Download Breve reseña de historia argentina De la colonia, a nuestros

Document related concepts
no text concepts found
Transcript
Historia argentina
De la Colonia a la Revolución
La primera independencia
GRUPO-TALLER DE HISTORIA POPULAR
INTRODUCCIÓN
Para comprender nuestra sociedad actual es necesario conocer su
historia, cómo surgió y cuáles son las fases por las que atravesó en
su desarrollo hasta convertirse en lo que hoy es.
La Argentina es una nación joven pero con una historia milenaria.
Este trabajo presenta, en forma muy limitada, algunos hechos
fundamentales de esa historia: los pueblos que habitaron estas tierras
antes de la conquista española; las consecuencias del dominio
colonial español; las causas que llevaron a la Revolución de Mayo y la
primera Independencia; el papel de la lucha popular y las clases
sociales que hegemonizaron ese proceso.
PARTE I
De los orígenes a 1810
En América, los pueblos originarios tuvieron distintos grados de desarrollo en
su economía y organización social.
Coexistieron tribus nómades, colectividades agrícolas y grandes imperios.
La conquista europea cortó toda posibilidad de desarrollo independiente
de los pueblos dominados.
El actual territorio argentino estuvo habitado por numerosos pueblos, algunos
con más de diez mil años de antigüedad.
Pueblos con diversas formas de organización económica y social
y distintas culturas.
Los pueblos ona, tehuelche,
querandí, qom, entre otros, eran
cazadores-recolectores y
pescadores nómades.
Los guaraníes, diaguitas y
calchaquíes, entre otros, ya
practicaban la agricultura, la cestería y
la alfarería.
Los pueblos del noroeste y la región cuyana fueron
conquistados por el imperio Inca en el siglo15.
Los Pucarás –como en Tilcara, Jujuy- estaban hechos de piedra y tenían una función
militar. La red del Camino del Inca atravesó territorio diaguita y calchaquí.
Durante los siglos 16 y 17, los españoles desataron una guerra sangrienta,
genocida, de saqueo y destrucción.
Derrotada la resistencia de los pueblos nativos, España logró imponer su
dominio colonial y feudal en gran parte de América.
En los Virreinatos, la Corona española legisla, gobierna y juzga.
Un aparato estatal colonial, con el virrey, la audiencia, la burocracia y, sobre todo,
la fuerza armada, garantizaba la explotación.
Las relaciones feudales de producción, que imperaban en España,
se trasladaron a América.
Los conquistadores se apropiaban de grandes extensiones de tierra y, por los
servicios prestados al Rey, se les otorgaba la merced o gracia real como título
de propiedad, poniendo bajo la “protección” de estos señores a pueblos
enteros, con sus caciques incluidos.
Indígenas, mestizos, y luego
también los criollos, debían
trabajar en minas, obrajes y
haciendas; además tenían
que entregar productos y/o
prestar servicios personales
a los terratenientes, los
encomenderos,
corregidores, etc.
A esto se sumó la esclavitud
de los africanos.
El desarrollo económico se vio constreñido por el dominio colonial
y el régimen social feudal.
La producción y el
comercio se organizaron
en beneficio de la
monarquía, la nobleza
feudal y los grandes
comerciantes
monopolistas españoles.
La Corona era la gran
propietaria, el gran
mercader.
España era el sostén de
las relaciones feudales y
esclavistas y la principal
beneficiaria de la
explotación minera,
aduanas, etc.
España implantó una sociedad colonial-feudal de castas.
Españoles, criollos, mestizos, indios, negros, etc. no tenían los mismos derechos.
La ley sancionaba la desigualdad social: se clasificaba a la gente por el color
de la piel. El racismo fue producto del colonialismo.
En el Río de la Plata, los españoles se repartían la tierra en latifundios
orientados a la ganadería.
La Corona prohibió la crianza del merino y el labrado de paños y ordenó
destruir cultivos como la vid y el olivo, los algodonales y cañaverales.
Las pocas industrias eran domésticas y artesanales.
Indios y criollos pobres no podían acceder a la propiedad legal de la tierra.
Campesinos y pastores tenían un uso precario de las parcelas y quedaban
subordinados a los terratenientes.
La resistencia
Durante 265 años, los pueblos originarios resistieron el robo y la
explotación colonial.
En la primera mitad del siglo 17, las guerras calchaquíes (Tucumán,
Catamarca y Salta) pusieron en jaque al poder español. Luego hubo también
rebeliones criollas y de esclavos.
Los pueblos calchaquí, diaguita, lules, wichi, qom, guaraní, huarpe, rancul, mapuche,
tehuelche, ona, entre otros, enfrentaron a los colonialistas.
Otro ejemplo de resistencia fue la de los indómitos Quilmes.
Sitiados por hambre y asaltados en su fortaleza, combatieron con heroico valor.
Dispersados, volvían a atacar.
Descendientes de los Quilmes en 1910
Los sobrevivientes fueron trasladados a Buenos Aires, a la
localidad que hoy lleva su nombre.
Para reforzar su poder, España fragmentó sus dominios en varios virreinatos.
Desde 1776, el Virreinato del Río de la Plata abarcaba los actuales territorios de
Argentina, Paraguay, Uruguay y parte de Bolivia y Brasil.
Virreinato del Perú
Dominios de
Portugal
Virreinato del
Río de la Plata
Capitanía de Chile
Dominio de los
pueblos originarios
Pero en vastas regiones - la pampeanopatagónica, al sur del río Salado, y la
chaqueña- los pueblos indígenas
no pudieron ser conquistados
y mantuvieron su libertad .
El puerto de Buenos Aires, desde el siglo 18, quedó abierto pero sólo al
comercio con España.
Los españoles intentaban frenar el contrabando de productos
manufacturados ingleses y franceses.
El comercio de grasas y cueros favoreció los intereses de una oligarquía ganadera y
comercial de la ciudad y puerto de Buenos Aires.
La producción agrícola era muy limitada y la industria sólo artesanal,
concentrada en el norte del país. Fue escaso el desarrollo de las
ciudades. Allí se concentraba la actividad comercial.
En 1780, una gigantesca rebelión social dirigida por Tupac Amaru desde el Perú, sacudió,
en tres virreinatos, los pilares de la sociedad colonial-feudal que implantó España.
Fue un jalón decisivo en el camino de la independencia americana.
Tupac Amaru- Micaela Bastidas
Las Invasiones Inglesas
Inglaterra, potencia industrial y comercial del mundo de entonces, pretendía el
dominio de estas tierras.
Cuando invadieron el Río de la Plata (1806-1807) los inglese vieron que no los
recibían como liberadores: el pueblo no aceptaba un cambio de amo.
Ante la invasión, el Virrey Sobremonte huyó a Córdoba.
Se formaron entonces las milicias. La enorme mayoría del pueblo de Buenos Aires
confluyó en un frente único contra los ingleses.
Se armaron los criollos y hubo un regimiento de “pardos y morenos”.
Ranqueles y Pampas ofrecieron su apoyo.
Las milicias criollas formadas para la Reconquista de Buenos Aires quedaron,
a partir del triunfo popular, como nuevas fuerzas militares estables.
Los ingleses, con muchas bajas, debieron rendirse.
Volvieron en 1807. El pueblo de Buenos Aires, en la heroica
Defensa, volvió a derrotarlos.
La bravura del pueblo en armas y la conciencia de su propia fuerza alentaron la lucha
por la Independencia. Mujeres y esclavos también fueron parte de las milicias.
Manuela Pedraza obtuvo el grado de alférez por su valor en combate.
Revoluciones en América
Luego de la independencia de Haití en 1804, la insurrección de La Paz (1805),
la derrota inglesa en Buenos Aires (1806-1807), la revolución de Quito y de las
insurrecciones de Chuquisaca y La Paz (1809) pudo desarrollarse en Buenos Aires
el grito de libertad de mayo de 1810.
Haití - 1804
Bolivia - 1809
Esta histórica proclama de independencia fue lanzada en La Paz el 16 de
julio de 1809. Pedro D. Murillo, su redactor, fue ejecutado por los
españoles cuando la rebelión fue derrotada.
La Revolución de la independencia norteamericana (1776 a 1783), la Revolución
Francesa (desde 1789) y la rebelión y guerra del pueblo español contra la invasión
napoleónica (desde 1808), marcaron una época revolucionaria.
Francia, 1789
Además, los conflictos entre las grandes potencias coloniales, primero entre
Inglaterra y España y luego entre Inglaterra y Francia, resquebrajaron el dominio
colonial. Las fuerzas independentistas supieron aprovechar esas contradicciones.
Las ideas republicanas, democráticas y antifeudales tuvieron mucha influencia
sobre Moreno, Belgrano, Castelli y Vieytes. Ellos fueron los líderes del Partido de
la Independencia, vanguardia de la Revolución de Mayo de 1810 en Buenos Aires.
Juan Castelli
Mariano Moreno
Manuel Belgrano
Juan Vieytes
La represión en La Paz (1809), con la ejecución de Murillo, mostró a
los revolucionarios que la lucha era a muerte y había que prepararse.
Las reuniones se hicieron clandestinas.
La Revolución de Mayo
A principios de 1810 la estabilidad del Virrey Cisneros se había vuelto insostenible.
Llegaban las noticias de las derrotas españolas frente a los franceses y de la caída de
la Junta Central de Sevilla, la autoridad que había designado a Cisneros.
El 19 de mayo, considerando que su autoridad ha caducado, se le exige a Cisneros la
convocatoria a una asamblea en el Cabildo con la participación de todos los vecinos de
Buenos Aires (los propietarios) para decidir sobre el futuro gobierno.
La Semana de Mayo
El 20 de mayo los jefes militares se pronuncian a favor de la renuncia de Cisneros.
El día 21 la Plaza de Mayo amanece con 600 hombres armados.
French y Beruti están al frente de esta “legión infernal”.
El Virrey Cisneros, bajo presión, acepta convocar a la Asamblea.
El día 22 de mayo se inicia el Cabildo Abierto. Se confrontan distintas posiciones
hasta que, finalmente, el 24 de mayo se destituye a Cisneros como Virrey.
Pero, en una maniobra, se designa una Junta presidida por el mismo Cisneros,
dos españoles y dos americanos (Saavedra y Castelli).
La decisión del Cabildo es considerada una traición por el pueblo de Buenos Aires.
Durante la larga noche del 24 se reúnen todas las partes y partidos en conflicto.
La efervescencia revolucionaria era creciente.
La voluntad del pueblo es nombrar directamente la nueva Junta de Gobierno,
sin intermediaciones.
En el cuartel de Patricios (comandado por Saavedra), los patriotas unificaron su propuesta:
deshacer la “Junta del 24” y negarle autoridad al Cabildo para elegir otra.
El 25 de Mayo
Mientras se reunía el Cabildo, el pueblo se congregaba en la Plaza.
Había 500 hombres armados (sobre una población estimada en 50.000).
Sobre las cintas blancas, símbolos de la unidad de europeos y americanos,
se fueron colocando las rojas: “escojan: paz o guerra”.
La Primera Junta
Así, por la vía revolucionaria, se designó la Primera Junta de Gobierno Patrio.
La integraban comerciantes e intelectuales, un cura y dos militares, representantes
de los diversos sectores criollos que se rebelaron contra el virrey español.
Cornelio Saavedra (Presidente) representaba al grupo de terratenientes
y comerciantes porteños.
Mariano Moreno (Secretario), Belgrano y Castelli (vocales) lideraban la corriente
revolucionaria que impulsaba transformaciones democráticas y antifeudales.
PARTE II
De la Revolución de Mayo
a la Argentina oligárquica
En la semana de mayo de 1810 se produjo una verdadera revolución que
enfrentó al poder constituido. No fue la obra de una pequeña elite cívico-militar.
Como en toda revolución hubo una vanguardia organizada en forma conspirativa en el
llamado Partido de la Independencia. Sobre la base del alzamiento general del
pueblo, también se rebelaron las fuerzas militares que estaban al mando de los criollos.
Se creó un nuevo ejército con soldados y jefes que pasaron al bando patriota y las
masas convocadas por el grito de libertad.
Se envió una expedición al interior contra los realistas.
Los cabildos fueron destituyendo a las autoridades coloniales.
Para las masas campesinas (indígenas y criollos), los esclavos, los artesanos,
sectores medios e intelectuales, lograr la Independencia nacional era la
condición para una revolución social: el fin de la esclavitud y las castas y el
reparto de tierras a los campesinos.
Ellos necesitaban acabar con el dominio colonial y feudal para abrir paso a una revolución
democrática que terminara con la esclavitud, el latifundio y la servidumbre.
Así, con el desarrollo agrícola e industrial, se hubiera podido consolidar la
independencia nacional.
Las reivindicaciones de libertad, igualdad y tierra fueron incorporadas
a los programas democrático-revolucionarios. Castelli, Belgrano y Artigas plantean
la entrega de tierra a los originarios y campesinos.
El Reglamento de Artigas establecía: “los más infelices, serán los más
privilegiados” con la expropiación de tierras de los
“malos europeos y peores americanos”.
El Plan de Operaciones de Moreno da importancia decisiva al poder
del Estado y a la violencia organizada como garantía de la aplicación de
los planes revolucionarios.
Moreno reclama también apoyo técnico, créditos y liberar de
impuestos a los productores. Belgrano tiene propuestas para la
agricultura y la industria.
El Ejército del Norte tuvo su origen en las tropas reunidas por Juan José Castelli, por
decisión de la Primera Junta, para enviar expediciones auxiliadoras
a las provincias.
En agosto de 1810, cumpliendo órdenes de Mariano Moreno, Secretario de Guerra,
Castelli concreta la ejecución de Liniers que encabezaba un movimiento
contrarrevolucionario en Córdoba.
En setiembre de 1810 triunfa la insurrección de Cochabamba y adhiere a la
Junta de Buenos Aires. En noviembre la Primera Expedición al Alto Perú (hoy
Bolivia) triunfa sobre los realistas en Suipacha.
Huaqui (20/6/1811)
Suipacha (30/11/1810)
Finalmente el Ejército Auxiliador es derrotado en Huaqui en junio de 1811.
En los años siguientes se sucederían nuevas expediciones al Alto Perú.
Durante su gobierno en el Alto Perú, Castelli proclama en Tiahuanaco el derecho de
los pueblos originarios a la igualdad política y a la propiedad de la tierra.
Convoca a las comunidades a elegir por votación a sus caciques y reivindica su
derecho a tener cualquier empleo o destino.
Lo mismo había hecho Belgrano en Misiones. Las proclamas eran
traducidas al guaraní, aymara y quechua.
A fines de 1810, el sector revolucionario de Moreno fue desplazado porque afectaba
los intereses de las clases propietarias de tierras, de indios y de esclavos.
Avanzaron las tendencias conciliadoras en la lucha contra los españoles.
Los sectores de la aristocracia criolla fueron copando crecientemente el poder.
Se afirmó el centralismo porteño y el despotismo.
Los grandes terratenientes criollos y grandes comerciantes del puerto
de Buenos Aires acordaban con la independencia porque el monopolio comercial
español les impedía comerciar sus cueros con otras potencias y no tenían acceso a
los principales cargos de gobierno.
Pero estos sectores eran parte de las clases explotadoras y defendían sus privilegios.
Querían conservar el orden feudal y la estructura de poder que asegurara su predominio.
El 31 de enero de 1813, la Asamblea general constituyente decreta que se
reconozca a los indígenas como hombres libres y suprime sus tributos.
Se derogan: la mita, las
encomiendas, el
yanaconazgo y los
servicios personales de
los indios.
Declara la “libertad de
vientres”: los hijos de
esclavos nacerán libres.
Se anulan los títulos de
nobleza y se prohíben
los tormentos.
Sin embargo, la Asamblea del año 13 no declaró la Independencia (conservó
la máscara de “gobernar en nombre de Fernando VII”) y excluyó a los diputados
orientales que exigían independencia y un régimen democrático y federal.
Predominaron los sectores conservadores y centralistas.
En mayo de 1811, el pueblo paraguayo declara su independencia.
En la Banda Oriental del Uruguay, Artigas vence a los realistas en Las Piedras.
Tropas portuguesas auxilian a los españoles y los patriotas deben retirarse: es el
“Éxodo del pueblo Oriental”.
El pueblo oriental debió librar una batalla desigual contra la invasión portuguesa.
La lucha continuó hasta liberar Montevideo en 1814.
En 1814, vencido Napoleón, Fernando VII retornó al trono y envió
20.000 hombres para reconquistar sus colonias en América.
Se inició entonces una guerra prolongada y heroica: los ejércitos patrios, las
milicias urbanas y las guerrillas indígenas y campesinas,
defendieron la revolución.
El accionar de las masas populares, sobre todo los levantamientos
campesinos, de criollos, mestizos y originarios, le abrió el camino a los
ejércitos patrios empantanando a los realistas.
Las masas campesinas desplegaron sus formas de lucha, impidiendo el
abastecimiento de las tropas realistas. Así fue en la Mesopotamia, en la Banda
Oriental y, sobre todo, en el Noroeste y el Alto Perú.
Ya en 1812, el Éxodo jujeño dejó al enemigo sin recursos. Las guerrillas impidieron
su abastecimiento y Belgrano pudo triunfar en Tucumán y Salta.
Hacia 1815 la revolución era derrotada en casi toda América.
Sólo las Provincias Unidas, Paraguay y Uruguay se mantenían libres.
Eran circunstancias muy difíciles. Las tropas realistas, superiores en número,
estaban bien armadas y entrenadas.
Al concentrar fuerzas para confrontar “ejército contra ejército”, despreciando las
formas de lucha de las masas campesinas y originarias por “anárquicas”, algunos
jefes criollos sufrieron graves reveses militares.
Cuando en Buenos Aires se decide entregar el mando del ejército a San Martín,
la patria se encontraba en “estado inminente de sucumbir”.
San Martín y Belgrano concuerdan en que Tucumán debe ser el cuartel general,
el principal punto de apoyo de la insurrección en el Alto Perú.
“La guerra gaucha”
Ante las derrotas sufridas en las Campañas al Alto Perú, se organizaron tropas
irregulares en Salta, Jujuy y Tarija. Inspirada por Belgrano y planificada por San Martín,
la guerra de guerrillas fue dirigida en el norte por Martín Güemes.
En esta guerra, partidas poco numerosas hostigaban al enemigo de diversa manera,
atacando sus medios de movilidad y de abastecimiento o a sus propiedades.
Entre 1814 y 1824 fue enorme el esfuerzo de esas tropas mestizas y originarias
dirigidas por Martín Guemes, Juana Azurduy , Warnes, Padilla, Arenales, los
caciques Titicocha, Cáceres, Cumbay y tantos otros, que lucharon junto a los
ejércitos patrios, desde Salta hasta el Cuzco y Puno.
Juana Azurduy de Padilla formó un escuadrón de mujeres nativas, ejemplo
único en la historia de las guerras de la independencia americana.
Convocó a los pueblos quechua y aymara hablando su idioma.
“Seguir a Juana es seguir a la tierra” decían, sumándose al ejército de Padilla y Belgrano.
El congreso de Tucumán
San Martín y Belgrano impulsan la declaración de la independencia. Algunos sectores
vacilaban temerosos de la reacción europea. Quienes temían llevar adelante la lucha
popular buscaban el apoyo de Inglaterra o Francia.
El litoral y la Banda Oriental no enviaron representantes:
ya se habían declarado libres en 1815.
El 9 de Julio de 1816, el Congreso de Tucumán declara la Independencia de
las Provincias Unidas en Sud-América respecto de España
“y de toda otra dominación extranjera”.
Esta declaración fue la base programática para la organización del
ejército patrio de San Martín en Cuyo.
En Mendoza, San Martín organiza el poderoso Ejército de los Andes para
restaurar la libertad en Chile y marchar hacia el Perú.
El objetivo era la independencia americana, sin ningún afán de conquista.
El pueblo donaba ganado, arreos, utensilios y abrigos para las tropas.
Los esclavos negros obtenían su libertad al sumarse al Ejército.
San Martín nombró a Fray Luis Beltrán jefe del Parque de Artillería del Ejército
de los Andes. Bajo su dirección llegaron a trabajar hasta 700 hombres:
armeros, fundidores, carpinteros, herreros, etc.
Fabricaban todo tipo de armas, municiones, pólvora, herrajes y
uniformes para las milicias civiles y la tropa.
De allí salieron cañones, fusiles, herramientas y aparejos para el tendido de puentes,
para cruzar los ríos y cortaduras de la montaña.
Luis Beltrán abandonó los hábitos en 1816 y combatió en
Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú.
Las tropas del Ejército de los Andes y del Ejército de Chile unidos, al mando del
Gral. San Martín, derrotaron al ejército realista en la Batalla de Maipú.
Tras la liberación de Chile, argentinos y chilenos llegaron por mar a Lima, bastión del
poder español. Allí confluyeron luego con el ejército bolivariano. El triunfo definitivo
sobre los realistas se logró en los campos de Ayacucho en 1824.
Catorce años de guerra revolucionaria lograban su objetivo principal:
el poder colonial, su Estado y sus fuerzas armadas fueron destruidos.
Se creaban mejores condiciones para la lucha popular; lograr un desarrollo
nacional independiente y una sociedad democrática.
Sin embargo, aunque se había logrado la independencia, se impuso la
hegemonía de los terratenientes y de los grandes mercaderes portuarios
que se adueñaron del poder.
Por eso no se resolvieron las tareas necesarias de una revolución democrática,
anti-feudal: principalmente el reparto de tierras a los originarios, mestizos y
criollos que las trabajaban. La revolución quedó inconclusa.
Se mantuvo y amplió el latifundio (mucha tierra en pocas manos)
y eso permitió a los terratenientes restaurar su dominio sobre la población
campesina y los gauchos rebeldes.
Incluso continuó hasta 1853 la esclavitud de los negros.
Las esperanzas de los pueblos se vieron frustradas. Se conformó una economía
semi-feudal subordinada comercialmente a las potencias capitalistas de Europa.
El exclusivismo ganadero en el Litoral, para exportar cuero, carne salada y después
lana, trabó el desarrollo agrícola e industrial.
Con el librecambio, las mercancías importadas arruinaron las
producciones artesanales del interior.
El dominio terrateniente en
Buenos Aires y en las provincias
impidió un desarrollo económico
integral y debilitó la soberanía
nacional antes conquistada.
En 1833, el imperio británico
impuso su dominio colonial sobre
nuestras islas Malvinas.
En 1838, con Rosas en la
gobernación de Buenos Aires, una
flota francesa –de guerra y mercantebloqueó el Río de la Plata e
incursionó por el Paraná.
En la década del 40, hubo un bloqueo
conjunto de Francia e Inglaterra.
Los pueblos resistieron y enfrentaron
estas intervenciones colonialistas,
defendiendo la soberanía nacional.
El atraso semi-feudal demoró largamente la formación de un
mercado interno nacional y la organización de un Estado nacional.
Se sucedieron décadas de guerras civiles entre las provincias.
Pese a la lucha de los pueblos, la creciente hegemonía de la oligarquía
bonaerense, aristocrática, europeísta y despótica, frustró el logro de un
auténtico federalismo.
Los terratenientes y comerciantes porteños en alianza con sectores del interior
fueron imponiendo su dominio con un Estado oligárquico antidemocrático.
Masacraron las rebeliones de los pueblos y provincias marginadas y
llevaron adelante, junto con los esclavistas brasileños y el apoyo inglés, la
guerra fratricida contra el Paraguay independiente (1865-1870).
En 1880, bajo el mando de Roca y Victorica, perpetraron el más grande genocidio
contra los pueblos originarios, con la mal llamada “Conquista del Desierto” en el
Sur y en el Chaco.
Se adueñaron así de millones de hectáreas, conformando verdaderos imperios
territoriales y reprimiendo los reclamos de tierra de las masas campesinas,
tanto criollas como originarias.
A partir de entonces, para asegurar su dominio e incrementar sus rentas exportando
carnes y cereales, la oligarquía argentina le abrió la puerta a los capitales
extranjeros, en particular el inglés, otorgándole enormes concesiones.
El capital imperialista penetró con los ferrocarriles, los frigoríficos, con
las empresas cerealeras, los bancos, explotando el trabajo argentino,
llevándose nuestras riquezas y endeudando al país.
Así, en el siglo 20, en la época del imperialismo moderno, nuevas potencias
extranjeras y sus monopolios convirtieron a la Argentina en un país dependiente,
disputado por varios imperialismos, con un desarrollo capitalista deformado y trabado
por la dominación imperialista y por el latifundio.
Hoy, la clase obrera y los sectores populares de la Argentina son los verdaderos
herederos de las gloriosas tradiciones patrióticas, democráticas y de lucha popular
de la Revolución de Mayo y la Independencia.
Aprendemos de esa historia para luchar por una Segunda y definitiva Independencia
por medio de una nueva Revolución democrático-popular, agraria y antiimperialista que
abra el camino al socialismo.
F I N