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Expansión Martes 14 julio 2015
ACUERDO ENTRE LA EUROZONA Y ATENAS
España elevará en 10.000 millones
su exposición a Grecia tras el acuerdo
Mariano Rajoy emplaza a Alexis
Tsipras a restaurar la confianza cumpliendo lo pactado. Considera que el acuerdo “refuerza al euro”.
CON EL TERCER RESCATE QUEDARÍAN COMPROMETIDOS 36.000 MILLONES /
El acuerdo del Eurogrupo
con Grecia de este fin de semana supondrá para España
una aportación de 10.150 millones de euros en avales. No
en dinero inmediato. Es decir,
siempre que el montante del
nuevo programa de asistencia
para Grecia alcance los 86.000
millones de euros, según la
participación española en el
Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), informa Europa Press.
España tiene una participación en el MEDE del 11,8% lo
que la convierte en el cuarto
máximo accionista del fondo
de rescate europeo. Por detrás de Alemania, que tiene un
26,9%; Francia, con un 20,2%,
e Italia, que tiene un 17,7% del
mecanismo europeo.
La declaración final publicada tras la Cumbre de jefes
de Estado y de Gobierno de la
zona euro estima en una cifra
de entre 82.000 y 86.000 millones de euros las nuevas necesidades financieras del país
heleno.
A estos nuevos 10.000 millones de euros en avales que
pondrá España para ayudar a
Rajoy recuerda al
Gobierno griego que
“todos tenemos
derechos y también
obligaciones”
El presidente espera
que Atenas haga las
reformas que ha
comprometido en
el acuerdo
Grecia, hay que sumar los
26.000 millones de euros que
ya ha prestado en los dos anteriores rescates. Por lo tanto,
la exposición total de España
al problema griego es ya de
36.000 millones de euros.
En todo caso, el presidente
del Gobierno, Mariano Rajoy,
describió el acuerdo de la Eurozona con Grecia como “razonable y equilibrado”, que
“refuerza el euro. Todos quieren estar en el euro y nadie
quiere salirse, por lo menos la
mayoría quieren estar”. Bien
es verdad que le envió un
mensaje al Gobierno heleno:
“La clave del pacto es que todos cumplan su parte y sus
compromisos”.
Efe
Expansión. Madrid
El presidente, Mariano Rajoy, ayer, por la mañana, al terminar la cumbre comunitaria de 17 horas.
En una rueda de prensa,
junto al presidente rumano,
Klaus Iohannis, el jefe del Ejecutivo reafirmó: “Si todo el
mundo cumple su parte y sus
compromisos al final habrá
en Grecia crecimiento, creación de empleo y mejorará el
bienestar y la riqueza de los
ciudadanos”.
Rajoy dio a entender que,
visto lo visto en las negociaciones con Grecia, no se fía
nada del primer ministro,
Alexis Tsipras: “Para que funcione una organización como
la Unión Europea hay que
confiar en unos y otros. La
confianza hay que ganársela y
algunos acontecimientos de
los últimos tiempos, como el
referéndum [del pasado día 5]
generó desconfianza”, añadió
el presidente, que ensalzó la
solidaridad de la UE con Grecia “al prestarle cantidades en
muy buenas condiciones”. Y,
en una nueva critica al Gobierno griego, el presidente
recordó a al primer ministro
Rajoy descarta
la “venganza”
por el referéndum
griego”
“En absoluto, las medidas
pactadas con el Gobierno
griego son una venganza
por el referéndum que hizo
Atenas” el pasado 5 de julio,
sobre el acuerdo con el
Eurogrupo. Así respondió
el presidente del Gobierno,
Mariano Rajoy, nada más
terminar la cumbre del
Eurogrupo, en la mañana
de ayer, para intentar también
borrar la idea de que España
se ha colocado con Alemania
en las negociaciones con
Grecia. No obstante, Rajoy
añadió: “Habría sido todo
mucho más fácil si en lugar
de celebrar un referéndum se
hubiera pedido una extensión
del programa anterior [de
ayuda]”. El presidente del
recordó la “situación muy
dramática” en la que se
encuentra Grecia, con los
bancos cerrados y los
ciudadanos que sólo pueden
sacar de los cajeros un
máximo de sesenta euros
al día.
heleno, Alexis Tsipras: “Todos tenemos derechos, pero
también obligaciones, no se
puede reivindicar derechos
sin asumir obligaciones”. Por
lo tanto, mostró “confianza”
en que Grecia apruebe las leyes a las que se ha comprometido y reiteró que le parece un
acuerdo “bastante amplio”.
‘Matchball’ salvado, pero sigue el partido
OPINIÓN
Álvaro Sanmartín
C
omo tantas otras veces en la
historia de la integración europea, el acuerdo sobre Grecia se ha tenido que lograr en el último minuto, casi en el tiempo de descuento. Es una noticia positiva, aunque también es cierto que para el país
heleno es todavía mucho (y muy duro) lo que queda por delante. ¿Cómo
hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué
ha sido tan difícil alcanzar una solución? Quizás, lo más ecuánime sea
decir que las culpas han estado repartidas. Es cierto, por un lado, que todos
los problemas de Grecia parten de
uno esencialmente griego, que es el
de haber tratado de vivir durante demasiados años por encima de sus posibilidades. Pero también es verdad
que los primeros planes de ajuste
que se exigieron a la economía helena fueron claramente excesivos
y, por qué no decirlo, casi con total
seguridad contraproducentes. Es
muy difícil que la población de un
país cuyo PIB ha caído más de un
25% en los últimos años no se
muestre hastiada, e incluso traicionada, por las continuas exigencias
de austeridad mal diseñada.
¿Justifica este hartazgo por parte de la población griega la actitud
de Tsipras de las últimas semanas,
levantándose de la mesa de negociación y convocando un referéndum? Sinceramente, no. En los días anteriores al referéndum, el gobierno de Syriza había conseguido
concesiones muy importantes de
sus acreedores. La última oferta
europea era, de hecho, más que
aceptable. En ese momento, Tsipras debería haber entendido que
su mejor opción era haber cerrado
el acuerdo. Sin embargo, optó por
lo contrario. Y resulta difícil no tener la impresión de que el tiro le ha
salido por la culata.
Sea como fuere, lo que hay que
hacer ahora es concentrarse en el
futuro. Y lo mejor para el futuro de
Grecia es probablemente hacer todos los esfuerzos que sean necesarios para poder quedarse en el euro. Por supuesto, el escenario a
corto plazo es muy negativo, pero
resulta difícil de imaginar otro mucho más halagüeño fuera de la Eurozona. Así que ahora lo le que toca a Grecia es remangarse, trabajar
y poner al mal tiempo buena cara.
Y es que, si todos ponen de su parte, la cosa puede hasta salir bien.
Veamos por qué.
En primer lugar, y pese a todos
los errores cometidos en la negociación, finalmente el gobierno de
Syriza ha conseguido unos objetivos de superávit primario para los
próximos años menores que los
que se le exigían inicialmente, dejando así algo de margen para reducir los inaguantables niveles de
desigualdad en el país.
En segundo lugar, los recortes
en pensiones dejan fuera a las más
bajas y el propio Tsipras sabe que
son inevitables para garantizar la
sostenibilidad a largo plazo del sistema.
En tercer lugar, y con el asesoramiento de la OCDE, Grecia va a
llevar a cabo una serie de reformas
estructurales que son absolutamente necesarias para mejorar el
crecimiento potencial de su economía y, con ello, la capacidad de
ésta para generar bienestar de forma sostenible para sus ciudadanos.
Por su parte, los socios europeos
deben saber comportarse como tales, evitando aparecer exclusivamente como acreedores de un país
con inmensos problemas. Después
de la convocatoria del referéndum,
era inevitable que el acuerdo final
fuera duro para Grecia. Sencillamente, la pérdida de confianza en el
gobierno heleno era (y es) tremenda
y, además, casi nadie puede dudar de
que la economía griega necesita
ajustes muy significativos.
Al mismo tiempo, sin embargo, es
crucial que Europa permita a los
griegos ver la luz al final del túnel.
¿Cómo se consigue eso? Pues, en los
momentos actuales, probablemente
con dos elementos. Por un lado, y si
Grecia cumple con su parte, el área
euro debe afrontar una reestructuración de la deuda griega que permita a
la economía de ese país volver a una
senda sostenible. Por otro lado, los
europeos debemos aprobar un programa de inversiones que permita
renovar las infraestructuras griegas
y que actúe como elemento compensador de los ajustes que el país va
a tener que realizar.
Ambos elementos aparecen citados en el acuerdo que se acaba de firmar. Pidamos pues responsabilidad
al gobierno griego. Pero pidamos
también responsabilidad y valentía
al resto de socios europeos. Es demasiado lo que está en juego, tanto desde un punto de vista humanitario como, también, en lo que respecta a la
necesidad de evitar que esto acabe
derivando en un precedente que pudiera poner en duda la viabilidad del
euro a largo plazo.
Asesor de Alinea Global y ‘Chief
Economist’ de Grant Thornton