Download 3.El empleo de las preposiciones en español.

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Transcript
Ministerio de Enseñanza Superior y Media
especializada
Universidad Estatal Uzbeca de Lenguas
Mundiales
Facultad de filología española
Catedra superior de lengua española
5А 220102 Linguistica española
DISERTACIÓN MAGISTRADO
Verbos auxiliares
en español contemporaneo
Tema:
Ha sido cumplido por: Makhkamova D.
Jefe científicos: docente Abdullayev K.
prof. Kastaner G.
Tashkent-2009
1
I.Introduccíon..............................................................................................................3
II.Capitulo primero
1.Estudio del verbo español.................................................................................................6
2.El verbo en la gramática estructural................................................................................27
3.La voz o diátesis..............................................................................................................36
4.El infinitivo......................................................................................................................38
5.El participio.....................................................................................................................40
III.Capitulo segundo
1.Estudio de palabras auxiliares en español..................................................................43
2.Semantica de la preposición.....................................................................................50
3.El empleo de las preposiciones en español..............................................................51
IV.Capitulo tercero
1.Semantica de la conjunción......................................................................................67
2.Preposición y su dependencia..................................................................................69
3.El oficio de la preposición........................................................................................73
4.De la interjección.....................................................................................................75
V.Conclución..............................................................................................................77
VI. Bibliografía..........................................................................................................83
2
I.Introduccíon
1.Actualidad de investigación
El propio valor tienen los gerundios quando son precedidos de la preposición en: en
siendo: en estando: en habiendo: en leyendo, pues se pueden resolver por tiempos de
sus verbos, y partículas, como: quando sea, o si fuese: quando esté, o si estuviese:
quando haya, o si hubiese: quando se lea, o si se leyese”. Derivadas son las que
nacen de otras de nuestra lengua, variando de terminación, como regularmente
sucede, o conservando la misma terminación, pero añadiendo siempre alguna nueva
idea. La Academia que tiene por verdaderas partes de la oración las palabras que
Correas agrega al nombre y al verbo, y las que comprehende en la partícula, entiende
que las partes de la oración son nueve; y así quando alguna vez usa de la voz
partícula no intenta designar una parte determinada de la oración, sino una voz
común que conviene a todas las palabras que no son: nombre, pronombre, artículo,
verbo ni participio. El pronombre neutro ello no tiene plural, y quando se junta con la
preposición de suele ésta perder la e diciendo dello: y lo mismo sucede quando se
junta aquella preposición con ellos, ella, ellas; pero no la pierde quando se junta con
este pronombre él, pues entonces se acostumbra pronunciar todas las letras, de él,
para no confundir la contracción que se hiciese de preposición y pronombre con la
que se hace de preposición y artículo, quando se dice: del Rey. No es el adjetivo, aun
prescindiendo del verbo, el único medio de modificar sustantivos, ni el adverbio el
único medio de modificar adjetivos, verbos y adverbios. Tenemos una manera de
modificación que sirve igualmente para todas las especies de palabras que acabamos
de enumerar. En la primera se ponen los verbos y palabras que rigen preposición: en
la segunda las preposiciones regidas; y en la tercera las palabras regidas de las
3
preposiciones: con lo qual apenas habrá duda alguna sobre el régimen, de que no se
pueda salir a primera vista.
2.Fin y tareas de investigación.
Llámanse también superlativos de régimen, porque rigen, esto es, llevan siempre,
expreso o tácito, un complemento compuesto de la preposición de o entre y del
nombre de la clase: "la más populosa de o entre las ciudades europeas", o
(embebiendo el complemento) "la más populosa ciudad europea". Este régimen es lo
que mejor los distingue de los cuperlativos absolutos, de que vamos a tratar. Yo,
sujeto: yo soy, yo leo, yo escribo. Me, complemento que modifica al verbo: me dices,
me esperan. Mí, término de preposición: tú no piensas en mí, trajeron una carta
dirigida a mí. Toda palabra o expresión que sirve de nombre a sí misma; por ejemplo,
analizando esta frase las leyes de la naturaleza, diríamos que la naturaleza está
empleado como término de la preposición de. Lo cual no quita que se diga la en, la
por, la pero, subentendiendo preposición o conjunción. Pero Las preposiciones a,
ante, con, contra, de, en, entre, para, por, sin, so, sobre, tras, entran en la
composición de muchas palabras, v. gr., amontono, verbo compuesto de la
preposición a y el sustantivo montón; anteveo, verbo compuesto de la preposición
ante y el verbo veo; sochantre, sustantivo compuesto de la preposición so y el
sustantivo chantre; contradigo, verbo compuesto de la preposición contra y el verbo
digo, etc. A veces los nombres apelativos pasan a propios por la frecuente aplicación
que se hace de ellos a determinados individuos.Aunque en esta Gramática hubiera
deseado no desviarme de la nomenclatura y explicaciones usuales, hay puntos en que
me ha parecido que las prácticas de la lengua castellana podían representarse de un
modo más completo y exacto. Lectores habrá que califiquen de caprichosas las
alteraciones que en estos puntos he introducido, o que las imputen a una pretensión
extravagante de decir cosas nuevas: las razones que alego probarán, a lo menos, que
no las he adoptado sino después de un maduro examen.
3.Importancia teórica y práctica.
4
Este trabajo enriquece parte teorica de investigación con nuevas opiniónes y da
orientación al estudio de esta rama de la lingüistica. En la practica este trabajo se puede
utilizar en la clases de gramatica teórica y práctica, historía de la lengua, literatura y etc.
4.Objeto de investigación.
En la primera se ponen los verbos y palabras que rigen preposición: en la
segunda las preposiciones regidas; y en la tercera las palabras regidas de las
preposiciones: con lo qual apenas habrá duda alguna sobre el régimen, de que no se
pueda salir a primera vista.Algunos lo confunden con la preposición desde; pero en
los dos ejemplos que siguen se ve claramente la fuerza propia de la preposición y la
del adverbio: "¿Pues que más quieres tú que comenzar desde agora a ser bien
aventurado?" " Dende a pocos días se juntaron otra vez". La frecuencia con que se
encuentra dende por desde en libros antiguos proviene sin duda de la incuria de los
impresores, pero da a conocer que el vulgo confundía ya estas dos palabras como
todavía lo hace. "Para mí santiguada, que si yo fuera camino con ellos, que nunca les
fiara la bota". Duplícase el que en este ejemplo; y para se usa en el sentido de por. La
Academia que tiene por verdaderas partes de la oración las palabras que Correas
agrega al nombre y al verbo, y las que comprehende en la partícula, entiende que las
partes de la oración son nueve; y así quando alguna vez usa de la voz partícula no
intenta designar una parte determinada de la oración, sino una voz común que
conviene a todas las palabras que no son: nombre, pronombre, artículo, verbo ni
participio.
5.Metodología de investigación.
Ese método de trabajo, o cualquier otro, require el auxilio de los cuatro métodos
fundamentales de todo estudio: analítico sintético, inductivo y deductivo, que serán
aplicados en los estudios de modelos, de lecturas selectas, en trabajos de crítica, ets.
Nosotros investigamos las obras de gramatistas como Manuel Blecua J., Alonso A. y
Henríquez Ureña P., Bello A., Cuervo R. J., Criado de Val M., Esbozo de una nueva
gramática de la lengua española., Gili y Gaya S., Lenz R., Roca Pons J., M. Alonso,
G. Stepanov, B.Vinogradov, N.Firsova, S.Kanonich. etc.
5
II.Capitulo primero
1. Estudio del verbo español
Las lenguas se pueden describir y estudiar desde diversas perspectivas. Tal y
como son en un determinado periodo de tiempo, por ejemplo el español de Buenos
Aires en la última década del siglo XX: es lo que se denomina estudio sincrónico. En
sentido contrario, estudiar los cambios sufridos en su evolución a lo largo del tiempo,
es lo que se denomina estudio diacrónico. La lingüística es la ciencia que estudia el
lenguaje. Puede centrar su atención en los sonidos, las palabras y la sintaxis de una
lengua concreta, en las relaciones existentes entre las lenguas, o en las características
comunes a todas ellas. También puede atender los aspectos psicológicos y
sociológicos de la comunicación lingüística.
Buen ejemplo de este tipo de estudio lingüístico lo representa el paso del latín
vulgar hasta la aparición de las lenguas románicas. En el siglo XX la lingüística
trabaja haciendo compatibles las dos direcciones. En tanto que el siglo XIX centró el
estudio del lenguaje en un enfoque diacrónico.
Además cabe estudiar el lenguaje como fin en sí mismo, que constituye el
estudio teórico, y como medio para ser aplicado a otras ramas del saber o a técnicas
concretas, que es un estudio aplicado. La lingüística teórica elabora modelos que
expliquen el funcionamiento del lenguaje, cuáles son sus estructuras y sus
componentes. La lingüística aplicada incorpora sus descubrimientos científicos al
campo de la enseñanza de idiomas, la elaboración de repertorios léxicos, sintácticos o
fonéticos, y la terapia de los trastornos del lenguaje. En los últimos años esa
elaboración de repertorios ha tenido su aplicación informática en la traducción
automática, iniciada por los rusos en los años cincuenta, y en el reconocimiento de la
voz por los ordenadores.
6
Existen varios enfoques para estudiar y describir las lenguas y los cambios
habidos en ellas. De cualquier forma cada uno suele tratar: los sonidos o fonemas de
la lengua (Fonética y fonología), la forma de las palabras (morfología y
procedimientos de formación de las palabras) y las relaciones de las palabras en la
oración y la frase (sintaxis). También se estudia el léxico y el significado de las
palabras de una lengua (semántica y lexicografía).
Estas ciencias tienen que ver con la unidad fundamental de una lengua:
El signo lingüístico. Desde una concepción europea y estructural el signo
lingüístico está formado por un significante y un significado. Así, las ciencias que
se ocupan del signo lingüístico son:

Fonética y fonología se ocuparían del significante.

Semántica se ocuparía del significado.

Gramática y lingüística del texto se ocuparían de la combinación del signo
lingüístico.
Fonética y fonología.
Las dos ocupan el plano de la expresión, del significante, del signo. Incluso
podríamos decir que ambas se ocupan de los sonidos pero de manera diferente.
La fonética estudia los sonidos como fenómenos acústicos articulatorios y la
fonología estudia el valor de los sonidos, la intensidad, la función de los sonidos.
 Fonética: Estudia los sonidos como fenómenos acústico-articilatorios. Estos
sonidos tiene características acústicas y articulatorias (intensidad, bilabial, sonoro...).
Como fenómenos que podemos percibir por el oído, podemos analizarlos, se pueden
medir.
 Fonología: Le interesa la función o el valor de los sonidos.
A la fonología le interesan los sonidos con valor, es decir, los fonemas: TaTa/ Ma-Ta.
7
El valor que determina que esos sonidos se diferencian, son los fonemas: /t/ y
/del/. Pretenden diferenciar significados: Antes [
], Angola [
] utilizamos
procesos como la segmentación o la conmutación( cambiar una cosa por otra).
La lingüística estará interesada por la fonología, pero no será posible sin la
fonética. Importa si una letra cerrada o abierta dará lugar a un cambio de
significado.
La fonética es necesaria para la fonología; no podemos analizar los fonemas
si antes no hemos estudiado los sonidos. La fonología se constituye como
disciplina lingüística en el siglo XIX.
Semántica.
Es la ciencia que estudia el significado de las palabras. En el siglo XIX los
lingüistas comparativistas se dedican a comparar lenguas para establecer familias
de lenguas. Dichas comparaciones se hacían respecto a las formas de las palabras,
los sonidos y las letras. Además buscaban leyes fonéticas que espaciaran la
evolución.
En este mismo siglo Reosin escribió una gramática y propuso estudiar la
evolución de las palabras a partir de su significado, a esta disciplina se la llamó
semasiología.
Mas tarde DEL. Bred usó el término semántico para referirse a lo mismo,
triunfando sobre semasiología.
En la actualidad los lingüistas han visto que todas las unidades lingüísticas
tienen significado. Semántica es por lo tanto el estudio del significado a todos los
niveles (orientación diacrónica).
Por lo tanto:
 Lexicografía: Estudia el significado de las palabras (sólo al nivel de las
palabras).
 Semántica: Estudia el significado a todos los niveles.
8
 Gramática de casos: Semántica de la oración. Con el estudio del significado
de la oración podemos hablar de oyente, acción y efecto.
 Sentido: Interpretación que se hace de un texto. Semántica textual.
Gramática: Morfología y sintaxis:
Los tradicionalistas: Los trabajos se remontan a Plantón y Aristóteles quienes
estudian gramática en sus estudios de filosofía. En la Grecia clásica aparecerán los
primeros tratados gramaticales. En definitiva, es una disciplina con tradición.
Definición: La gramática es el arte de hablar y escribir correctamente una
lengua. Las gramáticas no servían para ver como es una lengua sino para
enseñarla. Esta definición perduró hasta el siglo XX.
Los generativistas: La gramática en un conjunto de reglas que permitan
generar una lengua. Es una disciplina que incluye a la morfología y a la sintaxis.
Se abandona el hecho de que la gramática sea un arte de escribir correctamente.
Por el sencillo hecho de que las lenguas son orales.
Partes de la gramática.
Tradicionalmente para hablar de gramática se usaban:
 Prosodia: Explica la correcta pronunciación de la lengua.
 Ortografía: Enseña a escribir correctamente.
 Sintaxis: Estudio de la unión de combinación de las palabras para formar
asociaciones.
 Analogía: Estudio de las palabras y sus accidentes. Cómo se constituyen las
palabras: caso, número, género, conjugación,...
Hoy en día es la Academia la que se encarga de dar las normas de cómo
hablar y escribir correctamente, no la gramática. Los gramáticos tradicionales no
siguen una metodología lingüística (método de análisis y explicación de una
lengua).
9
Fuera de la tradición gramatical se plantea que son la morfología y la sintaxis;
la gramática deberá estudiar: la palabra, grupos de palabras, oración, morfema (no
se incluyen las unidades fonéticas ni fonológicas, ni el nivel del texto). Todo el
estudio recae sobre la palabra. No está clara la definición de las partes de la
palabra porque también se podría hablar de morfosintaxis.
Morfosintaxis:
Morfología: Estudia la formación de las palabras,
estructura interna, la forma de las palabras asociada a un
significado.
Morfosintaxis
Sintaxis: Estudia la combinación de las palabras, las funciones
de las palabras por significado.
En 1948 se celebra el 6º Congreso de Lingüística en París, en él se
discutía si había que hablar de morfología/ sintaxis o de morfosintaxis. Toda
palabra o todo signo linguinstico tiene una forma y una función. Si la morfología
estudia la forma y la sintaxis la función se puede hablar de morfosintaxis; pero en
la práctica las dos disciplinas se separan.
Lingüística del texto.
Es una disciplina reciente que nace en los años 70 en Alemania. Su objeto de
estudio sería la unidad del texto (las gramáticas tradicionales y generativas
estudiaron la oración hasta los años 70).
Hay unidades lingüísticas que no se pueden analizar sin atenerse al nivel del
texto: su función no puede determinarse. En Francia también se producen estudios
que podemos incluir en la lingüística del texto pero más orientados a la teoría de la
literatura y la semiótica. Coseriu también tiene aportaciones a la lingüística del
texto.
El nacimiento de la lingüística del texto aparece vinculado a la gramática
generativa, e intenta aplicar la distinción entre estructura profunda y estructura
superficial al estudio del texto.
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Una gramática generativa se considera que está compuesta por un conjunto de
reglas que van a servir para generar oraciones de una lengua; así tendríamos la
estructura profunda de una oración. Podemos tener:
 O
SN+SV
 SN
(det)+N
 SV
Aux+V
 SV
V+SN
El niño desayunó un zumo: Esta es una oración, la regla los dice que una
oración se reescribe con SN+SV.
O
SN
SV
DET
N
AUX
V
El
niño
desayunó un
SV
DET
N
zumo.
Esta estructura corresponde a la fase anterior, pero se puede corresponder a
cualquier otra oración. Es una cadena abstracta de símbolos. Esa cadena que es el
resultado de aplicar las reglas de la gramática en la estructura profunda de la
oración.
La estructura superficial es la oración que emite el hablante, la emisión
lingüística o la que el hablante dice.
Tenemos conocimiento o competencia de la lengua española, por eso
podemos generar oraciones en esta lengua. Esa competencia no sabemos como es,
por lo que los generativistas dicen que el conocimiento de una lengua se
corresponde con la gramática, de ahí fijar unas reglas.
11
Los generativistas piensan que debía haber otro conjunto de reglas que
adoptasen la estructura profunda a la estructura superficial, a las que llamarían
transformacionales.
En esto se trabaja desde 1957 con los trabajos Syntactic Structures de
Chomsky. En 1965 aparece el segundo modelo de la gramática generativa Aspects
of the theory of syntax. Al ser generativistas intentan aplicar la gramática al texto.
La estructura profunda de un texto sería la intención primera que tuvo el autor
del texto, ahí había reglas.
La estructura superficial en un texto sería la sucesión de oraciones
combinadas en el texto.
Coseriu: Competencia lingüística del texto.
El punto de partida sería reflexionar sobre la actividad del hablar. Es una
actividad individual; al hablar, habla sólo uno, aunque el hablar está orientado a
otro, ya que comunicarse es decir lago a alguien intencionadamente. Es actividad
es posible realizarla porque tenemos una competencia textual, tenemos un saber,
podemos producir textos. El saber construir textos es independiente de una lengua
determinada.
En la actividad de hablar, estamos obligados a respetar una serie de normas
que determinan el texto. El Texto se quiere ajustar a unas normas que han sido
estudiadas. Esas normas atañen al destinatario del texto, al hablante, al objeto del
hablar y a la situación.
Estas características hay que tenerlas en cuenta en la actividad del hablar, de
no ser así, se fracasará en dicha actividad. En función de lo que vayamos a decir
tenemos que construir el texto de una determinada manera. Los mecanismos son
distintos en función del sujeto y dependiendo de la situación. Así sería un texto.
La gramática es la rama de la lingüística que tiene por objeto el estudio de la
forma y composición de las palabras (morfofonología), así como de su interrelación
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dentro de la oración o de la frase (sintaxis). El estudio de la gramática muestra el
funcionamiento de las palabras en una lengua.
La primera vez que casi todo el mundo establece contacto con la gramática es en
la escuela cuando estudia su propia lengua o al aprender otra, como segunda lengua.
Se denomina normativa porque dice cuál es el funcionamiento de las diversas partes
de la oración según la norma de cada idioma. Dictamina qué palabras son
compatibles entre sí y qué oraciones están bien formadas, de manera que cualquier
hablante a través de las reglas gramaticales perciba si emplea bien o mal esa lengua.
Es una forma de enfrentarse a la formación de las palabras, oraciones y frases de
un determinado idioma. Ahora bien, existen otras formas de gramática que se
interesan por los cambios: cuando se estudian los que ha habido en la formación de
las palabras y de las oraciones a lo largo de la historia —por ejemplo, cómo era una
determinada palabra o una construcción en el español antiguo o el de el siglo de
oro— se aborda el estudio de la gramática histórica. Otros enfoques plantean cuáles
son las semejanzas y diferencias que existen entre varias lenguas y se realiza desde
una perspectiva de la gramática comparada, que establece las relaciones que hay
entre las lenguas al comparar su fonética y las equivalencias en el significado de las
palabras; así al buscar formas análogas en las lenguas próximas las gramáticas
pueden descubrir qué forma influye de una lengua en otra. Otra posibilidad es
investigar cómo se emplean las palabras y qué tipos de oraciones son las adecuadas
según sea el contexto social en que se empleen; ése es el objeto de la gramática
funcional.
Desde otra perspectiva se describe cómo están organizadas las unidades
mínimas con significado que forman las palabras (morfemas) y las que forman las
oraciones (constituyentes). A tal enfoque se le denomina gramática descriptiva. Su
estudio contiene las formas del idioma actual registradas por los hablantes nativos de
una determinada lengua y representada por medio de símbolos escritos. La gramática
descriptiva indica qué lenguas —e incluso aquéllas que nunca se han escrito ni
registrado por ningún otro procedimiento— tienen una estructura parecida.
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Todos estos enfoques de la gramática (normativa, histórica, comparativa,
funcional y descriptiva) estudian la morfología y la sintaxis; sólo tratan los aspectos
que poseen una estructura. Por lo que constituyen una parte de la lingüística que se
distingue de la fonología (estudio de los fonemas) y de la semántica (estudio del
significado). Así entendida es la parte organizativa de la lengua.
Se llama gramática generativa transformacional a la fundada por el investigador
estadounidense Noam Chomsky. Se trata de un enfoque muy diferente, casi toda una
teoría del lenguaje. Los generativistas entienden por lenguaje "el conocimiento que
poseen los seres humanos que les permite adquirir cualquier lengua". Es una especie
de gramática universal, un estudio analítico de los principios que subyacen en todas
las gramáticas humanas.
El verbo, es la parte de la oración sin flexión de caso, pero con flexión de
número, tiempo y persona que significa actividad o proceso realizado o
experimentado. Utiliza los criterios semánticos y formal.
En gramática tradicional el verbo, es una palabra que expresa el proceso, es
decir la acción que el sujeto realiza, o padece, o bien la existencia del sujeto o
estado, e incluso la relación entre el predicado nominal y el sujeto. De una manera
meramente convencional, sin que el sentido lo justificase plenamente, se ha
admitido que realizar la acción se extiende en este caso a oraciones como la casa
recibió una bomba. Se han subdividido los verbos en transitivos, en principio los
que requieren un complemento directo que designa al objeto de la acció, y en
intransitivos que, en principio excluyen la existencia de un complemento directo.
En ocasiones los transitivos se han dividido en transitivos directos, cuando el
complemento no va precedido de una preposición, y transitivos indirectos, cuando
el complemento se introduce mediante una preposición.
El verbo se conjuga, es decir, varía formalmente de una manera específica:
1.- En Persona
2.- En Número
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3.- En Voz
4.- En Modo
5.- En Tiempo
La conjugación se basa en la variación de los elementos del verbo que son el
radical y la terminación.
Según su sentido y construcción se oponen los verbos plenos, a los verbos
auxiliares de tiempo o de vos, y semiauxiliares con infinitivo, con gerundio, con
participio pasado, que expresan diversos matices de tiempo, de modo, o de
aspecto. Por último a la mayoría de los verbos que ofrecen una conjugación
completa se opone una lista de verbos defectivos que no pueden conjugarse en
algunos tiempos o personas.
Presenta formas simples, que constan de una sola palabra: canto, temía,
partiré; formas compuestas constituidas por dos o más palabras y que son los
llamados tiempos compuestos: he cantado, hubiera temido, habrá partido y además
perífrasis verbales: tengo que cantar, volvió a temer, voy a partir. Admite las
categorías gramaticales de tiempo, aspecto, modo y voz, además de las de persona,
que comparte con los pronombres personales y posesivos, y la de número que se
da también en el sustantivo y el adjetivo. Carece de género, excepto el participio.
Las formas verbales constan de un lexema o raíz que encierra el significado
léxico del verbo y de formantes constitutivos, desinencias o morfemas que aportan
la información gramatical varia: número, persona, tiempo, modo y aspecto. Entre
el lexema y los formantes constitutivos se sitúa la vocal temática que informa
sobre la conjugación a la que pertenece el verbo y que aparece sin alteración en el
infinitivo. El verbo admite formantes facultativos y constituyentes.
Los formantes facultativos son prefijos: des- deshacer, re- rehacer, anteanteponer, contra- contraponer, en- ensuciar, em- embarcar, entre- entreabrir, interintercambiar, pre- prever, tras- trasnochar, sub- subestimar, sobre- sobrecargar, y
sufijos: -ear, vocear, lloriquear; -ecer, favorecer, oscurecer; -ejar, cotejar,
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bosquejar; -guar, santiguar, amortiguar; -ificar, bonificar, cuantificar; -uar, actuar,
conceptuar; -iar, carbonizar, economizar.
Los formantes constituyentes o gramaticales pueden ser:
1) Desinencias, morfemas flexivos que se añaden al tema (lexema + vocal
temática) para indicar: tiempo (presente, pasado o futuro), modo (indicativo,
subjuntivo, e imperativo), aspecto (perfectivo, imperfectivo, resultativo, incoativo,
ingresivo, durativo), número (singular o plural) y persona (primera, segunda o
tercera). En el verbo, con un mismo morfema se representa a la vez tiempo, modo
y aspecto, o número y persona; es lo que se denomina sincretismo verbal. Pero hay
veces en que el morfema no está explícito, como por ejemplo ocurre con el de
tiempo-modo-aspecto en el presente de indicativo (cant-a-mos), en ese caso, se
representa su ausencia con el signo Æ. Las formas verbales que presentan
desinencias se denominan formas personales del verbo.
2) Sufijos verbales (-ar, -er, -ir del infinitivo; -ando, -endo del gerundio y ado, -ido del participio), terminaciones propias de las formas no personales del
verbo, llamadas también verboides.
3) Verbos auxiliares: Los tiempos compuestos de los verbos y la pasiva se
construyen en español mediante verbos auxiliares (haber y ser) y el participio del
verbo que se conjuga. Por lo tanto, estos verbos auxiliares están gramaticalizados;
es decir, han perdido su significado propio y han pasado a ser meros morfemas de
la forma verbal que le sigue —el auténtico verbo—, indicando el tiempo, modo,
aspecto, número y persona de la forma compleja verbal resultante. Lo mismo
ocurre con las perífrasis verbales, formadas por un verbo gramaticalizado que
funciona como auxiliar y un infinitivo, un gerundio o un participio, entre los que
puede haber una preposición o una conjunción.
Entre el lexema y los morfemas gramaticales en español puede aparecer la
vocal temática (a, e, i), que es un morfema gramatical carente de significado;
indica si el verbo pertenece a la primera (-a-, cantar), segunda (-e-, temer) o tercera
(-i-, partir) conjugación. Esta vocal temática no está siempre presente porque se
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neutraliza, como en la primera persona del singular del presente de indicativo, o se
transforma en un diptongo, como en la tercera persona del plural del pretérito
perfecto simple de los verbos de la segunda y tercera conjugación. Ejemplos de
análisis formal de formas verbales:
Cantábamos:
Cant-: lexema; aporta el contenido semántico de la palabra.
-a-: Vocal temática; indica que el verbo cantar sigue el paradigma de la
primera conjugación verbal del español.
-ba-: morfema gramatical que indica tiempo (pretérito imperfecto), modo
(indicativo) y aspecto (imperfectivo).
-mos: morfema gramatical que indica persona (primera) y número (plural).
Habíamos cantado:
Habíamos: forma auxiliar, procedente del verbo haber, susceptible en sus
orígenes de ser dividida en partes como cualquier forma verbal simple, pero que al
estar gramaticalizada funciona como morfema de la forma verbal que le sigue, a la
cual aporta las nociones de tiempo (pretérito pluscuamperfecto), modo
(indicativo), aspecto (perfectivo), persona (primera) y número (plural).
cant-: lexema; aporta el significado de la palabra.
-a-: vocal temática que indica que el verbo sigue el paradigma de la primera
conjugación.
-do: morfema de participio; indica aspecto perfectivo.
El número del verbo es una marca de concordancia impuesta por el sujeto.
Las formas verbales pueden ir en singular: yo hablo o en plural: nosotros
hablamos. No presentan variaciones de número las formas no personales o
verboides del infinitivo y gerundio: hablar, hablando. Los verbos unipersonales
sólo presentan formas verbales en singular, por su referencia nocional de la
impersonalidad: nieva, nevaba. A veces, aparecen usos verbales que presentan una
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relación especial de concordancia con el sujeto, el verbo puede aparecer en plural
con sujetos en singular: Eso son amores; este tipo de discordancia es aceptada
porque responde a razones de significación o de sentido, porque, aunque el sujeto
vaya en singular tiene significado de plural.
La persona del verbo varía, de acuerdo con las personas gramaticales que el
sujeto presenta, afecta también a los pronombres personales y a los posesivos. La
persona remite a los interlocutores del discurso, según el eje básico hablanteoyente, yo-tú. Las personas son: primera, segunda y tercera, en singular: yo amo,
tú amas, él ama, o plural: nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Hay que
señalar algunas excepciones de algunos verbos y formas verbales, que sólo se
utilizan en tercera persona de singular, como los verbos unipersonales: Nieva, y
algunos verbos defectivos: Atañe. Las formas no personales o verboides carecen
de persona: comer, comiendo, comido. El imperativo sólo tiene segunda persona.
El morfema verbal de modo indica la actitud del hablante ante el enunciado y
significación verbal: la actitud puede ser objetiva o subjetiva. Ésta puede
presentarse como un hecho cierto, o bien, considerar que su realización será más o
menos incierta, virtual, hipotética, deseable, deseada, dudosa... Es una categoría
específica del verbo. Si el hablante expresa la realidad de forma objetiva, sin tomar
parte de ella, utilizará el modo indicativo, el modo de la realidad: Sergio estudia
mucho; Hace calor; Mañana iremos al cine. Si el hablante participa en el
enunciado, expresa de una forma subjetiva deseo, duda, temor..., utilizará el modo
subjuntivo de la no realidad, de la representación mental: Ojalá tenga suerte; Es
posible que lo haga. La gramática tradicional distingue cuatro modos verbales:
indicativo, subjuntivo, condicional e imperativo, en realidad son dos los modos
verbales: indicativo y subjuntivo, que corresponden a la doble actitud posible del
hablante ante el enunciado: objetiva y subjetiva.
Los modos tradicionales imperativo y condicional no son más que variantes
del modo subjuntivo y del modo indicativo: el imperativo del subjuntivo y el
condicional del indicativo.
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El modo indicativo es el modo actualizador por excelencia. Sus formas sitúan
el acontecer en un lugar y momento dados. Sus formas verbales expresan que el
hablante considera la acción o proceso como algo perteneciente a la realidad, que
posee existencia objetiva: El muchacho está aquí. Había acudido mucho público.
Iré a tu casa hoy.
El modo subjuntivo es el modo de lo virtual, ofrece la significación del verbo
sin actualizar y a él pertenecen las formas verbales con las que el hablante
considera la acción o proceso como algo irreal, como un hecho que existe en su
pensamiento pero al que no puede atribuir fuera de éste, existencia real con
seguridad: Espero que estés en casa; Ojalá lo hagas; Acaso vaya.
El modo imperativo expresa mandato u orden, función apelativa, se utiliza
exclusivamente en situación de discurso. El mandato es la subjetivación del
enunciado con matiz significativo optativo en grado máximo, sólo se utiliza en la
segunda persona. Así, el imperativo queda incluido por su significado verbal en el
modo subjuntivo. En su uso se confunde o alterna con el subjuntivo. El imperativo
sólo acepta forma afirmativa: Ven tú. Venid vosotros. La forma negativa de
mandato se expresa en presente de subjuntivo: No lo hagáis. Para expresar
mandatos indirectos u órdenes referidas a otras personas gramaticales, que no sea
la segunda, se utiliza también el presente de subjuntivo: Lo digan ellos.
El modo condicional es un tiempo verbal creado en las lenguas románicas, no
existía en latín. Procede de la perífrasis latina del pretérito imperfecto de indicativo
+ infinitivo: Amaría de amare habebam. A lo largo de la historia de la lengua, el
condicional ha presentado vacilaciones significativas de uso e incluso
terminológicas. En principio, se denominó modo potencial, por su significación
hipotética o posible: Me compraría un coche si pudiera; en la actualidad la Real
Academia Española lo denomina condicional, por influjo de la gramática francesa
y por ser el tiempo característico de las condicionales. Por su significado, es un
futuro hipotético, indica siempre una acción futura respecto a otra. Se incluye
como variante de modo indicativo, porque el hablante lo utiliza como expresión de
19
una acción real. En el uso actual se sustituye o alterna con el pretérito imperfecto
de indicativo en las oraciones condicionales: Si tuviera dinero, me compraría una
casa o me compraba una casa.
El tiempo es la categoría gramatical que ubica el acontecer del verbo en el
imaginario eje del tiempo natural o real del hablante. Se trata de una categoría
deíctica. El tiempo es un concepto de medida; el hablante necesita expresar la
fecha de las acciones, o comportamientos que expresa con el verbo, y para ello
utiliza un segmento imaginario, en el que el punto de partida es presente, todo lo
anterior es pasado y lo que queda por venir, futuro. La oposición básica se
establece entre el presente, el pasado y el futuro, acción simultánea, anterior y
posterior respectivamente al ahora del hablante. El presente es puntual, pero en la
conciencia del hablante abarca lo que acaba de ser presente y es pasado y lo que es
todavía futuro, pero que va a ser presente de inmediato. El hablante, la realidad
que mejor conoce es la que ha vivido, la que se ha dado en el pasado. La realidad
del presente la conoce, pero no la ha asimilado, y la realidad del futuro la
desconoce. Por eso, en la conjugación española hay más tiempos verbales en el
pasado que en el presente y en el futuro.
Los tiempos verbales del modo indicativo son: Tiempos del presente:
presente: amo, temo, parto; pretérito perfecto: he amado, he temido, he partido.
Tiempos de pasado: pretérito imperfecto: amaba, temía, partía; pretérito indefinido
o pretérito perfecto simple: amé, temí, partí; condicional simple: amaría, temería,
partiría; pretérito pluscuamperfecto: había amado, había temido, había partido;
pretérito anterior o copretérito: hube amado, hube temido, hube partido;
condicional compuesto: habría amado, habría temido, habría partido. Tiempo del
futuro: futuro simple: amaré, temeré, partiré; futuro compuesto: habré amado,
habré temido, habré partido.
La voz es la categoría gramatical que indica si el sujeto realiza la acción, la
recibe o la sufre. Hay dos voces, activa y pasiva. La voz activa indica que el sujeto
gramatical coincide con el agente de la acción expresada por el verbo, acción que
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se ejerce sobre un objeto: Pedro compró una casa. En la voz pasiva, el sujeto no
realiza la acción, sino que la recibe o padece, el sujeto coincide con el objeto. El
agente puede estar especificado o no: La casa fue comprada por Pedro. El verbo
español ha perdido las formas propias de la voz pasiva latina, para su expresión se
utiliza el verbo ser más el participio del verbo conjugado, en concordancia con el
sujeto: El león es temido; Los leones son temidos. No existen, en español,
morfemas específicos de voz. Sólo admiten la voz pasiva aquellos verbos que
pueden usarse como verbos transitivos.
Otra forma de expresión de la voz pasiva es la pasiva refleja, que aparece en
construcciones en voz activa con el pronombre se y significado pasivo: Se abren
las puertas de la catedral a las diez. El sujeto gramatical las puertas recibe la acción
del verbo (abren: son abiertas). Se, morfema indicativo de voz pasiva, indica que el
sujeto gramatical debe interpretarse como objetivo.
El aspecto es el morfema verbal que indica el tiempo interno de la acción
expresada por el verbo: Luis amó, Luis amaba, nos indica si la acción verbal ha
acabado ya (amó), o si está en proceso o desarrollo (amaba). El aspecto no supone,
a diferencia de la categoría tiempo, ubicación alguna, pero sí tiene en cuenta, al
considerar la acción aislada, el factor temporal que subyace a su realización,
desarrollo y conclusión. Por ello, aunque no se confunden, existe una relación
entre ambas categorías. No indica si la acción es presente, pasada o futura respecto
al momento del hablante, sino que indica la medición interna del proceso verbal
con referencia al término o transcurso del mismo proceso: amó, amaba indican
acciones que ya se han dado en el pasado, pero amó indica que la acción ya se
había acabado en ese momento del pasado, y amaba expresa que la acción seguía
realizándose en el pasado.
El aspecto verbal puede ser: aspecto perfectivo el que indica que la acción
verbal se representa como acabada: Yo amé. He terminado mis estudios. Aspecto
imperfectivo indica que la acción se representa en un proceso sin indicar si éste ha
acabado: Yo amo; Terminaré mis estudios. En español el aspecto se expresa
21
mediante procedimientos gramaticales, terminaciones verbales o léxicas, perífrasis
verbales: He estudiado (perfectivo) o yo he de estudiar (imperfectivo). En español,
todos los tiempos simples, excepto el pretérito perfecto simple, indican el aspecto
imperfectivo, y, todos los tiempos compuestos y el pretérito perfecto simple, el
aspecto perfectivo.
También las formas no personales o verboides expresan aspecto perfectivo o
imperfectivo:
Infinitivo simple: imperfectivo, cantar;
Infinitivo compuesto: perfectivo, haber cantado;
Gerundio simple: imperfectivo, cantando;
Gerundio compuesto: perfectivo, habiendo cantado;
Participio: perfectivo, cantado.
Las formas del subjuntivo presentan en el uso lingüístico aspecto perfectivo e
imperfectivo indistintamente: Cuando hayas cumplido treinta años te felicitaré
(aspecto imperfectivo); Aunque hayas estudiado mucho, no has aprobado ninguna
asignatura (aspecto perfectivo). Generalmente, las formas del subjuntivo expresan
deseo, duda, temor, indican tiempo de lo desconocido o del futuro, y acciones
imperfectivas: Ojalá vengas; Deseo que vengan mis amigos. Las perífrasis
verbales indican el término o proceso de la acción expresada por el verbo
perifrástico: Las perífrasis de infinitivo, indican aspecto imperfectivo: Tengo que
trabajar; Debía de estudiar más; las perífrasis de gerundio, indican aspecto
imperfectivo: Iba leyendo los temas; Voy estudiando ciencias. Las perífrasis de
participio, indican aspecto perfectivo: Yo tengo realizados los ejercicios; Yo tengo
estudiados los temas.
La función privativa del verbo es ser núcleo del predicado, a él se refieren
directa o indirectamente todos los complementos del sintagma.
Atendiendo a la definición que sobre el verbo hacen Amado Alonso y Pedro
Henríquez Ureña, “los verbos son unas formas especiales del lenguaje con las que
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pensamos la realidad como comportamiento del sujeto”. Por lo tanto, dado que la
realidad es cambiante, la significación del verbo habrá que atenderla bajo criterios
morfosintácticos, o según su modo de acción.
Desde un punto de vista formal los verbos pueden ser regulares, irregulares y
defectivos. Según criterios morfosintácticos, los verbos se clasifican en verbos
auxiliares,
plenos,
copulativos,
predicativos,
transitivos,
intransitivos,
pronominales, regulares, irregulares y defectivos, y según su significado léxico en
verbos perfectivos e imperfectivos, incoativos, frecuentativos e iterativos.
Los verbos regulares son los verbos que en las distintas formas que pueden
adoptar en su conjugación se ajustan siempre a las formas del verbo que se toma
como modelo en la conjugación a la que pertenece. Saltar, partir, amar.
Los verbos irregulares son aquellos que no siguen los modelos clásicos de la
conjugación, ya que presentan alteraciones en la raíz o en el lexema: cuelo de
colar, debía ser colo; en el morfema o terminación: anduve, de andar, debería ser
andé, o en ambas partes a la vez: puso, de poner, debería ser ponió. Las
irregularidades de las formas verbales están motivadas por transformaciones
fonéticas que han sufrido estas formas a lo largo de la historia de la lengua, y que
han llegado a soluciones múltiples, por lo que no es fácil agrupar las
irregularidades de los verbos españoles ni reducirlas a reglas fijas. Se clasifican en
verbos irregulares totales y verbos irregulares parciales.
Los verbos irregulares totales son los que cambian totalmente de forma en su
conjugación. Son los verbos ir: yo voy, tú ibas, él fue, y ser: nosotros somos,
vosotros erais, ellos fueron. Los verbos irregulares parciales son los que cambian
sólo en parte, en las distintas formas que presentan en su conjugación, son todos
los verbos irregulares excepto ser e ir: anduvo, piensas, tuvo, tendríamos.
Las irregularidades se suelen agrupar según tres modelos o grupos: modelo de
presente, modelo de pretérito y modelo de futuro.
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Modelo de presente: Las irregularidades que presenta un verbo en el presente
de indicativo se dan, también, en el presente de subjuntivo y en el imperativo:
apretar: aprieto, apriete y aprieta tú.
Las irregularidades del modelo de presente consisten en:
Diptongación de la vocal del lexema o raíz: apretar, yo aprieto; poder, yo
puedo. Esta irregularidad es muy frecuente en los verbos españoles, así: acertar,
calentar, fregar, comenzar, confesar, defender, encender, extender, gobernar,
manifestar, merendar, almorzar, mostrar, mover, oler, probar, resolver, soñar,
volar, volver...
Adición de consonante (n, z, y): venir, yo vengo; producir, yo produzco.
Otros verbos que presentan esta irregularidad son: agradecer, apetecer,
compadecer, conocer, crecer, favorecer, merecer, nacer, perecer, tener, poner,
valer, concluir, destruir, influir...
Cierre de la vocal de la raíz, e pasa a i: Gemir, yo gimo; servir, yo sirvo.
Otros verbos: vestir, competir, concebir, elegir, freír, medir, pedir, reír, rendir,
seguir, teñir...
Modelo de pretérito: Las irregularidades que presenta un verbo en el pretérito
indefinido se dan en el pretérito imperfecto y futuro imperfecto de subjuntivo:
andar: anduve, anduviera o anduviese, anduviere.
Las irregularidades del modelo de pretérito son cierre de la vocal de la raíz e
que pasa a i, y o que pasa a u: gemir, él gimió; servir, el sirvió.
Uso de pretéritos fuertes: todos los verbos regulares tienen sus pretéritos
indefinidos acentuados en la sílaba final, son pretéritos débiles: canté, temí, partí.
Los pretéritos fuertes son los que llevan su acentuación en la penúltima sílaba y
son irregulares: tener, yo tuve; haber, yo hube, y otros verbos como: andar,
anduve; estar, estuve; poder, pude; saber, supe; venir, vine; querer, quise; traer,
traje; conducir, conduje; decir, dije; hacer, hice...
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Modelo de futuro: Las irregularidades que presenta un verbo en el futuro
imperfecto de indicativo se dan, también, en el condicional simple: tener: tendré,
tendría. A continuación se señalan las irregularidades más frecuentes en lengua
española.
Las irregularidades del modelo de futuro consisten en la pérdida de la vocal
pretónica: caber, yo cabré; poder, yo podré...
Pérdida de vocal pretónica y aumento de consonante: valer, yo valdré; salir,
yo saldré; venir, yo vendré; poner, yo pondré...
Pérdida de vocal y de consonante: hacer, yo haré; decir, yo diré.
Además de estas irregularidades, los verbos españoles presentan otras que
suelen ser menos frecuentes: decir, yo digo; caber, yo quepo; saber, yo sé. Hay otra
serie de verbos, los verbos irregulares aparentes, que presentan en alguna de las
formas de su conjugación alteraciones gráficas que no responden a irregularidades
verbales, sino que corresponden al cumplimiento de las normas ortográficas de
nuestra lengua: toque, rece, cace...
Los verbos defectivos no son verbos irregulares desde el punto de vista
formal, sino que carecen de algún tiempo o persona; unas veces, por su especial
significado, y otras, por dificultades de pronunciación. Así, son defectivos los
verbos impersonales que, por su significación de fenómenos atmosféricos o de
naturaleza sólo se utilizan en tercera persona de singular: amanecer, anochecer,
llover, nevar, tronar, granizar... Hay otros verbos defectivos de uso frecuente:
balbucir, balbucí; agredir, agredió; abolir, abolió; transgredir, transgredió; atañer,
atañe; concernir, concierne; soler, suele, solía, solió.
Los verbos auxiliares son los que han perdido o debilitado su significado
verbal, y se utilizan para la conjugación de otros verbos como haber, que se utiliza
para la formación de los tiempos compuestos: he comido, y ser, que se usa para la
conjugación en voz pasiva: Él era admirado. Otros se emplean en combinaciones
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con formas no personales del verbo de significado pleno y forma una perífrasis
verbal o frase verbal que pueden ser aspectuales: está durmiendo, volvió a hablar.
Los verbos plenos son aquellos que poseen contenido semántico pleno:
comer, golpear, llorar, dormir.
Los verbos copulativos tienen como función servir de nexo o unión entre el
sujeto y un elemento nominal o adjetivo, que le es atribuido: Luis es listo. Pedro es
arquitecto. Son los verbos ser y estar, aunque funcionan como copulativos otros
verbos: quedar, permanecer, encontrarse: El niño se encuentra enfermo, La niña
permanece tranquila.
Los verbos predicativos son los que tienen significado pleno y constituyen el
núcleo sintáctico y semántico del predicado: el perro duerme, el obrero trabajaba.
Verbos transitivos e intransitivos Los verbos transitivos son aquellos que
necesitan de un objeto o complemento directo para completar su significación:
Juan come verduras.
Los verbos intransitivos son los que no necesitan un complemento directo,
tienen significado completo: Juan corre. Aunque en el uso lingüístico, los verbos
no son en sí mismos transitivos o intransitivos, sino que se denominan así, según
su uso: Juan come patatas, uso transitivo, y Juan come mucho, uso intransitivo. No
obstante, hay verbos que se utilizan casi siempre como intransitivos: vivir,
caminar, existir, nacer, morir. Y otros casi siempre acompañados del complemento
directo: hacer, tener, comer: Yo hago secundaria. Hizo su trabajo; Él tiene calor; Él
comió chocolate.
Los verbos pronominales son los que se construyen con pronombres
reflexivos, de igual persona que el sujeto del verbo: marcharse, arrepentirse,
avergonzarse, alegrarse, asombrarse... A este grupo pertenecen los verbos
reflexivos, que los hay de dos tipos: reflexivos formales, los que tienen forma
reflexiva pero no valor reflexivo; la acción no recae sobre el sujeto que la realiza:
Juan se atreve; y reflexivos gramaticales, aquellos en los que el sujeto es a la vez
26
objeto de la acción: lavarse, peinarse...: Sergio se lava. Daniel se peina. Verbos
recíprocos son los que implican a varios sujetos que realizan la misma acción y la
reciben mutuamente: Daniel y Sergio se pelean.
Los verbos impersonales son aquellos que carecen de sujeto: Nieva, llueve,
truena. Son los llamados verbos de la naturaleza y también unipersonales, pues
sólo se utilizan en tercera persona de singular.
2.El verbo en la gramática estructural
Según el modo de la acción, que es una categoría semántica propia del verbo,
que caracteriza el proceso verbal desde el punto de vista de su manera de acontecer
los verbos se clasifican en: verbos perfectivos e imperfectivos, incoativos,
frecuentativos e iterativos.
Según el modo de acción, que es una categoría semántica propia del verbo y
que caracteriza el proceso verbal desde el punto de vista de su manera de
acontecer, los verbos se clasifican en perfectivos, imperfectivos, incoativos,
frecuentativos e iterativos.
Los verbos perfectivos designan acciones o procesos que requieren alcanzar
su culminación para producirse como tales: saltar, conducir, morir, nacer, abrir,
cerrar; por ejemplo, el significado de cerrar no se alcanza hasta que la acción se
completa.
Los verbos imperfectivos son aquellos que no necesitan alcanzar su
culminación para que la acción o proceso tenga lugar o sea completa: andar, leer,
nadar, dormir, oír, pintar, por ejemplo, el significado de leer, encierra un tránsito.
Los verbos incoativos o ingresivos son los que marcan el comienzo de una
acción o comportamiento: amanecer, envejecer, palidecer, iniciar. A veces, indican
la duración de la acción o comportamiento y presentan forma reflexiva: enfriarse,
calentarse, dormirse, enriquecerse...
Los verbos frecuentativos son los que indican una acción frecuente o habitual:
cortejar, merodear, tutear. Suelen ir acompañados de procedimientos léxicos o
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gramaticales que refuerzan el significado frecuente o habitual de la acción verbal:
Luis ‘tutea’ a menudo a sus abuelos.
Los verbos iterativos o reiterativos expresan acciones compuestas de varios
actos iguales y repetidos: golpear, manosear, vagabundear, patear, besuquear.
Cada tiempo y modo del verbo tiene un valor estilístico del que se sirve el
hablante para expresar su estado anímico, independiente del momento temporal
real en que pase la acción, aunque siempre ligado a los significados de los tiempos
y modos verbales.
El presente indica que la acción expresada por el verbo se da en la época
misma en que se habla: Luis vive en Guadalajara; Sergio trabaja aquí. Puede
presentar matices temporales específicos:
El presente puntual se refiere a nociones momentáneas que se desarrollan en
el momento presente del hablante: dispara.
El presente histórico indica hechos pasados y que ya son historia, porque han
ocurrido con anterioridad: Colón descubre América en 1492. Es una forma típica
de los escritos de carácter histórico y narrativo. El hablante intenta acercar y
revivir aquellos hechos ocurridos en el pasado.
El presente por futuro expresa acciones que van a ocurrir en un momento
posterior: La semana próxima empiezo a trabajar. El hablante expresa una
convicción o seguridad de que los hechos ocurrirán.
El presente ingresivo indica acciones que están a punto de realizarse: Ahora
mismo voy.
El presente imperativo expresa obligatoriedad, tiene valor de futuro, y es
utilizado para expresar un mandato: Tú te vas ahora de mi casa.
El presente actual indica una acción que se está realizando en el momento
presente, y que se amplía tanto hacia el pasado como hacia el futuro: Vivo en
Madrid.
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El presente habitual indica una repetición de acciones o procesos que se dan
en la época del hablante: Me levanto a las ocho.
El presente persistente no expresa limitación temporal alguna, y se refiere a
nociones o valores universales y eternos: La justicia es necesaria.
El presente gnómico aparece en refranes, proverbios máximas..., que tienen
valor no sólo en el momento actual sino en cualquier tiempo: A quien madruga,
Dios le ayuda.
El pretérito imperfecto indica la duración en el pasado: Yo me iba cuando tú
llegaste. Expresa una acción inacabada, es como un presente en el pasado. Se
emplea en las narraciones y descripciones y puede emplearse con valores
específicos.
El pretérito imperfecto de cortesía tiene valor de presente, y se utiliza para
expresar un ruego o pregunta a una persona con quien no se tiene suficiente
confianza: Quisiera pedirle su ayuda, en vez de quiero pedirle...
El pretérito imperfecto de opinión tiene valor de presente, se utiliza en
enunciados de opinión: Yo creía que eso era otra historia, en vez de yo creo...
El pretérito imperfecto imaginativo tiene valor de presente y se refiere a
hechos imaginados o soñados. Es muy utilizado en el lenguaje popular y en el
lenguaje infantil: Yo me comía ahora mil pasteles.
El pretérito imperfecto hipotético o condicional se utiliza en las oraciones
condicionales en lugar del condicional, expresa una acción posible de ser
realizada: Si tuviera dinero, me compraba una casa.
El pretérito perfecto simple o pretérito indefinido indica una acción que ha
ocurrido en el pasado: llegué, vi... No expresa matices significativos especiales, ya
que expresa siempre hechos que han ocurrido en el pasado, indica una acción
pasada sin ninguna conexión con el presente, la acción ha terminado totalmente: El
verano pasado estuve en la playa. Pero en su uso lingüístico alterna y se confunde
con el pretérito perfecto compuesto.
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El futuro simple o imperfecto indica acciones que se van a realizar: Iré a tu
casa. Su valor significativo indica imprecisión temporal y cierta eventualidad, su
uso es muy escaso en el lenguaje coloquial, sobre todo en ciertas zonas de
Latinoamérica, donde es desplazado con frecuencia por formas del presente de
indicativo y por la perífrasis obligatoria de infinitivo: Pedro llegará el lunes, Pedro
llega el lunes, Pedro ha de llegar el lunes. Entre los valores específicos del futuro
se encuentran:
El futuro exhortativo expresa obligatoriedad o mandato: No matarás.
El futuro de cortesía lo utiliza el hablante para suavizar la brusquedad de una
petición: Ustedes me dirán por díganme.
El futuro de probabilidad indica duda, incertidumbre: Serán las doce. ¿Quién
llamará a estas horas?
El futuro de sorpresa tiene valor de presente, sirve para expresar el asombro
que produce alguna acción o comportamiento: lSi será torpe este muchacho!
El futuro histórico tiene valor de pasado, y lo utiliza el hablante para hacer
referencia a un hecho histórico anterior del que se va a informar, y quiere
adelantarlo: Lope de Vega nos ofrecerá en su dramaturgia un gran avance
histórico.
El verbo es un constituyente del Sintagma Verbal, cuya cabeza forma; se
define por su contexto, es decir por el hecho de que, por ejemplo en castellano,
pueda ir precedido de un sintagma nominal sujeto y seguido de un sintagma
nominal objeto.
Se define también por sus marcas de tiempo, persona y número.
El verbo será un plerema, un lexema o un morfema léxico, en español va
acompañado de morfemas de persona, de modo, de aspecto, de tiempo, de voz. En
cuanto al número y al género hay que tener en cuenta la concordancia con el sujeto.
El género en los participios. Esto es una descripción de cómo son las palabras que
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pertenecen a este grupo, más que una definición de ellas. Un mismo morfema tiene
diferentes valores. Por ejemplo:

ROB|ÁRA|MOS
Modo
Tiempo
Aspecto
Se llama verbo a una clase de palabras que funcionan como núcleo de la
oración , y que, en consecuencia, son susceptibles de aparecer representándola sin
necesidad de otras unidades, como al decir Llovía, Venid, Voy. Si, como se verá,
toda oración implica la relación predicativa que se establece entre dos términos
denominados por tradición sujeto y predicado, se comprenderá que el verbo, capaz
de funcionar por sí solo como oración, debe contener dos componentes entre los
cuales se manifieste dicha relación. En efecto, el verbo combina un signo de
referencia léxica (que sería el predicado) y un signo complejo de referencia
gramatical (con significado, entre otros, de persona, que sería el sujeto gramatical
Ambos signos se presuponen mutuamente y Son imprescindibles para que haya
verbo.
Sus respectivos significantes no siempre son separables: con cierta frecuencia
están amalgamados. Pero el cotejo con otros significantes verbales permite
desgajar los componentes DEL contenido, tanto el significado léxico como los
morfemas gramaticales. Volviendo a un ejemplo ya citado, en es no hay
posibilidad de asignar cada uno de los contenidos que expresa a una determinada
porción de su significante. Sin embargo, la comparación de ese significante con
otros ayuda a discernir la presencia en es de varios significados: la noción léxica
de «ser» (como en eres, son frente a comes, come, comen). el significado
gramatical «tercera persona» (como en come, frente a «segunda persona» en eres o
comes), el significado «singular» (frente ¿ti «plural» de son o comen), etc. No
obstante, en general, el significante del verbo puede ser dividido en dos porciones
que se corresponden, una, con el significado léxico, y otra, con el gramatical, como
en cantamos, donde el significante cant- evoca el significado léxico «cantar», y el
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significante amos sugiere los morfemas o accidentes gramaticales «primera
persona», «plural», etc.
El signo léxico del verbo no posee, en principio, ningún rasgo exclusivamente
verbal; son los morfemas gramaticales que se combinan con él los que confieren a
la unidad resultante esa categoría u otra cualquiera. Por ejemplo, el contenido
«amar» expresado por el significante am solo se revela como verbo al integrarse
con ciertos morfemas verbales (así, en amé, amamos, amaría), pero combinado con
otro tipo de morfemas puede originar un sustantivo (como amor) o un adjetivo
(como amable).
La partición de los significantes verbales en segmentos menores, cada uno
asociado a contenidos distintos, lleva a separar lo que se conoce como raíz,
característica y desinencia. Suele aludirse al conjunto de raíz y característica con el
término de tenia.
Como no siempre es posible, según se ha visto, aislar en la secuencia fónica
lo que corresponde al contenido léxico (la raíz), lo que manifiesta los morfemas
exclusivamente verbales (la característica) y lo que expresa los morfemas de
número y persona propios del sujeto gramatical (la desinencia), es preferible
limitarse a segregar la porción del significante relativa al contenido léxico (que
seguiremos llamando raíz) y la que manifiesta en conjunto los contenidos
gramaticales (que denominaremos simplemente terminación). Así, en cantábamos
no diremos que hay una raíz cant, una característica ába y una desinencia mos sino
solo una raíz cant y la terminación ábamos.
Unos mismos significados gramaticales pueden ser expresados por diferentes
significantes, dependiendo de los significantes léxicos con que se combinan. Por
ejemplo, los morfemas gramaticales incursos en unidades como ama, amaba, ame,
amase (cuyo significante léxico común es am-) son los mismos que aparecen en
come, comía, coma, comiese (cuyo significante léxico es com-) a pesar de la
disparidad fónica de las terminaciones: -ti / -e, -aba / -ía -e / -a, -ase / -lese.
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El conjunto de significantes diversos que resulta de combinar un mismo signo
léxico con los variados morfemas gramaticales, es decir, de fundir una misma raíz
con las distintas terminaciones, constituye la conjugación de un verbo. De la
diversidad de significantes propios de las terminaciones se desprende que existen
varios tipos de conjugación verbal, aunque los significados gramaticales que
distinguen entre sí las formas de cada conjugación son siempre constantes. Los
paradigmas de las conjugaciones y las características fónicas correspondientes se
expondrán más adelante.
Persona y número verbales
Si cotejamos formas verbales como las siguientes:
canto / cantas
canto / canta
cantamos / cantáis
viví / viviste
cantamos / cantan
viví / vivió
vivimos / vivisteis
vivimos / vivieron
cantas canta / cantáis cantan
viviste / vivió vivisteis / vivieron
se observa que los contenidos correspondientes a los significantes de cada
pareja coinciden salvo en un rasgo: cada término tiene sujeto gramatical diferente,
es decir, una de las llamadas personas (primera, segunda o tercera). Igualmente,
comparando esta otra serie:
canto / cantamos viví / vivimos
cantas cantáis
canta / cantan
viviste vivisteis vivió / vivieron
comprobamos que los contenidos son idénticos en cada pareja, excepto que el
sujeto gramatical de cada miembro se asocia con número diferente (singular o
plural). En el signo morfológico del verbo se manifiestan, pues, variaciones de los
morfemas de persona y número, que cumplen la función de sujeto gramatical y
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hacen referencia a un ente comprometido en la actividad o el proceso designado
por el signo léxico del verbo. Los morfemas de persona y número no son
exclusivos del verbo puesto que afectan también a otras clases de palabras. Las
distinciones de la primera serie citada de parejas se corresponden con las que
oponen entre sí a las unidades llamadas sustantivos personales (yo / ti¿, yo / él, tú /
ella, nosotros / vosotros nosotros / ellos. vosotras / ellas), si bien en estos la noción
de persona forma parte de su contenido léxico y no del morfológico.
El morfema de persona inserto en el verbo hace alusión a uno de los entes que
intervienen en un acto de habla. En estos siempre existe un hablante, un oyente y
todo lo demás. Se dice que el verbo lleva primera persona cuando el hablante
coincide en la realidad con el ente a que hace referencia el sujeto gramatical (así en
canto o vivo); se habla de segunda persona cuando lo denotado por el sujeto
gramatical coincide con el oyente (como en cantas o vives); se considera que hay
tercera persona cuando la referencia real del sujeto gramatical no coincide ni con
el hablante ni con el oyente (tal que canta o vive). Esta tercera persona se
manifiesta también cuando no interesa o no se puede puntualizar en la realidad la
referencia del sujeto gramatical, es decir, cuando es imposible un sujeto explícito
(como decir Llueve Nieva, Se canta, etc.). En estos casos, la ausencia habitual de
sujeto explícito no impide que el verbo siga provisto de un sujeto gramatical de
tercera persona, con su valor extensivo de «cualquier persona indiferentemente».
La indistinción ocasional de las personas, propia del morfema de tercera, explica
por qué un hablante puede contestar a una pregunta como ¿Qué haces? diciendo en
tercera persona: Nada, se medita (en lugar de la forma de primera persona Medito).
El número es morfema solidario con la persona dentro del verbo. En la
segunda serie de parejas citadas, la oposición entre los dos miembros de cada una
consistía en que el sujeto gramatical se refería bien a uno, bien a varios entes de la
realidad. Se trata, en principio, de la misma distinción señalada en los sustantivos
(casa / casas, pared / paredes, etc.). Pero en el verbo (igual que en los sustantivos
personales), lo denotado por la oposición entre singular y plural no es exactamente
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lo mismo que designa con los sustantivos. En estos, el plural señala que se hace
referencia a varios objetos de la misma clase (casas equivale a la suma de casa +
casa + casa, etc.) y el singular designa o bien un ente único (de la clase
manifestada por el signo léxico), o bien el conjunto indiferenciado de todos los
entes adscritos a la misma clase (valor genérico). Así, en Piafaban los caballos se
alude a la pluralidad de objetos designados por el significante caballos, y en
Piafaba el caballo se hace referencia a «un solo caballo concreto»; pero en El
caballo es un solípedo, el sustantivo caballo no indica ni unidad ni variedad de
objetos, sino el conjunto genérico de todos los de la misma clase.
En el verbo, la oposición singular / plural es de otra índole. Por ejemplo,
cantamos el] plural no se refiere a Un conjunto de varias primeras personas sino
que su sujeto gramatical abarca simultáneamente la referencia a la primera
persona, que es el hablante, y a otras personas no primeras; cantáis denota la
segunda persona del oyente junto con otras; solo cantan alude a un conjunto de
terceras personas, siendo así su comportamiento semejante al del plural de los
sustantivos.
Según se ha visto, los significantes que manifiestan los contenidos de
persona. y número no siempre pueden aislarse respecto de los que expresan otros
morfemas ni de los que aluden al significado léxico del verbo. Tampoco es
uniforme el significante asociado con cada uno de los morfemas de persona y
número. Por ejemplo, el contenido de «primera persona, singular» se revela (según
su contexto) como -o en canto, como -e en cante, como -ti en coma, como -é en
canté, como -íen comí. Solo algunos significados se manifiestan constantemente
con el mismo significante. Por ejemplo, la combinación de las vocales a, e ante -s
indica siempre «segunda persona singular» (cantas, vives); la terminación -is
señala «segunda persona plural» (cantáis, vivís cantaseis, vivisteis); vocal seguida
de mos evoca «primera persona plural» (cantamos comemos, vivimos, somos);
vocal seguida de n alude a «tercera persona plural» (cantan, viven, son). Pero no es
fácil decidir si esas vocales pertenecen al significante del signo léxico verbal o al
35
del signo morfológico. Para mayor sencillez, las consideramos incluidas en la
terminación y no en la raíz de la forma verbal.
3.La voz o diátesis
Además de la persona y el número, accidentes no exclusivamente verbales, se
incluyen en el verbo otros morfemas propios, que, aunque puedan estar
amalgamados con los primeros en el significante, no afectan más que a la
significación de la raíz léxica. Son los morfemas o accidentes conocidos con los
términos de voz, modo tiempo y aspecto.
La voz, o diátesis, hace patente el tipo de relación que se establece entre el
significado de la raíz y el morfema de persona que actúa como sujeto gramatical.
Muchas veces, la experiencia comunicada comporta un actor de la actividad
designada por el verbo, y un paciente afectado por ella. Cuando la persona sujeto
se refiere al actor se suele hablar de «sujeto agente», y cuando se refiere ¿ti objeto
que la padece se habla de «sujeto paciente». Hay lenguas en que estas diferencias
se reflejan en los morfemas verbales. En español no es así, puesto que la expresión
de los contenidos «activo» y «pasivo» no afecta a la estructura de la forma verbal,
sino solo a la construcción del enunciado. Si en El campeón fue vencido se dice
que hay un contenido «pasivo» y en El campeón fue vencedor no, se debe
exclusivamente a la significación de la unidad vencido, y en ningún modo a la
forma verbal, que en ambos casos presenta los mismos morfemas gramaticales.
Tampoco prescrita características especiales la forma verbal en las
construcciones que se llaman «pasivas reflejas», como en Se construyen casas El
hecho de que el objeto designado por el sujeto explícito (casas) sea en la
experiencia comunicada el paciente de la actividad denotada por e verbo no
impone en la estructura gramatical ningún rasgo particular. Se trata de una forma
verbal incrementada por el «reflexivo» se, que alude a la misma persona designada
por el sujeto gramatical («tercera persona» y el sujeto explícito (casas). Sucede lo
mismo en los casos, denominados voces de «voz media», de estos ejemplos: Juan
se levanta, El culpable se arrepiente, etc., donde la forma verbal sigue presentando
36
las mismas relaciones que en cualquier otro caso de construcciones «reflexivas»
(es decir, aquellas en que la referencia personal DEL incremento se coincide en la
realidad con la persona señalada por el sujeto gramatical, coi-no en Juan se la va).
Morfemas o accidentes verbales
Excluidos persona y número, que no son exclusivamente verbales, Y la voz o
diátesis, que no tiene configuración morfemática en el verbo español, quedan otros
morfemas o accidentes gramaticales que oponen entre sí las diferentes variaciones
de la conjugación DEL verbo. Si cotejamos las siguientes formas verbales
(provistas todas DEL mismo significante léxico e idénticos morfemas de persona y
número): cantas, cantabas, cantaste, cantarás, cantarías, cantes, cantaras, cantases,
cantares, cajita (ti¿), observamos que no se emplean indiferentemente y que entre
sí ostentan diversidad de contenido. Igual diríamos DEL grupo de formas
compuestas, en que se funden una forma del verbo haber y un participio, y que, si
bien separados sus (los componentes en la grafía, son unidades globales en cuanto
al sentido: has cantado, habías cantado, hubiste cantado, habrás cantado, habrías
cantado, ha>,as cantado, hubieras cantado hubieses cantado, hubieres cantado. La
oposición entre la primera serie de formas y esta segunda revela cierta diferencia
morfemática. Las formas compuestas señalan respecto de las otras un contenido de
anterioridad. Al cotejar las formas de cada serie entre sí, se revelan ciertos
paralelismos de las diferencias y algunas proporciones. Así, las parejas cantas y
cantabas, cantarás y cantarias, cantes y cantases se oponen entre sí por un rasgo
que se corresponde con el morfema denominado modo Y a la vez, la
proporcionalidad de esas diferencias, cantas / cantabas; cantarás / cantarías; cantes
/ cantases, manifiesta la presencia del morfema llamado tiempo (o más
precisamente perspectiva). A estas tres distinciones de anterioridad, modo
perspectiva, se ha de agregar la del morfema de aspecto.
Formas derivadas del verbo
Se incluyen en la conjugación verbal tres unidades que, si bien comportan el
mismo signo léxico que las otras formas del verbo, se caracterizan por rasgos
37
particulares: en primer lugar, la imposibilidad de funcionar como núcleo de
oración, y, fuego, la carencia de los morfemas propios de aquellas. Se trata de los
llamados infinitivo, gerundio y participio, considerados, no sin razón, como formas
nominales del verbo. En realidad, son unidades derivadas del signo léxico de los
verbos y que funcionan, respectivamente, en los papeles de los sustantivos, de los
adverbios y de los adjetivos. Sin embargo, tales unidades derivadas conservan en
parte las posibilidades combinatorias admitidas por el signo léxico verbal Es decir,
las formas nominales del verbo (también conocidas como formas no personales del
verbo o verboides), aun cuando por su función ni son verbos ni constituyen
oración, se comportan dentro de un grupo complejo unitario como núcleo de él y
son susceptibles de llevar adyacentes análogos a los que el verbo recibe en la
oración. Por ejemplo, en un grupo nomina cuyo núcleo sea un sustantivo, el
adyacente de este llevará el índice preposicional propio de la adjetivación: Por el
temor de las represalias, mientras que en un grupo nominal cuyo núcleo sea un
derivado verbal, el adyacente adoptará los índices propios que llevaría con un
verbo: Al temer las represalias, Temiendo las represalias (como en Temes las
represalias). En suma las unidades derivadas verbales están constituidas por el
sigilo léxico y un derivativo que les confiere otras posibilidades funcionales y la
capacidad de aceptar morfemas de tipo nominal.
4.El infinitivo
El infinitivo es un derivado verbal cuyo significante agrega al del signo léxico
del verbo un sufijo que adopta una de las formas ar, er, ir, como en cantar, comer,
vivir.
Sus funciones coinciden con las del sustantivo: Necesito descansar, igual que
Necesito descanso; Le gusta comer, igual que Le gusta /a comida, Por
consiguiente, aunque el infinitivo carece de variación morfemática de género y
número y las unidades que a él se refieren adoptan en exclusiva los rasgos propios
del masculino singular (como en Es necesario trabajar y descansal-), su comunidad
de función con el sustantivo le permite a veces adoptar por énfasis el artículo: El
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comer. Cuando este uso se hace frecuente, el infinitivo se convierte en un
verdadero sustantivo que puede presentar variación de número: El saber, Los
saberes; Los andares, Las placeres, Los deberes.
De este modo el infinitivo (aislado o acompañado en grupo por términos
adyacentes) aparece en todas las funciones propias de los sustantivos: sujeto
explícito en Beber agua es muy sano; objeto directo en Quiero comer carne, objeto
preposicional en Trató de explicarlo; objeto indirecto (poco frecuente) en No da
ninguna importancia a vivir bien,- adyacente circunstancial en No por mucho
madrugar amanece más temprano atributo en la referencia semántica del gerundio
es de índole estática: no se dirá Tiene un hijo siendo miope, sino forzosamente
Tiene un hijo que es miope.
La función adjetiva del gerundio lo habilita para desempeñar el papel de
atributo en las oraciones copulativas. Pero con restricciones: puede decirse El
presidente está descansando, Todos me estáis ocultando algo, pero no es admisible
Es descansando, Sois ocultando (a no ser en las construcciones enfáticas de tipo
ecuacional, como en Es descansando conio me encuentro mejor). Ahora bien, la
relación léxica entre la raíz de] núcleo verbal y el gerundio es demasiado íntima en
estos casos, a pesar del paralelismo con estructuras -como El presidente está
tranquilo, por lo cual parece mejor estimar la combinación de las formas de estar
con el gerundio como núcleos complejos o perífrasis verbales.
Por último, mientras el infinitivo, por su función primaria sustantiva, puede ir
precedido de preposiciones, el gerundio solo admite en, uso poco frecuente, pero
que permite distinguir a veces referencias diversas: Leyendo el periódico se
durmió («mientras leía el periódico») frente a En leyendo el periódico se durmió
(«en cuanto leyó ... »); En entrando allí, daban tentaciones de echarse a la larga.
También el gerundio es susceptible de desarrollar, como ciertos adverbios,
derivados de carácter afectivo: Lo dijo callandito, Se acercó corriendillo.
La significación que el derivativo aporta al gerundio es en esencia la
indicación de la duración. Ello implica que la referencia de la raíz del gerundio se
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toma como noción simultánea de la que manifiesta el núcleo de la oración. Así, en
el ejemplo Pasaba la tarde descansando en la terraza, las nociones «descansar» y
«pasar» se conciben como simultáneas, igual que el «jugar» y el «oír» de Desde
allí oía a los niños jugando en la calle.
5.El participio
El participio se deriva de la raíz verbal mediante un derivativo que confiere a
la unidad resultante la función propia del adjetivo. El significante del derivativo es
variable según el de la raíz verbal: los más frecuentes son ado, ldo como cantado,
comido, liado. Pero hay otras expresiones irregulares en que se produce una
refundición más o menos profunda del derivativo con el significante (le la raíz,
como en hecho, rolo, vislo, puesto, dicho, participios derivados (le la raíz presente
en los infinitivos haber, romper, ver, poner, decir. Han existido muchos participios
(le este tipo, pero en general se han ido regularizando. He aquí algunos casos: de
prender, preso y prendido; de encender, enceso y encendido; de ver, visto y veido;
de querer, quisto y querido; de volver, vuelto; de resolver, resuelto, de freír, frito y
freído; de romper, roto y rompido; de traer, trecho y iraído; de cocer, cocho y
cocido; de Condlicir, conduclio y conducido; de ceñir, cinto y ceñido; de leñir,
linio y leñido.
Como los adjetivos, los participios poseen variación de género y número y
admiten gradación. Los significantes del morfema de género son /-o/ para el
masculino y I-al para el femenino, y los del número plural son respectivamente
1-osl y I-asI. Las variaciones dependen del género y el número que ostente el
sustantivo con que el participio esté en relación. En los casos de sustantivación con
el artículo, se encuentran las tres posibilidades de los adjetivos: el citado, hi cilada,
lo cilado. En cuanto a la gradación, se emplean los mismos procedimientos que
con el adjetivo: muy avanzado, más avalizado, lall avanzado, Inellos avanzadas,
deniasiado as,alizado, poco avanzadas, baslanle aranzados, avanzadisinlo, etc.
El participio funciona como adyacente de un sustantivo en un grupo unitario,
y como atributo unto a los verbos. Es adyacente de sentido de duración con la
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anterioridad: Habiéndose incendiado el registro, sustantivo en: hojas del árbol
caídas, Las ilusiones perdidas, fue imposible determinar su fecha de nacimiento,
donde la referencia de Los libros editados, Una persona honrada; es atributo en El
cocinero es honrado, Su hija está cansada, Los contribuyentes no parecen
satisfechos, y en la fecha, las estructuras llamadas pasivas: Los delegados no
fueron convencidos
Según se vio arriba, la forma compuesta, habiendo cantado, asocia el sentido
de duración «incendio» se sitúa con anterioridad al intento de determinar dos, La
fecha será recusada. En estos casos, tanto el participio como el gerundio son
válidos.
Tampoco falta el participio, igual que los adjetivos, en funciones atributivas
de tipo adverbial, como en Llegaron muy fatigados a la cumbre, vendrán retrasadas
como siempre, pasaréis la noche muy divertidos.
Por último, también admite adyacentes varios como los adjetivos: Ese artículo
está escrito con los pies, Le regalaron un cuadro pintado a la acuarela, Son gentes
predestinadas al ocio, Le erigieron un busto esculpido en granito, Lo encerraron en
un barracón desprovisto, de ventanas, Lo han encontrado atado de pies y manos,
No era hombre preocupado por el futuro, etc.
Es frecuente la aparición del participio en las llamadas construcciones
absolutas. En ellas, una unidad de función adjetiva, como lo es el participio,
constituye grupo unitario con otras palabras, cumpliendo en conjunto el papel de
adyacente oracional. Suele anteponerse este grupo al resto del enunciado, aunque
no forzosamente, como en los ejemplos siguientes:
Terminada la locución, el general fue muy aplaudido. Concedido el permiso,
puso manos a la obra. Por fin desistimos, convencido Juan de nuestros argumentos.
El médico, examinada la enferma, dudaba en confirmar el diagnóstico.
Tampoco es preceptivo que el participio preceda al resto del grupo: El gesto
fruncido.
41
Una variante de esta construcción, propia de la lengua escrita o afectada,
consiste en la conexión del participio con el otro elemento mediante una estructura
de relativo: Vistos que fueron los expedientes, el juez dictaminó; llegado que fue a
su casa, se acostó.
La relación entre el participio y el otro término de la construcción absoluta se
revela mediante la concordancia: el participio exhibe los morfemas de género y
número del sustantivo. Debe notarse que este está provisto del valor identificativo
del artículo (o las unidades que lo contienen, como los nombres propios, los
demostrativos, los posesivos y los sustantivos personales). Resultaría absurdo
eliminar ese valor y dejar los ejemplos anteriores así: Terminada la locución, el
general fue muy aplaudido; concedido permiso, ...; Examinada enferma, etc. (a no
ser en circunstancias especiales, como al redactar un telegrama). Por otra parte, en
las construcciones absolutas, son precisos los dos términos: el participio no puede
eliminarse, y el sustantivo solo cuando el contexto lo suple. Sería insólito, en los
casos anteriores, Su alocución, fue muy aplaudida; El permiso, puso manos ti la
obra, etc. Pero si en el contexto previo se han mencionado ya los sustantivos, no
serían necesarios y podría decirse: Terminada, fue muy aplaudido; Concedido,
puso manos la obra, etc. Todo ello demuestra que en la construcción absoluta, el
participio es el núcleo y el sustantivo su adyacente temático.
Por último, el participio, inmovilizado en el significante del masculino
singular, entra a formar parte inseparable de los núcleos verbales llamados formas
compuestas: he cantado, habías comido, habrán vivido. En estilo algo arcaizante,
cuando el participio de estas formas queda solo para evitar la repetición de la
forma verbal, puede recibir referentes enclíticos, según hacen el infinitivo y el
gerundio, pero este uso es escrito y escaso: Con qué gusto hubiera modelado él la
estatua de Don Juan; las víctimas del héroe ... !, Su filosofía le había conducido ti.
42
II.Capitulo segundo
1. Estudio de palabras auxiliares en español
R.Pons (pag.67) “Los verbos en infinitivo se usan muchas veces como nombres
comunes masculinos, y entonces admiten artículo masculino en singular, y así se
dice: el andar, el correr, el decir, etc., en cuyas expresiones se suple entre el artículo y
el verbo algún nombre común con la preposición de, v.g.: modo, acto, o exercicio de,
como si se dixese: el acto, o exercicio de andar es conveniente: el modo de correr de
N. es arriesgado: el modo de decir de N. es gracioso”. El artículo singular masculino
pierde la primera letra siempre que le precede inmediatamente la preposición a, o la
preposición de para evitar la concurrencia de dos vocales; y formando una sola voz
de la preposición y el artículo decimos: servir al Rey: cumplir las órdenes del Rey:
cuyo uso es más acertado que el de algunos que por afectación dicen: de el, y a el.
Esta exactitud conviene quando esta palabra el es pronombre, y no artículo, como:
Fulano sintió que hablasen mal de él: porque, siendo entonces pronombre, queda más
claro el sentido, disueltas las dos voces que con la contracción, o sinalefa, la qual
sólo debe tener lugar en el artículo, y no en el pronombre. En la primra se ponen los
verbos y palabras que rigen preposición: en la segunda las preposiciones regidas; y
en la tercera las palabras regidas de las preposiciones: con lo qual apenas habrá duda
alguna sobre el régimen, de que no se pueda salir a primera vista. El pronombre
neutro ello no tiene plural, y quando se junta con la preposición de suele ésta perder
la e diciendo dello: y lo mismo sucede quando se junta aquella preposición con ellos,
ella, ellas; pero no la pierde quando se junta con este pronombre él, pues entonces se
acostumbra pronunciar todas las letras, de él, para no confundir la contracción que se
hiciese de preposición y pronombre con la que se hace de preposición y artículo,
quando se dice: del Rey. “El último pretende que estas tres partes son nombre, verbo
y partícula. Con el nombre pone el artículo y el pronombre: con el verbo el participio;
y bajo el nombre genérico de partícula comprehende la preposición, el adverbio, la
conjunción y la interjección”. La Academia que tiene por verdaderas partes de la
oración las palabras que Correas agrega al nombre y al verbo, y las que comprehende
43
en la partícula, entiende que las partes de la oración son nueve; y así quando alguna
vez usa de la voz partícula no intenta designar una parte determinada de la oración,
sino una voz común que conviene a todas las palabras que no son: nombre,
pronombre, artículo, verbo ni participio.)“El propio valor tienen los gerundios
quando son precedidos de la preposición en: en siendo: en estando: en habiendo: en
leyendo, pues se pueden resolver por tiempos de sus verbos, y partículas, como:
quando sea, o si fuese: quando esté, o si estuviese: quando haya, o si hubiese:
quando se lea, o si se leyese”. Derivadas son las que nacen de otras de nuestra
lengua, variando de terminación, como regularmente sucede, o conservando la misma
terminación, pero añadiendo siempre alguna nueva idea. Así, el sustantivo arboleda
se deriva del sustantivo árbol; el sustantivo hermosura del adjetivo hermoso; el
sustantivo enseñanza del verbo enseño; el adjetivo valeroso del sustantivo valor; el
adjetivo amarillento del adjetivo amarillo; el adjetivo imaginable del verbo imagino;
el adjetivo tardío del adverbio tarde, el verbo imagino del sustantivo imagen; el
verbo hermoseo del adjetivo hermoso; el verbo pisoteo del verbo piso; el verbo
acerco del adverbio cerca; el adjetivo contrario de la preposición contra; el adverbio
lejos del adjetivo plural lejos, lejas; el adverbio mañana del sustantivo mañana, etc.
Las preposiciones a, ante, con, contra, de, en, entre, para, por, sin, so, sobre, tras,
entran en la composición de muchas palabras, v. gr., amontono, verbo compuesto de
la preposición a y el sustantivo montón; anteveo, verbo compuesto de la preposición
ante y el verbo veo; sochantre, sustantivo compuesto de la preposición so y el
sustantivo chantre; contradigo, verbo compuesto de la preposición contra y el verbo
digo, etc. A veces los nombres apelativos pasan a propios por la frecuente aplicación
que se hace de ellos a determinados individuos. Virgilio, Cicerón, César, han sido
originalmente nombres apelativos, apellidos que se daban a todas las personas de
ciertas familias. Lo mismo ha sucedido con los apellidos castellanos Calderón,
Meléndez, y muchísimos otros, aun de aquellos que significando solar son precedidos
de la preposición de, como Quevedo, Alarcón.
44
Toda palabra o expresión que sirve de nombre a sí misma; por ejemplo, analizando
esta frase las leyes de la naturaleza, diríamos que la naturaleza está empleado como
término de la preposición de. Lo cual no quita que se diga la en, la por, la pero,
subentendiendo preposición o conjunción. Llámanse también superlativos de
régimen, porque rigen, esto es, llevan siempre, expreso o tácito, un complemento
compuesto de la preposición de o entre y del nombre de la clase: "la más populosa de
o entre las ciudades europeas", o (embebiendo el complemento) "la más populosa
ciudad europea". Este régimen es lo que mejor los distingue de los cuperlativos
absolutos, de que vamos a tratar. Yo, sujeto: yo soy, yo leo, yo escribo. Me,
complemento
que
modifica
al
verbo:
me
dices,
me
esperan.
Mí, término de preposición: tú no piensas en mí, trajeron una carta dirigida a mí.

Sirven de sujeto: eso no debe tolerarse, aquello no me pareció bien.

Sirven de término, con preposición o sin ella: me limito a esto, no quiero
pensar en eso, no entendí aquello.
A.Alonso (pag.79) “Concurriendo la preposición a o de con el artículo masculino o
femenino el, se forma de las dos dicciones una sola: al río, al agua, del río, del agua.
Acostúmbrase separar la preposición del artículo, cuando éste forma parte de una
denominación o apellido que se menciona como tal, o del título de una obra, v. gr.:
"Rodrigo Díaz de Vivar es generalmente conocido con el sobrenombre de el Cid".
"Pocas comedias de Calderón aventajan a El postrer duelo de España". Este, ese,
esto, eso, y las formas íntegras del artículo definido se juntaban en lo antiguo con la
preposición de, componiendo como una sola palabra: deste, desta, destos, destas,
desto; dese, desa, desos, desas, deso; dél, della, dellos, dellas, dello: práctica de que
ahora sólo hacen uso alguna vez los poetas. El adverbio puede estar en la oración sin
régimen, esto es, sin otra palabra después de sí, y en esto se diferencia de la
preposición, que requiere después de sí algún nombre, pronombre o verbo que
perfeccione el sentido, v.g. quando decimos: el caballo corre bien; el adverbio bien
no pide después de sí otra palabra para formar sentido cabal; pero si en lugar del
adverbio se usa de una preposición diciendo: el caballo corre por, queda imperfecto
45
el sentido, y es necesario que la preposición por tenga su régimen, esto es, otra
palabra que denote el parage por donde corre, como: corre por el prado, por el
campo. Esta voz enhorabuena compuesta de preposición, de nombre sustantivo y de
adjetivo, es adverbio quando decimos: Sea enhorabuena; y es sustantivo quando
decimos: Vamos a dar la enhorabuena a fulano. "Ese hombre o esa mujer no piensan
en sí"; "Estos árboles o estas plantas no dan nada de sí"; "Eso pugna contra sí".
Terminal construído con la preposición con: "El padre o la madre llevó los hijos
consigo"; "Ellos o ellas no las tienen todas consigo"; "Esto parece estar en
contradicción consigo mismo". El complemento acusativo (llamado también directo
y objetivo) se expresa de varios modos en castellano. Si el término es un nombre
indeclinable, formamos el complemento acusativo o con el término solo, o
anteponiendo al término la preposición a: "Los insectos destruyen la huerta"; "La
patria pide soldados"; "El general mandó fusilar a los desertores"; "El juez absolvió
al reo". Así como el llevar la preposición a no es señal de complemento acusativo o
dativo, el no llevar preposición alguna tampoco es señal de complemento acusativo.
En "el lunes llegará el vapor", el lunes es un complemento que carece de preposición,
y que sin embargo no es acusativo, porque, si lo fuese y hubiera precedido la
mención de ese lunes, sería lícito decir "le o lo llegará el vapor", sustituyendo le o lo
a el lunes. Otras veces este que sustantivo y anunciativo es complemento o término:
"Los animales se diferencian de las plantas en que sienten y se mueven": en que es en
esto; que es término de la preposición en. "Los fenómenos del universo atestiguan
que ha sido criado por un ser infinitamente sabio y poderoso": atestiguan que es
atestiguan esto; que es la cosa atestiguada; complemento acusativo de atestiguan.
"¿A qué partido nos atenemos?", qué, adjetivo; qué partido, término de la
preposición a. "¿En qué estriban nuestras esperanzas?", qué, sustantivo y término de
la preposición en. El la de la que no hace más que dar una forma femenina y singular
al que: la y que son un solo elemento gramatical, un relativo que pertenece todo
entero a la proposición incidente, donde sirve de término a la preposición en; y el
antecedente de este relativo es la relación, que con la frase verbal es un libro, etc., a
la cual sirve de sujeto, compone la proposición principal. "Los reos fueron
46
condenados al último suplicio; lo que causó un sentimiento general"; el lo de lo que
no hace más que determinar el carácter sustantivo y neutro del relativo; así lo y que
componen un solo elemento, que hace de sujeto en la proposición incidente, y
reproduce (como suelen hacerlo los neutros) todo el concepto de la proposición
principal, como si se dijese, el haber sido condenados los reos al último suplicio
causó, etc. Los adverbios de esta terminación son frases sustantivas adverbializadas;
o si se quiere complementos en que se calla la preposición; que para el caso es lo
mismo. Justamente, sabiamente, quiere decir, de una manera justa, de una manera
sabia: mente en estas frases significa manera o forma. Otros adverbios hay que son
originalmente adjetivos o complementos con preposición, v. gr.: alto, bajo, recio,
claro, quedo (originalmente adjetivos); apenas, acaso, despacio (de espacio),
encima, enfrente, amenudo, abajo, adentro, afuera (complementos). Algunos lo
confunden con la preposición desde; pero en los dos ejemplos que siguen se ve
claramente la fuerza propia de la preposición y la del adverbio: "¿Pues que más
quieres tú que comenzar desde agora a ser bien aventurado?" (Granada); " Dende a
pocos días se juntaron otra vez" (Diego Hurtado de Mendoza). La frecuencia con que
se encuentra dende por desde en libros antiguos proviene sin duda de la incuria de los
impresores, pero da a conocer que el vulgo confundía ya estas dos palabras como
todavía lo hace. "Para mí santiguada, que si yo fuera camino con ellos, que nunca les
fiara la bota" (Cervantes). Duplícase el que en este ejemplo; y para se usa en el
sentido de por. Semejante uso de para no creo que después de los primeros tiempos
de la lengua tuviese cabida sino en este u otros juramentos: "Callen la boca, y
váyanse con Dios; si no, por mi santiguada que arroje el bodegón por la ventana",
dijo también Cervantes. En pardiez está apocopada la preposición para, y encubierto
el nombre de la Divinidad. Dedonde es una sola palabra (equivalente a la latina unde)
en este pasaje de Cervantes: "Corrimos una borrasca, que nos duró cerca de cuarenta
horas, al cabo de las cuales dimos en esta isla dedonde hoy salimos". Se divide en
dos palabras distintas cuando decimos, por ejemplo: "Salió de donde estaba
escondido", esto es del paraje donde. El antecedente envuelto es el término de la
preposición de. Mientras es una preposición que tiene regularmente por término un
47
demostrativo neutro: mientras esto, mientras tanto, mientras que; a veces un
sustantivo cualquiera: mientras la cena. Si se calla el que, la preposición envolviendo
el relativo, toma el significado, y oficio de cuando, y se hace, por tanto, adverbio
relativo: "Mientras yo trabajaba, tú te divertías". "No es raro en el día, aunque lo
tengo por una novedad en la lengua que se use mientras sin término alguno expreso,
y sin que introduzca proposición subordinada; haciéndose un adverbio meramente
demostrativo, equivalente a entretanto. Imitar, modificado por las palabras que
siguen, es complemento acusativo de quiero; "Los mal intencionados tomaron las
armas para echar a los buenos de la villa" (Coloma); echar, término de la preposición
para. Sucede también que el que era sujeto del verbo pasa a complemento del
participio con la preposición por o de: yo edifico una casa, una casa es edificada por
mí; todos entienden eso, eso es entendido de todos. El tiempo significado por el
gerundio coexiste con el del verbo a que se refiere, o es inmediatamente anterior a él.
Así en los ejemplos precedentes, el 'andar los caballeros por despoblado' coexiste
con el 'ser su comida de viandas rústicas', y el 'tender las pieles' precede
inmediatamente al 'aderezar la cena'. Esto último es lo que siempre sucede cuando el
gerundio es término de la preposición en. Por complementos: va al campo, está en la
ciudad, volverá por mar, ha engañado a sus amigos, le aborrecen, te darán el
empleo, deseo que escribas, cuento con que corresponderá a mi confianza: (el neutro
que es complemento acusativo en el penúltimo ejemplo, y término de la preposición
con en el último, anunciando en ambos la proposición que lo especifica). Por
proposiciones: cuando el cuadrillero tal oyó, túvole por hombre falto de juicio: Gili y
Gaya S. (p.43) “El verbo castellano tiene formas simples y formas compuestas,
significativas de tiempo. Las simples son meras inflexiones del verbo, como leo, lea,
leyera. Las compuestas son frases en que está construído el participio sustantivado
del verbo con cada una de las formas simples de haber, como he leído, habías leído,
hubieras leído; el infinitivo del verbo con cada una de las formas simples de haber,
mediando entre ambos elementos la preposición de, como he de leer, habías de leer,
hubieran de leer; o el gerundio del verbo con una de las formas simples de estar,
48
v.gr.: estoy leyendo, estaría leyendo, estuviésemos leyendo. Formas compuestas con
el auxiliar 'haber', la preposición 'de' y el infinitivo”.
'Haber de' significa necesidad, deber: "El buen ciudadano ha de obedecer a las leyes".
Pero solemos emplear esta frase con el solo objeto de significar un futuro: "Mañana
han de principiar las elecciones". Y entonces significamos siempre con ella una
época posterior a la del auxiliar; de manera que si haber está en pretérito o copretérito, la frase significa pos-pretérito; si en futuro, pos-futuro, etc. Así en "Se
esperaba que las elecciones habían de principiar al día siguiente", 'habían de
principiar' equivale a 'principiarían'. Y en "Reuniéndose el día primero de marzo los
electores, habrán de verificarse las elecciones el domingo siguiente", 'habrán de
verificarse' representará las elecciones como posteriores a la reunión, que es un
futuro. Como todas estas formas 'he de cantar', 'había de cantar', etc., envuelven una
relación de posterioridad, son susceptibles del sentido metafórico en que con ella se
da sólo un tono raciocinativo o conjetural a la sentencia. "Él 'hubo de estar' entonces
ausente", representa la ausencia en pretérito, pero insinuando que no lo afirmamos
con seguridad, sino que tenemos alguna razón para pensar así. Damos también a estas
formas el sentido de negación implícita, según las reglas que dejamos expuestas para
la anterioridad metafórica: "La sociedad sería un nombre vano, si los infractores de
las leyes no hubiesen de ser castigados". Empléase a menudo el verbo deber como
auxiliar en formas compuestas equivalentes a las anteriores. "Poco menos de un
cuarto de legua debíamos de haber andado", dice Cervantes: esto es, habíamos de
haber andado, discurro que habíamos andado. La ausencia o presencia de la
preposición hace variar mucho el sentido: "Él debe de pensar que le engañan",
significa 'es probable que piensa'; "Debéis pensar en lo que os importa, y no perder el
tiempo en frivolidades", quiere decir que vuestra obligación es hacerlo así. Lenz R., El
verbo 'pesar', significando una afección del ánimo, rige dativo de persona y
complemento de cosa con 'de': "Así me pese de mis culpas como de haberle
conocido"; "Harto les pesa de haber tratado con tanta confianza a un hombre tan
falso". Pero si la causa del pesar se expresa con un infinitivo, se puede omitir la
49
preposición: "Me pesa haberte enojado": 'pesar' deja entonces de ser impersonal, y
tiene por sujeto el infinitivo. A la preposición, el artículo y el relativo 'que' puede
sustituirse un adverbio cuando el sentido lo permite: "Esta vieja casa es 'donde' se
abrigó nuestra infancia"; "La hora de la adversidad es 'cuando' se conocen los
verdaderos amigos"; por 'la en que'. Pero lo más usual es contraponer de este modo
dos adverbios o dos complementos, o un complemento a un adverbio: "'Allí' fue
'donde' se edificó la ciudad de Cartago"; "'Así' es como decaen y se aniquilan los
imperios"; "'A la libertad de la industria' es 'a lo que' debe atribuirse el prodigioso
adelantamiento de las artes"; "'A la hora de la adversidad' es 'cuando' se conocen los
amigos"; trasformación notable en que adverbios y complementos hacen veces de
sujetos y de predicados del verbo 'ser'. Roca Pons J Cuando la preposición en tiene por
término un nombre propio de lugar, es permitido construir el complemento con la
terminación masculina mismo: "En Zaragoza mismo", "En España mismo", salvo que
el término lleve artículo, porque entonces el adjetivo mismo debe concertar con el
artículo: "En el mismo Perú", "En la España misma". La terminación masculina que
le damos con los complementos de lugar en que el término carece de artículo,
proviene de que los equiparamos a los adverbios demostrativos, con los cuales es
sabido que la construímos a menudo. Allí mismo, entonces mismo, ahora mismo,
mañana mismo, hoy mismo, así mismo. Mismo en estas construcciones se
adverbializa, modificando complementos o adverbios, y se hace por consiguiente
indeclinable.
2.Semantica de la preposición.
N.Firsova (p.40) Rige nombres adjetivos, como: de bueno a malo. Rige pronombres:
a mí; a ti; a vosotros. Rige verbos, como: a jugar; a correr. También parece que rige
participios y adverbios quando se dice: a porfiado nadie le ganará; a bien decir; a
mal andar; pero este régimen no es de participio ni adverbio, sino de verbo, porque
entre la preposición a, y el participio porfiado se suple el verbo ser que es el regido
de la preposición; y los adverbios bien y mal, aunque inmediatos a la preposición, no
son regidos de ella, pues en el sentido van con los verbos decir y andar.
50
La preposición a se antepone a menudo al acusativo cuando no es formado por un
caso complementario; y significa entonces personalidad y determinación. Nada más
personal ni determinado que los nombres propios de personas, esto es, de seres
racionales: todos ellos llevan la preposición en el acusativo: "He leído a Virgilio", "al
Tasso"; "Admiro a César, a Napoleón, a Bolívar". Los nombres propios de animales
irracionales, y por consiguiente los apelativos que se usan como propios de personas
o seres vivientes, se sujetan a la misma regla: "Don Quijote cabalgaba a Rocinante, y
Sancho Panza al Rucio". Pero basta la determinación sola para que sea necesaria la
preposición a en todo nombre propio que carece de artículo: "Deseo conocer a
Sevilla"; "He visto a Londres". En los de cosas, que llevan artículo, éste basta como
signo de determinación: "Las tropas atravesaron el Danubio"; "Pizarro conquistó el
Perú". Por el contrario, basta la personalidad sola para que lleven a los acusativos de
alguien, nadie, quien. Los acusativos del impersonal haber no llevan nunca la
preposición a: "Hay hombres que para nada sirven"; "Hay mujeres peligrosas"; "No
hay ya los grandes poetas de otros tiempos". Ni aun alguien, nadie y quien se eximen
de esta regla: "Alguien hay que nos escucha"; "No hay nadie que no le deteste";
"¿Quién hay que le conozca?". Quién en este último ejemplo es 'qué persona': en
"¿hay quien le conozca?", quien es 'persona que', el antecedente envuelto persona es
el verdadero acusativo de haber, y el elemento relativo es sujeto de la proposición
subordinada. En "No hay a quien recurrir" se calla el acusativo persona, y la
preposición es régimen de recurrir. El régimen de esta preposición alcanza a casi
todas las partes de la oración. Rige nombres sustantivos, sean propios sin artículo, o
apelativos, v.g.: a Madrid; a Toledo; a los hombres; a las mugeres.
3.El empleo de las preposiciones en español.
Yo creo, con todo, que esas dos cosas son inconciliables; que el uso no puede
exponerse con exactitud y fidelidad sino analizando, desenvolviendo los principios
verdaderos que lo dirigen, que una lógica severa es indispensable requisito de toda
enseñanza; y que en el primer ensayo que el entendimiento hace de sí mismo es en el
que más importa no acostumbrarle a pagarse de meras palabras. El habla de un
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pueblo es un sistema artificial de signos, que bajo muchos respectos se diferencia de
los otros sistemas de la misma especie: de que se sigue que cada lengua tiene su
teoría particular, su gramática. No debemos, pues, aplicar indistintamente a un
idioma los principios, los términos, las analogías en que se resumen bien o mal las
prácticas de otro. Esta misma palabra idioma (En griego peculiaridad, naturaleza
propia, índole característica.) está diciendo que cada lengua tiene su genio, su
fisonomía, sus giros; y mal desempeñaría su oficio el gramático que explicando la
suya se limitara a lo que ella tuviese de común con otra, o (todavía peor) que
supusiera semejanzas donde no hubiese más que diferencias, y diferencias
importantes, radicales. Una cosa es la gramática general, y otra la gramática de un
idioma dado: una cosa comparar entre sí dos idiomas, y otra considerar un idioma
como es en sí mismo. ¿Se trata, por ejemplo, de la conjugación del verbo castellano?
Es preciso enumerar las formas que toma, y los significados y usos de cada forma,
como si no hubiese en el mundo otra lengua que la castellana; posición forzada
respecto del niño, a quien se exponen las reglas de la sola lengua que está a su
alcance, la lengua nativa. Este es el punto de vista en que he procurado colocarme, y
en el que ruego a las personas inteligentes, a cuyo juicio someto mi trabajo, que
procuren también colocarse, descartando, sobre todo, las reminiscencias del idioma
latino. Preposición es una palabra llamada así porque se pone antes de otras partes de
la oración. Los griegos común mente distinguen ocho partes de la oración: nombre.
pronombre. artículo. verbo. participio. preposición. adverbio. conjunción. Los latinos
no tienen artículo: mas distinguen la interjeción del adverbio: e assí hazen otras ocho
partes de la oración: nombre. pronombre. verbo. participio. preposición. adverbio.
conjunción. interjeción. Los casos complementarios del infinitivo van regularmente
con él: "Me pareció mejor ocultarle el suceso", "Me propuse hablarles", "Se trataba
de acusarlos". Pero hay muchos verbos que pueden llevar como afijos o enclíticos
(según las reglas precedentes) los casos complementarios del infinitivo que les sirve
de complemento, o que sirve de término a una preposición regida por ellos: "Se lo
quiero, debo, puedo confiar"; "Quiéroselo, déboselo, puédoselo confiar", en lugar de
"Quiero, debo, puedo confiárselo"; como también se dice: "Se lo iba ya a referir",
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"Íbaselo ya a referir", "Iba ya a referírselo"; "Le salieron a recibir", "Saliéronle a
recibir", "Salieron a recibirle"; "Lo sabe hacer", "Sábelo hacer", "Sabe hacerlo"; "No
lo alcanzo a comprender", "No alcanzo a comprenderlo". Lo mismo se practica con el
gerundio: "Me estoy vistiendo", "Estoime vistiendo", "Estoy vistiéndome". Nos
otros con los griegos no distinguiremos la interjección del adverbio: e añadiremos
con el artículo el gerundio. el cual no tienen los griegos. e el nombre participial
infinito. el cual no tienen los griegos ni latinos. Assí que serán por todas diez partes
de la oración en el castellano: nombre. pronombre. artículo. verbo. participio.
gerundio. nombre participial infinito. preposición. adverbio. conjunción. Destas diez
partes de la oración diremos agora por orden en particular: e primera mente del
nombre. Aunque en esta Gramática hubiera deseado no desviarme de la nomenclatura
y explicaciones usuales, hay puntos en que me ha parecido que las prácticas de la
lengua castellana podían representarse de un modo más completo y exacto. Lectores
habrá que califiquen de caprichosas las alteraciones que en estos puntos he
introducido, o que las imputen a una pretensión extravagante de decir cosas nuevas:
las razones que alego probarán, a lo menos, que no las he adoptado sino después de
un maduro examen. Pero la prevención más desfavorable, por el imperio que tiene
aun sobre personas bastante instruidas, es la de aquellos que se figuran que en la
gramática las definiciones inadecuadas, las clasificaciones mal hechas, los conceptos
falsos, carecen de inconveniente, siempre que por otra parte se expongan con
fidelidad las reglas a que se conforma el buen uso. Los latinos muchas vezes hacen
composición de dos palabras. de tres mui pocas. salvo con preposiciones. El
castellano muchas vezes compone dos palabras. mas tres pienso que nunca. Assí que
haze composición de dos nombres en uno como 'república'. 'arquivanco'. de verbo e
nombre. como 'torcecuello'. 'tirabraguero'. 'portacartas'. de dos verbos. como 'vaiven'.
'alçaprime'. 'muerdehuie'. de verbo e adverbio como 'puxavante'. de preposición e
nombre como 'perfil'. 'traspié'. 'trascol'. 'pordemás'. El segundo llaman genitivo. por
que en aquel caso se pone el nombre del engendrador. e cúya es alguna cosa con esta
preposición .de. como 'hijo del ombre'. El tercero llaman dativo por que en tal caso se
pone a quien damos o a quien se sigue daño o provecho con esta preposición .a. como
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'io do los dineros a ti'. El cuarto llaman acusativo: por que en tal caso ponemos a
quien acusamos e generalmente a quien padece por algún verbo. con esta preposición
.a. o sin ella. como 'io amo al próximo' o 'amo el próximo'. El quinto llaman vocativo:
por que en aquel caso se pone a quien llamamos con este adverbio .o. sin artículo
como 'o ombre'. Sexto e séptimo caso no tiene nuestra lengua pero redúzense a los
otros cinco. Gerundio en el castellano es una de las diez partes de la oración. la cual
vale tanto como el presente del infinitivo del verbo de donde viene e esta preposición
'en'. por que tanto vale 'leiendo el Virgilio aprovecho'. como 'en leer el Virgilio
aprovecho'. I dízese gerundio de 'gero'. 'geris'. por 'traer': por que trae la significación
del verbo de donde deciende. Los latinos tienen tres gerundios substantivos: el
primero del genitivo. el segundo del ablativo. el tercero del accusativo. Gerundio en
el castellano es una de las diez partes de la oración. la cual vale tanto como el
presente del infinitivo del verbo de donde viene e esta preposición 'en'. por que tanto
vale 'leiendo el Virgilio aprovecho'. como 'en leer el Virgilio aprovecho'. I dízese
gerundio de 'gero'. 'geris'. por 'traer': por que trae la significación del verbo de donde
deciende. Los latinos tienen tres gerundios substantivos: el primero del genitivo. el
segundo del ablativo. el tercero del accusativo. Los cuales no tienen los griegos: mas
en lugar dellos usan del presente del infinitivo con los artículos de aquellos casos. A
semejanza de los cuales tan bien nos otros en el gerundio del genitivo que no
tenemos: ponemos el artículo del genitivo con el presente del infinitivo. e por lo que
los latinos dizen 'amandi': nos otros dezimos 'de amar', tan bien en lugar del gerundio
del acusativo ponemos el mesmo presente del infinitivo con est. Preposición es una
de las diez partes de la oración: la cual se pone delante de las otras por aiuntamiento
o por composición. como diziendo io vo a casa .a. es preposición e aiunta se con
casa: mas diziendo io apruevo tus obras .a. compone se con este verbo pruevo e haze
con él un cuerpo de palabra. I llama se preposición por que siempre se antepone a las
otras partes de la oración. Los accidentes de la preposición son tres: figura. orden e
caso. Mas por que en la lengua castellana siempre se prepone e nunca se pospone. no
pornemos la orden por accidente de la preposición. Assí que serán las figuras dos assí
como en el nombre. Senzilla como dentro. Compuesta como dedentro. Los casos con
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que se aiuntan las preposiciones son dos: genitivo y acusativo. Las preposiciones que
se aiuntan con genitivo son estas: ante. delante. allende. aquende. baxo. debaxo.
cerca. después. dentro. fuera. lexos. encima. hondón. derredor. tras. como diziendo:
baxo de la iglesia. debaxo del cielo. ante de medio día. delante del rei. allende de la
mar. aquende de los montes. cerca de la ciudad. después de medio día. dentro de
casa. fuera de la cámera. lexos de la ciudad. encima de la cabeça. hondón del polo
segundo. derredor de mí. tras de ti. Pueden algunas destas preposiciones juntar se con
acusativo como diziendo: ante el juez. delante el rei. allende la mar. aquende los
montes. e assí de las otras casi todas. Las preposiciones que se aiuntan con acusativo
son: a. contra. entre. por. según. hasta. hazia. de. sin. con. en. so. para. como
diziendo: a la plaça. contra los enemigos. entre todos. por la calle. según san Lucas.
hasta la puerta. hazia la villa. de la casa. sin dineros. con alegría. en la mula. so el
portal. para mi. Pueden las preposiciones componer se unas con otras. como
diziendo: acerca. dedentro. adefuera. Los latinos abundan en preposiciones. por las
cuales distinguen muchas maneras de significar. E por que nuestra lengua tiene pocas
es forçado que confunda los significados. como esta preposición .cerca. a las vezes
significa cercanidad de lugar. como io moro cerca de la iglesia. a las vezes
cercanidad de afeción y amor. como io esto bien quisto cerca de ti. a las vezes
cercanidad de señorío como io tengo dineros cerca de mi. Pero el latín tiene
preposiciones distintas. e por lo primero dize apud. por lo segundo erga. por lo
tercero penes. Esso mesmo esta preposición .por. o significa causa como por amor de
ti. o significa lugar por donde. como por el campo. por lo primero dize propter. por lo
segundo per, o significa en lugar, como diziendo tengo lo por padre. por dezir en
lugar de padre. e por esto dize pro. Sirven como diximos las preposiciones para
demostrar la diversidad de la significación de los casos. como para demostrar cuia es
alguna cosa. que es el segundo caso .a. para demostrar a quién aprovechamos o
empecemos: que es el tercero caso .a. esso mesmo para demostrar el cuarto caso en
los nombres proprios. e aun algunas vezes en los comunes. Ai algunas preposiciones
que nunca se hallan sino en composición. e son estas: con. des. re. como concordar.
desacordar. recordar. De las letras se componen las sílabas: como de. a. n. an. De las
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sílabas se compone la palabra. como de an. to. nio. antonio. De las palabras se
compone la oración. como 'Antonio escrive el libro'. Las partes de la oración en el
castellano son diez: nombre. como ombre. dios. grammática. pronombre como io. tú.
aquel. artículo como el. la. lo. cuando se anteponen a los nombres para demostrar de
qué género son. Verbo como amo. leo. oio. Participio como amado. leído. oído.
gerundio como amando. leiendo. oiendo. nombre infinito como amado. leído. oído.
cuando se aiunta con este verbo. e. as. uve. preposición como a. de. con. adverbio
como aquí. allí. aier. conjunción como i. o. ni.
Preposición
No es el adjetivo, aun prescindiendo del verbo, el único medio de modificar
sustantivos, ni el adverbio el único medio de modificar adjetivos, verbos y adverbios.
Tenemos una manera de modificación que sirve igualmente para todas las especies de
palabras que acabamos de enumerar. Cuando se dice el libro, naturalmente se
ofrecen varias referencias o relaciones al espíritu: ¿quién es el autor de ese libro?,
¿quién su dueño?, ¿qué contiene? Y declaramos estas relaciones diciendo: un libro de
Iriarte (compuesto por Iriarte), un libro de Pedro (cuyo dueño es Pedro), un libro de
fábulas (que contiene fábulas). De la misma manera cuando decimos que alguien
escribe, pueden ocurrir al entendimiento estas varias referencias: ¿qué escribe?, ¿a
quién escribe?, ¿dónde escribe?, ¿en qué material escribe?, ¿sobre qué asunto
escribe?, ¿con qué instrumento escribe?, etc.; y declaramos estas varias relaciones
diciendo: escribe una carta, escribe a su amigo, escribe en la oficina, escribe en
vitela, escribe sobre la revolución de Francia, escribe con una pluma de acero. Si
decimos que un hombre es aficionado, ocurre la idea de a qué, y la expresamos
añadiendo a la caza. Si decimos, en fin, que un pueblo está lejos, el alma por decirlo
así, se pregunta ¿de dónde?, y se llena la frase añadiendo de la ribera. En estas
expresiones hay siempre una palabra o frase que designa el objeto, la idea en que
termina la relación (Iriarte, Pedro, fábulas, una carta, su amigo, la oficina, vitela, la
revolución de Francia, una pluma de acero, la caza, la ribera). Llamámosla término.
Frecuentemente precede al término una palabra denominada preposición, cuyo oficio
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es anunciarlo, expresando también a veces la especie de relación de que se trata (de,
a, en, sobre, con). Hay preposiciones de sentido vago que, como de, se aplican a gran
número de relaciones siempre semejantes. Por último, la preposición puede faltar
antes del término, como en escribe una carta, pero no puede nunca existir sin él.
Estas expresiones se llaman complementos, porque en efecto sirven para completar la
significación de la palabra a que se agrega; y aunque todos los modificativos hacen lo
mismo, y a más, todos lo hacen declarando alguna relación particular que la idea
modificada tiene con otras, se ha querido limitar aquel título a las expresiones que
constan de preposición y término, o de término solo. El término de los complementos
es ordinariamente en sustantivo, sea solo (Iriarte, fábulas, vitela), sea modificado por
otras palabras (una carta, su amigo, la oficina, la revolución de Francia, una pluma
de acero). He aquí, pues, otra de las funciones del sustantivo, servir de término;
función que, como todas las del sustantivo, puede ser también desempeñada por
adjetivos sustantivados: el orgullo de los ricos, el canto de la vecina, vestido de
blanco, nada de grandioso. Pero además del sustantivo ejercen a veces esta función
los adjetivos, sirviendo como de epítetos o predicados, v. gr., se jacta de valiente,
presume de hermosa, da en majadero, tienen fama de sabios, lo hizo de agradecido;
"Esta providencia, sobre injusta, era inútil" (Jovellanos); expresiones en que el
adjetivo se refiere siempre a un sustantivo cercano, cuyo género y número
determinan la forma del adjetivo. Los sustantivos adjetivados sirven asimismo de
término a la manera de los adjetivos, haciendo de predicados respecto de otro
sustantivo cercano; como cuando se dice que uno aspira a rey, o que fue juicioso
desde niño, o que estaba de cónsul, o que trabaja de carpintero. Hay también
complementos que tienen por término un adverbio de lugar o de tiempo, v. gr., desde
lejos, desde arriba, hacia abajo, por aquí, por encima, hasta luego, hasta mañana,
por entonces. Y complementos también que tienen por término un complemento,
como en saltó por sobre la mesa, se escabulló por entre los dedos; a no ser que
miremos las dos preposiciones como una preposición compuesta, que para el caso es
lo mismo. Los adverbios de lugar y de tiempo son los que generalmente pueden
emplearse como términos. Los complementos que sirven de términos admiten más
57
variedad de significado. "Eran ellos dos para en uno", "El vestido, para de gala, no
era decente". El predicado que sirve de término puede explicarse muchas veces por la
elipsis del infinitivo ser: se jacta de valiente; presume de ser hermosa; la
providencia, sobre ser injusta, era inútil. Pero desde que la elipsis se hace genial de
la lengua, y preferible a la expresión completa, las palabras entre las cuales media
contraen un vínculo natural y directo entre sí. La palabra tácita que las acercó y ligó,
no se presenta ya al espíritu; no existe tácitamente; deja de haber elipsis. La elipsis
pertenece entonces a los antecedentes históricos de la lengua, no a su estado actual.
Además, la elipsis de ser no es admisible en muchos casos. Nadie diría: lo hizo de ser
agradecido; les daban el título de ser sabios; los tenían por ser inteligentes.
No debe confundirse el complemento que sirve de término, como en saltó por sobre
la mesa, con el que sólo modifica al término, como cuando se dice que alguien
escribe sobre la revolución de Francia; donde Francia forma con de un
complemento que modifica a la revolución, mientras ésta modificada por el
complemento de Francia, forma a su vez con sobre un complemento que modifica al
verbo escribe. El complemento puede ser modificado por adverbios: muy de sus
amigos; demasiado a la ligera. El oficio de la preposición por sí sola es indicar en
general alguna circunstancia que no se determina sino por la palabra que se le sigue;
pero junta ya con ella, denota la diferente relación o respeto que tienen unas cosas
con otras. Esta palabra Pedro es un nombre propio del que se llama así; pero
precedida de alguna preposición, como: a, con, de, en, por, para, denota la diferente
relación de este nombre con otra persona o cosa, v.g.:
amo
a
Pedro
está
con
58
es
de
confio
en
sirve
por
adquiere
para
Verdaderas preposiciones son las que constan de una sola dicción, y se usan
sencillamente. Las que no se usan sino en composición, no se deben reputar como
preposiciones, sino como parte de aquellas voces compuestas con ellas. Las que
constan de dos o más dicciones separadas tampoco se deben reputar como
preposiciones, sino como modos o frases adverbiales. Son, pues, verdaderas
preposiciones las siguientes: a, ante, como, con, contra, de, desde, en, entre, hacia,
hasta, para, por, según, sin, sobre, tras. De cada una de estas preposiciones conviene
tratar separadamente en esta forma: Esta preposición es de un uso muy freqüente y
muy vario en nuestra lengua. Con ella se denota la persona en quien termina la acción
de los verbos, como: Favorese a Pedro; Aborrece a Juan. A quien, a qué parte va, o
se dirige alguna persona o cosa: Voy a Roma, a palacio; Estos libros van a Pedro, a
Cádiz, a Indias. El fin de la acción del verbo que precede: voy a jugar, a estudiar, a
dormir. El lugar y el tiempo en que sucede alguna cosa: le cogieron a la puerta;
vendrá a la noche; a las ocho. La distancia y el tiempo que hay de un término a otro:
de calle a calle, de mes a mes, de las once a las doce. El modo con que se hace
alguna cosa: a pie, a caballo, a mano. La cantidad y número: el gasto sube a cien
doblones; el exército llega a cien mil hombres. La conformidad o arreglo a alguna
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cosa: a ley de Castilla; a fuero de Aragón. La distribución o cuenta proporcional: a
tres por ciento; a real por vecino; dos a dos. El precio de las cosas: ¿a cómo vale la
fanega?, a treinta reales. El término o fin de algún plazo de tiempo: desde aquí a San
Juan; a Navidad; a la cosecha pagaré. La situación de los payses, pueblos y
edificios: a oriente; a occidente; a medio día. La costumbre, uso o hechura de alguna
cosa: a la española, a la francesa, a la inglesa. El móvil o principio, y el fin de
alguna acción: a instancia de la villa; ¿a qué propósito? El instrumento con que se
executa alguna cosa: quien a hierro mata, a hierro muere.
La conexión, o inconexión, que unas cosas tienen con otras: a propósito de eso; a
diferencia de esto. La diferencia de unas cosas y de unas acciones a otras: va mucho
de bueno a malo, de reir a llorar. El exceso o ventaja que uno tiene, o pretende tener
en alguna cosa: le ganó a correr; apostó a saltar. Úsase algunas veces por lo mismo
que hasta: pasé el río con el agua a la cintura; me llegaba el agua a la garganta; no
le alcanza la ropa a la rodilla. Otras veces sirve por lo mismo que hacia o contra:
volvió la cara a tal parte, a los enemigos. Quando se dice: a saber yo; a decir
verdad; estas expresiones equivalen a las siguientes: si yo supiera, o hubiera sabido;
si he de decir verdad. Forma contracción o sinalefa con el artículo masculino el,
suprimiendo la vocal del artículo; y así en lugar de a el, se dice al, v.g.: al Rey; al
Papa. Sirve para principio de muchas frases y modos adverbiales: a la verdad; a
sabiendas; a hurtadillas; a tontas y a locas; a roso y velloso; a pesar del contrario; a
más no poder.
Ante
Esta preposición sirve para denotar delante o en presencia de quien se está o hace
alguna cosa, como: compareció ante el juez; ante mí pasó; ante mí el presente
escribano. Vale también lo mismo que antes que, como: ante todas cosas; ante todo.
Usada en composición es parte de otras palabras, y denota anterioridad de tiempo, de
lugar, de acción, etc., como: anteayer, antenoche, antecámara, antesala, antemural,
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anteponer. Quando se usa sencillamente, rige nombres sustantivos y pronombres,
como se ve por los exemplos arriba referidos.
Como
Sirve para comparar o expresar la semejanza de una persona, cosa o acción con otra,
v.g.: el hijo es como su padre; la provincia es como un reyno; escribe como habla.
Sirve también para denotar el modo, v.g.: ya sé yo como he de salir de este lance; no
sé como me vaya sin que lo vean. Su régimen es de todas aquellas partes de la
oración que sirven de extremo a la comparación o al modo; y así en el exemplo: el
hijo es como su padre, este sustativo padre es regido de la preposición como; y en el
exemplo: no sé como me vaya, el verbo ir o irse (de donde sale el presente de
subjuntivo vaya) es regido de la misma preposición.
Con
Sirve para significar la compañía que se tiene o con que se hace alguna cosa, sea la
compañía de cosas animadas o inanimadas, v.g.: estoy con mi padre; va con sus
hijos; trabaja con afán; duerme con susto. Sirve también para significar el medio o
instrumento con que se consigue o hace alguna cosa, como: con la gracia se alcanza
la gloria; le cogió con las manos; le hirió con espada. Su régimen es de aquellas
partes de la oración que pueden servir de companía, medio o instrumento para el
asunto de que se trate; y así puede regir nombres sustantivos expresos o suplidos,
como: estoy con cuidado; con (hombres) porfiados, no porfíes; con (el hecho de)
estudiar se aprende; y pronombres, como: voy con él.
Contra
Con esta preposición se denota la oposición o contrariedad que hay entre personas y
cosas, como: Pedro va contra Juan; yo soy contra ti; tú contra mí; un exército contra
otro; la triaca es contra el veneno. Rige los nombres sustantivos y pronombres que
son objeto de la oposición y contrariedad, como se ve en los exemplos de arriba.
61
De
El oficio y régimen de esta preposición es tan vario, que será difícil notar todos los
usos que tiene. Los principales son tres: 1, para denotar posesión o pertenencia de
propiedad o de uso; 2, la materia de que es o se hace alguna cosa; 3, de donde viene o
sale alguna persona o cosa, v.g.: la casa de mi padre tiene las paredes de piedra que
vino de Colmenar; en cuyo exemplo se comprehenden los tres casos referidos, pues
el primer de manifiesta de quién es la casa; el segundo, de qué son sus paredes; y el
tercero, de dónde vino la piedra.
Además de estos usos sirve también para significar el tiempo que es, o en que sucede
alguna cosa, como: de día, de noche, de madrugada. También significa oportunidad
quando decimos: ya es tiempo de sembrar; ya es hora de salir. Sirve asímismo para
denotar abundancia o escasez de alguna cosa, como: año de nieves; tiempo de
guerras; abundante de trigo; falto de cevada; libre de peligros. Entre algunos
adjetivos y verbos en el infinitivo vale lo mismo que para, y así decimos: eso es
bueno de comer; fácil de digerir; difícil de alcanzar. Entre nombres apelativos y
propios de reynos, provincias y pueblos, se pone esta preposición de, y decimos: el
reyno de España; la ciudad de Sevilla, supliendo algunas palabras, como: el reyno
(que tiene el nombre) de España. Algunas veces equivale a la preposición por, como:
lo hizo de miedo; lloró de gozo. Otras a la preposición con, como: lo hizo de intento,
de estudio, de mala gana. Otras corresponde a la preposición desde, como: de
Madrid a Toledo; de España a Francia. Otras se usa por gracia y propiedad de la
lengua en dos sentidos, como quando decimos: el perro del criado vino con el perro
de su amo; en cuya expresión puede entenderse que vinieron juntos dos perros, o que
vinieron juntos amo y criado. Otras veces se usa entre adjetivos que denotan lástima
o quexa, y sustantivos y pronombres correspondientes a los mismos adjetivos, para
dar más fuerza a la expresión, y así decimos: ¡pobre de mi padre!, ¡desdichado de ti!,
¡infeliz de ella! Quando esta preposición se halla en el futuro de infinitivo pretenden
los gramáticos que debe suplirse entre ella y el verbo algún sustantivo, v.g.: he, o
tengo (gana, gusto, obligación, precisión) de buscar libros. Y no parece agena de
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fundamento esta pretensión, si se atiende al gran poder que tiene la figura elipsis en
todas las lenguas. De su régimen, y de las preposiciones que siguen, parece escusado
tratar con separación, pues se infiere fácilmente de los exemplos que se ponen en
cada una.
Desde
Sirve para denotar principio de tiempo o lugar, como: desde la creación del mundo;
desde Madrid a Sevilla. Por esta razón es parte de muchos modos adverbiales que
significan tiempo o lugar, como: desde ahora; desde luego; desde entonces; desde
aquí; desde allí.
En
Significa tiempo y lugar en que, o en donde, se está, sucede o se hace alguna cosa.
Significa tiempo quando decimos: estamos en pasquas; en día de fiesta no se trabaja;
en el mes de mayo es conveniente que llueva. Significa lugar quando decimos: está
en casa; sucedió una desgracia en Madrid; el reo se metió en la iglesia. Sirve
también para denotar el grado en que se posee alguna ciencia, facultad, arte o calidad
del ánima, como: en la matemática era docto; muy versado en la teología, y en las
lenguas orientales; en la bondad, y en las demás prendas del ánimo nadie le excedía.
Estiéndese también este oficio a significar en lo que se está ocupado o empleado,
como: en el estudio; en la labranza; en escribir. Úsase también al principio de
algunos modos adverbiales, como: en especial, en general, en particular. Pónese
algunas veces antes del infinitivo de los verbos, como: en decir esto no hay
inconveniente. También se suele poner antes de gerundio, como: en diciendo esto te
irás; y entonces corresponde a: después que lo hayas dicho.
Entre
Esta preposición sólo sirve para denotar situación o estado en medio de dos o más
cosas o acciones, como: entre la espada y la pared; entre puertas; entre agradecido y
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quexoso; entre tú y yo; entre hablar y callar; entre bien y mal; entre entonces y
ahora.
Hacia
Sirve para denotar con poca diferencia el parage en que está o sucede alguna cosa, o
adonde uno mira o se dirige, v.g.: hacia allí está el Escorial; hacia Aranjuez llueve;
mira hacia el norte; voy hacia mi tierra.
Úsase también como modo adverbial precedida de la preposición de para denotar con
poca diferencia de qué parte viene alguna persona o cosa, v.g.: venía un hombre de
hacia el Pardo; la nube vino de hacia Alcalá.
Hasta
Esta preposición sirve para expresar término de lugares y acciones, como: voy hasta
Zaragoza; después llegaré hasta Barcelona; Alexandro fue hasta la India; es
necesario pelear hasta vencer. Sirve también para completar número, como: llevaba
hasta mil soldados.
Para
Esta preposición sirve para denotar la persona para quien es, se da o dirige alguna
cosa en su provecho o daño, como: esta carta es para Juan; estos libros son para
Pedro; el dinero es para ti; la honra es para él; doy limosna para los pobres. Sirve
también para significar el fin de las acciones y el uso a que se destinan las cosas, v.g.:
trabajo para ganar; estudio para saber; quiero papel para escribir; libros para leer.
En este mismo sentido decimos: ¿para qué te afanas?, ¿para qué lo preguntas?,
¿para qué lo quieres? Y es lo mismo que decir: para qué fin, para qué uso. Algunas
veces significa movimiento, y vale lo mismo que a o hacia, como: voy para Galicia;
para Italia. También suele significar el tiempo o plazo en que se ha de hacer alguna
cosa, como: lo dexaremos para mañana; para San Juan pagaré.
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Sirve también para denotar el respeto o relación de una cosa o acción con otra,
atendidas sus circunstancias, v.g.: para principiante no lo ha hecho mal; para ser
muchacho se porta muy bien; para el tiempo que hace no va mal el campo; para ser
un hombre tan rico es poco lo que gasta. Significa algunas veces los mismo que
según, como: para lo que él merece, poco le han dado. También significa proximidad
o cercanía al tiempo en que se ha de hacer alguna cosa, como: estoy para partir; ya
está para salir el decreto. Sirve también para comparar, como: ¿quién es la criatura
para con el criador?, ¿quién es el esclavo para con su dueño?. Úsase varias veces
delante de otras preposiciones, como: para con él; para entre dos amigos. Y delante
de adverbios, como: para ahora lo quiero; para dentro de un mes; para entonces lo
veremos; para quando venga.
Por
Significa causa, motivo, fin, como: lo hago por Dios; peleo por alcanzar premio;
ando por averiguar tal cosa. Lugar, como: voy por el camino; por la calle; anda por
los cerros. Tiempo, como: salgo de Madrid por un mes; por un año. Medio, como:
sirve su oficio por teniente; pleitea por procurador. Corresponde a en favor de,
quando se dice: hago este empeño por Pedro, por mi amigo. A en lugar de, quando
se dice: vengo a suplir por mi compañero que está ocupado. Significa precio quando
se dice: daré el caballo por cien doblones. Equivalencia, como: uno vale por
muchos; pocos soldados buenos valen por un exército. En calidad o exercicio de,
como: recibió a María por su esposa; Antonio está por corregidor de tal parte.
Modo, quando se dice: lo hace por fuerza, por temor, por bien, por mal. En cambio o
en trueque de, como: te doy mi vestido por tu carga; la montera por el sombrero. En
concepto o en opinión de, como: tengo a fulano por santo, por docto, por hombre de
bien. Significa sin, como: la casa está por acabar, por hacer; la carta está por
escribir. Vale lo mismo que a traer, quando se dice: va por leña, por pan, por vino.
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Según
Denota conformidad o arreglo de una cosa o acción a otra, como: dio la sentencia
según la ley; procede según razón; vive según sus padres; lo cuento según me lo han
contado; los trataré según me trataren; según lo hagan conmigo, así lo haré con
ellos.
Sin
Sirve para expresar privación o carencia de alguna cosa, como: estoy sin empleo; sin
honra, sin dinero; trabaja sin prudencia; habla sin cordura; escribe sin crítica.
Quando precede a verbos, significa negación de lo que ellos expresan, como: estoy
sin comer, sin beber; la obra está sin acabar; busco la vida sin hallarla. Sirve
también por lo mismo que además de, v.g.: llevaba joyas de diamantes sin otras
muchas alhajas de oro y plata.
Sobre
Sirve para denotar superioridad de unas cosas respecto de otras, ya sea por su
material situación, o por su dignidad o poder, como: la ciudad está sobre un monte;
la caridad es sobre todas las virtudes; la justicia prevalece sobre la iniquidad.
Sirve también para indicar el asunto de que se trata, como: este libro es sobre
agricultura, y sobre comercio; hablamos sobre las cosas del tiempo; se disputa sobre
el sentido de esta cláusula. Significa también exceso corto en el número, como:
fulano tendrá sobre cinqüenta años; habrá aquí sobre cien fanegas de trigo.
También denota exceso o demasía en algún intento, como: sobre ser reo convencido,
quiere que le premien.
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Tras
Significa el orden con que siguen unas cosas después de otras, como: voy tras ti;
vienes tras mí; tras la fortuna viene la adversidad. También significa lo mismo que
además de, como: tras ser ellos los culpados son los que levantan el grito.
III.Capitulo tercero
1.Semantica de la conjunción
En lugar de y se pone e quando la palabra que sigue empieza con i, como:
sabiduría e ignorancia; señal e indicio; con lo qual se evita el mal sonido que resulta
de la concurrencia de una i con otra. Ni, requiere otra negación expresa o suplida, y
sirve para juntar las dos negaciones, o los dos miembros de la oración, v.g.: no
estuvieron allí ni Pedro ni Antonio; no quiso correr ni aun andar; ni reír ni llorar
puedo; no es bueno ni para uno ni para otro; no descansa de día ni de noche. Que,
junta y enlaza el sentido de dos verbos dependientes el uno del otro, v.g.: los hombres
dicen que no quieren riquezas, y las buscan; importa que cada uno mire por sí; en
cuyos exemplos esta conjunción que, une el sentido de los verbos decir y querer,
importar y mirar. Disyuntivas son las que denotan alternativa entre las cosas, como:
o, u, ya; v.g.: Juan o Francisco; tú o yo; entrar o salir. La u se usa en lugar de o
quando la palabra siguiente empieza por o, por la misma razón que la e por la i,
como: siete u ocho, por siete o ocho. Ya, denota también alternativa, quando se dice:
ya reía, ya lloraba; ya quería una cosa, ya otra. Conjunción es una palabra que sirve
para juntar, atar o trabar entre sí las demás partes de la oración. Las conjunciones se
dividen en
copulativas, disyuntivas, adversativas, condicionales, causales,
continuativas. Copulativas son las que juntan sencillamente unas palabras con otras,
como: y, e, ni, que; v.g.: Pedro y Juan; reír y llorar.
Adversativas son las que sirven para expresar alguna oposición o contrariedad entre
las cosas o acciones, o para corregir o limitar su significación, como: mas, pero,
quando, aunque, bien que; v.g.: quisiera correr, mas no puedo; el dinero hace ricos,
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pero no dichosos; quando eso sea, no lo creo; no haría yo una injusticia quando me
importara un tesoro; el juez, aunque severo, es justo; la virtud, bien que perseguida,
es amable. Condicionales son las que envuelven alguna condición, o denotan
necesidad de alguna circunstancia, como: si, sino, v.g.: puedes venir si quieres; si
aspiras a ser docto, estudia; sino estudias, serás ignorante. Causales son las que
expresan causa o motivo, como: porque, pues, pues que, v.g.: no pudo asistir porque
estaba ausente; sufre la pena pues lo quieres; bien lo habrá examinado pues que lo
ha resuelto. Continuativas son las que sirven para continuar la oración, como:
mientras, pues, así que, v.g.: yo velaba mientras él dormía; digo, pues, que salí de
aquel peligro; así que, como ya queda visto, no tuvo razón para ausentarse. Las
conjunciones son simples o compuestas. Simples son las que constan de una sola
palabra, como: y, e, o, u, ni, que, ya, mas, pero, quando, si, pues, mientras.
Compuestas son las que constan de dos palabras separables por naturaleza, pero
unidas por el uso, como son: porque, sino, pues que, aunque, así que. Otras
expresiones hay que constan de dos o más voces separadas, y sirven como de
conjunciones para trabar las palabras, como son las siguientes: aun quando, a la
verdad, a saber, esto es, a menos que, con tal que, fuera de esto, entre tanto que,
mientras que, dado que, supuesto que, como quiera que, donde quiera que, y otras
semejantes. Las conjunciones no sólo sirven para unir o trabar palabras, sino también
para unir unas oraciones y sentencias con otras, v.g.: La virtud hace felices a los
hombres en la tierra, y bienaventurados en el cielo. Es necesario vencer las
pasiones, o vivir entre inquietudes y peligros. Como la ambición tiene por objeto las
honras, las dignidades y el mando; y la codicia las riquezas; ni la una se satisface
con mediana fortuna, ni la otra con moderadas conveniencias. En varios lugares de
esta Gramática se ha tratado del régimen que tienen las preposiciones después de sí.
Aquí se expresará de qué palabras son regidas, esto es: qué palabras las preceden, o
qué preposiciones piden aquellas palabras: con lo qual se completa una parte muy
esencial de la sintaxis, y se podrá salir con facilidad de qualquiera duda que ocurra: a
cuyo fin se ordena la siguiente lista por orden alfabético. Los verbos activos (a
excepción de los que juntos con pronombres recíprocos mudan de régimen, y de los
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que además del principal tienen otro accesorio) no se comprehenden en esta lista,
porque no rigen preposición sino quando su acción pasa a personas o cosas
personalizadas, y entonces piden siempre los verbos activos la preposición a, entre el
verbo activo y el término de su acción, como queda dicho en su lugar. Tampoco se
comprehenden los participios pasivos que tienen el mismo régimen que sus verbos; ni
los verbos que después de sí admiten preposición quando esta no es regida del verbo,
sino parte de alguna frase o modo adverbial, o se usa en su natural significación sin
dependencia precisa del verbo, v.g. en este exemplo: Adherir con gusto, o por fuerza,
o de mala gana a otro dictamen; el régimen del verbo adherir es la preposición a, y
no las preposiciones con, por, ni de.
2.Preposición y su dependencia.
Si decimos que un hombre es aficionado, ocurre la idea de a qué, y la expresamos
añadiendo a la caza. Si decimos, en fin, que un pueblo está lejos, el alma por decirlo
así, se pregunta ¿de dónde?, y se llena la frase añadiendo de la ribera. Es digna de
notar la elipsis de la preposición antes del relativo: "En el lugar que fue fundada
Roma, no se veían más que colinas desiertas, y dispersas cabañas de pastores", 'en el
lugar en que'; "Al tiempo que salía la escuadra, el aspecto del cielo anunciaba una
tempestad horrorosa", 'al tiempo en que'; "Espadas largas que se esgrimían a dos
manos, al modo que se manejan nuestros montantes" (Solís), 'al modo en que'; "A
medida que nos alejamos de un objeto, se disminuye su magnitud a la vista", 'a la
medida en que'. Esta elipsis, con todo, no tiene cabida sino cuando el término del
complemento es de significado muy general, y el complemento mismo es de uso
frecuente, como 'en el lugar', 'al tiempo', 'al modo', 'a la manera', 'a condición', 'a
medida', 'a proporción', 'en el grado'. En virtud de esta elipsis, el complemento y el
relativo forman frases adverbiales relativas que acarrean proposiciones subordinadas.
En la frase 'lo que' suele adverbializarse el relativo, llevando envuelta o tácita la
preposición de que debiera ser término; 'lo que' significa entonces 'el grado en que'.
"Hernán Cortés dijo a Teutile que el principal motivo de su rey en ofrecer su amistad
a Motezuma era 'lo que' deseaba instruirle para ayudarle a salir de la esclavitud del
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demonio"; 'el grado en que', 'el ardor con que'. Sirve este 'que' para comparar dos
conceptos, y lo hace como verdadera conjunción, ligando elementos análogos, según
se ve en los precedentes ejemplos: dos sujetos en el primero y quinto, dos atributos
en el segundo, dos predicados en el tercero, dos adverbios en el cuarto, dos
acusativos en el sexto, dos complementos formados con la preposición 'a' en el
séptimo. Deberá decirse "No tengo otro amigo que tú", o "no tengo otro amigo a ti"?
En favor de esta segunda construcción pudiera alegarse que 'tener' pide acusativo;
que el acusativo de la segunda persona de singular es 'te' o 'a ti'; y que no pudiendo
usarse 'te' sino pegado a un verbo o derivado verbal, es preciso emplear en esta frase
la forma compuesta 'a ti'. Pero el uso ha querido otra cosa: es preciso emplear aquí la
forma nominativa 'tú'. La práctica de la lengua pudiera formularse de este modo: si
'otro' está en acusativo o nominativo, se construye o con un nominativo (que no es lo
mejor) o con un complemento que lleve la misma preposición: "No me acompañaba
otro que tú"; "No tengo otro amigo que tú"; "No me fio de otro que tú", o "que de ti".
Preséntase aquí una cuestión parecida a la que propusimos poco ha. ¿Deberá decirse
"No tengo más amigo que tú", o "no tengo más amigo que a ti?". La solución es algo
diversa. Si la primera de las ideas comparadas está en nominativo o acusativo, se le
contrapone el nominativo: "Nadie es más a propósito", a "No conozco a nadie más a
proposito que 'ella' para la colocación que solicito". Si dicha idea es término de
preposición expresa, se le debe contraponer un complemento formado con la misma
preposición: "'En nadie' tengo más confianza que 'en ti'"; "Tengo 'con él' más
intimidad que 'contigo'". Los comparativos rigen a menudo la preposición de,
dejando entonces de hacerse la comparación por medio del que conjuntivo: "Fue más
sangrienta la batalla de lo que por el número de los combatientes pudo imaginarse";
"Volvió el Presidente a la ciudad menos temprano de lo que se esperaba"; "Se
encontraron al ejecutar la obra mayores inconvenientes de los que se habían
previsto". Que lo que o que los que no hubiera sido impropio o extraño; pero se
prefiere la preposición como más agradable al oído. Pudiera también decirse
elípticamente: "Fue más sangrienta que por el número", etc.; "Menos temprano que
se esperaba". Pero después de mayor o menor (como en el último ejemplo) sería dura
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la elipsis, que en muchos casos pudiera también hacer oscura o anfibológica la frase.
Obsérvese que en el primero de estos ejemplos es necesario el plural 'perdieron', que
no concierta con el sustantivo sujeto 'más', sino con 'trescientos hombres', término de
la preposición 'de', que sigue; práctica que puede extenderse a los numerales
colectivos y partitivos que hacen las veces de cardinales, y vienen seguidos de la
preposición 'de' con un término en plural: "No se gastaron menos que un millón de
pesos"; "Se fueron a pique más de la mitad de los buques". Pero no sería entonces
inadmisible el singular. Cuando se dice el libro, naturalmente se ofrecen varias
referencias o relaciones al espíritu: ¿quién es el autor de ese libro?, ¿quién su dueño?,
¿qué contiene? Y declaramos estas relaciones diciendo: un libro de Iriarte
(compuesto por Iriarte), un libro de Pedro (cuyo dueño es Pedro), un libro de fábulas
(que contiene fábulas). De la misma manera cuando decimos que alguien escribe,
pueden ocurrir al entendimiento estas varias referencias: ¿qué escribe?, ¿a quién
escribe?, ¿dónde escribe?, ¿en qué material escribe?, ¿sobre qué asunto escribe?,
¿con qué instrumento escribe?, etc.; y declaramos estas varias relaciones diciendo:
escribe una carta, escribe a su amigo, escribe en la oficina, escribe en vitela, escribe
sobre la revolución de Francia, escribe con una pluma de acero. Hay otra especie de
comparación que se hace por medio de palabras o frases a que se da el título de
superlativas. En otra parte hemos dado a conocer dos especies de superlativos: los
unos llamados absolutos, que en cuanto superlativos carecen de régimen; los otros
denominados partitivos, que rigen expresa o tácitamente un complemento formado
de ordinario con la preposición 'de', y significan no sólo, como aquellos, un alto
grado de la cualidad respectiva, sino el más alto de todos, dentro de aquella clase o
colección de cosas en que consideramos el objeto: "Demóstenes fue el más elocuente
de los griegos"; "El Egipto fue de todas las naciones de que hay memoria, la que más
temprano se civilizó". Los superlativos partitivos o de régimen son casi siempre
frases que principian por el artículo definido, el cual, combinándose con los
comparativos, los vuelve superlativos: "La más constante mujer"; "El más perverso
de los hombres"; "Lo más temprano posible"; "El mayor de los edificios de la
ciudad"; "El peor de los gobiernos". Hay pocos superlativos de régimen que lo sean
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por sí, esto es, que no se formen por la combinación antedicha; tales son mínimo,
ínfimo, primero, último y postrero. Los superlativos primero, postrero, último, rigen
también el infinitivo con la preposición 'en': "El primero, postrero, último, en
presentarse", en vez de la frase corriente y castiza 'que se presentó'. Es galicismo que
no creo haya tenido muchos imitadores, el que se escapó a Jovellanos en su
elegantísima Ley agraria: "La necesidad de vencer esta especie de estorbos fue la
primera 'a' despertar en los hombres la idea de un interés común". Acaso se quiso
evitar la ingrata repetición del 'en': "fue la primera en despertar en los hombres".
Aunque la idea de posesión y de todo lo que a ella se parece, se suele expresar por la
preposición de, es preciso advertir que con ésta declaramos otras relaciones diversas
a que por lo mismo no conviene el posesivo cuyo. Así, aunque digamos "El viaje de
Chile a Europa", no por eso diremos "Chile, cuyo viaje a Europa". "Las colonias en
tanto son útiles, en cuanto ofrecen un seguro consumo al sobrante de la industria de
la metrópoli" (Jovellanos): tanto y cuanto sustantivos neutros, términos de la
preposición en. "Creían que esta especie de obras no podían producir utilidad sino en
cuanto las recomendaba el ingenio y gracia con que se escribían" (el mismo): esto es,
en tanto en cuanto. "Llegaba su firmeza a cuanto se podía extender la naturaleza de
tal piedra" (Cervantes): esto es, a tanto a cuanto; el antecedente envuelto y el relativo
son términos de una misma preposición a, como en el ejemplo anterior, de en. "Ve y
di a Jeroboam: esto dice el Señor Dios de Israel: por cuanto no fuiste como mi siervo
David, que guardó mis mandamientos, por tanto yo acarrearé muchos males sobre la
casa de Jeroboam" (Scío), como si se dijera, porque no fuiste...por eso; de la relación
de igualdad se pasa a la de identidad. "Tenemos por enemigo declarado al sol, por
cuanto nos descubre los remiendos, puntadas y trapos" (Quevedo): cállase el
correlativo 'por tanto'. Después de por, sin, tras, es más usado el cual (o si se quiere,
el que: "Las razones por las cuales se decidió el ministro"; "Un requisito sin el cual
no era posible acceder a la solicitud"; "El biombo tras el cual nos ocultábamos".
Diríase correctamente, pero menos bien, las razones por que, separando entonces la
preposición del relativo para distinguir este uso reproductivo del adverbial o
conjuntivo de porque, escrito como una sola palabra. Requisito sin que y biombo tras
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que, aunque estrictamente gramaticales, satisfarían menos. Notable es asimismo el
sentido pasivo que con ciertos adjetivos suele tomar el infinitivo, precedido de la
preposición de. Así una cosa es buena de comer, digna de notar, fácil de concebir;
sin que por eso deje de usarse la pasiva buena de comerse, digna de notarse, etc.;
pero lo primero es lo más usual. El verbo ser puede tener por sí solo el mismo
régimen, cuando el infinitivo significa un acto del entendimiento o una afección
moral: es de creer, es de saber, no es de olvidar, es de sentir. Otra particularidad del
infinitivo es el poder mediar entre él y la preposición a que sirve de término las
palabras o frases que lo modifican y a veces su mismo sujeto, sin embargo de que en
general precede a éste: "Tenía (Enrique de Borbón) una tropa de caballería de respeto
para, en caso que perdiese la jornada, poderse salvar" (Antonio de Herrera); "Para,
sin consideración ninguna a los altos destinos que ha ocupado, ni a su autorizada
figura, sentarle bien la mano" (Puigblanch); "Trataba secretamente con el papa, para,
pasando a Italia, tomar el cargo de general de la Iglesia" (Quintana); (este pasaje ha
sido censurado como opuesto a las reglas de la perspicuidad, por don Vicente Salvá;
pero con demasiado rigor, a mi juicio); "El cura no vino en quemar los libros sin
primero leer los títulos" (Cervantes); Las frases adverbiales antes de, después de, y
menos frecuentemente luego de, llevan a veces por término de la preposición un
participio adjetivo, a que puede agregarse un sustantivo que le sirve de sujeto: "Antes
de dada la orden", "Después de cerradas las puertas", "Luego de acabada la misa",
"Después de yo muerta", dice Santa Teresa; donde es de notar que se dice yo y no mí,
porque yo no es término de la preposición, sino sujeto del participio.
3. El oficio de la preposición.
Preposición es una palabra llamada así porque se pone antes de otras partes de la
oración. El oficio de la preposición por sí sola es indicar en general alguna
circunstancia que no se determina sino por la palabra que se le sigue; pero junta ya
con ella, denota la diferente relación o respeto que tienen unas cosas con otras. Esta
palabra Pedro es un nombre propio del que se llama así; pero precedida de alguna
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preposición, como: a, con, de, en, por, para, denota la diferente relación de este
nombre con otra persona o cosa, v.g.:
amo
a
está
con
es
de
Pedro
confio
en
sirve
por
adquiere
para
Verdaderas preposiciones son las que constan de una sola dicción, y se usan
sencillamente. Las que no se usan sino en composición, no se deben reputar como
preposiciones, sino como parte de aquellas voces compuestas con ellas. Las que
constan de dos o más dicciones separadas tampoco se deben reputar como
preposiciones, sino como modos o frases adverbiales. Son, pues, verdaderas
preposiciones las siguientes: a, ante, como, con, contra, de, desde, en, entre, hacia,
hasta, para, por, según, sin, sobre, tras.
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El régimen de esta preposición alcanza a casi todas las partes de la oración. Rige
nombres sustantivos, sean propios sin artículo, o apelativos, v.g.: a Madrid; a Toledo;
a los hombres; a las mugeres. Rige nombres adjetivos, como: de bueno a malo. Rige
pronombres: a mí; a ti; a vosotros. Rige verbos, como: a jugar; a correr. También
parece que rige participios y adverbios quando se dice: a porfiado nadie le ganará; a
bien decir; a mal andar; pero este régimen no es de participio ni adverbio, sino de
verbo, porque entre la preposición a, y el participio porfiado se suple el verbo ser que
es el regido de la preposición; y los adverbios bien y mal, aunque inmediatos a la
preposición, no son regidos de ella, pues en el sentido van con los verbos decir y
andar.
4.De la interjección
La interjección es una palabra que sirve para denotar los afectos del ánimo.
Los gramáticos la dividen en clases diferentes, según los diferentes afectos que
explican, y así dicen que unas son de tristeza, otras de dolor, otras de alegría, etc.,
pero la experiencia hace ver que una misma interjección explica diferentes afectos
según la ocasión y el tono en que se profieren, o las palabras que preceden o se
siguen, v.g. quando decimos: ¡ay que viene mi padre!, la interjección ay puede ser de
alegría, y puede ser de pesar; y quando decimos: ¡ay que pena!, ¡ay que gozo!, la
misma interjección adquiere diferente valor y sentido por las palabras con que se
junta. No habiendo, pues, razón para detenerse a formar estas clases y divisiones
voluntarias, resta solamente advertir que no se deben considerar como interjecciones
sino aquellos breves sonidos o voces cortas en que el ánimo prorrumpe casi
involuntariamente para desahogo suyo o para advertir alguna cosa a otro, v.g.: ay, ah,
eh, oh, tate, chito, ea, ola. Las expresiones que constan de dos o más voces, y que
algunos llaman interjecciones, como: gracias a Dios; bendito sea Dios; Jesús mil
veces, y otras semejantes, no deben considerarse como interjecciones, sino como
verdaderas oraciones que quando más, necesitan suplemento de algún verbo.
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Todo lo demás que se pudiera decir de la interjección sería más embarazoso que útil
a los que pretendan saber la Gramática.
Capítulo XII. De las figuras de dicción
Así como hay figuras de construcción, de que se hablará en el capítulo III de la
segunda parte, hay también figuras de dicción, de las quales debe tratarse en esta
primera.
Siempre que se mudan, se quitan o se añaden letras a una palabra es por una figura
que lo gramáticos llaman metaplasmo, y vale transmutación o transformación. Esta
se divide en otras figuras subalternas que son las siguientes.
Quando en lo antiguo se mudaba el orden de las letras, como: Perlado en lugar de
Prelado; dexalde, hacelde, en lugar de dexadle y hacedle, era por la figura metátesis,
o transposición.
Quando no sólo se mudaba el orden sino las mismas letras, poniendo unas por otras,
como: calongía, por canongía; decillo, por decirlo, era por la figura antítesis, que
vale oposición.
Quando acaba una palabra en vocal, y empieza la siguiente también con vocal, se
suele omitir una de ellas por la figura sinalefa, o compresión; y así decimos: del, por
de el; al, por a el; dello, por de ello. algunas veces se suprimen dos letras de la
palabra siguiente, si tiene h antes de la vocal, como quando se dice: la cera de la
calle, por la hacera.
Quando se calla una letra o sílaba al principio de dicción es por la figura aféresis, o
cortadura, como: norabuena y noramala, por enhorabuena y enhoramala.
Quando se quita letra o sílaba del medio de dicción es por la figura síncopa, o
disminución, como: cornado, por coronado; hidalgo, por hijodalgo; navidad, por
natividad.
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Quando se quita del fin de la dicción es por la figura apócope, o encogimiento, como:
gran, por grande; un, algún, ningún, por uno, alguno, ninguno; buen por bueno;
qualquier por qualquiera.
Y quando se añade en medio de la palabra es por la figura epéntesis, o interposición,
como: corónica, por crónica.
Conclución
Las preposiciones castellanas más usuales son a, ante, bajo, con, contra, de, desde,
en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, sobre, tras. Añádase so, cuyo empleo
está en el día limitado a unas pocas frases (so color, so pretexto, so pena, so capa);
cabe, enteramente anticuado*; mientras y pues, que dejan a menudo el oficio de
preposiciones; y los adverbios antes mencionados (afuera, adentro, arriba, abajo,
adelante, atrás, antes, después), que toman el carácter, aunque no el lugar de la
preposición, posponiéndose al nombre. "Así como lo blanco se echa de ver mejor par
de lo negro, y la luz cabe lo oscuro", etc. (Rivadeneira); "No me parece se quitaba el
Señor de cabe mí" (Santa Teresa). Nótese de paso el uso adverbial de par (junto,
cerca). Hoy se dice a par de lo negro, a par del río. Dícese también significando
igualdad: "Era a par, o a la par de valiente, avisado". El adverbio relativo cuando
suele emplearse también como preposición, cuando la guerra, por en el tiempo de la
guerra. Podemos asimismo agregar a éstas algunas que lo son imperfectamente:
como
excepto,
salvo,
durante,
mediante,
obstante,
embargante.
Muchas
preposiciones, y acaso todas, han sido en su origen palabras de otra especie,
particularmente nombres. Y como esta metamorfosis no ha podido ser instantánea,
sucede a veces que una palabra ha perdido en parte su primitiva naturaleza, y
presenta ya imperfectamente, y como en embrión, los caracteres de otra, habiendo
quedado, por decirlo así, en un estado de transición. Excepto era un participio que
variaba de terminación para los diferentes géneros y números, como hoy se usa
exceptuando; pero hecho indeclinable, y limitado a cláusulas absolutas, que
principian regularmente por un adjetivo, tomó la apariencia de preposición (excepto
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un niño, una niña, unos pocos hombres, algunas mujeres), y sin embargo no ha sido
completa la transformación, pues no se construye, como las genuinas preposiciones,
con los casos terminales de los pronombres, no decimos excepto mí, ti, sí, sino
excepto yo, tú, él. De cláusulas absolutas, como salvo el derecho, salva la honra,
salvas las vidas y propiedades, se deriva de la misma manera el indeclinable salvo,
que a semejanza de excepto cuyo significado se apropia, no admite los casos
terminales, pues no se dice salvo mí sino salvo yo. Pero salvo recobra otras veces su
primitivo significado de participio adjetivo, variando de terminación y colocándose
antes o después, cerca o lejos del sustantivo: "Salieron solamente con la vida salva";
"Pocos quedaron salvos"*. A excepto y salvo se da muchas veces por término el
sustantivo que: "Se les restituyó en el ejercicio de sus derechos, excepto, o salvo, que
se les nombró un interventor para la administración de los bienes". Dánseles también
complementos por término: "La pérdida del tiempo no es pequeña, y salvo al
imprudente, a nadie sobra", (B. de Argensola). "Con todos se usó de indulgencia,
excepto con los que habían excitado el motín". Y asimismo proposiciones
subordinadas: "No es lícito dar a otro la muerte, excepto, o salvo, cuando es
absolutamente necesario para nuestra propia defensa". Este es uno de los adjetivos
que como lleno, limpio, harto, se suelen sustituir al participio adjetivo en las
construcciones de estar y de otros verbos significativos de mera existencia. En las de
ser lo más común es decir salvo sin régimen: "Será salvo", y salvado con régimen:
"Fueron salvados de la muerte". Sustantívase en el complemento a o en salvo: "Se
pusieron en salvo"; "Pudieron estafar a su salvo". Hay un grave defecto en esta
sentencia: el autor quiso decir que a nadie sobra el tiempo, pero lo que ha dicho es
que a nadie sobra la pérdida del tiempo. Estas dos palabras pueden también
considerarse como conjunciones, en cuanto ligan elementos análogos, y la misma
observación debe hacerse con respecto al adverbio menos, cuando equivale a excepto
o salvo: "Todos, excepto, o salvo, o menos, uno, fueron sentenciados a muerte"; "A
nadie se mostró severo, excepto, o salvo, o menos con los que habían turbado la
tranquilidad pública". Como preposiciones, se traducen en latín por praeter, como
conjunciones por nisi: Omnibus sententiis, praeter unam, condemnatus est. -Nemini,
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nisi imprudenti. Del empleo de mediante y durante en cláusulas absolutas ha
procedido asimismo el uso preposicional que hoy tienen. "Durante los meses de
invierno"; "mediante los buenos oficios de sus amigos". Pero mediante se pospone a
veces: Dios mediante. Ni uno ni otro se juntan con los casos terminales de los
pronombres; y tampoco se usa construirlos con el nominativo: durante yo y mediante
yo, disonarían tanto como durante mí, mediante mí; y aunque eso en durante pueda
explicarse por la circunstancia de no expresarse con él la duración de las personas,
sino de las cosas, no cabe decir lo mismo de mediante, que puede aplicarse a
personas o cosas, bien que mucho menos frecuentemente a personas.
Otras dos preposiciones imperfectas y originarias, como las anteriores, de cláusulas
absolutas, son obstante y embargante; pero tienen la especialidad de que los
complementos formados con ellas son siempre modificados por el adverbio no: "No
obstante" o "no embargante los ruegos y empeños de varias personas principales, fue
condenado a destierro perpetuo". El primero es, incomparablemente, de más uso; y
callado el término toma el carácter de conjunción adversativa: "Compuestas (las
asambleas públicas de las naciones setentrionales) de guerreros ignorantes y
groseros, no había más elocuencia que la facundia natural de cada orador sin arte
ninguno, y apelando a las pasiones más bien que al raciocinio o a las galas del buen
decir. No obstante, asistían con frecuencia a ellas obispos ilustrados, formados por
los escritos de los Santos Padres, y aun de los oradores antiguos" (Gil y Zárate): no
obstante esto, no obstante que no había en ellos elocuencia. Algunas preposiciones
dejan a veces el carácter de tales y se vuelven adverbios, como bajo y tras cuando
modificados por un complemento con de equivalen a debajo y detrás: "Bajo de la
cama", "Tras de la puerta". "Preguntó que cómo aquel hombre no se juntaba con el
otro hombre sino que siempre andaba tras dél" (Cervantes). Tras él hubiera sido más
propio. Dejando a los diccionarios la enumeración de los varios significados que
toma cada preposición, y de los verbos que las rigen, nos limitaremos a unas pocas
observaciones generales sobre el modo de usarlas. Si el sentido pide dos
complementos de preposiciones diferentes con un mismo término, es necesario
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expresarlas ambas, reproduciendo el término. Peca, pues, contra la sintaxis, "Lo que
depende y está asido a otra cosa" (Diccionario de Valbuena, citado por Salvá);
porque depender rige de, mientras asido se construye con a; siendo por tanto
necesario. "Lo que depende de otra cosa y está asido a ella". "El camino real de que
se trata (dice otro respetable escritor) no debe ni ha necesitado mucho del arte"; del
arte se hace régimen común de los verbos debe y ha necesitado, siendo así que deber
pide a y necesitar, de; era menester otro giro, como "no debe ni ha pedido mucho al
arte". Si un sustantivo es, por sí solo, acusativo y término de preposición expresa,
debemos también ponerlo de manifiesto en ambas funciones, primero directa y luego
reproductivamente: "Se trató de refutar y hacer ver la futilidad de todas las razones
alegadas en contra"; pésima sintaxis: es preciso, "Se trató de refutar las razones
alegadas en contra, y hacer ver la futilidad de todas ellas". Cervantes contravino
alguna vez a esta regla: "¡Cómo qué! ¿Es posible que una rapaza, que apenas sabe
menear doce palillos de randas, se atreva a poner lengua y a censurar las historias de
los caballeros andantes?", el acusativo las historias, régimen propio de censurar, no
lo es de poner lengua, que pide complemento con en. "Cosas que tocan, atañen,
dependen y son anexas a la orden de los caballeros andantes", el complemento a la
orden, que cuadra bien a tocan, atañen y son anexas, es rechazado por dependen que
no pide a sino de. Pero esta regla es de menos rigor en el diálogo familiar. Aun
cuando no sólo se identifican los términos sino las preposiciones mismas, es
necesario, repitiendo la preposición, reproducir el término, siempre que no se
presenten los dos complementos de un modo semejante respecto de las palabras que
los rijan. "La poesía vive y saca de las imágenes materiales su mayor gala y
hermosura", no parecería bien; porque después de vive y saca sigue de las imágenes
materiales, régimen de ambos verbos a la vez, y luego su mayor gala y hermosura,
régimen peculiar de saca. Puede aceptarse "La poesía vive, y saca su mayor gala y
hermosura, de las imágenes materiales", pero no quedamos todavía satisfechos,
porque el complemento con de se refiere por una parte al verbo vivir solo, por otra al
verbo sacar modificado por el acusativo su mayor gala y hermosura. Es mucho
mejor construir la sentencia de este modo: "La poesía vive de las imágenes
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materiales, y saca de ellas su mayor gala y hermosura". Con el acusativo y el dativo,
formados ambos por la preposición a, y por un mismo sustantivo, basta expresar una
sola vez la preposición y el término: "Da toda especie de socorros y alienta con sus
palabras a los menesterosos y desvalidos". Blanco White y Jovellanos probaron a
introducir en castellano la práctica de que se vale la lengua inglesa en el caso de dos
preposiciones diferentes con términos idénticos; la cual consiste en callar el término
con la primera preposición y expresarlo con la segunda: "Providencias exigidas por,
y acomodadas al estado actual de la nación"; "Todo lo cual fue consultado a y obtuvo
la aprobación de la Junta", (ambos ejemplos son de Jovellanos, citado por Salvá).
Pero hasta ahora no parece haber hecho fortuna este giro, que los mismos escritores
ingleses no miran como elegante. Notaremos de paso que en los modos del verbo no
es menos necesaria que en las preposiciones la consecuencia de régimen. Se pecaría
contra esta regla diciendo, por ejemplo: "Estamos seguros y nos alegramos de que
tenga esas intenciones el gobierno"; porque estamos seguros pide tiene y no tenga.
Extiéndese lo mismo a toda palabra o frase en que influyen diversas causas de
régimen. Hay una que otra frase en que el uso autoriza la inconsecuencia. Dícese
"Esta casa es mayor o tan grande como la de enfrente", sin embargo de que no puede
decirse mayor como, sino mayor que; entre las dos especies de régimen se prefiere la
que cuadra con la más cercana de las palabras que las piden: es mayor o tan grande
como; es tan grande o mayor que. Cervantes contravino a esta regla: "Mis
pensamientos, mis suspiros, mis lágrimas, mis buenos deseos, mis acontecimientos,
pudieran hacer un volumen mayor o tan grande que el que puedan hacer todas las
obras del Tostado". Esta elipsis, con todo, no tiene cabida sino cuando el término del
complemento es de significado muy general, y el complemento mismo es de uso
frecuente, como 'en el lugar', 'al tiempo', 'al modo', 'a la manera', 'a condición', 'a
medida', 'a proporción', 'en el grado'. En virtud de esta elipsis, el complemento y el
relativo forman frases adverbiales relativas que acarrean proposiciones subordinadas.
En la frase 'lo que' suele adverbializarse el relativo, llevando envuelta o tácita la
preposición de que debiera ser término; 'lo que' significa entonces 'el grado en que'.
"Hernán Cortés dijo a Teutile que el principal motivo de su rey en ofrecer su amistad
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a Motezuma era 'lo que' deseaba instruirle para ayudarle a salir de la esclavitud del
demonio"; 'el grado en que', 'el ardor con que'. Sirve este 'que' para comparar dos
conceptos, y lo hace como verdadera conjunción, ligando elementos análogos, según
se ve en los precedentes ejemplos: dos sujetos en el primero y quinto, dos atributos
en el segundo, dos predicados en el tercero, dos adverbios en el cuarto, dos
acusativos en el sexto, dos complementos formados con la preposición 'a' en el
séptimo. Deberá decirse "No tengo otro amigo que tú", o "no tengo otro amigo a ti"?
En favor de esta segunda construcción pudiera alegarse que 'tener' pide acusativo;
que el acusativo de la segunda persona de singular es 'te' o 'a ti'; y que no pudiendo
usarse 'te' sino pegado a un verbo o derivado verbal, es preciso emplear en esta frase
la forma compuesta 'a ti'. Pero el uso ha querido otra cosa: es preciso emplear aquí la
forma nominativa 'tú'. La práctica de la lengua pudiera formularse de este modo: si
'otro' está en acusativo o nominativo, se construye o con un nominativo (que no es lo
mejor) o con un complemento que lleve la misma preposición: "No me acompañaba
otro que tú"; "No tengo otro amigo que tú"; "No me fio de otro que tú", o "que de ti".
Preséntase aquí una cuestión parecida a la que propusimos poco ha. ¿Deberá decirse
"No tengo más amigo que tú", o "no tengo más amigo que a ti?". La solución es algo
diversa. Si la primera de las ideas comparadas está en nominativo o acusativo, se le
contrapone el nominativo: "Nadie es más a propósito", a "No conozco a nadie más a
proposito que 'ella' para la colocación que solicito". Si dicha idea es término de
preposición expresa, se le debe contraponer un complemento formado con la misma
preposición: "'En nadie' tengo más confianza que 'en ti'"; "Tengo 'con él' más
intimidad que 'contigo'". Los comparativos rigen a menudo la preposición de,
dejando entonces de hacerse la comparación por medio del que conjuntivo: "Fue más
sangrienta la batalla de lo que por el número de los combatientes pudo imaginarse";
"Volvió el Presidente a la ciudad menos temprano de lo que se esperaba"; "Se
encontraron al ejecutar la obra mayores inconvenientes de los que se habían
previsto".
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