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INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS EDITOR: LEIF KORSBAEK México, 2009 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 2 INDICE Prólogo de Andrés Fábregas Puig 1. Leif Korsbaek: “Introducción”. 2. François Chevalier (1944). "Les municipalités indiennes en Nouvelle Espagne, 1520-1620", en Anuario de Historia de Derecho Español, XV: 352-368. 3. Manning Nash, "The Social Context of Economic Choice in a Small Society", Man, No. 219, 1961: 186-191. 4. Pedro Carrasco. "The Civil-Religious Hierarchy in Mesoamerican Communities. Pre-Spanish Background and Colonial Development", American Anthropologist, Vol. 63, 1961: 483-497. 5. Henning Siverts (1964). "On Politics and Leadership in Highland Chiapas", en Evon Z. Vogt & Alberto Rus L.,eds.: "Desarrollo Cultural de los Mayas", UNAM, 1964: 363-384. 6. Henning Siverts (1965). "The Cacique of Kancuk: A Study of Leadership in Highland Chiapas", Estudios de Cultura Maya, Vol. V, 1965. 7. Evon Z. Vogt (1973). "Gods and Politics in Zinacantan and Chamula", Ethnology, Vol.12 No.2: 99-113. 8. Michael Salovesh. "Política en una comunidad maya", América Indígena, Vol. XXXV No.1, 1975: 39-48. 9. Paul Diener. "The tears of Saint Anthony: Ritual and Revolution in Eastern Guatemala", Latin American Perspectives, Vol. 18, 1978: 92-116 (“Las lágrimas de San Antonio. Ritual y revolución en el Oriente de Guatemala”, Polémica, ICADIS, San José, Costa Rica, No. 10-11, julio-octubre de 1983). 10. Andrés Medina Hernández. "Los grupos étnicos y los sistemas tradicionales de poder en México", Nueva Antropología, No. 20, 1983: 5-29. 11. J. K. Chance & W. B. Taylor: "Cofradías y cargos: Una perspectiva histórica de la jerarquía cívico-religiosa mesoamericana", Antropología, Suplemento No. 14, INAH, México, Mayo-Junio, 1985. 12. Jan Rus & Robert Wasserstrom: “Civil-Religious Hierarchies in Central Chiapas: A Critical perspectiva”, American Ethnologist Vol. 7, No. 3 (August 1980), pp. 466-478. 13. Leif Korsbaek (1987). “El desarrollo del sistema de cargos de San Juan Chamula: El modelo teórico de Gonzalo Aguirre Beltrán y los datos empíricos”, Anales de Antropología, Vol. 24: 215-242. 14. Leif Korsbaek (1991). “La religion y la política en el sistema de cargos: Una comparación de tres comunidades mayas en los Altos de Chiapas”, en la revista Cuicuilco, No. 23-24: 115-132. 15 Hilario Topete Lara. El poder, los sistemas de cargos y la antropología política 16. Sergio Ricco Monge & Leif Korsbaek. "La república de Santiago Atitlán", Ojarasca, México, No. 8, 1992: 49-55. 17. Eric R. Wolf. "The Vicissitudes of the Closed Corporate Peasant Community", American Ethnologist, Vol.13, 1986: 325-329. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 3 PRÓLOGO. Desde que Sol Tax escribiera su texto “The Municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala” (American Anthropologist, volumen 39, 1937, páginas 423 a 444), el llamado Sistema de Cargos existente en las sociedades originarias de México y Centroamérica se convirtió en un tema antropológico por excelencia. Si el parentesco era el objeto de estudio preferido de la antropología social en la primera parte del siglo XX, los sistemas de cargos eran un tema obligatorio para un antropólogo especializado en el análisis de Mesoamérica y cubrían una parte importante de los programas de estudio en la Escuela Nacional de Antropología de Historia todavía en los años de la década de los 1970. Mi propio encuentro con los sistemas de cargos ocurrió en el curso de “Etnografía Moderna de México” dictado por el Ingeniero Roberto J. Weitlaner en 1965 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Weitlaner había trabajado los sistemas de cargos en Oaxaca junto con Carlo Antonio Castro y hacía una descripción detallada de los mismos, mostrando las relaciones entre un “sistema tradicional” de organización que se movía en el ámbito religioso y los Ayuntamientos en los municipios indígenas. Con Guillermo Bonfil, en 1966, me encontré en la región de Chalco-Amecameca con lo que para mi eran las primeras formas empíricas de los sistemas de cargos, en poblados como el propio Amecameca en el Estado de México o en Tlayacapan, en el Estado de Morelos. En Chiapas, los sistemas de cargos volvieron a llamar mi atención, precisamente entre los zoques de Tuxtla Gutiérrez, por los años de 1970 y 1971. Me he mantenido leyendo acerca de los sistemas de cargos siendo testigo de cómo han evolucionado y se han transformado, no sólo los propios sistemas de cargos o mayordomías, sino los análisis antropológicos mismos. En ese tenor, uno de los estudiosos más sistemáticos de estos sistemas es LEIF KORSBAEK, el compilador de esta excelente antología que recupera para el estudioso y para el estudiante, un LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 4 material de primera importancia para emprender el estudio de los sistemas de cargos. Korsbaek tiene una sostenida trayectoria como antropólogo preocupado en crear conocimiento acerca de las mayordomías. En 1997, convocó al Primer Coloquio del Sistema de Cargos en la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma del Estado de México. Precisamente una de sus publicaciones más recientes está relacionada con sus estudios en el Estado de México, no solo como editor junto a Fernando Cámara Barbachano del libro Etnografía del sistema de cargos en comunidades indígenas del Estado de México (México: mc editores, 2009) sino como autor de un texto incluido en ese volumen (“El sistema de cargos, la etnografía y las comunidades indígenas”, páginas 27 a 69). En el presente volumen, Korsbaek ha hecho una selección de trabajos que son imprescindibles de conocer para quien esté interesado en profundizar el conocimiento de los sistemas de cargos. La propia Introducción de Korsbaek es una lección acerca de lo que se sabe sobre estos sistemas y cumple con creces con el propósito de iniciar al lector en el manejo de la antología. Los textos de esta antología se presentan con un criterio cronológico que se rompe con el ensayo que cierra el libro, por razones que, según mi lectura, se explican ampliamente. En efecto, la antología abre con un artículo de Francois Chevalier publicado en 1944, y que ofrece una mirada histórica, necesaria a mi juicio, para un tema como el que ocupa al presente volumen. De allí en adelante, se suceden textos de antropólogos que se han destacado por sus aportes al conocimiento de las mayordomías. Por ejemplo, se incluye el ensayo de Pedro Carrasco que continúa el tratamiento histórico del problema y que desde su publicación por vez primera provocó una larga discusión, que aún continúa, acerca de los orígenes de los sistemas de cargos. Se incluyen también textos escritos por Henning Sivers, el antropólogo Noruego, alumno de Frederick Barth, y que trabajó en Chiapas, o de Andrés Medina, el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 5 antropólogo mexicano que estudió el municipio chiapaneco de Tenejapa. No faltan textos del propio Korsbaek, que aportan continuidad a la discusión. La antología cierra con un texto clásico de Eric Wolf, el finado antropólogo norteamericano que contribuyó de manera destacada al conocimiento de las sociedades de Mesoamérica en particular y de otras latitudes en general. En el caso de este artículo, Wolf comenta los resultados de un ensayo anterior acerca de lo que él llamó la “comunidad corporada cerrada” que hizo época en los ámbitos antropológicos. Es un acierto cerrar con este texto de Wolf pues, sin duda, sus trabajos acerca del mundo campesino en general y mesoamericano en particular, son una suerte de “telón de fondo” para entender los sistemas de cargos. Es un espléndido final para una espléndida selección de trabajos sobre un tema que sigue preocupando a los antropólogos y que en la vida empírica representa uno de los rasgos más significativos del orbe indiano y campesino de México y Centroamérica. Con esta antología en la mano, quien esté interesado en los sistemas de cargos o mayordomías dispone de una guía que lo enterará del problema y le será útil para emprender nuevas lecturas. Noto un reavivamiento de los estudios antropológicos sobre los sistemas de cargos y ello es indicativo de la importancia que tienen en el mantenimiento de la cultura en general de los pueblos indígenas y de grupos campesinos que no son, precisamente, indígenas. La propia Etnografía antológica preparada por Korsbaek y Cámara Barbachano, ya citada, es una prueba de esta revitalización. Trabajos como el de Dolores Palomo (Juntos y Congregados. Historia de las Cofradías en los pueblos de indios tzotziles y tzeltales de Chiapas. Siglos XVI al XIX. México: CIESAS/Publicaciones de la Casa Chata, 2009), recién publicado, son otra evidencia de que los sistemas de cargos están en la primera línea del interés antropológico e histórico. En este marco, la antología preparada por Korsbaek es un útil instrumento no solo para la discusión de estas complejas estructuras sino para LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 6 propósitos de enseñanza en cursos introductorios o, incluso, en seminarios especializados. Han transcurrido setenta y tres años desde que Sol Tax publicara su texto, que fungió como una semilla para los estudiosos de los sistemas de cargos o mayordomías. En esa ocasión, fueron las sociedades indígenas de las Los Altos de Guatemala las protagonistas en la reflexión. A partir de allí, se suscitó una intensa discusión acerca de los sistemas de cargos, su función, su actualidad y sus orígenes. Las Leyes de Reforma entraron al debate en relación con estos sistemas, ligados al carácter corporativo de las comunidades, que esas leyes desconocieron, equiparándolas con las propiedades de la Iglesia católica. La antropología contribuyó a conocer el por qué de estas organizaciones y más allá de que si sus orígenes están en el pasado prehispánico o son resultado de las adaptaciones indígenas al régimen colonial, el caso es que forman parte de las estructuras características de la vida contemporánea de cientos de comunidades indígenas y no indígenas de México y de Centroamérica. Estamos frente a ámbitos de actualidad que caracterizan e influyen sobre la vida de miles de personas, reafirmando identidades, legitimando simbolismos, organizando el poder local o articulando diversas instancias que permiten la continuidad de una notable variedad de culturas. Son mundos humanos de hoy, y por lo tanto, una preocupación antropológica necesaria. Ello no es decir que no preocupen las raíces históricas de estos sistemas de cargos, sino que su actualidad hace aún más importantes las pesquisas de su pasado, con la mirada del antropólogo y con el presente como fuente de los interrogantes básicos. La antología de Leif Korsbaek es también, una visión de la propia historia de la antropología que se ha hecho y se hace en México y en Centroamérica. Es un quehacer que, en medio de lo que comparte con la antropología en general, ha tenido un sello marcado por las propias comunidades indígenas. Es una antropología estrechamente LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 7 relacionada con la otredad latinoamericana. Ha sido un ejercicio que ha resultado imprescindible para generar conocimiento acerca de la variedad de la cultura en nuestros países, de su difícil inserción en los marcos de los Estados Nacionales y de una larga batalla por preservar sus identidades sin que ello sea óbice para las nacionalidades. Por estas razones, es también importante el trabajo de Leif Korsbaek en preparar una selección básica de textos acerca de una organización que ha contribuido a la preservación y transformación de las identidades de las comunidades en los mundos de esta Nuestra América. San Cristóbal, Las Casas, Chiapas. A 21 de mayo de 2010. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 8 INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS: PRESENTACIÓN Leif Korsbaek En 1996 fue publicada la antología “Introducción al sistema de cargos”, en la cual fueron presentados un espléndido prólogo de Andrés Medina Hernández, la traducción al español de ocho textos acerca de la institución conocida como el “sistema de cargos”, que podemos tildar de “clásicos” u “ortodoxos”, además de una bibliografía en aquel entonces razonablemente completa, dos capítulos interpretativos, en el primero de los cuales se presentó la idea de un “típico sistema de cargos” y en el segundo fue presentada la idea del “paradigma del sistema de cargos”. En los años después de su publicación esta antología se ha convertido en un título de referencia obligada y hoy está como su autor: agotada. Los objetivos de la antología fueron formulados en las siguientes palabras: “presentar sistemáticamente a la institución social y cultural que ha sido nombrada de diferentes maneras: “el sistema de fiestas”, “el sistema de cargos”, “el sistema de vara”, “el sistema de escalafón”, “la jerarquía políticoreligiosa” y otros más1. A partir de la primera descripción antropológica de esta institución, realizada en 19372, el sistema de cargos “ha recibido la atención de casi todos los etnógrafos que han trabajado en esta región”3, y el interés que dicha institución ha provocado a los antropólogos ha venido cambiando radicalmente la situación: desde su virtual inexistencia antropológica, antes de 1937, hasta Las denominaciones aquí citadas son, respectivamente, de Waldemar R. Smith, 1981; Harry Tscopik, 1947; Pedro Carrasco, 1979; Frank Cancian, 1967; y Fernando Cámara Barbachano, 1952. Las referencias se encuentran en la bibliografía al final de la antología. 2 En Sol Tax, 1937. Romero y Castaños (1997) llamaron la atención al hecho de que el antropólogo mexicano Noriega ya había descrito y analizado esta institución unos años antes, de una manera que se puede clasificar como el típico sistema de cargos (Noriega, 1922); sin embargo, el trabajo de Noriega fue totalmente olvidado y no dejó huellas en la tradición antropológica de estudio del sistema de cargos, así que el artículo de Sol Tax de 1937 sigue siendo el inicio de esta tradición. 3 Según Frank Cancian, 1967:293. 1 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 9 llegar a ser considerada como “la institución político-religiosa característica en las comunidades indígenas de Mesoamérica”4, comparable con los fenómenos del sistema de castas en la India, el potlatch entre los indígenas de la Costa Pacífica de Canadá, los sistemas de parentesco unilineal en las sociedades africanas, etcétera. El descubrimiento de esta institución vino a cambiar por completo el ambiente cultural y antropológico en Mesoamérica, y nadie expresa mejor que Manning Nash el resultante entusiasmo y la opinión general de los antropólogos, en lo que a la importancia del sistema de cargos se refiere: “La jerarquía es, prácticamente, toda la estructura social del municipio. Al nivel más general de integración social, esta institución representa para los indios lo mismo que el parentesco para las sociedades africanas y el sistema de clases sociales para las sociedades ladinas”5. El típico sistema de cargos fue definido así6: “El sistema de cargos consiste en un número de oficios que están claramente definidos como tales, que se turnan entre los miembros de la comunidad quienes asumen un oficio por un período corto de tiempo después de lo cual se retiran a su vida normal por un período de tiempo más largo. Los cargueros no reciben pago alguno durante su período de servicio, por el contrario, muy a menudo el cargo significa un costo considerable en tiempo de trabajo perdido y en gastos en dinero en efectivo, pero como compensación el cargo confiere al responsable un gran prestigio en la comunidad. Los oficios están ordenados jerarquicamente y el sistema de cargos comprende a todos - o casi todos - los miembros de la comunidad. El sistema de cargos comprende dos jerarquías separadas, una política y una religiosa, pero las dos jerarquías están íntimamente relacionadas, y después de haber asumido los cargos más importantes del sistema un miembro de la comunidad es considerado como "pasado" o "principal"7. El “paradigma del sistema de cargos” se presentó de la siguiente manera: El paradigma de cargos es, en lo que se refiere al aspecto económico, Según Frank Cancian, 1967, Fernando Cámara Barbachano, 1952, entre otros. Manning Nash, 1958. 6 Korsbaek, ed.: 182. Algunos antropólogos piensan que los dos conceptos, “el típico sistema de cargos” y “el paradigma del sistema de cargos” son construcciones mías; es demasiado honor, la única cosa que hice fue estudiar la existente literatura etnográfica y antropológica y resumir el consenso ampliamente compartido en aquel momento entre los antropólogos en México y Guatemala (en Mesoamérica, si así se prefiere) acerca de la forma y la función del sistema de cargos. 7 Este típico sistema de cargos ha sido presentado en varias ocasiones: Leif Korsbaek, 1987, 1989, 1991. La presente definición es de Korsbaek, comp., 1996: 82. 4 5 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 10 claro y sencillo y se desprende con facilidad de la etiqueta que los antropólogos le han otorgado al sistema de cargos en su calidad de institución económica: se conoce como "mecanismo nivelador" ("levelling mechanism"8). Como regla general se supone que el sistema de cargos cumple la función de redistribuir la riqueza producida en la comunidad entre sus miembros y de esta manera obstaculizar la acumulación de capital y la monopolización de la riqueza. La gran mayoría de los antropólogos que han estudiado el sistema de cargos expresan esta opinión, con muy diferentes grados de generalidad y de claridad y a diferentes niveles de abstracción. En el aspecto político del paradigma se postula que el sistema de cargos es una institución netamente democrática. El aspecto religioso del paradigma es, finalmente, más complejo y lo podemos dividir en cuatro postulados: 1) define a la comunidad, es decir produce la identidad étnica y comunitaria, 2) define las fronteras de la comunidad, 3) define los canales legítimos de comunicación entre la comunidad y las autoridades eclesiásticas y políticas del sistema nacional, y 4) finalmente es una institución conservadora que se opone a cualquier cambio en la comunidad9. La presente antología es, con la introducción que el lector tiene en sus manos en este momento, y los dieciseis textos que le acompañan, una especie de secuela a la primera “Introducción al sistema de cargos”, en dos sentidos. En el primer sentido, ya han pasado más de diez años desde la publicación de la mencionada antología, y muchas cosas han pasado en la antropología en general y en el estudio antropológico del sistema de cargos en particular. En el segundo sentido, y parcialmente como consecuencia del primero, la presente antología ya no es tan ortodoxa como la primera, en efecto es muy poco ortodoxa, y es con cierta justicia que lleva por título “introducción crítica al sistema de cargos”. Todo eso estuvo muy bien hasta alrededor del año 1968, tal vez un poco antes, cuando empezó una nueva etapa del estudio antropológico 8 El concepto de "levelling mechanism" ("mecanismo nivelador") fue desarrollado en dos significativos trabajos del mismo año: Eric Wolf: "The Peasants", Prentice Hall, 1966, y Manning Nash: "Primitive and Peasant Economic Systems", Chandler, San Francisco, 1966. 9 El paradigma de cargos se encuentra en Korsbaek, comp., 1996: 271-292. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 11 del sistema de cargos (y de muchas otras cosas, dentro y fuera de la antropología). Ya temprano se sembraron dudas acerca de la realidad del supuesto proceso de nivelación: en los años 1960 empezó Frank Cancian a criticar la interpretación niveladora de los antropólogos10, y desde entonces creo que nadie toma en serio la supuesta función niveladora del sistema de cargos. La primera crítica a este modelo provino a mediados de los años 1960 de los trabajos de Frank Cancian que en su lugar propone el modelo de estratificación. Según Cancian, lo que hace el sistema de cargos no es evitar las desigualdades económicas, pues son, según él, importantes para la integración de la comunidad, sino legitimarlas11. Este modelo, que es mucho más sofisticado y menos romántico que el anterior modelo de nivelación, ha sido adoptado por un número de antropólogos críticos, como Juan Castaingts, Waldemar Smith, Chance y Taylor y James Greenberg12. Junto con la aplicación del modelo de estratificación va una insistencia en una dimensión histórica (sobre todo en los trabajos de Chance y Taylor y de Juan Castaingts), y una protesta contra el carácter cerrado de los estudios de comunidad (sobre todo en el trabajo de Waldemar Smith). Más recientemente William Greenberg ha criticado el modelo de nivelación de Eric Wolf: "la definición de Wolf, con respecto a corporativo, fusiona, como observa Dow (1973c), una definición jurídica (emanada de la definición de Maine sobre corporativo, en términos de perpetuidad legal), con una definición socioestructural que emerge de las ideas de Weber, sobre encierro y orden. Propiamente la corporatividad en un sentido de derecho natural, y encierro, en un sentido socioestructural, deben ser tomados como variables independientes. La aparente fusión de estas definiciones, dentro de la tipología de Wolf, parece ser responsable de algunos malentendidos y una confusión, sobre lo que constituye una comunidad corporativa cerrada" 13. Los 10 Cancian, 1967, 1989 (org. de 1965). Según Cancian, la evidencia en Zinacantán claramente indica que "existe algún grado de estratificación económica, a pesar de su operación" (Cancian, 1989: 137-138), y "se encuentra una considerable evidencia de una diferenciación económica dentro de las comunidades en cuestión" (Cancian, 1967: 291). 12 Castaingts, 1979; Smith, 1981; Chance y Taylor, 1985; y Greenberg, 1987. 13 Greenberg, 1987: 20-21. 11 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 12 dos modelos mencionados, el modelo nivelador y el estratificador, constituyen los dos primeros de cuatro modelos que presenta James Greenberg en su intento por sistematizar la discusión del aspecto económico del sistema de cargos, basándose en su material etnográfico de los chatinos en Oaxaca. El siguiente modelo que presenta Greenberg es el modelo de expropiación que principalmente proviene del trabajo de Marvin Harris, en una especie de posición anticolonialismo light. De América Latina escribe Harris que la organización de la comunidad campesina es "un artefacto creado por los invasores, para certificar que el nivel gubernamental de organización no caiga, otra vez, bajo el control indígena", y que específicamente el sistema de cargos "lejos de proteger a la comunidad indígena en contra de la encomienda, peonaje por deuda y excesivo tributo e impuesto, fue una parte integral y constante de los mecanismos por los cuales estas nocivas influencias ganaron acceso al mismo corazón del pueblo"14. Encontramos el modelo de expropiación en gran parte de la obra de Charles Wagley15, pero, ya que este modelo tiene un inconfundible sabor a marxismo, no puede sorprender que se haya hecho popular en los años anteriores a la debacle del socialismo real, y lo reconocemos en los trabajos de Juan Castaingts, Waldemar Smith, Greenberg mismo16 y, más recientemente, Hayden & Garget17. Como el penúltimo modelo, Greenberg nos presenta un modelo que es una especie de denominador común de todas las consideraciones alrededor del aspecto económico del sistema de cargos: el modelo de redistribución, que prácticamente todos los investigadores avalan, no obstante las demás diferencias que los separan, y finalmente, se nos presenta el modelo de metrópoli-satélite, originalmente hecho famoso por André Gunder Frank. Pero, si el sistema de cargos es tan democrático como dicen, entonces ¿cómo es posible que coexista tan armoniosamente con cualquier tipo de caciquismo? Los ejemplos abundan, pero a título de ejemplo podemos 14 Harris, 1964: 29-30. Wagley, 1941, 1949. 16 Castaingts, 1977; Smith, 1981; Greenberg, 1987. 17 Hayden & Garget, 1994. 15 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 13 mencionar el caciquismo en San Juan Chamula18, aún antes de los eventos zapatistas, durante la paz priista en Chiapas, y entre los triques en Oaxaca19. Hasta ahora he hablado principalmente de la antropología en México, pero la antropología en Guatemala ocupa también un lugar notable en el estudio del sistema de cargos, y por lo menos tres factores merecen mencionarse. En primer lugar, existe una serie de estudios tempranos que tienden a considerar al sistema de cargos (que todavía no ha sido introducido en la antropología y menos ha sido bautizado) como una institución casi exclusivamente religiosa, con fuertes raíces en el mundo preconquista 20, una tendencia que sigue manifestándose más tarde también. En segundo lugar, al final de la Segunda Guerra Mundial, en los tempranos años de la guerra fría, Guatemala fue invadida por antropólogos norteamericanos con una visión cristera de la antropología como un arma en la lucha contra el comunismo21. Esta lucha anticomunista llega a su clímax con la caída de Jacobo Arbenz en 1954, y la obra clave es “Political Change in Guatemalan Indian Communities. A Symposium”, coordinada por Richard Newbold Adams y con participación de la crema y la nata de antropólogos norteamericanos en Guatemala 22. En tercer lugar, en esta antropología hay una fuerte representación de la antropología psicológica, una especialidad que es relativamente débil representada en el estudio antropológico del sistema de cargos en México. Se destacan aquí las 18 Vogt, 1973. Huerta, 1997. 20 Un ejemplo de este interés por lo preconquista es La Farge & Byers, 1931. 21 Nos confirma el sentimiento anticomunista un vistazo a la lista de presidentes de la American Anthropological Association: en 1950 Ralph L. Beals fue presidente, en 1959 Sol Tax, en 1966 John P. Gillin y en 1970 George M. Foster, lo que al mismo tiempo confirma la relación entre la AAA y la importancia del estudio del sistema de cargos. R. N. Adams publica en otro momento, en 1960, un libro más allá de la antropología, con una interpretación también anticomunista del cambio social en América Latina, con artículos del mismo Adams, John L. Gillin y Charles Wagley, emtre otros (Adams, ed., 1965). 22 Adams, ed., 1957, con introducción y conclusión de Adams himself y artículos de Robert Ewald (San Antonio Sacatepéquez, 1932-1953), Kalman H. Silvert & Arden R. King (Cobán, 1944-1953), John P. Gillin (San Carlos Xilkotepec), Melvin Tumin (también San Carlos Xilotepec), Ruben Reina (Chinautla), Morris Siegel (San Miguel Acatán, 1938-1953), Raymond L. Scheele (Santo Domingo Xenacoj, 1944-1951) y Raymond G. Amir (Magdalena Milpas Altas, 1880-1952). De las fechas de término de los estudios se desprende el interés en el intermezzo comunista en Guatemala, con Arévalo y Árbenz, de 1944 a 1954, y los estudios de Silvert & King y Scheele empiezan exactamente en 1944. 19 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 14 monografías de John P. Gillin, Melvin Tumin, un artículo de Benjamín Paul 23 y, un poco más tarde, de Mendelsohn24. Sin embargo, en el transcurso de los años los trabajos de campo han tendido a subrayar y confirmar la distancia que existe entre los planteamientos ideales, supuestamente objetivos, del paradigma del sistema de cargos y una realidad empírica rebelde, a los tres principales niveles de análisis: económico, político y religioso. En lo económico, Frank Cancian mostró, con las cifras de Sol Tax mismo, que no es posible la nivelación que postuló Tax en Panajachel25, lo que mostró Robert Wasserstrom en el caso de Zinacantán26; en lo político, Henning Siverts27 y Evon Z. Vogt28 han mostrado el lugar que ocupa el cacique en la política del sistema de cargos; en lo religioso, nadie ha comprobado más contundentemente que Paul Diener29 que el sistema de cargos no solamente no se opone al cambio, sino es positivamente el fundamento de las actividades guerrilleras. Así que aproximadamente a partir de 1968, un año que es en muchos sentidos emblemático, nos encontramos en una situación algo incómoda en lo que se refiere al sistema de cargos en la antropología: el sistema de cargos no existe solamente en Mesoamérica, no se encuentra solamente en comunidades campesinas y no solamente lo encontramos entre indígenas, aparentemente no nivela nada, no ahuyenta a los caciques y de ninguna manera se opone al cambio social y cultural, ocasionalmente todo lo contrario, y tampoco podemos estar completamente seguros de que el típico sistema de cargos sea típico. Sin exagerar podemos declarar la existencia de un escándalo científico30. Una rápida lectura de los dieciseis textos que aquí se presentan muestra que no se sostiene la idea del “típico sistema de cargos”, y menos aún las ideas contenidas en el “paradigma del sistema de cargos”. 23 Paul, 1976. Gillin (1951) trata “la cultura de seguridad” en San Carlos, pseudónimo del pueblo San Luis Jilotepec, donde trabajó también Melvin Tumin (1952), quien estudió la estratificación y la movilidad social. La monografía de Mendelson (1965) de Santiago Atitlán es una hermosura. 25 Cancian, 1989. 26 Wasserstrom, 1977. 27 Siverts, 1964, 1965B, 1969B. 28 Vogt, 1973. 29 Diener, 1978. 30 Para utilizar este concepto de Thomas Kuhn. 24 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 15 Para mencionar tan sólo un caso entre muchos, podemos echar un vistazo a la escasa etnografía del Estado de México 31, una región donde antes prácticamente no existían descripciones etnográficas de nuestro sistema de cargos pero donde hoy disponemos de un sólido acervo etnográfico de esta institución32. Mientras que ahora es evidente que el sistema de cargos sí existe en las comunidades indígenas en el Estado de México y que es una institución vigorosa y viable, el acervo de información etnográfica que hemos reunido ha confirmado nuestra sospecha inicial de que el típico sistema de cargos ha sido formulado con base en información etnográfica del Sureste - Chiapas, Guatemala, Yucatán, Belice y Oaxaca -, tal vez a raíz de la inexistencia de información etnográfica del Estado de México, y que el sistema de cargos que existe en las comunidades indígenas en el Estado de México no coincide en su forma y estructura a la construcción del tradicional típico sistema de cargos: el típico sistema de cargos no es típico en el Estado de México. Las principales diferencias se pueden presentar de la siguiente manera. La plena participación de la población que tanto ha atraído la atención de los antropólogos en Chiapas - arriba del 90% en las comunidades de Amatenango del Valle y Zinacantán33 - no encontramos en las comunidades indígenas en el Estado de México. Las razones pueden ser varias: la avanzada modernización del Estado de México puede haber llegado a afectar a sus comunidades indígenas también, y la fuerte incursión de las sectas En otro contexto he expresado mi opinión acerca de la escasez de los trabajos etnográficos en el Estado de México, en relación con las actividades en la ahora Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma del Estado de México en Toluca (Korsbaek, Carlos Alberto, Tomatiux). 32El acervo etnográfico mencionado se debe, entre otras cosas, a la publicación de una serie de memorias de una hilera de eventos dedicados exactamente a la etnografía y la antropología del sistema de cargos, principalmente en el Estado de México: del Primer Coloquio del Sistema de Cargos que se celebró en Toluca en 1997, se acaba de publicar las memorias (Korsbaek & Cámara, 2008), del Segundo Coloquio Internacional del Sistema de Cargos, que se celebró en la ENAH en agosto de 1999, se publicó un dossier con seis textos en el número 19 de la revista Cuicuilco (Korsbaek & Topete, eds., 2002), más un texto a destiempo (Carreón, …) y un volumen con ….. textos (Sandoval, Topete & Korsbaek, editores, 2002); del siguiente evento en 2002 se publicó un volumen, con…. Textos, de los cuales .. del Estado de México (Topete, Korsbaek & Sepúlveda, eds., 2005). Finalmente del evento en 2005 se están preparando las memorias, con… textos, de los cuales una buena parte son del Estado de México. 33 June Nash, Frank Cancian. 31 16 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS protestantes, una incursión que es diferente del caso en Chiapas y otras partes del Sureste, puede ser otra razón. Los muy fuertes gastos que en el Sureste llegan a arruinar a las familias no se dan en el Estado de México, donde más bien encontramos gastos compartidos entre un elevado número de seguidores y asistentes del carguero La articulación religioso-político que es uno de los rasgos conspicuos en el Sureste, donde por lo regular se trata de una articulación global de dos jerarquías, una religiosa y otra política, está también ausente en las comunidades indígenas en el Estado de México, donde la articulación normalmente se asegura a través de un sólo cargo estratégico. El cargo a través del cual se articulan las dos jerarquías es frecuentemente el de fiscal, como lo vimos en San Francisco Mihualtepec y en San Francisco Oxtotilpan, pero hemos visto otros casos también: los tlatoleros en San Juan Atzingo34 y el comisariado ejidal en San Antonio de las Huertas35. Así también en las comunidades de San Felipe del Progreso, donde "aunque ambos tipos de cargos están dirigidos al ámbito comunal, los cívicos están inscritos más bien en la vida cotidiana de la comunidad y enfocados a arreglar asuntos y conflictos internos, mientras los cargos religiosos están más relacionados con la cosmovisión y apuntan hacia la comunicación con el ámbito y los seres sagrados. Por consiguiente, también las actividades y responsabilidades de los cargueros religiosos y cívicos difieren, al igual que los espacios y tiempos donde se desempeñan. En el típico sistema de cargos, estos espacios y tiempos suelen confundirse, pero entre los mazahuas están confinados a ámbitos separados"36. Podemos hacer referencia a un estudio de la comunidad de San Pablo Chimalpa en el Municipio de Cuajimalpa que, aunque se encuentra en el Distrito Federal, es de origen otomí y comparte muchos rasgos con las comunidades del Estado de México. En el sistema de cargos en San Pablo Chimalpa la separación de las dos jerarquías es tan tajante que se pueden 34 Alvarez & Monterrosas. Korsbaek & al., 1998. 36 Brinkop, 1997: 11. 35 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 17 detectar dos diferentes estrategias y dos diferentes racionalidades económicas para el progreso a través de los cargos37. En lo político concluimos que "la población indígena en los municipios del Estado de México se encuentra en todos los casos lejana de la cabecera del municipio", por lo que "tiene influencia indirecta sobre el proceso político en el municipio; lo curioso es que en algunos casos, pese a la distancia respecto a la cabecera municipal, sí tiene injerencia en los procesos políticos, como es el caso que acabamos de describir antes"38, y esta influencia se ejerce exactamente a través del sistema de cargos. En el trabajo de campo en San Antonio de las Huertas nos dimos cuenta que "los habitantes de la comunidad encuentran que su proyecto individual sigue estando dentro de la comunidad. Ellos siempre piensan en regresar. Esto es tan claro como el hecho de que los nuevos delegados municipales, al momento de ser propuestos para formar una planilla se encontraban trabajando en la Ciudad de México, y no se negaron a regresar a la comunidad. De esta manera, pensamos que, a pesar de todo, para los habitantes de la comunidad tiene sentido participar en los cargos, por lo menos tiene más sentido que la vida urbana y moderna. Pensamos que el sistema de cargos es el elemento que hace la diferencia entre un mundo conocido, que tiene sentido, y un mundo ajeno sin sentido y misterioso. En cierto modo el sistema de cargos define al mundo y coloca a cada uno de sus elementos en su orden"39. En términos generales, vimos que para los indígenas, en su situación de "asalariados con parcela", "es una obligación participar en el sistema de cargos, puesto que configura el proyecto comunitario, para de esa manera dar pie y continuidad al derecho de habitar en la comunidad"40. Es evidente que estos sistemas de cargos se sustraen de los postulados del paradigma de cargos: desigualdades económicas41, diferente base 37 Romero, 19.., 1997. Korsbaek & González, 1999B: 55, haciendo referencia a la situación en el municipio de Chapa de Mota. 39 Korsbaek & al., 1998: 270 40 Korsbaek & González, 1999A: 288, 290. 41 CEDIPIEM, jefes supremos. 38 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 18 económica42, caciques, jefes supremos43, diferente estructura política e integración, incursión de sectas protestantes. En lo referente a la supuesta nivelación económica, se señala que "en San Agustín Mextepec son cinco las fiestas católicas que se realizan: El Carnaval, San Agustín, la Virgen de Guadalupe, la Nochebuena y El Jubileo, en ellas los encargados de realizarlas son tres mayordomos y de ocho a doce oficiales de mayordomía o ayudantes. Estos cargos no son vitalicios ni hereditarios, sino que son elegidos cada dos años a través de una elección que deciden los tres fiscales en turno (que tienen un periodo de tres años) y los mayordomos salientes. Es común que la decisión de la elección recaiga en un individuo con solvencia económica, es decir rico, que viva en la comunidad (y que sea católico), y sucede con frecuencia que a los más pobres no se les convoque o invite a tomar un cargo, quienes pueden pasar la vida entera sin adquirir esta responsabilidad. La práctica de las mayordomías religiosas es una acción social que ha ido perdiendo adeptos dentro de la comunidad, pues consideran que es mucha la carga económica y no acarrea beneficio alguno, además, la conversión evangélica que se empezó a dar desde 1956 (y que pensamos que ha terminado) hizo que muchos mayordomos abandonaran la práctica de las mayordomías. El mayordomo es elegido cada dos años por la comunidad católica, por lo regular el elegido no quiere tomar el cargo, pero cuando es invitado es casi imposible rechazarlo, además de que su condición de rico en la comunidad le hace esperar el hecho de que algún día será invitado. No obstante, la lógica de este tipo de elección no responde a la intención de nivelar la riqueza en la comunidad, sino más bien se manifiesta como un acto simbólico donde, a partir de la elección, se reconoce la riqueza del elegido, es decir, a través de su elección se está comunicando a los vecinos de la comunidad que “él es el rico”, y que por lo tanto puede brindar y patrocinar la fiesta patronal. En este sentido, participar en la jerarquía religiosa cumple funciones simbólicas, pues le concede la imagen prestigiosa al carguero de que tiene poder monetario. Más que equilibrar el nivel de riqueza comunitario, la elección del carguero tiene una función simbólica. Sus 42 43 Korsbaek & González, en prensa. Reyes. 19 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS obligaciones serán brindar alimento y bebida durante los días de la celebración, no obstante en estos días es poca la asistencia a dicha fiesta, debido a que en la comunidad viven una cantidad importante de evangélicos. Ante la poca asistencia social, el prestigio o reconocimiento del mayordomo se limita a la parte católica de la comunidad. Para los evangélicos no obtiene respeto ni reconocimiento, pues sus estructuras simbólicas del prestigio dependen de otros factores. En la comunidad de comerciantes evangélicos, que complementan su ingreso con la agricultura, la esfera del prestigio tiene una valoración urbana, posee mayor prestigio el que tiene una casa grande con ventanas panorámicas y un auto o camión. Aquel que muestra sus aparatos electrónicos mediante una antena parabólica también tiene más prestigio; las cosas le ganan terreno a la ceremonia; el individualismo socava el comunitarismo; es más prestigioso tener cierta cantidad de bienes, y mostrarlos, que derrochar el dinero en una fiesta católica de la que no se va a obtener nada. El comercio ambulante es y fue un ponderador de la diferenciación social al interior de la comunidad; al tiempo que la causó, creó las condiciones sociales para que el protestantismo entrara con mayor facilidad a la comunidad. El caos que representaba la diferenciación social para los habitantes de San Agustín (pues el trabajo individual y el enriquecimiento de algunas unidades en mayor medida que otras era una realidad), se interconectó adecuadamente al discurso evangélico que privilegiaba el trabajo individual; con esto la nueva religión traería un discurso que legitimaba y justificaba una nueva situación social. Visto así, el protestantismo no entra a la comunidad y origina el enriquecimiento de unos, sino que es la misma existencia de esta diferenciación la que crea las condiciones sociales necesarias y suficientes para la incubación del protestantismo"44. En lo político, sin embargo, sigue en pie la formación de una identidad étnica y comunitaria, lo que se desprende con claridad del caso de San Francisco Oxtotilpan, la única comunidad matlatzinca en todo el mundo, y donde el mismo sistema de cargos define y proporciona los únicos canales de 44 González, 1997: 9-10. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 20 comunicación con el mundo externo, y a través del cual se formula y se defiende el proyecto de la comunidad, a veces en contraposición a las autoridades nacionales45. Primero, podemos hablar de una doble conquista etnográfica: como se desprende del presente y del siguiente capítulo acerca del sistema de cargos en el Estado de México, podemos decir con seguridad que ha sido comprobado la existencia del sistema de cargos en regiones fuera de lo que tradicionalmente ha sido considerado como su hogar: el Sureste de México, Guatemala y Belice, más algunas extensiones hacia el sur: El Salvador y Honduras, un poco más hacia el este, Yucatán, y hacia el occidente saliéndose del Sureste, pasando por Oaxaca y Guerrero y extendiéndose a Michoacán y la frontera chichimeca, con estudios del sistema de cargos entre coras, huicholes y tarahumaras y, recientemente, en regiones todavía más norteñas que antaño dominaron los jesuitas con sus misiones y presidios, como lo señala Hugo López (2000). Como isletas encontramos la presencia del sistema de cargos en comunidades en Puebla, Tlaxcala y Veracruz y, finalmente, podemos agregar el ambiente urbano con sus sistemas de cargos, principal pero no exclusivamente en la Ciudad de México. Como una parte de esta conquista etnográfica tenemos también un material etnográfico que nos permite postular, más allá de una duda razonable, que el sistema de cargos en las comunidades indígenas en el Estado de México (y de otras partes fuera del área nuclear) difiere notablemente de la forma del típico sistema de cargos que manifiestamente ha sido abstraído del material etnográfico del Sureste para después ser extrapolado y universalizado de la manera más malinowskiana. Podemos dividir los textos en diversas categorías. Los tres primeros textos ponen el énfasis en la dimensión histórica del sistema de cargos, en cuanto objeto de estudio de la antropología y en cuanto fenómeno que participa activamente en el proceso histórico más amplio. Quisiéra empezar esta introducción a la antología con un texto ausente. El primer texto en el cual fue presentado e típico sistema de cargos, de Noriega 45 Véase al respecto, por ejemplo, Korsbaek, 1997. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 21 Hope, es realmente una reliquia, pues es de los tiempos de Manuel Gamio, de 1922, un año emblemático en la historia mundial de la antropología, sobre todo la británica, pues sucedieron cuatro eventos de primera importancia: Se murió W. H. R. Rivers, la figura más importante, y además carismática, en la antropología británica durante los años anteriores, fueron publicadas las dos monografías isleñas de los dos padres fundadores de dicha antropología británica, “The Andaman Islanders” de Radcliffe-Brown y “The Argonauts of the Western Pacific” de Bronislaw Malinowski, y finalmente, como una contribución de primera a la etnografía mundial, fue publicada la novela “Ulises” de James Joyce, un tour de force etnográfico basada en 24 horas en la vida de Stephen Daedalus en Dublín. Aquí en nuestro México fue publicada el mismo año, en 1922, la obra de Manuel Gamio de Teotihuacan, una contribución a la arqueología y al turismo en México, y una contribución a un gran número de prejuicios políticos y científicos que en muchos casos perduran hasta hoy. En esta obra encontramos el artículo de Carlos Noriega Hope que realmente pertenece a esta antología. Mientras que la introducción “ortodoxa” al sistema de cargos coloca la invención del sistema de cargos en general y el típico sistema de cargos en particular en 1937, en el ya clásico artículo de Sol Tax de Guatemala, realmente podemos buscar las primeras huellas del típico sistema de cargos en el texto de Noriega Hope, del año 1922. Sin embargo, como ya señalé en otra ocasión, ya que el artículo de Noriega Hope no sería conocido más allá de un muy estrecho círculo, podemos seguir considerando el artículo de Sol Tax como la primera presentación del típico sistema de cargos. Sin embargo, los textos de la antología empiezan con un texto de François Chevalier, del Anuario de la Historia del Derecho Español, de los infelices años de Franco en España y la Segunda Guerra Mundial en la mayor parte del globo, de 1944. El punto de partida es que “una de las características de la colonización española es, sin lugar a dudas, haber intentado imponer, sin modificación alguna, las instituciones religiosas, políticas y sociales vigentes en la península a los países recientemente descubiertos. Sin embargo, el ambiente era allá tan diferente del de Castilla que las modificaciones tendrían que ser importantes en la práctica. Sin lugar a dudas era así sobre todo en los casos en los cuales se trataba de colectividades puramente indígenas y donde LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 22 sería imposible hacer a un lado el pasado haciendo borrón y cuenta nueva”, y se plantea la pregunta de “hasta qué punto fueron implantadas estas instituciones en su forma original, en qué medida tuvieron, al contrario, que tomar en cuenta y partir del estado de las cosas existentes, qué nuevas formas nacerían a fin de cuentas de los esfuerzos de adaptación, allí está el problema entero de la colonización”. Como antropólogo, uno no puede estar completamente seguro de “qué nuevas formas nacerían a fin de cuentas de los esfuerzos de adaptación, allí está el problema entero de la colonización, y una de las características del texto de Chevalier que se nota es la diferencia entre un enfoque antropológica y uno de los historiadores paea quienes “la organización administrativa de los pueblos indígenas y la creación de municipios indígenas constituye uno de los aspectos esenciales, que podemos afirmar no se han estudiado hasta el momento. En efecto, tanto los interesantes trabajos de Ots como los de d’Avellá, acerca de la organización municipal en las Indias, giran casi por completo alrededor de las villas españolas y no de los pueblos indígenas”, lo que evidentemente aleja el foco del historiador del del antropólogo, pues “señalan solamente algunos elementos del tema que nos interesa partiendo de dos fuentes que son La Recopilación de Leyes de Indias de 1680 y la Política Indiana de Solórzano Pereira. De esta manera el estudio de d’Avellá, que es el más completo, trata en cinco páginas las municipalidades indígenas de toda América durante más de tres siglos”. Chevalier define el tiempo y el espacio de su investigación: “Nosotros nos limitamos al espacio de la Nueva España - en términos generales, México – y en el tiempo al primer siglo de la vida colonial – esta limitación, de 1520 a 1620 no es tan arbitraria como podría parecer a primera vista, pues incluye, después del nacimiento del virreinato, su vuelo más grande, al mismo tiempo que la gran empresa de las reducciones indígenas del inicio del siglo XVII y finalmente la época que corresponde a nuestras principales fuentes documentales: las relaciones geográficas de 1580 y sobre todo de 1609, pues las cédulas reales de 1618 vienen a formalizar una realidad”. Se siente que nos encontramos en la infancia de una línea de investigación, pues señala Chevalier que “estamos plenamente concientes de 23 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS que nuestro trabajo presenta numerosas faltas y el lector notará frecuentemente la imprecisión, pero hemos intentado quedarnos muy cerca de los textos que, lamentablemente, no siempre nos permite encontrar todo lo que uno desearía. La totalidad puede ser completada y, en cierto grado, precisada, cuando nuestras investigaciones se extiendan por un lado a los archivos mexicanos y por otro lado a los documentos del siglo XVII y del XVIII”. Es evidente la falta de comunicación entre antropólogos e historiadores, pues solamente unos años antes había sido publicado el ahora famoso texto de Sol Tax, acerca de las comunidades alrededor del Lago de Atitlán y sus sistemas de cargos, de lo cual Chevalier no tiene la más leve sospecha. El universo antropológico y el de los historiadores son mundos aparate y sin comunicación entre ellos. El siguiente texto, "The Civil-Religious Hierarchy in Mesoamerican Communities. Pre-Spanish Background and Colonial Development", de Pedro Carrasco Pizano, se ha convertido en un auténtico clásico: es el primer acercamento coherente y cauteloso a la cuestión del origen histórico del sistema de cargos en una parte específica de Mesoamérica, en la región central dominada por población nahua y otomí. Al lado del casi monopolio maya en los estudios del sistema de cargos, fue refrescante leer un texto del centro de México, de la región dominada por los nahua, los otomíes y los mazahuas. Y, más todavía, después de la romantica y etnocéntrica visión de las culturas indígenas que sostiene antes que nadie Evon Z. Vogt, fue también un alivio ver un acercamiento crítico e inteligente a la cuestión del origen y desarrollo temprano del sistema de cargos: un material socio-cultural preconquista reinterpretado y refuncionalizado al calor del proceso de conquista y en la temprana colonia. Aparte de estos rasgos qye realmente recomiendan el artículo de Pedro Carrasco, encontramos una de las advertencias más inteligentes: “Nos hemos ocupado de un proceso que implica tanto la continuidad de ciertos aspectos de la organización social como el cambio radical de otros. El cambio o la continuidad serán más o menos resultados según se considere la estructura, la forma o la función de una institución social”. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 24 El texto de Manning Nash, "The Social Context of Economic Choice in a Small Society", es en cierto sentido un texto solitario, pues es el único que se dedica explícitamente a la estructura económica de la comunidad y el papel del sistema de cargos en este contexto. En la juventud de la cargología, en los años 1950 y 1960, abundaban las antropología económicas del sistema de cargos. Se pueden mencionar las dos piezas clásicas de Eric Wolf, de 1955 y de 1957, y e texto también clásico de Manning Nash de 1958, en los cuales fueron introducido el concepto de mecanismo de nivelación. Y se puede mencionar la monografía de Frank Cancian, “”, donde se refutó de manera contundente los postulados del efecto nivelador del sistema de cargos, y unos años más tarde el libro de William Greenberg, en el cual se discuten de manera pormenorisada los diversos modelos económicos del sistema de cargos. Pero desde entonces se han hecho escasos los textos dedicados al aspecto económico del sistema de cargos, por lo que el presente texto de Manning Nash representa un notable enriquecimiento de la cargología económica. Se sabe que la antropología económica abarca a dos pandillas: a los formalistas y a los sustantivistas, donde podemos decir, con una de estas simplificaciones que seguramente llevan directamente a infierno, que los formalistas son teóricos muy sofisticados que consideran a la economía como una actividad mental sin mucha relación con las condiciones materiales, pero raras veces producen etnografías que valen la pena, mientras que los sustantivistas por lo regular son teóricos mediocres y peatones, que prestan máxima atención a las condiciones materiales y muy poca atención a la dimensión mental, psicológica y cultural, pero producen excelentes etnografías. Lo notable del texto de Manning Nash es que presenta, como suele suceder con los formalistas, un marco teórico muy preciso y muy apretado, con amplia atención a las condiciones del individuo en el momento de tomar una decisión, pero coloca su planteamiento teórico en una muy rica y frondosa descripción etnográfica de la comunidad de Amatenango del Valle en Chiapas, su ambiente económico y las condiciones que le ofrece este al individuo y, finalmente, una descripción mínima del sistema de cargos de la comunidad, con un máximo de economía verbal. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 25 Con los dos textos de Henning Siverts, "On Politics and Leadership in Highland Chiapas" de 1964 y "The Cacique of Kancuk: A Study of Leadership in Highland Chiapas" de 1965 se inicia una serie de textos dedicados al aspecto político de esta institución. Los dos textos realmente constituyen un solo desarrollo de un tema único, el proceso político en el marco del sistema de cargos en una comunidad indígena. En el primero de los dos textos, Henning Siverts declara, después de una breve presentación del sistema de cargos en su calidad de “los gobiernos semi-autónomos de un gran número de pueblos indígenas en Chiapas y, en otras partes de Mesoamérica”, y alabando el artículo de Pedro Carrasco de 1961, los objetivos de su trabajo y establece el marco de la discusión: “haciendo uso de estas herramientas intentaré describir algunos de los rasgos que caracterizan al gobierno y al liderazgo en el área tzeltal”, declara. Las herramientas provienen principalmente del antropólogo británico M. G. Smith (nacido en Jamaica, con trabajo de campo principalmente en Zazzau en el norte de Nigeria), cuyo núcleo “en su descripción y análisis de la estructura y el proceso políticos” es la distinción entre “autoridad” y “poder”. Según Henning Siverts “parece que esta es una distinción obvia y la encontramos con frecuencia en la teoría nativa”, y podemos suponer que los indígenas son más listos que los antropólogos, pues “que yo sepa, raras veces ha sido utilizada en el análisis del material etnográfico” (la distinción entró solamente tardíamente en la antropología política, y es realmente una distinción originalmente introducida por el sociólogo Max Weber). Haciendo uso de las herramientas desarrolladas por M. G. Smith, Henning Siverts busca tres cosas en el sistema de cargos: “gobierno”, “liderazgo” y “política”: citando a M. G. Smith, “el gobierno es el manejo, la dirección y el control de los asuntos públicos de un determinado grupo o unidad social” (Op. cit.: 15), por medio de actividades políticas y administrativas, y “mediante la acción política se toman las decisiones acerca de la manera en que se tienen que regular y llevar a cabo los asuntos públicos, y acerca de los modos, las funciones y las metas del gobierno. Los actos que se efectúan para conducir este asunto público y coordinar las varias actividades del gobierno son de carácter administrativo”. La política es el espacio del poder, y “el poder en lo abstracto es la capacidad de actuar de manera efectiva sobre personas o LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 26 cosas y asegurar la toma de decisiones favorables que no les son adjudicadas por derecho a las personas o sus “roles”, mientras que “la autoridad” es en lo abstracto el derecho a tomar una decisión particular o exigir obediencia, ya que el acto de exigir siempre implica por lo menos una decisión de este tipo”, citando de nuevo a M. G. Smith. Lo novedoso del texto encontramos en las palabras del mismo Henning Siverts: “hay que diferenciar al líder de una autoridad o carguero, es decir una persona que sencillamente ocupa un cargo. El oficio no le otorga en si mismo poder político a la persona que lo ocupa. La persona que ocupa un cargo es un ejecutivo que lleva a cabo decisiones tomadas por los líderes políticos”. Un líder político es aquella persona que posea el necesario poder para tomar decisiones en nombre de un grupo o de una comunidad. El líder se encuentra en una posición que le permite dar órdenes que todo el mundo tiene que obedecer dentro de su “área de influencia”. En la terminología de los Altos de Chiapas es “el que manda”. Él organiza las actividades sociales y coordina la acción social. Señala Henning Siverts que “hasta ahora, la actividad política y los patrones de liderazgo, apenas han sido tocados, por lo menos no han sido estudiados de manera seria. En el presente texto trataré a esos problemas de manera exploratoria y preliminar”, y “deseo intentar aplicarlas a un material etnográfico de los Altos de Chiapas con el fin de: (1) examinar la posibilidad de aplicar una teoría general a un conjunto de datos etnográficos; y, (2) ofrecer nuevos datos etnográficos de los tzeltales que pueden ser de interés para los estudiantes de la cultura maya”, con lo que se dirige al municipio tzeltal de Oxchuk en los Altos de Chiapas. En el segundo texto desarrolla Henning Siverts su análisis del aspecto político del sistema de cargos en una comunidad tzeltal, Cancuc, que en aquel momento formaba parte del municipio de Oxchuk, ahora ha sido constituida como un municipio independiente. Este segundo texto mantiene la idea fundamental de que “las acciones políticas y administrativas se pueden ver como dos sistemas opuestos, pero claramente interdependientes. Aquella es un sistema de relaciones de poder, implicando competencia, coalición, compromiso y actividades similares, mientras que el sistema de acción administrativa, a través de la cual se lleva a cabo; es un sistema de relaciones, LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 27 orden, obligaciones y derechos autorizados”, desarrollando el texto casi como una historia de vida del cacique de Cancuc, Miguel Ordóñez, y su uso político de una manera muy poco tradicional de la esctructura política tradicional, el sistema de cargos, sosteniendo que “es probable que surja un cierto tipo de líder indígena cuando se presentan problemas de comunicación en las interacciones entre los representantes hispanohablantes de la administración mexicana y las autoridades tribales hablantes de una lengua indígena (Siverts, 1964). Este tipo de liderazgo se basa en fuentes no tradicionales de autoridad e involucra, entre otras cosas, la adquisición de la dominación de la lengua española, alfabetismo y conocimientos generales de la cultura ladina (es decir, no indígena)”. Antes de seguir la exploración del aspecto político del sistema de cargos, podemos hacer una digresión, contemplar los últimos tres textos presentados, el texto de Manning Nash y los dos de Henning Siverts, y señalar que los tres textos dirigen la atención hacia la actuación del individuo, en cuanto actor supuestamente racional, dentro de un marco geográfico, social y cultural que representa el sistema de cargos, y en el marco del sistema de cargos como la institución dominante en la comunidad, acercándonos a la posición del individualismo metodológico. El artículo de Evon Z. Vogt, "Gods and Politics in Zinacantan and Chamula", de 1973, es con mucho el mejor trabajo que conozco de este antropólogo, fundador, director e investigador estrella del Proyecto Harvard Chiapas, y es muy diferente de sus otros trabajos, que en años pasados pertenecían rotundamente a la categoría de culturalismo. Vogt esbozó en otra ocasión “las emocionantes perspectivas que vislumbró en el uso de la comparación controlada en una región donde casi dos millones de indígenas mayas contemporáneos viven en áreas que son prácticamente contiguas en el sur de México, Guatemala y Honduras Británica, y más particularmente las posibilidades que existen en partes circunscritas del área maya, tal como los altos de Chiapas donde unos 200,000 hablantes de tzotzil y tzeltal viven en 34 municipios colindantes. Estos pueblos tzotzil-tzeltal son casi seguramente descendientes de una población proto-tzeltal que se ha diferenciado, formando diversos grupos lingüísticos contemporáneos durante LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 28 los últimos mil años”. Partiendo de ests hechos desea Vogt “resolver un problema que tiene que ver con una diferencia básica entre los sistemas religiosos de dos municipios tzotziles colindantes – Zinacantán y Chamula que están separados tan sólo por una montaña”, y “descubrir las dinámicas que llevan a dos comunidades muy similares que han surgido históricamente dentro de los últimos mil años de la misma protocultura a tomar caminos radicalmente diferentes en sus conceptos básicos de las deidades”, y sigue “en pocas palabras, mi problema es el siguiente. Los zinacantecos ponen énfasis en la existencia de un conjunto diferenciado de dioses ancestrales, mientras que los chamulas, al otro lado de la montaña hacia el norte, enfatizan el papel del dios del sol como la principal deidad en su sistema supernatural”, comparando los dos sistemas culturales, como diría Clifford Geertz, observa Vogt que “las principales deidades indígenas que todavía hoy tienen vigencia en el sistema de creencias en Zinacantán son los totilnfe?iletik (que tienen que ver con las palabras tot y me?, que significan “padre” y “madre”) que son dioses ancestrales; ynhvnl bnlan7zl (el “Señor de la Tierra” o “Dueño de la Tierra”); y unshntmen, la versión zinacanteca de los cuatro dioses de las esquinas que están presentes en la mayor parte de la región maya. Otras deidades son parcialmente indígenas, pero demuestran algún grado de influencia católica: el Sol, que se llama hfotik KaJi'rrl (Padre Sol), hch'tll totik (Padre Divino), o hch'zil ynk'al (Sol Divino), que tiene asociaciones con rioslz ("Dios"); y la Luna que se llama lzch'zd me? (Madre divina), que tiene asociaciones con la Virgen María, así como con las varias estatuas y representaciones pictóricas de otras santas católicas femeninas. Las deidades de mayor importancia en Zinacantán, juzgando por la frecuencia con la que la gente piensa en ellas, rezan a ellas o les dedican rituales, son los dioses ancestrales (tofiln?e?iletik), que son conceptualizados como zinacantecos ancianos que viven dentro de las montañas sagradas alrededor del Centro de Zinacantán, así como en los pequeños montes arriba de los ojos de agua y las concentraciones de casas en las aldeas; se cree que ellos entraron a las montañas para vivir allá en algún momento en el pasado mítico”. Los investigadores en Chamula “han llegado a la conclusión de que el Dios Sol es el principal ente supernatural en el sistema cosmológico y que los LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 29 dioses ancestrales reciben poco énfasis. Gossen señala (1970: 17) que el Sol (htotik o "Nuestro Padre"; y también Jesucristo) hace una circunvalación completa de la isla-tierra cada día. Su ruta circular marca no solamente los límites espaciales del universo, sino también los ciclos fundamentales del orden temporal, el día y los años. El sol es al mismo tiempo el dador del orden cósmico y el que lo mantiene, por lo que es la principal deidad. Parece que el sol comparte el panteón solamente con la luna y los santos, mientras que las deidades ancestrales carecen de importancia. Esta diferencia entre las deidades es reflejada en la naturaleza de los templos en los dos municipios. En Chamula encontramos oratorios con cruces en los ojos de agua en sus aldeas (para facilitar la comunicación con el Señor de la Tierra), oratorios al lado de la carretera para ceremonias de curación y rituales de cargos, oratorios en las principales montañas, como Tsontevits, para ceremonias de curación y procuración de lluvia, y los tres oratorios con cruces en el centro ceremonial que representan los tres barrios. Pero el sistema ritual carece de la multitud de oratorios que en Zinacantán facilita la comunicación con sus dioses ancestrales, desde las deidades ancestrales en los linajes y los grupos de ojo de agua en las aldeas a los diversos ancestros que viven en las montañas alrededor del centro ceremonial. En pocas palabras, el sistema de lugares sagrados refleja de una manera muy concreta el sistema diferenciado de dioses ancestrales en Zinacantán, a diferencia del foco altamente integrado en la iglesia en San Juan (en el centro de Chamula), donde San Juan ocupa el lugar central arriba del altar y está muy directamente relacionado con la adoración del Dios Sol de suprema importancia”. “Pero hay otras diferencias entre los sistemas religiosos. Mientras que Zinacantán, con sus solamente 11,400 habitantes (según el Censo de 1970) posee dos iglesias y la pequeña capilla de Esquipulas en el centro ceremonial, más cuatro iglesias en las aldeas alejadas del centro ceremonial, Nabenchauk, ?Ats’am, ?Apas y Nachih, Chamula posee solamente una iglesia, con su colección única de santos, en el centro ceremonial, que da servicio a 40,000 chamulas. Es también significativo que existe en Zinacantán una red elaborada de intercambio ritual de imágenes de santos, tanto al interior del municipio y con otros dos municipios. Al interior del municipio este sistema de santos LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 30 visitantes incluye un intercambio recíproco entre el centro ceremonial y las dos aldeas Nabenchauk y ?Ats’am, y el centro ceremonial recibe a los santos de San Nicolás y Tierra Blanca y les da hospedaje. El centro ceremonial también mantiene intecambio recíproco con otros dos municipios vecinos (Ixtapa y San Lucas) que antes probablemente se encontraban bajo el control político de Zinacantán. Además, algunas de las aldeas alejadas, como ?Ats'am, y ?Apas, mantienen intercambio recíproco entre ellas. En contraste, en Chamula no existe ningún intercambio ritual de imágenes, ni al interior del municipio ni hacia afuera. Cuando las imágenes de los santos salen de la iglesia central en Chamula, marchan en procesión solamente al camposanto, para regresar a la iglesia simbolizando la concentración de poder sagrado en la única iglesia de San Juan. Así, el sistema cosmológico y la estructura religiosa parecen ser significativamente más centralizadas que en Chamula. ¿Porqué será eso? Busquemos algunas respuestas posibles en el desarrollo histórico y la cultura contemporánea en los dos municipios”: “el poder político en Zinacantán se difunde entre las jerarquías religiosa y cívica en el centro, la jerarquía de chamanes y los jefes de linaje en las aldeas, cuatro con pequeñas capillas católicas y todas tienen templos de linaje donde se adoran los dioses ancestrales. En Chamula este poder es concentrado en una oligarquía en el centro ceremonial. Es mi hipótesis que la única iglesia de San Juan con su colección de santos que preside el santo patrono San Juan (quien es percibido como una representación simbólica del dios sol) está significativamente relacionada con el poder de su oligarquía. En Zinacantán tanto el poder político como la actividad ritual proceden siguiendo varios canales o vías. Aún, por ejemplo, cuando una ceremonia de curación incluye una visita al centro ceremonial, visita a tres iglesias y varias montañas sagradas. Si la ceremonia se queda en una aldea, allí hay templos a visitar en las montañas para rezar a los dioses ancestrales”. Michael Salovesh presenta una triple discusión en su texto “Política en una comunidad maya”, que es de 1975: por un lado, discute los avances más recientes de la antropología política en su momento, por otro lado discute el proceso político en la región maya, en la comunidad indígena (tzeltal) de San Bartolomé, enfatizando el proceso de extinción del tradicional sistema de LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 31 cargos en cuanto vehículo del proceso político, y finalmente señala que el texto es un resumen de su tesis doctoral dedicado al mismo tema: la política en una comunidad maya, o sea San Bartolomé. El texto de Paul Diener “Las lágrimas de San Antonio” coloca el sistema de cargos en medio del inicio de la guerra civil en Guatemala en los años de los setenta, pero primero “pasa revista a la discusión que se ha desarrollado en la literatura antropológica en los Estados Unidos acerca de la naturaleza de los rituales indígenas en Mesoamérica”. Su punto de partida es que “intentos recientes por sintetizar el gran acervo de información que se ha reunido acerca de los sistemas rituales en Mesoamérica han partido de una imagen de a comunidad indígena tradicional como relativamente aislada, cerrada y no muy receptiva al cambio. Para algunos, las barreras construidas por las comunidades indígenas contra la entrada de mercancías e ideas de fuera son el resultado de un deseo de cerrarles la entrada a la penetración económica y cultural, mientras que para otros el conservadurismo de la comunidad indígena tradicional refleja la calidad inherentemente satisfactoria de la cultura indígena misma. Sin embargo, la mayoría estaría dispuesta a afirmar que los sistemas rituales constituyen el núcleo del tradicionalismo indígena y una barrera contra el cambio social. Como lo formula Reina (1966), la comunidad indígena tradicional no es gobernada por las leyes y las reglas que rigen en el mundo moderno occidental, sino que más bien sigue su único y antiguo código ritual que se encarna en la “ley de los santos”. Aún pensadores que son sensibles a la poderosa influencia de las fuerzas económicas internacionales sobre el desarrollo histórico de la sociedad latinoamericana se han inclinado hacia esta LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 32 interpretación del ritual mesoamericano”. Sin embargo, “cada día sale con mayor claridad que esta interpretación común de la vida y las prácticas rituales en la comunidad indígena en Mesoamérica no toma en cuenta suficientemente la manera en qué la expansión del orden mundial capitalista durante los recientes siglos “penetraba enteramente y de manera efectiva aún los sectores más aislados del mundo subdesarrollado”. Los pueblos indígenas no son supervivencias antiguas, son plenamente modernos y siempre lo han sido, aunque su modernidad es de una forma “involucionada”, producto de siglos de “desarrollo del subdesarrollo”. Para entender la vida y el ritual de los indígenas mesoamericanos no tenemos que dirigirnos hacia la ley de los santos, sino hacia las leyes del desarrollo capitalista”. En su lugar “proponemos que los aspectos más distintivos del ritual indígena en el oriente de Guatemala no sirven para aislar y proteger la comunidad indígena, sino que funciona más bien para “sacar el capital o el excedente económico de los satélites (indígenas) y canalizarlo a las metrópolis”. Además, los sistemas rituales indígenas no son en su forma ni paganos ni feudales, son principalmente mecanismos impuestos al pueblo indígena que se derivan de la tradición comercial europea. Finalmente, sostenemos que las comunidades indígenas tradicionales no se oponen necesariamente a programas de cambio orientados hacia la colectividad y que son frecuentemente aquellos que son más dedicados a los valores tradicionales y al ritual que son los agentes más efectivos de este tipo de cambio”. Es relevante recordar que el texto de Paul Diener es de los años antes de la máxima escalada de la violencia en 1982 de manera que, con la ventaja de la sabiduría retrospectiva, puede parecer exageradamente optimista en sus conclusiones: “de nuevo operan unidades activas de guerrillas en Guatemala oriental. Su éxito depende de muchos factores. Los oficiales del gobierno esperan que las técnicas de la revolución verde funcionen como un freno. Otros depositan su fe en el desarrollo de la riqueza minera de Guatemala”. El texto de Andrés Medina Hernández. "Los grupos étnicos y los sistemas tradicionales de poder en México" de 1981 tiene varias virtudes, pero la principal es sin lugar a dudas arremeter violentamente contra la idea de que LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 33 la comunidad indígena viva en aislamiento y que su estructura política sea un fenómeno que termina donde termina la comunidad, Con los siguientes tres textos regresamos a la dimensión histórica del sistema de cargos, pero ahora en un tono mucho más crítico, ya estamos a años luz de distancia del “típico sistema de cargos” y del “paradigma del sistema de cargos”. Empezando con el importante texto de J. K. Chance & W. B. Taylor (1985). "Cofradías y cargos: Una perspectiva histórica de la jerarquía cívico-religiosa mesoamericana" de 1975 Con el texto de Jan Rus y Robert Wasserstrom (1980). "Civil-Religious Hierarchies in Central Chiapas: A Critical Perspective", de 1980, nos encontramos enfrentando a una provocación. Si comparamos la posición de estos dos investigadores de Chiapas con la producción de Evon Z. Vogt, nos damos cuenta del abismo que se abre entre la posición más o menos oficial del Proyecto Harvard en Chiapas en los años 1960 y la nueva generación de investigadores (Robert Wasserstrom era, por cierto, investigador del mismo Proyecto Harvard en Chiapas) El texto “El poder, los sistemas de cargos y la antropología política de Hilario Topete Lara es con mucho la discusión más rica de la política en el sistema de cargos. Hilario Topete inicia su campaña señalando que “Cualquiera investigación que incursione en los vericuetos del poder –y sus alrededores-, es necesariamente política, toda vez que la categoría “poder” ocupa el topos nuclear de las investigaciones sociopolíticas, un lugar que da sentido a ejercicios transdisciplinares como lo es en sí la antropología política, sobre cuya personalidad epistemológica se debatió seriamente desde la segunda mitad del siglo XX” Invoca, como es inevitable por lo menos a partir de 1940, cuando fueron traducidos los textos de Max Weber, a este autor: “Uno de los sociólogos más conspicuos y que más ha influido en los estudios sobre el poder, M. Weber, LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 34 afirmaba: “Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad”, idea con la cual coincidirá, como muchos otros, H. J. M. Claessen. De esta definición conviene destacar el distanciamiento del concepto power en términos de la física (energy), según el cual se define “como cualquier clase de fuerza capaz de realizar un trabajo o aplicable a producir movimiento o presión”, aunque no se deshace plenamente del naturalismo adherido al signo (“probabilidad”, “resistencia”); no lo logra, pero no cayó en el exceso en que caerían más tarde algunos intelectuales del siglo XX como H. Rosinski, quien sostendría que el poder es “nada menos que una cualidad inherente a todo lo que existe, por la mera virtud de su existencia”; y tampoco fue al extremo de J. R. P. French, quien equiparó al poder con la fuerza y la influencia al proponer la muy controvertida fórmula: “El poder de A sobre B es igual a la fuerza máxima que A puede inducir en B, menos la fuerza de resistencia que B pueda movilizar en sentido opuesto.” Weber, por el contrario, introduce el concepto voluntad que, en cualquier caso, es voluntad de poder”. Yo señalé hace muchos años que la antropología política es la especialidad antropológica más débilmente desarrollada en general y, en lo particular, en el estudio del aspecto político del sistema de cargos, y creo que sigue vigente esta opinión. Es claro que el texto de Hilario Topete no resuelve para siempre la cuestión política del sistema de cargos, pero nos ha acercado apreciablemente a una solución. Hace pocos años me dijo Roberto Varela que faltaba una definición adecuada del “poder” en la antropología política y que en el momento de contar con una tal definición, “ya lo hicimos”, pero falleció. El texto "La república de Santiago Atitlán" de Sergio Ricco Monge & Leif Korsbaek, de 1992, es uno de mis trabajos que más me gusta, pues muestra la inseparable unidad de la antropología, la política y el compromiso, entre otras cosas. La historia del texto es la siguiente: al principio de los noventas fui responsable de investigación en la pequeña organización CIDECA de Guatemala, y al principio del 1992 nos llegó una invitación de la comunidad indígena de Santiago Atitlán, habitada por hablantes de la lengua maya tzutujil. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 35 Como parte de la violencia que regía en Guatemala en aquel entonces, la población había sido diezmada por las masacres perpetradas por la policía y el ejército guatemaltecos. La invitación vino de las autoridades de la comunidad – cuyo alcaalt (presidente municipal) en algún momento nos dijo sonoramente que “yo soy indígena, más no pendejo” – y el objetivo era comprobar con una publicación antropológica cómo estaba la situación en Santiago Atitlán, pues las autoridades habían logrado, muy astutamente, movilizar la prensa nacional e internacional y obligar al gobierno a retirar a los kaibiles y los policías de la comunidad. La CIDECA recibió un apoyo económica de la organización sueca Rädda Barnan (Salva al Niño) y nos fuimos a pasar un mes en Santiago Atitlán, un mes lleno de tareas etnográficas. Recuerdo que fui con mi compañero Sergio Ricco Monge en el camión de Cristóbal Colón hasta Tapachula (recuerdo que alcanzamos ver tres películas con Tongolele), y luego en autobuses locales hasta el Lago Atitlán para terminar cruzando el lago en una de las lanchas turísticas y llegar a Santiago Atitlán, donde la familia de un alumno mío en la ENAH nos dio hospedaje durante el mes que nos quedamos allá. Y, como termina el artículo, todo al son de “Sopa de caracol”. Me parece muy en su lugar cerrar el volumen con el texto de Eric R. Wolf. "The Vicissitudes of the Closed Corporate Peasant Community", publicado en American Ethnologist en 1986, la valiente autocrítica de uno de los antropólogos que de manera definitiva ha contribuido a formar la imagen del sistema de cargos que marcó la antropología mesoamericana durante largos años, a partir de la publicación de su primer artículo importante, en 1955, hasta los años hacia 1970. Yo hablé con Eric Wolf en New York en 1984, y el me dijo en una plática informal en Nueva Cork al principio de los años 1980 que “en los años 1950’s no pudimos prever lo que sucedería en la antropología y en la etnografía en los siguientes treinta años”, y la distancia entre las dos fechas se ven y se sienten en su artículo de autocrítica. Finalmente, unas palabras acerca del texto. Se mencionó ya al principio de esta introducción que este es el segundo volumen dedicado al sistema de cargos, precedido por la “Introducción al sistema de cargos” que se publicó en Toluca en 1996, hace ya dos sexenios. Se señaló también que una de las LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 36 diferencias es que, mientras que el primer volumen era “ortodoxo”, este volumen es mucho menos ortodoxo y más “crítico”, donde la diferencia se tendría que buscar en el muy rico desarrollo de la antropología que grosso modo separa el mundo de antes de 1968 del de después y que, más precisamente hablando del sistema de cargos, podríamos buscarla en la no aceptación de las ideas del “típico sistema de cargos” y del “paradigma del sistema de cargos” en una nueva antropología, supuestamente crítica. A título de amenaza se podría prometer en algún futuro un tercer volumen, cuyo título sería inseguro, pero que partiría de las suaves palabras de Daniel Dehouve en el Palacio de Minería en 1982, en la clausura del congreso de Latin American Studies de aquel año. Me dijo en aquel entonces juguetonamente (todos eramos más jóvenes entonces, hasta nuestros informantes) la Doctora Dehouve aproximadamente que “mi estimado Leif, tu sistema de cargos no existe”. En todas mis publicaciones acerca del sistema de cargos he presentado abundancia de citas recomendatorias y avaladoras, pero hay también, como la anterior de Daniel Dehouve, citas contrarias. Así, por ejemplo, cuando hace muchísimos años presenté mi proyecto original de una tesis de postgrado acerca del sistema de cargos en Chiapas, contestó secamente mi profesor que “tu sistema de cargos es como una puta, se presta a cualquier cosa”, una opinión que evidentemente no me gustaba, me siento más cómodo hablando del carácter camaleónico del sistema de cargos y de su flexibilidad. Pero, para un tercer volumen dedicado al sistema de cargos podríamos escoger una declaración menos ad hoc y más sistemática que la de Daniele Dehouve. En una antropología/etnografía reciente de aquí de Mesoamérica se le asigna el lugar merecido al sistema de cargos, tanto en la dinámica de la sociedad mexicana y guatemalteca como mesoamericana, en una nota a pie de página: “El sistema de cargos, elemento básico de la estructura social de las comunidades indígenas, ha proporcionado el marco institucional para la ejecución puntual de los ritos comunitarios. Es importante estudiar su funcionamiento, puesto que ha sido un elemento clave para la reproducción de las comunidades a través de la historia. Constituye una laguna del presente volumen que el sistema de cargos se menciona solo de paso en algunos de los LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 37 capítulos y no se haya incluido un estudio específicamente dedicado a este tema”46. Es importante tomar en cuenta que en la cita se habla del sistema de cargos en su calidad de “elemento básico de la estructura social de las comunidades indígenas”, que “ha proporcionado el marco institucional para la ejecución puntual de los ritos comunitarios”, y no de la tradición etnográfica de la región. Dos puntos más tendrían lugar en la fundamentación de un tercer y diferente volumen acerca del sistema de cargos (con todas las dudas ontológicas acerca de la existencia de esta institución). Primero, los comentarios muy relevantes, coherentes y acertados hechos por otros dos cargólogos, Hilario Topete Lara y Saúl Millán, donde también se plantean dudas y reservas referente a la existencia del sistema de cargos, aunque de otra manera. El último punto sería la introducción del comunalismo en el discurso, una orientación que se nutre de las recientes discusiones de la política indigenista y del desprestigio del método científico. Siento que, juntando estas hebras se puede entablar una discusión que vale la pena acerca de la institución que aquí se debate: que se llame el sistema de cargos, expresión que ningún indígena sin un título académico nunca haya pronunciado, o que se llame algo por el estilo de “obligaciones para con la comunidad”, cambiando el foco de la atención del sistema de cargos como el fin hacia su posible papel cambiado como un medio hacia un fin, donde el fin en cuestión sería la comunidad. 46 Broda, 2001: 24-25, Nota 3, donde se hace referencia a Medina, 1987 y Báez-Jorge, 1998. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 38 Texto No. 2 LOS MUNICIPIOS INDÍGENAS EN LA NUEVA ESPAÑA, 1520-162092 François Chevalier Una de las características de la colonización española es, sin lugar a dudas, haber intentado imponer, sin modificación alguna, las instituciones religiosas, políticas y sociales vigentes en la península a los países recientemente descubiertos. Sin embargo, el ambiente era allá tan diferente del de Castilla que las modificaciones tendrían que ser importantes en la práctica. Sin lugar a dudas era así sobre todo en los casos en los cuales se trataba de colectividades puramente indígenas y donde sería imposible hacer a un lado el pasado haciendo borrón y cuenta nueva. Hasta qué punto fueron implantadas estas instituciones en su forma original, en qué medida tuvieron, al contrario, que tomar en cuenta y partir del estado de las cosas existentes, qué nuevas formas nacerían a fin de cuentas de los esfuerzos de adaptación, allí está el problema entero de la colonización. La organización administrativa de los pueblos indígenas y la creación de municipios indígenas constituye uno de los aspectos esenciales, que podemos afirmar no se han estudiado hasta el momento. En efecto, tanto los interesantes trabajos de Ots como los de d’Avellá, acerca de la organización municipal en las Indias, giran casi por completo alrededor de las villas españolas y no de los pueblos indígenas93. Señalan solamente algunos elementos del tema que nos interesa partiendo de dos fuentes que son La Recopilación de Leyes de Indias de 1680 y la Política Indiana de Solórzano François Chevalier: “Les municipalités indiennes en Nouvelle Espagne”, Anuario de Historia del Derecho Español, Vol. XV, 1944: 352-386. Traducción de Leif Korsbaek, revisión de la traducción de Marcela Barrios Luna y Cristina Rybertt. 93 Ots (José María): “Apuntes para la historia del municipio hispanoamericano del periodo colonial, en Anuario de Historia del Derecho Español, tomo I,, 1924, p. 23-126, y del mismo autor, “El régimen municipal hispanoamericano del periodo colonial”, en Tierra Firme, t. II, 1936; y Ávila Vives (Joaquín): “Los cabildos coloniales” (tesis doctoral), en la Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales, Madrid; t. XIII a XVII, 1930-1934. 92 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 39 Pereira. De esta manera el estudio de d’Avellá, que es el más completo, trata en cinco páginas las municipalidades indígenas de toda América durante más de tres siglos. Nosotros nos limitamos al espacio de la Nueva España - en términos generales, México – y en el tiempo al primer siglo de la vida colonial – esta limitación, de 1520 a 1620 no es tan arbitraria como podría parecer a primera vista, pues incluye, después del nacimiento del virreinato, su vuelo más grande, al mismo tiempo que la gran empresa de las reducciones indígenas del inicio del siglo XVII y finalmente la época que corresponde a nuestras principales fuentes documentales: las relaciones geográficas de 1580 y sobre todo de 1609, pues las cédulas reales de 1618 vienen a formalizar una realidad94. Estamos plenamente concientes de que nuestro trabajo presenta numerosas faltas y el lector notará frecuentemente la imprecisión, pero hemos intentado quedarnos muy cerca de los textos que, lamentablemente, no siempre nos permite encontrar todo lo que uno desearía. La totalidad puede ser completada y, en cierto grado, precisada, cuando nuestras investigaciones se extiendan por un lado a los archivos mexicanos y por otro lado a los documentos del siglo XVII y del XVIII. En una primera parte veremos cuáles fueron los personajes que constituyeron los municipios indígenas y participaron en la administración de los pueblos. En seguida estudiaremos más específicamente el papel y la importancia de cada uno de ellos, y después conjuntamente. I La composición de los municipios indígenas Las relaciones geográficas de 1579-1581 y de 1611 son la fuente esencial para este trabajo. Hacemos referencia a las conocidas obras de Jiménez de Espada, y sobre todo a un libro que está preparando D. José de la Peña acerca de Ovando, el autor de una vasta obra legislativa y estadística inacabada, de la cual las Relaciones constituyen una parte importante. La mayor parte de las Relaciones de la Nueva España han sido publicadas en: Paso y Troncoso (Francisco del): “Papeles de la Nueva España, segunda parte, geografía y estadística, Madrid, 19051906; 6 vol. (t. I, 3, 4, 5, 6, 7); y en “Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento… en América y Oceanía, Madrid, 1864, 42 vol., t. 9. En lo referente a las leyes de 1618, ellas se encuentran en la “Recopilación de leyes de Indias” de 1680. 94 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 40 Parece que en México, los primeros cabildos indígenas fueron organizados, en terminología y tipos españoles, en las nuevas comunidades producidas por el proceso de reducción que fundaron los misioneros con el fin de facilitar la evangelización del país, lo que no puede sorprender a nadie. Entre los más antiguos documentos detallados hay uno que trata sobre una comunidad en Michoacán, San Francisco Acámbaro, fundada entre 1526 y 1532: los franciscanos reunieron en ella a indígenas otomíes y tarascos – cuatrocientos doce caciques – a los cuales pronto se podían sumar indígenas nómadas e insumisos, o sea “chichimecas”, que fueron atraídos por el ejemplo y las ventajas que ofrecía la misión. Este documento, que por varias razones es muy interesante, ha sido señalado por Robert Ricard en su libro acerca de la conquista espiritual, al cual tendremos ocasión de citar varias veces en el presente estudio95. El 28 de septiembre de 1526, después de haber trazado la aldea en el terreno y observado las tierras, se convocaron la “república” de caciques y la gente común. Estos eligieron: Como gobernador de la comunidad y “de toda la provincia”, un cacique indígena Dos alcaldes ordinarios, de los cuales por lo menos uno es un cacique Luego dos regidores, de los cuales uno es calificado como mayor Un alguacil mayor Un fiscal mayor, encargado especialmente de la educación, todos ellos por supuesto indígenas96. Además, se organiza una caja comunitaria. Se elabora un informe a la Audiencia que, en nombre de Su Majestad, confirma la entrega de varas o atributos de ciertos poderes judiciales. Robert Ricard: La conquete spirituelle du Mexique – Essay sur l’apostolat et les methodes missionaires des ordres mendiants en Nouvelle Espagne de 1523-24 a 1572. Paris, Travaux et memoires de l’Institut d’Ethnologie: t. XX, p. 169-170. Una nueva edición está en prensa en México. El documento sobre la fundación de Acámbaro está transcrito in extenso en una obra del siglo XVIII, la Crónica de la Provincia … de Michoacán, de Fr. Pablo Beaumont O. F. M. (Libro II Cap. I). De él existen varias ediciones; la más reciente de las cuales es de México, 1932, Publicaciones del Archivo General de la Nación, t. 17 a 19 (t. 18, p. 298 &s.). 96 Esta lista de autoridades municipales ha sido elaborada con la ayuda de dos listas que proporciona el documento. La segunda que es la de signatarios, es la más clara y la más completa de ese documento redactado por un indígena. 95 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 41 Notemos de paso que los caciques siguen ocupando un lugar importante y gozan de diversos privilegios, que no podemos tratar aquí (particularmente reciben las partes más grandes en la distribución de las tierras). Al final, como es el caso en general en las reducciones, el sacerdote y los dos misioneros franciscanos no obstante que no contaban con un título bien definido en el municipio, tenían evidentemente una fuerte influencia en el gobierno de la comunidad. Así que encontramos en San Francisco de Acámbaro la mayoría de los miembros de los cabildos castellanos: en sus grandes líneas es ya el tipo de organización que por lo general encontraremos en las comunidades índígenas, ya sea se trate de reducciones o bien de antiguas aglomeraciones indígenas que han sido organizadas más o menos de acuerdo con las normas españolas. Ya no era lo mismo, sobre todo en las primeras fundaciones misioneras: ellas habían sido establecidas frecuentemente con un mínimo de participación por parte de los poderes civiles que habían sido dejadas a la iniciativa de los monjes que las habían organizado a su gusto. El ejemplo más antiguo y típico es sin lugar a dudas las dos comunidades hospitales de Santa Fe, creación del obispo Vasco de Quiroga, fuertemente inspirado en la utopía de Tomás Moro. La primera, situada a dos leguas de México, fue fundada alrededor de 1530, y en 1533 fue fundada la segunda, cerca de Valladolid de Michoacán (Morelia). Destinadas al principio a recibir, en su calidad de hospital, a indígenas pobres o enfermos, muy pronto se convirtieron en auténticas comunidades, y también muy pronto adquirieron cierta importancia, con sus tierras, su ganado, sus molinos, sus textiles, sus escuelas, etc., con una organización colectivista extremadamente curiosa (con las cosechas como propiedad común, etc.) que no es asunto de estudiar aquí. Especialmente fueron agrupados los jóvenes conversos para que no volvieran al ambiente de sus familias que todavía eran “paganos”. Don Vasco de Quiroga ordenó minuciosamente su funcionamiento y antes de su muerte redactó un conjunto de reglas para que duraran también después de su muerte. En efecto, las comunidades hospitales seguían funcionando de una manera similar hasta el siglo XVIII. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 42 Un sacerdote español dirigía la organización de cada comunidad con el título de rector, con nombramiento para tres años del capítulo de la catedral. En lo religioso recibió la asistencia de uno o dos capellanes. Como subalterno hubo un principal indígena (a veces dos) que los textos llaman para esta ocasión gobernador, como veremos, igual que en el caso de San Francisco Acámbaro y en general en la Nueva España. Su elección se hizo a dos niveles: los hombres de la comunidad, divididos en cuatro grupos, designaron a cuatro candidatos entre los cuales los jefes de familia eligieron al principal por voto secreto. El que fue elegido ejercería el cargo de tres a seis años. Al lado del principal – o de los dos principales – hubo tres o cuatro regidores indígenas elegidos para un año de la misma forma. El mayor resguardaba una de las tres llaves de la caja donde se depositaba el dinero del municipio; el rector y el principal tenían las otras dos llaves. La población estaba dividida en familias de tipo patriarcal que abarcaba a toda la línea masculina (cuatro, seis, ocho economías familiares, a veces más). En principio, el mayor de los hombres era el jefe de la familia. Hubo familias urbanas y familias rurales, por demás intercambiables. Un veedor general y unos veedores de las estancias del campo se ocupaban más especialmente de estas familias rurales que vivían dispersas sobre las tierras de la comunidad, y que sin esta supervisión se habrían escapado del control del rector y del municipio97. Este sistema realmente constituye una notable excepción. El modelo que propuso y defendió como modelo el franciscano Jerónimo de Mendieta, y que conocemos a través de las obras que nos ha dejado, es realmente de un tipo más corriente. La originalidad de su sistema de gobierno consiste en el hecho de que al cabildo español se le ha agregado una muy curiosa organización. Hasta donde nos permiten juzgar los documentos, que por lo general son de poca precisión, parece que sistemas similares, con Vea acerca de todo eso, La Utopía de Tomás Moro en Nueva España, introducción y texto abreviado de las ordenanzas, por Silvio Zavala. México, Bibl. Histórica mexicana de obras inéditas, t. 4, 1937, p. 9, 11 & p. 26, nota 49. El texto integral se encuentra en apéndice en J. J. Moreno, Fragmentos de la vida … de D. Vasco de Quiroga. México, 1766; p. 202 & s. – obra bastante rara que se puede sustituir por: Don Vasco de Quiroga. Documentos. Compilación de Rafael Aguayo Spencer. México, 1940, en especial p. 256 -, etc. 97 43 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS muchas variaciones en la terminología, funcionaron en un gran número de comunidades indígenas, sobre todo en las reducciones. En una carta con fecha de alrededor de 1589 Mendieta 98 aconseja dividir las nuevas comunidades en una serie de cuarteles de aproximadamente el mismo tamaño, colocado cada uno bajo la invocación de un santo, comprendiendo alrededor de cien hombres administrados por unos quince tepixques y alguaciles (por lo menos hay dos de estos últimos). Ellos mismos se encontrarían bajo los órdenes de un jefe de cuartel, los macuiltepecpanpixqui o centuriones, cada uno equipado con una “vara” de justicia y apoyado por cinco tenientes (macuiltepecpanpixqui o veintenarios). Los centuriones son elegidos por acuerdo entre los poderes religiosos – los misioneros de la comunidad – y judiciales – el funcionario español – y no, se especifica, por los “principales”, indígenas que nombrarían a sus amigos por ineptos que fuesen. Los centuriones tienen el derecho a ciertos privilegios (cultivo de una parte de sus tierras) y elegirán: Al gobernador A los alcaldes ordinarios A los regidores La comunidad ideal debe contener por lo menos doscientos hogares para los principales, y cientos para los secundarios. Aquí vemos la importancia de los jefes de barrio y de sus subordinados que se sobreponen a la organización tradicional de tipo español: (gobernador), alcaldes, regidores y alguaciles. En realidad, no obstante que los detalles son pocos, parece que la única cosa que hizo Mendieta fue impulsar un poco un sistema que existía ya en las reducciones y en otros lugares: nos asombra la importancia religiosa y administrativa que los misioneros parecen darles a los cuarteles o barrios: cada uno fue colocado bajo la invocación de un santo y frecuentemente tenía su Códice Mendieta en la Nueva Colección de Documentos para la Historia de México. Publ. García Icazbalceta; t. 5; México, 1892, p. 87-88. Acerca de Mendieta, así como acerca de otros misioneros a cuyas obras haremos referencia más adelante, hay que consultar a R. Ricard: La conquete spirituelle du Mexique, obra citada, donde se encuentran todos los detalles deseables. 98 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 44 capilla particular donde se recitaba el sermón de la noche. Los domingos y los días festivos las autoridades, encabezadas por el gobernador, y todos los habitantes de los diferentes barrios se reunían en el “patio” de la iglesia para rezar antes de la celebración de la misa grande99. A veces – y eso es el caso de las reducciones que fueron establecidas alrededor de 1600 a la iniciativa del Virrey el Conde de Monterrey – cada barrio de la nueva comunidad correspondía a una antigua aldea o a un grupo de indígenas que había sido incorporado a la reducción, y elegía a uno o dos funcionarios municipales100. Pero el término barrio cubre tal vez instituciones bastante diferentes. Encontramos en las comunidades indígenas en la diócesis de Oaxaca, en el sur, a personas llamadas golaves que tenían cada uno a su cargo a los indígenas de un barrio muy restringido, que no contenía entre diez y treinta hombres aproximadamente (relaciones geográficas de 1609)101. En diversas regiones parece que los tequitatos cumplieron un rol similar102. Veremos cuáles eran sus tareas, pero es evidente que se trata de supervivencias precortesianas. Otro teórico de las reducciones, el franciscano Valadés103, por fin nos proporciona todas las informaciones precisas acerca de una “curia”, o sea “domum civicam”, colocada en la plaza central, donde los habitantes del municipio, y a veces hasta una audiencia más grande, podían venir a discutir los asuntos de la comunidad. Sabemos que estas casas reales – palacios municipales – por lo general existían en la realidad; una serie de planos de comunidades, anexados a las relaciones geográficas que fueron elaboradas durante el gobierno de Felipe II, bastan para comprobarlo. Véase sobre todo: Grijalva (Juan de): Crónica de la Orden de N. P. S. Agustín en las Provincias de la Nueva España, México, 1624; II, cap. 6. – Fray Alonso de la Rea: Crónica de la Orden de N. S. P. S. Francisco … de Mechoacán … México, 1643, foja 42. 100 Véase Lesley Byrd Simpson: Studies in the Administration of the Indians in New Spain, Berkeley, (California), 1934 (Coll. Iberoamericana No. 7); p. 97 (No. 5 de las instrucciones) y p. 101 (No. 18). 101 Véase Paso y Troncoso: Papeles de Nueva España, op. Cit., t. 4, pp. 311, 317 .. (véase adelante). 102 Idem id., t. IV, pp. 213, 219, 227 (Oaxaca); t. III, p. 114 (México), etc. (véase adelante). 103 Valadés: Rhetorica Cristiana … Perouse, 1579. – Los planos se encuentran en Paso y Troncoso: Papeles de la Nueva España, etc… 99 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 45 Pero el gobierno central se ocupa muy pronto de expedir instrucciones en lo referente a la participación de los indígenas en la administración local. De un modo un poco cándido se les quería otorgar títulos españoles para que fueran gobernados, hasta donde se pudiera, de acuerdo con las fórmulas tradicionales en la península. Así, se pensaba, se irían acostumbrando poco a poco a una vida social ordenada en comunidad y perderían sus costumbres que a menudo parecían bárbaras. Encontramos esta legislación no solamente en la Recopilación de leyes de Indias de 1680 y en la Política Indiana de Solórzano, que no incluye las cédulas más antiguas, sino también en recolecciones mucho menos utilizadas, como el cedulario de Vasco de Puga, y sobre todo en la Gobernación temporal de las Indias o Copulata104. En julio de 1530 fueron enviadas cédulas en blanco por el gobierno real a la Audiencia de México para que ella nombrara a regidores y alguaciles indígenas en las comunidades, con el fin de que los indígenas se entiendan mejor con los españoles y se aficionen a la manera de su gobierno. La orden fue ejecutada por los alguaciles, pues dos años más tarde se le recomienda a la Audiencia de manera especial de hacer uso de las cédulas en blanco para los regidores, así como se hizo para las de los alguaciles105. Todavía hubo titubeo, tanto en las órdenes como en su aplicación, como nos lo comprueba una cédula de 1533106. En 1533 se les ordena a los indígenas que se hayan establecido cerca de Guatemala que elijan alcaldes y un alguacil, “así como se hace en la Nueva España”107. Vasco de Puga: Cedulario, México, 1563, 2 vol. Reeditado por García Icazbalceta, México, 1878-92, 2 vol. La Gobernación temporal de las Indias es la lista más larga conocida de cédulas reales hasta 1570. Desafortunadamente no se trata de otra cosa que resúmenes - bien elaborados, por cierto - pero con referencias a cedularios inéditos de los Archivos de Indias, donde se encuentran los textos completos (que han sido estudiados detalladamente por el Profesor D. Juan Manzano) La Gobernación ha sido publicada en la Colección de Documentos inéditos relativos al descubrimiento … de Ultramar, 2ª. Serie. Madrid, 1885-1932; 25 vol. La parte que nos interesa está en el t. 22. – Véase: D. José de la Peña: La Copulata de Leyes de Indias y las Ordenanzas ovandinas, en la Revista de Indias, t. 2, 1941, pp. 137-143. 105 Gobernación temporal de las Indias, título X, pp. 322-23 del t. 22 de la Col. De Doc. Citada. 106 Idem id. De estas tres cédulas extremadamente interesantes, no nos queda más que los resúmenes de la Copulata. El texto integral debería encontrarse en los Archivos de Indias, Nueva España, 1088, pero lamentablemente estaba en un volumen perdido, tal como lo hemos podido constatar D. Juan Manzano y su servidor. 104 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 46 Y dos años más tarde confirmará la Audiencia, si así le parece relevante, la decisión que antaño había tomado el Virrey Antonio de Mendoza, de dejar a los indígenas elegir a sus alcaldes y regidores108. Parece que no hubo vuelta de hoja. Al contrario, en una cédula real del 9 de octubre de 1549, que nos cita Solórzano109, dirigida no solamente a la Nueva España, sino más general, aparentemente se ordena elegir entre los indígenas jueces pedáneos y regidores, más alguaciles, escribanos y otros ministros que, según sus costumbres, rindan justicia en casos de menor importancia. Así que disponemos de un conjunto único de documentos para estudiar esta organización en la realidad: se trata de las relaciones geográficas redactadas algunas alrededor de 1580, otras en 1609110. Las primeras son las más numerosas y tratan en general de asuntos en la diócesis de México y en la de Oaxaca; las segundas se destacan por ser detalladas. Encontramos realmente en las comunidades una administración indígena casi por completo establecida que se compone así, en términos generales y sin prestar atención a las variaciones: Un gobernador, por lo regular un cacique Dos alcaldes ordinarios Cuatro regidores. Señalemos de una vez que estos aparentemente faltan en el noreste, en la provincia de Pánuco. Un número variable de alguaciles, generalmente dos o cuatro en comunidades de importancia, a los cuales a veces se agregan los de las aldeas, o sea las estancias. A veces son complementados con un alguacil mayor, a veces dos, y aún de un teniente de alguacil mayor. 107 Idem id., p. 323. Idem id., p. 321. 109 Solórzano Pereyra, Política Indiana, libro II, cap. 27, ley 12.. 110 De las relaciones de 1609, las más interesantes son: Diócesis de Oaxaca: Miahuatlán, Ocelotepeque, Coatlán, Amatlán; en Paso y Troncoso: Papeles de Nueva España, t. IV. Una serie de comunidades que dependen de Pánuco, etc. … ; en la Col. De Doc. Inéditos … en América y Oceanía, t. IX, pp. 141-165 y pp. 123-130. Las relaciones de 1579-80 nos interesan sobre todo por las listas de signatarios, que son las personas que han sido consultadas en relación con su redacción: a menudo son las autoridades locales, que conocemos por este medio. En particular encontramos listas más o menos completas en: Paso y Troncoso, Papeles de Nueva España, t. III. Diócesis de México, p. 151; t. IV, diócesis de Oaxaca, pp. 109, 153, 181, 213, 225, 227 …;t. V, Diócesis de Tlaxcala, p. 46; t. VI, Diócesis de México, pp. 131, 154, 193, 210, 226, 237, 251, 292; t. II, .p 2. 108 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 47 Un escribano Y no es raro encontrar a uno o dos de los siguientes personajes: Mayordomo Fiscal Fiel, este se encuentra aparentemente sobre todo en la provincia de Pánuco. Aparte de los golaves, tequitatos… con nombres precortesianos, encargados de los barrios indígenas. Por supuesto, todo eso sucedió bajo la autoridad, cercana o lejana según el caso, de un corregidor o un alcalde mayor español por un lado, o por otro lado de un misionero o un sacerdote, y a veces también de un encomendero que había tomado el poder local, de hecho si no de derecho. Eso es aproximadamente el andamiaje de esta organización como la viene a sistematizar una ley del 10 de octubre de 1618111: las comunidades y reducciones con menos de ochenta personas debían tener dos alcaldes indígenas y dos o cuatro regidores, y las aglomeraciones menos importantes por lo menos un alcalde y un regidor. A la misma fecha se estipula uno o dos fiscales encargados especialmente de reunir a los indígenas para la catequización112. Queremos señalar solamente que no se habla de ningún gobernador. En efecto, las variaciones sobre este tema eran frecuentes, sobre todo en las reducciones donde las grandes órdenes religiosas tenían sus sistemas más o menos particulares. De esta manera vemos en pueblos de este tipo los organismos administrativos de cada uno de los grupos étnicos originales coexistentes codo a codo: En Tancuiche, resultado de la fusión de tres pueblos, hay de acuerdo con una relación geográfica de 1609113: Tres caciques Tres alcaldes Recopilación, Libro VI, Título 3, Leyes 15-16. Idem id., ley 7. 113 Colección de Documentos Inéditos ... en América y Oceanía, T. 9, . 163. 111 112 48 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Tres alguaciles mayores Seis alguaciles Tres fieles De igual manera se ordena en las reducciones del Virrey el Conde de Monterrey que en cada pueblo originario que constituya una cuarta parte de la nueva aglomeración se elegirá un regidor y un alcalde si se trata de una antigua cabecera, y solamente un alguacil si se trata de un grupo antiguo de importancia secundaria (1604) 114. Para citar un último ejemplo, se dice de la comunidad indígena anexada a Nombre de Dios (Nueva Galicia, dependencia en el noroeste de la Nueva España) donde habían sido reunidos mexicanos, tarascos y tonalteques al principio de cada año eligen cada parcialidad o nación de las tres a un alcalde y un regidor y un topile, que es alguacil, para su gobierno115. Parece ser la excepción no encontrar en una comunidad catalogada como cabecera por lo menos los rudimentos de la organización aquí descrita. Ese es el caso en 1581 en Cuauhquilpan, en la diócesis de México, que es ciertamente una cabecera muy pequeña, es pueblo muy pequeño, es y a sido cabecera por si aunque por su poca gente y esterilidad no tiene gobernador ny alcaldes ny regidores: gobiernanle çiertos tequytlatos, que son como mayordomos116. II Cargos y elecciones en los municipios indígenas Sabemos aproximadamente qué personas constituían las municipalidades indígenas y administraciones locales en la Nueva España durante el primer siglo de la colonización española. Pero, ¿cuáles eran las leyes que determinaban sus decisiones, cuáles eran las funciones de cada uno de ellos, qué importancia y qué papel real podrían tener estos organismo indígenas en la vida local, o sea en lo que realmente constituía la base y la sustancia del país? 114 Lesley Byrd Simpson: Studies in the Administration of the Indians of New Spain, op. cit., p. 101. 115Col. Doc. Inéditos… en América y Oceanía, t. 9, p. 220. 116 Paso y Troncoso: Papeles de la Nueva España, t. VI, p. 308. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 49 Estas son cuestiones muy delicadas y difíciles, pues raras veces son bien definidos los roles y las funciones. Entre las diferentes regiones, las diferencias son considerables, los tipos de aldeas y de gobiernos, y es fácil imaginarse el grado de empirismo que podría tener vigencia en aquel periodo en estos aspectos. Intentemos, sin embargo, sustraer algunos rasgos esenciales. En la cúspide de la jerarquía encontramos por lo regular a un gobernador, que es normalmente un cacique, es decir uno de los antiguos jefes indígenas del lugar117. Solórzano nos dice que en la Nueva España los virreyes consideraron a estos cacicazgos como oficios de administración de justicia y gobierno y que, habiéndose dado cuenta de la importancia de este cargo, prefirieron ocuparlo por medio de selección antes que por sucesión hereditaria118 – elección o selección normalmente limitada a diversas familias de principales que hubo en la comunidad. Mucho más detallado y preciso es al respecto el informe que deja el virrey Antonio de Mendoza en el momento de dejar su cargo (1550). El capítulo lleva por título “Sobre las elecciones de los caciques y gobernadores”119, y es tan interesante que conviene transcribirlo por entero: En lo tocante a las elecciones de caciques y gobernadores de los pueblos de esta Nueva España, ha habido e hay grandes confusiones porque unos suceden en estos cargos por herencia de sus padres y abuelos120 y otros por elecciones, y otros porque Motezuma los ponía por calpisques en los pueblos, y otros ha habido que los encomenderos los ponían e los quitaban a los que convenían, e otros nombraban los religiosos. Cerca desto ha habido grandes variedades de opiniones: la orden que en este caso he tenido es que cuando el tal cacique viene por elección, mando que conforme a la costumbre antigua que han tenido, elijan e nombren por cacique a persona que le El título de gobernador … pertenece al cacicazgo (1615, Perou ciertamente). En Memorias de los Virreyes que han gobernado el Perú. Lima, 1859, t. I, p. 19 (información de D. A. Muro). 118 Solórzano Pereyra: Política indiana, libro II, cap. 27, § 15. 119 Instrucciones que los Virreyes de Nueva España dejaron a sus sucesores, México, 1867; p. 234. Existe otra edición de estos textos. México, 1873; 2 vol. 120 Véase por ejemplo Paso y Troncoso, t. VI, p. 251; Ocopetlayuca (Diócesis de México, 1580). Se dice del gobernador indígena don Gregorio de Texada que su”gobernación le perteneçe de padres e agüelos”. 117 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 50 spareciere ser conveniente para el cargo, y que sea indio de buena vida e fama, e buen cristiano e apartado de vicios, y que esta elección se la dejen hacer libremente. E fecha, al que eligen por tal cacique se le da mandamiento para que le tengan por tal el tiempo que fuere la voluntad de Su Majestad o mía en su real nombre; sabiendo que no es tal cual conviene para el cargo, se le quita: lo mesmo se hace al que sucede por herencia este cargo de cacique, tienen los indios al tal cacique por señor y a quien obedecen. Hay otra elección de gobernador en algunos pueblos que es cargo por si diferente del cacique que tiene cargo de gobierno del pueblo, y este elijen los indios; e siendo tal persona gobierna uno dos años, o mas, o menos, según que usa el cargo, e se le da de sobras de tributos o de la comunidad, con que se sustenta por razon del cargo. V. S. estará advertido de todo. Como se ve, desde antes de mediados del siglo XVIII este virrey había intentado poner un poco de orden y regularidad en este modo de designar caciques y gobernadores – pues, es a menudo difícil distinguir entre estos dos calificativos. A antiguas diferencias locales se habían agregado las diversas influencias de los encomenderos, de los grandes propietarios de minas y ganaderos españoles, y los monjes: el virrey volvió a los procedimientos indígenas tradicionales, pero la sucesión hereditaria es debidamente controlada: si los personajes y caciques así designados no convenían, no tardaron en desposeerlos de sus cargos y proceder a nuevas elecciones. Parece que los españoles intentaron, a través de la institución del gobernador, de integrar al cacicazgo en un marco fijo y sencillo que armonizara con sus ideas. Solamente allí donde antes hubo varios caciques se nombraba a un gobernador. Puede ser que el gobernador tuviera autoridad sobre una provincia, como en el caso de Acámbaro, es decir sobre un territorio más grande de lo que era normalmente la jurisdicción de un cacique. Como es comprensible, el gobierno español intentaba además delimitar estrictamente la autoridad de estos jefes indígenas. En las instrucciones enviadas al virrey Mendoza en 1535 se le ordena estudiar los medios para 51 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS limitar los tributos reales o personales que cobran los caciques para favorecer a los de Su Majestad121. En 1538 estos indígenas no podían hacerse llamar señores de los pueblos, sino solamente ostentar el título de principal o cacique122 – términos que, sea dicho de paso, no tenían su origen en México, habían sido traídos de las islas por los españoles. Si pretenden tener derecho a las tierras por razón del solar, la Audiencia juzgará (1550 y 1551). Hay que cuidar que no les cobren en demasía a los maceguales, sus súbditos (1552-56-60--), hay que informarles con precisión acerca de sus derechos123. Su autoridad judicial es reconocida de nuevo en 1551 y en 1558 en casos criminales, pero es limitada a casos de importancia menor donde no se puede tratar de pena capital o de mutilación. Estos últimos casos eran de la competencia de los corregidores españoles124. En realidad, aún en el modesto espacio de la administración local, estos antiguos jefes se encontraron relegados a la sombra,, poco a poco, no tanto por las medidas tomadas por el gobierno como por aquellos nuevos personajes indígenas con títulos españoles que los corregidores sin lugar a dudas controlaban mucho mejor125. Las órdenes religiosas, por su lado, tenían muy buenas razones para ver con cierta desconfianza a los caciques que, juntos con los chamanes, tenían mayor razón que los otros para quedarse afiliados al paganismo, especialmente por la poligamia que era la costumbre entre ellos126. Hacia 1580, como nos dicen un poco cándidamente, eran muy respetados, pero eran considerados como gente menor como en nuestra Col. Doc. Inéditos… de Ultramar (2ª. Serie), t. X, p. 254. Vea D. José de la Peña en El tributo. Su origen. Su implantación en Nueva España. Sevilla, 1934; 54 p., p. 46.. 122 Recopilación, VI, 7, Ley 5. 123 Recopilación, VI, 7, Ley 9; VI, 7, 8, y Vasco de Puga: Cedulario, t. II, p. 267 (o foja 188) y 337 (foja 208). Idem, p. 98 (foja 122). Véase también d’Avril 1533, t. I, p. 298 (foja 85). 124 Recopilación, VI, 7, Ley 13. 125 Por ejemplo, en 1551 se queja un cacique de que un “juez indio” le había quitado su parte de la renta que tradicionalmente recibía (Archivo General de Indias, México, 1089, t. I, foja 366). 126 Véase R. Ricard: La conquete spirituelle du Mexique, op. Cit., pp. 134-136 & 315-321. 121 52 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS nación el cavallero o hidalgo; pero no señor absoluto como marqués o conde127. Cualesquiera que hayan sido las razones exactas, la decadencia de los caciques es una cosa segura, lo vemos a partir del inicio del siglo XVII y sin duda mucho antes. Después simultáneamente, de haberles el limitado gobierno central y controlado se encargó el poder, de o aún defenderlos, aparentemente sin demasiado éxito. Como nos señala nuestro amigo, Juan Manzano, es probable que esta evolución haya tenido su origen en la influencia de la cual se granjeó Bartolomé de las Casas. Este apasionado defensor de los indígenas sostenía la legitimidad del poder de los caciques y otros jefes indígenas en contra de los conquistadores usurpadores. Sabemos que estas ideas tuvieron gran importancia en la significativa etapa legislativa de 1542-43, y seguían prevaleciendo en ciertos dominios de la legislación – hasta que más tarde llegó a dominar una nueva tendencia con la teoría de la tiranía de los caciques128. A partir de 1547 se señala específicamente que solamente la Audiencia o una autoridad (sien) delegada le puede quitar a un cacique sus derechos. Esta orden será repetida más formalmente en dos ocasiones hacia el fin del siglo129. Aunque la justicia no puede arrestar a un cacique, a menos que se trate de un caso grave, y en tal caso la Audiencia debe adjudicarse inmediatamente el caso (1549) 130. Finalmente, una larga serie de cédulas reales, en 1551-56-57-58-59-6168 … ordenan en términos muy diversos dejarles a los caciques sus jurisdicciones, derechos y preeminencias, y restituirles los que les habían sido arrebatados, excluyendo todo el tiempo el derecho relevante de la jurisdicción 127 Paso y Troncoso: op. cit., t. IV, p. 158. Hacemos referencia al importante trabajo que pronto publicará el Profesor Juan Manzano sobre estas cuestiones, con el título de El problema de la incorporación de las Indias a la Corona de Castilla. 129 Gobernación temporal, pp. 328-9del tomo XXII de la Colección citada. Recopilación, VI, 7 (leyes de 1593 y 1596). 130 Gobernación temporal, pp. 328-9 de idem y Disposiciones complementarias de las leyes de Indias. Madrid, 1930, 3 vol., t. I, p. 95, No. 68. 128 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 53 criminal, precisa una cédula de 1558 destinada a Guatemala131. Se intenta dejarlos confirmar la posesión de sus tierras y dejarles…. limitados (1551). En el transcurso de la última tercera parte del siglo XVI los caciques y los gobernadores reciben muy a menudo por su casa o por su cultura la prestación de un repartimiento de indígenas, en realidad bastante modesto y que con frecuencia causa protestas. Una caçica disfruta todavía servicios análogos y hasta una renta muy modesta en dinero (1579-80)132. Estaban legalmente exentos de pagar tributo, así como también sus hijos mayores133. Pero la realidad era en ocasiones diferente y se nos dice de varias comunidades en la diócesis de México que gobernador, alcaldes y principales tributan como los maceguales134. Las relaciones geográficas de 1580-81, en las cuales se citan constantemente los gobernadores, apenas nos dan detalles acerca de su papel. Notemos que a su nombre le antecede un título de Don, lo que no siempre es el caso de los alcaldes, y menos todavía en el caso de otros funcionarios municipales. Pero las relaciones de 1609 son más explícitas y muestran que a pesar de las medidas legales en muchos casos estos personajes solamente de manera formal se encontraban en la cúspide de la jerarquía municipal. En Guauchinango, en la diócesis de México (1582 y 1609), hay gobernadores que “gobiernan” todavía135 – el último de ellos, elegido cada año, sigue siendo un miembro de las antiguas familias de caciques, lo que confirma lo dicho por el virrey Mendoza. La situación sigue siendo similar tanto en Ocelotepeque como en Amatlán (diócesis de Oaxaca, 1609), pero se precisa que los caciques no reciben absolutamente ninguna renta de los indígenas, los indios no le pagan ni Recopilación, VI, 7, leyes 1, 2, 7 y Gobernación temporal, pp. 325 y pp. 328-29 del tomo XXII de la Colección citada.. 132 Archivo General de Indias, Méjico, 1089; foja 366, cédula real del 14 de julio de 1551; id. 18 de julio. Luego Silvio Zavala y María Castelo, Fuentes para la historia del trabajo en Nueva España, recoplidas por --, México, 1939-41, 5 vol., t. I, pp. 5, 61; t. II, pp. 201 …, 211, 218, 220, 239, 272, 314, 315 … etc.; cacica, t. II, pp. 204, 378. 133 Archivo General de Indias, Méjico, 1089, foja 366. 134 Paso y Troncoso: op. cit., t. III, p. 151. 135 Col. Doc. Inéditos… en América y Oceanía, t. IX, pp. 317-18, & idem, p. 120; 1924. 131 54 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS le contribuyen nada a los caciques (Ocelotepeque)136. En Amatlán el cacique, jefe después de veinticuatro de sus ancestros directos, es como gobernador; este cacique y algunos deudos suyos alternativamente gobiernan el pueblo y tienen a su cargo, a los cuales obedecen los indios, pero no le dan nada por reconocimiento. Los alcaldes y regidores son además calificados como ministros de justicia137. Al otro extremo de la Nueva España, hacia el noreste, en Pánuco, en Tanteyuca y en sus dependencias, encontramos todavía casos similares, pues los caciques, que son elegidos, ya no reciben nada pero tienen todavía cierto “dominio”: todos (los tributarios) están sujetos a un cacique al cual no le contribuyen nada, ni él tiene hacienda alguna; solo tiene dominio sobre los indios para cosas de gobierno (Tanteyuca, 1609) 138. Intentaremos hacernos una idea acerca de en qué consistía este dominio, este resto de poder, sin querer llegar a una precisión que seguramente no existía en la realidad. Pero de nuevo, la evolución indicada no se detenía por la ausencia de rentas y asistimos a la desaparición de todo “gobierno”, por decadente que ya fuera. Eso es el caso de Coatlán, en la diócesis de Oaxaca (1609), donde se precisa que los caciques no tienen dominio ninguno sobre los indios ni les dan nada por reconocimiento, y así bive el cacique pobre y miserablemente139. En Miahuatlán (diócesis de Oaxaca, 1609) no hay ni cacique ni gobernador en la cuestión del municipio. Nos dicen incidentalmente en el transcurso de la relación que los habitantes reconocen como cacique a “Don N. de Velasco”, que es de la raza de los antiguos jefes pero no tiene ningún poder jurídico sobre los indios y no cobra ninguna renta “no tiene dominio ninguno sobre los indios ni le contribuyen nada” y se concluye que “sustentase miserablemente del aprovechamiento de unas ovejas y cabras que tiene”! 140. En fin, en la comunidad indígena anexada a la villa española de Nombre de Dios, que ya hemos mencionado, en la Nueva Galicia, y fundada con indígenas traídos de la Nueva España, se precisa que ellos eligen un 136 Idem, t. IX, p. 156, y Paso y Troncoso, t. IV, p. 305. Paso Troncoso: op. Cit. T. IV, pp. 317-318. 138 Col. Doc. Inéditos … en América y Oceanía, t. IX, p. 157 & p. 141. 139 Paso Troncoso: t. IV, p. 311. 140 Idem, t. IV, p. 156 & pp. 296-97. 137 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 55 ayuntamiento pero que no tienen cacique, que se ha acabado la sucesión de ellos141. En estos últimos ejemplos los textos son explícitos, pero es probable que la situación debiera ser parecida en una gran cantidad de comunidades donde las relaciones geográficas guardan profundo silencio acerca de los caciques, exactamente porque ya no tenían importancia. Es cierto que la mayor parte de los casos mencionados tienen que ver con la diócesis de Oaxaca y la provincia de Pánuco y faltaría la posibilidad de llevar a cabo una investigación que cubriera todas las partes de la Nueva España. Pero sí tenemos una seria indicación que no ha sido refutada en otras partes. Recordemos que la ley de 1618 no menciona al gobernador. Mientras que el rol de cacique no ha desaparecido, sus condiciones parecen ser bastante ingratas. Siguiendo a Solórzano, sus tareas reconocidas ya no iban más allá de asegurar la cobranza del tributo que se debía al rey y a los encomenderos, y a localizar y reunir a los hombres útiles para los servicios personales que subsistían a cambio de unas escasas rentas o trabajos en sus tierras. El corregidor, y aún los alcaldes indígenas, les habían quitado todo poder judicial142. Una cédula real de 1571 tiene localmente como responsables a los gobernadores y al alcalde de la cobranza del tributo (Santiago Tlatelulco)143. Otra de 1609 llega al extremo de defender a los caciques contra los que controlan a los repartimientos, que les obligaba a proporcionar por su cuenta la misma mano de obra que antes en las provincias donde la población había disminuido144. En efecto, no es raro encontrar ocasionalmente el rol de los gobernadores asociado al de los alcaldes o al de los principales. Ellos tienen como tarea proporcionarle al juez repartidor español, quien es equipado con una Vara de justicia, la cantidad de indígenas que corresponden al repartimiento para las obras de utilidad pública, es decir en general el 4% de los tributarios de la comunidad cada semana (última tercera parte del siglo Col. Doc. Inéditos… en América y Oceanía, t. IX, p. 220. Política indiana, libro II, cap. 27, § 5, dos datos desafortunadamente poco precisos; véase ambién Recopilación, VI, 3, ley 16 (1618). 143 Archivo General de Indias, Méjico, 1090; t. I, foja 264. 144 Recopilación, libro VI, 7, ley 11 (1609); ver también VI, 3, ley 18 (1618). 141 142 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 56 XVI). Cuando por alguna razón, que sea negligencia o mala voluntad, no todos los indígenas se presentan a trabajar, se les hace responsable a los gobernadores y se les amenaza hasta con castigo de cárcel. Un texto que es particularmente explícito a este respecto lo encontramos en uno de los capítulos de la instrucción enviada en 1591 al repartidor de las minas de Pachuca: “Yten advertirá a los gobernadores de los pueblos que dieron los dichos (indios) para las dichas minas, que tengan asimismo por escrito o por pintura los indios que enviaren cada semana, y los barrios que son y tequitlatos que los tienen a cargo, y de las veces que vienen a servir a las dichas minas para que se pueda entender cuando fueron visitados, y se les pida cuenta, lo cual hagan so pena de suspensión de su oficio por dos meses, y que estén tres días en la cárcel”. Casi en los mismos términos son redactadas en 1603 las instrucciones al repartidor de minas de Çimapan, por ejemplo. Una responsabilidad de los gobernadores y alcaldes en asuntos similares aparece frecuentemente en los notables documentos del Archivo General de la Nación de México, correspondiendo a los años de 1575 a 1604, que recientemente han sido publicados por Silvio Zavala y María Castelo145. En lo referente al tributo notamos un papel similar de los caciques en los pueblos indígenas en Pánuco: por una serie entre ellos se nos dice que el cacique reúne el dinero de la comunidad que está destinado a los gastos de la iglesia y también en suplir los tributos de los indios que se mueren, porque los indios tributarios están obligados a pagar enteramente el tributo que le está tasado a su comunidad146. Las instrucciones de uso de los funcionarios encargados de ejercer el gran proyecto de la reducción a principios del siglo XVII aparentemente no les dejan estas funciones a los caciques, pues son los funcionarios municipales quienes tienen que asegurar la cobranza del tributo (provincia de Tlanchinol, en la actual provincia de Hidalgo, 1604-05)147. Fuentes para la historia del trabajo en Nueva España…, op. Cit., t. III, p 198 y p. 12. Véase también t. II, p. 346; t. IV, p. 7; t. V, pp. 17, 22, 98, 187, 232, … etc. 146 Col. Doc. Inéditos… en América y Oceanía, t. IX, pp. 152, 157, 163 …. 147 Lesley Byrd Simpson: Studies in the Administration of the Indians in New Spain, op. cit., p. 101, etc. 145 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 57 En lo referente a los diversos títulos municipales que vienen después del de gobernador – y más constantemente que aquel – tenemos alguna información precisa acerca de cómo les fueron atribuidos, menos sobre las funciones que desempeñarían en el periodo estudiado. En 1550, el virrey Antonio de Mendoza le comunicó a su sucesor que en algunos pueblos son nombrados alcaldes indios que son necesarios para la ejecución de las ordenanzas que son expedidas en lo referente a los indios y la experiencia ha mostrado que son convenientes y necesarias para el mantenimiento del orden148. Entonces, a mediados del siglo XVI, fueron nombrados alcaldes solamente en “algunas comunidades” y no en todas partes; el virrey los menciona solamente de paso, como una institución esporádica, mientras que se detiene largamente acerca de los caciques y los gobernadores, que deberían representar todavía a la única autoridad indígena real. Pero hemos visto que hacia 1580, la época de la primera serie de las relaciones geográficas, los títulos de alcaldes ordinarios parecen haberse generalizado. Un buen número de estos alcaldes indígenas ponen el título Don149 antes de su nombre, lo que nos lleva a pensar que fueron elegidos entre las viejas familias de caciques y principales, que eran frecuentemente indios ladinos que sabían leer, escribir y hablar español. Al principio estaban exentos del pago de tributo150. Sabemos con exactitud, cómo eran nombrados estos personajes en 1609 en el caso de dos comunidades de la diócesis de Oaxaca. En Miahuatlán las elecciones de alcaldes y regidores se hacen de esta manera: por el mes de diciembre se juntan en su cabildo los oficiales de aquel año y elijen otros para el que biene: esta elección llevan los indios escrita en su lengua y firmada de sus nombres y del escribano y la presentan al corregidor, el cual no haviendo entre los eletos persona que notablemente sea viciosa declara por auto, al pié de la dicha elección, qe la a por presentada, y que la remite a la Gobernación de Nueva España para que el virrey della les dé mandamiento de aprobación Instrucciones que los virreyes de la Nueva España dejaron a sus sucesores, op. cit., p. 235. Paso y Troncoso, op. cit., t. IV, pp. 225, 227 …; t. VI, pp. 226, 237, 251, 292 …, etc., etc. 150 Recopilación, IV, 5, ley 20 (1618). 148 149 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 58 para que sirvan los dichos oficios, porque sin él no los pueden servir 151. En Amatlán, la elección se hacía de la misma manera152. Este estado del asunto corresponde además a la legislación que fue sistematizada por una cédula de Felipe III (1618): Los alcaldes y regidores indígenas han de elegir por año nuevo otros, como se practica en pueblos de españoles e indios, en presencia de los curas153. Allá el corregidor, como en la investidura de los gobernadores, guarda estricto control, y en casos excepcionales puede llegar al extremo de que el corregidor mismo designe a los alcaldes154. En lo referente a las funciones de estos alcaldes indígenas, en primer lugar consistieron, como nos señala Antonio de Mendoza (1550), en vigilar la implementación de las leyes que conciernen a los indios. A partir de 1553, ellos podían aún, en caso de necesidad, hacer arrestar y encarcelar a los negros y los mestizos hasta que llegara el corregidor o su teniente155. Por eso, poseían ciertos poderes judiciales que deben de haber estado, al principio, en competencia con los de los caciques, pour reduits que soient les uns les autres. De todos modos, Matienzo en su Gobierno del Perú, escrito antes de 1573, les otorga a los alcaldes indígenas poderes judiciales civiles y criminales sobre los indígenas, excluyendo sin embargo penas de muerte y mutilaciones. Sin embargo, para no privar a los caciques de sus poderes, establece un sistema mixto porque al cacique no se lo quite el señorío y jurisdicción que tiene como señor natural, que los alcaldes comuniquen con él todas las causas criminales que ellos pueden conocer y las civiles de cualidad y todas las demás cosas tocantes al gobierno las haga el cacique… y el castigo a los indios que se hiciera quede reservado al cacique156. Este compromiso debía ser poco viable y, en consecuencia, los alcaldes lo revocaron, por lo menos en la Nueva España. 151 Paso y Troncoso, t. IV, p. 294. Idem id., p. 317.. 153 Recopilación, VI, 3, ley 15. 154 A. Ameca en 1579: “dos alcaldes ordinarios indios, electos por el alcalde mayor”. Relación geográfica publicada en el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 2ª. Época, t. II, 1870; p. 470. 155 Recopilación, libro VI 3, ley 17. 156 Juan Matienzo: Gobierno del Perú, pub. Buenos Aires, 1910, cap. 14, p. 33; se trata principalmente del Perú, pero el texto es interesante y tiene relevancia mucho más allá. 152 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 59 Hemos visto que los caciques, tanto de hecho como de derecho, al principio del siglo XVII habían perdido todo poder en este dominio, y durante la misma época los alcaldes y regidores eran comúnmente calificados como ministros de justicia157, y en 1618 una cédula real definió su autoridad, ciertamente bien modesta, pero con algunas posibilidades de asumir cierta importancia donde no hubo un regidor residente: tendrán jurisdicción los alcaldes de indios solamente para inquirir, prender y traer a los delincuentes a la cárcel del pueblo de españoles de aquel distrito; pero podrán castigar con un día de prisión, seis u ocho azotes al indio que faltara a la Misa el día de fiesta, o se embriagare o hiciere otra falta semejante, y si fuere embriaguez de muchos, se ha de castigar con mas rigor; y dexando a los caciques lo que fuere repartimiento de las mitas de sus indios, estara el Gobierno de los pueblos a cargo de los dichos alcaldes y regidores en cuanto a lo universal158. Los regidores venían inmediatamente después de los alcaldes ordinarios. Parece que menos frecuentemente que en el caso de los alcaldes, se trataba de personajes que llevaban el título de Don. Ya hemos visto que fueron elegidos de la misma manera que los alcaldes, y sus tareas aparentemente no se distinguían muy nítidamente de las de aquellos, con los cuales por lo regular son mencionados en todo asunto que le interese al “gobierno” y aún en asuntos de la justicia en casos menores en la comunidad. Todo parece indicar que su rol se acercaba al de los regidores españoles: reglamentación y control del mercado, de obras de interés general, de la cárcel…159 Es curioso que parece faltar en Pánuco donde encontramos, como ya lo vimos, a los fieles, sin duda con tareas bastante parecidas – el fiel ejecutor es encargado en particular de los pesos y las medidas. Los alguaciles no eran otra cosa que simples agentes encargados de la ejecución material de órdenes. El virrey Mendoza nos dice que también se elijen alguaciles indios que son necesarios para evitar las borracheras y sacrificios y prender los que hacen ecesos, e para que tengan cuidado de Por ejemplo, Paso y Troncoso: op. cit., t. IV, p. 317 (1609; Amatlán). Un caso muy común. Recopilación, libro VI, 3, ley 16. 159 Véase a Avellá Vives: Los cabildos coloniales, op. cit., en la Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales, t. XIV; 1931; p. 479-80. 157 158 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 60 recoger los indios a la doctrina160, y sin embargo, el título municipal de alguacil indígena es el primero que encontramos en la legislación destinada a la Nueva España, y allí se nos presenta, cosa asombrosa, dotado de la vara en la instrucción general para las justicias (1530). Dos años más tarde una cédula real aprueba los nombramientos de alguaciles que había hecho la Audiencia de México. En las pequeñas aglomeraciones, frecuentemente muy aisladas, o estancias (que no hay que confundir con las estancias de ganado que los españoles habían creado), que fueron consideradas como dependencias de las comunidades más importantes, debía haber forzosamente poderes más amplios que los policías, y normalmente había uno o dos alguaciles en ellas Mientras que se intentaba al principio del siglo XVII reunir la población dispersa alrededor de las cabeceras, cada grupo guarda una cierta individualidad bajo la forma de cuartel o barrio en la reducción y sigue eligiendo a su alguacil. Estos alguaciles estaban, en particular, encargados de reunir a la gente para la catequesis, etc. Y aún de cobrar los tributos y asegurar los demás servicios161. Fueron ellos que sustituyeron al fiscal, cuando este no existía en título, en sus funciones de auxiliar de los misioneros o del sacerdote. Una ley promulgada en 1618 obligaba a las comunidades indígenas a tener uno o dos fiscales, de acuerdo a su importancia162. Las obligaciones de los alguaciles eran extremadamente diversas y podían ser varias. Uno de ellos, por ejemplo, a veces bajo el nombre indígena de topil, se ocupaba de la casa destinada a dar hospedaje a gente que venían de paso163. Se sabe que en principio los españoles, los mestizos y los negros no podían quedarse en las comunidades indígenas más allá de un tiempo muy limitado y solamente en habitaciones que los ayuntamientos debían poner a su disposición. Pero en esta posada o mesón, el baremo de precio fue establecido Instrucciones que los virreyes de Nueva España dejaron a sus sucesores, op. cit., p. 235. Lesley Byrd Simpson: Studies …, op. cit., p. 101, etc. 162 Recopilación, VI, 3, ley 7. 163 Paso y Troncoso: t. IV, p. 298 (Miahuatlán), y Col. Doc. inéditos… en América y Oceanía, t. IX, p. 125 & p. 158. 160 161 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 61 por el corregidor. Además podemos mencionar a los alguaciles de sementeras, que aseguraban que la producción de semillas fuera suficiente. En fin, ya hemos señalado los personajes que tienen títulos que provienen de las lenguas indígenas y cuyas obligaciones se pueden parecer más o menos a las de los alguaciles, con quiénes a veces son confundidos, por aquel gusto de la época de cubrir todo con un solo término bien conocido. Así son los tequitatos ya mencionados en el municipio después de los regidores y ocupando el lugar de los alguaciles. Se nos dice en la misma ocasión que antes de la llegada de los españoles, cada barrio tenía su tequitato encargado de cobrar el tributo cada barrio tenía su rrecogedor de los tributos, que llamaban tequitlato (Guatulco, diócesis de Oaxaca). Los encontramos a menudo en la diócesis de México, donde reunían a los trabajadores indígenas para el repartimiento164. También hemos señalado a los golaves, que se encuentran en la diócesis de Oaxaca. Sus tareas son similares a las de los anteriormente mencionados. Los textos que hablan de ellos se destacan por ser caracterizados con una precisión poco común. Cada uno tiene a su cargo un barrio donde tiene que asegurar la recaudación del tributo y la asignación de los servicios personales, y pueden tener también las funciones de fiscal. Así que, en Miahuatlán, en 1609, cada golave tiene a su cargo un barrio o parcialidad de diez indios, unos más y otros menos: este cobra el tributo y los lleva a Misa y tiene a su cargo y les rreparte los servicios personales a que an de acudir165. Paso Troncoso: t. IV, pp. 213, 227 y p.235 (Diócesis de Oaxaca). Idem, t. VI, p. 308. Véase también Relación de Ameca (1579) en Boletín Soc. Mex. Geogr.. Estad., citada, 2ª. Época, t. II; 1870; p. 470, y sobre todo Zavala & Castelo, Fuentes para la historia del trabajo… op. cit., menciones frecuentes. Ver en particular t. III, p. 198; t. V., p. 98. 165 Paso Troncoso: t. IV, p. 296. Idem, p. 305 (Ocelotepeque). Citamos a los otros dos pasajes, debido a su precisión extraordinaria: Idem, p. 311 (Coatlán, Oax., 1609): “Los indios de este pueblo y sus estancias están divididos en 27 parcialidades, que las rigen los golaves, que son como capitanes que llevan a los indios a los oficios personales a que están obligados, y pagan los tributos”. Idem, p. 317 (Amatlán, Oax., 1609). “Nueve barrios o parcialidades hay en este pueblo y sus sujetos, y tiene cada uno a diez, a quince, y algunos a veinte y cinco indios tributarios; manda cada parcialidad un golave, que es como cuadrillero, el cual cobra los tributos y acude a lo que an menester sus feligreses”. Encontramos todavía a otros personajes con títulos indígenas, supervivencias precortesianas como las anteriores. En el periodo que nos interesa tienen la tarea de cobrar el tributo, como en Col. Doc. inéditos… en América y Oceanía, t. IX, p. 124. Lamentablemente, en esta edición que es bastante mediocre, la lectura de las palabras es siempre dudosa. 164 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 62 Se ve que este rol rebasa en su totalidad al de un alguacil ordinario. Al lado de los alguaciles encontramos todavía otros personajes con títulos españoles cuya presencia en el municipio no es constante. Al mayordomo lo encontramos frecuentemente en los textos. El ocupaba un rol bastante cercano al de los funcionarios castellanos del mismo nombre y se ocupaba de las propiedades comunales, cuando existían tales, o por lo menos una caja comunal, la caja de la comunidad a la cual regularmente guardaban una de las llaves166, aunque no siempre; en Guauhchinango, por ejemplo, donde sí hay un mayordomo, las llaves les son confiadas al gobernador indígena y a los dos alcaldes167. De Coatlán, comunidad de la diócesis de Oaxaca, se nos dice: no tiene este pueblo proprios ninguno ni bienes de comunidad, mas de que cada tributario paga para ella dos reales cada año, y estos entran en poder de un mayordomo que eligen cuando los demas oficiales del cabildo, el cual los tiene y gasta por orden del corregidor en las cosas necesarias para la iglesia, como son vino y cera y otras cosas168. Miahuatlán no posee una caja comunal, pero el dinero se distribuye por un mayordomo que se elige cada año con los demas oficiales (y se gasta) en las fiestas que el pueblo hace, y en cera para el culto divino en todo el año, y en el rrecibimiento del prelado y en alguna ayuda que dan al dotrinero para su sustento y en los pleitos que se le ofrecen: este mayordomo tiene el oficio un año y cuando sale le toma cuenta el que entra169. En los pueblos en la provincia de Pánuco no había mayordomos. Ya hemos visto que es el cacique que recoge el dinero de la comunidad, del cual por cierto no recibe absolutamente nada170. Muchos pueblos tienen su caja de comunidad. En algunas partes, pronto cada comunidad tiene la suya – de acuerdo con las regiones – y son pocas las Mota y Escobar: Descripción de la Nueva Galicia (1602-05), ed. Ramírez Cabañas; 8 (p. 36). Se trata de mayordomos; por ejemplo, en Alonso de la Rea: Crónica de la Orden de N. P. S. San Francisco, op. cit. Foja 42. 167 Col. Doc. Inéditos … en América y Oceanía, t. IX, pp. 123-124. 168 Paso y Troncoso: t. IV, p. 311. 169 Idem, t. IV, p. 294. 170 Col. Doc. Inéditos … en América y Oceanía, t. IX, pp. 141 & 164. 166 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 63 que no la tienen171, en otras partes es solamente la cabecera que la tiene, y ella se encuentra allá como en cabeza de jurisdicción (Guauhchinango, Mex., 1609) 172. Parece que regularmente el gobernador, los regidores, los alguaciles, etc. Se surten de esta caja para cubrir indemnizaciones. Estas gratificaciones podrían ser pagadas en especie, del maíz que cada tributario debía cultivar para la comunidad (1571, 1580)173. No es raro que esta caja sea sostenida por los bienes comunales generalmente una o varias estancias de ganados, donde se criaba ganado. En este caso los indígenas de la comunidad no tenían que pagar nada para los gastos relacionados con la comunidad. A título de ejemplo, tenemos la cabecera, o cabeza de partido de Miahuatlán, un pueblo de 696 hombres sometidos a tributo: los propios que este pueblo tiene es una estancia de yeguas, cuya cría de potros valdra, un año con otro, de ochocientos a novecientos pesos. Y tiene de costa la mitad poco más o menos, y esta hacienda tienen comprada por su dinero. El municipio había organizado la cría de caballos para cubrir sus gastos con un ingreso anual nada despreciable – entre cuatrocientos y cuatrocientos cincuenta pesos – suponiendo que el corregidor español del lugar no cobre más de ciento cincuenta pesos en un año (1609) 174. No insistimos en lo anterior, pues nos saldríamos del marco que nos hemos propuesto para este artículo. Las cajas de comunidad ya han sido estudiadas, aunque es cierto que más en los textos legislativos que en la realidad175. El escribano, a fin de cuentas, podría ser indígena, pues un poco por todos lados, gracias a las escuelas de los misioneros, había indígenas que supieran leer y escribir, como menciona por ejemplo la Relación de Miahuatlán (1609): saben leer y escribir algunos indios que cantan en el coro, lo que Se dice de una comunidad en la diócesis de México que no tiene una caja de comunidad que sería útil una caja de comunidad como en otros pueblos. Descripción del Arzobispado de México, ed. García Pimentel; México, 1897; pp. 158-9. 172 Col. Doc. Inéditos … en América y Oceanía, t. IX, p. 123. 173 Archivo General de Indias, Méjico, 1090; t. I, foja 264 (1571), y Zavala y Castelo, Fuentes para la historia del trabajo …, op. cit., t. II, pp. 323-326 (Quechulac, 1580). Véase también p. 378, etc. 174 Paso y Troncoso: t. IV, p. 294. 175 Viñas y Mey (Carmelo): El estatuto del obrero indígena en la colonización española; Madrid, 1929, cap. II, pp. 95-140. 171 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 64 escriben es lengua megicana y çapoteca. Ay escuela donde enseñan a los muchachos porque no falte quien sirva en el coro: de mas de estos ay algunos que leen y escriven. Y asi cuando se hacen elección de oficiales de Cabildo se elige tambien escrivano176. En los centros más importantes, el cargo de escribano a veces se vendía a un español (Guauchinango, México, 1609)177. * * * Toda esta curiosa administración indígena, en la cual la terminología intentaba apegarse lo más posible a la de las comunidades castellanas, a veces provocaba protestas en el virreinato de aquellos que opinaban que se les ofrecía siempre demasiado a los indígenas. Por lo general se trataba de los encomenderos, los mineros y los colonos, que querían ser señores de sus tierras y en las comunidades de encomienda con el fin de utilizar a su gusto el trabajo de los indígenas – ellos intentaron por ejemplo otorgarles varas de justicia y de los poderes municipales a sus apoderados o calpixques178. Una carta del rey a un cierto Jerónimo López, gran propietario que conocemos por otros asuntos, es claro testimonio de esta situación y arma escándalo: Los “frailes”, dice, preparan a los indígenas para participar en la vida política en las reducciones, exigen para ellos varas de alguaciles y alcaldes en los pueblos, les muestra la preeminencia y la dignidad de las varas de justicia y con todo eso, los indios se endurecen y llegan a hacer cosas bien feas contra los españoles “muchas cosas recias contra los españoles”179. En realidad se trata de las palabras de un partisano y no hay que hacerse demasiadas ilusiones acerca del poder real que podían poseer estos indígenas con títulos pomposos. En su totalidad, en efecto, de acuerdo con innumerables testimonios, algunos aún muy favorables, el carácter dócil y hasta maleable del indígena, y su carácter más bien temeroso no lo llevaban a tomar la iniciativa. En las reducciones de los frailes, donde la situación estaba particularmente a su favor, los frailes estaban en control de prácticamente 176 Paso y Troncoso: t. IV, p. 293, Idem, p. 306: a Ocelotepeque, entre 800 tributarios, 4 leen y escriben en lengua zapoteca y mexicana. 177 Col. Doc. Inéditos … en América y Oceanía, t. IX, p. 124. 178 Recopilación, VI, 3, ley 28 (1562). 179 Documento del siglo XVI que proviene de los Archivos de Indias, publicado por el P. Mariano Cuevas: Historia de la Iglesia en Méjico; Morelia, 1922; t. II, p. 251. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 65 todo180. Como nos dice Grijalva, agustino, los frailes son jueces que amigablemente componen las injurias y castigan como padres sus yerros aunque no toquen el fuero eclesiástico. Eso asombra y aún escandaliza, agrega, a aquellos que llegan de España, pero es necesario debido al carácter de los indígenas que toda la vida tienen necesidad de tutores181. En los pueblos importantes hubo un corregidor o un alcalde mayor español, y hay que notar que, contra la opinión general que tiene su origen en la obra de Solórzano Pereyra182, encontramos más a menudo en la Nueva España al corregidor que al alcalde mayor: basta hojear las relaciones geográficas para convencerse. Los dos títulos se pueden encontrar uno al lado del otro sin que aparezcan diferencias en sus tareas183. Este funcionario español controlaba la elección de los miembros de los cabildos municipales indígenas y a veces intervenía en la atribución del cacicazgo, como ya lo hemos visto. En asuntos de jurisdicción criminal, estaban primero todos los casos indígenas que podían llevar a la pena capital o la mutilación. Su importancia judicial solamente creció con la decadencia de los caciques, que no compensa la atribución en este dominio de ciertos poderes de los alcaldes indígenas. El fue quien fijó los precios de los artículos de primera necesidad cuando fuera necesario, por ejemplo en los mesones en las comunidades indígenas. Así que hubo de derecho poderes muy importantes y sin duda también de hecho. Pero los corregimientos eran grandes. En un país con montañas como en México, las comunidades eran frecuentemente de difícil acceso – no siempre era posible llegar a ellos a caballo – y el corregidor y sus tenientes las visitaron solamente muy de vez en cuando o cuando fuera necesario. Fuera de las cabeceras, no cabe duda de que los alcaldes podían disfrutar de poderes R. Ricard: La conquista espiritual de México, op. cit., p. 168. Juan de Grijalva: Crónica de N. P S. Agustín…, 1624, libro II, cap. 5. 182 Solórzano Pereyra sostiene que el funcionario llamado corregidor en el Perú se llama alcalde mayor en la Nueva España (Política Indiana, libro V, cap. 2, § 1); por ejemplo, Avellá, quien discute a los corregidores (t. XIV, pp. 120-128 en la revista citada), siguiendo a Altamira, repite esta pequeña imprecisión. 183 Así, por ejemplo, en 1581 hubo en Nochiztlán un corregidor, y en Yanguitlán, a dos leguas de distancia, un alcalde mayor. Paso y Troncoso: op. cit., t. IV, p. 207. 180 181 66 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS mucho más amplios. Lejos del funcionario español, la legislación por ejemplo les permitía arrestar a los mestizos que se comportaron de manera incorrecta. Podemos decir, sin exagerar su real importancia, que estos municipios indígenas han jugado un papel de ninguna manera despreciable y que contribuyeron a hispanizar al país. Los caciques gobernadores, los alcaldes o los regidores no sentían orgullo de sus títulos. Aprendieron español y los textos nos muestran que era de buen tono entre ellos vestirse a la moda española. Y la existencia de estos cabildos indígenas nos muestra un cierto estado de ánimo y un valor psicológico: ¿no es, a fin de cuentas, asombroso ver a los indígenas en sus comunidades exhibir exactamente los mismos títulos que los españoles en sus Burgos y en sus ciudades en Castilla o en sus nuevas villas en las Indias, de verlos investidos, aunque sea solamente de manera nominal, de una dignidad que antaño, en otras partes de la misma villa, le había causado orgullo en un hombre nacido al borde del río Tage o Guadalquivir? François Chevalier LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 67 Texto No. 4 EL CONTEXTO SOCIAL DE LA TOMA DE DECISIONES ECONOMICAS EN UNA SOCIEDAD PEQUEÑA184. Manning Nash Las diferencias entre sociedades civilizadas, complejas y monetizadas, por un lado y, por otro lado, sociedades pequeñas, primitivas y solamente en parte monetarizadas son, en lo económico, asombrosas, profundadamente enraizadas y saltan a la vista. Estas diferencias frecuentemente han sido interpretadas como el producto de una racionalidad especial que guía la toma de decisiones económicas en sociedades pequeñas no occidentales. Boeke (1947: 2) encuentra un abismo tan grande entre la economía de pequeña escala y la organización capitalista de la vida económica que piensa que se requiere un nombre diferente, y sugiere la denominación “economía oriental” para designar el funcionamiento de las economías no occidentales, mientras que Polanyi (1957: 46f.) ve las diferencias esenciales en la “ausencia de un motivo de ganancia” en las sociedades primitivas, y de Maine en adelante contamos con una vasta literatura que postula que los valores campesinos subordinen la actividad económica a fines sociales. Es el postulado del presente texto que la racionalidad de la decisión económica en la sociedad campesina sigue la misma regla general de maximización que las actividades económicas en cualquier lugar y en cualquier momento. Lo que distingue las sociedades primitivas y campesinas no son los hábitos de la mente en lo 184 Este texto fue originalmente publicado en Man, No. 219, 1961: 186-191. La presente traducción ha sido hecha desde Manning Nash: “The Social Context of Economic Choice in a Small Society”, en George Dalton, ed.: “Tribal and Peasant Economies. Readings in Economic Anthropology”, Garden City, New Cork, The Natural History Press (American Museum Sourcebooks), 1967: 524-538, por Alejandro Riqueño Hernández, Patricia Barrios Rodríguez, Cesario Ezequiel Ventura Rendón, Aldo A. Ramírez Barrera, Dellanira Millán Casas, Neyra Jazmín Gallardo Donjuán, Areli Matías Arcos, Antonia Nava Flores, Xochitl Reyes Santos, Francisco Javier Orozco López, Taniokó Solano García, Luis Alberto García Cuevas, Mario Joaquín Díaz, todos de la Unidad Académica de Antropología de la UAG en Tixtla, Guerrero, bajo la coordinación de Leif Korsbaek. La versión final de la traducción ha sido revisada por Marcela Barrios Luna y Sergio Ricco Monge. 68 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS referente a la ventaja, tampoco es una falta de capacidad para calcular los costos y beneficios de un curso de acción, y ni siquiera es la ausencia de un motivo de ganancia, sino más bien la presencia al mismo tiempo de un conjunto de instituciones sociales concretas que de manera directa dirige la toma de decisiones económicas y una serie de sanciones que operan para controlar a los que insisten en desviarse del camino recto de la costumbre económica, tanto en el sentido físico como en el sentido moral. Un corolario de este postulado es que una discusión de las reglas de toma de decisión o de principios abstractos de organización económica será árida y nos lleva solamente hacia una “danza de categorías anémicas” y una abundancia de cajas vacías de teoría, mientras que el énfasis en la estipulación de las consecuencias económicas de estructuras sociales concretas generarán un poderoso cuerpo de teorías de rango medio. Por medio de este estudio de la economía de campesinos indígenas en el Estado de Chiapas en México185, espero mostrar cómo la estructura y los criterios de membresía en las unidades limitan la maximización, cómo el nivel y el ritmo de producción son consecuencias del ciclo ceremonial y cómo las nociones de brujería y de lo sobrenatural en conjunto se oponen a que la riqueza sea usada para fines económicos y así contribuye al mantenimiento del equilibrio de unidades pequeñas y reduplicativas de producción con poco interés en, o incentivos para, innovación tecnológica y social. En la parte sureste de Chiapas los Indios hablantes del tzettal y del tzotzil conforman la población predominante. Estos Indios viven en comunidades cuyas características generales son conocidas del trabajo etnográfico hecho entre los vecinos Mayas de las tierras altas de Guatemala (Tax 1937). Una comunidad tzeltal es la de Amatenango del Valle. Amatenango es un municipio (la unidad administrativa de México, es como un condado, pero tiende a coincidir con una sociedad indígena en la región montañosa de Chiapas y Guatemala) situada justo al lado de la carretera Panamericana, unos 185 Estoy en deuda con el Nacional Institute of Mental Health, the Department of Anthropology y the Graduate School of Business de la Universidad de Chicago por el financiamiento del trabajo de campo en el cual se basa el presente texto. June Nash cubre en detalle la estructura social de Amatenango en Social Relations in Amatenango: An Activity Análisis, Tesis Doctoral no publicada, Universidad de Chicago. La Señorita Joan Ablon ayudó en algunos de los datos aquí presentados durante su trabajo de campo en la comunidad. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 69 44 kilómetros al sur de San Cristóbal de las Casas, la ciudad mexicana más grande de la región, y tiene una reputación por su riqueza e independencia. Sus habitantes se llaman tzontajales; ellos llevan un traje distinto, y su modo de habla es, dialectalmente hablando, distinto del de las comunidades vecinas de hablantes del tzeltal; ellos son casi endogámicos y tienen habilidades económicas no compartidas por sus vecinos; tienen una administración civil local, un conjunto local de oficiales sagrados, y un calendario particular de fiestas sagradas y seculares. Ellos constituyen una comunidad corporativa ( Wolf 1955), unidos por sangre y costumbre, manteniéndose en su propio territorio, con un dispositivo étnico que los pone aparte en sus mentes, y de hecho, de sus vecinos indios y las comunidades superordenadas de mexicanos que los rodean. Los habitantes de Amatenango se ganan la vida cultivando la tierra, criando ganado y produciendo alfarería. La tecnología agrícola es de un nivel relativamente bajo, el arado tirado por el buey, el machete, la coa, la hoz y una bolsa de red conforman el juego de herramientas. Un sistema simple de riego que utiliza excavaciones para desviar el agua sirve en parte de la tierra y los terrenos regados se rotan entre productos de milpa (maíz, fríjol, calabaza) y una producción de trigo para la venta. No usan fertilizantes. A la tierra sólo se le agregan los nutrientes por el maíz que se quema o el rastrojo de trigo, dejando la ceniza, soltando los animales en el campo después de la cosecha. La selección de semillas no es rigurosa. Y como entre la mayoría de los campesinos, la agricultura depende de las vicisitudes del viento, lluvia o escarcha y el sol varían a lo largo de la cosecha anual. El hambre no es realmente una experiencia en Amatenango a excepción de la Revolución mexicana que barrió por toda la región, destruyó la vida y devastó la agricultura. Parte de su complejo agrícola es cultivar sus solares caseros, distinto a las tierras del campo. Se usan las parcelas del jardín alunas veces para la milpa, pero su economía está significativamente en el crecimiento del chayote, una planta como la calabaza y su raíz se vende en otras comunidades. El maguey, árbol de lima y aguacate y algunos árboles frutales que producen para el suministro doméstico. El complejo agrícola es parte de un sistema de interdependencia regional basado en diferencias ecológicas y 70 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS tradicionales. Existe un intercambio de productos agrícolas en Amatenango con las comunidades cercanas que están especializadas en otros productos, como sus vecinos cercanos a la costera y las tierras “calientes”. La interpretación del complejo agrícola parece bastante simple: la especialización ecológica con base en los recursos naturales es combinada con las habilidades especiales agrícolas y el conocimiento. La distribución actual de las especialidades agrícolas es el resultado de la opresión la ventajas comparativas a través del un largo tiempo. Una idea clara de la dinámica económica de la comunidad y de la región tal vez se consigue más fácilmente a través de un estudio la organización industrial que de la organización agrícola de Amatenango. La agricultura, por si misma, no mantiene a Amantenango al nivel económico esperado. La fabricación y la venta de cerámica son un componente importante en el mantenimiento del estándar esperado de vida. De los 280 hogares en el centro de la comunidad de Amatenango (las periferias de la comunidad fueron recientemente habitadas por indios desarraigados de otras comunidades, o por mexicanos pobres, y presenta un problema especial para análisis social) sólo dos o tres no están involucrados en la producción de cerámica para la venta. La fabricación de cerámica es una especialización de la comunidad, no una habilidad individual, es una parte del proceso de socialización para mujeres en Amatenango, y todas las mujeres que nacen y crecen en Amatenango saben cómo hacer, y de hecho hacen, ollas. La naturaleza sorprendente de la especialización de comunidad se nota fuertemente cuando se observa que una comunidad vecina, la cual virtualmente tiene los mismos recursos naturales que Amatenango, no produce una sola olla, y que en una región de aproximadamente de 40 millas de largo y 30 a través de ella, no hay ninguna otra comunidad india que fabrique cerámica, aunque unos pocos fabricantes de cerámica están dispersos en otra parte de la región. En síntesis, en un área de mercadeo regionalmente diversificado, sólo la gente de Amatenango produce cerámica vendible, y todas las mujeres la producen. La técnica no hace ninguna extensión a otras comunidades indias, independientemente de la rentabilidad abstracta de tal difusión podría ser, porque la fabricación de la cerámica es parte de un modo de vivir, aprendido informalmente, en el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 71 ambiente íntimo en el cual las partes básicas de la cultura son adquiridas, y no es una técnica de producción para ser adquirida por cualquiera que ve una oportunidad. Aunque las mujeres son las que trabajan el barro en Amatenango, la alfarería no es considerada como, y no es estrictamente, un producto de mujeres. Los hombres traen la mayor parte de la leña necesaria para calentar el barro o cocinarlo, y los hombres llevan la alfarería a los puntos de venta (ahora por autobús y camión, pero antes a lomo de caballo), pero empacar las ollas en bolsas de red rellenas de paja es todavía una tarea ardua. La alfarería requiere de cooperación de hombres y mujeres, y las mujeres solteras solamente hacen ollas si viven en un lugar con miembros masculinos o si tienen parientes masculinos dispuestos a ayudar en el trabajo. La tecnología de fabricación de cerámica es sencilla y no muy cara, las habilidades les llegan a las alfareras en el proceso de socialización (hay sin embargo algunas mujeres que no saben fabricar las cerámicas más especializadas como sahumerios y ollas perforadas y cerámicas vendidas exclusivamente a ladinos como les llaman a los no-indígenas que fabrican pocas familias) y así abastecen el hogar con el arte, la tecnología en términos de materiales está al alcance hasta del hogar más pobre de la comunidad. La cerámica es una industria de primera mano, no se requiere ni rueda, ni molde, ni horno. La mano formadora de la cerámica, la pintura y devoción son habilidades ingeniosas pero tecnológicamente sencillas. Ni siquiera los materiales no indígenas son necesarios en la producción de cerámica. El barro, el templado, el pigmento, la raspadura, la madera usada en la cocción, las bases de red usadas en el empacamiento, todos vienen de recursos comunales y está, disponibles para cada miembro de antemano por igual. No se requiere de ningún pago ni permiso para utilizar esos objetos. La membresía en la comunidad proporciona libre acceso a los materiales de la producción de cerámica (pero no sin gastos como se efectúa la labor). Si se compra parte del equipamiento (un cuchillo de acero, un raspador, una tabla lisa para descansar las bases de las ollas, una bolsa de arpilla o una falda bajo la rodilla de la alfarera, redes, bolsas) los costos son por debajo de 3 dólares que cada hogar tiene a su disposición. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 72 En los diferentes hogares productores de cerámica, existen amplias variaciones en la producción. Es una tarea difícil estimar el rango de variación en producción y encontrar la razón de las diferencias en la producción en una cultura ágrafa. En un hogar se obtuvo un registro diario que cubría la producción anual entera, y en otros tres hogares se registró periodos más cortos, de uno a cuatro meses. Esta información es complementada con observaciones acerca de la producción de cerámica en varias docenas de hogares, y fue comparada también con el censo de campo de la comunidad entera, así que la representatividad de la información se puede evaluar. De todos modos, el problema de medir la producción de cerámica no fue el principal interés de la investigación (aunque sería posible construir una estimación racional y plausible de los datos obtenidos). El problema fue Interpretar los límites de la variabilidad en la producción y referirlos a un conjunto de factores que determinarían la producción. Los determinantes de la producción, cuando fueron confrontados con una micro-comparación entre hogares en la comunidad, indicarán el “mecanismo controlador” que regula la industria de la cerámica, y por extensión, la vida económica de la sociedad. La Figura 1 es un compuesto de la producción de uno de los hogares más intensamente dedicados a la producción de cerámica en la comunidad. Una inspección de esta figura (la mercancía especial es cerámica que se hace solamente en unos pocos hogares, la línea interrumpida representa cerámica hecha comúnmente pero no universalmente, la línea sólida representa cerámica hecha en todos los hogares) muestra que la fabricación alfarera tiende a alcanzar su máximo justo antes de los eventos festivos mayores en la comunidad y en las comunidades vecinas. Eso es explicable en términos de la naturaleza ecológica del mercado. Hacer cerámica es una actividad que se lleva a cabo con el fin de conseguir dinero en efectivo. Los productos se venden en un mercado impersonal y libre con precios definidos por la interacción de oferta y demanda. Las ocasiones festivas son cuando los amatenangueros necesitan dinero; también son los periodos cuando se puede esperar la máxima demanda de parte de los visitantes a una fiesta local, así que los productores alcanzan un máximo de producción sólo justo antes de los LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 73 tiempos festivos de intensas compra y venta. La producción no llega al máximo en el momento de precios más altos en el mercado, sino al ritmo de las celebraciones sagradas y seculares que requieren un desembolso de dinero en efectivo y proveen oportunidades para la salida de productos, sin problemas de almacenamiento. Los máximos alcanzados durante las fiestas no son de la misma altura. Dos factores operan aquí: el tamaño o la importancia local de la fiesta en cuestión y si cae en la estación lluviosa o de sequía. En los meses de lluvia (de junio a septiembre, pero más pesado de fines de julio a mediados de septiembre) se produce menos alfarería que en los periodos soleados y secos del año. Sin embargo, en enero y febrero, que son meses soleados y secos, sopla un viento fuerte que complica el secado de alfarería (la alfarería debe guardarse bajo hojas para guardar la humedad, hasta que esté lista para la quemada), por lo que la producción es reducida. El patrón general de fluctuación estacional es común a todos los hogares, y también lo es el patrón de altos y bajos en la producción de acuerdo a las fiestas. Mientras la Figura 1 marca el ritmo en la producción de alfarería en la sociedad en común, en virtud de su tecnología y su ciclo anual, la Figura 2 marca la diferencia comparando el nivel de producción entre tres casas. Hogar No. 6 rebasa al No. 4, y el No. 13 rebasa tanto al No. 6 como al No. 14 (los números se refieren a un mapa genealógico y un censo de la comunidad que no están incluidos aquí). Cada uno de los hogares abarca diferentes números de alfareros. El hogar No. 13 tiene cuatro alfareros (dos mujeres jóvenes, una de mediana edad y una anciana). El hogar No. 6 tiene dos alfareros (uno joven y una mujer de mediana edad) y el No. 14 tiene dos alfareros (uno joven y uno de mediana edad). Por consiguiente, el número de manos con las que se puede contar en el No. 13, es mayor, lo que ayuda a explicar su mayor producción. Además, el No. 14 y el No. 6 tienen niños pequeños menores de tres años, lo que no es el caso en el No. 13. El cuidado de los niños y el mantenimiento de la casa son actividades que compiten con la producción de la alfarería por el tiempo de una mujer, así que el niño pequeño constituye un gran obstáculo para la producción en esos dos hogares. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 74 FIGURA 1. PRODUCCIÓN ANUAL DE LA UNIDAD DE PRODUCCIÓN 13 La Figura No. 2 muestra que cuatro mujeres producen más que el doble de lo que producen dos mujeres (aun tomando en cuenta a los niños). Parte de eso es una economía de escala, y la producción de cerámica tiene algunos aspectos de la producción en línea de montaje. Primero las mujeres trabajan sobre una parte de una olla, haciendo las bases, después se dedican a hacer los cuerpos, luego hacen los cuellos, y finalmente le ponen asas a la olla. Entre esas operaciones las ollas son parcialmente secadas. Si participan cuatro mujeres en la producción, la división de trabajo es mejor, y se incrementa la relativa eficiencia de la producción en la unidad de producción. Más allá de cuatro mujeres no se incrementa mucho. Pero la diferencia en producción entre el No. 6 y el No. 14 es tal que el número de manos por sí sólo no sirve como explicación, y los factores de eficiencia relativa o de habilidad son tan iguales en esos hogares que realmente no contribuyen a explicar las diferencias en producción. La explicación se debe buscar en el contexto económico más amplio alrededor de la unidad productiva. Si todos los hogares en la comunidad fueran jerarquizados en términos de la principal fuente de riqueza - la tierra a la disposición del hogar – se LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 75 notaría una conexión inmediata entre la riqueza del hogar y el nivel de la producción. El motivo para trabajar en la cúspide de la curva es más fuerte en los hogares más pobres, porque las fuentes de ingresos alternativos son menos, y una mayor proporción del ingreso debe venir de la producción alfarera. La tierra, por supuesto, necesita hombres para trabajarla, y el hogar No. 13 tiene solamente un hombre anciano, y él no puede trabajar mucha tierra, ni reclamar tierras ejidales de tamaño considerable del gobierno. En los hogares más ricos (en términos de posesión de ganado y de tierra) hay suficiente milpa cultivada para asegurar que no hay necesidad de comprar maíz, y la necesidad de ingresos monetarios continuos no es tan fuerte. Esto tiene también un efecto circular: los hogares más ricos tienden a ser capaces de mantener a más niños vivos; con más niños a cuidar, las mujeres dedican menos tiempo a la alfarería. Al contrario, los hogares más pobres dependen de los ingresos de la alfarería, tienen menos niños vivos, así que tienen al mismo tiempo la oportunidad y la necesidad de producir casi continuamente. El volumen de la producción es determinado a dos niveles: 1 el nivel que le es común a toda la comunidad (tecnología, recursos, estaciones y ciclo ceremonial); 2 la organización y las diferencias económicas entre las unidades de producción (número de mujeres, número de niños menores de tres años, número de hombres, y cantidad de tierra y ganado en propiedad) Para entender porqué el segundo nivel de determinación de la producción sigue siendo operativo, tenemos que cambiar nuestra atención desde el nivel de análisis micro-estructural de las unidades de producción hacia el análisis macro-estructural de la organización económica y social entera de Amatenango, y remueve la cuestión de los incentivos y motivaciones de los actores a la de las fuentes estructurales de y limitaciones de incentivos y motivación. Las unidades de producción son hogares, y como hogares son unidades de parentesco. En cuanto unidad de parentesco, la membresía se adquiere exclusivamente habiendo nacido en o haberse afiliado a través de matrimonio. El hogar, con su reclutamiento a través de parentesco, define el tamaño de la fuerza de trabajo que es disponible para la producción alfarera. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 76 Nadie se deja emplear para hacer trabajo asalariado de alfarería, ya que la producción alfarera es solamente parte de la tarea de una mujer en su calidad de miembro de un hogar (y aún si se pagara un sueldo, no podría cubrir todas las actividades y dejar una ganancia para el patrón). El sistema de parentesco en Amatenango es bilateral y representa un equilibrio casi perfecto. Una combinación de gustos personales y la riqueza del hogar determinan si una pareja se establecerá a vivir con los padres del esposo o con los de la esposa. Hogares con recursos económicos arriba del promedio son capaces de atraer a yernos o nueras para que establezcan su domicilio con ellos, de manera que tengan un potencial de fuerza de trabajo ligeramente más grande. Pero la inexistencia de trabajo asalariado en un sistema de producción doméstica limita la capacidad de cualquier unidad de ampliar la producción alfarera. La característica común de una organización económica campesina, una multiplicidad de pequeñas unidades de producción reduplicables, sin una tendencia a concentración o centralización. Además, muchas otras actividades compiten con la alfarería por asignación del tiempo de los miembros del hogar, en cuyo marco está organizada la producción. Las actividades económicas son solamente un campo en el cual las necesidades de mantenimiento son satisfechas. Actividades parcialmente centradas en la familia y en la organización del hogar son sus relaciones sociales internas, la socialización de los miembros de la familia, enfermedad y curación, actividades religiosas, status social y la resolución de conflictos. La actividad económica, que sea en el marco del mercado, de la milpa o de la producción artesanal, es un medio para asegurar y proporcionar la implementación de otros aspectos de actividades en el hogar. Cuando una mujer con niños pequeños deja de producir alfarería no es un caso de normas en conflicto sino un caso de prioridades muy claras. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 77 FIGURA 2. LA PRODUCCIÓN ALFARERA EN TRES UNIDADES Esto nos refiere a una analogía que a veces utilizan los antropólogos, cuando comparan un hogar con una empresa (Tax, 1952). Es posible pensar en un hogar como una unidad que intenta maximizar , dados sus recursos y personal. La analogía es equivocada, no debido al tipo de reglas de asignación, sino debido a la naturaleza de las estructuras sociales involucradas. Las empresas son organizaciones especializadas para actividades económicas en sociedades con una estructura altamente diferenciada basada en una tecnología compleja, una división social de labor extensiva, grandes cantidades de personas, y una innovación técnica y económica deliberada y continua. Las empresas pueden o no seguir la regla de maximización de ingreso, dependiendo de la estructura social más grande (piénsese en la empresa en la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 78 economía soviética y en la empresa en la economía de los Estados Unidos). Pero en sociedades campesinas y primitivas, como en el caso de Amatenango, el contexto de decisiones económicas constituye una organización social de fines múltiples que, a diferencia de una empresa, no puede declararse en quiebra si hacen cálculos equivocados. Los hogares en Amatenango, o más precisamente sus miembros, son tan agudamente conscientes como nosotros de costos relativos y son sumamente sensibles a ganancias económicas. Cuando comercializan su alfarería se dirigen a Las Casas, o Comitán, o Las Rosas, o bien a otro mercado de acuerdo con las diferencias de precio. Ellos interrogan vehementemente a hombres que vuelven de los varios lugares acerca de los precios vigentes y actúan en consecuencia. Los precios están en cada lengua y es un tema de interés inacabable. Los amatenangueros son actores "racionales" económicos en el sentido de conjugar medios y fines, sólo que sus fines son valores diferentes de (o además de) la maximization de un solo factor. La convergencia formal de reglas de decisión en un hogar y en una empresa simplemente no llevan a arreglos sociales similares sencillamente porque la organización del personal, de los recursos y métodos asignación de roles conforman una estructura social diferente. Las unidades domésticas constituyen, por supuesto, un sistema social. Y el sistema social opera de tal manera que los hogares se orientan de acuerdo con el sistema de valores vigente, por un lado y, por otro, manteniendo una razonable equivalencia en riqueza. La Figura 3 presenta una gráfica de la distribución de la tierra basada en la riqueza reportada por la gente misma (no incluye los dos bloques de tierras ejidales, de los cuales la mayor parte de los jefes de familia tienen una parte). La gráfica sufre de cierta distorsión, debido a subestimación y ocultación deliberada, pero nos da una idea general de la distribución de la tierra. La tierra constituye el mejor indicador de la riqueza. Es posible conceptuar los rasgos de la vida social que explican la forma de la curva y la posición de una familia determinada en un punto de la curva como un mecanismo de nivelación (Nash, 1958, 1959). Los mecanismos de nivelación son dispositivos omnipresentes en las economías campesinas de la región en cuestión (Wolf, 1955), y no solamente aseguran la permanencia de una “democracia de los pobres”, sino también sirven para impedir la expansión LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 79 económica de los hogares, bajo la amenaza de expulsión o castigo sagrado. El mecanismo de nivelación se basa en el nivel absoluto de riqueza en la comunidad. El bajo nivel tecnológico y la limitación de la tierra disponible en Amatenango imponen serias limitaciones a la riqueza de la comunidad en su totalidad, y un nivel correspondientemente bajo a los hogares y los individuos. Ningún hogar es lo suficientemente rico como para que la amenaza de pobreza no sea una posibilidad real como consecuencia de enfermedad prolongada o una racha de mala suerte. Dado el nivel de riqueza relativamente bajo, los mecanismos de herencia tienden a fracturar cualquier propiedad que se haya logrado acumular. En Amatenango la herencia es bilateral, con partes iguales de herencia para todos los sucesores (aunque existe una prerrogativa a favor de las mujeres en la herencia de casas y solares, y a favor de los hombres cuando se trata de caballos y ganado). El proceso de herencia reparte las tierras entre hijos e hijas aún antes de la muerte de un jefe de familia. Sin embargo, la Figura No. 3 muestra una distribución de la tierra muy desigual, lo que es una parte necesaria de la organización social de Amatenango. Lo importante es que los ricos, o sea los dueños de extensiones de tierras considerables, cambian de generación en generación, y si los factores técnicos y económicos de nivelación no impiden la acumulación de riqueza o capital, entonces existen medios sociales que aseguran que la riqueza no se quede en las mismas familias. Existe una serie de oficios en los cuales un hombre (en su calidad de representante de una familia) tiene que servir. Esta jerarquía de cargos civiles y religiosos absorbe tiempo de trabajo y extrae una parte de los recursos del hogar. Los cargos no son remunerados y, ya que un hombre tiene que ocupar doce cargos antes de quedar exento de servicio a la comunidad, representan un gasto permanente a través de su vida adulta y productiva entera. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 80 FIGURA 3. POSESIÓN DE TIERRAS Otro mecanismo social que reduce la acumulación es la institución de Alférez. El oficio de alférez, de los cuales se tienen que ocupar cuatro cada año, es un cargo ritual y sagrado que ocupa un hombre joven. Los gastos relacionados con este cargo son, en términos del nivel de riqueza de Amatenango, exorbitantes. Un alférez gasta más dinero del que gana hasta el más rico en Amatenango en un año, invitando a un grupo de vecinos, parientes y oficiales de la jerarquía a una fiesta donde gasta en el impresionante consumo de licor y el alquiler de atuendos especiales. Antes de la fiesta toda la familia del alférez trabaja durante semanas en la preparación de la fiesta. Las mujeres producen alfarería para usar en la preparación de las grandes cantidades de alimento para la fiesta y para la venta. Los hombres de la familia gastan su tiempo en la producción de licor en las colinas cerca de Amatenango y traen leña para quemar los productos alfareros y la preparación de comida, y también llevan a cabo viajes extras para vender alfarería. Miembros de la familia bilateral llegan para ayudar en la alfarería y en la producción de licor. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 81 Finalmente, la ocupación del cargo de alférez deja la familia endeudada y sin recursos. Los alféreces son seleccionados por los oficiales de la jerarquía civil y religiosa, y el criterio de selección es casi exclusivamente su capacidad para sufragar las actividades relacionadas con el cargo. Los hogares elegibles son pocos, son los que se encuentran a la derecha en la Figura 3. Los hogares más ricos tienen una desventaja debido exactamente a su riqueza. En una comunidad como Amatenango es casi imposible esconder la riqueza: las vacas y los caballos están a la vista, y cantidad de la tierra cultivada es del dominio del conocimiento público, y un indicio confiable de la riqueza de uno es el estado de salud de los niños de uno. Sanciones negativas muy fuertes – brujería, chisme y envidia – sería la consecuencia si uno rechazara una invitación a ocupar el cargo de alférez. En conjunto estos factores - 1) el bajo nivel tecnológico y la limitación de tierras, 2) el fraccionamiento de la propiedad a través de la herencia bilateral, 3) el gasto de tiempo y recursos en la ocupación de cargos públicos, 4) el obligado despilfarro ritual – tienen el efecto de mantener las fortunas de los diversos hogares casi al mismo nivel, y asegurar el cambio de fortunas de familias a través del tiempo. Además, una boda es muy costosa y canaliza los recursos del hogar. Nadie gana en intercambios como dote o fiestas relacionadas con la ocupación de un cargo de alférez o en el arreglo de una disputa. El uso de licor como medio de pago – un bien completamente consumible – excluye la posibilidad de acumulación. No solamente se encuentran los hogares en una situación en que la maximización de producción o de ingresos no es posible debido a su estructura social, sino además si un hogar toma la decisión de intentar maximizar o si tiene suerte o es increíblemente hábil en sus operaciones económicas, el mecanismo nivelador empieza a funcionar para minimizar las diferencias. En resumen, Amatenango nos presenta una socioeconomía en la cual la riqueza no fácilmente se dirige hacia usos técnicos y económicos, sino es extraída por medio de la constitución social y religiosa de la cultura. Detrás de todo eso, y como su sistema de legitimación, encontramos un sistema de creencia en la brujería que permea todo. La brujería ataca a aquellos que violan las normas de armonía hogareña y familial, que no se LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 82 llevan con los vecinos, que son ricos sin ser generosos, que se oponen a cumplir con las obligaciones comunitarias, que se destacan de alguna manera que se opone al carácter corporativo de la comunidad o que trastorna su tendencia a homogeneidad económica. Los habitantes de Amatenango no formulan los principios de brujería de esta manera, pero sí se comportan como si sus actos fueran dirigidos por estas premisas. No es fácil coexistir con la brujería como un medio que sancione la conducta, y hay por lo menos un asesinato cada dos meses relacionado con acusaciones de brujería. Pero la tensión entre expansión económica y coerción social aparentemente no es tan fuerte que nos deje la impresión de que el sistema se encuentre en peligro, ni de manera inmediata ni más remotamente, de desmoronarse bajo su propio peso. La economía de Amatenango, como las demás partes de su estructura social, explaya poca dinámica, y el cambio y la innovación no son productos secundarios de la actividad económica, como es el caso en las sociedades industrializadas y desarrolladas. La tecnología sencilla, el analfabetismo, la escasez de capital y la falta de crédito, todos esos factores contribuyen a explicar eso. Pero las bases sociales y culturales del desinterés de Amatenango por encontrar medios que faciliten el cambio económico dependen de los hechos gemelos de la organización doméstica de la producción y el sistema socio-religioso de brujería que prohibe la acumulación y se opone al uso de oportunidades económicas. Nadie se puede permitir tomar el riesgo de amplias diferencias económicas y, aún si alguien aceptara el riesgo, la membresía de la comunidad exigiría que las ganancias fueran invertidas en relaciones sociales y no en relaciones estrictamente económicas. Amatenango representa la paradoja de una comunidad cuya economía de mercado lleva su atención hacia el cálculo económico de costos y beneficios relativos, pero un sistema de estructura social y valores que canaliza la decisión económica hacia estabilidad económica y continuidad social. Comunidades como Amatenango se desarrollan de cara a una presión económica grande de parte de la sociedad superordinada, o vía la extensión de relaciones económicas con personas y sistemas sociales dominados por reglas de decisión, valores y LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 83 organización congruentes con una capacidad sostenida de agarrar o construir oportunidades económicas. En comunidades de pequeña escala como Amatenango, la interrelación de la economía y la sociedad está a la vista y se puede examinar sin lupa. No hay necesidad de expresarla en la lengua abstracta del análisis económico formal. Los antropólogos no tienen porqué perder las ventajas de la investigación a escala pequeña para seguir la moda de construcción de principios al nivel de un modelo esquelético, universal y más allá del tiempo y del espacio, en aras de la dudosa ventaja de elegancia y manipulación fácil. La tarea de entender una serie representativa de estructuras sociales y sus consecuencias y correlaciones económicas nos quedan todavía por hacer. Una vez terminada esta tarea, la construcción de principios o la confección de modelos será simplemente un trabajo sencillo de resumir y extrapolar. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 84 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Boeke, J. H. (1947). “Oriental Economics”, New York, Institute of Pacific Relations. Polanyi, Karl (1957). “The Economy as Instituted Process”, en K. Polanyi, C. M. Arensberg & H. W. Pearson, Eds.: “Trade and Market in the Early Empires”, Glencoe, Ill., The Free Press. Tax, Sol (1937). "The Municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala", American Anthropologist, Vol.39, 1937: 423-444 (publicado en español en Leif Korsbaek, comp.: "Introducción al sistema de cargos", Facultad de Antropología de la UAEM, Toluca, 1996: 87-112). Tax, Sol (1953). "Penny Capitalism: A Guatemalan Indian Economy", Smithsonian Institution, Institute for Social Anthropology, Publ.16, Washington D.C. Wolf, Eric R. (1955). "Tipos de campesinado latinoamericano: Una discusión preliminar", en Eric Wolf: "Una tipología del campesinado latinoamericano", Buenos Aires, Nueva Visión, 1977: 15-64. 85 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS LA JERARQUÍA CÍVICORRELIGIOSA EN LAS COMUNIDADES DE MESOAMÉRICA: ANTECEDENTES PRECOLOMBINOS Y DESARROLLO COLONIAL186 Pedro Carrasco Uno de los rasgos fundamentales de las comunidades tradicionales de indios campesinos de Mesoamérica es la jerarquía cívicorreligiosa que combina la mayor parte de los cargos civiles y ceremoniales de la organización de la ciudad en una única escala de cargos anuales. Todos los hombres de la comunidad tienen que participar en ella y todos tienen la oportunidad de ascender a los escalones superiores y alcanzar el estatus de ancianos. Este sistema está íntimamente vinculado a todos los aspectos importantes de la estructura social de la comunidad. Ha sido bien definido y aquí solo mencionaré unos cantos rasgos sobresalientes (Tax, 1937: 442-444; Cámara, 1952). Puede caracterizarse como un tipo de democracia en que todos los cargos están abiertos a todos los hombres y en que el funcionamiento de la escala tiene como consecuencia, en último término, que todo e mundo participe por turno en las responsabilidades de los cargos. El número de puestos es siempre mayor en los escalones inferiores de la escala; los recaderos de las ceremonias o los funcionarios y policías suelen agruparse en bandas procedentes de los distintos distritos o secciones de la ciudad que se van turnando en el cumplimento de sus obligaciones. Los cargos superiores son los de los concejales (regidores) y jueces o alcaldes (alcaldes) de la administración civil y diversas administraciones ceremoniales (mayordomías) de la organización del culto. Cuando la ciudad está subdividida en distritos, la mayor parte de las veces todos los barrios participan equitativamente en los niveles superiores de la jerarquía; existen cargos paralelos del mismo rango, uno por Originalmente publicado bajo el título de “The Civil-Religious Hierarchy in Mesoamerican Communities: Pre-Spanish Background and Colonial Development” en American Anthropologist, Vol. 63, 1961: 483-497. Traducido al español por Antonio Desmonts. 186 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 86 cada distrito, bien un puesto único qe rota año tras año entre los distintos distritos. Generalmente el individuo alterna los cargos civiles y los religiosos y, después de ocupar un puesto, tiene un periodo de descanso durante el cual no participa en la organización civil ni ceremonial de la ciudad hasta que vuelve a llegarle el momento de ocupar un cargo superior. Como ciudadano de la comunidad tiene la obligación de prestar el servicio y las presiones sociales en este sentido siempre son fuertes, y al mismo tiempo el individuo es impelido a solicitar cargos con objeto de elevar su estatus social. En la organización ceremonial el desempeño del cargo también puede ser el resultado de un voto religioso, por el cual el individuo intenta conseguir ayuda sobrenatural mediante su participación en, o su patronazgo de, una ceremonia pública. La participación en los rangos inferiores de la escala únicamente implica la realización de tareas serviles, como barrer, llevar mensajes o vigilar la ciudad. Los cargos superiores suponen mayores responsabilidades en las organizaciones políticas y ceremoniales, y por lo general exigen mayores gastos en forma de patronazgo de los festivales e invitaciones a banquetes relacionados con la transmisión del cargo. Estas celebraciones son en realidad fiestas honoríficas en las que el consumo de la riqueza de los individuos tiene como consecuencia el engrandecimiento de su estatus social, y cierto número de intercambios recíprocos de bienes y servicios se ordenan alrededor de la organización de los festivales. De este modo, el funcionamiento de la escala también implica que todos comparten por turno la financiación de la administración y las ceremonias de la ciudad (Carrasco, 1957: 19-20). En esta pauta general se encuentra cierto número de diferencias. Un tipo de diferencia se relaciona con la medida en que realmente cada individuo comparte los escalones más altos de la escala. Como ha señalado Tax (1937: 443), existen diferencias entre las pequeñas ciudades, en la que todos los hombres alcanzan los escalones superiores de la escala, y las grandes ciudades, en las que sólo una pequeña proporción de ellos alcanzan los puestos superiores. En el primer caso, como hemos señalado, la escala es un sistema para participar por rotación en la organización política y ceremonial. Las diferencias individuales de estatus relacionadas con el lugar que el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 87 individuo ocua en la escala tiende a coincidir con la edad y, a largo plazo, todos los individuos pasan por los mismos escalones. En algunos ejemplos recientemente dados a conocer ocurridos entre los chinantecos y los mixe existe, junto a la escala, un sistema de grados de edad, cada uno de los cuales constituye un grupo bien definido con distintas funcionas en la vida política y ceremonial. Para cubrir determinados cargos se escogen funcionarios entre los hombres de la edad apropiada, y el término del mandato en un determinado puesto va seguido de la entrada en un grado superior. Los miembros de los distintos grados se sientan juntos en distintos bancos del ayuntamiento y en las funciones ceremoniales (Weitlaner & Castro, 1954: 160 ss; Weitlaner & Hoogshagen, 1960). En el segundo caso, es decir, en el caso de las ciudades grandes, existen comparativamente pocos puestos en los escalones más altos de la escala en relación con la gran población y sólo los más ricos alcanzan los rangos últimos, de tal forma que existe un cierto grado de diferenciación de clases. Otro tipo de diferencia dentro de la pauta general se refiere al asecto económico del desempeño del cargo. Hay tres formas de cubrir las necesidades d ela administración y las ceremonias. La primera, mediante la utilización de la propiedad comunal; la segunda, haciendo colectas entre todos los habitantes de la aldea – en estos dos casos los funcionarios actúan como administradores y recaudadores; y la tercera, mediante la aportación personal del funcionario, que se convierte entonces en patrocinador del cargo que desempeña (Carrasco, 1952: 28-29, 34). Este tercer procedimiento es el más importante en los tiempos modernos y lo he considerado el principal para definir el sistema de escala en términos generales. En cualquier caso, el grupo de mayor prestigio, y en las comunidades más conservadoras el más alto cuerpo gubernativo de la ciudad, consta de los hombres que han pasado por los cargos y patronazgos que exige la escala. Estos suelen ser llamados los principales, los pasados (exfuncionarios) o bien, puesto que tal grado se alcanza en la edad madura, los ancianos. Se considera que los ancianos han prestado su servicio a la ciudad y están exentos de los trabajos comunales. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 88 El propósito de este artículo es tratar los antecedentes anteriores a la llegada de los españoles de este sistema de escala, y esbozar su posterior desarrollo a consecuencia de la conquista. Los cargos de la jerarquía cívicorreligiosa moderna forman parte tanto del sistema municipal de administración de la ciudad, introducido durante el primer periodo colonial, como de la organización local del culto católico popular. Los plazos anuales de los cargos forman también parte de los reglamentos españoles y existen otras muchas similitudes entre la organización moderna de la Alda india y el sistema municipal español (Font, 1952). En consecuencia, podría suponerse que la jerarquía cívicorreligiosa moderna es básicamente de origen español. Sin negar la indudable aportación española a su evolución, este artículo pretende subrayar los antecedentes anteriores a la llegada de los españoles y mostrar cómo conformaron la introducción de la organización municipal española en el estado de cosas del gobierno colonial. De hecho, la estructura social del antiguo México sólo puede comprenderse concediendo el adecuado peso a las instituciones que constituyen tales antecedentes. Combinan rasgos de carácter igualitario y de carácter estratificado, habiéndose en ocasiones supervalorado unos u otros para obtener un cuadro distorsionado de a antigua sociedad mexicana. Examinemos los rasgos de la organización política, ceremonial y económica precolombina que son similares al sistema moderno de escala civicorreligiosa. Lo que nos importa es la existencia de una escala de estatus jerárquicamente clasificados, la posibilidad para un amplio grupo de individuos de escender en esta escala, la vinculación de la escala a la estratificación social, y las implicaciones económicas del sistema. Utilizaré datos procedentes de los aztecas, cono sólo pocas referencias a otras zonas de México, pero existen similares situaciones en todas las zonas de Mesoamérica de las que se tienen datos. Aunque un rasgo importante de la sociedad azteca era la diferenciación hereditaria entre plebeyos (macehualtin) y nobles (pipiltin), había bastante movilidad social, Fr. Diego Durán (1951: II 124-125), uno de los mejores informadores sobre la sociedad azteca, describe claramente el impulso hacia el ascenso y la adquisición de títulos, y da cuenta de tres vías distintas mediante 89 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS las cuales los individuos podían alcanzar status superiores: la guerra, el sacerdocio y el comercio. Tanto el ascenso militar como el sacerdotal formaban parte de la organización de los dos tipos de casas de hombres. Las casas de la juventud (telpochcalli), de las que había muchas, una en cada distrito, estaban principalmente dedicadas a la instrucción y utilización de los jóvenes plebeyos en la guerra y las obras públicas. Las calmecac (Hilera de Casas) eran residencias sacerdotales relacionadas con los templos más importantes de la ciudad, a las que i ban los hijos de la nobleza y, al parecer, algunos plebeyos prometidos por sus padres al sacerdocio. Las calmecac eran fundamentalmente religiosos, pero la guerra y determinados oficios también formaban parte de la instrucción y las actividades de sus miembros 187 (Sahún, 1938: I 288-298, II 217-225; Pomar, 941: 28; Motolinía, 1903: 24-255). Los muchachos jóvenes, ya fueran de status noble o plebeyo, entraban en las casas de los hombres en el escalón más bajo de la escala de grados militares o sacerdotales. Cada grado se señalaba mediante diferencias en el peinado, las ropas y los adornos. Los miembros de cada grado o de cada combinación de grados se reunían en salas distintas en el palacio del gobernante o en los templos; participaban como grupos con distintas funciones en la compleja vida ceremonial, y dentro de cada grado se escogían determinadas categorías de empleados estatales. Los jóvenes plebeyos entraban en las Casas de la Juventud de los distritos antes de la pubertad y mientras eran muchachos (telpochtonli) se encargaban de actividades serviles como barrer o coger leña. Después de alcanzar la pubertad, los jóvenes (telpochtli) eran llevados al campo de batalla, primero como ayudantes de experimentados guerreros, pero pronto para que empezaran a luchar por su cuenta. A partir de este momento, el éxito en el campo de batalla 187 determina el estatus social de estos jóvenes. Quienes Las relaciones entre el telpochcalli y el calmecac, y entre las divisiones de clase y de distrito, precisan de un estudio detallado. Está claro que había mayor número de telpochcalli, hablando en términos generales uno por distrito, anque no se dispone de ninguna lista de ellos. Los nombres de los calmecac aparecen en Sahagún (1938: I 220-227); algunos todavía tienen los nombres de los distritos aztecas originales, pero no está claro cuál erala relación con los distritos de la época de la conquista. Según Durán (1951: II 108-109), era imposible pasar de telpochcalli a calmecac. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 90 conseguían capturar prisioneros se convertían en apresadores (yaqui tlamani), recibiendo distinto reconocimiento según el origen tribal y el número de cautivos. Entre los apresadores de mayor éxito se escogían los líderes de los jóvenes (teachcauab) y los jefes de las Casas de la Juventud (telpochtlato). Todos estos se reunían en el palacio del gobernante, en la llamada Casa de la Canción (cuicacalli), donde podían recibir órdenes de reunir a sus hombres cuando se necesitaban para las obras públicas (Sahagún, 1938: I 291-293, II 310, 331-334). La captura de un prisionero no sólo contribuía al ascenso social del guerrero, sino que lo introducía en relaciones sociales y ceremoniales. El prisionero se sacrificaba en uno de los grandes festivales, el apresador tenía que ayunar y guardar la vigilia en preparación del acontecimiento, y recibía el cadáver de su prisionero para preparar un banquete para sus parientes y amigos (Sahagún, 1938: I 123-130). Los jóvenes salían de la Casa de la Juventud entre los veinte y los treinta años, para casarse. Entonces entraban el la nómina de impuestos del distrito y de hecho muchos de ellos tuvieron que abandonar la carrera de ascensos en la jerarquía militar. Además de la guerra, existían posibilidades de mejorar de estatus dentro de la organización de distrito, donde había cierto número de líderes de grupo para el cobro de tributo y la organización de los reclutamientos de mano de obra, y también existían los cultos locales de los distintos distritos y los grupos de artesanos. Los jefes de distrito (tepixque, calpixque, tequitlatoque o calpuleque) solían ser sucedidos por un hijo o pariente cercano, pero también se exigían condiciones para el cargo y edad avanzada. Una vez alcanzada la edad de 52 años, el individuo quedaba libre de tributos y de los servicios en forma de trabajo y era tenido en gran estima. Los ancianos del distrito (calpulhuehuetle) constituían un grupo importante en todas as funciones ceremoniales del distrito y eran consultados por el jefe del distrito en todas las cuestiones de importancia (Zurita, 1941: 86-90, 111; Durán, 1951: I 498, II 223; Torquemada, 1943: II 329, 545; Sahún, 1951: 58, 106, 124 y passim; Gómez de Orozco, 1945: 63). Los nobles tenían su propia sala de reuniones en el palacio, la Casa de los Nobles (pilcalli), donde se reunían con los parientes cercanos del LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 91 gobernante y los altos funcionarios. Los muchachos de la nobleza que entraban en las calmecac también podían dedicarse a la carrera militar (Sahagún, 1938: I 144, II 309; Durán, 1951: II 162; Zurita, 1941: 91, 145). Los guerreros de más éxito, quienes habían capturado cuatro prisioneros de las ciudades enemigas más valientes, adquirían la categoría de tequiua (el que ha hecho un trabajo). En palacio, se reunían en la Casa de las Águilas (cuauhcalli o tecquiuaucacalli), donde formaban parte de los consejos bélicos, y se capacitaban para los altos puestos militares y gubernamentales. La mayoría de los tequiua eran de origen noble. Habían sido enviados de niños a templo vinculado al culto bélico del Sol, y esta vinculación religiosa se mantenía después del matrimonio. Los plebeyos valientes podían también elevarse al rango de tequiua, pero los nobles recibían insignias y ornamentos distintos y se capacitaban para posiciones más altas que los individuos de origen plebeyo (Durán, 1951: II 124, 155-159, 162-165; Pomar, 1941: 34, 38). Entre los tequiua se escogía cierto número de funcionarios que formaban los consejos superiores del gobierno188. Los comandantes militares (talcatecatl o tlacochcalcatl) formaban el consejo de dirigentes de la guerra; unos eran de estatus noble y otros plebeyo. En el palacio se reunían con los tequiua en la Casa del Águila. Los individuos con estos títulos también recibían el mando de las ciudades sometidas, y el nuevo gobernante generalmente ya gozaba de los títulos antes de tomar posesión de su cargo (Sahagún, 1938: I 291, II 107, 138, 310, 329; Codex Mendoza, 1938: III 17-18; Monzón, 1949: 75). Otros tequiua reciben títulos individuales especiales que los sitúan en la categoría de los consejeros del señor (tecutlatoque). Constituían los tribunales El problema más difícil del estudio de la antigua forma de gobierno mexicana es la adecuada caracterización de este grupo. Las relaciones de parentesco, las reglas de sucesión, el tiempo del mandato, las funciones políticas de cada título y las posibles conexiones con los distritos o las ciudades dependientes están por estudiar. Los datos de Tetzcoco son algo mejores sobre algunas de estas cuestiones (Ixtlilxochitl, 1952: II 167 ss.; Zurita, 1941: 10-14; Pomar, 1941: 29-30). Las distintas relaciones sobre la consecución del rango de tecuhtli también son relevantes en este punto. La mayor parte de ellas se refieren a Tlaxcala, Huexotzinco y Cholula, peor los rasgos generales también sirven para el Valle de México. Parecen ser requisitos básicos un periodo de servicio en el templo y un gran reparto de bienes antes de tomar posesión del título (cf. Durán, 1951: II 110, 125, posteriormente mencionado). 188 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 92 superiores (los teccalco y los latoque) y su gobernante podía encomendarles tareas especiales cuando se planteaba la necesidad. La mayor parte de etsos puestos estaban cubiertos por nobles; algunos informes afirman que los plebeyos raras veces los alcanzaban, mientras que otros afirman que – por lo menos en Tetzcoco – los individuos de origen noble y de origen plebeyo compartían algunos cargos (Sahagún, 1938: II 317, 330; Zurita, 1941: 85-86; Pomar, 1941: 29-30; Tzozomoc, 1878: 361 passim). Otros tequiua se convertían en albaceas del gobernante (achcacauhtin), que también tenían una sala especial de reuniones en el palacio (la achcauhcalli); estos cargos los desempeñaban individuos de origen plebeyo (Sahún, 1938: I 166, 291, 293, II 310). La información acerca de la duración de los cargos es escasa, pero lo que sí se señala es que los puestos políticos eran desempeñados por regla general durante periodos indefinidos, durante ytoda la vida o hasta que el titular pasaba a un rango superior; a veces era posible a degradación de un individuo a estatus plebeyo y sin derechos (Zurita, 1941: 86; Sahagún, 1938: II 308; Durán, 1951: I 436). Grupos especiales eran los guerreros otomí y quachic (esquilados), unos tequiua que hacían votos especiales de no retroceder en el campo de batalla, tenían insignias distintivas y constituían un cuerpo de elite del ejército. Eran tenidos por grandes asesinos, pero demasiado salvajes e inadecuados para los asuntos de gobierno (Sahagún, 1938: II 137; Durán, 1951: I 169-170, II 163). Otro grado militar eran las Águilas Viejas (cuauheuetque) o guerreros viejos que realizaban tareas especiales como una especie de comandantes de campo y oficiaban en los funerales de quienes morían en combate (Durán, 1951: I 289, 293, 315; Tezozomoc, 1878: 428). La organización sacerdotal era enormemente compleja y presenta cierto número de problemas que exigiría un tratamiento más extenso. Los principales grados de la jerarquía eran los siguientes: en primer lugar, los jóvenes que servían como Pequeños Sacerdotes (tlamacazton), principalmente ocupados de las tareas serviles en los templos. De jóvenes, se convertían en Jóvenes Sacerdotes (tlamacazque). De estos, los más devotos ascendían al grado de Dador de Fuego (tlenamacac) y entre éstos se escogían los dos sumos 93 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS sacerdotes o Serpientes Emplumadas (quequetzalcoa). Según una información, e progreso en la jerarquía sacerdotal de los Jóvenes Sacerdotes tenía lugar cada cinco años. Algunos jóvenes sacerdotes iban al campo de batalla, como hemos mencionado; otros se dedicaban a actividades puramente religiosas (Sahagún, 1938: I 144, 299; Torquemada, 1943: II 185). La jerarquía sacerdotal era especialmente compleja debido a la existencia de distintos templos dedicados a diversas deidades, cada uno con distintos cultos y con sacerdotes que tenían títulos especiales La principal lista de sacerdotes de que disponemos, además de la que hemos esbozado, es básicamente una lista de los guardianes de cada dios o templo, en gran parte administradores encargados de reunir las cosas necesarias para el culto de un determinado dios (Sahagún, 1938: I 237-241). Probablemente eran cargos de rango similar, pero no está completamente claro cómo se relacionaban con la escala anteriormente presentada. Parecen pertenecer a un rango situado por encima de los viejos sacerdotes. La edad avanzada se menciona como característica de los sacerdotes llamados quaquacuiltin, que es el título de algunos de los administradores. Como las Águilas Viejas de los guerreros, éste era probablemente el rango sacerdotal de los ancianos. En algunos casos, el asistente de un dios se designa como su anciano (iueueyouan) y también los ancianos del barrio (calpulhueuetque) tenían funciones ceremoniales en determinadas ocasiones (Sahagún, 1938: I 30; 1951: 44, 47, 58, 106, 119, 183). No todas las funciones ceremoniales implican la existencia de sacerdotes de dedicación plena. Determinadas actividades ceremoniales estaban a cago de funcionarios del gobierno o de otros cabezas de familia que residían en el templo sólo durante periodos de tiempo limitados, turnándose en algunos casos distintos grupos para que siempre residiera alguno (Sahagún, 1938: I 144, 229; Gómez de Orozco, 1945: 39, 61). Otro cierto número de roles especializados de los distintos cultos o de las grandes ceremonias públicas eran desempeñados por individuos que actuaban simplemente a resultas de un voto, muchas veces hacho con objeto de curarse de una enfermedad relacionada con el ser divino de la veneración (Sahagún, 1938: I 32, 40, 48-51, 177). 94 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Algunos sacerdotes viejos se retiraban de la vida religiosa y recibían entonces altos títulos y cargos en el gobierno. A juzgar por sus títulos, pasaban a formar parte del grupo de consejeros del gobernante anteriormente mencionado (Duran, 1951: II 110, 125). Un caso interesante es el de la escala sacerdotal que lleva a los cargos de los dos altos gobernantes de la ciudad de Cholula. Se escogían entre cierto número de sacerdotes dedicados a culto de Quetzalcoatl; estos sacerdotes eran nobles procedentes de un solo distrito de la ciudad, el de Tianquiznauac. Cuando entraba en el sacerdocio entregaban todas o gran parte de sus riquezas al templo y le consagraban sus vidas, pero podían casarse y visitar a sus esposas por la noche. Los distintos grados de este sacerdocio se manifestaban en distintos mantos. Los nuevos sacerdotes recibían un manto negro, que llevaban durante cuatro años. Al término de este periodo recibían un manto negro con borde rojo que llevaban durante otros cuatro años. Luego recibían un manto decorado en negro y rojo que también usaban durante un nuevo period de cuatro años. Después de éste recibían mantos negros, que vestían durante el resto de sus vidas, excepto los ancianos que iban de rojo y eran candidatos a suceder a los dos funcionarios gobernantes a la muerte d éstos (Rojas, 1927: 16-161). El tercer camino para el ascenso social era el comercio. Los mercaderes procedían de determinados distritos de la ciudad y los jóvenes se organizaban en bandas con sus líderes, como hacían todos los demás plebeyos, y partían en expediciones comerciales al servicio de los viejos comerciantes. Cuando por sus viajes se veían mezclados en la guerra, como pasaba con frecuencia, podía recibir títulos iguales que los de los guerreros Por otra parte, el comerciante que acumulaba riquezas las utilizaba para comprara esclavos para los sacrificios; las víctimas así ofrecidas eran el equivalente de los priisoneros que ofrecía el apresador, y entonces el comerciante recibía el título de Bañista (tlaltique, tealtianime). Los comerciantes tenían su propia organización y tribunales propios; sus líderes eran los pochteca tlatoque (jefe de comerciantes), que consttuían un consejo ara su propio gobierno interno y la regulación del lugar de mercado, y los viejos mercaderes (pochteca ueuetque) LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 95 eran huéspedes de honor en todas las funciones sociales de los comerciantes (Sahagún, 1959: passim; Durán, 1951: II 125; Zurita, 1941: 142-143). Aunque los datos sobre ellos son menos detallados, también otros grupos profesionales habían conseguido rangos propios. Así, los cazadores podían alcanzar los títulos de Tequiua Cazador (amiztequiuaque) y Jefes Cazadores (amiztlatoque), y en algunos grupos artesanales se hacían ofrendas ceremoniales de esclavos a la divinidad patrocinadora, al igual que entre los comerciantes, que probablemente realzaban el estatus del oferente (Durán, 1951: II 130, 297-298; Sahún, 1938: I 46-47, 190; 1959: 80, 87). Como hemos visto, las posibilidades de ascenso en las escalas militar y sacerdotal existían dentro de clases hereditarias. Las diferencias de clase también se relacionan con las implicaciones económicas de la escala. Los individuos de origen noble no sólo heredaban el rango, sino también bienes raíces, y los titulares de cargos eran gratificados con la producción de fincas adscritas a sus cargos. Los plebeyos que alcanzaron rangos altos recibían, junto con los títulos, tierras que en algunos casos sólo explotaban en usufructo mientras en otros podían transmitir por herencia, con lo que los herederos adquirían los rangos de la nobleza. Además de estas fuentes personales de ingresos, todos los asistentes a palacio, incluidos todos los funcionarios, eran alimentados por la cocina del gobernante y solían recibir regalos, sobre todo ropa y adornos, del gobernante, cuyos grandes almacenes estaban repletos de los tributos de todos los pueblos sometidos. Las descripciones de grandes repartos de bienes son un rasgo que se repite en las relaciones de los festivales mensuales y las celebraciones militares. Dado que el gobernante, sus funcionarios, la nobleza, los templos y las casas de los hombres disponían de tierras y tributos, todos estos individuos e instituciones constituían, pues, los centros focales de la dirección de las propiedades públicas y de la acumulación y distribución de bienes, fundamentalmente entre los niveles superiores de la sociedad, aunque a veces goteaba asta los trabajadores plebeyos (Zurita, 1941: 85-86, 144-145; Durán, 1951: II 161, 164; Torquemada, 1943: II 546; Sahún, 1951: passim; 1954: 39; Tezozómoc, 1878: passim). Además, también existe un sistema de patronazgo personal de una función pública lo que presupone la previa acumulación de los bienes LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 96 necesarios para la realización de esta función y va seguido de la consecución de un rango social más elevado. Este es le caso de los mercaderes y artesanos, o bien de los ayunadores-de-un-año (mocexiuhcauhque) dedicados al culto de Uitzilopochtli. El consumo de riqueza que exigían algunos de estos patronazgos podía acarrear serios apuros económicos, incluso hasta el punto de dar lugar a empeños o a pérdidas de tierras (Sahún, 193: I 264-265; Motolinía, 1941: 35). La escala de consecuciones funcionaba dentro de cierto número de segmentos sociales distintos. Hemos visto las tres escalas distintas e la guerra, el sacerdocio y el comercio. También existían por separado en los distintos distritos, cada una con su propia Casa de la Juventud y templo local. De estos segmentos, nos eran del mismo rango y sus organizaciones concretas eran ejemplos paralelos del mismo tipo de organización. Pero en muchos casos la escala de consecuciones sólo estaba abierta a segmentos sociales de alto estats hereditario como la nobleza, o las personas de determinados distritos, o los miembros de ciertos linajes. Así los ayunadores-de-un-año de Uitzilopoztli se escogían entre tan sólo seis barrios de la Ciudad de México (Durán, 1951: II 89); en Cholula, la escala que conducía a los dos gobernantes últimos sólo estaba abierta a los nobles del distrito de Tianquiznauac. En la Ciudad de México el gobernante procedía de un linaje concreto (Monzón, 1949: 75). En casos como este último, el ascenso en la seca de consecuciones forma parte de la norma sucesoria. El nuevo gobernante no sucede automáticamente en nombre de una determinada relación de parentesco. Es elegido por los consejeros de alto rango por ser el pariente del antiguo gobernante – hermano, hijo o sobrino – que está mejor calificado por su ascenso en la escala. De este modo, la herencia, la elección y la consecución se combinan en una pauta sucesoria compleja. La descripción presentada se aplica a la Tenochtitlán de México, una ciudad de por lo menos 60.000 personas (Toussaint et al. 1938: 72) que había estado ampliando su dominio sobre el México central y meridional durante el siglo anterior a la conquista de los españoles. Como sociedad en triunfal expansión la clase alta había crecido hasta tener un tamaño superior al correspondiente de la comunidad media de Mesoamérica y el cuadro que aquí 97 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS se presenta sólo debe tomarse como representativo de los grandes centros políticos. No sólo afluía a los almacenes del gobernante el tributo de grandes áreas, sino que la nobleza y los templos tenían sus tierras fuera de la ciudad, en lo que había sido territorio extranjero, especialmente en la parte meridional del Valle (Durán, 1951: I 100, 114, 152; Tezozómoc, 1878: 253, 271, 286, 305). Esto y la creación de colonias y gobernantes aztecas en el territorio conquistado proporcionaron una salida a la creciente clase alta. Sin embargo, puede plantearse a cuestión de si las personas de origen noble –especialmente numerosas dada la poliginia de a clase alta – podían seguir todas una venturosa carrera en las escalas militar y sacerdotal para realmente conseguir puestos de poder económico y político. Las reformas que se atribuyen a Moteuczoma Xocoyotzin son especialmente significativas desde este punto de vista. Este gobernante ordenó que sólo personas de origen noble podían asistir a su palacio (Durán, 1951: I 416-421; Tezozomoc, 1878: 578). Esto no solo debe interpretarse como un agudizamiento de las diferencias de clase; también indica el crecimiento de un grupo de origen noble que trabajaba en los niveles mas bajos del funcionariado. Algunos de los residentes en los palacios eran artesanos que trabajaban en sus oficios, cuyos productos eran consumidos por la clase alta a través del sistema económico distributivo del palacio. En los calmecac se enseñaban oficios especializados y los atendían los nobles (Tezozomoc, 1949: 112; Pomar, 1941: 38). Los servidores y los artesanos especializados, pues, constituían un grupo de estatus intermedio y de origen noble, pero sin poder político. Tal grupo pudo crecer con el desarrollo de un fuerte centro político que producía un número cada vez mayor de personas de origen noble y, al mismo tiempo, creaba una demanda de artículos de lujo. En comparación con el Tenochtitlán de México, las comunidades menos poderosas, y especialmente las comunidades campesinas, deben haber tenido un tipo de organización como el que se describe a propósito de la organización de distrito con una delgada capa alta y grandes posibilidades para los plebeyos de alcanzr puestos dirigentes. En realidad, mientras los grupos étnicos dominantes tenían nobleza (pillotl) y un linaje gobernante (tlatocatlacamecayotl), algunos de ellos incluso con unas normas sucesorias más tajantes que las aztecas, había grupos que no tenían ningún tipo de LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 98 nobleza y eran gobernados por líderes militares (quauhtlato). Los propios aztecas, en las primeras etapas de su historia, pertenecían a este grupo (Chimalpahin, 1889: 27; 1958: 46, 56-57, 154). La importancia de las diferencias hereditarias entre noble y plebeyo, que incluyen sustanciales diferencias en cuanto a tenencia de tierras, el limitado número de puestos en los niveles más altos de la jerarquía en comparación con el total de la población y la restricción de los cargos más altos a la nobleza, todo esto confería al sistema de escala anterior a la llegada de los españoles un carácter básicamente distinto de sistema de los actuales indios. En la medida en qe los altos cargos estaban abiertos a un determinado segmento de la sociedad, la escala de consecuciones era un mecanismo para la selección del grupo dominante; cuando también estaba presente la sucesión hereditaria, el ascenso en la escala podía considerarse también un requisito para la revalidación de los derechos hereditarios. La situación es básicamente distinta de la que presentan las comunidades actuales sin clases, en las que la escala es un mecanismo mediante el cual todo el mundo tiene su turno para ocupar los cargos. A pesar de estas importantes diferencias entre el sistema de escala anterior a los españoles y el actual, está claro que muchos de los rasgos importantes de a estructura moderna estaban presentes en el tipo precolombino. Ahora puede plantearse la cuestión: ¿cómo se ha transformado la organización anterior a los españoles en la actual? Estamos ate un caso de gran similitud y continuidad en determinados aspectos de la estructura social, junto con un radical cambio en las formas culturales que siguieron a la supresión de la guerra, la introducción del sistema español de administración municipal, la erradicación de la religión indígena y la conversión al cristianismo. A riesgo de pecar por exceso de generalización, presentaré como hipótesis de trabajo un modelo simplificado del proceso de cambio ocurrido durante el periodo colonial y el siglo XIX. Acepto que la forma española de administración municipal y las cofradías católicas se reconstituyeron y canalizaron según los rasgos principales de la estructura ceremonial y política indígena. El estudio de los LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 99 indios durante el periodo colonial nos proporciona algunos datos sobre la forma en que se llevó a cabo este proceso. Antes que nada, en la época colonial encontramos una continuación directa de los niveles inferiores de la organización indígena, que los españoles mantuvieron para recoger los tributos y organizar las obras públicas (Durán, 1951: I 323, II 166, 223; Torquemada, 1943: II, 545; Gibson, 1952: 118-120) Incluso hoy encontramos cargos menores con el título de tequitlato o topil, que son claramente la perpetuación de sus antiguos homónimos. En la nueva organización religiosa los misioneros centraron sus esfuerzos en los jóvenes a quienes reunían para darles instrucción y usarlos en tareas serviles en la iglesia, de la misma forma que hacía el sacerdote indígena (Durán, 1951: II 113). En los niveles medio y alto de la jerarquía, la introducción del sistema español de administración municipal tuvo como consecuencia lo que llamaré el gobierno dual, es decir, que el antiguo grupo dominante continuó en el poder al mismo tiempo que los funcionarios del recién introducido sistema eran a su debido tiempo elegidos, y ambos grupos de funcionarios unidos constituyeron el cuerpo administrativo de la ciudad. Estoy pensando aquí en una situación similar a la que existe actualmente en los altos de Chiapas, donde los funcionarios municipales, cuy existencia exige la actual ley del Estado gobiernan junto con y subordinados a un cuerpo más complejo de funcionarios que constituye el gobierno tradicional, que a su vez es claramente una mezcla de elementos precolombinos y elementos coloniales (Agirre Beltrán, 1953: 122140; Pozas, 1959: 133-153). Los archivos administrativos, que suponen el grueso de las fuentes históricas, proporcionarán por supuesto mejores datos sobre la organización burocrática legal que sobre los cargos o títulos tradicionales y consuetudinarios. Puesto que los nuevos cargos eran electivos, nada impedía la continuidad de los antiguos métodos de alcanzar cargos. Cierto número de diferencias locales en el sistema de elegir funcionarios se ha dicho que provienen de la costumbre española, y debe atribuirse a la práctica india. En muchas ciudades, la antigua exigencia del estatus de noble para los altos cargos continuó rigiendo durante el periodo colonial; y aunque los nuevos cargos eran de duración anual y tenían prohibido la reelección durante los dos 100 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS años siguientes, existen pruebas de que el mismo grupo de personas disponía repetidamente de todos los altos cargos de la nueva administración, alternándoselos entre ellos. Algunos de los antiguos cargos fueron identificados con los nuevos. El antiguo tlatoani, por ejemplo, fue durante algún tiempo el gobernador del sistema español, y probablemente las funciones del antiguo tecutlatoque y del achcacauhtin se identificaron con los nuevos alcaldes y regidores (Zavala y Miranda, 1954: 80-82; Chávez Orozco, 1943: 10; Gibson, 1952: 112). El viejo sistema de ganar prestigio mediante el patronazgo de ceremonias también continuó. Mientras que la ofrenda de víctimas para los sacrificios como sistema para adquirir estatus fue erradicada, la práctica concomitante de dar fiestas y patrocinar las funciones religiosas es anotada en los primeros tiempos coloniales por los misioneros, que vieron en ella una continuación de las costumbres precolombinas La bien documentada identificación de los dioses indígenas con los santos católicos , en consecuencia, de sus respectivos rituales, también debió ser una consecuencia de la transferencia del valor y el prestigio social de dar fiestas y ejercer el patronazgo de las antiguas ceremonias a las nuevas. La consecución del estatus de principal por individuos de origen plebeyo que habían ocupado altos cargos también esta documentada en el primer periodo colonial (Durán, 1951: 125-126, 266; Sahún, 1938: III 299-301; Zavala y Miranda, 1954: 61). Una vez establecido este sistema de gobierno dual, existieron las condiciones para la gradual mezcla y transformación de los elementos indios y españoles en una estructura más estrechamente integrada. El cambio más importante a todo lo largo de los tiempos coloniales y del siglo XIX fue a eliminación de la nobleza como grupo diferenciado que heredaba el rango, la propiedad privada de tierras y derechos exclusivos a los cargos, con la consecuente apertura de toda la jerarquía a todos los habitantes de la ciudad. El proceso se inició al principio de la época colonial, sobre todo porque la conquista española destruyó todas las grandes unidades políticas, separándolas de sus caciques y rebajándolas al nivel campesino de organización, con la consiguiente pérdida en número e importancia para la nobleza indígena, especialmente en todos los antiguos centros políticos. Igual LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 101 importancia tuvieron los esfuerzos de los plebeyos por eliminar las restricciones que tenían impuestas y conseguir desbancar a la nobleza del control de la ciudad. Este proceso se inició ene. Siglo XVI, pero la desaparición final de la nobleza indígena, sin embargo, no tuvo lugar hasta el siglo XIX, cuando la independencia abolió los privilegios legales de los caciques indios (Chávez Orozco, 1943: 14-15; Gibson, 1960). Un segundo cambio fue la decadencia de la propiedad comunal que se utilizaba para financiar las funciones públicas. En los primeros tiempos, el excedente de los tributos y las tierras o el ganado público de las ciudades y de las hermandades religiosas proporcionaban una cantidad importante de riqueza que se consumía en la organización ceremonial. La pérdida de estas propiedades públicas aumentó la importancia del patronazgo individual de las funciones públicas. Así es como el término mayordomo, originalmente administrador gerente de una propiedad comunal, se ha convertido en la denominación general del individuo qe patrocina con su propia riqueza una ceremonia religiosa. Estos dos rasgos, igualdad de oportunidades ara todos de alcanzar altos cargos y el hecho de que el titular del cargo corra con los gastos del cargo, son los que hemos definido como los elementos clave del moderno sistema de escala. En el sistema colonial español, las comunidades indias, las repúblicas indias, como se las llamaba, fundamentalmente eran similares a las reservas de las demás zonas coloniales: la tierra era una propiedad común para uso exclusivo de la comunidad, y la comunidad era colectivamente responsable de pago de los tributos y e abastecimiento de de mano de obra. Estos fueron los rasgos clae de desarrollo de la aldea (o municipio) en cuanto unidad social y cultural básica, que Tax ha comparado con las tribus (1937: 433-444), y también explican el desarrollo del sistema de escala según las líneas descritas que implican compartir entre los habitantes de la aldea los gastos ceremoniales y administrativos. Esto forma parte del reparto igualitario entre todos los miembros de las cargas impuestas a la comunidad por el Estado. El sistema de escala también tiene un valor de supervivencia en el sentido de que mantiene a la comunidad unida al controlar la diferenciación interna, económica y social, 102 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS que tiende a destruir la comunidad, mientras que las condiciones económicas y sociales exteriores no permiten su total asimilación en una sociedad mayor. Después de la desaparición del sistema de tributos, éste es el valor superviviente que ha mantenido unidas a las comunidades indias, aunque cada vez retrocediendo más hacia zonas marginales. La triunfal introducción del sistema español de organización de las aldeas en Mesoamérica se basa en el hecho de que pudo adaptarse a la estructura social india existente, como he tratado de demostrar. También resultó ser muy adecuado para la transformación de las sociedades indígenas en comunidades camerinas autónomas igualitarias y democráticas. Muchas veces se ha dicho que Mesoamérica, dada la riqueza de datos arqueológicos, históricos y modernos, es un terreno ideal para el estudio del cambio cultural a lo largo de un periodo de tiempo largo. Sin embargo, el hecho es que el estudio de los indios precolombinos, coloniales y modernos ha sido por regla general llevado a cabo por especialistas que se centraban sobre asuntos muy distintos y que tenían poca problemática en común. He tratado de identificar un rasgo fundamental de la organización social de los indios mesoamericanos en todas las etapas y de esbozar el curso principal de su evolución. Si bien sigue necesitándose mucho más trabajo en todos los aspectos de los periodos históricos y las regiones relacionadas con nuestro tema, ahora se pueden adelantar algunas consecuencias generales de nuestros hallazgos. Nos hemos ocupado de un proceso que implica tanto la continuidad de ciertos aspectos de la organización social como el cambio radical de otros. El cambio o la continuidad serán más o menos resultados según se considere la estructura, la forma o la función de una institución social Nosotros hemos resaltado la continuidad de los principios estructurales relativos al funcionamiento de la escala, puesto que ésta es el hilo que conecta las formas precolombinas con las formas modernas de organización política y ceremonial. Pero la introducción del culto católico y de las formas españolas de administración municipal significan un cambio radical de la forma cultural de determinados cargos o actividades en los que se concretiza la estructura. En los segmentos campesinos de la sociedad anterior a la legada de los LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 103 españoles, con poca o ninguna estratificación social, ésta debe haber sido la transformación fundamental. En los centros políticos estratificados, por el contrario, la estructura social total dentro de la cual operaba el sistema de escala fue radicalmente transformada al convertirse las sociedades indias en parte de la sociedad colonial o nacional y ser reducidas al nivel de organización campesina. Junto a esto, un cambio fundamental tuvo lugar en la función del sistema de escala en relación con la estructura social total. La escala pasó de ser un mecanismo para la selección de personal, o para la revalidación de los derechos heredados a un alto cargo dentro de una sociedad estratificada e independiente, a ser un mecanismo para compartir las responsabilidades entre los miembros de un segmento no estratificado, de una comunidad campesina incluida en una sociedad más amplia. Todos estos cambios formaron parte de lo que habitualmente se define como un caso de aculturación. No obstante, no puede estudiarse bien en términos de rasgos culturales que se traspasan de una parte a otra entre dos culturas en contacto, relegando a telón de fondo a estructura social que pone en contacto a los pueblos. Más fructífero que el habitual concepto de aculturación como contacto intercultural es el concepto de sociedad plural, formada cuando las antiguas sociedades independientes, con sus distintas tradiciones culturales, fueron incluidas en un sistema social más amplio. El análisis de la situación de contacto como una estructura social más amplia se convierte entonces en la principal tarea del estudio sobre la aculturación. Los cambios de la estructura social interna y de la cultura de una sociedad anteriormente independiente estarán entonces determinados por el lugar que les toca ocupar en la nueva sociedad más amplia. La importancia de la estructura social en la aculturación fue pronto resaltada (en 1940) por Radcliffe=Brown (1952: 201=202) pero como recientemente ha señalado Spicer (1958: 433), muchas veces se ha olvidado (cf. También Smith, 1957). En nuestro caso, la trasformación de la jerarquía políticoceremonial está en función directa de la ruralización de los indios mesoamericanos: el hecho de que unas sociedades antes estratificadas se convirtieron en comunidades campesinas no estratificadas dentro de un sistema más amplio. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 104 Bibliografía: Aguirre Beltrán, Gonzalo (1953). “Formas de gobierno indígenas”, México: Imprenta Universitaria. Cámara Barbechano, Fernando (1952). "Religious and Political Organization in Mesoamerica", en Sol Tax, ed.: "Heritage of Conquest", The Free Press, 1952: 142-164 (en español en Leif Korsbaek, comp., "Introducción al sistema de cargos. Antología", UAEM, Toluca, 1996: 113-159). Carrasco, Pedro (1952). “Tarascan Fol. Religión: An Analysis of Economic, Social and Religious Interactions”, Middle American Research Institute Publication No. 17, New Orleans: Tulane University. Carrasco, Pedro (1957). “Some Aspects of Peasant Society in Middle America and India”, Kroeber Anthropological Society Papers No. 16. Chávez Orozco, Luis (1943). “Las instituciones democráticas de los indígenas mexicanos en la época colonial”, México: Ediciones del Instituto Indigenista Interamericano. 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LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 106 POLÍTICA Y LIDERAZGO EN LOS ALTOS DE CHIAPAS 189 Henning Siverts (Universidad de Bergen, Noruega) Introducción 1 Según Colby y Van den Berghe, el elaborado sistema de cargos es uno de los rasgos culturales que distinguen al grupo étnico de los indígenas de la sociedad ladina, en los Altos de Chiapas (1961). Este sistema de cargos, que en realidad constituye los gobiernos semi-autónomos de un gran número de pueblos indígenas en Chiapas y, en otras partes de Mesoamérica, ha sido detalladamente descrito por muchos autores (Pozas, 1959; Villa Rojas, 194244; Cámara, 1946, 1952; Güiteras Holmes, 1946; Aguire Beltrán, 1953; Nash, 1958; Carrasco, 1961; Vogt, 1961). Puede ser que la descripción más comprensiva de las características formales y los cambios estructurales de las llamadas “jerarquías civil-religiosas” fue presentada recientemente por Carrasco en American Anthropologist (1961). Hasta ahora, la actividad política y los patrones de liderazgo, apenas han sido tocados, por lo menos no han sido estudiados de manera seria. En el presente texto trataré esos problemas de manera exploratoria y preliminar. He tomado prestadas algunas ideas que tienen que ver con “gobierno” y deseo intentar aplicarlas a un material etnográfico de los Altos de Chiapas con el fin de: (1) examinar la posibilidad de aplicar una teoría general a un conjunto de datos etnográficos; y, (2) ofrecer nuevos datos etnográficos de los tzeltales que pueden ser de interés para los estudiantes de la cultura maya. 2 Cuando hablo de liderazgo en el presente texto tengo en mente a los líderes políticos, las fuentes de su poder y, el dominio sobre el cual pueden exigir “obediencia”. Un líder político es aquella persona que posee el necesario poder para tomar decisiones en nombre de un grupo o de una comunidad. El Henning Siverts: “On Politics and Leadership in Highland Chiapas”, Evon Z. Vogt & Alberto Ruz L., eds.: “Desarrollo cultural de los mayas”, México, UNAM, 1964: 339-360. La traducción al español fue hecha por Leif Korsbaek, quien quisiera aprovechar la oportunidad para agradecerle a Laura Rincón Santiago su ayuda en la traducción, a Juan Jesús Arias su ayuda para localizar el texto original de Henning Siverts hace muchos años y, más recientemente a Sergio Ricco Monge y a Marcela Barrios Luna su revisión de la traducción. 189 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 107 líder se encuentra en una posición que le permite dar órdenes que todo el mundo tiene que obedecer dentro de su “área de influencia”. En la terminología de los Altos de Chiapas es “el que manda”. Él organiza las actividades sociales y coordina la acción social. Hay que diferenciar al líder de una autoridad o carguero, es decir una persona que sencillamente ocupa un cargo. El oficio no le otorga en si mismo poder político a la persona que lo ocupa. La persona que ocupa un cargo es un ejecutivo que lleva a cabo decisiones tomadas por los líderes políticos. Parece que esta es una distinción obvia y la encontramos con frecuencia en la teoría nativa pero, que yo sepa, raras veces ha sido utilizada en el análisis del material etnográfico. En su descripción y análisis de la estructura y el proceso políticos en Zazzau en el norte de Nigeria, M. G. Smith ha desarrollado un marco conceptual cuyo núcleo es la distinción entre “autoridad” y “poder” (1960). Él establece que “el poder en lo abstracto es la capacidad de actuar de manera efectiva sobre personas o cosas y asegurar la toma de decisiones favorables que no les son adjudicadas por derecho a las personas o sus “roles”, mientras que “la autoridad” es en lo abstracto el derecho a tomar una decisión particular o exigir obediencia, ya que el acto de exigir siempre implica por lo menos una decisión de este tipo” (Op. cit.: 18-19). De este contraste deriva la dicotomía entre “política” y “administración” que son en su opinión los componentes del “gobierno”. “El gobierno es el manejo, la dirección y el control de los asuntos públicos de un determinado grupo o unidad social” (Op. cit.: 15), por medio de actividades políticas y administrativas, y “mediante la acción política se toman las decisiones acerca de la manera en que se tienen que regular y llevar a cabo los asuntos públicos, y acerca de los modos, las funciones y las metas del gobierno. Los actos que se efectúan para conducir este asunto público y coordinar las varias actividades del gobierno son de carácter administrativo” (Ibid.). Las acciones políticas y administrativas se pueden ver como dos sistemas opuestos, pero claramente interdependientes. Aquella es un sistema de “relaciones de poder, implicando competencia, coalición, compromiso y actividades similares”, mientras que “el sistema de acción administrativa, a LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 108 través de la cual se lleva a cabo; es un sistema de relaciones, orden, obligaciones y derechos autorizados” (Ibid.). Haciendo uso de estas herramientas intentaré describir algunos de los rasgos que caracterizan al gobierno y al liderazgo en el área tzeltal. I 1 La población indígena de los Altos de Chiapas se divide entre las unidades lingüísticas tzeltal, tzotzil y tojolabal. Cada una de esta unidades abarca un número de grupos políticos semiautónomos, que por lo regular, se llaman pueblos. Cada pueblo tiene una organización interna compleja y un gobierno, desde el punto de vista de los miembros del pueblo constituye su propio gobierno y, es reconocido dentro de un marco regional administrativo como una municipalidad dependiente de las autoridades estatales y federales. En la medida en que sean reconocidas, estas dos interpretaciones pueden llevar a un conflicto y, de allí a soluciones de compromiso con el fin de mantener el orden social dentro del pueblo, entre éste y el mundo exterior. El mundo exterior es, también, un mundo extraño, ya que representa principalmente el mundo y los modos de los ladinos. Aún cuando los ladinos viven permanentemente como un enclave dentro de los límites de un pueblo indígena, su cultura es en muchos aspectos diferente de la que caracteriza a los indígenas que los rodean. Esta diferencia cultural dificulta la comunicación entre los indígenas y los ladinos, una dificultad que no es primariamente una cuestión de la lengua (pues muchos ladinos hablan la lengua indígena y unos pocos indígenas hablan español), sino una concepción errónea mutua de las normas y los prejuicios culturales del otro grupo. Los ladinos y los indígenas son étnicamente distintos en cuanto a su cultura, pero son también competidores y contrincantes en lo referente a ciertos valores, como, por ejemplo, la tierra. Además son socios mutuamente dependientes en un sistema económico donde los indígenas en lo general actúan como productores de mercancías agrícolas y consumidores de productos industriales, mientras que los ladinos se desempañan como intermediarios y hasta cierto grado como productores de mercancías LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 109 industriales y artesanales y, consumidores de cultivos producidos por los indígenas. La distribución se hace en el mercado de San Cristóbal de las Casas y en los mercados locales de cada pueblo. 2 En términos políticos, los ladinos han sido dominantes desde la conquista, es decir ellos han tenido acceso al recurso superior de la fuerza física. Hoy es cuestionable si los ladinos pueden todavía contar con su acceso a fuerzas de la policía o del ejército en cualquier momento – por la sencilla razón de ser ladinos. Sin embargo, pueden invocar tales medios de fuerza en su calidad de ciudadanos de México y como holders de ciertos derechos, por ejemplo al monopolio de la venta de licor: la policía estatal (Policía Fiscal) se esfuerza por patrullar el área entera con el fin de controlar la producción local de licor190. Es evidente, también, que los ladinos controlan los gobiernos de las ciudades grandes y del estado, y el gobernador del estado tiene por lo menos el derecho a “imponer su voluntad” en las autoridades locales de municipios, cuyo nombramiento es su derecho confirmar. Pero hay límites constitucionales a la autoridad del gobernador. En efecto, parece que el municipio libre posee una gran medida de autonomía que se mide, por ejemplo, en su libertad en la administración de la autoridad jurídica dentro de sus fronteras. 3 No es a través del gobernador y un gobierno estatal alejado que los ladinos logran influenciar de manera efectiva a los gobiernos indígenas. Se tienen que dirigir directamente a la administración local. Existe dentro de los gobiernos de los pueblos una posición diseñada exactamente para este fin, es decir el secretario. Este oficio requiere a una persona que sepa leer y escribir en español con facilidad y que posea el necesario conocimiento técnico de los asuntos administrativos y legales. Ya que la mayoría de los indígenas son analfabetos y muy pocos de ellos poseen – por lo menos desde el punto de vista de las autoridades mexicanas – el conocimiento técnico necesario para llevar a cargo las tareas cotidianas de este puesto, solamente los ladinos son considerados calificados. Es significativo que hasta hace poco los secretarios Eso es un curioso caso de una ley federal constitucional que está siendo opuesta por el gobierno estatal. 190 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 110 en los municipios indígenas fueron nombrados por la administración en San Cristóbal de las Casas (Cfr. Beltrán, 1953: 120). Sin embargo, el cuadro no es completo si no se menciona que a fecha tan tardía como en 1942 la composición del Ayuntamiento Constitucional (la parte del gobierno indígena que es legalmente reconocida) en Oxchujk mostraba una mayoría de representantes ladinos, y solamente la presidencia y los dos oficios más bajos fueron ocupados por indígenas (Siverts, 1960). El oficio de secretario no es la única posición clave que está al alcance de los ladinos. En la mayoría de las municipalidades indígenas, particularmente en aquella que cuentan con minorías ladinas establecidas de manera permanente, encontramos profesores estatales y federales. Aún en pueblos que no cuenten con enclaves ladinos, como Chanal y K’ankujk, encontramos profesores federales. Sin embargo, en Oxchujk’, Chanal y K’ankujk’ encontramos a promotores culturales formados por el Instituto Nacional Indigenista en mayor número que profesores ladinos. La mayor parte de los profesores trabajan en parajes alejados y se siente su influencia antes que nada a nivel local. Tenemos que hacer caso omiso a los detalles de la posición del profesor ladino y sus actividades políticas, ya que solamente trataré al “gobierno” a nivel de pueblo o tribu en este texto provisional. Estoy plenamente consciente de la laguna que representa esta ausencia, pues actividades políticas en un nivel pueden bien tener repercusiones en otros niveles. Tampoco trataré los oficios de fiscal o telefonista, por la razón de que sus posiciones parecen ser menos importantes políticamente en comparación con el de secretario, con lo que no quiero decir que las personas que ocupan aquellos oficios no se permitan maniobrar políticamente. 4 Si fincamos la atención en la posición de secretario, encontramos que es caracterizada por la necesidad de ciertas capacidades técnicas o profesionales que le son propias a la cultura ladina y se encuentran fuera de los conocimientos de la mayor parte de la población indígena. Es exactamente esta barrera cultural lo que favorece al secretario ladino en sus actividades políticas. Su status es definido administrativamente, pero el cuerpo político al cual es agregado no define sus límites. El secretario es el eslabón estratégico entre dos culturas, al mismo tiempo que lo es entre dos diferentes tipos de LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 111 gobierno. En su tradición de gobierno los indígenas no poseen medios que se prestan inmediatamente a controlar a los ocupantes de los cargos y, lo que es igualmente importante, la administración estatal a la cual representa el secretario, se encuentra demasiado lejos como para poderlo controlar de manera efectiva por medio de la supervisión por parte de sus superiores o por medio del control a través de oficiales del mismo nivel y con la misma capacidad técnica. El secretario se encuentra como una avanzada solitaria, es un empleado mal pagado de una administración, pero por otra se encuentra a un paso del nivel superior. Su poder de facto deriva del hecho de que puede, si se presenta la necesidad, invocar un apoyo potencial. Aún si no pudiera contar con el apoyo de sus superiores para conseguir, por ejemplo, apoyo militar, los indígenas no tendrían una idea precisa acerca de las sanciones que pudiera poner en marcha, y esta inseguridad es en si misma una fuente del poder del secretario191. Cuando algunos autores han mencionado el miedo que sienten los indígenas ante el secretario no han pensado tanto en el miedo por sus pistolas como de los posibles terrores que podría invocar del mundo exterior. Los informantes indígenas pueden narrar todo tipo de cuentos dramáticos acerca de soldados arrasando aldeas y vecindades. Digamos de una vez que no podemos considerar a la actividad política como una política unilateral a favor de los ladinos llevada a cabo por el personal ladino, no obstante que eso ha sido siempre esperada como una comprensión tácita entre ladinos y entre ladinos e indígenas. Una vez un secretario fue expulsado de Oxchujk’ a pedradas por los ladinos, por la razón de haber sido demasiado “comprensivo hacia la causa indígena y su actitud simpática hacia nosotros” (información de informante indígena). Mientras que los indígenas de un pueblo siempre actúan como un grupo corporativo, los ladinos que viven juntos en un pueblo frecuentemente están divididos en grupos opuestos, compiten en un juego de comercio a gran escala, en el cual es prominente. El indígena tiene representa un “valor” y es importante obtener su actitud positiva, por lo que no es extraño encontrar a productor y consumidor indígena jugando un rol de ladinos apelando a las autoridades indígenas para En realidad, el secretario no puede tomar ninguna decisión drástica de este tipo, pues tendría que pasar por el visto bueno del presidente municipal. 191 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 112 asegurar su apoyo contra otros ladinos. Observé de manera directa casos de este tipo tanto en Chanal como en K’ankujk’. En Chanal el caso fue un profesor federal que se había metido en un conflicto con el secretario y ambos intentaron asegurarse el apoyo de las autoridades indígenas. En K’ankujk’ el secretario hizo todo lo posible para congraciarse con las autoridades indígenas, inmediatamente después de su llegada, jugándoles (trucos sucios) a otra familia de comerciantes192. Para resumir: (1) Los ladinos y los indígenas compiten por recursos escasos y son socios interdependientes en un sistema económico, (2) las relaciones entre ladinos e indígenas son dominadas por los ladinos, (3) la supremacía ladina se debe a la superioridad militar y a la potencialidad omnipresente de invocar la fuerza física, (4) el control político ladino (normalmente) no es ejercido a través de la presencia de un destacamento militar en los pueblos indígenas, (5) los ladinos intentan supervisar las actividades políticas de los indígenas a través de medios administrativos; es decir, imponiéndole a la municipalidad una organización y, un representante ladino cuyo dominio actual y poder no son muy precisamente conocidos por los indígenas, (6) la ausencia total o parcial de un control administrativo – que sea ladino o indígena – a los representantes avanzados ladinos le otorga a la persona que ocupa el puesto de secretario una libertad de acción política bajo la cobertura y la protección de un oficio legal y delimitado, (7) eso es el producto de una sistemática interpretación errónea de otra cultura, es decir de falta de comunicación. II 1 Para enfrentar esta situación, los oficiales del gobierno indígena tradicional intentan descubrir o inventar modos y medios a través de los cuales pueden mejorar la comunicación y maximizar el control administrativo (o político) sobre los oficiales ladinos. Antes de seguir la discusión de este problema, dirijamos un momento nuestra atención hacia la organización formal del gobierno indígena. Para un periodo de un año se les permite a cuatro familias ladinas establecerse en el centro ceremonial, a condición de que no vivan en casas permanentes, ni solicitan tierra ni solares. 192 113 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Como bien se sabe, las llamadas “jerarquías cívico-religiosas” se han modificado constantemente de acuerdo con las nuevas situaciones y las nuevas tareas que supuestamente tienen que cumplir (Carrasco, 1961). Desde la conquista, la presión que provoca estos cambios ha provenido principalmente de los grupos dominantes hispanohablantes, implicando una debilidad política y militar de parte de la población indígena. A pesar de todos los cambios que han sucedido, los pueblos que se consideran aquí comparten todavía debilidades políticas estructuralmente determinadas, en su interacción con los ladinos cuya sociedad es más abierta y cuya cultura cambia a una velocidad más alta que en el caso de las culturas indígenas (cfr. E.G. Wolf, 1960). Para los participantes en este simposio no debería ser necesario describir detalladamente la organización indígena tradicional, tal como existe (más o menos) en los Altos de Chiapas, será suficiente tan solo con unos pocos comentarios relevantes para el argumento. 2 En todos los grupos étnicos a los cuales se hace referencia en este texto encontramos una administración aparentemente autocontenida que se compone de oficios o cargos. Los oficios más bajos son definidos y limitados de tal manera que Max Weber seguramente los habría considerado como pertenecientes a la categoría de “autoridad legal” (1947), y en efecto Frank Canción intentó analizar la administración en Zinacantán en términos weberianos (1961). Un control administrativo que se encuentra en este sistema de cargos es la procuración de dos grupos idénticos de oficiales en términos de la división en barrios, de manera que una persona que ocupa un cargo siempre tiene que enfrentar a uno igual del otro grupo. Otro rasgo prominente es la importancia ritual que se asocia con los oficios, no importa sus objetivos pragmáticos. Eso se expresa típicamente en la alternancia entre cargos “rituales” y “civiles” en la carrera de un hombre193. Esta alternación se ve hoy más claramente en las administraciones en Chanal y K’ankujk’. Para fines de comparación se puede mencionar que no existe tal alternación entre las dos clases de cargos en Zinacantán (Vogt, 1961). 193 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 114 Existe una distinción nítida entre el personal netamente ejecutivo 194 y el grupo de nivel superior de principales o cabildos de justicia195 que llevan a cabo la planeación política y toman las decisiones. Ellos actúan como líderes del pueblo. Son por lo regular hombres ya mayores o de edad madura que han pasado por toda la jerarquía administrativa196 (véase el diagrama 1 en la página 378). III 1 Regresemos ahora al argumento central. Podemos suponer que la comunicación inadecuada haya existido desde el tiempo de la conquista, por lo menos. Eso puede haber sido un factor principal en la conservación del modo de vida que llamamos “indígena” – y, como se sugirió antes, podemos ver la dominación ladina a la luz de este factor. Es difícil decir cuándo los líderes indígenas por vez primera vieron eso como un problema; en si mismo es significativo el hecho de que sí lo vieron así. Como he mostrado en otro contexto (1960), la imposición del ayuntamiento constitucional, que constituiría el gobierno externamente reconocido de Oxchujk’ en su calidad de municipio libre197 fue una innovación de grandes consecuencias para el pueblo. Supongo que los casos de los demás pueblos han sido similares, incluyendo a K’ankujk’ que se convirtió “solamente” en agencia municipal. Así que, hablando en términos generales, pienso que este reconocimiento formal de los pueblos indígenas y su incorporación paulatina en un sistema administrativo regional, obligó a los principales a enfrentar los problemas políticos y administrativos que surgieron de esta nueva situación. La principal dificultad fue encontrar un medio a través del cual pudieran expresar sus opiniones y las decisiones tomadas en el consejo tribal. Llamado Ayuntamiento Regional por Aguirre Beltrán (1953: 126 & seq.). Llamado Gobierno de los Principales por Aguirre Beltrán (Op. cit.: 122 & seq.). 196 Existe otra categoría de Principales que actúan al nivel local que, aparte de actuar al mismo tiempo como autoridades y líderes en su propio entorno, se encuentran en una posición que se puede considerar como de mediación entre el gobierno tribal y los parajes (Montagu & Siverts, 1962). 197 Declarado en 1936. 194 195 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 115 Mientras que el ayuntamiento constitucional mostraba una dominación de representantes ladinos, como fue el caso en Oxchujk’ y Tenejapa, el problema no fue urgente. En aquel momento existían dos gobiernos: uno ladino y otro indígena. Pero desde el momento en el que los indígenas fueran capaces de ocupar todos los oficios, con la excepción del de secretario, el consejo tribal y los principales tuvieron que hacer algún tipo de acomodo. Vieron con claridad que el Ayuntamiento Constitucional fue el gobierno indígena legal, y que los ladinos podrían alcanzar el control absoluto sobre el pueblo a través de la posición clave del secretario. De esta manera se les hizo importante a los líderes poder controlar las maniobras del secretario, y la única manera posible para alcanzar esta meta sería controlando el oficio superior de presidente municipal. Querían convertir a la persona que ocupaba la presidencia su vocero. Y para que esta estrategia fuera efectiva tuvieron que estar de acuerdo acerca de un candidato que poseía un número de cualidades extraordinarias, como un sólido dominio de la lengua española y de la cultura ladina. Sería también preferible que supiera leer y escribir. Al mismo tiempo tuvieron que asegurar que el candidato, a pesar de sus conocimientos de las costumbres ladinas, se identificara a si mismo como indígena. Un criterio para decidir quién es un “buen indígena” es ver quién participa activamente en la vida ceremonial en el pueblo. Desde su punto de vista, esta constelación de requisitos sería la única lógica pero, como se verá más adelante, era también una constelación “peligrosa”. Lo que querían era un hombre que no fuera lo suficientemente fuerte como para liberarse del control del consejo de principales. Se suponía que los consultara acerca de cada asunto importante, y sería su tarea transmitir las decisiones de ellos (véase el diagrama 2, página 378). De los requisitos mencionados, la exigencia de ser bilingüe y saber leer y escribir sería evidentemente considerada como la más importante. Ya que solamente los jóvenes poseían los conocimientos necesarios, los candidatos que los principales eligieron para la presidencia fueron gente que carecía de experiencia y de una carrera en la administración tradicional. Sin embargo, el presidente municipal era la única persona autorizada para firmar documentos en nombre de toda la comunidad, por lo que su esfera de influencia podría LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 116 extenderse considerablemente si negara a subordinarse a los principales y si tuviera los recursos personales necesarios para llevar a cabo su proyecto de insubordinación. 2 Eso se convirtió en un dilema serio para los principales y nunca lograron y en principio nunca fue resuelto, aunque lograron encontrar candidatos que cubrieron el perfil y se sometieron a la voluntad de “los ancianos sabios”. Pero pronto los jóvenes y ambiciosos descubrieron que el oficio de presidente municipal era tanto una posición clave como la del secretario. La posición se volvió deseable, y todavía más cuando se descubrió que una persona que hubiera ocupado la presidencia recibiría automáticamente un status similar al de los principales. Hoy los informantes me aseguran que un presidente pasado debería ser tratado como un principal, pero un estudio más detenido reveló que el pasado presidente no era el mismo tipo de principal como los “ancianos”. Eso es apoyado también por el hecho de que al pasado presidente no le fue, solamente gracias a su posición, ofrecido un asiento en el consejo tribal tradicional, es decir que por lo regular no le fue otorgado el derecho a participar en el proceso de toma de decisiones que es caracterizado por la búsqueda de compromiso y consenso, como he mostrado en otro contexto (1960). En consecuencia, surgió una nueva categoría de principales, es decir jóvenes expertos en la administración del municipio que conformaban una élite en su propio derecho. Esta élite fue encabezada por aquellos que habían logrado ser reelegidos varias veces, como se señala de K’ankujk’ y Oxchujk’. Sin embargo, ellos no se constituyeron como un grupo corporativo y no se opusieron frontalmente al consejo tribal. La elite, que posteriormente abarcaría también a los promotores culturales formados por el Instituto Nacional Indigenista, apareció en la escena como un agregado de candidatos que compitieron entre ellos por elección o reelección a la presidencia. Fue la ocupación del oficio en sí que se consideraba importante y era una cuestión de capacidad, inteligencia política y carrera de cada uno de los candidatos que vendría a determinar el rango y el campo de sus acciones políticas. En otras palabras: la influencia del presidente municipal dependía en cualquier momento directamente de la combinación de estatus parciales que LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 117 podría mostrar y su manipulación de ellos. Es claro que la constelación más estratégica, la combinación de la presidencia con los estatus de principal y presidente pasado era extremadamente rara o inexistente durante los primeros pocos años después de la ocupación de la presidencia por parte de los indígenas. En 1961 y 1962 encontré a personas que eran al mismo tiempo viejos principales y presidentes pasados, pero ninguna de ellas tuve posibilidades de ser reelegidas como presidente municipal, como razón de esta incapacidad se señalaba que eran demasiado viejos y no podían competir con los jóvenes en lo referente al dominio del español y lectura y escritura. En efecto, los primeros presidentes municipales eran analfabetos, por lo que pertenecían más bien a los “abuelos (mamtiketik) que a la elite. Según algunos de mis informantes de Oxchujk’, se pensaba que los viejos principales (incluyendo a los viejos presidentes pasados) gobernaban todavía al pueblo. Eso debería por lo menos ser el caso, de acuerdo con sus ideas. Otros informantes respondieron que el poder real se encontraba en las manos del presidente municipal, lo que era natural pues “el protegía al pueblo contra los ladinos”. 3 Aparte de lo que los informantes piensen que es cierto, o lo que es objetivamente la “verdad”, no es necesario pensar que el control ejercido por los principales haya sido reducido en consecuencia de la instalación del Ayuntamiento Constitucional y la posición del presidente municipal. Sin embargo, tanto en Oxchujk’ como en K’ankujk’ (por lo menos) se nota una reducción en el poder de los principales. En Oxchujk’, los dos principales más elevados (k’atinabetik) ya no existe como posiciones, y apenas se puede decir que los principales actúen como un consejo. La explicación de este cambio, sin embargo, solamente de manera indirecta se tiene que buscar en la cuestión de la presidencia. La pérdida de relevancia política de los principales de Oxchujk’ se debe a un cambio estructural como consecuencia de la introducción del protestantismo y el surgimiento de partidos políticos que compiten por la supremacía en la región. Ni a los católicos ni a los protestantes les interesaba utilizar el consejo de principales como foro de su contienda política. De hecho, hubiera sido imposible debido al principio de decisiones unánimes que tiene vigencia en el consejo tribal (véase Siverts, 1960). Pero el Ayuntamiento LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 118 Constitucional fue diseñado para este tipo de contienda política. La creciente importancia de este cuerpo de oficiales y la reducción del poder de los principales se tiene que explicar en este caso en términos del cambio estructural que causó la emergencia de congregaciones corporativas. 4 En Chanal, Tenejapa y K’ankujk’ no ha sucedido un cambio estructural de este tipo hasta el momento, y sin embargo la toma de decisiones no es siempre limitada a las personas conocidas como principales, y ni siquiera a la persona que ocupa la presidencia municipal, sino se encuentra en las manos de un solo líder tribal, un cacique. Así es la situación hoy en K’ankujk’, y hace algunos años fue la situación en Oxchujk’. En Tenejapa, el presidente municipal actual parece también ser un cacique en una situación de poder similar198. El gobierno en Chanal se encuentra aparentemente bajo la influencia del nuevo grupo católico y su líder. Es significativo que todos los líderes personales de este tipo, o caciques, han ocupado el puesto de presidente municipal, y todos han mostrado poseer un conocimiento extraordinario del español y de la cultura ladina. Además, todos han logrado participar, durante un periodo significativo de su vida, en las actividades ceremoniales de la tribu. Los que ocuparon por cualquier periodo una posición de poder como jefe tribal eran individuos que combinaron los status parciales mencionados arriba. Es cuando un candidato a la presidencia, está en capacidad de patrocinar el ceremonial y puede reunir apoyo de los miembros de los grupos ceremoniales y de la administración en general, que puede lograr ascender a una posición arriba del grupo tradicional de líderes: os principales. Un jefe de este tipo siempre ha sido lo que el pueblo llamaría “un buen hombre para el pueblo, un hombre que los ha protegido contra los ladinos”, por lo que podría esperar apoyo popular. Además, algunos de los líderes poderosos han llegado a hacer uso de fuerza coercitiva y la amenaza de asesinato a los que se atrevieron a oponerse a ellos. De esta manera un Se dice, sin embargo, que un anciano, músico de “profesión”, tiene mucha influencia en asuntos tribales, no sé exactamente qué quieren decir los informantes en este caso particular, y desconozco sus fuentes de poder. Me parece mucho más probable que el actual líder en Tenejapa es el presidente municipal, su combinación de estatus parciales sugieren que él es el “hombre fuerte”. 198 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 119 hombre con recursos personales puede construirse una posición de poder. El caso de Miguel Ordóñez en K’ankujk’ ejemplifica este proceso. Miguel Ordóñez se ha forjado sistemáticamente una carrera desde que tenía 17 años (véase Guiteras-Holmes, 1946: 70 & seq.). Miguel, quien tiene ahora 60 años, fue uno de los primeros indígenas en K’ankujk’ que aprendió a leer y escribir. Cuando era joven fue elegido escribano en el cabildo (palacio municipal) y ofrecía sus servicios a los oficiales y a los principales en su interacción con el secretario que era también en aquel momento agente municipal199. Al mismo tiempo empezó a ascender en la jerarquía tradicional, ocupando oficios rituales y patrocinando cargos. Lo más notable era, sin embargo, que logró organizar un grupo personal de amigos seguidores. De repente surgió como el líder en medio de un grupo de sicarios que se dedicaron a limpiar el camino de cualquier competencia en la contienda por el liderazgo. En aquel momento Marcos Santis Lul era considerado como el cacique del barrio Ahk’ol. Fue obligado a abandonar el pueblo y nunca regresar. El cacique del otro barrio fue muerto a machetazos. Ambos contendientes habían logrado su posición mal definida de cacique por medios muy similares a los que utilizó Miguel, por lo que fueron considerados como los más peligrosos. Otra movimiento de parte de Miguel fue nombrar a un “hombre peligroso” para desempeñar un oficio en la administración que sería “suya”. Un hombre que “había sentenciado a Miguel a muerte”, como se expresó (Guiteras-Holmes, 1946: 71) fue nombrado presidente municipal “para mantenerlo cerca de Miguel, de manera que lo podría vigilar”. Miguel pasó el cargo religioso más elevado y posteriormente sería presidente municipal varias veces. Cuando fue decidido en 1958 que debería nombrarse a un indígena como agente, y que el oficio de secretario y agente se deberían separar, Miguel fue nombrado como el primer agente, como la cosa más natural. Pero ya antes se había hecho conocido como el cacique del pueblo, lo que significaba que él y solo él tenía la última palabra en cualquier asunto de importancia. Aún cuando no ocupaba ningún oficio, las autoridades mexicanas lo consultaban en cualquier cuestión que tenía que ver con el pueblo, y él tenía derecho de entrar a las oficinas del 199 Presidente Regional sin reconocimiento legal. 120 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS presidente municipal, del secretario y de otros oficiales. Hasta hoy él es quien nombra a todos los oficiales mayores, incluyendo a los que ocupan los cargos religiosos. Ya que se está volviendo viejo y no puede seguir ocupando su posición eternamente, se están presentando pretendientes que quieren llegar al mismo estatus. Parece ser la decisión de Miguel, sin embargo, quién va a heredar su posición…. si es que desea que alguien le suceda. Por el momento él mismo no ocupa oficio alguno, solamente tiene el título de cacique o ahwal (jefe), o sencillamente mamtik Miguel. Se pueden mencionar a dos pretendientes. Uno es el actual agente, Juan Ruíz, que Miguel trata como un pariente menor. El agente es promotor del Instituto Nacional Indigenista, pero carece de experiencia ceremonial. El otro, Esteban Santis P’in, es mayor y ha ocupado los oficios de presidente, agente, y varios cargos ceremoniales. Esteban está “libre” por el momento, pero algunos informantes dicen que, ya que Miguel está envejeciendo y se tiene que retirar, Esteban tiene que heredar su posición. El se ha hecho sentir en varias de las decisiones que han sido tomadas durante el último año acerca del nuevo edificio de la escuela y otras obras públicas. Algunos llegan hasta a decir que Esteban es el nuevo cacique – probablemente ya se han acostumbrado a la presencia de algo así como un “jefe supremo”. En Oxchujk’ y Tenejapa encontramos líderes similares y pretendientes al estatus de liderazgo basado en carreras muy parecidas. Juan Nich, por ejemplo, del paraje de Yochib en Oxchujk’, se estableció como líder a través del oficio como presidente municipal en el pueblo y en su paraje, y al mismo tiempo a través de su carrera ceremonial. Más tarde, los pretendientes en Oxchujk’ serían típicamente promotores del Instituto Nacional Indigenista con una educación más completa. Cuando Juan finalmente tuvo que abandonar el pueblo se volvió un líder local prominente en su propio paraje, que es el más grande en la tribu (Villa Rojas, 1942-1944: 79, 95). Es interesante que Juan hoy, a la edad de cincuenta años, se haya vuelto promotor del Instituto Nacional Indigenista y que continúa estudiando en un curso por correspondencia de una escuela normal en Oaxaca. Aún si no le fuera posible ganar una reelección a la presidencia, es seguro que esta movida mejorará su posición política. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 121 El actual presidente municipal de Tenejapa tiene alrededor de cuarenta años, habla perfectamente el español y conoce a fondo la cultura ladina. Su carrera es típica: una larga lista de cargos ceremoniales más su profesión como promotor del Instituto Nacional Indigenista. Es digno de mención que se esmera por participar de manera correcta en las grandes ceremonias tribales. Él mismo me señaló hasta qué grado le es importante participar en los rituales y seguir el costumbre. Esta actitud contrasta con el desprecio por los viejos modos que expresó el anterior presidente municipal (1961) en Oxchujk’. El es promotor del Instituto Nacional Indigenista también, pero se ha mantenido al margen de la vida ceremonial del pueblo. El no era popular en Oxchujk’. En efecto, los recientes tumultos relacionados con la selección y el nombramiento del presidente para 1962 tenían mucho que ver con los intentos del anterior presidente de ser reelegido después de establecerse durante el primer año como un pequeño dictador. Una de las razones por las cuales fracasó fue su actitud desdeñosa hacia las tradiciones tribales y los ancianos. A pesar de que estos viejos mamtiketik ya no gobiernan el pueblo, por lo menos pueden esperar cierto respeto de parte de las generaciones más jóvenes. De todos modos, el pueblo no estaba dispuesto a dejar a una persona intolerante continuar como presidente municipal. Conclusión Las sociedades, en su calidad de estructuras sociales o conjuntos de estructuras parciales, cambian constantemente, como la vida sigue su curso. La gente se organiza de acuerdo con ciertas reglas, pero no solamente eso; el esfuerzo por organizarse es al mismo tiempo un esfuerzo por cambiar las reglas. Eso es particularmente cierto cuando tratamos la actividad política y el arte de gobernar. La actividad política implica oposición y conflicto al mismo tiempo que solidaridad y cohesión. El gobierno implica desempeño político igual que la ejecución administrativa de decisiones. En Chiapas, tanto la administración indígena como la ladina hacen una distinción entre oficios que contienen una autoridad limitada (cfr. Barth, 1959: 48), y posiciones cuyos funciones y poder son mal definidos. En lo principal son los actos y decisiones hechos por personas que ocupan oficios y posiciones LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 122 con autoridad “ilimitada” o mal conocida que determinan el proceso de ajuste y reajuste gubernamental. El gobierno es un proceso que se lleva a cabo dentro de un marco estructural; una parte de este proceso puede ser el cambio del marco mismo. Las personas en el poder tienen que adaptarse a nuevas situaciones, lo que significa el maniobrar y manipular de manera inteligente a gente e ideas. Cuando dos diferentes sistemas administrativos que representan a dos diferentes tipos de gente se oponen mutuamente en casos donde uno de los grupos domina, tienen que resultar algún tipo de adaptación que permita (1) comunicación y (2) medios de contrarrestar un desequilibrio. En el presente texto he tratado solamente un aspecto concreto de este proceso de adaptación y sus consecuencias. Hasta aquí la conclusión es que una posición independiente de liderazgo o poder, como la del cacique, puede emerger de una situación política en la cual movimientos políticos implican la comunicación entre dos sistemas administrativos diferentes que tienen su raíz en tradiciones culturales distintas. La emergencia de un líder no significa necesariamente que vayan a suceder cambios fundamentales en uno de los sistemas administrativos o en ambos. Puede ser que ambos sirvan al líder, y la administración indígena (en este caso particular) le servirá al cacique indígena independiente así como al concejo de principales. Sin embargo, cuando el poder político está depositado en un solo personaje principal, el grupo que antes fue reconocido como los líderes políticos y aquellos que tomaban las decisiones será reducido al estatus de administradores. Me parece que eso es el proceso que hemos estado presenciando en K’ankujk’. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 123 Referencias bibliográficas. Barth, F. (1959). “Political Leadership among Swat Pathans”, LSE Monographs No. 19, University of London, the Athlone Press. Baltrán, G. Aguirre (1953). “Formas de gobierno indígena”, Imprenta Universitaria, México. Blom, F. & O. Lafarge (1927). “Tribes and Temples”, the Tulkane University of Louisiana, New Orleáns. 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UN ESTUDIO DE LIDERAZGO Y CAMBIO SOCIAL EN LOS ALTOS DE CHIAPAS, MÉXICO200 Henning Siverts (Universidad de Bergen, Noruega) 201 Introducción En una discusión anterior acerca de la política y el liderazgo en los Altos de Chiapas se sostuvo que es probable que surja un cierto tipo de líder indígena cuando se presentan problemas de comunicación en las interacciones entre los representantes hispanohablantes de la administración mexicana y las autoridades tribales hablantes de una lengua indígena (Siverts, 1964). Este tipo de liderazgo se basa en fuentes no tradicionales de autoridad e involucra, entre otras cosas, la adquisición de la dominación de la lengua española, alfabetismo y conocimientos generales de la cultura ladina (es decir, no indígena). Los indígenas que poseen estos conocimientos son por lo regular hombres jóvenes que han tenido oportunidad de estudiar en escuelas estatales o federales que han sido establecidas recientemente. Estos hombres constituyen una elite alfabetizada, y su ascenso a prominencia y poder se puede deber a una demanda estable (y posiblemente incrementando) del servicio de intérpretes e intermediarios confiables. Considerando el alto porcentaje de monolingüismo (60-80%) en la región y el ambiente de competencia entre ladinos e indígenas, no es impensable que se otorgue una gran importancia al bilingüismo y a conocimientos administrativos (know-how). El presente ensayo presenta la historia de vida de uno de estos “intermediarios” indígenas quien inició su carrera política exactamente como Henning Siverts: “The Cacique of K’an’kujk’. A Study of Leadership and Social Change in Highland Chiapas, Mexico”, Estudios de Cultura Maya, Vol. 5, 1965: 339-360. Traducción al español de Leif Korsbaek y Laura Rincón Santiago; quisiéramos aprovechar la oportunidad para agradecer a Milagros Silva Bullón, Sergio Ricco Monge y Marcela Barrios Luna por haber revisado la traducción. 201 Una versión abreviada y algo diferente del presente texto fue presentada en el Annual Spring Meetings of Southwestern Anthropological Association, el 12 de abril de 1963, en la Universidad de California, Riverside. En la elaboración del presente manuscrito me han servido mucho las largas discusiones con mis colegas en la Universidad de Bergen, estoy particularmente en deuda con Jan Setter Blom y mi esposa Kari Siverts, y agradezco mucho a George D. Spindler sus atentos comentarios a un anterior borrador de este artículo. 200 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 127 intérprete, y que logró construir una posición de poder personal hasta tal grado que se convirtió en el principal jefe (cacique) de la tribu de K’ankujk’, de habla tzeltal202. Para lograr esta notable hazaña nuestro hombre a veces se desempeñaba como innovador; y en el transcurso del proceso se volvió instrumental en el cambio pasajero o permanente de ciertos rasgos en la organización política de K’ankujk’. El objetivo principal de este texto es explicar, en términos de restricciones sociales, decisiones y estrategias cómo se logró este éxito. En el transcurso del análisis espero proyectar luz sobre el problema general del cambio social y al mismo tiempo hacer una contribución a la escasa bibliografía acerca de los habitantes de K’ankujk’ (véase la bibliografía). Mi texto se divide en tres partes. En la primera presentaré una somera etnografía de K’ankujk’, con énfasis particular en aquellos aspectos del marco organizacional que, se puede decir, constituyen el ambiente en el cual nuestro líder político se mueve. Ya que tratamos un problema de proceso y cambio es evidente que tenemos que dedicarle algo de atención al tiempo etnográfico. En términos generales se supone que el ambiente represente rasgos de la sociedad de K’ankujk’ hace unos 60-70 años, o sea, en lo referente a los rasgos particulares que supuestamente hayan cambiado como consecuencia de las actividades de nuestro hombre, regresaremos el tiempo a un momento tan temprano como su tierna infancia. La descripción se formulará en el tiempo presente. La segunda parte presenta las actividades de Miguel Ordóñez, en orden cronológico, exponiendo su estrategia en relación con las restricciones que representa el ambiente. En resumen y a título de conclusión, sugiero la posibilidad de que el caso de K’ankujk’ puede ser visto a la luz del concepto de “empresariado social” (“social entrepreneurship”) que fue introducido en la discusión antropológica por Belshaw (1955) y más recientemente fue explorado con gran fuerza por Barth y sus asociados En la mayor parte de los casos se transcriben fonéticamente los nombres y términos en tzeltal (Slocum, 1948). Nombres de lugares y personas han sido transcritos de acuerdo al alfabeto que ha sido desarrollado para el uso en las escuelas indígenas (véase Slocum, 1953). Sin embargo, algunos nombres de pueblos y otros términos locales se presentan en su forma ordinaria en español, por ejemplo cancuquero (indígena de K’ankujk’), cacique y ladino. Los términos locales se presentan en cursivas a través de todo el texto. 202 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 128 I El ambiente Introducción Los cancuqueros, alrededor de 4000 personas, son habitantes de un típico pueblo maya de los Altos de Chiapas y comparten muchas tradiciones culturales con sus vecinos cercanos, los habitantes de Tenejapa y Oxchujk 203. Pero mientras que ellos están comunicados con la ciudad de San Cristóbal de las Casas por medio de carreteras aceptables durante la estación de sequía y con tráfico regular de camiones, a K’ankujk’ es posible llegar solamente a pie o a lomo de mula por senderos accidentados y escabrosos. La cabecera de K’ankujk’ se encuentra a alrededor de 70 kilómetros al noroeste de San Cristóbal de las Casas, el centro geopolítico de los Altos de Chiapas. La cabecera, que es el centro ceremonial y gubernamental de los cancuqueros, contiene una plaza con la iglesia a su lado oriental y el cabildo al lado occidental. El pueblo que se extiende a sus alrededores incluye chozas con techo de paja con paredes de postes verticales amarrados entre ellos; una parte de las chozas son de adobe. Similar a una fortaleza medieval en su montículo, el centro ceremonial se avista a horas de distancia, orgullosa en su posición sobre una extensión en forma de terraza de la cordillera oriental que en este punto se extiende dentro del Valle de Chacté. Desde el pueblo uno tiene una perfecta vista del territorio entero de la tribu, incluyendo el valle principal con sus largas inclinaciones, valles menores, colinas menores y lomas. Subsistencia La subsistencia se basa en el cultivo de maíz y frijol. Los campos son trabajados por medio de la técnica de tumba y roza. Además de los cultivos de base se cultiva calabaza, fruta y verduras. Aunque se ofrecen pequeñas cantidades de maíz, y frutas a la venta en el mercado local que se celebra 203 El trabajo de campo entre los cancuqueros, llevado a cabo con interrupciones desde noviembre de 1961 hasta abril de 1962 fue apoyado por una beca del Consejo Noruego de Investigación. Aparte de mi propio material he utilizado el informe de campo de Calixto Guiteras Colmes de 1946, que es al mismo tiempo preciso y sensible, y que se basa en trabajo de campo en 1945 (véase la bibliografía). De su manuscrito he incluido una serie de notas a pie de la letra, que son citas literales y que son altamente relevantes al argumento que se presenta aquí. 129 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS cada domingo, el principal cultivo comercial es el chile. Por lo regular, el chile seco es llevado al mercado en San Cristóbal de las Casas en costales de red, pequeñas cantidades se venden localmente a mercaderes ladinos. El algodón es todavía cultivado en K’ankujk’, pero no figura como cultivo comercial. Se crían puercos para la venta a comerciantes ambulantes. Patrón de asentamiento Por lo menos unos 700 indígenas viven permanentemente en la cabecera204. Una buena parte de ellos poseen una segunda casa cerca de sus terrenos de cultivo, es decir en uno de los muchos parajes que se encuentran dispersos a través de todo el territorio tribal. La mayor parte de la población vive en estas pequeñas sub-comunidades, donde la vida se desenvuelve en gran medida sin dejarse influenciar por eventos y actividades que suceden en la cabecera y en el gran mundo fuera del municipio. La gente llega a la cabecera en grandes grupos ocasionalmente para el mercado cada domingo y para las fiestas y ceremonias tribales. Este patrón es algo diferente del de Oxchujk’ donde solamente unos pocos indígenas, aparte de las autoridades tribales, mantienen permanentemente un hogar en el centro ceremonial; y aún esos indígenas regresan, durante su periodo de oficio, con cierta frecuencia a sus respectivos parajes para cuidar a su familia y atender a las milpas de maíz (Siverts, 1960)205. La comunidad ladino-indígena versus la sociedad nacional. Una cuestión que requiere nuestra atención es porqué tantos oxchuqueños prefieren quedarse en su centro ceremonial, mientras que muchos cancuqueros deciden quedarse en el, ya que las dos situaciones en otros aspectos parecen ser muy similares. Esta cifra es solamente una estimación. La señora Guiteras Colmes levantó un censo en el centro del pueblo en 1945, contando 174 casas de las cuales 133, con 508 personas, estaban habitadas en el momento del censo (1946: 8). En 1962 el secretario ladino indicó la población entera, incluyendo a todas las aldeas, como de 3,800 personas. 205 Según la tipología que propone Sol Tax (1937), K’ankujk’ sería denominado “intermedio” (“Tipo III”). 204 130 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS En lo referente a su composición étnica las dos comunidades son, sin embargo, muy diferentes: Oxchujk’ es un ejemplo de cabecera de un municipio indígena dominada por los ladinos, mientras que Kankujk’ es uno de los territorios indígenas notable por el hecho de que solamente raras veces se encuentran ladinos allá. Durante muchos años las circunstancias no han motivado a los ladinos a establecerse y cultivar la tierra en el distrito de K’ankujk’: hasta el momento las autoridades indígenas no le han otorgado el permiso a un solo ladino a siquiera comprar un solar para construirse una casa. Las cuatro familias ladinas que en este momento residen en la cabecera tienen la obligación de refrendar anualmente su permiso de residencia. El contrato les da el derecho a constuir una choza y un jacal, con el fin de poder llevar a cabo sus actividades de comercio en pequeño, arriería y compra de puercos. Además de estos comerciantes, en la cabecera residen tres oficiales ladinos: el agente municipal, el agente fiscal del estado y el maestro de la escuela. Hasta este momento los indígenas de K’ankujk’ han logrado evitar que ladinos se establezcan de manera permanente en la cabecera, lo que puede haber contribuido a motivar a los indígenas a establecerse de manera permanente allá206. De igual manera, los cankuqueros han logrado reducir el contacto interétnico al mínimo, un hecho que tiene como consecuencia un relativamente alto porcentaje de indígenas monolingües y una amplia ignorancia acerca de la cultura ladina y la administración mexicana, en general. Pero, para asegurar la continuación de esta situación, y su concomitante autonomía, es necesario mantener las negociaciones comerciales y políticas, y posiblemente aún intensificarlas. En consecuencia, los líderes tribales buscarán maneras de tratar a las autoridades mexicanas, que se suponen maximizan la identidad étnica y la integración (o sea, status quo organizacional) y reducir al mínimo la influencia y el poder (es decir, privilegios y decisiones administrativas) de los ladinos. Dentro del marco de la organización política tribal, una solución natural sería asegurar la presencia permanente de personas leales que dominen el conocimiento técnico especializado indispensable para una exitosa diplomacia. Pero, como veremos en breve, la Las variaciones en el patrón de asentamientos y su relación con factores ecológicos, demográficos y políticos son discutidas en Siverts, 1965ª. 206 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 131 organización formal de K’ankujk’ en lo político y en lo administrativo no contempla una diplomacia institucionalizada. Descripción de la organización tribal de K’ankujk’ La identificación étnica es cuestión de membresía en grupos corporativos de parentesco. Los cankuqueros son accionistas en empresas que son predios; tienen el derecho al usufructo de terrenos que son propiedad de grupos de filiación patrilineal, muy similares a los que han sido descritos en el caso de Oxchujk’ (Siverts, 1960). Dentro del territorio tribal estas corporaciones son reconocibles por su apelación y su posición geográfica. Solamente unos pocos de los nombres son de origen español, la mayor parte son nombres en tzeltal de plantas y animales. El derecho a membresía, y en consecuencia a derecho corporativo (jus in rem), se basan legalmente solamente en el nombre y la residencia de una persona. En lo práctico, un hijo vive en el hogar de su padre y recibirá su parte de la propiedad cuando su propia familia de procreación alcance un tamaño que parece incompatible con el mantenimiento de una sola unidad de producción y de consumo. En nombre de la economía verbal he decidido llamar una corporación patrilineal de este tipo un clan207. Los clanes son organizados en organizaciones más grandes. Cada clan se presenta en calidad de unidad en dos diferentes tipos de combinaciones o agrupamientos. Estas son: 1) La unión exogámica o “club”, que es un conglomerado de clanes con un nombre compartido y un solo origen reconocido, expresado entre otras cosas en los mitos (Guiteras Colmes, 1947). De estas fratrías clánicas o bien hoy solamente fratrías, existen tres: c’ihk’, ceheb e ?ihk’a. 2) La asociación ceremonial o administrativa de clanes, que son una división dual de la tribu, que la divide en dos mitades o moieties, que se llaman Para este grupo Calixta Guiteras Colmes ha optado por la denominación linaje; en mi opinión es mejor evitar usar este término para no confundirlo con los sistemas de linaje segmentario que existen en África. 207 132 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS ?alan kolehibal y ?ahk’ol kolehibal. Según Guiteras Colmes, a ?alan kolehibal pertenecen 54 clanes, y a ?ahk’ol kolehibal pertenecen 38 clanes (1947: 6)208. Los clanes son espacialmente distribuidos entre fratrías y mitades de la siguiente manera (ibid.): Fratrías Mitad I: ¿ahk’ol Mitad II: ?alan A. c’ihk’ 19 clanes 14 clanes B. ceheb 13 clanes 18 clanes C. ?ihk’a 22 clanes 6 clanes Además de estas agrupaciones, los clanes son también organizados espacialmente, conforman vecindarios organizados o bien comunidades parciales. Esos vecindarios pueden abarcar clanes asociados con ambas mitades y con más de una fratría. He llamado a un vecindario o una comunidad de este tipo un paraje. Las mitades y las fratrías conforman la base sobre la cual se seleccionan y nombran el personal administrativo y los líderes políticos. El gobierno tribal contiene dos cuerpos idénticos de cargos, que representan a las dos mitades, y dentro de cada mitad se turnan representantes de las tres fratrías. Los cargos (en tzeltal: ?at’el) son divididos entre varias categorías diferentes: además de una distinción explícita entre cargos mayores y cargos menores, es decir entre ejecutivos y tomadores de decisiones, existe una separación vertical entre cargos ritualmente importantes de mayordomos y los “cargos civiles”; Un hombre alterna entre estos dos tipos de cargos durante su carrera entera hasta que alcance la cúspide tarde en la vida cuando se “retira” como principal (en tzeltal: ensipal), un hombre sumamente respetado. Puede suceder, sin embargo, que un principal sea convocado a servir durante un término de cuatro años como cabildo de justicia y miembro del “consejo de principales mayores”, que es el cuerpo en el cual se toman las decisiones209. Existen divisiones espaciales nombradas 7alun (abajo) y 7ahk’bal (arriba), pero la membresía en estas mitades raras veces corresponde a la distribución territorial de los individuos en la actualidad. 209 Para una descripción detallada de similares jerarquías de cargos, véase Nash, 1958, Siverts, 1960 & 1965ª. En una futura publicación describiré los diversos cargos que se encuentran en K’ankujk’ y las diversas maneras de reclutamiento. 208 133 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Dos de los oficiales ladinos anteriormente mencionados (el agente y el fiscal) son en algún sentido incluidos en este esquema organizacional y representan al mundo fuera de la comunidad, no como diplomáticos sino como los representantes legales de la Constitución Mexicana y las divisiones administrativas, actúan en representación del gobierno municipal (Ayuntamiento Constitucional) en Ocosingo, que es la ciudad de la cual depende K’ankujk’ en su calidad de “comunidad sujeta” (Agencia Municipal). Mientras que la ciudad de Ocosingo tiene jurisdicción administrativa sobre un área extensa, de la cual K’ankujk’ y otras “comunidades sujetas” indígenas forman parte, tanto San Cristóbal de las Casas como Tuxtla Gutiérrez, la capital del Estado de Chiapas, tiene su impacto sobre los asuntos políticos internos a través de decisiones administrativas que conciernen la región de los Altos o el Estado entero, y cartas y oficios circulan casi diariamente entre K’ankujk’ y los tres centros mencionados. Ya que las fronteras jurisdiccionales están mal definidas a todos los niveles, la rivalidad parece inevitable y se expresa en el hecho de que los indígenas por iniciativa propia mandan delegaciones directamente al gobernador en Tuxtla Gutiérrez con el fin de obtener favores o formular una queja contra la administración municipal. Las autoridades indígenas actúan en calidad de gobierno tribal y representan a los kankujkeros como corporación. Conforman también un cuerpo judicial o corte judicial, en cual calidad llevan a cabo indagaciones, arrestos y encarcelan a sospechosos. Los casos más serios tienden, sin embargo, a ser entregados a la administración mexicana, es decir como una primera instancia al agente ladino local. Pero se nos impone la pregunta si la práctica corresponde a la teoría, lo que por lo regular no es el caso, de manera que puede suceder que casos tan serios como un homicidio sencillamente no son registrados. De la misma manera, en casos en los que la tribu se opone al municipio, se supone que el agente formule las versiones finales de decisiones o demandas formuladas por los líderes indígenas. En realidad, existen solamente pocos temas sobre los cuales el agente ladino no podría intentar ejercer influencia. 134 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Pero existe un campo particular de actividades que se escapa de su interés inmediato y en el cual raras veces interviene: la vida ceremonial. El calendario de fiestas y todas sus implicaciones en términos de organización y supervisión, como por ejemplo el nombramiento de candidatos a mayordomos, es asunto exclusivamente de los cabildos de justicia. Los vecindarios son, en el periodo que aquí estudiamos, representados por ancianos que residen en ellos y principales que gozan de cierto respeto debido a su edad, su experiencia y su anterior servicio a la comunidad. Ellos son hombres sabios y actúan como jefes informales de sus respectivos clanes. A diferencia de ellos, los jóvenes tienen poco que decir en asuntos locales; no obstante que en ciertos lugares representantes de la generación joven, que han adquirido un conocimiento rudimentario del español y el modo de vida de los ladinos, actúan como intérpretes e intermediarios; en esta calidad se han hecho más útiles y en consecuencia más respetados que sus coetáneos. Algunos de estos hombres están surgiendo como voceros y líderes embrionarios, en efecto, algunos son conocidos como caciques210. Este tipo de “hombres grandes” son por lo regular elocuentes y oradores vigorosos que ya han iniciado su servicio a la comunidad en los escalones más bajos. Su conocimiento de una lengua extranjera aumenta su importancia, proporcionando así una plataforma política de negociación y mediación. Resumen y análisis del ambiente K’ankujk’ es una comunidad bastante aislada, protegida del mundo exterior por el relativamente difícil acceso. Eso puede hacer que K’ankujk’ sea una comunidad menos deseable para establecerse de manera permanente por parte de los ladinos, aunque sabemos que este factor geográfico no ha evitado de manera efectiva el intento de forasteros de establecerse en el centro del Del relato de Pineda (1888) sabemos que tanto K’ankujk’ como Oxchujk’, y más tarde Chamula, podían movilizar grandes ejércitos dirigidos por generales indígenas que surgieron durante periodos de disturbio generalizado y rebelión como líderes militares transitorios. Estos generales fueron líderes informales, jefes fuertes, cuyo breve derecho al poder se basaba en ciertas características en su personalidad y capacidades consideradas altamente importantes para resolver la tarea a la mano. De cualquier manera que eso pueda ser en los detalles de la etnografía, podemos suponer con seguridad que algún tipo de cacicazgo fuera un fenómeno bien conocido en la vida tribal. 210 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 135 pueblo. Su fracaso es, por lo menos en parte, el resultado de medidas tomadas por los kankuqueros para contrarrestar cualquier actividad que, a sus ojos parezca dirigida contra su propia soberanía; la experiencia que tenemos de otras comunidades (i. e. Oxchujk’ y Tenejapa) indica que la implicación de ladinos establecidos en la comunidad es la infiltración de éstos y la pérdida parcial del control político. El tipo tradicional de agricultura de milpa (roza y tumba) es la principal actividad económica. Aunque las condiciones para la agricultura son inmensamente mejores en K’ankujk’ que en Oxchujk’, el excedente económico es estrictamente limitado (véase Siverts, 1965b). A nivel local, se venden muy pequeñas cantidades de maíz, y esta venta contribuye a nivelar fluctuaciones estacionales e individuales en la producción. Los comerciantes ladinos sin tierra que viven en la comunidad en condiciones precarias consumen la mayor parte del maíz, y son estos mismos ladinos los que compran los puercos y el chile. Ni los puercos ni el chile son productos que fácilmente se prestan a establecer empresas comerciales bajo las circunstancias vigentes. Para desarrollar una especialización en animales domésticos como el puerco se requiere de la existencia de un considerable excedente de maíz; y un mayor énfasis en el cultivo del chile exigiría terrenos más grandes de tierra cultivable y al mismo tiempo que la producción intensificada de maíz fuera costeable. De igual manera, las comunicaciones insatisfactorias entre el lugar de producción y el mercado reduce la remota posibilidad de que aún un indígena dotado de una imaginación extraordinaria se sintiera atraído a establecer una empresa agrícola. La comunicación, aunque admitidamente no sea una limitante seria para el desarrollo de ciertos tipos de actividades económicas, evidentemente no constituyen un obstáculo contra tales intentos, a menos que otros factores están activos en la misma dirección general. Si, por ejemplo, la producción de maíz pudiera elevarse el 50%, invirtiendo tan solo un 50% más en semillas y el 25% en más trabajo, entonces las distancias y las malas carreteras hubieran sido obstáculos menores. Sin embargo, el sistema de asignamiento de tierras no alienta empresas individuales que impliquen la invasión de los derechos individuales en la propiedad total, el territorio del clan; parece evidente que la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 136 premisa básica de una corporación de este tipo es la igualdad de status entre sus miembros, lo que implica partes iguales y modos similares de explotación de las tierras asignadas. Por eso, el aislamiento y el principio del derecho al usufructo de las tierras como propiedad del clan produciría una situación restrictiva en lo referente a la producción agrícola y empresas estrechamente relacionadas con ella, pero los mismos dos factores pueden resultar menos restrictivos en relación con actividades de un tipo diferente. El aislamiento en sí tiene, como ya vimos, ciertos efectos sobre la comunicación interétnica que en su turno pueden ofrecer oportunidades para políticos talentosos que sean capaces de movilizar el “know-how” o el conocimiento especializado que es considerado necesario para llenar el hueco. El aprovechamiento exitoso de una tal oportunidad depende de la manera en que se relacione el conocimiento especializado en cuestión y las demandas sociales al respecto, y el marco organizacional en K’ankujk’ determina los modos y los medios a través de los cuales se le permite a un individuo utilizar su conocimiento especializado. Por ejemplo, el bilingüismo no se puede convertir directamente en posiciones de autoridad tradicionales, ya que en K’ankujk’ se llega al poder, a los privilegios pasando exitosamente por una jerarquía rígida de cargos, que no son definidos en términos de dominio de una lengua extranjera o alfabetización. De hecho, el único conocimiento necesario para pasar por una típica carrera en K’ankujk’ es el conocimiento necesario para levar a cabo las grandes ceremonias. La edad y la experiencia acompañan el avance de un escalón al siguiente en la jerarquía; y la edad es un requisito importante para alcanzar el liderazgo informal al nivel local, es decir, llegar a ser “hombre fuerte” en el clan. Sin embargo, exactamente al nivel local, un “know-how” especial, como el bilingüismo, puede, bajo ciertas circunstancias, ser considerado como una alternativa a la calificación que es la edad. Así es que un joven puede lograr agregarle a su edad varios años desempeñándose como intérprete, y en consecuencia frecuentemente es interpelado como “anciano respetado” (mamtik). Pero se escucha también con frecuencia la palabra cacique, y es posible que este término haya llegado a ser más prominente debido a la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 137 discrepancia entre la apariencia física y el papel desempeñado por los intérpretes jóvenes. Al mismo tiempo, una falta de criterios sin ambigüedad en lo referente a edad y la exacta cantidad de “know-how” nos señala una situación de competencia entre diversos candidatos a este tipo de liderazgo, y se llevará a cabo una consecuente movilización de personas de apoyo. Al nivel tribal, cuando surge una ocasión son invocados los intérpretes pero, como ya se señaló, no pueden hacer uso directo de su conocimiento especializado para obtener privilegios. Ni siquiera un cacique es en sí mismo una autoridad tribal, una persona de la comunidad que tome decisiones. Si desea ocupar una posición de poder tiene que empezar desde el inicio y asumir los gastos y los esfuerzos que implica una carrera política, la que inevitablemente le impone a un hombre la obligación de actuar como “patrocinador” (kapten) de una ceremonia tribal, es decir, tiene que patrocinar una fiesta en la cual el dinero, el licor y la comida se convierte en prestigio ceremonial que es un prerrequisito para alcanzar el siguiente cargo como “servidor civil” en la jerarquía. Una inversión de este tipo es la responsabilidad del carguero, de su familia inmediata y de la red de parientes en la cual se encuentra integrado. No solamente depende un individuo de sus parientes para su apoyo material y cooperación, su nombramiento es el resultado de una serie de compromisos entre sus superiores que, por definición, o son sus hermanos de clan, sus compañeros de fratría, sus hermanos de mitad o parientes políticos. En otras palabras: La posición de un hombre y su ejercicio de autoridad son altamente restringidas por una red multidimensional de relaciones personales y lealtades cruzadas, así que en la sociedad de K’ankujk’ hay poco espacio para interacción social relevante, ya sea de carácter político o económico, fuera del marco complejo de relaciones de parentesco con sus ramificaciones y sus consecuentes obligaciones. Así es que un indígena con pretensiones políticas está principalmente sujeto a dos tipos de restricciones: 1) El efecto canalizador del sistema de alternancia en los cargos (es decir, mayordomías versus servicio civil). 138 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 2) Restricciones creadas por las entidades sociales que se traslapan y las relaciones sociales encapsuladas Al contrario, el comerciante ladino y el oficial mexicano operan dentro del territorio tribal sin siquiera considerar estas restricciones. La fuente de su poder y las sanciones que parcialmente guían sus acciones, se encuentran parcialmente fuera del dominio de los kankuqueros, lo que es la razón principal por la cual las relaciones entre ladinos e indígenas tienden a ser problemáticas. II La carrera de Miguel Ordóñez En 1962 Miguel Ordóñez organizó una fiesta en celebración de que cumplió sesenta años. Eso fue un acontecimiento bastante descomunal en una comunidad donde la gente raras veces lleva la cuenta de su edad y nunca festejan su cumpleaños. Sin embargo, Miguel es un hombre extraordinario. Ya cuando la Señora Guiteras Colmes hizo su trabajo de campo en 1945, Miguel era reconocido como el líder político en K’ankujk’, con un poder de hecho que rebasaba el poder del consejo tribal (cabildos de justicia), que en efecto estaba bajo su control. Había logrado reducir su importancia política virtualmente transformándolo en una herramienta administrativa en sus manos. Lo siguiente es una breve relación de algunos de los pasos más importantes en la carrera de este hombre extraordinario, que considero relevante para entender cómo y porqué Miguel se convirtió en el principal jefe en K’ankujk’ con una autoridad incuestionable. Como joven muchacho, Miguel estudió en la escuela federal local durante siete meses, aparentemente suficiente tiempo para adquirir un conocimiento superficial del español y aprender el arte de leer y escribir. Según nuestro anterior análisis del ambiente, el joven “había agregado años a su edad” por medio de este resultado exitoso de una breve educación o, dicho en términos más generales, Miguel había adquirido una ventaja en la forma de un conocimiento especializado. A la edad de catorce años sus conocimientos fueron aprovechados cabalmente por el agente ladino (José Llave) que nombró a Miguel escribano adjunto (juez de registro civil). Que yo sepa, Miguel no cobró ningún sueldo por LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 139 sus servicios pero, mientras que le ahorraba al agente un montón de trabajo tedioso manteniendo el registro de nacimientos, matrimonios y defunciones, Miguel acumulaba para sí mismo experiencia en procedimientos burocráticos, y al mismo tiempo se le ofreció una excelente oportunidad para practicar su español. En resumen: Miguel convirtió el conocimiento especializado en un cargo como escribano, un cargo que en su turno le ayudó a ganar todavía más “know-how”, conocimiento especializado. Desde entonces, frecuentemente se le pedía a Miguel que se desempeñara como intérprete, ayudando a sus compañeros de la tribu en sus tratos con las autoridades mexicanas. Aun los líderes tribales buscaban su consejo y lo invitaban a acompañarlos en todos los asuntos que incluían cuestiones de impuesto. Fue invitado a acompañar a una delegación indígena tan lejos como a Tuxtla Gutiérrez, para ayudar como intérprete en las negociaciones con el gobernador y su administración211. Acerca de Miguel se decía que se había vuelto un negociador experto, e informantes le contaron a la Señora Guiteras Colmes (1946) que no solamente actuaba como intérprete, sino también cumplía las funciones de embajador y fiscal general. En otras palabras: Miguel se había convertido en el intermediario entre los líderes tribales y a administración ladina. Ahora era la persona clave que todo el mundo tenía que consultar en todos los casos que involucraban a “la ley y el orden” mexicanos. Siendo todavía un adolescente de 16-17 años fue nombrado escribano – como él mismo le explicó a Calixta Guiteras Colmes (1946: 72), para servir a mi pueblo. Sin embargo, al asumir el papel de intérprete y aceptando cargos que enfatizaron exactamente la naturaleza extraña de sus conocimientos especializados y sus tareas, se expuso a sanciones, principalmente de dos tipos: 1) Los caciques identificarían a Miguel como competidor e intentarían pararlo de como diera lugar. Es razonable pensar Miguel le contó a la Señora Guiteras Holmes que hizo 22 viajes a Tuxtla Gutiérrez, lo que en aquellos días significaba un viaje de cinco días a pie en cada dirección y una estancia de tres días en la capital del Estado (1946: 72). 211 140 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS que fuera considerado como excepcionalmente peligroso ya que había iniciado su carrera al nivel tribal donde tanto las autoridades indígenas como las ladinas le habían otorgado su reconocimiento oficial. 2) Al cumplir las obligaciones que lo colocaron fuera de las actividades rutinarias y la carrera ordinaria de la mayoría de kankukenios, Miguel se vería sujeto a sospechas siniestras, de brujería o de ser un renegado y un sirviente de los ladinos. Para resolver estos dilemas, Miguel decidió seguir una estrategia de paradojas: El dilema no. 1 tenía que ver esencialmente con hombres de su propia calaña y experiencia (aunque de edad muy mayor), luchando por alcanzar una posición de poder no rutinaria, basada en una plataforma no tradicional; y Miguel se permitió llevar a cabo una campaña bastante inconvencional contra sus oponentes; reunió alrededor de sí un grupo de amigos jóvenes y poco tiempo después emergió como jefe de una pandilla de sicarios, listos para exterminar a los caciques. En aquel momento aparentemente había dos caciques poderosos y temidos, uno en cada mitad. Marcos Santos Lul de la mitad de ?ahk’ol pronto se vio obligado a huir de la comunidad, y nunca regresaría. Lorenzo Martínez Nuhk’ul de la mitad ?alan fue asesinado a machetazos. Después de esta victoria inicial, se presentaron en el escenario otros dos pretendientes, uno llamado Velasco Oxom y el otro Yave, ambos pertenecientes a la mitad de Miguel (?alan). Sucedió un número de encuentros armados y algunos hombres, acerca de los cuales se decía que eran amigos de Oxom y Yave, fueron asesinados212. Miguel y sus hombres controlaron la situación, pero las hostilidades no terminaron hasta que Manuel Castellanos, el Director del Departamento de Asuntos Indígenas, por medio de una 212 Los pocos homicidios que en efecto sucedieron aparentemente no interrumpieron la rutina de la vida cotidiana más que los asesinatos que en otros tiempos se habían llevado a cabo, relacionados con las acusaciones de brujería o por otros motivos. Tampoco estaban inmiscuidas las autoridades, aunque es cierto que Erasto Urbina, en aquel entonces el presidente municipal de San Cristóbal de las Casas, una vez intervino, sin consecuencias serias (Guiteras Colmes, 1946: 68); véase también el caso de Manuel Castellano, más adelante. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 141 intervención diplomática forjó un arreglo que dejó a Ordóñez en la posición de presidente y a Oxom como síndico. Sentados juntos en el consejo durante un año, “platicando y tomando, se volvieron amigos”, como lo expresa Esteban Santis P’in (Guiteras Colmes, 1946: 69). Se decía que estas luchas eran el asunto exclusivo de los caciques, y ni los principales ni las demás autoridades interfirieron o participaron activamente. Es interesante notar también que parece que ninguna fratría o mitad tenían influencia sobre el reclutamiento a los respectivos grupos en oposición. Evidentemente, los datos disponibles acerca de estos encuentros y conflictos son escasos y de poco detalle, por lo que es difícil evaluar plenamente el mérito relativo del aspecto militar de las varias operaciones. Lo que emerge del informe redactado por Guiteras Colmes (1946) y de las informaciones que yo mismo tengo de 1962 es una imagen de Miguel como un estratega más creativo que sus enemigos. Nos da la impresión que Miguel poseía la capacidad de tomar a sus enemigos por sorpresa en un gran número de casos: les dio golpes repentinos con la ayuda de una fuerza superior y por medio de un control más eficiente de la información213. Pero podemos entender también su superioridad de otra manera, cuando consideramos la opinión de Miguel y de otros informantes, de que tenía acceso a un séquito permanente que estaba listo para ponerse en movimiento en cualquier momento que su líder así lo quisiera. Su séquito personal contaba por lo menos con veinte hombres que respondían al “jefe”, y solamente a él. Se dice que Miguel siempre llevaba consigo a su cuerpo de guaruras214, en cualquier lugar adonde fuera, y que sus amigos se turnaban trabajando en su milpa215. Miguel mismo insistió que su victoria se debía al hecho de que él y sus hombres estaban mejor armados: Miguel dice que sus hombres vencieron a los de Oshom porque tenían mejores armas” (Guiteras Colmes, 1946: 73). 214 “Miguel nunca va solo a ninguna parte. Nunca lleva atada a la cintura la red con la botella para el trago: es un Regidor o inclusive el Presidente mismo quien camina junto a él llevando su botella. Miguel explica que no la puede llevar su “Miti-hueso” (Smith and Wesson revólver). Una vez que Miguel me acompaña a un entierro, pocos momentos después vienen 7 hombres, autoridades del cabildo que según él le vienen a buscar y a cuidar” (Guiteras Colmes, 1946: 73). 215 “Luego me cuenta (Esteban Santis P’in) cómo Miguel nunca trabaja, que puede quedarse en el pueblo todo el tiempo que quiere porque tiene muchos hombres que limpian su milpa, primero dice que son 40 hombres, y luego que son 60, y cuando insisto en el número me dice entonces varias veces que son 20. Que Miguel no les paga nada, sólo les da comida. Los recluta de todas partes, Estos hombres nunca son llamados a prestar otros servicios en la 213 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 142 En resumen, podemos atrevernos a formular la siguiente declaración general: Miguel debe haber logrado establecer una relación exclusiva con su pandilla escogida que implicaba un lazo personal directo, por un lado del tipo “patrono-cliente” y, por otro lado, “miembro de la pandilla”, es decir, para ser efectivos los miembros de esta corporación provisional tenía que haberse comprometido a una transacción con Miguel que implicaba apoyo incondicional como pago por el cual esperaban o se les había prometido cualquier beneficio que les podría tocar de una operación exitosa. Además, la exclusividad comprende también en este contexto una reducción del efecto de la red subyacente de amistades y relaciones de parentesco multidimensional, que paradójicamente debe haber constituido la base original de reclutamiento. El dilema no. 2 no requería una estrategia militante, sino una manipulación activa de los símbolos, y también involucraba una cuestión de la solvencia económica, o más bien la convertibilidad, entre las varias esferas de ación en las que se desempañaba Miguel. A diferencia de los contrincantes menos exitosos, Miguel decidió participar activamente en la vida ceremonial que, antes que nada, les mostraba a sus paisanos donde estaba su lealtad. Pero, lo que es mucho más importante, la participación y el patrocinio ceremoniales son prerrequisitos tradicionales para cualquier carrera social en K’ankujk’, y a diferencia de sus rivales, Miguel hizo una carrera conspicuamente típica que incluía a todas las mayordomías más prestigiosas. No hay duda de que aprovechaba su influencia creciente con el fin de obtener algunos de estos cargos. De acuerdo con mis propios apuntes, que están actualizadas hasta 1962, solamente el principal primero de la mitad ?alan, que en aquel entonces ya era un hombre muy viejo, podía igualar la carrera de cargos de varias categorías – tanto”civiles” como “religiosos” – que Miguel ocupó. En lo referente al aspecto de solvencia económica, parece que Miguel, aparte de haber logrado convertir conocimientos especializados en cargos, Agencia, como por ejemplo: servir de Mayores cargando agua y buscando leña, llevando mensajes a otras partes, yendo como cargadores, o a San Cristóbal cuando desde allá se pide una comisión para cualquier cosa, y me puso por ejemplo los hombres que hace unos días trajeron de esa ciudad tubos de hierro que debían llevar a Ocosingo para la canalización del agua” (Giteras Colmes, 1946: 70-71). LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 143 también había cosechado ganancias en forma de comida, licor y otros valores que luego se podrían reinvertir en cargos ceremoniales216. Después de que su séquito hubiera sido establecido, la ganancia se extendía también en la forma de labor. Guiteras Colmes (1946) nos cuenta que se consideraba mejor trabajar para Miguel que servir en el cabildo y atender al agente ladino y a las autoridades indígenas217. Después de resolver estos dilemas, Miguel tuvo que enfrentarse a un problema constante de mantenimiento, es decir tuvo que colocarse a sí mismo en una posición de negociación, pero para asegurar la continuidad del puesto se vio obligado a cumplir su parte del “contrato” con sus gentes de apoyo y de preferencia ofrecerles nuevas oportunidades. Ya en 1945 Miguel era considerado un “hombre fuerte” en K’ankujk’. En los años treinta, ya había ocupado varios cargos ceremoniales importantes y en 1942 fue nombrado presidente por primera vez. Es significativo que cuando el cargo de suplente de agente fue introducido alrededor de 1945, Miguel sería el primero en ocuparlo. Más tarde, en 1958, cuando el cargo de agente fue separado del de secretario, y se decidió que se debería considerar a un indígena como candidato, Miguel sería nombrado. Pero fue en su capacidad de hombre de influencia, “el jefe de los kankujkeros”, que las autoridades de fuera lo buscaban. Tanto los oficiales ladinos en Ocosingo como los de San Cristóbal de las Casas y de Tuxtla Gutiérrez sabían muy bien que si querían negociar con los kankujkeros, más les valía tratar directamente con Miguel. Guiteras Colmes (1946) nos da algunos ejemplos acerca de cómo representantes que llegaron a K’ankujk’ en diferentes misiones preguntaron siempre primero por Miguel y luego, con su permiso, empezaron a negociar con las demás autoridades indígenas y con el agente (más tarde, secretario). Aún antes de haber llegado a la cúspide de su carrera y ser reconocido como el jefe supremo, había utilizado su creciente influencia para ayudar a amigos y apoyos leales a ocupar posiciones de poder y privilegios. Después, “Todos regalan trago a Miguel, muchas veces se les ve llegar a su casa portando el obsequio” (Guiteras Colmes, 1946: 71). 217 “Tuve la impresión de que trabajar para Ordóñez no era cosa onerosa sino muy al contrario. Esteban habla como si se tratara de una situación de privilegio” (Guiteras Colmes, 1946: 71). 216 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 144 cuando su posición personal había sido asegurada, es decir después de alcanzar la categoría de principal, Miguel estaba en una posición que le permitía repartir posiciones de poder. Sin embargo, ya en 1945, cuando obviamente controlaba hasta tal grado la información que los informantes solamente a titubeo le proporcionaban a Guiteras Colmes ciertos datos acerca de Miguel y sus actividades, su poder personal debe haber sido formidable. Ella nos cuenta que sus informantes estaban constantemente asegurándose que no estuvieran cerca Miguel o alguno de sus amigos. No sabemos si utilizaba sistemáticamente a espías, pero un ejemplo de 1945 nos muestra que madrugó a un rival llamado Peres Ch’ihk’, que no había evitado hacer público que el “había condenado a Miguel a muerte”. Miguel se le adelantó, nombrándolo Presidente – como se decía, “con el fin de vigilarlo”. Guiteras Colmes nos ofrece una declaración general al mismo efecto: “el profesor me cuenta también que cuando Miguel tenga un enemigo o sabe de una persona que desea mantener bajo su control, lo nombrará para la presidencia, etc., con el fin de tenerlo cerca de sí” (ibid.: 58). Este último punto muestra que Miguel no solamente se encontraba en una posición que le permitía colocar a sus seguidores en posiciones de poder, sino también le permitía colocar a gente que podrían revelarse como un peligro a la seguridad. En 1962 Miguel no ocupaba ningún cargo tradicional, pero todavía era reconocido como el “jefe” (en tzeltal: ?ahwal, o sea cacique, jefe), y la gente sencillamente se dirigía a el como al mamtik Miguel (“muy respetado anciano” Miguel). Resultó que mientras que todos los cargos ordinarios fueron ocupados mediante el nombramiento de candidatos de las dos mitades y con una regular alternancia entre las fratrías, ninguno de los cargos importantes (y superiores), sean ceremoniales o “civiles”, fueron ocupados en alguna ocasión sin consultar previamente a Miguel. En otras palabras: aún los miembros de consejo de tomadores de decisiones (principales primeros o cabildos de justicia) habían llegado a formar parte del cuerpo a través de las maniobras de Miguel, de manera directa o indirecta. En cierto sentido, entonces, los principales habían 145 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS cambiado su carácter de ser un consejo de tomadores de decisiones a un consejo de administradores superiores, cuya tarea era proporcionarle legitimidad oficial a decisiones anunciadas por Miguel. Hoy se pregunta en la tribu: ¿cuando Miguel sea demasiado viejo para gobernar, quién lo sucederá? Circulan rumores acerca de quiénes serán los candidatos. Si realmente es cierto que la gente espera que alguien ocupe el cacicazgo, eso debe significar que Miguel es el responsable de haber introducido una nueva posición de jure. Algún grado de rutinización parece haberse producido: la gente se ha acostumbrado al jefe, Miguel lo convirtió en una institución. III Resumen y conclusión En la presentación de la carrera de un líder político en el pueblo de K’ankujk’ he intentado mostrar de qué manera las decisiones y estrategias se relacionan con las restricciones y las oportunidades que enmarcan un particular ambiente social y ecológico. Mi argumento se puede resumir de la siguiente manera: El aislamiento y otros problemas de comercialización en combinación con una técnica de subsistencia devastadora y un sistema inflexible de asignación de tierra constituyen una constelación de factores que probablemente llevan a limitar la producción de un excedente y prohiben ciertos tipos de empresas económicas. Sin embargo, en el contexto de un conflicto étnico y problemas inherentes de comprensión mutua, un nicho u oportunidad parece más accesible a la explotación que los demás, es decir el de intérprete o intermediario. El bilingüismo y el conocimiento de los procedimientos burocráticos se convierten, bajo tales circunstancias, en recursos que en su turno se pueden invertir en ciertas restringidas empresas y campos de actividad. Ya que servicios especializados, como el de ayudar a un hombre a escribir una carta, con toda probabilidad provoca el intercambio de pequeños regalos en la forma de licor, comida o aún dinero, tales conocimientos pueden convertirse en la fuente de un ingreso irregular y limitado. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 146 Aparentemente, el bilingüismo y el conocimiento de lectura y escritura fueron apreciados por igual por ladinos e indígenas, y ambos grupos estuvieron dispuestos a ofrecer posiciones o comisiones con el fin de controlar o compartir estos conocimientos. Así que estos conocimientos podrían ser convertidos en beneficios materiales así como en posiciones. Salió a la luz también que Miguel fue capaz de adquirir nuevos conocimientos mientras se desempeñaba en la posición de escribano y en comisiones especiales, lo que resultó en una espiral de conversión caracterizado por una sostenida acumulación de conocimientos especializados. Ganancia en la forma de alimentos, licor y dinero solamente puede ser consumida o convertida en prestigio ceremonial, que en su turno puede ser convertido en autoridad de jure o en una posición de poder. Miguel eligió invertir todo lo que tenía en el patrocinio de cargos lo que le abriría el camino hacia la autoridad “civil” tradicional. Sin embargo, ya que había partido desde una plataforma mal definida en el marco tradicional, en cuanto fuente de autoridad, los rivales de Miguel cuestionaron sus ambiciones de extender su campo de influencia, lo que produjo una serie de confrontaciones violentas. Tanto las actividades políticas como las económicas se llevan a cabo dentro del marco de una red de relaciones de parentesco, por lo que lealtades cruzadas tienden a obstaculizar acciones corporativas que requieren el apoyo completo de una sola persona, a menos que la persona en cuestión haya reforzado las relaciones de “patrón-cliente” a expensas de la red multiflexa de relaciones de parentesco. Si se encuentra involucrada una innovación organizacional en la carrera de Miguel Ordóñez, debe ser exactamente en este punto. Su pandilla de sicarios y sus conocimientos especializados colocaron a Miguel en una posición en la cual podría controlar a sus rivales y ofrecerles ventajas a sus seguidores, como por ejemplo posiciones, amistad, consejos especializados y beneficios materiales en cantidades modestas. De esta manera Miguel logró explotar al máximo la dependencia de ladinos e indígenas de sus conocimientos especializados. 147 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS En el análisis de este material he utilizado solamente en medida limitada una terminología explícita, aunque he hecho uso consistentemente de palabras como “empresa”, “restricciones”, “recursos”, etc., que representan conceptos y variables en el modelo teórico que han desarrollado Fredrik Barth y sus socios para el análisis de “actividades empresariales” en 1963. Es evidente que la posición teórica y el argumento aquí presentado en este texto tienen una fuerte influencia de las ideas desarrolladas en el mencionado texto 218. Apoyo Beneficios materiales Oficio de Escribano Cargo ceremonial Conocimiento especializado Autoridad Una representación diagramática de los círculos o espirales de conversión por medio de los cuales Miguel Ordóñez ha logrado desarrollarse una posición de poder personal. Esencialmente hay tres círculos de este tipo: 1) La conversión de conocimiento especializado en apoyo generalizado, que posteriormente será convertido en “cargo de escribano”, 2) El apoyo generalizado puede ser convertido también, de manera directa, en autoridad generalizado (poder), aquí: liderazgo de grupo, 3) Del apoyo generalizado deriva ganancia material que se puede convertir en patrocinio ritual y autoridad, aquí: cargo tradicional y status de principal. Sin embargo, siento la necesidad de establecer que el presente estudio no es un ejercicio rígido en la aplicación del modelo empresarial, sino que es una descripción y un análisis preliminares de ciertos desarrollos interesantes en 218 Véase también Belshaw, 1955 y Geertz, 1963. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 148 los Altos de Chiapas, que demuestran algunas similitudes con situaciones en otros lugares, que han sido descritas en términos de actividades empresariales. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 149 Bibliografía Barth, F. ed. (1963). “The Role of the Entrepreneur in Social Change in Northern Norway” (Acta Universitatis Bergensis, Series Humaniorum Litterarum No. 3, Norwegian University Press, Bergen-Oslo). Belshaw, C. S. (1955). “The Cultural Milieu of the Entrepreneur: A Critical Essay” (Explorations in Entrepreneurial History, Vol. VII, No. 3) Geertz, C. (1963). “Peddlers and Princes. Social Change and Economic Modernization in Two Indonesian Towns”, Chicago & London, University of Chicago Press. Guiteras Holmes, C. (1946). “Informe de Cancuc”, Micro Film Collection of Manuscripts on Middle American Cultural Anthropoloy No. 8, University of Chicago Libraries. Guiteras Holmes, C. (1947). “Clanes y sistemas de parentesco en Cancuc, México”, (Acta Americana, Vol. V, Nos. 1-2). Pineda, V. (1888). “Historia de las sublevaciones indígenas habidas en el Estado de Chiapas, etc.”, San Cristóbal de las Casas. Siverts, Henning (1960). “Political Organization in a Tzeltal Community in Chiapas, Mexico”, Alpha Kappa Deltan, Vol. XXX, No. 1: 14-28. Siverts, Henning (1964). “On Politics and Leadership in Highland Chiapas”, en “Desarrollo Cultural de los Mayas”, eds. Evon Z. Vogt & Alberto Ruz L. Siverts, Henning (1965A). “Oxchujk’: En Maya Stamme i Mexico”, Norwegian Universities Press, Bergen-Oslo. Siverts, Henning (1965B). “Some Economic Implications of Plural Society”, Folk, Vol. 7, Danish Ethnological Association, Copenhagen. Slocum, M. C. (1948). “Tzeltal (Mayan) Noun and Verb Morphology”, IJAL, 14: 77-86. Slocum, M. C. (1953). “Vocabulario Tzeltal-Español” (Instituto Lingüístico de Verano, en cooperación con la Dirección General de Asuntos Indígenas de la Secretaría de Educación Pública, México D. F.). Tax, Sol (1937). “The Municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala”, American Anthropologist, Vol. 39: 423-444. Vogt, Evon Z. & Alberto Ruz L., eds. (1964). “Desarrollo cultural de los mayas”, Publicación especial del Seminario de Cultura Maya, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. 150 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Texto No. 8 LOS DIOSES Y LA POLÍTICA EN ZINACANTÁN Y CHAMULA219 Evon Z. Vogt Hace casi dos décadas Fred Eggan llamó la atención a un marco comparativo que, en mi opinión, no ha sido utilizado suficientemente en la antropología social, en su texto acerca de “la antropología y el método de comparación controlada” (1954). El diseño de investigación fundamental de Eggan se desprende de una de sus declaraciones clave (Eggan, 1954: 747): “Personalmente prefiero utilizar el método comparativo a una escala mucho menor con un máximo de control sobre el marco de la comparación. Me ha parecido natural escoger regiones de una homogeneidad relativa o quedarme trabajando dentro de determinados tipos sociales o culturales, y además controlar los factores ecológicos e históricos hasta donde sea posible” En mi texto dedicado a “el modelo genético y el desarrollo cultural de los mayas” (Vogt, 1964), esbocé las emocionantes perspectivas que vislumbré en el uso de la comparación controlada en una región donde casi dos millones de indígenas mayas contemporáneos viven en áreas que son prácticamente contiguas en el sur de México, Guatemala y Honduras Británica, y más particularmente las posibilidades que existen en partes circunscritas del área maya, tal como los altos de Chiapas donde unos 200,000 hablantes de tzotzil y tzeltal viven en 34 municipios colindantes (véase Vogt, 1969A). Estos pueblos tzotzil-tzeltal son casi seguramente descendientes de una población prototzeltal que se ha diferenciado, formando diversos grupos lingüísticos contemporáneos durante los últimos mil años (Vogt, 1969B: 24-25). En el transcurso de los últimos 16 años de trabajo de campo en el marco del Proyecto Harvard en Chiapas, que fue iniciado en 1957, he tenido la intención de usar el método de comparación controlada como el marco que en última instancia nos serviría para analizar los datos producidos. Desafortunadamente, Evon Z. Vogt: “Gods and Politics in Zinacantan and Chamula” en Ethnology, Vol. 12, No. 2 (abril 1973), p. 99-113. Traducción de Leif Korsbak. 219 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 151 se tuvo que aplazar el uso de este método mientras dedicamos nuestra energía a recoger datos que a la postre resultaron más que superficiales de las culturas de los altos de Chiapas, y que resultaron mucho más complejas de lo que habíamos pensado. Se me ocurrió que sería posible utilizar exitosamente el método de la comparación controlada en el Suroeste (de los Estados Unidos), porque la observación en el campo y el análisis histórico se habían llevado a cabo durante más de un siglo. Al contrario, los altos de Chiapas eran tierras vírgenes en las cuales el trabajo de campo etnográfico solo empezó de manera sistemática en los años 1930, cuando Ruth Bunzel trabajaba en Chamula y Alfonso Villa Rojas inició su trabajo en Oxchuk. Sol Tax se embarcó en un breve trabajo de campo, junto con un grupo de estudiantes, en la región en 1942-43 y algunos de sus estudiantes, notablemente Ricardo Pozas, Calixta Guiteras Holmes y Fernando Cámara Barbachano Guiteras Holmes, y Fernando Cámara Barbachano volvieron al trabajo de campo en varias comunidades indígenas durante aquella década, pero no fue sino hasta que empezó a funcionar el Proyecto Harvard, Chicago, Stanford (y algunas otras universidades) en 1957, que procedimos a acumular datos de un tipo que permitiese la comparación sistemática de algún significado. Ahora estamos a punto de tener suficientes datos etnográficos sólidos, que han sido publicados en una serie de monografías, como para permitirnos iniciar comparaciones controladas productivas. En este texto plantearé e intentaré resolver un problema que tiene que ver con una diferencia básica entre los sistemas religiosos de dos municipios tzotziles colindantes – Zinacantán y Chamula - que están separados tan sólo por una montaña. Estoy conciente de las aseveraciones de Geertz (1966: 1) acerca de este tipo de enunciados sobre la religión, cuando escribe que “si el estudio antropológico de la religión se encuentra de hecho en un estado de estancamiento general, dudo de que sea vuelto a la vida por la producción de más variaciones sobre temas teóricos clásicos. Un caso más, esmeradamente comprobado, de postulados tan trillados como que la adoración de los ancestros apoya la autoridad jurídica de los ancianos, que los ritos de iniciación sean ... para establecer la identidad sexual y el estatus de adulto, que las agrupaciones rituales reflejen oposiciones políticas, o que los mitos LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 152 proporcionen las razones de las instituciones sociales y la racionalización de los privilegios sociales, puede bien convencer a mucha gente, tanto dentro como fuera del gremio, que los antropólogos se dedican firmemente, como es el caso de los teólogos, a comprobar lo innegable. Pero creo que una cosa es confirmar este tipo de enunciados bien conocidos dentro de una sociedad determinada, y otra cosa muy diferente es el descubrir las dinámicas que llevan a dos comunidades muy similares que han surgido históricamente dentro de los últimos mil años de la misma protocultura a tomar caminos radicalmente diferentes en sus conceptos básicos de las deidades. En pocas palabras, mi problema es el siguiente. Los zinacantecos ponen énfasis en la existencia de un conjunto diferenciado de dioses ancestrales, mientras que los chamulas, al otro lado de la montaña hacia el norte, enfatizan el papel del dios del sol como la principal deidad en su sistema supernatural. Después de más de una década de trabajo de campo en Zinacantán concluí (Vogt, 1969C: 298): Las principales deidades indígenas que todavía hoy tienen vigencia en el sistema de creencias en Zinacantán son los totilnfe?iletik (que tienen que ver con las palabras tot y me?, que significan “padre” y “madre”) que son dioses ancestrales; ynhvnl bnlan7zl (el “Señor de la tTierra” o “Dueño de la Tierra”); y unshntmen, la versión zinacanteca de los cuatro dioses de las esquinas que están presentes en la mayor parte de la región maya. Otras deidades son parcialmente indígenas, pero demuestran algún grado de influencia católica: el Sol, que se llama hfotik KaJi'rrl (Padre Sol), hch'tll totik (Padre Divino), o hch'zil ynk'al (Sol Divino), que tiene asociaciones con rioslz ("Dios"); y la Luna que se llama lzch'zd me? (Madre divina), que tiene asociaciones con la Virgen María, así como con las varias estatuas y representaciones pictóricas de otras santas católicas femeninas. Las deidades de mayor importancia en Zinacantán, juzgando la frecuencia con la que la gente piensa en ellas, rezan a ellas o les dedican rituales, son los dioses ancestrales (tofiln?e?iletik), que son conceptualizados como zinacantecos ancianos que viven dentro de las montañas sagradas alrededor del Centro de Zinacantán, así como en los pequeños montes arriba de los ojos de agua y las concentraciones de casas en las aldeas; se cree que LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 153 ellos entraron a las montañas para vivir allá en algún momento en el pasado mítico. Después de ocho años de trabajo de campo, nuestros investigadores en Chamula, incluyendo en particular el trabajo reciente de Gossen, quien ha pasado un total de quince meses dedicados al estudio de la cosmología en Chamula, han llegado a la conclusión de que el Dios Sol es el principal ente supernatural en el sistema cosmológico y que los dioses ancestrales reciben poco énfasis. Gossen señala (1970: 17) que el Sol (htotik o "Nuestro Padre"; y también Jesucristo) hace una circunvalación completa de la isla-tierra cada día. Su ruta circular marca no solamente los límites espaciales del universo, sino también los ciclos fundamentales del orden temporal, el día y los años. El sol es al mismo tiempo el dador del orden cósmico y el que lo mantiene, por lo que es la principal deidad. Parece que el sol comparte el panteón solamente con la luna y los santos, mientras que las deidades ancestrales carecen de importancia. Esta diferencia entre las deidades es reflejada en la naturaleza de los templos en los dos municipios. En Chamula encontramos oratorios con cruces en los ojos de agua en sus aldeas (para facilitar la comunicación con el Señor de la Tierra), oratorios al lado de la carretera para ceremonias de curación y rituales de cargos, oratorios en las principales montañas, como Tsontevits, para ceremonias de curación y procuración de lluvia, y los tres oratorios con cruces en el centro ceremonial que representan los tres barrios. Pero el sistema ritual carece de la multitud de oratorios que en Zinacantán facilita la comunicación con sus dioses ancestrales, desde las deidades ancestrales en los linajes y los grupos de ojo de agua en las aldeas a los diversos ancestros que viven en las montañas alrededor del centro ceremonial. En pocas palabras, el sistema de lugares sagrados refleja de una manera muy concreta el sistema diferenciado de dioses ancestrales en Zinacantán, a diferencia del foco altamente integrado en la iglesia en San Juan (en el centro de Chamula), donde San Juan ocupa el lugar central arriba del altar y está muy directamente relacionado con la adoración del Dios Sol de suprema importancia. Pero hay otras diferencias entre los sistemas religiosos. Mientras que Zinacantán, con sus solamente 11,400 habitantes (según el Censo de 1970) 154 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS posee dos iglesias y la pequeña capilla de Esquipulas en el centro ceremonial, más cuatro iglesias en las aldeas alejadas del centro ceremonial, Nabenchauk, ?Ats’am, ?Apas y Nachih, Chamula posee solamente una iglesia, con su colección única de santos, en el centro ceremonial, que da servicio a 40,000 chamulas. Es también significativo que existe en Zinacantán una red elaborada de intercambio ritual de imágenes de santos, tanto al interior del municipio y con otros dos municipios. Al interior del municipio este sistema de santos visitantes incluye un intercambio recíproco entre el centro ceremonial y las dos aldeas Nabenchauk y ?Ats’am, y el centro ceremonial recibe a los santos de San Nicolás y Tierra Blanca y les da hospedaje. El centro ceremonial también mantiene intecambio recíproco con otros dos municipios vecinos (Ixtapa y San Lucas) que antes probablemente se encontraban bajo el control político de Zinacantán. Además, algunas de las aldeas alejadas, como ?Ats'am, y ?Apas, mantienen intercambio recíproco entre ellas. En contraste, en Chamula no existe ningún intercambio ritual de imágenes, ni al interior del municipio ni hacia afuera. Cuando las imágenes de los santos salen de la iglesia central en Chamula, marchan en procesión solamente al camposanto, para regresar a la iglesia simbolizando la concentración de poder sagrado en la única iglesia de San Juan. Así, el sistema cosmológico y la estructura religiosa parecen ser significativamente más centralizadas que en Chamula. ¿Porqué será eso? Busquemos algunas respuestas posibles en el desarrollo histórico y la cultura contemporánea en los dos municipios. Sorprendentemente pronto, después de la ocupación final de Tenochtitlán por Cortés en 1520, los españoles conquistaron los pueblos hablantes del tzotzil de los Altos de Chiapas La penetración original de los altos sucedió en 1523 y 1524. Pero en Chiapas no se quedó ningún asentamiento español para mantener el control y Cortés tuvo que mandar otra expedición en 1526 bajo el mando de Diego de Mazarriegos. Esta misión terminó con la resistencia armada contra la dominación española en Chiapas durante casi dos siglos. En marzo de 1528, Diego de Mazarriegos fundó a capital, Villa Real, en Chiapa de Corzo, pero pronto sería removida de las calurosas tierras bajas y LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 155 trasladada a los Altos de Chiapas donde el clima era más agradable, y colocada en el sitio del atual San Cristóbal de las Casas, que sería la base de las operaciones de los españoles en los Altos de Chiapas (Vogt, 1969C: 1617). Todavía no hay claridad en la cuestión acerca de cuánto territorio fue incluido en, o controlado por, Zinacantán en el momento de la conquista. Existen evidencias de que los zinacantecos controlaron mucho más territorio que lo que hoy abarca, especialmente hacia el sur y el oeste, entrando a las tierras bajas. De todos modos, no hay duda de que el centro ceremonial se encontraba donde está hoy, y que los zinacantecos pusieron poca resistencia a un gobierno español que fuera por lo menos nominal. La situación en Chamula es menos definitiva, no es completamente claro donde se desarrolló la batalla contra ellos en 1524, y tampoco es seguro si los tres barrios que encontramos hoy en Chamula fueron tres tribus tzotziles separadas de algún tipo que los españoles reunieron para facilidad de control político, o si los tres barrios fueron sencillamente partes del programa de reducciones llevado a cabo por los dominicos dentro de Chamula alrededor de 1550. Gossen (1970: 60) favorece el último punto de vista. Durante el largo periodo colonial, los españoles instalaron los conocidos sistemas de explotación económica, proselitismo religioso y control político que se extendió ampliamente en las tierras altas habitadas por indígenas en América central y América del sur. Tanto Zinacantán como Chamula fueron encargados en encomienda a titulares españoles de donaciones de tierra de la corona española. La encomienda incluía no solamente las tierras sino también los servicios de los indígenas que vivían y trabajaban en las tierras. No obstante que la abolición de este sistema de tenencia de la tierra empezó formalmente en 1720, muchos de los indígenas en las Tierras Altas de Chiapas realmente no se convirtieron en hombres “libres” de las varias versiones de este sistema, sino hasta después de la Revolución Mexicana. Es cierto que los españoles lograron introducir herramientas de hierro (hachas, … puntas de hierro en sus palos de siembra, etc.), domesticar animales del Viejo Mundo (borregos, gallinas, caballos y mulas) e inculcarles a 156 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS los indígenas varios oficios, tales como carpintería a la española y la destilación de licor, por la cual los chamulas tienen una fama especial. Un aspecto de la cristianización después de la conquista que tuvo poco éxito fue el intento por concentrar a los indígenas en pueblos, pero el reacomodo demográfico se volvió un asunto apremiante a partir de 1540, cuando el rey decretó, a instigación del obispo Bartolomé de las Casas, que los indígenas deberían ser concentrados en ciudades para recibir instrucción en asuntos religiosos y aprender costumbres civilizadas. Los dominicos fueron los directamente responsables en el establecimiento de muchas de estas comunidades, fundaron un gran número “sacando a los indígenas de las montañas donde solían vivir”. Después de la fundación de una ciudad, los indígenas volvieron frecuentemente a sus aldeas tan pronto como el sacerdote la dejó, así que en 1577 el rey decretó que se les prohibiera a los indígenas volver a sus hogares, usando “cualquier medida que fuera necesaria”, pero un vistazo al Chiapas de hoy basta para mostrarnos que, no obstante que ciudades ordenadas (con las calles ordenadas en un patrón de reja, con iglesias y cabildos) fueron creadas para cada uno de los centros ceremoniales, los indígenas no se acomodaron a vivir en ellas. Con pocas excepciones, los antiguos patrones de asentamiento de los centros ceremoniales y aldeas dispersas, sigue existiendo hasta hoy un hecho que se nota particularmente en Zinacantán y Chamula (Vogt 1969C: 23). Los dominicos lograron construir iglesias y colocar en ellas santos, y establecer conjuntos de oficiales que se encargaran de los santos, y también lograron comunicarles a los indígenas una buena parte de la teología católica. Los indígenas adquirieron nombres y apellidos españoles que hasta la fecha combinan con sus antiguos apellidos de linaje (Vogt, 1969C: 144-145). En el transcurso de los siglos, les fueron impuestos diversos tipos de control y oficios políticos a las comunidades indígenas, en cada caso sucedió un proceso de sincretismo con los anteriores sistemas todavía en existencia. Pero ha habido muchas rebeliones indígenas contra el control político español en los Altos de Chiapas, entre las cuales se destacan dos – la rebelión tzeltal de 1712, en la cual hubo poca participación de parte de Zinacantán y Chamula, y la “Rebelión de Cuzcat” en 1869-70 que empezó en Chamula, LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 157 después de haberse incubado durante varios años. Pedro Diaz Cuzcat, el fiscal de Chamula, y una mujer, Agustina Gómez Checheb, hicieron una figurilla de arcilla, la adornaron con listones y la colocaron en una de las aldeas de Chamula. El cura católico de Chamula logró remover al ídolo, pero Cuzcat y Agustina hicieron varias otras figurillas alegando que Agustina las había dado a luz, siendo así “la madre de Dios”. Cuzcat fue arrestado y puesto a disposición de las autoridades, pero pronto fue liberado debido a la libertad de religión garantizada en la Constitución. A su retorno triunfante a Chamula, Cuzcat anunció que los chamulas ya no tenían necesidad de imágenes representando a dioses de otra raza. Sugirió que los indígenas buscaran a alguien entre ellos mismos que pudieran crucificar para tener un Señor propio, de los suyos, para adorar. La propuesta fue aceptada y ejecutado el Viernes Santo en 1868, y Cuzcat fue de nuevo arrestado y encarcelado, pero otro líder, Ignacio Fernández Galindo, ocupó su lugar. Finalmente, en 1869, el cura católico logró, otra vez, sustraer a los ídolos y Fernández Galindo se dirigió, a la cabeza de más de mil indígenas a la cabecera, donde mataron al cura y siguieron hacia San Cristóbal de las Casas para exigir la liberación de Cuzcat. Los enfrentamientos armados duraron hasta octubre de 1870 cuando los últimos rebeldes fueron sometidos (Vogt, 1969C: 21-22). Durante el régimen de Porfirio Díaz (1875-1910), se establecieron en Chiapas con mayor firmeza las injusticias que habían sido las causas de la Rebelión de Cuzcat. El problema más inmediato fue la escasez de tierras aptas para agricultura, lo que no les dejó a los indígenas otras alternativas que someterse a una esclavitud de deuda en las grandes haciendas. A pesar de su relevancia para este problema clave, la Revolución Mexicana (1910-1917) no involucró a los chamulas y a los zinacantecos de una manera para ellos comprensible (Binderman, 1960). Fueron reclutados primero por una banda, luego por la otra, y luego fueron usados sin su consentimiento como sirvientes y surtidores de alimentos. La victoria de las fuerzas de Obregón cambió poco la vida de los chamulas y de los zinacantecos (Gossen, 1970: 63). La distribución de las tierras bajo las provisiones de la Constitución de 1917 no inició hasta el tiempo de Lázaro Cárdenas en los años 1930. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 158 Pero la revolución sí nos proporcionó el trasfondo de otra rebelión nativista que tuvo su centro en Chamula – la así llamada Rebelión de Pajarito en 1911. El obispo de Chiapas animó a un joven chamula, con el apodo de “Pajarito”, a organizar a los indígenas con el fin de defender los intereses de San Cristóbal de las Casas contra los de la capital del Estado Tuxtla Gutiérrez, en la tierra baja. El obispo les contó a los indígenas que los soldados de Tuxtla Gutiérrez vendrían a quemar sus hogares, una amenaza que era suficiente como para enardecer a miles de indígenas bajo el mando de Pajarito. Cuando el ejército de Pajarito finalmente fue derrotado por la tropa del estado, sus hombres y sus familiars fueron exiliados en un área de maleza en el norte del país, donde sus descendientes viven hasta hoy en día como chamulas desplazados en un campamento conocido como “Rincón Chamula” (Gossen, 1970: 64-65). Los tres eventos más importantes en la historia reciente de Zinacantán y Chamula, de acuerdo a su impacto, han sido el programa de ejido, derivado de la Revolución Mexicana, la construcción de la Carretera Panamericana que atraviesa los Altos de Chiapas, y la creación del centro coordinador TzeltalTzotzil del Instituto Nacional Indigenista del Gobierno de México. La antigua carretera revestida que comunicaba la capital estatal de Tuxtla Gutiérrez con San Cristóbal de las Casas pasaba por el centro de Zinacantán, pero no pasó por el centro de Chamula. En 1950 la Carretera Panamericana fue en su totalidad pavimentada, ubicándose en una ruta que esquivó ambos centros ceremoniales, tanto Zinacantán como Chamula, y en su lugar serpenteó, pasando por una serie de aldeas de Zinacantán, que antes habían sido accesibles solamente a pie o a lomo de burro o mula. Las carreteras que entran a los dos centros ceremoniales están pavimentadas y transitables todo el año, pero son rudas y requieren entre 45 minutos y una hora para atravesar las distancias de unos diez kilómetros a San Cristóbal las Casas. En comparación, un auto puede cubrir los 90 kilómetros entre San Cristóbal y Tuxtla Gutiérrez por la carretera pavimentada en poco más de una hora. La terminación de la carretera ha mejorado notablemente la red de transporte para la mayor parte de la población de Zinacantán, pero ha dejado a los chamulas todavía muy aislados. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 159 Coincidiendo con la terminación de la carretera, en 1950 se estableció el centro coordinador tzotzil-tzeltal, con su administración en la periferia norte de San Cristóbal de las Casas. El programa de este centro regional del Instituto Nacional Indigenista tiene por objetivo enseñar a los indígenas leer y escribir en español, llevarles medicina moderna y nuevos cultivos y tecnologías a sus comunidades, integrándolos a la sociedad nacional por la construcción de carreteras a comunidades que hasta el momento estaban aisladas, y generalmente ayudarlos a mejorar su situación económica vis-a-vis los ladinos locales. El Instituto mantiene una clínica médica y una estación agrícola experimental en el centro de Zinacantán, y junto con los gobiernos estatal y federal mantiene escuelas en muchas de las aldeas de Zinacantán. Recientemente ayudó a la introducción de electricidad por primera vez en el centro ceremonial y en dos de las aldeas más grandes. En el municipio de Chamula, el Instituto mantiene una gran clínica médica y más pequeñas en unas pocas aldeas, así como un número de estaciones agrícolas y escuelas en aldeas alejadas. Recientemente también asistió en la instalación de electricidad por primera vez en el centro de Chamula, aunque todavía ninguna de las aldeas cuentan con electricidad. ZINACANTAN Y CHAMULA HOY Hoy el municipio de Zinacantán cubre alrededor de 117 kilómetros cuadrados y se localiza justamente al oeste de San Cristóbal de las Casas. En el centro ceremonial viven unos 600 indígenas y 50 ladinos, los demás 11,000 habitantes viven en quince aldeas dispersas que se encuentran a alturas que van desde 6,000 hasta 8,000 pies. La subsistencia se basa en maíz, fríjol y calabazas, cultivados por medio de un sistema de roza y tumba. Gran parte del maíz es cultivado en tierras alquiladas en las tierras bajas alrededor del Río Grijalva. El centro ceremonial contiene iglesias católicas, el cabildo, unas pequeñas tiendas y un mercado al aire libre que funciona durante las fiestas importantes. Una serie de montañas sagradas y norias, que figuran prominentemente en la vida religiosa tribal, se encuentran en y alrededor del centro ceremonial. El rasgo más importante en la estructura social del centro es una jerarquía religiosa con 61 cargos repartidos a cuatro niveles (Cancian, LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 160 1965). Estos cargos son ocupados por periodos de un año: los ocupantes de los cargos se establecen con sus familias en el centro ceremonial para vivir allá durante su término de oficio, después de lo cual regresan a sus aldeas para cultivar maíz durante los periodos de descanso entre los cargos. La estructura social de Zinacantán se basa en familias extensas patrilocales que viven en solares, linajes localizados y grupos de noria que abarcan a dos o más patrilinajes localizados. Mientras que los cargueros llevan a cabo ceremonias en el centro, la vida ritual en las aldeas está en manos de los chamanes que ejecutan ceremonias de curación, ceremonias semestrales para los grupos de noria y linajes, inauguración de casas, ceremonias de agricultura y de lluvia, y ceremonias de renovación del año (Vogt, 1969C, 1970). Los 40,000 habitantes de Chamula viven en un gran número de aldeas, algunas de las cuales se encuentran más allá de la frontera que separa los 364 kilómetros cuadrados del municipio de Chamula, justamente al norte y al este del municipio de San Cristóbal de las Casas. El centro ceremonial, con una muy modesta población permanente de unas 80 personas, se encuentra en una elevación de alrededor de 7,600 pies. Los demás habitantes viven en aldeas dispersas, alrededor de unas 76 (según el censo oficial), o unas 109 (según un censo menos oficial, Gossen, 1970: 83). Como en el caso de Zinacantán, la subsistencia se basa en un cultivo de roza y tumba de maíz, frijol y calabaza, pero se complementa significativamente con trabajo asalariado en las fincas de café en el sur de Chiapas y en varias otras empresas, propiedad de ladinos, y trabajo asalariado para los zinacantecos y toda una gama de pequeñas industrias: muebles, alfarería, instrumentos de música, licor, etc. que los chamulas han sido obligados a desarrollar debido a la relativa escasez de tierras cultivables. En el centro de Chamula se encuentra la iglesia católica, el cabildo, un número de pequeñas tiendas y un mercado al aire libre que funciona los domingos y los días de fiestas importantes. Las tres capillas de cruces que representan los tres barrios se encuentran en tres lomas alrededor del centro. El sistema de cargos religiosos contiene unos 61 puestos distribuidos entre los barrios. Además tenemos 63 oficiales cívicos en un Ayuntamiento Regional, en LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 161 el cual los puestos son también distribuidos entre los tres barrios y que tiene, además de sus tradicionales obligaciones cívicas, funciones rituales. Los integrantes del Ayuntamiento Regional se distinguen de los del Ayuntamiento Constitucional que está prescrito por el gobierno de México y que será descrito más adelante. Con la excepción del Ayuntamiento Constitucional, los cargos son por lo regular ocupados por un periodo de un año, durante el cual el carguero se establece en el centro ceremonial para servir, por lo que la población del centro ceremonial se incrementa hasta unas 500 personas. La estructura social de Chamula se parece mucho a la de Zinacantán, con familias extensas patrilocales, linajes localizados y grupos de ojo de agua que son unidades importantes en las aldeas. Gossen (1970: 80-81) ha descubierto una agrupación de aldeas en “grupos de panteón” que consiste en las aldeas que comparten un mismo cementerio. Después de la comunidad, el barrio es la unidad más amplia, y los tres barrios, San Juan, San Pedro y San Sebastián se encuentran jerarquizados así, según importancia ritual y población. Los barrios no siempre reflejan la distribución real pues, no obstante que “convergen en el centro como rebanadas de diversas dimensiones de un pastel redondo” y la mayoría de las aldeas pertenecen a uno y solamente uno de los barrios, algunas de las aldeas están asociadas con los tres barrios. La pertenencia de barrio se transmite patrilinealmente, así que los casos de afiliación plural se puede explicar por lo regular por migración interna en Chamula (Gossen, 1970: 79-80). Los shamanes también ejecutan la mayoría de sus actos en las aldeas, aunque aparentemente no son formalmente organizados como es el caso en Zinacantán (Vogt, 1969C). En la sección dedicada a la historia y a las estructuras económica y social en la actualidad, noté un número de variaciones históricas y estructurales entre los dos municipios, pero hay otra variación que se destaca por tener posiblemente una relación determinante con las varias concepciones de las deidades y de la organización de los sistemas religiosos – la estructura política difusa en contraste con la estructura política altamente centralizada de Chamula. El control político formal ha regresado a las manos de los indígenas en un grado significativo durante los últimos cuarenta años. Todos los oficiales 162 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS civiles son indígenas, con la única excepción del secretario ladino (así se llaman los no indígenas en Chiapas) que mantiene su posición supuestamente porque los indígenas no saben leer y escribir ni llevar un registro con propiedad en los cabildos. Pero, de hecho, los secretarios ladinos constituyen un lazo con el sistema político estatal y nacional, y llaman a las tropas del gobierno si ocurren mayores disturbios políticos. Aparte de momentos de crisis, los indígenas manejan la mayor parte de sus asuntos políticos cotidianos. La estructura política de Zinacantán es compleja y diferenciada. Algo de la complejidad se capta haciendo referencia a la Figura 1 que intenta mostrar en forma de diagrama las principales líneas de autoridad política en Zinacantán (Vogt, 1969C: 288). Figure 1. LÍNEAS DE AUTORIDAD POLÍTICA EN ZINACANTÁN Oficiales del gobierno de México Secretario Cura católico Cargueros civiles Shamanes Cargueros Caciques municipales Shamanes Principales Presidente Paciente Alféreces Síndico Ejidatarios Mayordomos Jueces Regidores Mayores Caciques de aldeas Jefes de patrilinaje Grupos domésticos Hombres 163 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Mujeres Niños Desde el punto de vista del gobierno mexicano, el ayuntamiento constitucional o el gobierno municipal, que más o menos satisface los requisitos legales del gobierno mexicano, constituye la estructura política formal. Este está constituido por oficiales, supuestamente elegidos por el pueblo, que sirven durante un periodo de tres años. Los oficiales indígenas son un presidente, un síndico, cuatro jueces, seis regidores, un tesorero y los mayores que sirven de policías, y mensajeros. La jerarquía civil es representada en cada aldea por dos principales que se turnan cada segundo domingo, informando al presidente acerca de los asuntos en su aldea. Ya que una de las obligaciones del presidente y sus compañeros de planilla es mantener el contacto con el mundo fuera de la comunidad, esta jerarquía es la parte más visible del sistema político. El presidente es también el jefe de las obras públicas, pero en términos del tiempo que gasta, su tarea más importante es, con mucho, el escuchar las disputas que se presentan diariamente ante el cabildo y formular juicios. De hecho, nunca fue elegido un presidente por las expectativas normales que tenemos en nuestra cultura. El y los demás cargueros son seleccionados por los caciques o “jefes políticos” de Zinacantán, que no necesariamente ocupan posiciones formales de poder. Son hombres enérgicos que tienen una capacidad especial por hablar con fuerza. Los caciques locales son frecuentemente miembros de linajes grandes cuyo control de las tierras (para solares y campos) y de ojos de agua es reforzado supernaturalmente por los dioses ancestrales de los linajes, que supuestamente viven en las montañas que rodean las tierras de los linajes y los ojos de agua (Vogt 1969C). Estos caciques locales mantienen alianzas con caciques a nivel de municipio. A menudo hay fuertes pleitos por el poder entre caciques rivales en aldeas, que llevan a luchas faccionales hasta que uno de ellos haya sido vencido. Parece probable que los caciques de municipio también anteriormente derivaban su poder de linajes extensos o relaciones de compadrazgo, pero LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 164 durante las últimas décadas caciques importante han adquirido su posición de poder por su capacidad de hablar español y habérsela con el mundo exterior, y en particular por su relación con los que manejan las tierras ejidales. El control sobre las tierras ejidales (que han llegado a duplicar el territorio del municipio a partir de 1940) los coloca en una posición desde donde pueden controlar un recurso que con el crecimiento demográfico es cada día más escaso. El más poderoso de los caciques en Zinacantán vive permanentemente en el centro ceremonial y, en efecto, lleva treinta años controlando las tierras ejidales. Pero su poder es permanentemente retado por los demás caciques en varias de las aldeas alejadas, como por ejemplo en la aldea grande de Nabenchauk (que tiene su propia iglesia) donde una facción poderosa en algún momento estaba a favor de separarse de Zinacantán y establecer un municipio independiente. El poder de los caciques y de los cargueros civiles es siempre contrarrrestado, y a veces es exitosamente retado, por otras dos jerarquías: los cargueros religiosos y los chamanes. El caso de Don Mariano, el cacique más importante que durante muchos años era el dueño de una pequeña tienda y una cantina en el centro ceremonial donde vendía cerveza y trago, nos ofrece una buena ilustración. La tienda ocupaba un lugar estratégico, exactamente fuera del patio, al lado de la iglesia principal. El negocio iba viento en popa, pero los shamanes se quejaron de que los borrachos de la cantina entraban al camposanto para orinar. Aumentaba la presión contra la cantina y cuando el hijo de Don Mario defecaba en el panteón, los shamanes le obligaron a cerrar la cantina (Vogt, 1969C: 290) Si hay consenso entre los más importantes caciques, el principal shamán y los más importantes de los cargueros, así como cooperación de parte de los oficiales del gobierno mexicano y los funcionarios católicos en San Cristóbal, las perspectivas son excelentes para que la mayor parte de los zinacantecos apoyen un proyecto dado. Pero, si uno o más de estos oficiales (o grupos de oficiales) n están de acuerdo, entonces lo más probable es que surja fricción política y disputas faccionales dentro del municipio y en las aldeas. Chamula tiene también su Ayuntamiento Constitucional conformado por un presidente, un síndico, un juez, un juez suplente, seis regidores, un tesorero y un comandante de policía. que esá a cargo de los mayores (de la jerarquía LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 165 política tradicional, véase más adelante) que se desempeñan como mensajeros. Además, Chamula tiene un Ayuntamiento Regional, de unos 62 oficiales cívicos como lo exige la tradición chamula – alcaldes, regidores, gobernadores, alcaldes síndicos mayores, divididos entre los tres barrios. Hay también, finalmente, un sistema de cargos religiosos que está organizado en dos cultos: el culto a los santos y el culto a htotik (“Nuestro padre”) también conocido como uinahel ("el señor del cielo"). Los cargueros, que cuidan las figurillas de los santos que se encuentran en la iglesia y patrocinan las ceremonias a los santos, son 32, con 17 alféreces (Bricker, 1970: 2). El culto al htotik es asociado con el sol (Gossen, 1970: 117). Los cargueros de este culto se llaman pashyoneti (“pasiones”) y nichimetik (“flores”), seis de cada categoría, doce en total (Bricker, 1970: 2). A diferencia de Zinacantán, parece que en Chamula no existe una organización formalmente jerarquizada de los shamanes. Y, ya que no hay iglesias católicas que pudieran proporcionar un foco para actividades religiosas en las aldeas alejadas, todas las acciones religiosas y políticas importantes se llevan a cabo en el centro ceremonial de Chamula. No obstante que las varias jerarquías políticas y religiosas que funcionan en el centro de Chamula constituyen la parte más visible de la estructura política, el poder es esencialmente controlado por una oligarquía de caciques que han ganado su posición de poder en el transcurso de los últimos 32 años. Por órdenes de la oficina estatal de asuntos indígenas, en 1937 y 1938 se le exigió a Chamula que reformara su jerarquía política tradicional. El presidente ya no debería ser un anciano monolingüe, como había sido la costumbre, sino un joven educado, bilingüe en español y tzotzil, y el número de escribanos, que serían supuestamente bilingüe y que tendría la tarea de asistir a los ancianos monolingües en sus asuntos, se elevó de cuatro a ocho. Estos ocho nuevos escribanos fueron seleccionado personalmente por el Director de la oficina de Asuntos Indígenas por su nivel relativamente alto de educación, su conocimiento del español y su relativa disposición a cooperar con los oficiales ladinos. Y todos pertenecían a unas pocas familias que constituyen el núcleo de la oligarquía que ahora controla la política en Chamula (Gossen, 1970: 6667). Los dos caciques más importantes en Chamula hoy estaban entre los ocho LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 166 escribanos que fueron nombrados en 1938. Uno de ellos fue el miembro predominante del Comisariado Ejidal y, en efecto, controla la asignación de las nuevas tierras ejidales que a partir de 1936 han aumentado el territorio del municipio de Chamula de 240 kilómetros cuadrados a los actuales 364 kilómetros. Más recientemente este mismo cacique ha sido nombrado Presidente del Templo, un cargo que le permite controlar a la iglesia de San Juan y a sus santos. El otro cacique participó activamente en la organización de un sindicato de trabajadores indígenas para los chamulas que se dirigían a las tierras bajas para trabajar en las fincas cafetaleras. Más tarde sería el líder oficial del sindicato y, ya que el sindicato ha tenido un fuerte impacto sobre las condiciones de trabajo y los sueldos de los trabajadores, este cacique ejerce un enorme poder. Estos dos caciques tienen tres hogares – no en su aldea de origen, uno en San Cristóbal de las Casas donde pueden pernoctar cuando tienen que atender asuntos en la ciudad, y uno en el centro ceremonial en Chamula, donde pasan la mayor parte del tiempo. En relación con su casa en el centro de Chamula tienen una pequeña tienda que no solamente les asegura un pequeño ingreso por la venta de licor, cervezas, refrescos, velas y cigarros, sino también les sirve, y eso es más importante, como un nudo en una red de comunicaciones una especie de puesto de comando. Las ventanas de las tiendas dan a la plaza, lo que les permite observar lo que pasa en el cabildo todo el día, quién viene y quién va a la iglesia, y las actividades en el mercado al aire libre. Parientes, amigos y allegados políticos de las aldeas alejadas continuamente acuden a las tiendas para tomar, fumar y platicar. Estos caciques y sus aliados políticos en la oligarquía han logrado seleccionar a casi todos los presidentes desde 1938. De hecho, la mayoría de los presidentes han sido parientes. También lograron expulsar a las familias ladinas que solían vivir en el centro de Chamula y ganar dinero a través de sus pequeñas tiendas y de su actividad como “enganchadores” (es decir, reclutadores profesionales) de los chamulas para el trabajo en las fincas cafetaleras en tierra caliente. La población ladina en el centro de Chamula ha LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 167 sido reducida a solamente una familia, la del secretario, ya que se le ordenó al cura católico residente salir en diciembre de 1969. En efecto, el poder político en Zinacantán se difunde entre las jerarquías religiosa y cívica en el centro, la jerarquía de chamanes y los jefes de linaje en las aldeas, cuatro con pequeñas capillas católicas y todas tienen templos de linaje donde se adoran los dioses ancestrales. En Chamula este poder es concentrado en una oligarquía en el centro ceremonial. Es mi hipótesis que la única iglesia de San Juan con su colección de santos que preside el santo patrono San Juan (quien es percibido como una representación simbólica del dios sol) está significativamente relacionada con el poder de su oligarquía. En Zinacantán tanto el poder político como la actividad ritual procede siguiendo varios canales o vías. Aún, por ejemplo, cuando una ceremonia de curación incluye una visita al centro ceremonial, visita a tres iglesias y varias montañas sagradas. Si la ceremonia se queda en una aldea, allí hay templos a visitar en las montañas para rezar a los dioses ancestrales. Pero en Chamula, si una procesión de curación sale de su ambiente doméstico en una aldea, por lo regular acude solamente a la única iglesia de San Juan en el centro ceremonial. Parece que existe una interrelación decisiva entre los dioses y la estructura de lo político en Zinacantán y en Chamula, como lo descubrió recientemente el obispo católico de San Cristóbal de las Casas, cuando en 1968 decidió promover la construcción de una capilla en una de las aldeas alejadas en Chamula, La Candelaria. La oligarquía chamula movilizó varios cientos de hombres armados para parar la construcción. Además, el cura católico residente recibió advertencias nada ambiguas de los líderes chamulas, que se quedara en la iglesia de San Juan y ni siquiera visitara las aldeas. Cuando más tarde intentó intervenir contra la ejecución de algunas de las ceremonias tradicionales dentro de la iglesia, fue expulsado de Chamula y ahora solamente regresa para celebrar misa y bautizos. El obispo descubrió que Chamula no es como Zinacantán, y más tarde me contó en una entrevista que la experiencia entera lo intrigó. En pocas palabras, parece que tanto la política como los dioses se encuentran firmemente controlados por la oligarquía de Chamula. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 168 En comparación, la estructura más difusa del sistema en Zinacantán continúa manifestándose en una serie de desarrollos políticos y religiosos recientes. Durante el periodo de 1968 a 1970 algunos caciques locales de las aldeas intentaron adquirir más tierras a través del programa de ejido y se esforzaron activamente para promover la extensión de la electricidad a sus aldeas. La proliferación de capillas locales (con sus propios santos y cargueros religiosos) fue evidente durante el verano de 1970, cuando los principales de la aldea Sekemtik exigieron que el obispo católico autorizara la inauguración de una capilla en su aldea para acomodar a un santo de reciente adquisición. Cada año notamos un mayor aumento en la construcción de templos en las montañas para facilitar la comunicación con los dioses ancestrales en las aldeas. Para ir más allá de estas observaciones acerca de las interrelaciones entre los sistemas cosmológico y político en dos municipios puedo sugerir dos factores que parecen haber sido cruciales en el desarrollo histórico de Zinacantán y Chamula. No obstante que el trabajo de Calnek (1962) indica que Zinacantán y Chamula ya habían tomado rumbos diferentes política y culturalmente desde varios diferentes puntos de vista en el tiempo de la conquista española, se destaca una diferencia tangible y crucial que sigue siendo de importancia hoy. Chamula sigue siendo fundamentalmente organizado en tres barrios, mientras que Zinacantán no tiene barrios, solamente posee el centro ceremonial y las aldeas. Como ya mencioné en la segunda sección de este texto, todavía no se sabe si los tres barrios eran tres tribus tzotziles separadas que fueron unidas por la conquista española o eran subdivisiones internas de Chamula antes de la conquista. Cualesquiera que hayan sido sus orígenes, se puede suponer que la tarea política de orquestar los tres barrios en un solo sistema organizado, especialmente con una población que ha llegado a ser más que tres veces el tamaño de la de Zinacantán, ha requerido un control centralizado de un orden diferente del que prevalece en Zinacantán. El segundo factor involucra la red de transporte que articula los dos municipios con el mundo exterior. Mientras que Zinacantán desde hace mucho LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 169 tiempo está comunicado por carretera con la capital estatal Tuxtla Gutiérrez, Chamula ha continuado siendo mucho más aislado. Dentro del municipio de Zinacantán, el cambio de la Antigua carretera de arriería que atravesaba el centro de Zinacantán y llevaba viajeros allá en su camino hacia San Cristóbal de las Casas, a la Carretera Panamericana que esquivó el centro pero colocó a la mayoría de las aldeas en la carretera, o a una distancia de menos de una hora a pie, esta moderna arteria de transporte ha sido fundamental en la formación de tendencias políticas centrifugales y en la consecuente fundación de capillas católicas en la periferia y el intercambio de santos entre aldeas como Nabenchauk, ?Apas, and Nachih. Para citar de un estudio reciente de intercambios de santos en Zinacantán (Wasserstrom 1970: 265): “colocada en las orillas de la carretera, Nachih podría intentar adquirir un mayor grado de autonomía del centro de Zinacantán, que a partir de la construcción de la nueva carretera se encuentra en una posición mucho menos importante que antes, cuando la carretera pasaba directamente por el centro. Por razones similares, podemos especular acerca de la solidaridad política y religiosa de Chamula”. Hasta hace poco tiempo, ninguna carretera aislaba alguna de las aldeas de Chamula de su centro, y aún ahora, estas llegan al centro ceremonial a partir de la periferia más que directamente de San Cristóbal de las Casas. Dos hechos de Chamula son relevantes para nuestra discusión. Primero, Chamula posee una estructura político-religiosa extremadamente estrecha que reconoce tres subregiones y las integra en la jerarquía central mediante la representación, y el mercado semanal en el centro es todavía muy activo, como es el caso en municipios indígenas más aislados. Como consecuencia de una centralización política muy efectiva, creo que no han surgido capillas independientes y, por eso, tampoco intercambios de santos dentro del territorio de Chamula. De hecho, la reciente expulsión del párroco católico se puede percibir como un golpe por parte de las autoridades centrales que en una sola movida eliminó a todos los competidores por el poder espiritual. La solución de los problemas más específicos, de cómo los zinacantecos ponen mayor énfasis en la adoración local de los ancestros, que es el caso en Chamula, es una cuestión más difícil. Pienso que el presente ensayo, que hace LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 170 uso del método de la comparación controlada, haya revelado que la diferencia es congruente con las diferencias observables en el sistema político contemporáneo. Pero puede ser que factores y eventos desconocidos, algunos de antes de la conquista, estén involucrados. Por ejemplo, ¿a qué se debe que los chamulas respondieron con tal ferocidad en el momento de la conquista, y en las rebeliones de Cuzcat y Pajarito, en comparación con la más tímida repuesta de los zinacantecos?, y ¿cuál puede haber sido el efecto de estas respuestas al culto a los ancestros? Es posible que Chamula, más aislado de las principales arterias de transporte, haya sido capaz de desarrollar y mantener un sincretismo más seguro entre la adoración de los ancestros basado en la aldea, y el sistema religioso centralizado o, realmente eliminar la importancia de las deidades ancestrales en las aldeas. Al mismo tiempo, ¿es posible que Zinacantán, en más contacto con los conquistadores españoles, y posteriormente con los ladinos, haya separado más la adoración de los ancestros de la organización de la iglesia católica, y desarrollarlo a un alto grado de perfección en las aldeas? Es evidente que he llegado al límite de las inferencias legítimas y que tengo que dejar estas cuestiones para trabajos de campo en el futuro en Zinacantán y Chamula, y futuros trabajos en los archivos históricos. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 171 NOTA: I. Mi trabajo de campo fue apoyado por the National Institute of Mental Health (Beca No. o21oo) y the National Science Foundation (Becas GS-262, 976 y 1524). Un borrador preliminary tuvo los beneficios de comentarios de Suzanne Ahel, Victoria R. Bricker, George A. Collier, Jane F. Collier, Gary H. Gossen, John B. Holland, Robert F. Wasserstroin y especialmente de Timothy N.Rush. BIBLIOGRAFÍA: Rinderman, TV. N. 1960. Contemporary Oral Tradition of the Mexican Revolution. Unpul-lished Ms., H.lrvart1 Chiapas Project. Bricker, V. R. 1970. X Maya Passion. Unpublished Ms., Department of Anthropology, Tulane University. Calnek, C. E. 1962. Highland Chiapas before the Spanish Conquest. Ph.D. dissertation, University of Chicago. Cancian, F. 1965. Economics and Prestige in a Maya Community: The Religious Cargo System in Zinacantan. Stanford. Eggan, F. 1954. Social Anthropology and the Method of Controlled Comparison. American Anthropologist, 56: 743-763 Geertz, C. 1966. Religion as a Cultural System. Anthropological Approaches to the Study of Religion, ed. M. Banton, pp. 1-46. New York. Gossen, G. H. 1970. Time and Space in Chamula Oral Tradition. Ph.D. dissertation, Harvard University. Vogt, E. Z, 1960. On the Concepts of Structure and Process in Cultural Anthropology. American Anthropologist 62: 18-33 1964 The Genetic Model and Maya Cultural Development. Desarrollo cultural de los Mayas, ed. E. Z. Vogt and A. Ruz L., pp. 9-48. Seminario de Cultura Maya, Univcrsidad Nacional Au:6noma de Mexico. (Reprinted 1971). 1969a. Chiapas Highlands. Handbook of Middle American Indians: Ethnology, v. 7, ed. E. Z. Vogt, pp. 133-151. Austin. 1969b. The Maya: Introduction. 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Among these are the residentiary and kin groups, the territorial, the working, the ceremonial and the groups at a community level like the Agrarian Section and Common Goods. Salovesh devotes special attention to family groups as they constitute the basic unity in the participation in political decisions, and analyzes the political interaction within and among all the groups. This way he suggests a radial model where the groups for the local feast (belonging to ceremonial groups), appear as organizing center of the political system. INTRODUCCIÓN Existe amplia literatura, que aumenta rápidamente, relativa al campo de la antropología política. A pesar de todo lo que ha sido publicado en este campo, creo que la mayor falla en el estudio antropológico de la política es que tenemos muy pocas investigaciones en las que se analice intensamente un solo sistema político, en términos políticos, y dentro del marco de un grupo de Originalmente publicado en la revista “América Indígena”, Vol. XXXV, No. 1, enero-marzo de 1975. Traducción de Demetrio Sodi. Agradecemos el permiso de “América Indígena” para publicar el texto. 221 Michael Salovesh es investigador del Departamento de Antropología de la Universidad del Norte de Illinois. El autor sintetiza en este artículo las ideas principales expuestas en los capítulos de su libro sobre la política en una comunidad maya. 220 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 173 ideas relacionadas directamente con la comprensión de la política 222. En muchos de los estudios que han aparecido para llenar este vacío, nunca se han hecho explícitos los enfoques teóricos (Por ej., ni Gearing, 1962 ni Leach, 1954 nos dicen lo que entienden por “política”, aunque cada autor asegura que su trabajo es el estudio de un sistema político). Pero podemos reconocer como un “hecho empírico real” el estudio de los sistemas políticos, por medio del uso de algún marco teórico de referencia. En este trabajo están íntimamente ligados los datos observados y el desarrollo de la teoría. El enfoque subyacente es similar al patrocinado por Glaser & Strauss (1967), usando los métodos de la observación participante. Los datos de campo recogidos con tal sistema, son inherentemente subjetivos; en la consideración de su validez, se puede confirmar lo adecuado de trabajo de campo del investigador solamente con referencia a los factores que han condicionado sus investigaciones. Bruyn (1966: 181-183) sugiere seis factores principales que afectarán la validez de un trabajo de observación participante: tiempo, lugar, circunstancia, lenguaje, intimidad y la confirmación de los significados expresivos. La introducción considera la operación de estos factores en mi propio trabajo de campo. En resumen, estuve más de veinte meses en el campo (y tuve acceso a datos recogidos por otros antropólogos en la misma comunidad); viví en la comunidad, y en sitios familiares a mis informantes, los cuales venían de una amplia y representativa gama de status y circunstancias sociales223: las entrevistas se condujeron en español (en el cual tanto mis informantes como yo nos sentimos cómodos) y en tzotzil (en el cual puedo seguir conversaciones, sin contribuir a ellas con mucho de mí mismo); Abundan las polémicos acerca de cómo deben ser estudiados tales sistemas (por ej. Easton, 1959). Colecciones de artículos cortos y descriptivos de lo que parece tener algo que ver con el análisis político, se están publicando con frecuencia cada vez mayor (por ej. Banton, 1965; Cohen & Middleton, 1967; Swartz, 1968). Los estudios que sostienen posiciones faccionales dentro de las tradiciones de “evolución política”, parecen ir por un camino firme (por ej., Fried, 1967; Krader, 1968). Sorprendentemente, sin embargo, hay muy pocos estudios que emprendan concientemente el análisis antropológico de un sistema político como objetivo primario. 223 Tanto San Bartolomé como la comunidad más grande de Venustiano Carranza están altamente estratificadas (ver Salovesh, 1965). Los hombres de todos los grupos indígenas significantes (o, en algunos casos, tipos de grupos) fueron algún tiempo mis informantes durante mis sesiones de campo; las mujeres indígenas tendían a hacerse mis informantes solamente si participaban de niveles altos de prestigio, poder o riqueza en la comunidad. Los informantes no indígenas vinieron, principal pero no exclusivamente, de grupos de alto status. 222 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 174 logré profunda intimidad con algunos informantes, menos con otros; y para las varias preguntas nacidas en este trabajo, fui razonablemente (pero no invariablemente) exitoso al obtener confirmaciones convincentes en los sentidos de lo expresado por mis informantes en palabras y acciones. EL ANÁLISIS DE LOS SISTEMAS POLÍTICOS El punto de partida de la introducción teórica a este trabajo es una definición de “política”: Política es ese aspecto de la conducta de los individuos dentro de grupos, que está asociada con la formulación y ejecución de decisiones que entrelazan a los miembros de un grupo como consecuencia de sus asociaciones con el mismo El sentido e implicaciones de cada frase operativa en esta definición están examinadas por ellas mismas, y en comparación con las ideas presentadas en cuatro trabajos que han influido en el desarrollo de la antropología política: Radcliffe-Brown (1940), Smith (1960), Easton (1959) y Swartz, Turner & Tuden (1966). En esta discusión, sugiero que es fructífero considerar que cualquier grupo social puede ser centro de actividad política (esto está en contraste específico con los puntos de vista de Easton, quien limita la noción de política al “conjunto social más inclusivo”: una sociedad y sus subdivisiones principales; y con la de Radcliffe-Brown, quien limita su idea de la política a aquellas actividades que afectan el orden social de una sociedad basada territorialmente en su conjunto). Dudo que los límites de “un sistema político se establezcan por la conveniencia arbitrara del analista, ni por los mecanismos limitativos inherentes a las actividades de las personas inmiscuidas en dicho sistema. Considerando los diversos tipos de toma de decisiones – actividad central de los sistemas políticos – encuentro más útil considerar las clases de apoyo que pueden colocarse detrás de una decisión; las reglas del juego de la toma de decisiones y la comunidad política, que el intentar hacer distinciones firmes entre “autoridad” y “poder”, “legitimidad” y “coacción”. En el presente análisis, que se refiere a un sistema político no formal, no encuentra necesario distinguir entre los tipos “legislativo”, “administrativo” y judicial” de decisiones. Me pregunto, en cambio, sobre las LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 175 clases de grupos en que se toman las decisiones políticas, las razones por las que aquellos que no tienen el poder de decidir sufren las decisiones tomadas por otros, y las formas en las cuales los grupos políticos pueden afectar las decisiones de sus líderes. Siguiendo la discusión general de la naturaleza de la política, es necesario preguntar cómo el marco teórico básico puede aplicarse al estudio de casos concretos. El primer paso es fijar los límites de lo que se considerará sistema político bajo examen. Tal elección no es totalmente libre: le incumbe al que analiza demostrar que los individuos cuya conducta está examinando constituyen, de hecho, un grupo; que este grupo sirve como campo para una variedad de procesos políticos; y que el grupo es, comparativamente, el apropiado, es decir, que el estudio de la política dentro de ese grupo en particular puede iluminar ya sea una cierta clase de grupos similares, o una cierta clase de procesos políticos similares. A continuación es necesario identificar todos los subgrupos incluidos dentro del grupo mayor, visto como el centro del sistema político bajo examen. Una vez que han sido identificados y descritos los grupos que comprenden las unidades del sistema político, el análisis puede dirigirse a una consideración de las actividades de la toma de decisiones en sí mismas. EL ASENTAMIENTO FÍSICO Y LA COMUNIDAD INDÍGENA EN SAN BARTOLOMÉ La mayoría del análisis específico en este trabajo, se refiere a una clase específica de conducta, pero debe enfatizarse que la conducta política no ocurre en un vacío. Factores físicos, económicos y sociales externos a la política como tal, son parte esencial de las circunstancias que rodean cada acto político. Por lo tanto, el capítulo 2 del libro citado está dedicado a una descripción del pueblo de Venustiano Carranza y sus alrededores, mientras que el tercer capítulo considera interacciones sociales y actividades económicas de todos los habitantes del pueblo. Datos básicamente relativos al lenguaje; educación; lugares de residencia; ocupaciones y subsistencia económica, demuestran que hay dos grupos significantes principales entre los habitantes de Venustiano Carranza: LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 176 “indígenas” y “ladinos”. Es fácil demostrar que los indígenas de este pueblo constituyen una comunidad corporada aparte, la comunidad llamada San Bartolomé en este análisis. San Bartolomé es un grupo en el sentido de ese término usado en mi definición básica de política (cf. Nadel, 1951: 146). Hay muchas variedades de procesos políticos internos en este grupo. No obstante, las actividades políticas en Venustiano Carranza, Chiapas, y en México todo, tienen consecuencias directas en los procesos internos de toma de decisiones en San Bartolomé. Es por tanto necesario demostrar la utilidad, para propósitos antropológicos, de considerar que San Bartolomé sirve como el centro de un sistema político. Hago lo anterior mostrando que esta comunidad encaja muy bien en un continuum de comunidades similares en Chiapas. Algunas de las comunidades (por ej., Chamula, Zinacantán), están compuestas total o primordialmente por indígenas hablantes del tzotzil; y si deben explorarse comparativamente las posibilidades de esta serie de comunidades, la comparabilidad estricta exige la consideración de la comunidad indígena misma, más que la comunidad mayor y mixta de Venustiano Carranza. (Señalando estudios previos tales como Tax, 1953; Gillin, 1951 y Tumin, 1952, muestro que no es una novedad el estudio de comunidades indígenas en pueblos mixtos ladino-indígenas, tal como si estuvieran aisladas). LA JERARQUÍA POLÍTICO-RELIGIOSA TRADICIONAL Y EL FIN DEL SISTEMA TRADICIONAL Propugno por una clase de análisis político que es posible solamente si se basa en detalles extensos que se pueden adquirir por medio de observación de primera mano, aun entre aquellos grupos que mantienen registros escritos voluminosos. Esto significa que un análisis completo de los sistemas políticos del pasado es poco menos que imposible. No existen amplios registros de la jerarquía político-religiosa tradicional en San Bartolomé, y el sistema tradicional fue suprimido en 1932. Pero todavía existen ciertos datos en informes escritos y en la memoria de los informantes más viejos, y en años recientes ha habido intentos concientes de recrear algunos rasgos del sistema tradicional. En consecuencia, vale la pena intentar recapturar los detalles de la forma de operación del viejo sistema, tal como pueden ser reconstruidos en forma 177 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS confiable. También es bueno hacer la advertencia de que cualquier reconstrucción de este tipo representa, probablemente, una imagen idealizada, débil en el detalle; lo más probable es que muestre lo que los informantes actuales – con toda su experiencia intermedia – piensan lo que el sistema debe haber sido. Sus afirmaciones sobre cómo terminó el vejo sistema y también los cambios posteriores, pueden perder confiabilidad, puesto que los informes sobre eventos bastante recientes, que aún tengan muchos efectos perceptibles, probablemente sean utilizados. Pero dentro de estos límites, cierta reconstrucción es posible de todas maneras. La jerarquía tradicional político-religiosa en Venustiano Carranza era muy similar al patrón general descrito por Carrasco (1961). Su supresión fue resultado de las luchas políticas en la escena nacional (cf. López Gutiérrez, 1957, III: 450; Bosques, 1937). La versión moderna de esta historia en San Bartolomé, atribuye el fin del viejo sistema a un mayor del ejército revolucionario que fue enviado a la comunidad como maestro de escuela y organizador político a fines de la década de los años de mil novecientos veinte. Igualmente, como lo dicen los informantes, el viejo sistema cayó bajo el control centralizado de un solo cacique, que llegó al poder como Secretario de gobierno indígena autónomo. Ese viejo cacique fue el que después instituyó la mayoría de los rasgos principales del sistema político actual, de acuerdo con el mito moderno. CONTEXTOS DEL GRUPO SOCIAL CON RESPECTO A LA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA El capítulo 6 describe y clasifica todos los tipos significantes de grupos permanentes que infringen los procesos políticos en San Bartolomé. Cada tipo de grupo está descrito primero en términos de las diversas clases de toma de decisiones con las cuales el grupo puede estar conectado. Grupos residenciales y parentales: Los grupos familiares son corresidentes, grupos mínimos de cooperación económica. Cada grupo familiar comprende cuando menos una mujer o niña casi adulta; puede incluir también varios niños y uno o más hombres. El grupo no familiar contiene más de una pareja casada. Dos o más grupos familiares que ocupan la misma casa o un LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 178 mismo sitio habitacional delimitado, lo que implica un sitio de grupo. El término “familia extensa” se usa en un sentido especial en este trabajo, para referirnos a un individuo, todos sus ancestros vivos, y las esposas de esos ancestros. Las familias extensas no son corresidentes; tienen funciones especiales en el matrimonio, el parentesco ritual y la asignación de poder político en otros grupos. Grupos territoriales: Vecindarios son grupos sociales compuestos de individuos que ocupan sitios habitacionales contiguos. Cada vecindario tiene un hombre, y está claramente delimitado. Los barrios son grupos sociales y divisiones territoriales dentro del barrio, y cuatro de los cinco barrios contienen cada uno más de un vecindario (el barrio más pequeño contiene sólo un vecindario). Grupos de trabajo: Los grupos de trabajo femeninos – de los cuales el caso típico es el grupo de pila – no son grupos políticos. Constituyen, sin embargo, campos importantes para la formulación y diseminación de la opinión pública, y por tanto tienen efectos directos sobre la política de otros grupos. Los grupos de trabajo masculinos, y aquí llamados grupos de milpa, son grupos políticos por derecho propio, y funcionan frecuentemente como subdivisiones principales dentro de los grupos territoriales y a nivel de comunidad. Grupos ceremoniales: Los grupos para la erección de la cruz están a cargo del ritual y del mantenimiento de varios géneros asociados con grandes cruces que están erigidas en las entradas del pueblo, en las esquinas de las calles, y en los extremos de las calles y veredas principales. Los grupos para la fiesta del barrio tienen como función manifiesta la celebración de cuatro fiestas anuales principales, cada una de las cuales está vagamente relacionada con uno o más grupos territoriales del barrio. Los grupos para la fiesta del agua celebran rituales asociados con el principio de la estación lluviosa, en mayo, y con su término, en septiembre. Los grupos para la fiesta de toda la comunidad están implicados en la celebración de cinco fiestas anuales principales: Carnaval, Semana Santa, San Miguel, Todos Santos y la Virgen de Guadalupe. Los líderes de la oración y los músicos rituales forman grupos corporados separados; estos grupos participan en casi todas las ceremonias públicas. Grupos a nivel de la comunidad: La Sección Agraria es la rama local del partido LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 179 político nacional reinante, el PRI (Partido Revolucionario Institucional). Aunque sus miembros son casi todos oriundos de la comunidad indígena, éstos de hecho no tienen control sobre sus actividades. Bienes Comunales es la organización representativa que retiene el título de las tierras comunales indígenas alrededor de Venustiano Carranza. Esta es la definición más cercana de un grupo político único, formalmente organizado, con poder exclusivo de toma de decisiones relativas a la comunidad entera de San Bartolomé. LA POLÍTICA EN LOS GRUPOS RESIDENCIALES Y DE PARENTESCO En el capítulo 7 y el siguiente analizo la operación de la política en cada uno de los tipos de grupo descritos en el capítulo anterior, junto con las interinfluencias entre grupos. Puesto que el análisis está apoyado en términos generales, lo encontré útil para presentar datos relativos a los ejemplos actuales de individuos en interacción política en una serie de casos de estudio que sirven como contrapunto a cada una de las generalizaciones principales. Para cada tipo de grupo he expuesto la estructura de roles y sus instituciones, poniendo especial atención a las formas con las que el poder, al tomar decisiones para el grupo, se adhiere a roles específicos y contextos establecidos. También me pregunto cómo cada miembro del grupo es capaz de influir en las decisiones tomadas en contextos donde no tiene poder primerio de toma de decisiones. Finalmente, examino las consecuencias que se siguen de atacar o rechazar las decisiones que se toman para estrechar los enlaces de un grupo en particular, para mostrar las posibles ganancias políticas o pérdidas subyacentes a los sistemas de apoyo a las decisiones políticas. Puesto que el grupo familiar es la unidad básica de participación en casi todos los otros grupos políticos, dedico atención considerable a la estructura del poder en toma de decisiones dentro de los grupos familiares. Para ayudar a este análisis, los grupos familiares son clasificados en tres subtipos distintos: grupos familiares simples, en los que una pareja casada son los únicos miembros adultos; grupos familiares compuestos, que consisten en dos o más adultos, ninguno de los cuales vive con sus cónyuges; y grupos familiares complejos, que contienen tanto una pareja casada como otro adulto o adultos. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 180 Los grupos de sitio se dividen también en tres subclases para este análisis: los sitios simples, que contienen un solo grupo familiar; los sitios verticales, que incluyen grupos familiares separados de padres y uno o más de sus hijos o nietos; y sitios horizontales, que consisten en grupos familiares de dos o más hermanos u otros parientes no lineales en una sola casa o sitio habitacional delimitado. Encuentro improductivo analíticamente fijar una tipología de las variedades de las familias extensas. La política de cada una de estas siete variedades de grupos se analiza aquí. LA POLÍTICA MÁS ALLÁ DE LOS GRUPOS RESIDENCIALES Y DE PARENTESCO Las clases de grupos examinadas en el capítulo precedente constituyen los bloques básicos que conforman la interacción política de San Bartolomé. Para examinar la política en grupos grandes, es necesario primero mirar los mecanismos que permiten hacer posible la acción del grupo. Por tanto, vuelvo a un examen de las estrategias alternativas, para organizar el análisis de grupos más complejos Finalmente, analizo la interacción política dentro y entre todos los tipos de grupos territoriales de trabajo, ceremoniales y a nivel de comunidad que se encuentran en San Bartolomé. En grupos no residenciales, extrafamiliares en San Bartolomé, el apoyo político para las acciones de grupo se encuentra en una serie de enlaces diádicos entre cada uno de los hombres que ocupan un rol de liderazgo y cada uno de sus partidarios. Un líder llega a poseer el poder de toma de decisiones por medio de la ampliación del alcance de sus relaciones diádicas a un grupo numeroso de partidarios, e intensificando esas relaciones hasta asegurar que la mayoría de éstos se consideren a sí mismos obligados a continuar su apoyo en diversas ocasiones. Los referidos enlaces diádicos entre líderes y partidarios pueden basarse en cierta combinación de ligas de parentesco, residencia e interacción situacional; cada tipo de enlace es analizado por su influencia en la acción política. El análisis de grupos contenido en los primeros capítulos está basado en dos suposiciones disimuladas: que las categorías de los grupos que pueden ser separados analíticamente, en la realidad operan como si estuvieran 181 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS separados uno del otro, y que los procesos de la política son inherentemente jerárquicos. Estas suposiciones han probado ser un artificio estructural útil hasta aquí, pero resultan un impedimento para el análisis de la política en grupos más grandes. Propongo, en lugar de eso, usar un modelo radial de política en el análisis de estos grupos. En un modelo radial, ciertos grupos o instituciones se ven como el centro que proporciona coherencia a las actividades de todos los otros grupos; pueden servir también como agencias que permiten las interacciones entre diferentes clases de grupos periféricos que no están directamente conectados entre sí. En un modelo así, no es necesario suponer que los grupos o instituciones centrales están superordenador a otros grupos; las relaciones exactas están abiertas a la investigación. Considero los grupos para la fiesta de barrio como el centro organizativo de las políticas en grupos extrafamiliares en San Bartolomé. El liderazgo en otros grupos es legitimizado a través del servicio en los grupos de fiesta de barrio, y la cooperación intergrupal se facilita y organiza por medio de las acciones de los grupos para la fiesta del barrio. Los grupos para la fiesta de barrio pueden ser convenientemente vistos como el centro organizativo del sistema político de San Bartolomé, pero donde se toman las decisiones más importantes, son en los grupos territoriales de barrio y los de Bienes Comunales. Los grupos de milpa son los subsidiarios principales de ambos tipos de grupo. Finalmente, los barrios se unen en muchas ocasiones en dos facciones semipermanentes dentro de la organización de Bienes Comunales (estas facciones son probablemente los reflejos actuales de una división antigua de “mitad” dentro de la comunidad). Los grupos para la fiesta del barrio sirven como el cemento que mantiene unidas todas estas clases dispares de grupos. ALGUNAS CONSIDERACIONES FINALES El capítulo 10 del libro citado se plantea tres cuestiones: ¿cómo podemos probar mi análisis en su integridad? ¿Qué relaciones tiene mi marco de trabajo inicial con una “teoría” de antropología política? Y ¿qué clase de estudio ha sido este? LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 182 Sugiero que el asunto de conclusión en esta clase de análisis realmente es una cuestión de competencia de los marcos de trabajo lógicos en el análisis político. La única certeza lógica disponible como conclusión estaría en una demostración de que la política está limitada a estructuras jerárquicas, y que los datos específicos considerados forman tal estructura. Pero estoy convencido de que muchos rasgos de la política en San Bartolomé únicamente pueden ser ajustados a un modelo jerárquico piramidal, por medio de una seria deformación de los hechos. Por lo tanto, afirmo que es imposible demostrar que cualquier análisis de un sistema político es completo, lógico y empíricamente, lo cual admito con cierta tristeza. Mi marco de trabajo preliminar es “teórico” solamente en el sentido de que podría contribuir al desarrollo de alguna teoría o teorías; y muestro que esto no es una teoría en sí misma. No se ha desarrollado una teoría tal de antropología política (es decir, una colección de temas y axiomas probados contra la predicción de eventos desde las condiciones observadas). Faltando esta clase de teoría, no he puesto mis cuestiones en la forma de hipótesis verificables; mis hipótesis fueron generados por los datos que observé, y no pueden ser verificados por los datos que los hicieron nacer. No obstante, el análisis de la política en San Bartolomé que ocupa el grueso del trabajo mencionado es una explicación de ese sistema político. En lugar de contestar preguntas que empiezan con “por qué”, por afirmaciones que empiecen con “porque”, está dirigido a contestar preguntas sobre “cómo opera el sistema”. Todo el estudio está dirigido a llenar un hueco en la antropología política proporcionando un análisis intenso de un sistema político único, que está colocado explícitamente a la luz de un marco teórico de referencia única. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 183 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Bosques, 1937 Bruyn (1966: 181-183) Easton, David (1959). “The Political System”, Gearing, 1962 Gillin, 1951 y Glaser & Strauss (1967) Leach, E. R. (1954). “Political Systems of Highland Burma”, López Gutiérrez, 1957, III: 450; Nadel, S. F. (1951). “The Foundations of Social Anthropology”, London, Cohen & West. Radcliffe-Brown (1940), Smith (1960), Swartz, Turner & Tuden (1966). “Political Anthropology”, Chicago, Aldine. Tax, Sol (1953). “Penny Capitalism”, Chicago, Universty of Chicago Press. Tumin, Melvin (1952) LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 184 LAS LÁGRIMAS DE SAN ANTONIO: RITUAL Y REVOLUCIÓN EN GUATEMALA ORIENTAL224 Paul Diener225 Introducción El presente artículo revisa el debate que se desarrolló en la literatura antropológica norteamericana acerca de la naturaleza del ritual indígena en Mesoamérica, evaluando el problema a la luz del trabajo de campo del autor entre campesinos indígenas mayas de habla chorti en el oriente de Guatemala. Una revisión de este tipo puede servir un número de objetivos. En primer lugar, el ritual es un aspecto fundamental de la vida social de los campesinos indígenas en toda América Latina; para entender la sociedad indígena es necesario entender el ritual. En segundo lugar, los enfoques utilizados por los antropólogos en su estudio del ritual revelan muchos de los prejuicios de esta disciplina. Finalmente, al contrario de lo sostenido en la sabiduría ortodoxa, el ritual no es necesariamente una fuerza conservadora que se opone a la modernización y al cambio; en efecto, bajo las actuales condiciones las creencias rituales en el oriente de Guatemala contienen la semilla de una revolución política. El trabajo de campo sobre el cual se basa el presente texto se llevó a cabo durante el verano de 1971 y un periodo de 21 meses durante 1972 y 1973. Durante aquel periodo residí en la población de Olapa, en el departamento de Chiquimula, en los altos del oriente de Guatemala, e hice algo de investigación también en los municipios y las poblaciones de Esquipulas y Jocotán. La atención de la investigación se dirigía hacia los procesos agrarios y 224 Tomado de Latin American Perspectivas, No. 18, Verano 1978, Vol. V, No. 3: 92-116. La traducción es de Leif Korsbaek, se le agradece el apoyo brindado por Roberto Melville del CIESAS y a Cristina Rybertt de la ENAH su revisión de la traducción. 225 Paul Diener obtuvo su doctorado en Stanford en 1978 y goza ahora de una beca posdoctoral del Social Science Research Council, estudiando el papel del ganado en el desarrollo y el subdesarrollo de comunidades agrarias en el Tercer Mundo. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 185 ecológicos, la nutrición, la producción y la distribución de productos artesanales, el conflicto político y el ritual. Intentos recientes por sintetizar el gran acervo de información que se ha reunido acerca de los sistemas rituales en Mesoamérica, han partido de una imagen de la comunidad indígena tradicional como relativamente aislada, cerrada y no muy receptiva al cambio (Cámara, 1952; Wolf, 1955, 1957; Adams, 1957; Cancian, 1967; DeWalt, 1976; etc.). Para algunos, las barreras construidas por las comunidades indígenas contra la entrada de mercancías e ideas de fuera son el resultado de un deseo de cerrarles la entrada a la penetración económica y cultural (e g. Wolf, 1955, 1957 1959), mientras que para otros el conservadurismo de la comunidad indígena tradicional refleja la calidad inherentemente satisfactoria de la cultura indígena misma (e. g., Reina, 1966; Vogt, 1969). Sin embargo, la mayoría estaría dispuesta a afirmar que los sistemas rituales constituyen el núcleo del tradicionalismo indígena y una barrera contra el cambio social. Como lo formula Reina (1966), la comunidad indígena tradicional no es gobernada por las leyes y las reglas que rigen en el mundo moderno occidental, sino que más bien sigue su único y antiguo código ritual que se encarna en la “ley de los santos”. Aún pensadores que son sensibles a la poderosa influencia de las fuerzas económicas internacionales sobre el desarrollo histórico de la sociedad latinoamericana se han inclinado hacia esta interpretación del ritual mesoamericano: Pero los esfuerzos cristianos y de la civilización por erradicar los valores y la cultura “paganos”, en conjunto con la imposición de un sistema de explotación laboral, no han sido en absoluto totalmente exitosos…. de allí el deliberado mantenimiento de tradiciones religiosas indígenas y el rechazo conciente de algunos elementos del cristianismo, como se observa todavía en algunos pueblos indígenas como Chichicastenango…. así que en lo cultural, la conquista nunca fue consumada (Jonas, 1974: 112). Cada día se evidencia con mayor claridad que esta interpretación común de la vida y las prácticas rituales en la comunidad indígena en Mesoamérica no toma en cuenta suficientemente la manera en que la expansión del orden mundial capitalista durante los recientes siglos “penetraba enteramente y de manera efectiva aún los sectores más aislados del mundo subdesarrollado” (Frank, 1969: 5). Los pueblos indígenas no son supervivencias antiguas, son LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 186 plenamente modernos y siempre lo han sido, aunque su modernidad es de una forma “involucionada” (Geertz, 1963), producto de siglos de “desarrollo del subdesarrollo” (Frank, 1967). Para entender la vida y el ritual de los indígenas mesoamericanos no tenemos que dirigirnos hacia la ley de los santos, sino hacia las leyes del desarrollo capitalista. Proponemos que los aspectos más distintivos del ritual indígena en el oriente de Guatemala no sirven para aislar y proteger la comunidad indígena, sino que funciona más bien para “sacar el capital o el excedente económico de los satélites (indígenas) y canalizarlo a las metrópolis” (Frank, 1969: 6). Además, los sistemas rituales indígenas no son en su forma ni paganos ni feudales, son principalmente mecanismos impuestos al pueblo indígena que se derivan de la tradición comercial europea. Finalmente, sostenemos que las comunidades indígenas tradicionales no se oponen necesariamente a programas de cambio orientados hacia la colectividad y son frecuentemente aquellos más dedicados a los valores tradicionales y al ritual como agentes efectivos de este tipo de cambio. Para ilustrar las tesis aquí propuestas será útil describir brevemente dos importantes complejos rituales que han sido observados en el oriente de Guatemala, y luego considerar las interpretaciones que los antropólogos norteamericanos, por lo regular, ofrecen de estos fenómenos. Entonces indicaremos cómo un enfoque basado en el concepto de desarrollo del subdesarrollo nos promete una mejor comprensión. Finalmente intentaremos indicar el papel que juega el ritual en los conflictos políticos y económicos que en estos momentos sacuden los altos del oriente de Guatemala y formular unas predicciones acerca del cambio social y ritual en el futuro. Alimentos para el alma, regalos para los santos El municipio de Olapa se encuentra en las montañas del oriente de Guatemala, cubre un territorio de 156 kilómetros cuadrados y la altitud varía de casi 6,000 pies a menos de 3,000 pies. El terreno es accidentado y rudo. Los principales productos agrícolas son café, cultivado en pequeñas fincas, ganado, y maíz y frijol. En el pueblo Olapa mismo viven unos 700 habitantes, la mayoría ladinos (no indígenas), mientras que aproximadamente 9,000 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 187 agricultores de subsistencia dispersos, de los cuales la mayor parte son mayas chorti, habitan las áreas rurales alrededor. La mayoría de los suelos de café, la mayor parte del ganado y las mejores tierras con maíz y frijol son propiedad de ladinos, que controlan también el comercio y los cargos políticos en la cabecera. Los indígenas cultivan maíz y frijol en terrenos marginales, producen algo de artesanías y son empleados por los ladinos. Entre los indígenas tradicionales, el ritual sigue siendo importante; los dos complejos rituales de mayor importancia son el culto a los muertos y el culto a los santos. Tanto informantes ladinos como indígenas describieron Tuticopote Arriba como el área rural más tradicional y ritualista en el municipio de Olota, y fue descrita también como un centro de actividades guerrilleras. Siendo el foco de la insurgencia durante el año de 1966, cuando la guerrilla controlaba casi todas las 22 aldeas del municipio, Tuticopote Arriba sufría fuertemente en el otoño de aquel año, cuando el ejército de Guatemala llevó a cabo una operación antiguerrilla en la región. Se dice que nueve indígenas fueron muertos en la región, de una población total de alrededor de cuatrocientos. Muchos más huyeron a la costa, y unos pocos de ellos regresaron más tarde. Poco tiempo antes de mi estancia de tres meses en la aldea, un ladino fue muerto a tiros en la vereda que lleva al pueblo. Y un poco después del fin de mi estancia allá, otros dos muertas resultaron de un tiroteo. Aunque los hombres estaban vestidos con manta blanca (la tela que usan los indígenas para su ropa), los habitantes no los conocían. En la prensa nacional, el evento fue reportado como un incidente de guerrilla, pero la piel clara de los cadáveres y el hecho de que fueron encontrados vistiendo ropa interior cara, produjo entre los indígenas el rumor de que los hombres fueran miembros del grupo terrorista derechista Mano blanca, un rumor que fue reforzado por el hecho de que el hogar que los difuntos habían asaltado se había visto involucrado en una disputa fuerte con un ladino poderoso. La combinación del tradicionalismo y el ritual indígenas con el activismo político y aún violencia revolucionaria, así como se encuentra en Tuticopote Arriba en mi opinión no ha recibido la atención que merece. Hemos tendido a interpretar los gastos rituales como reliquias o supervivencias culturales, cuando realmente se explican mejor como procesos políticos y económicos. En 188 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS esta sección se describirán brevemente dos complejos rituales importantes de los mayas chorti. El siete de febrero de 1973 participé en un siquín (fiesta para las almas) en Tuticopote Arriba, en un hogar que se encuentra a tres millas al norte de Olota. El ritual fue similar a otros muchos que había observado en la región chorti. El patrocinador de este siquín (que en adelante se llamará L.) llevaba muchos meses siendo mi amigo e informante. Un indígena que dominaba tanto la lengua maya chorti como el español, había tenido el año anterior un ingreso que yo estimaba con mucho cuidado en menos de 150 dólares estadounidenses. Aunque este ingreso era ligeramente mayor al ingreso promedio de los indígenas de la región, de todos modos L. era pobre. Dos de los cinco hijos que habían nacido en la familia habían muerto antes de llegar a los cinco años, y en ambos casos la desnutrición parece haber contribuido al fin. Cada miembro de la familia poseía una muda de algodón barato, que les duraría un año entero. Solamente L. calzaba chanclas, los demás miembros de la familia andaban descalzos. Mi informante me contó que el maíz se había acabado durante la primavera del año anterior, un periodo que los indígenas llaman “la temporada del hambre”. La familia había sobrevivido por medio de alimentos adquiridos con dinero ganado por trabajo asalariado en las tierras de los ladinos, cuando hubiera oportunidad. Un día completo de trabajo en el campo es remunerado con 0.35 centavos de dólar estadounidense, justamente suficiente para comprar seis libras de maíz. L. se dio cuenta de que era pobre y lo resentía. Hablaba de sí mismo tanto como un “hombre pobre” como de “indígena”. Describía al movimiento guerrillero y la consecuente contrainsurgencia como el “fracaso del pueblo”. Recordaba con orgullo los años de su juventud, cuando los indígenas dominaban las áreas rurales de Olapa y una vez habían elegido a un presidente municipal. Sin embargo, a pesar de la pobreza de esta familia, y no obstante las insatisfacciones que esta pobreza causaba, el siquín que L. patrocinó implicaba gastos de más de 25 dólares norteamericanos, y gran parte de este dinero fue gastado como “desperdicio ritual”. Y esta fiesta fue solamente uno de cuatro rituales que L. patrocinó durante aquel año. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 189 Aunque el sacerdote local les ha explicado a los indígenas que los difuntos residen permanentemente en un mundo más allá, la mayoría sigue creyendo qe los difuntos se pueden encontrar en los mismos lugares que frecuentaron durante su vida. Un encuentro imprevisto con los espíritus de los muertos casi siempre resulta en mala suerte, enfermedad o muerte pero el regreso regular e imprevisto de las ánimas (las almas) al mundo de los vivos es el foco de uno de los complejos rituales más importantes de los chorti. Las fiestas para los difuntos no se celebran solamente en la ocasión de entierro, sino también a nueve días después, a seis meses, y a un año después del entierro; y después de eso cada año al aniversario del entierro, hasta diez años después, o más. Cuando ya no se celebra el aniversario individual de un difunto, se dice que el alma se ha reunido con todos los parientes difuntos que regresan a su hogar durante el mes de noviembre, “el mes de las almas”. Mientras que los siquines son particularmente comunes el día de los muertos, las familias patrocinan fiestas rituales durante todo el mes. Noviembre es probablemente el mes de mayor bienestar material en esta región, pues la mayor parte de los cultivos son cosechados en la última parte del verano o en el otoño. Anterior a la fiesta para los muertos, el altar del hogar y la habitación en la cual se encuentra, son adornados con pinos, flores y con hojas. A menudo el tronco de una palmera es levantado frente al altar, en función de un barandal de comunión, y docenas de velas son colocadas encima de él. El altar mismo está colmado de alimentos y bebidas, y se introducen grandes cantidades de fuegos artificiales, velas, incienso y alcohol. A la puesta del sol empiezan a llegar los vecinos, hasta cincuenta o más. Poco después de la puesta del sol empieza a cantar un rezandero, y la mayor parte de los huéspedes participan en la ceremonia. La atmósfera es solemne, hasta morbosa. Las almas que se encuentran alrededor del hogar pueden causar gran daño, y un siquín inadecuado causaría su enojo. Durante la ceremonia se prenden velas y fuegos artificiales, y se ofrece incienso. Se dice que todas estas cosas son alimentos para las almas, que exigen todo lo que la familia puede brindar. Así que “el desperdicio ritual” llega hasta a incluir todo el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 190 excedente que posee la familia. Finalmente, terminan las plegarias, las almas “comen el espíritu de los alimentos” en el altar, y parten. A esta altura se vuelve más liviano el ambiente. El “cuerpo” de la comida que queda se reparte entre los huéspedes, y se come en el lugar o se lleva a la casa para ser consumida posteriormente. Se empieza a bailar con acompañamiento de una guitarra, los hombres con hombres, las mujeres con mujeres y se consumen grandes cantidades de alcohol. El ritual continúa hasta el desayuno del siguiente día, luego de lo cual se retiran los huéspedes. Otro sistema ritual de gran importancia entre los mayas chorti es el culto a los santos. Hay tres clases de santos importantes: santos del hogar, santos de la iglesia y santos viajeros. Mientras que el culto a las almas gira en torno a la creencia de que los muertos pueden causar gran daño a menos que se les ofrezca “comida” ritual, el culto a los santos se basa en la creencia de que los santos “posean” o “manejan” todos los fenómenos naturales del mundo. Aunque Dios Padre creó al mundo, su dirección se encuentra en las manos de los santos que tienen que ser honrados con regalos. Sin embargo, no son los santos en cuanto personajes históricos que cargan con esta responsabilidad; la dirección del mundo natural está invertida en las imágenes físicas de los santos, lo que es el caso en toda el área chorti. Estas imágenes constituyen, junto con las representaciones de la cruz, Santa María y Jesucristo mismo, la teoría de los supernaturales que supuestamente son los dueños de todas las cosas físicas en el mundo. Cada hogar indígena tradicional cuenta con un solo altar doméstico, donde el hombre de estatus más alto, que también es responsable de dirigir los asuntos económicos del hogar, lleva a cabo el ritual. En un típico altar se encuentra un número de cruces de madera, una o varias figurillas de madera, y una o más imágenes sagradas. Las figurillas y las imágenes sagradas son compradas a los ladinos en los pueblos, aunque a veces se les atribuye un origen supernatural de las más antiguas. Estos santos son los guardianes del hogar, y no se sacan de allá. No obstante que hogares diferentes pueden tener imágenes de los mismos santos católicos, se piensa que son distintos, supernaturales. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 191 Al final de cada día, el jefe de familia reza, enciende velas y quema incienso. El domingo se aumenta la intensidad de los rituales, si la familia no viaja a la iglesia del pueblo. Circunstancias particulares exigen rituales particulares. Un problema importante en el hogar requiere una petición; un golpe de suerte tiene que ser marcado por una fiesta; el día de uno de los santos ocasiona una celebración; una estación sagrada o una crisis particular puede causar una novena226. Todos estos rituales son costosos, de manera que cada día el hogar indígena tradicional les ofrece regalos a sus santos, y en tiempos marcados especialmente por suerte, por mala suerte o en temporadas particulares del año se incrementan estos regalos. Los indígenas tienen también relaciones especiales con la multitud de imágenes de santos que se encuentran en las iglesias locales. Estas relaciones son de carácter individual más que de familias, y cualquier evento que tiene importancia personal requiere regalos para los santos, en particular eventos que tienen que ver con los ingresos materiales. Como un botón de muestra, uno de mis informantes mantenía unas colmenas como una actividad económica personal. Se dice que la imagen del Cristo Negro en Esquipulas es la dueña de esta variedad de abejas, y solamente este santo podía prevenir que enjambraran, así que una parte importante del ingreso de la apicultura se dedicaba a regalos al santo. De igual manera, San Antonio es el dueño del ganado, la Divina Pastora es dueña de los borregos, San José es el dueño del monte y la madera que sirve a la carpintería, Santo Domingo es el santo patrono de los rezanderos, San Ramón es el santo patrono de las comadronas, etc. Hay que compartir los ingresos de estas actividades con el dueño supernatural. Los indígenas pueden ser particularmente devotos a los santos de la iglesia cuyo nombre llevan, y pueden apelar a aquellos santos acerca de quienes se sabe que han ayudado a otros en años pasados, o pueden sencillamente acercarse a un santo acerca de quien realmente no sabe gran cosa. En algunas casos se apela a santos de pueblos alejados; se dice que a La petición, la fiesta, la celebración y la novena son rituales específicos chorti de carácter local. Los rituales difieren en el patronazgo, la ocasión, la duración, los convidados (si hay algunos), etc. 226 192 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS veces los santos locales se cansan de escuchar todo el tiempo las mismas solicitudes. En 1972, el santo más poderoso de todo Guatemala, el Cristo Negro de Esquipulas, recibió a más de un millón de devotos227. Los santos de la iglesia son también adorados en momentos particulares del año. El más importante de los días rituales es el día del nombre del santo patrono del pueblo, y en aquella ocasión casi todos los indígenas le ofrecen regalos. Pero los informantes describieron más de cien días como apropiados para la adoración de las imágenes en la iglesia. Finalmente, los indígenas tradicionales adoran también a los santos viajeros que forman la base de las hermandades religiosas, o el sistema de cofradías. Estas imágenes de madera, de una altura de alrededor de un pie, son cargadas por las montañas del oriente de Guatemala al lomo de aquellos que se dedican a las hermandades de servicio religioso. En la región chorti los sistemas de cofradías son organizados a través de las fronteras municipales, y las áreas rurales locales son visitadas por santos que vienen desde lejos en lo que un informante describió como “un gran movimiento de imágenes”228. Las cofradías son complejas y su estructura varía algo de un pueblo a otro en el oriente de Guatemala. A título de ejemplo describiré la cofradía que se dedica al servicio a la imagen del Patroncito Santiago de Esquipulas, que visitó a Tuticopote Arriba mientras me encontraba allá. Este santo viajero tiene su base en una casa de cofradía en las orillas de Esquipulas, veinticinco millas al sur de Tuticopote Arriba. Allí residen un número de oficiales, dedicando un año de servicio que implica una responsabilidad directa por planear y patrocinar los rituales que se celebran para el santo el año en cuestión. El más grande de éstos se lleva a cabo el día del nombre del santo e implica un gasto de cientos de dólares Los monjes benedictinos de los Estados Unidos que manejan la Basílica de Esquipulas, donde se encuentra el Cristo Negro, cuentan los devotos que suben por las escaleras para llegar a la imagen. Las cifras aquí presentadas se basan en sus cálculos. 228 Según este informante, los siguientes santos viajeros habían visitado su aldea rural durante su vida: La Divina Pastora de Olota, el Patroncito Santiago de Esquipulas, San Felipe de Esquipulas, Santa Cruz de Esquipulas, Nuestro Amo Santísimo de Carboneras, Santa Rosalía de Santa Rosalía, San Miguel de Chiquimula, Santa Elena de Santa Elena, Patrón Santiago de Jocotán, Santa Lucía de Santa Lucía, San Francisco de Quetzaltepeque, San Juan de San Juan Ermita, Niño San Antonio de Los Encuentros (visita solamente áreas rurales, no entra a los barrios indígenas en los pueblos), La Virgen de la Concepción de Camotán, Dulce Nombre de Jesús de Camotán, San Pedro de Camotán y San Jacinto de San Jacinto. 227 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 193 estadounidenses. Un indicador de las dimensiones del gasto nos proporciona el hecho de que en 1972 se compró una vaca entera como parte de los preparativos de alimentos. El costo de velas, copal, fuegos artificiales, flores, misas, donaciones a la iglesia, bebida y otros elementos del “desperdicio ritual” es enorme. Cuando no se encuentra en proceso alguna fiesta, sigue el ritual en la casa de la cofradía, si la imagen está presente. Durante la mayor parte del año, sin embargo, el santo viaja por las áreas rurales de Esquipulas y los municipios colindantes. El mayordomo de caja, el principal oficial en Esquipulas, selecciona mayordomos de demanda en tres pueblos vecinos, y estos cuatro oficiales planean el itinerario anual del santo. Lego, cada mayordomo elige un número de encargados229 que viajarán con el santo una semana o más durante el mes que se encuentra en su municipio. Finalmente, los encargados seleccionan un equipo de hombres que los ayudarán en el transporte del santo, y preparan una serie de paradas donde campesinos individuales patrocinan rituales que duran un día entero. Estos rituales, velaciones, se parecen a los siquines en algunos aspectos, aunque los gastos en alimentos son menores. Además, los visitantes que llegan para adorar al santo, le regalan unas monedas. Este dinero regresa en la última instancia a Esquipulas donde se gasta en el financiamiento de algunos de los rituales del pueblo. Así es que la mayor parte de las noches atestiguan a la imagen del Patroncito Santiago recibiendo homenaje de campesinos en algún punto de su viaje por las accidentadas inclinaciones en el oriente de Guatemala. Cada noche, el anfitrión procura alimentos, artículos rituales y bebida, y los muchos visitantes traen regalos que el santo lleva consigo. El mayordomo de demanda de Olota me contó que donaciones de 200 dólares estadounidenses durante la 229 Mayordomo de caja, mayordomo de demanda y encargado son tres posiciones jerárquicamente ordenadas en la Cofradía del Patrón Santiago en Esquipulas. El mayordomo de caja es el principal oficial; se dice que su nombre se deriva de su rol como “mayordomo del baúl” haciendo referencia al baúl que contiene la vestimenta y la parafernalia ritual del santo, etc. Sin embargo, aunque los informantes ahora lo niegan, es más probable que su nombre proviene de la caja de dinero que viaja con el santo; es decir que es el “mayordomo de la caja de la comunidad”. Viene a la mente la caja de la comunidad de tiempos anteriores, durante la colonia. Los mayordomos de demanda son “mayordomos (de los santos) sobre demanda”, solamente, cuidan a los santos cuando los reciben para viajar en su municipio. Los encargados son aquellos que tienen el encargo de cuidar al santo, son los encargados del santo, bajo la autoridad del mayordomo. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 194 estancia de dos meses del santo en este municipio era normal, y muchos otros santos también pasan de visita por las áreas rurales de este pueblo. Las almas y los santos verdaderamente dominan la vida entre los campesinos tradicionales en el área chorti maya. Cada aniversario de un difunto requiere un ritual costoso, y durante el mes de noviembre toda el área rural está cubierta de siquines. Cada día hay que honrar al santo y eventos extraordinarios en el hogar requieren rituales extraordinarios. Los santos de la iglesia son dueños de aquellas cosas y procesos que son importantes a los individuos, y hay que darles regalos para asegurar su cooperación. Finalmente, docenas de santos viajeros atraviesan la región todo el año, llevando fuerzas especiales y ayuda sobrenatural, pero exigiendo también limosnas especiales. Es imposible calcular con precisión el monto de “desperdicio ritual” que resulta de estas prácticas rituales pero, sobre la base de casi 200 estudios económicos muy detallados de gastos de hogar hechos a través de dos años, sugiero que los indígenas tradicionales gastan hasta el 25% de sus ingresos de esta manera. Tal vez expresamos mejor la paradoja de estos gastos, de una manera que nos es típico a los antropólogos, por medio de un ejemplo representativo. El miércoles de cenizas de 1973 llegué a un hogar a unas cuatro millas al sur del pueblo de Esquipulas. Encontré la familia, que había esperado entrevistar, profundamente afligida; su hijo menor estaba muriéndose. Este niño, de alrededor de ocho años, padecía una avanzada desnutrición de proteína y calorías uno de los muchos casos de este tipo que encontraba en esta región. La familia me contó del esfuerzo que se había hecho para conseguir más alimentos, y su pena y amor por el niño eran evidentes. Sin embargo, no obstante que entendían claramente la importancia de las proteínas animales, durante los tres días anteriores el niño había ingerido solamente un huevo. La razón que dieron por no haberle proporcionado más proteínas era la falta de dinero, y sin embargo en el altar ardían varias velas como regalos a los santos. Cuando empecé a indagar acerca de estos gastos rituales, el jefe de familia contestó: “¿qué se puede hacer? Si no rezamos, todos nos enfermamos y nos morimos, no habrá cosecha, perderemos nuestras tierras. Solamente los 195 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS santos nos pueden ayudar. Rezar a los santos es una gran carga, pero tenemos que rezar”. El niño murió en miércoles de cenizas. Estos gastos rituales relativamente onerosos y despilfarradores sufragados por gente que son tan pobres, nos presentan a los estudiosos de las sociedades indígenas de Mesoamérica un problema, tanto en lo referente a una teoría general y como un primer paso hacia un cambio social con sentido. Ya que el despilfarro ritual tan claramente constituye un problema, se han hecho muchos intentos por explicarlo; vamos a revisar estas explicaciones. Imágenes antropológicas del hombre y de la sociedad La expansión de los imperios europeo y norteamericano durante los últimos siglos ha sido acompañada por la difusión de imágenes intelectuales de los pueblos no occidentales subyugados. A aquellos que vieron la expansión y el “desarrollo” de las áreas satelitales como deseable, las tradiciones nativas parecieron inferiores y necesitadas de cambio. A aquellos que vieron la expansión como no deseable, las tradiciones nativas a menudo les parecieron como modos de ser humano aceptables, hasta admirables. Sin embargo, el “mito del salvaje innoble” y el “mito de salvaje noble” comparten un rasgo: son visiones de los pueblos satelitales a partir de la metrópoli. Una perspectiva muy diferente ha sido desarrollada por los críticos de la sociedad europea y norteamericana. Desde Muenzer a Marx y a Mao TseTung, y estos críticos han insistido en que la atención no se dirija hacia las “culturas” de los pueblos subyugados, que sean juzgados buenos o malos, sino más bien en el proceso de subyugación mismo. Desde ese punto de vista, todas las sociedades coloniales fueron “formadas y transformadas” casi inmediatamente después de su incorporación en el sistema mundial expansivo, así que existe solamente un sólo proceso unificado de desarrollo global y los pueblos que hayan sido desarrollados o subdesarrollados como partes de él. El concepto de “cultura” mismo se convierte en un mito, utilizado por los estudiosos que siguen en las huellas de los soldados y administradores, y utilizado para justificar, primero, la conquista de los pueblos “culturalmente inferiores” y, posteriormente, las condiciones estancadas de involución y subdesarrollo que produce esta transformación a estatus satelital. Estas 196 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS respuestas generales al problema presentadas por los pueblos coloniales y neocoloniales son reflejadas donde han producido tres tradiciones discernibles: el desarrollismo, el funcinal-relativismo y la tradición crítica (Diener & Robkin, 1978; Diener, 1974; O’Connor, 1974: 92-93). El desarrollismo fue la perspectiva teórica adoptada por casi todos los fundadores de la antropología moderna, donde fue enredado y confundido con ideas biológicas para formar la teoría de darwinismo social. Tal vez una de las interpretaciones más tempranas del ritual mesoamericano formulada por un antropólogo, la de E. B. Tylor (1861) adoptó este enfoque. Tylor visitó México a mediados del siglo XIX, y tanto su sentido británico de orden como su sentido cuáquero de simplicidad religiosa fueron ofendidos por las costumbres religiosas exuberantes que atestiguó. Concluyó que estas prácticas eran supervivencias de anteriores etapas “salvajes” y/o “feudales” de la sociedad, supervivencias que ahora constituyeron un obstáculo al progreso. Fue deseable e inevitable la evolución hacia una forma “superior” (es decir, más similar a la forma británica) y más racional forma de culto. No escapa la atención de Tylor que la penetración y la influencia cultural británicas, en aquel entonces ya en proceso, facilitaría este fin saludable. La perspectiva desarrollista está muy lejos de haber muerto. El sacerdote ladino en Olota, que había estudiado en universidades norteamericanas y que encabezaba un movimiento de la “Revolución Verde”, pequeño pero en expansión, ligado a la Democracia Cristiana y vestido en los atavíos del indigenismo reformista, describió a los indígenas como “infantiles” y necesitados de una dirección eclesiástica paternal. Oficiales de la AID, con quienes conversé en la Ciudad de Guatemala, mostraron preocupación de que las “supersticiones primitivas” y el “tradicionalismo” se opondrían a sus esfuerzos “desarrollistas”. Un científico social guatemalteco que visitó mi campo culpó la arcaica “mentalidad maya” por el subdesarrollo económico de su país. Opiniones como estas encuentran justificación científica en la obra de aquellos que colocan la culpa por el subdesarrollo en los supuestos defectos de los campesinos, postulando por ejemplo que el campesinado carece de una motivación de progreso (McClellend, 1961), autonomía personal (Hagen, 1962), LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 197 capacidad de conceptualizar el progreso (Foster, 1967) o personas influyentes dispuestas a asumir riesgos (Cancian, 1972). El punto de vista desarrollista, cuando se aplica al estudio del ritual en Mesoamérica, nos lleva a postular la existencia de una tradicional “comunidad cerrada corporativa” que muestra una “resistencia al cambio cultural”, pero que se encuentra ahora bajo la influencia de cosas e ideas de la sociedad más grande, transformándose así paulatinamente en una comunidad más moderna que es “abierta y receptiva al cambio” (DeWalt, 1976: 101; véase también Cámara, 1952, Adams, 1957; Cancian, 1967). DeWalt (1976) nos ofrece una tipología de sistemas rituales que se encuentran en Mesoamérica en la actualidad como etapas a lo largo de un contínuum de la tradición a la modernidad: 1) sistemas rituales tradicionales: el ritual es el núcleo de la unidad comunitaria, todos o casi todos los miembros de la comunidad participan en el sistema ritual y los cargos locales, religiosos y políticos, son jerárquicamente organizados y articulados a la ejecución de rituales. 2) sistemas rituales acéfalos: los oficios políticos más altos ya no son articulados a los valores tradicionales o a la ejecución de rituales. Más bien, son hombres que dominen el español, que sepan leer y que tengan experiencia en el trato con el mundo fuera de la comunidad que ocupan estos oficios, sin que cuente la ejecución de rituales. 3) sistemas rituales ornamentales: todos los cargos políticos son ahora separados de la ejecución de rituales, que no obstante continúan existiendo y encierran los cargos religiosos de la comunidad. 4) sistemas rituales debilitados: tanto los cargos políticos como los de la iglesia son separados de la ejecución de rituales. Los cargos de la iglesia pueden caer bajo el control de un sacerdote ladino de tendencia modernizadora, pero el ritual sigue siendo una actividad importante entre los indígenas. La tipología de DeWalt es útil, pero la hipótesis desarrollista, con la que la intenta relacionar, es equivocada en términos de evidencias psicológicas, estructurales, geográficas e históricas. Es un sinsentido asociar la ejecución de rituales tradicionales con una supuesta resistencia psicológica al cambio. En efecto, en la región chorti encontré consistentemente que eran aquellos más dedicados al ritual y a los valores sociales tradicionales, que habían sido los más activos en el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 198 movimiento guerrillero. No obstante que un pequeño cuadro de ladinos de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) habían llegado a la región en compañía de los indígenas que regresaron de trabajo en las plantaciones e Izabal, el liderazgo era en gran medida local y tradicional. De allí que gran parte de la retórica revolucionaria pintaba un regreso a los valores tradicionales de solidaridad e igualitarismo comunitarias. Un número de indígenas fueron asesinados exactamente porque habían adoptado valores ladinos y formas de vida relacionadas con los ladinos; este tipo de comportamiento fue visto como una traición a la comunidad indígena y una disposición a participar en su explotación. Ciertamente, los indígenas tenían “motivación de lograr”; querían lograr nada menos que el control político de su comunidad, y podrían bien haberlo alcanzado si no fuera por la masiva ayuda financiera y militar que el ejército guatemalteco recibió de los Estados Unidos. No cabe duda de la “conceptualización de progreso” de los indígenas, ni de su voluntad a asumir riesgos. Es un hecho, sin embargo, que los indígenas tradicionales del oriente de Guatemala no demuestran una estructura de personalidad en la cual la “autonomía personal” sea altamente desarrollada. Es más bien el caso que los indígenas tradicionales se caracterizan por un profundo sentido de compromiso con la familia y la comunidad. Puede ser que un individualismo altamente desarrollado y un sentido de interés propio sea necesario para lograr esto, pero parece ser incompatible con un movimiento de cambio social basado en metas comunitarias, como fue el caso de la rebelión en el oriente de Guatemala en 1966230. La hipótesis desarrollista de DeWalt es también errónea por razones estructurales. Primero, ignora la característica estructural más importante del ritual tradicional en Mesoamérica: la enorme carga económica que lleva Disponemos de demostraciones psicológicas, matemáticas y de teoría de juegos que documentan el hecho de que patrones de motivación individualista y comunitaria son lógicamente distintos y a menudo mutuamente excluyentes. Una de las discusiones más interesantes de este tema se ha venido desarrollando alrededor de los estudios psicológicos del problema del “dilema del prisionero” (véase Rapaport, 1968, 1974). En cierto sentido, mi argumento es que el “Nuevo Hombre” que algunos observadores ven como necesario para una modernización bajo el amparo del socialismo, y el modelo de personalidad y valores sociales de la comunidad indígena, especialmente como es codificado en sistemas rituales tradicionales, pueden tener similitudes importantes que contribuyen al potencial revolucionario de este. “La Ley de los Santos” es, en la última instancia, un sistema localizado de incentivos morales. 230 199 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS consigo. En todas partes, el ritual es descrito como una carga que pesa sobre la comunidad indígena, y eso es cierto en los sistemas debilitados, como en el caso en el oriente de Guatemala, así como en los sistemas tradicionales. Segundo, es evidente que la tipología de DeWalt indica el grado al cual se ha logrado un control externo sobre los cargos religiosos y políticos de la comunidad; lo que refleja la tipología de DeWalt es la capacidad del gobierno estatal y la iglesia nacional de penetrar la comunidad indígena. Pero la penetración no leva necesariamente a desarrollo o modernización; puede también llevar a un aumento en la explotación, degradación del ambiente, empobrecimiento exacerbado y una aceleración del desarrollo del subdesarrollo. Y eso es exactamente lo que describen los indígenas en la región de los mayas chorti. Finalmente, al concentrar la atención en el ritual en la comunidad indígena, en vez de considerar la región ladino-indígena como la unidad apropiada de análisis, en lo fundamental DeWalt ha concebido mal la estructura social básica de las áreas indígenas tradicionales en Mesoamérica. Este problema será discutido más detalladamente adelante. La interpretación de DeWalt es también geográficamente cándida. Si fuera cierto que los sistemas rituales “tradicionales” se desmoronaran como resultado de la difusión a partir de las regiones más modernas de Mesoamérica, entonces podríamos esperar que los pueblos más lejanos serían los más tradicionales. Eso no es lo que encontramos. En 1970, por ejemplo, hice un viaje a pie con compradores de puercos ladinos de la ciudad de San Cristóbal las Casas en Chiapas a la región tzeltal maya en sus alrededores. Al salir de la ciudad, entramos en regiones indígenas tradicionales, donde el ritual era fuertemente organizado y de mucha importancia, y los gastos rituales eran grandes. Llegando a una distancia de unas sesenta millas de la ciudad, después de cuatro días de caminata, encontramos a indígenas muy modernos que habían abandonado el ritual por ser innecesario y muy costoso. Muy lejos de erosionar el ritual, la proximidad de los centros ladinos estimula su desarrollo. Lo mismo vale para el oriente de Guatemala, donde asentamientos indígenas muy lejanos son ritualmente menos elaborados. Así que podemos concluir que el ritual es una función de la interacción ladino-indígena, y se LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 200 encuentra más desarrollado en regiones donde esa interacción es de un tipo particular y especialmente intensiva. Finalmente, la hipótesis de DeWalt es también cándida en lo histórico. El ritual no se encuentra en un proceso de desmoronamiento en años recientes. En efecto, los sistemas rituales han prosperado y se han desarrollado a partir de la Revolución Mexicana y, especialmente, a partir de la reforma agraria y la política pro-indígena que la seguía (Collier, 1975: 186, s. f.). También en Guatemala sucedió un desarrollo y enriquecimiento de los sistemas rituales a la zaga del derrocamiento del régimen de Árbenz en 1954 (Adams, 1957; Reina, 1966). Cuando se toma en cuenta el patrón histórico más amplio en América Central, también encontramos muy poca evidencia de una tendencia de cambio histórico unidireccional de formas “tradicionales” hacia formas “modernas” de religión y ritual. El sistema “tradicional” todavía no había emergido durante el periodo tumultuoso de la conquista o el de la encomienda y el cacicazgo (términos que hacen referencia a las instituciones de tributación) que seguía. En la última parte del siglo XVI, con el surgimiento de comunidades indígenas gobernadas por ayuntamientos, los sistemas rituales “tradicionales” se volvieron importantes. La importancia de esos patrones rituales menguó cuando nació la gran hacienda y muchos indígenas se vieron amarrados en una esclavitud de deuda; en algunos momentos volvió a emerger, como por ejemplo en el México postrevolucionario, donde las grandes haciendas fueron atacados por el gobierno nacional y las comunidades indígenas fueron restablecidas (Chevalier, 1963). De hecho, el ritual indígena “tradicional” ha sido asociado con una forma particular de organización social, la que MacLeod (1973: 142) ha llamado la “comunidad tributaria indígena”. Estas comunidades han sido más o menos importantes en la historia de América Central, dependiendo en gran medida del lugar de América Central en el sistema económico mundial (MacLeod, 1973). Como un resultado de lo anterior, las comunidades campesinas y sus rituales han visto periodos de elaboración y periodos de decadencia, siguiendo los cambios cíclicos en el desarrollo económico mundial y el papel de América Central en este desarrollo (Skinner, 1971, 1976, 1977). LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 201 Históricamente, los centros metropolitanos del capitalismo en expansión contenían no solamente grupos que vieron la expansión y la penetración colonial como posibles y positivas, sino también grupos que no tenían interés alguno en la expansión, y aún grupos que vieron la penetración como indeseable. Con frecuencia, aquellos grupos en la metrópoli que no tenían interés en la expansión o cuya posición relativa en lo económico y en lo social sería amenazada por ella, llegaron a argumentar que una continua expansión era moralmente errónea. De Vitoria y Las Casas, a Rostov y Chomsky, los desarrollistas y los funcional-relativistas han discutido la ética de la expansión y han propuesto estereotipos encontrados del salvaje “noble” e “innoble” (Gerbi, 1973; LaFarge, 1971; Saum, 1963, etc.). Mientras que el desarrollismo subraya las virtudes de la expansión metropolitana y la ignominia de los modos de vida satelitales que son transformadas por ella, los funcional-relativistas subrayan la dignidad de las “culturas” satelitales, el derecho de los pueblos en las sociedades satélites a mantener sus juegos irrepetibles de vida, la equivalencia funcional de varias formas de experiencia social, etc. Lo que no se nota es, sin embargo, que las “culturas” así alabadas casi siempre son elementos encapsulados en el sistema económico mundial, y la posición dominante de los centros metropolitanos de este sistema mismo no es el objeto de las críticas de los funcional-relativistas. Los argumentos de Las Casas, por ejemplo, no iban dirigidos a la dominación española como tal, sino más bien contra los nouveau riches, tanto en el Nuevo Mundo como en España, cuyo rápido ascenso al poder amenazaba a la antigua nobleza a la que Las Casas era tan profundamente leal. Las comunidades indígenas bajo dirección clerical, y leales directamente a la Corona, comprobaron ser un contrapeso muy útil contra estos elementos (Hanke, 1965; Gerbi, 1973). De igual manera, la crítica liberal del imperialismo corporativo en los Estados Unidos de hoy, hablan a favor de un conjunto establecido de intereses metropolitanos; el estereotipo romántico de pueblos satelitales desarrollados en este proceso es distorsionado por las metas para las cuales es intencionada. Los desarrollistas ven la expansión como deseable y promueven una imagen del “salvaje innoble” para justificarla; los funcionalrelativistas conciben a la continuada expansión como contraria a sus intereses 202 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS y promueven una imagen del “salvaje innoble” para impedirla. Ambos operan con visiones metropolitanas de los pueblos satelitales. Aunque las respuestas desarrollistas y funcional-relativistas al problema intelectual que ponen las áreas satelitales, son identificables a través del proceso histórico de los sistemas imperiales desde tiempos clásicos; el pensamiento desarrollista dominaba en particular en el mundo occidental, cuando el capitalismo pasaba por su expansión más vigorosa. Cuando el capitalismo transformaba al mundo, los intelectuales vieron la transformación como inevitable y positiva; cuando el proceso de transformación no solamente se desaceleró, sino encontraba obstáculos insuperables aún revoluciones socialistas, el respeto por las tradiciones existentes fue el leitmotiv de los intelectuales (Gough, 1968, 1969; Hartung, 1954). La dominación reciente del punto de vista funcional-relativista en la antropología mesoamericana en los Estados Unidos ha llevado consigo un énfasis en los estudios de comunidad (“community studies”). A partir del texto extremadamente influyente de Sol Tax, en el cual describió la comunidad como la unidad fundamental en el occidente de Guatemala, el marco de la investigación antropológica en México y América Central ha sido el estudio de comunidad (“community study”). Se ha llegado a pensar en los municipios indígenas tradicionales como “comunidades cerradas corporativas” (Wolf, 1955, 1957). Con sus propios patrones lingüísticos, estructuras económicas, vestimenta, organización social, sistemas religiosas, etc., las comunidades indígenas son percibidas como “manteniendo una barrera contra la entrada de mercancías e ideas producidas fuera de la comunidad” (Wolf, 1957: 6). La consideración de las comunidades como si fueran unidades autónomas durante largos años ocultaba la naturaleza de las estructuras socioeconómicas en las cuales las comunidades indígenas están integradas (Stavenhagen, 1969; Collier, 1975). En un caso de este sesgo, que frecuentemente es citado, describe Sol Tax (1953) una comunidad guatemalteca en la cual la tercera parte de la población es no indígena, y sin embargo describe solamente el aspecto indígena de la comunidad, haciéndole caso omiso al segmento ladino. Cuando se ve obligado a discutir las 203 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS interacciones inevitablemente importantes de indígenas y ladinos, lo hace como si discutiera las relaciones exteriores de sociedades distintas. Los tempranos estudios de comunidad que trataron los rituales mesoamericanos intentaron demostrar que los pueblos indígenas habían mantenido sus creencias históricas a pesar de la conquista y la colonización, por lo que sería justo respetar estas antiguas tradiciones y permitirles persistir, y que la idea de los desarrollistas acerca de una transformación inevitable eran equivocadas. Eso es el enfoque de los “ídolos detrás de los altares” (llamado así por los estudiosos que gastaron sus carreras buscando ídolos indígenas escondidos detrás de altares católicos). Muchos de los estudios de comunidad en la tradición funcional-relativista no solamente intentan demostrar que los pueblos indígenas mesoamericanos posean tradiciones culturales distintivas que se deberían respetar, sino intentan también entender cómo funcionan estas comunidades. Diener & Robkin (1978) sugieren que un interés por el funcionamiento continúa en las ciencias sociales en los Estados Unidos refleja una creciente preocupación por el desmoronamiento de estructuras satelitales y el surgimiento de amenazas radicales y revolucionarias en estas regiones. El financiamiento de investigación, por ejemplo, ha sido masivo en la reciente antropología norteamericana para el estudio de mecanismos integrativos y homeostáticos que permiten la persistencia de aldeas (estratégicas). En el caso del ritual mesoamericano, este punto de vista teórico ha producido un número de intentos por descubrir de qué manera sistemas rituales podrían ser benéficos a los indígenas que los tienen. Vogt (1961) sugiere que la ejecución de rituales concentran a los indígenas que viven en asentamientos dispersos, así que el ritual contribuye a la integración comunitaria. Wolf (1955) observa que el ritual contribuye a la unificación simbólica al proporcionar un conjunto compartido de creencias religiosas. Manning Nash (1958) ha dirigido la atención hacia el papel de ritual en la definición de membresía legítima en la comunidad indígena tradicional, y señala también que el ritual ofrece un método culturalmente sancionado de ganar respeto e influencia política. Frank Cancian (1965) ha subrayado el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 204 efecto del ritual al estratificar la comunidad indígena en una jerarquía de prestigio. Ninguna de estas explicaciones funcionales logran darle sentido a lo que nosotros vemos como el rasgo más importante del ritual mesoamericano: que en todas partes el ritual es considerado como un peso, una gran carga económica. Eric Wolf (1955), Manning Nash (1958), Pedro Carrasco (1961), Sol Tax (1953) y otros, han sugerido que los gastos y el despilfarro rituales tienen una función niveladora. Desde este punto de vista, la riqueza es peligrosa en una comunidad donde sólo unos pocos poseen recursos que superan el mínimo necesario para cubrir las necesidades de subsistencia y donde la tierra es escasa. La riqueza de los pocos podría ser utilizada para comprar las tierras de los muchos, dejando así a muchos sin los necesarios medios para sobrevivir y destruyendo la naturaleza igualitaria y corporativa de la comunidad indígena. De esta manera, el despilfarro de la riqueza, eliminando las diferencias sociales y económicas, le sirve a largo plazo el interés de la comunidad indígena. Las interpretaciones funcionalistas del ritual mesoamericano nos dejan una imagen variopinta de las comunidades funcionando para resolver sus problemas, con una fuerte tendencia hacia la estabilidad e integrando sus diversos elementos. Radcliffe-Brown, que es tal vez el funcionalista antropológico más importante, expresó bien este sesgo: Podemos definirlo como una condición en la cual todas las partes del sistema social cooperan con un suficiente grado de armonía o consistencia interna, es decir, sin producir conflictos persistentes que no pueden ser ni resueltos ni regulados (1952: 181). No obstante que los teóricos desarrollistas han reconocido las limitaciones del pensamiento funcional (e. g., van den Berghe, 1963; Harris, 1968), y algunos estudiosos de Mesoamérica han intentado corregir el anterior sesgo, proporcionando una profundidad histórica y un marco social más amplio de referencia para el modelo funcional de la comunidad indígena tradicional (e. g., Wolf, 1956, 1960; Collier, 1975), en última instancia, el punto de vista funcional nos da solamente una visión equivocada y que escasamente refleja la realidad de la comunidad indígena manteniéndose en un ambiente que es en LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 205 gran medida vacío (Stavenhagen, 1975: 68). Una orientación teórica de este tipo realmente no es capaz de tratar las relaciones entre el ritual y la revolución, entre la tradición y la transformación, entre los satélites y sus grupos oprimidos y las metrópolis con sus elites que son responsables de la opresión. Para llegar a comprender eso necesitamos un punto de vista histórico y dialéctico: El meollo de la dialéctica del conflicto y de la oposición es la interpenetración de los polos opuestos – la unidad de los opuestos – dentro de la totalidad que lo hace dos y sin embargo uno, dualista y al mismo tiempo holista … la dialéctica ve las clases sociales, como otros opuestos, como existiendo en una relación mutua de cohesión y al mismo tiempo conflicto, y no en una sumación mecánica, como la ve la teoría funcionalista de la estratificación. El meollo es, entonces, la interpenetración de integración y desintegración, de estructura y cambio, y dinámicamente de la negación de la negación (Frank, 1969: 104). Ritual, renta y revolución Mientras que lo grueso de las discusiones norteamericanas del ritual han tenido su foco en los procesos de desarrollo o han especulado acerca de las utilidades funcional-relativistas, los antropólogos mexicanos involucrados en la acción indigenista lo han percibido de una manera diferente. Lejos de disolver la estructura de la Mesoamérica rural en comunidades indígenas idealizadas con tradiciones culturales autónomas, los antropólogos mexicanos han visto los pueblos indígenas como parte de un sistema regional de localidades indígenas y ladinas interconectadas: Ahora hablamos no solamente de comunidades indígenas, sino de regiones indígenas es decir, de regiones más o menos extensas que se caracterizan por estar integradas por un gran número de comunidades indígenas o mestizo-indígenas que dependen económica, social y políticamente de una ciudad mestiza que llamamos la metrópolis de la región indígena en la cual se encuentra (Caso, 1955: 169). La relación de la metrópoli con sus satélites es una forma de colonialismo interno (Stavenhagen, 1965; González Casanova, 1965; Frank, 1967). El proceso de colonialismo interno opera a través de dos conjuntos de mecanismos: a través de mecanismos de apropiación los excedentes son movidos hacia arriba de los satélites a las metrópolis; a través de mecanismos 206 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS de dominación, se ejerce el control hacia abajo de las metrópolis a los satélites (Aguirre Beltrán, 1967; Weaver, 1976; Diener & Robkin, 1978). Además, las regiones indígenas son vistas como tan sólo el nivel inicial de una estructura …. de relaciones metrópolis-satélite jerárquicamente organizadas. En el oriente de Guatemala los indígenas de Tuticopote Arriba son satélites de la ciudad ladina de Olota, pero Olota es satélite de los centros regionales de Esquipulas y Chiquimula. En su turno, Esquipulas y Chiquimula son satélites de la Ciudad de Guatemala y de la elite nacional localizada allá. Finalmente, toda Guatemala es satélite dentro del imperio norteamericano. La determinante importante de las instituciones encontradas en la comunidad indígena es la red de apropiación y mecanismos dominicales que mantienen su estatus de satélite (Aguirre Beltrán, 1967; Collier, 1975). Finalmente, las estructuras metrópoli-satélite del capitalismo mundial no se han quedado ininterrumpidamente. históricamente El crecimiento estables, del ni se moderno han imperio desarrollado capitalista internacional ha sido marcado por el surgimiento de nuevos centros metropolitanos que sustituyen a viejas áreas nucleares en decadencia, el resultado del surgimiento de guerras entre metrópolis en competencia por el botín de las zonas periféricas y, cuando la cadena de dominación se haya debilitado, el surgimiento de rebeliones tanto de parte de los grupos oprimidos en las áreas satelitales como de parte de las clases subalternas en la metrópoli misma. Las comunidades indígenas en Mesoamérica han asimilado, estabilizado o irrumpido en revoluciones, en gran medida como respuesta a las oportunidades presentadas por el campo que las encapsula. La tradición de análisis crítico (O’Connor, 1974: 92-93) se ha venido desarrollando en gran medida entre estudiantes que provienen de las regiones satelitales o de los grupos en desventaja de los países metropolitanos, y que dirigen su atención no a las “culturas” de los pueblos coloniales y precoloniales, sino a las relaciones que crean el estatus satelital. Antes que postular un equilibrio o desarrollo, la tradición crítica busca las contradicciones que llevan inevitablemente al conflicto o al colapso. Antes de interpretar a las instituciones que se observan en la actualidad como productos útiles de crecimientos evolutivos independientes, el punto de vista crítico supone que las LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 207 comunidades que estudian los antropólogos hayan sido todas formadas y transformadas por su incorporación en el sistema capitalista mundial. Desde este punto de vista, el ritual indígena sirve como un proceso de apropiación que canaliza excedentes de los campesinos indígenas a las elites ladinas; en efecto, los gastos rituales constituyen una clase de renta: Estos excedentes que son requeridos por la configuración ritual asociada con el funcionamiento de la organización religiosa y política son transformados en un ingreso de aquellos que les proporcionan estos artículos a la comunidad indígena. Los surtidores son ladinos urbanizados, de los cuales muchos son artesanos especializados en las clases de artículos que consumen los indígenas (Stavenhagen, 1975: 168). Aguirre Beltrán sugiere que este “despilfarro institucionalizado” produzca un flujo de riqueza tan grande que constituya “la auténtica fuente de riqueza” en la ciudad ladina de San Cristóbal de las Casas con su población de alrededor de 20.000 personas. Las investigaciones de Collier en Chiapas lo llevó a la misma conclusión: Los sistemas de cargos se pueden ver dentro del contexto de las transacciones económicas en la región. Aquí, el trabajo indígena crea un producto que el sistema de mercado regional dirige hacia los canales ladinos. Productos ladinos destinados al consumo ritual inmediato son recibidos a cambio de alimentos y otras materias primas como valores que los indígenas convierten en prestigio (1975: 186). Los atavíos religiosos del proceso de economía política esconde la función de renta del ritual, pero “si los intereses, las exigencias y las demandas de las diversas clases se esconden detrás de una cortina religiosa, cambia muy poco la situación real, y se tiene que explicar a través de las condiciones del momento” (Engels, 1973: 51). En efecto, la máscara real que esconde los procesos involucrados es la tradición de desarrollismo y funcional-relativismo en la antropología norteamericana, pues la realidad brutal de la renta es a menudo bastante clara: En un caso guatemalteco particularmente despampanante, la familia ladina en control en una comunidad predominantemente indígena mantenía la figurilla de un santo en su hogar y les cargaban a los indígenas una tarifa por permitirles rezar a ella (Adams, 1967: 218). LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 208 La función de renta del ritual no deriva de tradiciones precolombinas o feudales, sino de los orígenes de la moderna configuración comercial en Europa. El ascenso al poder de una elite comercial europea, capaz de extraer una renta ritual del campesinado, que la fuente del fenómeno europeo conocido como la “piedad popular” (Chadwick, 1965). Los mecanismos de apropiación ritual fueron luego introducidos en el Nuevo Mundo, primero con el fin de sostener la clase clerical, y después como el sostén de los patrones ladinos de la sociedad en las Indias: Las cofradías o mayordomías fueron establecidas por la iglesia como un medio para cobrar dinero para el financiamiento de fiestas y otras necesidades de la iglesia … cuando se volvió escaso el clero … las cofradías inventaron varios mecanismos para seleccionar a los futuros patronos (Adams, 1967: 217). En algunos casos, las instituciones anteriores a la conquista fueron anexadas como mecanismos de cobranza de tributo. Desde hace mucho tiempo los antropólogos saben de fiestas institucionalizadas que se llevan a cabo en sociedades agrarias pre-estatales en la ocasión de un fallecimiento o del aniversario de un fallecimiento. Aparentemente, las fiestas de este tipo cumplen una función que tiene que ver con la salud (Rappaport, 1968). Así, por ejemplo, en Olota la enfermedad y la muerte siguen un ciclo anual, ocurriendo con mucho mayor concentración en ciertos periodos del año. Festejando los aniversarios del fallecimiento, los indígenas se protegen contra el riesgo de enfermedad creado por el estatus de nutrición marginal; es decir que los maya chorti cuidan sus escasos recursos durante tiempos normales para poder comer un poco mejor durante periodos de alto riesgo. Este patrón es probablemente muy antiguo, como lo implica el uso del término chorti siquín. La función de la conversión religiosa que efectuaron los sacerdotes españoles fue dirigir esta riqueza acumulada hacia tareas imperiales. De allí que las ideas católicas de que las almas necesiten velas, misas, indulgencias y otras formas de despilfarro ritual que durante siglos habían servido para apropiar los excedentes del campesinado europeo, fueron introducidos en el Nuevo Mundo. Estos sacrificios concentraba lo que antes había sido canalizado por rituales de redistribución, mientras que la costumbre católica de celebrar el día de las ánimas ofrecía una posibilidad conveniente de cobrar un impuesto sobre la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 209 cosecha anual. La naturaleza sincrética de la conversión indica la voluntad de la corona española a tolerar costumbres más antiguas si fuera posible aprovecharlas; y la lucha de los indígenas por mantener a los ídolos detrás de los altares” está lejos de ser un ejemplo de conservadurismo religioso, es más bien un símbolo de la lucha de los indígenas por quedarse con el producto de su trabajo. Mientras que el pago de ritual ha sido reconocido como un mecanismo de apropiación, ha sido menos claro de qué manera este mecanismo ha sido mantenido e implementado, o que es realmente una especie de renta sobre la tierra. ¿Porqué los indígenas se obligan a sí mismos y a sus vecinos a producir un excedente, que luego entregan a los ladinos en la forma de compras rituales?, ¿porqué los indígenas no sencillamente retienen este excedente para sus propios fines, ya que los ladinos carecen de una maquinaria administrativa capaz de estimar la riqueza de indígenas individualmente, cobrar impuestos o efectuar cobranzas? En el oriente de Guatemala los mecanismos dominicales que subyacen a la renta ritual proviene del control de los ladinos de la tierra, y especialmente la capacidad de los ladinos de inducir una presión ecológica sobre los indígenas, introduciendo estrategias alternativas del uso de la tierra que compiten directamente con la agricultura campesina. Un campesino tradicional chorti en la aldea de Las Palmas se quejaba conmigo de que “el ganado nos está matando. Ya pronto no habrá gente natural, solamente habrán los ladinos con su ganado”. Este comentario hace eco de lo que notaba Tomás Moro hace siglos, que “los borregos se comen a los hombres”. Desde los primeros días del capitalismo, se ha extorsionado a los campesinos por sus excedentes, bajo la amenaza de que sus tierras serían invadidas y destinadas a usos diferentes, o sencillamente les serían arrancadas, si no pagaron lo que se les exigía. Un medio a través del cual las elites controlan a las tierras, extorsionando así el excedente del campesinado, es la posibilidad de colocar a los indígenas en competencia eclógica directa con “otros” animales domesticados. Esta competencia es manejada para el beneficio de los terratenientes ladinos: Parece obvio que con las enormes extensiones de pastizales dedicadas al ganado, pero operadas a un nivel bajísimo de 210 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS eficiencia, los dueños de propiedades ganaderas pueden exitosamente mantener a los campesinos fuera de la tierra. En efecto, la industria ganadera es un mecanismo efectivo para la monopolización de los recursos de tierra (Feder, 1971: 80). Un ladino en Olota me explicó que estaba deliberando si la tierra que controlaba sería mejor aprovechada dedicándola a animales grandes (ganado) o a animalitos (indígenas). Cuando investigué cómo se tomará esta decisión, mi informante me explicó que sería necesario calcular los ingresos que se podían esperar de la venta de carne de res, leche, etc., y compararlos con lo que los indígenas pagarían, en gran medida de sus gastos rituales. Así que los indígenas que no contribuyan a la “renta ritual” tienen que enfrentar un desastre muy real: pierden sus tierras. Aún cuando la tierra de los indígenas no está completamente alienada, la competencia ecológica inducida puede ser utilizada como un mecanismo de control social y utilizada para obligar a los indígenas a entregar excedentes a través de compras rituales. La invasión de las tierras de los indígenas por el ganado de los ladinos representaba un problema recurrente en Olopa. Los ladinos admitieron abiertamente, especialmente cuando estaban tomando, que a veces no hacían intento alguno por prevenir el daño causado por su ganado, hasta podrían promoverlo. Los indígenas, cuyas tierras fueron dañadas de esta manera, fueron caracterizados como rebeldes, irrespetuosos y flojos, es decir, los indígenas que no estaban dispuestos a entregar sus excedentes a los ladinos. El único recurso que tenían los indígenas a su disposición en esta situación era,humildemente, edirle al ladino que tuviera más cuidado con sus animales errantes. Se decía que estas peticiones tendrían mayor posibilidad de ser escuchadas si primero se les ofrecieran regalos a los santos, regalos comprados en las tiendas cuyos dueños eran ladinos. Los intentos por evitar la competencia ecológica implementada por los ladinos, y escaparse de pagar la renta ritual, reciben un trato severo. En Las Palmas, unos indígenas mataron una vaca, después de que la milpa había sido invadida en repetidas ocasiones. Inmediatamente, cuando se tuvo conocimiento del incidente, partieron los policías ambulantes (una unidad militar móvil) y un grupo de ladinos del pueblo, una docena de hombres fuertemente armados, hasta seis con ametralladoras, rumbo a la aldea. No LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 211 obstante que no fue posible forzar a nadie a atestiguar acerca del evento a pesar de amenazas y tundas, seis “sospechosos” indígenas fueron arrestados y recluidos en la cárcel del pueblo durante varias semanas. Al final, seis de estos indígenas fueron enviados a la prisión en Chiquimula por seis meses. Me contó un informante ladino que no importaba si estos indígenas tuvieran conocimiento del crimen; era más bien importante que se le mostrara a la aldea entera las consecuencias de matar al ganado, no importa qué tan grande fuera la provocación o qué tan pequeño el valor económico del animal. Un líder religioso en la aldea de El Tablón empezó a aconsejar a los indígenas que gastaran sus recursos solamente en darles de comer a los hambrientos y comprarles tierras a los ladinos. Se oponía a la compra de velas, copal y otros artículos por ser ello un “despilfarro”. Construyó una pequeña capilla al lado de su casa y, bajo la influencia de los cuáqueros de Chiquimula, se declaró evangelista no violento. Este hombre, Ricardo Guevara, y cinco de sus simpatizantes más cercanos fueron sacados de sus hogares a las once de la noche al principio del mes de abril de 1972. La mayor parte de los veinte hombres que los agarraron eran de la comunidad. Cuando hablé con informantes acerca del secuestro poco tiempo después del evento, incluyendo a un ladino de Olota que admitió haber participado en él, me dijeron que había sido ordenado por un jefe político poderoso en Esquipulas a solicitud de ladinos de la ciudad. Dijeron que Guevara era guerrillero. Él y sus cinco asociados fueron llevados a la cercana Sierra de las Minas, donde fueron encontrados unos días después, con un tiro en la cabeza. No obstante que era del conocimiento público quiénes había perpetrado el secuestro, no se tomó ninguna acción oficial. Las amenazas de los ladinos contra los indígenas tienen un carácter arbitrario y caprichoso; no están directamente relacionadas en todos los casos con objetivos económicos. En Tuticopote Arriba, por ejemplo, el ganado ha causado mucho daño a las milpas de maíz, lo que ha producido muy limitados ingresos a los ladinos. En realidad, llevar a su ganado a Tuticopote Arriba les puede causar más gastos que ganancias a los ladinos (varias vacas cayeron en barrancas durante mi estancia, y tuvieron que ser sacrificadas). Sin embargo, como han señalado los partidarios de la teoría de los juegos, la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 212 naturaleza “irracional” de una amenaza y la demostración de que el amenazador está dispuesto a infligir castigo de manera caprichosa, asegura el pago máximo en “seguro” (“insurance”) de parte de los amenazados (Rapoport, 1968, 1974). Es una fuerte tentación ver muchos aspectos de la vida en el oriente de Guatemala como el resultado de un sistema económico edificado sobre la amenaza, especialmente la amenaza de perder la tierra y/o la cosecha por causa de la invasión del ganado: El latifundismo condona a los terratenientes implacables y realmente los considera elementos esenciales para la salvaguardia de los fundamentos del sistema … De hecho, es el terrateniente que será más probablemente cuestionado y criticado si parece que su comportamiento amenaza los fundamentos del sistema y trastorna las relaciones tradicionales entre los hacendados y los peones … Eso explica porqué la reacción de la elite rural es por lo regular violenta y enteramente fuera de proporción al cuestionamiento de su autoridad, aún en el caso del cuestionamiento más leve … Pero los campesinos son también prisioneros del sistema, pues sus actitudes y valores se han ido institucionalizando con el correr del tiempo, y representan un fuerte obstáculo al proceso de autoliberación … el miedo se manifiesta en actitudes de sumisión, evasión y desconfianza, y en una sensación de frustración (Feder, 1971: 110). En el oriente de Guatemala, estas actitudes hacia la vida – la del ladino violento e impredecible y el indígena servil y aterrado – se integran y son controladas en la relación patrono-cliente y en la ejecución de rituales. Esta configuración socio-cultural, y el papel que juega el ganado en ella, tiene su origen en las décadas después de la conquista, en mismo periodo en el cual fueron establecidos loa rituales “tradicionales” que estamos discutiendo: De su introducción por vía de México, Panamá y el Golfo de Honduras durante la última parte de los años 1520, estos animales se multiplicaron con una asombrosa rapidez …Las invasiones ganaderas en los plantíos de los indígenas, que se volvió un rasgo recurrente en la segunda mitad del siglo XVI, fue una de las razones de la hambruna y la muerte de los indígenas Por miedo a los animales o a sus dueños, y por falta de respuesta a sus quejas, muchos indígenas abandonaron sus milpas destruidas y cayeron en un estado de apatía (Mac Leod, 1973: 127). Que los hombres tengan sentimientos ambiguos hacia los santos y el ritual de cargos – y he escuchado cuentos de hombres que se burlaron de los LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS santos y aún los golpearon en desesperación 213 – es perfectamente comprensible; es la misma actitud de frustración que uno podría mostrar hacia un terrateniente poderoso y caprichoso. Se dice que los santos “son dueños” del mundo, regalos para ellos son “pagos”, el copal quemado en su honor es tomado como “monedas”. Es un producto de la función de renta del ritual que los indígenas saben producir velas pero nunca lo hacen, y que el ritual requiere pan blanco de los ladinos en vez de tortillas que son menos costosas y más nutritivas: el complejo entero está diseñado para canalizar el excedente a los ladinos bajo amenaza de perder las tierras. Que los gastos rituales expanden hasta el máximo del excedente disponible es indicador de lo extremo de las exigencias de los ladinos hacia los indígenas. No importa, cómo les expliqué a los ladinos del pueblo, los resultados de cientos de estudios de dieta que documentaron una situación endémica de malnutrición entre los indígenas, los ladinos seguían insistiendo que los indígenas eran despilfarradores e indulgentes, que tenían fortunas escondidas debajo de sus pisos de barro y que siempre sería posible extraer más excedente. Que algunos indígenas individualmente intentarían evitar los gastos rituales, pero que el ritual quedaría como la prioridad más alta de la comunidad indígena, refleja el hecho de que las amenazas ladinas raras veces van dirigidas hacia hogares indígenas individuales, por lo general van dirigidas hacia áreas rurales comunales. Que los indígenas son considerados como “animalitos” refleja, de hecho, su papel económico a los ojos de los ladinos, un papel que fue codificado hace muchos años en tratados teológicos que describieron a los indígenas como “animales hablantes” (Hanke, 1965). En pocas palabras, la mayoría de los aspectos de los gastos rituales en el oriente de Guatemala, que son intrigantes desde otros puntos de vista, se dejan explicar cuando este tipo de gastos son vistos como un proceso de economía política. El sistema de la economía política del cual la renta del ritual forma parte, es organizado jerárquicamente. Los elementos necesarios para los rituales cotidianos en el hogar a menudo son comprados en una tienda propiedad de ladinos en la aldea misma. Los domingos y otros días especiales para cultos comunitarios son reservados para visitar a los santos, y los ladinos más LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 214 poderosos se benefician de estas compras. Ocasiones especiales exigen visitas a ciudades lejanas donde residen santos especialmente poderosos y donde jefes políticos ladinos especialmente poderosos tienen tiendas. Los santos viajeros se mueven a través de la provincia, cobrando renta, en la última instancia en beneficio de los mismos ladinos que son dueños del poder en la región. En efecto, los peregrinajes de indígenas del occidente de Guatemala a la región de Esquipula, predominantemente ladina, podrían ser interpretados como un intento de atar las fortunas de grupos de ladinos políticamente poderosos del occidente del país al bienestar de las montañas indígenas en la arena nacional, un intercambio de regalos para los santos por favores políticos. Esta hipótesis se puede someter a una prueba empírica, investigando si de hecho los ladinos del oriente de Guatemala han apoyado causas políticas favorables a las elites occidentales. La flexibilidad de esta patrón de culto multidimensional, producido por por una constante búsqueda de cada vez más poderosos santos, le permite al flujo de renta cambiar la dirección con el cambio en las realidades políticas. La interpretación del ritual que aquí se ofrece es apuntalada por la rapidez con la cual cambian los gastos rituales con un cambio en las condiciones económicas. En el área rural de San José, cerca de Esquipulas, entrevisté a veinticuatro hogares que se describieron a sí mismos como indígenas. Hacía poco tiempo que la gente de estos hogares habían entrado en una relación escriturada de sirvientes, sirviéndoles como peones a ladinos en Esquipulas. La gente de todos estos hogares habían abandonado las costosas costumbres rituales, la mayor parte de ellos todavía en tiempos que alcanzaba la memoria de la población actual. En estos casos, lazos económicos directos habían sustituido los mecanismos de la renta ritual. En Olopa, las familias que se han unido al sacerdote en sus intentos por introducir las técnicas de la revolución verde, también han abandonado el ritual tradicional. Estas familias obtienen títulos permanentes de lotes muy pequeños alrededor de los cuales ponen bardas y trabajan intensivamente utilizando fertilizantes. Este movimiento se opone violentamente a la elite ladina local, que pierde los ingresos que les proporcionaba las rentas rituales asociadas con una LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 215 agricultura más extensiva pero cuentan con el apoyo de grupos ladinos en la capital – como por ejemplo, vendedores de fertilizantes. De mayor importancia es, sin embargo, que el patrón ritual es dramáticamente reformulado durante periodos de revuelta y rebelión. La mayoría de las grandes rebeliones campesinas de Mesoamérica – los múltiples levantamientos que siguieron inmediatamente después de la conquista, la rebelión tzeltal en 1712, la guerra de Chiquimula de 1818 a 1820, el levantamiento en Chamula en 1869, la guerra de castas larga y sangrienta en Yucatán – se han basado en conceptos rituales tradicionales. La retórica revolucionaria en estos casos ha sido formulada por un “santo hablante” que sanciona la revolución a través de su intérprete carismático. El ritual le puede servir a la comunidad como cohesionador en la revuelta, ya que unifica la comunidad. La principal contradicción en el sistema ritual es que internamente dirige la distribución de la carga equitativa y justa de la renta ritual, mientras que externamente promueve las demandas ladinas diferenciales e injustas de excedentes. La solución a la contradicción – la negación de esta negación – se ha presentado repetidamente en el curso de la historia de Mesoamérica: un santo que predica la revolución. Eso es exactamente lo que ocurrió en las grandes rebeliones indígenas en el pasado (Reed, 1964; Contreras, 1951; Flores, 1939; Klein, 1966, etc.), y este proceso está de nuevo en marcha en Guatemala hoy. Una disputa ya añeja entre los indígenas de Tuticopote Arriba y los ladinos en Olota se ha enfocado en el deseo de la aldea de construir una barda que rodea las tierras cultivables y protegerlas contra las invasiones del ganado. Ya que la mayor parte de los indígenas tienen solamente derecho de usufructo a sus tierras, la construcción de una barda requiere el permiso del consejo del pueblo, que es controlado por los ladinos. Aunque se les ha permitido construir bardas comunales en muchas aldeas con tierras cafetaleras propiedad de ladinos, este derecho se les ha sido negado a los habitantes de Tuticopote Arriba. Como escribió Feder: “los terratenientes en América Latina les prohibe a sus campesinos construir bardas, para asegurar un máximo de flexibilidad en la tenencia de la tierra. Esta flexibilidad es siempre una ventaja para los terratenientes, pues les muestra a los campesinos con máxima claridad que no LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 216 tienen derecho a las tierras” (1971: 155). Como ya se señaló, la amenaza de cambiar el patrón de uso de la tierra es la sanción a través de la cual se implementan las demandas de “renta ritual”. Gregorio Ramos era un indígena tradicional de Tuticopote Arriba. Tenía en su casa una imagen de San Antonio, y llevó a cabo muchas celebraciones en honor del santo. Gregorio se volvió vocero de la comunidad en su disputa con los ladinos, y la imagen de San Antonio llegó a ser considerada como muy poderosa en un área rural muy extensa, y no solamente en el ambiente local. Y cada día más las enseñanzas religiosas de este indígena tradicional asumió un tono políticamente radical. Poco antes de la irrupción de la rebelión de 1966 en Olopa, murió Gregorio Ramos. Su hijo menor, Natividad, heredó las tierras, el papel ritual y la posición como líder político de su padre. En este tiempo entraron a la aldea unos veinte guerrilleros ladinos, juntos con unos jóvenes indígenas que regresaron de las plantaciones de Izabal. Estos ladinos, miembros de los FAR, incitaron a los indígenas a iniciar una lucha armada y les prometieron control de los cargos políticos de la comunidad. Después de una estancia de menos de una semana, con excepción de dos, se retiraron todos los guerrilleros al vecino departamento de Zacapa. Sin embargo, bajo la dirección de indígenas tradicionales como Natividad Ramos se extendió rápido la rebelión. Se llevó a cabo un puñado de ejecuciones selectivas. En una ocasión, los indígenas entraron la comunidad durante la noche y mataron a un ladino, cuyo comportamiento en el pasado había sido particularmente brutal. Al final del verano de 1966, fuerzas indígenas rodearon el pueblo. Los informantes ladinos describieron las noches que habían pasado en terror, guardando las entradas al pueblo y mirando las llamaradas de las fogatas en las estribaciones de las montañas alrededor de Olapa. En noviembre llegó una compañía del ejército guatemalteco y acamparon en las orillas de la comunidad. Iniciaron inmediatamente patrullas de reconocimiento y destrucción, arrestando a sospechosos que fueron llevados a centro del municipio y luego encerrados en un corral de ganado al este de Olapa. Más de 300 hombres indígenas fueron muertos en el curso de estas patrullas o en las ejecuciones que se llevaron a cabo cerca de la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 217 comunidad. Natividad Ramos fue arrestado a una corta distancia de la comunidad, detenido durante una pocas horas y luego llevado, con otros nueve hombres, a un lugar cerca de Olapa, que se llama Tres Quebradas, donde fueron muertos a tiros. Los indígenas dicen que en este lugar rige la miseria y se puede perder el alma, y que durante las fuertes lluvias de la primavera los huesos de los campesinos ejecutados se escapan de las tumbas de poca profundidad cavadas por los soldados. Pero San Antonio no murió. Mientras que yo me encontraba en el campo, visité a un santo indígena en Los Encuentros. El mayordomo del lugar insistía en que la imagen había caído en su milpa desde el cielo, y que le hablaba cuando le dirigía sus rezos. El santo recibía con beneplácito regalos de alimentos en lugar de regalos de velas, viajaba lejos en las áreas rurales, pero nunca pasaba por la ciudad, hablaba de los sufrimientos de los indígenas y de la injusticia y alegaba tener el poder para ayudar a los pobres y resolver sus problemas. Cuando la policía llegó, a consecuencia de una información anónima de que en Los Encuentros se cometieron actos ilícitos, el santo le avisó al mayordomo, y el soplón fue abatido mientras que el mayordomo escapó. Este santo era también una imagen de San Antonio. Los santos que amarran a la comunidad indígena, convirtiéndola en una unidad, proporcionan la base de unidad en la revolución. Los ladinos frecuentemente carecen de esta orientación comunitaria. Entrevisté a un ladino que había estado con la guerrilla en Zacapa. Había ganado la confianza de los líderes guerrilleros después de seis meses en las montañas y fue mandado a la ciudad de Zacapa, con dinero y una mula, para comprar víveres pretendiendo ser residente de una de las aldeas periféricas. En un estado de miedo y confusión gastó el dinero emborrachándose, y en su borrachera reveló su disfraz a un soldado en una cantina local, y pronto fue detenido. La mañana siguiente recibió la oferta de salvar su pellejo llevando al ejército a sus camaradas. Aceptó la oferta y luego se afilió a una unidad especial del ejército compuesta pordesertores de la guerrilla, ahora dedicados a localizar a sus anteriores camaradas. Cuando yo conocí a este individuo, había sido promovido a “guarura” de un pariente del general Carlos Arana Osorio, en LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 218 aquel entonces presidente de Guatemala. Sería difícil, aún imposible, imaginarse a indígenas actuando de esta manera. Una anciana indígena en Las Palmas tenía una figurilla de San Antonio en su altar doméstico. Cuando la pregunté porqué seguía adorando a un santo que no la había sacado de su pobreza y que le había dado tan poco, me respondió: “San Antonio nos da lo que puede, aún si son solamente sus lágrimas”. Pero es evidente que los santos les dan a los habitantes de estas comunidades mucho más que sus lágrimas. Los santos les ofrecen una sensación de unidad y una sensación de esperanza; les proporcionan un ideal de justicia y un constante recordatorio del costo de la explotación. De este juego de contradicciones estructurales surgen, una vez tras otra, nuevos santos que “niegan la negación”, santos hablantes que hablan de unidad, justicia, acción – y de revolución. De nuevo operan unidades activas de guerrillas en Guatemala oriental. Su éxito depende de muchos factores. Los oficiales del gobierno esperan que las técnicas de la revolución verde funcionen como un freno. Otros depositan su fe en el desarrollo de la riqueza minera de Guatemala. Pero, encima de todo, las fuerzas de la opresión dependen cada vez más de la violencia, el terror sistemático regado sobre el país por las fuerzas de la derecha, el gobierno y el ejército que los representa, y las agencias civiles y militares de los Estados Unidos que los financian y los apoyan activamente. El éxito de cualquier movimiento revolucionario en Guatemala depende fuertemente de su capacidad de asegurar el apoyo de los indígenas. Los indígenas requieren desesperadamente recursos, capacidades y conocimientos de fuera; pero los indígenas poseen también un enorme potencial revolucionario y, en efecto, pueden ofrecer y enseñar tanto como pueden aprender. Un cambio mayor no requiere la muerte de los santos en el oriente de Guatemala. Exige más bien que encontremos nuevos caminos para interpretar sus antiguas sabidurías y actuar en consecuencia. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 219 Referencias bibliográficas: Acheson, James (1970). “Where Opportunity Knocked: Social and Economic Change in the Tarascan Pueblo of Cuanajo, Michoacan”, Rochester, New York, University of Rochester. Adams, Richard Newbold (1957). "Political Change in Guatemalan Indian Communities", New Orleans, Tulane University, Middle American Research Institute, Publ. 24. Adams, Richard N. (1975). “Energy and Structure: A Theory of Social Power”, Austin, University of Texas. Aguirre Beltrán, Gonzalo (1953): "El gobierno indígena en México y el proceso de aculturación", América Indígena, Vol. XII No. 4: 271-297. Aguirre Beltrán, Gonzalo (1967): "Regiones de refugio”, México D. F., Instituto Indigenista Interamericano (Ediciones Especiales No. 46) Beals, Ralph L. (1951). "Ethnology of the Western Mixe”, University of California Publications in American Archeology and Ethnography, No. 42. Buchler, I. R. 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"Medicine and Culture Change in San Lucas Tolimán, a Highland Guatemalan Community", Dis. Doct., Stanford University. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 224 LOS GRUPOS ÉTNICOS Y LOS SISTEMAS TRADICIONALES DE PODER EN MÉXICO231 ANDRÉS MEDINA HERNÁNDEZ232 Uno de los aspectos que ha caracterizado recientemente a las opiniones expuestas sobre la política indigenista mexicana; han sido las reivindicaciones motivadas por la existencia de una diversidad étnica y por la necesidad de establecer diferencias que permitan especificar diferenciaciones culturales basadas en las mismas. Frente al criterio de extracción colonial que distingue a los indios de los que no lo son, y que sobre todo segrega, explota, enajena, niega y somete a una implacable destrucción gradual a los que lo son, ha surgido el movimiento de opinión que destaca la diversidad étnica con base en el cual se ha elaborado un programa para atender las reclamaciones de los pueblos aborígenes motivadas por las brutales manifestaciones socio-económicas, políticas y culturales del desarrollo capitalista, que les afectan no sólo en lo que respecta a sus particulares manifestaciones culturales, sino sobre todo a sus aspiraciones a recuperar un sentido histórico y milenario que hace de la historia colonial y moderna un reducido paréntesis para ellos. Lo señalado plantea naturalmente complicados problemas en lo que respecta a la formación de las naciones americanas, entidades históricas que existen en la realidad y en cuyo devenir influyen necesariamente las diversas características de los movimientos indígenas. La inserción de esas características en la estructura clasista de cada país es, sin embargo, algo que no se aborda, pareciera incluso que se elude para evitar que sobresalga lo que de original tienen esas voces indias que para 231 El texto fue presentado originalmente como ponencia en el XIV Congreso Latinoamericano de Sociología en San Juan, Puerto Rico, en octubre de 1981 y fue publicado en la revista Nueva Antropología, Vol. V, No. 20, México, 1983: 5-29. 232 Antropólogo, Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM. 225 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS muchos no han existido o se han considerado un lejano rumor fácilmente enmascarado por las estridencias del nacionalismo y del populismo. Resulta un tanto cruel y empobrecedor el esfuerzo teórico hecho por algunos románticos del etnicismo que han especificado tipologías y reconocido tendencias centrales, desdeñando las esencias nacionales de la situación, cuando las características de los impulsos indígenas son verdaderamente ricos, presentan una extraordinaria variedad de matices, una escasa congruencia política, un entusiasmo desbordante que lanza al aire el esplendor de sus particularidades étnicas pero que, sobre todo, implican un lamento profundo y dolorido que recoge las luchas centenarias de los pueblos indios. Siendo la variedad de los movimientos indígenas en la extensión continental enorme, esa diversidad se concreta históricamente de distinta manera, para cada país americano en particular. En México las expresiones fluctúan desde los movimientos que se refieren a reivindicaciones fundamentalmente agrarias - algunas con modestas alusiones al aspecto étnico - hasta las que se enfocan a actividades de carácter cultural, como las de los promotores indígenas, por ejemplo, que persiguen una educación verdaderamente bilingüe y bicultural. Todavía no se ha insistido lo suficiente en que esta misma diversidad expresa ya ciertas diferencias de clase. Precisamente a este problema de las diferencias de clase habré de referirme en este ensayo. Trataré de establecer las relaciones que pueden existir entre los sistemas de poder tradicionales - que se hallan en vigor en las propias comunidades indígenas e influyen decisivamente sobre su reproducción -, y los que se observan en las nuevas organizaciones indias que han surgido en la política nacional bajo programas basados en reivindicaciones étnicas. Partiré de una breve descripción de los principios por los que se rige la organización política de las comunidades tzeltales y tzotziles de los Altos de Chiapas en el sureste de México, que constituyen parte de la extensa área maya. De esta descripción deduciré algunas reflexiones de carácter general, a simple título de suposiciones. I 226 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS En el censo de 1970 se registró la existencia de cerca de doscientos mil personas que hablaban tzetzal y tzotzil (exactamente a 194 815 de más de 5 años), estimación que debe considerarse conservadora por las limitaciones derivadas no sólo de la poca accesibilidad de las regiones que habitan sino, sobre todo, por el rechazo de la identidad india para el exterior de la comunidad a la que se pertenece. Sin embargo, para la totalidad de los hablantes de estas dos lenguas, que habitan un territorio contiguo, no se ha creado un solo organismo social, político o cultural; de hecho se encuentran dispersas en un vasto territorio en el que las unidades sociales significativas son los pueblos, asentamientos en cuya cabecera o centro se distinguen las construcciones donde se efectúan las actividades económicas, políticas y religiosas, es decir, el mercado, el cabildo (con su respectiva cárcel) y la iglesia. Las características particularmente etnocéntricas de los pueblos mayas de los Altos de Chiapas y de Guatemala han sido descritas minuciosamente por innumerables antropólogos profesionales que han visitado estas regiones; así se han divulgado sus rasgos sociales y culturales bajo la denominación de comunidades corparadas cerradas, propuesta que surgió de lo que Sol Tax llamó los pueblos-municipio de Guatemala y se ha constituido en una definición de mayor rigor en un ensayo en el cual Eric Wolf las compara con las comunidades campesinas de Java233. Señalaremos someramente que cada pueblo tiene su propio santo patrón, al que acompañan otros santos menores que en su conjunto constituyen el núcleo en torno al cual se organizan las instituciones políticas y religiosas comunales; es lo que regionalmente es reconocido como el sistema de cargos. El carácter de miembro de la comunidad se adquiere exclusivamente por haber nacido en ella, pero se expresa, sobre todo, y se convalida por el hecho de participar en el sistema de cargos, lo cual significa la La caracterización inicial de las comunidades es hecha por Sol Tax en su artículo "The municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala" (American Anthropologist, Vol. 39:423444); luego, la teorización en los términos weberianos de corporaciones la hace Eric Wolf en su clásico ensayo "Closed Corporate Peasant Communities in Mesoamerica and Central Java" (Southwestern Journal of Anthropology, 13:1-18, 1957), conceptualización que Manning Nash, a su vez, emplea para describir las comunidades alteñas de Guatemala en "Political Relations in Guatemala" (Social and Economic Studies, vol. 7:65-75, 1958). 233 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 227 adopción de una visión particular del mundo, síntesis de la especificidad étnica y de la memoria histórica del pueblo. El etnocentrismo se manifiesta así mismo por vestir una indumentaria común sólo a los miembros de cada comunidad y por utilizar una variante dialectal también particular y reconocible dentro de la región234. Debe señalarse en este momento, por tratarse de un aspecto que habrá de destacarse en la conclusión final, que la influencia del etnocentrismo dentro de la comunidad ha llamado poderosamente la atención de los investigadores y ya se subraya en los primeros estudios etnográficos realizados al respecto. Así, por ejemplo, Calixta Guiteras, entre las conocedoras más destacadas de la cultura regional que se ocupó de diferentes aspectos etnológicos, supone que la diferenciación entre un pueblo y otro tiene incluso un carácter racial, además del cultural y social ya señalado. Ello la lleva a considerar cada pueblo como un grupo étnico. Las mismas razones inducen a un numeroso grupo de estudiosos a destacar la misma situación y a identificar a cada pueblo como una tribu; y así, desde los estudios de Calixta Guiteras hasta los más recientes de Siverts, Vogt y la pléyade de antropólogos de Harvard, Chicago y Stanford, no sólo se reconoce en los pueblos indios su carácter tribal, sino, en la misma vena de la vieja terminología de cuño evolucionista y eurocentrista, se describen como organizados en clanes y linajes y se asigne un papel esencial en el mantenimiento del sistema de creencias a los shamanes. Aunque esta perspectiva teórica haga entrar a los pueblos indios a la historia universal, así sea por la puerta de servicio, de hecho ha distorsionado la situación no sólo por haber concedido especial importancia a los aspectos superestructurales, sino sobre todo por haber aplicado rígidamente categorías teóricas que desfiguran los procesos reales. El hecho cierto, al margen de estas cuestiones evidentemente colonialistas, es que los poblados representan un papel decisivo en el proceso de agrupar a la población y, sobre todo, en el de reproducida como portadora específica de una distintividad étnica y de una visión del mundo. La aplicación del concepto de comunidad cerrada la hace Eva Verbitski en el caso de las comunidades del altiplano chiapaneco en "Análisis comparativos de cinco comunidades de los Altos de Chiapas" (En Los mayas del sur y sus relaciones con los nahuas meridionales, pp. 289-301. México, 1961). 234 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 228 En lo interno, cada comunidad se organiza a base de principios que tienen presentes diferentes formas de parentesco y de territorialidad. El parentesco influye más cuando se trata de comunidades dispersas en el territorio, que son la mayoría. En ellas, la unidad político-religiosa más pequeña es el paraje que, a su vez, se compone de varias familias nucleares y extensas. Cada una de ellas se reconoce por un apellido indígena propio que se transmite patrilinealmente y a base del cual se establece una estricta exogamia. La situación en cada paraje es la coexistencia de familias con diferentes apellidos indios, destacando las interrelaciones entre las mismas por la unión matrimonial de sus miembros. Pero la unidad social significativa es el grupo doméstico, que sólo en casos extremos está formado por familias extensas numerosas. Lo más frecuente son las familias nucleares, que constituyen la unidad de producción más importante. El trabajo colectivo que rebasa el grupo doméstico sólo se expresa por situaciones rituales más vinculadas con la reproducción de la comunidad que con exigencias productivas inmediatas. El conjunto de familias que forma parte de un mismo paraje (lo cual no significa que las tierras de cultivo que trabajan estén contiguas, ni siquiera dentro del área residencial de sus miembros, ni implica que el conjunto de sus habitantes se reúna con propósitos productivos) expresa esa unidad por el reconocimiento de un representante que constituye el vínculo cotidiano con las autoridades comunales. Cada persona recibe un nombre de pila, un apellido español y un apellido indio; tienden los primeros en cada comunidad a repetir alguno del conjunto de los santos propicios al pueblo, aunque también se encuentran otros con menor frecuencia. El número de apellidos hispanos es muy reducido, menor que el de los indios, que también son pocos. El ejemplo del pueblo tzeltal de Oxchuc ilustra bastante la situación regional. Con una población aproximada de diez mil personas, encontramos seis apellidos españoles y ciento cuatro indios; como es de suponer, cada apellido hispano se combina con varios apellidos indios. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 229 Lo importante es que cada apellido indígena se combina con el mismo apellido hispano y resultan así grupos discretos235. Sólo el padre transmite los apellidos y la exogamia se aplica tanto en lo que respecta al apellido indígena como al español. Como por otro lado no existen registros genealógicos que permitan reconocer antecesores comunes a personas con los mismos apellidos, no se recuerda más allá de la segunda o la tercera generación ascendente. En ningún momento los portadores de los mismos apellidos se reúnen o se organizan en institución alguna, aunque al reconocerse como portadores de un mismo apellido se apliquen entre ellos los términos de parentesco correspondientes. Sin embargo se presentan hechos de importancia política, con base en el mantenimiento y la transmisión de los apellidos. Recurriré de nuevo al caso de Oxchuc para explicarlo. El conjunto de los miembros de la comunidad se divide el mismo en dos partes o mitades que reciben el nombre de calpules; a ese respecto no juega papel alguno la residencia puesto que la pertenencia al calpul se transmite por el apellido. Es decir, los calpules no implican expresión territorial, sólo tienen carácter simbólico cuando se trata de las casas donde residen los funcionarios político-religiosos que habitan en la cabecera comunal. En esas circunstancias, las casas de uno y otro calpul quedan separadas por una línea imaginaria que suele pasar frente a la iglesia y por el centro del pueblo. La importancia de ello es que cada calpul o mitad tiene su propia estructura político-religiosa y que a la cabeza de la misma se instala un funcionario o un grupo de funcionarios, a los que se les reconoce un poder sobrenatural y una gran sabiduría, que desempeñan el papel de intermediarios entre las generaciones pasadas y futuras, entre la naturaleza y el pueblo El empleo de toda la batería conceptual funcionalista y la definición de la discusión teórica, se advierte en los ensayos pioneros de Calixta Guiteras, "Clanes y sistemas de parentesco de Cancuc" (Acta Americana, 1948) y "Cambio de un sistema Omaha a un sistema bilateral entre los tzotziles de Chiapas" (Etnología y Folklore, No. 1, pp. 41-63, Academia de Ciencias de Cuba, 1966). Otra fuente de enorme riqueza factual es la obra de Alfonso Villa Rojas, de la que destaca su influyente artículo "Kinship and Nagualism in a Tzeltal community" (American Anthropologist, 49:578.587, 1947), así como sus notas de campo. Apoyándose en esta información, Henning Siverts, antropólogo noruego, publica su Oxchuc. Una tribu maya de México (México, Instituto Indigenista Interamericano, 1969). La culminación de esta corriente teórica es la obra de Evon Z. V ogt (en español aparecen Los Zinacantecos, publicada por el Instituto Nacional Indigenista en 1966, y Los Zinacantecos: un grupo maya en el siglo XX, México, SepSetentas, 1973). 235 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 230 (naturaleza expresada en fuerzas sobrenaturales y en personajes mitológicos) el k'atinab, como se le llamaba en Oxchuc, o bien los tatik martin, como se les conoce en Tenejapa, - que se erigen en las máximas autoridades morales y judiciales del poblado. La fuerza del k'atinab se explica por un concepto del mundo en el que la potencia moral y física de cada individuo se hace depender de una serie de ideas relacionadas con el alma. Es decir, nos encontramos en este caso con el fenómeno del nagualismo, reconocido por todos los pueblos mesoamericanos, en virtud del cual se explica que todas las personas poseen dos almas, una incorpórea e inmortal y otra que se manifiesta bajo la forma de un animal silvestre o de algún fenómeno meteorológico. Los atributos de esta segunda alma son los que definen la fuerza de cada individuo con lo cual se remite a una clasificación propia, común a Mesoamérica, aunque con variantes no sólo regionales sino de un pueblo a otro. Lo cierto es que el k'atinab tiene como alma al jaguar (balam en tzeltal), máxima expresión de la fuerza espiritual, que en los términos locales se manifiesta por el concepto de calor. Estos rasgos se han aplicado también a los santos católicos que se veneran en cada pueblo, y de sus caracterizaciones resulta que no sólo el tipo de nagual es significativo sino también su número (que por su parte expresa cualidades simbólicas en la tradición cultural mesoamericana). Así, por ejemplo, en el pueblo de Pinola el santo patrón, San Miguel, se considera que tiene trece almas236. El cargo de k'atinab, o su equivalente en otros pueblos, es vitalicio; a su alrededor existen otros cargos que son renovables en plazos largos, de varios años, y se cambian individualmente, no en bloque. De entre ellos surge el nuevo dirigente cuando muere el ocupante. Todos los cargos del núcleo son designados por el k'atinab en funciones, que también tiene poder para destituirlos. Por debajo de los anteriores se encuentran los cargos más espectaculares que se atribuyen con arreglo al cuidado de las imágenes de los santos del pueblo y a la celebración del calendario ceremonial que se organiza a su respecto. Corresponden a ellos las descripciones del sistema de cargos, al Uno de los mejores trabajos sobre las implicaciones políticas y culturales del nagualismo es el de Ester Hermitte (El concepto de nahual entre los mayas de Pinola, en Ensayos de Antropología, México, Instituto Nacional Indigenista, 1970; y Poder sobrenatural y control sociaI en un pueblo maya contemporáneo, México, Instituto Indigenista Interamericano, 1970). 236 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 231 que se le atribuyen una serie de rasgos de carácter económico, político y social. Así se ha señalado su papel de "nivelación económica" y de "derroche institucionalizado" cuando se especifican los gastos "enormes" que implica el cumplimiento ceremonial; se ha destacado también el importante papel que representan dentro de una rigurosa jerarquía definida en términos de prestigio. Se caracteriza la misma por una sucesión de cargos en los que se va ascendiendo con la condición de llenar las exigencias de los grandes gastos y las normas particulares que exige la etiqueta tradicional. El apego a las normas ceremoniales, es decir la observancia estricta de los múltiples aspectos relacionados con el ritual, con la parafernalia, la secuencia y el ritmo de los acontecimientos, depende del cuidado y observancia que despliegan toda una serie de especialistas que constituyen el cuerpo sacerdotal encabezado por el núcleo que rodea al k'atinab, o su equivalente en los otros pueblos. Existe en todos ellos una jerarquía reconocida no sólo explícitamente sino incluso expresada tanto por las posiciones guardadas en diferentes situaciones del ritual como en los casos especiales en los que tales especialistas se forman con arreglo al lugar preciso que les corresponde en la secuencia, como sucede con los h'iloletik de Zinacantan, pueblo tzotzil237. El control establecido en el calendario ceremonial sólo es parte de las actividades de este conjunto de funcionarios. De hecho resulta más importante su actuación como curanderos (aunque en sentido estricto sus cualidades de conocedores del ritual, y su poder de invocación de las fuerzas que rigen la vida, se conjuguen en todo momento, pero en un caso actúan en un escenario colectivo, ceremonioso, comunal, y en el otro se cambien a una situación más personal e íntima, lo cual matiza notablemente los efectos sobre los individuos). Así es cómo en su papel de médicos, se establece de una manera directa, intensamente dramática, el control social, la enseñanza de los principios ideológicos que transmiten la especificidad étnica, y la tradición histórica particular. En las vicisitudes cotidianas del trabajo agrícola, en la incertidumbre 237 Evon Z. Vogt, obras citadas antes. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 232 existencial de la siembra y la cosecha, en las crisis que caracterizan al ciclo de vida (el nacimiento, la adolescencia, el matrimonio, el embarazo y, fundamentalmente, la enfermedad y la muerte) es por lo tanto donde se crea el espacio social en el que se reproduce creativamente la cultura de los indígenas de los Altos de Chiapas. Si es cierto que el reconocimiento de los nexos de parentesco no acusan profundidad a lo largo del tiempo, como antes se ha señalado es decir no existe un registro genealógico estricto -, también la lógica que define la categorización terminológica del sistema de parentesco rebasa los marcos estrictos de las relaciones familiares. Los principios que regulan la definición del parentesco se aplican además a otros ámbitos sociales. En los términos de la estructura político-religiosa, es decir del sistema de cargos, todas las instituciones distinguen, por ejemplo, entre los puestos dirigentes y el resto; para ello se emplean los términos aplicados a hermanos mayores y menores (una de las distinciones específicas de la terminología es precisamente señalar la diferencia entre los hermanos mayores de Ego y los menores) bankil, el hermano mayor, y kijts'in, el hermano menor. Cuando se encuentra alguna mujer en un cargo dirigente, como sucede en Tenejapa donde una coordina el ceremonial de las mayordomías, se le da al cargo el término correspondiente, en ese caso el de hermana mayor (que también se aplica a la hermana del padre), y así se le llama wixil ants. Por lo que respecta a la jerarquía de los santos de la iglesia se sigue también el principio mayor-menor; para cada santo existen dos imágenes semejantes, una que se saca en las procesiones y otra que permanece en el templo. Y el mismo principio se aplica en las clasificaciones de plantas y animales238. Las relaciones de parentesco reales no constituyen, sin embargo, un criterio para estructurar organismos de carácter económico, político o religioso; la máxima extensión reconocible, como se señaló antes, es la de la familia extensa, de ahí que aludir a la existencia de linajes, clanes y otras categorías procedentes de la antropología clásica, aparte de constituir un abuso del Véase el artículo de Victoria R. Bricker, ''The structure oí classification and ranking in three highland Mayan communitles", (Estudios de cultura maya, IX: 161-193, México, UNAM, 1973). 238 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 233 lenguaje, impiden reconocer las características específicas de las relaciones sociales en estos pueblos e incluso han obstaculizado el proceso de construcción de categorías apropiadas para esta realidad. Lo más importante de todo esto es señalar que en esta trama de relaciones sociales se sostienen las instituciones políticas, entre las que destacan los llamados Ayuntamiento Regional y Ayuntamiento Constitucional. El primero quedó establecido durante el periodo colonial y es muestra del proceso de adaptación que se llevó a cabo a partir de las premisas en que se basaba la organización social de las comunidades indias; de hecho, el sistema de cargos sería la resultante de este proceso de síntesis en la medida en que articuló la jerarquía sacerdotal y las instituciones político-religiosas, es decir las mayordomías, cofradías, etc. y el Ayuntamiento Regional, dentro de un solo sistema jerárquico. Por otra parte, el Ayuntamiento Constitucional sería la manifestación de las exigencias jurídicas que se desprenden de la Constitución de 1917 y adquirieron importancia a partir de la política indigenista implantada durante el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas, cuando se acordó que en todos los pueblos de población indígena mayoritaria fueran los propios indígenas quienes ocuparan los cargos establecidos por la ley. Significó ello un cambio cuyas consecuencias habrían de hacerse evidentes años después. Como en aquellos pueblos los cargos del Ayuntamiento Constitucional eran ocupados por mestizos, llamados regionalmente ladinos, y a través de ellos se establecían las relaciones comerciales y políticas con la ciudad que era el centro económico y político regional, la exigencia gubernamental dio lugar a una situación en la que si bien el gobierno municipal se constituía con indígenas, en su mayoría monolingües y analfabetos, el control correspondía al Secretario Municipal, que era un ladino. El establecía el enlace entre el gobierno de la ciudad y el del pueblo porque sólo él disponía de la experiencia burocrática y legal que permitía articular eficientemente al pueblo con las instituciones estatales y federales. La situación regional comenzó a transformarse al iniciar sus actividades el Centro Coordinador Tzeltal-Tzotzil, organismo gubernamental creado para aplicar la política que se diseñaba en el Instituto Nacional Indigenista. A partir LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 234 de 1950 se empezó a capacitar el personal técnico que habría de desarrollar los programas dirigidos a resolver el llamado "problema indígena". Ocupaban entre el mismo (el personal técnico) un lugar destacado los promotores culturales bilingües, indígenas procedentes de las diversas comunidades de la región que recibirían una instrucción especializada, preparada por antropólogos, dirigida a diferentes áreas, como la agropecuaria y la de salud por ejemplo, pero notoriamente dedicada a la castellanización. A medida que el programa se iba expandiendo crecía el número de promotores; la formación de los mismos favoreció incluso los propósitos de proselitismo desplegados por organismos religiosos, católicos y protestantes, porque no todos los alumnos preparados en el internado indígena que el INI tenía en la ciudad recibían empleo en los programas gubernamentales y algunos se incorporaron a las actividades religiosas. También se dio el caso de otros desempleados que retornaron a sus pueblos y por resentimiento se dedicaron al comercio o simplemente olvidaron lo aprendido y se reincorporaron a la vida del campesino indígena. En pocos años comenzó a producirse una transformación en las instituciones políticas de los pueblos indígenas y los promotores fueron incorporándose gradualmente al Ayuntamiento Constitucional. En un principio, el propósito era desplazar al Secretario Municipal, lo cual se logró en varios pueblos; después se advirtió que el puesto de Presidente Municipal era mucho más importante y pronto se entabló la lucha para ocuparlo, pero ya no sólo entre ladinos e indígenas sino también entre los promotores y las autoridades tradicionales de la propia comunidad. El esfuerzo de las instituciones comunales tendió a incorporar a los jóvenes funcionarios municipales a la jerarquía de prestigio y, con ello, a comprometerlos a mantener las normas culturales que definían étnicamente a la comunidad. Así lo hicieron algunos y pronto se vieron compitiendo en el vistoso ciclo ceremonial de su pueblo. Otros, la mayoría por cierto, prefirieron abandonar su identidad étnica india y encauzarse por una forma de vida correspondiente a la sociedad mestiza adoptando incluso la actitud colonial de la misma frente a lo indígena, es decir de rechazo y de discriminación. Otros más recuperaron el papel de intermediarios entre la comunidad tradicional y las instituciones LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 235 nacionales, que les permitía conservar su condición de miembros del pueblo, manifiesta en el uso de la indumentaria particular y en la ocupación de puestos municipales - e incluso participar circunstancialmente en las instituciones político-religiosas aunque sin comprometerse totalmente con ellas. Pronto el desarrollo capitalista de la región y la modalidad que la política indigenista del Estado mexicano habría de adoptar a partir de la década de los setenta requeriría un número mayor de este tipo de intermediarios. Dos hechos deben considerarse decisivos para comprender mejor la situación actual en la región. Por una parte, la política agraria adoptada por el gobierno desde que se propuso acelerar el reparto agrario promovido durante el periodo cardenista, por otra el particular aspecto que presentó el desarrollo capitalista en la región, especialmente en los últimos diez años. Por lo que respecta a la primera, la constitución de ejidos en el seno de las comunidades indias condujo a la formación de pequeños cacicazgos cuando sólo una parte reducida de la comunidad resultó beneficiada' por el reparto agrario. El comisariado ejidal adquirió entonces una fuerza política local apoyado en la base social de los ejidatarios, sin que por ello impugnara las instituciones político-religiosas comunales; estallaron conflictos locales pero a la larga se alcanzó una frágil coexistencia. Lo importante fue que las medidas de las instituciones agrarias federales llegaron a constituirse en una fuente de poder en lo interno aunque el efecto mayor haya sido la lucha que se desató en las grandes fincas y en los ranchos por los peones acasillados, los renteros, los medieros, y en general la fuerza de trabajo formada por los pueblos indígenas circundantes, que aspiraban a recibir aquellas tierras. Si en un principio la lucha se produjo sordamente (aunque con una violencia no menor que la actual), en medio de una represión brutal que apenas rebasaba el ámbito local, pronto habría de crecer y de adquirir formas nuevas y resonancia nacional sobre todo a causa de la intensidad de la lucha campesina en diferentes partes del país. Para comprender el papel que representa la política indigenista del Estado mexicano se necesita saber que forma parte de la estrategia de su desarrollo capitalista; de esa circunstancia se deriva su congruencia en términos generales aunque puede adoptar formas particulares dentro de las características políticas LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 236 propias del presidencialismo. En ese sentido, las medidas de salubridad llevadas a la práctica a través de diferentes programas regionales - como las dirigidas a eliminar el paludismo y otras, que han reducido el elevado índice de mortalidad - han favorecido un pronunciado crecimiento de la población y, con ello, el agravamiento de los problemas demográficos y de la lucha por la tierra. Se plantean en ese sentido los problemas relacionados con la formación de ejércitos de reserva, que se complementan con la condición "intermediaria" de los promotores culturales y de las instituciones indigenistas. Todo ello, en conjunto, desempeña un papel cada vez más importante de mediación. Pero la política indigenista gubernamental se desenvuelve en un radio de acción relativamente limitado, localizado en las tierras altas, de elevada densidad demográfica, con suelos malos y escasos donde ciertamente se concentra la población indígena pero no se ubica el desarrollo de la agricultura capitalista correspondiente a las zonas templadas y cálidas que rodean la meseta montañosa en las cuales, desde hace tiempo, ha florecido la economía de plantación, principalmente enfocada a la cafeticultura, cuando no se reduce simplemente a la explotación de los recursos forestales, como ha sucedido con las selvas tropicales proveedoras de maderas preciosas. La expansión de la ganadería, de las fincas cafetaleras mismas, e incluso la de las zonas dedicadas a la siembra masiva de maíz, aplicando técnicas nítidamente capitalistas, ha provocado grandes cambios como la acelerada proletarización a costa de la disolución de la comunidad agraria tradicional. También se ha originado recientemente una poderosa corriente migratoria desde las tierras altas que se ha desparramado por todas las zonas circundantes, ha ocupado tierras nuevas y se ha incorporado a la lucha agraria en regiones donde ese tipo de conflicto se había presentado ya en épocas anteriores. La inmensa reserva forestal que constituye la selva tropical ha empezado a verse devastada por un movimiento que iniciaron las compañías madereras y siguieron los milperos indígenas que desbrozan y queman la vegetación para ser después desplazados por los grandes ganaderos que establecen grandes y apacibles pastizales. Como consecuencia, la población indígena que reside en la selva en la actualidad se aproxima probablemente en cantidad a la de las tierras altas. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 237 Dispersa entre bosques tropicales y milpas, esa población se organiza también en comunidades que conservan su pronunciado monolingüismo y su agricultura de tecnología simple, (aunque no la indumentaria tradicional). Poco sabemos de su organización social. II Si la comunidad constituye la unidad social básica donde se agrupan y organizan los indígenas, sólo por la participación en las instituciones políticoreligiosas se convalida la condición de miembro de una comunidad concreta. El sistema de poder representado por el Ayuntamiento y el de control social constituido por la estructura sacerdotal, establecen los límites de su acción; son esos límites precisamente los que definen a la comunidad misma. Debe subrayarse que no existe necesariamente una correspondencia entre una comunidad y un territorio; así, en el pueblo de Chamula por ejemplo, sus miembros han desbordado hace tiempo los límites municipales ocupando tierras contiguas de otros municipios e incluso formando "comunidades hijas" un tanto alejadas del núcleo original. Pero en todos estos casos se ha seguido reconociendo la pertenencia al mismo pueblo de Chamula, y se ha reproducido también la afiliación a los distintos barrios que lo componen. Por otro lado, existen comunidades - como la de Cancuc- con la jerarquía política oficial de agencias municipales, pero internamente con el carácter de Ayuntamiento regional que presentan particularidades estructurales y culturales similares a las del resto de las comunidades indígenas de la región. Como lo indicara Aguirre Beltrán desde 1953, y Alejandro D. MarroquÍn tres años después, la relación entre las comunidades se establece desde la ciudad que ejerce el control político y económico por el que se define la región. Ciudad colonial (tanto en términos históricos como estructurales) y mestiza por excelencia, San Cristóbal de Las Casas mantiene un intenso intercambio de bienes con los pueblos indios de la región que, a su vez, la proveen de alimentos y de materias primas; ella también les vende los servicios, las artesanías y la parafernalia que necesitan para la celebración de los grandes ceremoniales comunales y los múltiples rituales familiares y locales. Esa estrecha interdependencia que se ha creado entre la ciudad y la constelación 238 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS de pueblos que integran la región ha exigido un firme control que se legitima en la ideología colonial que hace del criollo y del mestizo urbanos personajes "superiores" y del indio y de su cultura una condición "inferior" a la que se discrimina de múltiples formas239. La comunidad viene a constituir así un universo que se contiene, asimismo que despliega un intenso ceremonial para tratar de conservar su integridad y mantener las condiciones de su reproducción. Las relaciones entre las comunidades son limitadas, reducidas a aspectos rituales como entre algunos pueblos tzotziles donde el santo de uno va a visitar al de otro dando lugar a procesiones y ritos sobre el acto de la visita. Esta relación ritual con frecuencia es un vestigio de viejos nexos que se remontan a la separación de una comunidad-madre. Las principales ocasiones que se presentan para que los miembros de comunidades cercanas se relacionen son los grandes mercados organizados como parte de celebraciones religiosas, la fiesta de Santiago en Tenejapa por ejemplo. Pero no existe organismo indígena alguno que ponga en relación a las comunidades entre sí sin pasar por el tamiz del control de la ciudad dominante. Las relaciones entre el pueblo indio y la ciudad se han establecido así por intermedio de las autoridades ladinas de caciques, como en la época colonial y no deja de ser un síntoma de la reproducción de viejos procedimientos el hecho de que, tras los esfuerzos hechos por los promotores indigenistas para desplazar a los secretarios ladinos y a las autoridades analfabetas y monolingües, varios se hayan convertido en caciques con un control directo .en la nominación de las autoridades municipales y con todas las características de violencia, despojos, arbitrariedades y de abusos que expresan su poder personal. Los límites comunales se respetan sin embargo. Como ha señalado recientemente Antonio García de León, producto de ese proceso de formación de promotores con ambiciones políticas ha sido la aparición de caciques en algunos pueblos (Chalchihuitán, Chenalhó y La descripción del carácter de las relaciones entre la ciudad dominante, lo que Aguirre Beltrán llama el "centro rector", y las comunidades, está en el libro de este mismo autor, Formas de Gobierno Indígena (México, Imprenta Universitaria, 1953), así como también en el artículo de Alejandro D. Marroquín, "Consideraciones sobre el problema económico de la región tzeltal.tzotzil" (América Indígena, 16:191-205, México, 1956). 239 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 239 Chamula). Que dichos promotores escalen después a puesto burocráticos dentro de las instituciones indigenistas irá marcando una ruta que tendrá que acabar por razón natural en su integración a la Consejos Supremos, organismos impulsados por la política indigenista misma en su aspecto de participación. Esta atomización comunal vendría a formar parte del proceso de desintegración social que se inició con la desaparición de la política colonial, régimen bajo el que se constituyeron las Repúblicas de Indios como organismos políticos. La destrucción de la propiedad comunal y la acción devoradora de las compañías deslindadoras que arrasó con pueblos enteros en el siglo XIX dio lugar a una descomposición que en parte no se ha detenido todavía. Precisamente este aspecto de agresión contra la población indígena ha dado lugar a una violenta reacción en la que se rebasan los límites comunales y se crean una serie de mecanismos político-religiosos que ponen en contacto a los pueblos participantes. "Durante la llamada "Guerra de castas" de 1867, numerosos pueblos indios se levantaron en Chiapas contra la ciudad ladina, San Cristóbal de Las Casas, la rodearon y amenazaron destruirla, desistiéndose de hacerlo gracias a una negociación efectuada entre sus dirigentes y las autoridades de la ciudad. El movimiento cerró una primera etapa con la muerte de los mismos dirigentes, ejecutados sumariamente por las autoridades, y con la derrota del improvisado ejército. La lucha prosiguió varios años pero bajo la forma de guerrillas en las que participaron los miembros de los pueblos que, con el establecimiento de las" fincas cafetaleras del rumbo de Simojovel, quedaron dentro de sus límites y convirtieron a sus habitantes en peones que vivían en un régimen prácticamente de esclavitud. De momento, me interesa destacar que los pueblos rebelados se organizaron de acuerdo con los principios que rigen para sus instituciones político-religiosas, y más concretamente con las mayordomías. La versión misma de la rebelión, escrita por ladinos locales que tomaron parte en los hechos que describen, relata su inicio a partir de un descubrimiento de tres 240 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS piedras "que hablan a una pequeña pastora de Chamula y le piden les sea rendido culto". Llevadas a su casa por la niña, se construyó un altar y las personas que en ella vivían se organizaron como si se tratase de una mayordomía. El culto se extendió rápidamente y las piedras se convirtieron en una especie de oráculo que respondía a las preguntas de una creciente multitud ansiosa. Pronto se construyó un templo y en tomo a él surgió un activo mercado que atraía cada vez más personas y con ellas más mercaderías y más compradores. Los mercados tradicionales de las cabeceras de los pueblos, a los que los ladinos llevaban sus mercancías, y la propia ciudad ladina, resintieron la disminución de sus ventas e iniciaron un movimiento que luchando contra aquel culto indio restableciera su hegemonía amenazada. El enfrentamiento y la derrota de los rebeldes, aludidos antes, significaron como queda dicho, el fin de una etapa de estos acontecimientos240. Importante también es el hecho de que la rebelión haya tenido una expresión legal, tras la que puede adivinarse una serie de reivindicaciones étnicas, un tanto encubiertas, puesto que amparados en la recién decretada Ley de Libertad de Cultos (que forma parte de la estrategia liberal para reducir el poder del clero católico) reclaman el derecho a tener sus propios santos, su propio culto y que, en una tumultuosa ceremonia de Semana Santa, llegan incluso a crucificar a un joven indio para tener así su propio Salvador. La mayordomía que se organizó en torno al culto de las piedras, convertidas en bulto sagrado – elemento clave en las religiones mesoamericanas - pronto creció e incorporó a representantes de numerosos pueblos circundantes. No hemos podido disponer, desafortunadamente, de más información sobre sus aspectos particulares por el carácter étnico de 240 La literatura interpretativa sobre la Guerra de castas en Chiapas es muy amplia, sin embargo los dos autores aludidos, miembros de la sociedad ladina de San Cristóbal Las Casas, son Cristóbal Molina (War of the Castes: lndian uprisings in Chiapas, 1867-1870, Middle American Research Institute, Pub. 5, No. 8, 1934) Y Vicente Pineda (Historia de las sublevaciones indígenas habidas en el estado de Chiapas, Tipografía del Gobierno, 1888). "Recientemente, Victoria R. Bricker ha trabajado con nuevos documentos, tras de una cuidadosa búsqueda en diferentes .archivos, véase su The lndian Christ, the lndian king(Austin, The University of Texas Press, 1981). 241 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS quienes escribieron la historia de la rebelión, pero debe señalarse que esta forma de protesta ha subsistido hasta nuestros días en el culto que clandestinamente se rinde a las cajas parlantes llamadas localmente "San Miguelito por existir en San Miguel Soyaló una imagen con tales cualidades parlantes. Que esta: forma de organización responde a las características particulares de la estructura político-religiosa de las comunidades indígenas lo muestra también una institución contemporánea, la Federación Independiente de Comunidades indígenas Mayo, organismo político surgido en 1975 como resultado de las exigencias de la política agraria estatal para desarrollar sus programas orientados a fortalecer y expandir la estructura capitalista regional. Ubicadas en el noroeste del país, en una zona que experimenta un intenso desarrollo capitalista que parte de la estrategia centrada en las cuencas hidráulicas durante los años treinta bajo la dirección de la Comisión Nacional de Irrigación, las comunidades de yaquis y de mayos sufren un poderoso impacto cuyo antecedentes sería la política indigenista genocida del porfiriato. Desplazados, despojados de sus tierras más ricas y convertidos en pequeños propietarios y ejidatarios dependientes para su sobrevivencia del trabajo asalariado en los proyectos gubernamentales, y presionados a su vez por una infinidad de formas en su calidad de campesinos, los pueblos mayos encuentran en su federación un recurso defensivo libre de la corrupción y del papeleo burocrático de las instituciones agrarias oficiales. Lo más interesante es que si bien dicha federación presenta una estructura legal que responde a las exigencias políticas nacionales, su organización interna reproduce el esquema de las instituciones político-religiosas que funcionan en las 47 comunidades en que se agrupa la totalidad de la población mayo. Gobernador, Consejo de Ancianos, alaguaciles, etc. son los nombres de los cargos principales de las comunidades aludidas, los dirigenes, es decir, los encargados de adoptar las decisiones importantes para la comunidad. Su legitimación, así como su inserción en la cultura tradicional, se logra gracias al papel dirigente que los miembros de la federación ejercen en el ciclo ceremonial en su calidad de ocupantes de los cargos de mayor responsabilidad. En las siete grandes fiestas que constituyen el ciclo LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 242 ceremonial anual se habla exclusivamente la lengua mayo y en ellas sólo participan los miembros reconocidos de las respectivas comunidades. A la cabeza de la jerarquía de cada uno de los Ayuntamientos está el Gobernador, que ejerce una autoridad un tanto despótica pero dentro de los márgenes de maniobra tradicionales que exigen la búsqueda de un consenso entre los dirigentes sacerdotales, en este caso el Consejo de Principales. El Presidente de la federación reproduce las características políticas del Gobernador, e incluso los delegados de las comunidades, que se constituyen en una asamblea, son los alaguaciles de cada pueblo, es decir, los dirigentes de la actividad religiosa comunal. Todo el proceso de adaptación, a partir de la lógica política tradicional, ha dado lugar a numerosas situaciones conflictivas, a fricciones e incluso escisiones de la federación, pero lo cierto es que continúa en actividad y manteniendo su papel solidario entre las comunidades que la componen, todo en medio de un constante asedio de diferentes instituciones gubernamentales que tratan de cooptarla y por lo tanto de controlarla y de mediatizarla, particularmente el Consejo Nacional de Pueblos Indígenas. Hasta ahora no lo han logrado241. Estos dos casos, aunque un tanto separados en el tiempo y por el espacio, nos muestran no sin dramatismo las potencialidades políticas de las instituciones indígenas tradicionales. Suponer románticamente que él hecho pudiere implicar una alternativa política de carácter nacional, nos remitiría a los ámbitos de la utopía cuando no de la contrarrevolución, pero sobre todo nos impediría conocer la realidad de las instituciones políticas indígenas y adoptar una posición efectivamente constructiva. El sistema o los sistemas políticos que encontramos en las comunidades indígenas están totalmente inmersos en una. Ideología religiosa que implica una particular concepción del hombre y una visión del mundo que extiende sus características animistas, sobrenaturales, a toda la naturaleza. 241 La base de los datos relativos a los mayos procede del excelente trabajo de J. Carlos Zazueta M. (Estructura de poder y mecanismos de control interno en una federación de comunidades indígenas del norte de Sinaloa, ENAH, 1980). LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 243 III Desde principios de la década de los años setenta, bajo el aliento demagógico de la llamada "apertura democrática", pretendió el gobierno impulsar la creación de un organismo político que incorporara a la totalidad de la población indígena del país. La intención de algunos funcionarios del régimen parecía dirigirse a disponer de una base social y de un instrumento de presión para el manejo de ese sector. Simultáneamente se traslucía U! inquietud en muchas regiones indígenas debida a la necesidad de obtener tierras y programas para SI pobladores que resolvieran de hecho la situación en que se encontraba. El problema que se les planteaba los asesores del proyecto de creación del organismo aludido era lograr la representatividad efectiva de 11 pueblos indígenas, sobre todo en términos políticamente viables. La respuesta se encontró en Ia estructura actual del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas. A su cabeza figura una Comisión Permanente que desempeña una actividad representativa cotidiana ante las instituciones gubernamentales de todos los niveles, cuenta con un Parlamento Indígena que tiene asignadas funciones legislativas y deliberativas no del todo claras (que posible y paradójicamente no lo sean por el carácter despótico y vertical de la estructura de poder) y como organismos de base están los llamados Consejos Supremos, 56 en la actualidad que representan a sus correspondientes grupos étnicos. Es aquí donde entra en juego la imaginación de los asesores, porque estos Consejos se han basado en una definición ambigua de lo que constituye un grupo étnico; el criterio adoptado parece haber sido la identidad lingüística entendida en términos muy tradicionales, como suponer que todos los que dicen hablar zapoteco, por ejemplo, constituyen una comunidad de habla, hecho rotundamente desmentido por los estudios de dialectología realizados con prolijo rigor técnico por los misioneros del Instituto Lingüístico de Verano, arquitecto de la política del lenguaje seguida hasta muy recientemente por el Instituto Nacional Indigenista. El caso de la región tzeltal-tzotzil mencionado puede ayudar a aclarar lo que intento señalar242. La investigación lingüística realizada por Norman A. McQuown sobre la dialectología del tzeltal y el tzotzil es una de las más extensas y detalladas de las realizadas en México, véan242 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 244 El Consejo Supremo Tzotzil se supone que representa al grupo étnico definido en términos específicamente lingüísticos; es decir, sería el órgano representativo de los cien mil hablantes de dicha lengua. Como acaba de señalarse, no existe mecanismo político alguno que articule toda esta población como portadora de una identidad étnica. La información lingüística reciente, abundante en datos relativos a la dialectología regional, apunta en sentido contrario243. Y lo que sucede es que el llamado Consejo Supremo Tzotzil está compuesto en realidad por promotores indígenas que se dedican a la actividad política y gozan de un sueldo como funcionarios federales. Uno de los caciques antes mencionados actuó durante varios años como presidente del Consejo hasta que fue destituido en vista de las continuas protestas de quienes resultaban afectados por sus arbitrariedades. Es significativo además, que estos promotores se vistan como los ladinos en las comunidades donde trabajan e incluso se transporten en automóviles propios de modelo reciente; cuando asisten a las reuniones políticas del Consejo Nacional de Pueblos Indígenas, y ello ha sido particularmente notable en los congresos nacionales realizados hasta ahora, visten en cambio su indumentaria tradicional. Resulta, pues, que los consejos supremos y los grupos étnicos que se han constituido en los pilares de la actual política indigenista, son sólo un producto ideológico de la misma política. El mismo concepto de Consejo Supremo es el resultado de un esfuerzo gubernamental hecho en la época de Cárdenas para crear un organismo que permitiera proteger los programas gubernamentales de apoyo a los pueblos tarahumaras. El éxito de aquel esfuerzo se trató de repetir en los años setenta, y no por casualidad puesto que existía inicialmente la marcada intención del presidente Luis Echeverría de adoptar una línea política que repitiera en apariencia el nacionalismo cardenista. Lo más dramático del caso es que, a causa de los símbolos étnicos adoptados - como el bastón de autoridad y las fajas de mujer usadas como se los abundantes materiales en el informe del proyecto Man-in-Nature, efectuado por el Departamento de Antropología de la Un,iversidad de Chicago. El primer esfuerzo de síntesis fue hecho por Nicholas A. Hop kins ('''Estudio preliminar de los dialectos del tzeltal y del tzotzil", en Ensayos de Antropologz'a, México, Instituto Nacional Indigenista, 1970). 243 Documentado análisis de las luchas agrarias en la región de Simojovel elaborado por Ana Bella Pérez Castro (Estructura agraria y movimientos campesinos en Simojovel, Chiapas, Mé. xico ENAH, 1981). LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 245 bandas sobre el pecho, junto a una indumentaria recreada a veces (símbolos con los que fue fotografiado por cierto en diferentes regiones indígenas el presidente López Portillo durante su campaña política), así como el ceremonial desplegado en sus reuniones, y difundido ampliamente por los medios de comunicación masiva -, reflejaban más cierta ideología indigenista que las realidades culturales propias; el discurso mismo en que expresaban sus reivindicaciones étnicas acusaba más una clara influencia de los postulados de Barbados que las condiciones de la lucha de clases que caracterizaba a las diversas regiones indígenas del país. Se ha dicho por los etnicistas, y particularmente por Guillermo Bonfil, que aunque el Consejo sea eI resultado de la iniciativa estatal bien podría convertirse en un instrumento por cuyo medio la población indígena canalizara sus propias reivindicaciones; es decir, que podría convertirse en un organismo realmente indígena. Hasta la fecha, sin embargo, se ha visto avasallado por las presiones de los sectores de masa del partido oficial, y especialmente por el campesino; por añadidura se ha convertido en una escala política para promotores y en un mecanismo legitimador de cacicazgos. Si nos fijamos en algunos aspectos de las luchas políticas de la propia región tzotzil es probable que obtengamos más elementos de juicio para entender mejor la situación. Mientras en la región del altiplano, donde se asienta la mayor parte de las comunidades tradicionales, las reivindicaciones étnicas son sostenidas exclusivamente por los promotores miembros del Consejo Supremo, se observan movimientos independientes cuyo programa es fundamentalmente de reivindicaciones agrarias y donde se relegan las reivindicaciones étnicas a un segundo plano. Es el caso por ejemplo, de la comunidad tzotzil de Venustiano Carranza, donde desde hace varios años es intensa la lucha entre comuneros y pequeños propietarios, lo interesante es que en ambos bandos hay indígenas pero uno responde a las necesidades de los propietarios ladinos y el otro al de los indios y los ladinos pobres. Estos últimos han integrado un organismo político que se ha incorporado a la Coordinadora Nacional Plan de Ayala, organismo que ha desarrollado una acción independiente en varias regiones del país donde la lucha de los campesinos pobres alcanza niveles apremiantes. Existe otro movimiento LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 246 agrario en la región cafetalera de Simojovel, precisamente donde se dieron las condiciones que originaron la guerra de castas de 1867; la lucha por la tierra la representan allí ejidatarios y campesinos sin tierra que eran antes peones y renteros de ranchos y fincas de la misma región. Estos campesinos que luchan por la tierra hablan el tzotzil pero no se organizan ya como las comunidades tradicionales de las Tierras Altas; algunos son protestantes, otros, católicos, pero cada vez son menos los que organizan su vida comunal en torno al sistema de cargos. Reunidos recientemente en una confederación de ejidos, han fluctuado en su afiliación política entre organizaciones independientes y oficiales, sin embargo, y esto es lo que se desea subrayar aquí, simplemente no existen las reivindicaciones étnicas 1 IV Los comentarios que se presentan a continuación tienen el carácter de reflexión provisional porque el problema teórico y político de los grupos étnicos en México exige un análisis cuidadoso con base en la abundante información existente y, sobre todo, en un manejo pulcro e imaginativo de las categorías que ofrece el materialismo histórico. El hecho que esencialmente ha desbordado de su cauce teórico al discurso antropológico en México ha sido el burdo indigenismo que ha permeado su nacionalismo desde la emergencia del llamado "Estado revolucionario". A partir de tal ideología se diseñó una política cultural y, como parte de ella, una política indigenista. En este espacio político se configura la antropología como una carrera técnica auspiciada por el gobierno, y en la práctica profesional se vincula a la construcción del nacionalismo sustentado en diversas manifestaciones, particularmente en la museografía y la historia antigua. El aspecto culturalista de la antropología, que caracteriza al periodo de "desarrollo estabilizador" (1940-1968), ha venido a acentuar las especificidades étnicas de la población indígena, para lo cual ha sido fundamental el concepto de "cultura". Así, se ha diferenciado una totalidad - la de la cultura indígena que se ha mantenido un tanto impermeable dentro de otra totalidad mayor - la cultura nacional - implicando en cada una la existencia de cierta homogeneidad, pero atribuyéndose sobre todo a la cultura indígena una 247 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS supervivencia y una continuidad inmaculada con las sociedades mesoamericanas anteriores a la colonización hispana. En ello habría de identificarse una exigencia de legitimación a la que se alude en el contenido indigenista de la ideología del Estado mexicano. Ubicados así como "diferentes" y como "supervivientes del esplendor antiguo", como entidades culturales definidas en términos de sus particularidades históricas, los indios se erigen en una realidad inaprehensible. Es cierto, lo indio es una categoría colonial, como ya lo apuntara Bonfil, pero trasladar el problema al ambiente de los fenómenos étnicos exclusivamente no parece contribuir a entender su especificidad. La diversidad étnica se ha percibido a partir de la pluralidad lingüística, por los hablantes de lenguas indígenas declarados, conocemos el número de indios que hay en el país, de acuerdo con la estimación censal. Esa totalidad numérica se fragmenta en las lenguas reconocidas ya desde el siglo pasado y clasificadas por Orozco y Berra, Mendizábal y Jiménez Moreno y, últimamente, por Swadesh. Sin embargo, los estudios antropológicos contemporáneos no se han referido a entidades sociales indígenas de más extensión que la comunidad. La antropología social ha manejado el concepto de "comunidad" como instrumento de análisis, y se ha convertido en el campo de tantas reflexiones teóricas desde Redfield hasta Eric Wolf lo cual, además de indicar indudablemente el proceso de refinamÍento teórico metodológico, refleja a una realidad social a partir de la cual se especula. Si el funcionalismo culturalista que ha dominado los estudios antropológicos mesoamericanistas ha hecho de la comunidad su universo de observación y de especulación teórica, subrayando sus complejidades internas y, sobre todo, su homogeneidad cultural, y en ese sentido enriquecido el supuesto ideológico de la continuidad con el pasado pre-hispánico (continuidad inmutable tan grato al nacionalismo mexicano ha ignorado el proceso real de desintegración, no de simple cambio cultural, como lo ven los- teóricos culturalistas y sus numerosos epígones nacionales. Esa desintegración constituiría un aspecto del proceso ó proletarización que adquiere su mayor impacto, a partir de la implantación del desarrollo capitalista en México, en la modalidad dependiente que caracteriza a la estructura económica y social actual. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 248 Las formas que adopta el proceso de proletarización, sobre todo en lo que atañe a sus particularidades entre la población indígena, ha ido variando a lo largo del tiempo y en el espacio; la información antropológica ha destacado en cualquier caso el papel de la comunidad como mecanismo de resistencia a las fuerzas disolventes y .así mismo ha sido señalada (la comunidad) como el ámbito en el que se reproduce lo indio en cuanto a lengua y en cuanto a visión del mundo particulares. Pero si la identidad étnica se da a partir de la pertenencia a una comunidad - y es aquí donde se reconocen los mecanismos que la producen y la reproducen -, el peso de esta conciencia étnica rebasa a la comunidad misma, y ello, sobre todo, precisamente por el efecto del proceso de proletarización. Si tanto la tenencia comunal de la tierra como la existencia de formas colectivas para su explotación constituyeron la base sobre la que se sostenía la comunidad, no sólo por ese hecho se establecía una cierta igualdad económica y social en lo interno, había además de la diferenciación social un proceso externo a ella. Los movimientos migratorios transformaban a los que participaban en ellos en mestizos que aprendían la lengua y las formas de vida de los lugares a donde llegaban; ya no eran indios sino simplemente mexicanos. Ellos a su vez fueron integrándose a la sociedad y a la cultura de las ciudades y pueblos a los que llegaban, y no lo hacían aceptando mecánicamente lo que aprendían sino incorporándole parte de su propio acervo cultural. Con esto pretendo destacar el hecho de que exista una continuidad cultural entre las comunidades indígenas y la población rural y urbana de las regiones donde se encuentran. Existen nexos informales, cotidianos, de diverso tipo, que enlazan a la población; es decir, existe un sustrato étnico que abarca tanto a las comunidades indígenas como a vastos sectores de la población. Lo que constituye un factor decisivo para reconocer los vasos por los que se comunica ese sustrato es el proceso por el que se forman y se sitúan las clases sociales regional y nacionalmente. El proceso de diferenciación social ha incidido directamente en la actualidad en el seno de la comunidad indígena; en ello ha representado un papel inicial decisivo la importancia creciente del trabajo asalariado, establecido LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 249 inicialmente como un movimiento simbiótico por la economía de plantación. El paso siguiente lo constituyó la reforma agraria que reconstituyó más comunidades, - dividió otras, consolidó algunas más y, fundamentalmente, abrió las puertas a la propiedad individual dentro de los propios pueblos. La lucha entre los procesos que tratan de mantener la coherencia de la comunidad y los que introducen la diferenciación social, constituye el signo de nuestro tiempoen la población indígena. La política indigenista adoptada por el Estado mexicano desde 1950, cuando entra efectivamente en acción el Instituto Nacional Indigenista, añade un elemento más a este proceso de diferenciación con la intervención de los promotores indígenas, que además de convertirse en los realizadores de esa política, se van transformando gradualmente en un sector social que encuentra un modus vivendi en su calidad de maestros y técnicos, así como una posibilidad de ascenso político en la propia estructura burocrática, y sobre todo un camino al poder a la sombra del Estado. No ha sido casual, por lo tanto, que los promotores se consideren la infantería del movimiento indigenista que plantea reivindicaciones étnicas; las mismas tienen un atractivo no sólo para los miembros de las comunidades indígenas sino también para otros sectores de la población que se reconocen como tales desde el momento en que comparten situaciones culturales y sociales similares a las de los indios. Pero mientras los promotores se organizan en los Consejos Supremos que el Estado ha diseñado para ellos, la población de las comunidades se enfrenta al proceso de proletarización que afecta a los campesinos pobres de todas partes y que responde a las características que adopta el desarrollo capitalista en México. Así, la pulverización de la propiedad, la búsqueda de tierras, las peticiones de dotación, el papeleo, la manipulación, las invasiones de tierras, la represión violenta, eL trabajo asalariado en condiciones de extrema explotación, constituyen eI pan de cada día de la población indígena. .Es cierto que existe un núcleo que se resiste con mayor fuerza al proceso de desintegración, y es I de las comunidades tradicionales, pero un contingente cada vez mayor s incorpora a la lucha intensa de lo campesinos de este país y se reconoce en los proyectos político que responden a sus exigencias agrarias inmediatas; lo LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 250 étnico constituye parte de su bagaje cultural, de su especificidad histórica y de su carácter de clase, pero no es lo decisivo en los términos en que se da actualmente la lucha de clases el México. Así las cosas, suponer la existencia de grupos étnicos en México sin aclarar debidamente el concepto, conduce automáticamente a adoptar El criterio del Estado mexicano en lo que respecta al llamado "problema indígena". El verdadero problema para quien pretenda encontrar alternativas con un contenido clasista relacionado con los sectores más explotados del país, entre los qUE figura la mayor parte de la población indígena, estribaría en concretar la importancia que pudiere tener la especificidad étnica en las formas particulares y generales de la lucha de clases lo cual habría de conducir, necesariamente, no sólo a incorporal las reivindicaciones étnicas de con. tenido clasista al lugar en el que tuvieran sentido, sino a incorporm también las manifestaciones étnicas a algún proyecto alternativo de Política cultural, todo dentro de algún programa partidario que tendiera expresamente a la construcción del socialismo. Finalmente, y para volver al tema del ensayo, el carácter de las relaciones políticas que encontramos en el seno de las comunidades indígenas responde a los rasgos de su concepción del mundo, a la naturaleza particular de sus relaciones sociales, lo cual se sostiene en una condición de campesinos pobres que los hace extremadamente sensible.. al 'proceso de proletarización. Pero lo que he intentado destacar es que los organismos políticos creados por el Estado para instrumentar sus programas indigenistas, los Consejos Supremos, tienen poca relación con los principios políticos que rigen la existencia de las comunidades indígenas, principios que expresados en la estructura político-religiosa juegan un papel decisivo en su mantenimiento. Por otro lado, las estructuras políticas indígenas no rebasan el ámbito de la comunidad, y sólo en condiciones extraordinarias han hecho que surjan estructuras mayores, lo cual define una potencialidad, pero también una limitación, en el sentido de que el contenido de tales relaciones extracomunales manifiesta una tendencia despótica, religiosa y un tanto rígida. Lo señalado, sin embargo, debe considerarse tan sólo una reflexión que evidentemente requiere una mayor precisión. 251 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS TEXTO NO. 12 COFRADÍAS Y CARGOS: UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA DE LA JERARQUÍA CÍVICO-RELIGIOSA MESOAMERICANA244i John K. Chance245 William B. Taylor246 La mayoría de los trabajos que se han realizado acerca de la jerarquía cívicorreligiosa en Mesoaménca, presuponen una formación prehispánica, o bien colonial, del sistema, a pesar de no contar con evidencia suficiente al respecto. En este trabajo se incluye información de archivo, no publicada, relativa a las cofradías y a los cargos civiles en cuatro regiones de México: Jalisco, el centro de México, el Valle de Oaxaca y la Sierra Zapoteca de Oaxaca. Se plantea aquí que si bien la jerarquía de orden civil se desarrolló bastante durante" la Colonia, la de orden cívico-religioso constituyó un fenómeno posterior a la Independencia. Asimismo, se exponen los cambios que tuvieron lugar en las funciones de la jerarquía y su articulación con la sociedad en general247. La jerarquía cívico-religiosa mesoamericana conocida también como el sistema de cargos, de fiesta o de mayordomía, requiere poca introducción para la mayoría de antropólogos y etnohistoriadores. A la descripción etnográfica de las variantes del sistema en muchas comunidades campesinas de indígenas de las zonas montañosas de México y Guatemala, se suman los estudios análogos realizados en un número tal vez similar de pueblos en los Andes. Si 244 Originalmente publicado en American Ethnologist, Vol. XII, No. 1, Febrero de 1985. La versión en español proviene de “Antropología Suplemento”, Boletín oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Nueva Época, No. 14 Mayo-Junio de 1987. Traducción de Marina López. 245 Universidad de Denver, Colorado, USA. 246 Universidad de Virginia, USA. 247 La investigación de Taylor se ha centrado en Jalisco, la región central de México y el Valle de Oaxaca. Su material procede del Archivo de la Catedral de Guadalajara (CAAG) el Archivo de la Audiencia de la Nueva Galicia (AJANG), de la Biblioteca del Estado de Jalisco (BEJ) en Guadalajara, el Archivo Municipal de Acatlán de Juárez en el Archivo Histórico de Jalisco (AMAJ), el Archivo General de la Nación (AGN) en la Ciudad de México y el Archivo General de Indias (AGI) en Sevilla. El trabajo de Chance sobre la Sierra Zapoteca se basa en documentación procedente del AGN y del AGI, y especialmente del Archivo del Juzgado de Villa Alta, Oaxaca (AJVA) Las citas de todas las fuentes inéditas de achivo se incluyen en el texto del estudio y en las notas. Los documentos publicados que se han citado en el texto se encuentran enlistados en el apartado de bibliografía. 252 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS bien en la actualidad las jerarquías han decaído o desaparecido por completo en muchas áreas, la mayoría de las observaciones concuerdan en que, históricamente, desde el siglo XVI el sistema de cargos ha sido el motor de cientos de ciudades y pueblos mesoamericanos. Los etnógrafos definen la forma “clásica” o “tradicional” del sistema como una jerarquía de comisiones de distinción establecida que, en su conjunto, abarcan la administración pública, civil y religiosa de la comunidad (De Walt, 1975: 91). Se espera que, a lo largo de su vida, todos los hombres de la localidad asciendan esta escala de méritos, alternando en cargos civiles y religiosos. Todas las comisiones asignadas por elección, llamadas cargos, duran un año con frecuentes “periodos de descanso” intermedios. Mientras más elevado es el cargo recibido, mayor es el prestigio que disfrutan el carguero y su familia. La recompensa, sin embargo, acarrea sacrificios ya que muchos cargos, particularmente los más altos, implican gastos de consideración. Quienes poseen los recursos y la longevidad para alcanzar la cima de la jerarquía, se retiran del sistema y pasan a un grupo selecto de ancianos del pueblo. Estos ancianos, o principales, son hombres que han demostrado su calidad moral y con frecuencia ejercen una gran influencia en los asuntos locales. De estructura evidentemente española, aunque con algunas bases indígenas, esta forma clásica del sistema incluye los cargos del gobierno municipal, por el lado civil, y posiciones en las cofradías o mayordomías encargadas de honrar a los santos católicos, por el lado religioso. Los gastos y el prestigio derivados se relacionan con el patronazgo individual de las fiestas y demás eventos rituales dedicados a los santos del lugar. Si bien los estudios sobre las funciones y relevancia de esta institución han sido muy diversos, existe consenso (exceptuando a Rus y Wasserstrom, 1980) en cuanto a la ubicación de los orígenes del moderno sistema de cargis y el patronazgo individual de las fiestas en los inicios de la época colonial, con el primer ajuste de las sociedades española e indígena. En el presente estudio analizaremos esta afirmación. Sostenemos que lo que se asume es producto de una injustificada proyección del presente etnográfico en el pasado colonial. Para apoyar nuestra idea presentaremos documentos inéditos de cuatro regiones del México colonial: del Altiplano Central, de Jalisco, del Valle de 253 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Oaxaca y de los altos de la Sierra Zapoteca; así como documentos publicados, de primer y segundo orden, sobre Michoacán y Chiapas que conforman una sucinta colección de materiales. Nuestro argumento central es que, si bien la jerarquía civil y las comisiones de fiestas existían en comunidades indígenas de las tierras altas en tiempos de la Colonia, la jerarquía cívico-religiosa fue básicamente el producto del periodo posterior a la Independencia en el siglo XIX. De esta manera, nos proponemos abarcar un largo periodo – más o menos cuatro siglos – trabajando en detalle una cantidad considerable de material histórico. Sin embargo, las …. que surjan son más que meros datos históricos, pues afectan directamente la interpretación del sistema de cargos contemporáneo. Así como la estructura del sistema ha variado con el tiempo, sus funciones y su manera de articularse con la sociedad en general han cambiado. A la vez que buscamos identificar …..manifestaciones regionales diferían significativamente en cuanto al momento de aparición y factores propiciatorios. Modelos etnográficos Existen cívicorreligiosa cuatro "generaciones" de estudios sobre la jerarquía mesoamericana. Su estructura general se estableció por primera vez en las etnografías realizadas en los años treinta y cuarenta de este siglo, entre los mayas de las-tierras" altas principalmente (Tax, 1937; Wagley, 1949; Bunzel, 1952). Después, en los años cincuenta y principios de los sesenta, la jerarquía fue sistematizada y analizada como una institución cabal, como la esencia de la comunidad corporativa cerrada de los estudios de Eric WoIf (WoIf, 1959; Cámara, 1952; Nash, 1958). En opinión de Nash (1958: 69) y de Wolf (I959: 216-218), el sistema de cargos es un mecanismo de defensa y protección de la comunidad ante la intrusión y explotación del exterior. En el aspecto económico, tiene un efecto igualador sobre la riqueza privada y constituye el canal más aceptable para las distintas formas de desempeño personal; desde el punto de vista político, propicia una "democracia de los pobres" en la cual no se permite a ningún individuo o grupo monopolizar el poder. De esta manera se desalienta la aparición de distinciones de clase y se conserva el status qua. Como reza la metáfora de WoIf (1959:216), el sistema LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 254 "es como un termostato que se activa para apagar la caldera al aumentar el calor". A pesar de la amplia aceptación que pronto tuvo la interpretación de Wolf y Nash, Marvin Harris presentó en 1964 una opinión contraria al afirmar que el sistema de cargos no puede considerarse como un "recurso igualador" de la comunidad corporativa cerrada, poniendo en duda la idea de que la jerarquía nivele, en efecto, las diferencias económicas. Por otra parte afirmó que, históricamente, el sistema no ha provisto a la comunidad de una defensa efectiva frente a los extraños. Antes bien, ha sido una institución "represiva v abusiva" implantada en las comunidades indígenas por los sacerdotes católicos en la época colonial. En lugar de nivelar las diferencias económicas propicia la transferencia de recursos fuera de la comunidad, en un inicio dirigidos a la Iglesia, y después de la Independencia, a manos de hacendados y comerciantes. Estos detentadores de poder, ajenos a la comunidad, son los que suministran los bienes de consumo necesarios para las fiestas religiosas (Harris, 1964: 25-34). Las preguntas surgidas en esta segunda generación de estudiosos son fundamentales: 1) ¿Las diferencias económicas realmente son niveladas por la jerarquía cívico-religiosa? 2) ¿Propicia en efecto la fuga de una cantidad sustancial de recursos de la comunidad? 3) ¿Debe considerarse la jerarquía como una defensa comunitaria contra la explotación del exterior, o como un instrumento diseñado por este mundo ajeno para sojuzgar y explotar a la población indígena? Se esperaba que estas cuestiones se aclararan al aceptar un au otra de las proposiciones, lo cual complicaba su resolución, además de la gran desventaja que significaba no contar con un sólido conjunto de testimonios empíricos. Sólo hasta el surgimiento de la “tercera generación”, con el estudio de Frank Cancian sobre el sistema de cargos religiosos en Zinacantán, Chiapas, fur posible poner rigurosamente aprueba la primera cuestión. Cancian (1965) ha mostrado empíricamente que el sistema de cargos en Zinacantán no nivela totalmente las diferencias económicas. Los cargos más dispendiosos son ocupados por los hombres más ricos, y los menos costosos por los más pobres; pero resulta imposible que todos los participantes alcancen LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 255 la cima de la jerarquía en esta numerosa comunidad de varios miles de habitantes. Si bien se da alguna nivelación, los ricos no gastan tanto como para poner en peligro su relativa ventaja económica, y muchos alcanzan heredar bienes a sus descendientes. La conclusión general de Cancian es que, si bien el sistema de cargos tiende a nivelar la riqueza, tiene una gran inclinación a estratificar a la población y a legitimar las diferencia económicas existentes (Cancian, 1965: 292). En las casi dos décadas que han transcurrido desde el notable estudio de Cancian, parece haber surgido el acuerdo general de que la hipótesis de nivelación es errónea y que n grado de estratificación significativo es incompatible con el sistema de cargos (Chick, 1980; DeWalt, 1975; Dow, 1977; Greenberg, 1981; Slade, 1973; Smith, 1977). De cualquier modo, hay límites definidos, y el trabajo de Smith (1977) en Guatemala confirma la predicción de Cancian (1967: 296) deque entre otros factores, una creciente riqueza o una creciente pobreza pueden debilitar o destruir el sistema de fiestas. Aunque el estudio de Cancian abrió camino en algunas áreas, en otras sigue perteneciendo al mismo campo funcionalista de Wolf y Nash. Al igual que sus predecesores Cancian considera al sistema como un mecanismo homeostático, sumamente sensible a presiones locales en su mayoría internas. El estudio sobre Zinacantán no ofrece material convincente ni elementos conceptuales que ayuden a responder a la segunda y tercera preguntas con respecto a la relación del sistema con el mundo exterior. En contraste, la influencia de las condiciones externas es uno de los intereses centrales de varios de los recientes trabajos de la cuarta generación sobre la jerarquía cívico-religiosa (Aguirre Beltrán, 1967; Diener, 1978; Dow, 1977; Friedlander, 1981; Greenberg, 1981; Jones, 1981; Rus y Wasserstrom, 1980; Smith, 1977; Wasserstrom, 1978). Sin embargo, existen grandes diferencia en cuanto al énfasis. Si bien todos los autores concuerdan en que resulta indispensable atender con detenimiento a la historia económica y a la economía plítica regionales, algunos otorgan mayor importancia a los mecanismos internos de la comunidad (Aguirre Beltrán, 1967; Dow, 1977), y otros subrayan las condiciones externas determinantes (Diener, 1978; Firedlander, 1981; Rus y Wasserstrom, 1980; Smith, 1977). LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 256 Al hacer énfasis en los factores internos, tanto Aguirre Beltrán (1967) como Dow (1977) sostienen, frente a Harris, que los gastos de cargo ritual preservan un sistema de reciprocidad económica y redistribución dentro de la comunidad. Basándose en prácticas de campo en un pequeño poblado otomí en Hidalgo, Dow (1977:221) arguye que el sistema de fiestas es un adaptador ecológico para los campesinos indígenas, ya que, a su decir, los obliga a ingerir alimentos de alto valor nutritivo. Él ve la economía de subsistencia indígena bastante separada de la economía de mercado de dominio mestizo. En este contexto, el sistema de cargos indígena e suna poderosa motivación para la producción, ya que los mestizos monopolizan los incentivos comerciales. De esta manera, se supone que el sistema de cargos organiza la economía de subsistencia local y reduce las presiones explotadoras de la sociedad externa. A pesar de su insistencia en los aspectos redistributivos del sistema, Dow claramente asienta que no funciona para eliminar las diferencias económicas entre los indígenas. Como es frecuente verlo, las cargas financieras más grandes recaen con mayor rigor sobre los sectores más productivos. En un reciente artículo de Judith Friedlander encontramos un claro ejemplo de la posición contrastante de expropiación. La autora, igual que Harris, hace hincapié en los rasgos del sistema impuestos desde fuera y concluye que, cuando menos en Hueyapan, Morelos, “los indígenas se han visto obligados a servir de cómplices de su propia opresión mediante el sistema de cargos” (1981: 139). A Friedlander le interesan menos los aspectos económicos del sistema que los políticos, mismos que en Hueyapan son manejados por los maestros de escuela. En esta versión secularizada de la jerarquía, los santos han sido reemplazados por los héroes nacionales y ahora fuerzas externas manipulan a los indígenas animando a los líderes políticos locales a patrocinar fiestas para honrar las principales figuras de la Revolución Mexicana y otras fiestas nacionales. Podría abundarse en ejemplos, pero nos parece claro que las actuales tópicos alrededor de la jerarquía cívicorreligiosa parten directamente del debate, aún sin resolver, de la segunda generación entre Wolf y Nash, por un lado (modelo de mecanismo de defensa), y Harris por el otro (modelo de expropiación). El dilema de optar por uno u otro es aún vigente. Nos parece LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 257 que la manera más razonable de salvar esta dificultad es buscar un punto medio entre estos dos criterios, desarrollando mejores métodos para ponerlos a prueba empíricamente en distintas épocas y lugares. Como demostraremos más adelante, ciertas jerarquías comunitarias pueden inclinarse hacia no u otro de estos extremos en momentos distintos. En cuanto al panorama etnográfico contemporáneo, algunos sistemas parecen ocupar un lugar intermedio. Aquí seguimos a James Greenberg (1981: 17), quien señala que “es indudable que existe alguna redistribución, pero es igualmente innegable que el sistema de fiestas extrae de la comunidad considerable riqueza”. En su estudio de la jerarquía cívicorreligiosa de una comunidad chatina en Oaxaca, Greenberg pone a prueba empíricamente la controversia entre redistribución y expropiación, encontrando sustento para ambas. En Yaitepec, casi la mitad de los costos anuales de fiesta requieren gsatos en efectivo, mientras que la otra mitad consiste básicamente en comida y bebida redistribuida entre la comunidad. En total, Greenberg calcula que el sistema ritual entero distribuye 11.3% de los costos anuales per cápita, o lo suficiente como para alimentar a todos durante 41 días. Surge entonces en problema de explicar cómo logran una comunidad dad y su sistema de cargos el balance entre los dos polos de redistribución y expropiación en un momento determinado. Una variable importante es el tamaño de la población. Una comunidad reducida con un alto nivel de participación como la comunidad otomí que estudió Dow en Hidalgo, debería mostrar una mayor igualdad económica y una mayor redistribución. Una comunidad más amplia en la cual proporcionalmente menos individuos tienen la posibilidad de sustentar cargos como la de Cancian en Zinacantán, debería de mostrar una mayor estratificación y expropiación. Son dos las razones, según Greenberg (1981: 159), por las cuales en algunas comunidades se ajusta el número de cargos y en otras no. En primer lugar, un giro básico en el modo de producción, como lo es la introducción del cultivo que se vende inmediatamente después de la recolección, lo cual probablemente incita a los miembros de la comunidad a limitar su participación en el sistema de cargos para así liberar el capital que la actividad agrícola requiere. En segundo lugar, la relación entre metrópolis y satélite probablemente cambia. Ante la posibilidad de tener acceso a mayores LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 258 oportunidades, puede resultar difícil desarrollar el consenso necesario para agregar nuevos cargos al sistema. Bajo esas circunstancias resulta más sencillo eliminar cargos. Por tanto: Los modelos de nivelación y estratificación no se contradicen, sino que representan etapas sucesivas de la dependencia de las comunidades con respecto al mercado y de su integración al mismo (Greenberg, 1981: 175). El estudio de Greenberg es importante porque desemboca en una síntesis de varias proposiciones que hasta entonces se …………………….. otros aspectos, empero, disentimos con él. Al asumir que “el sistema llamado tradicional de fiestas es, con mucho, un artefacto del régimen colonial”, Greenberg no hace más que repetir las nociones históricas de Wolf. Más adelante presentaremos un ejemplo detallado que contradice esta postura. Para ello, sin embargo, debemos examinar brevemente los argumentos y evidencias a favor de los antecedentes prehispánicos del sistema. ¿Antecedentes prehispánicos? La especulación acerca del posible origen o de los antecedentes prehispánicos de la jerarquía cívicorreligiosa data de la segunda generación de estudios a principios de los sesenta. Como Friedlander (1981: 134) señalaba hace poco, estas cuestiones han recibido poca atención últimamente, aunque los problemas siguen sin resolverse. No pretendemos darles solución aquí, tan sólo sugerir lo que falta por hacerse. Las indagaciones de los antecedentes prehispánicos del sistema de cargos han seguido dos caminos. En su artículo de 1961 Pedro Carrasco reúne evidencias de las crónicas coloniales del área náhuatl del México central, particularmente de Tenochtitlán. Tomando de los registros etnográficos los elementos esenciales de la jerarquía o “sistema escalonado”, Carrasco se remonta a las épocas prehispánica y colonial para encontrar las pistas del trasfondo prehispánico y del desarrollo colonial del sistema. Empero, Carrasco subraya que el sistema de cargos es definitivamente de origen colonial y no LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 259 prehispánico248. Al mismo tiempo sostiene que algunos rasgos de las instituciones indígenas facilitaron la introducción de la organización municipal española y contribuyeron al consiguiente desarrollo de la jerarquía cívicoreligiosa. A diferencia de los estudios mayas que a continuación discutiremos, Carrasco no propone un origen prehispánico al sistema, sino una serie de “antecedentes” indígenas que facilitaron su desarrollo colonial posterior. Los antecedentes políticos que Carrasco trata son las tres vías de movilidad social o “escalas de méritos” de la Tenochtitlán azteca: la guerra, el sacerdocio y el comercio. Carrasco describe extensamente las escalas de grados militares y sacerdotales, refiriéndose más brevemente a los status alcanzados por los mercaderes y tres grupos de profesionistas (1961: 485489). La evidencia que presenta para los antecedentes ceremoniales consiste en la cita de pasajes de las obras de Motolinía, Sahagún y de Durán que se refieren a las prácticas indígenas de patronazgo individual que mercaderes, artesanos y otros asumían en las funciones públicas (1961: 489-490). Sin embargo, cabe aclarar que estas crónicas se refieren al territorio náhuatl central (el Valle de México), y que se trata del patronazgo individual de una comunidad especial de gobernantes, sacerdotes, guerreros y mercaderes, y no de campesinos. La otra aproximación a los antecedentes prehispánicos localiza específicamente el origen de la jerarquía en una época anterior a la Conquista, basándose en la hipótesis de que los mayas del Clásico de las tierras bajas probablemente tuvieran un sistema de cargos rotativo parecido al que hoy en día se encuentra en Zinacantán y en otras comunidades mayas de las tierras altas. Esta idea fue propuesta originalmente por Evon Z. Vogt (1966) y ha sido aceptada subsecuentemente bajo diversas formas, por muchos otros (p. e. Coe, 1965; Henderson, 1981; Price, 1974; Rathje, 1970). Vogt señala que la geografía contemporánea de Zinacantán recuerda en mucho el patrón de asentamiento de los antiguos mayas, con su cabecera o “centro ceremonial” apenas habitado; y el área de sustento de aldeas adyacentes donde el grueso En su artículo de 1975, Carrasco no postula la existencia de un sistema escalonado o de cargos durante os inicios de la era colonial; supuestamente, se desarrolló más tarde. En la conclusión del presente estudio sugerimos la hipótesis de que un sistema civil de cargos existía en muchas comunidades a fines del siglo XVI. 248 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 260 de la población habita. A su modo OJO Integración territorial en el Periodo Clásico al escoger en las aldeas hombres de ciertos linajes y rotarlos en puestos sacerdotales en los centros ceremoniales Otros, de manera un tanto distinta, se han valido del sistema de cargos de Zinacantán para explicar algunos aspectos de la sociedad maya del Clásico. Por ejemplo, William Rathje (1970) propone un modelo diacrónico para dicho periodo. La riqueza como prerrequisito para alcanzar los cargos más altos hoy en día en Zinacantán podría explicar, en una proyección al pasado, el desarrollo de las elites de los centros ceremoniales entre los mayas del Clásico. Con un método distinto, Barbara Price (1974) aplicó el modelo de expropiación de Harris a los mayas del Periodo Clásico. En su opinión la función ecosistémica del sistema de cargos es la de regular la competencia entre las clases y dentro de ellas, así como transferir la energía de los productores a los consumidores (Price, 1974: 459). Dado que la sociedad maya de finales del Periodo Clásico se caracteriza tanto por un “máximo de población” como por un “máximo de estratificación social”, Price concluye que muchas de las funciones asumidas por el sistema de cargos maya contemporáneo “muy bien pudieron haber sido necesarias a finales del Periodo Clásico maya” (1974: 45, 461). Carrasco es el único estudioso que emprende una reconstrucción histórica directa de los antecedentes prehispánicos del sistema; sin embargo, los antecedentes políticos que presenta se antojan demasiado generales. Su argumento central es que la sociedad azteca contaba con mecanismos para alcanzar puestos políticos y sacerdotales, y que los principios estructurales del “sistema escalonado” en el cual se basaban estos logros se preservaron bajo la forma del sistema de cargos, después de la conquista española (Carrasco, 1961: 494). Empero, como ya lo ha señalado Price, estos antecedentes son tan generales que podrían aplicarse a cualquier promoción corporativa en la IBM: Carrasco … no cuenta con bases firmes para identificar y clasificar los rasgos precolombinos relevantes para la reconstrucción del desarrollo de la organización social colonial y postcolonial en la …………. Dentes de la sociedad azteca, en su mayoría no constituyen más que los dispositivos de reclutamiento y exclusión, presentes en cualquiera de las LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 261 instituciones sociales jerárquicas que uno espera encontrar en toda sociedad estratificada. Aún si ignoramos la crítica de Price y aceptamos el análisis de Carrasco sobre las comunidades de tipo estatal en el Altiplano Central, resulta difícil extender la generalización a Mesoamérica, o incluso a otras regiones del Altiplano249. Los estudios etnohistóricos de las últimas dos décadas han demostrado que la organización sociopolítica prehispánica de muchas regiones era radicalmente distinta del “modelo azteca”. Dos factores clave en el análisis de Carrasco – la diversidad en grados de estratificación y la movilidad social – parecen haber sido mayores de los que suponíamos. Tomando una sola región, la de Oaxaca, encontramos que en 1519 existían notables diferencias en cuanto a complejidad de la estratificación social y la centralización política del poder entre los habitantes del Valle de Oaxaca, la Mixteca Alta, La Cañada Cuicateca y la Sierra Zapoteca (Chance, en prensa). Aun el Valle de Oaxaca, la región con mayor estratificación, distaba mucho de alcanzar la complejidad encontrada en el Valle de México. De hacho, resulta difícil afirmar que las “escalas de méritos” propuestas por Carrasco existían en absoluto en Oaxaca antes de la Conquista. Entre los mixtecosy zapotecos del Valle existía una escala de status a los que se podía aspirar, pero el procedimiento en general no había llegado a un nivel tan alto como en el territorio náhuatl central (Spores, 1976: 216-218; Whitecotton, 1977: 142-148). No es posible establecer hasta qué punto estas diferencias regionales contribuyeron a la formación de las jerarquías cívico-religiosas posteriores a la Conquista. Sin embargo, se ha demostrado que las diferencias en cuanto a complejidad como las descritas en Oaxaca, fueron factores importantes para determinar las variantes de la sociedad colonial indígena (Chance, en prensa). De hecho, las comunidades náhuas del territorio central, populosas y con un alto grado de estratificación eran, hacia fines del Periodo Postclásico, atípicas Recientemente John D. Early (1983) intentó hacer, con la región maya de la montaña, lo que Carrasco había hecho con la región central de México (1961). Opinamos que el tratamiento que Early da a los antecedentes prehispánicos presenta los mismos problemas del estudio de Carrasco. Pensamos que la información de Early (limitada a siete crónicas publicadas) no basta para sostener su conclusión de que “los materiales etnohistóricos demuestran que la jerarquía tiene hondas raíces en el pasado precolombino y que no se trata de una creación de fines de la Colonia o nacional” (Early, 1983: 200). 249 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 262 con respecto al resto de Mesoamérica. Habían alcanzado un alto nivel de complejidad social que con frecuencia era imitado pero casi nunca alcanzado ….. En su modelo, Carrasco tomó en cuenta los posibles cambios complejos en el sistema de cargos mesoamericanos a partir de 1519, pero no aclara la diversidad regional qe evidentemente se daba dentro de Mesoamérica. Su modelo tampoco nos convence de la irrelevancia de las consideraciones regionales. Nos deja sin guías claras para estudios posteriores. ¿Hemos de buscar en el trabajo de archivo los “antecedentes” que expliquen el sistema de cargos en todas las regiones de Mesoamérica y entre todos los grupos étnicos? O bien, ¿es necesario comprometernos en un esfuerzo más general haciendo comparaciones interculturales y desarrollando teorías? Abordaremos esta cuestión más adelante250. La búsqueda de antecedentes prehispánicos para el sistema de cargos entre los mayas presenta dificultades de otro tipo. En este caso no se trata de distinguir “antecedentes indígenas específicos, sino de comprobar la hipótesis de que los mayas del Clásico contaban con un sistema de cargos completo, parecido en algo” al sistema religioso actual de Zinacantán. Esta aproximación obliga a usar la analogía etnográfica para interpretar los restos arqueológicos; pero el análisis de los aspectos fundamentales sobre los mayas del Clásico rebasa los límites de este trabajo. Aún así, distinguimos muchos puntos débiles en los dos extremos de la analogía. Por ejemplo, Ruz Lhullier (1964) y Haviland (1966) han criticado la hipótesis original de Vogt. Ambos señalan que la sociedad maya del Periodo Clásico estaba estratificada demasiado rígidamente como para permitir el funcionamiento de un sistema de cargos rotativos como el que sugiere Vogt. Por otro lado, la obra reciente de Rus & Wasserstrom (1980) sobre la historia del sistema de cargos en Zinacantán, cuestiona la pertinencia de usar la analogía etnográfica en este caso. El material que presentan sugiere que el sistema actual se originó a finales del siglo XIX. Falta No sólo es deseable distinguir entre unidades étnicas y lingüísticas – tales como aztecas, zapotecas y mixtecos – sino también entre tipos y tamaños de comunidades. Siempre se ha exagerado la importancia de la atípica ciudad de Tenochtitlán dentro del “modelo azteca”. En lo concerniente a la organización socio-política en especial, sería inconveniente generalizar extrapolar de una gran ciudad a comunidades rurales más pequeñas, sin atender a las afiliaciones étnicas culturales implicadas. 250 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 263 indagar qué es lo que existía en las comunidades antes de esa época. Más adelante en este estudio propondremos – como opción más viable – que el sistema de cargos en Mesoamérica en la época de la Colonia era un sistema civil. También se le critica a la hipótesis de Vogt que carece de bases teóricas lo suficientemente amplias para justificar que el caso del Zinacantán moderno se use para comprender, por ejemplo, al antiguo Tikal. La integración territorial de aldeas y centros ceremoniales sería, sin duda, un elemento de tal teoría, pero queda sin resolver la cuestión de la función del sistema de cargos como mecanismo de redistribución en la comunidad, de expropiación y de defensa contra los explotadores extraños. ¿Se pueden aplicar estas instancias a los mayas del Periodo Clásico? Price (1974) responde a esta pregunta al avalar explícitamente el modelo de expropiación de Harris (1964). Sin embargo, como ya hemos visto, la información etnográfica sólo ofrece apoyo limitado a este modelo (Greenberg, 1981). Más adelante propondremos que el modelo de expropiación se aplica mejor a situaciones coloniales, perdiendo en gran medida su cualidad explicativa al aplicarse a otras condiciones. No obstante lo anterior, coincidimos con Price al considerar que una teoría general sobre el sistema de cargos – sea este prehispánico, colonial o contemporáneo – debe basarse en estudios comparativos. En lo que a la época anterior a la Conquista se refiere, creemos que una comparación intercultural y una base teórica resultarán más provechosas que la búsqueda empírica exhaustiva de “antecedentes” en archivos y zonas arqueológicas. En nuestra opinión, el conjunto de material necesario para llevar a cabo tal obra no será fácil de obtener. Como dice Price (1974: 462), lo que hace falta es: Una descripción comparativa más amplia de las instituciones que operan en diversas sociedades campesina y que hacen las veces del sistema de cargos mesoamericano. Como punto de partida podríamos tomar la proposición de Greenberg (1981: 21) de que el sistema puede verse como un mecanismo intermedio en la contradicción que existe entre la dependencia de los campesinos en la ecología local y las exigencias de sistemas políticos y económicos más amplios con que tropiezan. 264 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Mientras que la identificación de antecedentes prehispánicos específicos del sistema de cargos enfrenta todo tipo de dificultades, la información existente sobre las cofradías en las aldeas y los cargos civiles del periodo colonial es mucho más abundante. Procederemos ahora a analizar nuestra investigación de archivo en distintas regiones, comenzando con las cuestiones centrales de la estructura de la cofradía comunitaria y la institución del patronazgo individual de fiestas religiosas. Cofradías coloniales Un rasgo característico de los sistemas de fiestas modernos en los pueblos mesoamericanos consiste en que los servicios prestados para las celebraciones rituales se consideran cargos, “una gran carga económica” (Diener, 1978: 103). Los estudiosos divergen en cuanto al propósito que cumple el patronazgo individual de las fiestas religiosas, apoyando su función como defensa contra la explotación colonial, o bien como parte de esa misma explotación, o como ambas; pero la existencia del patronazgo individual se entiende y se acepta casi unánimemente como un producto del inicio de la época colonial con probables raíces prehispánicas (Carrasco, 1961: 491-492; Greenberg, 1981: 16). La idea común de la historia del sistema de fiestas como una estructura política y ceremonial autóctona de extracción colonial temprana es, en gran medida, producto de lo que los etnohistoriadores llamana upstreaming, método que da por hecho que las características modernas de las sociedades tradicionales representan estructuras que han permanecido sin cambio durante largo tiempo. En el caso que nos ocupa, dado que las cofradías o hermandades católicas seculares, fueron introducidas por sacerdotes españoles después de la conquista militar, se piensa que el sistema de cargos – sin duda relacionado con las hermandades religiosas en el siglo XX – también se originó entonces. La tesis doctoral de Francis Brook de 1976 – el único análisis extenso sobre las cofradías en la Colonia hecho por un hoistroiador – sitúa dichas hermandades en el corazón mismo de la identidad colectiva de las comunidades campesinas. Esta conclusión hace eco a la interpretación mesiánica de las cofradías coloniales, sin dar evidencia sólida LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 265 con respecto a algún lugar en particular, ni abordar las cuestiones de origen y desarrollo. El libro Los aztecas bajo el dominio español 1519-1810 (1964: 131) de Charles Gibson, nos conduce de manera más relevante a los orígenes y la función de las cofradías en el periodo colonial. Se refiere a ellas como organizaciones comunales que se desarrollan en una época de decadencia, señalando que las poderosas cofradías del Valle de México que están documentadas datan del siglo XVII principalmente, es decir, un siglo después de la conquista militar; y sugiere que su expansión a finales del siglo XVII no puede explicarse como un fenómeno meramente compulsivo. La historia de las cofradías en la región central de Jalisco, en Oaxaca y en la región central de México pone en tela de juicio su origen a principios de la Colonia, al igual que su relación con la jerarquía cívico-religiosa en la época colonial, el patronazgo individual de las fiestas comunitarias por parte de los miembros de las cofradías, y su carácter indispensable en la identidad colectiva de las comunidades indígenas. De acuerdo con los registros de los obispos acerca de las obras pías, las cofradías en estas tres regiones fueron establecidas en épocas muy distintas, pero muy raramente aparecieron durante la primera etapa de conversión religiosa que siguió a la conquista militar en el siglo XVI. En las regiones centrales de México y Jalisco, las fundaciones se concentran en el siglo XVII (1600-1640 en Jalisco y 1620-1700 en México), es decir, alrededor del punto más bajo en la curva de población indígena, como supone Gibson251. Algunas cofradías se fundaron en Oaxaca en el siglo XVII, pero, al parecer, muchas surgieron más tarde en el siglo XVIII, después de la secularización de las parroquias dominicas y cuando la población creció de nuevo. Al igual que las raíces españolas de las haciendas coloniales se entendieron de otro modo cuando quedó claro que este tipo de propiedad muy raramente se dio en América hasta finales del siglo XVII, así las fechas de Se puede encontrar más evidencia de que las cofradías estaban formalmente constituidas después de 1580, en las Relaciones Geográficas de finales de la década de 1570, en donde se reportaron muy pocas cofradías y otras donaciones religiosas en los pueblos indígenas (PNE IV, VI). En las secciones 36-37, los reportes varios no especifican hospitales, cofradías o donaciones; o bien, ignoran estos asuntos totalmente. Hubo excepciones como Zacoalco con su hospital en 1550 (Ricard, 1933: 156-157), Amatitlán en la jurisdicción de Sayula, Jalisco, con “una enorme cantidad de pesos” y ovejas (CAAG Cofradías 1594) y los hospitales de pueblo fundados por Vasco de Quiroga en la década de 1530. 251 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 266 aparición de estas cofradías nos hacen dudar que los sistemas de cargos actuales son una continuación ininterrumpida del patronazgo individual del culto indígena en tiempos anteriores a la Conquista. Igualmente hace falta demostrar, en el caso de estas regiones, la idea de que las cofradías antes de la Independencia de México en la década de 1820 operaban como el sistema de cargos y eran parte de una escala de prestigio qe enfatizaba el patronazgo individual de las fiestas por parte de los ricos. Durante la Colonia, los cargos religiosos se concentraban en las cofradías, que se fundaron con el fin de organizar el apoyo local del culto y sufragar los gastos que éste generaba. Dichos gastos incluían comida, provisiones y demás erogaciones del rito con que se celebraban los días festivos y que, para la década de 1570, ya estaban bien establecidas (Papeles de la Nueva España (PNE), 1905: VI: 31; IV: 64): vino y hostias para la misa y los honorarios del sacerdote por sus servicios. Había cuando menos cuatro maneras – a veces en combinación – de hacer frente a estos gastos en la época colonial: 1) mediante contribuciones personales de los miembros principales de la cofradía (el mayordomo y el prioste); 2) mediante contribuciones personales de todos los miembros de la cofradía; 3) mediante contribuciones de todas las familias de la comunidad, especialmente aquellas en las que todos eran miembros de la cofradía, como al parecer sucedía en las cofradías de hospital establecidas por los franciscanos; y 4) la renta u otro producto de la propiedad comunal perteneciente a las cofradías Los registros del patronazgo en las regiones central y occidental de México durante la Colonia indican que en la mayoría de los pueblos los gastos se sufragaban con el dinero derivado de la propiedad comunal. Los réditos de dotaciones de tierra, terrenos, casas, y particularmente de ganado eran en muchos casos más que suficientes para cubrir los gastos del rito. El patronazgo individual era excepcional y se recurría a él como a un pobre sustituto para la manutención de las capillas vecinales en los casos en que la propiedad comunal no existía, era insuficiente o desaprobada por los funcionarios españoles. En Jalisco, las principales cofradías se hallaban contiguas a los hospitales comunitarios fundados en las parroquias franciscanas a fines del 267 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS siglo XVI y principios del XVII252. Los hospitales eran construidos junto a los monasterios franciscanos, probablemente ya funcionaban hacia 1570 en las principales cabeceras parroquiales administradas por los primeros franciscanos, como son Tlajomulco, Cocula, Atoyac, Ajicic, Zacoalco, Sayula y Tonalá (Códice Franciscano, 1941: 151-160). Muchos otros florecieron bajo la supervisión franciscana en ladeas subordinadas más pequeñas durante los críticos años iniciales del siglo XVII, cuando la población indígena de la región se redujo al 10% del total existente antes de la Conquista 253. Por ejemplo, el cura franciscano de Jocotepec (una parroquia con cabecera anterior en Ajijic sobre el Lago de Chapala) reportó al examinar los registros oficiales de las cofradías que mantenían hospitales indígenas en los pueblos de su parroquia en 1794, que de seis, cinco habían sido fundadas entre 1609 7 1648; Ajijic, 1622; San Antonio Tlayacapan, 1623; San Juan Cosalá, 1622; Jocotepec, 1609; Zapotitlán, antes de 1649; y Soyotlán, 1672. En sus escritos sobre Jalisco en los años 1640, el padre Antonio Tello registró la existencia de hospitales en casi todos los pueblos que se hallaban bajo el cuidado de los franciscanos (Tello, 1942-45, libro III). Estos hospitales consistían generalmente en uno o dos cuartos para albergar a los enfermos e indigentes, unidos casi invariablemente a una capilla con su altar y su imagen de la Virgen María de la Inmaculada Concepción. Con frecuencia los cuartos estaban construidos alrededor de un agradable patio y jardín. Los gastos del hospital, su capilla y las fiestas eran cubiertos por la cofradía que para ese efecto había sido creada en el siglo XVII, y que también estaba dedicada a la Virgen María. La propiedad de esas cofradías consistía básicamente en ganado, dinero y tierras. Al principio, por lo general, cada familia donaba una vaca, un caballo o unas cuantas ovejas, y los miembros activos de la cofradía contribuían con cuatro reales al año y dejando en sus testamentos propiedades para a hermandad. En el siglo XVII, cando la población era reducida y la tierra Se puede encontrar una mayor información y documentación sobre las cofradías en Jalisco durante el periodo colonial en la obra de Taylor (1983). Las referencias de archivo para la información específica sobre las cofradías coloniales en Jalisco que aparecen en nuestro ensayo son tomados de Taylor (1983) exceptuando los casos en que las citas se hallan insertas en el texto. 253 Los indios de Jalisco en cuestión eran conocidos como caxcanes, tecos y cocas.Véase el mapa frente a la página 26 de López Portillo y Weber (1976). 252 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 268 relativamente abundante, se asignaban a veces a la cofradía del hospital las tierras reservadas para e pastoreo dentro de la legua cuadrada de tierras comunales del pueblo. En otras ocasiones se adquirían o rentaban los terrenos aledaños para que los rebaños de las cofradías pastaran. La cofradía del hospital de Tlajomulco poseía cuatro ranchos en el siglo XVIII, el latifundio más grande de todas las hermandades indígenas documentadas en la región central de Jalisco. Tlajomulco también poseía una pequeña extensión de tierra para arar que se trabajaba colectivamente para mantener el hospital. En la segunda mitad del siglo XVII, el ganado cada vez más numeroso de las cofradías se volvió un problema: las tierras de pastoreo gradualmente invadían la tierra de los maizales que se necesitaban para alimentar a la creciente población. Aun así, el ganado y las propiedades de las cofradías se sostuvieron y siguieron aumentando hasta la segunda mitad del siglo XVIII. En este periodo los rebaños de cabras ovejas desaparecieron de las cofradías, que ahora se especializaban en vacas, bueyes, caballos y mulas. La cofradía de la Inmaculada Concepción de Tala, por ejemplo, aumentó su ganado de 495 vacas, novillos y bueyes en 1708, a 600 cabezas en 1764. A mediados del siglo XVIII, la mayoría de las cofradías de hospital en los pueblos indígenas de la región central de Jalisco tenían de 150 a 500 cabezas de ganado y caballos (margen establecido a partir de cuatro cajas de registros de cofradías coloniales clasificadas en el Archivo de la Catedral de Guadalajara (CAAG)). Algunas cofradías indígenas diversificaron sus pertenencias hacia finales del periodo colonial, como la cofradía del hospital de Tequila, que poseía tres casas, 143 surcos de caña de azúcar, y campos sembrados con 6703 plantas mezcaleras, todo lo cual se rentaba a cambio de una cantidad al contado de 1000 pesos anuales. En 1803, en Saltitlán, cerca de Tonalá, también plantaban mezcales en las tierras de la cofradía Otras cofradías criaban pollos, producían queso y almacenaban los granos cosechados en los pequeños campos donados a la Virgen. Después de la década de 1770, el ganado de las cofradías disminuyó notablemente. En el caso de Tala, en 1802 sólo quedaban 104 vacas, novillos y bueyes, y 23 caballos en el ganado de la cofradía de la Inmaculada Concepción, de las más de 400 cabezas que había en 1770. La reducción del LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 269 ganado se hizo especialmente aparente después de 1767. En siete cofradías de la parroquia de Tlajomulco, con registros de ganado de 1767, 1801 y 1821, el número de cabezas se redujo en un 67% de 1767 a 1801 (de 1128 a 373 cabezas) y en otro 45% de 1801 a 1821 (de 373 a 204). Alguna decadencia hubo, aunque no an dramática, en cinco pueblos indígenas de la jurisdicción de Zapotlanejo, en donde el ganado de las cofradías decreció en un 20% entre 1770 y 1801, de 1870 cabezas a 1497. A fines del siglo XVIII aumentaron las presiones para utilizar las tierras de las cofradías con propósitos distintos de los religiosos. Escritos de los párrocos sugieren que la hambruna y la epidemia de los años 1785-86 fueron factores determinantes de esta decadencia. Los pueblos cuyas tierras no producían suficiente alimento empezaron a vender parte de los animales de las cofradías, o a sacrificarlos para consumo. Esta emergencia puso en evidencia el problema que representaba tener demasiados animales y poco grano. El ganado de las cofradías ocupaba terrenos que pudieran haberse distribuido para labranza. De ahí en adelante, los animales de las cofradías se vendieron con ás frecuencia, sin permiso, para pagar las fiestas del pueblo, los impuestos tributarios, y otras deudas de la creciente población. Pero este desastre no causó, por sí solo, la decadencia de la propiedad de las cofradías. El obispo Cabañas, en su vsita por la región central de Jalisco entre 1801 y 1803, advirtió una decadencia considerable ocurrida en años anteriores, y le atribuyó a malos manejos por parte de los indígenas. Algunos funcionarios indígenas corruptos habían robado animales y tierra pertenecientes a las cofradías; sin autorización, se había hecho uso del ganado para las fiestas de la comunidad y otras celebraciones; y los animales se vendían, sin permiso, para sufragar otros gastos extraordinarios de la comunidad. Las innumerables quejas que la gente de las comunidades alzaba ante la corte del obisp de Guadalajara contra sus párrocos por apropiarse de cofradías en la segunda mitad del siglo XVIII son, tanto un aprueba de lo difícil que era para un cura subsistir con las reducidas cuotas eclesiásticas que le estaba permitido recolectar, como una causa más del empobrecimiento del ganado de las cofradías. Además, a partir de la década del 1750, surgió una disputa entre los líderes de los pueblos, la iglesia y el poder colonial sobre quién debía manejar el dinero excedente de los LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 270 pueblos indígenas; tal conflicto amenazaba con dispersar las propiedades de las cofradías. Una cédula real de 1758 ordenaba disolver las cofradías que no tuvieran autorización real. Hacia 1780 el gobierno español intentó aplicar el impuesto de alcabala a las cofradías y promover las cajas de comunidad (tesorerías del pueblo) en los pueblos indígenas sujetos al control real, a expensas de las propiedades comunitarias dedicadas a la manutención del culto (Brooks, 1976: c. 4). La aparente disminución del ganado en los ranchos de las cofradías entre 1801 y 1821 puede deberse en gran parte a la destrucción provocada por la Guerra de Independencia y al trastorno de la administración de las cofradías. Sin embargo, también hay evidencia de que las reservas de las cofradías disminuyeron aún más entre el intento de Cabañas de imponer medidas de conservación y el inicio de la guerra. En Ixtlahuacan, cerca de Chapala, el ganado de la cofradía de la Inmaculada Concepción disminuyó a 129 cabezas y caballos en 1804 a 61 en 1807. En gran parte, esta decadencia fue resultado de la negligencia de vacas extraviadas, robadas o descuidadas. También existieron cofradías en Oaxaca, pero su historia es totalmente distinta a la de las cofradías de la región central de Jalisco. Los dominicos, que evangelizaron buena parte de Oaxaca, participaban activamente en la vida religiosa y pública de sus parroquias – administrando los sacramentos, predicando, instruyendo, vigilando y asesorando a los funcionarios del pueblo – pero no edificaron hospitales, y las cofradías aparecieron tardíamente en sus parroquias; esto ás bien sucedió cuando los dominicos fueron remplazados por sacerdotes seglares. Como indica el obispo de Oaxaca en 1790 (Archivo General de la Nación (AGN), Cofradías y Archicofradías 18, exp. II), ningún pueblo indígena tenía hospital o capillas adjuntas dedicadas a la Virgen de la Inmaculada Concepción. Solamente un pueblo, Nochistlán, se reportó en 1581 con hospital, fundados por los principales de la localidad y patrocinado por una granja comunitaria (PNE VI: 211). Las hermandades en los pueblos que tenían cofradías en los años 1790 – y muchos no la tenían a la habían dejado decaer – datan de 1700-1770, un periodo de crecimiento en contraste con lo que sucedió en Jalisco un siglo antes. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 271 La relevancia que las cofradías oaxaqueñas tenían para la comunidad era distinta. A juzgar por el reporte del obispo acerca de las cofradías, resultado de una inspección realizada en 1790 de parroquia en parroquia durante su visita, las hermandades de Oaxaca se fundaban generalmente con la pequeña herencia de uno o dos individuos y no, como en Jalisco, con las donaciones de varias familias. Con frecuencia el mayordomo, y no la hermandad en su conjunto, enfrentaba los gastos de las fiestas que patrocinaba la cofradía. En 1778, el obispo de Oaxaca declaró que si los ingresos obtenidos a partir de de las propiedades de la cofradía no alcanzaban para pagar las fiestas de la comunidad, le correspondía al mayordomo completar los gastos con sus recursos personales (Brooks, 1976: 69-70). Esta debe haber sido una situación bastante común en Oaxaca a fines del siglo XVIII. En 1777, el corregidor de Oaxaca reportó que muchas cofradías de su distrito tenían ingresos de tan solo 3 ó 4 pesos al año, siendo qe nada más la comida y la bebida para una fiesta costaban 100 pesos (Brooks, 1976: 73). Esta cifra para el costo de la comida y la bebida parece inflada, pero aun tomando una suma más probable de 15 pesos como costo mínimo de una fiesta de puebla (Gibson, 1964: 118), el ingreso de la cofradía apenas sí cubría una parte. La evidencia adicional proveniente del distrito de Villa Alta, en la Sierra Zapoteca, al finalizar la época colonial, sugiere que para esa época el patronazgo individual de las fiestas empezaba a sustituir a la contribución comunitaria. En 1808, un mayordomo de San Cristóbal Lachirioag se quejaba ante el alcalde mayor de Villa Alta de los enormes gastos que le acarreaban las fiestas del santo patrón, Carnaval, la Santa Cruz y la Trinidad. Hasta entonces las provisiones para las fiestas se conseguían con la contribución de medio real que aportaba cada familia, y con una parte de la cosecha de maíz de la comunidad; pero ahora se habían prohibido las colectas y ya no había cultivos comunitarios (Archivo del Juzgado de Villa Alta (AJVA) Civil 1793-1840, exp. 43). En 1788, la contribución comunitaria para proveer las fiestas era aún evidente en Santa María Temaxcalapan, cerca de Villa Alta (AJVA Civil 17791802, exp. 71); y en 1821, un barrio de Santo Domingo Roayaga comenzó a promover este tipo de contribución, pero al mismo tiempo se vio presionado a volver a la costumbre de hacer pagar todo al mayordomo (AJVA Civil 1821-33, 272 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS exp. 52). Muy pocas de estas cofradías eran autosuficientes como las de Jalisco; y la función y el origen de estas cofradías oaxaqueñas estaban vinculados más estrechamente a la religión. Además de explicar las declaraciones de poca o nula propiedad en muchas cofradías de pueblos de Oaxacaque se registran en el reporte del obispo en 1790 (AGN Cofradías y Archicofradías 18, exp. II). Generalmente en Oaxaca, los párrocos administraban la propiedad y llevaban los registros, por lo que había menos oportunidad de confusión sobre si la propiedad de la cofradía pertenecía más al pueblo que a la iglesia. Las obligaciones y gastos de las cofradías de Oaxaca se limitaban estrictamente al pago de los costos de la celebración de la misa y mantener el abasto de cera para las velas, aceite para las lámparas y vino para la iglesia de la parroquia. El modesto capital de la mayordomía de las cofradías del Valle de Oaxaca en 1790, se reducía aproximadamente a cien libras de cera y de 150 a 200 pesos en efectivo El dinero se apartaba para la Semana Santa, para las fiestas del santo patrono de la hermandad, y para pagar misas ocasionales; no era capital productivo que se prestara con intereses, o se invirtiera en animales o propiedades. Muchas otras hermandades carecían totalmente de fondos, y dependían para su manutención de las limosnas que recababan antes de los días festivos. Unas pocas cofradías del Valle de Oaxaca, como las de Santa Ana Zegache, recibían la cosecha de los pequeños maizales trabajados en comunidad; y, en algunos casos, las hermandades se sostenían con rebaños. De origen más reciente, modestamente sustentados, sin edificios propios y destinados a mantener a la iglesia de la parroquia y al sacerdote del pueblo, estas cofradías de Oaxaca ofrecen un contraste a las hermandades de la región central de Jalisco y su combinación de hospital y capilla. Si bien en Oaxaca las cofradías eran pobres y no operaban tanto como institución del pueblo, las cajas de comunidad, en cambio, sí eran impresionantes, pues contaban con tierras de cultivo trabajadas por todas las familias y con cofres comunitarios que contenían cientos, y a veces hasta 1000 pesos en efectivo reunidos con el producto de la renta de edificios y con las contribuciones anuales de los tributarios. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 273 Aparentemente Jalisco y Oaxaca son representativos, el primero de cofradía próspera y el segundo, de cofradía pobre. En un punt intermedio se encuentran otras variantes como: propiedad de cofradías, patronazgo individual y sistemas de cargos interconectados de la región central de México y de Michoacán al finalizar el periodo colonial, que son bastante más complicadas. En estas regiones existían varias hermandades con propiedades en casi todos los pueblos indígenas, jnto con otros grupos que mantenían las capillas de los barrios. A finales del siglo XVII, Betancourt reportó la existencia de cofradías en casi todos los pueblos de la Diócesis de México, aunque pocas eran asociadas a las capillas de los hospitales indígenas (Betancourt, 1961: por ejemplo, 173). También las halló sustentadas por medio de terrenos, campos de tunas y animales heredados a las hermandades por los habitantes del lugar, o bien, obtenidos de las tierras patrimoniales de la comunidad. Pérez-Rocha encontró que en Tacaba las cofradías mantenían las fiestas religiosas de la comunidad con lo que se obtenía de sus cultivos de maguey o nopal; o bien, rentando las tierras a cambio d edinero en efectivo (Pérez-Rocha, 1978: 12). Ni Betancourt ni Pérez-Rocha mencionan la práctica de patronazgo individual de las fiestas. Las primeras cofradías tenían muchos miembros, como la dedicada a la Virgen del Rosario en Chalco, fundada en 1563, y en un principio solventaban sus actividades mediante contribuciones generales (PNE V: 64). Para 1579, la cofradía ya había recibido donaciones de tierras de varios principales y otros vecinos del pueblo, y se convertía, así, en una institución autosuficiente. Al referirse al Valle de México y a Michoacán, Gibson, Pérez-Rocha y De la Torre documentan la existencia de cofradías muy distintas en cuanto a proporción, recursos y grados de complejidad a finales del periodo colonial (Gibson, 1964: 127-132; Pérez-Rocha, 1978: 119-132; De la Torre, 1967: 412). En las comunidades que poseían pocas tierras productivas o pocos animales, el mayordomo podía recolectar cuotas fijas entre todos los miembros de la cofradía, y pedir contribuciones …. días festivos 254. Hacia fines del siglo XVIII la riqueza de las cofradías en Michoacán variaba mucho; aparentemente había Gibson, 1964: 131. El patronazgo de todos los miembros de la cofradía y de limosnas era un patrón común en las hermandades españolas a finales ….. Sacramento y la Inmaculada Concepción de abril de 1776 a diciembre de 1777. 254 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 274 mucho dispendio malos manejos de los fondos de las hermandades (De la Torre, 1967: 421; Carrasco, 1976: 75). El que los fondos de las cofradías no pudieran mantener en este lugar las celebraciones religiosas a fines del siglo XVIII fue probablemente un fenómeno de época tardía, pues a fines del siglo XVII se decía que as cofradías indígenas de Michoacán estaban bien provistas de tierras y trabajo comunitario. En su inspección de las parroquias de Michoacán en 1649, el obispo reportó la existencia de hospital activa en casi todo el territorio, con el apoyo de tierras de labranza trabajadas en comunidad, contribuciones de comerciantes y otros tipos de contribuciones comunitarias (Arnaldo y Sassi, 1982: 61-204). Al parecer, el patronazgo colectivo de las fiestas se sostuvo firmemente en los pueblos de la región central de México hasta el fin del dominio colonial. El cambio principal no consistió tanto en apartarse de la manutención colectiva de las fiestas eligiosas, sino en la clara formación de un patrón según el cual los oficiales del pueblo se apropiaban de buena parte de los productos de las cosechas, rentas, ventas y recolectas de las cofradías para su propio provecho (AGN Criminal 148: 263 ff.). Casi no se ha encontrado evidencia de patronazgo individual en un sistema parecido al de cargos. En muchos casos en que la cofradía carecía de recursos para pagar los gastos del culto, el dinero se sacaba de las arcas del pueblo antes de imponer el patronazgo a un solo individuo (Chávez Orozco, 1934). La intercalación de los cargos civiles y religiosos pudo haber funcionado en la época colonial aun cuando el patronazgo individual de las fiestas fue, al parecer, poco usual en los pueblos indígenas durante la Colonia, y a pesar de que no se tiene la certeza de que las cofradías fueran una extensión de las prácticas prehispánicas de culto. Existían cargos civiles y religiosos, y hay pruebas de que algunas personas ocupaban los dos tipos de cargos y de que todos los funcionarios de la comunidad eran electos al mismo tiempo (PNE VI: 294). Warren y Staley sugieren que, a mediados del siglo XVII, algunas personas ocupaban a la vez cargos civiles y religiosos en Michoacán y dan ejemplos de Pátzcuaro en 1647 y de Uruapan en 1659 (Warren y Staley, en prensa: 20-21). Sepúlveda y H. afirma, sin ofrecer ejemplos, que la mayor parte de los funcionarios civiles en Michoacán eran mayordomos de cofradías (Sepúlveda y H., 1974: 60). Se decía que, a mediados del siglo XVIII, los 275 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS miembros activos de la cofradía del hospital de Tlajomulco, Jalisco, eran indios principales, de lo cual puede desprenderse que eran funcionarios civiles (CAAG Cofradías 1754; también CAAG Cofradías 1765, el prioste de Santa Fe y de Tecualtitlán fue durante dos años “un viejo principal”). Pero no queda claro si para ocupar un cargo era prerrequisito tener un caro religioso, ni si había un sistema escalonado claramente establecido. En el caso de Jalisco, cuando menos, bien pudo ser que los cargos en las cofradías se otorgaran después de haber servido en un cargo civil, y que se les considerara de más prestigio que los cargos civiles, tan estrechamente relacionados con el gobierno colonial. En las comunidades que contaban con numerosos cargos civiles y religiosos, había potencial para el establecimiento de un sistema escalonado de servicios; pero vale la pena anotar que muchas cofradías coloniales, aún en los pueblos de hasta mil habitantes, tenían pocos funcionarios, demasiado pocos, a decir verdad, como para poder hablar de un sistema religioso escalonado. Además, resulta difícil aceptar que los mayordomos trabajaban sólo durante un periodo para permitir que otros ocuparan el puesto255. En la región central de Jalisco en donde las cofradías se establecieron relativamente pronto y estaban, en general, bien dotadas con animales, los cargos de cofradía se reducían a un mayordomo elegido anualmente, o a un mayordomo y varios vaqueros256. En el caso de Jalisco, se da el nombre de vaqueros a los jornaleros contratados y no a funcionarios de la hermandad, puesto que eran asalariados (por ejemplo, CAAG Cofradías 1774, cofradía del Santísimo de Atoyac). La fuerte tendencia en los pueblos a renta las tierras y el ganado de sus cofradías, a finales del periodo colonial, se debió, según el testimonio indígena de Compostela en 1804, al elevado costo de los salarios de quienes cuidaban de los animales y las tierras (CAAG Cofradías 1804). A juzgar por los registros del Archivo Arzobispal de Guadalajara, los mayordomos de estas cofradías tan bien abastecidas eran más administradores de las propiedades que funcionarios eligiosos o patrocinadores de las fiestas. Prestaban una especie de servicio a la comunidad pues, aunque AJVA Civil 1793-1840, exp. 43. El mayordomo de cuatro fiestas anuales de San Cristóbal Lachirioag, Oaxaca, obviamente había servido por más de un año. 256 Basado en diez casos de CAAG Cofradías y AGI Audiencia de Guadalajara 352. 255 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 276 no patrocinaran las fiestas, por lo general no se les pagaba por su labor (CAAG Cofradías 25 de noviembre de 1822, carta de José Ma. Gil): llevaban registros, aprobaban contratos de renta, y en general estaban a cargo de la propiedad; en ocasiones, aprovechaban su puesto para quedarse con unas cuantas vacas o borregos o con un pedazo de tierra de la cofradía (CAAG Cofradías queja de Francisco Blas contra sus predecesores; CAAG Cofradías 1779, Alonso Francisco, indio mayordomo de San Sebastianito, acusado de robar ganado de la cofradía). Pero esto es típico de las estructuras comunitarias en las cuales la propiedad de la cofradía era considerada por los indígenas como propiedad comunal, la cual también se utilizaba – aunque no exclusivamente – para mantener el culto. Los fondos de la cofradía podían ser guardados en la administración del pueblo (CAAG Cofradías 12 de febrero de 1792, cura de Tabasco). Con frecuencia la cofradía tenía animales pero carecía d etierras, así que los llevaban a pastar a los ejidos de la comunidad (CAAG Cofradía 1769, los indios de Tizapan “dijeron que el dinero obtenido de la venta del ganado se só paa defender las tierras del pueblo que eran usadas por las cofradías”). La idea de que la propiedad de la cofradía era propiedad comunal en su sentido más amplio, dio pie a muchas disputas entre curas y feligreses indígenas que comparecían ante el obispo. A finales del siglo XVII, o tal vez antes, habitantes indígenas de los pueblos de la región central de Jalisco se referían a las tierras y a los animales de las cofradías como “nuestra propiedad” y los usaban ara dar de comer a su gente en tiempos de escasez, o bien vendían animales para pagar los litigios por las tierras y el deslinde, los tributos indígenas y las deudas personales, así como para pagar la celebración del culto257. Los sacerdotes seglares no tardaban en quejarse ante el obispo por esta forma de emplear a Estos usos varios del ingreso de las cofradías están documentados en CAAG Cofradías (por ejemplo, 11 de noviembre de 1690, investigación del obispo en la cual un mayordomo de Tizapán admitió haber vendido 37 toros para pagar un viaje de los funcionarios del pueblo a Pátzcuaro para conseguir las copias de los títulos de propiedad de las tierras para un litigio; 3 de marzo de 1765, carta del cura Pablo Miguel de Quitano de Santa Fe, referente al pago que hicieron los indígenas, con fondos de la cofradía, de tributos y la compra de licor y el consumo de la carne de la cofradía en viernes; fardo de registros de la cofradía de Tlajomulco, 25 de marzo de 1834, el cura de Caxititlán se quejaba de que los mayordomos habían tomado la propiedad de la cofradía como proia) y AGI Audiencia de Guadalajara 352, el cura de Chapala, Francisco Pintado, en contra de la venta de animales de la cofradía para pagar el tributo de los indios. 257 277 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS propiedad de las cofradías. Los bueyes de los rebaños de las cofradías se prestaban o, a veces, se regalaban a individuos del pueblo para que trabajaran sus tierras y, en ocasiones, se usaban los fondos para comprar licor para las fiestas del pueblo258. Si el párroco intentaba limitar el uso de los bienes de a cofradía a los gastos religiosos, o si obligaba al mayordomo a pedir permiso antes de dilapidar los fondos de la cofradía o vender el ganado, tenía que enfrentar la resistencia y encarar más litigios. En algunas comunidades, incluso, los indígenas llegaron a impedir a los curas el uso de los fondos para gastos de a cofradía, aunque el problema real en este caso no era el uso de los ingresos de la cofradía para fines religiosos, sino la intervención del sacerdote en la administración de los fondos (CAAG Cofradías, carta del cura de Tabasco José Antonio González de Hermosillo, fechada el 12 de febrero de 1792). Los documentos incompletos y lo que parece ser una gran diversidad entre regiones y dentro de una misma región, impiden sacar conclusiones firmes acerca del desarrollo de las cofradías y del sistema de fiestas en Mesoamérica colonial. Pero tomados en su conjunto, los casos de Jalisco, Michoacán, Oaxaca y la región central de México sugieren que, dentro de las diferencias y variaciones, existe una historia que contradice la noción de patronazgo individual o del injerto de una institución ceremonial indígena en las hermandades seglares españoles. En general, las cofradías no se desarrollaron por completo en los pueblos indígenas sino hasta findes del siglo XVI y principios del XVII; y aún entonces la presencia de cofradías no implicaba necesariamente la existencia de un sistema de cargos. En los lugares en donde las cofradías eran más fuertes en la época colonial, la institución nunca se igualó a la forma y la función de las actuales cofradías como escalas de prestigio y patronazgo individual de las fiestas comunitarias. Antes de la década de los 1770, muchas cofradías en las regiones central y occidental de México, tal vez la mayor parte de ellas, mantenían las fiestas de la comunidad a través de sus tierras comunales y sin un sistema grande y complicado de CAAG Cofradías, 22 de febrero de 1792 José Antonio González de Hermosillo, cura de Tabasco, dijo que e mayordomo de la cofradía local estaba distribuyendo ganado entre los habitantes del pueblo, con el permidso del alcalde indígena; 1683, Juan Tapia, cura de Ameca, reportó en una carta al obispo que los indios habían tomado posesión de 400 bueyes que pertenecían a la cofradía. 258 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 278 servicios escalonados en e cual todos los hombres de la comunidad participaran. Durante la segunda mitad del siglo XVIII aumentaron las exigencias sobre el patrimonio comunal de las cofradías. Parece ser que a finales del siglo XVIII los gastos del culto se incrementaron (Carrasco, 1976: 78-79) y el crecimiento de la población requirió mayores erogaciones para alimentos y bebida en los días de fiesta. Los litigios por la tierra, los impuestos y la escasez de víveres, así como los malos manejos y las necesidades materiales del sacerdote local agotaron los recursos de las cofradías. Al parecer, para la década de 1770 se cerraron hospitales en Michoacán por falta de mantenimiento adecuado (Sepúlveda y H., 1974: 55); pero tal no fue el caso en Jalisco En ambas regiones, las cofradías de la Inmaculada Concepción siguieron funcionando y reteniendo propiedades. Los bienes de las cofradías decrecieron en general después de la década de 1770, y al proliferar los cargos religiosos en algunas regiones, la estructura de estos cargos y la manera de sufragar los gastos de las fiestas comunitarias empezó a cambiar, cobrando importancia el patronazgo individual de las fiestas (Sepúlveda y H., 1974: 64). Estas dos líneas de desarrollo mantenían una relación estrecha aunque no sencilla. Los mayordomos de las cofradías administraban las propiedades y pagaban los gastos de las fiestas con los ingresos de la cofradía. Esto ya se evidencia en los primeros templos de administración de las fiestas en donde, a principios del siglo XVII (PNE VI: 294, Miahuatlán, Oaxaca), las cuentas que un mayordomo anualmente hacía sobre la distribución de los fondos reservados para las celebraciones del pueblo y demás gastos religiosos, eran revisados por su sucesor. Cuando los ingresos colectivos de la cofradía ya no alcanzaban para cubrir los gastos, se esperaba que, naturalmente, el mayordomo cubriera la diferencia haciendo colectas entre los cofrades de la comunidad, o bien aportando sus propios recursos (Gibson, 1964: 129). Sin embargo, a fines del siglo XVIII aún era poco usual el patronazgo individual, lo cual se encuentra mejor documentado en el caso de Oaxaca donde las cofradías tardaron en fundarse y pocas veces estaban bien abastecidas, incluso antes de que menguara su ingreso por donaciones. Parece ser que las razones inmediatas para establecer el patronazgo individual en esta región no fueron tanto las ideas autóctonas de reclutamiento elitista o de redistribución de bienes dentro 279 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS del pueblo, sino la presión ejercida por los sacerdotes seglares para mejorar el mantenimiento del culto y las políticas administrativas que prohibían la contribución comunitaria. Cargos civiles durante la colonia Si bien no podemos documentar la existencia de una jerarquía cívicoreligiosa con un sistema completo de patronazgo individual de las fiestas religiosas, ¿podría suponerse la existencia de una jerarquía civil comunitaria con cargos rotativos ordenados dentro de una escala de prestigio? En un sentido estricto, la respuesta a esta pregunta es clara: cada pueblo tenía sus puestos de cabildo, contando los de mayor jerarquía con un título español, y siendo ocupados por un año mediante elección. Así lo establecieron las leyes, y las elecciones anuales debían ser aprobadas por los sacerdotes residentes y por los funcionarios españoles. Los cargos mismos – por ejemplo, gobernador, alcalde, regidor, alguacil, mayor – estaban ordenados de manera jerárquica y sin duda conferían diversos grados de poder y prestigio a sus portadores. Algunos de los cargos menores, como los de topil y tequitlato, tenían nombres indígenas y databan de tiempos prehispánicos. Pero, ¿fue el cabildo colonial indígena el núcleo de un sistema amplio de cargos auténticamente comunitario como el que henos tratado aquí? Prácticamente ningún estudio publicado acerca de la organización política de nlos pueblos lo menciona. La atención se ha concentrado mucho en los deberes y el poder asociados con los distintos puestos del cabildo, en los procedimientos de elección, en los conflictos entre nobles y plebeyos por la obtención de puestos, en la intromisión de los sacerdotes y funcionarios españoles. Pero, a pesar de los considerables esfuerzos de muchos investigadores (véase especialmente Carrasco, 1952, 1961; Gibson, 1964; Nutini & Bell, 1980: 319-327; Sepúlveda y H., 1974), en general no encontramos material de archivo que documente el funcionamiento de un sistema de cargos civiles. Dadas estas grandes limitaciones, debemos orientar nuestra investigación sobre los cargos civiles, hacia el reciente trabajo de Chance (1983) acerca de las comunidades coloniales zapotecas de El Rincón, en LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 280 Oaxaca La información es incompleta, pero nos resulta útil como primera aproximación259. Se trata de una región pobre dentro del distrito colonial de Villa Alta. Los pueblos en ella dispersos son pequeños (la mayoría tiene unos cuantos cientos de habitantes) y no presentan mayor diferencia en cuanto a riqueza, ni entre las comunidades, ni al interior de las mismas. Prácticamente todos estos pueblos contaban, en el siglo XVIII, con un sistema de cargos bastante desarrollado. Había pequeñas variantes de un pueblo a otro, peor todas las jerarquías abarcaban los cargos políticos formales introducidos por los españoles y algunos cargos menores que tenían, probablemente, una base prehispánica. En estas comunidades reducidas, todos los hombres adultos debían servir al sistema cuando menos hasta cumplir los 50 años de edad, y entonces los cargos se transferían en orden ascendente. Los cargos en Santa María Yaviche en 1760 eran típicos: gobernador, alcalde, regidor (2), mayor, topil de común, topil de iglesia y gobaz. Existían una clara distinción entre los tres cargos más elevados, llamados cargos honoríficos, y los tres cargos inferiores, con frecuencia llamados despectivamente servicios bajos. El cargo de mayor tenía un carácter intermedio ambiguo. Es significativo que en los 30 litigios y otros documentos consultados, no se menciona ningún componente religioso del sistema, exceptuando el cargo inferior de topil de iglesia. En las distintas descripciones que hicieran testigos indígenas pertenecientes a seis comunidades 260, relativas a las escalas civiles de prestigio y sus cargos, no se mencionan la celebración o cuidado de los santos, las mayordomías, las cofradías, las hermandades o nada parecido. Y sin embargo sabemos de otras fuentes que en el distrito de Villa Alta eran muy comunes las hermandades religiosas encabezadas por mayordomos en esta época (AGI Audiencia de México 2588). Nuestra proposición es que, en este caso, se trata de un sistema de cargos basado en una burocracia política que excluía a los mayordomos locales y a otros funcionarios religiosos o que ocasionalmente coincidía con los cargos El resto de esta sección está basada en Chance (1983), que podrá consultarse para mayores detalles. La información proviene primordialmente de un conjunto de 30 litigios del siglo XVIII en el AGN y AJVA. Vease Chance (1978) para un inventario de las propiedades coloniales del AJVA. 260 Las comunidades son: Santa María Lachichina, Santiago Lalopa, San Juan Yac, Santiago Yagallo, San Juan Yagila y Santa María Yaviche. 259 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 281 religiosos. Con esto no queremos decir que los funcionarios civiles no desempeñaban cargos religiosos (lo más probable es que lo hicieron), sino que, en términos de su estructura formal, ese sistema era exactamente opuesto al del moderno Zinacantán y de muchas otras comunidades en las cuales todos los cargos en el sistema actual son religiosos. Las jerarquías civiles de El Rincón operaban en un ambiente político muy cargado, en donde las distinciones de rango social eran sumamente importantes. Se reconocían tres estratos o grupos sociales básicos: los caciques (que se decían descendientes de las familias prehispánicas gobernantes), los principales (nobles de segundo rango) y los macehuales (plebeyos). En el siglo XVIII, sólo el rango de cacique era determinado estrictamente por herencia. Los principales y macehuales eran considerados como tales por una combinación contradictoria de atribución y mérito (mediante el servicio de cargo). Con frecuencia se decía que había dos tipos de principales – de nacimiento y de oficio Los primeros tenían un rango casi idéntico al de las familias de los caciques y, como éstos, podían ingresar a la jerarquía de cargos a la mitad de la escala, a nivel de mayor o regidor. Más numerosos eran, sin embargo, los principales de oficio, es decir, macehuales que en su adolescencia habían ingresado al nivel más bajo de la escala, ascendiendo a lo largo de su vida hasta merecer el rango de principal al ocupar el cargo de regidor261. Tratándose de comunidades tan pequeñas. Todos podían participar en la escala de méritos. Como las filas de la nobleza indígena se veían constantemente reforzadas, tanto por atribución como por méritos, a través del tiempo creció enormemente el estrato de los principales, con la consiguiente reducción en número de los macehuales. A finales del siglo XVIII, en algunas comunidades, más de la mitad de la población total estaba formada por caciques y principales. Evidencia preliminar de la región central de Jalisco indica que el grupo de principales en algunas comunidades era definido básicamente por el servicio prestado en cargos civiles de elección. En 1788 la Audiencia de Nueva Galicia señaló que los cargos de principales estaban destinados a los hombres que habían desempeñado cargos civiles (Moscoso MS (un resumen, en cuatro volúmenes, de las leyes y veredictos de la Nueva Galicia a finales del siglo XVIII, localizado en a División de Manuscritos de la Biblioteca del Estado de Jalisco, Guadalajara), vol I, Fol.. 292 ff.). 261 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 282 De esta manera, el sistema civil de cargos en El Rincón contaba con una estructura interna bien definida y con una serie de incentivos que aseguraban su perpetuación. A no haber riquezas o algún otro indicador similar que legitimara su alto rango, los caciques y los principales de nacimiento buscaban puestos políticos Los macehuales buscaban los mismos puestos para así salir de su estatus de plebeyos e ingresar a las filas de la nobleza inferior. Sin embargo, no todos los alicientes que ofrecía el sistema eran de carácter interno. La jerarquía de El Rincón era un producto del colonialismo en su más amplio sentido. De hecho, buena parte de nuestra descripción del sistema se obtuvo de las disputas de los indígenas sobre status de nobleza y asignación de cargos, que debían resolver los magistrados españoles (alcaldes mayores) en la sede del distrito de Villa Alta. Resulta interesante que, en la mayoría de los casos, los alcaldes mayores contribuyeran al engrosamiento del grupo de principales al confirmar , como asunto de rutina y sin mayor averiguación, las pretensiones de nobleza de casi todos los quejosos, aun cuando la evidencia que presentaban era siempre incompleta y poco convincente. ¿Por qué lo hacían? El distrito de Vila Alta ofrecía a sus alcaldes mayores una oportunidad excepcional para enriquecerse ilícitamente, traficando con grano cochinilla y con tejidos de algodón. Esto se levaba a cabo por medio de la práctica monopólica conocida como repartimiento de efectos, descrito en detalle para esta región por Brian Hamnett (1971). Apoyados por los comerciantes de las ciudades de México y Oaxaca, los magistrados daban como anticipo dinero o algodón en fibra a familias indígenas en todos los pueblos del distrito, obligándolos a vender a cambio grana cochinilla y telas de algodón a precios inferiores a los del mercado. Esta práctica comercial producía jugosas ganancias a los alcaldes mayores y era, obviamente, el principal atractivo del puesto. Para los indígenas, esta representaba una explotación económica descarada. Era un mecanismo importante de expropiación de sus excedentes económicos por parte de detentadores del poder extraños. Como resultado, el repartimiento de efectos reforzó los sistemas civiles de cargos en las comunidades, ya que el comercio se administraba con la ayuda de LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 283 gobernadores, alcaldes y regidores indígenas, a quienes se otorgaban poderes especiales de recaudación. El desempeño en estos elevados cargos no sólo acarreaba prestigio ante los ojos de los demás, sino que ofrecía el privilegio, a quien los detentaba, de recuperar en parte las pérdidas de repartimiento que le había ocasionado no ocupar algún puesto durante años. En lo que tocaba al alcalde mayor, satisfacer a tantos indígenas como pudiera en sus aspiraciones de status, era simplemente hacer buena política. Necesitaba a los funcionarios indígenas para poder explotar a las comunidades, en tanto que la nobleza indígena, sin riquezas ni privilegios hereditarios en esta región, necesitaba la confirmación legal de su status que solamente los magistrados españoles podían otorgar. Luego entonces, sugerimos que la consecuencia de esta dialéctica fue el sistema civil de cargos. Dentro de las restricciones que el régimen colonial imponía, tenía algo que ofrecer tanto a los colonizadores como a los colonizados. Desafortunadamente carecemos de información acerca de los posibles gastos rituales en los que incurrían quienes tenían cargos en El Rincón262. Aún así queda claro que, en este caso, el sistema de cargos mismo fue el principal determinante de la estratificación interna de la comunidad – de la formación de grupos de status – en una región en la que todos eran pobres, incluyendo a lods caciques y principales. Esta estructura, favorecida por los funcionarios políticos españoles y por intereses económicos, mantuvo un estado de desigualdad, por lo menos hasta la época de la Independencia de México en la década de 1820. Al desmantelarse el aparato legal colonial en el siglo XIX, los habitantes de El Rincón pudieron empezar a definirse sobre una base más igualitaria. Los caciques y principales de nacimiento desaparecieron por completo (por lo menos como estratos formalmente constituidos), y sólo llegaban a ser principales los que servían al menos en algunos de los cargos Aparentemente, no era raro que quienes cumplían cargos en la región occidental de México a finales del periodo colonial incurrieran en gastos rituales. Sepúlveda y H. (1974: 59) señala que los puestos civiles en el área del Lago de Pátzcuaro, en Michoacán, exigían gastos de importancia a quienes los desempeñaban. Otro registro de Jalisco en 1817 explícitamente asienta que los cargos civiles no eran, eneralmente, para quienes tenían granjas para subsistir: el alcalde indígena de Amatitlán, Quirino de Híjar, necesitó, de acuerdo a los reportes, que se le ayudara con sus deberes a causa de su pobreza (AJANG Criminal, fardo numerado 1818, legajo 4, exp. 63). 262 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 284 más elevados. El grupo de status colonial de los principales se transformó así en el pequeño contingente de ancianos del pueblo y consejeros políticos que hasta la fecha lleva el mismo nombre263. No se sabe hasta qué punto el ejemplo de El Rincón es típico de los sistemas de cargos en Mesoamérica. En otras regiones de México – la central de Jalisco es la que mejor conocemos – un sistema civil escalonado pudo haberse desarrollado en menor grado. Las cabeceras originaban una variedad de cargos civiles que había que ocupar, pero los pueblos subordinados más pequeños podían tener de uno a dos cargos, apenas suficientes como para poder hablar de una jerarquía de servicio que pudiera involucrar a la mayoría de los hombres adultos. Por ejemplo, en Amatitlán se elegían solo dos funcionarios civiles a finales del periodo colonial: un alcalde y un regidor (Archivo de la Audiencia de la Nueva Galicia (AJANG) Criminal, fardo numerado 1818, lagejo 4, exp. 63). Hasta que investigaciones subsecuentes aclaren el asunto, proponemos que muchas comunidades mesoamericanas en la Colonia, con un aparato completo de puestos de cabldo, poseían sistemas civiles de cargos similares a los que hemos descrito. El papel de los alcaldes mayores y de otros funcionarios políticos españoles varía sin duda de acuerdo a las circunstancias políticas y económicas locales. Queda por demostrarse qué tan importantes eran estos funcionarios en la operación de los sistemas civiles de cargos en otras regiones. Hemos analizado por separado las cofradías coloniales y los cargos civiles, pues parece ser que así es como existieron. Aunque los mismos individuos deben haber ocupado cargos en los dos tipos de organización, rara vez dio pie esto a la unificación de las jerarquías durante casi todo el periodo colonial. La importante transformación hacia una estructura cívico-religiosa vino más tarde. En algunas zonas comenzó a finales del siglo XVIII, pero fue fundamentalmente un proceso del periodo posterior a la independencia A continuación expondremos las principales reformas políticas que pudieron haber promovido esta transformación, para regresar una vez más a la cuestión decisiva del patronazgo individual de las fiestas. Véase Nader (1964) para mayores detalles sobre los cargos civiles en dos pueblos modernos de El Rincón. 263 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 285 Transformaciones en el siglo XIX Si las fiestas habían de celebrarse en forma tan frecuente y ealborada como se hacía antes, era necesario afrontar la decadencia de la propiedad comunal de las cofradías ocurrida en los años anteriores a 1810. Los gastos de los pueblos pudieron haberse reducido celebrando menos fiestas u ofreciendo menos alimento, bebida y cohetes en ellas; pero no hay evidencia de que esta medida se haya extendido. A fines del siglo XVIII se realizó un ajuste en Oaxaca, y probablemente en Michoacán, que consistió en recurrir más al patronazgo individual de as fiestas. A juzgar por la evidencia encontrada en Jalisco, a necesidad de recurrir aún más a las fuentes privadas para patrocinar las fiestas del pueblo aumentó considerablemente durante los primeros 4 años de vida independiente de México, de 1821 a 1860. Las propiedades de las cofradías que aún subsistían en 1821 disminuyeron bastante para 1850 y ya no bastaban para patrocinar el culto local (por ejemplo CAAG, fardo de registros de la cofradía de Tlajomulco, 1840, Cajititlán). Una orden presidencial, emitida el 5 y el 7 de septiembre de 1860, exigía la división y venta de todos los bienes rentables que estuvieran en manos de las cofradías (Col. De Acuerdos 1849-1880, vol. 2: 109, 129). Como golpe de gracia dirigido a las propiedades colectivas que hasta entonces sostenían a las ceremonias religiosas, a esta orden siguieron leyes estatales complementarias que afectaban a tierras y animales (Col. De Acuerdos 1849-1880, vol. 2: 109, 129, 17 de mayo de 1861, 20 de diciembre de 1866). Sin embargo, los registros de 1810 a 1850 en Jalisco indican que la mayor parte de las propiedades de las cofradías se había perdido mucho antes de la orden presidencial de 1860. El periodo de la lucha por la independencia nacional, de 1810 a 1821, había acelerado la pérdida de las tierras y los animales de las cofradías de dos maneras. En primer lugar, la guerra misma había mermado el ganado. Los registros de la catedral ofrecen ejemplos de la ocupación de lugares como Mascota y Tequeila por parte de los ejércitos insurgente y realista. Sacrificaban a los animales para dra de comer a sus tropas o, si el pueblo no era ocupado, se robaban los animales poco a poco (CAAG Cofradías, Mascota, 1812; Tequila, 21 de julio de 1812; Atoyac, 1815, “sobre conservación de los bienes LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 286 …”); o si la comunidad vera leal al otro bando, destruían las propiedades. En 1815, José de la Cruz, intendente real y jefe militar, confiscó los animales de la cofradía de San Marcos, en la jurisdicción de REtzatlán, como castigo por el apoyo que el pueblo había dado a los insurgentes (CAAG Cofradías, San Marcos, 1830, “sobre despojo de cofradías”). En segundo lugar, e 9 de noviembre de 1812 y el 4 de enero de 1813, las Cortes de Cádiz en España emitieron decretos que ordenaban la división y traspaso de terrenos comunales a manos de particulares, incluyendo la mitad de las tierras comunales de los pueblos indígenas de la América española (Dublán y Lozano, 1876-1910: I, 396-399). Estos decretos de las Cortes tuvieron un efecto inmediato limitado en México; pero después de la Independencia, sirvieron de punto de referencia para privatizar las tierras comunales mediante una serie de leyes de Estado. Entre 1822 y 1849, los legisladores jaliscienses exentaron de esta distribución aquellas tierras de las cofradías que no habían sido adquiridas (Col. De Acuerdos 1849-1880, vol. I, p. 17, 7 de diciembre de 1822; p. 144-145, 2 de febrero de 1848: p. 155, 17 de abril de 1849). Sin embargo, en 1832 la legislatura estatal estaba indecisa acerca de la división de las tierras de las cofradías en antiguos pueblos indígenas; y una ley de 1839 no eximió de la división a las tierras compradas a las cofradías (Col. De Acuerdos 1849-80, vol. I: p. 56, 23 de julio de 1832; p. 56, 1839). Pero las hermandades perdían tierras y ganado. El 17 de abril de 1826 el senado estatal declaró que los animales de las cofradías podían considerarse como propios – propiedad de la comunidad que podía rentarse a cambio de dinero para pagar los gastos municipales. En muy pocos casos el gobierno estatal salvó de la división a las tierras a las cofradías (Col. de Acuerdos.1849-80, vol. I: p. 31, Etzatlán, 22 de mayo de 1856; p. 50-51, San Miguel el Alto, 25 de noviembre de 1830; p. 68, Ahualco, 21 de julio de 1832; y Tesistán, 26 de septiembre de 1834); y en ocasiones ordenó que las tierras de la cofradía local no se trataran como propios (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: Tlajomulco, 3 de julio de 1828; p. 40, Teocaltiche, 24 de marzo de 1828). Pero la mayor parte de los registros que van de 1821 a 1850 indican la desviación generalizada de la propiedad de las cofradías a manos de particulares o para fines municipales. El gobierno estatal permitió a algunas comunidades usar los terrenos de las cofradías como propios para LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 287 sostener sus nuevas escuelas primarias (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: p. 90, 18 de agosto de 1838, Zapotlán; p. 123.124, Guachinango, 30 de octubre de 1842). Esta práctica era común en los pueblos que no se tomaban la molestia de conseguir una aprobación legal (por ejemplo, 1828, AHJ Archivo Municipal de Acatlán de Juárez (AMAJ) fardo de registros de tierras de la década de 1820). El conflicto en estos lugares no era tanto entre los defensores de las cofradías y los promotores de la tesorería municipal, sino entre los funcionarios del ayuntamiento (consejo municipal) que querían mantener algún tipo de propiedad comunal, y los indígenas que deseaban que la tierra se dividiera en parcelas privadas (AEJAMAJ, fardo de registro de tierras de la década de 1820; Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: p. 162, 185). Los decretos legislativos y los registros de catedral proporcionan muchos ejemplos de división, venta o pérdida de tierras y ganado de las cofradías durante este periodo. En 1842, hay registros de división de tierras comunales, incluidas algunas de las que pertenecían a las cofradías, en casi todos los distritos del estado (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: 103-114). Según un registro de 1832, antes de 1829 ya se habían dividido en Cuquío y en otras partes las tierras de las cofradías (CAAG Cofradías 1829, Cuquío; Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: 53-54). Los indios de Jalostitlán exigieron la división de las tierras de su cofradía de hospital en 1847 (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: 72, 13 de octubre de 1847). Dos años más tarde, el gobierno del estado permitió la división de la propiedad de la cofradía de Sayula (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: 59). Y a Tequila se le dio la opción de dividir la propiedad de la cofradía en lotes familiares (Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: 185-186, 14 de mayo de 1849). Temiendo que todas las propiedades de las cofradías fueran secularizadas, algunos sacerdotes en Tuscacuesco, Cuquío, Tamazula, Zapotlán y Chapala vendieron o intentaron vender la tierra y los animales de las cofradías a finales de la década de 1820 y principios de 1830, alegando que preferían obtener lo que se pudiera en el momento y no esperar hasa quedarse sin nada (CAAG Cofradías, Tuscacuesco, 26 de agosto de 1828; Cuquío, 1829, “el cura de Cuquío da cuenta de los procederes …, Tamazula y Zapotlán, 182930, peticiones varias de los curas; Chapala, 1830, quejas del cura Antonio Palacios). Con el mismo argumento, los mayordomos tomaron para sí lo qe LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 288 quedaba de las propiedades de la cofradía de Tlajomulco en 1840 (CAAG, fardo de documentos de la cofradía de Tlajomulco, 11 de febrero de 1840). La división de tierras comunales más general durante este periodo puso en peligro lo que quedaba de reservas de animales de las cofradías, ya que muchas de ellas no tenían tierras propias y llevaban a sus animales a pastar en las tierras comunales del pueblo264. La pérdida de propiedades de las cofradías anterior a 1850 tuvo como efecto el forzar a las comunidades a buscar por otro lado el dinero necesario para las fiestas. En el caso de Tequila, se pidieron limosnas y contribuciones en general; y la diferencia entre lo que se había recolectado y lows costos finales fue cubierta por los cofrades (CAAG Cofradías, 21 de julio de 1812, reporte de Juan José Raya). No tenemos suficiente información sobre los lugares donde el patronazgo individual se estableció a principios del siglo XX; pero ya para 1850, el escenario estaba listo en todo México para el patronazgo individual y para el moderno sistema de cargos. Los Altos de Chiapas, cerca de San Cristóbal de las Casas, parecen ofrecer con retraso una historia que condujo al mismo modelo de patronazgo individual y sistema escalonado de cargos (Rus & Wasserstrom, 1980: 466470). Al parecer, las cofradías coloniales en esta región, como as de Oaxaca, estaban provistas de modernos recursos, administradas por el cura parroquial y organizadas para cubrir sus necesidades (Rus & Wasserstrom, 1980: 468). Estos autores proponen que las cofradías de fines del siglo XVIII y principios del XIX contaban con muchos miembros, y que entre todos pagaban los gastos de las fiestas patrocinadas por la hermandad. A fines del siglo XIX el comercio con regiones distantes y las ofertas de trabajo en las plantaciones de café de la costa obligaban a los hombres a abandonar a sus pueblos. Entonces, los sacerdotes introdujeron el patronazgo individual para asegurar la observancia adecuada del culto, lo cual desembocó en una escala competitivo de prestigio que, a manera de resistencia ideológica oponía los rituales públicos a las nuevas condiciones de explotación y pérdida de tierras. Desafortunadamente, La división de las tierras comunales está documentada en AMAJ Libro de Títulos de Tierras, 1827-34, en Acatlán de Juárez y Tizapanito, BEJ Moscoso legajos , vol. I, Cuquío, 1791; y Col. de Acuerdos 1849-80, vol. I: 19, 55, 66, 67, 103-114, 205 para varias comunidades de Jalisco entre 1824 y 1849. 264 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 289 Rus & Wasserstrom no registran que a fines del siglo XVIII y principio del XIX, cuando las cofradías eran demasiado pobres para sostener las fiestas con sus propios fondos, los pueblos tzeltales y tzotziles recurrieron a patronazgo común de los cofrades en lugar del patronazgo individual. Por otra parte, si es correcta su reconstrucción de las tendencias de fines del siglo XIX, la comercialización de la agricultura en esta región parece ser un factor decisivo en el cambio hacia el sistema de cargos moderno. Sin embargo, la información sobre Oaxaca y Jalisco sugiere que el momento de cambio fue anterior – a fines del siglo XVIII en Oaxaca y de forma más gradual en Jalisco, entre 1770 y 1850, generalmente al reemplazar las donaciones para las cofradías y la contribución universal con el patronazgo individual. Los cambios económicos y demográficos a fines del siglo XVIII y principios del XIX también fueron importantes: el aumento de la población, la movilidad horizontal, los mercados de las capitales de provincia en crecimiento que estimularon la producción comercial de granos y la competencia por las pocas tierras irrigadas. Empero, la razón inmediata para encontrar a toda costa una nueva forma de sustentación de las fiestas fue la pugna surgida en la década de 1770 entre la iglesia, el estado y los residentes de la localidad por controlar los bienes de las cofradías, así como el fomento de la propiedad privada a expensas de la propiedad corporativa que surgió tanto en la sociedad en general como en la política gubernamental entre 1812 y 1860 Ya sea que los párrocos hayan apresurado la adopción del patronazgo individual en una época de rápidos cambios económicos y agricultura comercial, o que haya surgido más lentamente con los precedentes conocidos de patronazgo individual en otros pueblos, y respondiendo a condiciones que tienen que ver menos con los curas y la situación nacional a mediados del siglo XIX, el sistema de cargos y la promoción individual a través del servicio en los cargos pueden estar estrechamente relacionados con el historial de reformas políticas y el nuevo gobierno de México entre 1750 y 1850. Exposición y conclusiones El análisis anterior cuestiona el popular modelo de un antiquísimo sistema de cargos mesoamericano, nacido en el siglo XVI y cuya estructura y LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 290 función perviven en nuestros días. Hemos intentado mostrar la utilidad de dividir este sistema en tres componentes – la jerarquía civil, la jerarquía religiosa y la institución del patronazgo individual de las fiestas – y de analizar su desarrollo, que es a la vez independiente y correlacionado. Esta perspectiva nos lleva a concluir que ha habido cambios sustanciales a través del tiempo, y que las diferencias regionales deben subrayarse. Hay ciertas regularidades en las tierras altas de Mesoamérica, pero queda claro que los detalles específicos del cambio (subprocesos) y la formación de sistemas de cargos varían significativamente de una región a otra. Hemos expuesto que a finales del siglo XVI se desarrolló una jerarquía de cargos civiles ajustada a la legislación colonial, pero que originalmente no funcionaba en combinación con el o los dos cargos religiosos de las primeras cofradías. Se trataba esencialmente de una jerarquía civil con una serie de restricciones para acceder a los cargos (Taylor, 1972: 49-52) drante buen aparte del periodo colonial, y no de una escala de cargos civiles y religiosos. Concluimos que, en general, el patronazgo individual de las fiestas era una excepción y no la regla en tiempos de la Colonia. En los casos en que se dio, no era un vestigio de la era prehispánica, son una reacción y una adaptación a un conjunto complejo de circunstancias políticas y económicas coloniales. Al fundirse los cargos civiles y los de cofradía en una escala unificada de cargos, ocurrió una transformación en la estructura de la jerarquía. Hasta este momento, la jerarquía civil no se ocupaba abiertamente del ritual religioso; las cofradías participaban veladamente de la jerarquía. La formación del sistema de cargos cívico-religiosos fue provocada, al parecer, por el cambio del patronazgo colectivo al individual en las fiestas religiosas, aunque existen pruebas de que ya en la década de 164 en Michoacán algunos funcionarios de cofradías ocupaban puestos civiles. En conjunto, estos cambios dan por resultado la versión de los siglos XIX y XX del sistema de cargos, con frecuencia llamado “tradicional” por los etnógrafos265. Los sistemas de cargos 265 No alegamos que todas las celebraciones religiosas estuvieran incorporadas dentro del sistema de cargos por medio del patronazgo individual, ni deseamos implicar que el patronazgo individual se convirtió en el único método para financiar las fiestas. Una cantidad de variaciones son, por supuesto, posibles. Por ejemplo, Phil C. Weigand (en comunicación personal) señala que los huicholes de Jalisco han celebrado dos tipos de fiestas católicas desde principios del 291 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS en Oaxaca se cuentan entre los primeros en transformarse a fines del siglo XVIII. Responderían así al empobrecimiento de las cofradías y a la prohibición, por parte de algunos funcionarios políticos españoles, de sufragar colectivamente los gastos derivados de las fiestas religiosas. El cambio, sin embargo, debe haber sido lento y discontinuo ya que el sistema del siglo XVIII de la comunidad zapoteca de El Rincón que hemos descrito, se basaba, a grandes rasgos, en un modelo civil más antiguo. Los años cruciales en Jalisco son los que van de 1770 a 1850, durante los cuales tuvo lugar el desgaste continuo de los bienes de las cofradías. Los Altos de Chiapas parecen representar la etapa final de ese continuo. En este caso, según Rus y Wasserstrom (1980) la jerarquía cívico-religiosa fue fomentada, en el sentido más amplio, por la comercialización de la agricultura, y el patronazgo individual de las fiestas fue introducido primordialmente por los curas parroquiales. Las mismas condiciones económicas y políticas que dieron origen al sistema de cargos y provocaron más tarde su transformación estructural, intervinieron considerablemente en la definición de sus consecuencias funcionales. En nuestra opinión, el sistema de cargos colonial es básicamente un mecanismo de expropiación de riquezas y de control social que los funcionarios españoles impusieron, con intereses económicos velados, sobre las comunidades indígenas. Estamos de acuerdo en que difícilmente se puede generalizar a partir de nuestro estudio de la Sierra Zapoteca; pero sería aún más complicado encontrar un mejor ejemplo de “mecanismo extractor” de Harris (1964). No obstante, diferimos de Harris en lo tocante a la ubicación de las fuerzas expropiadoras en la sociedad clonial. Nuestro material nos inclina a pensar más en el sistema político con sus alcaldes, mayores y corregidores, que en la Iglesia y sus curas parroquiales. siglo XIX cuando menos. Un tipo es patrocinado por individuos y, en gran medida, forma parte del sistema de cargos de la comunidad. El otro tipo es patrocinado por la comunidad y no es parte del sistema de cargos. Con toda seguridad pueden encontrarse más ejemplos especialmente de patronazgo individual de actividades religiosas en barrios. Queda por verse si estas actividades de barrio estaban relacionadas con el sistema de cargos. Quizá sea útil distinguir también entre cofradías comunitarias y cofradías privadas, como lo hace Early (1983: 193). Las cofradías privadas están fundadas y administradas por familias individuales y no se relacionaban con las jerarquías cívico-religiosas comunitarias. En este estudio no hemos analizado las cofradías privadas. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 292 Resulta más pertinente considerar la jerarquía civil de la Sierra Zapoteca, en sus inicios, como una variable subordinada dentro de un proceso colonial de estratificación. Cuando menos en Oaxaca, la política colonial contribuyó, a través del sistema de cargos, a conservar una clara división entre nobles y plebeyos (principales y macehuales) en las comunidades indígenas. Las características de estos stratus variaban de acuerdo a las circunstancias económicas y ecológicas. En la comunidad zapoteca de El Rincón se manifestó a través de grupos de status. Por otro parte, en el Valle de Oaxaca los estratos se diferenciaban a manera de clases, implicando probablemente diferencias significativas en cuanto a riqueza, mismas que no existían en la Sierra (Taylor, 1972, c. 2; Chance, 1981). Se requiere de una investigación más amplia en otras regiones para determinar as características exactas de las elites indígenas en la colonia. Entre tanto, creemos que tales elites existían de alguna manera como entidades significativas. Con frecuencia se ha subestimado la persistente desigualdad que había dentro de las comunidades indígenas durante la Colonia y las jerarquías civiles que la sustentaban, para favorecer las hipótesis de equilibrio que hacen hincapié en la disminución de las diferencias económicas y de status. Nuestra información sugiere que las jerarquías civiles coloniales no solamente eran compatibles con la estratificación – sea en términos de status o de posición económica – sino que contribuían activamente a su conservación. Nuestra posición es similar a la expresada recientemente por Eric Wolf (1982: 146-148). Aún cuando se apega (erróneamente, a nuestro parecer) a la idea de que los sistemas de cargos coloniales eran jerarquías cívico-religiosas sostenidas por el patronazgo individual de las fiestas, Wolf ya no opina que nivelaban a riqueza promoviendo un equilibrio social: Las jerarquías cívico-religiosas (léase: civiles) instalaron así dentro de las comunidades un sistema de dominación elitista, permitiendo a la vez que esa elite representara a la comunidad entera ante los detentadores de poder extraños y ante las autoridades (Wolf, 1982: 148). La transformación de las jerarquías civiles en jerarquías cívico-religiosas basadas en el patronazgo individual, que ocurrió al final del periodo colonial e inicios del post-colonial, acarreó cambios de importancia. Si bien los aspectos 293 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS relacionados con la expropiación no desaparecieron del sistema, los beneficiarios externos no eran ya solamente oficiales políticos, sino también sacerdotes y comerciantes. Y lo que resulta aún más importante, al verse forzado un mayor número de ndividuos a pagar por las fiestas del pueblo, estos nuevos sistemas de cargos comenzaron a funcionar también como mecanismos internos de redistribución. Como efecto de esta tendencia, las funciones extractoras del sistema disminuyeron, y aquí es donde se pueden ubicar los inicios del proceso nivelador. Al aumentar la presión para que todas las familias compartieran la carga económica del patronazgo de las fiestas, y al desaparecer las categorías legales de nobles y plebeyos que había en la Colonia entre los indígenas, las primeras víctimas del proceso de nivelación fueron los estratos sociales indígenas mismos. Este proceso se intensificó durante el siglo XIX peor, como lo indica la etnografía, la nivelación en muy raras ocasiones se dio en forma completa. La consecuencia de importancia fue el cambio en la base de la desigualdad social a interior de las comunidades indígenas, del nivel del estrato (clases o grupos sociales) al de la familia y el individuo. Este cambio debe considerarse como una consecuencia de las transformaciones estructurales y funcionales del sistema de cargos que la …. El carácter cambiante de los sistemas de cargos – desde sus inicios como mecanismos de expropiación y dispositivos de control social en la Colonia hasta convertirse en sistemas más complejos que implican tanto una redistribución como una nivelación social – se acentuó, al parecer, durante los primeros cincuenta años que siguieron a la independencia nacional, de 1821 a 1870. Además de afectar a propiedad comunal y de cofradía las postrimerías del period colonial marcaron el fin de actividades comunitarias tales como el trabajo voluntario y a responsabilidad colectiva del pago de tributo, así como la terminación de aquella disposición legal de la colonia que definía a los indígenas como miembros de una comunidad dentro de sus mismos poblados. Para sobrevivir como comunidades – y algunos no lo lograron – estos poblados debían encontrar formas e ideologías distintas que les permitieran enfrentar estas circunstancias. A esto se sumaban nuevos motivos de inseguridad. La agitación política, la creación de distritos gubernamentales administrados por jefes políticos, el surgimiento de las haciendas y la expansión de la economía 294 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS de mercado en algunas regiones, dieron como resultado que algunos pueblos se replegaran y otros se abrieran ante las influencias más amplias del exterior. En ambos casos, el mundo exterior les impuso condiciones nuevas y desconcertantes. La propiedad se privatizó cada vez más, las tierras de los campesinos fueron enajenadas por extraños, se desafiaron los gobiernos locales. Al exacerbarse la controversia creada por la Reforma, disminuyó el número de sacerdotes que se preparaban y que estuvieran dispuestos a agotar sus energías en las parroquias rurales. Al no estar presentes, los párrocos perdieron su función clave como intermediarios indispensables entre los pueblos y la sociedad en general. Para los habitantes de estos pueblos, se hizo clara la idea de que los creyentes, en general, eran de la Iglesia, y no tanto el sacerdote. En este periodo posterior a la Independencia, los pueblos probablemente gozaron de una mayor libertad para reconstuir sus organizaciones ceremoniales y expresar en sus propios términos sus creencias religiosas. A partir de entonces, los sistemas de cargos presentan una mayor introversión que sus antecesores, con más interés en los asuntos internos del ritual que en representar a la comunidad ante el exterior266. Luego entonces, más que n ajuste colonial que cristalizó durante la época temprana del contacto entre españoles e indígenas, la moderna jerarquía cívico-religiosa en las comunidades campesinas es producto de los estímulos y abusos del siglo XIX. No olvidemos, sin embargo, que el sistema que nosotros llamamos “moderno” es el mismo al que DeWalt (1975: 90) y muchos otros autores denominan “tradicional”. Como indicamos anteriormente, los actuales sistemas de cargos cambian de manera distinta y novedosa, aunque este es ya otro tema que queda fuera de los límites del presente estudio. No obstante, consideramos que el presente análisis histórico resulta esclarecedor en los problemas de interpretación que a menudo surgen en los estudios de etnográficos. Las aproximaciones que exigen optar por una sola alternativa – el sistema de cargos nivela o estratifica, expropia o redistribuye – no abarcan la complejidad de la institución. Cando consideramos al sistema de cargos más Esto es particularmente cierto en las comunidades contemporáneas en las cuales los nombres de los antiguos cargos civiles se aplican ahora a los cargos religiosos. En estos casos, generalmente se ha atrofiado el lado civil de la jerarquía debido a las nuevas estructuras impueats por gobiernos nacionales (Carrasco, 1952: 30; Cancian, 1967: 284). 266 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 295 como un proceso que como una categoría, encontramos que han ocurrido cambios importantes en su función, y que éstos van unidos a cambios estructurales de la misma envergadura. Las variaciones en el tiempo son tan significativas como las variaciones en el espacio; ambos tipos de variaciones nos parecen ahora ás importantes que hace apenas unos años. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 296 BIBLIOGRAFÍA: Aguirre Beltrán, Gonzalo (1967). Regiones de refugio: El desarrollo de la comunidad y el proceso dominical en mestizo América, México, Instituto Indigenista Interamericano (Ediciones Especiales No. 46). Arnaldo y Sassi, Francisco (1982). Demarcación y descripción de Michoacán (1649), Bibliotheca Americana I (1): 61-204. Brooks, Francis Joseph (1976). Parish and Cofradía in Eighteenth Century Mexico, Tesis Doctoral, Department of History, Princeton University. Bunzel, Ruth (1952). Chichicastenango: A Guatemalan Village, Seattle, University of Washngton Press. Cámara, Fernando (1952). “Religious and Political Organization”, Heritage of Conquest, Sol Tax, ed., Glencoe, Illinois, The Free Press, p. 142-173. Cancian, Frank (1965). Economics and Prestige in a Maya Community, Stanford, California, Stanford University Press. 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UNA PERSPECTIVA CRÍTICA267 Jan Rus – Universidad de Harvard Robert Wasserstrom – Universidad de Columbia A pesar de todos los desacuerdos que hayan tenido los filósofos y los políticos en el México del siglo XIX, compartían una misma visión lúgubre de las minorías étnicas del país: pueblos indígenas oprimidos en virtud de su aislamiento cultural, debían ser obligados a denegar su herencia comunal y hacerse partícipes del mundo moderno. Como sus antecesores de la edad de oro, muchos investigadores de hoy siguen pensando que las comunidades indígenas no se han hecho parte de la sociedad nacional por haber guardado aquellas costumbres y tradiciones que habían surgido durante la Colonia, en el sentido de que se quedaron encapsuladas dentro del orden social feudal. Algunos especialistas llegan al extremo de alegar que estas mismas costumbres se convirtieron en los principales agentes de la discriminación étnica en muchas áreas periféricas (Pozas, 1971; Aguirre Beltrán, 1967; Stavenhagen, 1969; Collier, 1975; Friedlander, 1973). De acuerdo con esta teoría, los pueblos indígenas han aceptado, más o menos de manera pasiva, una serie de prácticas e instituciones que los misioneros y administradores españoles les habían diseñado. Y entre estas instituciones, los antropólogos, consistentemente, han dirigido su atención hacia las jerarquías de cargos, es decir hacia aquellos oficios cívicos y religiosos que __________________________________________________________ Las jerarquías cívico-religiosas (los sistemas de cargos) han sido frecuentemente el objeto de estudio de la investigación antropológica en Mesoamérica, en efecto, se ha dicho que juegan un papel importante en la estructuración y la organización de las comunidades indígenas. Utilizando evidencias etnohistóricas de los Altos de Chiapas nosotros alegamos que estas jerarquías emergieron durante la última parte del siglo XIX y el inicio del XX, en respuesta a cambios en la economía regional que les impusieron nuevas demandas a los labriegos Publicado en American Ethnologist, Vol. 7, No. 3, agosto 1980: 466-478. Traducción de Leif Korsbaek, quien le agradece a Cristina Rybertt su corrección de estilo de la traducción. 267 301 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS indígenas (jerarquías económico). cívico-religiosas, sistemas de cargos, Mesoamérica, desarrollo __________________________________________________________ los indígenas desempeñan en el transcurso de su vida. Al obligar a los indígenas a gastar sus recursos en rituales públicos, se argumenta, estas jerarquías al mismo tiempo aseguran la igualdad económica e implementan el principio de membresía de la comunidad, en pocas palabras, las gentes intercambian sus recursos financieros –una innovación potencialmente disruptiva en la comunidad tradicional– por prestigio y el derecho a participar en un modo de vida distintivo. No todos los antropólogos se adhieren a esta posición. En 1965, Frank Cancian, por ejemplo, publicó un estudio de la jerarquía cívico-religiosa en Zinacantán, una comunidad tzotzil (maya) en los Altos de Chiapas, en México. A diferencia de muchos de sus colegas, Cancian sugirió que el servicio público de este tipo no contravenía la emergencia de diferencias sociales y económicas en los pueblos indígenas. Al contrario, postuló que diferencias de esta clase le otorgó a la jerarquía su raison d’etre, al obligar a los zinacantecos acomodados a invertir una parte mayor de sus ingresos en rituales públicos, estos oficios en realidad legitimaban su estatus desigual y les permitía adquirir capital. Además, incrementando los modos de la posible conducta de estas carreras, han evitado exitosamente que tanto las presiones demográficas y económicas destrocen sus instituciones comunitarias. Para este fin han creado no solamente nuevos cargos, sino también han colocado en listas de espera aquellos hombres para los cuales no hay entrada. En realidad, argumentaba que las jerarquías cívicoreligiosas proporcionan un mecanismo a través del cual la estratificación económica misma puede ser transformada en una fuerza para la integración social (véase también DeWalt, 1975). En las siguientes páginas presentaremos una interpretación alternativa de los cargos cívicos y religiosos en el Chiapas central demostrando de qué manera el material histórico puede servir para avalar postulados acerca del problema del servicio público en dos comunidades tzotziles, Zinacantán y 302 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Chamula. Al igual que las demás comunidades en la región, estos dos municipios parecen ser idóneos para un ejercicio de este tipo. A fin de cuentas, los Altos del centro de Chiapas poblados por casi 500,000 tzeltales, tzotziles y choles han proporcionado gran parte del material etnográfico sobre el cual se han basado las discusiones acerca de la vida indígena. Al contrario de lo que por lo regular se afirma, sugerimos que las jerarquías cívico-religiosas surgieron durante la última parte del siglo XIX y el inicio del XX, en respuesta a patrones regionales de cambios demográficos y económicos. Además insistimos en que estas instituciones han asumido formas y funciones muy variadas dependiendo del papel que los hombres y las mujeres en las comunidades han desempeñado en estos eventos. No obstante su herencia compartida y su proximidad geográfica, a título de ejemplo, los zinacantecos y los chamulas reaccionaron de maneras muy diferentes al crecimiento de la agricultura comercial en el centro de Chiapas. Por un lado, los zinacantecos se ganaron cada día más la vida como comerciantes ambulantes o como peones en los ranchos ganaderos en el cercano Valle del río Grijalva; por otro lado, la mayor parte de los chamulas sobrevivieron precariamente como jornaleros o (hacia fines del siglo) como trabajadores eventuales en las fincas cafetaleras a lo largo de la costa pacífica. Las jerarquías cívico-religiosas parecen haber surgido en este tipo de comunidades en las que sus habitantes fueron insertados en relaciones estrechas de clase que emergieron a través de toda la región, muy a diferencia de la idea vigente de estas instituciones como un baluarte de la tradición. Tabla 1: Ganancias del Alcalde Mayor de Ciudad Real sobre el repartimiento, 1760-65268. Actividad La conversión de 500,000 libras de algodón crudo en 100,000 libras de hilo (en el centro de la región tzotzil y tzeltal) Producción forzada de 100,000 libras de cochinilla (región zoque) Ganancia 27,500 pesos 16,000 pesos Fuente: AGGG 1937:476-478. Nota: La presente información proviene de testimonio dado por el asistente personal del alcalde, el teniente, quien declaró que a los productores indígenas se les pagaba en todos los casos por transportar sus productos a la Ciudad Real o a Chiapas. Ya que se sabe que este tipo de trabajo por lo regular no fue remunerado, podemos estimar, sin embargo, que las ganancias del alcalde se acercaban a los 100,000 pesos. 268 303 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Producción forzada de 150,000 libras de cacao (región zoque) Producción forzada de 16,000 bultos de tabaco (región norte del tzotzil) Otros (en gran medida venta involuntaria de mercancías a comunidades indígenas) Total 10,000 pesos 3,750 pesos 13,475 pesos 70,725 pesos EL SERVICIO RELIGIOSO EN ZINACANTÁN, 1792-1975 Para entender estos hechos tenemos que considerar brevemente la posición que los indígenas ocuparon en Chiapas durante el periodo colonial. La mayoría de los indígenas en los Altos centrales no se dedicaron a la agricultura de subsistencia o, por lo menos lo hicieron sólo esporádicamente y con un éxito muy variado. Al contrario, los oficiales españoles los obligaron a participar en un sistema de producción agrícola conocido como repartimiento. Aprovechando su autoridad legal, los alcaldes mayores provinciales, “gobernadores”, obligaron las comunidades indígenas a comprar mercancías o a cuenta aceptar grandes cantidades de algodón sin hilar. Familias individuales asumieron la responsabilidad de una parte de la deuda comunitaria, que intentaron pagar a través del esfuerzo colectivo de sus miembros. De esta manera, por ejemplo, las mujeres indígenas hilaron y tejieron tela de algodón que los alcaldes vendieron en toda la región. Sus esposos, menos afortunados, tuvieron que pagar unas pocas libras de carne de res seca con mercancías tan valiosas como cacao, cochinilla o índigo (véase tabla 1). Bajo el impacto de estas circunstancias, los zinacantecos a menudo vendieron su cosecha de maíz entera para comprar cacao de campesinos zoques, que luego transportaron a su propio costo a Tabasco o Guatemala. Bajo estas condiciones, no nos puede sorprender que estos hombres y mujeres, igual que sus vecinos de otros pueblos de los Altos, sufrieran un hambre constante y periódicamente hambruna (AGE 1955, 1956). Tan desesperada fue la situación que en 1778 el obispo Francisco Polanco se vio impelido a quejarse de que las vejaciones, la desnudez y la idiotez de los indígenas son (en su mayoría) producto de excesivo repartimiento y el comercio general que los alcaldes mayores hacen con las frutas de la provincia. Este comercio consiste en la compra y venta de cacao, algodón, cochinilla, colorantes, índigo, ganado, caballos, mulas, toros, LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 304 carne de res, cera, hierro, acero, tela, metates, lana, sombreros. En algunos pueblos los alcaldes distribuyen una cantidad mayor de lo que los indígenas pueden pagar, y en esos casos son obligados a comprar en términos de desventaja para poder cumplir sus obligaciones. De esta manera, los indígenas tienen que comprarle al alcalde el cacao a 18 o 20 pesos la carga, si no cosechan suficiente, no obstante que el alcalde paga solamente diez pesos (Orozco y Jiménez, 1911). En la cuestión acerca de los tributos e impuestos a la iglesia, el obispo Polanco es mucho más circunspecto en su crítica; sus objeciones al sistema de repartimiento tienen en gran medida su origen en el hecho de que las comunidades indígenas eran cada día menos capaces de pagar por los servicios eclesiásticos y visitas episcopales. No obstante que la Iglesia recibía su parte del tributo real que se cobraba en estos pueblos, sus ministros intentaron muy pronto asegurarse algunos ingresos complementarios. Para este fin, habían organizado una serie de cofradías, “hermandadaes”, encargadas del patrocinio de varias fiestas y celebraciones por las cuales cobraran un gasto extra. Estas cofradía disponían, por su parte, de un capital que los hermanos por lo general tenían que pedir prestado a un interés del cinco por ciento anual. De esta manera no se agotaba n el capital ni los cofrades. Al casarse un joven adquirió una relación de por vida con una de estas sociedades, y en su momento sería nombrado mayordomo con la tarea de manejar los asuntos de la cofradía bajo la estricta vigilancia de los prelados del pueblo (AGGG 1680-1911). Teóricamente, los cofrades indígenas eligieron anualmente dos (a veces cuatro) nuevos mayordomos. En la práctica, sin embargo, estos hombres fueron nombrados por su párroco, quien también presidía en las reuniones de la cofradía y llevaba los libros. En 1793 Zinacantán poseía cinco de estas cofradías, cada una encabezada por cuatro mayordomos y dotada de un capital de unos 200 pesos Entre ellas le pagaron a su párroco 185 pesos cada año por la celebración de 58 misas en su nombre (véase tabla 2; APSC 1793). Tabla 2: Cofradías en Zinacantán, 1793. Nombre Santísimo Sacramento Capital 162 pesos, 4 reales Número de funciones 7 Contribución 35 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Santa Vara Cruz Nuestra Señora del Rosario Santo Domingo Benditas Almas del Purgatorio Total 305 184 pesos 240 pesos 9 7 & 12 misas mensuales 42 44 203 pesos, 4 reales 205 pesos 5 & 4 misas mensuales 2 & 12 misas mensuales 33 31 185 Podemos preguntar: ¿qué presiones hicieron que este sistema, que existió en toda Mesoamérica durante casi tres siglos, se transformara en modos que le son familiares al etnógrafo moderno? Sugerimos que la respuesta a esta pregunta se tiene que buscar en el tipo de desarrollo económico que se llevaba a cabo en la parte central de Chiapas después de 1824, cuando la provincia fue anexada a México. Apenas había sido definida la frontera internacional que separaría México de América Central, hombres emprendedores a ambos lados empezaron a ejercer el oficio que durante la mitad de un siglo había sido la base de la vida económica en la región: el contrabando. Los hacendados a lo largo del río Grijalva expandieron su producción de algodón, ganado y caña de azúcar (para la producción de ron), para intercambiarla por tela británica y vinos franceses. En 1838, por ejemplo, habían establecido 16 nuevas fincas en el área inmediatamente adyacente a Zinacantán; más lejos, hacia el sureste, organizaron nada menos 96 plantaciones durante este periodo (Pineda, 1852). Sin embargo, irónicamente, aunque pronto reclamaron grandes extensions de tierras ociosas, muy rápido se toparon con un problema serio, realmente casi irresoluble: una escasez crítica de fuerza de trabajo. En consecuencia, empezaron a reclutar indígenas de los pueblos en los altos, como peones, baldíos y medieros. Ya en 1819, hombres y mujeres de Zinacantán habían formado comunidades de invasores de tierra en el vecino municipio de Acala. Al mismo tiempo, muchos zinacantecos, alcanzando la cifra de 30% de la población del municipio, abandonaron sus hogares en parajes cerca de San Cristóbal y se establecieron a lo largo de los límites de sus tierras comunales, es decir formaron nuevas aldeas desde donde tenían mucho más fácil acceso a las fincas en las tierras bajas (AHE, 1819), un movimiento que continuó con el avance del siglo. Cuarenta años más tarde, aldeas distribuidas a lo largo de la frontera del sur de Zinacantán abarcaba al 45% de la población del municipio. Y finalmente, entre 306 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 1832 y 1855, 80 familias abandonaron el pueblo para afiliarse a lo que los censos oficiales llaman convenientemente la población mestiza. A la luz de estos hechos es una fuerte tentación suponer que aquellos zinacantecos que se quedaron en sus comunidades volvieron a dirigir su atención hacia actividades como la agricultura de la milpa y la elaboración de tradicionales productos artesanales. Sin embargo, esta idea encuentra poco apoyo en el record histórico. Al contrario, habiendo perdido sus mejores tierras frente a propietarios ladinos, la necesidad los obligaba a buscar trabajo asalariado fuera de la comunidad, y la mayoría de los hombres de Zinacantán se dedicaron a una ocupación a la cual el repartimiento los había empujado hacía veinte años: se volvieron arrieros, cargadores y pequeños comerciantes. El progreso económico en las tierras bajas no solamente exigía una amplia oferta de peones, creó también una gran fuerza de trabajadores libres que cargaron algodón, pieles y otros productos similares de las plantaciones al puerto o al mercado. Sin embargo, mientras que este tipo de empleo les permitía a los hombres mantener a su familia, llevaba consigo al mismo tiempo un fuerte riesgo de otra naturaleza. A través de todo el siglo XIX tanto los hacendados como los párrocos se quejaban de que epidemias de fiebre amarilla, cólera y otras enfermedades regularmente despoblaron la región (Wasserstrom, 1978ª). Así, por ejemplo, en 1830 el cura de Zinacantán escribió que sus infelices parroquianos gastaron su vida en la carretera entre San Cristóbal y Tabasco, “de donde volvieron solamente para morir” (Orozco y Jiménez, 1911). Estas quejas pueden parecer extravagantes, pero aparentemente no son exageradas: mientras que en 1778 el 20% de los hogares en Zinacantán tenían como jefes a una mujer, en 1855 esta cifra se había duplicado. En algunos parajes, notablemente en Salinas y Nachij, más de la mitad de estas familias habían perdido a la persona que era su principal apoyo económico (véase tabla 3; Orozco y Jiménez, 1911; APSC, 1855). Consideremos un momento el efecto que tuvieron este tipo de eventos sobe la vida social y religiosa en Zinacantán. Primero, es importante tener en mente que el aumento en la mortalidad se sentía casi exclusivamente entre los hombres adultos; es decir, hombres que habían vivido suficiente tiempo como para casarse y tener dos o tres hijos. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 307 Entre 1788 y 1855, por ejemplo, el promedio general de hombres a mujeres fue relativamente estable en la población municipal. Al mismo tiempo, sin embargo, la proporción entre adultos se redujo de 0.81 a 0.61 (véase figura 1). Segundo, aún los hombres que evitaron una muerte prematura en las tierras bajas pasaron muy poco de su tiempo en el pueblo. Como resultado de eso, el sistema de cofradía, que dependía de la participación activa de un gran número de hermanos, empezó a desmoronarse; después de 1870, colapsó por completo269. A fin de cuentas, ¿quién podía asumir la carga que implicaba la participación en la cofradía? Aún los mayordomos locales, aparentemente, encontraron el servicio oneroso o excesivamente exigente: a medio siglo, solamente doce de estos oficiales (dos de cada cofradía y dos mayordomoreyes), o sea, la mitad del grupo original de 22, seguían ocupando sus cargos. Además, a partir de 1824 las comunidades indíenas no habían pagado diezmos regulares o tributo: en lugar de tales medidas, las autoridades eclesiásticas exigieron que los alcaldes y regidores indígenas, los ”oficiales civiles”, contribuyeran con una suma fija cada mes a sus pastores. No sorprende que los emolumentos eclesiásticos siguieran cayendo a lo largo del siglo y no aumentaron sino hasta 1881 (véase figura 2). Enfrentándose a este dilema, los vicarios locales adoptaron una estrategia que mostró ser al mismo tiempo adecuada y efectiva. Como los fondos de las cofradías disminuyeron y al final desaparecieron, dejaron de celebrar muchas de las fiestas que desde tiempos inmemoriales le habían dado forma y sustancia al ritual público en Zinacantán. En su lugar introdujeron una serie de nuevas observancias, fiestas dedicadas a santos poco conocidos, que se volvieron la principal responsabilidad de cada pareja de mayordomos. Y para asegurar que estas nuevas funciones fueran fielmente cumplidas, los jueces del pueblo (alcaldes y regidores) se encargaron de ocupar estos cargos por nombramiento directo270. La información de la siguiente sección proviene de las Cuentas parroquiales de Zinacantan en la APSC. Es significativo que después de la independencia (1821) el tribute de los indígenas fue abolido y la carga de mantener a los curas locales fue asumida por los alcaldes, regidores, mayordomo reyes, mesoneros y mayordomo salinero del pueblo. 270 APSC (1830-1914). Véase en particular las cartas de Bruno Domínguez cura de Zinacantepec, a Don Miguel Correa y J. Bonifaz, fechadas el 4 de junio, 1867, y el 26 de febrero, 1868. En esta última comunicación especifica algunas de las dificultades que experimentó en la organización de un sistema de este tipo. “A few moments ago, after Mass, the ayuntamiento and schoolteacher of this town arrived at my 269 308 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Tabla 3: Proporción de familias presididas por mujeres en Zinacantán, 1855 (porcentajes) Porcentaje de la población total (n = 2032) Cabecera Na Chij Salinas Muk’ta Jok’ Apas Otro 40 14 5 19 16 6 Porcentae de familias locales presiddas por una mujer 46 47 64 24 20 a Percent of the total municipal population resident in locality. Source: APSC 1855. MALE ~~~~~FEMALE 70+ 65-69 60-64 55- 59 50- 54 45-49 40-44 35-39 30-34 25- 29 20- 24 15- 19 10- 14 5-9 1- 4 than 1 7.0 6.0 5:o 4.0 3:0 2:0 io 0.0 O i: .O 20' 3:0 4:0 5.:o 6:.0 7:10 PERCENT of POPULATION Fig. 1. The population of Zinacantan by age and sex, 1855 (N = 2032). Source: APSC 1855. 1865 1870 1875 1880 1905 YEAR Figura 2: Contribución promedio mensual al párroco de Zinacantán, 18551905 a Excludes fees for baptisms, marriages, Masses, etc. b Basic monthly stipend contributed by cabildo officials, mayordomo reyes, mesoneros and mayordomo salinero. Source: APSC 1830-1914: Cuentas parroquiales de Zinacantan. (I) house to inform me for the second time that the State Congress had decreed, among other things, the complete dissolution of the mayordomos who serve this holy church, together with the abolition of the position of alferez, and because without these it is not possible to preserve organized religion or support the priest with decorum ... I felt it prudent to bring all of this to your attention . .. so that as soon as possible you might remove me from here in order that this community might understand how sorely they will feel the absence of their priest”. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 309 uli less Uf) 0 U1) 01) a Cl) z 0 D U) z 0 z 0 w~ 0L C4 w 4i 5. MALE A pesar de estos eventos, no fue solamente el comercio a larga distancia lo que llevó a las cofradías de Zinacantán casi al punto de extinción. Al contrario, después de 1880 un número de inversionistas extranjeros establecieron grandes plantaciones de café en las pendientes de las cordilleras de la Sierra Madre a lo largo de la costa pacífica (véase Wasserstrom, 1976, para una discusión de este periodo). Respondiendo a las nuevas oportunidades de empleo, hombres de las comunidades indígenas en todas partes del sur de los altos abandonaron sus demás actividades y migraron al Soconusco (la zona cafetalera), donde trabajaron durante cuatro a seis meses cada año. Con sus salarios no solamente compraron alimentos como maíz y frijol, sino – por lo menos en Zinacantán – también patrocinaron fiestas públicas sin la ayuda de otros cofrades. Y el trabajo asalariado también permitió a estos hombres abandonar las insalubres regiones en las tierras bajas donde antes habían tenido que residir. El efecto más obvio de este cambio se puede encontrar en el hecho de que durante aquellos años los hombres en Zinacantán se volvieron mucho más numerosos, una condición que le dio a la familia nuclear una nueva vitalidad. Ahora un hombre podía, con la ayuda de sus hijos adolescentes, en el transcurso de unos pocos años acumular suficiente dinero para asumir una mayordomía importante y así incrementar su propio valor al embellecer los rituales que patrocinaba. Al final del siglo, pues, este tipo de competencia no solamente había elevado mucho el costo relacionado con estos cargos, sino también había motivado a los zinacantecos a organizar los varios cargos en LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 310 una jerarquía de oficios escalonados a través de los cuales era posible medir los logros económicos. Paradójicamente, tal vez, fue el hecho mismo de que los zinacantecos no continuaban trabajando como trabajadores eventuales en las plantaciones que les permitió elaborar su jerarquía en su forma actual. En 1916 el gobierno revolucionario en Chiapas, ansioso de quitarles a los terratenientes revoltosos de su base económica, obligaron a los peones indígenas a regresar a sus comunidades de origen. Al mismo tiempo introdujo una ley laboral que obligaba a los finqueros locales a pagar a sus empleados al contado y otorgarles servicios como atención médica y vacaciones pagadas. En esta situación, los rancheros en el Grijalva empezaron a alquilar tierras cada vez más amplias a medieros indígenas, hombres que se desplazaron de los pueblos de los altos por toda la estación de cultivo para limpiar, sembrar, desyerbar y cosechar sus parcelas. Por supuesto, estos rancheros no tenían obligación legal alguna para con sus inquilinos, ya que sus milpas podían ser fácilmente convertidas en pastizales después de un año o dos (Wasserstrom, 1977). Por eso, los ganaderos de las tierras bajas de nuevo se dirigieron a Zinacantán, solamente unas horas de caminata alejado de los ranchos más productivos. Este arreglo se mostró tan exitoso que en 1936 (cuando las autoridades estatales empezaron a implementar la ley de reforma agraria), virtualmente cada terrateniente en el centro de Chiapas había adoptado medias similares. Los zinacantecos eran rápidos para abandonar el trabajo migratorio en el Soconusco para dedicarse a la aparcería más cerca de su hogar, y frecuentemente ganaron cuatro o cinco veces más de lo que ganaron los indígenas en otros municipios, frecuentemente trabajando como jornaleros empleados por los zinacantecos. En la última instancia fue este ingreso lo que les permitió a los zinacantecos forjar una jerarquía de cargos religiosos en competencia que Frank Cancian (1965) observó una década más tarde (véase también Wasserstrom, 1978b)271. A partir de 1916, un nuevo grupo de oficiales cívicos paulatinamente asumieron las funciones políticas que los jueces indígenas habían desempeñado. En la actualidad, los alcaldes y los regidores tienen solamente obligaciones ceemoniales en Zinacantán. 271 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 311 EL CONTROL POLÍTICO Y LOS CARGOS PÚBLICOS EN CHAMULA. Ya vimos que el crecimiento de la agricultura comercial en Chiapas en las últimas décadas del siglo XIX convirtió a las comunidades de los altos en una reserva de fuerza de trabajo barata y accesible. A diferencia de los zinacantecos, sin embargo, la mayor parte de la gente de la región participaron con muy limitado entusiasmo, un problema que fue resuelto eventualmente por medio de un decreto. Entre 1892 y 1896, por ejemplo, el gobierno estatal, cumplimentando la política de Porfirio Díaz de fomentar la inversión extranjera, puso en ejecución reformas mayores en la administración de las comunidades indígenas. Por un lado, estas comunidades fueron agrupadas en una serie de nuevos partidos, “distritos administrativos”, bajo la supervisión de jefes políticos nombrados por el gobierno estatal. Imponiendo nuevos impuestos y controlando la venta de licor, estos jefes obligaron a los indígenas locales a endeudarse, debiendo grandes sumas que luego tendrían que pagar trabajando en lejanas plantaciones de café (GECh, 1896)272. Además, para asegurar que ninguno de estos hombres se escapara de su destino, la milicia estatal amablemente proveía guardias armados para escoltar a los grupos indígenas del trabajo a su destino273. Por otro lado, los oficiales indígenas fueron obligados a organizar equipos de trabajadores recalcitrantes y retener aquellos que se opusieran a reclutamiento. Aunque uno podría pensar que cooperaron en esta tarea de una manera no muy entusiasta, sin embargo es cierto que se comprometieron severamente a ojos de sus vecinos274. La gran sorpresa es que la revolución hizo muy poco para aliviar estos abusos. De 1910 hasta el invierno de 1920-21 los indígenas de los altos fueron abandonados a sus propias fuerzas. Por supuesto, unos pocos, motivados por la extrema pobreza y una ausencia total de alternativas, se abrieron camino, a Unos años antes, el Estado había promovido leyes de vagancia y de impuesto individual, que les dieron a los jefes políticos amplia libertad para intervenir en asuntos indígenas (véase GECh, 1880, 1892). Finalmente, el primero de Julio de 1880, la venta de bebidas embriagantes en las comunidades indígenas (prohibida durante la mayor parte del siglo XIX) fue permitida ocho años más tarde fue puesto bajo el control de oficiales administrativos. 273 Dos habitantes de Chamula, Mateo Méndez Aguilar (entrevista 21 de abril de 1976) y Pascual Lòpez Calixto (entrevista 15 de septiembre de 1975), nos dieron información acerca de este sistema, que se encuentra descrito también en Traven (1950). 274 Méndez Aguilar (entrevista, 21 de abril, 1976); también Salvador López Castellanos (entrevista, 5 de octubre, 1975). 272 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 312 través de guerrillas merodeadores, para pedir trabajo en las fincas donde habían sido mantenidos virtualmente como esclavos poco tiempo antes 275. Dentro de comunidades como Chamula, la abolición del reclutamiento oficial de trabajadores en 1910-11, les permitieron a hombres y mujeres de la comunidad reorganizarse a ellos mismos y a sus cabildos municipales, “consejos”. Habían aprendido una lección importante durante las décadas pasadas, cuando el primer ataque de trabajo forzado en las plantaciones lo había encontrado sin preparación. Ahora, con los jefes políticos en fuga y el gobierno estatal en desorden, reforzaron sus defensas contra la recurrencia del desastre. Para este fin recibieron algo de incentivo del gobernador militar, quien en 1914 había conferido autoridad de liderazgo oficial a hombres considerados como tradicionalistas276. Animados por estas acciones, los líderes en Chamula declararon que en el futuro todos los oficiales municipales - en particular el presidente – deberían ser elegidos de entre los principales monolingües. De esta manera esperaban evitar la posibilidad de que sus propios representantes los traicionaran, y los vendieran a los enganchadores y a los políticos ladinos. A pesar de estas medidas, de 1930 a 1936 los indígenas sufrieron tan atrozmente como antes de 1910. Inevitablemente, la restauración del orden público les permitió a los dueños de las plantaciones de café recuperar el terreno perdido y volver a las operaciones normales. Aunque ya no dependían de las autoridades estatales para surtirles trabajadores para el campo, pronto emplearon a ladinos locales para desempeñarse como “enganchadores”, es decir reclutar trabajadores indígenas, prestándoles dinero o vendiéndoles mercancías indispensables a crédito277. Por su parte, el gobierno estatal no ayudaba a estos enganchadores a transportar o controlar los equipos de López Castellanos (entrevista 5 de octubre de 1975). López Castellanos, quien durante los últimos 30 años ha actuado como cacique en Chamula, describió este periodo sobre la base de relaciones que le habían contado su padre y su tío, quienes también habían ocupado puestos importantes en la comunidad antes de 1920. 276 El Partido de Chamula fue abolido por decreto revolucionario en 1914. Las comunidades que lo habían conformado fueron declarados municipios libres bao la Ley de Municipios Libres del mismo año. Simultaneamente oponentes conservadores de los líderes indígenas, que habían intentado unirse a la revolución, fueron impuestos en Chamula como oficiales municipales. 277 Guadalupe Toledo López, mayordomo de la finca cafetalera "Maravillas," (entrevista el 27 de febrero, 1976); Manuel Castellanos Cancino, anterior director estatal de asuntos indígenas (entrevista 6 de septiembre de 1975); Anastasio Trujillo, enganchador (entrevista, 5 de mayo de 1975). 275 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 313 trabajo indígenas, y tampoco cumplía sus obligaciones de asegurar que los contratos laborales celebrados bajo estas condiciones satisficieran siquiera mínimamente los estandares jurídicos. Y, sin embargo, aunque las condiciones económicas en los altos eran deplorables, por lo menos en Chamula la ausencia de una intervención política directa les permitía a los principales locales consolidar su control tanto de los funcionarios civiles como de los religiosos, en otras palabras, establecer el tipo de sistema social que Eric Wolf ha bautizado “la comunidad cerrada y corporativa de campesinos” (1955). Así siguieron dos cursos de acción separados pero interrelacionados. Por un lado, en consulta con miembros del gobierno municipal eligieron la planilla de oficiales que cada año asumieron la dirección formal de la jerarquía cívica del pueblo278. Para ser elegible para un cargo de estos, sin embargo, se les exigía a estos hombres que hubieran servido por lo menos un año en un cargo religioso. Por otro lado, los cargos en la jerarquía fueron por lo general ocupados por jóvenes nombrados por las autoridades civiles del pueblo, aunque ocasionalmente un hombre mayor del pueblo podría solicitar uno de estos cargos por sí mismo. Por este tipo de artimañas, todos los cargos importantes en la comunidad fueron controlados por un grupo de hombres – conocidos como “principales” – que habían avanzado a través de un sistema que ellos mismos en gran medida habían inventado: la jerarquía cívicoreligiosa. Esta situación empezó a cambiar rápidamente a partir de 1936, cuando las autoridades estatales de nuevo asumieron un papel activo en las comunidades indígenas. Significativamente, lo que los había despertado no era tanto los eventos locales como la política de masas recientemente proclamada por Lázaro Cárdenas. Respondiendo a presiones de caudillos militares y terratenientes revoltosos, oficiales en la administración de Cárdenas se encargaron de organizar a los obreros y a los campesinos del país como una fuente independiente de apoyo al gobierno federal. Movilizando a los electores indígenas, los cardenistas asumieron el control del gobierno estatal adoptando López Castellanos (entrevista, 29 de octubre de 1975). Este sistema ha sido descrito también por Ricardo Pozas (1959). 278 314 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS una serie de medidas diseñadas para mejorar el destino de los pueblos indígenas y garantizar su lealtad política. Para este fin nombraron a un grupo de jóvenes bilingües, que se habían distinguido no solamente por su alfabetismo, sino también por su deseo de congraciarse con sus jefes ladinos, como escribanos municipales. Los oficiales estatales alegaron que estos escribanos eran necesarios para defender las comunidades indígenas contra la depredación de dueños de plantaciones poco escrupulosos y enganchadores279. Al mismo tiempo, estos oficiales crearon la Unión de Obreros Indígenas, a la cual todos los trabajadores eventuales de café fueron debidamente afiliados. En adelante, declararon, los contratos entre los dueños de las plantaciones y los trabajadores deben ser celebrados en las oficinas de la Unión y se tiene que apegar estrictamente a la legislación laboral federal. Y finalmente, para dirigir esta Unión los indigenistas del gobierno, “oficiales indígenas”, nombraron a escribanos municipales de Chamula y de otros dos municipios en los altos de Chiapas. A estos jóvenes (22 años tenía el mayor) les tocó la doble tarea de implementar la ley y asegurar el envío de un número adecuado de trabajadores a las plantaciones280. Al final, fue su control, de la Unión lo que les permitió a los políticos cardenistas afiliar a los finqueros al partido oficial recientemente fundado el Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Por supuesto, el poder y la influencia de estos escribanos creció enormemente. Al final de los 1930, presidieron los comités locales de la reforma agraria y representaron a sus comunidades en la comisión agraria regional; sirvieron como delegados en los congresos estatales y regionales; seleccionaron también a los hombres locales que tenían derecho a trabajar en los proyectos con financiamiento público de construcción de carreteras. Tan exitosamente cumplieron estas funciones que el gobierno estatal en 1940 El 3 de Julio 1937, la venta de alcohol en comunidades indígenas había sido de nuevo prohibida por las autoridades estatales. Esta medida fue utilizada después de 1940 para prevenir que no indígenas se dedicaran a esta actividad y fue selectivamente ignorada para permitir a los indígenas hacerlo. Véase GECh 1937; y también Castellos Cancino (entrevistas del 8 de agosto 1975 y del 17 de enero de 1976); Lopez Castellanos (entrevista el 29 de octubre de 1975). 280 López Castellanos (entrevista el 29 de octubre de 1975); Castellanos Cancino (entrevista el 8 de noviembre de 1975). 279 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 315 intentó instalarlos formalmente como presidentes municipales. Desde entonces, fue declarado, que las agencias del gobierno reconocerían solamente a los presidentes municipales que hablaran español. Aunque la mayoría de las comunidades cedieron a este tipo de presión, unas pocas sencillamente se negaron a obedecer281. En Chamula, por ejemplo, los principales locales – que por lo regular respondieron favorablemente a los programas cardenistas – vieron esa medida como un ataque a su derecho a conducir los asuntos comunales; durante otros tres años seguían nombrando a su propio presidente. Durante este periodo la comunidad realmente tenía dos presidentes: un carguero tradicional nombrado por los principales, y un joven escribano nombrado por las autoridades estatales. Los progresistas locales decidieron conciliar a los principales, en vez de forzar una solución. En 1942 el candidato del gobierno pidió que se le permitiera asumir un cargo costoso, no inmediatamente sino cinco años más tarde. Simultáneamente el gobierno estatal empezó a implementear una ley, que había estado en vigencia desde 1937, según la cual se les permitió solamente a cargueros religiosos y a aquellos que pronto asumirían un cargo religioso vender licor en las comunidades indígenas, como una manera de “pagar su servicio” 282. Esta regulación les ofreció esencialmente a las autoridades tradicionales una fuente alternativa de ingresos, para compensar su pérdida de poder – una fuente de ingresos que dependía de su cooperación con los presidentes jóvenes. Habiendo formado una alianza con estos principales, los escribanos de Chamula llenos de confianza en sí mismos ocuparon su lugar a la cabeza tanto del gobierno civil como del religioso en la comunidad. Durante los siguientes treinta años se alternaron en la ocupación de la presidencia municipal y sirvieron en los importantes cargos religiosos – un curso que les permitía consolidar y legitimar su poder. De una manera muy similar, fueron ellos quienes primero plantearon la idea de establecer listas de espera para los cargos prestigiosos. Poniendo su nombre en estas listas se ganaron el derecho a vender licor –un negocio extremadamente jugoso– varios años antes de servir a los santos. En los años 281 282 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 316 1950, en efecto, todo el mundo ya había olvidado su origen poco ortodoxo. Ahora ellos se habían convertido en los ancianos del pueblo, y habían sustituido a aquellos conflictivos principales, que habían sobrevivido. En este nivel jugaron un papel prominente en los planes oficiales de desarrollo en los altos, planes que el Instituto Nacional Indigenista empezó a ejecutar en 1952. Por eso no solamente fueron los primeros maestros en las escuelas de la región, sino también los primeros promotores de salud, dueños de ganado mejorado y semillas, camiones y tiendas cooperativas. Y, más importante todavía, cultivando cuidadosamente sus relaciones con oficiales estatales y federales, decidieron quién más podría tener acceso a estos recursos. Con los ingresos derivados de sus actividades también les prestaron dinero a sus vecinos menos afortunados, a un interés mensual del diez por ciento. Finalmente, permitiéndoles solamente a sus seguidores fieles hacer una carrera religiosa, continuaron decidiendo quiénes podrían eventualmente acceder a los importantes oficios en el municipio – una decisión que seguían tomando mucho tiempo después de haberse retirado de la vida pública activa. Aunque es cierto que ellos no crearon la jerarquía cívico-religiosa en Chamula, es también innegable que la moldearon en su forma actual y le dotaron de nuevas funciones. CONCLUSIONES. A esta altura, se podría especular que después de 1942 los escribanos municipales de Chamula fueron dirigidos por oficiales cardenistas a ofrecer voluntariamente sus servicios como cargueros religiosos. Podría ser que estos cargueros hubieran llegado a apreciar la importancia del ritual público en la vida política indígena. A fin de cuentas, se podría por lo menos sugerir que ocurriera un patrón de eventos similar en todas partes de los Altos del centro de Chiapas. Considere, por ejemplo, la cuestión de las listas de espera que emergieron tanto en Zinacantán como en Chamula, por razones que tienen poco que ver con presiones demográficas. Estas listas también llegaron a ser un rasgo prominente en la vida religiosa en Huistan, donde las autoridades ladinas en respuesta a conflictos por tierras y condiciones laborales LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 317 intervinieron para modificar la estructura política del pueblo283. De una manera muy similar, parece que jóvenes caciques, “jefes”, llegaron a tener poder político en comunidades tan diversas como Cancuc, Mitontic y Tenejapa. Aún en Chenalhó, donde no se desarrolló un caciquismo de este tipo, encontramos evidencias de que cardenistas intentaron cambiar los arreglos existentes para sus propios fines. En este caso, el hombre que seleccionaron para que los representara ya contaba con una carrera política y, antes que inmiscuirse con el gobierno tradicional, decidió retirarse completamente de la política 284. Lo que tienen en común todos esos pueblos, y que los distingue de Zinacantán, es que sus habitantes trabajaban en las plantaciones de café del estado. Pareciera más un diseño conciente que una pura coincidencia que inspiró a las autoridades estatales a dirigir su atención a los asuntos indígenas después de 1936 y crear un grupo de líderes locales afiliados exclusivamente al partido en el gobierno, que pudiera asegurar un flujo estable de trabajadores eventuales a los destinos seleccionados. Y fue enteramente lógico que esos líderes en su turno utilizarían las instituciones religiosas para implementar el orden público en los Altos de Chiapas – el tipo de orden que permitiría a la agricultura comercial crecer y prosperar en Chiapas. Con estos hechos en mente, sería tal vez apropiado considerar la pregunta: ¿porqué surgieron estas jerarquías cívico-religiosas?, y ¿porqué persistieron en formas muy variadas hasta el día de hoy? No se puede explicar como una forma de autoexploración, de un mecanismo autosostenido de pagar un tributo colonial en la sociedad poscolonial y, todavía menos, como la espina dorsal de las comunidades cerradas y corporativas de campesinos. Al contrario, enfrentando a una ideología dominante que en el siglo XIX exigía que los indígenas captaran su posición como trabajadores sin tierra (o casi sin tierra), los indígenas, por lo menos los que no se hubieran convertido en mestizos, decidieron oponer la resistencia más fuerte que pudieran. Haciendo eso, hicieron suyo exactamente aquel aspecto de la vida indígena que durante siglos los había destacado como cristianos: sus rituales públicos. Sostenían Castellanos Cancino (entrevista, 16 de noviembre de 1975); John Burstein (comunicación personal, 1976). 284 Jacinto Arias (Communication personal, 1976). El padre de Arias fue el líder político en Chenalhó durante esos años. 283 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 318 que no se debería permitir que estos rituales se extinguiesen, aun si los participantes en los rituales, y los santos que veneraban, cambiaran radicalmente. Siendo explotados como trabajadores eventuales o braceros, respondieron como indígenas, como miembros de las comunidades indígenas, que se encontraban en proceso de desintegración por vía de la formación de clases sociales. Es esta paradoja, entonces, alimentado por la emergencia de nuevas jerarquías cívico-religiosas, en Chiapas, nuevas relaciones sociales dentro de estas comunidades, el sistema de cargos intentó mitigar e, irónicamente, llegó a exacerbarlas. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 319 Notas: Reconocimiento. This article is dedicated to the memory of Mark Grady, whose untimely death deprived us of a warm friend and a respected colleague: reposat in pace. Research for this article was supported in large measure by the Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste, San Cristóbal, Chiapas, and the Grace and Henry Doherty Foundation of Princeton, New Jersey, to which our thanks are gratefully extended. Invaluable assistance throughout the project was provided by Lydia Prieto and Juana Carmona, who patiently transcribed and prepared many of the documents cited. 1 Information for the following section is taken from the Cuentas parroquiales de Zinacantan in the APSC. It is significant that, after independence (1821), native tribute was abolished and the burden of supporting local priests was assumed by the town's alcaldes, regidores, mayordomo reyes, mesoneros, and mayordomo salinero. 2 APSC (1830-1914). See especially the letters from Bruno Dominguez, cura of Zinacantan, to Don Miguel Correa and J. Bonifaz dated June 4, 1867, and February 26,1868. In this last communication he details some of the difficulties which he experienced in organizing such a system. A few moments ago, after Mass, the ayuntamiento and schoolteacher of this town arrived at my house to inform me for the second time that the State Congress had decreed, among other things, the complete dissolution of the mayordomos who serve this holy church, together with the abolition of the position of alferez, and because without these it is not possible to preserve organized religion or support the priest with decorum ... I felt it prudent to bring all of this to your attention . .. so that as soon as possible you might remove me from here in order that this community might understand how sorely they will feel the absence of their priest.... 3 4 5 6 7 8 9 Mendez Aguilar (interview of April 21, 1976). In 1942, Ricardo Pozas noted that, until a few years before, only such traditional elders might serve important political office (see Pozas 1959). 10 11 12 Lopez Castellanos (interview of October 29, 1975); Manuel Castellanos Cancino (interview of November 8, 1975). It is interesting to note that L6pez Castellanos was one of these scribes, and Castellanos Cancino was among the officials who chose him. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 320 13 14 L6pez Castellanos (interviews of October 29 and October 30, 1975); see also Pozas (1969). 15 16 The information upon which this section is based was drawn from interviews with Salvador Gómez Osob and Salvador Lopez Castellanos, two of the original scribes, and Manuel Castellanos Cancino. A more detailed exposition of these events may be found in Rus and Wasserstrom (in press). 17 18 For details about Cancuc, see Siverts 1965; for Mitontic, see Vicente Lopez Mendez (interview of September 29, 1975); for Tenejapa, see Pablo Ramirez Suarez (personal communication, 1976). 19 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 321 Referencias citadas: Aguirre Beltran, Gonzalo 1967 Regiones de Refugio. Mexico City: Instituto Indigenista Interamericano. Cancian, Frank 1965 Economics and Prestige in a Maya Community. Stanford: Stanford University Press. Chiapas, Archivo General del Estado (AGE) 1955 Boletin 4. pp. 113-155. Tuxtla Gutierrez, Chiapas. 1956 Boletin 6. pp. 27-28. Tuxtla Gutierrez, Chiapas. Chiapas, Archivo Histórico del Estado (AHE) 1819 Sobre Reducir a Poblado a los Oriundos de Zinacantan que Viven Dispersos en los Montes, 1819. Tuxtla Gutierrez, Chiapas. Chiapas, Archivo Parroquial de San Crist6bal (APSC) 1793 Informe de la Parroquia de Zinacantan, Alo de 1793. San Crist6bal, Chiapas. 1830-1914 Correspondencia Parroquial. San Crist6bal, Chiapas. 1832 Padr6n de Zinacantan, Ano de 1832. San Crist6bal, Chiapas. 1855 Padrón de Zinacantan, 1855. San Crist6bal, Chiapas. Chiapas, Gobierno del Estado de Chiapas (GECh) 1880 De la Vagancia. June 1, 1880. Tuxtla Gutierrez, Chiapas. 1892 La Contrubuci6n Personal. September 14, 1892. Tuxtla Gutierrez, Chiapas. 1896 Ley Organica del Partido de Chamula. March 24, 1896. Tuxtla Gutierrez, Chiapas. 1937 Prohibe la Venta y Fabricaci6n de Bebidas Alcoh6licas en Todos los Pueblos Indigenas. June 3, 1937. Tuxtla Gutierrez, Chiapas. Collier, George 1975 Fields of the Tzotzil. Austin: University of Texas Press. DeWalt, Billie R. 1975 Changes in the Cargo Systems of Mesoamerica. Anthropological Quarterly 48:87-105. Friedlander, Judith 1975 Being Indian in Hueyapan. New York: St. Martin's Press. Guatemala, Archivo General del Gobierno de (AGGG) 1680-1911 Serie Chiapas. Libros de las Cofradias. Microfilm. Mexico City: Instituto Nacional de Antropologia e Historia. 1937 Boletin 2(4). pp. 476-478. Guatemala. Orozco y Jimenez, Francisco 1911 Documentos Ineditos Relativos a la Iglesia de Chiapas. San Crist6bal: Imprenta de la Sociedad Catolica. Pineda, E. 1852 Descripci6n Geografica del Departamento de Chiapas y Soconusco. Boletin de la Sociedad Mexicana de Ceografia y Estadistica. Mexico City. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 322 Pozas, Ricardo 1959 Chamula: Un Pueblo Indio de los Altos de Chiapas. Mexico City: Instituto Nacional Indigenista. 1971 Los Indios en las Clases Sociales de Mexico. Mexico: Siglo XXI Rus, Jan, and Robert Wasserstrom in press Evangelization and Political Control in the Highlands of Chiapas. In Is God an American. Soren Hvalkof and Peter Aaby, eds. Copenhagen: IWGIA. Siverts, Henning 1965 The Cacique of K'ankujk. Estudios de Cultura Maya, Vol. 5. Mexico City: Universidad Nacional Autónoma de Mexico. Stavenhagen, Rodolfo 1969 Las Clases Sociales en las Sociedades Agrarias. Mexico City: Siglo XXI. Traven, B. 1950 La Rebeli6n de los Colgados. Mexico City: Cia. General de Ediciones. Wasserstrom, Robert 1976 El Desarrollo de la Economia Regional en Chiapas, 1530-1975. Problemas del Desarrollo, 26:83-104. 1977 Land and Labour in Central Chiapas: A Regional Analysis. Development and Change 8: 441-463. 1978a Population Growth and Economic Development in Chiapas, 1524-1975. Human Ecology, 6:127-143. 1978b The Exchange of Saints in Zinacantan: The Socioeconomic Bases of Religious Change in Southern Mexico. Ethnology 17:197-210. Wolf, Eric 1955 Types of Latin American Peasantry. American Anthropologist 57:452-471. 323 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS EL DESARROLLO DEL SISTEMA DE CARGOS DE SAN JUAN CHAMULA: EL MODELO TEÓRICO DE GONZALO AGUIRRE BELTRÁN Y LOS DATOS EMPÍRICOS. Leif Korsbaek** Introducción*** Chiapas es quizá la región del mundo más estudiada por los antropólogos, 285 sobre todo la región de los Altos. Desde 1940, coincidiendo con la "industrialización de la antropología",286 se ha desarrollado un gran número de investigaciones antropológicas, sea independientes o dentro del marco de los grandes proyectos universitarios, la mayor parte de ellos de los Estados Unidos.287 El best-seller de la antropología mesoamericana es, sin lugar a dudas, el sistema de cargos, conocido bajo un sinnúmero de seudónimos: la jerarquía político-religiosa, el sistema de fiestas, el sistema de escalafón de varas, y otros. Desde su descubrimiento antropológico en 1937,288 este sistema ha sido objeto de descripciones y análisis antropológicos en la región, y ha sido reconocido en todos lados.289 El sistema de cargos no se encuentra solamente en Chiapas, ni siquiera está limitado a Mesoamérica: hay descripciones de Ponencia presentada en la reunión "Cuarenta años de investigación antropológica en Chiapas", celebrada en San Cristóbal de las Casas, Chiapas en julio de 1982. ** Doctor/Antropólogo Social, Universidad de Copenhague. *** La presente ponencia sintetiza mi tesis de maestría (Leif Korsbaek s.f.a.), y debido a la limitación de espacio de estilo es un tanto telegráfico y la documentación es mínima. Para mayor documentación, argumentación y exactitud en la bibliografía véase la citada tesis. 285 Véase las bibliografías Evon Z. Vogt 1977 Y Dolores Aramoni Calderón 1978. Mäs expresivo es el chiste antropológico que "la típica familia indìgena en los Altos de Chiapas se coMpone de dos adultos, 5-6 niños y un antropólogo norteamericano". 286 Leif Korsbaek 1981. 287 Véase Henri Favre 1973, introducción. 288 Sol Tax 1937. 289 Es la institución central de la comunidad indígena para F. Cámara 1852; R:N: Adams 1957, considera a la institución garante del aislamiento de esta comunidad y F. Cancian 1967, la reconoce como típica de la comunidad indígena. Manning Nash (1958) dice que el sistema de cargos cumple en las comunidades indígenas la función correspondiente a los sistemas de parentesco en las tribus africanas y al sistema de clases sociales en la sociedad ladina; el sistema de cargos es para Michael Kearney (1972)el esqueleto base de la vida religiosa y cotidiana en las comunidades indígenas. Sería posible extender esta lista ad nauseam. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 324 sistemas similares en Perú290 y Bolivia.291 Sin embargo, el sistema de cargos pertenece a las características culturales de los Altos de Chiapas y las descripciones son abundantes.292 En otro contexto, los Altos de Chiapas ocupan también una posición destacada: en el fenómeno del "indigenismo". Aunque es tan viejo como la Conquista, el indigenismo moderno en México tiene su trasfondo inmediato en la Revolución Mexicana y encontró su formulación definitiva en el Primer Congreso de Pátzcuaro en 1940.293 La problemática indigenista es asunto latinoamericano, y las soluciones formuladas dentro del marco del Instituto Nacional Indigenista comprenden la República Mexicana. Los Altos de Chiapas tienen un lugar especial en esta problemática y en su solución. Es una de las regiones que cuenta con la mayor concentración de habitantes indígenas en la República,294y en ella se estableció, el 31 de marzo de 1951, el primer centro coordinador del INI que funciona todavía en San Cristóbal.295 Dado que el sistema de cargos es considerado como la principal institución de las comunidades indígenas, que el indigenismo tiene raíces tan hondas en los Altos de Chiapas y que contamos con una amplia documentación de esta región, es evidente la necesidad de investigar cuál ha sido el papel asignado al sistema de cargos en las bases teóricas del indigenismo, para luego confrontarlo con los datos empíricos de la región, lo que será el objeto de este trabajo.296 Hay varios hechos que llaman nuestra atención. El indigenismo fue enfocado hacia la comunidad indígena. Alfonso Caso definió al indio en su calidad de miembro de una comunidad indígena,297 y aunque Gonzalo Aguirre 290 Harry Tschopik 1947. C:J: Erasmus 1967. 292 Existen descripciones detalladas de las siguientes comunidades de los Altos de Chiapas: Zinacantán, Chamula, San Andrés Larráinzar, San Pedro Chenalhó; Tenejapa, Oxchuc y Amatenango (véase la bibliografía de Eric Prokosh 1973); y en la misma área cultural pero geográficamente en las orillas de los Altos están las de Bachajón (Alain Breton 1973) y de Venustiano Carranza (M. Salovesh 1975). 293 Véase las declaraciones relevantes en INI, 1978. 294 Según el censo de 1970 hay en Chiapas 95,383 indígenas tzoltziles y 99,4112 indígenas tzelzales, en los Altos; para Evon Z. Vogt (1969) esta población es rotundamente "150,000 indígenas conservadores". 295 Véase Gonzalo Aguirre Beltrán Y otros 1976. 296 Dos han sido ¿????? 297 Alfonso Caso 1948; en A. Caso 1980. 291 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 325 Beltrán reclama haber cambiado de orientación hacia la región, no es difícil encontrar la primacía de la comunidad en las obras del mismo Aguirre Beltrán y en otras obras indigenistas. La misma posición ha tenido la comunidad indígena en la antropología teórica de Mesoamérica. Por un lado como una continuación lógica de una antigua tradición antropológica, 298por el otro, el impulso que le da el artículo más importante sobre el tema299y, en los años siguientes, el refuerzo que significan las obras de Robert Redfield,300Eric Wolf301 y Manning Nash.302El estudio regional es un fenómeno más reciente.303 Este escrito se basa en la literartura accesible de la región, y no en trabajo de campo. Hasta el momento no se tiene material suficiente para intentar una síntesis teórica, nunca lo tendremos.304La declaración de Alfonso Caso: "las grafías preceden a las logías"305 es una verdad pero con modificaciones. El sistema de cargos. El sistema de cargos ha sido ampliamente estudiado y la cantidad de material acumulado es impresionante. Juzgado por las palabras de uno de los patriarcas de este estudio, la acumulación de datos y de interpretaciones se han realizado en los últimos años: "Cuando yo empecé esta tarea hace 20 años, apenas existían estudios antropológicos de los mayas contemporáneos", dice Sol Tax.306 Los científicos sociales se han especializado a tal grado que la comunicaciön entre los diferentes especialistas es mínima, sobre todo entre antropólogos e historiadores.307 Entre las fuentes históricas se encuentran descripciones bastante detalladas del sistema de cargos; así, en cuanto a Ayuntamiento, las Leyes de Véase Leif Korsbaek 1981. Sol Tax 1937. 300 Se encuentra una bibliografía razonablemente completa en Leif Korsbaek, s.f.c. 301 Véase bibliografía en Leif Korsbaek. 302 Sobre todo Manning Nash 1958; pero también M. Nash 1961, 1966 y 1967. 303 Se destaca aquí Christian Deverre 1974, 1980; R.Wasserstrom 1976A, 1976B, 1976C, John Collier 1976; y Gonzalo aguirre Beltrán 1955A, 1967. 304 La situación es parecida a la de E:R: Leach 1954. 305 Alfonso Caso 1939, En Alfonso Caso 1980. 306 Sol Tax 1964. 307 P. Carrasco 1961. 298 299 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 326 Burgos de 1516 y las Nuevas Leyes de 1542, lo describen con lujo de detalles.308 En documentos de Michoacán lo encontramos con la misma minuciosidad,309 y de Tlaxcala tenemos varias descripciones de los siglos XVI y XVII.310 El mundo chiapaneco cuenta con todos los elementos del sistema en las primeras generaciones de historiadores: Remesal, Ximénez, Fuentes y Guzmán, Tomás Gage y otros.311 Las relaciones entre historia y antropología nunca han sido buenas, 312 la antropología ha sido caracterizada por algunos autores como ahistórica. 313 Parece existir un extraño ritmo de trabajo entre las labores de los antropólogos en su calidad de exploradores y reportan la presencia de un fenómeno exótico, en este caso el sistema de cargos. Se trata, desde cierta perspectiva, de la manifestación de "una cultura fría".314 En estas condiciones desde tiempos inmemoriales, esperando sólo a su descubridor. Poco a poco la hipótesis del carácter inmóvil del fenómeno se hace insostenible, pero es cuando los etnohistoriadores luchan contra la reputación bien establecida del fenómeno. Así sucedió con el sistema de cargos. Por lo general se le reconoce como un rasgo "primitivo"315 sobreviviente,316 y pocas son las investigaciones de los cambios durante y después de la Colonia.317 La historia de los estudios del sistema de cargos es interesante y significativa para el desarrollo de las ciencias sociales en México. Este estudio hará referencia a cuatro períodos distintos.318 308 Sol Tax 1964. P. Carrasco 1961. 310 Véanse Hugo Nutini 1968; c. Gibson 1952, 1955. 311 Véase R. Wasserstrom 1976A. 312 E.E. Evans-Pritchard 1961. 313 A:L: Kroeber 1935. 314 C. Lévi-Strauss 1975 -es solamente una de las expresiones, otras son "folk", "primitive", "protecnica", "preindustrializada y "bárbara". Abundan las expresiones más o menos científicas para indicar una manera de vivir distinta a la nuestra. 315 Este rasgo se destaca en prácticamente todas las obras donde se describe y analiza el sistema de cargos, sobre todo en F. Cámara 1952; R:N: Adams 1957; F.Cancian 1967; Billy Dewalt 1974. Y en toda la producción de Evon Z. Vogt, notablemente 1961, 1964. 316 M:D: Coe 1965; W:R: Holland 1964; Bárbara Price 1972. de manera menos especulativa en P: Carrasco 1961; en Alberto Ruz Lhullier 1980 se encuentra una colecciön chistosa de opiniones de los arqueólogos. 317 Hugo Nutini y Betty Bell 1980; R. Wasserstrom 1967AA; M. Zabala Cubillos 1966 y Eric Prokosh 1973. 318 Véase Leif Korsbaek, s.f.a. 309 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 327 El primero corresponde a las obras de los primeros historiadores, cuando formaba parte de una ciencia altamente aplicada, dirigida hacia la organización de Pueblos indígenas como parte de la política demográfica de la Corona de España: la erección de las dos Repúblicas, la de los españoles y la de los indios.319 El segundo período tiene el carácter de un olvido freudiano de "la patria del criollo", el indio; 320 lo podemos caracterizar con las palabras del ministro de Porfirio Díaz: "¿Qué haremos con el indio?, Dejadlo".321 Un artículo de Enrique Florescano contiene un excelente material del olvido sistemático del indio en un amplio lapso de la historiografía de México y de Nueva España. 322 Este intermezzo freudiano dio pie al cuarto período: el "descubrimiento" del exótico sistema de cargos, es decir de sus elementos, por los que podemos llamar los precursores en la antropología de Chiapas, respetando así los cuarenta años de antropología en Chiapas: F: Starr, Franz Blom, Oliver LaFarge y otros, en la primera mitad de ese siglo. 323 Finalmente en los años cuarenta, empezó la "industrialización de la antropología" y la consolidaciön del estudio del sistema de cargos. El primer trabajo donde se le conoce como tal es el artículo de Sol Tax de 1937, ya mencionado.324 Este artículo habría de propiciar descripciones, interpretaciones y explicaciones en tres etapas complemetarias. Una de las obras empíricas que gradualmente llevó hacia la formulación del "típico sistema de cargos",325 otra de artículos y monografías comparativos;326y la última de interpretaciones del sistema donde los antropólogos se valdrían eclécticamente de todas las metodologías 319 Eric Wolf 1959; c.Gibson 1967 - y muchas otras -. Expresión de Guatemala (Severo Martínez Peláez 1971), pero válida en Chiapas también. 321 A. Villa Rojas 1971. 322 Enrique Florescano 1977. 323 En primer lugar F: Starr 1902 y F. Blom y O. Lafarge 1926. 324 En este artículo no se mencionó el carácter nivelador del sistema de cargos - este rasgo no fue reconocido hasta los años cincuenta: Eric Wolf 1955, 1957, 1959; Manning Nash 1958 y Sol Tax no utilizó la expresión "sistema de cargos", pero con excepción de estos dos detalles se estableció la imagen actual del sistema en el artículo de Sol Tax de 1937. 325 Véase Leif Korsbaek, s.f.a., para más detalle y documentaciön. 326 Ibid. 320 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 328 pensables: estructuralismo más o menos ortodoxo, funcionalismo, Max Weber, teorías de la modernización y aculturación, teoría de los juegos, Folk-Urban continuum, etcétera. 327 El resultado de este proceso es la configuración del "típico sistema de cargos", cuyos rasgos se encuentran en la mayoría de estas obras,328 y que ahora tiene una autoridad axiomática en la antropología mesoamericana, su caracterización es la siguiente: Es una serie de oficios claramente definidos y marcados, que se turnan entre todos, o casi todos, los miembros masculinos adultos de la comunidad. Un miembro asume las responsabilidades de su oficio para un tiempo limitado -normalmente un año- para después retirarse a sus quehaceres cotidianos otros años. Por lo regular Los cargos son sin renumeración alguna, y más bien confieren al incumbente gastos considerables. Los cargos están ordenados jerárquicamente: para ocupar un cargo es condición haber ocupado anteriormente el cargo precedente. El sistema se compone de una jerarquía única conformada por dos estructuras distintas, una de cargos religiosos y otra de cargos políticos, y el ascenso en el sistema sigue una trayectoria en zigzag, alternando entre cargos religiosos y políticos. Después de haber ocupado todos los cargos, o gran parte de ellos, es posible retirarse de las obligaciones de la vida pública, gozando del título de "principal" o "pasado", disfrutando el prestigio ganado en los cargos y con mucha influencia en las decisiones tomadas por la comunidad. Todos los autores reconocen el carácter camaleónico del sistema de cargos: difícilmente se encuentran dos comunidades con el mismo sistema de cargos.329 Difieren en el número de posiciones, los gastos, las obligaciones, la importancia del sistema en la comunidad, la articulación entre la jerarquía religiosa y la política, y otros factores. Sin embargo se encuentran los rasgos característicos en la gran mayoría de las manifestaciones del sistema. A nivel explicativo los investigadores han llegado a un acuerdo casi total en lo que he llamado "el paradigma de cargos".330 No es muy elegante, pero con justificación en la tradición antropológica lo he dividido en tres aspectos: económico, político y religioso. El religioso está muy cerca de ser totalizante, lo que he defendido con más detalle 327 Ibid. Las excepciones en la literatura son contadas, véase Leif Korskaek, s.f.a. 329 Sol Tax 1937; Eric Prokosh 1973. 330 Leif Korsbaek, s.f.a. 328 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 329 en mi tesis. Pero encaja perfectamente con la tradición antropológica en Mesoamérica. En términos muy generales es la concepción que excluye a los ladinos y al desarrollo de su sociedad sin considerar su religión en primer plano, mientras tal cosa no es posible para los indígenas.331 Pues son considerados personas muy dependientes de su religión y de sus ritos. 332 El efecto económico del sistema de cargos, según el paradigma, es garantizar la redistribución del excedente entre los miembros de la comunidad, evitando así la acumulación de la riqueza en pocas manos. De esta manera el sistema decargos procura la igualdad de todos los miembros de la comunidad, a la vigencia de un principio de reciprocidad. En lo político el sistema de cargos asegura el acceso al poder de todos los miembros de la comunidad (varones). Al rotar el poder entre los miembros se evita el monopolio del poder y se conserva un grado máximo de democracia. Para el aspecto religioso, el sistema de cargos define el mundo y sus elementos. En primera instancia están los miembros de la comunidad, luego los no miembros; los antepasados en primer lugar, en segundo los miembros de otras comunidades indígenas, ladinos (y gringos, que somos nosotros). Posteriormente se señalan los canales de comunicación entre los diferentes elementos del mundo: entre los miembros de la comunidad y los antepasados a través de la jerarquía religiosa, y con las autoridades nacionales, por la jerarquía política. A veces se encarga la jerarquía de alianzas con otras comunidades indígenas. El sistema de cargos determina también el orden moral: el mundo como está, con el sistema de cargos como la institución central y la comunidad como el centro del mundo, representa la situación normal y cualquier cambio conduce a la anomia. El sistema de cargos contribuye, con su énfasis en los valores de la comunidad y la posición 331 Melvin Tumin 1952. Véase P. Diener 1978, y la expresión "numen", heredada de H. Otto, en Jacinto Arias 1975. También la producción prácticamente total de Evon Z. Vogt. 332 330 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS central de ésta en el mundo, a mantener este orden y evitar cambios de cualquier clase. Parte integral del paradigma de cargos es también la afirmación de la posición central del sistema de cargos en la comunidad y su Importancia para ésta. No todas las obras sobre el sistema de cargos contienen este paradigma, ni completa ni textualmente. La revisión de los artículos comparativos más importantes - es decir F. Cámara 1952; R.N. Adams 1957; Manning Nash 1958; Pedro Carrasco 1961; Frank Cancian 1967; Ricardo Falla 1969; Ira Buchler & McKinlay 1969; Billy Dewalt 1974 favorecen al paradigma. Todas las desviaciones son caracterizadas como "ladinización", "modernizaciön" o "aculturación".333 ºººººº El Indigenismo de Gonzalo Aguirre Beltrán. La literatura dedicada al indigenismo en México es extensa y variada, pero "la obra magistral" de Gonzalo Aguirre Beltrán334 presenta las bases teóricas del indigenismo en forma exhaustiva, autorizada y relevante. Es exhaustiva porque define la problemática destacando sus características al grado de requerir soluciones especiales, al mismo tiempo esclarece su origen, los fines últimos, los medios apropiados para lograr esta solución y, finalmente, los obstáculos inherentes en la búsqueda de su solución. Es autorizada porque Aguirre Beltrán ha sido durante muchos años uno de los protagonistas en el indigenismo mexicano. Su primera obra es de 1940, el año del nacimiento del indigenismo335 y la mayor parte de sus escritos giran en torno al indigenismo y problemas directamente relacionados con éste. 336 Véase R.N. Adams 1956; F: Cámara 1952; F. Cancian 1967; Willy Dewalt 1974; en primer plano. Pero la tendencia es general. 334 Como lo llama R. Wasserstrom 1976C. 335 Gonzalo Aguirre Beltrán 1940. 336 Gonzalo Aguirre Beltrán, ha escrito teorías sobre el indigenismo (1955B, 1967, y otras muchas más), polémicas (1975, 1976 son títulos típicos), históricos (1953); otras son las personas que ha dirigido, pero la mayor parte de su obra se refiere al indigenismo y a sus problemas teóricos y prácticos. 333 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 331 Durante varios años fue responsable de la línea teórica del INI y de su implementación. Sus trabajos tienen relevancia para la problemática chiapaneca, donde se sustenta una gran parte de su experiencia y tiñe su visión de la problemática en general. 337 Antes de retomar la posición teórica de Aguirre Beltrán es menester hacer referencia a la discusión de este modelo en 1982, definido en 1967 y sin duda pensado e implementado con anterioridad -políticamente-. Podemos considerarlo como un ejercicio académico, pues el cambio de director general del INI y la celebración del II Congreso Nacional de Pueblos Indígenas en febrero de 1977 han significado también un cambio de Política. 338Como tal, representa una contribución al estudio histórico de las instituciones de México y al estudio teórico de sus doctrinas. O bien puede afirmarse que el problema no es del indígena, sino del desarrollo de México, donde el indígena por el hecho de existir se encuentra en una posición desventajosa. El indígena no formuló el problema, nada más cometió el crimen de nacer y la atrocidad de conservar su idioma, viviendo en su comunidad y respetando sus propios valores (como nosotros). Visto así, el problema del indígena no está aislado, y no se puede escoger una solución u otra sin considerar la estructura total en la cual se inscribe al indígena y su problema. El problema del indio representa sólo un aspecto de una crisis mucho más amplia, y las diferentes líneas y soluciones dadas de sexenio en sexenio con modalidades de una misma línea (o falta de ella). El nuevo indigenismo en el modelo de Aguirre Beltrán. 339 El problema es, según Aguirre Beltrán, que "en el mismo territorio del mismo país convivían, una al lado de la otra, dos sociedades fundadas en principios y prácticas económicas distintas: 1) La sociedad moderna de tipo industrial y cultura compleja, representada por la población extranjera metropolitana y sus descendientes; constituía la élite gobernante y, 2) la sociedad tradicional o arcaica, representada por los Véase Gonzalo Aguirre Beltrán y otros 1976. Véase INI 1977; y Ruth Arboleyda y Luis Vázquez 1979. 339 Véase A. Warman y otros 1971; Guillermo Bonfil 1979. 337 338 332 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS indígenas, formaba la masa sometida. Entre una y otra sociedad había una distancia social y cultural tan grande que los esfuerzos para borrarla Implicaban un costo elevado que la metrópoli nunca estuvo dispuesta a cubrir" (p.XI). También Aguirre esboza el origen de este problema en breves palabras: "La resistencia que presentó la población nativa ante tales programas de mejoramiento implementados por la política ética colonial" (p.X) tenía como consecuencia lógica que "los planificadores dejaron a un lado, en sus planes de desarrollo, a los sectores pre-industriales" (p.XI). 340 El objetivo del Indigenismo es "la integración" del indígena en la sociedad nacional. El fenómeno o el proceso de integración es un concepto global, y Aguirre beltrán menciona varios de sus aspectos o modalidades: integración biológica, económica, ideológica, masiva, mercantil, nacional, parcelaria, política, racial, regional, social. Sin embargo, parece existir una definición exacta de tal integración. Tomando en cuenta la formulación del problema, en términos de una sociedad compuesta por dos sectores separados por una barrera social y cultural me parece justificado, aunque no satisfactorio, definir integración como la eliminación de esta barrera. 341 La discusión de las medidas apropiadas que Aguirre hace, pone énfasis en la motivación de los indígenas; lo principal es cambiar su mentalidad para integrar los préstamos culturales de la sociedad moderna "hoy día estas técnicas y conocimientos demuestran su bondad por el éxito que manifiesta su aplicación" (p.X) en la sociedad tradicional. 342 En términos generales puede decirse que el problema es cultural y no económico. De los recursos económicos no se dice prácticamente nada.343 344 El modelo de Gonzalo Aguirre Beltrán es una variación del famoso modelo de "economía dual" del economista holandés J:H: Boeke (1942,1953). El modelo se ha vuelto sumamente popular en México, en primer lugar debido a la formulaciön de Pablo González Casanova (1965). 341 El modelo de Gonzalo Aguirre Beltrán es una variación del famoso modelo de "economía dual" del economista holandés J:H: Boeke (1942,1953). El modelo se ha vuelto sumamente popular en México, en primer lugar debido a la formulaciön de Pablo González Casanova (1965). 342 Bondad que no salta a la vista en la crisis económica de hoy. 343 En la obra de Gonzalo Aguirre Beltrán se considera a la reforma agraria como un fait accompli. Del menos famoso "amparo" no se dice nada (Véase R. Stavenhagen y otros, 976) y del hecho que los 44 predios más grandes de Chiapas ocupan 25% de la tierra del estado no se hace menciön (véase R. Wasserstrom y Fernández 1977), y tampoco del predio más grande de Chiapas, que hoy es mayor a 121,000 hectáreas (véase C. Deverre 1980). 340 333 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS ¿Cuál es entonces el papel desempeñado por el sistema de cargos en la política de integración planteada por Aguirre? Se constanta, en primer lugar, la primacía del sistema de cargos en la comunidad indígena: "El sistema de cargos, que compone la estructura de poder en la comunidad es básico para la existencia y la continuidad e la cultura tradicional" (p.198). La forma y estructura del sistema de cargos, corresponde; punto por punto al "típico sistema de cargos". 345 ¿Pero cuál es la función del sistema de cargos en la comunidad indígena.; cÓmo se relaciona la concepción de ésta con el paradigma de cargos? En lo económico, Aguirre es admirablemente claro: "EL esfuerzo que implica el desempeño de un cargo, la acumulación de bienes de capital y su dispendio en el desenfreno de la fiesta, es siempre grande y representa un mecanismo nivelador de desigualdades regido por el principio integrador de la redistribución" (p.142=). Hace unos años Henning Sisverts resaltó la inexistencia de un estudio satisfactorio del aspecto político del sistema de cargos.346 A pesar de la contribución del mismo Henning Siverts a este estudio 347 y otros estudios posteriores, su comentario es todavía válido.348 En general la antropología política me parece ser la rama más débilmente desarrollada de la antropología, a pesar de la publicación de algunos estudios bastante elaborados. 349 Las declaraciones acerca de la función política del sistema de cargos resultan escasas en la obra de Aguirre, pero en los pocos lugares donde menciona el aspecto político del sistema rige la misma claridad que en lo económico: "Si por democracia entendemos, como lo quiere Lipset, un sistema político que suministra oportunidades institucionales y un mecanismo social que permite a la mayoría de la población influir sobre las decisiones más Gonzalo Aguirre Beltrán cae claramente dentro de la categoría "culturalista". Leif Korsbaek 1982. 346 Henning Siverts 1964. 347 Henning Siverts 1960, 1969A, 1969B. 348 Sobre todo M. Salovesh, 1975. 349 Estudios de las "escuelas" de la Universidad de Chicago y de Manchester. 344 345 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 334 importantes mediante la elección entre contendientes para los cargos políticos, la comunidad indígena a su gobierno externo" (p.197). El sistema de cargos termina los límites de la comunidad al definir a sus miembros: "Un comunero, realmente lo es sólo en la medida en que tenga derecho a participar y de facto participe, en el gobierno del grupo" (p.199). Igualmente el sistema de cargos fija los canales de comunicación entre los diferentes sectores del mundo. Aquí: "Los ordenamientos; las solicitudes y exigencias que las autoridades foráneas les imponen llega a ellos a a través del cuerpo de intermediarios" (p.209), y más adelante: "La comunidad se relaciona con los sobrenaturales a través del gobierno interno" (p.211). Sintetizando la cuestión, regiones de Refugio es un libro acerca del sistema de cargos, concebido como el mayor obstáculo a la difusa tarea de integrar los pueblos indígenas: "Cuando la nación está en condiciones de hacer a un lado a la jerarquía intermediaria y entra en tratos directos con los integrantes del grupo, éste deja de constituir una comunidad indígena, sociológicamente considerada, y se integra verdaderamente en la sociedad y en la política nacionales" (p.210). Tal proyecto de integración (dentro del cuadro de definiciones de Aguirre puede llamarse "aniquilación cultural") se opone al sistema de cargos y "compromete la población a mantener la cohesión del grupo y la continuidad de sus pautas de conducta" (p.208). Aguirre se coloca dentro del paradigma de cargos, como lo hubiera formulado él mismo. Al respecto cuenta con el apoyo de la mayoría de los antropólogos que se han ocupado del sistema de cargos - y son muchos -. 350 ¿Pero le respaldan los datos empíricos de las comunidades indígenas? Las predicciones acerca de la comunidad indígena y de su sistema de cargos, como se desprenden de la obra de Aguirre, se pueden caracterizar escuetamente así: con la modernización de la comunidad -a la cual se opone enérgicamente el sistema de cargos- se debilita éste y pierde su posición central y su fuerza rectora en la comunidad. Por modernización se entiende un 350 Véase Leif Korsbaek, s.f.a. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 335 proceso tan estrechamente ligado al proceso de integración que los dos conceptos pueden tomarse como sinónimos. El cambio social en San Juan Chamula. A escasas dos leguas de San Cristóbal es factible comprobar las predicciones de Aguirre en el campo: el municipio de San Juan Chamula. San Juan Chamula ha sido una de las primeras comunidades de la política integradora del INI desde los orígenes del centro coordinador TzeltzalTzoltzil en 1951.351 Además se dispone de una amplia información empírica.352 San Juan Chamula alberga, en su territorio de 340 km2 a cerca de 50,000 habitantes 353 cuya lengua materna es el tzoltzil. La base económica de esta población es, como en las demás comunidades de los Altos de Chiapas, la milpa con cultivo de maíz, frijol, calabaza y chile. Últimamente los chamulas se han dedicado al cultivo de algunas verduras354 y a criar ovejas355, parte de la población complementa sus ingresos dirigiéndose a la tierra caliente como trabajador en la milpa 356 o en las fincas cafetaleras. 357 Desde el punto de vista demográfico Chamula pertenece al tipo "vacant nucleus town",358 y culturalmente al tipo "closed corporate peasant community "359 La reputación de Chamula es la de ser un pueblo sumamente exclusivo y cerrado, lo cual fue confirmado en 1940 cuando el gobernador de Chiapas quizo mostrar su solidaridad con los indígenas, estableciendo su residencia en San Juan. Los chamulas agradecieron el gesto de solidaridad, pero le fue negado el permiso para establecerse dentro de la comunidad.360 Véase Gonzalo Aguirre Beltrán y otros 1976; y U. Köhler 1975. En Leif Korsbaek, s.f.a. Se encuentra una bibliografía exhaustiva de la literatura sobre San Juan Chamula. 353 J. Collier 1976; R. Wasserstrom 1977. 354 R. Wasserstrom 1977. 355 Martha Turokk 1980. 356 Martha Turokk 1980. 357 R. Wassersstrom 1976A. 358 R. Pozas 1952; Henri Favre 1965. 359 Sol Tax 1937. 360 Eric Wolf 1955, 1957, 1959. 351 352 336 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Chamula es un típico pueblo indígena merecedor de la atención del INI. Posee un sistema de cargos que corresponde al "típico sistema de cargos" 361 presenta algunas especificidades pero finalmente corresponde punto por punto a la definición clásica del sistema de cargos. Una serie de circunstancias ha provocado cambios en Chamula, desde la independencia de España y acelerándose a partir de 1940. Las circunstancias son: el establecimiento de un gran número de fincas cafetaleras en el Soconusco el siglo pasado, la mayor parte de ellas propiedad de alemanes, 362 la construcción de una red de carreteras que ha facilitado la comunicaciön entre las comunidades, así como entre los Altos y la tierra caliente; 363los vaivenes de la política agraria de México, cuando se despojó de sus tierras casi totalmente a las comunidades indígenas en el siglo pasado, 364luego se hicieron dotaciones parciales de tierras bajo la ley de reforma agraria en este siglo. 365 Los cambios más importantes han sido una mayor producción para el mercado366 y desde 1975-77 "el 77% de jefes de familia encontraron trabajo fuera del municipio". 367 El cambio económico ha sido tan dramático y profundo que de "la economía indígena" ahora solamente queda como un vestigio. 368 Hoy Chamula cuenta con fenómenos tan modernos como un turismo bien sistematizado, 369 un sindicato370 y monopolios de licor (más o menos clandestino), pepsi cola y camiones. 371 El cambio político no ha sido menos dramático. En 1937 el gobierno estatal impuso un número de escribanos al pueblo. 372 Estos escribanos se convirtieron a través de una lucha con las autoridades tradicionales y una 361 Jan Rus 1975. La documentación se presenta en Leif Korsbaek, s.f.a.; Leif Korsbaek 1981. 363 Véase R. Pozas 1952; R. Wasserstrom 1976B. 364 Andre Aubry 1980; U. Köhler 1975. 365 Véase Henri Favre 1973. 366 Véase R. Pozas. 367 No hay cifras exactas sobre la presencia de mercancías, pero un indicador es que el municipio en su condición actual produce sólo el 11% de los granos que se consumen, R. Wasserstrom 1977. 368 R. Wasserstrom 1976D, 1977, 1980. 369 Gonzalo Aguirre Beltrán 1967; Manning Nash 1967. 370 Los turistas pagan a la entrada a Chamula 10 pesos a las autoridades; no sé cuantos turistas entran durante un año, pero son muchos. 371 R. Pozas1952, 1977. 372 R. Wasserstrom 1977, 1980. 362 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 337 posterior reconciliación- en caciques de Chamula. posición sólidamente sostenida por el comisariado ejidal373 y el sindicato. En resumen puede afirmarse que San Juan Chamula se ha alejado de la imagen del pueblo indígena típico. Se ha modernizado y sus habitantes están integrados a la sociedad nacional. La primera parte de las predicciones de Aguirre se han cumplido. ¿Cómo ha reaccionado el sistema de cargos de Chamula a esta modernización e integración? Los cambio en el sistema de cargos en Chamula. Si se comparan los datos acerca de los gastos relacionados con el desempeño de un cargo de los años 1940 con los de 1970; siguen siendo impresionantes, alrededor de 20,000 pesos en un año; suma considerable para una economía indígena caracterizada, según Aguirre, por su bajo nivel de productividad e ingresos.374 Existen, además, indicadores de un aumento notable del volumen de circulante en Chamula, y cada turista paga diez pesos a las autoridades del pueblo -aparte de las mercancías que compra. Del 77% de jefes de familia empleados fuera del municipio es esperable una importante aportación de dinero al municipio. La venta "pox" (licor de caña producido y vendido clandestinamente) -un monopolio compartido entre pocos municipios de la región, incluyendo a Chamula- también canaliza hacia la comunidad sumas de dinero no menos apreciables. Un índice del nivel de esta economía monetaria (y muy poco indígena) lo proporciona un investigador: "la clase superior en San Juan Chamula se encuentra entre el 4% de familias más ricas de la República".375 Aún sin una sólida documentación en cifras exactas, es posible afirmar que el sistema de cargos en Chamula ha sido económicamente marginado., asumiendo el principio de reciprocidad y redistribución una forma más Véase Evon Z. Vogt 1973. R. Pozas 1977; H. Favre 1963A, 1963B; Gary Gossen 1974; Evon Z. Vogt 1973. 375 R. Wasserstrom 1980. 373 374 338 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS moderna: en Chamula se presta hoy dinero contra un interés del 10% por mes.376 Políticamente el sistema de cargos en Chamula ha cambiado consecuentemente: "Las oportunidades institucionalizadas para el cambio de dirigentes" han sido canceladas, y las mismas pocas familias detentan el poder político en Chamula; prácticamente desde los días de Cárdenas, 377y "la elección entre contendientes para los cargos políticos" ha cedido el lugar a "mock elections". 378 El omnipresente caciquismo, contra el cual las comunidades indígenas antes eran protegidas por sus instituciones, sobre todo el sistema de cargos, se ha vuelto el pan de cada día en Chamula, 379en forma más despiadada que en la sociedad nacional. 380 Así pues, el sistema de cargos se ha comportado de acuerdo con las predicciones de Aguirre en sus aspectos económico y político, queda una última pregunta: ¿Cómo ha reaccionado el sistema de cargos en su aspecto religioso ante la modernización e integración en Chamula? Veamos algunos acontecimientos recientes para ilustrar este aspecto. Hace unos pocos años había en el parque central de la cabecera de Chamula unas tiendas, propiedad de unas cuantas familias ladinas que los chamulas habían más bien tolerado dentro de la comunidad. Pero un día fueron expulsadas de manera violenta. En este acto participó la mayor parte de la población, particularmente los habitantes de la cabecera y de los parajes cercanos. Dirigidos por los principales miembros de la comunidad y, por lo tanto no tenían derecho de vivir en ella. Como fue precisado por Aguirre, la pertenenecia a la comunidad se define por el sistema de cargos. 381 El sacerdote católico que vivía encargado del bienestar espiritual de los chamulas, fue también expulsado de la comunidad. Los actores eran los mismos: la población de Chamula, los principales y los miembros de la jerarquía religiosa. El argumento era fundamentalmente el mismo: un sacerdote que no era chamula no podía vivir en la comunidad. "La ley de los santos" 376 Jan Rus 1975. Gary Gossen 1977; R. Pozas 1978. 378 Gary Gossen 1974. 379 Véase Evon Z. Vogt 1973; Jan Rus 1975. 380 Juan Jaime Manguen y otros 1978. 381 Véase Evon Z. Vogt 1973; para una descripción de este evento. 377 339 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 382rige en Chamula; evidentemente el poder espiritual de la jerarquía religiosa define "el estado normal del mundo".383 En 1976 un gran número de familias -varios miles de personas para algunas fuentes- 384 fueron violentamente expulsadas de Chamula. Oxchuc parece haber sido el sitio de una evangelización relativamente exitosa: 385en otros municipios también han trabajado los misioneros de diferentes iglesias protestantes 386 En Chamula los evangelistas han llevado a cabo sus actividades, pero no con el mismo éxito. La principal acusación contra las familias expulsadas fue, por no ser católicas, y haber cambiado la creencia tradicional Chamula por una nueva fe. Un buen católico en el contexto Chamula no significa ser fiel a los dogmas del Vaticano, sino a los valores contenidos en el sistema de cargos. Estas familias también aprendieron el poder de "la ley de los santos". 387 La expulsión de evangélicos se ha repetido en los años siguientes, con iguales actores y argumentos. 388 A diferencia de los aspectos económico y político del sistema de cargos, el religioso parece ser más fuerte. Pero, ¿qué es lo que pasa? Como en todo el mundo: con una crisis aumenta el número de círculos espiritistas, buscando un contacto desesperado con el más allá. En el estudio del sistema de cargos (como en el de sistemas de parentesco o de otro carácter) siempre se tiene una idea de una estructura fuerte e íntegra bajo condiciones normales, y de una estructura desintegrándose bajo condiciones adversas.389 Los teóricos del sistema consideran sus componentes como separándose bajo la presión del exterior el mundo moderno, según Aguirre-. La consecuencia es que el sistema se desbarata; la jerarquía religiosa se separa de la política, el poder político se Otra expresión de Guatemala (de Rubén Reina 1966) pero con la misma validez en Chiapas. 383 Leif Korsbaek, s.f.a.; Pablo Iribarren 1980. 384 Juan Jaime Manguen y otros 1978. 385 Henning Siverts 1969 A. 386 Véase Jan Rus y R. Wasserstrom 1981. 387 Véase R. Wasserstrom 1976b; Juan Jaime Manguen y otros 1978. 388 Juan Jaime Manguen y otros 1978. 389 Véase f. Cancian 1967; Billy Dewalt 1974. Ejemplos de un sistema de cargos marginado se encuentran en M. Salovesh 1975 y E. Heermitte 1970. 382 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 340 seculariza y el religioso se debilita.390 El sistema de cargos pierde no solamente su posición central, sino también su carácter monolítico.391 Este proceso lo observó Ricardo Pozas en los años 1942 y 1943, durante su trabajo de campo en Chamula. En 1942 el presidente municipal, hasta entonces también jefe de la jerarquía tradicional, se negó a llevar el bastón de mando; un año después la separación institucional de las dos jerarquías era ya un hecho. 392 Esta separación que Ricardo Pozas observó en 1942-43 concuerda perfectamente con las predicciones de Aguirre, y la interpretaciön evolucionista del primero es similar a la de Aguirre.393 En su monografía Ricardo Pozas explica: bajo las nuevas condiciones materiales de Chamula; las instituciones obsoletas son relegadas a una posición decorativa, agonizando como rezagos simbólicos, para, finalmente desaparecer por completo. 394 Regresando a San Juan Chamula treinta años después de la estancia de Ricardo Pozas, en compañía de Gary Gossen y Evon Z. Vogt, nos espera una sorpresa. Advertiremos que el proceso de "putrefacción del espíritu tribal" ha cambiado de dirección. El sistema de cargos, según las predicciones de Aguirre y Pozas en disoluciön se presenta más sano y más monolítico que nunca. El presidente municipal de nuevo preside las dos jerarquías; otra vez unidas.395 ¿Cómo se explica eso? Conclusión. Para explicar este fenómeno es posible sugerir cuatro conclusiones interrelacionadas sólidamente. Para la primera el material empírico no confirma las predicciones de Aguirre, y por lo tanto invalida su modelo de integración. En lugar de Expresión de Gonzalo Aguiire Beltrán en otra obra 1955B. Véase F. Cancian 1967; Billy Dewalt 1974. Ejemplos de un sistema de cargos marginado se encuentran en M. Saloveshh 1975 y E. Hermitte 1970. 392 R. Pozas 1977. 393 Ibid. 394Ibid. 395 Evon Z. vogt 1973; Gary Gossen 1974. 390 391 341 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS desaparecer el sistema persiste; sin disolverse, ahora es más monolítico. Chamula ha cambiado, pero la modernizaciön no ha tomado la direcciön esperada por Aguirre; se ha vuelto un pueblo más cerrado y tradicional. Como se ha mostrado en otro artículo, Chamula es un perfecto ejemplo de "closed corporate peasant community", en los términos de Eric Wolf, 396 pero los datos indican que Chamula no es un "closed" ni un "corporate", o "peasant"; apenas si "community" 397no obstante cumplir todos los requisitos del modelo. Para la segunda conclusión, las observaciones de Ricardo Pozas en los años cuarenta en Chamula, consideradas como los primeros pasos de un proceso de cambio en el sentido y la dirección del desarrollo de la comunidad, no fueron en la direcciön supuesta (la putrefacción del espíritu tribal y la desintegración de las instituciones que los sostenían), sino en otra, no menos importante y en esencia diferente. La tercera conclusión; ¿Cuál fue el proceso cuyos primeros pasos observó Ricardo Pozas años después del cardenismo? La formación de clases sociales dentro de la comunidad indígena; a la zaga de las reformas y del ajuste parcial del sexenio de Cárdenas. Con la seguridad y los recursos entregados a la comunidad, y con el acceso a un excedente antes canalizado hacia fuera se desarrolló una nueva burguesía dentro de la comunidad misma. La cual se apoyaba en los privilegios económicos -y políticos- antes reservados para los pocos ladinos de la comunidad y los de fuera. Esta burguesía se encontraba en una situación muy delicada: tenía en contra la burguesía ladina, ya consolidada y con mejores contactos en los centros del poder nacional. La nueva burguesía indígena en Chamula (como en los demás pueblos indígenas de los Altos de Chiapas) tenía que defender sus intereses y privilegios contra esa burguesía ladina, y para este fin movilizó todos los medios a su alcance. Como se ha constatado, el sistema de cargos es efectivamente el centro del poder en la comunidad; hacia fuera define a la comunidad como un grupo monolítico, distinguiéndola de la sociedad ladina. La solución de la nueva burguesía indígena fue utilizar este sistema como apoyo para la defensa de sus 396Leif Korsbaek 1982. En varias ocasiones he recomendado un cambio del concepto "cultura"c al de "ideología": Leif Korsbaek 1979, s.f.c., s.f.d., s.f.e. 397 342 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS privilegios contra los competidores inmediatos, la burguesía ladina. Como se ve en los hechos, 398 eso no se logró sin crisis y contratiempos, pero los nuevos dueños del poder salieron victoriosos de la lucha, en alianza con los antiguos dueños del poder en la comunidad; que hasta hoy detentan. En fin, la esencia del desarrollo en Chamula, en los cuarenta años aquí considerados, es el surgimiento de clases sociales en el seno de la comunidad indígena. Eso es absurdo y trágico en el contexto de la antropología y del indigenismo. Absurdo porque la antropología no está preparada para registrar la existencia de clases sociales en su objeto de estudio, el ambiente indígena; y tampoco para estudiar la formación de estas clases: dejando completamente fuera de su alcance el proceso histórico de su transformación. Y trágico porque este proceso ha tomado lugar guiado, respaldado y fomentado por una antropología aplicada -es decir el indigenismo- que postula la inexistencia de clases sociales en su objeto de estudio, el ambiente indígena, y carece por completo de conceptos teóricos para captar este proceso. Estas observaciones no son aisladas; Henri Fravre, R. Wasserstrom y Jan Rus las han anticipado en Chamula,399 Waldemar Smith en Guatemala occidental 400 Paul Diener en Guatemala oriental 401, y Michael Howard en Belice.402 En Tlaxcala un observador tan ortodoxo como Hugo Nutini también lo ha constatado.403 La cuarta conclusión es la más importante. A la pregunta: ¿Por qué escapó un proceso -donde la comunidad indígena se transforma sin transformarse y se moderniza tradicionalizándose- se requiere de una antropología que satisfaga ciertos requisitos?. Evon Z. Vogt ha planteado el problema de relacionar el concepto de "estructura" con el de "proceso".404 En este planteamiento cabe la observaciön acertada de Pedro Carrasco: "El cambio o la estabilidad de un fenómeno Véase Jan Rus 1975; Evon Z.Vogt 1973. H. Favre 1973; R. Wasserstrom 1976A; Jan Rus 1975. 400 Waldemar Smith 1978. 401 Waldemar Smith 1978. 402 Waldemar Smith 1978. 403 Paul Diener 1978. 404 Evon Z. Vogt 1971. 398 399 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 343 recibirá diferente énfasis según consideremos su forma cultural, su función o su estructura".405 En la tradición antropológica a la cual pertenece Aguirre Beltrán, la estabilidad de la comunidad indígena no es una cuestión empírica, sino el punto de partida de su planteamiento del problema en términos de una sociedad dual, y evidente también en diversas declaraciones: "La persistencia, en los Altos de Chiapas, de comunidades indígenas que han mantenido hasta nuestros días su propia lengua y su propia herencia cultural, ofrece una ocasión única para elaborar una síntesis prehistórica a partir de investigaciones paralelas y complementarias"406 Como dijo un viejo antropólogo: "Toda ciencia estaría de más si la forma de manifestarse de las cosas y la esencia de estas coincidiesen directamente",407 y aquí el método canónico de la antropología, la participaciónobservación, contiene su propio riesgo. "El objeto de estudio de la antropología no es solamente lo que hace la gente, como tampoco lo que dicen que hacen. Es también lo que dicen que tendrían que hacer."408 En una monografía sobre los mayas , se hace un pequeño comentario de suma importancia. Las ideas de los líderes de la comunidad.409 Las afirmaciones de "los indígenas" acerca del sistema de cargos -y muchas otras cosas- siguen siendo las mismas, pero en el nuevo contexto tienen un valor completamente distinto. La superficie de las cosas permanece, confirmando así las expectativas del antropólogo, pero la relación entre lo que Leach llama "transacciones económicas" y "actos de comunicación" ha cambiado fundamentalmente. El fenómeno de clases sociales es diferente del concepto de "estratificación",410 por muchas razones. Pero lo principal es su condición ahistórica y empírica, mientras que el concepto de clase tiene sentido sólo en un contexto histórico que la antropología ha excluido sistemáticamente de su repertorio. En su condición estática las comunidades carecen de historia y la idea de un desarrollo clasista no cabe en tal concepción. 405 P. Carrasco 1961. R. Adams 1961. 407 Carlos Marx 1971. 408 John Beatie 1964. 409 Jacinto Arias 1975. 410 Véase R. Stavenhagen 1969; para una discusión de clases sociales y estratificación. 406 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 344 La tradición antropológica ha impedido a Ricardo Pozas observar el desarrollo de las clases, en tanto considera a la comunidad "primitiva" como un microcosmos aislado, sin relaciones con el exterior. 411 En Chamula el desarrollo de las clases sociales está vinculado con las relaciones entre Chamula y "la sociedad nacional", las cuales están totalmente fuera del modelo empleado por Ricardo Pozas. Este armazón entre antropología e indigenismo ha propiciado el descuido del proceso principal de formación de las clases y sus transformaciones en las comunidades indígenas. El fenómeno exótico del sistema de cargos, que para Aguirre Beltrán puede cambiar sólo en un sentido: su aniquilación, ha mostrado su persistencia y su carácter camaleónico, siempre apreciado por los antropólogos, posee una dimensión nueva: su forma cultural y su estructura se han mantenido constantes, tanto su función como su posición estructural han cambiado miméticamente. 411 Leif Korsbaek 1981. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 345 R E F E R E N C I A S. ADAMS, R. 1961 "Changing Patterns of Territorial Organization in the Central Highlands of Chiapas, México", American Antiquity, v.26. ADAMS, R.N. 1956 "Ladinización en Guatemala", Integración Social de Guatemala, J.L. Arriola (ed.). 1957 "Political Changes in Guatemala Indian Communities", MARI Publ.24, Tulane University, New Orleans. AGUIRRE, B.,G. 1940 El señorio de Cuautochco, México. 1953 "Formas de Gobierno Indígena", América Indígena, v.13. 1955a "A Theory of regional Integration. 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El sistema de cargos, que se conoce también bajo un número diferente de nombres -“el sistema de fiestas”, “el sistema de vara”, “el sistema de escalafón”, “la jerarquía político religiosa”, y otros más- ha sido extensamente estudiado por la gran mayoría de los antropólogos que se han interesado por esta parte del mundo, y definitivamente ha adquirido una reputación.412 Como ha sido anotado en varios sitios, el sistema de cargos ha sido estudiado más intensivamente en las comunidades indígenas mayas de los Altos de Chiapas, de donde tenemos una impresionante colección de datos empíricos acerca de esta institución y de Interpretaciones de ella: de Zinacantán, de San Pedro Chenalhó, de San Miguel Mitontic, de Santa Catarina, de San Pablo Chalchihuitán, de Bachajón, de Oxchuk, Cankuk, de Tenejapa, de Amatenango del Valle, de Venustiano Carranza, de Pinola, y de algunos más.413 412 Existe ya un apreciable acervo de trabajos comparativos que presentan el sistema de cargos en términos generales; las más importantes de estas introducciones generales están al punto de ser publicadas en una antología Introducción al sistema de cargos. Fernando Cámara, Religious and Political Organization de 1952; Manning Nash, Political Relations en Guatemala de 195888; Eric Wolf, The Social Organization of the Indian Communities in Mesoamerica de 1959; Political and Religious Organization de Frank Cancian de 1967; a estas se puede agregar 'Cambio en los sistemas de cargos en Mesoamérica' en América Indígena, Vol. XXXIV, Num.2, 1974, pp.531-550. 413 La lista de descripciones de los sistemas de cargos en Chiapas es casi interminable; se citan las más importantes en El funcionalismo en la etnografía tezeltzal-tzoltzil, UNACH, Tuxtla Gutiérrez, 1978, Jan Rus & R. Wasserstrom: 'Civil Religious Hierarchies in Central Chiapas: A Critical Perspective', American Ethnologist, Vol. 7, Num. 3, 1980, pp. 466-478, y Andrés Medina, 'Los sistemas de cargos en los Altos de Chiapas y la antropología culturalista' Anales de Antropología, UNAM, VOL. XXI, 1984, PP. 79-101. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 353 Aquí se estudiarán tres comunidades mayas (de habla tzoltzil) de la región de los Altos de Chiapas, con el objetivo de compararlas: Zinacantán, San Juan Chamula y San Pablo Chalchihuitán. El trabajo trata en particular dos aspectos del sistema de cargos. Primero, el aspecto religioso, y segundo, el aspecto político. Es bien conocido que la religión juega un papel muy importante en las comunidades indígenas de los Altos de Chiapas y de Guatemala, más importante que entre los habitantes ladinos de las mismas regiones. Jacinto Arias ha discutido esta religiosidad en varios lugares y más extensamente en su pequeño libro El mundo numinoso de los mayas, pero también en algunos artículos.414 Como lo ha formulado Melvin Tumin: “es posible entender a la población ladina sin tomar en cuenta la religión, pero no lo es con la población indígena maya”.415 Y sobremanera conocido que el sistema de cargos es una institución eminentemente religiosa: en las primeras monografías donde se estudió esta institución se le vio exclusivamente como religiosa, tal como en el primer trabajo comparativo sobre el sistema de cargos, artículo prácticamente desconocido de la doctora Betty Starr, publicado en 1949.416 No obstante que el aspecto político ha atraído menos atención de parte de los antropólogos que el religioso, contamos con un buen número de trabajos explícitamente dedicados a estudiar este aspecto.417 Solamente de Chiapas tenemos un trabajo de Zinacantán, uno de Venustiano Carranza, uno de Tenejapa, uno de Cankuk y algunos de Oxchuk.418 En términos generales se le Jacinto Arias, El mundo numinoso de los mayas, SEP-70NÚM. 70, México, 1970. Melvin Tumin, Caste in a peasant Society: A Case Study in the Dynamics of Caste, Princeton, 1952. 416 Bety Starr, Ceremonial Structure in the Present-day Maya Area, University of Chicago, Master's research paper, Microfilm Collection of Manuscripts on Middle American Cultural Anthropology, Núm. 131, México, 1949. 417 La antropología política es el patito feo de las especialidades antropológicas y todos parecen estar de acuerdo en que es la especialidad más precariamente desarrollada y el benjamín del conjunto, nacida con la publicación African Political Systems (de Meyer Fortes & Evans-Pritchard) en 1940; sin embargo, causó algún malestar en círculos antropológicos cuando un politólogo, David Easton, declaró en 1959 que la antropología política realmente todavía no existía (D.Easton: "Political Anthropology", Bienal Review of Anthropology, 1959, Stanford). 418 Ya que la antropología política parece ser la rama menos desarrollada de la antropología, no puede sorprender que el aspecto político del sistema de cargos sea el menos explorado. El análisis político del sistema de cargos parece ser casi por completo un monopolio chiapaneco, apenas se conocen estudios de este aspecto fuera de Chiapas; los estudios conocidos son: Michale Solovesh, 'Política en una comunidad maya' (de Venustiano Carranza), América 414 415 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 354 considera al sistema de cargos como el gobierno local e indígena de las comunidades mayas.419 Más específicamente, se discute la relación entre la jerarquía religiosa y la política que en conjunto conforma el sistema de cargos. La particular problemática de esta relación se presenta detalladamente en el segundo apartado, en dos partes. El primer problema a tratar es el conflicto entre las posiciones que podemos llamar “la posición émica” y “la posición ética”. Algunos antropólogos -los partidarios de la posición “emica”– sostienen que la distinción entre la jerarquía religiosa y la política es una abstracción hecha por el antropólogo que no corresponde a las ideas de los indígenas, mientras que los partidarios de la posición “ética”, sostienen que los mismos indígenas hacen la distinción entre las dos jerarquías. Después de presentar mi posición en el conflicto “émico-ético”, llegamos a lo que es realmente el problema que trataremos: la relación entre la jerarquía religiosa y la jerarquía política, así como la interpretación vigente de esta relación entre los antropólogos mesoamericanos. La teoría vigente postula una relación directa entre el grado de “modernización” de la comunidad y la secularización que se manifiesta en la separación entre la jerarquía religiosa y la política. La argumentación se lleva a cabo en tres pasos. Primero, se comparan las tres comunidades mencionadas, dedicando la atención a su nivel de desarrollo socio-económico, y se colocan las comunidades en una escala que va de lo “más modernizado” a lo “menos modernizado”. Indígena, Vol. XXXV, Núm. 1, 1975, pp. 39-48; Andrés Medinna, 'El proceso de cambio político en un pueblo tzeltzal' (de Tenejapa), Anales del INAH, época 7, tomo III, 1971, pp. 5-20; Henning Siverts, 'On Politics Aleadership in Highland Chiapas', (de Oxchuk) en Evon Z: Vogt & Alberto Ruz L., comps., Desarrollo Cultural de los mayas, UNAM 1964, PP.363-384; Henning Siverts ' The Cacique of Kankuk', a study of Leadership and Social Change in highland Chiapas, México, Estudios de Cultura Maya, Vol. V, 1965; Frank Cancian 'Algunos aspectos de la organización social y religiosa de una sociedad maya' (de Zinacantán), en Evon Z. Vogt, comp.., Los Zinacantecos, INI, 1966, pp. 315-326; Jan Rus, La situación política wn Chamula: Desarrollo y cambios actuales, 1935-1975; INAREMAC, San Cristóbal de las Casas, Documento Num. 03, 1975. La única notable excepción fuera de Chiapas es el artículo clásico de Pedro Carrasco, 'La jerarquía civicorreligiosa en las comunidades de Mesoamérica: antecedentes precolombinos y desarrollo colonial', en J.R. Llobera, comp., Antropología Política, Anagrama, 1979, pp. 323340. 419 Henning Siverts, Political Organization in a Tzeltzal Community in Chiapas, México, Alpha Kappa Deltan, Vol. XXX, Núm. 1, 1960, p. 1. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 355 Como segundo paso, se comparan los sistemas de cargos de las tres comunidades, tomando como criterio el grado de separación o de integración de las dos jerarquías en el sistema de cargos. El tercer paso consiste en compaginar los dos pasos anteriores e investigar la correlación, y, por ende, la validez de la hipótesis. A la luz de la falta de confirmación de la hipótesis –el material empírico de las tres comunidades sencillamente no la confirma– se plantea una hipótesis alternativa acerca de la relación entre las dos jerarquías y el camino del desarrollo de las comunidades, que enseguida se somete a confrontación con los datos empíricos de las mismas comunidades. El trabajo termina con una breve conclusión acerca de las perspectivas de la hipótesis alternativa propuesta y el material empírico presentado en el artículo. Finalmente, conviene mencionar que la región de los Altos Chiapas es en cierto modo el hogar del sistema de cargos, y que la región posee un acervo de investigaciones que no se encuentra en ninguna otra parte del mundo. Para el presente trabajo, he tenido a disposición material más que suficiente de los tres pueblos, debido a los trabajos de Evon Z. Vogt, Frank Cancian, Gary Gosen, Ulrich Köhler, Robert Wassertrom, Jan Rus, Ricardo Pozas, Henri Favbre y otros muchos. El Sistema de Cargos. El sistema de cargos fue descrito como una institución en su propio derecho por primera vez, en un artículo de suma importancia, en 1937. 420 Desde entonces, esta institución ha venido adquiriendo una fama verdaderamente impresionante entre los antropólogos de Mesoamérica (y de América Latina en general), y ha cristalizado un consenso alrededor de su forma típica y de su función en las comunidades donde se encuentra. 420 Sol Tax, "The Municipios of the Midwestern Highlands of Guatemala", American Anthropologist, Vol. 39, 1937; pp. 423-444. El artículo de Sol Tax constituye el el capítulo 4 de la Introducción al sistema de cargos. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 356 “El típico sistema de cargos”, que manifiesta el consenso acerca de la forma y apariencia de esta institución, se puede resumir en las siguientes palabras: “El típico sistema de cargos consiste en un número de oficios, claramente demarcados como tales, que se turnan entre los miembros de la comunidad quienes asumen un oficio por un corto período de tiempo para luego retirarse a su vida normal por un período más largo. Los oficios están ordenados jerárquicamente y el sistema de cargos comprende a todos o casi todos. Los cargueros no reciben pago alguno durante su período de servicio, al contrario con frecuencia el cargo implica un costo considerable en tiempo de trabajo perdido y en gastos de dinero en efectivo, pero como compensación el cargo confiere al responsable un gran prestigio en la comunidad. El sistema de cargos normalmente comprende a dos jerarquías separadas, una religiosa y la otra política, pero las dos siempre se encuentran íntimamente relacionadas. Después de haber desempeñado los cargos más importantes en las dos jerarquías un miembro de la comunidad es considerado como “principal” o “pasante”, se puede retirar de las obligaciones de la comunidad y tiene una importante ingerencia en las decisiones comunitarias. 421 Pero también a un nivel explicativo se ha desarrollado un casi total consenso entre los antropólogos de la región. Este consenso se manifiesta tanto en el terreno de la economía como en el de la política y de la religión. 422 En el terreno de la economía, podemos formular el paradigma de cargos breve y concisamente en las palabras de Eric Wolf: Al liquidar los excedentes, transforma a los hombres ricos en pobres en el sentido material, pero les da una experiencia sagrada; y al nivelar las diferencias de riqueza, impide el crecimiento de las diferencias de clase basadas en la riqueza. Al igual que un termostato que se mueve bajo la influencia del calor, los gastos religiosos mantienen la riqueza en un Esta descripción es de mi tesis de maestría The Cargo System in San Juan Chamula: a Scientific Paradigm and an Indian Reality. Se encuentra también conformando el capítulo 2 de la Introducción al sistema de cargos. 422 El consenso explicativo del sistema de cargos es discutido como 'el paradigma del sistema de cargos' en el capítulo 10 de la Introducción al sistema de cargos. 421 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 357 estado de equilibrio, al destruir cualquier acumulación de bienes que pudiera trastornarlo. Para hablar en términos de ingeniería, diremos que actúan a manera de “regulador”, haciendo que un sistema que comienza a oscilar vuelva a su curso original”.423 En lo político, se manifiesta el paradigma en una confianza ilimitada en el carácter democrático del sistema de cargos. También en las palabras de Eric Wolf lo encontramos expresado con elegancia y precisión: Un hombre no puede buscar un cargo político por iniciativa propia, ni utilizar el poder político para fines personales. El poder es otorgado por la comunidad y transmitido de tiempo en tiempo a un nuevo grupo de funcionarios. Es el cargo el que gobierna, no la persona que lo ocupa. En esta democracia de los pobres no hay posibilidad de que exista un posibilidad de que exista un monopolio de poder, pues éste s halla separado de las personas y se distribuye mediante elección, entre todos los ciudadanos, quienes lo reciben por turno.424 El aspecto religioso del sistema de cargos y de su paradigma es más complejo, contiene cuatro puntos separados, aunque interrelacionados. Primero, para los habitantes de las comunidades Indígenas el sistema de cargos constituye la institución principal que regula la vida de la comunidad y de sus habitantes, en todos los aspectos. Opina Eric Wolf, al respecto, que, “el centro motor de este tipo de entidad es su sistema político y religioso”.425 Eso es lo que permite a Frank Cancian proponerse, como el segundo de tres objetivos en su monografía de Zinacantán, “analizar la estructura social de toda la comunidad de Zinacantán tal como se refleja en el sistema de cargos”426, y a Evon Z. Vogt declarar, acerca de los mismos indígenas de Zinacantán que: ...es como si los zinacantecos hubieran construido un modelo para la conducta ritual y para el conceptualismo del mundo natural y del cultural, que funcionara Eric Wolf, Pueblos y culturas de Mesoamérica, Ed. ERA, 1967, p. 104. Ibidem, p. 195. 425 Ibidem, p. 192. 426 Frank Cancian, Economía y prestigio en una comunidad maya, Instituto Nacional Indigenista, Monografía de Antropología Núm. 50, 1976, p. 20. 423 424 358 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS como una especie de computadora que “imprimiera” las reglas de conducta adecuadas para cada nivel organizativo de la sociedad y su aplicación para los fenómenos en los diversos dominios de la cultura427. En esta evaluación del sistema de cargos coincide perfectamente Gonzalo Aguirre Beltrán, que con mayor claridad y precisión todavía, expresa la reputación religiosa de esta institución: El sistema de cargos, que compone la estructura del poder en la comunidad indígena, es básica para la existencia y continuidad de la cultura tradicional; sin él la segregación que mantiene distintas a las sociedades india y ladina y se desvanece.428 Segundo, el sistema de cargos define la extensión del mundo al definir la frontera de la comunidad y a sus legítimos habitantes.429 Gonzalo Aguirre Beltrán es también categórico a este respecto: Todos los miembros adultos del pueblo o parcialidad, como incumbentes o como pasados, son parte Integrante de la jerarquía del poder. En consecuencia, un comunero realmente lo es, sólo en medida en que tenga derecho a participar, y de facto participe, en el gobierno del grupo.430 Tercero, el sistema de cargos define los canales de comunicación entre las diferentes partes del mundo que se pueden usar legítimamente. Para eludir el contacto con el exterior de la comunidad ideó un cuerpo de intermediarios, elegidos entre sus miembros jóvenes, sobre cuyos hombros pone la responsabilidad de conservar severamente restringida la comunicación con los extraños...431 Eso es válido para el lado político del sistema de cargos: Evon Z. Vogt, "Réplica estructural y réplica conceptual en la cultura zinacanteca", en E. Z. Vogt, comp., Los zinacantecos, INI, Núm. 7, 1966, p.129. 428 Gonzalo Aguirre Beltrán, Regiones de refugio, SEP-INI, N{um. 17, 1973, p. 198. 429 Ya que la identidad étnica es casi siempre una identidad de comunidad (debido a más de 400 años de gobierno que concientemente ha intentado fragmentar la presencia indígena) es evidente que el sistema de cargos en su calidad de institución que define los linderos de la comunidad, será uno de los elementos estratégicos para la definición y mantenimiento de la identidad étnica. Yo he criticado algunas de las posiciones de la antropología, en lo que se refiere al análisis de la identidad étnica, en una ponencia, 'La cara negativa de la antropología mexicana', presentada en el primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Antropología, UAM Iztapalapa, enero de 1988. 430 Gonzalo Aguirre Beltrán, op. cit., p. 199. 431 Ibidem, p. 209. 427 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 359 Los ordenamientos, las solicitudes y exigencias que las autoridades foráneas les imponen llegan a ellos a través del cuerpo de intermediarios. Este cuerpo actúa a la manera de un tapón o amortiguador que defiende a los indios del contacto con el poder y las estructuras supralocales.432 Pero es válido también para el lado religioso del sistema de cargos. En un contexto que oscila entre lo religioso y lo secular observa Gonzalo Aguirre Beltrán. Entre la visión del mundo de la comunidad indígena – que sincretiza conceptos y prácticas de las religiones pre-colombinas con ideas y patrones de acción cristiano-coloniales- y la que sostiene en la actualidad el dogma católico o el protestante, la jerarquía se ubica como intermediario,...433 Y, en un contexto 100% religioso: La comunidad se relaciona con los supernaturales a través del gobierno interno; los funcionarios religiosos de ese Gobierno, además de impartir justicio, ofician en las ocasiones ceremoniales como un cuerpo sacerdotal.434 Y cuarto, el sistema de cargos define el estado normal, justo y deseable del mundo, y, en consecuencia, se opone a cualquier cambio cultural o socioeconómico de esta situación. A través de las palabras del antropólogo y teórico Gonzalo Aguirre Beltrán se oyen los suspiros del director general del Instituto Nacional Indigenista, en última instancia responsable de encauzar este cambio cultural y socio-cultural que los indigenistas llaman “integración”. 432 Ibidem. Ibidem, p. 212. 434 Ibidem, p. 211. 433 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 360 Cuando la nación está en condiciones de hacer aun lado la jerarquía intermediaria y entrar en tratos directos con los integrantes del grupo étnico, ésta deja de constituir una comunidad indígena, sociológicamente considerada, y se integra verdaderamente en la sociedad y en la política nacionales.435 Hasta este punto todo en el estudio antropológico del sistema de cargos es armonía y consenso; en efecto, la abrumadora ¿qué?de la región están dispuestos a afirmar la anterior descripción e interpretación del sistema de cargos, y la disidencia apenas se ha hecho sentir, por lo menos; hasta alrededor de 1968.436 Pero, cuando dirigimos la atención hacia el carácter religioso y político del sistema de cargos, se acaba la armonía y el consenso se agrieta. Como lo indica un buen número de los nombres del sistema de cargos, los antropólogos opinan que es al mismo tiempo religioso y político, pero no están de acuerdo acerca de la manera en que se combinan estos dos aspectos en la institución. La religión y la política en el sistema de cargos. Todos los antropólogos están de acuerdo en que esta institución es tanto religiosa como política, pero en el momento de empezar a discutir cómo se relacionan los dos aspectos dentro del sistema de cargos, se distinguen claramente dos campos, con posiciones distintas e incompatibles. Por un lado, tenemos un grupo de antropólogos que sostienen la coincidencia de la visión “émica” con la visión “ética” del sistema de cargos. Así como los antropólogos distinguen dos jerarquías con dos diferentes tipos de 435 Ibidem, p. 210. La disidencia se mostró primero en la antropología económica, con la tesis doctoral de Frank Cancian, posteriormente publicada como Economía y prestigio en una comunidad maya, luego se extendió a cubrir los fundamentos teóricos y metodológicos de la antropología, como se desprende del libro. De eso que llaman antropología mexicana, son artículos de Mercedes Olivera, Arturo Warman, Margarita Nolasco, Enrique Valencia y Guillermo Bonfil. (ENAH, 1970), y se puede mencionar también la crítica a la antropología que hace el etnólogo francés Henri Favre en la introducción a su Cambio y continuidad entre los mayas de México, publicado originalmente en francés en 1971. 436 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 361 cargos religiosos y políticos, los mismos indígenas también distinguen entre los dos tipos de cargos, según la opinión de estos antropólogos. Un ejemplo de esta posición es Henri Favre, que en su trabajo comparativo sobre la región de los Altos de Chiapas, Cambio y continuidad entre los mayas de México, se expresa de una manera muy explícita: “La distinción entre cargos políticos y cargos religiosos no es una conceptualización arbitraria del etnólogo ya que los propios tzolzil-tzeltzales la hacen”.437 Presentando el sistema de cargos de San Pedro Chenalhó en 1961, Calixta Guiteras Holmes ya había manifestado la misma opinión: La organización política implica la protección y el servicio a la comunidad; la organización religiosa, el servicio a los santos. La primera está relacionada con el mundo de los hombres ny ligada al ciclo agrícola; la segunda se encarga de asegurar la buena voluntad de los santos en la iglesia para que ellos sean aliados del hombre en su lucha contra la destrucción. Los grandes dioses de la vida no están en la iglesia, están en el mundo; por lo tanto, pertenecen al culto pagano que es la parte más importante del gobierno. Las imágenes de la iglesia son santos católicos quienes, con su presencia, son testigos de la conducta del hombre y toman partido cuando hay que hacer justicia.438 Evon Z. Vogt asume también esta posición en su trabajo, que en mi opinión es el mejor: una comparación de los sistemas de cargos en Zinacantán y San Juan Chamula;439 así como Ricardo Pozas en su monografía de San Juan Chamula440 y Gary Gossen en su monografía acerca de la visión del mundo y la cosmología de los chamulas; obra más reciente y de un carácter diferente.441 Henri Favre, Cambio y continuidad entre los mayas de México, S. XXI, México, 1973, pp. 263-264. 438 Calixta Guiteras Holmes, Los peligros del alma: visión del mundo tzoltzil, FCE, México, 1965, p.71. 439 Evon Z. Vogt, Gods and Politics in Zinacantán and Chamula, Ethnology, Vol. XII, 1973, pp. 99-114. 440 Ricardo Pozas, Chamula, INI, Clásicos de la antropología mexicana, Núm. 1, México, 1987. 441 Gary Gossen, Chamulas en el mundo del sol, Instituto Nacional Indigenista, México, 1982. 437 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 362 Tal vez, la manifestación más categórica de esta posición es la de Frank Cancian en sus trabajos sobre Zinacantán y el sistema de cargos religiososo de esta comunidad tzoltzil en los Altos de Chiapas. “Los zinacantecos hacen una nítida diferenciación entre los pueblos civiles analizados anteriormente y los cargos religiosos, de modo que el antropólogo no puede dejar de seguir su criterio”. Con más fuerza todavía cita Frank Cancian a un prominente zinacanteco, un ex presidente municipal quien “llegó al extremo de decir que sus dos años de servicios en dicho puesto civil habían sido una pérdida de tiempo”.442 Por otro lado, tenemos un grupo de antropólogos que sostienen que la distinción entre los cargos religiosos y los políticos es una racionalización etnocéntrica y arbitraria de los propios antropólogos que no coincide con la visión de los indígenas. Antes de introducir esta posición sería, tal vez, justo presentar la posición intermedia de Henning Siverts, en su estudio de Oxchuk: “Ante todo, puede haber motivo para diferenciar entre cargos que directamente están relacionados con la iglesia como edificio o institución, y cargos que más íntimamente parecen asociados con el cabildo”. Sigue Henning Siverts: La distinción entre los dos asuntos que los edificios simbolizan, es bastante real y fácil de comprender por el etnógrafo y por los miembros de la tribu. La pregunta es si la diferencia será caracterizada de la misma manera; es decir ¿podrá un oxchuquero utilizar las palabras ‘profano’ y ‘sacro’ como oposición entre iglesia y cabildo? Probablemente no. Por el contrario, asegurará que mucho de lo que pasa en el cabildo es ‘sacro’ de igual manera que los actos de la iglesia son a veces profanos. En consecuencia, “podrá decir que un cargo jamás es absolutamente ‘sacro’ ni ‘profano’. Cualquier cargo implica aspectos sacros y seculares.443 442 443 Frank Cancian, Economía y prestigio en una comunidad maya, op. cit., p. 39. Henning Siverts, Oxchuk, Instituto Indigenista Intramericano, México; 1969, pp. 151-152. 363 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Un claro ejemplo de la segunda posición lo tenemos en Manning Nash, en la forma extrema de esta posición. Basándose en los materiales de su trabajo de campo en Guatemala y en Chiapas declara: “Los indios tienden a considerarlos como un solo sistema”444, y la distinción entre las dos jerarquías es la racionalización injustificada del etnógrafo. Otro antropólogo afiliado a esta posición es Wiliam R. Holland que, en su monografía de San Andrés Larraínzar, declara sin ambigüedad, primero criticando la posición de Calixta Guiteras Holmes, citada anteriormente: “Esta descripción de la estructura político-religiosa de Chenalhó expresa más acertadamente el punto de vista del ladino que el de indígena”, para luego presentar su propia visión de la situación en San Andrés Larraínzar: De acuerdo con el principio de separación entre la iglesia y el Estado en México, los ladinos tienden a comprender la jerarquía político-religiosa indígena como dicotomía religioso-laica. Los indígenas, sin embargo, atribuyen un carácter sagrado a los altos oficiales de ambos tipos. Para ellos la jerarquía político religiosa funciona como un todo unificado.445 Ulrich Köhler comparte también esta posición en su trabajo de San pablo Chalchihuitán: “Los mismos indígenas por lo general no distinguen estrictamente entre puestos políticos y puestos religiosos, aún cuando ambos cargos se relacionan con tareas diferentes”.446 Finalmente, es preciso citar a un antropólogo importante y ya conocido por nosotros en el contexto de la presente discusión, también representado esta posición: “Otra dualidad complementaria es importante en la organización política indígena: la que pone 444 frente a frente las funciones civiles y las Manning Nash, Political Relations in Guatemala, op. cit., p. 67. W. R. Holland, Medicina Maya en los Altos de Chiapas, INI, Monografía antropológica Núm. 2, 1963, p. 58. 446 Ulrich Köhler, Cambio cultural dirigido en los Altos de Chiapas, SEP-INI, Núm. 42, 1975, p. 52. 445 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 364 ceremoniales. Esta dualidad no es, como lo anterior, de procedencia aborigen.447Las palabras son de Gonzalo Aguirre Beltrán. La información aquí presentada nos deja en un desagradable dilema: de diferentes observadores tenemos observaciones distintas e incomparables. Tenemos dos posibilidades. Podemos dudar de la precisión y confiabilidad de los observadores y suponer que nos encontramos frente a un solo sistema de cargos, no obstante las discrepancias en las diferentes observaciones. O podemos mantener nuestra fe en la observación antropológica y aceptar que nos encontramos ante dos diferentes tipos de sistema de cargos, uno donde las dos jerarquías siguen siendo firmemente integradas y otra donde las dos jerarquías se encuentran separadas. En mi opinión, la observación antropológica es, entre las ciencias sociales de las más completas y confiables. En consecuencia, propongo que guardemos nuestra confianza en el carácter observado de los diferentes sistemas de cargos: algunos tienen las dos jerarquías firmemente integradas, mientras otras abarcan dos diferentes jerarquías que tanto los indígenas como los antropólogos justificadamente tratan por separado. Pero, es también una opinión de cierta extensión y aceptación que los antropólogos, no obstante su alto nivel de observadores, con frecuencia se equivocan en la interpretación de los datos observados. Tal opinión ha expresado, por ejemplo, J.A. Barnes Jonathan Friedman. Como se desprende de otros trabajos míos, tiendo a estar de acuerdo también con esta opinión y, en consecuencia, propongo hacer un intento para reinterpretar los datos observados, suponiendo la existencia de dos diferentes tipos de sistemas de cargos.448 Gonzalo Aguirre Beltrán, op. cit., p. 191. De mi parte se desprende esta opinión - en algunos casos con un poco de arrogancia adolescente- por ejemplo, en 'Chiapas, tierra de conquista: la triste e increíble historia de la antropología en Chiapas" en Historia y Economía, Núm. 27, Mérida, 1981, pp.24-40, y 'El desarrollo del sistema de cargos de San Juan Chamula: el modelo teórico de Gonzalo Aguirre Beltrán y los datos empíricos', en Anales de Antropología, UNAM, Vol. XXIV, 1987 pp. 215-242. Más a caso viene tal vez un artículo mío no publicado donde critico el concepto de Closed Corporate Peasant Community con base en los datos de San Juan Chamula; Chamula es un perfecto ejemplo de una 'comunidad campesina corporativa cerrada '' según los criterios de Eric Wolf, sólo tiene cuatro problemas: no es cerrada, no es campesina, su carácter de comunidad 447 448 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 365 En efecto, esta posición tiene algún grado de apoyo en lo que podemos llamar la tradición antropológica de estudio del sistema de cargos, en particular en Chiapas y Guatemala. En el estudio antropológico del sistema de cargos, en particular en Chiapas y en Guatemala. En el estudio antropológico del sistema de cargos encontramos un cierto grado de asimetría: el aspecto religioso de esta institución ha recibido mucho más que su justa parte de atención de parte de los antropólogos, mientras que el aspecto político casi no ha recibido atención ninguna. Así que la gran mayoría de las obras tempranas consideran al sistema de cargos como una institución casi exclusivamente religiosa, incluyendo uno de los primeros trabajos comparativos.449 Por el contrario, una bibliografía de los trabajos de antropología política del sistema de cargos se reduce prácticamente a la lista de trabajos citada anteriormente. Podemos tomar como punto de partida el interés por el aspecto religioso del sistema de cargos. Este interés coincide con la opinión de Melvin Tumin, ya referida, de que no es posible entender a la sociedad ladina sin tener en cuenta la religión, pero sin considerar la religión de la comunidad indígena no nos es posible comprender o explicar ésta. En términos generales, podemos decir que la antropología social en Chiapas tiene un tono sincrónico; se dedica poca atención al aspecto etnohistórico en la investigación. Un caso conspicuo es el estudio que hizo Frank Cancian del cambio en el sistema de cargos en Zinacantán, ya mencionado varias veces. Es digno de atención que Frank Cancian hizo su estudio del cambio de Zinacantán prácticamente sin tomar en cuenta los datos etnohistóricos ya publicados dentro del mismo Proyecto Harvard donde Frank Cancian llevo a cabo su investigación.450 En comparación con la abundancia de es problemático y lo corporativo no sirve para explicar la dinámica de San Juan Chamula, más bien requiere explicación. 449 Es el caso en el trabajo y amencionado de Bety Starr, y también en monografías tempranas de Ruth Bunzel: 'Chichicastenango' de 1952 (originalmente publicado en alemán en 1937); La Farge & Byers, 'The Year Bearer's People' de 1931; Maud Oakes, 'The Two Crosses of Todos Santos: Survivals of Mayan Religious Ritual' de 1951; La Farge , 'Santa Eulalia: The Religion of a Cuchumatan Indian Town' de 1847; Frans Blom & la Farge, 'Tribes and Temples' de 1925; Charles Wagley 'The Social and Religious Life of a Guatemalan Village' de 1949. 450 Notablemente el trabajo de Manuel Zabala Cubillos. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 366 estudios sincrónicos de la cultura y la estructura social en las comunidades tzoltzil y tzeltzal es notable la escasez de estudios diacrónicos e históricos, como lo ha mencionado, por ejemplo Henri Favre. 451 Y en este contexto, es también notable que no tengamos una historia de Chiapas, ni de la sociedad ladina y mucho menos de la sociedad indígena. Sin embargo, no falta un enfoque diacrónico en los estudios de las comunidades indígenas en Chiapas. Si estudiamos la amplia producción de Evon Z. Vogt, fundador, director y principal investigador del Proyecto Harvard en Chiapas, encontramos un considerable interés por el desarrollo a través del tiempo de estas comunidades; la mayor parte de los trabajos dedicados al estudio del desarrollo a través del tiempo se colocan dentro de la perspectiva teórica llamada "el modelo histórico-genético" que Evon Z. Vogt comparte, entre otros, con Tatiana Proskuryakoff y Sol Tax.452 El fundamento de estos trabajos diacrónicos lo encontramos en una declaración de Vogt: Es probable que las tres zonas contiguas del Petén, los Cuchumatanes y los Altos de Chiapas estén históricamente en una estrecha relación y que constituyan, tal vez, una región crucial para comprender la cultura maya en su forma relativamente inalterada en diversos niveles temporales.453 Esta creencia en la relativa inmovilidad de la cultura maya y de las comunidades tzoltziles y tzeltzales es uno de los axiomas que subyacen al estudio del desarrollo de éstas a través del tiempo. Encontramos declaraciones similares por todos lados en la literatura antropológica de la región, como por ejemplo la referencia que hace el mismo Evon Z. Vogt a los indígenas de los Altos de Chiapas como "indios tradicionales" o "indios conservadores". Con más detalle encontramos la misma posición en la obra de uno de los arqueólogos de la región: 451 Henri Favre, op. cit., p. 19-21. Evon Z. Vogt & Alberto Ruz L., comps.: Desarrollo Cultural de los Mayas, op. cit. 453 Evon Z. Vogt, 'Algunos aspectos de patrones de poblamiento y organización ceremonial de Zinacantán', en los Zinacantecos, SEP-INI, Núm. 7, 1966, p.80. 452 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 367 La persistencia, en los Altos de Chiapas, de comunidades indígenas que han mantenido hasta nuestros días su propia lengua y su propia herencia cultural, ofrece un ocasión única para elaborar una síntesis prehistórica a partir de investigaciones paralelas y complementarias.454 Como un postulado omnipresente en estos estudios de "historia conjetural" encontramos el proceso de "secularización" de las comunidades y, en particular, de sus sistemas de cargos. En términos concretos y observables, se manifestaría esta secularización en la progresiva separación entre la jerarquía política y la religiosa dentro del sistema de cargos.455 Si nos trasladamos del tiempo al espacio, de los estudios cuasievolucionistas a los rotundamente difusionistas en la región, encontramos las mismas dos confirmaciones repetidas como artículos de fe. En el primer estudio comparativo del sistema de cargos, el ensayo de Fernando Cámara Barbachano de 1949, donde aplica de una manera más que literal el Folkurban Continuum de Robert Redfield, se confirma, en primer lugar, el carácter unidireccional del proceso histórico en las comunidades indígenas: se discute detalladamente el proceso de secularización de estas comunidades y de sus sistemas de cargos en particular. Y, en segundo lugar, se coloca sin ambigüedad el dinamismo de este proceso: el inevitable cambio de estas comunidades y de sus sistemas de cargos se debe "a la cercanía de las ciudades".456 Es mi intención en las siguientes páginas discutir esta tesis de secularización del sistema de cargos a la luz de los datos empíricos de tres Robert M. Adams (en la terminología de Carlos Navarrete: 'Adams, el bueno'), 'Changing Patterns of Territorial Organization in the Central Highlands of Chiapas: a Critical Perpecctive', American Ethnologist, 1981, pp. 466-478. 455 Acerca del concepto de secularización en general, véase M. Hill: 'La secularización: diversidad de significados' en Sociología de la Religión, (Madrid, 1976), cap. 1, pp. 285-314. En lo referente al sistema de cargos en particular, Judith Friedlander, The Secularization of the Cargo System, Latin American Research Review, Vol. 16, 1981, p.p. 132-143. 456 F. Cámara, op. cit. 454 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 368 comunidades tzoltziles en los Altos de Chiapas: San Pablo Chalchihuitán, Zinacantán y San Juan Chamula. Una comparación de tres comunidades. Como un primer paso hacia la tarea de discutir la relación entre lo religioso y lo político en los sistemas de cargos en las comunidades indígenas de los Altos de Chiapas, quisiera presentar brevemente a tres comunidades de esta región con el objetivo de compararlas. Las tres comunidades elegidas son San Juan Chamula, Zinacantán y San Pablo Chalchihuitán, todas ubicadas en la misma parte de los Altos de Chiapas; en efecto, la distancia entre las tres comunidades es solamente de unos pocos kilómetros, de los cuales dos, San Juan Chamula y Zinacantán, se encuentra a sólo 10 km de San Cristóbal de las Casas, la principal ciudad ladina de los Altos de Chiapas. Las tres comunidades están habitadas por gentes de habla tzoltzil, y se puede suponer que comparten una misma tradición, anterior a la llegada de los españoles en el siglo XVI.457 De igual manera, se pueden describir las tres comunidades utilizando el concepto de closed corporate peasant community que ha venido desarrollando Eric Wolf, igual que se pueden describir las tres comunidades como "tradicionales" siguiendo a Evon Z. Vogt, y las tres se pueden clasificar como vacant nucleus towns en la terminología de Sol Tax.458 En las descripciones regionales de los Altos de Chiapas; las tres comunidades 457 Tomando como un grano de sal la confianza de Evon Z. Vogt y R. Adams en la inmovilidad de esta región; véase también la introducción general de Evon Z. Vogt a 'Las tierras Altas de los Mayas' en Hand-book of Middle American Indians, Vol. VII, Austin Texas, 1969, pp. 133151, y E:E: Calnek: Hoighland Chiapas Before the Spanish Conquest, Dis. Doctoral, University of Chicago, 1962. 458 Eric Wolf formuló su importante concepto Closed Corporate Peasant Community en su 'Types of Latin American Peasantries', American Anthropologist, 1955, 'Closed Corporate Peasant Communities in Mesoamerica and Central Java', Southwestern Journal of Anthropology, 1957, y en su introducción al estudio del campesinado Peasants de 1966; Evon Z. Vogt usa la expression 'indios tradicionales' en casi todos sus trabajos; por ejemplo, en su magna obra Zinacantan, Harvard, the Bellknap Press, 1969; Sol Tax introduce el concepto de Vacant nucleus town en su artículo de 1937 anteriormente citado. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 369 han sido tratadas, por lo general, como semejantes y perteneciendo al mismo tipo de comunidad.459 En pocas palabras, nada parece indicar la existencia de graves diferencias entre las tres comunidades que nos prohibieran utilizar alguna variedad del "método comparativo". En efecto, dos de las comunidades han sido comparadas, invocando el enfoque de "comparación controlada" de Fred Eggan.460 Mi intención es comparar a las tres comunidades en una visión diacrónica, y un comentario al respecto será justificado. Es del común conocimiento que la relación entre la antropología y la historia es tensa, y siempre lo ha sido.461 La antropología que se ha llevado a cabo en Chiapas en particular, y en el área maya en general, ha compartido plenamente esta hostilidad hacia la historia. Será, tal vez, indicativo que los estudios históricos del sistema de cargos que poseemos son contados, no obstante la abundancia de estudios antropológicos de esta institución en Chiapas - entre los contados casos se destacan el de Eric Prokosh, de Zavala Cubillas y de Robert Wasserstrom.462 Es digno de atención también el desequilibrio entre la abundancia de estudios antropológicos sincrónicos y la carencia de una historia de Chiapas, sin mencionar la carencia de una "versión de vencidos" en Chiapas.463 459 En los contados intentos de un resumen regional de las comunidades no se encuentra ningún esfuerzo por distinguir entre las diferentes comunidades, invariablemente se clasifican juntas subrayando las diferencias; se puede mencionar a Gonzalo Aguirre Beltrán, Regiones de Refugio; Eric Prokosch, Gobiernos indios tradicionales en los Altos de Chiapas, Estudios de Cultura Maya, IX, 1973, pp. 151-160. Henri Favre, Cambio y continuidad entre los mayas de México, op. cit.; Robert Wasserstrom, White Fathers, red Souls: Indian-Ladino Relations in Central Chiapas 1528-1975, dis. doct., Harvard, 1976, Jan Rus & Robert Wasserstrom, 'CivilReligious Hierachies in Central Chiapas: Acritical Perspective', American Ethnologist, 1981, pp. 466-478. 460 Evon Z. Vogt invoca en su 'Gods and Politics in Zinacantan and Chamula' Ethnology, Vol. XII, 1973, pp. 99-114, el método de comparación controlada de Fred Eggan, presentado en su 'Social Anthropology and the Metod of Controled Comparison', American Anthropologist, Vol. 56, 1954, pp. 743-764... 461 Un comentario lúcido se encuentra en el artículo Evans-Pritchard, 'Anthropology and History', en su Essays in Social Anthropology, Londres, 1961, pp. 46-65. 462 Eric Prokosch, 'Gobiernos indios tradicionales en los Altos de Chiapas', Estudios de Cultura Maya, Vol. IX, 1973 pp. 151-160; Manuel Zabala Cubillos, 'Instituciones políticas y religiosas de Zinacantán', Estudios de Cultura Maya, Vol. I, 1961; pp. 147-159; Robert Wasserstrom, Red Fathers, White Souls: Indian-Ladino Relations in Highland Chiapas, 1528-1973, Dis. Doctoral, Harvard University, 1977. 463 La única historia de Chiapas , de Manuel Trens, de 1957, es una historia tan institucional que más bien se puede llamar 'historia prescriptiva' que 'historia descriptiva' , y no le otorga LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 370 Sin embargo, Una historia especulativa no está de ninguna manera ausente en los diferentes enfoques antropológicos de Chiapas, tanto en la antropología teórica como en la aplicada, es decir, el indigenismo antropológicamente fundamentado. En toda la antropología de Chiapas existe una fuerte tendencia a adoptar algunos elementos del evolucionismo unilineal y traduciendo el tiempo al espacio, crear una especie de difusionismo igualmente unilineal, poniendo en el lugar de una historia verídica una historia especulativa. Un ejemplo de esta historia especulativa es el modelo históricogenético que ha sido utilizado por Evon Z. Vogt y Sol Tax, entre otros. En este modelo se queda una etnia encerrada en su origen prehistórico y progresa a través de un proceso temporal, como un desarrollo filogenético sin espacio para ninguna "iniciativa" de los miembros del grupo y sin mayores desviaciones en este proceso.464 Se reconoce la misma tendencia en el conocido Folk Urban Continuum formulado por Robert Redfield y utilizado magistralmente por Fernando Cámara en el primer análisis comparativo del sistema de cargos en 1949. Aquí llega la tendencia mencionada -de traducir el tiempo al espacio, llegando a una posición difusionista- con la simple explicación del dinamismo del proceso. En las palabras de Fernando Cámara, los cambios en las comunidades indígenas se deben "a su contacto con la ciudad".465 Es relevante también mencionar la obra de Gonzalo Aguirre Beltrán, Regiones de Refugio donde, bajo el impacto del proceso de aculturación, la comunidad indígena se viene modernizando e integrando en el México moderno. En efecto, la lista de obras que, de una manera más o menos discreta, traduce el tiempo al espacio y combina la tendencia evolucionista con la difusionista para llegar a postular un proceso unilineal, es larga. Como un ejemplo extremo se puede agregar el simposio: "Political Change in Guatemalan Indian Communities", de Guatemala, bajo la coordinación de para nada un lugar a la población indígena; el único intento de escribir una historia de Chiapas donde los indígenas ocupen un lugar significativo es la introducción a Cambio y continuidad entre los mayas en México de Henri Favre...La doctora Angélica Inde, directora del archivo de la Catedral de San Cristóbal de las Casas tiene en preparación una historia de Chiapas. 464 Véase en particular Desarrollo cultural de los mayas recopilado por Evon Z. Vogt & Alberto Ruz Lhullier, UNAM, México, 1964. 465 Publicado en 1952, en inglés, en Sol Tax, comp., Heritage of Conquest, es el capítulo Núm 5 en la Introducción al sistema de cargos. 371 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Richard Newold Adams en el marco institucional de la Tulane University en New Orleáns.466 Empezando con una breve presentación de San Pablo Chalchihuitán, podemos resumir las principales características socio- económicas de la siguiente manera: San Pablo Chalchihuitán es una comunidad pequeña, contaba en 1970 con una poblacIón total de, aproximadamente, 5000 habitantes y un territorio de unos 100 km cuadrados. El carácter geográfico de San Pablo Chalchihuitán lo distingue de la mayoría de las comunidades en Chiapas (en particular en los Altos) y le da mejores condiciones para hacerse autosuficiente: Las alturas varían aproximadamente de 2,300 a 400 metros sobre el nivel del mar. En consecuencia, el municipio abarca en su territorio todas las zonas climáticas desde la tierra fría hasta la tierra caliente con sus respectivos cultivos pero la mayor parte goza de un clima templado467. En lo que se refiere a la distribución de la producción sucede que 'los pableros venden sus productos principalmente en Chenalhó, en el bosque o en Simojovel. Solamente desde 1966 existe un pequeño mercado semanal en la cabecera de San Pablo' y 'es muy raro que pableros lleguen a San Cristóbal'.468 En lo referente a las actividades productivas, nos dice Ulrich Köhler que "con excepción de unos pocos individuos no van a las fincas cafetaleras o trabajan para indios de otros municipios. Al contrario, es muy frecuente que pedranos, migueleros o chamulas trabajen como jornaleros en las milpas de pableros.469 La imagen de San Pablo Chalchihuitán es, desde un punto de vista socio-económico, la de un pueblo relativamente poco integrado a la economía regional y nacional, donde las gentes viven de su milpa y el grado de autosuficiencia es alto. En una visión evolucionista de las comunidades Publicación Núm. 24 del Middle American Research Institute de la Tulane University en New Orleáns; véase mi crítica de este simposio en la introducción a la antología del sistema de cargos. 467 Ulrich Köhler, 'Estructura y funcionamiento de la administración comunal en San Pablo Chalchihuitán', América Indígena. Vol. XLII, Núm. 1, 1982, pp. 118-119. 468 Ibidem, p. 119. 469 Ibidem. 466 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 372 indígenas de los Altos de Chiapas, creo que sería justo etiquetar a San Pablo Chalchihuitán como una "comunidad tradicional".470 Si de San Pablo Chalchihuitán nos dirigimos a San Juan Chamula nos espera una experiencia altamente diferente. En primer lugar, la comunidad es mucho más grande: la población se puede estimar en algún lugar entre 50,000 y 150,000 habitantes, con amplia inseguridad e imprecisión, y el territorio es de unos 340 km cuadrados.471 Las tierras de los chamulas no se prestan, como en el caso de San Pablo Chalchihuitán, a una vida en independencia, autosuficiencia y autoconsumo; como se ve en las fotos del libro de Gerorge A. Collier, se encuentran en un estado avanzado de erosión y no poseen la variedad entre tierra caliente, tierra templada y tierra fría.472 La ocupación en San Juan Chamula es diferente también: "Desde 1975-77 el 77% de los jefes de familia encontraron trabajo fuera del municipio",473del caso de San pablo Chalchihuitán: "el municipio en su condición actual produce sólo el 11% de los granos que se consumen.474 El cambio en San Juan Chamula ha sido tan dramático y profundo que la economía indígena ahora queda solamente como un vestigio. Hoy Chamula cuenta con fenómenos tan modernos como un turismo bien sistematizado, un sindicato y monopolios de licor (más o menos clandestinos), pepsi cola y camiones, y en general podemos etiquetar a San Juan Chamula, desde un punto de vista socio-económico, como una "comunidad modernizada".475 La tradición dominante en el análisis anropológico en Chiapas es implícitamente evolucionista, por lo regular se manifiesta más bien como dualista, como en el caso de Robert Redfield y Gonzalo Aguirre Beltrán; véase al respecto Robert Wasserstrom, 'La perspectiva chiapaneca' en Historia y Sociedad, Núm. 9, 1976, pp. 58-73. 471 La población de San Juan Chamula es más grande que la mayoría de las comunidades indígenas; Robert Laughlin ha indicado números en diferentes ocasiones, que van desde 50,000 hasta 100,000 y si se incluyen las comunidades de emigrantes de Chamula en la Selva Lacandona y otras partes, hasta 150,000. 472 George Collier, Planos de interacción del mundo tzoltzil, SEP-INI, Núm. 48, 1976. 473 R. Wassersstrom, Minifundismo y trabajo asalaridado: estudio de caso II, informe preliminar, Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste, San Cristóbal de las Casas, 1976. 474 R. Wasserstrom, Los mecanismos de proletarización del indígena, INAREMAC, San Cristóbal de las Casas, Documento Núm. 08, 1976. 475 El grado de modernización se desprende con nitidez del artículo de Evon Z. Vogt de 1973, pero también, en lo político, de Jan Rus: La situación política en Chamula: Desarrollo y cambios actuales1935-1975, INAREMAC, San Cristóbal de las ccCasas, Documento, Núm. 03, 1975. 470 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 373 Habiendo de esta manera colocado a las dos comunidades de San Pablo Chalchihuitán y San Juan Chamula en los dos extremos de un continuo socio-económico, etiquetándolas como una "comunidad tradicional" y una "comunidad modernizada", respectivamente, es relativamente fácil colocar a Zinacantán ¿??? no es tan grande como San Juan Chamula; tenía en los años de 1960, cuando Frank Cancian hizo su investigación de la comunidad, 7 650 habitantes y un territorio de 117 km cuadrados.476 La base económica de los zinacantecos es una combinación de cultivo de milpa y comercio. Los zinacantecos cultivan la milpa, pero no como los pableros, con el fin primordial de cubrir sus propias necesidades y, ocasionalmente, empleando a un jornalero de otro municipio. Una buena parte de tierras que cultivan los zinacantecos con la técnica de "quema y roza" se encuentra en la cuenca del río Grijalva y pertenece a terratenientes y ganaderos ladinos quienes les alquilan las tierras. El trabajo en la milpa se lleva a cabo por chamulas contratados por los zinacantecos como "medieros".477 Los zinacantecos son probablemente el pueblo de la región que cuenta con la tradición más larga y más sólida como arrieros, y es sumamente natural que la gran mayoría de la cosecha se destine al mercado.478 Con base en las características socio-económicas y en comparación con San Pablo Chalchihuitán y San Juan Chamula, podemos etiquetar a Zinacantán como una "comunidad intermedia": no es tan autosuficiente como San Pablo Chalchihuitán y no está totalmente integrada en la economía regional y nacional como lo está San Juan Chamula, con los mecanismos de trabajo asalariado, sindicato, monopolios, etcétera. Habiendo colocado a las tres comunidades según su grado de desarrollo socio-económico - según los criterios implícitos que se usan en la antropología en Chiapas-, será ahora nuestra tarea relacionar este desarrollo y esta clasificación con el desarrollo del sistema de cargos en las tres comunidades. Véase la monografía de Frank Cancian, Zinacantán, ya citada. Véase Frank Cancian, Change and Uncertainty in a Peasant Economy: The Maya Corn Farmers in Zinacantan, Stanford, 1972, y R. Wasserstrom, dis. doct. 478 Véase R. Wasserstrom, "La evolución de la economía regional en Chiapas, 1528-197", América Indígena, Vol. XXXXVI, 1976, pp. 479-498. 476 477 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 374 El eslabón que nos va a servir para relacionar el desarrollo de la comunidad con el del sistema de cargos es la secularización de ambos: en la mayoría de los modelos de desarrollo y evolución que se utilizan en la antropología chiapaneca se postula con claridad un proceso de secularización como parte importante e indicador del proceso de modernización. Como ejemplo, una vez más, nos puede servir la obra de Gonzalo Aguirre Beltrán. Él habla de un número de "condiciones previas al cambio tecnológico" 479 y "entre ellas pueden enumerarse: la secularización e individualización de las instituciones.480 La siguiente cuestión, de carácter político y de operatividad, es: ¿cómo se manifiesta en fenómenos observables este proceso de secularización? La respuesta a esta pregunta nos lleva directamente al sistema de cargos: el proceso de secularización se manifiesta en la creciente separación de la jerarquía religiosa de la política. Según está visión del desarrollo de la comunidad y del sistema de cargos tradicionales que se encuentran en las comunidades tradicionales y que mantienen firmemente integradas las jerarquías religiosas y política, mientras que los sistemas de cargos "aculturados", que se encuentran en comunidades "modernizadas", ya tienen las dos jerarquías claramente separadas. En este proceso de separación entre la jerarquía religiosa y la política que nos describe Ricardo Pozas en su monografía de San Juan Chamula, haciendo referencia a eventos alrededor del año 1940: "En 1942 el presidente municipal, hasta entonces también jefe de la jerarquía tradicional, se negó a llevar el bastón de mando; un año después la separación institucional de las dos jerarquías era ya un hecho.481 En las palabras de Ricardo Pozas se explica este proceso de la siguiente manera: "Bajo las nuevas condiciones materiales de Chamula, las instituciones obsoletas son relegadas a una posición Gonzalo Aguirre Beltrán, op. cit., p. 252. Ibidem, pp. 252-253. 481 Ricardo Pozas, op. cit. 479 480 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 375 decorativa, agonizando como rezagos simbólicos para, finalmente, desaparecer por completo".482 Con estas bases podemos dedicarnos, en el siguiente apartado, a comparar el proceso de secularización en las tres comunidades tzoltziles en los Altos de Chiapas. Una comparación de sus sistemas de cargos. Cuando dirigimos nuestra atención a las tres comunidades para estudiar sus sistemas de cargos, podemos primero afirmar que cada una de las tres tiene el suyo, a diferencia de las comunidades habitadas por los indígenas zoques y tojolobales, por ejemplo.483 En segundo lugar, podemos afirmar que los tres satisfacen los requisitos para ser admitidos entre los "típicos sistemas de cargos", reservando para una discusión posterior el detalle de la articulación de las dos jerarquías. Contamos con numerosas descripciones del sistema de cargos en San Juan Chamula que no nos deja ninguna duda acerca de lo típico de éste.484 También para Zinacantán disponemos de un gran número de descripciones de su sistema de cargos, igualmente afirmativas al respecto.485 De San Pablo Chalchihuitán no existen tantas como de las otras dos comunidades, sin embargo, podemos afirmar que también este sistema de cargos se coloca entre los típicos.486 Aceptando ahora la clasificación de las tres comunidades sobre un continuo socio-económico, con San Pablo Chalchihuitán representando el extremo más aculturado como "comunidad modernizada", y Zinacantán en una 482 Ibidem. Los tojolobales son, con bastante seguridad, el único grupo de los mayas que de manera general, carece de sistema de cargos, (véase Mario Humberto Ruz, comp., Los verdaderos hombres I-IV, UNAM) al igual que los zoques, que lingüísticamente son primos hermanos de los mayas y carecen también de sistema de cargos (véase Norman D. Thomas, Envidia, brujería y estructura social, SEP-70). 484 Ricardo Pozas, op. cit., entre otras obras. 485 Frank Cancian, op. cit.; Evon Z. Vogt, en su artículo de 1973, y Gary Gossen en la monografía ya citada. 486 Los trabajos de Ulrich Köhler, en especial la obra ya citada. 483 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 376 posición intermedia, tenemos el derecho a esperar que los sistemas de cargos se distribuyan de acuerdo con esta clasificación. Podemos esperar que el sistema de cargos de San Pablo Chalchihuitán se manifieste como un sistema tradicional, no seriamente afectado por el proceso de secularización , es decir con las dos jerarquías firmemente integradas. Podemos esperar también que el sistema de cargos de San Juan Chamula nos muestre señas de haber sido seriamente afectado por el mismo proceso de secularización, y que las dos jerarquías se encuentren mucho menos integradas que en el caso de San Pablo Chalchihuitán. Y, en lo referente a Zinacantán, podemos esperar que su sistema de cargos se encuentre en algún lugar entre los dos extremos de los sistemas de San Pablo y de San Juan Chamula. Dirigiéndonos primero a San Pablo Chalchihuitán, encontramos en la obra de Ulrich Köhler bastante información para convencernos de que existe en el sistema de cargos de este pueblo la firme integración que esperamos, perteneciendo a una "comunidad tradicional". El sistema de cargos en San Pablo Chalchihuitán se nos presenta en los siguientes términos: Describiendo la jerarquía de cargos de San Pablo y la manera de ascender en ella, no sigo el patrón tradicional de los antropólogos, distinguiendo cargos religiosos y políticos. esta distinción no me parece apta para explicar el sistema, puesto que todos los cargos tienen tanto aspectos civiles como religiosos, aunque su enfoque puede ser netamente en una de las dos categorías. Además, otra distinción de tipos de cargos corresponde mucho más a la percepción de los pableros y es ésta la que se va a usar a continuación. Se trata de una distinción de cargos que exige del individuo que llegue a vivir por un año o más en la lejana cabecera municipal y cargos que únicamente requieren la presencia en el pueblo para la ejecución de una fiesta, durante generalmente una semana o menos. Sucede que esta distinción casi coincide con la de los cargos políticos y religiosos porque con la excepción del cargo de martoma, todos los cargos de la primera categoría mencionada son posiciones en el ayuntamiento municipal. Sin embargo, la distinción tradicional d elos antropólogos no tiene significado para los mismos pableros y además no LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 377 ayuda para entender las reglas del sistema de cargos en San Pablo Chalchihuitán.487 Como todos los sistemas de cargos, el de San Pablo tiene sus peculiaridades, pero a través de este carácter individual se desprende claramente que las dos jerarquías que lo conforman están firmemente integradas, tal como lo esperábamos: Si nos dirigimos después a Zinacantán contamos allí con la minuciosa descripción que hizo Frank Cancian, durante su investigación de la antropología económica de este pueblo; tenemos también abundantes descripciones que nos pueden servir como punto de comparación. La discusión de Cancian acerca de la separación o no de las dos jerarquías ya ha sido mencionada, y no deja lugar a ninguna duda. Las dos jerarquías ya han sido mencionadas, y no deja lugar a ninguna duda. Las dos jerarquías en Zinacantán quedan claramente separadas, no solamente para el antropólogo, sino para los mismos zinacantecos. En Zinacantán el sistema no es la típica jerarquía civil religiosa del área maya. Tal como lo ha descrito Manning Nash en relación con las comunidades guatemaltecas, la jerarquía civil-religiosa supone la alternancia entre los puestos civiles y los religiosos a medida que el individuo asciende la escala que conduce al puesto más elevado de la comunidad. En realidad la diferencia entre puesto civil y religioso es sólo una distinción conceptual creada por los anropólogos (según Manning Nash): 'Los indios tienden a considerarlos como un solo sistema'. Sin embargo, los zinacantecos hacen una nítida diferenciación entre los puestos civiles analizados anteriormente y los cargos religiosos, de modo que el antropólogo no puede dejar de seguir su criterio.488 Dirigiéndonos finalmente a San Juan Chamula, podemos con mucha razón esperar encontrar un sistema de cargos donde las dos jerarquías se 487 488 Ulrich Köhler, op. cit., 1982, PP. 119-120. Frank Cancian, op. cit., 1976, pp. 20. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 378 encuentran por lo menos tan rígidamente separadas como en el sistema de cargos en Zinacantán. Como ya he mencionado en otro trabajo, se puede buscar una pista en el desarrollo alrededor de 1940, cuando Ricardo Pozas estaba llevando a cabo su trabajo de campo en San Juan Chamula. El observó, en efecto, los primeros pasos en la separación de la jerarquía política de la religiosa: "En 1942 el presidente municipal, se negó a llevar el bastón de mando; un año después de la separación institucional de las dos jerarquías era ya un hecho".489 El proceso que observó Ricardo Pozas coincide perfectamente con las predicciones de la teoría de la secularización: a mayor modernización de la comunidad de San Juan Chamula corresponde un más alto grado de secularización de su sistema de cargos, secularización que se manifiesta en la separación de la jerarquía religiosa de la política. Sin embargo, algún factor puso un fin a este proceso de secularización. Si nos dirigimos hoy a San Juan Chamula encontramos un sistema de cargos que posee dos jerarquías firmemente integradas, y con un mismo presidente.490 Resumiendo rápidamente la problemática, podemos decir que San Juan Chalchihuitán, como "comunidad tradicional", posee un sistema de cargos con las dos jerarquías hermosamente integradas, y Zinacantán, como "comunidad intermedia" y, por ende, más modernizada que San Pablo Chalchihuitán, posee un sistema de cargos con las dos jerarquías abismalmente separadas. Hasta aquí los datos observados están de acuerdo con las predicciones de la teoría de la secularización. Pero San Juan Chamula, que es una "comunidad modernizada" y, en consecuencia, debería contar con un sistema de cargos con las dos jerarquías todavía más separadas, no se comporta de acuerdo con las predicciones: San Juan Chamula posee un sistema de cargos con las dos jerarquías sólidamente integradas, avalando de esta manera el juicio popular 489 Ricardo Pozas, op. cit. Como lo menciona Evon Z. Vogt, en su artículo 1973, y Gary Gossen en la monografía ya citada. 490 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 379 en la región que invariablemente considera a San Juan Chamula como una "comunidad tercamente indígena".491 Una hipótesis alternativa acerca de la religión, la política y el sistema de cargos. Como el primer paso hacia la formulación de una hipótesis alternativa de la religión, la política y el sistema de cargos, será útil afirmar la creencia en la importancia de este último que tan frecuentemente ha sido declarado en la literatura antropológica. En otras palabras, estoy de acuerdo con la mayor parte de los antropólogos acerca de la importancia del sistema de cargos, pero no estamos de acuerdo acerca de cómo es importante esta institución y cómo incluye sobre el desarrollo de la comunidad indígena. Pero, el estado de "escándalo científico" que rigen en la antropología mesoamericana en lo que se refiere a la interpretación y explicación del sistema de cargos, no significa de ninguna manera que la atención prestada a esta institución tendría que reducirse o eliminarse.492 Manteniendo la atención al sistema de cargos, como la institución más importante en la comunidad indígena, quisiera tomar como punto de partida una declaración de Johanna Broda en su estudio del desarrollo de la comunidad indígena: "la transición de las sociedades tribales, la división En las palabras de Peter Hubbel, un biólogo de Arizona que trabajó largos años en Chiapas, los zinacantecos son los judíos de los tzoltziles mientras que los chamulas son los irlandeses. La opinión de que los chamulas son los más tercamente indígenas y tradicionales en la región es generalmente aceptada en Chiapas, tanto en el gobierno como en la población ladina, no obstante la injusta generalización y el contenido ligeramente racista en esta opinión. 492 El hecho de que los antropólogos mexicanos generalmente no hayan prestado mucha atención al sistema de cargos como institución -con pocas y notables excepciones como Fernando Cámara, Gonzalo Aguirre Beltrán, Pedro Carrasco y Andrés Medina- se podría interpretar de esta manera: Daniele Dehouve propuso en el Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos celebrado en la ciudad de México en el verano de 1982 que el sistema de cargos como lo presentan los antropólogos realmente no existe. 491 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 380 clasista de la sociedad y la formación de los primeros Estados arcaicos, son momentos claves e íntimamente relacionados con la evolución social.493 Opino que podemos colocar en el contexto de la formación de clases sociales a las comunidades indígenas en los Altos de Chiapas: estas comunidades se encuentran en algún punto entre un Estado prístino de comunidad homogénea, sin concentración de la riqueza y sin clases sociales, hacia un Estado de estratificación económica con clases sociales. Es en esta metamorfosis que tenemos que buscar los factores que nos pueden explicar, a través del estudio del sistema de cargos en estas comunidades, su dinámica. En lo que se refiere al punto de partida de las comunidades, su Estado prístino sin clases, rige una casi total unanimidad. Calixta Guiteras Holmes declara llanamente, acerca de San Pedro Chenalhó, que es una comunidad sin clases sociales.494 De una manera más general declara Rodolfo Stavenhagen que en las comunidades campesinas en el capitalismo periférico no hay clases sociales, lo mismo que afirma tajantemente Gonzalo Aguirre Beltrán.495 De una manera más sistemática, y haciendo referencia directa al sistema de cargos, declara Manning Nash que "la jerarquía es prácticamente, toda la estructura social del municipio indio". En el nivel más general de la integración social esta estructura representa para los indios lo mismo que el parentesco para las sociedades africanas y el sistema de clases sociales para las comunidades ladinas.496 En pocas palabras, en la sociedad occidental hay clases sociales pero no hay sistemas de cargos, mientras que en las comunidades indígenas hay sistemas de cargos pero no hay clases sociales. Con una perspectiva diacrónica e histórica describe Pedro Carrasco una anterior metamorfosis: el tránsito de las comunidades indígenas, bajo el impacto de la conquista española en el siglo XVI, de un Estado de partes integrantes en una sociedad estatal estratificada y con clases sociales; hacia Véase Johanna Broda, "La expansión imperial mexica Y los sacrificios del templo mayor", en Jesús Monjarraz-Ruiz, Rosa Brambilias y Emma Pérez Rocha, comps., Mesoamérica y el centro de México, Biblioteca Histórica del INAH, México, 1985, pp. 433-475. 494 Calixta Guiteras Holmes, Los peligros del alma: visión del mundo tzoltzil, Fondo de Cultura Económica, México, 1974. 495 Rodolfo Stavenhagen, Las clases sociales en las sociedades agrarias, Siglo XXI, México, 1969; y Gonzalo Aguirre Beltrán, op. cit. 496 Manning Nash, op. cit., p. 68. 493 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 381 otro estado de comunidades no estratificadas y sin clases sociales. El resultado de esta metamorfosis fue la comunidad indígena de la colonia, conocida con la terminología de Eric Wolf como la closed corporate peasant community 'comunidad cerrada corporativa de campesinos', que este autor nos ha presentado con detalle en varias obras; una vez más la comunidad indígena sin clases sociales.497 Finalmente, ha integrado Enrique Semo, y su grupo de investigadores, esta comunidad sin clases en la estructura total de la sociedad colonial, usando el concepto de "modo de producción tributario".498 Así que la comunidad indígena sin clases sociales y con sistema de cargos es una especie de patrimonio de la antropología mesoamericana. Pero, como escribió hace algunos años Arturo Warman: "la antropología así definida tiene algo de caníbal...está a un paso de negarse a sí misma". 499 De igual manera, la antropología chiapaneca misma ha proporcionado generosamente datos empíricos para documentar que las sociedades indígenas en los Altos de Chiapas tienen clases sociales, y así refutar su propio postulado básico. 500 La hipótesis principal ya ha sido planteada en un trabajo anterior. Esta postula que las comunidades indígenas de los Altos de Chiapas (y también otras comunidades Indígenas en la República mexicana) se encuentran involucradas en un proceso de formación de clases sociales desde aproximadamente 1940.501 Una segunda hipótesis postula que las diferentes comunidades se encuentran en diferentes puntos en la transición de comunidad sin clases hacia la comunidad con división de clases sociales y, lo que es más importante, siguen diferentes caminos en esta transición.502 497 Pedro Carrasco, op. cit. Eric Wolf, op. cit. 499 Arturo Warman, De eso que llaman antropología mexicana, México, ENAH, 1971. 500 Notablemente en la obra del proyecto Harvard de Chiapas, la bibliografía del proyecto de alrededor de 1980 abarca más de 400 títulos. 501 En mi artículo, en Anales de Antropología, 1987, ya citado. 502 Como ya ha mencionado Ricardo Pozas, una de las tareas más importantes en la antropología mesoamericana es el análisis de la relación entre "las clases en sí" y "las clases para sí", problema que se presenta inevitablemente en el estudio de las diferentes vías de formación de clases. 498 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 382 Una tercera hipótesis postula que se pueden distinguir dos diferentes caminos de formación de clases que se reflejan en dos diferentes desarrollos del sistema de cargos en las comunidades afectadas: el camino hegemónico y el faccionalista, lo que nos brinda tres diferentes tipos de sistemas de cargos. El primer tipo es el que encontramos en la "comunidad tradicional" y que podemos llamar "el sistema de cargos tradicional". En este tipo de comunidad no hay una división de clases sociales y presenta un sistema de cargos cuyas dos jerarquías están firmemente integradas. Este tipo de comunidad y de sistema de cargos encontramos ejemplificado en San Pablo Chalchihuitán. El segundo tipo es el que encontramos en las comunidades donde una o varias partes de la población forman una facción política -que corresponde a una clase económica- que trata de llegar al poder político a través de la defensa de las tradiciones religiosas de la comunidad; mientras que otra parte de la población intenta monopolizar el poder político a través de una ideología de "modernización", conformando así una facción "modernizadora". Se puede prever que la facción "tradicionalista" apoyará su lucha en la institución que más que ninguna otra corresponde a la tradición religiosa -la jerarquía religiosamientras que la facción "modernizadora" se apoyará en la institución que corresponde a los valores modernos y a la ideología modernizadora -la jerarquía política-. Este proceso de formación de clases económicas y facciones políticas lo encontramos en las comunidades donde las relaciones de producción ya no corresponden a un proceso de producción tan sencillo como en San pablo Chalchihuitán, pero donde todavía no hay formas de trabajo claramente (u opacamente) asalariadas, como se ejemplifica en Zinacantán. El tercer tipo es el que encontramos en las comunidades donde una clase económica ha logrado asegurarse hegemónicamente el poder político en toda la comunidad. En estas comunidades la nueva clase dominante ha logrado ocupar todo el espacio de las tradiciones religiosas, y lo que antes era la cultura de toda una comunidad sin distinciones de clase ahora se ha convertido en la ideología de la clase dominante, y el sistema de cargos -que podemos llamar "sistema de cargos hegemónico"- mantiene la integración de la jerarquía religiosa y política. Ese es el caso que se ve claramente en el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 383 desarrollo asombroso de San Juan Chamula, donde una sola clase ha logrado acaparar el poder en la comunidad, sin amenaza seria de otras facciones y donde se combina la modernización con la tradicionalidad. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 384 EL PODER, LOS SISTEMAS DE CARGOS Y LA ANTROPOLOGÍA POLÍTICA HILARIO TOPETE LARA503 Cualquiera investigación que incursione en los vericuetos del poder –y sus alrededores-, es necesariamente política, toda vez que la categoría “poder” ocupa el topos nuclear de las investigaciones sociopolíticas, un lugar que da sentido a ejercicios transdisciplinares como lo es en sí la antropología política, sobre cuya personalidad epistemológica se debatió seriamente desde la segunda mitad del siglo XX. En efecto, es común recordar que D. Easton, hacia la mitad de esa centuria, sostenía la inexistencia de ese campo disciplinar; 504 también lo es la célebre respuesta de A. Cohen, dos décadas más tarde, en la que le reconvenía a Easton el escaso soporte etnográfico utilizado para sustentar sus afirmaciones y, luego de un recorrido por las indagaciones antropológicas en torno del tema, confirmó al poder en el núcleo de la política; y fue más allá, al proponer el análisis de las variables de poder y de actos simbólicos como una manera de distanciar a la antropología política de la ciencia política.505 La propuesta devino de gran utillidad porque el estudio del poder por el poder mismo (para efectos de definición, por ejemplo) o del poder como causa y/o como efecto, no es muy útil en nuestra disciplina; tampoco lo es limitarlo al nivel macro o microsocial para su estudio. Vinculado con esto, no debemos olvidar que décadas atrás se pensaba que la antropología política sólo tenía éxito al estudiar el poder en comunidades de escasa complejidad o en sociedades de poca población, y que ello le proporcionaba una carta de legitimación; sin embargo, esta idea es hoy insostenible porque la ciencia política también ha enfilado su atención a dichas colectividades y la 503 Profesor e investigador de la ENAH-INAH (México). 504 A. Cohen, “Antropología política: El análisis del simbolismo en las relaciones de poder”, en J. R. Llobera (comp.), Antropología política, Barcelona, Anagrama, 1979, p. 55. 505 Ibidem, pp. 55-64. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 385 antropología también ha emprendido el ejercicio de las generalizaciones. Por otro lado, si la disciplina centraba su atención en los efectos que ciertas agrupaciones -formales o informales- ocasionaban en la estructura y el funcionamiento de otras organizaciones o instituciones de la sociedad que las contiene (o en sentido inverso), sus intentos eran escasamente trascendentes y de menor envergadura que los realizados por la ciencia política. Al pasar el tiempo la antropología política ha logrado significativos avances pese –y en gran medida gracias- a su marcada predilección por los estudios de comunidad y de áreas reducidas de la vida política; en ello radica parte de su virtud y de su desventaja, pero sería un flaco favor reducirla a la extensión del grupo estudiado. Ciertamente, también es menester destacar su enfoque: mientras que a la ciencia política le preocupa fundamentalmente el poder, a la antropología política le interesa, además de éste, el contexto sociocultural en que se reproduce, sin reducirlo a su distribución, ejercicio, concentración y pugnas por su detentación. Vistos así, los estudios antropológicos sobre el poder con frecuencia son más profundos y descriptivos que los de la ciencia política; por ende, de mayor calidad. Con sus avances, este campo transdisciplinario, a la vez que se construye, coadyuva a la conformación de una sólida identidad de la ciencia política (feedback). Precisamente, con el presente trabajo aspiro a continuar con un proceso que, si bien debería arrancar en el meollo de la antropología social, es decir, en la estructura y la organización sociales, por enfocarse a la política principiará con el tema del poder en sus múltiples imbricaciones con el citado núcleo. Pero, ¿Qué es el poder? Para coadyuvar en la respuesta podría ser interesante asomarnos retrospectivamente a las formas en que ha sido concebido. El corte es, a todas luces, arbitrario, pero ¿qué corte en ciencias sociales no lo es? Uno de los sociólogos más conspicuos y que más ha influido en los estudios sobre el poder, M. Weber, afirmaba: “Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad”, 506 idea 506 M. Weber, Economía y sociedad, México, FCE, 1992, p. 43. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 386 con la cual coincidirá, como muchos otros, H. J. M. Claessen.507 De esta definición conviene destacar el distanciamiento del concepto power en términos de la física (energy), según el cual se define “como cualquier clase de fuerza capaz de realizar un trabajo o aplicable a producir movimiento o presión”, 508 aunque no se deshace plenamente del naturalismo adherido al signo (“probabilidad”, “resistencia”); no lo logra, pero no cayó en el exceso en que caerían más tarde algunos intelectuales del siglo XX como H. Rosinski, quien sostendría que el poder es “nada menos que una cualidad inherente a todo lo que existe, por la mera virtud de su existencia”;509 y tampoco fue al extremo de J. R. P. French, quien equiparó al poder con la fuerza y la influencia al proponer la muy controvertida fórmula: “El poder de A sobre B es igual a la fuerza máxima que A puede inducir en B, menos la fuerza de resistencia que B pueda movilizar en sentido opuesto.”510 Weber, por el contrario, introduce el concepto voluntad que, en cualquier caso, es voluntad de poder, a la manera en que otros filósofos la habían pensado, como Nietzsche, quien afirmaba que dicha “voluntad-fuerza” es inherente al ser humano,511 o como haría R. Rocker, quien, también heredero tardío del romanticismo más próximo a la Sturm und Drang, y del pensamiento libertario más maduro, llegó a ubicarla como “una de las fuerzas motrices más importantes de la historia,” acepción que, de principio, escasamente podemos refutar en su totalidad;512 Por último, de Weber ( y de Nietszche, como de M. Foucault una centuria más tarde) podemos realizar una inferencia fácil: toda relación social es, de hecho, una relación de poder, afirmación con la que más tarde estarán de acuerdo, entre otros, R. N. 507 Henri J. M. Claessen, Antropología política. Estudio de las comunidades políticas, México, UNAM, 1979, p. 7. 508 K. B. Clark, El patetismo del poder, México, FCE, 1976, p. 81. 509 Ibid., p. 80. 510 Ibid., p. 74. 511 Vid. F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal, México, Editores Mexicanos Unidos, 1975, pp. 48-49. Nietzsche, el nihilista por excelencia estaba cierto en que la necesidad de poder y su búsqueda se encuentra enraizada en la naturaleza humana; el alemán consideraba que la vida misma era una perpetua lucha por acumular fuerza, energía.; cfr., del mismo autor, La voluntad de poderío, Madrid, EDAF, 1981, p. 379 y ss. 512 R. Rocker, Nacionalismo y cultura, México, Alebrije-Reconstruir, s/f, pp. 15 y ss. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 387 Adams,513 de quien hemos heredado una ingeniosa distinción entre poder y control que confina al primero al ámbito de las relaciones humanas y al segundo al vínculo de los humanos con las cosas carentes de voluntad, de conciencia. La trascendencia de la acepción weberiana del poder es evidente cuando nos percatamos que muy pocos científicos sociales han escapado al contenido básico de la definición (imposición de voluntad, dominación, disciplina),514 aunque algunos han sustituido posibilidad por “capacidad” o por “fuerza”. Así, Wrong entiende al poder como capacidad de algunas personas para producir en otras efectos queridos y previstos;515 la oposición a la idea de que el poder es consustancial a los seres humanos, es fácilmente inferible y, de allí, hay sólo un paso para confundir poder con autoridad o con poder concentrado. Sobre esto divagaremos más adelante. La noción de capacidad, con una gran proximidad a Weber, también está presente en el jurista E. Bodenheimer, quien lo definió como “la capacidad de un individuo o grupo de llevar a la práctica su voluntad, incluso a pesar de la resistencia de otros individuos o grupos”.516 Este mismo sentido lo encontramos en R. Cohen, quien supone al poder como “una capacidad para influenciar [sic] el comportamiento de otros y/o lograr influencia sobre el control de las acciones valoradas”.517 Por su parte, B. Barnes define también al poder en términos de capacidad, aunque la supone generalizada y encauzada a imponer obligaciones y a asegurar su cumplimiento.518 La propuesta de Barnes coincide 513 Vid. R. N. Adams, La red de la expansión humana, México, Ediciones de la Casa Chata, 1978, passim. Del mismo autor, Energía y estructura, México, FCE, 1978, passim. 514 Si para Weber poder implicaba probabilidad de imponer la propia voluntad, esto requeriría mínimamente de otras dos probabilidades, la de encontrar obediencia a un mandato, fuera de determinado contenido entre personas dadas (dominación) y/o por parte de un colectivo que, merced a actitudes arraigadas se acata simple, pronta y automáticamente. El poder, pues, no opera por sí mismo en el vacío, ni carece de contenidos. Cfr. M. Weber, op. cit., p. 43. 515 D. Wrong, “Power: Its Forms, Bases and Uses”, en B. Barnes, La naturaleza del poder, Barcelona, Pomares-Corredor, 1990, p. 25. 516 E. Bodenheimer, Teoría del derecho, México, FCE, 1994, p. 17. 517 R. Cohen, “El sistema político”, en J. R. Llobera, op. cit., p. 34. 518 B. Barnes, op. cit., p. 37. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 388 en buena manera con la concepción del sociólogo estructuralista T. Parsons quien, antes que aquél, había escrito: El poder... es una capacidad generalizada para asegurar la realización de compromisos obligatorios por parte de las unidades de un sistema de organización colectiva, cuando los compromisos están legitimados por referencia a su relación con los objetivos colectivos, y donde, en caso de actitudes recalcitrantes, hay una presunción de imposición mediante la aplicación de sanciones situacionales negativas, sea cual fuere la agencia actual que aplique dicha imposición.519 La concepción parsoniana, a diferencia de otras, más allá de la noción de capacidad, que pareciera no tener discusión, coloca el acento en lo que llama unidades (individuales o colectivas) de un sistema, la legitimidad, los objetivos colectivos y la presunción de sanciones perfilando, con diferencias sustanciales de por medio, fragmentos del comunitas turneriano.520 Pero lo que aquí queremos destacar es la notable referencia que Parsons hace, como muchos sociólogos y antropólogos, a las tesis del contractualismo social y al determinismo normativo. En efecto, en un sistema social, como el concebido por este sociólogo, está latente la noción Hobbesiana521 de que los grupos humanos, para llevar a cabo lo que podríamos llamar proyecto comunitario (esta sustitución y derivación es mía), requieren de una voluntad colectiva, acordada, para llevarlo adelante; para lograrlo, la sociedad requiere de normas que constriñan o condicionen la acción y, para ello, se necesita que sean implantadas en la mente de cada individuo de manera sólida, perenne de ser posible, como grabada en roca, porque de lo contrario los preceptos se olvidarían o se tergiversarían y el orden social entraría en peligro. Pero dichas normas también deberían quedar firmemente internalizadan de tal manera que fuera imposible la oposición a su cumplimiento y a su pronto cambio; la 519 520 Ibid., p. 34. V. Turner, Dramas, Fields and Methaphors. Symbolic Action in Human Society, Ithaca- Londres, Cornell University Press, 1974, pp. 82 y ss. 521 Vid. T. Hobbes Leviatán (t.I), Madrid, Sarpe, 1984, pp. 139 y ss. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 389 conducta desviada, tal y como la planteó Parsons, no puede tener un lugar específico y es contemplaba a la luz del reconocimiento de que la introyección de la norma resulta insuficiente para configurar acciones y que es sólo un elemento funcional en la medida de la existencia de cierta conformidad y, en caso contrario, la existencia de los sistemas de sanciones y recompensas. Parsons, de esta manera y siguiendo en cierta forma a Durkheim, 522 intentó conciliar, sin lograrlo, los conceptos consensus model (poder consensual) y conflict model (poder mediante coerción), según los cuales los miembros de un grupo acatan cierto orden voluntariamente o, en su defecto, son forzados a obedecer.523 El registro etnográfico, como veremos más adelante, parece no estar en disposición de confirmarlo a plenitud. Pero lo importante de los planteamientos parsonianos no se reduce a lo que hipotéticamente percibimos como un desacierto, cuando se le extrapola, como aquí hemos hecho. Radica en el hecho de que al referirse al poder lo colocó en el centro del subsistema político, que es donde opera en las sociedades modernas y es, por tanto, el mecanismo en el cual se basa el quehacer político. Radica también en haber destacado una precondición del sistema político que es el de la legitimidad. Para Parsons, esta confianza en el sistema de poder es condición sine qua non tanto para el sistema como para la detentación social del poder. Por último, radica en que piensa que el poder es, en efecto, una capacidad generalizada y de que tiene –al menos- dos acepciones con cierto grado de oposición entre sí. Estas concepciones contrastan ligeramente con la idea que del poder nos ha legado R. Caillois, cuando afirma que el poder, cualquiera que sea la 522 Refiero a unas de las ideas centrales de E. Durkheim: que el individuo, al persuadirse de su propio bien, coadyuva al bien común; que la fuerza no puede aplicarse de forma ininterrumpida y universal; que el contractualismo se entiende como que las condiciones del contrato no son en sí mismas contractuales y, por ende, los individuos, como tales, no pueden modificarlas a su arbitrio porque se romperían los principios de expresión y reforzamiento de la solidaridad. En este sentido lo expresó G. de la Peña, de quien retomo esta apretada síntesis de las ideas. Vid. G. de la Peña, “Enfoques teóricos y metodológicos sobre estudios del poder”, en M. Villa Aguilera (ed.), Poder y dominación. Perspectivas contemporáneas, Caracas, URSHLAC-El Colegio de México, 1986, pp. 26-27. 523 R. Tamayo y S., “Estudio Preliminar”, en H. J. M. Claessen, op. cit., p. XIX. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 390 especie a la que pertenezca, “es sólo la consecuencia de un consentimiento. La disciplina de un ejército no se compone del poder de los generales, sino de la obediencia de los soldados... La Boétie ha demostrado bien que no hay más servidumbre que la voluntaria”.524 Caillois, simpatizante del consensus model, aunque va a un extremo al que escasamente se pondera en toda su extensión (el poder como consecuencia, no como causa o elemento inmanente) acierta en buena medida e implícitamente se aproxima a Weber, a Parsons, a Adams y a otros, en la medida que plantea, aunque visto de otra manera, el carácter relacional del poder. Para aclarar un poco habría que decir, con A. Giddens, 525 que la concepción relacional del poder entiende a éste como la “capacidad de los actores para obtener resultados cuando la realización de estos depende de las acciones de otras personas.”526 Esto presupone que los sujetos involucrados en una relación de poder saben, o creen saber, que aquellos sobre los que se ejerce poder, actuarán de cierta forma esperable; por lo tanto, ellos usan esa presuposición para obtener esas conductas deseables o deseadas. Por supuesto, la tesis relacional del poder, con esta presunción, con frecuencia elude adentrarse en las fuentes, en el carácter de esa capacidad y en la dialéctica del poder en espacios reducidos como los que construyen las comunidades. Para ello, nada mejor que el ejercicio antropológico, como parece sugerirlo B. Malinowski a lo largo de su Crimen y costumbre en la sociedad salvaje527 al interesarse por los temas del poder y la autoridad en el análisis del kula, sin enfocar su atención a la antropología política como tal. Creo que es pertinente hacer un receso en el camino y atar cabos. ¿Qué es lo que nos queda en claro de lo expuesto? En primer lugar, que el poder es 524 525 R. Caillois, El hombre y lo sagrado, México, FCE, 1996, p. 100. Vid. A, Giddens, New Rules of Sociological Meted: A Positive Critique of Interpretative Sociologies, London: Hutchinson/New York, Basic Books, 1976; Central Problems in Social Theory: Action, Structure and Contradiction in Social Analysis, London Macmillan/Berkeley: University of California Press, 1979. 526 I. J. Cohen, Teoría de la estructuración, México, UAM, 1996, p. 171. 527 Vid., B. Malinowsky, Crimen y costumbre en la sociedad salvaje, Barcelona, Ariel, 1971, passim. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 391 una capacidad y, claro, humana; luego, mientras que algunos consideran que radica entre los individuos antes que en las sociedades, grupos sociales e instituciones, otros proponen, como Poulantzas, que el poder está asociado a las relaciones de clases o de grupos con cierto antagonismo;528 en cualquier caso se trata de una capacidad humana generalizada. En tercer lugar, el poder existe allí donde los individuos están inmersos en relaciones sociales asimétricas específicas con otros individuos, lo que enfatiza que es de carácter relacional, como propusieron llamarle I. J. Cohen y el mismo Poulantzas. 529 Por último, casi todos enfatizan que el poder de los individuos se manifiesta en sus efectos sobre otros individuos estableciendo una noción de que todo poder es “poder sobre” que genera resistencia, noción que si bien nos auxilia para entender cómo es que las comunidades pueden producir gobiernos locales y sistemas normativos comunitarios, no nos sirve sino parcialmente para explicar cómo fragmentos de sus proyectos comunitarios son realizables toda vez que requieren mucho de la voluntad y de los valores. Por ello voy a introducir una noción (asociada a las nociones de poder coercitivo y de poder consensual) de “poder para...” según la cual la antedicha capacidad no puede ser concebida sólo en un sentido coercitivo (y por ende, negativo) sino también como propiciadora de formas de cooperación, es decir, que posibilita tanto la generosidad, las ayudas mutuas y los procesos de concentración-redistribución indispensables para lograr objetivos colectivos. (Debo aclarar que, como antropólogo interesado en los gobiernos locales530 en general, como de los llamados sistemas de cargos531 en 528 Vid. N. Poulantzas, Estado, poder y socialismo, México, Siglo XXI, 1980 pp. 176 y ss. 529 Loc. cit. 530 El concepto “gobiernos locales” tiene dos acepciones básicas: la primera nos remite a los ayuntamientos o a cualquier forma que revista la autoridad conforme con la reglamentación estatal del artículo 115° constitucional tanto en un municipio como en cualquiera de sus demarcaciones; sin embargo, la acepción que uso aquí es más compleja por cuanto incorpora a todo el entramado de autoridades (agrarias, político-ceremoniales, municipales, judiciales, etc.) articuladas históricamente en el interior de la demarcación para crear y desarrollar proyectos comunitarios. 531 El sistema de cargos, también llamado sistema político-ceremonial es un subsistema del sistema socieoeconómico integrado por cargos u oficios dispuestos en una jerarquía ordenada LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 392 particular, me he visto obligado a indagar en torno de quienes ocupan puestos, desempeñan comisiones, se incorporan en cofradías, se responsabilizan de fiestas religiosas y de quienes, de acuerdo con cierto sistema subjetivo -aunque no individual- de estructuras que funcionan como esquemas de percepción, de concepción y de acción -habitus, pero en una concepción más flexible-,532 deciden, conforme con un amplio espectro de posibilidades, participar de algún tipo de propio proyecto comunitario.) La idea de un “poder para…”, relacionada con la voluntad, de ninguna manera es novedosa, sino derivada de una reflexión planteada por el fenomenólogo L. Recasens quien, a propósito de los fundamentos del mando, conforme a status y línea de autoridad y se transita a través de ella en riguroso escalafón; no se confunde con el gobierno constitucional aunque a veces se encuentra fuertemente imbricado con él. La distancia entre funcionarios de ayuntamientos o comisionados radica en que: los puestos del sistema de cargos son generalmente anuales o por tiempos más breves, dictados por la organización del ciclo ceremonial y eventualmente por el ciclo agrícola con el cual teje lazos indistinguibles e indisolubles; no existe la posibilidad de reelección; cuando se llega al punto más alto del escalafón, el sujeto pasa a formar parte de un selecto grupo de “principales”, “pasados”, “cabildos tradicionales” que, por su experiencia y probada capacidad de servicio y desprendimiento, reciben honores, prestigio y el reconocimiento para asesorar no tan solo en cuestiones ceremoniales, sino en los asuntos intercomunitarios y en los que competen al Estado mismo en su relación con la comunidad; el escalafón puede o no incorporar cargos civiles o simplemente los articula mediante normas intracomunitariamente convenidas; presenta una apariencia de amplia democracia porque los cargos están dispuestos para todos los individuos, siempre y cuando cubran cierto perfil (económico, moral, religioso, etc.); generalmente el sujeto que se incorpora en el sistema, lejos de recibir remuneración alguna, patrocina fiestas (a veces sólo parcialmente) o bien se integra en complejas redes de reciprocidades que le exigen dinero, trabajo o aportaciones en especie proveniente de sí mismo y en ocasiones del grupo familiar. Vid., entre otros; “Sobre el origen histórico de la jerarquía político-ceremonial de las costumbres indígenas”, en M. Suárez (coord.), Historia, antropología y política. Homenaje a Ángel Palerm, México, Alianza Editorial Mexicana, 1990, pp. 306-326; L. Korsbaek, Introducción al sistema de cargos, Toluca, UAEM, pp. 67-85. 532 Aquí retomo la propuesta hecha por P. Bordieu del concepto habitus para oponerse al determinismo normativo y a quienes suponen que la fatalidad con que los roles determinan las acciones de los sujetos sociales, los convierte en autómatas y a las comunidades y grupos sociales como inamovibles.Vid. P. Bordieu, El sentido práctico, Madrid, Taurus Humanidades, 1991, passim. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 393 proponía como fuentes de procedencia: a) las objetivas, independientes de la voluntad del sujeto; b) las subjetivas que se vinculan con el acto expreso del sujeto a hacer, obedecer, acatar mandos; y c) las de carácter mixto. 533 Si esta observación, a propósito del mando, la aplicamos al poder y a la autoridad, puede ofrecernos nuevas perspectivas epistemológicas. Es claro, hasta el momento, que nos hemos alejado de la idea de poder establecida en el ámbito del derecho, donde la noción de voluntad directora como constitutora del poder del grupo,534 no nos era muy útil -en el inicioporque nos hubiera conducido directamente al concepto de autoridad en términos jurisprudenciales. Pero este mismo concepto requiere de una revisión, toda vez que gran parte de lo ya escrito sobre el poder es expresable en términos de autoridad. Adams simplificó el problema en los siguientes términos: “una autoridad es aquella persona que se sabe o se cree que tiene un poder superior”.535 A Adams no le interesa, en esta definición, el problema de la legitimidad, es decir, si los actos o prácticas de los sujetos son correctos o no, sino el hecho de que se reconozca el sujeto donde radica o se hace radicar un poder mayor, y se distancia de la concepción parsoniana que identifica al poder como una capacidad generalizada para asegurar la realización de obligaciones políticas, y a la autoridad como la detentadora de capacidades específicas que puede hacer ejercitables ciertos derechos. Adams, por último, afirma que la naturaleza de la cultura dentro de la cual se desenvuelven los individuos, los precondiciona a obedecer; bajo ciertas circunstancias, agrega, los sujetos ceden el derecho de la toma de decisiones no necesariamente a una autoridad específica, sino a una autoridad imaginaria.536 Adams se aproxima un poco a la concepción de Barnes y a la de Bordieu en su idea de que la sociedad proporciona a los individuos la norma, pero también los elementos para interpretarla. Ahora bien, si la cultura 533 L. Recasens Siches, “Fenomenología de Relaciones Interhumanas. Ensayo sobre el mando”, en Revista Mexicana de Sociología, México, Vol. IV, No. 2, IIS-UNAM, 1942, p. 50. 534 Vid. p. ej. E. García Maynes, Introducción al estudio del derecho, México, Porrúa, 1971, p. 102. 535 R. N. Adams, La red..., p. 27. 536 Ibid., p. 96. 394 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS precondiciona a la obediencia, no ocurre que el precondicionamiento suponga necesariamente irracionalidad: los individuos introyectan la norma, la piensan y deciden, sea mediante la conciencia (Adams) o por la cognición de la norma (Parsons, Barnes). En efecto, los grados de conciencia se vinculan tanto racionalmente después de valorar los proyectos y preceptos comunitarios, como subjetivamente, es decir, en términos de la capacidad para interpretar la norma de manera personal y única, apostando incluso al riesgo de la segregación total del grupo en aras de sus propios proyectos o de la fe, por ejemplo. Esta idea deviene muy útil para aproximarnos al estudio de los gobiernos locales y en particular al de los sistemas de cargos porque la autoridad de los cargueros,537 como es evidente, no mana de la capacidad desplegada para hacerse obedecer sino que, más bien, su autoridad pareciera ser de carácter rudimentario o primitivo, como proponía L. Mair 538 (moral, proponen algunos estudiosos). En efecto, un carguero, más que servirse de la comunidad, por la propia normatividad que envuelve a su oficio, está obligado a prestar servicios: proporcionar música, copal, misas y ornato a los santos; alimentos, bebidas, música y danzas a la comunidad y velar por la buena marcha de los ceremoniales. Únicamente en este caso el carguero puede hacerse acreedor y/o conservar el prestigio y/o el honor prodigable a su persona, como lo había hecho notar, también, M. Harris;539 así mismo, su status y el rol específico que le corresponde le permiten interpretar las normas que indica la tradición, la costumbre, y optar por variaciones de las mismas. El tema, para los etnólogos y antropólogos que tienen una marcada preferencia por comunidades indígenas y sociedades demográficamente reducidas, es, en realidad, más complejo. Como lo demostraran E. R. Leach con sus estudios entre los kachin y M. Gluckman a través de múltiples ensayos, contrariamente a lo que sostenían los estructural-funcionalistas encabezados 537 “cargueros” es el término con que se designa en la etnorregión purépecha a los participantes en lo que los antropólogos llamamos sistemas de cargos o la organización político-ceremonial. 538 L. Mair, El gobierno primitivo, Buenos Aires, Amorrortu editores, 1970, passim. {539 Vid. M. Harris, Nuestra especie, Madrid, Alianza Editorial, 1994, passim. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 395 por Radcliffe-Brown,540 las estructuras políticas se desenvuelven en los terrenos de lo sagrado y de lo profano y no son estáticas como parecen a simple vista sino que, por el contrario, manifiestan cierta inestabilidad a través del tiempo. De la misma manera podemos afirmar que no siempre están unidos tales terrenos y que los mismos miembros de una comunidad pueden separarlos y, aún separados pueden desplegar sus acciones en uno y otro campo; más aún, que en cualquiera de estos se puede transitar desde el extremo del consenso al del conflicto. En este orden de ideas, apelar a la historia oral y documental –allí donde es posible- es una estrategia inevitable puesto que, de tiempo en tiempo, como afirma M. Gluckman,541 el conflicto puede expresarse simbólicamente, donde las tensiones tienden a aminorarse y cuyo registro es escasamente rastreable en fuentes documentales pese a su riqueza interpretativa. En ambos casos, la discusión sobre las fuentes del poder y la esencia de la autoridad, aparece perfilada con apuntes interesantes; uno de ellos es el de los procesos de legitimación. Sin proponérnoslo hemos abierto una brecha más, la que conduce al problema de la legitimidad. Para ello nos desharemos de la noción de legalidad, del apego a la norma establecida,542 es decir, al requerimiento que exige, en toda detentación del poder, el uso de éste no con base en los caprichos individuales, sino de conformidad con reglas establecidas.543 Y no nos detendremos más porque la utilización del término que hacen, por ejemplo, Bobbio y Bovero, como un considerable sector de politólogos, remite al ámbito del derecho positivo porque escasamente han prestado atención a los desarrollos y aportaciones de la novel antropología jurídica que han demostrado que en el uso e interpretación de las normas modales 540 E. R. Leach, Sistemas políticos en la Alta Birmania. Estudios sobre la estructura social kachin, Barcelona, Anagrama, 1977, pp. 217 y ss.; y, entre otras obras, M. Gluckman, Custom and Conflict in Africa, Oxford, Blackwell, 1956, M. Gluckman, Política, ley y ritual en la sociedad tribal, Barcelona, Akal, 1978. 541 M. Gluckman, Politics, Law and Ritual in Tribal society, Oxford, Blackwell, 1965, pp. 265 y ss. 542 M. Bovero, “Lugares clásicos y perspectivas contemporáneas sobre política y poder”, en N. Bobbio y M. Bovero, Los fundamentos del poder, México, Grijalbo, 1985, pp. 55. 543 N. Bobbio, “El poder y el derecho”, en N. Bobbio y M. Bovero, op. cit., p. 30. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 396 comunitarias, como las indígenas, a más de vislumbrarse todo un derecho, la legalidad y la legitimidad están fuertemente cohesionadas y poseen una vitalidad digna de mejor sino. Hecho una vez el deslinde regresamos con el concepto de legitimidad que, en antropología política, casi siempre damos por sobreentendido, agregando uno más a la larga cadena de desaciertos por los que transitamos. No es lo mismo afirmar que un poder o una autoridad sea legal o que sea legítima. La legitimidad está más ligada al título del poder o de la autoridad, en tanto que la legalidad se vincula con el ejercicio de ambos. La legitimidad implica que quien tiene uno u otro o ambos, tenga justripeciada y axiológicamente el derecho de posesión, en tanto que la legalidad se vincula con su ejercicio conforme con las normatividades establecidas y reconocidas, sean consuetudinarias o positivadas. Ahora bien, aunque es importante por las implicaciones que devienen de ésta, lo que aquí interesa no es la legitimidad en términos del Estado y de las autoridades que hacen posible su reproducción, funcionamiento y modificaciones; en consecuencia, en antropología no es sólo a Hobbes ni a Rousseau a quienes invocamos sino, además, a los miembros de una comunidad, a las prescripciones que norman el movimiento hacia la legitimación, a sus etnocategorías.544 En este sentido, estoy más próximo a J. M. Swartz, V. W. Turner y A. Tuden quienes, en términos muy generales, comparten la idea de que la legitimidad implica un apoyo (support) que deriva no del uso de la fuerza, sino del sistema de valores que guían el comportamiento grupal, independientemente de que, a no dudar, ese tipo de apoyo se hace completar o recurre a otros apoyos545 en aras de un proyecto comunitario. Al respecto, muy pocos trabajos, refiriéndonos al sistema de cargos y a los gobiernos locales, los han atendido. En efecto, es mucho más cómodo partir del supuesto de su existencia, que adentrarse en los recovecos 544 En antropología, una de las etnocategorías, a propósito de normas, legitimidad y legalidad intracomunitarias, es “El costumbre”. Su contenido, en términos de politología y jurisprudencia sigue siendo una incógnita y, a título personal, es uno de los temas de estudio a que actualmente atiendo como parte de mi tesis de posgrado. 545 J. M. Swartz, V. M. Turner y A. Tuden (eds.), Political Anthropology, Chicago, Aldine, 1966, p. 10. 397 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS de todo aquello que lo hace posible; por supuesto, es también más cómoda la suposición sostenida por los contractualistas roussonianos –y los concensualistas de tradición lockiana-,546 de que la legitimidad no puede fundarse sino en el común acuerdo de los asociados, que escudriñar en sus fundamentos. Quizá sea conveniente deshacerse de un poco de comodidad. El problema de la legitimidad no pierde actualidad y, por fortuna, tampoco las soluciones propuestas han logrado consenso. La antropología, en ese sentido es un permanente diletante, interpelador; su nivel etnográfico siempre nos proporciona similitudes pero no es parco con las diferencias. En efecto, los filósofos, sociólogos y politólogos de los siglos XIX y XX, cuando refirieron a la legitimidad, como en el caso de la autoridad, sólo habían tomado como punto de partida la civilización occidental, las sociedades desarrolladas o “complejas”, con normas escritas, con derecho positivo y una sociedad civil – allí donde podía hablarse de ella- más o menos madura. Por ello, no es extraña la precisión de G. Mosca: En todas las sociedades discretamente numerosas y llegadas a un cierto grado de cultura hasta ahora ha sucedido que la clase política no justifica su poder únicamente con la posesión de hecho, sino que busca darle una base moral y legal, haciéndolo emanar como consecuencia necesaria de doctrinas y creencias generalmente reconocidas y aceptadas en la sociedad que esa clase política dirige.547 Mosca refiere específicamente a la necesidad de legitimación para justificar la posesión –o detentación- del poder y sostiene que ésta sólo puede derivarse de la voluntad (voluntarismo hobbesiano) de Dios o del pueblo; para otros, como Burke, la fuente de la legitimidad sólo podría ser la historia. La propuesta de Mosca ha encontrado múltiples oposiciones por la flagrante concesión hecha a la religión, aunque generalmente se acepta su planteamiento de la 546 Vid. N. Bobbio, Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política, México, FCE, 1997, pp. 121 y ss. 547 G. Mosca citado por N. Bobbio en N. Bobbio, Estado, gobierno..., p. 120. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 398 voluntad popular. La de Burke, pese a que no explica a plenitud la legitimidad, no es rechazable por completo si pensamos que los procesos de legitimación se vinculan con normatividades contextualizadas históricamente. Quizá el punto que se ha tornado más endeble con el paso del tiempo es la dinamicidad del devenir: los propios seguidores de Burke debieron enfrentar la escisión interna sobre la propia concepción de la historia: ¿Historia como pasado o historia como futuro? En efecto, en relación con la historia como fundamento de la legitimidad, existen quienes apelan al pasado, a la fuerza de la tradición y justifican el ejercicio del poder por una autoridad o un tipo de autoridad que se considera como legítima porque así se ha ejercido desde tiempos pretéritos; no es infrecuente que en materia de cargos o gobiernos locales escuchemos “Así es la costumbre” “Así se hacía desde antes que mi abuelo naciera” u otras expresiones similares, cuyas implicaciones no podemos desatender en la investigación antropológica. Por el contrario, quienes consideran a la historia como futuro, y a la historia así entendida como fundamento de la legitimidad, apelan al poder, a la autoridad y con las modalidades que los innovadores generan o adaptan con la finalidad de llevar a cabo un proyecto –aunque nunca escrito y en ocasiones ni interpelado- de comunidad. En materia de sistema de cargos, la diferencia entre “innovadores” y “tradicionalistas”, por llamarles de alguna manera, estriba en cómo ven la historia o, mejor, el proyecto comunitario y las formas en que se puede utilizar el poder y la autoridad en términos axiológicos, es decir, si consideran positivo lo que tiene permanencia o lo que cambia en correspondencia con las dinámicas intracomunitarias y aquellas que, generadas desde fuera, interactúan con las propias. N. Bobbio, escudriñando en el tema de la legitimidad llegó a establecer que soportes de ella sólo podrían ser la voluntad, la naturaleza y la historia y que para sendos principios podrían encontrase dos posturas contrarias. 548 Pero aquí, sin discutir las cuestiones de la voluntad y la historia, porque mínimamente ya nos acercamos a ellas, nuevamente nos encontramos con un desencuentro de perspectivas en torno de la naturaleza como principio de legitimidad. Las posturas antitéticas están representadas, de un lado, por 548 N. Bobbio, Estado, gobierno..., p. 127. 399 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS quienes consideran a la naturaleza como fuente originaria que dota de inteligencia, fuerza, etc., a quienes deben detentar poder y constituirse como autoridades; de otro, por quienes consideran a la naturaleza como orden racional. El primer caso nos lleva a la idea de que hay quienes innatamente están dotados para mandar y quienes nacen para obedecer, y la voluntad humana nada puede hacer al respecto; el segundo sugiere que quien tiene poder y autoridad hace lo que debe hacer sobre la base de una serie de normatividades que brotan de la razón humana. El problema que tenemos con Bobbio, así como con la mayor parte de los politólogos y los jurisconsultos, desde Kelsen (por fijar un teórico de gran envergadura como punto de referencia significativo) hasta nuestros días, es que el soporte empírico para su reflexión, es la sociedad moderna (y la posmoderna, para algunos), tiranizada por la “razón de occidente”. Por esa razón, cuando nos acercamos a sociedades indígenas o reindigenizadas, por ejemplo, poca ayuda nos proporciona su discurso ante racionalidades alternas. Y habría que preguntarse, en cualquier caso, ¿Es que riñen ambas posturas? ¿No ocurre, acaso, que las comunidades indígenas presentes, en aras de llevar a cabo su propio proyecto, recurren a ambas posibilidades según la valoración de las propias circunstancias y aquellas que escapan a su control? En los estudios sobre sistema de cargos, los principios que llevan a la –y el principio de- legitimidad son una piedra de toque para el análisis antropológico. A nadie escapa el hecho que el poder poseído por un carguero tiene que ser un poder justificado, es decir, requiere de un cierto proceso de legitimación (la voluntad, per se, es insuficiente); la usurpación de cargos, hasta donde sé, no se ha documentado, posiblemente porque no se tiene conocimiento de algún caso. Es claro que para que un carguero acceda al ejercicio del oficio no es necesario cuerpo alguno de normatividades positivadas en el sentido occidental de la jurisprudencia, sino que las normas se encuentran encapsuladas en roles, status y oficios, en la tradición y, claro, en ciertos procesos de índole subjetiva que impulsan al individuo a optar, LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 400 cuando es él el que opta (voluntad no coercionada),549 por un cargo; los criterios legitimantes no pueden apartarse de manera absoluta de ellos. También, el proceso de selección de cargueros está sometido a ciertos requerimientos y rituales o mínimamente a ciertas formalidades saturadas de significación, de símbolos, que rebasan –y trascienden- al individuo; por ello, aunque la capacidad y/o necesidad innovadora del carguero sea prolífica, mucho de lo que haga o deje de hacer parecerá como tradicional, inmodificado, fatalmente determinado por la costumbre (“El Costumbre”). Cierto, las modificaciones también son sometidas a procesos de justificación, pero en estos casos lo que se justifica (legitima) no es todo lo que con el poder se hace, sino aquellos actos que pudieran despertar sospechas y que se sienten como distantes de la norma o que rompe con ella; en cualquier caso, la justificación corresponde al grupo y no al carguero. Esto significa que, al contrario de lo que apuntó N. Luhmann, que “la legitimidad no es el efecto a referencia de valores”, sí se requiere, como apunta Bobbio, de un proceso justipreciador y axiologizador que reclama ciertos valores, ciertas normatividades compartidas que tienden a garantizar el bienestar, el orden,550 etc., que no es –el procesorealizado por el carguero, sino por quienes le rodean y quienes son, en última instancia, los que legitiman su elección y su actuación, a la vez que son ineluctables portadores y garantes de valores. Pero en todo esto hay algo que aún no hemos tocado. Sabemos que en un sistema social los sistemas de poder son bastante complejos, ni duda cabe. Pero ocurre que la complejidad requiere de un cierto ordenamiento que se despliega en el plano simbólico y se basa en dos pilares: la confianza, en términos de identificación y la coacción y/o la violencia. En efecto, cuando en un sistema social se pierde la confianza, cuando los individuos no se identifican con ciertas normas, base de la legitimidad que le permite al sistema subsistir sin grandes contratiempos, invariablemente el grupo pone en movimiento, 549 La aclaraciòn es pertinente porque los estudios etnográficos sobre sistemas de cargos y mayordomías han evidenciado que el mecanismo de acceso a los oficios se realiza mediante tres formas básicas: la autopropuesta (voluntad no coercionada), la invitación por terceros (que implica cierto grado de coerción) y la presión de terceros (voluntad coercionada). 550 N. Bobbio, en N. Bobbio y M. Bovero, Los fundamentos..., p. 35. 401 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS activa fuerzas innovadoras y cierta coacción que puede llegar a la violencia para seguir existiendo. En los estudios de cargos vemos aparecer las dos dimensiones. Recuerdo en este momento, por ejemplo, a Foster enfatizando la faceta coactiva del sistema de cargos,551 a despecho de un arsenal de literatura etnográfica que enfatiza la confianza, la identificación, la voluntad. Es importante no perder de vista esta postura toda vez que el conjunto de rituales enlazados entre sí que permiten dar coherencia, sentido, vida, al sistema de cargos y a los gobiernos locales, está saturado de símbolos que crean y recrean normas con las cuales se identifican los sujetos y, a través de ellos dan sentido a su existencia tanto individual como colectiva, independientemente de que la lectura del sistema normativo se realice de manera racional o emotiva. Pero, ¿por qué se confía en las normas que actúan en el proceso de reproducción y en la producción del sistema de cargos? Hace unas líneas apuntamos hacia el prestigio (necesidad, sed, ambición de prestigio, según algunos antropólogos), otro concepto llevado y traído aunque escasamente reflexionado; sin embargo, también se aduce la búsqueda –y/o la consolidación- de un status como elemento que explica por qué los individuos se aventuran en el cumplimiento de un cargo. Aquí no pretendemos emitir dictum al respecto, ya que eso lo dejaremos a las posibilidades que permita el futuro análisis de la etnografía sobre el tema; simplemente trataremos de aproximarnos a él bajo una perspectiva personal. R. Redfield, asentó que la sociedad, para su funcionamiento, requería de una división del trabajo y de una organización social para la producción y el consumo; de acuerdos sobre la conducta tradicionalmente aceptada y, sobre todo, de un conjunto de derechos y obligaciones convencionales conectados con los individuos y los grupos que conforman la sociedad (status, ni más ni menos). De hecho, consideraba que la sociedad podría considerarse como un sistema de relaciones de status,552 por ende, lo mismo podríamos decir del sistema de cargos como una expresión organizacional de lo social. A decir verdad, en torno del término existe poca 551 552 G. M. Foster, Tzintzuntzan, México, FCE, 1987, p. 198. R. Redfield, “¿Cómo funciona la sociedad”, en H. L. Shapiro, Hombre, cultura y sociedad, México, FCE, 1980, p. 463. 402 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS discusión porque casi todos los antropólogos tienen una opinión semejante; así, se le vincula con “una posición dentro de una pauta determinada”, como planteó R. Linton.553 Sin embargo, este mismo autor advirtió sobre la ambigüedad del término y asentó que, si bien esta noción no es absolutamente falsa, debería considerarse que, como cada individuo tiene muchos estatuses, ya que cada uno participa en un número indeterminado de patrones, el status de cualquier individuo “significa la suma total de los status que ocupa”. 554 El término status, desde su aparición en la jerga antropológica, ha estado vinculado con el de autoridad, como lo asentó A. Kardiner,555 y refiere a cierta posición social, a decir de S. F. Nadel.556 Sin embargo, todos ellos articulan al concepto con derechos y obligaciones de un individuo en relación con los demás y, coincidimos con Nadel, conforme con una escala de valores reconocidos por el grupo social o lo que en otros términos, serían las prescripciones de los movimientos que el individuo realiza a lo largo de su vida y en particular, de su carrera dentro de un sistema; más específicamente, en aquellos que se realizan para acceder al sistema de cargos. El concepto de posición social nos lleva a su homólogo “rango”, un término menos formalizado pero cuyos contenidos esenciales no difieren, a decir de Nadel, sustancialmente. Pero rango implica una jerarquía, y esta acepción no podemos soslayarla toda vez que es uno de los elementos característicos del sistema de cargos; no es extraño, pues, que al referirse a esa institución la dupla Chance-Taylor la llamase jerarquía cívico-religiosa,557 o que B. R. De Walt haya colocado esa categoría en el centro del sistema,558 por citar sólo dos casos. Ahora bien, ¿Por qué destacar el carácter jerárquico del sistema de 553 R. Linton, El estudio del hombre, México, FCE, 1985, p. 122. 554 Loc. cit. 555 A. Kardiner, El individuo y su sociedad, México, FCE, 1975, pp. 231 y ss. 556 S. F. Nadel, Fundamentos de antropología social, México, FCE, 1978, p. 188. 557 J. Chance y W. B. Taylor “Cofradías y cargos: una perspectiva histórica de la jerarquía cívico-religiosa mesoamericana”, en Antropología (Boletín Oficial del INAH), No. 14, Suplemento. México, 1987. 558 B. R. De Walt, “Cambios en los sistemas de cargos de Mesoamérica”, en América indígena, Vol. XXXIV, No. 2, México, III, 1974, versión en español del original “Changes in the Cargo Systems of Mesoamérica”, en Anthropological Quarterly, No. 40, 1975. 403 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS cargos? A reserva de analizarlo con detenimiento más adelante, aquí sólo apuntaremos que con frecuencia llega a confundirse al sistema de cargos con la organización comunitaria para el ceremonial que puede estar basada en una mayordomía con un solo elemento patrocinador, como el caso del Niñopa de Xochimilco o en cierto tipo de organizaciones ceremoniales que estudió W. R. Smith en Guatemala559 que, por su estructura y funcionamiento, no constituyen verdaderos sistemas de cargos. Al hablar de sistema de cargos referimos a relaciones posicionales entre los sujetos de una colectividad. Cada paso, en la escala posicional, requiere del cumplimiento de una serie de normas, formalidades y rituales que lo hacen posible. Cuando todo ello se cumple y es legitimado por la comunidad, ésta recompensa al carguero con una dosis de prestigio. El prestigio, en este caso, refiere a una cierta preeminencia adquirida, a una dosis de poder diferencial sobre las acciones de otros merced a que éstos así lo deciden por motivos de lo más variopinto. En el accionar del sistema de cargos, así como del gobierno local y de la organización comunitaria para el ceremonial, el prestigio no es como lo llamó Nadel, “una cuasi-posición social menos formalizada... menos de jure”;560 es, también, en cierto sentido, y por el contrario, una resultante y no un instrumento para la acción. Es común que, para explicar el funcionamiento del sistema de cargos, se recurra a la necesidad de prestigio, como si se tratase de un impulso innato que empujara a los individuos a aventurarse en el cumplimiento de un oficio. Esta afirmación sería cierta si lograse demostrarse, en todos los casos, que lo que se busca al ingresar en el sistema es el prestigio. Pero puede haber otras razones que lleven al individuo al acatamiento de las complejas normatividades a que la institución obliga. Por supuesto, no negamos que, bajo determinadas circunstancias, el status y el prestigio son agentes motivadores, pero, ¿cómo explicar aquellos casos en los cuales un carguero declara que solicitó el cargo porque el santo bajo su custodia se le apareció en sueños o en cierto lugar? ¿Quién nos autoriza a pensar que tal explicación constituye 559 W. R. Smith, El sistema de fiestas y el cambio económico, México, FCE, 1981, p. 15. 560 S. F. Nadel, op. cit., p. 189. el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 404 enmascaramiento de su necesidad de prestigio o de mejoramiento de su status? En otros casos, ¿cómo interpretar aquello que los purépechas llaman “gusto” y que explica por qué los individuos solicitan cargos pese a su onerosidad? Al respecto me permito insistir en la necesidad de incorporar, en el proceso de indagación y de interpretación, las etnocategorías que las propias comunidades colocan a nuestro alcance, mismas que escasamente son tomadas en consideración; cuando se incurre en la omisión, el resultado es que en las indagaciones en torno de la política que practican –y la forma en que la practican- las comunidades indígenas y otros grupos minoritarios, fallamos en la interpretación toda vez que pretendemos atrapar con nuestras categorías y conceptos una realidad para la cual no fueron diseñadas. La antropología política, por el contrario, como no pierde de vista esa circunstancia, parece tener un potencial de mayor envergadura en esos espacios. Pero regresemos luego de esta digresión. El tema del prestigio ha sido colocado en el corazón de los estudios sobre sistema de cargos. Incluso, algunos investigadores consideran que uno de los agentes motivadores que impulsan a la participación en el sistema de cargos y, por ende, estimulan su reproducción. Aquí sólo citaré dos clásicos para ejemplificar: Foster, apoyado en su tesis de los bienes limitados, propuso que en comunidades de recursos escasos y con sistemas cerrados, lo bueno no puede aumentarse, por lo tanto, se recurre a la división, al reparto. De esto se desprende una especie de axioma: el incremento de la tierra, el poder, el respeto y todo lo que constituye su universo natural, económico y social, se hará siempre a costa de los demás. El sistema de cargos, según esta idea fosteriana, cumple con una función primordial: puesto que lo bueno es limitado, la comunidad exalta la imagen del hombre pobre y ésta encuentra, en el accionar del sistema, la manera de evitar las acumulaciones y mantener el statu quo proporcionando a los cargueros, mediante esa institución, el único bien no escatimable, el prestigio.561 Cancian, por el contrario, contempla al sistema de cargos y al prestigio desde una perspectiva diferente. Sostiene que el prestigio es “la deferencia y respeto que un hombre recibirá por servir en su 561 G. M. Foster, op. cit., pp. 124-141, 203-206. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 405 cargo, la variable según la cual puede compararse él mismo con los otros que también han ocupado cargos”;562 pero como Cancian sostiene que el acceso a los cargos depende de la disponibilidad de recursos económicos y que sólo las personas muy solventes pueden acceder a los cargos más altos de la jerarquía, el ejercicio de un cargo y el rango social o la cantidad de prestigio adquirido por el cumplimiento del oficio devienen legitimadores de las diferencias socioeconómicas. Podríamos aventurar que el prestigio es, para algunos investigadores, la categoría central en los estudios de sociedades con escasa diferenciación socioeconómica interna; de allí la polémica en que se encuentra envuelto. ¿Es el prestigio un mecanismo mediante el cual se posibilita la homogenización o mediante el cual se legitiman diferencias? Pero, más allá de ello, ¿no es el prestigio un epifenómeno de ese otro epifenómeno que es el sistema de cargos?; si esto es así, qué tan importante es resolver esas preguntas si podemos al mismo tiempo preguntarnos ¿Qué papel juegan los proyectos comunitarios en el sistema de cargos? ¿No ocurre también que, como plantea H. Pearson, el prestigio puede implicar la acumulación de riqueza simbólica, pero que también funciona como movilizador de recursos materiales que se ponen a disposición de la comunidad?563 ¿No ocurre también que los estados de deuda con las deidades aparecen como una constante en las etnografías? ¿No tenemos evidencia que el agradecimiento y la satisfacción personal también están en el sedimento de las decisiones de los sujetos para acceder a los cargos? ¿La palabra empeñada y el honor por el cumplimiento carecen de valor alguno? Por otro lado, En estos y otros casos “atípicos” no podemos aducir que sean las citadas necesidades las que garantizan el acatamiento a la norma, interrogante planteada más arriba. En este y el resto de los casos, podemos adelantar, el acatamiento tiene que ver con un proceso de identificación del sujeto con ella; de lo contrario, la omisión o la resistencia a ultranza serían algunas de las respuestas de algunos individuos, como ocurre. 562 F. Cancian, Economía y prestigio en una comunidad maya, México, INI, 1976, p. 115. 563 H. Pearson, Trade an Market in the Early Empires, New York, The Free Press, 1957, p. 338. 406 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS Pero también ocurre lo contrario y los cargos se solicitan o se aceptan según sea el caso. Esta disyuntiva que ya se planteó en algunas de las interrogantes anteriores es quizá un agente motivador más importante. Al aceptarlo también estoy haciendo una declaración de alejamiento parcial de la antropología política, a la vez que recupero, con A. Cohen la necesidad de penetrar en los procesos simbólicos. Esto significa, en cierta forma, convocar a dos tradiciones antropológicas: la social y la cultural. En efecto, al separar ambas artificialmente, lejos de proporcionarle riqueza a la antropología, si bien le ha permitido profundizar en ciertas temáticas, el antropólogo, como el leñador, por mirar el árbol puede perder de vista al bosque. Trataré de evitarlo considerando que si bien es de vital importancia adentrarse en la estructura y la organización sociales, también lo es penetrar en las cuestiones de normatividades, un poco a la manera de R. Firth, a quien lo mismo le preocupaban tanto las relaciones de la vida en comunidad, la organización de los intereses individuales y la regulación de la conducta.564 Pero también me interesan los hechos de simbolización, para lo cual me parece de particular importancia una advertencia de M. Merleau-Ponty desde la fenomenología: El mundo está ahí previamente a cualquier análisis que yo pueda hacer del mismo; sería artificial derivar de una serie de síntesis que entrelazarían las sensaciones, y luego los aspectos perspectivos del objeto, cuando unas y otros son precisamente productos del análisis y no deben realizarse antes de éste [porque] la realidad es un tejido sólido, no aguarda nuestros juicios para anexarse los fenómenos más sorprendentes ni para rechazar nuestras imaginaciones más inverosímiles;565 por ende, dice el autor siguiendo a Husserl, una primera advertencia es que en el trabajo de indagación es imprescindible describir, no de explicar ni analizar. 564 R. Firth, Tipos humanos, Buenos Aires, Editorial Universitaria, 1966, pp. 108 y ss. 565 M. Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, Barcelona, Altaya, 2000, pp. 9-10. 407 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS En esto se empeña en buena medida todo el trabajo etnográfico para tratar de dar cuenta de ese “estar el hombre en el mundo” o “ser-del-mundo”, en términos husserlianos. En esta aventura, que forma parte del quehacer antropológico, me parece que siempre debería acompañarnos una idea más: la raíz última de la concepción del mundo es la vida, una vida que aunque se nos hace presente en formas innumerables, posee, empero, rasgos comunes. La vida aunque parece ser revivida de manera personal (experiencia) por cada individuo en un espacio y un tiempo determinados (lo cual la sustrae a la observación), es retenida en el recuerdo, en la memoria (como experiencia colectiva, como constructo sociocultural) y mediante ella puede ser comprendida e interpretada.566 Y la vida no es tan sólo percepción individualizada de la vida, sino la construcción sociocultural que de la misma se hace. Efectivamente, en los estudios sobre los sistemas de cargos, e inevitablemente del poder y la autoridad es fácilmente perceptible que unos y otros deben ser contemplados como experiencias personales y de orden comunitario. La indagación de quien pierde contacto con los hombres reales y diversos y no escudriña los recuerdos, las memorias, las prácticas cotidianas, no pasa de ser un ejercicio especulativo, de un ejercicio racional (filosófico, si se quiere) pero que no da cuenta sino de su propio programa reflexivo (casi siempre con la racionalidad occidental) que escasamente se aproxima al conocimiento de racionalidades alternas, de sociedades alternas, de culturas alternas. En este tenor de ideas, la antropología política, aunque muy joven como campo transdisciplinar, al plantearse preguntas en torno del poder y de la autoridad en comunidades indígenas, aborígenes e incluso campesinas, hubo de ir a su frontera con la ciencia política, pero sin perder su fisonomía: privilegiando los estudios en comunidades pequeñas, y con una categoría medular, la cultura. Los resultados, aunque menospreciados en el resto de las disciplinas sociológicas, son de una manufactura escasamente superables. Las indagaciones realizadas en materia de sistemas de cargos nos han mostrado formas alternas de hacer política tanto en el interior de las 566 W. Dilthey, Teoría de la concepción del mundo, México, FCE, 1954, p. 112. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 408 comunidades como desde éstas hacia el exterior. En efecto, cuando se indagan las motivaciones que impulsan a los individuos a participar asumiendo oficios, tan importante suele ser el afán de prestigio como el honor, la presión social, la deuda con los santos y la predeterminación (revelación del santo en sueños, por ejemplo). Para cumplir con las responsabilidades inherentes al cargo, lo mismo recurre a la coacción sobre su familia y amigos que a la voluntad y animosidad de los mismos apelando a sus respectivos roles y status. El sistema activa tanto procesos de concentración-redistribución como formas directas de reciprocidad que corren por las venas del parentesco y las afinidades; la política misma utiliza sendos canales. Los cargueros, cuando deciden ingresar al sistema, saben de antemano que determinadas características inherentes al rol de carguero deben haber sido adquiridas en la asunción y cumplimiento de sus roles y status previos; y esto necesariamente brota del acatamiento de normas dictadas por la tradición, y los valores que les sirven de soporte. Los cargueros, en su vida pública, saben que de su comportamiento social (en tanto público y privado) e individual (existencial) dependen diversos proyectos comunitarios, entre los que garantizar –mediante su servicio a los santos- los dones de vida, salud, bienestar, trabajo, buenas cosechas, lluvias oportunas y suficientes, etc., no son de menor envergadura. Los cargueros, en este sentido, si bien saben que el poder se ejerce “sobre”, para alcanzar ciertos fines (personales y colectivos), generalmente se mueven con la acepción del poder “para”, con la finalidad de cumplir con una tarea de la envergadura enunciada. Para eso también se usa el poder y para eso se les inviste de autoridad; ergo, en esta forma alterna de hacer política, las acciones del carguero no se confieren a jueces, leyes y tribunales toda vez que éste tiene sobre sí tal peso de normas, y en su rol, que no se requiere de la coacción para que organice, dirija o coordine todo lo necesario para lograr el proyecto comunitario, cualquiera que sea el contenido que éste posea. La antropología política en su literatura posee tal cantidad de literatura en torno del estudio del gobierno, la autoridad y el poder, que bien podría ser una invitada de honor al banquete de la degustación politológica. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 409 BIBLIOGRAFÌA ADAMS, R. N., Energía y estructura, México, FCE, 1978. La red de la expansión humana, México, Ediciones de la Casa Chata, 1978. BARNES, Barry, La naturaleza del poder, Barcelona, Pomares-Corredor, 1990. BOBBIO, N., El poder y el derecho”, en N. Bobbio y M. Bovero,, Los fundamentos del poder político, México, Grijalbo, 1985. BOBBIO, Norberto, Estado, gobierno y sociedad. Por una teoría general de la política, México, FCE, 1997. BOBBIO, N. y M. Bovero, Los fundamentos del poder político, México, Grijalbo, 1985. BODENHEIMER, Edgar, Teoría del derecho, México, FCE, 1994 CALLOIS, Roger, El hombre y lo sagrado, México, FCE, 1996. CANCIAN, Frank, Economía y prestigio en una comunidad maya, México, INI, LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 410 1976. CLAESSEN. Henry J. M., Antropología política. Estudios de las comunidades políticas, México, UNAM, 1979. CLARK, K. 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Perspectivas LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 414 La "república" de Santiago Atitlán567 Sergio Ricco Monge y Leif Korsbaek El destartalado camión de pasajeros con el romántico nombre "La Ninfa de Atitlán" cubre los cerca de 165 kilómetros de Mazatenango (uno de los centros económicos más importantes de la costa pacífica) a Santiago Atitlán en un poco más de tres horas, como alma que lleva el diablo, y sin embargo nos deja ilesos en Santiago. Santiago Atitlán es, como suelen ser las comunidades mayas en México y Guatemala, un pequeño poblado con su mercado que brilla de frutas, artesanías y el ya variado surtido de fayuca. Todo ello enmarcado en un gran bullicio, su enorme iglesia al centro del pueblo, y ahora con toda una población plena de sonrisas cálidas y amistosas, como muestra de un pueblo que está satisfecho y con gran confianza en sí. Nuestro arribo a Santiago es justo en las vísperas de los preparativos de la gran fiesta al santo patrón: Santiago Apóstol, protector de los atitecos. La alegría y tranquilidad contrastan notablemente con la situación en el resto del país, dominado por la violencia y la desesperación. En Santiago se nota de inmediato la ausencia de soldados (kaibiles) y policía. Durante los once años que la región del Lago de Atitlán estuvo ocupada por el ejército y la policía guatemaltecos, sus pueblos fueron objeto de un sin fin de atrocidades y violaciones de los más elementales derechos. Es así que con gran espontaneidad los atitecos se desahogan relatando estos once años de sufrimientos y represión que habían llegado a formar parte de su vida cotidiana; algo natural. Están frescos en la memoria de Atitlán los acontecimientos del 2 de diciembre de 1990, cuando los kaibiles masacraron a trece de los habitantes del pueblo e hirieron a más de veinte. A menos de un Originalmente publicado en la revista Ojarasca, México, No. 8, 1992: 49-55. Sergio Ricco Monge es etnólogo de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y es profesor de la Universidad Pedagógica Nacional en México D. F., Leif Korsbaek es antropólogo social de la Universidad de Copenhague en Dinamarca y es profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. 567 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 415 año de la masacre, Atitlán prepara la fiesta más importante de su calendario en un marco de vitalidad y sin la presencia de un solo soldado. Uno de los pretextos más importantes para que la región del lago se encontrara ocupada por el ejército nacional consistió en señalar a la zona como el foco de actividades de los grupos guerrilleros que actúan en el país. En este sentido los atitecos han sido muy específicos al declarar a la opinión pública: "nosotros no queremos al ejército y tampoco queremos a la guerrilla". Cuando "La Ninfa de Atitlán" da vuelta por el embarcadero para arribar a la plaza central se nos revela el origen y el pasado de Santiago Atitlán: en la orilla opuesta del lago se percibe una pequeña península: es la península de Chutinamit, donde se dice vivían los primeros atitecos hace miles de años. Chutinamit tiene el aspecto de haber sido un sitio fortificado que ya se menciona en las Relaciones Geográficas con el nombre de Chiia, que en tzutuhil significa: "el lugar en medio del agua" (la lengua materna de los habitantes de Santiago Atitlán es el tzutuhil, que originalmente significa hombres de flor de maíz, y pertenece a las lenguas mayas). En náhuatl, que era la lengua franca en toda Mesoamérica, se conocía por Atitlán, que significa lo mismo. Antes de la conquista española Atitlán era uno de los señoríos más importantes y fuertes, dado que siempre resistió a los intentos de conquista por parte de quichés y cakchiqueles. Hoy llama la atención lo que podemos llamar la maldición de Chutinamit: de todos los dueños de los "chalets" -casas de descanso, principalmente de extranjeros- que se encuentran en la ribera de Chutinamit, ni uno sólo está vivo; todos han sido asesinados ya sea por el ejército o por la guerrilla. Víctimas de la violencia generalizada. Como ejemplo, se puede mencionar al fundador de la asociación para la protección del pato poc, que era dueño de uno de los más conocidos chalets en Chutinamit: hace unos cuatro años fue encontrado muerto junto con otros tres cadáveres de atitecos. De igual manera cerca de una docena de dueños de chalets de Chutinamit han sufrido una muerte violenta o han desaparecido, lo que significa por lo regular lo mismo. Corre también sobre Chutinamit la versión de que quienes llegan a habitar este lugar enloquecen por completo. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 416 Pescadores, campesinos y artesanos La actividad que más llama la atención es la pesca: en todo el lago se ven los frágiles cayucos de los atitecos, y por toda la ribera se encuentran grupos de hasta 30 ó 40 canoas. Evidentemente Santiago Atitlán es la comunidad pesquera más importante en el Lago de Atitlán: mientras que en San Pedro de la Laguna y en San Lucas Tolimán, las dos comunidades vecinas, solamente hay alrededor de veinte pescadores en cada una, en Santiago Atitlán hay cerca de mil pescadores, es decir, prácticamente cada familia cuenta con uno o más pescadores. En la bahía diferentes familias se han dividido el lago para la pesca con chinchorro, de manera que una familia tiene derecho a pescar en un solo lugar, siendo Iibre el derecho a pescar con anzuelo en cualquier sitio del lago. Esta actividad económica de primera importancia para los lugareños se encuentra en grave crisis ya que los programas de la Alianza para el Progreso de los años de mil novecientos sesenta alteraron el ecosistema lacustre al introducir especies ajenas al sistema biótico del lago. Un ejemplo es la lobina negra, introducida con el supuesto fin de incrementar la productividad, pero que se reveló como un feroz carnívoro. En la práctica el lago asiste a una situación de desastre ecológico: más, si añadimos el uso indiscriminado de los fosfatos provenientes de los detergentes y once años de ocupación que impidieron cualquier tipo de asistencia hacia la recuperación biótica de Atitlán. El lago no está afectado solamente en su fauna (el pato poc, especie única que no se encuentra en ninguna región fuera de Atitlán, es sólo un recuerdo junto con una serie de especies en igual peligro de exterminio), también hay una grave alteración de la flora nativa del lago. En consecuencia, un recurso vital para los pobladores de la región se encuentra en franco peligro de desaparición. A pesar de que los recursos existentes en el lago podrían tener un mejor aprovechamiento, esto no se lleva a cabo debido a la desorganización social provocada fundamentalmente por los once años de ocupación militar. Existe una total ausencia de programas tendientes a controlar las emisiones de materia fecal, detergentes, gasolina y aceites, y de otros contaminantes; sin embargo, la única fuente de obtención de agua potable es el mismo lago. 417 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS En esta completa ausencia de programas de regulación ecológica continúan creciendo proyectos turísticos, sobre todo en Panajachel que se encuentra al otro lado del lago, y esta tendencia, al parecer, se comienza a implementar de manera veloz en Santiago. En contrapartida, la vecina comunidad de San Pedro de la Laguna mantiene una conciencia social vigorosa al respecto, ya que hay un acuerdo comunal de no vender ni arrendar terrenos con fines turísticos a extranjeros. Esto sorprende, dado que Santiago Atitlán se destaca del resto de las comunidades lacustres por su elevada conciencia política, pero tiene serias dificultades para traducirse en un proyecto social y productivo. Una de las posibles causas de esta inviabilidad es quizá el profundo fraccionamiento religioso que caracteriza a Santiago: aparte de la Iglesia Católica, de las once cofradías indígenas y dos ladinas, existen en Santiago 28 iglesias protestantes de diversa denominación. Resulta difícil pensar una comunidad maya en México o Guatemala sin el ejercicio de una agricultura basada en la producción de maíz, frijol, calabaza y chile. Estos elementos forman parte de la identidad cultural e histórica y le dan un particular sabor a la región de Atitlán. No obstante lo idílico del paisaje, pletórico de tradiciones, hoy día se percibe una profunda miseria detrás del colorido cultural. Al igual que en la pesca se presentan fuertes dificultades para un aprovechamiento adecuado y efectivo de los recursos, y estos se encuentran tan sólo utilizados de manera parcial y marginal. De nuevo, fue a partir de la Alianza para el Progreso cuando se pretendió incrementar la productividad mediante la modernización de las prácticas agrícolas utilizando agroquímicos, productos de compañías trasnacionales, como el paraquat, que se continúa utilizando en Guatemala, siendo prohibido en Estados Unidos y aún en México. Con ello no solamente se ha propiciado un desgaste acelerado del suelo, sino -quizá lo más grave- la pérdida igualmente acelerada del conocimiento de las técnicas agrícolas tradicionales, que hoy se intentan rescatar en Santiago, principalmente por el alto costo de los agroquímicos. Como en otras áreas de influencia de los programas de ayuda (estadounidense), también aquí fueron ampliamente aceptados por los bajos costos de los insumos y por un efectivo incremento de la productividad. Con el agotamiento de los suelos se produjo también el LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 418 abandono de la asistencia técnica, y actualmente, aún bajo una concepción de costo-beneficio, la adquisición de los agro-químicos resulta incosteable para la producción agrícola, en tanto los insumos superan a los beneficios. A lo anterior se agrega que los suelos de la región no son del todo óptimos para la producción agrícola, pues se componen de suelos arenosos de origen volcánico, son tierras temporaleras, no existe en ningún lugar sistema de riego, a lo más que se llega es a cultivos de humedad localizados a la orilla del lago. Anteriormente estos suelos se destinaban para el cultivo del maíz, ahora son para la producción de hortalizas, principalmente col. Antes de la ocupación militar, la región se caracterizaba por exportar durazno, aguacate y café, productos que hoy tiene que importar. La razón de ello fue la coerción del ejército sobre los agricultores, ya que bajo el pretexto de que la zona era centro de operaciones de la guerrilla, se les prohibía llevar alimentos y agua a sus campos de cultivo, además de quedar sometidos a condiciones de toque de queda; es decir, aquellos a quienes se encontrara al amanecer o al anochecer en los campos eran aprehendidos sin mayor trámite y con un destino incierto, lo que provocó el abandono paulatino de los terrenos a más de dos leguas de camino (una legua es aproximadamente dos kilómetros). Esto acarreó la pérdida de los huertos y de los ingresos respectivos y provocó una caída en los precios de los productos: los intermediarios locales fueron los beneficiarios de la ocupación. Como tal, los terrenos pertenecientes a Santiago se fueron reduciendo. Con la ocupación y la falta de presencia de los atitecos, los finqueros han invadido tierras pertenecientes a Santiago Atitlán. Hoy existe una seria preocupación de las autoridades atitecas por actualizar los linderos del municipio. No deja de existir el temor en los agricultores, pese a que hoy Santiago es territorio liberado, de cultivar ciertos terrenos por la duda de que se encuentren minados por el ejército. A pesar de encontrarnos en vísperas del milenio, la tecnología empleada para la producción agrícola en Santiago no difiere de la utilizada en la época de la colonia: el arado egipcio es desconocido, no existe un sólo tractor en el área y la roturación de la tierra se realiza con azadón. La ganadería en Santiago se reduce a unas cuantas vaquillas de engorda, pero no es utilizada en la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 419 preparación de los terrenos. Llama la atención que en toda el área de Santiago no hay ganado caballar ni ovino. No son sólo las características ambientales e históricas las que propician rendimientos decrecientes en la producción agrícola. Es también la presencia de las iglesias evangélicas, ya que algunas de ellas -específicamente la iglesia Elim- han procurado un abandono de la actividad pues exigen a sus feligreses la venta de sus tierras. Como es la regla en la mayoría de las comunidades indígenas, la posesión de la tierra en Atitlán es comunal. El título de las tierras es único y fue expedido a nombre de la comunidad durante la colonia. La costumbre es la vía formal de acceso a la tierra y al derecho a cultivarla: es función tradicional del principal de principales administrar y regular el acceso a la tierra y su distribución. En Santiago la tradición es difícilmente adaptable, como en otras comunidades indígenas, y casi inevitablemente se producen conflictos con las nuevas condiciones de vida. En Santiago la ocupación militar ha hecho todavía más aguda la confrontación entre las autoridades tradicionales y los poderes políticos emergentes surgidos de los procesos de modernización, de los cuales algunos claramente son impuestos desde fuera: éstos se manifiestan y cristalizan con la presencia de las iglesias evangélicas. Dentro de las dificultades de reproducción del sistema tradicional de poder, en Santiago han coincidido varios factores que han producido un fraccionamiento en el poder tradicional. Por un lado, la ocupación del ejército, acompañada de la presencia de las iglesias evangélicas con apoyo foráneo y gran influencia política en el país; por otro, la emergencia de movimientos insurgentes organizados. Estos factores han producido la confrontación entre los poderes tradicionales y los mecanismos con los cuales se impulsa la modernidad. Tampoco se presenta una frontera antes nítida entre ambos proyectos sociales. Así, es posible sostener que los factores señalados han permeado las estructuras tradicionales de poder, y se nota un esfuerzo de las instituciones tradicionales por adaptarse a las condiciones dictadas desde la modernidad. Frente a !a adversidad que presenta el medio -la falta de asistencia técnica, el agotamiento de los recursos, la larga y penosa opresión LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 420 gubernamental expresada en once años de violencia sistemática- a los atitecos les han quedado muy pocas opciones como vías de estrategia de sobrevivencia; una de ellas, quizá la única, es la producción artesanal, pero como en la mayoría de las comunidades productoras de artesanías, el mercado es uno de los principales obstáculos a vencer. Se presentan otras opciones: el comercio a gran escala, los servicios turísticos: está en vías de inauguración un hotel de lujo de capital extranjero, y el transporte. Al igual que en el resto de los renglones productívos, en la artesanía se nota la inexistencia de apoyo técnico y financiero, y una preocupación por buscar canales apropiados para la comercialización. Es de preocupar que la producción artesanal se encuentre en un cierto estado de estancamiento, a pesar de la inmensa riqueza estética y las formas de expresión de la identidad étnica. No obstante, el destino de la producción es en su casi totalidad el turismo que visita Atitlán y que por lo general permanece unas cuantas horas. Además, los atitecos tienen que competir frente al monopolio establecido en Panajachel (conocido localmente como Gringotenango). Aquí la situación es francamente dramática, dado que el grueso de la producción está regulada por estadounidenses tanto en el establecimiento de los sistemas de producción como en su realización. El futuro de Santiago a corto plazo podría bien seguir el mismo derrotero que el de Panajachel; de hecho ya existen varias "galerías" controladas por estadounidenses, donde se han establecido sistemas taylorianos similares a los de Panajachel: los talleres controlados por extranjeros con atitecos a su servicio, pagan por una jornada cercana a las diez horas la cantidad de cuatro quetzales (en julio de 1991, cinco quetzales equivalían a un dólar). Identidad y fiesta A primera vista lo señalado se presenta como un absurdo, ya que lo pletórico del colorido nos diría lo contrario, como a los ojos del turista común podría parecer. Podemos pensar que al igual que en la explotación de los recursos, lo referente a la producción artesanal se encuentra en franco peligro de ser exterminado, tanto en el orden de la calidad estética como en la propia referencia comunitaria de la identidad. Desde luego no todo es pesimismo, hay LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 421 un vigoroso interés desde lo tradicional por revaluar el esplendor de las artes nativas; por ejemplo, nos topamos con un proyecto en marcha en torno a las viudas y huérfanos de la guerra; ahí se percibe una auténtica preocupación por el rescate, la revaloración de la artesanía, con base en una cosmovisión propia. Esto apunta a una dignificación de la actividad artesanal. El proyecto combina una solución socioeconómica constructiva -pagando a las productoras un sueldo digno- y un programa de educación popular que incluye alfabetización a las viudas y educación básica a los niños. Este proyecto representa una alternativa a los talleres de los gringos. Proyectos como el que mencionamos no sólo son capaces de generar una riqueza similar o aún mayor a la generada en los talleres dirigidos por extranjeros; tienen la ventaja adicional de que la ganancia permanece en la comunidad y además conlleva un proceso de concientización basada en la propia cultura tzutuhil. Llama la atención este proyecto que dentro de un profundo juego de fuerzas sostenido por los cultos, se aleja tendencialmente de cualquier signo religioso de corte occidental. Es a partir de la producción artesanal como la gente se identifica comunitariamente y se distingue del resto de las otras identidades (esto al menos es uno de los mecanismos). Es fácil distinguir a un miembro de Santiago, frente a otro proveniente de San Pedro de la Laguna o de San Lucas Tolimán. El vestido de los atitecos es sumamente hermoso, los hombres llevan calzón de manta a rayas verticales oscuras, muchos de estos calzones se encuentran decorados con bellos bordados de las aves de la zona. La camisa es también de algodón grueso de color púrpura (color que identifica a los atitecos). Las mujeres visten faldas hasta los tobillos –rollo- y lindos huipiles jaspeados de tonalidad azul. Tanto el rollo como el huipil se sostienen por una ancha faja igualmente bordada; las mujeres casadas llevan un tocado consistente en una cinta roja bordada de aproximadamente quince metros, que aparenta un halo. Es probable que esta prenda sea un elemento superstite de la época prehispánica; se supone que es un elemento de la vestimenta establecida como culto al Sol. No por aventurado dejamos de anotar que es sólo en las sociedades estatales donde se rendía culto al astro solar, lo que nos recuerda la grandeza de la sociedad maya en la edad clásica, de la cual los tzutuhiles son legítimos herederos. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 422 Es fundamental señalar que la producción artesanal, tanto en el diseño como en la confección, recae sobre las mujeres. En consecuencia gran parte de la reproducción del acervo cultural la llevan ellas, son las mujeres las encargadas de la educación de los niños en la primera infancia, son ellas las que mayor resistencia cultural presentan hacia la sociedad mayor. Las mujeres se ocupan de las tareas domésticas, mientras que los hombres desempeñan las tareas que se relacionan con el mundo externo, como los viajes de comercio, el trato político con las autoridades de la nación, etcétera. Como consecuencia, los hombres, en su mayor parte, son bilingües, mientras que las mujeres son grosso modo monolingües. Esta tendencia se va modificando a partir de que las niñas han ingresado al sistema escolar nacional. Sin embargo encontramos mujeres universitarias que orgullosamente portan su vestido tradicional y se presentan como dignas defensoras de su cultura. Es significativo que dentro de la fiesta se presenta el momento de coronar a la Reina del Lago, la cual es siempre ladina -la india bonita-: en tal evento participan las autoridades municipales y lo más granado de la sociedad atiteca. Al final del acto, se anuncia el baile, amenizado por una marimba traída desde Quetzaltenango, y como un hechizo, el salón de actos de la municipalidad queda vacío, ya que todas las lindas muchachas indígenas abandonan el lugar, dejando el espacio sólo a unas cuantas parejas de ladinos y de turistas despistados. Santiago es esencialmente una población india, las familias ladinas no sobrepasan las cincuenta, la mayor parte huyó durante las últimas etapas de la ocupación militar. Como nos decía un joven tzutuhil, "a mi me gusta el baile, pero las mujeres indígenas se van del salón y a las ladinas no les gusta bailar con un indio". Al mismo tiempo son las propias mujeres las que con mayor sentimiento, tristeza y rabia reportan los dolorosos acontecimientos de la ocupación militar. Sin duda alguna son, además, las que más han padecido la violencia. El censo que aparece en la alcaldía arroja durante los once años de ocupación a 1 750 muertos y desaparecidos de una población no mayor de 30 mil habitantes. En su mayoría estas víctimas han sido hombres. A esto debemos agregar la emigración forzosa de los varones a la capital o a centros urbanos de similares dimensiones o bien al exterior del país, principalmente México y Estados LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 423 Unidos. Visto así no es exagerado plantear el fundamental peso que la mujer tiene como organizadora del proyecto social. Cofradías, iglesias Las tradiciones se notan en las cofradías dedicadas a los santos más importantes de la comunidad. En estas cofradías se deposita una buena parte de la energía de los atitecos y los gastos en ellas son más que considerables. La población indígena tiene once cofradías, y los ladinos tienen dos. Sin embargo, es inseguro el destino de las dos cofradías de los ladinos. De las cofradías, la de Santiago es la más fuerte e importante, ya que Santiago Apóstol es el jefe del santoral atiteco, y a su mando mantiene a una serie de santos menores: San Jacobo, Sacrament, El niño Jesús, San Felipe. Todos estos santos están presentes una parte del año en la cofradía y otra en la iglesia católica, expresión de la tregua entre el catolicismo popular y el oficial. Más que ninguna otra cofradía, la de Santiago es resguardo de la tradición y la sabiduría del pueblo, sabiduría manifiesta en el conocimiento de una serie de ritos y rezos que aseguran la convivencia con las deidades y propician las condiciones necesarias para cosechar y vivir en paz. Pero la cofradía no es solamente un lugar donde se reza y se llevan a cabo rituales, tiene también su lado práctico y económico: durante el año de servicio el alcalde -jefe y principal responsable de las siete personas que integran la cofradía- gasta un mínimo de 18 mil quetzales en trago, incienso, velas, fuegos artificiales y comida para las ocasiones rituales, suma considerable en un país donde el sueldo mínimo es de alrededor de 250 quetzales al mes y en un pueblo donde la gran mayoría sólo sueña con un sueldo mínimo. Tal vez la cofradía más llamativa sea la de la Santa Cruz, que tiene a su cargo a Maximón, defensor de la cultura indígena y símbolo de la resistencia cultural. Maximón es una figura de un poco más de metro y medio, lleva unos enormes zapatos, está adornado con una multitud de pañuelos multicolores y viste también un sombrero de palma. Maximón es conocido por su gran consumo de kusha –trago hecho de caña de azúcar- y cigarros, que en las ceremonias se le ofrendan. Se rumora en el pueblo que Maximón tiene una esposa que se llama María Castellanos, que es firmemente contraria al alcohol y al cigarro, así como a todos los vicios. Alrededor de LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 424 Maximón se han reunido los atitecos para defender sus derechos como indígenas. Y como símbolo de la resistencia contra la cultura ladina, Maximón se convirtió en el blanco del cura Serrano en los años antes de 1950, intentando completar la extirpación de idolatrías iniciada en el siglo XVI por los frailes y curas. La lucha ha sido dura, los ataques contra Maximón han sido sin cuartel, pero en 1952 el Padre Serrano tuvo que rendirse; Maximón había ganado. Cuenta la tradición oral que el padre Serrano, al salir definitivamente del pueblo, logró robar la máscara de Maximón, queriendo de esta manera acabar con él. Pero una nueva máscara fue hecha -según la misma tradición oral- por el pintor Juan Sisay, devolviendo así a Maximón su poder. Hay algo de misterio alrededor de las cofradías. Allí se guardan los ritos bajo todo un ambiente de penumbra. Sin embargo, en las ocasiones de las grandes fiestas del pueblo salen las cofradías con sus santos en grandiosos desfiles por las calles de Santiago Atitlán. Los habitantes muestran una gran reverencia a los santos que encabezan el desfile. En estas ocasiones los atitecos reiteran promesas hacia sus santos protectores de mantener su lealtad a las tradiciones y conservar la identidad étnica del pueblo, resistiendo así a la invasión de una cultura ajena y “agringarla” a través de las iglesias evangélicas y por la presión modernizadora que proviene del exterior. Este catolicismo popular convive con la iglesia católica oficial. Los dos se complementan y a veces se confrontan sobre asuntos específicos. Depende mucho del sacerdote parroquial la manera en la cual coexisten los dos catolicismos. El anterior sacerdote, el Padre Rothers, era un defensor de los derechos de los indígenas. Fue una tragedia cuando tres hombres enmascarados y nunca identificados lo sacaron de su hogar una noche en 1981 y lo mataron. El actual sacerdote, el Padre Thomas, es más cauteloso y lleva a cabo un trabajo de labor social donde se da una muy alta prioridad a la educación que proporciona la Iglesia católica, así como a uno de los dos proyectos artesanales de viudas que existen en la comunidad. La posición de la Iglesia católica es un tanto particular, ya que Santiago Atitlán es una parroquia en la cual no hay presencia de ninguna de las órdenes monásticas, ni de los jesuitas que frecuentemente tienen una importante presencia en las comunidades indígenas. La parroquia mantiene vínculos muy estrechos con la LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 425 diócesis de Minnesota en Estados Unidos. Hasta 1922, el poder espiritual estaba dividido entre la Iglesia católica, con su centro visible y palpable en la iglesia parroquial, y el catolicismo popular con sus bases en las numerosas cofradías del pueblo. Pero aquel año llegó un señor de Chicacao con el firme propósito de fundar una iglesia evangélica. Así se fundó la Iglesia Centroamericana, que hoy ocupa un enorme edificio en el centro de Santiago y reúne a un millar de fieles. Pueblo de pintores Un rasgo muy especial que le da a Santiago Atitlán no solamente su identidad étnica, sino también una muy particular identidad estética y cultural es una tradición plástica viva. Hay por lo menos unos diez pintores de un nivel notable que se dedican a pintar la vida tradicional en Santiago en un estilo sui generis. Miguel Chávez, probablemente el más conocido de los pintores, vende en su tienda-estudio en el centro de Santiago sus cuadros a los turistas. Hace pocos meses Miguel Chávez regresó de San Diego, California, donde dio a conocer la mayor parte de su producción del último año. Su pintura cubre prácticamente todos los rincones de la vida tradicional: retrata a los curanderos, las cofradías y la danza, pero también el trabajo cotidiano como la pizca de café y la pesquería. No obstante que Miguel vende sus cuadros en Estados Unidos, mantiene una firme relación con la tradición del pueblo. Una de sus ambiciones es ser alcalde de la cofradía de la Santa Cruz en este año y asumir las responsabilidades de cuidar a Maximón. El fundador de la tradición plástica en Santiago fue Juan Sisay, uno de los pilares de la tradición en Santiago Atitlán, y también uno de los firmes eslabones entre la vida moderna y la tradición. Existe el rumor de que él elaboró la figura de Maximón que ahora se encuentra en la cofradía de la Santa Cruz. Nunca se podrá confirmar ya que Juan Sisay fue asesinado por el ejército en 1989. El poder es sumamente disperso, pero una parte importante del poder político se localiza en las cofradías. Las cofradías tienen un papel fundamental: definir lo normal y legítimo, se cristaliza en la tradición. Este aspecto del poder se ve con claridad en el desfIle de los santos: hasta los miembros de las iglesias evangélicas -que en sus declaraciones desprecian a este catolicismo LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 426 tradicional- muestran su respeto por los santos y por las cofradías. Muchos jóvenes de familias evangélicas nos dijeron: "en Maximón no creo, pero sí le tengo miedo". A este tremendo poder político -el poder de definir y sancionar lo que es "normal"- se agrega el papel que juega el principal de principales en la comunidad; guardar la escritura de las tierras comunales y regular el acceso a la tierra. Opresión y protesta No todo el poder reside en las cofradías. Dentro de la estructura política de la Guatemala moderna, Santiago Atitlán es un municipio del Departamento de Sololá, y como tal tiene su lugar en la estructura nacional. Lo que ha venido caracterizando a la política guatemalteca desde 1954 es el alto nivel de violencia, nivel que en pocos lugares del mundo ha sido tan alto y sostenido durante tantos años. Después de diez años de gobierno democrático –de 1944 a 1954, bajo las presidencias de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz- se instaló mediante golpe de Estado un régimen militar. De 1954 a 1988 solamente un presidente guatemalteco ha sido civil, Julio César Méndez Montenegro, el cual garantizó a la casta militar que sus privilegios no serían amenazados. Su periodo presidencial tiene récord nacional tanto en violencia como en corrupción. De los demás presidentes, dice el chiste cruel que todos eran generales, con una sola excepción: aquel presidente de estos años que fue coronel. La violencia, nunca ausente en Santiago Atitlán, entró de lIeno con la primera masacre en 1979, cuando 17 atitecos fueron asesinados. Desde entonces la violencia lIegó a formar parte de la vida cotidiana. Una exposición permanente en las oficinas de la alcaldía muestra las fotografías de los asesinados y secuestrados durante los años de 1979 a 1990, en total 1745 personas. Nos narra uno de los habitantes acerca de los años de violencia en Santiago Atitlán: "Es de pensar que los mismos gringos metieron el ejército aquí. Desde que vendieron los indios las tierras, comenzaron a bombardear. El gobierno sigue gobernando como gente española, siempre presionando y discriminando. Exterminar a la gente indígena, para que gobierne la gente LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 427 ladina. El ejército toma a la gente indígena, la instruye, le pone un arma en la mano y no actúa en su pueblo; los de aquí los mandan para allá y a los de allá los mandan para acá. Y luego dicen que los indios no se quieren y se matan entre ellos. Mataron a un hermano mío que estaba en un velorio; él no se cuidaba, igual que yo, y no se portaba mal, igual que yo”. Uno de los habitantes nos relata acerca de los acontecimientos violentos del 2 de diciembre de 1990: "El ejército quería secuestrar a Andrés Acuxá, vecino del destacamento militar. Otros vecinos se dirigieron a la iglesia a tocar las campanas para reunir a la población; se lograron reunir cerca de ocho mil atitecos rodeando al destacamento militar. Al llegar oyeron un disparo desde dentro del destacamento, entonces toda la gente del destacamento militar sacó ametralladoras y mataron a trece atitecos. Ahí el pueblo se levantó, se reunió y fue entonces que se decidió sacarlos de allí. Desde entonces ni un muerto ni un disparo en el pueblo. Se lIamó a personalidades de Guatemala, así como a la prensa nacional e internacional. Nadie quería recoger a los muertos hasta que llegara el procurador de los derechos humanos. Se formó un comité para hablar con el presidente Vinicio Cerezo para que quitaran el destacamento; como el 19 de diciembre recogieron todas las cosas del destacamento. Así fue como Atitlán quedó tranquilo". Desde entonces, en varias ocasiones, el ejército ha hecho intentos de volver a ingresar a Santiago Atitlán. El 24 de mayo de 1991 lIegó una patrulla con 42 kaibiles bajo el mando de un teniente a las orillas del pueblo. Cuando se dio la alarma en Santiago se dirigieron siete mil atitecos al lugar, la mayoría mujeres, para frenar a los militares y pedirles una explicación, después de lo cual se retiraron los soldados. Se dio parte del incidente al gobierno en la ciudad de Guatemala, pero no se emitió ningún comentario al respecto. El ambiente sigue siendo tenso y la confianza en el gobierno es limitada. Este incidente es solamente uno de cuatro durante los meses después de la masacre. La presencia de los soldados en Santiago durante once largos años ha tenido sus efectos sobre el comercio, casi en todos los casos en beneficio de los acaparadores. Es interesante comparar los precios de café en el año de 1990 cuando estaban todavía los soldados en el pueblo y este año cuando ya LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 428 no hay soldados. Uno de los cafeticultores nos contó que la cosecha fue pagada este año a un precio de 65 quetzales el quintal (56 kilos), mientras que el año pasado se pagaba solamente entre 30 y 35 quetzales. Algunos acaparadores son de la comunidad, mientras que otros son de la capital, de San Lucas o de San Pedro. Lo que vemos es la diferencia en la ley de la oferta y la demanda cuando los campesinos pueden viajar a otras comunidades para vender su café a un precio diferente. La situación actual de Santiago Atitlán es similar a la de una pequeña república independiente. Como nos dijo el alcalde: "el gobierno ni siquiera ha gastado un timbre de 40 centavos de quetzal en contestar a nuestro mensaje al presidente de Guatemala; no recibimos ninguna ayuda económica en absoluto y desde hace algunos años no hay ningún juez de paz aquí en la comunidad. Realmente no tenemos ninguna comunicación con el gobierno de la república y a ustedes les agradecemos mucho si nos pueden ayudar a entregar el mensaje al gobierno..." Esta pequeña "república" cuenta con su propio aparato de justicia. La ronda sale en cada uno de los cinco cantones y en las des aldeas del pueblo cada día y cada noche: en el día se turnan dos hombres por cantón y en la noche patrullan trece hombres por cantón. Las autoridades de Santiago Atitlán son cuidadosas de no cometer tropiezos y dar pretextos para el regreso de los soldados. La mañana del 25 de julio fueron aprehendidos dos maleantes en el cantón de Tzanjuyú, perpetrando un asalto a mano armada contra una de las camionetas que había llegado a la feria con sus mercancías; las armas que tenían los dos maleantes eran del ejército y se sospecha que se puede tratar de una provocación. Cuando preguntamos a Manuel Sisay, presidente del comité de seguridad, acerca de los nombres de los dos maleantes nos contestó que el no tenía sus nombres, ya que habían sido entregados a la policía en cuyo poder obraban. Otra persona nos contó que él temía que el ejército estaba fabricando el rumor de que los dos maleantes pertenecían a la guerrilla; así tendrían argumentos para el regreso del ejército. El 2 de agosto fue el último día de la fiesta; en realidad, la fiesta ya se había acabado, pero todo el mundo percibe el 2 como el fin de la celebración LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 429 del pueblo y sus santos en el marco de la nueva libertad. Temprano en la mañana se celebró una misa de acción de gracias en la iglesia del pueblo, con la presencia de prácticamente toda la población de Santiago Atitlán. En la misa se dio gracias por la liberación del pueblo del ejército y se rezó por las almas de los mártires del 2 de diciembre de 1990. Se rezó también por las almas de los más de 1700 atitecos que perdieron la vida durante los once años de ocupación militar. Pero en particular se rezó por el alma del anterior párroco, el padre Rothers, que perdió la vida en el primer año de la ocupación militar. La misa es un impresionante testimonio de la unidad del pueblo y de su gratitud. La iglesia es enorme, pero apenas caben los atitecos en ella; los últimos se tienen que contentar con quedarse parados en la entrada. La misa expresa la conciliación, por lo menos pasajera y temporal, entre el catolicismo popular y el catolicismo de Estado. Claramente el padre representa a la Iglesia organizada y moderna, pero el recinto está repleto de santos de todo tipo. Cuando los españoles llegaron los pueblos mayas tenían sus dioses: su panteón contenía más de setenta. Una de las principales actividades de los frailes dominicos y los padres que vinieron fue la extirpación de la "idolatría" y la introducción del dios cristiano. En respuesta y para quedarse con su politeísmo, los mayas interpretaron a los santos de la Iglesia católica como sus antiguos dioses. Y como una concesión a la identidad maya de los atitecos, el púlpito de la iglesia viste una representación de Itzam Na, el principal dios de los mayas de antes de la conquista española y católica. Al mediodía, después de terminada la misa, se reunieron otra vez los atitecos frente a la iglesia, esta vez para escuchar a las autoridades civiles, encabezadas por el alcalde. A esta hora se inició "el cabildo abierto", una tradición sumamente democrática que se celebra el dos de cada mes, en conmemoración de los mártires del 2 de diciembre y durante los once años transcurridos. En el cabildo abierto las autoridades constitucionales del pueblo rinden informe. Más democráticamente no se puede llevar a cabo el gobierno local. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 430 Tanto el alcalde como Manuel Sisay, el presidente del Comité de Seguridad y Vigilancia, informaron acerca de sus actividades durante el mes pasado. El alcalde informó que fue invitado, junto con otros cuatro alcaldes de Guatemala, a visitar a sus homólogos en México, donde se dieron garantías de apoyo a la lucha por los derechos humanos en Santiago Atitlán. Informó además que de parte del gobierno de Guatemala ni una tarjeta postal había recibido: Santiago Atitlán es como una pequeña república independiente sin relaciones diplomáticas con la República de Guatemala. Y se puede decir que la República de Santiago Atitlán está en bastante mejores condiciones que la República de Guatemala, en lo que se refiere a derechos humanos. Manuel Sisay informó acerca de los dos maleantes que habían intentado asaltar a uno de los comerciantes de la feria. La ronda los había aprehendido, pero cuando las gentes se dieron cuenta de que llevaban ropa del ejército, los integrantes de la ronda tuvieron que proteger a los maleantes para que los atitecos no los lincharan. El cabildo abierto se lleva a cabo en la mera entrada a la iglesia y es una expresión simbólica de la unidad de las autoridades constitucionales y la Iglesia católica, el catolicismo popular y las iglesias protestantes, centros del poder político que no siempre han estado de acuerdo, pero que en la situación actual se han portado con una admirable solidaridad mutua. El cabildo se inicia con un desfile de los alumnos del colegio de Elim, y luego el coro de la misma iglesia protestante canta el himno nacional para terminar con un sermón por parte del pastor de la iglesia protestante a la que pertenece el alcalde. Es un evento único, una celebración democrática en uno de los países más violentos. El acto se lleva a cabo en la puerta a la iglesia católica y con un sermón protestante como parte integral de la ceremonia. Momentos después se escucha la música de la gran procesión de la cofradía de Santiago Apóstol. El mismo día se lleva a cabo el cambio de cofradía, desde la casa donde el santo ha pasado el año transcurrido hacia la casa donde va a residir durante el año siguiente. La procesión se inicia temprano, cuando los miembros de la cofradía sacan a los santos para que desfiIen frente a la casa. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 431 En el mismo momento, sacan también la marimba de la cofradía, comienza la tocada. Toda la mañana los miembros de la cofradía de Santiago realizan rituales frente a la casa sin dejar de bailar con Santiago. El santo pesa fácilmente setenta kilos, y el baile sigue y sigue, por momentos se vuelve casi orgiástico. Después de bailar horas enteras se forman los santos de la cofradía y se inicia la gran procesión. Ésta pasa por las calles y para en cuatro lugares que parecen ser las estaciones del víacrucis: en cada uno de los cuatro puntos entra en función el sacristán de la cofradía y empieza una letanía en tzutuhil. Alrededor truenan los cohetes y nos acompaña la música en toda la caminata. Se visita la casa de Manuel, el padre de la escuela de pintores de Santiago, héroe cultural de la liberación y mártir de la ocupación. También se visita la alcaldía con sus autoridades constitucionales. La procesión no termina hasta bien entrada la noche, cuando los santos llegan a su nueva casa. Aquí los está esperando una banda y empieza de nuevo el baile. En la entrada están bailando los jóvenes, pero ya a la moderna: los muchachos con las muchachas. Cerca de la casa, bailan los ancianos, como es la costumbre: "los nenes con los nenes, las nenas con las nenas". Y dentro de la casa nos esperan las nuevas autoridades de la cofradía de Santiago Atitlán. Se dice siempre que las tradiciones pertenecen a los ancianos y que precariamente se mantienen vivas. Pero los nuevos miembros de la cofradía no son ancianos, son gente joven. Las tradiciones en Santiago Atitlán están muy vivas, y tanto los jóvenes como los ancianos participan en ellas. La música de fondo es Sopa de caracol. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 432 "LAS VICISITUDES DE LA COMUNIDAD CERRADA CORPORATIVA DE CAMPESINOS"568. ERIC R. WOLF – Herbert Lehman College, SUNY A una disciplina le incumbe periódicamente revisar los conceptos que le han sido útiles en el pasado, para decidir si le servirán también en el futuro. Es en este espíritu que deseo reseñar algunos de los esfuerzos de generalización que hicieron los antropólogos hace ya más de un cuarto de siglo ahora. Me refiero a dos artículos míos (Wolf, 1955, 1957), uno acerca de tipos de campesinados en América Latina, escrito para un número especial de American Anthropologist dedicado a América Latina, el otro acerca de comunidades cerradas corporativas de campesinos en Mesoamérica y Java. Quiero colocar estos textos contra un trasfondo de investigación actual y en el pasado, una actividad que me permite al mismo tiempo rectificar algunos malentendidos que han causado estos textos e indicar, hasta donde le sea posible a un autor hacer eso con su propio trabajo, algunos de sus defectos más manifiestos. Estos textos fueron escritos en respuesta a tres preocupaciones: 1) para entender le estructura organizacional de las comunidades como el producto y determinantes de procesos históricos; 2) para visualizar estos procesos como íntimamente relacionados con cambios en el campo económico y político más amplio; y 3) para entender las estructuras culturales como surgiendo de estos involucramientos a través del tiempo más que en términos de contenido cultural. En el momento que fueron escritos estos textos los principales objetivos de la antropología aldeana y mesoamericana eran todavía el deseo de entender la vida “indígena” en términos de su herencia cultural, y el cambio en términos de aceptación o rechazo diferencial de formas culturales en el proceso de aculturación. La formulación de comunidades cerradas Traducción de Leif Korsbaek de "The Vicissitudes of the Closed Corporate Peasant Community", American Ethnologist, Vol.13, 1986: 325-329 de Eric R. Wolf. Se le agradece a la Maestra Marcela Barrios Luna la revision de la traducción. 568 433 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS corporativas de campesinos, al contrario, respondió en parte a la formulación de Meyer Fortes de la estructura de grupos de descendencia unilineal (1953) y en parte al intento de Julian Steward por establecer lo que el llamaba “tipos” (1949). Me parecía aplicable el uso de Fortes del concepto de corporación, ya que la conquista española les impuso instituciones legales y políticas a la población amerindia conquistada, que insistía en la incorporación administrativa, social y litúrgica. James Dow ha escrito que Fortes y yo confundimos los significados legal y sociocultural de la corporatividad, pero me parece que eso era exactamente lo que los españoles intentaron hacer. En lo referente al enfoque tipológico de Steward, el tipo no era para él una herramienta clasificatoria –como lo podría haber sido para los estudios arqueológicos y etnológicos de rasgos y distribución de rasgos– sino un medio para conceptuar lo que él llamaba “núcleos” culturales, elementos causalmente hilados en su interacción. El dijo “tipo” pero pensaba en un modelo conceptual que podría utilizar con el fin de descubrir procedimientos. El texto de 1955 presentó siete tipos o constructor relacionales del campesinado latinoamericano, cada tipo de campesinado definido principalmente en su relación con el mercado y el Estado. Yo dije que “se tendría que establecer una tipología de campesinados sobre las bases de regularidades en la presencia de relaciones estructurales más que sobre la base de regularidades en la presencia de elementos culturales similares” (1955: 454). Así que el conjunto relacional designado como comunidades cerradas corporativas de campesinos no es postulado como un tipo universal de campesinado, como ha sido interpretado por el politólogo Samuel Popkin (1979: 88), ni como uno de solamente dos tipos existentes de comunidades campesinas, una posición que William Skinner (1971: 270-271) me ha imputado. Un aspecto importante de este esfuerzo fue, además, comprender el conjunto relacional de la comunidad cerrada corporativa de campesinos históricamente. Eso fue importante porque los antropólogos de aquellos años tendían a comprimir cuatro siglos de historia, trazando una línea recta desde el pasado precolombino al presente indígena. En el mejor de los casos, aceptaban la existencia de modificaciones sucesivas de la cultura indígena LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 434 como el resultado de etapas sucesivas de aculturación, sin articular estas a una comprensión procesual de la historia económica y política. Al mismo tiempo, si queremos tener una historia antropológica o una antropología histórica, no deseamos solamente una mera historia de eventos, de “una maldita cosa tras otra”, sino una historia de las manifestaciones en el tiempo de las fuerzas económicas y políticas que forman la acción humana. Así que los dos textos se pueden leer como textos de trabajo rumbo a una historia procesual de este tipo: en aquel entonces escribí que las fuerza económicas y políticas deberían “recibir el peso principal en la construcción de la tipología” (1955: 469). Al mismo tiempo hay que reconocer que, con una visión retroactiva más aguda de los últimos 25 años, la perspectiva histórica encarnada en estos textos ahora nos parece exageradamente esquemática y más que un poco cándida. Tal vez hay necesidad de señalar que en aquel entonces no trabajábamos con la abundancia de datos de la historia social y económica que hoy tenemos a nuestra disposición. Faltaban todavía nueve años para la publicación de la obra estratégica de Gibson, Los aztecas bajo la dominación de los españoles (1964). A mediados de los años 1950 el único estudio del Yucatán colonial era la obra de Ralph Roys, y la obra incipiente de Sherburne F. Cook y Lesley Byrd Simpson acerca de la población de Mesoamérica (1948), y en lo referente a la región andina, la obra pionera de George Kuble (1946). Ahora tenemos a nuestra disposición una rica cosecha de datos e interpretaciones que desde entonces ha sido puesta a nuestra disposición por investigadores como William Taylor (1972), Murdo McLeod (1973), Ronald Spores (1984), Nancy Farris (1984), Robert Carmack (1981), Robert Wasserstrom (1983) y otros, hablando de Mesoamérica, y acerca del Perú, por John Murra (1975), Karen Spalding (1984), Steve Stern (1982), Florence Mallon (1983) y James Lockhart (1968). Estas obras muestran que hay que modificar las interpretaciones exageradamente generales de los años medios de 1950, de acuerdo con la variación tanto en lo que se refiere al espacio geográfico como en tiempo histórico. En términos de lo que hemos aprendido en los años transcurridos, podemos señalar tres defectos interrelacionados en los textos de 1955 y 1957. 435 LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS La historia de los años 1950 giraba todavía en gran medida alrededor de los aztecas y los incas, y se interesaba demasiado poco por los demás ethnikons de los Andes y de Mesoamérica. Era todavía una historia que dependía de fuentes españolas –escritas desde arriba hacia abajo, para así decirl – y no lo suficiente de relaciones que reflejaban el punto de vista de los conquistados o escritas en lenguas nativas. Eso llevó a una negligencia de las entidades territoriales y estructuras de parentesco intermedias entre la unidad doméstica y la comunidad, así como una falta de atención a las redes que conectaban a los habitantes en las comunidades, redes diferentes del mercado –una deficiencia que es particularmente visible en la comprensión de los materiales de los Andes (Bolton & Mayer, 1977; Nutini, Carrasco & Taggart, 1976). Detrás de estos defectos, sin embargo, se encuentra un problema más serio, el hecho y la naturaleza de los conflictos internos en las comunidades corporativas. En las páginas de los textos de 1955 y 1957 se notaba la existencia de divisiones y conflictos de clase dentro de las comunidades y se hablaba mucho de las luchas internas entre indígenas nobles y comunes, pero se confundió –lo que causó mucho daño a las condiciones de posteriores investigaciones– la distinción crucial entre nivelación y redistribución. En su estudio de Zinacantán, Frank Cancian (1965) mostró cómo el sistema de cargos realmente redistribuyó los excedentes, pero no logró nivelar las diferencias de clase. La redistribución puede encargarse de entre el 10% y el 30% del presupuesto alimenticio anual (Dow, 1977: 219; Greenberg, 1981: 148153), pero puede reforzar la desigualdad, exactamente de la misma manera que la reciprocidad puede llevar a ganancia de una parte a expensas de la otra, en casos donde el intercambio se lleva a cabo entre personas con diferentes necesidades y desiguales evaluaciones de los bienes y servicios intercambiados (Orlove, 1976). En su momento Cancian subrayó las consecuencias de la redistribución en su reforzamiento de la solidaridad social entre los miembros de la comunidad, pero desde entonces se ha hecho evidente, como lo expresa James Dow (1977: 222-225), no solamente que la redistribución convierte la riqueza en prestigio, sino también que el prestigio se puede convertir en autoridad, y que esta autoridad se puede ejercer por una élite con el fin de comprometer la gente y los recursos que se encuentran bajo LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 436 su influencia en sus relaciones con el mundo más amplio. Eso significa que los textos discutidos todavía no plantearon el punto crucial, que ha sido expresado recientemente por Stern, que “los orígenes históricos, las funciones y la flexibilidad de las comunidades cerradas corporativas debe tanto a las luchas internas entre los nativos (“luchas entre nativos relacionadas con nuevas fuerzas de clase que han sido puestas en movimiento por la dominación colonial”) como a la supervivencia de la tradición, los deseos de los explotadores, o las defensas de indígenas empobrecidos contra gente no indígena de fuera” (1983: 24). Finalmente, se ha venido acumulando una gran cantidad de material nuevo acerca de sistemas de acción simbólica en este tipo de comunidades. La frontera entre los “indígenas” y los no indígenas nunca ha sido estática, más bien ha sido una arena contestada por gente a ambos lados de la reserva laboral y la colonia interna. Encontramos una verdad concreta en la formulación de Marvin Harris del sistema de cargos como un mecanismo de dominación y explotación, como una especie de bomba que extrae el excedente para colocarlo en las manos de usureros y comerciantes del mundo externo (1964: 27-35). Hay también una verdad concreta en la idea ofrecida por otros investigadores, que las creencias y prácticas religiosas pueden ser modos de resistencia contra conquistadores y explotadores. Lo que todavía no hemos hecho sistemáticamente es ver la multipilicidad de acciones simbólicas como ideología, como expresiones de intereses y aspiraciones diferentes encarnadas en formas culturales. Me parece que el estudio de Pedro Carrasco de la dialéctica ideológica entre agraristas conservadores en su Tarascan Folk Religión (1952) es un esfuerzo pionero que nos abre este campo de investigación, y pienso que existe un eslabón estratégico entre interés y moral, que tenemos que entender mucho mejor de lo que hacemos ahora. Recientemente, los antropólogos se han sentido tentados, cada vez más, a divorciar la conducta social de las formas simbólicas culturalmente codificadas, más que investigar la continua interpenetración dialéctica entre estos dos dominios. Se presta atención o a la toma de decisiones individual o a una estructura aparentemente eterna de la mente, pero en ninguno de los dos casos se ha puesto mucho énfasis en la comprensión de los determinantes LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 437 estructurales de la economía y la política dentro del cual tanto la conducta como la conceptualización mental deben proceder. Samuel Popkin (1979) ha contrapuesto la búsqueda de intereses racionales individuales y egoístas –que el llama “economía política”– a un enfoque de “economía moral” orientada hacia el bienestar que supuestamente identifica la cultura con valores, y valores con moral, y luego supuestamente explica la acción social como el efecto de valores. Popkin (1979: 6-15) me ha hecho el honor de llamarme un “economista moral”, pero es un honor que declino. No pienso que el mundo esté dirigido por una racionalidad libre de cultura, y tampoco creo que los valores sean entidades no contestadas insertadas de manera permanente como formas culturales en el subconsciente de los “usuarios” de una cultura. Como Robert Netting lo ha formulado, hay necesidad de “modelos más incluyentes de cambio social” (1982: 291). En este sentido, el enfoque formulado en los años 1950 sigue siendo relevante en la situación de los años 1980. Los dos textos aquí discutidos representan una lucha por comprender las relaciones locales y parroquiales en términos de procesos económicos y políticos que se desarrollan en un mundo más amplio, mientras que intentan de manera simultánea captar de qué manera los seres humanos en el marco de las comunidades cerradas y corporativas respondieron a estos procesos por medio de una acción culturalmente informada y formas culturales involucradas en acción. Nota: Este texto fue leído en una sesión a la cual había sido invitado en la Sociedad de Antropología Latinoamericana en la 82ª. Reunión Anual de la Asociación Antropológica Norteamericana en Chicago, el 19 de noviembre de 1983. La sesión intitulada “Direcciones en el estudio antropológico de América Latina: una reevaluación” fue organizada por Jack R. Rollwagen (SUNY – Brockport). Le agradezco al Dr. Rollwagen la invitación. LEIF KORSBAEK, EDITOR: INTRODUCCIÓN CRÍTICA AL SISTEMA DE CARGOS 438 Referencias citadas: Bolton, Ralph & Enrique Mayer, eds. (1977). “Andean Kinship and Marriage”, Washington D. C., American Anthropological Association, Special Publication No. 17. Cancian, Frank (1965). “Economics and Prestige in a Mayan Community”, Stanford, Stanford University Press. Carmack, Robert M. (1981). “The Quiché Maya of Utatlán”, Norman, University of Oklahoma Press. Carrasco, Pedro (1952). “Tarascan Folk Religion”, New Orleáns, Tulane University, Middle American Research Institute, Publication No. 17. Cook, Sherburne F. & Lesley Byrd Simpson (1948). “The Population of Central America in the Sixteenth Century”, Ibero-Americana No. 31, Berkeley & Los Angeles, University of California Press. Dow, James (1973). “On the Muddled Concept of Corporation in Anthropology”, American Anthropologist, Vol. 75, 1973: 904-908. 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