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Tema 6: La dificultad de construir categorías analíticas y equivalencias
culturales
1. Conceptos fundamentales y bibliografía comentada
Categorías y unidades de análisis: las categorías además de ser etiquetadas que resumen
descripciones, definiciones, atributos, etc., son un instrumento para poder comparar formas
culturales porque la comparación exige, inevitablemente, algún tipo de clasificación. La
cuestión es qué clase de categorías analíticas son comparables entre sí. Lo complejo que
resulta establecer unidades de comparación adecuadas, y lo importante que esta primera
categorización para determinar lo que se va a comparar. La clasificación que resulta de esa
categorización en unidades de comparación son los compartimentos donde se van a ir
depositando los contenidos tanto descriptivos como de analíticos. Esta categorización es la
que nos permite comparar y es un punto de partida tan importante, que de ella dependerá el
resto del proceso; la perspectiva a adoptar una adecuada observación, la descripción, el
significado, el análisis e interpretación que realicemos.
Emic-etic: estos dos términos tomados del análisis lingüístico, provienen del contraste en
lingüística entre la fonética y fonología. Las descripciones emic de los hechos con las
elaboraciones propias del sujeto investigado, las significaciones del informante. La versión
emic de lo que se quiere observar y analizar en la que corresponde a la percepción del actor.
Es la visión interna, el punto de vista del nativo. Las descripciones etic son las que proporciona
el investigador, sus percepciones como observador y están formuladas en los términos que
maneja la comunidad científica.
Según estos conceptos, una cultura se describe de acuerdo con las categorías
conceptuales nativas sobre cómo la perciben, qué sentido tiene para ellos y cómo la
interpretan. Una cultura se describe sobre la base de las categorías culturales establecidas
desde fuera. Las categorías emic, además de ser necesarias porque permiten establecer
tipologías que no estén prejuiciadas por las categorías etic del investigador, como ocurría con
los sesgos valorativos que se atribuía al modelo evolutivo de la comparación. Es decir,
contribuyeron a que las categorías etic que elaboramos sean más objetivas.
No obstante, la implicación del nativo con su propia cultura impide reconocer las causas y
consecuencias de su comportamiento. Por ello, resulta imprescindible tener en cuenta
también una interpretación más distanciada como la del investigador, aunque ésta, tampoco
está libre de sus propios sesgos y de su endoculturación. Las categorías que propone el
investigador tienen la misma intencionalidad de establecer una mayor sistematicidad. Son dos
modos de percibir, observar, describir y analizar los hechos para lograr el etnocentrismo tanto
del investigador como del nativo sobre sus propias culturas. La cuestión es si estas categorías
emic y etic son válidas para estudios interculturales, si se pueden aplicar en otras culturas.
Comparación entre categorías inadecuadas. Etnocentrismo es la tendencia universal a
aplicar los propios valores culturales para juzgar el comportamiento, las creencias, etc., de
aquellos que pertenecen a otra cultura. El etnocentrismo es el mecanismo primario que
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funciona en la valoración de la cultura. Esta actitud es necesaria o favorece la endoculturación,
es decir, la adaptación e identificación positiva de cada individuo con su propia cultura. Lo
peligroso de las actitudes etnocéntricas es llevar al extremo los juicios que se emiten y
ponerlos en práctica para cambiar al otro, para combatirlo o someterlo.
2. Problemas de clasificación en Antropología Social (Leach)
2.1 Resumen de la guía
El texto de Leach aborda los diferentes puntos de vista del modo de clasificar, lo que se
clasifica en los sistemas sociales y lo apropiado o inadecuado que resultan los esquemas
clasificatorios que propone la antropología. El fracaso de las teorías de Taylor y Frazer sobre las
prácticas rituales mágicas y las creencias religiosas. El error aparece desde el principio en las
equivalencias de racionalidad que establecieron, interpretando fuera de contexto lo que
resulta ininteligible.
2.2 Resumen del libro
La antropología social surgió como disciplina entre 1860 y 1865 y fue consecuencia directa
del intento de aplicar los conceptos de la evolución de Darwin a los fenómenos sociales. Los
axiomas básicos de la disciplina son análogos a los de la botánica y la zoología del siglo XIX.
Términos como “tribu”, “pueblo”, “sociedad” o “cultura” han sido confundidos con el concepto
más biológico de “raza” y se han usado como si poseyeran que denotaban entidades separadas
y perdurables en sí mismas, con cada una de ellas su propia y distintiva historia evolutiva. Se
supone además que cada una de estas entidades se hallan en condiciones estables. Dados
tales supuestos, cobra sentido tratar de establecer una taxonomía sistemática de las
entidades, basada en un principio regular de división monotética. Dicha taxonomía tiene que
ser del tipo segmentario piramidal, como el siguiente:
1. todas las sociedades posee, o no, sistemas de filiación unilineal.
2. todas las sociedades son sistemas de filiación unilineal tiene un sistema matrilineal, un
sistema patrilineal, o si no, los dos a la vez.
3. todas las sociedades de sistemas matrilineales tienen, o no, una pauta sistemática de
residencia.
4. las sociedades matrilineales con pautas sistemáticas de residencia son virilocales, o
uxorilocales, o avunculocales, etc.
No parece sorprendente que este modo de pensar fuera corriente por el año 1860, se
encuentra extraño que sea vigente todavía en el siglo XX. Los fenómenos de la vida real a que
se aplican los categoremas de la antropología social, no tienen ninguno de los rasgos que
caracterizan a las “especies”. En ninguna parte se encuentran fenómenos sociales con límites
bien definidos. Las culturas se fusionan las unas con las otras, y son más propensas a
situaciones de cambio rápido que a cambiar de identidad cultural.
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Parece ser que los argumentos ortodoxos de los antropólogos sociales pertenecen al
campo del “realismo” escolástico, se ocupan de los universales más que de las cosas. Se
dedican demasiadas sutilezas para discernir la esencial universal del “matrimonio”, “la familia”,
“los grupos de filiación unilineal”, “la brujería”, “el sacrificio”, etc.
Entre los clasificadores antropológicos de los sistemas sociales hay varios puntos de vida
divergente sobre puramente qué es lo que se clasifica:
1. una minoría cree que este tipo de raciocinio conduce al descubrimiento de
características realmente existentes de cosas que existen naturalmente. Implica que los límites
entre una y otra sociedad son algo que puede definirse mediante criterios objetivos.
2. un punto de vista defendible es el que se basa en el concepto de Max Weber sobre los
“tipos ideales”. Variedades diferentes de sistemas sociales pueden distinguirse y clasificarse en
términos de “modelos”, desde el principio de que situaciones sociales empíricas nunca serán
más que aproximaciones a estos estados ideales y supersimplificados.
3. existe otro tipo de creadores de modelos antropológicos, del que Leach forma parte,
que considera la clasificación como un procedimiento puramente ad hoc. Se reconoce que
cualquier clasificación útil hoy día, será un obstáculo dentro de 10 o 15 años, cuando los
intereses de los investigadores hayan cambiando. En la antropología social, es posible que un
esquema clasificatorio haya quedado pasado de moda cuando logra la respetabilidad de
aparecer impreso.
La selección de un esquema de clasificación ha dependido mucho de la moda y de
circunstancias accidentales. La antropología social ha dependido del final del siglo XX tenía una
predilección por el evolucionismo. Las sociedades patrilineales que estas representaban una
fase cronológicamente anterior de evolución social que aquélla. Morgan hecho trabajo de
campo en un pueblo patrilineal, los indios iroqueses del estado de Nueva York. Por lo tanto,
intereses creados en creer que los iroqueses eran completamente “primitivos”, es decir, tenían
una forma de sociedad “cronológicamente temprana”.
De modo similar, desde 1940, el tema dominante en la antropología social británica ha
sido la clasificación de los sistemas de linaje segmentarios, como en los Nuer de Sudán, que
han sido considerados como los que tienen un sistema de linaje patrilineal peculiarmente
puro. No hay ninguna razón para creer que los Nuer son típicos de nada especial, si EvansPritchard hubiera hecho su trabajo de campo en una parte diferente del mapa, nuestros
prejuicio taxonómicos sobre estas cuestiones serían totalmente diferentes.
Los antropólogos sociales ganarían mucho si tomaran un número limitado de factores
elementales. Examinan los datos que se les presentan para ver qué factores están presentes y
cuáles no, explorando además la presencia o la ausencia de todas las combinaciones posibles
de tales factores. Describen los objetos de sus investigaciones en base a una agrupación
pautada de factores en lugar de una lista de características aisladas, como se hace en la
taxonomía monotética ortodoxa. Comparado con el ahorro de tiempo ofrecido por el
taxonomista, las computadoras parecen estúpidas, pues insisten en examinar todas las
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posibilidades. La mayoría de las veces esto es una pérdida de tiempo, pero no siempre, y ahí
está el quid de la cuestión.
El respeto por nuestros antepasados académicos y por nuestros superiores vivos, nos
hace respetar las categorías y clasificaciones que ellos establecieron y respetaron. El sistema
nayar es el ejemplo más acabado de sucesión matrilineal perpetua. Radcliffe-Brown lo dijo en
1935, y enteras de estudiantes han aprendido esta verdad sin considerar la posibilidad de que
fuera necesario verificarla. Resulta que los nayar son una extensa casta hindú, residente sobre
todo en el estado de Kerala (Sudoeste de la India) y desde hace veinte años se sabe que
ninguno de los rasgos de Radcliffe-Brown se mencionó son, en realidad, peculiares a la
sociedad matrilineal de los nayar. Estos rasgos se hallan entre los nayar, pero también entre
pueblos de la misma área que no son matrilineales. Además, los mismos nayar no son siempre
matrilineales. No obstante, tan grande es nuestro respeto por la autoridad y el dogma
establecido, que incluso los que tenían plena conciencia de los hechos, se mostraron muy
reacios a hacer objeciones a las interpretaciones del maestro.
Lo que necesitamos es toda la antropología social contemporánea es una falta de respeto
por las categorías de la ortodoxia establecida. Lo necesario es que el antropólogo se aproxime
a sus datos con los prejuicios de una computadora, en vez de con los prejuicios de nuestros
antepasados. Los prejuicios de una computadora son muy simples; se limitan a decir que nada
se sabe de antemano, se inspeccionan los hechos en observación para ver de qué modo los
elementos están agrupados en pautas. La computadora regresará con una “taxonomía”, pero
será una taxonomía puramente operacional, que satisfará esta situación en particular en esta
ocasión concreta. No es la revelación definitiva y única de una verdad fundamental.
La llegada de las computadoras ha demostrado que el análisis directo siempre es posible,
incluso cuando la organización de los factores aislados es altamente compleja. El antropólogo
social volverá a sentirse competente para manejar directamente los hechos culturales sin
tenerlos que someter primeramente a un proceso de criba analítica, tal como lo requieren las
taxonomías “estructurales” ortodoxas generalmente aceptadas.
3. El lenguaje de la comparación (González Echeverría)
3.1 Resumen de la guía
Expone los problemas que plantean en la comparación antropológica de los estudios
transculturales, no sólo, las categorías analíticas y la homogeneidad de las unidades de análisis,
sino también los tipos estructurales. Estos son modelos derivados de una forma de clasificar
los fenómenos sobre la base de sus rasgos más característicos, y estos rasgos característicos de
los tipos estructurales a gran escala, pero son imprescindibles para poder llevar a cabo una
comparación transcultural. El otro problema recurrente de los estudios transculturales, junto a
las críticas hacia las fuentes etnográficas y a la selección de la muestra de estudio, es la calidad
y fiabilidad de los datos etnográficos que se manejan.
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3.1 Resumen del texto
Hay problemas para realizar la comparación, como el de las categorías, la razón es que no
se trata de un problema técnico, sino metodológico, que se aborda de distinto modo desde
distintas posiciones metodológicas. Pero hay que distinguir que una cosa es organizar los
materiales etnográficos de acuerdo con una clasificación de materias, como el Outline of
Materials, y otra comparar distintos informes etnográficos que pueden ser localizados con
más facilidad en un archivo, para poner a prueba una teoría sociocultural específica. En el
primer caso, el lenguaje que se utiliza es un lenguaje etic, porque se trata de una jerga
profesional conocida por todos los antropólogos, adecuada para construir una clasificación de
materiales aunque la jerga cambie, como cambias las lenguas, y las clasificaciones que tengan
que ir revisando y reeditando, como se revisan y se reeditan los diccionarios de la lengua. En el
segundo, el lenguaje es teórico que no necesariamente se tiene que corresponder con las
categorías etic preexistentes.
El lenguaje etic se desarrolla no sólo a partir de los términos emic que sirven a las
descripciones etnográficas, sino también de los términos teóricos. Y la discusión sobre los
distintos tipos de términos y conceptos que se utilizan en Antropología puede ayudar al
debate epistemológico entre una orientación científica y una orientación hermenéutica, y
desde esta perspectiva interesan los conceptos que se usan en la Antropología del parentesco.
Se piensa que los problemas de conceptualización y categorización intercultural y no hará más
que adelantar en forma de tesis la postura de González Echeverría al respecto:
1. en la Nueva Etnografía (la de los años 50) es un producto derivado de la escuela
comparativista de Yale. El impulso a la comparación intercultural subrayó todo el interés de la
Etnografía, de la nueva Etnografía. Y como Goodenough señaló en el prefacio a su libro de
1970, Description and Comparison in Cultural Antrhopology, Social Structure sirvió de punto de
partida al pensamiento que lo informa.
2. fue Goodenough quien se hizo cargo de la propuesta de Pike. Cuando Pike establece la
dicotomía etic/emic, el lenguaje etic no es más que el lenguaje del que inevitablemente se
parte cuando se va a estudiar una nueva cultura. El objetivo último de Pike es estudiar
conductas en el interior de cada sistema, y en este sentido el lenguaje etic no corresponde más
que el punto de partida, al enfoque inicial. Es interesante señalar que Pike cita el Outline of
Cultural Materials como ejemplo de clasificación etic en Antropología.
3. Goodenough da este paso en su espléndido artículo de 1956 sobre reglas de
resistencia. En primer término explica las discrepancias entre los datos de Fischer y los suyos
para los truk como fallo de las tipologías de residencia, es decir, como inadecuación del
lenguaje entre etic preexistente. Después construye su etnografía de la residencia truk no
como observación, sino como teoría de la residencia. Llega así a aquel listado que las
categorías emic para las formas truk de resistencia:
3.1 residencia con la familia extensa asociada con el matrilinaje de la esposa.
3.2 residencia con la familia extensa asociada con el matrilinaje del marido.
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3.3 residencia con la familia extensa asociada con el matrilinaje del padre de la
esposa.
3.4 residencia con la familia extensa asociada con el matrilinaje del padre del marido.
3.5 residencia por acuerdo con un pariente concreto de una familia extensa en la que
por otra parte no se poseen derechos residenciales.
3.6 residencia con independencia de cualquier familia extensa, una posibilidad sólo
hipotética hasta tiempos muy recientes, que afecta ahora a cargos eclesiásticos y a unas pocas
personas que romper con la tradición.
Se puede llamar a 1. Matrilocal, a 2. Avunculocal, y a 6. Neolocal, pero si llamamos a
4.Patrilocal y sucesivamente, empieza la distorsión, por la asociación entre patrilocalidad y
patrilinealidad que generalmente se establece. Para dar mejor cuenta de los datos truk,
Goodenough transforma aquellas categorías emic en tipos de residencia, en términos de los
alineamientos de parientes primarios y secundarios que generan. Estos dos nuevos tipos, que
recogerían las categorías emic 2 y 4 estarían ya disponibles para estudios etnográficos
posteriores y así modifican el vocabulario etic preexistente.
4. tenemos así un lenguaje etic que no sólo permite el acceso inicial, sino que se va
enriqueciendo en las nuevas descripciones etnográficas. Pero este lenguaje se enriquece
también a partir del desarrollo de los conceptos teóricos.
5. la diferencia entre el lenguaje común y el lenguaje teórico es que los conceptos teóricos
se proponen en el interior de una teoría, y a diferencia de los conceptos de los lenguajes
naturales, polisémicos y poliétnicos, deben de ser definidos con precisión, y lo que les otorga
su pertinencia es su inscripción en teorías que resistan la contrastación.
Los conceptos teóricos cambian con el desarrollo de la teoría antropológica, algunos se
modificarían, otros se rechazan. Pero lo conceptos que forman parte de teorías antropológicas
vigentes se desprenden de la teoría y pasan a formar parte del lenguaje etic jerga profesional.
Pierden así su vinculación con la teoría en cuyo interior se propusieron.
6. el lenguaje etic o jerga profesional se construye en primer término a partir de la lengua
folk de los antropólogos y así la prohibición del incesto es un rasgo de la cultura
norteamericana del siglo XIX a la que pertenece Morgan, antes de ser una explicación del
abandono de la etapa primigenia de promiscuidad. Y se enriquece con las aportaciones que
recibe tanto de la teoría antropológica como del quehacer etnográfico siempre que se
distingan las teorías sobre el por qué de los sistemas de las teorías etnográficas y los
etnógrafos estén dispuestos a poner a prueba sus conjeturas sobre cómo se comporta o qué
significa un sistema o un rasgo cultural determinado.
7. a las consideraciones que preceden, Sperber señala que las interpretaciones pueden
introducir una utilización peculiar de los términos y que las interpretaciones sistemáticas
llegan a desarrollar una terminología interpretativa ad hoc. Estos términos interpretativos se
introducen estipulando que van a traducir un término nativo, y o bien se eligen porque ambos
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tienen implicaciones pragmáticas comparables, o se deja de lado su significado estándar y se
les atribuye un significado determinado. Otras veces son los propios términos nativos los que
pasan a integrar ese vocabulario técnico.
Sperber recuerda las críticas que Leach y Needham han hecho a este vocabulario técnico y
piensa que son acertadas, pero puntillosas, porque se trata de términos que se han ido
introduciendo no para responder a intereses teóricos, sino a necesidades interpretativas, y que
traducen nociones nativas que son muchas veces poliétnicas. Así defiende el uso de términos
como “sacrificio”, “adivinación” o “matrimonio”.
Otra cuestión es que se los utilice en la teoría, y que se formulen teorías que no son más
que generalizaciones de interpretaciones etnográficas o de interpretaciones nativas. Y lo que
es más grave, que los términos interpretativos trasladen a la Antropología cuestiones mal
planteadas como ¿qué es el totemismo? Porque estos términos interpretativos son conceptos
inadecuados para la construcción teórica que no tienen por qué corresponder a clases de
fenómenos homogéneos y distintos.
8. en definitiva, este lenguaje etic o jerga profesional o vocabulario técnico de los
antropólogos que se elabora a partir del vocabulario emic, de la terminología interpretativa,
de la lengua folk del antropólogo y de los conceptos teóricos de la Antropología, es el que sirve
de punto de partida para abordar un sistema y para la traducción y la libre interpretación de
los datos etnográficos, como para la clasificación y archivo de los materiales etnográficos de
los que se dispone. Se necesita una clasificación amplia, entendida por todos, capaz de recoger
viejos materiales etnográficos. Pero también, revisable, capaz de contener los nuevos.
9. otra cuestión es que el concepto “grupo de filiación patrilineal” se utilice mucho o poco
hoy en las teorías antropológicas. Se trata de un concepto bien construido lógicamente, y que
recoge algunas características comunes a los paito, a los thock dwiel, a los amyu y a los tsungtsu. El problema está en si efectivamente estos grupos son heterogéneos con respecto a todas
las demás características. El concepto de “grupo de filiación patrilineal” está sometido a crítica.
Parece llevar más a delimitar el ámbito de la teoría de la filiación que a tirarla con el agua sucia
de la bañera. Pero aunque la teoría en su conjunto se hubiera desechado, no se trata de
reestructurar los archivos con cada cambio de orientación teórica.
10. sí, se trata de que para cada nuevo concepto teórico se establezca una suerte de
“regla de correspondencia” que permita conectarlo con una parte o la totalidad de alguna
categoría o categorías de las que sirven para organizar los materiales etnográficos archivados o
codificados.
Se trata de una perspectiva hipotético-deductiva, porque el primer paso para realizar una
investigación es el diseño teórico. De él formarán parte algunos conceptos preexistentes,
algunos elementos del vocabulario técnico. Otros tendrán que ser introducidos ex novo,
tendrán que definirse en el interior de la teoría. Para contrastar las hipótesis teóricas habrá
que mirar si se dispone de datos codificados o archivados previamente, en una categoría o en
otra, o a caballo entre una y la otra, y si no se encuentran habrá que ir a la fuente etnográfica
incluida por entero en el archivo, o habrá que ir de biblioteca en biblioteca. Y si no se
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encuentra, y todos los datos pertinentes es casi imposible que se encuentren, habrá que
realizar nuevos trabajos de campo especialmente diseñados para poner a prueba las nuevas
hipótesis. Entre la comparación intercultural e intersocietal y las nuevas descripciones
etnográficas discurre siempre la puesta a prueba de las teorías antropológicas.
4. Capacidad mental del negro (Beato González y Villarino Ulloa)
Esta etnografía es un exponente de un texto repleto de valoraciones etnocéntricas y de
interopretaciones xenófobas. El objetivo era medir la memoria y la capacidad intelectual de los
niños ecuatoguineanos y españoles aplicando test europeos, con la intención de demostrar la
inferioridad de los primeros respecto a los segundos debido a causas naturales. Hoy en día
resulta escandalosa esa explícita categorización de inferioridad y superioridad pero cuando se
aplicaron los tests, a mediados del s. XX, ya había transcurrido más de medio siglo desde que
se había cuestionado y superado aquella tipificación evolucionista de las etapas de desarrollo
de la humanidad y del estado mental primitivo. Esos tests ya se habían aplicando entre la
población blanca y negra en 1944 llegando a las mismas conclusiones.
Este tipo de estudios es una contrastación acerca de cómo las categorías con contenidos
racistas pueden ser legitimadas científicamente como verdades incuestionables. Bajo unas
premisas supuestamente científicas justifican unan diferencias de capacidades mentales entre
niños blancos y negros. Los mismos autores eran médicos y ello parecía ser suficiente aval de
cientificidad, y como se ensalza en el prólogo, curiosamente, a la vez que se alude a la
motivación religiosa de evangelización que persigue el estudio. Los tests son todo un ejemplo
de cuantificación de la inteligencia y, por otra parte, citan incluso, a antropólogos como
Malinowski para demostrar que se apoyan en la convivencia para saber valorar las emociones.
Asimismo, se apela a la racionalidad del estudio en función de los resultados obtenidos.
En este texto aparecen muchos de los aspectos abordados a lo largo del temario en
relación con los problemas de la comparación cultural. Todo lo relativo a la calidad y a la
validez de los datos es cuestionable: las pruebas eran incorrectas e inadecuadas, o quizá, sí
para su prejuiciosa hipótesis que trataban de demostrar de cualquier forma; no repararon en
el obstáculo del dominio del idioma por parte de los niños africanos a la hora de realizar los
tests. La diferencia con los niños españoles estribaba en aquellos eran bilingües, pero mientras
que para unos era su lengua materna, para los otros no lo era. Tampoco se tuvo en cuenta lo
inapropiado de aplicar el diseño de tests con patrones occidentales para africanos con
experiencias de realidad diferentes. El resultado obtenido acerca de sus aptitudes serviría para
clasificar a toda una población como aptos para unos u otros trabajos. De manera que esta
evaluación de la inteligencia resultaba útil para la política colonial española.
El texto ilustra de forma extraordinaria el etnocentrismo, pues la premisa del relativismo
cultural acerca de la importancia de tener en cuenta el contexto particular, en este caso, se
reduce al contexto occidental. Las consecuencias teóricas e ideológicas, simplistas y
generalistas, de los resultados de los tests de inteligencia sirvieron para legitimar unas
concepciones más prejuiciosas, xenófobas y etnocéntricas.
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