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Nº 814
Buenos Aires, 23 de Marzo de 2011
Uno de cada cinco Dólares para importación requiere autorización
El Gobierno busca garantizar la oferta de Dólares
 En 2010 el volumen de importaciones alcanzó su máximo registro histórico en
términos del PBI. La sostenida demanda interna por sobre la capacidad de la
oferta nacional impulsó fuertemente las compras argentinas en el exterior.
 También contribuyó la relajación de los controles aduaneros, gracias al abultado
ingreso de divisas por la cosecha de soja y a una menor fuga de capitales que
permitieron aliviar las presiones en el balance cambiario.
 Pero con importaciones duplicando el ritmo de crecimiento de las exportaciones
comenzó a preocupar el continuo debilitamiento del superávit comercial.
 Se implementó entonces otra medida aduanera para desincentivar el ingreso de
productos extranjeros. Por la extensión de las Licencias No Automáticas Previas
de Importación quedó sujeto a autorización oficial uno de cada cinco Dólares.
 Los productos de origen brasileño son los más afectados pues un tercio de las
importaciones bajo el régimen de LNAPI provienen desde ese mercado.
 Este tipo de medidas resiente las relaciones comerciales con los socios más
relevantes en el intercambio, aunque el mayor problema se genera cuando la
autorización de los permisos se torna discrecional.
 Con India se amenazaron exportaciones por cerca de US$ 1.200 millones
(según los envíos de aceite de soja a ese destino en 2010) por controlar
importaciones de tractores estimadas en sólo US$ 4 millones.
 Cerrarse al mundo es un paliativo de corto plazo para problemas de fondo. En
sentido opuesto, deberían promoverse incentivos para fomentar la inversión,
mejorando la competitividad de los productos nacionales.
 La economía argentina está casi tan cara como en la convertibilidad en términos
bilaterales $/US$. Esta situación resta competitividad externa
exportaciones y simultáneamente abarata los productos extranjeros.
a
las
 El deterioro del superávit comercial explicó el deterioro de la Cuenta Corriente.
Por suerte, con la mejora del clima financiero mundial, se pudo volver a exhibir
un ingreso neto en la Cuenta Capital.
 Pero como no hay garantías de que se mantenga el flujo de capitales positivo
(elecciones presidenciales y asilamiento de los mercados internacionales) se
decidió minimizar la salida de divisas por el intercambio de bienes y servicios.
 Estas medidas pueden incluso elevar las presiones inflacionarias. En una
economía donde el consumo crece a mayor ritmo que la oferta local, las
importaciones evitan un mayor recalentamiento de los precios internos.
Vuelven las trabas aduaneras
En 2010 el volumen de importaciones alcanzó su máximo registro histórico en
términos del PBI constante1 (15,3%). La sostenida demanda interna por sobre la
capacidad de la oferta nacional, en un contexto de apreciación del tipo de cambio
real, impulsaron fuertemente las compras argentinas en el exterior.
En la obtención de tan elevada participación de las importaciones sobre el
producto, contribuyó también la relajación de los controles aduaneros que habían
sido establecidos a fines de 2008 en el marco de la crisis financiera internacional.
Esa flexibilidad fue posible gracias al abultado ingreso de divisas derivadas de la
excelente cosecha de soja y a una menor fuga de capitales que permitieron aliviar
las presiones en el balance cambiario.
Sin embargo, el continuo debilitamiento del superávit comercial –como
consecuencia de importaciones duplicando el ritmo de crecimiento de las
exportaciones– comenzó a preocupar. La tendencia actual llevaría a perforar
rápidamente los US$ 10.000 millones que estableció el Gobierno como objetivo.
Se implementó entonces otra medida aduanera para desincentivar el ingreso de
productos extranjeros. La base de mercaderías alcanzadas por las Licencias No
Automáticas Previas de Importación (LNAPI) fue ampliada en febrero de 400 a 600
ítems. Si antes de la nueva disposición se controlaba por este régimen a 6% de las
importaciones del país, ahora se fiscaliza 18%, o sea: está sujeto a autorización
oficial uno de cada cinco Dólares destinado a la compra de productos extranjeros.
En esta oportunidad se apuntó a los bienes intermedios (insumos industriales),
de capital y sus partes. Aunque de los 600 productos incluidos en el régimen de
LNAPI los bienes de consumo siguen siendo los más controlados (43%), seguidos
por los intermedios (32%) y los de capital y sus partes (25%).
1
Según importaciones y PBI a precios de 1993, el segundo según cálculos propios.
Los productos de origen brasileño son los más afectados pues un tercio de las
importaciones bajo el régimen de LNAPI provienen desde ese mercado. De hecho,
antes se controlaba por este medio sólo 8% de las compras argentinas en Brasil,
pero con la reciente extensión se interviene sobre 21% del total importado desde el
principal socio del MERCOSUR.
Impacto de las nuevas trabas a las importaciones
en base a las importaciones 2010
Importaciones bajo el régimen de LNAPI*
Antes de la Resolución MI Nº 45/11
Nuevos productos incluidos en la Res. MI Nº 45/11
Resto de las importaciones
Total importado
Fuente: Ecolatina en base a INDEC y DGA
Sobre las importaciones
totales
Sobre las importaciones
desde Brasil
18,8%
21,3%
6,4%
12,4%
8,1%
13,2%
81,2%
78,7%
100%
100%
*Licencias No Automáticas Previa Importación
Este tipo de medidas resiente las relaciones comerciales con los socios más
relevantes en el intercambio, aunque el mayor problema se genera cuando la
autorización de los permisos se torna discrecional.
Por caso, India reclamó por el freno en la aduana de setenta tractores originarios
de ese país y advirtió que en represalia podría suspender la compra de aceite de
soja argentino. En cifras, se amenazan exportaciones por cerca de US$ 1.200
millones (según los envíos de ese aceite a ese destino en 2010) por controlar
importaciones estimadas en sólo US$ 4 millones.
Además, la tesis de resguardo de la producción nacional es exigua: la fabricación
local de tractores en 2010 creció 77% y superó su mayor nivel desde 1998.
Un elevado superávit comercial es fundamental, por ejemplo para apuntalar la
Cuenta Corriente y permitir un proceso de desendeudamiento. Pero cerrarse al
mundo es un paliativo de corto plazo para problemas de fondo. En sentido opuesto,
deberían promoverse incentivos para fomentar la inversión, mejorando la
competitividad de los productos nacionales y su inserción internacional.
El objetivo sigue siendo minimizar la salida de divisas
La economía argentina está casi tan cara como en la convertibilidad. El tipo de
cambio real bilateral se ubica actualmente en 1,14 Pesos por cada Dólar y avanza
hacia el uno a uno, pues la inflación local supera ampliamente a la de los Estados
Unidos y la paridad nominal se mantiene prácticamente fija.
Esta situación resta competitividad externa a las exportaciones y
simultáneamente abarata los productos extranjeros. De hecho, el deterioro del
superávit comercial explicó casi la totalidad del déficit que arrojó la Cuenta
Corriente en el último trimestre de 2010 (US$ -194 millones vs US$ +1.406
millones en el mismo período de 2009).
Por suerte, con la recuperación de la situación financiera mundial mejoró el clima
de inversiones, por lo que en 2010 se pudo volver a exhibir un ingreso neto en la
Cuenta Capital después de tres años. Esta situación permitió incluso abultar el
stock de reservas internacionales en mayor medida a lo que se había conseguido en
2009 (US$ 4.157 millones vs US$ 1.346 millones) ya que la fuga de capitales de
ese año había absorbido 80% del superávit de Cuenta Corriente.
Pese a que se consiguió revertir la salida de capitales en 2010, no hay garantías
de que se mantenga el flujo positivo este año. Por un lado, las elecciones
presidenciales suelen incrementar la incertidumbre de los inversores (mayor
dolarización). Por el otro, el Gobierno aún no logró retornar a los mercados
internacionales en condiciones aceptables para ambas partes.
Así, con una Cuenta Corriente en retroceso y una Cuenta Capital incierta, se
decidió minimizar la salida de divisas por el intercambio de bienes y servicios con el
objetivo de desactivar cualquier tipo de presión cambiaria. En este marco surgieron
por ejemplo las nuevas trabas a las importaciones y la prohibición para que las
compañías de seguros se reaseguren en el exterior.
Estas medidas pueden elevar la oferta de divisas en el corto plazo, pero no
brindan soluciones de fondo y pueden empeorar la situación general de la
economía, afectando la provisión de insumos industriales, generando represalias
comerciales o incluso elevando las presiones inflacionarias.
En una economía donde el consumo crece a mayor ritmo que la oferta local las
importaciones evitan un mayor recalentamiento de los precios internos: la menor
competencia externa tiende a exacerbar la inflación profundizando a su vez la
pérdida de competitividad cambiaria.