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de una deuda que había contraído Alberto de Brandeburgo, quien había comprado, entre
otros, el arzobispado de Mainz. Como ya se explicó (ver p. 51), las indulgencias se vendían
basándose en la creencia de que el papa podía sacar de la "tesorería de méritos" -que se
suponía que habían sido acumulados por Cristo y los santos- lo necesario de obras buenas
para condonar los castigos temporales por el pecado, tanto para los vivos como para las
almas en el purgatorio.
Lutero había cuestionado abiertamente durante algún tiempo la validez de las indulgencias,
mayormente porque las personas que las compraban creían equivocadamente que estaban
comprando el perdón de Dios y el derecho a la absolución. Para Lutero ese tráfico era un
escándalo, pues el perdón es la dádiva gratuita de Dios y no se puede ni comprar ni vender.
Dios perdona gratuitamente, como Lutero bien lo sabía por experiencia. No se necesita
ningún sacerdocio intermediario ni la iglesia tiene poder para perdonar. Argumentaba que la
verdadera tesorería de Cristo es el tesoro de la infinita gracia de Dios. Lutero atacó todo el
sistema de penitencias e indulgencias en sus "95 tesis" escritas en latín, que colocó en la
puerta la iglesia del castillo de Wittenberg el 31 de octubre de 1517. Generalmente se
considera que este acontecimiento y esta fecha marcan el comienzo de la Reforma
Protestante.
Las "95 tesis" obtuvieron un éxito inmediato inmenso. Lutero mismo quedó sorprendido, y
más tarde pensó que si se hubiera dado cuenta del efecto que iban a tener entre la gente
quizá no las hubiera redactado. Seis meses más tarde escribió para disculparse ante el
papa; pero la batalla ya había comenzado y Lutero no era hombre capaz de retroceder. Sus
adversarios, como Prierias, argumentaban que iglesia estaba en lo correcto y que el papa no
se equivocaba. En el transcurso de la contienda Lutero afirmó poco a poco que tanto el papa
como los concilios pueden equivocarse. "Sólo la Palabra de Dios es infalible" -declaraba-,
con lo cual quería decir que la autoridad del papa debía ser rechazada (Choisy, Histoire
Générale du Christianisme, 4.ª ed. p. 88).
El legado papal, el cardenal Cayetano, pidió a Lutero en Augsburgo, en 1518, que se
sometiera a la autoridad del papa; pero Lutero ya se había convertido en un cristiano firme en
su fe, y se negó a someterse a cualquier papa. Sólo aceptaba la autoridad de las Escrituras,
y por eso dijo: "Antes moriría e iría a la hoguera o al exilio, que ir en contra de mi conciencia"
(Id. [ed. de 1923], p. 95). La actitud de Lutero se parecía mucho a la de Hus, un siglo antes,
en el Concilio de Constanza. Esta analogía fue inmediata y astutamente aprovechada en el
debate de Leipzig, en 1519, donde Lutero fue interrogado por el Dr. Juan Eck, un humanista
profesor de 55 la Universidad de Ingolstadt. Para entonces la causa de Lutero ya era
apoyada por nuevos amigos, entre los que se destacaba Felipe Melanchton (1497-1560),
quien acudió para defenderlo. A pesar de las advertencias de sus amigos, Lutero efectuó
ciertas declaraciones que inevitablemente iban a hacer que fuera acusado por la iglesia, tales
como: "Al condenar las enseñanzas de Hus acerca de la iglesia, el Concilio de Constanza
condenó la verdad" (Id., 4.ª ed., p. 89).
Generalmente se cree que las enseñanzas teológicas de la Iglesia Católica están unificadas;
pero la verdad es que antes de la Reforma había en ellas muchísimas discrepancias y una
confusión completa. La Reforma fue, sin duda, lo que finalmente obligó a la Iglesia Católica a
revisar y unificar su teología, y lo hizo en el Concilio de Trento (1545 -1563). Dentro de la
iglesia de Roma hay aún una mayor diversidad de pensamiento, aunque sin confusión visible,
de lo que captan la mayoría de protestantes y católicos. Martín Lutero fue el primer
reformador evangélico que abrió una senda orientada por la Biblia a través de la selva
teológica. No tenía por qué disculparse por el hecho de que él y sus amigos eran "todos, sin
saberlo, seguidores de Hus". El debate de Leipzig claramente clasificó a Lutero junto con el
hereje (Hus) que había sido quemado en la hoguera unos cien años antes. Se había
separado de la Iglesia Católica Romana y contra ella colocó la Biblia como único guía e