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Arquidiócesis de Acapulco
Mensaje de Pascua 2015
“No se asusten. Buscan a Jesús el
crucificado, ha resucitado”
(Mc 16,1-8)
Mensaje de Pascua 2015
“No se asusten. Buscan a Jesús el crucificado, ha resucitado”
(Mc 16,1-8)
A
TODA LA COMUNIDAD ARQUIDIOCESANA Y A LOS
HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD:
¡Cristo ha Resucitado!
Les saludo a todos con mucho cariño y con inmensa alegría les
anuncio: ¡Cristo ha Resucitado!
Quisiera que este alegre saludo llegara a todos las familias, y
especialmente ahí donde hay más sufrimiento, dolor y angustia, a los
enfermos, a las víctimas de la violencia y a las personas que se sienten
solas, tristes o abandonadas. Que este saludo llegue especialmente a tu
corazón, ¡Jesús está vivo, ha resucitado! ¡Cristo es Nuestra Paz, ha
vencido el amor! ¡ha triunfado la misericordia!
Como no alegrarnos con esta alegre noticia: ¡Cristo ha Resucitado! el
sepulcro está vacío, la vida venció a la muerte, el amor al odio, las
mujeres están alegres, su fidelidad no ha sido defraudada.
María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, las mismas que
habían estado con Jesús en Jerusalén durante la crucifixión, pasado el
sábado, “compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús”. Es el amor
fiel de estas mujeres lo que les lleva muy de madrugada del primer día
de la semana, a ir a ver a Jesús, el amigo fiel, y rendirle un homenaje
póstumo de cariño y gratitud.
La pascua está caracterizada por una experiencia profunda de alegría
espiritual, fruto de la fidelidad.
- La fidelidad del Padre a su Hijo, quien a su vez es fielmente
obediente a la voluntad divina.
- La fidelidad de Jesús a sus discípulos, a pesar de la traición y el
abandono de ellos.
- La fidelidad de las mujeres que insisten en estar al lado de Jesús,
así sea por lo menos junto a su tumba.
Les invito para que juntos experimentemos la alegría de la
fidelidad, fruto de la resurrección de Jesús en nuestras vidas.
La resurrección de Jesús nos impulsa con más fuerza, entusiasmo y
esperanza a seguir comprometidos por la transformación de las
circunstancias actuales del Estado de Guerrero y particularmente de la
Arquidiócesis de Acapulco, marcadas por signos de muerte y de
pecado, de oscuridad, de inseguridad, y de miedo, como son los
secuestros, extorciones, asesinatos, el abuso del poder y la
corrupción, la falta de conciencia y respeto a la ecología y el deterioro
del medio ambiente. Parece que nosotros también hemos entrado en
el sepulcro de la muerte por el pecado, y sin embargo esta
experiencia de tristeza y oscuridad no puede retener la vida, la
resurrección de Jesús es más fuerte.
Jesús no puede estar ahí, está en los signos de vida, en el amor, en
el perdón y la reconciliación como camino seguros para construir la
paz verdadera, la paz justa y duradera.
Seamos testigos de la resurrección de Jesús, anunciemos la fuerza
de la resurrección con signos de vida y esperanza que han triunfado
sobre la muerte. Esta es la misión de la Iglesia de todos los tiempos,
anunciar a Jesús que está vivo y quiere volver a dar la vida a sus
discípulos.
Aprendamos de la fidelidad de estas mujeres, para buscar estar
siempre junto a Jesús. Preparemos los aromas del amor y los aceites
perfumados, con la sabiduría del corazón y el bálsamo de la
misericordia. Que su corazón sea fermento de las fragancias más
dulces, las más preciosas, que puedan desprender la fragancia del
amor de Jesús resucitado, reviviendo la alegría de su fidelidad
matrimonial, la alegría de la fidelidad al propio ministerio ordenado, la
fidelidad a la palabra dada y sobre todo a la alegría de la fidelidad a la
propia conciencia.
Que la alegría del misterio pascual, nos impuse a buscar juntos
caminos de reconciliación, de perdón, de encuentro con los demás
con un estilo de vida nuevo, con el lenguaje del amor.
La Resurrección de Cristo nos concede la gracia de perdonar a los
demás, aun cuando nos defraudan, aun cuando nos traicionan y
todavía nos saludan, nos sonríen con la mirada y nos aprietan la
mano, y aun cuando nos clavan, es mejor perdonar que cargar pesos
en el corazón, es mejor liberar el corazón de las ataduras del
resentimiento y la venganza, lo que más favorece la sanación interior
es la reconciliación, el perdón y el amor, caminos seguros para la paz
del corazón.
Perdonar, amar y ayudar incluso a los enemigos no significa ser un
perdedor, débil de carácter o un tonto, no necesitamos pisar al otro
para poder crecer; lavar los pies no es signo de humillación, ni es
perder la dignidad, sino expresión del más tierno y delicado amor.
Aprender a no criticar a no juzgar a los otros, no me hace ser un
despistado en la vida, sino una persona más humilde y consciente.
Recordemos que aunque parezca ante los sucesos históricos y
ante las situaciones concretas, que el amor ha perdido su poder, y de
que es imposible practicarlo. LA RESURRECCION DE CRISTO nos da la
certeza de que a la larga, el amor vence siempre…
¡Felices Pascuas de Resurrección!
Con mis oraciones, cariño y bendición.
EN CRISTO, NUESTRA PAZ.
__________________________
+CARLOS GARFIAS MERLOS
ARZOBISPO DE ACAPULCO
Dado en las oficinas del Arzobispado de Acapulco, a los 30 días del
mes de Marzo del año 2015.