisiones celulares y durante toda su vida hasta el momento de su muerte. Íbid., p. 45. Donceel, J.F., Immediate animation and delayed hominization. Theological Studies 31 (1970) 76-110. Citado por Angelo Serra en López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), o.c., p. 42. 31 32 25 5) Algunos, por último, incluso han considerado que solamente puede aplicarse la categoría de humano a aquellos individuos que hayan alcanzado la morfología humana o la diferenciación sexual Esto supone una reducción de la persona a su aspecto físico o a su condición sexual lo cual, si cabe, tiene aún menos sentido, ya que la forma del cuerpo humano es muy diversa entre los distintos individuos y en un mismo individuo, en las diferentes etapas de su vida. En cuanto a la diferenciación sexual, sabemos que ya está determinada desde el momento de la fecundación, en los cromosomas llamados sexuales, que en el caso del varón, serán XY y en el de la mujer, XX. Ninguno de estos argumentos demuestra que un cigoto no sea un nuevo ser humano, ya que el hecho es que, desde el momento de la fecundación, se inicia un proceso de desarrollo y maduración continua de ese nuevo ser que durará hasta su muerte, mediante una sucesión de etapas. No hay ningún dato biológico que pueda sugerir un cambio cualitativo a partir del cual se pueda decir que surge una nueva realidad, pasando de ser no-humana a humana. Es decir, no hay ningún hecho o característica biológica en el proceso de desarrollo vital, desde la fecundación, que indique una diferencia sustancial. 26 BIBLIOGRAFÍA - Alberts, B. et al., The Molecular Biology of the Cell. Garland Publishing. New York 1994. Aristóteles, Metafísica. Ed. Gredos, Madrid 1990. Boecio, De persona et duabus naturis. Ed. 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