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CLONACION HUMANA
Índice de contenido
CLONACION HUMANA .........................................................................................................................1
1..................................................................................................................................................................1
1. Aspectos Científicos .............................................................................................................................2
1.1. Definición. .....................................................................................................................................2
1.2. Preguntas Frecuentes. ....................................................................................................................3
1.3. Clonación “Terapéutica”. ..............................................................................................................4
1.4. Breve historia de los experimentos. ..............................................................................................8
1.5. Clonación y Células Estaminales. .................................................................................................9
1.6. Genoma humano. ........................................................................................................................17
2. Aspectos Morales. ...............................................................................................................................21
2.1. Clonación, ciencia y ética. ...........................................................................................................21
2.2. Farsa y peligro de la clonación de seres humanos. ......................................................................22
2.3. Objeciones técnicas, éticas y antropológicas a la clonación humana . ........................................24
3. Aspectos Religiosos. ...........................................................................................................................30
3.1. Argumentos católicos contra experimentos de clonación. ...........................................................30
3.2. Declaración sobre la producción y uso científico - terapéutico de las células estaminales
embrionarias humanas. Academia Pontificia para la Vida. ................................................................33
3.3. Embriones y células estaminales. Academia Pontificia para la Vida. .........................................39
3.4. Iglesia ante investigación biomédica ............................................................................................45
3.5. Pérdida de la paternidad y negación de la familia. .......................................................................47
3.6. Reflexiones sobre la Clonación. Academia Pontificia para la Vida.............................................61
1. Aspectos Científicos
1.1. Definición.
¿Qué es exactamente la clonación?
Dr. Luis E. Ráez
La clonación es un tema atractivo para muchos. Se argumenta que con la clonación, podríamos
«inmortalizar» artistas famosos, políticos, estrellas de cine, etc. Por ejemplo, se podría clonar a Michael
Jordan y obtener un equipo completo de jugadores de basketball idénticos a él para conformar el «
dream team» del futuro. Otras personas con argumentos más conmovedores promueven la clonación
humana para reemplazar a un hijo tempranamente muerto; permitir a personas infértiles tener
descendencia; obtener órganos para gente enferma, etc.
Si describiéramos todos los supuestos beneficios de la clonación, nunca terminaríamos de escribir esta
reflexión. Aunque muchas expectativas de la gente a favor de la clonación no provienen de la cienciaficción, hay que considerar que entre lo que se promete y lo que pueda realmente ocurrir hay mucha
diferencia. Entonces, ¿en qué consiste la clonación?
La palabra «clonación» significa «división o aislamiento». Podemos decir que existen básicamente dos
posibilidades de clonación. La primera es que después del proceso de unión entre la célula materna
(óvulo) y la célula paterna (espermatozoide), el nuevo ser humano es una sola célula que se empezará a
dividir para desarrollarse como un ser completo. Cuando se ha dividido en cuatro células, cada una de
ellas todavía tiene toda la capacidad de desarrollar un ser humano completo. En 1993, la revista Science
recogió las investigaciones de científicos de la George Washington University que dividieron
(clonaron) por vez primera embriones humanos. Esta vez los científicos usaron embriones recién
formados de cuatro células separando cada una de ellas, a este nivel cada una todavía tiene la capacidad
de generar un ser humano completo. Esta posibilidad de clonación no goza del pleno respaldo de la
comunidad científica justamente porque en este caso un mayor número de científicos acepta que se
están manipulando seres humanos ya que el embrión está formado y ha sido concebido de una forma
más «natural» (unión del óvulo y espermatozoide) que en el caso de la clonación «terapéutica» que
explicamos a continuación.
La segunda técnica consiste en tomar el núcleo de una célula madura -que tiene todo el patrimonio
genético de un ser humano- de cualquier parte del cuerpo de un adulto y depositarla dentro del óvulo
materno, al que previamente se le ha extraído su propio núcleo. De esta manera, el núcleo de la célula
madura «ordenará» a la célula primitiva la formación de un embrión que será depositado en el útero de
la madre. Esto se logró en 1997 cuando la revista Nature informó el nacimiento de la oveja «Dolly»,
clonada por científicos escoceses. Este tipo de clonación se llama: «clonación terapéutica» y como el
experimento parte de dos células (y no embriones todavía) goza de mas aceptación y popularidad.
Pretender que estos experimentos iniciales puedan satisfacer todas las esperanzas puestas en la
clonación no sólo técnicamente es irreal por ahora, sino que presenta problemas morales serios, ya que
la clonación y el proceso que conlleva violan los derechos fundamentales del ser humano y arriesga la
vida del embrión. El experimento para la clonación de la oveja «Dolly» implicó 277 intentos de fusión
de células, los investigadores lograron engendrar con éxito ocho embriones y de ellos uno sólo
sobrevivió: «Dolly». Con estas cifras, se puede estimar la cantidad de vidas humanas que se perderán
durante los eventuales experimentos de clonación mientras éstos ocurran con la tecnología actual. Por
ello, el mismo Dr. Alan Colman que participó en la clonación de «Dolly» se opuso rotundamente en
agosto de 2001 durante una conferencia de expertos en clonación en Washington a los comentarios de
algunos científicos de tan dudosa reputación, como Severino Antinori de Italia, que ya aseguraban estar
dispuestos a intentar clonar seres humanos con la técnica escocesa.
No hay que usar mucha ciencia para darse cuenta que toda esta pretensión de la clonación de seres
humanos va en contra del sentido común. Retomemos el ejemplo inicial de este artículo. Si clonásemos
a Michael Jordan obtendríamos una copia de su figura, pero, ¿qué pasa si el clon no tiene habilidades
para el básquetbol?, ¿qué pasa si las tiene pero quiere hacerse músico?, ¿serían estos clones propiedad
de los que pagaron por clonarlos, violándose así los derechos fundamentales de igualdad y libertad?,
¿qué pasaría si los dictadores quieren clonarse o quieren clonar otros seres humanos para sus propios
fines?
Las posibles preguntas son innumerables y sólo la irresponsabilidad puede justificar a quien quiera
seguir adelante sin dar respuesta a todas estas dudas. En este sentido, uno de los puntos que debe
quedar claro -especialmente para los que tienen esperanzas en la cura de enfermedades con la
producción de clones- es el hecho de que no existe actualmente forma de conseguir células estaminales
u órganos para trasplantes provenientes de un embrión humano clonado sin matarlo.
La Iglesia Católica recuerda en documentos como la Instrucción Donum Vitae -publicada en 1987
sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación: «La investigación
científica, fundamental y aplicada, constituye una expresión significativa del señorío del hombre sobre
la creación. Preciosos recursos del hombre cuando se ponen a su servicio y promueven su desarrollo
integral en beneficio de todos, la ciencia y la técnica no pueden indicar por sí solas el sentido de la
existencia y del progreso humano. Por estar ordenadas al hombre, en el que tienen su origen y su
incremento, reciben de la persona y de sus valores morales la dirección de su finalidad y la conciencia
de sus límites» (Donum Vitae 2).
1.2. Preguntas Frecuentes.
Preguntas y respuestas sobre la Clonación.
¿Qué es la clonación?
Es el procedimiento científico que consiste en tomar el material genético de un organismo para obtener
otro idéntico, denominado clon. A través de la clonación, no hay una unión de óvulos con
espermatozoides.
¿En qué consiste la clonación llamada "terapéutica"?
Es un término aún engañoso, pues no ha proporcionado aún ningún resultado real. La técnica consiste
en tomar el material genético de una célula de un paciente para después fusionarlo con un óvulo. Esto
daría lugar a un embrión que llaman "sintético". A este embrión se le extraerían las células madre, que
serían controladas para desarrollarse como células de una naturaleza específica (musculares,
neurológicas, etc.).
Estas células "perfectas" se implantarían en el paciente para curar supuestamente la imperfección
orgánica o enfermedad.
¿La clonación terapéutica es el único camino médico por el que podrían obtenerse estos
resultados?
Definitivamente no. Lamentablemente, los científicos partidarios de la clonación ocultan el hecho que
las células "madre" o neutrales, que pueden ser convertidas en otras células específicas, pueden
obtenerse de individuos adultos y no de embriones. Más aún, aunque este proceso es más trabajoso, no
sólo es éticamente legítimo, sino incluso ha aportado algunos resultados más prometedores que las
investigaciones con células de embriones.
¿Qué enfermedades se pueden tratar por medio de la llamada clonación terapéutica?
Hasta ahora ninguna. Los científicos partidarios de la clonación vienen trabajando sobre el supuesto de
que las células madre obtenidas del embrión sintético se utilizarían para tratar la diabetes, el mal de
Parkinson y el de Alzheimer, la fibrosis quística, la esclerosis múltiple, accidentes cerebrovasculares,
algunos tipos de cáncer, leucemia, artritis reumatoidea y algunas enfermedades cardiovasculares.
¿Cuáles son las principales objeciones a estas técnicas?
Son dos. La primera es de carácter ético: la clonación de seres humanos se basan en el supuesto de que
un huevo fecundado, pese a que posee todo el código genético de un ser humano, y desde el punto de
vista genético, sólo se distingue del ser humano por su tamaño, no es una persona. Se utilizan incluso
eufemismos como el de "pre-embrión", para ocultar así el hecho objetivo del carácter humano del
sujeto que está siendo manipulado.
El segundo de carácter científico, es que la carrera por la clonación se ha convertido en algo muy
próximo a una farsa, pues se ha venido difundiendo la idea de que esta práctica podría ser la panacea
para casi la totalidad de enfermedades humanas, cuando no existe aún un solo resultado científico
positivo en la curación de enfermedades.
¿La clonación es siempre inmoral?
No. No existen objeciones morales a las clonaciones animales, una técnica que se practica desde hace
algunos años de manera experimental. Esta práctica, además de mejorar la reproducción de animales de
cría, abaratando el costo de ciertas carnes, podría eventualmente utilizarse para salvar especies en
extinción. Existe, sin embargo, una interrogante que debe dejar aún abierta la duda sobre esta práctica
incluso en animales: aún se desconoce si la reproducción por clonación puede traer malformaciones
genéticas peligrosas aún desconocidas por los científicos y que podrían ser fuente de nuevas
enfermedades y malformaciones animales y humanas.
1.3. Clonación “Terapéutica”.
Clonación "Terapéutica".
Documento del Centro de Bioética de la Universidad del Sagrado Corazón de Roma, 12-1-99,
(texto íntegro).
Vida Humana Internacional.
El siglo que está a punto de concluir ha sido definido "el siglo biotecnológico". En efecto, las noticias
de la invención de nuevas técnicas de intervención sobre la vida vegetal, animal y humana invaden casi
a diario la opinión pública, suscitando reacciones a menudo apasionadas y valoraciones opuestas.
Se corre el riesgo de hacer juicios fragmentarios y emotivos, fundados a veces en noticias incompletas
y no bien comprendidas, o de acostumbrarse a anuncios sensacionales, sin tratar de formarse una idea
precisa del alcance humano y cultural de lo que acontece.
Así pues, es necesario hacer una reflexión documentada, serena y objetiva, y ofrecerla como una debida
contribución para información sobre todo de los que no tienen familiaridad con el tema, con el fin de
ayudarles a tomar mayor conciencia con respecto a los eventos científicos y biotecnológicos que
caracterizan a nuestro tiempo.
Lo que se ha hecho.
Después del anuncio de la clonación de la oveja Dolly, en los primeros meses de 1997 (como se
recordará, se trató precisamente de la clonación por fusión de un ovocito desnucleado con una célula
somática extraída de la ubre de una oveja adulta de seis años y cultivado en un laboratorio), la alarma
se concentró inmediatamente en la posibilidad de transladar ese procedimiento al hombre. Las
condenas morales de esta posibilidad fueron numerosas: desde diversas partes, remitiendo a una
valoración prudente y competente el juicio sobre el empleo de este procedimiento sobre los animales,
se solicitaron normas de ley claras y definitivas en lo referente a la clonación humana.
Ya desde el primer momento, en los diversos comunicados de los organismos internacionales (Unesco,
Parlamento europeo, Consejo de Europa, Organización Mundial de la Salud.), se notaban expresiones y
matices diversos, que en cualquier caso ponían el énfasis en una condena general de la clonación
humana, condena que unas veces era fruto de un acuerdo entre diferentes concepciones antropológicas
y éticas, y otras se basaba sólo en posibles consecuencias de dichos procedimientos.
A este respecto se difundían en la opinón pública hipótesis y expresiones que pretendían configurar
procedimientos particulares encaminados a la producción de células y tejidos para sucesivos empleos
de medicina experimental y clínica, sobre todo en la línea de los transplantes terapeúticos. Se habló de
la producción de líneas celulares multipotentes a partir de células estaminales de origen embrional
(precisamente células de la masa celular interna del blastocito), procedentes de embriones humanos
producidos mediante clonación.
La opinión pública, por motivos de comunicación y por el deseo de ganar fácilmente consenso, fue
inducida a creer que se podían producir células y tejidos por clonación de otras células y tejidos, sin
considerar por el contrario, que ese procedimiento implicaría necesariamente la generación de
embriones humanos, aunque sólo sea en la fase de blastocitos, no destinados a ser transladados al
cuerpo de una madre para su sucesivo desarrollo, sino solamente con la finalidad de usar sus células y
así destruirlos. Este "malentendido" indujo a muchos a considerar que esos procedimientos debían
considerarse lícitos, dado que tenían una finalidad terapeútica de gran valor para la curación de
determinadas enfermedades y no dañarían la integridad del individuo humano.
Entre tanto, llegaba el anuncio de que el mismo centro de Escocia que había clonado a Dolly estaba
dispuesto a colaborar con una industria estadounidense en la producción de células y tejidos humanos
mediante procedimientos de clonación y la formación de bancos de este precioso material.
En el caso se pidió la opinión de la Licensing Authority del Reino Unido, que respondió de forma
afirmativa: en los primeros días del mes de diciembre de 1998 dio el visto bueno para ese
procedimiento, es decir, se mostró favorable a una clonación con finalidad terapéutica considerada una
especie de fruto de la biotecnología "de rostro humano".
Así, como a menudo acontece en estas situaciones, se planteó un dilema: o dar el visto bueno a esa
producción, "benéfica", o impedir el avance de la ciencia hacia la victoria sobre enfermedades
degenerativas (como la de Parkinson), metabólicas (como la diabetes mellitus con dependencia de la
insulina) u oncológicas (como la leucemia).
En esta situación resulta urgente aclarar los términos de la cuestión y examinar de cerca la pertinencia
de ese dilema.
Lo que se quisiera hacer.
En realidad, lo que la industria biotecnológica pretende realizar mediante ese tipo de tecnología con
fines terapéuticos es una auténtica clonación de individuos humanos. En efecto, no se trata de
reproducir células idénticas entre si partiendo de una única célula progenitora, como acontece
actualmente en el campo de los cultivos celulares; ni se trata simplemente de producir, con la técnica de
la proliferación celular in vitro, tejidos destinados a la implantación (por ejemplo, tejido cutáneo, óseo
y cartilaginoso), según los procedimientos de la "ingeniería de tejidos". Con esta técnica se toman del
cuerpo humano o animal células capaces de proliferar y generar tejidos en laboratorio, con el fin de
sustituir tejidos dañados del cuerpo de un paciente, por ejemplo, a causa de una quemadura grave. En
efecto, si se tratara de la reproducción de células o de intervenciones de ingeniería de tejidos, no habría
propiamente ninguna dificultad ética para admitir la licitud de esas técnicas.
Sin embargo, como saben muy bien los investigadores, aquí de lo que se trata es de la producción de
células y tejidos a partir de embriones humanos clonados, es decir, de seres humanos a los que se les va
a interrumpir su desarrollo para poderlos utilizar como fuente de "precioso" material biológico, a fin de
"reparar" tejidos u órganos degenerados en un individuo adulto.
Es bien conocido que las células del embrión antes de la implantación en el útero y los células
estaminales multipotenciales que se encuentran en el organismo humano también en fases sucesivas del
desarrollo, tienen capacidad extendida de autorrenovación y de diferenciación, y se quisiera aprovechar
esa potencialidad para las múltiples finalidades terapéuticas antes recordadas.
Por lo que se refiere a las células estaminales multipotenciales ya se sabe que pueden encontrarse
también en otros tejidos, y no sólo en el embrión precoz. En efecto, se hallan, entre otros lugares, tanto
en el saco vitelino, en el hígado y en la médula ósea del feto, como en la sangre del cordón umbilical,
en el momento del parto. Cuando se recocojan células estaminales de embriones o fetos abortados
espontáneamente o del cordón umbical, en el momento del parto, no existen particulares problemas
eticos. Sin embargo, estas células no serían capaces de dar lugar a la variedad de diferenciaciones
celulares que, por el contrario, se pueden lograr en las células estaminales obtenidas de embriones y,
por consiguiente, al parecer no satisfacen las exigencias del biotecnólogo, el cual busca células
numerosas, vitales y seleccionadas en relación con las solicitudes clínicas. Por eso, la producción de un
organismo humano en fase embrional de desarrollo mediante clonación sería considerado una fuente
preferencial y una reserva de la que se puede disponer en el tiempo, aprovechando la crio-conservación
de ese mismo embrión. Además, los tejidos así obtenidos resultarían histocompatibles con los del
donante del núcleo, el paciente mismo; este hecho permitiría superar el problema del rechazo propio de
los trasplantes con tejidos "ajenos" al paciente.
El uso de la clonación en ese sentido permitiría, por tanto, tener un producto específico y "abundante",
capaz de alimentar las esperanzas de una floreciente actividad bioindustrial. Y, si reflexionamos; un
momento, podremos caer en la cuenta de que, en efecto, la invitación a emprender el camino de la
investigación sobre la "clonación terapéutica", vino precisamente de la industria biolecnológica. Por
ejemplo, precisamente una industria estadounidense se mostró muy interesada, anunciándolo por
Internet, en la posibilidad de patentar productos para la terapia de enfermededes degenerativas
vinculadas a la edad, por lo que se mostró dispuesta a financiar esas investigaciones que lleven a la
producción de células estaminales, así como o la identificación de los factores de diferenciación celular
tanto para preparar intervenciones de ingeniería genética como para utilizarlos en los transplantes.
El juicio ético.
Las implicaciones bioéticas de esos procedimientos, a pesar de los propósitos "humanísticos" de quien
anuncia curaciones espectaculares por este camino que pasa por la industria de la clonación, son
enormes y requieren un juicio sereno pero firme, que muestre la gravedad moral de ese proyecto y
motive su condena inequívoca.
Ante todo, es preciso decir que la finalidad "humanística" a la que se remite no es moralmente
coherente con el medio usado; manipular a un ser humano en sus primeras fases vitales a fin de obtener
material biológico necesario para experimentación de nuevas terapias, llegando así a matar a ese ser
humano, contradice abiertamente el fin que se busca: salvar una vida (o curar enfermedades) de otros
seres humanos. El valor de la vida humana, fuente de igualdad entre los hombres, hace ilegítimo un uso
meramente instrumental de la existencia de uno de nuestros semejantes, llamado a la vida para ser
usado solamente como material biológico.
En segundo lugar, esta manera de actuar cambia totalmente el significado humano de la generación,
que ya no se piensa y realiza en orden a la reproducción, sino que se programa con fines médicoexperimentales (y por eso también comerciales).
Este proyecto se alimenta con la progresiva despersonalización del acto generativo (introducida con las
prácticas de la fecundación extracorpórea), el cual se convierte en un proceso tecnológico que
transforma al ser humano en propiedad para uso de quien, en un laboratorio, es capaz de engendrarlo.
En la clonación humana con fines terapéutico-comerciales, se altera la figura misma del "progenitor",
reducido al rango de prestador de un material biológico con el que se engendra un hijo-gemelo
destinado a ser usado como suministrador de órganos y tejidos de recambio.
Esta manera de actuar es contraria incluso a la Convención europea sobre los "derechos del hombre y la
biomedicina", la cual, a pesar de permitir -y se trata de una opción que consideramos lamentable y
moralmente ilícita- la utilización de embriones supernumerarios obtenidos con los métodos de
fecundación artificial, sin embargo prohibe su producción con fines experimentales (art. 18 b). El
hecho de que el Reino Unido no haya firmado aún esa Convención no es motivo suficiente para
subestimar el principio expresado por la Convención europea, que sanciona el derecho de todo ser
humano a no ser engendrado para fines diferentes de la reproducción misma.
En el caso que aquí estamos examinando, además, no se utilizan los criterios de la experimentación,
arriesgada o no arriesgada, sino que se avala el principio según el cual sería legítima una utilización del
ser humano que implique su destrucción.
Pero esa manera de actuar está en flagrante oposición con los derechos del hombre, dado que permitiría
utilizar a un ser humano vivo para obtener de él células o tejidos, aunque sea para el bienestar de otro
individuo, incluso cuando eso implica la muerte del ser humano utilizado.
El principio que de hecho se introduce, en nombre de la salud y del bienestar, sanciona una auténtica
discriminación entre los seres humanos según la medida de los tiempos de su desarrollo (así un
embrión vale menos que un feto, un feto menos que un niño y un niño menos que un adulto),
trastocando el imperativo moral que, por el contrario, precisamente impone defender y respetar con el
máximo empeño a los que no son capaces de defender y manifestar su intrínseca dignidad.
La civilización occidental, que ha sabido emanciparse de las discriminaciones raciales y ha sancionado
el derecho de todo ser humano a ser tratado como miembro de la familia humana, independientemente
de sus condiciones de salud, edad y estado social, ahora corre el peligro de permitir, con la mediación
de la tecnología, la llegada de una nueva barbarie.
El proyecto de la clonación humana con fines terapéutico-comerciales manifiesta el regreso del
darwinismo social en el que se fundó el racismo poeudocientífico de fines del siglo XIX.
La práctica de la clonación no puede encontrar ninguna legitimación ni siquiera en las discusiones
referentes a la identidad individual y personal del embrión obtenido en forma programada en un
laboratorio: se trata de un nuevo ser humano, intrínsecamente orientado a su desarrollo y a su plena
maduración individual, que se actuaría si no se lo impidieran a sabiendas. Tampoco tiene consistencia
la referencia al hecho de que estos seres humanos en fase embrional, destinados a proporcionar células
y tejidos, no sean capaces de sentir dolor: la ausencia de dolor no justifica la supresión de un ser
humano; matar a un hombre bajo anestesia seguiría siendo un homicidio.
Es demasiado evidente que aquí, apelando al criterio de la salud, se cuenta con la complicidad del
egoísmo colectivo: la estrategia lingüística con la que se quiere anular el significado moral de la
clonación humana (por lo que hoy se ha introducido el término "cuerpo embrioide" para referirse al
embrión construido in vitro mediante la clonación y destinado a ser destruido deliberadamente)
manifiesta el disgusto originario frente a la convicción de que se está proyectando engendrar, usar y
eliminar a uno de nosotros.
En cambio, es preciso tener la valentía de mirar a través del microscopio electrónico y reconocer que
allí no hay una célula cualquiera, no hay un material genético amorfo, sino que hay un ser humano que
inicia su camino vital. Los fines terapéuticos, aunque fueran verdaderos y no sólo hipotéticos y
sustitutos de delitos reales, no justifican jamás el asesinato programado de un semejante o su
producción en serie.
La lógica que domina en este proyecto está vinculada al mercado biotecnológico, y no tiene nada que
ver con el momento cognoscitivo propio de la ciencia. No podemos olvidar que a este resultado se ha
llegado con la puesta en marcha de la procreación artificial, cuando se procedió a separar el momento y
el hecho procreativo de la expresión del amor conyugal y personal: este hecho ha entregado el embrión
a la explotación biotecnológica y comercial.
La ciencia ha sabido encontrar, y pensamos que puede encontrar, formas de terapia para las
enfermedades de base genética o degenerativa a través de otros procedimientos, como la utilización de
células estaminales tomadas de la sangre materna o de abortos espontáneos, prosiguiendo las
investigaciones en el campo de las terapias génicas y recurriendo de nuevo al estudio sobre los
animales: si, por hipótesis, la única vía posible fuera, por el contrario, la de la clonación humana,
entonces sería preciso tener la valentía intelectual y moral de renunciar a este camino, dado que
imponer el origen y la muerte de uno de nuestros semejantes para garantizar la salud es un acto de
injusticia que lesiona en sus fundamentos nuestra dignidad y nuestra civilización. Roma, 12 de enero de
1999.
1.4. Breve historia de los experimentos.
Breve historia de los experimentos de Clonación.
El tema de clonar embriones humanos comenzó a sonar a mediados de 1998, cuando dos equipos de
investigadores estadounidenses consiguieron aislar y cultivar, en laboratorio, una célula madre.
Así se llaman las células que originan los 210 tejidos de un organismo humano. Uno de los primeros
avances fue logrado al mismo tiempo por un equipo de la Universidad de Wisconsin, en Madison, y por
otro de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore.
Cada grupo avanzó por un camino distinto, pero llegaron a los mismos resultados. Lograron aislar y
después cultivar las llamadas "células germinales", que se forman apenas se unen el espermatozoide y
el óvulo. Los dos grupos utilizaron células en distintos estadios de desarrollo. Ahora, la legislación
británica autoriza la clonación de estas células y su uso terapéutico hasta el día 14 de la gestación.
El interés en aislarlas reside en que estas células son capaces de originar tanto las células que forman el
corazón como las del tejido nervioso o las de la piel. Es decir, son las que van a diferenciarse durante el
estado embrionario para conformar las distintas partes del cuerpo humano.
Pero la mirada científica no se concentra sólo en señalarlas como células "pluripotentes". Ellas podrían
formar parte de una reserva, un banco de tejidos de los laboratorios que reemplazaría a las células
dañadas durante el transcurso de la vida.
Sin embargo, estas células madre -como señalan los pro-vida- pueden ser obtenidas de células madre
extraídas de adultos, y no hay necesidad de clonar embriones humanos que luego serán eliminados.
1.5. Clonación y Células Estaminales.
Clonación y células madre.
En los últimos años la medicina y la biología han experimentado varias revoluciones que han ido
cambiando de una modo espectacular e inimaginable tanto aspectos conceptuales básicos como el
enfoque de las enfermedades y sus distintas opciones terapéuticas.
Uno de los recientes campos que está despertando mayor interés y que más rápidamente está
avanzando, es la denominada Medicina Reparadora, basada principalmente en la manipulación de
células madre (cuya obtención plantea ineludibles dilemas éticos) con la intención de regenerar tejidos
y, de este modo, curar o tratar enfermos.
En un breve pero esclarecedor texto se sintetizan y definen los principales conceptos
1-Introducción: medicina reparadora.
Algunos procesos patológicos (como el infarto de miocardio, la enfermedad de Parkinson, el
Alzheimer, la diabetes tipo 1,...) son ocasionados por la degeneración, disfunción o muerte (aguda o
crónica) de determinados tipos de células (miocardiocitos en el caso del infarto de corazón; neuronas
dopaminérgicas en el caso de la enfermedad de Parkinson, células Beta del páncreas productoras de
insulina en el caso de la diabetes mellitus tipo 1,...).
La medicina reparadora tiene por objetivo regenerar estas células, de modo que se recupere la función
del tejido u órgano pertinente. Para lograrlo, es preciso practicar microtransplantes de células que, de
un modo similar al transplante de un órgano entero (hígado, corazón, riñón,...) podrían suplantar la
función de las células alteradas.
La mayor dificultad técnica de la medicina reparadora viene dada por la obtención de los tipos celulares
deseados. Éste es también el punto que plantea mayores dilemas y discusiones éticas, tanto en la
comunidad científica como entre la población en general.
Se han propuesto distintas vías de obtención de estas preciadas células; para simplificar el asunto desde
el punto de vista ético, distinguiremos entre las células procedentes de embriones (cuya obtención
supone la destrucción del embrión donante) y las células no procedentes de embriones (cuya extracción
no supone, en principio, la destrucción de una vida humana ni la violación de sus derechos
fundamentales).
2- Conceptos básicos de biología.
Antes de continuar reflexionando sobre los aspectos éticos de las distintas vías de obtención de células
madre, me parece conveniente aclarar algunos conceptos a fin de poder comprender mejor las posibles
aplicaciones de las células madre y las diferencias entre las distintas fuentes de obtención de las
mismas: en este apartado intentaré explicar brevemente el significado de totipotencialidad,
pluripotencialidad, multipotencialidad, célula madre, célula indiferenciada, célula diferenciada y estirpe
celular.
- Por totipotencia entendemos la capacidad de una célula de dar lugar a un organismo adulto entero: el
paradigma de célula totipotente es el cigoto (óvulo recién fecundado) que, de un modo natural, da lugar
al organismo adulto en su totalidad; también son células totipotentes las células del embrión en sus
primeras divisiones (de modo que, si estas células se separan, cada una de ellas dará lugar a un
embrión, obteniéndose, así, dos, tres cuatro o más individuos distintos (aunque todos ellos
genéticamente idénticos); el mecanismo natural de gemelación ocurre de esta manera: por disyunción
espontánea de las células del embrión en un estadio temprano; también se puede provocar
artificialmente esta separación in vitro: en este caso hablamos de "paraclonación").
- La pluripotencia es la capacidad por parte de una célula de transformarse en cualquier tipo celular
del organismo al que pertenece; estas células ya no son capaces de generar un organismo entero
adecuadamente organizado y estructurado, pero sí pueden dar lugar a cualquiera de las células que lo
integran. Naturalmente, toda célula totipotente es también pluripotente: es decir, una célula capaz de
generar un organismo completo, puede también dar lugar a cualquiera de sus células por separado.
- El tercer tipo de célula es aquella que goza de multipotencia, es decir, de la capacidad de dar lugar a
distintos tipos celulares, pero no a todos. Por ejemplo: algunas de las células que nosotros tenemos en
la médula ósea se dividen continuamente y su descendencia da lugar a los distintos tipos celulares que
circulan por la sangre (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas); estas células reciben el nombre de
células madre hematopoyéticas. Parece ser (por lo menos así se ha creído hasta ahora) que, en el
organismo, estas células no se transforman ni en neuronas, ni en células musculares, ni óseas ni de
cualquier otro tipo que no sea las células sanguíneas antes mencionadas: son, por tanto, células madre
multipotentes pero no pluripotentes.
- Las células madre son aquellas que están especializadas en generar otras células: por sucesivas
divisiones van dando lugar a células y más células que iniciarán el camino de la diferenciación. Casi
por definición, las células madre son células indiferenciadas, aunque están altamente especializadas en
realizar su función: generar células. También son células multi o pluripotentes: en principio una
célula es tanto más pluripotente como más indiferenciada está y viceversa; del mismo modo, las células
van perdiendo la capacidad de transformarse en distintos tipos celulares a medida que se diferencian (se
van condenando a permanecer diferenciadas en un único y concreto tipo de célula).
- Las células diferenciadas son aquellas que están especializadas en llevar a cabo una determinada
función y no pueden (ni su descendencia, en caso que puedan dividirse, tampoco puede) transformarse
en otro tipo celular de diferente estirpe. La mayoría de las células diferenciadas tienen mermada en
mayor o menor grado la capacidad de dividirse; estas células no se regeneran a partir de ellas mismas
sino a partir de células madre indiferenciadas. La mayor parte de las células del organismo son células
diferenciadas, por ejemplo: miocitos en los músculos y el corazón, linfocitos, conos y bastones de la
retina, enterocitos del intestino, eritrocitos en la sangre,... El proceso de diferenciación es inducido y
regulado por factores externos a la célula: el microambiente en que la célula vive le proporciona un
conjunto de señales que inducen la transformación de una célula indiferenciada sin ninguna función
especial en un determinado y concreto tipo de célula con una función específica.
- En algunas situaciones patológicas, las células se desdiferencian (también es posible inducir esta
desdiferenciación en condiciones experimentales): muchas células tumorales malignas presentan esta
característica: la desdiferenciación. Así, por ejemplo, entre las células de un tumor originado en el
hígado, podemos encontrar algunas células tumorales que ya no es posible identificar como hepatocitos
(células del hígado): han adquirido características de células más inmaduras, indiferenciadas que,
precisamente y como ya hemos comentado, están especializadas en dividirse sin parar (no es una
casualidad, por tanto, que estos cambios sean signos de malignidad, pues un tumor es tanto más
maligno como más descontroladamente se dividen sus células, es decir, como más desdiferenciado
está).
- Cuando hablamos de estirpes celulares nos referimos a los distintos tipos de células que integran el
organismo: así, las células nerviosas, musculares, epidérmicas, óseas, cartilaginosas,... pertenecen cada
una de ellas a estirpes celulares distintas. Dentro de cada estirpe, también hay distintos tipos de células;
habitualmente, esta diversidad dentro de la misma estirpe se debe a los distintos estadios madurativos
por los que una misma célula debe ir pasando o bien a los distintos grados de actividad o activación en
que se puede encontrar una célula.
Todas las células somáticas del organismo tienen, en principio, el mismo contenido genético (el mismo
genoma, que es la totalidad de genes de un organismo): lo que distingue las células de una estirpe de las
células de otra estirpe no es, por tanto, la información genética de que disponen, sino la expresión
diferencial de unos u otros genes (la expresión de los genes se traduce en la síntesis de proteínas; así,
las células que expresan unos determinados genes, producen unas determinadas proteínas).
Nuestras células contienen muchísimos genes que codifican para otras tantas proteínas: algunas de ellas
son necesarias para el funcionamiento básico de la célula y son producidas por todas las células del
organismo; otras proteínas son necesarias para realizar funciones específicas que sólo deben darse en
determinados tejidos; por ejemplo: las células de la capa más superficial de la piel (epidermis),
producen queratina; esta proteína sólo se "fabrica" en este tipo de células y sólo debe hallarse en la piel;
los genes que codifican para las distintas queratinas, sólo deben expresarse en las células epidérmicas.
De igual modo, la actina y la miosina son proteínas implicadas en la contracción muscular: por lo tanto,
sólo deben expresarse en grandes cantidades en aquellas células con capacidad contráctil.
Paralelamente, las enzimas que se encargan de la producción de lactosa (el principal azúcar de la leche)
sólo deben producirse en las células de la glándula mamaria durante la lactancia. Pero todas las células
del organismo adulto (a excepción de algunas células de la línea germinal y otros casos especiales
como los linfocitos) contienen toda la información genética necesaria para producir estas proteínas
específicas.
Lo que determina qué genes expresa una célula y qué genes no expresa, no es el contenido genético de
la célula sino factores externos al genoma: el microambiente en que vive la célula contiene gran
cantidad y diversidad de señales que le indican y le ordenan cuál debe ser su patrón de
comportamiento. Estas señales se denominan globalmente factores epigenéticos (que pueden ser
factores externos a la célula o bien factores intracelulares).
El estudio de estos factores es crucial en el campo de la medicina reparadora, ya que si conocemos
cuáles son las señales que inducen la transformación de una determinada célula en miocardiocito o en
neurona, podemos obtener de una forma controlada los tipos celulares que podamos necesitar a partir
de otras células.
En este mismo orden de cosas, es interesante recordar cómo la famosa oveja Dolly se desarrolló a partir
del núcleo de una célula de la glándula mamaria de una oveja adulta; es decir: esa célula de ubre fue
sometida a un entorno muy especial (el proporcionado por el citoplasma de un óvulo) y fue capaz de
transformarse, no en cualquier tipo de célula, sino en toda una oveja entera. Es de suponer que si una
célula adulta es capaz de dar lugar a un organismo entero, no hay ninguna limitación biológica para
poder obtener un determinado tipo celular (cualquiera que sea) a partir de esa misma célula. Sólo es
preciso conocer con detalle los factores que determinan esta diferenciación y poderlos reproducir en el
laboratorio.
3- Fuentes de células madre.
Creo que después de estas aclaraciones, el lector habrá intuido que el fundamento de la medicina
reparadora es obtener células diferenciadas concretas (del tipo celular deseado en cada caso) a partir de
células madre multi o pluripotentes. La mayor dificultad técnica estriba, por un lado, en la
diferenciación de las células madre hacia el tipo celular deseado, y, por otro lado, en la obtención de
células madre.
El primer punto (la diferenciación de las células madre) se resolverá a medida que se vaya
profundizando en el conocimiento de los factores que inducen la diferenciación de los distintos tejidos.
Es tan sólo un problema "técnico" pendiente de perfeccionamiento.
El segundo punto (obtención de células madre) es más delicado: a las dificultades técnicas se le añaden
grandes dilemas éticos que merece la pena considerar antes de iniciar o proseguir en determinadas
líneas de investigación. Como he esbozado al principio, básicamente podemos distinguir entre las
células madre procedentes de embriones (y cuya obtención implica necesariamente la manipulación,
utilización y destrucción del embrión) y las células madre procedentes de adulto (que no suponen un
atentado contra la vida o los derechos fundamentales de un ser humano). Vamos a analizar ahora las
diferencias entre las distintas fuentes de células madre:
3.1- Células madre no procedentes de embriones.
Básicamente las podemos obtener de dos fuentes: de la sangre del cordón umbilical o bien de tejidos de
personas adultas que contengan células madre. Nos referiremos únicamente al último caso, aunque las
consideraciones éticas son las mismas para ambos.
Células madre de adulto:
Se obtienen a partir de células madre multipotentes, que se hallan en distintos tejidos (probablemente
en casi todos), como piel, médula ósea, tejido adiposo, tejido conjuntivo, bulbo olfatorio, etc.
En un principio se creía que las células madre de los organismos adultos sólo eran capaces de generar
un número limitado y reducido de estirpes celulares, ya que, en condiciones fisiológicas, son células
multipotentes que generan unos pocos tipos celulares. Pero más tarde se comprobó que era posible
obtener tipos celulares distintos de los habituales, sometiendo estas células a determinadas condiciones
de cultivo.
Lo que hace que una célula madre de médula ósea genere únicamente células sanguíneas, no es su
incapacidad intrínseca para generar otros tipos celulares, sino que el microambiente particular de la
médula ósea sólo da indicaciones para que las células procedentes de estas células madre, se
diferencien hacia eritrocitos, leucocitos o plaquetas. Por lo tanto, es cierto que, en condiciones
fisiológicas, las células madre de los organismos adultos son sólo multipotentes; pero también es cierto
que, sometidas a determinadas condiciones experimentales in vitro, se las puede desdiferenciar todavía
más y transformarlas en células pluripotentes. Se está trabajando mucho en este campo y los resultados
obtenidos hasta el momento son más que alentadores.
Las ventajas del uso de células madre procedentes de adulto en los tratamientos de medicina reparadora
son las siguientes:
- No producirían rechazo inmunológico en el receptor: puesto que estas células son genéticamente
idénticas a las del donante (que es, a la vez, el paciente a tratar con estas células).
- Su obtención es relativamente sencilla: basta una punción esternal para obtener médula ósea, una
biopsia de piel o la extracción de tejido adiposo subcutáneo.
- No se malignizan: es decir, no dan lugar a tumores. Se trata de células más apaciguadas, con menos
actividad replicativa, de modo que es más fácil controlar su proliferación que en el caso de las células
procedentes de embriones (clonados o no).
- No plantea problemas éticos, pues no se manipula ni se destruye ninguna vida: éste es el punto más
decisivo para decantarse por el uso de células madre procedentes de adulto. Las otras ventajas son
relativas, porque, es cuestión de tiempo e inversión el poder controlar la mayoría de los inconvenientes
o dificultades técnicas que hoy por hoy presentan tanto la utilización de embriones (clonados o no)
como de células madre procedentes de adulto.
3.2- Células madre procedentes de embriones.
En este apartado podemos distinguir dos fuentes, en función de si los embriones son el resultado de una
fecundación in vitro o de una clonación:
Células madre procedentes de embriones obtenidos por fecundación in vitro (FIV):
Para obtenerlas es necesario disgregar las células que componen el embrión generado por FIV y
someterlas a las condiciones de cultivo adecuadas para lograr que las células se dividan eficazmente y
se transformen en el tipo celular deseado: estaríamos transformando un ser humano en un montón de
células (por ejemplo, células pancreáticas productoras de insulina).
Esta técnica supone manipular y destruir un embrión humano (es decir, un ser humano que se encuentra
en una etapa muy inicial de su desarrollo biológico). Permitiría obtener células para transplantarlas en
personas enfermas (por ejemplo: transformarlas en neuronas productoras de dopamina e implantarlas
en el encéfalo de un enfermo de Parkinson); en este caso, al ser estas células extrañas al organismo
receptor, presentan el inconveniente de un posible rechazo (igual que un transplante de órganos
cualquiera).
Además, presentan otro inconveniente: al ser células destinadas a generar de modo natural todos los
tipos celulares y un organismo entero adulto, tienen una enorme capacidad de dividirse; tanta, que son
de muy difícil manejo y, con cierta frecuencia, causan tumores en los pacientes en que se implantan (o
en los animales de experimentación utilizados): proliferan descontroladamente.
En la actualidad, se utilizan para este fin embriones congelados "sobrantes" producto de las técnicas de
reproducción asistida; sin embargo, en algunos países ya es legal la producción de embriones in vitro
no con la finalidad de implantarlos en el útero de una mujer, sino con la única intención de
experimentar con ellos (lo cual supone, naturalmente, un agravante ético añadido).
Células madre procedentes de embriones clonados:
Su aplicación sería equivalente al caso anterior, pero presentarían la ventaja de evitar el problema del
rechazo, puesto que el organismo receptor es genéticamente casi idéntico a las células procedentes del
embrión clonado.
4- Clonación.
En un sentido amplio, por clonación entendemos la generación de una entidad biológica idéntica a otra
entidad: en el caso que nos ocupa nos referimos a la clonación de seres vivos y, más concretamente, de
seres humanos: es decir, a la obtención de seres humanos genéticamente idénticos a un ser humano ya
existente. Esto se puede lograr básicamente de dos modos:
- Clonación por gemelación ("paraclonación"): la forma más simple de clonar un ser vivo consiste
en disgregar las células de la masa interna del blastocisto (es decir, del embrión en un estadio inicial de
desarrollo) de modo que cada una de las células dé lugar a un embrión distinto (como ya hemos
comentado antes, este es el proceso por el que tiene lugar la gemelación natural).
- Clonación por transferencia de núcleo: el otro modo de clonar seres humanos consiste en tomar el
núcleo de una célula de un organismo y transferirlo al interior de un óvulo al que previamente se le ha
extraído el núcleo; a continuación se estimula el óvulo para que empiece a dividirse como si hubiera
sido fecundado, de modo que se organiza y se desarrolla como cualquier otro embrión.
Hoy por hoy, la clonación humana no es técnicamente posible (o no lo es de un modo suficientemente
eficaz como para poderla plantear como alternativa terapéutica aplicable en la práctica); en cualquier
caso, vuelvo a insistir en que, las barreras técnicas, se superan con tiempo e inversión económica; lo
que nunca se podrá eliminar es la barrera ética: la clonación supone, igual que la utilización de
embriones humanos producidos por fecundación in vitro, la destrucción de un ser humano; además, en
este caso, el embrión humano es generado con la finalidad de ser utilizado y para ser destruido; por
último, cabe añadir que la clonación presenta algún agravante ético "extra" en comparación a la
destrucción y manipulación de embriones producidos in vitro: en el caso de la clonación se está
utilizando un tipo de reproducción que no es el propio de la especie humana: la clonación no implica la
fusión de dos gametos procedentes de dos organismos distintos (reproducción sexual) sino la
generación de un nuevo ser humano a partir de células adultas de una única persona: se trata de un tipo
de reproducción asexual, propia de las bacterias, los protozoos y otros muchos organismos
filogenéticamente más primitivos y mucho menos evolucionados (aunque no por ello menos adaptados
a su entorno) que los seres humanos. En este sentido, la clonación no sólo es reprobable desde el punto
de vista de la defensa de la dignidad de la persona humana, sino también desde la perspectiva
ecologista de defender y respetar la naturaleza y el orden natural preestablecido.
Hoy por hoy, la clonación humana se intenta llevar a cabo en plan experimental; el caso es que para
lograr una clonación, es necesario disponer y utilizar gran cantidad de óvulos (por una cuestión de
imperfección de la técnica) y no es factible disponer del número de óvulos humanos necesario
(procedentes de donantes voluntarias que deben someterse a serios procedimientos no exentos de
riesgos e incomodidades y que, además, no son recompensados).
Para solventar este problema, se intenta clonar núcleos humanos sobre óvulos murinos (de ratón), de
vaca, de cerdo y otros animales. Con estas aberrantes prácticas, no sólo se atenta contra la dignidad del
ser humano clonado (es decir, con el nuevo embrión producto de la clonación) sino contra toda la
humanidad, al manipular el patrimonio genético de la especie humana; esos productos de la clonación...
¿son humanos? ¿son ratones? ¿son híbridos humano-ratón? Amparándose en esta ambigüedad, los
científicos que realizan o defienden estas prácticas alegan que no se puede considerar el producto de
esta manipulación como algo propiamente humano, de modo que su destrucción no supone un atentado
contra la dignidad de la persona. Otra alternativa para intentar solventar el problema de la escasez de
óvulos propone extraer los óvulos de los ovarios de las niñas que han sido abortadas: espero que, al
imaginar esta inaceptable, irreverente y atroz manipulación, el lector se haya estremecido tanto o más
que yo; personalmente, este tipo de cosas causan en mí una enorme repugnancia y una profunda
tristeza.
5- Conclusión.
Por todos estos motivos (éticos, prácticos, técnicos, médicos,...) es infinitamente más recomendable el
uso de células madre de adulto como fuente de células pluripotenciales que la manipulación de
embriones.
Quizás el lector se pregunte cuales son las ventajas de las células madre procedentes de embriones.
Bien: estas células están programadas para dar lugar a organismos completos: por lo tanto, presentan
una "inercia" a dividirse y diferenciarse en todos los tipos celulares mucho mayor que las células madre
procedentes de adulto. En este sentido, parece ser que resulta más sencillo reprogramar células
embrionarias que células madre de adulto. Esta ventaja es relativa, puesto que el reprogramar las
células madre de adulto no es imposible ni tampoco mucho más difícil que el lograr la diferenciación
de las células embrionarias en el tipo celular deseado. A la par, esta discreta ventaja se salda con un
grave inconveniente, fruto de esa misma elevada capacidad para dividirse: se trata de la tendencia a
acabar generando tumores malignos.
Otra ventaja (que, más que conocer con certeza, intuyo) es de índole económica: imagino que el poder
disponer de los embriones congelados o poder generar embriones por fecundación in vitro para este fin
proporciona una inagotable y casi gratuita fuente de células madre humanas toti, pluri y
multipotenciales con las que investigar sin límite; además, estas células no pertenecen a nadie en
particular, ya que el donante fue destruido precisamente al obtenerlas y los padres biológicos de ese
embrión, muy probablemente ni siquiera estén al corriente del uso que se está haciendo de sus gametos
y de unos hijos que ni tan sólo saben que han procreado. Es obvio que el poder disponer de estas
células sin restricciones supone grandes ventajas desde le punto de vista económico.
En resumen: si obviamos los posibles beneficios económicos, el uso de embriones y la práctica de la
clonación, no suponen ventajas (respecto las células madre procedentes de adulto) que justifiquen su
aplicación en medicina reparadora, ni si quiera desde una perspectiva meramente práctica o utilitarista.
Es innegable que, desde un punto de vista exclusivamente práctico o técnico, tanto el uso de células
madre procedentes de embriones como las procedentes de adulto, presentan ventajas e inconvenientes.
Es arriesgado e imprudente hacer predicciones sobre las futuras conquistas de la ciencia, pero a pesar
de ello, me atrevo a manifestar mi previsión: creo que tanto las dificultades o inconvenientes que
presentan el uso de embriones como la aplicación de células madre de adulto, pueden ser superadas y
controladas a medida que avancen los conocimientos científicos y la tecnología.
Vuelvo a repetir que sólo es cuestión de tiempo y dinero el que tanto una vía de obtención de células
madre como la otra se perfeccionen lo suficiente como para ser, ambas, una alternativa técnicamente
factible y médicamente eficaz y fiable (aunque, por supuesto, nunca exenta de riesgos, efectos
secundarios y fracasos) para tratar enfermedades degenerativas.
Lo que debe hacernos decantar por la utilización de uno u otro tipo de células no son cuestiones
prácticas sino éticas: es lícito utilizar células madre procedentes de adulto; pero, por muy noble que sea
el fin perseguido, es inaceptable la producción, manipulación y destrucción de seres humanos.
Pero por ahora, incluso las ventajas médicas y técnicas hablan a favor de las células madre procedentes
de adulto. De todos modos, no quiero darle demasiada importancia a este hecho, porque lo que hace
preferible el uso de estas células no es su superior eficacia, sino la total ilicitud ética que supone la
utilización de los embriones humanos.
Si el único modo de obtener células madre aplicables al campo de la medicina reparadora fuera a partir
de embriones, tampoco en ese caso sería lícita su utilización, a pesar de ser muchísimos los enfermos
que se podrían beneficiar de estas estrategias terapéuticas.
En el fondo de estos dilemas subyacen dos cuestiones importantes: la primera es de carácter
antropológico: ¿qué se entiende por persona humana?, ¿cuáles son los principios éticos fundamentales
que nos permiten establecer los derechos humanos universales?; la segunda, es una cuestión más bien
práctica: ¿qué se debe hacer con los miles (o millones) de embriones congelados almacenados en las
clínicas de fecundación asistida?
Para poder justificar la utilización de embriones y la producción de los mismos para fines distintos de
la reproducción, sería necesario o bien negar que el embrión sea realmente un ser humano (cosa que
resulta bastante difícil de justificar a la luz de los conocimientos biológicos actuales), o bien admitir la
licitud de someter determinadas personas a la voluntad de otros o ponerlas al servicio de las
necesidades de terceros, con las consecuencias que ello conlleva. Pero discutir todas estas cuestiones
llevaría varios artículos y no es el objetivo del presente, de modo que dejo estos planteamientos en el
aire para que el lector reflexione por sí mismo (si es que no lo ha hecho ya) acerca de ellos, a la luz de
los cuatro conceptos de biología que he pretendido aclarar y de la escueta información sobre el estado
actual de los conocimientos sobre células madre (espero que, a pesar de no haber aportado muchos
detalles, lo expuesto sea suficiente como para guiar o incentivar esta reflexión).
Antes de concluir, plantearé una última cuestión: en el caso de que, dentro de unos años, la medicina
reparadora basada en el uso de células madre procedentes de embriones (clonados o no) sea una
realidad clínicamente aplicable,... ¿cómo oponerse a que el propio hijo, padre, madre, hermano, esposo,
esposa o cualquier otro ser querido sea tratado con estos procedimientos de una enfermedad de otro
modo incurable e incluso mortal? ¿No estaríamos ante una situación de chantaje emocional? ¿Sería
lícito ofrecer a los pacientes semejantes opciones terapéuticas?
Este interrogante no es nuevo: basta pensar en el caso de las donaciones de órganos: por muy
necesitada que esté una persona, bajo riesgo de muerte inminente, de un transplante de corazón, no
sería aceptable que ese corazón procediera de un pobre padre de familia de la India que, como única vía
para salvar a su familia de morir de inanición, no sólo habría renunciado a un puñado de células suyas,
sino que habría sacrificado su propia vida a cambio de una mísera suma de dinero. Supongo que habrá
personas capaces de aceptar un órgano de semejante procedencia aún sabiéndolo; pero ni la Medicina
ni la Ley pueden permitir que semejantes situaciones lleguen a ser posibles. En el caso de la utilización
de embriones con fines terapéuticos, nos encontramos ante una situación equivalente y el modo de
enfocar el tema desde la ética médica y la jurisprudencia, debería ser el mismo.
6- Bibliografía.
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Vila Coro, M.D., Desprogramar células somáticas fue el gran acontecimiento científico, Diario Médico,
22.XI.2000.
Recomiendo muy especialmente consultar la página web : http://www.bioeticaweb.com
María Valent
Fuente: http://www.arbil.org/
1.6. Genoma humano.
¿Qué es el proyecto del Genoma Humano?
La publicación del mapa del genoma humano en revistas especializadas e Internet ya suscita
controversia en diversos sectores. Sin embargo, para el Vicario de Roma, Cardenal Camilo Ruini, ante
los nuevos descubrimientos "la Iglesia no tiene razón para temer".
El Cardenal Ruini explicó que los recientes descubrimientos deben ofrecer nuevas evidencias sobre las
características de la relación entre el ser humano y los animales, y subrayó que "existe una gran
diferencia entre nosotros".
Específicamente, el Purpurado se refirió a la capacidad del hombre de pensar y de gozar de libertad
como un don único de Dios. "Ese factor hace del ser humano una creatura única entre las demás
creaturas", afirmó el Cardenal.
Por su parte, Mons. Elio Sgreccia, de la Pontificia Academia para la Vida, afirmó que los científicos
tienen una obligación de informar a la gente sobre las últimas consecuencias de sus investigaciones,
particularmente cuando involucran a la manipulación genética.
Mons. Sgreccia, experto en bioética, se refirió a las diversas maneras de experimentar con cuestiones
humanas que "son escritas en el gran libro de la historia humana". "En algunas instancias, los
científicos se han vuelto no sólo contra Dios sino contra la raza humana y la sociedad", agregó.
El problema.
Las dos partes vinculadas en la investigación sobre el genoma humano, la empresa privada Celera
Genomics y el Consorcio Internacional para el Secuenciamiento del Genoma Humano (formado por
equipos estatales de los Estados Unidos, Japón, Inglaterra, Alemania y Francia) darán conferencias de
prensa en las capitales de esos países para presentar en sociedad el genoma de un individuo.
En Washington, el equipo financiado por el gobierno estadounidense, con el médico Francis Collins a
la cabeza, explicará detalles del artículo que se publicará el jueves en la revista Nature. El grupo
privado, dirigido por el doctor Craig Venter, expondrá el ensayo que, también el jueves, publicará la
revista Science.
La información ya está disponible en los sitios web de estas revistas (www.science.com y
www.nature.com), en donde expertos discuten las implicancias éticas del uso de técnicas de
manipulación genética para prevenir o tratar enfermedades.
Estas conferencias son la continuación de la noticia que en junio dieron en forma conjunta el entonces
presidente Bill Clinton y el primer ministro británico Tony Blair, quienes anunciaron que los científicos
habían logrado "dibujar" el primer borrador del mapa genético humano. De ahí en adelante, la
información se fue dando con cuentagotas hasta el día de hoy.
Los dos equipos científicos trabajaron a veces juntos, a veces separados, al ritmo de rencillas
académicas y mediáticas, pero llegaron al mismo resultado : develaron el 95 por ciento del genoma de
un individuo. Y resultó ser que el hombre no tiene 100.000 genes como se pensaba en un principio sino
apenas 30.000, poco más del doble de los que posee una mosca.
La publicación de la información sobre el primer mapa casi completo del genoma humano marca un
giro en la historia de la medicina moderna y el comienzo de una fuerte batalla comercial por el
patentamiento de terapias y drogas vinculadas a estos nuevos conocimientos genéticos.
Y es que a partir del trazado del mapa genético -el conjunto de genes que determinan las características
físicas y la predisposición de cada individuo a padecer ciertas enfermedades-, se abren enormes
esperanzas médicas y económicas.
Los científicos consideran ya la posibilidad de identificar la tendencia que tiene cada persona a sufrir
algunos males y así atacarlos aún antes de que se presenten. Enemigos como el cáncer, el SIDA o las
afecciones cardíacas podrían pasar a ser, en pocos años, palabras del pasado.
Un ejemplo.
Para algunos, el mejor ejemplo de lo que puede ocurrir con este descubrimiento sigue siendo la película
Gattaca, protagonizada por Ethan Hawke y Uma Thurman. En Gattaca, a los bebés recién nacidos les
extraen una mínima muestra de sangre.
A partir de esa muestra, los médicos determinaban el genoma de ese bebé y su predisposición a padecer
determinadas enfermedades (en el caso del protagonista, una grave insuficiencia cardíaca). En la
película, los expertos podían modificar esa información genética y lograr que el bebé viviera una vida
libre de esa enfermedad.
Según Stanley Fields, director del Howard Hughes Medical Institute de Seattle, conocer este mapa no
significa sólo saber qué gen está vinculado a una enfermedad sino también cómo reacciona ante los
medicamentos. "Seguramente este conocimiento nos vaya acercando a un mundo con menos
enfermos", completó.
Descubrimientos.
Entre los datos más interesantes obtenidos tras el análisis del genoma humano destacan: Los seres
humanos poseen entre 30 y 40 mil genes. Mucho menos de lo esperado, si se compara con el gusano
nemátodo que tiene 18 mil y la mosca de la fruta con 13 mil.
De todos los genes del ser humano, sólo 300 no tienen una contraparte reconocible en el ratón.
La diferencia entre el ser humano y los otros seres vivos es que nuestros genes trabajan de manera
diferente, ya que poseemos más genes de control.
Hay 20 tipos distintos de aminoácidos que al combinarse producen proteínas tan diferentes como la
queratina del pelo y la hemoglobina de la sangre.
La mayoría de las mutaciones ocurren en varones.
Hay 1.820 centímetros de ADN en cada una de nuestra células.
Si todo el ADN del cuerpo humano se extendiera de punta a punta, éste recorrería la distancia entre la
tierra y el sol 600 veces, ida y vuelta.
Riesgos.
Para el experto argentino Víctor Penchaszadeh, jefe de la División de Genética Médica del Betch Israel
Medical Center en Nueva York y miembro del comité asesor sobre pruebas genéticas de la Secretaría
de Salud Pública de los Estados Unidos, el patentamiento de genes es algo peligroso pero no es algo
nuevo en Estados Unidos. "Puede ser muy peligroso. Pongo el caso del cáncer de mama. Una empresa
descubrió un gen que predispone a la mujer a padecer este mal. Lo patentaron y ahora tienen el
monopolio exclusivo del análisis que detecta la mutación del gen que provoca la enfermedad", señaló.
"Además muchas veces se da que dos empresas patentan fragmentos de un mismo gen y la pelea por
quién es dueño de ese gen llega a los tribunales", indicó.
A partir de hoy, se pueden presentar muchos intereses cruzados. Por un lado están las empresas
biotecnológicas que secuencian y patentan los genes a pesar de que son patrimonio de la naturaleza
humana.
Su objetivo sería patentar el máximo de conocimiento para "venderlo" después a posibles usuarios
como, por ejemplo, los laboratorios interesados en desarrollar medicamentos o métodos de detección a
partir de esa información. Por el otro, están los científicos que luchan porque "la ciencia esté libre de
negocio" que fundaron HUGO (Human Genome Organization), una organización formada por
académicos que promueven estos debates.
Inevitablemente, todo está cruzado por la economía. La posible detección temprana de enfermedades
en los genes y los tratamientos implicarán un gasto en tecnología que sólo podrán encarar los países
centrales. Más allá de si una persona es mucho más que un gen, también es cierto que costará mucho
modificarlo.
Con la publicación detallada del mapa del genoma, la expectativa de vida humana podría aumentar principalmente en los países desarrollados- más de 10 años, es decir hasta los 90 años, según los
expertos. En pocos años, los médicos podrán informar a sus pacientes sobre la predisposición genética
a contraer ciertas enfermedades.
Hasta el jefe del consorcio público de investigación mundial del genoma, Francis Collins, pronosticó
que en 10 años los médicos serán capaces de decirles a sus pacientes que pueden ser susceptibles de
padecer hipertensión, diabetes o de alguna enfermedad cardiovascular.
Se espera, por ejemplo, que en el 2010 estén disponibles a nivel masivo los test de ADN (también
conocidos como biochips), que aún se están desarrollando. Y antes del 2020, se estima que habrá
terapias genéticas más precisas y eficaces que utilizarán el conocimiento del genoma humano.
Los especialistas dicen que esas terapias atacarán mejor la hemofilia, la diabetes y la hipertensión, entre
otras. También para esa época habrá más medicamentos personalizados, producidos a la medida de
cada paciente. Y antes del 2030, se habrán identificado los genes que regulan el envejecimiento celular.
¿Quién es Craig Venter?
Sus colegas lo comparan con el "gurú" de la informática, Bill Gates, y lo critican por tratar a la ciencia
como un gran negocio . Craig Venter, el presidente de Celera Genomics, genera todo tipo de
sentimientos entre sus pares: odio, admiración, respeto, envidia. Ajeno a las críticas, este hombre calvo
de 53 años se defiende siempre con una misma frase: "Los descubrimientos no pueden esperar".
Venter trabajaba para el grupo de científicos que dirige Francis Collins: el Proyecto Genoma Humano,
un instituto financiado con fondos públicos. Pero en 1994 abrió un centro privado para competir con el
consorcio público.
Venter nunca disfrutó de sus días en el colegio. Ni bien se graduó, cambió las empinadas calles de San
Francisco por las soleadas playas de Los Angeles. Pero las tardes de surf se acabaron, cuando a los 21
años, lo mandaron a Vietnam. La guerra aparentemente lo cambió. A su regreso se puso a estudiar y en
seis años se convirtió en médico. Después, encerrado en su laboratorio, no paró hasta descubrir lo que
muchos habían intentado en vano durante años: el misterio del genoma humano.
Como el magnate de las computadoras Bill Gates, Venter inició su trabajo con pocos fondos y basó su
éxito en las computadoras. Se asoció luego a Perkin Elmer Corporation, un fabricante que hasta hace
poco, se decía, retrasaba la entrega de máquinas a los competidores de Celera. Desde setiembre de
1999 empezó a sacudir al ambiente científico mundial.
2. Aspectos Morales.
2.1. Clonación, ciencia y ética.
Clonación, Ciencia y Ética.
por Fernando Pascual.
La sociedad tiene que promover, también en el mundo de la investigación y la ciencia, valores y
principios fundamentales. Los derechos humanos valen para todo hombre. El respeto de esos derechos
ha de ser exigido a toda persona capaz de actuar de modo responsable y libre, también al científico.
Las Naciones Unidas no han sido capaces de alcanzar un acuerdo acerca de la prohibición de la
clonación humana. En la votación del 6 de noviembre de 2003 se decidió, con 80 votos a favor, 79 en
contra y 15 abstenciones, posponer el debate por dos años.
¿Por qué se ha llegado a esta situación? Se trata de un enfrentamiento de puntos de vista. Por un lado,
un amplio grupo de países apoyaban la propuesta de Costa Rica, en la que se prohibía tanto la
clonación reproductiva como la así llamada “clonación terapéutica”. Por otro, Bélgica y un grupo
minoritario de países, defendían prohibir sólo la clonación reproductiva y, al mismo tiempo, dejar
libertad a las naciones para legislar sobre la “clonación terapéutica”. Un tercer grupo de países,
encabezados por Irán, propusieron posponer la discusión hasta dentro de dos años. Esta propuesta fue
la que finalmente, con un mínimo margen de votos, fue aceptada.
Detrás todas estas discusiones se esconde un problema más profundo. Hay que defender, por una lado,
la libertad de la investigación, ese margen de acción necesario para que los científicos puedan trabajar,
sobre todo cuando buscan caminos para promover el bien de otros seres humanos. Por otro, hay que
reconocer esa legítima intervención de la sociedad para poner límites éticos que den garantías de
respeto y de seguridad para toda la humanidad, también por lo que se refiere a la investigación
científica.
La ciencia busca conocer. Para ello, usa aquellos procedimientos más eficaces, lleva a cabo aquellos
experimentos que permitan mejores resultados. Pero no hay que ser un Platón para reconocer que no
todo lo que funciona, no todo experimento, es ético. Muchas veces los hombres han buscado ser
eficaces a través de la violencia, del robo, del crimen organizado u ocasional. El caso de los médicos
que colaboraron con el nacismo y realizaron experimentos de una crueldad inimaginable no es un algo
aislado. Ha habido, y hay, científicos (esperamos que pocos) que engañan, que roban secretos a
compañeros, que abusan de enfermos para hacer experimentos inhumanos, que sueñan sólo en el dinero
y la fama, que se someten a los proyectos de gobernantes sin escrúpulos para descubrir nuevas armas
de destrucción masiva o sistemas para esterilizar a grupos sociales o raciales considerados “inferiores”,
que practican el aborto como si fuese lo más natural del mundo.
Encontrarnos ante estos científicos no debe ser motivo de escándalo. Hombres deshonestos los hay en
casi todos los grupos sociales, y la clase de los investigadores no está inmune de las debilidades
humanas. El hecho de que una persona tenga muchos títulos universitarios, haya recibido premios o
reconocimientos nacionales o internacionales por algún descubrimiento o, incluso, haya promovido
actividades filantrópicas, no garantiza el que un día realice un experimento claramente injusto, o se
decida a vender un secreto de laboratorio a una empresa de armamento o a un dictador sin escrúpulos.
Por ello, la sociedad tiene que promover, también en el mundo de la investigación y la ciencia, valores
y principios fundamentales. Los derechos humanos valen para todo hombre. El respeto de esos
derechos ha de ser exigido a toda persona capaz de actuar de modo responsable y libre, también al
científico.
Aquí encuentra su sentido la discusión sobre temas como la clonación, el aborto, la eutanasia y otras
posibilidades técnicas que la medicina moderna tiene ante sus ojos.
Haber prohibido toda forma de clonación hubiese significado promover una cultura de respeto al
hombre, a cada hombre. No sólo al individuo que pueda ser resultado de una clonación, sino, de modo
especial, al científico y al personal que trabaja en un laboratorio, para que no se degraden con un acto
injusto, contrario a los principios éticos.
Aquí conviene aclarar una cosa que ha pasado desapercibida a algunos medios de comunicación social.
La así llamada “clonación terapéutica” es también clonación reproductiva, en el sentido de que produce
(“reproduce”) un individuo humano que tiene un material genético casi totalmente idéntico (al menos
en el núcleo) a otro individuo ya existente. ¿Cuál es, entonces, la diferencia entre estos dos “tipos” de
clonación? Mientras la clonación reproductiva dejaría nacer al individuo clonado, la así llamada
“clonación terapéutica” lo habría fabricado para experimentar con él y luego destruirlo, lo cual es un
acto que atenta gravemente contra el respeto debido a todo individuo humano, incluso al que es
“producido” por clonación. En otras palabras, es mucho más grave la “clonación terapéutica” que la
reproductiva, y el hecho de que algunos países y científicos defiendan la “terapéutica” no puede sino
ser motivo de condena y de rechazo por parte de quienes defienden los derechos humanos.
Conviene aclarar, por último, que no habría bastado con prohibir cualquier forma de clonación. Los
científicos gozan de una gran libertad de acción en sus laboratorios, libertad que les permite realizar
numerosos actos que no acabamos de comprender bien los que no poseemos toda la ciencia que ellos
han conquistado a través del estudio. Pero esa libertad implica una mayor responsabilidad. A más
margen de acción, mayor urgencia por comprender la importancia del respeto a cada ser humano.
Cuando un laboratorio de reproducción artificial tiene en sus manos los óvulos de varias mujeres, los
espermatozoos de varios hombres, y otros tejidos de adultos, fetos o embriones, de hombres y de
animales, sabe muy bien que puede hacer, a escondidas, experimentos ilegales. Puede clonar, puede
crear embriones para investigación, puede hacer híbridos entre hombres y animales. Los estados,
ciertamente, deberán promover sistemas de control, pero lo principal está en la formación ética del
científico.
La ciencia ofrece a la humanidad un número creciente de descubrimientos. Cada nueva frontera
conquistada abre nuevas posibilidades. Orientar bien todo este cúmulo de saberes depende de la ética.
No basta con enseñar en la universidad lo que es posible hacer, sino lo que es correcto. El respeto al
hombre, a cada hombre, desde que inicia su existencia como cigoto hasta que muere, debe ser el
criterio de discernimiento fundamental para juzgar las acciones de los científicos. Fuera de ese respeto
podrán darse descubrimientos importantes, pero será mucho más lo que se pierda. No vale la pena vivir
en un mundo técnicamente perfecto y éticamente inhumano.
Fernando Pascual
Fuente: http://www.arbil.org/
2.2. Farsa y peligro de la clonación de seres humanos.
La Farsa y el Peligro de la Clonación de Seres Humanos.
Dr. Luis E. Ráez.
La última semana de diciembre del 2002 escuchamos sin sorpresa el anuncio del pseudogrupo
científico llamado "Clonaid", que pertenece a la secta "Raelian" de Canadá, de que habían clonado el
primer ser humano fuera de Estados Unidos y que el bebé estaría llegando con su madre en estos días
para probar el hecho. Este anuncio, viniendo de una organización de dudoso proceder científico, no fue
tomado seriamente por nadie en la comunidad médica americana o extranjera. Incluso los partidarios de
la clonación, como los controversiales doctores Antinori de Italia y Zavos de Estados Unidos,
expresaron sus dudas. Como era de esperarse, ahora en los primeros días de enero del 2003, el fundador
de la secta llamado Rael (que es un ex-periodista francés) dijo luego que no revelarían la identidad del
bebé o la familia, y que no permitirían que se hagan los estudios necesarios para probar que la
clonación fue verdadera. Además de ello anunciaron el nacimiento del segundo bebé presuntamente
clonado en Holanda.
Para los que no están familiarizados con la clonación podemos decir brevemente que consiste en tomar
un núcleo de una célula de cualquier parte del cuerpo de un adulto (que tiene todo el patrimonio
genético de un ser humano) y ponerla dentro de un óvulo materno al que se le ha sacado el núcleo. Es
así que el núcleo de la célula madura "ordenará" a la célula primitiva la formación de un embrión, y
éste será depositado en el útero de la madre. Esto se logró ya con la noticia dada en la revista Nature
del nacimiento de la oveja "Dolly", llevado a cabo por científicos escoceses en 1997.
La clonación tiene muchos partidarios que en forma irresponsable la apoyan sin medir las
consecuencias. Estos partidarios van desde los frívolos que quieren "ver" a gente famosa vivir de
nuevo, hasta los que creen que clonando embriones humanos podemos sacarles células estaminales u
órganos para salvar a otros seres humanos (con la inevitable muerte del embrión). Pero los partidarios
de la clonación no acaban de entender que aún con la tecnología necesaria (que no existe todavía), si
clonásemos seres humanos, éstos tendrían todos los derechos como los demás seres humanos, por lo
que deberían tener total independencia de sus promotores, cosa que contradice el sentido de su
creación, pues fueron hechos para un fin.
El problema con los Raelianos va mas allá de que sean mentirosos o no (ya que probablemente lo son),
y que manipulen la verdad sobre la clonación, ya que ellos no pasan de ser una pseudosecta
desconocida que busca llamar la atención (entre otras cosas dicen que la vida a la tierra llegó por
extraterrestres que se entrevistaron ya con el fundador y están interesados en promover la clonación
como parte de su culto). El peligro está en que con estas noticias y sensacionalismo, reviven el debate
en favor de la clonación. Una de las principales razones científicas por las que no se debe clonar un ser
humano, como lo ha certificado la Academia de Ciencias de Estados Unidos el año pasado, es que con
la tecnología actual se necesitarían cientos de intentos antes de tener éxito, con la consecuente muerte
de todos los embriones humanos usados. Por poner un ejemplo, para clonar a la oveja "Dolly" se
necesitaron mas de 270 intentos. En el caso de los seres humanos, se trata del número de vidas
inocentes que se perderían experimentando contra la dignidad y la vida de los mismos. El presidente de
Estados Unidos George Bush ya se ha pronunciado en contra de este tipo de investigaciones por ser
inmorales y motivadas por intereses de la empresa privada. El congreso estadounidense por mayoría
aprobó, en agosto del 2002, un proyecto de ley por el cual se prohíbe la clonación humana de cualquier
tipo, pero no ha sido ratificado aun por el senado. La mayoría de los países europeos ya se pronunció
en contra de la clonación hace tiempo. Afortunadamente el 78% de los americanos hoy en día se opone
a la clonación, según una encuesta de la cadena CNN. Pero todo estos anuncios de "progreso" en la
clonación son mentiras y la propaganda a favor de ella podría hacer fácilmente cambiar de opinión a la
gente.
Lo más importante, sin embargo, para los cristianos es el problema moral. La experimentación con
embriones humanos, así sea en el estadio de ‘algunas" o "muchas" células, es siempre inmoral y es un
atentado contra la vida de esos seres humanos indefensos. Asimismo, uno de los puntos que debe
quedar muy claro, especialmente para los que tienen esperanzas en la cura de enfermedades con la
producción de clones, es el hecho de que no existe actualmente forma de conseguir células estaminales
u órganos para transplantes provenientes de un embrión humano clonado sin matarlo.
El Papa Juan Pablo II dijo al respecto del anuncio del primer bebé clonado que esto era evidencia de
"una mentalidad brutal y de falta total de humanidad y ética". La Santa Sede ya se ha pronunciado
condenando la clonación en otras ocasiones por las graves consecuencias contra la dignidad del ser
humano, ya que no solamente se está manipulando al embrión, sino que se está matando a embriones
con estos experimentos. La Iglesia Católica, en la "Instrucción Donum Vitae sobre el respeto de la vida
humana naciente y la dignidad de la procreación", publicada en 1987, así como en otros documentos,
establece claramente que la investigación médica debe renunciar a intervenir sobre embriones humanos
vivos, a no ser que exista la certeza de que no se les causará daño y también menciona que la
experimentación en embriones humanos es un claro atentado contra la vida y dignidad del ser humano.
El Dr. Luis E. Raez es Profesor Auxiliar de Medicina Clínica en la Sección de Hematología Clínica y
Oncología Médica, Departamento de Medicina del Sylvester Comprehensive Cancer Center, en la
Facultad de Medicina de la Universidad de Miami.
2.3. Objeciones técnicas, éticas y antropológicas a la clonación humana .
Objeciones técnicas, éticas y antropológicas a la clonación humana.
Autor: Cardenal Alfonso López Trujillo,
Presidente del Consejo Pontificio para la Familia
Ciertos argumentos, que permiten profundizar en los motivos racionales de la inmoralidad de la
clonación, muestran la continuidad ética entre la clonación reproductiva y la terapéutica. Son
argumentos unidos por una profunda complementariedad, porque desarrollan diversos aspectos éticos
racionales derivados de la dignidad ontológica del embrión humano, y están entre sí en íntima relación
con el estatuto antropológico y ético del embrión, que debe ser el punto de partida inicial en toda esta
problemática 26.
a) Insuprimible probabilidad del carácter humano de los embriones obtenidos .
La obtención de embriones humanos por clonación, tanto con fines de reproducción como de terapia e
investigación, implicaría la destrucción de gran parte de ellos. Por ejemplo, para la oveja "Dolly", fue
necesario "desperdiciar" centenares de embriones. Más aún, el elevado riesgo de transmisión de
enfermedades o malformaciones que implicaría esta técnica añade nuevas razones para su prohibición
ética. Esto vale especialmente por lo que atañe a la clonación "terapéutica". De este modo, resulta
obvio que la obtención de células madre embrionarias conlleva la producción (y sucesiva destrucción)
de un embrión, que muchos de esos investigadores ya no insisten en definir como "un cúmulo de
células", concepto elaborado para eludir la cuestión antropológica, y en consecuencia ética, del
embrión. En efecto, reconocen que estas técnicas suponen la producción de lo que denominan "early
embryo", es decir, embrión en fase inicial. Pero, entonces, se plantea una pregunta: ¿qué sería ese
embrión? ¿Cuál sería su estatuto ético y jurídico? Esa pregunta remite a otra subyacente: ¿cuál es el
estatuto de todo embrión humano?
La afirmación según la cual al ser humano se le debe respetar y tratar como persona desde el momento
mismo de la concepción es central para un correcto planteamiento del problema de la identidad y del
estatuto del embrión humano. "La formulación, en estos términos, del deber ético fundamental con
respecto al nascituro se ha hecho sumamente necesaria con vistas a los problemas planteados por el
desarrollo biotecnológico" 27.
La expresión "pre-embrión" se ha utilizado precisamente para evitar la pregunta antropológica y ética
fundamental sobre el estatuto del embrión 28. "El problema es -se dice- que el embrión en su fase
inicial no goza de individualidad e identidad, ya que, al estar formado por células totipotentes, en él no
son aún identificables uno y varios individuos humanos. Pero razonemos. El embrión (nos referimos al
así llamado "pre-embrión") es un ser. Con esta expresión -ser- entendemos una realidad existente y
viva que es susceptible de desarrollo biológico propio, diferenciado y autónomo (tiene en sí mismo la
fuerza evolutiva) relativamente al medio adecuado y necesario para su subsistencia y para "alimentar"
ese desarrollo propio y autónomo. Además, y sobre todo, se desarrolla por sí mismo, sin desempeñar
ningún "papel" externo a su propio ser. Una célula no es un ser individuo porque "funge" como parte de
un conjunto, su desarrollo forma parte del desarrollo del conjunto en el que está insertada. En cambio,
el embrión no forma parte de ningún conjunto, no es fundamental para la vida (biológica) de la madre;
si "producimos" embriones en el laboratorio, estos, como tales, no tienen "utilidad" -salvo que se los
implante en un útero femenino para proseguir el ciclo biológico que lleva al nacimiento, o que, con la
misma finalidad, se desarrolle toda la fase de gestación en el laboratorio-; y eso es verdad hasta el
punto de que con el tiempo, cuando no son implantados, se los "descarta", "destruye" o, simplemente,
se los "mata", términos que, en este caso, son sinónimos" 29.
En efecto, si la pregunta sobre el embrión es antropológica y éticamente exacta, es preciso decir
también que desde el punto de vista ético se plantea una cuestión previa, muy importante para la ética:
¿qué cosa no es?
En otras palabras, ¿podemos estar seguros de que el embrión así engendrado no es humano? Desde el
punto de vista moral, ya la admisión de la probabilidad (insuprimible en el estado actual de los
estudios) de estar ante un ser humano, como producto de las técnicas de clonación, tiene un peso
decisivo. Es evidente que quien se encuentra ante una sombra y duda si es un animal o un hombre, si le
dispara, se hace culpable de homicidio. Antes de disparar, tiene el estricto deber moral de asegurarse de
que no es un hombre. Este principio ético se viola en esas prácticas, en las que la obtención de células
madre embrionarias humanas implicaría la creación y destrucción de un embrión en las primeras fases
de vida.
b) La dignidad del embrión humano.
El resultado de una fecundación es un nuevo individuo biológico unicelular totipotente, al que se le
suele llamar cigoto. Hay que reconocer que el resultado de la clonación efectuada es totalmente
análogo al que deriva de la fecundación. No hay ningún fundamento para afirmar que, a pesar de las
anomalías genéticas, la clonación no produce un cigoto. Por consiguiente, se debe establecer una
estricta analogía entre fecundación y clonación. Es preciso decir, además, que no hay ningún motivo
racional para negar a los embriones obtenidos por clonación los mismos derechos que tienen los
obtenidos por fecundación artificial y, por tanto, a fortiori, todos los demás embriones engendrados en
el proceso natural de fecundación humana. ¿Cuál sería, por ejemplo, la diferencia esencial entre unos y
otros, teniendo en cuenta la totipotencialidad de las células que los componen, que nadie pone en duda?
El desarrollo del embrión es la fase inicial del individuo humano. El p. Angelo Serra analiza las tres
propiedades principales que caracterizan el proceso epigenético humano, el cual, según C.H.
Waddington, se puede definir como "la continua emergencia de una forma de fases precedentes", es
decir:
1) La coordinación. "El desarrollo embrional, desde la fusión de los gametos o "singamia", hasta la
aparición del disco embrional, a los catorce días y más allá, es un proceso que manifiesta una secuencia
coordinada y la interacción de una actividad molecular y celular, bajo el control del nuevo genoma".
Esta propiedad requiere una rigurosa unidad del sujeto que se está desarrollando. No es un racimo de
células, sino un individuo real.
2) La continuidad. La singamia 30inicia un nuevo ciclo de vida. "Todo indica que hay una
diferenciación ininterrumpida y progresiva de un individuo humano bien determinado, según un plan
único y rigurosamente definido que comienza desde la fase de cigoto". Esta propiedad de la
continuidad implica y establece la unicidad o singularidad del nuevo sujeto humano.
3) La gradualidad. La forma final debe alcanzarse gradualmente. Es un desarrollo permanentemente
orientado desde la fase de cigoto hasta la forma final, a causa de una intrínseca ley epigenética. Todo
embrión humano mantiene su propia identidad, individualidad, unidad. El embrión vivo, desde la
fusión de los gametos, no es un mero cúmulo de células disponibles, sino un individuo humano real en
desarrollo. Sí, es hijo desde aquel momento. El embrión es un individuo humano. La introducción
abusiva del término pre-embrión fue una estrategia para tranquilizar la conciencia y permitir la
experimentación hasta el final de la fase de implantación, es decir, en la especie humana, alrededor de
catorce días después de la fecundación. Así, se concluye cómodamente que el embrión no existiría
durante las primeras dos semanas que siguen a la fertilización(31).
c) El embrión, incluso en la fase unicelular, tiene dignidad humana.
Así pues, el rechazo a reconocer condición humana al embrión obtenido mediante clonación (tanto con
finalidad reproductiva como para extraer de él células madre embrionarias) en los primeros días de su
desarrollo, se sitúa en la discusión sobre el estatuto antropológico y ético del embrión humano. A estos
embriones se les niega el carácter de individuo y se dice que no tienen "vida humana". Es una
contradicción. Si se trata de embriones, y no sólo de "ovocitos que se han dividido" (y en vías de
extinción), se trata de individuos humanos, dotados de vida humana, y no de "grupos" de células.
El investigador I. Wilmut (famoso por haber obtenido la primera oveja clonada, "Dolly", hoy firme
opositor de la clonación humana reproductiva, pero claramente favorable a la terapéutica) reconoce que
"cuando se crea un embrión, se pone en auto-pilot en su desarrollo inicial". Si el embrión fuera un
"cúmulo de células", como dicen, no sería "piloto de sí mismo", no tendría autonomía ni teleología
propia y unitaria, como en cambio muestra tener.
El embrión, desde el momento de la concepción, en la fecundación, se presenta como una entidad
dotada de autonomía, que en su desarrollo progresa inmediatamente de una manera gradual, continua,
armónica, y en él se da la integración y la cooperación teleológica constante de todas sus células. Se
trata de un organismo que progresa sin interrupción según el programa trazado en su genoma. Así, llega
a ser sucesivamente, sin intervención directiva desde fuera, cigoto, mórula, blastocito, embrión
implantado, feto, niño, adolescente y adulto(32). Si esto acontece en la fecundación natural, ¿por qué
no sucedería lo mismo en la clonación?
En este punto encontramos una contradicción cuando niegan al resultado de una eventual clonación lo
que reconocen al resultado de la fecundación. Esta distinción (embrión clonado, embrión fecundado)
remite a la falsa distinción entre el así llamado "pre-embrión" y el embrión, distinción errónea, como
hemos señalado antes, que en la práctica se ha convertido en el mayor obstáculo al reconocimiento de
un estatuto del embrión humano 33. Si el embrión humano clonado no fuese humano, entonces ¿qué
"cosa" sería? ¿A qué especie animal pertenecería? ¿Tendría un genoma humano, pero no sería humano?
No es necesario insistir aquí en las contradicciones que implican esas negaciones. Un embrión humano,
así reconocido por la razón como individuo humano, dotado de un organismo propio, tiene una
dignidad propia y por eso merece respeto. No se trata de una "dignidad" debida a alguna añadidura
externa, sino fundada en su ser, en sí y por sí mismo.
Si al embrión se le niega la dignidad humana, con el pretexto de que no tiene conciencia actual,
también se debería negar la dignidad a la persona que duerme o que está en estado de coma. Quien
niega la dignidad al embrión, entonces también debería negar su dignidad al niño 34.
El ser humano, cualquiera que sea su condición económica, física o intelectual, no se puede usar como
un medio, como un objeto. La malicia de la ofensa a este principio fundamental se agrava cuando este
ser humano no puede defenderse contra el agresor injusto. Si uno acepta tratar a un ser humano como
medio y no como fin, entonces debe aceptar que también él mismo pueda ser tratado un día de la
misma manera. Y no deberá protestar. Aunque se demostrara claramente la aplicación terapéutica de
las células madre obtenidas mediante creación-destrucción de embriones humanos (cosa que no se ha
verificado), la moral, la sensatez y el buen juicio se opondrían: no se puede hacer el mal por una causa
buena. El fin no justifica los medios. La historia de la humanidad está llena de enseñanzas a este
respecto. Como decía el filósofo J. Santayana, "quien no conoce la historia, está condenado a repetirla".
d) Personalidad del embrión.
Así pues, la valoración moral de la clonación humana depende esencialmente de su objeto, de su
finalidad objetiva, y no deriva primariamente de la intención subjetiva con que se emplean esas
técnicas. Ya la incertidumbre sobre la naturaleza humana del producto de la aplicación de esas técnicas
al hombre impone el deber de no realizarla. Pero, más allá de este estricto deber moral de no crearlos,
hay muchos y graves motivos para considerar no sólo que a los embriones así producidos se les debería
respetar de acuerdo con la dignidad humana, sino también que son personas humanas primero
manipuladas y después destruidas.
e) Inhumanidad de la producción y consiguiente destrucción del embrión en la clonación
"terapéutica".
Los defensores de la así llamada "clonación terapéutica" insisten siempre en que su intención no es
realizar una clonación reproductiva, sino destruir el embrión humano así creado en los primeros días de
su desarrollo. Según sus razonamientos (ampliamente recogidos por la prensa, por los medios de
comunicación y en los discursos políticos), este modo de actuar sería "ético", mientras que la clonación
reproductiva no lo sería.
La clonación humana que podría llevar al nacimiento de un ser humano se ha de considerar un método
inmoral de procreación artificial 35. En la "clonación terapéutica", ese proceso se interrumpe
intencionalmente: se crea voluntariamente un embrión humano para destruirlo después, con el fin de
extraer células madre embrionarias. Desde el punto de vista ético, este procedimiento es aún peor.
Aceptarlo implicaría aceptar una igualdad radical entre la especie humana y las demás (P. Singer).
Rechazar la posibilidad de matar una vida humana para curar otras vidas humanas, no procede de una
posición específicamente religiosa, sino de la fuerza de argumentos y razones de buen sentido, y de la
fuerza de una antropología coherente y de una bioética personalista.
f) La clonación humana se opone a la dignidad de la vida y de la procreación.
La aplicación de las técnicas de clonación al hombre, con la intención de crear embriones, tanto para
implantarlos luego en un útero (reproductiva) como para extraer células madre y después destruirlas
(terapéutica y de investigación), no sólo hiere la dignidad de la vida humana y sus derechos
insuprimibles, sino que también se opone al valor moral de la unión intrínseca entre vida, sexualidad y
procreación. La orientación de la sexualidad humana hacia la procreación no es una añadidura
"biológica", sino que corresponde a la naturaleza humana y se manifiesta en la inclinación natural del
hombre a la procreación. En cambio, estas técnicas separan los aspectos procreadores de los unitivos,
propios de la sexualidad humana, y se oponen a la dignidad de la sexualidad y de la procreación.
Las técnicas de clonación son, en sí mismas y siempre, "reproductivas". Las experiencias recientes
muestran también que la clonación humana, a pesar de enormes dificultades, en principio no es
imposible. El interrogante ético afecta, por tanto, no sólo a la dignidad de la vida humana y la
instrumentalización y eventual destrucción del embrión, sino también a la del modo específico de
procreación humana, que es precisamente sexual y que tiene su valor moral, que esas técnicas no
respetan.
g) La clonación de embriones humanos se opone a la dignidad de la familia.
Existe también un importante factor ético que conviene considerar, y que a menudo se pasa por alto. El
ser humano es un ser social. La dinámica sexual y procreadora en el hombre se desarrolla naturalmente
en un marco en el que la sexualidad y la procreación se insertan armónicamente en la realidad del amor
conyugal que da pleno sentido a la sexualidad humana abierta a la vida. Amor y responsabilidad se
encuentran en el matrimonio en la apertura a la vida y continúan en la tarea de la educación, mediante
la cual los padres ejercen de modo integral el cuidado de sus hijos.
La clonación humana rompe toda esta dinámica. En la clonación, la vida se presenta como un elemento
completamente externo a la familia. El embrión "aparece", por decirlo así, al margen no sólo de la
sexualidad, sino también de una genealogía. Todo ser humano tiene derecho a nacer del amor integral físico y espiritual- de un padre y una madre, a recibir sus cuidados, a ser acogido como un don por sus
padres y a ser educado. Cuando en el horizonte surge la inquietante posibilidad de que se pueda
manipular y someter a experimentos la vida del ser humano concebido, para luego destruirla, una vez
obtenidas del embrión las células o los conocimientos biológicos que se buscan, entonces es el mismo
concepto de filiación y de paternidad-maternidad lo que se pone en tela de juicio, y es la misma idea de
familia la que queda destruida.
Conclusión.
Los recientes avances de las ciencias muestran que la clonación humana, a pesar de las notables
dificultades técnicas y las profundas objeciones éticas y antropológicas, es algo más que una hipótesis y
se está convirtiendo en una posibilidad. Los diversos intentos de impedir, mediante la ley y los
acuerdos internacionales, que esta posibilidad se transforme en realidad, y de obtener un
reconocimiento de su condición de crimen contra la persona humana, no se fundan en un miedo
impreciso al progreso y a la técnica, sino en importantes y sensatas motivaciones éticas y en una
concepción antropológica bien determinada de la persona humana, de la sexualidad y de la familia.
Corresponde a las autoridades públicas, a los Parlamentos y a los organismos internacionales tomar una
postura coherente. Se trata verdaderamente de un problema clave para el futuro de la humanidad y para
la salvaguardia de la dignidad de la investigación científica y de los esfuerzos en favor de la vida, de la
salud y del bienestar de los seres humanos, que justifica la toma de medidas oportunas por parte de la
comunidad de los pueblos que constituyen la gran familia humana.
(26) D. Tettamanzi, Nuova bioetica cristiana, Piemme, Casale Monferrato 2000, pp. 235-268; L.
Ciccone, Bioetica. Storia, principi, questioni, Ares, Milán 2003, pp. 61-80; R.C. Barra, Status giuridico
dell´embrione umano, en Lexicon. Famiglia, vita e questioni etiche, EDB, Bolonia 2003; E. Sgreccia,
Manuale di bioetica (vol. 1), Vita e pensiero, Milán 1998, pp. 361-422; C. Caffarra, Il problema morale
dell´aborto, en AAVV (a cargo de A. FioriE. Sgreccia) L´aborto, Vita e pensiero, Milán 1975, pp. 313320.
(27) I. Carrasco de Paula, Il rispetto dovuto all´embrione umano: prospettiva storico-dottrinale, en
Academia pontificia para la vida, Identità e statuto dell´embrione umano, Librería Editora Vaticana,
Vaticano 1988, p. 31.
(28) La expresión "pre-embrión" es engañosa y ha sido manipulada en favor del aborto. Cf. A. Serra, El
estado biológico del embrión humano. ¿Cuándo comienza el ser humano?, en Academia pontificia para
la vida (a cargo de Ramón Lucas), Comentario interdisciplinar a la "Evangelium vitae", BAC, Madrid
1996, pp. 573-597.
(29) R.C. Barra, Status giuridico dell´embrione umano, en Lexicon. Famiglia, vita e questioni etiche,
EDB, Bolonia 2003.
(30) Por singamia se entiende la parte de la fecundación que consiste en el proceso iniciado por la
penetración del espermatozoo en el ovocito, orientada hacia la reunión del contenido cromosómico de
los dos pronúcleos formados (amfimixis).
(31) Cf. Angelo Serra, L´uomo-embrione. Il grande misconosciuto, Ed. Cantagalli, Siena 2003, pp. 4152. Pueden verse también las voces "Dignidad del embrión humano" y "Selección y reducción
embrional" en Lexicon. Termini ambigui e discussi su famiglia, vita e questioni etiche, a cargo del
Consejo pontificio para la familia, EDB, Bolonia 2003.
(32) Las expresiones técnicas cigoto, mórula y blastocito corresponden a nombres del embrión según el
momento de su desarrollo, de acuerdo con criterios histológicos y fisiológicos.
(33) La engañosa idea de "pre-embrión" se originó, como es bien conocido, en el Comité Warnock, y
hoy ha sido aceptada generalmente y está muy arraigada en muchos ambientes. A. Serra, Pari dignità
all´embrione umano en Consejo pontificio para la familia, I figli: famiglia e società nel nuovo
millennio. Atti del Congresso internazionale teologico-pastorale. Città del Vaticano, 11-13 ottobre
2000, Librería Editora Vaticana, Vaticano 2001, pp. 313-320; R. Colombo, La famiglia e gli studi sul
genoma umano; o.c., pp. 321-325; A. Serra, R. Colombo, Identità e statuto dell´embrione umano: il
contributo della biologia, en Academia pontificia para la vida, Identità e statuto dell´embrione umano,
Librería Editora Vaticana, Vaticano 1988, p. 157; D. Tettamanzi, Nuova bioetica cristiana, Piemme,
Casale Monferrato 2000, pp. 235-268; L. Ciccone, Bioetica. Storia, principi, questioni, Ares, Milán
2003, pp. 61-80; R.C. Barra, Status giuridico dell´embrione umano, en Lexicon. Famiglia, vita e
questioni etiche, EDB, Bolonia 2003; Ph. Caspar, La problematique de l´animation de l´embryon.
Survoi historique et enjeux dogmatiques, en Nouvelle Revue Théologique, n. 123/1991.
(34) Racionalidad, conciencia y autonomía constituirían la persona, según autores como H.T.
Engelhardt o P. Singer. H. T. Engelhardt, The foundations of bioethics, Nueva York, Oxford University
Press, 1986; Manuale di bioetica, Mondadori, Milán 1991; Practical Ethics, Cambridge University
Press, Cambridge 1993; cf. L. Palazzani, Il concetto di persona tra bioetica e diritto, Turín,
Giappichelli, 1996.
(35) Congregación para la doctrina de la fe, instrucción Donum vitae, I, 6.
3. Aspectos Religiosos.
3.1. Argumentos católicos contra experimentos de clonación.
Argumentos católicos contra experimentos de clonación.
LIMA, Redacción Central, 26 Nov. 01 (ACI).- La generación de un embrión humano por clonación por
parte de un laboratorio privado en los Estados Unidos provocó una enérgica condena en el ámbito
católico alrededor del mundo.
Además del explícito y enérgico comunicado dado a conocer por la Sala de Prensa de la Santa Sede,
Mons. Mauro Cozzoli, Profesor de Teología Moral de la Pontificia Universidad Lateranense, recordó
que a ser el embrión un individuo, "la clonación es un hecho abusivo y moralmente censurable". "El
hecho de que lo hayan hecho con fines terapéuticos agrava el juicio, ya que no se puede crear un
individuo para después suprimirlo en beneficio de otro", agregó el Prelado, quien recordó que un
embrión, aunque tenga pocas células, tiene el estatus de persona.
Cozzoli agregó que la clonación "con éxito" anunciada por el laboratorio estadounidense Advanced
Cell Technology (ACT) "ofende la verdad de la procreación, que debe realizarse con el encuentro de
dos gametos", y recordó que el Papa Juan Pablo II había condenado los experimentos con embriones, al
afirmar que no hay hombre alguno ni autoridad humana que pueda disponer libremente y de manera
deliberada de una vida humana inocente, y muchos menos para después destruirla.
Card. McCarrick: El peligro de la arrogancia.
El Cardenal Theodore E. McCarrick, Arzobispo de Washington DC, señaló que el controvertido
experimento científico "tiene peligrosas implicaciones, pues el hombre está jugando a Dios y
devaluando la vida humana".
"El informe es profundamente perturbador", dijo el Cardenal McCarrick, quien señaló que "aunque
debemos estimular a la comunidad científica a continuar con las investigaciones de punta, ésta debe
producirse dentro del marco ético de respeto al a la vida humana y el papel de Dios como Creador de la
vida".
"La arrogancia que lleva a alguien a creer que puede jugar el papel de Dios y reducir a los seres
humanos a mera fuente de piezas de recambio es una soberbia que puede llevar a peligrosas
consecuencias que no podemos anticipar plenamente", dijo también el Purpurado de la capital
norteamericana; y advirtió que "incluso buenas intenciones evidentes, como la curación de una
enfermedad, pueden tener efectos negativos, tales como la devaluación de la vida humana con todo lo
que ello implica". "El uso de embriones para clonación está moralmente mal", subrayó el Cardenal.
Pedido de prohibición.
El Comité Nacional de Derecho a la Vida de Estados Unidos (National Right to Life Committee)
señaló a través de su departamento legal, que la "investigación" realizada por la empresa
norteamericana hace evidente la necesidad de una ley federal que prohiba toda clonación humana.
"Esta corporación está creando embriones humanos con el solo propósito de matarlos y cosechar sus
células, explicó el director de asuntos legales de la organización, Douglas Johnson.
La brutalidad.
Por su parte, desde la Argentina, el Profesor del Instituto de Bioética de la Universidad Católica
Argentina, P. Rubén Revello, rechazó el experimento por considerar que el embrión es "vida humana"
y ahora al embrión clonado se lo va a "despedazar para utilizarlo por partes".
Revello puntualizó que "si se crea un embrión humano, al activar el núcleo embrional, se crea un
humano". En ese sentido, subrayó que "para la Iglesia y para la ciencia hay vida desde la concepción .
Y si hay vida, hay persona humana. De lo contrario -preguntó-, ¿qué habría, un prehumano? no es
cierto que los que experimentan con embriones humanos quieran vida humana y no una persona
humana", insistió.
En rigor, el sacerdote reiteró la posición fijada por la Iglesia en materia de clonación. La postura
católica está expresa -entre otros documentos- en una declaración difundida en 1997 por la Academia
Pontificia por la Vida. Y en otra de la misma academia, conocido el año pasado, sobre "la producción y
uso científico y terapéutico de las células embrionales humanas".
En cuanto a los argumentos de utilización terapéutica, Revello dijo que "hoy por hoy la ciencia no
puede dar respuesta, por caso, en materia Alzheimer: podrían destruir embriones y no llegar a nada".
Señaló que el argumento terapéutico "sólo busca atenuar la maldad moral" por la destrucción del
embrión. Aún así, interrogó si "se justifica matar a una persona para salvar a otra".
Luego de señalar que "si a este embrión lo dejamos seguir su camino espontáneo terminará siendo un
bebé", lamentó que en la ciencia genética no se aplique el mismo criterio de respeto a la vida que en la
experimentación farmacéutica. "En la farmaceútica se tiene mucho cuidado en la experimentación y
hay etapas: primero en laboratorios, luego en animales y, finalmente, en voluntarios humanos".
Revello sostuvo, además, que la ciencia debería avanzar en el estudio de las células estaminales
humanas que los adultos tienen en vez de hacerlo con las células estaminales de los embriones porque
"en el primer caso no pasa nada con la persona en cambio que en los embriones se termina eliminando
vidas".
Mentalidad eugenésica.
El sacerdote señaló que detrás de esta experimentación hay un resabio de "eugenesia , es decir, de
selección de los humanos más aptos en detrimento de los menos apto. Acaso, una nueva forma de
esclavitud". Concluyó que la clonación humana es "signo de una ciencia sin valores, de una sociedad
disconforme que busca en la ciencia reemplazar el sentido de la vida y de la salvación".
Habla Argentina.
Por su parte, la prestigiosa Agencia Católica Argentina AICA, recogió los testimonios de diversas
autoridades eclesiásticas argentinas.
El obispo auxiliar de Córdoba y presidente de la Comisión Episcopal de Fe y Cultura, Mons. José
Rovai, expresó que "el embrión es ya evidentemente un ser humano, y no se puede estar
experimentando con él y desechándolo. Es algo grave porque se está manipulando con un ser humano
concreto. Cuando se hacen estos experimentos se tocan cosas muy sagradas y se impide que algunos
seres humanos puedan llegar a desarrollar su personalidad y su vida".
El titular del organismo episcopal que habitualmente sigue de cerca las cuestiones relacionadas con la
bioética opinó que "esto puede llevar a situaciones que ni siquiera podemos prever, y también es una
cosa gravísima que se pueda usar para la producción en serie, porque hay un modo natural de cómo los
seres humanos vienen al mundo y en este campo hay que respetar siempre el orden de la Creación.
Incluso el gran peligro de crear una humanidad, a lo mejor intentando hacerla selectiva, tiene fondo e
historia de gente que en otras épocas ha querido hacer lo mismo. A mí me parece gravísimo porque se
puede tocar la estructura misma de las personas. No lo justifican los fines terapéuticos ni la intención
de crear en serie una determinada forma de humanidad, que sería todavía peor".
Aberración antropológica.
Por su parte, el vicepresidente del Consorcio de Médicos Católicos, doctor Carlos Abel Ray, consideró
que "es una ofensa a la dignidad del ser humano y una aberración antropológica", y explicó: "hay dos
tipos de cosas que se pueden hacer con la clonación. Una es la fisión, es decir, dividir un embrión por
la mitad para que se produzcan seres idénticos. Pero la clonación de poner distintas células es mucho
más grave aún y las repercusiones éticas del problema son muy malas para la humanidad. Desde el
punto de vista antropológico y desde el religioso, para cualquiera de las creencias monoteístas que
consideran que Dios es el que ha creado al hombre y que debe procrearse por los métodos naturales".
"Podría ser -continuó Ray, profesor pro-titular de la cátedra de Medicina Legal en la Universidad
Católica Argentina y ex profesor de Pediatría de la UBA- que se utilizara con algunos fines que podrían
ser buenos, pero que por ahora no están comprobados en absoluto. Pero aún cuando pudieran ser útiles
en algún caso especial, como una enfermedad neurológica, nunca ese fin supuestamente bueno justifica
la maldad de la operación en sí, que ultraja la dignidad del ser humano".
Embrión y vida.
También opinó el P. Alberto Bochatey OSA, director del Instituto de Etica Biomédica de la
Universidad Católica Argentina. A su juicio, "lo más importante es reconocer que en el embrión hay
vida y que esa vida se va desarrollando por un principio intrínseco, unitario y de actualización de sus
propias capacidades. Ahí está la vida, en esta unión de células que se van desarrollando. Si no las
interrumpimos y dejamos que se realicen normalmente en tiempo justo y la secuencia exacta, el
desarrollo no va a cesar. Pero si interrumpimos eso, entonces se para y no sigue adelante".
"Es una maravilla -siguió diciendo- ver en este proceso la coordinación, la continuidad y la
gradualidad. Por lo tanto, no hay duda biológica de que ahí hay vida. Tanto es así, que ellos (por los
científicos que realizaron el anuncio) están buscando células estaminales que sólo provienen de la vida
humana. No se pueden producirlas si no es a través de un organismo humano".
El sacerdote expresó que "experimentos de separar células y conseguir embriones ya tenemos desde
principios del siglo XX, con erizos de mar, ranas, etc. Pero ahora llegamos al tema del embrión
humano y evidentemente la dimensión ética es mucho más pesada".
La Iglesia respalda la ciencia.
Luego subrayó que "un tema importante es ver que la Iglesia no está en contra sino a favor de procesos
científicos completos. Esto significa que las dimensiones ética y bioética estén presentes. No solamente
una dimensión técnica, un interés puntual, como puede ser el de necesitar células estaminales y hacer
por ello lo que quiero. Sin dudas estoy trabajando con seres humanos y esto tiene una dimensión muy
grande, porque no es un órgano, sino un organismo".
"Estamos en medio de una mentalidad tan utilitarista y tan poco ontologista que nos lleva a estas
conclusiones: que todo está permitido y que todo es posible", se lamentó.
El P. Bochatey reconoció que "no sé lo que está en la mente" de estos investigadores, "pero parten de
una afirmación que no es clara, por no decir que no es cierta. En el artículo que publican en la revista
'The Journal of Regenerative Medicine', dicen textualmente que la técnica de la clonación es distinta de
la reproducción clónica. Pero no: la técnica es la misma, sólo que a una la pasarán luego a un útero y
para la otra nunca han pensado que supere cierto estadio de desarrollo. No la van a dejar crecer, pero ya
está viviendo".
"La técnica es la misma -subrayó-, y esa división que se pretende hacer, de que una cosa es clonar con
fines reproductivos y otra es hacerlo con fines terapéuticos, es análogo a lo que se dice de la eutanasia
activa o pasiva: en definitiva es eutanasia, es matar, una por acción y otra por omisión. Acá es: crear
una vida humana para después reproducirla y que nazca, y crearla para obtener un tejido y después no
dejarla crecer".
El hombre jugando a Dios.
Hugo Obiglio, director del Instituto de Etica Biomédica de la Universidad Católica y miembro de la
Academia por la Vida del Vaticano opina: "El hombre, en su deseo de omnipotencia, iría a la búsqueda
de la réplica de individuos dotados de ingenio y belleza excepcionales. Es el dominio de unos pocos
sobre la totalidad de una humanidad programada. El embrión, aun en su estadio inicial, es un hombre y
cosificarlo -manipularlo- no sólo pone en peligro su vida sino que lesiona su dignidad e integridad
personal. Usar la clonación como recurso terapéutico no se justifica".
3.2. Declaración sobre la producción y uso científico - terapéutico de las
células estaminales embrionarias humanas. Academia Pontificia para la
Vida.
Declaración de la Academia Pontificia para la Vida sobre la producción y uso científico y
terapéutico de las células estaminales embrionarias humanas
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+ Prof. Juan de Dios VIAL CORREA
Presidente
+ Mons. Elio SGRECCIA
Vicepresidente
Vaticano, 25 de agosto de 2000
Este documento tiene como objetivo ofrecer una aportación al debate que se está desarrollando y
extendiendo, tanto de la literatura científica y ética como en la opinión pública, sobre la producción y
utilización de las células estaminales embrionarias. En efecto, ante el creciente relieve que va tomando
el debate sobre sus límites y licitud, es necesaria una reflexión que ponga de manifiesto sus
implicaciones éticas.
Aspectos científicos.
Una definición comúnmente aceptada de " célula estaminal " - y bien algunos aspectos necesitan
todavía una mayor profundización- es la de una célula que tiene dos características:1) la capacidad de
autorrenovación y limitada o prolongada, esto es, de reproducirse muchas veces sin diferenciarse; 2) la
capacidad de dar origen a células madre de transición, con capacidad limitada proliferar, de las cuáles
derivan una gran variedad de células altamente diferenciadas (nerviosas, musculares, hemáticas, etc.),
desde hace aproximadamente treinta años, estas células han sido objeto de una amplia investigación,
tanto en tejidos adultos [1] como en tejidos de embriones y cultivos in vitro de células estaminales
embrionaria de animales de experimentación[2]. Pero lo que ha llamado recientemente la atención
pública sobre ellas es el haber logrado un nuevo resultado: la producción de células estaminales
embrionales humanas.
Células estaminales embrionarias humanas.
La preparación de células estaminales embrionarias humanas (ES, ESc, Embryo Stem cells) implica
hoy [3]:1) la producción de embriones humanos y/o la utilización de los sobrantes de fecundaciones in
vitro o de los crioconservados; 2) su desarrollo hasta la fase de blastocisto inicial; 3) La extracción del
embrioblasto o masa celular interna (ICM), operación que implicar la destrucción del embrión; 4) el de
dicha células en un estrato de fibroplastos de ratón y irradiados (feeder) y en un terreno adecuado,
donde se multiplican y confluyen hasta la formación de colonias; 5) repetidos de las células de las
colonias obtenidas, que llevan a la formación de líneas celulares capaces de multiplicarse
indefinidamente conservando las características de células estaminales (ES) durante meses y años.
Esta células ES, no obstante, son solamente el punto de partida para la preparación de la líneas
celulares diferenciadas, o sea, células con las características propias de los diversos tejidos
(musculares, nerviosas, epiteliales, hemáticas, germinales, etc) . Los métodos para obtener las están
todavía en estudio [4]; pero la inoculación de ES humanas en animal de experimentación (ratón) o su
cultivo in vitro en terreno acondicionado hasta llegar a la confluencia, han demostrado que son capaces
de dar origen a células diferenciadas que se obtendrían, en un normal desarrollo, a partir de tres capas
embrionarias distintas: endodermo (epitelio intestinal), mesodermo ( cartílago, hueso, músculo liso o
estriado) y ectodermo (epitelio neural, epitelio escamoso)[5].
Esto resultados han conmovido tanto al mundo científico como al bio tecnológico -especialmente
médico y farmacológico-y, no menos, al mundo del mercado y de los medios de comunicación social:
surgirían grandes esperanzas de que las siguientes aplicaciones comportarían en nuevas y más seguras
soluciones para la terapia de enfermedades graves; soluciones que se están buscando ya desde hace
años[6]. Pero, sobre todo, de produjo una gran conmoción en el mundo político[7]. En los Estados
Unidos en particular, en el Congreso, donde desde hacía años a Pío oposición a sostener con fondos
federales unas investigaciones en las que se destruirían embriones humanos, las respuestas fueron entre
otras: las fuertes presione del NBAC (National Bioetichs Advisory Committee), instituido por el
Gobierno federal para el estudio de este problema, para que sean asignados fondos públicos no
solamente para la investigación sobre células estaminales embrionarias, sino también para su
producción; más aún, se insiste en que se rescinda definitivamente la prohibición vigente por ley sobre
el uso de fondos federales para la investigación sobre embriones humanos.
Presiones en este mismo sentido hay también en Inglaterra, Japón y Australia.
Clonación terapéutica.
Ya se evidenció que el uso terapéutico de las ES, en cuanto tales, implicaba notables riesgos, al ser
cancerígenas, como se había constatado experimentos con ratones. Así pues, hubiera sido preciso
preparar líneas especializadas de células diferenciadas según cada necesidad. El tiempo requerido para
su obtención no parecía breve y, Pero, aún en el caso de que si hubieran logrado, sería muy difícil tener
la certeza de la ausencia absoluta de células estaminales en la y inoculación o en la implantación
terapéutica, con los riesgos consiguiente. Y, más aún, se debería recurrir a ulteriores tratamientos para
superar la incompatibilidad inmunológica. Por estos motivos se propusieron tres clases de clonación
terapéutica[8], capaces de preparar células estaminales embrionarias humanas pluripotenciales, con
una información genética bien definidas, a la cual seguiría después la diferenciación deseada.
1. Reemplazar el núcleo de un oocito por el núcleo de una célula adulta de un determinado sujeto,
segudo de desarrollo embrionario hasta el estado de blastocisto y de la utilización de la células de la
masa interna (ICM) de la misma para obtener ES y, de éstas, las células diferenciadas deseadas.
2. Traspaso de un núcleo de una célula de un determinado sujeto a un oocito de otro animal. Una
eventual éxito llevaría-se supone-al desarrollo de un embrión humano utilizable como en el caso
precedente.
3. Reprogramación del núcleo de una célula de un determinado sujeto fundiendo el citoplasma de ES
con el carioplasma de una célula somática, obteniendo así un "cybrid ". Es una posibilidad aún en
estudio. En todo caso, también este camino parece requerir la preparación previa de ES a partir de
embriones humanos.
Actualmente, la investigación científica y se decanta preferiblemente por el primer tipo, pero es obvio
que, desde el punto de vista moral, como veremos, las tres soluciones propuestas son inaceptables.
Células estaminales adultas.
En las tres últimas décadas, los estudios de la células estaminales del adulto (ASC- Adult Stem Cells)
pusieron de manifiesto que en muchos tejidos adultos hay células estaminales, pero capaces de dar
origen sólo a células propias de un determinado tejido. Es decir, no se pensaba en la posibilidad de la
reprogramación. En los años más recientes[9], sin embargo, se descubrieron también en varios tejidos
humanos células estaminales pluripotenciales-en la médula ósea (HSCs), en el cerebro (NSCs), en el
mesénquima (MSCs) de varios órganos y en la sangre del cordón umbilical (P/CB, placental/Cord
blood)-, esto es, capaces de dar origen a diversos tipos de células, la mayoría hemáticas, musculares y
nerviosas. Se ha descubierto como reconocerlas, seleccionarlas, mantenerse al desarrollo y llevarlas a
formar diversos tipos de células maduras mediante factores de crecimiento y otras proteínas
reguladoras. Más aún, se ha realizado ya un notable adelanto en campo experimental, aplicando incluso
los más avanzados métodos de ingeniería genética y biología molecular para el análisis del programa
genético que actúa en la células estaminales[10] y para la transducción de los genes deseados en células
estaminales o madre que, una vez implantadas, son capaces de restituir las funciones específicas a los
tejidos deteriorados[11]. Baste señalar, sobre la base de las referencias citadas, que, en el hombre, las
células estaminales de la médula ósea, de las que se forman todas las diversas líneas de células
hemáticas, tienen como marcador la molécula CD34 y que, una vez purificadas son capaces de
reconstituir toda la población hemática en pacientes que reciben dosis ablativas de radiaciones y
quimioterapia.Y esto, A una velocidad proporcional a la cantidad de células empleadas. Más aún, hay
ya indicios de cómo orientar el desarrollo de células estaminales nerviosas (NSCs) utilizando diversas
proteínas-entre ellas la neurorregulina y la proteína 2 osteomorfogenética (BMP2, Bone Morphogenetic
Protein 2)-, que son capaces de llevar a las NSCs a convertirse en neuronas o glía (células neuronales
de apoyo, productoras de mielina paréntesis), o también el músculo liso.
El resultado al que ha llegado muchos de los trabajos citados, aunque visto con cautela, es un indicio de
lo muy prometedoras que son las "células estaminales adultas" para una terapia eficaz de muchas
patologías. Así, D. J. Watt y G. E. Jones afirma , Aunque "las células estaminales musculares, tanto de
la línea mioblástica embrionaria como adulta, pueden convertirse en células de mayor importancia para
tejidos distintos de los que les dieron origen y ser la clave de terapias futuras incluso por enfermedades
diversas de las de origen miógeno" (p.93); J. A. Nolta y D. B. Kohn subrayan que "los progresos en el
uso de la transducción génica en las células estaminales hematopoiéticas ha llevado comenzar
experimentaciones clínicas. Las informaciones que se obtengan orientarán futuros procesos. En
definitiva, la genoterapia permitía tratar enfermedades genéticas y contraídas en las complicaciones de
los trasplantes de células alogénicas " (p. 460); D. L. Clarke y J. Frisén confirmaban a su vez que "estos
estudios sugieren que la células estaminales en los diferentes tejidos adultos pueden ser mucho más
similares a la células embrionarias humanas de lo que se había pensado hasta ahora, contando incluso
en muchos casos con un repertorio muy parecido" (p. 1660).
En consecuencia, todos estos progresos y resultados ya obtenidos en el campo de las células
estaminales del adulto (ASC) dejan entrever, no solamente su gran pesticidad, sino también su amplia
posibilidad de prestaciones que, probablemente, no es diferente de las que poseen la células estaminales
embrionarias (ES), que la plasticidad depende en gran parte de la información genética, la cual puede
ser reprogramada.
Obviamente, no es posible aún confrontar los resultados terapéuticos obtenidos y obtenida les
utilizando las células estaminales y embrionarias y las células estaminales adultas. Sobre estas últimas,
diversas firmas farmacéuticas están ya siendo experimentaciones clínica [12] que dejan vislumbrar
buenos resultados y dan pie a serias esperanzas para un futuro más o menos cercano. Sobre las
primeras, aunque algunos intentos experimentales ofrecen indicios positivos[13], aplicación en el
campo clínico y un precisamente por los graves problemas éticos y legales implicados-requiere un serio
replanteamiento de un gran sentido de responsabilidad ante la dignidad de todo ser humano.
Problemas éticos.
Dada la índole de este documento, se formulan brevemente los problemas éticos esenciales implicados
en estas nuevas tecnologías, indicando la respuesta que resulta de una atenta consideración del sujeto
humano desde el momento de su concepción, consideración en la que se basa la postura firmada y
propuesta por el Magisterio de la Iglesia.
El problema ético, que es fundamental, puede formularse así: ¿Es moralmente lícito producir y/o
utilizar embriones humanos vivos para la preparación de ES?
"La respuesta es negativa", por las siguientes razones:
1. Sobre la base de un análisis biológico completo, el embrión humano vivo es a partir de la fusión de
los lamentos, un sujeto humano con una identidad bien definida, el cual comienza desde ese momento
su propio desarrollo, coordinado, continuo y gradual, al modo que en ningún estadios sucesivo puede
ser considerado como una simple masa de células[14].
2. En consecuencia, como "individuo humano", tiene derecho a su propia vida. Por consiguiente,
cualquier intervención que no sea en favor del embrión mismo, es un acto que viola dicho derecho. La
teología moral ha enseñado siempre que, en el caso del "jus certum tertii", no es aplicable el sistema
del probabilismo[15].
3. Por tanto, la ablación de la masa celular interna (ICM) del blastocito, que lesiona grave e
irreparablemente el embrión humano, a un candor desarrollo, es un acto gravemente inmoral y, por
consiguiente, gravemente ilícito.
4. Ningún fin considerado bueno, como la utilización de la células estaminales que podrían obtenerse
para la preparación de células diferenciadas con vistas a procedimientos terapéuticos de grandes
expectativas, puede justificar esa intervención. Un fin bueno no hace una acción en sí misma mala.
5. Para un católico, dicha postura ha sido confirmada por el Magisterio explícito de la Iglesia que, en la
encíclica Evangelium vitae de la Congregación para la doctrina de la fe-, afirma que " la Iglesia
siempre ha enseñado, y sigue enseñando que al fruto de la generación humana, desde el primer
momento de su existencia y, se ha de garantizar el respeto incondicional que moralmente se le debe al
ser humano en su totalidad y unidad corporal y espiritual: " El ser humano debe ser respetado y tratado
como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben
reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano
inocente a la vida"" (n. 60)[16].
El segundo problema y ético se puede formular así: ¿Es moralmente lícito realizar la llamada "
clonación terapéutica " a través de la producción de embriones humanos clonados y sus sucesiva
destrucción para la producción de ES?
"La respuesta es negativa ", por la siguiente razón:
Todo tipo de clonación terapéutica que implique la producción de embriones humanos y la subsiguiente
destrucción de los embriones producidos, con el fin de obtener células estaminales en ilícita; ya que se
vuelve de nuevo al problema ético anteriormente expuesto, el cual no puede tener más que una
respuesta negativa[17]
El tercer problema ético se puede formular así: ¿Qué es moralmente lícito utilizar las ES, y la células
diferenciadas de ellas obtenidas, proporcionadas eventualmente por otros investigadores o disponibles
en el mercado?
"La respuesta a la vez negativa " ya que, más allá de compartir, de manera más o menos formal, la
intención moralmente ílícita del agente principal, en el caso que nos ocupa hay una cooperación
material próximo en la producción y manipulación de embriones humanos y por parte del productor o
del proveedor.
En conclusión, es evidente las heridas y la gravedad del problema ético abierto por la voluntad de
extender al campo de la investigación humana la producción y/o el uso de embriones humanos incluso
desde una perspectiva de humanitaria.
La posibilidad, ya constatada, de utilizar células estaminales adultas para lograr los mismos fines que
se pretendieron alcanzar con las células estaminales embrionarias- aún cuando hacen falta muchos
pasos ulteriores antes de obtener resultados claros y definitivos-, indica esta posibilidad como la vía
más razonable y humana que se ha de seguir para un correcto y válido progreso en este nuevo campo
que se abre a la investigación y a prometedoras aplicaciones terapéuticas. Estas representan, sin duda
alguna, una gran esperanza para una parte notable de personas enfermas.
[1] Cf. M. LOEFFLER, C. S. POTTEN, Stem cells and cellular pedigrees a conceptual introduction,
en C S. Potten (ed.), Stem Cells, Academic Press, London 1997, 1-27; D. VAN DER KOOY, S.
WEISS, Why Stem Cells?, Science 2000, 287, 1439-1441.
[2] Cf. T. NAKANO, H. KODAMA, T. HONJO, Generation of lymphohematopoietic cells from
embryonic stem cells in culture, Science 1994, 265, 1098-1101; G. KELLER, In vitro differentiation of
embryonic stem cells, Current Opinion in Cell Biology 1995, 7, 862-869; 5. ROBERTSON, M.
KENNEDY, G. KELLER, Hematopoietic commitment during embryogenesis, Annals of the New York
Academy of Sciences 1999, 872, 9-16.
[3] Cf. 3. A. THOMSON, J. ITSKOVITZ-ELDOR, S.S. SRAPIRO y otros, Embryonic stem cell lines
derived from human blastocysts, Science 1998, 282, 1145-1147; G. VOGEL, Harnessing the power of
stem cells, Science 1999, 283, 1432-1434.
[4] Cf. F.M. WATF, B. L. M. HOGAN, Out of Eden: stem cells and their niches, Science 2000, 287,
1427-1430.
[5] Cf. 3. A. THOMSON, J. ITSKOVITZ-ELDOR, S.S. SHAPIRO y otros, op. cit.
[6] Cf. U. 5. CONGRESS, OFFICE OF TECHNOLOGY ASSESSMENT, Neural Grafting. Repairing
the Brain and Spinal Cord, OTA-BA-462, Washington, DC, U. Government Printing Office, 1990; A.
MCLAREN, Stem cells: golden opportunities with ethical baggage, Science 2000, 288, 1778.
[7] Cf. E. MARSHALL, A versatile cell line raises scientific hopes, legal questions, Science 1998, 282,
1014-1015; J. GEARHART, New potential for human embryonic stem cells, ib., 1061-1062; E.
MARSHALL, Britain urged to expand embryo studies, ib., 2167-2168; 73 SC[exclamdown]EN TJ5TS,
Science over politics, Science 1999, 283, 1849-1850; E. MARSHALL, Ethicists back stem cell
research, White House treads cautiously, Science 1999, 285, 502; H. T. SHAPIRO, Ethical dilemmas
and stem cell research, ib., 2065; G. VOGEL, NIH sets rules for funding embryonic stem cell research,
Science 1999, 286, 2050; G. KELLER, H. R. SNODGRASS, Human embryonic stem cells: the future
is now, Nature Medicine 1999, 5, 151-152; G. 3. ANNAS, A. CAPLAN, S. ELIAS, Stem cell politics,
ethics and medical progress, ib., 1339-1341; G. VOGEL, Company gets rights to cloned human
embrvos, Science 2000, 287, 559; D. NORMILE, Report would open up research in Japan, ib., 949;
M. S. FRANKEL, In search of stem cell policy, ib., 1397; D. PERRY, Patients voices: the powerful
sound in the stem celí debate, ib., 1423; N. LENOIR, Europe confronts the embryonic stem cell
research challenge, ib., 1425-1427; F. E. YOUNG, A time for restraint, ib., 1424; Editorial, Stem cells,
Nature Medicine 2000, 6, 231.
[8] D. DAVOR, J. GEARHART, Putting stem cells to work, Science 1999, 283, 1468-1470.
[9] Cf. C. 5. POTTEN (ed.), Stem Cells, Academic Press, London 1997, 474; D. ORLIC, T. A. BOCK,
L KANZ, Hemopoietic Stem Cells: Biology and Transplantation, Arin. N.Y. Acad. Sciences 1999, vol.
872, 405; M. F. PITIENGER, A. M. MACKAY, S. C. BECK y otros, Multilineage potential of adult
human mesenchymal stem cells, Science 1999, 284, 143-147; C. R. R. BJORNSON, R. L. RIETZE, B.
A. REYNOLDS y otros, Turning brain into blood: a hematopoietic fate adopted by adult neural stem
cells in vivo, Science 1999, 283, 534-536; V. OUREDNIK, J OUREDNIK, K. 1. PARK, E. Y.
SNYDER, Neural Stem cells- a versatile tool for cell replacement and gene therapy in the central
nervous system, Clinica' Genetics 1999, 56, 267-278; 1. LEMISCHKA, Searching for stem cell
regulatory molecules: Some general thoughts and possible approaches, Ann. N.Y. Acad. Sciences
1999, 872, 274-288; H. H. GAGE, Mammalian neural stem cells, Science 2000, 287,1433-1438; D. L.
CLARKE, C. B. JOHANSSON, J. FRISÉN y otros, Generalized potential of adult neural stem cells,
Science 2000, 288, 1660-1663; G. VOGEL, Brain cells reveal surprising versatility, ib., 1559-1561.
[10] Cf. R. L. PHILIPS, R. E. ERNEST, 1. R. LEMISCHKA y otros, The genetic program of
hematopoietic stem cells, Science 2000, 288, 1635-1640.
[11] Cf. D. J. WATT, G. E. JONES, Skeletal muscle stem cells: function and potential role in therapy,
en C. 5. POTTEN, Stem Cells, op. cit., 75-98; J. A. NOLTA, D.B. KOHN, Haematopoietic stem cells
for gene gene therapy, ib., 447-460; Y. REISNER, E. BAcHAR-LUSTIG, H-W. LI y otros, The role of
megadose CD34+ progenitor cells in the treatment of leukemia patients without a matched donor and in
tolerance induction for organ transplantation, Ann. N.Y. Acad. Sciences 1999, 872, 336-350; D. W.
EMERY, G. STAMATOYANNOPOULOS, Stem cell gene therapy for the â-chain
hemoglobinopathies, ib 94-108; M. GIFFITH, R. OSBORNE, R. MUNGER, Functional human corneal
equivalents constructed from cell lines, Science 1999, 286, 2169-2172; N. 5. Roy, 5. WANG, L.
JIANG y otros, In vitro neurogenesis by progenitor cells isolated from the adult hippocampus, Nature
Medicine 2000, 6, 271-277; M. NOBLE, Can neural stem cells be used as therapeutic vehicles in the
treatment of brai tumors?, ib., 369-370; I. L. WEISSMAN, Translating stem and progenitor cell
biology to the ciinic: barriers and opoportunities, Science 2000, 287, 1442-1446; P. SERUP, Panning
for pancreatic stem cells, Nature Geneties 2000, 25, 134-135.
[12] E. MARSHALL, The bussines of Stem Cells, Science 2000, 287, 1419-1421.
[13] Cf. O. BRUSTLE, K. N. JONES, R. D. LEARISH y otros, Embryonic stem cellderived glial
precursors: a source of myelinating transplants, Science 1999, 285, 754-756; J. W. MCDONALD, X-Z
Liu, Y. Qu y otros, Transpianted embryonic stem cells survive, differentiate and promote recovery in
injured rat spinal cord, Nature Medicine 1999, 5, 1410-1412.
[14] Cf. A. SERRA, R. COLOMBO, Identità e statuto dell embrione umano: il contributo della
biologia, en ACADEMIA PONTIFICIA PARA LA VIDA, Identità e Statuto dell' Embrione Umano,
Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 1998, 106-158.
[15] Cf. I. CARRASCO DE PAULA, Il rispetto dovuto all' embrione umano: prospettiva storicodottrinale, op. cit., 9-33; R. LUCAS LUCAS, Statuto antropologico del l'embrione umano, op. cit.,
159-185; M. COZZOLI, L'embrione umano: aspetti etico normativi, op. cit., 237-273; L. EUSEBI, La
tutela dell' embrione umano: profili giuridici, op. cit., 274-286.
[16] JUAN PABLO II, enc. Evangelium vitae (25 de marzo de 1995), AAS 87 (1995) 401-522; cf.
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, instrucción <<Donum Vitae>> sobre el
respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación (22 de febrero de 1987), AAS 80
(1988) 70-102.
[17] Cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, op. cit., 1, n. 6; C. B. COHEN (ed.),
Special Issue: Ethics and the cloning of human embryos, Kennedy Institute of Ethics Journal 1994, n.
4, 187-282; H. T. SHAPIRO, Ethical and policy issues of human cloning, Science 1997, 277, 195-196;
M. L. DI PIETRO, Dalla cionazione animale alla clonazione dell' uomo?, Medicina e Morale 1997, n.
6, 1099-2005; A. SERRA, Verso la cionazione dell' uomo? Una nuova frontiera della scienza, la
Civiltà Cattolica 1998 1, 224-234; op. cit., La clonazione umana in prospettiva <<sapienziale>>, ib.,
329-339.
3.3. Embriones y células estaminales. Academia Pontificia para la Vida.
Declaración de la Academia Pontificia para la Vida sobre la producción y uso científico y
terapéutico de las células estaminales embrionarias humanas.
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+ Prof. Juan de Dios VIAL CORREA
Presidente
+ Mons. Elio SGRECCIA
Vicepresidente
Vaticano, 25 de agosto de 2000
Este documento tiene como objetivo ofrecer una aportación al debate que se está desarrollando y
extendiendo, tanto de la literatura científica y ética como en la opinión pública, sobre la producción y
utilización de las células estaminales embrionarias. En efecto, ante el creciente relieve que va tomando
el debate sobre sus límites y licitud, es necesaria una reflexión que ponga de manifiesto sus
implicaciones éticas.
Aspectos científicos.
Una definición comúnmente aceptada de " célula estaminal " - y bien algunos aspectos necesitan
todavía una mayor profundización- es la de una célula que tiene dos características:1) la capacidad de
autorrenovación y limitada o prolongada, esto es, de reproducirse muchas veces sin diferenciarse; 2) la
capacidad de dar origen a células madre de transición, con capacidad limitada proliferar, de las cuáles
derivan una gran variedad de células altamente diferenciadas (nerviosas, musculares, hemáticas, etc.),
desde hace aproximadamente treinta años, estas células han sido objeto de una amplia investigación,
tanto en tejidos adultos [1] como en tejidos de embriones y cultivos in vitro de células estaminales
embrionaria de animales de experimentación[2]. Pero lo que ha llamado recientemente la atención
pública sobre ellas es el haber logrado un nuevo resultado: la producción de células estaminales
embrionales humanas.
Células estaminales embrionarias humanas.
La preparación de células estaminales embrionarias humanas (ES, ESc, Embryo Stem cells) implica
hoy [3]:1) la producción de embriones humanos y/o la utilización de los sobrantes de fecundaciones in
vitro o de los crioconservados; 2) su desarrollo hasta la fase de blastocisto inicial; 3) La extracción del
embrioblasto o masa celular interna (ICM), operación que implicar la destrucción del embrión; 4) el de
dicha células en un estrato de fibroplastos de ratón y irradiados (feeder) y en un terreno adecuado,
donde se multiplican y confluyen hasta la formación de colonias; 5) repetidos de las células de las
colonias obtenidas, que llevan a la formación de líneas celulares capaces de multiplicarse
indefinidamente conservando las características de células estaminales (ES) durante meses y años.
Esta células ES, no obstante, son solamente el punto de partida para la preparación de la líneas
celulares diferenciadas, o sea, células con las características propias de los diversos tejidos
(musculares, nerviosas, epiteliales, hemáticas, germinales, etc) . Los métodos para obtener las están
todavía en estudio [4]; pero la inoculación de ES humanas en animal de experimentación (ratón) o su
cultivo in vitro en terreno acondicionado hasta llegar a la confluencia, han demostrado que son capaces
de dar origen a células diferenciadas que se obtendrían, en un normal desarrollo, a partir de tres capas
embrionarias distintas: endodermo (epitelio intestinal), mesodermo ( cartílago, hueso, músculo liso o
estriado) y ectodermo (epitelio neural, epitelio escamoso)[5].
Esto resultados han conmovido tanto al mundo científico como al bio tecnológico -especialmente
médico y farmacológico-y, no menos, al mundo del mercado y de los medios de comunicación social:
surgirían grandes esperanzas de que las siguientes aplicaciones comportarían en nuevas y más seguras
soluciones para la terapia de enfermedades graves; soluciones que se están buscando ya desde hace
años[6]. Pero, sobre todo, de produjo una gran conmoción en el mundo político[7]. En los Estados
Unidos en particular, en el Congreso, donde desde hacía años a Pío oposición a sostener con fondos
federales unas investigaciones en las que se destruirían embriones humanos, las respuestas fueron entre
otras: las fuertes presione del NBAC (National Bioetichs Advisory Committee), instituido por el
Gobierno federal para el estudio de este problema, para que sean asignados fondos públicos no
solamente para la investigación sobre células estaminales embrionarias, sino también para su
producción; más aún, se insiste en que se rescinda definitivamente la prohibición vigente por ley sobre
el uso de fondos federales para la investigación sobre embriones humanos.
Presiones en este mismo sentido hay también en Inglaterra, Japón y Australia.
Clonación terapéutica.
Ya se evidenció que el uso terapéutico de las ES, en cuanto tales, implicaba notables riesgos, al ser
cancerígenas, como se había constatado experimentos con ratones. Así pues, hubiera sido preciso
preparar líneas especializadas de células diferenciadas según cada necesidad. El tiempo requerido para
su obtención no parecía breve y, Pero, aún en el caso de que si hubieran logrado, sería muy difícil tener
la certeza de la ausencia absoluta de células estaminales en la y inoculación o en la implantación
terapéutica, con los riesgos consiguiente. Y, más aún, se debería recurrir a ulteriores tratamientos para
superar la incompatibilidad inmunológica. Por estos motivos se propusieron tres clases de clonación
terapéutica[8], capaces de preparar células estaminales embrionarias humanas pluripotenciales, con
una información genética bien definidas, a la cual seguiría después la diferenciación deseada.
1. Reemplazar el núcleo de un oocito por el núcleo de una célula adulta de un determinado sujeto,
segudo de desarrollo embrionario hasta el estado de blastocisto y de la utilización de la células de la
masa interna (ICM) de la misma para obtener ES y, de éstas, las células diferenciadas deseadas.
2. Traspaso de un núcleo de una célula de un determinado sujeto a un oocito de otro animal. Una
eventual éxito llevaría-se supone-al desarrollo de un embrión humano utilizable como en el caso
precedente.
3. Reprogramación del núcleo de una célula de un determinado sujeto fundiendo el citoplasma de ES
con el carioplasma de una célula somática, obteniendo así un "cybrid ". Es una posibilidad aún en
estudio. En todo caso, también este camino parece requerir la preparación previa de ES a partir de
embriones humanos.
Actualmente, la investigación científica y se decanta preferiblemente por el primer tipo, pero es obvio
que, desde el punto de vista moral, como veremos, las tres soluciones propuestas son inaceptables.
Células estaminales adultas.
En las tres últimas décadas, los estudios de la células estaminales del adulto (ASC- Adult Stem Cells)
pusieron de manifiesto que en muchos tejidos adultos hay células estaminales, pero capaces de dar
origen sólo a células propias de un determinado tejido. Es decir, no se pensaba en la posibilidad de la
reprogramación. En los años más recientes[9], sin embargo, se descubrieron también en varios tejidos
humanos células estaminales pluripotenciales-en la médula ósea (HSCs), en el cerebro (NSCs), en el
mesénquima (MSCs) de varios órganos y en la sangre del cordón umbilical (P/CB, placental/Cord
blood)-, esto es, capaces de dar origen a diversos tipos de células, la mayoría hemáticas, musculares y
nerviosas. Se ha descubierto como reconocerlas, seleccionarlas, mantenerse al desarrollo y llevarlas a
formar diversos tipos de células maduras mediante factores de crecimiento y otras proteínas
reguladoras. Más aún, se ha realizado ya un notable adelanto en campo experimental, aplicando incluso
los más avanzados métodos de ingeniería genética y biología molecular para el análisis del programa
genético que actúa en la células estaminales[10] y para la transducción de los genes deseados en células
estaminales o madre que, una vez implantadas, son capaces de restituir las funciones específicas a los
tejidos deteriorados[11]. Baste señalar, sobre la base de las referencias citadas, que, en el hombre, las
células estaminales de la médula ósea, de las que se forman todas las diversas líneas de células
hemáticas, tienen como marcador la molécula CD34 y que, una vez purificadas son capaces de
reconstituir toda la población hemática en pacientes que reciben dosis ablativas de radiaciones y
quimioterapia.Y esto, A una velocidad proporcional a la cantidad de células empleadas. Más aún, hay
ya indicios de cómo orientar el desarrollo de células estaminales nerviosas (NSCs) utilizando diversas
proteínas-entre ellas la neurorregulina y la proteína 2 osteomorfogenética (BMP2, Bone Morphogenetic
Protein 2)-, que son capaces de llevar a las NSCs a convertirse en neuronas o glía (células neuronales
de apoyo, productoras de mielina paréntesis), o también el músculo liso.
El resultado al que ha llegado muchos de los trabajos citados, aunque visto con cautela, es un indicio de
lo muy prometedoras que son las "células estaminales adultas" para una terapia eficaz de muchas
patologías. Así, D. J. Watt y G. E. Jones afirma , Aunque "las células estaminales musculares, tanto de
la línea mioblástica embrionaria como adulta, pueden convertirse en células de mayor importancia para
tejidos distintos de los que les dieron origen y ser la clave de terapias futuras incluso por enfermedades
diversas de las de origen miógeno" (p.93); J. A. Nolta y D. B. Kohn subrayan que "los progresos en el
uso de la transducción génica en las células estaminales hematopoiéticas ha llevado comenzar
experimentaciones clínicas. Las informaciones que se obtengan orientarán futuros procesos. En
definitiva, la genoterapia permitía tratar enfermedades genéticas y contraídas en las complicaciones de
los trasplantes de células alogénicas " (p. 460); D. L. Clarke y J. Frisén confirmaban a su vez que "estos
estudios sugieren que la células estaminales en los diferentes tejidos adultos pueden ser mucho más
similares a la células embrionarias humanas de lo que se había pensado hasta ahora, contando incluso
en muchos casos con un repertorio muy parecido" (p. 1660).
En consecuencia, todos estos progresos y resultados ya obtenidos en el campo de las células
estaminales del adulto (ASC) dejan entrever, no solamente su gran pesticidad, sino también su amplia
posibilidad de prestaciones que, probablemente, no es diferente de las que poseen la células estaminales
embrionarias (ES), que la plasticidad depende en gran parte de la información genética, la cual puede
ser reprogramada.
Obviamente, no es posible aún confrontar los resultados terapéuticos obtenidos y obtenida les
utilizando las células estaminales y embrionarias y las células estaminales adultas. Sobre estas últimas,
diversas firmas farmacéuticas están ya siendo experimentaciones clínica [12] que dejan vislumbrar
buenos resultados y dan pie a serias esperanzas para un futuro más o menos cercano. Sobre las
primeras, aunque algunos intentos experimentales ofrecen indicios positivos[13], aplicación en el
campo clínico y un precisamente por los graves problemas éticos y legales implicados-requiere un serio
replanteamiento de un gran sentido de responsabilidad ante la dignidad de todo ser humano.
Problemas éticos.
Dada la índole de este documento, se formulan brevemente los problemas éticos esenciales implicados
en estas nuevas tecnologías, indicando la respuesta que resulta de una atenta consideración del sujeto
humano desde el momento de su concepción, consideración en la que se basa la postura firmada y
propuesta por el Magisterio de la Iglesia.
El problema ético, que es fundamental, puede formularse así: ¿Es moralmente lícito producir y/o
utilizar embriones humanos vivos para la preparación de ES?
"La respuesta es negativa", por las siguientes razones:
1. Sobre la base de un análisis biológico completo, el embrión humano vivo es a partir de la fusión de
los lamentos, un sujeto humano con una identidad bien definida, el cual comienza desde ese momento
su propio desarrollo, coordinado, continuo y gradual, al modo que en ningún estadios sucesivo puede
ser considerado como una simple masa de células[14].
2. En consecuencia, como "individuo humano", tiene derecho a su propia vida. Por consiguiente,
cualquier intervención que no sea en favor del embrión mismo, es un acto que viola dicho derecho. La
teología moral ha enseñado siempre que, en el caso del "jus certum tertii", no es aplicable el sistema
del probabilismo[15].
3. Por tanto, la ablación de la masa celular interna (ICM) del blastocito, que lesiona grave e
irreparablemente el embrión humano, a un candor desarrollo, es un acto gravemente inmoral y, por
consiguiente, gravemente ilícito.
4. Ningún fin considerado bueno, como la utilización de la células estaminales que podrían obtenerse
para la preparación de células diferenciadas con vistas a procedimientos terapéuticos de grandes
expectativas, puede justificar esa intervención. Un fin bueno no hace una acción en sí misma mala.
5. Para un católico, dicha postura ha sido confirmada por el Magisterio explícito de la Iglesia que, en la
encíclica Evangelium vitae de la Congregación para la doctrina de la fe-, afirma que " la Iglesia
siempre ha enseñado, y sigue enseñando que al fruto de la generación humana, desde el primer
momento de su existencia y, se ha de garantizar el respeto incondicional que moralmente se le debe al
ser humano en su totalidad y unidad corporal y espiritual: " El ser humano debe ser respetado y tratado
como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben
reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano
inocente a la vida"" (n. 60)[16].
El segundo problema y ético se puede formular así: ¿Es moralmente lícito realizar la llamada "
clonación terapéutica " a través de la producción de embriones humanos clonados y sus sucesiva
destrucción para la producción de ES?
"La respuesta es negativa ", por la siguiente razón:
Todo tipo de clonación terapéutica que implique la producción de embriones humanos y la subsiguiente
destrucción de los embriones producidos, con el fin de obtener células estaminales en ilícita; ya que se
vuelve de nuevo al problema ético anteriormente expuesto, el cual no puede tener más que una
respuesta negativa[17]
El tercer problema ético se puede formular así: ¿Qué es moralmente lícito utilizar las ES, y la células
diferenciadas de ellas obtenidas, proporcionadas eventualmente por otros investigadores o disponibles
en el mercado?
"La respuesta a la vez negativa " ya que, más allá de compartir, de manera más o menos formal, la
intención moralmente ílícita del agente principal, en el caso que nos ocupa hay una cooperación
material próximo en la producción y manipulación de embriones humanos y por parte del productor o
del proveedor.
En conclusión, es evidente las heridas y la gravedad del problema ético abierto por la voluntad de
extender al campo de la investigación humana la producción y/o el uso de embriones humanos incluso
desde una perspectiva de humanitaria.
La posibilidad, ya constatada, de utilizar células estaminales adultas para lograr los mismos fines que
se pretendieron alcanzar con las células estaminales embrionarias- aún cuando hacen falta muchos
pasos ulteriores antes de obtener resultados claros y definitivos-, indica esta posibilidad como la vía
más razonable y humana que se ha de seguir para un correcto y válido progreso en este nuevo campo
que se abre a la investigación y a prometedoras aplicaciones terapéuticas. Estas representan, sin duda
alguna, una gran esperanza para una parte notable de personas enfermas.
[1] Cf. M. LOEFFLER, C. S. POTTEN, Stem cells and cellular pedigrees a conceptual introduction,
en C S. Potten (ed.), Stem Cells, Academic Press, London 1997, 1-27; D. VAN DER KOOY, S.
WEISS, Why Stem Cells?, Science 2000, 287, 1439-1441.
[2] Cf. T. NAKANO, H. KODAMA, T. HONJO, Generation of lymphohematopoietic cells from
embryonic stem cells in culture, Science 1994, 265, 1098-1101; G. KELLER, In vitro differentiation of
embryonic stem cells, Current Opinion in Cell Biology 1995, 7, 862-869; 5. ROBERTSON, M.
KENNEDY, G. KELLER, Hematopoietic commitment during embryogenesis, Annals of the New York
Academy of Sciences 1999, 872, 9-16.
[3] Cf. 3. A. THOMSON, J. ITSKOVITZ-ELDOR, S.S. SRAPIRO y otros, Embryonic stem cell lines
derived from human blastocysts, Science 1998, 282, 1145-1147; G. VOGEL, Harnessing the power of
stem cells, Science 1999, 283, 1432-1434.
[4] Cf. F.M. WATF, B. L. M. HOGAN, Out of Eden: stem cells and their niches, Science 2000, 287,
1427-1430.
[5] Cf. 3. A. THOMSON, J. ITSKOVITZ-ELDOR, S.S. SHAPIRO y otros, op. cit.
[6] Cf. U. 5. CONGRESS, OFFICE OF TECHNOLOGY ASSESSMENT, Neural Grafting. Repairing
the Brain and Spinal Cord, OTA-BA-462, Washington, DC, U. Government Printing Office, 1990; A.
MCLAREN, Stem cells: golden opportunities with ethical baggage, Science 2000, 288, 1778.
[7] Cf. E. MARSHALL, A versatile cell line raises scientific hopes, legal questions, Science 1998, 282,
1014-1015; J. GEARHART, New potential for human embryonic stem cells, ib., 1061-1062; E.
MARSHALL, Britain urged to expand embryo studies, ib., 2167-2168; 73 SC[exclamdown]EN TJ5TS,
Science over politics, Science 1999, 283, 1849-1850; E. MARSHALL, Ethicists back stem cell
research, White House treads cautiously, Science 1999, 285, 502; H. T. SHAPIRO, Ethical dilemmas
and stem cell research, ib., 2065; G. VOGEL, NIH sets rules for funding embryonic stem cell research,
Science 1999, 286, 2050; G. KELLER, H. R. SNODGRASS, Human embryonic stem cells: the future
is now, Nature Medicine 1999, 5, 151-152; G. 3. ANNAS, A. CAPLAN, S. ELIAS, Stem cell politics,
ethics and medical progress, ib., 1339-1341; G. VOGEL, Company gets rights to cloned human
embrvos, Science 2000, 287, 559; D. NORMILE, Report would open up research in Japan, ib., 949;
M. S. FRANKEL, In search of stem cell policy, ib., 1397; D. PERRY, Patients voices: the powerful
sound in the stem celí debate, ib., 1423; N. LENOIR, Europe confronts the embryonic stem cell
research challenge, ib., 1425-1427; F. E. YOUNG, A time for restraint, ib., 1424; Editorial, Stem cells,
Nature Medicine 2000, 6, 231.
[8] D. DAVOR, J. GEARHART, Putting stem cells to work, Science 1999, 283, 1468-1470.
[9] Cf. C. 5. POTTEN (ed.), Stem Cells, Academic Press, London 1997, 474; D. ORLIC, T. A. BOCK,
L KANZ, Hemopoietic Stem Cells: Biology and Transplantation, Arin. N.Y. Acad. Sciences 1999, vol.
872, 405; M. F. PITIENGER, A. M. MACKAY, S. C. BECK y otros, Multilineage potential of adult
human mesenchymal stem cells, Science 1999, 284, 143-147; C. R. R. BJORNSON, R. L. RIETZE, B.
A. REYNOLDS y otros, Turning brain into blood: a hematopoietic fate adopted by adult neural stem
cells in vivo, Science 1999, 283, 534-536; V. OUREDNIK, J OUREDNIK, K. 1. PARK, E. Y.
SNYDER, Neural Stem cells- a versatile tool for cell replacement and gene therapy in the central
nervous system, Clinica' Genetics 1999, 56, 267-278; 1. LEMISCHKA, Searching for stem cell
regulatory molecules: Some general thoughts and possible approaches, Ann. N.Y. Acad. Sciences
1999, 872, 274-288; H. H. GAGE, Mammalian neural stem cells, Science 2000, 287,1433-1438; D. L.
CLARKE, C. B. JOHANSSON, J. FRISÉN y otros, Generalized potential of adult neural stem cells,
Science 2000, 288, 1660-1663; G. VOGEL, Brain cells reveal surprising versatility, ib., 1559-1561.
[10] Cf. R. L. PHILIPS, R. E. ERNEST, 1. R. LEMISCHKA y otros, The genetic program of
hematopoietic stem cells, Science 2000, 288, 1635-1640.
[11] Cf. D. J. WATT, G. E. JONES, Skeletal muscle stem cells: function and potential role in therapy,
en C. 5. POTTEN, Stem Cells, op. cit., 75-98; J. A. NOLTA, D.B. KOHN, Haematopoietic stem cells
for gene gene therapy, ib., 447-460; Y. REISNER, E. BAcHAR-LUSTIG, H-W. LI y otros, The role of
megadose CD34+ progenitor cells in the treatment of leukemia patients without a matched donor and in
tolerance induction for organ transplantation, Ann. N.Y. Acad. Sciences 1999, 872, 336-350; D. W.
EMERY, G. STAMATOYANNOPOULOS, Stem cell gene therapy for the â-chain
hemoglobinopathies, ib 94-108; M. GIFFITH, R. OSBORNE, R. MUNGER, Functional human corneal
equivalents constructed from cell lines, Science 1999, 286, 2169-2172; N. 5. Roy, 5. WANG, L.
JIANG y otros, In vitro neurogenesis by progenitor cells isolated from the adult hippocampus, Nature
Medicine 2000, 6, 271-277; M. NOBLE, Can neural stem cells be used as therapeutic vehicles in the
treatment of brai tumors?, ib., 369-370; I. L. WEISSMAN, Translating stem and progenitor cell
biology to the ciinic: barriers and opoportunities, Science 2000, 287, 1442-1446; P. SERUP, Panning
for pancreatic stem cells, Nature Geneties 2000, 25, 134-135.
[12] E. MARSHALL, The bussines of Stem Cells, Science 2000, 287, 1419-1421.
[13] Cf. O. BRUSTLE, K. N. JONES, R. D. LEARISH y otros, Embryonic stem cellderived glial
precursors: a source of myelinating transplants, Science 1999, 285, 754-756; J. W. MCDONALD, X-Z
Liu, Y. Qu y otros, Transpianted embryonic stem cells survive, differentiate and promote recovery in
injured rat spinal cord, Nature Medicine 1999, 5, 1410-1412.
[14] Cf. A. SERRA, R. COLOMBO, Identità e statuto dell embrione umano: il contributo della
biologia, en ACADEMIA PONTIFICIA PARA LA VIDA, Identità e Statuto dell' Embrione Umano,
Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 1998, 106-158.
[15] Cf. I. CARRASCO DE PAULA, Il rispetto dovuto all' embrione umano: prospettiva storicodottrinale, op. cit., 9-33; R. LUCAS LUCAS, Statuto antropologico del l'embrione umano, op. cit.,
159-185; M. COZZOLI, L'embrione umano: aspetti etico normativi, op. cit., 237-273; L. EUSEBI, La
tutela dell' embrione umano: profili giuridici, op. cit., 274-286.
[16] JUAN PABLO II, enc. Evangelium vitae (25 de marzo de 1995), AAS 87 (1995) 401-522; cf.
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, instrucción <<Donum Vitae>> sobre el
respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación (22 de febrero de 1987), AAS 80
(1988) 70-102.
[17] Cf. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, op. cit., 1, n. 6; C. B. COHEN (ed.),
Special Issue: Ethics and the cloning of human embryos, Kennedy Institute of Ethics Journal 1994, n.
4, 187-282; H. T. SHAPIRO, Ethical and policy issues of human cloning, Science 1997, 277, 195-196;
M. L. DI PIETRO, Dalla cionazione animale alla clonazione dell' uomo?, Medicina e Morale 1997, n.
6, 1099-2005; A. SERRA, Verso la cionazione dell' uomo? Una nuova frontiera della scienza, la
Civiltà Cattolica 1998 1, 224-234; op. cit., La clonazione umana in prospettiva <<sapienziale>>, ib.,
329-339.
3.4. Iglesia ante investigación biomédica
¿Qué dice la Iglesia ante la investigación biomédica?
En una última entrevista concedida a Radio Vaticano, el Vicepresidente de la "Academia Pontificia
para la Vida", Mons. Elio Sgreccia, respondió a las interrogantes surgidas en torno a la decodificación
del genoma humano, al alcance de todo el mundo vía Internet, y sobre el uso que de estas
informaciones podrían hacer algunos científicos.
La Academia Pontificia para la Vida es la institución fundada por el Papa Juan Pablo II con el objetivo
de "estudiar, informar y formar sobre los principales problemas de la medicina y el derecho relativos a
la promoción y la defensa de la vida.
- Ante todo, monseñor Sgreccia, ¿la Iglesia está a favor o en contra de la investigación
biomédica?
Monseñor Elio Sgreccia: Es conocido el pensamiento oficial de la Iglesia católica, que ha manifestado
en repetidas ocasiones su aprecio y aliento por la investigación científica, especialmente cuando está
dirigida a la prevención y el tratamiento de enfermedades y el alivio del sufrimiento humano. Este tipo
de investigación es considerado como coherente con la fe en Dios creador.
Se podrían citar muchos textos del Magisterio de la Iglesia en este sentido. Basta pensar, por ejemplo,
en el pasaje del Concilio Vaticano 11 que dice: "la investigación metódica en todos los campos del
saber, si está realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas morales, nunca
será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un
mismo Dios. Más aún, quien con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar en los secretos de
la realidad, está llevado, aun sin saberlo, como por la mano de Dios, quien, sosteniendo todas las cosas,
da a todas ellas el ser" "(Gaudium et Spes 36).
- ¿Colabora la Iglesia en la investigación biomédica actual?
Monseñor Elio Sgreccia: La historia confirma esta colaboración ya desde los descubrimientos en el
campo genético realizados por el monje Gregor Johann Mendel (1822-1884). Este apoyo es hoy de
elocuente actualidad en las instituciones de investigación, en las facultades de Medicina y en los
hospitales dirigidos por la Iglesia. En ellos, se cultiva la investigación científica con un reconocido
empeño y resultados eficaces, a pesar de que a veces carecen de recursos. Particularmente son
reconocidos por sus resultados en la prevención y tratamiento de las enfermedades.
La estima y el aprecio que siente la Iglesia por los científicos han sido tes~ timoniados también por la
presencia de muchos científicos de otras religiones, o no creyentes, en instituciones académicas de la
Iglesia, como sucede por ejemplo en la Academia de las Ciencias de la Santa Sede.
- Sin embargo, la Iglesia pone límites a la investigación. ¿Cuáles son?
Monseñor Elio Sgreccia: No cabe duda de que la ciencia experimental, al igual que toda actividad
humana, tiene que estar orientada al bien del hombre y al respeto de cada persona, ya sea en los
objetivos que persigue, ya sea en los medios que utiliza. Siempre tiene que respetar al hombre, a todo
sujeto humano implicado en la experimentación, especialmente en las fases de la vida más frágiles, o
cuando el sujeto sometido a la experimentación no puede dar su consentimiento. Una investigación
científica que pretendiera evitar un examen riguroso ético de sus objetivos, de sus métodos, y de sus
consecuencias, no sería digna del hombre, y correría el peligro de ser utilizada contra los más débiles e
indefensos. Este uso desfigurado de la ciencia ha escrito páginas oscuras en la historia, no demasiado
lejanas, y una investigación de este tipo no debe volver a surgir, pues no sólo atentaría contra Dios,
sino contra el mismo hombre y la civilización.
- La Iglesia se ha metido particularmente en el debate surgido por los interrogantes éticos que
plantea la experimentación con células madre (o estaminales). ¿Cuál es la posición de la
Academia Pontificia para la Vida en este sentido?
Monseñor Elio Sgreccia: En este sentido, vale la pena recordar que, en el documento de nuestra
Academia dedicado al uso de las células estaminales (Cf. Zenit, 24 de agosto), se expresa el aliento a la
investigación con las células estaminales extraídas del organismo del adulto o, en el nacimiento, del
cordón umbilical, así como también de los fetos abortados involuntariamente, en conformidad con
hipótesis convalidadas por investigaciones acreditadas internacionalmente.
El auspicio de tratar de poner remedio a graves enfermedades por este camino ha sido repetido,
alentado y aplicado en las mismas instituciones de investigación de inspiración católica. El hecho de
que nuestra misma Academia haya expresado un juicio negativo desde el punto de vista ético de la
utilización destructiva de embriones con el objetivo de investigar con células estaminales y de toda
forma de clonación humana, también de la llamada de manera inapropiada "terapéutica", se debe a
motivos basados en la ética racional y no en una instancia basada únicamente en la fe religiosa.
3.5. Pérdida de la paternidad y negación de la familia.
Clonación: Pérdida de la paternidad y negación de la familia.
Cardenal Alfonso López Trujillo
Presidente del Consejo Pontificio para la Familia
El Consejo pontificio para la familia considera oportuno todo esfuerzo de clarificación ante el desafío
que representa la clonación, convencido de la importancia del problema, y con vistas a la próxima
reanudación de los trabajos para llegar a una Convención internacional contra la clonación humana por
parte de las Naciones Unidas. Se trata de contribuir a un planteamiento adecuado de esta problemática,
señalando los aspectos éticos negativos de la clonación humana y su significado contrario a la dignidad
de la persona y de la familia(1). Este es el propósito del presente artículo, en el que se quiere exponer
algunas consideraciones al respecto, en un nivel accesible también a los no especialistas.
Ya desde hace algunas décadas se está desarrollando toda una serie de técnicas biológicas, cuya
aplicación a la procreación humana suscita múltiples problemas éticos y manifiesta, cada vez más, la
necesidad de una antropología integral del ser humano y de una renovada ponderación del papel que
desempeña la familia para la humanidad. En particular, los recientes intentos de lograr la clonación
humana plantean importantes interrogantes sobre la familia, sobre el significado del hecho de ser
padres o hijos, sobre la dignidad del embrión humano, y sobre la verdad y el significado de la
sexualidad humana. La lenta e insidiosa disociación contemporánea entre el concepto de vida humana y
el de familia, que es en cambio el lugar natural donde esta tiene su origen y desarrollo, es una de las
consecuencias más nefastas de la cultura de la muerte.
En efecto, como afirma la instrucción Donum vitae de la Congregación para la doctrina de la fe, "la
persona humana ha de ser acogida en el gesto de unión y de amor de sus padres; la generación de un
hijo ha de ser por eso el fruto de la donación recíproca realizada en el acto conyugal, en el que los
esposos cooperan como servidores, y no como dueños, en la obra del Amor creador. El origen de una
persona humana es en realidad el resultado de una donación. La persona concebida deberá ser el fruto
del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de
técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirlo a ser objeto de una tecnología científica"(2).
La inquietante posibilidad de clonar seres humanos con finalidad "reproductiva", mediante la
sustitución técnica de la paternidad responsable, está en contraste con la dignidad de la filiación. Aún
más preocupantes son las apremiantes peticiones de grupos de investigación que desean legalizar la
clonación con el fin de someter los embriones humanos "producidos" a manipulaciones y
experimentos, para luego destruirlos. Esta situación implica un grave deterioro, sea del reconocimiento
de la dignidad de la vida y de la procreación humana, sea de la conciencia del papel insustituible y
fundamental que desempeña la familia para el hombre, sea de su valor fundamental para la humanidad
entera.
Clonación, posibilidades de la biología moderna.
Con el término clonación se alude a la técnica utilizada con frecuencia en biología para reproducir
células y microorganismos, tanto vegetales como animales, y más recientemente para reproducir
secuencias de información genética contenida en los materiales biológicos, como fragmentos de ADN
(ácido desoxirribonucleico), en el que se halla codificada la información genética nuclear de muchas
especies. Es preciso completar esta descripción con una definición más exacta de la técnica de
clonación, a fin de que resulte posible conocer de modo más adecuado la naturaleza de la misma.
Teniendo en cuenta su finalidad, la clonación es un procedimiento técnico de reproducción mediante el
cual se manipula el material genético de una célula o de un organismo (vegetal o animal) con el fin de
obtener un individuo o un conjunto de individuos genéticamente idénticos al primero. Lo que distingue
la clonación de otras técnicas similares es el hecho de que en la clonación la reproducción se realiza sin
unión sexual (asexual) y sin fecundación o unión de los gametos (ágama), teniendo como resultado un
conjunto de individuos biológicamente idénticos al primero, que proporcionó el patrimonio genético
nuclear.
El conjunto de individuos obtenidos por clonación se denomina clon, expresión mediante la cual se
indica que todos y cada uno de estos individuos tienen la misma información genética; así pues, no son
solamente descendientes del progenitor (es decir, no ha tenido lugar una combinación genética sexual
de los progenitores)(3). Por consiguiente, se trata de un tipo de reproducción que puede sustituir
artificialmente, en las especies animales (de reproducción sexual), la fecundación natural o la unión de
gametos (las células mediante las cuales se reproducen por naturaleza), con las consiguientes ventajas,
defectos y peligros.
Teniendo en cuenta la realización técnica, por clonación se entiende, en sentido más estricto, según la
perspectiva del procedimiento usado, la reproducción obtenida mediante la así llamada "transferencia
nuclear"(4). Cuando los científicos aluden a la clonación en sentido estricto, suelen identificarla sin
más con la transferencia nuclear: "La fecundación propiamente dicha es sustituida por la fusión bien
de un núcleo tomado de una célula somática del individuo que se quiere clonar o bien de la célula
somática misma, con un ovocito desnucleado, es decir, privado del genoma de origen materno. Dado
que el núcleo de la célula somática contiene todo el patrimonio genético, el individuo que se obtiene
posee -salvo posibles alteraciones- la misma identidad genética del donante del núcleo. Esta
correspondencia genética fundamental con el donante es la que convierte al nuevo individuo en réplica
somática o copia del donante"(5).
También suelen llamarse "clonación" (o "semi-clonación", u otros términos semejantes), aunque en
sentido amplio y menos apropiado, otras técnicas de reproducción asexual y ágama que se asemejan, en
ciertos aspectos, a la transferencia nuclear, sobre todo por lo que atañe a los resultados obtenidos, es
decir, una descendencia genéticamente idéntica. Se trata de técnicas como la partenogénesis
artificial(6) o la fisión embrionaria(7), entre otras.
No hay objeciones éticas especiales a la clonación de individuos (para obtener descendencia de ellos) y
materiales biológicos no humanos (para emplearlos con diversos fines), si se realiza de modo
responsable; y tampoco hay objeciones éticas al tradicional, y a veces antiquísimo, uso de técnicas de
este tipo en el ámbito vegetal, que tiene ventajas considerables. No cabe duda de que la utilización de la
clonación en zoología puede producir grandes beneficios. Las mejoras en la reproducción de animales
de cría, la reducción de los costes de producción de ciertas carnes, la eventual aplicación de la
clonación para salvar especies en vías de extinción, y los progresos en las condiciones de
experimentación e investigación en farmacología, por ejemplo, hacen aconsejable proseguir la
investigación de aplicaciones de las técnicas de clonación en especies animales.
A pesar de ello, es preciso señalar que la utilización de estas técnicas muestra aún incertidumbres que
se deben evaluar atentamente. ¿Pueden tener en el futuro consecuencias imprevistas? ¿Pueden, por
ejemplo, producir manifestaciones genéticas peligrosas, hoy aún desconocidas o no suficientemente
conocidas? ¿En qué medida pueden causar alteraciones, a medio o largo plazo, en el medio ambiente,
en la ecología? ¿Una práctica incontrolada de la clonación podría acabar desencadenando nuevas
enfermedades y malformaciones?
Clonación humana "reproductiva" o "terapéutica".
Ya es bien conocido que se están llevando a cabo intentos de aplicar la clonación para "producir" seres
humanos y emplearlos en la investigación y, eventualmente, en la terapia médica. A este respecto, los
medios de comunicación social, la "ciencia ficción" y una cierta literatura de divulgación han
contribuido a engendrar falsas expectativas por lo que atañe a las posibilidades técnicas reales de la
clonación. En cualquier caso, a pesar de ello, es cierto que se han formulado (con mayor o menor rigor
científico) hipótesis e investigaciones encaminadas a experimentar eventuales aplicaciones de la
clonación al ser humano. En estos tiempos, ese hecho es objeto de la atención de las autoridades
públicas de todo el mundo, así como de todos los que están revestidos de una responsabilidad especial
con vistas al bien común.
La problemática de la clonación de embriones humanos, tal como se presenta hoy, se configura
esencialmente en dos posibles versiones: clonación "reproductiva" y clonación "terapéutica" (o para
investigación científica). La diferencia entre las dos radica sobre todo en la finalidad que se pretende
conseguir: la primera tiende al desarrollo completo del sujeto mediante implantación en un útero
(clonación "reproductiva"); en la segunda se quiere utilizar el embrión, en su fase de pre-implantación,
para investigación con una finalidad sobre todo terapéutica (clonación "terapéutica" o para
investigación científica). Así pues, la finalidad para realizar la clonación sería:
1. Obtener una descendencia humana y utilizar una técnica de procreación asistida más eficaz, con
mayor o menor aplicabilidad en ciertas parejas (clonación "reproductiva").
2. Obtener, mediante esta técnica, embriones "sintéticos" (así se les suele llamar) o "cúmulos de
células" (en las fases embrionarias humanas primitivas, cada una de las células del embrión es
totipotente(8) o pluripotente(9)), de las cuales se puedan extraer células madre(10), sin dejar que se
implanten en el útero materno. Las células madre extraídas, debidamente controladas, podrían
desarrollarse en células específicas, nerviosas, cardíacas, musculares, hepáticas, etc. (clonación
"terapéutica", o con fines de investigación científica).
¿Hacia la prohibición global y simultánea de toda clonación humana?
Es obvio que la aplicación de la ciencia en el ámbito de la procreación humana afecta a toda la
sociedad, y no sólo a la comunidad científica. Por eso, han comenzado bastante pronto los esfuerzos
por llegar a una legislación en la que, sin coartar el legítimo desarrollo de la ciencia, se tracen de modo
nítido los confines éticos y legales de su aplicación y se prohíba una eventual clonación del ser
humano. Durante los últimos años, en algunos países se han promulgado leyes que prohíben
tajantemente la clonación humana reproductiva, a pesar de que se han permitido hasta ahora las
investigaciones sobre la clonación humana cuando se realizan con fines de investigación y terapéuticos
(como en el Reino Unido). En cambio, otros países han prohibido todo tipo de clonación (Alemania), o
han iniciado los procesos parlamentarios con vistas a una prohibición de cualquier tipo de clonación
(Estados Unidos)(11). Es cierto que la preocupación por este tema es creciente, y se han intensificado
los intentos de llegar a una prohibición de la clonación humana, no sólo a nivel nacional, sino también
mediante instrumentos de derecho internacional.
El punto de partida de este debate fue la firme voluntad de prohibir la clonación humana reproductiva.
Desde 1993, el Comité internacional de bioética(12) se ha ocupado de esta cuestión. La Conferencia
general de la Unesco aprobó una "Declaración universal sobre el genoma humano y los derechos
humanos", adoptada en 1998 por la Asamblea general de las Naciones Unidas, en la que se afirma que
la clonación con finalidad reproductiva es contraria a la dignidad humana(13).
Durante la 56ª Asamblea general de las Naciones Unidas (celebrada el 12 de diciembre de 2001), se
decidió la creación de un comité, que prosigue aún sus trabajos, para llegar a la prohibición de la
clonación mediante un instrumento jurídico internacional, en particular, una Convención
internacional(14). Al inicio se pensaba sólo en una prohibición de la clonación reproductiva. En agosto
de 2001, Alemania y Francia pidieron al secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, un
proyecto para prohibirla en todo el mundo. Al final de 2001, la clonación reproductiva había sido
prohibida en veinticuatro países, entre ellos Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España, India,
Japón, Brasil y Sudáfrica.
La evolución reciente de la situación internacional y la iniciativa de algunos países, no sólo favorables
a una prohibición de la clonación reproductiva (propuesta de prohibición parcial), sino también a una
prohibición global y simultánea de la clonación, tanto con fines de reproducción como de investigación
y terapia (propuesta de prohibición total), constituyen un cambio significativo en los trabajos con vistas
a una Convención internacional contra la clonación.
A este respecto, han sido especialmente importantes la ley de Estados Unidos, del 27 de febrero de
2003, de prohibición total de la clonación (actualmente la está estudiando el Senado), la resolución del
Bundestag alemán, del 7 de febrero de 2003, de impulsar iniciativas internacionales de prohibición total
(y no sólo parcial, como hasta ahora), el proyecto francés, del 30 de enero de 2003, de reforma de la ley
sobre la biomedicina, con la prohibición total (aún se está debatiendo), y la petición de prohibición total
del Parlamento europeo, del 10 de abril de 2003 (se está estudiando ahora en la Comisión europea).
Todas estas iniciativas recientes tienden a una prohibición de cualquier tipo de clonación y no sólo de
la reproductiva. Este diverso clima internacional, en comparación con el de hace pocos años, se ha
consolidado actualmente, con una iniciativa promovida por Estados Unidos y España, presentada en las
Naciones Unidas, con el fin de llegar a una Convención internacional de prohibición total de la
clonación(15).
Hay precedentes de instrumentos internacionales tendentes a obtener esta prohibición. En el ámbito del
Consejo de Europa, después del acuerdo de París (12 de enero de 1997), se han iniciado los trabajos
para una Convención contra la clonación. El Parlamento europeo acogió e hizo suya esta iniciativa del
Consejo de Europa para una "prohibición explícita de cualquier clonación humana" y, mientras tanto,
ha pedido "a los investigadores y médicos que participan en la investigación sobre el genoma humano
que no intervengan en ningún caso en la clonación de seres humanos hasta la entrada en vigor de una
prohibición jurídicamente vinculante"(16). La Convención europea sobre derechos humanos y
biotecnología o "Convención de Oviedo", así como el Protocolo adicional sobre la prohibición de la
clonación de seres humanos, fue fruto de estos trabajos y prohibió específicamente "la constitución de
embriones humanos con fines de investigación" (art. 18. 1). Así pues, la ratificación de la Convención
de Oviedo por parte de algunos Estados europeos ya había empezado en 1999.
El 22 de noviembre de 2001, el Parlamento europeo se pronunció de nuevo a favor de la prohibición de
cualquier tipo de clonación humana, esta vez en todo el mundo. Se trató de una enmienda a un informe
sobre la biotecnología, en la que el Parlamento "repite insistentemente que debería existir una
prohibición universal y específica, a nivel de las Naciones Unidas, de la clonación de seres humanos en
cualquier fase de formación y desarrollo". El Parlamento invitaba entonces a la Comisión europea y a
los Estados miembros del Parlamento europeo a avanzar por este camino. Tanto en abril de 2002 como
en febrero de 2003, los parlamentarios, en las votaciones, se mostraron favorables a una prohibición de
la clonación con la finalidad de extraer del embrión las células madre. El Bundestag, en febrero de
2003, pidió al Gobierno alemán que cambie la postura de Alemania en las Naciones Unidas,
poniéndose a favor de la prohibición total de la clonación, porque constituye un ataque contra la
dignidad humana, teniendo presente que no existe una distinción moral sustancial entre clonación
reproductiva y terapéutica, dado que en ambas se produce la creación de embriones humanos vivos.
¿Por qué no es aceptable éticamente la clonación humana, sea reproductiva sea terapéutica?
La preocupación ante la posibilidad de la clonación humana está plenamente justificada y responde a
motivos muy serios. Los diversos intentos de llegar a una prohibición total y simultánea de la clonación
en todo el mundo responden a esta preocupación. A pesar del gran interés manifestado en la realización
de estos proyectos, y a pesar de las expectativas suscitadas en importantes colectividades (científicos,
grupos de enfermos que esperan nuevos recursos terapéuticos, asociaciones profesionales, etc.) que hay que decirlo- tienen mayor o menor fundamento en la realidad, sería irresponsable no sopesar
atentamente las objeciones planteadas a la clonación, que se apoyan en consideraciones de orden
técnico y ético, así como en profundas razones antropológicas.
La clonación reproductiva.
Por lo que concierne a los intentos de clonación humana con finalidad reproductiva, los obstáculos
científicos previsibles son muy serios, hasta el punto de que numerosos expertos han expresado fuertes
dudas con respecto a la viabilidad actual de un proyecto realmente científico a este propósito. A pesar
de los recientes anuncios clamorosos -más o menos sensacionales- de los medios de comunicación
social, no existen actualmente pruebas de auténtico valor científico que demuestren, fuera de toda duda,
que esos intentos han tenido éxito. Por lo demás, aun admitiendo la posibilidad de que esos intentos
tengan éxito en el futuro, es preciso considerar el gravísimo peligro de enfermedades, defectos
genéticos y monstruosidades, de los que serían responsables los que los realizaran.
Por ejemplo, los únicos resultados que ha permitido obtener hasta ahora la técnica de la transferencia
de núcleo son un gran número de embriones que no logran desarrollarse como deberían(17). En las
escasas ocasiones en que se obtiene el nacimiento, los animales sufren a menudo enfermedades y a
veces varias monstruosidades, de modo que con mucha frecuencia mueren prematuramente(18). Al
parecer, esto se debe a defectos en el proceso de "reprogramación" genética del núcleo transferido. Es
evidente que, en esas condiciones, una clonación con finalidad "reproductiva" no debería aplicarse a la
especie humana, por el peligro grave que constituiría y la elevadísima mortalidad inherente(19).
Si la inmoralidad de la clonación reproductiva ya está determinada por las circunstancias técnicas
actuales, los obstáculos éticos que se plantean a una clonación humana reproductiva resultan en sí
mismos insuperables y manifiestan un contraste con el sentido moral común de la humanidad(20).
Ya en la década de 1980, el filósofo Hans Jonas reflexionó sobre los problemas éticos que implicaría
una posible clonación de la persona humana. La clonación significaría la pérdida de lo que Jonas llama
el "derecho a la ignorancia", es decir, el derecho subjetivo a conocer que uno no es copia de otro y a
ignorar el propio desarrollo (como, por ejemplo, las enfermedades que se sufrirán, la evolución de la
propia psicología, el previsible momento de la propia muerte natural, etc.). En cierto sentido, como
afirma Jonas, esta "ignorancia" es una "condición de posibilidad" de la libertad humana, y destruirla
constituiría un peso enorme para la propia autonomía. El clon humano quedaría inhumanamente
condicionado al saber que es copia de otro, porque la incertidumbre es un factor primordial en el
esfuerzo humano del libre albedrío.
Sin la responsabilidad de la incertidumbre, según Jonas, el clon debería prever todos sus movimientos,
prever obligatoriamente sus enfermedades, corregir sus futuras actitudes psicológicas, en un esfuerzo
constante contra corriente por apartarse de su "original". Este último sería siempre para él la sombra, el
modelo, la huella omnipresente que ha de seguir o que ha de evitar. "Ser copia" se convertiría en parte
de su identidad, de su ser y de su conciencia. Así se infligiría una herida al derecho del hombre a vivir
su vida como un descubrimiento original e irrepetible; en el fondo, un descubrimiento de sí mismo. De
este modo, su itinerario vital llegaría a ser la pesada realización de un "programa de control" inhumano
y alienante. Por consiguiente, para Jonas, la clonación es "en el método, la forma más tiránica y
simultáneamente esclavizadora de manipulación genética; su objetivo no es una modificación arbitraria
de la sustancia hereditaria, sino precisamente su fijación arbitraria, en oposición a la estrategia
dominante en la naturaleza"(22).
El peligro de una utilización eugenésica de la clonación, tanto reproductiva como terapéutica, con el fin
de "mejorar" la raza o de seleccionar características personales consideradas "superiores" a otras, a
pesar de las afirmaciones de sus defensores, no es una posibilidad demasiado lejana.
En la Resolución del 12 de marzo de 1997 sobre la clonación, el Parlamento europeo se declaraba
"firmemente convencido de que ninguna sociedad puede justificar ni tolerar, en ninguna circunstancia,
la clonación de seres humanos: ni con fines experimentales, ni en el marco de la terapia de la
infertilidad, ni del diagnóstico anterior a la implantación o trasplante de tejidos, ni con ningún otro fin,
porque constituye una grave violación de los derechos humanos fundamentales, se opone al principio
de igualdad de los seres humanos al permitir una selección eugenésica y racista de la especie humana,
ofende la dignidad de la persona y requiere la experimentación con seres humanos" (apartado B).
En una segunda Resolución sobre la clonación, del 15 de enero de 1998, el Parlamento europeo, al
solicitar la prohibición de la clonación de seres humanos, de forma experimental, por diagnóstico "o
por cualquier otra finalidad", define la clonación incluso como "anti-ética" y "moralmente repugnante"
(apartado B).
La clonación terapéutica.
La clonación humana terapéutica es presentada a menudo por sus defensores como un progreso que
permitiría obtener los beneficios de una terapia genética, como remedio a enfermedades que la
medicina actualmente no puede curar. Pero esas posibles -y discutibles- consecuencias positivas no
cambian, en el fondo, la índole moral de la clonación en sí misma. Hay una estricta continuidad
objetiva entre clonación reproductiva y terapéutica. En ambas se "produce" un embrión humano, pero
en la terapéutica se prevé su ulterior destrucción, al extraer células madre embrionarias o materiales
biológicos para utilizarlos con fines terapéuticos.
En los aspectos técnicos de la clonación terapéutica persisten numerosas incertidumbres. Por una parte,
se afirma que la clonación sería un medio para obtener células madre embrionarias (que, al no ser
diferenciadas, resultarían interesantes desde el punto de vista biológico, a causa de su mayor
"plasticidad"). Sin embargo, no siempre se tiene debidamente en cuenta la condición precaria del
embrión clonado y la elevada probabilidad de causar diferentes neoplasias (cánceres y tumores) en el
paciente en el que se introducirían las células. Por esta razón, muchos investigadores consideran que la
investigación con células madre adultas es la que permite esperar mayores éxitos, y no tiene los límites
éticos que conlleva la utilización de células madre embrionarias(23).
Por otra parte, conviene tener presentes también las notables dificultades prácticas que implicaría el
rechazo inmunitario de estas células madre embrionarias. Estas dificultades hacen aún más débil la
argumentación de los que pretenden justificar éticamente la clonación humana para utilizarla en estas
investigaciones. Superar el rechazo inmunitario de las células madre embrionarias mediante la
clonación de un embrión supone una instrumentalización del embrión humano. Como subraya
Elisabeth Montfort, "necesariamente la utilización de células madre embrionarias conlleva la técnica de
la clonación terapéutica para evitar el rechazo del tejido. Rechazar la clonación y aceptar la utilización
de células madre embrionarias (...) es una actitud irresponsable e incluso hipócrita, sin duda para
tranquilizar a los que todavía dudan"(24).
La clonación terapéutica para obtener células madre implica no sólo la producción de un embrión, sino
también su manipulación y ulterior destrucción. No es aceptable considerar a un ser humano, en
cualquier fase de su desarrollo, como un "material" de almacén o fuente de tejidos y órganos, de
"piezas de recambio". La complejidad moral de la clonación se puede comprender mejor si se tiene en
cuenta que lo que se produciría, manipularía y destruiría no son cosas, sino seres humanos como
nosotros. Un modo de afrontar esta cuestión sería ponerse en la situación del embrión (como hemos
sido todos nosotros) y no en la de los científicos que clonan. Desde luego, a nadie le gustaría venir al
mundo en un laboratorio, en vez de ser el fruto de la unión de sus progenitores. Como tampoco
resultaría muy agradable ser un superviviente de decenas o centenares de hermanos gemelos
eliminados como "defectuosos". Y menos agradable aún resultaría ser luego manipulados para producir
"piezas" (por ejemplo, riñones) que necesitara algún otro; ni morir después de esta breve y sufrida vida
"producida" precisamente con esa finalidad.
Ciertamente, la utilización de células madre en terapia celular puede llevar a investigaciones
beneficiosas que hoy abren perspectivas muy interesantes. Sin embargo, para esta finalidad, la
utilización de células madre embrionarias (y, por consiguiente, de la clonación terapéutica para
obtenerlas) se ha mostrado un camino científicamente poco comprobado y difícil, y éticamente
inaceptable. En cambio, la investigación con células madre adultas, satisfactoria tanto en sus aspectos
éticos como en los técnicos, realizada de modo digno y responsable, y sometida a los criterios éticos,
constituye un camino de esperanza y de futuro, que no plantea objeciones éticas especiales(25).
Objeciones técnicas, éticas y antropológicas a la clonación humana.
Ciertos argumentos, que permiten profundizar en los motivos racionales de la inmoralidad de la
clonación, muestran la continuidad ética entre la clonación reproductiva y la terapéutica. Son
argumentos unidos por una profunda complementariedad, porque desarrollan diversos aspectos éticos
racionales derivados de la dignidad ontológica del embrión humano, y están entre sí en íntima relación
con el estatuto antropológico y ético del embrión, que debe ser el punto de partida inicial en toda esta
problemática(26).
a) Insuprimible probabilidad del carácter humano de los embriones obtenidos.
La obtención de embriones humanos por clonación, tanto con fines de reproducción como de terapia e
investigación, implicaría la destrucción de gran parte de ellos. Por ejemplo, para la oveja "Dolly", fue
necesario "desperdiciar" centenares de embriones. Más aún, el elevado riesgo de transmisión de
enfermedades o malformaciones que implicaría esta técnica añade nuevas razones para su prohibición
ética. Esto vale especialmente por lo que atañe a la clonación "terapéutica". De este modo, resulta
obvio que la obtención de células madre embrionarias conlleva la producción (y sucesiva destrucción)
de un embrión, que muchos de esos investigadores ya no insisten en definir como "un cúmulo de
células", concepto elaborado para eludir la cuestión antropológica, y en consecuencia ética, del
embrión. En efecto, reconocen que estas técnicas suponen la producción de lo que denominan "early
embryo", es decir, embrión en fase inicial. Pero, entonces, se plantea una pregunta: ¿qué sería ese
embrión? ¿Cuál sería su estatuto ético y jurídico? Esa pregunta remite a otra subyacente: ¿cuál es el
estatuto de todo embrión humano?
La afirmación según la cual al ser humano se le debe respetar y tratar como persona desde el momento
mismo de la concepción es central para un correcto planteamiento del problema de la identidad y del
estatuto del embrión humano. "La formulación, en estos términos, del deber ético fundamental con
respecto al nascituro se ha hecho sumamente necesaria con vistas a los problemas planteados por el
desarrollo biotecnológico"(27).
La expresión "pre-embrión" se ha utilizado precisamente para evitar la pregunta antropológica y ética
fundamental sobre el estatuto del embrión(28). "El problema es -se dice- que el embrión en su fase
inicial no goza de individualidad e identidad, ya que, al estar formado por células totipotentes, en él no
son aún identificables uno y varios individuos humanos. Pero razonemos. El embrión (nos referimos al
así llamado "pre-embrión") es un ser. Con esta expresión -ser- entendemos una realidad existente y
viva que es susceptible de desarrollo biológico propio, diferenciado y autónomo (tiene en sí mismo la
fuerza evolutiva) relativamente al medio adecuado y necesario para su subsistencia y para "alimentar"
ese desarrollo propio y autónomo. Además, y sobre todo, se desarrolla por sí mismo, sin desempeñar
ningún "papel" externo a su propio ser. Una célula no es un ser individuo porque "funge" como parte de
un conjunto, su desarrollo forma parte del desarrollo del conjunto en el que está insertada. En cambio,
el embrión no forma parte de ningún conjunto, no es fundamental para la vida (biológica) de la madre;
si "producimos" embriones en el laboratorio, estos, como tales, no tienen "utilidad" -salvo que se los
implante en un útero femenino para proseguir el ciclo biológico que lleva al nacimiento, o que, con la
misma finalidad, se desarrolle toda la fase de gestación en el laboratorio-; y eso es verdad hasta el
punto de que con el tiempo, cuando no son implantados, se los "descarta", "destruye" o, simplemente,
se los "mata", términos que, en este caso, son sinónimos"(29).
En efecto, si la pregunta sobre el embrión es antropológica y éticamente exacta, es preciso decir
también que desde el punto de vista ético se plantea una cuestión previa, muy importante para la ética:
¿qué cosa no es?
En otras palabras, ¿podemos estar seguros de que el embrión así engendrado no es humano? Desde el
punto de vista moral, ya la admisión de la probabilidad (insuprimible en el estado actual de los
estudios) de estar ante un ser humano, como producto de las técnicas de clonación, tiene un peso
decisivo. Es evidente que quien se encuentra ante una sombra y duda si es un animal o un hombre, si le
dispara, se hace culpable de homicidio. Antes de disparar, tiene el estricto deber moral de asegurarse de
que no es un hombre. Este principio ético se viola en esas prácticas, en las que la obtención de células
madre embrionarias humanas implicaría la creación y destrucción de un embrión en las primeras fases
de vida.
b) La dignidad del embrión humano.
El resultado de una fecundación es un nuevo individuo biológico unicelular totipotente, al que se le
suele llamar cigoto. Hay que reconocer que el resultado de la clonación efectuada es totalmente
análogo al que deriva de la fecundación. No hay ningún fundamento para afirmar que, a pesar de las
anomalías genéticas, la clonación no produce un cigoto. Por consiguiente, se debe establecer una
estricta analogía entre fecundación y clonación. Es preciso decir, además, que no hay ningún motivo
racional para negar a los embriones obtenidos por clonación los mismos derechos que tienen los
obtenidos por fecundación artificial y, por tanto, a fortiori, todos los demás embriones engendrados en
el proceso natural de fecundación humana. ¿Cuál sería, por ejemplo, la diferencia esencial entre unos y
otros, teniendo en cuenta la totipotencialidad de las células que los componen, que nadie pone en duda?
El desarrollo del embrión es la fase inicial del individuo humano. El p. Angelo Serra analiza las tres
propiedades principales que caracterizan el proceso epigenético humano, el cual, según C.H.
Waddington, se puede definir como "la continua emergencia de una forma de fases precedentes", es
decir:
1) La coordinación. "El desarrollo embrional, desde la fusión de los gametos o "singamia", hasta la
aparición del disco embrional, a los catorce días y más allá, es un proceso que manifiesta una secuencia
coordinada y la interacción de una actividad molecular y celular, bajo el control del nuevo genoma".
Esta propiedad requiere una rigurosa unidad del sujeto que se está desarrollando. No es un racimo de
células, sino un individuo real.
2) La continuidad. La singamia(30) inicia un nuevo ciclo de vida. "Todo indica que hay una
diferenciación ininterrumpida y progresiva de un individuo humano bien determinado, según un plan
único y rigurosamente definido que comienza desde la fase de cigoto". Esta propiedad de la
continuidad implica y establece la unicidad o singularidad del nuevo sujeto humano.
3) La gradualidad. La forma final debe alcanzarse gradualmente. Es un desarrollo permanentemente
orientado desde la fase de cigoto hasta la forma final, a causa de una intrínseca ley epigenética. Todo
embrión humano mantiene su propia identidad, individualidad, unidad. El embrión vivo, desde la
fusión de los gametos, no es un mero cúmulo de células disponibles, sino un individuo humano real en
desarrollo. Sí, es hijo desde aquel momento. El embrión es un individuo humano. La introducción
abusiva del término pre-embrión fue una estrategia para tranquilizar la conciencia y permitir la
experimentación hasta el final de la fase de implantación, es decir, en la especie humana, alrededor de
catorce días después de la fecundación. Así, se concluye cómodamente que el embrión no existiría
durante las primeras dos semanas que siguen a la fertilización(31).
c) El embrión, incluso en la fase unicelular, tiene dignidad humana.
Así pues, el rechazo a reconocer condición humana al embrión obtenido mediante clonación (tanto con
finalidad reproductiva como para extraer de él células madre embrionarias) en los primeros días de su
desarrollo, se sitúa en la discusión sobre el estatuto antropológico y ético del embrión humano. A estos
embriones se les niega el carácter de individuo y se dice que no tienen "vida humana". Es una
contradicción. Si se trata de embriones, y no sólo de "ovocitos que se han dividido" (y en vías de
extinción), se trata de individuos humanos, dotados de vida humana, y no de "grupos" de células.
El investigador I. Wilmut (famoso por haber obtenido la primera oveja clonada, "Dolly", hoy firme
opositor de la clonación humana reproductiva, pero claramente favorable a la terapéutica) reconoce que
"cuando se crea un embrión, se pone en auto-pilot en su desarrollo inicial". Si el embrión fuera un
"cúmulo de células", como dicen, no sería "piloto de sí mismo", no tendría autonomía ni teleología
propia y unitaria, como en cambio muestra tener.
El embrión, desde el momento de la concepción, en la fecundación, se presenta como una entidad
dotada de autonomía, que en su desarrollo progresa inmediatamente de una manera gradual, continua,
armónica, y en él se da la integración y la cooperación teleológica constante de todas sus células. Se
trata de un organismo que progresa sin interrupción según el programa trazado en su genoma. Así, llega
a ser sucesivamente, sin intervención directiva desde fuera, cigoto, mórula, blastocito, embrión
implantado, feto, niño, adolescente y adulto(32). Si esto acontece en la fecundación natural, ¿por qué
no sucedería lo mismo en la clonación?
En este punto encontramos una contradicción cuando niegan al resultado de una eventual clonación lo
que reconocen al resultado de la fecundación. Esta distinción (embrión clonado, embrión fecundado)
remite a la falsa distinción entre el así llamado "pre-embrión" y el embrión, distinción errónea, como
hemos señalado antes, que en la práctica se ha convertido en el mayor obstáculo al reconocimiento de
un estatuto del embrión humano(33). Si el embrión humano clonado no fuese humano, entonces ¿qué
"cosa" sería? ¿A qué especie animal pertenecería? ¿Tendría un genoma humano, pero no sería humano?
No es necesario insistir aquí en las contradicciones que implican esas negaciones. Un embrión humano,
así reconocido por la razón como individuo humano, dotado de un organismo propio, tiene una
dignidad propia y por eso merece respeto. No se trata de una "dignidad" debida a alguna añadidura
externa, sino fundada en su ser, en sí y por sí mismo.
Si al embrión se le niega la dignidad humana, con el pretexto de que no tiene conciencia actual,
también se debería negar la dignidad a la persona que duerme o que está en estado de coma. Quien
niega la dignidad al embrión, entonces también debería negar su dignidad al niño(34).
El ser humano, cualquiera que sea su condición económica, física o intelectual, no se puede usar como
un medio, como un objeto. La malicia de la ofensa a este principio fundamental se agrava cuando este
ser humano no puede defenderse contra el agresor injusto. Si uno acepta tratar a un ser humano como
medio y no como fin, entonces debe aceptar que también él mismo pueda ser tratado un día de la
misma manera. Y no deberá protestar. Aunque se demostrara claramente la aplicación terapéutica de
las células madre obtenidas mediante creación-destrucción de embriones humanos (cosa que no se ha
verificado), la moral, la sensatez y el buen juicio se opondrían: no se puede hacer el mal por una causa
buena. El fin no justifica los medios. La historia de la humanidad está llena de enseñanzas a este
respecto. Como decía el filósofo J. Santayana, "quien no conoce la historia, está condenado a repetirla".
d) Personalidad del embrión.
Así pues, la valoración moral de la clonación humana depende esencialmente de su objeto, de su
finalidad objetiva, y no deriva primariamente de la intención subjetiva con que se emplean esas
técnicas. Ya la incertidumbre sobre la naturaleza humana del producto de la aplicación de esas técnicas
al hombre impone el deber de no realizarla. Pero, más allá de este estricto deber moral de no crearlos,
hay muchos y graves motivos para considerar no sólo que a los embriones así producidos se les debería
respetar de acuerdo con la dignidad humana, sino también que son personas humanas primero
manipuladas y después destruidas.
e) Inhumanidad de la producción y consiguiente destrucción del embrión en la clonación
"terapéutica".
Los defensores de la así llamada "clonación terapéutica" insisten siempre en que su intención no es
realizar una clonación reproductiva, sino destruir el embrión humano así creado en los primeros días de
su desarrollo. Según sus razonamientos (ampliamente recogidos por la prensa, por los medios de
comunicación y en los discursos políticos), este modo de actuar sería "ético", mientras que la clonación
reproductiva no lo sería.
La clonación humana que podría llevar al nacimiento de un ser humano se ha de considerar un método
inmoral de procreación artificial(35). En la "clonación terapéutica", ese proceso se interrumpe
intencionalmente: se crea voluntariamente un embrión humano para destruirlo después, con el fin de
extraer células madre embrionarias. Desde el punto de vista ético, este procedimiento es aún peor.
Aceptarlo implicaría aceptar una igualdad radical entre la especie humana y las demás (P. Singer).
Rechazar la posibilidad de matar una vida humana para curar otras vidas humanas, no procede de una
posición específicamente religiosa, sino de la fuerza de argumentos y razones de buen sentido, y de la
fuerza de una antropología coherente y de una bioética personalista.
f) La clonación humana se opone a la dignidad de la vida y de la procreación.
La aplicación de las técnicas de clonación al hombre, con la intención de crear embriones, tanto para
implantarlos luego en un útero (reproductiva) como para extraer células madre y después destruirlas
(terapéutica y de investigación), no sólo hiere la dignidad de la vida humana y sus derechos
insuprimibles, sino que también se opone al valor moral de la unión intrínseca entre vida, sexualidad y
procreación. La orientación de la sexualidad humana hacia la procreación no es una añadidura
"biológica", sino que corresponde a la naturaleza humana y se manifiesta en la inclinación natural del
hombre a la procreación. En cambio, estas técnicas separan los aspectos procreadores de los unitivos,
propios de la sexualidad humana, y se oponen a la dignidad de la sexualidad y de la procreación.
Las técnicas de clonación son, en sí mismas y siempre, "reproductivas". Las experiencias recientes
muestran también que la clonación humana, a pesar de enormes dificultades, en principio no es
imposible. El interrogante ético afecta, por tanto, no sólo a la dignidad de la vida humana y la
instrumentalización y eventual destrucción del embrión, sino también a la del modo específico de
procreación humana, que es precisamente sexual y que tiene su valor moral, que esas técnicas no
respetan.
g) La clonación de embriones humanos se opone a la dignidad de la familia.
Existe también un importante factor ético que conviene considerar, y que a menudo se pasa por alto. El
ser humano es un ser social. La dinámica sexual y procreadora en el hombre se desarrolla naturalmente
en un marco en el que la sexualidad y la procreación se insertan armónicamente en la realidad del amor
conyugal que da pleno sentido a la sexualidad humana abierta a la vida. Amor y responsabilidad se
encuentran en el matrimonio en la apertura a la vida y continúan en la tarea de la educación, mediante
la cual los padres ejercen de modo integral el cuidado de sus hijos.
La clonación humana rompe toda esta dinámica. En la clonación, la vida se presenta como un elemento
completamente externo a la familia. El embrión "aparece", por decirlo así, al margen no sólo de la
sexualidad, sino también de una genealogía. Todo ser humano tiene derecho a nacer del amor integral físico y espiritual- de un padre y una madre, a recibir sus cuidados, a ser acogido como un don por sus
padres y a ser educado. Cuando en el horizonte surge la inquietante posibilidad de que se pueda
manipular y someter a experimentos la vida del ser humano concebido, para luego destruirla, una vez
obtenidas del embrión las células o los conocimientos biológicos que se buscan, entonces es el mismo
concepto de filiación y de paternidad-maternidad lo que se pone en tela de juicio, y es la misma idea de
familia la que queda destruida.
Conclusión.
Los recientes avances de las ciencias muestran que la clonación humana, a pesar de las notables
dificultades técnicas y las profundas objeciones éticas y antropológicas, es algo más que una hipótesis y
se está convirtiendo en una posibilidad. Los diversos intentos de impedir, mediante la ley y los
acuerdos internacionales, que esta posibilidad se transforme en realidad, y de obtener un
reconocimiento de su condición de crimen contra la persona humana, no se fundan en un miedo
impreciso al progreso y a la técnica, sino en importantes y sensatas motivaciones éticas y en una
concepción antropológica bien determinada de la persona humana, de la sexualidad y de la familia.
Corresponde a las autoridades públicas, a los Parlamentos y a los organismos internacionales tomar una
postura coherente. Se trata verdaderamente de un problema clave para el futuro de la humanidad y para
la salvaguardia de la dignidad de la investigación científica y de los esfuerzos en favor de la vida, de la
salud y del bienestar de los seres humanos, que justifica la toma de medidas oportunas por parte de la
comunidad de los pueblos que constituyen la gran familia humana.
NOTAS.
(1) "Corresponde al Consejo pontificio para la familia promover la pastoral de las familias y el
apostolado específico en el campo familiar, aplicando las enseñanzas y orientaciones del Magisterio
eclesiástico, de manera que las familias cristianas puedan realizar la misión educativa, evangelizadora y
apostólica, a la que están llamadas. En particular: (...) b) procurará la difusión de la doctrina de la
Iglesia acerca de los problemas familiares, de modo que esa doctrina pueda ser perfectamente conocida
e íntegramente propuesta al pueblo cristiano, tanto en la catequesis como a nivel científico; c)
promoverá y coordinará las iniciativas pastorales en orden a la procreación responsable según las
enseñanzas de la Iglesia; (...) e) animará, sostendrá y coordinará los esfuerzos en defensa de la vida del
hombre, durante todo el arco de su existencia, desde el momento mismo de su concepción; f)
promoverá también, a través del trabajo de institutos científicos especializados (teológicos y
pastorales), los estudios que tienden a integrar las ciencias teológicas y humanas, en lo referente a los
temas de la familia, a fin de que la totalidad de la doctrina de la Iglesia sea cada vez más accesible y
mejor comprendida por todos los hombres de buena voluntad" (Juan Pablo II, motu proprio Familia a
Deo instituta, 9 de mayo de 1981, 3, V: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 24 de
mayo de 1981, p. 5).
(2) Donum vitae, 22 de febrero de 1987, II, B, 4 c: nn. 76-77.
(3) El término "clon", usado por el genetista y fisiólogo británico J.B.S. Haldane (Biological
Possibilities for the Human Species of the Next Ten-Thousand Years, 1963), procedía originalmente de
la botánica: "una colonia de organismos que de modo asexual -es decir, sin intervención del sexo-
procede de un solo progenitor" (Herbert John Webber, 1903). Su raíz deriva tanto de la palabra latina
"colonia, coloniae" (y del verbo "colo, colis, colui, cultum"), como del griego klên, klwnV, que
significa "brote para plantar" y alude a la reproducción asexual natural de ciertos vegetales, como la
rosaleda, que pueden reproducirse mediante plantación de un brote. Cf. H.J. Webber, New horticultural
and agricultural terms, Science 28 (1903), pp. 501-503; A.A. Diamandopoulos, P.C. Goudas, Cloning's
not a new idea: the Greeks has a word for it centuries ago, Nature 6815/408, 21-28 de diciembre de
2000, p. 905.
(4) J. Loeb, en 1894, había estimulado artificialmente la partenogénesis de erizos de mar, pero fue el
premio Nobel alemán H. Spemann quien, en 1914, logró transferir núcleos en células de salamandra.
Este último fue el primero, en 1938, que propuso la transferencia de núcleos en células de mamíferos.
En 1981, esta técnica, notablemente perfeccionada, se aplicó con éxito en ratones, y en 1986, en ovejas
y vacas. I. Wilmut, del Roslin Institute (Reino Unido) logró obtener, en 1997, el nacimiento de la
primera oveja clonada del mundo, la famosa "Dolly".
(5) Academia pontificia para la vida, Reflexiones sobre la clonación: L'Osservatore Romano, edición
en lengua española, 11 de julio de 1997, p. 11. Cf. D. Tettamanzi (a cargo de M. Doldi), voz
"Clonación", Dizionario di bioetica, Piemme, Casale Monferrato 2002; L. Ciccone, Bioetica. Storia,
principi, questioni, Ares, Milán 2003, pp. 143-176; I. Wilmut et col., Viable offspring derived from
fetal and adult mammalian cells, en Nature n. 385/1997, pp. 810-813.
(6) La partenogénesis natural consiste en la formación de un nuevo individuo a partir de un gameto
femenino (ovocito) sin participación de un gameto masculino (espermatozoo). Este fenómeno natural
acontece en hembras que producen espontáneamente embriones sin previa fecundación (en ciertas
especies de invertebrados, no en mamíferos) o en individuos biológicos originados de un cruce entre
diferentes especies (hibridación). Dado que no hay combinación, la progenie es genéticamente
homogénea: son réplicas idénticas del progenitor único, es decir, clones naturales.
(7) La fisión embrionaria consiste en la división del embrión de pocas células, de modo que de cada
una de las células separadas resultantes se desarrolle un ser adulto completo con el mismo patrimonio
genético.
(8) La totipotencialidad celular consiste en la capacidad de una célula de generar todas las células y los
tejidos de un organismo completo, incluso (si se dan las circunstancias adecuadas) el desarrollo de un
individuo. En el ser humano, cada una de las células embrionarias permanece totipotente durante pocos
días después de la fecundación. La geminación homocigótica (el fenómeno de los gemelos idénticos) es
consecuencia de una fisión embrionaria accidental de las células totipotentes que componen el embrión
en las primeras fases del desarrollo.
(9) La pluripotencialidad celular es la capacidad de una célula de generar células y tejidos
diferenciados de una parte del organismo, pero no de todos y cada uno de ellos, ni de un individuo
completo. En particular, en el hombre se refiere a la capacidad de generar líneas de células y tejidos
diferenciados derivados de cada uno de los estratos embrionarios, es decir, ectodermo, mesodermo y
endodermo.
(10) Una célula madre o célula troncal (stem cell en inglés; cellule souche, en francés; cellula staminale
en italiano) es una célula sin diferenciación, que puede hacer copias exactas de sí misma de modo
indefinido. Las células madre son capaces de producir células especializadas de los tejidos del
organismo, como el músculo cardíaco, el tejido cerebral, hepático, la médula ósea, etc. Hoy los
científicos pueden mantener en vida células madre in vitro durante tiempo indefinido, y se comienza a
lograr que produzcan células diferenciadas según las necesidades.
(11) House of Representatives, ley HR 534, febrero de 2003.
(12) Se trata de un organismo del sistema de las Naciones Unidas, creado en el ámbito de la Unesco.
(13) Resolución 53/192.
(14) Ad hoc Committee on an International Convention against the Reproductive Cloning of Human
Beings.
(15) "No es posible controlar la eficacia de la clonación humana con finalidad reproductiva si no se
prohíbe también la terapéutica. (...) Una prohibición parcial podría dar lugar a la aparición de un
negocio clandestino de clonación con finalidad reproductiva, instaurándose un comercio ilegal de
ovocitos. (...) El principio jurídico de precaución debe garantizar la protección de la parte más débil, en
este caso, el embrión humano. (...) La experiencia acumulada en la clonación de animales ha puesto de
manifiesto una eficacia muy reducida de las técnicas utilizadas y peligros notables de malformación y
deformidad del embrión. (...) Oponerse a la clonación humana no equivale a rechazar el progreso de la
ciencia, ni el de la investigación genética. La clonación no es la única estrategia de investigación para
el desarrollo de la medicina regeneradora (...). Una apuesta genérica en favor de la investigación con
células madre adultas ayudaría a aprovechar sus posibilidades y demostrar su eficacia" (Memorándum
contra la clonación terapéutica. Delegación de España ante las Naciones Unidas, febrero de 2002).
(16) Resolución del Parlamento europeo del 12 de marzo de 1997 (apartados 2 y 11).
(17) Ian Wilmut, "padre" de la oveja Dolly, y Rudolf Jaenisch han dado testimonio, en este sentido, en
el Senado de Estados Unidos.
(18) La bibliografía científica sobre este punto es muy abundante. Como ejemplos se pueden consultar
los trabajos de D. Humpherys, K. Eggan, H. Akutsu, K. Ochedlinger, W.M. Rideout, D. Biniszkiewicz,
R. Yanagimachi, R. Jaenisch, Epigenic Instability en ES Cells and Cloned Mice, en Science, 6 de julio
de 2000, 293 (5527), pp. 95-97; D. Bourchis, D. Le Bourhis, D. Patin, A. Niveleau, P. Comizzoli, J.-P.
Renard, E. Viegas-Péquignot, Delayed and incomplete reprogramming of chromosome methylation
patterns in bovine cloned embryos, en Current Biology, 2 de octubre de 2001, vol. 11, n. 19; Y-K.
Kang, D-B. Koo, J-S. Park, Y-H. Choi, A-S. Chung, K-K. Lewe, Y-M. Han, Aberrant methylation of
donor genome in cloned bovine embryos, en Nature Genetics, junio de 2001, vol. 28, n. 2, pp. 173-177.
(19) Esta observación sobre la clonación reproductiva es válida también como objeción a la clonación
terapéutica. La aplicación en el campo clínico de células madre obtenidas de embriones clonados sería,
por decir poco, muy incierta en estas circunstancias. Las células de estos embriones presentan graves
defectos genéticos y, por tanto, la propuesta de transferir células madre embrionarias anómalas en una
persona humana no parece razonable.
(20) El libro de Alvin Toeffler's, Future Schock (1970) presenta una visión futurista fantástica del
hombre que hace copias de sí mismo ("man will be able to make biological carbon copies of himself")
y reflexiona literariamente sobre las perspectivas generadas por estas técnicas, así como la
preocupación por sus consecuencias. Cf. Lee M. Silver, What are clones? They're not what you think
they are, Nature, 5 de julio de 2001, vol. 412, n. 6842, p. 21.
(21) Hans Jonas, Das Prinzip Verantwortung (El principio de responsabilidad), Ed. Suhrkamp,
Frankfurt del Main, 1984.
(22) Cf. Hans Jonas, Cloniamo un uomo: dall'eugenetica all'ingegneria genetica, en Tecnica, medicina
ed etica, Ed. Einaudi, Turín 1997, p. 136.
(23) Natalia López Moratalla, Las células adultas llevan clara ventaja a las embrionarias, en Palabra,
12/2002.
(24) Elisabeth Montfort, La bioéthique, entre confusion et responsabilité, en AAVV (bajo la dirección
de Elisabeth Monftort) Bioéthique. Entre confusion et responsabilité. Actes du Colloque de Paris.
Assemblée nationale, 1 octobre 2001. Revista trimestral Liberté politique, Ed. François-Xavier de
Guibert, París 2003, pp. 27-28.
(25) Academia pontificia para la vida, Declaración sobre la producción y el uso científico y terapéutico
de células madre, 25 de agosto de 2000.
(26) D. Tettamanzi, Nuova bioetica cristiana, Piemme, Casale Monferrato 2000, pp. 235-268; L.
Ciccone, Bioetica. Storia, principi, questioni, Ares, Milán 2003, pp. 61-80; R.C. Barra, Status giuridico
dell'embrione umano, en Lexicon. Famiglia, vita e questioni etiche, EDB, Bolonia 2003; E. Sgreccia,
Manuale di bioetica (vol. 1), Vita e pensiero, Milán 1998, pp. 361-422; C. Caffarra, Il problema morale
dell'aborto, en AAVV (a cargo de A. FioriE. Sgreccia) L'aborto, Vita e pensiero, Milán 1975, pp. 313320.
(27) I. Carrasco de Paula, Il rispetto dovuto all'embrione umano: prospettiva storico-dottrinale, en
Academia pontificia para la vida, Identità e statuto dell'embrione umano, Librería Editora Vaticana,
Vaticano 1988, p. 31.
(28) La expresión "pre-embrión" es engañosa y ha sido manipulada en favor del aborto. Cf. A. Serra, El
estado biológico del embrión humano. ¿Cuándo comienza el ser humano?, en Academia pontificia para
la vida (a cargo de Ramón Lucas), Comentario interdisciplinar a la "Evangelium vitae", BAC, Madrid
1996, pp. 573-597.
(29) R.C. Barra, Status giuridico dell'embrione umano, en Lexicon. Famiglia, vita e questioni etiche,
EDB, Bolonia 2003.
(30) Por singamia se entiende la parte de la fecundación que consiste en el proceso iniciado por la
penetración del espermatozoo en el ovocito, orientada hacia la reunión del contenido cromosómico de
los dos pronúcleos formados (amfimixis).
(31) Cf. Angelo Serra, L'uomo-embrione. Il grande misconosciuto, Ed. Cantagalli, Siena 2003, pp. 4152. Pueden verse también las voces "Dignidad del embrión humano" y "Selección y reducción
embrional" en Lexicon. Termini ambigui e discussi su famiglia, vita e questioni etiche, a cargo del
Consejo pontificio para la familia, EDB, Bolonia 2003.
(32) Las expresiones técnicas cigoto, mórula y blastocito corresponden a nombres del embrión según el
momento de su desarrollo, de acuerdo con criterios histológicos y fisiológicos.
(33) La engañosa idea de "pre-embrión" se originó, como es bien conocido, en el Comité Warnock, y
hoy ha sido aceptada generalmente y está muy arraigada en muchos ambientes. A. Serra, Pari dignità
all'embrione umano en Consejo pontificio para la familia, I figli: famiglia e società nel nuovo
millennio. Atti del Congresso internazionale teologico-pastorale. Città del Vaticano, 11-13 ottobre
2000, Librería Editora Vaticana, Vaticano 2001, pp. 313-320; R. Colombo, La famiglia e gli studi sul
genoma umano; o.c., pp. 321-325; A. Serra, R. Colombo, Identità e statuto dell'embrione umano: il
contributo della biologia, en Academia pontificia para la vida, Identità e statuto dell'embrione umano,
Librería Editora Vaticana, Vaticano 1988, p. 157; D. Tettamanzi, Nuova bioetica cristiana, Piemme,
Casale Monferrato 2000, pp. 235-268; L. Ciccone, Bioetica. Storia, principi, questioni, Ares, Milán
2003, pp. 61-80; R.C. Barra, Status giuridico dell'embrione umano, en Lexicon. Famiglia, vita e
questioni etiche, EDB, Bolonia 2003; Ph. Caspar, La problematique de l'animation de l'embryon.
Survoi historique et enjeux dogmatiques, en Nouvelle Revue Théologique, n. 123/1991.
(34) Racionalidad, conciencia y autonomía constituirían la persona, según autores como H.T.
Engelhardt o P. Singer. H. T. Engelhardt, The foundations of bioethics, Nueva York, Oxford University
Press, 1986; Manuale di bioetica, Mondadori, Milán 1991; Practical Ethics, Cambridge University
Press, Cambridge 1993; cf. L. Palazzani, Il concetto di persona tra bioetica e diritto, Turín,
Giappichelli, 1996.
(35) Congregación para la doctrina de la fe, instrucción Donum vitae, I, 6.
3.6. Reflexiones sobre la Clonación. Academia Pontificia para la Vida.
Reflexiones sobre la clonación.
Academia Pontificia para la Vida
Notas históricas.
Los progresos del conocimiento y los consiguientes avances de la técnica en el campo de la biología
molecular, la genética y la fecundación artificial han hecho posibles, desde hace tiempo, la
experimentación y la realización de clonaciones en el ámbito vegetal y animal.
Por lo que atañe al reino animal se ha tratado, desde los años treinta, de experimentos de producción de
individuos idénticos, obtenidos por escisión gemelas artificial, modalidad que impropiamente se puede
definir como clonación.
La práctica de la escisión gemelar en el campo zootécnico se fue difundiendo en las granjas
experimentales para incentivar la producción múltiple de ejemplares escogidos.
En el año 1993 Jerry Hall y Robert Stilmann, de la universidad George Washington, divulgaron datos
relativos a experimentos de escisión gemelar (splitting) de embriones humanos de 2, 4 y 8
embrioblastos, realizados por ellos mismos. Se trató de experimentos llevados a cabo sin el
consentimiento previo del Comité ético competente y publicados -según los autores- para avivar la
discusión ética.
Sin embargo, la noticia dada por la revista Nature -en su número del 27 de febrero de 1997- del
nacimiento de la oveja Dolly llevado a cabo por los científicos escoceses Jan Vilmut y K.H.S.
Campbell con sus colaboradores del instituto Roslin de Edimburgo, ha sacudido la opinión pública de
modo excepcional y ha provocado declaraciones de comités y de autoridades nacionales e
internacionales, por ser un hecho nuevo considerado desconcertante.
La novedad del hecho es doble. En primer lugar, porque no se trata de una escisión gemelar, sino de
una novedad radical definida como clonación, es decir, de una reproducción asexual y ágama
encacaminada a producir individuos biológicamente iguales al individuo adulto que proporciona el
patrimonio genético nuclear. En segundo lugar, porque, hasta ahora., la clonación propiamente dicha se
consideraba imposible. Se creía que el DNA de la células somáticas de los animales superiores, al
haber sufrido ya el imprinting de la diferenciación, no podían en adelante recuperar su completa
potencialidad original y, por consiguiente, la capacidad de guiar el desarrollo de un nuevo individuo.
Superada esta supuesta imposibilidad, parecía que se abría el camino a la clonación humana, entendida
como réplica de uno o varios individuos somáticamente idénticos al donante.
El hecho ha provocado, con razón, agitación y alarma. Pero, después de un primer momento de
oposición general, algunas voces han querido llamar la atención sobre la necesidad de garantizar la
libertad de investigación y de no condenar el progreso; incluso se ha llegado a hablar de una futura
aceptación de la clonacion en el ámbito de la Iglesia Católica.
Por eso, ahora que ha pasado cierto tiempo y que se esta en un periodo mas tranquilo, conviene hacer
un atento examen de este hecho, estimado como un acontecimiento desconcertante.
El hecho biológico.
La clonación, considerada en su dimensión biológica, en cuanto reproducción artificial, se obtiene sin
la aportación de los dos gametos; se trata, por tanto, de una reproducción asexual y ágama. La
fecundación propiamente dicha es sustituida por la fusión bien de un núcleo tomado de una célula
somática del individuo que se quiere clonar o bien de la célula somática misma, con un ovocito
desnucleado, es decir, privado del genoma de origen materno. Dado que el núcleo de la célula somática
contiene todo el patrimonio genético, el individuo que se obtiene posee -salvo posibles alteraciones- la
misma identidad genética del donante del núcleo. Esta correspondencia genética fundamental con el
donante es la que convierte al nuevo individuo en réplica somática o copia del donante.
El hecho de Edimburgo tuvo lugar después de 277 fusiones ovocito-núcleo donante. Solo 8 tuvieron
éxito, es decir, solo 8 de las 277 iniciaron el desarrollo embrional, y de esos 8 embriones solo 1 llegó a
nacer: la oveja que fue llamada Dolly.
Quedan muchas dudas e incertidumbres sobre numerosos aspectos de la experimentación. Por ejemplo,
la posibilidad de que entre las 277 células donantes usadas hubiera algunas "estaminales", es decir,
dotadas de un genoma no totalmente diferenciado; el papel que puede haber tenido el DNA
mitocondrial eventualmente residuo en el óvulo materno; y muchas otras aun, a las que,
desgraciadamente, los investigadores ni siquiera han hecho referencia. De todos modos, se trata de un
hecho que supera las formas de fecundación artificial conocidas hasta ahora, las cuales se realizan
siempre utilizando don gametos.
Debe subrayarse que el desarrollo de los individuos obtenidos por clonación -salvo eventuales
mutaciones, que podrían no ser pocas- debería producir una estructura corpórea muy semejante a la del
donante del DNA: este es el resultado mas preocupante, especialmente en el caso de que el
experimento se aplicara también a la especie humana.
Con todo conviene advertir que, en la hipótesis de que la clonación se quisiera extender a la especie
humana, de esta réplica de la estructura corpórea no se derivaría necesariamente una perfecta
indentidad de la persona, entendida tanto en su realidad ontológica como psicológica. El alma
espiritual, constitutivo esencial de cada sujeto perteneciente a la especie humana, es creada
directamente por Dios y no puede ser engendrada por los padres, ni producida por la fecundación
artificial, ni clonada. Además, el desarrollo psicológico, la cultura y el ambiente conducen siempre a
personalidades diversas; se trata de un hecho bien conocido también entre los gemelos, cuya semejanza
no significa identidad. La imaginación popular y la aureola de omnipotencia que acompaña a la
clonación han de ser, al menos, relativizadas.
A pesar de la imposibilidad de implicar al espíritu, que es la fuente de la personalidad, la proyección de
la clonación al hombre ha llevado a imaginar ya hipótesis inspiradas en el deseo de omnipotencia:
réplica de individuos dotados de ingenio y belleza excepcionales; reproducción de la imagen de
familiares difuntos; selección de individuos sanos e inmunes a enfermedades genéticas; posibilidad de
selección del sexo; producción de embriones escogidos previamente y congelados para ser transferidos
posteriormente a un útero como reserva de órganos, etc.
Aun considerando estas hipótesis como ciencia ficción, pronto podrían aparecer propuestas de
clonación presentadas como "razonables" y "compasivas" -la procreación de un hijo en una familia en
la que el padre sufre de aspermia o el reemplazo del hijo moribundo de un viuda-, las cuales, se diría,
no tienen nada que ver con las fantasías de la ciencia ficción.
Pero, ¿cuál sería el significado antropológico de esta operación en la deplorable perspectiva de su
aplicación al hombre?
Problemas éticos relacionados con la clonación humana.
La clonación humana se incluye en el proyecto del eugenismo y, por tanto, está expuesta a todas las
observaciones éticas y jurídicas que lo han condenado ampliamente. Como ha escrito Hans Jonas, es
"en el método la forma más despótica y, a la vez, en el fin, la forma mas esclavizante de manipulación
genética; su objetivo no es una modificación arbitraria de la sustancia hereditaria, sino precisamente su
arbitraria fijación en oposición a la estrategia dominante en la naturaleza" (cf. Cloniano un uomo:
dall´eugenetica all´ingegneria genetica, en Tecnica, medicina de etica, Einaudi, Turín 1997, pp. 122154,136).
Es una manipulación radical de la relacionalidad y complementariedad constitutivas, que están en la
base de la procreación humana, tanto en su aspecto biológico como en el propiamente personal. En
efecto, tiende a considerar la bisexualidad como un mero residuo funcional, puesto que se requiere un
óvulo, privado de su núcleo, para dar lugar al embrión-clon y, por ahora, es necesario un útero
femenino para que su desarrollo pueda llegar hasta el final. De este modo se aplican todas las técnicas
que se han experimentado en la zootecnia, reduciendo el significado específico de la reproducción
humana.
En esta perspectiva se adopta la lógica de la producción industrial: se deberá analizar y favorecer la
búsqueda de mercados, perfeccionar la experimentación y producir siempre modelas nuevos.
Se produce una instrumentalización radical de la mujer, reducida a algunas de sus funciones puramente
biológicas (prestadora de óvulos y de útero), a la vez que se abre la perspectiva de una investigación
sobre la posibilidad de crear úteros artificiales, último paso para la producción «en laboratorio» del ser
humano.
En el proceso de clonación se pervierten las relaciones fundamentales de la persona humana: la
filiación, la consanguinidad, el parentesco y la paternidad o maternidad. Una mujer puede ser hermana
gemela de su madre, carecer de padre biológico y ser hija de su abuelo. Ya con la FIVET se produjo
una confusión en el parentesco, pero con la clonación se llega a la ruptura total de estos vínculos.
Como en toda actividad artificial se «emula» e «imita» lo que acontece en la naturaleza, pero a costa de
olvidar que el hombre no se reduce a su componente biológico, sobre todo cuando éste se limita a las
modalidades reproductivas que han caracterizado solo a los organismos más simples y menos
evolucionados desde el punto de vista biológico.
Se alimenta la idea de que algunos hombres pueden tener un dominio total sobre la existencia de los
demás, hasta el punto de programar su identidad biológica -seleccionada sobre la base de criterios
arbitrarios o puramente instrumentales-, la cual, aunque no agota la identidad personal del hombre,
caracterizada por el espíritu, es parte constitutiva de la misma. Esta concepción selectiva del hombre
tendrá, entre otros efectos, un influjo negativo en la cultura, incluso fuera de la práctica numéricamente reducida- de la clonación, puesto que favorecerá la convicción de que el valor del
hombre y de la mujer no depende de su identidad personal, sino solo de las cualidades biológicas que
pueden apreciarse y, por tanto, ser seleccionadas.
La clonación humana merece un juicio negativo también en relación con la dignidad de la persona
clonada, que vendrá al mundo como «copia» (aunque sea sólo copia biológica) de otro ser. En efecto,
esta práctica propicia un íntimo malestar en el clonado, cuya identidad psíquica corre serio peligro por
la presencia real o incluso sólo virtual de su "otro". Tampoco es imaginable que pueda valer un pacto
de silencio, el cual -como ya notaba Jonas- sería imposible y también inmoral, dado que el clonado fue
engendrado para que se asemejara a alguien que "valía la pena" clonar y, por tanto, recaerán sobre él
atenciones y expectativas no menos nefastas, que constituirán un verdadero atentado contra su
subjetividad personal.
Si el proyecto de clonación humana pretende detenerse «antes» de la implantación en el útero, tratando
de evitar al menos algunas de las consecuencias que acabamos de señalar, resulta también injusto desde
un punto de vista moral.
En efecto, limitar la prohibición de la clonación al hecho de impedir el nacimiento de un niño clonado
permitiría de todos modos la clonación del embrión-feto, implicando así la experimentación sobre
embriones y fetos, y exigiendo su supresión antes del nacimiento, lo cual manifiesta un proceso
instrumental y cruel respecto al ser humano.
En todo caso, dicha experimentación es inmoral por la arbitraria concepción del cuerpo humano
(considerado definitivamente como una máquina compuesta de piezas), reducido a simple instrumento
de investigación. El cuerpo humano es elemento integrante de la dignidad y de la identidad personal de
cada uno, y no es lícito usar a la mujer para que proporcione óvulos con los cuales realizar
experimentos de clonación.
Es inmoral porque también el ser clonado es un «hombre», aunque sea en estado embrional.
En contra de la clonación humana se pueden aducir, además, todas las razones morales que han llevado
a la condena de la fecundación in vitro en cuanto tal o al rechazo radical de la fecundación in vitro
destinada sólo a la experimentación.
El proyecto de la "clonación humana" es una terrible consecuencia a la que lleva una ciencia sin valores
y es signo del profundo malestar de nuestra civilización, que busca en la ciencia, en la técnica y en la
"calidad de vida" sucedáneos al sentido de la vida y a la salvación de la existencia.
A proclamación de la "muerte de Dios", con la vana esperanza de un "superhombre", conlleva un
resultado claro: la "muerte del hombre". En efecto, no debe olvidarse que el hombre, negando su
condición de criatura, más que exaltar su libertad, genera nuevas formas de esclavitud, nuevas
discriminaciones, nuevos y profundos sufrimientos. La clonación puede llegar a ser la trágica parodia
de la omnipotencia de Dios. El hombre, a quien Dios ha confiado todo lo creado dándole libertad e
inteligencia, no encuentra en su acción solamente los límites impuestos por la imposibilidad práctica,
sino que él mismo, en su discernimiento entre el bien y el mal, debe saber trazar sus propios confines.
Una vez más, el hombre debe elegir: tiene que decidir entre transformar la tecnología en un
instrumento de liberación o convertirse en su esclavo introduciendo nuevas formas de violencia y
sufrimiento.
Es preciso subrayar, una vez más, la diferencia que existe entre la concepción de la vida como don de
amor y la visión del ser humano considerado como producto industrial.
Frenar el proyecto de la clonación humana es un compromiso moral que debe traducirse también en
términos culturales, sociales y legislativos. En efecto, el progreso de la investigación científica es muy
diferente de la aparición del despotismo cientificista, que hoy parece ocupar el lugar de las antiguas
deologías.
En un régimen democrático y pluralista, la primera garantía con respecto a la libertad de cada uno se
realiza en el respeto incondicional de la dignidad del hombre, en todas las fases de su vida y más allá
de las dotes intelectuales o físicas de las que goza o de las que está privado. En la clonación humana no
se da la condición que es necesaria para una verdadera convivencia: tratar al hombre siempre y en
todos los casos como fin y como valor, y nunca como un medio o simple objeto.
Ante los derechos del hombre y la libertad de investigación
En el ámbito de los derechos humanos, la posible clonación humana significaría una violación de los
dos principios fundamentales en los que se basan todos los derechos del hombre: el principio de
igualdad entre los seres humanos y el principio de no discriminación.
Contrariamente a cuanto pudiera parecer a primera vista, el principio de igualdad entre los seres
humanos es vulnerado por esta posible forma de dominación del hombre sobre el hombre, al mismo
tiempo que existe una discriminación en toda la perspectiva selectiva-eugenista inherente a la lógica de
la clonación. La Resolución del Parlamento europeo del 12 de marzo de 1997 reafirma con energía el
valor de la dignidad de la persona humana y la prohibición de la clonación humana, declarando
expresamente que viola estos dos principios. El Parlamento europeo, ya desde 1983, así como todas las
leyes que han sido promulgadas para legalizar la procreación artificial, incluso las más permisivas,
siempre han prohibido la clonación. Es preciso recordar que el Magisterio de la Iglesia, en la
instrucción Donum vitae de 1987, ha condenado la hipótesis de la clonación humana, de la fisión
gemelar y de la partenogénesis. La razones que fundamentan el carácter inhumano de la clonacion
aplicada al hombre no se deben al hecho de ser una forma excesiva de procreación artificial, respecto a
otras formas aprobadas por la ley como la FIVET y otras.
Como hemos dicho, la razón del rechazo radica en la negación de la dignidad de la persona sujeta a
clonación y en la negación misma de la dignidad de la procreación humana.
Lo más urgente ahora es armonizar las exigencias de la investigación científica con los valores
humanos imprescindibles. El científico no puede considerar el rechazo moral de la clonación humana
como una ofensa; al contrario, esta prohibición devuelve la dignidad a la investigación, evitando su
degeneración demiúrgica. La dignidad de la investigación científica consiste en ser uno de los recursos
más ricos para el bien de la humanidad.
Por lo demás, la investigación sobre la clonación tiene un espacio abierto en el reino vegetal y animal,
siempre que sea necesaria o verdaderamente útil para el hombre o los demás seres vivos, observando
las reglas de la conservación del animal mismo y la obligación de respetar la biodiversidad específica.
La investigación científica en beneficio del hombre representa una esperanza para la humanidad,
encomendada al genio y al trabajo de los científicos, cuando tiende a buscar remedio a las
enfermedades, aliviar el sufrimiento, resolver los problemas debidos a la insuficiencia de alimentos y a
la mejor utilización de los recursos de la tierra. Para hacer que la ciencia biomédica mantenga y
refuerce su vínculo con el verdadero bien del hombre y de la sociedad, es necesario fomentar como
recuerda el Santo Padre en la encíclica Evangelium vitae una mirada contemplativa sobre el hombre
mismo y sobre el mundo, como realidades creadas por Dios, y en el contexto de la solidaridad entre la
ciencia, el bien de la persona y de la sociedad.
«Es la mirada de quien ve la vida en su profundidad percibiendo sus dimensiones de gratuidad, belleza,
invitación a la libertad y a la responsabilidad. Es la mirada de quien no pretende apoderarse de la
realidad, sino que la acoge como un don descubriendo en cada cosa el reflejo del Creador y en cada
persona su imagen viviente» (Evangelium vitae, 83).