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Mar del Plata - La VI Conferencia Industrial de la UIA se asemejó al muro de los lamentos. Ningún orador dio un
discurso esperanzador. Todos traían un pedido al gobierno, algunos lo acompañaban de una propuesta, otros con la historia
de la decadencia de su sector en los últimos años.
Vicenzo Barello, el presidente de Fiat Argentina, fue quien hizo uno de los reclamos más elocuentes al pedir seguridad
jurídica para las inversiones.
Por supuesto, arremetió contra los impuestos distorsivos como el de la Ganancia Mínima Presunta y pidió una baja de las
tasas y una política para desarrollar exportaciones.
Ante 300 personas, Barello recordó que durante 1999 las terminales perdieron 600 millones de dólares por una
pronunciada caída en las ventas, al tiempo que vaticinó que este año «las pérdidas serán similares».
El empresario calificó de «insoportable» la carga fiscal que pesa sobre la fabricación de vehículos, que representa 37 por
ciento del costo total de producción.
Recordó que la industria automotriz representa 12 por ciento del PBI argentino, pero este año se venderán unas 315 mil
unidades que indican que «estamos en un mercado muy pequeño».
Libros
Otro sector que pintó su mala situación fue el gráfico. Joaquín Ledesma al presentar su informe dijo que la industria
gráfica sufrió una «apertura dramática» y la importación de libros aumentó 1.500 por ciento en 5 años. El representante del
sector pidió que se vuelva al anterior status de protección a través del «compre nacional».
A su turno el directivo de la empresa de indumentaria Gatic, Sergio Bagcheian, que tiene entre otras la representación de
Adidas y Le Coq Sportif, pidió impulsar la competencia en el sector, pero reclamó un mayor control aduanero.
Destacó que «la Argentina fue el primer país en el Hemisferio Sur en sufrir las consecuencias de una apertura
indiscriminada al ingreso de indumentaria».
Como problemas más grandes del sector enumeró a «la producción clandestina, el contrabando, la falsificación de marcas
y la venta marginal, como las causas de la competencia desleal interna en el sector indumentaria».
Bagcheian precisó que «existen 24 mil empleados del sector no registrados, la producción clandestina, incluido el
contrabando, alcanza a los 100 millones de prendas, con venta marginal por 1.200 millones de dó-lares y una evasión de
500 millones de dólares anuales».
Inviable
«La convivencia de ambos sectores es inviable», agregó y dijo que «es preciso decidir entre la formalidad y el trabajo
digno o la informalidad y el trabajo esclavo, y definir qué modelo de país queremos.»
En esta conferencia la UIA está presentando su propuesta de reactivación económica que prevé elevar las exportaciones a
50 mil millones de dólares en 5 años. También se orienta a bajar la desocupación a 7 por ciento y elevar la producción
industrial desde los actuales 45 mil a 60 mil millones de dólares en 2 años.
En ese marco, Guillermo Gotelli, presidente del Comité Organizador de la Conferencia Industrial, consideró que la
Argentina «no puede seguir en este estado, por lo cual es necesario hacer propuestas» para el crecimiento, el desarrollo y
la creación de empleo.
El presidente de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), Juan Carlos Lascurain,
sostuvo que «los regímenes de planta llave en mano terminaron por representar una desprotección para el sector», porque
precisó que por efecto de estas políticas «no sólo se importaban los bienes de capital sino también todo lo que hacía a la
parte periférica de la fábrica, como luces, guantes y hasta pares de zapatos».
El presidente de la Cámara de la Industria Curtidora Argentina, Eduardo Wydler, se mostró «absolutamente en contra» de
la intención del Ministerio de Economía de ampliar los cupos para la importación de cueros, pues advirtió que esa
iniciativa «es algo incoherente y retrógado».
Celulosa
Wydler alertó que si los cueros argentinos salen del país sin procesar, «estaríamos generando menos divisas y, por
consiguiente, existirían menos puestos de trabajo».
El titular de la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel, Rafael Gaviola, aseguró que esa actividad «está llamada a
ser uno de los grandes sectores industriales de nuestro país», aunque sostuvo que, para lograrlo, «hay que frenar la
voracidad fiscal y eliminar la evasión tributaria, reducir el costo de capital de inversión, mejorar el acceso al crédito y
evitar prácticas desleales de comercio exterior».
Por su parte, el presidente de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), Hugo Vicente, sostuvo
que «el Estado carece de una política industrial y de exportación», y pidió «la aplicación del 'compre nacional', la
reducción del costo argentino y una nueva ley PyME con ventajas laborales, crediticias e impositivas para las pequeñas y
medianas empresas».
El presidente de la Cámara de la Industria del Calzado, Carlos Bueno, dijo que la producción de calzado cayó 19,3 por
ciento en los recientes cinco años, y en la última década desaparecieron unas 1.500 pequeñas fábricas en ese sector.
Bueno expresó que la caída del consumo per cápita de calzado fue de 12 por ciento en los últimos cinco años por el
«comercio desleal, con agresión de subsidios de Brasil, el dumping social que se practica en Asia y un crecimiento
geométrico del contrabando, que exige medidas drásticas para frenar esta destrucción del empleo en la Argentina».
AVATARES INDUSTRIALES
«Prefiero no ocupar el espacio del Presidente. Además, no quiero que se politice la conferencia. Ustedes saben que mi
pensamiento industrial y a favor de la producción lo expliqué hace menos de un mes, cuando festejaron el Día de la
Industria» fue el mensaje que envió Chacho Alvarez cuando decidió autodesplazarse de la conferencia industrial.
***
Imprevistamente, Graciela Fernández Meijide confirmó anoche su presencia hoy en la convención. Si bien estaba
invitada, aunque no para exponer, los industriales vieron el gesto de la ministra como una compensación frepasista
dada la ausencia de Carlos Chacho Alvarez.
***
«Me llamé a silencio», repetía insistentemente Eduardo Baglietto, titular de la Cámara Argentina de la Construcción,
cuando le preguntaban por su mutismo ante los cambios que desde Economía quieren hacer al plan de infraestructura para
permitir la entrada a constructoras internacionales.
***
«Brasil tiene razón», dijo el presidente de Fiat Argentina al referirse al modo de cálculo del contenido de partes de
fabricación nacional en el tratado automotor. «Siempre se dijo que se mantenía el sistema de medición que
teníamos antes (del nuevo régimen común), de repente se cambia y esto es complicado», dijo Vicenzo Barello.
Argumentó que el modo de cálculo vigente, según el gobierno argentino, «aumentaría mucho los costos» porque
exigiría «una compra de piezas nacionales no necesariamente competitivas, probablemente no por culpa de los
proveedores, sino por las bajas economías de escala en la Argentina».