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Estado y lucha de clases en la Amazonía
El caso de Bagua
Por Guillermo Yucra
Panorama histórico de la evolución de la amazonia peruana
Nuestra amazonía durante las etapas de la historia inkaica y colonial peruanas, ha
permanecido prácticamente impenetrable a las políticas expansionistas de sus
respectivos regímenes sociales de producción, debido en lo fundamental a la
tenaz lucha y resistencia de los pueblos amazónicos, y también al carácter
agreste, de difícil acceso la frondosa vegetación y al interior de las cuencas de
los ríos, de esta inmensa región de la floresta amazónica.
Hoy en día sabemos que el Tahuantinsuyo se asemejó más a una confederación
de pueblos andinos y señoríos costeños sometidos al control de una cultura
hegemónica: la Inka; la cual logró asimilar para su proyecto integrador a diversas
poblaciones ubicadas entre la franja costera y la ceja de selva amazónica. A pesar
de la expansión territorial y el acelerado crecimiento del régimen autocrático
inkaico, durante todo el siglo XV, no se llegó a consolidar en este espacio
atravesado por la Cordillera de los Andes, una unidad exenta de sublevaciones
como las que protagonizaron los huancas en la región de la sierra central. (1) Ni
que hablar de las poblaciones amazónicas, las que fueron una barrera
infranqueable para la dominación Inka. Tal como en el caso de los Chachapoyas
que, a la llegada de los españoles, no dudaron aliarse con estos y junto a los
huancas para liberarse del sojuzgamiento inka.
Durante la etapa del Virreynato, las expediciones militares de colonización
españolas resultaron infructuosas en su incursión a la vasta región de la
Amazonía. Toda la tecnología militar y la amplia experiencia de los colonizadores
en su guerra de reconquista española, fueron insuficientes para someter a los
pueblos amazónicos. Salvo algunas misiones religiosas como los dominicos y
principalmente los jesuitas, a través de la evangelización lograron organizar a
estas tribus indígenas en poderosos núcleos de producción basados en la
organización colectiva y alentados por la concepción humanitarista de un
proteccionismo paternalista, lograron capitalizar para sus propósitos al factor
humano indígena. Es de precisar que su alcance fue limitado y además
establecido socioeconómicamente como un dominio aparte, estas misiones se
convirtieron desde los primeros años del siglo XVII, en verdaderas cruzadas
religiosas de cristianización y de catequización que, cumplieron una importante
labor para los fines de administración política del Virreynato, aunque
incongruentes con la economía feudal que desarrollaba la metrópoli española. En
los aspectos religioso, político y económico asumieron asombrosamente una labor
pionera. Es destacable también la misión educadora que ejerció esta Compañía
de Jesús a través de su escuela bicultural de tipo evangelizador en la que se
impartía enseñanza a los niños y niñas de los pueblos indígenas. La aplicación
más avanzada de esta experiencia misional se llevó a cabo con los indios
guaraníes del Paraguay. (Ver película La Misión) La expulsión de esta orden
religiosa se da en el año de 1786. Las implicaciones de este suceso guardan
relación con la trágica devastación de esta obra misional de más de un siglo de
existencia. Los numerosos pueblos indígenas se encontraron a merced de un total
desamparo. La consiguiente despoblación de las misiones redujo a los pocos
indígenas que quedaron, a una condición de vida miserable. La huida de los
indígenas hacia el interior de la Amazonía, se convirtió en la salida forzada para
escapar de los trabajos de explotación servil a los que fueron sometidos.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en la región amazónica empiezan a
emerger las nuevas formas comerciales enlazadas precariamente al embrionario
nacimiento del capitalismo, el cual toma como base mercantil para su inserción, al
sistema de trueque empleado por los nativos en sus transacciones. En este
escenario la figura del regatón adquiere un rol importante, sobre todo como
elemento que forma parte de la inmensa red de intermediarios comerciales que es
consustancial al desarrollo de nuestro capitalismo dependiente. Con el cambio de
siglo adquieren mayor relieve sus métodos de comercialización basados en el
trueque y en la habilitación. Se extiende progresivamente un mercado en la que
el regatón juega un papel clave, articulador del intercambio comercial a través de
las cuencas y ríos que albergan a los pueblos indígenas.
Al respecto, es
elocuente la cita que hace en su libro Jesús San Román, extraída de la Historia de
la Misiones de Fieles e Infieles del Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de
Ocopa, de 1883:
“La plaga más funesta que en todas épocas han debido sufrir los
misioneros, nos referimos a cierta clase de viajeros que
introduciéndose en las conversaciones con objetos comerciales…
Así procuraban hacerlos los que traficaban en el Ucayali, porque
conociendo que los misioneros impedían sus desórdenes inmorales y
su injusto y tiránico modo de comerciar con aquellos infieles, a
quienes los padres miraban como a sus hijos, se unieron con los
gobernadores para calumniar a dichos padres”.
Como lógica consecuencia de los procesos de colonización de la administración
imperial española, se suscitaron una serie de rebeliones indígenas en la Amazonía
tal como la de los Quijos en el siglo XVI y la de los Maynas en el siglo XVII. (2,
Revisar texto Amazonía del Perú, Waldemar Espinoza) Sin embargo, la rebelión
indígena de mayor resonancia, fue sin lugar a duda, la que dirigiera el líder
asháninka Juan Santos Atahualpa en el año de 1742. Por su impacto se le
considera como una de las epopeyas de mayor significación y trascendencia, la
que además se inscribe victoriosa en las páginas de esta historia sublevante. Este
es el primer momento en que las luchas de estos pueblos adquieren una
proyección panamazónica, que incluso lograra gestar una alianza con los pueblos
quechuas. Nunca se supo el destino de este invencible líder amazónico que
desapareció sin ser derrotado por las huestes españolas, y que incluso se
adelantara al levantamiento de Tupac Amaru, ocurrida muchos años después, en
1780. Lo cierto es que esta rebelión que tuvo como epicentro la región de la
selva central, logró expulsar de esta zona durante 100 años a los invasores
españoles. (Revisar texto sobre rebeliones campesinas en la selva central) A tal
punto que recién en el año de 1860 aparecen los primeros colonos de europeos:
italianos, alemanes, peruanos, etc. Durante un siglo, esta agreste región se cerró
a la penetración de la cultura occidental. (3)
Con el advenimiento de la etapa republicana, el crecimiento y desarrollo de las
relaciones sociales de producción capitalistas, se posibilitan de forma paulatina la
aplicación de las políticas de expansión y dominación, en la vasta región oriental.
Han sido diversos los modos de explotación del trabajo y la naturaleza, pero todos
ellos guiados por la voracidad extractiva de las materias primas. En un primer
momento la fiebre del oro que alentara la extracción de este mineral en los ríos de
Madre de Dios. Luego, la explotación del caucho principalmente empleada como
insumo de la industria del jebe y la industria automovilística, durante un período
que abarca aproximadamente tres décadas (1880-1910).
Desde fines del siglo XIX se ingresa a este nuevo ciclo económico conocido como
del caucho o del oro negro. Durante ese lapso cambia radicalmente el panorama
de la realidad de la Amazonía. Datos estadísticos señalan que la exportación del
caucho se incrementó significativamente de 540,529 kgrs. en 1884, a 4’500,000
kgrs. en 1910. A continuación proporcionamos algunas estadísticas que nos
ilustran por estos años, la evolución de la exportación de este recurso:
Estadística* de Gomas Elásticas exportadas a Europa y Estados Unidos
desde el año 1884 al año 1905
Años
1884
1885
1886
1887
1888
1889
1890
1891
1892
1893
…
…
1899
1900
1901
1902
1903
1904
1905
Cantidad en Kgrs.
540,529
714,161
1’142,046
699,829
465,722
675,000
1’095,625
1’282,841
1’336,561
1’153,282
…
…
993,635
2’246,967
1’236,550
1’684,202
2’089,997
2’188,157
2’492,896
*Fuentes, H. Loreto. Apuntes geográficos, históricos, estadísticos, políticos y sociales. Tomo I, p. 267.
Como habíamos mencionado, en el año de 1910 se llega al pico más alto en la
exportación del caucho. Al año siguiente, en 1911, las exportaciones caen
súbitamente, a pesar de la demanda que se había generado en el mercado
internacional. De esta forma, se llega al fin de este ciclo económico por la fuerte
competencia de las colonias inglesas y holandesas. Malaos, Indonesia y otros
lugares del Asia, fueron los nuevos mercados de abastecimiento para los capitales
ingleses y europeos. La caída de los precios fue inevitable. La apertura de estos
nuevos mercados abarataron los costos de producción. Con ello se produjo la
maximización de las ganancias del capital. La economía del caucho en la selva se
desplomó. (Revisar literatura sobre el ciclo económico del caucho) No hubo
siquiera tiempo para amortiguar las consecuencias de esta crisis de conmociones
catastróficas, es más nunca se previó este desenlace. José Carlos Mariátegui
resume con las siguientes palabras la crisis de recesión que siguió a este período
del boom económico:
“El valor de la montaña en la economía peruana no puede ser
medido con los datos de los últimos años. Estos años corresponden
a un período de crisis, vale decir a un período de excepción. Las
exportaciones de la montaña no tienen hoy casi ninguna importancia
en la estadística del comercio peruano; pero la han tenido, y muy
grande, hasta la guerra. La situación actual de Loreto es la de una
Región que ha sufrido un cataclismo”.
Sin duda, la visión cortoplacista de la burguesía que se había afincado
comercialmente, favoreció el nacimiento de una economía de rasgos extractivos
en la que la región selvática se convirtió en enclave económico del capital inglés.
Eran los últimos estertores de su dominio imperialista, que comienza ya a ceder
paso al capital norteamericano. El auge y caída de la exportación del caucho de la
Amazonía coincide con el desplazamiento del centro del poder mundial del inglés
al norteamericano, hecho de hondas repercusiones económicas y políticas para el
orbe latinoamericano.
Como hemos podido apreciar en el esquema anterior, en la base de este sistema
de explotación económica y social se encuentra el peón cauchero que en su
mayor parte estaba conformado por los indios nativos de los pueblos originarios.
En la cúspide hallamos a los grandes consorcios extranjeros que tenían las más
altas ganancias por los altos intereses que los beneficiaban. Paralelo a este
desarrollo de una economía de enclave-primario-exportadora, se consolida una
economía consumista importadora de productos alimenticios, a raíz de la caída de
la producción agrícola de esta zona. Como era de esperarse los beneficios de la
explotación cauchera revirtieron directamente hacia el capital europeo. De esta
forma, se evaporó la ilusión del caucho que es a la prosperidad falaz de nuestro
período de la explotación del guano y el salitre que precedió a la crisis de la guerra
del pacífico.
El boom económico del caucho nos ha revelado hasta que punto el país se
encontraba profundamente fracturado, escindido, dividido, tan falto de un proyecto
integrador. La expansión de la explotación del caucho sólo ha sido posible bajo
dos condiciones necesarias: 1) la expropiación de los territorios de las
comunidades nativas, principalmente las asentadas en las riberas de los ríos y
cuencas; y 2) el sometimiento esclavo de la fuerza de trabajo indígena. En
ambos casos el Estado peruano actuó como un instrumento de dominio colonial,
testaferro de los intereses del capitalismo inglés y de sus socios intermediarios
agrupados a través de las casas comerciales (citar las formas de conexión al
capital inglés y europeo, además de los mecanismos comerciales de explotación,
la cadena de la explotación comercial, pág. 139) y los fundos gomeros (casas
hacienda) que tanto proliferaron durante este período. (consignar estadísticas
sobre la cantidad de fundos gomeros existentes)
Posteriormente, ya en pleno siglo XX el capital incursionó en la explotación
petrolera, gasífera, forestal y de producción de cocaína para su exportación.
El ciclo económico de la producción de cocaína, también denominado como del
oro blanco, merece aquí especial tratamiento por la apertura de una nueva
demanda global que, tiene en el futuro más inmediato al país de China como el
mercado de mayor consumo de drogas ilegales (incluidas la heroína, el hashís y
las metanfetaminas), desplazando a Estados Unidos que cuenta actualmente con
20 millones de consumidores de cocaína en promedio. Otra razón de fuerza,
estriba en la importancia del “éxito geopolítico” de la guerra contra el narcotráfico y
las drogas que, ha posibilitado un posicionamiento estratégico del imperialismo
norteamericano en zonas clave donde se disputa el control de fuentes de energía
y recursos naturales. Los casos de Irak, Afganistán y Colombia son bastante
emblemáticos. Este último por encontrarse en Sudamérica y ser miembro de la
Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), uno de los países
que junto a Ecuador, Perú, Brasil, Venezuela, Bolivia, Guyana y Surinam, cuentan
con territorio amazónico que como sabemos concentra el 20% del total de agua
dulce que hay en el mundo. Actualmente Estados Unidos mantiene una activa
estrategia de control geopolítico en América del Sur, donde Colombia tiene un
papel protagónico. En lo que va del Plan Colombia o Plan Patriota, se ha invertido
la astronómica cifra de 6 billones de dólares. En el año 2009 se asignaron
419’714,053 millones de dólares. Es la mayor cantidad de dinero que se ha
destinado en ayuda militar a un país del hemisferio occidental. La magnitud de
estas cifras nos revelan hasta que punto las claras intenciones geopolíticas del
país del norte se reservan para la Amazonía sudamericana.
Un primer momento de este nuevo ciclo económico que prospera en el país, en un
lapso aproximado de 14 años, durante las dos últimas décadas del siglo pasado,
nos remonta a los años 70. Después de la Guerra de Vietnam y como una de sus
consecuencias se genera en Estados Unidos una inesperada demanda masiva de
este producto que tiene como insumo a la hoja de coca, desde ya demonizado
como ilegal. En adelante se observa un crecimiento vertiginoso de su producción.
Una multiplicidad de factores explican este fenómeno, los más importantes: la
explosión demográfica, los procesos migratorios y la crisis de la estructura
productiva agraria que hace agua primero en la selva baja en los años 70; y,
luego, se hace extensiva a la selva alta en los años 80, para finalmente colapsar
en toda la región de la selva, en la década de los 90. Entre 1980 y 1986 la
superficie cultivada de hoja de coca se incrementó de 67,862 has a más de
200,000 has, según algunas estadísticas. Podemos apreciar en el siguiente
cuadro, otros datos estadísticos de este mismo rubro de producción entre los años
de 1979-1986:
Producción de coca en hoja 1979-1986
AÑO
Superficie cultivada (has)
Producción
TM
VBP (millones US$)
1979
32,939
75,760
s/i
1982
48,611
111,805
760
1984
63,010
144,923
478
1986
81,675
187,852
751
FUENTE: Web y Lamas 1987.
Aún con estas cifras moderadas observamos un incremento significativo de la
producción de hoja de coca que, está en directa relación con la crisis agraria que
impactó la selva alta en los años 80, especialmente en el Alto Huallaga, en la
región de San Martín. En los primeros años de esta década hay un repunte de la
producción agrícola, debido en lo fundamental a la política crediticia sostenida por
el Estado. El segundo Gbno. De Belaúnde se había trazado convertir la selva alta
en la “despensa alimentaria del país”. En la base de este sistema de producción
alimentaria se encontraban los cultivos comerciales como el arroz y el maíz
amarillo duro. La agresiva política de construcción de carreteras de penetración
buscaba priorizar este objetivo. Sin embargo, estos esfuerzos por impulsar la
actividad agrícola resultaron insuficientes. Muy pronto este sistema estatal de
promoción agrícola se resquebrajó por diversas razones como explica Jesús San
Román: “bajos precios, pago tarde, mal y nunca a los productores por parte de los
entes del Estado, deficiente sistema de comercialización y restricción drástica del
crédito”, pero principalmente porque la solución que se buscaba, no tocaba las
cuestiones de fondo en que este radicaba, como el relacionado al tema vigente y
crucial del problema de la tierra. La aplicación de la fórmula liberal basada en la
división de la tierra en peuqña propiedad, terminó por llevar a la ruina la economía
agraria de la Amazonía. (Revisar balance y testimonios consignados por Róger
Rumrrill, Amazonía Peruana) De esta forma, se comenzaron a crear las
condiciones para la migración de miles de campesinos empobrecidos a las zonas
cocaleras del Valle del Alto Huallaga. La producción de hoja de coca se despuntó,
lo cual produjo una bonanza económica en la zona, por los exorbitantes precios de
la cocaína en el mercado internacional, hasta de dos mil dólares el kilo de PBC. El
Valle del Alto Huallaga se convirtió en la “capital mundial de la coca”, principal
centro productor del 65% del total de cocaína que se consumía en los Estados
Unidos. Las oleadas de violencia que se generaron a raíz de la guerra interna que
estremeció el país, tuvo en esta región uno de sus principales teatros de
operaciones, en la que el Estado, los grupos armados (SL y MRTA) y el
narcotráfico, propiciaron una situación altamente conflictiva. La política antidrogas
fue en manos del Estado un instrumento de control geopolítico en el contexto de
las guerras de baja intensidad. Esta fue la razón principal por la que los sembríos
de coca se desplazaron a la selva baja, especialmente en Ucayali, el Bajo
Huallaga y el Putumayo. Desde el punto de vista de la erradicación de cocales que
esgrime esta misma política antidrogas, los resultados han sido negativos. La
superficie cultivada de coca se incrementó en la década de los 90, precisamente
en el período en que más incisivamente se hacía uso de esta política. La fórmula
de ajuste estructural aplicada durante el Gbno. De Fujimori, desestructuró la
languideciente economía productiva de la Amazonía. La doctrina neoliberal
impuso las condiciones del todopoderoso mercado. La economía de la coca se
favoreció con estas políticas desreguladoras y de liberalización. Las repercusiones
fueron inmediatas. Una masiva expansión de la producción de la coca comenzó a
abarcar toda la región amazónica.
Como en todos estos casos que hemos pretendido abarcar sucintamente, al
indagar por los orígenes y la evolución de la producción de la hoja de coca y
cocaína en el Perú, se ha constatado rotundamente los fracasos que sucesivos
gobiernos han sostenido en materia de políticas de Estado para dar solución al
problema agrario.
Finalmente, debemos considerar la biopiratería como el robo sistemático del
banco genéticos de conocimientos que milenariamente preservan desde nuestra
biodiversidad las culturas amazónicas. La biopiratería es una de las más
antiguas formas de explotación de nuestros recursos que prácticamente ha
pasado desapercibida durante siglos, pero que hoy en día cobra mayor relieve
adquirir conciencia de este problema, sin duda, debido fundamentalmente a la
crisis sistémica del Capitalismo que amenaza con la total destrucción de nuestros
entornos naturales. La recuperación de una conciencia ecológica en la humanidad
encuentra en nuestra Amazonía una de sus fuentes inagotables para desarrollar
sustentablemente la tradición histórica de conservación de la naturaleza que, han
aplicado con sabiduría nuestros pueblos.
Estado peruano y Comunidades Nativas. Aproximaciones al caso de
Bagua.
Variadas han sido las formas –y lo siguen siendo- en que el capital se ha ido
adaptando a las condiciones particulares de nuestros desarrollos civilizatorios y
culturales. De esta nueva dinámica que irrumpiera históricamente, se ha ido
configurando a través de procesos violentos y conflictivos una nueva realidad en la
que emerge el establecimiento de una sociedad de carácter dependiente.
En todos estos casos, el objetivo que siempre se ha perseguido ha sido siempre la
expropiación de las tierras pertenecientes a las comunidades nativas. Con ello se
ha buscado desmantelar la forma colectiva de su organización, aquella que es el
fundamento de su derecho a la tierra, desde hace más de cinco siglos. Con el
transcurrir del tiempo, las comunidades nativas se han llegado a constituir en el
principal freno para el avance voraz de la explotación capitalista. De ahí el interés
que exista por promover métodos cada vez más violentos y represivos que
intensifiquen la desestructuración de toda forma de organización comunal en que
estas se asientan y desarrollan, tal como lo han constatado los sucesos acaecidos
durante las tres últimas décadas, en los cientos y miles de comunidades andinas,
amazónicas y altiplánicas. Las luchas que hoy libran todos estos pueblos son
batallas decisivas por la vida.
Desde 1993, la ofensiva neoliberal del capital cambió sustancialmente la
legislación de tierras, la que precisamente favorece la privatización como en el
caso de la lotización petrolera que abarca el 85 % del extenso territorio de nuestra
Amazonía, leit motiv de las luchas desplegadas en los últimos años por los
pueblos nativos de esta región. La región de Bagua se enmarca en este intensivo
y acelerado proceso de privatización de las tierras comunales amazónicas. El caso
de Bagua en este sentido es bastante emblemático. Lo que hemos podido
observar ya sea parcial o tergiversadamente a través de los medios de prensa
oficial es la lucha frontal del Estado contra los pueblos amazónicos, asentados en
esta región del Dpto. de Amazonas.
Distinguimos tres fenómenos de capital importancia que se entrecruzan en esta
problemática de raíces históricas. Primero, formaciones histórico- culturales de
resistencia milenaria como la de los pueblos Chachapoyas y Awajún. Segundo,
alta densidad poblacional indígena (al 21.6 % es uno de los 4 departamentos
amazónicos con mayor población). Y tercero, según estudio de Lily La Torre
(2004), existe una alta concentración de reservas petroleras. La región de Bagua
integra una de las 7 cuencas sedimentarias de la selva norte, en la que se
encuentra el grueso de la explotación petrolera del país, la que representa a su
vez el 65% de su producción total.
Vemos que el trágico 5 de junio que conmocionó a todo el país y el mundo, no ha
sido un suceso aislado. La explicación de fondo a los hechos que hemos
enunciado la hallamos en la contradictoria y conflictiva relación que ha existido
entre el Estado y los pueblos amazónicos. Lo de Bagua es un hecho que marca un
punto de inflexión histórica en la lucha de los pueblos amazónicos y en la escena
política del Perú de hoy.
Detengámonos un tanto en los antecedentes del Estado Republicano que a
sangre y fuego ha reprimido estas luchas amazónicas, sus orígenes anclados en
el Estado Colonial y la lógica discursiva y cultural que sustenta su derecho a la
explotación:
Ha sido el Estado peruano el que ha promovido en las dos últimas décadas, la
sistemática destrucción de nuestras comunidades tanto andinas como amazónicas
y altiplánicas. En la base económica de esta ofensiva hallamos los intereses de la
clase dominante que, como socia intermediaria se encuentra enfeudada a los
grandes capitales de las corporaciones transnacionales.
El Estado como instrumento de dominación de clase juega un papel clave en el
ejercicio del monopolio de la violencia.
Desde la instauración del Virreynato en el Perú, el Estado ha justificado las
relaciones jerarquizadas de poder, el uso de la violencia y la represión, como
formas naturales que permitan a la clase dominante alcanzar mediante el uso de
la fuerza el “consenso” y la “legitimidad”. El Estado colonial tiene en esta etapa el
objetivo de “garantizar el orden social y llevar a cabo la pacificación”. La
evangelización patrocinada por la ideología providencialista era el instrumento par
excellence, a través del cual los indios eran forzosamente obligados a asimilar los
fundamentos religiosos de la doctrina católica. La política inquisitorial de la
administración colonial española imponía una sola religión y un único credo. A
través de la extirpación de las idolatrías se buscaba borrar de la memoria cultural
de los pueblos, todo rastro de sus propias cosmovisiones y creencias.
En la actualidad, observamos en la constitución del Estado peruano del siglo XXI,
el peso fuerte de la herencia colonial: el centralismo elefantiásico basado en la
lógica de la economía-renta y la concentración del poder, las redes patrimoniales
de la burocracia estatal (o el manejo privado de lo público) que reproducen los
lazos de dependencia, etc.; son algunas de las características que ponen en
evidencia los mecanismos pre-capitalistas en que se asienta de forma
subdesarrollada y dependiente esta “disfuncionalidad institucional”, cuya matriz la
hallamos ya desde su formación como Estado republicano, a inicios del siglo XIX.
El Estado peruano como tal no ha cumplido siquiera una función moderna que se
corresponda al período de crecimiento capitalista, por el cual transitoria y
excepcionalmente atravesara el país entre los años 2001-junio de 2009. En este
contexto, la “defensa del orden democrático y del Estado de derecho” que ordena
la clase dominante por intermedio de los sucesivos gobiernos de turno, no pasa de
ser una construcción discursiva que nada tiene que ver con nuestra realidad como
nación en proceso de formación. La multietnicidad y la pluriculturalidad de los
pueblos amazónicos, quechuas y aymaras jamás se han visto reconocidos ante un
Estado que ha demostrado históricamente su naturaleza exclusiva y excluyente,
enraizada culturalmente en el imaginario colonial de su hegemónica identidad
criolla.
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