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Argentina, libre de polio desde 1984, ratificó ayer la continuidad de esta condición, pero advirtió
que el sistema de vigilancia nacional se mantiene en alerta debido a la circulación de este virus
en forma endémica en varios países del mundo, como Namibia, Pakistán, Afganistán, Egipto,
India y Níger.
En setiembre de 1994, la OPS anunció la erradicación de la poliomielitis del continente
americano: el último caso fue el de Luis Fermín Tenorio Cortez, un niño peruano que en
agosto de 1991 contrajo la enfermedad y logró recuperarse.
«Si resurgiera, sería trágico», graficó la doctora María Cecilia Freire, jefa del Servicio de
Neurovirosis del ex Instituto Carlos G. Malbrán (hoy ANLIS), que ayer culminó los festejos
por el 90° aniversario de su fundación con una charla dedicada íntegramente a este tema.
El trabajo de ese centro de investigación fue y sigue siendo determinante para mantener
alejada la amenaza de este virus que causa la parálisis permanente de los músculos.
El ex presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt, la artista mexicana Frida Kahlo, el
actor Alan Alda, el violinista Itzak Perlmann y hasta el emperador Claudio I o Bruno Gelber
en la Argentina son algunos de los casos de poliomielitis recordados a nivel mundial. Sin
embargo, más silenciosamente esta enfermedad tuvo en la Argentina uno de sus mayores brotes
en 1956, con epicentro en la Ciudad de Buenos Aires, año en que el número de afectados fue
aproximadamente de 6.000, en su mayoría niños. El último caso de poliomielitis en nuestro
país se registró hace 22 años, en la provincia de Salta. Desde entonces, los profesionales del
Malbrán, en coordinación con las autoridades sanitarias nacionales y provinciales, mantienen una
importante red de vigilancia y vacunación con las dosis requeridas de Sabin para evitar que un
virus salvaje importado de las zonas donde aún circula endémicamente revierta el estándar
adquirido y genere efectos impensados.
• Referencia
El instituto, donde se formaron César Milstein, Bernardo Houssay, el propio Carlos Malbrán,
Juan Jara, Julio Maiztegui y Salvador Mazza, es la cabeza de la Administración Nacional de
Laboratorios e Institutos de Salud, una red de 11 laboratorios distribuidos en varias provincias,
desde la que se busca atender las políticas científicas y técnicas vinculadas a las acciones
sanitarias, y como tal es la referencia del sector.
Eugenia Sacerdote de Lustig, médica investigadora emérita del Conicet y de la UBA, tiene 95
años y es clave en la historia de la investigación de esta enfermedad, fue quien introdujo los
cultivos celulares en nuestropaís, indispensables para el diagnóstico virológico. En 1954, estando
a cargo del Departamento de Virología del Malbrán, el Ministerio de Salud Pública la convocó
para encarar la epidemia. «Yo estaba en continuo peligro de contagio. Me enviaron a los
Estados Unidos y a Canadá para estudiar la vacuna Salk. Y, al volver, lo primero que hice
fue vacunar a mis hijos y entonces muchos se animaron a vacunar a los propios», recordó
ayer durante su participación en la mesa de expertos históricos reunidos en el marco de los
festejos institucionales.
• Anuncio
El ministro de Salud, Ginés González García, que ponderó «lo que el Malbrán investiga, lo
que produce y lo que diagnostica», también participó ayer del acto central en dicho
establecimiento. «De la polio recuerdo que mi familia decidió dejarme en Mar del Plata
para evitar que me contagiara en Buenos Aires, y desde ahí odio el alcanfor y la pobre
ciudad balnearia», acotó González García al cerrar en panel, y aprovechó para anunciar que en
los próximos días se pondrá en marcha el plan nacional de vacunación contra la rubeola, con
el objeto de inocular a 7.500.000 habitantes.
El Programa Nacional de Erradicación de virus Polio funciona en el ámbito del Ministerio de
Salud de la Nación, que trabaja desde mediados de 1980 en forma conjunta con el laboratorio del
Malbrán y con el resto del país y la OPS/OMS. «No es imposible que suceda lo que ocurrió
recientemente en Namibia, pero el sistema de vigilancia está alerta, y nuestro país tiene una
larga historia de vacunación antipoliomielítica que se inició a mediados de los 70», apuntó la
doctora Freire, que ayer coordinó el panel de expositores.
Desde 1987, rige en todos los países de América un Programa de Erradicación con pautas
comunes, al tiempo que una red de laboratorios regionales para vigilar la circulación del virus
polio. En el Cono Sur y Bolivia, el centro de referencia es el Servicio de Neurovirosis del
Instituto Carlos Malbrán.
En la red que encabeza el Malbrán se desarrollan y promueven el conocimiento de agentes
microbiológicos en patologías humanas, se planifica y organiza la producción de sueros,
vacunas y reactivos, y se realizan investigaciones y monitoreos de los parámetros de
salud-enfermedad de la población.
Además, es fundamental su actividad en cuanto a la vigilancia, la prevención y el control de las
enfermedades prevalentes, y para responder a los nuevos desafíos epidemiológicos en el
hemisferio, tales como la temida gripe aviar e influenza pandémica.
El instituto reconoce antecedentes en la Oficina Sanitaria Argentina, creada en 1893, con
Malbrán a cargo de la sección Bacteriológica. En 1904, se puso la piedra fundamental del que es
ahora el enorme predio de Vélez Sarsfield al 500, en el porteño barrio de Barracas, y recién en
1916 se deja formalmente inaugurado el flamante organismo.
Por entonces, con Rodolfo Kraus como primer director, el nuevo establecimiento se denominó
Instituto de Bacteriología, Química y Vacuna Antivariólica. En 1941, por decreto presidencial,
toma el nombre de Carlos Malbrán, y en 1951, ya como ente autárquico, pasó a llamarse Instituto
Nacional de Microbiología.