Download el comienzo de la vida humana

Document related concepts

Desarrollo prenatal wikipedia , lookup

Embrión wikipedia , lookup

Embriogénesis humana wikipedia , lookup

Teratología wikipedia , lookup

Implantación del embrión humano wikipedia , lookup

Transcript
1
PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA Y PAZ»
La política, forma exigente de caridad
SEMINARIO INTERNACIONAL
20-21 de junio de 2008
POLÍTICA,
ECOLOGÍA
HUMANA
Y
NATURAL:
EL
CASO
DE
LAS
BIOTECNOLOGÍAS (Mª del Carmen Romero Paredes)
Durante las últimas décadas, se han multiplicado los descubrimientos científicos y el
desarrollo de nuevas técnicas en el campo de la Biología, que han tenido una enorme
repercusión en la salud y la vida humanas. Pensemos en los nuevos descubrimientos
genéticos, las técnicas de reproducción artificial, los métodos anticonceptivos, los
avances respecto a los transplantes de órganos y tejidos, etc.
El desarrollo de estas disciplinas ha sido espectacular durante el siglo XX y
especialmente, durante sus últimas décadas, desde que en 1969 se descubriera una
enzima (la endonucleasa de restricción) capaz de “cortar” el ADN en puntos
determinados. También existen otras enzimas (llamadas ligasas) que pueden unir los
trozos de ADN que han sido cortados. De esta forma, surgió la ingeniería genética,
que ha permitido, entre otras cosas, poder fabricar en el laboratorio sustancias muy
importantes para el hombre, como la insulina, el interferón, las vacunas antigripales y
antihepatitis A y B.
La ingeniería genética se ha aplicado a los vegetales y a los animales, introduciendo
nuevos genes en su genoma, de forma que se obtengan mejoras en ellos, como por
ejemplo, plantas resistentes a productos tóxicos o a insectos, animales de mayor
tamaño o que en su leche contengan productos de interés farmacológico.
En los primeros momentos, se levantaron voces que alertaban sobre los posibles
peligros de todas estas investigaciones aunque, al ir aplicándose las técnicas, se han
ido disipando los temores y se considera que la ingeniería genética ofrece grandes
expectativas para resolver algunos problemas graves de la humanidad. Es indudable
que los mayores riesgos que se derivan de estas técnicas es la de hacer un mal uso
de ellas, como por ejemplo, la fabricación de armas biológicas.
2
Sin embargo, la aplicación de las nuevas técnicas al ser humano, provoca una gran
incertidumbre sobre si se puede considerar éticamente correcta o no. La ciencia va
incorporando a una velocidad vertiginosa, nuevos descubrimientos que permiten la
intervención del hombre sobre la vida. El hombre se ha hecho capaz de hacer brotar
vida humana en el laboratorio e incluso de variar el patrimonio genético de su propia
especie, hasta llegarse incluso a hablar de un nuevo darwinismo, en el que el científico
podría provocar una evolución de la especie humana, introduciendo nuevas
mutaciones en el sentido que quisiera.1
Se plantea el dilema de si todo lo que es técnicamente posible, es éticamente correcto.
Ante esta cuestión, han surgido actitudes muy diferentes, incluso contrapuestas,
siendo el origen de esta diversidad de criterios el concepto que se tiene del hombre y
de su dignidad en cada una de las corrientes de pensamiento y también, de modo
particular, la pregunta sobre si el embrión humano en sus primeras fases de desarrollo
es realmente un individuo de la especie humana y, por ello, sujeto de los mismos
derechos que los demás individuos de nuestra especie.
Estos puntos resultan fundamentales, pues de cómo se considere al hombre y de que
se reconozca al embrión como un individuo humano o no, dependerá el que se puedan
considerar éticamente aceptables o no ciertas actuaciones científicas o técnicas sobre
el hombre en cualquiera de las etapas de su vida, desde la simple aplicación de un
determinado tratamiento médico, hasta la clonación, la congelación de embriones, la
eutanasia o las diversas formas de experimentación con seres humanos.
Yo seguiré en mi exposición el modelo llamado personalista, porque creo que es el
que mejor se corresponde con la realidad acerca de lo que es el ser humano.
En este modelo, se considera que todo hombre es persona, constituida por un cuerpo
animado por un espíritu y dotado de una dignidad única entre todos los seres de la
creación. Cada individuo de la especie humana es un ser único, originalísimo e
irrepetible, que vale por lo que es y no por las acciones que puede llevar a cabo.
Desde el momento de su concepción hasta el de su muerte y en cualquier situación de
sufrimiento, enfermedad, salud o bienestar, la persona humana es la medida de lo
lícito y lo ilícito.
1
Cf. Sgreccia, E., Manual de Bioética. Ed. Diana, México 1999, p.212.
3
Cada individuo de la especie humana vale por lo que es, como hemos dicho; es decir,
vale precisamente por el hecho de ser un individuo de la especie humana.
La persona designa siempre lo singular, lo individual. Las demás cosas de la creación
pueden ser también individuales, pero en un sentido muy diferente; interesan en
cuanto a sus propiedades y a las operaciones específicas de sus naturalezas. Todos
los individuos de una misma especie son intercambiables entre sí (por ejemplo, una
vaca por otra vaca de características similares en cuanto a cantidad y calidad de
producción de leche en una granja). Por el contrario, la persona humana es un
individuo único, irrepetible e insustituible. Cada persona es única, irrepetible e
insustituible. Kierkegaard afirma: “En todo el género animal, la especie es la cosa más
alta, es la idealidad; el individuo, en cambio, es una realidad precaria que de continuo
surge y desaparece. Sólo en el género humano, la situación […] se invierte y el
individuo es más alto que el género”.2 Por tanto, la persona humana se identifica con
el individuo en la especie humana; el estatuto de persona se aplica a cada individuo de
la especie humana.
La naturaleza humana es racional. El adjetivo “racional” indica las facultades de
inteligencia y voluntad propias del ser humano. Esto supone, lógicamente, que primero
tiene que haber un ser que secundariamente se manifieste en un actuar.3
Precisamente, el hecho de que una persona pueda escoger realizar, mediante su
voluntad en un determinado momento, una acción u otra, permite calificar dicha acción
como moralmente buena o mala.
Es muy importante recordar aquí que la inteligencia y la voluntad no existen por sí
solas, sino que lo que existe es una persona concreta que piensa y quiere. Aquéllas
son solamente manifestaciones de la persona, son su modo de ser, pero no son su ser.
Van unidos a ella y resaltan su dignidad, pero no se la confieren.
Si no fuese así, sólo serían personas los que dieran muestras evidentes de ser
racionales y sólo durante los momentos en que actuaran racionalmente. Por tanto, la
naturaleza humana no es el ejercicio puntual de actos inteligentes, libres, espirituales,
Kierkegaard, S., Diario, 1854, XI, A. 485. Citado por Juan Luis Lorda en Antropología cristiana.
Ediciones Palabra, Madrid 2004, p. 28.
3
Aristóteles, Metafísica, 1018b.
2
4
sino una capacidad radical de toda la persona, independientemente del grado en que
la desarrolle y del uso concreto que pueda o quiera darle. De esta forma, un hombre
que está dormido o en coma, un niño que aún no ha alcanzado el uso de razón o un
deficiente psíquico no pueden actuar de acuerdo con esa naturaleza suya, pero son
personas porque son individuos humanos.
El concepto de dignidad humana se basa también en lo que la persona es, no en lo
que tiene. “La palabra dignidad significa […] preeminencia, excelencia. El hombre
supera en valor a todo lo no racional, sea animal, vegetal o mineral. Los bienes de la
tierra, cualquiera que sea su cualidad o cantidad, son siempre inferiores al bien que es
la persona. El ser persona es el bien más estimable que posee el hombre, y el que le
confiere la máxima dignidad”.4 Por eso, la persona es fin en sí misma y posee una
dignidad personal que la hace sujeto de derechos fundamentales, que son inalienables.
La dignidad personal es independiente de los actos de la persona, de todas sus
manifestaciones y va unida sólo a su carácter más íntimo, más original: a la
individualidad de su ser. Es decir, lo que confiere la dignidad es el hecho mismo de ser
individuo personal, el acto de ser. El ser es anterior a la acción, y, por tanto, la persona
es anterior y más fundamental que el valor de la acción. Y es que, a menudo, se
comete el error de considerar que la dignidad va unida a la naturaleza (modo de ser) y
aún más a la racionalidad, entendida como ejercicio de inteligencia o de libertad.
BIOLOGÍA CELULAR
Todos los seres vivos están formados por una o varias células que constituyen la
unidad anatómica y funcional de los mismos. También son las unidades genéticas o de
perpetuación, ya que toda célula procede de otra anterior. La célula se considera como
la unidad vital.
Los seres vivos pueden estar constituidos por una célula (seres unicelulares) o por
agregados de muchas células (seres pluricelulares, entre los que se encuentra la
especie humana). En los organismos superiores, las células se especializan en cumplir
funciones concretas, organizándose en sistemas o tejidos. Por ejemplo, el tejido
epitelial está formado por láminas de células y cumple la función de recubrir las
4
Pardo Sáenz, J.M. Bioética práctica al alcance de todos. Ed. RIALP, S.A. Madrid, 2004, p. 21.
5
superficies internas y externas del organismo y, de la misma manera, el tejido
muscular se compone de células capaces de contraerse produciendo fuerza mecánica.
La célula está constituida por una serie de elementos:
-
Membrana externa: formada por proteínas y lípidos; separa la célula del medio
externo y de otras células; permite el paso selectivo de sustancias.
-
Citoplasma: es una solución acuosa salada, que contiene moléculas disueltas 5
(proteínas, hidratos de carbono, grasas, etc.) y una serie de orgánulos, envueltos
en membranas, que son los responsables de las distintas funciones celulares6:

Ribosomas: responsables de la síntesis de proteínas.

Retículo endoplásmico liso, relacionado con la síntesis, almacenamiento y
transporte de lípidos.

Retículo endoplásmico rugoso, con gran cantidad de ribosomas adosados a
sus membranas, está relacionado con la síntesis de proteínas que tiene lugar
en los ribosomas.

Aparato de Golgi, donde se modifican algunas de esas proteínas, uniéndose a
glúcidos (glucoproteínas)

Mitocondrias: obtienen la energía que necesita la célula, a partir de nutrientes.

Vesículas que distribuyen las proteínas activas hasta las partes de la célula
donde van a efectuar su misión.

Lisosomas: vacuolas que recogen productos de deshecho para su degradación.

Citoesqueleto y estructuras de adhesión al sustrato y a otras células: es una
red compleja de fibras de naturaleza proteica que se extiende por todo el
citoplasma; se encargan del mantenimiento de la forma y comunicación celular.
-
Núcleo celular: tiene forma más o menos esférica; está rodeado de una membrana
porosa. En su interior contiene los cromosomas, constituidos por largas moléculas
de ADN formando una doble hélice.
LOS CROMOSOMAS
Se localizan en el núcleo celular.
5
6
Alberts, B. et al., The Molecular Biology of the Cell. Garland Publishing. New York 1994, p. 3.
Cf. Lodish, H. et.al., Molecular Cell Biology. W.H. Freeman and Company. New York 2000, p. 7.
6
Están constituidos por largas moléculas de ADN formando una doble hélice, que se
asocian a proteínas básicas (histonas) y a otras acídicas (no histonas), enrollándose a
su alrededor y dando lugar a estructuras muy compactas.
A lo largo del ciclo celular, se producen enrollamientos sucesivos, originando fibras de
cromatina y especialmente durante la división de la célula, hasta que se forman las
características figuras en “X”, con dos brazos o cromátidas de ADN de cadena doble,
unidas por una zona más o menos central que se llama centrómero (y que está
constituido por ADN de cadena sencilla).
El número de cromosomas es característico de cada especie. Las células humanas
tienen 46, distribuidos en 23 pares. De ellos, 22 son parejas de cromosomas
homólogos llamados autosomas y los dos cromosomas restantes, son cromosomas
sexuales, que en el caso de las mujeres son también homólogos (XX) y en el de los
varones, no (XY).
Cada una de las células del cuerpo humano o células somáticas contiene el mismo
número de cromosomas (46).
Sin embargo, las células germinales o gametos (ovocito y espermatozoide), sólo
contienen la mitad de cromosomas y así, cuando se fusionen en el proceso de la
fecundación, darán lugar a un cigoto cuyas células somáticas tendrán 46 cromosomas.
Los gametos femeninos poseen 22 autosomas y un cromosoma sexual X; los
espermatozoides también poseen 22 autosomas y un cromosoma sexual, que puede
ser X (que al unirse con el ovocito determinará que el sexo del cigoto sea de sexo
femenino) o Y (en cuyo caso, al fusionarse con el ovocito, dará lugar a un embrión de
sexo masculino).
EL ADN (ácido desoxirribonucleico, DNA o desoxirribonucleic acid en inglés)
Cada cromosoma está formado por largas moléculas de ADN que tienen forma de
doble hélice.
Cada cadena de ADN está constituida por:
-
una sucesión lineal de moléculas de un azúcar llamado desoxirribosa
-
unidas por grupos fosfato
7
-
unida a cada desoxirribosa, hay una base nitrogenada; las bases nitrogenadas son
de dos tipos:

pirimidinas: Citosina (C) y Timina (T)

púricas: Adenina (A) y Guanina (G)
Las dos cadenas de ADN se unen entre sí por medio de las bases nitrogenadas, que
establecen uniones mediante puentes de hidrógeno, siguiendo las reglas de Watson y
Crick, de forma que la Adenina se unirá siempre a Timina y la Guanina a Citosina.
La información genética está codificada por la secuencia de bases nitrogenadas.
Esta información son las “instrucciones” que recibe la célula para llevar a cabo una
determinada función, concretamente, para sintetizar una proteína específica.
En la mitocondria hay también una pequeña molécula de ADN, de forma circular, de
cadena doble. Supone el 0.5 % de todo el ADN celular. Codifica para las proteínas
implicadas en la función de la mitocondria. Se hereda siempre de la madre.
El contenido total de ADN de una célula o de una especie, se denomina genoma.7
LAS PROTEÍNAS
Las proteínas son el grupo de biomoléculas que tiene una gama más amplia de
funciones en los seres vivos, algunas de ellas imprescindibles para el mantenimiento
de la vida. Tienen una gran importancia biológica, tanto por su abundancia (suponen el
50% del peso celular), como por la diversidad de tipos que existen y la variedad de
funciones que realizan.
El proceso de síntesis de proteínas que se lleva a cabo en cada célula, sigue unas
reglas que están contenidas en el ADN, concretamente en la secuencia de bases
nitrogenadas. Estas reglas constituyen el código genético.
LOS GENES
Se considera que un gen es una secuencia o fragmento del ADN que forma los
cromosomas y codifican la secuencia de aminoácidos de una proteína. Por tanto, los
genes residen en los cromosomas que están localizados en el núcleo de las células y
son los transportadores de la herencia. Cada una de las aproximadamente diez a cien
7
Muñoz, A. Cáncer. Genes y Nuevas Terapias. Ed. Hélice. Madrid, 1997, p. 50.
8
billones de células del cuerpo humano contiene el mismo número de cromosomas (46)
y, por tanto, de genes (entre 70.000 y 100.000).8
Aunque resulte sorprendente, sólo una pequeña parte del genoma humano (2-3%)
tiene capacidad codificante. 9
También resulta llamativo que un elevado porcentaje de ADN (incluso codificante) está
constituido por secuencias repetidas de bases nitrogenadas. Entre ellas, hay que
mencionar las secuencias “Alu”, formadas por centenares de pares de bases repetidas
de modo disperso por el genoma y que son específicas y exclusivas de la especie
humana. 10
Así pues, el genoma de todas las células somáticas que configuran los diversos
órganos y tejidos de un ser humano, es exactamente idéntico; una célula de la piel
posee los mismos genes que una célula cardiaca, aunque no todos los genes que
configuran el genoma se expresan en cada célula, sino sólo aquéllos que son
necesarios para que esta célula lleve a cabo su función; los demás genes quedan
silenciados.
EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA
En la especie humana, mediante la relación sexual completa, se produce la
introducción de los espermatozoides en el aparato sexual femenino. Son depositados
en la vagina y desde ahí, ascienden por el cuello y el cuerpo del útero y llegan hasta el
tercio externo de las trompas de Falopio, donde se encuentran con el ovocito (si se ha
producido una ovulación), en cuestión de horas. De ellos, solamente uno conseguirá
fecundar al ovocito. La cabeza de este espermatozoide consigue penetrar la zona
pelúcida que rodea al ovocito y la membrana del ovocito. En la cabeza es donde el
espermatozoide lleva su carga genética nuclear; ésta se fundirá con la del ovocito,
dando lugar al cigoto.
En unas 12-17 horas, tanto el óvulo como el espermatozoide reorganizan su material
genético
y
forman
los
denominados
pronúcleos
femenino
Muñoz, A. Cáncer. Genes y Nuevas Terapias. Ed. Hélice. Madrid, 1997, p. 50.
Íbid., p. 56.
7
Íbid., p. 133.
8
9
y
masculino,
9
respectivamente. Ambos migran hacia el centro del óvulo y se unen para formar el
genoma del nuevo organismo.11
En 30 horas aproximadamente, se produce la primera división celular del cigoto y pasa
al estadio de dos células, que se denominan “blastómeros”; continúa dividiéndose en
los días siguientes, mientras avanza por la trompa. Durante este tiempo, se nutre de
las reservas citoplasmáticas que existían en el ovocito.
Cuando hay de 12 a 15 blastómeros (tres días después de la fecundación), penetra en
el útero. Hacia el día 5º se inicia la anidación.
Aproximadamente a los seis días de la fecundación, el embrión se fija en la superficie
endometrial y va introduciéndose en la mucosa del endometrio. La implantación
termina durante la segunda semana del desarrollo embrionario, alrededor del día 14.12
“Tras la unión de los gametos en el tercio externo de la trompa, comienza el desarrollo
del nuevo ser”.13 El cigoto es propiamente un nuevo ser, con material genético propio,
distinto del de sus progenitores y organizado en un número y tipo de cromosomas
característico de la especie (humana en este caso). Recibe de su padre el 50% del
material genético del núcleo y de su madre el otro 50% más todo el contenido
citoplasmático. El sexo cromosómico del embrión queda determinado, en el momento
de la fecundación, por el tipo de espermatozoide (X o Y) que fecunda al óvulo.
A partir del momento en que se produce la recombinación del material genético del
espermatozoide con el del ovocito, se establece un nuevo genoma, que acompañará
al nuevo individuo hasta el final de sus días y que le confiere su identidad genética.
Esta dotación genómica será la responsable, en gran parte, de la dirección del
desarrollo del embrión, le conferirá la capacidad de llevar a cabo los diferentes
procesos de diferenciación celular y la de poder elaborar sus propias proteínas,
distintas de las proteínas de la madre, a lo largo de todo el desarrollo embrionario.
11
Cf. Alberts, B. et al., o.c., p. 1030.
Zatti, M., La prospettiva del biólogo (Statuto biológico dell’embrione), en AA.VV., Procreazione
artificiale e intervento nella genetica umana, Cedam, Padua 1987, pp. 180-193. Citado por Sgreccia, E.,
Manual de Bioética. Ed. Diana, México 1999, p.345.
13
Usandizaga, J.A.- de la Fuente, P., Tratado de obstetricia y ginecología. Vol. I. MacGraw-Hill
Interamericana de España, S.A. Madrid 1997, p.105.
12
10
El cuerpo humano adulto posee unos tres trillones de células, que se derivan de una
única célula, el cigoto, resultante de la fusión de un espermatozoide y un ovocito.14
La Biología Celular considera la célula como unidad de vida. El cigoto es una célula y,
por tanto, en él hay vida. En el núcleo del cigoto se encuentra su genoma, que será el
mismo durante todo su desarrollo embrionario y, posteriormente, en su vida fuera del
útero materno durante las distintas fases de su desarrollo (niño, adulto, anciano) hasta
su muerte. Mediante el análisis del genoma de un individuo humano en las diversas
etapas de su vida, podemos determinar que genéticamente siempre se trata del mismo
individuo.
Por otra parte, sabemos que el resultado de toda generación es de la misma especie
del principio generador; así, el cigoto es humano, porque humanos son el padre y la
madre.15 Si, además, estudiamos el genoma presente en el cigoto, comprobaremos
que en él se encuentran las secuencias Alu que, como se ha dicho anteriormente, son
específicas y exclusivas de la especie humana.
Así pues, vemos que en el cigoto hay vida, porque es una célula y que esta vida es
humana, pues procede de padres humanos y posee en su genoma las secuencias
propias de la especie humana. Es indudable, desde el punto de vista de la ciencia, que
el fruto de la fecundación de un ovocito humano por un espermatozoide humano es un
individuo de la misma especie que, desde el primer momento de su existencia, inicia
un proceso de desarrollo continuo, de acuerdo con la programación biológica presente
en su genoma. 16
Como consecuencia de los datos procedentes de la ciencia, hay que admitir que el
embrión es un ser humano individual y concreto, real, que está en el primer estadio de
su existencia, pero en el que no hay saltos cualitativos que lo conviertan en un ser
distinto a partir de algún momento de su desarrollo, sino que es uno y es el mismo a lo
largo de todo el proceso de su existencia.
14
Cf. Lodish, H. et. al., o.c., p. 12.
Cf. Blázquez, N. Bioética. La nueva ciencia de la vida. BAC, Madrid 2000, p. 129.
16
Moore, K.L.-Persaud, T.V.N, Embriología clínica. MacGraw-Hill Interamericana. México 1999, p. 2.
15
11
Diversas organizaciones médicas nacionales e internacionales se han pronunciado en
el sentido de considerar al embrión como un individuo de la especie humana desde el
mismo momento de la fecundación. Entre ellas, cabe destacar:
-
La Sociedad Anatómica Española declara, en 1983, que “no existe ningún
acontecimiento biológico durante el desarrollo de un nuevo ser, previo al del
nacimiento, en que pueda hallarse la frontera entre lo prehumano y lo humano”.
-
El Informe Médico-Científico de la Real Academia de Doctores de Madrid, de 1983
afirma que “el aceptar que con la fecundación un nuevo ser viene a la existencia,
no es ya cuestión de criterio ni opinión, sino un hecho incontrovertible”.
-
El Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España afirma, también
en 1983, que “el principio de la vida humana se sitúa en el mismo instante de la
fecundación”.
-
La Real Academia de Medicina de España declara: “Esta Academia reconoce que
la vida humana da comienzo en el momento mismo de la fecundación”.
-
La Academia de Ciencias Morales y Políticas afirma que “la índole humana del ser
en gestación, desde que es concebido, se encuentra asegurada por el
correspondiente código y mensaje genético”.
-
La Asociación Médica Mundial, en su Resolución de Ginebra de 1948, afirma que
existe vida desde el momento de la fecundación.
-
La Asociación Médica Americana afirma lo mismo en su código ético de 1980.
-
La misma conclusión se estableció también en el Congreso Suizo de Bioética de
1986.
-
El Counseil for International Organization of Medical Sciences, de la OMS, en 1981
afirma que desde la fecundación existe vida humana.
-
El Código Internacional de Ética médica, adoptado en 1949 y enmendado
posteriormente en 1968 y en 1983 contempla el respetar la vida humana desde el
momento de la concepción17.
En marzo de 2002, la Real Academia de Medicina de España pronunció de nuevo,
afirmando que “no es admisible el término preembrión”, así como que “hace falta una
legislación internacional que proteja al embrión”.18
En 2003, también en España, el Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica
y Tecnológica emitió un informe en el que reconoce que “ningún científico duda [...]
López Barahona, M. y Antuñano Alea, S., La clonación humana. Ed. Ariel S.A. Barcelona, 2002, pp.
20 y 21.
18
Diario Médico, 5 de marzo de 2002.
17
12
que la vida humana empieza en el momento de la fecundación” y declara que “la vida
humana desde la etapa del embrión [...] merece un especial respeto, que no merecen
otros organismos vivos”.19
CONSIDERACIONES ÉTICAS
A partir de la visión del hombre y del origen de su dignidad que hemos estudiado hasta
aquí, se pueden establecer algunos principios de orientación ética ante cualquier
intervención de tipo biomédico sobre el hombre, que son fundamentalmente:
1. El respeto a la vida y a la integridad física de todo individuo humano.
El respeto a la vida, su defensa y su promoción representan el primer imperativo
ético del hombre para consigo mismo y para con los demás.
La vida física es el valor fundamental sobre el que se asientan todos los demás
valores humanos. Según este principio, no es éticamente aceptable la supresión
directa y deliberada de la vida de alguien a favor de la vida ajena o de mejores
condiciones político-sociales de otros, porque la persona es una totalidad de valor
y no una mera parte de la sociedad.
2. El principio terapéutico.
Establece que es lícito efectuar una intervención, incluso invasiva, siempre que
sea en beneficio del sujeto sobre el que se realiza, para prevenir o curar una
enfermedad y que no pueda llevarse a cabo de otra forma. En este caso, no es
tanto la vida lo que está en juego, sino más bien la integridad física. Exige unas
condiciones, que son:
-
que se trate de una intervención sobre la parte enferma o la que es causa
directa del mal para salvar al organismo sano
-
que no exista otra forma de tratar la enfermedad
-
que haya una posibilidad razonable de éxito
-
que el paciente dé su consentimiento
Con este principio se vincula una norma que se define como de la
“proporcionalidad de las terapias”. Implica que, al aplicar una terapia, ésta se
evalúe en el contexto de la totalidad de la persona, lo que exige una
proporcionalidad entre los riesgos que supone y los beneficios que comporta.
Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Técnica, Informe Investigación sobre células
troncales, IV.1 y IV.4. Marzo 2003.
19
13
Igualmente, se relaciona con este principio, el criterio de justificación del “voluntario
indirecto” o también la “acción de doble efecto”, uno positivo y otro negativo. Para
que su aplicación sea correcta desde la perspectiva ética, se requiere también una
serie de condiciones:
-
que la intención del agente se dirija hacia la finalidad positiva
-
que el efecto directo de la intervención sea el positivo
-
que el efecto positivo sea proporcionalmente superior o al menos
equivalente al efecto negativo
-
que la acción no pueda ser sustituida por otra que no tenga los efectos
negativos.
Un ejemplo de este tipo de acción es el de la administración de morfina a un
enfermo de cáncer para aliviar su dolor, que puede tener como efecto secundario
una habituación, así como un posible acortamiento de la vida y la disminución de la
resistencia física del sujeto.
3. La autonomía del paciente.
Resulta imprescindible hoy en día para considerar éticamente correcta una
determinada actuación médica, contar con el consentimiento del paciente después
de haber sido convenientemente informado.
En el caso de las personas incapaces de otorgar su consentimiento, habrá de
obtenerse el de sus familiares más cercanos (padres o tutores legales en el caso
de los menores), para una intervención de carácter terapéutico, quedando
excluidos de toda investigación puramente experimental.
NORMATIVA INTERNACIONAL
Actualmente, existe una normativa internacional muy clara en relación a la defensa del
respeto a la vida humana y a su dignidad. Entre estas normas, podemos destacar:
1. RESPETO A LA VIDA DE TODO INDIVIDUO HUMANO:
- Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas
(1948) en su preámbulo y art. 2.
14
- Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de
la UNESCO (1997) en sus art. 2 y 11.
- Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO
(2005): preámbulo, art. 3.
- Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo de
Europa (1997-2000): en su art. 18 habla de garantizar una adecuada protección al
embrión en los casos de experimentación con embriones in vitro.
2. PRINCIPIO TERAPÉUTICO:
- Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de
la UNESCO (1997) en su art. 5a.
- Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos de la
UNESCO (2003) en su art. 8d.
- Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO
(2005) en sus art. 3b.
- Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo de
Europa (Oviedo 1997-2000) en sus art. 2 y 16.
- Protocolo Adicional al Convenio sobre los Derechos Humanos y la
Biomedicina, sobre la investigación biomédica (2004) en su art. 3, 6 y 15.
3. AUTONOMÍA DEL PACIENTE:
- Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos de
la UNESCO (1997) en su art. 5b y e.
- Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos de la
UNESCO (2003) en su art. 6d.
- Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO
(2005) en su art. 6a.
- Convenio sobre los Derechos Humanos y la Biomedicina del Consejo de
Europa (Convenio de Oviedo,1997-2000) en sus art. 5 y 16.
- Protocolo Adicional al Convenio de Oviedo, sobre la investigación biomédica
(2004) en sus art. 13 y 15.
15
INCUMPLIMIENTO
A pesar de todos estos principios éticos y legales, recogidos por las diversas
normativas, la realidad es que no se cumplen en multitud de ocasiones, concretamente
en lo que se refiere a la vida humana en sus primeros estadios. Podemos mencionar,
entre otros, los siguientes ejemplos en los que se violan los derechos fundamentales
de la persona humana, comenzando por el derecho a la vida:
- Interrupción voluntaria del embarazo.
- FIV con crioconservación de embriones sobrantes.
- Experimentación con estos embriones.
- Clonación humana.
- Manipulación genética.
- Selección preimplantacional de embriones, mediante diagnóstico genético.
Vamos a detenernos a analizar este último caso, en qué consiste, con qué finalidades
se emplea y cuáles son sus implicaciones éticas.
EL DIAGNÓSTICO GENÉTICO PREIMPLANTACIONAL
Consiste en estudiar el perfil genético de los embriones obtenidos mediante una
fertilización in vitro. Actualmente, la técnica permite tomar solamente una célula y, de
esta forma, no se daña el futuro desarrollo del embrión. El desarrollo de esta técnica
ofrece buenas expectativas para aquellos casos en los que se hará posible detectar y
tratar enfermedades de origen genético en fases tempranas.
La finalidad del diagnóstico genético preimplantacional puede ser, a su vez, doble:
a) Por una parte, para seleccionar aquellos embriones sanos, que no son
portadores de un gen concreto, por ejemplo en el caso de padres
portadores de alguna alteración genética causante de enfermedades
graves, como puede ser por ejemplo, la corea de Huntington. En
diversas publicaciones, tanto científicas como de divulgación, han
tenido gran repercusión, noticias a este respecto, presentándolas como
verdaderos logros de la ciencia. Por ejemplo, el caso que aquí presento
en el que aparece como titular: “La FIV libera a un niño de la corea de
Huntington”. Al leer la noticia con detalle, nos encontramos con que lo
16
que hicieron estos científicos fue fabricar 10 embriones in vitro, de los
que solamente pudieron estudiar 9; de éstos, 7 poseían el gen
defectuoso, por lo que fueron “desestimados”. Según el equipo médico:
“El único fin para el que los podemos emplear es para confirmar el
diagnóstico y profundizar en el conocimiento de la enfermedad”. Los
dos embriones sanos fueron implantados en el útero materno y,
finalmente, se logró una gestación única. Afirman, además, que el
diagnóstico preimplantacional se dirige hacia la consecución de hijos
sanos en parejas con alguna enfermedad importante y que, “desde esta
perspectiva, es terapéutica”.
b) Por otra parte, se lleva a cabo la selección de embriones en los casos
en que la pareja ha tenido un hijo que padece alguna grave enfermedad
de origen genético y la única terapia eficaz es el transplante de médula
ósea de algún donante compatible. En este caso, se someten a
fecundación in vitro y, de los embriones resultantes, se seleccionan
aquéllos que cumplan las dos condiciones: no ser portadores del mismo
gen causante de la enfermedad y, además, ser compatible con el
hermano enfermo. Son los llamados “niños-medicamento” o “a la carta”
o “de diseño”.
De este caso, también se han publicado varios ejemplos en los últimos
años. Uno de los que tuvieron mayor repercusión fue el de Adam Nash.
Una pareja estadounidense tenían una hija de seis años, enferma de
anemia de Fanconi. Se sometieron a FIV, mediante la cual se
obtuvieron 15 embriones. De ellos, sólo dos cumplían las dos
condiciones: estar libres de la enfermedad y ser compatibles con la
niña. Decidieron implantar uno de ellos en el útero materno, que se
desarrolló normalmente y, tras su nacimiento, donó células de su cordón
umbilical a su hermana, para su curación. El niño se llamaba Adam. Los
otros embriones fueron eliminados. Entre ellos, había algunos que
portaban el gen de la enfermedad y otros eran perfectamente sanos
aunque incompatibles con su hermana.
En ambos casos, los embriones seleccionados se transfieren al útero de la madre y se
permite su desarrollo.
Los embriones que no se implantan se congelan o se eliminan. Como hemos visto,
incluso en algún caso, se admite abiertamente que el único fin para el que se pueden
17
emplear es para el de investigar en ellos acerca de las alteraciones genéticas que
portan o que fueron eliminados.
Consideraciones éticas respecto a estos casos:
Volviendo a lo que hemos visto acerca del embrión humano, sabemos que es una vida
humana desde el primer estadio de su desarrollo, el de cigoto y, por tanto, digno de
respeto y sujeto de todos los derechos propios del ser humano. Entre ellos, el derecho
a la vida y el derecho a no ser discriminado en razón de su raza, sexo o, en este caso,
genes.
Por otra parte, la presencia de una enfermedad no hace que ese individuo humano
pierda su realidad ontológica ni la dignidad inherente a ella. Incluso es digno de una
mayor atención y dedicación tanto por parte de sus familiares más cercanos, como de
las autoridades. Por tanto, en este caso, resulta evidente que se está dando más valor
a unas vidas humanas que a otras a las que no se les está reconociendo su dignidad
de ser humanos ni respetando sus vidas ni su integridad física. Se hace una selección,
salvando los sujetos sanos y eliminando los enfermos, lo que sin duda es un claro
caso de eugenesia.
Por último, el ser humano es un fin en sí mismo y no un medio para conseguir otra
cosa, aunque en el caso de los niños de diseño, sea una cosa buena en principio,
como es salvar otra vida humana. Tener un hijo para salvar a otro, es cosificar a un ser
humano, buscando exclusivamente un fin utilitarista y esto atenta contra la dignidad de
la persona.
ALTERNATIVAS A LOS NIÑOS-MEDICAMENTO
- CÉLULAS MADRE DE CORDÓN UMBILICAL
- CÉLULAS MADRE ADULTAS: compatibilidad inmunológica
- XENOTRANSPLANTES: órganos y tejidos de animales
- CÉLULAS iPS (Pluripotenciales Inducidas): en investigación
18
CONCLUSIONES
Como conclusión del análisis que hemos realizado, se puede decir que la ciencia nos
muestra, sin lugar a dudas, que el inicio de la vida humana tiene lugar en el
momento de la fecundación de un ovocito femenino por un espermatozoide
masculino y que, a partir de ese momento, el desarrollo del nuevo ser se producirá de
un modo continuo durante las diversas etapas de su vida (niño, adulto, anciano) hasta
su muerte. En este sentido se han pronunciado las mayores autoridades científicas del
mundo y se puede decir que existe un consenso generalizado.
Sin embargo, el problema que se plantea y que da origen a las discusiones de tipo
ético, es el de si consideramos al individuo humano en sus primeras fases de
desarrollo como una ser humano y, por tanto, sujeto de los mismos derechos que
todos los demás seres humanos o no. Tras el análisis de los datos que nos ofrece la
ciencia, hay que admitir que el embrión es un individuo de la especie humana. El
embrión es un ser humano individual y concreto, real, que está en el primer estadio de
su existencia, pero en el que no hay saltos cualitativos que lo conviertan en un ser
distinto a partir de algún momento de su desarrollo, sino que es uno y el mismo a lo
largo de todo el proceso de su existencia.
Igualmente, podemos establecer que la vida física representa el fundamento
primero e indispensable de todos los demás valores personales, por lo que la
supresión de la vida física de cualquier persona humana supone la supresión total de
todos los valores temporales que se fundamentan en ella. Por otra parte, la sociedad
tiene su origen y su fundamento en las personas. Es, por consiguiente, de la persona y
para la persona. Por esta razón, quien autoriza el dar muerte directamente a una
persona inocente lesiona el valor en que se funda toda la sociedad.
En relación a los nuevos descubrimientos científicos y aplicaciones tecnológicas en el
campo de la biomedicina, quiero volver a la idea esperanzadora de las grandes
expectativas que para un futuro confío en que no muy lejano, ofrecen las
biotecnologías, una vez que se hayan logrado superar las dificultades técnicas y
siempre que se apliquen de forma adecuada, para ayudar al hombre, a cada hombre.
La ciencia debe estar al servicio del ser humano y no al revés.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en su vigésimo
primera edición, “Política” es, entre otras definiciones, la “actividad de los que rigen
19
o aspiran a regir los asuntos públicos” pero también la “actividad del ciudadano
cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto o de cualquier
otro modo”.
Así pues, para concluir, quiero hacer una petición a todos aquellos que tienen alguna
responsabilidad en la sociedad, particularmente aquellos que pueden intervenir e influir
en los asuntos públicos con su opinión, ya sean políticos, profesores, médicos,
juristas, filósofos, periodistas o padres de familia, para que hagan el esfuerzo de
acercarse a estas cuestiones, con espíritu abierto y sin miedo al compromiso, porque
no podemos dejar pasar más tiempo sin hacer algo para evitar que cada día seres
humanos indefensos sean eliminados o utilizados. Es importante que nos esforcemos
por conocer y profundizar más en estos temas, que tanto están afectando a muchas
personas en nuestra sociedad, sin que podamos determinar el alcance de sus
consecuencias en el futuro. Tenemos el deber moral de promover y defender el
verdadero valor de la vida humana, de cada vida humana. De esta forma
contribuiremos, sin duda de forma muy considerable, a construir un mundo más justo y
más humano.
20
ANEXO: Argumentos de discusión
En 1984 fue publicado en Londres un informe del gobierno británico titulado Report of
the Committee of Inquiry into Human Fertilisation and Embryology,20 conocido como el
Informe Warnock, por haber sido redactado bajo la dirección de la profesora Mary
Warnock. La elaboración de este informe fue motivada por el nacimiento, en 1978, de
Louise Brown, el primer ser humano generado mediante las técnicas de fecundación in
vitro, y por la rapidez con que se extendieron después estas técnicas, lo cual abrió un
amplio campo de investigación en embriología.
El Informe Warnock fue un documento pionero y ha tenido una gran importancia
posteriormente, ya que en él se ha inspirado la mayoría de las normativas existentes
en materia de Bioética.
En dicho informe se reconoce que la vida embrionaria comienza en el momento de la
fecundación del ovocito por el espermatozoide y que el embrión humano debe ser
protegido de alguna manera, pero tal protección queda condicionada a los
sentimientos de los demás, sin llegar al reconocimiento del derecho fundamental a su
propia vida como individuo humano. De hecho, le es negada la categoría de
humanidad.
El Informe Warnock reconoce la realidad unitaria del cigoto pero, al mismo tiempo,
introduce el término pre-embrión para designar al embrión antes de los 14 días de
existencia, límite en el que algunos consideran que todavía no es un ser humano; este
término, que es artificial, fue acuñado por la Dra. MacLaren “por influjo de cierta
presión ajena a la comunidad científica”, según escribió ella misma después. 21
Empleando dicho término, se buscaba atenuar la reacción de la opinión pública,
previsiblemente contraria a la utilización indiscriminada de los embriones hasta los 14
días, por parte de los investigadores.
Se han utilizado diversos argumentos para tratar de contradecir la afirmación de que el
cigoto o el embrión en sus primeros estadios de desarrollo sea un individuo humano;
entre estos argumentos, cabe destacar:
20
Dame Mary Warnock DBE (Chairman), Report of the Committee Of Into Human Fertilisation and
Embryology (Londres, 1984). Citado en Blázquez, N., o.c., pp. 12 ss.
21
A. McLaren, “Prelude to embryogenesis”, en The CIBA Foundation (ed.), Human embryo research:
yes or no? . Tavistok publication, Londres, 1986, 5-23. Citado en López Barahona, M. y Antuñano Alea,
S., o.c., p. 30.
21
1) En primer lugar, se ha pretendido demostrar que existe discontinuidad en el cigoto
durante los 14 días a partir del momento de la fecundación, hasta que se origina el
disco embrionario o la estría primitiva; así, la fecundación pondría en marcha un
proceso de división celular y nada más, dando lugar a un puñado amorfo de
células, precursor del embrión.22 Como ya hemos visto, a partir de la fecundación,
se origina una unidad orgánica, con un genoma propio y único, diferente del de sus
padres e incluso al de los gametos separados, que coordina todos los procesos
que van dando lugar a las sucesivas divisiones y al desarrollo del embrión. En
respuesta a esta objeción, Angelo Serra recuerda que: “ésta [la línea primitiva] no
representa sino el punto de llegada de un proceso ordenado secuencialmente, sin
soluciones de continuidad, que se inicia desde el momento en que se formó el
cigoto.”23
Este mismo hecho se puede comprobar mediante las técnicas de fecundación in
vitro que se realizan en los laboratorios por las que se generan embriones que se
implantan en el útero de una mujer, en el convencimiento de que lo que se
obtendrá será un individuo humano. El doctor Lejeune hizo la siguiente afirmación
a este respecto: “... cada individuo tiene un origen exacto: el momento de la
fecundación. La fecundación artificial lo demuestra. De ahí que el doctor Edwards y
el doctor Steptoe, cuando volvieron a situar el embrión de Luise Brown – primera
niña probeta del mundo – en el seno de la madre, estuvieran perfectamente
seguros de que ese embrión no era ni un tumor, ni un animal sino un ser humano
en su extrema juventud. Después de más de mil casos de fecundación
extracorpórea realizados en el mundo, una doble evidencia se impone: el embrión
humano se desarrolla completamente por sí solo, por su propia virtud y está
dotado de una increíble vitalidad”.24
2) Otros han alegado que no se da una unidad orgánica en el producto inmediato de
la fecundación, porque muchas veces la división inicial del cigoto no termina en
embrión; unas veces porque no alcanza el estadio de implantación o no anida
22
Ford, N.M., When did I begin? Conception of the human individual in history, philosophy and science.
Cambridge, University Press, 1988, pp. 139, 148 y 159. Traducción tomada de Angelo Serra en: López
Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), El inicio de la vida. BAC, Madrid 1999, p. 41.
Serra, A., Embrione umano, scienza e medicina – In margine al recente documento vaticano, “La
Civiltà Católica”, 1987, II, 247-261. Citado en Sgreccia, E., Manual de Bioética. Ed. Diana, México
1999, p. 346.
24
Lejeune, J., ¿Qué es el embrión humano? Rialp, Madrid 1993.
23
22
adecuadamente en la pared uterina. Sin embargo, estos fallos no contradicen la
unidad orgánica del cigoto, sino que son debidos a circunstancias adversas ajenas
a la naturaleza intrínseca del mismo. Son meros accidentes que imposibilitan el
desarrollo del programa biológico que se halla impreso en el genoma. Las causas
externas pueden interrumpir el desarrollo del embrión, pero de esto no se puede
deducir que el embrión no sea capaz de un desarrollo autónomo si se le deja vivir
en condiciones normales.
El momento de la implantación del embrión en la pared uterina es muy importante
pero, en realidad, sólo supone un cambio en la fuente de alimentación, mediante la
cual, la reserva alimenticia que se contenía en el óvulo es sustituida por la sangre
materna que llega a través de la anidación en el útero.25
Efectivamente, si no se produce la implantación el embrión morirá, pero depende
de la madre sólo de forma extrínseca; la madre lo nutre y no podría vivir sin ella,
pero de igual modo el recién nacido tampoco puede prescindir de ella. El embrión
posee una autonomía que es análoga a la del resto de los individuos humanos,
incluso adultos, en cuanto al alimento o al aire que respiramos; por ejemplo, si no
alimentamos a un bebé tampoco sobrevivirá; y lo mismo ocurrirá si un adulto trata
de permanecer una hora bajo el agua sin recibir aporte de aire. Por tanto, que el
embrión necesite implantarse en la pared del útero para sobrevivir, no niega la
unidad y viabilidad intrínseca del individuo, en este caso del embrión, sino que
pone de manifiesto la necesidad de que cuente en cada momento de su desarrollo,
con el ambiente adecuado. No es la anidación lo que hace que el embrión sea
embrión, de igual manera que no es la leche materna la que hace que el bebé sea
bebé.
Otra prueba de la autonomía del embrión es que toma lo necesario para sobrevivir
del medio en que se encuentra, que es el organismo de la madre, pero el nuevo
organismo se forma bajo el dictado autodeterminativo de sus genes, que se van
manifestando, sin duda al contacto e interacción con el exterior pero que,
básicamente, se expresan de acuerdo con un plan establecido y autónomamente.26
Cf. Monge, F., El Estatuto del embrión humano en base a los datos biológicos: Cuadernos de Bioética
21/1 (1995) 12.
26
Abellán Salort, J.C. en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), El inicio de la vida. BAC,
Madrid 1999, p. 241.
25
23
La autonomía del embrión se demuestra, asimismo, mediante la existencia de la
fertilización in vitro, que reproduce en el laboratorio el inicio y desarrollo de las
primeras fases de la vida del embrión, que tiene lugar normalmente en el cuerpo
de la madre.
Por otra parte, existen numerosos casos de desarrollo de embriones y fetos
animales totalmente fuera del útero materno hasta estadios muy avanzados,27 lo
cual indica que la coexistencia con la madre es una “solución conveniente”
sabiamente dispuesta y “crucial para el buen desarrollo”,28 pero no absolutamente
necesaria. Y, en todo caso, no es lo que da origen a la vida.
Finalmente, parece poco razonable que la implantación sea indispensable para
que un ser humano se constituya en su esencia de ser humano y pueda
pertenecer a la comunidad humana.29
3) Se argumenta también contra la unidad intrínseca del cigoto aduciendo al
fenómeno de la gemelación, que se puede producir en las primeras fases del
desarrollo embrionario. 30 Sin embargo, una célula no carece de individualidad
propia por el hecho de que pueda dar lugar a otra semejante a ella. Cada cigoto
humano tiene existencia propia y distinta de la de cualquier otro y, en este sentido,
individualidad. Después, inicia su desarrollo actuando su propia potencialidad,
pudiendo dar lugar a uno o varios embriones. Todo lo que acontece desde el
momento de la fecundación, depende de la programación orgánica grabada en el
genoma del cigoto que se constituye en el momento de la fecundación.
Además, si tenemos en cuenta que el 99% de los cigotos que se desarrollan dan
lugar a un solo organismo, lo lógico es concluir que el cigoto está determinado por
sí mismo a desarrollarse en un único sujeto.
27
Billington, W.D.-Graham, C.F.-McLaren, A., Extrauterine development of mouse blastocysts cultured
“in vitro” from early cleavage stages, en Journal of Embriology and Experimental Morphology 20
(1968), 391-399; New, D.A.T.-Mizell, M., Opposum fetuses grown in culture: Science 175 (1972), 533536; Hsu, Y.C., Differentiation “in vitro” of mouse embryos to the stage of early somite: Development
Biology 33 (1973) 403-408; Rogers, P.A.- Mac Pherson, A.M.- Beaton, L.A., Embryo implantation in the
anterior chamber of the eye: Annales N.Y. Acad. Sciences 451 (1988) 455-464. Citado por Angelo Serra
en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), o.c., p. 43.
28
Heyner, S., Growth factors in preimplantation development: role of insulin and insulin-like growth
factors: Early Pregnancy 3 (1997) 153-163. Citado en Angelo Serra en: López Barahona, M. y Lucas
Lucas, R. (coords.), o.c., p. 43.
29
Angelo Serra en: López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), o.c., p. 43.
30
Íbid., p. 42.
24
El análisis de los mecanismos que llevan a la formación de los gemelos
monocigóticos permite concluir que, cualquiera que sea su origen, se trata
posiblemente de un error genético o ambiental inducido que, en oportunas
situaciones, lleva a la formación y separación de un nuevo embrión. Esta
afirmación sugiere que existe un “primer” individuo que prosigue su camino y un
“segundo” individuo que se origina del primero y continúa independientemente su
curso.31 No es que un individuo se convierta en dos, sino que de un individuo se
origina otro; un individuo da origen a otro, sin perder la propia individualidad
originaria. Había un sistema biológico unitario, un individuo humano del cual “se
separa” una parte compuesta por una o más células que, siendo todavía
totipotentes, pueden continuar el desarrollo como un nuevo organismo individual
desde el momento de la separación; el primer sistema “no incluía” el segundo, pero
este último “ha tenido origen” en el primero. No hay un individuo que sea al mismo
tiempo dos individuos distintos, sino que hay un individuo que da origen a otro
individuo.
4) Otros han ido más lejos, negando la condición de sujeto humano al embrión antes
de las ocho semanas de vida, basándose en que no hay actividad cerebral hasta
ese momento; según esto, mantienen que no hay individuo humano hasta que no
está suficientemente desarrollado el sistema nervioso central, especialmente el
cerebro, así como las funciones coordinadas por ellos.32
Este argumento supone reducir al hombre a su capacidad intelectual mientras que,
como hemos visto más arriba, sabemos que el ser humano es digno precisamente
por ser persona y no por sus manifestaciones intelectuales.
Además, el desarrollo embrionario es un proceso unitario de todas las partes que
se van formando, sin saltos cualitativos, sino como expresión de las
potencialidades inscritas en el genoma del cigoto.
Después de la fecundación, no existe cambio “sustancial” alguno en el embrión. El
cigoto es el mismo ser individual antes y después de las primeras divisiones
celulares y durante toda su vida hasta el momento de su muerte.
Íbid., p. 45.
Donceel, J.F., Immediate animation and delayed hominization. Theological Studies 31 (1970) 76-110.
Citado por Angelo Serra en López Barahona, M. y Lucas Lucas, R. (coords.), o.c., p. 42.
31
32
25
5) Algunos, por último, incluso han considerado que solamente puede aplicarse la
categoría de humano a aquellos individuos que hayan alcanzado la morfología
humana o la diferenciación sexual
Esto supone una reducción de la persona a su aspecto físico o a su condición
sexual lo cual, si cabe, tiene aún menos sentido, ya que la forma del cuerpo
humano es muy diversa entre los distintos individuos y en un mismo individuo, en
las diferentes etapas de su vida. En cuanto a la diferenciación sexual, sabemos
que ya está determinada desde el momento de la fecundación, en los cromosomas
llamados sexuales, que en el caso del varón, serán XY y en el de la mujer, XX.
Ninguno de estos argumentos demuestra que un cigoto no sea un nuevo ser humano,
ya que el hecho es que, desde el momento de la fecundación, se inicia un proceso de
desarrollo y maduración continua de ese nuevo ser que durará hasta su muerte,
mediante una sucesión de etapas. No hay ningún dato biológico que pueda sugerir un
cambio cualitativo a partir del cual se pueda decir que surge una nueva realidad,
pasando de ser no-humana a humana. Es decir, no hay ningún hecho o característica
biológica en el proceso de desarrollo vital, desde la fecundación, que indique una
diferencia sustancial.
26
BIBLIOGRAFÍA
-
Alberts, B. et al., The Molecular Biology of the Cell. Garland Publishing. New
York 1994.
Aristóteles, Metafísica. Ed. Gredos, Madrid 1990.
Boecio, De persona et duabus naturis. Ed. Migne, Patrología Latina, vol. 64.
Blázquez, N. Bioética. La nueva ciencia de la vida. BAC. Madrid, 2000.
Carlson, B.M., Embriología humana y biología del desarrollo. Edición en
español de Ediciones Harcourt, S.A. Madrid, 2000.
Comité Asesor de Ética en la Investigación Científica y Técnica, Informe
Investigación sobre células troncales. Madrid, 2003.
Harrison, Principios de Medicina Interna. Decimotercera edición. Ed. MacGrawHill Interamericana de España. Madrid, 1994.
Hume, D., Tratado de la naturaleza humana. Ediciones Orbis, S.A. Barcelona
1984.
Juan Pablo II, Veritatis splendor. EDIBESA, Madrid 1998.
Kraft, V., El Círculo de Viena. Taurus, Madrid 1977.
Laín Entralgo, P. Historia de la Medicina. MASSON, S.A. Barcelona 2004.
Lejeune, J., ¿Qué es el embrión humano?. Rialp, Madrid 1993.
Lodish, H. et. al., Molecular Cell Biology. W.H. Freeman and Company. New
York 2000.
López Barahona, M. y Antuñano Alea, S. La clonación humana. Ed. Ariel, S.A.
Barcelona, 2002.
López Barahona. M. y Lucas Lucas, R. (coords.), El inicio de la vida. Identidad
y estatuto del embrión humano. BAC. Madrid, 1999.
Lorda, J.L., Antropología cristiana. Ediciones Palabra, Madrid 2004.
Lorenz, K., Los ocho pecados mortales de la Humanidad civilizada. Barcelona,
1975.
Lucas, R. Antropología y problemas bioéticos. BAC. Madrid, 2001.
Lucas, R. El hombre espíritu encarnado. Sociedad de Educación Atenas.
Madrid, 1995.
MacIntyre, A. Tras la virtud. Ed. Crítica, S.L. Barcelona, 2001.
Monge, F., El Estatuto del embrión humano en base a los datos biológicos:
Cuadernos de Bioética 21/1 (1995).
Moore, K.L.-Persaud, T.V.N, Embriología clínica. MacGraw-Hill Interamericana.
Mexico 1999.
Muñoz, A. Cáncer. Genes y Nuevas Terapias. Ed. Hélice. Madrid, 1997.
Orozco Delclós, A, La libertad en el pensamiento. Ed. Rialp S.A. Madrid, 1977.
Pardo Sáenz, J.M. Bioética práctica al alcance de todos. Ed. RIALP, S.A.
Madrid, 2004.
Potter, V.R., Bioethics: the science of survival, “Perspectives in Biology and
Medicine”, 1970, 14 (1).
Serrano Ruiz-Calderón, J.M., Nuevas cuestiones de bioética. EUNSA. Navarra
2002.
Sgreccia, E., Manual de Bioética. Ed. Diana. México, 1999.
Tomás de Aquino, De Potentia. En: Quaestiones disputatae, vol. II. Ed. Marietti,
Turín-Roma 1965.
Tomás de Aquino, De Veritate. En: Quaestiones disputatae, vol. I. Ed. Marietti,
Turín-Roma 1964.
Tomás de Aquino, Suma de Teología. BAC, Madrid 1998.
Verneaux, R. Epistemología general o crítica del conocimiento. Ed. Herder.
Barcelona, 1994.
Wojtyla, K., Mi visión del hombre. Ediciones Palabra S.A. Madrid, 1997.
Wojtyla, K., Persona y acción. Ed. BAC, Madrid 1982.